breve enseyo sociologia desmodernización

5/11/2018 Breve enseyo Sociologia Desmodernización - slidepdf.com

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LA DESMODERNIZACIÓN

Juan Carlos Zaragoza Carrillo5to. Mixto Dos. Resumen de lectura

pp. 1-18 de Antología

I. LA DESMODERNIZACIÓN

Ya no creemos en el progreso, sin embargo, no basta con decir que el optimismo dejó su lugar al

pesimismo y que vivimos una nueva “crisis del progreso”, percibimos cómo se disocian por un lado el

universo de las técnicas y, por el otro, el universo interior que cada vez con más frecuencia llamamos

el de nuestra identidad, pero la inmensa mayoría pertenece y quiere pertenecer a uno y otro universo.

Vivimos con una mezcla de sumisión a la cultura de masas y repliegue sobre nuestra vida

privada, más sentimos también la necesidad de encontrar en nuestra vida privada puntos de apoyo

para no ser arrebatados por los mensajes a la vez seductores e impersonales de la sociedad de

masas.

EL MODELO CLÁSICO

La sociedad moderna favoreció la correspondencia entre el individuo y las instituciones, porque

afirmaba el valor universal de una concepción racionalista del mundo, la sociedad y el individuo,

donde la pieza de esta visión fue la idea de soberanía popular, el proyecto de construir una

comunidad de ciudadanos libres y racionales sobre las ruinas de los antiguos regímenes que seguían

sometidos a la tradición o a la ley divina.

Se trata sobre todo de una concepción política de la sociedad, y el ideal humano que proponees el del ciudadano. La sociedad libre así construida, garantiza el triunfo de la razón sobre las

tradiciones, de la igualdad entre los individuos sobre las desigualdades.

LA CAÍDA DEL MODELO CLÁSICO

La idea de progreso, que parece triunfar en el siglo XIX, era desbordada más visiblemente aún por el

reino del dinero, el ascenso de los nacionalismos, la miseria obrera y urbana y la lucha de clases; es

entonces cuando se acelera el cuestionamiento del modelo clásico: el espíritu de empresa, la

ganancia capitalista, el dinero mismo, destruyen las construcciones, los principios y los valores del

orden social anterior, la política económica sustituyó al derecho constitucional como principio central

de la vida pública, es así como en unas pocas décadas se derrumbó el mito fundador de la sociedad

racional y la correspondencia entre el individuo y el Sujeto.

Es esta disociación de lo que denomino desmodernización, la cual se define por la ruptura de

los vínculos que unen la libertad personal y la eficacia colectiva. Aquí se impone una imagen: la de la



descomposición de las ciudades, de esta sociedad dominada por la crisis de la modernidad clásica,

por eso, lo que debe haber en el punto de partida del análisis es la idea de desmodernización, más

que la de posmodernidad, lo que llamamos crisis de un modelo antiguo de modernidad, se define por

la disociación creciente de los dos universos.

LA IDEOLOGÍA LIBERAL

La idea de globalización es una concepción dominada por el derrumbe y la destrucción de las

mediaciones sociales y políticas que unían la economía y la cultura y garantizaban, de conformidad

con el modelo clásico, una fuerte integración de todos los elementos de la vida social, la idea de la

sociedad industrial fue sucedida por una ruptura creciente entre el universo de los mercados y el de la

vida cívica. El desarrollo económico está constituido por dos movimientos opuestos pero

complementarios: la liberación del sistema económico de las coacciones de origen no económico que

lo asfixian y, en segundo lugar, la reintegración de la actividad de ese ámbito a una lógica política

más global.

Los intercambios financieros ya no tienen por meta principal organizar el intercambio de

bienes y servicios, por lo que, ésta ideología liberal mundializada busca el apoyo de los medios

económicos dirigentes y sobre todo de los medios masivos de comunicación más que una activa

participación popular, lo que la inscribe en la tradición del liberalismo del siglo pasado.

Esta ideología de inspiración liberal, muy alejada de la realidad observable, no puede

aceptarse en modo alguno como descripción de un tipo socital nuevo y perdurable, nuestras

sociedades necesitan más reflexión para evitar la reflexividad inconsciente y no intencional, es decir,

la capacidad de aquéllas de exponerse a riesgos que pueden conducir a su destrucción.

LA IDENTIDAD COMUNITARIA

La disociación de la economía y las culturas conduce o bien a la reducción del actor a la lógica de la

economía globalizada, lo que corresponde al triunfo de la cultura global que acabamos de evocar, o

bien a la reconstrucción de identidades no sociales, fundadas sobre pertenencias culturales y ya no

sobre roles sociales, si la cultura global se separa de las instituciones sociales, éstas se convierten en

meros instrumentos de gestión.

Una cultura no es una visión del mundo, una ideología o un libro sagrado; es la asociación detécnicas de utilización de recursos naturales, modos de integración a una colectividad y referencias a

una concepción del Sujeto, religiosa o humanista, por lo que la desmodernización da origen a utopías

retrospectivas: hace soñar con el retorno a un orden global fundado en creencias religiosas o

instituciones políticas, susceptible de poner fin a la fragmentación de la experiencia vivida.

En el seno de una cultura dominada por el instrumentalismo y por lo tanto por el debilitamiento

de los controles sociales e institucionales, el erotismo es el equivalente de lo que representa la2



defensa de la identidad cultural en las sociedades que se resisten colectivamente al librecambismo

mundializado.

LA DECADENCIA DE LAS INSTITUCIONES

La desmodernización se define por la disociación de la economía y las culturas, y por la degradación

de una y otras que es su consecuencia directa. Durante mucho tiempo se creyó equivocadamenteque el fortalecimiento de las instituciones republicanas y democráticas bastaría para detener o limitar

esa oposición.

Por desinstitucionalización hay que entender el debilitamiento o la desaparición de las normas

codificadas; entramos en unas sociedades a las que algunos se complacen en calificar de tolerantes,

palabra agradable de escuchar, pero cuyas normas se borran, con lo que se favorece la coexistencia

de varios tipos de organización social y conductas culturales en cada ámbito, lo que es a la vez

liberador y angustiante.

Lo que define la desmodernización que vivimos es, tanto como la desinstitucionalización, ladesocialización, la desaparición de los roles, normas y valores sociales mediante los cuales se

construía el mundo vivido, que es la consecuencia directa de la desinstitucionalización de la

economía, la política y la religión. El sistema y el actor ya no se encuentran en reciprocidad de

perspectivas sino en oposición directa, pues esta desocialización es también una despolitización.

Esta ruptura cultural se asocia a un desgarramiento social, donde lo importante es no pensar

separadamente el desgarramiento cultural y la ruptura social, la desmodernización y la dualización de

la sociedad.

CRISIS Y TRANSFORMACIÓN DE LA MODERNIDAD

Lo que permitió que la modernidad se apoyara sobre sus dos pilares, la racionalización y el

individualismo moral, fue la fuerza del Estado de derecho nacional. La desmodernización no es más

que el reverso de la modernización y se da a partir del momento en que disminuyó el control de la

sociedad sobre sí misma, y en especial cuando, luego del éxito del Estado de derecho monárquico y

después el del Estado nacional republicano, la democracia social y el Estado-providencia, se produjo

el gran desgarramiento que separó a la economía globalizada de identidades que dejaron de ser

sociales para convertirse reconvertirse en culturales.

La desmodernización es el efecto de la crisis (e incluso de la caída) de un modo de gestión de

los dos universos cuya separación define la modernidad. Sin embargo, la desocialización de la cultura

de masas no crea solamente un mundo desarraigado, fortalece la producción contra la reproducción,

la innovación contra la herencia; destruye las jerarquías sociales transmitidas y mantenidas por la ley

y la tradición; derrumba las barreras erigidas por el tiempo y la distancia.

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En lugar de profetizar, en vísperas del fin del milenio, una época de trastornos o un nuevo

período de victorias de las técnicas, preguntémonos sobre la nueva síntesis que nos permitirá salir de

la desmodernización y vivir nuevas formas de modernidad.

ENTE LA ESPADA Y LA PARED

Se enfrenta una realidad: no deja de aumentar la distancia entre “vivamos juntos” y “connuestras diferencias”. Algunos quieren salvar en primer lugar la unidad, otros las diferencias.

Queremos demostrar que se puede y se debe combinar una y otras, es decir, renovar la figura

moderna de la democracia, reconociendo el pluralismo y manteniendo unas reglas universalistas de

derecho.

En lo sucesivo, nuestro análisis de la vida social no está ya gobernado por una meta exterior a

las relaciones entre los actores sociales, el crecimiento, el enriquecimiento o la racionalización, sino

que se orienta hacia la recomposición del campo social y político, hacia la comunicación entre el

mundo de la instrumentalidad y el de las identidades.Es por eso que el interrogante al cual quiere responder este libro no se refiere ya al futuro, la

evolución o el sentido de la historia, las formas o los efectos de un modo de producción, sino a las

condiciones de existencia de la vida social, de vivir juntos, de la comunicación entre seres

individuales o colectivos.

En cada página de este capítulo señalé hasta qué punto el optimismo de las Luces y el

Progreso me parece agotado y portador de efectos perversos, con una insistencia suficiente para

prohibirme con el mismo vigor, propiciar un diferencialismo ciego.

Henos aquí, entonces, al pie del cañón. Busquemos ahora una respuesta al enigma: ¿cómo

vivir juntos con nuestras diferencias, cómo articular los éxitos de la razón instrumental con la defensa

cada vez más radical de las identidades personales y colectivas?

BIBLIOGRAFÍA

_______________________________________ Touraine, Alain (1997), “La desmodernización”,

en ¿Podemos vivir juntos? México.Fondo de Cultura Económica. (pp. 27-60)

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