aleceia nº 5

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diciembre06 005 Revista literaria de la Fundación Municipal de Cultura Aula de Letras “Gabriel Baldrich”. La Línea. Cádiz Tel. 956 696 269 [email protected]

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Revista Literaria

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Page 1: Aleceia Nº 5

diciembre06005 Revista literaria de la Fundación Municipal de Cultura

Aula de Letras “Gabriel Baldrich”. La Línea. Cádiz

Tel. 956 696 269 [email protected]

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Pág. 2 • Revista Literaria ALECEIA

Dirección Editorial Mª. Estefanía Sánchez GarcíaConsejo Editorial Rita Velázquez Real, Isabel Bermejo Martínez, Valerio de Lahoz Caravaca,

Joaquín Bassecourt Hernández, Marisol Dorado Villanueva e Inmaculada Jiménez MonteroDirección Artística/Portada Sergio Tejedor

Maquetación Dpto. Gráfico Ayuntamiento de La LíneaImpresión Tipografía A. Mazuelos

Sumario03 Editorial 04 Opinión 06 Cortos

08 En el umbral de la palabra 10 ¡Conóceme!12 Juan Palomo 14 Aunque parezca mentira

16 Iniciación al cuento (II) 19 El rincón clásico23 La estantería de aire 26 Entrevista

28 El bolso de Mary Poppins29 Nuestras cosas 40 Otras cosas

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Page 3: Aleceia Nº 5

es una revista literaria editada por la Fundación

Municipal de Cultura y el Aula de Letras “Gabriel

Baldrich” de La Línea de la Concepción. Para

contactar con nosotros, podéis llamar al tel. 956 696

269 ó escribirnos un correo electrónico dirigido a

BIBLIOTECA.LALINEA @telefonica.net. Todos los

que de una u otra forma hacemos esto os agradecemos

de corazón la acogida que está teniendo nuestro trabajo.

Si tú, amable y paciente lector, le echas un vistazo a los periódicos, verás muerte, destrucción, desgracias sin cuento, lucha por la vida a la desesperada.

Si tú, amable y paciente lector, echas otro vistazo, ahora a su alrededor, es posible que vea cosas parecidas a las que acabamos de decir, aunque a lo mejor, de forma menos espectacular.

Por eso, nosotros, los que, con toda humildad, hacemos esta revista, queremos darnos un beso en la mejilla, sin rubor y de cara al público. Porque nuestra pretensión es sólo la cultura, ¡nada menos!.

Aquí no somos genios. Ninguno espera el Premio Nobel, por ahora, y, mucho nos tememos que no nos lo den nunca. Pero hacemos estas páginas con todo el cariño que nos es dado. Con la intención de comunicar nuestras inquietudes, nuestros deseos de trasladar el run run que nos viene de dentro, o de fuera, si lo que nos dedicamos es a observar y expresar.

Por eso, te pedimos, amable y paciente lector (suena ya esto a peloteo) una migaja de tu tiempo, entre tanto telediario lleno de cadáveres del cuerpo y del alma. A lo mejor, tú también descubres que escribir es bueno, que leer es bueno; diríamos más: que es necesario. Que todos llevamos cosas por ahí dentro de las que no podemos olvidarnos, que se han hecho ya piel con nosotros, y hay que echarlas fuera, pero sin vómitos, con la serenidad que da eso que pedante y certeramente llamamos los bienes del espíritu.

Que ellos sean contigo, y con nosotros, claro. Te esperamosE

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oria

l

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 3

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Pág. 4 • Revista Literaria ALECEIA

Opiniónpor Valerio De la Hoz Caravaca

Pobre América, cuna de la democracia. ¿qué se hizo de tus sueños, de tus anhelos, de tu vida? ¿Tan bajo has caído para confiar en quién confías? Tus Washington y tus Jefferson. ¿se han convertido en los monigotes sangrientos de hoy, en tus mediocridades tan ni siquiera siniestras? ¿Lincoln es Bush, el heroísmo es ramplonería, tu justi-cia es avasallar, tus lealtades, la traición, tu ecuanimidad Guantá-namo?

Pobre América, tan alta y tan baja, tan poderosa y tan vacía. La sangre te rebosa, el orgullo, estúpido orgullo, va carcomiendo todo lo que quisiste ser y ya nunca serás. Has aventado todos los mons-truos, reducido todas las glorias, las has anegado en carburantes y dinero negro, del negro del petróleo y del negro de la infamia.Tan cristiana tú, que haces lo que Cristo ni siquiera pensaría hacer, ni imaginar, tan tolerante tú que conviertes el dolor de tus víctimas en los misiles de la vergüenza y las metralletas del asesinato.

Pobre cuna de la democracia. Tus votos, tus papeletas son rictus de odio, de ignorancia, de necedad. Aquí y allá, implantas el desaso-siego de tus miedos y de tu egoísmo. Hay que olvidarte América, pero , ¿cómo? Hay que desecharte, hay que buscar en otra parte, menos altiva, más imperfecta, donde no haya tanta bomba atómica, tantas rosas podridas, tanto criminal prepotente. Buscar en otra parte, quizás andrajosa, quizás indigente; pero donde la soberbia, esa soberbia que amenaza el mundo, no exista como razón de ser y de actuar

Pobre América de hoy.

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Revista Literaria ALECEIA • Pág. 5

Pintura

Teatro

Cine

Escultura

Literatura

Danza

Fotografía

Música

Historia

Con sólo un click podrás tener acceso a toda la información de la Fundación Municipal de Cultura, descargarte la programación cultural, bases de concursos, solicitudes administrativas, la revista literaria Aleceia, contactar con nosotros…

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Pág. 6 • Revista Literaria ALECEIA

CortosCosas que verás cuando por La Línea pasearás.

Tipo fornido proyectado contra Las Tres Gracias por un perro escuálido. Se libra del porrazo por milímetros.

Ancianita que se queja de un “como malestar en el estómago, como un desconsuelo”, mientras ingiere café cargado y una rueda de churros con porra y todo. Es visión matinal y de amanecida.

Pareja de adolescentes enamorados ¿ dándose un beso en extrañas y retorcidas posturas. Algo así como el kamasutra adaptado a Secundaria.

Tipo patibulario que nos insulta al cruzarse con nosotros en un paso cebra, sin que sepamos por qué. (Probablemente él no lo sabe tampoco) .

Coches que pasan con la más atronadora y desagradable música que haya concebido la mente humana. Deben de ser premios de algún concurso de horrores.

Otrosí de motos en puñado donde la música la ponen la sutil conversación a gritos de los jovenzuelos/as que las habitan y moran. Si las escuchas pasar a la una de la madrugada, pongamos por caso, es cosa provocadora de instintos malsanos y asesinos.

Motos de repartidores de pizzas a toda leche. Parece que llevan el corazón de un donante. Suelen ser vehículos de poca cilindrada y ruido infernal.

Obras, obras, obras, albañiles, albañiles, albañiles, porrazos, porrazos, porrazos.

Gente, gente y más gente leyendo el periódico de gorra. ¿Y dicen que no se leen periódicos? Que no se vendan, o que se vendan poco, es otra cosa.

por Valerio De la Hoz Caravaca

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Leído en TIME: “El lado oscuro de España” Ok, my friend. You are right.

Renunciar al propio estilo es labor de estilizada estilística.

La mentira, fingida verdad, como creación y gran creación: Umbral.

Dios mío, los cretinos, tráelos a nosotros. Cada vez que nos rechazan sabemos que estamos en el buen camino.

O quizás, tampoco.

¿No sigue manteniendo Sánchez Dragó un cierto tufillo falangista?

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 7

Ah, y uno mismo, andando por la calle, que no es poca cosa.

La Real Academia o la cuasi inutilidad.

Algunos notables lingüistas tiene tal desconocimiento de la lengua, que uno se asombra de que aprendieran a leer.

O quizás no han aprendido nunca.

¿La gente no lee? Claro que lee. Canalladas.

Siempre el premio envilece un poco al escritor.

El mejor ensayo sobre, Franco, un relato de Manuel Talens. Franco ahogado en su propia mierda.

Libros presentados a bombo y platillo (algunos, los más). Uno busca y busca en ellos, ¿Dónde, Dios mío, dónde?

¿Cómo es que le gusta tanto Gracián a Castilla del Pino? No parece...

Primer ensayo-mínimo-leído de Churchill, decepción.

Chesterton, el único escritor verdaderamente católico y verdaderamente interesante del siglo pasado.

EL País-religión católica. Acoso y derribo sutil. Bueno, sutil, ya no tanto.

Garci y sus amigos comentadores de Cine. El grupo más optimista posible. Encuentran tal concentración de genios...

¿Seguiremos con la fiesta taurina mucho tiempo? Todo lo que se relaciona con ella, incluida la literatura colindante, suena a hortera, caduco, antiguo: horrible: horrible.

Rectifico: algunos de sus escritores (Vidal, Zabala padre) son o eran fantásticos escritores.

Por cierto, ¿por qué le llaman fiesta?

…más cortos

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En el umbral de la palabrapor Rita Velázquez

En el viejo

Una cuestión de supervivencia

Harry el Sucio, Con la Soga al cuello, Una ciudad sin ley, Los sioux, Los siete magníficos, Billy el rápido, Billy el Niño, Jerónimo y un largo etc. Etc. de títulos de intenciones, que avasallan con su peculiar estilo y su forma de resolver conflictos, tan rápidos, como la maquinaria de la época lo permitía, o como la sagacidad del sherif y su cuadrilla lo hacía posible.-algo parecido a los juicios rápidos de hoy en día-, con el a gravamen de muerte o ensañamiento.

A veces, un pistolero, no era más que un Robin Hoot, de Las América, ó un Curro Jiménez, pretendiendo impartir Justicia, fuera de la ley. Como que la ley que se relaciona con la Justicia, es de antemano, harto difícil. Y siempre uno apela a la Justicia en nombre de Dios o de las leyes naturales de la vida y del hombre. Aunque hombre, hombre, cuando se analiza éste género, uno se sorprende, cómo las buenas intenciones caen siempre, cuando se nos tocan las

costillas, a veces sin querer y otras a mala leche. Y la bondad natural que uno de los filósofos defendía, se traduce en maldad maliciosa, que otro gran filósofo advertía.

Es así, que uno siempre se sorprende, con aquellos viejos Wester de antaño, cuyo paisaje real estaba en Las América y cuyo sustituto, tan bien real, está en nuestra Andalucía, en Almería, en una especie de Mini Hollywood, abierta al visitante y donde se realizaron y se realizan películas del viejo oeste, que se renuevan con nuevos actores en los personajes de siempre.

Aquellos que nos dejaban con los ojos abiertos, pasmados ante su maestría y su estilo único. Porque películas hay muchas, y vendrán más, esa industria no parará hasta que pare la vida, y las generaciones se pierdan y no quede de este montaje enorme, que

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es la civilización, la nuestra, un montón de cenizas, y alabado sea el Hacedor, que aunque El nunca quiso implicarse, en cuestiones mundanas, Lo hará, en el Juicio Final.

Nada como las películas de este género, tan viscerales. Tan encantadoras, tan salvajes, como el paisaje abrupto, seco y árido donde se ruedan la mayoría y hay que decirlo y a mi gusto, no habrá género que las superen, Esto eran películas y no ésas otras –no digo su nombre- para que nadie se ofenda, pero esas otras nada tienen que ver Escena titulada Agapita en el oeste.

Por muy noble y afable, que era. Agapita escondía una carta y era aquella carta que todos guardamos, en la mesita de noche, debajo de la almohada, o detrás del porta fotos de nuestra mama. Como queriendo a toda costa que ocurra un milagro y que nos aparte de una vez por toda, todo aquello que nos descalabra y nos hace sufrir, como un sufrimiento atroz, insoportable, cada cual en sus recónditos escondites, sabe cuál es. A veces sale a la luz y se hace penitencia, como por algún pecado que hubiésemos cometido y debiéramos purgar. Y la tal penitencia le hace a uno pensar, si inventó la bomba atómica, -sin querer- Si era primo de Hitler, sin querer, Si participó en alguna quema de brujas, sin querer o si fue su oficio verdugo –sin querer-.

Como que sin querer, queriendo se cometen las mayores barbaries. Aquella Agapita desencajada. Se vio de repente en el oeste americano, en el auténtico, cerca del desierto de Arizona y sentada en un caballo blanco con manchas negras, como de indios y en su montura una escopeta rifle que colgaba y en sus manos una pistola recortá como una colt 45 con la que no paraba de disparar mientras trotaba. Allí caían indios y más indios: El abogado que hizo el artilugio legal, con el que le quitó la herencia de su padre, su hermano que fue el instigador y su familia que no quiso venirse a razones y sobre todo, los vecinos que le convirtieron la vida en insoportable; uno, con el aire acondicionado pegado a sus dormitorios que no le dejaba dormir y el otro con

una carpintería industrial y sus barnices que hacían el aire irrespirable. Quería acabar con su mala suerte y casi lo consigue...

De repente Agapita eufórica de haberse tomado la Justicia por su mano, se quedó estupefacta; el scherif y su cuadrilla la estaban rodeando y a Agapita se le salía el corazón por la boca, cuando comenzaron a penetrarle las balas que le disparaban, empezó a sentir dolor y como la vida se le iba yendo, hasta que sin aliento casi, calló del caballo y se dio de morros contra el suelo.

Se despertó en ese momento, medio asfixiada...Abrió los ojos, estaba junto a la cama. Pudo darse cuenta. Que sólo había sido un sueño. ¡Qué lástima! - Exclamó-

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Conócemepor Inmaculada Jiménez

¡Hola amigos! En el último taller de poesía que he realizado, impartido por Dolors Alberola, tuve la gran suerte de conocer la vida, poemas y escritos de una poetisa de la que nunca oí hablar.

Tal vez vosotros si habéis leído cosas de ella y sabéis de su trayectoria tanto personal como poética, pero para otros al igual que me ocurrió a mí, la descubriremos por primera vez.Desgraciadamente, esta maravillosa mujer nos abandonó voluntariamente como lo hiciera Alfonsina Storni, pero afortunadamente nos dejo un manantial de sentimientos escritos para que todos la recordásemos.

Ella es ALEJANDRA PIZARNIK

Empezó llamándose Flora y su verdadero apellido fue Pozharnik. El cambio de apellido se debió a los muy corrientes errores de registro de los funcionarios de inmigración. Nació en Avellaneda, un pueblo de Buenos Aires en 1936. Hija de padres emigrantes de origen ruso y ascendencia judía. El sentimiento del exilio se palpa en sus escritos.

Su infancia podemos imaginarla como triste. Recreada en sus poemas y en sus cuentos, aparece como una solitaria, con la imagen de una niña introvertida y llena ya de fantasías y terrores. Terrores por está época a la oscuridad y la noche que marcaron parte de su vida.La soledad de Pizarnik no era con ella misma, sino que era una soledad frente al mundo y era también una incapacidad para la comunicación real. Su poesía es la salvadora de esta soledad, ya que le permite abrigarse con palabras, de la soledad real, aterradora, de un mundo hostil y externo.

Se sabe por testimonios privados que solía escuchar música de rock, puesta a todo volumen, durante horas enteras, y que se apasiono por Janis Joplin, la cantante de rock americana que se suicido en 1970, y a quien dedica un poema, que se publica en “Zona franca”. Alejandra Pizarnick terminará sus días viviendo de noche y rechazando la luz del día. Temores que tuvo en la primera etapa de su vida adolescente. Para Pizarnick

poesía y vida se identificaban. Su padre, se dedicaba a la venta a domicilio de artículos de joyería, y no tardo en hacerse con una buena posición.Tenian una bonita casa en Avellaneda donde vivían holgadamente. Por lo demás, su origen judío, no significo nada especial para ella.

Con el tiempo, llego a preocuparse por su independencia económica que nunca logro, aunque no hizo nada por buscar un empleo o prepararse para hacerlo. Era una joven con conflictos en la que había que esperar a su adolescencia por si se originaban cambios. En vista de todo eso, su padre no repara en gastos cuando se trata de ayudarla sin que ella trabajara (cosa muy normal en aquella época en la clase media, sobre todo en una mujer).

Su padre pago la edición de su primer libro y probablemente el de los siguientes, también pago sus clases de pintura y sus visita al sicoanalista así como sus viajes por Europa. En el año 1954 ingresa en la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires, y un año mas tarde publica su primer libro de poesías “La tierra más ajena”. En 1956,

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publica “La ultima inocencia” dedicado a León Ostrov, su analista de muchos años y según testimonios, había quien aseguraba que Alejandra estaba enamorada de él. La temática de desperacion del libro esta constantemente presente.

Por aquel entonces ya esta muy relacionada con poetas contemporáneos suyos como Rubén Vela y Clara Silva. En 1958 publica “Las aventuras perdidas” Por aquel entonces, conoce y hace amistad con Olga Orozco y a ella dedica su poema “Tiempo”.

También los rumores dijeron por estas fechas que cuando murió el poeta Colombiano Jorge Gaitan Duran, Alejandra sintió de nuevo el fracaso amoroso.En 1960 termina su primera etapa de aprendizaje y abre una nueva en Paris donde conseguiría su maduración personal. En Paris, conoce a Octavio Paz y a Julio Cortazar. En esta ciudad desarrolla varias actividades. Es redactora de la revista “Cuadernos del congreso por la libertad de la cultura” y pertenece al comité de colaboradores extranjeros de “Les Lettres Nouvelles”

No fue una época fácil para ella pero fue en Paris donde mejor se encontró intelectualmente. En 1962 publica “Árbol de Diana” Está en continuo contacto con la intelectualidad francesa y publica en varias revistas literarias . En el año 1965 regresa a Buenos Aires y aparece un nuevo libro suyo “Los trabajos y las noches” obteniendo con esta obra el Primer Premio Municipal. Son poemas que pertenecen a su época de plenitud y en su gran mayoría escritos en Paris.Luis Chitarroni dijo de ella : “Basta nombrarla para que en el aire vibren la poesía y la leyenda. Una lírica extrema y también una tragedia”.

Crece imparable el mito de Alejandra Pizarnick, sobre todo en los lectores jóvenes que ven en ella a una poeta que se interno por infiernos raramente visitados por la poesía contemporánea escrita en castellano.

Según palabras de Ana Maria Moix los jóvenes investigaban por su cuenta y no porque las editoriales les facilitaran los datos. Hubo en la Literatura unos tiempos en que los escritores eran figuras envueltas en el misterio, personajes excéntricos e inexplicables. Gentes de otro mundo, y no como una parte de esos escritores que en su mayoría declaran ser gente común y que tienen en el banco una cuenta corriente y administran la literatura desde el burócrata escritorio de su despacho.

Al final de su vida, la coherencia de su obra queda interrumpida y se reduce a un casi caos sintáctico, donde se rompen las secuencias lógicas y las estructuras del lenguaje. Cuando solo contaba con 36 años y aprovechando un fin de semana que salió de la clínica siquiátrica donde se encontraba internada, puso fin a su vida con una sobredosis de seconal. Encontraron un poema póstumo escrito con tiza en el

pizarron de su cuarto de trabajo:

Criatura en plegariarabia contra nieblaescrito en el crepúsculocontra la opacidadno quiero ir nada mas que hasta el fondoo vidao lenguaje o Isidoro.

El conde de Leautréamont es Isidoro. Es como si este conde sangriento tuviera la llave que, al cerrarse la obra de ella para siempre, la abría al mismo tiempo al misterio del universo, lo que aseguraría la eterna juventud de esta dama solitaria y desolada de la poesía.Alejandra Pizarnick abandona este mundo como una gran mayoría de poetas lo hicieron, escogiendo el suicidio para acabar con su vida y su obra.Alfonsina Storni, Ana Cristina Cesar, el poeta iraní Sedegh Hedayat y los poetas griegos Kosta Karyotakis y Maria Poliduri al igual que Paúl Celan y tantos otros que nos dejaron solo el recuerdo de sus sentimientos en unas hojas de papel.

Como en todas las biografías, seguro que habrá muchas cosas y detalles que se me escapen de Alejandra Pizarnick, pero el espacio en esta revista debe ser compartido para poder disfrutar de otros temas interesantes que aquí incluimos. Espero, que al menos hayamos conocido un poco mas a esta mujer, a esta poeta que decidió dejarnos sin pedir permiso.

Dos de sus poemas :

TIEMPO (A Olga Orozco)

Yo no sé de la infanciamás que un miedo luminosoy una mano que me arrastraa mi otra orilla.

Mi infancia y su perfumea pájaro acariciado.

SOLAMENTE

ya comprendo la verdad

estalla en mís deseos

y mis desdichasen mis desencuentrosen mis desequilibriosen mis delirios

ya comprendo la verdad

ahoraa buscar la vida

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Juan Palomo

Como la vida misma

Llegó a la estación con el último aliento en sus labios. Había volado por aquellas empinadas cuestas, bebiéndose los adoquines, con el corazón latiéndole en los cuatro puntos cardinales de su cuerpo.

La sangre golpeaba en su cabeza de tal forma, que creía que, en cualquier momento, estallaría hecha cien pedazos, que quedarían anónimos y esparcidos por aquellas calles decadentes y bulliciosas de la vieja Lisboa.

Aún seguía corriendo, a pesar de haber llegado. La inercia, pensó…..

Miró a derecha e izquierda, sin saber muy bien lo que buscaba. En realidad, lo que la había llevado allí, era una intuición, un arrebato incontrolable, una corazonada visceral que empezaba a desvanecerse en estos momentos.

Un tren acaba de llegar. La estación estaba alegre y era viva.

La gente se agolpaba en los andenes: los que llegaban, los que se iban, los que soñaban….Imposible ver nada entre el humo de las máquinas y la voracidad de la muchedumbre que engullía los espacios.

Lentamente arrancó el convoy del andén 7, los pañuelos, las manos, las lágrimas…..Una escena que no por manida dejaba de impresionar. ¡Cuántas historias acababan en ese instante!¡Cuántas vidas en suspense hasta saber qué les depararía el destino, colgadas de la incertidumbre hasta cuando acabara la guerra, si es que acababa algún día!

Levantó la mirada intentando no llorar. Poco a poco se despejaba la distancia que la separaba de aquel desvencijado tren situado en la vía número 18. Nadie había bajado de él mientras ella estuvo allí, erguida y tensa, como un poste más del decorado.

Claudicó.Se marchaba despacio, ensimismada y absurda, descorazonada y salvajemente triste.

De soslayo creyó ver una silueta a lo lejos, difuminada y confusa. Se giró para estudiarla con atención y empezó a temblar irracionalmente. No podía caminar, estaba clavada al suelo.

La figura avanzaba hacia ella cada vez más deprisa y no podía creerlo, no quería ceder ante el espejismo, pero era inevitablemente nítida su imagen y la certeza se confirmaba: ¡era él! ¡era él!.

El hombre, más cerca y más real, se aproximaba a grandes zancadas y una sonrisa tierna y evocadora, le ocupaba la cara.

¡Era ella! Había venido y estaba aquí, esperándolo. Corrió y, tirando el equipaje por el suelo, salvó la distancia que les separaba.

Ella cerró los ojos. El la rodeó por la cintura y la levantó por los aires.

Despacio, sus bocas se encontraron, con las manos en su cara, las de él, con sus ojos en sus ojos, los de ella, se fundieron en un único e irreversible beso, profundo y eterno, sublime y capaz de atravesar el tiempo.

Ella suspiró profundamente.El se estremeció.El Director dijo: “Corten, ha valido”.

Marisol Dorado Villanueva8 de Noviembre de 2005

Sueño pasajero

Recordé cuando, con toda su paciencia, intentara dor-mirme en su regazo; ella, subida a su eterna mecedora

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de escay corinto y pino cepillado, barnizado, una y otra vez, y vuelto a barnizar cada lustro. Por aquella época los períodos de cinco años duraban bastante menos, eran: más una carrera de sacos en la pista de la vida, que un derby de grupos exaltados, dando gritos por el escenario de neón y neopreno de la modernidad estridente…

Tanto las uralitas cubrían los techos o hacían de ellos mismos, cuanto los cartones y periódicos, se avenían a proteger los cuerpos sencillos y flacos de la ham-bruna…

Pero.., ya se acercaba el túnel del sueño, bajo el traque-teo, incansable y arrollador de: la madre de la madre, de la madre del cordero. Sentí la cara húmeda en la tela basta húmeda; un pómulo caliente y otro frío; su respiración, sin nicotina, me llenaba como de una fra-gante caricia, entre sístoles y diástoles…, y mi rostro iba tomando otros derroteros, llegándose a la profundi-dad.., negándose a sí mismo y, al miedo y al pánico de un posible accidente con letanía de labios sugeridores.Me espabiló, levemente, el puente sobre el vacío de toda la Sierra: sierpes de plata rápida y fundida por la cal escarpada y morisca de las casas, los pueblos, medrosos, subidos a no se donde, marionetas de un cielo impertérrito lleno de: llanto, rayos y demonios. Desde fuera, eran sinónimos de la belleza más rural y enquista; desde dentro, significaban la supervivencia, las tareas repetidas constantemente de: enriscar las cabras; ordeñar lunas llenas de un queso sin volcanes; recoger castañas, piñones y nimbos naranjas con sabro-sos salpullidos de otoño y tormenta.

La Sierra, también era un queso inmenso, esta vez, agujereado por aquel gusano con habitáculos, estacio-nes próximas a la vía, amables, donde el calor humano y el perfume de anís acompasaba, el amanecer de los trinos de los pájaros, con cuerpos toscos y ojos encapo-tados…

Los cristales del vagón, ya se habían esmerilado con las sonrisas de los árboles, las nubes cargadas del océano cercano con su sal minúscula de polvo sutil y desmedido. Aquellos cristales arañados por ramas enmohecidas de rocío y desesperación, por hojas sesga-das de frío y de plagas..; con sus raíces entretejidas de cuarzos milenarios.

Me asombraban los puntos cardinales, las esquinas, los cuatro jinetes de mis cuatro meses de abrigo y de leche de sueño reconfortante y vigilia, pasada por agua, en el espacio reducido de mi cara entoquillada…

Hacía bien en dejarme vencer, en intentar recordar mi historia intrauterina, en evocar conversaciones y nombrar la memoria, aunque escasa, me iba retrotra-yendo, completando vivencias y sensaciones, junto con sombras, sobresaltos, con ese lenguaje limpio de los mayores que, jamás llegan al entendimiento; que, se

soportan más que aman; se limitan a vivir otro día más los días que les queda al reloj de arena de la angustia.Dejarme llevar por aquella respiración pausada, por aquel traqueteo monótono y acorde, aquel andante múl-tiple de tornillos y tuercas, de grasa y motores alimen-tados de negros carbones y humos expeditos

Y, otra vez, vuelvo a sentir la mecedora como un columpio de cristal en el que me mezco, rodeado de cipreses erguidos y orgullosos de apuntar al cielo con sus lanzas, de desinflar las nubes descuidadas y lentas. Columpio, esta vez empañado, por el calor de la infan-cia.

El faro, ojo que lo ve todo, va yendo lento en su ascen-sión; se va multiplicando los insectos a su alrededor, tanto que como a un Ulises, lo ciegan su catarata tejida junto al arsénico del paisaje agrupto y la niebla persis-tente.

Y, otra vez la mecedora, similar a los sonidos cordiales de ella; su calor de madre de la madre, de la madre de aquel corderillo que, ha de ser sacrificado al final del trayecto y la altura, para más gloria de Dios, la Patria y los Hombres.

Joaquín Bassecourt21 de Mayo de 2006

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Gabriel García Márquez llegó a Bar-celona y todavía su novela Cien años de soledad no era un éxito. Había salido de Colombia con escasos dólares, pero en cambio se trajo dos pieles de caimán que pretendía vender. Yo no sabía qué podía hacer con ellas, así que no le fui de gran utilidad. (Joaquín Marco, La llegada de los bárbaros)

Herman Hesse cuenta que una vez recibió una carta de un librero de Berna, contándole que uno de sus clientes, obrero de Emmental, le había encargado su libro Ensueños. El obrero se lo dio y a los pocos días vuelve el comprador con el libro, que le devolvió diciéndole: “Jamás cayó bajo mi vista tan reverenda majadería”. (Herman Hesse, Cartas)

Baudelaire soñaba con entrar a la Acade-mia Francesa de Letras, ocupar uno de los dos sillones entonces vacantes, vestir el uniforme verde... Entretanto, en la Academia –cuenta su biógrafo- la candidatura de Baudelaire indigna incluso a los cortinajes y al terciopelo de los sillones. “¿Es que pretende burlarse de lo más respe-table que hay en Francia? ¡Es cierto entonces que es un loco peligroso!”.

Víctor Hugo publica en 1887 su libro El arte de ser abuelo y cuenta en él esta anécdota: Su nieto Georges, que había desobedecido un prohibición de su madre respecto a un frasco de dulces, le preguntó: “Papá, ¿me das permiso para que me haya comido los dulces esta mañana? (André Maurois, Olimpo o La vida de Víctor Hugo)

El Premio Nobel Cuenta Cansinos Assens que el Nobel era una obsesión para muchos escritores, quienes debían movilizar a todos sus amigos para que enviaran pliegos de firmas solicitando la distinción. Liceos, universidades, centros regionales y academias debían acribillar a los académicos suecos pidiendo el premio para su candidato. Éste, a su vez, debía juntar todos los recortes periodísticos acerca de sus obras para que supieran en Suecia la importancia que tenían en las letras de su país. Así lo venían haciendo Concha Espina (que hasta tenía libros tra-ducidos al sueco) y Blanco-Fombona, sin saber que ese año ambos serían burlados: el Nobel fue para Grazia Deledda. Gran disgusto de Concha Espina, sobre todo porque se lo habían otorgado a una mujer, l o cual amargó aún más a la escritora española, que llama a la italiana “autora de cuentos regionales”. Por otra parte, Blanco-Fombona, sabiendo que Espina era su rival la llamaba “vieja bruja, sacritanesca, ¡que-rerse medir conmigo!”. La conspiración académica

Mi querida amiga Fátima:

Me cuentas en tu última carta que aun sigues metida en la jaula de tus pensamientos. Poco puedo hacer por ti, ya que solo te hablo sin darte consejos pues sabes perfecta-mente que soy enemiga de ellos.

Me viene a la memoria, esa tarde que estuvimos en Kabul tomando ese té con yerbabuena en tu casa que me elevo por unos instantes a no se que cielo. Tú ibas ves-tida con el burka negro, y por la rejilla que había delante de tus ojos, pude sentirlos tristes y melancólicos.

Me dijiste que envidiabas mis pantalones vaqueros, mis zapatillas deportivas y mi blusa blanca con la chorrera de encajes almidonados. Nunca me fije detenidamente en la chorrera de mi blusa como tú lo hiciste y tampoco pensé que estuviese almidonada, aunque si la note tiesa y dura cuando me la quite antes de ducharme en la habi-tación del hotel. Tú podías mirarme fijamente a través de la celosía que cubría tu rostro, estudiar y retener en tu memoria todos mis gestos. Yo lo tenia muy difícil pues solo percibía las palabras que salían de tu particular con-fesionario.

Kabul nos regaló una bonita tarde y en nuestra conver-sación te notaba nerviosa e inestable. Te desahogabas conmigo como no lo habrías hecho ni tan siquiera con Sayyid y que como tu muy bien me dijiste su nombre significa amo y señor. Cuando me hablabas, tus palabras salían de ti como el viento trata a veces de salir del inte-rior de una casa a través de los visillos.

Tal vez, en mi próxima visita me dejes ver tu rostro que estoy segura debe ser tan bello como tus palabras y entonces hablaremos cara a cara, tú sin los barrotes de tu jaula y yo con mis labios pintados de fresa como me dijiste. Si puedo conseguir unos días de vacaciones para la primavera iré a verte y te contare cosas, y tu me conta-ras las tuyas. Volveremos a tomar ese té con hierbabuena para volver a sentirme en ese cielo tan extraño.

Hasta ese momento, recibe un beso de tu amiga.........

Beatriz

El Buzónpor Inmaculada Jiménez

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Aunque parezca mentirapor Rosa Carrasco

Anécdotas, maneras de vivir, curiosidades de escritores, poetas,premios nobeles etc., que en alguna ocasión le ocurrieron.

le quitó un año el Nobel a

Salvador Rueda. La anécdota la contó Palacio Valdés “Nos enteramos a tiempo y lo impedimos: Hombre, un panteísta, anticatólico...!” Y reflexiona Cansinos Assens, “¡Qué ganas de amargarse la vida de escritor, ya de por sí tan amarga. Sí, pero el millón de coronas...”. (Rafael Cansinos Assens)

La Academia Francesa En marzo de 1897 los dos nuevos inmortales electos para la Acade-mia Francesa de Letras eran el Ministro del Exterior,

quien había escrito un volumen sobre Richelieu, y el conde de Mun, orador. Durante la elección se desató un escándalo mayor, académicos que votaron con tar-jeta blanca, nuevas vueltas de votos, al final los nuevos electos triunfaron por muy poco. Emile Zola, en tanto, obtuvo por décima vez sólo dos votos. (Illustrazione Italiana, 1897)

Despistes (I) Ediciones Cultura Hispánica publicó en 1952 una Antología de la poesía brasileña.

Allí dice: Introducción y traducción de Renato de Mendoça. Terminada la introducción,

don Renato aclara: Traducción de la pri-mera parte, Rafael Morales. Traducción de la segunda parte, Santos Torroella.

La antología está divida en dos partes, la pri-mera “Poetas clásicos y parnasianos”;

la segunda, “Poetas modernos”. En consecuencia, es evidente que don Renato no tradujo nada. (E. Acevedo.

Enciclopedia del despiste nacional)

Despistes(II) Don Jean Cocteau visita España y el periodista Del Arco le pregunta: - Entre

las muchas cosas que es usted, ¿qué es por encima de todo? - Yo soy poeta. Sigue la entrevista, y ante otra pregunta realizada por el periodista, Cocteau

afirma: - Si el poeta cree que es poeta, deja de serlo. Queda la duda, ¿qué es al final Jean Cocteau?

De Picasso a Carlos Gardel El amor que han sentido muchos escritores, poetas y artistas hacia el fútbol no es ningún secreto, y en

ese sentido Maldonado conoce al dedillo historias que así lo ratifican. Éste asegura que el gran Pablo Picasso cedió parte del dinero que recaudó en la venta de unos cuadros para que el equipo de la ciudad fran-cesa de Vallauris, donde nacieron sus dos hijos, com-pletara su presupuesto. También recuerda que Carlos Gardel dedicó uno de sus tangos, Patadura, al futbo-lista argentino Pedro Ochoa.

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Iniciación al Cuento (II)

De fábulas y fabulistas

En los mágicos libros que llamábamos azules, por estar encuadernados en ese color, de las secciones más leidas por mí, eran El libro de narraciones interesantes y El libro de la poesía. En ellos estaban reflejados las Fábulas. Ya sean en prosa o en verso sus autores desde la más remota antigüedad, plasman una ficción ale-górica y por la personificación de animales dan vida a una forma literaria.Calila y Dimna recopila apólogos de origen hindú”Una redacción sanscrita posterior es el Panchatantra. En Grecia escribieron fábulas Hesíodo (s. VIII a.J.C.), Arquíloco (s. VII a.J.C.) y Estesícoro (ss. VII-VI a. J.C.) y llegamos a Esopo (s. Vl a. J. C.). Decían de Esopo que fué un esclavo, que fué deforme, que le erigieron una estatua, se asombraban de su ingenio, vivió entre esclavos, después entre hombres libres, fué llamado al Consejo de las personas de auto-ridad de quienes dependian el gobierno del Estado.El legendario Esopo “uniría su nombre a la más afor-tunada colección de fábulas que ha tenido la literatura occidental”.

En el s. I. aparece la fábula entre los latinos, como género literario, Horacio “Sátiras y Epístolas”, igual hicieron Cicerón y Apuleyo, Fedro escribió fuertes fábulas sobre la sociedad romana. En la edad media, es cuando la fábula se hace popular, moralistas, predica-dores y escritores satíricos la utilizan. En los s. XII y XIII España fué receptora y transmisora de fabularios orientales. Ramón Llull utiliza la versión castellana del Calila y Dimna en su obra Libro de los animales (Llibre de les bèsties, c.l285). Las fábulas del Arci-preste de Hita, de Juan Manuel, de Clemente Sánchez de Verciel, o las del Libro de los gatos (s. XIV y XV).En el s. XVII, Sebastián Mey elaboró Fabularios (1613). Samaniego, recoge de La Fontaine parte de sus fábulas morales (1781). Iriarte plasma en Fábulas Literarias (1782) “sus principios estéticos y su afán polémico”. El s. XIX fué prolífico en fabulistas.

Hay que citar a Antonio de Trueba, a Juan Eugenio de Hartzenbuch y a Ramón de Campoamor (Fábulas 1842). Escribieron en lengua catalana fábulas, Apel, les Mestres y Jaume Collell y otros.

En la literatura francesa, Maria de Francia (s. XII) “fué

la más ilustre heredera de la tradición esópica” le siguen muchos más franceses, italianos, rusos, alema-nes..., de ellos trataremos próximamente.

En el s. XVI, Rabelais, Maroty y Régnier in tercalan en sus obras algunas fábulas, que las tres colecciones de Fábulas de La Fontaine (l668, l678) habrian de poner en olvido. Fenelón(l70l) cuidó hacer más ameno.En Inglaterra fueron fabulistas notables Gay, Johnson y Moore, en Alemania, Lessing, Gellert y Hagerdon, en Italia Pignotti, en Rusia F. Bogdánovich y Krilov.Posteriomente Kipling compuso apólogos (Precisa-mente así, l902) y Orwell la sátira política Rebelión en la granja (l945). Hay que citar Fábula de Polifemo y Galatea.

Trataremos de acercarnos a tres fabulistas: Esopo, Samaniego e Iriarte.

Las Fábulas del legendario Esopo son célebres desde más de dos mil quinientos años.Fué uno de los escla-vos más célebres de la antigua Grecia. Cuentan que dos ciudades estaban en guerra y un muchacho llamado Esopo fué hecho prisionero y esclavo. Era tanto su ingenio e inteligencia, que su amo mandó que lo instruyeran, pasados bastantes años, le dió la libertad. “Cuéntase que estaba entonces Solón,el más sabio de los griegos en la corte de Creso, rey de Lidia,y Esopo reprendiole por una falta de cortesia, cometida con un rey tan grande como aquél” . Se citan muchas cosas de Esopo.

Parece que la esclavitud de Esopo no fué muy dura, gracias a ese amo que mandó instruirle, cuentan tenia muy buén humor “que era regocijo de las gentes”. Era común entre los griegos y los romanos que los esclavos al servicio de su señor,ganasen poco a poco dinero suficiente para pagar su rescate; a pesar de esto seguian sirviendo al mismo amo, libertos, y tenían a su servicio a otros esclavos.

Félix Maria Samaniego poeta y fabulista español, nació en Laguardia (Alava / 1745-18O1). Estudió leyes en Valladolid, viajó por Francia, de regreso a España compuso sus famosas Fábulas morales. Unas origina-les y otras inspiradas en otros fabulistas,como Fedro, La Fontaine y John Gray.

por Isabel Bermejo

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Tomás de Iriarte (1750-1791) famoso fabulista, pretendió con sus composiciones correguir los defec-tos literarios de su tiempo...normas que debe seguir y vicios que debe evitar, muchas de sus fábulas van diriguidas más bién a analizar o a satirizar”aspectos tipológicos o personales de los escritores.Las composi-ciones de gran variedad métrica y estrófica, son de tono frio e ingenioso.

LA ARDILLA Y EL CABALLO(Fábula de Iriarte)

Mirando estaba una ardillaA un generoso alazán,Que dócil a espuela y rienda,Se adiestraba en galopar.

Viéndole hacer movimientosTan veloces y a compás,De aquesta suerte le dijoCon muy poca cortedad:

“Señor mío,De este brío,LigerezaY destrezaNo me espanto,Que otro tantoSuelo hacer,y acaso más.Yo soy viva,Soy activa,Me meneo,Me paseo,Yo trabajo,Subo y bajoNo me estoy quieta jamás”

El paso detiene entoncesEl buen potro, y muy formal,En los términos siguientesRespuesta a la ardilla dá:

“Tantas idasy venidas,Tantas vueltasY revueltas(Quiero amigaQue me diga),¿Son de alguna utilidad?Yo me afano;Mas no en vano,Sé mi oficio.Y en servicioDemi dueño,Tengo empeñoDelucir mi a Habilidad.”

Con que algunos escritoresArdillas también seránSi en obras frívolas gastanTodo el calor natural.

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LA LEONA Y EL OSO(Fábula de Samaniego)

Dentro de un bosque oscuro y silenciosoCon un rugir continuo y espantoso,Que en medio de la noche resonaba,Una leona a las fieras inquietaba,Dícela un oso:”Escúchame una cosa:¿Qué tragedia horrorosa,O qué sangrienta guerra,Qué rayos, o que plagas a la tierraAnuncia tu clamor desesperado,En el nombre de Júpiter airado?”_” Ah! Mayor causa tienen mis rugidos,Yo, la más infeliz de los nacidos,¿Cómo no moriré desesperadaSi me han robado el hijo? Ay desdichada!_”Hola! ¿conque eso es todo?Pués si se lamentasen de ese modoLas madres de los muchos que devoras,Buena música hubiera a todas horas,Vaya, vaya, consuélate como ellas;No nos quiten el sueño tus querellas”.

A desdichas y malesVivimos condenados los mortales.A cada cual, no obstante, le parece,Que de esta ley una excepción merece,Así nos conformamos con la pena,No , cuando es propia,sí, cuando es ajena.

LAS HORMIGAS(Fábula de Samaniego)

Lo que hoy las hormigas soneran los hombres antaño:De lo propio y de lo extrañoHacian su provisiónJúpiter, que tal pasiónNotó de siglos atrás,No pudiendo aguantar más,En hormigas los transforma.

Ellos mudaron de forma;¿Y de costumbres? Jamás.

LA ZORRA Y EL CHIVO(Fábula de Esopo)

Cayendo la Zorra en un pozo, no podia salir por más esfuerzos que hiciese.Acercose un chivo sediento y le preguntó si estaba buena y fresca el agua.Baja, le contestó la zorra, porque es tan buena que no me canso de beberla. Bajó el chivo, y allí se quedó, porque saltándole al momento la raposa encima´y sirviéndose de sus cuerpos como de escalera, se escapó inmediatamente del pozo.

Algunos hombres, por no perecer, pierden a otros. En algunos casos conviene no obrar tan de ligero que no se prevean los peligros.

LA ZORRA Y EL LEÑADOR(Fábula de Esopo)

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le pregun-taron al leñador si había visto a la zorra.El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada.Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla sal-vado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respon-dió: -Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

LAS MOSCAS(Fábula de Samaniego)

A un panal de rica mieldos mil moscas acudieron,que por golosas murieronpresas de patas en él.Otra dentro de un pastelenterró su golosina.Así, si bien se examina,los humanos corazonesperecen en las prisionesdel vicio que los domina.

EL BURRO Y EL FLAUTISTA(Fábula de Iriarte)

Esta fabulilla, salga bien o mal,me ha ocurrido ahora por casualidad.Cerca de unos prados que hay en mi lugar,pasaba un borrico por casualidad.Una flauta en ellos halló, que un zagalse dejó olvidada por casualidad.Acercóse a olerla el dicho animal,y dio un resoplido por casualidad.En la flauta el aire se hubo de colar,y sonó la flauta por casualidad.“iOh!”, dijo el borrico,”¡qué bien sé tocar!¡y dirán que es mala la música asnal!”Sin regla del arte, borriquitos hayque una vez aciertan por casualidad.

Bibliografía

Tesoro de la Juventud, Walter Jackson, Editor . Madrid, Buenos Aires, México, Nueva York, Montevideo, Habana, Londres, Santiago de Chile, Río de Janeiro, y San Juan de Puerto Rico.Larousse 2OOO.Espasa Calpe.

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El Rincón Clásicopor Mª Estefanía Sánchez

Sófocles

En esta ocasión, estimados lectores, nos hemos adentrar-nos en el género de la tragedia, probablemente el género que mejor representa el pensamiento griego, a través de uno de sus mejores representantes, Sófocles. Pero, sin duda, lo que más me ha llamado siempre la atención de este escritor es su gran talla personal, puesto que destacó como un hombre cabal, en el que prevalecían virtudes como la amistad, la honradez, que despertó la simpatía no sólo en el público, sino incluso entre sus compañeros de gremio. Fue un hombre abierto y sociable, muy pro-clive a las relaciones humanas, como muestra su amis-tad con Heródoto, a quien le dedicó una oda. Estuvo muy compenetrado con sus compañeros de gremio, con los que, incluso, fundó una asociación de artistas para aumentar el espíritu creador y de concordia entre sus compañeros. En conformidad con ello, Sófocles mostró su luto por la muerte de su compañero Eurípides, a quien consideraba más que adversario, compañero y amigo, compareciendo en la revista de los coros del año 406 a. C. con sus coros desprovistos de las habituales coronas rituales. También fue un hombre muy comprometido socialmente, participando de lleno en la buena adminis-tración de su patria, ya que fue tesorero del Imperio en el año 443 a.C. y, tras la desastrosa derrota del ejército

ateniense en Sicilia, miembro del comité de los Diez probulos. Ante todo era un enamorado de Atenas y de Colono Hípico, tal y como muestra uno los más bellos cantos escritos jamás, Edipo en Colono.

Sófocles es ateniense, aunque nació en Colono Hípico, en el año 496 y murió en el 406 a.C. Le tocó convi-vir con sucesos que marcaron el periodo más exube-rante y convulsivo de Atenas: con las guerras Médicas (490-480 a.C.), con la conformación y consolidación del Imperio ático (480 y 430 a. C) y, por último, con el duro enfrentamiento entre Atenas y Esparta, del que saldría victoriosa esta última. Se convirtió así no sólo en testigo ocular de los tiempos más esplendorosos de su patria, sino también de los momentos más tenebrosos que procuró a Atenas la guerra del Peloponeso. Todos estos acontecimientos influyeron, sin duda, en su obra.OBRA

Sófocles, junto con Esquilo y Eurípides, conforman “el trío estelar que brilla con luz propia en el firmamento refulgente de la tragedia griega . Para entender su obra y ver la aportación de Sófocles al género trágico, es imprescindible mirar la obra de sus antecesores, Esquilo y Eurípides. Sófocles introduce nuevos elementos, como el tercer actor en la tragedia, amplió el número de coreutas, de doce a quince, concedió más naturalidad a su narrativa y, su mayor contribución es la concepción de la tragedia como un todo y no como parte de una trilogía. La obra de Sófocles abarca poesía dramática y no dramática, tragedias conservadas íntegramente o en fragmentos. De su obra teatral se conservan ínte-gras, como ya se sabe, siete tragedias, Áyax, Antígona, Traquinias, Edipo Rey, Electra, Filoctetes y Edipo en Colono. Más tarde analizaremos cada una de ellas en profundidad.

LENGUA Y ESTILO

La narración de Sófocles se caracteriza por el uso de la ironía, especialmente por el excesivo uso de la ironía o ambigüedad gramatical y semántica plasmada en la indeterminación e imprecisión que quiere conseguir el poeta. Dicha ambigüedad se caracteriza por el uso de sustantivos con doble sentido, formas verbales con doble significado, por el uso de pronombres demostra-tivos referidos a un nombre o a otro, o por la función de casos con diferentes funciones, como es el caso del dativo, entre otros.

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Sófocles se valió de diferentes procedimientos literarios, estilísticos y lingüísticos, que fueron evolucionando con su obra hasta llegar a distinguir tres fases distintas: la primera en la que destaca el estilo ampuloso de su com-pañero Esquilo, en la segunda un estilo artificioso y en la tercera destaca un estilo que se adecua a la materia tratada. Es decir, el estilo pomposo del principio fue evolucionando al uso de una lengua literaria más natu-ral, espontánea y sencilla, en consonancia con sus perso-najes. Por ejemplo, una acción y contenido difícil, como es el incesto entre madre e hijo de Edipo Rey, encuentra su correspondencia en una sintaxis igual de compleja .

Otras veces crea situaciones que se complementan con una lengua llena de deslices gramaticales, de interpreta-ciones diversas, como los sentimientos que expresan, y con una sintaxis vaporosa. Entre esos deslices gramati-cales destacan los anacolutos (Áyax, 678-682, Electra 703-4 y 722). Otro de los recursos lingüísticos habitua-les en Sófocles es el uso de las aliteraciones, cuya fun-ción no es meramente fónica (sonido p, Electra, 210, 504-5, 545, 1220…, sonido k, Electra 1142, etc.). Sin embargo, lo más importante, si cabe, es el preludio en su narración de la koiné .

A continuación analizaremos más detalladamente sus célebres tragedias conservadas.

OBRAS CONSERVADAS

Áyax

Aunque no sabemos la fecha exacta de la representación de la obra, la opinión común la considera la obra más antigua de las tragedias conservadas. Esta opinión se basa en los restos de un lenguaje arcaico utilizado y en el duro y violento carácter de la obra, la más próxima, en este sentido a Esquilo y Homero.

En el poema homérico, Áyax aparece como un héroe griego anticuado, igualado al tozudo asno por la resis-tencia que opone a los troyanos. En él predominan la fuerza y obstinación brutas y pasivas sobre la inteli-gencia. Sin embargo, esta concepción negativa del per-sonaje cambia en Píndaro, donde aparece un guerrero activo y decidido, aunque condenado al fracaso, idea ésta que conserva Sófocles. En su obra Áyax, a excep-ción de Aquiles, es el héroe más aguerrido del ejército griego que combate contra los troyanos. Tras la muerte de Aquiles, los jefes del ejército deciden honrar al sol-dado más destacado por su valor en la contienda, por lo que en lugar de nombrar al protagonista, merecedor de tal honor, nombran a Ulises, su contrincante. Ante ello, Áyax decide vengarse de los culpables, pero la diosa Atenea, enemiga injustificada del primero, y amiga de Ulises se burla de él, haciéndole luchar contra un ejér-cito de ganado (idea que más tarde recogería la célebre obra cervantina). Con una expresión irónica, decide qui-tarse la vida, pero la acción continúa con la vejación que sufre su cadáver a manos de los hijos de Atreo, hasta que el descanso eterno le llega a manos de su hermano

Teucro y del propio Ulises.

J. Alsina llega a la conclusión de que “el héroe de la tra-gedia de Sófocles es inocente, el mal que lo abruma es inmerecido”. En él se ve el destino del hombre honesto, bueno y valeroso, condenado al fracaso, preludio de figuras como Demóstenes, mutatis mutandis. Este des-tino fatal del protagonista no es un acto de desespe-ración, sino la reconquista de su honor perdido. Aquí podemos percibir la visión sofoclea que asegura que “el bien mejor del hombre es no haber nacido y el segundo regresar cuanto antes al punto de partida”. Áyax, a pesar de buscar la gloria en vida, sólo consigue su ruina, sin embargo, será la muerte quien le traiga la salvación. Esta idea prueba que no toda la obra sofoclea persigue la felicidad, como afirma D. Butaye , sino la salvación, como es el caso de Áyax, Edipo, Antígona, Deyanira y Filoctetes.

Para terminar el análisis de esta tragedia, sólo diremos que otro punto muy debatido entre los estudiosos es la estructura de la obra. Desde Kitto se ha defendido que dicha tragedia posee una estructura díptica, con dos clímax o situaciones extremas (la muerte de Áyax y el agón suscitado por su cadáver). Pero esta afirmación se basa en una idea falsa surgida por la inconveniencia de valorar los hechos de la tragedia a la luz del momento en que se representó la obra en el siglo V a.C., cuando un estudio exhaustivo exige valorar la narración por el uso que tenían en el contexto al que son referidos. Sólo es lícito valorar los hechos del Áyax desde la perspec-tiva de la épica, concretamente de la Ilíada, a la que se acomoda el autor.

Traquinias

No hay seguridad sobre la fecha exacta de esta tragedia, sin embargo, su estructura díptica la sitúa en el con-texto de Áyax y Antígona, como señalaron J. C. Kamer-beeck y P. E. Easterling . El hilo de la acción parte de la ciudad de Ecalia, donde viven el rey Eurito y su hija Yole. Heracles, que siente una pasión desmesurada por esta doncella, decide atacar la ciudad y secuestrar a la joven, a quien la envía a su palacio donde se encuen-tra su esposa, Deyanira, quien lo esperaba de su larga ausencia. Ésta por el temor de perder las intimidades del lecho conyugal, decide enviar a su marido como regalo de bienvenida un manto (igual al que envió Meda para perder a su rival en el amor), que, ungido con la sangre envenenada del centauro Neso y el veneno de la Hidra de Lerna, abrasará el cuerpo de Heracles.

Esta obra representa la demostración más clara y ejem-plar del poder inflexible de Afrodita , como en el Hipó-lito de Eurípides. El motivo que genera la tragedia es la estupidez de Deyanira, quien en lugar de buscar el amor de su esposo, (como es el caso de Ulises y Penélope) buscó sólo sexo. De ahí que el carácter de ambos prota-gonistas, Deyanira y Heracles, no atraigan demasiado, puesto que ninguno de ellos es reflejo fiel de los seres humanos, sino que tienen un comportamiento que rozan

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lo animal. De la obra se deduce que el error viene dado aquí por la estupidez de Deyanira, incapaz de intuir el trasfondo y alcance verdaderos del regalo tan cuidado del centauro Neso, lo que provocó tanto su ruina como la de su esposo.

Antígona

Su argumento gira en torno al ciclo tebano y narra cómo, muertos los hijos de Edipo, Eocles y Polinices (en lucha fratricida) su tío Creonte, nuevo señor de la ciudad, prohíbe enterrar el cadáver de Polinices, que había atentado contra la patria. Ante ello, su hermana Antígona se enfrenta al tirano. Cuando intentaba cubrir el cadáver de éste es apresada por la guardia de Creonte, quien intenta convencerla para que cese en su empeño, por ir en contra de las leyes escritas. Por ello, la protago-nista es condenada a ser enterrada viva en una tumba de piedra. El hijo de Creonte, Hemón, prometido de Antí-gona, intenta persuadirlo, pero el tirano ordena llevar a cabo la sentencia. Cuando Creonte se arrepiente y decide liberarla, descubre que ambos amantes han muerto. Su esposa, Eurídice, al conocer el destino de ambos, decide también poner fin a su vida, por lo que Creonte se queda solo y la obra termina con su lamento y la reflexión final del coro, recomendando la moderación y el cumpli-miento de las leyes divinas.

La obra debió representarse entre el 442-441 a.C., el prestigio que Sófocles obtuvo con ella fue tan grande, que los atenienses lo nombraron general nueve años antes de la guerra del Peloponeso. Esta obra magistral y compleja ha recibido múltiples interpretaciones. Según Hegel, la oposición entre Antígona y Creonte supone la lucha entre lo divino y lo humano, entre la familia y el Estado. Sin embargo, esta oposición no es del todo correcta, porque ni el personaje de Antígona atrae espe-cialmente, como muestra la frialdad del coro hacia ella, ni el de Creonte cae tan mal . Estos sentimientos vienen motivados porque estos personajes están tratados desde un punto de vista tradicional. Cuando Creonte prohíbe el enterramiento de Polinices, lo hace conforme a sus leyes y a la idea de proteger a la patria y a los dioses patrios de sus enemigos. Antígona, que parece cumplir ingenuamente con un precepto religioso familiar, dar sepultura a los muertos, ofrece ciertos defectos, como veremos a continuación. Desde el punto de vista reli-gioso de la época, la solución hubiera sido enterrar a Polinices en suelo no tebano. Sin embargo, esta solución no pudo gestarse en la mente obtusa de los protagonis-tas, enfrentados entre sí. Esta oposición tan marcada de caracteres hace que el coro no muestre excesiva sim-patía por Antígona, ni excesiva antipatía por Creonte. Ambos no muestran ser inteligentes, sino más bien envi-diosos. Creonte llegó al poder de forma inesperada, y no mostró grandes aptitudes a la hora de tomar decisiones precipitadas . Todas sus intervenciones son desafortu-nadas, chocando con todos, Antígona, Heón y el divino Tiresias. Sin embargo, hay una razón que le exime de su responsabilidad: la creencia de actuar correctamente, de creer defender la razón religiosa y política. Su único

pecado atribuible es la ignorancia. Antígona, por otra parte, tampoco se muestra inteligente. Cuando expresa su deseo de enterrar a su hermano en suelo tebano, lo hace movida por el afán de imponer su voluntad, más que por el convencimiento de la justicia de su causa. Al parecer este odio mutuo se deba a ocultas rencillas fami-liares. El sentido único de la obra consiste en invitar a la reflexión, a la moderación y a la inteligencia, virtudes contra las que actuaron Antígona y Creonte. Estas virtu-des están en concordancia con el carácter equilibrado y prudente del autor.

Edipo Rey

Al igual que el resto de las obras, no sabemos con exac-titud su fecha de representación. En cualquier caso hay que situar la obra cerca de la Antígona, entre el 440 y el 425 a.C. Ronnet la sitúa antes del 430 a.C .

La obra presenta una estructura lineal perfecta. En Edipo, personaje principal, se centra toda la tragedia. El desarrollo de la acción es magistral. Comienza con el relato del hundimiento de la ciudad frente a la solidez de Edipo, lo cual es irónico. El origen de la peste que asola a Tebas es un ser contaminador. Edipo, llevado por el amor a su ciudad y por la pasión de la búsqueda de la verdad, centra sus energías en buscar al culpable. Toda la obra se centra en el desarrollo del proceso que conduce al descubrimiento de la verdad. Al final se pre-cipitarán los acontecimientos, pues llegará el climax, la revelación de la verdadera personalidad de Edipo, tan triste para él, el irónicamente a manos del mensajero que le traería buenas noticias. Descubrirá que ese ser contaminador es él mismo. El final, tras la muerte de Yocarta y la ceguera de Edipo, es la distensión dramá-tica, esperada tras la narración de los hechos.

Para la comprensión total de la tragedia, no nos sirve la tesis de Freud sobre el complejo de Edipo. En la obra no encontramos ningún atisbo de atracción sexual ni de la supuesta madre, Mérope, ni de Yocasta, sobre Edipo. A él no podemos calificarlo de necio, ni de vil. Más bien al contrario, es extremadamente noble, prudente y bueno. Tampoco se le puede juzgar por los crímenes cometidos involuntariamente, precisamente esa falta de voluntad le exime de la responsabilidad legal. Tampoco es justi-ficable la tragedia de Edipo por sus defectos; el error se purifica en el transcurso de los acontecimientos al acep-tar la verdad.

La fuerza dramática de los acontecimientos emerge de la lucha injusta que emprende Edipo, condenado a priori al fracaso, contra su destino, fracaso que implica su propia victoria. Será precisamente el Edipo ciego quien vea con claridad el verdadero sentido de la vida. Lasso de la Vega señala al respecto En todos ellos (los protagonistas) el dolor comportado con una capacidad absoluta de sufrimiento, con hondura y casi siempre con aplomo, descubre fielmente lo más verdadero que en ellos se alberga, su verdad verdadera, y el hallazgo de la propia alma.

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Electra

Debemos situar cronológicamente esta tragedia en torno al 415 a.C., fecha en la que, siendo tan anciano, nos sigue sorprendiendo por la maestría de su capacidad como escritor.

El tema de la obra (el asesinato de Egisto y Clitemnes-tra) era conocido de antemano por el público, puesto que fue un tema utilizado por poetas corales y por el propio Esquilo en la Orestía. Antes de Sófocles los personajes recibían un tratamiento distinto, puesto que se destacaba el carácter hombruno de Clitemnestra y el castigo que le tocó en suerte a Orestes por la muerte de su madre. Sófocles humaniza más el personaje de Clitemnestra, haciendo que su carácter odioso y perverso sea conse-cuencia de la situación que vive, y libera a Orestes de la culpa de su crimen, en definitiva, en Sófocles se secu-lariza el tema.

La obra presenta una perfección técnica excepcional. El espectador mantiene el interés en todo momento por la fluidez de la exposición de la acción. En la obra se invierten los sentimientos de optimismo y pesimismo de Electra y Clitemnestra, especialmente cuando un viejo forastero trae la noticia de la muerte de Orestes, momento en el que vemos a Electra angustiada y a una Clitemnestra eufórica. Sin embargo, la ironía dramática, presente en la obra, hará que los sentimientos conmu-ten. El clímax de la obra se alcanza cuando, creyendo Electra tener en sus manos las cenizas de su hermano muerto, éste aparece vivo.

Como en otras tragedias el mensaje que transmite al público la convierte en algo más que una simple obra de arte. Éste no es otro que el reproche de una acción y con-ducta malvadas que destruyeron el honor de una familia con el asesinato de uno de sus miembros. El fin de la obra va más allá de la liberación individual de la prota-gonista, supone “la liberación de la familia de Atreno”, como señalan los últimos versos.

Filoctetes

El año 409 a.C. es la fecha de representación de esta tragedia, cuando su autor contaba con ochenta y cinco años. Al igual que sucede en Electra, en esta obra sigue mostrando su lucidez a la hora de conseguir la perfec-ción técnica.

La obra relata cómo Ulises y el hijo de Aquiles, Neop-tólemo, llegan a Lemnos con la intención de llevar a Filoctetes y su arco a Troya. El motivo es que un orá-culo les reveló que sólo por la presencia de Neoptó-lemo y Filoctetes con su arco caería aquella ciudadela. Ulises utiliza el engaño para que Filoctetes los acom-pañe. Neoptólemo se debate entre una conducta noble, como le dicta su conciencia, o aceptar el engaño. Tras una dolorosa reflexión, decide contar la verdad a Filoc-tetes. La intervención de Heracles reportará un victoria a los tres personajes; por un lado Filoctetes irá a Troya

porque en ningún momento se doblegó ante sus enemi-gos; Ulises conseguirá sus propósitos, aunque su con-ducta saldrá dañada por el engaño, y Neoptólemo verá el éxito basado en una conducta noble.

Algunos defienden que la obra pretendía oponer dos modelos de educación de los jóvenes, por un lado el que se basa en la tradición familiar, y por otro en la moderna enseñanza sofística. La tragedia es más que eso. Neoptó-lemo no actúa de forma impulsiva, como hacía su padre, sino que reflexiona sobre un grave caso de conciencia.

Sófocles utiliza los procedimientos dialécticos de la sofística para conseguir que el hijo de Aquiles tenga capacidad de elección, lo mismo que hacía Sócrates. Por otro lado no podemos considerar que Filoctetes sea un personaje pasivo , sino que se muestra activo, rehu-yendo la relación con personajes de mala condición y por su esperanza del triunfo de la razón y la verdad, a pesar del abandono que sufre por parte de los dioses.

Edipo en Colono

Teniendo en cuenta que Sófocles murió a mediados del 406 a.C. la obra tuvo que ser ultimada a fines del 407. En esa época el autor rondaba los noventa años. Su nieto, hijo de su hijo ilegítimo, presentó a la obra a concurso en el 401, obteniendo el primer premio. En esta tragedia Sófocles utiliza procedimientos retóricos y sofisticos que estaban de moda (como las frases de Creonte, vv.726-760, o de Polinices, vv 1254-1279). En ella encontramos paralelismos entre la vida de Sófocles y la de Edipo. Las relaciones del autor con su familia no eran muy estrechas, hasta el punto de que abandonó el hogar conyugal para convivir con otra mujer, con la que también tuvo descendencia. El comportamiento de ambos fue similar al final de sus vidas. Como Edipo, Sófocles dio más afecto a unos familiares que a otros.

La tragedia resalta por un halo misterioso que todo lo inunda. Ese misterio aparece cuando Edipo, ciego, acompañado de su lazarillo, Antífona, se adentran en el bosque de las Erinias guiados tan sólo por sus pro-pios pasos. El bosque es misterioso por muchos fac-tores, tanto por su difícil acceso, como por las diosas de nombres impronunciables que en él habitan. Pero lo misterioso tiene su punto álgido en la figura del propio Edipo, quien aparece como un ser desagradable, sucio, harapiento. Irónicamente este ser poco deseado será solicitado por muchos, como Creonte y Polinices, y será él mismo quien tenga la virtud de la salvación. Un pasaje misterioso es el paso de Edipo al más allá, paso que viene acompañado de rayos y truenos, que nos recuerda el paso de Jesús al otro mundo que recoge la Biblia. Ese misterio que inunda la obra es buscado por el autor, quien refleja su deseo de pasar al otro mundo, de no morir, de resistir para siempre.

FRAGMENTOS DE TRAGEDIAS

Además de las tragedias comentadas anteriormente,

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existe un buen número de obras de difícil estudio por la brevedad de los fragmentos encontrados. Hay, en cambio, un número reducido cuya estructura, género e incluso fecha de representación ha sido determinados. De éstos últimos podemos destacar Triptolemo, Eurí-pilo, Támiris, Nausícaa.

Tan sólo esperamos que lo expuesto en estas líneas sirva para acercarse más si cabe la obra de un escritor que, pese a la lejanía cronológica existente, narra hechos que pueden de alguna manera contribuir a enriquecer no sólo nuestra lectura, sino también hacernos reflexionar sobre situaciones que puedan plantearse en nuestra vida cotidiana.

BIBLIOGRAFÍA

- Historia de la literatura griega, Madrid, Cátedra, 2000.- Vara Dorado, Sófocles. Tragedias completas. Madrid, 1985.- Francisco Adrados, Religión y política en la Antígona, Revista de la Universidad de Madrid, 1964.- Buxton, Sophocles, Oxford, 1984.- D. Butaye, Sagesse et boneheur dans les tragédies de Sophocle, LEC 47, 1980.- H. D. F. Kitto, Greek Tragedy, Londres, reim. 1973.- Kamerbeeck, The Plays of Sophocles II. The Trachiniae, Leiden, 1959.- Easterling, Trachiniae, Cambridge, 1982.- R. P. Winnington-Ingram, Sophocles: An Interpretation, Cambridge, 1980.- C. M. Bowra, Sophoclean tragedy.

La Estantería de Airepor Raúl Rubio

Funciones de la literatura

Resulta imposible datar con exactitud el momento preciso en el que el primer ser humano decidió plasmar sobre un trozo de madera, piel o piedra, un pensa-miento, una fantasía, un miedo, un deseo, dando así origen al arte escrito. Lo que sí sabemos es que, desde ese momento, la literatura ha formado parte de todas las civilizaciones. Y todas ellas, casi sin excepción, en algún momento, formularon la terrible y tan humana pregunta: ¿y esto para qué sirve?

Cada sociedad, cada cultura, ha respondido a esta pregunta de formas múltiples y diversas. Veamos un resumen de las principales funciones de la literatura , siendo pertinente, al final, una reflexión sobre el papel que cumple ésta en nuestra sociedad.

EL ARTE POR EL ARTE

Es relativamente moderna la conciencia de que la lite-ratura, como cualquier otro arte, tiene valores propios y constituye una actividad independiente y específica. Ni siquiera los conocidos versos de Horacio que señalan como fin de la poesía “deleitar o instruir” conceden a

la literatura un valor independiente, pues ese deleitar al que se refería el poeta iba referido a una concep-ción hedonista de la poesía, convirtiendo a ésta en una subordinada del placer. De esta forma, hasta mediados del siglo XVIII, se atribuye a la literatura o un fin hedonista o un fin pedagógico-moral. La autonomía de la literatura sólo adquirió fuerza a partir de ese momento.

Las doctrinas de Kant (que publicó en 1790 su Crítica del juicio) influyeron de manera determinante para que la literatura fuera concebida como un dominio autó-nomo; y fue el romanticismo quien le otorgó una jus-tificación intrínseca y total. La aparición, por primera vez, de la expresión el arte por el arte, está relacionada con los círculos románticos alemanes alrededor de 1804.

Desde Alemania, las doctrinas del arte por el arte formuladas por Kant, Schelling o Hegel, pasaron a Francia, donde comienza a tener seguidores sobre todo en un grupo de jóvenes escritores y artistas conocidos por el nombre de Bohème, a Estados Unidos, siendo defendidas con énfasis por Edgar A. Poe, o a Inglate-rra, encontrándose afines a ellas Walter Pater u Oscar Wilde.

Aguiar señala cuatro características fundamentales de las doctrinas defendidas por esta corriente creativa:

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- Niegan a la obra literaria todo objetivo útil.

- Estiman imposible asociar a los valores literarios valores morales, desembocando en una actitud de amoralismo total.

- Creen que el artista debe matar al hombre que es.

- Sienten la necesidad de evadirse tanto en el tiempo como en el espacio.

Esta defensa de la autonomía de la literatura produjo con frecuencia el empobrecimiento y la desvirtuación del fenómeno literario, a causa de la interpretación, muchas veces viciada, que se dio de este, y a causa también de la estética morbosa y amoral que adoptaron muchos de sus representantes.

LA LITERATURA COMO EVASIÓN

Acabamos de ver que dentro de las doctrinas del arte por el arte, la evasión constituía un factor importante. Nos referimos a evasión como “fuga del yo ante deter-minadas circunstancias o condiciones de la vida y del mundo, implicando una búsqueda y la construcción de un mundo nuevo e imaginario, distinto del que se huye y que funciona como compensación ideal de sueños o aspiraciones” . La evasión, como fenómeno literario, puede comprobarse tanto en el escritor como en el lector.

Diversas causas pueden provocar en el escritor la necesidad de evadirse, desde un conflicto con la socie-dad, problemas y sentimientos íntimos que torturan su alma o el rechazo de un universo finito, absurdo e imperfecto. El acto de evadirse puede ser realizado de distintas formas: viendo el arte como una religión, entregándose a un culto fanático de este; evasión en el tiempo y/o en el espacio; acudir a la infancia; mediante la creación de personajes que le sirvan de alter ego; refugiándose en los paraísos artificiales de las drogas o el alcohol...

Las mismas necesidades que empujan al artista a salir de la realidad que lo circunda pueden actuar sobre el lector. El lector que busca en la literatura un medio de evasión utiliza su intelecto para sumergirse en otras vidas, sociedades, lugares o fobias que le sirven de compensación a su realidad. El punto extremo de esta actitud es conocido como bovarismo - del nombre de Emma Bovary, personaje central de la novela de Flau-bert -, que se define como la tendencia a soñar ilusorias felicidades y aventuras, y a creer en el ensueño así tejido.

LA LITERATURA COMO CONOCIMIENTO

Tanto Platón como Aristóteles se plantearon la litera-tura como vehículo de conocimiento. Sus afirmaciones son opuestas: mientras que Platón condena la imitación poética, “imitación de imitaciones y creadora de vanas

apariencias” , Aristóteles la considera un instrumento óptimo. ¿De qué modo? Porque el poeta, al crear un mundo coherente, esclarece la naturaleza profunda de la acción humana, iluminando aspectos de la realidad.No es hasta el romanticismo cuando se vuelve a debatir sobre la funcionalidad cognoscitiva de la literatura. En la estética romántica, la poesía es concebida como la única vía de conocimiento de la realidad profunda. Se identifica a la poesía con la experiencia mágica y al poeta con una especie de vidente, capaz de desentrañar el mensaje oculto en lo cotidiano.

Del romanticismo, esta forma de interpretar la poesía pasa al surrealismo, en las primeras décadas del siglo XX. La escritura automática, la intuición poética o el psicoanálisis revelan el hilo que hay que seguir para llegar al “conocimiento auténtico”.

Algunos estetas y críticos niegan esta función a la literatura, asociándola únicamente a una mera trans-misión de emociones. Pero resulta inaceptable podar esta faceta del arte literario, pues “toda obra literaria auténtica traduce una experiencia humana y dice algo acerca del hombre y del mundo” . La literatura resulta un medio privilegiado de exploración y conocimiento de la realidad interior de los hombres. Gracias a sus obras, podemos ahondar en los pensamientos de Sófo-cles, Shakespeare, Cervantes, Kafka, Borges; podemos acceder a sus conocimientos y ampliar los nuestros, apropiarnos de sus experiencias vitales. De otra forma, hubiese resultado imposible, y todo ese caudal que acumularon se habría esfumado con sus muertes.

LA LITERATURA COMO CATARSIS

En su Poetica, Aristóteles afirmó que la función propia de la poesía es el placer (hedoné), no un placer grosero y corruptor, sino puro y elevado. Este placer no debe ser considerado como una simple manifestación lúdica, sino como un medio purificador.

Aristóteles tomó el término “catarsis” del lenguaje médico, donde designaba un proceso purificador que limpia el cuerpo de elementos nocivos. Sin embargo, al usarlo, Aristóteles no propugnaba la extirpación de los impulsos irracionales, sino su clarificación racional, su purificación. “Asistir a un dolor ficticio de otros lleva a un inocuo desahogo de pasiones como el temor y la compasión” . La expresión catártica se extendió desde la tragedia a toda obra literaria, e incluso a toda expre-sión artística, como forma de liberación y superación de adversidades y dolores, como búsqueda de paz y armonía íntimas.

No debe confundirse con la evasión (fuga y olvido), pues la catarsis es osada aceptación del valor y de la fatalidad con la que el hombre se enfrenta.

LA LITERATURA COMPROMETIDA

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial,

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se hizo muy popular la expresión literatura compro-metida. La situación de Europa - desorden, angustia, caos - era propicia para el desarrollo de las corrientes neo-realistas y existencialistas, donde destacó la figura de Martin Heidegger. Las doctrinas del alemán, más determinados principios del marxismo, influyeron de forma determinante en Jean-Paul Sartre. Su reflexión sobre la naturaleza y finalidad de la literatura com-porta tres preguntas fundamentales: ¿Qué es escribir?, ¿por qué escribir? y ¿para quién escribir?

Las respuestas de Sartre a estas preguntas desembo-can en afirmar que el escritor necesita dirigirse a “su hermano de raza y de clase, invitándole a colaborar en la transformación del mundo”. Procuraba hacer ver la literatura como instrumento para transformar la sociedad. Sin embargo, en su teoría literaria, cayó en el error de buscar las afirmaciones más adecuadas a sus propósitos políticos, pues, por ejemplo, negó que la poesía pudiera comprometerse o excluyó a un lector universal como destinatario de una obra literaria. La auténtica obra literaria no se queda estancada en el hoy, sino que traspasa los umbrales temporales e ideológi-cos y llega al lector, contemporáneo o futuro.

En España, Blas de Otero o Gabriel Celaya se erigieron como estandartes de una poesía social (contradiciendo al francés), una poesía que debía tomar partido ante los problemas del mundo que la rodeaba. “La poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”, afirmaba Celaya. Las metas estéticas pasan a un segundo plano, siendo la nueva meta lo inmediato. Los poetas se debían dirigir al pueblo y hacerlos reaccionar.Los resultados fueron desalentadores. El cansancio de la poesía social llegó pronto. El pueblo no utilizaba la poesía para cambiar la realidad, siendo por muy pocos considerada “como el pan de cada día / como el aire que exigimos trece veces por minuto”.

En Latinoamérica, la literatura comprometida se trans-formó en narrativa testimonial. Las condiciones del continente americano - explotación, golpes militares, guerras civiles - produjeron una reacción de protesta y denuncia. Esta corriente brota de la experiencia directa. Se trata de descripciones hechas por testigos oculares de los acontecimientos. El estilo tiende a ser realista. La esperanza que subyace en estas obras es la de otorgar una forma de poder al testigo o la víctima y que ayuden a cambiar la situación que critican. Claro ejem-plo de este tipo de obras es “La casa de los espíritus” de Isabel Allende.

El problema llega porque “el testimonio normalmente adopta enfoques partidarios y tiende a seleccionar tanto a los testigos como a los que atestiguan”.

Es conveniente aclarar que una obra literaria com-prometida queda muy lejos de una obra planificada o dirigida. En la literatura comprometida, la defensa de determinados valores políticos y sociales nace de una decisión libre del escritor; en la literatura planificada

-sirvan como ejemplos la Alemania nazi o la URSS- los valores que deben ser defendidos y exaltados son impuestos por un poder ajeno al escritor, con el consiguiente acortamiento o incluso aniquilación de la libertad del artista.

Muy probablemente, la necesidad de crear un registro permanente de lo que se pensaba y se decía empujó a los seres humanos a desarrollar la escritura. A través de los siglos, la literatura se ha afirmado como ins-trumento adecuado para expresar la interioridad del ser humano. Desde Platón hasta Sartre, como hemos visto, ha sido definida como arte puro, vehículo para la evasión, medio para obtener conocimiento, catarsis o forma de comprometerse con el mundo que la rodea. Todas estas facetas definen y completan el objeto lite-rario; no se excluyen, se complementan.

En nuestros tiempos, muchos agoreros profetizan el fin de la literatura. “Todo está escrito... lo audiovi-sual y multimedia se impone... para qué escribir si ya nadie lee...”. Estos profetas seguro que no leen; porque aquellos que amamos apasionadamente los libros sabemos que no hay pantallas ni teclados que sustituyan el placer íntimo de tomar un libro (nuevo o viejo, es igual) entre las manos y dejar volar nuestra mente por sus párrafos. “Entre el que lee en la panta-lla de un ordenador y el que lo hace en unas páginas impresas hay la misma diferencia que entre el que ve pasar un barco y el que va en el barco”, afirma Caballero Bonald. Y es cierto. Sea cual sea nuestra elección respecto a las funciones que hemos visto la literatura sigue siendo una herramienta única. Frente a otros medios, como el cine o la televisión, la lectura es un acto íntimo, que requiere una actitud receptiva y activa por parte del que lee, en el inicio de un diálogo atemporal con el que escribió, “dialogar con su autor, de café a tumba” , como decía Horacio Oliveira en Rayuela.

Un inmenso universo, desde los clásicos grecolatinos hasta Roberto Bolaño, desde Juan Ruiz hasta Andrés Neuman, espera a todo aquel que quiera acercarse, con las hojas abiertas, de par en par, como viejos y auténti-cos amigos, deseando mantener un charla edificante.

¡Que aproveche!

BIBLIOGRAFÍA

Teoría de la Literatura, Víctor Manuel de Aguiar e Silva (Gredos, 2005)Nueva narrativa hispanoamericana, Donald L.Shaw (Cáte-dra, 2003)Literatura del siglo XX, Vicente Tusón y Fernando Lázaro Carreter (Anaya, 1995)El lenguaje, George Yule (Akal, 2004)

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Entrevistapor Isabel Bermejo

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En este número tenemos el placer de entrevistar a uno de los mejores escritores del panorama literario infantil, Antonio Gómez Yebra. Tras ejercer como maestro durante diecisiete años, actualmente es profesor de Literatura Española Contemporánea en la universidad de Málaga desde 1984, escritor, editor y promotor de la literatura infantil y juvenil, realizando diferentes actividades literarias encaminadas al fomento de lectura en diferentes puntos de España y del extranjero. Tiene publicados más de sesenta libros publicados destinados al público infantil, otros tantos para el público adulto, y un buen número de ensayos. Su obra ha recibido el reconocimiento de diferentes certámenes literarios. El público infantil lo conoce bien, y por eso demanda su poesía. Verlo trabajar con niños es todo un placer para los sentidos, sus actividades cumplen realmente el objetivo de animar a leer, puesto que en él se unen cualidades tan importantes como ser un buen poeta y un buen comunicador. Por todo ello os invitamos a que conozcáis no sólo su poesía infantil, sino su obra en general.

¿Cómo contactaste con la poesía?

Mi primer contacto con la poesía escrita fue a través de la enciclopedia Álvarez, donde encontré poemas que todavía recuerdo, como aquel de Amado Nervo sobre una ardilla que prefería su agujero en un tronco de árbol a una jaula de oro. Fue un contacto muy provechoso: para mi imaginación, para mi sensibilización social y para el fortalecimiento de mi memoria. Años después empecé a escribir poemas adolescentes, de amores más o menos inventados o deseados, alguno fantástico, y otros dedicados a lugares o personas concretas. Con el tiempo, ya

ejerciendo la carrera de maestro, dediqué buena parte de mis esfuerzos literarios a escribir poemas para niños, porque ellos me los pedían y porque me encontraba a gusto en el género. Cuando conocí a Gloria Fuertes, en 1973, ella me animó a que siguiera haciéndolos. Y le hice caso. Llevo 22 años en la Universidad de Málaga, como profesor de Literatura Española, pero no he dejado de escribir poemas, piezas teatrales, cuentos y novelas para niños (y para el lector adulto), y dirijo varias colecciones de LIJ, entre ellas, dos exclusivamente de poesía: la Colección “Caracol” (Diputación de Málaga), y la Colección “Tus Versos” (Editorial Brosquil).

¿Qué supone para ti “poesía”?

Todo el mundo sabe lo que es un poema, pero muy pocos se atreven a definir la poesía. Para algunos es algo indefinible: una aproximación al más allá, que concretan en lo más próximo, especialmente cuando el poeta/la poeta está enamorado. Entonces la poesía

Antonio A. Gómez Yebra

¨Soy extremeño, vasco, asturiano, gallego, castellano, catalán, madrileño, canario, aragonés, mallorquín, levantino, andaluz. Soy devorador de libros desde niño, y nunca me siento mejor que cuando me siento a leer. He leído de día y de noche. En cualquier lugar de la casa (sí, también en el baño), en el campo, en la playa, en el autobús, en el metro, en los aviones, en los trenes, en las estaciones y en los aeropuertos. Leo a diario, cualquier cosa impresa que caiga en mis manos, pero, sobre todo, libros. De Ciencias Naturales, de Arte, de Filosofía, de Religión... Y novelas, poemarios y libros de teatro. Soy Aries, pero Leo. Escribir es consecuencia de leer¨

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cobra forma y volumen en el otro: “poesía eres tú”, como dijo Bécquer. La poesía no es el poema, pero está en él, como está muchas veces en la prosa. Juan Ramón afirmó que todo lo que había escrito era poesía, y no encuentro manera de refutarlo. Porque incluso cuando escribe sus “caricaturas líricas”, hay mucho de poesía en ellas. Más que en poemas de tantos escritores ramplones que se quedan en la cáscara y son incapaces de traspasar la razón, de llegar al corazón, de sacudirnos, de elevar nuestros sentimientos.

Hay poesía, por ejemplo, en un brevísimo poema de Antonio García Teijeiro: Un beso en un barco / salió a navegar / y posó sus labios / en un pez de sal (1). Y no la encontramos en textos kilométricos, pedestres y rimbombantes de poetas de todas las épocas. Porque la poesía no se basa en la extensión, ni siquiera en la tensión, tampoco en la intención. La poesía va más allá de las palabras, de los temas, de la cantidad de sílabas y de las rimas utilizadas para escribir un poema. Más allá, incluso, de las metáforas e imágenes que la configuran.

Cierto que Gabriel Celaya recomendó a García Lorca que hiciera sonetos para llegar a ser un poeta grande. Pero Federico ya era un gran poeta antes de escribirlos. Y también lo fue Unamuno, que los criticó para terminar escribiéndolos con fruición. El corsé que supone el soneto (cualquier forma estrófica) está bien para conseguir concreción, para obligarse a la depuración, para demostrar que se domina la técnica. Pero poesía no es técnica, no es medida, no es rima, ni siquiera ritmo, aunque se sirva de ellos. En todo caso sí es duende, ángel, chispa, fuego, pasión, genio, incluso ingenio. El poeta necesita dominar el lenguaje, pero, para serlo de verdad, tiene que encontrar dentro o fuera de sí la inspiración, la intuición, el silencio creador y forjador de imágenes. Necesita, además, su propio estilo, el que lo diferencia de los demás y lo hace único, irrepetible.

Hermético, trovador, intérprete de la lectura festiva, burlón, serio, conferenciante y poeta, ensayista, escritor, investigador, viajero. El niño-pícaro literario de los Siglos de Oro, fue el tema de su Tesis de Licenciatura, me podría contestar que podría haber elegido cualquier otro tema, pero, ¿por qué este?

Porque era un tema en el que había niños. Y los niños han sido mis compañeros de viaje literario desde hace muchos años. Ellos son los mejores receptores: son agradecidos, son cariñosos, se entregan a quien los quiere sin pedir nada a cambio. El niño sabe reír y llorar mejor que el adulto. En el niño no hay doblez. Si le gusta algo, lo dice, y si no le gusta algo, también. Los niños-pícaros del Siglo de Oro eran niños dolientes, que habían perdido lo mejor de su infancia, porque tenían que comer. Hoy hay muchos niños que necesitan alimentarse de pan antes que de lecturas. Por eso no se puede llevar la cultura a lugares donde los niños no tienen las necesidades primarias cubiertas.

Una de sus más recientes publicaciones Pensando en ti... y sólo usted y Cupido..., contrapunto final de un conjunto de textos titulados siempre con un nombre propio femenino, ¿el diálogo siempre?.

Es una visión masculina del amor de pareja, simplemente.

¿Las prisas?

No son buenas consejeras. Es preferible dejar dormir los poemas, dejar descansar los libros, porque los autores llegan a agotarlos de cansancio, para que se asienten. Yo he dejado dormir algún poema sieteaños porque a mi modo de ver no estaba bien terminado.

¿El misticismo?

Es una forma de expresar el contacto con el más allá, o con quien alguien cree que está más allá.

¿Los prejuicios?

Demasiados, en los tiempos que corren. También en poesía. ¿Quién lee poesía? Casi nadie. Porque la poesía “no sirve para nada”, no tiene utilidad práctica, y vivimos en el siglo de lo pragmático. Si es útil, sirve, es decir: si se le puede sacar algún provecho, sirve. De otra manera, se olvida.

¿El Renacimiento?

Un gran período de reflexión, de renovación, de búsqueda, de localización. Se hace necesario un Renacimiento de vez en cuando. En cada uno de nosotros y en la sociedad.

¿El surrealismo?

Terminó. Como tantos ismos. Difícilmente resucitable.

¿El verso libre?

Una fórmula de expresión sin tantas ataduras como otras.

¿El simbolismo?

También pasó, aunque siempre queda algo.

¿El caos?

El caos puede ser generador de maravillas. Pero también puede suponer un desorden mental absoluto.

¿El equilibrio?

Imprescindible para el creador.

Gracias.

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El bolso de Mary Poppinspor Marisol Dorado Villanueva

Mágico instrumento de seducción, que mirábamos embobados en la gran pantalla del cine Imperial: el bolso de Mary Poppins, del que salía, absolutamente, de todo.

ERA ASÉPTICA

En nuestro ímprobo intento de dominar el cotidiano mundo que nos rodea, hacemos acopio de todo un ejercito anti-bacteriano microorganizado y con una eficacia probada e intentamos levantar un monumento aséptico a todo líquido, sustancia, o polvo que nos resuelva nuestra lucha diaria con la higiene. Pero he te tú que un día, después de una intensa batida de detergentes microprocesados con vida inteligente desarrollados en la Universidad de Wisconsing por un célebre químico nuclear (célebre por no haber podido nunca trabajar en la Nasa a pesar de haberlo intentado 214 veces, algunas incluso con enchufe) me encontré un minúsculo ser vivo, casi transparente, con leves matices de color beige, mínimo en su expresión, pero no en su entusiasmo, que intentaba, no sin insospe-chados esfuerzos, atravesar, de norte a sur (en una extensión comparable en su tamaño a ir de Moscú a Siberia, eso sí, no con tanto frío) la madera de cortar el pan, que, curiosamente, tenía el color de las leves

matizaciones del pequeñísimo ser. Era alargado, del-gado, con finísimas patas a modo de filamentos y no se le veía cabeza alguna.

En mi observación minuciosa del tan insólito visitante de mi cocina llegué a múltiples conclusiones, las cuales voy a intentar resumir para no incurrir en el “reino de la divagación” como diría el insigne obser-vador de la vida Augusto Monterroso:

1.- No estamos solos, hay vida después de todo, a pesar de todo.

2.- No limpia más quién más productos de limpieza tiene, sino quién lo limpia todo concienzudamente aunque sea con agua y jabón (como toda la vida, por cierto).

3.- Nunca sabremos todo sobre los animales domésti-cos que nos acompañan.

4.- No sólo hay vida animal en los documentales de la 2ª.

5.- ¿Será que la madera del pan, harta de tanto abuso ha decidido dejar el mundo vegetal y se está transfor-mando en vida animal?

Como es de suponer no acaban aquí mis reflexio-nes, aunque he decidido para, no cansar al personal, resumirles en dos, algo que resulta muy bíblico, dicho sea de paso:

1.- Cualquier manifestación de la vida, tiene derecho a disfrutar de ella (me arrepiento enormemente de haber aplastado a ese minúsculo y simpático ser que llegó a mi cocina para hacerme reflexionar).

2.- No dejar nunca el tapón de los superlimpiadore-santibacterianosdesegundageneracionconolorapinode-laconcaguayesenciasdefloresdeneroli abierto y, mucho menos, inhalar profundamente para comprobar si es verdad lo de la esencia de Neroli, justo antes de limpiar la tabla de cortar el pan.

Septiembre 2005

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Nuestras cosas

Nadando entre chinches acuáticas

Nada que ver con las chinches terrestres pestilentes. Las chinches acuáticas, danzan veloces sobre superficies de cristal acuosas,Dónde se deslizan como en un baile artístico, patinaje sobre hielo. Y parece que en su huida lo hacen sin miedo, sin miedos, incansables, adelante, o hacia el lado para hacer una nueva pirueta, y desaparecen sin dejar huellas, ni rastro, el agua las protege. Viven, al filo de lo imposible, sin gravedad alguna, como partículas de viento o de soplos de vida, que se recrean, en la insignificancia de seres que viven plácidos y alegres, hasta que viene el incordio a robarles la alegría y la existencia, mientras las hacen desaparecer. Maldición!!Llega el vacío Un vacío plomizo Que enferma.

Que lo enferma todo y lo contamina. Se vuelve putrefacto el ambiente, donde crece al amparo del desorden, el caos pestilente

Se perdió la armonía de un mundo perfecto. Dónde surgía a la sombra de los árboles, los hombres pensantes, mientras adormecían soñando en el paraíso azul rosáceo Lleno de bellezas al alcance de todosY un elixir de fresas del bosqueNos transformaba con luzPara hacernosMejor. A L E L U Y AMejor Mucho mejorQue los días de primaveraEn mayo florido, risa de corazónY entre medio plato con sabor exquisitoMAGIA YA, que nos haga hoy reyes del EdénMientras un ejército de ángeles, se ponen al servicio deUna humanidad, que deja sus pesares y diferencias en un compás

Rita Velázquez

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Así que pasen treinta años

De mi amor adolescenteaún descubro destellos en tus ojos serenos,aún bebo en tu bocalos besos de otro tiempo,en mis manos derramas todavíala pureza de tu amor incandescente.

El tiempo no ha borrado la impronta de esos añosy es ahora, maduro y silencioso,que recojo el fruto de tu corazón en mi pecho.

Los versos que te dierame devuelves uno a uno con tu amor,¡que no muere el campo al partir la primavera!¡que no calla el agua del manantial sombríocuando llega el verano que seca su cauce!

En ti me reconozco,ingrávida y eterna,tu amor me renacey me corona compañera.

Marisol Dorado VillanuevaMarzo de 2006

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No llegaré tarde

Ha llegado tarde el amanecery me ha sorprendido despiertahurgando en los rincones de mi pensamiento.

Ha llegado tarde la raya horizontal del horizonteque tantas veces la imaginé vertical.

Ha llegado tarde esa carta esperanzadoraque quise leer un día,donde todas tus promesasdaban paso a mi nueva existencia.

Ha llegado tarde el tren de las cincocargado de almas exigentes,y lleno de bofetadas.

Llegó tarde el hambre de mis ilusiones,cuando pensé que aún estaba a tiempo,cambiando el asfalto por hojarasca.

Ha llegado a deshorael ritmo de mis neuronas disparatadas,el vuelo de mis inquietudes,el caramelo que nunca amarga,el suspiro que siempre desholliné.

Ha llegado tarde la calmacuando todo en mi vida fue moverme entre las ramas de un árbol milenarioimpulsada por la veleta de mis sienes.

Lo que no llega tardees la fuerza que desgranoentre la maleza y las piedras,entre la liana y la firme decisiónde que nunca es tarde para empezar.

Inmaculada Jiménez Montero Marzo 2006

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Que estás en el cielo

He querido llorar tu muerte antes de morirte.

No he pensado en las gaviotas de mi tejado,ni tampoco en el cuadro que una vez pintasteprometiéndote un marco para sus colores,y que nunca enmarque por pereza.

He querido llorar tu muerte antes de morirteporque sé, que te queda poco tiempoy quiero recuperar lo que tú y yo sabemos.

Crecí con tu ternuray rodeada de unos libros de poemasque escribió una generación del 27como una vez me dijiste.

Crecí con caricias pero sin rodeosy no me importó, no encontrar los atajospara llegar antes a algo.

Te debo la vida, mi pensamiento y mis metáforasy aún no soy consciente de ello.

Ahora me doy cuentaque llorarte antes de morirte me consuelaaunque no puedo poner remedioa la muerte que te espera en la esquina.

Quisiera ser tus piernas para que puedas caminarcomo cuando tenías 40 años.

Quisiera ser el timón que sostiene tu temblorosa manopara escribir sin el titubeo de tus dedospero con la firmeza de tus intenciones.

Quisiera ser tus ojos gastados,para ver con la claridad más perfecta los renglones,y olvidarnos de ese desastre de guerra que viviste.

Me dices que te sientes solo y que sólola compañía de mi madre te hace reír,y que a veces echas votos en una urna,que son tus desahogos particulares.

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Quisiera pedirte perdón por no sé quéporque nunca tú y yo dimos lugar al perdónposterior de algo.

Sólo me queda darte las graciaspor ser como soy.

Gracias por enseñarme a sumar, a restar,a multiplicar y dividir.

Gracias por presentarme la poesía.

Gracias por enseñarme a devorar libros,a leer a poetas que no conocí,a poetas que, al igual que tú,dejaron papeles escritos,poemas inacabados y puertas abiertas.

Me pediste antes de morirque terminase lo que tú empezaste.Lo haré.

Gracias por nuestras conversaciones.Eran únicas.

Eras humano.Soy humana.

La perfección y lo materialnunca ocupo un lugar en nuestros corazones.

Tus valores llegaban al infinito.Tus ideas todo lo alcanzaba.

Le diste valor a lo que verdaderamentetenía valor.

Lo demás,no nace, se hace.

Tú, sembraste poesía.Yo, recogí la siembra.

Gracias por haber sido mi padre.

Inmaculada Jiménez Montero.

20 de Agosto de 2006

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Camina

Sueño, cálido olvidoen tu pesadez de tardes plateadascallo lo vivido sin la menor escarcha.

Frío supremoen tus párpados cerrados,escucha lo que te habloaunque te atragantes con tus palabras.

Espérame en el bordillohojarasca amarillaque apartas con los piesla candidez de tu mirada.

Observa y calla,muele y masticacomo a pedradas avanza la vidaaunque te caigas de espaldas.

Casualidad, sí espero verte en tardes plateadas inmensasamarillas calaras,con vientos de levante.

Tus respuestas me asustan,tus maneras son culebras centelleantes,tus silencios, cascadas de huesos blancos,tus pasos, ramas resquebrajadas por el tiempo.

Duerme el cántico ocultode grandes batallas canallasabsorbe lágrimas fríascon grandes bostezos de sueños no realizados.

Entre cortinas, la sombra de tu almaembalsama la calidez de tu cuerpoque cuando se tocaempapa las sábanas curiosamente encarnadaspor el fuego de un rosario de frases enlazadas.

Rosa Carrasco

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A veces veo…

Pero mi carne respondió a la prueba del pellizco y misojos no podían engañarme.”

(Bram Stolker, “Drácula” 1897)

A veces veo cosas que no existen, palabras aturrulladaspor la prisa y el despiste mío, implacable y congénito.Leo el mar en vez del mal; el nuestro en vez deel muerto; el axioma, en vez de: la mejorana cándidacrecida en el invernadero de la terraza que, da a lacocina blanca y amarilla. Será .., porque la luz noaguanta mucho rato; porque el vuelo delpájaro, incansable, también tiene un final previsto en elcielo y la nube, el aire y el misterio de sus alas.Será porque tu vientre es mas plano que nunca;porque tus manos-tijeras, cortan los hilos sobrantes dela alfombra de seda permanente..; ó porque lasmadreselvas, después de tantas podas inglesas, inservibles,llevan varios años sin florecer en la muralla de mis años tardíos.No se! Veo, a veces, como un autómata que lee,sin enterarse a pesar de que: la vida corre por delantede mí y la circunstancia de la lectura; mientras, mepellizco, cuando mis ojos ya no, enseñan nada.

Joaquín Bassecourt (13-VI-06)

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Inventario(Estudio de pintoras y poetas) I

El sillón rescatado,estufa de hierro,un sillón modernootro de bambú,el tronco de corchoque evoca Almoraimase adornó de helechos.Tres arcos de callas sombras y las luces,la mañana quieta,los niños de retratos,estanterias, caballetes,dos lámparas modernas,sillón de loneta.Un cielo grisevocando París,espejo biseladomacetas y plantasla mesa donde escribopaletas, tubos de óleofotos, acuarelas, pinceles,témperas, lápices, gafas,folios, plumas, gomas de borrar,espejos morunos de azogue perdido,en metal un guerrero griego.

II

Vitrina con muñecas,piano, guitarra, laúd,teorba, arpa, flautas,bandurria, mandolina, violonchelo,dos conchas preciosasde playas lejanasde un súper cién,de la Punta del Gallo,rescatadas del mar,restos de ánforas y artes de pescaenvueltas en recuerdosde dias en Carteya.Marinas, el Peñón, un busto de Venus,un enclenque bonsái,un bambú plantadoen un resto de cántaro,de una viga un jarrón colgandode blanco macramé, luz cenital,una antigua reja del patio separa,(en el campanario reloj y campana,repica, toca, suenaque ya son las diez).

Cuadro con higos chumbos,hortensias verdes, buganvillas y lirios,repisa tallada, cacharros de metal,la bandeja moruna, el cáliz alemán,música de Mozart, de jazz, de Gasperyán,Eros reposa indolente, bello , enigmáticoal fondo cipreses,una vela blanca en la palmatorialas luces y las sombras,recubre el suelo una alfombra mágicaque invita a volar.

Isabel Bermejo

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Kabul

Otra vez.Roto, tu cuerpo encogido,Doblado,Partido,DejadoAbierto,Caído.

Otra vez.Levantas la mirada y caesTú y yo, caesCae tu casa, y tu otraCaéis los dosAbismo y vacíoDoblado sobre ti.

Otra vez.Todas las sirenas del cieloHan traído tu muerte.Ya no sabes dónde mirar.Si el cielo te lo traeY te lo llevaTodo el cielo roto de siempre,Toda la luz perdida,Todo perdido.

Otra vez.Te lo dijeron tus mayores.Te lo dijeron tus sacerdotes.Coge la azada cada día.Rompe el sol con tu mañana. y sal.Y saliste todas las mañanasy volviste cada tarde.Pero ese cielo se ha roto tantas veces.¿Qué queda de la palabra,para qué se quebró tu espalda?

Otra vez.Y tantas.Trataste de sonreír.Pero era mueca.Arriba miraste, y sólo viste, lodo de estrellasVengadoras.Recurrentes.Abismales.Ciegas

De la luz infernal del mundo.

Otra vez¿Tantos hijos levantados para que te los cayeran?¿Tanta tierra entre las manos para llenarlas de sal?¿Tanto sudor, o lágrimas, o sangre?Di la verdad, no lo sabes.

Otra vez.Madre tierra de la sinrazón.Madre tierra del dolor.Madre Tierra de la amargura.Madre tierra.Confiésalo de una vez: Ya no crees e ella.

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Otra vez.Caminante del desierto.Anduviste los ríos y el mar.Narciso de ti, viste los lagos.Quisiste asomarte a ellos, pero nuncaTe dejaronSabías del agua cristalinaY las buenas alimañasPero no de éstas.Nunca quisiste saberlo.

Otra vez.Ya ni las cuentas. Sabes de las vecesPero no de las vidas.De las muertes, sí sabes mucho.El principio de los tiempos fue eso.Te dijeron otras cosas, pero fue eso.Sólo eso.Reconócelo: estás cansado.De ese cielo rojo.De esa luz perdida que, aunque no sepasComo, siempreCae en ti.

¿ Y la hembra?Ya ni te mira, no puede mirarte.Tu rostro fue de barbo o lampiño,Tus manos de cobre o de bronce,Eso sí, cada vez más crispadas.Te lo dijeron, pero no era.Era esto.

Otra vez.Sabes que nunca parará,No puede parar.Tú y ellos sois así.La bestia desbocada, siempre lo fue.Tu corazón, ¿corazón?, sirve para queLatan.Tus piernas, ¿piernas? Para que corran (ellos).Al fin lo sabes.Tú y ellos.Te lo rompenTú lo pones,Lo abren,Lo cierras,Lo notas,Ellos lo notaronMucho antes.Al fin lo sabes. Déjalo. Ya no puedes.Sabes que volveránRaudos velocesLimpiosElegantesListosEficaces.

Sobre ti, siempre sobre ti..

Valerio De la Hoz Caravaca

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Las codornices suicidas

Volvía la cabeza continuamente hacia atrás, deseando que se hubieran ido; pero allí seguían, implacables, detrás de un arbusto, mirando con sus ojos de una sola ceja, mordisqueando ramitas de mala yerba, con una expresión salvaje dibujada en sus caras. Era la condición que habían impuesto para que fuera uno más, y tenía que cumplir.

El calor, junto a la tensión del momento, hacían insoportable la espera. Agu-zaba el oído, pero sólo se escuchaba el continuo concierto de las chicharras, el trino estridente de los pájaros, alguna que otra vez el seco caer de las piñas contra la arena, el murmullo líquido del río cercano. Levantaba los ojos, que hervían, y veía los las copas de los esbeltos alcornoques que se agitaban de forma hipnótica, por gracia de una brisa pesada, que parecía emerger del interior de un horno. Atrás los tres jueces seguían expectantes.

Sentía en los mofletes, en los brazos, en las piernas, el desagradable contacto de los insectos, atraídos por el dulce olor de la pueril sangre; desde la frente, caían en cascada, por la nariz, para morir en los labios, arroyos de tibio sudor salado.

Por fin, desde el horizonte cercano, llegaba el zumbido ronco del motor de un coche: era la hora del rito. Arrodillado, esperaba la presencia visual del zzssnn. Una última mirada atrás, confiando en que todo hubiese sido una broma pesada que no hacía falta llevar al extremo, que ya bastaba, ¡vuelve!; pero no, los tres pares de ojos, las tres bocas, seguían con su gesto de empe-rador inmisericorde. El pulgar estaba hacia abajo.

Había llegado el momento. Los músculos tensos, la mirada fija en el coche que se había hecho presente, procurando coordinar el cuerpo con la velo-cidad que traía el vehículo, el momento exacto para cruzar y... Justo en el instante de la incorporación, una codorniz pequeña, decidida, estúpida, con desconcertantes movimientos, adelantó por la derecha, cruzó el carril, y quedó aplastada bajo las ruedas del Peugeot que se iba perdiendo en la dis-tancia, junto a otras congéneres en idéntica situación.

Oía la llegada de los otros, que gritaban insultos más grandes que sus cuer-pos, que amenazaban con actos impropios de niños de esa edad. Pero daba igual, ya daba igual, había sido suficiente; media vuelta y adiós, ignorando las palabras hirientes, las piedras en la espalda, camino del pueblo hostil que esperaba, pero seguro, tranquilo, mientras lentamente el sol, que se escondía tras los árboles, le iba prestando al cielo su color.

Raúl Rubio

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Otras cosas

Leda

Ven conmigo a mi lado, no rehuyas mis brazos,deja que te acaricie con mis alas de seda,déjame que te estreche como Zeus a Leda,no detengas tus pasos, no dilates los plazos.

Ven conmigo a mi estancia, que me rompo en pedazospor trepar tus colinas, por surcar tu alameda,por jugar en tus llanos, como niño, a la rueda,por sentir de tus riscos rojos alfilerazos.

Ven conmigo a mi lecho, a mi lago en la bruma,donde todo renace como el sol del orienteque se oculta de noche en su templo dorado.

Ven conmigo que siento cómo crece la espumay te quiero bañar en mi cava oferentehasta ser dos en uno por habernos trenzado.

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Selene

A tus brazos me arrojo y me vacíopara ser en tus manos sólo arcillaellas son la sagrada canastilla,yo, grumete rendido a tu albedrío.

A tu deseo siempre, que es el mío,de alcanzar poco a poco la otra orillapara así disfrutar la maravillade la cámara oculta en tu navío.

En tu carro nocturno toda platadonde apuras mi vida muy despacioporque sabes que es tuya y yo soy eterno.

Aunque viva sin fin siempre me mataque en la aurora regresas al palacioy no sé si esto es cielo o es infierno.

Eurídice

No huyas más de mí, oye mi lira,detén ya tu carrera a mi deseo,¿no ves que soy por ti, de nuevo, Orfeo,y que tu ser y estar mi canto inspira?

Atiende mi razón, nada es mentira:venciste en el asalto, soy trofeoy puedes enseñarme como reoque a ningún otro honor mi premio aspira.

Pasar quiero contigo mis inviernosy compartir el frío que tú sienteso darte mi calor sin condición.

Por ti descenderé hasta los infiernos,por ti combatiré con las serpientes,por ti me entregaré vivo a Plutón.

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Calírroe

Aquí está ya dispuesta al sacrificiocomo vestal, más blanca que azucena;viene a cumplir, callada, la condenade un insensible y pérfido juicio.

Mírala aquí, imagen del servicioa la comunidad que la cercena,flores al viento tiende su melena,su ofrecimiento extingue el maleficio.

Miradme aquí opaco ante su brillo,pobre Coreso, obseso enamorado,pleno de amor y de sus ojos preso.

Ved que en mi pecho clavo aquel cuchilloque para el suyo estaba destinadoy quede así su corazón ileso.

Antonio Gómez Yebra

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Vivencias

Amigo ¿estás cansado?Ven y siéntate en esa piedra, junto a mí.El camino es largo y pedregoso. Compartamos.

De mi zurrón, saco un trozo de pan y un tasajo de carne.Sonriéndole, le ofrezco un trago de vino y un poco de mi escasa comida.Muy cerca, se escucha el murmullo de un riachuelo próximo y el valido de unas ovejas.También se oye el repicar de campanas de un pueblecito cercano segura-mente llamando a esa misa diaria.Una nube muy blanca cruza por el cielo y rompe la quietud y el silencio que invade el roquedal.Quiero empezar una conversación para distraer a la monótona tarde.Voy desgranando recuerdos y fluye en mi cabeza preguntas sobre la vida.Nunca he querido dejar para mañana lo que mi mente paladeaba.Escribo esto en una callada cuartilla Asomado a mi balcón, desde un cuarto piso, el sol me reconforta y trans-porta a un estado de extrema placidez.Siento el calor aliviando mis pesares, relajando mis músculos cansados y mis ideas a mitad de camino.El sol me da la vida que necesito. Sin él, no soportaría mis idas y venidas a este balcón esquinado, a este olvi-dado balcón donde me refugio cada día.A veces siento cómo mi cerebro se aletarga, me traiciona y sólo puedo sentir cosas que no me son agradables.Salgo de este embudo y este atasco de pensamientos.No todo es tan gris.El sol, sigue estando ahí.Ven y siéntate en esa piedra, amigo... charlemos un buen rato.Luego, todo seguirá igual.

Francisco Jiménez OrceAbril de 2001

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Éxtasis

Y que importa el presagio aparente de tinieblascuando te acercas a Ella,suplicante y lleno de sudor,cuando acaricias el aurade su leve sombraes la promesa de su pájaro de fuego azulque grita –quien sabe-.

Peregrino del sol

Peregrino del Solque atenazas la negra estrella de tus ojos,peregrino del fuego,de la piel abrasadavas olvidándote en cada paso,como si…NADA.

Callaste

Te preguntaron en la calle:¿cómo es la ofrenda, a la luz, de un ciego?Y, tú, callaste la esperanza de Ellapara no revelar su secreto.Callaste el sol de tus labiosy nadie supo por tu boca,aquello que en silencio… orabas.

F. Bombién

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El limón invertido

Un almendro tras un limoneroEndeble mástil para tanto brilloEn la tarde oro, lánguido EneroInunda mi huerto de amarillo.

¡Limón invertido!, nace Febreroalmendro de yemas, ralo y sencilloceloso del limón, su compañerosombra contra sombra esperan al grillo.

Lunero rebelde miras al cielodesafiando halcones peregrinosy el almendro sonrosado, florido.

Agrios y dulces sabores anhelode cálidos olores matutinos.Siempre serás mi limón invertido.

Quien lee, sabe mucho,pero quien observa sabe mucho más(Alejandro Dumas)

Un hombre creyó

Un hombre creyó saber demasiadodejó de instruirse, de observar, de leerse ocultó entre las tinieblas por creerque nada aprendería. Desvelado

por el insominio, casi desangradopor las horas inertes, dejó de ver¡y lloró! A ciegas, solo, por no entenderque saber no es un círculo cerrado.

A solas con sus sombras, impasiblerehuyó del conocimiento inciertobuscó la sabiduría imposible

en un lugar viejo e inaccesiblecon tanta lucidez que encontró abiertoun libro escrito con tinta invisible.

Herminio Fernández Gavilán

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A mi hija Marina que lo pasó mal, al nacer.

Soneto para Marina

Presumen mis dedos en tu cabellodonde el viento del sur disputa en vanoeste calor dorado de verano,que tu cuerpo reluce aún más bello.

Y dejando en mi corazón tu selloque al nacer hendiste tan temprano,recorro tu piel suave con mi manoy un nudo leve estrangula mi cuello.

Tocar y besar tu cálida frenteque refleja un arco de luz doradadonde anidó por amor mi simiente

y la muerte atenta se vio truncada,con grito desgarrado y estridente,abrazaste la vida enamorada.

Herminio Fernández Gavilán

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Contigo

Contigo he aprendido que la niñezno es una etapa que pasa, se aleja,se echa de menos y un día se olvida.Ser niño es vivir abrazadoa la sorpresa,me enseñaste.Contigo he aprendido que la ilusiónno es un hallazgo que arriba, se instala,eleva tu espíritu y al fin se evade.Un sueño es el punto de encuentrocon la alegría,susurrabas.Contigo he aprendido que la pasiónno es un instante que bulle, te atrapa,envuelve tu vida y luego se enfría.El ardor es la risa astutade la cordura,comprendimos.

Recuerdo la urgencia en decir amor,el ansia de enhebrarlos matices de la palabra pazen esa fuerza sin almaque llaman melancolía.Recuerdo el delirio de mis labioscon las palabras amigo,utopía, justicia,gozo, serenidad,y el oscuro semblanteque arrastró la sombradel término mentira.Y más tarde, tu nombre.Con tu nombre en mi boca regresé a las orillasde la risa, alládonde el hambre de abrazosdibuja el horizontede la entrega.Recuerdo el olvido

Jesús Rodríguez

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Última lección del curso:La Oración Compleja Subordinada a ti

Que mires el mundo con ojos de niñoque aprende, es un arte.Mima el presente,porque es lo único que tienes.Entiendeque la honestidad es la distancia menorentre dos personas enamoradas.Si escuchas mucho a los otrosobedece sólo a ti.Descubre el mérito de los demás,porque así conocerás tu verdadero valor.Que digas ¡No! Con la rebeldía del adolescenteque sueña,es un arte.Si superas el listón de tus posibilidades de ayer,hoy serás un poco más mayor.Bebe de la fuente del error, pues de ella manala gota de la sabiduría.Cuando desees ampliar tus horizontes,mira al frente con decisióny al pasado sin nostalgia.Nunca olvides que quien quiere bienofrece comprensión.Que camines con el paso sereno del adultoque avanza,es un arte.Sorpréndete de estar vivo,sorpréndete de estar viva,pero por encima del cómo,del cuándo,del dóndey del con quién,vívete a solas en medio de todossin olvidar a nadie,y menos a ti.

Jesús Rodríguez

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Llanto de lluvia

Llanto de lluviaNoche sin finalSoledad del almaSilencioso gritar

Verde viento que vació quedasNo sin más el estar se acabaEl presente queda pero no está¿Qué es la tierra sino no lo que no es el mar?

Valerio L. de la Hoz Varela

Soledad

Dama coqueta de silencios vacíos.Negrura sin fin, tranquilidad sombría.anhelada y odiada, sólo tú,breve tesoro del capricho humano.

Eres arma de doble filo,cerniente no ser de aquél que de ti no puede alejarse,delirio de aquellos que no pueden encontrarte.

Tormento malicioso del desdichado sin vida,amor perdido de los que tanto te han deseado.Castigo del atrapa,gritos del alma en la nada.

Compañera de las musas,inspiración de poetas.Te veo y te temo, te pierdo y no soy.

Pues sólo tú, sólo tú,ahogas al hombre y le das alas.Soledad temida y añorada.

Valerio L. De la Hoz Varela

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Alfonsito

Hoy es el día. El día más feliz de mi vida. El día en el que acabaré con todos los proble-mas.

El día es hoy. Pero antes quiero contar el porqué de mi decisión.

Hace ocho años que se murió mi hermanastro. Se murió en extrañas circunstancias. Fui yo la que se lo encontró en el sofá con los ojos abiertos, mirando al vacío. Tenía la mirada perdida, pero algo en su rostro me decía que no se había muerto de un derrame cerebral como decían los médicos.

Alfonsito tenía siete años. Desde los dos empezó a ir a urgencias una vez al mes porque se quedaba sin oxígeno, y no respon-día alas llamadas insistentes de su madre. Todos tenían miedo, temían el día en que llegara su muerte, menos yo.

Siempre me mostraba indiferente respecto a eso. La muerte nunca me ha dado miedo, más bien respeto. Es algo natural. Es más, lo único que sabemos con seguridad al nacer, es que nos vamos a morir tarde o temprano. Eso lo aprendí de mi abuelo antes de que tuviera alzheimer.

El caso es que yo quería que Alfonsito no sufriera y el mejor modo de ello era una muerte placentera, una muerte sin dolor y súbita.

Todas las noches me acostaba pensando qué sería de nosotros sin él. El pensarlo me angus-tiaba, pero también hacía que me sintiera bien de una manera extraña. No fui consciente de la gravedad de mis pensamientos hasta que encontré a Alfonsito en el salón sentado con sus ojos verdes grandes como platos, aga-rrando fuertemente con su mano izquierda el palo que sujetaba la bolsa de suero y con su mano derecha tocándose la parte de su cara en la que debería haber estado la mascarilla de oxígeno que acostumbraba a llevar. Cuando

fui a avisar a mi padre no lloraba, al contrario, sentía paz en mi interior, como cuando uno se siente orgulloso de algo que ha hecho y ha acabado satisfactoriamente. Sin embargo al ver a Graciela sumida en la desesperación y en el rol de madre desconsolada, mis defen-sas cayeron al suelo. Me puse a llorar con los demás sin compasión. No me apenaba la muerte de Alfonsito, me apenaba Graciela. Ella era como una madre para mí. Y el pensar que se había quedado sin su único hijo, la hacía aún más humana y mas madre en ese sentido.

No es que yo no quisiera a Alfonsito, todo lo contrario, lo quería más que si hubieran habido lazos de sangre. Era mi hermano ante todo y los demás lo sabían. No obstante, sabía que había llegado su hora y era feliz de haber podido pasar tanto años junto a él.

Durante la primera semana después de su muerte, la casa estuvo completamente negra. Todos nos hacían visitas de compromiso y me hacían impertinentes comentarios sobre la actitud indiferente que adoptaba cuando nos visitaban. No quería que sintieran pena por mí. Yo lo había querido así y no había marcha atrás. Alfonsito estaba muerto y no había dios que lo resucitara. Resultaba enfer-mizo pensar en ello. Si hubiese seguido vivo, habría seguido sufriendo. Sin embargo, ahora estaba descansando...descansando. Eso había soñado la noche anterior a su muerte. Paz, tranquilidad, descanso. Había soñado con su paz y descanso. Llegué a creer que estaba loca por pensar de esa manera. Si al abuelo le funcionara la cabeza, seguro que pensaría de la misma forma y no estaría sola frente a los demás.

No fue hasta la semana siguiente de las visitas cuando me di cuenta de algo que había pasado inadvertido por todos.

Estaba sentada en el suelo del salón viendo la televisión como de costumbre, cuando apoyé la mano izquierda en la moqueta y toqué algo espinoso que me hizo dar un respingo. Esperaba encontrarme con algún juguete de

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Alfonsito que todavía no estaba guardado, un camión de bomberos o algo por el estilo. Sin embargo eso puntiagudo y espinoso con lo que se había topado mi mano, resultó ser nada más que la moqueta reseca y dura. Aquello a pesar de ser una tontería llamó mi atención, durante ese tiempo estaba suscep-tible con todo lo que saliera de lo normal. La moqueta según recordaba solo se ponía así cuando la mojaban y la secaban de inmediato para limpiarla a fondo, claro que eso solo lo hacían una vez al año. Y justamente aquel era el sitio donde Alfonsito colocaba su “vara de mando”, como él solía llamar al palo que sujetaba la bolsita de suero para ver la tele-visión. Le pregunté a mi padre, a Graciela e incluso al abuelo si habían derramado algo y lo habían secado en esa parte de la moqueta, pero ninguno me supo contestar. Me pasé toda la noche dando vueltas en la cama pensando y pensando, cuando de repente algo hizo “click” en mi cabeza y recordé que la bolsita de suero que llevaba Alfonsito en el día de su muerte tenía un agujero casi invisible del que solo me percaté yo cuando estábamos todos llorando. Enton-ces fui corriendo a buscar la bolsita. Menos mal que Graciela presa de su desesperación y angustia de madre, había guardado todo lo que le recordaba a Alfonsito en grandes cajas clasificadas como solo una decoradora maniá-tica era capaz. Subí las escaleras intentando no hacer ruido, algo casi imposible dado que las escaleras eran de madera al igual que el suelo del desván. Cuando ya me encontré arriba, fui buscando de caja en caja sin apenas luz, tan solo con unas leves sombras de luna que hacían de aquel lugar un sitio fantasma-górico.

Por fin hallé la ansiada bolsita. Busqué el agujero insistentemente, palpando lo transpa-rente porque quería demostrarme a mi misma que estaba equivocada, pero no fue así. Lo cierto es que si tenía un agujero, un agujero del tamaño de la punta de un lápiz específico. Un agujero con forma de estrella y un “lápiz interestelar” como solía llamarlo Alfonsito. Entonces caí en la cuenta y me desmayé. Las

casas no tendrían que tener suelos de madera, hacen mucho ruido, tanto que mi caída al suelo se oyó en el piso de abajo e hizo que acudiera mi padre.

He estado ocho años en silencio, sin decir una palabra. Sufro de amnesia selectiva desde que nací, por causa de los dolores del parto. Aquella noche desperté a Alfonsito para que fuera conmigo a ver la televisión. Él quería seguir durmiendo, pero yo no paraba de atosi-garle diciéndole que quería hacerle un favor, que quería liberarlo. A duras penas Alfonsito accedió y con sumo cuidado para no hacer ruido fuimos juntos al salón. Yo llevaba mi “lápiz interestelar” en la oreja porque a él le hacía gracia. Cuando Alfonsito estuvo sentadito y bien colocado con su bolsita y su oxígeno, procedí a actuar. Veía como se quedaba sin oxígeno poco a poco, y como se le cambiaba el color de la cara lentamente al quitarle el suero. Me miraba fijamente mien-tras me preguntaba por qué le había qui-tado la mascarilla y por qué había hecho un agujero en su apreciada bolsita con el “lápiz interestelar”. Yo le contestaba con la mirada que de esa manera no sufriría más y no ten-dría que llevar ni mascarilla, ni bolsita, no se si me entendió. Luego fui al baño para coger el secador inalámbrico y dejar la moqueta espinosa y dura durante semanas. Después de aquello caí desmayada al suelo. Me desperté con los primeros rayos de sol, sin saber qué es lo que hacía tirada en medio del salón. Al ver el secador a mi lado, lo llevé de vuelta al baño y cuando me disponía a irme al cuarto me encontré a Alfonsito en el salón. No me acor-daba de nada de lo ocurrido esa noche, solo sé que el verlo me dio satisfacción y bienestar...

El “rigor mortis” ya había causado efecto en el cuerpo de Alfonsito. Estaba rígido y con los ojos muy abiertos y verdes, muy verdes, como el color de la pared.

Todo esto lo supe dos semanas después del triste suceso. Yo no dije nada. Llevo ocho años en silencio, esperando que solo fuese una pesadilla y el amargo sabor de todos estos días se fuese como el dolor de cabeza. Pero

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no fue así. Lo hecho, hecho está y no tiene remedio... La muerte no tiene marcha atrás, aunque siempre tienes oportunidad de dar tu el primer paso y elegir el dónde, el cuándo y el cómo. Hoy es el día en el que mi concien-cia se quedará tranquila. Hoy es el octavo aniversario de la muerte de Alfonsito y no soporto el ver a Graciela tan demacrada y desdichada por mi culpa. ¿Y por qué hoy y no hace ocho años? Una simple respuesta, pues porque esta noche me ha visitado Alfonsito y me ha tendido su mano para que no sufra más. Para que consiga la paz, la tranquili-

dad y el descanso que un día le brindé a él. Mientras me desangro en la cocina, miro la foto en la que salimos Alfonsito y yo. Éramos tan felices y estábamos tan relajados, nada nos impedía disfrutar de nuestros momentos juntos. Alfonsito me llama, ¡ya voy!. Tan solo me queda decir que hoy es el día más feliz de mi vida...

Ya estoy en paz.

Carmen Ortega Dorado

La vida se hace eterna

La vida se hace eterna,En un instante se acaba todo.La luz se apaga, todo queda a oscuras,La noche se adueña de nuestras almas,Y sin poder hacer nada,Nos dejamos llevar.

El amor se esconde detrás de ti,Es tímido, no se deja ver,Pero se siente.Su calidez me llega al alma.Con él se abre unmundo nuevo de esperanzas.

La vida se hace eternaEn estas palabras.La verdad canta lágrimas amargas.

Mi vida se hace eternaTras estas palabrasNo puedo hacer nadaTodo es una mentira truncada.

Quiero vivir, quiero sentir,No tengo palabras.Todo está escrito en ellasSólo tengo que interpretarlas.

Y titilan azules a lo lejos,Y yo con estos pelos.

Carmen Ortega

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“Por una mirada un mundo;por una sonrisa un cielo,por un beso …¡yo no sé qué te diera por un beso” (G.A. Bécquer)

Que no se consuma nuncael lucir de tu mirada,y que ni una voz me impidapercibir cuánto me amas.

Por una mirada un mundo,para soñar dame alas.

Si tu mirada me buscay te busca mi mirada,¡que las palabras dormiten!Bésame, no digas nada.

Al vientoque trae tu aroma

Ahora no soy más que blanco humo,te sigo siempre así, eres el viento,que crujes en un blando movimientoy giras por doquier. Así que asumo

que eres sólo tú mi fiel transporte.si vas hacia el oeste, yo al oeste,al este voy si vuelas hacia el este,al sur si vas al sur, si al norte, al norte,

si corres más yo corro hasta alcanzarte,si subes subiré y si decrecesdecrezco y así puedo acompañarte.

Águila soy si águila pareces,y siempre así te sigo a todas partes,mas, ¿dónde voy si un día no apareces?

S. Mundini

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Youth gone wild

I

Este no es mi país,ni siquiera es mi casani está mi alma desnudani mi cuerpo la sueña. Soy yo,mi rostro quien se os muestrasolitario y feroz,como hurtado al consuelo.Sin quererlo estoy triste, sin saberlohe crecidohasta el umbral de un hombre,un mar desconocido, su arista,la orilla que no ignorapor qué sois enemigos,por qué también los mismos,a veces, sois amigos.

Es todo tan distinto.

Voy del acné a las rosas, voydel perfume al labio

-ah, los encantos brutos de mis compañerosah, sus blancas camisetas, sus mochilas-confundido con otrode mirada más blanda, de tobillos más dulces.Tengo esta vez un aire de coqueta,ojos, risas y aliento de muchachaque inventa sin saberlo noches enloquecidas,corazones rompientes contra su pecho virgencontra un amor sin tinoque a las estrellas abre la garganta:si me quisierais, si me quisierais, ¿cómo serían mis días si me quisierais?Qué luz, qué brillo para mi oscuro sueño,qué clara llama en la sombría locurade mi vida,si un corazón cruzara con mi espaldavuestro abrazo, si mi boca pudiera al finbesar sin miedo, si me quisierais....

En la línea de una mañana cualquiera de octubre, Jonathan decidió olvidar su nombrey se contó una historia

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que empezaba:Este no es mi paísni si quiera es mi casa...

II

Otro viaje sin fin:la muchacha en el airese plegaba a la vidapero no como el junco.La ceñían cien caballos,las más hermosas curvas,y así pasó volando. Ángel,sí, de acero y libertadcantaba “Youth gone wild,youthgonewild”

Cayeron a un mar negrosus ojos como de agua,sangre, alquitrán,su melena.

No tiende alas la muerte,elige la belleza.Sí. Soy testigo.

III

“Ayuda a los viejos, hubo una vez que eran como tú, bebían, fumaban y esnifaban pegamento (...) Mientras tanto tratamos de olvidar que nada permanece para siempre.” Jarvis Cocker, Help the Aged

Aún estoy viva. He resistidoal insistente, tenaz, gastadoeco del oficio, otro invierno,a la mala costumbre de hablartanto, con fingida pasiónde las malditas bellas palabras líricas.

He resistido al humo del desvelo,y al sopor de las moscas en la última fila.

Y a los chicles de beso en los pasillostambién he resistido, y al polvo de la tizay a las aparatosas faltas de ortografía.

Aún sigo fiel al reloj,fiel a los documentos.

Un mundote apellidos crece como un árbol.Se escapa como humoel tiempo-ese asqueroso-pasalas páginas:Ya no nos divertimoscomo antes, ya nadie nos perdona.Contemplad esa letra fatigosa del niñoque fuisteis, y lloradporque la maldad de aquel imbécil está selladapara siempre.

Ved que el amor es fósilque ha muerto la ternura,recordadque nadie intuye a esa edadlo que es la vida.

IV

Cuando se es así joven, no se sabeQue el sufrimiento nos conoce a muchos,Que la tierra es imperfecta y la nocheDura más.Pero no ignoréis que en un incendiohan muerto los últimos Yanomanis,.preguntad por qué los U`waquisieron suicidarse,por qué los Khwe, sonun estorbo,por qué los Innu, los korubo…Intentad explicaros.

Youth gone wild,

Teresa Martín Soler

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 55

Page 56: Aleceia Nº 5

…dinos, ¿qué quieres que sea aleceia?

956 696 269 [email protected]

… [ un árbol, un verso, una piruleta, un beso, una pelota, una queja, una cabeza, tus

pensamientos, una madeja de lana, un garabato, nuestras emociones, un nido, una

tormenta, un sol, las buenas ideas, un mebli, y las malas también ] …