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1 Notas del seminario La balada de los inocentesÚltima etapa antes del verano Sábado, 19 de junio 2010. Bionville. Sonia Weber Última etapa. Regreso al punto de partida: allí donde se esboza el establecimiento de este seminario en junio de 2009, después de la jornada de Donon sobre el gesto, organizada por Passage y el Institut de psychoboxe.Regreso también a nuestro punto de partida esta mañana,retomando el tema de fondo que nos ha servido de motor de arranque: la violencia. En nuestro argumento habíamos optado por acusar recibo de las cuestiones que plantea la violencia destructiva de jóvenes que hacen volar en pedazos no sólo a sus autores 1 , sino también a su entorno, y socava las instituciones que tratan de contenerlos. Igualmente hemos decidido recoger el guante, e ir al frente retomando las palabras de Françoise Davoine. "Sin embargo, en la proximidad de los combates y del riesgo, esta palabra no sabría dirigirse más que a un terapeuta familiarizado con el mismo campo. Esta proximidad es la condición de la transferencia”. Reflexionando sobre los modos de encargarnos de jóvenes atrapados en problemáticas de “violencia”, muy frecuentemente explotados por la violencia, y justamente a partir de instalar una propuesta de Hogar de día para dichos jóvenes, ensayo considerar la especificidad de lo que se puede proponer o las condiciones necesarias para acoger y escuchar estas cuestiones. Hecho, de ser así, ¿cuáles? Pero también soy igualmente muy sensible al hecho de que siempre hay un riesgo de fijar con alfileres a un joven por un síntoma”, o más bien un dar a ver (es probable que ni siquiera dado a ver, lo que ya sería una dirección). He intentado en el curso de mis diferentes elucubraciones no estigmatizar o patologizar la violencia y, como para cualquier encuentro fundado inicialmente en el comportamiento (cf: el encargarse de toxicómanos), es esencial estar atentos a no reducir al otro a su acto, sino a reabrir el horizonte lo más ampliamente como sea posible. Entonces, ¿hay o no especificidad en el encargarse de jóvenes “explotados” 2 , “explosivos”? ¿La violencia requiere un tratamiento (terapéutico) especial? Qué ofrecer cuando una masa de tensiones, de sentimientos (sensoriales y motores, que jamás serán reducibles a una puesta en palabras, cualquieras que ellas sean) insiste en no poder 1 N. de T.: auteurs = también se puede leer como responsables {responsables} (en el sentido de “autores de un atentado”), o más literariamente como padres {parents} (en el sentido de “autores de mis días”). 2 N. de T.: exploses = “explotados” (en el sentido en que se dice que un avión a explotado en pleno vuelo, o que una garrafa de gas a explotado); siempre se trata de algo brusco, sinónimo de “estallar” {éclater}, “reventar” {péter}, o “saltar” {sauter}. En función de todo esto, y en el contexto del tema tratado, “jeunes exploses” bien podría traducirse también como “jóvenes reventados”.

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Notas del seminario “La balada de los inocentes”

Última etapa antes del verano

Sábado, 19 de junio 2010. Bionville.

Sonia Weber

Última etapa. Regreso al punto de partida: allí donde se esboza el establecimiento de

este seminario en junio de 2009, después de la jornada de Donon sobre el gesto,

organizada por Passage y el Institut de psychoboxe.Regreso también a nuestro punto de

partida esta mañana,retomando el tema de fondo que nos ha servido de motor de

arranque: la violencia.

En nuestro argumento habíamos optado por acusar recibo de las cuestiones que plantea

la violencia destructiva de jóvenes que hacen volar en pedazos no sólo a sus autores1,

sino también a su entorno, y socava las instituciones que tratan de contenerlos.

Igualmente hemos decidido recoger el guante, e ir al frente retomando las palabras de

Françoise Davoine. "Sin embargo, en la proximidad de los combates y del riesgo, esta

palabra no sabría dirigirse más que a un terapeuta familiarizado con el mismo campo.

…Esta proximidad es la condición de la transferencia”.

Reflexionando sobre los modos de encargarnos de jóvenes atrapados en problemáticas

de “violencia”, muy frecuentemente explotados por la violencia, y justamente a partir de

instalar una propuesta de Hogar de día para dichos jóvenes, ensayo considerar la

especificidad de lo que se puede proponer o las condiciones necesarias para acoger y

escuchar estas cuestiones. Hecho, de ser así, ¿cuáles? Pero también soy igualmente muy

sensible al hecho de que siempre hay un riesgo de fijar con alfileres a un joven por “un

síntoma”, o más bien un dar a ver (es probable que ni siquiera dado a ver, lo que ya

sería una dirección). He intentado en el curso de mis diferentes elucubraciones no

estigmatizar o patologizar la violencia y, como para cualquier encuentro fundado

inicialmente en el comportamiento (cf: el encargarse de toxicómanos), es esencial estar

atentos a no reducir al otro a su acto, sino a reabrir el horizonte lo más ampliamente

como sea posible.

Entonces, ¿hay o no especificidad en el encargarse de jóvenes “explotados”2,

“explosivos”? ¿La violencia requiere un tratamiento (terapéutico) especial? Qué ofrecer

cuando una masa de tensiones, de sentimientos (sensoriales y motores, que jamás serán

reducibles a una puesta en palabras, cualquieras que ellas sean) insiste en no poder

1 N. de T.: auteurs = también se puede leer como responsables {responsables} (en el sentido de “autores de un

atentado”), o más literariamente como padres {parents} (en el sentido de “autores de mis días”). 2 N. de T.: exploses = “explotados” (en el sentido en que se dice que un avión a explotado en pleno vuelo, o que una

garrafa de gas a explotado); siempre se trata de algo brusco, sinónimo de “estallar” {éclater}, “reventar” {péter}, o “saltar” {sauter}. En función de todo esto, y en el contexto del tema tratado, “jeunes exploses” bien podría

traducirse también como “jóvenes reventados”.

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ligarse. Cuando la memoria está demasiado cerca, inscrita en el cuerpo mismo. ¿Cómo

acogerla? ¿Para hacer qué?

¿Qué dispositivos proponer para tener en cuenta las cuestiones subyacentes, allí donde

hemos de hacer frente a acontecimientos vitales poco accesibles a una verbalización y

donde incluso la operación de hablares una violencia? Allí donde “al tocar la violencia

se toca la identidad del sujeto, donde las defensas protegen su identidad de manera

crucial”. Los procesos de defensa, incluso la violencia, son procesos de supervivencia.

Para Maurice Berger: un número creciente de niños no tiene la libertad interna de no

golpear, y este número no va a cesar de aumentar, si no logramos cambiar nuestra

manera de pensar.

Hyacintha Lofé, luego de la reunión anterior, mencionando a Allouch, decía que se llega

al análisis cuando nos damos cuenta de que la manera en que hasta ahora tomamos

cuidado de sí [soin de soit] era calamitosa. Cómo ayudar a estos niños, a estos jóvenes -

no contener su violencia en tanto que tal-, sino para cuidar de ellos un poco

diferentemente: que descubran por sí mismos alternativas para sobrevivir,incluso vivir

sin sentirse siempre en peligro.

Tomar en cuenta la violencia de otro modo que en una perspectiva de hacerla callar,

contenerla a toda costa, incluso erradicarla, es aceptar tomar en cuenta la extrema

complejidad del proceso en juego.

La violencia fragmenta, destruye; debilita equipos e individuos cuando la palabra no

hace más tercera persona. Ataca al pensamiento, que entonces cae nuevamente en una

indignación simplista, reductora y totalmente inadecuada para hacer frente a la

situación.Puede dar miedo: pero cuando un profesional o un equipo tiene miedo, no

pueden más ser continente, asistir, porque su energía se invierte en protegerse. La

violencia despierta nuestra propia violencia, y a menudo el otro es mantenido a distancia

por temor a desbordarnos y abandonarnos a esa violencia propia.

Frente a la violencia es conveniente proponer dispositivos que contengan. Esto pasa por

una cohesión importante de los equipos con opciones teóricas y terapéuticas

compartidas sobre los puntos esenciales. La capacidad de pensar la agresión, la

violencia y sus consecuencias, en lo que tienen de intolerable, de inconcebible. Aceptar

la posibilidad de respuestas físicas que contengan cuando, sobre todo en los momentos

de crisis, hablar no alcanza más. Y poner en disposición su propio aparato psíquico para

contener los desbordes del otro, antes de que él mismo no pueda contener

psíquicamente eso que le desborda, y de pronto estar menos abrumado.

Ir hacia estas zonas pantanosas, dejarse trabajar por la propia violencia o agresividad,

explorar para sí los momentos de desbordamiento, experimentar con eso y volver de

allí, es sin duda necesario para acoger y contener la violencia de los demás. “Y

encontrándose en el mismo frente, en una proximidad que sólo permite la constitución

de un espacio seguro allí donde es posible restaurarse física y psíquicamente mientras se

hace la experiencia de una palabra posible en la proximidad del Real”. El psicobox

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[psychoboxe] es una herramienta que puede ser utilizado no solamente en una

perspectiva terapéutica, sino para poner a trabajar a los profesionales en su propia

relación con la violencia, a fin de asegurar una presencia contenedora para los jóvenes o

no tan jóvenes que nos son confiados.

Para mí el interés reside en el tomar en cuenta los efectos de violencia en el cuerpo, y la

articulación posible del cuerpo en movimiento (en una dinámicaoposicional) y la

palabra.La violencia trabaja en el cuerpo, lo atraviesa, genera sensaciones,

experimentadas muy a menudo sin representaciones afectos… Vivencias de cuerpo

estallado, despedazado, fragmentos de sentido inaccesible en el estado que sea de

cualquier vínculo.

Para Christine Loisel-Buet: “Eso que encontramos, es una imposibilidad en integrar una

parte del ser en una historia. Un clivaje o más bien una brecha al mismo tiempo, medio

de sobrevivir al traumatismo cuya actualidad, constante, se abre sobre el riesgo de

muerte, de aniquilamiento del sujeto, y abismo donde la razón, incluso la vida se

extravían. Esta brecha en relación con un defecto de red [maillage3] que permitiría que

esta parte enquistada fuera tomada en los juegos del lenguaje y apuestas simbólicas,

tiene directamente que ver con una incompatibilidad de los afectos entre ellos”.

“Algo grita del dolor de no poder inscribirse e insiste… casi se trataría de intentar decir

las percepciones que surgirían en estado bruto y escribirlas en el campo de la

transferencia,… con el fin de que lo enclavado y sustraído a los juegos de lenguaje y

reprimido [refoulement] pueda ser retomado en una red [maillage] de palabras

articuladas a las apuestas pulsionales, ligadas al cuerpo”. Es por el cuerpo que pasa la

huella impedida de lo que yerra en espera de inscribirse.

La acogida de la violencia -en cuerpo- en el dispositivo de psicobox es una de las vías

que permite recoger este imposible de decir a través de los movimientos del cuerpo para

intentar recobrar el orden del lenguaje y restablecer lazos entre las sensaciones, lo

imaginario, los afectos y una capacidad de pensar en ellos. “Las personas que han sido

sumergidas en una área catastrófica no tienen necesidad de hablar, en el sentido de

verbalizar. El problema no está tanto en el decir como en el transmitir; es decir,

encontrar otro que pueda escuchar y acoger y transformar el trauma tomándolo a su

cargo, al amparo de su cuerpo”. En el psicobox se ofrece un espacio en donde aquel que

viene a nosotros puede encontrar un lugar donde depositar, transferir -en cuerpo- lo que

lo habita más allá o más acá de las palabras.

Traducción: Raúl Vidal

3 N. de T.: maillage = estructura en red (laissertomber une maille = expresión que se usa para referirse a

cuando en un tejido a uno se le escapa un punto).