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LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN Panorámica histórico-temática y bibliografía
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
INTRODUCCIÓN. DESARROLLO DE LA SOCIOLOGÍA EN GENERAL
SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN. PANORAMA HISTÓRICO-TEMÁTICO
1. De la Educational Sociology a la Sociology of Education
2. El empirismo metodológico
3. Neomarxismo y New Sociology of Education
4. Otros autores destacados
5. Sociología de la educación superior
6. Investigación sobre escuelas eficaces
7. Otros trabajos metodológicamente novedosos
8. Tendencias recientes
CONCLUSIÓN
ANEXO. BIBLIOGRAFÍA DE SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
1. Fuentes bibliográficas
2. Manuales y tratados
3. Estados del conocimiento
4. Antologías con estados del conocimiento y obras enciclopédicas
Felipe Martínez Rizo
Universidad Autónoma de Aguascalientes
Julio de 2011
1
Cada nuevo enfoque se transforma en un movimiento social o secta, que
inmediatamente define la naturaleza del tema redefiniendo lo que se puede admitir
en él y lo que está más allá de los límites, de forma que, con cada nuevo enfoque, el
tema casi comienza de cero. Se revisan las antiguas bibliografías y las nuevas
referencias se vuelven cada vez más contemporáneas; se "construyen socialmente"
nuevas legitimaciones y los cursos toman una orientación diferente. Ha cambiado
aquello de lo que se puede hablar y la forma de hacerlo. Se publican antologías
tipificando y, lo que es más importante, cosificando el concepto del enfoque. Se
desarrolla una lucha de fuerza sobre la necesidad de institucionalizar el nuevo
enfoque obteniendo el control sobre los medios de transmisión y evaluación...
Eventualmente el nuevo enfoque se institucionaliza y hay representantes del mismo
en cada departamento de sociología. Se crea una nueva opción de estudio, y la
sociología se amplía para incluir unas cuantas identidades especializadas más:
etnometodológica, interaccionista simbólica, fenomenológica, estructuralista. La
gente dice que el tema está vivo y el rango de preguntas se ha extendido; ¡la
imaginación sociológica se ha visto revitalizada! Finalmente se asienta el polvo y
los estudiantes tienen unos cuantos enfoques más que aprender..."
Basil Bernstein
La Sociología de la educación: una breve reseña. (1975)
PRESENTACIÓN
En 1989 preparé una primera versión de este trabajo, que se publicó con el título de La sociología
de la educación. Breve panorama y bibliografía, en el N° 18 de la Serie de Investigación Educativa
de los Reportes de Investigación de la UAA. Una década más tarde, una actualización del texto
anterior se publicó en la misma Serie, con el número 38 y el título Las dimensión social de la
educación. Acercamientos sociológicos, antropológicos, demográficos y económicos.
En 2009, al hacerme cargo del seminario que ahora se llama Ciencias Sociales y Educación, de la
Maestría en Investigación Educativa, preparé este nuevo texto, que retoma muchos elementos del
anterior y añade algunos de los muchos que han aparecido en los últimos años, entre los que creo
conveniente destacar, por una parte, los que tienen que ver con la educación superior y, por otra, los
estudios sobre escuelas eficaces y otros trabajos novedosos, especialmente en lo metodológico. Esa
versión no fue publicada, y en 2011 se actualiza nuevamente con ligeras adiciones.
Los elementos nuevos ya existían en 1989, en forma incipiente, y en la revisión del 2000 no fueron
considerados por mí, aunque ya habían alcanzado un desarrollo importante; su inclusión corrige,
aunque sea parcialmente, dos de las muchas lagunas que sin duda tenía el trabajo. Pese a ellas creo
que podrá ser útil para alumnos que, en general, no están familiarizados con la literatura derivada
del trabajo de sociólogos y otros científicos sociales interesados en este campo.
El desfase cronológico con que se conoce en México la producción de otros países hace que textos
de más de 10 años de antigüedad se consideren novedosos. Las débiles tradiciones académicas y las
pocas bibliotecas especializadas agravan la situación. Este escrito pretende ayudar a investigadores
educativos en formación a subsanar tan seria deficiencia. La biblioteca de la UAA y las facilidades
de las modernas tecnologías de la información son una ventaja que los acostumbrados a trabajar sin
esos recursos envidiamos. Aunque muy imperfecto, espero que el mapa que ofrezco ayude a sus
lectores a internarse en el continente que describe, con mayor seguridad que si no dispusieran de él.
Felipe Martínez Rizo
Departamento de Educación, Universidad Autónoma de Aguascalientes
Julio de 2011
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INTRODUCCIÓN. DESARROLLO DE LA SOCIOLOGÍA EN GENERAL
Las ciencias sociales como hoy las conocemos se distinguen por ciertas formas de definir sus
objetos de estudio (teorías), así como por ciertas formas de abordarlos (metodologías). Estas
disciplinas se encarnan en grupos de estudiosos, instituciones, organizaciones académicas y
publicaciones, todo ello surgido a lo largo de un lento proceso, de las últimas décadas del siglo
XVIII a las primeras del XX. Comenzando por la historia y la filología, seguidas por la economía,
luego por la psicología y la antropología y, por último, por la sociología, estas disciplinas se fueron
constituyendo como campos autónomos de la filosofía y adquiriendo carta de naturalización en las
universidades. (Cfr. Collins, 1996)
Ese proceso tuvo lugar en Europa, en los países que tuvieron en distintos momentos el liderazgo en
lo económico, lo político y, consiguientemente, en lo intelectual, como Inglaterra y Francia. Por
razones diversas, algunas regiones jugaron un papel especial en este campo, como Escocia y Prusia.
En el último caso debe destacarse el papel de las nuevas universidades alemanas, desde la fundación
de la de Berlín en la primera década del siglo XIX. A fines de esa centuria, muchos profesores
universitarios de Inglaterra y Francia, así como los de Estados Unidos, consideraban necesario para
redondear su formación el culminar sus estudios con la obtención de un doctorado alemán.
En forma congruente con lo anterior, los inicios de la sociología en las últimas décadas el siglo XIX
y las primeras del XX tuvieron lugar en Europa, con los grandes padres fundadores que fueron
Karl Marx, Max Weber y Emile Durkheim. Posteriormente, sin embargo, la sociología se desarrolló
con mayor fuerza en los Estados Unidos.
El francés Augusto Comte fue quien acuñó el término sociología, pero sus planteamientos no eran
los de un estudioso de la sociedad en el sentido contemporáneo de esta expresión, sino los de un
filósofo. De hecho en la visión comteana la sociología se concebía como un sustituto de la teología,
en la perspectiva de una religión laica, que hoy se ve como algo contradictorio. Las bases de la
sociología como ciencia empírica se deben, pues, a los tres padres fundadores antes mencionados, dos
alemanes y un francés de cultura alemana.
El primero de los tres, en orden cronológico, fue Karl Marx, cuya herencia más importante se dio en el
terreno de la filosofía y la acción política, pero que también aportó nociones importantes para el
desarrollo de una disciplina empírica: las clases sociales y la lucha entre ellas como categoría básica
para el estudio de la sociedad; las nociones de infraestructura y superestructura, o la versión más
refinada de los niveles económico, jurídico-político e ideológico en el estudio de la sociedad; el
concepto de modos de producción y su relación con las clases sociales; la visión del estado como
instrumento de la clase dominante; o la noción de la ideología y de los aparatos ideológicos del estado.
Conviene añadir que los seguidores de Marx en el siglo XX sostuvieron versiones muy distintas de su
pensamiento: la que se impuso como ortodoxa por razones políticas, la versión de Lenin y luego Stalin,
posiblemente la más pobre intelectualmente pero la más influyente en lo político; las heterodoxas de
Trotsky o Gramsci, también más políticas que intelectuales; y versiones académicas tan diferentes
como la estructuralista de Althusser o Poulantzas, la praxeológica de Lowy o la humanista de Garaudy.
Max Weber aportó, entre otras ideas, una visión del conflicto diferente a la de los marxismos y más
rica, con las nociones de clase, estatus y poder. Otros aspectos de su rica obra incluyen las bases de las
modernas teorías de las organizaciones, y una visión contrastante con la de Marx sobre las relaciones
entre la infraestructura económica y la superestructura ideológica, con su famosa obra La ética
protestante y el espíritu del capitalismo.
El trabajo de Emile Durkheim es un antecedente de las principales corrientes sociológicas de la primera
mitad del siglo XX, el culturalismo y el funcionalismo, e incluyó aportaciones a la metodología de la
investigación social, con trabajos empíricos simples pero que anticipan ideas muy modernas, como los
relativos a las explicaciones del suicidio.
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El que el desarrollo posterior de la sociología no se diera en Europa, pese a haber nacido
allí, se entiende si se recuerda que, durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, el
viejo continente se vio afectado por prolongados períodos de crisis políticas y económicas. Pueden
mencionarse la guerra franco-prusiana de 1870; la Primera Guerra Mundial (1914- 1918) y los
inestables años que le siguieron; la llegada al poder de regímenes de tipo fascista o nazi primero en
la Italia de Mussolini, luego en la Alemania de Hitler así como en España, Portugal y países de
Europa Central; las crisis económicas que culminaron en la de los años veintinueve y treintas; y, por
último, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Todo ello explica que el clima para la
investigación y el desarrollo académico no fuera favorable y que las ciencias sociales no pudieron
desarrollarse con vigor en el viejo continente, donde habían nacido, y sólo pudieron retomar los
avances hasta la segunda mitad del siglo XX.
La pujanza económica que los Estados Unidos manifestaban desde después de la época de la guerra
de secesión (1860s), en cambio, y su posición privilegiada en las crisis mundiales, que lo afectaron
menos, o incluso lo favorecieron, hacen comprensible que también el medio académico fuera más
propicio para un desarrollo vigoroso, acogiendo muchas veces a los mejores científicos europeos en
su emigración.
De esta forma la institucionalización de la sociología, caracterizada por la creación de cátedras o
departamentos, la formación de carreras profesionales que condujeran a la obtención de un diploma,
la fundación de publicaciones periódicas especializadas, y la creación de institutos de investigación
con recursos propios, también especializados, para la realización de proyectos en el campo de la
disciplina, son fenómenos fundamentalmente norteamericanos durante la primera mitad de nuestro
siglo, y no empiezan a darse en Europa sino hasta los años cincuenta del siglo XX.
En los Estados Unidos fue Chicago la universidad en donde este proceso tuvo un inicio más
destacado, especialmente durante la Primera Guerra Mundial, convirtiéndose dicha institución en la
pionera de la sociología mundial y dando origen a la famosa Escuela de Chicago. Columbia tomó
el relevo, con la influencia de Merton y Lazarsfeld, constituyéndose años después en la nueva Meca
de la Sociología. (Bulmer, 1984; Halpern, 1973)
En los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX Chicago era la ciudad de mayor
crecimiento en los Estados Unidos y en el mundo. Una combinación de empresas agropecuarias y
pujantes industrias, como la automotriz, más los beneficios de la explotación del petróleo, la
convirtieron en un foco de atracción para sucesivas oleadas de migrantes, de Irlanda y países del
norte y centro de Europa (alemanes, polacos, suecos, etc.), y luego también de la región
mediterránea, en especial de Italia. A estos se añadieron numerosos negros de los estados sureños,
sobre todo cuando el país entró de lleno a la Primera Guerra Mundial. Luego comenzó a aumentar
el flujo de mexicanos.
Cada oleada de nuevos migrantes traía consigo la formación de subconjuntos dentro de la ciudad, en
los que se agrupaban los recién llegados de una misma nacionalidad. Los habitantes originales de
las zonas del centro de la ciudad se movieron hacia suburbios de nueva creación y estatus más alto,
en tanto que el centro se deterioraba y era ocupado por los recién llegados; cuando éstos conseguían
mejores trabajos se desplazaban a su vez hacia nuevos suburbios y dejaban el sitio a una nueva ola
de recién llegados. Lo anterior explica que el objeto de estudio privilegiado de la Escuela de
Chicago fuera la ciudad, con los procesos que tenían lugar dentro de ella, incluyendo el fenómeno
de las pandillas de jóvenes y sus actividades frecuentemente al margen de la ley.
En la década de 1930 se desarrolló la corriente teórica conocida con el nombre de culturalismo, por
el papel central del concepto de cultura, debido a la influencia de los antropólogos Bronislaw
Malinowsky y Franz Boas, y más directamente los discípulos del último, Alfred Kroeber, Ruth
Benedict y Margaret Mead, Ralph Linton. El culturalismo influyó en la lingüística, con Edward
Sapir, y en la sociología, con Robert Lynd.
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Debe señalarse también el peso intelectual del psicoanálisis de Sigmund Freud, cuya trilogía de
conceptos explicativos del comportamiento individual –id, ego, superego— fue retomada por la
nueva corriente para explicar los fenómenos sociales, en la forma de la trilogía análoga instintos,
personalidad de base y cultura. Se entiende así el sentido de la concepción de la cultura como
superego colectivo.
En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial otra escuela o corriente descolló y llegó a
dominar, al grado de que se pudo hablar de un paradigma, en el sentido que Thomas Kuhn dio a ese
término: el funcionalismo, heredero de las ideas de Durkheim y también de Malinowsky,
personalizado a mediados del siglo en la figura de Talcott Parsons.
La versión de esta corriente que encabezó Parsons se conoce como estructural-funcionalismo.
Nociones básicas de esta corriente, en parte compartidas con el culturalismo que lo antecedió, son las
de estratos sociales (en contraposición a la noción marxista de clase). El conjunto formado por los
conceptos de normas, valores y sistemas de legitimación, así como los de roles e instituciones.
Relacionados con esas nociones, la concepción de los procesos de socialización, control y cambio
social y movilidad.
En contraste con las ambiciones parsonianas de elaborar una teoría general de la sociedad, las
aportaciones al funcionalismo de otro de sus grandes autores, Robert Merton, destaca el papel de las
teorías de mediano alcance, e introduce distinciones clave como la de funciones latentes en
contraposición a manifiestas.
A partir de la década de 1950, la supremacía indudable del funcionalismo dejó el lugar a una gama de
corrientes teóricas y metodológicas, entre las que destacan el interaccionismo simbólico y
etnometodología, que recibieron la influencia de otro autor importante de la Escuela de Chicago, en el
campo de la psicología social: Georges Mead.
Entre los representantes destacados de esta corriente se pueden mencionar Alfred Schutz, Harold
Garfinkel y Aaron Cicourel. Una línea relacionada es la representada por Peter Berger y Thomas
Luckman, conocidos sobre todo por la obra La construcción social de la realidad.
El panorama reciente de la sociología incluye autores que continúan algunas de las corrientes clásicas,
actualizándolas de diversa forma. Por ello se habla de neofuncionalismo, neoculturalismo,
neomarxismo o teorías del conflicto. Hay, desde luego, corrientes nuevas, como las que prestan
especial al llamado enfoque de género, así como tendencias similares que privilegian ciertas
perspectivas consideradas étnicas, enfoques denominados posmodernos, etc.
Para comprender adecuadamente los cambios ocurridos en la sociología a partir de la década de
1950 es necesario considerar una dimensión de especial importancia: la que tiene que ver con
cuestiones filosóficas, en particular con las concepciones del conocimiento en general y de la
ciencia en particular, así como de las relaciones entre conocimiento y acción, entre teoría y práctica
o entre investigación y políticas o toma de decisiones.
Posiblemente más que ciertos conceptos teóricos, lo que unía a los sociólogos que trabajaban en los
Estados Unidos a principios de la década de 1950 era una concepción de la sociología y de las
ciencias sociales y humanas en general: el neopositivismo, que era la filosofía de la ciencia
predominante en ese momento, y que, por lo mismo, era adoptada, tal vez sin demasiada reflexión,
por los estudiosos del hombre.
Aunque desde los años 30 habían surgido importantes trabajos que ponían en cuestión dicha
corriente, no fue sino hasta fines de los años cincuenta y principios de los sesenta cuando en
realidad se puso en tela de juicio el monopolio del neopositivismo en el campo de la filosofía de la
ciencia (Martínez Rizo, 1997).
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En ocasiones se escucha la opinión de que el neopositivismo es una filosofía de la ciencia adecuada
para las que estudian la naturaleza, y especialmente para la física, pero inadecuada para las ciencias
que estudian al hombre. En realidad las fallas del neopositivismo hacen que sea una concepción de
la ciencia que tampoco se aplica adecuadamente a las ciencias de la naturaleza, aunque esto se haya
notado primero por lo que se refiere a las ciencias del hombre.
Por lo demás, el interés por el neopositivismo no era gratuito: esta corriente hacía destacar varios
aspectos que, si bien pueden ser inadecuados considerados en una forma simplista y absoluta, sí son
necesarios para una sana práctica de la ciencia, con tal que sean manejados correctamente,
situándolos en una concepción más amplia del conocimiento en general, de la ciencia en particular,
y de las relaciones entre el conocimiento científico y la acción: esos aspectos positivos incluyen las
exigencias de precisión y rigor, la importancia que se da al desarrollo de técnicas cada vez más
perfeccionadas de obtención y tratamiento de datos, la cuantificación y, en general, el valor que se
da al uso de lenguajes formales como las matemáticas. (Bouveresse, 1975)
Durante la década de 1950 y principios de la de 1960 asistimos a la crisis del neopositivismo y, en
forma simultánea, a la crisis de las corrientes teóricas en las diversas ciencias del hombre que
habían adoptado el neoposivismo como corriente filosófica: el funcionalismo en el campo de la
sociología, el conductismo en el campo de la psicología.
Si bien la crítica y superación del neopositivismo se han hecho desde diversos puntos de vista,
incluyendo varios que son frecuentemente confundidos con el que precisamente cuestionan (v.gr. el
racionalismo crítico de Popper, los planteamientos de Kuhn y Lakatos, la corriente de Sneed,
Stegmüller,y Moulines, etc.), los cuestionamientos más radicales provinieron de dos lados, siempre
en el terreno filosófico: la dialéctica y la hermenéutica.
Las corrientes teóricas que se opusieron por las mismas fechas al funcionalismo se relacionaron
también con una u otra de estas corrientes epistemológicas alternativas: el interaccionismo
simbólico, la sociología fenomenológica y la etnometodología se relacionan con la hermenéutica, en
tanto que las diversas tendencias neomarxistas y otras consideradas críticas, se relacionan con la
corriente dialéctica.
Al monopolio del funcionalismo siguió, a fines de los años 60 y principios de los 70, una época en
la que, yéndose hasta el otro extremo en una reacción explicable pero excesiva, se llegó a un
rechazo absoluto de todos los aspectos teóricos y epistemológicos del funcionalismo y el
neopositivismo, sustituyéndolos por planteamientos dialécticos y/o hermenéuticos, marxistas y
otros, frecuentemente simplistas y dogmáticos.
Al terminar el siglo XX parecía posible sostener que tendían a prevalecer puntos de vista más
matizados y cercanos a lo que puede considerarse un razonable equilibrio, tanto en lo sociológico
como en lo epistemológico, de suerte que las acertadas críticas que se hicieron al neopositivismo de
los años cincuenta no eliminen los aspectos positivos que tenía dicha corriente, sino que los integran
en una síntesis superior.
Sigue sin imponerse ninguna línea como nuevo paradigma, y aún enfoques que se creían
moribundos, como el culturalismo y el funcionalismo, dan muestras de vitalidad, al lado de
neomarxismos, teorías críticas y del conflicto, feministas etc. En lo metodológico, las guerras
paradigmáticas, tan antiguas, conocieron momentos álgidos en las últimas décadas del siglo XX y
vuelven a tenerlos, con otros matices, en la primera del XXI. (Martínez Rizo, 2000 y 1997: 119-
135; 191-216; 247-285; Phillips, 2006 y1997).
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SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN. PANORAMA HISTÓRICO-TEMÁTICO
De los padres fundadores de la sociología, Durkheim fue quien más escribió específicamente en
relación con la educación. Sin embargo, sus trabajos no tuvieron continuidad inmediata, habiendo
sido recuperados hasta mucho después en forma sistemática. En los Estados Unidos Lester Ward es
considerado el principal predecesor de la subdisciplina, con su obra Dynamic Sociology de 1893.
Como suele suceder en cualquier campo emergente del conocimiento, el desarrollo de la sociología
de la educación, a lo largo del siglo XX, se caracterizó por la aparición sucesiva de corrientes que
debieron luchar con las anteriores para obtener el reconocimiento requerido en el proceso de ocupar
plazas académicas, controlar departamentos, establecer agrupaciones profesionales y publicaciones
especializadas que caracteriza el desarrollo de las disciplinas científicas, y refleja tan bien la cita de
Basil Bernstein utilizada como epígrafe de este texto.
1. De la Educational Sociology a la Sociology of Education
La primera escuela que hay que mencionar en el campo que nos ocupa tiene una situación
particular: se trata de la llamada Educational Sociology. A pesar de este nombre, estrictamente
hablando no se trata de una corriente sociológica, entendiendo la sociología como una ciencia
nomotética. Se trata, más bien, de una mezcla de planteamientos filosóficos y pedagógicos, de
carácter normativo (cómo debería ser la educación), acompañados por observaciones de carácter
empírico (cómo ES en realidad tal situación educativa), observaciones hechas en forma no
sistemática, muchas veces aguda, pero sin una metodología aplicada sistemáticamente.
Esta corriente tuvo como iniciador al gran filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey, cuya
obra influyó fuertemente en la educación norteamericana y, consiguientemente, en la educación en
todo el mundo; pero, como ya se ha dicho, estrictamente hablando no se puede considerar que se
trata de una corriente sociológica. Con la implantación del funcionalismo como corriente
sociológica predominante, en cambio, se pudo asistir a la aparición de trabajos estrictamente
sociológicos, de corte funcionalista, que analizaban diferentes aspectos educativos. Es clásico el
trabajo del autor más importante de la corriente, el mismo Talcot Parsons sobre la clase escolar
como sistema social (1959).
Para distinguirse de los practicantes de la Educational Sociology, los sociólogos interesados por el
campo de la educación utilizaron otra expresión, que también se volvió característica, para
denominar sus esfuerzos: Sociology of Education.
Estas dos corrientes se opusieron durante cierto tiempo, hasta que la segunda se impuso como
corriente sociológica, institucionalizándose y haciendo que la expresión consagrada por ella se
impusiera como designación legítima del campo en cuestión, en los nombres de asociaciones
profesionales o subgrupos dentro de las mismas, publicaciones periódicas, etc. (Alonso Hinojal,
1980). El año de 1963, en que el antiguo Journal of Educacional Sociology cambió su nombre por
Sociology of Education puede considerarse la culminación de un proceso cuyos inicios pueden
fecharse en 1949, cuando Brookover propuso la utilización de la nueva expresión.
Por la misma época (fines de los años 50 y principios de los 60) se desarrollaron importantes
trabajos en el campo de la economía, analizando el significado de la educación en términos
económicos (¿inversión o gasto?), en el contexto de la problemática desarrollo-subdesarrollo.
Si bien estos últimos trabajos no son sociológicos sino, precisamente, económicos, su estrecha
relación con la Sociología de la Educación hace que se incluyan en este estudio, tanto los primeros
(la teoría del capital humano, desarrollada por autores como Schultz, Becker y Mincer, y la
corriente de la funcionalidad económica de la mano de obra –manpower approach— debida a los
trabajos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE) como los
posteriores, que constituyeron reacciones de tipo crítico.
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Las crisis del neopositivismo y del funcionalismo, a las que ya se hizo mención, se extendieron
también al campo de la sociología de la educación. De esta forma se asiste, a fines de los años
sesenta y principios de los setenta, tanto al resurgimiento de los trabajos de orientación marxista,
como a la aparición de la llamada New Sociology of Education.
2. El empirismo metodológico
Muchos autores de los años 50 y 60, como seguirá ocurriendo después, daban gran importancia a la
perspectiva teórica que orienta sus trabajos empíricos. Pero hay otro importante conjunto de
trabajos que abordan cuestiones relevantes en el campo de la sociología de la educación, cuyo
énfasis es definitivamente empírico, con escasos referentes teóricos, por lo menos explícitos. Los
autores de este tipo de estudios seguramente tienen afinidad o simpatía con determinados enfoques
teóricos, pero sus trabajos enfatizan la obtención de información empírica, sin entrar a la discusión
teórica, que no se descarta expresamente pero sí, por lo menos, se pospone. Karabel y Halsey han
designado este tipo de trabajos con la etiqueta de empirismo metodológico (1977).
En forma natural, ese relativo desinterés por lo teórico es especialmente marcado en el caso de los
trabajos que no se hacen en contextos puramente académicos, sino en dependencias o programas
muy vinculados con la toma de decisiones: la investigación aplicada a la planeación y la evaluación
educativas, o la investigación sobre políticas (institutional research, policy research), son ejemplos
de este tipo de trabajos, que no es fácil adscribir a una corriente teórica en particular, y parecería
mejor agrupar con los mencionados, de tipo empirista metodológico.
En Inglaterra hay una larga tradición en este sentido: desde los años 30, y retomando la expresión
acuñada en el siglo XVII por William Petty, political arithmetic, comenzaron a desarrollarse
trabajos de tipo demográfico, por estudiosos que situaban dentro de la tradición de izquierda
moderada, características del laborismo inglés, y se preocupaban por documentar la idea de que los
niños de diferentes medios sociales tenían diferentes posibilidades de acceso a los beneficios de la
educación, existiendo una clara discriminación que debería suprimirse, si se pretendía que se
concretaran las aspiraciones de justicia e igualdad. Esta tradición fue continuada en los
departamentos de sociología, dando lugar a importantes trabajos empíricos sobre las desigualdades
educativas; si bien estos trabajos no escapaban, dado su tiempo, al dominio del neopositivismo
como filosofía de la ciencia predominante, también lo es que no puede adscribírseles simplemente
al funcionalismo, que miraban con explícito recelo (Karabel y Halsey 1977).
En los 50 y los 60, además de sociólogos como A. H. Halsey y J. F. Floud, que continuaban esa
tradición, se realizaron importantes estudios por comisiones especiales constituídas ad hoc por el
ministerio de educación en un organismo especial, el Central Advisory Council for Education
(CACE). Algunos de los estudios de este organismo hicieron época, como el informe Robbins sobre
educación superior o el informe Plowden sobre la educación básica.
En los Estados Unidos se han desarrollado también importantes estudios que hay que adscribir al
empirismo metodológico. Sin duda el más trascendente fue el famoso informe dirigido por James S.
Coleman, difundido el 4 de julio de 1966. Realizado a instancias del Congreso norteamericano, para
justificar los recursos solicitados por Lyndon Johson para apoyar a las escuelas de población negra
en el marco de su política de guerra contra la pobreza, este monumental trabajo, sobre una muestra
de más de 500,000 escolares de todo el país, desencadenó una polémica cuyos ecos llegan hasta
nuestros días al propiciar el cuestionamiento de la escuela misma y, al mismo tiempo, de la
investigación educativa.
Para entender los efectos del Informe Coleman conviene recordar brevemente sus principales
hallazgos: en primer lugar, el Informe confirmó lo que se sabía previamente, en el sentido de que el
rendimiento escolar de los alumnos de ciertos grupos étnicos, como los negros y los hispanos, era
inferior en promedio, en un grado significativo, al de los niños de hogares blancos. Debe señalarse
que el Informe encontró también que el desempeño promedio de los niños de origen asiático era
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superior, también en promedio, al de los blancos, pero este hallazgo no recibió la atención que
parecería merecer. En segundo lugar, el Informe Coleman corroboró también los hallazgos en el
sentido de que el rendimiento escolar está claramente asociado con el nivel socioeconómico de la
familia de los alumnos, lo que a su vez está relacionado con el grupo étnico de pertenencia.
Pero el hallazgo más importante, en tercer lugar, fue el de que el rendimiento mostraba escasa
relación con las características de las escuelas: independientemente de que se tratara de escuelas
bien o mal dotadas, de que tuvieran buenas o malas instalaciones, laboratorios y bibliotecas, de que
los profesores tuvieran mayor o menor escolaridad, el aprendizaje de los alumnos parecía casi
exclusivamente relacionado con las características étnicas y socioeconómicas de sus familias.
Si recordamos que el trabajo de Coleman y sus colaboradores se desarrolló en la época en que el
movimiento de Luther King buscaba apenas el reconocimiento de derechos elementales para los
negros, cuando la Guerra de Vietnam alcanzaba sus momentos más álgidos, y los movimientos
pacifistas confluían con los que reivindicaban los derechos civiles, podemos imaginar el impacto
del estudio.
Pero las reacciones ante los resultados de Coleman se dieron en dos direcciones polarmente
opuestas: unos autores se inclinaron por explicaciones de tipo biológico, que atribuían a la herencia
de rasgos supuestamente raciales la explicación de las diferencias de los resultados. En forma
simplificada: los negros son inferiores.
En el otro extremo, otros investigadores enfatizaron la importancia de las limitaciones y pobreza del
entorno social y familiar de los alumnos de bajo rendimiento considerando que, para lograr mejores
resultados de aprendizaje lo necesario no eran mejores escuelas, sino una revolución social que
eliminara las desigualdades de origen.
Pese a sus profundas diferencias ambas posturas tenían un punto importante de coincidencia: la
convicción de que el peso de la escuela y los elementos que puede aportar era insignificante, sea
frente a la raza, sea frente a la clase social de los alumnos: la escuela no cuenta.
A partir de lo anterior puede entenderse la reanudación, en los años 70 del siglo XX, y en forma
particularmente intensa, de la polémica herencia vs medio o nature vs nurture, que desde el XIX se
había dado en algunos medios.
También se explica el predominio de los trabajos de tipo macro y el correlativo desinterés por los
que se acercaran a lo que ocurría en el interior de escuelas y aulas. ¿Para qué perder tiempo en ese
tipo de estudios, si de todas formas lo importante ocurría en otra parte? Teniendo esto presente
podrá entenderse lo novedoso que resultaron los trabajos de orientación micro que caracterizaron a
la New Sociology of Education de los años 70 y posteriores del siglo pasado.
En la línea abierta por Coleman, y explorando los diversos ángulos de la polémica herencia-medio,
a principios de la década de 1970 se realizaron trabajos como los de Jencks y otros, y diversos
estudios sobre la movilidad social y la educación, con la peculiaridad de que dieron lugar a
importantes desarrollos metodológicos, incorporando definitivamente el análisis multivariado al
arsenal de la metodología sociológica, en la forma de modelos de regresión múltiple y,
particularmente del path analysis, con el trabajo de Otis Dudley Duncan, Peter Blau, David
Featherman, Robert Hauser y otros.
A mediados de los 70 comenzaron también a difundirse los resultados de un gran estudio
longitudinal con una muestra de Wisconsin, trabajo en el que se aplicaron las técnicas antes
mencionadas en la forma más avanzada, con diversos refinamientos metodológicos; por ello este
tipo de acercamiento ha llegado a conocerse popularmente con la expresión Wisconsin model.
(Trent, Braddock y Henderson, 1985)
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En otros países ha habido también trabajos importantes, tanto en apoyo a la toma de decisiones –por
ejemplo los estudios de dependencias oficiales francesas que difunde la revista Population— como
por parte de investigadores cuya obra entra en la categoría de empirismo metodológico, como
Raymond Boudon en Francia y el trabajo a nivel internacional (estudios comparativos de niveles de
aprendizaje en diversos países) de la International Association for Educational Achievement
Assessment (IEA), cuyo más destacado promotor ha sido el sueco Torsten Husén.
3. Neomarxismo y New Sociology of Education
En la estela dejada por los debates post-Coleman, por otra parte, y como se ha mencionado ya, en la
década de 1970 se dio también el cuestionamiento de la Sociology of Education convencional por el
neomarxismo y la New Sociology of Education. Esta última expresión refleja los esfuerzos por
adquirir legitimidad de un nuevo grupo de investigadores que, al adoptar una etiqueta diferente, que
subrayaba la novedad del planteamiento emergente, trataban justamente de deslindar los terrenos,
identificando a la nueva corriente o al conjunto de tendencias que la conformaban, distinguiéndola
claramente del funcionalismo predominante con el que se identificaba la Sociology of Education.
La New Sociology of Education se concibe a veces en forma muy amplia, englobando trabajos de
orientación epistemológica hermenéutica o dialéctica y -desde un punto de vista teórico- de
inspiración tanto marxista como interaccionista, fenomenológica, u otra, incluyendo la reaparición
de influencias de Weber y Durkheim. (Karabel y Halsey, 1977)
Si bien no es raro ver mezclarse diversas corrientes, por el hecho de que todas se opongan al
funcionalismo y al neopositivismo clásicos, en realidad las separan diferencias fundamentales, por
lo que es importante tratar de considerar tanto los elementos comunes como las diferencias.
Además de los aspectos teóricos y los epistemológicos, los trabajos de la sociología de la educación
se distinguen muchas veces por otro rasgo: la temática que atienden.
Hay trabajos macro, que se interesan ante todo por la relación de los fenómenos educativos con
otros elementos dentro del conjunto social, particularmente con cuestiones de estratificación y
movilidad social, preguntándose, por ejemplo, en qué medida la escuela contribuye a disminuir o a
aumentar las desigualdades; en qué medida el desempeño de los estudiantes dentro de la escuela, a
su vez, está condicionado o determinado por ciertas variables del entorno social; en qué medida la
educación es funcional o disfuncional para el sistema económico, preparando mano de obra
calificada o no, inculcando a los trabajadores, en sus años escolares, determinados valores,
aptitudes, o elementos ideológicos congruentes con el sistema económico, entre otras.
Por otra parte, hay otra serie de trabajos que atienden una problemática más bien de tipo micro,
interna a las instituciones y planteles educativos, centrada en la observación de las interacciones
entre maestros y alumnos en el aula, la influencia en el trabajo de los alumnos de la manera en que
son percibidos por el maestro, la forma en que éste los etiqueta, interactúa con ellos, etc. Si bien es
más frecuente encontrar trabajos interaccionistas de tipo micro y trabajos marxistas de orientación
macro, no existe una relación unívoca entre inspiración teórica y problemática. Para tratar de tener
en cuenta estas diferencias, conviene distinguir los trabajos de la tradición neomarxista y, por otra
parte, la familia que llamaremos propiamente New Sociology of Education.
Por lo que respecta al marxismo, incluiremos los trabajos sociológicos de inspiración althusseriana
(Baudelot y Establet, ya que Althusser mismo nunca pretendió hacer investigación sociológica, si
bien su famoso trabajo sobre los aparatos ideológicos del Estado inspiró a otros); los trabajos de los
neomarxistas americanos como Carnoy, Levin, Bowles y Gintis; la línea derivada de la escuela de
Frankfurt que suele conocerse con la expresión teoría crítica, y autores como Michel Apple, Peter
Mc Laren y Henry Giroux.
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En la New Sociology of Education, por otra parte, incluimos trabajos ingleses (a partir de la obra
Knowledge and Control: New Directions for the Sociology of Education, editada por Young en
1971), con autores como Nash, Delamont, Stubbs y Galton.
Si se observan los títulos de algunos trabajos de esta corriente puede advertirse su interés por
analizar lo que pasa en el interior de los planteles educativos y de las aulas: Inside the Primary
Classroom (Galton et al 1980); Life in the Classroom and Playground (Davies 1982); Moving
from the Primary Classroom (Galton y Willcocks. 1983); Inside the Secondary Classroom
(Delamont y Galton, 1986); Inside Schools (Woods 1986).
Al lado de los trabajos de enfoque propiamente sociológico, se han vuelto cada vez más frecuentes
otros de tipo antropológico, que se ubican dentro de la corriente llamada de etnografía de la escuela,
como el de Woods que se acaba de citar. (cfr. Ogbu: 1985)
Para comprender la novedad que representó en Inglaterra el surgimiento de la New Sociology of
Education en la década de 1970 resulta interesante retomar párrafos escritos en esa época por uno
de los líderes indiscutidos del campo en aquel momento en el Reino Unido.
Según Basil Bernstein, a partir de la Segunda Guerra Mundial los acercamientos sociológicos a la
educación en Inglaterra cambiaron en formas que era interesante analizar. En su opinión, en los
años 50 había pocos departamentos de sociología sólidos fuera de Londres y de Leicester y los
temas clave tenían que ver con las necesidades de mano de obra y la igualdad social. En ese marco
se prestaba atención a la estructura organizacional de las escuelas, los orígenes de la inteligencia y
sus relaciones con el desempeño escolar, para atender la preocupación principal de evidenciar las
fuentes institucionales de desigualdad en la educación. A mediados del siglo XX las encuestas sobre
el "desperdicio educativo" sustituyeron a las que estudiaban la pobreza 50 años antes.
Siempre según Bernstein, en esa época sólo dos sociólogos importantes (Floud y Halsey) trabajaban
en forma sistemática el campo de la sociología de la educación que no era un tema obligado en los
estudios de sociología de nivel licenciatura. Nos informa que fue hasta 1964 cuando se estableció el
primer curso de maestría en el área en el Instituto de Educación de la Universidad de Londres.
Nuestro autor afirma que los estudios de los dos sociólogos mencionados desarrollaban los trabajos
sobre movilidad social de Glass en la London School of Economics, y que tenían las marcas
características de la sociología aplicada británica: ateórica, pragmática, descriptiva y orientada a
la formación de políticas, y añade que difícilmente podía haber habido otra alternativa en esa época.
Bernstein señala luego que en Inglaterra la expansión de la sociología de la educación ocurrió a
partir de mediados de los años 60, cuando se introdujo en los colleges y departamentos de institutos
de educación, en el momento en que en los Estados Unidos cobraban vigor nuevas perspectivas
sociológicas: el marxismo, la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la etnometodología
que son diferentes pero comparten algunos rasgos. Según nuestro autor era posible afirmar que el
énfasis pasaba de la estructura organizacional de las escuelas al contenido de la enseñanza y que
el incentivo para cambiar los currículos surgía de las dificultades que pasaban las escuelas
secundarias para educar a los niños que no provenían ya de la élite.
Bernstein cree posible seguir la pista de ciertas influencias que llevaron a un nuevo enfoque de la
Sociología de la Educación en Estados Unidos e Inglaterra. A su juicio, para apreciar la magnitud
del cambio basta comparar el contenido de los libros de texto de Ottaway, Musgrave y Banks, y la
antología editada por Halsey, Floud y Anderson, representativos del enfoque anterior, con la
colección de ensayos de Young y la antología School and Society de la Open University, en los que
ya se reconoce un nuevo acercamiento a la Sociología de la Educación que, al menos en parte, es
una respuesta de la nueva generación de sociólogos a los cambios intelectuales dentro de la
sociología y a su contexto personal y político. El autor que estamos siguiendo compara ambos
enfoques en estos términos:
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Los dos enfoques comparten una preocupación por lo que se refiere a las relaciones entre
las clases, la selección y la igualdad. Sin embargo el primero pone el énfasis en las
relaciones macroestructurales, en la medida en que controlan las relaciones entre niveles
educativos, los rasgos organizacionales de las escuelas y sus principios selectivos y las
interrelaciones con la división del trabajo, la estratificación y la movilidad social... el
segundo centra su atención en las propiedades cognoscitivas de las escuelas y se preocupa
por estudiar la base social de lo que se define como el conocimiento educativo... los
currículos, la pedagogía y las formas de evaluación se ponen bruscamente en el centro de
la atención y se exploran sus supuestos ideológicos y formas de legitimación... mientras que
la principal técnica de investigación del primer enfoque eran encuestas basadas en grandes
poblaciones, por medio de cuestionarios cerrados, el segundo acercamiento favorece los
estudios de caso de actividades en desarrollo, en donde toman un papel importante la
observación participante o las grabaciones de sonido e imagen, para la construcción de
cuidadosas descripciones de tipo etnográfico, aún poco conocidas en este país. Es habitual
caracterizar el primer acercamiento como estructural-funcionalista, pero si uno lee
cuidadosamente a Floud y Halsey, encontrará que ellos señalan específicamente las
limitaciones de tal perspectiva... lo que es interesante es que el nuevo enfoque no es
estrictamente hablando uno, sino que está formado por una variedad de acercamientos
(algunos de los cuales están en oposición entre sí) que han sido descritos sumariamente
más arriba. Como resultado de esto, ha habido un refrescante aumento en el rango y tipo
de cuestiones que podemos preguntar... sin embargo, aún quedan sin responder preguntas
mayores, o sólo están respondidas en un alto nivel de abstracción..." (Bernstein 1975).
4. Otros autores destacados
Además de los trabajos a los que se aplica mejor la etiqueta de New Sociology of Education, hay
autores cuya importancia y originalidad impide adscribirlos a alguna corriente. Se trata de
personalidades que integran elementos provenientes de diversos campos y cuyas síntesis y
aportaciones propias los ubican como cabeza de fila o creadores de escuelas nuevas.
Es el caso del mismo autor que se acaba de citar ampliamente, Basil Bernstein, cuya obra integra
elementos de Durkheim y Marx con aspectos lingüísticos y abrió un profundo surco en la sociología
de la educación inglesa desde la segunda mitad de la década de los años 50.
Otro nombre fundamental, conocido en Francia desde mediados de los 60, y cuyo trabajo se impuso
en el mundo de lengua inglesa dos y tres décadas más tarde, es el de Pierre Bourdieu,
frecuentemente caracterizado como marxista, pero a su vez rechazado por los seguidores ortodoxos
de Marx y que, en realidad, partiendo de la antropología y de Levy Strauss, integraba también
elementos durkheinianos, weberianos y marxistas con importantes aportaciones originales.
La combinación de elementos provenientes de Weber, al lado de otros de origen marxista, distingue
a otro estudioso, Randall Collins. Podría citarse también a Margaret Archer, cuyas aportaciones
renuevan, en forma sumamente original, el interés por aspectos macrosociológicos que en la
sociología británica habían pasado a segundo término. (Bidwell y Friedkin 1988).
5. Sociología de la educación superior
En 1973, un destacado exponente de esta subespecialidad, Burton R. Clark, publicó un importante
artículo, en el que presentaba el estado de los trabajos de tipo sociológico que tenían como objeto de
estudio precisamente la educación superior. Clark menciona antecedentes anteriores, como un trabajo
de Veblen en 1918, pero señala que el desarrollo de esta área particular de la sociología de la educación
se dio principalmente después de la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de la fuerte expansión de
ese nivel educativo en los Estados Unidos y, con cierto desfase temporal, en Europa y otros países de
alto nivel desarrollo, y luego en países menos avanzados.
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Según Clark, para la década de 1960 se habían producido suficientes trabajos en relación con algunos
temas particulares, que justificaban el considerarlos como líneas bien establecidas: los estudios sobre la
desigualdad en los niveles educativos superiores; los relativos a los efectos de los años pasados en la
universidad sobre los estudiantes –teniendo en cuenta que en muchos casos lo anterior significa vivir en
una residencia estudiantil en el campus de un college—; los trabajos sobre el personal académico de las
instituciones de educación superior; y los que toman como objeto de estudio a las instituciones
universitarias mismas. (Clark, 1973)
En una obra reciente, Patricia Gumport retoma el trabajo anterior, y revisa el desarrollo de los trabajos
de tipo sociológico sobre educación superior desde entonces. Encuentra que un cuarto de siglo después
del trabajo de Clark, las cuatro líneas que él identificaba han seguido consolidándose, y se les han
añadido otras cuatro: el estudio de la educación superior como tal; el de departamentos académicos
particulares; el estudio de la creciente diversidad de alumnos y académicos; y los análisis de las
políticas públicas en educación superior desde una perspectiva sociológica. (Gumport, 2007)
6. Investigación sobre escuelas eficaces
Como se dijo antes, el Informe Coleman produjo dos tipos de reacciones opuestas diametralmente en
muchos aspectos, pero coincidentes en un punto: en que la escuela sería incapaz de producir cambios
significativos en el rendimiento de los alumnos, que estaría determinado en forma caso completa sea
por los rasgos biológicos heredados de los padres, o por las condiciones socioeconómicas del hogar. De
manera simplificada, y en términos que hoy suenan obsoletos, por la raza o por la clase social.
Aunque muchos trabajos posteriores han confirmado la importancia de las condiciones del hogar, la
interpretación simplista de los resultados del Informe Coleman chocaba con la experiencia de muchos
educadores y padres de familia, que podían ver la diferencia palpable que distingue a las mejores
escuelas de las menos buenas, y precisamente en lo relativo al rendimiento de los alumnos.
Por poco que se busque, es fácil encontrar ejemplos precisos de escuelas y de maestros que hacen la
diferencia; escuelas y maestros que consiguen resultados sorprendentes con niños de medios muy
desfavorables. En sentido contrario, se encuentran igualmente ejemplos de escuelas y maestros cuyos
alumnos obtienen resultados muy inferiores a los que su entorno permitiría esperar.
Los estudios en gran escala que hoy abundan y apenas comenzaban a diseñarse en 1960 muestran que,
si bien hay una correlación no pequeña entre el Estatus Socioeconómico de los alumnos de una escuela
y sus resultados en pruebas de rendimiento, hay numerosas excepciones, con escuelas de alto y bajo
rendimiento en todos los niveles socioeconómicos del alumnado.
Por ello, una reacción más del Informe Coleman fue el surgimiento de un creciente número de estudios
de caso, que estudiaron en profundidad escuelas que presentaban situaciones interesantes, precisamente
porque salían del patrón dominante. En las décadas siguientes esos trabajos dieron lugar a una línea de
investigación que en la primera del siglo XXI es, sin duda, de la mayor importancia: la que se conoce
con la expresión de School Effectiveness Research, estudios sobre escuelas eficaces o eficacia escolar.
Un caso destacado fue el trabajo publicado con el sugestivo título de Quince mil horas, en alusión al
tiempo que pasa un alumno en la escuela a lo largo de la educación básica (Rutter et al. 1979). Los
títulos de otros trabajos pioneros de esta tendencia son representativos de su espíritu, como el de
Brookover y colaboradores Las escuelas, los sistemas sociales y el desempeño de los alumnos: las
escuelas pueden hacer la diferencia (1979).
Javier Murillo (2005) recapitula la historia de esta corriente aprovechando estudios previos, incluso
el de Reynolds y Teddlie (2000), que reseña los trabajos de los países en que se ha desarrollado con
más fuerza. Tras considerar otras periodizaciones, Murillo organiza su revisión de la historia de las
investigaciones sobre escuelas eficaces en cuatro etapas.
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La etapa inicial, desde la aparición del Informe Coleman, en 1966, hasta 1979, traslapándose con la
etapa siguiente, si se consideran los análisis secundarios del mismo Informe. Murillo señala, sin
embargo, que antes de Coleman, desde la primera mitad del siglo XX, en los Estados Unidos se
desarrollaron investigaciones que analizaban la influencia en el aprendizaje de aspectos como los
métodos de enseñanza y algunos recursos de las escuelas. Un efecto no valorado del Informe
Coleman fue, al parecer, hacer que se perdieran de vista esos trabajos.
La etapa de los primeros estudios (1971-1979), desde la aparición del trabajo de Weber (1971)
sobre las historias de éxito de cuatro escuelas que conseguían resultados notables con alumnos de
barrios urbanos pobres, hasta el trabajo de Edmonds (1979), que recapitula los resultados de
estudios sobre los factores que explicarían el éxito de las escuelas sobresalientes.
Edmonds propone el conocido modelo de cinco factores: liderazgo fuerte; énfasis en las habilidades
básicas; clima seguro y ordenado; altas expectativas sobre el desempeño de los alumnos;
evaluaciones frecuentes. (Cfr. Scheerens y Bosker, 1997: 146)
La etapa de consolidación (1979-1986), cuya fecha inicial es definida por la aparición de los dos
trabajos clave ya citados: el de Rutter et al. (1979) y el de Brookover et al. (1979). En los años
siguientes aparecieron trabajos que representaron avances tanto en lo relativo al rigor metodológico
(calidad de la recolección de información, del análisis de los datos y de los controles para delimitar
la influencia de cada factor), como en lo que se refiere a la conceptualización subyacente. La fecha
en que termina la etapa es definida por Murillo por el inicio de la siguiente, precisamente con un
criterio metodológico.
La etapa de los estudios multinivel (a partir de 1986). La introducción de los modelos de
regresiones lineales jerárquicas, o multinivel, en las investigaciones que estudian los efectos de
diversos factores sobre el rendimiento escolar, representó un avance metodológico importante
respecto de los modelos no jerárquicos previamente utilizados.
Murillo hace comenzar la cuarta etapa de los estudios sobre la eficacia escolar con la aparición del
trabajo de Aitkin y Longford (1986), que marca el inicio del uso de dichos modelos multinivel.
Desde entonces los avances metodológicos han continuado, al igual que avances teóricos; destaca la
inclusión de elementos de aula (efectos de instrucción) y del contexto en los análisis multinivel
(2004: 40-41).
Tras su desarrollo en países de alto nivel de desarrollo, más recientemente este tipo de trabajos se ha
extendido también a España y América Latina (Cfr. Murillo, 2003 y Varios, 2008). Para tener una
perspectiva crítica sobre estos trabajos, puede verse Slee, Weiner y Tomlinson, 2001.
7. Otros trabajos metodológicamente novedosos
Se ha mencionado ya cómo los estudiosos de fenómenos educativos desde el punto de vista de la
sociología y la economía, a partir del estudio pionero de Coleman y los trabajos sobre movilidad
social, comenzaron a utilizar herramientas estadísticas complejas, en particular modelos de
regresión múltiple y path análisis.
Por lo que se refiere a los Estados Unidos, se ha mencionado en este sentido el trabajo de Otis
Dudley Duncan, Peter Blau, David Featherman y Robert Hauser, así como el Modelo de Wisconsin.
Se han señalado también trabajos franceses como los de Boudon, y otros que se han clasificado
dentro de la línea del empirismo metodológico, como los de la IEA.
Las herramientas estadísticas disponibles en la década de 1960, sin embargo, eran limitadas, y los
desarrollos que han tenido lugar posteriormente permiten ahora hacer estudios de los que se derivan
resultados más precisos y consistentes que en el pasado.
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Estudios de la eficacia escolar con modelos lineales jerárquicos
Además de la comparación del aprendizaje de los alumnos en el nivel de los sistemas educativos,
las evaluaciones en gran escala permiten también ciertos análisis de la importancia de los factores
del hogar y el medio social en que viven los chicos, en relación con los factores que pertenecen al
ámbito de la escuela. Por ello los trabajos sobre eficacia escolar no se limitan a estudios de casos
ejemplares, analizados en profundidad con acercamientos cualitativos, sino que aprovechan la
creciente disponibilidad de resultados de evaluaciones en gran escala, para llevar a cabo ese tipo de
análisis, mediante modelos estadísticos que permiten distinguir la influencia de factores individuales,
de la escuela y del entorno más amplio, en particular los modelos lineales jerárquicos o multinivel.
Aunque los principios de muchos avances recientes en el campo de la estadística se pueden encontrar
desde mediados del siglo XX, la complejidad de los cálculos que implican hizo que su uso sólo se
extendiera cuando la disponibilidad de computadoras de escritorio y portátiles cada vez más poderosas
los puso al alcance de cualquier estudioso. Otra condición para utilizar modelos lineales jerárquicos es
que se necesita contar con información de un número considerable de escuelas y alumnos, para tener
razonable probabilidad de que los resultados obtenidos no se deben simplemente al azar. Esta
condición se cumple ahora con más frecuencia que en el pasado, como resultado de la aplicación de
pruebas estandarizadas en gran escala, con cuestionarios de contexto, de las que se derivan bases de
datos de muestras muy grandes.
Los análisis que se hacen de los resultados de eso grandes operativos suelen incluir información sobre
la proporción de la varianza total de los resultados que se encuentra entre unas escuelas y otras, en
contraposición a la proporción que se da entre los alumnos, dentro de cada escuela. No hay que perder
de vista que se trata de proporciones complementarias; en el caso de análisis de dos niveles, y en
términos porcentuales, la suma de las dos siempre será igual a cien.
En muchos casos, en especial en los países cuyos alumnos obtienen mejores resultados globales en las
pruebas de rendimiento, la primera de esas dos proporciones (la varianza entre escuelas) es bastante
menor a la segunda, y no es raro que el dato se interprete en la misma forma equivocada que se hizo
con los resultados del Informe Coleman, en términos causales, de lo que son ejemplos expresiones
como la siguiente: la proporción de la varianza atribuible a la escuela es mucho menor que la que se
debe a los factores del entorno.
Los resultados de competencia lectora en las pruebas PISA de 2000, por ejemplo, muestran q ue
la proporción de la varianza entre escuelas respecto al total es muy baja en los países escandinavos –
Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia, así como Dinamarca— y en algunos países de habla inglesa,
como Nueva Zelanda, Canadá e Irlanda y Australia. En estos países la varianza entre escuelas
representa menos del 20% de la varianza total, por lo que más del 80% se presenta entre los alumnos,
dentro de cada escuela. Estos datos propician la interpretación incorrecta de que la mayor parte de la
variación de los resultados sería atribuible al entorno social y familiar de los alumnos, en tanto que una
proporción reducida sería imputable a la escuela. El eco del informe Coleman resuena aún: la escuela
no puede hacer gran cosa frente al entorno de los alumnos.
En esas mismas pruebas, los países en que la proporción de la varianza entre escuelas es menor son
Hungría, Polonia, Austria, Bélgica y Alemania, seguidos por Italia, la República Checa y México, así
como por Grecia. En todos estos casos la proporción de la varianza entre escuelas es superior al 50%,
mayor, por consiguiente, a la de la varianza intraescuelas, que es en esos casos menor a 50%.
Si la interpretación errónea mencionada fuera correcta, deberíamos concluir que en estos países,
incluido México, la escuela tiene un peso mayor en los resultados que en los países del primer grupo.
Se advierte también, sin embargo, que los países con menores proporciones de la varianza entre
escuelas presentan resultados claramente superiores, en general, a los de los países con altas
proporciones de esa varianza. Este dato hace pensar que la interpretación en términos causales no es
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correcta. Lo que en realidad significa la proporción de la varianza entre escuelas, en relación con la
varianza total de los resultados, es la mayor o menor homogeneidad de las escuelas, lo que queda claro
si se hace la consideración siguiente: si todas las escuelas de un país fueran exactamente iguales, la
proporción de la varianza de los resultados entre escuelas sería nula, igual a cero, independientemente
de que las escuelas fueran igual de buenas o igual de malas.
El que la proporción de la varianza de los resultados entre escuelas sea baja en relación con el total
quiere decir que las escuelas son muy similares, pero no dice nada en cuanto a lo que aportan o no al
aprendizaje de los alumnos. De manera correlativa, el que la proporción de la varianza entre las
escuelas de un país sea alta no quiere decir que sus escuelas sean mejores, sino que son más desiguales,
o sea que la diferencia entre las mejores y las menos buenas es considerable. Más precisamente,
recordando que se trata de proporciones complementarias: el que la proporción de la varianza entre
escuelas sea menor que la que hay entre los alumnos, al interior de las escuelas (varianza
intraescuelas) quiere decir que las escuelas son más homogéneas entre sí que los entornos en que
viven los alumnos.
En países como los escandinavos, los entornos en que viven los alumnos no difieren tanto entre sí
como ocurre en un país como México, pero las escuelas son aún más homogéneas; es más fácil
lograr que todas las escuelas tengan condiciones bastante parecidas, que conseguir homogeneizar
las condiciones de los hogares de un país.
En otros países, y en el nivel de la enseñanza media al que se refieren las pruebas de PISA, los
sistemas educativos tienen dos sectores muy distintos, según que se trate de escuelas que preparan
para la universidad, o para el trabajo. Por ello la proporción de la varianza entre escuelas es alta,
más que la proporción que la varianza intraescuelas: las escuelas son más desiguales que el entorno
en que viven los alumnos. Es el caso de Alemania o Bélgica, entre otros países.
En México es sabido que hay desigualdades sociales muy grandes, y también las hay entre unas
escuelas y otras; la varianza entre escuelas es mayor que en países como los escandinavos, pero
puede ser menor que en países como Alemania, Bélgica, Austria o Hungría, porque en estos últimos
la desigualdad social no es tan grande como en nuestro país, con lo que la desigualdad entre
escuelas, aunque sea grande, no lo es tanto en relación con una desigualdad social aún mayor.
Lo que la comparación de la varianza entre escuelas e intraescuelas no puede decir es el grado en
que las escuelas contribuyen, en términos causales, a que los alumnos aprendan poco o mucho. Las
comparaciones internacionales aportan elementos en este sentido, ya que informan sobre el nivel de
aprendizaje de los alumnos de diferentes países en una misma prueba. Se puede así apreciar que los
alumnos alemanes o belgas tienen niveles de aprendizaje superiores a los de los jóvenes mexicanos,
aunque no tan altos como los de los finlandeses o canadienses.
Es claro que las escuelas de Finlandia aportan mucho al aprendizaje de sus alumnos, aunque la
varianza entre ellas sea reducida o, mejor, en parte seguramente debido a ello. Y el que la varianza
entre las escuelas mexicanas sea mayor que entre las finlandesas nos dice solamente que son más
desiguales entre sí, y nada sobre el grado en que aportan al aprendizaje de los alumnos. Para ello
son necesarios otros tipos de estudio, de tipo experimental y/o longitudinal, que permitan estimar la
parte del aprendizaje atribuible a la influencia de la escuela o los maestros, el también llamado
valor agregado de la escuela o los maestros.
Trabajos experimentales
Tradicionalmente no era frecuente que se hicieran estudios experimentales en el ámbito educativo,
por las dificultades prácticas para ello. Como se verá más adelante, la situación ha cambiado en los
últimos años, pero un antecedente destacado en este sentido fue un importante trabajo para valorar
el impacto de la reducción del tamaño de los grupos sobre el aprendizaje de los alumnos.
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Los trabajos anteriores sobre el particular no habían arrojado resultados concluyentes, en parte sin
duda precisamente porque no tenían controles metodológicos tan rigurosos. El nuevo estudio, que
se llevó a cabo en Tennessee a partir del ciclo escolar 1985-1986, es conocido por las siglas STAR
(Student Teacher Achievement Ratio), e incluyó a unos 11,600 niños de preescolar 79 escuelas, que
fueron asignados aleatoriamente a grupos de tamaño normal (22 a 25) o reducido (13 a 17), con
maestros asignados también en forma aleatoria.
El experimento duró cuatro años, hasta que los niños terminaron el tercer grado de primaria, tras lo
cual todos siguieron en grupos normales. Se siguió observando el desempeño de los alumnos hasta
el fin de la secundaria (high school), en 1998. Los resultados de los alumnos que fueron asignados a
los grupos de menor tamaño fueron mejores en lo relativo al desempeño y también en aspectos
afectivos, y se mantuvieron hasta 1998. (Finn y Achilles, 1990 y 1999)
Los resultados dieron un apoyo importante a los partidarios de la reducción del tamaño de los
grupos, aunque han sido cuestionados por algunos adversarios del mismo. (Hanushek, 1999)
Estudios longitudinales estacionales
Para valorar la posibilidad real que tienen las escuelas de hacer que sus alumnos alcancen buenos
niveles de aprendizaje, por encima de lo que los antecedentes familiares y el peso del entorno
pueden hacer esperar, la perspectiva longitudinal es particularmente apropiada. Algunos estudios de
este tipo son los llamados de enfoque estacional (seasonal perspective).
Según la revisión de literatura de Cooper et al., en 1906 un profesor de matemáticas de la Escuela
Normal Estatal de New Paltz, de Nueva York, aplicó un examen sobre cálculos aritméticos a siete
alumnos en el mes de junio, al final del año escolar, y lo hizo nuevamente en el mes de septiembre
siguiente, encontrando resultados inferiores en lo relativo a la velocidad, aunque no en cuanto a la
precisión de los cálculos. (Cooper et al., 1996: 233)
Incluyendo ese primer trabajo, Cooper y sus colaboradores identificaron 26 estudios sobre el efecto
de las vacaciones de verano en el aprendizaje, realizados antes de 1975. La mayor parte de los
resultados identificables en esos estudios (48 de 80) fueron en el sentido de que durante el verano se
daban retrocesos, con diferencias claras por áreas: en todos los casos se registraron pérdidas en
cuanto a cálculos matemáticos y deletreo (spelling), mientras que en lectura de comprehensión y
otros temas de lengua y otras áreas hubo una mayoría no muy fuerte de estudios en los que se
registraron avances.
Por otra parte, todos esos trabajos tempranos mostraron deficiencias metodológicas claras (1996:
233-241). También coincidieron en que no se relacionaban con la discusión sobre el peso relativo
de la escuela y el medio familiar en los resultados de los alumnos que tanta importancia adquirió
posteriormente. La misma revisión de literatura encontró 13 estudios más, realizados entre 1975 y
1994, de los que se derivaron 14 reportes y alrededor de 80 análisis de diferentes muestras. (1996:
241-265)
Los 13 estudios más recientes son metodológicamente más avanzados y coinciden en identificar
retrocesos en los niveles de aprendizaje después de las vacaciones escolares de verano, si bien con
muchas diferencias entre áreas y poblaciones. Tres de los estudios destacan por plantear que el
verano significa una pérdida diferente para los alumnos según su nivel socioeconómico. Se trata del
estudio de Hynes (1978) y de los dos debidos a Entwistle y Alexander (1992 y 1994).
Estos dos últimos autores, junto con Linda S. Olson, han destacado por la continuidad de su trabajo
sobre el tema, y señalan que fue Barbara Hynes, en su libro de 1978, quien llamó primeramente la
atención sobre el hallazgo de que, en los meses correspondientes a las vacaciones escolares de
verano, se ampliaba la brecha entre alumnos de contexto favorable y desfavorable por estatus
socioeconómico y pertenencia a minorías étnicas.
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Alexander, Entwistle y Olson señalan que, con algunas reservas, la organización del año escolar
ofrece una especie de experimento natural, que permite analizar la influencia respectiva del hogar y
la escuela sobre el avance en el aprendizaje, dado que durante el curso los alumnos viven tanto en la
escuela como en el hogar, pero durante las vacaciones solamente viven en sus casas. (2007: 167)
Las conclusiones de la revisión de literatura que venimos citando señalaban ya:
Los resultados del meta-análisis apoyan la posición de Heyns (1978) y de Entwistle y
Alexander (1992, 1994) en el sentido de que las desigualdades socioeconómicas se ven
agudizadas por las vacaciones de verano. Estos investigadores explican el efecto del nivel
de ingreso sugiriendo que un bajo estatus socioeconómico se traduce directamente en
menos oportunidades de aprendizaje y/o menos apoyo a actividades relacionadas con el
aprendizaje durante las vacaciones de verano. (Cooper et al., 1995: 262)
Los trabajos posteriores, incluyendo los de Alexander, Entwistle y Olson han confirmado y
precisado esta conclusión. Estos investigadores de la Universidad John Hopkins analizaron los
resultados de alumnos de escuelas de Baltimore en pruebas de rendimiento aplicadas en el marco de
un importante conjunto de trabajos, uno de los cuales ha sido mencionado ya, en relación con el
tema de la reprobación, el Estudio sobre el Inicio de la Escuela (Beginning School Study).
En este trabajo se siguió longitudinalmente a una muestra de niños, con aplicaciones de pruebas en
octubre (otoño, al inicio de cada ciclo escolar) y en mayo (primavera, al final de cada ciclo);
además de las pruebas se obtuvo información sobre muchas variables de los niños y sus hogares.
Si se analizan solamente los resultados de los niños en las pruebas aplicadas en mayo, al fin de cada
ciclo escolar, como es usual, se aprecia que desde el final del primer grado escolar los de nivel
socioeconómico (NSE) alto tienen resultados superiores a los de NSE medio, y más que los de NSE
bajo, lo que coincide con mucho otros estudios. Con el paso del tiempo se puede apreciar también
que la brecha entre unos niños y otros se va haciendo más grande al final de cada ciclo. Al ver estos
resultados es fácil pensar que la escuela, en lugar de ayudar a que las diferencias entre los niños se
reduzcan, estaría contribuyendo a que se amplíen. (Cfr. Entwistle, Alexander y Olson, 1997)
Lo original de este tipo de trabajos consiste en una comparación más fina, en la que se tienen en
cuenta los resultados de los niños al principio y al fin de cada ciclo escolar. De esta manera se
puede distinguir el avance durante el año escolar (resultados de cada niño al fin de cada grado
menos sus resultados al inicio del mismo), y el avance durante las vacaciones de verano (resultados
de cada niño al inicio de un grado menos sus resultados al fin del grado anterior).
La imagen que resulta de estas dos comparaciones es muy interesante: durante cada grado escolar
todos los niños muestran un avance similar, de manera que las diferencias que distinguían a los de
nivel socioeconómico alto de los de nivel medio y bajo se mantienen con poco cambio.
Durante los períodos vacacionales de verano, en cambio, las brechas se hacen mayores: los chicos
de nivel socioeconómico (NSE) alto muestran avances similares a los que tienen lugar durante el
ciclo escolar, en tanto que los de NSE medio y, sobre todo, los de NSE bajo, avanzan mucho
menos, no avanzan o, incluso presentan retrocesos, con un nivel inferior al inicio del siguiente ciclo,
o sea después de las vacaciones, en comparación con el que mostraban antes de ellas, al fin del
grado anterior. (Cfr. Entwistle, Alexander y Olson, 1997: 33-37)
Lo que estos resultados implican es que las brechas que distinguen el rendimiento de alumnos más o
menos acomodados o pobres, obviamente atribuible inicialmente al hogar y el entorno social, no
parece ampliarse debido a la escuela sino, precisamente, debido a la falta de escuela. Mientras los
niños están bajo su influencia la escuela consigue que todos avancen; cuando no lo están, los niños
privilegiados siguen aprendiendo, seguramente gracias a las diversas actividades educativas a las
que pueden tener acceso; los niños más pobres, en cambio, que no tienen acceso a esas facilidades,
no aprenden, e incluso pierden algo de lo que habían conseguido aprender en el ciclo anterior.
18
Los autores de los estudios pioneros de este tipo advierten que, en el momento en que se recogieron
los datos, a fines de la década de 1980, pocos niños de NSE bajo tenían acceso a escuelas de verano
y otras facilidades que posteriormente se han extendido en el sistema educativo norteamericano. Por
esta y otras razones se podría pensar que se trata de un resultado atípico. Los hallazgos antes
presentados, sin embargo, coinciden sustancialmente con los obtenidos más recientemente por los
mismos autores (Cfr. Alexander, Entwistle y Olson, 2001; Alexander y Entwistle, 2007), así como
por otros que han estudiado el mismo tema (Cfr. Burkam et al., 2004; Chin y Phillips, 2004;
Downey, Von Hippel y Brok, 2008).
Recientemente el enfoque estacional ha sido utilizado para analizar la eficacia de algunas escuelas;
la conclusión es que algunas escuelas que son clasificadas como deficientes (failing) si no se toma
en cuenta la situación antes y después de las vacaciones, alcanzan resultados más favorables si se
tiene en cuenta dicha diferencia. (Cfr. Downey, Von Hippel y Hughes, 2008)
El aprendizaje de la lectura en primaria y las trayectorias de fracaso
Este apartado se refiere a un estudio canadiense que ha seguido longitudinalmente el avance de
niños desde su ingreso a la primaria hasta los 15 años de edad. Sus autores señalan que, aunque el
desarrollo de las diversas habilidades que configuran la competencia lectora comienza antes, la
mayoría de los niños aprenden a leer durante los primeros años del trayecto escolar, a partir del
preescolar, y que en general se espera que para el fin del tercer grado de la primaria todos deberán
haberlo conseguido. A partir de ese momento, la lectura ya no debería ser un problema ni un
objetivo a alcanzar, sino una herramienta esencial para que los niños aprendan muchas otras cosas.
A este paso crucial los autores lo designan con la expresión de la transición de “aprender a leer” a
“leer para aprender” (from learning to read to reading to learn). (Beswick y Willms, 2008: 1)
A partir de los resultados de otros trabajos se señala que, al comenzar el cuarto de primaria, todavía
alrededor de 40% de los alumnos tienen dificultad para leer: son los que no han conseguido hacer a
tiempo la transición antes mencionada. Para analizar la problemática que esos alumnos representan
para los sistemas educativos, los autores subrayan las limitaciones de los enfoques transversales
tradicionales, y la importancia de utilizar acercamientos longitudinales y añaden que, dado que el no
haber aprendido a leer es el motivo más utilizado para justificar el que se haga repetir el primer
grado a un niño, un investigador recomienda que el fracaso en cuanto al aprendizaje de la lectura se
estudie longitudinalmente, utilizando el lente de la repetición y la promoción de grado (Frey,
2005). Citando diversos trabajos al respecto, el trabajo de Beswick y Willms dice en este sentido:
Más allá de algunas críticas sobre la investigación sobre la repetición, la evidencia
coincide en refutar la sabiduría convencional y la creencia de los maestros en cuanto a la
repetición de grado en primaria. La repetición temprana no produce avances académicos
duraderos. Adicionalmente, la repetición de grado es un poderoso predictor del desinterés
de los chicos respecto a la escuela, y uno de los más poderosos de la deserción posterior.
Mann (1987) ha estimado que la repetición de un grado aumenta la probabilidad de
desertar aproximadamente en 50%, y la repetición de dos grados aumenta esa
probabilidad en 90%. Aunque la evidencia derivada de la investigación indica que la
repetición no es efectiva, y que es potencialmente dañina para los alumnos, su práctica
sigue vigente y parece estar aumentando su popularidad en algunos lugares. (2008: 10)
Gracias al enfoque longitudinal, con el que se siguió la trayectoria de alumnos de 6 a 13 y 15 años,
los investigadores pueden concluir que:
75% de los estudiantes que tienen problemas con la lectura al final del tercero de primaria
siguen teniéndolas en la educación media superior. Además, los que no consiguen hacer la
transición de “aprender a leer” a “leer para aprender” tienen más probabilidades de
presentar más tarde problemas de conducta, de manifestar falta de interés por la escuela y
de abandonar la escuela prematuramente. (Beswick y Willms, 2008: 6)
19
Se aprecia que alrededor del 40% de los niños canadienses no hacen la transición crítica de
―aprender a leer‖ a ―leer para aprender‖ a los ocho años y seis meses de edad, y que la mitad lo
consigue hacia los 10 años. Los niños que a los ocho o nueve años no han conseguido hacer
exitosamente la transición tienen alto riesgo de tener trayectorias de desarrollo pobres también en
matemáticas: a los 15 años de edad, más de la mitad de los niños que eran malos lectores a los ocho
o nueve tienen un nivel que equivale a estar al menos un grado y medio por debajo de sus
compañeros; en la misma situación se encuentra una tercera parte de los alumnos que tenían ciertos
problemas con la lectura a la edad mencionada. (Beswick y Willms, 2008: 37-38)
Otro estudio de Willms (2006), con datos de las pruebas internacionales PISA y PIRLS, muestra
que la mayor parte de los chicos que no consiguieron hacer exitosamente la transición mencionada
entre los ocho y los nueve años avanzaron poco después, hasta los 15. Por otra parte, el trabajo
muestra también que los niños que repiten el primer grado o el segundo tienen mucho menos
probabilidades de hacer una transición exitosa entre los ocho y los nueve años, lo que muestra que
la repetición es un factor de riesgo importante, aún después de controlar estadísticamente el NSE de
los niños. El estudio confirma así las consecuencias negativas de la repetición, contra las ideas
aceptadas de algunos padres y maestros, y sus autores señalan que, aunque no se trata de un
experimento con asignación aleatoria de los sujetos a los grupos, el control de variables como el
NSE y otras da elementos para pensar que sus resultados son robustos.
Estos estudios longitudinales muestran cómo los pobres resultados de los jóvenes que, hacia el fin
de la escolaridad obligatoria, no consiguen alcanzar los niveles de aprendizaje que necesitan para
enfrentar los desafíos de la vida adulta, comienzan tempranamente, y que medidas como la
reprobación y la repetición de grado, en vez de ayudar a los alumnos a mejorar, los pone de manera
aún más clara en una ruta de fracaso, que muchas veces terminará con el abandono prematuro de la
escuela y, en caso de que no sea así, llegará igualmente a ese tipo de resultado insuficiente.
Las diferencias en la adquisición del lenguaje en los primeros años
Otro trabajo notable es el de Betty Hart y Todd R. Risley, que en 1982 comenzaron una minuciosa
observación de 42 familias de diferentes niveles sociales, con hijos de pocos meses de nacidos, para
observar la forma en que aprendían a hablar y, en especial, la manera en que sus madres, padres y
otros familiares o adultos, interactuaban verbalmente con ellos. La sistematización, codificación y
análisis de la riquísima información obtenida durante miles de horas de grabación y observación, a
lo largo de casi tres años, llevó otros diez, con lo que los primeros resultados aparecieron hasta
1995; un segundo libro derivado del mismo estudio apareció en 1999. (Hart y Risley, 1995, 1999)
Un antecedente de este trabajo fue el del sociólogo británico Basil Bernstein, que desde fines de la
década de 1950 sugería que habría una diferencia fundamental entre el lenguaje hablado por las
familias de clase alta y el utilizado por las de clase baja, lo que explicaría en parte la diferencia de
resultados escolares de los hijos de unas y otras (Cfr. Bernstein, 1961).
Otros estudiosos cuestionaron ese planteamiento, sosteniendo que lo que ocurría en realidad era que
la escuela daba un valor especial al lenguaje de la clase alta, en tanto que menospreciaba el de las
clases populares, que no sería menos complejo, sino sólo diferente. (Labov, 1970)
El trabajo de Hart y Riley, calificado como detectivesco, muestra que realmente hay diferencias
muy grandes que distinguen el proceso de aprender a hablar y la experiencia de unos niños y otros.
Cuando interactúan con sus hijos pequeños, los padres con nivel profesional les dirigen en
promedio 2,000 palabras por hora; los padres de clase trabajadora 1,300 palabras; los niños más
pobres –negros, de hogares monoparentales y que dependían de la seguridad social—sólo escuchan
en promedio 600 palabras por hora. Los padres del primer grupo hacen seis comentarios elogiosos a
sus hijos por un regaño; los padres de clase trabajadora hacen sólo dos comentarios elogiosos por
cada regaño; los niños más pobres reciben dos regaños por cada comentario elogioso.
20
Las diferencias se acumulan: a los tres años de edad, y en los extremos socioeconómicos, unos
niños han recibido 500,000 elogios y 80,000 regaños; otros 75,000 elogios y 200,000 regaños. Los
primeros han oído unos 30 millones de palabras y los otros sólo 20 millones. ¡El vocabulario activo
del niño de tres años de padres acomodados es más rico que el de la madre del niño pobre! (Cfr.
Nisbett, 2009: 86, 111-112 y 116)
En un sentido similar, los trabajos antropológicos de Annette Lareau (2003), que estudian las
prácticas de socialización y educación de sus hijos que utilizan familias de distintos niveles
socioeconómicos y grupos étnicos, muestran diferencias importantes en aspectos que constituirán
ventajas o desventajas significativas en la vida adulta, por ejemplo en una entrevista laboral, como
las formas de establecer contacto visual con los interlocutores o de saludar de mano.
8. Tendencias recientes
Además de los trabajos brevemente descritos hasta ahora, y como ocurre en otros campos de las
ciencias del hombre y la investigación educativa, el de la sociología de la educación ha visto en los
años recientes una proliferación de trabajos de diversas orientaciones, cuya cantidad y diversidad
rebasa ampliamente las posibilidades de esta revisión.
Al lado de trabajos que pueden ubicarse en alguna de las categorías antes presentadas, como
trabajos sobre la influencia de los condicionantes del hogar sobre el rendimiento académico, los de
eficacia escolar, los que analizan la desigualdad o los que estudian el impacto de la educación sobre
los alumnos, otros adoptan perspectivas muy distintas, que en ocasiones se presentan como
contrapuestas a las tradicionales. Entre estas últimas pueden mencionarse algunas del enfoque
llamado de género o feministas, las que utilizan la etiqueta de postmodernas y muchas más.
El anexo de este trabajo presenta una amplia bibliografía que recoge una gran cantidad de textos
importantes sobre el campo de la sociología de la educación, desde su constitución como una
corriente de carácter propiamente científico, con la etiqueta de la Sociology of Education, a
mediados del siglo XX, hasta la época actual. En lo que se refiere a las obras más amplias, las de
referencia (enciclopedias y manuales, así como antologías), que comprenden numerosos capítulos
sobre temas particulares, se presentan los temas de esos apartados. De esta manera los lectores de
este texto podrán identificar textos que correspondan a sus intereses específicos de investigación.
Se puede pensar que, en general, el contenido de las obras más antiguas ya no es de interés para la
investigación contemporánea, pero no es evidente que esta idea sea correcta. En no pocos casos los
textos de los iniciadores de cierta línea de indagación encierran conceptos clave que, con el natural
avance de la disciplina, siguen siendo importantes para comprender los desarrollos posteriores y
tienen todavía elementos valiosos. Los textos más recientes que las enciclopedias y manuales
sintetizan y las antologías recopilan, por su parte, son una muestra selecta del trabajo actual, por lo
que su interés para los estudiosos es claro.
Por otra parte, conviene recordar que el panorama de los trabajos de tipo sociológico sobre
educación presenta diferencias de tema y enfoque metodológico esperables en cualquier conjunto
amplio de investigaciones, como todo el campo de la investigación educativa, pero además se ve
complicado actualmente por una versión más de las guerras paradigmáticas que han agitado una y
otra vez a las ciencias del hombre. Esta nueva versión de dichas querellas, se ha desarrollado
especialmente a partir de la aprobación de la Ley conocida con el nombre de No Child Left Behind,
en febrero de 2002.
Además de actualizar el llamado Título I de la legislación federal relativa a educación básica, como
ocurre desde 1965, y de otras disposiciones relativas a la evaluación educativa, dicha Ley incluye
también planteamientos sobre la investigación educativa, que son los que han provocado las
reacciones a las que se refieren estos párrafos.
21
La Ley establece que la investigación educativa deberá recibir mayores apoyos federales que en el
pasado, ya que se quiere que las políticas educativas se apoyen cada vez más en ella, para lo que se
necesita que sea muy sólida. Esto puede parecer positivo, pero la concepción de la Ley sobre lo que
es investigación rigurosa reduce este concepto exclusivamente a los trabajos de tipo experimental
en el sentido más estricto del término, o sea aquellos que asignen aleatoriamente los sujetos a los
grupos experimental y control.
Esta restrictiva concepción desató, como era esperable, la polémica a la que se ha hecho referencia,
que muestra que algunas de las corrientes actuales en el campo de la investigación educativa, de
tipo sociológico y otros, tienen diferencias muy profundas, que dificultan considerablemente la
comunicación entre los partidarios de una u otra perspectiva, puesto que las concepciones mismas
de lo que es una investigación seria difieren. (Cfr. Shavelson y Lowne, 2002; Número temático de
Educational Researcher de 2002; Phillips, 2006)
Sin pretender resolver estos complejos temas, me limito a señalar que hace 20 años, en relación con
el mismo tema, me atreví a pronosticar que en 2009 este tipo de confrontaciones no habría
desaparecido. (Martínez Rizo, 1991)
9. Una perspectiva optimista
La idea de la igualdad fundamental de los seres humanos es bastante reciente en la historia de la
especie. Hasta el siglo XVIII era prácticamente unánime la aceptación de la idea contraria: la de que
desde el nacimiento habría una pequeña minoría noble e inteligente –que estaría destinada
naturalmente, o sea por designio divino, a ocupar las posiciones de mando en la sociedad— y una
mayoría plebeya y torpe, destinada a su vez a obedecer y servir a los primeros.
Sólo desde la Ilustración, y lentamente, se extendió la idea opuesta hoy dominante, la de que todos
los hombres nacen iguales, debiendo añadirse de inmediato que esa igualdad se refería únicamente
a los aspectos filosóficos y éticos de la dignidad fundamental de todo ser humano, pero no la de la
existencia o no de una igualdad empírica. De hecho es obvio que tal igualdad empírica no existe,
sino que cada ser humano es distinto de todos los demás, con la relativa y escasísima excepción de
los gemelos homocigóticos.
Lo anterior se refleja en una realidad importantísima desde el punto de vista educativo, que es un
resabio evidente de antiquísimas concepciones profundamente arraigadas: la creencia generalizada
de que, si bien todos los niños deben cursar algunos grados educativos (como los seis de primaria y
los tres de la secundaria básica) sólo una pequeña minoría tendría la capacidad suficiente para hacer
estudios superiores. La oposición entre analfabetas y personas que saben leer y escribir deja el sitio
a la que distingue los que sólo terminaron primaria o secundaria y aquellos que tienen estudios
superiores.
La reiterada constatación de los diferentes resultados que obtienen los alumnos del sistema
educativo en todo tipo de evaluaciones es atribuida en parte a las carencias del hogar y/o las de la
escuela, pero por debajo de ellas estarían las diferencias innatas de capacidad que distinguirían, de
manera presuntamente irremediable, a unas personas de otras.
Sin embargo, los avances de las investigaciones (de tipo sociológico, como algunas de las referidas
antes, pero también psicológicas e incluso neurológicas) muestran cada vez con mayor claridad la
falta de sustento de la antigua creencia de que habría diferencias insalvables de capacidades entre
ciertos grupos y, en particular, que sólo una pequeña parte de las personas tendrían capacidad para
hacer con éxito estudios superiores o, en general, para adquirir competencias complejas.
La opinión de que la inteligencia, como otras características de los individuos, estaría determinada
en buena medida por factores genéticos no ha desaparecido y todavía a fines del siglo XX era
sostenida por científicos importantes, como muestra la publicación de una obra como The Bell
Curve (Herrnstein y Murray, 1994).
22
Varias publicaciones que reaccionaron antes los planteamientos de la obra anterior, como las de
Jencks y Phillips (1998) y Neisser (1998) mostraron que la opinión de otros científicos igualmente
reconocidos no coincidía con la anterior. Una obra más reciente, de un autor muy reconocido
(Nisbett, 2009), hace el siguiente balance de la situación actual al respecto:
A fines del siglo XX, muchos de los expertos sobre el tema, si no la mayor parte de ellos,
creían que la inteligencia y el talento académico estaban substancialmente bajo control
genético… Esos expertos eran muy escépticos en cuanto al posible éxito de cualquier
esfuerzo por mejorar la inteligencia, y no se sorprendían cuando intervenciones como las
de la educación temprana no conseguían tener efectos duraderos. Dudaban mucho de que
las personas pudieran volverse más inteligentes como resultado de mejoras en la educación
o de cambios en la sociedad.
Sin embargo, los resultados de las recientes investigaciones en psicología, genética y
neurociencia, junto con los actuales estudios sobre la eficacia de las intervenciones
educativas han puesto de cabeza la fuerte postura hereditaria sobre la inteligencia. Ahora
se considera claro que la inteligencia es altamente modificable por el medio. Sin educación
formal una persona simplemente no será muy brillante, sea que la inteligencia se mida con
test de Cociente Intelectual (IQ) o de cualquier otra forma. Y que el IQ de cualquier
persona, así como sus resultados académicos y su éxito ocupacional sean altos o bajos
depende en buena medida de factores ambientales que no tienen nada que ver con sus
genes. (Nisbett, 2009: 1-2)
La obra de Nisbett sintetiza estudios que sustentan la opinión expresada en forma sintética en el
párrafo anterior, mostrando que lo que se suele llamar inteligencia, con toda la imprecisión del
término, puede variar y varía considerablemente de hecho, precisamente gracias a la mayor o menor
exposición de los sujetos a la educación formal. También muestra que hay intervenciones que
tienen impacto considerable, y que las de resultados más notables y duraderos se caracterizan por
hacerse en los primeros años de la vida de los niños, en formas intensivas y costosas, pero que
inciden de manera profunda en el desarrollo de los sujetos. Un notable ejemplo actual de este tipo
de intervención es la implementada en la Zona de los Niños de Harlem, por el grupo encabezado
por Geoffrey Canada. (Cfr. Tough, 2009)
Desde la década de 1990, este notable educador promovió un trabajo que, literalmente, busca
atender a los niños más desfavorecidos desde antes de que nazcan; para ello el equipo de Canada en
Harlem se dio a la tarea de localizar a mujeres embarazadas cuyos hijos previsiblemente irían a
formar parte de los condenados a fracasar en la escuela: madres solteras de menos de 20 años de
edad, cuya pareja muchas veces estaba en prisión, sin trabajo, etcétera.
Además de ofrecer apoyos materiales (canastas prenatales, leche, etc.) se les daba información
sobre las prácticas adecuadas para una buena crianza de sus hijos, y se les seguía apoyando después
del nacimiento de éstos y luego durante la primera infancia, el año de preescolar y la escuela
primaria, llegando hasta la secundaria básica y la superior.
Después de más de una década de esfuerzos, los resultados de esos niños no muestran diferencias
significativas respecto a los que obtienen en promedio los hijos de familias blancas de clase media.
Todos consiguen los niveles de competencia suficientes para ser aceptados en estudios superiores y
seguirlos con éxito. En 2009 el Presidente Barak Obama anunció un plan para extender la
experiencia de la Harlem a 20 ciudades americanas importantes. Según la expresión de Obama el
esfuerzo costará algunos miles de millones de dólares, pero no podemos permitirnos no gastarlos.
Lo anterior muestra que hay base para tener una opinión razonablemente optimista en cuanto a las
posibilidades de la escuela. No se trata, desde luego, de volver a posturas ingenuas como algunas de
hace medio siglo, pero sí de escapar al determinismo de las que dan un peso excesivo a los factores
extraescolares, genéticos o del medio social y familiar, así como al pesimismo derivado de ellas.
23
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ANEXO. BIBLIOGRAFÍA DE SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
La producción de trabajos de sociología y otras ciencias sociales sobre temas educativos es muy
amplia. Para orientarse en este inmenso territorio, siguiendo la metáfora de mapas y continentes,
son útiles las obras de referencia (enciclopedias, diccionarios, manuales, tratados), que presentan
síntesis de ciertos temas o subtemas. Son trabajos menos numerosos, pero voluminosos y de gran
importancia por su carácter sintético. Esta versión del trabajo, a diferencia de las previas, se limitará
a este tipo de textos. Para comenzar se mencionan algunas fuentes secundarias, que son las que no
tienen textos completos sino sólo referencias. Sólo se dispone de referencias relativamente antiguas.
1. Fuentes bibliográficas
HALSEY, A. H. (1961). Sources for teaching the Sociology of Education. The Sociological Review.
Monographs N° 4.
HARNETT, A. Ed. (1975). Sociology of Education: An Introductory Guide to the Literature.
Liverpool, University of Liverpool.
BANKS, O. (1978). The Sociology of Education. A Bibliography. Londres, Frances Pinter Ltd.
CORDASCO F. y D. N. ALLOWAY (1979). Sociology of Education: A Guide to Information
Sources. Detroit, Gale Research Co.
Sociology of Education Abstracts.
2. Manuales y tratados
Estas síntesis son hitos importantes en la institucionalización de una disciplina. Se presenta un buen
número de tales textos, organizados por idioma y fecha de publicación. Por la importancia de la
literatura en inglés en este campo, se comienza con las obras en ese idioma, aunque se cite la
edición en castellano cuando se tiene la información correspondiente.
En este apartado se mencionan también algunas antologías de textos destacados de la sociología de
la educación (se usa libremente la palabra antología para designar obras que en inglés a veces se
denominan readers). No se incluyen algunas recopilaciones de este tipo, de especial importancia,
que se presentarán con mayor detenimiento más adelante.
MUSGRAVE, P.W. (1968). Sociología de la educación. Barcelona, Herder. (1ª ed. 1965)
BANKS, O. (1968). The Sociology of Education. Londres, Batsford.
STALCUP, R. J. (1969). Sociología y Educación. Buenos Aires, Paidos. (1ª ed. 1968)
BOOCKOCK, S. S. (1972). An Introduction to the Sociology of Learning. Nueva York, Houghton
Mifflin.
PRICHARD, K. W. y Th. H. BUXTON (1973). Concepts and Theories in Sociology of Education.
Lincoln, Professional Educators Publications Inc.
BECK, S., CH. JENCKS, N. KOODEL y M. E. D. YOUNG, Eds. (1976). Worlds apart. Readings
for a Sociology of Education. Londres, Collier Mac Millan.
HAMMERSLEY, M. y P. WOODS, Eds. (1976). The process of schooling. A sociological reader.
Londres, Routledge & Keagan Paul-Open University Press.
VARIOS (1977). Schooling and Society. Curso E202. Milton Keynes, Open University Press.
YOUNG, M. D. y G. WHITTY, Eds. (1977). Society, State and Schooling, Reading on the
Posibilities for Radical Education. Ringmer, Falmer Press.
27
PARELIUS, A. P. y R. J. PARELIUS (1978). The sociology of education. Englewood Cliffs
Prentice Hall.
MURPHY, RAYMOND (1979). Sociological Theories of education. Toronto-Londres, McGraw
Hill. McGraw Hill Ayerson Series en Canadian Sociology.
CHESLER, MARCK (1981). A Sociology of Education: Acces to Power and Privilege. Nueva
York-Londres, McMillan.
DEMAINE, JACK (1981). Contemporary Theories in the Sociology of Education. Londres,
MacMillan.
MEIGHAN, R. A. (1981). Sociology of Education. Eastbourne, Holt, Rinehast & Winston.
ROBINSON, PHILIP (1981). Perspectives on the Sociology of Education. Londres, Routledge &
Kegan Paul.
BURGESS, R. G. (1986). Sociology, Education and Schools. Londres, Batsford.
REID, I. (1986). The Sociology of School and Education. Londres, Fontana.
RICHARDSON, J. G. Ed. (1986). Handbook of Theory and Research for the Sociology of
Education. Westport, Greenwood Press.
Después de las referencias anteriores, que tienen de un cuarto a medio siglo de antigüedad, se
enlistan otras más recientes, comenzando por la más ambiciosa, aunque tenga ya poco más de 10
años, y terminando con la relativa a la sociología de la educación superior.
Las tres primeras se presentarán con mayor detalle más adelante.
SAHA, LAWRENCE J., Ed. (1998). International Encyclopedia of the Sociology of Education.
Oxford-Nueva York. Pergamon.
HALLINAN, MAUREEN T. Ed. (2000). Handbook of the Sociology of Education. New York. Kluwer
Academic-Plenum Publishers.
LEVINSON, DAVID L., PETER W. COOKSON y ALAN R. SADOVNIK, Eds. (2002) Education
and Sociology. An Encyclopedia. New York, RoutledgeFalmer.
BRINT, STEVEN (2006). Schools and Societies. 2nd
Ed. Stanford University Press.
GUMPORT, PATRICIA J. Ed. (2007). Sociology of Higher Education. Contributions and Their
Context. Baltimore. The John Hopkins University Press. En especial:
Aunque menos numerosas, las obras en francés son importantes también; obviamente comparten
elementos con los textos anglosajones, pero tienen una perspectiva propia.
BELANGER, PIERRE y G. ROCHER, Eds. (1970). Ecole et Societé au Quebec. Elements d'une
sociologie de l’éducation. Montreal, Ed. HMH.
DE COSTER, S. y F. HOTYAT (1970). La Sociologie de l'education. Bruselas, ULB.
GRASS, ALAIN, Ed. (1974). Sociologie de l'éducation. Textes fondamentaux. París, Larousse.
Trad. español Madrid, Narcea.
BEAUDOT, ALAIN (1981). Sociologie de l’école. Pour une analyse des établissements scolaires.
Paris. Dunod.
CHERKAHOUI, MOHAMED (1987). Sociologie de l'education. París, PUF.
GIROD, ROGER (1989). Problemes de sociologie de l’éducation. Laussanne. Delachaux & Niestlé.
28
CACOUAULT, MARLAINE y F. OEUVRARD (1995). Sociologie de l’éducation. Paris. Éditions La
Decouverte.
CAMILLERI N. (1995). Antropologia y educación. París. IIPE.
BULLE, NATALIE (2000). Sociologie de l’éducation. Paris. Presses Universitaires de France.
DURU-BELLAT, MARIE y A. VAN ZANTEN (2002). Sociologie de l’école. Deuxieme édition.
Paris. Armand Colin.
BAUDELOT CHRISTIAN y F. LECLERCQ (2005). Les effets de l’éducation. Paris. La
Documentation Francaise.
FOURNIER, MARTINE y V. TROGER, Coords. (2005). Les mutations de l’école. Le regard des
sociologues. Auxerre. Sciences humaines Editions.
Además de las traducciones de textos en inglés que ya se han citado, se mencionan en seguida
algunos textos españoles. Con una base claramente menor de trabajos empíricos propios, estas obras
sintetizan más bien trabajos producidos en otras latitudes:
MONCADA, ALBERTO (1976). Sociología de la educación. 2ª edición corregida y ampliada.
Madrid. Cuadernos para el Diálogo.
COLOM, ANTONI J. (1979). Sociología de la educación y teoría general de sistemas. Barcelona.
Oikos-Tau.
QUINTANA CABAÑAS, J. MARÍA (1989). Sociología de la educación. Barcelona, Ed. Hispano
Europea. 1ª Ed. 1977.
ALONSO HINOJAL, ISIDORO (1980). Educación y sociedad. Las sociologías de la educación.
Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas.
MAYOR SÁNCHEZ, JUAN (1986). Sociología y psicología social de la educación. Madrid,
Anaya.
SÁNCHEZ DE HORCAJO, JUAN JOSÉ (1991). Escuela, sistema y sociedad. Invitación a la
sociología de la educación. Madrid. Libertarias/Prodhufi.
TABERNER GUASP, JOSÉ (1999). Sociología y educación. Funciones del sistema educativo en
sociedades modernas. Madrid, Tecnos.
HERNÁNDEZ, FRANCESC J., J. BELTRÁN y A. MARRERO (2005). Teorías sobre sociedad y
educación. Valencia. Tirant lo Blanch.
La última obra tiene un carácter enciclopédico, con pretensiones de exhaustividad, que conduce a la
inclusión de autores que sólo en un sentido muy amplio se pueden considerar antecedentes de los
trabajos de sociología de la educación. El título de la obra evita esta expresión, y utiliza una que
permite la inclusión de los autores que se ven en el resumen siguiente de la tabla de contenido.
PARTE I. Teorías de la sociedad y la educación en los albores de la modernidad.
Cap. 1. Reflexión sobre sociedad y educación en la edad media. Precedentes clásicos. Baja
edad media europea: Francesc Eiximenis. Baja edad media árabe: Ibn Khaldun.
Cap. 2. Sociedad y educación en los siglos XVI y XVII. J. L. Vives. Spinoza.
Cap. 3. Crítica de sociedad y educación en modernidad prerrevolucionaria. Rousseau; Kant.
PARTE II. Teorías dialécticas y positivistas de la sociedad y la educación en el s. XIX.
Cap. 4. Crítica de la Ilustración e idealismo. Debate sobre la U. de Berlín. Desarrollo del
criticismo kantiano. Herbart. Más allá de Kant: Schopenhauer y Nietzsche.
Cap. 5. Génesis de la sociología postrrevolucionaria y positivista: Comte, Mill, Spencer.
Cap. 6. La obra de Marx: crítica, transformación y educación.
29
PARTE III. Teorías sociológicas clásicas.
Cap. 7. La sociología clásica alemana y la comprensiva. Kantismo y ciencias del espíritu.
Neokantismo sociológico: Simmel y Tonnies. Max Weber. Veblen y Manheim.
Cap. 8. La sociología de la educación según E. Durkheim.
Cap. 9. La educación según J. Dewey.
PARTE IV. Teorías de la sociedad y de la educación en los años dorados de la sociología.
Cap. 10. La SE según el estructural-funcionalismo clásico.
Cap. 11. Educación, estratificación y trabajo en la orientación del estructural-funcionalismo.
PARTE V. La crítica marxista de las teorías de la sociedad y la educación.
Cap. 12. Marxismo ortodoxo.
Cap. 13. Marxismo occidental: Lukacs, Gramsci, Bloch, pedagogía institucional, Althusser.
Cap. 14. Escuela de Frankfurt: Adorno y Habermas.
Cap. 15. Teoría de la dependencia. Vasconi y Freire.
PARTE VI. Orientaciones críticas y fenomenológicas sobre la sociedad y la educación.
Cap. 16. Sociología crítica norteamericana: C. W. Mills, J. Agee.
Cap. 17. Neokant-fenomenología: Arendt, Schutz, Berger-Luckmann, Goffman, Ricoeur.
PARTE VII. Estudios culturales.
Cap. 18. Raymond Williams y Richard Hoggart.
PARTE VIII. Teorías analíticas.
Cap. 19. Lenguaje y sociedad en L. Wittgenstein.
Cap. 20. Educación, saber y comunicación: O’Connors y R. S. Peters.
Cap. 21. Basil Bernstein.
Cap. 22. Nueva Soc. Ed. Edos. Culturales; resistencia (Apple, Giroux); interaccionismo.
PARTE IX. La crítica de la reproducción del poder.
Cap. 23. Crítica de la institución escolar: I. Illich, C. Castoriadis.
Cap. 24. De la arqueología a la genealogía de la educación: M. Foucault.
Cap. 25. Economía política de los bienes simbólicos y miseria de la educación: Bourdieu.
PARTE IX. Teorías complejas y globales.
Cap. 26. Educación, sociedad y teoría de sistemas: N. Luhmann.
Cap. 27. Modernidad, riesgo y globalización: Giddens.
Cap. 28. Educación y modernización reflexiva: U. Beck.
Cap. 29. Perspectiva de género.
En el ámbito latinoamericano no abundan los trabajos originales de sociología de la educación, por lo
que resulta doblemente interesante la referencia siguiente, cuya primera edición data de 1940.
DE AZEVEDO, FERNANDO (1973). Sociología de la educación. Introducción al estudio de los
fenómenos pedagógicos y de sus relaciones con los demás fenómenos sociales. México. Fondo
de Cultura Económica. 1ª edición en portugués, 1940.
El uso mismo de la expresión sociología de la educación se anticipa a su adopción generalizada en los
Estados Unidos y el contenido del trabajo, si bien con la escasez de sustento en trabajos empíricos
propios que se encuentra en general en nuestros países, muestra un profundo conocimiento de los
trabajos de Durkheim, en cuya estela se sitúa expresamente. Un sociólogo francés de la talla de Roger
Bastide señalaba ya, con ocasión de la aparición de la obra, que los trabajos americanos tendían a
mezclar los planos teórico y normativo, lo que llevaba a confusiones lamentables sobre el significado
propio de la sociología, y añadía que, a su juicio, la obra representaba la continuación del trabajo de
Durkheim que los sociólogos franceses no habían hecho. (De Azevedo, 1973: 8)
Otros textos latinoamericanos, incluyendo otro brasileño traducido tempranamente al español, son:
30
PEREIRA, LUIZ y M. M. FORACCHI (1970). Educación y sociedad. Ensayos sobre sociología de la
educación. Buenos Aires. El Ateneo.
AGULLA, JUAN CARLOS (1976). Sociología de la educación. Buenos Aires. Paidós.
En México, además de traducciones del inglés, destaca el trabajo del Centro de Estudios Educativos,
fundado en 1963 por Don Pablo Latapí, que llevó a cabo numerosos trabajos empíricos sobre la
problemática del sistema educativo nacional; algunos proponían innovaciones o hacían análisis
económicos y de planeación; otros eran investigaciones sociológicas. Además de publicar desde 1971
la Revista del Centro de Estudios Educativos, que luego se llamó Revista Latinoamericana de Estudios
Educativos, a fines de la década de 1970 el CEE publicó estas obras:
VARIOS (1979). Educación y realidad socioeconómica. México. CEE.
VARIOS (1979). Perspectivas de la educación en América Latina. México. CEE.
GONZÁLEZ RIVERA, GUILLERMO y CARLOS ALBERTO TORRES NOVOA, Coords. (1981).
Sociología de la educación. Corrientes contemporáneas. México. CEE.
En la década siguiente, como parte de la Biblioteca Pedagógica, la Secretaría de Educación Pública
difundió dos antologías sobre nuestro tema:
DE IBARROLA, MARÍA Comp. (1985). Las dimensiones sociales de la educación. México. SEP.
DE LEONARDO, PATRICIA Comp. (1986). La nueva sociología de la educación. México. SEP.
El texto siguiente fue preparado por su autor como material de apoyo para los cursos que impartía en la
Universidad Pedagógica Nacional:
LUNA ARROYO, ANTONIO (1987). Sociología de la educación y la enseñanza. México. Porrúa.
Una obra colectiva más reciente contiene varios capítulos relevantes para el tema:
LATAPÍ SARRE, PABLO, Coord. (1998). Un siglo de educación en México. 2 Vols. México,
CONACULTA-Fondo de Cultura Económica.
De la Peña, Guillermo. Educación y cultura en el México del siglo XX. I: 43-83.
Padua N., Jorge. La educación en las transformaciones sociales. I: 84-149.
Alonso, Jorge. La educación en la emergencia de la sociedad civil. I: 150-174.
Muñoz I., Carlos. Efectos de la escolaridad en la fuerza de trabajo. I: 175-199.
Orozco G., Guillermo. La educación y medios de comunicación social. I: 200-239.
Arnaut, Alberto. Los Maestros de educación primaria en el siglo XX. II: 195-227
Kent, Rollin y R. Ramírez. La ed. superior en el umbral del siglo XX. II: 298-324.
Por último, un número especial más reciente de una revista del Ministerio de Educación de España
resulta de interés porque presenta la situación de la sociología de la educación no sólo en España, sino
también en México y en otros países del ámbito latino, cuya producción es claramente menor a la de
los ámbitos anglosajón, e incluso francés, y además es poco cubierta en la literatura en inglés.
VARIOS (2001). La Sociología de la Educación. Balance y Perspectivas. Revista de Educación. N°
324 (enero-abril). Madrid. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Varela, Julia. Presentación.
Afonso, Amerindo. Tiempos y precursores portugueses de la sociología de la educación
Moscati, Roberto. Sociología de la educación en Italia.
Granja Castro, Josefina. La sociología de la educación en México, 1960-1990.
Gentili, Pablo. El (o)caso de la sociología de la educación en tiempos neoliberales.
Delamont, Sara. Las ovejas negras, los gamberros, y la sociología de la educación.
Varela, Julia. La sociología de la educación en España. Conversaciones con sociólogos.
31
3. Estados del conocimiento.
En seguida se presenta una selección de textos breves que contienen balances de la situación del
campo de la sociología de la educación. Se trata de artículos cortos escritos, por lo general, por
autores reconocidos. La lista cubre medio siglo, y se complementará con los trabajos del apartado
siguientes, que también contienen estados del conocimiento, con la diferencia que en su momento
se señalará.
GROSS, N. (1959). The Sociology of Education. En MERTON, ROBERT K., L. BROOM y
COTTRELL, L. S., Eds. Sociology Today: Problems and Prospects. New York, Harper &
Row. Vol. I, pp. 128-152.
SUMPF, J. (1965). Apercu sur la sociologie de l'éducation aux Estats-Unis. Revue Francaise de
Sociologie. Vol. VI, pp. 203-214.
CLARK, BURTON R., C. A. ANDERSON y A. H. HALSEY (1968). Education. En SHILS, E. Ed.
International Encyclopaedia of the Social Sciences. Trad. español Enciclopedia
Internacional de las Ciencias Sociales. Madrid, Aguilar.
BIDWELL, CHARLES E. (1969). Sociology of Education. En EBEL, Ed., Encyclopedia of
Educational Research. Londres, Collier Mc. Millan, 4th ed.
ISAMBERT JAMATI, V. (1974). Sociologie de l'école. En DEBESSE M. y G. MIALARET
(1974). Traité des Sciences Pédagogiques. París, PUF. Vol.VI, pp. 141-186.
BREMBECK, C. S. (1974). Education, Social Aspects of. Encyclopedia Británica. Macropaedia.
Vol. VI, pp. 413-417.
BERNSTEIN, BASIL (1975). Sociology of Education: A Brief Account. En Class, Codes and
Control. Londres, Routledge & Kegan Paul. Vol. III, pp. 157-173.
EGGLESTON, S. J. (1976). Research in the Sociology of Education. Paedagogica Europea. Vol.
XI, N° 1, pp. 123-132.
BROOKOVER, W. (1982). Sociology of Education. En MITZEL, H.E., BEST J. H. y
RABINOWITZ, W. Eds. (1982). Encyclopedia of Educational Research. Nueva York, Free
Press, 5th ed.
MARJORIBANKS, K. (1985). Sociology of Education. En HUSEN, TORSTEN y T. S. N.
POSTLETHWAITE, Eds. The International Enciclopaedia of Education. Nueva York-
Londres, Pergamon Press, pp. 4680-4700.
TRENT, W. T., J. H. BRADDOCK y R. D. HENDERSON (1985). Sociology of Education: A
Focus on Education as an Institution. Review of Research in Education. Vol XII, pp. 295-
336.
ARCHER, MARGARET (1986). The Sociology of Education. En HIMMELSTRAND, U. Ed.,
Sociology. From Crisis to Science. Londres, Sage. Vol. II, pp.59-87.
BIDWELL, CH. E. Y N. E. FRIEDKIN (1988). The Sociology of Education. En SMELSER, N. J.
Ed. Handbook of Sociology. Newbury Park, Sage, pp. 449-471.
GORDON, L. (1988). Sociology of Education. En BORGATTA, E. F. y COOK, K. S. Eds. The
Future of Sociology. Newbury Park, Sage.
SAHA, LAWRENCE J. (2001). Educational Sociology. En SMELSER, NEIL J. Y PAUL B. BATES,
Eds. International Encyclopedia of Social and Behavioral Sciences. Amsterdam. Elsevier, pp.
4327-4333.
32
LAUEN, DOUGLAS LEE y K. TYSON (2009). Perspectives from the Disciplines: Sociological
Contributions to Educational Policy Research and Debates. En SYKES, GARY, B.
SCHNEIDER y D. N. PLANK, Eds. (2009). Handbook of Education Policy Research. New
York-London. AERA-Routledge. Pp. 71-82.
DIXON, MARESSA L., K. M. BORMAN y B. A. COTNER. (2009) Current Approaches to Research
in Anthropology & Education. En SYKES, SHNEIDER y PLANK: 83-92.
4. Antologías con estados del conocimiento y obras enciclopédicas
En este apartado se presentan otros estados del conocimiento, que sintetizan también la situación de
la sociología de la educación en diversas épocas, pero que fueron acompañados en su momento por
recopilaciones o antologías de artículos de especial importancia, sobre los temas más relevantes de
la subdisciplina en su momento, o formaron parte de obras de carácter enciclopédico, que recogen
artículos firmados por diversos autores, sobre temas específicos del campo.
Las recopilaciones o antologías a las que se ha hecho mención fueron objeto de publicación por
separado. En lo que sigue se presenta cada uno de estos estados del conocimiento, seguido de
inmediato por la antología correspondiente. El primero es:
FLOUD, JEAN y A. H. HALSEY (1958). The Sociology of Education. A trend report and
bibliography with special reference to the development of research in Western Europe and
the USA. Current Sociology. La Sociologie Contemporaine. Vol.VII, No. 3, pp. 165-192.
París-La Haya, Mouton.
Este primer estado del conocimiento, anterior al de Gross (1959) citado en el apartado anterior,
presenta el interés de que fue escrito por los dos únicos sociólogos que trabajaban el tema en esa
temprana fecha en Inglaterra, e hicieron un esfuerzo por recoger los principales trabajos no sólo de
su país, sino de otros de Europa Occidental, además de los estudios norteamericanos, como indica el
título mismo. La tabla de contenido de este texto es la siguiente:
I. INTRODUCCIÓN
II. TEORÍAS Y MÉTODOS EN LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
III. EDUCACIÓN Y ASPECTOS DE LA ESTRUCTURA SOCIAL
Demografía
Economía
Estratificación social
Grupos étnicos y minoritarios
IV. DETERMINANTES SOCIALES DE LA EDUCABILIDAD
V. SOCIOLOGÍA DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Las escuelas
Colleges y universidades
Los maestros
Educación de adultos
VI. CONCLUSIÓN
Aunque el trabajo anterior tiene fecha de 1958, en realidad apareció al año siguiente, y dos años
después fue seguido por un grueso volumen que recopilaba textos importantes a los que se refería el
estado del conocimiento anterior. Los editores de esta primera antología fueron los mismos autores
ingleses del estado del conocimiento (Halsey y Floud), a los que se añadió un autor norteamericano,
lo que se entiende dada la considerable presencia de trabajos producidos y publicados en los
Estados Unidos, donde el campo estaba más desarrollado, como se ha dicho. La referencia es:
33
HALSEY, A. H. , J. FLOUD y C. ARNOLD ANDERSON Eds. (1961). Education, Economy and
Society. A Reader in the Sociology of Education. New York, Free Press.
La obra tiene una introducción firmada por Floud y Halsey, y seis partes:
PARTE I. Consecuencias del cambio económico: Textos 2 a 6.
PARTE II. Educación, movilidad social y mercado laboral: Textos 7 a 15.
PARTE III. Procesos de selección en educación: Textos 16 a 21.
PARTE IV. Factores sociales del desempeño educativo: Textos 22 a 27.
PARTE V. Las cambiantes funciones sociales de escuelas y universidades: Textos 28 a 36.
PARTE VI. Los maestros en las escuelas y las universidades: Textos 37 a 42.
La fecha de publicación de esta primera antología implica que los trabajos contenidos en ella fueron
escritos en la década de 1950, por lo que no sorprende la ausencia de trabajos críticos, como los que
proliferarían a fines de los 60. Es clara, en cambio, la presencia del funcionalismo, sobre todo en la
Parte V, y de las corrientes económicas afines al funcionalismo en las partes I y II. Las partes
restantes, sobre todo III y IV, se refieren a temas polémicos, como los relativos al uso de pruebas de
inteligencia o habilidad académica para selección escolar, o los que discuten la influencia del medio
familiar en la inteligencia. Críticas posteriores calificaron esos trabajos como funcionalistas, pero
algunos pueden ubicarse más bien en el empirismo metodológico; otros, como el de Bernstein, son
muestras tempranas de trabajos cuya riqueza teórica se manifestaría con claridad más tarde.
El segundo estado del conocimiento se publicó más de una década después, en la misma revista con
números temáticos, para presentar balances del campo correspondiente. En esta ocasión los autores
fueron dos estudiosos franceses y, como se verá, la cobertura fue menos internacional:
ISAMBERT JAMATI, VIVIANE y J. G. MAUCORPS (1972). La Sociologie de l'éducation.
Tendances actuelles de la récherche et bibliographie Current Sociology - La Sociologie
Contemporaine. Vol. XX, N° 1, pp. 5-49. París-La Haya, Mouton.
1. INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y SOCIEDAD GLOBAL
1.1. La escuela y el cambio social.
1.2. La escuela y el desarrollo económico.
1.3. La escuela y las relaciones de poder.
1.4. Los maestros y la sociedad.
1.5. Los estudiantes en la sociedad.
2. LA MICROSOCIEDAD ESCOLAR
2.1. Prácticas de enseñanza.
2.2. La escuela como organización.
2.3. Contenido de la instrucción.
2.4. Condiciones sociales y perfeccionamiento escolar.
2.5. Actitudes de los padres hacia la educación.
3. ESCOLARIDAD Y DESIGUALDAD SOCIAL
3.1. Factores institucionales tras la diversidad escolar.
3.2. Diferencias sociales en la asistencia a la escuela.
3.3. Actitudes hacia la escuela y aspiraciones laborales.
3.4. Desigualdades relacionadas con la ubicación geográfica.
3.5. Las minorías étnicas y la escuela.
4. EDUCACIÓN Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
4.1. Escuela y movilidad social.
4.2. Nivel educativo y calificación
5. PERSPECTIVAS DE LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
34
Como en el caso anterior, la publicación de este estado del conocimiento fue seguida también por la
de una antología de textos selectos, que apareció en dos números especiales de la principal
publicación periódica sobre sociología en lengua francesa, editados por una autora del estado del
conocimiento, con quien llegaría a ser uno de los nombres más destacados no sólo de la sociología
de la educación, sino de la sociología en general:
BOURDIEU, PIERRE y V. ISAMBERT-JAMATI EdS. (1967-1968). Revue Francaise de
Sociologie, Vol. VIII, Números especiales.
TESTANIÉRE, JACQUES. Relajo tradicional y relajo anómico en la segunda enseñanza.
CHOBAUX, JACQUELINE. Un sistema de normas pedagógicas : las instrucciones oficiales.
ISAMBERT-JAMATI, V. Permanencia o variación de objetivos de los institutos en 100 años.
MARKIEWICZ-LAGNEAU, J. Escuela y cambio social : papel de la 2a enseñanza en la URSS.
GEROME, NOELLE. Un estudio organizacional: la primera enseñanza en un departamento francés.
SEGRE-BRUN, MONIQUE y L. TANGUY. ¿Qué unidad de análisis ha de conservarse para
explicar las variaciones geográficas de la escolarización ?
DARBEL, ALAIN. ¿Desigualdades regionales o desigualdades sociales? Tentativa de explicación
de la distribución de la escolarización.
DE SAINT MARTIN, M. Factores de eliminación y selección diferencial en estudios de ciencias.
BISSERET, NOELLE. « Nacimiento » y diploma : la selección al principio de la universidad.
DE MONTLIBERT, CHRISTIAN. Los alumnos de un centro de enseñanza con cursos vespertinos.
Cómo se consigue una promoción con un diploma.
GRIGNON, CLAUDE. La orientación escolar de los alumnos de una escuela rural.
BOURDIEU, PIERRE y J. C. PASSERON. El examen de una ilusión.
CASTEL, ROBERT. Observaciones sobre la democratización de la enseñanza en países socialistas.
Cinco años más tarde se publicó un nuevo estado del conocimiento y una antología, ahora en un
mismo volumen, bajo la responsabilidad de uno de los dos sociólogos ingleses que había editado el
primero de los trabajos de este apartado (A. H. Halsey), junto con un estudioso con amplio
conocimiento de la producción norteamericana:
KARABEL, JEROME S. y A. H. HALSEY (1977). Educational Research: A review and
Interpretation. En KARABEL, JEROME S. y A. H. HALSEY Eds., Power and ideology en
Education. Londres, Oxford University Press.
El contenido de este nuevo estado del conocimiento se organizó según el siguiente esquema:
Introducción
La investigación en sociología de la educación
Funcionalismo
Teoría del Capital Humano
Empirismo Metodológico y Debate sobre la Desigualdad
Blau y Duncan: la estructura ocupacional americana (1967)
El Informe Coleman: igualdad de oportunidades educativas (1966)
Chistopher Jencks y la obra Desigualdad (1972)
Investigación-acción.
35
Teorías del Conflicto en Educación
Teoría del conflicto neo-weberiana
Teoría del conflicto neo-marxista
El problema del cambio educativo
La Nueva Sociología de la Educación
Origen social de la crítica interpretativa.
La Nueva Sociología de la Educación: una primera evaluación. Bernstein y Durkheim.
Conclusión
La obra en la que apareció este nuevo estado del conocimiento fue también una nueva antología, la
segunda en que intervino Halsey, y refleja los cambios de perspectiva ocurridos desde la aparición
de la anterior, a lo largo de la década de 1960 y parte de la de 1970, cuando surgió la New Sociology
of Education y, en general, acercamientos que cuestionaban al funcionalismo y la teoría del capital
humano, y privilegiaban temas políticos e ideológicos.
El nombre mismo de la publicación refleja esos cambios, y los textos que contiene confirman esa
pretensión de refundar la disciplina y darle una orientación transformadora en términos políticos: es
significativo que, antes de los trabajos de autores contemporáneos, de prestigio establecido o
emergente, la obra comience con un texto clásico de Durkheim y concluya con otro de líderes
contemporáneos de la izquierda italiana.
Los textos se organizan en seis partes. Los subtítulos respectivos son los siguientes:
I. Educación y estructura social. Además de Durkheim los autores incluidos son Martin Trow,
Randall Collins, Samuel Bowles y Earl Hopper.
II. Educación y selección social, con textos de Halsey, Boudon, Sewell y Shah, Bowles y
Gintis, Karabel, Dobson, Husen, Cicourel y Kitsusw y Rist.
III. Educación, capital humano y mercado laboral, con artículos de Schultz, Thurow, Bluestone,
Paci y Foster.
IV. Política de la educación: Cohen & Lazerson, Katz, Tyack, Paulston, Barbagli & Dei, Miles.
V. Reproducción cultural y transmisión del conocimiento: Goody & Watt, Bernstein,
Bourdieu, Ringer y Dreeben.
VI. Transformación social y cambio educativo: Lilge, Carnoy & Werthein, Bastid, Bell,
Schuller & Bengtsson y, por último, Rossanda, Cini & Berlinguer.
Dos décadas más tarde, y todavía con la participación de Halsey, se publicó un nuevo volumen con
un estado del conocimiento y una nueva colección de textos selectos:
HALSEY, A. H., HUGH LAUDER, PHILLIP BROWN y AMY STUART WELLS (1997).
Education. Culture, Economy and Society. Oxford-New York, Oxford University Press.
El estado del conocimiento con el que se abre esta obra y el esquema de su contenido son:
BROWN, PHILLIP, A. H. HALSEY, HUGH LAUDER y AMY STUART WELLS (1997). The
Transformation of Education and Society: An Introduction. En HALSEY, LAUDER,
BROWN y WELLS, 1997: 1-44.
Introducción.
Los fundamentos del nacionalismo económico, 1945-1973.
La educación y el nacionalismo económico. La caída del nacionalismo económico.
La educación y la economía globalizada: un nuevo consenso.
36
La educación y la productividad económica: cuestionando el nuevo consenso.
La inflación de credenciales y el conflicto social.
El conflicto social y la cambiante naturaleza de las habilidades.
Género y habilidades en un mercado laboral cambiante.
La educación y el control social.
Las transformaciones sociales y la educación como lugar de conflicto.
El post-modernismo y las políticas culturales de las diferencias.
Clases sociales y educación.
Género y educación.
La educación en las sociedades post-coloniales.
La reestructuración de la educación.
La política económica de la nueva derecha.
Reformas de mercado en educación.
Ampliación de los mercados, igualdad y democracia.
El impacto de la reestructuración sobre la profesión de maestro.
Mercados ―libres‖ en educación y estado fuerte.
Educación, desigualdad y justicia social.
La teoría liberal del aburguesamiento educativo.
La teoría de Marshall en perspectiva.
Determinismo y apertura en el cambio social.
Obstáculos ante la igualdad, 1: La ineludible jerarquía ocupacional.
Obstáculos ante la igualdad, 2: La importancia de la escolaridad.
Obstáculos ante la igualdad, 3: Las distribuciones genéticas.
Argumentos para una nueva Aritmética Política.
La nueva antología es una muestra representativa de la variedad de la sociología de la educación y
trabajos emparentados a fines del siglo XX, con unos que retoman estudios de los años 50 y 60;
otros que prolongan los más críticos de los 70 y 80; y otros con nuevas preocupaciones. La
recopilación comienza con textos de Bourdieu y Bernstein, en reconocimiento de la trascendencia
de sus respectivas obras para la sociología de la educación. Los textos antologados se agrupan así:
PARTE I. Educación, cultura y sociedad: Textos 2 a 8.
PARTE II. La educación, la economía global y el mercado laboral: Textos 9 a 15.
PARTE III. El estado y la reestructuración del trabajo de los maestros: Textos 16 a 23.
PARTE IV. Las políticas, los mercados y la efectividad de las escuelas: Textos 24 a 31.
PARTE V. Conocimiento, curriculum y políticas culturales: Textos 32 a 41.
PARTE VI. Meritocracia y exclusión social: Textos 42 a 52.
Las tablas de contenido de las antologías reflejan los temas que destacaban en cada momento. Los
títulos son significativos en sí mismos: Educación, economía y sociedad: una antología de la
sociología de la educación (1961). Poder e ideología en educación (1977). Educación. Cultura,
economía, sociedad (1997). Al principio de los años 60 la temática de tipo económico pesa tanto
que la palabra economía sigue inmediatamente a educación en el título de la obra, y se hace
necesario un subtítulo que deje claro que se trata de una obra sociológica. En 1977 la palabra poder
e ideología reflejan el cambio de énfasis de lo económico y sociológico, con enfoque funcionalista y
de la teoría del capital humano, hacia temas más cercanos a la politología y la antropología cultural,
con enfoques críticos. En 1997 el título presenta tres conceptos en una forma que parece más
equilibrada, si bien el término que sigue inmediatamente a educación es cultura, seguida por
economía, que reaparece tras su eclipse 20 años antes, y luego sociedad.
37
Después de la aparición de la antología anterior se publicaron varias obras de referencia con
pretensiones enciclopédicas que ya han sido citadas y ahora se presentan en detalle.
SAHA, LAWRENCE J., Ed. (1998). International Encyclopedia of the Sociology of Education.
Oxford-New York-Tokio, Pergamon.
Aunque su fecha de publicación es posterior, en realidad se trata de un trabajo iniciado antes, ya que
consiste fundamentalmente en una recopilación de los artículos de contenido sociológico de una
obra mayor, la segunda edición de la International Enciclopedia of Education, publicada en 1995
bajo la dirección editorial de Torsten Husén y Neville Postlethwaite.
En esta obra de casi mil páginas los artículos no se presentan en orden alfabético, sino según una
estructura temática con la que la editora organizó la variedad de temas cubiertos, como sigue:
Sección I. Teorías sociales en la sociología de la educación
a) Visiones de conjunto teóricas.
b) Perspectivas teóricas.
Sección II. Campos sociológicas en el estudio de la educación.
a) Visión de conjunto.
b) Campos específicos dentro de la sociología de la educación: administración educativa;
curriculum; análisis de políticas; educación religiosa; educación sexual; enseñanza-
aprendizaje; educación superior; educación de adultos; educación física y para la salud;
educación especial; maestros de educación básica.
Sección III. Tradiciones de investigación en sociología de la educación.
a) Tópicos y tendencias relativos a los métodos de investigación.
b) Tradiciones de investigación.
Sección IV. La escuela como sistema social.
Sección V. La estructura de los sistemas educativos.
a) La organización de los alumnos.
b) La organización de la escuela.
Sección VI. Procesos escolares.
a) Conocimiento y curriculum.
b) Adquisición de actitudes, valores y habilidades.
c) Raza, grupo étnico y género.
d) Estudiantes en riesgo.
Sección VII. Familia y escuela.
Sección VIII. Los maestros de escuela en la sociedad.
Sección IX. La juventud en la escuela.
Sección X. Políticas y cambios educativos.
a) Educación, cambio social y desarrollo.
b) Educación y nuevas tecnologías.
c) Políticas educativas y planeación de la educación.
Esta Enciclopedia Internacional de Sociología de la Educación no contiene un texto único inicial
que haga las veces de estado del conocimiento, pero en vez de ello cada una de las diez secciones
antes enumeradas tiene una introducción especial. Todas estas introducciones de sección son
firmadas por la editora de la obra, lo que asegura su consistencia; en conjunto constituyen una
excelente visión de conjunto del campo. Las referencias particulares de esas introducciones son las
siguientes:
38
Theoretical Developments in the Sociology of Education. (SAHA, 1998: 9-10)
The Diversification of the Sociology of Education. (SAHA, 1998: 103-105)
Sociology of Education: An Overview. (SAHA, 1998: 106-117)
Methodological Developments in the Sociology of Education. (SAHA, 1998: 213-214)
The Systemic Approach to the Study of Education. (SAHA, 1998: 331-332)
The Organizational Structure of Educational Systems. (SAHA, 1998: 393-394)
Sociological Processes Within School. (SAHA, 1998: 481-483)
The Centrality of the Family in Educational Processes (SAHA, 1998: 587-588)
The Changing Social Role of the Teacher. (SAHA, 1998: 655-656)
Youth and Schooling in Modern Society. (SAHA, 1998: 727-728)
New Developments in Education as an Agent of Change. (SAHA, 1998: 787-790)
Al comenzar el siglo XXI se publicó otra obra de referencia importante:
HALLINAN, MAUREEN T., Ed. (2000). Handbook of the Sociology of Education. New York.
Kluwer-Academic, Plenum Publishers.
Esta obra comprende 24 capítulos, agrupados en seis secciones, como sigue:
I. Orientaciones teóricas y metodológicas. Capítulos 1 a 6.
II. Desarrollo y expansión de la educación. Capítulos 7 a 10.
III. El estudio del acceso a la escuela. Capítulos 11 a 13.
IV. El estudio de la organización de la escuela. Capítulos 14 a 17.
V. El estudio de los resultados de la escuela. Capítulos 18 a 22.
VI. Implicaciones de la investigación para las políticas educativas. Capítulos 23 y 24.
La editora de la obra, Maureen Hallinan, firma una introducción titulada La sociología de la educación
en el umbral del siglo XXI, que tiene cuatro apartados:
Contribuciones teóricas tempranas a la sociología de la educación.
Contribuciones empíricas tempranas a la sociología de la educación.
Visión de conjunto de la obra, con breves presentaciones de las seis secciones mencionadas.
Significado de la obra.
En 2004 apareció otra antología, cuyo contenido se organiza en siete apartados, como sigue:
BALL, STEPHEN J., Ed. (2004). The RoutledgeFalmer Reader in Sociology of Education. London-
New York. RoutledgeFalmer.
Introduction. The sociology of education: a disputational account. Stephen J. Ball
Clases sociales
1. Las formas del capital. Pierre Bourdieu
2. ¿Encontrándose o perdiéndose? La clase trabajadora y la educación. Diane Reay
La globalización y la economía
3. Educación, globalizaciónn y desarrollo económico. Phillip Brown y Hugh Lauder
4. Globalización, sociedad de aprendizaje y educación comparada. Peter Jarvis
Género
5. La construcción social de la masculinidad en los jóvenes: subculturas de grupos de
pares. Mike O’Donnell y Sue Sharpe
6. Producción discursiva de la dualidad masculino/femenino. Bronwyn Davies
Legislación (Regulation)
7. Performatividad y fabricaciones en la economía de la educación: hacia la sociedad
performativa. Stephen J. Ball
8. El estado capitalista y la formación de la política pública. Marco analítico para una
sociología política de la hechura de las políticas educativas. Carlos Alberto Torres
39
Currículo
9. La política cultural y los textos. Michael W. Apple
10. Clase social y práctica pedagógica. Basil Bernstein
El maestro
11. Reconstrucción de la identidad del maestro de primaria. Peter Woods y Bob Jeffrey
12. Cómo hacen su trabajo ―economic‖ los maestros. John Smyth y Geoffrey Shacklock
Los alumnos y el aula
13. Escuelas, familias y estudiantes académicamente capaces: contrastando formas de
participación en la educación secundaria. Sally Power et al.
14. Hacia una sociología del aprendizaje en las escuelas primarias. Andrew Pollard
De 2006 es la segunda edición de un libro de texto con nueve capítulos y el siguiente contenido:
BRINT, STEVEN (2006). Schools and Societies. 2nd
Ed. Stanford University Press.
Cap. 1. La escuela y las instituciones sociales
Cap. 2. La escolarización y el mundo industrializado
Cap. 3. La escolarización en el mundo en desarrollo
Cap. 4. Las escuelas y la transmisión cultural
Cap. 5. Las escuelas y la socialización
Cap. 6. Las escuelas y la selección social: las oportunidades
Cap. 7. Las escuelas y la selección social: la desigualdad
Cap. 8. La enseñanza y el aprendizaje en una perspectiva comparativa
Cap. 9. Las reformas escolares y las posibilidades de la escolarización
En 2007 apareció un trabajo, al que se hizo referencia en el cuerpo del trabajo, que tiene la peculiaridad
de centrar la atención en los trabajos de sociología de la educación que se refieren en especial a la
enseñanza superior.
En el documento que precede este anexo se ha presentado brevemente este campo, que constituye una
subespecialización relativamente reciente, y de creciente importancia, en el ámbito más amplio de la
sociología de la educación. La referencia y el contenido de la obra son los siguientes.
GUMPORT, PATRICIA J. (2007). Sociology of Higher Education. Contributions and Their Contexts.
Baltimore. The John Hopkins University Press.
Parte I. Puntos de partida
1. Desarrollo de la sociología de la educación superior
2. Sociología de la educación: un campo en evolución
Parte II. Cuatro dominios
3. Estudio de la desigualdad
4. Estudio del impacto del College
5. Estudio de la profesión académica
6. Estudio de los colleges y universidades como organizaciones
Parte III. Líneas emergentes de investigación
7. La educación superior como institución
8. Estudios sociológicos de departamentos académicos
9. Sociología de la diversidad
10. Marcos de referencia sociológicos para la educación superior
Parte IV. Mirando hacia adelante
11. Nota sobre la continuación de las cosas que funcionan
12. Reflexiones sobre un campo híbrido
En 2002 y 2007 se publicó una nueva pareja de obra enciclopédica y antología:
40
LEVINSON, DAVID L., PETER W. COOKSON JR. y ALAN R. SADOVNIK, Eds. (2002).
Education and Sociology. An Encyclopedia. New York-London. Routledge Falmer.
Sin contar la introducción, firmada por Levinson y Sadovnik, esta obra comprende 90 artículos
especializados, firmados por especialistas reconocidos que llenan más de 700 páginas y se ordenan en
forma alfabética, por lo que se conservan sus títulos en inglés.
Education and sociology: an introduction
1. Adolescence & schools. Nancy Lesko, R. Jentes-Mason, J. Westerhof-Shultz
2. Adult Education. Peter Katopes
3. Affirmative action in education. Roslyn Arlin Mickelson
4. African-American achievement motivation. Margaret Hunter and Walter R. Allen
5. At-risk students. Gary Natriello
6. Bilingual education. Virginia Vogel Zanger
7. Brown v. Board of education. Jennifer L. Hochschild
8. Catholic schools. Helen M. Marks
9. Classroom processes. Elizabeth G. Cohen
10. Code theory, pedagogic discourse, and symbolic control. Alan R. Sadovnik
11. Community colleges. Kevin J. Dougherty
12. Conflict theory. Chistopher J. Hurn
13. Cooperative learning in elementary and secondary schools. Robert E. Slavin
14. Cultural capital. Timothy J. Madigan
15. Curriculum. Adam Gamoran
16. Curriculum history. Ivor F. Goodson
17. Desegregation. Stephen Samuel Smith
18. Desegregation of higher education. Faith G. Paul
19. Economics of Education. Ivar Berg
20. Educational Achievement and attainment in the United States. Thomas M. Smith
21. Educational Assessment. Leslie C. Soodak
22. Educational attitudes: abstract and concrete. Roslyn Arlin Mickelson
23. Educational Productivity. Mark Berends
24. Educational reform and sociology in England and Wales. Geoffrey Walford
25. Educational reform in the US: 1980s & 1990s. A. R. Sadovnik et al.
26. Elites and educational reform. Peter W. Cookson, Jr. and Brenda Donly
27. Equality in education. Maureen T. Hallinan
28. Ethnicity. Edith W. King
29. Ethnography. Peter McLaren and Amanda Datnow
30. Extracurricular activities. Pamela Anne Quiroz
31. Functionalist theories of education. Peter W. Cookson, Jr. and Alan R. Sadovnik
32. Gender and Education. Sara Delamont
33. Gender and math education. Karen Karp
34. Gender Inequality. Linda Grant and Xue Lan Rong
35. Gender inequality in education. International comparisons. Karen Bradley
36. Gender socialization & ed: where we’ve been & where we might go. Joan Z. Spade
37. Globalization. John Boli
38. High school dropouts. Aaron M. Pallas
39. Higher education. Floyd M. Hammack
40. Higher education. International. James C. Hearn and Jan Sandor
41. Higher education and social equality. Sophia Catsambis
42. Higher education in the United States: access to by minorities. Thomas M. Smith
43. Higher education in the United States: Latinos. Susan Moreno and Chandra Muller
44. Historically black colleges. Joseph O. Jewell and Walter R. Allen
41
45. Home schooling. Contemporary. Maralee Mayberry
46. Homeless Children and Youth. Roslyn Arlin Mickelson
47. Human capital theory. David L. Levinson
48. Ideology and curriculum. Yoshiko Nozaki and Michael W. Apple
49. Imperialism and education. Mark B. Ginsburg and Thomas Clayton
50. International competition & crises: cross-national studies. David P. Baker
51. IQ. Christopher J. Hurn
52. Longitudinal studies. An introduction: opening the black box. Kathryn S. Schiller
53. Longitudinal studies data collection program. Carl Schmidt
54. Magnet schools in urban education. Rolf K. Blank
55. Mass schooling. Francisco O. Ramirez
56. Meritocracy. Thomas B. Hoffer
57. Multiculturalism. Patricia Gandara
58. Politics of education. Kevin J. Dougherty
59. Progressive education. Susan F. Semel
60. Quasi-markets in education. Geoff Whitty
61. Race and education. Roslyn Arlin Mickelson
62. Restructuring. Peter M. Hall and Patrick J. W. McGinty
63. School-based management. Priscilla Wohlstetter et al.
64. School choice. Amy Stuart Wells
65. School effects. Roger C. Shouse
66. School, family & community partnerships. Joyce L. Epstein and Marvis G. Sanders
67. School textbooks and cultural authority. Sandra L. Wong
68. Single-sex education and coeducation. Helen M. Marks
69. Social capital: a ubiquitous emerging conception. Barbara Schneider
70. Social reproduction. David Swartz
71. Sociology of education as critical theory. Michael Young
72. Sociology of education: feminist perspectives. Jo-Anne Dillabough and M. Arnot
73. Sociology of education: Marxist theories. Fred L. Pincus
74. Sociology of education: new. Philip Wexter
75. Sociology of education. Open systems approach. Jeanne H. Ballantine
76. Sociology of education: postmodernism. Alan R. Sadovnik
77. Sociology of higher education: theoretical approaches. Jeanne H. Ballantine
78. Special education. Hugh Mehan, Jane R. Mercer, and Robert Rueda
79. Sport and schooling. C. Roger Rees
80. Structuralism. Paul Atkinson
81. Student cultures and academic achievement. Sandra L. Wong
82. Summer learning. Barbara Heyns
83. Teacher assessment and evaluation. Richard M. Ingersoll
84. Teacher Burnout. Gary Dworkin
85. Teacher unions, old and new. Ronald Henderson
86. Teachers and teaching. Bruce J. Biddle and Thomas L. Good
87. Tracking. Amanda Datnow and Robert Cooper
88. Urban schools. Julia Gwynne
89. Vocational education. James E. Rosenbaum
90. Working parents. Chandra Muller
La antología, preparada por uno de los editores de la obra anterior, es:
SADOVNIK, ALAN R. Ed. (2007). Sociology of Education. A Critical Reader. New York.
RoutledgeFalmer.
42
Introducción
Parte I Teoría y metodología en la sociología de la educación
1. Teoría e investigación en la sociología de la educación. Alan R. Sadovnik
2. Sobre la educación y la sociedad. Emile Durkheim
3. Teorías funcionalistas y del conflicto de la estratificación educativa. Randall Collins
4. Promesas rotas: las reformas educativas en retrospectiva. Samuel Bowles y Herbert Gintis
5. Para entender el proceso de escolarización: qué aporta la teoría del etiquetaje. Ray C. Rist
6. Las formas del capital. Pierre Bourdieu
7. Clase social y práctica pedagógica. Basil Bernstein
8. Efectos de la educación como una institución. John W. Meyer
Parte II Organización y procesos escolares: enseñanza, aprendizaje y currículo
9. Contexto organizacional de la enseñanza y el aprendizaje: perspectivas teóricas cambiantes.
Adam Gamoran, Walter G. Secada, y Cora B. Marrett
10. ¿Hay realmente escasez de maestros? Richard Ingersoll
11. ¿Mercados y conocimientos de quién? Michael W. Apple
Parte III Educación international
12. Construcción política de la escolarización de masas: orígenes europeos, institucionalización
mundial. Francisco O. Ramirez y John Boli
13. Mercado y privatización en los sistemas masivos de educación. Geoff Whitty y Sally Power
14. Nación contra nación: la carrera para ser los primeros del mundo. David P. Baker y Gerald
LeTendre
Parte IV Educación superior
15. Cambios en el acceso a la educación superior en Estados Unidos, 1980-1992. David Karen
16. No basta cruzar la puerta abierta: desigualdades por context social en el tránsito del
Community College al College de cuatro años. Kevin Dougherty y G. S. Kienzl
17. College para todos: ¿entienden los alumnos lo que exige el College? James E. Rosenbaum
Parte V Educación y desigualdad
18. El agrupamiento por aptitud (tracking): de la teoría a la práctica. Maureen Hallinan
19. Más que una tecnología mal ubicada: una alternativa políticamente responsable al tracking
de Hallinan. Jeannie Oakes
20. Desigualdad invisible: clase social y crianza en familias negras y blancas. Annete Lareau
21. Identidad colectiva y peso de ―actuar como blanco‖ en la historia, la comunidad y la
educación. John U. Ogbu
22. El peso de no actuar ni como blanco ni como negro: la identidad de los americanos asiáticos
y su desempeño en las escuelas urbanas. Jamie Lew
23. La orientación a buscar ayuda de estudiantes latinos y no latinos en high schools urbanas:
una investigación de sociología crítica. Ricardo Stanton-Salazar, Lisa Chavez, y Robert Tai
24. ¿Qué sabemos sobre los efectos de las escuelas para alumnos de un solo sexo en el sector
privado? Implicaciones para las escuelas públicas. Cornelius Riordan
Parte VI Reformas y políticas educativas
25. Complejidad, rendición de cuentas y mejora escolar. Jennifer A. O’Day
26. Falsas promesas: disposiciones sobre elección de escuela en la ley No Child Left Behind.
Douglas Lauen
27. Nuestra empobrecida visión de la reforma educativa. David C. Berliner
43
La reedición de una obra de 2002 es la publicación más reciente que se recoge. Tiene cinco partes
con varios apartados y 49 textos, clásicos y recientes, que en parte coinciden con los anteriores:
RICHARD ARUM, RICHARD A., IRENEE R. BEATTIE y KARLY FORD, eds. (2011). The
Structure of schooling. Readings in the Sociology of Education. Thousand Oaks, Sage.
Introduction
I. PERSPECTIVAS TEÓRICAS E HISTÓRICAS
A. Logro de estatus y movilidad social
1. ―Racionalización‖ de la educación y la formación para el trabajo. Max Weber
2. Movilidad social y cultural. Pitirim Sorokin
3. La movilidad fomentada u obstaculizada y ell sistema escolar. Ralph H. Turner
4. Los procesos de logro de estatus. Archibald O. Haller y Alejandro Portes
B. Capital humano, cultural y social
5. El capital humano. Gary S. Becker
6. El capital cultural. Michele Lamont y Annette Laureau
7. Escuelas, familias y comunidades. James Coleman y Thomas Hoffer
C. Las cambiantes teorías de los sistemas educativos
8. El primer element de la moralidad: el espíritu de disciplina. Emile Durkheim
9. La escuela y la comunidad. Willard Waller
10. Teorías funcionales y del conflicto de la estratificación educativa. Randall Collins
11. Más allá de la frontera educativa: el gran sueño congelado. Samuel Bowles y H. Gintis
II. ESTRATIFICACIÓN ENTRE ESCUELAS E INTRA ESCUELAS
A. Culturas escolares
12. Los elegidos. Peter Cookson y Caroline Hodges Persell
13. Confianza en la escuela: recurso clave de la reforma. Anthony S. Bryk y B. Schneider
B. Segregación racial y desigualdad de recursos
14. La igualdad de oportunidades educativas: el Informe Coleman. James Coleman et al.
15. Efectos de las High Schools en sus alumnos. Christopher S. Jenks y Marsha D. Brown
16. 50 años del juicio Brown: ¿sueño o pesadilla? Gary Orfield y Chungmei Lee
17. Naturaleza de la escolaridad. Doris R. Entwisle, Karl L. Alexander, y Linda Olson
C. Agrupamiento por aptitude (Tracking)
18. Tracking: de la teoría a la práctica. Maureen Hallinan
19. ¿Es equitativo el agrupamiento por aptitud? Adam Gamoran
20. Distribución del conocimiento. Jeannie Oakes
III. CLASE, RAZA, ETNICIDAD, GÉNERO Y SEXUALIDAD
A. Clase
21. Barreras persistentes: cambios de las oportunidades educativas en 13 países. Hans-
Peter Blossfeld y Yossi Shavit
22. Elementos de una cultura. Paul Willis
23. Desigualdad invisible: clase social y crianza en familias negras y blancas. A. Lareau
24. Excepciones a la regla: movilidad ascendente en alumnas de high school blancas y
mexico-americanas. Julie Bettie
B. Raza y etnicidad
25. El éxito escolar de alumnos negros: enfrentando el peso de ―actuar como blanco‖.
Signithia Fordham y John U. Ogbu
26. No se trata de ―algo negro‖: entendiendo el peso de ―actuar como blanco‖ y otros
dilemas del alto rendimiento. Karolyn Tyson, Domini R. Castellino y William Darity.
27. Entre fronteras: identidad, cultura, y escuela. Prudence L. Carter
44
28. La siguiente prueba del desempeño Americano: cerrar la brecha de puntajes en las
pruebas entre negros y blancos. Chistopher Jencks y Meredith Phillips
29. La raza en el patio de juegos: negociando la frontera del color en aulas y comunidades.
Amanda Lewis
30. Sombras blancas: los niños blancos y la identidad racial en High School. Pamela Perry
31. La nueva segunda generación: la asimilación segmentada y sus variantes. Alejandro
Portes y Min Zhou
C. Género y sexualidad
32. Niños y niñas juntos… pero más bien separados. Barrie Thorne
33. La enseñanza y ―last areas femeninas‖: análisis comparativo e histórico. Michael Apple
34. Reescribiendo las lecciones de raza y género en High School: los dominicanos de
segunda generación en Nueva York. Nancy López
35. ―Amigo, eres maricón‖: masculinidad adolescente y discurso del maricón. C.J. Pascoe
IV. CONDUCTA ESTUDIANTIL Y SUBCULTURAS ADOLESCENTES
36. La cultura adolescente. James Coleman
37. La resistencia como dramatización: encuentros orientados al cambio. D. A. McFarland
38. Poniendo a prueba la teoría. raíces sociales de las balaceras en las escuelas. K. Newman
39. Ligando: sexo, noviazgo y relaciones en el campus. Kathleen Bogle
40. La vida del college vista por los estudiantes. Mary Grigsby
V. AMBIENTE ORGANIZACIONAL
A. Ambiente cultural e institucional
41. ¿Realmente necesita el empleador jóvenes más educados? J. Rosenbaum y A. Binder
42. Efectos de la educación como institución. John W. Meyer
43. Los community colleges y el orden social. Stephen Brint y J. Karabel
44. Una perspectiva institucional sobre la escuela. John Chubb y Terry Moe
45. Valorando la disciplina escolar: Crisis de la autoridad moral. Richard Arum
46. Creando una clase: la admisión al college y la educación de las élites. Mitchell Stevens
B. Education Policy and School Reform
47. La política de ―solo ingles‖ triunfa, pero el costo es alto. Alejandro Portes
48. Las escuelas ―charter‖ y el bien público. Linda A. Renzulli y Vicent J. Roscigno
49. Currículo polémico: afrocentrismo y creacionisme en las escuelas públicas. Amy Binder
50. La investigación educativa que importa: influencia, rigor científico y hechura de
políticas. Pamela Barnhouse Walkers y Annette Lareau
En legua francesa, entre 2000 y 2005 aparecieron las tres obras siguientes:
BULLE, NATALIE (2000). Sociologie de l’éducation. Paris. Presses Universitaires de France.
Primera Parte. Educación y conocimiento.
Piscogénesis del desarrollo cognitivo.
Sociogénesis del desarrollo cognitivo.
Desarrollo cognitivo y educación formal.
Teorías del conocimiento y pensamiento educativo
Segunda Parte. Educación y acción social. Fundamentos teóricos.
Marx. Durkheim. Mead. Parsons. Schutz. Boudon.
Tercera Parte. Acercamientos sociológicos a la educación formal.
Polo social/normativo
Polo individual/interaccionista
Cuarta Parte. Escuela y sociedad.
Filosofía social, conocimiento y educación
Dinámica del cambio de los sistemas educativos
45
Quinta Parte. Escuela y desigualdades
Sistemas educativos y sistemas de ocupación
Impacto de las variables sociales sobre los destinos escolares
Impacto de las variables institucionales sobre los destinos escolares
DURU-BELLAT, MARIE y A. VAN ZANTEN (2002). Sociologie de l’école. Paris. Armand Colin.
Primera Parte. La escuela en la sociedad.
1. Políticas escolares y cambios institucionales.
2. Las desigualdades de las carreras en el sistema escolar francés.
3. Lo que se juega en la escolaridad: encontrar trabajo y subir en la escala social.
4. Evolución de los análisis teóricos sobre la escuela.
Segunda Parte. Contextos, actores y prácticas.
5. La escuela entre el espacio local y el espacio nacional.
6. La diversidad de la oferta de formación.
7. Programas, prácticas pedagógicas y normas de excelencia.
8. La profesión docente.
9. Las prácticas educativas de las familias.
10. El oficio de alumno.
FOURNIER, M. y V. TROGER, Coords. (2005). Les mutations de l’école. Auxerre. Sc. Humaines.
Introducción general.
De la escuela republicana a la escuela democrática
La sociología de la educación en Francia
I. Las evoluciones del sistema educativo.
II. El aumento del poder de los actores.
III. Transmitir saberes y valores.
IV. Lo que está en juego y los debates
BAUDELOT CH. y F. LECLERCQ (2005). Les effets de l’éducation. Paris. La Doc. Francaise.
Primera Parte. Socializaciones
1. Cultura et culturas.
2. ¿Efectos liberadores?
3. La inculcacion de una ideología.
4. Escuela y delincuencia.
Segunda Parte. Niveles de vida
5. Efectos del capital humano sobre los ingresos individuales.
6. Efectos de las competencias no cognitivas sobre los ingresos individuales.
7. Educación y crecimiento.
Tercera Parte. Jerarquías.
8. La educación produce nuevas jerarquías.
9. La educación produce igualdad y desigualdades.
10. Descenso de clase y disminución del efecto del diploma durante la carrera.
Cuarta Parte. Familias.
11. Efectos de la educación sobre la formación y funcionamiento de las parejas.
12. Efectos de la educación sobre la inversión en capital humano de las parejas.
Quinta Parte. Política.
13. Educación y comportamiento electoral.
14. Efectos de la escolarización sobre las actitudes sociopolíticas.
Sexta Parte. Sugerencias.
15. Algunas propuestas para la investigación social sobre los efectos de la educación.
Anexos.La identificación de las relaciones de causalidad en economía empírica.
Elementos relativos a la medición de efectos de la educación en psicología social.