02 técnicas básicas de disciplina

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Los padres preguntan Capítulo Los padres preguntan 13

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En este apartado vamos a tratar de responder a las preguntas habituales que suelen plantearse los padres, bien sobre los contenidos del tema que pueden necesitar alguna aclaración, sobre dificultades frecuentes a la hora aplicar las técnicas de disciplina que hemos explicado o sobre su utilidad en situaciones concretas.

La adopción de medidas de disciplina ¿Puede dañar la autoestima del niño?

Cuando se aplican correctamente y cumpliendo las orientaciones que he-mos facilitado, no dañan ni afectan su autoestima.

Hay ciertos errores que los padres cometen en su aplicación que efectiva-mente sí pueden tener consecuencias en la autoestima del niño cuando son reincidentes:

- Las medidas se adoptan sin criterio, de manera incoherente.

- Las medidas son desproporcionadas a la conducta del niño.

- Se adoptan medidas degradantes para su dignidad: implican descalifi-caciones personales, se humilla al niño delante de los demás o atacan personalmente al niño.

- Las medidas que se toman con el niño se asocian a comportamientos incondicionales: se le amenaza con abandonarlo, con que no se le va a querer más...

- Se toman en momentos de cólera como un abuso de poder y una forma de desahogo de los padres.

- No se combinan con medidas positivas, como el elogio o la atención a las conductas adecuadas.

Me resulta muy complicado lo que se propone en el libro de adoptar las medi-das en un tono de voz adecuado, sin gritar, con serenidad... y me pregunto si hay padres que realmente lo puedan hacer ¿De verdad eso es posible?

Comprendemos y reconocemos que es difícil mantener esa actitud. En ningún momento hemos afirmado que educar a un hijo sea fácil y cómo-do.

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Sin embargo, esta forma de proceder es la adecuada para que las técnicas sean educativas y efectivas. Piense en el siguiente caso:

Una madre dice gritando a su hijo: –¡Te he dicho que no se grita!

Aunque la actitud de la madre es comprensible, también tenemos que decir que es contraproducente.

A su pregunta tenemos que responder que SÍ, que es posible adoptar las medidas con cierta serenidad y en un tono adecuado, de la misma manera que usted se controlará en otras situaciones en las que tenga que hablar en el tono adecuado, sin gritar y con aparente serenidad y amabilidad.

Los padres que lo logran han comprendido que esta actitud es importante y ayuda a educar mejor a sus hijos.

En todo caso, como ayuda a conseguirlo le proponemos dos cosas:

No deje la adopción de medidas para el último momento, prevenga las situaciones y tome medidas en cuanto sea posible. Si tomamos las medidas cuando no podemos más, será más complicado que hacerlo en buenas con-diciones.

Combine las medidas de disciplina con otras técnicas más positivas, como es la enseñanza directa, el buen ejemplo y el elogio de los comportamientos adecuados. La conducta del niño mejorará y las situaciones problemáticas se reducirán.

Estoy agotada de llamar la atención a mi hijo, lo tengo que hacer muchas veces y por conductas diferentes ¿Qué puedo hacer en mi caso?

Las llamadas de atención son una medida útil, pero no podemos abusar de ellas porque su efectividad es limitada.

Lo que debe de hacer es lo siguiente:

1º. Piense si de verdad los comportamientos necesitan que le llame la atención, es decir si lo que le exige es posible. Algunos padres pretenden que su hijo de seis años pase toda una tarde tranquilo en una misma habi-tación: eso es imposible (o muy difícil).

2º. Reduzca las llamadas de atención por un mismo motivo. Si le dice a

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su hijo que deje de hacer algo, no se lo diga más de dos veces; si continúa haciéndolo no le llame más la atención, adopte otra medida: tiempo fuera, retirada de privilegios...

3º. Exíjale unas normas al niño y adopte medidas si no las cumple.

4º. Si su hijo es muy inquieto manténgalo entretenido, cámbiele frecuen-temente de actividad.

5º. Cuando no pueda más haga la vista gorda, salvo para comportamien-tos muy graves.

He intentado con nuestro hijo poner en practica alguna vez un programa de conducta, pero mi marido no lo toma en serio y suele hacer comentarios despec-tivos ¿Puede funcionar aunque mi marido no me apoye?

Una condición básica para la educación de los hijos es el acuerdo entre la pareja, si este no se da, la educación no es posible o será deficiente.

En el caso de los programas de conducta ocurre lo mismo. Al niño le están enviando mensajes contradictorios sobre el programa, lo cual le crea desconfianza e inseguridad.

Si su marido no confía en este método y no es cosa de los dos, lo mejor es que dejen de aplicarlo porque quemaría un recurso que le puede ser útil para el futuro.

Es probable que la falta de apoyo se dé en otros aspectos de la educación de su hijo. En todo caso, le recomendamos que mejoren este aspecto, para ello:

1º. Mantengan un diálogo continuo sobre qué entienden por educar a su hijo, qué quieren enseñarle, cómo quieren hacerlo y cómo van a actuar conjuntamente en las situaciones problemáticas de cada día.

2º. No envíen al niño mensajes contradictorios, el niño debe recibir la misma exigencia de su papá y de su mamá.

3º. En aquellos aspectos en los que no estén de acuerdo, discútanlos sin que el niño esté delante.

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Mi hijo tiene un comportamiento bastante rebelde. A veces adopto la medida de “retirada de privilegios”, pero él suele decirme que “le da igual” ¿Qué puedo hacer?

La finalidad de las medidas de disciplina y también de la “retirada de pri-vilegios” no es causar un sufrimiento en el niño, sino educarle, eliminar las conductas negativas y potenciar los comportamientos adecuados, aunque esto, a veces le haga sufrir.

Por tanto, debería continuar adoptando esta medida aunque sería intere-sante que hiciera lo siguiente:

- Revise si cumple las condiciones para aplicarla correctamente. Si lo hace como un abuso de poder o un ataque personal al niño, puede que su reacción tenga sentido.

- Profundice un poco más y analice a qué se debe la rebeldía del niño y ese tipo de repuesta cargada de cierto reproche.

Nuestra hija de cinco años nos suele contestar de muy malos modos. Hemos puesto en práctica un programa de conducta para tratar esa conducta. Llevo una semana y no hay ninguna mejora. ¿Puedo abandonar el programa antes de tiem-po?

No, no es recomendable abandonarlo sobre todo porque le transmitiría-mos el mensaje de que abandonamos si hay resistencia y la acostumbraría-mos a rechazar nuestros intentos de educarle.

Quizás lo que necesitan es introducir algunas mejoras en su programa. Estas son algunas propuestas:

1º. La conducta a trabajar formúlela en términos positivos, mejor que tra-bajar “no contestar mal a papá y mamá” sería “contestar a papá y a mamá de esta manera”. Exíjale en el programa cómo tiene que hacerlo.

2º. Acote las situaciones. Contestar mal a los padres es demasiado general y puede darse en muchas circunstancias. Concrételo. Seguro que hay situa-ciones típicas en las que son más frecuentes sus contestaciones. Trabaje en el programa solo esas.

Por ejemplo, quizás su hija le contesta mal cuando la llaman para cenar.

Dígale: “Obtendrás un “sol” en el calendario cada vez que te llame y ven-

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gas antes de que cuente hasta 10”. Más adelante podrá generalizar a otras situaciones.

Por otro lado, el programa de conducta debe apoyarse en otras técnicas más educativas, en el caso de las malas contestaciones estas técnicas son:

1º. Darle a la niña buen ejemplo. Cuidar las contestaciones que se dan entre la pareja o que le dan a la niña. Muchas de estas reacciones los niños las han visto y no hacen más que imitarlas.

2º. Enséñele cómo debería de responder y actuar en las situaciones típicas, es decir dígale claramente cómo quiere que se comporte en ese aspecto.

3º. Elógiela y dé muestras de satisfacción cuando conteste de manera ade-cuada. Será la mejor forma de indicarle cómo quieren que lo haga.

Mi caso es muy concreto, mi hijo no es capaz de hacer los deberes si no me pongo con él ¿Qué técnicas puedo utilizar?

Como todas las situaciones problemáticas hay que combinar las técnicas positivas con las de disciplina.

Esta es una problemática muy común y requiere un tratamiento sistemá-tico, bastante extenso para exponer aquí. Pero de una manera resumida le aconsejamos:

1º. Limite el tiempo de estudio, no puede ser indefinido, debe tener una hora de comienzo y una hora de final, aunque no se haya terminado todo.

2º. Inicialmente revise con el niño la tarea que tiene que hacer y marque aquellos ejercicios que puede realizar por sí mismo y los que pueden necesi-tar su ayuda. Deje al niño realizar por sí solo las tareas que sabe, ignorando sus peticiones de ayuda.

3º. Ayúdele más tarde solo en las que no sepa hacer.

Si la gran mayoría de tareas no sabe hacerlas y esto ocurre con frecuencia, hable con su tutor. Expóngale las situaciones porque quizás su hijo tiene dificultades de aprendizaje y necesita otro tipo de ayudas.

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En muchas ocasiones solemos perdonar al niño los castigos que le hemos im-puesto ¿Realmente eso es perjudicial?

Si excepcionalmente perdonamos una medida que le hemos impuesto no ocurre nada, siempre que sea de una manera muy ocasional. En estos casos lo mejor es explicarle los motivos de tal rectificación.

El problema es cuando esto se convierte en una actitud por parte de los padres, entonces sí es perjudicial por los siguientes motivos:

- En principio, suele desconcertar al niño y sorprenderle que los padres rectifiquen, porque ellos suelen considerar como justo todo lo que sus papás le mandan.

- Transmite al niño el mensaje de que sus padres son incoherentes y que probablemente actúan sin criterio. En niños más mayores les transmite una imagen de padres demasiado blandos, con poca consistencia en su función.

- Más adelante el niño no sabe a qué atenerse y probará incumplir las nor-mas esperando que en esta ocasión no vuelva a tener consecuencias.

- Finalmente hará más complicado exigir que se cumplan las medidas, el niño se mostrará más rebelde y resistente buscando con esta actitud cambiar la decisión de sus padres. Cuando esto se prolonga en el tiempo y los niños son mayores, los padres pierden toda autoridad.

Si he castigado a mi hijo, cuando vuelve mi marido suele perdonarle o conven-cerme para que lo haga ¿Estamos actuando adecuadamente?

No, no están actuando adecuadamente y deben rectificar esa actitud cuanto antes. Con ello están consiguiendo:

- Que usted pierda autoridad, transmitiéndole al niño el mensaje de que la última palabra la tiene su papá, usted es una subordinada.

- Están consiguiendo que el niño reciba mensajes contradictorios: la ma-dre tiene unas normas y el padre otras.

- Que los padres estén adoptando de cara al niño roles diferentes: la ma-dre está jugando el rol de exigente e intransigente y el padre el rol de “bueno”, de divertido. Eso, además de ser injusto es contraproducente.

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Por tanto, si la madre ha adoptado una medida con el niño, el padre a su regreso debe apoyar la decisión de la madre.

Si esto es muy frecuente, lo que sí puede hacerse como alternativa es to-mar medidas que se puedan cumplir antes de que el padre llegue.

En todo caso, las medidas no pueden implicar que el padre no pueda estar tranquilamente con el niño, como son mandarlo a la cama o dejarlos en la habitación sin salir mucho tiempo.

Mi hija es la segunda vez que me hace un gasto desproporcionado de teléfono ¿Qué podemos hacer?

Deben adoptar medidas o de lo contrario habrá una tercera vez. Las me-didas las deben adoptar conjuntamente, nosotros les proponemos:

1º. Utilizar la reprimenda. Deben regañarle seriamente dejándole claro que lo que ha hecho está muy mal, que no puede hacerlo más y las conse-cuencias que conlleva.

2º. Además de la reprimenda debe sufrir las consecuencias. Para ello debe pagar la factura de teléfono o al menos, colaborar de una manera significa-tiva en su pago: con una parte importante de sus ahorros, con descuentos muy significativos de su “paga”, restringiendo las compras que tuvieran previsto hacerle.

3º. Además deben adoptar la medida de retirada de privilegios. Lo más natural es retirarle el teléfono durante un tiempo, por ejemplo, hasta que haya pagado un porcentaje de la factura.

Si al menos no adoptan este tipo de medidas, no duden de que su hija volverá a hacer el uso del teléfono que le plazca.

Nuestra hija de cuatro años padece Síndrome de Down y estamos muy preocu-pados por su educación. ¿Son válidas las técnicas de disciplina que aparecen en el libro para nuestra hija?

Por supuesto que sí. Todos los contenidos que se exponen en esta Escuela de Padres en general y en este libro en particular, están adaptados para los niños que presentan Síndrome de Down u otro tipo de discapacidad.

En los niños con discapacidad intelectual, mejorar su capacidad adap-

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tativa y su autonomía personal suele ser un objetivo prioritario. Para este fin, los expertos en educación especial recomiendan utilizar las técnicas de disciplina que hemos presentado, siempre que se utilicen adecuadamente combinadas con las técnicas básicas para educar que están tratadas en otro título publicado en la “Escuela de Padres”.

Lo único que puede diferenciar su aplicación en este tipo de niños es que requieran una aplicación más sistemática, más constante y probablemente, más tiempo para conseguir los mismos objetivos.

Nos cuesta mucho castigar a nuestro hijo de cinco años porque creemos que es hacerle sufrir ¿Eso puede perjudicarle?

Cuando un niño por un problema de salud, lo tenemos que someter a una intervención, no dudamos en hacerlo aunque una operación sea dolo-rosa, porque sabemos que a largo plazo le hacemos un bien.

Con la educación ocurre lo mismo. No adoptar medidas con el niño cuando es recomendable hacerlo, es perjudicial para él.

La educación es una combinación de medidas de disciplina y otras más positivas, pero ambas son necesarias.

Sin embargo, la experiencia nos dice que en la mayoría de los niños, cuan-do se aplican correctamente todas las pautas educativas, las ocasiones en las que hay que adoptar medidas de disciplina son menos de las que creemos, porque el niño ha aprendido a comportase adecuadamente.

Nuestra hija tiene tres años y a veces es traviesa. ¿No es muy pequeña para adoptar este tipo de medidas?

La educación de un niño debe comenzar desde el mismo momento del nacimiento; a los tres años no es pequeña. Cuanto antes empiecen a hacerlo de una manera sistemática, más eficaz les resultará y más llevadero.

Todas las medidas que se proponen en el libro se pueden aplicar con ni-ños de tres años y con menos edad.

En algunas de ellas, lo único que se requiere es adaptarlas a su edad, apli-carlas adecuadamente y combinarlas con las técnicas positivas para educar.

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Si tuviera que adoptar medidas cada vez que mi hijo se porta mal, no pararía en todo el día, por eso hago la vista gorda ¿Hago bien?

Hacer la vista gorda es necesario en ocasiones y hasta recomendable para mantener un cierto equilibrio psicológico, porque efectivamente los niños pueden llegar a ser inagotables.

Le aconsejamos mejor lo siguiente:

1º. Centre su intervención y su atención en determinados comportamien-tos, incluso puede empezar por uno solo.

2º. Trátelo de manera sistemática: enséñele lo que tiene que hacer, eló-gielo cuando lo haga, dele buen ejemplo y adopte las medidas de disciplina cuando no lo cumpla, pero solo con el comportamiento que esté tratando.

3º. Para el resto de conductas utilice las llamadas de atención y reprimen-das.

Casi siempre ocurre que, al mejorar una conducta, mejora todo el com-portamiento del niño, porque también mejoramos nuestra forma de edu-car.

Nuestro hijo tiene ocho años y ha sido recientemente diagnosticado de Tras-torno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Estamos desorientados sobre cómo tratarlo. ¿Podemos utilizar con él las técnicas de disciplina?

Los niños con TDAH presentan distintos perfiles de conducta. En unos predomina la hiperactividad y la impulsividad, mientras que en otros las dificultades se centran sobre todo en la atención.

En todo caso, las medidas que se proponen en este libro se han elaborado también pensando en este tipo de trastornos y por tanto, son válidas para ellos, al igual que el resto de la Escuela de Padres.

En el caso de los niños con TDAH habrá que ser más sistemático y cons-tante, en muchos casos requerirán ser adaptadas a su situación e insistir mu-cho más en alguna de ellas, por ejemplo en los programas de conducta.

Además, deben incluir las técnicas positivas y otro tipo de estrategias muy eficaces con estos niños, como son las autoinstrucciones o las técnicas de relajación.