vidas de santos julio-agosto

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Apartada soledad. Pan milagroso Destructor de sandalias DÍA 1.° DE JULIO SAN DOMICIANO ABAD Y FUNDADOR (t 440) Y a en la época de las persecuciones, pero sobre todo al convertirse el emperador Constantino, muchos cristianos se retiraron a los de- siertos para darse libre y totalmente al Señor. Tal fue el origen de la vida monástica. Los primeros monjes solían vivir en celdillas separadas, pero, andando el tiempo, juntáronse en comunidades regidas por un abad. San Domiciano, obrero de la primera hora en la magna empresa de la fundación de monasterios en Occidente, nació en Roma a principios del siglo v, imperando Constancio III. Sus nobles y cristianos padres guar- daron pura la fe del bautismo en medio de los malos ejemplos de los arríanos. Tan pronto como el muchacho se halló en edad de estudiar, diéronle maestros católicos, los cuales le comunicaron gran amor a la Sa- grada Escritura. El niño, que era de por sí muy aficionado a las lecturas santas, juntó a tan piadosa inclinación continua laboriosidad, de suerte que salió aprovechadísimo en la ciencia de las divinas Letras. Siendo de edad de doce años, logró que sus padres vendiesen parte del patrimonio familiar para ayudarle a emprender estudios superiores. Domiciano pretendía llegar a ser valeroso defensor de la fe. Pasados tres años escasos, los arríanos mataron al padre de nuestro Santo por la fe.

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Vidas de Santos Julio-Agosto

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  • Apartada soledad. Pan milagroso Destructor de sandalias

    D A 1. D E J U L I O

    S A N D O M I C I A N OABAD Y FUNDADOR (t 440)

    Ya en la poca de las persecuciones, pero sobre todo al convertirse el emperador Constantino, muchos cristianos se retiraron a los desiertos para darse libre y totalmente al Seor. Tal fue el origen de

    la vida monstica. Los primeros monjes solan vivir en celdillas separadas, pero, andando el tiempo, juntronse en comunidades regidas por un abad.

    San Domiciano, obrero de la primera hora en la magna empresa de la fundacin de monasterios en Occidente, naci en Roma a principios del siglo v, imperando Constancio III. Sus nobles y cristianos padres guardaron pura la fe del bautismo en medio de los malos ejemplos de los arranos. Tan pronto como el muchacho se hall en edad de estudiar, dironle maestros catlicos, los cuales le comunicaron gran amor a la Sagrada Escritura. El nio, que era de por s muy aficionado a las lecturas santas, junt a tan piadosa inclinacin continua laboriosidad, de suerte que sali aprovechadsimo en la ciencia de las divinas Letras.

    Siendo de edad de doce aos, logr que sus padres vendiesen parte del patrimonio familiar para ayudarle a emprender estudios superiores. Domiciano pretenda llegar a ser valeroso defensor de la fe. Pasados tres aos escasos, los arranos mataron al padre de nuestro Santo por la fe.

  • 1.11 lin
  • Euquerio le recibi con paternal bondad, le oy referir la historia de su vida y peregrinaciones, y aprob sus planes de vida solitaria. Hzole entrega de un ara con reliquias de los santos Crisanto y Dara, para que sobre ellas celebrase el Santo Sacrificio. Domiciano se fue a vivir en lugar apartado, donde edific una ermita en honor de San Cristbal. All levantaron ms tarde los fieles la aldea llamada Burgo San Cristbal.

    En tan solitario lugar se entregaba de lleno a la oracin, vigilias, ayunos, y celebracin de los divinos misterios, pero pronto empez a llegar una multitud de discpulos deseosos de imitar el modo de vida del Santo. Aun muchas personas mundanas, al tener noticia del retiro donde viva, acudieron a l en tan gran nmero que el santo varn determin edificar un monasterio en lugar todava ms retirado. Fue antes a consultar, como sola, con San Euquerio, a quien haba tomado desde su llegada como director espiritual.

    Venerable padre le dijo, el lugar en que resido es ya tan frecuentado por toda clase de personas, y de tal manera llega hasta l el ruido del mundo, que ya no parece adecuado para monasterio, y ms si tenemos en cuenta que es terreno rido y no hay en l agua que pueda beberse.

    San Euquerio le respondi.Ve, hijo, busca donde quieras una soledad que sea conforme a tus

    gustos. El Seor te acompaar y favorecer tus deseos.Y despus de darle sus ltimos paternales consejos, lo bendijo y se

    despidi de l.

    EN BUSCA DE SOLEDAD

    A l da siguiente, celebrada la misa, parti Domiciano camino de Levante con otro monje llamado Modesto. Despus de caminar largusimo trecho, llegaron a un espacioso valle cercado de espesos bosques, guarida en otro tiempo de ciertos acuadores de moneda falsa. El paraje era sumamente delicioso y ameno, lo exploraron cuidadosamente y hallaron en l varias fuentes de pursimas aguas.

    A eso de media noche, tuvo San Domiciano una visin. Aparecisele Nuestro Seor, quien mirndole con benevolencia, le dijo

    Domiciano, s valeroso, yo mismo te ayudar en tus empresas. Aqu vendrn a juntarse contigo innumerables hijos que seguirn tus ejemplos. Ea, pues, manos a la obia. empieza ya a ejecutar lo que determinaste.

    Haba Domiciano concebido la vspera un verdadero plan de monasterio. Sobre la colina donde brotaba la ms caudalosa fuente, edificara un amplio convento para los monjes, en la parte baja, cerca del camino, una

  • hospedera y una iglesia para los transentes y peregrinos. Al despertarse dio gracias a Dios, y corri a notificar a los religiosos el feliz hallazgo y las bendiciones que el Seor le haba prometido.

    Encarg a un virtuoso sacerdote el cuidado de la ermita de San Cristbal y sus anejos, y l pas con los monjes a la nueva soledad. A ms del monasterio y la hospedera, edific dos ermitas, una dedicada a la Virgen y otra a San Cristbal. El mismo San Euquerio las consagr.

    Dedicronse los monjes a roturar y sembrar buena parte del terreno. Un da de verano, tras un trabajo penossimo, baj San Domiciano con algunos monjes a baarse en un riachuelo cercano. Estando todos ellos dentro del agua, lleg una zorra y empez a roer el calzado del siervo de Dios. Viola Domiciano y, levantando al cielo los ojos, or as al Seor

    Oh Dios!, criador de todos los seres, pdote por favor que en adelante, as nosotros como nuestros sucesores, no recibamos dao ninguno, ni del animal que est all en la orilla del riachuelo, ni de los de su especie.

    No bien hubo acabado de orar, cay muerta la zorra a la vista de los monjes. De all en adelante nunca las zorras ocasionaron dao alguno en el monasterio.

    DON DE MILAGROS

    Po r entonces favoreci el Seor a su siervo con el don de arrojar a los demonios del cuerpo de los posesos, no fue menester ms para que las muchedumbres aprendiesen el camino del nuevo monasterio. Pero Domiciano, para evitar las muestras de veneracin de aquellas gentes, se ocultaba en algn lugar apartado y no volva al convento hasta el domingo, y slo para ver a los monjes y tomar su frugal sustento, pues no coma entre semana. Afligironse los monjes con tan prolongadas ausencias de su superior, a quien manifestaron que a cada paso necesitaban sus consejos. Prometiles el Santo quedarse con ellos y consinti, adems, en comer un poco cada da para quitarles la cariosa preocupacin que por su salud tenan.

    Al ver que da tras da afluan ms peregrinos, resolvi Domiciano edificar una espaciosa iglesia que sera lugar de peregrinacin.

    Los monjes, muy conformes con la determinacin de su santo abad, empezaron sin demora a excavar el terreno para poner los cimientos del edificio. Llamaron para ayudarles a algunos albailes de las cercanas, con lo que en breve tiempo levantaron un edificio digno de admiracin.

    Sobrevino entre tanto fuerte hambre que asol algunas provincias de las Galias y en particular el valle del Rdano. Monjes y albailes se quedaron sin pan. Mas el Santo no perdi ni por un instante su esperanza.

  • QU hacemos as, hermanos? dice San Domiciano a los obreros

    desfallecidos . Tres dias ha que estis sin trabajar; ya basta.

    Aqu os traigo pan para que recobris fuerzas. Despirtanse los

    obreros, toman alimento, y en poco tiempo terminan la construccin

    de la iglesia.

  • Seguid trabajando les dijo , entretanto, dar yo una vuelta por los pueblos vecinos en busca de alimento para vosotros.

    Montado en su jumentillo parti para la aldea de Torciaco, adonde lleg cabalmente un da en que los habitantes se haban juntado para cocer el pan. Sucedi que habiendo ya cada cual reconocido y tomado su provisin, sacaron del horno un pan grandsimo y ms hermoso que los otros. Todos a una prorrumpieron en gritos de admiracin y convinieron en que el Seor lo haba enviado a su siervo Domiciano, que buscaba pan para sus monjes y criados. Dironle, pues, el milagroso pan, y el Santo volvi con l gozoso al monasterio. Todos salieron alborozados a recibirle.

    Aqu tenis la comida que el Seor os ha preparado dijo a los monjes y albailes ; confiad siempre y el cielo no os abandonar.

    Otro prodigio obr el Seor, multiplicando el exquisito regalo de tal manera, que bast para diecisis monjes y cuatro albailes, durante los diez das siguientes.

    ECHA POR TIERRA DOS TEMPLOS PAGANOS

    Ha c a ya das que Dios sustentaba milagrosamente a su siervo, cuando sali ste a dar otra vuelta por los pueblos en busca de provisio

    nes. Fue ms all de Torciaco, dobl el monte vecino y lleg a Latiniaco, as llamado por ser dueo del lugar un rico seor galorromano por nombre Latino. Hallle el Santo sentado a la sombra, hablando con su mujer Siagria y con los aldeanos que iban a comprarle trigo. Acercseles Domiciano, montado en su borriquillo y, apendose, les dijo

    El Seor os conceda prosperidad y larga vida, nobles esposos. Unos siervos de Dios que viven cerca de aqu en el desierto, me enviaron a pediros a vosotros y a los dems seores del pas algunas provisiones. Bien merecen que seis caritativos con ellos, puesto que les falt el pan mientras edificaban una iglesia. Sed generosos y el Seor os lo recompensar.

    Latino le respondiMs cara tienes de bandido, que de siervo de Dios. Cmo preten

    des, pues, mi trigo, que slo ha sido cosechado para gentes honradas?En el clavo diste, noble seor repuso Domiciano , porque real

    mente no vivo yo conforme a mi profesin.Era Latino hereje arriano, y, como todos sus correligionarios, aprove

    chaba cualquier ocasin de discutir sobre asuntos religiosos. Contento, pues, de hallar con quien hablar de tales cuestiones, pregunt al monje-

    Ya que te presentas como superior de los siervos de Dios que viven en el desierto, dime, qu fe profesas?

    Conoci Domiciano la intencin de la pregunta y respondi presta

  • mente: La fe, si es variable, engendra almas endebles y ciegas; si es invariable y universal, lleva seguramente a cuantos la tienen a la eterna bienaventuranza, que slo a quienes la tienen ha sido prometida.

    Cul es la fe invariable y universal? pregunt Latino.La que yo recib de mis maestros, sucesores de los Apstoles. Con

    tra ella se han enfurecido los arranos, predicadores de nuevas doctrinas. Cul es? torn a preguntar el hereje aun ms intrigado.Apuntando entonces directamente a la hereja arriana que negaba la

    divinidad de Cristo, Domiciano hizo ante Latino magnfica profesin de fe catlica tal como la ense siempre la Iglesia.

    Creer en Dios Padre todopoderoso dijo y en Jesucristo su nico Hijo, Nuestro Seor, y en el Espritu Santo. Digo Dios Padre, porque tiene Hijo, Dios Hijo, porque tiene Padre, a quien se asemeja totalmente por la divinidad. De ambos procede el Espritu Santo, que es consubstancial y coeterno con el Padre y el Hijo. Confesamos que hay tres Personas en un solo Dios, porque slo hay una Divinidad, un Poder, una Eternidad, una Majestad Indivisa.

    Acaso el peder del Padre no es mayor que el del Hijo?No, porque Padre e Hijo tienen un solo y mismo poder divino.Lo que dices, no puede ser as repuso el arriano . Por ventura

    serio yo prudente si dejara mis bienes y mi dignidad al arbitrio de mi hijo, cuando aun es incapaz para usar de ellos cumplidamente? Por lo mismo no pudo Dios comunicar su peder y dignidad a su Hijo, habindole engendrado.

    Tu sabidura es del todo carnal respondi Domiciano . Para demostrarte que dije verdad, mira. En el nombre del Hijo nico de Dios, coeterno y semejante en todo a su Padre, caigan al suelo al punto aquellos templos paganos que han sido siempre guarida de los demonios.

    Haba cerca de all dos templos dedicados a Jpiter y a Saturno, donde los aldeanos supersticiosos solan presentar a ocultas ofrendas y oraciones. A la voz del Santo, tembl la tierra, y los dos templos se derrumbaron con horroroso estruendo. Al mismo tiempo cubrise el cielo con negros nubarrones y, en medio de relmpagos y truenos, cay espantosa granizada. Latino, vuelto en s del susto, haba corrido a guarecerse y entendi ser aquel prodigio seal con que el cielo manifestaba que la fe del monje limosnero era la verdadera. Los consejos de su mujer, catlica de corazn haca tiempo, acabaron por decidirle a tomar una lgica resolucin.

    La tormenta dur slo unos momentos; otra vez resplandeci radiante sol en el lmpido azul del cielo. Latino y los suyos salieron en busca del siervo de Dios, y le hallaron en la era, donde se entretena haciendo surcos con su bastn para que el agua no llegase hasta el trigo, al que no

  • mojaron ni la lluvia ni el granizo. El hereje se ech a los pies del Santo le pidi perdn y le rog que le instruyese en la verdadera fe. Tvole en su casa tres das, pasados los cuales le dej partir para el monasterio con abundantes provisiones. Quiso tambin proveer a las necesidades que pudieran tener los monjes en lo sucesivo, y as, por acta notarial firmada de su mano y refrendada por su mujer e hijos, hizo donacin de extenssimas heredades en favor del monasterio de San Ramberto al que protegi

    desde entonces.

    ALBAILES DORMIDOS. MUERTE DEL SANTO

    V u e l t o al monasterio, qued asombrado al ver que los albailes dorman en vez de trabajar. Despertlos al punto y les dijo Pero qu hacemos, hermanos? A qu dejar sin ms ni ms la

    obra empezada? Acaso no tenis ya fuerza para trabajar?No, padre le respondieron todos a una . Diez das hemos comido

    del delicioso pan que nos trajisteis, pero ayer, viernes, ya nos quedamos sin probar bocado, y hemos decidido abandonar la obra y volver a casa.

    No, hijos mos, no repuso el Santo , comed lo que os traigo, y a trabajar otra vez. Hay que ser, ms constantes en la obra de Dios.

    Comieron los albailes y emprendiendo el trabajo con nuevo ardor, prontamente dejaron concluida la iglesia. San Euquerio fue tambin a consagrarla, y bendijo al mismo tiempo el nuevo monasterio. Pronto acudieron numerosos discpulos, atrados por la fama de santidad de Domiciano.

    Finalmente, siendo ya muy entrado en aos, dej la direccin del monasterio a un santo monje llamado Juan, para poder con ms libertad prepararse a la muerte, porque parecale ya muy cercano el momento.

    Acometido de repentina enfermedad el ao 440, llam a los monjes y, cuando ya estuvieron todos alrededor de su lecho, les dijo

    Vivid en paz y santidad, porque es condicin indispensable para ver un da al Seor en la gloria. Obedeced siempre a quien el Cielo os designare por superior. Yo os dejar ya dentro de poco, puesto que Dios me llamar a S el da primero de julio.

    Al or tales palabras prorrumpieron todos en llanto- Por qu dejamos tan pronto, venerable padre? le preguntaron. No os dejo, hermanos, alegraos, voy a ser vuestro protector y

    medianero cerca de Dios.El da primero de julio celebrse una misa en el aposento del mori

    bundo, en ella comulgaron Domiciano y los monjes. Levant luego el Santo las manos al cielo, y habiendo dicho Seor, en tus manos encomiendo mi espritu, expir dulcemente en brazos de sus religiosos.

  • Al mismo tiempo, llense la celda del Santo de fragancia suavsima que san a algunos monjes enfermos. Enterraron su sagrado cuerpo en la iglesia del monasterio, cerca del altar del mrtir San Gins. En el correr de los siglos obr el Seor en su sepulcro, innumerables milagros.

    RELIQUIAS DE LOS SANTOS RAMBERTO Y DOMICIANO

    El monasterio que fund San Domiciano, se llam en un principio abada de Bebrn, nombre del torrente que por all pasaba, pero luego le llamaron de San Domiciano.El ao 680 los monjes enterraron en el monasterio el cuerpo de San

    Ramberto, emparentado con la familia real francesa, y asesinado a orillas del Bebrn por mandato de Ebron, mayordomo de palacio.

    Andando los aos, el monasterio se llam de los Santos Domiciano y Ramberto; as le llamaban todava en el ao 1138. Pero ms adelante, se fue borrando la memoria de San Domiciano y arraig ms y ms la de San Ramberto. De aqu vino el nombre de San Ramberto de Joux que tuvieron el monasterio y la aldea prxima, la cual se llama hoy San Ramberto de Bugey. Los monjes adscritos a la Orden benedictina de Cluny permanecieron all hasta la Revolucin francesa. El da 12 de junio de 1789 trasladaron a la iglesia parroquial las reliquias de ambos santos y las dems conservadas en el monasterio. Aun hoy da se las venera en dicha iglesia, encerradas en un solo relicario desde el ao 1763.

    Otras reliquias de ambos Santos se hallan en la iglesia de San Ramberto de Forez, encerradas desde el ao 1872 en un magnfico relicario.

    S A N T O R A LLa Pr e c io s s im a S a n g r e d e N u e s t r o S e o r J e s u c r is t o (vase nuestro tomo Fes

    tividades del Ao Litrgico), Santos Domiciano, abad y fundador; Aarn, Sumo Sacerdote, hermano de Moiss; Rumoldo, obispo en Irlanda y en Blgica. Galo, obispo de Clermont; Conrado, obispo de Trveris, a quien dieron muerte precipitndole cuando iba a posesionarse de su dicesis; Pedro el Patricio, el cual dej las glorias militares para retirarse y hacer penitencia; Teodorico, Cibardo y Carilefo, abades; Casto y Secundino, obispos y mrtires, en Sinuesa; Martn, discpulo de los Apstoles y obispo de Viena de Francia; Leoncio, obispo de Autn; Julio y Aarn. mrtires en Bretaa, Simen el Simple, dechado de heroica humildad, Simn el Labrador, venerado en Navarra; Teobaldo, perteneciente a la familia de los condes de Champaa, y Lupiano, anacoretas. Santa Reina de Denain, esposa de San Adelberto y madre de Santa Ragenfrida, abadesa.

  • D I A 2 D E J U L I O

    S A N O T NOBISPO. APSTOL DE POMERANIA (1062-1139)

    Fu e San Otn natural de Mistelbach de Franconia. All naci, por los aos de 1062, de padres nobles, pero pobres en bienes terrenales. Desde jovencito se dio al estudio de las letras humanas y llevaba ya algunos aos de grande aprovechamiento, cuando, casi a un tiempo, se

    le murieron los padres, con lo que se torn ms apurada su situacin.Para no ser gravoso a su hermano mayor, pas a Polonia, que por en

    tonces careca de maestros, y puso escuela, a la que en breve acudieron muchsimos alumnos. Con su ciencia, piedad y finos modales se gan muy presto la confianza de los principales seores de Polonia, los cuales no slo se hicieron amigos de Otn, sino que a menudo ponan en sus manos muy enmaraados pleitos para que l los compusiera. Creci tanto su fama, que el duque Boleslao II le nombr su capelln; y habiendo muerto su primera mujer, eligi al Santo para que fuese a pedir para l la mano de Judit, hermana de Enrique IV de Alemania.

    El negocio sali admirablemente, pero el duque perdi en l a su prudente y sabio consejero; porque el emperador, prendado del embajador de Boleslao lo retuvo en su corte. Y Otn, que dejara su patria, pobre y casi desconocido, volvi a ella como personaje importante y calificado. Su

  • principal oficio fue por entonces, rezar salmos a coro con el emperador.Vac entretanto el cargo de canciller, y el emperador, no hallando per

    sona ms capaz que su capelln para desempearlo cumplidamente, le nombr canciller del imperio. El Santo ejerci tan importante empleo por espacio de algunos aos con celo y acierto tales, que nunca prosperaron tanto los negocios de palacio como en el tiempo en que los administr San Otn. Quiso el emperador premiarle dndole un obispado, aun a costa de los intereses del imperio que perdera a tan sabio ministro, pero el Santo no acept aquella dignidad. No llegaba a entender Enrique [V cmo un varn tan virtuoso y prudente rehusaba el obispado, siendo as que eran muchos los que con intrigas y amaos lo solicitaban. Ignoraba que su canciller tena corazn muy noble para allanarse a tamaa bajeza. Saba Otn que el poder de distribuir beneficios y obispados, lo haba usurpado el emperador a la Iglesia, y tema manchar su alma con el crimen de simona, si aceptaba la propuesta de su seor.

    OBISPO DE BAMBERG. FIDELIDAD AL PAPA

    El ao 1102 qued vacante el obispado de Bamberg. Otra vez propuso el emperador a su canciller que aceptase el ser obispo. El santo varn que tan obstinadamente haba hasta entonces rehusado tal dignidad, la acept ahora para evitar que en la silla de Bamberg se sentasen hombres indignos. Hizo ms, consinti en recibir de manos del impo emperador el anillo y el bculo pastoral, aunque con propsito de permanecer fiel de corazn a la Iglesia, y haciendo voto de no aceptar la consagracin episcopal hasta tanto que el Sumo Pontfice ratificase aquella eleccin.

    Por disposicin del emperador, los obispos de Wurzburgo y Augsburgo acompaaron a Otn hasta Bamberg. Hicieron el viaje a principios del mes de febrero en que el fro es rigurossimo en aquellas tierras. En cuanto vio de lejos la torre de la catedral, Otn se descalz, y prosigui el viaje andando sobre hielo y nieve, rodeado del clero y pueblo que salieron a recibirle con grande alborozo.

    Lo primero que hizo al llegar, fue escribir al papa Pascual II, para informarle de lo sucedido y pedirle consejo sobre lo que tena que hacer. Al mismo tiempo le afirmaba estar pronto a partir para Roma, si tal era la voluntad del Pontfice.

    Por espacio de dos aos dice en la carta- serv a Enrique, mi seor, logr ganar su amistad, pero dos veces he rechazado la investidura que me ofreca, por juzgar yo que el emperador no es quin para otorgar la dignidad episcopal. Instme a ello tercera vez y me nombr

  • obispo de Bamberg, mas si yo supiera no ser del agrado de Vuestra Santidad el investirme y consagrarme, renunciara al obispado. Por tanto, suplicle me d a conocer cul sea su voluntad en este negocio, para que al acudir yo a Vuestra Santidad no sea en balde.

    Mucho se regocij el Papa al leer la carta de Otn, pues raras veces reciba tales muestras de adhesin y respeto de parte de los prelados alemanes. Al punto correspondi Su Santidad con otra en la que le deca:

    Pascual, siervo de los siervos de Dios, a Otn, hermano amadsimo, obispo electo de la iglesia de Bamberg, salud y bendicin apostlica. El hijo sabio llena de alegra el corazn de su padre. Tus obras y todas tus trazas dan a entender que eres varn prudentsimo. Nos juzgamos que es menester respetar y amparar tu promocin. No dudes de Nuestra benevolencia, ven cuanto antes a darnos con tu presencia cumplido gozo.

    La paternalsima acogida que el Padre Santo le brindaba, calm de momento las ansiedades de Otn; no obstante lo cual, preparse el celoso obispo para acudir cuanto antes. Urgale resolver de manera definitiva aquel enojoso asunto que le preocupaba. Porque, adems de las razones alegadas en su carta a Roma, haba otras de carcter personal que influan en su nimo y le invitaban a descargarse de su responsabilidad.

    Parti el siervo de Dios para Italia, acompaado de nutrida representacin de los fieles de Bamberg. El Papa le recibi en la ciudad de Anagni. Otn le refiri cuanto haca a su eleccin, entreg al Vicario de Cristo el bculo y anillo recibidos de mano del emperador, y le pidi humildemente perdn de cuanto hallara de reprensible en su conducta. AI mismo tiempo confes ante el Pontfice ser indigno del episcopado, e insisti para que le quitase de los hombros carga tan pesada. Pero el Papa, admirado de tan grande humildad, le dijo Cerca estamos de la fiesta del Espritu Santo; encomendmosle este asunto. Al volver a casa, Otn se puso a considerar las dificultades de aquellos tiempos, los peligros a que estaban expuestos de continuo los obispos, y la indocilidad de reyes y vasallosi a la Iglesia. Aun temi que su eleccin estuviera contaminada con algn rastro de simona. Estando en estas consideraciones, vnole el pensamiento de renunciar a las dignidades y honras vanas de este mundo para vivir en apartado retiro hasta su muerte. Resuelto ya a poner por obra su propsito, parti a toda prisa para Alemania , pero aun estaba en la primera jomada del viaje cuando le alcanzaron los embajadores del Sumo Pontfice que le llevaban mandato de obediencia de desandar lo andado, y volver a presentarse al Papa. A vista de orden tan expresa y formal, baj el Santo la cabeza y volvi a ver al Pontfice, el cual le consagr obispo, el 17 de mayo del ao 1103, fiesta de Pentecosts.

  • PROPAGA LA VIDA RELIGIOSA Y HACE VOTO

    DE OBEDIENCIA

    V u l l t o ya a Bamberg, juzg el nuevo prelado que para ejercer accin duradera en los fieles de su dicesis, necesitaba auxiliares que le ayudasen eficazmente. Por eso su primera providencia fue favorecer cuanto pudo a las rdenes religiosas. En breves aos fund y dot en Alemania unos veinte monasterios, merced a la liberalidad de los fieles. Quejbanse algunos de que levantase tantos monasterios, pero l sola responderles: Hermanos, nunca edificaremos demasiadas hospederas para los que se consideran extranjeros y desterrados en este mundo.

    En tanto que de esta suerte se mostraba liberal para con los prjimos, llevaba l mismo vida tan pobre y austera, que todos cuantos le servan quedaban admirados.

    Llevaba de ordinario vestidos remendados como los pobres; en la comida era sobrio como un anacoreta. Muy a menudo sala del comedor sin haber casi probado los manjares, lo cual haca de intento para que los diesen a los menesterosos. Un da de ayuno, trjole el administrador un pescado hermoso, pero algo caro. Cunto ha costado? le pregunt el obispo . Dos monedas de plata respondi el criado. Pues no se dir que el pobrecillo Otn se ha comido hoy l solo cosa tan cara.

    Tom luego la fuente y aadi: Lleva este manjar a Jesucristo. Ofrceselo en la persona de algn pobre enfermo o paraltico. Por lo que a m hace, ya estoy bastante robusto; me bastar con un pedazo de pan.

    Ms adelante padeci el Santo larga enfermedad. Cuando ya estuvo curado, mand llamar al abad Wolfrn de quien era ntimo amigo, y le rog con vivas ansias que se dignase admitirle entre sus monjes. Djole adems que estaba resuelto a dejar las insignias episcopales para vivir apartado de los vanos cuidados del siglo, y entregado a la pobreza, obediencia y mortificacin. Alab mucho el abad tan santo propsito, y accediendo a los deseos del prelalo, recibi su voto de obediencia. Pasada una temporada, volvi Otn a ver a su superior para pedirle que le admitiese ya en el monasterio y le diese el hbito de monje.

    No quera el abad Wolfrn privar a la Iglesia de Dios de un apstol tan celoso como el santo obispo de Bamberg; recordaba quiz lo que hizo el abad de San Vanne cuando el emperador Enrique II le pidi que le admitiese entre los monjes.

    Estis dispuesto pregunt al obispo a observar fielmente el voto de obediencia por el que os habis obligado conmigo?

    En el nombre del Hijo de Dios que se hizo obediente por nosotros hasta la muerte, dispuesto estoy a observarlo respondi Otn.

  • Cu n t o cost ese pescado? pregunta Otn al administrador. -Dos

    piezas de plata. Retralo ordena el prelado . No quiero se

    diga de mi que en da de ayuno he comido por tanto valor. Llvaselo

    a Jesucristo en la persona de algn pobre enfermo que lo necesite. Estoy

    bastante robusto y me bastar un pedazo de pan.

  • IX- sci asi repuso el abad os mando, santsimo Padre, que prosigis las buenas obras y santas ocupaciones que habis emprendido para gloria de Dios. Creo que sa es la divina voluntad.

    Otn se someti humildemente. De all adelante, el palacio episcopal de Bamberg fue para el Santo como un monasterio en el que vivi como humilde religioso y donde hallaban cariosa acogida todos los pobres.

    APSTOL DE POMERANIA

    Po r aquel entonces conquist a Pomerania Boleslao, duque de Polonia, el cual, para someter a los sbditos, brbaros e indisciplinados, no hall mejor camino que ganar su amistad trayndolos a la fe catlica que l profesaba. Ocurrisele encargar al celoso obispo de Bamberg la evangelizacin de aquella provincia, propuesta que el Santo acogi con indecible gozo de su alma. Y en cuanto supo que el Papa bendeca aquella empresa, a toda prisa prepar lo necesario para el viaje. De sobra saba que Pomerania era una provincia opulenta, donde se odiaba y menospreciaba a los pobres, por eso juzg ser necesario presentarse con mucho aparato y ostentacin, para que los brbaros entendiesen que no buscaba sus bienes sino sus almas. Llev consigo algunos virtuosos clrigos y tambin se provey, de misales, salterios, clices, ornamentos sagrados y de cuanto era menester para el servicio del altar. Llev asimismo telas y otros regalos de mucho precio para jefes y principales de aquella nacin.

    Parti el celossimo apstol el da 24 de abril de 1124, cruz a Bohemia y fue primero a la ciudad de Gnezno, que era a la sazn capital de Polonia. Siete das le tuvo albergado en su palacio el duque Boleslao. Al despedirle, diole algunos intrpretes entre los que iba un tal Paulicio que ayud mucho al Santo en el ministerio de la predicacin.

    Despus de seis das de penoso caminar a travs de la selva, hicieron alto a orillas del ro Netze. En la ribera opuesta acampaba el duque de Pomerania, que vino con quinientos soldados al tener noticia de la llegada del Santo. Cruz el ro con unos cuantos hombres y fue a saludar al obispo. Ambos se abrazaron muy efusivamente, pues ya entonces el jefe de los brbaros era cristiano, si bien en secreto por temor de los infieles.

    San Otn ofreci al prncipe, entre otros preciosos regalos, un lindo bastn de marfil, que el duque tom al punto y utiliz desde aquel instante, agradeciendo al Santo tan fino obsequio.

    La piadosa caravana parti para Piritz, adonde lleg al anochecer, pero nadie quiso entrar en la ciudad. Aquel mismo da haban celebrado los paganos una fiesta en honor de sus dioses, con bacanales y bulliciosas diversiones, y aun de noche segua el ruido y alboroto.

  • Al amanecer del siguiente da, Paulicio y algunos delegados del duque fueron a entrevistarse con los principales seores de la ciudad, para darles parte de la llegada del obispo de Bamberg, y mandarles que saliesen a recibir al prelado. Embarazados por lo inesperado de la visita, pidieron por favor que les dejasen deliberar unos instantes; pero los delegados entendieron ser aquello una artimaa, y as les dijeron que convena determinarse cuanto antes, porque el prelado estaba ya a la puerta de la ciudad, y, si le hacan aguardar, lo tomaran a mal los duques de Pome- rania y Polonia. Los seores de Piritz se espantaron al or que el obispo estaba tan cerca. Determinaron salir a recibirle, pues no podemos decan resistir al Dios verdadero que sabe frustar todos nuestros planes; bien comprendemos que nuestros dolos no son dioses. Dieron parte a toda la ciudad de su determinacin, y todos a una pidieron a gritos que viniese el obispo. Los brbaros, que salieron en tropel a recibirle, se quedaron admirados ante sus nuevos huspedes, y, cuando ya hubieron curioseado a su gusto las personas, hbitos y enseres de los recin llegados, los aposentaron lo mejor que pudieron en su ciudad y los honraron con muestras de profundo aprecio.

    Entretanto, el santo obispo vestido de pontifical, subi a una eminencia, y habl con intrprete al pueblo que ansiaba orle.

    Bendgaos el Seor les dijo por la buena acogida que me habis otorgado. No ignoris por qu causa hemos venido a vosotros de tan lejanas tierras; slo para traeros la dicha y la salvacin; eternamente seris felices si queris conocer y servir a vuestro Criador.

    Estaba as hablando al pueblo con admirable familiaridad y sencillez, cuando todos a una voz clamaron que deseaban conocer y abrazar la fe cristiana. Una semana pas el Santo ensendoles la doctrina, ayudado en tan excelente ministerio por los dems sacerdotes y clrigos. Mandles luego que ayunasen tres das, al cabo de los cuales hizo que se vistiesen de blanco para disponerse al bautismo que haba de administrarles poco despus.

    SANTA EMULACIN ENTRE DOS CIUDADES

    No tuvo el Santo igual acogida en Volln, ciudad comercial situada en la desembocadura del ro Oder, pues aun cuando el prelado se

    alberg en el palacio ducal, todo el pueblo, alborotado y furioso, acudi all dando voces contra l. La paciencia del santo misionero los impresion, sin embargo, de tal manera, que acabaron declarndose dispuestos a abrazar la fe cristiana, si los habitantes de Stettn les daban ejemplo convirtindose primero, proposicin que el apstol acept complacido.

  • larti San Otn para la ciudad de Stettn. Paulicio y los delegados del duque se adelantaron al Santo, y fueron a hablar con los principales hombres de la ciudad, proponindoles que recibiesen a Otn. No queremos dejar nuestras leyes y costumbres respondieron ellos ; nuestra religin nos gusta muchsimo. Corre la voz que hay entre los cristianos muchos ladrones a quienes les cortan los pies y les sacan los ojos; se dice que entre ellos se cometen toda suerte de delitos y que se odian entre s. Religin as, no la queremos. Como se ve, la calumnia pona obstculos.

    Dos meses permanecieron obstinados los de Stettn. Finalmente, dos mancebos nobles vinieron a ver al santo obispo, para que los adoctrinase. Con ternura indecible acogi San Otn a aquellos jvenes, que eran las primicias de nueva y abundante cosecha; los instruy, y luego los tuvo consigo ocho das, vestidos de blanco como solan estar los nefitos. Dioles unas tnicas bordadas de oro, cinturn dorado y vistoso calzado. Al volver a casa y juntarse con sus compaeros, contronles cuanto haban observado en el misionero: su vida ordenada y santa, su mansedumbre, caridad y liberalidad con los pobres. Otros jvenes paganos, alentados con lo que oan, siguieron el ejemplo de sus dos compaeros; lo propio hicieron luego mozos y ancianos, de suerte que toda la ciudad se convirti en poco tiempo a la religin que antes repudiara.

    El padre de los primeros bautizados se hallaba fuera de casa cuando se convirtieron aqullos. Al saber que su dos hijos y casi toda su familia eran ya cristianos, enfurecise sobremanera y jur vengarse del obispo. Pero despus, apaciguado con las splicas de su mujer y movido de la gracia de Dios, fue a ver a San Otn, se ech a sus plantas baado en lgrimas, y le declar que haba ya recibido el bautismo en Sajonia, mas que por haberle ofrecido los paganos cuantiosas riquezas, .no quiso nunca mostrarse pblicamente cristiano. Hecha esta humilde confesin, aquel hombre se troc en celoso apstol de la fe de que haba renegado.

    Volvi San Otn a la ciudad de Volln, y esta vez hall al pueblo dispuesto a recibir la luz del Evangelio. Haban enviado secretamente delegados a Stettn para que se informaran de la acogida que los de aquella ciudad haban otorgado a los misioneros. Recibieron, pues, en Volln al santo prelado con grande alborozo, y para reparar los malos tratos que le haban dado en su primer viaje, colmronle de atenciones y agasajos.

    Rasgos semejantes a ste se repitieron en multitud de casos. Que as como el mal ejemplo de algunos haba provocado la apostasa de muchos, la vuelta al redil de los dbiles fue en parte consecuencia de la rectificacin de aquellos a quienes la santidad y mansedumbre del siervo de Dios atrajeron al recto camino. El santo prelado poda estar satisfecho de su obra. Finalmente, tras una ausencia de casi un ao, regres a Bamberg.

  • SEGUNDA MISIN. MUERTE DEL SANTO

    El. ao de 1128, con la bendicin del papa Honorio II y el beneplcito del rey Lotario, Otn dej nuevamente a Bamberg y parti para Po- merania, donde la idolatra amenazaba desvanecer totalmente las halageas esperanzas concebidas en los principios de la misin. Detvose primero en Stettn, donde hall muy divididos a los habitantes: unos perseveraban firmes en la fe, pero los ms haban vuelto al paganismo. Los sacerdotes de los dolos amotinaron a los apstatas que, como fieras, asaltaron a gritos la casa del obispo, dando mueras al apstol.

    San Otn, ansioso de ser mrtir de la fe, vistise de pontifical, mand alzar la cruz, y entonando himnos y salmos, sali procesionalmente con su clero para encomendar al Seor aquel postrer combate. Maravillados los brbaros al ver el buen temple de aquellos hombres que aun estando a punto de morir tenan humor para cantar, empezaron a amansarse un tanto. Pero al ver llegar al sumo sacerdote de los dolos que haba mandado matar al Santo los apstatas enristraron sus lanzas para atravesar con ellas al misionero. Oh maravilla! Los brazos de aquellos desdichados se paralizaron de repente y permanecieron rgidos y como petrificados. El Santo se movi a compasin y con slo bendecirlos sanlos a todos. Al ver tan grande prodigio, pidieron perdn al Santo y lloraron sus pasados yerros.

    San Otn pas despus a la ciudad de Volln, cuyos habitantes recibieron humildemente sus amonestaciones; y dejando en Pomerania algunos sacerdotes, volvi a Bamberg, donde muri a 30 de junio de 1139.

    Canonizado por Clemente III en 1189, celbrase su fiesta el 2 de julio.

    S A N T O R A LI.A V is it a c i n d e l a V ir g e n M a r a a s u p r im a Sa nta I s a b e l (vase nuestro tomo

    Festividades del Ao Litrgico), Santos Otn, obispo y apstol de Po- merania; Proceso y Martiniano, mrtires en Roma; Aristn y compaeros, mrtires en Campania; Bernardino Realino, confesor, cuya fiesta se celebra maana: Bonifacio y compaeros, monjes, mrtires de los vndalos, en Cartago; Acesto y Longinos, soldados encargados de custodiar a San Pablo, fueron mrtires por la fe tres das despus que el santo Apstol; Sabino y Cipriano, mrtires en Brescia, Swithuno. capelln en la corte de Egberto de Inglaterra, y luego obispo de Vinchester; Lindano, abad benedictino; Gerundio y Adeodato, presbteros y confesores. Beatos Juan .de Vicenza, dominico; Pedro de Luxemburgo. cardenal, obispo de Metz. Santas Murcia y Sinforosa, mrtires; Monegunda. solitaria, en Francia.

  • D A 3 D E J U L I O

    SAN BERNARDINO REALINODE I.A COMPAIA DE JESS (1530-1616)

    No siempre se manifiesta la vocacin religiosa con la espontaneidad del primer impulso, a veces permite el Seor que los llamados al divino servicio orienten su vida hacia otros rumbos, y aun los

    deja prosperar y afianzarse en ellos hasta que, lograda ya la deseada cumbre, advierten que el camino se les ha terminado y que el apetecido ideal queda an muy lejos. Es el momento crtico aprovechado por Dios para insinuar la invitacin. Si quieres ser perfecto. . Momento en que el alma se llama a reflexin para descubrir, desde la atalaya ntima, los horizontes que hasta entonces permanecieron ocultos tras el primer plano de otras preocupaciones. Tal es el caso de San Bernardino Realino.

    INFANCIA Y PRIMEROS AOS

    Na c i nuestro Santo el 1. de diciembre de 1530 en Carpi, ciudad italiana de la provincia de Mdena. Fueron sus padres don Francisco

    Realino, caballerizo mayor del prncipe don Luis de Gonzaga, ms tarde hombre de confianza del cardenal Madruzzo, y doa Isabel Bellentani, mujer ilustre y piadossima.

  • I ii l;i cacmonia del santo Bautismo, celebrada ocho das despus, uiihii) el nio los nombres de Bernardino Luis.

    Las excelentes disposiciones del nio y el sabio gobierno con que las encauzara su madre fueron despertando en el alma de aqul las virtudes que daran carcter a su vida toda. No dej de costarle trabajo este perfeccionamiento espiritual: su natural vivo e impetuoso trat de salirle al paso y hasta alguna vez le cort la marcha, mas, apenas estuvo sobre aviso, combatilo con tan buena maa que lleg a dominarlo por completo.

    Descollaba principalmente por la integridad de sus costumbres y la exquisitez de modales con que a todos admiraba. Cuando estudiante, hizo gala de extraordinaria memoria y de inteligencia privilegiada que le mantenan en primer plano dentro de la competencia escolar; pero jams se prevali de los talentos en desmedro de sus condiscpulos, y aun, siempre que en su mano estuvo procurarles una ayuda, la realiz con tanto desinters como generosidad, y tratando de no ofender a nadie en su amor propio.

    EN LA UNIVERSIDAD

    De c id id o a estudiar filosofa, eligi para ello la Universidad de M- dena. Pronto el brillo de su talento y aquel notabilsimo tacto y

    don de gentes caractersticos en l le conquistaron el nuevo escenario de su actividad. Fueron magnficos comienzos.

    Algunos malos compaeros que nunca faltan aliados al demonio , seducidos por las prendas personales de Bernardino, cayeron en la prfida intencin de malearlo. Dadas las aficiones del incauto joven, nada ms fcil que acogerse a la literatura y a la filosofa para entrar en materia. La vctima s dej prender en la tenue red de aquel msero engao y fue cediendo paulatinamente en sus disposiciones. Ya no gustaba con la misma fruicin de los ejercicios piadosos. Aquella intensidad en los estudios decay igualmente, y el que tiempo antes hallaba escaso el margen de horas para concentrarse sobre los libros, malgastbalo ahora sin tino ni provecho. Fue, por gracia de Dios, una crisis pasajera. Su buena madre lo respaldaba al igual que hiciera Mnica por su hijo Agustn, mientras Bernardino se dejaba arrastrar a la deriva, las oraciones de Isabel preparaban la vuelta definitiva del hijo prdigo.

    Muy pronto se percat ste del mal paso en que se encontraba y rompi valientemente con aquellos sus perversos amigos. Y aun, para asegurar mejor sus propsitos de recuperacin, dej la Universidad de Mdena y trasladse a la de Bolonia, Remedio costoso, pero plenamente eficaz.

  • Acaeci por aquellos das la muerte de doa Isabel, golpe terrible para Bernardino cuyo corazn haba sido siempre una hoguera de amor hacia su santa madre. Ni aun la gracia tuvo de recibir su ltimo suspiro.

    Cienos litigios, provocados por algunos deudos con motivo de herencia, obligronle a trasladarse a Ferrara para tomar sobre s aquel negocio. En vista de que aquello le robaba un tiempo precioso, acordse con la parte contraria en nombrar un rbitro. ste, contra toda razn y derecho, desposey a Bernardino. Volvi nuestro joven para pedir explicaciones. pero el incorrecto juez se limit a recibirlo de mala manera. Arrebatado por aquel desprecio, atacle Bernardino espada en mano. Esquiv el golpe su contrario, no sin recibir una herida en la frente. Enterse el duque y, aunque admirador y amigo del agresor, desterrlo de sus estados. Comprendi el joven cunto daaba a su reputacin y valer personal la irascibilidad de su temperamento, y diose con el mayor ahinco a corregirla, a fin de eliminar hasta los menores asomos de la pasin.

    Muy duros eran los golpes con que el Seor probaba las fuerzas de su elegido. Bernardino supo aprovecharlos como avisos del cielo, y entregse desde entonces a la voluntad divina. Dedicaba diariamente varias horas a la oracin y meditacin, sin que por ello descuidara en lo ms mnimo sus estudios. Hasta hall ocasin para escribir varios importantes libros. Doctorse, por fin, en ambos derechos, v consigui de la Universidad un magnfico lauro que an hoy se conserva en Roma.

    EN LOS CARGOS PBLICOS

    Do n Francisco Realino, que estaba entonces al servicio del cardenal Madruzzo, gobernador de Miln, llam a su lado al flamante doctor.

    Lleg Bernardino el 8 de octubre.Al poco tiempo, por haber vacado la gobernacin de la ciudad de Fe-

    lizzano, pusieron sus habitantes los ojos en el recin llegado y, valindose de la influencia del prncipe Segismundo, consiguieron el nombramiento de aqul. Bernardino tom posesin en diciembre de 1556. Duraba un ao el ejercicio del cargo, pasado el cual, los de Felizzano pidieron que continuara, pero l negse rotundamente apuntaban a ms sus aspiraciones y no vea posibilidad de satisfacerlas caso de proseguir all.

    Por aquel entonces, al cesar en su mandato el cardenal Madruzzo, perdi Bernardino el apoyo que hasta entonces tuviera. Acudi por carta al monarca espaol Felipe II, en cuyo nombre haba sustituido el duque de Alba al cardenal. Fue enviado a Alejandra de Piamonte, en calidad de abogado fiscal, all permaneci durante dos aos, al cabo de los

  • cuales pas como gobernador a Cassino por dos aos ms. Con tan admirable acierto desempe tales cargos, que su fama lleg a extenderse por toda Italia. Influido por ella el marqus de Pescara, entonces gobernador de Miln designlo para el gobierno de Castel-Leone, la ciudad principal de sus estados. Tena Bernardino treinta y dos aos.

    Hallbase la regin profundamente dividida por bandos que con pretextos de compensaciones o venganzas sembraban el crimen y la muerte y favorecan el pillaje. El nuevo gobernador puls primeramente todos los resortes de la bondad y de la paciencia. Los resultados eran casi nulos. En vista de ello, depuso aquella primera actitud y acudi al rigor de la justicia.

    Psose personalmente a la cabeza de su gente de armas, y sali a imponer la ley doquier la vea conculcada, sin que valieran escondrijos para los infractores. Mantena el derecho a par del rigor, sin hacer caso alguno de recomendaciones. Fue labor de algunos meses- al cabo de ellos, lo que haba llegado a juzgarse mal incurable, desapareci de raz.

    No eran estos mritos exclusivos del hombre prudente y del discreto poltico: el gobernador pasaba largos ratos en oracin, meditaba asiduamente ; oa misa y rezaba el rosario cada d a , llevaba con fervorosa puntualidad su examen de conciencia y frecuentaba los santos Sacramentos. As, pues, y como l hizo constar en sus Memorias, haba en todo aquel xito una parte principalsima de lo Alto.

    Cuando se hubo cumplido el plazo de dos aos, tras el cual sola el gobernador de Miln remover a sus subordinados, los de Castel-Leone acudieron a la marquesa doa Isabel de Gonzaga, que gobernaba en ausencia de su marido, para pedir la vuelta de Bernardino. Accedi ella gustossima y ste comenz un nuevo perodo en enero de 1564.

    De vuelta ya el marqus de Pescara, qued asombrado de la profunda transformacin ocurrida durante el mando de su subalterno y resolvi traerlo a su corte en calidad de oidor y lugarteniente general. Previamente mandle escribir una memoria respecto a cmo deban regirse los gobiernos y envi una copia a cada uno de los jefes de los Estados.

    LA VOCACIN RELIGIOSA

    Be r n a r d in o no haba sentido hasta entonces ninguna inquietud formal respecto a su manera de vida. Dios Nuestro Seor haba venido asentando los pilares para sobre ellos afirmar con slida estructura la vocacin religiosa de su siervo que, por entonces, slo pensaba en mantener la trayectoria primitiva.

  • Un a noche en que Bernardino meditaba absorto en el misterio de la

    Navidad, aparcete el Divino Nio envuelto en vivsima luz.

    Dnde quieres ponerme? pregntale al Santo. Aunque embebecido

    ante tamaa sorpresa, aun atina ste a entreabrir el hbito. uAqu'n res

    ponde, mientras seala el corazn.

  • Un da. yendo i"" una di- las calles de la ciudad, top con dos jvenes religiosos que maullaban en sentido inverso. Impresionle sobremanera la modestia que en ellos haba observado y quiso conocerlos. Supo que perlemvian a la Compaa de Jess, y el domingo siguiente acudi a or misa en la iglesia de los jesutas. All precisamente le esperaba el llamamiento divino. En el momento en que Bernardino entraba, el padre Juan Carminata, discpulo de San Ignacio de Loyola, ponderaba la necesidad de menospreciar los bienes caducos y escuchar los divinos llamamientos.

    Nuestro Santo pas la maana en su despacho, a vueltas con las verdades de aquel sermn. Por la tarde, presentse en la residencia de los Padres y pregunt por el predicador. Oyle el Padre Carminata muy serenamente y, despus que hubo estudiado y admirado las excelencias de aquella alma, aconsejle un retiro espiritual de ocho das. Durants estos ejercicios, Dios Nuestro Seor habase servido iluminarle la senda por donde iba a conducirle a la santidad. Comprendi Bernardino que su vocacin estaba en la vida ieligiosa y diose a examinar cul gnero de sta se avendra mejor con sus inquietudes. Y tras mucho discurrir y encomendarse a Dios, decidise por la Compaa de Jess.

    Apenas hubo resuelto aquella duda, asaltle una terrible desazn : pensaba en su anciano padre, harto maltrecho y quebrantado despus de una grave enfermedad que padeciera, y sobrevnole el temor de romper, con su resolucin, el ltimo hilo de que humanamente dependa aquella vida. Turbbale, por otra parte, el pensamiento de ofender al marqus de Pescara, de quien poco antes recibiera el honroso cargo de la privanza. En estas congojas andaba, cuando un da, mientras rezaba con extraordinaria devocin el Santo Rosario, aparecisele la Santsima Virgen y le invit con muy dulces palabras a desechar aquellas tentaciones y titubeos y a ingresar sin ms dilacin en la Compaa. Bernardino corri a su confesor el Padre Carminata. Ignorante de la visin que nuestro Santo haba tenido, psole ste por delante una larga serie de dificultades, mas, ante la frrea decisin de Realino, acab por ceder.

    Cuando don Francisco Realino supo por carta de su hijo la resolucin que ste haba tomado, bendjole de todo corazn. Arregl, pues, Ber- nardino sus asuntos temporales, despidise del de Pescara, y el 13 de octubre de 1564, ingres en el Noviciado de Npoles.

    Aquel perodo de probacin transcurri en medio de extraordinario fervor y de repetidos favores sobrenaturales. Un da tambin mientras rezaba el santo Rosario, aparecisele nuevamente la Virgen, para arrancar de su corazn el fomes peccati: y tan libre de l qued el santo novicio que ya nunca volvi a sentir incentivo alguno contra la santa pureza.

    Las extraordinarias muestras de virtud que en l haban observado,

  • determinaron a los superiores a romper en su favor con una costumbre de la Compaa. Porque a mitad del Noviciado que es regularmente de dos aos ya le dedicaron a los estudios. En el ao 1567, el 24 de mayo, fue ordenado sacerdote, y en la fiesta del Corpus Christi celebr su primera misa. Por nueva excepcin, debida al General de entonces, San Francisco de Borja, hizo la profesin solemne de cuatro votos el 1." de mayo de 1570. Durante tres aos ejerci el ministerio en Npoles, intensamente dedicado a la catcquesis entre los pobres.

    EL APSTOL DE LECCE

    Dios Nuestro Seor tenale reservado un escenario de ms humilde apariencia a los ojos del mundo. la ciudad de Lecce. En ella haba

    de gastarse ntegra la energa del Santo.Esperbale una ingente labor, pero el Cielo haba de ayudarle en ella

    y premiar su esfuerzo con abundantsimo fruto. Asistale, adems, con gracias sobrenaturales, que se hicieron notar en repetidos milagros. Pronto cambi el aspecto religioso de la ciudad.

    El Padre Bernardino cuidaba, con muy especial amor, de los pobres y ms abandonados. La ctedra sagrada ocupaba muchas de sus horas, es- especialmente en los domingos y fiestas, en que la catedral se llenaba de bote en bote por el ansia general de escuchar sus sermones.

    De igual manera, el fervor popular y su misma fama como director de conciencias, obligbanle a permanecer largos ratos en el confesionario. Ya antes de que se abriera la iglesia, estaba el Padre Bernardino en oracin, mientras aguardaba el desfile de los penitentes, desfile que ciertos das duraba hasta ocho o diez horas ininterrumpidas, para, despus de ellas, volver a empezarse y continuar hasta muy tarde. Veces hubo en que, rendido nuestro Santo por el esfuerzo, lleg a caer desmayado, no obstante lo cual, apenas repuesto y a pesar de los ruegos que se le hacan, volva otra vez a su tarea. Y cuando el estado de postracin le impeda reintegrarse al confesonario, quedbase en la enfermera y all, recostado en un silln, o acostado en la cama, segua recibiendo a los penitentes.

    En varias oportunidades haban querido los superiores sacarlo de Lecce para llevarlo a ms vastos escenarios, en todas ellas pareci oponerse el Cielo a semejante propsito, pues lo mismo era disponerse el Padre Bernardino para el viaje que caer con altsima fiebre. En una de aquellas ocasiones, ya prevenido, orden el General que en caso de enfermar el buen Padre, saliera hacia Roma tan pronto como curase. Ocho meses se sucedieron en la espera. Los mdicos haban agotado sus reme-

  • i l io s m u procurarle alivio alguno y confesaron ser aquel un mal extraordinario. Uno de ellos, quiz el ms avisado, lleg a decir que slo una contraorden del Padre General poda resolver aquel caso. Efectivamente; todo fue venir la revocacin del mandato y desaparecer la pertinaz calentura.

    SANTIDAD Y MILAGROS

    El milagro ms grande que a un hombre pueda pedirse es el de la propia santificacin, y en este aspecto constituye la vida de San Bemardino un prodigio constante. Aquellas virtudes incipientes que admirbamos en su infancia haban venido evolucionando hasta completar el ciclo de su progreso en la madurez de la vida. Sus contemporneos atestiguaron unnimemente que jams haban podido sorprender en l palabra alguna que rozara los lmites del pecado venial.

    Dorma, de ordinario, no ms all de cuatro horas y lo haca en el duro suelo o sobre un basto tabln que le robaba hasta la ms nfima comodidad. Cubra su cintura ancho y muy spero cilicio y se azotaba con unas recias disciplinas. A par de estas penitencias iba su ayuno. En la cuaresma tomaba slo pan y algunas races o hierbas simplemente cocidas en agua. En lo restante del ao aada un poquito de queso. El brevsimo descanso que se permita, dejbale un no estrecho margen de tiempo, que el Santo dedicaba a la oracin, ya ante el Santsimo Sacramento, ya en su propia habitacin. Era extremoso en guardar la modestia durante los rezos, pero muchas veces quiso Dios ensalzar los mritos de su siervo. Visele entonces despedir del encendido rostro brillantes destellos que duraban largo rato. Otras veces, cuando ms recogido se hallaba en su unin con Dios, alzbase varios palmos sobre el suelo.

    La gente de Lecce, conocedora de su gran valimiento para con Dios, acuda a mil industrias para apoderarse de algn objeto o prenda que hubiera servido al Santo valindose de los nios, cambibanle la caa de que en su ancianidad se serva a guisa de bculo, cortbanle trozos del hbito mientras confesaba, y hasta le quitaron varias veces el rosario.

    Una noche de Navidad, hallbase sumido en profunda meditacin, cuando se ilumin repentinamente la estancia. Rodeado de luz vivsima, el Nio Jess miraba sonriente a su amado siervo. Dnde quieres ponerme? pregunt al estupefacto religioso. Sin dejar de contemplarlo con emocionado embeleso, coloc el Padre sus manos sobre el corazn. Aqu, le respondi. Y en un arrebato de ternura, arrojsele el Nio al cuello para abrazarle y besarle.

    En otra ocasin sacronle del confesonario transido de fro. Llevronle a la enfermera y, no bien hubo salido el Hermano que lo cuidaba,

  • llense de luz la estancia y aparecisele la Santsima Virgen con el Nio en los brazos. Por qu tiemblas?, pregunt la Divina Madre. Tengo fro Seora, respondi l. Mara puso entonces a su Santsimo Hijo en brazos del bienaventurado. Cundo un rato despus volva el enfermero, oy la voz ansiosa del Padre que deca O h !, no, Seora, todava no, dejdmelo siquiera un instante ms.

    LTIMOS AOS Y MUERTE

    Te n a ochenta aos nuestro Santo. Aquel da 3 de marzo haba pasado toda la maana en el confesonario y acababa de subir a su aposento. Al querer bajar la escalera, pis en falso y se vino al suelo con gran violencia. Acudieron los Padres y hallronle sin sentido y con dos profundas heridas por las que sala abundantsima la sangre.

    Despus de aquel accidente, an vivi el Siervo de Dios seis aos.El 29 de junio de 1616, sobrevnole una debilidad extraordinaria. Al

    da siguiente perdi el habla; los mdicos juzgronle gravsimo. El Padre Rector administrle los ltimos Sacramentos, y el Santo los recibi con devocin tal, que arrancaba lgrimas a los presentes.

    El 2 de julio, sbado, fiesta de la Visitacin, dijronle que quiz en aquel da esperaba la Santsima Virgen recibirle en el cielo. Oh, Santsima Seora ma, exclam. Fueron sus ltimas palabras. Poco despus del medioda, mientras tena la mirada en el crucifijo, entreg al Seor su bendita alma. El Consejo de la ciudad tom los funerales a su cargo.

    San Bemardino Realino fue beatificado por Len X III el 27 de septiembre de 1895. Su Santidad Po X II canonizle en junio de 1947

    S A N T O R A LSantos Bernardino Realino, jesuta; Len 11, papa y confesor; Anatolio, obispo

    de Laodicea; Heliodoro, obispo de Altino; Beltrn, obispo de Pars; Flix, presbtero e Ireneo, dicono, mrtires en Toscana; Eulogio, mrtir de los arranos en Constantinopla; Jacinto, chambeln del emperador Trajano, mrtir; Trifn, Marcos, Muciano, Pablo y compaeros, mrtires en Alejandra; Focas, hortelano y mrtir en Snope (Turqua); Dato, obispo de Ravena, y Agrcola de Nevers; Agapio, venerado en Crdoba; Raimundo de Tolosa, confesor; Gutacn. prncipe irlands, ermitao y confesor. Beatos Roberto Estuardo, prncipe escocs, franciscano; Juan Grande, de la Orden de San Juan de Dios, y Miguel, solitario en Cazorla. Santa Mustila, mrtir en Toscana. Beata doa Mara, llamada la Pobre Franciscana, en Toledo.

  • Sabio prelado y vigilante pastor Medalla del emperador Otn

    D A 4 D E J U L I O

    S A N U L R I C OOBISPO DE AUGSBURGO (890-973)

    Sa n Ulrico es el primer Santo solemnemente canonizado por la Iglesia. Este acto, de singular importancia histrica como bien puede entenderse, fue el ms notable del pontificado del papa Juan XV, que ocup la silla de San Pedro desde el ao 985 hasta el 996.

    Ulrico de Dillingen, llamado tambin Udalrico, naci en el ao 890 en Augsburgo. Hijo del conde Ubaldo, estaba unido por su madre Ditper- ga, hija del duque Burchard, a la casa de Suabia, la ms ilustre de Alemania en aquella poca, tal unin se troc en parentesco por el matrimonio de su hermana Huitgarda, cuyo marido rein tambin en dicho Ducado. Vino Ulrico al mundo con una complexin tan delicada que sus padres teman verle morir de un momento a otro, as las cosas, y ante el peligro de perder el hijo nico que Dios les haba dado, elevaron al cielo fervorosas oraciones para pedir la salud y la vida de aquel ser que tan querido les era. Sus splicas fueron favorablemente acogidas y no slo el nio recobr las fuerzas fsicas sino que dio prueba de muy enrgico y poderoso carcter. El cielo preparaba as, con una especial bendicin, al que haba de ser muy pronto dechado de espiritual fortaleza y rigurosa austeridad.

  • ULRICO EN EL MONASTERIO DE SAN GALO

    Ha c a ya tres siglos que San Galo, discpulo de San Columbano, haba fundado cerca del lago de Zug el clebre monasterio que lle

    vaba su nombre. En el siglo x, la abada, regida segn la regla de San Benito, haba llegado a su mximo esplendor, hasta el punto de que muchos prncipes y nobles del imperio enviaban a ella a sus hijos para que fueran instruidos en todas las ciencias conocidas entonces. En esta escuela dise Ulrico a la virtud, al mismo tiempo que se entregaba al estudio de las letras divinas y humanas con fervoroso entusiasmo.

    Pronto llam la atencin el joven estudiante, a su penetracin de espritu una las virtudes del verdadero religioso, y fue el modelo de sus condiscpulos por la asiduidad en el estudio. A las pasiones que en esta edad suelen dominar a la juventud opona l las armas poderosas de la oracin y de la austeridad, fortalecido con ellas, progresaba de continuo por los speros caminos de la virtud. Su inalterable afabilidad y mansedumbre le ganaban los corazones de cuantos le trataban, jams sali de su boca una palabra ofensiva para nadie. Fuera de esto, tena un dominio tal sobre los movimientos y afectos del corazn, que viva en este mundo como si realmente no estuviese sometido a sus influencias.

    Los monjes de San Galo, admirados de tan hermosas disposiciones, instaron al joven para que vistiese el hbito benedictino. Ulrico consult largamente cul fuese la voluntad de Dios sobre su vocacin, y al fin fue atendido. En efecto, Santa Guiborada, que viva retirada cerca de San Galo, le predijo el episcopado, anuncindole que Dios le destinaba para grandes luchas. Su humildad le hizo vacilar un instante, pero las instancias y ruegos de la santa le determinaron a volver a su patria, porque le deca all te llama Dios para socorrer a muchsimas almas afligidas.

    A partir de aquel momento el estudiante se sinti inflamado de encendidsimo deseo de conquistar almas para Jesucristo, y convencido de que el Seor le llamaba hacia el nuevo estado de su vida, entregse de lleno a cumplir las obligaciones que le impona esta resolucin con el fin de prepararse convenientemente para el sacerdocio.

    Aunque no hizo profesin como benedictino, guard durante toda la vida, no slo el espritu de la Orden, sino tambin el hbito y hasta la observancia regular en cuanto ello le fue posible.

    De esta manera, imprimi a su conducta un carcter de austeridad y fervor, gracias al cual se le hizo ms fcil y asequible el camino que haba de llevarlo a las grandes conquistas de la santidad.

  • PEREGRINACIN A ROMA EL EPISCOPADO

    Po r aquellos das ejerca el episcopado en Augsburgo, Adalbern, preceptor de Ulrico desde el ao 906. El joven clrigo fue nombrado familiar del obispo y, luego, cannigo de la catedral. Deseoso de visitar el sepulcro de los Apstoles, comunicselo al prelado, el cual le aprob y le dio, adems, cartas para el Sumo Pontfice.

    Ulrico tomo el camino de Roma vestido de peregrino, y edific con sus virtudes a cuantos hubieron de tratarle durante el viaje. Una vez satisfecha aquella devocin, visit al Papa a fin de cumplir ante l el encargo de su obispo. Recibile Sergio I I I con bondad, y le anunci, al mismo tiempo, la muerte de Adalbern, suceso que el Padre Santo haba conocido por inspiracin de Dios. An ms, le insinu la idea de consagrarle obispo y designarle como sucesor del prelado difunto, el cual, en una de las cartas de que Ulrico era portador, haca grandes elogios de su familiar y cannigo. El peregrino, sinceramente asustado, aleg su gran juventud y su inexperiencia tena entonces diecinueve aos y suplic al Papa que no le impusiese una carga tan por encima de sus fuerzas. Sergio III no le inst ms, pero le asegur, de parte de Dios, que su negativa no le librara del episcopado ms adelante. Predjole que grandes calamidades afligiran a su futura dicesis.

    Ambas profecas se realizaron en efecto catorce aos ms tarde cuando al morir el obispo Hiltino, sucesor de Adalbern, todos los sufragios de clero y pueblo, recayeron sobre Ulrico. A pesar de su resistencia fue llevado en triunfo a la Catedral y, con gran solemnidad, consagrado obis- por el 28 de diciembre del ao 923. Realmente era la voluntad del Seor.

    EPISCOPADO DE ULRICO

    Co m o l haba predicho Sergio III, el nuevo obispo encontr la capital de la dicesis presa de las mayores calamidades. Las terribles

    invasiones de los hngaros, an paganos, haban devastado iglesias y conventos, el rebao estaba disperso, sin gua y sin pastor, y, lo que era peor an, muchos cristianos llevaban vida poco edificante. A la vista de tan triste espectculo, Ulrico se sinti penetrado de vivo dolor y suplic al Seor tuviese piedad de su pueblo.

    Los cristianos fieles que le haban reconocido por su obispo ayudronle a reconstruir la ciudad que se hallaba medio en ruinas. El prelado procur al mismo tiempo elevar la decada moral de sus diocesanos por

  • medio de continuas y celosas instrucciones, corrigi los abusos que se haban introducido entre los clrigos, y reprimi los vicios con gran energa. Ningn obstculo poda detenerle en sus viajes apostlicos, pues dedicado por completo al cuidado de su rebao, iba de pueblo en pueblo socorriendo a los pobres y consolando a los afligidos.

    Varios aldeanos le visitaron un da para suplicarle que fuese a bendecir una capillita que ellos mismos haban construido en lo alto de unas rocas, el camino era de muy difcil subida y varios obispos haban ya rehusado ir a tal lugar por considerarlo inaccesible. Ulrico no vacil en complacer a los campesinos, y siguilos a travs de las rocas, feliz y dichoso en sufrir esas incomodidades por Jesucristo, su divino modelo.

    Gracias a esta solicitud, cada da mayor en el santo obispo, la Iglesia de Augsburgo volvi a resurgir floreciente, pareca que todos haban olvidado las desgracias pasadas, a las que sucedieron das de paz; pero aquella calma era slo aparente no tardaron en presentrseles nuevas y graves amenazas.

    DOBLE RESCATE DE AUGSBURGO. DERROTA

    DE LOS HNGAROS

    L a guerra haba estallado entre el emperador Otn I, llamado el Grande y su hijo Luitolfo, que pretenda destronarle. Ulrico se declar lgicamente contra el desnaturalizado hijo. ste, en venganza, envi contra Augsburgo a uno de sus mejores generales llamado Amoldo, que tom por sorpresa la ciudad y la entreg al pillaje, pero, al pretender apoderarse del obispo, fue duramente castigado. En efecto, mientras estrechaba el sitio de la ciudadela donde Ulrico se haba refugiado, un reducido ejrcito de campesinos que corri a socorrer al prelado, derrot a las huestes de Amoldo, no obstante la superioridad de stas. Tal suceso, tenido por milagroso, fue atribuido a las oraciones de Ulrico, el cual, apenas se vi libre, apresurse a mediar entre el emperador y su rebelde hijo hasta conseguir reconciliarlos hacia fines del ao 954.

    Al ao siguiente, en una nueva invasin, los hngaros pasaron a sangre y fuego los pases de la Nrica desde el Danubio hasta la Selva Negra. Llegados poco despus a las puertas de Augsburgo, pusironle cerco, saquearon los alrededores e incendiaron la iglesia de Santa Afra, pero como en otro tiempo el ejrcito de tila fue contenido en su marcha triunfal sobre Roma, as tambin los nuevos brbaros encontraron en Ulrico a un nuevo Len, que se opuso a su avance y a sus devastaciones. El obispo tuvo conocimiento de la invasin, por una aparicin de Santa Afra, pa-

  • S a n Ulrico, revestido de pontifical, acude a las murallas para animar a los habitantes de la ciudad que resisten al invasor, en defensa de su fe e independencia. Bajo una verdadera nube de piedras y de flechas,

    el Defensor de la ciudad infunde a todos el valor que da la victoria.

  • liona de la ciudad. En ella le anunci al mismo tiempo el triunfo contra el invasor. Al acercarse las hordas paganas, revistise Ulrico con los ornamentos sagrados y determin a los habitantes a defenderse, recordndoles que combatan por su fe y su independencia. Bajo la lluvia de piedras y flechas lanzadas por los brbaros, el obispo recorra las murallas inflamando los nimos y sosteniendo el ardor de los sitiados. Despus, rodeado de sus clrigos, diriga a Dios y a la Santsima Virgen pblicas oraciones para pedir la salvacin de la ciudad. Gracias al proceder del obispo, Augsburgo contuvo el choque de los brbaros el tiempo suficiente como para dar tiempo a la llegada del emperador Otn al frente de su ejrcito. Al acercarse ste, los hngaros, que haban sufrido ya durante el sitio sensibles prdidas, se desalentaron, y fueron completamente derrotados. Era el 10 de agosto de 955. En su precipitada huida dejaron abandonados gran nmero de muertos sobre el campo de batalla.

    Reconocido Otn, agradeci a Ulrico la ayuda generosa y valiente que le haba prestado en tan crticas circunstancias, y ofrecile los medios necesarios para reparar los daos causados en la ciudad por los sitiadores. Tal suceso que el pueblo atribua a la virtud de su pastor, redobl el cario y veneracin de todos. Ulrico, por su parte, no descuid medio alguno para reparar los desastres anteriores. Se le apareci de nuevo Santa Afra para revelarle el lugar de su sepultura, y el piadoso obispo se apresur a reconstruir en dicho lugar la iglesia dedicada a la santa mrtir.

    Recogi en su palacio episcopal a todos los sacerdotes a quienes la invasin de los brbaros haba privado de medios de vida, multiplic las limosnas en favor de los desgraciados, a quienes distribuy todos sus haberes, de suerte que su nombre vino a considerarse como sinnimo de caridad y como expresin de grandeza de alma y de religiosa sencillez.

    PEREGRINACIN A ROM A

    Cu a n d o la ciudad de Augsburgo estuvo libre de todo peligro, el santo pastor orden en toda la dicesis solemnes oraciones en accin de

    gracias, y no contento con esta pblica manifestacin de su reconocimiento hacia la bondad divina, resolvi hacer por segunda vez el viaje a Roma para agradecer a los santos apstoles Pedro y Pablo, su insigne y visible proteccin sobre la capital del episcopado, ya que en su poder y guarda haba confiado cuando los hngaros la amenazaban.

    Cumpli Ulrico esta peregrinacin con gran piedad y sincera humildad. Acogido a su paso por las ciudades como libertador, refera a Dios cuanta gloria le tributaban, y exhortaba a los fieles a confiar en Aquel

  • que puede dar el triunfo sobre los malvados. Demos gracias al Seor deca, pues nos ha otorgado la victoria sobre nuestros enemigos tem

    porales, pero no olvidemos que, si nos ha dispensado tal favor, es para que vigilemos con ms diligencia y atencin las puertas de nuestra alma, a fin de evitar los asaltos del demonio, nuestro ms formidable rival.

    Llegado a Roma, fue recibido solemnemente por el papa Juan XII. El duque Alberico de Camerino, gran cnsul de Roma, para demostrarle su adhesin fervorosa le hizo donacin de la cabeza de San Abundio, insigne reliquia que el prelado acept con gran alegra para enriquecer el tesoro espiritual de su dicesis.

    En 927, a pesar de su ancianidad y de sus achaques. Lrico peregrin de nuevo a Roma, pues quera, antes de morir, visitar por ltima vez el sepulcro de los Apstoles, hacia quienes senta gran veneracin.

    PODER DE LA ORACIN Y DE LA FE

    En uno de estos viajes, Ulrico se vio detenido por el Taro, que, al desbordarse, haba inundado las tierras de ambas mrgenes. Cuantos le acompaaban buscaron en vano un medio para atravesarlo. Comprendi

    el santo obispo que era necesario recurrir a Dios, y orden que levantasen un altar a la orilla del ro, celebr en l la santa misa y, por la sola eficacia de su oracin, el agua retrocedi a su cauce, con lo cual pudieron los viajeros continuar su camino sin peligro alguno.

    Otra vez, atravesando el Danubio, al chocar el barco que le conduca contra una roca, abrise en l profunda brecha. Todos los pasajeros se apresuraron a ganar tierra. Ulrico se qued el ltimo a fin de favorecer el salvamento de los dems, y Dios le recompens este acto de caridad, haciendo que llegara sano y salvo a la orilla. En el mismo momento de poner pie en tierra, el barco, hasta entonces sostenido como por una fuerza invisible, se hundi en las aguas del ro.

    En otra ocasin, dirigindose a Ingelheim para asistir a un concilio provincial, encontr en el camino a un mendigo gravemente herido. Lleno de compasin, el santo obispo le ofreci generosa limosna diciendo En nombre de Nuestro Seor, toma esto y vete en paz. Poco despus, Roberto que as se llamaba el mendigo se sinti completamente curado.

    El santo pastor haba fundado en uno de los arrabales de la ciudad un convento de religiosas. Una de ellas, a quien sus hermanas queran confiar el encargo de administradora, a causa de su prctica en los negocios, asustada del trfago que acompaa de ordinario a dicho cargo, rehus aceptar. El obispo le mand que se sometiera por caridad a sus herma-

  • as, mas, a pesar de ello, an se resisti. Sin embargo, aconteci que una noche, mientras dorma, recibi aviso sobrenatural de que en castigo de su desobediencia quedara paraltica. Efectivamente, al despertar se sinti sin movimiento en ambas piernas. En tal estado, la condujeron a presencia del cbispo, a quien pidi perdn de la falta cometida, y, recibido que hubo su bendicin, se levant completamente curada; con lo que dio muchas gracias a su bienhechor.

    Cierto da corri el rumor de que el obispo de Constanza haba muerto, todos esperaban las rdenes de Ulrico para saber las honras fnebres que se haban de celebrar por el eterno descanso del alma de su colega en el episcopado. Permaneced tranquilos les respondi el hombre de Dios , que maana sabremos lo que hay de cierto respecto a esa noticia , al da siguiente, en efecto, un mensajero llegado de Constanza anunciaba que el obispo de aquella dicesis gozaba de perfecta salud.

    Refieren los bigrafos de Ulrico que los Santos Fortunato y Adalbe- rn, sus predecesores, se le aparecieron durante la celebracin del santo sacrificio de la misa, y, le asistieron de una manera especialsima en la bendicin de los santos leos que se hace el Jueves Santo. Un gran nmero de dolientes recobraron la salud al ser ungidos con dichos leos. el mismo Ulrico, gravemente enfermo, recobr la salud de esta manera.

    A la vuelta de su tercera peregrinacin a Roma, fue llamado a Ra- vena, donde el emperador quera consultarle algunas cuestiones importantes. Apenas Otn supo que se acercaba el Santo, sali a su encuentro y lo recibi con grandes honores, pues lo tena en particular estimacin.

    La emperatriz Santa Adelaida, que se hallaba tambin en Ravena, sinti grande alegra al poder conversar con el siervo de Dios de las cosas referentes al servicio divino y a la salvacin de las almas. Santa Adelaida, modelo de princesas por la eminencia de sus virtudes, aprovech los avisos y ejemplos que con muy fraternal afecto le prodig el celoso obispo.

    FALTA Y REPARACIN

    Quiso Ulrico, antes de morir, proveer de sucesor a su Iglesia, y pens para ello en su sobrino Adalbern, a quien estimaba grandemente

    por sus eminentes cualidades. Juzgando que no poda ser ms favorable la ocasin de obtener para l el obispado, habl sobre el particular al emperador, quien accedi a su demanda. Semejante proceder era contrario a los sagrados cnones, los cuales castigaban con la pena de entredicho a los obispos que nombraran en vida a sus sucesores.

    En un Concilio reunido en Ingelheim, los obispos censuraron unnimes la conducta de su colega y prohibieron a Adalbern el ejercicio de

  • las funciones episcopales. Ulrico se someti humildemente a todas las exigencias del Concilio, pidi perdn de su falta y solicit permiso para tomar la cogulla benedictina. Los obispos juzgaron que deba continuar ejerciendo sus deberes episcopales, a lo que se someti sin rplica; pero l se impuso severas penitencias a fin de expiar lo que llamaba su crimen. La espontaneidad y fervor de su gesto causaron gran admiracin.

    MUERTE DEL SANTO

    Los ltimos aos de la vida de San Ulrico fueron una larga cadena de penitencias, que aumentaban en nmero y en rigor a medida que senta acercarse la muerte. A pesar de sus fatigas continu visitando su dicesis y predicando al pueblo la palabra de Dios. El tiempo que le quedaba e incluso muchas veces el de la comida y descanso, lo consagraba a la oracin, a las santas lecturas y a la meditacin. Supo por revelacin divina, que muy pronto ira a unirse definitivamente con Aqul que llenaba su alma, y este pensamiento le colm de alegra. Distribuy entre los pobres los poqusimos bienes que aun le quedaban y, momentos antes de expirar, con el fin de imitar a Jesucristo hasta el ltimo suspiro, se extendi sobre un lecho de ceniza preparado en forma de cruz. Ocurri su santa muerte el da 4 de julio del ao 973.

    Enterrado en Augsburgo en la iglesia de Santa Afra, obr desde su sepultura numerosos milagros. Fue canonizado solemnemente por Juan XV el primero de febrero de 993. El texto de la Bula se ha conservado hasta nuestros das, y hacen mencin de ella muchos historiadores. Este precioso documento lleva, adems de la firma del obispo de la Santa Iglesia Catlica, Apostlica y Romana, la de cinco obispos, diez cardenales, un arcediano y tres diconos, y constituye una joya bibliogrfica.

    S A N T O R A LSantos Ulrico o Udalrico, obispo de Augsburgo; Laureano, arzobispo de Sevilla,

    mrtir; Odn, arzobispo de Cantrbery; Sisos de Egipto, solitario; Elias, patriarca de Jerusaln, Flaviano II, patriarca de Antioqua, Ageo y Oseas, profetas; Jocundiano, Nanfanin y compaeros, mrtires en frica; Teodoro, obispo de Cirene de Libia; Florencio, obispo de Cahors (Francia); Procopio, abad, en Praga. Beatos Valentn de Bcrrio Ochoa, obispo y mrtir (vase su biografa el 1. de noviembre); Barduccio y Juan Ves- pignano, confesores; Bernoldo, Bruno y Hatton, benedictinos. Santas Moduvena, virgen irlandesa; Berta, viuda y abadesa.

  • D I A 5 D E J U L I O

    SAN MIGUEL DE LOS SANTOSTRINITARIO DESCALZO (1591-1625)

    Sa n Miguel de los Santos llamado en el Bautismo Miguel Jernimo Jos naci el 29 de septiembre de 1591 en la muy noble y leal ciudad de Vich.Sus padres, Enrique Argemir y Margarita Monserrada, tan ilustres en prosapia como ricos en mritos de virtud, residan en la villa de Centellas, donde Enrique ejerca el oficio de escribano. Ocho hijos les haba concedido el Cielo, los cinco que sobrevivieron fueron objeto de esmeradsima educacin. Rezaban diariamente el Santo Rosario y, con frecuencia tambin, el Santo Oficio Parvo de la Santsima Virgen. Cuatro aos tena nuestro Santo cuando perdi a su virtuosa madre, y ya entonces asista con su padre y sus hermanos a las Completas que, en honor de Nuestra Seora, se cantaban los sbados en la iglesia llamada la Rotonda.

    Mara premi desde el Cielo la piedad y confianza de sus fieles devotos otorgando a uno de ellos, al pequeo Miguel, gracias extraordinarias que lo llevaran a la santidad.

    Cinco aos tena cuando el relato de los padecimientos del divino Salvador le haca derramar abundantsimas lgrimas, determin entonces odiar con toda su alma el pecado y darse a rigurosa penitencia. Haba

  • < contar cmo muchos santos llevaron vida penitente en los desiertos y, decidido a imitarlos con otros dos amiguitos de su misma edad, sali hacia el Montseny, elevada montaa que dista unas tres leguas de Vich. A poco de ponerse en camino, volvise uno de ellos por miedo de sus padres. Miguel y su compaero siguieron adelante hasta dar en una cueva que pronto abandonaron por hallarla plagada de sabandijas. A poco andar encontraron no uno sino dos refugios adecuados a su propsito y en ellos se instalaron. Mas como el nio que se haba vuelto refiriese en el pueblo todo lo ocurrido, los padres de ambos solitarios salieron a buscarlos.

    Don Enrique hall a Miguel an dentro de la cueva, hincado de rodillas y llorando amargamente.

    Por qu lloras, hijo mo? le pregunt.

    Lloro respondi Miguel por lo mucho que los hombres han hecho padecer a Nuestro Seor Jesucristo.

    No esperaba el padre tal respuesta y se qued suspenso unos instantes.

    Pero, dime, cmo piensas que vas a poder vivir en un lugar tan abandonado y peligroso en el que no encontrars ni qu comer?

    Mire, padre repuso ingenuamente Miguel ; Dios que se cuid tan bien de los dems santos, ya se cuidar de m.

    Quedaron los padres muy edificados de la piedad y animosa determinacin de sus hijos, pero con todo, juzgaron prudente llevrselos a casa.

    De all en adelante fue Miguel tan modesto y recatado, que todos le llamaban flor de los Santos. Conserv el espritu de piedad y penitencia que le haba llevado al Montseny, hua del trato y conversaciones intiles con los dems nios, y se retiraba a los rincones de casa a llorar la Pasin del Salvador. Su piadoso padre que le mandaba de cuando en cuando salir a recrearse un poco con sus hermanos, le envi cierto da a una via no muy distante de la ciudad. Al ver en el camino un matorral de abrojos y espinas, el nio se desnud y fue a revolcarse en l, para imitar, deca, al Patriarca de Ass. Muy grato debi ser al Seor aquel gesto, pues impidi que las espinas lastimaran ese inocente cuerpo.

    Desde los siete aos ayunaba ya toda la Cuaresma, y en lo dems del ao, tres veces cada semana. Al igual que San Luis Gonzaga, disciplinbase con frecuencia; llevaba, adems, en la espalda, una cruz llena de puntitas aceradas y haca muchas otras penitencias que le sugera su amor a Jess Crucificado. Era muy asiduo para visitar las iglesias, en ellas permaneca largas horas en oracin, y en su casa levant un altarcito ante el cual se reuna con sus amigos para rezar.

    Cumpla Miguel los doce aos cuando muri su cristiano padre. Poco despus, transportado de alegra, comunicaba a su hermana cmo aqul

  • se haba salvado y gozaba en el purgatorio de los sufragios que entonces, dos de noviembre, celebraba la Santa Iglesia por los difuntos.

    Llegado Miguel a la edad de elegir carrera, preguntle su tutor hacia cul se senta inclinado Ser Religioso contest; pero aunque llam a muchas puertas, en ningn convento quisieron recibirle por juzgarle demasiado joven. Tomle entonces a su servicio uno de los tutores, para que ayudase en la tienda, y poco despus le puso de dependiente en casa de un vinatero; esperaba que as se desvaneceran aquellos deseos de vida religiosa que l no quera aprobar bajo ningn concepto.

    EN EL CONVENTO DE LOS TRINITARIOS

    No sucedi lo que se imaginaba el tutor. Miguel sigui siendo tan mortificado y virtuoso como en su casa. Si bajaba a la bodega a despa

    char el vino, se quedaba luego a orar en un rincn, lo que le vali mil reprensiones. Dorma en el suelo, rezaba dos veces cada da los salmos penitenciales en sufragio de sus difuntos padres, y muy a menudo guardaba casi toda su comida para darla a los pobres. Llevronle a una granja llamada Mas Mitj, poco distante de la ciudad, para que descansase. Lo primero que hizo al llegar fue pedir haces de lea y dos piedras que le sirvieron de cama. Todo su solaz consisti en disciplinarse duramente, hacer en todas partes cruces que besaba repetidas veces, y andar por all cantando los nombres de Jess, Mara y Jos.

    Consta, en el folio 52 del Proceso vicense, que al volver de la granja, mientras Miguel estaba orando en una capillita de Nuestra Seora colocada detrs de las puertas de Gurb y Manlleu, se le apareci su padre y le alent a que se hiciese religioso. Decidido a ello, presentse nuevamente a las puertas de todos los conventos de Vich, pero an no lo admitieron. Viendo que los hombres le cerraban los caminos por donde Dios le llamaba, resolvi presentarse en algn monasterio de Barcelona.

    Partise, pues, ocultamente, a pie, sin gua ni recomendacin ninguna y casi sin dinero. Al da siguiente lleg a Barcelona rendido de cansancio. La Divina Providencia gui los pasos del fugitivo hasta topar con la mujer de un honrado obrero, a cual, compadecida de verle en tal estado, le llev a su casa para que descansase. Maravillse la buena seora del aire de nobleza, de la amabilidad y candor del joven, y lo trat con cario y bondad maternales. Tambin el marido se mostr muy benvolo con l y le ofreci hospitalidad. Al amanecer del siguiente da, pregunt Miguel si haba en los alrededores alguna iglesia donde pudiese or misa. Sealronle la de los padres Trinitarios. All fue, sin sospechar siquiera

  • que el .Seor le llevaba como por la mano al trmino del viaje, porque en aquel convento iba Miguel a ver cumplidos sus anhelos de vida religiosa. El Seor premi all su fidelidad a la gracia con nuevos y maravillosos favores. Aquel da oy Miguel todas las misas que se dijeron en la iglesia de los Padres, y en das sucesivos se ofreci con fervorosa insistencia para ayudar algunas.

    Los religiosos se admiraron grandemente al ver la piedad, recato y modestia del angelical mancebo, por eso, cuando pasado algn tiempo vino a suplicarles que le admitiesen como novicio, recibironlo de muy buena gana. En agosto de 1603, siendo tan slo de edad de trece aos, visti el hbito de la Orden de los Trinitarios, fundada en el siglo xni por San Juan de Mata y San Flix de Valois en honra de la Virgen Mara.

    En el noviciado fue Miguel dechado perfectsimo para sus hermanos. Sealse en la obediencia cumpliendo con escrupuloso cuidado todos los empleos, aun los manuales, por los que senta natural repugnancia.

    Fue extraordinariamente devoto de Jess Sacramentado y de la Virgen Mara. Pasaba todos los ratos libres al pie de los altares derramando su corazn en el de su amadsimo Seor, y tanto lleg a dilatarse su amor al divino Prisionero del Tabernculo, que hablaba con l como si lo viese cara a cara. Pidi y logr de sus superiores que le destinaran al servicio de la sacrista y a ayudar a misa, cargos que desempeaba con tanta devocin y tan grande edificacin de los fieles, que muchos mudaron de vida slo con ver la compostura y dulce modestia del buen religioso.

    Estaba a la sazn en el convento de Barcelona el ilustre padre Jernimo Dezza como lector de filosofa de los jvenes profesos. Luego que conoci a Miguel, qued prendado de su preclaro talento, pues el santo joven no tena menos ingenio que devocin y virtud. Logr llevrselo al convento de Zaragoza donde lo dedic al estudio de las letras humanas. Mas habiendo odo hablar al padre Manuel de la Cruz, Trinitario Descalzo, del fervor de vida y perfecta observancia que reinaban en la Reforma verificada por el Beato Juan Bautista de la Concepcin, pidi a los superiores y obtuvo de ellos licencia para pasarse a dicha religin.

    Parti, pues, de Zaragoza, y fue al Convento de Descalzos de Pamplona, donde recibi el hbito a principios del mes de enero del ao 1608. Tambin all mud el apellido del siglo; llamronle primero Miguel de San Jos, pero al poco tiempo escogi l mismo el de Miguel de los Santos. Desde Pamplona, pas al noviciado de Madrid. Terminado el ao, profes en Alcal, de donde fue enviado a Solana y luego a Sevilla. Estudi Filosofa en Baeza v Teologa en Salamanca, sin que por ello se entibiasen su fervor y devocin. Terminados los estudios, hicironle conventual de Baeza, a donde volvi en 1616 ya ordenado sacerdote.

  • Un a noche que estaba San Miguel de los Santos pidiendo al Seor

    que le trocase el corazn por otro ms inflamado en el amor di

    vino, aparecisele Jess, y arrancando del propio pecho su adorable

    Corazn, cambilo por el del Santo, el cual se sinti desde entonces,

    presa de un ardentsimo amor

  • TAREAS APOSTLICAS. XTASIS

    Se is aos permaneci fray Miguel en Baeza ejerciendo primero el oficio de Vicario y despus los cargos de confesor y predicador. Con sus oraciones y vida penitente atrajo sobre sus tareas copiossimas bendiciones del Cielo. Lleg a ser tal la afluencia de fieles que acudan a los sermones de fray Miguel y tan copiosos los frutos, que no bastaban los Padres todos del convento para or las confesiones. El joven apstol sola decir que todos los trabajos y padecimientos en nada podan disminuir el inmenso placer que le causaba la conversin de un alma a Dios.

    Eran sus sermones sencillos, apostlicos, y limpios de todo adorno y aparato literario, pero haba en ellos tanto celo y piedad, que arrancaban llanto general en el auditorio. Todos se hacan lenguas ponderando los sermones de fray Miguel de los Santos y afirmaban que aquel bendito Padre tena el verdadero espritu de Dios.

    Donde l predicaba, sola reunirse un gento innumerable. Favorecan aquella concurrencia los xtasis que solan arrebatarle en el eplogo del sermn. Ya siendo estudiante haba tenido raptos extraordinarios. As, en Baeza, mientras conversaba con unos seores en el huerto del convento, exclam uno de ellos. Qu suceder cuando gocen las almas las delicias del paraso? Bastle a Miguel or tales palabras para quedar al punto arrobado. En otra ocasin, siendo estudiante de Teologa en Salamanca, escuchaba cierto da unas explicaciones sobre el misterio de la Encarnacin, cuando dio de repente tres impetuosos saltos, y qued en xtasis por espacio de un cuarto de hora, levantado ms de una vara sobre los dems estudiantes; stos, atnitos, guardaron profundo silencio hasta que volvi en s y torn con la mayor naturalidad a su ejercicio.

    Cuando fue sacerdote y predicador, los transportes se repetan a diario; y duraban quince minutos y hasta media hora. Los que tuvo celebrando misa o ante el Santsimo expuesto, fueron innumerables. Unas veces qued arrobado mientras alzaba el cliz, otras, al hacer la genuflexin en el et homo factus est, o al decir- Verbum caro factum est.

    Creci tanto entre los baezanos la opinin de santidad de fray Miguel, que todos le llamaban el Santo. Sali cierto da de la Catedral una gran procesin, y en ella iba Miguel con los dems Padres. En cuanto le vieron salir, de todas partes le gritaban El Santo, el Santo! Concluida la procesin, fray Francisco que le acompaaba le dijo* Vos, Padre Miguel, debis ser santo; me convence de ello el ver en qu opinin os tienen todos. San Miguel, rindose, contest: Calla, fray Francisco, todos estn como locos. Si tanto vosotros como ellos me conocierais, acabarais por aborrecerme, porque soy un miserable, un gran pecador.

  • JESS CAMBIA SU CORAZN CON EL DE MIGUEL

    Es t a conviccin que el Santo tena de la propia flaqueza, naca ciertamente de una humildad profundsima. No eran slo palabras ni meras disculpas, pues de continuo pugnaba por levantarse a mayor perfeccin sin que su alma se diese fcilmente por satisfecha en las espirituales conquistas. Aspiraba a lo ms alto en el terreno de la caridad.

    Parecale siempre que no amaba lo bastante al Seor. Y como estuviese una noche pidiendo a Jess, con todas las fuerzas de su alma, que se dignase trocarle el corazn por otro ms inflamado de su amor pursimo, aparecisele entonces el Divino Salvador, y acercndose, le tom del pecho el corazn, y le dio el suyo propio. Este cambio fue mstico y no real; pero el corazn del Santo qued de all adelante tan perfectamente modelado en el de Jess, que ya no pareca ser corazn humano, sino el Corazn mismo del Redentor.

    HUMILDAD DEL SANTO

    A pesar de tantos favores como reciba de Dios, de sus xtasis maravillosos, de los copiossimos frutos de sus predicaciones, del aplauso de las muchedumbres que se agolpaban alrededor de su plpito y de la gran fama de santo que tena, conservbase Miguel siempre modesto y humilde, como suelen serlo todos los Santos. Siendo estudiante en Baeza, entr Miguel en una iglesia donde exorcizaban a un poseso, el cual, as que le vio, empez a gritar: Cunta humildad, cunta humildad! El padre Ministro, admirado, pregunt a Miguel qu estaba pensando en aquel momento. Pensaba dijo ste que soy ms abominable que los mismos demonios. Si alguien le alababa por las singulares mercede