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CIENCIA EN UN CONTEXTO DISCIPLINAR
La ciencia: El conocimiento científico es un conocimiento probado. Las teorías científicas
se derivan, de algún modo rigurosas, de los hechos de la experiencia adquiridos mediante
la observación y la experimentación.
La ciencia es lo que podemos ver, oír, tocar, etc. Las opiniones y preferencias personales y
las imaginaciones especulativas no tienen cabida en la ciencia. La ciencia es objetiva. El
conocimiento científico es conocimiento fiable porque es conocimiento objetivamente
probado.
Wilhelm Wundt, padre de la psicología experimental, decía que para comenzar una nueva
disciplina científica eran indispensables tres cosas: un laboratorio, una revista y un libro de
texto. Este trípode sigue vigente, pero con cambios significativos.
Las disciplinas científicas son formas de organización del conocimiento que pueden
justificarse por criterios temáticos u ontológicos, así como por criterios históricos y
también socio institucionales o por una combinación de los tres. El aspecto temático es el
principal, ya que aquello de lo que se ocupa cada ciencia o de lo que dice ocuparse es lo
que contribuye más fuertemente a darle identidad.
Las clasificaciones de las ciencias han sido múltiples y variadas; algunas de ellas resultan
muy extrañas y hasta extravagantes para los ojos contemporáneos y se han constituido a
partir de criterios muy diferentes.
Se ha hablado de ciencias experimentales y no experimentales; sagradas y profanas;
descriptivas y normativas; morales y positivas; naturales y sociales; duras y blandas.
Resulta claro que cada una de ellas está construida a partir de algún criterio o propiedad
que se decide privilegiar. En muchos casos el criterio elegido es ontológico, en cuyo caso
se suele dar por sentado que la realidad está formada por determinado tipo de entidades
o fenómenos, y a partir de ese supuesto se asigna a cada disciplina el estudio de cada uno
de ellos.
Tal es el caso de la clasificación que divide las ciencias en naturales y del espíritu, que
supone que la realidad está constituida por dos ámbitos distintos: la materia y el espíritu.
También se han adoptado criterios epistémicos relativos a cómo conocemos los seres
humanos. Tal es el caso de las clasificaciones que parten de la afirmación o del supuesto
de que tenemos distintas “facultades” mentales, y a cada una de ellas se le hace
corresponder una o más disciplinas: a la historia, la memoria; a la lógica, la razón, y así
sucesivamente.
Hay también clasificaciones que se basan en criterios metodológicos, como la que
establece la distinción entre ciencias experimentales y no experimentales; entre teóricas y
empíricas; y entre inductivas y deductivas. Cuando los supuestos que constituyen la base
de una clasificación son cuestionados y abandonados, la clasificación corre también la
misma suerte y es arrastrada en un efecto de “bola de nieve”.
Análisis: Un análisis es el acto de separar las partes de un elemento para estudiar su
naturaleza, su función y/o su significado. Un análisis es un efecto que comprende diversos
tipos de acciones con distintas características y en diferentes ámbitos, pero en suma es
todo acto que se realiza con el propósito de estudiar, ponderar, valorar y concluir respecto
de un objeto, persona o condición
Síntesis: El concepto de síntesis es un concepto que puede definirse de varias maneras, lo
que depende de la disciplina desde la cual se esté observando. Lo anterior, debido a que
en estricto rigor, una síntesis es la composición de algo a partir del análisis de todos sus
elementos por separado. Sin embargo, existe una forma, relacionada a la literatura, el
aprendizaje y el lenguaje, que se conoce como la forma más común de comprender lo que
es una síntesis.
Etimología de la palabra tesis: La palabra tesis proviene del latín “thesis” y significa
“conclusión, que se mantiene por razonamiento”, la aplicación de esta acepción se puede
aplicar a una infinidad de propuestas.
LA PRAXIS
Praxis proviene de un término griego y hace referencia a la práctica. Se trata de un
concepto que se utiliza en oposición a la teoría. El término suele usarse para denominar el
proceso por el cual una teoría pasa a formar parte de la experiencia vivida.
La praxis aparece como una etapa necesaria en la construcción de conocimiento válido. A
diferencia de la teoría, que es desarrollada en las aulas y se focaliza en la abstracción
intelectual, la praxis se hace presente cuando dichas ideas son experimentadas en el
mundo físico para continuar con una contemplación reflexiva de sus resultados.
La praxis se forma, por lo tanto, a partir de la interacción de sistemas culturales, históricos
y sociales muy complejos. En última instancia, el ser humano se hace humano a partir de
la praxis.
Para los marxistas, la praxis hace que el hombre pueda conocer la naturaleza y la
sociedad, adquiriendo conciencia del devenir histórico. Este importante tener en cuenta
que la praxis presupone la conducta, ya que es el resultado de conductas previas de otros
especímenes de la especie humana.
EL CONOCIMIENTO
En el fenómeno del conocimiento se encuentran frente a frente la conciencia y el objeto:
el sujeto y el objeto. Por ende, el conocimiento puede definirse como una determinación
del sujeto por el objeto. Un conocimiento es verdadero si su contenido concuerda con el
objeto mencionado.
El conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto, la imagen y el objeto. Visto
por el lado del sujeto, el fenómeno del conocimiento se acerca a la esfera psicológica; por
la imagen con la lógica y por el objeto con la ontología. Debido a que ninguna de estas
diciplinas puede resolver cabalmente, el problema del conocimiento se funda una nueva
diciplina que llamamos teoría del conocimiento.
Desde tiempos atrás se ha intentado clasificar el conocimiento en dimensiones fijas y
cuantitativas, pero entre los muchos autores que se han dedicado han creado muchos
formas de clasificarlos a continuación daré una pequeña introducción de los tipos más
importantes de conocimiento:
Conocimiento Empírico. Se define como el conocimiento basado en la experiencia y en la
percepción, que todo hombre adquiere debido a las diversas necesidades que se le
presentan en la vida, adquirido muchas veces por instinto y no pensamiento
fundamentado donde todo conocimiento que se genera no implica a la ciencia o leyes. Es
así que existen personas con gran dominio de un determinado aspecto sin haber recibido
educación alguna.
Conocimiento Científico. A diferencia del conocimiento empírico el conocimiento
científico es un saber crítico con fundamentos, metódico, verificable, sistemático,
unificado, ordenado, universal, objetivo, racional, provisorio y que explica los sucesos a
partir de leyes. Cabe indicar que para esto se utiliza también el método científico que a
parte de otras cosas muchas veces empieza trabajando en base a algo empírico que
necesita ser probado.
Conocimiento Explícito. A diferencia del conocimiento tácito, de este sabemos que lo
tenemos y para ejecutarlo somo conscientes de ello. Por esto es más fácil de transmitir o
representarlo en un lenguaje, debido a que sus características son: ser Estructurado y
Esquematizado
Conocimiento Tácito. Es conocido como el tipo de conocimiento inconsciente, del cual
podemos hacer uso, lo que hace que podamos implementarlo y ejecutarlo, como se diría,
de una forma mecánica sin darnos cuenta de su contenido.
Conocimiento Intuitivo. El conocimiento intuitivo está definido como la aprehensión
inmediata de las experiencias internas o externas en su experimentación o percepción.
Esto quiere decir que nos una especie de sensación vaga sobre algo sino que se establece
como la visión clara y directa de experimentar las cosas en su forma original.
Conocimiento Revelado. Este tipo de conocimiento implica que todos los fenómenos que
envuelve son inteligibles, implicando para ello, siempre una actitud de fe, teniendo un
fuerte peso en el comportamiento humano. Se da sobre algo oculto o un misterio que
alguien desea manifestar o se pretende conocerlo.
Una distinción importante entre tipos de conocimiento, es entre conocimiento a priori y
conocimiento a posteriori. El conocimiento a priori es aquel cuya justificación, en algún
sentido relevante, es independiente de la experiencia. Inversamente, el conocimiento a
posteriori es aquel cuya justificación, en algún sentido relevante, depende de la
experiencia.
CLASIFICACIÓN DE LAS TEORIAS DEL CONOCIMIENTO
Los problemas principales de la teoría del conocimiento son:
1. La posibilidad del conocimiento humano ¿puede realmente el sujeto aprehender el
objeto?
2. El origen del conocimiento ¿es la razón o la experiencia la fuente del conocimiento
humano?
3. La escencia del conocimiento humano ¿es el objeto quien determina al sujeto o es al
revés?
Uno de los problemas centrales de la teoría del conocimiento es el problema de la
justificación, la determinación de en qué circunstancias una creencia, es decir, un
determinado juicio o proposición a la que asentimos, puede llamarse realmente
conocimiento.
El planteamiento clásico de esta cuestión se encuentra en un diálogo platónico, el
Teeteto, donde Sócrates defiende que el término "conocimiento" debe restringirse a las
creencias verdaderas y justificadas, al mismo tiempo que rechaza que la sensación pura y
simple pueda ser identificada con el conocimiento.
De acuerdo a esta definición, no basta con afirmar algo verdadero para considerar que eso
constituye conocimiento; las razones por las cuales se afirma deben ser fundadas y
suficientes. Cuando no se dispone de una justificación semejante, se habla de fe, opinión o
convicción, pero no de conocimiento en sentido estricto.
Por la posibilidad del conocimiento humano
Dogmatismo. El conocimiento no es un problema, los objetos son captados directamente
(presocráticos).
Escepticismo. El conocimiento no es posible, el sujeto no puede aprehender al objeto. El
método de la duda sistemática de Descartes es un escepticismo metódico. También hay un
escepticismo mitigado cuando se niega la certeza y se acepta la probabilidad.
Subjetivismo y relativismo. El primero considera que algo puede ser verdadero para una
persona pero no para otras y el segundo piensa que el conocimiento es relativo al
contexto cultural.
EL RELATIVISMO
El relativismo es la posición filosófica de que todos los puntos de vista son igualmente
válidos, y de que toda la verdad es relativa al individuo. Esto significa que todas las
posiciones morales, todos los sistemas religiosos, todas las formas de arte, todos los
movimientos políticos, etc., son verdades que son relativas a los individuos. Bajo la
sombrilla del relativismo, todos los grupos de perspectivas son categorizados. En términos
obvios, algunos son:
1. Relativismo cognitivo (Verdad): El relativismo cognitivo afirma que toda la verdad es
relativa. Esto significaría que ningún sistema de verdad es más válido que otro, y que no
existe ningún objetivo estándar de verdad. Naturalmente, esto negaría la existencia de un
Dios de verdad absoluta.
2. Relativismo moral/ético: Toda moral es relativa al grupo social dentro del cual ésta se
construye.
3. Relativismo situacional: Las éticas (correctas y equivocadas) son dependientes de la
situación.
El relativismo está emparentado con el subjetivismo. Según él, no hay tampoco ninguna
verdad absoluta, ninguna verdad universalmente válida; toda verdad es relativa, tiene sólo una
validez limitada.
El relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento humano respecto a factores
externos. Como tales considera, ante todo, la influencia del medio y del espíritu del tiempo, la
pertenencia a un determinado círculo cultural y los factores determinantes contenidos en él.
Cuando el relativista sienta la tesis de que toda verdad es relativa, está convencido de
que esta tesis reproduce una situación objetiva y es, por ende, válida para todos los sujetos
pensantes.
EL PRAGMATISMO
El escepticismo es una posición esencialmente negativa. Significa la negación de la
posibilidad del conocimiento. El escepticismo, toma un sesgo positivo en el moderno
pragmatismo (de πρâgma = acción). Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona el
concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero el
pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que remplaza el concepto abandonado por
un nuevo concepto de la verdad. Según él, verdadero significa útil, valioso, fomentador de la
vida.
El pragmatismo modifica de esta forma el concepto de la verdad, porque parte de una
determinada concepción del ser humano. Según él, el hombre no es en primer término un ser
teórico o pensante, sino un ser práctico, un ser de voluntad y acción. Su intelecto está
íntegramente al servicio de su voluntad y de su acción. El intelecto es dado al hombre, no para
investigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse en la realidad. El conocimiento
humano recibe su sentido y su valor de éste su destino práctico. Su verdad consiste en la
congruencia de los pensamientos con los fines prácticos del hombre, en que aquéllos resulten
útiles y provechosos para la conducta práctica de éste. Según ello, el juicio: "la voluntad humana
es libre" es verdadero porque ‐y en cuanto ‐ resulta útil y provechoso para la vida humana y, en
particular, para la vida social.
Como el verdadero fundador del pragmatismo se considera al filósofo norteamericano
William James († 1910), del cual procede también el nombre de "pragmatismo". Otro principal
representante de esta dirección es el filósofo inglés Schiller, que ha propuesto para ella el
nombre de "humanismo". El pragmatismo ha encontrado adeptos también en Alemania. Entre
ellos se cuenta, ante todo, Friedrich Nietzsche († 1900). Partiendo de su concepción naturalista
y voluntaria del ser humano, enseña: "La verdad no es un valor teórico, sino tan sólo una
expresión para designar la utilidad, para designar aquella función del juicio que conserva la vida
y sirve a la voluntad de poderío". De un modo más tajante y paradójico todavía expresa esta
idea cuando dice: "La falsedad de un juicio no es una objeción contra este juicio. La cuestión es
hasta qué punto estimula la vida, conserva la vida, conserva la especie, incluso quizás educa la
especie". También la Filosofía del como si, de Hans Vaihinger, pisa terreno pragmatista.
Vaihinger se apropia la concepción de Nietzsche. También según él es el hombre, en primer
término, un ser activo. El intelecto no le ha sido dado para conocer la verdad, sino para obrar.
Pero muchas veces sirve a la acción y a sus fines, justamente porque emplea
representaciones falsas. Nuestro intelecto trabaja de preferencia, según Vaihinger, con
supuestos conscientemente falsos, con ficciones.
Estas se presentan como ficciones preciosas, desde el momento en que se muestran
útiles y vitales. La verdad es, pues, "el error más adecuado". Finalmente, también Georg Simmel
defiende el pragmatismo en su Filosofía del dinero. Según él, son "verdaderas aquellas
representaciones que han resultado ser motivos de acción adecuada y vital".
Ahora bien, es palmario que no es lícito identificar los conceptos de "verdadero" y de
"útil". Basta examinar un poco de cerca el contenido de estos conceptos para ver que ambos
tienen un sentido completamente distinto. La experiencia revela también a cada paso que una
verdad puede obrar nociva‐ mente. La guerra mundial ha sido singularmente instructiva en este
sentido. De una y otra parte se creía un deber ocultar la verdad, porque se temían de ella efectos
nocivos.
Estas objeciones no alcanzan, sin embargo, a las posiciones de Nietzsche y de
Vaihinger, que mantienen, como se ha visto, la distinción entre lo "verdadero" y lo "útil".
Conservan el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el
ser. Pero en su opinión no alcanzamos nunca esta concordancia. No hay ningún juicio verdadero,
sino que nuestra conciencia cognoscente trabaja con representaciones conscientemente falsas.
Esta posición es evidentemente idéntica al escepticismo y se anula, por ende, a sí misma.
Vaihinger pretende, en efecto, que la tesis de que todo contenido del conocimiento es una
ficción, es verdadera. Los conocimientos que él expone en su Filosofa del como si pretenden ser
algo más que ficciones. En la intención del autor, pretenden ser la única teoría exacta del
conocimiento humano, no un "supuesto conscientemente falso".
El error fundamental del pragmatismo consiste en no ver la esfera lógica, en desconocer
el valor propio, la autonomía del pensamiento humano. El pensamiento y el conocimiento están
ciertamente en la más estrecha conexión con la vida, porque están insertos en la totalidad de la
vida psíquica humana; el acierto y el valor del pragmatismo radican justamente en la continua
referencia a esta conexión. Pero esta estrecha relación entre el conocimiento y la vida no debe
inducirnos a pasar por alto la autonomía del primero y hacer de él una mera función de la vida.
Esto sólo es posible, como se ha mostrado, cuando se falsea el concepto de la verdad o se le
niega como el escepticismo. Pero nuestra conciencia lógica protesta contra ambas cosas.
EL CRITICISMO
El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada
despreocupadamente. Donde quiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón
humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica sino reflexiva y crítica. Es un término
medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica.
El verdadero fundador del criticismo es, Kant, cuya filosofía se llama pura y simplemente
"criticismo". Kant llegó a esta posición después de haber pasado por el dogmatismo y el
escepticismo. El criticismo es "aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes
de las propias afirmaciones y objeciones y las razones en que las mismas descansan, método
que da la esperanza de llegar a la certeza".
EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO
Si formulamos el juicio: "el sol calienta la piedra", lo hacemos fundándonos en determinadas
percepciones. Vemos cómo el sol ilumina la piedra y comprobamos tocándola que se
calienta paulatinamente. Para formular este juicio nos apoyamos, pues, en los datos de nuestros
sentidos de la vista y el tacto, o, dicho brevemente, en la experiencia.
Pero nuestro juicio presenta un elemento que no está contenido en la experiencia.
Nuestro juicio no dice meramente que el sol ilumina la piedra y que ésta se calienta, sino que
afirma que entre estos dos procesos existe una conexión íntima, una conexión causal. La
experiencia nos revela que un proceso sigue al otro. Nosotros agregamos la idea de que un
proceso resulta del otro, es causado por el otro. El juicio: "el sol calienta la piedra" presenta,
según esto, dos elementos, de los cuales el uno procede de la experiencia, el otro del
pensamiento. Ahora bien, cabe preguntar: ¿cuál de esos dos factores es el decisivo? La
conciencia cognoscente, ¿se apoya preferentemente, o incluso exclusivamente, en la experiencia
o en el pensamiento? ¿De cuál de las dos fuentes de conocimiento saca sus contenidos?
¿Dónde reside el origen del conocimiento?
La cuestión del origen del conocimiento humano puede tener tanto un sentido psicológico
como un sentido lógico. En el primer caso dice: ¿cómo tiene lugar psicológicamente el
conocimiento en el sujeto pensante? En el segundo caso: ¿en qué se funda la validez del
conocimiento? ¿Cuáles son sus bases lógicas? Ambas cuestiones no han sido separadas las más
de las veces en la historia de la filosofía. Existe, en efecto, una íntima conexión entre ellas. La
solución de la cuestión de la validez supone una concepción psicológica determinada. Quien,
por ejemplo, vea en el pensamiento humano, en la razón, la única base de conocimiento, estará
convencido de la especificidad y autonomía psicológicas de los procesos del pensamiento. A la
inversa, aquel que funde todo conocimiento en la experiencia, negará la autonomía del
pensamiento, incluso en sentido psicológico.
EL RACIONALISMO
La posición epistemológica que ve en el pensamiento, en la razón, la fuente principal del
conocimiento humano, se llama racionalismo (de ratio = razón). Según él, un conocimiento sólo
merece, en realidad, este nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido.
Cuando nuestra razón juzga que una cosa tiene que ser así y que no puede ser de otro modo;
que tiene que ser así, por tanto, siempre y en todas partes, entonces y sólo entonces nos
encontramos ante un verdadero conocimiento, en opinión del racionalismo. Un conocimiento
semejante se nos presenta, por ejemplo, cuando formulamos el juicio "el todo es mayor que
la parte" o "todos los cuerpos son extensos". En ambos casos vemos con evidencia que tiene
que ser así y que la razón se contradiría a sí misma si quisiera sostener lo contrario. Y porque
tiene que ser así, es también siempre y en todas partes así. Estos juicios poseen, pues, una
necesidad lógica y una validez universal rigurosa.
La forma más antigua del racionalismo se encuentra en Platón. Éste se halla convencido de
que todo verdadero saber se distingue por las notas de la necesidad lógica y la validez
universal. Ahora bien, el mundo de la experiencia se encuentra en un continuo cambio y
mudanza. Consiguientemente, no puede procurarnos un verdadero saber.
El mérito del racionalismo consiste en haber visto y subrayado con energía la significación del
factor racional en el conocimiento humano. Pero es exclusivista al hacer del pensamiento la
fuente única o propia del conocimiento. Como hemos visto, ello armoniza con su idea del
conocimiento, según el cual todo verdadero conocimiento posee necesidad lógica y validez
universal. Pero justamente este ideal es exclusivista, como sacado de una forma determinada
del conocimiento, del conocimiento matemático. Otro defecto del racionalismo (con excepción
de la forma últimamente citada) consiste en respirar el espíritu del dogmatismo. Cree poder
penetrar en la esfera metafísica por el camino del pensamiento puramente conceptual. Deriva
de principios formales proposiciones materiales; deduce, de meros conceptos, conocimientos.
(Piénsese en el intento de derivar del concepto de Dios su existencia; o de definir, partiendo
del concepto de sustancia, la esencia del alma.) Justamente este espíritu dogmático del
racionalismo ha provocado una y otra vez su antípoda, el empirismo.
EL EMPIRISMO
El empirismo (de έμπειρία = experiencia) opone a la tesis del racionalismo (según la
cual el pensamiento, la razón, es la verdadera fuente del conocimiento) la antítesis que dice: la
única fuente del conocimiento humano es la experiencia. En opinión del empirismo, no hay
ningún patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente no saca sus contenidos de
la razón, sino exclusivamente de la experiencia. El espíritu humano está por naturaleza vacío;
es una tabula rasa, una hoja por escribir y en la que escribe la experiencia. Todos nuestros
conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia.
Mientras el racionalismo se deja llevar por una idea determinada, por un ideal de
conocimiento, el empirismo parte de los hechos concretos. Para justificar su posición acude a la
evolución del pensamiento y del conocimiento humano. Esta evolución prueba, en opinión del
empirismo, la alta importancia de la experiencia en la producción del conocimiento. El niño
empieza por tener percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega
paulatinamente a formar representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, por ende,
orgánicamente de la experiencia. No se encuentra nada semejante a esos conceptos que existen
acabados en el espíritu o se forman con total independencia de la experiencia. La experiencia se
presenta, pues, como la única fuente del conocimiento.
Mientras los racionalistas proceden de la matemática las más de las veces, la historia del
empirismo revela que los defensores de éste proceden casi siempre de las ciencias naturales.
Ello es comprensible. En las ciencias naturales, la experiencia representa el papel decisivo. En
ellas se trata sobre todo de comprobar exactamente los hechos, mediante una cuidadosa
observación. El investigador está completamente entregado a la experiencia. Es muy natural que
quien trabaje preferente o exclusivamente con arreglo a este método de las ciencias naturales,
propenda de antemano a colocar el factor empírico sobre el racional. Mientras el filósofo de
orientación matemática llega fácilmente a considerar el pensamiento como la única fuente del
conocimiento, el filósofo procedente de las ciencias naturales propenderá a considerar la
experiencia como la fuente y base de todo el conocimiento humano.
Suele distinguirse una doble experiencia: la interna y la externa. Aquélla consiste en la
percepción de sí mismo, ésta en la percepción por los sentidos. Hay una forma del empirismo
que sólo admite esta última. Esta forma del empirismo se llama sensualismo (de sensus =
sentido).
Así como los racionalistas propenden a un dogmatismo metafísico, los empiristas
propenden a un escepticismo metafísico. Esto tiene una conexión inmediata con la esencia del
empirismo. Si todos los contenidos del conocimiento proceden de la experiencia, el conocimiento
humano parece encerrado de antemano dentro de los límites del mundo empírico. La superación
de la experiencia, el conocimiento de lo suprasensible, es una cosa imposible. Se comprende,
pues, la actitud escéptica de los empiristas frente a todas las especulaciones metafísicas.
La significación del empirismo para la historia del problema del conocimiento consiste en
haber señalado con energía la importancia de la experiencia frente al desdén del racionalismo
por este factor del conocimiento. Pero el empirismo remplaza un extremo por otro, haciendo de
la experiencia la única fuente del conocimiento. Ahora bien, esto no puede hacerse, como
conceden indirectamente los mismos cabezas del empirismo, Locke y Hume, al reconocer un
saber independiente de toda experiencia junto al saber fundado en ésta. Con ello queda
abandonado en principio el empirismo. Pues lo decisivo no es la cuestión del origen psicológico
del conocimiento, sino la de su valor lógico.
EL INTELECTUALISMO
El racionalismo y el empirismo son antagónicos. Pero donde existen antagonistas no
faltan, por lo regular, intentos de mediar entre ellos. Uno de estos intentos de mediación entre el
racionalismo y el empirismo es aquella dirección epistemológica que puede denominarse
intelectualismo. Mientras el racionalismo considera el pensamiento como la fuente y la base
del conocimiento y el empirismo la experiencia, el intelectualismo es de opinión que ambos
factores tienen parte en la producción del conocimiento. El intelectualismo sostiene con el
racionalismo que hay juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos, y no sólo sobre
los objetos ideales ‐esto lo admiten también los principales representantes del empirismo‐,
sino también sobre los objetos reales. Pero mientras que el racionalismo consideraba los
elementos de estos juicios, los conceptos, como un patrimonio a priori de nuestra razón, el
intelectualismo los deriva de la experiencia. Como dice, su nombre (intelligere, de intus legere =
leer en el interior), la conciencia cognoscente lee, según él, en la experiencia, saca sus conceptos
de la experiencia.
El empirismo quiere decir con él que en el intelecto, en el pensamiento, no hay contenido
nada distinto de los datos de la experiencia, nada nuevo. Pero el intelectualismo afirma
justamente lo contrario. Además de las representaciones intuitivas sensibles hay, según él, los
conceptos, Estos, en cuanto contenidos de conciencia no intuitivos, son esencialmente distintos
de aquéllas, pero están en una relación genética con ellas, supuesto que se obtienen de los
contenidos de la experiencia. De este modo, la experiencia y el pensamiento forman juntamente
la base del conocimiento humano.
El intelectualismo es una corriente epistemológica que sostiene que la base del
conocimiento la forman conjuntamente la experiencia y el pensamiento, el
intelectualismo sostiene junto con el racionalismo que hay juicios lógicamente necesarios
y universalmente válidos no sólo sobre objetos ideales sino también sobre los objetos
reales, pero mientras que el racionalismo considera que estos conceptos o elementos de
juicio son conceptos a priori de nuestra razón, el intelectualismo los deriva de la
experiencia.
EL APRIORISMO
La historia de la filosofía presenta un segundo intento de mediación entre el
racionalismo y el empirismo: el apriorismo. También éste considera la experiencia y el
pensamiento como fuentes del conocimiento. Pero el apriorismo define la relación entre la
experiencia y el pensamiento en un sentido directamente opuesto al intelectualismo. Como ya
dice el nombre de apriorismo, nuestro conocimiento presenta, en sentir de esta dirección,
elementos a priori, independientes de la experiencia. Esta era también la opinión del
racionalismo. Pero mientras éste consideraba los factores a priori como contenidos, como
conceptos perfectos, para el apriorismo estos factores son de naturaleza formal. No son
contenidos sino formas del conocimiento. Estas formas reciben su contenido de la experiencia, y
en esto el apriorismo se separa del racionalismo y se acerca al empirismo. Los factores a priori
semejan en cierto sentido recipientes vacíos, que la experiencia llena con contenidos
concretos.
El principio del apriorismo dice: "Los conceptos sin las intuiciones son vacíos, las
intuiciones sin los conceptos son ciegas". Este principio parece coincidir a primera vista con el
axioma fundamental del intelectualismo aristotélico‐escolástico. Y en efecto, ambos concuerdan
en admitir un factor racional y un factor empírico en el conocimiento humano. Más por otra
parte definen la relación mutua de ambos factores en un sentido totalmente distinto. El
intelectualismo deriva el factor racional del empírico: todos los conceptos proceden, según él,
de la experiencia. El apriorismo rechaza del modo más resuelto semejante derivación. El factor a
priori no procede, según él, de la experiencia, sino del pensamiento, de la razón. Ésta imprime
en cierto modo las formas a priori a la materia empírica y constituye de esta suerte los
objetos del conocimiento. En el apriorismo, el pensamiento no se conduce receptiva y
pasivamente frente a la experiencia, como en el intelectualismo, sino espontánea y activamente.
El fundador de este apriorismo es Kant. Toda su filosofía está dominada por la tendencia
a mediar entre el racionalismo de Leibniz y Wolff y el empirismo de Locke y Hume. Así lo hace,
declarando que la materia del conocimiento procede de la experiencia y que la forma procede del
pensamiento. Con la materia se significan las sensaciones. Estas carecen de toda regla y orden,
representan un puro caos. Nuestro pensamiento crea el orden en este caos, enlazando unos con
otros y poniendo en conexión los contenidos de las sensaciones. Esto se verifica mediante las
formas de la intuición y del pensamiento. Las formas de la intuición son el espacio y el tiempo.
La conciencia cognoscente empieza introduciendo el orden en el tumulto de las sensaciones,
ordenándolas en el espacio y en el tiempo, en una yuxtaposición y en una sucesión. Introduce
luego una nueva conexión entre los contenidos de la percepción con ayuda de las formas del
pensamiento, que son doce, según Kant. Enlaza, por ejemplo, dos contenidos de la percepción
mediante la forma intelectual (categoría) de la causalidad, considerando el uno como causa, el
otro como efecto, y estableciendo así entre ellos una conexión causal. De este modo edifica la
conciencia cognoscente el mundo de sus objetos. Como se ha visto, toma los sillares de la
experiencia. Pero el modo y manera de erigir el edificio, la estructura entera de la construcción,
está determinada por las leyes inmanentes al pensamiento, por las formas y las funciones a priori
de la conciencia.
Si ponemos el intelectualismo y el apriorismo en relación con las dos posiciones
antagónicas entre las cuales quieren mediar, descubriremos en seguida que el intelectualismo se
acerca al empirismo; el apriorismo, por el contrario, al racionalismo. El intelectualismo deriva los
conceptos de la experiencia, mientras que el apriorismo rechaza esta derivación y refiere el
factor racional, no a la experiencia, sino a la razón.
ESENCIA DEL CONOCIMIENTO
El conocimiento representa una relación entre un sujeto y un objeto. El verdadero
problema del conocimiento consiste, por tanto, en el problema de la relación entre el
sujeto y el objeto. El conocimiento se representa a la conciencia natural como una
determinación del sujeto por el objeto. Pero ¿No debemos hablar, a la inversa, de una
determinación del objeto por el sujeto en el conocimiento? ¿Cuál es el factor
determinante en el conocimiento humano? ¿Tiene éste su centro de gravedad en el sujeto
o en el objeto? (García, 2009)
Veamos las distintas posiciones al respecto:
El Objetivismo
Es el sistema filosófico desarrollado por Ayn Rand (San Petersburgo, 1905 — Nueva York
1982). Presenta posiciones propias en metafísica, epistemología, ética, política y estética.
Ayn Rand, llamó a su filosofía, "Objetivismo", describiéndola como la filosofía para vivir en
la tierra. El objetivismo es un sistema integrado de pensamientos, que define principios
abstractos en los que el hombre debe pensar y actuar si es que quiere vivir la vida propia
de un hombre. (Guevara, 2010)
Para el objetivismo, el conocimiento tiene su fundamento en el objeto, o sea el
reino objetivo de las ideas o esencias.
El objetivismo propone que el objeto determina al sujeto, quien deberá regirse por aquel.
El sujeto reproduce al objeto que es algo dado con una estructura definida, y es
reconstruida por la conciencia cognoscente.
El mundo está compuesto de objetos. Éstos tienen propiedades que son
independientes de las personas u otros seres que los perciban. Por ejemplo, tomemos una
roca. Es un objeto aparte, y duro. Aunque no existieran persona u otros seres en el
universo, seguiría siendo un objeto aparte y duro.
Obtenemos el conocimiento que tenemos del mundo al percibir estos objetos,
descubriendo las propiedades que tienen, y viendo cómo se relacionan estos objetos con
otros. Por ejemplo podemos ver que la roca es un objeto aparte al mirarlo, tocarlo,
moverlo, etc. Descubrimos que es dura tocándola, apretándola, pateándola, golpeando
algo más blando con ella, etc.
Entendemos lo objetos de nuestro mundo en término de categorías y conceptos.
Estas categorías y conceptos corresponden a propiedades inherentes de los objetos, y a
las relaciones entre objetos. De este modo, tenemos la palabra ‘roca’ que corresponde al
concepto ROCA. Dada una roca, podemos ver que es parte de la categoría ROCA, y que un
piano, un árbol o un tigre no lo serían. Las rocas tienen propiedades inherentes
independientes de todo ser: son sólidas, duras, densas, existen en la naturaleza, etc.
Entendemos lo que es una roca en términos de estas propiedades.
Existe una realidad objetiva, y podemos decir cosas que son objetivas, absoluta e
incondicionalmente verdaderas respecto de ella. Pero, como seres humanos, estamos
sujetos al error humano, esto es, ilusiones, errores de percepción, errores de juicio,
emociones y sesgos culturales. No podemos fiarnos de los juicios subjetivos de los
individuos. La ciencia nos provee de un método para sobreponernos a nuestras
limitaciones subjetivas y lograr entender las cosas desde una perspectiva imparcial y de
validez universal. La ciencia puede, en último término, darnos una visión correcta,
definitiva y general de la realidad, y, mediante su método, progresa constantemente en
esa dirección.
Las palabras tienen significados fijos. Esto es, nuestro lenguaje expresa los
conceptos y categorías en términos de los cuales pensamos. Para describir la realidad en
forma correcta, necesitamos palabras cuyos significados sean claros y precisos, palabras
que calcen con la realidad. Estas pueden ser palabras que surgen en forma natural o
términos técnicos de una teoría científica.
Las personas pueden ser objetivas y puedan hablar en forma objetiva, pero sólo
pueden hacerlo si usan un lenguaje claro y precisamente definido, que es directo y sin
rodeos, y que pueda calzar con la realidad. Sólo hablando de esta forma pueden las
personas comunicarse en forma precisa respecto del mundo externo, ya hacer
afirmaciones que pueden ser evaluadas como objetivamente verdaderas o falsas.
Las metáforas u otras formas de lenguaje poético, retórico, o figurado, siempre
pueden evitarse en pos de un hablar objetivo, y deben evitarse, ya que sus significados no
son precisos, y no calzan con la realidad de una forma que nos parezca obvia.
El ser objetivo es en general una buena cosa. Sólo el conocimiento objetivo es realmente
conocimiento. Sólo de un punto de vista objetivo podemos realmente entendernos a
nosotros mismos, a otros, y al mundo que nos rodea. La objetividad nos permite ponernos
por encima de los prejuicios y sesgos personales, ser justos, y tener una visión imparcial
del mundo.
Ser objetivo es ser racional, ser subjetivo es ser irracional y rendirse ante las
emociones.
Principios básicos del objetivismo
Los principios básicos del objetivismo pueden ser resumidos de esta forma:
(Austroanarquistas, 2011)
Metafísica: Realidad objetiva
La realidad, el mundo exterior, la existencia independiente de la conciencia del hombre;
independiente de cualquier conocimiento, creencias, sentimientos, deseos o temores.
Esto significa que A es A, los hechos son hechos, las cosas son lo que son; y la tarea de la
conciencia del hombre es percibir la realidad, no crearla o inventarla. Así, el objetivismo,
rechaza toda creencia en lo supernatural, y cualquier aclamación de individuales o grupos
que dicen crear su propia realidad.
Epistemología: Razón
La razón del hombre es completamente competente de conocer los hechos de la realidad.
La razón, facultad conceptual, es la facultad que identifica e integra el material provisto
por los sentidos del hombre. La razón es el único medio del hombre para adquirir
conocimientos. Así, el objetivismo, rechaza al misticismo (no acepta a la fe y a los
sentimientos, como medios de conocimiento); y al escepticismo (que proclama la
imposibilidad del conocimiento y/o estar seguro de algo).
Ética: Interés propio
La razón del hombre es la única fuente que le permite juzgar valores y guiarlo hacia la
acción. El hombre es un fin en sí mísmo, y no un medio para los fines de los demás; debe
vivir por su propio propósito, sin sacrificarse para otros o sacrifice a otros para sí; debe
trabajar por su propio interés racional y lograr su propia felicidad como el propósito moral
mass alto de su vida. Así, el objetivismo, rechaza cualquier forma de altruism (que dice
que la moral dad consisted en vivir para otros o para la societal).
Political: Capitalism
El capitalism es un sistema basado en el reconocimiento de los derechos individuales, y
protege a los hombres de aquellos que inician el uso de la fuerza física. Así, el objetivismo,
rechaza cualquier forma de colectivismo, como lo son, el fasismo y el socialismo. También
rechaza la actual ‘economía mixta’, noción de que el gobierno debería regular la economía
y redistribuir la riqueza.
El Subjetivismo
Subjetivismo es la creencia que la realidad no es un firme absoluto, sino un reino fluido,
plástico e indeterminado que puede ser alterado, en todo o en parte, por la consciencia
del que percibe, o sea: por sus sentimientos, deseos o caprichos.
En esencia, el subjetivismo es la doctrina de que los sentimientos son los que crean los
hechos, y por lo tanto la principal herramienta de los hombres para el conocimiento. Si los
hombres lo sienten, declara el subjetivista, eso lo hace realidad.
El subjetivista niega que exista tal cosa como “la verdad” sobre una cuestión determinada,
la verdad que corresponde a los hechos. En su opinión, la verdad varía de consciencia a
consciencia al variar los procesos o los contenidos de dada consciencia; la misma
afirmación puede ser cierta para una consciencia (o un tipo de consciencia) y falsa para
otra.
Para el subjetivismo individual el juicio sólo será válido y verdadero para esa persona y
para los demás puede ser falso.
Para el subjetivismo general no hay verdades universales pero sí verdades
supraindividuales. (Malena, 2011)
Trata de fundar el conocimiento humano en el sujeto. Para ello coloca el mundo de las
Ideas, de las esencias, el conjunto de los principios del conocimiento, en el sujeto. En éste
radica la verdad del conocimiento. Pero téngase en cuenta que con el sujeto no se quiere
significar el sujeto concreto, individual, del pensamiento, sino un sujeto superior,
trascendente.
Lo peculiar del conocimiento ya no consiste en enfrentarse con un mundo objetivo, sino
en volverse hacia aquel sujeto supremo. De él, no del objeto, recibe la conciencia
cognoscente sus contenidos. Por medio de estos supremos contenidos, de estos principios
y conceptos generales, levanta la razón el edificio del conocimiento (San Agustín). El
conocimiento se halla fundado, por ende, en lo absoluto, en Dios.
Esta concepción también la encontramos en la filosofía moderna (el neokantismo): la idea
central del subjetivismo se presenta aquí despojada de todos los accesorios metafísicos y
psicológicos (escuela de Marburgo): el sujeto, en quien el conocimiento aparece fundado
en último término, no es un sujeto metafísico, sino puramente lógico. Se significa con esto
el conjunto de las leyes y los conceptos supremos de nuestro conocimiento. Éstos son los
medios merced a los cuales la conciencia cognoscente define los objetos. Esta definición
es concebida como una producción del objeto. No hay objetos independientes de la
conciencia, sino que todos los objetos son engendros de ésta, productos del pensamiento.
Sólo hay un ser conceptual, mental, no un ser real, independiente de la pensamiento (es
un riguroso idealismo).
Ser subjetivo puede ser peligroso, ya que podríamos perder contacto con la realidad. La
subjetividad puede ser injusta, ya que tome un punto de vista personal y por lo tanto
puede ser sesgada. La subjetividad es auto-indulgente, ya que exagera la importancia del
individuo.
En casi todas nuestras actividades cotidianas nos fiamos de nuestros sentidos y
desarrollamos intuiciones en las cuales podemos confiar. Cuando aparecen cosas
importantes, y sin importar lo que digan los demás, nuestros propios sentidos e
intuiciones son lo que mejor orienta nuestro accionar.
Las cosas más importantes en nuestras vidas son nuestros sentimientos, nuestras
sensibilidades estéticas, nuestras prácticas morales y nuestra conciencia espiritual. Estas
son puramente subjetivas. Ninguna de ellas es puramente racional u objetiva.
El arte y la poesía trascienden la racionalidad y la objetividad, y nos contactan con la
realidad más importante de nuestros sentimientos e intuiciones. Esta conciencia la
logramos a través de la imaginación y no de la razón.
El lenguaje de la imaginación, particularmente la metáfora, es necesaria para
expresar aquellos aspectos de nuestra experiencia que son más singulares y personales.
En cuestiones de comprensión de uno mismo, los significados corrientemente aceptados
de las palabras son insuficientes.
El objetivismo y el subjetivismo se necesitan uno a otro para poder existir. Cada uno
se define en contraposición al otro, y ve al otro como el enemigo. El objetivismo toma
como sus aliados la verdad científica, la racionalidad, la precisión, la justicia y la
imparcialidad. El subjetivismo toma como sus aliados a las emociones, la intuición
reveladora, la imaginación, lo propiamente humano, el arte, y una verdad "superior." Cada
uno es rey de su dominio, y cree que su dominio es el mejor. Coexisten, pero en dominios
separados. Cada uno de nosotros tiene dominios en su vida donde corresponde ser
objetivo, y otros donde corresponde ser subjetivo. La porción de nuestra vida gobernada
por un mito u otro varía de persona a persona, y de cultura a cultura.
Dialéctica
Término procedente del verbo griego "dialeghestai" que se refiere originalmente al arte
del diálogo y de la discusión razonada ("dialectiké techné") y que adquirirá distintos
significados a lo largo de la historia del pensamiento.
Tiene su origen en la antigüedad griega. Se retomó hasta la modernidad con Hegel y Marx.
Su esencia está determinada por las fuentes teóricas y científicas y por las categorías
fundamentales del movimiento, del espacio y del tiempo.
Ha tenido distintos significados a lo largo de la historia: se ha entendido como el arte del
diálogo y la discusión; como la lucha de los contrarios por la cual surge el progreso de la
historia; como una técnica de razonamiento que procede a través del despliegue de una
tesis y su antítesis, resolviendo la contradicción a través de la formulación de una síntesis
final; como el arte de ordenar los conceptos en géneros y especies; como un modo de
elevarse desde lo sensible hacia lo inteligible, es decir partiendo de la certeza de los
sentidos hacia el desarrollo de conceptos de un mayor grado de universalidad y
racionalidad; teoría y método de conocimiento de los fenómenos de la realidad en su
desarrollo y auto movimiento, ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo
de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano que surge en oposición a la
metafísica.
El método dialéctico constituye el método científico de conocimiento del mundo.
Proporciona al hombre la posibilidad de comprender los más diversos fenómenos de la
realidad. El método dialéctico al analizar los fenómenos de la naturaleza, de la sociedad y
del pensamiento permite descubrir sus verdaderas leyes y las fuerzas motrices del
desarrollo de la realidad.
La dialéctica tiene las siguientes características:
a) Todo está unido, nada está aislado, hay una conexión universal. La acción recíproca
entre dos cosas y sus relaciones complejas. El trabajador se adapta a las condiciones que
encuentra en la naturaleza y que ordena sus movimientos; pero la transforma por el
trabajo. Más aún: por el trabajo, el hombre se ha ido transformando paulatinamente.
b) Todo cambia. La realidad está en constante transformación. El cambio es debido a la
lucha de fuerzas contrarias en la esencia de las cosas.
Así, la dialéctica consiste en trabajar un tema visualizado su evolución en tres momentos
sucesivos: Tesis (planteamiento, primera idea) Antítesis (oposición, segunda idea) Síntesis
(resultado o combinación de la Tesis y la Antítesis, tercera idea). (Alvarez, 2011)
El Realismo
Es aquella posición epistemológica según la cual, hay cosas reales, independientes de la
conciencia.
En el realismo ingenuo, las cosas nos son dadas como producto o contenidos de la
percepción. Identifica los contenidos de la percepción, con los objetos. Las cosas son,
según el realismo, exactamente como las percibimos.
El realismo natural, está influido por reflexiones críticas sobre el conocimiento. Ya no
identifica el contenido de la percepción con el objeto, sino que distingue el uno del otro.
El realismo crítico: no cree que convengan a las cosas todas las propiedades encerradas en
los contenidos de la percepción, sino que es, por el contrario, de opinión que todas las
propiedades o cualidades de las cosas que percibimos sólo por un sentido como los
colores, los sonidos, los olores, etc., únicamente existen en nuestra conciencia. Estas
cualidades surgen cuando determinados estímulos externos, actúan sobre nuestros
órganos sensoriales. No tienen, pues, carácter objetivo, sino subjetivo. Es menester, sin
embargo, suponer en las cosas ciertos elementos objetivos y causales para explicar la
aparición de estas cualidades. El hecho de que la sangre nos parezca roja y el azúcar dulce,
ha de estar fundado en la naturaleza de estos objetos.
El Idealismo
Éste sustenta la tesis de que no hay cosas reales independientes de la conciencia. Se
divide en:
El idealismo subjetivo o psicológico: las cosas no son nada más que contenidos de la
conciencia. Todo su ser consiste en ser percibidas por nosotros, en ser contenidos de
nuestra conciencia. Tan pronto como dejan de ser percibidas por nosotros, dejan también
de existir. No poseen un ser independiente de nuestra conciencia. Nuestra conciencia
con sus varios contenidos, es lo único real.
El idealismo objetivo: los objetos del conocimiento existen (engendrados) como producto
del pensamiento. Mientras el idealismo subjetivo ve en el objeto del conocimiento algo
psicológico, un contenido de conciencia (y el realismo lo considera como algo real, como
un contenido parcial del mundo exterior), el idealismo lógico lo tiene por algo lógico, por
un producto del pensamiento.
Veamos un ejemplo: cogemos un pedazo de yeso. Para el realista existe el yeso fuera e
independientemente de nuestra conciencia. Para el idealista subjetivo el yeso existe sólo
en nuestra conciencia. Su ser entero consiste en que lo percibimos. Para el idealista lógico
el objeto eso no existe ni en nosotros ni fuera de nosotros; no existe pura y simplemente,
sino que necesita ser engendrado. Pero tiene lugar por obra de nuestro pensamiento.
Formando el concepto de yeso, engendra nuestro pensamiento el objeto yeso. Para el
idealista lógico, el yeso no es un objeto real ni un ser consciente, sino un ser lógico – ideal
(¨El ser no descansa en sí mismo; el pensamiento es quien lo hace surgir¨. Escuela de
Marburgo).
Para ambos idealismos, el objeto del conocimiento no es nada real, sino algo ideal.
Representantes: Platón, F. Hegel y otros. Para Platón la ideas son paradigmas que no
cambian.
El fenomenalismo
Es un intento de reconciliación entre el realismo y el idealismo (Kant).
El fenomenalismo (fenómeno, apariencia) es la teoría según la cual, no conocemos las
cosas como son en sí, sino como nos aparecen. Para el fenomenalismo hay cosas reales,
pero no podemos conocer su esencia. Sólo podemos saber que las cosas son, pero no ¨lo
que son¨. El fenomenalismo coincide con el realismo en admitir cosas reales; pero
coincide con el idealismo en limitar el conocimiento a la conciencia, al mundo de la
apariencia, de lo cual resulta inmediatamente la incognoscibilidad de las cosas en sí.
Cuando concebimos el mundo como compuesto de cosas que están dotadas de
propiedades, o sea, cuando aplicamos a los fenómenos el concepto de sustancia; o
cuando consideramos ciertos procesos como producidos por una causa, esto es, cuando
aplicamos el concepto de causalidad; o cuando hablamos de la realidad, la posibilidad, la
necesidad, todo esto se funda, en opinión del fenomenalismo, en ciertas formas y
funciones a priori del entendimiento, las cuales excitadas por las sensaciones, entran en
acción independientemente de nuestra voluntad. Los conceptos supremos o las categorías
que aplicamos a los fenómenos, no representan por consiguiente, propiedades objetivas
de las cosas, sino que son formas lógicas subjetivas de nuestro entendimiento, el cual
ordena con su ayuda los fenómenos y hace surgir de este modo ese mundo objetivo que,
en opinión del hombre ingenuo, existe sin nuestra cooperación y con anterioridad a todo
conocimiento.
El mundo en que vivimos es, dicho con otras palabras, un mundo formado por nuestra
conciencia. Nunca podemos conocer cómo está constituido el mundo en sí, esto es,
prescindiendo de nuestra conciencia y de sus formas a priori. Pues tan pronto como
tratamos de conocer las cosas, las introducimos, por decirlo así, en las formas de la
conciencia.
Ya no tenemos pues, ante nosotros la cosa en sí, sino la cosa como se nos aparece, o sea
el fenómeno. Esta teoría fue desarrollada por Kant.