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    UNIVERSIDAD CATLICA ARGENTINA

    INSTITUTO PARA LA INTEGRACIN DEL SABERDEPARTAMENTO DE INVESTIGACIN INSTITUCIONAL

    Documento de Trabajo

    EL OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA Y LA TEORADEL DESARROLLO

    Octavio Groppa

    Diciembre 2005

    * Agradezco los valiosos comentarios realizados por Ernesto OConnor a una versin previa de este escri-to.

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    NDICE

    1.1 DEBATES SOBRE EL DESARROLLO...................................................................... 2

    1.1.1 Fases en la teora ..................................................................................................... 21.1.2 Otras miradas a la evolucin del pensamiento sobre el desarrollo............................. 61.1.3 Desarrollo y contextos socioculturales ..................................................................... 61.1.4 La evaluacin del desarrollo .................................................................................... 81.1.5 Teora contempornea y poltica .............................................................................. 9

    1.2 OTRAS APROXIMACIONES CONTEMPORNEAS AL PROBLEMA................. 11

    1.2.1 Fallas de mercado y equilibrios mltiples............................................................... 111.2.2 Bienes (y males) intangibles .................................................................................. 131.2.3 Socioeconoma o sociologa econmica ................................................................. 171.2.4 Economa de la solidaridad y economa civil.......................................................... 19

    1.2.5 Economa de la conducta ....................................................................................... 221.2.6 El desarrollo humano y el enfoque de las capacidades............................................ 25

    1.3 CONSIDERACIONES FINALES ............................................................................. 28

    1.4 BIBLIOGRAFA....................................................................................................... 29

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    A medida que la sociedad se hace ms grande y ms compleja, es ms exigente la formacinrequerida para hacer posibles una libertad plenamente responsable. Adems de la ignorancia yde la incompetencia hay que contar con la alienacin y la ideologa. Los egostas encuentranfallas en las estructuras sociales y las explotan para aumentar su propia participacin en losbienes particulares y disminuir la de los dems. Los grupos exageran la magnitud e importanciade su contribucin a la sociedad. Constituyen un auditorio dispuesto a dar crdito a una ideolo-

    ga que justifique su comportamiento ante la opinin pblica. Si triunfan con su falacia, el pro-ceso social se distorsiona. Lo que es bueno para este o aquel grupo es considerado, equivoca-damente como bueno para todo el pas o para toda la humanidad, mientras que se pospone, o semutila, lo que es verdaderamente bueno para el pas o para la humanidad. Aparecen clases msricas y clases ms pobres, y las ricas se enriquecen cada vez ms, mientras las pobres languide-cen en la miseria y las privaciones. Finalmente, la gente prctica se gua por el sentido comn.Vive sumergida en lo particular y lo concreto. Influye poco en los grandes movimientos o enlas tendencias que se realizan a largo plazo. No est dispuesta en absoluto a sacrificar su venta-ja inmediata a favor del bien inmensamente mayor de la sociedad a la vuelta de dos o tres d-cadas.

    B. Lonergan,Mtodo en teologa

    Esta extensa cita del telogo B. Lonergan liga de manera formidable las perspec-tivas cientfica y moral en relacin con el desarrollo. Se explica all que el estancamien-to y polarizacin de las sociedades se debe a las estructuras sociales, a las ideologasque las justifican y, en ltima instancia, al egosmo que se encubre en ideologas para

    justificar dichas estructuras (las que, a su vez, lo han conformado). La estructura alie-nante termina obturando el progreso y la autotrascendencia de personas y sociedadespor fallos en la atencin a los datos de la realidad, a su interpretacin, a la razonabilidadde sta y/o a la responsabilidad que decide qu interpretacin y qu caminos a seguirson los correctos (Lonergan, [1973] 1994: 59-60). Es necesaria, por tanto, una perspec-tiva terica abierta para no ser presa fcil de los propios intereses de los investigadores.A partir de esta perspectiva bsica pretendo fundar las reflexiones que siguen en torno al

    desarrollo.Muchos fueron los modos de abordar la cuestin a lo largo de la historia, desde

    la alta teora del desarrollo a mediados del siglo pasado hasta la actual teora del creci-miento a la que redujo el problema la teora neoclsica. Sin embargo, aun cuando mu-chos de los modelos elaborados en el seno de esta escuela sean vlidos en el marco es-tablecido por sus supuestos, actualmente ella est siendo objeto de numerosas crticas:desde otras posiciones dentro de la propia economa (Sen, Stiglitz), desde la psicologa(Kahneman), desde la sociologa econmica (Granovetter, Etzioni), por citar slo algu-nos de los casos ms notorios. El punto de debate se centra en la relacin entre teora ypraxis.

    A pesar de todo, el paradigma neoclsico sigue prevaleciendo como el nicomodelo total, sin fisuras. La pregunta que surge entonces es: habr que esperar la cons-truccin de otro paradigma econmico que supere las crticas, pero que contine siendototalizante? En tal caso se presenta otra cuestin, y es la siguiente: no subsiste en laraz de esta manera de pensar el supuesto del imperialismo de la economa (Tullock)?No tendremos los economistas que comenzar a acostumbrarnos a la tarea interdiscipli-naria junto con otros cientficos de las ciencias sociales y humanas? Cul debe ser larelacin entre los razonamientos deductivos, propios de la ciencia econmica y los msinductivos, que toman como punto de partida los diversos contextos histricos? El deba-te entre economistas clsicos e histricos est lejos de haber sido superado.

    Estas son algunas cuestiones que sobrevienen a quien intenta imaginar cmo de-biera ser el estudio del desarrollo en el futuro. En este sentido, y como fue adelantado,

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    comienzo este escrito con una breve mirada a los distintos momentos por los que trans-curri la teora econmica del desarrollo hasta desembocar en el paradigma del creci-miento, siguiendo anlisis de distintos autores y haciendo mencin de algunos de loslmites que ste ltimo presenta, as como de las crticas que se le han hecho. En la se-gunda parte expongo una breve introduccin sin pretensin de exhaustividad a algu-

    nos desafos que hacen frente hoy a la teora del desarrollo y a varios de los paradigmasque se presentan como aportes para quitar al estudio del desarrollo de las sociedades elcors economicista y abrirlo a la interdisciplina, de manera de dotarlo de nueva fuerzapara coadyuvar a la transformacin de la realidad. Ello nos permitir situar en un hori-zonte ms amplio la tarea del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA).

    1. DEBATES SOBRE EL DESARROLLO

    1.1. Fases en la teora

    La teora del desarrollo atraves diversas etapas a lo largo de la historia. Si biense puede decir que la temtica signific la preocupacin bsica de los economistas cl-sicos, con la evolucin y especializacin de la teora econmica pas a ser un campoespecfico hasta segn algunos autores virtualmente desaparecer. En los prrafos quesiguen haremos un sobrevuelo por las principales fases en este campo de la teora, desdesu punto culminante a mediados del siglo pasado hasta la poca reciente. La divisinpor dcadas, por supuesto, no es estricta.

    Apogeo en torno a los 50

    Quiz, el problema bsico del desarrollo econmico sea el reconocimiento de lasfuentes de externalidades positivas. A lo largo del siglo XX, la teora ha experimentadoal respecto notables cambios. Los variados contextos sociales, culturales y polticos hanoriginado corrientes que enfatizaron uno u otro aspecto como motor. As, a comienzosdel siglo XX, se atribua a los recursos naturales la principal fuente de desarrollo(Hirschman, [1958] 1961). Durante la posguerra y la aplicacin del Plan Marshall enEuropa, la teora se centr en la necesidad de acumulacin de capital para el crecimien-to. Surgieron entonces modelos como el de Harrod-Domar (respectivamente, aos 1947y 1948) o el de Solow (1957). Meier (2001b) destaca que otros modelos de estrategia dedesarrollo tambin se han concentrado en la acumulacin de capital: los estadios decrecimiento de Rostow, el crecimiento equilibrado de Nurkse, las economas exter-nas y el empujn (big push) de Rosenstein-Rodan, y an, segn este autor, las hipte-sis de Prebisch, Myrdal y Singer acerca de los trminos del intercambio y la sustitucinde importaciones, entre otros. La consecuencia de estos anlisis era que la sociedades nodesarrolladas tenan mercados frgiles, de manera que se volva necesaria cierta coordi-nacin central de la distribucin de los recursos. El Estado se converta as un agenteprincipal del cambio (Meier, 2001b: 14-15). A esta etapa pertenece tambin la teoradel desarrollo dualista (Lewis), que parte de la existencia de dos sectores, uno tradicio-nal y otro moderno, y plantea que el primero tender a desaparecer como efecto del de-rrame y las migraciones consecuentes. Una vez ms, la expansin del sector modernodepender del grado de formacin de capital (Kuhnen, 1986-1987). La conclusin de-

    pende en este trabajo del supuesto de oferta de mano de obra virtualmente infinita parael sector tradicional, que hace de ambos sectores complementarios y no sustitutos

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    (Krugman, 1993). Mencin aparte merece Hirschman, quien, desconfiado de los gran-des relatos y explicaciones abstractas en la materia, plantea la necesidad de reconocerlos rasgos culturales y la situacin histrica de cada caso a la hora de pensar estrategiasde desarrollo, de manera que stas sean factibles y puedan dar fruto en el largo plazo.En clara diferencia con Schumpeter ([1912] 1967), quien por suponer pleno empleo

    exclua de su definicin de desarrollo la incorporacin de factores inutilizados, segnHirschman, en las economas poco desarrolladas el desarrollo no depende tanto de sa-ber encontrar las combinaciones ptimas de recursos y factores de produccin dados,como de conseguir () aquellos recursos y capacidades que se encuentran ocultos, di-seminados o mal utilizados (Hirschman, [1958] 1961: 17). En este sentido, el subdes-arrollo se debera ms a la falta de habilidades empresariales producto de factores cul-turales e institucionales que a la escasez de capital. Un crecimiento desequilibradosuplira dicha carencia (por ejemplo, promoviendo la sustitucin de importaciones endeterminados sectores estratgicos; Kuhnen, 1986-1987). No obstante la pretendidareaccin a los modelos de crecimiento equilibrado, para Krugman (1993) la propuestade los eslabonamientos anteriores y posteriores de Hirschman todava depende de las

    externalidades pecuniarias, lo que la ubicara cerca de los planteos de Rosenstein-Rodano Nurkse.

    Quiebre en los 60: desarrollo como crecimiento

    Krugman (1993) reconoce una lnea divisoria en las investigaciones en torno alao 1960. Antes de esta fecha, los estudios consideraban que las economas de escalaeran un factor limitante para el establecimiento de industrias rentables en los pases endesarrollo, situacin que dejaba disponibles significativas economas externas moneta-rias para el bienestar. En otras palabras, la pequea escala volva poco rentable el esta-blecimiento de determinadas industrias. As se pretenda justificar la proteccin deaquellas consideradas estratgicas por parte del Estado. Para este autor, la razn princi-pal que condujo a un desinters por estas explicaciones se debe a una inadecuada forma-lizacin de las teoras sobre mercados imperfectos en el contexto de una disciplina quese formalizaba de manera creciente.1 Alrededor de dicha poca, en cambio, los econo-mistas salvando el caso mencionado de Hirschman comenzaron a modelar el desarro-llo con rendimientos constantes a escala (Solow, Swan). Ello supone mercados de com-petencia perfecta, con lo cual dejaron de lado la preocupacin anterior. Por otra parte, alterminar haciendo depender el crecimiento de la tecnologa definida como factor ex-geno estos modelos fracasaban a la hora de dar una explicacin al crecimiento. Ade-ms, el avance tecnolgico genera externalidades positivas y, por tanto, rendimientos

    crecientes, lo que es incompatible con el supuesto de competencia perfecta que subyaceal modelo neoclsico (Barro y Sala-i-Martin, 1999: 10-11).

    No obstante, hubo tambin fallas de orden prctico, dado que la industrializacinforzada deriv en industrias ineficientes, por lo que tampoco aportaron demasiado aldesarrollo. Aquella carencia se habra debido a la imposibilidad de compatibilizar laseconomas de escala con una estructura competitiva de mercado (Krugman, 1993: 27).A estos lmites mencionados habra que agregar el efecto corrosivo de la alta inflacin

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    Con todo, como es obvio, valdra preguntarse si la sola formalizacin conduce a un mejor conocimiento de la reali-

    dad y si tal derrotero terico, cuando se vuelve nico y total, no tiene ya fuertes supuestos epistemolgicos. En estalnea se encuentra una de las crticas que realiza Stiglitz al artculo citado de Krugman. La formalizacin es importan-te, pero slo para realizar debates ms concisos y para formular preguntas ms precisas y tiles (Stiglitz, 1993: 41).

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    consecuencia de polticas fiscales y monetarias poco sanas y las complejas regulacio-nes administrativas, fuentes de serias ineficiencias y corrupcin (Krueger).

    Estudios sobre pobreza y desigualdad en los 70

    El callejn sin salida en el que se haba encerrado la teora del crecimiento laafirmacin de la tecnologa como fuente y su introduccin en modelos de competenciaperfecta la sumi en un letargo de unos quince aos. Las investigaciones sobre el desa-rrollo se bifurcaron hacia otras ramas, incluyendo los estudios sobre pobreza, que cobra-ron vigor en los aos 70. As tuvieron lugar perspectivas con variadas acentuaciones,algunas de las cuales fueron contemporneas y otras sucesivas. Sus nombres son elo-cuentes: creacin de empleo, trabajos y justicia, redistribucin con crecimiento, nece-sidades bsicas, desarrollo desde la base, desarrollo participativo, sostenible, pro merca-do, desarrollo como liberacin, como liberalizacin, como libertad, desarrollo humano,etc. (Streeten, 2003: 68). El enfoque en el empleo trajo aparejadas nuevas dificultades.La definicin del concepto en los pases industrializados quedaba demasiado estrecha

    para analizar la problemtica en los no industrializados, donde una amplia proporcinsobrevive a expensas del mercado informal. Esto se volva evidente en casos donde secombinaban escasez de mano de obra, subutilizacin del capital y desempleo (Streeten,2003: 71). As se pas, con el auspicio del Banco Mundial, a atender la cuestin de ladistribucin del ingreso. La pregunta implcita que motivaba el viraje era si las medidasconvencionales de desarrollo no implicaban un sesgo contra los pobres. Pero este enfo-que tampoco poda ser totalizante. Su lmite radica en el grado de abstraccin que supo-ne: los quintiles o deciles de ingreso no representan a ningn grupo concreto, de modoque no ofrece informacin til a una tarea de poltica que apunte a mejorar la situacinde algn grupo que presentara una particular desventaja y que requiriera un tratamientopeculiar (Streeten, 2003: 72). El estudio de la distribucin del ingreso, como su nombrelo indica, slo brinda informacin sobre el todo. Como cualquier anlisis de una distri-bucin estadstica, los predicados recaen sobre el universo y no sobre algunas de laspartes. En este contexto, la aparicin del enfoque de las necesidades bsicas significuna apuesta de retorno a lo concreto. Segn esta perspectiva, el aumento en los ingresoses insuficiente para salir de la pobreza. Se pasaba as del campo de los medios al de losfines. El desarrollo no es una cuestin de recursos. Ahora, paralelamente, un mayor gra-do de concrecin implicaba una mayor desagregacin y dispersin de indicadores. Pocoa poco, las ideas fueron estrechndose ms, llevando a identificar grupos de individuosy familias desposedos: mujeres, nios menores de cinco aos, ancianos, jvenes connecesidades especficas, grupos raciales objeto de discriminacin, comunidades en re-

    giones distantes y descuidadas (Streeten, 2003: 73). Sin embargo, tambin este concep-to iba a ser piedra de escndalo: los pases del sur acusaban a los del norte de utilizar lateora para disminuir la ayuda internacional o para no avanzar hacia el libre comerciocon el argumento de la focalizacin de polticas, una vez reconocido el objetivo. 2 Dichomodo de encarar la cuestin, por otra parte, daba al Estado demasiado poder en la defi-nicin y solucin del problema, en la medida en que no incorporaba la participacin einiciativa de los propios interesados, sino que stos eran pensados desde una actitudpasiva, simples objetos de la ayuda. Con la ola democratizadora en los aos 80 crecila demanda de participacin, a la vez que se incorporaron nuevas preocupaciones aldilogo en torno al desarrollo: el rol de las mujeres (y los nios), el ambiente fsico,poblacin, habitabilidad, derechos humanos, libertad poltica y gobernabilidad, empode-

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    Hoy puede ocurrir lo mismo con el enfoque de las capacidades de Sen y su aplicacin en programas focalizados.

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    ramiento, corrupcin, el desperdicio del gasto militar y el dividendo de la paz, y el rolde la cultura entre ellos (Streeten, 2003: 75).

    Nueva teora del crecimiento en los 80

    Al margen de los planteos anteriores, en la segunda mitad de la dcada del 80, ycontinuando la perspectiva macroeconmica, surge la nueva teora del crecimiento(Romer, Lucas). Esta teora ya no conceba al progreso tecnolgico y, por ende, el cre-cimiento, como producto de factores exgenos, de modo que superaba algunos de losobstculos que la haban obturado aos antes. El cambio tecnolgico pasa a ser endge-no al modelo. El objeto ser ahora encontrar la vinculacin entre la productividad totalde los factores (TFP, por sus siglas en ingls), definida como el residuo no explicado delaporte hecho al producto por los factores trabajo y capital, y las economas externas.Los casos mencionados que explicaran tal relacin son el conocimiento, la educacin,el aprendizaje laboral (learning-by-doing) o la investigacin y desarrollo (I&D). El ca-

    pital humano ser la primera fuente de estas externalidades positivas.

    En suma, si aos atrs el acento se pona en el capital fsico, la concentracin dela acumulacin de este capital ms la incapacidad de muchas economas de encontrar elsendero del crecimiento hizo reconocer la necesidad de considerar tambin el capitalhumano, de manera de incrementar la TFP. El fracaso de las estrategias desarrollistascondujo a una fuerte revisin y crtica, por lo que el blanco de los ataques termin sien-do el mismo que antes se haba enarbolado como factor fundamental del desarrollo: elEstado. La teora se concentrar entonces en la necesidad de remover las distorsionesen el sistema de precios y en desarrollar polticas correctas, esto es, que no interfieranen el sistema de incentivos determinado por el mercado. Para esta corriente, las diferen-cias entre pases no se explican por las condiciones iniciales, sino por las diferentes

    polticas que aplican. La teora del desarrollo econmico se redujo entonces a un campoaplicado de la racionalidad econmica (Meier, 2001b: 17). En consecuencia, las investi-gaciones pasaron de tratar con modelos altamente agregados a microestudios desagre-gados, en los cuales las unidades de anlisis fueron las unidades de produccin y loshogares (Meier, 2001b: 18). Por esta razn Krugman (1993) considera que la alta teo-ra del desarrollo es un campo de estudio que ya no existe ms, dado que, para l, lanueva teora del crecimiento ha cambiado la pregunta: ahora le interesa explicar la per-sistencia del crecimiento, antes que cmo ste comienza.3 El factor determinante ser laasignacin del capital, antes que su acumulacin o que la tasa de ahorro de la economa.

    En la ltima dcada, diversos investigadores de esta corriente estudiaron la rela-

    cin entre desigualdad y crecimiento, poniendo a prueba, por ejemplo, el modelo deKuznets, que predeca un incremento en la desigualdad en las primeras fases del desa-rrollo seguido de una disminucin, dibujando una trayectoria entre el nivel de des-igualdad y el crecimiento con forma de U invertida. Por su parte, la Nueva EconomaInstitucional (North, Buchanan) tambin sostiene que los agentes econmicos actan apartir de incentivos, sealando que la estructura de incentivos depende del marco insti-tucional de la sociedad. As fueron abriendo la teora a cuestiones extraeconmicas,como la democracia, el capital social o, incluso, la religin, aun cuando slo las incor-poran instrumentalmente, esto es, en la medida en que afecten al crecimiento de algunospases (Bnabou, 1996; Barro, 2000, 2002).

    3Distinta es la postura de Stiglitz (1993).

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    1.2. Otras miradas a la evolucin del pensamiento sobre el desarrollo

    Con todo, las teoras que se apoyaron en una sola dimensin o variable para ex-plicar el desarrollo econmico nunca alcanzaron un elevado grado de predictibilidad. Esfcil encontrar contraejemplos que dan por tierra con la generalidad de estas teoras

    (Streeten, 2003: 76). La tendencia a los anlisis simples en materia de desarrollo, que seasientan sobre una causa fundamental para explicar el subdesarrollo fue criticada noslo por Hirschman, sino tambin por otros autores, como I. Adelman (2001). En sinto-na con Streeten, esta economista seala que el contenido de la explicacin puede variar:el capital fsico fue quiz la primera tendencia, que predomin a partir de los aos 40;el factor empresarial fue la explicacin encontrada por los schumpeterianos; en los aos70, la clave fueron los precios relativos inadecuados; en los 80, el comercio interna-cional, pero tambin comenz a emerger la argumentacin que vea a la hiperactividadde los gobiernos como causantes del retraso; en los 90, el factor principal ser el capitalhumano y, hacia finales de la dcada, los gobiernos ineficaces. En cualquier caso, sealala autora, el esquema de pensamiento es monocausal. En cambio, ella enfatiza que la

    historia ha demostrado que el proceso de desarrollo econmico es altamente no lineal ymultifactico (Adelman, 2001: 104). Las interacciones entre las instituciones econmi-cas, sociales y polticas varan en funcin del nivel de desarrollo socioeconmico(Adelman, 2001: 118).

    Otra interpretacin sobre la evolucin del pensamiento del desarrollo nos laofrece Kanbur (2003). Este economista sugiere que hubo en los ltimos treinta aos unafase de gran fermento conceptual, que abarc desde los aos 70 hasta entrados los80, seguida de una fase de consolidacin, aplicacin y debate de polticas, que va desdemediados de los 80 hasta fin de siglo. Ahora nos encontraramos en el comienzo de unanueva fase de desarrollo conceptual, en el que temticas ausentes en los debates co-

    mienzan a ser incorporadas. Entre ellas destaca la incorporacin de la extensin de lavida en los estudios de pobreza, la economa de la conducta (behavioral economics), deldesarrollo y distributiva, as como la manera de integrar la multidimensionalidad de lapobreza y la desigualdad.

    En esta lnea se puede ubicar el enfoque de las capacidades de A. Sen, que deri-var en el concepto de desarrollo humano, y que supuso una superacin del enfoque delas necesidades bsicas (v. infra).

    1.3. Desarrollo y contextos socioculturales

    Lo que ninguna de las corrientes dedicadas al crecimiento econmico ni la quese concentra en el capital humano, ni la que lo hace en la tecnologa ha logrado expli-car hasta ahora es el movimiento de la TFP. En la dcada pasada, Putnam (1993) propu-so al capital social como factor clave en el desarrollo de las sociedades (v. infra). Lacooperacin, la confianza, la reciprocidad, son actitudes que generan externalidadespositivas y contribuyen a disminuir los costos de informacin y de transaccin, por citarslo un par de ejemplos. Con todo, se trata de un campo controversial que merece ma-yor profundizacin terica y emprica.

    El desarrollo no puede, por tanto, desatender los factores culturales y e institu-cionales. De esta proposicin se sigue, tal como apuntaba Hirschman, que habr estilosde desarrollo histrica y culturalmente situados. No es posible pensar en un nico mode-lo de desarrollo al cual deban atenerse todas las culturas y pocas. Esto se deduce tam-

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    bin si se atiende al grado de especializacin indito que han alcanzado las investiga-ciones en la materia. La confrontacin de la teora con las experiencias en diversos pa-ses ha conducido incluso a una fragmentacin de los anlisis que vuelve difcil su inte-gracin en una gran teora unificadora. La complejidad de la realidad y el abigarradoespectro de culturas (con sus costumbres, normas sociales, instituciones, grupos de inte-

    rs, etc.) revelan que una aproximacin al desarrollo que extrajera conclusiones exclusi-vamente a partir del estudio de variables econmicas sera, adems de inexacta, ideol-gica, al encubrir su carcter prescriptivo en proposiciones con pretensin de objetividadcientfica. En consecuencia, la teora del desarrollo debera ampliar su perspectiva, in-corporando elementos que eran anteriormente objeto de estudio de otras disciplinas, omejor, abrindose a la interdisciplina.

    En lo que hace al estudio de la situacin en los pases del denominado TercerMundo, donde los mercados son imperfectos frecuentemente oligoplicos, y en losque, adems, existe asimetra de informacin, donde el conflicto social o incluso tnicoes el cuadro cotidiano y donde se da una gran fragilidad institucional, pero donde, tam-bin, el acervo de la tradicin cultural y religiosa puede estar muy vivo, plantear laspropuestas de desarrollo desde el modelo terico elaborado a partir de las prcticas delas sociedades que han alcanzado un alto grado de desarrollo econmico constituye unaempresa destinada al fracaso. En efecto, no debe olvidarse que toda teora social partede unas prcticas situadas histrica y culturalmente, esto es, de un mundo de la vida(Husserl, Schutz, Habermas). De tal forma, la teora social construida en occidente res-ponde, en buena medida, al mundo de la vida occidental y no es siempre fcilmentetrasvasable a otras realidades.4 A menudo, teoras desarrolladas en un contexto particu-lar son utilizadas para entender la situacin de sociedades culturalmente distantes, ex-trayndose incluso conclusiones de poltica, a modo de un conjunto de recetas. En estesentido, Meier destaca que el capital humano inapropiado (es decir, la capacitacin

    que reproduce los saberes desarrollados en contextos diferentes) puede ser an ms des-ventajoso que el capital fsico inapropiado, pues aqul no puede ser desechado (Meier,2001a: 5). Por el contrario, la adopcin de polticas o estrategias que tienen en cuentalas situaciones contextuales y la participacin de los afectados no slo son ms demo-crticas, sino que han demostrado adems ser ms eficaces en el largo plazo (Kliksberg,1999).

    El desarrollo econmico, en la medida en que es parte del desarrollo social, hade ser estudiado considerando el sistema social en su conjunto. Seala al respecto M.Todaro:

    Por sistema social entendemos las relaciones interdependientes entre los as llamados factores

    econmicos y no econmicos. El ltimo incluye actitudes hacia la vida, el trabajo y la autori-dad; las estructuras burocrticas y administrativas pblicas y privadas; los patrones de paren-tesco y religin; las tradiciones culturales; los sistemas de tenencia de la tierra; la autoridad eintegridad de las agencias de gobierno; el grado de participacin popular en las decisiones y ac-tividades relativas al desarrollo; y la flexibilidad o rigidez de las clases econmicas y sociales.(Todaro, 1997: 12)

    Esta apertura del paradigma econmico a nuevas temticas conlleva la aparicinde nuevas disciplinas, como puede ser el caso de la socioeconoma (Etzioni, 2003; v.

    4 Quiz, nadie mejor que Albert Hirschman haya profundizado en esta visin del desarrollo. Este autor previenecontra los atajos de teoras abstractas que son invlidas para otros contextos (Hirschman, [1958] 1961: 39). Parauna breve sntesis de algunos rasgos de su pensamiento puede consultarse Santiso (2000).

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    infra), y supone el desafo de abandonar el imperialismo. En este sentido, sealaMeier:

    El nfasis en el capital social o en la cultura, instituciones y patrones de comportamiento de-bera mover la explicacin del proceso de cambio hacia un empeo interdisciplinario. No slola economa, sino la psicologa, la sociologa, la ciencia poltica, la antropologa, el derecho y

    la historia deben proveer respuestas en lo relativo a los orgenes de las creencias culturales ycmo ellas conducen el cambio institucional y la formacin de capital social a lo largo deltiempo. (Meier, 2001b: 30)

    En suma, si se acepta que el desarrollo es un proceso multidimensional (Todaro,1997; Sen, 2000b; Adelman, 2001), la pregunta que surge es entonces cules han de serlas variables que sirvan como criterio a partir del cual evaluarlo. Nos detenemos breve-mente en esta cuestin.

    1.4. La evaluacin del desarrollo

    Un punto de encendido debate terico en los estudios de desarrollo es la cuestinde la medicin. En este ejercicio, como es evidente, se juega la definicin del concepto.Por ello, desde distintos ngulos se ha atacado la reduccin al PBI o PBI per capita co-mo medida del desarrollo o del bienestar. De la teora de la dependencia (Prebisch, Fur-tado) hasta la del desarrollo humano (Sen), pasando por los estudios sobre felicidad yeconoma (con los trabajos pioneros de Easterlin [1974] y Scitovsky [1975]) se ha pro-curado ensayar medidas alternativas que superaran los lmites que presenta el ingreso. 5En la misma dcada tienen lugar los estudios sobre economa, ambiente y crecimientodemogrfico, en su versin europea (Meadows et. al., 1972) o latinoamericana (Herreraet. al., 1977), as como tambin el trabajo de Hirsch (1975) acerca de los lmites socia-

    les al crecimiento. Este breve elenco de miradas crticas a la teora del desarrollo comocrecimiento econmico podra completarse con las ms recientes aproximaciones desdela ecologa o la perspectiva de gnero. En sntesis, el desarrollo debe ser estudiado, co-mo lo seal repetidamente A. Sen, con pluralismo informativo. Fue sin duda este eco-nomista indio quien ms discuti acerca de la cuestin de la medicin. Su definicin dedesarrollo como expansin de las capacidades y libertades (Sen, 2000) ubic en su justolugar el de medios a los recursos, como son los ingresos o los bienes que las personasposeen. De tal manera son desafiadas y relativizadas medidas como el PBI a la hora deevaluar el desarrollo y el bienestar. Como es sabido, este indicador tiene numerosasfalencias cuando se lo usa para tal objetivo. Basten unos cuantos ejemplos de entre losms notorios: un incremento en la produccin de cigarrillos (lo que provocar a la larga

    mayor consumo en frmacos y gastos en salud) o de armamentos, un aumento de la bu-rocracia estatal, la produccin de bienes que daan el ecosistema y hasta los accidentesde trnsito (que implican gastos en equipos de rescate, en salud y reparacin de autos;Frey y Stutzer, 2002: 37), todos producen incrementos en el PBI.6 Por el contrario, acti-vidades verdaderamente productivas (como cuidados personales o las tareas hogareas o

    5Para un desarrollo contemporneo de medidas correctivas, vase el proyecto Redifining Progress (Venetoulis y

    Cobb, 2004).6

    En este sentido, Hirschman seala que la ventaja del capitalismo sobre la organizacin econmica medieval radicaen que libera al empresario de la internalizacin de las deseconomas externas que impone el progreso tecnolgico

    sobre el resto del a sociedad (desempleo, contaminacin). La funcin de los gremios era hacer que dichos costosfueran asumidos por los empresarios (Hirschman, [1958] 1961: 65-66), lo que generaba magras rentabilidades eineficiencia global.

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    de voluntariado) permanecen en penumbras frente a los indicadores tradicionales decrecimiento simplemente por no tener un precio de mercado.

    Sin embargo, la explosin de estas crticas no signific un obstculo para quean continuara vigente la visin neoclsica del crecimiento, que se reduce al PBI comocriterio ltimo de valoracin.7 La situacin se entiende si se tiene en cuenta que, del otro

    lado, en los intentos de medir el estar-bien (well-being), la multitud de informacin in-corporada vuelve, si no imposible, s fuertemente controversial su agregacin en un in-dicador nico (Gasper, 2004; Kanbur, 2004). Por otra parte, los indicadores econmicosson ms sensibles a los cambios que los no econmicos, los cuales reaccionan con ciertoretraso, y son ms baratos y simples. Sin embargo, adems de soslayar buena parte de larealidad econmica, estos indicadores son estticos (Sumner, 2004). Al respecto, Senseala que la bondad de un indicador debe evaluarse considerando las alternativas, dadoque ninguno estar libre de crticas.

    En definitiva, podemos distinguir dos formas polares de medir el bienestar: porun lado, la tradicional, que se limita al crecimiento del PBI, reduciendo la nocin de

    desarrollo a lo mensurable empricamente (aun sin poder fundamentar razonablementeesta opcin con argumentos de fondo, y no meramente pragmticos es decir, la dificul-tad que importara una medicin alternativa); por otro, la perspectiva del estar-bien(well-being), que enriquece la mirada con pluralismo informativo, pero resigna simpli-cidad.

    1.5. Teora contempornea y poltica

    Con la reduccin de la teora del desarrollo a la del crecimiento econmico severific la prdida de inters que despertara aos antes la economa del desarrollo. En

    los 90, el neoliberalismo alcanz su apogeo con la aplicacin de las polticas dictadaspor el denominado consenso de Washington. Sin embargo, dicho cctel de medidasestuvo lejos de obtener los resultados que pretenda.8 Antes bien, en muchos pases(como en los latinoamericanos) la situacin social se agrav tanto que termin socavan-do el propio crecimiento econmico que se pretenda apuntalar. Hoy son reconocidasmuchas de las falencias de dicho consenso (por ejemplo, la falta de atencin a la di-nmica social y poltica, o a la corrupcin).9 Es necesario, por tanto, avanzar hacia an-

    7

    Se trata de un buen ejemplo de la interrelacin entre la poltica y la academia. El ascenso de los gobiernos conser-vadores en los 80 fue fundamental para la expansin de estas teoras. Por otra parte, la teora neoclsica, que afirma-ba la escasez de capital en las economas subdesarrolladas como causa de su retraso, vena proveyendo desde aos

    antes el soporte cientfico necesario para las ayudas al desarrollo por parte de los organismos internacionales (ysus consecuentes condicionalidades) (Todaro, 1997: 74). En la misma lnea, Krugman sostiene que es injustoculpar a los economistas occidentales por ms que una pequea fraccin de este fracaso [el del desarrollo de lospases subdesarrollados] pero () las ideas de la economa del desarrollo fueron demasiado a menudo usadas parajustificar polticas que en retrospectiva impidieron el crecimiento antes que haberlo fomentado. Donde s hubo unrpido crecimiento econmico, esto ocurri en modos que no fueron anticipados por los tericos del desarrollo(Krugman, 1993: 26).8

    Aducir que no se aplic como se debera haber hecho sera un razonamiento similar al que esgriman ciertos marxis-tas respecto del socialismo real. En cualquier caso, existe un problema de lectura de la realidad, a la cual se la preten-de encasillar en conceptos definidos a priori. En este mismo sentido, Rodrik (2004: 7) seala que el consenso es nofalsable (es decir, cerrado a la posibilidad de una refutacin, por lo que no cumple con la condicin del conocimientocientfico de Popper), habida cuenta de la existencia de un consenso de Washington ampliado, que pretende incor-porar elementos dejados fuera en el primero (Williamson, 2004). El ao ltimo, un grupo de economistas reunidos enel Frum Barcelona hicieron un examen crtico del consenso y elaboraron una nueva agenda para el desarrollo. Vase

    [www.barcelona2004.org].9Las comillas se deben a que, en rigor, no se trata de un consenso en sentido estricto, pues de l no participan todos

    los afectados, que es la condicin que pone la tica del discurso. Ms bien habra que hablar de plan o programa.

    http://www.barcelona2004.org/http://www.barcelona2004.org/
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    lisis ms complejos, menos infestados de miradas ideolgicas (Meier, 2000a: 6), y su-perar el modelo de equilibrio competitivo (Stiglitz, 2001) que se ha mostrado inadecua-do para pensar la realidad de las economas del Tercer Mundo.

    Stiglitz (1998) propone que ms que hablar de planes de desarrollo es mejorhacerlo en trminos de estrategias. Las estrategias de desarrollo apuntan a una trans-

    formacin de la sociedad, reconociendo sus ventajas comparativas dinmicas, pero tam-bin haciendo hincapi en los aspectos procedimentales, como la participacin y la con-secuente apropiacin de las polticas. Como se basan en un amplio espectro de informa-cin, son ms difusas que un plan trazado a partir de unas pocas variables mediante lascuales se pretende explicar la realidad. Las estrategias no pueden desconocer las singu-laridades de los distintos contextos. Lo contrario podra derivar en que una misma me-dida generara resultados diversos. De aqu la importancia de incluir en el anlisis deldesarrollo y la pobreza temticas como el capital social, la cultura o las instituciones.Para ello se requiere incorporar informacin especfica, generalmente dejada de lado enlos estudios de pobreza. Como fue mencionado, la tarea mentada slo puede llevarse acabo mediante enfoques interdisciplinares (Harris, 2002).

    Otro exponente de la poltica de las estrategias, D. Rodrik (2005), sostiene quees preciso hacer lugar a polticas de desarrollo que se alejan de las ortodoxias dominan-tes del momento, por ejemplo, en aquellos pases en los que existen profundas divisio-nes sociales, los que, segn su parecer, tienen una mayor dificultad para hacer frente alos shocks internacionales. En este sentido, el fracaso de las polticas de sustitucin deimportaciones implementadas en Latinoamrica en la dcada del 60 y principios de los70 se debera a este rasgo extraeconmico. Tal como lo afirman los autores de la co-rriente de la socioeconoma (v. infra), Rodrik tiene presente que el mercado est imbri-cado en un conjunto de instituciones ajenas a l. Al respecto, cree que es posible reco-nocer algunas que le sirven de sostn. Menciona: a) un razonable respeto a los derechosde propiedad(aun aceptando que puedan ser acotados en funcin de un objetivo pblicomayor): para su vigencia no es suficiente la ley, sino que se requiere tambin la costum-bre y la tradicin; b) instituciones regulatorias, ms necesarias cuanto ms libre es elmercado; c) instituciones de estabilizacin econmica, que dependen de la historia delpas (un ejemplo puede ser un prestamista de ltima instancia); d) instituciones de segu-ridad social, que procuran hacer al mercado compatible con la estabilidad social; e)instituciones de manejo del conflicto, que son las que canalizan la participacin y la

    justicia.10

    Una estrategia de desarrollo supone distintos niveles en los cuales se manifiesta,desde el sector privado, el pblico, el desarrollo de las comunidades, las familias y, fi-

    nalmente, de los individuos (Stiglitz, 1998: 24-27). Se ampla as la definicin de desa-rrollo entendido meramente como acumulacin de capital fsico y humano. Por tanto, sudefinicin debe considerar no slo la perspectiva de los grandes agregados macroestructural, sino incluso el nivel local, los desarrollos peculiares al interior de ungran marco, las instituciones, as como el impacto sobre las subjetividades, tal comopuede ser estudiado en las investigaciones sobre bienestar subjetivo. En este sentido, elBarmetro de la Deuda Social Argentina (BDSA) pretende expandir la informacinsobre algunas de estas variables que frecuentemente quedan fuera de los estudios eco-nmicos y las polticas de desarrollo, de manera de echar luz sobre la heterogeneidad y

    10Rodrik critica al consenso de Washington su carcter tautolgico: las instituciones que exiga eran las propias de

    una economa ya desarrollada (Rodrik, 2004: 6). El argumento es idntico al que esgrima Hirschman frente a lasteoras del crecimiento equilibrado. Este autor sostena que fracasaban como teoras del desarrollo, precisamente,porque el crecimiento equilibrado supone una economa desarrollada (Hirschman, [1958] 1961: 59).

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    multidimensionalidad de las pobrezas. Distintas corrientes de pensamiento estn ac-tualmente procurando abordar estas temticas. Nos asomamos brevemente a ellas.

    2. OTRAS APROXIMACIONES CONTEMPORNEAS AL PROBLEMA

    Nuestra poca presenta nuevos y serios desafos al desarrollo de las naciones.Yusuf y Stiglitz (2001) mencionan: la globalizacin, la tendencia paralela a la localiza-cin, la degradacin ambiental (calentamiento global, prdida de biodiversidad), elcambio demogrfico (aumento y envejecimiento poblacional), la seguridad alimenticia ehdrica, la urbanizacin, a los que habra que agregar la cuestin de la pobreza y la des-igualdad, las migraciones, as como el conflicto social que estos dficits generan y losconsecuentes problemas de gobernabilidad. El mercado parece ser un instrumento insu-ficiente para hallarles una solucin, dado que muchos de los problemas enumeradosescapan a la lgica de los intercambios. Distintas son las maneras como las teoras seaproximan a ellos. En lo que sigue, har una breve mencin de algunas de estas tenden-

    cias en el pensamiento, con la conciencia de que se trata de un elenco incompleto y deun tratamiento que no apunta ms que a ofrecer una breve introduccin. En primer lu-gar, sealo un sendero abierto desde el interior de la teora econmica, con perspectivamacroeconmica, como es la cuestin de las fallas de mercado y los equilibrios mlti-ples, que tiene al economista J. Stiglitz como uno de sus ms conspicuos exponentes.11En segundo lugar, me detengo en la nocin de capital social. Si bien no se trata de unacorriente de pensamiento propiamente dicha, el concepto ha sido fuente de profundosdebates y es hoy incorporado en muchas investigaciones sobre desarrollo, incluso algu-nas de tendencia neoclsica. En tercer lugar, y vinculada con esta temtica, presento lasocioeconoma, corriente que incorpora el anlisis sociolgico a los hechos econmicosy que se erige como nueva disciplina acadmica. En cuarto lugar, reseo dos corrientes

    que tambin incorporan al estudio de los hechos econmicos variables sociales y axio-lgicas: la economa popular de la solidaridad y la economa civil. Se trata de sendosenfoques terico-prcticos, que desarrollan la teora a partir de las experiencias de orga-nizaciones. La perspectiva es bsicamente microeconmica, si bien apunta al cambioestructural. En quinto lugar, me concentro en los estudios sobre economa de la conduc-ta, que de nuevo desde una perspectiva agregada, usando informacin de encuestasprocuran explicar la relacin entre las acciones econmicas y el bien ltimo de las so-ciedades, que es el desarrollo concebido como eudaimona o estar-bien (well-being).Esta nocin incluye el bienestar de personas y colectivos, incorporando en el anlisisdistintas fuentes econmicas y extraeconmicas. Por ltimo, reviso la nocin de desa-rrollo humano y el enfoque de las capacidades de Sen, considerando algunos de los de-

    bates que han tenido cabida en el seno de esta corriente.

    2.1. Fallas de mercado y equilibrios mltiples

    El primero de los enfoques que mencionamos se plantea en una perspectiva demacrodesarrollo. Las investigaciones sobre fallas de mercado intentan explicar por qufalla la teora neoclsica en muchos contextos. Hoff y Stiglitz (2001) enfatizan que enexistencia de mercados imperfectos se dan mltiples equilibrios posibles en el sendero

    11El tipo de anlisis excede el que puede realizarse a partir de la informacin provista por el Observatorio de la

    Deuda Social Argentina, en el marco del cual fue producido este trabajo, pero contina la lnea terica reseada en laprimera parte de este escrito. Por dicho motivo y por razones de espacio me abstengo de incluir otras corrientes con-temporneas con perspectiva de macrodesarrollo, como la del desarrollo sostenible.

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    del desarrollo, lo cual genera conflictos de accin colectiva o fallas de coordinacin alestilo del dilema del prisionero, en donde se vuelve importante la intervencin en un

    juego que dejado a sus solas reglas sera ineficiente.12 Para estos autores los modelos deanlisis econmico deberan parecerse ms a los de la biologa que a los de la fsicanewtoniana. El enfoque neoclsico, que trabaja exclusivamente sobre la base de recur-

    sos, preferencias y tecnologa, supone, en cambio, que los mercados conducirn inevita-blemente a la situacin de equilibrio, la cual es por definicin la ms eficiente. Por elcontrario, frente a fallas de coordinacin crece la importancia de las instituciones(North), la poltica y la accin del Estado para salir de los atolladeros o trampas de po-breza. An as, algunas instituciones pueden ser disfuncionales al desarrollo, como pue-de ser el caso de aquellas que surgen por fuera del marco legal y para llenar alguna la-guna que las instituciones formales no cubren. Este tipo de instituciones generan altosniveles de imperfeccin informativa. De esta manera impiden el desarrollo de los mer-cados y la situacin alcanza un equilibrio subptimo, que es un equilibrio de pobreza.En tal caso, sin una accin del gobierno que garantice el cumplimiento de los contratos,el respeto de la propiedad privada y el acceso a la informacin no es posible salir del

    crculo vicioso (Hoff y Stiglitz, 2001: 397). Ciertamente, el capital social las relacionesde confianza a menudo es un buen sustituto, pero si en el proceso de desarrollo ste esdestruido por ejemplo, por migraciones y movilidad laboral, entonces el cumplimien-to de esos contratos implcitos se vuelve difcil. La ruptura de los mecanismos de im-posicin ocurre normalmente con anterioridad al restablecimiento de nuevos lazos y aldesarrollo de mecanismos formales efectivos: el capital social es destruido antes de serrecreado (Hoff y Stiglitz, 2001: 398).

    Algunos ejemplos de situaciones de posibles equilibrios mltiples o de fallas decoordinacin son los siguientes (Hoff y Stiglitz, 2001: 401-412):

    el mercado de I&D, en los que el beneficio del inversor depende de la inver-

    sin de sus competidores, de manera que si stos incurren en un comporta-miento oportunista aprovechan los beneficios del primero, mientras que stehabr sufrido todos los costos;

    el comportamiento burocrtico vs. el innovador: una sociedad que no re-tribuye adecuadamente al segundo se ubicar en un equilibrio subptimo. Lopropio ocurre entre el comportamiento rentstico y el productivo;

    el surgimiento de empresarios en economas con mercados de capitales im-perfectos: la proporcin de tomadores de prstamos depende de la riquezamedia de la economa, y sta, a su vez, depende de la proporcin de empre-sarios tomadores de prstamos. En consecuencia, cuando este grupo significauna proporcin pequea, las externalidades que podrn ser internalizadas se-rn bajas. En cambio, cuando dicha proporcin es elevada, las externalidadestambin lo sern, de manera que ser ms fcil tomar prstamos, pues el re-torno superar los costos de transaccin.

    los costos de bsqueda de personal calificado: el inters por obtener una cali-ficacin en determinada tecnologa por parte de un trabajador depende enparte de la cantidad de empresas demandantes de dicha calificacin; ahora, asu vez, esta cantidad depende de la cantidad de trabajadores calificados. Sur-ge, por tanto, un problema de coordinacin. Las empresas pueden elegir ca-pacitar al personal, pero entonces corren el riesgo de la salida de sus emplea-

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    La lgica es anloga al modelo del big push de Rosenstein-Rodan.

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    dos despus de un tiempo, por lo cual no pueden internalizar las externalida-des de la educacin y los incentivos a invertir en ella sern bajos.

    Por otra parte, estos autores muestran tambin cmo la distribucin de la riquezaafecta a la eficiencia, particularmente en presencia de costos de transaccin. Sealantres casos: primero,

    si la distribucin de la riqueza es tan desigual que algunos individuos tienen ms riqueza que lasuficiente para dar a sus habilidades el mejor uso mientras otros tienen tan poca riqueza que nopueden siquiera obtener crdito para llevar adelante un proyecto productivo, el rol cataltico dela riqueza ser limitado. Un segundo punto clave es que porque la distribucin de la riquezaafecta las decisiones de mercado de los individuos, afecta macrovariables como los precios ysalarios, y por tanto el bienestar de cada simple agente depende, en general, de la entera distri-bucin de la riqueza () Un tercer punto clave es que porque la distribucin de la riquezaafecta a los contratos, incentivos y resultados en un perodo, afecta la distribucin de la riquezaen el siguiente (Hoff y Stiglitz, 2001: 393-394).

    En suma, la distribucin de la riqueza de un pas es clave para el desarrollo, pues

    una mala distribucin puede inhibir por un lado la accin econmica de los desaventa- jados, pero tambin incide en las variables de mercado impidiendo, por tanto, maximi-zar la eficiencia que postula la teora, adems de marcar una tendencia de la cual serdifcil desembarazarse sin tomar medidas de poltica ad hoc. En este sentido, los autoresabogan por considerar el papel de la historia. La historia afecta a las creencias y con-forma las preferencias. De tal manera, se dan casos de dependencia de la trayectoria(path dependency), en los que el nivel de una variable en el futuro depende de su nivelen el pasado (Hoff y Stiglitz, 2001: 395).

    Las formalizaciones tericas de los mercados imperfectos significan un impor-tante instrumento a la hora de estudiar la cuestin del desarrollo. La perspectiva resea-da, no obstante, se mantiene al margen del anlisis sociopoltico, dimensin que es in-herente al conocimiento y que ser enfatizada por otras corrientes, como se ver msadelante. La formalizacin y su aparente objetividad no debera hacer olvidar este rasgo.

    2.2. Bienes (y males) intangibles

    En los ltimos aos, numerosos estudios comenzaron a incorporar factores in-tangibles a los anlisis. Entre otros, podemos mencionar el capital social, la corrupcino los sistemas polticos. A continuacin, me detengo en el primero de estos conceptos yexpongo brevemente algunos lineamientos bsicos de las investigaciones sobre corrup-cin.

    Concepto de capital social

    Como fue expresado en la primera parte, la teora del desarrollo pas de centrar-se en el capital fsico para hacerlo en el capital humano. Actualmente, se lleva la bs-queda de la raz todava ms atrs: el capital social estara en el trasfondo del capitalhumano. Es, probablemente, precondicin del funcionamiento efectivo de ste. Quizesa sea la causa por la cual este concepto haya sido el bien intangible ms estudiado enlos ltimos aos. Introducido a principios del siglo XX por L. Judson Hanifan en susestudios sobre los centros comunitarios de escuelas rurales, fue recobrado por el urba-

    nista Jacobs, el economista Loury, el socilogo Bourdieu y, ltimamente, por Colemany Putnam (Putnam, 2000: 19).

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    No existe una nica definicin de lo que se entienda por capital social (van Sta-veren, 2003; Bebbington et. al., 2004). Comnmente la nocin se refiere a la red de re-laciones y de asociatividad, normas de reciprocidad y confianza que se dan en una de-terminada sociedad o grupo. Estos verdaderos recursos morales (Hirschman) estaranen el trasfondo del desarrollo de las sociedades.13 En otras palabras, los bienes tangibles

    y su intercambio (el mercado) slo pueden desarrollarse all donde existe una base debienes intangibles. Algunas caractersticas lo analogan al capital fsico: al igual que ste,el capital social crece ms (es decir, lo hace geomtricamente) cuanto ms se acumula.Del mismo modo, un paso en falso puede echarlo todo a perder de manera instantnea.El concepto, empero, no est exento de crticas. Se ha sealado que todava forma partedel enfoque del desarrollo centrado en el crecimiento y la productividad (Streeten,2002). Ms an: para Arrow, no se trata en absoluto de un capital, pues el capital socialno se extiende en el tiempo, no supone un sacrificio deliberado en el presente para obte-ner un beneficio futuro y es inalienable (citado en van Staveren, 2003). Adems de estacrtica al uso de la metfora del capital, desde la economa se ha puesto en duda su inte-gracin en la teora econmica y su medicin (van Staveren, 2003). Streeten (2002), en

    cambio, seala que la construccin de capital social supone la inversin de tiempo pre-sente en aras a un mejor bienestar futuro. A diferencia del capital fsico, no se depreciacon el uso, sino con su desuso. Ahora bien, el capital social no es un bien privado, sinoque tiene las caractersticas de uno pblico: no puede ser producido o garantizado porlos particulares aun cuando cada uno contribuya a su creacin y su ptimo no es al-canzado a partir de la libre accin de los individuos. Por tanto, las externalidades gene-radas por la confianza no pueden ser usualmente internalizadas, de manera que aqullosno tendrn incentivos para generar capital social, sino ms bien para comportarse como

    free riders. En consecuencia, el capital social estara, de acuerdo a esta teora, subpro-ducido en relacin con el valor de sus contribuciones potenciales al bienestar social y alcrecimiento econmico (Skidmore, 2001: 68). Ahora, si el capital social es el pega-mento (Putnam) que mantiene la sociedad cohesionada, de manera que hace posible elcrecimiento, es posible producirlo o manipularlo? cmo habra que hacerlo? Estasson las preguntas que actualmente se hacen muchos investigadores.

    Por otra parte, Putnam (2000) seala una tensin en maneras de concebir y en-carnar el capital social. Distingue para ello entre la modalidad exclusiva o limitante(bonding) y la inclusiva o tendedora de puentes (bridging). Mientras la primera refuerzalas identidades a base de la conformacin de grupos homogneos, la segunda apunta auna identidad construida relacionalmente, que se fortalece en la multitud de relacionesque se establecen (es decir, en la diferencia).

    El capital social se refiere a relaciones sociales, y stas se dan en un marco deinstituciones, formales o no. Ahora bien, la mera existencia de instituciones no garantizade suyo la expansin del capital social, sino que slo lo hacen aquellas que generan con-fianza. Putnam (1993) ha demostrado cmo las instituciones de la mafia pueden frustrarel desarrollo, debido a la incapacidad que stas generan a la hora de querer superar losconflictos de accin colectiva. Las organizaciones con estructuras verticales y rgidastienden a obstaculizar el desarrollo, al contrario de lo que ocurre con las ms horizonta-les y democrticas. Ya Olson (1982) haba mirado con sospecha las asociaciones porconsiderarlas grupos de inters con fines rentsticos. En efecto, este tipo de organizacio-nes dificultara el crecimiento. A partir de all, varios autores han incluido la temtica

    13 Sin embargo, Hirschman, siempre atento a no dejarse encasillar en corriente alguna, si bien reconoce la importan-cia del espritu de cooperacin y confianza para el desarrollo, llama la atencin tambin sobre el valor del conflicto yla discrepancia en cuanto indicadores de la vitalidad y cohesin de una sociedad (Santiso, 2000).

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    del capital social en estudios econmicos. El propio Banco Mundial lo ha hecho, juntocon la nocin de empoderamiento, tomndolo como cuestin clave para el desarrollo(World Bank, 2000).14

    En el nivel de las organizaciones, algunos de los beneficios reconocidos al capi-tal social son una mejor difusin del conocimiento, menores costos de transaccin debi-

    dos al mayor nivel de confianza y espritu cooperativo, mayor facilidad para resolverproblemas de accin colectiva, con menor temor frente a actitudes de desercin yfreeriding, mayor propensin a la innovacin y toma de riesgo por el apoyo mutuo entre losmiembros en tiempos de problemas (Skidmore, 2001: 59), menor rotacin de personal(lo cual reduce costos de contratacin y entrenamiento) y una mejor coherencia de ac-cin debido a la estabilidad organizacional (Cohen y Prusak, 2001: 10; citado en Smith,2001). Como veremos ms adelante, Gui (2000) prefiere hablar en este plano de bienesrelacionales, como la cooperacin o la reciprocidad. Nos detendremos sobre este puntoal describir la economa civil (v. infra).

    Algunas investigaciones empricas

    Knack y Keefer (1997) no encuentran correlacin significativa entre la actividadasociativa y el desempeo econmico en un estudio de corte transversal entre pases. Ensu investigacin distinguen entre los grupos putnamianos y los olsonianos. Asocian alos primeros los grupos religiosos, los educativos o culturales y los de trabajo juvenil(scouts, etc.); a los segundos, los sindicatos, partidos polticos y asociaciones profesio-nales. stos se destacaran por un inters redistributivo. Los autores no reconocen signi-ficatividad al relacionar estos grupos con el crecimiento, mientras que los grupos put-namianos parecen incidir negativamente en la inversin. En cambio, s hallan una rela-cin positiva entre su ndice de confianza y el crecimiento, la eficiencia burocrtica y el

    cumplimiento de contratos y derechos de propiedad. Sorprendentemente, en un resulta-do inverso a la conclusin de Putnam, tampoco encuentran relacin entre las organiza-ciones horizontales y la confianza, una vez controlados el ingreso y la educacin. Comoconclusin, asocian el capital social a una baja polarizacin social y reglas instituciona-les formales que limiten la accin arbitraria del gobierno. Con todo, debe tenerse encuenta que el resultado de los trabajos empricos depende fuertemente de la construc-cin y medicin de las variables.

    No obstante, otras investigaciones empricas en economa han subrayado la in-fluencia del capital social en el crecimiento (Whiteley, 2000; Gleaser et. al, 2003). Des-de el punto de vista terico, la nocin de capital social ha sido incorporada de tres ma-

    neras: como preferencia en la curva de utilidad individual (siguiendo los modelos neo-clsicos de inversin en capital fsico o humano; Gleaser et. al., 2002), como recursovinculado a otros capitales, o bien, como mecanismo para sobrellevar las fallas de mer-cado debido a la informacin imperfecta y el riesgo (van Staveren, 2003: 415-416). Va-le la pena destacar la inclusin del concepto en investigaciones de tendencia neoclsica,dado que, como fue apuntado, esta corriente suele mirar con desconfianza a las organi-zaciones. En este sentido, el concepto de capital social sirvi para incorporar a este tipode anlisis la dimensin social, aun cuando todava no se reconozca cabalmente la im-bricacin de los hechos econmicos en la estructura social, sino que todava sea tratada

    14 Si bien se trata de un tema no carente de discusin en el seno de la institucin y aun cuando las definiciones utili-zadas del concepto (y el balance general de las acciones del Banco) no siempre sean congruentes (Bebbington et. al.,2004).

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    esta variable en trminos meramente instrumentales (Skidmore, 2001) y desde la lgicadel actor racional que maximiza su utilidad.

    En busca del origen de la confianza

    Siguiendo la lnea de razonamiento de Putnam, el capital social depende funda-mentalmente de la confianza, pero sta no necesariamente surge de la membresa a gru-pos. El punto es entonces estudiar cmo se genera esta confianza cuestin que noabord Putnam. Aqu es donde divergen las posiciones tericas. Usando modelos de

    juegos, Bruni y Sugden (2005) describen distintos enfoques que intentan explicar laracionalidad de la confianza. Sostienen que pueden distinguirse tres modos de concebir-la. El primero la comprende desde la idea de reputacin. Se supone un juego con repeti-cin en el que los actores pueden elegir ser cooperativos o no, de manera que pueden irhacindose una idea de los dems en funcin de los comportamientos previos. De talforma, los beneficios de la cooperacin tendern a concentrarse entre los jugadores co-operativos. La confianza, por tanto, es concebida en este modelo instrumentalmente,

    para obtener beneficios de la interaccin: la confianza se puede sostener mediante uninters propio racional, en virtud del valor privado de una reputacin de honradez(Bruni y Sugden, 2005: 52). En esta postura pueden inscribirse autores como Putnam oGambetta. Un segundo modo de comprender la confianza sostenido por Gauthier par-te de la nocin de honradez como predisposicin que gua el comportamiento de unapersona. En este caso, la confianza tambin es interpretada en trminos instrumentales,pero esta instrumentalidad no se restringe a cada accin particular, sino que es general.Existe, finalmente, una tercera posicin que pretende superar el egosmo filosfico delas posturas anteriores, sostenida por Hollis. Para ste, el capital social no surge de unared de relaciones establecida por individuos egostas, sino que supone una relacin dereciprocidad. De tal forma, la confianza slo es racional entre personas cuyas relacio-nes se basan en la reciprocidad (Bruni y Sugden, 2005: 55). Lo que en ninguno de es-tos casos es respondido es cmo surge la confianza en primer lugar. Quiz el enfoque deWhiteley (2000) d una pista. Este autor siguiendo a B. Williams prefiere planteardos niveles de confianza: la confianza gruesa o particular est en la base y es la que seda en la familia, escuelas y comunidad inmediata; la confianza fina es general, msdbil, y es concebida como una externalidad de la primera. La distincin puede ser tilpara pases como el nuestro, en el que hay abundancia de la primera, pero se carece dela segunda.

    Corrupcin

    Si se denomina capital social a las redes de cooperacin y confianza, la descom-posicin de estas relaciones es la corrupcin, uno de los casos ms estudiados entre losmales intangibles.15 Algunos trabajos analizan la corrupcin desde la base metodol-gica que provee el paradigma de la eleccin racional, haciendo uso de modelos como elde principal-agente, en los que se presenta un problema de confianza entre un mandantey un mandatario que puede derivar en riesgo moral cuando ste utiliza la posicin depoder con que es investido para ir contra los objetivos del mandante o para obtener unrdito personal (Klitgaard, 1994; Rose-Ackerman, 1999). Este tipo de aproximaciones

    15Al respecto, puede consultarse la investigacin sobre corrupcin en el campo poltico, econmico y social desarro-

    llada en este instituto. Remitimos a estos trabajos para mayor profundidad. Vase, Estvez y Marini (2003), Estvez yLabaqui (2003ab), Besada, Estvez y Groppa (2003), Estvez, Ferrari, Ferrari y Macri (2003), Budani, Estvez,Fernndez Daz y Redondo (2003), Besada y Estvez (2003).

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    pretende ser ajena a cuestiones normativas, pero al impedir la crtica global a la estruc-tura de relaciones (es decir, poner en cuestin los roles de principal y de agente) estsuponiendo el status quo como norma (Besada, Estvez y Groppa, 2003), que es la crti-ca que se puede hacer a los enfoques estructuralistas y funcionalistas. Otros, en cambio,enfocan el problema de manera ms holstica, investigando las razones del fenmeno

    desde la consideracin del sistema, o bien sus races histricas y culturales, incorporan-do de manera explcita la dimensin normativa (Etkin, 1993; Girling, 1997; Pritzl,2000).

    2.3. Socioeconoma o sociologa econmica

    Emparentada con las temticas anteriores, la socioeconoma procura captar lacomplejidad de las relaciones econmicas, situndolas como un caso especial dentro dela accin social y superando el acento individualista en el estudio de los fenmenos so-ciales tpico de la corriente dominante en economa. Si bien el nombre de esta disciplina

    es relativamente reciente, el tipo de anlisis que desarrolla tiene una tradicin de ms deun siglo, pues contina una lnea de investigacin iniciada por Marx, Weber, Durkheim,Simmel, Schumpeter, Polanyi y Parsons, entre otros (Smelser y Swedberg, 2005b).

    La socioeconoma desarrolla sus anlisis partiendo del ser humano concreto,analizndolo en cuanto ser social, en su trama de relaciones y en el contexto de una his-toria y tradicin cultural. Tal comienzo supone situarse en la antpoda de la abstraccinconstruida por la teora econmica neoclsica, cual es el homo oeconomicus, figura queest detrs del individualismo metodolgico que plantea dicha corriente. En consecuen-cia, la accin econmica no se limitar a la racional, sino que podr ser siguiendo aWeber incluso tradicional o afectiva (Smelser y Swedberg, 2005b). Se critica a la teo-ra neoclsica el aplicar como nica herramienta de anlisis social el clculo costo-beneficio, universalizando el mecanismo de mercado, pero sin desarrollar una teoradel mercado! (Zafirovski Levine, 1999). La accin econmica es parte de la accinhumana y toda accin huma tiene un significado. ste, por tanto, debe ser investigadoempricamente, antes que supuesto. Incluso, las restricciones que sujetan a los actoresno son solamente presupuestarias. Por lo dems, los parmetros como se dan las rela-ciones sociales no son estticos, como suponen los modelos neoclsicos, sino dinmi-cos. Una concepcin reduccionista de la accin humana impide conocer la vida, las sig-nificaciones y los modos reales como se dan las relaciones sociales, incluidas las deintercambio, a menudo motorizadas por motivaciones intrnsecas y no instrumentales (laracionalidad con arreglo a valores que sealara Weber). Para ello es preciso incorporar

    al anlisis los valores y opciones morales, costumbres, acciones polticas, instituciones,etc. En esta lnea se encuentra la corriente desarrollada por Amitai Etzioni y su escuela.La socioeconoma intentar explicar el comportamiento de las variables econmicas apartir fundamentalmente de variables sociales (Etzioni, 2003), incorporando en elanlisis la dimensin del poder.

    Una de las consecuencias tericas de este tipo de estudios es que el cambio eco-nmico deja de ser tomado necesariamente como producto de factores exgenos (re-curdese que las preferencias son consideradas estables en el modelo neoclsico), sinofundamentalmente como resultado de cambios en las preferencias, valores, costum-bres, los cuales pueden ser explicados con enfoques multidisciplinares (abriendo enton-ces el juego a la psicologa, la sociologa, la antropologa, la historia, la ciencia poltica)

    (Etzioni, 1997). En este sentido, el mercado no es concebido de antemano como el es-pacio en donde se alcanza la mxima eficiencia en los intercambios, tal como lo postula

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    el modelo de competencia perfecta, sino como una resultante de fuerzas, valores tras-cendentes, lobbies y otros tipos de accin poltica, entre las que no se debe tener porextrnsecas o anejas el trfico de influencias y la corrupcin (de manera que fuera posi-ble la accin directa contra ellas, pretendiendo eliminarlas para restaurar la purezadel modelo; Etkin, 1993).

    M. Grannoveter y R. Swedberg recuerdan que, para Polanyi, en las sociedadespreindustriales las acciones econmicas no conformaban un orden separado del resto delas acciones sociales y polticas. Haba espacio para la reciprocidad y la redistribucin(Swedberg y Granovetter, 2001). Sin embargo, a diferencia del autor austro-hngaro,ellos no consideran que esta situacin fuera histricamente generalizada, sino que varia-ba en funcin de cada cultura, sus valores y su tradicin. Al respecto, proponen el anli-sis de redes como un instrumento conceptual til para este tipo de problemas complejos.Del otro lado, Swedberg plantea recuperar de la corriente neoclsica la nocin de inters(Swedberg, 2004). Su pretensin, por tanto, es la de reunir en un mismo anlisis la aten-cin a las relaciones sociales y al inters.

    Para tener en cuenta la imbricacin de los hechos econmicos en las relacionessociales, Swedberg destaca la nocin de campo que, siguiendo a Bourdieu [2000](2005), refiere a una estructura que los conforma y a la que coadyuvan a conformar.Este concepto se opone al tratamiento de las relaciones entre agentes al modo mecani-cista. La visin estructural considera, incluso, efectos que tienen lugar fuera de todainteraccin directa entre los agentes. El espacio de accin del agente depende del lugarque ocupa en la estructura. De tal manera, la estructura de distribucin de fuerzas de-termina el espacio de relaciones posibles (redes), tal como se da, por ejemplo, en elmercado. Ms an: el campo supone que los efectos no son siempre concientes y busca-dos de manera directa, de modo que no todos ellos pueden ser anticipados. De esta ma-nera se sortea el riesgo de que el anlisis de redes quede limitado a las interacciones

    actuales, desconociendo el impacto de la estructura sobre las acciones de los individuos.Teniendo en cuenta estas consideraciones, este autor define la nocin de institucin co-mo un sistema dominante de elementos formales e informales interrelacionados costumbres, creencias compartidas, normas y reglas respecto de las cuales los actoresorientan sus accin cuando persiguen sus intereses (Swedberg, 2004: 13).

    Dicha definicin no es equivalente a la que maneja la Nueva Economa Institu-cional (North). Granovetter y Swedberg (2001) sostienen que esta aproximacin es to-dava demasiado dependiente de los supuestos neoclsicos, aun cuando vean con agradoque la corriente neoclsica se abra por esta va a la incorporacin de las instituciones.En ltima instancia, la crtica de fondo es al formalismo y deductivismo en que cae esta

    corriente al apoyarse principalmente en la configuracin institucional, desconociendo lagnesis de las relaciones sociales concretas (Nee, 2005), como si la solucin estuvieradel lado de un funcionalismo que se limite a establecer las mejores reglas, al modo deun juego de coordinacin social. La socioeconoma pretende devolverle la materialidad,la carne, a la economa. Para ello es necesario reconocer que las relaciones econmi-cas se construyen socialmente (Bourdieu), que las conductas econmicas suponen unmundo de la vida, cuestin que no debera ser desconocida por los estudios y estrate-gias de desarrollo.16

    16Para profundizar, puede consultarse la pgina de la Society for the Advancement of Socio-Economics,

    [www.sase.org]. Para una introduccin en castellano, vase Prez Adn (1997).

    http://www.sase.org/http://www.sase.org/
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    2.4. Economa de la solidaridad y economa civil

    Relacionadas con la corriente anterior, pero concentradas en el desarrollo eco-nmico local se hallan dos corrientes con un enfoque bsico comn: la economa popu-lar de la solidaridad y la economa civil. La primera tiene sus races fundamentalmente

    en Latinoamrica, hace unos treinta aos, mientras que la ltima es ms reciente, si biense enraza en una corriente de pensamiento italiana que reconoce antecedentes en Geno-vesi (s. XVIII), por lo que sus principales exponentes son de ese origen.

    Economa de la solidaridad

    La economa de la solidaridad procura enfatizar y recuperar la dimensin solida-ria (no regida por la lgica de los intercambios mercantiles) que forma parte de las rela-ciones econmicas. Este modo de concebir el desarrollo se concentra principalmente enlas experiencias locales y va asociado a modos de organizacin participativos que pro-curan promover una mayor democracia econmica, pero con miras a una transformacin

    global, frente a lo que se considera una crisis de un proceso civilizatorio (Razeto,1986).17 Entre los autores principales en esta materia estn el filsofo y socilogo chile-no Luis Razeto Migliaro siguiendo la lnea de autores como J. Vanek, que estudi lasempresas cooperativas, o K. Boulding, quien hizo lo propio con la economa de dona-ciones y el economista argentino Jos L. Coraggio. Para el primero, la economa de lasolidaridad se desarrolla principalmente en el micronivel y apunta a la conformacin deorganizaciones populares o empresas en las que se considera al grupo de trabajadorescomo una comunidad de produccin, frente a la falta de participacin y creciente ins-trumentalizacin del capital humano llevada a cabo por las organizaciones capitalis-tas. Este tipo de organizacin conforma un verdadero nuevo factor de produccin que seagrega a la fuerza de trabajo, los medios materiales, la tecnologa, el financiamiento y lagestin (Razeto, 1986: 94-95; 1997), y al cual Razeto denomin factor C, 18 a fin deatribuir a l las ganancias en productividad que genera en la empresa la cohesin, parti-cipacin e iniciativa de los trabajadores. Para conformar este tipo de empresas es preci-so una importante inversin particularmente, antes del inicio de las actividades en laconformacin de la comunidad. La economa de la solidaridad pone como factor or-ganizador a este factor C (Razeto, 1994b, 1997). Ello tendr impactos en la forma deconcebir la sociedad y la poltica.

    Como destaca la socioeconoma siguiendo a Polanyi, Razeto recuerda que laeconoma no se basa exclusivamente en los intercambios, sino que tambin est con-formada por las donaciones y las asignaciones jerrquicas. Si en el primer caso, el flujo

    en trminos de valor de mercado es equivalente en ambos sentidos, en el caso de lasdonaciones no es posible establecer una unidad de medida comn, pues a menudo lacontraprestacin no tiene valor econmico (instrumental), sino que es un valor en smismo. Estos tipos de relacin social se basan en los distintos mviles de la accinhumana, entre los que podemos encontrar el amor, la coaccin y el intercambio. El pri-17

    Crisis que se expresa en diversos planos: a) individual, como deterioro tendencial de los equilibrios psicolgicosde las personas, con los consabidos incrementos de neurosis y otras psicopatas; b) social a nivel de los pases (),como deterioro tendencial de los equilibrios socio-polticos, que se manifiesta en pugnas corporativas, expansin delterrorismo, exclusin social, creciente ingobernabilidad de los estados nacionales; c) en el plano mundial, comodeterioro tendencial de los equilibrios internacionales, que se expresa en el armamentismo, el peligro nuclear, laprdida de capacidad de accin de los organismos internacionales (), los desequilibrios norte-sur, etc.; d) en el

    plano ecosocial y planetario, se manifiesta la crisis como deterioro tendencial de los equilibrios ecolgicos (Razeto,1986: 64-65).18

    C de compaerismo, cooperacin, comunidad, compartir, comunin, colectividad, carisma (Razeto, 1997).

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    mero dar lugar a las donaciones (el campo de la sociedad civil), el segundo a las asig-naciones jerrquicas (funcin del Estado), y el ltimo al intercambio de equivalentes (elmercado) (Razeto, 1994b).

    Una mirada reduccionista considerar a muchas de estas organizaciones comoproductoras de bajo valor agregado, dado que muchos de los bienes que producen no

    tienen precio de mercado. El tipo principal de acumulacin es en valores, capacidadesy energas creadoras (Razeto, 1986: 81). La opcin implica un cambio en la considera-cin del crecimiento.

    El matiz enfatizado por Coraggio es el desarrollo local popular, incluyendo unavisin estratgica de la poltica y la sociedad, con una revalorizacin de la planificacinestatal en el nivel local. La diferencia de planteo con los anlisis econmicos tradiciona-les implica no slo un cambio en la escala en que ste se realiza, sino tambin de acto-res: gobiernos municipales, ONGs, organizaciones vecinales, redes de solidaridad yautoayuda, centros de educacin e investigacin, etc. (Coraggio, 1997: 37). Segn Co-raggio, el rol del Estado es fundamental en la elaboracin de estrategias de promocin

    de la actividad econmica a nivel regional y local, la participacin ciudadana, y las de-bidas articulaciones entre estos sectores, de manera de contrarrestar la desintegracin yexclusin social que genera la pura racionalidad de mercado, particularmente si se esten presencia de mercados con caractersticas oligoplicas o monoplicas (Coraggio,1997).

    Economa civil

    Paralelamente, ha venido desarrollndose en la ltima dcada una rama de estu-dios denominada Economa civil, cuyo principal exponente es el economista italiano S.Zamagni. Al igual que la anterior, esta corriente procura ampliar la nocin de racionali-dad ms all del puro inters individual como lo hace la escuela de la eleccin racio-nal incorporando en la organizacin de la economa (tanto a nivel macro como micro)la dimensin de la reciprocidad.19 Es posible distinguir el origen de la produccin debienes segn tres sectores bien diferenciados: el sector pblico, el sector privado lucra-tivo y el sector privado no lucrativo, tambin llamado tercer sector. Del mismo modoque Razeto, Bruni y Zamagni (2004: 21-22) destacan que tres principios regulativosconcurren para conformar el orden social: el intercambio de equivalentes, la redistribu-cin y la donacin como reciprocidad. El primero se basa fundamentalmente en el mer-cado, donde la relacin entre las personas es mediada por un bien intercambiado por suvalor equivalente, segn las condiciones de un contrato, instrumento que garantiza la

    libertad (formal) de los concurrentes. Las relaciones que de aqu surjan tendrn carcterinstrumental. La eficiencia elevada a criterio fundamental est en la base de la organiza-cin capitalista de la economa y a ella reduce todos sus anlisis la corriente neoclsica.El segundo principio, en cambio, tiene su base de apoyo en el Estado en tanto redistri-buidor de la riqueza. El valor que se persigue es el de la equidad o igualdad. Por ltimo,la reciprocidad apunta a la conformacin del nexo social y, de tal forma, a la confianzageneralizada sin la cual no slo los mercados sino ni siquiera la sociedad misma podraexistir (Bruni y Zamagni, 2004: 22). El valor anlogo es el de la solidaridad o fraterni-

    19

    El trabajo pionero en materia de una organizacin econmica estructurada en torno a la donacin y no al inters

    individual es quiz el del antroplogo Marcel Mauss (1923-1924) en sociedades aborgenes de Oceana, Asia y fri-ca. Sin embargo, el don es en las culturas all estudiadas fuente de obligacin y, por tanto, de poder. El don genera enel donatario una obligacin que puede conducirlo a la humillacin en caso de no poder afrontarla.

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    dad. Podemos ilustrar los resultados institucionales que surgen de la combinacin deestos tres valores de la siguiente manera.

    Figura 1

    Sealan estos autores que la desarticulacin de estas tres dimensiones llev a la

    separacin de los momentos de la produccin y distribucin de la riqueza. Ahora, laexperiencia demuestra que esta situacin tiene como consecuencia un aumento perma-nente de la desigualdad (Bruni y Zamagni, 2004: 19). Por lo dems, el olvido de lareciprocidad ha llevado a la quiebra de los estados y a una situacin rayana a la rupturade los lazos sociales bsicos. El paradigma dominante se sostiene a fuerza de no incluiren el clculo de costos y beneficios la produccin y destruccin de bienes relacionales(Bruni y Zamagni, 2004: 159).20

    La reciprocidad es entendida segn estos autores a partir de tres caractersticas:incondicionalidad-condicional (Caill), transferencia bidireccional y transitividad. Laprimera la distingue del intercambio en el mercado (donde hay una serie de condiciones

    pactadas en el contrato) y de la incondicionalidad de la filantropa. La transferencia esbidireccional, pero ambos actos son independientes entre s y, por tanto, libres. Los bie-nes intercambiados (materiales e inmateriales) pueden ser inconmensurables. Incluso,entre el don y el contradn puede existir un lapso de tiempo. Sin embargo, la respues-ta del otro, su comportamiento reciprocante, puede ser devuelto a aqul que desenca-den la reaccin de reciprocidad, pero tambin hacia un tercero (Bruni y Zamagni,2004: 166-167). El producto principal de este tipo de relacin econmica es un bienrelacional (Gui, 2000).21 Para esta corriente, la relacionalidad equivale al florecimientohumano, dado que a partir del reconocimiento que el otro hace de m es que puedo cons-truir mi propia identidad. El reconocimiento mutuo est en la base de la reciprocidad.

    20 Recurdese lo dicho en nota 6.21

    Ntese, una vez ms, la semejanza con la teora de Razeto.

    Eficiencia

    Reciprocidad

    Equidad

    Sociedad civil

    Mercado capita-lista

    Estadocolectivista

    Economa civil,

    de la solidaridad,popular, social

    Estado de Bien-estar

    Tercer sectorFilantropacorporativa,

    corporaciones

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    As se desnuda la falacia de la eleccin racional, que considera el clculo de costos ybeneficios pero desconoce que toda medida para el clculo (por ser inherentemente p-blica) tiene a la relacionalidad como condicin de posibilidad. En trminos fenomeno-lgicos, la nocin de individuo es una abstraccin, por tanto, no originaria, sino deriva-da.

    Los nexos de reciprocidad pueden modificar el resultado del juego econmico mismo, sea por-que la prctica de la reciprocidad tiende a estabilizar comportamientos pro-sociales en agentesque se encuentran interactuando en contextos del tipo dilema del prisionero repetidos, seaporque la cultura de la reciprocidad tiende a modificar endgenamente la estructura preferen-cial de los sujetos, que, sobre todo en las interacciones personalizadas, no son exgenas, sinoendgenas al juego (Bruni y Zamagni, 2004: 168).

    Bruni y Zamagni sealan, adems, que este tipo de accin econmica est hoypresente al interior de las familias, de pequeos grupos informales, de asociaciones devoluntariado, en cooperativas, mutuales y empresas civiles.22 La economa civil implicauna resignificacin de las instituciones econmicas: un nuevo concepto de empresa

    compatible con una economa humanizada,23

    pero tambin una manera distinta de rela-cin entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil. En este sentido, los auto-res hablan de un bienestar no estatista, sino civil, que llaman sociedad de bienestar.Frente a los modelos neoestatista, que delega en la sociedad civil tan slo la gestin delos servicios de bienestar, y el conservadurismo compasivo, que confa las necesida-des de los desaventajados al voluntariado y a una filantropa unidireccional, el modelocivil de bienestar considera a las organizaciones de la sociedad civil parte activa y aut-noma en el proceso, para lo cual se vuelve necesaria la independencia econmica.24 Sien el primer caso, el consumidor es concebido como usuario, para el segundo es uncliente, mientras que el bienestar civil lo considera un ciudadano.

    2.5. Economa de la conducta

    Bienestar como well-being

    En la bsqueda de una mejor definicin del bienestar, la psicologa fue pionera.La nocin incluir en esta disciplina dimensiones no tenidas en cuenta por el estudio dela cuestin desde la economa. Una corriente de investigacin en esta disciplina comen-z en la segunda mitad del siglo pasado a centrarse en los aspectos positivos de la per-

    22

    Acerca de este concepto, vase la obra citada.23Por ejemplo, el sistema de Economa de Comunin, iniciado en el movimiento de los focolares es una iniciativa en

    este sentido. Las empresas que se incorporan tienen el compromiso social como dimensin estructural bsica, ademsde la produccin y obtencin de beneficios (parte de los cuales son destinados a la promocin social). Vase, Bruni yZamagni (2003)24

    Al respecto, sealan dos vas posibles para alcanzarla: el desarrollo de los mercados de calidad social y unamodificacin de la estructura del mecanismo de las donaciones. En el primer caso, se trata de orientar los recursosfiscales destinados al desarrollo social hacia el lado de la demanda, antes que la oferta, mediante un sistema de che-ques o bonos-servicio, deducciones fiscales, entre otros. En el segundo caso, proponen un sistema mediante el cuallas empresas no entregan los recursos destinados al bienestar social directamente a organizaciones, sino que dan unbono a los clientes, que stos deberan entregar a su vez a la organizacin que desearan. De esta manera se transpa-rentara el sistema de donaciones y se obtendran varios beneficios: por un lado, el establecimiento de una sana com-petencia entre las organizaciones sociales por mejorar sus servicios a fin de conseguir la mayor cantidad de bonos;por otro, la independencia financiera as conseguida las libera de las relaciones paternalsticas por parte de quien las

    financia, as como de una posible instrumentalizacin con fines de propaganda; adems, se permitira que organiza-ciones pequeas accedieran a recursos hoy frecuentemente monopolizados por grandes organizaciones, no por ellonecesariamente ms eficientes y eficaces (Bruni y Zamagni, 2004: 220-236).

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    sonalidad, antes que en la superacin de los negativos, a la hora de evaluar el bienestar yla felicidad. Las investigaciones mostraron que la potenciacin de los primeros no esidntica a la supresin de los segundos (Diener et. al., 1998). Por otro lado, buscabansuperar la definicin economicista del bienestar, que la restringe a una cuestin de re-cursos, enfatizando que aqul incluye elementos que trascienden la prosperidad econ-

    mica. Por esta razn preferirn hablar de estar-bien (well-being) en vez de bienestar(welfare), trmino que tiene una connotacin ligada a cuestiones materiales.

    La aproximacin al bienestar desde el sentimiento subjetivo permite obtener unamedida que unifica dimensiones heterogneas como pueden ser el acceso a bienes conprecio de mercado y otros como el sentimiento de inseguridad o el disfrute del tiempolibre. Kahneman et. al. (1997) han demostrado que este enfoque puede ser un modoviable de estimar la utilidad experimentada (y no la utilidad esperada o postulada teri-camente por los modelos neoclsicos, nunca validada empricamente).25 De esta mane-ra, esta corriente est provocando una verdadera revolucin en el estudio del bienestar.Algunos economistas clsicos (Bentham) y neoclsicos (Edgeworth) crean que la utili-dad poda ser medida. Tras la crtica de L. Robbins, quien atac la posibilidad de lascomparaciones interpersonales de la utilidad, las investigaciones abandonaron dichosupuesto. Entonces, Samuelson estableci que no era necesario estimar las utilidades:con slo observar las acciones de los agentes econmicos era posible construir una teo-ra de la demanda. Las elecciones de los individuos revelan sus preferencias (Frey yStutzer, 2002: 24). De esta manera, la teora econmica dej de lado el afn de medir lautilidad cardinalmente. Hoy estamos en presencia de una vuelta a esta bsqueda, perocon base en la experiencia subjetiva, que es ms que la utilidad considerada meramenteen trminos de decisin, es decir, como clculo racional en el acto de elegir qu consu-mir (Kahneman et. al., 1997). La utilidad ha sido llenada nuevamente de contenido: lautilidad puede y debera ser medida cardinalmente en la forma del bienestar subjetivo.

    Las preferencias individuales y la felicidad resultaron ser conceptos distintos; puedendesviarse el uno del otro sistemtica y notablemente (Frey y Stutzer, 2002: 43).

    Metodologa

    Desde el punto de vista metodolgico, los estudios se basan en informacin pro-veniente de encuestas a hogares (por lo general, siguiendo la metodologa de panel).Estrictamente, la variable explicada es el bienestar subjetivo (BS), medido en trminosde satisfaccin con la propia vida, con un rango cardinal de valoracin. A partir de aquse buscan los determinantes asociados a un aumento en el bienestar. Por lo general, seevalan las respuestas a preguntas del tipo: Teniendo todo en cuenta, qu tan feliz es

    usted?, como lo cuestiona la Encuesta Mundial de Valores26 o qu