tapatío 3 de diciembre

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Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G. Supervisor: Aimeé Muñiz / [email protected] PÁGINA 10-B Sábado 3 de diciembre de 2011 Girar, girar y girar El contoneo del aro • Los martes y jueves, el camellón de Avenida Chapultepec (a la atura de La Paz) acoge a varios jóvenes que utilizan el hula-hoop como una opción para ejer- citarse o simplemente para mover el cuerpo y pasarlo bien. Jóvenes, colores, risas, aros, música, trucos, miradas. A partir de las seis de la tarde este campo se- mántico se reproduce una y otra vez, se multiplica y más tarde co- mienza a restarse en Paseo Chapul- tepec, a la altura de Avenida La Paz. Son los “hoopers” de Guadala- jara, un grupo de 10 jóvenes que po- nen en movimiento a cientos de ta- patíos al ritmo de la samba y el bossa nova con sólo un sencillo ins- trumento: el aro, conocido también como el clásico hula-hoop. “Te ayuda mucho a la concen- tración, a conocer tus capacidades físicas y tus limitaciones, además de la creación, salir del esquema de ‘¿qué se puede hacer con el aro?’, porque hay todo un mundo; además es un complemento de danza, de re- pente se asemeja a volar. Es una li- bertad”, así lo describe Aurora Ruiz, una actriz de teatro que es parte del Movimiento Hooping lo- cal. Ya es ley. Cada martes y jueves, Aurora y cuatro compañeros más se enfilan al camellón de Chaupulte- pec cuando el Sol comienza a des- cender, para poner el cuerpo en ac- ción y contagiar a quien se deje. Encienden sus bocinas, hacen so- nar un repertorio de ritmos latinos y se sumergen en el aro ¡a conto- near se ha dicho! Para la esbelta actriz, hacer ho- oping es más que diversión, más que un juego que le permite acer- carse a sus compañeros. “Para mí es una disciplina, una formación; yo soy actriz y a mí me sirve como en- trenamiento, pero he visto en los ni- ños que les va formando como un carácter, además de que una vez que están aquí involucran a sus pa- pás también”. No hay edad para sumarse a es- ta actividad que reta a romper lími- tes y crear nuevas estrategias. El desafío es inventar y salir de la co- tidianidad. A estas reuniones lúdicas llega toda clase de personas y la cantidad siempre cambia. “En el tiempo de los Panamericanos llegamos a es- tar, sin exagerar, unas 150 personas en la calle haciendo hooping. Entre semana es muy variable, unas veces somos 15 y otras hasta 50”, platica Aurora sentada en una de las jardi- neras del paseo. Además de las sesiones de hu- la-hoop que pueden extenderse hasta media noche, los chavos miembros del movimiento se orga- nizan con la red de hoopers de Mé- xico y otros países, pues se trata de una actividad global que está en co- nexión. “Nosotros no estamos tan cla- vados en los concursos, sino en en- señar y motivar a la gente a que vea alternativas de diversión; además, artículos como el aro te ayudan mu- cho a la concentración y a los niños les encanta”, continúa. Una sencilla manera de ejercitarse La cantidad de hoopers que se reúnen con los miembros del movi- miento, instructores de la discipli- na, cada vez se vuelve más abulta- da a pesar de que no se trata de una actividad nueva, sino que se ha to- mado desde su auge a partir de los años setenta. “Es curioso, porque se retomó; hace años empezó esto con los hippies y la onda psicodélica, pero ahorita está súper fuerte entre los chavos, hay niños de cuatro o cinco años que le dan súper bien, hasta mejor que uno, hasta señoras que también le entran”, dice Aurora complacida por la respuesta que el movimiento ha tenido. “Hay muchas personas que han ido un poquito pasadas de peso y han comenzado a bajar con el hula hula. Te marca cintura, los brazos, porque hay malabares con el hula, físicamente te ayuda muchísimo”. Las apariencias pueden enga- ñar, pero no se puede juzgar la dis- ciplina de hacer al aro recorrer el cuerpo con movimientos ondulato- rios hasta que no se ha intentado. “Es más sencillo de lo que pa- rece, es como seguir el movimien- to; al principio sí es un poco difícil en lo que vas entendiendo el objeto, porque cuando una persona se en- cuentra con un objeto es ese choque y dice ‘ay, ahora cómo’, se trata de romper ese mito de qué voy a hacer, familiarizarte con el aro y hacerlo parte de ti, no eres tú y el objeto si- no él y tú son el mismo”, explica. Hooping para principiantes Quienes tienen la inquietud de conocer y experimentar la “magia” del aro al recorrer la anatomía, son bienvenidos a las sesiones de Cha- pultepec y también en la Vía Re- creActiva en el Parque Rojo o Revo- lución durante todo el paseo dominical. “Muchos llegan y comienzan porque ya tienen la base, te ven ha- ciendo algún truco y preguntan ‘¿cómo le hiciste?’ y ya les enseñas. Hay quien llega sabiendo nada y te pones con ellos desde el principio, y hay otra dinámica que es una co- reografía con canciones brasileñas con todo un armado escénico”, pa- ra todos hay lugar. Sólo es necesario un cuerpo ávido de quemar energía y un aro, que puede variar entre clases y pre- cios según las necesidades o reque- rimientos del usuario. “A los principiantes les reco- miendo un aro de pulgada y media, en realidad no son caros porque se hacen con los tubos que cubren los cables, nada más hay que saber en- samblar porque sí hay un sistema para que se amarre, lo puedes deco- rar y te anda saliendo en 50 o 60 pe- sos”, continúa Aurora, pueden ad- quirirse por internet o con ellos, en Paseo Chapultepec en los horarios señalados, aunque también es posi- ble adquirirlos en algunas tiendas. “Es una actividad de cero por ciento riesgo, como ejercicio es muy bueno, se va moldeando cierta figura y sirve mucho para la concentración y creatividad, hay más que ganar que perder con el hula hula”. Tomar el espacio público, ejer- citarse, divertirse, convivir y salir de la rutina sin riesgos ni una gran inversión es lo que ofrece el hoo- ping ¿qué más se puede pedir? Diario de un espectador Atmosféricas. El frente frío número 16 reco- rre el territorio. Sus efectos cunden con una velo- cidad impensable. Contrariamente al frente núme- ro 15, éste opera con enjundia encarnizada. La condición que impone la temperatura cambia el sentido de estar en la ciudad, de recorrer el campo. El árbol se recoge un poco más en sí mismo, se re- concentra; su quieta resistencia es también el cul- tivo de la fuerza que pedirá el futuro. La gente ca- mina arrebujada, temprano la mañana es más liviana y más frágil, como salida de un territorio ar- duamente ocupado. Los niños, casi instintivamen- te, se acuerdan del fuego y la chimenea reivindica sus raras cualidades de huésped del invierno. Cum- ple así la casa un rito inmemorial y grave: asiento de la lumbre, centro del mundo. ** México deglute lentamente a sus pasajeros y va formando una masa que se coagula y fosfo- rece a lo largo de calles sin término. La paciencia que la ciudad cobra como moneda de cambio se transforma en inesperados regalos que aguardan detrás del humo de los camiones inmóviles. En una ventana polvorienta, junto a la desvencijada persiana que lleva allí cuarenta años, un gato par- do preside la escena con una calma inescrutable y sabia. Desde el interior de un bar que se llama La Estrella salen los resplandores del alcohol y la furia, y una música levemente audible explica el motivo de la reyerta. Un edificio que ayer apenas era nuevo, todo de aluminio y vidrio, exhibe su triste vejez de galán fracasado. Los aviones que pasan cada vez más bajos indican la proximidad de la salida del largo laberinto. En la azotea del taller la señora riega el jardín con la misma paciencia que hace crecer las plantas. El bosque de Chapultepec, enfrente, sigue su lento desfile y los estruendosos camiones dejan, como peaje, un reguero de hojas arremolinadas en la en- trada. Por las ventanas salen las puntas encrespa- das de los proyectos y las fotografías del satélite, cu- biertas de rayones, cubren las paredes. La casa verde renueva su trayecto como una breve caravana que se pone en marcha. Lleva dos o tres ramas de más, un níspero en flor, músicas que se suceden, el olor del té ya tarde en la noche. Conversaciones que sin duda quedarán para bas- timento. David Bowie canta Absolute beginners. La casa de Tacubaya descansa sus muros más altos contra el pirul rampante: es de esas ramas os- curas de donde tal vez obtiene sus poderes. ** Del LibrodelaalmohadadeSeiShônagon,cor- tesana, siglo X. “En una brillante noche de luna un mensajero entregó una nota en la antecámara don- de yo estaba. Sobre un pliego de magnífico papel es- carlata leí las palabras: “No hay nada”. Fue la luz de la luna lo que convirtió esto en algo maravilloso; me pregunto si lo habría disfrutado apenas en una no- che lluviosa.” En otra parte: “Una vez que había ido al templo de Kiyomizu para un retiro y oía con pro- funda emoción el alto grito de las chicharras, un mensajero especial me trajo una nota de Su Majes- tad escrita en un pliego de rojizo papel de China: Cuenta cada eco de la campana del templo/ Mien- tras dobla las vísperas al pie de la montaña./ Enton- ces sabrás cuantas veces/ Mi corazón late por su amor a ti.// ‘Qué larga estancia haces’, ella agrega- ba. Como había olvidado traer un papel apropiado, escribí mi respuesta en un pétalo de loto púrpura”. ** Postal. Peter Gabriel canta lentamente una canción que creíamos haber entendido, mientras las cuerdas revelan otras cosas insospechadas. El canal de Suez se extiende con trazos decididos rumbo al azul Mediterráneo; el panorama es des- pejado y un camino muy blanco se esfuerza por mantenerse pegado al camino de los barcos. Las montañas hacia el este llegan como en olas en- crespadas hasta el borde del desierto innumera- ble. La sombra de la cordillera se alarga rumbo al levante y las caravanas, exactas en su traslado, dejan una huella que durará muy poco. En Ismai- lia, en el patio de las oficinas de la Compañía del Canal de Suez, una sucesión de extraños arcos de trasuntos hindúes enmarca un busto del Ba- rón de Lesseps; y la mirada de la estatua insiste en señalar el sur. En Kantara los camellos, inter- perritos, se embarcan para cruzar el trecho en que su humilde majestad navega por las aguas. El faro de Port-Said es amarillo; dicen los guías que su silueta se puede ver desde muy lejos, des- de atrás mismo de los cerros distantes. ** Música: la potencia que las canciones de Ga- briel adquieren con la propulsión de la orquesta que ahora lo acompaña conduce a conclusiones inesperadas. Cada palabra gravita bajo fuerzas que las trastocan y afilan, los versos se alargan, alcanzan alturas distintas, siguen resonando, de otra manera, largo rato en la memoria. ** Ciclos y viajes, peregrinaciones por el filo de los calendarios raudos. Transcripciones de lo mismo que va cambiando y queda. Transita hasta el satéli- te el recado, y algo de ese trayecto estelar regresa a vuelta de correo: una marca imperceptible y defini- tiva. El poeta habla de Pound, de la condensatio. Francisco Martínez Negrete asiente, saluda los ren- glones. Va para él la transcripción siguiente. Actuaciones del frío Desciende de las alturas como un pájaro delgadísimo y vasto. Opera por acumulación, como quien aplica múltiples e invisibles capas de un barniz imposible. Los cuerpos reciben así noticia de los andamios más elevados del aire. A fuerza de insistir, de empecinarse en el descenso, el frío de la madrugada conduce a la vigilia. POR JUAN PALOMAR ([email protected]) ESPECIAL / KIERAN SIMKIN • Hay aros de diferentes tipos, unos más gruesos que otros e incluso algunos con luz. ESPECIAL Guadalajara se suma al movimiento hooper que se desarrolla en varios países el mundo

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Tapatío 3 de diciembre

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Page 1: Tapatío 3 de diciembre

Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G.

Supervisor: Aimeé Muñiz / [email protected]

PÁGINA 10-B Sábado 3 de diciembre de 2011

Girar, girar y girar

El contoneo del aro

• Los martes y jueves, el camellón de Avenida Chapultepec (a la atura de La Paz) acoge a varios jóvenes que utilizan el hula-hoop como una opción para ejer-citarse o simplemente para mover el cuerpo y pasarlo bien.

Jóvenes, colores, risas, aros,música, trucos, miradas. A partir delas seis de la tarde este campo se-mántico se reproduce una y otravez, se multiplica y más tarde co-mienza a restarse en Paseo Chapul-tepec, a la altura de Avenida La Paz.

Son los “hoopers” de Guadala-jara, un grupo de 10 jóvenes que po-nen en movimiento a cientos de ta-patíos al ritmo de la samba y elbossa nova con sólo un sencillo ins-trumento: el aro, conocido tambiéncomo el clásico hula-hoop.

“Te ayuda mucho a la concen-tración, a conocer tus capacidadesfísicas y tus limitaciones, ademásde la creación, salir del esquema de‘¿qué se puede hacer con el aro?’,porque hay todo un mundo; ademáses un complemento de danza, de re-pente se asemeja a volar. Es una li-bertad”, así lo describe AuroraRuiz, una actriz de teatro que esparte del Movimiento Hooping lo-cal.

Ya es ley. Cada martes y jueves,Aurora y cuatro compañeros más seenfilan al camellón de Chaupulte-pec cuando el Sol comienza a des-cender, para poner el cuerpo en ac-ción y contagiar a quien se deje.Encienden sus bocinas, hacen so-nar un repertorio de ritmos latinosy se sumergen en el aro ¡a conto-near se ha dicho!

Para la esbelta actriz, hacer ho-oping es más que diversión, másque un juego que le permite acer-carse a sus compañeros. “Para mí esuna disciplina, una formación; yosoy actriz y a mí me sirve como en-trenamiento, pero he visto en los ni-ños que les va formando como uncarácter, además de que una vezque están aquí involucran a sus pa-pás también”.

No hay edad para sumarse a es-ta actividad que reta a romper lími-tes y crear nuevas estrategias. Eldesafío es inventar y salir de la co-tidianidad.

A estas reuniones lúdicas llegatoda clase de personas y la cantidadsiempre cambia. “En el tiempo delos Panamericanos llegamos a es-tar, sin exagerar, unas 150 personasen la calle haciendo hooping. Entresemana es muy variable, unas vecessomos 15 y otras hasta 50”, platicaAurora sentada en una de las jardi-neras del paseo.

Además de las sesiones de hu-la-hoop que pueden extendersehasta media noche, los chavosmiembros del movimiento se orga-nizan con la red de hoopers de Mé-

xico y otros países, pues se trata deuna actividad global que está en co-nexión.

“Nosotros no estamos tan cla-vados en los concursos, sino en en-señar y motivar a la gente a que veaalternativas de diversión; además,artículos como el aro te ayudan mu-cho a la concentración y a los niñosles encanta”, continúa.

Una sencilla manera deejercitarse

La cantidad de hoopers que sereúnen con los miembros del movi-miento, instructores de la discipli-na, cada vez se vuelve más abulta-da a pesar de que no se trata de unaactividad nueva, sino que se ha to-mado desde su auge a partir de losaños setenta.

“Es curioso, porque se retomó;hace años empezó esto con loshippies y la onda psicodélica, peroahorita está súper fuerte entre loschavos, hay niños de cuatro o cincoaños que le dan súper bien, hastamejor que uno, hasta señoras quetambién le entran”, dice Auroracomplacida por la respuesta que elmovimiento ha tenido.

“Hay muchas personas que hanido un poquito pasadas de peso yhan comenzado a bajar con el hula

hula. Te marca cintura, los brazos,porque hay malabares con el hula,físicamente te ayuda muchísimo”.

Las apariencias pueden enga-ñar, pero no se puede juzgar la dis-ciplina de hacer al aro recorrer elcuerpo con movimientos ondulato-rios hasta que no se ha intentado.

“Es más sencillo de lo que pa-rece, es como seguir el movimien-to; al principio sí es un poco difícilen lo que vas entendiendo el objeto,porque cuando una persona se en-cuentra con un objeto es ese choquey dice ‘ay, ahora cómo’, se trata deromper ese mito de qué voy a hacer,familiarizarte con el aro y hacerloparte de ti, no eres tú y el objeto si-no él y tú son el mismo”, explica.

Hooping paraprincipiantes

Quienes tienen la inquietud deconocer y experimentar la “magia”del aro al recorrer la anatomía, sonbienvenidos a las sesiones de Cha-pultepec y también en la Vía Re-creActiva en el Parque Rojo o Revo-lución durante todo el paseodominical.

“Muchos llegan y comienzanporque ya tienen la base, te ven ha-ciendo algún truco y preguntan‘¿cómo le hiciste?’ y ya les enseñas.

Hay quien llega sabiendo nada y tepones con ellos desde el principio,y hay otra dinámica que es una co-reografía con canciones brasileñascon todo un armado escénico”, pa-ra todos hay lugar.

Sólo es necesario un cuerpoávido de quemar energía y un aro,que puede variar entre clases y pre-cios según las necesidades o reque-rimientos del usuario.

“A los principiantes les reco-miendo un aro de pulgada y media,en realidad no son caros porque sehacen con los tubos que cubren loscables, nada más hay que saber en-samblar porque sí hay un sistemapara que se amarre, lo puedes deco-rar y te anda saliendo en 50 o 60 pe-sos”, continúa Aurora, pueden ad-quirirse por internet o con ellos, enPaseo Chapultepec en los horariosseñalados, aunque también es posi-ble adquirirlos en algunas tiendas.

“Es una actividad de cero porciento riesgo, como ejercicio es muybueno, se va moldeando cierta figuray sirve mucho para la concentracióny creatividad, hay más que ganar queperder con el hula hula”.

Tomar el espacio público, ejer-citarse, divertirse, convivir y salirde la rutina sin riesgos ni una graninversión es lo que ofrece el hoo-ping ¿qué más se puede pedir?

Diario deun espectador

Atmosféricas. El frente frío número 16 reco-rre el territorio. Sus efectos cunden con una velo-cidadimpensable.Contrariamentealfrentenúme-ro 15, éste opera con enjundia encarnizada. Lacondición que impone la temperatura cambia elsentidodeestaren laciudad,derecorrerel campo.El árbol se recoge un poco más en sí mismo, se re-concentra; su quieta resistencia es también el cul-tivo de la fuerza que pedirá el futuro. La gente ca-mina arrebujada, temprano la mañana es máslivianaymásfrágil,comosalidadeunterritorioar-duamente ocupado. Los niños, casi instintivamen-te, se acuerdan del fuego y la chimenea reivindicasusrarascualidadesdehuéspeddelinvierno.Cum-ple así la casa un rito inmemorial y grave: asientode la lumbre, centro del mundo.

**México deglute lentamente a sus pasajeros

y va formando una masa que se coagula y fosfo-rece a lo largo de calles sin término. La pacienciaque la ciudad cobra como moneda de cambio setransformaeninesperadosregalosqueaguardandetrás del humo de los camiones inmóviles. Enuna ventana polvorienta, junto a la desvencijadapersianaque llevaallí cuarentaaños,ungatopar-do preside la escena con una calma inescrutabley sabia. Desde el interior de un bar que se llamaLa Estrella salen los resplandores del alcohol y lafuria, y una música levemente audible explica elmotivo de la reyerta. Un edificio que ayer apenasera nuevo, todo de aluminio y vidrio, exhibe sutriste vejez de galán fracasado. Los aviones quepasan cada vez más bajos indican la proximidadde la salida del largo laberinto.

En la azotea del taller la señora riega el jardíncon lamismapacienciaquehacecrecer lasplantas.El bosque de Chapultepec, enfrente, sigue su lentodesfile y los estruendosos camiones dejan, comopeaje, un reguero de hojas arremolinadas en la en-trada. Por las ventanas salen las puntas encrespa-dasdelosproyectosylasfotografíasdelsatélite,cu-biertas de rayones, cubren las paredes.

La casa verde renueva su trayecto como unabreve caravana que se pone en marcha. Lleva doso tres ramas de más, un níspero en flor, músicasque se suceden, el olor del té ya tarde en la noche.Conversacionesquesindudaquedaránparabas-timento. David Bowie canta Absolute beginners.

LacasadeTacubayadescansasusmurosmásaltoscontraelpirul rampante:esdeesasramasos-curas de donde tal vez obtiene sus poderes.

**DelLibrodelaalmohadadeSeiShônagon,cor-

tesana, siglo X. “En una brillante noche de luna unmensajero entregó una nota en la antecámara don-deyoestaba.Sobreunpliegodemagníficopapeles-carlata leí las palabras: “No hay nada”. Fue la luz dela lunaloqueconvirtióestoenalgomaravilloso;mepregunto si lo habría disfrutado apenas en una no-che lluviosa.” En otra parte: “Una vez que había idoal templo de Kiyomizu para un retiro y oía con pro-funda emoción el alto grito de las chicharras, unmensajero especial me trajo una nota de Su Majes-tad escrita en un pliego de rojizo papel de China:Cuenta cada eco de la campana del templo/ Mien-tras dobla las vísperas al pie de la montaña./ Enton-ces sabrás cuantas veces/ Mi corazón late por suamor a ti.// ‘Qué larga estancia haces’, ella agrega-ba. Como había olvidado traer un papel apropiado,escribí mi respuesta en un pétalo de loto púrpura”.

**Postal. Peter Gabriel canta lentamente una

canción que creíamos haber entendido, mientraslascuerdasrevelanotrascosasinsospechadas.Elcanal de Suez se extiende con trazos decididosrumbo al azul Mediterráneo; el panorama es des-pejado y un camino muy blanco se esfuerza pormantenerse pegado al camino de los barcos. Lasmontañas hacia el este llegan como en olas en-crespadas hasta el borde del desierto innumera-ble. La sombra de la cordillera se alarga rumbo allevante y las caravanas, exactas en su traslado,dejan una huella que durará muy poco. En Ismai-lia, en el patio de las oficinas de la Compañía delCanal de Suez, una sucesión de extraños arcosde trasuntos hindúes enmarca un busto del Ba-rón de Lesseps; y la mirada de la estatua insisteen señalar el sur. En Kantara los camellos, inter-perritos, se embarcan para cruzar el trecho enque su humilde majestad navega por las aguas.El faro de Port-Said es amarillo; dicen los guíasque su silueta se puede ver desde muy lejos, des-de atrás mismo de los cerros distantes.

**Música: la potencia que las canciones de Ga-

briel adquieren con la propulsión de la orquestaque ahora lo acompaña conduce a conclusionesinesperadas. Cada palabra gravita bajo fuerzasque las trastocan y afilan, los versos se alargan,alcanzan alturas distintas, siguen resonando, deotra manera, largo rato en la memoria.

**Ciclosyviajes,peregrinacionesporelfilodelos

calendarios raudos. Transcripciones de lo mismoque va cambiando y queda. Transita hasta el satéli-te el recado, y algo de ese trayecto estelar regresa avuelta de correo: una marca imperceptible y defini-tiva. El poeta habla de Pound, de la condensatio.FranciscoMartínezNegreteasiente,saludalosren-glones. Va para él la transcripción siguiente.

Actuaciones del fríoDesciende de las alturascomo un pájaro delgadísimo y vasto.Opera por acumulación,como quien aplica múltiples e invisibles capasde un barniz imposible.Los cuerpos reciben así noticiade los andamios más elevados del aire.A fuerza de insistir,de empecinarse en el descenso,el frío de la madrugadaconduce a la vigilia.

POR JUAN PALOMAR([email protected])

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• Hay aros de diferentes tipos, unos más gruesos que otros e incluso algunos con luz.

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Guadalajara se suma al movimiento hooper que se desarrolla en varios países el mundo