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Revista cultural de Sarnago (Soria) y Tierras Altas. Julio 2013

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2 Asociación Amigos de Sarnago Desde 1980

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Desde 1980 Asociación Amigos de Sarnago 3

Saludo del presidente

Llega el verano y con él la revista de Sarnago. Son ya 7 números, número mágico en muchas culturas (siete días la semana, siete colores el arco iris, siete pecados capitales, siete sacramentos, siete vidas tiene el gato, etc.). La cosa va saliendo, con sus luces y sus sombras. En estos tiempos, más que nunca, quiero dar las gracias a todos y cada uno de los negocios que siguen creyendo en este bonito proyecto cultural. Sin ellos sería imposible editar la revista. No corren buenos tiempos para estas pequeñas cosas y ver como, autónomos y pequeños empresarios, principalmente, se vuelcan con esta asociación es digno de tener en cuenta y reconocer. Alguno de los apoyos de años anteriores, de momento, se han tenido que retira, pero como compensación siempre aparece alguien que se ofrece a ocupar ese hueco vacante y pone su granito de arena. Estos detalles son los que hacen seguir adelante y ver que tanto trabajo tiene recompensa. También quiero agradecer a todos aquellos que colaboran con sus escritos y sus fotos, sin su compromiso no podríamos haber editado una revista tan completa. Les pedimos que dediquen su tiempo y su talento a llenarla de contenidos y lo único que reciben a cambio es nuestro profundo agradecimiento.

Mis disculpas, muy especiales, a los colaboradores que por falta de espacio, y muy a nuestro pesar, no hemos podido incluir sus artículos. ¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!!!!

Ahora quería hacer una pequeña reflexión, para quien corresponda. No sé si es el lugar adecuado para lanzar propuestas de este tipo, pero estamos llegando a una situación que se está convirtiendo en insostenible. Nunca nos cansamos de repetir que nuestra asociación lleva tantos años en activo porque no solamente nos dedicamos a la cosa lúdica y cultural. Como todo el mundo sabe, en muchas ocasiones, hemos tenido que asumir competencias que pudieran ser municipales o provinciales, pero que si no las hacíamos nosotros (como asociación cultural) nunca se hubiesen ejecutado. Creo que es hora de colaborar todos juntos (administraciones públicas, privadas y asociaciones) y darle un vuelco a esta situación tan difícil que nos ha tocado vivir. No sé, a lo mejor es hora de volver a creer que los pueblos pueden ser una de las salidas para mucha gente desesperada. Con una política adecuada estoy seguro que poco a poco esto tendría solución. Necesitamos políticos con visión de futuro, mucho más allá de cuatro años, y gente comprometida. Pocos sitios habrá en el mundo desarrollado donde se gestiona de una forma tan nefasta el medio rural. Son muchas voces las que reclaman cambios de política hacia los pueblos. Mientras algunos esperan un “maná” que aparezca con una empresa con 1000 puestos de trabajo y se solucionen las cosas, otros creen que es mejor que no venga nadie más “cuantos menos seamos, más a repartir”. Es hora de pensar en otros tipos de hacer política y otra forma de invertir nuestros impuestos. Durante muchos años se han practicado unas políticas en estas tierras y todos vemos sus resultados, seguramente ha llegado la hora de escuchar a todo el mundo y dar un giro (o por lo menos intentarlo). Seguramente existan micro proyectos basados en otro tipo de economía no tan convencional, que sean respetuosos con el medio ambiente y que pudieran encajar en estos pueblos sin renunciar a su encanto. Desde nuestra experiencia como asociación, creemos que estando unidos se pueden hacer muchas cosas. Estamos dispuestos a colaborar y trabajar con quien quiera para que esta bonita zona no termine de desaparecer.

Con la confianza de poder editar más números, un saludo para todos.

José Mari Carrascosa [email protected]

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5 DÍAS 5, DE CULTURA EN SARNAGO Este año volvimos a continuar con nuestra particular apuesta por revitalizar Sarnago a través de la cultura. Durante 5 intensos días estuvimos muy entretenidos con variadas actividades (presentación de la revista Nº 5, de los libros “Leyendas de la Alcarama” y “La Sierra Desolada”, audición de las composiciones relativas a Sarnago del maestro Manuel Castelló y como día grande “Las Móndidas y el Ramo”). Como colofón a tanta cultura, todas las tardes terminábamos compartiendo unas sencillas viandas y disfrutando de unos atardeceres espectaculares. Queremos dar las gracias a todos los que participan estos días, principalmente a aquellos que se desplazan, tarde tras tarde, de los pueblos cercanos y comparten con nosotros estos actos. MUCHAS GRACIAS a todos los socios y simpatizantes por la gran colaboración para que todo salga según lo programado. Todo esto nos anima a seguir adelante.

PRESENTACIÓN DE LA REVISTA Nº 5 A las 19:30 horas dio comienzo la presentación de la revista, con una asistencia de alrededor de 60 personas. La mesa estuvo compuesta por José Mari (presidente de la Asociación), Inma (concejala de cultura), Jesús Vasco y Miguel Ángel San Miguel. El acto fue presentado por el presidente de la Asociación. Primeramente cedió palabra a Inma que, en su breve alocución, recalcó el valor de esta publicación y el compromiso de este Ayuntamiento en seguir apoyando, en la medida de sus posibilidades, este proyecto.

José Mari volvió a tomar la palabra para hacer un repaso de la revista, contar los pormenores de la edición de la misma, explicó como poco a poco se va complicando más a la hora de conseguir recursos económicos, pero pese a ello seguiremos intentando seguir adelante. Dada la diversidad de colaboradores que tenemos ya se puede decir que no es una revista solo de Sarnago, sino de toda la comarca. Dio las gracias a todos los anunciantes, recalcando, que sin sus aportaciones económicas hubiese sido imposible sacar adelante este número, enumeró uno por uno a todos. Para finalizar su intervención pasó a leer el artículo de la revista "Saludo del presidente". Dió la palabra a Miguel Ángel San Miguel que quiso leer un emotivo mensaje escrito por su amigo, y a la postre anfitrión del acto, Jesús Vasco. El último en tomar la palabra fue nuestro socio y amigo Jesús Vasco, muy emocionado después de escuchar a Miguel Ángel nos deleitó con un pequeño, pero emotivo escrito preparado para la ocasión. (Que reproducimos íntegramente en la siguiente página). Una vez terminadas todas las intervenciones, obsequiamos a todos los asistentes con un zurracapote que sirvió para hacer más ameno el final de esta tarde y disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos de toda la geografía nacional.

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PRESENTACIÓN DE LA REVISTA Nº5 (Por Jesús Vasco)

Hola, amigos: Me voy a presentar: Yo no soy ilustre en nada. Soy hijo de albañil y ama de casa. A mi madre la diagnosticaron de un tumor en el útero que resultó ser yo, consecuencia de un descuido. Vine al mundo en casa, como Dios manda, en un pequeño pueblo zamorano. Estudié en Valladolid, vivo en Barakaldo y veraneo a caballo entre Cantabria y Soria. Soy médico general, hice la mili de soldado raso y, como muchos de vosotros, enfermo crónico. Todo normal. Aquí, junto a mí, está la responsable de que os conozca. Sus padres echaron los dientes correteando por las calles de San Pedro, que muy bien podían haber sido éstas. Como vosotros, tuvieron que emigrar buscando lo que les negaba su tierra, que no daba más de sí. Ella me ha inoculado el virus de Soria del que soy portador. Es esta la tercera vez en mi vida que hago públicamente algo importante. La primera, cuando presenté, junto a Miguel Ángel, la Guía de San Pedro Manrique en la casa de sus representantes. La segunda, cuando Miguel Ángel dio a conocer su hermosa novela “Desde el Silencio” en el entrañable y acogedor Casino de Soria. Y la tercera es ésta. Da la casualidad que las tres situaciones se dan en esta tierra de la que ni soy ni vengo. No sé aún deciros por qué estoy aquí, pero sí que me hace una enorme ilusión. Me gustaría saber cada uno de vuestros nombres para recordarlos como amigos y poder alardear en mi tierra, que no sé bien cuál es, que he conocido gentes dignas, con sueños realizables, que luchan por mantener las raíces que dan sentido a sus vidas.

Antes de nada, quiero agradecer a José Mari el haber pensado en mí para esta entrañable ceremonia. Creo que estáis en muy buenas manos. Esa mezcla soriana y navarra le han hecho comerciante, vehemente y cabezón. Sabéis bien la maestría que tiene para solicitar algo haciéndote creer que es él quien lo ofrece. Recuerdo cuando me pidió presentar la revista. Me llamó para darme la enhorabuena por mi artículo y cuando yo me venía arriba y apenas oía, de lo halagado que me sentía, me dice: Oye, te voy a pedir un favor……..Cuando me di cuenta, ya me la había colado. En segundo lugar, es un verdadero honor para mí presentar esta revista desde la cual puedo dirigirme a mis amigos a través de mis modestos artículos. Yo solo sé escribir para los amigos, porque son los que me arrancan las emociones. Gramaticalmente soy un aficionado, como podéis comprobar, sin embargo mis letras son suficientes para expresar unos sentimientos que pretenden ser sinceros. Compartir mis páginas con gente de la talla de Abel, Martínez Laseca, Goig, Miguel Ángel…………., me sonroja y enorgullece a la vez. Solo falta Avelino Hernández, quien sin duda hubiera regalado también su pluma. Y por qué no el mismo Machado. En tercer lugar, este magnífico escenario. En esta plaza donde se festejan los últimos eventos y que en su día sirvió de escenario para mitigar el esfuerzo y dureza de la propia vida. Aquí, entre las sierras de Alcarama, Ayedo, Alba, Almuerzo y la mítica ciudad de Numancia, atalayas que denotan dignidad y grandeza, rodeado de la gente que quiero y que me evoca tantas y gratas cosas. En último lugar, porque sois buena gente. Porque estáis luchando contra viento y marea por dignificar vuestro pueblo. Un día, le dije a Julio Llamazares que una de las cosas más tristes es haber nacido en un pueblo que ya no existe, como el suyo (Vegamián). Cuando paso por Buimanco, Fuentebella, Acrijos….., pienso en aquellos que allí nacieron y que ya no se atreven a volver para contemplar como la tierra engulle sus casas. Cómo descaradamente entran los escaramujos en sus cocinas, ultrajan sus habitaciones y se encaraman a aquellas camas que albergaron tantos sueños. Admiro vuestra dignidad y vuestra entereza. Ojalá las instituciones, sobre todo las de San Pedro, se interesen por vosotros, aun sabiendo que para ellos no sois votos. Bueno, amigos. No tengo la locuacidad de Martínez Laseca para ilustraros más. Os agradezco sinceramente este atardecer en la plazuela donde en otro tiempo se bailaba y se intercambiaba la alegría. Me despido acordándome, una vez más, de que allá, al otro lado de esa montaña, Zacarías y Romana aguantaron en su tierra sin nadie, habiéndoles negado la luz y el agua, como en lo más profundo de África. Vosotros, en cambio, contáis con multitud de amigos que, aunque sea con cuatro letras, pretendemos ayudaros a mantener erguida la frente.

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Presentación de LEYENDAS DE LA ALCARAMA

A la hora anunciada, 19:30 horas del 23 de Agosto, dió comienzo este bonito y emotivo acto. El presidente de la Asociación tomó la palabra y agradeció a todos los asistentes por querer acercarse hasta Sarnago para la presentación de este libro. Aunque el acto estaba anunciado como presentación de Leyendas de la Alcarama, recalcó que hablaríamos de la trilogía completa. Desde su modesto punto de vista, y sin ser ningún experto en literatura, habló de sus impresiones sobre los tres libros. De “Las Historias de la Alcarama” comentó que era un libro muy fácil de leer, se veía que estaba escrito desde un impulso de querer contar todas las historias. El segundo,” El Caballo de Cartón”, es un libro mucho más literario, no en vano fue reconocido con el VIII premio de la crítica de Castilla y León. Para cerrar la trilogía, Abel, edita su tercer libro “Leyendas de la Alcarama” más trabajado y en el que nos trascribe leyendas, no solamente de Sarnago, sino también del resto de la provincia que va narrando de forma magistral, para lo que crea una sencilla historia de amor imposible surgido entre el hijo de un pobre buhonero de Sarnago y la hija de un rico ganadero de San Pedro.

Al final de su intervención, haciendo un pequeño “guiño” a la fiesta grande del pueblo “La Santísima Trinidad”, comparó la trilogía de los libros con dicho misterio “Los tres libros podían ser uno solo, y cada uno por separado son verdaderas joyas de la literatura” Pasó la palabra al escritor, a la sazón el protagonista del acto. Primeramente, agradeció a la Asociación que organizara este entrañable acto. Nos habló del porqué de lanzarse a esta aventura, cómo surgió esta idea y cómo poco a poco fueron saliendo los tres libros. Quiso leer tres de las Leyendas descritas en el libro, todas ellas con mucha relación con la zona. Al finalizar el acto, Abel, firmó ejemplares de sus libros. Con el único fin de que todo el que quisiera se llevase algún ejemplar dedicado, esta Asociación vendió libros, que para la ocasión nos fueron prestados por la librería Soriana “Las Heras” Recalcamos, que esta Asociación no recibía ningún beneficio con ello. Como conclusión, obsequiamos a todos los asistentes con un refrescante zurracapote y un atardecer de ensueño.

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“Nadie que no haya visto este espectáculo puede imaginárselo” LA SIERRA DESOLADA (De Iñaki Ustarroz)

“Este libro está escrito a partir del conocimiento y lectura apasionada de La Sierra del Alba de Avelino Hernández. Aquellas palabras me conmovieron hasta el punto de despertar en mí el interés por conocer los lugares de los que habla el autor. Quise visitarlos y lo hice. Desde hace cuatro años acudo periódicamente, cuando el tiempo me permite desplazarme en mi moto, que la compré para poder visitar las Tierras Altas sorianas. En el libro, escrito en forma de narración, hablo fundamentalmente de los sentimientos que despierta en mí el contacto con los lugares arrumbados, de las casas vacías en las que encuentro los restos desparramados por el suelo, de los objetos cotidianos de la vida pasada, etc. Describo los lugares, la arquitectura, mis sentimientos, hilvanado todo ellos por un hilo conductor, una trama, que justifica la narración.”

Presentaciones de la novela --EN SARNAGO Elegimos la tarde del día de San Bartolomé (24 de Agosto), después de degustar una paella popular, para este acto. Una vez agradecida la asistencia a todos, pasamos a explicar cómo habíamos pensado estructurarlo y que cambiamos sobre la marcha. En un primer momento queríamos haber pasado un video con fotos, en blanco y negro, y textos del autor en que nos iba explicando el por qué de este libro y las sensaciones que tenía a la hora de visitar los pueblos deshabitados. Como el acto trascurrió en la plaza y la tarde era muy soleada decidimos, a la espera de que la luz fuese perdiendo su fuerza, dejar esta parte para el final. Comenzó hablando el presidente, dando las gracias a Iñaki por haber elegido Sarnago para la presentación de esta novela. Novela, que está escrita con mucho tacto y desde el respeto a toda la gente que en los años 60 dejaron sus pueblos y sus raíces para poder comenzar una vida en otras tierras.

--EN TUDELA “La despoblación de la sierra soriana llega a Tudela” Alrededor de 100 personas nos dimos cita, en la tarde del viernes 19 de octubre de 2012, en el centro Cívico Lestonnac, para asistir a la presentación de este libro. Muchos de ellos oriundos de estas sierras sorianas que, en los años 60 y 70, buscando una vida mejor, emigraron hasta la Ribera de Navarra.

José Mari Carrascosa, presidente de la Asociación, fue el encargado de abrir y presentar el acto. Habló sobre las causas de la despoblación en las Tierras Altas de Soria, lugar donde se sitúa la trama de la novela. Se proyectó un video con imágenes de alguno de los pueblos que aparecen en la novela y otra grabación rodada en Sarnago con motivo de la presentación del Nº 0 de la revista que tuvo como protagonista al escritor Julio Llamazares autor de la novela “ La Lluvia Amarilla” inspirada en este pueblo de la sierra. En el turno de palabra del escritor, explicó como surgió este libro a partir de un hecho casual; la lectura de “La Sierra del Alba” del

desaparecido Avelino Hernández. Este libro está escrito desde un profundo respeto y como homenaje a todos los que tuvieron que abandonar sus casas y sus recuerdos. Para la ocasión, preparó una presentación con fotos y textos suyos donde narra las sensaciones que le produjeron sus numerosos viajes por estos pueblos. Al finalizar del acto, el autor firmó ejemplares de la novela y por parte de la Asociación se obsequió a todos los asistentes con el número 5 de la revista cultural “Sarnago”, que viene editando de forma periódica desde hace unos años

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Manuel Castelló nos comenta su Suite Sinfónica "CANTOS DE LA ALCARAMA" (Por Isabel Goig) El pasado día 25 de agosto (2012), sábado, fue una de las dos citas obligadas con Sarnago. Esa tarde iba a conocer personalmente al maestro Manuel Castelló Rizo, tras muchos años de contacto por correo electrónico y por teléfono. El músico de Agost (Alicante), donde ha dirigido durante muchos años la Banda de Música, ha compuesto numerosas obras de inspiración soriana, pues no en vano está vinculado, por matrimonio y por propias querencias, a esta tierra. Lugares y monumentos de El Burgo de Osma, el Sabinar de Calatañazor, poemas de Bernabé Herrero, entre otros, se han visto reflejados en las partituras del maestro y, después, en los instrumentos musicales bajo la batuta de Manuel Castelló. Como nos ha sucedido a muchos, conoció la Sierra de la Alcarama, y se enamoró de ella, y más concretamente de Sarnago. De ese encantamiento surgió Cantos de la Alcarama. Tanto él como José Mari Carrascosa hicieron todo lo posible para que la obra fuera estrenada en Sarnago con orquesta, pero ante la dificultad del traslado de músicos e instrumentos, optaron por transportar sólo un CD donde se había grabado la obra interpretada por la Banda Municipal de Agost, y dirigida por el maestro Castelló el mismo día de su jubilación. Homenaje, pues, a uno y a la otra, al músico y a La Alcarama. Yo sé, porque conozco a los sarnagueses, que ellos han agradecido profundamente estas composiciones musicales, como agradecen todo lo que se lleva a cabo sobre Sarnago, que no es poco. Ellos han sabido restaurar la dignidad a Sarnago que la expropiación de los años sesenta a punto estuvo de hacerles perder, y la Asociación de Amigos de Sarnago, que ha luchado y lucha por ese lugar, merece todo el apoyo que reciben. El sábado, 25 de agosto, con la presencia de Manuel Castelló, de Mary, su esposa, y de un matrimonio amigo de Alicante, además de sarnagueses, amigos y visitantes, tuvo lugar, en las antiguas escuelas, hoy centro cultural y social, el visionado y la audición de Cantos de la Alcarama.

Boni, Manuel Castelló, Pepe Sanz y José. En la plaza de Sarnago

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CANTOS DE LA ALCARAMA (Por Manuel Castelló, músico y enamorado de Sarnago)Suite Sinfónica sobre antiguos cantos de Sarnago

La suite Cantos de la Alcarama es una composición escrita en estilo neorromántico que consta de cuatro tiempos o partes, cada uno de los cuales pretende describir un paisaje o lugar definido del pueblo de Sarnago en “Tierras Altas”, provincia de Soria, y de su entorno en la sierra de la Alcarama, de ahí su título Cantos de la Alcarama.

El primer tiempo “Las flores”, toma su título de una vieja canción que se cantaba antaño, cuando el pueblo estaba habitado; la composición nos sugiere un entorno feliz donde se ensalzan las flores de un jardín imaginario, y que seguramente en su día cantarían los niños en la escuela (cuando la había). La composición se apropia de la música popular que en tiempo “allegro” y mediante diferentes técnicas compositivas, va desgranando los versos de la canción que nos recuerda las canciones propias de los lugares rayanos entre varias provincias, en este caso concreto Soria, la Rioja, Aragón…. El texto íntegro de la canción dice así:

Las flores, las flores de tu jardín, Por bonitas y hermosas que sean, las mejores serán para ti. Y el recuerdo que tú me dejaste a la luz pálida de la luna,

Yo no puedo querer más que a una, y esa una, chiquilla eres tú. No digas que sí, no digas que no, que la pantorrilla te la he visto yo.

El segundo tiempo, “En la Alcarama”, es una recreación romántica sobre un tema propio que quiere describir una merienda campestre en la sierra, en las breves épocas sorianas de otoño o primavera. El tema principal evocador, romántico, es roto en su mitad por una danza aldeana, interpretada por el flautín y el oboe, glosada a continuación por el tutti orquestal terminando con el tema principal a modo de coda.

El tercer tiempo, “La Iglesia de san Bartolomé”, describe la visión desolada de la iglesia del santo patrón del pueblo; una imagen que tengo grabada desde la primera vez que visité el pueblo, y que a no ser por las malezas que cubren la mayoría de las casas debido a tantos años de abandono, me recordaba las ciudades góticas de Danks (Dancing) y Nuremberg, o mucho más cerca Guernica, destruidas por la maldad y el sinsentido de la bota militar, pues la congoja se apoderó de mí ante tanto abandono y desolación. En este tiempo quiero describir con un tema religioso, la iglesia cuando celebraba la santa misa y otros actos religiosos, y por medio de la intervención de percusión y metales, la destrucción del sagrado edificio, y acto seguido el desmoronamiento de la espadaña con la campana; termina el tiempo con unas armonías evocadoras, rotas en el último acorde con una disonancia a modo de pregunta sin respuesta ¿Es esto así, es verdad?

El cuarto tiempo, “Al cruzar el arroyo”, es un tiempo de danza sobre una canción popular sarnaguesa con el mismo título. Y mediante ritmos, contrapuntos… vamos vislumbrando temas de danza, mezclando todos los temas que habíamos escuchado en las anteriores partes de la obra, incluido el tema de nuestro himno vernáculo: “Ya se van los pastores”. Copio seguidamente el texto íntegro:

Al pasar el arroyo de los linares (bis) se me ha perdido el libro de los cantares, (bis) Al pasar el arroyo de la Victoria (bis) tropezó la madrina, cayó la novia. (bis)

La madrina se ríe, la novia llora (bis) por que se le ha manchado toda su joya. (bis)

En síntesis la obra describe Sarnago y su entorno, y mediante su escucha van desfilando por nuestra mente lugares, unos concretos y otros imaginarios, pero de eso trata la música, de pintar lugares y situaciones, la mayoría sólo vivos en nuestras mentes, en nuestro subconsciente, o sea describir, evocar, y soñar cada uno con su mundo con sus vivencias, pues como el auto sacramental de D. Pedro Calderón de la Barca La vida es un sueño y es lo único que nunca nadie nos podrá arrebatar, nuestros sueños e ilusiones y nuestra capacidad de ilusionarnos, ¡DE SOÑAR!

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“Las Móndidas en: SARNAGO”

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EL RAMO Y LAS MÓNDIDAS DE SARNAGO (Por Isabel Goig)

En el mundo rural, soriano o no, abandonado en parte por sus habitantes, que marcharon a las ciudades en busca de un mundo mejor, o al menos donde poder trabajar y sacar adelante la familia, se nota desde hace unos años el retorno a viejas costumbres y tradiciones. Las personas que se fueron jóvenes y niños, tornan ahora, jubilados unos y en edad madura otros, a sus orígenes, y como la distancia todo lo agranda, y lo que se lleva el viento sólo es el amor, según la canción popular, encuentran en ese retorno el ánimo compartido de volver a aquellas viejas y sencillas costumbres, tan sencillas como sentidas, tan viejas como el mundo. Escribe James George Frazer (1854-1941), en su estudio sobre magia y religión, La rama dorada, que la costumbre de mayos, ramos y todo lo relacionado con elementos del bosque, tiene su explicación en la necesidad de atraer a la aldea y a cada casa las bendiciones que el espíritu del árbol, el espíritu de la vegetación, pueda otorgar. Casi siempre, siguiendo a Frazer y también a nuestro trabajo de campo, estas ceremonias tenían lugar en primavera, especialmente en mayo. Cuando la Iglesia las patrimonializó, pasaron a formar parte de las fechas indicadas por la institución, por ejemplo Pentecostés, Corpus Christi, y también para la celebración de las fiestas patronales. En el caso de los mayos y arcos de ramas, se pingaban o colocaban en forma de puerta floral de acceso para las visitas pastorales de los obispos. Las enramadas en ventanas y fachadas, estaban dedicadas a las jóvenes casaderas. Joan Amades i Gelats (1890-1959), dedicó toda su vida al estudio de la Etnografía del mundo catalán y su área de influencia. Él sitúa la participación de la madera del bosque en Corpus y viernes de Octava del Corpus, al paso de las procesiones. Pero sobre todo destaca las enramadas que tenían lugar la noche de San Juan en casi todos los pueblos estudiados, junto con otra curiosa, que tenía lugar en el

Maestrazgo, y concretamente en Forcall, donde, además de colgar las ramas, ensuciaban a fondo las fachadas de las casas, que habrían sido blanqueadas, tal vez, siguiendo el rito, poco antes de ser manchadas. María Jesús Temiño López-Muñiz, en un artículo publicado en la Revista de Folklore, nº 197, de 1997, relaciona las fiestas de ramos, árboles, y a veces armazones que se visten, con exvotos, dedicación a los patrones, en general, vinculada a celebraciones religiosas, y “parte consustancial de rituales antiguos extendidos por toda Europa”.

En “Del folklore asturiano”, de Aurelio de Llano Roza de Ampudia (1868-1936), se habla también del ramu, y se trataba de “un armatoste de madera, a modo de pirámide cuadrangular truncada, de un metro cuarenta centímetros de alto aproximadamente, montado sobre unas andas de cuatro pies”·. El día de la fiesta, lo cubren con roscas de pan, en su interior colocan carnes saladas y manteca, lo adornan con flores, pañuelos y cintas de seda, y lo llevan a hombros mozos, o mozas, si el camino es corto, a la iglesia, donde lo colocan cerca del altar.

Móndidas y Mozo del Ramo hace 50 años

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“Las Móndidas en: SARNAGO”

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En Soria y sus tierras tenemos amplia manifestación de todo lo anterior. Durante años hemos venido recogiendo datos sobre Etnografía, que después, algunos, se han visto reflejados en nuestras publicaciones y en este web. En casi todos los pueblos donde hallamos personas con las que hablar, hemos podido recoger la costumbre de utilizar elementos de la naturaleza para fiestas religiosas y profanas. La madera, las ramas y árboles de los bosques cercanos, sean éstos muy o poco frondosos, han estado siempre presentes en todas y cada una de las celebraciones: hogueras, enramadas, cruces de mayo, árboles sacralizados, ramos procesionales, mayos… Algunas se han mantenido, imperturbables, a lo largo de la historia, como la pingada de los mayos en la zona de Pinares. Sabemos que, en especial para las visitas de los obispos, se pingaban en pueblos con tan escaso arbolado como los del Campo de Gómara. Las enramadas se mantienen, en especial, en el oeste soriano, limítrofe con Burgos, y tuvimos ocasión de verlo, hace algunos años, en Fuentearmegil. Las hogueras, antaño frecuentes en muchos lugares, en la actualidad van reviviendo, como por ejemplo en Las Cuevas y Quintana Redonda. En Golmayo tenían la costumbre –y esperamos que la sigan conservando- de “vestir la abuela”, armazón revestido de ramas, pañuelos y frutos, como los que anota María Jesús Temiño. En Sarnago, en agosto cuando, por la emigración, logran reunirse los que se marcharon, y antes en la fiesta de la Trinidad, celebran con toda ceremonia el Ramo, forma parte de la fiesta de las Móndidas, y cuenta con la figura masculina de Mozo del Ramo. El día anterior van los mozos al monte y cortan un gran ramo de arce. Nos decía José Mari Carrascosa que es este el árbol elegido por la proximidad al caserío. El ramo es tan grande que casi parece un arbolillo. Lo llevan a la plaza y allí le quitan algunas ramas y lo rodean con una cuerda para darle forma redondeada. Pelan la base y la pintan con agua y azafrán, que será el producto que lleva también los roscos que se colgarán, elaborados por la panadera de San Pedro Manrique. Esa noche lo dejan medio decorado, y finalizarán a la mañana siguiente. Cuelgan, además de los roscos, unos pañuelos de vistosos colores, y flores. Al día siguiente, en la fiesta religiosa de las Móndidas, que tendrá lugar en presencia del santo Bartolomé, en el atrio de la arruinada iglesia dedicada al mismo santo, el ramo presidirá los actos, junto con las tres Móndidas, para a continuación presidir la procesión laica, que finaliza en la plaza principal de Sarnago, delante de la que fuera escuela y ahora es salón multiusos, donde se realizan las actividades culturales. Sobre la puerta de entrada a este edificio, hay una pequeña ventana, desde la que las Móndidas recitan sus cuartetas. Por ahí, los hombres van a introducir el ramo, aunque parezca imposible, dado el volumen de este, pero entra, al final entra, como todos los años. Como acto final tiene lugar un amago de lucha entre los vecinos del barrio bajo y del alto, para ver qué grupo se hace con el ramo, y será este grupo, quizá, el que tenga mejor ventura a lo largo del año. Cada año se encarga de la representación el llamado Mozo del Ramo, que este año ha sido Álvaro Yécora Arenzana. Junto al rito del ramo tiene lugar el de las Móndidas, sobre las que ya escribimos el pasado año. Sólo decir que una vez más han conseguido que tres jóvenes se revistan con el ceremonial requerido, se toquen con los cestaños, y presidan la procesión y todo el ritual que conlleva. Ellas fueron María del Mar Carrascosa Ridruejo, Nuria Ridruejo Rodríguez y Naiara Jiménez Vicente. Las tres recitaron, desde la ventana del centro cultural, las cuartetas.

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CANTOS DE LA RONDA (Por José Carrascosa Calvo)

Mucho quiero a mi madre, y otro tanto quiero a mi suegra por haber criado una hija para que a mi me entretenga.

La novia que tú tienes, antes la tuve yo. Me alegro que te diviertas con lo que a mí me sobró.

De tu casa a la iglesia voy a plantar una parra, para cuando vaya a misa no te dé el sol en la cara.

Esta noche rondo yo, mañana ronda el que quiera. Esta noche rondo yo, la calle de mi morena.

Al pasar por tu puerta mi burra se paró, quien le diría a la burra que nos queríamos los dos.

En los caños de la fuente dejé mi caballo atado, me fui a la ver a la novia y el caballo me han robado.

En la esquina de la plaza hay una piedra redonda donde pican los mozos el tabaco para la ronda.

En los caños de la fuente tengo mi caballo atado, quién es el guapo que ha dicho que se atreve a desatarlo.

Por la calle abajo, baja un ratón haciendo el cojo, que venía de segar con una raspa en el ojo.

Las rosas y los claveles tuvieron una gran batalla, pudieron los claveles que tienes en tu ventana.

Caminito de la iglesia los ruiseñores van trinando al tiempo que quitan las piedras donde tú vas pisando.

Cuando vas a la fuente a por agua con el cántaro, te acompaña en el viaje una paloma cantando.

El día que tú naciste nacieron todas las flores y en la pila del bautismo cantaban los ruiseñores.

No te cases con pastor porque huele a pelletina, cásate con el de campo que huele a rosas finas.

Las mujeres en el horno, todas riñen por la masa, unas porque no les viene y otras porque se les pasa.

Hablando de profesionales que trabajan con el barro, Dios fue el primer alfarero y el hombre su primer cacharro.

Con un polvo y otro polvo se forma una polvareda. Con un trago y otro trago se forma una borrachera.

Ya se van los quintos madre ya se va mi corazón ya se va el que me tiraba chinita al balcón.

Dame tu pelo rubio para cuerdas de mi guitarra, se me ha roto la prima, segunda, tercera y cuarta.

A la guerra fui con brazos, y sin ellos vuelvo, madre. Lo que más siento el mundo no poder abrazarte.

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“Las Móndidas en: SARNAGO”

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LA FIESTA DE SARNAGO (Por Juan Torregrosa Mata) Sarnago se encuentra situado sobre una suave solana, la más paisajista de la sierra de la Alcarama. Hasta no hace muchos años, han celebrado su fiesta el día 24 de agosto, día de San Bartolomé. Con el fin de que acuda más personal a su fiesta la han trasladado al domingo más próximo. El domingo día 26 de agosto fue el elegido como el día grande de la fiesta. Hubo misa de campaña, procesión con Móndidas y Ramo. La misa fue amenizada por los cánticos del sacerdote, por los numerosos asistentes y por la Charanga Sampedrana (La Muralla), que también acompañó en la procesión. Una vez finalizada la eucaristía, la charanga, se desplazó a la plaza e interpretaron unas piezas bailables, con las que dieron el fin a los actos festivos de la mañana. A las 5,30 de la tarde, en el pórtico de la derruida Iglesia, estaba presidiendo el acto la imagen de San Bartolomé, alzado en sus andas. Nuestro sacerdote, Don Jesús, interpretó la Salve. Como protagonistas las tres Móndidas con sus cestos bien adornados de cintas y flores y el Mozo del Ramo con su copudo Ramo adornado con flores y pañuelos. Seguidamente, en procesión cívica, se acompañaron a las Móndidas y el Ramo hasta la plaza. Donde, unas espectantes Mozas Móndidas, observaban como se despojaba de los pañuelos al Ramo y se preparaba para introducirlo por la pequeña ventana del Ayuntamiento. Los jóvenes metieron el ramo por la copa, una vez dentro le quitaron los roscos de pan azafranado y volvieron a tirarlo a la plaza donde los jóvenes del barrio de arriba y abajo hicieron su particular lucha con el fin de llevarlo hasta sus dominios. Este año volvieron a ganar los del barrio de arriba. Por esa misma ventana recitaron sus cuartetas las tres hermosas y guapas Móndidas (según pude saber, dos han sido escritas por Gaspar Ruiz Martínez de San Pedro Manrique), en honor al patrón del pueblo y las sierras de la Alcarama. Al finalizar fueron reconfortadas con unos atronadores aplausos del público. La misma ventana sirvió para que el Presidente de la Asociación de Amigos de Sarnago dirigiese unas ilustrativas y acogedoras palabras, cargadas de agradecimientos para todos esos que han tenido la atención de asistir a esta fiesta recuperada de Sarnago. Al finalizar su intervención se nos invitó a tomar unos aperitivos, que no pudieron hacer cosa mejor esta asociación que el poner en la plaza unas mesas con refrescos, unas botellas de anís y moscatel con chucherías, dulces y rosquillos caseros, en una buena tarde de sol, en la que se disfrutó de la unión y la armonía de todos los simpatizantes que asistimos a esta recuperada fiesta. Antes de terminar quiero enumerar los servicios que tiene este acogedor y pintoresco pueblo, agua corriente, una buena línea de corriente eléctrica con sus buenas casas, varias ya restauradas y a seis kilómetros de la villa de San Pedro Manrique. Tiene su carretera hasta el pueblo, pero a falta de unos cuatro kilómetros de asfaltar, ¡¡a ver cuándo las administraciones tienen la dignidad de asfaltar ese trozo de carretera hasta la plaza y darle un buen servicio a un pueblo que se vé con ilusión y ganas de tirar para adelante y conservarse vivo!!

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REFLEXIONES DESDE NAVABELLIDA (Texto y pinturas de César Ridruejo Calvo)

Una madre, invierno de 1951 ¡Qué nevada ha caído esta noche!, y este hombre en la feria de ganado de Tudela. Tendré que quitar la nieve con la pala para que puedan salir los niños a la escuela. Tengo mucha ropa sucia pero el lavadero estará helado. Si esta tarde deshelara... Ya está prendiendo la lumbre, las ulagas están muy secas, tengo mucho frío, me sentaría pegada a los troncos de olmo que arden, bueno y las burras que me saldrían en las piernas ¿qué? ¿Además quien iba a aviar los cochinos y los corderos? Mejor será que retire un poco el puchero de garbanzos de la lumbre, no se socarren. El pan se me está encaneciendo y hasta el viernes no encendemos el horno del pueblo. Me va a venir escaso. Voy a echarles a las caballerías... Vaya el burro está más rígido, tiene las orejas y el rabo más tiesos que ayer, se está encartonando. Ojalá se equivoque el veterinario, dice que tiene tétano por herirse al pisar un clavo oxidado. Cuanto trabajo, vivía mucho mejor cuando servía en Calahorra. La cochina está pa parir, tengo que sacarle la pocilga y ponerle paja limpia por si acaso. Cuando terminaré y como me pican los sabañones. Asomada al balcón, oigo a los niños en la escuela cantando la tabla de multiplicar. Pero qué veo, aquellos bultos que se acercan al pueblo por el camino de San Pedro. Si... si... es este hombre que vuelve con siete... ocho... creo que son nueve los potrillos que ha comprado. Ahora a ver como los vendemos. La nieve está regalando, buenos días tía Leonides, ¿de dónde viene?, cuide no se caiga. ¿Sabe que ya vuelve el Nicolás, a que se está quedando buen día?

Un hijo suyo, primavera de 2013 Que bien se está sentado en este ribazo, desde aquí oteo todo el pueblo. Veo la espadaña de la iglesia. Está saqueada, falta una campana, el resto de la iglesia está hundida. Veo la casa que con sus manos construyó mi bisabuelo Juan, es enorme, soleada con corral para 400 merinas. También está saqueada, se llevaron hasta el portón de la entrada. Se está cayendo, aún resisten las forjas de una ventana y del balcón. Iré a ver el trasnocho y el nido de golondrinas del somero. ¿Volverán este año?, o ni ellas... Se llevaron a un museo la gran piedra base de la fuente vieja, resultó ser una estela funeraria celtibérica de gran valor histórico. Dejaron la fuente destrozada y así continúa y eso que lo hicieron las instituciones. ¿Desolador, no? Veo la pieza donde enterraron aquel burro que murió de tétano, todo anquilosado. En la tumba el año siguiente creció el trigo más del doble que alrededor. Todo pasa, todo termina, de los cuatro que emigramos en 1954 solo quedo yo. Veo un pueblo cadáver, hace tiempo que no huele ni a muerto, solo quedan sus restos óseos. ¿Donde están las urracas, donde los pajarillos?, no oigo los gallos ni los corderos...No veo las esparcetas, ni los yeros, ni los garbanzos ni las berzas. ¿Qué queda del esfuerzo de mis antepasados? Solo los lugares que ocuparon y están degradados, erosionados, son terrenos pobres y en pendiente, hace años que la tierra fértil fue arrastrada por el agua de las tormentas y apareció la roca. Mientras vivamos alguno de los que aquí pasamos la niñez, estos lugares, nos harán evocar recuerdos de todos los colores. Luego nada, no quedará nada. Trabajaron como las mulas, solo para subsistir y además durante muchas generaciones. Hay casas en el pueblo con grabados en las piedras de las fachadas que acreditan su construcción en el siglo XVII. Solo ha transcendido hasta nosotros el hábito al trabajo, al esfuerzo y la honradez. Este único legado debemos transmitirlo a nuestros hijos y nietos. Si lo logramos creo que no es poco. Pensando en mi familia, ya es muy tarde y estarán preocupados. Aquí no tengo ni cobertura para el móvil. Otro día volveré con más optimismo, debo levantarme de este ribazo y volver, tengo hora y cuarto de carretera. Anda, oigo cantar al cuco, debe de estar marcando su territorio.¡¡Al fin algo de vida!!.

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Majada con corderos

Fuente de La Ventosa

(Pinturas de César Ridruejo)

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Móndida: Marimar Carrascosa (Autor Gaspar Ruiz)

I Donde acaba el labrantío, en la atalaya del tiempo, donde el bosque centenario, hace sonar su silencio, asoma su rostro Sarnago, acostado sobre el suelo, a los pies de la Alcarama…lo más parecido a un pueblo.

II El humo en sus chimeneas, sus noches blancas de invierno, los abuelos en la lumbre, arrimando los pucheros, el ladrido de los perros, al oír silbar al viento, y a la mañana siguiente…los recuerdos de otros tiempos.

III Recuerdos y memorias, sembraron nuestros abuelos, la raíz de nuestra tierra, nuestras raíces del tiempo, de negra pana en verano, de aliento helado en invierno.

IV

Con el frío, solitario, con el verano despierto, Sarnago retoña de nuevo, aunque nunca estuvo muerto, cuanto más nos alejamos, aumenta nuestro recuerdo,

V ¡Y llegaron poderosos! ¡políticos envenenados! ¡y forzaron a vender! ¡nuestra historia de Sarnago! ¡y cercaron muchos pueblos! ¡obligando a abandonarlos! ¡personajes de disfraz! ¡que cobraban al contado! ¡todavía quedan muchos! ¡con el paso muy cambiado!

VI ¡Otros tiempos que pasaron! ¡merecen nuestro respeto! ¡la trilla en las eras! ¡el balar de los corderos! ¡lavar la ropa en Horcajo! ¡las abuelas del pañuelo! ¡las labores de la tierra! ¡el sudor de los abuelos! ¡la llamada a la fiesta! ¡con las campanas al vuelo! ¡al pan recién hecho! ¡el nacimiento de un nieto! ¡los bailes en la plaza! ¡las parejas y sus cortejos! ¡el cariño por su tierra! ¡y al abuelo Marcos, mi bisabuelo

VII ¡Aunque algún año olvidada! ¡ahora renace la fiesta! ¡Móndidas con cestaño! ¡recitamos las cuartetas! ¡y el Mozo con su Ramo! ¡de pétalos, deja la huella! ¡emoción y sentimientos! ¡que florecen en mi tierra! ¡por San Bartolomé en Sarnago! ¡de alegría llora la sierra!

VIII ¡Resurge de sus cenizas! ¡renace el pueblo de nuevo! ¡pueblo de río sin agua! ¡con caudal de sentimientos! ¡que el amor a nuestra tierra! ¡no nos levante del suelo! ¡por los que hoy no están! ¡por los que aquí vivieron!

IX ¡Donde acaba el labrantío! ¡en la atalaya del tiempo! ¡donde el bosque centenario! ¡hace sonar su silencio! ¡asoma su rostro Sarnago! ¡acostado sobre el suelo! ¡a los pies de la Alcarama…! ¡lo más parecido a un pueblo!

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Móndida: Nuria Ridruejo Adela Ridruejo “hace aproximadamente 50 años”

¡Oh! que orgullo sarnagueses poderos hoy saludar rodeada de vosotros en fiestas de Trinidad

Durante el reino de Anhelio de Sirio y Mauregato al musulmán le firmaron de cien doncellas un pacto.

Cien años que perduró el tributo malhadado estuvo tierra San Pedro estuvo también Sarnago sometidos como esclavos

Así, primero, el rey moro satánico y por de más le propuso un desafió: una batalla campal

Un ejército de gumías del castillo salen ya esperando el desafío que duelo la muerte será

Don Ramiro manda entonces que toque la generala y su ejército va en pos al sitio y a la batalla

Por las calles de Sarnago Ramiro y Algarabía el pueblo entero bramando buscando guerra corría

Da principio a la batalla que triste lamentaba lleva la muerte en la mano el acero al rechinar

Salió del cielo una voz que alentaba la batalla: ¡a la guerra sarnagueses que es la madre quien os llama!

Es la Virgen de las Seces la romera de los valles de la Dehesa, los Rincones los Vallejos y la Alcarama

Mientras tanto el aire cruza un intrépido caballo y una espada que reluce en la mano de Santiago.

Abren camino los moros su espada pasa hasta cuatro las turbas enloquecidas dan vivas a la señora.

A Santiago y a la Santa siempre Augusta Trinidad en cuyo día fue el triunfo sobre el moro musulmán.

Por eso ya está terminada esta encarnizada guerra año tras año celebra Sarnago tan gratas fiestas.

Y como es fiesta de todos a todos, a de llegar la alegría y el jolgorio

Con el mayor entusiasmo queda en mi pensamiento doy un saludo sincero para este nuestro ayuntamiento

Otro saludo sincero al Clero, autoridades, al pueblo, forasteros.

Me despido con tres vivas salidos del corazón:

Viva Sámago y sus glorias viva nuestra tradición vivamos todos felices en amistad y en unión.

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Móndida: Naiara Jiménez (Autor Gaspar Ruiz)

I ¡Como gotas de rocío! ¡Que se funden en el suelo! ¡Queda Sarnago en la tierra! ¡Queda tendido en silencio! ¡Pueblo que alza sus vuelos! ¡Por estar cerca del cielo!

II Entre cerros y barrancos, Entre pinos y estepares, Entre trigos y barbechos, Y perdidos manantiales, El pueblo brota de la tierra, Entre senderos y calles, Por senderos polvorientos, Por sus calles sin zarzales.,

III ¡Piedra sobre piedra! ¡Sobre piedra irregular! ¡Se levantaron sus casas! ¡Con miseria y humildad! ¡Con esfuerzo y con sudor! ¡Para volver a empezar! ¡Para quedarse dormidos! ¡Y volver a despertar!

IV ¡Otros pueblos vacíos! ¡Retenidos por el tiempo! ¡Perdieron su esperanza! ¡De levantarse de nuevo! ¡Hoy están enzarzados! ¡Y cabalga su silencio! ¡Con paredes en el aire! ¡Con tejados en el suelo! ¡No tuvieron tanta suerte! ¡La que nosotros tenemos! ¡A esta gente de sus tierras! ¡Vaya nuestro recuerdo! ¡En memoria de estos pueblos! ¡Que también son los nuestros!

V ¡Con la llamada del sol! ¡Y la mirada en el cielo! ¡Hoy la voz de Sarnago! ¡Esta llamando al recuerdo! ¡Que repiquen las campanas! ¡Aunque no toquen al vuelo! ¡Mozos que visten el Ramo! ¡Con los roscos y pañuelos! ¡Móndidas de la historia! ¡Que recitamos los versos! ¡Todos los que estáis aquí! ¡Con este hermoso silencio…! Hoy la voz de Sarnago, Esta llamando al recuerdo.

VI Con galas tradicionales, Y cestaños encintados, Recorremos viejos caminos, Caminos de antepasados, Con la emoción en el rostro, Con los rituales sagrados, Las móndidas de la vida, Las móndidas de Sarnago, Recogemos las memorias, Que antes, otros sembraron.

VII ¡Por qué está callada la iglesia! ¡Y el camino de San Pedro! ¡Por qué está callada la escuela! ¡Las fuentes y el cementerio! ¡Por qué está callada la plaza! ¡Las calles y el lavadero! ¡Por qué está callado el invierno! ¡La Alcarama y el horcajuelo! ¡Por qué está callado el pueblo! ¡Si estamos todos despiertos! ¡Si ahora cerramos los ojos! ¡Nunca será nuestro sueño!

VIII ¡Nieve que derrite el sol! ¡En la sierra de Alcarama! ¡Descubre el pueblo a sus pies! ¡Nieve que lava su cara! ¡A Sarnago, el pueblo con vida! ¡A Sarnago, el pueblo con alma

Sarnago 26-08-2012

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VIVIR CON LO PUESTO (Por Nacho Luque) “Omnia mea mecum porto” (Bías de Priene)

Siempre hablo de la Semana Santa como el momento del año que, desde los quince años, ha significado para mí el inicio de alguna aventura. Todo empezó con competiciones deportivas en las que aún adolescentes recorríamos, contra el reloj, pistas y senderos de las provincias de Madrid, Ávila y Toledo con un número en el frontal de nuestras bicicletas. Jugábamos a sobrevivir la soledad de los corredores de fondo que éramos, llevábamos encima todo lo que pudiéramos necesitar cada día para llegar a la meta y resolvíamos las desorientaciones ayudándonos entre nosotros. Aprendimos de manera dulce e inconsciente una forma de entender la vida, y aquello trascendió para alguno mucho más que lo que el organizador podría hoy pensar. La convicción, la perseverancia, la superación del miedo, la amistad, la colaboración, la capacidad de inventar historias y de vivirlas en primera persona se enquistaron en la manera de ser y, en lo que a mí respecta, han marcado mi filosofía de vida hasta el día de hoy. Hoy ya no compito, ni siquiera contra mí mismo. No mantengo la mirada fija en el camino para no equivocarme, sino que miro a los lados para no perderme nada de este mundo cambiante que está al límite de la extinción. Procuro fijar en mi retina todo aquello que va diluyéndose, como le ocurría al personaje de la novela “Temblor” de Rosa Montero. Igual que a don Miguel de Unamuno, me interesa el paisaje en la medida en que me sobrecoge, y soy de los que me dejo impresionar con facilidad cuando busco cualquier detalle que sea la puerta de una experiencia edificante, cualquier detalle que construya el ser humano que siempre he querido ser. Los lugares, las gentes y sus conversaciones son parte importante de ese libro que voy escribiendo a mano y que explica con pelos y señales las vueltas y revueltas de mi historia. A lo largo del camino, como reza en mi diario de viaje, uno aprende a ser dueño de su propia vida, y ése es el único objetivo de mi viaje. Por eso es viaje. Me han preguntado en muchas ocasiones y siempre respondo lo mismo: “Soria me eligió a mí, no yo a ella”. Me dejé guiar por el instinto de ese momento. Terminaba una larga temporada en Los Monegros y me dirigía hacia Navarra en busca de otros desiertos. Entonces me asomé a una puerta que estaba delante mío y pasados tres años saldré por otra diferente hacia un universo diferente. No creo en las casualidades, pero era Semana Santa, mi padre acababa de fallecer y en mi cabeza la brújula giraba como loca, así que pensé que este lugar era el mejor en ese momento, aquí desplegué mi tablero de la Oca para continuar la partida. En esos días habían aparecido en mi vida unas personas que querían retratar una forma de vivir que no se puede explicar en pocas palabras. Hicieron presupuestos, me propusieron y hablamos, me presentaron a un equipo de trabajo e hicieron acopio de herramientas para filmar una película. Tan rápido como surgieron, desaparecieron. Habían decidido que no era posible llevar a cabo el trabajo sin dar una sola razón. Hoy en día nadie hace nada sin tener en cuenta su rentabilidad. La situación me dio pena, pero sirvió como acicate para empezar mi propio documental sin importarme el precio y el esfuerzo de materializar yo solo un proyecto que desde años atrás iba tomando forma en mi mente. Ahora me doy cuenta de que al final era posible, sólo había que atreverse. No es cuestión de rentabilizar, sino de dar rienda suelta a la pasión sin pretender demostrar, y sí aprender, enfrentándose a las adversidades, resolviéndolas y no esquivándolas. Hacer las cosas por amor y con pasión es mi lema, porque creo firmemente que lo que no es vocación es una equivocación.

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Han sido tres años viviendo como un nómada, con una mochila a la espalda. Como nómada que soy, busco siempre los mejores pastos, camino siempre hacia un horizonte desconocido y procuro no echar raíces en ningún lugar. Y como nómada que soy, siempre termino volviendo a casa, a la tierra que me vio nacer, para recrear allí mis pasos al ordenar las piezas del rompecabezas que voy guardando en mi memoria. Sentado delante de mis notas hago nacer el verdadero viaje recordando a la gente, los momentos, los lugares con su historia y sus historias, el calor y el frío, el cansancio y el agua de una fuente con la que me refresqué cuando ya no podía sudar más. Tomadas estas anécdotas por separado no significan nada, pero en su conjunto son la más importante de todas las obras que jamás podré crear. Durante estas tres temporadas he visto crecer mi trabajo desde que no era más que una insignificante semilla en un baldío. Regado por la lluvia y al calor del sol, mi propio discurso ha evolucionado de mil formas distintas al ritmo que hemos ido evolucionando todos los que me rodeaban y nuestra relación. Al paso de la vida, los pareceres de aquéllos que han querido contarme su versión de la vida han cambiado mi visión de las cosas en más de una ocasión y en la tranquilidad de la noche he conseguido dibujar las sendas del mejor de mis sentimientos. Mi insistencia y su paciencia han combinado con acierto en muchas ocasiones y juntos hemos logrado entonar lo que por separado no habríamos podido lograr, hemos juntado lo que nos duele y lo que nos gusta con la libertad que cada uno ha querido. Mirado con perspectiva no soy el mismo que era cuando llegué por primera vez. Algo ha cambiado y he logrado perfilar argumentos ahorrando palabras para contar lo que creo que a esta tierra más falta le hace. He logrado ganarme la confianza de los que no me conocían y han surgido emociones que jamás habrían existido para dar voz a aquéllos que estaban siendo olvidados. Pero aún queda una última dificultad que nunca he podido superar: mostrar este trabajo al público sin temor a que sea malinterpretado. Desde finales de los años ochenta del siglo pasado he vivido y fotografiado muchísimos pueblos ya olvidados de España; los he terminado convirtiendo en santuarios secretísimos y he guardado con celo su situación y su carácter. Algunos existen aún y otros han desaparecido definitivamente. Recuerdo el nombre de casi todos, y el de alguno con especial cariño. En memoria de todos ellos, en memoria de quienes vivieron en ellos y en sus tierras se dejaron la vida, en memoria de quienes fueron expulsados y de quienes no tienen donde regresar quiero presentar mi trabajo para que su nombre no caiga nunca en el olvido. Creo que lo merecen. Será en la Semana Cultural que, como todos los años, se celebra en Sarnago (un pueblo que nunca estuvo abandonado) a finales de agosto. Podría haber elegido otro lugar, pero he decidido que es ahí donde quiero dar a luz el primer resultado de un trabajo en el que llevo implicado más de veinte años. Quiero hacerlo ahí por justicia, por agradecimiento y porque lo merecen.

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Fragmento de la novela “EL AROMA DEL ESPLIEGO” (Por Miguel A. San Miguel Valduérteles)

Era el año 1624 y Diego Amillo después de once años de estar oculto, para evitar su expulsión, regresaba a Cervera. Gracias a la implicación de D. Juan, el arcipreste de Cervera, y la inestimable ayuda de la condesa de Aguilar había logrado escapar, ocultándose en los invernaderos de Fuenteovejuna. Para huir de los sabuesos había necesitado mucha dosis de astucia y al final también la suerte se había puesto a su favor; Felipe III, el rey que había decretado la expulsión de los moriscos había muerto y el nuevo monarca, Felipe IV, y su valido Olivares habían dado la orden de que nadie molestara a los moriscos que quedaban, siempre que acataran las leyes del reino y fueran buenos cristianos Por fin se colmaban los anhelos de retornar con su familia; pero tenía cierta prevención; su pueblo ya no era el de antes: no quedaban moriscos en Cervera e iba a ser un extraño, un hombre marginado entre tantos cristianos viejos. Además la temible Inquisición, seguía ahí, sedienta de nuevas víctimas.

En compañía de Antonio Ridruejo, el mayoral de Sarnago, estaba haciendo el camino de regreso y ya solo le quedaban dos días para encontrarse con los suyos. Para ir a Cervera tomaron la vereda de Castilfrío a San Pedro; aquel día las altas praderas de la sierra estallaban con la luz primaveral; Diego, después de tantos años, estaba a punto de contemplar la tierra tantas veces añorada. La subida al alto era trabajosa, pero, según se aproximaban al paso de Peñaturquilla, un suave viento les fue desahogando los pulmones. Al trasponer el collado, se abrió ante sus ojos un paisaje impresionante: era aquel escenario de valles y montañas que Diego tenía grabado en la memoria; a oriente, en el cielo de Aragón, sobre un leve velo de niebla, se alzaba la inmensa mole del Moncayo; pero de inmediato su mirada giró hacia el norte y se centró en la sierra de la Alkarama. Había vivido momentos muy difíciles, pero, a pesar de todo, nunca había perdido el afán por retornar y siempre mantuvo dentro de sí esa frase de D. Juan: “Hay algo que Dios jamás perdona: El pecado contra la esperanza”. Por fin tenía enfrente las imágenes de todos sus recuerdos e iban a hacerse realidad esos anhelos tantas veces frustrados. Se frotó los párpados para comprobar si, de nuevo, estaba viviendo la realidad o se trataba de otra de tantas pesadillas. Después al ver el Moncayo le llegó la tristeza; ya nadie sacaba mineral de sus gargantas ni se templaba el hierro con las aguas del Queiles. Cruzaron las campas de San Andrés, después las de Matasejún y a paso ligero pasaron por los aliagares de San Pedro, ahora vestidos de amarillo primaveral; al pasar por aquellos secarrales le vinieron a la memoria aquellas advertencias: “allí manda el Duque de Nájera” y “ahora te llamas Diego de Amillo”. Caía la tarde cuando pasaron junto a la fuente de Ampudia; se acordó de Petronila y, como de costumbre, le llenó una botella de agua; decía que “le ponía la piel fina”; era uno de los pocos caprichos que tenía. Se acercaban a Sarnago cuando empezaba a anochecer y como Diego hacía ademán de proseguir hasta Cervera, Antonio le dijo:

-Se hace tarde; es una imprudencia que continúes; hasta ahora todo ha salido bien, no lo vayas a estropear en el último momento; tienes que estar agotado de la caminata. Además ya han llegado algunos rebaños y los mastines pueden darte más de un susto; sabes que de noche son peligrosos; te quedas a dormir en casa, cenas caliente y mañana te bajas tranquilo. Entraron en Sarnago; una aldea con la humilde grandeza de los pueblos serranos; recostado en la ladera meridional de la Alkarama, con su apiñado caserío que se confundía con el gris de la montaña; según se aproximaban fueron llegándoles rumores de balidos intermitentes que se mezclaban con el ladrido de los perros; una vez dentro, el olor a leña quemada impregnaba la atmósfera de ambiente hogareño y los efluvios de ollas y sartenes invitaban a cenar. -No vamos a saludar a nadie; hay que ser discretos-dijo Manuel- y si alguien se acerca, no te des por aludido.

Vista del Moncayo desde la sierra de la Alcarama. Foto Félix Esain

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Facunda, en cuanto oyó ladrar al perro, bajó como loca. Después de abrazar a su marido, le dijo: -Los muchachos están fuera, no creo que tarden, han ido a escardar a la pieza de la Virgen del Monte. Al poco tiempo llegaron con un fajo de morrenglos para los conejos; después de abrazar a su padre y de saludar a Diego se sentaron todos a cenar. Facunda había preparado una cena suculenta: sopas de ajo, huevos fritos, chorizos a la brasa y de postre queso de cabra. -¿No te dijo el médico que tuvieras cuidado con la comida?-le advirtió Diego. -Esos no entienden nada. Los alimentos hacen daño cuando son de mala calidad-y acto seguido empinó la bota de vino. Después no hubo sobremesa, pues Antonio, nada más acabar, tomando a su mujer por la cintura dijo: - Facunda, vamos a la cama que estoy rendido; han sido días de mucho caminar, de mal comer y peor dormir.

Y mientras se dirigían a su aposento, lanzó a Diego una mirada cargada de picardía. Diego recordó aquella frase que escuchó a los trashumantes cuando bajó a la Extremadura: “Quien mayea, marcea”. Con las primeras luces de la mañana Diego salió camino de Cervera; Antonio lo acompañó durante un tramo del trayecto.

-Lo hago por si te has olvidado del camino. A partir del “Collado de la Mesta” Diego siguió solo; al poco vio que por detrás se le acercaba un cura que avanzaba a paso ligero. Ambos querían conversación y se dejó alcanzar. -Soy el cura de Sarnago. Voy, a Valdenegrillos, a un entierro. -Pues yo voy a Cervera. -¿Conoce esto? -He pasado una vez, pero hace años-le dijo fingiendo ignorar la ruta. -Pues tirando por aquí, por la ladera de la sierra de Santa Fe, se llega enseguida. No tiene pérdida. Enseguida te toparás un campo de espliego y al fondo del barranco verás Valdemadera y a partir de allí sigues el camino. Eso de la sierra de Santa Fe le extrañó, pues toda la vida había sido la sierra de la Alkarama y por un momento pensó que estaba viviendo de nuevo otra de tantas pesadillas. Pasado el pastizal, protegiéndose tras unas rocas del cierzo, se encontró con un cabrero que cuidaba de un pequeño rebaño; le pareció persona conocida. Al llegar a su altura le preguntó: - Perdone el atrevimiento ¿No será usted Pedro la Santa? Se quedó frío cuando le respondió: -Ese era mi padre; murió hace años; fue en Malagón cuando venía de camino. Y allí está enterrado el pobre, no podemos ni siquiera llevarle unas flores el Día de Difuntos. La vida de rabadán es muy dura y estaba muy tocado del corazón, pero tenía que sacar adelante a la familia. -Yo era muy amigo de tu padre- le dijo con tristeza. – No sabes cuanto lo siento. Después de un prolongado silencio, incapaz de decir una palabra, Diego cambió de conversación para decirle: -Quisiera hacerte una pregunta: -¿Esto no es la sierra de la Alkarama? Porque me he encontrado al cura de Sarnago y me dijo que se llama la sierra de Santa Fe. -Es como usted dice; algunos como el Arcipreste de San Pedro quisieron cambiarle el nombre. Dijo que el nombre era mahometano; pero la gente sigue llamándola como siempre. Es un nombre que suena más bonito. Bajando a Valdemadera cruzó el campo de espliego; allí cogió un buen ramo para Petronila. Todavía en el fondo de su alforja le quedaban restos del que llevó al marchar a Extremadura. A lo lejos, hundido en el barranco, vio Valdenegrillos y un poco más lejos, en medio de una pequeña planicie de campos de cereal, estaba Valdeprado; durante un momento estuvo tentado de bajar a ver a su hermana y al resto de su familia, pero estaba obsesionado por encontrarse cuanto antes con Petronila y con sus hijos. Diego después de caminar por secarrales se adentró en las peñas de Ben Ayud para bajar al valle del Alhama. Nada más transponerlas apareció Cervera ante sus ojos. Se detuvo sentándose en un pedrusco para contemplar aquel paisaje tantas veces soñado: su blanco caserío estaba recostado sobre la roca y al fondo, en contraste con los tonos cobrizos del roquedo, las huertas del Alhama llenas de verdor. Observó que muchas de ellas, seguían llecas, tal como las habían dejado sus antiguos propietarios. Sin duda o no tenían quien las cultivara o sus dueños actuales no sabían cómo hacerlo. Incluso algunas estaban sembradas de cereales. ¡Qué barbaridad, vaya desperdicio!

Instintivamente su mirada se centró en la huerta de Secías; era una de las mayores de Cervera. Estaba cuidada y como siempre con manzanos camuesos. En el centro pudo ver el que había plantado su padre. Con los años se había hecho un árbol hermoso y parecía como si estuviera mejor atendido que los demás. A continuación su mirada se centró en el barrio de Santa Ana, el barrio de los moriscos. Después como despertando de su ensoñación, se levantó y aceleró la marcha para llegar lo antes posible; en el pueblo nada había cambiado; la puerta de Palillos estaba como siempre, las calles con el mismo empedrado; al fondo vio la torre de San Gil y oyó los toques de campana llamando a misa; en el fielato estaba el oficial del Conde para cobrar el impuesto sobre las mercancías; pero a éste ya no lo conocía, no era Antonio Ruiz. Al dirigirse hacia su casa, a diferencia de años atrás cuando regresaba de la venta ambulante, nadie acudió a saludarlo; incluso observó que lo observaban como si fuera un extraño; no sabía si es que no lo habían reconocido o eludían cualquier trato con él. Entonces se dio cuenta que su pueblo, aunque mantenía la misma fisonomía y sus casas y calles el mismo aspecto del pasado, ya no era el mismo.

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LA VIRGEN DEL MONTE: RASTROS Y LEYENDA (Por Eduardo Alfaro Peña)

En el marco de las prospecciones arqueológicas que desde el proyecto Idoubeda oro * hemos realizado en torno a las ermitas de Tierras Altas, una visita de lo más gratificante ha sido la realizada a las ruinas de este viejo templo y sus edificios anejos, construcciones escondidas, solapadas por la espesura de los bosques de Alcarama. Nuestro estudio es, en lo sustancial, arqueológico, una supervisión de los rastros que sobre el terreno ha dejado el tiempo, complementado con algunas de las tradiciones que sobre estos ʻmistéricosʼ lugares laten aún en la memoria popular. El camino tradicional que desde el pueblo llegaba a la ermita está en parte perdido, arrasado por la repoblación forestal. A pesar de que hoy es más cómodo acceder desde la pista que se dirige a Acrijos, recomendamos un paseo por el camino que sale del cementerio de Sarnago; lo dejaremos a unos 1.500m, en la curva que salva el primer arroyo que viene del E. Remontando este arroyo enseguida encontraremos la vereda de un cortafuegos; ¡ojo!, no confundir con otro cortafuegos que también parte de aquí, más limpio y evidente, que asciende por el interfluvio tomando una dirección más oriental. Aparecerán las ruinas a media ladera de la derivación de montaña, en un entorno siempre agreste y hoy boscoso, evocador de las fuerzas naturales que generaron tantos santuarios ancestrales a Magna Mater protectora de la fecundidad de la tierra (Isis en Egipto, Ishtar en Mesopotamia, Deméter en Grecia, Ceres en Roma, las Matres en el mundo céltico…), muchos de ellos cristianizados después bajo la advocación de nuestra Gran Madre, la Virgen… como la Virgen del Monte.

El conjunto de ruinas que hoy aún se sostienen se ordena en torno a lo que parece ser la vivienda que centró la vida del lugar en sus últimos tiempos, lo que apunta a que, originalmente, la ermita pudo contar con algún edificio para los devotos que la cuidaron, quizás casa para el santero de la que la vivienda moderna sería heredera. Tiene ésta la distribución habitual de las casas serranas: planta baja que incluía cuadras, primera planta con cocina y habitaciones, y somero. Nos decía el octogenario José que están clavadas en su memoria infantil las escaleras de acceso a la vivienda, con cada peldaño de un solo bloque de piedra… robustez quebrada por la fuerza de la ruina del edificio: hoy pueden verse todas fracturadas con una grieta descendente en su

mitad. A espaldas de la casa (poniente) corrales y tenadas sugieren la presencia de abundante ganado, e inmediata por el norte la ermita, que en estos tiempos finales habría perdido su función religiosa y parece reutilizarse como un encerradero más: se ha dividido en tres espacios, parece que cuadras, precedidos a la entrada por dos corrales, y se ha levantado el alzado de las paredes N, E y O –seguramente habría perdido ya el tejado–, las últimas con caída progresiva hasta conectar con la S, lo que dejó el edificio con cubierta a un agua. De estos tiempos recientes debe ser la historia que dice que el lugar era propiedad de una mujer de la familia de los Hidalgo. Su marido, aficionado al juego (las cartas según cuentan), apostó primero la casa, que perdió, y después a su mujer, que también. Su cuñado, un Hidalgo, tuvo que comprar al ganador tanto la casa como a su hermana. El edificio que más nos interesa, la vieja ermita, está en ruina. Ha perdido la cubierta última aunque conserva buena parte del alzado de sus muros, especialmente en el sector oriental, la cabecera absidiada. Aquí se aprecian dos tipos de fábrica correspondientes a sendos momentos constructivos, uno inferior en el que se alzan los muros trabados con duro mortero de cal y que alcanza hasta los rudos canecillos que remataron el muro vertical del ábside; sobre él el segundo tipo, de piedra trabada en seco. Éste se corresponde con el alzado citado para habilitar la nueva cubierta a un solo agua y que asociamos con la reconversión del interior en encerraderos para su aprovechamiento agroganadero. Por el exterior se reforzó el ábside con cuatro potentes muros, a modo de contrafuertes, alzados con piedra trabada con mortero de cal. Debido a su anchura, especialmente la del soporte de la cabecera, podría pensarse en un testero plano al exterior, y por tanto un elemento arcaizante dentro de una cronología medieval, sin embargo más bien parece la reafirmación de este sector de la estructura que no se debió ver muy seguro y que en un momento indeterminado se consolida junto con todo el ábside.

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Descartados los elementos aparentemente ajenos a lo que fue la estructura sagrada, quedan los restos del antiguo templo de la Virgen del Monte. Tiene la ermita planta rectangular de 23ʼ30m de largo por 8ʼ50 de ancho con cabecera de canónica orientación E y acceso por el S. El ábside es semicircular con toscos canecillos de piedra de natural escuadrado; tuvo la cubierta de teja apoyada al interior sobre bóveda de horno en su mitad oriental. La mitad occidental parece independiente y, a falta de otros indicios, debió cubrirse con tejado a dos aguas (N y S), soportado al interior por vigas de madera. Como no hay indicios de hastial o espadaña, que debería ocupar el extremo O, es posible que el tejado tuviera también caída por este lado. Aquí, y por el interior, sí que se aprecia a media altura el repunte de una viga de madera que atravesaría todo su ancho, seguramente soporte del coro. En la pared sur hay dos accesos, el más oriental conserva una jamba de pequeños sillares de piedra, que no sabemos si soportaron un acceso adintelado o un arco dovelado; en cualquier caso éste último estaría más en consonancia con el ábside medieval. Sí es evidente el arco de medio punto en la entrada más occidental, originalmente de 2ʼ10 m de ancho y casi tres metros de altura. Este acceso se remozó en época moderna, cuando se convirtió el edificio en cuadra o cobertizo anejo, colocando una travesera de madera en la base del arco y rellenando su interior salvo el punto donde estaba la clave, que se dejó como pequeño ventanuco. El ancho del acceso también se redujo colocando piedra a ambos lados de las viejas jambas hasta dejar convertido el rural pórtico medieval en una simple puerta rectangular de 1ʼ40 x 1´90 m. Los muros son todos de mampostería, piedra trabada con mortero de cal que en el repunte conservado de la bóveda mantiene restos de un revoque de barro enlucido con cal, revoque que, con seguridad, embelleció al menos las paredes del presbiterio. En el interior quedan también los restos de un par de pilastras no relacionadas entre sí, una próxima al tercio E en la pared norte, quizás separación entre presbiterio y oratorio, otra en el tercio O de la sur, que pudo servir de fijación para algún elemento del coro. En la pared N del coro hay una oquedad cúbica de medio metro de lado, a modo de hornacina; es posible que sea obra de la estructura religiosa, sin duda reutilizada en los últimos menesteres agroganaderos, aunque también pudo ser abierta en la pared en este momento final. Desde el punto de vista estructural en los restos del edificio religioso se aprecian tres cuerpos. El más antiguo,

el original de todo lo conservado, lo formarían el ábside y el presbiterio, con los canecillos toscos al exterior y la cubierta con bóveda de horno. Es el lugar sagrado en sí, la mitad oriental, la cabecera. El segundo cuerpo se correspondería con la mitad occidental, el oratorio con coro a poniente. Es claro en la pared norte el corte que diferencia ambos cuerpos del muro, adosados pero no trabados; además, el sector superior del alzado occidental descarta la bóveda de horno: hubo de tener como techumbre un entramado de vigas de madera cubierto por tablizo y teja. En este cuerpo, y de cara al sur, están las dos puertas. Por sus dimensiones y características la original y principal posiblemente fue la que conserva el solapado arco de medio punto. El tercer

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elemento son los poderosos contrafuertes que fijan el ábside por el exterior; fueron parte de la estructura de la ermita, pero su alzado es posterior a la construcción del ábside, y surgen independientes aunque como soporte ante un problema de consistencia, no sabemos cuánto tiempo después de la construcción del ábside. En la prospección del terreno circundante no se ha localizado ningún tipo de material cerámico que oriente sobre los momentos más antiguos de la ermita, sí cerámicas modernas, innumerables fragmentos de teja y algunos de ladrillo tradicional, obviamente de las estructuras citadas y, lo más interesante, abundantes sillares de toba, muchos reutilizados en la vivienda y edificios anejos. Este dato remite a que el templo medieval descrito pudo asentarse o sustituir a otro más antiguo. En definitiva, desde el punto de vista arqueológico, tres son los momentos que se aprecian en el complejo de estructuras en torno a la ermita de la Virgen del Monte. El más antiguo, alto o pleno medieval, intuido en los sillares de toba reutilizados en las paredes que quedan hoy de la ermita y los edificios anejos. El segundo pleno o bajo medieval, el templo arriba descrito, con al menos tres cuerpos correspondientes a otros tantos momentos constructivos; un cuerpo inicial (ábside y presbiterio) otro de ampliación (oratorio y coro), y otro de consolidación (el refuerzo exterior del ábside). El tercero y último moderno, originado hace tres o cuatro siglos, en el que se edifica la vivienda actual y con el correr de los años y las décadas la ermita entra en desuso como edificio religioso y acaba convirtiéndose en un edificio anejo más de la casa, adecuando su estructura, probablemente ya ruinosa, a su nueva función como cuadras o similares. Aún se recuerda que antaño se iba en romería el día de la Trinidad chiquita (lunes siguiente al domingo de la Trinidad) haciéndose un descanso a mitad de camino donde actualmente se conserva una estructura preparada para un campanil. Una vez abandonada la ermita y arrasado el camino por la repoblación de coníferas, la romería con la Virgen no pasaba de aquí. Y en este lugar ponemos nuestro punto final a esta colaboración ʻarqueológicaʼ sobre la Virgen del Monte de Sarnago, un final que confiamos sea punto y seguido; sería muy interesante incidir en la otra gran pista para el conocimiento de estas ermitas rurales, los archivos eclesiásticos, unos archivos en los que, como nos comentaba ella misma, Isabel Goig está comenzando a indagar… Isabel, es tu turno.

1 Idoubeda oros es un proyecto de investigación y divulgación del patrimonio serrano centrado en Tierras Altas. Está avalado por la Fundación RdR-NS de San Pedro Manrique y cuenta con la ayuda de la Junta de CyL, la Diputación de Soria, El Ayuntamiento de San Pedro Manrique, la Mancomunidad de Tierras Altas, Caja Rural de Soria y CETASA. Mi agradecimiento a la gente de Sarnago, especialmente a Boni y José Carrascosa, de cuyos recuerdos se nutre parte de este trabajo.

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ANÁLISIS DE UNA EPÍSTOLA (Por Gaspar Ruiz Martínez)

Hace ya unos cuantos años, un amigo me dejó dos cartas que se encontró en el despoblado de Fuentebella. Cuando quise leerlas, me di cuenta que la letra no era muy leíble, aunque sí se podía entender lo que decían, a pesar de alguna que otra falta de ortografía, que revelaban seguramente el poco tiempo de asistencia a la escuela, algo muy típico de mucha gente de aquellas épocas, en las que el trabajo, era siempre una prioridad absoluta, por encima de todo y ocupaba gran parte del día a día. Estas cartas, estaban fechadas en el año 1971, una de ellas, concretamente el 12 de Agosto; y las firmaba una mujer, a la cual no voy a descubrir su identidad aquí, por respeto a su intimidad, de ella y de su familia. La llamaré María Las cartas de María, llegaban escritas desde Tudela (Navarra), e iban dirigidas a su esposo e hijo que se encontraban, al parecer por poco tiempo, aún en Fuentebella. Quizás alguna persona de mayor edad, de Sarnago, por la cercanía con Fuentebella, lograra conocer y acordarse de esta mujer… Las dos cartas daban a entender, que María no se encontraba muy bien de salud, (…que yo no puedo subir por ahora, pues estoy muy pachucha……) (...….en cambio yo es al revés, que paciencia, si se puede aguantar todo se pasará, pero ahora llevo una temporada mala y en cama sin salir…….) de ahí que se tuvo que marchar a Tudela, seguramente que por llevar una recuperación en reposo, y con el mínimo esfuerzo, (Sin más de particular, ya me canso de escribir porque me fatigo mucho.) Su esposo e hijo, estaban recogiéndolo todo en el pueblo, con intención de marcharse para siempre… y María, les daba alguna que otra instrucción de cómo hacerlo con algunos enseres en particular, (…así que tu harás lo que puedas con los trastes, la ropa la metes en los costales, y si no en sacos y talegas, no dejes nada que aquí lo arreglaremos como se pueda………..) (……………y si puedes bajar algún saco de leña, para este invierno que bien nos vendrá, y las dos arcas, la de casa y la de abajo, en fin, tu veras,………….) También dejaba algo a disposición, y a decisión de su esposo: (…..así que tu harás lo que puedas de todo, yo bastante lo siento no poder subir para ayudarte algo, pero no puedo, así que no te dejes lo que más falta nos haga, el certificado de Origen, por si nos lo piden en algún sitio, o la cartilla escolar, de lo demás tú ves más lo que haces, yo lo doy por hecho) De igual forma, en la despedida, se dejaba sentir el cariño y sentimiento hacia su esposo e hijo: (Adiós, besos a los dos, hasta que bajéis, tu esposa y mamá)María(No sé si la entiendes, porque de nerviosa no sé ni lo que te digo)(Adiós cariño hasta ese día que bajéis… por ahora estamos bien) Da una ligera impresión, de cómo María, pretendía, sin conseguirlo, quitarle hierro, al abandono total de ella y su familia de Fuentebella. Posiblemente le ayudaría a ello, la seguridad y la tranquilidad que le suponía permanecer en Tudela, curándose de su salud; además, de desear con todas sus fuerzas, el estar de nuevo todos juntos y ya que ella no podía subir… (…aunque estaba deseando de que bajarais los dos aquí para estar juntos todos…)

Este análisis de estas cartas, pudiera dar pie a una novela que bien podía empezar diciendo así: Ahora, solamente las sombras corretean por las calles de Fuentebella, el pueblo de María, una de los treinta y cinco vecinos que habitaban en él. Mucho tiempo hace de aquello, tiempo que ha deambulado veloz hasta la fecha, sin perder un solo segundo en detenerse en ningún momento. Fuentebella, escondida en el monte y situada en el barranco del Portillejo, que en su día amanecieron humildes moradas, una plaza pequeña, de donde afluían las calles muy ceñidas e inclinadas de empedrado irregular, y hoy es una desolación de muros de piedra, que duermen y ocultan los recuerdos y las memorias entre la maleza, los jóvenes pinares y las viejas añoranzas.

“Querido esposo e hijoʼʼ… este era el encabezamiento de algunas de las cartas, escritas por María a su esposo e hijo, desde Tudela (Navarra), un recuerdo olvidado en su casa de Fuentebella, probablemente que por las prisas, o por el disgusto de tener que marchar, y abandonar el pueblo que les vio nacer y vivir, fueron motivos suficientes para el renunciar involuntario de muchos recuerdos. Recuerdos que hoy en día, todavía ponen los pelos de punta, imaginando la fuerza y las ganas de vivir, de la gente de aquellos pueblos, como María en Fuentebella, en aquellas circunstancias, suponiendo que tan humildes como sufridas, pero a su vez, felices y conformistas en su manera de vivir. Gente que se endureció en cuerpo y alma terriblemente con el paso de ese tiempo que nunca se detiene, gente que ahora a sus años, seguro, que aún recuerda desde el olvido. Ahora, solo tenemos que cerrar los ojos en silencio, e imaginar lo duro que fue para muchas personas, tener que abandonar esas raíces, tan profundas en la vida como eternas en el tiempo; donde tantas y tantas veces, una mirada hacia el cielo, se convertía en una esperanza en esta tierra. Y volviendo a abrir los ojos…vaya un recuerdo, un saludo y un agradecimiento, a todas esas personas que como María y su familia, nos han legado el impulso y la fuerza que necesitamos, para querer vivir… (Sin que nadie nos ponga trabas ni zancadillas, como en aquellos años)… donde nuestras raíces se asientan. …Gracias…

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“Noticias destacadas de nuestros socios”

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Valentín Carrascosa

Abel Hernández (http://elcantodelcuco.wordpress.com/)

Isabel Goig (www.soria-goig.com)

Edición del Libro homenaje a la figura del

profesor

Valentín Carrascosa López

"EL DERECHO EN LA SOCIEDAD

TELEMÁTICA"

Puso en marcha la UNED, la Escuela Politécnica y es Hijo Adoptivo de Mérida.

Edición de una nueva novela

LA PANADERA DEL REY

(y el colegial de El Burgo)

El Burgo, 1689. La historia está basada en hechos reales y documentados

La casa de Soria en Madrid ha concedido el premio “Dionisio Ridruejo”, como libro soriano del año 2011 a:

“LEYENDAS DE LA ALCARAMA” del escritor y periodista

D. Abel Hernández Domíguez

Dentro del I Foro de Cocina Rural de Valdeavellano de Tera el 13 de Mayo se le

rindió un merecido homenaje.

Foto sorianoticias.com

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HACENDERAS EN SARNAGO (Por José Mari Carrascosa) “Trabajo de utilidad común al que acude todo el vecindario” (definición de la RAE) Desde los inicios de esta Asociación (33 años) la mayor parte de las mejoras conseguidas en el pueblo han sido por este método (arreglo del cementerio, fuente, lavaderos, museo, instalación del alumbrado público, traída del agua y un largo etcétera). El último “fregado” en el que nos hemos metido consiste en rehabilitar por completo todo el edificio de las antiguas escuelas. Durante varios años hemos intentando que las instituciones tomaran un compromiso más activo en este proyecto. Cuando la situación económica era (o parecía) boyante sus promesas eran grandes, pero no así su materialización. Veíamos como otro tipo de proyectos salían adelante y el nuestro quedaba siempre aparcado. Desde nuestra ingenuidad, pensábamos que un día u otro también nos tocaría nuestro turno. La situación económica cambia (o parece que cambia) y es cuando, en la última Asamblea General de agosto de 2012, decidimos que las cosas teníamos que hacerlas como siempre. Juntarnos, poner nuestro trabajo y dinero, y continuar con el arreglo del pueblo. Entre el otoño pasado y esta primavera nos hemos juntado durante 3 domingos y, gracias a la gran participación de socios y simpatizantes, el avance está siendo muy importante. Como medida de confraternización, unas sencillas comidas daban por finalizadas dichas jornadas. Si conseguimos dinero para materiales, continuaremos en otoño.

¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS SOCIOS Y SIMPATIZANTES!!!!

LAS MANOS DE SARNAGO (Por Amparo García Otero) En Sarnago, precioso pueblo soriano cercano a San Pedro Manrique, sus hijos, los que el viento de los caminos llevó a otras tierras, regresan cuando pueden y están reconstruyendo el antiguo edificio de las escuelas ellos mismos, porque no hay un euro para subvencionar tan bonita empresa. Me he permitido escribir para ellos un pequeño homenaje personal. Se merecen el apoyo de todos. No ha perdido a sus hijos. Esta bella localidad soriana que acaricia el azul sonrosado del atardecer con las aristas de sus tejados se siente renacer. No se fueron para siempre. No se perdió el nombre del pueblo en el recuerdo de quienes vieron allí su primera luz. Están ahí, reconstruyendo con sus propias manos uno de los edificios más emblemáticos del lugar: el de las viejas escuelas. El pasado de los primeros pueblos que habitaron estos lugares permanece encerrado en la colina cercana como telón de fondo. La escuela representa otro pasado mucho más cercano. Aún retumba la algarabía infantil en sus paredes. Ahora son ellos, ya hombres y mujeres, los que anhelan que el antiguo edificio no se venga abajo llevándose consigo aquellos ecos. Ahora las manos de Sarnago son presencia, trabajo y amor. Manos que están por encima de cualquier veleidad, manos que sobrepujan las andanzas administrativas de la subvención. No hay dinero, no, pero hay un puñado de hijos dispuestos a mantener en pie los solares de su infancia. Adelante, Sarnago. ¡Qué buen ejemplo estáis dando! Soria tiene que sentirse muy orgullosa de vosotros.

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SECES Y MAISELVAR EN SARNAGO (Por Elena Labayen Berdonces)

Los topónimos casi siempre nos proporcionan una valiosa información acerca de épocas pasadas. Tal es el caso de estos dos nombres, bastante curiosos, del término de Sarnago.

SECES es el nombre de una antigua ermita de Sarnago, Nuestra Señora del Monte o de Seces, situada en el paraje de Raigada o Matalosa. Figuraba dicha ermita en el mapa de Soria de Tomás López de 1783 y en el de Francisco Coello, de 1860. Mencionaban también la ermita de Nuestra Señora del Monte, Gonzalo Martínez Díez (1), que la consideraba antiguo pueblo, y Gervasio Manrique (2), así como el Diccionario de Madoz. La denominación de Seces, en relación con esta ermita, la encontramos en un artículo de Ángel Almazán de Gracia publicado en El Diario de Soria de 17 de septiembre

de 1995, y más recientemente, en la revista digital Soria-goig.com, en la sección Tierras Altas Archivadas.

Sobre el origen del nombre Seces podemos barajar las siguientes dos hipótesis:

1. Origen navarro-riojano del término, como consecuencia de la repoblación medieval de la Tierra de San Pedro, en los siglos X-XI, con gentes procedentes de la parte de Cornago, a partir de una forma apocopada *Saz (del latín Salicem) que encontramos en los topónimos Navalsaz, en Enciso, Fuentelsazo Valdesaz, con un plural Saces o Seces, en el caso de Sarnago.

En cuanto a la posible datación del topónimo, decir que las formas apocopadas navarro-aragonesas del tipo *Saz o *Berdonz son del siglo XII y principios del XIII, mientras que la reconstrucción de los plurales en -es, como Seces o Berdonces, se dio entre los siglos XIII y XIV.

2. Posible origen occitano-bearnés, a partir de la forma Setze, topónimo de la zona de Bigorre-Béarn, en los Pirineos Atlánticos, o del patronímico francés Seze/Sezes, documentado en Navarra en un registro de comptos (3) de 1265, en el que figura un tal Arnalt de Sezes, escudero de Bernart de Maule (Mauleón). En el mismo registro aparece, en Funes, el abad de Scala Deo (4).

Decía Abel Hernández en Leyendas de la Alcarama que aquel pequeño monasterio de Nuestra Señora de Seces o del Monte fue tributario de la abadía cisterciense de Fitero, cuyo fundador, San Raimundo, era natural de Saint Gaudens, en el mediodía de Francia, al igual que los primeros monjes llegados desde Cabadour en Bigorre. Sabemos que el monasterio de Fitero tuvo, entre los siglos XII-XIV, propiedades y explotaciones agropecuarias en Cornago, San Pedro de Yanguas y otros muchos lugares de la Rioja Baja y del nordeste de Soria, lo que explicaría la presencia en Sarnago de un nombre occitano como Seces o Sezes, quién sabe si en referencia al lugar de origen de alguno de los monjes o colonos.

Recorte de planimetría de 1916 Término de Sarnago. Hoja 281, polígono K ©información geográfica del Instituto Geográfico Nacional

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MAISELVAR es el nombre de un arroyo que figura como arroyo de Maiselvar o de la Nava en las planimetrías de Sarnago y de su anejo El Vallejo de 1916. En los posteriores mapas cartográficos del IGN aparece como arroyo de Malserver. En cuanto al origen de este topónimo pueden proponerse varias hipótesis:

1. Que el topónimo guarde relación con la vegetación del lugar, de donde sierbal < de sierbo, más conocido como serbal del cazador, árbol que abunda en la Ibérica y norte de Soria, y frecuente en toponimia, como en Jerbal, Silvar y, acaso, en Selvar.

2. Que el primer elemento Mai sea contracción del nombre Mari (Mari> Mai), utilizado en toponimia riojana y navarra (5), en las formas Mari y Mai, como Marimendia (La Rioja), Marimonte (Roncal), Marizurieta en Álava, los riojanos Maimerina y Maipérez, o el soriano Mai Selvar (el serbal de Mari).

3. Posible origen vasco del topónimo, de la época de la repoblación medieval, a partir del siglo X, con riojanos vascófonos (6) de Cornago, de Igea, o de Arnedo; o acaso anterior, debido a la presencia en la zona de pastores trashumantes vascones en época visigoda (siglos V a VII), e incluso, según algunos autores, en época prerromana:

• De un antiguo *magain > mahai(n) > mai: “elevación, parte superior, cima”, lo mismo que en la cercana Magaña < *mahai gaina (7).

• De *magal (mendi hegal): “ala, falda del monte, pendiente”, *magal > *mahal > mal. Relacionado con el ibérico *mag: “montaña”, “colina”.

• De un hipotético *zergar < zergera/legar: pedregal, graval, cascajera (8).

NOTAS:

1. Gonzalo Martínez Díez, Comunidad de Villa y Tierra de San Pedro Manrique, en Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana, 1983.

2. Gervasio Manrique, Datos para la historia de San Pedro Manrique, Celtiberia, 39, 1970. 3. Archivo General de Navarra, Sección de Comptos, Registro 1 (1259-1266), Fuentes Documentales del

País Vasco. 4. Abadía cisterciense de Escala Dei en Bigorre, de la que dependieron los monasterios navarros de Fitero

y La Oliva. 5. Eduardo Aznar Martínez, Principales topónimos euskéricos de La Rioja, 2009. Fabián González

Bachiller, Aspectos fonéticos de la toponimia riojana actual, Universidad de La Rioja, 2011. 6. Se habló dialecto vasco altonavarro en el extremo más oriental de La Rioja, a diferencia del dialecto

vizcaíno-alavés del occidente riojano. 7. Manuel Agud y Antonio Tovar, Materiales para un diccionario etimológico de la lengua vasca, ASJU,

1989. 8. Luis Michelena, Diccionario General Vasco. Eduardo Aznar Martínez, El euskera en La Rioja, 2011,

págs. 86-88 y 124-125.

Recorte de planimetría de 1916. Término de Sarnago, anejos Valdenegrillos y El Vallejo. Hoja 319, polígono K

©información geográfica del Instituto Geográfico Nacional

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“Las Móndidas en: SAN PEDRO MANRIQUE”

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SAN PEDRO MANRIQUE, LAS MÓNDIDAS, HOY COMO AYER (Texto recopilado por Dolores Sáenz Calonge) La primera mención escrita data de 1650. Nota de lo que fue la Villa de San Pedro Manrique en la antigüedad. Saturio Barrero. Parroquia de Santa María de la Peña. «Algunas cuentas curiosas»: se pagaron «207 reales que gastó en la móndida y traer el álamo».

Desde fecha inmemorial -dicen nuestros abuelos- que se viene celebrando la «Sanjuanada» en San Pedro; que tiene sabor de siglos como el mejor vino añejo.

Pone móndida en singular que según algunos autores, es la ofrenda, el cestaño con el pan, de ahí que se use también para designar a cada móndida la expresión «moza de móndida».

Me ha deparado la suerte, en este año, figurar entre las mozas de móndida que estas fiestas van a honrar.

Por los años 1785-90, Don Miguel Martínez cura de Navabellida, aldea de la Tierra de San Pedro, pero natural de la villa, en la relación que sobre geografía, historia y costumbres mandó al geógrafo Tomás López dice describiendo las fiestas de San Juan: «Concurran a las 7 de la mañana del día del Santo a la casa del ayuntamiento, a cuya hora van todos vestidos de negro y de militar, en la que montan en los caballos que, bien enjaezados, están en la plaza prevenidos (en otros tiempos iban los cuatro curas de las parroquias).

La ronda por las murallas y, luego, la Descubierta

de nuestros caballerescos caballeros, de etiqueta; el alguacil que abre marcha, en yegua alazana negra, hasta el Alcalde Mayorque monta taca traviesa… y todos con su bicornio y con sus levitas nuevas.

Salen por la puerta principal de la villa, que es la del cinto, dan vuelta por la dehesa, y vienen a apearse al Humilladero, cerca de la villa, es donde esperan tres doncellas bien vestidas, con tres cestaños de pan, acompañados del mayordomo de Villa y Tierra, procediendo la danza”.

Cestaño, arbujuelo y móndida son sacerdocio y herencia, de los tributos que al moro pagaban en la Edad Media. Vigilia y guarda del pueblo se ejerce en la Descubierta.

«En tocando a misa en la Iglesia de San Juan suben con las doncellas a la parroquia, y después de la misa solemne a la que asiste todo el cabildo, con multa, vuelven a la casa, se despedaza el pan que se tira par las ventanas, se danza un rato, y con todo esto concluye la función que llaman el pan a las eras… Se celebra en memoria de que en este día se expelieron los moros de esta comarca».

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“Las Móndidas en: SAN PEDRO MANRIQUE”

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Gente de guerra, a caballo renace, cunado en la dehesa,

comprobáis que ya no hay moros en todas nuestras fronteras. «La segunda antigüedad se celebra el domingo inmediato a San Juan. Llaman La Móndida. término arábigo (lo oí a un dominico doctísimo predicando este día) en memoria del glorioso triunfo que el rey don Ramiro consiguió del bárbaro Abderramán en la batalla de Clavijo con la grande ayuda de nuestro patrón Santiago, con que libró a nuestra España del torpe, abominable, ignominioso yugo del tributo de las 100 doncellas.»

En el pueblo de Clavijo, en plena tierra riojana la flor de los caballeros de Castilla y de Navarra, de Asturias y de León riñen cruenta batalla con las huestes agarenas y en sangre su afrenta lavan impulsados por el grito de "Santiago y cierra España».

Y es en esta forma: vestidos todos los referidos en el día de San Juan al modo de aquel día, concurren a la casa capitular al repique de campanas en Santa María y formados suben a la parroquia en la que espera el cabildo eclesiástico, y se ordena la procesión de Nuestra Señora, que anda por las cuatro iglesias;

Es la Virgen de la Peña la que va en la procesión nuestra patrona más buena impartiendo muy risueña a todos su bendición.

y al llegar de la San Miguel a la calle de Cuatro Esquinas, tres mozos bien vestidos de militar, el del medio con un ramo lleno de roscos y vestidos de negro, y tres doncellas vistosamente ataviadas, con tres cestaños de pan de color amarillo por la superficie (se ignora el motivo del color) se incorporan en ella,

Después, escoltada de vasallos, recorrí tus calles y murallas llevando en la cabeza un canastillo festoneado de mil flores variadas.

delante de la Virgen van a San Martín y vuelven a la parroquia de la Peña, en la que se celebra misa solemne,

Nosotras, entre las gentes la presidencia ocupamos y en el lugar preferente escolta a la Virgen damos.

pasa la justicia a besar la mano al preste, los mozos y doncella, y, al volver, el mozo arroja el ramo y los chicos le quitan los roscos. Concluida la misma, bajan en la misma forma que subieron a la casa capitular, danzan un rato en su plaza y se concluye la función».

Las móndidas somos hoy tres eslabones de plata que engarzan el viejo ayer con el futuro mañana.

Durante las fiestas amenizarán las calles la Charanga loca La Muralla, Santana. Habrá cenas de las distintas peñas y chamizos con zurracapote.

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HACE NOVENTA AÑOS, EN LA TIERRA DE SAN PEDRO MANRIQUE….(Por Félix Manuel Martínez San Celedonio) Corría el mes de Mayo de 1.922; el sol y el viento llevaban semanas, quincenas... azotando inmisericorde todo cuanto había sobre la faz de nuestra tierra. El suelo, absolutamente seco, se endurecía como robusta piedra en los campos, o se transformaba en polvo por el machaqueo del ganado en los caminos, agostando irremisiblemente las cosechas ante la mirada desesperada e impotente de los hombres y mujeres que con los ojos puestos del cielo suplicaban unas gotas de lluvia. Así finca tras finca y pueblo tras pueblo en toda la comarca sampedrana. Ni una heredad se libraba de la quema. Sí, así trascurrió el mes, sin una sola nube. Era una situación límite, desesperante, de ruina total. La reacción vino el 28 cuando el alcalde de San Pedro Manrique, Don Fulgencio Lahoz, a petición de los pueblos de la villa y tierra de San Pedro, solicitó de Don Manuel, el párroco de la villa, que organizase una solemne rogativa a la Patrona de San Pedro, la Virgen de La Peña. El 31 la petición, por mano del Secretario municipal, Don Constantino Blanco, fue presentada, tal

como mandaban los cánones, ante el obispado de Calahorra. Aquella iniciativa daría pie a la mayor concentración humana jamás conocida en San Pedro Manrique a lo largo de su historia contemporánea. Un auténtico espectáculo de masas. El 31 de Mayo fue el día elegido para el comienzo de la histórica novena del agua. A las nueve de la mañana, desde todos los lugares de la tierra sampedrana llegaron, a pie, por los caminos y senderos, los vecinos de los veinticinco pueblos que componían la comarca de tierra de San Pedro. Vinieron con sus sacerdotes revestidos con los clásicos ornamentos morados, los pendones, los estandartes, las banderas, las cruces y ciriales parroquiales, las autoridades civiles en corporación plena y prácticamente todos los vecinos, desde los más niños hasta los ancianos. Y todo ello acompañado por el volteo general de las campanas de la iglesia parroquial de San Martín y del santuario de la Virgen de La Peña. Para este encuentro antológico, la villa se engalanó con colgantes, guirnaldas de flores, estandartes, banderas, colchas en los balcones y hasta arcos, como el que levantó en la calle Mayor el cochero de San Pedro, Don Facunco Almarza, conocido como “El Conejo”, a base de ramajes, vegetación, flores y cintas. A las nueve y media de aquel histórico día, en la ermita del Humilladero tuvo lugar la reunión de todos los pueblos con las autoridades de San Pedro. La multitud inundaba la plaza y las calles adyacentes. Todo un gentío con decenas de enseñas que sobresalían sobre las cabezas. Y allí comenzó la gigantesca procesión, atravesando todo San Pedro, hasta llegar al santuario de la Virgen de la Peña. Por orden alfabético, marchaban los pueblos con los hombres a un lado y las mujeres a otro (como mandaba la moral de entonces, en uso, norma y costumbre de la época). Nada menos que hora y media duró el recorrido. Todo San Pedro era un clamor de cantos y rezos. Y los moradores de todos los pueblos, incluidos los niños de las escuelas con sus maestros, participaron en él. Podemos imaginarnos el gentío. Allí se celebró la misa de la mano del Ecónomo de Buimanco, Don

Manuel Loreto Gutiérrez (quien afirmó que llovería antes de acabar el día), asistido por el párroco de Taniñe, mi tocayo Don Celedonio Ezquerro, y el Ecónomo de Valtajeros, Don Antonio García. Además, acompañaron vestidos con capa, los párrocos de Ventosa de San Pedro, Don Tiburcio Molinero, y de Sarnago, Don Julián Martínez.. Los maestros de San Pedro en esos momentos eran Don Constantino Simón para los niños y Doña Juana Palacios para las niñas (las escuelas, a no ser que no quedase otro remedio, también estaban separadas por sexos). El coro que intervino en la misa estuvo compuesto por las niñas: Águeda Espuelas, Hortensia Lahoz, Soledad, Luisa y Saturnina Munilla, Blasa Lafuente, Elisa Delso, María Barrero, Segunda Pérez, y Ángeles Gil. También intervino otro coro de niñas de Valdeprado, dirigidas por su párroco, Don Francisco Sáinz. Terminado el oficio, de nuevo se organizó el personal en procesión para bajar hasta San Martín a fin de iniciar el novenario. Para entonces el cielo de San Pedro, que se había ido cubriendo, en el instante de salir la Virgen de la Peña, comenzó a soltar sus primeras gotas de lluvia. ¿Casualidad o milagro? Para la multitud fue un milagro, algo que habría de ir a más a medida transcurriese el día, empapando los sedientos campos. El griterío y las vivas a la Virgen era atronador, y con esa alegría la comitiva llegó ante la parroquia. En su atrio los esperaba un quinteto de músicos sampedranos compuesto por el tío Martín, Cristóbal, Julio y Julián San Miguel y Don Constantino, el secretario del Ayuntamiento, que interpretaron la Marcha Real, al tiempo que el volteo de campanas era general y se disparaban sin cesar cohetes y bombas

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En el interior de San Martín, incapaz lógicamente de contener a la muchedumbre, tuvo lugar otro oficio, más el rezo del Rosario en el que intervinieron con un diálogo a la Virgen las niñas Soledad Munilla y Elisa Delso. Terminados todos los actos y adentrada la tarde, los vecinos regresaron a sus pueblos. No llevarían recorrido ni la mitad del camino, cuando a eso de las cinco de la tarde comenzó a llover copiosamente en toda la tierra de San Pedro, lluvia que duró, incesante, hasta bien entrada la noche. Los días siguientes de la novena, con la participación de las Hijas de María de San Pedro Manrique y Clemente, el organista, la asistencia fue masiva y la lluvia, día tras día continuó cayendo, salvándose definitivamente de la ruina las cosechas. Al esplendor contribuyó también la Electra Sampedrana de Doña Gabina, Viuda de Aragón; las flores mandadas por Villarijo; la orquesta contratada por el Ayuntamiento para las funciones religiosas, de acuerdo con el resto de los pueblos, y el placet dado por el Obispo de Calahorra, Don Fidel, para celebrar los actos al aire libre, dado que la muchedumbre era tal que no cabía ni en la iglesia ni en la plaza. Y en plena descampada se celebró otro de los actos multitudinarios de ofrendas a la Virgen. Las autoridades de los pueblos ordenaron la asistencia, bajo multa (las cosas eran así por entonces), de por lo menos un miembro de cada casa. Resultado: como el miedo guarda la viña, la multitud superó con creces a la del primer día de súplica. Las romerías dejaron algunos pueblos incluso totalmente vacíos. Aquella ceremonia superó con creces a la primera. Más músicos, más banderas y estandartes, más flores, más frutos y ofrendas, más cantoras, más sacerdotes, más personal... en fin, más de todo. Misa, procesión, rosario, rogativa. No vamos a repetirlo pormenorizadamente, pero sí vamos a recoger la estadística de asistentes de todos los pueblos para que los lectores puedan hacerse una idea de lo que allí se concentró en cuanto a la masa humana movilizada. Tengamos en cuenta que fueron unos tiempos donde la religión representada por la iglesia católica, tenía un peso muy fuerte en la vida de los pueblos, prácticamente total, dominando la vida social, los usos y las costumbres, y más todavía en lugares tan pequeños como eran los nuestros, donde todos se conocían y el control de las vidas de los unos por lo otros y viceversa no tenía reservas. Vamos, absolutamente nada que ver con los actuales tiempos en que impera el despiporre. Vayamos, pues, con ello.

• Por Acrijos asistieron el párroco, el alcalde, cinco concejales, el juez, el secretario, 46 hombres, 68 mujeres y la maestra nacional, con 21 niños y 23 niñas. En total, 168 personas.

• Por Buimanco, el ecónomo, el alcalde, 5 concejales, el secretario, el juez, 20 hombres, 45 mujeres, el maestro con 16 niños y 14 niñas, 5 hombres con el pendón, 3 con la cruz parroquial y otros tres con el estandarte. En total, 116 personas.

• Por Castillejo de San Pedro Manrique, el ecónomo, el alcalde, dos concejales. Un hombre con la cruz parroquial, otro con el estandarte (la maestra no pudo asistir), 21 hombres, 17 mujeres, 4 niños y 5 niñas. Total, 53 personas.

• Por El Collado de San Pedro Manrique, el párroco, el alcalde, cinco concejales, 32 hombres, 31 mujeres, el maestro, 13 niños y dos niñas. Total, 86 personas.

• Por Fuentebella, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el juez, el secretario, 26 hombres, 40 mujeres, la maestra, 8 niños y 8 niñas. Total, 92 personas.

• Por Fuentes de San Pedro Manrique, el párroco, la cruz parroquial, el pendón, el alcalde pedáneo, 9 hombres, 18 mujeres, el maestro, cinco niños y 8 niñas. Total: 45 personas.

• Por Huérteles, su párroco, el alcalde, cuatro concejales, el secretario, la cruz parroquial, el pendón y el estandarte,; 42 hombres, 39 mujeres, la maestra, 3 niños y cinco niñas. Total, 100

• Por Matasejún, el párroco, el alcalde, cuatro concejales, el juez, 32 hombres, 42 mujeres, el maestro, 15 niños, 17 niñas, y un coro de 13 muchachas jóvenes, Total, 127

• Por Montabes, el párroco, 16 hombres, 5 mujeres, el maestro y 2 niños. Total, 25 • Por Navabellida, el cura encargado, el alcalde pedáneo, 27 hombres, 19 mujeres y el maestro. Total, 49 • Por Oncala, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el secretario, 38 hombres, 40 mujeres, el maestro, 12 niños

y 15 niñas. Total, 114

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• Por Palacio de San Pedro Manrique, el cura ecónomo, el alcalde pedáneo, un concejal, el pendón, la cruz parroquial, 12 hombres, 17 mujeres, 8 niños y 3 niñas. Total, 45

• Por Peñacuzna, el párroco encargado, la cruz parroquial, 10 hombres, 10 mujeres, el maestro, dos niños y cuatro niñas. Total, 29

• Por San Andrés de San Pedro Manrique, el párroco, el alcalde, tres concejales, el juez, el secretario, la cruz parroquial, el pendón, 23 hombres, 52 mujeres, la maestra con 15 alumnos ya incluidos en las relaciones citadas y un coro de 5 jóvenes. Total, 90

• Por San Pedro Manrique, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el juez, el secretario, el alguacil, dos con la cruz parroquial, dos con el estandarte, el maestro con 73 niños, la maestra con 76 niñas, el coro de las Hijas de María y jóvenes, con 27 chicas más y el pueblo llano con 651 entre hombres y mujeres. Total, 843

• Por Sarnago, el párroco, el alcalde, cuatro concejales, el juez, el secretario, el pendón, la cruz parroquial, 49 hombres, 55 mujeres, el maestro, 14 niños y 10 niñas. Total, 139

• Por Taniñe, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el secretario, la cruz parroquial, el pendón, el estandarte, 18 hombres, 33 mujeres, el maestro, 11 niños, 8 niñas y 14 jóvenes de las Hijas de María y del coro. Total, 96

• Por Valdelavilla, el cura encargado, la cruz parroquial, 4 hombres, 12 mujeres, el maestro, 2 niños y 2 niñas. Total, 23

• Por Valdemoro, el cura encargado, 26 hombres, 19 mujeres, el maestro, 11 niños y 11 niñas. Total, 69 • Por Valdenegrillos, el cura encargado, el alcalde pedáneo, la cruz, el pendón, 22 hombres, 27 mujeres, el

maestro, 6 niños y 5 niñas. Total, 65 • Por Valdeprado, el párroco, el alcalde, un concejal, el secretario, la cruz, el pendón, el estandarte, 22 hombres,

23 mujeres y 19 jóvenes del coro de las Hijas de María. Total, 71 • Por Vea, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el juez, la cruz parroquial, el pendón, el ramo, el estandarte, 40

hombres, 34 mujeres, el maestro, 14 niños, 6 niñas y 17 jóvenes del coro. Total, 124 • Por La Ventosa de San Pedro Manrique, el párroco, el alcalde, cuatro concejales, el juez, la cruz parroquial, el

estandarte, el pendón, 53 hombres, 45 mujeres, 28 niños, 43 niñas y 13 muchachas jóvenes del coro. Total, 192 • Por Villarijo, el párroco, el alcalde, cinco concejales, el juez, el secretario, cinco con la cruz parroquial, el

pendón, dos con borlas, 38 hombres, 37 mujeres, el maestro, 11 niños, 8 niñas y 16 chicas jóvenes del coro y cintas. Total, 128

• Y por último, cerrando los 25 pueblos. por El Vallejo, el cura encargado, el alcalde pedáneo, 14 hombres, 14 mujeres, el maestro, 5 niños y 2 niñas. Total, 38

En suma, el 11 de Junio de 1.922, se reunieron oficialmente en San Pedro Manrique unas 3.000 personas. Todo esto más lo que pudo venir de otras procedencias también próximas y que no fueron registrados en la crónica que vio la luz en “El Riojano” logroñés. Algo impresionante y es que, como ya he dicho, la Iglesia pesaba tanto, tanto, que, mira, lo era todo. Pero, bueno, a lo que vamos: la cuestión fue que llovió que a fin de cuentas era lo que interesaba y, oye, todos tan contentos. ¿O no?. Pues eso. Y cerrando ya la crónica decir que la Virgen de la Peña fue, no solamente en esta ocasión, sino en otras muchas a lo largo de los siglos, el paño de lágrimas donde los agricultores, ganaderos y vecinos en general buscaban consuelo a sus desgracias. Recuerdo de aquellos llantos fueron las recitaciones con las que las buenas gentes de la tierra se dirigían a ella:

Los pájaros te piden agua para beber en los charcos,

los veinticinco pueblos te la pedimos para regar nuestros campos,

**** Virgen Santa de la Peña,

préstanos tu rocío, los triguitos piden agua y los labradores trigo.

Y cuando, como era el caso de la ocasión que ahora nos ha venido ocupando, llovía, el agradecimiento no podía ser más expresivo:

Virgen Santa de la Peña, Virgen Santa Sampedrana,

ya vemos que vales más que ningún Santo de España.

Hala, para que se enterasen por ahí de lo que teníamos en casa. ¿Y qué puede decirse ante todo esto? Por mi parte, nada. ¡Que viva la Virgen de la Peña!.

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HOMBRES D. Domingo Benito “ Pedro “ “ Felipe Bermejo “ Eusebio Calvo “ Alfonso “ “ Julián “ “ Valentín Carrascosa “ Miguel “ “ Epifanio “ “ Eugenio “ “ Rufino “ “ Ricardo “ “ Timoteo “ “ Jesús “ “ Natalio Domínguez “ Felipe “ “ Constantino “ “ Gregorio Gómez “ Quirico “ “ Bonifacio Jiménez “ Casimiro “ “ Joaquín Laya “ Manuel “ “ Santiago Lasanta “ Fernando Medel “ Francisco “ “ Gregorio “ “ Manuel “ “ Cesáreo Miguel “ Julián Ortega “ Juan Pérez “ Antonio “ “ Gabriel “ “ Santiago Pérez “ Toribio “ “ José Ridruejo “ Evaristo “ “ Feliciano “ “ Julián Sáez “ Vicente “ “ Francisco Vallejo “ Epifanio “ “ Manuel “ “ Antonio “ “ Antonio “ C. “ Victorino Vega “ Baldomero “ “ Pedro “ “ Pedro Vallejo

MUJERES Dª Petra Benito “ Marta “ “ Felipa “ “ Engracia Calvo “ María “ “ Bonifacia Cantulleta “ Antonia Carrascosa “ Inés “ “ Mará Dolores “ “ Juliana “ “ Petronila “ “ María “ “ Ciriaca “ “ Beatriz Gómez “ Valentina Gutiérrez “ Benita Jiménez

“ Cristina “ “ Paula “ “ María “ “ Eugenia “ “ Julia Juano “ Enriqueta León “ Sara “ “ Leona Martínez “ Rita “ “ Felisa Marín “ Celestina “ “ Ruperta Ortega “ Claudia “ “ Higinia Medel “ Teresa “ “ Tomasa “ “ Manuela “ “ Florentina “

Dª Patrocinia Pérez “ Ascensión “ “ Eulogia “ “ Juana “ “ María Ramos “ Dolores “ “ Dionisia “ “ Petra Ridruejo “ Justa “ “ Agapita “ “ Saturnina Vallejo “ Laureana “ “ Carmen “ “ Elisa “ “ Gregoria “ “ Bibiana “ “ Eugenia “ “ Aurea “ “ Inocenta “ “ Saturnina Vega “ Luz “ “ Bibiana Vallejo “ Eugenia “ “ Aurea “ “ Inocencia “ NIÑOS Pantaleón Benito Tomás “ Marcelino Carrascosa Fermín “ Prudencio “ Urbano Juano Honorio “ Eladio “ Pedro León Escolástico Medel Restituto Ortega José Pérez Indalecio Ridruejo Adolfo Vallejo NIÑAS Emilia Benito Carmen Calvo Felicidad Carrascosa Margarita Domínguez Josefa León Prudencia Pérez Natividad “ Felipa Vallejo Teresa Vega Julia “

ASISTENTES DE SARNAGO

D. Julián Martínez, Párroco “ Anselmo Ridruejo, Alcalde “ Andrés Jiménez, Concejal

“ Fructuoso Ramos, “ “ Félix Vallejo, “ “ Pedro Medel, “ “ José Jiménez, Juez

“ Dionisio León, Secretario ------------------------------------------

Julio Ortega, Pendón Emilio Pérez Cruz parroquial

------------------------------------------ D. Vicente León, Maestro Nacional

Algunos de los asistentes de Sarnago, 50 años después

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“Las Móndidas en: MATASEJÚN”

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EL DIA QUE FUÍ MÓNDIDA (Por Marisa Martínez)

Como todos sabréis este año (agosto del 2002) fui móndida, me tocó porque no había ninguna otra que pudiera serlo, fui la de reserva y la verdad, la pura verdad, es que no me hacía ninguna ilusión, cosa que parece increíble con toda la ilusión que parece que hay que tener, joder, pues si tanta ilusión les hace que sean ellas... (me recordaba a las famosas "reinas de la fiesta" americanas, esas del país de pijolandia) pero recapacité y pensé que en el fondo era como revivir una tradición que seguro tenía más años de vida que el famoso país. Según la tradición, que se nos ha trasmitido, las Móndidas eran tres doncellas (os aseguro que mi "doncellez" hace años que anda por paradero desconocido) que se pagaban como tributo al rey moro (es posible que los canastos estuvieran llenos de víveres u otros enseres). Como les contaba, me tocó la china, y les aseguro que los días previos al festejo lo pasé fatal. No dormía por las noches, visitaba al señor Roca con excesiva frecuencia y para colmo mis compañeras móndidas, que si estaban entusiasmadas con serlo, se empeñaban en que había que ensayar... vamos peor que unas oposiciones. Sólo ensayé un día. Me comentaron las expertas, (expertas por haber sido móndidas en generaciones y generaciones anteriores), tenéis que coger el cesto (primer interrogante, no se ponen de

acuerdo cual es el cesto que tiene que ir al medio, al final deducimos que tendría que ir el que tiene el volante, debajo de las flores, de color verde y blanco, los otros dos son rosas y blancos), poneos el rodete en el coco y encima el cesto. Así lo hicimos, el cesto pesaba lo suyo (7 Kg.) pero las expertas dijeron que lo habían aligerado, que antes pesaban 12 kilos y entonces tu te preguntabas: ¿cómo es posible que no se haya escogotaoninguna? si esto no puede ser bueno para las cervicales, y encima recordabas las fotos antiguas y veías a las tías tan panchas, con el cuello entrenao tipo Shuashenagger (me pregunto si por eso se quedaron así, retaquillas) y encima sin agarrar el cesto... que esa es otra, por que a mí se me meneaba más que la compresa de una tonta y lo llevaba pero bien agarrao, con ambas manos, como si se me fuera a salir volando. Luego había que practicar la jota, pero como servidora lo de los saltos no se me dan mal, me dije que todo era cuestión de dar saltos sin parar. Visto lo cual, me negué a seguir practicando ni un solo día más, me limité a comentarles a las aplicadas de mis compañeras, que yo no era tonta y que lo que ellas hicieran, lo haría yo y que me dejaran siempre la última. Otro momento memorable fue la de las pruebas del traje. Trajes hechos a medida de Claudia Shiffer, como veis me lo tuve que subir hasta colocármelo debajo de las axilas para no pisarlo, lo de los pololos quedaba gracioso... las enaguas un poco largas, pero el pico se veía mono... Lo tremendo llegó al ponerme la blusa con chorreras (si paisanos, esas chorreras que disimulan tanto las pechugas...) parecía una panadera con el mostrador por delante... y mientras las sílfides de mis compañeras escogorciás de risa, las mu puñeteras, menos mal que el chaleco, que era negro, me lo puse superapretao, apenas si podía respirar pero el mostrador desapareció como por encanto. Y llegó el día de la fiesta, madrugón para ultimar detalles de la comilona y para coger primero la ducha, ya que una hora antes de la señalada tenías que estar lista para que las expertas te emperifollaran, pero descubres con espanto que no llegas a tiempo, que el pelo corto se pone tieso y que no coge los lazos, que el mantón se va para todos lados menos para donde tiene que ir, que no encuentras el broche (si estaba ahí hace un momento, te dices)... y cuando por fin consigues salir, ves que hace un día de agosto de justicia y te acuerdas de los calcetines de hilo, los pololos, las enaguas, el faldón (de paño, por supuesto), el delantal, el bolsito como se llame (que también lo llevas en la cintura colgaito pa refrescar) la camisa de chorreras, del chaleco-corpiño como se diga y del mantón de Manila... atuendo ligerito, como pa ir a la playa, y para colmo los músicos que no vienen, ni viene tampoco el mozo el ramo... pero nosotras nada, al sol para que las fotos salgan bien de color, y ahora esos ojos cataratosos que te empiezan a llorar, pero no es cuestión de ponerse las gafas pastilleras... como que no pega, nada a aguantar con los ojos medio encogíos (mañana amanezco con 20 arrugas más, piensas), a los 15 minutos se presenta el mozo el ramo, todo servicial eso si. Y cuando por fin llegan los músicos, casi los tienes que animar para que arranquen, y allá vamos, el mozo nos coloca el cesto y ¡oh! ¡milagro! el cesto que el otro día parecía que te pesaba 40 Kg. parece que sólo pesa 1, y tiramos para la iglesia

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“Las Móndidas en: MATASEJÚN”

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nos plantamos ahí al solecito a esperar que salga el cura, y pasan los minutos, y los chorretones de sudor que nos bajan por todo donde pueden bajar, y esas manos "encasquillás" ahí en el cesto (pa que no se escape, claro), y alguna graciosa que te dice "que salude, que salude"... y alguien te comenta "es que el cura aún no se ha vestio" y te acuerdas de todos los familiares del susodicho cura. Cuando por fin llegamos a la ermita, damos el rodeito como los toreros, y a cantar la salve y dices "¿pero dónde está la Flora con lo que corre cantando, que cuando todo el mundo va por "Salve Regina..." ella ya está terminando?,.. nada, afónica, se ha tenio que quedar afónica" por que sino no te lo explicas... Y el regreso, y ves que este año, al caminito no le ha crecido hierba, le han crecido cantos rodaos. LLegamos por fin a la Iglesia, primero pasa San Roque, luego mis compañeras y yo la última... menos mal que al llegar tenemos un "peazo" banco "to adornaito" para nosotros solos, porque la mitad del personal tuvo que quedarse de pie (si no tienen varices, es otro milagro de San Roque, porque tuvieron que escuchar el sermón del cura, y el de los dos oficiantes últimos Ángel y Maxi). La misa transcurrió con mucha calma (interrumpida por los clic de las cámaras de fotos y videos, que ni en mi boda me fotografiaron tanto... parecía eso la comunión de la hija de Rociíto). Y llegó la hora de llevar el cesto a que lo bendiga el señor cura. Las normas eran: llevarlos muy despacito, balanceándote, recreándote, te acercas, te haces la señal de la cruz, besas la estola al cura, te arrodillas y te giras hacía la izquierda, hacia el altar de la Virgen. Pues mira que bien, todo me estaba saliendo perfecto, pero al cura no le daba la gana de darme la estola (por lo visto no se la quiso dar a ninguna, lo que ya es un consuelo, pues piensas que a lo mejor te ha visto en la jeta, la pinta de pecadora) y como no fui a ensayar, yo giré a la derecha, dando la espalda a la virgen. (je,je,je, pero eso sólo captaron las expertas). Continuó la misa, eso sí empujando serviora a Oté para que fuera ya a comulgar, lo menos la estuve martirizando 10 minutos que no sé como no se lió a roetazos conmigo, hasta que por fin fue a comulgar y nosotras detrás, alguna listilla se nos coló, OLVIDÓ LA TRADICIÓN. ¡¡¡LAS MÓNDIDAS PRIMERO!!!. Y por fin terminó la misa y aún estaban los señores con el sermón final, recordándonos lo que todos sabemos del santo patrón, cuando todos en avalancha, se te acercan para darte la enhorabuena (y te dices: "¡que horror o me he casao otra veee o acabo de parir!"). Medio borracha por los besos y los perfumes de los besucones te llevan a la escuela (convertida en centro social) donde te terminan de emborrachar y luego sales a bailar los pasodobles y la jota esa que tan bien te salía cuando la practicaste y que mira por donde ahora no das pie con bola; eso sí con un sol que tira de espalda. (Y pensar que al día siguiente hizo un frio que pelaba). Regresas a casa a coger de nuevo la ducha, como si te fuera en ella la vida, porque entre el traje ligerito, los 40 grados a la sombra, el vinillo y los bailoteos llegas borracha y medio deshidratá. Antes de llegar a casa te comentan: "a las 7 tenéis que estar en la era (a Oté le dijeron que vestida de móndida a mi sin vestir)". Pues que queréis que os diga, que después de haberte empajumao 3 kg de gambas, medio de chorizo, otro medio de jamón, la ensaladilla, las chuletas empanadas, el litro de rioja, el melón, la tarta de santiago,... y serviora lo siente, pero no toma café que no le gusta, y si a eso le añadimos que había estado toda la noche en vela visitando al señor Roca y que ya no iba a cargar más con el cesto, comprenderéis que me relajé y en cuanto me senté me quedé frita, menos mal que cuando me llamaron no tenía que ponerme el traje, pero la pobre Oté, que también se había quedado frita, no pudo dormir por que una hora antes tuvo que empezar a vestirse. Total que cuando llegamos ya estaban repartiendo los roscos. Una experta, bien informada, nos dio las últimas indicaciones: Teníais que venir vestidas, haber entrado en la Iglesia, cogido el cesto y haberlo colocado en un banco (que para tal efecto y previamente había sido colocado y adornado en la era) y desde allí haber repartido los roscos. Así que, sucesoras ya lo sabéis, éste es todo el ceremonial. Os aconsejo que un mes antes os concentréis como los futbolistas, estudiéis la importancia que tiene el mantener viva una tradición para que lleguéis ilusionadas a la fiesta, hagáis ejercicios de fortalecimiento de cuello y de equilibrio sobre el mismo y os leáis bien mis letras para que todo os salga redondo.

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LA CASA CERRADA (Por Julio Llamazares)

Atrás quedó, allá, en la alta montaña cerrada a cal y canto, igual que mi memoria, a merced de la nieve, el tiempo y los recuerdos

Atrás volvió a quedar igual que cada año cuando el otoño llega al valle del olvido y el silencio se espesa como una larga sombra sobre las viejas casas del pueblo abandonado

Atrás volvió a quedar igual que cada año, cerrada a cal y canto igual que su memoria, esperando que un día, definitivamente, se cierre para siempre como mi corazón.

“…En solo cuatro años, la hiedra y la carcoma han destruido el trabajo de toda una familia y todo un siglo. Y ahora las dos avanzan juntas, por las maderas ya podridas del viejo corredor y del tejado, en busca de esas últimas sustancias que aún sostienen el peso y la memoria de la casa. Esas sustancias viejas, cansadas, amarillas….” (Texto extraído de su novela “La lluvia amarilla”)

SARNAGO ES UN PUEBLO PRIVILEGIADO (Por Rafael Cano)

Cuando entré en él, por primera vez, acompañando a su Médico de Cabecera, don José Ignacio García Fernández, quedé admirado por la cordialidad de los vecinos, la belleza del campanario, la estructura del colegio de la infancia y el museo donde se guardaba, entre otras cosas, la campana que retiraron del campanario y variedad de instrumentos de labranza. Pero eso no era todo... La situación del pueblo, enclavado en la ladera del monte, permitía ver el lejano y bellísimo horizonte que dejaba encantados a quienes acudían a observarlo. Alrededor del año 2009, con ayuda de la Diputación y de San Pedro se consiguió construir en Sámago un depósito para suministrar agua para el vecindario; también se sanearon las casas en peligro de derrumbe, prepararon los tendidos eléctricos y se pensó construir un pozo ciego o una pequeña depuradora para las aguas residuales. Pero sus habitantes y los entusiastas no se conformaron con esto y decidieron crear una revista "SARNAGO" y aunque algunos les consideraron como "unos iluminados", siguieron adelante y en el 25 aniversario de la fundación de la ASOCIACIÓN publicaron el número 0 que tuvo gran acogida y desde entonces hasta ahora la revista se viene publicando periódicamente con el placer de los que la escriben y de los que la leen.

¡ADELANTE SARNAGO...TUS HABITANTES SE LO MERECEN!

Entrega del cartel conmemorativo de la presentación del Nº 0 de la revista Sarnago, donde Julio Llamazares ejerció de anfitrión.

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MI PUEBLO (Por Mariaje M. L. [email protected])

Soy hija de uno de tantos pueblos de Tierras altas de Soria que hace tiempo se fueron despoblando, pero tengo la suerte de que mi pueblo no haya desaparecido y tampoco esté en el olvido. Hay muchas cosas de él que ya no existen, pero siguen en mí memoria como hermosos recuerdos. Es el caso de su escuela mixta, allí aprendí las primeras letras, con la Enciclopedia adquirí los primeros conocimientos. Más tarde llegaron los primeros libros. Era la época de la estufa de leña, de tomar el vaso de leche en polvo que venía de América, de las meriendas de pan con vino y azúcar, de jugar al parchís y la oca, pero llego el día que, por falta de niños, se quedó vacía. Hace muchos años que tampoco tiene ayuntamiento, se convirtió en un barrio más de otro pueblo más grande. Con la llegada de la televisión, su edificio se convirtió en el punto de reunión de la gente del pueblo, fue una novedad y un gran acontecimiento. Nos llegaban noticias de lo que pasaba en el mundo, los hombres disfrutaban con las corridas de toros y todos pasábamos las noches entretenidos con programas de entonces como: Estudio1, Galas del sábado. Historias para no dormir…y otros más. Durante muchos años acudíamos a la tienda, que ya cerró, donde hacíamos la compra diaria, entre otras cosas, el pan que una o dos veces en semana nos traía Sixto desde El Villar. Allí

compre mis primeros chicles, Chupa Chus y pipas. También hizo las funciones de bar, donde los hombres pasaban, jugando a las cartas, las tardes de domingo en aquellos largos y fríos inviernos. Durante años, allí estaba el único teléfono que había en el pueblo, donde acudíamos a llamar o nos avisaban que a tal hora teníamos una “conferencia”. Era la forma de vivir en aquellos años, eran otros tiempos…. Hay cosas que siguen existiendo, su Iglesia, sus fuentes, su lavadero…la mayoría de las casas, arregladas, para pasar allí las vacaciones, fines de semana y sobre todo el verano. Se siguen celebrando sus fiestas, que son un motivo de encuentro, la iglesia se queda pequeña para albergar tanta gente, como en sus mejores tiempos. En la plaza vuelve a sonar la música, con grupos modernos, que han sustituido a los músicos de hace años como “el Celorrio” y “el Artillero”... lo que se llamaba baile ahora se denomina verbena. Como hace años nos siguen visitando conocidos de los pueblos cercanos, que vienen a disfrutar, saludar y pasar un buen rato. A pesar de tanto cambio, si mi abuelo viviera estaría feliz de ver como está su pueblo, porque lo quería y hablaba siempre de él con orgullo. Quiero dar las gracias a la Asociación Amigos de Sarnago, que me da la oportunidad de escribir alguna historia en su revista.

Procesión de hace unos años

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Los Manrique de Lara y Mendoza señores de San Pedro Manrique. Soria (Por Paloma Torrijos http://palomatorrijos.blogspot.com)

Los Manrique de Lara remontan su origen al primer conde castellano independiente Fernán González y los Mendoza son sus parientes pues descienden de la hija que Pedro González de Lara tuvo de sus amores con la reina Urraca de Castilla, hija de Alfonso VI.

Del siglo XII pasamos al siglo XVIII y es Joaquín María Portocarrero y Manrique de Guevara, 1728-1731, el titular del señorío de San Pedro Manrique debido a los entronques matrimoniales y herencias que han tenido lugar desde el siglo XV al XVIII. Joaquín María Portocarrero y Manrique de Guevara es XXIII señor de Amusco, XVIII conde de Treviño, XVII conde de Valencia de Don Juan, VIII conde de la Revilla, VII conde de Palma del Río, XIII marqués de Elche, XII marqués de Cañete, VII marqués de Almenara, XIV duque de Nájera y XII duque de Maqueda. En la actualidad la titularidad del señorío de San Pedro Manrique está en el conde de Treviño, Ignacio de Travesedo y Juliá. El señor de Amusco Diego Gómez Manrique de Lara muere el 14 de agosto de 1385 en la batalla de Aljubarrota en Portugal. Adelantado mayor de Castilla. Fue repostero mayor del rey. En la casa real de Castilla, jefe a cuyo cargo estaba el mando y gobierno de todo lo perteneciente al ramo de repostería y de los empleados de ella, y era persona de las principales familias de la monarquía. Había casado con Juana de Mendoza, llamada la Rica- Hembra de Castilla. Diego Gómez Manrique de Lara es hijo del V señor de Amusco, Palencia, García Fernández Manrique y de Teresa Vázquez de Toledo de los señores de Anamella. Teresa Vázquez de Toledo es hermana de Gómez Carrillo de Toledo cuya nieta Mencia casa con el I conde de Alba. Diego Gómez Manrique de Lara es II señor de Treviño, de Villoslada, Lumbreras y Ortigosa en sucesión de su hermano Pedro. Señor de Amusco, Amayuelas, Redezilla, Rivas, Navarrete, Calabazanos, Ocón y San Pedro, luego San Pedro Manrique. Treviño fue realengo hasta el día 8 de abril del año 1366 cuando Enrique II por privilegio que otorgó en Burgos la da con sus aldeas, e con todos sus términos, e con todas las otras cosas que le pertenecen, 'e Villoslada t, e Lumbreras, o Ortigosa al Adelantado Mayor de Castilla, Pedro Manrique, para premiarle«quantos buenos e leales servicios,, e muy 9randes, nos avedes fecho, e facedes cada día, e por vos dar galardón dello, porque vos e los de vuestro linaje, valades más...»;, con La batalla y la derrota de Aljubarrota, por la que se acaban las aspiraciones de Castilla al trono de Portugal, tuvo lugar al final de la tarde del 14 de agosto de 1385 entre las tropas portuguesas de Juan I de Portugal y el ejército castellano de Juan I de Castilla. La batalla se dio en el campo de San Jorge en los alrededores de la villa de Aljubarrota, entre las localidades de Leiria y Alcobaça en el centro de Portugal. La derrota de los castellanos pone fin a la crisis portuguesa de 1383 a 1385 y supone la consolidación de Juan I como primer rey de Portugal perteneciente a la dinastía de la Casa de Avís. La paz definitiva con Castilla se retrasará hasta 1411. Diego Gómez Manrique de Lara casa con Juana Mendoza y Fernández de Ayala que muere en 1431. Juana es hija de Pedro González de Mendoza, señor de Mendoza, Hita y Buitrago, y de Aldonza Fernández de Ayala y Álvarez Ceballos, señora de Espinosa y camarera mayor de la reina Juana, mujer de Enrique II. Aldonza es hermana de Leonor de quien es nieto el I conde de Alba de Tormes. Viuda Juana, casa de nuevo con Alfonso Enríquez, sobrino de Enrique II y almirante de Castilla. Juana fue en su tiempo tan famosa por su dinero como por su belleza. Su padre, Pedro González de Mendoza, IX señor de Mendoza, le dio una importante dote cuando capituló su casamiento en 1372 con Diego Gómez Manrique de Lara. Diego Gómez Manrique de Lara era adelantado mayor de Castilla y pertenecía a la todavía

Escudo de armas de los Manrique de Lara En campo de gules dos calderas jaqueladas de oro y sable puestas en palo con seis sierpes de sinople salientes, tres de cada lado de las asas.

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poderosa Casa de Lara en la que detentaba el título de señor de Amusco, Palencia, siendo el séptimo titular de este señorío. Juana queda viuda al morir su marido en Aljubarrota, donde también muere su padre. En esta batalla mueren gran parte de los titulares de las casas nobles de Castilla. Diego y Juana son padres de Pedro Manrique de Lara y Mendoza nacido en 1381. Muere en Valladolid el 24 de septiembre de 1440. Casa con Leonor de Castilla, hija de un primo hermano de su padrastro. Leonor de Castilla es hija de Fadrique de Castilla, hijo de Enrique II, y de Leonor de Castilla, su prima hermana. Ambos nietos de Alfonso XI y su amante Leonor de Guzmán. Leonor de Castilla muere el 7 septiembre de 1470 y es sepultada en el Real Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos, Palencia. Padres de quince hijos. El monasterio de Calabazanos está a 7 kilómetros de Palencia. A fines del siglo XIII, Juan Rodríguez de Sasamón, señor de Calabazanos, vende a Diego García de Padilla, maestre de Calatrava, las heredades que poseía en Calabazanos. En 1366, Calabazanos fue comprado por los Manrique de Lara. Antes de morir en 1440, Pedro Manrique de Lara y Mendoza dispone en su testamento la fundación de un monasterio femenino para monjas clarisas del lugar en unas tierras que poseía en Calabazanos, en la vega baja del río Carrión. Pedro Manrique de Lara y Mendoza fue VIII señor de Amusco, Treviño, Navarrete, Ocón, San Pedro, Redecilla, Paredes de Nava, las dos Amayuelas, Baños, Ribas, Calabazanos, Lumbreras, Ortigosa, Espinosa, Belliza, Valdezcaray, Anguiano, Villazopeque, Ponferrada, Tendilla. Rico Hombre y adelantado mayor de Castilla. Notario mayor del reino de León, capitán general de la Frontera de Jaén y alcaide de Davalillo y Vellicio. Muere el 21 de septiembre de 1440. Dio principio a las Casas de los condes de Paredes, Villazopeque, Amayuelas y Frigiliana, de los marqueses de San Leonardo y de los señores de Valdescaray, Baños, las Grañeras y Nograro. De los marqueses de Aguilar, de los condes de Osorno y Montehermoso. Condes de Treviño, duques de Nájera y señores de Navarrete y de las villas y lugares que integran su mayorazgo y que incluyen posesiones en La Rioja y los Cameros (Navarrete, Ocón, San Pedro de Yanguas, Villoslada, Lumbreras, Ortigosa), Palencia (Amusco), Burgos (Redecilla del Camino) o Navarra (Genevilla y Cabredo). Pedro Manrique de Lara y Mendoza hereda a los cuatro años la Casa de su padre y Juan I de Castilla le nombra como tutor a Gómez Manrique su primo hermano, señor de Santa Gadea y Sotopalacios en Burgos, hijo ilegitimo de Pedro Manrique de Lara, hermano de Diego.

…bien sabedes en como Diego Gómez Manrique era nuestro Adelantado mayor en Castilla. E agora por quanto el Dicho Diego Gomez murió en esta batalla, en nuestro servicio, nos tenemos carga de facer mercedes a los fijos, y parientes de aquellos que murieron en esta batalla en nuestro servicio...que sea nuestro Adelantado Mayor en castiella Pedro manrique fijo del dicho Diego Gomez. E por quanto el dicho Pedro manrique es pequeño, y menor de edat, tenemos por bien que sea Adelantado Mayor en castiella por nos y por el dicho Pedro manrique, Gomez Manrique nuestro vasallo. Porque vos mandamos que de aqui adelante ayades por Adelantado Mayor, por nos, e por el dicho Pedro manrique, al dicho Gomez Manrique.

Pedro Manrique de Lara y Mendoza se cría bajo la tutela de su madre Juana de Mendoza. En 1388 muere la única hermana de Pedro cuyo nombre se desconoce. En el año 1405 muere el almirante de Castilla Diego Hurtado de Mendoza, señor de Hita y Buitrago, tío materno de Pedro Manrique, de Lara y Mendoza. Sucede Alonso Enríquez, padrastro de Pedro, señor de Medina de Rioseco, que por muerte de Pedro Suárez de Quiñones tenía el adelantamiento mayor de León, quedo vacía esta dignidad, y Enrique III hizo merced de ella, y de la notaria mayor del reino de León a Pedro Manrique, así en gracia de los meritos de su familia, como por complacer al nuevo Almirante D. Alonso Enríquez su padrastro y

quizá por apartarle del derecho que tenia al Iglesia de San Martín en San pedro Manrique

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Adelantamiento de Castilla, o por recompensarle, para no desposeer de aquel empleo al Adelantado Gómez Manrique su primo hermano, que tan dignamente le ejercía. Al año siguiente, 1406, estaba ya acreditado su ardimiento, y tan calificada su prudencia, que el Rey Don Enrique III le dio el puesto de Capitán general de la Frontera del Reino de Jaén. Pedro Manrique de Lara y Mendoza asiste en Valladolid el domingo 21 de junio de 1412 a la ceremonia de esponsales de futuro entre Iñigo López de Mendoza, señor de Hita y Buitrago, su primo hermano, y su prima en cuarto grado Catalina Suárez de Figueroa, hija de Lorenzo de Figueroa, maestre de Santiago, que también era su pariente por la Casa de Orozco. En 1435 Pedro Manrique de Lara y Mendoza empieza un largo pleito con la Casa de Mendoza, a la muerte de Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona, medio hermana de Iñigo López de Mendoza, señor de Hita y Buitrago, después primer marqués de Santillana, ambos primos hermanos de Pedro. Aldonza de Mendoza hace su testamento en su lugar de Espinosa el 16 de Junio de 1435 hallándose sin herederos prefirió la voluntad a la más estrecha obligación de la sangre, y mando al Adelantado su primo su Villa de Ponferrada, el castillo de Valdeorres, todo lo que cumplido su testamento quedase de sus bienes, en que se incluían las Villas de Cogolludo, Tendilla, Loranca y Espinosa, y grandes riquezas, en joyas y dinero, no pudo fenecerse este pleito en vida del Adelantado, y se ajusto amigablemente por Diego, su hijo, el año 1442. Pedro Manrique de Lara y Mendoza restaura el monasterio de Nuestra Señora de Valvanera, cerca de su villa de Anguiano en la Rioja y dio a la Orden de Santa Clara su Villa de Calabazanos, para fundarla allí, según la voluntad de su padre. Tuvo gran devoción con los Religiosos Franciscos de la Observancia: y dice un antiguo Nobiliario, que cuando volvió a Castilla el año 1425 los trajo a ella, y los fundó a su costa cinco Monasterios: a saber, los de Villasilos, Calahorra y Paredes y dos en la Rioja. Hizo D. Diego Gomez su testamento en el mismo año 1381a 24 de Julio…si al tiempo de su fallecimiento, no tuviese hijo heredero, su Lugar de Calabaçanos, con su término, señorío y aceñas, sirviese para el sustento de un Monasterio de Monjas de Santa Clara. Bibliografía.Historia Genealogía de la Casa de Lara. Luis de Salazar y Castro. 1696. La nobleza castellana en la plena Edad Media: el linaje de Lara. Antonio Sánchez de Mora. Tesis Doctoral en el Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas, Facultad de Geografía e Historia; Universidad de Sevilla, 2003 El Condado de Treviño. J García Sainz de Baranda. 1942 Los Manrique de Lara en la Nájera del siglo XVI.

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LA DEMOCRACIA EN SARNAGO (Por Abel Hernández) Extraído de su blog ( http://elcantodelcuco.wordpress.com/)

Olía a tabaco negro y a sudor, tabaco fuerte de petaca o de cuarterón, que se liaba parsimoniosamente con la ayuda de una maquinilla rudimentaria y un librillo de papel de fumar. Hasta don Joaquín, el maestro, que era manco, sabía utilizarla. El humo que emitía sin parar mi tío Sotero, el secretario, de la mañana a la noche, entre agudos ataques de tos que presagiaban el futuro cáncer de pulmón, impregnaba las paredes, los legajos de papeles y las vigas del techo. Por si fuera poco, en los días de invierno funcionaba en medio de la sala una estufa de leña, única calefacción disponible en el pueblo. La humareda, cuando revocaba, envolvía también, sin guardar el menor respeto, el crucifijo y la fotografía de Franco con capote de campaña que presidían la pared del fondo. Este olor característico aún permanecerá seguramente impregnando la Sala de Concejo, que servía también, como queda dicho, de oficina del secretario, cuarenta años después de que se cerrara para siempre el Ayuntamiento cuando Sarnago, con la democracia recién estrenada, quedó deshabitado. Desde entonces no he vuelto a pisar este lugar que durante la infancia fue para mí tan familiar. Ahora que se pide a gritos desde la calle más democracia participativa y los poderes públicos, envueltos en humaredas de corrupción, se disponen a liquidar Ayuntamientos a mansalva para ahorrar gastos, lo que conducirá en tierras de Castilla, sin ir más lejos, a una despiadada poda de pueblos pequeños a matarrasa, me he acordado de aquellas juntas de vecinos, convocadas por la corneta del aguacil “bajo la multa que haya lugar”. Se celebraban generalmente por la noche en la Sala de Concejo, después de volver del campo y de aviar los animales. La asamblea, compuesta casi exclusivamente de hombres, se prolongaba a veces hasta la madrugada, sobre todo si las propuestas del alcalde, asesorado de cerca por el secretario, eran controvertidas o costosas. Era entonces cuando el griterío traspasaba las ventanas y llegaba hasta mi casa, situada justo enfrente al otro lado de la plaza, y no me extrañaría que el vocerío llegara hasta el barrio de arriba entre el ladrido de los perros. “Hoy arde Troya en la Sala de Concejo”, comentaba mi madre. Se discutía sobre pastos y rastrojeras, arreglo de caminos, corta de la leña de la dehesa, siembra colectiva en las rozas del pueblo, tributos y derramas -asunto especialmente sensible-, plazos del catastro, coste de las fiestas, pleito con Fuentebella -que duró años y años- o, lo que era más grave, revisión de las viejas tuberías de hierro que desde la Lagunilla traía el agua a la fuente, cuyo caudal menguaba alarmantemente. Aquellos hombres, con la tierra del barbecho aún en las abarcas, la boina en la cabeza, el cansancio en los riñones bajo la negra faja y el rostro acuchillado por el sol, la nieve y el viento afilado de la Alcarama, rompían en estas sesiones el largo silencio de sus vidas solitarias. Decían libremente lo que pensaban, defendían sus intereses alzando la voz sin perderse el respeto y sin perder nunca de vista el interés de la comunidad. Una de las características de los pueblos de las Tierras Altas era la armoniosa combinación de la propiedad privada minifundista y la propiedad colectiva, formada por tierras, dehesas, prados y montés del común. En las duras sesiones de debate se atendía a razones, había sus más y sus menos y se imponía al fin la voluntad general. Siempre he pensado que los únicos reductos de democracia durante la dictadura, los últimos refugios de la voluntad popular, fueron estas juntas de vecinos de los pequeños Ayuntamientos rurales y las corridas de toros, en las que, como se sabe, manda el “respetable”, o sea, el pueblo llano.

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LA TIERRA SE HACE CARNE (Por José Carlos Santamaría Pérez)

Me ocurrió durante una caminata, entre Sarnago y Acrijos.

Mi perro olisqueando las cunetas, yo absorto en mis pensamientos, que tienden a volar sin freno siempre que me adentro en los desolados montes de las Tierras Altas. Pienso en los cortes abruptos de la viejaAlcarama, es como si hubiera sido moldeada a golpes de hacha por un dios furioso. La pizarra se desprende de la tierra en los terraplenes, haciendo aún más áspera su superficie. Valoro cómo se parece el carácter de la Alcarama al de sus últimos pobladores. Áspera, seca, adusta, orgullosa, inhóspita. De primeras, parece que no te quiere allí, su imagen y su superficie intentan repelerte, pero si persistes, si llegas a sus entrañas, resulta cándida y bienintencionada. La falta de contacto con la gente en las últimas décadas, y la falta de comprensión de la cultura de esta tierra por parte de los pocos que ahora se acercan a ella, le han hecho daño, y la han convertido en una vieja desconfiada. Bajo la superficie, sin embargo, es compleja, profunda y soñadora. Me recuerda tremendamente a mi abuelo, el abuelo José, que nació, se crió, trabajó y murió muy cerca de aquí. El abuelo José pertenecía a la tierra y no podía entendérsele si no era en función de ella. Una tierra fría y dura como pocas, que hombres y mujeres como él sometían a duras penas para extraer de ella un sinfín de riquezas. Sus plantas y animales les alimentaban, les vestían, les suministraban materiales constructivos, medicinales, ornamentales, rituales.

Respiro profundamente, el contacto con la tierra es sanador, ayuda a relativizar los fútiles problemas de la vida moderna cotidiana. Si uno no respira aire limpio y pisa terreno aislado, alejado de los fastos y fuegos de artificio modernos, corre el riesgo de darse a sí mismo demasiada importancia. Veo riqueza desaprovechada, una estrategia milenaria tirada por tierra. De abuelos a nietos, todas las culturas transmitieron su saber acumulado, sabedores de que era la única forma de progresar, de no tener que partir de cero en cada generación. De forma repentina, hemos cortado esa cadena de transmisión de conocimiento. Nuestros abuelos no son escuchados por sus nietos, que los creen

inútiles por no comprender el funcionamiento del whatsapp y el facebook, sin darse cuenta de que quizá sean los últimos sabios de la sociedad. Media horita en las Tierras Altas, y todo esos problemas vacíos de la sociedad actual me parecen relativos. Estoy ante lo esencial, en contacto con la realidad tangible, a salvo de tomarme en serio las gilipolleces y trucos de prestidigitador con que pretenden convertirnos en ovejitas. Es irónico, abandonamos el pastoreo para irnos a las ciudades, a convertirnos nosotros mismos en las ovejas sobre las que antaño mandábamos. Como atendiendo a mis pensamientos, escucho cencerros, balidos, y el ladrido de un perro. Automáticamente llamo a mi fiel Sil a mi vera, pues sé bien cómo las gastan los canes guardianes de ganado, especialmente ante perros que, como el mío, tanto se asemejan a un lobo. Vislumbro el rebaño, no hay nada que temer, el pastor está presente, caminando hacia mí y saludando con la mano, acompañado de un soloperro que, pegado a su pantorrilla, le sigue en actitud relajada. Le saludo a mi vez, mientras me detengo a poner la correa a mi can.

– Buenas tardes, majo. ¿Qué? ¿Dando un paseo? - me pregunta, sonriente y amistoso, animando a la conversación.

– Muy buenas. - respondo a mi vez. - Pues sí, de paseo, a ver si me acerco hasta Acrijos. - Una pregunta rondaba mi mente desde que vi las ovejas, así que me aprovecho de su amabilidad para saciar mi curiosidad. - Creí que ya no había ovejas por esta zona. - Me mira extrañado.

– ¿Y por qué no había de haberlas? Siempre las ha habido.

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– Por su gesto, parece que realmente le ha mosqueado la pregunta. – Bueno, sí, pero ya sabe, cuando el antiguo ICONA expropió estos pueblos y los repobló de pinos, la

gente que quedaba se marchó, y la tierra pasó a ser del gobierno. Creí que no se aprovechaban los pastos desde entonces. - Su expresión demuestra una absoluta incomprensión de mis palabras.

– ¿Cómo que la gente se marchó? ¿Quién se ha marchado? Yo, aquí sigo. - El comentario me desconcierta, y solo puedo reponer:

– ¿Y de dónde es usted? - El viejo parece recobrar su inicial expresión de alegría, y con orgullo me responde:

– Soy de Peñazcurna, majo, pero hace ya años que vivo en Acrijos. Es que mi mujer es de aquí, ¿sabes? Empecé a trabajar de pastor para mi suegro, y al morir él, me quedé con el rebaño. - La respuesta me deja estupefacto.

– ¿Quiere decir que vive usted aquí desde hace años? ¿Todo el tiempo?

– Claro, majo. - Me responde, con paciencia. - A las bestias hay que cuidarlas todo el año, en el campo no hay vacaciones, no como en la ciudad.

– No sé, tenía entendido que Acrijos estaba abandonado desde hace décadas... - Insisto. De nuevo, cara de extrañeza en el viejo pastor.

– ¿Pero cómo va a estar abandonado? ¿Quién le ha dicho semejante bobada? - Me espeta.

– Pues así lo había oído... pero bueno, que le creo a usted. - No quiero echar más leña al fuego, puesto que el hombre parece estar diciendo la verdad. - Y... ¿vive allí usted solo?

– No, hombre, ahí estoy con mi mujer, y con unas pocas gallinas, las ovejas, este perro, y una perrilla vieja, que está todo el día debajo de las faldas de mi señora. Y no somos nosotros solos, que hay aún unos poquitos vecinos... - Eso sí que ya no me lo puedo creer. Le miro con cara rara, pero él parece que sigue hablando con total franqueza. Dudo. Mientras tanto, él continúa contándome detalles de la vida en Acrijos: - Ya no es como antaño, ¿sabe usted? Antes sí que había gente, ahora quedamos ya muy pocos. - Su seguridad me desarma. Hasta entonces, yo creía estar bastante bien informado sobre la situación de despoblación de Acrijos, pero ese hombre no tenía por qué mentirme, y además allí estaba, con sus ovejas, su perro, su boina polvorienta, su barba desigual, rala y grisácea, su chaqueta varias tallas mayor de lo que le correspondería, su pantalón de tergal y sus polainas de lana... Un tipo pintoresco, tan en peligro de extinción como todo lo demás en esta tierra. Le pregunto su nombre. Él sonríe y contesta presto:

– Bernardo Pérez Álvarez, señor mío, para servirle a Dios y a usted. - Una respuesta que parece sacada de las películas antiguas. Me tiende la mano, y yo se la estrecho amistosamente, sonriendo también. Siento su mano áspera y nudosa, un tanto desagradable al tacto. La mano de un hombre que ha tenido una existencia muy dura, y ha trabajado de sol a sol sin cuestionarse otra alternativa. Un hombre que acepta la deriva de la vida y la inexorabilidad de la muerte sin miedo. En ese momento siento un profundo respeto hacia él.

Nos despedimos amistosamente y seguí camino hacia Acrijos. Me di la vuelta un par de veces, y en ambas mi vista encontró la masa blanca de ovejas, y a Bernardo saludando con la mano. Apreté el paso, no quería que se me hiciera de noche durante el trayecto de regreso a Sarnago. La visita a Acrijos había cobrado un nuevo interés. Por lo que me había contado mi nuevo amigo el pastor, esperaba ver columnas de humo en dos o tres chimeneas. Al fin vislumbré el casco del pueblo. Ni rastro de humo. Recorrí sus calles despacio, agudizando vista y oído para tratar de localizar las últimas casas habitadas, pero el único signo de vida que hallé fue la efímera visión de un pequeño grupo de ciervas intrusas, que huyeron despavoridas al detectar mi

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presencia. Me sentí engañado por el viejo. ¿Cómo había podido ser tan ingenuo? El tipo pasaba muchas horas solo en el monte, y se había procurado entretenimiento engañando a un forastero. Probablemente se había echado unas risas a gusto imaginando mi cara de bobo al recorrer las calles vacías de Acrijos. Superada la vergüenza por mi ingenuidad, saqué la cámara y tomé unas cuantas fotos del lugar. Antes de marcharme, accedí al cementerio. La maleza y las zarzas lo invadían todo. Con pasos lentos y respetuosos, me detuve en unas pocas cruces y lápidas. Reflexioné acerca de la vida pasada de aquellas gentes, llenas de amistades, amoríos, sueños, aspiraciones... pensé en cómo, lo que fue, ya no es. Los pequeños cementerios rurales son un buen paradigma de la despoblación: muerte y olvido, y por eso la visita a los despoblados es siempre agridulce. Ya estaba a punto de irme cuando reparé en una sencilla cruz de varillas de hierro, de ésas que tienen la imagen en sepia del rostro del finado en un óvalo inserto en el punto de corte de sus dos brazos. La mirada astuta, la sonrisa franca, y la barba rala del hombre que aparecía en la imagen me eran familiares. Me acerqué. Quien allí se mostraba sonriente era el pastor con el que había estado hablando apenas un rato antes. Debajo, aunque el óxido se estaba comiendo las letras, podía leerse claramente: "Bernardo Pérez Álvarez, 1903 – 1966". Me quedé frío, y sentí que me faltaba el aire. Salí de allí hecho un manojo de nervios, mi mente y mi cuerpo no se entendían entre sí, no sabían cómo reaccionar ante la ocurrencia de lo imposible. No podía ser, pero había sido. La búsqueda de raciocinio ante el suceso hizo que mil explicaciones disparatadas me cruzaran por la mente: una alucinación, un sueño, una broma televisiva... Por Dios, si hasta le había dado la mano y había sentido su aspereza, ¡cómo podía ser eso! Mi perro intuyó mi estado de nervios con ese sexto sentido empático que parecen tener solo ellos, y se acercó a lamerme la cara, solícito. Ese gesto me devolvió a la realidad. Reuniendo mis pocos arrestos penetré de nuevo al camposanto para confirmar los datos. No había duda. Salí de Acrijos en dirección a Sarnago corriendo más que andando, con la comezón de no saber si me encontraría al pastor en el camino de vuelta o si se habría desvanecido. Mi perro corría a mi lado, sin separarse ni un metro, a pesar de lo tentador del monte, consciente de mi necesidad de compañía amiga. La incertidumbre era insoportable, tanto que no dejaba abrirse paso al miedo. En la curva donde antes se hallara el rebaño no había ni rastro de éste ni del pastor. Me detuve a esa altura y me asomé en todas direcciones. Ni siquiera había pisadas de oveja en el barro, ni sirle que demostrara su paso por allí. La duda me acometió de nuevo. ¿Me lo habría imaginado todo? ¿Habría confundido los rostros y los nombres? No lo creía. El camino de regreso hasta Sarnago lo hice medio sonámbulo. Conduje hasta Soria,entré en casa sin saludar, y me senté frente al ordenador. Repasé toda la información de Acrijos que pude encontrar. Consulté también los libros que atesoro sobre las Tierras Altas, y todos fueron unánimes, ni ovejas ni pastor residían en Acrijos desde hace décadas. ¿Había, pues, visto un fantasma? No había nada que hacer al respecto, sino quizá, contarlo a mis futuros hijos y nietos, y aprovechar esta historia para alimentar su interés hacia mis queridas Tierras Altas de Soria. Muchos son los kilómetros que he andado y me quedan por andar en la Alcarama, pero nunca he vuelto a ver a Bernardo. Ahora, cuando miro allá arriba, le imagino acompañado de su perro inseparable, soportando el frío invernal y la canícula estival, el viento y la tormenta, las nieves y las nieblas. El último habitante que vaga por los pinares repoblados de la Alcarama, ajeno a su abandono e inmune al paso del tiempo, concentrado, como lo estuvo en vida, simplemente en el siguiente paso de sus albarcas polvorientas. ¿Acaso importa algo más?

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AL OBRERITO SORIANO (Por José Mª Martínez Laseca)

Porque hay pocos obreros en Soria y hay mucho obrero soriano.

A ti obrerito soriano, a ti, dirijo mi canto mi canto se va contigo mi canto se me hace llanto

Si naciste campesino: ¿por qué desprecias tus campos? ¿por qué abandonas tu pueblo? ¿por qué traicionas tus manos?

Si siempre fuiste alfarero, si te ha modelado el barro. ¿quién te arrancó de tu tierra? dí, ¿quiénes te medio-echaron, que marchas a cobijarte, junto al humo de las fábricas, de las ciudades costeras?.

Mientras tu casa se hunde, tu tierra se desespera, y es un ancho cementerio su vientre de sementera.

A ti, obrerito soriano, a ti, dirijo mi canto.

Jorobado por la pena, por culpa de algunos cuantos. Tú no querías marcharte, temías a lo ignorado, tú querías que tu sangre regara sólo tus páramos. Pero hay tanto caciquismo, tanto judas comerciando, que les importa un comino que tú y yo suframos tanto.

A ti, obrerito soriano, a ti, dirijo mi canto. Mi canto que es oración, mi canto que es un reclamo: ¡Vuelve a esta tierra enseguida que hay que arreglar el cotarro!

Boni dejó el arado y lejos de Sarnago trabajó en el metal, construyendo turbinas para los pantanos de Castilla

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De “Las vivencias y costumbres de Acrijos” escrito por el acrijeño Luciano Jiménez en los años setentaLAS OVEJAS (Textos recopilados por Pilar Jiménez), Las ovejas y las cabras eran una parte importante de la vida de Acrijos. Algo vital que no se puede separar del ambiente y del desarrollo del pueblo. No se tenían muchas: 30-40 ovejas; el que más 60 u 80, 18-20 el que menos. Las ovejas las guardaban ellos mismos en piaras de 150 a 200, entre tres o cuatro. Ya había pasado a la historia el que uno fuera pastor asalariado o ajustado para todo el año. Como en toda la comarca el día de San Pedro y el de San Miguelse arreglaban las piaras o se ajustaban los pastores. Después iban a días o un día sí y otro no, o cada tres o cuatro. Por la mañana el pastor avisaba las ovejas: “Sácalas por la Era Juandana, o por el Aira el Royo”. Allí en el lugar indicado iban reuniéndose las ovejas que formaban la piara. Los careos eran buenos y variados: - En la hoja de la Losilla y Valdemadrastro.- En la hoja de los Valles. En la primavera se iba entre trigos un par de días a la semana. Cada piara llevaba dos pastores; no estaban acostumbradas las ovejas a orillar y había que cuidar los trigos. Como aquello estaba sencillo comían mucho y no había que darles cebada o paja aquellas noches. Era un mal día para los pastores, no podían estarse a la conseja. Todo el día con la piedra en la mano. Además eran frías las primaveras y no daba tiempo a hacer lumbre, y peor si llovía un poco.

LA CONSEJA Era el entretenimiento de los pastores. De ordinario no había muchas cosas que cuidar, patatas en primavera y berzas en los huertos o en las suertes. Entonces se mandaba una piara por cada lado y podía estarse a la conseja, dale que dale a la lengua. Cuando te tocaba buena conseja se pasaba bien. Se solía decir: “Hoy, buena vida”, porque no se trabajaba duro en el campo. Sobre todo en verano, durante las largas horas de la siesta, en Solosprados de Valdemadrastro, en la fuente el Chorrito de la Dehesa, en Raigada o en el al Cabeza la Hoya. Los pastores pasaban entretenidos las horas de la siesta conversando a la sombra o jugando a las cartas. Vez hubo que pusieron todos los cencerros de una piara a una oveja y las de la otra piara a otra, las más zorras, y las soltaron y les achucharon los perros. El cencerrío fue fenomenal. Había ovejas mansas que iban tras del pastor cuando quería llevarlas a otros pastos. Había ovejas “zorras” que se sabían las puertas o entradas de los huertos o sabían donde estaban los trigos. Había perros que los mandaba el pastor de lejos y con la mano les hacía señas para arrear el ganado. Una preocupación era dónde pasar la tarde cuando parecía que no se ponía el sol y no se sabía la hora. El reloj no era conocido por el sufrido pastor acrijeño. Entonces había que volver las ovejas para darles un zamarralazo. Era el problema cuando las ovejas querían volver al corral porque se les daba pienso o tenían corderos en casa. Un peligro era que se escaparan y vinieran a casa a media tarde. Y entonces, ¿dónde estaría el pastor? El pastor llevaba la manta al hombro, el palo o garrote y la mochila, hecha de piel de oveja, en la que llevaba la merienda: pan con sal, un trozo de chorizo, de tocino, o sardinas arenques. La pastora, en vez de morral, llevaba un bolso con algo de punto para entretenerse. Nunca dejaba las cerillas en casa, había que hacer lumbre para calentarse y para pasar el tiempo. Eran clásicas las cacaoteras de los pastores. Las aulagas ardían bien y hacían una llama muy alta, que al anochecer se veía de lejos.

Doña Daniela, maestra de Acrijos en los años 50 con los niños de la escuela

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TRABAJOS EN TANIÑE (Por Sergio Pérez Sánchez)

De nuevo, y con un gran esfuerzo por redactores y editores, podemos tener en nuestras manos un nuevo número de esta maravillosa revista que da a conocer la cultura y las curiosidades de estos pueblos tan entrañables de Soria, dignas de mención, dignas de conservación, para lo cual no siempre se cuenta con la ayuda de las entidades públicas de las que dependen. El 27 de septiembre del pasado año 2012, con una aprobación unánime de todos los vecinos de Taniñe, se decidió acometer las obras de asfaltado de la calle Poniente y de la Plaza de la Fuente, dado que tras las fuertes tormentas caídas en los meses de julio y agosto, calle y plaza quedaron muy deterioradas, con baches y piedras sueltas, haciendo impracticable su tránsito normal. No hubo más remedio que ponerse manos a la obra. Algunos vecinos de Taniñe estuvieron a pie de obra, de manera desinteresada, todos los días que duraron los trabajos. Desde aquí nuestro más sincero agradecimiento por su encomiable labor. Faltan muchas cosas por hacer para que los pueblos luzcan orgullosos todo el esplendor de lo que en su momento fueron y que, poco a poco, van recuperando. El de la pavimentación de las calles ha sido un pequeño paso, una pequeña muestra que engrandece a toda su gente y que deja en evidencia la dejadez de la Administración pública de la que depende, que con recursos, no facilita las cosas a sus vecinos. Sirva, pues, este artículo como reconocimiento a las labores de restauración y recuperación del entorno que desarrollan los vecinos de estos maravillosos pueblos, en este caso, de Taniñe.

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MI PUEBLO (Por Mariaje M. L. [email protected])

Soy hija de uno de tantos pueblos de Tierras altas de Soria que hace tiempo se fueron despoblando, pero tengo la suerte de que mi pueblo no haya desaparecido y tampoco esté en el olvido. Hay muchas cosas de él que ya no existen, pero siguen en mí memoria como hermosos recuerdos. Es el caso de su escuela mixta, allí aprendí las primeras letras, con la Enciclopedia adquirí los primeros conocimientos. Más tarde llegaron los primeros libros. Era la época de la estufa de leña, de tomar el vaso de leche en polvo que venía de América, de las meriendas de pan con vino y azúcar, de jugar al parchís y la oca, pero llego el día que, por falta de niños, se quedó vacía. Hace muchos años que tampoco tiene ayuntamiento, se convirtió en un barrio más de otro pueblo más grande. Con la llegada de la televisión, su edificio se convirtió en el punto de reunión de la gente del pueblo, fue una novedad y un gran acontecimiento. Nos llegaban noticias de lo que pasaba en el mundo, los hombres disfrutaban con las corridas de toros y todos pasábamos las noches entretenidos con programas de entonces como: Estudio1, Galas del sábado. Historias para no dormir…y otros más. Durante muchos años acudíamos a la tienda, que ya cerró, donde hacíamos la compra diaria, entre otras cosas, el pan que una o dos veces en semana nos traía Sixto desde El Villar. Allí

compre mis primeros chicles, Chupa Chus y pipas. También hizo las funciones de bar, donde los hombres pasaban, jugando a las cartas, las tardes de domingo en aquellos largos y fríos inviernos. Durante años, allí estaba el único teléfono que había en el pueblo, donde acudíamos a llamar o nos avisaban que a tal hora teníamos una “conferencia”. Era la forma de vivir en aquellos años, eran otros tiempos…. Hay cosas que siguen existiendo, su Iglesia, sus fuentes, su lavadero…la mayoría de las casas, arregladas, para pasar allí las vacaciones, fines de semana y sobre todo el verano. Se siguen celebrando sus fiestas, que son un motivo de encuentro, la iglesia se queda pequeña para albergar tanta gente, como en sus mejores tiempos. En la plaza vuelve a sonar la música, con grupos modernos, que han sustituido a los músicos de hace años como “el Celorrio” y “el Artillero”... lo que se llamaba baile ahora se denomina verbena. Como hace años nos siguen visitando conocidos de los pueblos cercanos, que vienen a disfrutar, saludar y pasar un buen rato. A pesar de tanto cambio, si mi abuelo viviera estaría feliz de ver como está su pueblo, porque lo quería y hablaba siempre de él con orgullo. Quiero dar las gracias a la Asociación Amigos de Sarnago, que me da la oportunidad de escribir alguna historia en su revista.

Procesión de hace unos años

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RIO LINARES (Por Jesús Vasco)

Eres, pequeño Linares, hijo natural de los ríos Mayor y Oncala y nieto de las nieves de las sierras de Alba, Cayo y Utero. Acunado con mimo en Montaves, Palacio, La Ventosa y Oncala por balidos de merinas y ladridos de mastines, partes ilusionado hacia San Pedro, pasando bajo el pequeño y gracioso puente de Rabanera. Entre nieve y cantos atraviesas la sierra buscando desesperadamente el mar. Escoltado por hileras de verdes chopos que el otoño tornará amarillos, jalonas las barranqueras ajetreando cantarín tus aguas nerviosas, aprovechando los remansos para descansar y luego volver a emprender una marcha decidida, echando espumarajos que orlan tus orillas como un rosario de orujo. Hecho ya un mozo llegas al espinar, donde te reciben petirrojos, mirlos, zorzales, alcaudones y lavanderas, al ritmo acompasado del canto del ruiseñor. Pasas con tiento, muy quedo, junto a Los Casares, para no interrumpir el letargo de otros pueblos, que allí yacen, de quienes heredamos genes y sangre. No lejos de allí, desde una apuesta atalaya, te observa impertérrito San Pedro “El Viejo”, residencia medieval de monjes guerreros que blandían su espada templaria contra quien osara ofender al dios que ellos proponían. Justo enfrente, dominando el pueblo, los restos de cal y canto de las saeteras y almenas de un castillo medieval, evidencian el poderío feudal para salvaguardar tus aguas. Mientras tanto, tú, ajeno a disputas y batallas, recuerdas cuando detenías tu curso en el Puente de la Dehesa, sorprendido de la algarabía de mozos y mozas, adolescentes como tú, que exhibían sus cuerpos mojados en un tanteo pretencioso propio de la juventud. Roces y besos, miradas y risas cómplices, eran ingredientes necesarios para un futuro de ilusión. Linares, querido Linares. Estéril desde hace años, como útero sin embrión, pasas, una y otra vez, por el mismo sitio, intentando olvidar el continuo maltrato al que te sometemos, y tratas de horadar la roca que te sirve de cuna, ignorando, apenado, a tantos molinos a los que removiste sus tripas, incluida la Central de Don Gervasio que alumbró los hogares sampedranos. Río Linares, de aguas sorianas y nombre andaluz, te observo desde el Balcón de Pilatos serpenteando entre arces, chopos y mimbreras, bajo la mirada siempre maternal de Peña Isasa, testigo impenitente de tus amores con esta tierra nuestra a la que riegas y bañas. Río Linares, que recibes contento las aguas de barrancos como los de San Fructuoso, del Horcajo (Virgen del monte) y del Pedroso para sumar fuerzas, y transformarte en río, harto de ser arroyo. De ti beben el ciervo, el jabalí y el corzo; en tu espejo se acicalan tórtolas, zuritas y pinzones y tu superficie besan, en vertiginosas piruetas, aviones y golondrinas. En la Media Legua te despistas buscando el puente que, desmayado ya de viejo, antaño te cruzaba, y caminas decidido a llevar tus aguas frescas, ahora limpias, a Vea y detenerte en su lavadero donde, hace ya muchos años, enjuagabas aquellas sábanas de franela portuguesa que cubrieron tantos sueños. Te despide con nostalgia Vea desde su castillo. Observas, contrariado, el desolado pueblo de Peñazcurna al que no te puedes encaramar. Bordeas la imponente Peña del Espejo, contemplando cómo los buitres, en lo más alto de los riscos, extienden sus alas al sol para secarlas del rocío de la madrugada. A Villarijo llegas, orgulloso de regar tanto olivar, confesado de pecados que no cometiste, acompañado de las voces, otrora infantiles, que cantaban la tabla de multiplicar bajo la mirada de su buen y recordado maestro D. Ezequiel Solana. En Cornago, exhausto y rendido ya de tanto correr, te escondes bajo el pedregal, avergonzado ante su castillo de empadronarte riojano. Te rehaces en Igea para regar sus almendros, olivos y melocotoneros. Y, por fin, encuentras el Alhama, el regazo que tanto buscabas y le entregas tus sueños y recuerdos para que los lleve al mar, a ese inmenso cementerio donde mueren todos los ríos, como decía nuestro bien querido Machado. Linares, río Linares. Si todos te quisiéramos más, quizás atraerías cigüeñas a nuestros campanarios. Recuerda a las gentes de Tierras Altas que aún ríes, que aún corres, que tienes tus aguas dispuestas de nuevo para remover molinos y batanes, y diles, callandito, que prefieres más ser mozo soriano que viejo riojano, que para eso Soria te dio la vida y Rioja te la ha quitado.

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