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Mayo, 2009 RePRI ISSN 1815-9249 Volviendo a pescar RePRI

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Mayo, 2009RePRIISSN 1815-9249

Volviendo a pescarRePRI

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Nacionalismo y ReligiónEl nacionalismo es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Los movimientos nacionalistas parecían superados pero la caída del muro de Berlín y el desarrollo de un nuevo marco global han llevado a la identidad y los conflictos alrededor de la misma a un primer plano en la arena política global. El presente artículo pretende resaltar los posibles problemas que para los derechos individuales pueden tener la ascensión de este tipo de movimientos cuando se expresan a través de una religión “nacional”, o cuando la religión se convierte en un elemento fundamental de la identidad colectiva de un “pueblo” o una “nación”.

—Págs. 4-9

Reflexiones sobre la Política Comercial de GuatemalaEn pocas oportunidades políticos, economistas y sociedad en general repasan la política comercial de Guatemala, con el fin de preguntarnos sobre los resultados, meta y efectos en la sociedad.

Es probable que con la coyuntura actual tengamos además que hacer énfasis en el cómo implementar la política comercial y lograr el mejor beneficio para Guatemala.

Esta reflexión pretende repasar y proyectar

decisiones del pasado hacia el futuro, para que lo aprendido en el pasado sirva para lograr los nuevos retos.

—Págs. 10-18

¿De que hablamos cuando hablamos de modernidad?

—Págs 19-20.

The United States and Its Monroe Doctrine —Págs. 21-22

Una vista desapasionada de la política

–Págs 23-24.

Las preferencias de los votantes y los sistemas electorales: una propuesta

—Págs 25-27.

Oil & Global Politics of Power

—Pág. 28

La Crisis Económica que el mundo actualmente enfrenta: ¿cambiará algún patrón en cuanto al consumo del petróleo y la búsqueda de nuevas fuentes de energía renovables?

—Pág 29.

La Libre Protección del Medio Ambiente. Recensión de los libros “El ambientalista escéptico“ de Bjorn Lomborg y “Re-Pensando en Verde“ editado por Robert Higgs y Carl Close

—Págs 30-31.

Resusitando a Clío—Págs 32-33

Índice y abstractos

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Línea editorialHacía tiempo que RePRI, la publicación del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín, deseaba salir de nuevo a la luz. Esta nueva aventura pretende darle vida a la

revista, y con ello a toda la comunidad académica del Instituto en particular y de la universidad en general.

RePRI retoma sus principios fundacionales, es decir, servir como medio de comunicación de todos los académicos del Instituto de Estudios Políticos y defender los principios y valores que la Universidad Francisco Marroquín expone en su misión: La enseñanza y difusión de los principios éticos, jurídicos y económicos de

una sociedad de personas libres y responsables.

Con ese fin, RePRI pretende ser el vehículo de comunicación de todas las personas que defienden los principios de la libertad y, en ese sentido, la publicación aceptará tanto artículos de miembros de la Marro, como de estudiantes, académicos e intelectuales que defiendan dichos principios fuera de nuestra casa de estudios. Asimismo, y formulando una función práctica de la publicación, RePRI también pretende ser un espacio de

participación técnica de los estudiantes de la Licenciatura en Periodismo del Instituto.

Por lo tanto, debido a su función no sólo como revista de investigación guatemalteca sino también global, el Consejo editorial de la misma ha decidido aceptar la publicación de los artículos escritos tanto en lengua

inglesa como en lengua castellana.

A lo largo de las páginas que siguen, y en los futuros números de la publicación, el lector se encontrará con un corpus básico de cuatro secciones ampliables a una más.

La revista tendrá una sección dedicada a artículos de “Opinión”, de dimensión corta. Le seguirán tanto un espacio dedicado a los “Ensayos” como otro dirigido a “Monografías” de más profundidad. Por último, la revista finalizará con una sección dedicada a la “Reseña de libros”. Cuando el consejo de la publicación lo considere necesario se creará una sección denominada “Documentos”, que tiene como fin mostrar al lector datos o documentos de

carácter peculiar, raros o curiosos.

Esperando contribuir a la vida intelectual de la Universidad Francisco Marroquín y al mundo cultural guatemalteco, RePRi nace como publicación digital con dos retos

fundamentales:

1) Mantener la calidad y la excelencia que promueve nuestra casa de estudios.

2) Intentar mejorar el magnífico trabajo que la publicación ha desarrollado hasta el momento.

Además de eso, pretendemos generar un espacio de debate que llegue a las más altas cotas de nivel académico.

Sin más, y esperando que valoren y disfruten de la publicación se despide

El Consejo Editorial.

Consejo EditorialFrancisco Beltranena Falla Carroll Ríos de Rodríguez Ramiro Ordoñez Jonama

Santiago Fernández OrdóñezRodrigo FernándezFrancisco Guzmán

Enrique Lacs

Revisor de Estilo Beatriz Zamora Canjura

Editor GeneralEduardo Fernández Luiña

Editor GráficoSantiago Billy PremDirector del Instituto

Pedro Trujillo

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Nacionalismo y ReligiónPor: Eduardo Fernández Luiña

Es A.D. Smith1 quien afirma que el nacionalismo es una de las ideologías más importantes de los siglos XIX y XX. El investigador británico cree que además de formar parte del mundo de las ideas, el nacionalismo no sólo se limita a eso, y en su opinión no debemos dejar de lado su vertiente como movimiento social, como lenguaje simbólico.

A lo largo de este artículo intentaremos describir de forma breve la relación que ha tenido la ideología nacionalista con la religión. Para ello vamos a centrarnos en tres tipos de nacionalismo que muestran una íntima relación con la cultura cristiana. Estamos hablando del nacionalismo irlandés, del nacionalismo vasco, y del proceso de construcción norteamericano. En estas tres formas de nacionalismo la religión y la institución eclesiástica- en el caso irlandés y vasco- tuvieron una gran importancia; las tres formas tienen en el elemento religioso uno de los elementos definitorios de sus respectivas “naciones”.

Según Connor Cruise O´Brien2 el nacionalismo y el cristianismo se han visto influidos a lo largo de la historia mutuamente, y eso pese a los enérgicos esfuerzos de Jesucristo y de los primeros cristianos por separar la religión de toda vinculación a un territorio.

Es también interesante analizar como y por qué se ha generado a lo largo de la historia esa relación entre el nacionalismo y la religión. Una de las respuestas que pueden surgir a esta pregunta es que el nacionalismo3, como en el caso de la nación francesa, puede convertirse en sí mismo en una forma de religión. Analizándolo de este modo, la Iglesia entraría a formar parte de los movimientos nacionalistas para no desaparecer, para

1 SMITH, Anthony D.: Nacionalismo, Madrid, Alianza, 2004.2 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces ancestrales: Nacionalismo y religión en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999.3 SMITH, Anthony D.: Nacionalismo y modernidad, Madrid, Itsmo, 2000.

seguir viva y complementar a la nación aportándole una característica, que como la religiosa, le ayudase a definir con claridad los rasgos identitarios de la nación. Debemos recordar lo que acertadamente decía John Dunn4 sobre el nacionalismo: “la ideología explícita del particularismo cultural”.

Lo anterior puede funcionar como una respuesta válida para algunos casos, como veremos puede que resulte acertado para los nacionalismos que vamos a estudiar en este breve trabajo. Pero la relación entre nacionalismo y religión no acaba ahí. El nacionalismo puede transformarse en una especie de religión cuando es capaz de sustituir a la deidad por la nación, a la iglesia por el cuerpo de ciudadanos y al reino de Dios por el reino político. El nacionalismo, por ejemplo en el caso de Irlanda, se convirtió durante algunos años en una especie de religión, una religión política que tenía como diosa a Cathleen ni Houlihan5, el más conocido de los nombres femeninos utilizados para personificar a Irlanda en la poesía gaélica. Como escribe Connor: “Quienes oyen las voces ancestrales tenuemente tienden a dejarse esclavizar en alguna medida por quienes las oyen claras y fuertes clamando venganza”6.

Es una religión en la que los que más fe tienen definen los intereses de la “nación”, lo que a ésta le corresponde, esclavizando con su decisión a los que no comparten ese sentimiento.

Todo lo dicho líneas atrás muestra en unos pequeños trazos lo que vamos a intentar dibujar a lo largo de este artículo. El estudio contará con tres partes, en las cuales veremos como se

4 DUNN, John: La agonía del pen-samiento político occidental, Madrid, Cambrigde University Press, 1996.5 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces Ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999, pp.93.6 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces Ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces Ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999, pp.93.

desarrolla el nacionalismo y qué relación tiene el mismo con la religión. Para tratar el tema y hacer que todo lo expuesto se pueda distinguir con claridad vamos a intentar desarrollar el trabajo teórico a la par del histórico, mostrando que la teoría tiene una relación directa con muchas de las cosas que han sucedido en la historia de los nacionalismos que vamos a estudiar.

Como hemos señalado anteriormente, la religión y el nacionalismo tienen dos tipos de relaciones: una basada en la idea a través de la cual la religión se convierte en un componente, una característica fundamental de la nación; y la otra, cuando el nacionalismo llega a tal punto de efervescencia que la propia nación se convierte ella misma en Deidad y el nacionalismo en culto, en la religión.

En la primera parte mostraremos a la religión como característica esencial de la nación. Este es un fenómeno observable en la tradición de muchas de las naciones que conocemos. Esta relación la estudiaremos en relación a dos casos muy conocidos para cualquier estudioso de los nacionalismos, el caso irlandés y el caso vasco. En estos dos tipos de nacionalismo, la religión cumple un papel fundamental y sin ninguna duda ayuda a construir la definición de lo “irlandés” o de lo “vasco”.

En la segunda parte del trabajo nos vamos a centrar en la segunda relación que se puede observar entre los términos de nacionalismo y religión. Este segundo tipo de relación es interesante porque el nacionalismo adquiere tanta fuerza que el mismo se convierte en religión, asume las características del fenómeno religioso y convierte a la nación en un elemento de culto. Este tipo de nacionalismo lo estudiaremos observando el caso norteamericano, una de las naciones que poseen, en nuestra opinión, este tipo de nacionalismo.

Por último dedicamos un breve apartado a las conclusiones fruto de la realización de este trabajo. Son unas conclusiones cargadas de dudas pues el tema es complicado y es mucho el tiempo que hay que dedicar al mismo para llegar a tener una visión global y ordenada de lo que representa el nacionalismo y de cómo se relaciona este con fenómenos como el racial o el religioso.

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La religión y el nacionalismoAnthony Smith1 señala en su última obra que el nacionalismo es algo más que una ideología política, es también una forma de religión y cultura. En este apartado nos vamos a centrar en la estrecha relación que brota desde el inicio de los tiempos modernos entre el nacionalismo y la religión como característica básica de este. Concretamente observaremos lo fundamental que resulta para algunos nacionalismos las tradiciones y diferentes cultos religiosos. Dejaremos para el siguiente apartado la fusión de ambos conceptos, es decir, cuando la nación, concepto central del nacionalismo, se convierte en algo a adorar, en un elemento religioso.

Para estudiar lo anteriormente expuesto vamos a centrarnos en dos casos que creemos paradigmáticos de esta relación, estos son el caso irlandés y el caso euskaldun o vasco. En estos, parece que la religión es una característica fundamental, sin la cual no podríamos comprender los respectivos movimientos nacionalistas.

Connor Cruise O´Brien2 señala que el estudio de la combinación de catolicismo y nacionalismo en Irlanda durante el S. XIX e inicios del XX ayuda a explicar la cultura y tradiciones de esta “gran isla”. Para el autor, las organizaciones cristianas, sus publicaciones, y la manera en que comunicaban sus diferentes mensajes, ayudaban a generar el “sagrado patriotismo”, a crear la definición de Irlanda, como “la patria”, “la nación” de los irlandeses, ayudaban a crear el estereotipo “del irlandés” y “de lo irlandés” en general.

En el catecismo3 de la Historia Irlandesa se observa:

“P. ¿Han conservado los irlandeses la fe que les predicó San Patricio? R. Sí; los irlandeses siempre se han singularizado por su devota adhesión a esa fe, de la que ni los horrores de la persecución ni las lisonjas del proselitismo han logrado separarlos”.

1 SMITH, Anthony D.: Nacionalismo, Madrid, Alianza, 2004, pp.51.2 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999. (p. 30).3 Ibidem(p. 29).

Como se ha podido comprobar a lo largo de la lectura de este fragmento, en él se da por hecho de una forma rotunda que el término “irlandés” se refiere a los irlandeses católicos y a nadie más. En palabras de Cruise O´Brien esta definición tan clara, y a la vez tan excluyente de lo irlandés, ha calado en el mundo y por supuesto en la isla, y sus mayores publicistas han sido los creyentes católicos y la propia Iglesia.

El autor piensa que el Estado moderno irlandés es en gran medida producto de esta ideología que nace en la Irlanda del S. XVIII. De todo lo anterior se puede extraer la fuerza que puede llegar a poseer un credo religioso, incluso puede llegar a definir la nacionalidad de millones de personas. También se ve lo astuta que puede llegar a ser la institución eclesiástica, dado que es una institución que puede adquirir legitimidad para influir a la ciudadanía/ individuos tanto en el ámbito local como en el ámbito universal.

El caso irlandés muestra la dureza de las creencias, muestra el poder que poseen “los espíritus” de los que hablaba Pearse4.

Es importante tener todo lo dicho en consideración dado que nada de lo comentado resulta baladí. Todo lo anterior puede ayudarnos a ver los peligros de diferentes grados que pueden generar esta alianza entre el movimiento nacionalista y la religión como pilar básico del mismo. La propia tragedia vivida en el Ulster, una tragedia fruto de la radicalización de las sentimentalidades nacionalistas y los odios religiosos, es una buena muestra de lo que esta alianza puede traer a nuestras sociedades. Procesos como el de la Balcanización es otro buen ejemplo para clarificar lo que pretendemos mostrar al referirnos a esta alianza.

Como hemos apuntado al inicio de este apartado, Irlanda no es el único ejemplo que puede ayudarnos a comprender lo que es capaz de producir la unión entre nacionalismo y religión. En el interior del reino de España, Euskadi/País Vasco sirve también como un buen ejemplo. Iñaki Ezquerra es uno de los autores que

4 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999.

escribe al respecto, pero la lista es muy amplia, dado que en España, el tema vasco es sin duda un tema que levanta pasiones.

Según Iñaki Ezquerra5, pero también en opinión de otros autores como Jon Juaristi6, el apoyo eclesiástico a la causa nacionalista vasca “ha inmunizado a ETA y al nacionalismo del virus de Dios”. Incluso va más allá cuando afirma que el mensaje eclesiástico genera una fusión entre razón y fe. Para el bilbaíno, en muchos de los integrantes del nacionalismo – me refiero al nacionalismo histórico, no cuento con la izquierda abertzale- las ideas políticas circulan por las mismas estructuras y conductos cerebrales que las creencias religiosas.

Para muchos estudiosos del nacionalismo “euskaldun” esto representa la clave del parentesco entre religión e ideología nacionalista. Por ejemplo, el concepto de “culpa” de la tradición judeo-cristiana, se puede reciclar, al entrar en contacto con el nacionalismo, en el concepto de “culpa patriótica”. Por eso surge la culpabilidad, por no haber cumplido el proyecto secesionista, por perder el euskera como lengua, por no ser lo suficientemente vasco, etc.

Para muchos es imposible comprender el nacionalismo vasco sin atender a la relación “especial” que éste ha tenido con la Iglesia católica. Por ejemplo Sabino Arana7, el fundador del Partido Nacionalista Vasco (PNV), afirmaba sin ninguna duda que el catolicismo era una característica básica de la “Nación vasca”, de “Euzkadi”.

Su concepción de lo vasco era inseparable del elemento religioso, de hecho su lema era “Jaun Goikua eta Lagi Zarra”( Dios y Leyes Viejas). Para Sabino Arana el elemento legal, es decir, las leyes viejas, los fueros, se supeditaban al derecho divino, a la ley de Dios. De hecho considera a la religión un elemento de tal importancia que lo usa como arma arrojadiza frente a los españoles, a quienes considera como malos católicos. Un ejemplo de ello sería este párrafo:

5 EZQUERRA, Iñaki: ETA pro nobis, Madrid, Planeta, 2002.(p. 121).6 JUARISTI, Jon: La tribu atribulada, Madrid, Espasa, 2004.7 JUARISTI, Jon: La tribu atribulada, Madrid, España, 2004.

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El nacionalismo como religión

“¡Predicadores de Cristo: Seguid asegurándonos desde el púlpito a los vascos, que España es la nación más católica del mundo!

Os lo creemos... en el sentido de que es la nación que más reyes ha tenido que se han titulado Católicos.

Pero no la presentéis a las naciones como modelo en virtudes cristianas; no aconsejéis a ninguna imitarle. Sería grave escándalo”.

Como se ha podido ver en las palabras de Arana, éste utilizaba el elemento religioso para diferenciarse de los españoles, creía que los españoles eran malos católicos y que los vascos eran mejores creyentes. La visión vasca de Arana se cerraba con una concepción racista de lo vasco y con la obsesión por fortalecer una lengua, la lengua de la madre patria, el Euskera. El resultado de todo ello fue una concepción orgánica de la nación vasca, una concepción cerrada de lo vasco que le hizo caer en lo que Iñaki Ezquerra ha denominado “la sentimentalidad totalitaria” 1. Esta sentimentalidad es la que apela constantemente, de manera obsesiva y maníaca, al amor a la patria, unido todo ello a un odio visceral y violento hacia los enemigos...

Como se puede deducir con facilidad la sentimentalidad totalitaria de una gran parte del nacionalismo vasco se puede asociar a “los espíritus” acerca de los cuáles escribe Connor Cruise O´brien. Los “enfermos”2 que poseen una o escuchan a los otros, padecen una total rigidez afectiva, sólo logran amar a sus paisajes, a sus ríos, pero no a sus vecinos, no logran amar la riqueza que conlleva la pluralidad de identidades, la multirreferencialidad sobre la que se centra Joseba Arregi3 . Además de esa rigidez afectiva poseen una histérica renuncia al menor viso de afectividad o comprensión hacia lo humano, hacia el sufrimiento del “maltratado”, del “marginado”, del “maketo” como dicen en Euskadi. La fuerza del nacionalismo y de la religión llevada hacia el ámbito de lo “radical” es el camino directo hacia el

1 EZQUERRA, Iñaki: La sentimentalidad totalitaria, Barcelona, Belacqua, 2003.2 CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999.3 ARREGI, Joseba: Euskadi como pasión, Alegia, Hiria Libros, 1999.

integrismo, hacia la intolerancia, hacia la ignominia.

Fenómenos como el de ETA o el del IRA no se entenderían sin esta importancia del fenómeno religioso en la cultura nacionalista, éste vuelve al nacionalismo algo místico, lo vuelve algo utópico, dado que busca la idea de “pureza” con los riesgos que esta búsqueda puede provocar. Le ayuda a definir lo que es bueno y lo que es malo, le ayuda a saber el camino, le evita el sentimiento de culpabilidad, lo hace como apuntaba Ezquerra, inmune.

Si hay algo en lo que todos los investigadores están de acuerdo es que el nacionalismo es un producto moderno. Concretamente nace como reacción a la crisis de identidad que generaron los cambios que venían de la mano de la modernidad. Surge más o menos en las mismas fechas que las Repúblicas de Francia y Estados Unidos.

Muchos veían en el nacionalismo una religión modernizadora, como bien dice Elorza 4:

“... para dar cuenta del fenómeno observable en el curso de la Revolución Francesa: la conciencia que pronto tienen los revolucionarios de que es preciso cubrir el vacío suscitado por la abolición del viejo credo católico y de su papel como agente de cohesión social y política. Ello conduce a la búsqueda de nuevos símbolos, rituales y objetos de creencia, con el propósito de configurar una “religión de la patria”, alternativa radical de reemplazar el catolicismo del antiguo régimen”.

Como se puede observar parece que el nacionalismo puede funcionar como una religión modernizadora, una versión política de la religión tradicional. Se pretendía que las naciones fueran un todo, un ente que pudiese ser, a la vez, elemento de culto y de sacrificio. Para conseguir esto simplemente se pretendía (y se pretende) inculcar en el conjunto de “ciudadanos” conceptos como el de patriotismo, trabajo, autosacrificio por la patria, etc.

4 ELORZA, Antonio: La religión política, Donostia- San Sebástian, R&B Ediciones, 1995.

Durkheim también percibió este fenómeno y lo pudo ver al estudiar la evolución ideológica durante la Revolución Francesa:

“En esta época y bajo la influencia del entusiasmo general, la opinión pública transformó cosas puramente seculares por su naturaleza en cosas sagradas: así la Patria, la Libertad y la Razón. Se tendió a establecer una religión con sus dogmas, símbolos, altares y fiestas”.

Durkheim no iba desencaminado al observar este fenómeno. Cuando Miterrand tomaba su cargo en 1981 se dirigió con una rosa y en solitario a la tumba de Napoleón, según él iba a hablar con el mítico líder francés. Es esto lo que Durkheim pretendía explicar, con ejemplos como el anterior las diferencias entre el nacionalismo y la religión se disipan, no se perciben con claridad.

De todos modos esto no tiene porque crear ningún problema, parece que de las ideologías actuales el nacionalismo es con claridad la que sirve como terreno privilegiado para el desarrollo de concepciones susceptibles de ser catalogadas como religiones políticas. Su fuerza radica en que apela constantemente a la identidad, a las raíces de las personas, a su palabra y dignidad. Traicionar a la Patria es como traicionar a tu familia, hablábamos en el capítulo anterior del sentimiento de culpa; Ezquerra5 decía que esa era sin duda una de las características del nacionalismo vasco, ese sentimiento de culpa por no poder recuperar el euskera, por no usarlo, por traicionar con ello a todos los “compatriotas”- “hermanos” que dejaron la vida en el intento, en la lucha.

Lo anterior muestra la fuerza del nacionalismo, la creencia de que se puede recuperar la pureza de la misma, su esencia. La nación se ve como algo puro6 , monolítico, a redescubrir. El nacionalismo reclama la restauración de su identidad cultural, una identidad ancestral que hay que recuperar si se pretende volver a poseer la “esencia” de la nación. Para recuperar esta lo más importante es enfrentarse a alguien o a algo. Como demuestra Huntington en su último trabajo:

5 EZQUERRA, Iñaki: ETA pro nobis, Madrid, Planeta, 2002.6 EZQUERRA, Iñaki: ETA pro nobis, Madrid, Planeta, 2002.

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“Durante un tiempo en una misma manzana, ondearon banderas estadounidenses simultáneamente en las entradas de la oficina federal de correos y de la licorería. Luego la oficina de correos dejó de exhibir la bandera y, el 11 de Septiembre de 2001, sólo quedaba la de la tienda de licores. Dos semanas más tarde, en esa misma manzana, ondeaban hasta diecisiete banderas, además de una enorme enseña con barras y estrellas, extendida de un lado a otro de la calle a escasa distancia de allí. Al sentir su país atacado, los vecinos de Charles Street redescubrieron su nación y se identificaron con ella”.

Este no es el único caso de explosión de nacionalismo al sentir una amenaza exterior, de hecho podemos decir con cierta seguridad que una identidad amenazada tiende a fortalecerse. Aunque la identidad no esté amenazada, el simple hecho de crear, de imaginar dicha amenaza, fortalece, pone pilares sobre el edificio de la identidad. Esa concretamente es la tarea del nacionalismo.

Cuando además de esa sensación de amenaza se percibe la autoimagen de nación elegida, de pueblo único/monolítico con una historia y destino exclusivos, el nacionalismo funciona claramente como sustituto político de la religión. Esto fue más o menos lo que sucedió en Francia y en Estados Unidos.

En Estados Unidos y siguiendo con los paralelismos religiosos, la ideología política sobre la que se construyó la nación recibe el nombre de “Credo Americano”. El término fue popularizado por Gunnar Myrdal en 1944 después de su obra “El dilema americano”. Tras observar la heterogeneidad racial, religiosa, étnica, regional y económica de EEUU, el autor sostenía que los estadounidenses tenían algo en común. Poseían un ethos social, un credo político. Huntington cita a diferentes autores que se encargaron de las características del credo. El estadounidense considera que uno de sus mejores estudiosos ha sido Seymour Martin Lipset, éste distinguió cinco principios clave en su núcleo central: la libertad, el igualitarismo (de oportunidades y respeto, no de resultado o condición), el individualismo, el populismo y el laissez

faire.

En las sociedades europeas continentales, con la salvedad de la Francia revolucionaria no se generó nada similar al Credo. El Credo es una creación puramente americana que hace ver con claridad lo que el nacionalismo es capaz de construir, es la máxima expresión de una forma de nacionalismo convertida a religión.

La religión civil estadounidense tiene en opinión de Huntington cuatro elementos claramente visibles:

1) En primer lugar, un elemento central de esta religión civil es la defensa de la base religiosa del sistema de gobierno, que presupone la existencia de un Ser Supremo.

2) Un segundo elemento nuclear es la creencia en que los estadounidenses son los elegidos de Dios. En palabras del autor estadounidense parece que Estados Unidos es la “nueva Israel”, que tiene la misión de llevar el bien al mundo.

3) Un tercer elemento de la religión civil de Estados Unidos es la preponderancia de las alusiones y de los símbolos religiosos en la retórica, los rituales y las ceremonias de carácter público.

4) En cuarto lugar, las propias ceremonias y actividades nacionales adoptan un áurea de religiosidad y cumplen funciones religiosas.

El ejemplo que pone el autor para demostrar todo lo anterior es el “rezo” que los niños norteamericanos llevaban a cabo todos los días al entrar en el colegio. El británico D.W. Brogan decía que sin duda se trataba de un ejercicio religioso. El “rezo” dice así:

“Creo en los Estados Unidos de América como sistema de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; cuyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobernados; una democracia en una república; una nación soberana de múltiples estados soberanos; una unión perfecta, única e indivisible; establecida sobre los principios de la libertad, la igualdad, la justicia y la humanidad por los que los patriotas americanos sacrificaron sus vidas y fortunas. Creo, pues, que es mi deber hacia mi país amarlo, apoyar su Constitución, obedecer sus leyes,

respetar su bandera y defenderlo de todo enemigo.”

Como muy bien señala el autor estadounidense la religión civil de Estado Unidos es una religión aconfesional, nacional, y en su variante más articulada, expresamente cristiana.

Todo lo visto muestra de lo que es capaz el triunfo del nacionalismo, esto también nos puede ayudar a imaginar las consecuencias del mismo. Al inicio de este breve trabajo señalábamos que el nacionalismo era para John Dunn la ideología del particularismo cultural, para el británico también es la vergüenza política más completa del siglo XX. Según él, el nacionalismo viola todas las categorías conceptuales oficiales de la ética moderna: “la herencia universalista de la ley natural, se conciba según las premisas del cristianismo o del racionalismo laico. La prevalencia del nacionalismo es un escándalo moral, porque la cultura ética oficial del mundo es una cultura ética universalista y no de las llamadas “comunidades naturales” .

La eficacia del nacionalismo parece indiscutible, su éxito innegable. La fuerza de esta máquina de generar poder, odio, chovinismo, que parece la ideología nacionalista basa su potencia en la seguridad del “igual-hermano”, en la fuerza de la “cultura común”, en el delito que conlleva fallar a uno ó a otra. La traición a la nación, a ese ser vivo colectivo, debe pagarse con un castigo digno del delito cometido.

Los peligros que este tipo de “religiones civiles” pueden provocar son innumerables, y pueden hacer que una nación que posea este tipo de religión civil no acepte el debate y la pluralidad de ideas y de identidades. La religión civil, por ejemplo en el caso francés, impuso una lengua – el francés- y un culto religioso – el culto a la nación, a la patria-. En esta idea no existía espacio para las personas con sensibilidades diferentes, la frase de Robespierre “la reacción habla vasco” es una buena muestra de esa nación – claramente definida y construida, convertida en religión.

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ConclusionesEl artículo pretende haber sido un sendero para ingresar a un mundo que sin duda resulta apasionante. El nacionalismo tiene el poder de las cosas que poseen un elemento emotivo y romántico; el poder del nacionalismo reside en que indirectamente compromete a la gente, indirectamente les hace sentirse culpables sino siguen el camino que la nación les ha marcado, en mayor o menor medida todos escuchamos a los espíritus . Yeats comentaba al respecto:

“Sólo hay una forma de aplacar a un espíritu. Hay que hacer lo que este nos pide. A veces los espíritus de la nación nos piden grandes cosas y hay que aplacarlos a cualquier precio”.

Pero sin duda el trabajo nos ha mostrado que hay grados en el poder del nacionalismo, que éste puede adquirir infinidad de formas y que dependiendo de la que posea generará más o menos poder y diferentes actitudes. A lo largo del artículo hemos intentado mostrar al lector que el nacionalismo en relación con la religión puede tener dos caras: La religión puede ser una característica fundamental del mismo, véase el caso de Irlanda y el País Vasco; o también, el nacionalismo puede convertirse por sí mismo en un tipo de religión civil, como vimos en el apartado anterior; convertirse en esa religión laica, en esa religión estatal-nacional.

Las diferentes formas del nacionalismo generan como hemos dicho diferentes relaciones de poder, el nacionalismo orgánico, del tipo vasco o irlandés se basa en la creencia de que existen lo que Arregi denominaba “comunidades naturales”; es decir, existe una comunidad con una serie de características objetivas y compartidas que nos informan de manera inequívoca de la existencia de una nación. La visión es orgánica, la nación existe como tal, es una concepción monolítica de la misma que hace ver la fuerza de la comunidad y la debilidad del individuo. Por otro lado tenemos la concepción cívica de la nación, esta se basa en la idea ilustrada de la nación racional, en esta concepción se cree más en las actitudes

cívicas del ciudadano que en quién es ese ciudadano. La crítica que muchos autores hacen es que al final, en las entrañas del nacionalismo cívico, véase el caso de Francia o Estados Unidos, hay una clara concepción de lo que significa ser francés o estadounidense. El WASP (blanco, anglosajón y protestante) estadounidense es un buen ejemplo de lo que se pretende mostrar con este argumento.

La crítica no va desencaminada, y es cierto que existen sin duda unas definiciones dentro del nacionalismo cívico de lo que se considera un “ciudadano” típico, pero la distinción no es baladí y la historia nos hace ver que la diferencia ha existido y en cierta medida aún existe. Los casos que ejemplifican esta diferencia son Francia y Alemania; En Alemania existe aún hoy en día la concepción germana de nación étnica. Esta condujo a una política genealógica (ius sanguinis) que hasta muy recientemente ha hecho que se le denegase la ciudadanía a los inmigrantes turcos, mientras que por otro lado se le concedía inmediatamente los derechos de ciudadanía a los desposeídos de Alemania del Este. El ejemplo contrario, el ejemplo de nacionalismo cívico nos lo da Francia que concedía la ciudadanía a cualquier individuo que demostrase una prolongada residencia en Francia y un expediente penal limpio. En el caso francés la importancia no residía en el “ius sanguinis” sino en el “ius soli”.

De todo lo anterior podemos decir que el nacionalismo aún no ha perdido fuerza, no estamos de acuerdo con la idea de Smith que dice que el nacionalismo debido a la era histórica posmoderna está perdiendo fuerza, se está superando...

En la era posmoderna que se lleva desarrollando más o menos unos 50 años el nacionalismo no ha dejado de adquirir poder, hoy en día es aún un tema central que afecta a muchos estados, entre ellos España. Es más, en nuestra opinión éste nacionalismo ha mutado y está provocando que el nacionalismo cívico, nacionalismo más positivo a nuestro juicio, esté perdiendo terreno en función de un

nacionalismo étnico-ancestral en asociación con la posmodernidad. La posmodernidad rompe con la idea moderna de la igualdad de todos dentro del Estado, con la indiferencia de la que habla Mikel Azurmendi, característica que nos hacía libres e iguales a todos dentro del ámbito estatal-público. La posmodernidad pretende resaltar la diferencia, potenciar las identidades diferenciadas, diferencia entendida como fragmentación. Por todo ello la posmodernidad defiende un tipo de micropolítica. Para los posmodernos adquieren importancia los movimientos sociales, las formas no convencionales de acción, se potencia lo local, las narrativas míticas, las leyendas de las diferentes tierras, la posmodernidad despierta a las voces ancestrales...

La intención de todo esto es que se quiere construir lo global, lo mundial, desde el ángulo de lo local, de lo pequeño. Como dice Giddens “lo local y lo global se alimentan mutuamente” .

Debemos ser conscientes del peligro que conlleva levantar, o mejor dicho, despertar a las voces ancestrales, a los espíritus de las naciones. Es peligroso y unido al concepto de fragmentación puede generar una serie de problemas de difícil solución.

Esto es lo que hace del nacionalismo un tema apasionante, esto es también lo que provoca que éste sea un tema en el que llegar a un final, si es que existe, como diría un posmoderno, resulta de una gran dificultad. Lo que si parece es que un aumento del nacionalismo étnico-ancestral puede generar a priori más violencia que un nacionalismo de tipo cívico. Si la tendencia es, como acabamos de decir, la de despertar a los espíritus, habrá que tener la anterior afirmación en cuenta para no arrepentirnos en el futuro.

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1) ARREGI, Joseba: Euskadi como pasión, Alegia, Hiria Libros, 1999.

2) ARREGI, Joseba: Euskadi invertebra-da, Alegia, Hiria Libros, 1999.

3) AZURMENDI, Mikel: La herida pa-triótica, Madrid, Taurus, 1998.

4) BARREIRO, Xosé Luis: A terra quere pobo, Vigo, Xerais, 2004.

5) CRUISE O´BRIEN, Connor: Voces ancestrales: Religión y nacionalismo en Irlanda, Madrid, Espasa, 1999.

6) DUNN, John: La agonía del pensamiento político occidental, Ma-drid, Cambridge University, 1996.

7) ELORZA, Antonio: La religión política, Donostia- San Sebastián, Ha-ranburu Editor, 1995.

8) EZQUERRA, Iñaki: ETA pro nobis. El pecado original de la Iglesia vasca, Madrid, Planeta, 2002.

9) EZQUERRA, Iñaki: La sentimen-talidad totalitaria, Barcelona, Belacqua, 2003.

10) FALLACI, Oriana: La fuerza de la razón, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004.

11) HAYES, Carlton J.H. : El nacionalismo, una religión, Mexico D.F., U.T.E.A (Unión Tipográfica Editorial Hispano Ameri-cana), 1960.

12) HUNTINGTON, Samuel P.: El choque de civilizaciones, Barcelona, Paidós, 1999.

13) HUNTINGTON, Samuel P.: ¿Quienes somos? Los desafíos a la iden-tidad nacional estadounidense, Barce-lona, Paidós, 2004.

14) JUARISTI, Jon : La tribu atribulada, Madrid, Espasa, 2003.

15) KAGAN, Robert: Poder y debilidad, Madrid, Taurus, 2003.

16) MÁIZ, Ramón y SAFRAN, Wil-liam (coords.): Identidad y autogobierno en sociedades multiculturales, Barce-lona, Ariel, 2002.

17) SMITH, Anthony D.: Nacionalis-mo y modernidad, Madrid, Itsmo, 2000.

18) SMITH, Anthony D.: Nacionalismo, Madrid, Alianza, 2004.

Bibliografía

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Reflexiones sobre la Política Comercial de Guatemala

Por: Enrique Lacs

En pocas oportunidades políticos, economistas y sociedad en general repasan la política comercial de Guatemala, con el fin de preguntarnos sobre los resultados, meta y efectos en la sociedad.

Es probable que con la coyuntura actual tengamos además que hacer énfasis en el cómo implementar la política comercial y lograr el mejor beneficio para Guatemala.

Esta reflexión pretende repasar y proyectar decisiones del pasado hacia el futuro, para que lo aprendido en el pasado sirva para lograr los nuevos retos.

Etapas de la Política:Guatemala ha estado vinculada al proceso de Integración Económica Centroamericana desde la década de los años 50 y 60, épocas en la cual Centroamérica surge como una región comercial y económica, por lo que la Integración es tal vez el elemento más destacado y permanente en la política comercial.

Por esta razón al abordar la política comercial de Guatemala, en gran medida podría pensarse que se observa a Centroamérica, debido a que sus miembros han seguido etapas similares de política comercial y de la integración durante los años siguientes a su constitución.

Cabe distinguir al menos cinco grandes etapas de la política comercial en Guatemala siendo estas:

1.- La integración regional

2.- Sustitución de Importaciones

3.- Regionalismo abierto

4.- Apertura comercial reciproca

5.- Unión Aduanera

Estas etapas no son necesariamente secuenciales, pero el tránsito hacia la siguiente etapa hizo inminente el

desplazamiento de elementos de la anterior política, en lo que coexisten etapas o algunos de sus componentes.

Cada etapa respondió a una necesidad específica de Guatemala y de la región centroamericana y aunque algunas por su avance y desarrollo ya no se visualizan como parte de la política comercial predominante, sus componentes o fundamentos tienen aun efectos en el comercio y el desarrollo económico.

La Integración Regional y la Sustitución de Importaciones:

Con la integración centroamericana, Guatemala inauguró una época de apertura y regionalización únicamente conocida durante la época de la colonia. El Tratado General de Integración Centroamericana marca el inicio de la etapa de integración que prevalece y se convierte en un pilar de la política comercial hasta nuestros días. Esta etapa se basa en el desarrollo de una Centroamérica que responde a los retos de su época, mejorar el tejido productivo y ampliar el comercio.

Casi simultáneamente se establece la siguiente etapa, la política comercial que pretende explotar las ventajas de la región centroamericana integrada para el establecimiento de inversiones productivas y la creación de oferta exportable intraregional.

La integración debía sustentarse en el intercambio comercial de sus miembros, los cuales estaban en un periodo prácticamente de exclusiva explotación agrícola básica a pequeña escala que no constituía una oferta de exportación sostenible, tomando en cuenta que los países centroamericanos finalmente tienen la misma matriz de producción agrícola. La sustitución de las importaciones le dio un empuje al intercambio comercial regional, decenas de empresas se instalaron en la región para poder atender la

demanda de un mercado que expandía su comercio y que resultaba atractivo para las circunstancias de la época. Esta etapa de la política comercial se pudo desarrollar gracias al elevado nivel de protección que Guatemala y la región mantuvo como atractivo para la inversión y protección de su incipiente producción.

Con la integración centroamericana y la sustitución de las importaciones nacen los incentivos para la inversión y el comercio, crece el sector de manufacturas, se diversifica el comercio de la región, aumenta la importación de materias primas y bienes de capital y se comienza a formar las primeras cadenas productivas. Aunque en esta etapa no se pudo asegurar el equilibrio del establecimiento de la inversión entre los países centroamericanos, unos más que otros domiciliaron las nuevas empresas y constituyeron nuevos sectores en beneficio de su propio comercio.

La política comercial abandona su componente de sustitución de importaciones en un momento en el que el comercio estaba en plena expansión y las empresas demandaban más mercados y reducción de costos.

En este contexto y auspiciados por los cambios regionales e internacionales y los alentadores resultados de los países asiáticos, Guatemala y el resto de Centroamérica toman el camino de la liberalización progresiva y unilateral de su mercado; de forma selectiva se definieron los sectores o actividades que debían abrirse a la competencia internacional y que respondía a las demandas de reducción de costos.

Regionalismo Abierto:

Guatemala entra a la etapa del regionalismo abierto, que se caracterizó por impulsar la integración centroamericana, un tanto estancada en la década de los 70, surgiendo con nuevo ímpetu y compromisos. Uno de los componentes más destacados de esta periodo fue la estrategia para la promoción de las exportaciones.

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En la década de los 80, se planteaba que el camino del desarrollo era la inserción en los mercados internacionales, participar en el mercado mundial con la producción local. Esta lógica permea todas las capas de decisión en el país y la región. Guatemala estableció el andamiaje legal, institucional y fiscal para promover las exportaciones simultáneamente a la apertura unilateral del mercado regional.

Es en esta etapa, donde se establecieron los incentivos fiscales a la exportación, transformando los anteriores incentivos de la sustitución de importaciones y adecuándolos para el desarrollo de exportaciones a partir del tejido productivo conformado gracias a los beneficios otorgados a la inversión durante el periodo de sustitución de importaciones. Cabe mencionar que los beneficios fiscales a la exportación lograron dos objetivos, atraer inversión y coadyuvar a las exportaciones fuera de la región centroamericana, en una primera instancia. Los incentivos se concedieron a sectores con ninguna o muy poca orientación hacia el mercado mundial, los productos agrícolas básicos de exportación no se incluyeron como parte de esta estrategia. De nuevo el objetivo fue desarrollar una más amplia oferta exportable, a diferencia de la etapa de sustitución de importaciones, dirigida al mercado internacional.

Es importante mencionar que la consolidación de esta etapa también se debió a varios factores; una fuerte corriente de desarrollo a través del comercio, impulsada por la UNCTAD una década antes, dio origen a una serie de mecanismos de comercio preferencial unilaterales de los países desarrollados hacia los países en vías de desarrollo, los llamados Sistemas Generalizados de Preferencias por medio de los cuales estos países abrían sus mercados a su conveniencia a los países no desarrollados. Por otro lado, empujado por la situación generada en la región por la bipolaridad política mundial, Estados Unidos establece la

Iniciativa de la Cuenca del Caribe, que da prácticamente plena apertura a su mercado a los productos de la región. Y las Políticas de ALADI con los Acuerdos de Alcance Parcial, que en menor medida pero con un relativo impacto en las exportaciones, se suscribieron con los países de Latinoamérica.

Paralelamente a esto Centroamérica a partir 1986 eliminó el 95% de las restricciones no arancelarias tales como cuotas y permisos de exportación y se redujeron los niveles arancelarios desde un promedio del 60% a un nuevo promedio del orden del 20% en un intento de reducir o eliminar el sesgo antiexportador, entre otros derivado de los aranceles a los insumos importados y de las excesivas regulaciones comerciales de la época. Es importante mencionar que esta medida ocasionó una fuga de empresas transnacionales y un déficit en la balanza comercial.

Centroamérica además inició un proceso de reingeniería para adecuarse a las nuevas condiciones políticas, sociales y comerciales, lo que concluyó con el Protocolo de Guatemala al Tratado de Integración, estableciendo de esta forma los objetivos, los componentes y la institucionalidad para la integración económica de la región.

En Guatemala se crean las instituciones y foros ad hoc para el impulso a las exportaciones, transformando en la mayoría de los casos, antiguas entidades dedicadas a esta actividad. Se establece el Consejo Nacional para la Promoción de las Exportaciones –CONAPEX-, El Comisión nacional coordinadora de Exportaciones CONACOEX, así como la entidad gremial de promoción de las exportaciones específica para los productos no tradicionales. Esto se replica en todos los países de la región centroamericana.

Estas instituciones y foros conjuntamente con las legislaciones de incentivos fiscales, orientan fuertemente la política comercial de Guatemala, en sus inicios, casi exclusivamente a las exportaciones extraregionales.

CONAPEX

Conformación

Sector Publico Ministerio de Economía Banco de Guatemala Ministerio de Relaciones Exteri-ores Ministerio de AgriculturaMinisterio de Finanzas Ministerio de Comunicaciones e InfraestructuraMinisterio de Energía y Minas

Sector PrivadoCámara de Industria de Guate-malaCámara de ComercioCámara del Agro Cámara de FinanzasAsociación de ExportadoresConfederación de CooperativasAsociación de Azucareros

Los titulares son los Ministros y los Presidentes de las organiza-ciones empresariales

FunciónProponer al Presidente de la República, la política nacional de promoción, diversificación e incremento de las exportaciones, la promoción del turismo y las in-versiones velar por la instrument-ación y ejecución de la política

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En esta misma etapa se lanzó una nueva ronda de negociaciones comer-ciales a nivel mundial en el marco del GATT. Con el compromiso de los países desarrollados de transformar las bases del comercio y establecer mecanis-mos e instituciones que asegurasen el cumplimiento de las normas; Guate-mala ante esta expectativa y condi-cionada por los socios comerciales, se incorporó al GATT y participó en la Ronda Uruguay. Con esta decisión Guatemala adoptaría el componente multilateral de su política comercial y se hace miembro del sistema mundial de comercio.

Al inicio de la siguiente etapa, Guate-mala como la mayoría de los países de la región se encuentran con una política comercial de multicomponentes a sa-ber, integración regional como destino de la mayoría de las exportaciones para la gran mayoría de pequeñas y median-as empresas locales y base de la inver-sión productiva transnacional; multilat-eralismo mundial como miembros del GATT y sus normas; acceso preferencial unilateral a mercados desarrollados con sus limitaciones y restricciones, aper-tura unilateral del mercado local y ori-entación de la producción y el comercio hacia el mercado internacional.

Es en este punto que cabe reflexionar si la política comercial coadyuvó al desarrollo económico, mejoró las condi-ciones sociales, promovió una mayor inserción de la economía local al mundo, aumentó la oferta de bienes y servicios al consumidor local, distribuyó mejor la riqueza. Estas son algunas de las preguntas entre las múltiples tesis e hipótesis sobre la contribución del comercio al desarrollo económico y social de países en desarrollo como Guatemala.

La mayoría coinciden que el camino recorrido ya no se puede revertir y que los impactos económicos están a la vista y sus efectos han transformado al país y la región. Es también parte del consenso que estas políticas han sido insuficientes para alcanzar los niveles de desarrollo y disminución de la pobr-eza en el país.

Apertura Comercial Reciproca:

Sumándose a esta reflexión y ante la dificultad de exportar a los mercados externos por las persistentes barreras

al comercio que imperaban aun entre los países, pese a algunos esquemas de acceso preferencial unilaterales; y debido a que la apertura unilateral de la región no logró una mayor reciprocidad por parte de algunos socios comerciales extraregionales; a inicios de la década de los 90 se promovió acercamientos para profundizar la liberalización de los mercados de forma reciproca.

No fue gratuita la adopción de esta nueva etapa de la política comer-cial dominada por la apertura recip-roca, pues esta fue impulsada por la creciente conformación de bloques económicos y zonas de libre comercio que provocarían cambios en los flujos comerciales y de inversión.

La región centroamericana, aunque un jugador de menor escala a nivel mun-dial se vería afectada por esta situación. La ronda Uruguay estaba, al inicio de esa década, en un impasse debido al comercio agrícola, Europa anunciaba grandes avances en la formación de un espacio comercial en crecimiento, en Asia los nuevos jugadores con-formaban zonas de cooperación e integración comercial y en Latinoa-mérica se consolidó el MERCOSUR. Este cambio en el tablero comercial a nivel mundial tiene reacciones inmediatas en nuestros socios y vecinos. Estados Unidos conjuntamente con Canadá y México conformaron una zona de libre comercio el cual entra en vigencia a mediados de la década y en ese mismo tiempo, México concluyó su acuerdo comercial con Costa Rica y Nicaragua, y finalmente la Ronda Uruguay final-izó incorporando las nuevas normas para el comercio agrícola, de servicios, de propiedad intelectual y solución de controversias además de crear la nueva institucionalidad.

En efecto, los indicadores de la actividad productiva en el sector real indicaban que para 1995 los sectores de agri-cultura y de industria manufacturera eran los de menor crecimiento relativo con respecto a los otros sectores de la economía, con tasa del 2.9% y 3.2% respectivamente, en relación al crec-imiento del 4.9% del PIB. En el mismo período, el déficit en la balanza com-ercial se situó en cerca de US$1.100.0 millones, a pesar de que las exporta-ciones mostraron un fuerte crecimiento cercano al 28.6%. Este comportamiento

que se ha venido repitiendo en forma persistente durante los últimos años mostró un debilitamiento relativo de los principales sectores proveedores al com-ercio exterior y un desequilibrio estruc-tural en el comercio internacional de Guatemala. No obstante, los principales indicadores productivos y del comer-cio internacional, evidenciaron que las acciones de política tomadas durante la última década, no han sido suficientes y no han tenido la congruencia y dirección necesaria para que el comercio exterior generase mayor tasa de producción y empleos que el país requería para el crecimiento y desarrollo económico.

Estos eventos obligaron a reflexionar sobre el futuro del comercio del país, de la producción nacional con creciente competencia internacional en el merca-do local y externo, sobre la posibilidad de atracción de inversión y el desarrollo económico y social.

Estados Unidos el principal socio com-ercial extraregional, concedía acceso a México mejorando incluso los benefi-cios que el país recibía de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, esto ponía en riesgo en el mediano plazo la atrac-ción de inversiones hacia Guatemala y las exportaciones destinadas a este mercado, particularmente del impor-tante sector textil y de la confección que gracias a la etapa anterior mostró un fuerte crecimiento. Guatemala y la región plantearon soluciones para esta situación, solicitaron la Paridad NAFTA y luego, en el año 1998, un Tratado de Libre Comercio. Estados Unidos pro-puso la formación del Área de Libre Comercio de las Américas –ALCA-.

Guatemala formuló su política comer-cial basado en este nuevo entorno, la Política Integrada de Comercio Exterior, que además de la apertura comercial reciproca a través de las negociaciones comerciales, incluyó la competitividad como un elemento clave para mejorar la participación en los mercados in-ternacionales y la sostenibilidad de la actividad empresarial local ante la competencia internacional.

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Las negociaciones comerciales internacionales deberán sustentar en los principios y alcanzar objetivos si-guientes:

Principios:

1. Estricto apego a la Constitución Política de la República de Guatemala.

2. Congruencia con los principios y disciplinas de la Organización Mundial del Comercio OMC.

3. Respeto a los compromisos de la Integración Económica Centroamericana

4. Negociación de disciplinas comunes que permitan un proceso de apertura equivalente entre las partes

5. Consideración e la necesidad de ajuste gradual de los diversos sectores productivos nacionales a las nuevas condiciones de competencia

6. Coordinación con los sectores productivos nacionales a través del sistema permanente de consultas

7. La negociación es un todo interdependiente. En consecuencia nada esta negociado hasta que todo este acordado.

Objetivos:

1. Ampliar y mejorar las condiciones de acceso de los bienes y servicios nacionales en los mercados exter-nos.

2. Contribuir al establecimiento de inversión extranjera directa en el territorio nacional.

3. Contribuir a reducir el déficit en la balanza comercial.

4. Impulsar el proceso de perfeccionamiento del Mercado Común Centroamericano.

5. Establecer reglas claras, transparentes y permanentes, que permitan certeza jurídica en las diferentes disciplinas que se negocian.

6. Reducir la vulnerabilidad de nuestras exportaciones ante la aplicación de medidas unilaterales y discre-cionales por parte de nuestros socios comerciales.

7. Establecer mecanismos ágiles y expeditos para solucionar las controversias que surjan de la aplicación de los instrumentos comerciales negociados.

8. Coadyuvar en la generación de nuevos y mejores puestos de trabajo y ofrecer mayores opciones al consumidor.

Política Integrada de Comercio Exterior

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Como parte de la Política Integrada de Comercio Exterior se definió la agenda nacional de negociaciones comerciales interna-cionales evaluando al socio comercial según quince parámetros, económicos, comerciales y estratégicos.

Esta etapa requirió la conformación de los foros públicos y privados para ejecutar la política comercial a través de las negocia-ciones comerciales, para lo que se creó el Comité Nacional de Negociaciones Comerciales Internacionales –CONEI- (conformado

por los viceministros y delegados del sector privados miembros de CONAPEX) y del lado del sector privado el Consejo Empre-sarial para las Negociaciones Comerciales Internacionales -CENCIT- (conformado por delegados de las cámaras y asociaciones

empresariales y técnicos en los diversos temas del comercio), que permitiría la participación técnica y de consulta del empre-sariado en las negociaciones comerciales coordinadamente entre el mismo sector y con el gobierno, con lo que se alcanzaron

los consensos necesarios para cada negociación.

Agenda de Negociaciones Comerciales

Parámetros para orientar la relevancia de las negociaciones

1. Exportaciones totales hacia el socio comercial

2. Crecimiento de las exportaciones totales

3. Importaciones totales provenientes del socio comercial

4. Crecimiento de las importaciones totales

5. Principales productos de exportación

6. Principales productos de importación

7. Concentración de las exportaciones

8. Concentración de las importaciones

9. Exportación de capital, inversión del socio comercial

10. Principales mercados de exportación del socio comercial

11. Principales mercados de importación del socio comercial

12. Comportamiento de productos de importación del socio comercial con relación a la producción nacional.

13. Comportamiento de productos de exportación del socio con relación a la producción nacional

14. Ingreso per cápita del socio

15. Consideraciones estratégicas

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Centroamérica prosiguió con el perfeccionamiento de la zona de libre comercio adoptando una serie de reglamentos técnicos armonizados y vinculantes en las diferentes disciplinas del comercio. En este mismo periodo nuevamente hace un ordenamiento de sus niveles arancelarios que da mayor nivel de apertura al mercado regional y se promueve la eliminación de barreras entre los miembros.

Con la etapa de Apertura comercial reciproca, Guatemala negoció con los principales socios comerciales, Tratados de Libre comercio siguiendo el formato de NAFTA y el formato de los Acuerdo de Alcance Parcial de ALADI, atendiendo las disposiciones de los acuerdos de la OMC.

Cabe destacar en este proceso la singularidad del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y Estados Unidos y del Acuerdo de Asociación de Centroamérica y la Unión Europea.

En el caso del Tratado con Estados Unidos se introducen elementos nuevos tales como el capitulo laboral y ambiental y disposiciones de aplicación multilateral entre los suscribientes por medio del cual este Tratado sirve igualmente para regular el comercio de los países centroamericanos. El Acuerdo de Asociación incluye la cooperación y diálogo político pero en la parte comercial incorpora normas de competencia, de desarrollo sostenible que se vislumbra como la suma de los temas laborales y ambientales, y la modalidad en la cual la región se constituirá como una entidad única en la aplicación del acuerdo, esta disposición aun en negociación obligaría a Centroamérica a avanzar en la integración más allá de una Unión Aduanera.

Estos nuevos elementos modifican los formatos de los Tratados de Libre Comercio negociados al inicio de esta etapa.

Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos:

Con el cambio de política debido al lento avance de la Ronda Doha de OMC y el fracaso del ALCA, Estados Unidos lanzó una ofensiva de negociaciones comerciales que incluyó a Centroamérica.

De la experiencia de la negociación con Estados Unidos se destacaron algunos aspectos que como país y región pese a las distancias iníciales se llegaron acordar en áreas como agricultura, servicios e inversión. La negociación del sector textil y de la confección fue uno de los más importantes, el ultimo día a la ultima hora se resolvieron los puntos disenso específicamente las reglas de origen y algunas cuotas siendo este un sector sensible para Estados Unidos, igualmente los sectores agrícolas sensibles como los granos básicos y las carnes por parte de Centroamérica y el azúcar para Estados Unidos lograron acuerdos de apertura en el largo plazo; adema temas como las subvenciones a la agricultura, subvenciones a la exportación, telecomunicaciones, propiedad intelectual para medicamentos y agroquímicos genéricos eran sensibles para ambas partes. Cabe mencionar que este Tratado incluyó disposiciones contra la corrupción, eliminó la aplicación de la salvaguardia agrícola de la OMC, estableció salvaguardias en textiles y confección, abrió un mecanismo para la cooperación, y estableció mecanismos de solución de diferencias para los temas laboral y ambiental.

La negociación conjunta por parte de Centroamérica se logró en la gran mayoría de temas, excepto en los productos agrícolas sensibles y en los que tradicionalmente se hacen compromisos bilaterales por razones de legislación interna como los servicios, las compras de gobierno e inversión. Esta negociación requirió de un esfuerzo de consenso interno en la región que finalmente no constituyó ningún impedimento para cerrar la negociación.

A diferencia de otros Tratados, este requirió modificaciones a la legislación nacional para poder entrar en vigencia, este costo adicional no ha sido evaluado en su real dimensión, pues esta condicionante constituyó una reforma al ordenamiento legal del país. Con las modificaciones a la legislación nacional basadas en las disposiciones del Tratado hace que estas se apliquen a todos los socios comerciales y agentes económicos sin excepción lo que equivale a una forma de aplicación de la clausula de Nación más Favorecida, pilar de los acuerdos de la OMC.

Luego de la entrada en vigencia del Tratado en el año 2006, se pudo observar un aumento en las exportaciones del orden del 8% para el primer año revirtiendo una tendencia decreciente meses antes y en el segundo año un crecimiento de las exportaciones del 11%. El tratado está en su fase de inicio y por tanto aun no se ha sentido los efectos de la liberalización en el mercado local y regional, será a partir del séptimo año de vigencia que el nivel de apertura de Centroamérica permitirá evaluar los primeros efectos en los sectores. Para los sectores sensibles, particularmente en la agricultura, los efectos se harán manifiestos a partir del año 12 de la vigencia.

Acuerdo de Asociación con la Union Europea: Es importante remarcar que este Acuerdo representa una pieza estratégica para Europa, más que de intereses comerciales, Europa busca en alguna medida consolidar su influencia en la región. Las cifras comerciales demuestran claramente que para Europa, Centroamérica no es ni será un socio comercial de peso y en algún momento podrían ser un destino de poca relevancia de sus inversiones. Desde la visión de Centroamérica, Europa es, en la mayoría de los casos, el tercer socio comercial y un proveedor de inversiones importante y potencialmente de gran atractivo. El nivel de influencia de Europa esta aun pasos atrás con relación a Estados Unidos, no obstante que Europa es un cooperante importante para la región.

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En el proceso de negociación, en curso, se pueden destacar las áreas en las que se están haciendo esfuerzos para lograr acuerdos, como la aper-tura del sector agrícola en particular del banano, azúcar y café procesado altamente sensibles para Europa; la protección a servicios y productos culturales y la apertura de los servicios son de gran interés. Por su parte para Centroamérica las reglas de origen para varios sectores constituyen una certeza de acceso, así como las disposi-ciones en materia de acceso a mercados y la asimetría en los compromisos, en

general una gran premisa de esta nego-ciación expresada por Centroamérica es que el Acuerdo de Asociación en su parte comercial no podrá disminuir los beneficios del Régimen Especial de Estimulo del Desarrollo Sostenible y la Gobernanza vigente, conocido como SGPplus, concedidos a Centroamérica.

En la negociación Centroamérica actúa como una parte, al igual que en las experiencias anteriores esto ha sido posible por el alto grado de integración y larga experiencia de negociar como región. A diferencia de otros Tratados Comerciales la disposición, en ne-

gociación, es que en la aplicación del acuerdo, Centroamérica será una parte. Esta disposición significa que los países eventualmente no podrán disponer de forma bilateral el uso de diversos mecanismos sino solamente como región; lo que obligaría a Centroamérica a reformar su sistema de integración.

Etapa de Apertura Comercial Reciproca

Acuerdos Vigentes

Tratado de Libre Comercio México y El Salvador, Guatemala y Hon-duras

Tratado de Libre Comercio Centroamérica y República Dominicana

Acuerdo de Alcance Parcial Reciproco Cuba y Guatemala

Tratado de Libre Comercio Estados Unidos, Centroamérica y Repúbli-ca Dominicana

Tratado de Libre Comercio República de China y Guatemala

Acuerdos suscritos

Tratado de Libre Comercio Centroamérica y Panamá

Tratado de Libre Comercio Centroamérica y Chile

Acuerdo de Alcance Parcial Reciproco Belice y Guatemala

Tratado de Libre comercio Colombia y El Salvador, Guatemala y Honduras

Acuerdos en Negociación

Acuerdo de Asociación Centroamérica y Unión Europea

Tratado de Libre Comercio Canadá y El Salvador, Guatemala, Hondu-ras y Nicaragua

Tratado de Libre Comercio Centroamérica y CARICOM

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La etapa de Apertura comercial reciproca está en su periodo de madurez debido a que están en proceso las negociaciones con los últimos socios de relevancia e interés comercial. Con esta etapa alrededor del 80% de las exportaciones del país estarán

reguladas por un acuerdo comercial.

País/Región US$ %

Vigentes

Centroamérica 1,875,525,046.00 41.5

México 209,884,828.00 4.6

Estados Unidos 1,148,985,275.00 25.4

República de China 19,618,672.00 0.4

Cuba 12,328,600.00 0.3

República Dominicana 60,725,260.00 1.3

Suscritos

Panamá 93,571,965.00 2.1

Chile 38,223,827.00 0.8

Belice 45,465,963.00 1.0

Colombia 17,257,938.00 0.4

En negociación

Canadá 107,797,765.00 2.4

Europa 275,601,979.00 6.1

CARICOM 85,632,448.00 1.9

88.2

Exportaciones Totales 4,527,886,032.00

Fuente SIECAUnión Aduanera:

El Protocolo de Guatemala reitera el objetivo de que la región avance en la profundización de la integración, con-siderándose como la siguiente etapa la conformación de la Unión Aduanera, ob-jetivo compartido a nivel político por los gobiernos y las organizaciones empre-sariales de todos los países miembros del sistema de integración económica. A esta disposición legal se suman las demandas de mayor agilidad en el comercio region-al por parte de los agentes económicos, la disminución de los costos y facilitación de los procedimientos en aduanas.

Esta nueva etapa enfatiza la confor-mación de la Unión Aduanera y marca su inicio con la vigencia del convenio de unión aduanera entre Guatemala y El Salvador a partir el año 2002, al cual luego se unieron Honduras y Nicaragua.

Por medio de este convenio se confiere un mayor carácter supranacional al Con-sejo de Ministros de Integración Económi-ca y a las decisiones y resoluciones en materia comercial.

Los países plantean y aprueban un pro-grama de trabajo para la conclusión de la unión aduanera, que incluyó la armo-nización arancelaria, la liberalización de

los pocos productos que no gozaban de libre comercio en la región, la definición de política comercial común y la armoni-zación de la administración aduanera.

Guatemala impulsa la integración de la región y promueve la suscripción del Acuerdo Marco para el Establecimiento de la Unión Aduanera en diciembre del 2007, que identifica tres etapas para su conformación, la etapa de facilitación del comercio, la etapa de armonización de la normativa comercial y la del desarrollo de la institucionalidad con sus órganos y mecanismos de toma de decisiones.

El avance de esta etapa definirá la com-petitividad de la región en los próximos años y con la conformación de la unión aduanera, Centroamérica se colocaría a la cabeza de los procesos de integración latinoamericanos, reduciendo costos de transacción, aumentando la eficiencia en la circulación de bienes y servicios a lo interno de la región y convirtiéndose en una región atractiva para la inversión.

Retos:

Guatemala al igual que Centroamérica ha avanzado en su integración y en su relación comercial hacia el sur, al norte y al oeste. Se deberá ser mas cautos en seguir haciendo acuerdos comerciales sin

un sustento comercial evidente.

La próxima escala es el Este, Asia, aunque varios países ya han realizado acercamientos y mas países asiáticos aumentan el intercambio comercial con los países centroamericanos, la región aun no cuenta con una estrategia común para aprovechar las oportunidades.

Guatemala y Centroamérica deberán re-alizar esfuerzos redoblados para mejorar sus condiciones de producción y atraer inversión en nuevos sectores, reforzar los encadenamientos productivos y tecnifi-car las empresas.

La política comercial deberá comprobar que efectivamente es un importante componente del desarrollo social y económico de los países, que cumple con las expectativas de generación de em-pleo y mejor nivel de vida, de lo contrario se debería revisar los componente del modelo y establecer una nueva política ajustada a los nuevos retos económicos mundiales.

A partir de la publicación en Proyecto de Políticas de Comercio –POLCOM / GTZ- en 2008 por el mismo autor

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Referencias:

Política Integrada de Comercio Exterior de Guatemala 1997

Hacia un Acuerdo de Asocia-ción entre Centroamérica y la Unión Europea, Elementos para la definición de la estrategia de negociación 2006, AGEXPORT, GTZ, Ministerio Federal de Coop-eración Económica y desarrollo de Alemania, ONEWORLD Alema-nia, CEMPROMYPE.

Diego Sánchez Ancochea

Profesor titular en Economía de América Latina, Universidad de Londres

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¿De qué hablamos cuando hablamos de modernidad?

a. IntroducciónEs muy común escuchar y leer en los me-dios de comunicación social sobre mod-ernidad y postmodernidad. Sin embargo, una de las preguntas frecuentes que me re-alizan los alumnos de diferentes carreras es referente al concepto de modernidad. A fin de tratar de colaborar de forma humilde en lo que concierne a la modernidad, pretendo que con el presente escrito los alumnos, o cualquier interesado, tengan una aproxi-mación al concepto de “modernidad” desde un punto de vista sociológico y que puedan, mediante la lectura de este trabajo, tener una meridiana idea de lo es este concepto.

b. La modernidad para algunos au-tores del pensamiento sociológico clásico.No hay manual de Sociología de los consul-tados, que no son pocos, que no fije el pun-to de partida de la Sociología en la crítica a la modernidad. Algunos de los autores más relevantes de la teoría sociológica clásica (como Marx, Weber, Durkheim y Sim-mel) centraron gran parte de sus esfuerzos en analizar el concepto, el surgimiento y el predominio de la modernidad, y las con-secuencias de ésta.

Por ejemplo Marx, identificaba a la mod-ernidad con la economía capitalista, y su obra se caracterizó por la crítica a ese sistema económico y sus defectos, tales como la ex-plotación al proletariado, la alienación que

produce el sistema capitalista en los individ-uos, etc. En otras palabras, para Marx mod-ernidad era equivalente a capitalismo. De otra parte, para Weber el problema que mejor definía el mundo moderno, y la modernidad como tal, era la expansión de la racionalidad formal a expensas de otros tipos de raciona-lidad y el consecuente surgimiento de la jaula de hierro de la racionalidad. Según Weber, con la modernidad las personas eran cada vez más prisioneras de esta “jaula de hierro” y, por consiguiente, eran cada vez menos capaces de expresar algunas de sus características huma-nas. Por supuesto, Weber reconocía también las ventajas del avance de la racionalización, pero su preocupación fundamental eran los efectos de este nuevo tipo de racionalización.

Una de las características más relevantes de la modernidad en el pensamiento de Weber es el concepto de burocracia, pues en las sociedades tradicionales el número de organizaciones burocráticas es limitado. La burocracia juega un papel fundamental en la racionalidad de la modernidad, al punto tal que considera como inevitable la expansión de la burocracia en la modernidad, pues la única forma de atender las necesidades administrativas de los grandes sistemas sociales es mediante la burocracia. El concepto de modernidad de Durkheim

se basa en la distinción entre solidaridad orgánica y la solidaridad mecánica. Am-parado en esa distinción, la modernidad se define entonces por la solidaridad orgánica y por el debilitamiento de la conciencia colectiva. Aunque Durkheim reconoce que la solidaridad orgánica produjo una mayor libertad y más productividad, tam-bién reconoce que debido al debilitamien-to del tejido social, los individuos tendían a sentirse a la deriva en el mundo moderno, situación que denomina “anomia” en su cé-lebre obra “El Suicidio”.

Por su parte, Georg Simmel investigó la modernidad principalmente en dos lugares interrelacionados: la ciudad y la economía monetaria; la ciudad es el lugar físico en don se desarrolló, concentró e intensificó la modernidad, y la economía monetaria supuso la difusión y propagación de la modernidad. En su obra “La filosofía del dinero”, Simel expresa tres ideas de la mod-ernidad. La primera es que la modern-ización proporcionó una serie de ventajas a los seres humanos, sobre todo el hecho de que pueden expresar varias potenciali-dades que antes no se expresaban, que es-taban ocultas y reprimidas en la sociedad premoderna. La segunda idea sobre la modernidad de Simmel es la influencia del dinero en la sociedad moderna; y la tercera idea, es el abismo entre cultura objetiva y cultura subjetiva, como consecuencia de la importancia del dinero.

c. La modernidad para algunos autores del pensamiento soci-ológico contemporáneo En cuanto al concepto de modernidad en el pensamiento sociológico contemporáneo, Alain Tourraine describe la idea de moderni-dad bajo el esquema de que ésta reemplaza, en el centro de la sociedad, a Dios por la ciencia y, en el mejor de los casos, deja las creencias religiosas para el seno de la vida privada. Para Tourraine, no basta que estén presentes las aplicaciones tecnológicas de la ciencia para poder hablar de sociedad moderna. Es necesario, además, que la actividad intelectual se encuentre protegida de las propagandas políticas o de las creencias religiosas; que la impersonalidad de las leyes proteja contra el

nepotismo, el clientelismo y la corrupción; que las administraciones públicas y priva-das no sean los instrumentos de un poder personal; que vida pública y privada estén separadas, como deben estarlo las fortunas privadas y el presupuesto del Estado o de las empresas.

Anthony Giddens, quien es considerado por muchos como el rey de la moderni-dad, define la modernidad en términos de cuatro instituciones básicas . La primera es el capitalismo, que se caracteriza por la producción de mercancías, la propiedad privada del capital el trabajo asalariado no propietario y el sistema de clases derivado de esas características. La segunda institución que emplea Giddens para definir la mod-ernidad es el industrialismo, que implica el

uso de fuentes inanimadas y maquinaria para producir bienes, y el empleo de tecnología en la vida cotidiana.

La tercera institución es la capacidad de vigilancia, que se basa en las ideas de Michel Foucault . Esta capacidad de vigilancia es definida por Giddens como “(…) la super-visión de las actividades de las poblaciones súbditas en la esfera política” . La cuarta y última dimensión institucional de la mod-ernidad es el poder militar, o, lo que es lo mismo, el control de los medios de violen-cia, incluida la industria de la guerra. Es de resaltar que particularmente estas dos últimas instituciones, se dan en un marco de Estado – nación, que es radicalmente diferente al tipo de comunidad característica de la sociedad premoderna.

Por: Fernando Villamizar Lamus

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Sentadas las instituciones en las cuales se plantea la modernidad, Giddens expone tres aspectos que confieren dinamismo a la modernidad y que él los denomina como: (i) el distanciamiento, (ii) el despegue y (iii) la reflexibilidad. El primer especto, el distanci-amiento, consiste en la separación del tiempo y el espacio. En las sociedades premoder-nas el tiempo estaba ligado al espacio, y la medición del tiempo era imprecisa. Con la modernización el tiempo se estandarizó y se rompió el estrecho vínculo entre el tiempo y el espacio.

Ese rompimiento entre tiempo y espacio da lugar al segundo aspecto que confiere dinamismo a la modernidad, el despegue. El despegue consiste en la desconexión de las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y su reestructuración en intervalos espacio – temporales indefinidos. Hay dos tipos de mecanismos de despegue, el primero son las señales simbólicas, de las cuales la más conocida es el dinero; y el segundo son los sistemas de expertos, que organizan grandes áreas del entorno mate-rial y social en que vivimos. Este sistema de expertos no es solamente una muestra de división del trabajo, sino que están aplicados a fenómenos cotidianos, como la construc-ción de edificios o automóviles, que tienen lugar por la convergencia de un gran número de expertos.

La tercera característica dinámica de la modernidad es su reflexibilidad, que consiste en que las prácticas sociales son examina-das constantemente y reformadas a la luz de nueva información sobre esas mismas prácticas.

Otra forma de conceptuar la modernidad por parte de los pensadores sociológicos contemporáneos es la de George Ritzer , para quien la modernidad se entiende a partir de la MacDonalización de la socie-dad. Ritzer explica que la MacDonalización implica el hecho de que los restaurantes de comida rápida representan un paradigma contemporáneo de la racionalidad formal que postulaba Weber. El autor considera que si bien en los tiempos de Weber el modelo de sistema formal era la burocracia, en nuestros días son restaurantes de comida rápida los que representan esa racionalidad.

Ritzer expone que la racionalidad formal tiene las siguientes dimensiones:

1. La eficiencia: significa la búsqueda de los mejores medios para conseguir un fin. Esto se ilustra en el restaurante de comida rápida mediante el servicio de comida a través de una ventanilla para los automóviles.

2. La previsibilidad: implica la ausencia de sorpresas. Esto se manifiesta en los restaurantes con el caso del Big Mac, pues es este producto es exactamente lo mismo en cualquier lugar del mundo y en cualquier tiempo.

3. Un acento sobre la cantidad en lugar de la calidad y un control mediante la sustitución de la tecnología humana por la no humana: esto se manifiesta en que en vez de basarse en las cualidades de un cocinero, los restaurantes se basan en tecnologías no humanas y en cocineros no calificados que siguen instrucciones detalladas y métodos de cadena de montaje aplicados al proceso culinario.

d. ConclusiónLa revolución industrial fue un quiebre pro-fundo en la forma en que vivía la humanidad hasta ese entonces. Como consecuencia del mencionado acontecimiento, se presentan una serie de cambios en casi todos, por no decir todos, los ámbitos de la vida humana. Esa nueva etapa de la humanidad que tiene lugar con los cambios de la revolución industrial, es lo que debemos entender como “modernidad”, sea que lo veamos como una “macdonalización” en la forma de actuar de género humano o como cualquier otra de las formas en que lo analizaron los autores citados.

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The United States and Its Monroe Doctrine

This paper talks about how the establish-ment of the Monroe Doctrine in 1823 and the concept of Manifest Destiny in the United States influenced its foreign policy toward Latin America during the 19th cen-tury and the early part of the 20th century. It also talks about how American leaders often used the Monroe Doctrine and the concept of Manifest Destiny as moral ex-cuses in order to justify American interven-tion in the domestic affairs of many Latin American countries as well as to secure and protect American economic and strategic security interests in the region.

The early Pilgrims considered their journey across the sea as another Exodus,1 and when they arrived in America, they thought of the new land just as the Israelites thought of Canaan after their journey through the desert.2 As a result, for the early settlers there was no doubt that they were God’s chosen people,3 and, as God’s people, they considered that their role in this world had to be the same as that of the “City on a Hill” described in the Old Testament --that they were to be a people to whom all the nations of the world would always look to as a role model-- The days of the Pilgrims are long gone, but that perception of the American role in the world has endured.

After many years of British colonial rule, the American people saw the need and urgency to establish their own country, a country in which they would be able to fulfill the moral duty that, according to early Pilgrim views God had imposed on them. The Founding Fathers wanted their new nation to be different from the rest. They saw the many problems that Euro-pean “power politics” had caused to them-selves and to the world in general,4 so they wanted a United States free from European influence. As a result, President Monroe in 1823 declared the “Monroe Doctrine,” which not only was supposed to keep the United States free from European power politics, but also claimed that the United States would protect the newly indepen-dent Latin American nations from Euro-pean colonialism.5 At the time, it seemed the United States wanted to isolate itself from power politics and to protect its Latin American neighbors from European colo-

nialism as well. However, this may not have been the case; with the existing evidence, one might prove something very different. Based on the evidence, one can claim that the real American interest in pursuing its Monroe Doctrine was not to protect the newly inde-pendent nations, but to secure and protect its own economic and strategic security interests in the region from the European powers.6

At first, the Monroe Doctrine appeared to prove that the United States was going to act in “moral” terms toward its Latin American neighbors and was also going to shun the corrupt pursuit of power and territorial ex-pansion, things that strong nations always tend to seek.7 Also, the Monroe Doctrine encouraged American leaders to pursue a dif-ferent course for their nation, so for a while they gave priority to domestic economic and political development.8 As a result, at first the United States really seemed to be pursu-ing that “moral destiny” God had “assigned” to the American people.9 The United States seemed to be that “City on a Hill” that the Pilgrim writer William Bradford had also de-scribed.10

However, in 1846, when the United States went to war with Mexico, literally because it wanted to add more land to its already vast territory,11 things changed, and the United States no longer seemed to be pursuing that “moral” course. By that time, the United States was using the Monroe Doctrine as an excuse to pursue expansionist goals, as well as to secure its borders from European power.12 In addition, the United States needed another excuse to justify its search for power and ter-ritory, so the concept of “Manifest Destiny, the ideology that Americans were in fact des-tined to extend their nation across the conti-nent,”13 became the perfect excuse to justify an American presence in the region. Manifest Destiny was a belief that the American nation had to expand itself by spreading its form of democracy and its concept of freedom into countries that were inherently inferior.14 Therefore, by this time, American leaders not only were trying to acquire more land in the region, but also had a very racist view toward the Latin American people. President

Theodore Roosevelt’s “Corollary of 1904” serves as a proof of this claim.15 In his “Corollary” speech, President Roosevelt said,

“Chronic wrongdoing, or an impotence which results in a general loosening of the ties of civilized society, may in America, as elsewhere, ultimately require interven-tion by some civilized nation, and in the Western Hemisphere the adherence of the United States to the Monroe Doctrine may force the United States, however re-luctantly, in flagrant cases of such wrong-doing or impotence, to the exercise of an international police power.”16

As a result, the Roosevelt Corollary not only reinforced the Monroe Doctrine, but justified American intervention in the re-gion, under a claim of American superior-ity and Manifest Destiny. Later, President Woodrow Wilson also claimed it was an American duty to spread democracy and freedom in the region.17 As a result, it becomes clear that the American leaders were providing all kinds of “moral” excuses in order to justify American presence in the region.

Nowadays, evidence shows that the real American interests in the region were dif-ferent. However, at the time, these claims seemed to be very moral and convincing. I say this because the European presence in Latin America for over three centuries had provoked an anti-European senti-ment in the region.18 Latin Americans knew that a system in which just a few enjoyed the majority of the benefits, while the rest remained poor and unprivileged, was not what they needed. As a result, the anti-European sentiment in Latin America gave the United States a vote of confidence (voto de confianza) and a green light to start spreading its own brand of imperialism. I say this because the social, economic, political, and military growth that the United had experienced by the end of the 19th Century seemed enough proof to legitimize the American claim in Latin America. As a result of the American growth and prosperity of the time, Latin Americans decided to put part of their hope for a change into American hands.

By: Hugo Asencio Aragón

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However, soon it became obvious that Americans were not really trying to help Latin Americans. On the contrary, Ameri-cans wanted to help themselves. In Latin America, only a few benefited from the arrival of the United States in the region, and these were the powerful landowners and the military, who, in exchange of conces-sions to the Americans obtained loans,20 which were used to strengthen their social, economic, and political positions in the region.21 In the meantime, the majority of Latin Americans stayed poor, unprivileged, and landless.22 As a result, it was now evident that the arrival of the Americans was just intended to allow American capitalism to expand,23 and consequently, to allow the United States to have its own impe-rial colonies, whose cheap land and cheap labor would allow Americans to have more wealth in order to industrialize the Ameri-can economy and acquire greater power and ultimately global domination.24 American interests in the region had finally become evident: economic and territorial security. And just as President William Howard Taft and his “Dollar Diplomacy” showed from 1909 to 1913, the United States was seeking to control the whole American continents in order to ensure its national security and the protection of its economic interests in the region.25 Dollar Diplomacy was intended to safeguard American financial interests and to use private capital to further Ameri-can interests;26 it would allow American intervention in countries where American capital could have been at risk, in exchange for guaranteeing loans to the local govern-ments.

Because of the real American interests in Latin America and the American interpreta-tion of the Monroe Doctrine and Manifest Destiny, Presidents Roosevelt, Taft, and Wil-son launched a campaign of “democratiza-tion” in Central America. However, they did so, in most cases, by coercive means, partly as a result of racism toward non-whites and partly because they wanted to make sure that the American interests in the region were going to stay safe under local “democrati-cally” elected governments. These American leaders believed that American capital would be secure if they could promote a “participatory” democracy, in which elec-tions would be held and people would elect their representatives, and in those countries where the local leaders seemed reluctant to adopt the American brand of democracy, Washington had no option but to use force

to achieve its goal. It was not willing to let others influence these local governments as long as American capital was at stake. It is evident that economic interests were the primary concern of the American leadership, but the concept of Manifest Destiny gave Americans a moral justification to intervene in “apparently” weaker, inferior countries. For instance, from 1906 to 1912 the United States supervised elections in Panama. The United States wanted to make sure that its newly built canal was going to stay safe from “undemocratic” governments that might try to take away the concessions that previous governments had given to the United States. However, in the end, it was acting not to protect democracy itself, but to protect the canal. Also, in 1909 the United States en-couraged rebels in Nicaragua to fight against their government; after they triumphed, the rebels promised to hold elections in Nicaragua. However, it is apparent that elections were held only to satisfy American interests, because only Juan J. Estrada ran for office. After this, the United States Marines occupied Nicaragua until 1933.28

As I said before, at first the American ap-proach to its Latin American policy seemed moral and convincing. However, once the United States began to focus more on its economic interests and on the acquisition of power, it lost its true “moral” role in the world. Consequently, the United States began to behave just as Great Britain, Spain, and other European powers had done before. The United States began to act just as a superpower country does in the exercise of power politics. Therefore, what I mean to say is that just as Britain established impe-rial colonies all over the Caribbean area, the United States began to do the same in Latin America.29 The only difference was that the American leaders were able to disguise their economic and security interests, by claiming that a “moral” duty in the world required that they spread democracy in these countries of Latin America.30 As a result, the Monroe Doctrine, established in 1823 by President Monroe, was, in the end, only the perfect disguise to allow the United States-- by rejecting any presence of the European countries on the American continents-- to start establishing its own imperial colonies in Latin America.31

This American way of thinking about them-selves as “God’s chosen people” has contin-ued to influence American foreign policy to date, and many of the American mistakes in foreign affairs are due to this Manifest

Destiny that many American leaders are still trying to fulfill. This America foreign policy caused many of the social, economic, and political problems that many Latin American countries still have to face today. However, now the United States has literally turned its back to Latin America and continues to pay more attention to other issues. In the mean time, conditions in Latin America continue to be bad, and now, with the United States once again attempting to fulfill its Manifest Destiny, it seems that not only Latin America will continue to be forgotten and left to its own fate, but also countries like Iraq and Afghanistan will experience the same fate.

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Bibliography

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Una vista desapasionada de la política

¿Qué inquieta a los guatemaltecos, según los mismos guatemaltecos? Varias encuestas levantadas por empresas de prestigio como CID-Gallup muestran consistentemente a través de años recientes que nos preocupamos por la inseguridad y la violencia. El desempleo, la corrupción en el gobierno y el costo de la vida nos desvelan menos que la inseguridad y la violencia1. Estudios elaborados por el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN, 2001) y el PNUD (2007), entre otros, constatan que la preocupación es fundamentada, pues según mediciones de distintas fuentes, la violencia va en aumento.

Es un buen ejemplo para ilustrar las diferencias entre el enfoque del análisis de las decisiones públicas y el enfoque de otras disciplinas. Sobre todo porque existe consenso en torno a la responsabilidad directa del Gobierno para garantizar la seguridad ciudadana y velar por el cumplimiento de la justicia. Tanto así que una definición de Gobierno que solemos manejar es “la organización que ostenta el poder monopólico para coaccionar adultos”. (Heyne, 2005) Delegamos en el Gobierno nuestro derecho de defendernos en aras de una especie de división de trabajo y especialización. La gran mayoría de los ciudadanos privados nos ocupamos de producir y respetar el derecho ajeno, mientras el Gobierno hace valer nuestros derechos frente a violaciones por terceros o el mismo aparato público. Proveer un entorno de paz y orden es, pues, claramente un servicio gubernamental.

La pregunta en boca de todo guatemalteco es: ¿Por qué el gobierno no logra proveer eficientemente dichos servicios? El mero hecho de formular la pregunta de esta forma, y no otra, indica que todos hacemos un poco de análisis de las decisiones públicas, en

1 Referencia a encuesta en nota por Carlos Mendoza (CABI), Nuevo Estudio Sobre la Violencia en Guatemala. Posteado el 16 de marzo del 2008 en el sitio http://ca-bi.com/blackbox/?p=535.

forma empírica y al amparo de nuestro sentido común.

Frente a semejante incógnita, un sociólogo podría aportar una explicación basada en los patrones de inculturación de valores o de las relaciones entre clases sociales. Un politicólogo podría ofrecer un enfoque de Nación, o bien usar teorías del poder para explicar la deficiencia. Un abogado analizaría el marco legal y el funcionamiento del Organismo Jurídico. Los aportes de estas disciplinas arrojan luz sobre la problemática social en cuestión, y aunque pudieran coincidir con las conclusiones del análisis de las decisiones públicas, su método marca una significativa diferencia.

Cabe aclarar que la frase análisis de las decisiones públicas es una traducción del término Public Choice. Éste término también ha sido rotulado opción pública, elección pública, escogencia pública, el estudio económico de la política, o la toma de decisiones políticas. La verdad es que el término en inglés es casi tan controversial como su traducción al español2. Lo que se quiere encapsular en estas dos palabras es que los teóricos en esta escuela se enfocan en cómo los distintos actores políticos toman decisiones.

Este “proyecto o programa de investigación”, como gusta llamarlo el Dr. James M. Buchanan, quien en 1986 se hizo acreedor al Premio Nobel en economía por su trabajo pionero en este campo, literalmente transporta la herramienta, el lenguaje y la metodología del economista al terreno político. Un practicante del Public Choice se interesa por la ineficiencia en la prestación de los servicios públicos, contrastándola con el parámetro de eficiencia ideal o paretiana trazada por la ciencia económica. Se ocupa de costos y beneficios. Reconoce que, tanto en el plano político como en el económico, las personas toman 2 El Public Choice no se debe confundir con opinión pública, actividad que se dedica a re-cabar opiniones ciudadanas por medio de encuestas y entrevistas, principalmente.

decisiones respecto de la asignación de recursos escasos.

Este investigador expurga los procesos de toma de decisión dentro de la administración pública. Se detiene en la figura del tomador de decisiones. Su metodología es individualista, en el sentido que la unidad de análisis es el actor personal y concreto, el hombre o la mujer de carne y hueso que actúa dentro de un conjunto de reglas o incentivos. Este investigador preferirá analizar las cosas tal como son, sin romance pero sin cinismo. Sólo desde un punto de partida realista pueden emerger propuestas de soluciones viables y razonables a un fracaso en el área política, entendido fracaso como una incapacidad por rendir según los parámetros de eficiencia.

En cierta forma, el análisis de las decisiones públicas resucita la antigua disciplina de la economía política practicada por Adam Smith, David Hume, John Locke, Thomas Hobbes y otros autores. Esta línea investigativa había sido descuidada tanto por la ciencia económica como la ciencia política. Pese a la inicial suspicacia de la ciencia política a lo que se percibió como una intrusión del investigador de Public Choice, ahora se reconoce que la teoría ha creado lazos interdisciplinares y revolucionarios dentro de ambas profesiones.

En materia de inseguridad y violencia, entonces, el investigador de Public Choice definiría quiénes son los que deciden y cómo se toman las decisiones en la práctica, por ejemplo, dentro de los cuerpos policíacos, el Ministerio Público, el sistema penitenciario, las cortes y otros órganos del Organismo Judicial. Examinaría la relación entre las distintas dependencias, así como el marco jurídico dentro del cual operan. Examinaría la realidad presupuestaria en el sector. Detectaría fallas en los procesos que propician la inacción o la falta de rendición de cuentas.

Por: Caroll Rios

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Algunas preguntas que podría hacer son:

• ¿Elrendimientodelosactoresresponsables, así sea bueno o malo, afecta su bienestar personal?

• ¿Cambialaasignaciónpresu-puestaria al Ministerio Público según los resultados cosechados?

• ¿Aquiénsedebenlosservidorespúblicos--al jefe inmediato, a la ciudada-nía, a los diputados—y cómo afecta este hecho la calidad de su trabajo?

Para resumir, se pueden listar algunas ideas centrales que han aportado James Buchanan y sus colegas:

1. Los políticos, los burócratas y los votantes son personas de carne y hueso, con intereses propios. Por altruistas y bien intencionados que sean, no se les puede caricaturizar como déspotas benévolos y omniscientes.

2. No se puede hablar de una “volun-tad general” ni de un “bien común” con realismo-- estas son abstracciones o hipóstasis--salvo que se defina escueta-mente como un estimado de la suma de las preferencias individuales de los miembros de la sociedad. Los políticos no tienen acceso a una verdad objetiva sobre lo que todos queremos o lo que a todos beneficia.

3. Todos los actores políticos responden a incentivos: toman decisiones dentro de un contexto, o unas reglas del juego, que afectan su escogencia.

4. Las instituciones políticas son reglas del juego. La elección por mayoría simple o por consenso, las normas constitu-cionales y otras similares son como máquinas o herramientas que sirven para procesar las divergentes preferencias individuales.

5. El mercado político procesa las dis-tintas preferencias individuales, pero, a diferencia del mercado económico, genera un sólo resultado colectivo que será compartido por todos.

6. Al igual que las decisiones económicas, las decisiones políticas asignan recursos escasos a diversos usos.

7. Las reglas del juego en la política no necesariamente rinden resultados eficientes o socialmente óptimos. Con frecuencia, el gobierno fracasa en alcan-zar el nivel hipotético de eficiencia que se trazan los economistas.

8. Aceptamos someternos a ciertas reglas

sociales, sin saber cuál será su efecto con-creto sobre nuestras vidas, porque ellas nos permiten predecir las acciones de los demás y planificar las propias. Estas reglas sociales son como las reglas de los juegos de mesa: se fijan antes de jugar, sin saber qué cartas nos tocarán, y a todos parecen “justas”.

9. No todas las decisiones colectivas se pueden someter a la regla de mayoría. Las mayorías se equivocan e imponen costos a las minorías. Debe haber límites al ejercicio de la democracia mayoritaria.

10. No todas las reglas tienen igual cat-egoría. Algunas reglas son de índole con-stitucional: son las meta-reglas que dictan los límites dentro de los cuales se pueden elaborar otras reglas más específicas.

11. Las decisiones de tipo constitucio-nal nos afectan profundamente porque describen nuestros derechos a la vida, la libertad y la propiedad. Preferimos ser partícipes de reglas constitucionales que enmarcarán todas nuestras acciones personales.

12. Algunas reglas específicas favorecen a un grupo social en particular. Los benefi-ciarios tenderán a gastar recursos para capturar la renta derivada de las mismas y para asegurar su beneficio a través del tiempo. Promoverán la aprobación de estas leyes y provocarán una inversión de resistencia por los grupos que se verán afectados. La inversión de recursos en es-tas actividades suele ser antieconómica.

La escuela de Public Choice ha evolu-cionado desde que vio la luz a finales de los años cincuenta. Existen quienes se dedican a comprobar las teorías empíri-camente, otros hacen estudios matemáti-cos, y otros continúan la labor teórica que más le gusta a James Buchanan. Se habla de la Escuela de Virginia, que sigue a Buchanan, y la Escuela de Chicago, por ejemplo. Algunos prefieren describir la realidad científicamente, y otros aportar criterios de cómo debe organizarse la administración pública a partir de su inicial diagnóstico realista. Es estimulante el dinamismo con el que los teóricos con-tinúan expandiendo los linderos del pro-grama de investigación. Esta sigue siendo una “nueva frontera” para académicos deseosos de hacer aportes valiosos y originales a las ciencias sociales.

Es innegable que los aportes de estos académicos son relevantes para todos los países con sistemas democráticos y participativos, incluyendo los países de

América Latina. Se podría aducir que los discernimientos de Public Choice son aún más relevantes en países en vías de desarrollo que en los países desarrollados, porque en los primeros una gran parte de la población es pobre y no se puede dar el lujo de despilfarrar los recursos económi-cos escasos en fracasos gubernamentales diversos. Nuestra sociedad hará bien en acatar las lecciones y advertencias del análisis de las decisiones públicas.

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Bibliografía

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Las preferencias de los votantes y los sistemas electorales: una propuesta

DIAGNÓSTICO DEL SISTEMA ACTUAL.

Comúnmente se menciona que Guatemala es un país dividido, polarizado. Podríamos afirmar en forma más técnica que en nuestro país se encuentran sustancialmente dividi-das las preferencias electorales. Se presume a su vez que nuestro sistema democrático debería estar destinado a poder conciliar es-tas preferencias y a producir políticas públi-cas de beneficio generalizado para la po-blación. Agregaríamos también que existe una buena cantidad de ofertas electorales que no necesariamente son un reflejo direc-to de tal dispersión, sino más bien que las mismas se constituyen como vehículos de coyuntura para promover las aspiraciones políticas de personajes específicos. Muestra de ello han sido los procesos de elección presidencial en los cuales se han presentado hasta diecinueve candidatos en una opor-tunidad, aunque pocos de ellos hayan con-tado con probabilidades reales de éxito. El Congreso de la República también se pinta como un mosaico político cuyos colores y matices varían constantemente gracias al surgimiento y desaparición de múltiples partidos políticos o al transfuguismo entre sus miembros.

Los resultados de los últimos seis procesos electorales en Guatemala son verdadera-mente reveladores en ese sentido. Una gran parte de la población no vio identificada su preferencia electoral en cualquiera de las ofertas principales. Así se explica no solo el grado de abstencionismo común a los pro-cesos electorales y mayormente caracterís-tico de las segundas vueltas de elección presidencial, sino, en un contexto más pro-fundo, el enorme distanciamiento entre el votante y sus gobernantes y representantes. Se presenta entonces nuestra democracia con una debilidad endémica. Primero, en un contexto estrictamente formal, se basa en un sistema de reglas electorales que le dificultan al votante canalizar sus prefer-encias en forma efectiva. Y más importante aún, se pierde el sentido de representativi-dad hacia el ciudadano común y el pro-ceso democrático pasa a ser dominado por el interés político, el interés especial o la colusión de ambos.

Así es como llegamos a la conclusión que en Guatemala debemos empezar a pensar en sus-tituir el sistema electoral actual por uno que corrija las principales deficiencias del mismo y que contribuya a que el votante pueda ex-presar con mayor fidelidad sus preferencias electorales, con el correspondiente efecto de poder crear una relación más cercana y directa entre el votante, el proceso democrático y las expectativas y resultados que de éste se gen-eran.

EL SISTEMA DE ELECCIÓN PRESI-DENCIAL.

Actualmente en Guatemala se utiliza un sistema en el cual si ninguno de los candidatos obtiene mayoría absoluta (mitad más uno) de los votos válidos en la elección general, los dos candidatos con mayor número de votos pasan a una segunda vuelta en la cual resulta electo el que obtenga el mayor número de votos. El sistema de elección presidencial a dos vueltas actualmente utilizado en Guatemala tiene los siguientes problemas:

Primero, no garantiza que el candidato gana-dor cuente con la mayoría de las preferencias de los votantes. En ese sistema lo que cuen-tan son mayorías relativas de votos, o sea las dos mayores minorías son las que disputan la segunda vuelta. Al tener qué escoger de esta forma, el votante cuya preferencia no se en-cuentra en la segunda ronda, escoge entre dos males el menor, o simplemente opta por no escoger.

Segundo, los contrincantes finales buscan hacer alianzas con otros que quedaron fuera de la segunda vuelta. Estas alianzas resultan a veces, naturales, a veces desconcertantes para el votante, pero en dado caso, los intercambios políticos que surgen para consolidar dichas alianzas son escasamente conocidos por el votante y no sino hasta el período entre la pri-mera y segunda vuelta. A su vez, estas alianzas pueden ser atractivas o desmotivantes tanto para los votantes originales del candidato que disputa la segunda vuelta, como para los sim-patizantes de otros candidatos que han que-dado fuera de la contienda.

En resumen, este sistema puede crear una enorme confusión en el votante que puede terminar alienándolo del proceso elector-al.

La tercera principal desventaja de este sistema se traduce en el costo de tener qué realizar una segunda vuelta electoral, dado el caso que es poco probable que un candi-dato gane en primera vuelta con mayoría absoluta de los votos.

EL SISTEMA DE ELECCIÓN DE DIPUTADOS AL CONGRESO.

La elección de diputados al Congreso de la República presenta una mayor comple-jidad y como consecuencia una mayor disociación entre el votante y el “represen-tante”. La “representatividad” del sistema está definida eminentemente como una relación de proporcionalidad. Sin em-bargo, resultaría ilógico argumentar que el sistema sería más “representativo” si se incrementara el número de diputados por habitante cuando se consideran las demás variables, principalmente la forma en que son electos.

Para la elección de diputados al Con-greso se utiliza el sistema de Represent-ación Proporcional de Minorías (Sistema D´Hont) . Este método tiene como finali-dad propiciar que puedan optar a una curul partidos minoritarios, respetando siempre un criterio de proporcionalidad de las pref-erencias de los electores hacia los partidos políticos, no así hacia los candidatos. Bajo esta premisa, cada partido presenta una “lista” o nómina con un número de can-didatos equivalente al total de diputados a elegir por cada distrito. Actualmente se eligen 31 diputados por Lista Nacional , quienes no representan distrito alguno, en el Distrito Central que es la ciudad capital se eligen 11 diputados; en el resto de mu-nicipios del departamento de Guatemala que conforman otro distrito se eligen 19; en Huehuetenango, 10; Quetzaltenango, 8; Escuintla, 5; Sacatepéquez, 2; por ejem-plo . Estos números se incrementarán con-forme aumente la población en los respec-tivos distritos.

Por: Alejandro Baldizón

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De esa forma, en el momento de elegir, el votante se ve enfrentado con la decisión de escoger sólo un partido (lista) en cada una de dos papeletas (Lista Nacional y Lista Distrital de su respectivo departamento) que contienen decenas sino cientos de candidatos. Este mecanismo de elección contribuye enormemente a que se den una serie de consecuencias que en gran medida le restan representatividad al sistema, como las siguientes:

El votante no cuenta con una forma precisa de canalizar sus preferencias. A pesar de que existan varios cargos a elegir, el votante debe escoger en bloque (por partido) y no indi-vidualmente a sus representantes. Es decir, si hubiera tres curules en su departamento no puede escoger a los tres “mejores” candida-tos por su distrito independientemente de qué partido sean o qué lugar ocupan en el listado. Esto también significa que el votante no puede discriminar negativamente con su voto en contra de algún personaje indeseable que se encuentre incluido en una lista que de otra forma le resultaría atractiva.

Los potenciales candidatos a diputados compiten entre sí a lo interno de sus respec-tivos partidos para ocupar los lugares más favorables en las respectivas “listas”, sin em-bargo, esta competencia no es precisamente “democrática” y los puestos generalmente se asignan de acuerdo a los criterios de los órga-nos directivos de cada partido. Esto a su vez tiene varias consecuencias trascendentales.

Primero, antes que con sus electores, los eventuales diputados adquieren un compro-miso fuerte para con el partido que los ubicó en una posición favorable, de manera que su lealtad política generalmente yace con éste y no con sus “representados”. En ese sentido, la “representatividad” tanto en base a criterios “Nacionales” (políticos) como “Distritales” (regionales) se ve seriamente afectada. Como consecuencia de esto también se puede decir que la actividad política se tra-duce a parámetros esencialmente partidarios, puesto que esta “lealtad” política se convierte en “disciplina” partidaria de manera que los diputados electos se limitan a simplemente obedecer las directrices establecidas por los líderes del partido. Este fenómeno también facilita la consecución de diversos intereses específicos por parte de los distintos partidos políticos en detrimento de los intereses generales de la población, ya que los líderes políticos o jefes de bloque son los que llevan a cabo las respectivas negociaciones políticas a sabiendas que el voto de sus correligion-arios está prácticamente garantizado.

Segundo, las posturas políticas o ideológicas de los potenciales diputados no resultan ser tan claras para el elector. Esto es así tanto porque el votante no tiene un mecanismo para recompensar o castigar el “record” de cada diputado respecto de las decisiones que haya tomado en temas específicos ya que no lo elige individualmente. También sucede esto debido a que el diputado tiende a acercarse a un partido más por obtener una posición con altas probabilidades de elec-ción o reelección que por afinidad política o ideológica. Esta circunstancia explica también el fenómeno del transfuguismo que se da con tanta frecuencia en nuestro sistema. Como consecuencia, el votante difícilmente puede esperar que sus preferencias políticas e ideológicas se vean reflejadas en la práctica por los distintos partidos políticos.

Otro aspecto importante es que este sistema produce consecuencias diferentes en la medida en que se elija a un número grande o pequeño de candidatos mediante el mismo. Para el caso de un número reducido de diputados el sistema resulta disfuncional. Un ejemplo podría ser el caso de que se elijan a tres diputados en un distrito y que participen más de diez partidos en la contienda. En este caso el sistema opera como si se tratase de un simple método de mayorías relativas, o sea, en tal caso no hay representación propor-cional de minorías. Por el contrario, si el número de diputados a elegir es muy elevado, por ejemplo 31 por el Listado Nacional, el efecto de la representación proporcional de minorías se sobredimensiona. En ese caso, la mayoría de los partidos políticos (alrededor del 65%) tiene probabilidades de colocar por lo menos un diputado al Congreso y lograr su supervivencia política. Esto genera un incentivo para que constantemente se estén formando partidos nuevos, a pesar de que sus planteamientos ideológicos sean similares a los de otros ya existentes, y de que no cuenten con un caudal electoral importante. En ese contexto, únicamente desaparecen del mapa político los partidos marginales que no logran el número mínimo de votos que garantiza una curul. Sin embargo, ello no significa que sus principales figuras no rea-parezcan posteriormente en algún “listado” de otro partido.

Como consecuencia de todo lo anterior, se puede argumentar de forma convincente que el mecanismo actual de elección de diputados al Congreso claramente impide que las preferencias de los electores puedan transmitirse en forma efectiva por medio de sus “representantes”.

LA PROPUESTA: ELECCIÓN POR RONDAS SIMULTÁNEAS.

El sistema de Elección por Rondas Simul-táneas (ERS) corrige notablemente las deficiencias del sistema electoral actual-mente utilizado en Guatemala. La principal característica de este sistema es que presenta al votante la oportunidad de expresar a pro-fundidad sus preferencias electorales. Ello se logra mediante el empleo de una papeleta en la cual el votante vota por uno, algunos o to-dos de los candidatos pero ordenándolos de acuerdo a su particular escala de preferencias.

Un votante, por ejemplo, podría decir, prefiero a éste candidato porque es el que más se preocupa por temas ambientales y lo marca en primer lugar. Luego, aún cuando el candidato de su predilección tuviese pocas probabilidades de ganar, puede ubicar en un segundo lugar a otro candidato que para él es deseable, y así sucesivamente hasta agotar los que le interesen. No es necesario que ubique a todos en orden. Tampoco es necesario que vote por más de uno, simplemente que por el hecho de no hacerlo el votante desperdiciaría esa dimensión adicional que ahora tiene su voto.

Quien dice ambientalismo puede decir apertura económica o intervención estatal, es decir, el sistema ERS no tiene un carácter ideológico sino más bien significa que los votantes puedan expresar con mayor pre-cisión sus preferencias políticas, sean cuales fueren.

Lo innovador del sistema ERS es la forma en que se calculan los resultados. Se cuentan to-das las primeras preferencias de los votantes, y si hubiera un candidato con mayoría abso-luta, en la elección presidencial por ejemplo, el proceso termina. (Esto sería exactamente igual que como sucede en el proceso actual). En el caso que no exista un candidato con mayoría absoluta es donde se aprecia esta di-mensión adicional que brinda el sistema ERS. Cuando no hay un ganador que tenga may-oría absoluta de las preferencias se elimina al candidato que menos votos tuvo. En ese caso se vuelve a realizar el conteo, con la diferencia que en aquellos votos cuya primera preferen-cia ha sido eliminada, se toma en cuenta la segunda preferencia.

Así se repite el proceso hasta que exista un ganador que cuente con la mayoría absoluta de las preferencias de los electores.

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El Congreso

En resumen, con el sistema ERS un votante puede votar por su candidato ideal, en primer lugar aunque este no tenga probabilidades de ganar la elección, y luego decidir cuál sería su segunda opción en caso el primero no gane y así sucesivamente. En cualquier caso el gana-dor será el candidato que tenga la mayoría de las preferencias de todos los votantes.

Otra ventaja de este sistema, para el caso de la elección presidencial, es que se elimina la incertidumbre que existe para el votante respecto de las posibles alianzas y concesiones recíprocas que se dan entre partidos políti-cos entre la primera y segunda vuelta. Ello debido a que todas las rondas electorales que sean necesarias para definir un ganador por mayoría se producen instantáneamente gracias a que los votantes expresan su escala

de preferencias en una misma papeleta. Así también el Estado se ahorra el costo de tener que realizar una segunda vuelta electoral, y la sociedad ahorra los costos de una segunda campaña electoral.

Para el caso de la elección de diputados al Congreso de la República este sistema tiene notables ventajas frente al mecanismo actual, siendo las dos principales que el votante tendría la capacidad de elegir a sus representantes por nombre y apellido y no por “listas” anónimas lo cual conlleva todas las consecuencias ya expuestas, teniendo también la potestad de expresar sus preferen-cias políticas en una nueva dimensión hasta ahora inexistente.

Sin embargo, para que sea funcional, la implementación del mismo debe ir acom-

pañada de otras reformas complementarias. La más importante tiene que ver con la reducción de los distritos electorales a un tamaño manejable y con un número razon-able de candidatos a elegir por cada distrito. Podría incluso establecerse un número fijo de diputados al Congreso de manera que proporcionalmente a su población se asigne el número de diputados por distrito. Esto le daría mayor representatividad al sistema sin necesidad de incrementar el número total de diputados conforme crece la población. También habría que considerar la convenien-cia de preservar dos bases de representación diferentes, criterio político (diputados por Lista Nacional) y criterio geográfico (diputados por distrito), puesto que no tiene sentido que los mismos sean incluidos en la misma cámara legislativa pues se destruye el propósito de hacer esa separación de criterios. En ese caso podría pensarse en un sistema bicameral bajo parámetros diferentes o en eliminar el criterio de Lista Nacional.

En conclusión el sistema de Elección por Rondas Simultáneas le daría al esquema político guatemalteco un nuevo dinamismo mediante el cual los electores podrán expresar de forma más fiel y genuina sus preferencias políticas, como paso para desarrollar un proceso democrático más representativo, razonable y efectivo en nuestro país.

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Oil & Global Politics of Power Although the media might not explicitly report it, there is a subtle relationship be-tween the increasingly scarce becoming natural resource oil and political strategy. At the moment, the international public is concerned most about issues revolv-ing around climate change. However, the scarceness of oil and the political implica-tions of this fact are an immediate con-cern we might underestimate. In order to recognize the connection between oil and politics, one must know about the actual situation concerning oil reserves in the world. Momentarily, the USA is the largest oil importer in the world, current-ly consuming one fourth of the world’s oil supply. Every day, the US army alone consumes approximately as much oil as the entire Swedish economy. Accord-ingly, the US economic system is highly dependent on oil. Also, China is emerg-ing as a global economic superpower and oil is the main energy driver behind this development. The inevitable question that emerges is how long the USA and new emerging economies like China can afford the dependency on this only re-source whose price soars at an ever higher rate because demand increases at a higher rate than supply. Numerous geological experts argue that global oil production will soon peak and enter an irreversible downturn as more than half of the avail-able oil in the world has already been pumped. Other independent experts claim that a global production ceiling is approaching because of restricted access to oil fields, spiralling costs and increas-ingly complex oil- field geology. Concern-ing the discovery of new oil fields, most specialists are pessimistic as the major discoveries have already been made, pre-dominantly in the 1970s. The view that oil reserves are by far lower than expected or stated has also been recently expressed by Sadad Al Husseini, independent en-ergy consultant and former executive of Aramco, the state- owned Oil Company of Saudi- Arabia. He says that oil produc-ers have artificially inflated their reserves by 300 trillion barrels, without this being

proven or objectively estimated. He contin-ues doubting that the industry has enough engineers and equipment to ramp up pro-duction fast enough to satisfy the thirsty global economy. When peak production is likely to enter also depends on risks like in-frastructure constraints, political instabil-ity and resource nationalism which refers to the tightening state control of oil fields to have more power in achieving political goals, which is done by restricting out-sider’s ability to develop the oil for world markets. For instance, Iraq’s rich oil fields are unlikely to increase output until the security situation improves. Likewise, the output from oil- rich countries like Nigeria and Iran is clouded by geopolitical as well as local instability.

The International Energy Agency (IEA) projects the demand for oil ONLY for the industrialized nations to be between 102 and 120 million barrels a day; whereas the IEA also predicts that a production of even a 100 million barrels will be “very dif-ficult“.

Clearly, the world needs new energy sourc-es to boost economic growth with a more sustainable prospect. Obviously, in order to increase the awareness for the scarcity and the resulting energy problem, a societal change is needed as well; but nothing ap-pears to be more challenging than chang-ing people’s habits. This is especially true if there is no attractive alternative proposed to consumers.

The energy challenge is just one side of the fact that oil is not abundantly available.

The international community must be con-cerned about the geopolitical consequenc-es. The major implication is that the USA and also China are using all their political clout to attain access to the world’s remain-ing oil ressources. In the course of exercis-ing political power to get more oil, the US and Chinese government do not hesitate to

militarize political instruments to reach their goals. Both the US and China are fiercely competing for oil rights con-tracts in developing countries; where in many cases oil is the only source of in-come. Typically, the oil reserves are in developing countries, often in politically instable areas. What happens is that the USA and China supply huge amounts of weapons to those countries, in ex-change for oil contracts. Moreover, the USA and China provide those countries with extensive military advisory services. Those countries do engage in this kind of deal with USA and China for one decisive reason. In these countries, oil is mostly the only source of wealth, and the one who is in power of the government controls this wealth, thus he/ she con-trols the only source of wealth. In order to protect and maintain the control of wealth, military force is needed to elimi-nate oppositional forces in the country. Clearly, the chance to develop a progres-sive democracy is thereby severely im-peded. But this is not of much interest to the superpowers USA and China as they are primarily concerned about their eco-nomic growth and geopolitical impact. And especially in China the need for oil is expected to increase tremendously as the government plans to supply the whole middle class with cheap cars in order to let this class benefit from the economic growth and resulting wealth as well. The strategic policy of Russia is different in this case as it enjoys a special position as being a superpower and be-ing endowed with oil as well. The coun-try does have huge oil reserves and is primarily engaged in making agreements which ensure the rights of the distribu-tion networks in the Caspian Sea. The development of a militarized oil policy is extremely alarming and must be of great concern for the international com-munity.

Christopher Tschamler UniMaastricht 2007

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La Crisis Económica que el mundo actualmente enfrenta: ¿cambiará algún patrón en cuanto al consumo del petróleo y la

búsqueda de nuevas fuentes de energía renovables?En Julio de 2008 veíamos como el precio de la materia prima energética por excelencia en el mundo, el petróleo venía en una acelerada es-calada hasta llegar a un máximo de US$ 147.27 el barril.

Esta situación produjo que los precios de los combustibles y de todos los derivados del petróleo sufrieran un alza, provocando que a su vez, el mundo experimentara un aumento en los precios de todos las demás materias primas, bienes industriales y bienes de consumo.

Esta situación provocó entonces que muchos expertos argumentaran que la era del petróleo como fuente de energía primordial del mundo estaba por llegar a su fin y que era necesario crear fuentes alternativas de energía.

El alza de los precios del petróleo así como el de sus derivados, elevó los precios de las cadenas de producción y distribución de los bienes y servi-cios. Dicho aumento en los precios fue atribui-da a un alza en la demanda del petróleo en el planeta, impulsada principalmente por Brasil, Rusia, India y la República Popular de China, el llamado bloque en desarrollo BRIC, grupo de países que representan el motor industrial y productor del Siglo XXI.

Simultáneamente, la demanda impulsada por Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, fue otro factor que los analistas establecieron como el causante de la citada subida de precios del petróleo.

Desde el punto de vista político y geopolítico, el escenario mundial dio un importante giro, permitiendo que líderes políticos como Hugo Chávez , Presidente de Venezuela y Mahmoud Ahmadinejad, Presidente de la República Is-lámica de Irán pudieran utilizar estos altos precios como motor de proyección de sistemas alternativos de desarrollo con un carácter fuer-temente anti-americano.

Otro de los factores a resaltar es el ascenso de Rusia como un actor global de primer nivel desde el fin de la Guerra Fría motivado por el interés de controlar las principales fuentes en-ergéticas del mundo.

La obsesión de parte de todos estos actores globales por conservar, adquirir y aumentar su papel internacional por el control del petróleo, hizo que fuesen sorprendidos por la enorme e inminente crisis financiera que se les avecina-ba.

El juego de poder hizo que los creadores de políticas públicas diseñaran estrategias de rent-abilidad y de conveniencia para los actores pro-tagonistas en dicho proceso.

Sin embargo, el mundo cayó en una grave recesión económica, llevando todos estos planes citados anteriormente a un segundo orden, creando siste-mas de emergencia que salieran al rescate de sus industrias, y en general, de sus economías debili-tadas por una expansión ficticia de las mismas.

La Agencia Internacional de la Energía había cal-culado la demanda de petróleo para 2009 alred-edor de unos 109 millones de barriles de crudo al día para países industrializados. La realidad fue que debido a la crisis, la cifra fue de 83 millones de barriles al día para marzo del mismo año, tray-endo consigo todas las negativas consecuencias que esto generó.

Simultáneamente, el precio del petróleo dis-minuyó vertiginosamente de 147 a 33 en un período de 6 meses. El cita hecho provocó que to-dos los cálculos económicos de los inversionistas se viesen truncados.

Debido a los sucesos acaecidos, los países cambi-aron sus prioridades: de buscar nuevas alternati-vas energéticas, de buscar y garantizarse el acceso a fuentes de petróleo; se pasó a tratar de solucionar, de forma errónea, una caída en el consumo.

Dicho cambio de prioridades pretendió solucio-nar una caída en el consumo, posiblemente pro-vocada por una burbuja hipotecaria iniciada en Estados Unidos que contagió a todos los sistemas financieros del mundo.

Un claro ejemplo de lo anterior es Estados Uni-dos. La potencia global comenzó a sufrir la peor crisis de su historia, unido a un cambio de gobier-no y a una administración que pretendía solucio-nar la situación implementando políticas keynesi-anas. La consecuencia de la situación anterior es la puesta en practica de medidas que intenten solucionar la crisis financiera y, al mismo tiempo la búsqueda de fuentes alternativas de energía de carácter renovable para aumentar su independen-cia del combustible fósil.

Al mismo tiempo, países como Venezuela, Irán y la misma Rusia han visto minadas sus ansias de expansión y de dominio territorial fruto de la re-cesión económica imperante en el sistema global.

Ahora bien, en este análisis salta a la luz un factor muy importante: la oferta y la demanda del petró-leo. En la actualidad, dicha oferta depende en un 100% de las directrices que la Organización de Países Exportadores de Petróleo –OPEP- dispon-gan. Por lo tanto, mientras los precios del crudo

se elevaban hasta niveles inimaginables, ahora, en su caída, los países que controlan la produc-ción y la oferta del mismo necesariamente la limitan, presionando para que el precio se mantenga al alza.

Las leyes de la oferta y la demanda de alguna manera han hecho lo propio, y han logrado que el precio disminuya, en casi US$ 100 por barril.

Por lo tanto, todos aquellos planes de inver-siones que gobiernos como el de Arabia Sau-dita, Corea del Sur, Brasil, y otros pensaban llevar a cabo para garantizar el flujo del oro negro a sus economías se han visto truncados, y necesariamente deberán esperar a que el mercado proporcione señales que avisoren un posible final de la crisis económica en la que el mundo está sumido.

Tal y como declaró el Presidente de los Emira-tos Árabes Unidos, Sheikh Khalifa, al diario qatarí Al Watan, el precio “justo” del petró-leo debería rondar US$70 – US$75 por bar-ril para no afectar las economías de los países productores y exportadores.

La acelerada escalada que los precios del petró-leo sufrieron durante 2008 ha quedado en el pasado. Los países industrializados y aquellas economías emergentes que veían en la expan-sión económica mundial un futuro promiso-rio, hoy ven cómo sus intentos por controlar la disponibilidad del insumo energético quizá queden relegados a un segundo plano.

La primera prioridad que los países menciona-dos han mostrado tener, principalmente Esta-dos Unidos y China, es la de encontrar fórmu-las que minimicen los efectos de la peor crisis económica en los últimos 100 años.

Actualmente estos actores tratan de solucio-nar los efectos económicos que produce la baja en el consumo, la contracción del crédito y el desempleo.

La búsqueda desenfrenada por fuentes que garanticen el abastecimiento del petróleo a sus economías, con lo cual el protagonismo del petróleo como actor fundamental de las relaciones internacionales quedaría profunda-mente relegado a un segundo plano.

En todo caso, si la energía sigue siendo una preferencia fundamental de los actores inter-nacionales citados a lo largo de este artículo, serían las energías renovables las que ascend-erían en la agenda política, dejando de lado al tradicionalmente conocido como oro negro.

Por: Francisco Guzmán

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La Libre Protección del Medio Ambiente.Recensión de los libros “El ambientalista escéptico“

de Bjorn Lomborg y “Re-Pensando en Verde“ editado por Robert Higgs y Carl Close

Por: Silvia Elizabeth Aguilar BobadillaComo reacción y complemento a la contribución de la licenciada Ríos de Rodríguez en la primera publicación de esta revista, y para complementar sus palabras mencionadas en las últimas líneas de su artículo “La regulación ambiental en el ámbito internacional” , me permito compartir algunos concep-tos sobre la escuela del libre mercado y ecología y a la vez comentar ideas extraídas de dos publicaciones que hacen referencia a temas actuales sobre la protección del medio ambiente.

¿Qué es el ambientalismo de libre mer-cado?

Como su nombre lo indica, esta corri-ente de pensamiento pone como sujeto de estudio a la protección del medio ambiente bajo condiciones de mercado. Acepta la existencia de fallas del libre mercado, pero defiende la propriedad privada como idea prevaleciente sobre la intervención estatal. El ambientalismo de libre mercado proviene de las ideas fundamentales de la escuela austriaca de pensamiento económico y a la vez utliza conceptos de fallas gubernamen-tales originarios de la escuela de “elec-ción pública”.

Específicamente en cuestiones ecológi-cas no reconoce la propiedad pública o propiedad mixta como solución a prob-lemas de contaminación o mal uso de recursos. Propone una clara definición y delimitación de derechos de propiedad y motiva a buscar aspectos de mercado en bienes y servicios ambientales que por su naturaleza no pueden ser “bienes de mercado”.

Re-Pensando en Verde: Alternativas a la Burocracia Ambiental

Este libro editado por Robert Higgs y Carl Close incluye las ideas de 22 autores, entre ellos economistas y científicos de las ramas políticas. La idea principal de los artículos presentados es el alcance de la efectividad del manejo de la calidad ambiental con menos dependencia de agencias gubernamen-tales, poniendo mas énfasis en el desar-

rollo de actividades empresariales y el refuerzo de los derechos de propiedad privada.

Según los autores, la burocracia ambien-tal ha ganado mayor espacio, principal-mente debido a que existe la creencia general que la reducción del consumo de recursos naturales es el principal instrumento para prevenir a la humani-dad de un cataclismo ambiental. La vaga y exageradamente general definición del término “desarrollo sostenible” y el manejo de la información en torno al “calentamiento global” son temas en los cuales se pone mucho énfasis en los primeros capítulos.

El libro esta formado por 22 capítulos y por ocho partes.

En la parte 1 “Las Semillas de la Buro-cracia Ambiental” (The Seeds of Envi-ronmental Bureaucracy) se concentran argumentos en contra de algunas “falacias universales” que se han orgin-ado alrededor de temas de crecimiento económico y desarrollo sostenible ,las cuales a su vez , son señaladas por los autores como base para la creación y fomento de la burocracia ambiental. Se critica que las ideas a favor de los límites al consumo han puesto en peligro los niveles de productividad de algunas economías. Se menciona que la “nebu-losa” definición del desarrollo sostenible ha sido objeto de innumerables in-terpretaciones llevando a decisiones extremas como restricciones en la can-tidad de hijos por familia y aboliciones de derechos privados de propiedad de tierra el algunas partes del mundo.

En la segunda parte “Aspectos Globales” (Global Issues). La relación población-pobreza es criticada y se exhorta a los ambientalistas y líderes de índole humanitaria, a no enfocarse en progra-mas de apoyo para la disminución de la población, debido a que el número de personas no es el punto decisivo para determinar niveles económicos de las naciones. Se recomienda a los ambien-talistas y encargados de ayuda humani-taria que soporten la revisón de progra-

mas que deberían enfocarse sobre todo a incentivar la mejora de otras políticas gubernamentales que incrementen calidad de vida a las poblaciones.

Otro punto discutido en esta segunda parte es el calentamiento global . Se critican las politicas restrictivas de emisión de gases causantes del efecto invernadero , específicamente las postu-ladas por el protocolo de Kyoto.

La parte número tres es dedicada al tema de las especies en peligro de extin-ción (Endangered Species). Los autores argumentan a través de varios ejemplos el fallo de varias políticas en pro de la protección de determinadas especies en vías de extinción . Los autores señalan que la intención por proteger la natu-raleza, aunque generalmente bien vista popularmente, no ha logrado concret-izar efectos visibles en el mantenimiento deseado de muchos ecosistemas. Argumentan para esto principalmente la falta de estableciemiento de priori-dades en el manejo de proyectos. Como instrumentos sugeridos se encuentran los derechos de propiedad privada que puedan sensibilizar e incentivar a individuos a colaborar en proteger espe-cies que se encuentren en sus espacios. Se enfatiza también la importancia del respeto a costumbres económicas lo-cales. Para este aspecto se explica en los capítulos 9 y 10 como la biodiversidad y las tradiciones de varias regiones de Áfri-ca fueron puestas en peligro al imponer leyes occidentales sobre la prohibición del comercio de marfil en 1989.

La parte 4 “Empresa, Derechos de Propie-dad y Uso de la Tierra” muestra ejemplos de buenos resultados que se pueden al-canzar a través de la aplicación de instru-mentos de mercado. En los ejemplos citados en los articulos 15 y 16 se hace mención del éxito alcanzado en materia de protección de costas marinas con el manejo de derechos de propiedad. Explican como el espíritu empresarial es capaz de resolver el problema de ex-ternalidades ambientales y políticas. La quinta parte está dedicada a ambientes urbanos y critica las políticas guberna-mentales enfocadas al planeamiento urbano, demostrando con ejemplos que muchas veces se ha creado mas contam-inación y externalidades negativas con la regulación centralizada.

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La parte número 6 “Productos Extra de la Burocracia Ambiental” hace una reflexión hacia los costos extra que representan para la sociedad algunas regulaciones.

Las últimas dos partes se centran en argumentos fundados en bases metod-ológicas y teóricas de terceros autores. La parte 7 “El Debate de la protección del medio ambiente basada en mecan-ismos de mercado” profundiza en la explicación de términos como impues-tos, permisos de emisión y ley común. Los capítulos de la parte ocho capturan las ideas centrales de la filosofía del pensamiento humano hacia el medio ambiente y presenta las limitaciones de la interpretación y aplicación del término de “valor de existencia” para la clasificación y manejo bienes ambien-tales.

Según la recensión presentada por Jay Lehr, esta publicación puede carac-terizarse y resumirse con la ayuda de tres ideas pricipales: Políticas Con-traproductivas, Poder de la Burocracia y Debate del Valor Intrínseco.

El Ambientalista Escéptico

El segundo libro se refiere a la publi-cación de Bjorn Lomborg bajo el título “El ambientalista Escéptico” el cual ha despertado el interés de muchas per-sonas pertenecientes no solamente a la esfera de las ciencias ambientales. En su libro Lomborg presenta una perspectiva “distinta” sobre la problemática ambi-ental, enfatizando que la información sobre el estado del medio ambiente ha “sobre-alarmado” la atención de las poblacion mundial en general. Se-ñala a través de hechos estadísticos las notorias mejoras en el medio ambiente en algunos territorios específicos del planeta y contrasta con ellas, la falta de atención efectiva que aun se le da a sectores como salud y pobreza. Sus conclusiones apuntan a la reflexión ante la manipulación de la información en cuestiones de cambio climático por parte de los medios de comunicación y de algunos grupos activistas, y exhorta a una actidud racional basada en el análisis de prioridades a través de una objetiva comparación de costos y ben-eficios de distintas acciones en pro del

medio ambiente. Desde su publicación en inglés en el año 2001 , este libro ha sido objeto de controversia y ha pasado por innumerables críticas , especial-mente por parte de distitnos represen-tates de las ciencias naturales, quienes sobre todo, argumentan una falta de análisis e interpretación holística del los datos presentados por parte del autor. Otras críticas apuntan hacia errores met-odológicos en la forma de presentar los hechos y la falta de recomendaciones concretas del autor a determinados problemas. Sin embargo, a pesar de estas críticas, mi intención se traduce en observar el contenido del libro como una buena ocasión para continuar la discusión en cuestiones de manejo de recursos a nivel global. El contenido de las principales conclusiones de Lomborg y de sus gráficos pueden servir como un material valioso para el análisis de pro-cesos de toma de decisiones en materia desarrollo sostenible.

Conclusión

Aunque a primera vista los dos libros mencionados no parezcan tocar el tema del medio ambiente de la misma manera, y sin que Lomborg se llame a sí mismo “ambientalista de mercado libre” , se puede llegar a varios puntos de con-vergencia y complementaridad. Muchas de las conclusiones presentadas por Lomborg, –por ejemplo, las enfocadas a la crítica de la ineficiencia para atacar prioridades- ,pueden ser discutidas con la perspectiva de las ideas presentadas en artículos afines a la escuela del am-bientalismo en el mercado libre que se concentran en limitar el nivel de buroc-racia como una alternativa a la solución y manejo de recursos naturales.

Recomendación

Ambas publicaciones llevan al lector “de la mano” con ejemplos simples y concretos que presentan abiertamente las opiniones sobre aspectos de la protección ambiental a nivel internacio-nal. Es recomendable para quien esté interesado en temas de actualidad con enfoque multidisciplinario, además no es necesario conocer a fondo temas de corte ambiental antes de iniciar su lec-tura. Como material didáctico pueden ser ambos libros una herramienta útil para el análisis y discusión de ejemp-los y/o capítulos por separado.Varios pasajes presentados pueden llegar a ser

el punto de partida de futuras investi-gaciones y comparaciones de casos par-ticulares de países que no se mencionan en las publicaciones. Por la variedad de los temas presentados, ofrece tambien una gran oportunidad para ser utlizado como contenido complementario de cursos impartidos en distintas ramas de estudio a nivel universitario.

Higgs, Robert; Close, Carl. Re-thinking green: Alternatives to Environmental Bureaucracy. Oakland, CA .Independent Institute. 2005.

Kula, Erhun “History of Environmental Economic Thought”. London . Routledge . 1998.

Lehr, Jay. “Property Rights Improve Environment, Book Says”.Chicago. En-vironemntal News. Heartland Institute. 2006.

Lomborg, Bjorn. “The Skeptical Environ-mentalist: Measuring the Real State of the World”. Cambridge University Press. 2001.

*Acerca de la autora.

Economista guatemalteca. Actualmente siguiendo programa de doctorado en Administración Pública en la Escuela Su-perior de Economía en Praga, República Checa.

Bibliografía

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RESUCITANDO A CLÍO

En una época en que la mayoría de perso-nas cree que la historia es aburrida, o inútil porque la considera un cúmulo de datos y fechas inútiles es necesario contar con her-ramientas que cambien esta percepción y nos permita a los amantes de esta disciplina comunicar el entusiasmo que ésta nos sus-cita, sobre todo si, como es mi caso, la ense-ñamos en las aulas.

Por lo anterior un pequeño descubrimiento hecho por mí hace unos días me ha llenado de entusiasmo. En una librería de viejo del Centro Histórico me topé con una verdad-era joya que sólo había podido ver en catálo-gos de Internet: El retorno de la antigüedad del periodista estadounidense Robert D. Kaplan, autor de magníficos libros de viaje e investigación como Fantasmas Balcánicos o Viaje a los confines de la Tierra.

Acerca de este pequeño volumen (apenas 256 páginas y letra mediana) había leído co-mentarios interesantes, incluso del contro-vertido Henry Kissinger, que en la edición que tengo en la mano aparece transcrita en la portada: “Una de las obras más provo-cadoras y profundas que he leído reciente-mente. Tan entretenida como estimulante”.

El plan de la obra es sencillo. Kaplan pro-pone que el mundo actual no es “moderno” ni “posmoderno” sino la mera continuación del mundo antiguo. Es decir, que debemos entender al mundo de hoy como la con-secuencia de las acciones emprendidas hace mucho tiempo atrás. Aborda hechos re-cientes y los estudia a la luz de diversos au-tores de fechas distintas. Así, aplica a Hob-bes y Malthus para las matanzas de Liberia y Etiopía, Tito Livio para Perú y Venezuela, Sun Tzu y Tucídides para la Primera y Se-gunda Guerras Mundiales. De esa forma, por dar dos ejemplos, podemos explicar la invasión alemana a Polonia y a la URSS en la segunda guerra mundial como la con-tinuación de la política de los príncipes alemanes de expansión al Este, encabezados por Alberto el León en la Edad Media; y Centroamérica, de acuerdo a los postulados de Kaplan, puede ser estudiada a la luz de los análisis que en su momento publicó José Cecilio del Valle en las páginas de El Amigo de la Patria.

Para ampliar el sentido de la historia que

propone Kaplan lo cito: “(…) Marshall conocía la historia antigua. También las nue-vas reglas del liderazgo tendrán que basarse en ella. La historia antigua, como demostraré, es la guía más fiable de lo que probablemente afrontaremos en las primeras décadas del si-glo XXI”. Lo anterior se puede hacer, dice el autor, gracias a que “las pasiones y las moti-vaciones humanas han cambiado poco en el transcurso de los milenios.”

La virtud del libro de Kaplan radica en la claridad y concisión con que expone sus ideas. Como es un periodista con 25 años de expe-riencia en el extranjero tiene el estilo pulido y urgente de los cables de última hora, pero no por ello emite juicios apresurados. Su tono es serio y cerebral, pero expresado sin las comple-jidades teóricas a que son tan adictos los int-electuales que tienen 600 páginas para expon-er sus ideas. En el prólogo, el autor se excusa por no ser un intelectual, aclara que nunca ha impartido cátedra o ha pertenecido a ningún Think-tank. “De hecho,-apunta Kaplan- en el ensayo que sigue a continuación no dejo de ser periodista: presento un informe sobre los clásicos y las opiniones de estudiosos contem-poráneos, integrándolos en un artículo como haría cualquier periodista con el material dis-par con que cuenta”.

A pesar de ello, el autor expone sus propios puntos de vista y comenta a los clásicos y otros autores con la autoridad propia de quien los ha leído detenidamente. Así por dar otro ejemplo, al comentar el talento político de Churchill versus el talento político del de-safortunado Chamberlain comenta: “(…) sabía [Churchill] cuán intratables e irracio-nales eran los seres humanos. Como todos los sabios, pensaba trágicamente: creamos normas morales con el fin de medir nuestras propias insuficiencias”.

A lo largo de su obra viaja del Sudán del siglo XIX acompañando al general Charles George Gordon, a los Balcanes, acompañando a las tropas estadounidenses apostadas en Kosovo, estudia las reacciones de los líderes políticos y militares sacando conclusiones de su actuar y analizando el porqué de esas intervenciones. En cuanto a la intervención estadounidense en los Balcanes expresa:

“(…) esa puede ser la similitud más seductora entre la intervención británica en Sudán y

la estadounidense en los Balcanes: en los noventa, Estados Unidos era una nación en paz que disfrutaba del cómodo predo-minio heredado de su victoria en la guerra fría. Por eso pudo permitirse una empresa moral cuyas ventajas estratégicas siguen siendo objeto de discusión”.

Empresa militar que en nada se compara con la invasión a Irak una década más tarde, guerra que como comenta el histo-riador británico John Keegan en The Iraq war, nadie ha podido aún explicar el por qué o el cómo la nación más poderosa del mundo se vio involucrada en la ocupación de una lejana esquina del planeta, a no ser porque, para citar otra vez a Kaplan: “… sin lucha –y la sensación de inseguridad que la motiva- hay decadencia”. Es decir que para explicar la guerra con Irak a los fu-turos alumnos de historia del 2030 tal vez tengamos que echar mano de Churchill o del romano, y aún más lejano en el tiempo Salustio ( siglo I a. C.) y explicarles que los halcones de Washington, (ante la falta de mejor material para teorizar), estaban tratando de evitar una larga agonía simi-lar a la sufrida por el Imperio Otomano tras alcanzar el máximo de sus fronteras, emprendiendo conquistas lejos de casa. Guerra que al fin y al cabo no podrá ser ganada por los Estados Unidos, dice Ka-plan en este libro publicado en 2002, “si los soldados norteamericanos no saben luchar y matar de cerca”, ya que el escenario de las guerras del siglo XXI es el entorno urbano muy complejo, afirmación que inevitable-mente nos remite a lo sucedido en las dos batallas por la ciudad de Fallujah, Irak en 2004, e idea que desarrolla en extenso en su libro Tropas Imperiales. Pequeño pár-rafo que también nos permite entender el cambio de estrategia de los Estados Uni-dos en Irak a partir del nombramiento del general David Petraeus tras fracasar la ocu-pación según los lineamientos estratégicos dictados por el general de marines Ricardo Sánchez, que en su momento fueron estu-diadas y criticadas con dureza exhaustiva por el también periodista estadounidense Thomas Ricks en su obra Fiasco.

Por: Rodrigo Fernandez

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Es decir que la obra de Robert D. Kaplan se presenta como instrumento irremplazable para cualquier persona interesada en interpretación de la historia y de las relaciones internacionales, por los ejercicios de unir los puntos que hace el periodista a lo largo de sus páginas, páginas que no dejan de causar preocupación por los sombríos horizontes que dibuja para el futuro, pero que su autor justifica de la siguiente forma:

“Me fijo en el lado oscuro de cada acontecimiento no porque el futuro tenga que ser necesariamente malo, sino porque es así como se han produ-cido siempre las crisis de la política exterior”.

Pero para quien ha sido lector fiel de Kaplan, el tono gris de esta obra no lo es más ni menos que en las otras, igualmente imprescindibles para entender el presente a través del estudio y comprensión de la historia y de paso constituyen obras utilísimas para quien quiera contagiar el entusi-asmo sobre hechos que parecen lejanos pero que bien vistos se repiten a cada momento.

“… un enfoque churchilliano de la política exterior empieza con humildad, viendo cómo las luchas de hoy son asombrosamente parecidas a las de la Antigüedad”.

Robert D. Kaplan.

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