repri reedicion 17

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RePRI ISSN 1815-9249 Octumbre, 2011

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Page 1: Repri reedicion 17

RePRIISSN 1815-9249Octumbre, 2011

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Procesos de Paz: Desarticulación del Estado Buro-crático-Autoritario e incremento de poderes para-lelos 3-13

El autoritarismo del gobierno Chávez: ¿Propi-ciado por una democracia delegativa? 14-21

Guatemala, de calles empedradas a calles de agua 22-25

El Movimiento Progresivista 26-28

Llámame, Muhammad Alí 29-31

Consejo Editorial

Carroll Ríos de Rodríguez

Ramiro Ordoñez Jonama

Santiago Fernández Ordóñez

Rodrigo Fernández Francisco

Guzmán Enrique Lacs

Revisor de Estilo

Beatriz Zamora Canjura

Editor General

Eduardo Fernández Luiña

Editor Grá!co

Santiago Billy Prem

Director del Instituto

Pedro Trujillo

Índice

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No!hay!relación de poder sin los medios de escapatoria o fuga posibles. Cada relación de poder implica una última instancia, en potencia, una

estrategia de lucha, en la cual las fuerzas no están superimpuestas, no pierden su naturaleza especí"ca, no se vuelven confusas. Cada una constituye para la otra un tipo de límite permanente, un punto de posible revés. Una relación de confrontación alcanza su término, su momento "nal (y la victoria de uno de los adversarios) cuando mecanismos estables reemplazan el libre juego

de reacciones antagónicas.

Michel Foucault

Procesos de Paz: Desarticulación del Estado Burocrático-Autoritario e incremento de poderes

paralelosDiego Laguardia Henkes

Introducción

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Durante las últimas dos décadas la funcionalidad operativa del Estado guatemalteco, para proveer seguridad a la población en general, ha sido abiertamente confrontada por amenazas no tradicionales. El marco institucional, modi!cado a partir de la !rma de los Acuerdos de Paz en 1996, produjo una desarticulación progresiva de las principales instituciones estatales encargadas de defender el territorio nacional. Lo cual otorgó las condiciones necesarias para el surgimiento de poderes paralelos y la reestructuración de dichas organizaciones en la distribución territorial. Dicha problemática ha generado una nueva dinámica en las relaciones sociales de las regiones periféricas, introduciendo nuevas fuerzas que tensionan el sistema de poder.

Dicho tema ha sido parcialmente abordado dado su proximidad histórica y la falta de fuentes oportunas de información. De igual manera, tal temática ha sido someramente desarrollada dado el per!l de alto riesgo que dicha fenomenología implica, tanto por la presencia física de dichos actores delictivos en el territorio nacional como por la ideología de terror que inducen en el entorno social. Sin embargo, la aproximación teórica e histórica de dichos acontecimientos es fundamental para la comprensión total del actual marco violento en el que se desarrollan las relaciones sociales. Así como por el alto impacto que tal marco social implica para el desenvolvimiento anormal de la vida cotidiana.

En este contexto, la situación de con"ictividad actual se entiende a partir del proceso de desarticulación del sistema burocrático-militar y la consecuente transición a un sistema democrático-participativo, que conllevó a la articulación de un nuevo modelo descentralizado y desmilitarizado. La descentralización y desmilitarización, producidas por la lógica de los Procesos de Paz, contribuyeron a la formulación de un nuevo sistema interno de repartición del poder en el que grupos de poderes paralelos adoptaron funciones estatales.

El presente ensayo posee cuatro apartados relevantes. En el primer apartado se establece un marco teórico que permita esclarecer, mediante algunas teorías respecto al relevo de élites y las democracias disfuncionales, algunos parámetros básicos del sistema guatemalteco y las relaciones que los modelos institucionales presentan frente a los poderes paralelos. La segunda sección aborda la desarticulación del sistema burocrático-autoritario como consecuencia de los procesos de paz y las implicaciones directas sobre el marco institucional guatemalteco. La tercera sección explica el relevo y reacomodo de elites observado en las regiones periféricas del territorio nacional. Finalmente, concluye con un análisis respecto al fenómeno analizado y la implicación del mismo a la dinámica social actual.

El primer aporte teórico ha considerar fue establecido por Guillermo O´Donnell en su texto Acerca del estado, la democratización y algunos problemas conceptuales: Una perspectiva latinoamericana con referencias a países poscomunistas. En el cual establece algunos problemas subyacentes a las nuevas democracias provenientes de sistemas burocrático-autoritarios. Sitúa tres esferas de inoperatividad de las nuevas democracias delegativas. En un primer nivel, los aparatos estatales latinoamericanos tienden a ser excesivamente grandes por lo que generan demasiados efectos negativos sobre el cuerpo social. Sin embargo, establece que en dicho marco conceptual, lo contrario de “grande” no debiese ser “pequeño”, sino más bien “ágil”. Puesto que su función principal pivotaría sobre la modernización en materia institucional y su capacidad para enfrentar de manera más e!cientes las vicisitudes. En sus palabras:

Introducción

Principales aproximaciones teóricas: democracias

disfuncionales, relevo de élites y globalización

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No cabe duda de que en la mayoría de los países recientemente democratizados el estado es demasiado grande, y que esto tiene varias consecuencias negativas. Sin embargo, en este contexto, el antónimo de grande no es pequeño sino ágil, es decir, un conjunto menos pesado pero e"caz de organizaciones públicas capaz de establecer sólidas raíces para la democracia, resolver progresivamente los problemas de equidad social y generar condiciones que lleven a tasas de crecimiento económico adecuadas para sustentar los adelantos tanto de la democracia como de la equidad social. (O’Donnell, 1993, p. 7)

En cuanto a la segunda dimensión, aborda la temática de la fortaleza del Estado de forma holística, incluyendo aspectos tanto del aparato estatal como del Estado en sí; entendido bajo una lógica de mayor envergadura por cuanto incluye factores meta-administrativos. El tamaño de la burocracia se considera pues, como una de las variables que componen al Estado, pero no el Estado en su totalidad. Por lo que bajo las consideraciones anteriores, implica la necesaria existencia de un elemento legitimador de la dominación y del ejercicio del poder por parte de la ciudadanía respecto de la administración Considera que:

…un estado fuerte, independientemente del tamaño de sus burocracias, es un estado que establece con e"cacia esa legalidad y que no es percibido por la mayoría de la poblaci6n só1o como un ámbito para la persecución de intereses particularistas.” (O’Donnell, 1993, p. 7)

Finalmente, el tercer aspecto inoperante de las democracias delegativas provenientes de dictaduras militares es la falta o asimetría en la homogeneidad del alcance del poder estatal. Según O’Donnell, existe un grado disímil de operatividad funcional tanto a nivel territorial como estructural, ya que las prerrogativas del Estado no pueden ser extendidas en dominium y alcance a todas las regiones del espacio político denominado Estado. Muestra pues, que no solo se toma en cuenta el factor territorial, sino también agrega una lógica de diferenciación en la estrati!cación social. En palabras del autor:

Las actuales teorías del estado a menudo aceptan un supuesto […] que existe un alto grado de homogeneidad en los alcances, tanto territoriales como funcionales, del estado y del orden social que este sustenta. No se cuestiona (y si se cuestiona, no se problematiza) si dicho orden, y las políticas originadas en las organizaciones estatales, tienen similar efectividad en todo el territorio nacional y en todos los estratos sociales existentes. (O’Donnell, 1993, p. 7)

A partir de las tres esferas anteriormente mencionadas, el Estado democrático delegativo carece de fundamentos básicos para hacer funcionar su marco institucional. Como consecuencia, surgen poderes paralelos, al margen de la administración estatal que compiten por el ejercicio de poder en las regiones periféricas. De acuerdo a O’Donnell, son las periferias donde se sitúa con mayor fuerza la dinámica de desarrollo de poderes autónomos y propicia una lógica centrípeta al sistema, al descomponerlo como Estado territorial.

… En estas situaciones, estados ine"caces coexisten con esferas de poder autónomas y con base territorial. Esos estados son incapaces de asegurar la efectividad de sus leyes y sus políticas a lo largo del territorio y el sistema de estrati"cación social. Las regiones periféricas al centro nacional (que por Io general sufren más las crisis económicas y cuentan con burocracias más débiles que el centro) crean (o refuerzan) sistemas de poder local que tienden a alcanzar grados extremos de dominación personalista y violenta (patrimonial y hasta sultanista, en la terminología weberiana), entregados a toda suerte de prácticas arbitrarias. (O’Donnell, 1993, p. 8)

De igual manera, establece que en el proceso de articulación del poder nacional centralizado, las funciones básicas del aparato estatal parecen carecer de mecanismos reales de aplicación factible. Ya que, tanto el marco jurídico vigente como la administración efectiva de la autoridad de los funcionarios, se diluye progresivamente al alejarse del centro. Por ello, el Estado parece ser un agente exógeno a las circunstancias particulares de aquellos que se encuentran en periferias territoriales y estructurales, por cuanto la efectiva administración del cuerpo político no existe de facto. De acuerdo a O’Donnell:

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En muchas de las democracias que están surgiendo, la efectividad de un orden nacional encarnado en la ley y en la autoridad del estado se desvanece no bien nos alejamos de los centros nacionales y urbanos. Pero aún allí se pone de mani"esto la evaporaci6n funcional y territorial de la dimensión pública del estado. (O’Donnell, 1993, p. 8)

Por ello, en las regiones periféricas, donde poseen mayor relevancia y poder los agentes locales, surgen mecanismos de control que operan al margen de los procedimientos legales de carácter nacional. Estos sistemas metajurídicos corresponden a una lógica de “poder privatizado” en la que las garantías constitucionales nacionales no son validas de facto. La existencia de dichos mecanismos de regulación autónomos genera asimetrías en las relaciones de poder reales entre actores sociales. Por lo que, aún con la existencia de o!cinas de representación de las organizaciones estatales, la lógica de administración real y efectiva de poder es llevada a cabo por agentes privados. Al perder el carácter funcional, de administración territorial y estructural del cuerpo social, pierde además la base misma que sustenta su existencia y elimina la dimensión pública que legítima el orden estatal en dichas regiones. (O’Donnell, 1993, p. 8 y 9)

Como consecuencia de la incapacidad de llevar a cabo un control efectivo de la administración del poder público la funcionalidad del sistema democrático es parcial. Ya que no satisface la condición universalista del poder público, puesto que no existe paridad en las relaciones sociales a lo largo del territorio y de la estructura social. Por ello, el sistema mismo responde a una lógica dual de convivencia sistémica. En la cual el centro funciona de acuerdo a un modelo democrático y la periferia funciona bajo un modelo autoritario. El autoritarismo prevaleciente en los márgenes del Estado se fundamenta en la inexistencia de un marco jurídico-administrativo uniforme, que permite el establecimiento de patrones de dominación personalistas. O’Donnell propone que tal sistema autoritario posee una característica fundamental:

… no existe un sistema legal (o, si existe, no tiene verdadera efectividad, o puede anularse ad hoc, o está subordinado a normas secretas y/o al capricho de los gobernantes) que garantice la efectividad de los derechos y garantías que los grupos e individuos pueden esgrimir contra los gobernantes, el aparato estatal o cualquier otra instancia situada en la cima de la jerarquía social o política. Se trata de una legalidad trunca: aun en el caso del autoritarismo institucionalizado, no tiene la garantía de su propia aplicación contra los gobernantes y otros poderes superiores. (O’Donnell, 1993, p. 11)

Sin embargo, las recetas para palear los efectos negativos generados por la primera esfera de inoperatividad del sistema democrático, es decir el enorme tamaño del aparato estatal, generan directamente un aumento de la problemática relacionada a la segunda y tercer esfera del sistema. Ya que al reducir el aparato burocrático, paralelamente se reduce la operatividad funcional y se deslegitima el Estado mismo. La agenda de reducción burocrática provienen de la las ideas antiestatistas y de las corrientes neoliberales, mediante la privatización de sectores estatales y reducciones de plazas gubernamentales con el afán de liberarse del exceso de personal (O’Donnell, 1993, p. 13). De igual manera, genera consecuencias no previstas al incrementar los incentivos perversos que favorecen la institucionalización de prácticas corruptas:

La disminución de los ingresos personales, la limitación de las perspectivas profesionales, las malas condiciones laborales, un ámbito político hostil y, al mismo tiempo, las innumerables intervenciones estatales, son el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de la corrupci6n (O’Donnell, 1993, p. 15)

Finalmente, tales programas de reducción estatal producen una atomización progresiva de la sociedad al eliminar el carácter nacional del Estado. No solo el aparato estatal resulta incapaz de controlar a la población, sino que además, cuando lo hace, mecaniza la corrupción como parte del sistema. Como consecuencia de este proceso, la precaria legitimidad social se reduce aun más. Lo que conlleva a modi!car la percepción social respecto al aparato estatal, del agente que maximiza recursos a la organización burocrática que consume los mismos.

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En los niveles altos y hasta medios de la burocracia, la corrupción maneja cuantiosas sumas, que devastan los escasos recursos públicos. Además, cuando algunos de estos hechos se convierten en escándalos, socavan la con"anza no sólo en el funcionamiento y el papel del estado, sino también en gobiernos que parecen incapaces de corregir esta situación, cuando no parte involucrada en ella (O’Donnell, 1993, p. 15)

Además, la crisis lleva a la decreciente credibilidad del estado como agente autorizado de los intereses nacionales. Más bien se Io ve cada vez más como un gravoso aparato que se deja saquear por los poderosos. La desintegración del aparato estatal y la creciente ine"cacia del estado-en-tanto-ley impiden la implementaci6n de políticas mínimamente complejas (p. 18).

El segundo aporte teórico lo constituye el documento El análisis de las Élites Políticas en las democracias escrito por Edurne Uriarte. En dicho texto, se examinan las principales teorías clásicas y modernas en materia de élites. Uriarte propone que la concepción de élites suele ser considerada una teoría poco atractiva para los defensores de principios democráticos e igualitarios. Sin embargo, en la práctica pensadores de cualquier denominación ideológica han optado por utilizar dicha consideración por la utilidad real de dicho fenómeno. Pensadores, tanto socialistas como liberales y conservadores, han recurrido al análisis de élites como un mecanismo para explicar el establecimiento de sistemas de poder dentro de sistemas sociales. De acuerdo a Uriarte:

Entre las numerosas propuestas de de"nición de las élites no hay discrepancias de fondo respecto a aquella de"nición de Pareto según la cual hay dos estratos de población, el estrato inferior o la clase no selecta y el estrato superior, la clase selecta o élite que se divide, a su vez, en dos, la clase selecta de gobierno y la clase selecta no de gobierno (Uriarte, 1997, p. 7).

Tal aporte permite considerar factible la relación entre elites como un factor esencial en el establecimiento de todo orden de administración y dominio. Ya que, al no existir un sector organizado que conduzca el ejercicio del poder en un territorio determinado, necesariamente nuevos actores ingresaran a la palestra de poder para obtener los espacios no ocupados. En el caso de transiciones de marcos institucionales, las elites suelen obtener el poder mediante procesos democráticos a través de partidos políticos. Sin embargo, un relevo formal de elites no implica la obtención de las facultades anteriormente defendidas por el establishment. Por el contrario, en tal situación de transición suele haber pugnas por el poder que producen un reacomodo de fuerzas que tensionan hacia sus propios intereses.

De igual manera, Uriarte indica la pobre consideración que se ha realizado respecto del sector militar como una élite diferenciada de los demás sectores. Tal falta de consideración conduce a una distorsión de la realidad en sistemas políticos que no responden a las características de las democracias occidentales desarrolladas:

Son pocos los estudiosos de las élites que han incluido al sector militar como una de las élites. En el contexto de las investigaciones sobre élites en sociedades democráticas, se parte de la consideración de que el poder militar está sometido al poder político, y, a lo sumo, algunos de sus miembros se consideran como componentes de la élite política o de la burocrática, pero no se identi"ca una élite militar como tal (Uriarte, 1997, p. 8).

Finalmente, Silvia Vélez en su documento Globalización y narcotrá!co: El dúo dinámico de la Posguerra Fría explica la relación dinámica entre ambos fenómenos y el impacto combinado que ambas generan sobre el sistema nacional e internacional. Según Vélez, la concepción de Estado, vista desde el punto de vista actual, parece estar modi!cándose progresivamente. La globalización ha desgastado el papel del Estado y modi!có paulatinamente las funciones del aparato burocrático. De acuerdo Vélez:

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Cualquier que sea la idea que de la globalización se tenga y aún en medio de este debate, existe un cierto consenso acerca de que la idea que tenemos del Estado-nación, como principio organizador y administrador de la sociedad, ha llegado a sus límites y debe cambiar, pues por efecto de la globalización sus funciones tradicionales se han reducido, distorsionado, o se han hecho obsoletas o inadecuadas. Además, las fronteras políticas tienden a borrarse, las jurisdicciones se traslapan y, según algunos analistas neoliberales, el mercado sustituye cada vez en más ocasiones, el Estado-nación (Vélez, 2000, p. 3).

Dicha fenomenología proviene del proceso de recon!guración del orden internacional que surgió tras la caída del muro de Berlín. Con el !n del sistema internacional bipolar y el avance de las políticas neoliberales, el mercado suplantó el papel del Estado y adquirió mayor independencia respecto a éste último. De acuerdo a Vélez:

El "n de la Guerra Fría coincide con y estimula el avance de las políticas neoliberales, de privilegio del mercado como regulador de la producción, el comercio interno, regional y mundial; que elimina o reduce los aranceles, provee mayores facilidades gubernamentales dirigidas a eliminar regulaciones antes vistas como indispensables, hoy percibidas como excesivas. Estos rasgos del mercado libre crean estímulos "scales a la exportación, derogan restricciones "tosanitarias, mejoran las vías de comunicación, aumentan y agilitan el transporte, la tecnología de punta es aplicada al manejo de mercancías y a las comunicaciones instantáneas; todo para favorecer el incremento de los #ujos de comercio internacional. (Vélez, 2000, p. 5)

Como consecuencia de dicho proceso, el papel del Estado comenzó a mermarse de manera directamente proporcional al progreso de las concepciones neoliberales en el continente americano. El desarrollo e innovación en cuanto a los mecanismos de comercio y tecnologías de comunicación aceleraron el proceso de integración económica a nivel mundial. Las fronteras fueron perforadas por la lógica de la descentralización estatal y la creciente consideración del mercado, como mecanismo regulador con mayor e!ciencia, es intaló en la concepción de la mayoría de gobiernos latinoamericanos.

Es así que la desregulación del comercio internacional, los avances en tecnología de comunicaciones, en informática, y la velocidad que cobran los nuevos intercambios internacionales, provocan la mayor permeabilidad de las fronteras, ventajas todas que son aprovechadas también para el contrabando de mercancías ilegales como, por ejemplo, los fármacos (Vélez, 2000, p. 5)

Finalmente, el proceso de globalización generó nuevos instrumentos de comercio entre actores privados; instrumentos que facilitaron la inserción institucional de los grupos de crimen organizado en las economías mundiales.

En tiempos previos a la globalización, las distintas economías habían sido capaces de digerir estos dineros; ahora su monto los rebasa e impacta negativamente. Se realiza el “lavado” de crecidas sumas combinando las bancas nacionales con los bancos o$-shore (o sea, situados fuera del territorio estadounidense) que ofrecen condiciones como: total exención o muy bajas tasas de impuestos, estrictas leyes de protección al secreto bancario, acceso a equipo de comunicaciones moderno, ausencia de controles de moneda extranjera o nacional entre otras (Vélez, 2000, p. 9).

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El sistema de gobierno en Guatemala, antes de 1985, pivotaba sobre una estructura correspondiente a lo que O’Donnell llamó sistema burocrático-autoritario. A medida que el proyecto de contrainsurgencia derivaba en un proceso demasiado extenso, las negociaciones multisectoriales de élites llegaron a acordar una agenda para plani!car la paz. Esta política se prolongó debido al carácter dual de la agenda de negociaciones. Ya que por una parte, buscaba acordar y sentar las bases de un sistema que eliminara las fuentes estructurales del con"icto; y por otra, concertar la desmovilización e inserción en la legalidad a las fuerzas insurgentes. (Sáenz, 2005, p. 72)

El sistema autoritario, sobre el cual reposaba el Estado, produjo un aumento en la radicalización de las fuerzas insurgentes y, como consecuencia, en las respectivas fuerzas de combate anti-insurgente.

… en Guatemala la represión condujo a la radicalización de las organizaciones populares, así como el crecimiento cuantitativo de las organizaciones insurgentes que para principios de la década de 1980 con#uyen para provocar una profunda crisis política que, aunque se resolvió por la vía del golpe militar, lleva consigo la decisión del ejército de entregar el poder a los civiles, convocando en 1984 a elecciones para Asamblea Nacional Constituyente y en mayo de ese año a elecciones presidenciales en las que resultó electo el candidato democratacristiano. En 1984, 1990, 1994 y 1995 se realizaron procesos electorales en los que el voto de los electores fueron respetados, aunque no pudieron participar todas las opciones políticas y no todos los ciudadanos pudieron ejercer libremente sus derechos, en tanto el país continuó en guerra hasta diciembre de 1996 (Sáenz, 2005, p. 77).

La raíz autoritaria del sistema, bajo la lógica de centralización arbitraria del poder, correspondió, en naturaleza, a la concepción del terrorismo de Estado. Por lo que, la militarización de la sociedad y la corrupción sistémica eran fenómenos adscritos al marco institucional que prevaricaban los dirigentes militares (Velásquez, 2003, p. 18).

Puesto que la lógica del con"icto hacia necesario, a la vez que fundamentaba su legitimidad, un modelo de gobierno de carácter autoritario.

En este contexto, “Los Acuerdos de Paz !rmados en diciembre de 1996 pusieron !n al Estado autoritario pero no al autoritarismo dentro del Estado” (Velásquez, 2003, p. 19). El cual persistió en la cultura política bajo nuevos actores que surgieron de la élite civil. El autoritarismo, anteriormente concentrado en la élite económica y luego en la militar, proponía un proyecto de nación acorde a los intereses de su propia organización. Esta situación se perpetuó hasta el año 1996, momento que propició la rei!cación del plan nacional debido a la coyuntura política. Los Acuerdos de Paz pretendieron formular este nuevo plan de nación; sin embargo, debido al carácter elitista de la paz pactada, resultó más bien en un nuevo acuerdo de élites sin carácter identitario Estatal (Velásquez, 2003, p. 6).

Según Velásquez, el proyecto de nación implícito en los Acuerdos de Paz implicaba una contradicción directa con los agentes de poder vigentes en el establishment del momento. Ya que pivotaba sobre tres aspectos esencialmente antagónicos con la élite tradicionalmente dominante (Velásquez, 2003, p. 6 y 7):

Esa contradicción activa con el sistema recayó en tres grandes ejes: a) la desmilitarización de la sociedad –y antítesis del militarismo: el fortalecimiento del poder civil y democrático–; b) el involucramiento sistemático de la oligarquía en el "nanciamiento del desarrollo y, por ende, en el fortalecimiento del Estado por medio de la reforma del sistema tributario y "scal, y c) la incorporación política de las nacionalidades históricamente postergadas y, por lo tanto, la desarticulación del Estado cuasi segregacionista y su sustitución por otro de orden multicultural.” (Velásquez, 2003, p. 7)

Estos tres factores, aunados a la adopción de idearios neoliberales a lo largo de la década de los 90’s, produjeron un nuevo modelo de gobierno democrático-participativo. Sin embargo, participativo únicamente en la medida que integraba nuevas élites con las ya establecidas. El nuevo sistema generó, a lo interno de la clase dominante, nuevas dinámicas de tensión entre ambos grupos. Según Velásquez, la corrupción se hizo más visible a partir de la llegada del gobierno del FRG al control del aparato burocrático:

Desarticulación del sistema burocrático-militar, transición

democrático-participativa y articulación del sistema

desregulado, descentralizado y desmilitarizado

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Por si fuera poco, la corrupción se hizo más descarada a partir de que, desde un inicio, el FRG perdió la batalla de la opinión pública ante una prensa controlada por el sector privado ligado al CACIF, que vio en el ascenso de este partido la llegada de “nuevos ricos” no ligados al tronco tradicional de la oligarquía criolla. Esta nueva camada de acomodados también era cuestionada por la izquierda, que consideraba que su riqueza provenía de fuentes dudosas como el narcotrá"co, el crimen organizado y derivaciones de la guerra contrainsurgente (Velásquez, 2003, p. 21).

En este marco de relaciones, entre las élites recién ingresadas y las ya establecidas, la dinámica de con"ictividad por la monopolización del poder progresivamente degeneró en una lucha abierta de intereses sectoriales. En la cual, los sectores centrales fueron mayormente ambicionados en detrimento de la organización periférica. Dicha con"ictividad, enmarcada en la lógica de descentralización (aún cuando seguía existiendo centralismo), desmilitarización y desregulación, generó competencia a lo interno del sector poliárquico del sistema. Permitiendo, de manera inesperada, la captura de ámbitos de dominio público por parte de actores que no pertenecían ni a una ni a otra élite; sino que surgían de la lógica local.

Como consecuencia del proceso de desarticulación del sistema armado del aparato estatal, la funcionalidad básica de la defensa territorial pasó a ser inoperativa. Según Villagrán: “… luego de la !rma de los Acuerdos de Paz, el Ejército se redujo en dos terceras partes, y desmovilizó cuatro de sus veintitrés Bases Departamentales…” (Villagrán, 2008, p. 11). Así mismo, también establece que:

… la institución militar sólo ha cumplido los aspectos operativos de los acuerdos. Redujo la cantidad de sus efectivos en un tercio, con relación a los que tenía hasta el 29 de diciembre de 1996, cuando se "rmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Ahora, sus efectivos no rebasan los 17 mil.

Además, cumplió con desmovilizar la Policía Militar Ambulante, las PAC y el desmantelamiento de varios comandos en la capital y el interior del país (Villagrán, 2008, p. 99).

A weak Guatemalan state together with broad, and largely unpatrolled, Paci"c and Caribbean coastlines combine to provide an alluring middle passage for drugs #owing to North America from points south (Deibert, 2008, p. 3)

Así mismo, también forman parte de la desarticulación de las funciones militares estatales el desmantelamiento de las estructuras paramilitares generadas bajo la lógica del con"icto armado interno. Las PAC, Patrullas de Autodefensa Civil, fueron creadas con la !nalidad de servir de apoyo a la institución militar en el con"icto por el control del territorio nacional frente a la insurgencia. Al establecerse los Acuerdos de Paz, estos implicaban la desarticulación de tales organizaciones para eliminar la militarización de la sociedad.

These patrols have been implicated in gross human rights abuses. In today’s Guatemala, some of the same regions where those patrols were the strongest, such as the jungle-covered department of El Petén, have now also become centers of illegal drug activity, with some of the same campesinos who once worked for the civil patrols now seizing land and clearing clandestine runways where drug planes can land. On one government map seen by this reporter, there were 31 such runways listed as existing in El Petén alone. (Deibert, 2008, p. 3).

De igual manera, la rei!cación de las funciones militares correspondió al nuevo marco nacional de transición de un sistema contrainsurgente a uno democrático. De acuerdo a Villagrán:

La rede"nición de las funciones militares se plantea en el marco de la transición política del Estado autoritario y contrainsurgente, hacia uno democrático y en el marco de la paz.74 El propósito más general consiste en transformar las Fuerzas Armadas, ya que concluido el enfrentamiento armado interno, que duró 36 años, es necesario adaptar la institución hacia el cumplimiento de nuevas misiones; a las que durante el período de guerra fueron las que le asignó la política de contrainsurgencia aplicada por el Estado guatemalteco (Villagrán, 2008, p. 71).

Nuevo sistema de repartición del poder: poderes paralelos y captura

de funciones estatales

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En Guatemala la reconversión del Ejército ha sido parte de la transición política iniciada desde 1982, en especial la decisión de retirarse de las funciones de Gobierno, determinando el inicio de su transformación institucional (Villagrán, 2008, p. 98).

En cuanto al tamaño de la inversión que el sistema militar constituye en Guatemala, podemos observar que es relativamente bajo, dada las condiciones de inseguridad de la defensa exterior e interior, que las amenazas no tradicionales representan. Puesto que para el año 2002, el Congreso de la República aprobó un presupuesto de Q836 millones para el Ministerio de la Defensa. (Villagrán, 2008, p. 117). La anterior política está situada en el marco de los Acuerdos de Paz y la reestructuración que los mismos introdujeron al sistema guatemalteco:

Según los Acuerdos de Paz, el tamaño y recursos del Ejército de Guatemala estarán acordes con las necesidades del cumplimiento de sus funciones de defensa de la soberanía y de la integridad del territorio, y con las posibilidades económicas del país. También plantean que el presupuesto del Ejército será del 0.33% del PIB (Villagrán, 2008, p. 118).

Este marco situacional ha permitido la inserción de nuevas estructuras organizativas en las esferas de poder de las regiones periféricas. Según Ovalle las redes de narcotrá!co, como consecuencia del establecimiento de mecanismos metajurídicos que permitan ordenar las relaciones de su actividad, imponen relaciones paternalistas en la sociedad. Para legitimar tal dualidad sistémica en competencia, formulan un ideario de vida distinto al propiciado por el Estado (Ovalle, 2010, p. 9). Por ello:

Para mantenerse en el negocio los narcotra"cantes se ven obligados a ejercer un poder mayor que el de cualquier empresario legal, dado que incluye la instrumentalización de la violencia, sin embargo la motivación de origen no es el control y el poder territorial sino la persistencia de su proyecto ilegal: Son comerciantes más que potentados (Ovalle, 2010, p. 8).

En el sentido anterior, la invasión de los espacios públicos administrativos, es consecuencia de un proceso colateral de fundamentación de su actividad comercial.

Para lograr dicho acometido, instrumentalizan, tanto el miedo como el prestigio, para imponerse sobre el resto del cuerpo social. Incluyendo bajo esta lógica de competencia por el control ha las mismas autoridades estatales que “creen” representar el control efectivo del territorio. De acuerdo a Briscoe:

… existe una base "rme para sospechar que los actores criminales y las respuestas o"ciales a la delincuencia están íntimamente involucrados en el proceso de debilitamiento del Estado. Ya se trate de la orientación ideológica de extrema derecha de importantes empresarios del sector de la seguridad, del papel de los o"ciales militares retirados, de la íntima conexión entre escuadrones de policía cuasi-estatales y el sector privado, o de la campaña aparentemente deliberada de sembrar el pánico social y el descontento político a través de asesinatos selectivos, los contornos de la delincuencia y la política de seguridad en Guatemala parecen haber sido diseñados con la idea de la perpetuación de un Estado débil y temeroso (Briscoe, 2009, p. 11).

La complicidad por parte de las autoridades estatales añade una nueva arista a la manera tradicional de considerar dicha problemática. La debilidad estatal otorga, bajo una lógica cooperativa y de convivencia, a poderes paralelos el control de los territorios en materia. Sirviéndose de los bene!cios que estos grupos presentan por cuanto sirven de ordenadores naturales al sistema local. Sin embargo, tales bene!cios son mínimos comparados con las prerrogativas que los grupos delictivos adquieren. Puesto que perpetuán sistemas de relaciones personalistas que inoculan el sistema democrático (Briscoe, 2009, p. 18).

El modelo transaccional se basa en la idea de que el Estado y sus fuerzas de seguridad entregan parcelas de poder e in#uencia a los actores no estatales a cambio de bene"cios personales o de autodefensa. Estos actores no estatales se les da espacio para expandirse y multiplicarse, socavando gravemente el Estado de derecho. Sin embargo, se mantiene una mínima autoridad: el Estado puede ser desautorizado, sobrepasado y desactivado, pero sigue siendo un árbitro permanente entre organizaciones rivales y sobre el alcance de sus competencias (Briscoe, 2009, p. 26).

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En base a la anterior información podemos concluir que el sistema generado a partir de los Acuerdos de Paz produjo una reestructuración de la lógica autoritaria del gobierno guatemalteco en tres niveles principales. Primero, produjo un proceso de desmilitarización a nivel cuantitativo; así como a nivel cualitativo, al modi!car la naturaleza contrainsurgente del mismo hacia una de protección a la democracia.

Segundo, condujo a una lógica de descentralización del aparato estatal con el afán de reducir el alto grado de autoritarismo presente; sin embargo, produjo un parcelamiento progresivo institucionalizando autoritarismos locales establecidos de manera cooperativa/competitiva con las instancias burocráticas. Finalmente, la lógica de desregulación en materia económica fue sostenida como consecuencia de la adopción de consideraciones neoliberales, como parte del proceso de globalización que implica la inserción a mercados mundiales y la disminución de barreras comerciales; sin embargo, produjo involuntariamente una desarticulación de los sistemas de defensa territoriales en las regiones fronterizas así como una rápida adaptación de los mecanismos !nancieros que permitiesen el lavado de dinero.

De igual manera, el camino recorrido por las nuevas democracias parece incierto ante las amenazas no tradicionales que socavan la institucionalidad democrática en la región. El ideario político neoliberal, en su afán por minimizar los efectos negativos de un aparato gubernamental demasiado grande, produjo una reducción de la funcionalidad del Estado. Como consecuencia inesperada, surgieron nuevas amenazas al sistema mismo, presentadas por el momento coyuntural y la convergencia de los factores necesarios para impulsar el desarrollo del trá!co ilícito de narcóticos.

El !n del con"icto armado interno aunado al proceso de restitución democrática generó un espacio para el reacomodo de élites políticas e institucionales. En este proceso, la periferia fue cooptada por los grupos de poderes paralelos cuya legitimidad ante la comunidad les permitió instalarse de facto.

Conclusiones

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Bibliografía

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Introducción y justi!cación:

A partir 1958, cuando se derrocó la última dictadura militar y se optó por gobiernos electos, Venezuela ha vivido en democracia. Sin embargo, esta democracia se mantenía bajo un pacto entre dos partidos que no permitía la participación de otros partidos, el llamado pacto de punto !jo. Esto cambio con los intentos de golpe de estado de 1992 liderados por Hugo Chávez, ya que esto hizo que la población deseara cambios drásticos. Así se logró posicionar Chávez ante la población de su país y esto le permitió ser electo presidente en 1999 con

un 56.2% de apoyo popular.

Sin embargo, desde que Chávez entro al gobierno se ha dedicado a realizar toda una serie de reformas con las cuales ha ampliado el poder del Ejecutivo para concentrar la capacidad de toma de decisiones

en su persona.

Estas medidas se han tomado apelando a la necesidad de cambios drásticos en el país pero han tenido como consecuencias una disminución de canales de expresión, de espacios para la oposición, de una debilitación de las instituciones y de una represión de las libertades de los individuos del país. El modelo de gobierno de Chávez ejempli!ca las características de la democracia delegativa. Por lo tanto considero importante contrastar aspectos y medidas especí!cas de dicho gobierno para demostrar si es o no una democracia delegativa y así para poder evaluar las consecuencias de la adopción de un modelo de este tipo para las

democracias latinoamericanas.

El autoritarismo del gobierno Chávez: ¿Propiciado por una democracia delegativa?

Carlos Pivaral

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El autoritarismo que ha adquirido el gobierno de Chávez (falta de libertades individuales y políticas de la población Venezolana) y la debilidad de las instituciones democráticas de su país se debe (se ha visto facilitado) por las medidas delegativas del gobierno de Chávez tendientes concentrar el poder en su !gura.

a) Autoritarismo:

David Collier ofrece una de!nición y clasi!cación del autoritarismo. De!ne al autoritarismo como: “toda organización estatal cuyo régimen no es del tipo democrático liberal, o constitucional, o sea, donde el gobierno ejerce una autoridad opresiva que impide la crítica y restringe el ejercicio de ciertas libertades públicas fundamentales”. (1985, p.3) Es una forma de gobierno que no permite ninguna ley ni control sobre su autoridad, ninguna oposición ya que el aparato estatal es el único encargado del bien público.

Estos regímenes se basan en mandatos emanados de la autoridad y no en el consenso. El autoritarismo pone al orden y a la colectividad por encima del individuo: “las ideologías autoritarias, son aquellas que niegan de manera decidida el principio de igualdad de los hombres ante la ley, hacen énfasis en el principio jerárquico…” (1985, p.3).Se ven entonces los problemas de tipo social como un asunto exclusivo adjudicado al autoritarismo. Sin embargo, los aspectos sociales son comunes a cualquier sistema político.

El autoritarismo asume que hay desigualdad en el ámbito social y aplica dicha desigualdad en la política. Esto implica entonces que la jerarquía tenga gran importancia. Por lo tanto la pluralidad en el ámbito político se limita: “un jefe (o tal vez un pequeño grupo) ejerce el poder dentro de límites que formalmente están mal de!nidos…” (1985, p.4). Bajo este régimen no se respetan los derechos ni las libertades de los ciudadanos. Los individuos sólo tienen capacidad de hacer lo que la autoridad dice.

Collier clasi!ca a los regímenes autoritarios como burocratico-militar, de movilización, populista, postotalitario y de democracia radical. (1985, p.5) Se describirá el autoritarismo de tipo populista ya que este se usará para explicar el régimen de Hugo Chávez en Venezuela. En el tipo de autoritarismo populista, cesarismo o bonapartismo “el poder se concentra en jefes o dirigentes carismáticos, que se apoyan en el manejo de la imagen y en los medios de comunicación masiva. (1985, p.5)” Se hace énfasis en el acercamiento con la población por encima de las reglas formales ya que se consideran un obstáculo para la comunicación con el pueblo.

Considero que la debilidad de la teoría de Collier consiste en que si bien explica las limitaciones a los derechos y libertades de los individuos que producen regímenes autoritarios, no profundiza en el aspecto institucional que propician este tipo de regímenes: es decir reducción del poder de las instituciones, in"uencia y subordinación de algunas, cambios en los procesos de toma de decisión, etc.

b) Democracia delegativa:

La democracia ha sido clasi!cada en diferentes tipos: como democracia representativa, la poliarquía o la democracia delegativa. A continuación se describirá la democracia delegativa a partir de la teoría que expone al respecto Guillermo O´ Donnell. Destaca que éste autor de!nió dicha tipología clasi!cando en ésta principalmente a casos latinoamericanos. Primero que nada, para que se pueda de!nir un régimen como democracia delegativa su gobierno tiene que estar estructurado como una democracia. (Frank, s.f.). Conceptualmente es llamada delegativa porque se basa en la premisa de que quien gobierna, por el hecho de haber sido electo, tiene el derecho de tomar las decisiones que le parecen más convenientes a él para su país. (Natanson, 2010).

Hipótesis

Marco teórico

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Como podemos ver, el elemento democrático de elecciones libres se mantiene, dándole legitimidad al régimen. (Natanson, 2010).Sin embargo, se ve al contrapeso que deben hacer otras instituciones como un estorbo a la acción del ejecutivo y también se es indiferente a la rendición de cuenta por parte de la población. Todo esto se da porque “El Presidente se considera la encarnación de los grandes intereses de la nación… se siente por encima de las diversas partes de la sociedad (incluyendo a los partidos) y no cree necesario rendir cuentas” (Moreno, 2009). Esto lleva a que las políticas que se implementen con gran "exibilidad y rapidez y sin tomar en cuenta todos los intereses en juego y sin llevar a cabo un proceso de debate público.

Respecto a cómo surgen las democracias delegativas destaca que generalmente evolucionan a partir de crisis. Esto debido a que la promesa de superar situaciones como estas provee al líder de amplio apoyo. Conseguida entonces la con!anza de la sociedad el gobernante tiende a decidir las medidas que a él mejor le parecen. Se va dando así un especie de circulo vicioso en el que se apela constantemente a la crisis para ampliar el poder del ejecutivo. El siguiente pasaje de O`Donell es explicativo:

Los presidentes siguen viviendo constantemente de la crisis … intentan reavivarla, con la advertencia de que si se abandona el camino que proponen ella resurgirá, renovada. El problema es que, una vez que los peores aspectos de la crisis han pasado, aparecen viejos y nuevos problemas, casi siempre de resolución mucho más compleja que los anteriores. Esto requiere políticas estatales complejas, para lo cual es importante contar con instancias de consulta e intermediación(20009).

La renuencia a resolver los problemas mediante diálogos con otros sectores hace que el ejecutivo se rodee de una pequeña cúpula o círculo de con!anza, sin tener en cuenta el diálogo.Los gobiernos delegativos tienden entonces a abusar de mecanismos como decretos y poderes extraordinarios.

Esta forma de gobierno es negativa ya que no reconoce los límites constitucionales y legales de los poderes del Estado y tiende a reducir las libertades individuales para evitar el surgimiento de la oposición. Las democracias delegativas fallan den establecer las instituciones fuertes y democráticas.( O´Donnell,2009).

Considero que la teoría que ofrece O’Donnell es bastante completa ya que incluye en su análisis aspectos institucionales, los mecanismos que usan los gobiernos delegativos, las condiciones que propician su surgimiento, etc. Además, me parece bastante objetivo el hecho de que reconozca que los líderes de la democracia delegativa son producto de elecciones libres. Sin embargo, la debilidad de su teoría consiste en que no toma en cuenta que muchas veces puede haber ciertas condiciones estructurales: como falta de educación, de cultura política, falta de civismo, que no hacen factible el funcionamiento un régimen democrático más abierto que el de un gobierno delegativo. Además, considero que si hay ciertas situaciones críticas en las cuales sí es necesario ampliar el poder de toma de decisiones del ejecutivo. Empero, esto debe ser de manera temporal.

c) Debilidad institucional:

Steven Levitsky y María Victoria Murillo ofrecen una teoría respecto a que es la debilidad institucional y los factores que hacen que varié el desempeño de las instituciones. Es importante hacer notar el papel de las instituciones para el funcionamiento de cualquier gobierno ya que estas constituyen un marco que, al reducir la incertidumbre, guía las acciones y expectativas de los miembros de la sociedad. (North,2007). Levitsky y Murillo estudian la fortaleza institucional a partir de dos elementos, imposición y estabilidad. Estos autores explican la importancia de estudiar las instituciones más allá del marco institucional formal, es decir las constituciones, leyes, reglas de papel. Las instituciones democráticas se han expandido, lo que ha implicado que “los arreglos constitucionales en los países en desarrollo y postcomunistas se parecieran cada vez más a aquellos de los países industriales avanzados”. (2010). Sin embargo, el desempeño de las instituciones ha variado de país a país.

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Las reglas de papel fueron equiparadas con las instituciones, asumiendo que estas reglas que fueron escritas en papel ya sea re#ejarían o generarían expectativas compartidas acerca de cómo los otros se comportarían. Aunque estos supuestos a menudo se sostienen bien en estudios de democracias avanzadas, donde los marcos subyacentes de elaboración de reglas son estables y Estados efectivos aseguran que la mayoría de las reglas sean regularmente hechas cumplir, ellos no se ajustan igual de bien al mundo en desarrollo.(Levtsky y Murillo, 2010).

Por lo tanto es importante estudiar la fortaleza institucional, la cual depende del grado de imposición y estabilidad. “La imposición es el grado en que las reglas de papel son cumplidas”. .(Levtsky y Murillo, 2010). Es decir, si los miembros de la sociedad cumplen de manera periódica con las reglas y hay certeza de castigo en caso de incumplimiento, la imposición es alta. “Por estabilidad queremos decir durabilidad”. .(Levtsky y Murillo, 2010). La estabilidad se re!ere entonces a sí se logra mantener a lo largo del tiempo la institución, si es capaz de adaptarse a cambios en las condiciones y en las estructuras de poder.

Es importante no confundir un cambio evolutivo y normal de una institución con inestabilidad institucional. Las instituciones pueden evolucionar con el paso del tiempo sin que esto implique algo negativo. Sin embargo, si los cambios en una institución son frecuentes al compararlo con instituciones similares, entonces sí hay inestabilidad institucional. Además, los elementos imposición y estabilidad no siempre van de la mano y entonces combinan y dan como resultado diferentes grados de desempeño institucional. Por ejemplo, puede haber instituciones que sí tienen un alto grado de imposición pero que son inestables. Sí se cumplen las reglas pero estas son modi!cadas con gran frecuencia, lo que hace difícil generar expectativas. Puede también que se produzcan instituciones formales estables pero que no son impuestas. En este caso las reglas permanecen por escrito pero son ignoradas. (Levtsky y Murillo, 2010).

La debilidad institucional se puede producir entonces cuando las instituciones no son impuestas efectivamente o cuando son muy inestables. Las razones que llevan a estas dos situaciones son varias. Puede ser que las instituciones sean débilmente impuestas porque a los actores no les conviene aplicarlas y no tienen intención de cumplirlas. Por lo tanto las reglas formales se vuelven en una simple fachada. Se tienden a tener en papel estas leyes como una fuente de legitimidad ya sea doméstica o internacional, aunque en la práctica no se cumplan. Estas pueden ser estables, ya que se basan en la expectativa de que no se cumplirán. .(Levtsky y Murillo, 2010).

Las instituciones pueden ser débilmente impuestas por la poca capacidad de los actores de hacerlas cumplir para todos. Si un Estado no tiene una organización y estructura capaz de vigilar y sancionar las reglas entonces es difícil que se cumplan. Los niveles de desigualdades sociales, económicas o étnico religiosa también crean condiciones bajo las cuales ciertas reglas son menos propensas a cumplirse. .(Levtsky y Murillo, 2010).

La inestabilidad se da principalmente por la diferencia entre los actores que redactan las leyes y quien posee el poder efectivo. Esto produce entonces un desequilibrio de fuerzas que lleva a instituciones que no gozan de aceptación y por lo tanto se vuelven inestables. El tiempo es un factor importante en la estabilidad. Las instituciones que se forman lenta o gradualmente permiten a los actores adaptarse a ellas y por lo tanto gozan de más apoyo. .(Levtsky y Murillo, 2010).

Considero que los dos elementos que ofrecen los autores para explicar la fortaleza institucional: grado de imposición y estabilidad son una herramienta útil para estudiar el desempeño de las instituciones. Sin embargo, considero que su teoría se ve limitada por el hecho de que, a pesar de que reconocen la importancia de las instituciones más allá de su diseño formal o en papel no establecen la conexión y no profundizan la importancia que debe haber en la forma como se relacionan e interactúan las reglas formales con las informales y las repercusiones que tiene dicha interacción en el desempeño institucional.

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d) Teoría que fundamentará la hipótesis:

Se utilizará la teoría de la democracia delegativa para contrastar la de!nición de ésta y sus características con la forma de gobierno implementada por Hugo Chávez en Venezuela y así poder comprobar o negar la hipótesis. Es decir se buscará la relacionar como las medidas delegativas del gobierno de Chávez han propiciado un autoritarismo que ha debilitado las instituciones de Venezuela.

4. Desarrollo de la Hipótesis A continuación se estudiaran elementos del gobierno de Chávez y se explicará porque su gobierno es o no una democracia delegativa, que características de esta forma de gobernar hacen su régimen autoritario y como esto ha llevado a una debilidad institucional en Venezuela. Los aspectos a evaluar son: las circunstancias que lo llevaron al poder, la concentración del poder en el ejecutivo, los cambios institucionales de su gobierno, la oposición y grado de participación de la población, los derechos de los ciudadanos y su discurso populista.

a) Su forma de llegar al poder: consecuencia de una democracia en crisis

Se podría decir que lo que llevo a Hugo Chávez al poder fue que ante el pobre desempeño que había tenido la democracia en Venezuela él fue visto como la esperanza de la democracia. Esto porque, a pesar de que en papel el país llevaba años siendo una democracia, se daban toda una serie de mecanismos que no permitían limitaban la participación. Esto se evidencia por ejemplo con el pacto !jo, que era un acuerdo entre dos partidos que no permitía la participación de todos. Esta situación fue la que llevo a que en 1992 Hugo Chávez produjera un intento de golpe de Estado.

Estas acciones fueron importantes porque hicieron que la sociedad buscara un cambio en la forma en que se estaba gobernando. Esto permitió que llegara al poder Rafael Caldera en 1993, lo que representa un cambio, ya que era de la Convergencia Nacional: “Él hecho por pueblo de votar un candidato afuera de los partidos punto!jistas marca una transformación importante en el pensamiento del pueblo”. (Frank, s.f.).

Sin embargo, el gobierno de Caldera no satisfago la sed de cambio de la sociedad. Por lo tanto había una coyuntura que exigía un cambio más radical. Este escenario permitió que Hugo Chávez, gracias al prestigio que obtuvo por sus acciones en 1992, ganara las elecciones en 1998 con 56,2 porcentajes del voto y accediera al poder en 1999 bajo el partido del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200). (Frank, s.f.).

b) La reducción en el papel de las instituciones:

Desde su primer año de gobierno, Chávez declaró que la constitución de 1961 no le permitía realizar los proyectos que necesitaba el país. Por lo tanto, hizo varias reformas como el referendo para crear la asamblea nacional constituyente (ANC). En 1999 la ANC creó una constitución nueva y el país tuvo elecciones de nuevo. Chávez fue electo y la consecuencia de esto fue que “ las instituciones democráticas en Venezuela empezaron a disminuir en poder y cantidad”. (Frank, s.f.).

Con la nueva constitución, el Congreso y la Corte suprema quedaron fusionados en la Asamblea Nacional. Esto llevó a que el sistema bicameral fuera sustituido por un sistema unicameral que consiste en la Asamblea Nacional. Esto ha producido una concentración del poder en el Ejecutivo: “Eso sucedió por una parte debido a la decadencia de las instituciones democráticas, más especí!camente, el gobierno perdió la diversidad de los partidos políticos. (Frank, s.f.).Esto se evidencia con el control que tiene Chávez sobre la ANC , la cual ha sido cali!cada de sumisa por su subordinación al ejecutivo. Esto lo ha logrado principalmente a través de las leyes habilitantes, las cuales le permiten emitir decretos con fuerza de ley (Moreno, 2009). Destaca que a la fecha hay más de 26 leyes habilitantes y el 5 de mayo de este año se emitieron tres más. (s.a.2010).

Esto no se da únicamente en la ANC, ya que el ejecutivo in"uye también en la conformación de la Corte Suprema de Justicia, la Contraloría General de la República, la Fiscalía General y el Consejo Nacional Electoral. Hay además una fuerte centralización administrativa y se le han reducido las competencias a gobernaciones estatales. (Moreno, 2009).

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C) La oposición:

Bajo el gobierno de Chávez en Venezuela destaca que hay una reducida gama de opciones políticas. Desde que Chávez llego al poder quiso formar un partido único. A pesar de que no ha logrado dicho objetivo si ha formado un núcleo de partidos llamado el Polo Patriótico, que domina la ANC. (Frank, s.f.). Además, el régimen chavista ha mermado el poder de los sectores opositores. Destaca el papel que tenía el ejército en Venezuela como una fuerza con legitimidad social. : “los militares no estaban excluidos de la vida política y además eran vistos por la sociedad como una parte integral y positiva… los civiles y los militares podían in"uir y aprender uno al otro.” (Frank, s.f.).

Sin embargo, Chávez cambio esto al politizar al ejército. Esto lo hizo a través de la Constitución de 1999 que eliminó las restricciones en los militares para abstener de los roles políticos. (Frank, s.f.).Con esto el ejército dejo de ser una fuerza que contrarrestara al gobierno.

De forma similar, Chávez también redujo el papel de la elite como fuerza de oposición. Durante la época del punto !jo las relaciones entre las clases altas y el gobierno se mantenían a través de un clientelismo en el cual mediaban los partidos políticos. Chávez prometió erradicar la corrupción y por lo tanto estas relaciones clientelares. Sin embargo, el clientelismo se mantuvo, sólo que directamente entre el Estado y los sectores organizados de la sociedad civil. (García y Gonzales, 2009, p.174). Así, se ha eliminado la intermediación de la sociedad con los partidos políticos por una relación directa de grupos que buscan intereses a través del Estado. Hay que tomar en cuenta que la debilidad de la oposición en Venezuela también se debe a una táctica inherente que ha tomado ésta, la abstención. Esto se evidencia en las elecciones legislativas del 2005, donde la oposición se abstuvo para deslegitimar al régimen chavista. (García y Gonzales, 2009, p.172). Sin embargo, estas acciones sólo reducen las opciones políticas para la sociedad.

Como podemos ver en el régimen de Chávez se evidencia una debilidad institucional. Esto porque se ha producido una inestabilidad en las instituciones debido al poder discrecional que ha adquirido este presidente. Al estar las instituciones subordinadas al ejecutivo están sujetas a cambios a su antojo. Chávez ha creado instituciones “participativas” como: consejos comunales, contraloría social, consultas públicas, referendos, cabildo abierto, asamblea de ciudadanos, etc. (García y Gonzales, 2009, p.173).

Sin embargo, estos no cumplen su propósito de incentivar la participación ya que en la práctica están sujetas al control y manipulación de Chávez. Por lo tanto su grado de imposición es poco y por lo tanto fomenta también una debilidad institucional

D) El autoritarismo y como se re"eja en la falta de derechos de los venezolanos:

Como ya se explicó anteriormente los derechos políticos de los venezolanos se han visto mermados por la limitación de las opciones políticas. Además de la reducción de los derechos políticos de los ciudadanos se han limitado sus derechos y libertades individuales. Esto se debe en parte a la necesidad de reducir las posibilidades de una oposición:”…en respuesta a la crispación que produce a su líder la para él/ella injusti!cable aparición de aquellas oposiciones, le tienta amputar o acotar seriamente las libertades cuya vigencia la mantienen en la categoría de democrática.” (O`Donnell, 2010). Esto se evidencia con las expropiaciones a las propiedades privadas de los individuos, la concentración de los medios de comunicación estatales, la limitación de la libre expresión y los miles de juicios que enfrentan ciudadanos por el simple hecho de ejercer sus derechos constitucionales. (Gomez,2011).

El autoritarismo de Chávez puede ser clasi!cado como populista ya que se mantiene en el poder debido al apoyo de las clases populares. Esta simpatía la mantiene gracias a su carisma y a su estrategia de establecer una comunicación directa con el pueblo a través de un discurso informal pero que apela a las emociones. Destaca además el fuerte elemento antagonico que incorpora en su discurso, representado por el “antiimperialismo yankee”. ( Frank, s.f.)

Como podemos ver la importancia de la situación de crisis en el surgimiento del gobierno de Chávez coincide con la tendencia de la evolución de las democracias delegativas como consecuencia de las crisis propuesto por O´Donell. Este escenario permitió que el presidente de Venezuela comenzara a hacer cambios institucionales tendientes a concentrar el poder en su !gura, apelando a que dichas acciones eran necesarias para el cambio democrático que necesitaba el país. Hay por lo tanto en Venezuela una carencia de controles y de !scalización por parte de las instituciones. Como podemos ver, la forma de gobierno de Chávez coincide con las características de los gobiernos delegativos. Los cambios institucionales que ha propiciado su gobierno cumplen con las características de los mecanismos usados por las democracias delegativas: el ejecutivo ha adquirido poderes extraordinarios, ha abusado de la legislación a través de decretos.

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- El gobierno de Chávez puede ser clasi!cado como una democracia delegativa ya que ha sido democráticamente electo pero ha implementado mecanismos que concentran el poder de la toma de decisiones en su persona y por lo tanto ha reducido el poder de las demás instituciones

- Las democracias delegtivas propician regímenes autoritarios ya que al suponer que el gobernante electo tiene el deber de tomar las decisiones que le parecen más convenientes reduce las opciones políticas de los ciudadanos y por lo tanto restringe sus libertades.

- La fortaleza de las instituciones depende de su grado de imposición y estabilidad y es importante su fortaleza debido a que las instituciones forman un marco que guía las expectativas y provee incentivos a los individuos de una sociedad.

Conclusiones

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Bibliografía

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Las calles de aguaNo solo es típico de Panama o de Europa mantener canales; estas calles de antaño, por las cuales mover productos y personas. El canal que decea cubrir este ensayo fotográ!co es el que comunica los poblados de Puerto Viejo, Monterrico, Hawai y termina

en la barra océanica de los esclavos.

La mayoría de auqellas personas que habitan en esta región de Santa Rosa, obtienen parte de su sustento en la explotación de los recursos naturales que encuentran en estos canales, al igual que en las costas del

Pací!co.

Las calles de piedraA manera de contraste, las calles empedradas de La Antigua Guatemla, demuestran al hombre interponerse ante la naturaleza, pero de igual forma señalan las limitaciones del transporte terrestre que durante tantos

años ha sido característico de Guatemala.

Piedras por un lado y agua por el otro, de vez en cuando uno se vuelve en otro.

Guatemala: de calles empedradas a calles de agua

Santiago Billy

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Después de la Guerra Civil norteamericana se inició en los Estados Unidos un proceso llamado la “Reconstrucción”, esto dio paso a un periodo designado como la “era de reformas”. Al !nalizar el siglo 19 y después de la guerra con España, los Estados Unidos empezó a probar suerte ávidamente en el extranjero, al mismo tiempo los norteamericanos empezaron a ver con una nueva óptica los problemas sociales que aquejaban a la sociedad americana. De ese impulso emergieron movimientos tales como la lucha por el derecho al voto de las mujeres, el movimiento de la “temperancia”, el movimiento de los agricultores, que intentaba enmendar las de!ciencias de un sector en descenso, que contrastaba con el acelerado crecimiento urbano de los EEUU.

Como parte de esta “era” a"oró un pensamiento que centrado en la creencia de que el hombre era capaz de mejorar sus condiciones a través de sus propias capacidades, se opuso abiertamente al darwinismo social, que era la posición prevaleciente entre los grupos mas favorecidos económicamente.

Aunque la economía se hallaba en pleno auge y la prosperidad se extendía, mas de la mitad de la totalidad de los trabajadores industriales norteamericanos aún vivía en una oprobiosa pobreza; muchos de esos trabajadores eran mujeres y niños. New York, Boston, Chicago y San Francisco podían enorgullecerse de sus impresionantes museos, universidades y bibliotecas públicas que se diferenciaban enormemente de sus atestados barrios bajos. Antes de 1900, el dogma económico vigente había sido el laissez-faire: la menor intervención posible del gobierno en la empresa privada. Después de 1900 sin embargo, se puso en boga la ideología del “progresivismo’’; un movimiento concebido para reformar las condiciones de la sociedad mediante la acción del gobierno. Primero proponía acabar con la corrupción del sistema político basado en el clientelismo de las maquinarias y de los caciques (“bosses”) políticos al tiempo que expresaba la convicción de que el gobierno debía jugar un papel mas decidido en el proceso de resolución de los males sociales.

El Movimiento Progresivista

Edwin Palenque

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Trabajadores sociales profesionales seguidores de esta nueva y renovadora !losofía empezaron a acudir a los barrios bajos para levantar centros de asistencia social a través de los cuales proporcionaban servicios de salud y establecían instalaciones recreativas para los pobres. Los seguidores del movimiento de la “temperancia” (prohibicionistas) exigían que se pusiera !n a la venta de bebidas alcohólicas, en parte para evitar el sufrimiento que los trabajadores en estado de ebriedad imponían a sus esposas e hijos. En las ciudades, los políticos de la reforma lucharon contra la corrupción, reglamentaron el transporte público, crearon empresas municipales de servicio público y redujeron los impuestos mediante un gobierno más e!ciente. Muchos estados promulgaron leyes que restringían el trabajo de menores, protegían a las trabajadoras mujeres, limitaban las horas de trabajo y abogaban por una compensación más ecuánime por el trabajo de los obreros. Las mujeres se manifestaron por el derecho al voto, y para 1914 varios estados habían reconocido ese derecho, que !nalmente fue legalizado a nivel nacional en 1920.

Un número de revistas populares divulgaron artículos sensacionalistas, escritos por los “descubridores de escándalos” (“muckrakers”), que eran periodistas que investigaban y exponían los negocios turbios, la corrupción o!cial y la pobreza en las ciudades. En 1906, Upton Sinclair desenmascaró las prácticas de la industria empacadora de carnes en su novela The Jungle (La jungla). Los lectores de la clase media se sintieron aterrados al saber lo que contenían las salchichas de su desayuno, y pronto se promulgó un decreto federal que ordenaba la inspección de la carne. La Ley de Alimentos y Fármacos Puros (1906) puso freno a la venta de alimentos adulterados y medicinas de patente fraudulenta; y la Ley Harrison (1914) impuso los primeros controles federales efectivos sobre los narcóticos.

El Presidente Theodore Roosevelt fortaleció la reglamentación federal de los ferrocarriles e hizo cumplir la Ley Antimonopolios Sherman, que fue aplicada en contra de varias sociedades mercantiles de gran tamaño, incluida la Standard Oil Company.

En 1902, Theodore Roosevelt, puso !n a una huelga en la industria del carbón mediante amenazas de intervención armada, pero no en contra los trabajadores, sino contra los in"exibles propietarios de las minas. Este fue un punto decisivo en la política industrial de Estados Unidos; en lo sucesivo el gobierno ya no se aliaría automáticamente con la parte patronal en las disputas laborales.

El mismo Roosevelt organizó con los progresivistas un movimiento llamado “Bull Moose Party” para las elecciones de 1912. A si mismo su administración promovió la conservación de los recursos naturales, para que éstos “sean guardados para las generaciones futuras”, se designaron vastas reservas de bosques, carbón, petróleo, minerales y agua. El Movimiento Progresivista fue principalmente un movimiento de economistas, sociólogos, técnicos y servidores públicos, ingenieros sociales que creían que se podían encontrar soluciones cientí!cas y e!cientes para casi todos los problemas políticos. Entre sus mayores exponentes se encontraba el Senador por Wisconsin John (!ghting) La Follet que impulsó la organización formal de un partido “progresivista” en 1920. Mas tarde en la década de 1940 Henry Wallace quien fuera vicepresidente durante la administración de Franklin Delano Roosevelt (1941-45) editor jefe de la revista progresivista “The New Republic” también organizó un partido progresivista y con el buscó infructuosamente la presidencia en las elecciones de 1948.

Por otro lado a"oraron varios grupos de ciudadanos que preferían ideologías más radicales, tales como las propuestas por el Partido Socialista, con Eugene V. Debs a la cabeza, quien propugnaba una transición pací!ca, gradual y democrática hacia una economía regida por el estado. Otro grupo más militante fue la Federación de Trabajadores Industriales del Mundo (IWW “Wobblies”) quien convocó a una huelga general para derrocar al sistema capitalista. Sin embargo, esta organización jamás gozó de un número importante de adeptos, y prácticamente dejó de existir para 1920.

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Algunos socialistas fueron elegidos para ocupar cargos locales, pero su partido nunca obtuvo más del 6% de los votos en las contiendas presidenciales. El socialismo habitualmente no ha gozado de mucha simpatía en los Estados Unidos, donde los debates económicos generalmente giran en torno a la cuestión de que si el gobierno debe reglamentar a la empresa privada, y hasta qué punto. En la contienda política entre el partido demócrata y el republicano, éstos últimos han usado con frecuencia la palabra “socialista” como un mazo para abrumar a sus contendientes políticos. Cualquier político activo del partido demócrata que en su discurso mencione conceptos sobre legislación laboral de protección a los obreros, o medidas remediales para algunos de los males de la sociedad norteamericana es estigmatizado de inmediato con la etiqueta de “socialista”

Woodrow Wilson , destacado miembro del partido Demócrata quien fue elegido presidente en 1912, creía que el gobierno federal tenía la responsabilidad de proteger a la pequeña industria de las sociedades mercantiles de gran magnitud. Como parte de su programa “Nueva Libertad”, Wilson creó el impuesto a la renta sobre el ingreso personal, hizo más rígidas las leyes antimonopolios contra las enormes fusiones corporativas y creó la Comisión Federal de Comercio para vigilar la competencia industrial injusta. La Ley de la Reserva Federal, de 1913, creó un sistema con control gubernamental, de 12 bancos regionales de reserva, que fortaleció el control público del crédito en la nación. Wilson también promulgó leyes que restringían el trabajo de los menores, otorgaban préstamos con intereses bajos a los agricultores y !jaban una jornada laboral de ocho horas para los trabajadores ferrocarrileros etc.

Algunos puntos especí!cos de la visión política del progresivismo fueron:

profesionales que pudieran administrar las donaciones privadas y las asignaciones del gobierno en forma e!ciente y honrada.

dirigidos por trabajadores sociales voluntarios, apoyados por profesionales y localizados en los barrios mas deprimidos de las ciudades. La idea era que estos centros elevarían los niveles de vida de los pobres estimulando su participación en los programas de ayuda mutua, tales como guarderías, escuelas de o!cios y programas culturales.

el trabajo infantil, especialmente en la nueva y creciente industria. El objetivo era dar a los hijos de los trabajadores obreros la oportunidad de asistir a la escuela y crecer en un ambiente más de un hogar que el de una fábrica.

organizado, en temas como la legislación de las horas de trabajo, rea!rmando la jornada de ocho horas, la mejora de las condiciones de seguridad industrial, la promulgación de leyes que regulen el salario mínimo etc.

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La vida de Cassius Marcellus Clay Jr., es una épica en sí misma. Además resume las luchas de reivindicación racial que tuvieron que librar los afroamericanos estadounidenses desde la mitad del siglo XX hasta ser aceptados como ciudadanos de pleno derecho durante el gobierno de Lyndon Baines Johnson con la sanción de la Ley de los Derechos Civiles.

Si se es de esas personas que rehúye de los libros de historia puros y duros y necesita una excusa narrativa para adentrarse en la historia, tengo dos ofertas que no podrá rechazar para conocer el movimiento de los derechos civiles, la guerra de Vietnam y los movimientos de independencia africanos y sus dictaduras consecuentes.

De Clay a Alí

Para los dos primeros temas no existe compañía mejor que leerse Rey del Mundo, la biografía de Muhammad Ali que escribió David Remnick, premio Pulitzer por sus crónicas sobre la caída del Imperio Soviético y actual editor de la prestigiosa revista The New Yorker. Publicado originalmente en 1998 en inglés, la primera edición en español salió de la casa editorial DEBATE en 2001, ilustrada con inmejorables fotografías en blanco y negro.

La biografía arranca con un análisis del mundo del boxeo durante la infancia de Clay, repasando a las

míticas !guras tales como Joe Louis “el bombardero de Detroit”, Max Schmeling, Sonny Liston y Floyd Patterson y sus más oscuros rincones. Con hábil voz narrativa Remnick disecciona con precisión el corrupto mundo del boxeo:

“El boxeo era, sin duda, un objetivo de mucho menor alcance que la delincuencia organizada, pero tenía la ventaja de ser bastante obvio y aparatoso, muy difícil de marrar. La perversión que reinaba en el sector era bien conocida. Durante los años cincuenta, leer a Don Parker en el Daily Mirror de Nueva York o a Jimmy Cannon en el Post era como estudiarse un pliego de cargos contra ese deporte sucio, gestionado enteramente por el hampa –en especial por el hampa italiana y judía-…”

O este otro fragmento que resulta aún más sorprendente y revelador:

“Puso en marcha las sesiones del comité con admisión, por parte de Jack LaMotta, de haberse dejado ganar en un combate contra Billy Fox, en 1947. LaMotta declaró que había rechazado un pago de cien mil dólares: si regaló el combate, dijo, fue porque, según las normas que para el boxeo prescribía la Ma"a, ése era el único modo de acceder a una pelea por el campeonato del mundo. Y era verdad. En cuanto cumplió con su parte del acuerdo, LaMotta pudo enfrentarse a Marcel Cerdan-y derrotarlo- en el Briggs Stadium de Detroit.”

Llámame Muhammad Ali

Rodrigo Fernández Ordóñez

foto: Ralf Berger

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LaMotta, !gura legendaria del boxeo gracias a la película de Martin Scorsese, basada en su vida y protagonizada por un joven Robert de Niro, (Raging bull, 1980), caería en la total oscuridad hasta reaparecer en la vida pública muchos, muchos años después en la serie cómica de televisión ALF, (1986). LaMotta aparece como el vecino del extraterrestre de peluche, Trevor Ochmonek. Por su parte, Marcel Cerdan, esposo de Edith Piaf, moriría poco tiempo después en un accidente aéreo en las Azores, en diciembre de 1949, durante el viaje de París a Nueva York, a donde iba Cerdan precisamente para entrenarse para la revancha contra LaMotta.

Como además Remnik ha sido cronista deportivo, está bien enterado del tema, lo que queda claro al tan sólo avanzar medio centenar de páginas cuando narra la pelea entre Floyd Patterson y Sonny Liston, de la que el primero saldría bastante malparado. Relata Remnick:

“…Junto al ring, los reporteros de los diarios estaban dictando titulares, como ladridos, a las secretarias, o tecleando como posesos y pasándoles los papeles a los mensajeros de la Western Union. Todos ellos se sabían perfectamente el segundo párrafo: es el tercer K. O. más rápido de la historia del campeonato de los pesos pesados. En 1908, en Dublín, Tommy Burns noqueó al aspirante, Jem Roche, en 1 minuto y 28 segundos: en 1938, en el Yankee Stadium, Joe Louis tumbó a Max Schmeling en 2 minutos y 4 segundos.”

Partiendo de esta base histórica, el biógrafo va construyendo la accidentada historia de Clay, desde su nacimiento en 1942 en Lousville, Kentucky, en el ambiente de una familia de clase media, que en palabras de la Premio Nobel Toni Morrison: “…clase media negra, clase media negra y del Sur, lo cual en absoluto quiere decir clase media blanca”. El pequeño Clay era altamente impresionable. En una ocasión nos cuenta Remnick, su padre le contó la historia de Emmett Till, asesinado en Money, Mississippi, por piropear a una mujer blanca. Esta historia “…contribuyó a reforzar en su interior la noción de que todo muchacho negro de Louisville, en cuanto intentara asomarse al mundo, se vería negado, rechazado, incluso sería objeto de odio.”

Este nuevo sentimiento de rabia trazaría en adelante el futuro de Clay:

“Me metí en el boxeo porque me pareció el modo más rápido en que un negro podía abrirse camino, en este país. La escuela no se me daba especialmente bien, tampoco podía jugar al baloncesto o al béisbol, porque para eso hay que ir a la universidad y aprobar

exámenes y sacarse un montón de títulos. Un boxeador todo lo que tiene que hacer es ir al gimnasio, dar unos cuantos saltos, hacerse profesional, ganar un título y antes de darse cuenta ya está colocado…”

Así que según Clay lo demás era coser y cantar, que se extiende por las siguientes trescientas páginas que le toman a su biógrafo para cubrir esa carrera gloriosa al éxito, desde su medalla de oro en las Olimpíadas de Roma en 1960 como peso semipesado. Escala poco a poco, tumbando en el camino al temible Sonny Liston y a Floyd Patterson, ganándose el título de campeón mundial y cambiándose de nombre en 1964 cuando se une a la Nación del Islam y se hace amigo de su líder Elijah Muhammad. De allí saldría rebautizado con ese nombre de resonancias inmortales: Muhammad Alí.

No obstante que su carrera estaba en el pináculo, o precisamente por eso, en 1967 es llamado por el ejército para unirse a !las, lo que el rechaza alegando ser objetor de conciencia. Alí es encarcelado, despojado de sus títulos, se le retira el pasaporte y se le prohíbe volver a subir al cuadrilátero. Pero como buen luchador, como el buen boxedor que era, presenta lucha su!ciente hasta que lleva su caso a la Suprema Corte Federal, la que admite su caso y en 1971 falla su favor. Mientras tanto, en sus cuatro años muertos como deportista Alí se va radicalizando y haciendo cada vez más ruidosas críticas a la carnicería en que se ha convertido la Guerra de Vietnam: “¿Cómo se atreven a pedirme que me ponga un uniforme y que me vaya a quince mil kilómetros de casa a tirarle bombas y pegarles tiros a los vietnamitas amarillos, mientras a los llamados negros de Louisville se les trata como a perros?”. Al !nal, por esos azares de la historia, de ser furiosamente criticado por no prestar servicio en 1967 mientras otros “daban su vida” por los Estados Unidos, pasa a ser admirado y celebrado líder de la resistencia pací!ca a la guerra.

El libro cierra con el relato de la pelea de Alí contra Ernie Terrell y la reivindicación de su naciente orgullo musulmán:

“…La derrota que le in#igió a Terrell el 6 de febrero de 1967 fue especialmente brutal, a lo cual contribuyó en no poca medida el hecho de Terrell, como Patterson en su momento, se negara a dar a Alí el nombre de ‘Ali’. Terrell acusó a Ali de utilizar los pulgares y de juego sucio en los cuerpo a cuerpo, pero Alí lo negó. A cada golpe que le aplicaba a Terrell, Alí canturreaba: ‘¿Cómo me llamo?¿Cómo me llamo?’...”

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Un libro emocionante, épico, hermoso: absolutamente recomendable.

Para abordar la historia de los movimientos independentistas africanos, el movimiento de los no alineados y las dictaduras tropicales de África, nada mejor que la obra maestra del periodismo deportivo: El Combate, del genial Norman Mailer, autor también de obras fundamentales de la literatura norteamericana como su ácida crítica autobiográ!ca a la Segunda Guerra Mundial en Los desnudos y los muertos (1948), que tiene la virtud pionera de ser el primer libro en que se imprimió con todas sus vocales y consonantes la palabra “fuck”, luego de un largo juicio, claro está. Y autor también de Los ejércitos de la noche (1968) con el que ganaría el Premio Pulitzer y en el que critica duramente la guerra de Vietnam.

El combate, publicado originalmente en 1975, narra la monumental pelea que enfrentó a Alí, de treinta y dos años, con George Foreman, diez años menor, para recobrar el título de Campeón Mundial de Boxeo. Desde los preparativos, de cómo se fue fraguando, las negociaciones del estrafalario Don King con el enigmático Mobutu Sesse Seko, hasta los pasos que poco a poco desembocarán en la pelea, pasando por la elección del escenario: la exótica Kinshasa, capital de Zaire, supuesto orgullo de reivindicación africana hasta los extenuantes ocho rounds en la calurosa arena del Estadio Nacional y el K. O. que lo hizo rey otra vez.

Este libro se complementa perfectamente con el anterior, pues retoma el relato de Remnick, (perdón por el anacronismo), y nos presenta a ese Muhammad Alí moralmente reivindicado deseoso de recobrar el tiempo perdido en que no se le permitió subir al cuadrilátero. Ya en 1971 había peleado contra Joe Frazier, recién devuelta su licencia por la Asociación Mundial de Boxeo, que resultó en un combate largo pero emocionante y que daría la victoria a Alí luego de eternos quince asaltos. La nueva pelea contra Foreman no sólo estaba planeada para bene!ciar a Alí, sino también a su an!trión: “Una pelea entre dos negros en una nación negra, organizada por negros y presenciada por todo el mundo; eso es una victoria para el mobutismo”, pensamiento que encapsulaba, según Mailer, un rótulo en la carretera entre el poblado de Nsele con Kinshasa.

La crónica es un relato in crescendo, que empieza lenta, densa como las aguas del río Congo frente a la capital zaireña y va ganando ritmo a medida que la pelea se va acercando y sus protagonistas entrenan para batirse en el duelo. Uno de los mejores momentos del libro es una conferencia de prensa que ofrece Foreman desde el hotel Intercontinental en Nsele:

“-George, una última pregunta. ¿Cuál es su pronóstico para la pelea?

Foreman se encontraba a sus anchas. Todo había terminado.

-Ah- repuso, sin intención de imitar a nadie-, soy el boxeador más grande de todos los tiempos. Soy una maravilla. La quinta maravilla del mundo. Soy hasta incluso más rápido que Muhammad Alí. Y lo voy a dejar fuera de combate en tres… dos… uno –se rió con los ojos-. Me esforzaré al ciento por ciento –dijo-. Ése es mi único pronóstico.”

Una fanfarroneada que le cobraría su contrincante segundo a segundo de los ocho rounds que duraría la pelea, segundo a segundo en los que le extraería toda la energía al gigante de Foreman, cansándolo lenta, minuciosamente, negándole al público enfebrecido que gritaba desde los graderíos: “¡Alí, buma yé!” (¡Alí, acábalo!) un despliegue de espectáculo pugilístico hasta los últimos momentos de la pelea:

“…Alí le golpeó el lado de la mandíbula con el guante derecho y se apartó rápidamente de las cuerdas, de tal manera que Foreman quedara junto a éstas. Por primera vez en toda la pelea había cruzado la lona en uno de sus ataques a Foreman. Ahora descargó sobre éste una combinación de golpes tan rápidos como los del primer asalto, pero más potentes y consecutivos; Foreman fue alcanzado por tres fabulosos golpes con la derecha seguidos, y después por uno con la izquierda (…) Y, entonces, un enorme proyectil exactamente del tamaño de un puño encerrado en un guante se hundió en mitad de la mente de Foreman, el mejor golpe de toda aquella sorprendente noche, el golpe que Alí se había guardado para su carrera…”

Al !nal, Zaire ’74 marcaría el retorno del rey al mundo del boxeo, carrera que terminaría de forma dramática, como no podría ser de otra forma, en las islas Bahamas en 1980, con una pelea contra Larry Holmes, en que se pasó la mayor parte del tiempo tratándose de sostener contra las cuerdas mientras Holmes, llorando, le rogaba a su ídolo que abandonara el combate.

Para terminar, recomiendo la película When we where kings (1996) de León Gast, película ganadora de un Oscar al mejor documental, que trata precisamente sobre la pelea de Alí vrs. Foreman, con valiosísimas tomas originales y entrevistas a sus protagonistas.

Los libros:

Remnick, David. Rey del Mundo. Editorial Debate, Madrid, España: 2001.

Mailer, Norman. El Combate. Editorial Grijalbo. Barcelona, España: 1976.

El momento de gloria

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