poesía joven colombiana. muestra. posdata, méxico

8/14/2019 Poesa Joven Colombiana. Muestra. Posdata, Mxico

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MUESTRADEPOESAJOVENCOLOMBIANAPOSDATA, PD. . Revista mexicana.

Ao 7, Nmero 1, Enero 2009.21.5 x 27.8 x 0.4 cms. 64 pginas

Director General: Jos Jaime Ruiz , [email protected] Responsable: Zaira Espinosa , [email protected]

Seleccionador de la muestra: Poeta Ivan Trejo, http://itrejo.wordpress.com/ ,[email protected]

..Primera edicin virtual: Septiembre 29, 2009. Publica NTC ... Ediciones virtuales,

http://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/ , [email protected]

Cali, Colombia.Enlace relacionado: http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_03_05_archive.html
mailto:[email protected]:[email protected]://itrejo.wordpress.com/mailto:[email protected]://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/http://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/mailto:[email protected]://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_03_05_archive.htmlhttp://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_03_05_archive.htmlmailto:[email protected]:[email protected]://itrejo.wordpress.com/mailto:[email protected]://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/http://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/mailto:[email protected]://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2009_03_05_archive.html


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NOTAINTRODUCTORIA

Nunca antes generacin alguna estuvo expuesta a tanta informacin. Debes leer losclsicos, le repetan a uno de adolescente, cada generacin debe traducir a sus clsicos,dijo despus Jos Emilio Pacheco, y con el paso del tiempo fue siendo menos probable

leer toda la poesa que estuvo antes de uno, no para seguir el camino de los clsicos sinopara, de alguna forma, buscar lo que ellos buscaron.

En cambio, las lecturas de nuestros contemporneos siempre abren ventanas a unimaginario potico en transicin. En este caso en particular, P.D. me ha permitidocompartir con ustedes la nueva poesa que se gesta en un pas con una tradicin poticatan slida como lo es Colombia.

Esta Muestra de poesa joven colombiana, rene a 11 autores de esta generacin depoetas nacidos en los setentas y ochentas, donde la bsqueda de las propias respuestasse basa en la tradicin y presenta cada vez menos intenciones neovanguardistas o de

ruptura, y a cambio intenta consolidar su propio lenguaje.

Remando entre distintas tendencias de la tradicin potica colombiana encontrarn eneste nmero propuestas ticas y estticas frente al mundo, pues los autores aqureunidos, (y la gran mayora de la generacin), no avivan el fuego de los clichs de laliteratura colombiana, puesto que no escribir sobre la violencia, el narcotrfico o elsicariato es tambin una forma de protestar contra ello.

Agradezco profundamente la amabilidad de Juan Manuel Roca pues para esta muestraha preparado el prlogo Los nuevos poetas colombianos, dando un paseo por lasgeneraciones y tendencias de la poesa colombiana hasta llegar con los jvenes aqureunidos.

Dira Mara Mercedes Carranza en la introduccin del libro Historia de la poesacolombiana: El paisaje es el mismo siempre, pero son distintos los ojos que lo miran.

Ivn TrejoEnero 2009


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NUEVOS POETAS COLOMBIANOS

La poesa colombiana, en lo que atae al siglo XX, fue dejando en su andaduraindividual y colectiva unas pisadas que se hicieron huellas y que se bifurcaron en varioscaminos.

De los poetas finiseculares, con ciertas reminiscencias de nuestro primer poetamoderno, Jos Asuncin Silva, quiz sea Porfirio Barba Jacob quien ms suscite intersen los poetas posteriores: an hay cierto eco de desarraigo y exaltacin en algunosmomentos de los poetas de hoy que evocan a Barba, (Santa Rosa de osos 1883, Mxico1942) por las vas del poeta ms ledo y unnimemente celebrado, Aurelio Arturo (LaUnin, 1909- Bogot, 1974).

El lenguaje elusivo de Arturo har un eslabn en un poeta del grupo de Mito comoFernando Charry Lara y posteriormente en Giovanni Quessep, de manera evidente.

En un juego de espejos y decapitaciones, en cierto carcter pendular de las influencias,la generacin de Los Nuevos, por los aos veinte, la de Len de Greiff, Luis Vidales,Jorge Zalamea y Luis Tejada, da la espalda a la Generacin del Centenario, nombradaas por haber coincidido el pas con la irrupcin de estos poetas en el primer centenariode la llamada independencia.

Borrn y cuenta nueva dicen estos poetas, particularmente a partir del libro vanguardistade Luis Vidales, Suenan Timbres, de 1926, de cuyos poemas hizo eco la legendariaantologa que hicieron Borges, Huidobro e Hidalgo.

Tras esta generacin aparecieron los llamados piedracelistas, un grupo de poetashispanizantes, seguidores de alguna forma epidrmica de Juan Ramn Jimnez, que demanera nuevamente pendular movieron la cabeza en seal de negacin frente a losexperimentos onricos de Vidales, lingsticos de De Greiff y cotidianos y sutiles de lascrnicas poticas de Tejada.

Hacia los aos cincuenta aparecera el grupo que se rene en torno a la revista Mito:Jorge Gaitn Durn, Eduardo Cote Lamus, Hctor Rojas Herazo, el ya mencionadoCharry Lara, lvaro Mutis, y dos figuras aisladas que hoy merecen la atencin de los

poetas recientes: Carlos Obregn, que se fue muy temprano de Colombia y que sesuicidara en Espaa, y scar Hernndez, olvidado en medio de galeras de tipografa.

Tras ellos viene el grupo nadasta, con sus manifiestos contestatarios y sus accionesrepentistas e iconoclastas, dentro del cual destaca sin duda Jaime Jaramillo Escobar, de

pseudnimo X-504, un poeta de poderosa irona y acentos singulares.

Insulares, sin grupo, dos coetneos de los nadastas, Jos Manuel Arango y GiovanniQuessep, al unsono con un poeta coloquial de la misma estirpe de scar Hernndez,Mario Rivero, anunciaran, a pesar de los vnculos iniciales de este ltimo con el gruponadasta, una andadura individual, sin grupos ni manifestaciones colectivas.

Es cuando entonces aparece la poesa de Mara Mercedes Carranza, Daro Jaramillo,

Augusto Pinilla, Luis Aguilera, Miguel Mndez Camacho, Henry Luque Muoz, RalHenao, Ral Gmez Jattin, Santiago Mutis, Omar Ortiz, Samuel Jaramillo, Antonio


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Correa o Edmundo Perry, entre otros poetas que empiezan a publicar en los aos setentay que hoy tienen amplia y reconocida trayectoria. Algunos pocos de ellos son agrupadosde manera transitoria como La generacin sin nombre, pero casi todos asumen una

bsqueda individual, sin asuntos programticos.

Si hago esta suerte de arqueologa, de bsqueda de los hombres de cromagnon de lospoetas reunidos en esta antologa, no sin antes agregar los nombres de Rmulo BustosAguirre y Piedad Bonnet que empezaron a publicar en los aos ochenta, es solo porcontextualizar para el lector mexicano una tradicin potica que casi siempre le resulta

borrosa.

Los poetas insertos en este volumen tienen como comn denominador el solo hecho dehaber nacido a partir de los aos setenta.

No voy a cometer el desafuero de emparentarlos uno a uno con sus antecesores, aunquehaya el rastro de lecturas de Rojas Herazo, de Vidales, de Mutis, de Arango, de Gaitn

y por momentos de Quessep.

La verdad es que lo que resulta atractivo de este conjunto de poetas y poemas es sudiversidad. No hay un tono uniforme, una coral que canta la misma tonada.

De cierto coloquialismo entrelazado a lo inefable, a lo que no tiene una aparenteexplicacin, como recordando que la poesa tambin tiene tratos con lo fantstico, la

palabra de John Jairo Junieles y su relacin con ngeles barriales, el pastoreo de sushoras en Cartagena de Indias, nos entrega muy buenos momentos ya celebrados conentusiasmo por Hctor Rojas Herazo.

Ms ligado a la irona, a la desacralizacin de la palabra, John Galn Casanova se va porlos caminos del ascetismo del lenguaje, un camino pedregoso si partimos de la idea deque no hay poemas largos y cortos sino poemas justos. Si un poema corto no alcanza unrango esttico, sencillamente es largo como un presidio. No es el caso de Galn, no leocurre como a su rbol talado, que se queda sin ramas, sin semillas y sin frutos.

Hay en este libro, de manera inusual en Colombia, varias bsquedas poticasemprendidas con mucho rigor por mujeres jvenes, de las que resalto la hondura yvigilancia del lenguaje, su manera de hablar de s sin la carga un tanto fatigosa por lodems comprensible en sociedades de viejo cuo machista- del cuerpo, de un Eros de

cartilla que tantas veces asedia el poema.De una parte est la poesa de Mara Clemencia Snchez, que entrelaza una visinamplia del mundo que le viene sin duda de su insatisfaccin con una realidad unvoca y

parroquial, con los cielos que nunca he sido. Sus dos libros publicados dan testimoniode una inquietante y bella poesa.

Luca Estrada es ya una de las voces ms trascendentes de la poesa colombiana.Emparentada con una visin quiz heredada del mejor romanticismo, la limpieza estivalde su lenguaje, la manera como adopta mscaras para no hacer de su mirada asombraday a la vez dolida un festn de desgarramientos confesionales, una exhibicin de un

mundo acorralante y sombro, su poesa ha ido creciendo en la admiracin de sus pares.


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SANTIAGO ESPINOSA

Bogot, 1985. Crtico y periodista. Estudi Literatura en la Universidad de los Andes yhoy finaliza sus estudios de Filosofa en la misma universidad. Ha trabajado enadaptaciones de teatro, como director montLa Cantante Calva, de Eugene Ionesco, en

el ao 2004, y un par de piezas de Harold Pinter en el 2006. Los ecos, su primer libro,ser publicado en los prximos meses.

EL CARNICERO

La materiadispora de estrella,es para Don Orlandokilos

peso tibio entre las manos.Y el tiempo, del negro al blanco,le zumba al odocomo moscas en la tarde.

Entre lomos, caderas,blancos puados de grasa,pasan los das de Don Orlando.Por eso alza las carnes al hombrosin pensar en los cortejos.Lee los mensajes de las fibrassin detenerse en augurios.

No hubo pudor cuandobes a su hijo entre placentas.Cuando lo tuvo en los brazos,y en los ojos del uno y del otrola misma bruma,sus manos, sin saberlo,imitaron la balanza romana.

Las vsceras del hijo se velaron,al ver la luz por el cuchillo de otros.Don Orlando no hace conjeturas,su madre le enseo que era malo especular.Y sin embargono olvida la bendicinantes de hacer los cortes.Hay que lavarse bien las manos,sin importar el precio del jabn.


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por la ventana entr el sonidode un antiguo clarinete,

poblando la casa de fantasmasy de barcos que se hunden.

Con el adis de los nardos, creciendo en la portada,quizs solo hubo tiempo de mirarse a los ojospara estrellar las copas de cara a la montaa.Hubo tiempo de alzarlasy volver a brindar por los ausentes.

La obra estaba completa.Para Guiseppe Volpini.

VALSE TRISTE

A la manera de Jean Sibeluis.

El ruido spero de un fsforo,dos, tres de la maana.Pasos en la casa de la esquina.No es demasiado tarde

para empezar la velada?Quiz estrellen las copasmirndose a los labiosy suene en el piano la cancin escogida.l y su corbata rojala que compr con ella antes del accidente.Ella, perfumada, lleva el vestido de encaje:nica herencia de su madre.Bailan, jvenes,

por la pista de otros ojos, de otra memoria,sigilosamente

hacindose fantasmas.

EL OTRO

Pasa un hombreel nioque fuelo mira

con rabia.


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CUCHILLADAS

y el viento podraCon otra sal enrojecer los ojos

Guiseppe Ungaretti.

Podra tu nombreiluminar otros ojosla lluvia, su escndalo lejanoen los sucios ventanales,traer algo distintoa las derrotas.Pero escucha, detente.Ahora el nio que fuistedeja en la mesa los juguetesy mira el verde en las montaas

detenidamente.

Va por la calle, la furia de tu urgenciaescoge sus caminos. Mralohacindose a tus propias expresiones.Escogiendo las canciones, los libros de segunda.Va con la madre y su saco nuevo, a rayas.

Zapatos de otra era, uno detrs de otro.Su golpe de segundos

por los parques, los cuartos al blanco,y un suave rumor que se teje en los huesos.

El rbol se hizo a sus anillos.Cambi la moda, cambiaron los tiranos.Sonoro pas el siglo en su barco de ebriedadesy otro crneo adorn el anaquel.

Podra ser otra casa,la abuela no haber muerto tan temprano.Podra ser otro mar

el que sacude desde el fondo.Pero persiste, no se doblega.Ahora un hombre se afeita ante el espejoen completa soledad.

Dibuja a su padre a cuchilladas.


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ESTRELLNDOSE

Hablo de la ciudad que amo,de la ciudad que aborrezco

Jos Manuel Arango

En esta noche,Ciudad de canales y veneno,hay un humo entre tus lucesy mis ojos.

Y no estoy solo.

Un cielo de cobrese escurreentre taxis vacos y asientos empolvados;

entre la mujer que porta un abrecartasy el suicida que estira la mano desde su gabn de cuello lato para saludar.

En la casa donde el padre cena solotodas las bombillas han confabuladoy retienen la luzantes de regarla como un estallido de orohacia las calles.

Y miles de postes las secundanderramando los chorros sobre las acerascon elegancia de cascadas enfurecidas.

Tus suspiros de madrastra y viuda,Ciudad,cuando aparecen las luces que no te dejan dormir,uno ms se cuelgaotra arrastrar su sombra lejos de tu llantoun padre pide disculpas a los puestos vacosalguien espera la venganza con la puerta cerrada,cuando las luces se prenden, Ciudad,

tus suspiros consiguen erguirse como una cortina de niebla blanda.Y esta noche no estoy solo

porque las historias que son tus huesosdictan un buen nimo sobre el asfalto.

Hoy me parece que un cielo estrellado remedaTu universo de ciento diez voltios repetidos.

T misma te vuelves el rastro del potente estornudo del soly ese cielo infinito

son tus ganas negras de quedarte profundamente dormida.


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LO QUE NO NUTRE

I think is better that i times like theseA poets mouth be silent

W. B Yeats

Mi gente astilladacuenta las penasque faltan para ser alguien.

Mi gente abre las jaulaspara que regresen los pjarosy rinde las energascon la poca feque dejaron los titulares exhibidos.

Todos los das hay un hueco en el pecho,una trombosis del hijo menorque amerita una visita a la vecina.Dos mujeres tomarn caf aguado.

ay de todos aquellosque ni el amor les alcanza para salir de pobresy ay de m que les cantocon palabras que tampoco nutren!

PUERTOS

Arrodilla su miseria para mirar entre las nubesFelipe Martnez Pinzn

An hoyZarpada la barca hace siglosSorteamos galeras

para llegar a puertos desconocidossin quererlocavamos tumbasdetrs de las barreras del cielo

para que en el momentoen que los pozos gritennadie sonra tristerepitiendo la misma muecasin ecode esos viejos desdentados


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PASO

Casandra: no hay escapatoria, forasterosEsquilo

y el capitn de los ngeles cerrar los brazos

y sacudir el polvo de sus alas luminosasy en silencio tensar el arco de su sonrisa satisfecha

Que bajo una mesa se muevanlos grillos sin miedo,que una alfombra siga esperando ser sacudiday que este hombre nunca llegue a una rosa!

-labor delicada y vertical como un hachasta de levantar desde lo alto

para querer dormirse en tiempos de los relojes-

Que sobre la acera descanse una llanta de nadie,que un portafolio parezca entregarle las tripas al vientoy que en algn edificio cercano el telfono haya dejado de sonar!

Finalmente los nimos derrotadosse bebern de un sorbo los fantasmas opacos,estancados en elegantes copas de material recicladoQue un nio muera de tedio!

Una mujer en el parto!Otros que se asfixien en el silencio de una pensin!Y que muchos fatiguen la carera perdida desde el principio!

-las armas del deseosern las mismas palabras antiguascondenadas a maquillajey los miedosrobustos y desganadoscolgarn como secndose en los cables mudos del telgrafo-

Que haya un billete que nadie recogey una navaja abandonada sobre la mesa de recaudos!

Nada ms se mover desde lo profundoporque el mundo recibir sin ansiasuna tormenta silenciosa y terriblecomo mandatos de estrellas

Como un gran trapero brillanteel ngel levantar los prpados azulesy ver con rubor nuevo

los escombros de su ir- tan slo amonestar tiernamente a sus inquietos dedos de fuego-


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ANDREA COTE

Barrancabermeja, Santander, 1981. Estudi literatura en la Universidad de los Andes.Entre los aos 1999 y 2000 dirigi el Festival de Poesa de Barrancabermeja. Ha

publicado: Puerto Calcinado (Universidad Externado de Colombia Revista El

Malpensante 2002), Tina Modotti (Biografa Editorial Panamericana, 2004), y unensayo sobre la obra de la poeta peruana Blanca Varela. Gan el Premio Mundial dePoesa Ponts de Strugas de la UNESCO en 2005. Ha sido docente en la UniversidadExternado en el Departamento de Extensin Cultural.

PUERTO QUEBRADO

Si supieras que afuera de la casa,

atado a la orilla del puerto quebrado,hay un ro quemantecomo las aceras.

Que cuando toca la tierraes como un desierto al derrumbarsey trae hierba encendida

para que ascienda por las paredes,aunque te des a creerque el muro perturbado por las enredaderases milagro de la humedady no de la ceniza del agua.

Si supierasque el ro no es de aguay no trae barcosni maderos,slo pequeas algascrecidas en el pechode hombres dormidos.

Si supieras que ese ro correy que es como nosotros,o como todo lo que tarde o tempranotiene que hundirse en la tierra.

T no sabes,pero yo alguna vez lo he vistohace parte de las cosasque cuando se estn yendo

parece que se quedan.


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CASA DE PIEDRA

Era corrientey deslucidoy mohno

el ademn,con que dbamos la espalda a la casa de piedra de mi padrepara ondear faldas floreadasy de luzen nuestro puerto desecado.

Por primera vezy sin nodriza,

bordebamos la arcada de la tarde,todo para no verlas manos de piedra de mi padre

oscurecindolo todo,apresndolo todo,sus palabras de piedray cascarrinalloviendo en el jardn de la sequa.

Y nosotras en fuga hacia calles blanqueadasy farndula de medioday ellos repitiendoen la puerta de piedra:catorce aos,falda corta,zapatos rojos sin usar.

ramos en avidez musicaly de fastoy malabares,ante la lustrosa acera,antes de quedarnos paradosy sin voz

para ver la desolada estampa,

la ruina.Pues el silencio,que no el bullicio de los das,atraviesa.El silencio,que son treinta y dos atadesvacos y blancos.


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OLVIDADO PAISAJE

Como a una mueca rotaculgame los ojos de verlas manos de palpar,

pero djame este pechosin pechopara no sentirde nuevo aqu,en el medio,tu don de esta sombraque pesa como un cuerpo.

Sombra en sombra,mi sombra,que es la parte en m donde ms hurgas

y abres agujerosque no s cosercon este,mi cuerpo de tocar.

Pero dime ademssi es para esto

padreque me has puesto en medio de tus cosaso para que te supliquecada da,cada noche,que me des una miraday ni uno ms de estos verbos tristes y pesados,que me siembresen medio de los ojos rojosuna ceguera de plomo

porque no s,padre,para qu tantas palabrasy no poder hacer

de esta rabia un olvidado paisaje.


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ANGYE GAONA

Bucaramanga, 1980. Escritora, escultora y promotora de lectura. Estudi periodismo yartes plsticas en Medelln. Vinculada a la Revista Prometeo y al comit organizador delFestival Internacional de Poesa de Medelln de 1999 a 2003, particip en dicho evento

en 2002 y estuvo a cargo de la I Exposicin Internacional de Poesa Experimental en2001. Nacimiento voltil es un libro indito que rene algunos poemas escritos entre1998 y 2006. En la actualidad, dirige el taller de literatura para nios, Galaxias.

LO QUE PIDO

Mi hambre no es slo suya;madre.Mi hambre es la de millonesy la Tierra no guarda la semillasen almacenes bajo llave y alarmas;la Tierra no tiene cmaras que vigilen el marni gendarmes que apresen a los carniceros.

Usted no vende su abrazo, seora.Es preciso liberar la leche que mana tras la alambrada;abrir la despensa,que corran el aire y los nios;Salir a la calle, alzar los brazos,que el Sol alimente estos huesos,madre,los mismos que la Tierra humildeal fin habr de devorar.


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TEJIDO BLANDO

Calma y tino te digo, pecho blando.No quieras contener toda el agua de los mares.

Toma unas onzas de olas bravas,de espuma fiera.Deja que se encrespe dentro de ti,caballo afrentado,

pero no domes esta aguaque el tiempo la requiere vivay punzante.Respira y preprate, pecho blando.

No quieras contener todo el aire de los abismos,toma slo el de tu pequea inspiracin,acarcialo por instantes,

susrrale como si al ltimo alientoy djalo libre ir all,a donde t tambin quisieras:vasto, inmenso, indistinto.Sopla fuerte lo que guardas.

No recojas ms lgrimas, pecho blando.Y si un nio preso llora, dirs,y si un hombre es torturado, dirs.Que no es tiempo de guardar la ira, te digo.Es momento de fraguar y hacer lucirel filo.

CAMINO

El camino entr por la ventanacomo una rama que avienta la tormenta.

Llova.

Agudos nombres caan gravemente,desde arriba entonados,llamados a rodar por las aceras.

Las casas se volvieron caminoso fueron atravesadas por ellos.

La lucidez se apoder de las casas.Los habitantes buscaron las terrazas,ascendieron y alzaron sus frentes con fervorhacia el rayo que revel el camino,

por un instante.


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LA FUGA

Pierde la casa,salte del cauce,llena los bolsillos de huidas,

mira pasar por ventanillastu cuenta pendiente de paisajes intocados.

Encuentra, de madrugada,el grito interior de lo distante;o de tarde,la bola de lodo en el costado:acumulacin malsana de familias ovilladasque te dieron en uso sus nombres,ahora gastados, errantes.

Mrchate hasta el hasto, sangre ma.No quieras pisar el pueblo frtil que te llama a su memoriaslo hasta perderte ms,

perderte mejor donde prefieras:en el ocano de gracias deslumbrantes y profundas,en el desierto aletargado y equidistante de casa,en la montaa fecunda donde se multiplican los caminos.

Pisa aqu y all hasta agonizar.Vuelve a partir cuando te tomen por locae intenten enviarte en barco a otro puertoo te traten como mercanca que se pierde en los bazaresde quien nadie sabe de dnde su brillo o su avera.

Entre tanto, estar tu pueblo frtilcreciendo abundante y al barbecho,esperando ver florecertu varay tu hacer.


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VALLE DE SMBOLOS

Sigo el camino del esternn,busco el origen de la sed,voy al fondo de un valle

de paredes intrincadas,slidas merced al tiempo,movedizas cuando el aluvin,cuando la infancia,era glacial.

Colecto las raicillas del pensamiento.Las cargo a mi espalda erosionada

junto al agreste olvidoque cae de m.

Se asoman,desde pequeas cuevas,los indicios del dolor;veloces, burlan las miradasy vuelven a ocultarseen la piel del valle.

Inscritas en las paredes,las coordenadas indescifrablesdel rayo prehistricoque form mi faz.Tiempo de la hondura,tiempo sin slaba,cuando soy slo un sonido metamrficoen trnsito a la fatiga.

Busco un manantialque bae la pregunta adherida a mi historia.Busco la vida recin naciday hallo la sed.Sigo la senda del esternn.


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IV

Tanto caminar en el mismo laberinto y todavano se reconoce la piedra en la que tropezamos una y otra vez.El olvido llueve sobre los ojos, y es aqu cuando simulamos dar un paso adelante.

Alguien sostiene con su sombra el peso de lo que un da,una noche, volver a repetirse. No hay una mscara para el miedo,tampoco para la muerte. Todos los muros que nos rodeanestn siendo escritos por el paso de las horas,

por nuestras largas vigilias, por el secreto deseo de la sangre,por la insistencia del amor y el fracaso, por la oscura cenizaque una vez fue nuestra casa y que nos obliga a permanecer.

Pregunto entonces con la boca de los muertosqu de ti qued entre las rosas?

V

Mi sombra, devorada por el musgo,intenta descifrar un paisaje incierto. Crece mi corazn entre la hierba,y en l se regocijan el polvo y la memoria.Quien vuelve la mirada, reconoce su rostro entre la sal, bajo las piedras,en el arbusto silencioso, en el sabor amargo del trbol, en el muro del jardndonde una noche mediste con tu mano la distancia del azul.Voces odas a lo lejos, cantos que te previenen contra el olvido.

Todo lo que mires volver de la herrumbre para sostener tus pasos.

VI

Abro la noche para recibirte. En cada palabramis manos inician un largo recorrido hacia la sombra,

hacia lo que no es posible abarcar. Y sin embargo,helo ah como si quisiera traernos un pedazo de nosotros mismos,un fragmento de luz, una slaba cerrada en su misterio.

Nombrarte es el comienzo del exilio. Y permanecer en tiuna constante despedida. Ofrezco mis ojos a lo que se diluye bajo tu lmpara.A la eternidad que se desteje minuto a minuto para que yo pueda entrar en ella.Sin cortejos. Sin una gua para mis pasos.

Escribo en el polvo este no saber hacia dnde,a qu distancia se oculta la rosa.

Nuestro dilogo es el inicio del viaje, su silencio el camino de retorno.Es necesario permanecer a la intemperie.


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MARA EGIPCIACA

I

Una piedra guarda

los nombres de la piedra

t ests entre los ms altos

quien mire atento los cristalesbajo el musgo

no encontrarala noche ms larga

aparta otra vez el brilloofrece el negro de los subterrneos

el crujir de las retortas

enciende un fuego que durelo que los elementos

y aydame a comprender

de este lado de la llamapor qu el pjaro ya es fuegocuando atraviesa el humo

tindeme al lado de tu espera

noche a noche seguirel recorrido de tu pupila

hasta el alba.

II

Soy en otros cuerposme diluyo

pacientessus manos me construyencomo tejindose a s mismas

perpendiculares fabulosaspor las que resbala

un oro lquido

altas torres


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mis ojos en la oscuridadesperando acontecer

entrar en lo desconocidoes hilar un poco

en la ruecade los acercamientos.

YOCASTA

Si preguntaras

a la Piedra

respondera con tu nombre:

el propio corazn

es el orculo.

LUISA ACKERMANN

Dibuja sobre m un pezcbrelo de agua hasta que desaparezca

siembra en mi lugar un fresnoderrbalo con tu hacha

instituye bajo mi lenguaun alfabeto sagrado

que en l se reconozcan los hijos del mary del aire

ordnales despus el olvido

nunca fui la mano que se abrey muestra las lneas de su destino

mi alma es el puo cerradola aldea desiertael paraso tras la cada de todos los ngeles

escribo para merecerlo.


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MAR DE LA OSCURIDAD

Puedes decir sin explicar cualquier cosasin embargo lo necesariose vuelve un instante

Nada camina ajenocomo si yo fuera los dedosde ese dios que enhebra ojos en su collarcomo si yo fuera la furia esparciendo su humedadsobre paredes de cal

Nada respondeen estas ruinas donde el vientoes rumor de un corazn apagadodonde la desnudez tropiezasin cuerpo que reconozca un nombre

sin saber qu alimenta esas pieles que ya soaba yocomo si fueran las vestidurasde los das que no habitars nunca

MAS DEVOLVER LA LUZES ENTREGAR DE SOMBRA UNA TRISTE MITAD

Si el sueo est ligado al peso de la sangrecada sueo se embriaga del lado donde reposadel origen donde fluye ms lento el aireSi me duermo de un ladoorillas del mar vienen hasta los ojosse calla el viento hmedoy estn livianas las piedrasque vuelven insignificantes

tus pertenencias en el mundoLa visin puede ser el mareouna corriente en la que llevando tu vidase deshacen estas ansias jvenes de dormir en cualquier lado

porque la sensatez es un barcoque no atraca en ninguna parte


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UN RUIDO AMARILLO EN LA MADRUGADA

Das que despiertan muy temprano para mhoras en que el amanecer regresasobre el cansancio de los ojos

y no s si despertar conviene

Una oracin rastrea por el cielo del techoy medra en la oscuridad como una luz que tiembla

A veces el poemaes una lengua extranjeray nuestra voz no se acostumbra a esos balbuceosdonde dioses empalados nos recuerdan su carnecomo niebla perdida en la noche.

COSTUMBRE

Las veces que el ro dej sus zapatosy corri desnudo tras el vientoel rbol hizo de su copa las raceslos pjaros caminaron ebrios

No he conocido de donde viene la risasin que deje algunas lgrimas

He visto mis piernas huir de m trastabillandoy las lisonjas de tu cuerpodevolvindome a un sueo


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UNA PALABRA COMO CASA

Seor dame una palabraque tenga la forma de un barcoun barco de velas inextinguibles

donde pueda ir a conocer el mar

Dame esta palabra por casapor vestido por amantedeja que ella sea mi soledadmi alimento y no pueda sobrevivirla

Aqu estoy tan vaco de formasy silencio

Toda mi inspiracin semeja

el ruido de unas manos atadasnecesito un barco por cuerpoy el amor por mar

Escchame por estas alucinacionesy la bastedad de las cosas que vuelven a su lugar

DONDE LA LUZ LLUEVE

Vidrios Donde la luz lluevesombras donde la sangre recuerdasi fuera mi cuerpo tu territorioen letras latinas escribe que me has amado

Hay movimientos en cada almaque la empujas a cubrir las hendiduras de su puerta

a pensar que la alta nochees de quien habla a solasporque nadie piensa en despedirseaunque la vida se un gesto


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LAUREN MENDINUETA

Barranquilla, 1977. Ha publicado seis libros de poesa y una biografa de Marie Curie.Una antologa de sus versos, con el ttulo Poesa en s misma (2007), fue publicada porla Universidad Externado de Colombia. Su libro ms reciente La vocacin suspendida

(2008) recibi en Espaa el VI Premio Internacional de Poesa Martn Garca Ramos.En el ao 2005 vivi en Mxico con una Beca de Residencia Artstica concedida por elMinisterio de Cultura de Colombia y el Fondo Para la Cultura y las Artes de Mxico(FONCA). Sus poemas han sido traducidos al ingles, italiano, ruso, alemn y francs.

CADA DA EN OTRO TIEMPO

A Juana Rosa Pita

He venido a la tormenta,al ruido espantoso de la estacin del tren.Aqu donde vivo nunca llegar el inviernocon sus hbitos curiosos,ni tendr necesidad de poseer un hogar.A veces salgo al muelley miro cmo rompe el alba sobre las olas,cmo se funden color sobre color.Demasiado prontoel da abjura de su rumorosa vocaciny enmudece para hacerme hablar.Desprecio el alarde festivo de la nochey las ramas del robleagitadas contra la tormenta.

Nada me obliga a la exclusin:he vencido mi destierro.

LA VOZ NTIMA

No s a dnde dirigirme, ni a dnde encaminar mi desconcierto,para encontrar respuesta a mi afn de existir.Ensayo la ficcin del advenimiento de la renunciay finjo escucharme a m misma en lo que veo.Tanto tiempo malgastado en pensar:cuando la voz se apropia de la mente, es otra quien habla.


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LA TORRE DE MARFIL

El mundo es una torre de marfil, en vanobusco una puerta en sus paredes curvas.

Parezco una actriz representando a un borracho,camino tratando de hacer una lnea recta,nunca eses. No soy una profesionalde la actuacin, ni siquiera me le parezco,

pero caminar tratando de hacer una lnea recta.A veces me siento frente al ordenador y buscotoda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.Y s, todo lo encuentro all, porque el mundo es una torrey estoy atrapada con todo lo dems, es inevitable.Cuando me miro al espejo me sorprende lo comnque parece mi rostro, y me digo:

es bueno ser tan comn, no te asustes.Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentrolas mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.Y all mismo, tecleando,trato de comprender

por qu me siento libre en la jaula del pjaro.

LA ERRANCIA Y LA PROXIMIDAD

Para Jos Lus Rojas

El vuelo de las gallinas no es muy distintoal vuelo de las horas;a pesar de los intentos fallidos

nunca aceptan su limitada naturaleza.La hora es la medida indistinta del da humano,la gallina cobarde de la inmortalidad divina.Lo ms lejano ocurre con la gracia de lo imposible,mientras el presente se deshace, fluye.El tiempo no se mide, se interpreta:as lo ensea la msica.


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UN MACONDO JUNTO A LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Memorablela mano de la Sierradesciende oblicua y lenta

para sorprender a su presa,como si fuese a ofrendarla al mar,como ofrendndola a la angustia,como si fuera a dejarla, pero luego no.

La tierra levanta su espinazoy se queda triste ante la gran cabeza blanca;despus se zambulle en la oscuridad,o en la hermosa inconciencia de los aguaceros.

Las casas en el calor templado del da

se apoyan unas en las otras y se duermen;la sombra que hasta el suelo las inclinaes amarilla, como vela de gran mesa.

Nada salv su territorio,ni la revolucin de las plantaciones de moscas malvadas,ni la nitidez del cielo donde se lamenta la tormenta,tampoco el rayo de sol.

En las iglesias los campanarios estn hechosms para pjaros que para campanas,y las piedras en las calles tienen la pureza de una fiera.

En estos lugares se da luz a lo invisible.Como signo de que es cierta su existenciase engendr al hombre para que cobraseel salario del oprobio y del martirio.

Camino con cuidado por sus calles polvorientastemerosa de maltratar el mitoque se fundara con el alma en la arcilla.

En este territorio los aos mueren como niitos plidosy no hay tumba que en su certeza puedas ver.Todo tiene horma de sepulcro y uno sabe que est vivo.Se ignora que aqu se dijo y se fund el mundo?En Macondo la realidad es apenas el principioy ni siquiera el olvido escribi nunca del fin.


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EL DOMINIO

Me asomo a la tarde, miro las nubes de soslayo,desplazndose vistas y exaltadas sobre el pico de la montaa.

Se deslizan hacia el olvido de la mirada,hacia el coro urdido por el silencio, o ms all.En esta crcel, mi condena,la muerte est sentada al otro lado de la salida.

No me abandonar por ahora,ella seguir presa en m, mientras afuera lluevey el recordado azul del cielo se vuelve agua en los cristales.

CREACIN DEL MUNDOY PRIMERA CULPA DEL HOMBRE

En el principio todo era definitivo,sin misterio, excesivamente sencillo:era la edad ms vieja.Pero en la jerarqua de los siglos todo comenz con la culpa.Cuenta el libro del Gnesis que desde la expulsindos ngeles al oriente del Jardnvigilan con espada de fuegoel anhelado rbol de la Vida.Para el escriba de Yahv aconteci lo narrado.Inconsolable suerte de la memoriaque nos remite a los dasen que la desobediencia dobleg a nuestros padresy la primera muerte alcanz a Abel.Cundo comprenderemos que en el tiempo humanono es posible vivir en paz con el tiempo de Dios.


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FELIPE GARCA QUINTERO

Bolvar, Cauca, 1973 Licenciado en literatura y lengua espaola de la Universidad delCauca y Magster en Estudios de la Cultura de la Universidad Andina Simn Bolvar, deQuito. Es autor de los libros de poesa: Vida de nadie (1999),Piedra vaca (2001), y de

las compilaciones Seales de trnsito (1997) y Casa de huesos (2002).

XXVI

La nada toca mi mano con su vozExpulsa el aire del paisajeCuando levanto la mirada del polvo para preguntar

quin vive?

soy yo alrededor sin m?

La nada toca con su mano mi vozEscucho as las nubes dispersar mis pensamientos sobre laPiedraFormas del silencio escrito por un cielo roto de preguntassoy yo me digo para esconder el miedo afuera

donde oculto de m vigilo la sombra espiar mi voz.

XLVI

Ya no saberSi lo que atraviesa el cieloY viene hacia tus ojosEs un pjaroO una piedra.


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MONLOGO DEL FLAUTISTA DE HAMELIN

Las ratas se han comido mis manos y mis labios. He perdido lamsica en la batalla de las aguas. Cmo recordar bajo la tierra

la cancin del cielo, si la memoria es un nido de polillas. Sloescucho a los nios cantar en sus madrigueras. La rata de ojosde polvo que me mira tiene en sus labios mi flauta.

EL JUEGO DE MI PADRE

Un da mi padre, siendo nio, me dijo: (ya no recuerdo sus

palabras): escndete en la casa, luego te buscar. Sigoescondido, esperando.

MI CASA, COMO EL DESIERTO, no tiene techo ni puerta, slo boca.

Mi casa, como la piedra, no posee vigas ni cimientos, slo una mano empuada lasostiene.

Esta casa la he construido quitando ladrillos y entregando mis huesos al vaco queresta.

La casa es oscura como mi voz en sus corredores.

Vivo en la casa que camino, la que acecho y me persigue como el gusano tras lacarne enferma.

A cada grito se levanta; con cada silencio la destruyo

MI MADRE GORDA cuando duerme parece una ballena encallada en la playa.Entonces ro, y mis ojos que la miran desde el sueo, se vuelven agua de su ocano ymis manos arena de la orilla.

Mientras duerme pienso si la vida se entrega a la tierra como las ballenas, y si en

vano ahora intento mover su cuerpo hacia las aguas que no quiere ms visitar


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POCO A POCO EL SILENCIO ha ido llenando mi alma de ruidos, con pisadastemerosas como de fiera perseguida por el temblor del corazn que afila su cuchillo.

Es la ciega voz que mantiene abiertos mis ojos.

Y entre m pienso en el otro cielo que afuera de la casa me espera: mi cielo,el que inventa la lluvia en un rincn de la calle.

Un cielo de aguas podridas. De ahogada luna turbia, salvada del lodo por lamano del sueo.

Cielo mo de aguas podridas, slo en tu carne brillan mis dientes cados.

Cielo repentino de orn de invierno, ven a llenar con tu cuerpo mis manos vacasde ciego sin tacto. Cielo mo de pjaro sin cielo. Cielo de agua de vientre.

Cielo mo, hondo como la piedra

LOS PJAROS clavan sus picos en mi carne.

Sobre mis palmas reposan. Beben el agua de mis ojos y mi lengua calla. Ladicha de ser su alimento no me alcanza.

Otra ser mi gloria, no los cielos.

LA HOGUERA DEL VIOLN

Qu dice a la nocheel sueo mudo?

Sus colores, vibrantes, en mi sienan como este dolor futuro.

La algaraba de la luz cerrada a los labios,y las cosas en fervor de ser latiendo.


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ES LA CALLE UN PENSAMIENTO QUE INTERROGO

Bajo el sol lquido de la naranjala cada al principio:

En la montaa profunda de la infanciade alegra el cielo duerme.

Al metal de mis gritosse abren los gajos del frutoy contemplo la cima del final.

Otra vez la calle es lo que regresay vuelve para ser extravo.

Como un planeta en la mano de brucestanto es el silencio de ir lejos.

EL QUE HUYE Y EN LA CADA VE SALIR EL SOL

Contrario de msi hablara qu te dira?

Nadie y su legin de nombres.


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MARA CLEMENCIA SNCHEZ

Itag, Antioquia, 1970. Licenciada en idiomas de la Universidad de Antioquia.Traductora. Public El velorio de la amanuense (Premio de Poesa Colombo-CubanoAfranio Parra Guzmn 1997) y Antes de la Consumacin (Coleccin de poesa

Universidad Nacional de Colombia 2007).

YUKIO

Bajo la nieveEst la sangre.

El signo aludeAl undcimo mes del ao:Inicio del regresoFiebrePavorBelleza desangrada.

S como las hojas en otoo,No resistas a la vejacinDel ocaso.Asiste al sigiloQue escribe tu nombreEn el misterioso blanco.En la huella que se deshielaEst tu arcanoDesde el cantoDe la primera maana,Un grito que arde en las venas

Coronando de agujasEl vientre del nico beso claro.

No escribas con jbiloEn noviembre.Bajo la nieveEst la sangre.


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El VELORIO DE LA AMANUENSE

Escrib la larga estela de tus rbolesa imagen y semejanza de tu dictado.La luz que quisieron tus ojos

son hoy de las hojaspalabras detenidasque la arena de las disporas entierra.He sido la amanuense del fenecer de los siglosrecolectora de veranos vacos

bajo un olmo frtil que no existe.He ido a averiguar en la antigua vegetacinde las estepasel nacimiento de los limos.

Hoy, duea de voces extraas,

paisajes ajenos que no comprendoaoro una voz para decir un rbolque ronda mis sueos, el nombre de una mujerque semeja el descenso de las mareasy el dilogo interrumpido que sostengocon el ngel.

LINLEO DE ENEROPara Fabin Rendn

ISe detiene en el secreto del aireComo si alguien la hubiera abandonadoA la luz de su silencio.

Se alza lmpidaEn la copa de su cielo ancho.

As veo la Rosa de los Vientos.As veo la muerte,En la exacta raz que las nutre.

IIEn la visin ms clara de lo perdidoQue vuelve en esta hora transparenteA renovar el arrullo,Oigo la vida que pasaComo un Redoblante Furioso.

Deja en el odo

La oracin de la corteza,El rbol de una maana feliz.


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LOS BELLOS DAS

Esto dejaremos.Esto y tambin

La cancin del deseoQue resiste.Al descender al caminoEn las horas inciertasDel pndulo,En el tlamo donde lasFlores se asientanSostenidas en suPropio yelmo,A decir lo que fueO fuimos,

El vuelo inconfesableDel ngel,

Nuestra voz primera,El amor.

Esto y tambinLa sentencia de la miradaQue recuerda.All, en los ojos dondeBebimos de la sombraMs impronunciableO lo que siendoDejamos de ser,Irreducible rbolQue cedemos al hambrePara ser UrapnEn la razDe toda tierra.


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JOHN GALN CASANOVA

Bogot, 1970. Poeta y ensayista. Egresado de la carrera de literatura en la UniversidadNacional Su primer libro, ALMAC N AC STA, obtuvo el Premio Nacional de PoesaJoven de Colcultura en 1993. adems ha publicado El corazn porttil (1999), y AY-YA

(2001). En 2005 la Editorial Panamericana public su biografa Luis Tejada. Vida breve,crtica crnica, en su coleccin Cien personajes-Cien autores.

ESCRITURAS, 1

Luego fueronlas palabras cotidianas

las que bendecan los alimentoslas que deseaban los buenos das

las de nombrar los dolores:

se te fueron muriendo en la bocaa pesar tuyo.

Entonceste valdras del papel

para salvar esas palabras urgentes.

Al deletrear penosamente tus fatigasibas leyendoel itinerario de tu muerte.


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ESCRITURAS, 4

Sola entrar en la noche de los closets,en su denso follaje de alambres y algodn.

Al contacto con la oscuridadacudan fragmentos diversosde la habitual provisin de mis das:

el incesable rumor de la casasumando el quehacer de sus habitantes

la confusin de culpa y afectoal advertir la muerteen la menguante humanidad del abuelo

las manos de mi madre,sus febriles oficios,la piel spera que suavizaba con limnantes de dormir.

Tantas manifestaciones,tanta vida que ahora pretendo conjuraral contacto con lo oscurode esta pgina en blanco.

ESCENAS DE PARQUE, 5

Los hombres que envejecen en los parquesalimentan las aves con reverencia.

Para ellos son siempre recientes,criaturas del espacio, no del tiempo.

Les encanta sobre todoesa indiferencia en que viven,el desparpajo con que se aaden al viento.

Sus manos tardassemejan pjarosen el breve movimientode arrojar las migajas de trigo.

Las palomas,como los das,

acuden a picotear de sus dedos.


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ESCENAS DE PARQUE, 7

Emboscado en el ramaje,el viento acecha a los transentes.

All viene una anciana:el ladrn desciendetrepa por la espalda arqueaday se elevaluciendo una paoleta de colores.

Un alborozo de hojasbulle en los rboles.

HBITOS DE UN DA DE LLUVIA, 3

Los nios siempre ms atrevidos-corren por los charcalesy sonren a las ventanasiluminadas de rostros.

Tambin a travs del cristalse hace parte de la lluvia,sin mojarse,con el encanto propio de las cosasque amamos y no poseemos.

HBITOS DE UN DA DE LLUVIA, 4

En la noche que lluevaquien abra sus ventanasver la noche mas no la lluvia.

En lo oscurola llovizna rondacomo pasos de pjarosen el tejado.

Se logra un sueo apacible

con una nidada de ellosalojada en la cabeza.


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LAS PUTAS Y LOS POETAS

Los poetas llegancados de la borracheray hablan y hablan y hablan.

Poeta que se respetecarga un poema en el que ha escritosobre nosotras, la libertad,el alcohol y otras lindezas.

Ellos sabenque aqu se les celebra todosiempre y cuando traigan plata.

Sin plata no hay poema que valga.

ANOCHE ACUDI A M

IAnoche acudi a mi encuentro. Y he aqu que luchamos hasta rayarel alba. Abatido por su desnudez, rend mis armas y le confi mi cuerpocomo un secreto.

IIDoy testimonio de esto mientras saco a la puertael polvo de mi aposento. Vuelvo a mi humana condicin:siento envejecer las manos pegadas al palo de la escoba.

IIIEntro a la ducha y sorprendo su cuerpo en el espejo.

El azar atraviesa mi costado con el amor imposible.IV

En la oscuridad de mis deseos, lloro. Lloro porque mi almaan no regresa, porque la felicidad me ha dejado sin aliento,

porque esta noche tambin es bella e invita a celebrar nuevosvnculos.

VPara recibirla abr todas las puertas, ech abajo los muros.Y ahora no tengo dnde estar.


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JOHN JAIRO JUNIELES

Sinc, Sucre, 1970. Autor de "Papeles para iniciar el fuego" poesa 1993, "Temer porm al final de estas lneas" prosa potica 1995, y "Con la luz que me queda basta"

cuentos 1996. J.J. Junieles ha obtenido el Premio Metropolitano de Cuento deUniversidad Metropolitana, de Barranquilla, y el Premio Nacional de CuentoUniversidad Externado, Bogot 1995.

LO AMADOR

No hay matadero sin ruiseorni rosal sin gallinazo.

Me bajo del autobs en una lomaque me deja ver los techos del viejo barrio.En ellos hay pelotas que se quedaron para siempre,ruedas de bicicletas, maderos, trapos viejos.restos de naufragiosa la intemperie.

En los patios las mujeres espantan perros y

aves ajenas, parecen crucificadas en el vientoal abrir sus sbanas en las cuerdas.Frecuento mi viejo barrio

(su memoria inviolada,quiero decir)

Nias camino a clases de Corte yConfeccin, afiladores de cuchillos,Pregoneros de sal y almbar.Rostros abolidos de mi infancia,olor de flores de Azahar bordandomelancolas,

zapatos pisando ausencias.No hay matadero sin ruiseorNi rosal sin gallinazo.

Los autobuses recorren laorilla de mi barrio en busca de pasajeros.Hago mi seal,

subo a la mquina,es como si uno regresara de lo mejorde uno mismo.


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EN LOS PATIOS DEL SEOR

En mi tierra los campesinos saben que los clavos ponen a parir los rboles. Esperan lamediana del tronco, entonces clavan tres, o cuatro clavos viejos.

A los pocos das el rbol florece, entonces llega la cosecha de mangos,naranjas y ciruelas.Ser que presienten la muerte y apremian los frutos de la vida?Una conciencia venida del dolor, quizs, que hace crecer lluvias bajo las cortezas.Algo saben estas manos sucias, que proclaman:El que sabe, salvarse sabe.Y uno parece escuchar a Schopenhauer, decirlo a su modo: Hasta los rboles, paraflorecer, necesitan que los doble el viento.Como las nimas benditas en el Purgatorio deuna litografa de mi infancia, veo a los rboles alzar sus brazos acechando el rabo de lasnubes.

En un patio lejano, en el corazn de un tronco cado,alguien talla un mueco para que le sirva de compaa.

CABALLOS

Monstruos inocentes del ajedrez,estrellas perdidas de la constelacin.

Carne de viento en el baldo,olas perdidas de un mar que solloza,sueos antes de los sueos.

Naufragios de un dios desconocido,donde el polvo vive su mejor paraso.

Los miro con asombro, como quiense mira en un mgico espejo,y descubre su rostro ms antiguo.

DJ VU

l trabaja en el puerto descargando los barcos que arriban llenos de peces, a vecestambin los acompaa en la rutina de armar anzuelos e izar las redes.*Hay instantes, frente al mar, en que no est seguro si est viviendo una vida ointentando recordar otra. Como si sus pies caminaran junto a una equvoca sombra.Entonces, respira hondo varias veces, y se dedica a afilar el cuchillo.

*No sabe que all, en el fondo de las horas, alguna vez se llam Miguel de Cervantes.


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AL SALIR DE LA OFICINA

Cuando parece que ya nada queda en pie,y uno sale de la oficina, y va con sucuchara al medioda, guardando distancia

suficiente para que no salpiquela sangre de la duda.

Y uno va por la calle preguntndose cmodecir lo invisible, lo que el pensamientono puede pensar: el hbito de las nubesde repetir el universo, las seales secretasque los romanos buscaron en el vientrede las aves.

A ninguna conclusin llegamos,

y seguimos caminando,y nos cosemos las alas en la espalda, yvamos a los altares donde el mundo

promete sus panes, mientras olvidamosmenos mal que el tiempolabra la impaciente materiade lo que somos.

EL LTIMO ENTRE LAS RUINAS

El arte, como el dios de los judos,se alimenta de holocaustos.

G. Flaubert.

El hombre sale de la cueva vestido de harapos, con sus llagas envueltas en vendajes.No sabe si es de da, no sabe si es de noche. La luz ha envejecido sobre el paisaje,crecen sombras sobre los muros rotos, y altos bosques de humo forman nubes negrascomo cosechas de moscas.

Cierra los ojos cuando pasa un viento de luto alzando el polvo, viene de all, de esehueco donde dicen que hubo un mar. No hay nostalgia de unidad en estas ruinas que elhombre observa con la ua rota de su mirada.Los rboles quemados parecen contemplar al hombre y compadecerse: los pecescansados de su sangre, las moscas de su pelo, la mirada de casa sola, su silencio demanos llenas.La memoria le da duro con su martillo, pero algo dentro no se rompe, algo duro comosu espalda de minero, que lo sostiene en mitad de la zozobra. El invierno tambin tienesus hojas, se dice.Entonces regresa a su oscura cueva, a levantar nuevos muros en el fondo de la tierra, a

escribir en ellos las historias de sus mayores que todava recuerda; y las lneas que dictasu corazn agonizante: Algo nos borrar a todos, y no ser la muerte.


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EN MXICO D.F. MUERE UN MIMO

Nada extrao tiene que un mimo mueraen Mxico arrollado por un auto, pudoser en Madrid o en Alajuela

(la noticia es escueta, parece el obituariode un fantasma).

Uno es lo que come, me digo, y el mimose alimenta de gestos y silencios.Cuando se lava la cara, el mimo fingeque es un hombre. Extraa los guantes

blancos con que inventa cuerdasy paredes invisibles.

No son pocos los locos que insistieron en su

locura, y el mundo se volvi reflejo desus delirios.

Por eso, nada de extrao tieneque un mimo muera arrollado por unauto. Visto de alguna manera es seal de

perfeccin en su arte.

El conductor seguramente pas una toallapor la mancha blanca y roja del parabrisas.

Pens en un ave, tal vez una paloma extraviadaentre los edificios.

poesía joven colombiana. muestra. posdata, méxico

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