poemario paz

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1 POEMARIO SOBRE LA GUERRA Y LA PAZ TAN SÓLO TRES LETRAS: PAZ CLUB DE LECTORES/AS IBAIALDE

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Tan solo tres letras: paz

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  • 1

    POEMARIO SOBRE LA

    GUERRA Y LA PAZ

    TAN SLO TRES LETRAS:

    PAZ

    CLUB DE LECTORES/AS

    IBAIALDE

  • 2

    pero ya es demasiado tarde.

    Bertolt BRECHT (Baviera 1898-1956)

    Primero se llevaron a los comunistas

    pero a m no me import

    porque yo no lo era

    enseguida se llevaron a unos judos

    pero a m no me import

    porque yo tampoco era

    despus detuvieron a los sindicalistas

    pero a m no me import

    porque yo no soy sindicalista

    Luego apresaron a unos obreros

    pero como yo no soy obrero

    tampoco me import.

    Ahora me llevan a m

  • 3

    (Orihuela, 1910-1942)

    GUERRA

    La vejez en los pueblos. El corazn sin dueo. El amor sin objeto. La hierba, el polvo, el cuervo. Y la juventud? En el atad.

    El rbol, solo y seco. La mujer, como un leo de viudez sobre el lecho. El odio, sin remedio. Y la juventud? En el atad.

    Miguel HERNNDEZ

  • 4

    EL CAMPO DE BATALLA

    Hoy voy a describir el campo

    de batalla

    tal como yo lo vi, una vez decidida

    la suerte de los hombres que lucharon

    muchos hasta morir,

    otros

    hasta seguir viviendo todava.

    No hubo eleccin:

    muri quien pudo,

    quien no pudo morir continu

    andando,

    era verano, invierno, todo un ao

    o ms quiz, era la vida

    entera

    aquel enorme da de combate.

    Por el Oeste el viento traa sangre,

    por el Este la tierra era ceniza,

    el Norte entero estaba

    bloqueado

    por alambradas secas y por gritos,

    y nicamente el Sur,

    tan slo

    el Sur,

    se ofreca ancho y libre a nuestros

    ojos.

    Pero el Sur no exista:

    ni agua, ni luz, ni sombra, ni ceniza

    llenaban su oquedad, su hondo vaco:

    el Sur era un inmenso precipicio,

    un abismo sin fin de donde,

    lentos,

    los poderosos buitres ascendan.

    Nadie escuch la voz del capitn

    porque tampoco el capitn hablaba.

    Nadie enterr a los muertos.

    Nadie dijo:

    "dale a mi novia esto si la encuentras

    un da"

    Tan slo alguien remat a un caballo

    que, con el vientre abierto,

    agonizante,

    llenaba con su espanto el aire en

    sombra:

    el aire que la noche amenazaba.

    Quietos, pegados a la dura

    tierra,

    cogidos entre el pnico y la nada,

    los hombres esperaban el momento

    ltimo,

    sin oponerse ya,

    sin rebelda.

    Algunos se murieron,

    como dije,

    y ,los dems, tendidos, derribados,

    pegados a la tierra en paz al fin,

    esperan

    ya no s qu

    -quiz que alguien les diga:

    "amigos, podis iros, el combate..."

    Entre tanto,

    es verano otra vez,

    y crece el trigo

    en el que fue ancho campo de batalla.

  • 5

    FRONTERA A Ana Rosa y Jos Mara Guelbenzu

    Yo, que llegu a la vida demasiado pronto,

    que fui -que soy- la que se anticip,

    la que acudi a la cita antes de tiempo

    y tuvo que esperar en la consigna

    viendo pasar el equipaje de la vida

    desde el banco neutral de la deshora.

    Yo, que nac en el treinta, cuando es cierto

    -como todos sabis- que nunca deb hacerlo,

    que hubiera yo debido meditarlo antes,

    tener un poco de paciencia y tino

    y no ingresar en ese tiempo loco

    que cobra su alquiler en monedas de espanto.

    Yo, que vengo pagando mi imprudencia,

    que le debo a mi prisa mi miseria,

    que hube de trocear mi corazn en mil pedazos

    para pagar mi puesto en el desierto,

    yo, sabedlo, llegu tarde una vez a la frontera.

    Yo, que tanto me haba anticipado,

    no supe anticiparme un poco ms

    (al fin y al cabo para pagar

    en monedas de sangre y de desdicha

    qu pueden importar algunos aos).

    Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,

    comet el desafuero, odlo,

    de llegar tarde a la frontera.

    Llegu con los ojos cegados de la infancia

    y el corazn en blanco, sin historia.

    Llegu (Seor, qu imperdonable)

    con nueve aos solamente.

    Llegu, tal vez al mismo tiempo que l

    pero en distinto tiempo.

    No lo supe.

    (Oh tiempo miserable e injusto.)

    Estuve all -quiz lo vi-

    pero era tarde.

    Yo era pequea

    y tena sueo.

    Don Antonio era viejo

    y tambin tena sueo.

    (Seor, qu imperdonable:

    haber nacido demasiado pronto

    y haber llegado demasiado tarde.)

    Francisca AGUIRRE (Alicante, 1930)

  • 6

    Joan BROSSA, Objetor, 1989

    Julia OTXOA, Antimilitarismo, 2003

    Abel, FIGUERAS

  • 7

    El canto de Uruk

    No somos ms que las piedras de los molinos.

    Dad la vuelta a nuestra tierra,

    piedra por piedra,

    encontraris nuestra sangre llenndola. Ay! De una nacin que no vive sin guerra.

    Colgu el abrigo de mi vida

    Y fui a la guerra encogido

    como un hurfano sobre una camella,

    Ah! Qu ser de una patria

    carcomida su espalda por las termitas!

    Una patria hecha de pieles desgarradas

    y pegadas una encima de otra

    para resonar los tambores en la plaza de la

    guerra.

    Y a Dios escribo diez cartas de papel de

    lgrimas

    las envo por correo certificado,

    pero l no contesta a su siervo.

    Oh, Dios! Pues, a quin enviamos los dolores

    que sufrimos?

    Y te fuiste solo a tu exilio

    cantando, frustrado al viento como una

    extraa flauta.

    Adis patria ma a la que no ver.

    Adnan SL-SAYEG (1955, Bufa, Irak)

  • 8

    QUE LOS NGELS DE ADM

    Cada da analizis las guerras

    llenos de ninguna precisin.

    Os dieron medallas, despachos,

    premios por borrar la memoria

    de muertos que mataron otros

    que dejaron miles de cadveres por medio.

    Vuestro salario depende

    de que nunca se encuentre solucin,

    de llamar posible a lo imposible.

    Vivs de nuestro tiempo y de la fe

    que mantenemos en conservar la

    vida,

    pero destruisteis mi casa, mi trabajo

    y la vida de mi esposo y de mis hijos.

    Peores que los ngeles de Adm,

    decidme:

    de qu alto el fuego me estis hablando?

    Jordi VIRALLONGA (Barcelona, 1954)

  • 9

    LAS MALDICIONES DE LA VIUDA

    ACHOL

    Soy una pobre mujer surea

    Que no ha tenido paz desde 1955.

    Los britnicos, egipcios y rabes sudaneses

    Han arruinado mi vida y mi visin estos cuatro

    aos.

    Cuando Iraq amenaza a Israel

    Llueven bombas sobre Bagdad

    Y se crea la tormenta del desierto.

    Cuando Milosevich hace a sus propios musulmanes

    Lo que los rabes nos hacen a nosotros

    La completa Serbia estalla en fragmentos.

    Le ped a Clinton, Carter, Thatcher

    Cuidar tambin mi senda luego que la Casa Blanca

    Haya dejado la oveja bajo el tierno cuidado

    Del astuto zorro del desierto

    Pero no soy amenaza para los intereses de Europa;

    No soy el nio elegido del Dios de Israel.

    Ahora que el marxismo ha muerto

    No podemos extorsionar a occidente para que nos

    haga algo bueno.

    La nica arma que me queda para emplear

    Son las maldiciones abundantes de la pobre mujer

    afligida.

    Aqu vamos, entonces, maldiciendo a occidente por

    todos sus pecados:

    Mueran sus hombres y mujeres de cncer

    Ustedes que no pueden morir de minas quiebra-

    patas y bombas;

    Que los carros agoten sus almacenes

    Ustedes que viven apaciblemente en cuartos con

    aire acondicionado;

    Que el amor por el lucro arruine su juventud

    Ustedes que amasan riquezas obtenidas sin

    miramientos;

    Que la obesidad y el sndrome de la pitanza

    excesiva mate a su gente

    Ustedes que no han conocido el hambre en estos

    54 aos;

    Que sus hijos e hijas busquen dolores personales

    Ustedes que se mofan de los torsos consumidos de

    mis nios;

    Que sus hijos se conviertan en asesinos de familia

    Ustedes que no dudan en erradicar la injusticia en

    todas partes;

    Que la confusin descienda sobre sus casas

    Ustedes que toman la hospitalidad del paisano

    Por falta de sofisticacin;

    Que los Dioses Indios, Dioses Aborgenes, Dioses

    Esquimales, Dioses Pigmeos

    Se combinen todos para hacer llover calamidades

    sobre su pueblo

    Hasta que regreses inclinado y des prueba de

    humildad,

    Ustedes que caminan arrogantes como dioses,

    Que Kurdos, Bereberes, Tamiles, Inuitas, Chipanes

    Convoquen a sus dioses y diosas a estar junto a

    ellos

    Para asegurar que los maltratos que trajeron a

    nuestras tierras

    Estn rectificados todos

    A nuestra satisfaccin?

    Y hasta que todos se hayan vuelto humanos,

    Todos humanos, y cuiden de mis nios espigados

    Entonces descargar esta maldicin.

    Yo, la viuda Achol, he hablado,

    Elevando mis manos hacia Ngundeng.

    Amen.

    Taban LO LYONG (Sudn, 1935)

  • 10

    PIDO LA PAZ Y LA PALABRA

    Escribo

    en defensa del reino

    del hombre y su

    justicia. Pido

    la paz

    y la palabra. He dicho

    silencio,

    sombra,

    vaco

    etctera.

    Digo

    del hombre y su justicia,

    ocano pacfico,

    lo que me dejan.

    Pido

    la paz y la palabra.

    Blas de Otero (Bilbao, 1916-1979)

  • 11

    PAZ Lo grito aqu: Paz! Y lo grito

    llenas de llanto las mejillas.

    Paz, de pie! Paz! Paz, de rodillas!

    Paz hasta el fin del infinito!

    No otra palabra, no otro acento

    ni otro temblor entre las manos.

    Paz solamente! Paz, hermano!

    Amor y paz como sustento.

    Rafael Alberti (El Puerto de Santa Mara, 1902-1999)

  • 12

    QU DIFICIL RESULTA SEPARA, UNA A UNA, LAS CAPAS DE LA CEBOLLA

    Qu difcil resulta separar, una a una, las capas de la cebolla.

    Se adhieren entre s con una fina telilla

    que las unifica y conjunta de manera tenaz.

    Cuando intentamos separarlas,

    las lgrimas acuden a los ojos.

    As el odio se pega de manera indeleble a ciertos corazones

    y resulta imposible retirar esa membrana pegajosa

    del rgano que la genera

    y hace de ella un vnculo con los enamorados de la muerte.

    No lamenta su suerte la cebolla,

    ni la conmueven nuestras torpes lgrimas.

    Un corazn ahogado por el odio,

    envuelto en su coraza transparente,

    no es ms que una cebolla en el mercado,

    un vegetal dispuesto a provocar lgrimas.

    Da lo mismo la mano que lo roce:

    l no hace distinciones, no le incumben,

    tiene un destino cierto que cumplir:

    aniquilar la vida para que brote el llanto.

    No lamenta su suerte la cebolla ni lamenta el odio.

    Cumplamos, pues, tambin nuestro destino

    y lloremos con impotencia la desgracia

    de ver cmo florecen las cebollas

    entre los tristes muros de la patria.

    Francisca Aguirre (Alicante, 1930)

  • 13

    Los juguetes son para jugar a jugar

    No para Jugar a Matar (de mentira)

    Las pistolas (ni de agua)

    El revlver (ni de broma)

    La escopeta (ni tocarla)

    Los juguetes para todo

    Y las armas para nada.

    Gloria Fuertes (Madrid, 1917-1998)

  • 14

    Paz en todos los hogares.

    Paz en la tierra, en los [cielos,

    bajo el mar, sobre los mares.

    Paz en la albura extendida

    del mantel, paz en la mesa

    sin ceo de la comida.

    En las aves, en las flores,

    en los peces, en los surcos

    abiertos de las labores.

    Paz en la aurora, en el

    [sueo.

    Paz en la pasin del grande

    y en la ilusin del pequeo.

    Paz sin fin, paz verdadera.

    Paz que al alba se levante

    y a la noche no se muera.

    Paz, paz, paz! Paz luminosa.

    Una vida de armona

    sobre una tierra dichosa.

    Lo grita Juan Panadero.

    Juan en paz, un Juan sin guerra, un

    hombre del mundo entero.

    Rafael Alberti (El Puerto de Santa Mara, 1902-1999)

  • 15

    Slo tres letras

    Slo tres letras, tres letras nada ms,

    slo tres letras que para siempre aprenders.

    Slo tres letras para escribir PAZ.

    La P, la A, y la Z, slo tres letras.

    Slo tres letras, tres letras nada ms,

    para cantar PAZ, para hacer PAZ.

    La P de pueblo, la A de amar

    y la zeta de zafiro o de zagal.

    (De zafiro por un mundo azul,

    de zagal por un nio como t)

    .

    Gloria Fuertes ((Madrid, 1917-1998)

  • 16

    Cuando sea mi vida...

    Cuando sea mi vida,

    toda clara y ligera

    como un buen ro

    que corre alegremente

    a la mar,

    a la mar ignota

    que espera

    llena de sol y de cancin.

    Y cuando brote en mi

    corazn la primavera

    sers t, vida ma,

    la inspiracin

    de mi nuevo poema.

    Una cancin de paz y amor

    al ritmo de la sangre

    que corre por las venas.

    Una cancin de amor y paz.

    Tan solo de dulces cosas y

    palabras.

    Mientras,

    mientras, guarda la llave de oro

    de mis versos

    entre tus joyas.

    Gurdala y espera.

    Antonio Machado

  • 17

    La primavera ha venido

    La primavera ha venido dejando en el olivar un libro en cada nido. Vivir leyendo, leyendo mientras la paz en el mundo no se nos vaya muriendo. Paz, paz, paz para leer un libro en el alba y otro en el atardecer.

    Rafael Alberti (El Puerto de Santa Mara, 1902-1999)