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La Calidad Académica: Enseñar e Investigar en Educación sin Perder la Memoria
Pedro Pineda, PhD
Universidad de los Andes
Presentado en: Magis. Revista Internacional de Investigación en Educación
AbstractLas facultades de educación están inundadas por la expansión de publicaciones que intentantransformar las prácticas educativas en actividades más innovadoras. Este artículo explora lasconsecuencias de estos patrones de investigación en la docencia, intervención e investigaciónen educación. Argumento que esta producción de nuevos documentos tiene muchas veces unefecto paradójico en la calidad educativa. Primero, muestro cómo el incremento de
publicaciones puede derivar en la comprensión de la investigación como una actividadceremonial de reproducción de discursos hegemónicos, los cuales corren el riesgo de perderconexión con pensadores que ya habían escrito con mayor lucidez y profundidad sobre losmismos temas. Segundo, sustento cómo esta expansión de documentos genera una ruptura entreinvestigación y enseñanza, la cual hace más permeable la docencia a nuevas modas educativas.Tercero, expongo cómo la intervención y gestión educativa también requiere de la evocaciónde técnicas y conceptos desarrollados dentro de diferentes enfoques y disciplinas de las cienciasde la educación. Propongo que los autores clave y la estructura de las ciencias de la educaciónsea reconocida en todos estos procesos, para que la educación se pueda convertir en un campo
más sólido y cohesionado. Al final, reflexiono brevemente sobre las ideas de calidad educativae innovación, y su relación con modelos de universidad.
Palabras claves : calidad educativa, investigación en educación, uso de tecnología eneducación, neo-institucionalismo
Umberto Eco (2013), reconocido escritor y semiótico italiano, reflexionaba recientemente en
una conferencia titulada Against the loss of memory sobre la hipotética creciente ignorancia de
las personas en las sociedades contemporáneas. La explicación a este fenómeno estaría en el
incremento de información accesible sin filtros culturales sobre su calidad y relevancia,
derivando en lo que Eco caracteriza como una verdadera “enfermedad social” del mundo
actual. Las personas irían, no obstante la facilidad de acceder a un gran volumen de información
— entre otras cosas por la creciente utilización del internet — , perdiendo tanto la capacidad de
identificar los conocimientos fundamentales de sus profesiones como su habilidad para
articular este conocimiento para la solución cotidiana de problemas. Esta paradójica situación
recordaría la enfermedad del personaje ficticio que Jorge Luis Borges (1944) describe en su
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de estas actividades. Aun cuando el ensayo se concentra en el campo de la educación, las
reflexiones pueden ser de interés para profesionales de otros dominios del conocimiento.
1. Investigación
Existen pocos campos del conocimiento tan proclives a expandir una red desorganizada de
ideas como aquel que se ocupa del estudio de actores y contextos educativos. Esta afirmación
se puede sustentar, en primer lugar, en el análisis bibliométrico de los resultados de búsqueda
bajo el tema education research en el Science Citation Index (2013): El número de
publicaciones indexadas se ha incrementado desde 1.554 documentos en el año 2001 hasta
5.807 publicaciones en el 2013 (sólo 8 de estas publicaciones tiene autores colombianos). Una
simple búsqueda en Google Académico con la misma palabra clave en el título arroja un
número actual de 790.000 documentos. ¡Y una búsqueda con esta palabra en la literaturaespecializada en Google arroja 981 millones de páginas web o documentos! En segundo lugar,
los expertos en este campo sabemos que el contenido de gran parte de esta literatura se suele
restringir a la repetición de un discurso que muchas veces se refiere con términos novedosos a
prácticas y técnicas preexistentes.
Una mirada neo-institucionalista es bastante iluminadora para entender la dinámica de este tipo
de fenómenos sociales. De manera muy resumida, esta aproximación desde la sociología de la
educación (Meyer, 1977, 2010; Ramirez & Tiplic, 2014) permite entender cómo la actividad
social de autores y profesionales en cambios educativos tiende a adquirir un carácter ritualista
en la adopción de nuevas jergas y prácticas de moda. En el campo de la educación superior, los
diferentes actores tenderían a adoptar nuevas prácticas sobre lo que entienden es la
investigación y a empezar a publicar de manera exponencial. Siguiendo el mito racionalizado,
según el cual el desarrollo se debe basar en la expansión ilimitada de la ciencia (Drori, 2003),
el proceso resultaría en lo que se observa como una expansión de actividades de escritura y
lectura en educación, cuya relación estrecha con el fomento de la calidad educativa no es deltodo directa.
Pero la comunidad académica ha desarrollado formas de controlar, al menos en parte, este
fenómeno. Investigar en educación requiere, consecuentemente, poder ubicar publicaciones de
editoriales o revistas indexadas propias de las diferentes disciplinas que se intersectan en el
campo de la educación, donde se estén debatiendo de manera actual los diferentes temas de
interés. La categorización de revistas en educación de Scimago (SCImago Journal & Country
Rank, 2014) por índice de impacto, nos muestra, por ejemplo, revistas tales como Review of
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Educational Research , Comparative Education Review , Sociology of Education o Educational
Researcher . También nos muestra varias revistas en español, incluyendo tres revistas
colombianas.
Las revistas locales, por supuesto, jugarían un papel fundamental en traer estas discusiones a
contextos más específicos. Sin embargo, sostengo en este artículo, las mismas tendrían también
el rol social de promover consciencia sobre la estructura disciplinar de las ciencias de la
educación por medio de un diálogo permanente con discusiones educativas propias de la
comunidad académica. Las mismas ocurren de manera paralela en un mundo cada vez más
interdependiente, y, por lo tanto, se analizan a partir de métodos científicos comunes en
diferentes lugares. La anterior práctica implica, por supuesto, descartar el mito según el cual la
ciencia es una actividad de producción de conocimiento local, por ejemplo, latinoamericano.
Esta creencia ha tenido una gran incidencia en la creación de políticas educativas y de
producción científica (Pineda, 2014), no obstante no estar fundamentada en una mirada
académica del desarrollo del tipo de conocimiento científico occidental; ni en el desarrollo de
las universidades desde sus orígenes medievales europeos (Ramirez & Tiplic, 2014; Saldaña,
2009).
La importancia de referenciar las revistas que representan el desarrollo de las ciencias de laeducación aplicaría tanto para la investigación aplicada como la de interés científico. La
primera puede estar más abierta a un abordaje interdisciplinario y multi-metodológico
(requeridos por ejemplo para un análisis a profundidad de los efectos de una política pública
en la calidad educativa). La segunda, en cambio, debe mantener el ideal de expandir el actual
conocimiento sobre contextos educativos desde campos del conocimiento estrictamente
definidos. Adoptando la terminología del racionalismo crítico (ver Popper, 1959), este segundo
tipo de investigación debe continuar en la búsqueda de enunciados más generales que puedan
ser refutados.
2. Docencia
La expansión de literatura sobre educación, sostengo en este ensayo, también ha tendido a
afectar la estructura temática de planes de estudio de manera no siempre positiva. Esta
afirmación se puede sustentar en una revisión exhaustiva de los programas de educación en
Estados Unidos, Alemania y Colombia. La estructura tradicional de los departamentos a partir
de la estructura de las ciencias de la educación tales como la psicología educativa, la pedagogía,la filosofía de la educación, la sociología de la educación o la didáctica ha venido sido
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reemplazadas por nuevos temas. Es común encontrar departamentos, maestrías o doctorados
basados en modelos educativos o discursos efímeros tales como educación en derechos
humanos, educación continuada, o aprendizaje para toda la vida. Esta es una tendencia que
iniciaron las universidades estadounidenses en la creación de departamentos abiertos a la
especialización en campos cada vez más específicos del conocimiento (Clark, 1995).
Las consecuencias prácticas están en que el nombre y contenido de cursos tiende a depender
exclusivamente de las preferencias de cada profesor — muchas veces sin hacerse evidente la
relación entre el tema en particular y la historia de la disciplina. De manera anecdótica, quisiera
citar una lectura obligatoria en algunos de los programas y cursos revisados: “ How to write a
lot ” (Silvia, 2007). Con sus 73 publicaciones en doce años, el profesor universitario Paul Silvia
(2013) puede mencionarse como un caso representativo del Zeitgeist descrito por Eco. Alrecomendar este tipo de lecturas, los profesores universitarios parecen haber ido perdiendo la
noción de la existencia de corpus teórico más o menos establecido para la enseñanza de las
diferentes áreas de la educación.
Existen, no obstante, algunos programas en educación que tienden a mantener un acoplamiento
entre los contenidos básicos de las ciencias sociales y su aplicación en temas educativos. Las
universidades más prestigiosas en esta área tienden a mantener esta estructura curricular, tales
como la U. de Stanford , la U. de Columbia; o en Alemania, los programas de la U. Humboldt
de Berlín o la U. Libre. Sin embargo, aún una revisión más detallada de estor programas
también permite observar una tendencia a abordar los temas de educación como si fueran
dominios del conocimiento completamente independientes.
Contrario a esta tendencia, mi tesis de este ensayo promueve que el docente a nivel de pregrado
y posgrado brinde a los estudiantes un panorama amplio que desarrolle la capacidad de filtrar
y utilizar de manera competente la creciente información disponible. Esto sólo se puede lograr
si se promueve que el estudiante interiorice la estructura de las ciencias de la educación y
desarrolle su capacidad de pensar científicamente y escribir para diferentes tipos de audiencias.
Enseñar educación le exige al estudiante, por ejemplo, repasar los modelos de motivación de
A. Maslow (2013) y D. McClelland (2010) para entender la motivación escolar; evocar los
principios del conductismo radical de Skinner (1971) y sus limitaciones para comprender la
complejidad de los procesos de evaluación o compensación docente; reconocer y respetar los
principios de resolución de conflictos de Johan Galtung (1996) para entender la lógica
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subyacente al clima escolar; o examinar la teoría institucionalista de John W. Meyer (2010)
para entender los mecanismos y problemas que subyacen las reformas y políticas educativas.
La reflexión sobre el principio rector propuesto también tendría implicaciones en la selecciónde lecturas dentro de los cursos. Los docentes podrían alternar la lectura de los textos clásicos
en las ciencias sociales que nos han permitido ver “desde los hombros de gigantes”, con
investigaciones recientes. Dicha lectura busca fomentar las destrezas científicas — de
pensamiento, metodológicas, de escritura, y de un comportamiento ético — para que los
estudiantes estén a su vez en la capacidad de investigar, enseñar, o preparar un proyecto de
intervención social bajo parámetros de excelencia académica. La promoción de la dimensión
ética es también fundamental en este propósito. Lo es también la continuación de los objetivos
del programa transversal de escritura por medio de la escritura guiada de textos científicos,
tales como artículos, ensayos, y reseñas de libros.
De manera consecuente con mi postura, debo reconocer que mi propuesta sobre la importancia
de mantener la estructura disciplinar puede ser novedosa si se aplica a los programas de
educación, pero está basada en principios fundamentales ya dilucidados por parte de autores
claves de la educación y, en particular, de la psicología educativa. Jerome Brunner ya había
reflexionado con lucidez sobre la necesidad de presentar consistentemente a los estudiantes laestructura temática de las disciplinas y complejizarla en forma de espiral (Bruner, 1960); y
permitirles crear una narrativa que les permita entender los significados presentes y pasados de
su cultura (Bruner, 1996). El concepto de conocimiento inerte, actualmente utilizado en el
campo de la psicología cognitiva (Bruer, 1993), nos recuerda también la diferenciación entre
aprender grandes bloques de información y la habilidad de evocar y utilizar el conocimiento
adquirido.
3. Gestión educativa e intervención socialLa descrita desconexión de contendidos en la investigación y enseñanza de las ciencias de la
educación también puede afectar la eficacia de las prácticas de intervención en educación. La
elaboración de procedimientos y proyectos de intervención en evaluación o la gestión educativa
es aún más permeable a adoptar nuevas modas administrativas (una excelente revisión estos
procesos ver Birnbaum, 2000). Probablemente, este fenómeno está relacionado con la falta de
filtros sobre calidad, los cuales, al menos parcialmente, sí se llevan a cabo en los procesos de
publicación.
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La intervención en educación, expongo en este ensayo, también debe partir de la capacidad de
contemplar el uso de diferentes herramientas metodológicas y marcos conceptuales de
diferentes discipinas, sus principales autores y líneas de educación. Es en el campo aplicado,
diferenciado de la profesión científica (Weber, 1930), donde el conocimiento de otras
disciplinas que analizan los problemas humanos tienen un nivel analítico psicológico y
macrosociológico. El psicólogo educativo, por ejemplo, al adquirir conocimientos más amplios
sobre educación, estaría en capacidad de evitar así lo que en filosofía es conocido como
“psicologismo” (Husserl, 1968/1913). A su vez, el experto en didáctica sobre un materia en
particular también debería mantener consciencia de que su campo no se restringe a la de crear
una tecnología de la enseñanza para llevar a la realidad educativa la utopía conductista
Skinneriana (Skinner, 1948, 1968, 1971) con el apoyo de nuevas tecnologías. Para asesorar el
currículo o las prácticas de enseñanza en un colegio o universidad es fundamental que esté en
la capacidad de evocar las teorías del aprendizaje y la filosofía educativa (conductista,
piagetiana, cognitiva; de la ilustración, Humboldtiana, crítica, etc.) que sustentan sus modelos
de enseñanza; evitando así la adopción de pedagogías sin un sustento filosófico, teórico y
empírico (Meyer, 2009; Zubiría, 2001). Las prácticas de evaluacion también requieren conocer
las ventajas y limitaciones prácticas y éticas de métodos de recolección y análisis de
información. Lo anterior implica reconocer los antecedentes filosóficos de los métodos de
investigación dentro de tradiciones científicas, interpretativas, o críticas, así como sus orígenes
dentro de la estructura disciplinar de las ciencias de la educación.
Abordar cualquier problemática social requiere, pues, de la aplicación de conocimientos que
proceden, pero exceden, una teoría o un paradigma de una disciplina particular de las ciencias
de la educación. Desconocer este principio implicaría ignorar la manera como las actividades
sociales se tienden a organizan por medio de grupos interdsiciplinarios de trabajo.
4. Consideraciones FinalesHe mostrado cómo la visión crítica de Umberto Eco nos permite reflexionar sobre las labores
académicas y profesionales de los académicos en educación. Argumenté cómo el campo de la
educación es especialmente proclive a adoptar nuevas expresiones globales y a crecer de
manera exponencial, en el sentido en que la teoría neo-institucional predice. Propuse, además,
que los profesionales de este campo deberían tomar consciencia sobre la manera como el
mismo surge del desarrollo histórico de la pedagogía y su integración con otras disciplinas de
las ciencias sociales, de las cuales adopta herramientas conceptuales y metodológicas (Tenorth,2009). Dado el número casi infinito de información accesible actualmente, la manera más
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razonable para apropiarse de los artefactos culturales disponibles estaría en continuar leyendo
los escritos de los autores clásicos de las disciplinas que conforman las ciencias de la educación.
En actividades de investigación o docencia, la calidad académica está basada en la capacidadde investigar o aprender partiendo de un enfoque en particular de la disciplina , cuyos
resultados permitan ampliar nuestro aún incipiente conocimiento del comportamiento de las
personas en su entorno educativo. En investigación aplicada, requiere, además, la competencia
para desarrollar proyectos de intervención social por medio de la capacidad de la evocación de
técnicas y conceptos desarrollados dentro de diferentes enfoques y disciplinas de las ciencias
de la educación .
La comprensión del avance del conocimiento en términos de innovación — y no en términosde calidad académica — genera una actividad muchas veces ceremonial que puede generar un
paradójico efecto en la calidad de la enseñanza y la investigación. Este cambio de paradigma
parece estar relacionado con un nuevo modelo empresarial de la universidad (Krücken, 2003;
Pineda, 2013; Ramirez & Tiplic, 2014). Dentro de este inusitado marco institucional, la
investigación y docencia en educación demanda de la capacidad de filtrar esta información con
base en el conocimiento sobre los ejes temporales y temáticos de la disciplina, y una actitud
escéptica con respecto a la frenética publicación de literatura; la cual más bien contrasta con lalenta y andamiada construcción de conocimiento en las ciencias sociales. En suma, requiere
promover la capacidad de ir profundizando nuestra comprensión del ser humano sin ir
perdiendo la memoria sobre nuestra disciplina.
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