Filósofo

Pascal Zubiri Kant Scheler Aristóteles Descartes

Concepción sobre la muerte

Para Pascal, el duelo no puede consistir sino en una tensión entre la aflicción y la consolación, entre la naturaleza y la gracia; la actitud cristiana ante la muerte no es una simple resignación, sino una lucha, un combate interior. Tampoco es la serenidad filosófica de un Sócrates o de un Séneca lo que él defiende, sino la antinomia difícil, pero positiva, entre el dolor y la fe.

Lo que el hombre no soporta fácilmente no es precisamente Dios, sino el carácter absoluto en que su Yo consiste. En su tensión hacia su ser absoluto se ve invadido por una interna radical distensión, por una fatiga de lo absoluto, una especie de fatiga teologal. Aquí justamente se presenta el hecho de que la obsesión del Yo es una obsesión de estar sueltos-de lo suelto, es decir, ya no absolutos, sino disueltos.

La muerte es retribución de querer cometer un homicidio; haciendo Incapié en el hecho de que sea una acción totalmente voluntaria. Nadie es castigado por haber querido la pena, sino por haber querido la acción punible; porque si sucede a alguno lo que quiere, no puede ser esto una pena, y es imposible querer ser castigado.

Desde que el hombre se ha hecho extraño a sí mismo (se ha alienado), el mundo se le ha tornado también extraño y hostil y la inevitable consecuencia es la angustia o temor al mundo. En su póstuma obra, “Muerte y pervivencia”, Max Scheler no ve otra solución que la incorporación de la esencia del hombre, después de la muerte, a la estructura divina, panteísta que rige al mundo.

Aristóteles distingue el alma en sí o Intelecto o nous, pensamiento puro y los estados comunes al alma y cuerpo. El intelecto subsiste tras la muerte, en lo cual coincide con Platón, aunque difiere al no reconocer la reencarnación. El intelecto pasivo (tabula rasa) que recibe las formas sensibles muere con el cuerpo, mientras que el activo, que hace pasar las formas inteligibles de la potencia al acto, subsiste gracias a su esencia inmortal. Pero el Intelecto es impersonal y único para toda la especie humana.

El alma es totalmente independiente del cuerpo, y es el alma quién da identidad al sujeto pensante y no el cuerpo. Según Descartes, el cuerpo es corrompible y el alma no, pues defiende la tesis de la inmortalidad del alma, pues donde dice "..y aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es ". Pues aunque cuerpo y alma están unidos, esta unión es meramente accidental y tras la muerte del cuerpo, el alma seguirá existiendo.

Resumen sobre la Muerte:

Si para morir debemos estar vivos, entonces todos somos presa de la muerte. Nos dirigimos ineludiblemente hacia

ella y gana más terreno año con año y la decadencia de nuestro cuerpo nos lo anuncia. Es el único enemigo del

hombre que tiene la victoria segura.

Es posible que muera una parte del organismo sin que ello origine la muerte del individuo. Los principales signos

de la muerte son la suspensión de actividad del corazón y de la respiración, pérdida del tono muscular y falta de

sensibilidad para los estímulos dolorosos.

Todo lo anterior implica el pleno desgaste de nuestro ser físico mientras que nuestra naturaleza espiritual sigue

intacta como las ideas que producimos. De allí que nuestro cuerpo va en detrimento mientras que nuestra mente

en crecimiento. Se dirigen en direcciones contrarias y ambas han de llegar a un punto cero para la existencia del

cuerpo. Han de aniquilarlo para que viva nuestro espíritu en su verdadera naturaleza, la espiritual.

No cabe duda de que el hombre, el animal de realidades, morirá no sólo individualmente, no sólo socialmente, sino

que históricamente morirá… incluso, se borrará la historia con su fallecimiento. Porque puede ser por muy

disparatado que esto suene que con la muerte del hombre, la realidad cese con él. Y se dirá que la realidad puede

estar allende la intelección ¿pero para qué existiría realidad sin un ser que tuviera impresiones reales? De igual

manera el mundo como estimulidad se acabará cuando mueran el resto de animales. Y el mundo en tanto mundo

se terminará, cuando, nuestra estrella, el Sol, deje de vivir, explote y nos destruya consigo mismo (como una parte

de él).