nueva cronica

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 55 / 30 de enero al 11 de febrero de 2010 / Bs 5 Contrapuntos: Javier Medina: Un modelo cuántico de la política, el aporte del Katarismo, p. 4 Fernando Mayorga: Los dilemas del nuevo Estado, p. 5 Ramiro Moreno: Bolivia hacia el fin de la era del gas, p. 6 Eduardo Gudynas: Progresismo y crisis ambiental, p. 7 Debate: Gustavo Soto: Acerca de los discursos físico-cuánticos en la política, pp. 8-9 Joan Prats: Apuntes sobre democracia y socialismo, pp. 16-17 Fernando Iturralde: La ideología detrás de los discursos ecologistas, pp. 10-11 Jorge Luna: Crítica a las unidades de tránsito de la policía, pp. 12-13 Crónica: Tragedia en Haití: Ecos de incertidumbre en el país de la catástrofe, pp. 14-15 Cine: Mauricio Souza: Las diez mejores películas de la década y del 2009, pp. 18-19 Artista invitada: Cecilia Wilde Universidad de la calle Para la conformación de su nuevo gabinete mi- nisterial, Evo Morales tuvo que atender dos re- quisitos que figuran en el catálogo de derechos constitucionales: equidad de género y plurinacio- nalidad. Es la primera vez que un gabinete cum- ple con el primer requisito, hecho que merece ser destacado sin atenuantes. Y en lo que concierne a la representación plurinacional, es evidente una mayor presencia de cuadros provenientes de sec- tores sindicalizados con fuerte raigambre indíge- na. Lo que no pudo entrar en la Constitución es el requisito de que además de ser representativos, los ministros sean profesionalmente competentes para atender las difíciles tareas que se les enco- mienda. Aquello de la “universidad de la calle” o la “escuela de la vida” no ha dado muy buenos re- sultados de gestión pública en el primer gobierno de Morales. Es improbable que el resultado sea mejor por el sólo hecho de cumplir con las cuotas étnicas y de género. Lo que la calle non da... Los dilemas ambientales de la “nueva era” Si la crisis ambiental pudiera remediarse con discursos anticapitalistas, no habría duda de que el título de “defensor de la Madre Tierra” que se le adjudicó a Evo Morales tendría alguna pertinencia. Pero si se contrasta el discurso del socialismo comunitario con su agresivo programa de explotación de los recursos naturales y su plan de industrialización –en algunos casos en abierto conflicto con organizaciones indígenas– la incongruencia salta a la vista. Un tema tan serio no debería convertirse en plataforma de liderazgos mesiánicos ni enfrentarse con consignas del tipo “otro clima es posible”, a menos que se predique con el ejemplo. El desarrollismo extractivista ocasiona tensiones sociales en Bolivia y en otros países de la ALBA mientras procura exportarse como modelo altermundista.

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Los dilemas ambientales de la “nueva era”

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Page 1: Nueva Cronica

CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 55 / 30 de enero al 11 de febrero de 2010 / Bs 5

Contrapuntos:

Javier Medina: Un modelo cuánticode la política, el aporte del Katarismo, p. 4

Fernando Mayorga: Los dilemas del nuevo Estado, p. 5

Ramiro Moreno: Bolivia hacia el fin de la era del gas, p. 6

Eduardo Gudynas: Progresismo y crisis ambiental, p. 7

Debate:

Gustavo Soto: Acerca de los discursos físico-cuánticos en la política, pp. 8-9

Joan Prats: Apuntes sobre democracia y socialismo, pp. 16-17

Fernando Iturralde: La ideología detrás de los discursos ecologistas, pp. 10-11

Jorge Luna: Crítica a las unidades de tránsito de la policía, pp. 12-13

Crónica:

Tragedia en Haití: Ecos de incertidumbre en el país de la catástrofe, pp. 14-15

Cine:

Mauricio Souza: Las diez mejores películas de la década y del 2009, pp. 18-19

Artista invitada: Cecilia Wilde

Universidad de la callePara la conformación de su nuevo gabinete mi-nisterial, Evo Morales tuvo que atender dos re-quisitos que figuran en el catálogo de derechos constitucionales: equidad de género y plurinacio-nalidad. Es la primera vez que un gabinete cum-ple con el primer requisito, hecho que merece ser destacado sin atenuantes. Y en lo que concierne a la representación plurinacional, es evidente una mayor presencia de cuadros provenientes de sec-tores sindicalizados con fuerte raigambre indíge-na. Lo que no pudo entrar en la Constitución es el requisito de que además de ser representativos, los ministros sean profesionalmente competentes para atender las difíciles tareas que se les enco-mienda. Aquello de la “universidad de la calle” o la “escuela de la vida” no ha dado muy buenos re-sultados de gestión pública en el primer gobierno de Morales. Es improbable que el resultado sea mejor por el sólo hecho de cumplir con las cuotas étnicas y de género. Lo que la calle non da...

Los dilemas ambientales de la “nueva era”Si la crisis ambiental pudiera remediarse con discursos anticapitalistas, no habría duda de que el título de “defensor de la Madre Tierra” que se le adjudicó a Evo Morales tendría alguna pertinencia. Pero si se contrasta el discurso del socialismo comunitario con su agresivo programa de explotación de los recursos naturales y su plan de industrialización –en algunos casos en abierto conflicto con organizaciones indígenas– la incongruencia salta a la vista. Un tema tan serio no debería convertirse en plataforma de liderazgos mesiánicos ni enfrentarse con consignas del tipo “otro clima es posible”, a menos que se predique con el ejemplo. El desarrollismo extractivista ocasiona tensiones sociales en Bolivia y en otros países de la ALBA mientras procura exportarse como modelo altermundista.

Page 2: Nueva Cronica

Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. EcuadorTel. 2411018 / Casilla 5097 / email:[email protected]

Librería Cochabamba: Nataniel Aguirre Nº 354 / Tel. 4511547

Sociología y ciencia política

Cuarta edición de un libro de consulta obligadapara todo aquel interesado en conocer el complejo y diverso panorama

de los movimientos sociales en Bolivia.

Page 3: Nueva Cronica

30 de enero al 11 de febrero de 2010 / 3

Consejo editorial:Joan Prats

Fernando Mayorga U.Horst Grebe López

José Antonio Quiroga T.

Editor responsable:Ronald Grebe

Redacción:Jorge Luna Ortuño

Instituto PRISMACalle 21 Torre Lydia Piso 2 Of. 201

CalacotoTel: 2799673

[email protected] / www.institutoprisma.org

Plural editores c. Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador

Tel: [email protected] / www.plural.bo

ISSN: 1996-4420

Los lectores de Nueva Crónica pueden escribir al correo electrónico

[email protected]

Las colaboraciones no solicitadasserán sometidas a la consideración

del Consejo Editorial

www.cesu.umss.edu.bo

editorial

Entre los temas incluidos en el primer paquete legislati-vo se menciona una ley orientada a regular la actividad de los medios de comunicación. Por la forma en la que se anunció esta intención, resulta imprescindible

formular algunas reflexiones sobre el particular. La democracia se basa en la vigencia plena de la libertad de

expresión. Incluso el Artículo 21 constitucional garantiza la li-bertad de pensamiento y opinión, y el derecho a la información, su interpretación, análisis y comunicación de manera individual y colectiva. La libertad de expresión es un derecho esencial que beneficia a todos los ciudadanos por igual, desde los que creen y practican los valores democráticos hasta los que los niegan.

En realidad, todos los demás derechos civiles y políticos constituyen manifestaciones complementarias de la libertad de expresión. Por eso, entre las atribuciones del Defensor del Pueblo se debe incluir la defensa de los derechos que tienen los ciudadanos de decir, escribir y opinar lo que deseen, indistinta-mente si tales opiniones son o no del agrado de los gobernan-tes o de otros poderes que existen en la sociedad. Sin embargo, la libertad de expresión no significa que esté todo permitido.

La propia democracia debe ceñirse a los derechos hu-manos fundamentales, motivo por el cual la libertad de ex-

presión debe ser reglamentada por ley. Los alcances de dicha reglamentación, hoy por hoy, son el tema de la actual con-troversia y deberían alimentar los más importantes debates del futuro.

La experiencia de democracias europeas plenamente maduras indica que las prohibiciones deben ser mínimas y podrían quedar circunscritas, entre otras, a la prohibición de la pornografía infantil, la descripción de violencia sexual, la incitación a cometer delitos, la difamación y calumnia, y las expresiones racistas.

El catálogo de prohibiciones expresas de una ley regla-mentaria de los medios debería ser concertado democráti-camente entre todos los actores involucrados en el ámbito comunicacional, incluyendo los usuarios. Sería un error apresurar su aprobación legislativa antes del necesario debate y logro de los consensos imprescindibles. La norma también debería establecer mecanismos, instituciones y organismos públicos y privados que garanticen en conjunto el ejercicio de los derechos y la sanción de las transgresiones. Mientras no se logre consenso efectivo sobre los alcances de la nueva ley, es preferible que siga vigente la Ley de Imprenta de 1925, con todas sus omisiones y anacronismos.

Libertad de expresión y democracia

Los actos de posesión del segundo gobierno de Evo Mora-les fueron pródigos en símbolos y mensajes que anuncian una “nueva era” no sólo para Bolivia sino para el mundo entero, si damos crédito a todo lo que se dijo y se vio en

el templo de Kalasasaya, en la Asamblea Legislativa, en la para-da indígena-militar de la Plaza Murillo y en la verbena popular del estadio Hernando Siles. Evo Morales asumió la conducción del Estado plurinacional y se hizo declarar “líder espiritual de los pueblos indígenas del mundo” en una ceremonia celebrada bajo los rituales de la religiosidad andina.

Uno de los aspectos más llamativos de estos actos –y que no puede reducirse a mera anécdota o folclore– fue la sustitu-ción parcial de los símbolos republicanos por otros de procedencia indígena, par-ticularmente aymara. Aparentemente, la intención fue subvertir o profanar los ri-tuales del poder del ancien régime e instau-rar en su lugar los significantes del Estado plurinacional. El entierro simbólico de la República tuvo su punto culminante en la entronización “ancestral” de Evo Morales. Nada puede ser más alejado de la austera figura de un presidente republicano que la pompa de un emperador teocrático.

En el despliegue de toda esta simbología, puede advertirse la pervivencia de la larga memoria de la insurgencia indígena an-ticolonial de fines del siglo XVIII. La presencia de Tupaj Katari y de Bartolina Sisa en los retratos del Palacio y en la nueva medalla vicepresidencial, evocó la lucha del líder aymara que se autopro-clamó “Rey Inca” durante el prolongado cerco a La Paz de 1781, y que anticipaba, según Sisa, aquel momento “en que sólo reina-sen los indios”. La esposa del caudillo aclaró que el propósito de la sublevación no era otro que “quedar de dueños absolutos de esos lugares, como también de los caudales”.

A propósito de ello, conviene recordar que durante la su-blevación indígena anticolonial se distinguieron claramente dos proyectos: el nacionalista, multirracial y ecuménico de Tupac Amaru, y el milenarista, etnocéntrico y militarista de Tupaj Ka-tari. El primero era más próximo a lo que en el siglo XX se llamó la lucha por la “liberación nacional” mientras que el segundo

propendía al ejercicio de la hegemonía indígena sobre los demás estamentos sociales, un viejo anhelo que ha sido incorporado en el diseño del “Estado integral” que ahora impulsa el MAS. Y la idea de la posesión absoluta del territorio y de los “caudales” no es muy distinta al tipo de socialismo que se proclama hoy, en sustitución del primer programa de gobierno, que alentaba mas bien el “capitalismo andino amazónico”.

El día de la asunción de Evo Morales fue declarado feria-do nacional para celebrar la fundación del nuevo Estado que, según el Canciller Choquehuanca, ha demostrado que “los indios se pueden gobernar a sí mismos”. Se sobreentiende que ese autogobierno se ejercerá hegemónicamente también sobre los no indígenas.

A raíz de esta reorganización de los símbolos patrios, Bolivia no sólo tiene dos banderas, sino dos aniversarios de funda-ción: el 6 de agosto queda como recorda-torio del “Estado colonial” y el 22 de enero será conmemorado como el nacimiento del Estado plurinacional comunitario. Este es el segundo feriado nacional instaurado por el presidente Morales: el primero convir-tió al “año nuevo aymara” en un momento de recogimiento espiritual que nos une

con la Madre Tierra, cuyos derechos “son más importantes que los derechos humanos”, en sus propias palabras.

El carácter “laico” del Estado plurinacional ha quedado en entredicho con la incorporación de la religiosidad andina en las celebraciones oficiales. Pero la religiosidad impregna también el liderazgo milenarista de Morales sobre los pueblos indígenas del mundo, convocados ahora a derrotar simultáneamente al capita-lismo y al imperialismo para salvar a la Madre Tierra.

El presidente Morales haría bien en explicarle al país y al mundo cómo se puede combinar este objetivo “sagrado” con el agresivo programa de industrialización y explotación de los recursos naturales que alienta su gobierno. La ocasión propi-cia para hacerlo podría ser la próxima reunión internacional de movimientos sociales y pueblos indígenas, en la que Morales presentará un programa global anticapitalista de remediación ambiental.

“Cuando sólo reinasen los indios…”

Page 4: Nueva Cronica

30 de enero al 11 de febrero de 20104 / contrapuntos

Se acaba de sellar una alianza política entre el Movimiento sin Miedo y el Movimiento Katarista de Katari. Con-sidero que esta alianza epocal abre un

antes y un después en la historia política del país, pues por primera vez se plantea y ex-plicita una relación política en términos de matrices civilizatorias, entre, por un lado, el msm como representante político de la matriz occidental, en su versión de Izquier-da y que quiere aglutinar a los bolivianos occidentales, de cultura católica, urbanos, castellano parlantes y de clases medias que buscan una relación positiva y creativa con la matriz civilizatoria indígena y, por el otro lado, el Katarismo de Katari como repre-sentante político de la matriz oriental, en su versión aymara y que quiere aglutinar a los bolivianos indígenas, de cultura animis-ta, bilingües, urbanos y rurales, indígenas, originarios, campesinos y afrobolivianos que también buscan una relación de com-plementariedad y tinku con la matriz civi-lizatoria occidental, como profundización katarista del actual Proceso de Cambio.

El Katarismo es el aporte más impor-tante del pensamiento político aymara con-temporáneo a la política de país. La razón es muy sencilla, pero está oculta por el para-digma monoteísta del Occidente moderno. Por un lado, desde la Politeia de Aristóteles, la política, en esta civilización, está supedi-tada al poder del Uno: mon-arquía. De ahí a la tenta-ción hegemónica que excluye al Otro, sólo hay un paso. Tentación en la que ha caído el mas. En cambio los kataristas levantan el Par: la di-arquía: el poder de la Paridad: de la complementariedad de opuestos, los dos cetros, como explicita la efigie central del friso de la Puerta del Sol de Tiwanaku. Dicho con otras palabras: plantean un modelo cuántico de la política. Se enten-derá, pues, su pertinencia para el mundo actual por su coincidencia con el nuevo paradigma de la ciencia ba-sado, entre otros principios, también en el Principio de complementariedad que Nils Bohr formuló en la fa-mosa interpretación de Copenhague que establece que, tanto la descripción ondulatoria como la corpuscular, son necesarias para comprender el mundo cuántico. Una lectura política de la física cuántica, traduce Onda por Oriente (del cual la Indianidad forma parte) y Corpús-culo por Occidente. En efecto, las energías bosónicas de la conjunción hacen masa crítica en Oriente y las energías fermiónicas de la disjunción hacen masa crí-tica en Occidente.

La precisión Katarismo de Katari quiere llamar la atención sobre la visión animista cosmogónica aymara que, con Katari, menta la Serpiente ctónica, telúrica que, desde la profundidad de la Pacha, llama al Pa-chakuti. Con otras palabras: desea marcar una diferen-cia, no excluyente, con el Katarismo misionero que los Oblatos de María Inmaculada desde indicep, Centro

Acerca de la alianza política entre el MSMy el Katarismo de Katari

Javier Medina*

“Se trata, en efecto, de negociar con la Indianidad unas relaciones políticas de largo aliento, sobre la base de que los bolivianos occidentales somos una minoría significativa y no somos los dueños originarios de la tierra”.

de Investigación y Capacitación de Educación Popular, en los años Setenta, que fijaron, antropocéntricamente, en afiches al posicionar a las personas de Tupaj Katari y Bartolina Sisa, como héroes históricos y republicanos y que se expandió exitosamente a propósito del debate “campesino” en torno al “Manifiesto de Tiwanaku”, promovido grandemente por los misioneros jesuitas de cipca, Centro de Investigación y Promoción del Cam-pesinado y que llama, más bien, a la Revolución. Ahora bien, frente al Indianismo (y, a fortiori, del Indigenis-mo: lo mismo que el Indianismo sólo que proferido por criollos occidentales) el Katarismo populariza la “Teo-ría de los dos ojos”. Debemos, dicen, mirar el país con el ojo de clase (guiño a la cob y a la izquierda marxista y, a fortiori, a Occidente) y con el ojo de la cultura (guiño al naciente nacionalismo aymara y a los indianismos e indigenismos y, a fortiori, a la Indianidad). La teoría de mirar el país con los dos ojos simultáneamente expre-sa, en las condiciones políticas de entonces, el softaware aymara-quechua de la Paridad: pacha, yanantin. Hasta donde sé, Simón Yampara es el único que ha seguido profundizando teóricamente esta veta hasta el punto de plantear, ahora, la teoría de “las dos matrices civilizato-rias”: la aymara con semillero milenario en Tiwanaku y la occidental centenaria con raíces en Europa. El mo-delo katarista, al seguir el modelo del ayllu: Aran/Urin, entiende a Occidente y a la Indianidad como polari-dades antagónicas complementarias. Ambas civilizacio-

nes, por tanto, son sustantivas y necesarias, en este modelo político. Estamos, pues, más allá de la ilusión dialéctica de la inclusión/exclusión; estamos en el paradigma cuántico de la complementariedad.

El Movimiento sin Miedo proviene de una Izquierda universitaria, castellano parlante, de clases medias, católica, urba-na, no estalinista, revolucionaria y que ha sido parte de las luchas sociales contra las dictaduras, concretamente: el juicio a Gar-cía Meza; la construcción de la democracia, concretamente: la municipalización del país y, sobre todo, de haber aportado a la insti-tucionalización del municipio más grande e importante del país: el Gobierno Municipal de La Paz. Ha demostrado, pues, que la Iz-quierda (normalmente ineficiente tecnocrá-ticamente) puede hacer gerencia pública de un modo creativo y exitoso. El costo ideo-lógico, empero, de esta concentración en la gestión pública es que el msm se ha quedado en el ideario de izquierdas de los Noventa. Como dijera Juan del Granado, el msm no ha metabolizado conceptualmente la rebe-lión aymara del 2003, aunque ha tomado debida nota, al punto que ha hecho dos alianzas absolutamente significativas: una, con el Katarismo, representado por Simón Yampara y, otra, con el Movimiento Pueblo, representado por Abel Mamani: el dirigente de los ayllus urbanos de El Alto: las Juntas

Vecinales aglutinadas en la fejuve, que dieron fin a la República oligárquica. Es muy clara, pues, la opción política asumida por el Movimiento sin Miedo: ligarse al fuego de la Rebelión aymara, desnaturalizada, luego, en “movimientos sociales” para decapitarle sus propias autoridades y suplantarles burocráticamente.

De este modo, pues, el msm se convierte, para los bolivianos occidentales que desean una relación com-plementaria de respeto y convivialidad recíproca con la Indianidad, en una plataforma para hacer política e in-tervenir en el Proceso de Cambio como actores políticos que han superado los afanes hegemónicos y excluyentes, típicos del monoteísmo político, tanto liberal como so-cialista, y desean construir relaciones de complementa-riedad y reciprocidad, en las que ambas civilizaciones se entiendan, siguiendo el modelo político aymara, como dos parcialidades de un Ayllu Mayor. Se trata, en efecto, de negociar con la Indianidad unas relaciones políticas de largo aliento, sobre la base de que los bolivianos occi-dentales somos una minoría significativa y no somos los dueños originarios de la tierra. Esto es lo estructural. Lo supra-estructural es que nosotros representamos la otra energía de lo humano: la tradición abrahámica y quere-mos persistir en nuestro ser, pero abiertos a interactuar y dejarnos enriquecer por la otra energía de lo humano: la tradición animista de la Indianidad.

* Escritor.

Page 5: Nueva Cronica

30 de enero al 11 de febrero de 2010 / 5contrapuntos

Merced a la reelección de Evo Morales ten-dremos diez años, por lo menos, de predo-minio político del mas, algo que no puede pasar desapercibido si consideramos que el

ciclo de la “democracia pactada” tuvo quince años de vigencia. Además, la segunda gestión gubernamental del mas es parte del inicio de una nueva fase en la his-toria del Estado que, entre 2005 y 2010, adquirirá sus rasgos institucionales definitivos hasta prefigurar, esa es la incógnita, un nuevo modelo de acumulación y un nuevo patrón de hegemonía. En la actualidad, el mas es la única fuerza política con capacidad para articular las demandas presentes en el espacio de discursividad política, no tiene rivales de fuste al frente, ni existen propuestas alternativas –con capacidad de convocato-ria– a su proyecto político ni a su visión de desarrollo. Un proyecto y una visión que combinan nacionalismo e indigenismo, por lo tanto, se asientan en el Estado, como actor central del “progreso” basado en industrialización y re-distribución de excedentes, y en un “sujeto plurinacional” (las naciones y pueblos indígena originario cam-pesinos) dotado de derechos co-lectivos pero sin margen de acción autónoma respecto al partido de gobierno. Es decir, estamos ante la configuración de una matriz socio-política y un modelo de desarrollo de carácter “estado-céntrico”, no obstante no debe confundirse Es-tado con partido de gobierno, así como no hay que traslapar partido (de gobierno) y movimientos socia-les (en el gobierno) porque igual que en el caso del “sujeto plurina-cional” no son todos los que están ni están todos los que son. Y sobre el Estado no hay que confundir su papel de “filtro” respecto al mer-cado mundial globalizado y su rol integrador en una economía in-terna desarticulada y una sociedad que presenta una “diversidad sin límites” (como reza erróneamente la campaña guber-namental en algunos aeropuertos).

Este introito sirve para realizar una reflexión sobre los desafíos del gobierno de Evo Morales que parece tener resuelto el frente interno y tiene bajo control el espacio parlamentario. No se vislumbran riesgos de in-gobernabilidad, ni amagos de conflictividad política, ni siquiera en torno al proceso electoral de abril que pue-de considerarse un claro síntoma de la transformación de la dinámica política y su atmósfera antaño teñida de polarización. Basta mencionar que los líos registrados en torno a la selección de candidatos se manifestaron como conflictos entre seguidores de Evo Morales o entre aliados del oficialismo. Un dato nada secunda-rio si consideramos que los problemas de gestión que enfrentará el mas estarán referidos, precisamente, a las contradicciones entre intereses sectoriales y entre de-mandas sociales y fines estatales. Esta suposición no es un ejercicio de futurología, ni manifestación de deseo soterrado, menos cálculo de analista en búsqueda de

Los dilemas del nuevo EstadoFernando Mayorga*

Los desafíos para el gobierno de Evo Morales que, a pesar de tener controlado el frente interno y el espacio parlamentario,debido a sus contradicciones podría atravesar zonas resbaladizas en un futuro cercano.

pistas acerca de las “tendencias autoritarias” del ma-sismo. Se basa en acontecimientos y en declaraciones oficiales, que proporcionan pistas sobre las zonas res-baladizas que transitará el gobierno.

Una primera contradicción, y no interesa el orden de los casos, se refiere a los intereses –ahora derechos constitucionales– de los pueblos indígenas de tierras bajas y las necesidades del Estado en la explotación de hidrocarburos. Ya aconteció un percance en el norte pa-ceño a mediados de 2009 cuando los pueblos leco, mose-tén, chimán y tacana se negaron a aceptar el ingreso de la empresa Petroandina (una sociedad entre ypfb y pdvsa de Venezuela) en el parque Madidi porque afectaría Tie-rras Comunitarias de Origen de varios pueblos indíge-nas. Una contradicción entre la concepción desarrollista de corte extractivista e industrialista, muy ajena al “vivir bien” que pregona el gobierno, y la praxis indígena, más cercana a la lógica “avatar” de convivencia armónica con

la naturaleza, reconocida por Evo Morales pero no com-partida por varios funcionarios de su gobierno. Por lo menos no es asumida por el presidente de ypfb que de-claró que era imprescindible revisar el derecho indígena a la “consulta previa” respecto a inversiones petroleras en sus territorios, porque esa regla limita los planes de expansión de la empresa petrolera.

Es preciso recordar que esa zona estuvo sometida a conflictos debido a reclamos de la Federación de Campe-sinos de La Paz que cuestionaba el reconocimiento de las tco porque convertía a los indígenas en “latifundistas” y frenaban la explotación de los recursos naturales. Es decir, contradicciones entre el Estado Plurinacional y el “sujeto plurinacional”, entre los intereses de la Patria (como le gusta decir al Vicepresidente del Estado) y los intereses de los indígenas que forman parte de una entelequia que solo adquiere vitalidad o identidad cuando es reconoci-da… por el Estado. Un “sujeto plurinacional” que con-tiene una diversidad de identidades sociales y comporta contradicciones entre sus componentes cuando entran

en colisión actores (e intereses) indígenas y actores (e in-tereses) campesinos que, en muchos casos andan por se-parado y sólo pueden ser conciliados, aunque de manera desequilibrada… por el Estado. Algo similar aconteció el año pasado en el trópico cochabambino, concretamente en el Parque Nacional Isiboro Sécure, cuando el cultivo de plantaciones de coca en zonas prohibidas produjo en-frentamientos, con un saldo fatal, entre cocaleros e indí-genas de esa zona. El Isiboro Sécure es un territorio que pertenece a los pueblos indígenas yuracarés, chimanes y mojeños y se encuentra entre Cochabamba y Beni. Su sigla tipnis adquirió relevancia cuando los indígenas se enfrentaron a los campesinos que ingresaron al lugar para sembrar coca. El gobierno declaró ilegales los asen-tamientos y procedió a la erradicación de los cocales, asi-mismo aclaró que los invasores no pertenecían a ninguna de las seis Federaciones del Trópico. Este hecho pone en evidencia la existencia de contradicciones al interior de

la coalición de actores sociales que respalda al gobierno. Por un lado, los pueblos indígenas como sujetos interpelados por el Estado Plurina-cional, y por otro, los campesinos cocaleros que conforman la base so-cial más ligada al gobierno (en este caso, el gobierno respaldó a los indí-genas) que se disputan el manejo de un territorio que implica otro ele-mento problemático para la gestión gubernamental: la fabricación de droga. En los últimos años, la pro-ducción de pasta base y cocaína se ha extendido a varias zonas rurales, sobre todo en Cochabamba, Oruro y Potosí, debido a cambios en la tec-nología que reducen costos y tiempo de elaboración de droga adoptando ésta un carácter micro que involucra a familias y/o comunidades campesi-nas y provocando, en algunos casos, conflictos entre comunidades liga-das al narcotráfico y comunidades que rechazan este flagelo. Este he-cho está ligado al incremento de la

demanda de hoja de coca, algo reconocido por el propio presidente Morales quien mencionó que la existencia de un mercado ilegal promueve mayores cultivos. Es dable suponer que el cultivo de coca y su conexión con la fa-bricación de droga –único destino del mercado ilegal– se convertirá en un tema de conflicto entre los intereses de grupos cocaleros y un gobierno que los representa de manera directa, si es que no se dan innovaciones en la lucha contra el narcotráfico, más allá de la intención de ampliar la cifra de cultivos legales.

Estos son ejemplos de temas conflictivos, más allá de la retórica revolucionaria y la parafernalia refunda-cional, que ocuparán la atención del gobierno y cuya resolución definirá las pautas del modelo de acumula-ción y del patrón de hegemonía. Entonces sabremos cuál es la orientación del cambio y a quiénes beneficia, y cuánto del pasado está en el futuro que se pretendió inaugurar el 22 de enero, víspera de Alasitas.

* Sociólogo Director de CESU-UMSS.

Page 6: Nueva Cronica

30 de enero al 11 de febrero de 20106 / contrapuntos

campo de los hidrocarburos –des-de mi punto de vista– fue positivo para el país, pues aparte de estar en la vitrina del mundo petrolero y con las inversiones que se lleva-ron a efecto en esa época, tuvimos la oportunidad de que gracias a los descubrimientos de los hidro-carburos, Bolivia se constituyera en el segundo productor de gas en Sudamérica luego de Vene-zuela. Los ingresos por la renta petrolera fueron también muy importantes y contribuyeron al crecimiento del pib, como nun-ca antes se había visto antes en la economía boliviana.

Con el advenimiento al po-der de Evo Morales, se dio inicio a una etapa de incertidumbre en el sector, pues se anunciaban cambios como consecuencia de la oferta política que se hiciera en la campaña electoral y que dio lugar a la nacionalización de las empresas que fueron estatales y que en mérito al proceso de ca-pitalización, los inversionistas extranjeros apostaron por esa modalidad que se presentaba

para hacer negocios en el país.Mientras tanto, los mercados de exportación de gas

para Bolivia, principalmente al Brasil y luego la Argen-tina; pero también Chile a pesar del impedimento his-tórico que mantenemos con ese país, no se llego a abrir ningún mercado adicional e interesante pues estaba ve-tada políticamente la posibilidad de venderle gas al país transandino; y se frustró el proyecto de lng en la pers-pectiva de exportar gas mediante el proceso de licuefac-ción en la costa chilena para su posterior venta a Méxi-co y el suroeste de Estados Unidos. De esta manera, se diluyó una oportunidad para la exportación de mayores volúmenes de gas que tenía el gobierno de Sánchez de Lozada, es decir, el de expandir y conseguir mercados y que a la postre le costó su dimisión del gobierno.

Luego de la promulgación de la nueva Ley de Hi-drocarburos, la Ley No. 3058 de 17 de mayo de 2005 y los Decretos de nacionalización, el sector de los hidro-carburos dejó de crecer y por el contrario, ocurrieron cambios en las reglas del juego para los operadores for-zándoles a convertir los contratos de riesgo comparti-do que tenían por los llamados contratos de operación que paradójicamente fueron legitimizados constitucio-nalmente de acuerdo con los preceptos de la abrogada Constitución de 1967. Dada la coyuntura de que en el mercado internacional el precio de los hidrocarburos alcanzaron niveles elevados, ninguna de las compañías operadoras en Bolivia se fue, y por el contrario acepta-ron las reglas de juego de la nueva política hidrocarburí-fera impuesta por el gobierno del presidente Morales.

Si analizamos los cambios que recientemente se dieron en materia de descubrimiento en el Brasil, la in-auguración de la planta de regasificación en Quintero, Chile, los nuevos descubrimientos de gas en el Perú que le dan más oportunidad de exportar lng a mer-

Durante el Foro Internacional del Gas (figas) llevado a cabo en la ciudad de Tarija, Bolivia, entre el 19 y 20 de noviembre de 2009, y de manera informal durante la pausa para el al-

muerzo, formulé una pregunta ante un selecto grupo de especialistas en hidrocarburos, principalmente en gas, que era el giro principal del Foro que nos acogía. La pregunta que formulé motivó más de una reflexión y comentarios; pues acabábamos de escuchar la expo-sición del presidente de ypfb, Carlos Villegas, y la del profesor del Instituto de Electrotécnica y Energía de la Universidad de Sao Paulo, Edilson Moutihno, interven-ciones diametralmente opuestas. La primera optimista y hasta pecando un poco de que en Bolivia vivimos el auge del gas y que a futuro seremos nuevamente el cen-tro de distribución para gran parte del conosur; la segunda, que considero fue real tomando en cuenta lo que el Brasil está haciendo en materia de hidrocarburos con sus fabulosos descubrimientos offshore.

Pero, veamos cuáles fueron las razones por las cuáles formulé la pregunta. Inicialmente quisiera tras-ladarme al ámbito en el cual el tema central del Foro, fue precisamente hacer conocer la problemática del gas en el contexto nacional e internacional, y como quiera que había un ambiente de interés y hasta casi sorpresa por los contenidos de lo que los expositores nos habían expuesto hasta ese momento, hubo opiniones un tanto optimistas, pero, también, un cúmulo de pesimismo adherido a un principio de realidad en el que estamos viviendo en la actualidad en Bolivia.

Si tenemos que a finales de la década de los noven-ta, con los cambios introducidos con la implementación de la nueva política económica; con la desregulación y apertura de la actividad económica hacia el sector pri-vado tanto nacional como extranjero, el resultado en el

¿Bolivia a punto de cerrar la era del gas?Ramiro Moreno Baldivieso*

¿Desaprovechó el gobierno boliviano una coyuntura histórica favorable para ampliar sus mercados en la industria de los hidrocarburos?

cados como México y Estados Unidos, entonces surge la pregunta: ¿qué nos queda a los bolivianos? Diremos como lo afirmó el presidente de ypfb, que Bolivia re-quiere de más inversiones para incrementar la produc-ción, para lo cual anunció una inversión de millonarias sumas, aunque existen dudas de que podamos tener los números que él maneja y, si así fuera, ¿a quién vende-ríamos el gas boliviano?

Comencemos con el Brasil: hay muchísimas dudas de venderle volúmenes adicionales más allá del contra-to que nos vincula actualmente hasta el 2020, esto de-bido a que el Brasil con los descubrimientos que realizó offshore y según afirmación del profesor Moutihno de la Universidad de Sao Paulo, el Brasil a corto plazo podría convertirse en el mayor exportador de gas en América, estando en capacidad de cubrir el mercado americano y mexicano inclusive por las inmensas reservar descu-biertas. Adicionalmente podría ser un gran proveedor de lng implementando la tecnología del lng flotante (metaneros flotantes), es decir, realizar todo el proceso de licuefacción directamente desde sus plataformas sin necesidad del tendido del ducto. A un país como Brasil, en términos petroleros no le importaría si algún otro país pequeño o mediano esté actualmente abasteciendo a otros países con déficit energético, más aun con el añadido político de aquel profundo nacionalismo brasi-leño y del que vienen imbuidos los nuevos presidencia-bles luego de la culminación de la era de Lula da Silva, y que muchos (brasileños) no se olvidan de que tropas bolivianas tomaron las refinerías de petrobras con la llamada nacionalización encarada políticamente por el gobierno de Bolivia.

Con la Argentina el panorama tampoco es alenta-dor. Los actuales volúmenes de exportación no pasan de los 7 millones pcd. Con el mentado gasoducto al gnea se podrían ampliar los volúmenes dependiendo de la ne-gociación de los precios, que parece ser el nudo gordiano entre los países. Con Chile ni qué hablar, definitivamente no dependerán energéticamente de ninguna otra nación, mas por el contrario pueden convertirse en competido-res de Bolivia disputándonos el mercado argentino. No me referiré a los otros países como Paraguay o Uruguay, donde pueden abrirse oportunidades de negocios, pero dependerá del precio que estén dispuestos a pagar y si las reservas que tenemos nos permitirán abastecer la de-manda de dichos países. No se debe perder la perspec-tiva de abastecimiento del mercado interno de Bolivia, con proyectos de la metalurgia del hierro y otros que podrían incrementar la demanda interna.

Con todo este panorama de Bolivia, considero que los escenarios y los actores han cambiado o están en marcha muchas modificaciones en el tema del gas. No se puede afirmar de manera contundente y en términos reales, despojados de un falso chauvinismo de que to-davía Bolivia será el nudo energético e integrador del conosur. Con lo que se nos viene, afirmé durante la finalización del almuerzo casual en Tarija, que nos esta-mos dirigiendo de manera acelerada hacia el fin de la era del gas, o para decirlo de otra manera, se nos fue el tren y los bolivianos no supimos aprovechar la gran coyuntura histórica de un mercado asegurado y precios elevados, de ampliar nuevos mercados que nunca más se asomarán en el horizonte de la industria de los hidrocarburos.

* Abogado.

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listas locales no se constituyan en “trabas” a la minería o petróleo.

Otros ejemplos se pueden presentar para Argen-tina, Chile, Paraguay y Uruguay, de donde emerge una clara tendencia: los gobiernos progresistas vuelven a caer en estrategias extractivistas primarias. En el pasa-do la izquierda criticó duramente esos emprendimien-tos, concibiéndolos como ejemplos de “economías de enclave” repletas de atributos negativos. Pero hoy se los promueve y alienta, aunque esto debe ser encami-nado bajo una mayor presencia estatal. El extractivismo es presentado ahora como un necesario camino para salir de la pobreza, y quienes lo critican estarían cues-tionando esa posibilidad de progreso.

Bajo los gobiernos progresistas, en casi todos los casos hay un mayor papel estatal. En países como Bolivia, Ecuador y Venezuela se realizaron cambios sustanciales, tales como elevar las regalías y tributos, exigir la participación de las empresas estatales, nuevos controles sobre las inversiones, etc. Este es un hecho positivo, y alimenta una mayor captación de excedentes por parte del Estado.

Pero a la vez, esa apuesta al extractivismo refuerza una inserción internacional en los mercados globales como proveedores de materias primas y tomadores de los precios internacionales, y se depende de empresas transnacionales bajo esquemas de joint ventures o acuer-dos de asociación. Más allá de los discursos anti-globa-lización, esta estrategia es funcional a esta globalización contemporánea.

El resultado es claro: las expor-taciones provenientes de mineras y canteras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, pasaron de unos 20 mil millones de dólares en 2004, a más de 46 mil millones en 2007 (según cepal). Se espera que Brasil duplicará la producción de aluminio, y triplicará la de cobre al año 2013.

Los impactos sociales y ambien-tales se mantienen, y en algunos casos, se han acentuado. Se multiplican pro-cesos de “desterritorialización”, don-de las comunidades locales pierden el control de sus territorios bajo proyec-tos mineros o petroleros. Los conflic-tos y protestas sociales se multiplican, y en muchos casos son rechazadas y combatidas por estos gobiernos.

Abordar estas cuestiones se hace muy complejo cuando esos impactos son generados por empresas estatales o mixtas, como pdvsa en Venezuela, o Petrobrás tanto dentro de Brasil, como en otros países (especialmente Ecuador y Bolivia). Las empresas es-tatales quedan atrapadas en la misma lógica de la eficiencia y la rentabili-dad, y por lo tanto evitan los aspectos sociales y ambientales. Pero su con-dición de “nacionales” las hace más difícil de criticar y evaluar.

En el mismo sentido, como este neo-extractivismo nutre muchos pro-

A medida que avanza la gestión de los llamados go-biernos “progresistas” o de la “nueva izquierda” parecen aumentar los problemas y las críticas sobre su desempeño ambiental a nivel nacional,

mientras que a nivel internacional se ofrecen mensajes de compromiso ecológico.

Esta situación se repite en muchos países. Los discursos internacionales del presidente Rafael Correa son muy apasionados, pero dentro de Ecuador acaba de echar por tierra la iniciativa de no explotar el petró-leo en la Amazonia. Dando marcha atrás en los com-promisos ambientales de su corriente política, volvió a criticar lo que llama como “ecologismo infantil”, para encaminarse hacia la explotación petrolera.

De manera similar, el presidente Lula da Silva lan-zaba en la cumbre de Cambio Climático de Copenha-gue un fuerte discurso ambiental, mientras que dentro de Brasil promueve la “flexibilización” en los requisitos ambientales, financia emprendimientos de alto impac-to (incluidos centrales térmicas a carbón) y persiste con sus planes de represas en la Amazonía. También en Copenhague, Hugo Chávez ofreció un discurso verde, mientras que tierras adentro, las organizaciones socia-les especialmente denuncian que el estado de Zulia es una zona de “sacrificio ambiental”.

Bolivia no escapa a esa tendencia. Las invocacio-nes ambientalistas internacionales del gobierno de Evo Morales también contrastan con nuevas prospecciones petroleras o proyectos mineros, mientras que se alude a cambios normativos para que las demandas ambienta-

El nuevo extractivismo progresistaEduardo Gudynas*

Acerca de cómo el neo-extractivismo progresista, pese a los discursos ambientalistas de los presidentes en Sudamérica, se está convirtiendo en motor fundamental del crecimiento económico y una contribución clave para combatir la pobreza.

gramas sociales, obtienen con ello una fuerte legitimación política que hace todavía más difícil una evaluación des-apasionada. En efecto, se alude una y otra vez que esta mayor captación estatal de excedentes es lo que permite financiar programas como Bolsa Familia en Brasil, Juan-cito Pinto en Bolivia o el Programa Familiar de Argenti-na. Esto genera una fuerte cobertura social y política.

Se llega así a una situación paradojal: si bien esos gobiernos podría decirse que se alejan de la izquierda clásica por su apoyo al extractivismo convencional, re-gresan a ella y logran justificarse como progresistas por esos programas sociales. Este vínculo se ejemplifica con las declaraciones de Evo Morales pocos meses atrás, rechazando las protestas de campesinos, indígenas y ambientalistas contra nuevas explotaciones petroleras. El presidente alertaba que si no se le dejaba explotar el petróleo de la Amazonia, no podría financiar sus pro-gramas sociales.

El efecto de este proceso es muy intenso en algu-nos países. En el caso de Brasil, los investigadores de la Comisión de la Pastoral de la Tierra muestran que si bien el gobierno de Lula ha abandonado las metas de reforma agraria, las ayudas sociales y financieras guber-namentales apaciguan las demandas de los movimien-tos del campo.

Los debates sobre los efectos sociales, ambientales y territoriales se vuelven más opacos. En algunos casos se los minimiza, en otros se los niegan y no faltan ejemplos donde se dice que éstos deben ser aceptados como “sacri-ficios” para un bien mayor a escala nacional. Las protes-tas son interpretadas como peleas por intereses económi-cos, confrontaciones sobre el ordenamiento territorial, o expresiones de ocultas agendas político partidarias.

Estas tendencias indican que estamos presenciando un cambio sustancial, donde el neo-extractivismo pro-gresista pasa a ser aceptado como uno de los motores fundamentales del crecimiento económico y una contri-bución clave para combatir la pobreza a escala nacional. Se acepta que parte de ese crecimiento generará benefi-cios que se derramarán al resto de la sociedad (“goteo” o “chorreo”), pero a la vez se postula un papel de ma-yor protagonismo desde el Estado, tanto en captar más excedentes, como en orientar ese goteo. Los gobiernos progresistas deben dirigir ese proceso, e incluso deben incentivarlo para no “desperdiciar” las “riquezas natura-les”, tal como dice el presidente Rafael Correa.

De esta manera, el neo-extractivismo de los actuales gobiernos progresistas es un nuevo ingrediente de una versión contemporánea del desarrollismo. Ciertamen-te no es un neoliberal encubierto, ya que se han dado cambios sustanciales, y algunos son muy importantes, como los programas de asistencia social. Pero tampoco puede decirse que son una forma de desarrollo alternati-va, donde se generan transformaciones hacia una mayor equidad o calidad de vida. Encierran la potencialidad de controlar los sectores productivos bajo fines nacionales, pero también acecha el peligro de un autoritarismo desa-rrollista. Estas son las cuestiones que están comenzando a ser discutidas en varios países sudamericanos, donde los temas ambientales se convierten en el nuevo desafío y la nueva frontera para la izquierda.

* Investigador en claes

(Centro Latino Americano de Ecología Social)

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A la búsqueda del paradigma alternativoLos movimientos altermundialistas –hasta hace poco antiglobalización– cuyo principal momen-to de articulación es el Foro Social Mundial

–desde Porto Alegre el 2001– han difundido un largo menú de temáticas sociales, económicas, ambientales, espirituales y políticas.

El Buen Vivir/Vivir Bien, expresiones que han entrado en las Constituciones de Ecuador y Bolivia, han despertado una gran expectativa en el movimiento altermundialista y han devenido ya un logo que sinte-tizaría algo parecido a un Proyecto Alternativo Civi-lizatorio, que pueda ofrecerse como una paradigma de comprensión y de resolución de problemas que no han podido ser resueltos por el pensamiento único neolibe-ral, ni más profundamente, con la modernidad indus-trializadora (capitalista y del socialismo real).

“China o Sumaj Kuasay”1 esgrimido como slogan por Boaventura da Souza, expresa bien el alcance tanto de su campo semántico como de su postulación programática.

En Bolivia y Ecuador está escrito que el modelo eco-nómico a seguir es el Sumak Kawsay, que es otra con-cepción, ni siquiera de “desarrollo” pues ya hay que inventar un nuevo concepto. Por ello, debemos de-cidir o China, porque si ellos no gastan, la economía mundial capitalista se hunde, o Sumak Kawsay (Buen Vivir). Para eso debe lograrse una revolución interna y unirnos. La economía solidaria está en su rincón, los indígenas, los ecológicos, las mujeres, y lo que se necesita es una alianza entre movimientos socia-les, aunque hablemos lenguajes diferentes. Hay que intentar una traducción intercultural en torno a una plataforma de acción.Ahora bien, el laboratorio del Suma Qamaña está

en Bolivia, desde hace ya varios años2 y recientemente se han realizado varios eventos destinados a discernir y/o difundir el contenido de esas expresiones: uno en Cochabamba en el marco de la Asamblea Anual de la clacso, el otro en La Paz.3 Justamente porque com-parto el inexcusable deber de la construcción de un ho-rizonte propositivo alternativo al estado de cosas actual, creo necesario participar críticamente de esta discusión fundamental y por ello me propongo revisar los puntos esenciales, tanto de la obra que mi amigo Javier Medi-na4 ha dedicado al tema, cuanto los diez mandamientos del presidente Morales Ayma; y, en la medida en que esta provocación rebasa un espacio especulativo, me propongo considerar algunos de los conceptos discu-tidos respecto al Programa de Gobierno del mas-ipsp 2010-2015.

El demonio de la analogíaEn toda la obra de Medina (passim) existe una profusa utilización de las denominadas ciencias de punta de occi-dente –básicamente de las lecturas filosóficas divulgativas de la teoría cuántica y de las ciencias de la complejidad (Morin)– con el objetivo retórico implícito de valorar la civilización amerindia para sus supuestos lectores-mo-delo5, los permanentemente interpelados: autoridades, intelectuales oficiales, Ongs, iglesia, cooperación inter-nacional que nunca se dieron por aludidos.

Ambas armazones argumentativas atraviesan su obra, que refleja preocupaciones acerca del acontecer bo-liviano: desde los debates de fines de los 90, pasando por la participación popular y el municipalismo –por si lo haya-mos olvidado, sistémicos al modelo neoliberal de reformas del Estado–, hasta el acompañamiento del actual proceso político. Se podría decir que esa andadura argumentativa es indiferente al período y al objeto –sea neoliberal o tiempo del pachakuti–; tal vez porque señala continuidades pro-fundas (i.e. de la descentralización a la diarquía, pasando por el municipio indígena). Veamos esto con un par de citas, entre muchísimas otras posibles:

Así pues en el entorno cuántico, la dualidad onda/par-tícula y el diálogo creativo entre el potencial cuántico y las circunstancias experimentales, nos demuestran que siempre hay más en la realidad de lo que se puede experimentar o expresar en cualquier momento. Una mayor sensibilidad al potencial latente de las situacio-nes, asumida como un paradigma social más amplio, puede estimularnos a pensar sobre las cosas no sólo como son, ahora, en el paradigma newtoniano, sino a dónde están yendo, qué pueden llegar a ser (Medina, 2006, 81) Así, pues, al tratar la realidad cuántica los físicos acon-sejan considerar toda la situación. No se puede, como en el sistema mecanicista, aislar partes de la realidad y analizarlas independientemente. Tampoco es posible (y he aquí la herejía cuántica en todo su esplendor) aislarnos nosotros mismos de la situación. En el con-texto cuántico el observador es parte de la totalidad; es más, juega un papel crucial en la provocación de la situación que observa. Su presencia y su expectativa interactúa y altera lo que ve. No otra cosa, por cierto, sucede en un ritual chamánico o en una mesa ritual andina. (Medina, 2009).Un obvio reparo epistemológico es el de la ausen-

cia de justificación –que no sea una mera yuxtaposición de la abundante literatura new age– para el uso de con-ceptos físico-matemáticos pensados para una escala sub-atómica y luego nomás aplicados a la sociedad y la his-toria. Este rasgo es común a buena parte de la literatura posmoderna, que en general incurre en lo que observan Sokal y Bricqmont6: uso analógico y metafórico de con-ceptos precisos; retórica basada en el prestigio y el aura de la ciencia para dar validez a observaciones sobre otros temas, exteriores a la problemática técnica stricto sensu. Así por ejemplo, en la física contemporánea, un conjun-to de observadores significa un sistema de coordenadas. Las más de las veces dichos observadores son una fic-ción pedagógica, y no tienen por qué ser necesariamente humanos: un sistema de referencia se puede construir íntegramente con máquinas físicas o lógicas. Como dice Henry Atlán7 comentando a Morin:

Cada vez que, en las ciencias de la naturaleza, se tie-ne presente la función y la posición del observador (y esto ha empezado, por lo menos explícitamente, con la mecánica cuántica), no se trata de ningún modo de la subjetividad del individuo sino de un ser teórico (el físico ideal), que no es más que una forma abreviada de designar el conjunto de operaciones de mediciones y operaciones posibles que se dan en el ejercicio de una disciplina científica, teniendo en cuenta además el cuerpo de conocimientos que caracterizan a esta disciplina en un momento dado. El deslizamiento del papel de este observador físico ideal, al de la subje-tividad y de la conciencia del individuo, constituye una de las principales fuentes de malentendidos y de confusiones ya en las desviaciones espiritualistas de la

mecánica cuántica y, también, claro está, en las de las nuevas teorías del orden y de la complejidad (Atlan 1991: 135).Esa falta de pertinencia en la escala y el recurso

–comtiano positivista si los hay– a cuadros de oposicio-nes generales que proveen una visión panorámica, son parte de esta estrategia retórica, pro-indígena8, tal el ejemplo que sigue:

Occidente Oriente (Indianidad)Unidad ParidadIndividualismo Comunitarismo Fijación en el Padre: Ley Fijación en la Madre: NaturalezaSer (estático, abstracto) Devenir (cíclico, concreto)Antropomórfico Cosmomórfico Ética individual Moral cósmicaHomo faber Homo mayeuticus Monoteísmo AnimismoTempo-céntrico: historia, progreso, desarrollo

Espacio-céntrico: Suma Qamaña

Un esquema generalizador y disyuntivo como el del cuadro anterior dista de ser un caso adecuado de pensamiento complejo; es, como lo dice el autor, un mapa y no el territorio que obviamente implica un lar-go continuum de especímenes entre los polos de cada contradicción. Una consecuencia central de las lecturas especulativas de la mecánica cuántica es la condena de los principios de identidad y no contradicción como atributos exclusivos e intrínsecos de la filosofía y de ciencia occidentales. Como dice Reynoso:

Esos dos principios se manifiestan en las lógicas orien-tales clásicas desde quinientos años antes de Cristo y están en la base de una arquitectura de razonamiento que la antropología cognitiva contemporánea se incli-na prudentemente a considerar universal, (…) tales las Escuelas Anviksiki, Vaisesika y Nyaya, al catuskoti o tetralemma de Nagarjuna, al saptabanghi y a los naya de la lógica jaina, así como a las diversas lógicas chinas (mohista) e islámicas (mu’tazilah). Roman Jakobson, en su clásico ensayo acerca de

las funciones del lenguaje9 –para destacar la especifici-dad de la función poética– nos enseñó a distinguir seis funciones o usos que se encuentran en toda enuncia-ción: la función emotiva que subraya la posición del enunciador, la función interpelativa que promueve adhesión del enunciatario, la función referencial que apunta a algún tipo de realidad verificable, la función fática que establece y consolida el vinculo entre los dialogantes, y la función metalingüística que explicita el código mediante la definición de unas palabras con ayuda de otras; y finalmente la función poética que logra que se evidencie la naturaleza lúdica, estética y constructiva del lenguaje. Ante todo texto debemos preguntarnos cuál es la función que organiza su estra-tegia discursiva. Está claro que no estamos ante una obra de ficción –ante la cual debemos suspender toda demanda referencial o empírica– sino ante ensayos que apuntan a describir y hacer visibles y enunciables (funcio-nes referencial y metalingüística) aspectos de la reali-dad ignorados por el paradigma dominante. Sin em-bargo, la base empírica de las generalidades propuestas se encuentra ausente con mucha frecuencia; por ejem-plo el tratamiento recurrente (passim) del famoso 62% de autoidentificación indígena del Censo 2001, usado para sugerir la existencia de una ´masa crítica’, cuyas

La espuma de estos días (I)Gustavo Soto Santiesteban*

El autor realiza una crítica epistemológica de los modelos cuánticos en la política, pasamdo por la obra de Javier Medina hasta llegar a algunos de los conceptos discutidos del Programa de Gobierno del MAS-IPSP 2010-2015.

* Semiólogo e Investigador del Centro de Estudios Aplicadosa los Derechos Económicos, Sociales y Culturales – ceadesc,

[email protected]

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prácticas –suma qamaña– se inscribirían en la matriz in-dígena, en el lado derecho del cuadro. Sin embargo en un texto reciente10, Medina admite que:

El suma qamaña, –definido en aquella matriz– por ejemplo no podría ser objeto de mediciones ni de indi-cadores cuantitativos, pues el modelo del Suma Qamaña o Vivir Bien es un modelo de tipo cuántico, en la medi-da que brota del encuentro de polaridades antagonistas: tinku. Corresponde al efecto T de Lupasco. No es ob-jetivo, no es medible; es relacional, probabilista, relati-vístico. Corresponde al nuevo paradigma de la ciencia. (…) El Suma Qamaña sólo se puede implementar en el ayllu, es decir, en un modelo político cosmobioló-gico no occidental. Pero para ello, el ayllu debe volver a poner en valor y funcionamiento su propio sistema político, jurídico, administrativo, etcétera. (…) Esto, políticamente, sólo es posible bajo la forma Diarquía: la complementariedad de Urin y Aran. Esa Bolivia está todavía en el Manqhapacha.El suma qamaña, implicaría todos los siguientes

sentidos manifiestos en la convivencia comunitaria: “crecemos en conviviencia animales, personas y cultivos”; “esa compartición es festiva”; El Ayllu mantiene y cuida sus Jakañas (lugares donde se desarrolla la vida) en el contexto del Qamaña (lugar ontológico del bienestar) en el espacio de la Pachamama (la biósfera o ecósfera); el ayllu es una célula estatal; Articular y unir las saraqas, (pisos ecológicos); (Me-dina, comentando a Torres, 2006, 44). Y, aún más pro-fundamente: los ayllus de la sallqa –comunidad genésica no domesticada–, de los w’aka –los ancestros–, y de los jaqui –la comunidad de los seres humanos– interactúan en la chacra, el lugar de suma qamaña , y no en los espa-cios urbanos por ejemplo.

Estas definiciones configuran pues una perspecti-va ecologista radical y espiritual distinta, y lógicamente incompatible con el desarrollo y la industrialización, que en Bolivia se llama, desde siempre, minería e hidrocarbu-ros; industrias extractivas cuyos impactos ambientales contaminantes de la pachamama son irreversibles. ¿O será que con la lógica del tercero incluido devienen compatibles? Para visualizar la amplitud del problema sugiero revisar el Atlas de Contratos petroleros en tierras comunitarias de origen y municipios de Bolivia11 una suer-te de guía de eventuales conflictos entre el Occidente Moderno y la Indianidad, uno de ellos ya expresado en la reciente violación del derecho a la consulta libre, previa, informada y de buena fe de los indígenas de las tco´s Lecos y Mosetenes por parte de pdvsa-ypfb, o en la violación del derecho a la compensación en el caso de Repsol vs. Capitanía de Itika Guasu.

Los diez mandamientosEl presidente Evo Morales, es hoy en día la figura po-lítica más destacada en el ámbito internacional donde goza de un prestigio y aura alternativas innegables. Es, por ejemplo, el primer presidente en asumir como par-te del ordenamiento jurídico nacional, la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. El presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel D’Escoto, otorgó al presidente Evo Morales una medalla y un pergamino, mediante los cuales se le declara como defensor mundial de la “Ma-dre Tierra”. Esa distinción, según D’Escoto, se justifi-caría por “la firme postura del Jefe de Estado boliviano en defensa del medio ambiente y la “Madre Tierra” (Pachama-ma), con propuestas concretas que ha presentado en varios foros internacionales”. “Evo nos ha enseñado que la tierra es nuestra madre y no mercancía”. “Morales fue el que más ayudó a que Naciones Unidas declarará el Día mundial de la madre tierra, con sus mensajes conmovió muchísimo a la onu y ha tenido un gran impacto este mensaje que nos ha traído de que nosotros necesitamos de la tierra y ella necesita de nosotros y no debemos tratarla como mercancía”.12

Evo Morales, aparece como el emisor más creí-ble de la defensa de los Derechos de la Naturaleza y el Vivir Bien, como respuesta a la crisis global13. En un documento producido por un grupo de pensadores

de la Cancillería, luego de la enumeración de los tópi-cos del alegato anticapitalista y desarrollista, se glosan los diez mandamientos propuestos por Evo Morales14. Veamos.

Primero, si queremos salvar al planeta tierra para salvar la vida y a la humanidad, estamos en la obliga-ción acabar con el sistema capitalista, si no acabamos con el sistema capitalista, es imposible pensar que va a haber igualdad, que va a haber justicia en este planeta tierra, que los graves efectos de cambio climático no son producto de los seres humanos en general, sino es del sistema capitalista vigente, inhumano, con su desa-rrollo industrial ilimitado. (…)

Segundo: renunciar a la guerra. Quiero decirles, que después de hacer unas profundas reflexiones en mi país mediante una nueva Constitución Política del Esta-do boliviano que hay que someterla a una consulta del pueblo, pues planteamos renunciar a la guerra. (…)

Tercera propuesta para el debate: un mundo sin imperialismo ni colonialismo. Son importante las re-laciones bilaterales, relaciones multilaterales, somos de la cultura del diálogo, de convivencia social, pero estas relaciones no deben tomarse en cuenta como una depen-dencia, como un sometimiento de un país a otro. (…)

El cuarto punto está orientado a un tema, el tema del agua, el agua como un derecho humano y de todos los seres vivientes de este planeta, ustedes saben, que una hermana me decía, hasta sin luz podemos vivir, sin foco, sin energía podemos vivir, pero no podemos vivir sin agua, por lo tanto, el agua es vida.(…)

Quiero decirles además de eso, como un quinto punto: desarrollo de energías limpias y amigables con la naturaleza, acabar con el derroche de energía. En 100 años estamos acabando con la energía fósil creada durante millones de años. (…)

Como sexto punto: el respeto a la Madre Tie-rra. Yo creo allí, repito nuevamente, ningún sector, ningún experto, ningún especialista puede debatir con los dirigentes indígenas sobre el respeto a la Madre Tie-rra. Pero, cómo influir desde el movimiento indígena a otros sectores sociales, sean urbanos, sean rurales, cómo influir por ejemplo en las llamadas instituciones colegiadas para que puedan entender que la tierra es nuestra madre, y compartimos muchas veces, herma-nas y hermanos, con ustedes. Yo también he aprendido de muchos hermanos indígenas de Latinoamérica, de Sudamérica. Por ejemplo, ¿quién podría privatizar o al-quilar, fletar a su madre? Por eso, la tierra no puede ser entendida como una mercancía. Lamentablemente, el sistema capitalista nos trae y convierte, espero no equi-vocarme, a la Madre Tierra como una materia prima, por tanto como una mercancía, y cambiar esa mentali-dad siento que va a costar. (…)

Como octavo punto, consumir lo necesario, priorizar lo que producimos y consumimos local-mente, acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. No se puede entender que algunas familias sólo busquen lujos a cambio de que millones y millones no tengan posibilidades de vivir bien. Millones mueren de hambre cada año mientras millones de dólares se gastan para combatir la obesidad del otro polo de la sociedad. (…)

Como penúltimo punto para el debate, no-veno: promover la diversidad de culturas y eco-nomías. Somos tan diversos, aunque el movimiento indígena siempre excluida, estamos apostando a esa lla-mada unidad en la diversidad, un Estado plurinacional donde todos están al interior de este Estado plurinacio-nal, blancos, morenos, negros, todas y todos. (…)

Hermanas y hermanos, para terminar, como décimo punto, lo que nos planteamos, que no es ninguna novedad, el Vivir Bien. Sólo tratamos de recuperar de la vivencia de nuestros antepasados, vivir bien, no vivir mejor a costa del otro, construir un so-cialismo comunitario en armonía con la Madre Tierra.

Permanentemente se habla del socialismo, comparto perfectamente, pero siento que hay que mejorar ese socialismo. Socialismo no es solamente entender la defensa al hombre. Socialismo sobre todo es entender que es una obligación de los pueblos vivir en armonía con la Madre Tierra, respetar las formas de vivencia de la comunidad, de la colectividad. Están presentes aún todavía. El planteamiento del socialismo del siglo xxi debe mejorarse con la incorporación de la vivencia, de la experiencia de los pueblos indígenas del mundo que defienden fundamentalmente a la Madre Tierra.

Hermanas y hermanos, aquí hay dos caminos, o seguimos por el camino del capitalismo y la muerte, o avanzamos por el camino indígena de la armonía con la naturaleza y la vida, todo para salvar a la humanidad.

1 Boaventura da Souza Santos, fedaeps, fsm Belem 2009 “Di-versidades y cambios civilizatorios: ¿la utopía del siglo xxi?”

2 Grupo cada, Papelpampa / La Paz , está compuesto por los pensadores aymaras Simón Yampara, Mario Torrez y Saúl Ma-mani. hisbol que ha publicado los textos más importantes de los estudios andinos en Bolivia, y el blog reciprocidad don-de puede consultarse los links y bibliografías; ambas iniciativas tienen en Javier Medina el animador principal.

3 7/10/09 ceadesc-agruco-ciso, xxiii asamblea gene-ral extraordinaria del consejo latinoamericano de ciencias sociales (clacso) “El Vivir Bien desde una perspectiva civilizatoria”, 3-5-/11/09 seminario interna-cional “El Vivir Bien: alternativa transformadora de desarrollo” organizado por el Ministerio de Planificación del Desarrollo.

4 Repensar Bolivia, Hisbol, 1992; Del Alivio a la pobreza al desarrollo humano, hisbol, 1994; Poderes locales, ,1997; ¿Qué Bolivia es po-sible y deseable?, pader-uasb, 1999; Diálogo de sordos. Occidente y la Indianidad, cebiae, 2000; Repensar la pobreza en una sociedad no-occidental. minhac, 2000; Manifiesto Municipalista, g-dru, 2001; La comprensión indígena de la buena vida, La comprensión guaraní de la buena vida, La vía municipal a la buena vida, gtz-padep/fam, 2002, Municipio indígena. La profundización de la descentralización en un Estado multicultural. minpp/gts-padep, fam, 2003; Diarquía, Garza Azul, 2006; Suma Qamaña. Por una convivialidad postindustrial, Garza Azul, 2006. Cosmovisión occi-dental y Caos-cosmo-con-vivencia indígena, Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria, 2009

5 Umberto Eco: Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. Barcelona: Lumen, 1981.

6 Sokal, Alan y Jean Bricmont. Imposturas intelectuales. Barcelona, Paidós.1999

7 Henry Atlán, in Carlos Reynoso, “Edgar Morin y la compleji-dad: Elementos para una crítica”

8 También Franz Tamayo recurrió a la Hélade de sus lecturas para dignificar Tiwanaku.

9 jakobson, Roman. Ensayos de lingüística general. Barcelona: Ariel, 1984.

10 Medina, comunicación personal, 0ctubre 2009.11 Atlas de Contratos petroleros en tierras comunitarias de origen y mu-

nicipios de Bolivia, ceadesc con apoyo de oxfaminterna-cional & diakonia, Ed.El País, Santa Cruz, 2008

12 Cf. http://funsolon.civiblog.org/blog/13 Cancillería, El vivir bien como respuesta a la crisis global, pdf 14 Palabras del presidente de la República, Evo Morales Ayma, en

el Foro permanente para las cuestiones indígenas en las Nacio-nes Unidas (21 de abril de 2008), abi.bo

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Distorsiones ideológicas en el éxito hollywoodense Avatar

Avatares del ecologismoFernando Iturralde*

“Si la película nos interesa es para estudiar ciertas corrientes ideológicas que imperan en nuestro tiempo. Lo que nos interesa es que en Avatar tenemos, precisamente, la realización de todos los sueños de un new ager”.

“Hitler was a new ager ahead of his time”. Zizek

Gore en retrospectivaSi vemos retrospectivamente el diagnóstico que hacía Al Gore sobre la condición climática de la Tierra en 2006, nos daremos cuenta de que las

cosas no han progresado demasiado y que, en el fondo, toda la parafernalia del discurso ecológico no es sino una corriente ideológica que –como en general toda ideolo-gía– encubre algún núcleo antagónico irreductible. Ya en An inconvinient truth (Davis Guggenheim, 2006) podía-mos encontrar uno de los mayores problemas y contra-dicciones que contiene el actual discurso ecológico –si es que no lo contiene absolutamente todo discurso ecológi-co–. Nos referimos a la vieja idea de que para solucionar los actuales cambios climá-ticos y sus consecuencias devastadoras, el hombre debe, necesariamente, te-ner un cambio de actitud; éste cambio está guiado, comandado por un cambio en la forma de concebir la naturaleza misma, en la forma de relacionarnos con ella. Sólo en este sen-tido podríamos entender el reclamo que se le suele ha-cer a Descartes por haber sugerido la posibilidad de establecer al hombre como amo y poseedor de la natu-raleza: se cree que por tener una filosofía que hace de la naturaleza un objeto para el desarrollo de la técnica es que hemos llegado don-de estamos en la actualidad. En el fondo, los grandes desarrollos científicos no se deberían sino a esta perspectiva frente a las cosas: todo re-proche posible en contra de la ciencia estaría fundado en este malentendido. La ciencia habría tenido la desgracia de hacer de la naturaleza un instrumento, un medio. Y aquí es donde aparece la maravillosa solución que depen-de –evidentemente– de un cambio de actitud a partir de un cambio en el pensamiento: lo ideal sería que ya no nos sintamos como separados de la naturaleza, que entenda-mos de una vez por todas que nosotros también somos parte de la naturaleza, que detrás de todas nuestras exquisiteces culturales somos seres naturales, que comen, cagan y co-gen (la famosa triple “c” de nuestra esencia natural).

Sin embargo, si existe algo rescatable en el discur-so ecológico que ya presentaba Al Gore es el hecho de que por lo menos aquí se creía que se estaba frente a un problema político: en gran medida, el documental acreedor de un Oscar se presenta como una denuncia política, como la declaración explícita de que una deter-minada forma política (la del gobierno de G. W. Bush) está en la base del problema ecológico. Y sin embargo,

aquí también la película es algo ambigua: al final, en el momento de la moraleja del film, cuando Gore quiere asumir el papel de gran líder norteamericano, el asun-to aparece como un problema que incumbe a todo el pueblo americano, un problema que tiene el potencial de universalizar la postura de todos los individuos que componen Norteamérica. En otras palabras, Gore in-siste en la capacidad del pueblo norteamericano al mo-mento de derrotar a grandes enemigos comunes: desde la crisis bursátil del ‘29 hasta la amenaza del totalitaris-mo comunista durante la guerra fría.

Ahora, lo que proponemos aquí es que si bien esta propuesta cae dentro de ese cambio de actitud al que

hicimos referencia al comienzo de este artículo, tam-bién es cierto que este tipo de politización de la natu-raleza es una mejor alternativa que la moralización de la naturaleza. ¿Qué es lo que debemos entender por “moralización de la naturaleza”? En el aforismo 109 de la Gaya Scienza, Nietzsche formula una advertencia en contra de la tendencia que tiene el ser humano de proyectar sus propias pasiones sobre la naturaleza: para tener un auténtico conocimiento sobre la naturaleza habría que evitar a toda costa la utilización de términos descriptivos que incluyesen algún tipo de valorización moral o estética de la misma. Así, por ejemplo, se debe-ría evitar pensar que la naturaleza es buena cuando nos da alimentos y que es mala cuando produce catástrofes inmensurables. Obviamente, bajo el efecto del reclamo que se ha hecho en contra del “conocimiento objetivo” de la naturaleza, este argumento no fue escuchado con mucha precisión pues justamente se lo veía como uno de esos típicos textos en los que la naturaleza aparece como el receptáculo de objetos que el hombre es capaz de dominar y controlar. En otras palabras, el texto de Nietzsche abogaría por un conocimiento objetivo de

la naturaleza en vistas de someterla, utilizarla y explo-tarla. Como vemos, el argumento de fondo del eco-logismo seguía en pie: toda mentalidad que vea en el hombre a un sujeto frente a la naturaleza como objeto debe ser descartado como peligroso para la naturaleza. Lo que necesitamos es precisamente un discurso que nos permita comprender hasta qué punto el hombre no está separado de la naturaleza sino que es parte de ella.

Cameron en perspectivaEs en este momento donde podemos ver lo que sucede en la última película de James Cameron –el genio del blockbuster hollywoodense con ambiciones de seriedad.

No se vaya a malinter-pretar este artículo como una suerte de crítica de la película: no tenemos nin-gún interés en decir que la película es buena o mala, buena o malvada o cual-quier tipo de evaluación estética o moral. Si la pe-lícula nos interesa es para estudiar ciertas corrientes ideológicas que imperan en nuestro tiempo y que no nos parecen muy difí-ciles de explicar desde el punto de vista de la filo-sofía. Así que dejemos las cosas en claro: Avatar es una excelente película ho-llywoodense, digna acree-dora de todos los Óscares que logre conseguir y su director es un genio. En esto no radica el interés de un film para la filo-

sofía. Lo que nos interesa es que en Avatar tenemos, precisamente, la realización de todos los sueños de un new ager. Aquí la naturaleza es pintada como el fabu-loso mundo de maravillas innumerables y de bellezas innombrables; es decir, la naturaleza es vista como el reino armónico de la belleza en estado puro, de la paz, la tranquilidad en su forma más elemental. El cuentito de Adán y Eva con el cual algunos jóvenes encuentran los primeros atisbos de su ateísmo (“es muy tonto para esperar que nos lo creamos realmente”) es un piojo tuerto comparado con el mito de la caída tal como lo presenta esta corriente del ecologismo: en el fondo, la naturaleza no sería sino el sitio paradisíaco en el que el hombre podría haber vivido en total armonía si no fue-se por un pecado original que lo hace salir de este esta-do y lo expulsa para siempre a una vida condenada. Lo que cuelga sobre el cuello de todos los seres humanos en Avatar es la culpa de haber arruinado el “equilibrio natural” de su propio planeta y de querer arruinar el de otro: por ese pecado original que son la ambición y la avaricia, el hombre habría roto ese pacto armónico con su entorno, habría hecho de la naturaleza un ins-Licenciado en filosofía.

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trumento, en lugar de ver en ella a una compañera, a una madre.

Es en esta configuración de la naturaleza como fondo de moralidad que evalúa todas nuestras acciones que debemos buscar una de las principales razones de que nadie haga nada serio frente a la crisis ecológica. Y es aquí también donde encontramos la mayor con-tradicción en la película de Cameron: ¿no es acaso el mensaje principal de la película que debemos cambiar nuestra actitud para con la naturaleza para así salvar-nos? Es decir, ¿no es Avatar una invitación a compro-meternos de manera activa y heroica en contra de los daños ecológicos que causa la codicia del hombre? ¿No nos sentimos conminados a formar parte de algún mo-vimiento ecologista –sea cual fuere– inmediatamente después de terminar de ver el film? En pocas palabras, la película tiene una posición comprometedora: abo-ga por el compromiso, por la toma de posición, por la acción inmediata. ¿Dónde se encuentra la contradic-ción? En que, por alguna extraña razón, es al final la naturaleza misma la que garantiza que todo salga bien; que basta con confiar y creer en el gran Otro que es la naturaleza, en su respaldo divino para que ésta venga a salvarnos de los peores predicamentos. ¿No es eso lo que muestra la película cuando los buenos (los na’vi) están por ser derrotados? ¿No es justamente la madre naturaleza –a la que el héroe le dedica unos cuantos rezos poco antes– la que los salva de la inminente de-rrota frente al enemigo? Si hay un principio al que debemos atribuir el fracaso de cualquier toma de re-soluciones que involucren a todos en la lucha contra el cambio climático es precisamente a esta creencia: en la medida en que pensemos que la naturaleza se encar-gará, en última instancia, de rescatarnos, de arreglarlo todo, jamás estaremos dispuestos a sacrificar alguito de nuestros estilos de vida actuales por un cambio. En el fondo, la lógica que rige en la psicología de todos al momento de pensar en el problema climático es preci-samente esa: creemos que si nosotros no hacemos nada, no importa, pues confiamos, creemos que los demás lo harán por nosotros. Es de esta misma forma que Zizek concibe el funcionamiento de la creencia en nuestros tiempos de escepticismo cínico: “no soy yo el que cree, no vaya usted a pensar que soy un idiota, pero estoy seguro que ellos sí creen, por lo que debemos ser cau-telosos y no desencantarlos”. Defendemos la creencia que es la nuestra proyectándola en los demás; aunque ya no creamos en aquello que defendemos, lo seguimos defendiendo bajo la excusa de que lo hacemos por el bien de aquellos que siguen creyendo en ello. “En el fondo, no es a mí a quien le molesta que usted diga barbaridades en el estadio: yo sé bien que todos usamos ese lenguaje. Pero, por favor, hágalo por los niños.” Esos bellos niños con su inocencia pura son el lugar privilegiado para proyectar las creencias que nosotros tenemos aunque de forma no aceptada (disavowed): “sé muy bien que en el fondo todo esto es falso y no creo en nada de ello, sin embargo, lo hago porque hay que respetar la tradición”. Obviamente, no se trata de res-petar la tradición, sino, justamente, de creer.

Hemos encontrado, por lo tanto, el núcleo mis-mo del peligro que supone moralizar a la naturaleza: en la medida en que la pensemos como una entidad trascendente que garantiza nuestros actos y que viene a soliviantar nuestras irresponsabilidades, jamás esta-remos preparados para tomar una decisión que invo-lucre a todos pues siempre estaremos atribuyendo esa responsabilidad a alguna forma de gran Otro: ya sea una divinidad, ya sea la naturaleza, ya sea el resto de la sociedad. Y éste es otro punto en el que Avatar tiene algo que decirnos: no somos nosotros los que necesita-mos conservar la naturaleza, nosotros podríamos muy bien pasarnos sin ella, con nuestra tecnología sería su-ficiente; son ellos, esos seres azules y medio felinos, los na’vi los que requieren de la naturaleza, son ellos los

que realmente creen en ella como en una divinidad, los que ven en ella a una madre. Si nosotros defendemos el valor de la naturaleza es porque ellos todavía creen en ella. Entonces, en última instancia, los que deben hacer algo para salvar a la naturaleza son ellos, pues ellos son los que realmente dependen de ella y no nosotros. Una vez más, nos encontramos con la lógica de la creen-cia: si nosotros no hacemos nada, qué importa; ellos, esos humanoides azules, seguramente se encargarán de salvarnos, pues ellos sí están urgidos de conservar el orden natural. Quizás sea en estas líneas que debamos comprender el hecho de que en el tan comentado fra-caso de la Conferencia de Copenhague, Obama y los líderes de los países desarrollados se hayan lavado las manos mientras que Evo Morales fue nombrado ‘’Hé-roe Mundial de la Madre Tierra’’ por la onu. Una vez más, son ellos, los de allá, el Otro, los encargados de tomar las acciones, no nosotros.

¿Y dónde quedó el Otro?Entendemos hacia dónde va toda esta línea argumen-tativa: en efecto, la creencia de que el otro cultural, de que “esos otros” creen realmente, de manera ingenua, en la naturaleza tiene su fundamento en la imaginación de que el Otro está más en contacto con ella, de que el Otro tiene una relación privilegiada con ella que noso-tros hemos perdido en nuestra corrupción tecnológica, científica y urbana (ese pecado original al que hacíamos referencia). Comprendamos bien: si el Otro muestra ese apego casi infantil a los elementos naturales (como el árbol gigante en Avatar) es porque su relación con la naturaleza es todavía primitiva, está en contacto di-recto con ella, no necesita de la tecnología. Esta idea es signo de un paternalismo insoportable por no decir de un racismo evidente. De ahí que precisamente una de las principales fantasías del New Age sea la de encontrar la vía que permita esa comunicación privilegiada con la naturaleza: ya sea a través de ciertas drogas o a tra-vés de una especie de “intuicionismo del sentimiento” –como se nos dice en algún momento de la película cuando aprendemos que los na’vi manejan los elemen-tos naturales al “conectarse” con ellos. En este sentido, la mejor manera de unificarse con la naturaleza es de-jándose llevar, actuando con el corazón, con la interio-ridad, con los sentimientos, escuchando la voz interior. Es así que comprendemos que esta visión paternalista del Otro implica la imposibilidad de su politización: el

Otro todavía no es digno de tener una auténtica pos-tura política, todavía vive en otro mundo, hay que lle-varlo de la mano, hay que guiarlo, hay que ayudarle y cooperar con él (de ahí que su auténtico salvador, su mesías –Jakesully– no pertenezca a su grupo). De esta manera, el Otro no dejará de aparecer como el “buen salvaje”: es a él al que se le afecta con nuestras crueles decisiones y ambiciones, es él quien sufre y es siempre una víctima (como Neytiri al enamorase falazmente de Jake Sully); en fin, el buen salvaje es siempre buenito, somos nosotros los malvados. Una vez más, aquí el pa-ternalismo rige como una suerte de protección ante la potencial politización del Otro. Como decía Deleuze, no hay nada peor que convertirse en el sueño de otros.

Con todo lo dicho, sospechamos que si hay una pe-lícula que podría representar una propuesta contraria a la de Avatar esa tiene que ser Distrito 9 (Neill Blomkamp, 2009). Aquí el Otro es representado en toda su irreduc-tible alteridad: son unas langostas horrendas, con sus costumbres insoportables, sus malos olores, sus comidas extrañas (les encanta la comida de gato), sus formas de or-ganización incomprensibles, sus propias formas de gastar su dinero (les gusta comprar cachivaches o, precisamen-te, comida de gato); en términos psicoanalíticos, las ma-neras particulares de organizar su goce. El racismo, como podemos imaginar, no se encuentra tanto en esta mirada despectiva pero sincera de cómo vemos al otro, sino en la visión paternalista que hace del otro un mero producto de nuestra imaginación, una proyección de las fantasías que nosotros no podemos conseguir justamente porque somos demasiado avanzados y que a la larga proyecta la auténtica responsabilidad en ellos y no en nosotros. En el fondo, la raíz de nuestra condena está en una de nuestras virtudes (aunque la tratemos de pintar como un vicio): es porque somos más avanzados y mejores que vivimos tan alienados de lo natural. Esa es una virtud que no estamos dispuestos a ceder por más de que insistamos en recalcar los daños que provoca, lo viciosa que puede resultar. Ahí radica nuestro orgullo y precisamente el meollo mismo por el cual no estamos dispuestos a hacer nada.

Sin duda, las preguntas con las que Nietzsche cie-rra el aforismo antes citado son más actuales que nunca y es que no creemos que el problema climático pueda ser tratado con una simple divinización de la naturaleza: “¿Cuándo dejarán de oscurecernos todas estas sombras de Dios? ¿Cuándo habremos desdivinizado totalmente a la naturaleza?”

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¿De qué injusticias nos hacemos parte cuando preferimos callar?

El terror oculto detrás de las licencias de conducirJorge Luna Ortuño*

Una crítica de los procedimientos que hacen del robo una cuestión institucionalizada, pero sobre todo, contra la pasividad y la indiferencia generalizadas que constituyen a los ciudadanos en sujetos interpasivos, o en sujetos activos a través de los otros.

“Con una máquina de escribir y un papelpodés mover a la gente en grado incalculable.No tengo la menor duda”.

Rodolfo Walsh, Marzo de 1970.

Slavoj Zizek plantea en su trabajo el fenómeno de la interpasividad refiriéndose a los efectos del espacio cibernético en la subjetividad, donde encuentra que el otro, la máquina, es activo por mi. Pero del lado reverso encuentra una forma más extraña de descentramiento: “El impacto verdaderamente inquietante de los nuevos medios no reside en el hecho de que las máquinas nos arranquen la parte activa de nuestro ser, sino, en opo-sición exacta, en el hecho de que las máquinas digitales nos privan de la pasividad de nuestra vivencia: ellas son ‘pasivas por nosotros’”1.

Y más allá del campo de la cibernética, en la vida cotidiana, los problemas comienzan cuando las fuer-zas pasivas predominan en el individuo y lo configuran como sujeto. Decir que el otro es activo por mí no impli-ca aceptar que nos despoja de alguna potestad, sino que en realidad es uno mismo el que sacrifica su posibilidad de actuar proyectándola sobre algún otro, cuestión que funciona por ejemplo a nivel de las creencias. Zizek se maravilla observando la manera en que ciertas creencias, para funcionar, tienen que hacerlo a cierta distancia. Él dice que para ser realmente egoísta, necesitas creer en al-guien que todavía es honesto. Es decir, para que tú creas en algo que no actualizas en la práctica cotidiana de tu vida, tiene que haber un último garante que crea en ello, alguien que esté desplazado, que nunca esté presente en persona, pero que sirva de ejemplo. Es así que puedes no creer en muchas cosas, pero las terminarás haciendo, o bien porque tus niños creen en ellas, o bien por tu madre, por Jesús, etc. De ese modo te conviertes en un creyente en tercera persona, un sujeto descentrado.

En una película de los 70 protagonizada por Al Pacino, se narra la historia verídica de un oficial de po-licía de Manhattan llamado Serpico, el cual sufre mil peripecias por negarse a participar en las reparticiones del dinero corrupto que recolectaban en las calles sus compañeros de narcóticos. Una vez más, parafrasean-do a Zizek, es un pequeño vínculo el que nos abre el camino a la otredad. Esto mismo es lo que le pasa a Serpico, pues en esencia era esa su actitud intransigen-temente honesta la que lo configuraba como “el otro” dentro de ese departamento de policía. Por no recibir el dinero se había ganado el trato que se le daba a un criminal. Y gente aledaña a la Alcaldía, al poder judi-cial, a los medios de comunicación, lejos de ayudarlo de alguna manera, se limitaba a admirarlo en su calidad de bicho raro: “que fantástico”, “lo felicito”, “es usted muy fuerte”, le decían, junto a otras cosas por el estilo. Pero solamente a la distancia, pues, era bonito saber que todavía podía existir un hombre honesto dentro de la policía, les ayudaba a ellos mismos a seguir con sus mentiras; ahora, arriesgarse de la misma forma que ese

tipo para cambiar las cosas…¡ni locos! Esto es la interpasividad: elijo, activa-mente, que el otro sea activo por mí. No es sólo que sea honesto por mí. En este caso por ejemplo, cuando se conocen irregularidades en una institución como la policía, se prefiere también que sea otro el que se tome la molestia de denun-ciarlas, de decir algo, de enfrentarse o de sacarlas a la luz, que luche por nosotros, por nuestros valores teóricos. De ahí que sea tan aburrido escribir sobre la corrup-ción dentro de la policía en nuestro país. ¿A quién le interesa hablar de algo tan sabido? El tema es perfecto para que lo agote el modelo de “periodista-valiente” que impera hoy en día en nuestro me-dio: aquel que se atreve a decir lo que todo el mundo ya sabe. El ciudadano común lo lee un día en el periódico y lo olvida al minu-to siguiente para escuchar un partido de la Liga. La anormalidad se ha normali-zado tanto…Por eso el viejo conservador recomienda: “si por desgracia en algún momento te toca atravesar los laberintos de la burocracia, ármate de valor y pa-ciencia, apriétate el cinturón, limítate a obedecer, cierra bien la boca y más aún el culo; cuando salgas de ahí es mejor que te olvides de todo”. Sabía receta para la pasividad. Con el tiempo esta se convirtió en una forma de vivir, fue adoptada por grandes grupos de personas con ingresos moderados, y juntas forma-ron lo que hoy se conoce como la clase media, el grupo más apático y manipulable de la sociedad.

El terror está en las callesComo mínimo, tendríamos que preguntarnos: ¿qué es lo que reproducimos y propagamos con nuestras ma-neras de afrontar la realidad social? ¿De qué injusticias nos hacemos parte cuando preferimos callar? En nues-tro país, por hablar de un ejemplo pequeño, tramitar una licencia de conducir, o renovarla, es una buena oportunidad para hablar de estos temas. Es cierto que, de alguna manera, todos sabemos de antemano que los funcionarios trabajando detrás de esos escritorios nos van a exprimir un montón de dinero por todo y por nada. Pero no deberíamos aceptar callados que esta sea una práctica normalizada e institucionalizada. Los pocos que hacen un reclamo formal se quejan porque sienten que les robaron su dinero, pero este no es el problema más preocupante. No lo digo porque a mi no me afectaron, pues también me pasó en Oruro a fines del año pasado: allá se hace un depósito de Bs. 160 has-ta 250 en prodem, se paga en recaudaciones y luego también la revisión médica, que por lo demás es bastan-te rudimentaria. En realidad todas las oficinas parecen ser de recaudaciones. Después te hacen pasear por una serie de escritorios de manera insulsa, pagando veinte y treinta bolivianos por aquí y por allá, sin que te entre-guen recibo alguno. Finalmente, el responsable en la

oficina de licencias, teniendo tu fólder de documentos completo –a la vista de los otros policías de escritorio que ya saben lo que pasa luego–, te hace pasar a un cuartito vacío, y dándote una última mirada de pies a cabeza, a ojo de buen cubero, te lanza la cifra: “déme Bs. 220”. Desde luego no recibes ningún comprobante. Otra lección: nunca vayas elegante a hacer estos trámi-tes. Comentamos después cuánto nos habían cobrado adentro con algunos compañeros que hacían también la fila, y los montos variaban: según la categoría de la licencia, pero principalmente según el sentido de ur-gencia del tramitador y de su apariencia. Y desespera que no exista dentro de estas unidades de tránsito de la policía un ente de autorregulación y control, o una ofi-cina de reclamos e informaciones en la que te puedan decir exactamente cuánto debería costarte un trámite de este tipo. Estuve preguntando en las otras oficinas de la policía el costo aproximado, pero nadie se anima-ba a dar una cifra, parecía un secreto de Estado; “vaya a licencias, ellos saben”, es todo lo que me decían con cierto aire de molestia.

Pero el problema más grande de todo esto no es que nos roben nuestro dinero, sino el cómo repercute esta política corrupta en el tema de la seguridad en las calles. Inquieta ver la facilidad con la que se puede sa-car una licencia de conducir sin demostrar que se sabe conducir. La gente responsable de licencias en el trán-sito tiene armado todo un aparato para que tramitarla dando un examen sea virtualmente imposible. Le pasó a la periodista Gisela López en Santa Cruz; me pasó a mí en Oruro; le pasó a un compañero de trabajo de nueva crónica aquí en La Paz, al que le pusieron mil impedimentos y trampas en su examen hasta que * Licenciado en filosofía y periodista.

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terminaron reprobándolo. No existe verdaderamente opción de elegir, tienes que preferir hacerlo por la “vía rápida”, pagando más sin dar examen. Y cuando lo ha-ces ni siquiera necesitas realmente mostrar un certifica-do de la escuela de conductores, pues “es dispensable”. Todo lo que necesitas es el tiempo, la paciencia, y los billetes: de Bs 550 a 900. Todo esto es alarmante por-que cuando vuelves a salir a la calle tu percepción de los otros conductores cambia completamente. Se produce una especie de paranoia. Cualquiera es un potencial pe-ligro detrás del volante. No existe ninguna garantía de que el próximo automóvil que te cruce en la esquina no esté siendo conducido por un tipo que apenas si sabe hacerlo, pero que tiene su licencia. Sartre decían que el infierno son los otros; probablemente la experiencia de manejar un coche en las calles de nuestras ciudades sea una de las mejores ocasiones para comprenderlo. Lue-go, no debe extrañar de dónde existe tanto conductor imprudente e irresponsable en las calles, o el porqué se producen tantos accidentes en las carreteras, y menos el cómo estos animales detrás de los volantes se repro-ducen con tanta rapidez.

La gran mayoría de los transportistas públicos en nuestro país son un peligro para la seguridad pública, y lo sabemos todos. En Santa Cruz, por ejemplo, des-piertan verdadero pánico los conductores de micros, también llamados “vuelteros”, que son los verdaderos reyes de la calle: se meten por todos lados, corren como salvajes lo mismo en las avenidas que en las calles, y frenan de golpe todo el tiempo. El transportista pú-blico, por méritos propios, es un espécimen que goza en general de una muy pobre reputación en nuestro medio. Pero no son sólo ellos, también son los “hijitos de papá”, aquí, en Cochabamba, en Santa Cruz, o sus réplicas baratas en las ciudades pequeñas. Y también la gente maleducada, o la que maneja malhumorada, distraída, mal comida, mal dormida, con problemas en el estómago por sus hábitos de vida, o con falencias en la vista porque pasan años de años sin visitar a un ocu-lista. Peligro por todos lados, y a uno no le queda otra que hacer manejo defensivo, intentando anticipar todo lo que podría pasar. Desde luego que también existen buenos conductores en nuestro país, gente educada y provista del elemental sentido común, pero, infeliz-mente, son tan escasos como las joyas.

Con este artículo nos sumamos a la denuncia que hiciera la periodista Gisela López en una carta abierta publicada el año pasado. Prolongamos la línea quebrada. Y es que, tal como decía Rodolfo Walsh, el periodista no puede ni debe esconderse detrás del disfraz de la im-parcialidad “objetivista”; tampoco debe limitarse a infor-mar; el deber de cada periodista, como testigo escriba de la realidad no es reportarla solamente, sino cargar con ella y admitir que se es parte de la misma. Escuchamos hoy en día que se habla en instancias gubernamentales de aprobar una ley contra la mentira dentro del periodis-mo. Pero quizá la mentira no sea el principal enemigo, sino más bien la indiferencia, la cobardía, la estupidez, la falta de consciencia y compromiso social…Denunciar los abusos del poder; hacer visibles aquellos temas que las instancias del poder están interesadas en callar; re-formular las problematizaciones hechas con mala fe que –de manera muy conveniente para el poder– nos arrojan a callejones sin salida; atacar implacablemente la estu-pidez en sus formas contemporáneas, combatir aquellas fuerzas que están interesadas en hacernos tristes, pasivos y dependientes, etc. ¿Por qué otras razones uno escribe, hace periodismo, piensa, y filosofa? Una flecha se lanza, vuelve a ser lanzada por otro y pasa en forma de antor-cha, a la espera de que la gente sumisa la tome, salga de su adormilamiento y fortalezca así el movimiento que requieren los verdaderos cambios.

1 Veáse de Slavoj Zizek: “El sujeto interpasivo” y “¿Podría reír por mi por favor?”

Carta abierta contra la corrupción en la Policía Gisela López Rivas*

Fragmento de una carta que, sin mayor repercusión que los comentarios elogiosos, fue publicada el 23 junio del 2009 en el periódico digital ciudadano Ahora Bolivia 2.0.

Decir que la Policía es una institución plagada por la corrupción ya no es noticia. […] Hace unos días –adivinando lo que iba a encon-trar– me aventuré a tramitar la renovación

de mi licencia de conducir y terminé siendo víctima del asalto más descarado suscitado a plena luz del día y en la institución que, supuestamente, está para precautelar mi seguridad. Mi asaltante fue un policía. Sucedió dentro de la oficina de trámites de licencias para conducir en la unidad de Tránsito de Santa Cruz de la Sierra. Me robó Bs. 270, sin violencia y de forma “profesional”, increíblemente. […]

En la fachada de la oficina donde se realizan los trámites de las licencias para conducir no hay nin-guna indicación de orientación ciudadana […] Ese vacío de orien-tación me impulsó a acercarme a una oficina que tenía como letrero “secretaría”. Saludé al policía y le pedí orientación para renovar mi licencia. “¿Quiere rápido o nor-mal?”, me consultó. Le pregunté la diferencia y el uniformado fue relativamente sincero: “Rápido es cuando nosotros se lo hacemos y su licencia se la entregamos en el día. Normal es cuando usted misma hace su trámite y su licen-cia tarda uno o dos días. Cuando nosotros se lo hacemos, cuesta un poco más”. Le respondí que quería hacer un trámite “normal”. […] Me despachó a la oficina del frente sin darme ningu-na otra orientación que me facilitara la tarea.

“Requisitos para renovar licencias” titulaba el cartel: 1) Carné de identidad. 2) Certificado de ante-cedentes de la ptj. 3) Licencia caducada o fotocopia. 4) Memorial de abogado. 5) Certificado Médico y Certificado de Oculista. Con esos cinco requisitos era imposible que yo lograra tramitar la renovación de mi licencia para conducir en un solo día. […] Después de leer la lista imposible de requisitos retorné a la oficina que decía “secretaría”. El policía ya estaba “ocupado”, pero igual me atreví: “Disculpe, quisiera renovar mi li-cencia nomás por la vía rápida”. El policía, cuya identi-ficación en su uniforme decía “J. Copaja” me miró con menosprecio. “Por qué se tardó tanto. Ya tengo cinco trámites y estoy ocupado”. Pero lo persuadí para que también haga mi trámite y aceptó. “El trámite normal cuesta los valorados Bs. 235. Pero si quiere rápido le costará Bs. 270”. Acepté. ¡Qué rapidez! […] “Vaya a sacarse la fotografía al frente, con fondo celeste”, me instruyó. […] En esos correteos me encontré con dos o tres conocidos. Dos de ellos me confesaron que es-taban “coimeando” para que salga “rápido”. El tercer conocido es un policía, guardia de seguridad de un em-presario en cuya empresa yo trabajé muchos años. Le pregunté qué estaba haciendo por ese lugar y me res-pondió: “Un tramitecito para una señora”. Claro, era un trámite de renovación de licencia igual que el mío. Mi tramitador también andaba en correteos con mis papeles y los de las otras cinco personas que juntamen-te conmigo esperábamos en el pasillo de la oficina. En eso recibimos una última instructiva: “Vayan a hacer

fila para el cardex y que les tomen la fotografía”. Otra fotografía… Otros 15 pesos, pensé. […] Con esa fo-tografía se terminó el trámite, afortunadamente. Todo eso transcurrió en una hora. Media hora después, el policía vino con mi brevet renovado y antes de entre-gármelo me dijo: “Señora, me tiene que cancelar” y empezó a caminar casi como conduciéndome adentro de la oficina para que no nos vieran canjeando el bre-vet por el dinero. “¿Cuánto es?”, le pregunté. “¿Le dije Bs 280, no?”, me respondió descaradamente. “No, me dijo Bs. 270. Aquí está el dinero”, le respondí y salí rá-pidamente con ganas de gritarle ladrón, corrupto, sin-vergüenza… […] Irónicamente, un letrero con una le-yenda anticorrupción colgaba en la pared de la oficina.

“Denuncie la corrupción”, decía ese letrero y publicaba dos números de teléfonos. Llamé al número gratui-to y comprobé que dicho número no era una oficina para denuncias de hechos de corrupción. “Esta oficina es de “Recaudaciones de la Policía”. Se ha equivocado”, me respondió torpemente mi interlo-cutor. El hombre me colgó el telé-fono y tuve que llamarlo de nuevo para reclamar mejor atención. Me dio otro número gratuito que resul-tó ser falso, inexistente. […]

El director de Tránsito de Santa Cruz me llamó recién por la tarde, unas sie-te horas después de mi denuncia y me pidió que le cuente la historia. Se la volví a contar y vaya sor-presa en su respuesta: “Usted no debió pagar ni un centavo, porque la renovación de la licencia no tiene costo”, me dijo por teléfono. Pero, ¿y el le-trero que hay en Tránsito que dice “requisitos para renovar licencias”, le pregunté. “Debe estar errado. Esos son requisitos para una licencia emitida por primera vez. No conozco de ningún letrero así para la renovación. Voy a hacer investigar. Es que me han llegado últimamente unos letreros de La Paz que no los he revisado, pero voy a investigar…” fueron las respuestas de la autoridad policial que sepultó mi denuncia. Todos hemos caído en esa trampa. Todos hemos estado pagando Bs. 270, Bs. 300, Bs. 400 y más por un trámite que, según el director de Tránsi-to, no tiene costo alguno.

Ahora, mediante esta carta pública, exijo que Tránsito de Santa Cruz me devuelva el dinero que me robó su policía y exijo que el responsable de dicha re-partición sea destituido del puesto porque armó, falta saber desde cuándo, una fuente de corrupción descara-da. Yo fui víctima de ese hecho, hice la denuncia formal al teléfono que la misma Policía dispuso para este tipo de casos, y ahora exijo, públicamente, el resarcimiento del daño y las garantías suficientes para que yo no sufra ningún tipo de amedrentamiento ni amenaza. Asimis-mo, convoco a todos los ciudadanos y ciudadanas que han sido víctimas de similar situación a que se sumen a esta demanda y, juntos(as), exijamos que Tránsito nos devuelva el dinero que nos han robado.

* Periodista, [email protected]

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nueva tragedia, causante de miles de muertos y millo-nes de víctimas que se vienen a sumar a las muertes y damnificados que ya habían dejado los últimos huraca-nes en serie, tras los cuales quedaron viviendo en cam-pamentos más de trescientas mil personas en el área rural, destruidos sus hogares”. Este, sin embargo, es el lado que hace más detestable lo ocurrido. La tragedia de la cual sólo tenemos noticias y reportes en este lado del planeta, nos resulta abominable y dolorosa, no sólo por haber sucedido, sino además porque sucedió en un

país ya damnificado por la pobreza y abrumado por sus carencias, un país que aún no se ha podido levantar de sus anteriores tragedias, al-gunas provocadas por la naturaleza, y otras muchas por la negligen-cia del hombre. Haití recibe donaciones, co-operación internacional

–a mayor o menor escala– cada vez que un huracán lo azota, los voluntarios siempre llegan, y eso está bien, pero las condiciones de vida en ese país no cambian, la falta de recursos, su incapacidad para lidiar con este tipo de desordenes de la naturaleza, sus problemas po-

No puede catalogarse como otra cosa que tragedia, el hecho de que un país castigado por lar-gas temporadas de pésimos

gobiernos, escindido por las enormes distancias que separan llamativamente a los ricos de los pobres, despojado de sus bosques, atormentado cada año por brutales huracanes, y construido a hor-cajadas sobre una terrible falla sísmica, sea finalmente un país en el que los ojos de la comunidad internacional han concentrado su atención, y parecen ha-ber centrado sus esfuerzos, pero sólo a partir de una causa siniestra: el país acaba de ser víctima del peor desastre natural de la historia del hemisferio, basándose en el número de muertos, desaparecidos y heridos que ha arro-gado este desastre. El terremoto que sacudió Haití hasta sus cimientos ha puesto en riesgo su frágil estabilidad, o quizás sea más apropiado decir que ha dejado en suspenso el logro de la esta-bilidad que se había trazado como pro-yecto. Lo cierto es que este terremoto dejó destruido un Estado que de por sí estaba fallido. No sólo se cayeron de-cenas de miles de viviendas, escuelas, tiendas, oficinas, hoteles y el palacio presidencial; no sólo quedaron destrui-das las redes eléctricas, de agua pota-ble, de alcantarillado, de comunicación y de telecomunicaciones; lo peor de todo es que se pos-tergaron algunos intentos por mejorar la situación que traían vientos de esperanza. La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), es-taba a cargo de lidiar con algunos de los grandes ma-les del país, como por ejemplo el tema de la seguridad pública, pero el jefe de esa misión, el diplomático tu-necino Hédi Annabi, murió al derrumbarse el edificio entre cuyas ruinas quedaron atrapados decenas más de miembros de la Minustah. ¿Quedaron sepultadas con ellos algo más que las es-peranzas?

En un espléndido texto, “Haití en el cora-zón”, el enviado especial Sergio Ramírez intenta esbozar algunas palabras después de la tragedia inconmensurable del terremoto y después del horror de las imágenes. Pero la imposibilidad que provoca el lenguaje para expresarse en tales cir-cunstancias lo obliga a recurrir al análisis concreto: “El terremoto no ha hecho más que alzar ese lienzo de ol-vido y desinterés tendido sobre el cuerpo lacerado del país, para enseñarnos sus heridas multiplicadas por la

Desafíos para levantar a un país que ya vivía en estado de catástrofe

La tragedia de una tierra olvidada que fue azotadapor el terremoto

¿Cuáles son los temas que no deberían dejar de abordarse esta vez, acerca de la cooperación internacional en Haití, ahora que un nuevo desastre le devolvió la atención de las fuerzas mediáticas y de la comunidad internacional?

líticos crónicos, las contradicciones entre líderes de facciones, la incapa-cidad para mantener el orden público, el narcotráfico, las pandillas juveniles violentas, los secuestros, etc. Esto es lo que no debe perderse de vista: la nueva tragedia de este terremoto mul-tiplica y profundiza las heridas que ya sufría el cuerpo olvidado de Haití, y son esas heridas, anteriores al terre-moto, las que deberían comenzar a verse con más atención por parte de las grandes potencias mundiales y las fuerzas internacionales, si lo que quie-ren es cooperar a largo plazo, y dejar de hacerlo según la inmediatez de las tragedias.

Por lo pronto, lo que el diplomá-tico tunecino Hédi Annaba había di-cho en una ocación respecto del mo-mento en que estuviera terminado su trabajo en Haití, “habrá que irse, pero irse para no regresar”, y que había sido previsto para el 2011, hoy se ve como un día muy lejano. La intención era irse cuando el gobierno del presiden-te René Préval hubiera logrado tres metas: 1) conseguir los elementos de estabilidad suficientes; 2) que existiese un nivel aceptable de consolidación de las instituciones y del funcionamiento pacífico del parlamento; 3) que el sis-tema judicial comenzara a funcionar

correctamente; 4) que el Estado pudiera asumir las funciones policíacas, incluyendo el control de las cár-celes. Con el terremoto, de momento, se resquebra-jan las posibilidades de consolidar la existencia de un Estado nacional capaz de organizar la administración pública y de tener poder coercitivo.

En el artículo “Haití: emerger como un país nue-vo”, Mark Schneider puntualiza algunas cuestiones que deberían ser prioridades para que el proceso de recuperación tenga éxito y el apoyo de la comunidad internacional tenga una visión a largo plazo que sea definida conjuntamente con los ciudadanos de Haití. Muchos de estos temas seguramente serán abordados en las reuniones de donantes que se programarán en los próximos meses.

– Se habla mucho de la seguridad en Haití, eeuu ha hecho especial énfasis en sus preocupaciones sobre este tema. Pero sin una estrecha cooperación con el Gobierno haitiano y la policía de la hnp a la cabeza –de lengua criolla y con conocimiento de las calles–, la dificultad de controlar el pillaje se agravará. En esto debe considerarse la opacidad de la sociedad y la go-bernanza en Haití que ya frustró anteriormente los esfuerzos de las fuerzas extranjeras de mantenimiento de paz.

– Alcanzar el objetivo de que la policía haitiana uniformada tenga más presencia en las calles. El de-

“La coordinación de los esfuerzos mundiales para responder a la catástrofe, que dejó al menos 120 mil 500 muertos, más de 190

mil heridos y un millón de desplazados, es de vital importancia, ya que la infraestructura haitiana, incluyendo rutas y comunicaciones,

quedó destruida”.

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30 de enero al 11 de febrero de 2010 / 15vecindario

safío era tener en un corto plazo 14.000 policías for-mados para el 2011, pero el antecedente desalentador era que en las clases de la academia de policía se gra-duaron en el 2009 sin haber entrenado en el manejo de armas, porque no existían pistolas y balas para las prácticas de tiro.

– El gobierno de Préval impulsó con anterioridad leyes que crearán una academia judicial, establecerán estándares para los jueces y para investigar a los exis-tentes y autorizarán un consejo de supervisión inde-pendiente. Junto a la reconstrucción del tribunal su-premo y el nombramiento de nuevos jueces para ese organismo, estas medidas deberán ser prioridades. Lo mismo respecto de la reforma de las tristemente céle-bres cárceles haitianas.

– Los comicios parlamentarios planificados para el 28 de febrero no podrán celebrarse. Pero además, los ciudadanos deberían considerar la opción de pos-poner la elección presidencial programada para no-viembre, pues combinar las presidenciales con las par-lamentarias y locales ahorraría dinero y fomentaría la participación en las comunidades que aún no se hayan recuperados de las enormes exigencias que requerirá la reconstrucción.

Cuando uno observa las películas de catástrofes de Hollywood, Armagedón, La Tormenta Perfecta, Día de la Independencia, etc., parece ser cierto eso que dice Slavoj Zizek acerca de la ideología en estado bruto que se encuentra en ellas. Hay un mensaje que pa-recen destilar implícitamente: hoy en día, por cómo están las cosas en el mundo, no es sino a partir de una catástrofe a gran escala que uno puede imaginar soli-daridad entre los seres humanos, los países y las razas. En este sentido, el terremoto de Haití puede servir como un escenario que dé lugar a una concertación internacional, y sea una oportunidad para trabajar ar-mando un solo bloque de países unidos, enfocados en la reconstrucción de Haití como país, o bien puede ser una nueva razón para ahondar en las diferencias ideo-lógicas. Por el momento, la ideología hollywoodense no funcionó, pues la coordinación de los esfuerzos mundiales para responder a la catástrofe se ha visto dividida de entrada en dos bloques. Las primeras ten-siones surgieron hace dos semanas entre Washington y París en torno al acceso al aeropuerto de la capital haitiana, bajo control estadounidense. Por suerte es-tas se disiparon rápidamente. En cambio, la verdadera división se encuentra entre los países que acompañan a los eeuu, que son Brasil, Francia, Canadá, entre otros, y los países críticos a eeuu, como Ecuador, Nicaragua, y Bolivia. De principio, luego de los resul-tados que se dieron en la Conferencia de Montreal, a la que no asistieron, estos tres países se muestran en desacuerdo; una de las razones más fuertes tiene que ver la presencia de miles de soldados estadounidenses en Puerto Príncipe controlando cuatro aeropuertos, y a la presencia de sus barcos de guerra, dificultando así el envío de ayuda.

Más allá de estas confrontaciones ideológicas y de posicionamiento, lo que interesa tener claro en este mo-mento es que, hoy, a casi tres semanas del terremoto, lo peor aún está por venir, con millones de hambrientos, sin electricidad ni agua potable, sin viviendas, sin hos-pitales ni escuelas. La repentina atención mundial fijada sobre Haití no debería ser momentánea. Sin embargo, sabemos que los reflectores se apagarán necesariamen-te en algún momento, y que las cámaras de televisión se irán reclamadas por otros asuntos sensacionales en el mundo. Como dice Sergio Ramírez, “toda ayuda hu-manitaria es temporal, y llegará un momento en que, para los países que han acudido en auxilio de Haití, se acabará la situación de emergencia. Pero el país seguirá impotente, inválido, destruido, y sin posibilidad nin-guna de subsistir por sus propios medios. Esta es una tragedia aún mayor, la del olvido”.

¿Hay algo oculto detrás del discurso de preocupación por la seguridad?

Polémica presencia de las tropasde EEUU en Haití

Controlar militarmente un terreno afectado, como medida de seguridad, o comenzarpor la atención inmediata a las urgencias de los damnificados.

El embajador adjunto estado-unidense ante la Organiza-ción de Naciones Unidas (onu), Alejandro Wolff,

aseguró el pasado 22 de enero que la presencia de las miles de tropas de su país en Haití será “a largo plazo”. El presidente haitiano, René Préval, y su primer ministro, Jean Max Be-llerive, a tiempo de asegurar que el impresionante despliegue militar de Estados Unidos en su país responde a la petición de su gobierno, negaron estar bajo la “tu-tela” de la onu o de Estados Unidos y aseguraron que no existe un “bloqueo ideológico” para aceptar la ayuda de países como Venezuela y Cuba. Por su parte, el jefe interino de la Minustah, el guatemalteco Edmond Mulet, opinó que pese a la tensión que se vivió en las primeras horas en torno a la presencia de las tropas norteamericanas en Haití, se logró estable-cer un “un clima de trabajo constructivo” y estimó su aporte como “honesto”.

Pero no todos creen que esta presencia de sol-dados estadounidenses sea tan inocente. Además de las críticas que ya se habían escuchado de parte de algunos funcionarios del gobierno francés, los pre-sidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Daniel Or-tega, de Nicaragua, hicieron saber su descontento con la situación al considerar que Washigton está ocupando militarmente Haití. Fidel Castro criticó el hecho de que, ni la onu, ni el Gobierno de Estados Unidos hayan ofrecido una verdadera explicación a la opinión pública mundial sobre estos movimientos de fuerzas militares. Considerando que otros países anunciaron también por su parte el envío adicional de soldados y equipos militares, Castro considera que esto sólo contribuirá a “caotizar y complicar la cooperación internacional”. Por eso reclamó a la onu jugar el papel de rector que le corresponde y criticó este movimiento masivo de unidades de in-fantería de marina de Estados Unidos con una frase: “¡nosotros enviamos médicos, no soldados!”.

El 20 de enero el Diario Wall Street Journal reportó que de acuerdo a la fundación Partners in Health, 20,000 personas estaban muriendo cada día por falta de tratamiento médico. Los suministros ne-cesarios estaban tardando en llegar. Por otra parte, se sabe que uno de los problemas más apremiantes en los últimos días en Haití ha sido la escasez de agua. El comando sur del ejército de los Estados Unidos recién comenzó a distribuir botellas de agua y comida desde un avión C-17 de las fuerzas aéreas una semana después del terremoto. Previamente, el secretario de defensa de los Estados Unidos Robert Gates, había descartado hacerlo antes debido a que, inicialmente, su preocupación central era la seguridad. Hace pocos días el periódico The Guardian informó que hay to-davía personas muriéndose de sed, y que si no reciben agua limpia existe el riesgo de que se produzcan epi-demias de enfermedades transmitidas por el agua.

Mark Weisbrot, en su artículo publicado el 19 de enero en Folha de S. Paulo (Brasil), también criti-ca duramente a los Estados Unidos por llevar adelante una política de cooperación que privilegia la segu-ridad en desmedro de la salud y de las necesidades que en este momen-to hacen la diferencia entre la vida y la muerte para miles de haitianos. Weisbrot afirma que un breve repaso de la reciente historia en Haití pue-

de ayudar a comprender esta “obsesiva preocupa-ción con la seguridad”. Recuerda por ejemplo cómo el presidente democrático Jean-Bertrand Aristide fue secuestrado por los Estados Unidos y exiliado en África, sin que la comunidad internacional se pronuncie oficialmente para restablecer el orden democrático. Se refiere también a la brutal ocupa-ción del territorio haitiano por soldados de los Esta-dos Unidos entre 1915 a 1934, y a las innumerables atrocidades cometidas por dictaduras con apoyo de Washington. “Los Estados Unidos, Canadá y Fran-cia conspiraron al intentar derrocar al gobierno de-mocrático de Haití durante cuatro años, cortando la mayoría de su asistencia internacional para destruir la economía y asegurar que el país sea ingobernable. Y lo lograron”1.

Además califica al gobierno de Preval como completamente influenciado por Washington, y re-cuerda que excluyó al partido de Aristide –el más grande de Haití– de las próximas elecciones. Aristi-de en su primer gobierno democrático fue derrocado en 1991, ahora, con el apoyo de una gran mayoría de Haití, quiere volver a su país. Pero existen sectores interesados en que no regrese. Estados Unidos pa-rece ser uno de ellos. De ahí que Weisbrot se animé a concluir que hay algo más que preocupación por la seguridad en la determinación de los Estados Uni-dos de enviar 10,000 soldados a Haití.

Para algunos de los principales diarios mexica-nos, la presencia, posiblemente duradera de los 10 mil marines ya presentes en Puerto Príncipe y los que puedan arribar en los próximos días o semanas, es objeto de legítima preocupación, pero es también, quizás, la única solución, a mediano plazo por lo me-nos, a los terribles problemas que enfrenta la nación más pobre de América Latina, la cual consistiría en una especie de protectorado americano vestido de azul. No cabe duda de que esta ocupación militar se-guirá provocando descontento y sospechas en varios sectores. Está por verse si Washington fomentará un gobierno haitiano capaz y estable, o intentará apo-derarse del proceso de reconstrucción para impedir-lo, y para dirigir la asistencia internacional a través de ongs, continuando con su histórica oposición a la democracia en Haití.

1 Mark Weisbrot, “Preocupación con la seguridad de los Es-tados Unidos puede costarle la vida a muchos haitianos”.

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30 de enero al 11 de febrero de 201016 / ensayo

Liberalismo, democracia y socialismo (III)Joan Prats*

Las precisiones conceptuales de este texto, tanto del socialismo como de la democracia, abordan aquellas que serían las líneas importantesde divergencia entre ambos, y al mismo tiempo, cuáles han sido históricamente sus puntos de confluencia. ¿Acaso la viabilidad del socialismo

no requiere de una reconceptualización de la crisis del capitalismo?

La incompatibilidad entre liberalismo y socialismoEntre liberalismo y socialismo la relación ha sido siempre de incompatibilidad (el llamado

“socialismo liberal” no pasa de ser una anécdota). Qui-zás nadie como Tocqueville haya manifestado su repul-sión intelectual y moral al socialismo. Ya conocemos su desconfianza a la tiranía de las mayorías. Para combatir este riesgo propuso el sistema institucional de frenos y contrapesos, la garantía de los derechos fundamentales y la descentralización. Tocqueville, el gran estudioso de la centralización, es el primero en proponer, como garantía institucional de la libertad, no sólo la división horizontal del poder, sino su división vertical: la descentralización.

Cuando el 12 de septiembre de 1848 (el año del Manifiesto Comunista), en pleno tiempo revolucionario, se dirige a la Asam-blea Constituyente francesa, el descubridor de la democracia en América, afirma que “la democracia y el socialismo no sólo son cosas diferentes sino opuestas. Tienen en común una sola palabra: igualdad. Pero pongan atención en la diferencia –concluye–: la de-mocracia quiere la igualdad en la libertad y el socialismo quiere la igualdad en la moles-tia y en la servidumbre”.

A lo largo del siglo xx la diferencia entre liberalismo y democracia se fue dilu-yendo, aunque nunca desapareció del todo y siempre estuvo presta a reaparecer. La di-lución se debe a que en el siglo xx, como señala Bobbio, la formación de partidos socialistas, primero, y de regímenes que no son ni liberales ni democráticos, después –como los regímenes de tipo fascistas o del instaurado con la revolución de octubre en Rusia– contribuyeron a una paulatina convergencia de las tradiciones liberal y democrática: mientras hubo que enfrentar a los diversos totalitarismo del siglo xx, las diferencias originarias entre liberalismo y democracia perdieron importancia históri-ca y políticamente.

Mazzini y CavourSin embargo, estas dos corrientes vivas del espíritu público permanecieron sin confundirse y su diferen-cia determinó actitudes muy diferentes en relación a los diversos socialismos nacidos en el siglo xix y de-sarrollados en el xx. Tomemos el caso del fascinante contraste entre Mazzini y Cavour a la hora de fundar la Italia moderna. Los revolucionarios mazzinianos criticaban a los liberales porque habían rechazado en los hechos la consideración de la libertad como fin último y se conformaban con la libertad como medio, con la libertad únicamente formal. Frente a ello, los demócratas reivindicaban que la libertad no era sólo procedimiento y método sino substancia que sólo po-día vivir en una sociedad “basada en la justicia dis-tributiva, en la igualdad de derechos, la cual, en los

países más avanzados, también es igualdad de hecho”; “donde hay desigualdad, la libertad puede encontrarse escrita en las leyes, en el estatuto, pero no es una cosa real”. Sólo la plenitud democrática puede llevar a la “res publica” que no es “el gobierno de éste o aquél, no es poder arbitrario o dominio de clases: es el go-bierno de todos”.

En clara oposición a las ideas mazzinianas, Ca-vour, que siempre fue fiel a las ideas de Constant y de Bentham –el padre del utilitarismo– consideró infundadas las teorías naturalistas y se afirmó en los

postulados utilitaristas más conspicuos. Elevó así la utilidad, medida por el grado de placer, a criterio bási-co del progreso y jamás pensó que el progreso econó-mico pudiera contrastar sino más bien coincidir con el progreso espiritual y moral. Cavour, como buen liberal, cultivador de la ciencia económica, admirador de los grandes maestros como Smith y Ricardo, libre-cambista convencido, fue en su tiempo partidario de una solución intermedia, de un justo medio –decía– entre reacción y revolución. Frente a esto, Mazzini, a la hora de definir la Italia naciente reivindicaba la formación de una izquierda joven que asegurara una nueva dirección al país, “una nueva conducta hacia las clases populares, un nuevo concepto de lo nacional, diferente del de la derecha histórica, más amplio, me-nos exclusivista, menos policíaco”.

Mazzini era además claramente antiutilitarista. Consideraba a Bentham como el mayor responsable del materialismo imperante en las doctrinas no sólo liberales sino del socialismo desde Saint Simon hasta

los comunistas. Frente a los adoradores de la utilidad, Mazzini contrapuso la idea del deber y del sacrificio por la causa de la humanidad: “el interés y el placer no son los medios con los cuales la democracia po-drá transformar en algo mejor el elemento social; una teoría de lo útil no hará que las comodidades de la riqueza sientan los sufrimientos de las clases pobres y la urgente necesidad de un remedio”. Para Mazzini el progreso espiritual es condición del progreso mate-rial: bajo la doctrina de la felicidad y del bienestar, ins-pirada por el utilitarismo, se forman hombres egoístas

adoradores de la materia. Hay que encon-trar un principio educador superior… Este principio es el deber.

El núcleo de la identidad socialistaTodas las tradiciones emancipadoras comien-zan condenando a las sociedades que preten-den cambiar. Pero los socialistas no sólo des-calificaron al capitalismo sino que estudiaron y propusieron diversas alternativas al mismo. El socialismo no fue sólo afirmación de prin-cipios sino también de proyectos y de proce-sos, exploración de otras sociedades posibles y de la forma de avanzar hacia ellas.

Como señala Félix Ovejero, hay que distinguir entre el núcleo de la identidad socialista –que no se halla en crisis– y las propuestas de transición o realización de los principios del socialismo –donde siempre hubo divergencias sustanciales muy impor-tantes–. En el campo de los principios no hay oposición sino complementariedad con la democracia. En el campo de las propues-tas de transición surgen contradicciones a veces insalvables entre la democracia y de-terminadas variantes del socialismo.

La formulación más sintética del ideal socialista es probablemente la de Marx: la as-piración de la tradición socialista es la cons-trucción de “una sociedad en la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos”. Pero ¿no era esta

también la aspiración de los liberales? Para los socia-listas el capitalismo impedía la realización universal de este ideal que en los hechos sólo quedaba al alcance de algunos privilegiados. Para crear una sociedad en la que los seres humanos, sin exclusión, pudieran desarro-llar libremente lo mejor de ellos mismos, los socialistas consideraron que era necesario comprometerse con:

– la igualdad radical que lleva a defender distribu-ciones operadas según principios “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, o “los seres humanos han de disfrutar de igual libertad real para escoger las vidas que desean vivir”;

– fraternidad o comunidad, expresadas en el prin-cipio “yo te doy porque tú necesitas (no porque puedo obtener un beneficio a cambio)”;

– autogobierno o libertad positiva, entendido como capacidad real para decidir las leyes que rigen la propia vida o, de modo más modesto, como ausencia de dominación, de subordinación a la voluntad –arbi-traria– ajena;* Académico y consultor internacional

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30 de enero al 11 de febrero de 2010 / 17ensayo

– autorealización, esto es, actualización de las po-tencialidades creativas del ser humano, es decir, ejerci-cio de las capacidades en objetivos elegidos autónoma-mente. (Félix Ovejero).

Sobre la transición al socialismoy sus supuestosLas injusticias del capitalismo no fundamentan por sí mismas la viabilidad y factibilidad del socialismo. Para los socialistas era y es imprescindible demostrar que sus ideales sociales no sólo son “encantadores” sino tam-bién realizables y ello exigía disponer de una teoría de la transición. Ésta se concibió como un proceso nacido desde las mismas entrañas del capitalismo. Era el pro-pio desarrollo capitalista el que activaba mecanismos endógenos que llevaban a su hundimiento y a su su-peración por el socialismo. Desde luego hoy sabemos que casi todas las conjeturas sobre las que se apoyaba el diagnóstico desarrollado por Marx se han mostrado empíricamente falsas o basadas en supuestos teóricos insostenibles (no obstante su brillantez cegadora de unas cuantas generaciones).

El marxismo clásico sostenía que el capitalismo era a la vez condición necesaria y suficiente para la transi-ción al socialismo. Condición necesaria porque facili-taba un desarrollo limitado de las fuerzas productivas y porque creaba una clase social, el proletariado, despo-seída y tendencialmente mayoritaria, explotada y capaz de tomar conciencia de sus intereses compartidos. Pero el capitalismo también era condición suficiente del so-cialismo porque de los procesos contradictorios que se operaban en su seno emergería necesariamente el so-cialismo como nueva etapa histórica de los modos de producción, capaz de desarrollar sin límites las fuerzas productivas, resolviendo así los problemas históricos de la escasez y abriendo la posibilidad real de una socie-dad y una humanidad completamente nuevas. La caída de la tasa de ganancia, la relación contradictoria entre fuerzas productivas y relaciones de producción, las ne-cesidades insatisfechas… fundamentaban la teoría de la revolución. Todo ello tenía una traducción política inmediata: los socialistas deberían alentar las demandas de la clase tendencialmente mayoritaria, que nada tenía que perder, dada su condición de explotada, y que, de-bido a su posición en el proceso productivo, estaba en condiciones de imponer sus puntos de vista, de parali-zar el funcionamiento de la sociedad. Algunas letras de la Internacional condensan bien estos supuestos.

El fallo de los supuestos y los dilemasde la transiciónHoy sabemos que la sociedad de la abundancia es un mito. Ni el socialismo ni ningún otro modo de pro-ducción pueden resolver el problema de la escasez. Y, obviamente, el reconocimiento de esta circunstancia afecta decisivamente la teoría de la transición. En pri-mer lugar porque hay que reconceptualizar la crisis del capitalismo. ¿De qué capitalismo hablamos? El capita-lismo se manifiesta hoy en formas muy diferentes en el mundo y, en general, ha manifestado una plasticidad y capacidad de adaptación sorprendentes. Sus contradic-ciones son evidentes, pero proceden más de sus modos de regulación y de su conflicto potencial con los lími-tes naturales que de supuestos procesos endógenos que apuntan necesariamente al socialismo.

En segundo lugar, las experiencias del socialismo real –incluido lo que ya sabemos del “socialismo del siglo xxi”– nos advierten que, caída la hipótesis ilu-soria de la abundancia, la institucionalización de una sociedad socialista levanta problemas de tal magnitud que es inevitable poner en duda si existen realmente al-ternativas al capitalismo creíbles y atractivas. En tercer lugar, las sociedades donde el capitalismo ha obtenido un alto grado de desarrollo son sociedades complejas, con conflictos de intereses entre segmentos de las clases

trabajadoras, las cuales han alcanza-do niveles considerables de bienestar material, con expectativas de consu-mo creciente, lejos de la imagen tra-dicional de explotados, para las que la transición al socialismo conlleva altos costes de incertidumbre y la necesidad de cambios culturales y de comportamiento nada fáciles.

Las dificultades de la transición al socialismo no significan desde lue-go ningún aval moral del capitalismo. El capitalismo globalizado, especial-mente en su versión neoliberal, no parece estar en condiciones de enca-rar el desafío de la buena sociedad: proporcionar un buen manejo de la escasez y garantizar las condiciones de la supervivencia y la vida digna de nuestra especie. Pero la justa crítica del capitalismo imperante tampoco constituye en sí fundamento sufi-ciente para el socialismo. Derribada la hipótesis infundada de la abun-dancia asociada al modo de produc-ción socialista, el problema de la transición sigue en pie. ¿Sobre qué otros fundamentos puede creerse en la razonabilidad –viabilidad y factibilidad– del socia-lismo? ¿Por qué vías puede avanzarse hacia los ideales socialistas?

Como señala Ovejero, el dilema sobre la posibili-dad del socialismo se ha agudizado: o, por un lado, se persiste en un ideal de buena sociedad, con solventes fundamentos normativos y en profunda ruptura con el capitalismo, pero con unos costes de transición que lo hacen improbable, demasiado exigente con una ciuda-danía remisa al cambio de sus modos de vida; o, por otro lado, se acepta el capitalismo comprometiéndose en una actitud vigilante y reparadora de sus patologías a sabiendas de que se reproducen, crecen o surgen otras nuevas y de que las conquistas son provisionales y re-versibles.

La opción por una u otra alternativa tiene conse-cuencias decisivas sobre las relaciones entre socialismo y democracia.

Socialismos y democraciaLa primera opción conlleva el riesgo –entre otros– de que una parte importante del núcleo de identidad normativa del socialismo, el que tiene que ver con los ideales democráticos de autogobierno radical, quede, en el mejor de los casos “congelado” transitoriamente. Parecen, en efecto, inevitables las intromisiones “au-toritarias” en la “reeducación” o la penalización de los comportamientos insolidarios. Se alegará la “verdadera voluntad socialista del pueblo” y se ayudará a realizar-la mediante el control de la información, la educación y la limitación de las libertades. Todo está justificado frente a un capitalismo inmoral. El socialismo es la úni-ca sociedad decente y en la transición hacia el mismo las libertades democráticas ayudan sólo si se controlan. “Libertad ¿para qué?”. Todo es instrumental para el verdadero proyecto liberador que es la sociedad socia-lista. El riesgo es que, al final, todo acabe en un proyec-to de “el poder por el poder”.

La segunda opción, que es la históricamente rea-lizada por los partidos socialistas y socialdemócratas, acepta el capitalismo y se compromete en avanzar las libertades reales de la ciudadanía mediante la extensión de los derechos y la transformación social del Estado. Aquí el socialismo se da la mano con el reformismo democrático. La socialdemocracia aceptará al mercado como sistema básico de asignación e intentará corre-

girlo en el sentido de la igualdad y la libertad. Pero en el camino se pierde parte del núcleo de identidad socialista, pues queda sin resolver el problema de la compatibilidad – incluso medida a largo plazo– entre capitalismo y socialismo.

Dificultades del socialismo democrático hoyTras el fiasco intelectual del socialismo “científico”, desacreditado hasta la raíz el llamado socialismo real, hoy, si prescindimos de los curiosos e inquietantes ex-perimentos del tipo socialismo siglo xxi, la en otro tiempo tan criticada socialdemocacia parece haberse convertido en el último baluarte de los ideales igualita-rios. No por ello escapa a una seria crisis producto en parte de su incapacidad para diferenciarse suficiente-mente del proyecto neoliberal y en parte por su pobre concepción de la democracia.

En primer lugar, el socialismo democrático, como proyecto de poder, asumió la agenda neoliberal en forma excesiva y sin demasiada crítica. La consecuen-cia ha sido una cierta subordinación de los gobiernos socialdemócratas a los intereses de las grandes trans-nacionales financieras u otras, que han impulsado una globalización desbridada de verdaderos controles so-ciales y democráticos. La crisis que hoy vivimos es una consecuencia de este capitalismo global desregulado y está pasando factura electoral a la gran mayoría de los partidos socialistas y socialdemócratas.

En segundo lugar, la socialdemocracia, ha mante-nido una idea utilitarista del bienestar y una idea muy limitada de la democracia. El Estado del bienestar ha enfatizado los derechos y ha sido poco exigente respec-to de los deberes y virtudes necesarias en la ciudadanía. La socialdemocracia no ha combatido la partidocracia, sino que se ha asentado en ella. En el gobierno o en la oposición ha tendido a expresar más los intereses del partido que de los representados. Su idea de la de-mocracia no ha insistido suficientemente en los meca-nismos de democracia directa complementarios de la democracia representativa. No ha tendido a activar a la ciudadanía. No ha sido, en general, la vanguardia en la transparencia, la participación ciudadana y la respon-sabilidad por la acción gubernamental. Se ha mante-nido en una democracia básicamente electoral y no ha invocado a la ciudadanía activa, ni ha desarrollado las virtudes cívicas.

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30 de enero al 11 de febrero de 201018 / cine

ción mundial algo triste, las listas son una mane-ra de recomendar películas que, tal vez, necesiten que alguien las recomiende. Entre las varias listas que publicamos, la mía es la prescindible: refleja un gusto limitado e ignorancias numerosas. Las otras, en cambio, tienen una ventaja: derivan de encuestas a críticos y especialistas (que, a veces, fallan en grupo, pero ni modo). Son listas elabo-radas por publicaciones dedicadas al cine: Cahiers du Cinéma (Francia), Sight & Sound (Gran Breta-ña) y Film Comment (Estados Unidos). De estas, la que se toma más trabajos es la última: por eso le dedicamos más espacio a su lista de las 50 me-jores películas de la década, construida a partir de un cuestionario respondido por más de 170 especialistas de todo el mundo.

Cinco: Si consideramos la lista de Film Comment de las mejores películas de la década 2000-2009 una especie de expresión de consensos críticos internacio-nales, es claro que la cinefilia nacional está obligada a ponerse estudiosa. Por ejemplo: surge un joven maes-tro (cumple 40 este año) casi desconocido entre noso-tros, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, del que dos de sus películas están entre las 10 mejores de la década y una tercera entre las 50 mejores. O es evi-dente el dominio de ese trío de taiwaneses que, juntos, son los responsables de ocho, casi el 20%, de las 50 mejores de la década: Edward Yang, Hou Hsiao-hsien y Tsai Ming-liang. Si a estas figuras añadimos al joven director chino Jia Zhangke (tres películas entre las cin-cuenta) y al más conocido hongkonés Won Kar Wai (dos películas), tenemos que el cine chino, en general, domina la década.

Seis: Del cine norteamericano, se revela una pre-sencia algo menor, en la que se encuentran viejos y jó-venes maestros de la excentricidad (David Lynch, P.T. Anderson, los hermanos Coen, Terrence Malick, David Fincher, Gus Van Sant, Wes Anderson) con sólidos pa-triarcas hollywoodenses (Clint Eastwood y Steven Spiel-berg).

Con el cine europeo sucede, en cambio, algo cu-rioso: los grandes nuevos cineastas parecen salir de sus márgenes: Portugal (Pedro Costa) o Rumania (Cristi Puiu y Cristian Mungiu, directores de dos de las 10 mejores películas de década). De España hay poco (sólo Hable con ella de Almodóvar) y del Reino Unido me-nos (una sola película, dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón). Lo que queda, europeo, es conocido: viejos maestros (Jean Luc Godard, Ingmar Bergman) y jóve-nes maestros indiscutidos (Lars Von Triers, Michael Haneke, Claire Denis, Bela Tarr, Arnaud Desplechin, Olivier Assayas).

Siete: Se puede hablar de la crisis de algunas ci-nematografías: la japonesa (sus único representante en la lista es un viejo genio del dibujo animado, Hayao Miyazaki) o de la alemana e italiana (ambas sin ningún director en la lista).

Ocho: Del cine latinoamericano, el consenso es-coge a dos cineastas: Lucrecia Martel (sus tres películas están entre las 65 mejores) y Alfonso Cuarón (con dos entre las 65). En la lista de la revista Sight & Sound nos

Uno: Está claro, a estas alturas, lo siguiente: que la generosa multiplicación de salas de estreno en La Paz no ha supuesto ninguna diversifi-cación sustantiva de la oferta cinematográfica.

No se podía, a menos que nos entregáramos a la in-genuidad, esperar lo contrario. Como las cadenas de comida rápida, las multisalas lo único que hacen (aquí y en todas partes) es contribuir a la proliferación de lugares de expendio, no a la transformación del menú. Es más: su éxito depende en buena medida del celo con que venden el mismo producto en muchos lugares.

Dos: ¿Qué hacemos entonces a la hora de intentar nombrar las mejores películas del año o de la década que acabamos de cerrar? ¿Escogemos de entre las me-jores que hemos visto en salas, lo cual reduciría nuestra libertad trágicamente? Un ejemplo: en mi lista de las mejores 20 películas de la década, sólo 3 se estrenaron comercialmente en Bolivia. ¿O escogemos las mejores que hemos visto a secas, la mayoría en casita, gracias a las inevitables bondades de la piratería? La pregunta es retórica: no queda otra.

Tres: Mi lista reúne las que considero, desde mis limitaciones, las mejores 20 películas de la década. Algo me consuela saber que es una lista que coincide, a mo-mentos, con elecciones de críticos que respeto y que cultivan su cinefilia con mayor dedicación y seriedad. Como decía, sólo tres de mi lista se estrenaron comer-cialmente en Bolivia; al menos puedo asegurar lo si-guiente: todas están disponibles en dvd.

Cuatro: ¿Para qué sirven estas “listas de lo mejor”? Sirven, en principio, para putear: leyéndolas, cualquier lector puede entregarse al terapéutico ejercicio de la-mentar las que considera imperdonables inclusiones o ausencias. Pero sobre todo, en un panorama de distribu-

Ocho y medio

Las mejores películas de la décadaMauricio Souza Crespo*

¿Para qué sirven estas “listas de lo mejor”? Sirven, en principio, para putear: leyéndolas, cualquier lector puede entregarse al terapéutico ejercicio de lamentar imperdonables inclusiones o ausencias. Pero sobre todo son una manera de recomendar películas que, tal vez, lo necesitan.

topamos con el tercer nombre recurrente: el mexicano Carlos Reygadas.

Y medio: Transcribimos pues dos tipos de listas: las que proponen las mejores del año 2009 y las que intentan nombrar lo mejor de la década 2000-2009. Hemos tratado, laboriosamente, de encontrar el título en castellano de las cintas. Un cálculo generoso con-cluye que sólo 13 de las 50 mejores de la década, según la lista de Film Comment, fueron estrenadas en Bolivia. Por eso dar con el título en castellano es a veces difícil. En otros casos, son películas que nunca tuvieron un tí-tulo en castellano porque nunca fueron estrenadas en un país de habla castellana.

Mis 20 mejores de la década1. La mujer sin cabeza. Lucrecia Martel (Argentina,

2009)2. Diez. Abbas Kiarostami (Irán, 2002)3. Con ánimo de amar. Wong Kar Wai (Hong Kong,

2000)4. Los espigadores y la espigadora. Agnes Varda (Fran-

cia, 2000)5. Lejano. Nuri Bilge Ceylan (Turquía, 2002)6. Las cinco obstrucciones. Lars Von Triers / Jorgen

Leth (Dinamarca, 2003)7. Caché - Escondido. Michael Haneke (Francia, 2005)8. La muerte del Sr. Lazarescu. Cristi Puiu (Rumania,

2005)9. Mullholland Drive. David Lynch (eeuu, 2001)10. El arca rusa. Alexander Sokurov (Rusia, 2002)11. Elogio del amor. Jean-Luc Godard (Francia, 2001)12. Saraband. Ingmar Bergman (Suecia, 2003)13. La ciénega. Lucrecia Martel (Argentina, 2001)14. Café Lumière. Hou Hsiao-hsien (Taiwán, 2003)15. Petróleo sangriento. Paul Thomas Anderson (eeuu,

2007)16. Las armonías Werckmeister. Béla Tarr y Agnes Hra-

nitzky (Hungría, 2001)17. Y tu mamá también. Alfonso Cuarón (Mexico,

2001 )18. El viaje de Chihiro. Hayao Miyazaki (Japón, 2001)19. El niño. Jean-Pierre y Luc Dardenne (Bélgica, 2005)20. El Nuevo Mundo. Terrence Malick (eeuu, 2005)

* Periodista y catedrático

David Lynch y las protagonistas de Mullholland Drive

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30 de enero al 11 de febrero de 2010 / 19cine

Lo mejor de la décadaRevista Cahiers du Cinéma - Las 10 mejores de la década:Lista elaborada por los críticos de planta de la revista. La inclusión de La guerra de los mundos de Steven Speilberg provocó, en estos días, una pintoresca polémica.

Las mejores películasdel 2009

Revista Sight & Sound (Gran Bretaña):1. Un profeta. Jacques Audiard (Francia)2. The Hurt Locker. Kathryn Bigelow (eeuu)3. 35 rhums. Claire Denis (Francia)4. La cinta blanca. Michael Haneke (Austria)5. Criatura de la noche / Déjame entrar. Tomas Alfredson (Noruega)6. Up, una aventura de altura. Pete Docter (eeuu)7. White Material. Claire Denis (Francia)8. Bright Star. Jane Campion (Reino Unido)9. Anticristo. Lars von Trier (Dinamarca)10. Bastardos sin gloria. Quentin Tarantino (eeuu)

Revista Cahiers du Cinéma (Francia):Los 16 críticos de planta de la otrora influyente Cahiers du Cinéma, ahora algo venida a menos (y sin embargo dominante en el panorama crítico francés), escogieron estas 10:1. Las herbes folles [Brasil: Hierbas dañinas]. Alain Resnais (Francia)2. Vencer. Marco Bellocchio (Italia)3. Bastardos sin gloria. Quentin Tarantino (eeuu)4. Gran Torino. Clint Eastwood (eeuu)5. Singularidades de una chica rubia. Manoel de Oliveira (Portugal)6. Tetro. Francis Ford Coppola (eeuu)7. The Hurt Locker. Kathryn Bigelow (eeuu)8. El rey de la evasión. Alain Guiraudie (Francia)9. Tokyo Sonata. Kiyoshi Kurosawa (Japón)10. Hadewijch. Bruno Domont (Francia)

Revista Film Comment (Estados Unidos)De lejos, la lista más representativa: se toma el trabajo de realizar una en-cuesta mundial entre críticos, programadores de festivales, académicos. Divide su lista entre las mejores películas estrenadas en eeuu y aquellas que, en ese país, todavía están a la espera de un distribuidor y sala (por-que el buen cine tiene problemas de distribución en todas partes). Como sus listas son generosas (80 películas entre las dos categorías), transcribi-mos sólo las 20 mejores distribuidas y las 10 sin distribución:

20 mejores películas estrenadas en eeuu el 2009:1. The Hurt Locker. Kathryn Bigelow (eeuu) 2. La mujer sin cabeza. Lucrecia Martel (Argentina)3. Las horas del verano. Olivier Assayas (Francia)4. 35 rhums. Claire Denis (Francia)5. El fantástico Sr. Fox. Wes Anderson (eeuu)6. Policía, Adjectivo. Corneliu Porumboiu (Rumania)7. Bastardos sin gloria. Quentin Tarantino (eeuu)8. Un hombre serio. Joel y Ethan Coen (eeuu)9. Las playas de Agnès. Agnès Varda (Francia)10. El silencio de Lorna. Jean-Pierre y Luc Dardenne (Bélgica)11. Ciudad 24. Jia Zhangke (China)12. La cinta blanca. Michael Haneke (Austria)13. Los límites del control. Jim Jarmusch (eeuu)14. El sol. Alexander Sokurov (Rusia: película del 2005, estrenada el

2009)15. Bright Star. Jane Campion (Reino Unido)16. Dos amantes. James Gray (eeuu)17. In the Loop. Armando Iannucci (Reino Unido)18. Tulpan. Sergey Dvortsevoy (Rusia/Kazajstán)19. Coraline y la puerta secreta. Henry Selick (eeuu)20. Anticristo. Lars von Trier (Dinamarca)

Las 10 mejores no estrenadas: 1. Las herbes folles [Brasil: Hierbas dañinas]. Alain Resnais (Francia)2. Un profeta. Jacques Audiard (Francia)3. Todos los demás. Maren Ade (Alemania) 4. White Material. Claire Denis (Francia)5. Singularidades de una chica rubia. Manoel de Oliveira (Portugal)6. 36 vistas del Pico Saint Loup. Jacques Rivette (Francia)7. Morir como un hombre. João Pedro Rodrigues (Portugal)8. Vencer. Marco Bellocchio (Italia) 9. Ne Change Rien. Pedro Costa (Portugal)10. Trash Humpers. Harmony Korine (eeuu)

1. Mulholland Drive. David Lynch (eeuu, 2001)2. Elefante. Gus Van Sant (eeuu, 2003)3. Fiebre tropical. Apichatpong Weerasethakul (Tailan-

dia, 2004)4. El huésped [The Host]. Joo-ho Bong (Corea del Sur,

2006)5. Una historia de violencia. David Cronenberg (Canadá,

2005)

6. Cous cous, la gran cena [Cuscús]. Abdellatif Kechiche (Francia, 2007)

8. La guerra de los mundos. Steven Speilberg (eeuu, 2005)

9. El Nuevo Mundo. Terrence Malick (eeuu, 2005)10. Diez. Abbas Kiarostami (Irán, 2002)

Revista Sight & Sound (Gran Bretaña) - Las 30 mejores de la década:En orden alfabético (es decir, sin ninguna prioridad), según su título internacional (es decir, en inglés).

1. Adaptation. Spike Jonze (eeuu, 2002)2. Batalla en el cielo. Carlos Reygadas (México, 2005)3. El latido de mi corazón. Jacques Audiard (Francia, 2005)4. El ultimátum de Bourne. Paul Greengrass (eeuu, 2007)5. Caché – Escondido. Michael Haneke (Francia, 2005)6. Juventud en marcha. Pedro Costa (Portugal, 2006)7. La muerte del Sr. Lazarescu. Cristi Puiu (Rumania,

2005)8. Elogio del amor. Jean-Luc Godard (Francia, 2001)9. Las cinco obstrucciones. Lars Von Triers / Jorgen Leth

(Dinamarca, 2003)10. Los espigadores y la espigadora. Agnes Varda (Francia,

2000)11. La niña santa. Lucrecia Martel (Argentina, 2004)12. El imperio. David Lynch (eeuu, 2006)13. Con ánimo de amar. Wong Kar Wai (Hong Kong,

2000)14. Memorias de un asesino. Joo-ho Bong (Corea del Sur,

2003)15. Plataforma. Jia Zhangke (Hong Kong, 2000)

16. El arca rusa. Alexander Sokurov (Rusia, 2002)17. El niño. Jean-Pierre & Luc Dardenne (Bélgica, 2005)18. El viaje de Chihiro. Hayao Miyazaki (Japón, 2001)19. Hable con ella. Pedro Almodóvar (España, 2002)20. Diez. Abbas Kiarostami (Irán, 2002)21. Petróleo sangriento. P.T. Anderson (eeuu, 2007)22. 35 rhums. Claire Denis (Francia, 2009)23. Touching the Void. Kevin Macdonald (Reino Unido,

2003)24. Fiebre tropical. Apichatpong Weerasethakul (Tailan-

dia, 2004)25. United Red Army. Wakamatsu Koji (Japón, 2007)26. Lejano. Nuri Bilge Ceylan (Turquía, 2002)27. Waiting for Happiness. Abderramane Sissako (Mauri-

tania, 2002)28. Las armonías Werckmeister. Béla Tarr y Agnes Hrani-

tzky (Hungría, 2000)28. Workingman’s Death. Michael Glawogger (Austria,

2005)30. Yi Yi. Edward Yang (Taiwán, 2000)

Revista Film Comment - Las 50 mejores de la década, con una yapa de 15:Esta lista deriva de una encuesta mundial a más de 170 prestigiosos críticos, académicos y espe-cialistas de cine:

1. Mulholland Drive. David Lynch (eeuu, 2001)2. Con ánimo de amar. Wong Kar Wai (Hong Kong, 2000)3. Yi Yi. Edward Yang (Taiwán, 2000)4. Síndromes y un siglo. Apichatpong Weerasethakul

(Tailandia, 2006) 5. Petróleo sangriento. p.t. Anderson (eeuu, 2007)6. La muerte del Sr. Lazarescu. Cristi Puiu (Rumania, 2005)7. Una historia de violencia. David Cronenberg (Canadá,

2005)8. Fiebre tropical. Apichatpong Weerasethakul (Tailan-

dia, 2004)9. 4 meses, 3 semanas, 2 días. Cristi Mungiu (Rumania,

2007)10. El Nuevo Mundo. Terrence Malick (eeuu, 2005)11. Plataforma. Jia Zhangke (Hong Kong, 2000)12. Zodiaco. David Fincher (eeuu, 2007)13. El intruso. Claire Denis (Francia, 2004)14. El niño. Jean-Pierre y Luc Dardenne (Bélgica, 2002)15. Dogville. Lars von Trier (Dinamarca, 2003)16. Caché - Escondido. Michael Haneke (Francia, 2005)17. Reyes y reina. Arnaud Desplechin (Francia, 2005)18. Elefante. Gus Van Sant (eeuu, 2003)19. Los Tenenbaums. Wes Anderson (eeuu, 2001)20. Antes del atardecer. Richard Linklater (eeuu, 2004)21. El viaje de Chihiro. Hayao Miyazaki (Japón, 2001)22. Los espigadores y la espigadora. Agnes Varda (Francia,

2000)23. Goodbye, Dragon Inn. Tsai Ming-liang (Taiwán, 2003)24. El mundo. Jia Zhangke (China, 2004)25. Hable con ella. Pedro Almodóvar (España, 2002)26. El imperio. David Lynch (eeuu, 2006)

27. Naturaleza muerta. Jia Zhangke (China, 2006)28. Juventud en marcha. Pedro Costa (Portugal, 2006)29. El arca rusa. Alexander Sokurov (Rusia, 2002)30. Inteligencia artificial. Steven Spielberg (eeuu, 2001)31. Elogio del amor. Jean-Luc Godard (Francia, 2001)32. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Michel

Gondry (eeuu, 2004)33. Sin lugar para los débiles. Joel y Ethan Coen (eeuu,

2007)34. Las armonías Werckmeister. Béla Tarr y Agnes Hrani-

tzky (Hungría, 2000)35. Grizzly Man (El hombre que amaba a los osos). Werner

Herzog (eeuu, 2005)36. Tres tiempos. Hou Hsiao-hsien (Taiwán, 2005)37. Café Lumière. Hou Hsiao-hsien (Taiwán, 2003)38. Amantes regulares. Philippe Garrel (Francia, 2005)39. Blissfully Yours. Apichatpong Weerasethakul (Tailan-

dia, 2002)40. Mi historia sin mí. Todd Haynes (eeuu, 2007)41. 2046. Wong Kar Wai (Hong Kong, 2005)42. En el cuarto de Vanda. Pedro Costa (Portugal, 2000)43. Los Angeles plays itself. Thom Andersen (eeuu, 2003)44. Millennium Mambo. Hou Hsiao-hsien (Francia, 2001)45. La Commune (Paris, 1871). Peter Watkins (Francia,

2000)46. The Hurt Locker. Kathryn Bigelow (eeuu, 2009)47. Golpes del destino [Million Dollar Baby]. Clint Eastwood

(eeuu, 2004)48. ¿Qué hora es allá? Tsai Ming-liang (Taiwán, 2001)49. Demonlover. Olivier Assayas (Francia, 2002)50. La mujer sin cabeza. Lucrecia Martel (Argentina, 2009)

Las siguientes 15:

51. La cautiva. Chantal Akerman (Bélgica, 2000)52. Esther Kahn. Arnaud Desplechin (Francia, 2000)53. Nuestra música. Jean-Luc Godard (Francia, 2004)54. Lejano. Nuri Bilge Ceylan (Turquía, 2002)55. Saraband. Ingmar Bergman (Suecia, 2003)56. La niña santa. Lucrecia Martel (Argentina, 2004)57. Y tu mamá también. Alfonso Cuarón (Mexico, 2001)58. Brokeback Mountain. Ang Lee (eeuu, 2005)

59. Hijos de los hombres. Alfonso Cuarón (Reino Unido, 2006)

60. Diez. Abbas Kiarostami (Irán, 2002)61. Luz silenciosa. Carlos Reygadas (Mexico, 2007)62. La ciénaga. Lucrecia Martel (Argentina, 2001)63. El niño. Jean-Pierre & Luc Dardenne (Bélgica, 2005)64. Star Spangled To Death. Ken Jacobs (eeuu, 2004)65. El viaje del globo rojo. Hou Hsiao-hsien (Taiwán, 2008)

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30 de enero al 11 de febrero de 201020 /

La prolífica obra pictórica de Cecilia Wilde es bastante amplia y bien conocida entre críticos y amantes del buen

arte. Ella ha expuesto numerosas veces en nuestra ciudad, en el país y en exterior. Ha obtenido varios re-conocimientos y dos premios nacio-nales. Aun joven, ya es una veterana de las artes plásticas y una digna re-presentante de la joven pintura na-cional. Es qué, para ella, pintar es un acto de vida y no podría de ser de otra manera si vemos detenidamente su trayectoria artística. De niña en el colegio sus profesores le decían que sus ilustraciones las había hecho su mamá, pero no pasó mucho tiempo para que todos sepan el innato talento que poseía. Posterior al periodo escolar estudió Pintura en la Escuela de Bellas Artes de La Paz. En 1985 realiza su primera exposición y desde ahí no parará en seguir es-tudiando y trabajando plásticamente, hasta encontrar su personal estilo. Y de hecho lo halla rápidamente pese a los convencionalismos del momento.

En su última exposición, en el Museo Nacional de Arte, Cecilia Wilde toma los “caminos andinos” y se introduce completamente en la gran diversidad de tejidos autóctonos de nuestro país. Llena de admiración por las manos de las mujeres teje-doras que tejen esos bellos tejidos es que, con gran acierto recrea y de alguna manera brinda un colorido y personal homenaje a esas creadoras del arte textil andino.

Y es que los diseños de las tejidos Jalq’a mas que simples piezas textiles son verdaderas obras de arte. En cada paño textil se puede apreciar todo un universo de personajes que se entrelazan y se mezclan en los tres planos de la cosmovisión andina; el alax pacha o mundo de arriba, el aka pacha o mundo terrenal y el manqha pacha o mundo de las profundidades. Es en esta dimensión donde se representan perfectamente hombres y mujeres andinas junto a los animales más increíbles y a diversas plantas sagradas. En los diseños también se puede apreciar otra gran varie-dad de personajes entre los que se distinguen, seres extraterrestres y demonios del submundo.

Bajo esa plástica textil, Cecilia Wilde se introduce en sus personajes y en los mismos paisajes de los textiles andinos, y mientras las tejedoras diseñan en lanas y fibras sus mundos, Cecilia lo hace con los colores de sus oleos y acrílicos. Finalmen-te, éste encuentro con los inconfundibles y peculiares tejidos Jalq’a nos hace pensar que Cecilia Wilde volverá a caminar plásticamente, por nuestros increíbles, diversos y ricos, culturalmente, “caminos andinos”.

* Ecologista.

Cecilia Wilde, artista invitada

Ese fue el slogan que usó Mandela como “goma-pega” para unir las puntas extremas de un país que se caía a pedazos. Trozos de nación hechos de di-ferencias raciales. Literalmente fracturada la nación que debía regir, usó al equipo de rugby como demostración de unidad. No era ese deporte el na-

cional, es más, representaba a los blancos y los negros preferían la pelota redonda, jugar con los pies y en la cancha de fútbol. Uniría al país con uno de los símbolos de la opresión blanca; lo haría con el emblema de la reconciliación y el perdón. Todo sintetizado en el rugby. Y no sólo eso. Vistió la camiseta verde y oro, clara representación del Apartheid, ante la mirada reacia y de rechazo de sus familiares. A cambio logró que aquellos fornidos blancos -bien blancos- del equipo cantaran, con el corazón puesto, uno de los himnos sudafricanos en lengua nativa, no inglés, que habían tildado durante años de canción “terrorista”; y goles, muchos goles (o como se llame en el rugby) para ser campeón del mundial, un pronóstico que nadie había siquiera soñado. Puso esfuerzo y energía en ese mundial porque sabía que su pueblo estaba hambriento de glorias comunes; no victorias sectoriales.

Todo ello lo relata, con maestría, Clint Eastwood en su última película Invictus. Y en esa singular manera suya de contar, retrata a un Mandela sabio y bueno, sin dobleces y lúcido en el uso de los símbolos. Sutilmente, muestra, cómo este hombre optó por lo más difícil. Había una salida más fácil y muchísi-mo más popular: cambiarlo todo; el color de la camiseta, el nombre del equipo, el deporte, los profesionales de palacio de gobierno, todo, absolutamente todo. Una de las corrientes internas de sus seguidores abogaban por ello. “Cámbialo, cámbialo todo, todo, que no quede rastro del blanco. Borrón y cuenta nueva”.

Sudáfrica estaba separada, por el racismo, sí; pero también por la fila grieta de la polarización y la división. Y a ese estado no solo se llega desde el racismo y de ello, hoy, vemos claros ejemplos en la región. La película tocará el corazón de los bolivia-nos, los ecuatorianos, los argentinos y venezolanos. Y lo hará porque es natural la comparación, ante una respuesta distinta a un problema -en intensidad menor- pero común. Nos tocará a todos por la añoranza de un Mandela, para Latinoamérica, que no sucumbiera ante la facilidad de medidas populistas, que tuviera en claro la importancia de mirar a largo plazo y decidiera por unir antes que dividir.

Esta visión dejará una sensación fría, como de acero afilado. La navaja cortante de la división no parece detenerse en varios procesos latinoamericanos, y no lo hace ante la grandeza y magnanimidad de un líder que supo él, primero, perdonar y predicar con el ejemplo.

El mundo le ha reconocido, a Mandela, esa grandeza (Premio Nóbel) y la Historia le premiará de seguro. Y ¡cómo no! Un hombre que es capaz de usar los símbolos para el bien común y de reconocer sus errores públicamente para invitar a sus conciudadanos, blancos níveos o negros carbón, a estrecharse la mano y construir en conjunto una nación.

Las élites críticas y miedosas, ante la muestra de grandeza, finalmente ac-ceden, las bases radicales también lo hacen, los hechos son contundentes y van más allá de la política hecha a medida de las campañas y de las encuestas. Esa política que mira hacia la construcción de una nación es quizá la que hará los cambios en el largo plazo, porque un país dividido, fraccionado y polarizado, difícilmente crece. Las heridas impiden el reconocimiento del otro diferente como un compatriota y sin él, la construcción conjunta es imposible. Bien vale la pena en un momento en que lo simbólico tiene tanto peso como hoy, repen-sar las estrategias de división cortoplacistas a la luz del sueño de un solo país caminando por conseguir las mismas causas.

La tendencia en la región pareciera ir diametralmente en el camino opues-to. Y el resultado se verá tangiblemente en unos años en la economía y la esta-bilidad. Porque algo tan idílico como el perdón y la reconciliación, así como el espíritu de unidad, se convierten en tangibles elementos vitales en el desarrollo de los países, la estabilidad, la certidumbre, es decir, la capacidad de mantener políticas en el largo plazo. Sólo un ejemplo parecido en la región hubo hace 20 años. El perdón de la concertación hacia las barbaries de la dictadura chilena. Clara visión de los socialistas de antaño de mantener la unidad antes que dar paso a la justicia y generar un país agrietado, dividido, que hoy no habría podido dar la lección de democracia que ha dado.

* Analista y consultora en comunicación estratégica.

Un equipo, un paísMaría José Rodríguez*

Añoranza de un líder que en lugar de sucumbir ante la facilidad de las medidas populistas, supo utilizar los símbolos de su nación,

no para polarizarla, sino para unirla.

Un camino andino a los tejidos Jalq’a

Carlos Capriles Farfán*

www.americalatinagenera.orgEste portal se enmarca en el proyecto América Latina Genera: gestión del co-nocimiento para la equidad de género, facilitando el acceso a la información y al conocimiento en temas de género en la región latinoamericana de habla hispana, y promoviendo un mayor in-tercambio y articulación entre los acto-res que trabajan en nuestros países y a nivel regional en favor de la igualdad de género

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