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Nuestra Señora de Guadalupe, de patrona de Extremadura a reina de las Españas Antonio RAMIRO CHICO Biblioteca Real Monasterio de Guadalupe Cáceres “No hay a quien no conmueva la misma sagrada imagen de la bienaventurada Virgen María de Guadalupe, con su rostro moreno y apacible”. (Pío XII, 1955) I. Origen de Guadalupe: río, virgen, iglesia y puebla. II. Leyenda de Nuestra Señora. III. Descripción artística de la imagen. IV. Patrona de Extremadura. V. Reina de las Españas. Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial 2012, pp. 495-516 ISBN: 978-84-15659-00-6

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Nuestra Señora de Guadalupe, de patrona

de Extremadura a reina de las Españas

Antonio RAMIRO CHICO Biblioteca Real Monasterio de Guadalupe Cáceres

“No hay a quien no conmueva la misma sagrada imagen de la bienaventurada Virgen María de Guadalupe, con su rostro moreno y apacible”.

(Pío XII, 1955) I. Origen de Guadalupe: río, virgen, iglesia y puebla.

II. Leyenda de Nuestra Señora.

III. Descripción artística de la imagen.

IV. Patrona de Extremadura.

V. Reina de las Españas.

Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial 2012, pp. 495-516 ISBN: 978-84-15659-00-6

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I. ORIGEN DE GUADALUPE: RÍO, VIRGEN, IGLESIA Y PUEBLA

Proclamar hoy el nombre de Guadalupe, tanto en el viejo como en el

nuevo mundo, es invocar a la Madre de Dios, pues bajo este bendito nombre se apareció a finales del siglo XIII, a un pastor de Cáceres, llamado Gil Cordero, a quien le confió su mensaje salvífico1.

Con anterioridad a la centuria decimotercera Guadalupe de Extremadura,

era solamente el gentilicio de un río que formaba parte del conjunto orográfico de los Montes de Toledo, cuyo topónimo evidencia ese fecundo mestizaje de las culturas islámica y cristiana, que sufrió durante la reconquista toda esta zona de Extremadura. Dicha raíz hidronímica, seguramente preindoeuropea justifica la fertilidad de estos valles de las Villuercas, de cuyas estribaciones apalachenses nacen cinco cursos fluviales: Almonte, Ibor, Vieja, Cañamero y Guadalupe, de los cuales, los tres primeros vierten sus aguas al Tajo, mientras los dos últimos rinden tributo al Guadiana2.

Aunque, Guadalupe no es onomástico privativo de la región extremeña,

ya que aparece con anterioridad al siglo XIII en otros lugares de España: Cádiz, Almería, Ávila…, y en Portugal, no será hasta la época renacentista cuando la curiosidad de los humanistas, debido en gran parte, a la expansión e importancia del Santuario de las Villuercas, muestren interés por su etimología, originando desde entonces hasta nuestros días, una abundante fronda de exégesis: río de lobo, río de Ibn Lubb, río de oso, río escondido, río de cascajos negros, río de altramuces, entre otras3.

De todas ellas, ciertamente que la etimología árabe de Guadalupe es la

más aceptada desde el siglo XV, bien por su entronque faunístico, bien por la presencia onomástica personal, ya que la mayoría de los Guadalupes registrados están situados en zonas de larga pervivencia y presencia cultural musulmana,

1 GARCÍA, S., O.F.M., y RAMIRO CHICO, A., “Guadalupe, origen y leyenda·, en I Jornadas Internacionales de Historia y Literatura en la Comarca de Las Villuercas. Madrid 2010, pp. 253-302.

2 TALAVERA, G. de, OSH, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe. Toledo 1597, pp. 8-12 3 TERRÓN ALBARRÁN, M., “El nombre de Guadalupe”, en Guadalupe: siete siglos de

fe y de Cultura”. Arganda del Rey 1993, pp.157-195.

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como fue ésta, aunque no es menos cierto que la terminación “lupe”, puede tener, lingüísticamente hablando, una procedencia latina. Sea una u otra, lo cierto es que la Virgen tomó el nombre del río, por haberse aparecido en su ribera.

Durante el último cuarto del siglo XIII, el hecho milagroso, recogido en

crónicas y leyendas, como veremos posteriormente, despertó el cauce del río Guadalupe, que nace a 1210 metros de altitud entre encinas achaparradas y blancas piedras, cuyas aguas bajan serpenteantes por umbrías y solanas, acariciando las raíces de loros, sauces, castaños y chopos. Aunque, no sabemos con exactitud la fecha concreta del acontecimiento, podemos afirmar que fue posterior a 1268, según se deduce del deslinde entre los concejos de Trujillo y Talavera, cuya línea divisoria pasaba justo por el emplazamiento de la primitiva iglesia de Santa María de Guadalupe, a la que dicho documento no hacer referencia alguna4.

Recibida la noticia de la aparición y del hallazgo de la imagen, varios

clérigos de la Villa de Cáceres y algunos vecinos acompañaron al pastor y familia por sendas abruptas, peregrinando al lugar del milagroso suceso, donde excavaron la tierra y encontraron una imagen de María, dentro de un sarcófago de mármol blanco.

Entonces construyeron allí una ermita o “casilla de piedra seca, en manera de

chozo, cubierta de ramos y corchos; y asimismo, juntaron algunas piedras, a manera de altar, sobre el cual pusieron la dicha imagen. Y hecho así, todo lo sobredicho, los clérigos, con todo el pueblo que allí era venido se volvieron, dando muchos loores a Nuestro Señor Dios y a su Santísima Madre, que tan gloriosa se quiere demostrar en esta tierra y contaron a todos los ausentes cómo había sido verdad todo lo que el vaquero había dicho”5.

Esta sería la primera choza o eremitorio que tuvo Nuestra Señora, que debido

a su fragilidad no quedan vestigios alguno, sólo dos trozos de mármol del sepulcro en el que fue encontrada la venerable imagen, expuestos desde el siglo XV a la veneración de los fieles en la entrada de la Basílica, cuyo testimonio sólo ha quedado, de momento, reflejado en la leyenda.

4 AMT., leg. 1.1, núm. 32 ff. 12r-v: “Carta plomada del rey D. Alfonso X, confirmando el amojonamiento realizado entre los términos de Trujillo, Toledo y Talavera por D. Durante, alcalde del rey, y Martín Muñoz de Medellín ante los representantes de Trujillo y Toledo. Traslado dado en Trujillo el 20 de mayo de 1405. Agradezco este interesante dato y documento al profesor y amigo Juan Gil Montes, quien tan generosamente me facilitó esta documentación en su día.

5 ÉCIJA, D. de, O.S.H., Libro de la Invención de esta Santa Imagen de Guadalupe y de la erección y fundación de este Monasterio y de algunas cosas particulares y vida de algunos religiosos de él. Cáceres,1953. p. 49. A.H.N., Códice 48 B, f. 8v.

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Ciertamente, que el hecho aparicionista debió calar de inmediato entre las gentes del lugar, cuyo milagro corrió de boca en boca, hasta llegar al reino de Castilla y desde allí a la sede de Avignon, ya que en 1326 tenemos el primer testimonio escrito6, firmado y sellado por 19 prelados (2 patriarcas, 2 arzobispos y 15 obispos). Se trata de un testimonio episcopal, "Virgo venustíssima", de concesión de indulgencias a visitantes y peregrinos de la iglesia de la bienaventurada Virgen María de Guadalupe7.

El segundo documento, más personal y por tanto, más cercano a la realidad

de la nueva iglesia, es un testamento de Sancho Sánchez de Trujillo, en el que deja una manda para la “eglesia de sancta María de Guadalupe"8.

El tercer documento, le hallamos dos años después, y corresponde a una

carta de venta de casas de Valdemedel, otorgada por Juan Fernández, a favor de Pero García, tenedor de la “eglesia y del hospital de Sancta María de Guadalupe”, firmada el 6 de octubre de 13299, lo que evidencia, desde su origen, el carácter mariano y asistencial de este centro de peregrinación.

Estos tres documentos hacen referencia a la pequeña iglesia de Guadalupe,

es decir la segunda, que en 1335, presentaba un estado ruinoso, medio caída10, tal como dice en su carta el propio rey Alfonso XI, de la que actualmente se conserva sus muros y pinturas murales, situada en el espacio que hoy ocupa la nave de Santa Paula11.

La preocupación del propio rey y sus deseos de transformar la iglesia de

Guadalupe en el primer santuario nacional del reino de Castilla, con el fin de contrarrestar la excesiva preponderancia de Santiago de Compostela como lugar de constantes peregrinaciones, controlar al mismo tiempo, las fronteras del Oeste, fijar población en esta zona y fomentar así el tráfico de animales, por las cañadas reales hasta tierras de Extremadura y Andalucía, así como finiquitar la contienda entre el arzobispo de Toledo y el obispo de Plasencia fue lo que

6 LINEHAN, P., "The Beginnings of Santa María de Guadalupe and the Direction of Fourteenth- Century Castile", en revista Journal of Ecclesiastical History, Vol.36, Nº 2, April 1985, pp. 284-304.

7 A.H.N. Sellos 84/9. Testimonio episcopal. Indulgencias: Virgo venustíssima, sin fecha. Puede datarse en 1326. Publicado por LINEHAN, P., o.c., p.304.

8 A.M.G.: Testamento de Sancho Sánchez de Trujillo, dado en 1327. 9 A.M.G. Legajo 40, s/n. Carta de venta de casas de Valdemadel. Otorgada por Juan

Fernández a favor de frey Pero García, tenedor de la eglesia y del hospital de Sancta María de Guadalupe. 6 de octubre de 1329.

10 ÉCIJA, D. de, O.S.H., o. c. p. 49. Códice 10 del A.M.G., editado en Cáceres en 1953, con introducción de Fray Arcángel Barrado, O.F.M. pp. 64.

11 GARCÍA, S., O.F.M., o.c., pp. 255-261.

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le llevó a buscar la intervención papal, que consiguió el 2 de junio de 1335, con la bula “Dum ad personam” de Benedicto XII, en la que confiere y asigna la rectoría de la Iglesia de Santa María de Guadalupe al cardenal presbítero don Pedro Gómez Barroso, del título de Santa Práxedes, residente en la curia de Avignon12.

“La tercera fue la que este rey mandó hacer al cardenal cuando vino a visitar esta iglesia, como dice en su privilegio y don Toribio que estaba en el lugar del cardenal la labró suntuosamente, como es dicho, y la engrandeció para que cupiese las gentes que a ella venían, la cual permanece ahora”13.

Esta tercera iglesia fue construida entre los años 1335-1338, en cumplimiento

del mandato del rey, por el cardenal don Pedro Gómez Barroso, a la sazón, rector del templo de Santa María de Guadalupe, secundando los deseos del papa Benedicto XII. Esta afirmación está en consonancia con la carta de Alfonso XI, firmada en Cadalso, el 25 de diciembre de 1340, en la que se dice:

“Porque la hermita de Santa María, que es çerca del río que dizen Guadalupe, era cassa muy pequenna e estaba derribada, las gentes que ivan y benían a la dicha hermita en romería, por devoción non avían do estar. Nos por esto tovimos por bien e mandamos fazer esta hermita mucho mayor, de manera que la eglesia della es grande (...) e para fazer esta eglesia diémosle suelo nuestro en que se fiziese e mandamos labrar las labores de la dicha hermita”14.

El perímetro de la planta de esta iglesia coincide con el actual de la

basílica gótica que ahora contemplamos, ensanchado y ennoblecido con edificios adyacentes después de la victoria del Salado (1340), importantes reformas y embellecimiento que no afectan a su planta original y con otras notables ampliaciones introducidas después de la fundación jerónima, desde 1390 hasta 1412, durante el priorato de fray Fernando Yáñez de Figueroa y en épocas posteriores. Actuó como maestro mayor en la construcción de esta tercera iglesia Johan Alfonso, como se dice en la lápida de su sepulcro, en la entrada

12 Archivum Secretum Vaticanum. Registrum Vaticanum, 120, ep.60. VIDAL, J.M., Benoit XII, Lettres comunes et curiales. París 1903-1911, núm. 162

13 A.M.G., leg. 1: ALFONSO XI, Carta dada en Cadalso, 25 de diciembre de 1340, de Institución del Patronato Real y Priorato Secular.

14 A.M.G., leg. 1: ALFONSO XI, Carta dada en Cadalso, 25 de diciembre de 1340, de Institución del Patronato Real y Priorato Secular.

A.H.N., Clero, perg. 392-7. A.M.G., Códice 71, f. 7. ALFONSO XI, Carta dada en Santa María del Paular, 28 de

agosto de 1348.

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del templo desde la capilla de Santa Ana: “Hic jacet Alfonso Mtro Mayor que fizo esta iglesia”15.

Tras la construcción de esta tercera iglesia Alfonso XI mandó señalar sus

términos en carta real, enviada a don Fernando Pérez de Monroy, firmada en Sevilla, el 3 de diciembre de 133716, mermando para ello los límites municipales de Talavera y Trujillo. Guadalupe comenzó entonces a emanciparse de Talavera, de la que era aldea y quedó totalmente libre, cuando el mismo monarca confirmó sus términos en carta firmada en Illescas, el 7 de abril de 134717.

Estas dos provisiones de fijación de términos (1337) y confirmación de

los mismos (1347) son tenidas como la Carta-Puebla de Guadalupe18, dejando así su condición de aldea para pasar a ser población independiente de realengo.

Otro Real Privilegio de Alfonso XI de 28 de agosto del 1348 otorgado en

Santa María del Paular19, logró configurar la población como lugar de señorío temporal, concedido por Alfonso XI al prior del santuario y a sus sucesores.

Guadalupe, cuyo santuario había obtenido el patronato real y había sido elevado

a priorato secular20, entró en la historia como población autónoma, sujeta a señorío civil, eclesiástico y jurisdiccional, dejando su primera condición de realengo, otorgándoselo al prior con todos los pechos, derechos, servicios y ayudas21.

15 RUIZ HERNANDO, J. A., “La iglesia de Santa María de Guadalupe”, en Modelos Arquitectónicos del Real Monasterio de Guadalupe. Sevilla 2004, pp. 29-44.

16 A.H.N., Clero, carpeta 391/19 y 20, leg. 1422/60: ALFONSO XI, Carta a Fernán Pérez de Monroy, 3 de diciembre de 1337.

17 A.H.N., clero, perg. 391/19 y 20. A.M.G. Códice 71, f. 17: ALFONSO XI, Carta de confirmación de la jurisdicción que dio a la Iglesia de Santa María de Guadalupe, de amojonamiento de sus términos.

18 RAMIRO CHICO, A., “Guadalupe y Alfonso el Onceno”, en revista Guadalupe, 826 (2011) 10-17.

19 ALFONSO XI, Real Privilegio, dado en Santa María del Paular, 28 de agosto de 1348. A.M.G., leg. 1. A.H.N., Original, Clero, perg. 392/3 y 7. RUBIO, G., O.F.M., “Origen y primeros principios del pueblo de Guadalupe”, en revista El Monasterio de Guadalupe, 114 (1921) 146-147.

20 ALFONSO XI, A.H.N., Clero, leg. 1422, n. 2.: Carta dada en Cadalso, 25 de diciembre de 1340, de Institución del Patronato Real y del Priorato Secular. A.M.G., leg. 1. Traslado. ESCOBAR, E., “Cartas y privilegios del Rey don Alfonso XI al Monasterio de Guadalupe”, en revista Guadalupe, III, 55 (1909) 168 ss. ÉCIJA, D. de, o.c., cap. 8, p. 65. GONZALEZ CRESPO, E. Collección documental de Alfonso XI. Madrid 1885, pp. 469 ss. Carta del Arzobispo de Toledo don Gil Álvarez de Albornoz, de Institución del priorato secular, de 6 de enero de 1341. A.M.G.. Códice 12: Historia de Nuestra Señora de Guadalupe. Anónima. Siglo XVIII. T.I. ff 24 r-v.

21 ALFONSO XI, A.M.G., leg. 1. A.H.N., Original, Clero, perg. 392/ y 7: Real Privilegio, dado en Santa María del Paular, 28 de agosto de 1348. RUBIO, G., O.F.M, Origen y primeros principios del pueblo de Guadalupe, en revista “El Monasterio de Guadalupe”, 114 (1921) 146-147.

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La puebla y villa de Guadalupe se convirtió así en un centro de atención de peregrinos y comerciantes, que poco a poco fue creciendo junto al santuario y su hospital, sobre el que más tarde la Orden Jerónima tejió una verdadera red de servicios benéficos-asistenciales22. II. LEYENDA DE NUESTRA SEÑORA

La leyenda de Nuestra Señora de Guadalupe, tiene su epicentro en la aparición de María a un vaquero, hecho frecuente en la literatura medieval, donde se narra una serie de acontecimientos fantasiosos e históricos, que con el paso del tiempo, se enriquecerá con nuevos datos que irán fortaleciendo el núcleo originario.

El hecho aparicionista debió suceder en el último cuarto del siglo XIII, siendo propagado de inmediato entre las gentes del lugar, cuyo milagro corrió de boca en boca, hasta llegar al reino de Castilla y de allí hasta la sede de Avignon, que en 1326 concede indulgencias a todos los peregrinos que visitaran la “ecclesia beate et gloriose semper Virginis Marie de Guadalupe, Placentine diócesis”23, aunque no será hasta la segunda mitad del siglo XIV (1344), cuando se recoja por primera vez, de forma sucinta en la Gran Crónica de Alfonso XI:

“e mando que se escriuiese en su Coronica como Nuestra Señora auie aparecido en aquel lugar/ al vaquero e se auia hallado alli soterrada su santa ymagen e se auia fundado e fecho alli aquella sancta yglesia de Guadalupe donde Nuestra Señora hazia tantos milagros e de cómo hauia dado a aquella yglesia el término que tenie de las tierras de Talavera e de Trujillo”24.

Este texto, aunque conocido por la mayoría de los historiadores del monasterio,

había pasado inadvertido, tanto la fecha del manuscrito25 como la referencia

22 GARCÍA, S., O.F.M., “Los Reales Hospitales de Nuestra Señora de Guadalupe”, en

Ordenanzas y Costumbres de los Reales Hospitales de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe. 1741. Arganda del Rey 1999, pp. 11-75.

23 LINEHAN, P., “Los inicios de Santa María de Guadalupe y el gobierno de Castilla en el siglo XIV”. Traducción José Tello Sánchez, en Guadalupe, 754 (1988), y en Journal of Ecclesiastical History, 36 (1985).

24 ANÓNIMO, Gran Crónica de Alfonso XI. Ed. preparada por D. CATALÁN. Madrid 1976, pp. 449.

PÉREZ DE TUDELA Y VELASCO, Mª I., “Alfonso XI y el Santuario de Santa María de Guadalupe”, En la España Medieval. Madrid 1982, t. III, pp. 271-285.

25 CATALÁN, D., Un cronista anónimo del siglo XIV. La Laguna 1955, pp.124-125. La Gran Crónica de Alfonso XI está hecha dentro del reinado del Alfonso XI, quien quiso seguir

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del propio hecho aparicionista, quizás por la importancia de la reseña histórica de la Batalla del Salado y la acción de gracias del propio rey a Nuestra Señora:

“E el rrey partió luego de Llerena e fue a Santa María de Guadalupe a dar graçias a Nuestra Señora, en quien este noble rrey don Alonso auie gran devoción e a quien el se auie recomendado quando yva a pelear con los moros, e por la maravillosa vitoria que Dios, por ruego de su madre, le avía dado contra los reyes Alobasen de Marruecos e de Benamarín e de Granada e offresçió muchas cosas”26.

La llegada de la Orden Jerónima (1389) y la creación de su propio Scritorium

propició la necesidad de prestigiar al máximo el Santuario y la devoción que se había relajado al final del priorato secular, por lo que será necesario aureolarla de tradiciones y de una serie de reliquias igualmente antiguas y preciadas, amén de la intervención real y papal, redactando una leyenda en torno al hecho milagroso, primero recogida en códices manuscritos y posteriormente estampada en grabados y lienzos27.

La leyenda de la imagen de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe

tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera, totalmente fantasiosa, remonta sus orígenes legendarios al siglo primero del cristianismo, atribuyendo la autoría de la talla de la Virgen a San Lucas, quien muerto en Acaya (Asia Menor) fue enterrada con él. De allí pasó a Constantinopla, donde permaneció hasta el año 590, cuando fue elegido Papa Gregorio Magno, que devoto de esta imagen la llevó a Roma y la expuso en su propio oratorio.

Una gran peste asoló la ciudad de Roma y el Papa no dudó en pedir la

protección de María por medio de su efigie. Llevada por calles, entre el clamor de la gente vio el pueblo como cesaba la peste, mientras que un ángel limpiaba su espada de sangre, sobre un castillo, llamado desde entonces Sant’Angelo.

Como obsequio de afectuosa amistad Gregorio Magno envío por medio

de su hermano Isidoro, la Imagen de Nuestra Señora a San Leandro, arzobispo de Sevilla, ocupado entonces en la conversión de Recaredo e implantación del catolicismo en el reino visigodo. Durante la travesía desde Roma a Sevilla, una fuerte tormenta les sorprendió, a pesar de ello, la imagen y tripulación llegaron intactas al puerto fluvial hispalense, donde fue recibida por San Leandro, que la obra de su homónimo Alfonso X El Sabio, por un anónimo cronista que conocía de buena mano las fuentes árabes.

26 CATALÁN, D., Gran Crónica de Alfonso XI. Madrid 1976, p. 449. 27 ANDRÉS, P., Guadalupe, un centro histórico de desarrollo artístico y cultural.

Salamanca 2001, pp. 11-13.

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la entronizó en la iglesia principal, donde recibió culto hasta la invasión árabe, hacia el 711.

Perdido su culto durante varios siglos, será en plena reconquista, a finales

del siglo XIII o principio de la centuria siguiente cuando un hecho prodigioso estremeció los montes de las Villuercas, con la aparición de Nuestra Señora y posterior encuentro de la imagen, que supuso el punto de partida entre lo que hasta ahora había sido pura leyenda, carente de rigor científico, cuyo único fin, como veremos después fue dar antigüedad y misterio a la imagen titular del Santuario28.

No sucede igual con la segunda parte de la leyenda, iniciada con el hallazgo,

en la que comienza la historia con la aparición de la Imagen a un sencillo vaquero, vecino de Cáceres, quién, al recontar su rebaño, advirtió que le faltaba una vaca. Marchó en su búsqueda entre encinas y robledales hasta llegar a un río de escasas aguas, bastante escondido y, tras andar durante tres días por la ribera derecha del mismo, encontró la vaca muerta, aunque intacta. Quiso entonces aprovechar su piel y, al hacer en el pecho del animal la señal de la Cruz con incisiones de cuchillo, se levantó viva la vaca. Momento en que se apareció María al pastor, en su tribulación, le dijo estas palabras:

“No temas que yo soy la Madre de Dios, Salvador del linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra, y dirás a los clérigos lo que has visto y decirles ha de mi parte que te envío yo allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás, y que caven donde estaba tu vaca muerta debajo de estas piedras; y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren, diles que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora estás; más que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá en que este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande”29.

El vaquero, tras escuchar el mensaje de la Señora, marchó a su ciudad

para comunicar la buena nueva. Cuando llegó a su casa, encontró a su mujer llorando por un hijo que acababa de fallecer. El pastor la consoló y sin dudarlo encomendó su pena a la Señora:

28 A.H.N., Códice 48 B. Fundación antigua de esta Casa de Guadalupe. Leyenda: Cap. I-IV, ff. 1-14.

A.M.E., Códice IV. a.10: Nuestra Señora de Guadalupe. Leyenda, ff. 5v-26v. 29 A.M.G., Códice 10: ECIJA, D. de, OSH., Libro de la Invención de esta Sancta Imagen

de Guadalupe y de la erección y fundación de este Monasterio, de algunas cossas particulares y vidas de algunos religiosos. Siglo XVI, ff. 7 y 8.

A.M.G., Códice 1: Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, 1407-1497. Leyenda Cáp. I-VII, ff.1-12v.

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“E díxole él. - No ayas cuidado ni llores, cayo le prometo a Santa María de Guadalupe

para servidor de su Casa y Ella me lo dará vivo e sano. - E luego, en esa hora se levantó el moço vivo e sano y dixo a su padre: - Señor padre, adereçad y vamos para Santa María de Guadalupe”30.

El hecho se difundió por toda la ciudad y fue suficiente para persuadir a

los clérigos de la verdad de las apariciones. El vaquero, acompañado por los clérigos y su familia, peregrinó hasta el lugar, en que se le había aparecido la Señora y fiel a su mensaje excavaron la roca y encontraron la imagen de María, acompañada de algunos objetos y documentos que justificaban la antigüedad y origen de esta gloriosa imagen.

Con los propios medios y elementos de la zona construyeron una pequeña

ermita y levantaron un altar a la vetusta imagen de María, que recibió el nombre del río Guadalupe, en cuya orilla comenzó a florecer un pueblo. El rumor de sus milagros y favores pronto se extendieron por los Reinos de Castilla y Portugal y los caminos de Guadalupe comenzaron a ser transitados por romeros y peregrinos de toda condición31.

El propio rey Alfonso XI que, frecuentaba estas tierras, buenas para la caza del

oso, en su primera visita, hacia 1330, contempló esta pequeña iglesia en estado ruinoso. Entonces mandó ensancharla y le otorgó varios beneficios y ordenó edificar en sus alrededores hospitales y albergues para peregrinos32.

Como ya había anunciado, anteriormente, la leyenda fue el instrumento

de difusión del mensaje guadalupense y del hecho aparicionista, en un primer momento, mediante transmisión oral, y después recogida en códices, libros, cuadros y grabados. Esta práctica forma parte del pueblo ya que nace del mismo, de la atracción del ser humano por lo sobrenatural y lo maravilloso, es decir por todo aquello que no tiene una explicación racional. Este suceso, contado por la fantasía del pueblo, pertenece al período de apariciones a pastores, tan frecuentes en la Edad Media, de los siglos XI al XV e íntimamente relacionados con la iconología mariana, baste recordar a la Virgen del Valle, patrona de Écija, a Nuestra Señora de Valvanera, en la Rioja, a Nuestra Señora de de Montserrat, en Cataluña y otras apariciones reconocidas por la Iglesia33.

30 A.M.G., Códice 3: Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe, 1490-1503. Leyenda, Cap. I-IV, ff. 1-5

31 CRÉMOUX, F., Pèlerinages et miracles à Guadalupe au XVI siècle. Madrid 2001. 32 A.H.N., Clero, leg. 1422, doc. 1 y carpeta 391, doc. 10. 33 ROVIRA LÓPEZ, E., “La Virgen de Guadalupe en las leyendas medievales”, en

Guadalupe, 673 (1984) 279-293.

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Elisa Rovira López, historiadora guadalupense, mantiene que la leyenda data de la primera época del priorato jerónimo (1389-1441), pues admitiendo la posibilidad de que existiera una tradición oral o un esquema escrito antes de la llegada de los jerónimos, resulta extraño que, durante todo el priorato secular que duró 48 años (1341-1389) no exista referencia alguna34, al menos hasta el momento, sobre el origen de la imagen, no así sobre el hecho aparecionista, recogido como hemos visto en la Gran Crónica de Alfonso XI.

Fray Arcángel Barrado Manzano, en la introducción de la Crónica del

Monasterio de Guadalupe, escrita por el padre fray Alonso de la Rambla en 1484, actualmente inédita, afirma que antes que el padre Rambla, hubo dos cronistas más; el códice escrito “cerca de 1400”, desaparecido y el de 1440, es decir el códice 555 del Archivo Histórico Nacional (antiguo 48-B), primer manuscrito donde aparece por primera vez la leyenda escrita35.

Posteriormente, dos disposiciones de los Priores generales de la Orden

Jerónima: fray Alonso de Oropesa, en 1459 y fray Leonardo de Aguilar, en 1501, sobre la necesidad de que se fijen por escrito la fundación de sus monasterios y las cosas notables de ellos, hicieron posible la aparición de dos nuevas crónicas, la de fray Alonso de la Rambla, muerto en 1484 y la de fray Diego de Écija, muerto en 1534, que corresponde al códice 10 de nuestro Archivo, en las que aparece también la leyenda, aunque Écija ofrece una novedad importante con respecto a su antecesor, pone nombre al pastor:

“Fue llamado este vaquero don Gil de Santa María, como parece en un privilegio del rey don Alonso el Onceno...”36.

El privilegio al que se refiere es el de la concesión de términos de la

iglesia de Guadalupe, fechado en 1338 y en el que se menciona a un tal don Gil de Santa María de Guadalupe37, posiblemente uno de los artífices que participaron en el mencionado deslinde.

En 1667, Juan de Carvajal y Sande, presidente del Consejo de Hacienda y

fundador de la capilla del pastor en Cáceres, en la calle de Los Caleros, tras

34 ROVIRA LÓPEZ, E., “Leyenda de Santa María de Guadalupe, según el Libro sexto de los Milagros”, en Guadalupe, 691-692 (1988), 3-13.

35 A.M.G. O.F.M., Libro 102: Crónica del Monasterio de Guadalupe, monje muerto en 1484. Preparada para su publicación por Fray Arcángel Barrado Manzano. Texto mecanografiado e inédito. Valdeobispo, 1956, pp. I-XII.

36 ECIJA, D. de, OSH., Libro de la Invención de Santa María de Guadalupe Con una introducción y dos apéndices de Fray Arcángel Barrado OFM, Cáceres 1953, p. 49.

37 A.H.N., Clero, carpeta 391, núm.19: Acta de delimitación de mojones del término de la Puebla de Guadalupe. 11 de mayo de 1338. CERRO HERRAZ, Mª F., Documentación del Monasterio de Guadalupe siglo XIV. Cáceres 1987, pp. 2-3.

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varias investigaciones en los archivos de la capital cacereña, averiguó que Cordero era el apellido del mencionado pastor al que se apareció Nuestra Señora de Guadalupe38.

El códice 12 del actual Archivo guadalupense, titulado Historia de Nuestra

Señora de Guadalupe, atribuido a fray Rodrigo de Llerena, escrito en la primera mitad del siglo XVII y completado años después, nombra al pastor como Gil Cordero.

Un siglo después, fray Francisco de San José, natural de Campanario,

cronista e historiador del Real Monasterio, le da nombre de Gil Cordero y le identifica con Gil de Santa María, tal como recoge su Historia Universal de la Primitiva y Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, impresa en Madrid, en 1743.

Sin embargo, como reconoce Elisa Rovira, los jerónimos no elaboraron

infundadamente la leyenda de Santa María de Guadalupe, ya que desde principios del siglo XII, San Bernardo de Claraval propició un importante impulso al culto mariano, que llegó hasta España, a través de los monjes benedictinos, con una serie de leyendas en las que la imagen de la Virgen está en sintonía con los orígenes del cristianismo, haciéndola tallar por las propias manos de San Lucas. Aparecida tras cierto tiempo de ocultamiento, lo que le confiere misterio y la entronca directamente con la invasión musulmana, la reconquista y la iglesia visigoda, donde uno de los mayores problemas era el deseo de repoblar y asentar población en los lugares reconquistados, este fin de peregrinar hasta el Santuario de Guadalupe y servir a Nuestra Señora, le hemos apreciado en el pastor Gil Cordero y en multitud de milagros recogidos en nueve códices que guarda el Archivo de este Real Monasterio.

III. DESCRIPCIÓN ARTÍSTICA DE LA IMAGEN

Tal como manifiesta fray Sebastián García, al referirse a Nuestra Señora, dice que le corresponden a esta Imagen los apelativos de vetusta (antigua), venusta (hermosa) y augusta (majestuosa). Además como efigie lígnea, realizada con medios humildes, es la imagen mariana, más venerable y antigua de nuestra tierra extremeña, invocada desde sus propios orígenes, como Patrona de Extremadura39.

38 ÁLVAREZ ÁLVAREZ, A., La Virgen de Guadalupe en el Mundo. Madrid 2000, pp.

120-123. 39 GARCÍA, S., O.F.M., “Guadalupe: Santuario, Monasterio y Convento”, en Guadalupe:

Siete siglos de fe y de cultura. Arganda del Rey 1993, pp.11-16.

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Posee esta talla el encanto de lo popular, dentro de un arte sencillo, bastante tosco y expresa en sí misma una significación todavía más alta: una presencia quasi-sacramental, que emerge de su condición de icono sacro, lleno de fuerzas divinas misteriosas según afirma San Juan Damasceno, Padre y Doctor de la Iglesia40.

La imagen de Santa María de Guadalupe, la Virgen Morena de las Villuercas,

es una talla sedente, labrada en madera de cedro, de autor desconocido, de estilo románico o protogótico de finales del siglo XII41. En su representación de María es Virgen Madre (Theotókos) y como Reina está sentada sobre su trono. Presenta a su Hijo sentado en su regazo, en actitud de bendecir. Mide la talla de Nuestra Señora 59 centímetros y pesa 3.975 gramos.

De acuerdo a las características de la época presenta frontalidad, nariz recta y

mentón ateniense, grandes ojos y cierto hieratismo en las formas. Pertenece al grupo de Vírgenes Negras de la Europa Occidental del siglo XII42, aunque al presentarla vestida desde el siglo XIV sufrió varias modificaciones, principalmente en su cabeza y mano derecha.

Francisco Arquillo Torres, catedrático de Restauración de la Facultad de

Bellas Artes de Sevilla y director de la última restauración de Nuestra Señora, llevada a cabo en 1984, dejo escrito en su informe técnico:

“Las operaciones más trascendentes sufridas por la Imagen consistieron en la mutilación de una supuesta corona almenada; en el relleno de la cabeza con mortero de yeso y trozos de madera clavados en el original para obtener la nueva configuración para la adaptación de una corona sobrepuesta; en los suplementos de los costados y la espalda con piezas clavadas sobre la policromía, extendiéndose esta última desde la cintura hasta el relleno posterior de la cabeza; en la sustitución del brazo derecho de la Virgen por otro más acorde con la actitud requerida por la nueva disposición del conjunto, pero con caracteres estilísticos discordantes con el concepto estético general; y en el cambio del brazo derecho del Niño por uno de plata, que igualmente disiente estilística-mente del resto”43.

40 DAMASCENO, San Juan. Orationes tres de Imaginibus, PG, 94, 1300 y 1293. 41 MONTES BARDO, J., Iconografía de Nuestra Señora de Guadalupe, Extremadura.

Sevilla 1978. 42 BALBE I BOADA, M., Las Vírgenes negras y morenas en España. Tarrasa 1991. 43 ARQUILLO TORRES, F., “La Restauración de la imagen original de Santa María de

Guadalupe”, en revista Guadalupe, 674-675 (1985) 7-12.

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Su rostro más que moreno es negro, siguiendo una corriente artística que surge en Europa occidental y que aplica a María el Cantar de los Cantares (Cap. I, vers. 5 y 6) que dice:

“Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachas de Jerusalén, como las tienda de Cadar, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, es que el sol me la ha bronceado”.

Cubre su cabeza y hombros un tenue velo blanco, como atributo de Sabiduría.

Viste túnica de color verde oliva, con vueltas en rojo bermellón, sobrecuello y en empuñaduras, puntillas bordadas en hilos de oro, Un manto de color ocre-marrón cubre parte de sus hombros y piernas. Ostenta sus pies calzados con zapatos puntiagudos de color negro, pisando, no el estrado de su sede, sino una pradera o huerto cerrado, de verde frescor, símbolo de su vida interior, mística. En cambio su cuello, a diferencia de su rostro y manos muestra una encarnadura de piel clara, lo que puede hacer pensar que, con anterioridad a que la Virgen fuera vestida con ricos mantos, tuviera otra tonalidad su piel.

Una muestra más de la fuerte carga simbólica que rodea a nuestra Imagen,

como dice fray Sebastián, es la decoración natural: cuatro flores tetralobuladas, dos en el pecho y una debajo de su mano derecha, símbolo de su triple virginidad: antes del parto, en el parto y después del parto, y otra en la parte inferior de su túnica, signo de su poder celestial.

Presenta además, la Imagen la mano izquierda entreabierta y apoyada

sobre su rodilla, en actitud de protección hacia su Hijo, mientras la mano derecha fue sustituida en el siglo XV por la que actualmente tiene, completamente distinta, hecha para empuñar el cetro, la unión esta revestida con una lámina o cincho de oro, en forma de pulsera.

Nuestra Señora de Guadalupe está sentada en su sede o trono, sin respaldar,

decorado a tramos, imitando aspilleras, flores tetralobuladas y otros motivos de estilo gótico. Su parte posterior, en cambio se encuentra sin labrar, tal como quedó cuando en el siglo XIV fue separada de su primitivo trono.

El Niño es talla sedente y encaja anatómicamente sobre el regazo de su

Madre, cronológicamente es de la misma época, estilo y autor. Muestra rostro moreno de persona adulta, como Pantocrator y Maestro, con larga cabellera ondulada, que cae sobre su cuello, de piel clara, igual que su mano derecha y pequeños pies, totalmente descalzos. Viste túnica de color rojo acarminado, con decoraciones estampadas en color oro. Cae desde su hombro izquierdo un manto de color azul celeste que, cubre parte de su pecho, espaldas y rodillas,

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con estampaciones de flores trifolias. Muestra con su mano derecha, labrada en plata en el siglo XV, en sustitución de la primitiva, actitud de bendecir, mientras la izquierda, casi en relieve sostiene sobre la rodilla del mismo lado el Libro de la Vida, más pintado que tallado, encuadernado en rojo con decoraciones geométricas de entrelazo44.

IV. PATRONA DE EXTREMADURA

El culto y veneración que la imagen de Santa María ha irradiado desde su

aparición en estas Sierras de Guadalupe ha propiciado que el pueblo creyente la invoque como Madre y Patrona de toda la región de Extremadura.

Consciente la Iglesia, de la notable importancia de los patronos litúrgicos,

promulgó el 26 de marzo de 1630, a través de la Congregación de Ritos, con la anuencia del papa Urbano VIII, normas precisas para la elección de patronos, estableciendo lo siguiente:

- que podían ser elegidos patronos los santos canonizados en la Iglesia; - ordenó que la elección de patrón o patrona de una ciudad debe hacerse por

el pueblo, por el consejo general de la ciudad, villa o lugar, no solamente por los funcionarios; - que debía obtenerse antes el consentimiento expreso del obispo y clero de

la ciudad o lugar; - que esto mismo debe efectuarse, para la elección del patrono del reino, con

el consentimiento de todos los pueblos, provinciales o ciudades, no solamente de los representantes del reino; - que se obtenga el consentimiento del obispo y del clero de las distintas

provincias y ciudades; - que las causas de elección de los nuevos patronos o patronas debían darse

a conocer a la Congregación Pontificia de Ritos y ser aprobadas y consagradas por la misma Congregación.

El desastre y expolio que la centuria decimonónica obró en el Real Monasterio

de Santa María de Guadalupe, con la desamortización y exclaustración de los monjes jerónimos (1389-1835), provocó una ración convulsiva en el pueblo extremeño, al comprobar que su mayor referente espiritual languidecía, sus muros grieteados amenazaban ruinas y sus claustros vacíos reclamaban la oración y plegaria de antaño.

44 RAMIRO CHICO, A., “Nuestra Señora Santa María de Guadalupe, Patrona de Extremadura y Reina de las Españas”, en revista Ars et sapientia, 22 (2007) 37-56

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Una de las primeras iniciativas fue solicitar la declaración del santuario como Monumento Nacional, otorgada el 1 de marzo de 1879, aunque no tuvo una gran repercusión inmediata, supuso el inicio de una campaña prerrestauración, iniciada por don Vicente Barrantes Moreno un año antes y al que se unieron otros eruditos y escritores extremeños, principalmente a través del Nuevo Diario de Badajoz, que culminó con la famosa Peregrinación Regional de 1906. Esta manifestación supuso el despertar y resurgir de Guadalupe, como centro de peregrinación nacional, casa común de todos los extremeños y lugar en el que florecen las artes y la cultura. Los diez mil romeros lanzaron así el primer grito regionalista en Guadalupe:

“Lo que deseamos significar con nuestro regio-nalismo es, más amor a esta porción de tierra española; más interés por su prosperidad moral y material; más tradicionalismo en las costumbres y vida extremeña; más fomento de la riqueza e industria; más protección a los hombres de valer y de ingenio, y sobre todo, más devoción, a la que tuvieron los extremeños medievales, a la divina Perla que encierra la artística concha del Santuario de Guadalupe, y que llevemos aquella devoción a toda España”.

Como consecuencia directa de la encendida campaña de restauración y la

famosa Peregrinación de 1906 fue la Declaración del patronato de Nuestra Señora de Guadalupe sobre Extremadura, el 20 de marzo de 1907. Desde su aparición y encuentro en estos montes de las Villuercas, Santa María de Guadalupe ha sido popularmente invocada como Patrona de Extremadura, tal como consta en la lámpara votiva “Extremadura a su Patrona”, ofrenda de la mencionada peregrinación o en la Informatio Quamvis Deipara Virgo, de la Sagrada Congregación de Ritos, de 31 de enero de 1907:

“... El culto de la Santísima Virgen, era ya en esta región celebradísimo desde el siglo XIII, sus abitantes acuden a Ella diariamente y en sus necesidades de Ella alcanzan insignes favores, cuyos beneficios hicieron el que haya sido considerada como Patrona desde tiempos remotos”.

Dicha petición fue elevada a la Santa Sede por el Cardenal-Arzobispo de

Toledo, Ciriaco Sancha y Hervás, conjuntamente con los obispos de Badajoz, Coria, Vicario capitular de Plasencia, sede vacante, Ciudad Rodrigo, Ávila, Córdoba, todos ellos con jurisdicción ordinaria en parte del territorio extremeño, al mismo tiempo que recoge también el parecer favorable del clero, de las ciudades, municipios y pueblos, expone una breve historia y suplica la concesión del patronato y la fiesta litúrgica de Santa María de Guadalupe, el primer domingo de septiembre de cada año, con Misa y Oficios propios.

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El clamor de pueblo extremeño y los informes debidamente presentados por los Obispos con jurisdicción ordinaria en Extremadura, fue inmediatamente atendido en Roma y mediante el rescripto pontificio Beatissiman Virginem Dei Genitricem Maríam se otorgó el Patronato canónico el 20 de marzo de 1907, cuyo texto castellano es el siguiente:

“Los fieles habitantes de la región extremeña desde el siglo XIII veneran suntuosísimamente a la Bienaventurada Virgen Madre de Dios con el título de Guadalupe, tomado del célebre lugar de su aparición, y por los beneficios que en todo tiempo han recibido tiénenla como su principal Patrona cerca de Dios, pero recientemente para confirmar la legítima y pública elección de tan excelsa Patrona, no solamente por el Clero, presidido por sus Obispos, sino que también por los municipios y pueblos de aquella región se elevaron preces para que la Virgen María de Guadalupe fuese constituida por la Sede Apostólica Patrona principal de toda Extremadura, y secundando de muy buen grado dichas Preces el Eminentísimo y Reverendísimo Señor Cardenal Ciriaco Sancha y Hervás, Arzobispo de Toledo, y los demás Obispos y Ordinarios de dicha región española rogaron a nuestro Santísimo Padre Papa Papa Pío X, que se dignase confirmar dicha elección con su autoridad suprema. Por lo que, como el Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal José de Calasanz Vives y Tutó, Relator, propusiese dicha elección y petición en las sesiones ordinarias que la Sagrada Congregación de Ritos celebra en el Vaticano los Emmos. y Rvmos. Padres, a quienes corresponden la defensa de los ritos sagrados, bien examinadas todas las circunstancias, se designaron contestar con la formula “Pro gratía, si Sanctissimo placuerit”, el día 5 de mayo de 1907. Enterado, por fin, Nuestro Santísimo Señor Pío X de todos estos trámites por la información del infraescrito Prefecto d ela Sargrada Congregación, se dingnó declarar y constituir con sua autoridad suprema a la Beatísima Virgen María de Guadalupe, celestial Patrona principal de toda la Región de Extremadura, con todos y cada uno de los privilegios y honores que competen a los principales patronos de los lugares, no obstante cualesquiera otros privilegios en contrario.

Día 20 de marzo de 1907. S. Card. Cretoni. Pref.-D.Panici, Archiepisc. Laodic. Secr.”45

45 Archivo S. C. pro Causis Sanctorum. Roma: Rescripto pontificio del Patronato de

Santa María de Guadalupe, en revista Guadalupe, 9 (1907) 287-288.

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Con esta misma fecha, 20 de marzo de 1907, se expidió desde Roma un tercer documento, titulado In festo Beatae Mariae Virginis de Guadalupe, Patronae principalis regionis Extremadurae, que concedió Oficio y Misa propios para la Fiesta de Santa María de Guadalupe, en el domingo primero de septiembre de cada año y el Oficio y Misa propios.

Esta concesión supuso para el santuario un mayor dignidad, en correspondencia con su religiosidad popular, y un estimulo más para el pueblo que, durante siglos celebró la fiesta de su Patrona en septiembre, con solemne novenario, peregrinando hasta Guadalupe para invocar la protección de su excelsa Madre como su celestial Patrona.

Por acuerdo unánime de todos los obispos con jurisdicción ordinaria en

Extremadura la Fiesta del Patronato se celebró en Guadalupe, con solemnísima novena que comenzó el 31 de agosto y terminó el 8 de septiembre, predicada por fray Rufino Barrenechea, franciscanos del convento de la Purísima Concepción del Palancar. Presidió la solemne Eucarístía el Obispo de Coria, Ramón Perís Mencheta, delegado del Sr. Cardenal-Arzobispo de Toledo, Ciriaco Sánchez y Hervás y la participación de todas las diócesis. Aunque en Badajoz, Coria y Plasencia se celebró la Declaración de Patronato en sus respectivas catedrales unos meses antes, concretamente el 28 de abril de 1907.

Las reformas litúrgicas llevadas a cabo durante el pontificado de Pío X,

en el Motu Propio Abhinc duos annos de 1913, no permitía celebrar en los domingos la celebración de Fiestas litúrgica de la Bioenaventurada Virgen María o de los Santos. Por este motivo, la Diócesis de Toledo publicó su propio Kalendarium Perpetuum Archidiocesis Toletanae, que fue aprobado por la Sagrada Congregación de Ritos, el 17 de abril de 1914 y en el que quedó asignada la Fiesta litúrgica de Santa María de Guadalupe, el 6 de septiembre de cada año, por lo que desde entonces, se celebra su solemnidad en todas las iglesias de Extremadura en este día.

Años después, en 1920, se obtuvo el correspondiente testo litúrgico del

Oficio y Misa para el día 6 de septiembre: In Festo Beatae Virginis Guadalupensis, Officium Proprium y Missa Propria.

Por este motivo, el 6 de septiembre, toda la Iglesia extremeña proclama y

celebra litúrgicamente a Santa María de Guadalupe como Patrona principal de toda Extremadura, mientras que el día 8 de septiembre, se celebra la Fiesta popular de su Patrona, como lo ha venido haciendo desde el siglo XIII. Desde 1985, el 8 de septiembre, Fiesta popular de Santa María de Guadalupe, es además Día de Extremadura, por el “arraigo popular y dimensión cultural e histórica

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que tiene en toda la región”, según reconoce el propio Estatuto Autonómico a través de la Ley 4/1985 de 3 de junio, aprobada por la Asamblea de Extremadura.

V. REINA DE LAS ESPAÑA

Quizás el fruto más sazonado de la Declaración canónica de Nuestra Señora de Guadalupe, como Patrona de Extremadura, fue la fundación o llegada de la Orden Franciscana, el 7 de noviembre de 1908. Con la entrega del santuario y su parroquia a los hijos de San Francisco terminó el periodo más triste de su historia, y supuso para este cenobio la restauración material y espiritual que necesitaba cada estancia de esta Santa Casa.

Aunque la campaña de la Coronación de Santa María de Guadalupe,

como Reina de las Españas, se inició antes de la llegada de los franciscanos, principalmente por la revistas: Iris de Paz, Guadalupe, los promotores del Patronato y la Junta Regional de Santa María de Guadalupe:

“Creemos que el fundador y director de Guadalupe haría cosa grata a sus lectores y aún a todos los españoles y americanos si, puestos a ensalzar a Nuestra Señora, recabasen de Extremadura la petición y del Cabildo vaticano la facultad de coronar canónicamente a Nuestra Señora de Guadaupe”46.

Pero como muy bien afirma fray Antonio Arévalo, la Coronación fue un

genial empeño del Cardenal Segura, que tras tomar posesión de Toledo, el 23 de enero de 1928, inició una urgente campaña general, bien por el conocimiento que tenía de la universal advocación de Guadalupe, por haber sido obispo de Coria (1920-1926) y por su gran fervor mariano, cuyo “anhelo pensaba dejar cumplido este mismo año, Dios mediante, en fecha buena de tiempo, a ser posible en el mes de octubre” 47.

La campaña impulsada ahora por el Cardenal Pedro Segura y Sáenz pronto

rebasó los límites regionales y diocesanos, organizando actos religiosos y literarios en la capital de España, consiguiendo la adhesión de la Corona de España, logrando así que Nuestra Señora volviera a recuperar su dimensión nacional y universal que siempre esmaltó su icono sagrado.

46 ANÓNIMO, “Crónica”, en revista Guadalupe, 8 (1907) 251-252. 47 ARÉVALO SÁNCHEZ, A., O.F.M., Guadalupe, siglo XX [El primer siglo

franciscano]. Sevilla 2004, pp.193-226.

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El 12 de octubre de 1928, se escuchó mejor que nunca la aclamación de la Sagrada Escritura. “Tú eres nuestra gloria, Tú eres nuestra alegría y el honor de nuestro pueblo”, por más de diez mil fieles de toda condición, que quisieron vivir este acontecimiento único en la historia de este Real Monasterio. Justamente al mediodía, cuando los rayos de sol inciden con mayor nitidez, el rey Alfonso XIII y el cardenal Segura, legado de SS. Pío XI subieron al estrado levantado en el atrio basilical, donde unos minutos antes, habían entronizado a Santa María de Guadalupe y colocaron sobre sus sienes la Corona imperial de oro y platino, brillantes y esmeraldas, regalo del pueblo español, obra del orfebre y presbítero Félix Granda, al mismo tiempo que la banda militar del Batallón de Cazadores de Lanzarote interpretaba la Marcha Real y los aeroplanos sobrevolaban la plaza y los chapiteles del monasterio, dibujando bucles y perfumando los cielos con pétalos de flores.

Pero la Coronación de Santa María de Guadalupe, no fue una coronación

más de una advocación mariana, fue la expresión de todo un pueblo que reconoció con el hermoso título de Hispaniarum Regina la influencia que Nuestra Señora ha tenido y tiene en todos los países iberoamericanos, unidos por vínculos de raza, de lengua, de religión, de costumbres y cultura. Este título de Reina de las España o de la Hispanidad48 concedido por S.M. Alfonso XIII, grabado en el anverso de la lustrina de la imperial Corona: “Santa María de Guadalupe, gratia plena, Mater Dei, Hispaniarun Regina, ora pro nobis peccatoribus”, no es gratuito sino que está fundamentado en los hechos que integran el concepto de Hispanidad: descubrimiento, conquista, culturización y evangelización del Nuevo Mundo49.

La Coronación de Santa María de Guadalupe tuvo tal repercusión a nivel

local, regional y nacional que, sus ecos aun no se han apagado, ya que unos meses después, el 10 de marzo de 1929, nacía la Guardia de Honor, hoy Real Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe, que desde entonces viene celebrando la Fiesta de la Hispanidad, declarada en el 2007 Fiesta de Interés Turístico de Extremadura.

48 VILLACAMPA, C. G., O.F.M., La Virgen de la Hispanidad o Santa María de

Guadalupe. Sevilla 1942. 49 GARCÍA, S., O.F.M., Guadalupe de Extremadura en América. Sevilla. Madrid 1990.

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1. Virgen de Guadalupe. Talla románica, siglo XII

2. Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona Principal de Extremadura. Oleografía de Bertarelli. Milán, 1920

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3. Santa María de Guadalupe, Reina de las Españas. Museo de la Hispanidad. Retablo cerámico realizado en los

Talleres Ruiz de Luna. Málaga, 2011.