novenario cristo rey 2011

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56 CANTOS Tú Reinarás Tú reinarás, este es el grito que ardiente exhalan nuestra fe Tú reinarás, oh Rey Bendito pues tú dijiste ¡Reinaré! Reine Jesús por siempre Reine su corazón en nuestra patria, en nuestro suelo que es de María la nación Tu reinarás, dulce esperanza, que el alma llena de placer; habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier Tu reinarás en este suelo, te prometemos nuestro amor, Oh buen Jesús, danos consuelo en este valle de dolor Tú reinarás, Reina y ahora, en esta casa y población ten compasión del que implora y acude a en la aflicción. Tú reinarás toda la vida trabajaremos con gran fe en realizar y ver cumplida la gran promesa: ¡Reinaré! Que viva mi Cristo Que viva mi Cristo que viva mi rey Que impere doquiera triunfante su ley Que impere doquiera triunfante su ley Viva Cristo Rey. Viva Cristo Rey. Mexicanos un Padre tenemos Que nos dio la patria la unión A ese Padre gozosos cantemos, Empuñando con fe su pendón El formó con voz hacedora cuanto existe debajo del sol De la inercia y la nada incolora formó luz en candente arrebol Nuestra Patria, la Patria querida, que arrulló nuestra cuna al nacer A Él le debe cuanto es en la vida Sobretodo el que sepa creer Del Anahuac inculto y sangriento, en arranque sublime de amor, formó un pueblo, al calor de su aliento que lo aclame con fe y con valor Su realeza proclame doquiera este pueblo que en el Tepeyac, ene enhiesta su blanca bandera, a sus padres la rica heredad En vano que cruel enemigo nuestro Cristo pretende humillar de este rey llevarán el casgo los que intenten su nombre ultrajar. 1 INTRODUCCIÓN: Muy esmados hermanos y hermanas en Cristo: Dios nos concede celebrar nuevamente, la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Esta es una memoria, que no solo nos llena de jubilo a los fie- les que nos acogemos bajo su patrocinio, en esta comunidad parroquial, sino que ilumina a toda la Iglesia que, al final del año litúrgico, proclama su soberanía sobre todo el universo. Es la contemplación de su reinado, como culminación de toda la historia humana. Proclamar el reinado de Jesucristo es un grito de denuncia ante la imposi- ción del reino de la muerte que impera en el mundo, que reclama el tributo de nuestra complicidad, el pago de nuestros miedos y el somemiento de nuestra desesperanza, pero sobre todo que exigen la adoración del odio e indiferencia. Si el reino de Jesucristo crea la comunión y nos integra como familia, el reino de la muerte nos divide y rompe todo encuentro fraterno. Proclamar el reinado de Jesucristo es la proclamación de un anuncio, de una Buena Nueva en la que, mas que con palabras, con nuestra vida, nos com- prometemos a romper las cadenas del egoísmo y nos disponemos a vivir la caridad fraterna. Proclamar el reinado de Jesucristo es afirmar nuestra idendad y dignidad como personas e hijos de Dios, como expresa el objevo de la primera eta- pa del plan diocesano de renovación pastoral: “promover nuestro sendo de pertenencia al pueblo de Dios, sensibilizarnos respecto a nuestra digni- dad de personas e hijos de Dios, con el fin de llegar a constuirnos como un pueblo fraterno”. Es por ello que en el presente novenario hemos querido reflexionar en torno a nuestra idendad como miembros del Reino de Jesucristo, creatu- ras e hijos de Dios, de modo que ante los reclamos de otros reinos demos razón del extraordinario privilegio de nuestra pertenencia. Valorando lo que esto significa para nuestra vida, tomemos conciencia de nuestra invaluable dignidad humana y del interminable potencial que existe en cada uno de nosotros, como hijos de Dios. ¡CRISTO IMPERA, CRISTO VENCE, CRISTO REINA! ¡VENGA TU REINO SEÑOR! Pbro. Héctor Raciel de León López

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9 temas acerca de la dignidad humana y cristiana

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CANTOS

Tú Reinarás Tú reinarás, este es el grito que ardiente exhalan nuestra fe Tú reinarás, oh Rey Bendito pues tú dijiste ¡Reinaré! Reine Jesús por siempre Reine su corazón en nuestra patria, en nuestro suelo que es de María la nación Tu reinarás, dulce esperanza, que el alma llena de placer; habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier Tu reinarás en este suelo, te prometemos nuestro amor, Oh buen Jesús, danos consuelo en este valle de dolor Tú reinarás, Reina y ahora, en esta casa y población ten compasión del que implora y acude a ti en la aflicción. Tú reinarás toda la vida trabajaremos con gran fe en realizar y ver cumplida la gran promesa: ¡Reinaré!

Que viva mi Cristo

Que viva mi Cristo que viva mi rey

Que impere doquiera triunfante su ley

Que impere doquiera triunfante su ley

Viva Cristo Rey. Viva Cristo Rey.

Mexicanos un Padre tenemos

Que nos dio la patria la unión

A ese Padre gozosos cantemos,

Empuñando con fe su pendón

El formó con voz hacedora

cuanto existe debajo del sol

De la inercia y la nada incolora

formó luz en candente arrebol

Nuestra Patria, la Patria querida,

que arrulló nuestra cuna al nacer

A Él le debe cuanto es en la vida

Sobretodo el que sepa creer

Del Anahuac inculto y sangriento,

en arranque sublime de amor,

formó un pueblo, al calor de su aliento

que lo aclame con fe y con valor

Su realeza proclame doquiera

este pueblo que en el Tepeyac,

tiene enhiesta su blanca bandera,

a sus padres la rica heredad

En vano que cruel enemigo

nuestro Cristo pretende humillar

de este rey llevarán el castigo

los que intenten su nombre ultrajar.

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INTRODUCCIÓN: Muy estimados hermanos y hermanas en Cristo: Dios nos concede celebrar nuevamente, la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Esta es una memoria, que no solo nos llena de jubilo a los fie-les que nos acogemos bajo su patrocinio, en esta comunidad parroquial, sino que ilumina a toda la Iglesia que, al final del año litúrgico, proclama su soberanía sobre todo el universo. Es la contemplación de su reinado, como culminación de toda la historia humana. Proclamar el reinado de Jesucristo es un grito de denuncia ante la imposi-ción del reino de la muerte que impera en el mundo, que reclama el tributo de nuestra complicidad, el pago de nuestros miedos y el sometimiento de nuestra desesperanza, pero sobre todo que exigen la adoración del odio e indiferencia. Si el reino de Jesucristo crea la comunión y nos integra como familia, el reino de la muerte nos divide y rompe todo encuentro fraterno. Proclamar el reinado de Jesucristo es la proclamación de un anuncio, de una Buena Nueva en la que, mas que con palabras, con nuestra vida, nos com-prometemos a romper las cadenas del egoísmo y nos disponemos a vivir la caridad fraterna. Proclamar el reinado de Jesucristo es afirmar nuestra identidad y dignidad como personas e hijos de Dios, como expresa el objetivo de la primera eta-pa del plan diocesano de renovación pastoral: “promover nuestro sentido de pertenencia al pueblo de Dios, sensibilizarnos respecto a nuestra digni-dad de personas e hijos de Dios, con el fin de llegar a constituirnos como un pueblo fraterno”. Es por ello que en el presente novenario hemos querido reflexionar en torno a nuestra identidad como miembros del Reino de Jesucristo, creatu-ras e hijos de Dios, de modo que ante los reclamos de otros reinos demos razón del extraordinario privilegio de nuestra pertenencia. Valorando lo que esto significa para nuestra vida, tomemos conciencia de nuestra invaluable dignidad humana y del interminable potencial que existe en cada uno de nosotros, como hijos de Dios. ¡CRISTO IMPERA, CRISTO VENCE, CRISTO REINA! ¡VENGA TU REINO SEÑOR! Pbro. Héctor Raciel de León López

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NÓVENARIO DE PREPARACIÓN A LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Nuestra identidad en Jesucristo: Personas e hijos de Dios

Lema: “Con Cristo puedo, Con Cristo venzo, Con Cristo reino”

PRIMER DÍA: LA IMPORTANCIA DE RECONOCER Y VIVIR NUESTRA NUEVA IDENTIDAD EN CRISTO

SEGUNDO DÍA: NUESTRA IDENTIDAD, A PARTIR DE NOSOTROS MISMOS

TERCER DÍA: NUESTRA IDENTIDAD, A PARTIR DE LOS DEMÁS

CUARTO DÍA: NUESTRA IDENTIDAD, A PARTIR DE DIOS

QUINTO DÍA: HUNDIENDO NUESTRAS RAICES EN LA FUENTE DE NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD

SEXTO DÍA: FUENTES DE AGUA CONTAMINADA QUE DISTORCIONAN NUESTRA IDENTIDAD

SÉPTIMO DÍA: EL AGUA DE LA MEDIOCRIDAD.

OCTAVO DÍA: FORTALECIENDO NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA

NOVENO DÍA: “POR LA GRACIA DE DIOS, SOY LO QUE SOY”

DÉCIMO DÍA: AFIRMEMOS NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA.

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-Jesús, Rey de nuestros corazones, -Jesús, Rey y esposo de nuestras almas, -Jesús, Rey, Salvador y Redentor nuestro, -Jesús, Rey, y Dios nuestro, -Jesús, Rey y Maestro nuestro, -Jesús, Rey y Pontífice nuestro, -Jesús, Rey y Juez nuestro, -Jesús, Rey de gracia y santidad, -Jesús, Rey de amor y justicia, -Jesús, Rey de vida y de paz, -Jesús, Rey de la verdad y de la sabiduría, -Jesús, Rey del universo, -Jesús, Rey de la gloria, -Jesús, Rey Altísimo, -Jesús, Rey Todopoderoso, -Jesús, Rey invencible, -Jesús, Rey sapientísimo, -Jesús, Rey benevolentísimo, -Jesús, Rey pacientísimo -Jesús, Rey flagelado, -Jesús, Rey coronado de espinas, -Jesús, Rey crucificado, -Jesús, Rey gloriosamente resucitado, -Jesús, Rey de amor en el Santísimo Sacramento, -Jesús, Rey nuestro amantísimo, -Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor. -Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor. -Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia... V. Bendecid vuestro pueblo, oh Jesús Rey; gobernadnos y protegednos. R. Vivid y reinad en nuestros corazones y en los corazones de todos los hombres. Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que en vuestro amado Hijo, Rey del universo, resolvisteis renovar todas las cosas, conceded benignamente que todos los hombres pecadores se sujeten a su suave yugo y dominio, quien vive y reina con Vos por los siglos de los siglos. Amén.

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la casa paterna porque no perezcan de hambre y de miseria. Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

LETANÍAS A JESUCRISTO REY

Acerquémonos con profunda reverencia al trono de su Majestad, nuestro divino Rey, Cristo Jesús, y ofrezcámosle el homenaje de nuestra humilde adoración. Adoremos y alabemos a Aquel a quién el eterno Padre dijo: Píde-me y te daré las gentes y naciones por tu reino. (Sal. 2, 8) Veneramos, oh Jesús, vuestro reino eterno que poseéis como Hijo de Rey Eterno, igual en todo al Padre en majestad, omnipotencia y gloria. Vuestros son los cielos y vuestra es la tierra. Vos creasteis al universo y cuanto existe. Todas las cosas fueron hechas por Vos y sin Vos nada se hizo de cuanto se ha creado. El orbe entero es vuestro y vos reinareis de mar en mar, hasta los últimos confines de la tierra.

-Señor, ten misericordia de nosotros, -Cristo, ten misericordia de nosotros, -Señor, ten misericordia de nosotros, -Cristo óyenos, -Cristo escúchanos, -Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros. -Dios Hijo, Redentor del mundo, -Dios Espíritu Santo, -Trinidad santa, un solo Dios, -Jesús, Rey, verdadero Dios y verdadero hombre, -Jesús, Rey de los cielos y de la tierra, -Jesús, Rey de los ángeles, -Jesús, Rey de los apóstoles, -Jesús, Rey de los mártires, -Jesús, Rey de los confesores, -Jesús, Rey de los vírgenes, -Jesús, Rey de todos los santos, -Jesús, Rey de la santa Iglesia, -Jesús, Rey de los sacerdotes, -Jesús, Rey de los reyes, -Jesús, Rey de las naciones,

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PARROQUIA DE CRISTO REY

FIESTA PATRONAL EN HONOR A JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO 20 DE NOVIEMBRE DE 2011

NOVENARIO DEL 11 AL 19 DE NOVIEMBRE

Misa diaria 7:00 am y 6:00 pm

Hora Santa con Laudes, diariamente a las 6:00 am

Rosario Vespertino, diariamente saliendo simultáneamente de dos puntos: 1. Gral. Anaya y Bustamante

2. Antonio Rosales y M. Altamirano Concluyendo todos en el templo parroquial.

INTENCIONES PARA CADA DÍA: Viernes 11, Por el Papa, sus intenciones y por la Iglesia Sábado 12, Por los Niños, los catequistas y la pastoral profética (Presacramentales y CERS) Domingo 13, Por las Familias y Pastoral Matrimonial. Lunes 14, Por las intenciones de los grupos devocionales y de espiritualidad (Apostolado de la oración, Renovación carismática, Sr. de la Misericordia, Ntra. Sra de Fátima) Martes 15, Por los enfermos y pastoral de la salud Visita de la Parroquia de Ntra. Sra. del Tepeyac. Miércoles 16, Por los jóvenes Jueves 17, Por los servidores litúrgicos (Coros, monitores, Ministros de la comunión y acólitos) Viernes 18, Por los difuntos y por la santidad de los sacerdotes y consagrados Sábado 19, Por los comerciantes

Peregrinación parroquial: Sábado 19 a las 5:00 pm, Partiendo del Templo de Ntra. Sra. del Rosario, en la Colonia Peñita, hasta el Templo de Cristo Rey.

Marcha de jóvenes al Cristo de las Galeras: Domingo 20, saliendo de la Plaza de las Ciudades hermanas a las 10:30 hrs

Misas solemnes: Domingo 20, todo el día: 7:00, 8:30, 10:00, 12:00, 13:00,

17:00, 18:00 (Preside el Sr. Obispo), 19:00 y 20:00 hrs.

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PRIMER DÍA LA IMPORTANCIA DE RECONOCER Y VIVIR NUESTRA

NUEVA IDENTIDAD EN CRISTO ANTÍFONA DE ENTRADA Yo elegiré para mi pueblo un sacerdote fiel que obre según mi corazón y mis deseos, dice el Señor. ORACIÓN COLECTA Oremos: Dios nuestro, que hiciste resplandecer tu gloria en la vida y en la muerte de san Martín, obispo de Tours, renueva en nuestros corazones la fuerza de tu amor, para que ni la muerte ni la vida puedan separarnos de ti. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén. PRIMERA LECTURA Lectura del libro de la Sabiduría (13, 1-9) Insensatos han sido todos los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces de descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a “Aquel-que-es” y que no han reconocido al artífice, fijándose en sus obras, sino que han considerado como dioses al fuego, al viento, al aire sutil, al cielo estre-llado, al agua impetuosa o al sol y a la luna, que rigen el mundo. Si fascinados por la belleza de las cosas, pensaron que éstos eran dioses, sepan cuánto las aventaja el Señor de todas ellas, pues fue el autor mismo de la belleza quien las creó. Y si fue su poder y actividad lo que los impresio-nó, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es aquel que las hizo; pues refle-xionando sobre la grandeza y hermosura de las creaturas se puede llegar a contemplar a su creador. Sin embargo, no son éstos tan dignos de reprensión, pues tal vez andan desorientados, buscando y queriendo encontrar a Dios. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas y se dejan fascinar por la belleza de las cosas que ven. Pero no por eso tienen excusa, pues si llegaron a ser tan sabios para investigar el universo, ¿cómo no llegaron a descubrir fácilmente a su creador? Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL (Salmo 18)

R. Los cielos proclaman la gloria de Dios. Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmi-te a la otra noche. R/ Sin que pronuncien una palabra, Sin que resuene su voz, a toda la tierra lle-ga su sonido y su mensaje, hasta el fin del mundo. R/

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ORACIONES A JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

ORACIÓN PARA PEDIR EL REINADO DE CRISTO ¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal. Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo las promesas de mi bautismo, renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; y pro-meto vivir como buen cristiano. Muy especialmente me comprometo a pro-curar, según mis medios, el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia. Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza, y para que así se esta-blezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.

ORACIÓN A CRISTO REY

¡Oh Cristo, Tú eres mi Rey! Dame un corazón caballeroso para contigo. Magnánimo en mi vida: escogiendo todo cuanto sube hacia arriba, no lo que se arrastra hacia abajo. Magnánimo en mi trabajo: viendo en él no una carga que se me impone, sino la misión que Tú me confías. Magnánimo en el sufrimiento: verdadero soldado tuyo ante mi cruz, verda-dero Cireneo para las cruces de los demás. Magnánimo con el mundo: perdonando sus pequeñeces, pero no cediendo en nada a sus máximas. Magnánimo con los hombres: leal con todos, más sacrificado por los humil-des y por los pequeños, celoso por arrastrar hacia Ti a todos los que me aman. Magnánimo con mis superiores: viendo en su autoridad la belleza de tu Ros-tro, que me fascina. Magnánimo conmigo mismo: jamás replegado sobre mí, siempre apoyado en Ti. Magnánimo contigo: Oh Cristo Rey: orgulloso de vivir para servirte, dichoso de morir, para perderme en Ti.

CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO A CRISTO REY ¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón. Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos, despreciado tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu Corazón Santísimo. Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a

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código de felicidad que son las bienaventuranzas.

Vivir en la unidad, tanto a nivel personal como matrimonial como de grupo y también unidad eclesial, intentando siempre contribuir a la comunión.

Vivir en la apertura a la totalidad y que los propios intereses queden rele-gados a un segundo plano.

Dar testimonio de fe.

Estar atentos a la fecundidad de la cruz sabiendo que los frutos son de Dios.

Tomarse en serio la Resurrección.

Por lo anterior, pese a todos los pesares, permanecer en el amor y en una alegría profunda que nada ni nadie nos podrá quitar.

ORACIÓN DE LOS FIELES Celebrante: Jesucristo es el Rey del mundo y de los hombres; pidámosle que su reinado en nuestras vidas nos haga servidores del bien y la justicia en el nuevo milenio cristiano. Supliquémosle diciendo: R/ Reina en nuestra historia, Señor.

Por una Iglesia al servicio de los más pobres. Oremos.

Por un Pueblo de Dios unido, fraterno y evangélico. Oremos.

Por unos gobernantes que obren con justicia. Oremos.

Por una sociedad donde reine Cristo y los valores de su Reino. Oremos.

Por una comunidad capaz de vivir cada día lo que celebra en la fe. Oremos.

Por una humanidad redimida, en la que brille la gloria del Resucitado. Oremos.

Celebrante: Reina en los corazones, restaura en ellos tu imagen, y devuélve-nos la alegría de vivir en gracia trabajando por ser todos un solo rebaño guiado por Jesucristo, como único Pastor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Al ofrecerte el sacrificio de la reconciliación humana, te rogamos, Señor, que Jesucristo, tu Hijo, conceda a todos los pueblos los bienes de la unidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Alimentados con el pan que da la vida eterna, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos en obedecer aquí los mandatos de Cristo, Rey del universo, podamos vivir con él eternamente en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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ALELUYA Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su libera-ción, dice el Señor. EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (17, 26-37) En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y cons-truían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérden-se de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada”. Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”. Palabra del Señor. REFLEXIÓN: Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces en-contró una planta, una lili, floreciendo y más fresca que nunca. El rey pre-guntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y som-brío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías lilis. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento pensé: "Intentaré ser lili de la mejor manera que pueda". Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a tí mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes dis-frutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti o puedes marchitarte en tu propia condena. Nuestra identidad es algo tan importante que debe considerarse como ne-cesaria. Constantemente se nos exige que demos muestra de quienes so-mos . Por ejemplo para pagar en algunos lugares con la tarjeta de crédito,

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cuando alguna autoridad nos pide que mostremos nuestros documentos personales, cuando tenemos que recoger algún paquete que nos envían, etc. Cada ser humano necesita saber quién es. Te has hecho alguna vez la pregunta: ¿Quién soy? Quien no tenga una respuesta segura a la misma, está enfrentando un problema grave de identidad. Esto es así, tanto en el mundo natural, como en el espiritual. ¿Qué es Identidad? Podemos recurrir a las definiciones clásicas y decir que es el conjunto de datos de un individuo que lo caracteriza frente a los de-más o la conciencia que una persona tiene de ser ella misma, que la faculta para ejercer ciertas actividades, o la acredita como miembro de una deter-minada agrupación. En forma más simple diremos que Identidad es saber quién soy, para que sirvo y a qué tengo derecho y deberes. ¿Para qué sirve un reloj de sol en la sombra? Hay muchas personas que se pueden comparar con este ejemplo. Viven como relojes de sol estacionados en medio de una sombra, fuera de utilidad y, en el peor de los casos, sin deseos de salir de allí. Permitiendo y permitiéndose circunstancias que van en contra de su identidad como personas y de su identidad como hijos de Dios. Dios, que es vida, nos ha creado para la vida. En el momento en que esa vida quedo truncada por la muerte, fruto del pecado, determinó un plan para liberarnos. Tan grande ha sido su amor por nosotros que envió a su único Hijo para rescatarnos de la muerte y darnos vida eterna junto a Él. Pero un hijo de Dios debe de saber quién es. “Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo” (2 Cor. 5, 17). San Pablo nos invita a creer que si alguien está en Cristo ha sido transformado, creado de nuevo. Muchos no han entendido aun este principio y quieren vivir en la dimensión del reino de Dios con los mismos parámetros que se desenvuelve en el mundo. Nuestra identidad como Hijos de Dios, es fruto de una vocación, un llamado de parte de Dios. Somos sus hijos, no por nuestra propia voluntad, sino por la suya (de Dios) propia (Jn. 1, 12-13). Esto habla de una relación sólida. Somos miembros de la familia de Dios y no tan solo amigos conocidos. ¿Sabemos que un hijo tiene privilegios? ¿Disfrutamos de los nuestros como hijos (as) de Dios? Recordemos el ejemplo del hijo pródigo y su hermano mayor. Tal vez nosotros, como ellos, no hemos tomado conciencia de nues-tra pertenencia, de nuestras posibilidades y de nuestras responsabilidades.

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“Vengan, benditos de mi padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me die-ron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospeda-ron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme”. Los justos le contestarán entonces: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos foras-tero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?” Y el rey les dirá: “Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron”. Entonces dirá también a los de la izquierda: “Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estu-ve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, en-fermo y encarcelado y no me visitaron”. Entonces ellos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?” Y él les replicará: “Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquéllos más insignificantes, tampo-co lo hicieron conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”». Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: No es más el misionero que el que queda en su casa, no es más el sacerdote que el casado, ni el casado que el soltero, no es más nadie que nadie. ¿Acaso podemos medir nosotros quién produce mejores resultados celes-tiales: el radical que lo deja todo y se va de misionero a un lejano país, o el sencillo católico que procura día a día hacer bien su trabajo donde está y que comparte lo que puede y lo que sabe? Vivir nuestra identidad cristiana es:

Vivir dando un sí a la gracia de Dios en una renovada entrega de la propia libertad.

Sentirse llamados a ser radicales allí donde estamos pero radicales en el amor, en el olvido de uno mismo, en el compartir nuestro tiempo y nues-tros bienes, llamados a fiarnos incondicionalmente de Dios cortando la cuerda de nuestro egoísmo.

Beber del agua sustanciosa, flexible y universal que es el Evangelio, la per-sona de Jesús, y que se puede tomar en todo momento y en todas las si-tuaciones.

Ser felices porque Cristo alivia nuestras cargas y hace brotar en nuestros corazones el agua viva que salta hasta la vida eterna. Es intentar asumir el

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SEGUNDA LECTURA

Monición Jesucristo es el nuevo Adán por quien nos viene la vida y la resurrección. La historia de la salvación es la historia de la liberación progresiva de la humanidad de todo lo que la humilla.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (15, 20) Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida será la consu-mación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas. Palabra de Dios

EVANGELIO

Monición Todos seremos juzgados ante Jesucristo según el grade de amor a los nece-sitados. El Hijo del Hombre se manifestará en su gloria e invitará a entrar en el Reino junto con Él a todos aquellos que hicieron la caridad regla de su vida y el amor a los pequeños y desheredados el ejercicio de su existencia. Antes de proclamar el evangelio cantemos.

ALELUYA ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David!

† Lectura del santo Evangelio según San Mateo (25, 31-46) En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hom-bre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha.

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Este conocimiento es fundamental para vivir en la identidad que Dios nos ha dado y para que podamos experimentar las bendiciones de la misma. Cuando vivimos consientes y seguros en esta relación filial con Dios nues-tras actitudes empezarán a cambiar. Tan decisivo es asumir nuestra identidad cristiana, que si no somos “Hijos de Dios”, no habrá posibilidad de que alguien respete nuestra vida y nuestra dignidad, no habrá ley alguna que nos proteja. Se trata de alimentar en la fe la certeza de que algo muy importante sucedió con la encarnación de Jesu-cristo, con su palabra, muerte y resurrección, con su promesa de vida eter-na. Con el bautismo se ha transformado profundamente nuestro ser y partici-pamos del misterio de Cristo. Ser hijos de Dios en la verdad del cuerpo mís-tico de Cristo es lo más grande que pudo sucedernos. Vamos por la vida buscando éxitos cuando el éxito lo hemos logrado al inicio. Alguien afirma-ba en alguna ocasión que nada en el mundo vale, comparado con la gracia de ser del Señor y en el Señor. La sociedad de consumo se empeña en hacernos olvidar a Dios. Si la digni-dad del ser humano está centrada en sus ídolos, se entiende que es frágil y negociable. Dios no tiene lugar en la absoluta pobreza ni en la absoluta sa-tisfacción; no porque no esté allí, sino porque no se le reconoce, porque no hay capacidad de mirar más allá de la supervivencia.

La Buena Nueva acerca de nuestra hermosa y auténtica identidad solo po-demos encontrarla y vivirla en Dios. Él es nuestro creador y nos hizo espe-cialmente a su imagen.

Muchos de nosotros hemos entendido esta verdad tarde o no hemos esta-do al menos viviendo en ella. El pecado que domina este mundo ciega nues-tro entendimiento para que no veamos ni disfrutemos esto. Aún es tiempo de gracia para regresarnos al Señor. Necesitamos una conversión perma-nente que comience por nuestra manera de pensar y que se manifiesta en nuestra manera de vivir. Solo así podremos manifestar al mundo lo que realmente somos. Esto solo puede ocurrir cuando hundimos nuestras raíces en las aguas de Dios, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Santifica, Señor, los dones que te presentamos en esta festividad del obispo san Martín y concédenos que esta Eucaristía nos conduzca siempre hacia ti,

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a través de las alegrías y las penas de esta vida. Por Jesucristo, nuestro Se-ñor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Yo les aseguro que todo lo que hagan a uno de estos hermanos míos insigni-ficantes, a mí mismo me lo hacen, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Tú que nos has renovado con el sacramento de la unidad, ayúda-nos, Señor, a cumplir tu voluntad en todo lo que hacemos, para que, a ejemplo de san Martín, disfrutemos la alegría de ser verdaderamente tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA 1er DÍA "¿A quién buscáis?-¿A Jesús Nazareno? Yo soy". Señor y Rey nuestro: siem-pre dejas que te descubra tu amor, aun cuando tus criaturas tan amadas por Ti, te busquen para martirizarte. Sabiendo que Tú eres Jesús Nazareno, te buscamos hoy de nuevo para prenderte otra vez, mas no con cadenas y cuerdas, sino con nuestras miserias y nuestros amores, pues sabemos es lo que más ata y sujeta tu misericordioso y amante Corazón, y así preso por amor, conducirte en triunfo al trono que te han formado los corazones amantes, para que empieces tu reinado de misericordia y amor en la tierra. Amén.

Obsequio. Cumplir con fidelidad mis obligaciones por ser lazos de amor que me unen con Jesús. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Eterno Padre, derrama tus misericordias sobre toda la tierra, reino de tu Hijo Jesús. Amén. ¡Oh Cristo Rey!, establece tu paz en tu reino. Amén. Espíritu Santo, abrasa al mundo en tu purísima y ardiente amor. Amén. Madre querida, une cada vez más y más a tu Hijo Divino, todo misericordia, con tus hijos, todo miseria. Amén. San José, enséñanos a amar a Jesús y a María. Amén.

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Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda creatura, liberada de la esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

PRIMERA LECTURA

Monición La antigüedad familiarizada con la cultura pastoril, acuñó la imagen del pastor para referirse a los guías de los pueblos. Frente a los pastores que explotan el rebaño, abusan de él o lo dejan perecer, Dios es el buen pastor: reúne a las ovejas dispersas y las conduce a la fuente de la vida. Escuche-mos

Lectura del libro del profeta Ezequiel (34, 11-12.15-17) Esto dice el Señor: «Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como el pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad. Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Se-ñor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos». Pala-bra de Dios

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)

R/ "El señor es mi pastor, nada me falta." El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/ Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios me unges la cabeza de perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/ Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R/

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NOVENA DÍA NOVENO "Jesús Nazareno, Rey de los judíos." "Regnavit a ligno Deus" "Y al nombre de Jesús doblarán la rodilla en el Cielo, en la tierra y en los infiernos." ¡Oh Rey divino!, al presentarte en este día bendito nuestras adoraciones, te ofrecemos cuanto somos, tenemos y deseamos; no nos detiene nuestra miseria, pues eres todo misericordia; confiamos conseguir todas nuestras peticiones, pues eres todo amor y el amor atiende siempre, y te lo pedimos en unión de nuestra Reina y Madre Inmaculada y de los ángeles custodios de todas las almas. ¡Señor!, arroja de tu reino a los demonios y a todos tus enemigos y concede a la Iglesia una era de paz. Lleva a Ti en este día a las almas del Purgatorio, un perdón general a todos los pecadores y poniendo luz en sus inteligencias y amor en sus corazones, prueba una vez más que es más grande tu miseri-cordia que nuestra malicia y miseria. Llena de amor y pureza a los sacerdotes, a los niños y a las almas a Ti consa-gradas, formando de ellas esas legiones de almas puras, humildes y aman-tes que Tú deseas: almas pequeñitas que como granos de trigo, formen todas en una perfecta unión de intenciones y corazones con la Víctima divi-na del Calvario y del altar una Hostia que aplaque al Cielo por los pecados de la tierra y haga descender sobre ella perdón y misericordia para los des-graciados pobres pecadores, de esas almas que quieres sean las delicias de tu Corazón en la tierra y tu corte de amor en el Cielo. Obsequio. Abandonarme en el Corazón de Dios. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÉCIMO DÍA AFIRMANDO NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA

ANTÍFONA DE ENTRADA Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder, la riqueza, la sa-biduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

MONICIÓN INTRODUCTORIA: Hoy finalizamos el ano litúrgico. Celebramos la fiesta de Jesucristo nuestro Rey y Señor. Jesucristo es la síntesis de nuestra fe, es la manifestación plena del Reino de Dios hecho servicio a los hombres. Por eso, hoy seremos juz-gados por la Palabra de Dios, pues debemos confrontar nuestra vida con el testimonio de Cristo. Seremos juzgados según la medida de nuestro amor servicial al prójimo

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SEGUNDO DÍA NUESTRA IDENTIDAD A PARTIR DE NOSOTROS MISMOS.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apa-ciente, y yo, el Señor, seré su Dios.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Aviva, Señor, en tu Iglesia, el espíritu de amor, que dio valor a san Josafat para morir por su pueblo a fin de que, fortalecidos por tu amor, no dudemos en sacrificar ninguno de nuestros intereses por el bien de nues-tros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

PRIMERA LECTURA Lectura del libro de la Sabiduría (18, 14-16; 19, 6-9) Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu palabra todopoderosa, Señor, como implacable gue-rrero, se lanzó desde tu trono real del cielo hacia la región condenada al exterminio. Blandiendo como espada tu decreto irrevocable, sembró la muerte por don-dequiera; tocaba el cielo con la mano y al mismo tiempo pisaba la tierra. La creación entera, obediente a tus órdenes, actuó de manera diversa a su modo de proceder para librar a tus hijos de todo daño. Una nube protegió con su oscuridad el campamento israelita y donde antes había agua, surgió la tierra firme; en el mar Rojo apareció un camino despejado y en las olas impetuosas, una verde llanura. Por ahí, protegido por tu mano, pasó todo el pueblo, mientras contemplaba tus prodigios admirables. Corrían como po-tros y brincaban como corderos, dándote gracias, Señor, por haberlos libe-rado. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL (Salmo 104).

R/ Recordemos los prodigios del Señor. Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Ento-nen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/ El Señor hirió de muerte a los primogénitos de los egipcios, primicias de su virilidad. Sacó a su pueblo, cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezó. R/ Se acordó de la palabra sagrada que había dado a su siervo, Abraham, y sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos, con gritos de triunfo. R/

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ALELUYA Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18, 1-8) En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: “En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justi-cia contra mi adversario’. Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”. Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando ven-ga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Nuestra identidad personal depende profundamente de nuestra imagen basada en TRES SENTIDOS de opinión: lo que nosotros opinamos de noso-tros mismos, lo que otros opinan de nosotros y lo que Dios opina de noso-tros.

Érase una vez un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda. -Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer na-da. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo: «Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayu-darte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...». Y, haciendo una pausa, agregó: «Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar». -E... encantado, maestro -titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desva-lorizado y sus necesidades postergados. -Bien -continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos

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quiere hacer en nosotros es infinito pues su criterio es transformarnos en Jesucristo. Nuestra cooperación está en decir sí y dejarnos amar humilde-mente.

Lo que pasa es que Dios es tan fino que se cumple lo que me parece que decía San Agustín: Dios actúa de tal manera que hace que sea obra nuestra lo que es don Suyo. Por tanto, para apasionarnos por Dios tenemos que de-jarnos amar por Él y concederle crédito, creer que Él nos ama y que todo cuanto sucede es para nuestro bien. Y en cuanto a fortalecer nuestra identi-dad cristiana, una vez que ya ponemos fe, hay que intentar vivir en los crite-rios de las Bienaventuranzas. Lo del montañero: no tengamos miedo de cortar la cuerda, mantengamos la fe aunque todo a nuestro alrededor sea oscuridad, niebla y frío; convertirse es creer que sólo ese Amor infinito -cuya expresión plena es la entrega de su Hijo- nos salva y que no podemos nada de nada sin Su gracia.

No nos va a ahorrar problemas pero ésa es la fuente de donde beben todas las raíces verdaderamente evangélicas: decir sí, fiat, hágase, como dijo la virgen María, obedecer la voluntad del Padre porque la fe y sus obras, la vida interior y su proyección exterior, se vuelven enemigas cuando mi árbol, el árbol de cada uno, no se apoya en la Gracia, en la acción vivificante del Espíritu, sino en las propias fuerzas. (La fe es viva si actúa por el amor: Gál 5,6; Sant 2, 14-26). Así que, metidos por fe dentro del amor de Jesucristo, la cosa más pequeña que podamos hacer -dar un vaso de agua-, si lo hacemos por amor, es Jesucristo quien lo proyecta al infinito.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, te rogamos, Señor, que la ofrenda que te presentamos nos transforme, por tu gracia, en oblación viva y continua. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ha hecho en mí maravillas el todopoderoso, cuyo nombre es santo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Ya que participamos de la redención eterna, te pedimos, Señor, que al venerar la memoria de la Madre de tu Hijo, nos gloriemos de la pleni-tud de tu gracia y sintamos los efectos de tu obra redentora. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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La libertad del hombre está fundada en Dios mismo y el hombre se encuen-tra ante una alternativa: elegir el bien, esto es abrirse a la acción creadora y salvífica de Dios, o elegir el mal que es rechazar la iniciativa del Señor. Primero, Dios me visita (nos visita a cada uno) y me atrae a Él. Con su gracia, sin violentar a la persona, invita a darle un sí y da impulso a un acto de libre adhesión, desea provocar un libre consentimiento. Si el creyente no inte-rrumpe la moción divina y deja que Dios actúe en el corazón, le va llevando desde el pecado a la justificación y, después, sigue llamando constantemen-te para llevar a cada uno a un estado superior de gracia santificante.

Puedo decir no a Dios pero no es conveniente porque, si digo sí y le permi-to actuar, Él me irá educando a un amor mayor. El rechazo del designio divino, decir no a Dios, esto es mi pecado, puede tener en la historia de la salvación un sentido, lo explica San Ireneo: Dios aguanta que el hombre le diga no a fin de que, instruido en todos los sentidos, el hombre vaya orien-tándose en todas las cosas a permanecer en amor y aprenda a amar a Dios en los hombres dotados de razón. La pedagogía divina, al respetar la liber-tad, asume el aspecto negativo y doloroso de la humanidad y del mundo, pero es pedagogía hacia a un mayor amor. No hemos de olvidar que nues-tras cruces, mirándonos en la de Jesús, son oportunidad para crecer en el amor.

Habitualmente podemos medir la fe, la propia y la del otro, por el cumpli-miento de los mandamientos o por las obras, por los muchos compromisos y parece que si andamos muy atareados es que tenemos mucha fe -quizás lo que tenemos es mucho activismo- pero es que en cristiano la fe no se mide por eso, ni siquiera por el acto de abandono que hacemos en Jesucris-to.

La fe no se puede medir desde lo que se siente o se deja de sentir. Evidente-mente el don de Dios se realiza en nuestra naturaleza y por tanto en nues-tro temperamento y psicología y eso nos da una cierta experiencia de Dios, pero la fe se mide desde Jesucristo. Ser cristiano no consiste en cuánto hago por Dios (vida exterior) o en cuánto experimento de Dios (vida interior); no es fijar los ojos en mí sino tener los ojos fijos, como dice la carta a los He-breos, en el Sumo Sacerdote que ha entrado hasta el Santo de los Santos, hasta el Padre, como intercesor y en el cual tenemos toda gracia.

Dios nos acompaña en lo nuestro, camina con lo que llevamos puesto, pero es el Amor sin medida. De ahí que el criterio de lo santo, de lo que Dios

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de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él. Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una mo-neda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un reci-piente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda. Entró en la habitación. -Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. -Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó son-riente el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar tu caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo. -¿Cincuenta y ocho monedas? -exclamó el joven. -Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente... El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. -Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñi-que de su mano izquierda.

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Nuestra identidad a partir de nosotros mismos Es indudable la importancia que tiene nuestra opinión personal y el concep-to de nosotros mismos para remarcar una imagen e identidad correctas. La imagen que poseo de mí mismo por desgracia se deteriora por muchas cau-sas:

* Por PRESIONES desproporcionadas. Existen muchas influencias que están ocasionando en la persona cambios en cuanto al concepto que poseen, en-fermedades psicosomáticas como la anorexia, bulimia, demuestran por ejemplo la importancia que está adquiriendo el concepto de la figura física en la persona y como ésta, está afectando a muchos jóvenes. El peso ideal de diez años atrás no corresponde con el que consideramos hoy, frases co-mo "estoy demasiado gordo, soy demasiado bajo, soy demasiado oscuro", son términos que producen un gran deterioro de nuestra imagen, casi siem-pre sin fundamentos. Dejarse llevar desproporcionadamente por esta clase de presiones ocasionan verdaderos problemas de opinión e imagen perso-nal.

* Por COMPARACIÓN. Nos comparamos con todo para destacar lo que no-sotros somos o para remarcar más nuestros complejos de inferioridad. No es posible comparar a personas entre sí y considerarlas inferiores o superio-res, pues cada uno somos diferentes unos de los otros y además, quién es el que dispone de una escala de valores que sirva como patrón de perfección. La comparación es el enemigo de la adaptación personal en el entorno so-cial donde se desenvuelve.

* Por PATRONES Y MODELOS incorrectos. ¿Quiénes son los que han provisto de medidas a la figura humana?, ¿Quién clasifica a las personas por su color, ojos, cabello?, ninguno de estos patrones existe en verdad, es producto de una Sociedad que discrimina y produce mucho dolor en la gente "normal". Los modelos personales, los ídolos de "barro" están produciendo imágenes distorsionadas en muchos, y modelos a seguir que acaban defraudándonos y frustrando nuestra identidad.

* Por desidia, INDECISIÓN y negligencia personal. El abandono personal, la negligencia en el cuidado de nuestra imagen es el producto de estados de depresión y decaimiento personal. Es muy importante mantener una ima-gen correcta, también en lo físico, para satisfacer nuestra imagen y opinión interior. Muchas veces la opinión pesimista que mantenemos sobre noso-tros mismos, obedece también a la negligencia personal que mantenemos

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Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos vi-ven». Entonces, unos escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Decíamos que el Señor nos invita al seguimiento. Jamás, si quiero ser cris-tiano, puedo salirme del seguimiento, que es lo que continuamente predica Cristo a sus discípulos. Dice que es el camino al Padre por el Espíritu que guía. Y, si nos dejamos guiar, el seguimiento es, ante todo, la fe que pone-mos en el Hijo pues, por la fe en el Hijo, es como el Padre consuma su obra en nosotros.

De modo que cuando San Pablo nos dice que somos justificados por la fe surge la objeción: ¿Es que entonces no hay que hacer nada? ¿Somos los ca-tólicos como los protestantes que acentúan la fe y no dan importancia a las obras?

Y San Pablo contesta tajantemente: la salvación es por gracia y mediante la fe, no por obras y, sin embargo, al morir a nosotros mismos y ser creaturas nuevas, somos creados en Cristo Jesús para que nos dediquemos a las bue-nas obras, no las nuestras sino las que Dios quiera, cuando quiera y como quiera. Porque Dios es Dios y nuestras obras, nuestra vida, nuestras virtu-des, nuestro hacer, no se mide desde nosotros mismos sino desde el Don mismo de Dios, desde Jesucristo y por eso son nuevas.

El que entra en la dinámica de la gracia y se adentra, sin apoyarse en las propias obras, en lo profundo de la fe, llega a crecer en más obras o diferen-tes porque, en fe, pobres de espíritu, primera bienaventuranza, se hace posible que Dios nos dé todo lo demás. La fe es la primera raíz y también la primera obra, la más difícil, la más dura para nosotros, para mí, porque es el no apoyarse en uno mismo, en los propios logros, sino confiar en la bondad de Dios.

Normalmente en lo cotidiano me olvido (nos olvidamos) de que nuestra alegría está en que Dios haga su voluntad, esto es todo bien, es decir nues-tra alegría es que Dios se nos da a sí mismo y, como es por gracia, es porque Él quiere. Pero yo (nosotros) como el alpinista de la historia no me acabo de creer que Su voluntad es mi bien, que es Él quien me salva y, al igual que aquel hombre, no corto la cuerda y sigo mirando mi propio ombligo.

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pués se le apareció a Santiago, y seguidamente a todos los apóstoles.

Y se me apareció también a mí, iba a decir al aborto, el último de todos. Porque yo soy el último de los apóstoles y ni siquiera merezco ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Sin embargo, por la gracia de Dios soy lo que soy y el favor que me hizo no fue en vano; he trabajado más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. Pues bien, esto es lo que predicamos tanto ellos como yo, y esto es lo que han creído. Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. (Sal. 9) R/ "Cantemos al Señor, nuestro salvador."

Te doy gracias, Señor, de todo corazón y proclamaré todas tus maravillas; me alegro y me regocijo contigo y toco en tu honor, Altísimo. R/ Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante ti. Repren-diste a los pueblos, destruiste al malvado y borraste para siempre su recuer-do. R/ Los pueblos se han hundido en la tumba que hicieron, su pie quedó atrapa-do en la red que escondieron. Tú, Señor, jamás olvidas al pobre y la espe-ranza del humilde jamás perecerá. R/

ALELUYA Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido a la muerte y ha hecho resplande-cer la vida por medio del Evangelio. EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según Lucas (20, 27-40) En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Pues bien, hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, toma-ron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?» Je-sús les dijo: «En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futu-ra, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.

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constantemente.

* Por METAS inalcanzables. Cuando no logramos lo que nos hemos pro-puesto, no sentimos fracasados, no terminar lo que empezamos refuerza una opinión pesimista de nosotros y de nuestro futuro. En muchos casos las metas que nos proponemos son totalmente desproporcionadas y desfasa-das de la realidad, pero el no lograrlas NO INDICA que no sabemos hacer nada, toda derrota nos debe proveer el ánimo para intentarlo nuevamente y aprovechar la experiencia para no cometer los mismos errores. El éxito no está garantizado en ninguna área de la vida, exige lucha y esfuerzo, pero dejar que ese sentido nos afecte en exceso logrará un concepto muy pesi-mista de nosotros al no lograrlo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Bendice y acepta, Señor, los dones que te presentamos y haz que esta Euca-ristía, nos confirme en la misma fe que san Josafat atestiguó con su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN No sois vosotros los que me habéis elegido, dice el Señor, soy yo quien os ha elegido, para que vayáis y deis fruto y ese fruto perdure.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Que este sacramento que hemos recibido nos comunique, Señor, tus dones de fortaleza y de paz, para que, a ejemplo de san Josafat, trabaje-mos sin descanso por la unidad y la santificación de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

NOVENA 2º DÍA "Cristo, adivina quién te ha herido". ¡Oh Jesús amante y bueno!, aquella noche triste de tu Pasión tus ojos divinos veían a través de los siglos todos nuestros pecados y olvidos que tan dolorosamente herían tu divino Cora-zón, tanto, que para que tu pureza no te hiciese huir de nosotros, no tus verdugos, sino el amor vendó tus ojos, a fin de que no vieses más que almas que se perdían si Tú las dejabas. Haz que esas almas a las que tu sangre y tus lágrimas han lavado y purificado lleguen a amarte con tanto entusiasmo, que se cierren sus ojos a todo lo que no seas Tú, Rey de sus amores. Haz, Señor, que los hombres te conozcan y te amen. Amén. Obsequio. Cerrar los ojos a todo lo que no sea Jesús. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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TERCER DÍA NUESTRA IDENTIDAD, A PARTIR DE LOS DEMÁS

ANTÍFONA DE ENTRADA Yo tengo designios de paz, no de aflicción, dice el Señor. Me invocaréis y yo os escucharé y os libraré de vuestra esclavitud donde quiera que os encon-tréis.

Monición inicial A punto de finalizar el año litúrgico, el Evangelio quiere enfrentarnos a no-sotros mismos para que nos preguntemos que estamos haciendo con el talento de nuestra existencia, La construcción del Reino de Dios en la tierra, el pasar la frontera de lo terreno a lo transcendente, nos fue encomendada por Cristo a todos. El fin de un mundo, el fin de lo viejo y aparición de lo nue-vo, exige de nosotros una actitud de apertura a los nuevos tiempos. Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Concédenos, Señor, tu ayuda para entregarnos fielmente a tu ser-vicio porque sólo en el cumplimiento de tu voluntad podremos encontrar la felicidad verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Monición Fijémonos en las cualidades que un sabio destaca en una mujer hacendosa. Son cualidades de trabajo, generosidad con los pobres y esperanza en Dios. Esta mujer es símbolo de la actitud vital de toda persona. Escuchemos.

Lectura del libro de los Proverbios (31, 10-13. 19-20. 30-31) Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa: muy superior a las perlas es su valor. Su marido confía en ella y, con su ayuda, él se enriquece-rá; todos los días de su vida le procurará bienes y no males. Adquiere lana y lino y los trabaja con sus hábiles manos. Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso; abre sus manos al pobre y las tiende al desvalido. Son engañosos los encantos y vana la her-mosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor. Es digna de gozar del fruto de sus trabajos y de ser alabada por todos. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 127) R/ Dichoso el que teme al Señor.

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mento, no permitas, Señor, que nos separemos ya de ti, que eres la fuente de todo bien. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA DÍA OCTAVO "Mujer, he ahí tu hijo." "He ahí tu Madre." Más uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió de él sangre y agua. ¡La Madre de nuestro Dios es nuestra Madre querida! ¡Qué felicidad y qué confianza! El Corazón de nuestro Dios es nuestro Cielo, nuestro tesoro. Madre bendita, queremos amarte como te amaba Jesús, y a El, como Tú le amabas; enséña-nos las delicadezas del amor, la felicidad de la vida de unión, de unión ínti-ma, confiada, amorosa; haznos chiquitos, muy chiquitos, para poder entrar y perdernos en el Corazón de Jesús, sin tener más móvil ni deseo que ama-ros y haceros amar. Amén. Obsequio.-Consagrarme de todo corazón a la Santísima Virgen. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

NOVENO DÍA “POR LA GRACIA DE DIOS SOY LO QUE SOY”

ANTÍFONA DE ENTRADA Dichosa tú, Virgen María, que llevaste en tu seno al creador del universo; diste a la luz al que te creó, y permaneces virgen para siempre.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Fortalece, Dios misericordioso, nuestra debilidad, para que todos los que ahora recordamos con veneración a la santa Madre de Dios, poda-mos, por su intercesión y ayuda, levantarnos de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

PRIMERA LECTURA Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (15, 1-11) Quiero recordarles, hermanos, la Buena Nueva que les anuncié. Ustedes la recibieron y perseveran en ella, y por ella se salvarán si la guardan tal como yo se la anuncié, a no ser que hayan creído cosas que no son. En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado; que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce.

Después se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, algunos de los cuales ya han entrado en el descanso, pero la mayoría vive todavía. Des-

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nada. Todo en Él es un regalo. El Dios de Jesús es el Dios de la gracia. Y es que lo primero, lo más genuina y auténticamente cristiano, es entrar en la dinámica de la gracia. Esto quiere decir que hemos de tener muy claro que nuestra vida, nuestra salvación, es un don de Dios. (Ef 2,4-10)

POR GRACIA, ¿Qué fuente es ésta? No parece lógica. ¡Por gracia! Dice que somos creados para buenas obras, para el compromiso, para dar fruto, pero no el nuestro sino el que Dios dispuso de antemano que practicásemos. Dice además, primero, que, si somos salvados, es por pura gracia y median-te la fe en Jesucristo.

Está sucediendo que Dios desea introducirnos más allá de nosotros mismos y que tanto la vida interior como la exterior, todo, lo midamos desde Jesu-cristo y no desde nosotros. Ocurre que, en el fondo (yo) nosotros, quere-mos controlar a Dios, ponernos en el centro, tenemos hecha nuestra vida y no queremos realmente la salvación de Dios sino que pretendemos ama-rrarla por nuestras propias obras.

Pero la dinámica de la gracia es que sólo Dios salva. Se habla mucho de la corresponsabilidad. Y con quien primero tenemos que ser corresponsables, tanto los laicos como los que no lo son, es con Dios mismo. Porque Él nos da primero el Manantial donde beber, la gracia del Don de Sí mismo, y nos da también la gracia de la fe, que es nuestro primer compromiso. Nos equivo-camos cuando pensamos que lo difícil viene de fuera; no, no, lo más difícil está en el interior porque tengo que morir a mí mismo. Nunca logramos entregarnos del todo, NUNCA LOGRAMOS NEGARNOS DEL TODO A NOSO-TROS MISMOS y no terminamos de soltarnos por dentro. La corresponsabi-lidad con Dios consiste en soltarme de mi cuerda y acoger y aceptar que soy salvada por gracia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, este santo sacrificio que nos has mandado ofrecer en tu ala-banza y concédenos por él obedecer siempre tus mandatos para que sea-mos dignos de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos, porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Tú que nos has hecho partícipes de tu propia vida en este sacra-

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Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/ Su mujer como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R/ Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida”. R/

SEGUNDA LECTURA

Monición Dios llega en cualquier momento y hace falta estar vigilantes. Es necesario vivir como hijos de la luz, no "dormidos como los demás, sino velando y siendo sobrios. El cristiano es hijo de Dios y tiene que vivir como tal. Escu-chemos

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses (5, 1-6) Hermanos: Por lo que se refiere al tiempo y a las circunstancias de la venida del Señor, no necesitan que les escribamos nada, puesto que ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo: “¡Qué paz y qué seguridad tenemos!”, de repente vendrá sobre ellos la catástrofe, como de repente le vienen a la mujer encinta los dolores del parto, y no podrán escapar. Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas. Por tanto, no vivamos dormidos, co-mo los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobria-mente. Palabra de Dios.

ALELUYA Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante.

EVANGELIO

Monición Los cristianos somos esos siervos a quienes el Señor confía sus dones para hacerlos fructificar en este tiempo de la Iglesia hasta que él vuelva defini-tivamente. Los talentos son los dones del Reino para que los desarrolle-

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mos en la construcción de la ciudad terrena y civilización del amor. Antes de proclamar el evangelio cantemos

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (25, 14-30) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras leja-nas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’. Se acercó luego el que había recibi-do dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’. Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has planta-do y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’. El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénse-lo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ ”. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: En realidad a todos nos interesa mucho lo que los demás opinan de noso-tros, aunque en la mayoría de los casos no estamos dispuestos a recibir esas opiniones, si éstas no son favorables. Estas opiniones dependen y están basadas en algunos factores.

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Érase una vez un alpinista que ascendía por los caminitos de una escarpada montaña. Se le hizo de noche, muchísimo frío, hielo, ¡y resbaló! Mientras caía por el precipicio sentía que se iba a morir y pidió a Dios que le salvase. Milagrosamente no se rompió la cuerda de la que previamente se había atado y quedó colgando. A su alrededor todo era oscuridad, mucha niebla, a muchos grados bajo cero se estaba congelando y rezó: “Gracias Señor por-que aún estoy vivo; hágase tu voluntad pero si pudieras ayudarme una vez más…” Entonces oyó la voz de Dios que le decía: “Mi voluntad es salvarte, deseo sólo tu bien. Si quieres, coge el cuchillo que tienes en la bota y corta la cuerda”. Efectivamente, el hombre se acordó de que llevaba un cuchillo, miró a todas partes y hacia abajo y la negrura le impedía ver, así que no se fió, se aseguró bien la cuerda a la altura del ombligo, se agarró a ella con todas sus fuerzas pero consideró que era más práctico no cortarla. A la ma-ñana siguiente, cuando se habían disipado la oscuridad y la niebla, un equi-po de rescate lo encontró totalmente congelado, muerto, ¡agarrado a la cuerda a un metro de altura de un camino firme!

Nos resistimos a ser salvados cuando tal salvación exige el desprendimiento total. Así que tendremos que poner las raíces de nuestro árbol cerquita de aquel Agua –que nos decía Ezequiel- capaz de sanear el Mar Muerto. Y ya sabemos que el criterio clave es la mismísima persona de Jesucristo. Él cura todas las dificultades con Su mensaje sintetizado en las Bienaventuranzas. Son la invitación al seguimiento, es decir al amor, a la coherencia, a la pe-queñez, a la gratuidad, al despojamiento (tomar la propia cruz, cortar la cuerda que me ata a mí misma); son la expresión de la radicalidad evangéli-ca que andamos buscando y que sostiene al discípulo que quiere beber del Manantial Maestro. Son el criterio de la espiritualidad verdadera: esto es, trascender las limitaciones egoístas, superar la dicotomía adentro-afuera, atinar en la dirección del desinterés y de la aceptación del bien.

Son un compendio de la misericordia de Dios con nosotros pues expresan lo que Dios quiere hacer por nosotros para que, dejándonos apasionar por Él, seamos felices. Porque es Dios quien apasiona y la palabra “pasión” lleva implícitas dos dimensiones: la de la seducción y la del padecer. Si elegimos no ser fríos ni tibios sino ser apasionados, a nosotros nos toca dejarnos se-ducir por Dios y, a la vez, tendremos que aprender a padecer a Dios, porque Dios es Dios.

El Dios cristiano es el Dios de la Misericordia, con entrañas de Alegre Ternu-ra, que nos ha amado primero no porque lo merezcamos sino porque todo Él es amor y es gratuito. No podemos comprarlo con nada ni se vende por

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ron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido, un sacrificio conforme a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas y platillos, precisamente en el aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El pueblo entero se postró en tie-rra y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al triunfo. Durante ocho días celebraron la consagración del altar y ofrecieron con alegría holo-caustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas y les pusieron puertas. La alegría del pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos quedó borrado. Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, de-terminó que cada año, a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante ocho días, con solemnes festejos, el aniversario de la consagración del altar. Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. (1 Crónicas 29) R/ Bendito seas, Señor, Dios nuestro. Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Jacob, desde siempre y para siempre. Tuya es la grandeza y el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuánto hay en el cielo y en la tierra. R/ Tuyo, Señor, es el reino, tú estás por encima de todos los reyes. De ti pro-vienen las riquezas y la gloria. R/ Tú gobiernas todo, en tu mano están la fuerza y el poder y de tu mano pro-ceden la gloria y la fortaleza. R/ ALELUYA Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.

EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según Lucas 19, 45-48 Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban allí, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa es casa de ora-ción; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones». Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo ha-cerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Entonces, segunda parte, vamos a la fuente de agua viva, ¿Cómo apasionar-se por Dios? ¿Cómo fortalecer nuestra identidad cristiana?

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* En nuestro COMPORTAMIENTO ante los demás. Depende mucho lo que opinan los demás de mí, según la forma en que yo me comporto con ellos o en mi entorno. El que se muestra siempre enojado dejará siempre esa opi-nión en los demás.

* En la IMAGEN QUE QUEREMOS DARLES a ellos. A veces nos interesa dejar una imagen en los demás para lograr algún fin, así hay personas que tienen mucho, pero su imagen es de miseria y pobreza pues no quieren compartir lo que tienen, otros no poseen nada, pero se comportan como si el mundo fuese suyo para dejar una imagen de abundancia. Otros intentan mostrar su fortaleza, y cuanto más lo hacen, más muestran lo débiles que son.

* En una REALIDAD FINGIDA, carente de verdad. Muchos viven una realidad fingida que les cuesta mucho trabajo conservar, así el marido en una grave crisis matrimonial intentará mostrarse como esposo y padre ejemplar, ha-blando y remarcando siempre sus cualidades. El joven fracasado en amores destacará cuánto es el éxito que tiene con todas las mujeres. Como dice el refrán "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".

* En las INTENCIONES DE OTROS con respecto a nosotros. Se dan muchos casos donde, para que uno resalte entre los demás, tiene que criticar, bajar y echar por tierra las virtudes de los otros. Así las opiniones son distorsiona-das por las malas intenciones que otros tienen sobre las mías. Estos factores demuestran qué engañosas y poco fiables pueden ser las opiniones de otros para reforzar nuestra identidad personal. Basar lo que yo soy en lo que otros opinan de mí es un TREMENDO ERROR, pues no podemos estar total-mente seguros si lo que se expresa de nosotros es totalmente veraz y se ciñe a lo correcto, o por el contrario está sujeto a otras intenciones. Lo cier-to es que como seres totalmente sociales, lo queramos o no, basamos parte de nuestra identidad también en esas opiniones.

La mejor forma de analizar las opiniones de otros sobre nosotros, es pasar-las por los siguientes filtros:

* La persona que las da es una persona madura y coherente en sus ideas; nunca le daríamos la misma importancia a lo que opina un niño, comparán-dolo con la opinión de mi propio padre, por ejemplo. * Coincide con la realidad de lo que yo soy y actúo; no creeríamos ni dejaría-mos que nos afectara nunca murmuraciones de otros que no están basadas en la realidad personal que yo vivo. Por ejemplo, qué crédito se puede dar a personas que opinan, que el hecho de ser cristiano me hace anticuado, re-

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trógrado y poco inteligente, cuando la realidad de lo que creo y vivo me muestra lo contrario. * No le daré crédito ni me afectarán cosas que no son ciertas; de lo que real-mente me ocuparé es de que no sea cierto lo que dicen de mí. Por ejemplo, de qué sirven acusaciones morales sobre hechos totalmente falsos, se des-vanecerán por sí solos. * No le daré crédito a opiniones que anulan los principios de Dios para mi vida; Por ejemplo, podrán decirme que no sirvo para nada, que no soy nadie en la vida por haber dejado todo por servir a Dios, pero qué importa esa opinión, ante el privilegio de hacerlo y obedecer lo que Dios te dice a tí. * No atenderé las opiniones de personas que no reflejan un estilo de vida recto; aún respetándolas como personas no podré dejar llevarme por las opiniones y conceptos que personas incoherentes en su actuar profesen. Por ejemplo, qué derecho le da a un adúltero opinar sobre mi propia familia. * No dejaré que las opiniones de otros sobrepasen mis propias opiniones; debemos reconocer nuestra posición y conceptos positivos de nosotros mis-mos. ¿Acaso las mentiras de los demás me podrán separar de mi condición como hijo de Dios?. * No dejaré que las opiniones de otros sobrepasen la opinión que Dios mis-mo tiene de mí: es la mejor herencia que tenemos, reconocer todo lo bueno que Dios piensa, cree y tiene para mí.

Se dice Credo.

ORACIÓN DE LOS FIELES Celebrante: Oremos, hermanos, al Señor que no se deja ganar en generosi-dad, diciendo juntos: R/ Te lo pedimos, Señor.

Por los discípulos de Cristo: para que, viviendo nuestra fe activamente, el Señor nos encuentre maduros cuando venga. Oremos.

Por los obispos, sacerdotes y fieles laicos: para que sepamos negociar con los talentos que el Señor nos dio. Oremos.

Por los hogares cristianos: para que la fidelidad de los esposos encamine a los hijos en la senda del bien y del amor. Oremos.

Por las mujeres que no son respetadas: para que puedan vivir con dignidad y honra. Oremos.

Por los que viven en las tinieblas de la ignorancia, la duda o la falta de valo-res: para que Cristo se les manifieste. Oremos.

Por los que participamos en esta Eucaristía: para que puesta nuestra con-fianza en el Señor trabajemos por su Reino con perseverancia, ilusión y en-trega. Oremos.

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ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Nadie tiene mayor amor por sus amigos que el que da la vida por ellos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Señor, que este sacramento de tu amor que hemos recibido, nos dé fuerza para imitar el ejemplo de santa Isabel de Hungría, que se consa-gró a ti de todo corazón y se prodigó sin descanso por el bien de tu pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA DÍA SÉPTIMO "Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino.-En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." Quisiéramos, Señor, presentarte en el día de tu fiesta los corazones de todos los hombres rendidos a tu amor; pero mira, Rey nuestro, cuántos millones de ellos están envueltos en las tinieblas de la muerte y del pecado y no te conocen; por ellos te pedimos nosotros que tenemos la dicha de conocer tu Corazón, todo misericordia. "Señor, acuérdate de estos desgraciados cuando estés en tu Reino", haznos, Señor, oir: "pronto, muy pronto estarán conmigo en el paraíso". Amén. Obsequio. Actos de fe, esperanza y caridad. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA OCTAVO FORTALECIENDO NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA

ANTÍFONA DE ENTRADA Dios anuncia la paz a su pueblo, a todos sus amigos y a cuantos se convier-ten a él de corazón.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Mueve, Señor, nuestros corazones para que correspondamos ge-nerosamente a la acción de tu gracia y recibamos, así, con abundancia, los dones de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo...

Primera Lectura Lectura del primer libro de los Macabeos (4, 36-37.52-59) "Celebraron la dedicación del altar y ofrecieron holocaustos con alegría" En aquellos días, Judas y sus hermanos se dijeron: «Nuestros enemigos es-tán vencidos; vamos, pues, a purificar el templo para consagrarlo de nue-vo». Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión. El día veinticinco de diciembre del año ciento cuarenta y ocho, se levanta-

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das; si me niego a superar la decepción; nuestro árbol puede hacerse apáti-co por una crisis de realismo mal resuelta; ¡se siente mucho cansancio y desánimo por tantos esfuerzos e intentos que parecen no dar los frutos deseados..!

El interrogante nuclear, más o menos bien formulado así, con mayor o me-nor angustia es: ¿qué sentido tiene seguir entregándome a Dios en donde estoy, para qué hacer lo que hago y vivir lo que estoy viviendo? Según la respuesta que demos, podremos superar la situación o empezar a instalar-nos en actitudes que nos hacen daño.

El Señor Jesús se refiere a la mediocridad cuando dice: ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca. Si el árbol bebe mediocridad, a los frutos les acompaña la tibieza, el desencanto, la apatía, la pereza, el desánimo, la rutina. Curiosamente esto, la mediocridad, suele producir más seguridad psicológica, es más práctica, prudente, útil, que no el volver a comprometerme una vez más y arriesgarme de nuevo. La me-diocridad es la falta de confianza en que Dios puede sacar panes de las pie-dras, es el rechazo a secundar la invitación divina cuando dice: Sed santos, porque yo soy santo.

Porque, desde luego que, alcanzar la meta y vivir plenamente el Evangelio está fuera de nuestro alcance pero lo que nos toca es caminar hacia ello, intentarlo. Nosotros hacemos lo posible y Dios lo imposible. Si dejamos de intentarlo, la mediocridad ataca no sólo individualmente sino que bloquea la acción evangelizadora de otros, -pueden darse por vencidos al comprobar un clima general de derrotismo y falta de interés- podemos contagiarla y con ella perjudicamos al grupo, a la Iglesia en su conjunto y al mundo en que vivimos. Si somos cristianos tibios seremos cristianos vomitados por nuestro Señor, cristianos fracasados. A nosotros, que se nos ha dado ser la sal de la tierra, lo peor que puede sucedernos es no apasionarnos por Dios, Padre, Hijo y Espíritu, y dejar de creer en la paciencia que Él tiene para humanizarnos y divinizarnos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, los dones que te presentamos y haz que el memorial del amor infinito de tu Hijo, que estamos celebrando, aumente en nosotros, a ejemplo de tus santos, nuestra generosidad contigo y con el prójimo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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Celebrante: Que tu sabiduría, Señor, nos haga gustar los bienes de tu Reino y que per-manezcamos vigilantes mientras esperamos la llegada definitiva de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Que estos dones traídos a tu altar nos obtengan de ti, Señor y Dios nuestro, la gracia de servirte con amor y la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mi felicidad consiste en estar cerca de Dios y en poner sólo en él mis espe-ranzas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Señor, que nuestra participación en esta Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar como memorial suyo, nos una siempre con el vínculo de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA 3er DÍA "Luego Tú eres Rey? - Bien dices: Yo soy Rey.-Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad.-¿Y qué es la verdad?". Dios Nuestro Señor es la verdad por esencia, y es verdad encantadora, es verdad que entusiasma el corazón; que este Dios Omnipotente se hizo hombre por mí, y me amó entre desprecios, entre burlas, entre toda clase de sufrimientos, y no por ser necesario para salvarme, pues unas gotas de su sangre bastaban para eso, sino por ser necesario al amor grande e infinito que ardía en su Cora-zón por las almas. Señor, y Rey nuestro: enséñanos a amar como Tú, sin retroceder ante el sacrificio y el dolor, pues queremos sufrir y amar, para que ni un solo corazón deje de amarte; hazlos todos tuyos.-Amén. Obsequio. Abrasarme con lo que me haga sufrir. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

CUARTO DÍA NUESTRA IDENTIDAD, A PARTIR DE DIOS

ANTÍFONA DE ENTRADA Señor, no me abandones, no te me alejes, Dios mío. Ven de prisa a socorrer-me, Señor, mi salvador.

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ORACIÓN COLECTA Oremos: Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda se-pararnos de ti. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

PRIMERA LECTURA Lectura del primer libro de los Macabeos (1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64) En aquellos días, surgió un hombre perverso, Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año cien-to treinta y siete del imperio de los griegos. Hubo por entonces unos israeli-tas apóstatas, que convencieron a muchos diciéndoles: “Vamos a hacer un pacto con los pueblos vecinos, pues desde que hemos vivido aislados, nos han sobrevenido muchas desgracias”. Esta proposición fue bien recibida y algunos del pueblo decidieron acudir al rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los paganos. Entonces, conforme al uso de los paganos, construyeron en Jerusalén un gimnasio, simularon que no estaban circuncidados, renegaron de la alianza santa, se casaron con gente pagana y se vendieron para hacer el mal. Por su parte, el rey publicó un edicto en todo su reino y ordenó que todos sus súbditos formaran un solo pueblo y abandonaran su legislación particular. Todos los paganos acataron el edicto real y muchos israelitas aceptaron la religión oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. El día quince de diciembre del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de Dios un altar pagano, y se fueron constru-yendo altares en todas las ciudades de Judá. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; rompían y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban; a quienes se les descubría en su casa un ejemplar de la alianza y a los que sorprendían observando los preceptos de la ley, los condenaban a muerte en virtud del decreto real. A pesar de todo esto, mu-chos israelitas permanecieron firmes y resueltos a no comer alimentos im-puros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos que violaban la santa alianza. Muy grande fue la prueba que soportó Israel. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 118) R/ Ayúdame, Señor, a cumplir tus mandamientos.

Me indigno, Señor, porque los pecadores no cumplen tu ley. Las redes de los pecadores me aprisionan, pero yo no olvido tu voluntad. R/ Líbrame de la opresión de los hombres y cumpliré tus mandamientos. Se acercan a mí los malvados que me persiguen y están lejos de tu ley. R/ Los malvados están lejos de la salvación, porque no han cumplido tus man-damientos. Cuando veo a los pecadores, siento disgusto, porque no cumplen

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mayoría a los laicos, nos correspondiera conformarnos con un camino me-nos exigente. ¿Será que en el fondo considero (consideramos) que la radica-lidad evangélica es para los consagrados, los que llamamos en general de vida religiosa más los sacerdotes y los especiales, y que yo pertenezco a esa otra masa creyente que anda por ahí más débil, desigual y desdibujada?

Eso me excusa de procurar llevar una vida de continua conversión; como mucho, voy cumpliendo mis obligaciones cristianas pero que no me pidan ir más allá de lo razonable, entre comillas, para un laico. Así que, más que un cristiano del seguimiento y de la Buena Noticia, soy un cristiano aburguesa-do o acomplejado. Por un lado digo que quiero seguir a Jesús pero por el otro lado no creo que vivir permanentemente en el servicio a los demás, en el amor, sea para mí y me instalo en una situación intermedia. Y bastantes piensan como yo, dicen: Podría ser mejor cristiano pero, en fin, tampoco soy tan malo, voy cumpliendo y me conformo con ser regular, estoy cómodo así. Una cosa es una crisis de fervor motivada a veces por causas emocionales, psicológicas o biológicas y otra cosa es ese estado de derrotismo aceptado que nos satisface. Puede haber temporadas más o menos largas de aridez espiritual, de una oscuridad espantosa en la fe pero la mediocridad es que ya no luchemos contra la apatía y la desilusión.

Todos hemos vivido o estamos viviendo o viviremos una crisis, porque nues-tros ideales, las ilusiones primerizas, nuestros deseos, planes y proyectos no salen como queríamos. Esto es duro reconocerlo pero pienso que todos pasamos por la experiencia del grano de trigo que si no muere en la tierra no da fruto: En los que estan casados no siempre el matrimonio se ajusta a los propios sueños o planes y en algún matrimonio se ha oído decir: si llego a saber esto no me hubiera casado contigo; si pertenecemos a un grupo o a una comunidad religiosa no se cumplen las expectativas con las que se en-tró y piensas: esto no es lo que yo esperaba; si estás en cualquier otra forma de vida (sacerdote, albañil, ama de casa o...lo que sea) habrá algún momen-to en que exclames: ¡esto no es para mí! ¡Yo ya no estoy para esto..!

Habrá que discernir bien si esos momentos corresponden a un sano escepti-cismo, a un necesario descanso, a una autoestima imprescindible, a una madurez en el amor o… ¡a que bebemos el agua de la mediocridad!

Mi árbol bebe mediocridad si me instalo en un estado de resignación espiri-tual como reacción contra un ideal no satisfecho o unas ilusiones desajusta-

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poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas. Por entonces, muchos judíos que buscaban la justicia y querían ser fieles a la ley, se fueron a vivir al de-sierto. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 49) R/ Dios salva al que cumple su voluntad.

Habla el Dios de los dioses, el Señor, y convoca a cuantos viven en la tierra. En Jerusalén, dechado de hermosura, el Señor se ha manifestado. R/ Congreguen ante mí a los que sellaron sobre el altar mi alianza. Es Dios quien va a juzgar y el cielo mismo lo declara. R/ Mejor ofrece a Dios tu gratitud y cumple tus promesas al Altísimo, pues yo te libraré cuando me invoques y tú me darás gloria, agradecido. R/

ALELUYA No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, dice el Señor.

EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19, 41-44) En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: “¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Pero además podemos beber de una fuente que impide que el árbol crezca sano y vigoroso y lo contamina todo. Se trata de la MEDIOCRIDAD, que es renunciar a esforzarse por vivir en la propia profundidad buscando el agua de la Vida. La invitación del Señor Jesús a la radicalidad es una invitación a salir de la mediocridad, es una llamada a que el Evangelio, y los compromi-sos que de él se derivan, sean para mí, para nosotros, una alegría y no un inconveniente.

Caigo en mediocridad cuando me resigno a vivir en un estado que no aspira a dar lo mejor de mí misma. Caemos en mediocridad cuando nos dejamos llevar de una actitud conformista, comodona, sin afán de mejorar en el se-guimiento y sin poner todo el interés necesario para ser santos, como si eso le correspondiera sólo a unos pocos héroes o elegidos y a nosotros, en

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tus palabras. R/

ALELUYA Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.

EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18, 35-43) En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba senta-do a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, pregun-tó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le pre-guntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”. Enseguida el ciego reco-bró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Un campesino encontró un huevo muy grande y se lo llevó a su casa. ¿Será de un avestruz? - preguntó a su mujer. No. Es demasiado abultado - dijo el abuelo. Voy a colocar a la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca algo, afirmó el campesino y así lo hizo. Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasta: Bueno, ahora vamos a volar. La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante crío y le explicó: Mira, los pavos no vuelan. Te hace mal comer rápido. Entonces tra-taron de que el pavito comiera más despacio, el mejor alimento y en la me-dida justa. El pavito terminaba su comida y les decía a sus hermanos: Va-mos, muchachos, a volar. Todos los pavos le explicaban: Los pavos no vue-lan, a ti te hace mal la comida. El pavito fue hablando más de comer y menos de volar. Y creció y murió en la pavada general: ¡Pero era un CÓNDOR! Había nacido para volar hasta 7000 metros. ¡NADIE VOLABA! El riesgo de morir en la pavada general es muy grande. ¡Como nadie vuela!

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Cada uno de nosotros, por el hecho de haber sido creados por Dios, llama-dos a la vida, hemos recibido el inalienable valor y la extraordinaria digni-dad como personas. Sin embargo, circunstancias e influencias propias del reino de muerte presente en el mundo y de nuestra propia concupiscencia, nos llevan a olvidar nuestra verdadera dignidad y valor personal. Permiti-mos y toleramos una vida, si es que así le podemos llamar, en su más baja expresión en cuanto a nuestro potencial de ser dignos, santos y felices.

La dignidad del hombre tiene una doble dimensión: natural y sobrenatural, imagen de Dios e hijo de Dios. Ambas dimensiones se funden en una sola, porque ser hijo de Dios es ser hombre transformado por la gracia.

Una afirmación sencilla, pero grandiosa al mismo tiempo. Especialmente en nuestra época, en la que el materialismo sitúa al hombre a un nivel apenas superior a los animales. Hoy se habla mucho de dignidad del hombre, pero es poco lo que se aplica en la vida diaria. Reducido a sus dimensiones mate-riales, al hombre no se le abre otro panorama de dignidad que lo material ni otro horizonte de vida que el del placer sensible. Por eso no es de admirar que, junto a las frecuentes proclamaciones de dignidad de la persona huma-na, el hombre sea tan poco valorado y esté tan sujeto a la violencia.

La dignidad de la persona humana adquiere su verdadero valor, cuando se tiene una alta idea del hombre, tanto de su ser como de sus fines; cuando se comprende que está dotado de espiritualidad, de una dimensión de su ser que se eleva en mucho sobre la materia hasta participar de lo divino; y cuando se capta que está destinado a unos fines trascendentes de unión y diálogo amoroso con Dios mismo. Por encima de la materia está el espíritu, sobre la naturaleza está la gracia, que de hombres nos transforma en hijos de Dios. Ante la razón meramente humana aparece como una Buena Nueva calificar al hombre de imagen de Dios y, más todavía, de hijo de Dios.

Por naturaleza, el hombre es imagen y semejanza de Dios: "Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra...” Gen 1, 26-27. El hombre reprodu-ce, a infinita distancia desde luego, los rasgos fundamentales de su Creador. Tenemos una voluntad que tiende a buscar el bien y la verdad, que desea estar con su Creador que es la Voluntad total. Somos libres para hacer el bien así como Dios lo hace.

La fe cristiana nos lleva a apreciar y a reconocer el valor de lo creado y parti-cularmente del hombre. Lo que se reconoce es la dignidad de cada persona, no sólo del hombre en general, no de los grandes hombres, ni de los más

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DÍA SÉPTIMO EL AGUA DE LA MEDIOCRIDAD

ANTÍFONA DE ENTRADA Venid, benditos de mi Padre, dice el Señor, porque estuve enfermo y me visitasteis. Yo os aseguro que cuanto hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo habéis hecho.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y venerar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, servir siempre con amor incansable a los necesitados y afligidos. Por nues-tro Señor Jesucristo... Amén.

PRIMERA LECTURA Lectura del primer libro de los Macabeos (2, 15-29) En aquellos días, los enviados del rey Antíoco, encargados de hacer aposta-tar a los israelitas, llegaron a la ciudad de Modín para obligarlos a sacrificar a los ídolos. Muchos israelitas se les sometieron; en cambio, Matatías y sus hijos se les opusieron tenazmente. Los enviados del rey se dirigieron entonces a Matatías y le dijeron: “Tú eres un hombre ilustre y poderoso en esta ciudad y cuentas con el apoyo de tus hijos y de tus hermanos. Acércate, pues, tú primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los hombres de Judea y los que han quedado en Jerusalén. Así, tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y serán recompensados con oro, plata y muchos regalos”. Matatías les contestó con voz firme: “Aunque todas las naciones que for-man los dominios del rey obedezcan sus órdenes y apostaten de la religión de sus padres, mis hijos, mis hermanos y yo nos mantendremos fieles a la alianza de nuestros padres. ¡Dios nos libre de abandonar nuestra ley y nues-tras costumbres! No obedeceremos las órdenes del rey ni ofreceremos sa-crificios a los ídolos, porque así quebrantaríamos los mandamientos de nuestra ley y seguiríamos un camino equivocado”. Apenas había acabado de hablar Matatías, un judío se adelantó, a la vista de todos, para ofrecer sacrificios a los ídolos en el altar, conforme al decreto del rey. Al verlo, Ma-tatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa, corrió has-ta el judío y lo degolló sobre el altar. Mató, además, al enviado del rey, que obligaba a hacer sacrificios, y destruyó el altar. En su celo por la ley, imitó lo que hizo Pinjás contra Zimrí, el hijo de Salú. Luego empezó a gritar por la ciudad: “Todo aquel que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, que me siga”. Y, dejando en la ciudad cuanto

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Moraleja: Beber directamente de la Fuente o Manantial de agua viva que nos da Vida puede no producir resultados inmediatos, visibles, cosa que sí produce el cumplimiento de unas leyes pues con éstas podemos cuantificar los logros o los fracasos (rigorismo), tampoco nos ahorra dudas ni da seguri-dades absolutas (fundamentalismo), no nos proporciona una tranquilidad cómoda (ideologismo), ni nos permite arrasar con cualquier sentido de ulti-midad y trascendencia de la vida. (Secularismo)

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Que estos dones traídos a tu altar nos obtengan de ti, Señor y Dios nuestro, la gracia de servirte con amor y la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mi felicidad consiste en estar cerca de Dios y en poner sólo en él mis espe-ranzas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Señor, que nuestra participación en esta Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar como memorial suyo, nos una siempre con el vínculo de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA DÍA SEXTO "Ecce Homo .-He aquí a vuestro Rey." ¡Oh divino Jesús!, cómo te presentan por Rey, coronada de espinas tu cabeza, tu cuerpo cubierto de heridas, lle-nos de lágrimas tus ojos; pero era preciso que ésa fuese tu presentación, pues no sólo eres nuestro Rey, sino nuestro modelo, y nunca mejor que entonces podías decir: "Aprended de Mi que soy manso y humilde de cora-zón.". Caigan, Señor, en presencia de tanta grandeza, de tanta humildad, de tanto amor, todos los idolillos que queden en nuestros corazones. Déjanos recoger tu sangre y tus lágrimas, para que derramándolas sobre los corazo-nes de todas las criaturas seamos de nuevo purificados y envueltos en el amor. Amén. Obsequio. Procurar con empeño la humildad. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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cultos, ni de los mejores. Cada persona, toda persona, en su insustituible singularidad, en su irrepetible individualidad, tiene toda la dignidad ontoló-gica de la imagen de Dios, por mucho que sus obras la oscurezcan. La raíz de la dignidad está en la relación ontológica de participación en el ser que exis-te entre cada hombre y Dios.

Este hecho revela el misterio de un proyecto divino sobre cada uno de no-sotros. Por tanto, el hombre ha sido creado por Dios, que es hermano de toda la creación porque en último término, lo que decide el éxito o el fraca-so en mi vida, no son las caídas o triunfos que logro, sino la relación que yo como criatura tengo con mi creador. Somos obra de sus manos y lo busca-mos y lo amamos como a nuestro creador. Por eso San Agustín dijo: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.

Si la palabra revelada nos muestra la dignidad del hombre por ser imagen de Dios, la Palabra encarnada, Cristo, nos mostró con su conducta cuánto vale el hombre a los ojos de Dios, cuánta es la dignidad con que Dios ha adornado al hombre. "Jesús en la Cruz con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos" (Beato. Josemaria Escrivá). Sobran las palabras, porque los he-chos hablan por sí solos. Es toda una silenciosa lección de la Palabra encar-nada. ¿Cuánta es la dignidad del hombre, cuánto su valor?

Cristo nos ha alcanzado la gracia de ser hijos de Dios, por la cual el hombre es elevado y enriquecido mediante la gracia. He ahí una nueva dignidad, cuyo precio es la sangre de Cristo, la sangre del Hombre-Dios, del Dios en-carnado, cuyo valor es infinito. La dignidad del hombre ha sido exaltada en medida inimaginable. ¿Cuánto vale esa gracia dignificante del hombre? To-da la sangre de Cristo. El cristianismo ve de este modo a cada hombre como dotado de una dignidad, cuyo valor se mide por el valor dela acción reden-tora del Verbo Encarnado.

Cada persona, no las personas en conjunto, no las de los elegidos, no las de unos pocos. Todas las personas y cada una de ellas tienen toda la dignidad de hombres y de hijos de Dios. Ese fijarse en la singularidad de cada perso-na humana es una exigencia de la dignidad humana. Colectivizar las perso-nas, tratarlas en masa es ofenderlas.

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El trato individualizado es una deuda de justicia para con el hombre, porque es lo adecuado a su condición de ser persona. No colectivizar, no masificar es una deuda de justicia en la Iglesia. Pero lo es también en la sociedad civil. Por eso la doctrina social de la Iglesia ha condenado todo tipo de totalitaris-mos y colectivismos políticos y sociales, sin salirse de su misión estrictamen-te espiritual de difundir el mensaje evangélico.

Descubrir la excelsa dignidad del hombre es parte de la misión de todos los bautizados. Los cristianos hemos de proclamar la dignidad de todos los se-res humanos y concretar en acciones concretas de servicio a todos, sin ex-cepción, por su valor intrínseco de hombres amados por Dios.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Que este sacrificio que vamos ofrecerte en comunión con toda tu Iglesia, te sea agradable, Señor, y nos obtenga la plenitud de tu misericordia. Por Jesu-cristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presen-cia.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de esta Eucaristía para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida, merez-camos vivir con él eternamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA CUARTO DÍA “Herodes con todo su ejército lo despreció y lo vistió una ropa blanca, se burló y le remitió a Pilatos.". ¡Oh Jesús divino Rey nuestro!, cuán grande ha de ser nuestro amor hacia Ti, que por el nuestro quisiste ser burlado y tenido por loco, y en verdad, Jesús mío, locura de amor parece, el que la grandeza de Dios se encierre en el cuerpecillo de un Niño, que el poder de Dios esté sujeto con clavos, que este mismo Dios y Hombre se esconda en una peque-ña Hostia, y enamorado venga buscando la intimidad de nuestros corazo-nes, para tener en ellos sus delicias; Jesús amante y bueno, que el fuego de tu amor nos convierta también en pequeñas hostias, que escondidas en tu Corazón se pierdan a todas las miradas, para que Tú seas conocido y ama-do. Obsequio. Huir de todo lo que me pueda hacer apreciar. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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de respuesta ante la invitación del “ven y sígueme”.

Son espiritualidades que, paradójicamente, rechazan la frescura del Espíritu y quedan constituidas como sistemas rígidos midiendo a los demás desde la propia concepción impositiva de su carisma, de sus estatutos o sus reglas. Recordemos que la esencia de la espiritualidad cristiana, verdaderamente católica, permanece una e inalterable si bebe del Manantial auténtico y que no puede hablarse de diferentes "espiritualidades cristianas" sin tener siem-pre presente que difieren tan sólo, si son efectivamente cristianas, en el plano relativamente exterior y secundario de su puesta en práctica.

Una tercera fuente de agua impura es el SECULARISMO. BEBO (bebemos) de la fuente secularismo cuando, al asumir competencias, o responsabilida-des o al tomar decisiones, lo hago sólo en un nivel horizontal, sin levantar mi corazón al cielo, sin abrirme a la Trascendencia. Al acentuar inadecua-damente nuestras entregas es cuando nos encontramos con manifestacio-nes secularistas: podemos caer en una privatización de la fe reduciéndola, desconectándola del mundo o hacernos exageradamente mundanos sin aportar una palabra divina.

Así que nuestro árbol bebe secularismo cuando la relación con el mundo no es la adecuada: tanto si se da un repliegue en la fe de manera intimista olvi-dándonos de que el mundo es un gran sacramento y de que Dios nunca está ausente de su Creación lanzándonos al encuentro con los hermanos, como si reducimos el cristianismo a actividades socio-político-culturales sin refe-rencia a Dios Amigo y Salvador. En ocasiones estamos tan comprometidos (o enganchados) en el mundo y con el mundo que se prescinde de la dimen-sión sobrenatural y se pierde la relación con Dios.

El principito paseando por el planeta tierra se encuentra con diversos perso-najes. Uno de ellos es comerciante. - Buenos días, dijo el principito. - Buenos días- dijo el comerciante. Era un comerciante de píldoras perfeccionadas que quitan la sed. Se toma una por semana y desaparecen las ganas de beber. - ¿Por qué vendes eso? –preguntó el principito. - Porque con esto se ahorra mucho tiempo. Los expertos han hecho cálculos y se ahorran cincuenta y tres minutos por semana. - Y.. ¿qué se hace con esos cincuenta y tres minu-tos? El comerciante contestó: - Se hace lo que se quiere... Yo, se dijo a sí mis-mo el principito al que ya le quedaba muy poco tiempo, yo, si tuviera cin-cuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente...

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seguir más la ley que el Evangelio. BEBO rigorismo cuando mi árbol se ali-menta de una imagen de Dios como si Él fuera un juez implacable más que de la imagen del Dios trinitario y me dejo guiar más por el cumplimiento, con la fuerza de la voluntad, que por el Espíritu del Señor.

Caigo (caemos) en rigorismo cuando consideramos una acción como buena o mala siempre, indiferenciadamente, sin la flexibilidad que da el amor; cuando nos preocupamos más del propio poder humano para cumplir unas normas o mandamientos que de confiar en el Evangelio. La radicalidad evangélica no es igual a radicalismo, no es rigorismo, porque ella se abre a la novedad, a la creatividad, adopta diversas formas ya que la invitación del Señor a seguirle no es igual para todos, da espacio a la libertad y acoge las diferencias como una riqueza.

Es posible que hoy en día el rigorismo no sea ya ostensible porque nos he-mos contagiado de lo contrario, del laxismo, una cierta cultura light en la que el rigor ha sido suplantado por la ley del mínimo esfuerzo. Tanto una cosa como otra nos alejan del Manantial de agua viva.

No lejos del rigorismo está el fundamentalismo. BEBO fundamentalismo cuando escondo el evangelio y las propias creencias sin dialogar con la ra-zón del otro y cuando quiero imponer a todos mis puntos de vista, a veces de manera violenta o en una militancia cerrada. De esta fuente contamina-da proceden: el dogmatismo, el perfeccionismo y el fanatismo porque la libertad les repele, pretenden la exclusividad, el monopolio de la fe, y se creen guardianes de una fe superior a la de los demás. Vivimos en funda-mentalismo cuando hacemos de nuestra relación con Dios un absoluto, co-mo si esa relación, con sus mediaciones, fuera el mismísimo Dios.

Otra fuente contaminada es el IDEOLOGÍSMO. BEBO de esa fuente cuando veo ideas y no veo personas. Cuando, en vez de sentir corazones, clasifico a las personas con esquemas preestablecidos y las siento como una amenaza si no piensan como yo.

Nuestro árbol bebe a través del ideologismo cuando el grupo en el que es-tamos hace de las personas unos instrumentos para lograr un fin y también cuando el grupo, en vez de servir a la realidad, sirve a unas ideas. Hemos de tener cuidado pues además de ideologías políticas, sociológicas, teológicas, etc. hay también ideologías espirituales: las que no tienen en cuenta la si-tuación real de cada persona, las que no respetan pacientemente el ritmo propio de cada proceso de conversión, las que no toleran el diverso grado

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QUINTO DÍA HUNDIENDO NUESTRAS RAICES

EN LA FUENTE DE NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD

ANTÍFONA DE ENTRADA Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

PRIMERA LECTURA Lectura del segundo libro de los Macabeos (6, 18-31) Había un hombre llamado Eleazar, de edad avanzada y aspecto muy digno. Era uno de los principales maestros de la ley. Querían obligarlo a comer carne de puerco y para ello le abrían a la fuerza la boca. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó volun-tariamente hacia el suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio pagano, en atención a la antigua amistad que los unía con Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que mandara traer carne permitida y que la comiera, simulando que comía la carne del sacrificio ordenada por el rey. Así se podría librar de la muerte y encontrar benevolencia, por la antigua amistad que los unía. Pero Eleazar, adoptando una actitud cortés, digna de sus años y de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la ley santa, dada por Dios, respondió enseguida: “Envíenme al sepulcro, pues no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar, a los noventa años, se ha pasado al paganismo. Y si por miedo a perder el poco tiempo de vida que me queda, finjo apartarme de la ley, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar y deshonrar mi vejez. Y aunque por el momento me librara del castigo de los hombres, ni vivo ni muerto me libraría de la mano del Omni-potente. En cambio, si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y dejaré a los jóvenes un gran ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable ley”. Dicho esto, se fue enseguida hacia el suplicio. Los que lo conducían, consi-derando arrogantes las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola. Cuando Eleazar estaba a punto de morir a causa

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de los golpes, dijo entre suspiros: “Tú, Señor, que todo lo conoces, bien sa-bes que pude librarme de la muerte; pero, por respeto a ti, sufro con pa-ciencia y con gusto, crueles dolores en mi cuerpo y en mi alma”. De esta manera, Eleazar terminó su vida y dejó no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de virtud y heroísmo. Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL (Salmo 3)

R/ El Señor es mi defensa. Mira, Señor, cuántos contrarios tengo, y cuántos contra mí se han levanta-do; cuántos dicen de mí: “Ni Dios podrá salvarlo”. R/ Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria y mi victoria; desde tu monte santo me respondes cuando mi voz te invoca. R/ En paz me acuesto, duermo y me despierto, porque el Señor es mi defensa. No temeré a la enorme muchedumbre que se acerca y me acecha. R/

ALELUYA Dios nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.

EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19, 1-10) En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de cono-cer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatu-ra. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los po-bres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Partiendo del fundamento de que nuestra identidad tiene su origen en un llamada de Dios (vocación), que es primero llamado a la existencia, “a su imagen y semejanza” (vocación a la vida), y posteriormente llamado a ser sus hijos, por el Bautismo (vocación cristiana); resulta claro que nuestra identidad humana y cristiana; se alimentan recíprocamente y han de man-

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ALELUYA Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. EVANGELIO † Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19, 11-28) En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola: “Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: ‘Inviertan este dinero mientras regreso’. Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delega-dos que dijeran: ‘No queremos que éste sea nuestro rey’. Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno. Se presentó el primero y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas’. El le contestó: ‘Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades’. Se presentó el segundo y le dijo: ‘Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas’. Y el señor le respondió: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades’. Se presentó el tercero y le dijo: ‘Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exi-gente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembra-do’. El señor le contestó: ‘Eres un mal empleado. Por tu propia boca te con-deno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con in-tereses?’ Después les dijo a los presentes: ‘Quítenle a éste la moneda y dén-sela al que tiene diez’. Le respondieron: ‘Señor, ya tiene diez monedas’. El les dijo: ‘Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia’ ”. Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Ahora consideremos algunas fuentes de agua malsana de las que podemos estar bebiendo y que corrompen nuestra identidad cristiana:

Podemos (puedo) estar bebiendo de la fuente del RIGORISMO. Consiste en

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viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día, lo soportó con entereza, porque tenían puesta su esperanza en el Señor. Llena de genero-sos sentimientos y uniendo un temple viril a la ternura femenina, animaba a cada uno de ellos en su lengua materna, diciéndoles: “Yo no sé cómo han aparecido ustedes en mi seno; no he sido yo quien les ha dado el aliento y la vida, ni he unido yo los miembros que componen su cuerpo. Ha sido Dios, creador del mundo, el mismo que formó el género humano y creó cuanto existe. Por su misericordia, él les dará de nuevo el aliento y la vida, ya que por obedecer sus santas leyes, ustedes la sacrifican ahora”. Antíoco pensó que la mujer lo estaba despreciando e insultando. Aún que-daba con vida el más pequeño de los hermanos y Antíoco trataba de ganár-selo, no sólo con palabras, sino hasta con juramentos le prometía hacerlo rico y feliz, con tal de que renegara de las tradiciones de sus padres; lo haría su amigo y le daría un cargo. Pero como el muchacho no le hacía el menor caso, el rey mandó llamar a la madre y le pidió que convenciera a su hijo de que aceptara, por su propio bien. El rey se lo pidió varias veces, y la madre aceptó. Se acercó entonces a su hijo, y burlándose del cruel tirano, le dijo en su len-gua materna: “Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé en mi seno nue-ve meses, te amamanté tres años y te he criado y educado hasta la edad que tienes. Te ruego, hijo mío, que mires el cielo y la tierra, y te fijes en to-do lo que hay en ellos; así sabrás que Dios lo ha hecho todo de la nada y que en la misma forma ha hecho a los hombres. Así, pues, no le tengas mie-do al verdugo, sigue el buen ejemplo de tus hermanos y acepta la muerte, para que, por la misericordia de Dios, te vuelva yo a encontrar con ellos”. Cuando la madre terminó de hablar, el muchacho dijo a los verdugos: “¿Qué esperan? No voy a obedecer la orden del rey; yo obedezco los man-damientos de la ley dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, rey, que eres el causante de tantas desgracias para los hebreos, no escaparás de las manos de Dios”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 16) R/ Escóndeme, Señor, bajo la sombra de tus alas.

Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten R/

Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras. R/ Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/

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tener un sano equilibrio porque, gracias a la Encarnación, para un auténtico cristiano no existen dos esferas de realidad separadas: la espiritual y la pro-fana, sino una sola. Imaginemos que cada uno de nosotros es un árbol con sus raíces, tronco, ramas, flores, mientras escuchamos la Sagrada Escritura que dice: Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Es como un árbol plantado a las orillas del agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en año de sequía y nunca deja de dar fruto. (Jer 17, 7-8). ¡Bien sabemos que los frutos del árbol dependen de sus raíces bien regadas! Igual que el árbol es un ser en unidad en el que lo exterior y lo interior se enriquecen mutua-mente. El agua, la Fuente, es el Señor Jesús resucitado. El mismo Jesús lo anuncia a la mujer samaritana, y lo proclama sin reparos cuando dice: El que tenga sed, que venga a mí; el que crea en mí, que beba. “Como dice la Escritura: -añade Juan- del que beba, manarán ríos de agua viva.”

Y es que en algún momento de nuestra vida, el Señor Jesús nos dice a cada uno de los que estamos aquí: ¡ven y sígueme! Estamos invitados a hundir las raíces del árbol que somos en el Agua Viva -con mayúsculas- de nuestro interior, en una íntima comunión de vida con Dios, realizada en nosotros por Su Espíritu. Lo necesitamos para ser fieles a nuestra vocación humana y cristiana en la hora actual: Si las raíces de nuestro árbol no beben Evangelio no podemos dar frutos de dignidad y de Evangelio. Mas aún, con la careta de buenos cristianos podemos ser cómplices de graves atentados a la digni-dad y a los derechos humanos de nuestros prójimos. Cualquier tipo de vida que quiera ser cristiana, desea seguir a Jesús. Y es el Espíritu del Resucitado quien gime inefablemente para que nos abracemos al Evangelio con mayor radicalidad. Nuestro gozo depende de la respuesta a ese reto. Todos sabemos que lo que nos hace verdaderos seguidores de Jesús es in-tentar vivir el Evangelio, intentar una radicalidad bien entendida, que es Evangelio con profundidad y pureza. Y esto se relaciona a veces con “apartarse del mundo”, “renunciar a la familia”, con algunas formas de vida cristiana consideradas más excelentes, o se asocia a personas heroicas o acciones extraordinarias pero la radicalidad evangélica es algo irrenunciable para todo cristiano, en cualquier estado, porque la Palabra divina es viva y eficaz y sale a nuestro encuentro para hacernos más felices, tanto en lo or-

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dinario como en esas otras situaciones extraordinarias que la vida se encar-ga de presentarnos y que pueden requerir de nosotros una actitud excep-cional: una dura enfermedad o la pérdida de un ser querido o una injusticia o cualquier clase de dolor... En cualquier circunstancia, todos estamos lla-mados a ser santos cuya actitud fundamental es disponibilidad a lo que Dios quiera, abrirse a vivir en la plenitud del amor a Dios, entregarnos a Su vo-luntad. Y esto puede hacerse sin espectacularidad, sin grandes aspavientos, ya sea en las tareas cotidianas, en las relaciones familiares, ejerciendo lo mejor posible el trabajo, o ya sea con una presencia más militante en asociaciones de todo tipo o ya sea en otros ámbitos del entramado social: así es como se ofrecía Jesús ante el Padre y, en consecuencia, también nosotros. Lo mejor suele crecer bajo tierra, en lo oculto, igual que el Señor Jesús que tuvo una vida oculta no sólo en los años previos a su vida pública sino durante la pro-pia vida pública en que tuvo una vida escondida de trato con el Padre. Así que no podemos conformarnos con unos mínimos sino que anhelamos lo máximo: ofrecer nuestras vidas a Dios para que Él haga con ellas lo que quiera, cuando quiera y como quiera y pueda, así, mostrarse al mundo y llevar a cabo Su voluntad. En esto consiste el sentido de la vida de un cristiano: entregarnos a la radi-calidad evangélica que sólo se comprende si nuestra actitud es la de hijos que tienen su fuente de ser y de hacer en el Amor incondicional, gratuito, compasivo del Padre que nos da en Cristo, a través del Espíritu, el Manantial de la salvación.

Pero nuestra propia experiencia nos enseña que podemos contaminar las raíces evangélicas bebiendo de otras aguas y confundir el evangelio con otras cosas...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sa-cramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar mis fuerzas.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Oremos: Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

NOVENA DÍA QUINTO "Vamos a coronarle de Rey.-Salve, Rey de los judíos, y escupiéndole le tomaban su cofia y le herían su cabeza y le daban bofetadas." ¿Qué pensa-bas Jesús mío en aquella triste prisión? ¿Qué deseabas cuando eras corona-do de espinas, cuando eras maltratado? Sólo dos cosas, ¡oh sabiduría y amor infinitos!: que tu Eterno Padre fuese glorificado, que las almas se sal-vasen; ¿y podremos pensar las almas en otra cosa que en Ti? ¿Podrán nues-tros corazones desear otra cosa que el que se repitan por amor aquellas palabras «Salve Rey», pero no sólo de los judíos, sino de todas las naciones de la tierra conquistadas con tus sufrimientos y tu muerte? Que el grito «¡Vamos a coronarle por Rey! » resuene por amor en toda la tierra, ¡oh Dios mío!. Amén. Obsequio. Apartar mi pensamiento lo que no sea Dios. Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

SEXTO DÍA FUENTES DE AGUA CONTAMINADA QUE DEFORMAN NUESTRA IDENTIDAD

ANTÍFONA DE ENTRADA Yo tengo designios de paz, no de aflicción, dice el Señor. Me invocaréis y yo os escucharé y os libraré de vuestra esclavitud donde quiera que os encon-tréis.

ORACIÓN COLECTA Oremos: Concédenos, Señor, tu ayuda para entregarnos fielmente a tu ser-vicio porque sólo en el cumplimiento de tu voluntad podremos encontrar la felicidad verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA Lectura del segundo libro de los Macabeos (7, 1. 20-31) En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epifanes los hizo azotar para obligarlos a comer carne de puerco, prohibida por la ley. Muy digna de admiración y de glorioso recuerdo fue aquella madre que,