notas sobre la recepcion del analisis filosofico en america latina (salmeron)

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NOTAS Y DISCUSJONES Nota sobre la recepción del análisis filosófico en América Latina FER.NANDQ SALMERÓN Instituto de Investigaciones Filosóficas Universidad Nacional Autónoma de México Primera parte 1. El título de esta nota y, por supues- to, también su extensión, obedecen con exactitud al pedido de los editores de Isegoría. La nota misma, sin embargo, no puede responder a todas las cuestio- nes que podrían plantearse a partir del título; tampoco pretende reunir toda la información pertinente sobre el amplio territorio que en él se señala. Las cues- tiones históricas de fondo, como las propiamente filosóficas, no llegan a ser formuladas, en provecho de una pro- puesta para interpretar un panorama, que en ningún punto quiere ser exhaus- tivo, sino que destaca algunas líneas re- levantes de la actividad filosófica en los países latinoamericanos en un cierto momento. Y desde luego, da por senta- do que tal interpretación sólo tendría el respaldo necesario si contara con una visión integral de la historia de las ideas en América Latina durante el si- glo que está por terminar -una histo- ria todavía no escrita.' Cabe todavía otra consideración pre- via: el trazo de estas líneas generales estará subrayado según se contempla ," aquel panorama -y esto, seguramente, contiene también marcas involuntarias ISEGORIA I 3 (1991) que derivan de la propia experiencia. El autor desconoce mucho más, por ejem- plo, de la vida filosófica del Brasil, que de la de otros paises como Argentina o Perú, y, por otra parte, tiene mucho más cercana la de México, lo que ha permitido, en la segunda parte, intro- ducir un tratamiento diverso para este caso. Semejantes desequilibrios en la información, que anularían un trabajo de otra índole, parecen menos graves cuando su función se reduce a ilustrar los rasgos de un paisaje -para lo que cuenta mejor un testimonio que el aná- lisis de una obra importante. Finalmente habría que decir que la expresión «filosofía analítica» -bajo cuyo rótulo no se reconocerían mu- chas de las personas nombradas-, se toma aquí en un sentido muy amplio, que alcanza desde una cierta manera de ver los problemas de la filosofía de la ciencia y los desarrollos de la lógica moderna, hasta la consideración filo- sófica del lenguaje y el análisis concep- tual propiamente dicho. Algo así como de Viena a Cambrigde -e incluso al Oxford de los años sesenta. 2. El empirismo lógico, tal como sur- gió en el círculo de Viena, fue visto en- 119

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  • NOTAS Y DISCUSJONES

    Nota sobre la recepcindel anlisis filosfico en Amrica Latina

    FER.NANDQ SALMERNInstituto de Investigaciones Filosficas

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Primera parte

    1. El ttulo de esta nota y, por supues-to, tambin su extensin, obedecen conexactitud al pedido de los editores deIsegora. La nota misma, sin embargo,no puede responder a todas las cuestio-nes que podran plantearse a partir delttulo; tampoco pretende reunir toda lainformacin pertinente sobre el amplioterritorio que en l se seala. Las cues-tiones histricas de fondo, como laspropiamente filosficas, no llegan a serformuladas, en provecho de una pro-puesta para interpretar un panorama,que en ningn punto quiere ser exhaus-tivo, sino que destaca algunas lneas re-levantes de la actividad filosfica en lospases latinoamericanos en un ciertomomento. Y desde luego, da por senta-do que tal interpretacin slo tendra elrespaldo necesario si contara con unavisin integral de la historia de lasideas en Amrica Latina durante el si-glo que est por terminar -una histo-ria todava no escrita.'

    Cabe todava otra consideracin pre-via: el trazo de estas lneas generalesestar subrayado segn se contempla ,"aquel panorama -y esto, seguramente,contiene tambin marcas involuntarias

    ISEGORIA I 3 (1991)

    que derivan de la propia experiencia. Elautor desconoce mucho ms, por ejem-plo, de la vida filosfica del Brasil, quede la de otros paises como Argentina oPer, y, por otra parte, tiene muchoms cercana la de Mxico, lo que hapermitido, en la segunda parte, intro-ducir un tratamiento diverso para estecaso. Semejantes desequilibrios en lainformacin, que anularan un trabajode otra ndole, parecen menos gravescuando su funcin se reduce a ilustrarlos rasgos de un paisaje -para lo quecuenta mejor un testimonio que el an-lisis de una obra importante.

    Finalmente habra que decir que laexpresin filosofa analtica -bajocuyo rtulo no se reconoceran mu-chas de las personas nombradas-, setoma aqu en un sentido muy amplio,que alcanza desde una cierta manerade ver los problemas de la filosofa dela ciencia y los desarrollos de la lgicamoderna, hasta la consideracin filo-sfica del lenguaje y el anlisis concep-tual propiamente dicho. Algo as comode Viena a Cambrigde -e incluso alOxford de los aos sesenta.

    2. El empirismo lgico, tal como sur-gi en el crculo de Viena, fue visto en-

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    tre nosotros como el elemento renova-dor de una vieja polmica antipositivis-ta. Un pequeo libro de Antonio Caso,publicado en Mxico en 1941, reprodu-ce un curso de historia del positivismo,desde Comte y MilI hasta el crculo deViena, y dedica sendos captulos inter-medios a Mach y a Poincar, hasta cul-minar con 10 que Caso llama "el positi-vismo crtico, en oposicin a la feno-menologa de Husserl y de sus discpu-los. Una oposicin de dos corrientes fi-losficas que, en otro lugar. el mismoautor seala como el debate ms im-portante y grandioso del pensamientocontemporneo. En la resea de esepequeo libro, que Jos Gaos escribiunos meses despus, record la polmi-ca Husserl-Schlick y subray como m-rito del maestro mexicano el haber uti-lizado la fenomenologa anterior alneopositivismo en contra de las tesis deesta posicin filosfica.

    En verdad, el juicio de Caso acercade las dimensiones del debate, sobretodo si se piensa en polmicas explici-tas, podra no ser correcto en trminosde filosofa europea. Pero en AmricaLatina -toda proporcin guardada encuanto a dimensiones y aunque tampo-co se hubieran dado demasiadas con-troversias tercas-i-, habra que reco-nocer que la filosofa analtica fue reci-bida en los aos posteriores al texto deCaso precisamente por los fenomenlo-gas -y no siempre sin conflicto-. Dela propia ctedra de Caso, uno de losalumnos de las ltimas generaciones,Nicols Malina Flores -posteriormen-te traductor de Carnap y de Ayer- op-t por el empirismo lgico y vino a ser,desde los aos cuarenta, el primer de-fensor mexicano de esa corriente filos-fica.

    Lo dicho en relacin con los feno-menlagos no indica que no se tra-bajara en esos aos en filosofa y enhistoria de la ciencia -los libros de

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    Garca Bacca, algunos preparados enEcuador pero publicados en Mxico,que coinciden en fechas con el deCaso, prueban lo contrario. Pero prue-ban tambin que, al menos en estosdos pases, es seguro que no fue por laciencia, ni por la lgica, que surgi elinters en.el anlisis filosfico.

    3. En los primeros meses de 1945,Gaos public un comentario en que sa-ludaba la aparicin de la primera revis-ta hispanoamericana dedicada exclusi-vamente a la filosofa. Se trataba deMinerva. Revista Continental de Filoso-fa, que el ao anterior haba empezadoa editar Mario Bunge en Buenos Aires,junto con los Cuadernos de la mismarevista, alguno de los cuales tambincoment Gaos, como el escrito por Ri-sieri Frondizi.

    A pesar de que la revista tuvo unavida breve y de que dio cabida a auto-res de las ms diversas comentes filo-sficas, su orientacin general hacapatente una voluntad de alejamiento dela tradicin dominante en las universi-dades latinoamercanas, en la dcadade los aos cuarenta: la de Ortega y lafilosofa de lengua alemana. Y publicadems, en uno de sus primeros nme-ros, un artculo de Hans A. Lindemannsobre el crculo de Viena. Lindemann,entonces residente en Buenos Aires, ha-ba seguido estudios en Austria y tenauna visin de primera mano de las acti-vidades del crculo y de sus controver-sias internas. Esta ancdota de vida,obliga a recordar el ejemplo de Schajo-wicz: Ludwig Schajowcz, con una ex-periencia filosfica semejante en Viena,a su llegada a la Universidad de PuertoRico. hubo de cambiar la orientacinde sus preocupaciones ante la solidezde la tradicin dominante y, ni su tareadocente, ni su obra escrita, reflejaronaquel inters inicial.

    En Buenos Aires, sin embargo, las

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    cosas marcharon de otra manera. Bun-ge, que vena del campo de la ciencia ytrabajaba en fsica terica, entr de lle-no en los temas filosficos y, en 1956,lleg a hacerse cargo de la ctedra defilosofa de la ciencia, desde donde de-sarroll una amplia labor no limitada asu propio pas durante casi una dcada-hasta que la situacin poltica le lleva continuar su carrera en el exterior.En 1959, la Universidad de Harvardpublic en ingls su libro Causalidad.El principio de causalidad en la cienciamoderna, la primera obra escrita enAmrica Latina sobre estas materias,desde un punto de vista que podernosllamar analtico. Al ao siguiente apa-reci en espaol la Antologa semntica,compilada por el propio Bunge, que in-clua textos de Russel, Carnap, Hempel,Tarski, Quine, Goodman y Max Black,entre otros. Oportunidad para que elcompilador distinguiera entre variascorrientes del anlisis filosfico y preci-sara su adhesin en favor de aquella deorigen neopositivista y neopragmtico,al tiempo que sealaba tambin su de-sinters por el anlisis del lenguaje or-dinario. Pero, en todo caso, defendauna posicin abierta a todos los temastradicionales de la lgica, la teora delconocimiento y la ontologa.

    La formacin de Frondizi era dife-rente, y tambin lo fue su influencia.Haba estudiado en los Estados Uni-dos, primero en Harvard -con Wrute-head, C.I. Lewis y R.B. Perry-, y lue-go en Michigan -con Sellars, Siemprese considero a s mismo como un em-pirista -defensor de un empirismohumanistas-e-, y de hecho fue un seve-ro crtico de las tendencias ms cien-cistas y tcnicas de la filosofa analti-ca; pero su obra representa, en temas yestilo, un rechazo de la tradicin do-minante, influida por el pensamientode lengua alemana. Frondzi ense enVenezuela y Puerto Rico y. finalmente

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    -durante su ltimo exilio poltico-,en los Estados Unidos, donde murien 1983. Pero los aos que trabaj enArgentina -aproximadamente una d-cada, entre 1956 y 1966-, constituyenun periodo de recuperacin de la vidaacadmica de ese pas, y coinciden conel ingreso a las universidades de los fi-lsofos de orientacin analtica.

    4. No es exagerado decir que, en losaos posteriores a la aparicin de Mi-nerva, justo antes de la dcada que seacaba de sealar, los argentinos intere-sados en filosofa analtica tuvieron quetrabajar en crculos y asociaciones aje-nos a las universidades pblicas. A ma-nera de ejemplos de instituciones y per-sonas, se pueden citar: el Grupo Argen-tino de Academia Internacional de His-toria y Filosofa de la Ciencia, al queperteneca Julio Rey Pastor; el InstitutoLibre de Estudios Superiores, en quetrabajaba Gregario K1imovsky; y el Cr-culo Filosfico de Buenos Aires, presi-dido entonces por Bunge. La nica ex-cepcin parece haber sido la de CarlosCossio, un filsofo del derecho de for-macin fenomenolgica, y por aadi-dura crtico de la filosofa analtica, queorganiz en su seminario de la Univer-sidad de Buenos Aires, estudios de lgi-ca modal y de metodologa de las cien-cias deductivas.

    Un discpulo de Cossio, AmbrosioGioja, le sucedi en la ctedra en 1956.Tena una obra escrita menos impor-tante que la de su maestro y, sin em-bargo, ejerci una mayor influencia so-bre los jvenes interesados en filosofadel derecho. Gioja era tambin fenome-nlogo, pero su dedicacin a los clsi-cos -sobre todo a Kant-, y su interspor los contemporneos -en especialKelsen y Wittgenstein-i-, hicieron delInstituto de Filosofa del Derecho y dela revista Notas de Filosofa del Derecho,ncleos de gran actividad filosfica. La

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    revista sobrevivi poco tiempo -entre1964 y 1969-. Y Gioja muri prematu-ramente, pero en esos aos visitaron elInstituto algunos filsofos extranjeros:Alf Ross, Strawson, von Wright, ChaimPerelman y Ulrich Klug: adems de loslatinoamericanos Eduardo Garca May-nez y Hctor-Neri Castaeda. El grupode jvenes que entonces se acerc alInstituto, ha venido a constituir la lla-mada "primera generacin" de filso-fos argentinos del derecho, de orienta-cin analtica: Carlos Alchourrn, Eu-genio Bulygin, Jorge A. Bacqu, GenaroCarri, Ernesto Garzn Valds, Eduar-do Rabossi, Roberto Vernengo, MaraIsabel Azaretto y Jos Manuel Vlanova.Posteriormente sobrevino la segundageneracin, no menos nutrida que laanterior, entre quienes se cuentan Car-los Nno, Martn Farrel, Antonio Marti-na, Ricardo Caracciolo y Ricardo Gu-bourg. Todos ellos -los de ambas ge-neraciones->, con una produccin no-table, reconocida ms all de las fron-teras de su propio pas. Lo que, porotra parte, no significa la completa uni-dad de temas y procedimientos: algu-nos han preferido las tcnicas del anli-sis del lenguaje ordinario. como en elcaso de Carri, cuyo primer libro enesta direccin es Notas sobre derecho ylenguaje, de 1965. Otros, las tcnicas l-gico-formales. como Alchourrn yBulygin, autores de Normative Systems,publicado en 1971 y de una Introduc-cin a la metodologa de las ciencias ju-rdicas y sociales, de 1974. Sobre todoen la ltima dcada, varios de los nom-brados han escrito obras de tica y nu-merosos ensayos sobre problemas mo-rales y polticos de orden prctico.

    Las limitaciones de espado impues-tas a esta nota, impiden dar cuenta dela produccin filosfica de este grupo,pero no son excusa para algunas indi-caciones generales y autorizan a no re-petir informacin que all puede encon-

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    trarse, La primera consiste en remitiral lector al volumen antolgico Argenti-nische Rechtstheorie und Rechtsphilo-sophie heute, publicado en Berln, en1987, por Garzn Vaids y EugenioBulygin, que adems de ofrecer textosejemplares, informa sobre las publica-ciones de un buen nmero de los auto-res nombrados. Otra sugerencia consis-te en acudir a sendas entrevistas a Ge-naro Cani y a Garzn Valds, publica-das en Doxa, los cuadernos de filosofadel derecho de la Universidad de Ali-cante, que dan un testimonio de prime-ra mano sobre el ambiente filosfico debuenos Aires -y de la circunstanciapoltica. tan favorable a los exilios per-manentes o pasajeros. Pero no slo deBuenos Aires. porque en un momento,la presencia de la filosofa analtica al-canz a otras universidades como la deTucumn y, principalmente, la de Cr-doba, con la llegada de Garzn Valdsen 1958 -

  • NOTAS Y DISCUSIONES

    miento en lengua espaola de buenaparte de la nueva filosofa alemana deorientacin analtica.

    5. K1imovsky desempe, en filosofade la lgica y del lenguaje, un papel se-mejante al de Gioja en filosofa del de-recho. Primero en organizaciones pri-vadas y, desde 1956, en la ctedra delgica de la Universidad de Buenos Ai-res -con las obligadas interrupcionespor causa de los acontecimientos polti-cos. Pero en uno u otros sitios -tam-bin en la Universidad de la Plata-s-, hapodido sostener su enseanza por unlargo perodo y formado varias genera-ciones de discpulos, a quienes ha im-pulsado adems con su propia obra es-crita sobre mtodo deductivo y estruc-tura y validez de las teoras cientficas.y a diferencia de Goja, ha estado com-prometido -desde 1943-, con la tra-dicin empirista y el anlisis filosfico.Todava en 1964, Klomovsky escribiunas pginas de tono polmico, contrael contexto filosfico argentino imper-meable al anlisis. Esas pginas sirvie-ron de prlogo al libro de uno de susdiscpulos, miembro del grupo que po-dramos llamar la primera genera-cin argentina de filsofos del lengua-je de orientacin analtica. El libro alque se acaba de aludir, Formas lgicas,realidad y significado, de Thomas MoroSimpson, era seguramente el primer li-bro escrito por un autor de lengua es-paola sobre filosofa de la lgica, quediscuta tesis de Russel, Frege, Church,Oune y Strawson. Aos despus, Smp-son dio a la imprenta una cuidadosaantologa de Semntica filosfica. quees modelo en su gnero.

    Una segunda generacin de jvenesdedicados a la lgica, filosofa de laciencia y del lenguaje, formados ini-.cialmente en Buenos Aires, ha contribuido a mantener la actividad filosfi-ca -aunque no todos han permanec-

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    do en el pas. Alberto Coffa, que murijoven, haba pasado a los Estados Uni-dos; all reside tarnbn Ricardo G-mez; Ral Oraycn se incorpor defini-tivamente a la Universidad Nacionalde Mxico. Pero continan en Argen-tina, entre otros, Juan Rodrguez La-rreta, Alberto Morett, Flix GustavoSchuster y Cecilia Hidalgo. Este ltimogrupo, junto con Klimovsky, Simpsony los nombrados por su dedicacin alderecho y a la tica que residen en Ar-gentina, fundaron en 1972, bajo la pre-sidencia de Raboss, la Sociedad Ar-gentina de Anlisis Filosfico, que noes solamente una agrupacin de discu-siones libres, sino un centro que im-parte enseanza de postgrado en filo-sofa. Desde 1981, la Sociedad publicasemestralmente Anlisis Filosfico, unarevista que mantiene viva la tradicinanaltica; aunque esa tradicin -y porsupuesto sus defensores-s-, tienen unlugar habitual en las otras revistas ar-gentinas especializadas en filosofa: laRevista Latinoamericana de Filosofa,que edita el Centro de InvestigacionesFilosficas; y Cuadernos de tica, pu-blicada por la Asociacin Argentina deInvestigaciones ticas.

    6. Las relaciones culturales de Argenti-na y Uruguay siempre han sido cerca-nas. Al menos desde 1956 exista laAgrupacin Rioplatense de Lgica y Fi-losofa Cientfica, que reuna naciona-les de los dos pases. Sin embargo, enUruguay hay que registrar un antece-dente de excepcin, el caso de CarlosVaz Ferreira, cuyo trabajo no parecehaber sido continuado por sus discpu-los, la mayor parte de los cuales pas ala fenomenologa o a la historia de lasideas. Vaz Ferreira muri en 1958, peroa pesar de su inters por las filosofasde la vida no dej de ser un empirista,influido por Stuart Mill, y cuya preocu-pacin por los problemas concretos de

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    la educacin le llev a una reforma dela lgica y a una manera personalde enfrentar el lenguaje ordinario, queobliga a considerarlo -en esta porcinde su obra-como un antecedente di-recto del anlisis filosfico.

    Al fin de los aos cincuenta, EzraHeymann -que actualmente radica enVenezuela, adscrito a la Universidad Si-mn Bolvar-, enseaba lgica enMontevideo y dio a conocer a Frege y aAustin, entre otros autores, gracias a surelacin con Raggio, a quien haba se-guido en la Universidad de Crdoba.En ese tiempo. el predominio de la fe-nomenologa, en especial de Heidegger,junto con el creciente desarrollo de losestudios latinoamericanos de historiade las ideas, apenas dejaban lugar aotras tareas.

    Por esas fechas, Mario Otero, que ha-ba pasado un tiempo en la Universidadde Nueva York, en Buffalo, con MarvinFarber, viaj a Buenos Aires a trabajarsu tesis de doctorado con Bunge; de allpas a Pars y nuevamente a los Esta-dos Unidos, donde sigui cursos de Qui-ne y Putnam. Parte de su obra escritasobre historia de la lgica y filosofa dela ciencia, la realiz en Mxico, en elInstituto de Investigaciones Filosficas,en aos de exilio, pero con el restablec-miento de la democracia en Uruguay,Otero volvi a Montevideo, adscrito a laUniversidad de la Repblica. El pas, sinembargo, perdi a Hcymann y perditambin l la generacin siguiente: Ja-vier Sasso, Eduardo Piacenza y CarlosPereda; los dos primeros permanecieronen Venezuela; el ltimo en Mxico. Lostres se prepararon en universidades eu-ropeas y trabajan sobre filosofa con-tempornea, historia de la lgica, filoso-fa del lenguaje y teora de la argumen-tacin; pero en forma muy abierta a to-das las direcciones del pensamientocontemporneo, que muestra a la vez eldominio de las tcnicas del anlisis.

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    7. El caso de Chile parece diferentey no puede entenderse sin admitir uncierto aislamiento. La enseanza de lafilosofa en este pas, desde mediadosdel siglo y una vez desaparecida la in-fluencia del positivismo decimonnico,parece orientada sobre todo al dominiode los grandes clsicos de la historia dela filosofa. Y, en UIl cierto momento,se puede tener la impresin de que elcampo qued repartido entre tomistasy heideggerianos. Sin embargo, los es-tudios de lgica llegaron a muy alto ni-vel, en las publicaciones y en la ense-anza, con Juan Rivano, Gerold Stahl yRolando Chuaqui -hasta que los inte-rrumpi el golpe militar de 1973. Fun-damentalmente en atencin a estos tra-bajos -no exclusivamente a ellos. porsupuesto-, cabra conjeturar que la re-cepcin de la filosofa analtica en Chi-le se debe sobre todo a los lgicos.

    Lo anterior se debe matizar tenien-do en cuenta, entre otras, precisionescomo las que siguen. Las publicacio-nes de Roberto Torret hasta poco an-tes de su salida de Chile y su incorpo-racin a la Universidad de PuertoRico, al comienzo de los aos setenta,son principalmente de historia de la fi-losofa -dominadas por su excelentelibro sobre Kant. Solamente despushan visto la luz sus estudios de histo-ria y filosofa de la ciencia y su trabajosobre Wittgenstein. Pero en PuertoRico ha contribuido a reorientar losestudios filosficos, como puede cons-tatar el lector de la revista Dilogos. Encierto modo, ha resultado inversa latrayectoria de otro chileno de la gene-racin ms joven: Alfonso Gmez-Lobo, a su regreso de Heildelberg enque estudi con Ernst Tugendhat, pu-blic una antologa de Frege con Siete

    .. escritos sobre l6gica y semntica, lo quesignificaba en Chile la apertura de unnuevo territorio de investigacin. Des-pus prepar un volumen con textos

    ISEGORA { 3 (1991)

  • NOTASY DISCUSIONES

    del mismo Frege, Russell, Strawson yotros autores de orientacin analtica,que ya no pudo ser publicado por cau-sa del golpe militar. Su traslado a Wash-ington y su incorporacin a la Univer-sidad de Georgetown, le han llevado apublicaciones de historia de la filosofagriega -aunque en algunas de ellassea muy notable su preocupacin porlos problemas de la tica analtica.

    8. En el Per, la presencia del anlisisse puede determinar con bastante exac-titud a partir de la obra de dos de lasmayores figuras filosficas de ese pasen lo que va de siglo: Francisco MirQuesada y Augusto Salazar Bondy. Laobra de ambos es nutrida y compleja-ms vasta la del primero, el mayoren edad; menos la del segundo, falleci-do adems a edad relativamente tem-prana, en 1974. Pero hay un cierto pa-ralelismo en el desarrollo de los dosautores que es el que vale la pena des-tacar.

    Por diversas vas, ambos lograronuna formacin en flosofta europeacontinental y se iniciaron propiamentecomo fenomenlogos. Mir Quesada,despus de un curso de moral, publicEl sentido del movimiento fenomenolgi-co, pero enseguida deriv a cuestionesde lgica y filosofa de las matemticas-dentro de una lnea de investigacinque puede considerarse analtica y queprcticamente no ha abandonado hastaahora, desde la dcada de los aos cua-renta. Al margen de esa permanentededicacin, centrada en los lenguajesformales, la obra de este autor se ex-tiende al campo del pensamiento polti-co, en que igualmente viene a ser pio-nero en los pases latinoamericanos. Unejemplo son sus publicaciones del co-mienzo de los aos sesenta, en que se>comprometi con un movimiento pol-tico, en defensa de una actitud huma-nista fundada en postulados morales

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    que, ajena al marxismo, propona algu-nas medidas socialistas ajustadas a lasnecesidades de su pas. Son escritospor completo confiados en el conoci-miento de las ciencias empricas paralos asuntos sociales; Y, a la vez, en laeficacia del anlisis para la clarifica-cin de valores postulados, sin otroapoyo que una decisin a partir de sen-timientos de simpata y solidaridad.Una orientacin general que se puededocumentar en la tradicin del empiris-mo y del racionalismo no dogmtico.En cambio, ya nO parecen caer dentrode la misma lnea filosfica los escritosms recientes de Mir Quesada: los pu-blicados a partir de la dcada de losaos setenta sobre filosofa de la histo-ria y sobre historia de las ideas latino-americanas.

    Los primeros trabajos de SalazarBondy --en los aos ciencuenta-s-, sondos estudios sobre la filosofa en elPero y su tesis de doctorado, una inves-tigacin fenomenolgica sobre la dis-tincin entre ser ideal y ser irreal, quese public posteriormente. Haba estu-diado en Mxico con Jos Gaos, entre1948 y 1950, Y tal vez de all deriv esadoble inclinacin intelectual, que nohabra de abandonar nunca totalmente,a la historia de las ideas y a la termino-loga como mtodo. Tras un tiempo deestancia en Europa, Salazar fortalecesu formacin en varias direcciones ycomienza una etapa muy productiva:comprometido con un nuevo movi-miento poltico peruano, que se iniciaal final de los aos sesenta, escribe so-bre filosofa de la cultura y trabaja enun gran proyecto de educacin quepropone para su pas un socialismo hu-manista -ms cercano a Sartre, porejemplo, que a un marxismo ortodoxo.Pero a la vez avanza filosficamente:desde 1961, haba empezado a publicarsobre filosofa moral britnica y habatraducido a Moore y a Wittgenstein,

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    hasta reunir una serie de ensayos deanlisis del lenguaje valorativo, que apa-recieron como libro en 1971, en Santia-go de Chile.

    Desde el ngulo que nos interesa, laaportacin de Salazar es muy precisaen dos puntos. En primer lugar, entien-de el anlisis conceptual como inse-parable de la consideracin de la ex-periencia y, en este sentido, como uncomplemento del anlisis fenomenol-gico. Esto le permite alcanzar un pun-to de vista previo a toda interpretacin--que llama trascendental-, y que es ala vez condicin de posibilidad delmundo objetivo de la praxis y de sucomprensin y construccin racionales.En segundo lugar. defiende la funcininstrumental y critica de la filosofa y lanecesidad de su mejor equipamientometodolgico y conceptual, sin el cualno es posible una conciencia veraz dela propia realidad, aunque advierte elpeligro de un divorcio respecto de losproblemas ms urgentes y reclama unesfuerzo convergente de la filosofa conla investigacin cientfica en el planoterico, y con la accin poltica en elprctico. Sin embargo, en su libro ps-tumo sobre la reforma educativa perua-na, reconoce de hecho como separablesa la" ideologas, es decir, a las concep-ciones del mundo. Y afirma con todaclaridad su funcin orientadora de laaccin individual, y su lugar central enla educacin y en los movimientos so-ciales.

    Lo mismo Salazar que Mir Quesa-da mantuvieron siempre una relacindirecta con Argentina y Mxico. Desde1967, ambos formaron parte del conse-jo editorial de la revista Critica. De lasegunda generacin que les sigue, msinteresada al parecer en los nuevos de-sarrollos de la filosofa alemana, hayque distinguir -por sus publicacionessobre filosofa de la ciencia-o a Alber-to Cordero, que estudi en Oxford con

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    Rom Harr y actualmente ensea enNueva York.

    9. La presencia del anlisis filosficoen el Brasil, obedece a condiciones pro-pias que, sin embargo, cuando se con-templan en perspectiva histrica no di-fieren demasiado de las de los demspases latinoamericanos. En Brasil fuems fuerte la presencia del positivismocornteano al finalizar el siglo pasado; yms fuerte, tambin, la reaccin en laprimera mitad del xx: una reaccinorientada por las filosofas europeas delcontinente, pero sobre todo por el to-mismo -y por el nacionalismo quemarc el estudio de las ideas propias.Haca fines de los aos cuarenta, sinembargo, la Universidad de Sao Pauloinici, para su recin fundada Facultadde Filosofa, una prctica que resultdecisiva para cambiar el ambiente filo-sfico: la de invitar por largos perodosa profesores extranjeros; adems deMartial Gueroult, que contribuy a de-sarrollar la historia de la filosofa; Wi-lliard V.O. Quine que, en 1944, publicen portugus El sentido de la rmeva l-gica; y poco despus, Gilles GastnGranger --convertido desde entoncesen un visitante regular de las universi-dades brasileas-s-, quien escribi di-rectamente en portugus, en 1955, suLgica y filosofa de las ciencias.

    Como en otros pases hispanoameri-canos, los estudios de lgica, la historiade la filosofa dirigida hacia los clsicosdel empirismo, y los enfoques propia-mente analticos de los problemas, nosurgan como continuacin del viejopositivismo, sino como un intento deinnovacin filosfica, que habra deprosperar en un ambiente intelectualadverso. Los estudios de lgica han al-

    . canzado en el Brasil un amplio desa-. rrollo, primero en las universidades deSao Paulo y Campinas, y despus enPorto Alegre, Brasilia y Ro de Janeiro.

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    Su figura de mayor relieve internacio-nal es Newton da Costa, un especialistaen lgicas paraconsstentes, En los es-tudios de historia de la filosofa habraque destacar al menos un par de ejem-plos: Joao Paulo Monteiro, el editor dela revista Ciencia e Filosofa, que es aun tiempo una autoridad sobre Hume ysobre cuestiones epistemolgicas actua-les. En 1975 public su libro Teora, re-trica, ideologa. Oswaldo Porchat es elotro ejemplo: un especialista en Arist-teles que a su regreso de Berkeley --deestudiar en un programa de Tarsky-s-,se incorpor al nuevo Centro de Lgi-ca, Epistemologa e Historia de lasCiencias de la Universidad de Campi-nas. Un Centro de gran actividad, quedesde 1977 edita la revista Alanuscrito,y que patrocin el ptimer Congreso La-tinoamericano de Lgica. A ese centrose encuentran adscritos, entre otros fi-lsofos de orientacin analtica, Baltha-zar Barbosa Flho, Henrique Lpez DosSantos, Seljko Loparic y Marcelo Das-cal. Este ltimo, editor de varios librosde amplia circulacin y autor de Leib-niz. Language, Signs and Thought.

    De esta manera, la filosofa analticaha ganado su lugar dentro de la vidafilosfica del pas, a pesar de la oposi-cin inicial; y a pesar de dificultadesespeciales como el golpe de estado de1964 y sus consecuencias para las uni-versidades en los aos inmediatamenteposteriores. Actualmente, la lgica y elanlisis no se ensean slo en SaoPaulo y Campnas, sino en casi todaslas universidades brasileas -sin ex-cluir las catlicas. La Pontificia Uni-versidad Catlica de Ro de Janeiro,por ejemplo, tiene un programa dedoctorado en filosofa de la ciencia, di-rigido por Oswaldo Chateaubriand, undiscpulo de Quine; y sin excluir tam-poco los institutos tecnolgicos: Leni-das Hegenberg es el caso de un conoci-do lgico adscrito a uno de ellos.

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    10. La'> influencias filosficas domi-nantes en Venezuela, desde los aoscuarenta y hasta el comienzo de los se-tenta, fueron las mismas que en Mxi-co: primero Husserl y la fenomenolo-ga; despus Heidegger y Sartre; y al finde ese perodo, el marxismo -con unacento derivado de la lectura de Hegel.El maestro que vivi ese perodo, y dealguna manera domin todos los cam-bios, fue Garca Bacca. Gaos estuvo enCaracas en alguna ocasin, pero no al-ter ese orden. Frondiz, en cambio,que hizo a sus alumnos estudiar el em-pirismo ingls; dej huella en algunosde ellos. La formacin de Juan Nuotuvo lugar en aquellos aos y su obrapublicada posteriormente repasa, caside manera fotogrfica, esas influenciasdominantes: libros sobre Platn y Hei-degger, sobre Sartre y el marxismo. To-dos ellos severamente criticas a prop-sito de los autores contemporneos. Pe-ro Nuo adems, al comienzo de la d-cada de los aos cincuenta, fue a Cam-bridge tras la huella de los empiristas yestuvo con Bochensky en Friburgo; asu regreso a Caracas se hizo cargo delseminario de filosofa moderna y de lactedra de lgica. En su maestro Gar-ca Bacca encontr aliento para su nue-va empresa, y en los marxistas y meta-fsicos venezolanos, la resistencia quenecesitaba su temperamento polmico.

    En 1973, Nuo public un libro delgica formal; pero desde 1965 habadado a la imprenta otro titulado Senti-do de la filosofa contempornea, que esel primer panorama sobre esta materia,escrito en un pas latinoamericano, queconfiere un lugar preferente al empiris-mo lgico y a la filosofa analtica. Unpequeo libro que describe, al lado dela persistencia de la metafsica, la vi-gencia de las ideologas -y exhibetambin la pugna entre las comentesdel empirismo ms apegadas a la cien-cia y la filosofa del materialismo da-

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    lctico. Los ensayos de Nuo que dis-cuten temas y autores contemporneos.escritos en los aos sesenta, aparecie-ron como libro en 1970; los posterioresa esa fecha fueron reunidos en el volu-men Compromisos y desviaciones, en1982. La lectura de los dos libros, quedescubre una amplia perspectiva tem-tica, deja ver adems una lnea de evo-lucin del autor unida a los cambios enel ambiente filosfico de su pas: es eltrnsito gradual a un clima que permi-te el libre curso del anlisis filosfi-co como moneda acadmica corriente-pero revela tambin el paso de losdescubrimientos y del entusiasmo com-bativo, a un cierto desencanto.

    Adems de Nuo, trabajaron en Ve-nezuela en la misma direccin, en esosaos, otros autores no venezolanos,entre ellos el argentino Ernesto Batts-tella, quien public estudios sobre lgi-ca deontica. El inters por la lgica ju-rdica se extendi a los profesores dederecho, para quienes Garca Baccatradujo, en 1961, el libro de Klug, Pos-teriormente, han trabajado tambin losvenezolanos de la generacin ms jo-ven: Rafael Burgos y Pedro Lluveres,entre los ms conocidos por sus escri-tos. El ltimo de estos dos autores pu-blic, en 1976, Ciencia y escepticismo.

    11. El proceso de recepcin del anli-sis filosfico en Colombia, del estudiode las figuras contemporneas del em-pirismo y de sus temas, parece iniciarseun poco ms tarde que en otros pases,pero todava dentro de la dcada de losaos sesenta. Tambin su discusin re-sult menos spera, por ejemplo, queen Venezuela, aunque las posicionesdesde las que se combati fueron igua-les -en primer hlgar, heideggerianas,en segundo lugar, marxistas. Pero enColombia son las mismas revistas gene-rales y sobre todo las mismas revistasespecializadas -Ideas 'y Valores, Cua-

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    demos de Filosofta y Letras-, las quehan dado lugar a la presencia del an-lisis, al lado de las direcciones conti-nentales de la filosofa europea, que semantienen con harto vigor.

    La tarea principal en Colombia, hacorrido a cargo de Rubn Sierra Meja,inicialmente formado en el estudiode fenomenlogos como Max Sche-ler, Heidegger y Sartre. Pero a partir de1966, en que se hizo cargo de la cte-dra de Lgica en Bogot, en la Univer-sidad Nacional, emprendi el estudiode Russel, Frege y Carnap; y poco des-pus inici cursos y seminarios sobrePopper, Austin y Strawson, Adems dealgunas traducciones -de Russel, Ga-del y Koyr-e-, Sierra Meja ha contri-buido regularmente, en las revistas co-lombianas, con ensayos que despus hareunido en libros: el primero, de 1978;el ltimo, de 1985, que lleva por ttuloApreciacin de la filosoita analitica -yque es una muestra de la apertura desus intereses intelectuales. Varios pro-fesores ms jvenes, formados en Eu-ropa, han contribuido a que estas ma-terias se extendieran a otras discipli-nas -por ejemplo, psicologa y lings-tica-, y adems a casi todas las uni-versidades colombianas. Publicacionesms recientes de Colombia, contadassobre todo a partir de la visita de ETI1stTugendhat en 1984, parecen habersuavizado todava ms el dilogo en-tre los autores de la tradicin heideg-geriana y hermenutica, y los interesa-dos en los desarrollos del anlisis filo-sfico.

    En otros pases latinoamericanos, lapresencia del anlisis filosfico ha sidoms dbil, pero no ausente por comple-to. De los centroamericanos, por ejem-plo, es indispensable registrar el nom-bre de Claudia Gutirrez, graduado en

    -la Universidad de Chicago a mediadosde los sesenta, profesor de lgica en laUniversidad de Costa Rica y colabora-

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    dar activo de revistas especializadas delos Estados Unidos, Argentina y Mxi-co. Fuera de Costa Rica, sin embargo,la situacin poltica ha sido extraordi-nariamente difcil los ltimos aos. Enla Universidad de San Carlos, en Gua-temala, Hctor Ner-Castaeda ensefilosofa despus de 1954, de vuelta desus estudios en Estados Unidos e Ingla-terra, hasta que se traslad a la Univer-sidad de Wayne y ms tarde a Indiana,donde ha realizado toda su obra filos-fica. Un antiguo colega de Castaeda,Rigoberto Jurez Paz, permaneci en laciudad de Guatemala, adscrito a la Uni-versidad Francisco Marroqun, una ins-titucin privada.

    Castaeda hizo en Guatemala diver-sas publicaciones, desde su ensayo so-bre la naturaleza de los problemas filo-sficos v sus estudios de filosofa de laaritmtica, hasta su pequeo libro Ladialctica de la conciencia de si misma,editado por la Universidad de San Car-los en 1960, cuando ya era profesor dela Universidad del Estado y de Wayne.Todava en 1957 public en DianoiaUn sistema general de lgica normati-va, firmado como profesor de SanCarlos. El pequeo libro sobre la auto-conciencia se presenta como una pro-puesta coherente y no incompatiblecon los hechos, de una manera de verla'> relaciones entre conjuntos de con-ceptos del lenguaje ordinario de lomental. Contiene muchos de los temasy del estilo de argumentar y establecerdistinciones de la obra posterior deCastaeda y, por supuesto, toda la bi-bliografa de lengua inglesa pertinente;por eso mismo llama la atencin que elplanteamiento inicial del problema sehace a partir de obras y autores co-mentes en los pases americanos delengua espaola: Scheler, Heidegger ySartre.

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    Segunda parte

    12. De los antecedentes del anlisis enMxico, quedaron dichas dos palabrasen las primeras lneas de esta nota.Ahora conviene retomar la cuestinrecordando otro texto de Gaos, ledocomo conferencia en el Colegio de M-xico, el 15 de octubre de 1965, aunqueno impreso sino dos aos despus enuna coleccin de ensayos reunida porel propio autor, que fue su ltimo libropublicado en vida. Para 1965 habacambiado en Mxico -yen AmricaLatina-, el panorama filosfico y, porprimera vez de una manera directa, elmaestro hace pblico lo que considerael contendo esencial de las discusionesprivadas con sus propios discpulos. Lohace ciertamente en un estilo enrgicoy no exento de irona, que empieza poradelantar, a propsito de otro contexto,la observacin de que "la rebelin delos discpulos ha sido siempre un mo-tor de la historia de la filosofa. Pero 10que importa no es slo su poco apreciopor lo que llama filosofas del empiris-mo lgico, positivismo lgico, filosofacientfica y analtica, sino el reconoci-miento de su auge notorio, su explica-cin del hecho y el punto al que dirigesu argumento principal.

    El auge de estas filosofas, le parecea Gaos que se debe en su parte decisi-va, por otro lado inexplicable, al vacoque se ha producido en la filosofa ale-mana y en sus dependencias francesa eitaliana. Despus de Heidegger, Jaspersy Marcel, ya estriles -solamente Sar-tre le parece an fecundo-, tiene laimpresin de que a ninguno de ellos lessigue un continuador de estatura pare-ja. Y el hueco ha sido cubierto por lasfilosofas que encuentran respaldo en elciencismo del pensamiento moderno.Esta misma preocupacin por la cien-cia, segn Gaos, se conecta en estas fi-losofas en auge con la conviccin de

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    que ser suficiente con que la filosofadeje de ser sistemtica y pase a ser unmero anlisis conceptual, para que seconvierta en cientfica. Y su error con-siste no tanto en esa conviccin, comoen suponer que la filosofa puede dejarde ser sistemtica. Porque el mero an-lisis, insiste Gaos, descubre de inmedia-to que los conceptos que verdadera-mente importan a la filosofa son desuyo sistemticos, en el sentido de queentraan necesariamente el sistema yconducen a l. Pretender una filosofano sistemtica es, por tanto, un contra-sentido -no menos grave que preten-der una filosofa cientfica o, simple-mente, objetiva. Porque el sistemacomo tal -y justo por ser sistema-,ha de ser subjetivo, en el sentido deque no puede ser, con autenticidad,aceptado como verdadero por ningnsujeto distinto de su autor.

    Sin ser paradjica, esta conclusinde Gaos en defensa de un rasgo de lafilosofa clsica y tradicional, que iden-tifca filosofa, sistema y concepcin delmundo, no dejaba de ser decepcionantey de representar para sus discpulosuna va cerrada. Aunque en el interiorde los sistemas personales Gaos habareconocido siempre una buena porcinde elementos aprovechables por todos-por tanto, separables del conjunto ycon valor ntersubjetivo-s-, justamentelas partes fenomenolgicas: las descrip-ciones y los anlisis acerca de los fen-menos de este mundo. Aqu no habraespacio para comentar el alcance de laobra escrita y docente de Gaos que, porotra parte, el autor de esta nota ha in-tentado en otro lugar. Pero es indispen-sable al menos registrar un par de no-ticias relacionadas con su inters porlgica y con su idea del mtodo filo-sfico.

    An en el tiempo en que Garca My-nez comenz a ocuparse de problemasde lgica y de su aplicacin a la estruc-

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    tura de la norma jurdica, al arrancar ladcada de los aos cincuenta, la ense-anza de aquella disciplina -al menosen los niveles supcrores-e-, sigui siem-pre al libro de Pfander, cuando no setrataba de escolstica o de la llamadalgica dialctica. El primer libro edita-do en Mxico que contribuy a cam-biar esa orientacin, fue el de FerraterMora y Leblanc, cuyo manuscrito co-noci Gaos segn cuentan los propiosautores. Gaos haba trabajado por esecambio y, con la colaboracin de unadiscpula suya, trat de introducir en laFacultad de Filosofa de la UniversidadNacional, los manuales americanos em-pleados en el Mexco City College, don-de prestaba sus servicios. El propioGaos dict un curso monogrfico, conayuda del libro de Lukasiewicz sobre lasilogstica de Aristteles, que fue proba-blemente uno de los primeros cursosde lgica moderna que se impartieronen esa facultad.

    En cuanto al mtodo filosfico, Gaosera un fenomenolgco consecuente ydefenda como la primera gran reglade ese mtodo, la de partir de las ex-presiones verbales que designan el fe-nmeno que se trata de estudiar, paraelegir despus el caso ejemplar y proce-der al anlisis descriptivo, conceptual yterminolgico, hasta despejar lo esen-cial del fenmeno. Haba derivado delprimer Heidegger la idea de que, en eldesarrollo de la filosofa moderna, esteprocedimiento husserliana se haba in-tegrado con el mtodo trascendental deKant y, posteriormente, con el herme-nutico de Dilthey. Pero tambin reco-noci de una manera expresa, en la dis-cusin con sus discpulos, la posibili-dad y conveniencia de incorporar elanlisis conceptual de la filosofa anal-tica y los resultados de la nueva filoso-

    : fa del lenguaje y de la lgica -a losque consideraba en gran parte un pa-ralelo anglosajn de la fenomenologa

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  • NOTASY DISCUSIONES

    germnica. Reconocimiento que, in-terpretaciones aparte. pudo ser vistopor los discpulos. en su momento,como un acercamiento del maestro ha-cia ellos.

    Gaos haba abandonado, al menosdesde 1953, su apego al historicismoextremo y a la filosofa del primer Hei-degger. En aos posteriores haba pu-blicado adems reseas en que afirma-ba la imposibilidad de seguir al Hei-degger tardo, y su relativo alejamientode Ortega. Con lo cual era consecuentesu explicacin. a mediados de los aossesenta, acerca del auge de la filosofaanaltica; pero era consecuente tam-bin la reaccin de algunos de sus dis-cpulos ms cercanos. Antes de hablarde estos es indispensable hacer algunaindicacin sobre otros antecedentes,para dar una idea del clima filosficode esos aos.

    13. Podran contarse como anteceden-tes indirectos, aunque ciertamente depeso muy escaso, algunas traduccionesde libros de filosofa de la ciencia,como las que inici Gurda Bacca a supaso por Mxico; o las que ms tardepromovi De Gortari. Algo semejantepodra decirse de los cursos de ArturoRosenblueth que, no obstante su im-portancia, tuvieron solamente difusinentre los crculos cientficos, hasta laaparicin, ya muy tarda, en 1970 y1971, de sus dos libros. Menos repercu-sin an tuvieron las publicaciones dela ltima poca de la vida de RecasensSichcs sobre argumentacin y retrica.que discutan, por ejemplo a Perelmany a Toulmin, no tanto por estar desti-nadas a un pblico de juristas, sinoante todo por presentarse como unaofensiva contra la lgica formal.

    Garca Mynez, en. cambio, tom elpartido de la lgica formal, si bien tam-poco tena ninguna inclinacin por lasdirecciones empiristas de la filosofa, ni

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    POl" el anlisis -y as lo reiter en1969. Su formacin fue fundamental-mente fenomenolgica -haba estudia-do en Mxico con Antonio Caso y enBerln con Nicolai Hartmann-. y nun-ca abandon esa orientacin inicial,pero durante poco ms de 20 aos,contados a partir de 1939. trabaj so"bre ontologa formal del derecho y lgi-ca. Aunque su punto de partida era laaxiomtica valorativa de Scheler yBrentano, Garca Mynez no trataba deestablecer principios de orden axolgi-co sino leyes lgicas sobre la validez oinvalidez de las normas del derecho. Suprimer libro de lgica jurdica sigue aHusserl y a Pfander, pero sus librosposteriores sobre esta materia -el lti-mo es de 1964--, acusan un dominiode la lgica moderna que va muchoms all de sus primeros estudios. y elprestigio de los resultados fue decisivopara las generaciones ms jvenes. Laobra de Garca Mynez fue comentadapor Gaos y Castaeda en Mxico; en elextranjero. por Bobbio y Kalinowvsky.y l mismo haba discutido la lgicamodal de Von Wright en 1953.

    Posteriormente, Garca Mynez vol-vi a los temas sistemticos de la filo-sofa del derecho, a la historia de la fi-losofa griega y a las convicciones me-tafsicas de su juventud, pero permane-ci su ejemplo de disciplina en el cum-plimiento de un programa filosficoque contribuy a descubrir un nuevocampo de investigacin. Dentro de laUniversidad Nacional, fund, adems,un centro de estudios que despus pasa ser el Instituto de Investigaciones Fi-losficas y, desde 1955. inici la publi-cacin de Dianoia. Sobre este autor -ysobre otros que sern nombrados msadelante-e-, el lector hallar unas noti-cias, que no se van a repetir aqu. en laIntroduccin al volumen Philosophieund Rechtstherorie in Mxico, editadopor L. Olv y F. Salmern en 1989.

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  • NOTASY DISCUSIONES

    Pero para integrar el cuadro o, msbien, las lneas que se quieren subra-yar del cuadro de la filosofa en Mxi-co, hacia la segunda mitad de la dca-da de los aos cincuenta, hace falta re-cordar a un investigador del Institutode Investigaciones Filosficas, que fuetambin su consejero editorial en esosaos: Robert S. Hartman. De origenalemn, Hartman haba iniciado suformacin en su propio pas, dondetuvo ocasin de escuchar a Husserl y aMax Scheler. Despus se traslad a losEstados Unidos donde continu sus es-tudios de lgica y de filosofa de laciencia, de manera que pudo plantear-se un programa que tena cierto para-lelismo con el inicial de Garca My-nez -pero en el campo de la axiolo-ga. En realidad se propuso elaborarun sistema lgico formal de los enun-ciados axiolgicos, que no lleg a desa-rrollar ntegramente, pero que presen-taba como un intento de axiomatizarfrmulas de G.E. Moore. No era, deninguna manera, un filsofo analtico-en 1964 escribi un largo ensayocontra las teoras ticas de lo que, enese momento, llam la escuela de Ox-ford-, pero era un hombre enterado,y parte de su trabajo es un dilogo po-lmico con la filosofa contemporneade lengua inglesa.

    14. Hasta aqu los antecedentes. Por-que en verdad, si dejamos a un lado elcaso aislado, nombrado antes, de Mali-na Flores, no se puede hablar de filoso-fa analtica en Mxico hasta 1959: elao en que, con motivo del centenariode Husserl, el Seminario de FilosofaModerna de la Facultad de Filosofa dela Universidad Nacional celebr una se-sin pblica sobre el texto husserlianade 1910} La filosofa como ciencia rigu-rosa. El mismo ao en que apareci latraduccin castellana de Principia Ethi-ca de Moore, realizada por Adolfo Gar-

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    ca Daz, Dos acontecimientos que sepodran enlazar si no hubiera limitacio-nes de espacio. Habr que conformarsecon decir que el traductor de Moore yuno de los miembros del seminario defilosofa moderna -Alejandro Rossi-,trabajaron cercanamente durante 1958y 1959; y que ambos haban recibi-do una formacin filosfica semejante-por cierto en condiciones diversas-,pero casi igual en cuanto a las materiasde estudio: Hegel, Husserl y Heidegger.

    El seminario de filosofa modernaera dirigido por Jos Gaos y estaba des-tinado exclusivamente a profesores dela Facultad. La propia Facultad publicdos aos despus las ponencias deaquella sesin pblica con unas notassobre Husserl, escritas despus de lareunin, por el director del seminario.Sobre estas notas y sobre el texto deRossi, habr que decir dos palabras.

    El texto de Rossi caracteriza el ensa-yo de Husserl como un manifiesto filo-sfico: la confrontacin con filosofasque se conciben a s mismas como con-cepciones del mundo; y la defensa delideal de una disciplina como cienciaestricta; ms una exposicin de moti-vos de esta actitud filosfica, que ladescripcin ponderada de una situa-cin histrica real. Mientras la concep-cin del mundo obedece a exigenciasparticulares inmediatas de explicacintotal y de salvacin personal, la filoso-fa cientfica requiere una base tericadiferente y una manera de concebir supropia tarea como empresa de largoplazo. Una empresa, adems, ligada ala posibilidad de un reino ideal de con-ceptos; susceptibles de ser analizadoscon todo rigor segn cnones cientfi-cos. De esta manera defiende, Rossi lacontemporaneidad de Husserl y acabapor convertir sus tesis en un manifiestofilosfico propio, que anuncia una pro-blemtica no subordinada a exigenciasespirituales inmediatas, un anuncio en

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    que no faltan los nombres de Moore,Reichenbach, Wittgenstein y Fegl,

    Las notas de Gaos no son una res-puesta directa a Rossi, y apenas aludena Villoro, otro de los miembros del se-minario. Pero son una respuesta indi-recta en la medida en que hacen unalectura pertinente del texto de Husserl,introducen sutiles distinciones para ob-jetar el punto y, finalmente, establecenrangos de cientificidad para cada unade las disciplinas filosficas. En cuantoa la que Gaos considera el ncleo lti-mo de la filosofa -la metafsica clsi-ca-, rechaza la idea de su posiblecientificidad y literalmente presentaesta idea como un monstruo de contra-dicciones. No obstante, concluye con laaceptacin del mtodo de la actual filo-sofa cientfica: porque parece procederdel anlisis de los teoremas cientficosy de los flosofemas mismos. Esto essin disputa el buen mtodo. Pero ad-vierte enseguida que con ese mtodo seobtiene una filosofa que no es la clsi-ca filosofa metafsica, sino precisa-mente su condenacin.

    Me he detenido en estos dos textos,no tanto para ilustrar lo que podra lla-marse la Inea mexicana de continui-dad -recepcin y conflicto-i-, entre fe-nomenologa y anlisis, cuanto paradar fuerza a la conjetura enunciada aliniciar estas pginas que, en trminosgenerales, quiere ser vlida tambinpara la mayor parte de los pases deAmrica Latina.

    Por aadir ms pruebas, podra de-tenerme en las circunstancias que con-currieron en la fundacin de Crtica,Revista Hispanoamericana de Filosoiiay en el ajuste de sus propsitos, perohe relatado el caso en el informe dedoce aos del Insttuto de Investigacio-nes Filosficas, publicado en 1978, queme dispensa tambin de repetir otrasnoticias. Igualmente resultara til re-pasar los ndices de Dianoia para se-

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    guir el paso paulatino de la fenomeno-loga al anlisis. Porque la presenta-cin del primer nmero de Crtica, enenero de 1967, aunque declare preferirexplicaciones que apelen a la descrip-cin y al anlisis, ya no mantienehuella de ese paso. Por el contrario,trata de acentuar los rasgos propios deuna filosofa que se concibe a s mis-ma como anlisis conceptual y comocrtica, que quiere lograr una mayorprecisin y claridad en sus argumen-tos; acercarse a la marcha actual de lasciencias y preocupaciones por su me-todologa. Todo esto, adems, sin pre-tender representar ninguna escuela.

    15. La obra escrita, a partir del co-mienzo de la dcada de los aos sesen-ta, por cada uno de los tres miembrosdel primer comit de direccin de Criti-ca, viene a confirmar plenamente aque-lla continuidad. El primero de los cincoensayos que Rossi reuni en Lenguaje ysignificado, su libro de 1969, se ocupade las investigaciones lgicas de Hus-serl. Los ensayos posteriores tratan:uno de las tesis de Wittgenstein sobrela posibilidad de un lenguaje privado, ylos tres ltimos sobre cuestiones relati-vas a las descripciones definidas. Enuno de ellos se discuten la teora deRussell y el punto de vista de Strawson.

    La obra principal de Villero en losaos sesenta es, con toda seguidad, sulibro sobre Descartes, pero la lectura desus dos colecciones de ensayos se pue-de hacer como el seguimiento de un iti-nerario: Pginas filosficas, el libro de1962, contiene entre otras materias es-critos sobre Dilthey, Mareel y Husserl,pero se cierra con un ensayo tituladoLa crtica del positivismo lgico a lametafsica. El Iibro de 1975, Estudiossobre Husserl, conduye con una reseaque lleva por ttulo Fenomenologa yfilosofa analtica. Hay en la obra en-saystica de Vlloro, un intento de nte-

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    grar elementos en apariencia encontra-dos, que ya le reprochaba Gaos en1959, y que parece mantener con vidaalgn aspecto de su formacin inicial.Su libro ms importante quiere salir alpaso de esa problemtica: Crecer, saber,conocer, que no se public hasta 1982,resume el esfuerzo de muchos aos dedocencia. Es un modelo de investiga-cin analtica que, sin ceir sus fuentesa una sola tradicin filosfica, persigueuna red de conceptos fundamentales yprecisa sus conexiones sistemticas;todo en tomo a varios tipos de conoc-miento y a sus relaciones con la raznprctica.

    El tercero de los miembros del pri-mer comit de Crtica -que es el mis-mo autor de esta nota-, lleg a la filo-sofa analtica un poco ms tarde quelos dos anteriores, pero lo hizo por elmismo camino. Dianoia guarda en losaos sesenta sus artculos sobre Hus-serl, Nicolai Hartmann y Heidegger, elltimo de los cuales da entrada a suspreocupaciones sobre filosofa del len-guaje. En 1967 se imprime el primerode los textos reunidos despus en La fi-losofa y las actitudes morales, libro querecoge la lnea de Brentano y de Hus-serl para reanudarla con la direccinanaltica, y vuelve a plantear la funcinmoral de las concepciones del mundo,con independencia de la tarea filosficaconcebida como anlisis conceptual.Un punto que da lugar a su discusincon Salazar Bondy, publicada en 1969por la Universidad de Kansas, y que semantiene, aunque de manera menos vi-sible, en otros textos de Ensayos filos-ficos y de Enseanza y filosofa. En1985, Salmern y Raboss publicaronun volumen de tica y anlisis, compi-lacin de estudios sobre lenguaje y jus-tificacin moral, con textos de Moore,Strawson, Stevenson, Hare, Searle,Foot, Baier y Gilbert Harman, entreotros.

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    De la generacin que sigue inmedia-tamente a los tres primeros editores deCrtica, cabra decir algo parecido encuanto a formacin y trayectoria: Ro-berto Caso Bercht, Hugo Padilla yWonfilio Trejo, asistieron a cursos deGaos y Robert S. Hartman, pero tam-bin de Villoro y de Ross, Los prime-ros escritos de Roberto Caso fueron so-bre teora del valor, pero luego se con-sagr a la lgica, despus de una estan-cia en Berkeley con el grupo de Tars-ki, principalmente en la UniversidadAutnoma Metropolitana. En esta insti-tucin. Roberto Caso promovi unamaestra en lgica y filosofa de la cien-cia, a la que estuvieron asociados en uncierto momento C. Ulises Moulnes, Ig-nacio Jan, Susana Berestovoy, MarioOtero, Luis Villoro y Len Oliv.

    Las primeras publicaciones de HugoPadilla fueron precisamente sobre Hus-serl, pero despus se dedic tambin aproblemas de lgica; en 1972 dio a laimprenta un volumen con traduccionesde Frege: Conceptograiia. Los funda-mentos de la aritmtica y otros estudiosfilosficos.

    Wonfilio Trejo, fallecido hace pocoms de dos aos, dej una obra escritams amplia y de mayor significacin.Haba enseado epistemologa en va-rias universidades mexicanas -la Ve-racruzana, la de Nuevo Len y la Na-cional Autnoma de Mxico. Despusde sus primeras publicaciones, entreellas un libro sobre Dilthey, y al mar-gen de una antologa de tica destina-da a la enseanza; se consagr a la in-vestigacin sistemtica de problemasdel conocimiento. Fenomenalismo y rea-lismo, su libro pstumo, aborda temasfundamentales a partir de los clsicos ysomete a anlisis concepciones contempo-rneas, hasta proponer una posicin pro-pia a cuestiones de la percepcin y del co-nacimiento emprico. Un libro anterior,que rene sus ensayos epistemolgicos

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    publicados entre 1961 y 1972, descu-bre la congruencia de sus preocupacio-nes, a la vez que la amplitud de su tra-yectoria. En esos ensayos, se ocupa deHusserl, Sartre, Merleau-Ponty, Russelly Wittgenstein.

    16. Ya no seria posible decir nada pa-recido de las promociones siguientescuya formacin filosfica fue muy dis-tinta y ya no incluy, como pieza fun-damental, el estudio de la fenomenolo-ga. Su produccin, adems comienzadespus de los aos sesenta, que es jus-to la fecha sealada como lmite a estanota, y por eso ya no puede ser tratadaaqu.

    En las publicaciones citadas al co-mienzo de la nota, y en el informe delInstituto de Investigaciones Filosficasde 1978, se puede hallar alguna noticiaacerca de la mayor parte de los miem-bros de estas promociones; aunque enel informe aparezcan nombrados ape-nas como recin ingresados al Institu-to, o como becarios del mismo, o cum-pliendo estancias postdoctorales enuniversidades extranjeras. En todocaso, ellos han sido los responsablesdel desarrollo del anlisis filosfico enMxico en los ltimos dos decenios: dela amplitud con la cual los mtodosanalticos han llegado, entre nosotros,al tratamiento de cuestiones prcticas,en el orden moral y en el orden polti-co; de una visin ms comprensiva dela historia de la ciencia y de los proce-sos de produccin y validacin de losconocimientos; e incluso, de lo queahora se puede empezar a llamar la re-cepcin de la teora crtica.

    Se justifica, sin embargo, hacer unpar de excepciona.". La primera, con lamencin de Hugo Margain, cuyas pu-blicaciones corresponden a los aos1969 a 1977. Margain se haba incorpo-rado brillantemente a la vida filosficamexicana al concluir estudios en Ox-

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    ford y, con sus trabajos de aquellosaos, prepar un libro que apareci en1978, poco despus de su muerte, acae-cida apenas unos meses ms tarde desu designacin como director del Insti-tuto de Investigaciones Filosficas. Ellibro, Racionalidad, lenguaje y filosofa,discute la cuestin de la racionalidaddesde diversos ngulos, que se conec-tan con problemas 'lgicos de la teoradel significado, el lenguaje de lo men-tal, la explicacin y la causalidad. y seorienta todo en la perspectiva de unaepistemologa naturalista, a la manerade Quine y Gilbert Harman.

    La segunda excepcin tiene que vercon los filsofos no mexicanos que du-rante la dcada de los aos sesenta ylos primeros aos de la siguiente, visi-taron Mxico, en razn de cursos o deencuentros acadmicos. La mayor par-te de ellos -los que se conectaron conel Instituto de Investigaciones Filosf-cas-, estn registrados en el citado in-forme. Pero ahora es indispensable ha-cer mencin de quienes permanecieronlapsos mayores -un ao o ms, porejemplo. Es el caso de Roberto Vernen-go, que estuvo adscrito a la UniversidadAutnoma Metropolitana y en ese tiem-po public, adems de sus colaboracio-nes en revistas, estudios sobre interpre-tacin jurdica y conceptos dogmticos.Tambin el caso de Otero, Bunge y C.Ulises Moulines, que por un tiempoformaron parte del Instituto de Investi-gaciones Filosficas, aunque hicieronlabor docente tambin en otras institu-ciones. Otero public en Mxico, ade-ms de artculos, sus dos aproximacio-nes a la filosofa de la ciencia y su in-traduccin a la dialctica de Galeno.Mario Bunge, que permaneci en elInstituto entre 1975 y 1976, fund y di-rigi en ese tiempo la Sociedad Mexi-cana de Epistemologa, y preparo ade-ms diversas publicaciones. Su libroEpistemologa, de 1980, recoge parte de

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    sus cursos y conferencias mexicanas;pero tambin trabaj en ese tiempo enuno de los volmenes de su Tratise onBasic Philosophy.

    En los mismos aos vino a Mxicoel venezolano Ulises Moulines, quepermaneci entre nosotros un tiempoms largo y cumpli una labor docentede muy dilatados frutos -de la cualno podemos dar cuenta aqu. Una la-bor que qued interrumpida con sucambio a la Universidad de Bielefeld y,despus, a la de Berln. Parte de suproduccin mexicana est incorporadaen su libro de 1982, Exploraciones me-tacientificas.

    17. El caso de Bunge y el de Moulines,como antes el de Garzn Valds y el deCastaeda, que han cumplido buenaparte de su formacin y de su obra fue-ra de la regin. han permitido, sin em-bargo, la alusin indispensable para in-corporar sus nombres a la relacin quepresenta esta nota. Otros casos apenashan podido ser aludidos, como los deCoffa, Gmez y Cordero, y el del espa-ol Jos Ferrater Mora, parte de cuyaobra es inseparable de la vida filosficalatinoamericana. En cambio, otros nohan podido ser nombrados, como Igna-cio Angelelli, desde hace muchos aosprofesor en Austin, Texas. A pesar desu vinculacin, por un tiempo, a laUniversidad de Buenos Aires, Angelellino pertenece a ninguno de los grupos opromociones registrados. Tampoco fue-ron nombrados Jorge Gracia y ErnestoSosa, ambos nacidos en Cuba perocuya formacin y actividad profesionalha tenido siempre como base el Cana-d y los Estados Unidos.

    Pues bien, ahora es indispensable de-cir que sin ellos el cuadro trazado hastaaqu del anlisis filosfico en AmricaLatina es incompleto. Sin excepcin,todos han mantenido una relacin per-manente con los centros latnoamerica-

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    nos de actividad filosfica -no slocon sus respectivos pases de origen. Supresencia en las publicaciones peridi-cas, su participacin en reuniones aca-dmicas y su propia influencia filosfi-ca es un elemento esencial en las tareasnormales de nuestros pases. Pero esindispensable decir algo ms: una ma-nera de hacer filosofa que, en princi-pio se entiende a s misma como tareacolectiva, deja poco espacio para laspeculiaridades locales y personales yhace ms fcil la comunicacin y lavida internacional.

    En este sentido, una caractersticadel anlisis en Amrica Latina -si sehiciera la comparacin con otras co-rrientes filosficas- ha sido la mayorvinculacin de los filsofos latinoame-ricanos entre s y su mayor participa-cin en la vida filosfica internacional.Es verdad que en esto han ayudado lostiempos, no tanto por la facilidad de lascomunicaciones como por las crisiseconmicas y polticas.

    Pero, tal vez, el anlisis filosfico enAmrica Latina no debiera ser tratadocomo una escuela o corriente filosficaentre otras, aunque en un cierto mo-mento l mismo hubiera trazado fron-teras con energa y privilegiado ciertostemas y tradiciones. Entre los aoscuarenta y cincuenta -y todava al co-mienzo de la dcada siguiente-, elcontexto polmico y los primeros con-tactos con el empirismo y la lgica mo-derna favorecieron esa disposicin. He-mos visto, sin embargo, que no se tratnunca de rescatar o de volver a una tra-dicin olvidada -aunque en el sigloXIX hubiramos tenido un filsofo em-pirista como Andrs Bello. Se tratabams bien de un reclamo en el nivel delas exigencias metodolgicas y del esti-lo; se trataba de una reaccin en contrade las posiciones historicistas extremasy de una manera de dramatizar los pro-blemas metafsicos -sin volver, por su-

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  • NOTAS Y DISCUSIONES

    puesto, a posiciones dogmticas. Eraun esfuerzo por concretar los plantea-mientos, afinar el perfil de los concep-tos y atender al juego limpio de los ar-gumentos, esto es, al peso que cadaargumento tiene por s mismo y en re-lacin a la cuestin planteada -no alpeso que pudiera derivar de su lugar enuna cadena de conexiones sistemticas.

    Esta caracterizacin explica que elanlisis encontrara acogida entre los fe-nomenlogos, y tambin entre los lgi-cos y los investigadores cientficos. Ex-plica tambin la oposicin de los hei-deggerianos y, en segundo lugar, de losescolsticos y los marxistas. Y nos per-mite interpretar correctamente el senti-do del cambio de rumbo de la actividadfilosfica. Dejar a un lado la simple es-peculacin y tratar de acercarse al idealhusserliano de una filosofa cientfica,en la mayor parte de los pases deAmrica Latina era una forma de conti-nuidad histrico-filosfica. Se dio tarn-

    bin una conciencia de innovacin y deruptura, si no precisamente de una tra-dicin, s de una fonna defectuosa dela curiosidad filosfica. Desde Espaa,Ortega y Gasset haba impuesto esa li-mitacin, al margen de la cual slo pa-recan sobrevivir la escolstica y elmarxismo. En Mxico, la presencia delpragmatismo se haba dejado sentir alcomienzo de los aos veinte. pero deuna manera superficial. porque ense-guida fue restaurada la dieta filosficaa base de Bergson y la literatura escritaen lengua alemana. En cierto modo,haba una clara conciencia de esa limi-tacin, como lo prueban muchas expre-siones de Gaos y su dilogo polmicocon Frondizi -desde los aos cuaren-ta. Lo que se vino a aadir despus fuesolamente la conciencia de que aquelladieta era una causa grave de enferme-dad filosfica: era como nutrir el pen-samiento slo con una clase de ejem-plos.

    NOTA

    1. En razn de su brevedad, esta nota prescindede informacin bibliogrfica, salvo algunas indica-ciones incompletas que se dan en el texto. Pero nopuede dejar de sugerir La lectura de un intento re-ciente por registrar la complejidad de los mov-rnentos filosficos contemporneos en AmricaLatina, en The Philosophical Forum, a Ouarterly(Vol. XX. Nos. 1-2, Fall-Winter 198889). Tampocopuede dejar de indicar su deuda con J. Grada, E.

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    Rabossi, E. Villanueva y M. Dascal, editores de Elanlisis filosfico en Amrica Latina, Fondo de Cul-tura Econmica, Mxico 1985. La versin inglesade este libro apareci en Redel Publshing Co. en1984. El autor quiere expresar adems su agrade-cimiento a algunos amigos y colegas: Ernesto Gar-26n Valds, Juan Nuo, Alfonso Gmez-Lobo, Ru-bn Sierra Meja y Mario Otero.

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