no apartes la mirada de la pelota

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LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • MAYO DE 2007 Discursos de la Conferencia General Rededicación del Tabernáculo de Salt Lake Liahona

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L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • M A Y O D E 2 0 0 7

Discursos dela Conferencia

GeneralRededicación del

Tabernáculo de Salt Lake

Liahona

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Cristo en casa de María y Marta, por David Lindsley

El Salvador “entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana

que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra” (Lucas 10:38–39).

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AVID LIN

DSLEY, SE PRO

HÍBE SU

REPROD

UC

CIÓ

N.

Page 3: no apartes la mirada de la pelota

2 Resumen de la Conferencia GeneralAnual número 177

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 El sostenimiento de los oficiales dela IglesiaPresidente Thomas S. Monson

6 Informe del Departamento deAuditorías de la Iglesia, 2006Robert W. Cantwell

7 Informe estadístico de 2006F. Michael Watson

8 Utilizar el don supremo de laoraciónÉlder Richard G. Scott

11 El poder de los himnos para nutrirel almaÉlder Jay E. Jensen

14 Un compromiso con el SeñorÉlder John B. Dickson

16 La lengua de ángelesÉlder Jeffrey R. Holland

19 Os es necesario nacer de nuevoÉlder David A. Bednar

22 ¡Yo sé que vive mi Señor!Presidente Thomas S. Monson

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

26 El espíritu del TabernáculoPresidente Boyd K. Packer

29 Los profetas pioneros y losmodernosÉlder Earl C. Tingey

32 Si estas viejas paredes hablaranObispo H. David Burton

34 Gratitud: Un sendero hacia lafelicidadBonnie D. Parkin

36 Recuerda y no perezcasÉlder Marlin K. Jensen

39 Rededicación del Tabernáculo deSalt LakePresidente James E. Faust

41 Recuerdos del TabernáculoPresidente Thomas S. Monson

43 Un tabernáculo en el desiertoPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL SACERDOCIO

45 Las lecciones aprendidas de la vidaÉlder Joseph B. Wirthlin

48 Al Sacerdocio Aarónico: Cómoprepararse para la década de lasdecisionesÉlder Robert D. Hales

51 Atesoren para síObispo Keith B. McMullin

54 Mensaje a mis nietos varonesPresidente James E. Faust

57 El Sacerdocio: Un don sagradoPresidente Thomas S. Monson

60 “Estoy limpio”Presidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

67 El poder sanador del perdónPresidente James E. Faust

70 El divorcioÉlder Dallin H. Oaks

74 Es verdadero, ¿no es así? Entonces,¿qué importa lo demás?Élder Neil L. Andersen

76 Una lección del Libro de MormónVicki F. Matsumori

78 ¿Lo saben?Élder Glenn L. Pace

80 El milagro de la Santa BibliaÉlder M. Russell Ballard

83 Las cosas de las que tengo convicciónPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

85 El mensaje de la RestauraciónÉlder L. Tom Perry

89 Este díaÉlder Henry B. Eyring

92 “Mamá, ¿somos cristianos?”Élder Gary J. Coleman

94 ¿Quién sigue al Señor?Charles W. Dahlquist II

97 ¿Robará el hombre a Dios?Élder Yoshihiko Kikuchi

99 El punto de retorno seguroÉlder Dieter F. Uchtdorf

102 El arrepentimiento y laconversiónÉlder Russell M. Nelson

105 Comentarios finalesPresidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENES

106 Hijas de nuestro Padre CelestialSusan W. Tanner

109 El recordar, el arrepentirse y cambiarJulie B. Beck

112 Permanezcan en el senderoElaine S. Dalton

115 Deja que la virtud engalane tuspensamientos incesantementePresidente Gordon B. Hinckley

64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

118 Índice de relatos de la conferencia119 Enseñanzas para nuestra época119 Guías de fuentes de consulta para el

Sacerdocio Aarónico y las MujeresJóvenes

122 Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

122 Noticias de la Iglesia

Si desea ayuda adicional para utilizar estaedición con el fin de aprender y enseñar,e incluso para las noches de hogar comoel presidente Gordon B. Hinckley losugirió (véase la página 105), consulte elíndice temas de la página 3; el índice derelatos que se contaron en la conferenciade la página 118 y en el Nº 32 de la parteB de La Enseñanza: El llamamiento másimportante (artículo N º 36123 002).

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Liahona

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SÁBADO POR LA MAÑANA, 31 DE MARZO DE 2007, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Robert F. Orton. Últi-ma oración: Élder Paul E. Koelliker. Músicapor el Coro del Tabernáculo; Craig Jessop yMack Wilberg, directores; Clay Christiansen,organista: “Glorias cantad a Dios”, Himnos,Nº 37; “Dulce tu obra es, Señor”, Himnos,Nº 84; “Pon tu hombro a la lid”, Himnos, Nº164, arreglo de Wilberg, inédito; “Te damos,Señor, nuestras gracias”, Himnos, Nº 10;“Escudriñar, meditar y orar”, Cancionespara los niños, pág. 66; “Ven Tú, fuente detoda bendición”, Hymns (1948), Nº 70, arre-glo de Wilberg, publicado por Oxford.

SÁBADO POR LA TARDE, 31 DE MARZO DE 2007, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Gordon B. Hinckley.Primera oración: Élder Lowell M. Snow. Últi-ma oración: Élder R. Conrad Schultz. Músicapor el Coro del Tabernáculo; Craig Jessop yMack Wilberg, directores; John Longhurst yRichard Elliott, organistas: “Oh Dios de “,Himnos, Nº 5, arreglo de Wilberg, inédito;“¡Oh, está todo bien!”, Himnos, Nº 17, arre-glo de Wilberg, inédito; “Tu casa amamos,Dios”, Himnos, Nº 160; “Que firmes cimien-tos”, Himnos, Nº 40; “Dedicamos esta casa aTí”, Hymns, Nº 245, arreglo de Wilberg, iné-dito; “El Espíritu de Dios”, Himnos, Nº 2,arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 31 DE MARZO DE2007, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Wayne S. Peterson.Última oración: Élder Paul V. Johnson. Músicapor el coro del sacerdocio de la UniversidadBrigham Young; Ronald Staheli, director;John Longhurst, organista: “Levantaos hom-bres de Dios”, Hymns, Nº 324, arreglo deStaheli, inédito; “Brillan rayos de clemencia”,Himnos, Nº 208, arreglo de Hopkins, inédi-to; “Ya regocijemos”, Himnos, Nº 3; “Amo alSeñor”, Hymns, Nº 124, letra de John SearsTanner, arreglo de Staheli, inédito.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 1º DE ABRIL DE 2007, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Gordon B. Hinckley.Primera oración: Élder Robert K. Dellenbach.Última oración: Élder Won Yong Ko. Música

por el Coro del Tabernáculo; Craig Jessop yMack Wilberg, directores; Richard Elliott yClay Christiansen, organistas: “A Cristo ReyJesús”, Himnos, Nº 30; “El Señor me pastore-ará”, Hymns, Nº 109, arreglo de Wilberg, iné-dito; “Soy un hijo de Dios”, Himnos, Nº 196;“Bandera de Sión”, Himnos, Nº 4; “Él enviaráSus ángeles para cuidarte”, Mendelssohn,editado por Jessop, inédito; “La fe”, Himnos,Nº 68; “Oh mi Padre”, Himnos, Nº 187, arre-glo de Gates, publicado por Jackman.

DOMINGO POR LA TARDE, 1º DE ABRIL DE 2007, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder H. Ross Workman.Última oración: Élder D. Rex Gerratt. Músicapor el Coro del Tabernáculo; Craig Jessop yMack Wilberg, directores; Bonnie Goodliffe,organista: “Todos los que moran debajo delcielo”, Hymns, Nº 90, arreglo de Wilberg,inédito; “Tengo gozo en mi alma hoy”,Himnos, Nº 146, arreglo de Wilberg, inédito;“Hijos del Señor, venid”, Himnos, Nº 26;“Señor, te necesito”, Himnos, Nº 49, arreglode Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 24 DE MARZO DE2007, REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERESJÓVENESPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Susan W. Tanner. Primera oración:Hillary Olsen. Última oración: Rosey Bassett.Música por el coro de las Mujeres Jóvenes delas estacas de Provo, Utah; Merrilee Webb, di-rector; Linda Margetts, organista: “Soy un hijode Dios”, Himnos, Nº 196, arreglo de Perry,inédito (trompeta: Mary Wood-Lampros);“Con el Salvador al lado”, DeFord, arreglo deDeFord, inédito; “Asombro me da”, Himnos,Nº 118, arreglo de Manookin, publicado porJackman (flauta: Kathleen Ellingson; arpa:

Sarah Edwards); “Los jóvenes santos deDios”, Hymns, Nº 256, arreglo adaptado porKasen, publicado por Jackman.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA ADISPOSICIÓN DEL PÚBLICOEn el sitio de internet, www.lds.org, se pue-den conseguir las grabaciones de las sesio-nes de la conferencia en varios idiomas porlo general, durante los dos próximos mesesdespués de la conferencia; en los centros dedistribución, también se pueden conseguirlas grabaciones.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA EN INTERNETPara tener acceso a los discursos de la confe-rencia en varios idiomas en internet, vaya alsitio www.lds.org. Haga clic en “GospelLibrary” y después en “General Conference”.Luego escoja el idioma que desee.

MENSAJES DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR YDE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de la orientación familiar yde las maestras visitantes, tengan la bondadde seleccionar uno de los discursos que me-jor satisfaga las necesidades de las personasa las que visite.

EN LA CUBIERTAFrente: Fotografía por Craig Dimond. Atrás: Fotografía por Welden C. Andersen.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general, quese efectuó en Salt Lake City, las tomaronCraig Dimond, Welden C. Andersen, JohnLuke, Christina Smith, Les Nilsson, ScottDavis, Rod Boam, Emily Leishman, GeoffreyMcAllister, Mark Weinberg y CortneyChristensen; en Brasil, Laureni AdemarFochetto y Adriano Carvalho Vedovi; enCanadá, David Zuskind; en Guatemala, VirnaRodríguez; en Honduras, Pablo Archaga,Ruth Figueroa, Armando Rivas y ArmandoSierra; en Jamaica, Deven Rawle; en Perú,Juan Manuel Rivera Gavilano; en Filipinas,Danilo Soleta y en Suecia, Mark Hedengren.

Resumen de la Conferencia General Anualnúmero 177

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L IAHONA MAYO 2007 3

ÍNDICE DE TEMASAbuso, 16Activación, 85, 109Adoración, 11Adversidad, 34, 78, 94Albedrío, 94Amor, 22, 34, 106Ánimo, 16Arrepentimiento, 99,

102, 109Autosuficiencia, 51Bautismo, 41, 92Biblia, 80Bondad, 105Compromiso, 14Conferencia general, 41, 105Contento consigo

mismo, 89Convenios, 19, 76, 112Conversión, 11, 19, 102Decisiones, 48Demora, 89Deuda, 51Diezmos, 57, 97, 115Dignidad, 57Diligencia, 45, 51Dios el Padre, 8Divorcio, 70Ejemplo, 106, 109Escrituras, 76, 80, 115Esperanza, 102Espíritu Santo, 26, 78Expiación, 99Familia, 54, 76Fe, 8, 41, 48, 67, 74, 76, 78,

97, 109, 115Gratitud, 34, 57Himnos, 11, 94Hinckley, Gordon B., 29Historia de la Iglesia, 29, 32,

36, 39, 43Honradez, 45, 76Humildad, 67Inspiración, 26

Instrucción, 54Integridad, 45, 60Jesucristo, 22, 80, 109Jóvenes, 14La Trinidad, 83, 92Libro de Mormón, 92Matrimonio, 16, 70, 105Metas, 45Modestia, 112Mujeres jóvenes, 109Música, 11, 26Naturaleza divina, 94, 106Noche de hogar, 105Normas, 14Obediencia, 14, 45, 48, 60,

94, 97Obra misional, 11Oración, 8, 76, 94, 115Palabra de Sabiduría, 14Palabras, 16Paternidad, 94Paz, 8Perdón, 67, 99Preparación, 48, 51Prioridades, 74Profetas, 29, 32, 39Pureza y limpieza, 60Recordar, 36Rectitud, 51, 54Renacimiento espiritual, 19Responsabilidad, 54Restauración, 83, 85, 92Resurrección, 22Revelación, 92Reverencia, 11Revistas de la Iglesia, 105Sacerdocio, 54, 57, 85Sacrificio, 80, 94, 109Sanar, 67, 70Santificación, 19Servicio, 45, 85, 89Smith, José, 78, 80Tabernáculo, 26, 29, 32, 39,

41, 43

Testimonio, 32, 54, 78, 83Unidad, 106Valor individual, 106Valor, valentía, 45, 57, 78Vida eterna, 22Virtud, 112Young, Brigham, 29

LOS DISCURSANTES POR ORDEN ALFABÉTICOAndersen, Neil L., 74Ballard, M. Russell, 80Beck, Julie B., 109Bednar, David A., 19Burton, H. David, 32Coleman, Gary J., 92Dahlquist, Charles W., II, 94Dalton, Elaine S., 112Dickson, John B., 14Eyring, Henry B., 89Faust, James E., 39, 54, 67Hales, Robert D., 48Hinckley, Gordon B., 43, 60,

83, 105, 115Holland, Jeffrey R., 16Jensen, Jay E., 11Jensen, Marlin K., 36Kikuchi, Yoshihiko, 97Matsumori, Vicki F., 76McMullin, Keith B., 51Monson, Thomas S., 4, 22,

41, 57Nelson, Russell M., 102Oaks, Dallin H., 70Pace, Glenn L., 78Packer, Boyd K., 26Parkin, Bonnie D., 34Perry, L. Tom, 85Scott, Richard G., 8Tanner, Susan W., 106Tingey, Earl C., 29Uchtdorf, Dieter F., 99Wirthlin, Joseph B., 45

LIAHONA, mayo de 2007Vol. 31, Número 5 00785-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. FaustEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring, Dieter F. Uchtdorf, David A. BednarEditor: Jay E. JensenAsesores: Gary J. Coleman, Yoshihiko Kikuchi, Gerald N. Lund, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial: Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliar: Jenifer L. GreenwoodEditores adjuntos: Ryan Carr, Adam C. OlsonEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redacción: Christy Banz, Linda Stahle Cooper,David A. Edwards, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten,Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J. Odekirk, Judith M.Paller, Vivian Paulsen, Jennifer Rose, Don L. Searle, RichardM. Romney, Janet Thomas, Paul VanDenBerghe, JulieWardell, Kimberly WebbSecretaria principal: Monica L. DickinsonGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Brittany Jones Beahm, Howard G. Brown, Julie Burdett, Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, Kathleen Howard, Denise Kirby, Eric P. Johnsen, Randall J. PixtonDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Randy J. BensonCoordinación de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, bisiama, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano,croata, checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2007 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo electrónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.“Liahona” © es nombre registrado en la Dirección deDerechos de Autor con el número 252093. Publicaciónregistrada en la Dirección General de Correos número100. Registro del S.P.M. 0340294 características218141210.For readers in the United States and Canada:Mayo 2007 Vol. 31 No. 5. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription price is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicable taxes.Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixty days’notice required for change of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to SaltLake Distribution Center at the address below. Subscriptionhelp line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368

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4

El presidente Hinckley me ha pedido que ahora presentea las Autoridades Generales,

a los Setentas de Área y a lasPresidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares de la Iglesiapara su voto de sostenimiento. Quetodos participemos no sólo al levan-tar la mano sino también con un corazón comprometido.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley como profe-ta, vidente y revelador de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días; a Thomas Spencer Monsoncomo Primer Consejero de la PrimeraPresidencia; y a James Esdras Faustcomo Segundo Consejero de la

Primera Presidencia.Los que estén de acuerdo pueden

manifestarlo, sírvanse manifestarlo.Los que estén en contra, si los hay,

pueden manifestarlo.Se propone que sostengamos a

Thomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packercomo Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros de esequórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry,Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin,Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring,Dieter F. Uchtdorf y a David A. Bednar.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Contrarios, si los hay.Se propone que sostengamos a los

Consejeros en la Primera Presidenciay a los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse ma-nifestarlo.

Contrarios, si los hay, con la mismaseñal.

Se propone que relevemos a los si-guientes Setentas de Área, lo cual sepondrá en vigencia el 1º de mayo de2007: D. Allen Andersen, C. ElmerBlack Jr., Ildefonso de Castro Deus,Oscar W. Chávez, Héctor A. Dávalos,

Carlos R. Fernández, Carlos J. García,John R. Gibson, José L. González,Paulo Grahl, Beaver T. Ho Ching,Emmanuel A. Kissi, Erich W.Kopischke, G. Steven Laney, BarryLee, James B. McDonald, Gerald A.Mead, Jorge Méndez, Rodrigo Myrrha,Carlos A. Pérez, Richard G. Peterson,Eric B. Shumway, Joseph W. Sitati, A.Kim Smith, W. Blake Sonne, Gary M.Stewart, Michael J. Teh, Robert B.White, y John W. Yardley.

Los que deseen unirse a nosotrospara expresar nuestro agradecimien-to, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos como

El sostenimientode los oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA3 1 d e m a r z o d e 2 0 0 7

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 5

nuevos miembros del Primer Quórumde los Setenta a Enrique R. Falabella,Erich W. Kopischke, Michael J. Teh,Octaviano Tenorio y Claudio D. Zivic.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos a lossiguientes Setentas de Área: RichardK. Ahadjie, Rubén V. Alliaud, ClimatoC. A. Almeida, Sergio M. Anaya,Wilford W. Andersen, Fernando J. D.Araújo, Nolan D. Archibald, Carlos L.Astorga, Héctor Ávila, Marvin T.Brinkerhoff, M. Anthony Burns, DavidCabrera, Rafael E. Castro, Gerald J.Caussé, Robert E. Chambers, Yoon

Hwan Choi, Kim B. Clark, David L.Cook, Nelson D. Cordova, Gary L.Crittenden, Stephen L. Fluckiger,Jovencio A. Guanzon, Mario E.Guerra, Luis S. Hernández, Garith C.Hill, Frederick C. Ihesiene, David H.Ingram, Tetsuji Ishii, Kapumba T. Kola,Richard K. Melchin, R. Bruce Merrell,Peter F. Meurs, Benson E. Misalucha,Enrique J. Montoya, K. Brett Nattress,Russell T. Osguthorpe, GamalielOsorno, Patrick H. Price, Paulo R.Puerta, Rubén L. Spitale, Natã C.Tobias, Frank V. Trythall, Terence M.Vinson, Taniela B. Wakolo, Richard W.Wheeler, y Scott D. Whiting.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, con la mismaseñal.

Se propone que relevemos con un voto de agradecimiento y con sincera apreciación a: Bonnie RaeDansie Parkin, Kathleen HurstHughes y Anne Clark Pingree como laPresidencia General de la Sociedad deSocorro. También relevamos a todoslos miembros de la Mesa Directiva dela Sociedad de Socorro.

Se propone también que releve-mos a Julie Bangerter Beck y a ElaineSchwartz Dalton como las consejeras

El élder Henry B. Eyring (izquierda) y el élder Jeffrey R. Holland (centro), del Quórum de los Doce Apóstoles, saludan al

presidente Gordon B. Hinckley después de una sesión de la conferencia.

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de la Presidencia General de lasMujeres Jóvenes.

Todos los que deseen unirse a nosotros para expresar nuestroagradecimiento por su excelente servicio y devoción, por favor manifestarlo.

Se propone que sostengamos aJulie Bangerter Beck como la nuevapresidenta general de la Sociedad de Socorro, con Silvia HenriquezAllred como la primera consejera y Barbara Thompson como la segun-da consejera.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, con la mismaseñal.

También se propone que sostenga-mos a Elaine Schwartz Dalton comoprimera consejera de la PresidenciaGeneral de las Mujeres Jóvenes y aMary Nielsen Cook como la segundaconsejera de la Presidencia Generalde las Mujeres Jóvenes.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, con la mismaseñal.

Se propone que sostengamos a lasdemás Autoridades Generales, a losSetentas de Área y a las presidenciasgenerales de las organizaciones auxi-liares tal como están constituidas actualmente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Contrarios, si los hay, favor de manifestarlo.

Todo indica que el sostenimientoha sido unánime y afirmativo, presi-dente Hinckley.

Gracias, hermanos y hermanas,por su fe y sus oraciones. ■

6

Estimados hermanos: Tal comoestá prescrito mediante revela-ción en la sección 120 de

Doctrina y Convenios, el ConsejoEncargado de la Disposición deDiezmos autoriza el empleo de losfondos de la Iglesia. Este consejo estácompuesto por la Primera Presidencia,el Quórum de los Doce Apóstoles y elObispado Presidente. Este consejoaprueba los presupuestos de los de-partamentos y de las operaciones dela Iglesia. Después de recibir la autori-zación del consejo, los departamentosde la Iglesia han de emplear los fon-dos de acuerdo con los presupuestosaprobados y de acuerdo con las nor-mas y los procedimientos de la Iglesia.

Al Departamento de Auditorías dela Iglesia se le ha concedido acceso a

todos los registros y sistemas necesa-rios para evaluar que exista un controladecuado de los recibos tanto de losfondos como de los gastos y para sal-vaguardar los bienes de la Iglesia. ElDepartamento de Auditorías de laIglesia es independiente de todos losdemás departamentos y operacionesde la Iglesia y el personal está confor-mado por contadores públicos acredi-tados, auditores internos acreditados,auditores acreditados de sistemas deinformación y otros profesionalesacreditados.

Basándonos en las auditorías lleva-das a cabo, el Departamento deAuditorías de la Iglesia es de la opi-nión que, en todos los aspectos mate-riales, los donativos recibidos, losgastos efectuados y los recursos de laIglesia del año 2006 se han registradoy administrado de acuerdo con lasprácticas apropiadas de contabilidad,con los presupuestos aprobados ycon las normas y los procedimientosestablecidos por la Iglesia.

Presentado respetuosamente,Departamento de Auditorías de la IglesiaRobert W. CantwellDirector Ejecutivo ■

Informe delDepartamento de Auditorías de la Iglesia, 2006P R E S E N TA D O P O R R O B E R T W. C A N T W E L LDirector Ejecutivo, Departamento de Auditorías de la Iglesia

Para la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 7

Hermanos y hermanas, laPrimera Presidencia ha hechopúblico el siguiente informe

sobre el crecimiento y actividad de la Iglesia a partir del 31 de diciembrede 2006.

Número de unidades de la IglesiaEstacas ..........................................2.745Misiones...........................................344Distritos ...........................................630

Barrios y ramas...........................................27.475

Miembros de la IglesiaTotal de miembros..............12.868.606Aumento de niños inscritos ......94.006Conversos bautizados..............272.845

MisionerosNúmero de misioneros de tiempo completo..................53.164

TemplosTemplos dedicados durante 2006 .......................................2(Sacramento, California y Helsinki,Finlandia)Templos rededicados durante 2006 .......................................2(Santiago, Chile y Papeete, Tahití)Total de Templos en funcionamiento...............................124

Miembros de la Iglesia prominentesque han fallecido desde abril delaño pasado

Élder Devere Harris, ex miembrode los Setenta; élder Spencer H.

Osborn, ex miembro de los Setenta;hermana Elisa Young Rogers

Wirthlin, esposa del élder Joseph B.Wirthlin, miembro del Quórum de losDoce Apóstoles; hermana Norma

Wilson Berntson Ashton, viuda del él-der Marvin J. Ashton, ex miembro delQuórum de los Doce Apóstoles; her-

mana Dorothy Porter Holt, ex conse-jera de la Presidencia General de lasMujeres Jóvenes. ■

Informeestadístico de 2006P R E S E N TA D O P O R F. M I C H A E L WAT S O NSecretario de la Primera Presidencia

Miembros y misioneros del Distrito Linstead, Jamaica, se reúnen para la transmisión de la conferencia.

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Esta conferencia comenzó con lapresentación intensamenteemotiva del magnífico Coro del

Tabernáculo Mormón entonando elclásico himno “Oh dulce, grata ora-ción”. Su letra familiar nos recuerdaque la oración es la fuente de consue-lo, alivio y protección que con tantadisposición nos ha concedido nuestroamoroso y compasivo Padre Celestial.

El don de la oraciónLa oración es el don supremo que

nuestro Padre Celestial ha dado atoda alma. Piensa en ello: el absolutoSer Supremo, el Personaje más om-nisciente, el más omnipresente y elmás poderoso nos alienta a ti y a mí,

insignificantes como somos, a con-versar con Él como nuestro Padre.En realidad, en virtud de que sabecon cuánto apremio necesitamos Suguía, Él ordenó: “…te mando queores vocalmente así como en tu cora-zón; sí, ante el mundo como tambiénen secreto; así en público como enprivado”1

Sin importar cuáles sean nuestrascircunstancias, ya sea que seamos hu-mildes o arrogantes, pobres o ricos, li-bres o esclavos, eruditos o iletrados,amados o ignorados, todos podemosdirigirnos a Él. No tenemos que pedirturno. Nuestra súplica puede ser bre-ve o durar todo el tiempo que se re-quiera. Puede ser una larga expresiónde amor y de gratitud o un ruegoapremiante para solicitar ayuda. Él hacreado universos incontables y los hapoblado con mundos. Aún así, tú y yopodemos hablar con Él personalmen-te, y Él siempre nos contestará.

¿Cómo debemos orar?Oramos a nuestro Padre Celestial

en el sagrado nombre de Su AmadoHijo Jesucristo. La oración es másefectiva cuando nos esforzamos porser puros y obedientes, tenemos mo-tivos dignos y estamos dispuestos ahacer lo que Él pide. La oración since-ra y humilde brinda dirección y paz.

No te preocupes si expresas con

torpeza lo que sientes, sólo habla a tucompasivo y comprensivo Padre. Túeres Su preciado hijo a quién Él amaplenamente y desea ayudar. A medidaque ores, ten en cuenta que el PadreCelestial está cerca y te escucha.

Para mejorar tu forma de orar,aprende a hacer las preguntas correc-tas. En lugar de pedir lo que tú quie-res, busca honradamente lo que Éldesea para ti. Entonces, a medida queaprendas Su voluntad, ora para obte-ner la fortaleza para cumplirla.

Si alguna vez te has sentido distan-ciado de nuestro Padre Celestial, lasrazones podrían ser muchas. Sin im-portar la razón, a medida que sigassuplicando ayuda, Él te guiará paraque hagas aquello que restaurará enti la certeza de que está cerca. Oraaun cuando no tengas el deseo de ha-cerlo. En ocasiones, al igual que unniño, no te has comportado bien ypiensas que no debes acercarte a tuPadre para plantearle un problema.Ese es el momento en el cual tienesque orar más. Nunca pienses queeres indigno de orar.

Me pregunto si alguna vez hemoscomprendido realmente el poder in-menso de la oración hasta no haber-nos encontrado ante un problemaabrumador y urgente, y habernos sen-tido incapaces de resolverlo. Entoncesacudimos a nuestro Padre, recono-ciendo humildemente nuestra totaldependencia en Él. En ese caso, es degran ayuda buscar un lugar apartado,donde poder expresar nuestros senti-mientos en voz alta por el tiempo ne-cesario y tan intensamente como loconsideremos preciso.

Yo lo he hecho. En una ocasión,tuve una experiencia que me causóuna inmensa angustia. No tenía nadaque ver con la desobediencia ni con latrasgresión sino con una relación hu-mana sumamente importante. Por al-gún tiempo, volqué mi corazón enapremiante oración; sin embargo, pormás que trataba, no conseguía encon-trar la solución ni tranquilizarme deesa emoción poderosa que me embar-gaba. Rogué pidiéndole ayuda al PadreEterno, a quien he llegado a conocer y

Utilizar el don supremo de la oraciónÉ L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

La oración es el don supremo que nuestro Padre Celestialha dado a toda alma.

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en quien confío plenamente. No veíaningún camino que me proporcionarala calma, la cual es una bendición quepor lo general disfruto. Me venció elsueño y, cuando desperté, me sentíatotalmente tranquilo. Nuevamente mearrodillé en solemne oración y pre-gunté: “Señor, ¿qué pasó?”. En mi co-razón supe que la respuesta era Suamor y Su preocupación por mí. Esees el poder de una sincera oración aun Padre compasivo.

Al escuchar al presidente Hinckleyelevar sus súplicas en nuestras reunio-nes, he aprendido mucho acerca de laoración. Tú también puedes aprenderde él si estudias con detenimiento laexcepcional oración pública que elpresidente Hinckley ofreció al térmi-no de la conferencia de octubre de2001, en beneficio de los hijos delPadre de todo el mundo. Él oró de co-razón y no de un manuscrito prepara-do. (Para tu beneficio, esa oración seencuentra al final de este mensaje2.)

Estudia esa oración y verás que nohay repeticiones vanas ni pomposidadpara impresionar a los demás, comoocurre en ocasiones. Él combina pala-bras sencillas con elocuencia; oracomo un humilde y confiado hijo queconoce muy bien a su amado PadreCelestial. Él confía en la certeza de queSu respuesta llegará en el momentoque más se necesita. Cada oración seadapta a sus propósitos, con una claraexposición de lo que se debe resolver,así como con una expresión plena degratitud por las bendiciones específicasy reconocidas. Sus oraciones espontá-neas son como piedras preciosas cui-dadosamente talladas, como untestimonio silencioso del lugar que laoración ha tenido en su vida por mu-chos, muchos años.

¿Cómo se contestan las oraciones?Algunas verdades acerca de cómo

se contestan las oraciones, podríanserte de ayuda.

Muchas veces cuando oramos pi-diendo ayuda acerca de un problemaimportante, el Padre Celestial nos ins-pirará apaciblemente para que pense-mos, ejerzamos nuestra fe, nos

esforcemos, luchemos y finalmenteactuemos. Es un proceso que se reali-za paso a paso y que nos permite dis-cernir las respuestas inspiradas.

He descubierto que en ocasioneslo que aparenta ser una barrera impe-netrable de comunicación, es un pasogigantesco que se debe tomar conconfianza. Muy pocas veces recibirásde inmediato una respuesta comple-ta; sino que la recibirás por partes, dea poco, para que de esa forma progre-ses en aptitud. A medida que sigascada parte con fe, se te guiará a otraspartes hasta obtener toda la respues-ta. Ese modelo requiere que ejerzas feen la capacidad que Él tiene para con-testar. Aun cuando en ocasiones ellosea muy difícil, aumentará significati-vamente tu progreso personal.

Él siempre oirá tus oraciones e

invariablemente las contestará; sinembargo, muy raramente recibirásSus respuestas mientras aún te en-cuentras de rodillas, ni siquiera cuan-do ruegues para tener una respuestainmediata; sino que recibirás inspira-ción en momentos de silencio en queel Espíritu pueda llegar más efectiva-mente a tu mente y a tu corazón. Porconsiguiente, debes encontrar mo-mentos de tranquilidad con el fin dedarte cuenta cuándo se te está instru-yendo y fortaleciendo. Su modelo teayudará a progresar.

El presidente David O. McKay testi-ficó: “Es verdad que las respuestas anuestras oraciones no siempre puedenvenir directamente ni en el momentoni de la manera en que esperábamos;pero vienen, y en un momento y deuna manera más conveniente para losintereses del que ha ofrecido las súpli-cas” 3. Agradece que en ocasiones Diospermita que te esfuerces por largotiempo antes de recibir la contesta-ción. Tu carácter se perfeccionará; tu feaumentará. Existe una relación entreestas dos: cuanto más grande sea tu fe,más firme será tu carácter y, un carác-ter más firme te permitirá ejercer unafe aún más grande.

A veces, el Señor te dará una res-puesta antes de que tú la solicites. Esopuede tener lugar cuando no estásconsciente de un peligro o estás ha-ciendo lo incorrecto, pensando erró-neamente que es lo correcto.

Es tan difícil cuando no se contestade la manera que deseas una oraciónsincera que has ofrecido sobre algoque deseas mucho. No es fácil com-prender por qué el ejercicio de la feprofunda y sincera de una vida obe-diente no otorga el resultado deseado.El Salvador enseñó: “cualquier cosaque le pidáis al Padre en mi nombreos será dada, si es para vuestro bien”4.A veces es difícil darse cuenta que, a la larga, es para tu bien. Tú vida serámás fácil si aceptas que lo que Dios teda en la vida es para tu bien eterno.

Se te ha pedido que busques unarespuesta a tus oraciones5. Obedeceel consejo del Maestro de “estudiarloen tu mente”6. Muchas veces pensarás

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en una solución, y al buscar la confir-mación de que tu respuesta es correc-ta, recibirás ayuda. Podría ser pormedio de tus oraciones o como unaimpresión del Espíritu Santo, y enocasiones, mediante la intervenciónde los demás7.

Esta guía que se le dio a OliverCowdery acerca de la oración, tam-bién te servirá de ayuda: “He aquí…has supuesto que yo te lo concederíacuando no pensaste sino en pedirme

“… debes estudiarlo en tu mente;entonces… preguntarme si está bien;y si así fuere, haré que tu pecho arda…por tanto, sentirás que está bien”8.

Recibirás entonces la respuestacomo un sentimiento acompañado de una convicción. El Salvador definedos maneras separadas: “…hablaré atu mente y a tu corazón por mediodel Espíritu Santo”9.

Las respuestas a la mente y al cora-zón son mensajes del Espíritu Santo anuestro espíritu. Para mí, la respuesta

que se recibe en la mente es bien es-pecífica, como palabras que se dictan,mientras que la respuesta que se reci-be en el corazón es por lo generalcomo un sentimiento, por ejemplo,de que se debe seguir orando10.

Después el Señor aclaró: “Mas [silo que has propuesto] no estuvierebien… te sobrevendrá un estupor de pensamiento”11. Para mí, eso es un sentimiento inquietante y de desasosiego.

A Oliver Cowdery se le enseñó otromodo de recibir respuestas positivas:“¿No hablé paz a tu mente en cuantoal asunto?”12. El sentimiento de paz esel modo de ratificación más comúnque yo he experimentado. Cuando heestado preocupado acerca de algomuy importante, luchando sin éxitopor resolverlo, he seguido esforzándo-me con fe; y entonces una gran pazme ha invadido, disipando mi preocu-pación, tal como Él lo ha prometido.

Algunas malas interpretaciones

acerca de la oración se pueden aclararal comprender que las Escrituras defi-nen los principios de una oración efi-caz; sin embargo, ellas no asegurancuándo se va a recibir la respuesta.De hecho, Él responderá de una deestas tres maneras. Primero: sentirásla paz, el consuelo y la seguridad queconfirma que tu decisión es correcta.O segundo: sentirás un sentimientode inquietud, de estupor de pensa-miento que indica que lo que has es-cogido no es lo correcto. O tercero—y ésta es la más difícil— no sentirásninguna respuesta.

¿Qué puedes hacer cuando te haspreparado cuidadosamente, has ora-do con fervor y has esperado untiempo razonable para recibir unarespuesta, y sigues sin sentirla?Cuando vives dignamente y lo quehas elegido está de acuerdo con lasenseñanzas del Salvador y necesitasactuar, sigue adelante con confianza.Si eres receptivo a los susurros delEspíritu, con seguridad, sucederá enel momento apropiado una de doscosas: o recibirás el estupor de pen-samiento que te indicará que lo quehas escogido no es correcto, o senti-rás paz o que tu pecho arde confir-mándote que tu elección ha sidocorrecta. Cuando tú vives con recti-tud y actúas con confianza, Dios nopermitirá que sigas adelante por mu-cho tiempo sin hacerte sentir la im-presión de que has hecho una maladecisión.

Gratitud por el don de la oraciónUn aspecto importante de la ora-

ción es la gratitud. Jesús dijo: “Y ennada ofende el hombre a Dios… sinocontra aquellos que no confiesan sumano en todas las cosas y no obede-cen sus mandamientos”13. Cuandoconsideramos el don incomparablede la oración y las bendiciones ilimita-das que provienen de él, llena nuestramente y nuestro corazón un agradeci-miento sincero que rebosa en acciónde gracias. Por consiguiente, y siem-pre que nos sea posible, ¿no debería-mos expresar, en forma continua yprofunda, a nuestro amado Padre

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Celestial nuestra infinita gratitud porel don supremo de la oración y porSus respuestas que satisfacen nuestrasnecesidades y al mismo tiempo noshacen progresar?

Testifico que nuestro Padre contes-tará siempre tus oraciones de la ma-nera y en el momento que sea mejorpara tu bienestar eterno. En el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C.19:28.2. “Oh Dios, nuestro Padre Eterno, Tú, gran

Juez de las naciones, Tú, que eres el gober-nador del universo, Tú, que eres nuestroPadre y nuestro Dios, cuyos hijos somos,acudimos a Ti con fe en esta aciaga y solem-ne ocasión. Por favor, amado Padre, bendí-cenos con fe, bendícenos con amor,bendícenos con caridad en nuestros corazo-nes. Bendícenos con el espíritu de perseve-rancia a fin de arrancar de raíz las maldadesatroces que hay en este mundo. Brinda pro-tección y guía a los que participan activa-mente en la batalla. Bendícelos; protégelesla vida; guárdalos del mal y de la maldad.Oye las oraciones de sus seres queridos porsu seguridad. Rogamos por las grandes de-mocracias de la tierra, las cuales Tú has am-parado en la creación de sus gobiernos,donde imperan la paz, la libertad y los pro-cedimientos democráticos.“Oh, Padre, considera con misericordiaésta, nuestra propia nación, y sus amigos,en estos momentos de necesidad.Compadécete de nosotros y ayúdanos aandar siempre con fe en Ti y siempre confe en Tu Hijo Amado, con cuya misericor-dia contamos y a quien consideramosnuestro Salvador y nuestro Señor.Bendice la causa de la paz y devuélvenos-la pronto, Te suplicamos humildemente,implorándote que perdones nuestra arro-gancia, que pases por alto nuestros peca-dos, que seas bondadoso y misericordiosocon nosotros, y que hagas que nuestroscorazones se vuelvan con amor hacia Ti.Te rogamos todo esto con humildad en elnombre de Él, que nos ama a todos, sí, elSeñor Jesucristo, nuestro Redentor y nues-tro Salvador. Amén” (“Para siempre Diosesté con vos”, Liahona, enero de 2002, pág. 106).

3. Conference Report, abril de 1969; véasetambién Enseñanzas de los Presidentes dela Iglesia: David O. McKay, pág. 80.

4. D. y C. 88:64, cursiva agregada. Véansetambién los versículos 63 y 65.

5. Véase D. y C.6:23, 36; D. y C.8:2–3, 10; D. y C.9:9.

6. D. y C.9:8.7. Véase Spencer W. Kimball, The Teachings of

Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball,1982, pág. 252.

8. D. y C.9:7–8, cursiva agregada.9. D. y C.8:2–3, cursiva agregada.

10. Véase Enós 1:3–5, 9–10.11. D. y C.9:9.12. D. y C.6:23; cursiva agregada.13. D. y C.59:21; cursiva agregada.

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Este magnífico coro brinda ser-mones inspirados. De hecho,“el canto de los himnos es mu-

chas veces en sí un elocuente ser-món”1. Cuando era joven, cantar loshimnos de Sión influyó en mi testimo-nio y en mi conversión al Evangeliorestaurado. Crecí en el pequeño pue-blo de Mapleton, Utah, y asistí a lasreuniones en lo que hoy se conocecomo “la vieja capilla blanca”. Mi ma-dre tiene 95 años y todavía vive enMapleton. Cuando la visito, paso por“la vieja capilla blanca” y un sinfín dedulces recuerdos me embarga. Entreellos, se encuentra el poder transfor-mador de los himnos que cantábamosen las reuniones del sacerdocio, de la

Escuela Dominical y en la reunión sa-cramental. Mis experiencias fueron si-milares a las del presidente Hinckley,que cuando era diácono, asistió a unareunión general del sacerdocio con supadre y cantaron “Loor al profeta”2.Más tarde dijo: “tuve una impresiónimperecedera: la de que José Smithfue en verdad un profeta de Dios”3. Yocreo que una y otra vez, muchos denuestros miembros tienen la mismaexperiencia. Los himnos tienen unafunción primordial en la espirituali-dad, la revelación y la conversión.

Los himnos invitan al EspírituLos himnos son “una parte esencial

de nuestras reuniones de la Iglesia.[Ellos] invitan la presencia delEspíritu del Señor”4; y con frecuencialo logran más rápidamente que nadade lo que podamos llegar a hacer. Elpresidente J. Reuben Clark, hijo, dijo:“Quizás nos acercamos más al Señor através de la música que por cualquierotro medio, excepto la oración”5.

Dos misioneros que se encontra-ban en Perú enseñando a un matrimo-nio de ancianos fueron interrumpidospor la llegada del hijo de éstos, de suesposa y de sus tres hijos. Los élderesles explicaron quiénes eran y qué es-taban haciendo; pero la desconfianzaque el hijo demostró en los misione-ros originó un momento bastante

El poder de los himnos para nutrir el almaÉ L D E R J AY E . J E N S E NDel Quórum de los Setenta

Los himnos tienen una función primordial en laespiritualidad, la revelación y la conversión.

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incómodo. El compañero menor oróen silencio: “Padre Celestial, ¿qué ha-cemos?”; y recibió la impresión deque debían cantar, por lo que entona-ron “Soy un hijo de Dios”6. El Espírituconmovió el corazón de esa familia decinco personas, y en lugar de dos, fue-ron siete las personas que se convir-tieron, inicialmente influenciadas porun himno.

La música en las reuniones y en lasclases de la Iglesia debe crear un espí-ritu de adoración, de revelación y detestimonio. El obispado o la presiden-cia de rama tienen la responsabilidadde escoger o de aprobar la músicapara las reuniones sacramentales.Ellos se aseguran de que la música, las palabras, y los instrumentos musicalessean sagrados, adecuados y que fo-menten la adoración y la revelación.La música se convierte en una “actua-ción” cuando hace que la atención se centre en la interpretación. Haceaños, yo estaba encargado de la música en una reunión en la cual

un especial número musical fue una“actuación”. Me sentí decepcionado.El espíritu de adoración que había enla reunión decayó.

Los himnos invitan a la revelaciónLos himnos “inducen a la reveren-

cia”7. Las palabras reverencia y revela-ción son como gemelas que disfrutande su mutua compañía. Cuando laPrimera Presidencia y el Quórum delos Doce invitan a los Setenta y alObispado Presidente a una reunióncon ellos, se nos recuerda llegar tem-prano y escuchar con reverencia elpreludio. El hacerlo, invita a la revela-ción y nos prepara para la reunión.

El presidente Packer enseñó queun miembro que toque suavementecomo preludio la música de un him-no del himnario, “calmará nuestrosentimientos y hará que mentalmen-te repasemos la letra, la que nos en-seña las cosas del reino. Si prestamosatención, nos daremos cuenta deque nos comunica las verdades del

Evangelio, porque los himnos de laRestauración son, de hecho, un curso de doctrina”8.

Los himnos invitan a la conversiónLos himnos de la Restauración

poseen el espíritu de la conversión yson el resultado del sacrificio. Himnoscomo “Loor al Profeta”9, “Oh, estátodo bien”10, “Oh élderes de Israel”11,“Te damos, Señor, nuestras gracias”12,“Oh Dios de Israel13”, y muchos otros,fortalecen las grandes verdades de laRestauración tales como: la divinidaddel Padre y del Hijo, el plan de reden-ción, la revelación, las Escrituras delos últimos días, el recogimiento deIsrael, el santo sacerdocio, y las orde-nanzas y los convenios. Esos himnosque nutren el alma crean una atmós-fera que invita el Espíritu que nosconduce a la conversión.

Sin esos himnos de adoración,¡cuán incompletas y vacías serían nues-tras reuniones sacramentales”14! Entretodos los himnos, son sagrados aque-llos que enseñan sobre el sacrificio y el derramamiento de la sangre deJesucristo y sobre Su expiación infinita.

Mis primeros recuerdos del podersanador del Salvador se relacionancon los himnos sacramentales. Paramí, esta oración es real: “Asombro meda el amor que me da Jesús, confusoestoy por Su gracia y por Su luz”15.

Mi comprensión de las doctrinasde la Expiación se vincula con loshimnos. Esta estrofa lo ilustra:

Oh cuán glorioso y cabal

el plan de redención:

merced, justicia y amor

en celestial unión16.

La enseñanza de los himnos a losniños comienza en el hogar

Cantar himnos y escuchar la música apropiada comienza en el hogar. La Primera Presidencia nos harecordado:

“Como Santos de los Últimos Días debemos llenar nuestra casa demúsica que nos inspire…

“…esperamos que tenga un lugarprominente en nuestros hogares

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 13

junto con las Escrituras y otros librosreligiosos. Con el canto de los himnospodemos atraer al hogar un hermosoespíritu de paz que inspire amor yunidad en la familia.

“Enseñemos a nuestros hijos a fa-miliarizarse con los himnos: canté-moslos los domingos, en la noche de hogar, al estudiar las Escrituras, an-tes o después de orar; cantémoslosmientras trabajemos y en cualquiermomento en que estemos juntos; ha-gamos de ellos canciones de cunapara enseñar a nuestros pequeños atener fe y testimonio”17.

Adorar con más significadomediante los himnos

Las lecciones importantes que heaprendido y que me esfuerzo por apli-car acerca de los himnos son:

1. Esforzarme por ser más puntual alas reuniones, sentarme en silen-cio, oír la música del preludio ysentir la reverencia y la revelación.

2. Salir de las reuniones con más

reverencia, para permitir que la música que se toca al finalizar la reunión sea una extensión delespíritu de la reunión.

3. Cantar los himnos. A menudo veopersonas que tienen himnarios a lamano, pero que no cantan.

4. Escoger himnos apropiados para lareunión y para los mensajes.

5. Usar los himnos para presentar orecalcar en las clases las Escriturasy las verdades del Evangelio.

6. Escuchar los himnos con más fre-cuencia en nuestro hogar, a fin deinvitar que reine el Espíritu.

Ruego que eliminemos de nuestravida toda música inapropiada y que sigamos el consejo de la PrimeraPresidencia: “Hermanos y hermanas,valgámonos de nuestros himnos parainvitar al Espíritu del Señor para queesté presente en nuestras congregacio-nes, en nuestro hogar y en nuestrapropia vida. Aprendámoslos de memoria, reflexionemos en lo que dicen, recitemos o cantemos la letra y

permitamos que nos nutran espiritual-mente. Recordemos que la canción delos justos es una oración para nuestroPadre Celestial, y ‘será contestada conuna bendición sobre [nuestra] cabe-za’ ”18. De estas verdades testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Himnos, ix.2. Himnos, Nº 15.3. Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997,

pág. 399.4. Himnos, ix.5. En Conference Report, octubre de 1936,

pág. 111.6. Himnos, Nº 196.7. Himnos, ix.8. “La reverencia inspira la revelación”

Liahona, enero de 1992, pág. 25.9. Himnos, Nº 15.

10. Himnos, Nº 17.11. Himnos, Nº 209.12. Himnos, Nº 10.13. Himnos, Nº 5.14. Del mismo modo que los himnos son pri-

mordiales tanto para el día de reposo comoen la familia, así también son los himnos ylas canciones navideñas (véase Himnos, nú-meros 123–134).

15. “Asombro me da”, Himnos, Nº 118.16. “Jesús, en la corte celestial”, Himnos, Nº 195.17. Himnos, x.18. Himnos, x.

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Buenos días hermanos y herma-nas. Esta mañana quisiera diri-girme a los jóvenes de la Iglesia

de la misma manera en que mi esposay yo aconsejaríamos a nuestra propiafamilia.

Sabemos que son una generaciónde jóvenes excepcionalmente inteli-gentes y que pronto tomarán nuestrolugar como líderes en el hogar, en el trabajo, en la comunidad y en laIglesia.

Nuestro Padre Celestial ama acada uno de ustedes y les ha enviadoa la tierra con un propósito. Él ha re-velado un plan de felicidad que, si losiguen, finalmente los llevará de nue-vo a Su presencia después de habersuperado las pruebas y los desafíosde este mundo. Si se comprometenahora a vivir el modelo que el Señor

ha establecido, tendrán gran fortale-za para utilizar correctamente su al-bedrío moral. Los compromisossinceros que hagan con ustedes mis-mos y con el Señor serán esenciales;del libro de Salmos aprendemos:“Encomienda a Jehová tu camino,…y él hará” (Salmos 37:5).

Han venido al mundo en una épocaque se ha esperado desde el principio,una época antes de la segunda venidadel Señor, en la que, por un lado, elevangelio de Jesucristo se ha restaura-do en su plenitud y, por otro, hay ungran desorden, confusión y maldad.Este lugar de probación donde hannacido es maravilloso y ofrece grandesoportunidades, pero a la vez hay peli-gro en abundancia incluso para nues-tra propia alma. Ahora es el tiempo decontraer un compromiso con el Señorsobre lo que llegarán a ser duranteesta probación terrenal. El EspírituSanto, junto con sus padres, los profe-tas vivientes y las Escrituras, les ayuda-rá a distinguir entre el bien y el malpara que tomen decisiones correctas.

Espero que estudien con espíritude oración el folleto Para la

Fortaleza de la Juventud y que llevensiempre consigo la versión abreviadadel folleto en su billetera o cartera, yque lo repasen; entonces recibirángran felicidad, tanto en esta vidacomo en la eternidad si deciden vivirahora mismo conforme a las pautasque se describen en las páginas deese folleto.

Permítanme ayudarles a compren-der, por medio de un relato de un lí-der de la Iglesia, de qué manera lespuede ayudar el modelo de contraercompromisos durante la juventud.Desde joven, ese líder decidió queguardaría siempre la Palabra deSabiduría y que nunca bebería alco-hol ni consumiría tabaco. Él no re-cuerda qué fue lo que lo indujo aefectuar tan importante promesa enaquel entonces; pero ganó una victo-ria decisiva en su corazón y de rodi-llas prometió al Señor guardarsiempre ese mandamiento. A lo largode los años, lo invitaron a consumirsustancias nocivas, pero aprendióque decir: “no, gracias” era una bue-na respuesta. Entonces no tuvo queincurrir en una batalla interna encuanto a la Palabra de Sabiduría, por-que años antes él ya había hecho uncompromiso sincero en su corazón ycon el Señor de obedecer esa ley.

Al procurar recibir las bendicionesde nuestro Padre Celestial con res-pecto a la Palabra de Sabiduría, inclu-yan el cometido de no tocar nuncalas drogas que prevalecen en la so-ciedad de hoy en día. El adversariotendrá un poder muy limitado detentarlos con aquello que ustedesnunca hayan tocado.

Al ser miembros de la Iglesia, hemos sido bautizados y hemos efec-tuado un convenio de tomar sobrenosotros el nombre de Jesucristo y deguardar los mandamientos de Dios. Sicometemos errores, el Evangelio nospermite arrepentirnos con sinceridady recibir el perdón. La promesa de us-tedes puede empezar ahora mismo,ya sean jóvenes o mayores, incluso elarrepentirse y abandonar los pecadossi es que ya han cometido errores.

El Señor promete grandes bendi-ciones eternas para Sus hijos rectosy arrepentidos; pero como Él sabeque existe un gran peligro en estavida, Él nos ha mandado y nos ha di-cho de: “tener cuidado, en cuanto avosotros mismos, de estar diligente-mente atentos a las palabras de vidaeterna” (D. y C. 84:43). Por causa deque Él nos ama y de que desea que

Un compromisocon el SeñorÉ L D E R J O H N B . D I C K S O NDe los Setenta

Ahora es el tiempo de contraer un compromiso con el Señorsobre lo que llegarán a ser durante esta probación terrenal.

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regresemos a Él, este mandamientode: “tener cuidado, en cuanto a [no-sotros] mismos” nos insta a ser cau-telosos acerca de todo lo que tengaque ver con nosotros: los ambientessociales que frecuentemos, lo queveamos y leamos, los medios de co-municación y de entretenimientoque elijamos, la música que escuche-mos y mucho más.

Establecer la modalidad de tomardecisiones desde un principio es muyimportante. Por ejemplo, para recibirlas bendiciones que se prometen aaquellos que pagan los diezmos y lasofrendas, ustedes deben comprome-terse ahora a pagar el diezmo de to-dos sus ingresos. Pagar el diezmo nosayuda a ser menos egoístas y a sermás como nuestro Padre Celestial,

quien desea compartir todo lo quetiene con Sus hijos rectos; tomar esadecisión será de suma importancia.Es interesante recalcar que, al igualque los diezmos, todos los manda-mientos se han diseñado para la feli-cidad eterna de ustedes y paraayudarles a ser más como su PadreCelestial. Tomen ahora la decisión deser como Nefi de la antigüedad quetenía la determinación absoluta de “iry hacer lo que el Señor [había] man-dado” (véase 1 Nefi 3:7).

Consideremos ahora otros cometi-dos que bendecirán la vida de uste-des. ¿No sería maravilloso que, sinimportar lo que los demás podrían es-tar haciendo en la escuela, desde estemomento en adelante se les conocie-ra por su integridad absoluta y por su

limpia manera de hablar? Decidanahora que nunca harán trampa; queserán puros al hablar; que mientras vi-van, sus labios nunca pronunciaránpalabras vulgares ni chistes indecoro-sos. Esos son los cometidos que pue-den efectuar en la tranquilidad de sucuarto y de rodillas, y lograrán el éxitoal acercarse al Señor con sinceridad,con humildad y con oración. En lasEscrituras se nos enseña: “Sé humil-de; y el Señor tu Dios te llevará de lamano y dará respuesta a tus oracio-nes” (D. y C. 112:10).

Ustedes también deberían tener elcometido en lo que respecta a la mo-destia en el vestir y a la manera decomportarse al salir con personas delsexo opuesto. Siempre es más fácilguardar las normas del Señor si hanresuelto cómo se comportarán cuan-do se vean enfrentados a tomar deci-siones en presencia de una personacon la que salgan, o ante amigos ocompañeros. Al seguir los principiosde rectitud y al guardar esos cometi-dos, es posible que algunas personasno comprendan sus normas; aún así,ellos los respetarán, los admirarán ydesearán ser más como ustedes.

Otras normas para meditar y paratener cometidos: la limpieza moralabsoluta y la pureza sexual, el guardarel día de reposo, el preparase para ir auna misión y para entrar en el temploy la determinación de tomar siempredignamente la Santa Cena.

El presidente Hinckley ama a losjóvenes y constantemente los alientaa seguir las normas que el Señor hadeterminado. El seguir los consejos yla exhortación de un profeta vivienteles guiará en el camino hacia la felici-dad eterna.

El Señor los ayudará y fortalecerá siahora hacen el cometido de hacer Suvoluntad. La fe, la confianza y el deseoque tengan de seguirle serán la mejorclave para el éxito. Sé que nuestroPadre Celestial ama a cada uno de us-tedes y que en verdad Él envió a SuHijo Unigénito para ayudarlos y paraque tengan un éxito glorioso si tienenel cometido sincero de seguirle. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

La Primera Presidencia espera el inicio de una sesión de la conferencia:

Presidente Gordon B. Hinckley (centro); presidente Thomas S. Monson, Primer

Consejero (derecha) y presidente James E. Faust, Segundo Consejero (izquierda).

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El profeta José Smith profundizónuestro entendimiento del po-der de las palabras cuando en-

señó: “Todo ser actúa por medio de

palabras… cuando obra mediante

la fe. Dios dijo: ‘Sea la luz; y fue laluz’. Josué habló, y las grandes lucesque Dios había creado se detuvieron.Elías dio una orden, y los cielos per-manecieron quietos por el espacio detres años y seis meses, de modo queno llovió… Todo eso se hizo por me-dio de la fe… Por tanto, la fe actúa

mediante las palabras; y con [las pa-

labras] se han llevado a cabo y se

llevarán a cabo sus obras más pode-

rosas”1. Como todos los dones “que[vienen] de arriba”, las palabras son“[sagradas], y [deben] expresarse concuidado y por constreñimiento delEspíritu”2.

A causa de esta comprensión delpoder y de la santidad de las palabrasdeseo hacer una advertencia, si fuesenecesaria, en cuanto a la forma enque nos hablamos los unos a los otrosy la forma en que nos expresamos so-bre nosotros mismos.

Una línea de los textos apócrifosexpresa la gravedad de ese asuntomejor que yo; dice así: “Las heridascausadas por azotes quedan en la piel;las heridas causadas por la lenguarompen los huesos”3. Con esa desa-gradable imagen en la mente, me im-presionó en forma particular leer enel libro de Santiago que había una ma-nera mediante la que podía ser “varónperfecto”.

Santiago dijo: “Porque todos ofen-demos muchas veces. [Pero] si algu-

no no ofende en palabra, éste es

varón perfecto, capaz también de re-frenar todo el cuerpo”.

Siguiendo con la imagen del freno,escribe: “He aquí nosotros ponemosfreno en la boca de los caballos paraque nos obedezcan, y dirigimos asítodo su cuerpo.

“Mirad también las naves; aunquetan grandes, y llevadas de impetuososvientos, son gobernadas con un muypequeño timón…”

Entonces Santiago señala: “…lalengua es [también] un miembro pe-queño… [Pero] he aquí, ¡cuán grandebosque enciende un pequeño fuego!

“…la lengua es un fuego… entrenuestros miembros, y contamina todo

el cuerpo… y… es inflamada por elinfierno.

“Porque toda naturaleza de bestias,y de aves, y de serpientes, y de seresdel mar… ha sido domada por la na-turaleza humana;

“pero ningún hombre puede do-mar la lengua, que es un mal que nopuede ser refrenado, llena de venenomortal.

“Con ella bendecimos al Dios yPadre, y con ella maldecimos a loshombres, que están hechos a la seme-janza de Dios.

“De una misma boca procedenbendición y maldición. Hermanosmíos, esto no debe ser así”4.

Y bien, ¡ésas son palabras suma-mente francas! Obviamente, Santiagono quiere decir que nuestras lenguassean siempre inicuas, ni que todo loque digamos esté “[lleno] de venenomortal”, pero claramente quiere decirque por lo menos algunas de las cosasque decimos pueden ser destructivas,e incluso venenosas, ¡y ésa es unaacusación escalofriante para un Santode los Últimos Días! La voz que expre-sa un testimonio sincero, que pro-nuncia fervientes oraciones y quecanta los himnos de Sión, puede ser lamisma voz que vitupera y critica, queavergüenza y denigra, que ocasionadolor y destruye el espíritu de unomismo y con ello, el de los demás.“De una misma boca proceden ben-dición y maldición”, se lamentaSantiago; “Hermanos [y hermanas]míos”, dice, “esto no debe ser así”.

¿Es esto algo en lo que todos po-dríamos mejorar aunque sea unpoco? ¿Es éste un aspecto en el quetodos podríamos esforzarnos por ase-mejarnos más a un varón o una mujer“perfectos”?

Esposos, a ustedes se les ha confia-do el don más sagrado que Dios pu-diera darles: una esposa, una hija deDios, la madre de sus hijos, que se haentregado voluntariamente a ustedespor amor y como alegre compañía.Piensen en las cosas amables que dijeron al cortejarla; piensen en lasbendiciones que han dado al colocartiernamente las manos sobre la cabeza

La lengua de ángelesÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Nuestras palabras, así como nuestras acciones, deben estarllenas de fe y esperanza y caridad.

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de ella, piensen en ustedes mismos yen ella como el dios y la diosa que in-herentemente son, y después meditenen otros momentos caracterizados porpalabras frías, mordaces y desenfrena-das. Considerando el daño que se pue-de causar con nuestra lengua, conrazón el Salvador dijo: “No lo que entraen la boca contamina al hombre; maslo que sale de la boca, esto contaminaal hombre”5. El marido que nunca so-ñaría en golpear a su esposa físicamen-te, puede quebrarle con la brutalidadde palabras desconsideradas o crueles,no los huesos, pero ciertamente el co-razón y el espíritu. En La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías se condena el maltrato físico demanera uniforme e inequívoca. Si esposible condenar más que eso, nosoponemos de manera aún más enérgi-ca contra todas las formas de abuso se-xual. Hoy hablo contra el abuso verbaly emocional de cualquier persona ha-cia otra, pero en especial, el de los es-posos hacia las esposas. Hermanos,esto no debe ser así.

En ese mismo espíritu nos dirigi-mos también a las hermanas, ya que elpecado del abuso verbal no conoce lasbarreras del género. Esposas, ¿hanconsiderado la lengua desenfrenadade sus bocas, o el poder que sus pala-bras tienen para bien o para mal?¿Cómo es posible que una voz tan her-mosa, que por naturaleza divina es tanangelical, tan cerca del velo, tan instin-tivamente tierna e inherentementeamable, pueda de pronto volverse tanestridente, tan cortante, tan agria yagresiva? Las palabras de la mujer pue-den ser más punzantes que cualquierpuñal que se haya creado, y puedenocasionar que las personas a las queustedes aman se retraigan tras una ba-rrera más distante de lo que se imagi-naron al empezar la conversación.Hermanas, en el espléndido espírituque poseen no hay lugar para expre-siones mordaces o ásperas de ningunaclase, ni siquiera los chismes, las mur-muraciones o los comentarios vene-nosos. Que nunca se diga de nuestrohogar, de nuestro barrio o de nuestrovecindario que “la lengua es un fuego,

un mundo de iniquidad… [que que-ma] entre nuestros miembros”.

Quisiera aplicar ese consejo a todala familia. Debemos tener sumo cuida-do al hablarle a un niño; lo que diga-mos o no digamos, el modo y elmomento en el que lo digamos, es desuma importancia en cómo afectará elconcepto que un niño se forme de símismo; pero es aún más importante almoldear la fe que ese niño tenga ennosotros, así como su fe en Dios.Siempre sean constructivos en los co-mentarios que les hagan a los niños;nunca les digan, ni siquiera como bro-ma, que son gordos, tontos, perezo-sos o pocos atractivos. Ustedes nuncalo harían con el intento de causarlesdaño, pero ellos lo recordarán y tal vezluchen por años para tratar de olvidary de perdonar. Traten de no comparara los niños, aunque piensen que tie-nen habilidad para hacerlo. Tal vez di-gan de la manera más positiva que“Susana es bonita y Sandra es muy in-teligente”, pero todo lo que Susana re-cordará es que ella no es inteligente; ySandra, que ella no es bonita. Elogien

a cada hijo individualmente por lo quees, y ayúdenlo a escapar de la obse-sión que tiene nuestra cultura de com-parar, de competir y de nunca sentirque son lo “suficientemente” buenos.

En ese respecto, supongo que so-bra decir que el hablar de manera ne-gativa muchas veces resulta del pensarnegativamente, incluso de nosotrosmismos. Vemos nuestras propias faltas;hablamos, o por lo menos pensamos,en tono de crítica de nosotros mismos,y al poco tiempo, es así como vemos atodos y a todo; somos incapaces de verlas cosas buenas de la vida, como la luzdel sol, las rosas o la promesa de espe-ranza o de felicidad. Al poco tiempo,tanto nosotros, como los que nos ro-dean, somos desdichados.

Me gusta lo que el élder Orson F.Whitney dijo en una ocasión: “El espí-ritu del Evangelio es optimista; confíaen Dios y ve el lado positivo de las co-sas. El espíritu contrario o pesimistaarrastra a los hombres y los aleja deDios, ve el lado oscuro, murmura, sequeja y es lento para obedecer”6.Debemos honrar la declaración del

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Salvador de “[tener] ánimo”7. (¡De hecho, me da la impresión de que talvez seamos más culpables de que-brantar ese mandamiento que casicualquier otro!) Hablen con esperan-za; hablen de un modo alentador, in-cluso acerca de ustedes mismos.Traten de no quejarse ni de gemir in-cesantemente. Como alguien dijo:“Incluso en la era de oro de la civiliza-ción, indudablemente alguien se que-jó de que todo se veía muy amarillo”.

A veces he pensado que el haberestado atado con cuerdas y el habersido golpeado con varas debe de ha-ber sido más tolerable para Nefi queoír las constantes murmuraciones deLamán y Lemuel8. De seguro ha dehaber dicho, por lo menos una vez:“Péguenme una vez más; todavía losoigo”. Sí, la vida tiene sus dificultadesy, sí, hay que enfrentarse a cosas nega-tivas, pero por favor acepten una delas máximas del élder Holland: Todadesgracia, por más terrible que sea,empeora con nuestras quejas.

Pablo lo expresó con franqueza,pero con mucha esperanza, al

decirnos a todos: “Ninguna palabracorrompida salga de vuestra boca,sino [sólo] la que sea buena para lanecesaria edificación, a fin de dar gra-cia a los oyentes.

“Y no contristéis al Espíritu Santode Dios…

“Quítense de vosotros toda amargu-ra, enojo, ira, gritería y maledicencia…

“Antes sed benignos unos conotros, misericordiosos, perdonándoosunos a otros, como Dios también osperdonó a vosotros en Cristo”9.

En su profundamente conmovedortestimonio final, Nefi nos exhorta a“[seguir] al Hijo [de Dios] con íntegropropósito de corazón”, prometiendoque “después de… [haber] recibidoel bautismo de fuego y del EspírituSanto… [podréis] hablar con unanueva lengua, sí, con la lengua de án-geles… ¿Y cómo podríais hablar conlengua de ángeles sino por el EspírituSanto? Los ángeles hablan por el po-der del Espíritu Santo; por lo que de-claran las palabras de Cristo…”10.Verdaderamente Cristo fue y es “elVerbo”, según Juan el Amado11, lleno

de gracia y de verdad, lleno de miseri-cordia y de compasión.

Por tanto, hermanos y hermanas,en esta larga y eterna empresa de sermás como nuestro Salvador, ruegoque tratemos de ser ahora hombres ymujeres “perfectos” por lo menos deesta manera: al no ofender en pala-bra, o dicho de manera más positiva,al hablar con una nueva lengua, lalengua de ángeles. Nuestras palabras,así como nuestras acciones, debenestar llenas de fe y esperanza y cari-dad, los tres grandes principios cris-tianos que el mundo necesita tandesesperadamente hoy día. Con pa-labras como esas, pronunciadas bajola influencia del Espíritu, se puedensecar lágrimas, sanar corazones; sepueden edificar vidas, restituir la es-peranza y hacer prevalecer la con-fianza. Ruego que mis palabras,incluso en cuanto a este difícil tema,les den ánimo y no desaliento; queoigan en mi voz que les amo, porqueasí es; y lo que es más importante,por favor, sepan que su PadreCelestial les ama, así como Su HijoUnigénito. Cuando Ellos les hablen, ylo harán, no será en el viento, ni enel terremoto, ni en el fuego, sino queserá con un silbo apacible y delicado,una voz tierna y bondadosa12; serácon la lengua de ángeles. Que nos re-gocijemos en la idea de que cuandodecimos cosas edificantes y alentado-ras al menor de éstos, nuestros her-manos y hermanas y a los pequeños,se las decimos a Dios13. En el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Lectures on Faith, 1985, págs. 72–73;

cursiva agregada.2. D. y C. 63:64.3. Eclesiástico 28:17. “Dios Habla Hoy—

La Biblia de Estudio”, Estados Unidos deAmérica, Sociedades Bíblicas Unidas, 1998.

4. Santiago 3:2–10; cursiva agregada.5. Mateo 15:11.6. En Conference Report, abril de 1917,

pág. 43.7. Véase Mateo 14:27; Marcos 6:50; Juan

16:33.8. Véase 1 Nefi 3:28–31; 18:11–15.9. Efesios 4:29–32.

10. 2 Nefi 31:13–14; 32:2–3.11. Juan 1:1.12. Véase 1 Reyes 19:11–12.13. Véase Mateo 25:40.

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La casa donde vivíamos durantemi niñez en California estaba bas-tante cerca de grandes huertos

de albaricoques o damascos, cerezas,duraznos o melocotones, peras y otrasfrutas deliciosas. También vivíamos cer-ca de plantíos de pepinos, de tomatesy de una variedad de verduras.

De niño, esperaba ansioso la épocapara envasar. No me gustaba lavar losfrascos ni trabajar en el calor de la co-cina, pero me gustaba trabajar con mimamá y con mi papá; y, ¡me encanta-ba comer el fruto de mi trabajo! Estoyseguro de que comía más fruta de laque ponía dentro de los frascos.

Cada vez que veo un frasco de en-vase casero de cerezas o de duraznos,me acuerdo del tiempo que pasaba

con mamá y papá en la cocina. Las lec-ciones básicas que aprendí acerca dela autosuficiencia temporal y de unavida providente al recoger y envasaralimentos, han sido una bendición enmi vida. Es interesante notar que, confrecuencia, en las experiencias simplesy comunes se nos brindan las oportu-nidades más importantes de aprendi-zaje que jamás hayamos tenido.

Como adulto, he reflexionado sobre las cosas que observaba en lacocina durante la época en la que en-vasábamos. Esta mañana me gustaríahablar de las lecciones espiritualesque aprendemos del proceso median-te el cual un pepino se convierte enun pepinillo encurtido. Invito alEspíritu Santo a que esté con noso-tros mientras consideramos la impor-tancia de esas lecciones para mí ypara ustedes al venir a Cristo y al na-cer de nuevo espiritualmente.

Los pepinos y los pepinillosUn pepinillo encurtido es un pepi-

no que se ha transformado al seguiruna receta específica y una serie depasos. Los primeros pasos para trans-formar un pepino en un pepinillo esprepararlo y limpiarlo. Recuerdo lasmuchas horas que pasaba en el patiodel fondo de mi casa quitando los ta-llos y la tierra de los pepinos que ha-bíamos recogido. Mi madre era muyprecisa en cuanto a la preparación y la

limpieza de los pepinos; tenía altasnormas de limpieza y siempre inspec-cionaba mi trabajo para asegurarse deque esa tarea importante se hubieseefectuado adecuadamente.

Los siguientes pasos en el procesode la transformación son sumergir ysaturar los pepinos en salmuera porun tiempo prolongado. Para prepararla salmuera, mi mamá siempre seguíauna receta que había aprendido de sumadre; una receta con ingredientesespeciales y procedimientos meticulo-sos. La única forma en que los pepi-nos pueden convertirse en pepinilloses si están totalmente sumergidos ensalmuera por un determinado perio-do. El proceso para encurtirlos alterala composición del pepino en formagradual y produce la apariencia trans-parente y el sabor característico delpepinillo. Rociarlo o sumergirlo devez en cuando en salmuera no produ-cirá la transformación necesaria; envez de ello, se debe sumergir en for-ma estable, continua y completa paraque ocurra el cambio que se desea.

Como último paso del proceso, sedeben sellar los pepinillos encurtidosen frascos esterilizados y purificados.Se llena el frasco con los pepinillos, és-tos se cubren con salmuera hirviendoy se procesan en un recipiente paracalentar al baño María. Se deben qui-tar todas las impurezas tanto de lospepinillos como de los frascos paraque se proteja y se conserve el pro-ducto final. Si se sigue este procedi-miento adecuadamente, los pepinillosse pueden almacenar y disfrutar porlargo tiempo.

En resumen, un pepino se transfor-ma en pepinillo al prepararlo, limpiar-lo, sumergirlo y saturarlo en salmuera,y luego sellarlo en un recipiente este-rilizado. Este procedimiento requieretiempo, no se puede apresurar, ni sepuede pasar por alto ni evitar ningunode los pasos esenciales.

Un gran cambioLos siervos autorizados del Señor

enseñan reiteradamente que uno delos propósitos principales de nuestraexistencia terrenal es que se produzca

Os es necesarionacer de nuevoÉ L D E R D AV I D A . B E D N A RDel Quórum de los Doce Apóstoles

Por medio de la fe en Cristo podemos estar preparadosespiritualmente y librarnos del pecado, sumergirnos ysaturarnos en Su evangelio y ser purificados y sellados através del Santo Espíritu de la Promesa.

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un cambio espiritual y una transfor-mación por medio de la expiación deJesucristo. Alma declaró:

“No te maravilles de que todo elgénero humano, sí, hombres y muje-res, toda nación, tribu, lengua y pue-blo, deban nacer otra vez; sí, nacer deDios, ser cambiados de su estado car-nal y caído, a un estado de rectitud,siendo redimidos por Dios, convir-tiéndose en sus hijos e hijas;

“y así llegan a ser nuevas criaturas;y a menos que hagan esto, de ningúnmodo pueden heredar el reino deDios” (Mosíah 27:25–26).

Se nos ha instruido que debemos:“[Venir] a Cristo, y [perfeccionarnos]en él, y [abstenernos] de toda impie-dad” (Moroni 10:32), convertirnos en“nuevas criaturas” en Cristo (véase 2 Corintios 5:17), despojarnos del“hombre natural” (Mosíah 3:19), y ex-perimentar “un potente cambio ennosotros, o sea, en nuestros corazo-nes, por lo que ya no tenemos másdisposición a obrar mal, sino a hacerlo bueno continuamente” (Mosíah5:2). Tengan a bien notar que la

conversión que se describe en esosversículos es potente, no pequeña; esun nacimiento espiritual y un cambiofundamental en lo que sentimos y enlo que deseamos, en lo que pensa-mos, en lo que hacemos y en lo quesomos. En efecto, la esencia del evan-gelio de Jesucristo supone un cambiofundamental y permanente en nuestranaturaleza, lo cual es posible a travésde nuestra dependencia en “los méri-tos, y misericordia, y gracia del SantoMesías” (2 Nefi 2:8). Al escoger seguiral Maestro, escogemos cambiar, paranacer de nuevo espiritualmente.

Preparar y limpiarAl igual que un pepino se debe pre-

parar y limpiar antes de que sea un pe-pinillo, también nosotros podemosprepararnos con “las palabras de la fe yde la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6)y purificarnos, inicialmente, por mediode las ordenanzas y los convenios quese administran mediante la autoridaddel sacerdocio aarónico.

“Y continuó el sacerdocio menor,que tiene la llave del ministerio de

ángeles y el evangelio preparatorio,“El cual es el evangelio de arrepen-

timiento y de bautismo, y la remisiónde pecados” (D. y C. 84: 26–27).

El Señor ha establecido una eleva-da norma de pureza.

“Enséñalo, pues, a tus hijos, que espreciso que todos los hombres, en to-das partes, se arrepientan, o de ningu-na manera heredarán el reino deDios, porque ninguna cosa inmundapuede morar allí, ni morar en su pre-sencia” (Moisés 6:57).

La preparación y la limpieza apro-piada son los primeros pasos del pro-ceso para nacer de nuevo.

Sumergir y saturarAsí como el pepino cambia a pepi-

nillo cuando se sumerge y se saturaen salmuera, también ustedes y yo na-cemos de nuevo al ser absorbidos enel evangelio de Jesucristo y por mediode él. A medida que honremos y “[ob-servemos] los convenios” (D. y C.42:13) que hemos hecho, y nos “[de-leitemos] en las palabras de Cristo” (2 Nefi 32:3), y “[pidamos] al Padre

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con toda la energía de [nuestros] co-razones” (Moroni 7:48), y “[sirvamosa Dios] con todo [nuestro] corazón,alma, mente y fuerza” (Doctrina yConvenios 4:2), entonces:

“A causa del convenio que habéishecho, seréis llamados progenie deCristo, hijos e hijas de él, porque heaquí, hoy él os ha engendrado espiri-tualmente; pues decís que vuestroscorazones han cambiado por mediode la fe en su nombre; por tanto, ha-béis nacido de él y habéis llegado aser sus hijos y sus hijas” (Mosíah 5:7).

En este versículo se habla en cuan-to al nacer de nuevo espiritualmente,lo que por lo general no ocurre de for-ma rápida ni todo a la vez, sino que esun proceso continuo, y no un aconte-cimiento único. Línea por línea y pre-cepto por precepto, de forma gradualy casi imperceptiblemente, nuestrasintenciones, nuestros pensamientos,nuestras palabras y nuestras obras lle-gan a estar en armonía con la voluntadde Dios. Esa fase del proceso de trans-formación requiere tiempo, perseve-rancia y paciencia.

Un pepino sólo llega a ser un pepi-nillo si se sumerge en salmuera deforma estable, continua y completa.Téngase en cuenta que la sal es el in-grediente clave de la receta. La sal seusa con frecuencia en las Escriturascomo un símbolo, tanto de un conve-nio como de un pueblo del convenio;y del mismo modo en que la sal esesencial para transformar el pepinoen pepinillo, también los conveniosson fundamentales para nacer de nue-vo espiritualmente.

Comenzamos el proceso de nacerde nuevo al ejercitar fe en Cristo, alarrepentirnos de nuestros pecados yal ser bautizados por inmersión para laremisión de los pecados por alguienque tiene la autoridad del sacerdocio.

“Porque somos sepultados junta-mente con él para muerte por el bau-tismo, a fin de que como Cristoresucitó de los muertos por la gloriadel Padre, así también nosotros ande-mos en vida nueva” (Romanos 6:4).

Después de salir de las aguas delbautismo, nuestra alma tiene que

estar inmersa y saturada continua-mente con la verdad y la luz del evan-gelio del Salvador. El sumergirnos devez en cuando y de manera superficialen la doctrina de Cristo y la participa-ción parcial en Su Iglesia restauradano producirá la transformación espiri-tual que nos permita andar en vidanueva; más bien, se requiere la fideli-dad a los convenios, la dedicaciónconstante y el ofrecer toda nuestraalma a Dios, si es que vamos a recibirlas bendiciones de la eternidad.

“Quisiera que vinieseis a Cristo, elcual es el Santo de Israel, y participa-seis de su salvación y del poder de suredención. Sí, venid a él y ofrecedlevuestras almas enteras como ofrenda,y continuad ayunando y orando, y per-severad hasta el fin; y así como vive elSeñor, seréis salvos” (Omni 1:26).

La inmersión y la saturación totalesen el evangelio del Salvador son pasosesenciales en el proceso para nacerde nuevo.

Purificar y sellarLos frascos esterilizados se llenan

con los pepinos encurtidos y se ca-lientan en agua hirviendo para elimi-nar todas las impurezas y sellar losrecipientes de contaminantes exter-nos. Al calentar al baño María, los pe-pinillos se protegen y se preservandurante largo tiempo. De la mismamanera, llegamos a ser cada vez máspuros y más santificados al ser lavadosen la sangre del Cordero; nacemos de

nuevo, recibimos las ordenanzas yhonramos los convenios que se hanadministrado por medio de la autori-dad del sacerdocio de Melquisedec.

“No obstante, ayunaron y oraronfrecuentemente, y se volvieron más ymás fuertes en su humildad, y más ymás firmes en la fe de Cristo, hastahenchir sus almas de gozo y de con-solación; sí, hasta la purificación ysantificación de sus corazones, santifi-cación que viene de entregar el cora-zón a Dios” (Helamán 3:35).

La palabra “sellar” en mi mensajede hoy no se refiere exclusivamente ala ordenanza del matrimonio eternoque se efectúa en la Casa del Señor,sino que utilizo esa palabra con elsentido que se explica en la sección76 de Doctrina y Convenios:

“Éste es el testimonio del evangeliode Cristo concerniente a los que sal-drán en la resurrección de los justos:

“Éstos son los que recibieron eltestimonio de Jesús, y creyeron en sunombre, y fueron bautizados según lamanera de su sepultura, siendo sepul-tados en el agua en su nombre; y estode acuerdo con el mandamiento queél ha dado,

“Para que, guardando los manda-mientos, fuesen lavados y limpiadosde todos sus pecados, y recibiesen elSanto Espíritu por la imposición delas manos del que es ordenado y sella-do para ejercer este poder;

“y son quienes vencen por la fe, yson sellados por el Santo Espíritu de

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la promesa, que el Padre derrama so-bre todos los que son justos y fieles”(versículos 50–53).

El Santo Espíritu de la Promesa esel poder ratificador del EspírituSanto. Cuando el Santo Espíritu de laPromesa sella una ordenanza, unapromesa o un convenio, éstos se li-gan en la tierra y en los cielos (véaseD. y C. 132:7). Recibir ese “sello deaprobación” del Espíritu Santo es elresultado de honrar los convenios delEvangelio con fidelidad, integridad yfirmeza “con el transcurso del tiem-po” (Moisés 7:21). Sin embargo, el se-llamiento puede anularse por la faltade rectitud y por la transgresión.

La purificación y el sellamiento por medio del Santo Espíritu de laPromesa son los pasos culminantesen el proceso de nacer de nuevo.

“Con la fuerza de mi alma”Mis queridos hermanos y herma-

nas, ruego que esta parábola del pepi-nillo nos ayude a evaluar nuestra viday a comprender mejor la importanciaeterna de nacer de nuevo espiritual-mente. Así como Alma el profeta:“Hablo con la fuerza de mi alma”(Alma 5:43).

“Os digo que éste es el orden segúnel cual soy llamado, sí, para predicar amis amados hermanos, sí, y a todo elque mora sobre la tierra; sí, a predicara todos, ora ancianos o jóvenes, ora es-clavos o libres; sí, os digo, a los deedad avanzada y también a los de edadmediana y a la nueva generación; sí,para declararles que deben arrepentir-se y nacer de nuevo” (Alma 5:49).

Testifico de la realidad y divinidadde un Salvador viviente que nos invitaa venir a Él y ser transformados.Testifico que Su Iglesia y la autoridaddel sacerdocio se han restaurado porconducto del profeta José Smith. Pormedio de la fe en Cristo podemos es-tar preparados espiritualmente y li-brarnos del pecado, sumergirnos ysaturarnos en Su Evangelio y ser puri-ficados y sellados a través del SantoEspíritu de la Promesa, sí, nacer denuevo. En el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

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Hace poco, estuve mirando al-gunos álbumes de fotos fami-liares. Acudieron a mi mente

preciados recuerdos mientras pasabaimagen tras imagen de seres queridosreunidos en excursiones familiares,cumpleaños, reuniones y aniversarios.Desde que se tomaron las fotografías,algunos de esos amados familiareshan partido de esta vida y pensé enlas palabras del Señor: “Viviréis juntosen amor, al grado de que lloraréis porlos que mueran”1. Extraño a cada unode los que ya se han ido de nuestrocírculo familiar.

Aunque difícil y dolorosa, la muer-te es una parte esencial de nuestra ex-periencia terrenal. Iniciamos nuestrajornada aquí, dejamos nuestra exis-tencia preterrenal y vinimos a esta tie-rra. El poeta Wordsworth ilustró esa

jornada en su inspirada oda a la in-mortalidad. Escribió:

Un sueño y un olvido sólo es el

nacimiento;

El alma nuestra, la estrella de la

vida,

en otra esfera ha sido constituida

y procede de un lejano firmamento.

No viene el alma en completo

olvido

ni de todas las cosas despojada,

pues al salir de Dios, que fue

nuestra morada,

con destellos celestiales se ha

vestido2.

La vida sigue su curso. La juventudes la continuación de la infancia, y lamadurez llega de manera casi imper-ceptible. Al escudriñar y meditar en elpropósito y en los problemas de lavida, tarde o temprano todos afronta-mos el interrogante de la duración denuestra existencia y de nuestra vidasempiterna. Esos interrogantes sevuelven más apremiantes cuando unser querido se va de esta vida, o cuan-do hacemos frente al tener que dejara quienes amamos.

En esos momentos, reflexionamosen la pregunta universal que mejorexpresó Job en la antigüedad, cuandosiglos atrás preguntó: “Si el hombremuriere, ¿volverá a vivir?”3.

Hoy, como siempre, la voz del es-céptico desafía la palabra de Dios, ycada uno debe escoger a quién oír.

¡Yo sé que vive mi Señor!P R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

A causa de que nuestro Salvador falleció en el Calvario, lamuerte no tiene poder sobre ninguno de nosotros.

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Clarence Darrow, famoso abogado y agnóstico, declaró: “Ninguna vida es de gran valor… y cada muerte es[tan sólo una] pequeña pérdida”4.Schopenhauer, el filósofo y pesimistaalemán, escribió: “Desear la inmortali-dad es desear la perpetuación eternade un gran error”5. A sus palabras sesuman las de las nuevas generaciones,cuyos hombres insensatos crucificannuevamente a Cristo, ya que modifi-can Sus milagros, dudan de Su divini-dad y rechazan Su resurrección.

En su libro God and My Neighbor

[Dios y mi prójimo], RobertBlatchford atacó con vigor las creen-cias cristianas que gozan de acepta-ción, tales como Cristo, la oración y lainmortalidad, y aseguró con osadía:“Afirmo haber demostrado de unmodo tan pleno y decisivo todo loque me propuse, que ningún cristia-no, no obstante su grandeza y su ca-pacidad, puede rebatir ni redargüirmis argumentos”6. Este hombre se rodeó de un muro de escepticismo

hasta que ocurrió algo sorprendente:ese muro de pronto se desmoronó,dejándolo desprotegido e indefenso.Lentamente empezó a volver a la feque había despreciado y ridiculizado.¿Qué fue lo que produjo ese profun-do cambio en su actitud? La muerte

de su esposa. Con corazón quebranta-do, entró en el cuarto donde reposa-ban los restos mortales de su esposa yvolvió a contemplar aquel rostro quetanto había amado. Salió y le dijo a unamigo: “Es ella, y al mismo tiempo nolo es; todo está cambiado. Había algoque ahora no está; no es la misma.¿Qué puede faltar si no es el alma?”.

Más tarde, escribió: “La muerte noes lo que algunos imaginan. Es sólocomo irse a otra habitación. Allí halla-remos… a los preciados hombres ymujeres, y a los dulces pequeños quehemos amado y perdido”7.

Frente al escepticismo del mundode hoy en cuanto a la divinidad deCristo, buscamos un punto de referen-cia, una fuente fidedigna, incluso el

testimonio de un testigo ocular.Esteban, en los tiempos bíblicos, con-denado a la muerte cruel de un mártir,alzó la vista al cielo y clamó: “Veo loscielos abiertos, y al Hijo del Hombreque está a la diestra de Dios”8.

¿A quién no convence el conmove-dor testimonio de Pablo a losCorintios? Él declaró: “Que Cristo mu-rió por nuestros pecados, conforme alas Escrituras; y que fue sepultado, yque resucitó al tercer día, conforme alas Escrituras; y… apareció a Cefas, ydespués a los doce… y”, agregó, “alúltimo de todos… me apareció a mí”9.

En nuestra dispensación, ese mis-mo testimonio lo expresó con fuerzael profeta José Smith, cuando él ySidney Rigdon testificaron: “Y ahora,después de los muchos testimoniosque se han dado de él, éste es el testi-monio, el último de todos, que noso-tros damos de él: ¡Que vive!”10.

Ése es el conocimiento que sostie-ne; ésa es la verdad que consuela; ésaes la seguridad que saca de las tinieblas

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a la luz a aquellos que se encuentrandoblegados por el dolor.

La nochebuena de 1997 conocí auna familia excepcional. Cada uno desus miembros tenía un testimonio in-quebrantable de la veracidad y de larealidad de la resurrección. La familiaconsistía de la madre, el padre y cua-tro hijos. Cada uno de los hijos, tresniños y una niña, había nacido con unraro tipo de distrofia muscular, por loque todos eran jovencitos discapacita-dos. A Mark, que tenía 16 años, se lehabía practicado una intervención enla columna vertebral, con el fin de quepudiera moverse con mayor libertad.Los otros dos varones, Christopher, de13 años, y Jason, de 10, pronto iban aviajar a California para someterse auna operación similar. La única hija,Shanna, tenía cinco años y era unaniña preciosa. Todos los niños eran in-teligentes y de mucha fe, y era eviden-te que sus padres, Bill y Sherry,estaban orgullosos de cada uno deellos. Conversamos por unos momen-tos, y el espíritu especial de esa familiainvadió toda mi oficina y mi corazón.El padre y yo bendijimos a los hijosque iban a ser operados y luego

ambos padres preguntaron si la pe-queña Shanna podría cantarme unacanción. Su padre mencionó que ellapadecía de capacidad pulmonar limita-da y que tal vez le resultara difícil ha-cerlo, pero que iba a intentarlo. Con elacompañamiento de un casete graba-do, con voz clara y hermosa, y sin de-sentonar ni una nota, la pequeñacantó sobre un futuro brillante:

En aquel hermoso día con el que

soñé

hay un mundo que me gustaría ver.

Es un lugar bonito donde sale el sol

y en el cielo brilla para mí.

Si en esta preciosa mañana de

invierno

mi deseo se hiciera realidad,

aquel hermoso día con el que soñé

sería éste que se halla ante mi faz11.

Al terminar de cantar, todos estába-mos visiblemente emocionados. Laespiritualidad de aquella visita marcóel tono de la Navidad de aquel año.

Seguí en contacto con la familia, ycuando el hijo mayor, Mark, cumplió19 años, se hicieron los preparativospara que sirviera en una misión

especial en las Oficinas Generales dela Iglesia. Con el tiempo, los otros doshermanos también tuvieron la opor-tunidad de servir en esa misma clasede misión.

Hace casi un año, Christopher, queya tenía 22, sucumbió a la enferme-dad que afligía a cada uno de sus her-manos. El pasado septiembre mecomunicaron que la pequeña Shanna,que ya había cumplido 14 años, tam-bién había fallecido. Durante el fune-ral, se le rindieron hermosos tributos.Apoyándose en el púlpito, Mark yJason, hermanos de Shanna, compar-tieron emotivas experiencias familia-res. La madre de ella cantó en dúo unhermoso número musical, y el padrey el abuelo ofrecieron sermones con-movedores. Aunque tenían el corazóndestrozado, cada uno compartió unpoderoso y profundo testimonio de larealidad de la resurrección y de la se-guridad de que Shanna aún vive, aligual que su hermano Christopher, yque ambos esperan una gloriosa reu-nión con su amada familia.

Cuando llegó el momento de queyo dirigiera unas palabras, relaté la vi-sita que la familia me había hecho enmi despacho hacía unos nueve años yhablé de la encantadora canción queShanna interpretó en aquella ocasión.Concluí con este pensamiento: “A cau-sa de que nuestro Salvador falleció enel Calvario, la muerte no tiene podersobre ninguno de nosotros. Shannavive; está sana y se encuentra bien.Para ella, aquel día hermoso sobre elcual cantó en aquella nochebuena es-pecial de 1997, el día con el que ellasoñaba, se halla ahora ante su faz”.

Mis hermanos y hermanas, reímos,lloramos, trabajamos, jugamos, ama-mos y vivimos; y luego morimos. Lamuerte es nuestro legado universal ytodos debemos cruzar su umbral. Lamuerte reclama al anciano, al cansa-do y al agotado; visita al joven en elalbor de su esperanza y en la gloriade su futuro. Ni siquiera los niños pe-queños quedan fuera de su alcance.El apóstol Pablo lo expresó así: “Estáestablecido para los hombres quemueran una sola vez”12.

Misioneros en Estocolmo, Suecia, esperan la llegada de miembros e

investigadores.

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Y permaneceríamos muertos de noser por un Hombre y Su misión, sí,Jesús de Nazaret. Habiendo nacido enun establo y dormido en un pesebre,Su nacimiento cumplió las inspiradaspalabras de muchos profetas. Él reci-bió instrucción de lo alto y nos brindóla vida, la luz y el camino; multitudesle siguieron; los niños lo adoraron; elarrogante lo rechazó; habló en pará-bolas y enseñó por el ejemplo; vivióuna vida perfecta.

Aunque el Rey de reyes y el Señorde señores había venido, de algunosrecibió la bienvenida que se da a unenemigo o a un traidor. Tras esto vinola burla a la que algunos llamaron jui-cio. Gritos de “¡crucifícale, crucifíca-le!”13 plagaron el aire, y comenzóentonces el ascenso al Calvario.

Se le ridiculizó e injurió; fue objetode burla y escarnio; fue clavado a unacruz entre gritos de: “El Cristo, Rey deIsrael, descienda ahora de la cruz,para que veamos y creamos”14. “Aotros salvó, a sí mismo no se puedesalvar”15. Su respuesta fue: “Padre,perdónalos, porque no saben lo quehacen”16. “En tus manos encomiendomi Espíritu”17. Manos amorosas depo-sitaron Su cuerpo en un sepulcroabierto en la roca.

El primer día de la semana, muytemprano por la mañana, MaríaMagdalena y María, la madre deJacobo, junto con otras personas, seacercaron al sepulcro y, para su asom-bro, el cuerpo de su Señor no estabaallí. Lucas registró que había ante ellasdos varones con vestiduras resplande-cientes que les dijeron: “¿Por qué bus-cáis entre los muertos al que vive? Noestá aquí, sino que ha resucitado”18.

La semana que viene, el mundocristiano celebrará el acontecimientomás importante de la historia. La sen-cilla declaración “no está aquí, sinoque ha resucitado” fue la primera con-firmación de la resurrección literal denuestro Señor y Salvador, Jesucristo.La tumba vacía en aquella primeramañana de Pascua brindó consolado-ra certeza y una respuesta afirmativa ala pregunta de Job: “Si el hombre mu-riere, ¿volverá a vivir?”19.

Todos los que hayamos perdido aseres queridos convertiríamos la pre-gunta de Job en una respuesta: Si elhombre muriere, volverá a vivir. Losabemos porque contamos con la luzde la verdad revelada. “Yo soy la resu-rrección y la vida”, dijo el Maestro. “Elque cree en mí, aunque esté muerto,vivirá. Y todo aquel que vive y cree enmí, no morirá eternamente”20.

A pesar de las lágrimas y las prue-bas, de los temores y los pesares, del desconsuelo y de la soledad queproduce el perder a un ser querido,tenemos la certeza de que la vida essempiterna. Nuestro Señor y Salvadores el testigo viviente de que es así.

Con todo mi corazón y el fervor demi alma levanto mi voz en testimonio,como testigo especial, y declaro que Dios vive; Jesús es Su Hijo, elUnigénito del Padre en la carne. Él esnuestro Redentor y nuestro Mediadorante el Padre. Fue Él quien murió enla cruz para expiar nuestros pecados.Él fue las primicias de la resurrección,y gracias a Su muerte todos volvere-mos a vivir. Cuán dulce es el gozo quedan estas palabras: “¡Yo sé que vive mi

Señor!”21. Ruego que todo el mundolo sepa y viva de acuerdo con este co-nocimiento. Es mi humilde súplica,en el nombre de Jesucristo, el Señor ySalvador. Amén. ■NOTAS

1. Doctrina y Convenios 42:45.2. “Ode: Intimations of Immortality”, from

Recollections of Early Childhood, WilliamWordsworth, en The Oxford Book ofEnglish Verse: 1250–1900, edición ArthurQuiller-Couch de 1939, pág. 628.

3. Job 14:14.4. The Story of My Life, 1932, capítulo 47,

párrafo 34.5. Arthur Schopenhauer , en The Home Book

of Quotations, sel. Burton Stevenson,1934, pág. 969 (1788–1860).

6. God and My Neighbor, 1914.7. More Things in Heaven and Earth:

Adventures in Quest of a Soul, 1925.8. Hechos 7:56.9. 1 Corintios 15:3–5, 8.

10. D. y C. 76:22.11. “The Beautiful Day”, de la película Scrooge,

1970, letra y música por Leslie Bricusse.12. Hebreos 9:27.13. Lucas 23:21.14. Marcos 15:32.15. Marcos 15:31.16. Lucas 23:34.17. Lucas 23:46.18. Lucas 24:5–6.19. Job 14:14.20. Juan 11:25–26.21. “Yo sé que vive mi Señor”, Himno No 73;

véase también Job 19:25.

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Hace cuarenta y seis años se me llamó para ser Ayudantedel Quórum de los Doce

Apóstoles y vine, por primera vez, aeste púlpito. Tenía treinta y siete años,y me encontraba entre los venerablesy sabios profetas y apóstoles cuyas pa-labras, como dice el himno, “son de…siervos del Señor que nos enseñan”(“Palabras de amor”, Himnos, Nº 176).Me sentí profundamente inepto.

En esa época tuve, aquí en elTabernáculo, una experiencia decisivaque me tranquilizó y me dio valor.

En aquellos días, la conferencia dela Primaria se llevaba a cabo aquí an-tes de la conferencia general de abril.Entré por una de las puertas del lado

sur justo en el momento en que unnumeroso coro de niños de laPrimaria cantaba el himno de apertu-ra, bajo la dirección de la hermanaLue S. Groesbeck, miembro de laMesa Directiva General de la Primaria.Cantaban:

Con quietud, pensaré reverente en

ti, Señor.

Con quietud, cantaré reverente a ti

loor.

Con quietud y humildad pido en

oración,

Tu Espíritu haz morar en mi

corazón.

(“Con quietud”, Canciones para los

niños, pág. 11.)

Los niños cantaban suavemente. Elorganista, que comprendía que la ex-celencia no necesita atraer la atencióna sí misma, no ejecutó un solo mien-tras ellos cantaban, sino que con granhabilidad, y casi sin notarse, armonizólas voces con una melodía de inspira-ción y de revelación. Aquel fue el mo-mento decisivo que fijó, profunda ypermanentemente en mi alma, aque-llo que más necesitaba para sostener-me en los años futuros.

Sentí lo que tal vez sintió Elías elprofeta cuando selló los cielos en con-tra del inicuo rey Acab y escapó a unacueva para buscar al Señor:

“…un grande y poderoso vientoque rompía los montes, y quebraba laspeñas… pero Jehová no estaba en elviento. Y tras el viento un terremoto;pero Jehová no estaba en el terremoto.

“Y tras el terremoto un fuego;pero Jehová no estaba en el fuego. Ytras el fuego [vino] un silbo apacibley delicado.

“Y cuando lo oyó Elías”, dice el registro, “cubrió su rostro con sumanto, y salió, y se puso a la puertade la cueva” para hablar con el Señor(1 Reyes 19:11–13).

Sentí algo de lo que los nefitas de-ben haber sentido cuando el Señorapareció ante ellos:

“Y aconteció que mientras así con-versaban, unos con otros, oyeron unavoz como si viniera del cielo; y mira-ron alrededor, porque no entendie-ron la voz que oyeron; y no era unavoz áspera ni una voz fuerte; no obs-tante, y a pesar de ser una voz suave,penetró hasta lo más profundo de losque la oyeron, de tal modo que nohubo parte de su cuerpo que no hi-ciera estremecer; sí, les penetró hastael alma misma, e hizo arder sus cora-zones” (3 Nefi 11:3).

El profeta José Smith conocía esavoz apacible y delicada que Elías y losnefitas oyeron, cuando escribió:“…así dice la voz suave y apacible quea través de todas las cosas susurra ypenetra…” (D. y C. 85:6).

En aquel momento decisivo, com-prendí que la voz apacible y suave,más que oírse se siente y que, si leprestaba atención, todo iría bien enmi ministerio.

Después de eso, tuve la seguridadde que el Consolador, el EspírituSanto, está allí para todo el que res-ponda a la invitación de pedir, buscary llamar (véase Mateo 7:7–8; Lucas11:9–10; 3 Nefi 14:7–8; D. y C. 88:63).Supe entonces que estaría bien; y conel correr de los años, así ha sido.

También aprendí el poder que tie-ne la música; cuando se presenta conreverencia, es semejante a la revela-ción. Creo que a veces no se puedeseparar de la voz del Señor, la apaci-ble voz del Espíritu.

El espíritu del TabernáculoP R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

El tabernáculo …se destaca como un emblema de larestauración del evangelio de Jesucristo.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE3 1 d e m a r z o d e 2 0 0 7

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Toda clase de buena música tienesu lugar, y hay infinidad de lugaresdonde es posible escucharla. Pero elTabernáculo de la Manzana delTemplo es diferente a todos ellos.

Durante generaciones, el Coro delTabernáculo comenzó su transmisiónsemanal cantando estas palabras escri-tas por William W. Phelps:

Entonad sagrado son

y venid con devoción.

Hoy reposad…

Al Señor las gracias dad

por Sus dones y bondad…

(“Entonad sagrado son”, Himnos, Nº 83.)

Hace más de cien años, el presi-dente Wilford Woodruff, que tenía no-venta y un años, pronunció desdeeste púlpito lo que debe haber sidosu último discurso. Entre la congrega-ción se hallaba el jovencito LeGrandRichards, de doce años. Su padre,

George F. Richards (a quien más ade-lante se le ordenó apóstol), trajo a sushijos al Tabernáculo para escuchar alas Autoridades Generales, y LeGrandnunca olvidó aquella experiencia.

Durante más de veinte años, tuveuna amistad estrecha con el élderLeGrand Richards. A los noventa y seisaños, ese mensaje que acabo de men-cionar, todavía perduraba en su cora-zón; no recordaba las palabras delpresidente Woodruff, pero jamás olvi-dó lo que había sentido al escucharlas.

A veces, he sentido la presencia delos que construyeron y mantuvieroneste Tabernáculo. Por medio de lamúsica y de las palabras, los que nosprecedieron preservaron la sencillezdel Evangelio y el testimonio deJesucristo. Ese testimonio fue la luzque guió su vida.

En este Tabernáculo de la Manzanadel Templo han ocurrido grandesacontecimientos que determinaron eldestino de la Iglesia.

Con excepción de José Smith y de Brigham Young, se han sostenidoen este Tabernáculo, durante unaasamblea solemne, a todos los Presi-dentes de la Iglesia. De manera simi-lar, ese proceso de sostenimiento sereitera anualmente en la conferenciageneral y se repite en toda estaca,barrio y rama, como lo requiere larevelación.

El Señor dijo: “…a ninguno le serápermitido salir a predicar mi evange-lio ni a edificar mi iglesia, a menosque sea ordenado por alguien quetenga autoridad, y sepa la iglesia quetiene autoridad, y que ha sido debida-mente ordenado por las autoridadesde la iglesia” (D. y C. 42:11).

De ese modo, ningún extraño pue-de venir entre nosotros, reclamar quetiene la autoridad e intentar desviar ala Iglesia.

Aquí mismo, en 1880, se aceptó LaPerla de Gran Precio como uno de loslibros canónicos de la Iglesia.

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Aquí también se agregaron dos re-velaciones a Doctrina y Conveniosque ahora se conocen como las sec-ciones 137 y 138. En la sección 137 seregistra una visión que recibió JoséSmith en el Templo de Kirtland; y lasección 138 es una visión que recibióel presidente Joseph F. Smith con res-pecto a la visita que hizo el Salvador alos espíritus de los muertos.

Aquí, en 1979, después de años depreparación, la versión SUD del ReySantiago de la Biblia [en inglés] sepresentó a la Iglesia.

Desde aquí, se anunciaron a laIglesia las nuevas ediciones del Librode Mormón, de Doctrina y Conveniosy de La Perla de Gran Precio.

En la conferencia general de 1908,el presidente Joseph F. Smith leyó lasección 89 de Doctrina y Convenios,la Palabra de Sabiduría. Luego él, susdos consejeros y el presidente de losDoce hablaron sobre ese tema. A con-tinuación, se aceptó, por votaciónunánime, como ley vinculante paralos miembros de la Iglesia.

Esa revelación comienza así: “…Pormotivo de las maldades y designiosque existen y que existirán en el cora-zón de hombres conspiradores en losúltimos días, os he amonestado y osprevengo, dándoos esta palabra de sa-biduría por revelación” (D. y C. 89:4).

Es un escudo y una protecciónpara nuestra gente, en particular paranuestros jóvenes, y llega a formar par-te de “toda [la] armadura” de Diosque se promete en las revelaciones afin de protegerlos de “los dardos en-cendidos de los malvados” (véase D. y C. 27:15–18).

La Iglesia, y sus miembros en for-ma individual, siempre han estado, es-tán ahora y estarán continuamentebajo el ataque del adversario; él cubri-rá y hasta hará desvanecer, la voz sua-ve y apacible por medio de la músicaestruendosa y disonante llena de pala-bras que no se entienden o, peor aún,que sí se entienden. Él nos desviaráastutamente con toda nueva tenta-ción que pueda inventar.

Aquí también, por revelación, elSeñor aclaró el orden del sacerdocio,

lo cual abrió las puertas para que se cumpliera el mandamiento delSalvador de llevar el Evangelio “a todanación, y tribu, y lengua, y pueblo”(D. y C. 133:37), y para que se estable-ciese Su Iglesia entre ellos.

Aquí se le dio al Libro de Mormónel subtítulo “Otro testamento deJesucristo”. A partir de ese momento,todo el que abra el libro sabrá, por sutítulo, qué es lo que contiene.

Las enseñanzas, los sermones, lamúsica, los sentimientos y el Espírituque se manifiestan en este sagradoedificio se transfieren, sin que nada sepierda, al gran Centro de Conferenciascercano, donde las escuchan decenasde miles de personas, se traducen agran cantidad de idiomas y se envían acongregaciones reunidas por todo elmundo.

Más aún, ese Espíritu entra en loshogares de millones de Santos de losÚltimos Días, en hogares donde lospadres oran por el bienestar de sus hi-jos. Hombres y mujeres y, como lopromete el Libro de Mormón, hastalos niños pequeños reciben el testi-monio de Jesucristo (véase Mosíah24:22; Alma 32:23; 3 Nefi 17:25) y dela restauración de Su Evangelio.

Este Tabernáculo de la Manzanadel Templo es “una casa de oración,una casa de ayuno, una casa de fe,

una casa de gloria y de Dios, sí, [Su]casa” (D. y C. 109:16). Aquellos aquienes se llama a hablar, a declarar la palabra, a presentar música o cultu-ra, deben exponer aquello que seadigno.

Las Escrituras nos advierten quebuscar las alabanzas de los hombresnos desvía cautelosamente del únicocamino seguro que podemos seguiren la vida (véase Juan 12:43; 1 Nefi13:9; 2 Nefi 26:29; Helamán 7:21;Mormón 8:38; D. y C. 58:39); y lasEscrituras nos amonestan claramentecon respecto a lo que sucede cuandoaspiramos “a los honores de los hom-bres” (D. y C. 121:35).

No es tanto lo que se oye en losdiscursos como lo que se siente. ElEspíritu Santo confirma a todos losque estén bajo Su influencia que losmensajes son verdaderos y que éstaes La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días.

El Tabernáculo se encuentra aquí,junto al templo, como un ancla, y hallegado a ser un símbolo de laRestauración. Lo construyeron perso-nas muy pobres y muy sencillas, peroen la actualidad se lo conoce en todoel mundo.

El Coro del Tabernáculo, que llevael nombre de este edificio, ha sidoun portavoz de la Iglesia. Rogamosque [sus integrantes] nunca se apar-ten ni permitan que los desvíen de lamisión principal que han tenido porgeneraciones.

Generación tras generación, elcoro ha comenzado y finalizado sustransmisiones con un mensaje de ins-piración, lleno de principios y funda-do en la doctrina de la Restauración,dando apertura con “Entonad sagra-do son” (Himnos, Nº 83) y finalizan-do con “Cual rocío, que destila”(Himnos, Nº 87).

El Tabernáculo se distingue en elmundo como uno de los grandes cen-tros de música y de cultura encomia-bles; pero, sobre todo, se destacacomo un emblema de la restauracióndel evangelio de Jesucristo. Ese senci-llo testimonio se grabó en mí profun-da y permanentemente aquí, en este

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recinto, gracias a aquellos niños de laPrimaria que cantaban en un tono re-verente y revelador.

Que Dios bendiga este sagrado edi-ficio y todo lo que suceda entre susparedes. Cuán agradecidos estamosde que se haya renovado y restauradosin perder su carácter sagrado.

El élder Parley P. Pratt, que integrabael Quórum de los Doce Apóstoles,leyó estas palabras de la sección 121 deDoctrina y Convenios: “...deja que lavirtud engalane tus pensamientos ince-santemente; entonces tu confianza sefortalecerá en la presencia de Dios; y ladoctrina del sacerdocio destilará sobretu alma como rocío del cielo.

“El Espíritu Santo será tu compañe-ro constante, y tu cetro, un cetro in-mutable de justicia y de verdad; y tudominio será un dominio eterno, ysin ser compelido fluirá hacia ti parasiempre jamás” (D. y C. 121: 45–46).

Profundamente conmovido, ParleyP. Pratt recordó un himno que, en rea-lidad, es una oración, y que durantemuchos años el coro escogió para fi-nalizar su presentación semanal:

Cual rocío que destila

en la yerba del vergel,

Tu palabra salvadora

llega a Tu pueblo fiel.

Deja, Padre bondadoso,

Tu doctrina destilar,

bendecida para darnos

el eterno bienestar.

Ve, oh Padre, a Tu pueblo

y permite descender

de Tu trono bendiciones

cual rocío al caer.

Nuestra petición escucha

y derrama, eterno Dios,

Tu Espíritu sublime,

muestra de Tu gran amor.

(“Cual rocío, que destila”, Himnos,Nº 87.)

Añado mi testimonio de que Jesúses el Cristo y que ésta es Su casa; eneste sagrado día de dedicación; en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Mis hermanos y hermanas, alencontrarme ante el púlpitode este viejo pero nuevo

Tabernáculo, me conmueve profunda-mente el sentido histórico que perci-bo en este momento. Al tener un pieplantado en el pasado y el otro en elfuturo, doy gracias por los profetas ypor los apóstoles, pioneros y moder-nos, que han tenido y siguen teniendola visión de construir y conservar estemaravilloso edificio para el futuro.

Quiero hablarles de dos de estoshombres de visión: De BrighamYoung y de su sucesor de hoy en día.

Brigham Young fue el segundoprofeta de La Iglesia de Jesucristo de

los Santos de los Últimos Días.Dirigió la Iglesia durante 33 años.Construyó este Tabernáculo y presi-dió su dedicación durante la confe-rencia general de octubre de 1875,hace más de 131 años.

Brigham Young tuvo muchos otroslogros y sólo puedo hacer menciónde unos pocos.

Fue un pionero, o sea, alguien queabre o prepara el camino para queotros lo sigan. Un escritor dijo deBrigham Young: “Llevó hasta un territorio desconocido a un grupo deharapientos y empobrecidos, despo-jados virtualmente de todo bien te-rrenal. Tanto sus críticos como losque escribieron su biografía observa-ron que ese hombre fue único entrelos líderes de la historia moderna,porque él solo, sin respaldo políticoni económico estableció, de la nadaen el desierto, una sociedad ordena-da e industriosa sin ninguna otra au-toridad que no fuera la autoridad delsacerdocio y la fortaleza espiritualcon la que pronunció sus enseñan-zas. Por medio de exhortaciones einstrucciones constantes, unificó a su pueblo y lo inspiró a que llevase acabo el mandato divino de edificar elreino de Dios sobre la tierra”1.

Al entrar por primera vez al Valledel Gran Lago Salado, Brigham Young

Los profetaspioneros y los modernosÉ L D E R E A R L C . T I N G E YDe la Presidencia de los Setenta

Tanto el presidente Brigham Young como el presidenteGordon B. Hinckley son profetas que han guiado la Iglesiapor medio de la inspiración y revelación.

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declaró: “Éste es el lugar correcto” 2.Más adelante dijo:

“Dios me ha mostrado que éste esel lugar para ubicar a Su pueblo y aquíserá donde prosperarán. Él templarálos elementos para el bien de los san-tos; reprenderá la escarcha y la esteri-lidad del suelo, y la tierra llegará a serfructífera,… y en este lugar edificare-mos una ciudad y un templo al DiosAltísimo”3.

Hoy, todos podemos atestiguar dela verdad de esa profecía. En verdad,la tierra desértica y los valles de lasMontañas Rocosas son una fructífera yproductiva tierra de promisión y deprofecía.

Edificó templos. Él empezó laconstrucción del Templo de SaltLake, el cual tomó 40 años para ter-minarlo. También empezó la cons-trucción de los templos de Manti yde Logan. Él dedicó el Templo de St.George cuatro meses y medio antesde fallecer.

Fue uno de los más grandes colo-nizadores de los Estados Unidos. Almomento de su fallecimiento, se ha-bían establecido cerca de 400 colonias.

Organizó el Fondo Perpetuo parala Emigración a fin de tender unamano a los necesitados, ayudando alos que tenían pocos recursos para queemigrasen desde los países de Europa.

Estableció universidades. LaUniversidad de Deseret, hoy en día sela conoce como la Universidad deUtah. El Colegio Universitario SUD,hoy en día se le conoce como elInstituto Superior de Comercio SUD.Y, por supuesto, también estableció laUniversidad Brigham Young.

Amaba a la Iglesia y a los miem-bros. Brigham Young se refería a laIglesia de una forma muy peculiar:

“Dios está al timón. Éste es el po-deroso barco Sión. Quédense en elbarco y hónrenlo, y asegúrense de es-tar a favor del barco Sión, y no tienenpor qué preocuparse de nada más…

“…Él guía el barco y nos llevará sin peligro al puerto. Sólo debemospreocuparnos de velar por nosotrosmismos y de hacer lo correcto.Tripulemos el barco con valor; cadaquien desempeñe su deber con fide-lidad y firmeza, y el barco nos sacaráde todas las tormentas y nos llevarásanos y salvos al puerto de gozo celestial”4.

Amaba a la juventud de la Iglesia,tal y como se manifestó en la expe-riencia de Heber J. Grant. Nueve díasdespués del nacimiento de Heber, supadre, Jedediah M. Grant, que era elSegundo Consejero del presidenteBrigham Young, falleció. Durante los21 años siguientes, Brigham Youngdemostró un interés especial en el jo-ven Heber J. Grant.

Heber J. Grant escribió:“Me sentía como de la familia en

las casas del presidente BrighamYoung tal como en la de mi propiamadre. En una de ellas… si teníahambre, me sentía con la libertad deir y pedir algo para comer como sifuese mi propia casa… Me arrodillémuchas veces en su casa, en la Casadel León para la oración familiar, tan-to de niño como de adulto”5.

Amaba al profeta José Smith. De eso dijo:

“Todo lo que he recibido delSeñor lo he recibido por medio deJosé Smith”6.

“Amo su doctrina… Siento comoque quisiera exclamar: ¡Aleluya!, todoel tiempo, al pensar que pude cono-cer a José Smith”7.

Amo mucho a Brigham Young. Susucesor moderno es el presidenteGordon B. Hinckley, quien también es un amado y venerado profeta.

Una hermosa pintura muestra al presidente Hinckley mirando hacia el futuro; frente a él hay un juego de planos arquitectónicos. Al fondo hay un retrato de BrighamYoung que da la impresión de que elpresidente Young está mirando porencima del hombro del presidenteHinckley.

El retrato de Brigham Young quese muestra en esta pintura, en

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realidad, está colgado en la oficina delPresidente Hinckley del cual habla amenudo. En una reciente conferenciageneral, él dijo:

“Al final de un día particularmentedifícil, dirigí la mirada al retrato deBrigham Young que cuelga de la pared, y le pregunté: ‘HermanoBrigham, ¿qué debemos hacer?’ Mepareció que me sonreía un poco yque me decía: ‘En mis tiempos, tuvemuchísimos problemas que resolver.No me preguntes qué hacer, éste estu turno. Pregúntale al Señor, cuyaobra ésta es, en verdad’”8.

Entre estos dos maravillosos profe-tas, el presidente Brigham Young y elpresidente Gordon B. Hinckley, existeun vínculo que los une en la visiónprofética que comparten de ver el fu-turo y tener la fe de convertir esa vi-sión en una realidad del presente.

El presidente Hinckley, al igual queBrigham Young, es un pionero y unedificador. Ha viajado por el mundo,ha conocido reyes, reinas y presiden-tes. Lo han entrevistado los mediosde comunicación de todo el mundo.Él continúa guiando a la Iglesia paraque “[salga] de la obscuridad”9. Sehan construido más de 75 templos enlos últimos 12 años, y él tuvo la inspi-ración de construir el majestuosoCentro de Conferencias.

El presidente Hinckley, al igualque Brigham Young, esparce elEvangelio y valora la educación. En la actualidad, hay casi 13 millonesde miembros de la Iglesia en 176 na-ciones, territorios y países. Más de53.000 misioneros prestan servicio al-rededor del mundo. Esta conferenciase traduce a 90 idiomas. El presidenteHinckley continúa apoyando las uni-versidades de la Iglesia y la educaciónen la Iglesia. Más de 26.000 miembroshoy en día gozan de los beneficiosdel Fondo Perpetuo para laEducación.

El presidente Hinckley, al igual queBrigham Young, ama a la juventud y atodos los miembros de la Iglesia. Lajuventud de la Iglesia acude especial-mente al presidente Hinckley para re-cibir consejos proféticos.

El presidente Hinckley ama al profeta José Smith. Varios años atrás,él dijo:

“Adoro al Dios de los cielos que es mi Padre eterno. Adoro al SeñorJesucristo que es mi Salvador yRedentor. No adoro al profeta JoséSmith, pero si tengo un gran respeto yamo a ese gran vidente por el cual elmilagro de este Evangelio ha sido res-taurado. Estoy envejeciendo y sé queen circunstancias normales, antes de que pasen muchos años, cruzaré el portal para presentarme ante miHacedor y mi Señor y le daré cuentasde lo que he hecho en la vida. Esperotener la oportunidad de abrazar al pro-feta José Smith y de darle las gracias yhablarle de mi amor por él”10.

Doy mi humilde testimonio de quetanto el presidente Brigham Youngcomo el presidente Gordon B.Hinckley son profetas que han guiado

la Iglesia por medio de la inspiracióny de la revelación. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Hugh W. Nibley, de Daniel H. Ludlow, ed.,

Encyclopedia of Mormonism, 5 Tomos,1992, Tomo IV, pág. 1611.

2. Thomas S. Monson, “Guiados por pionerosespirituales”, Liahona, agosto de 2006,pág. 3.

3. Citado en James R. Clark, comp., Messagesof the First Presidency of The Church ofJesus Christ of Latter-day Saints, 6 Tomos,1965–1975, Tomo VI, pág. 265.

4. Citado en Preston Nibley, Brigham Young:The Man and His Work, 1936, págs. 293,pág. 352.

5. Gospel Standards, comp. G. HomerDirham, 1941, pág. 223.

6. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Brigham Young, 1997, pág. 361.

7. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Brigham Young, 1997, pág. 106.

8. Véase “Un estandarte a las naciones y unaluz al mundo”, Liahona, noviembre de2003, pág. 82.

9. D. y C. 1:30.10. Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997,

pág. 509.

Dos miembros en São Paulo, Brasil, asisten a la transmisión de la conferencia

general.

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32

El presidente Hinckley dijo enuna conferencia de prensa enoctubre de 2004: “Respeto,

amo y honro este edificio. Quiero quesea preservado… Quiero que al viejoy original Tabernáculo se le unan lasdébiles juntas o junturas… y que se le refuercen pero que se preserve sumagnífica belleza natural”. Luego memiró y dijo: “No hagan nada que nodeban; pero hagan lo que hagan, há-ganlo bien y correctamente”1.

Con esas conmovedoras pero fir-mes palabras, se dio la orden de pre-servar, fortalecer y devolver el viejo yoriginal Tabernáculo de Salt Lake, re-forzado y listo para otro período dedistinguido servicio.

Hoy, estimado Presidente, presen-tamos este antiguo edificio, revestido

con un nuevo acabado, decorosamen-te revestido con su elegancia históri-ca, aunque un poco más cómodo. El Obispado Presidente, junto conmás de 2000 artesanos, con orgullodevuelven el “viejo y originalTabernáculo” junto con una garantíade cien años.

La petición del presidente Hinckleyde restituir “el viejo y originalTabernáculo” llegó a ser la norma paratomar decisiones arquitectónicas y deconstrucción difíciles. La frase se utili-zó para expresar la esencia y el objeti-vo del proyecto. Sirvió como elequivalente del estandarte de la liber-tad del capitán Moroni y en efecto asífue, “enarbola[da]… sobre todas lastorres” e izada “en cuanto lugar” fuese necesario2.

Si estas viejas paredes hablaran, se unirían a nosotros para expresar un sincero agradecimiento a los arqui-tectos de FFKR, a la ConstructoraJacobsen, y lo más importante, a todoel equipo de la Iglesia encargado delproyecto, junto a muchas otras perso-nas cuyas habilidades hicieron queesta compleja tarea fuera posible. Unode los oficiales del equipo hizo estaobservación: “Al consultarnos losunos a los otros, el Señor pudo dar-nos capacidad más allá de nuestraspropias habilidades”.

Los integrantes del proyecto sintie-ron gran reverencia por la belleza delTabernáculo, por los constructores

originales y por la calidad de su traba-jo. Ellos se maravillaron de que pormás de un siglo, las palabras de losprofetas, videntes y reveladores de losúltimos días han salido al mundo des-de este podio.

Si estas viejas paredes hablaran, estoy seguro que expresarían agrade-cimiento por sus nuevos firmes ci-mientos; estarían encantadas con sunueva banda de acero que las mantie-ne erguidas y derechas. Estas viejasparedes dirían gracias por haber ras-pado catorce capas de pintura del te-cho interior, por haberlo emparchadoy aplicado una hermosa capa nueva.

Estas viejas paredes expresaríangratitud por la protección y la bellezade un nuevo y brillante techo exteriorde aluminio y se unirían a las bancaspara disfrutar las sonrisas en los ros-tros de las personas cuando descu-bran los asientos un poco modificadoscon unos centímetros más para las rodillas.

Estas viejas paredes acogerían yagradecerían las nuevas instalacionesque acomodarán mejor los sonidosde la música inspiradora.

Uno sólo puede imaginar lo queestas viejas paredes recordarían sobrelos muchos sermones que con aten-ción escucharon durante el transcur-so de los años.

Estas viejas paredes, si hablaran,gritarían: “¡Estábamos aquí!” cuandoel presidente Joseph F. Smith se le-vantó de una larga enfermedad paraasistir a una sesión de la conferenciageneral de octubre de 1918. En la se-sión de apertura, con la voz llena deemoción, dijo: “No trataré, no meatrevo a hacerlo, de entrar en los mu-chos asuntos que ocupan mi menteesta mañana, y pospondré hasta unmomento futuro, si el Señor lo desea,mi intento de decirles algunas de lascosas que tengo en la mente y queguardo en mi corazón”. Y continuó:“No he vivido solo durante estos cin-co meses. Me he apoyado en el espíri-tu de oración, de súplica, de fe ydeterminación; y he tenido continua-mente una comunicación con elEspíritu del Señor”3. Más tarde

Si estas viejasparedes hablaranO B I S P O H . D AV I D B U R T O NObispo Presidente

Por más de un siglo, las palabras de los profetas, videntes yreveladores de los últimos días han salido al mundo desdeeste podio.

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supimos que el día antes de la confe-rencia, el presidente Smith recibióuna manifestación registrada como lavisión de la redención de los muertos,que pasó a ser la sección 138 deDoctrina y Convenios.

Si estas viejas paredes hablaran,nos recordarían de los días oscuros ysombríos de la Gran Depresión, asícomo de la conferencia general deabril de 1936 cuando el presidenteHeber J. Grant anunció que la Iglesiaimplementaría un plan de seguridadde la Iglesia, que después llegó a co-nocerse como el plan de bienestar dela Iglesia. Seis meses más tarde, expli-có: “Nuestro propósito principal eraestablecer… un sistema mediante elcual se acabara con la maldición de laociosidad, se abolieran los daños de lalimosna y se establecieran una vezmás entre nuestra gente la indepen-dencia, la industria, la frugalidad y elautorrespeto. El designio de la Iglesiaes ayudar a la gente a ayudarse a símisma. El trabajo ha de ocupar nueva-mente el trono como principio gober-nante en la vida de los miembros dela Iglesia”4.

En octubre de 1964, por asignacióndel presidente David O. McKay, el él-der Harold B. Lee habló sobre las

responsabilidades de los padres. Estasviejas paredes recuerdan cuando el él-der Lee indicó que leería una carta de1915 dirigida a la Iglesia y firmada porla Primera Presidencia. Antes de co-menzar, observó: “Supongo que estoes algo parecido a lo que Mark Twaindijo sobre el clima: ‘Hablamos muchodel clima, pero no parecemos hacermucho al respecto’ ”. El élder Lee en-tonces leyó la carta fechada cincuentaaños atrás:

“Aconsejamos y exhortamos el ini-cio de una ‘Noche de hogar’ en todala Iglesia, período en el cual los padrespuedan reunir a los hijos en el hogar yenseñarles la palabra del Señor”.

Y luego la promesa:“Si los santos obedecen este conse-

jo, les prometemos grandes bendicio-nes como resultado de ello:aumentarán el amor en el hogar y laobediencia a los padres; se desarrolla-rá la fe en el corazón de los niños y jó-venes de Israel, y obtendrán fuerzaspara combatir la mala influencia y lastentaciones que los acosan”5.

Estas viejas paredes recuerdan elsilencio solemne que sobrevino en elTabernáculo en 1985 cuando se anun-ció que el élder Bruce R. McConkiehablaría durante la conferencia. Estas

viejas paredes sintieron un profundoespíritu de reverencia cuando el élderMcConkie dio fin a su discurso conestas electrizantes palabras:

“Y ahora, en lo que concierne aesta Expiación perfecta, realizada me-diante el derramamiento de la sangrede Dios, testifico que tuvo lugar enGetsemaní y en el Gólgota, y con res-pecto a Jesucristo, testifico que es elHijo del Dios viviente y que fue crucifi-cado por los pecados del mundo. Él esnuestro Señor, nuestro Dios y nuestroRey. Esto lo sé por mí mismo, inde-pendiente de cualquier otra persona.

“Soy uno de Sus testigos, y en undía cercano palparé las marcas de losclavos de Sus manos y de Sus pies ybañaré Sus pies con mis lágrimas.

“Pero en ese momento mi conoci-miento no será más firme de lo que ac-tualmente lo es, de que Él es el HijoTodopoderoso de Dios, que es nuestroSalvador y Redentor, y que solamenterecibimos la salvación mediante Susangre expiatoria”6.

En 1995, el presidente Gordon B.Hinckley le dijo a las mujeres de laIglesia: “Con tanta sofistería que sehace pasar como verdad, con tantoengaño en cuanto a las normas y a losvalores, con tanta tentación de seguir

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los consejos del mundo, hemos senti-do la necesidad de amonestar y adver-tir sobre todo ello”. Luego pasó a leerlo siguiente:

“Nosotros, la Primera Presidencia yel Consejo de los Doce Apóstoles deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, solemnementeproclamamos que el matrimonio en-tre el hombre y la mujer es ordenadopor Dios y que la familia es la partecentral del plan del Creador para eldestino eterno de Sus hijos.

“El esposo y la esposa tienen la so-lemne responsabilidad de amarse ycuidarse el uno al otro, y también asus hijos. ‘He aquí, herencia deJehová son los hijos’ (Salmos 127:3).Los padres tienen la responsabilidadsagrada de educar a sus hijos dentrodel amor y la rectitud, de proveerpara sus necesidades físicas y espiri-tuales, de enseñarles a amar y a servir-se el uno al otro, de guardar losmandamientos de Dios y de ser ciuda-danos respetuosos de la ley donde-quiera que vivan. Los esposos y lasesposas, madres y padres, serán res-ponsables ante Dios del cumplimien-to de estas obligaciones”7.

Estoy agradecido por este extraor-dinario edificio. Es un monumentosagrado de nuestro pasado y un mag-nífico estandarte de esperanza parael futuro. Testifico de la divinidad denuestro Padre en los Cielos y delabundante amor que nuestroSalvador tiene por cada uno de noso-tros. Somos grandemente bendeci-dos al ser guiados por un profeta deDios. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS

1. “Tabernacle Renovation Press Briefing.Remarks by President Gordon B. Hinckley”,1 de octubre de 2004, véase www.newsroom.lds.org

2. Alma 46:36; 62:4.3. En Conference Report, octubre de 1918,

pág. 2.4. En Conference Report, octubre de 1936,

pág. 3.5. En Conference Report, octubre de 1964,

págs. 83–846. “El poder purificador de Getsemaní”,

Liahona, julio de 1985, pág. 11.7. “La familia: Una proclamación para el mun-

do”, Liahona, octubre 2004, pág. 49.

34

Esta tarde tengo el honor de re-presentar a aquellas líderes dela Sociedad de Socorro que, en

este mismo tabernáculo, compartie-ron las doctrinas del reino, recalcaronla importancia de la función de la mu-jer en el hogar y en la familia, se brin-daron servicio caritativo unas a otras yles recordaron a sus hermanas la ale-gría que proviene de un recto vivir.

Desde este púlpito en 1870, Eliza R.Snow les hizo a miles de mujeres unapregunta que quisiera repetir hoy:“¿Saben de algún lugar sobre la faz dela tierra donde la mujer tenga más li-bertad y donde disfrute de tan supre-mos y gloriosos privilegios que aquí,

como Santo de los Últimos Días?”1.Doy testimonio de que las mujeres deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días disfrutan de subli-mes y gloriosos privilegios.

La cesta de bendicionesPermítanme contarles un dulce re-

lato. Una familia pasaba por tiemposdifíciles; les resultaba difícil dejar depensar en esos desafíos. La madre es-cribió: “Nuestro mundo se había des-moronado, así que acudimos anuestro Padre Celestial para que nosguiara. Casi de inmediato, nos dimoscuenta de que estábamos rodeadosde bondad y de palabras de ánimopor todas partes. Como familia, em-pezamos a expresarnos gratitud adiario unos a otros, así como alSeñor. Una amiga íntima me comen-tó que nuestra ‘cesta de bendiciones’rebosaba. De esa conversación resul-tó un tipo de juego que a mis hijos ya mí nos gustó mucho. Todas las no-ches, antes de decir la oración fami-liar, hablábamos de lo que habíasucedido ese día y después hablába-mos de las muchas bendiciones quese habían agregado a nuestra ‘cestade bendiciones’. Cuanta más gratitudexpresábamos, más teníamos queagradecer. Sentimos el amor delSeñor de manera palpable a medida

Gratitud: Unsendero hacia la felicidadB O N N I E D. PA R K I NPresidenta General de la Sociedad de Socorro

La gratitud es un principio lleno del Espíritu; nos hacereconocer un universo en el que está presente la riqueza de un Dios viviente.

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que se presentaban oportunidadespara progresar”2.

¿Cómo se beneficiaría su familiasi contara con una “cesta de bendi-ciones”?

Un principio lleno del EspírituLa gratitud requiere reconocimien-

to y esfuerzo, no sólo para sentirla,sino para expresarla. Con frecuenciano reconocemos la mano del Señor;murmuramos, nos quejamos, nosoponemos, criticamos; muchas vecesno demostramos gratitud. En el Librode Mormón aprendemos que los quemurmuran no conocen “la manera deproceder de aquel Dios que los…[creó]”3. El Señor nos aconseja queno murmuremos, ya que eso dificultaque el Espíritu obre en nosotros.

La gratitud es un principio lleno delEspíritu; nos hace reconocer un uni-verso en el que está presente la rique-za de un Dios viviente; mediante ellallegamos a ser espiritualmente cons-cientes de la maravilla de las cosas másinsignificantes, las cuales alegran nues-tro corazón con sus mensajes del amorde Dios. Este agradecido reconoci-miento intensifica nuestra sensibilidada la guía divina. Cuando expresamosgratitud, nos llenamos del Espíritu ynos conectamos a las personas quenos rodean y a Dios. La gratitud inspirafelicidad y conlleva la influencia divina.“… [vivid] cada día en acción de gra-cias”, dijo Amulek, “por las muchas mi-sericordias y bendiciones que élconfiere sobre vosotros”4.

Las misericordias y las bendicionesvienen de diferentes maneras, a vecescomo cosas difíciles. Sin embargo, elSeñor dice: “Darás las gracias al Señortu Dios en todas las cosas”5. Todas las

cosas significa precisamente eso: lascosas buenas y las cosas difíciles, nosólo algunas cosas. Él nos ha manda-do que seamos agradecidos porquesabe que el serlo nos hará felices, locual es otra evidencia de Su amor.

¿Cómo se sienten cuando alguienles expresa gratitud? Un domingo mesenté al lado de una hermana en laSociedad de Socorro y llegué a cono-cerla un poco mejor. Unos días

después, recibí un correo electrónico:“Gracias por sentarse al lado de mihija en la Sociedad de Socorro y porpasarle el brazo por el hombro.Nunca sabrá lo que eso significó paraella y para mí”6. Las palabras de esamadre me sorprendieron y me hicie-ron feliz.

¿Qué sienten al expresar gratitud aotra persona? Me gustaría expresargratitud a alguien que se preocupapor mis nietos. Hace unos meses, du-rante una visita a Texas, le pedí aThomas, de seis años, que me hablarade su obispo. Dijo: “Abuelita, sabrásquién es; lleva traje oscuro, camisablanca como papá, zapatos lustrados ycorbata roja; usa lentes y siempre tie-ne una sonrisa”. Reconocí al obispode Thomas tan pronto como lo vi ymi corazón se llenó de gratitud por él.Gracias, obispo Goodman, y a todosustedes, maravillosos obispos.

Una expresión de feEn el capítulo 17 de Lucas se halla

la experiencia que tuvo el Salvadorcuando sanó a los diez leprosos.Como recordarán, sólo uno de los le-prosos que fueron sanados regresópara expresar su agradecimiento. ¿Noes interesante que el Señor no dijo:“tu gratitud te ha salvado”? Más bien,dijo: “tu fe te ha salvado”7.

El Salvador reconoció la expresiónde gratitud del leproso como una ex-presión de su fe. Cuando oramos yexpresamos gratitud a un amorosoPadre Celestial que no vemos, tam-bién expresamos nuestra fe en Él. Lagratitud es el dulce reconocimientode la mano del Señor en nuestra vida;es una expresión de nuestra fe.

La gratitud en las tribulaciones:bendiciones ocultas

En 1832, el Señor vio la necesidadde preparar a la Iglesia para futurastribulaciones. Las tribulaciones sonaterradoras y, aún así, el Señor dice:“…sed de buen ánimo, porque yo osguiaré. De vosotros son el reino y susbendiciones, y las riquezas de la eter-nidad son vuestras.

“Y el que reciba todas las cosas congratitud será glorificado”8.

La clase de gratitud que incluso re-cibe las tribulaciones con acción degracias requiere un corazón quebran-tado y un espíritu contrito, la humil-dad para aceptar lo que no se puedecambiar, la disposición de dejar todoa cargo del Señor, aun cuando nocomprendemos, el agradecimientopor oportunidades ocultas que se da-rán a conocer. Entonces viene el sen-timiento de paz.

¿Cuándo fue la última vez que le

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dieron gracias al Señor por una prue-ba o una tribulación? La adversidadnos impulsa a ponernos de rodillas;¿hace lo mismo la gratitud por la adversidad?

El presidente David O. McKay ob-servó: “En el amargo frío de la adver-sidad encontramos la verdaderaprueba de nuestra gratitud… lacual… es más profunda que las cir-cunstancias de la vida, ya sean tristeso felices”9.

ConclusiónA mis excepcionales y fieles herma-

nas de la Iglesia: gracias por las mane-ras en que extienden el amor delSeñor por medio del servicio; por cui-dar a las familias que pierden un serquerido, por su cuidado como maes-tras visitantes, por su deseo de edificarel testimonio de los niños al prestarservicio en la Primaria, por su tiempoal preparar a las jovencitas a llegar aser mujeres. Gracias por su devoción.He sentido el amor del Señor a travésde su fidelidad; he tenido la bendiciónde servir entre ustedes; mi corazón re-bosa de gratitud y de amor por cadauna de ustedes. Siento también pro-funda gratitud por los hermanos delsacerdocio con quienes he servido.

Mi más profunda gratitud es haciami Salvador, un Hijo obediente quehizo todo lo que Su padre le pidió, yque expió por cada uno de nosotros.Al recordarlo y reconocer Su bondad,deseo ser como Él. Ruego que se nosbendiga para que sintamos a diario el amor del Señor en nuestra vida.“¡Gracias a Dios por su don inefa-ble!”10. En Su sagrado nombre,Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Jill C. Mulvay, “Eliza R. Snow and the

Woman Question”, Brigham YoungUniversity Studios 1976, pág. 2.

2. Correspondencia personal.3. 1 Nefi 2:12.4. Alma 34:38.5. D. y C. 59:7, cursiva agregada.6. Correspondencia personal.7. Lucas 17:19, cursiva agregada.8. D. y C. 78:18–19.9. Pathways to Happiness, Comp. Llewelyn R.

McKay, Salt Lake City: Bookcraft Company,1957, pág. 318.

10. 2 Corintios 9:15.

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M e siento honrado de hablardespués de la hermanaParkin. Su servicio y sus en-

señanzas, así como las de sus conseje-ras nos han bendecido a todos. Casi aesta misma hora, hace dieciocho añosy medio, me paré cerca de este púlpi-to esperando que terminara de cantarla congregación para dar mi primerdiscurso en una conferencia general.En aquel momento, mi preocupacióndebe haber sido muy evidente, ya queel élder Tom L. Perry, que estaba de-trás de mí, se inclinó hacia adelante, y en su manera de ser positiva y entu-siasta me susurró: “No te preocupes”,me dijo, “¡hace años que no muerenadie en este púlpito!”.

Esas palabras de aliento, y los bre-ves minutos que le siguieron, en losque hablé por vez primera ante una

audiencia mundial de Santos de losÚltimos Días, constituyen un recuer-do que atesoro. Igual que ustedes,constantemente acumulo una fuentede recuerdos, que al evocarlos, for-man parte útil y a menudo deleitablede mi consciencia; y a pesar del pro-pósito que me hice de joven de noaburrir nunca a los demás con mis reminiscencias cuando fuera mayor,ahora me deleito mucho al compartir-las casi siempre que me es posible.Sin embargo, hoy quisiera hablar deuna función más significativa de lamemoria y de las reminiscencias en el evangelio de Jesucristo, en lugar de la función pasiva de recordar y dedisfrutar de la información.

Si prestamos atención al uso de la palabra recordar en las Escrituras,nos damos cuenta que “recordar”,como Dios desea que lo hagamos, esun principio de salvación y fundamen-tal del Evangelio; y lo es porque lasamonestaciones proféticas de que re-cordemos, con frecuencia son un lla-mado a la acción: a escuchar, a ver, aobedecer, a hacer y a arrepentirnos1.Si recordamos a la manera de Dios,superaremos nuestra tendencia hu-mana de sólo prepararnos para la batalla de la vida, y en realidad partici-pamos en la batalla misma, haciendotodo lo posible por resistir la tenta-ción y evitar el pecado.

El rey Benjamín le pidió a su pue-blo ese tipo de recuerdo activo:

“Y por último, no puedo deciros

Recuerda y noperezcasÉ L D E R M A R L I N K . J E N S E NDe los Setenta

Recordar, como Dios desea que lo hagamos, es un principiode salvación y fundamental del Evangelio.

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todas las cosas mediante las cualespodéis cometer pecado; porque hayvarios modos y medios, tantos que nopuedo enumerarlos.

“Pero esto puedo deciros, que si noos cuidáis a vosotros mismos, y vues-tros pensamientos, y vuestras pala-bras, y vuestras obras, y si no observáislos mandamientos de Dios ni perseve-ráis en la fe de lo que habéis oído concerniente a la venida de nuestroSeñor, aun hasta el fin de vuestras vi-das, debéis perecer. Y ahora bien, ¡ohhombre!, recuerda, y no perezcas”2.

Al comprender la función primor-dial que debe tener en nuestra vida elrecordar, ¿qué más debemos recor-dar? Como respuesta, al congregarnoshoy para recordar y volver a dedicareste Tabernáculo histórico, sugieroque la historia de La Iglesia deJesucristo y de su pueblo merece quese recuerde. Las Escrituras dan granprioridad a la historia de la Iglesia; dehecho, la historia de la Iglesia formagran parte de las Escrituras. El mismodía que se organizó la Iglesia, Diosmandó a José Smith: “He aquí, se lle-vará entre vosotros una historia”3.José obedeció ese mandamiento alnombrar a Oliver Cowdery, el segun-do élder de la Iglesia y su ayudanteprincipal, como el primer historiadorde la Iglesia. Llevamos registros paraayudarnos a recordar, y desde la épo-ca de Oliver hasta el presente, se ha

llevado un registro del crecimiento ydel progreso de la Iglesia. Ese extraor-dinario registro histórico nos recuer-da que Dios ha abierto de nuevo loscielos y ha revelado verdades que ins-tan a nuestra generación a actuar.

De todo lo que han recolectado,preservado y escrito los historiadoresen todos esos años, nada ilustra mejorla importancia y el poder de la histo-ria de la Iglesia que la sencilla y since-ra historia de José Smith acerca de la aparición de Dios el Padre y de SuHijo, Jesucristo, lo que en nuestros libros de historia se llama ahora laPrimera Visión. Con palabras que ge-neraciones de misioneros han memo-rizado y relatado a quienes buscan laverdad en todo el mundo, José descri-be la manera milagrosa en la que reci-bió la respuesta a la pregunta quehizo por medio de la oración, sobrecuál era la Iglesia verdadera:

“Vi una columna de luz, más bri-llante que el sol, directamente arribade mi cabeza; y esa luz gradualmentedescendió hasta descansar sobre mí.

“…Al reposar sobre mí la luz, vi enel aire arriba de mí a dos Personajes,cuyo fulgor y gloria no admiten des-cripción. Uno de ellos me habló, lla-mándome por mi nombre, y dijo,señalando al otro: Éste es mi Hijo

Amado: ¡Escúchalo!”4.¡Y José lo escuchó! y millones han

escuchado o leído y creído en su rela-to, y han aceptado el Evangelio deJesucristo que él ayudó a restaurar. Yole creo a José Smith y sé que fue unverdadero profeta de Dios. Recordarsu experiencia de la Primera Visiónsiempre me inspira a dedicarme y aactuar mucho más.

Nadie aprecia más el valor de la his-toria de la Iglesia que el presidenteGordon B. Hinckley. Amamos su en-cantador sentido del humor, pero susentido de la historia es igual de bue-no. Sus escritos y sermones están llenos de historias y anécdotas denuestro pasado. Como nuestro profe-ta viviente, él deliberadamente recalcael pasado y el futuro para que vivamoscon más rectitud en el presente. En

Entre sesión y sesión, los miembros observan un cuadro en el centro de visitantes

de la Manzana del Templo.

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virtud de sus enseñanzas, comprende-mos que recordar nos permite ver lamano de Dios en nuestro pasado, dela misma manera que la profecía y la fe nos aseguran la mano de Dios en elfuturo. El presidente Hinckley nos re-cuerda cómo los primeros miembrosde la Iglesia afrontaron sus desafíoscon el fin de que, mediante la graciade Dios, nosotros afrontemos losnuestros con mayor fe. Al mantenervivo nuestro pasado, él nos conectacon las personas, los lugares y losacontecimientos que componen nues-tro legado espiritual y, al hacerlo, nosmotiva a prestar mayor servicio, y a te-ner más fe y bondad.

De manera ejemplar, el presidenteHinckley también comparte abierta-mente con nosotros sus propias histo-rias personales y familiares. Decenasde desalentados misioneros nuevoshan sentido consuelo al saber que alinicio de su propia misión, el presi-dente Hinckley también se desanimóy se lo confesó a su padre. También,con valor, compartió la breve respues-ta de su padre: “Querido Gordon:

Recibí tu carta reciente. Sólo tengouna sugerencia: Olvídate de ti mismoy ponte a trabajar”5. Más de 70 añosdespués, todos somos testigos de laforma en que el presidente Hinckleyaceptó ese consejo al pie de la letra.Su carácter excelente y su sabiduríaprofética dan evidencia convincentede los beneficios que tiene recordar,tanto la historia de la Iglesia como lanuestra.

Es mucho más lo que se puede de-cir de la memoria y del recuerdo en el Evangelio de Jesucristo. A menudohablamos de recordar nuestros con-venios sagrados y los mandamientosde Dios y de recordar y llevar a caboordenanzas salvadoras por nuestrosantepasados muertos. Pero aún másimportante, hablamos de la necesidadde recordar a nuestro SalvadorJesucristo, y no sólo cuando nos esconveniente, sino siempre, tal comoÉl nos lo pide6. Prometemos siemprerecordarle al participar de la SantaCena y, a su vez, se nos promete queSu Espíritu siempre estará con noso-tros. Es interesante que ese Espíritu

es el mismo que nuestro PadreCelestial envió para “[recordarnos]todo”7. Y así, al tomar dignamente laSanta Cena, el Espíritu nos bendicepara que entremos en un círculo ma-ravillosamente benéfico de recuerdosque hacen volver una y otra vez nues-tro pensamiento y nuestra devociónhacia Cristo y hacia Su expiación.

Creo que venir a Cristo y ser per-feccionados en Él es el propósito fundamental de recordar8. Por tanto,ruego que Dios nos bendiga para quesiempre recordemos, especialmente a Su Hijo perfecto, y no perezcamos.Con agradecimiento testifico de la di-vinidad y del poder de salvación deCristo. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Véase 2 Nefi 1:12; Mosíah 6:3; y Helamán

5:14.2. Mosíah 4:29–30.3. Doctrina y Convenios 21:1.4. José Smith—Historia 1:16–17.5. En Gordon B. Hinckley, Faith: The Essence

of True Religion, pág. 115.6. 3 Nefi 18:7, 11.7. Juan 14:26.8. Véase Moroni 10:32–33.

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Es un gran honor y privilegio for-mar parte del servicio de rede-dicación de este gran edificio,

el Tabernáculo de Salt Lake, que seencuentra al oeste del Templo de SaltLake. Reconocemos a todos aquellosque hayan tenido algo que ver con lagran obra que se ha realizado en esteedificio. En especial, agradecemos alObispado Presidente: el obispo H.David Burton, el obispo Richard C.Edgley y el obispo Keith B. McMullin,por su excelente liderazgo al dirigir la obra de actualizar y restaurar elTabernáculo de Salt Lake.

Guardo gratos recuerdos de cuan-do era niño y venía a este tabernáculo;

aquí me bautizaron. Cuando se me or-denó diácono, mi padre me trajo aquípara asistir a la reunión general del sa-cerdocio; llegamos quince minutosantes y fácilmente pudimos conseguirasientos en la galería.

En los primeros días de la Iglesia,los únicos dos edificios que se cons-truyeron específicamente para adorarfueron el Templo de Kirtland y el deNauvoo; ambos se construyeron deacuerdo con la revelación. El primeredificio de la Iglesia del que se tieneconstancia, que se construyó paraque fuese un centro de reuniones,también se pensaba utilizar como escuela; se edificó con troncos, enMisuri, en 18311.

Para cuando el Templo de Kirtlandse dedicó en 1836, ya era demasiadopequeño para dar cupo a todos lossantos que deseaban asistir a la dedi-cación. Lleno de pesar, el profeta JoséSmith escribió que en el edificio nohabía cupo para más gente2. No obs-tante, a medida que aumentaba la vio-lencia contra los santos en Kirtland,en 1838 la mayoría de los miembrosde la Iglesia se trasladaron a Misuri,dejando atrás ese hermoso edificio.

Con el Templo de Nauvoo se siguióesencialmente el mismo modelo quecon el Templo de Kirtland con respec-to a las salas de asambleas del primer

y del segundo piso. Sin embargo, an-tes de que el Templo de Nauvoo seterminara, en 1846, los santos se reu-nían afuera, muchas veces cerca deltemplo, para oír hablar al profeta Joséy a otros líderes de la Iglesia. A esasreuniones, a veces, asistían miles depersonas.

Como observó George A. Smith,con su humor característico: “En losdías del profeta José… el ‘mormonis-mo’ florecía mejor al aire libre”. La ra-zón fue porque “antes de la muertedel Profeta, no construimos un edifi-cio lo suficientemente grande dondecupieran los santos”3.

De vez en cuando, el mal tiempointerrumpía esos servicios al aire li-bre, lo que incomodaba tanto a losoradores como a la congregación. Elpresidente Joseph F. Smith, que re-cordaba bien la incomodidad de esasreuniones al aire libre cerca delTemplo en Nauvoo, dijo:

“El primer recuerdo que tengo deun lugar de adoración fue en Nauvoo,en una pequeña arboleda cerca del si-tio del templo. En compañía de mimadre, escuché a hombres talescomo Brigham Young, Heber C.Kimball, Orson Hyde, Parley P. Pratt,Orson Pratt, el profeta José y el pa-triarca Hyrum. Recuerdo muy bienhaber asistido a una reunión en la ar-boleda, en la que habían colocado uncarromato frente a la congregación; elprofeta José se había subido a él parahablar, cuando empezó a llover. Una odos personas se pusieron de pie ysostuvieron paraguas sobre su cabezapara resguardarlo de la lluvia. Muchagente no tenía paraguas y resultabamuy molesto y desagradable estarsentado allí, pero recuerdo muy bien,aunque era tan sólo un niño, que nohubo nadie que abandonara la reu-nión mientras él hablaba”4.

Antes de su muerte, el profeta Josédio instrucciones de que se edificaraun tabernáculo de lona a fin de res-guardar a los santos durante reunio-nes numerosas. En 1845, cuando eltemplo estaba a punto de terminarse,se envió al élder Orson Hyde, delQuórum de los Doce, al este del país

Rededicación del Tabernáculo de Salt LakeP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Agradezco que este magnífico edificio se haya fortalecido yrenovado a fin de que se siga utilizando para instruir yedificar a los hijos de Dios.

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para recabar fondos y comprar “cercade tres mil setecientos metros” delona para edificar lo que BrighamYoung llamó “el Tabernáculo de lacongregación en Sión”5.

En una carta escrita el 30 de agostode 1845, el hermano Orson Pratt ex-puso una idea general de la ubicacióny del diseño propuestos para el taber-náculo de lona:

“Se propone erigir un tabernáculode lona enfrente del templo y adjuntoal mismo por el lado oeste. La formade ese tabernáculo será en elipse…La superficie de la base tendrá cuposuficiente para ocho o diez mil perso-nas; los asientos se elevarán gradual-mente, uno encima del otro, en formade anfiteatro”6.

Al día siguiente, los hermanos em-pezaron a limpiar el terreno para laconstrucción del tabernáculo de lona.Sin embargo, debido a la intensa per-secución de sus enemigos, los santostuvieron que abandonar Nauvoo y eltabernáculo de lona nunca se edificó.Fue así que en 1846 Orson Hyde “car-gó la lona en carromatos y se dirigió aloeste”7. Algunos han supuesto que enel éxodo hacia el valle del Lago Salado“se hizo buen uso de la lona para co-sas como tiendas, toldos y cubiertaspara los carromatos”8 de los santos.

El tabernáculo de la Manzana del

Templo de Salt Lake City ya terminadotiene dimensiones aproximadamentesimilares al tabernáculo de lona quese planeaba para Nauvoo, y al igualque dicho tabernáculo, también estásituado el oeste del templo. Del mis-mo modo que con otros asuntos,como por ejemplo la gran migraciónal Oeste, José Smith previó un gran ta-bernáculo, y Brigham Young lo hizouna realidad.

De manera que el tabernáculo quese planeó para Nauvoo, aunque nun-ca se construyó, fue el prototipo deeste histórico edificio. Cuando eraniño, solíamos escuchar la conferen-cia general en la radio; ahora, con eluso de satélites y de equipo electróni-co moderno, transmitimos desde SaltLake City simultáneamente a paísesenteros alrededor del mundo usandoenlaces descendentes a centros dereuniones de todo el mundo. Eso fueresultado de la inspiración que reci-bieron las Autoridades Generales parasatisfacer las necesidades de la genteen nuestro día y nuestra época, y esun buen ejemplo de la forma en laque el Señor hace posible satisfacerlas necesidades de los miembros de laIglesia. Testifico que el Señor seguirárevelando, por medio de Su profeta,Gordon B. Hinckley, la manera y losmedios para satisfacer las necesidades

de todos los miembros de una Iglesiaque crece día a día.

Agradezco que este magnífico edi-ficio se haya fortalecido y renovado afin de que se siga utilizando para ins-truir y edificar a los hijos de Dios, enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Richard W. Jackson, Places of Worship:

150 Years of Latter-day Saint Architecture,Provo: Religious Studies Center, BrighamYoung University, 2003, pág.16.

2. History of the Church, tomo 2, págs. 410–411.

3. Deseret News, 29 de agosto de 1855, pág. 194.

4. Joseph F. Smith, “The Spirit of Worship”,Improvement Era, junio de 1910, pág. 749.

5. Brigham Young to the Saints Abroad, 17 dejunio de 1845, en New York Messenger, 16 deagosto de 1845; History of the Church, tomo7, pág. 427; Elden J. Watson, “The NauvooTabernacle”, Brigham Young UniversityStudies, primavera de 1979, pág. 416.

6. Orson Pratt a Reuben Hedlock, 20 de agos-to de 1845, en New York Messenger, 30 deagosto de 1845; Elden J. Watson, “TheNauvoo Tabernacle”, Brigham YoungUniversity Studies, primavera de 1979, pág. 420.

7. Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place ofPeace, a People of Promise, Salt Lake City:Deseret Book; Provo: Brigham YoungUniversity Press, 2002, págs. 480, 576–577.

8. Elden J. Watson, “The Nauvoo Tabernacle”,Brigham Young University Studies, prima-vera de 1979, pág. 421; véase también afir-mación de William Smith, asentada en GlenM. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, aPeople of Promise, Salt Lake City: DeseretBook; Provo: Brigham Young UniversityPress, 2002, pág. 754, nota nº 86.

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Mis hermanos y hermanas, tan-to los que están aquí en elTabernáculo como los que es-

cuchan por diversos medios en todoel mundo; es un gozo para mí encon-trarme otra vez ante ustedes en estemagnífico edificio. En este lugar no sepuede sino sentir el espíritu de losprimeros santos que construyeronesta hermosa casa de adoración, asícomo de todos los que a través de losaños se han afanado por preservarla yembellecerla.

En estos días he estado pensandosobre los muchos acontecimientossignificativos de mi vida vinculadoscon el Tabernáculo de Salt Lake. Aun cuando son demasiados paramencionarlos hoy, quisiera recordaralgunos.

Recuerdo los días en que se acer-caba mi bautismo cuando tenía ochoaños. Mi madre me habló del arre-pentimiento y del significado delbautismo; después, un sábado deseptiembre de 1935, me trajo en untranvía al baptisterio del Tabernáculoque, hasta hace poco, se encontrabaen este edificio. En aquella época nose acostumbraba tanto como ahoraque los padres bautizaran a los hijos,porque la ordenanza se llevaba acabo, por lo general, un sábado porla mañana o por la tarde, y muchoshombres trabajaban en su profesiónu oficio diario. Me vestí de blanco y me bautizaron. Recuerdo aquel día como si fuera ayer y la felicidadque sentí al llevarse a cabo esa ordenanza.

A través de los años, y particular-mente durante el tiempo en que pres-té servicio como obispo, fui testigo demuchos otros bautismos en la pilabautismal del Tabernáculo. Cada unofue una ocasión especial e inspirado-ra, y sirvieron para recordarme mipropio bautismo.

En abril de 1950 mi esposa Francesy yo asistimos a la sesión del domin-go por la tarde de la conferencia ge-neral que se efectuó en este edificio.El presidente George Albert Smithera el Presidente de la Iglesia y, alclausurar la conferencia, pronuncióun discurso inspirador y potente encuanto a la resurrección de nuestro

Señor y Salvador Jesucristo. Sin em-bargo, antes de dar fin a sus palabras,pronunció una advertencia profética;dijo: “No pasará mucho tiempo antesde que las calamidades dominen a lafamilia humana, a menos que haya unpronto arrepentimiento. No pasarámucho antes de que los que estén es-parcidos sobre la tierra mueran pormillones… debido a lo que ha de so-brevenir”. Aquellas palabras eran alar-mantes puesto que provenían de unprofeta de Dios.

Dos meses y medio después deaquella conferencia general, el 25 dejunio de 1950, estalló la guerra enCorea, una guerra en la que se calculaque se perdieron dos millones y me-dio de vidas. Ese acontecimiento mehizo reflexionar sobre la declaraciónque hizo el presidente Smith cuandonos encontrábamos en este edificioaquel día de primavera.

Asistí a muchas sesiones de la con-ferencia general en el Tabernáculo, ysiempre me elevaron e inspiraron laspalabras de las Autoridades Generales.Entonces, en octubre de 1963, el pre-sidente David O. McKay me invitó a suoficina y me extendió el llamamientopara prestar servicio como miembrodel Quórum de los Doce Apóstoles;me pidió que mantuviera el sagradollamamiento confidencial, que no se lorevelara a nadie excepto a mi esposa, yque asistiera a la conferencia generalen el Tabernáculo al día siguiente,cuando mi nombre se iba a leer en voz alta.

A la mañana siguiente, vine alTabernáculo sin saber exactamentedónde sentarme. Ya que era miem-bro del Comité de OrientaciónFamiliar del sacerdocio, decidí sen-tarme entre los demás miembros deese comité; vi a uno de mis amigos,que se llamaba Hugh Smith, quetambién integraba el Comité deOrientación Familiar; me hizo señaspara que me sentara a su lado. Nopodía decirle nada de mi llamamien-to, pero me senté junto a él.

Durante la sesión se sostuvo a losintegrantes del Quórum de los DoceApóstoles y, por supuesto, se leyó mi

Recuerdos delTabernáculoP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Al rededicar este edificio hoy, ruego que noscomprometamos a rededicar nuestra vida a la obra denuestro Señor y Salvador Jesucristo.

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nombre. Creo que el recorrido desdemi asiento hasta el estrado fue el máslargo de mi vida.

Han pasado casi cuarenta y cuatroaños desde aquella conferencia. Hastael año 2000, en que se dedicó elCentro de Conferencias, tuve el privi-legio de pronunciar ciento un mensa-jes de conferencia general desde elpúlpito de este edificio, sin contar losque he dado en las conferencias delas organizaciones auxiliares y enotras reuniones que se han realizadoaquí. Con mi mensaje de hoy seránun total de ciento dos. De pie en estelugar, he tenido muchas experienciasespirituales a lo largo de los años.

Durante el discurso que pronun-cié en la conferencia general de octu-bre de 1975, me sentí inspirado adirigir mis palabras a una niñita decabello largo y rubio que se hallabasentada en la galería de este edificio.

Dirigí la atención del público a ella ysentí una libertad de expresión queme testificó que aquella pequeñaniña necesitaba el mensaje que yohabía preparado con respecto a la fede otra joven.

Al terminar la sesión, regresé a mioficina y encontré a una niña de nom-bre Misti White esperándome, juntocon sus abuelos y una tía. Al saludar-los, reconocí a Misti, era la niña de lagalería a la que había dirigido mis pa-labras. Supe entonces que se acerca-ba su octavo cumpleaños y que teníadudas en cuanto a si debía o no bau-tizarse. Ella sentía que quería hacerlo,y también lo deseaban sus abuelos,con quienes vivía, pero la madre, queera menos activa, le sugirió que espe-rara hasta tener dieciocho años paratomar la decisión. Misti les había di-cho a sus abuelos: “Si vamos a la con-ferencia en Salt Lake City, tal vez el

Padre Celestial me haga saber lo quedebo hacer”.

Misti, sus abuelos y la tía, habíanviajado de California a Salt Lake Citypara la conferencia y pudieron conse-guir asientos en el Tabernáculo para lasesión del sábado por la tarde, dondese hallaban sentados cuando Misticautivó mi atención y decidí dirigirle aella mis palabras.

Mientras conversábamos, despuésde la sesión, su abuela me dijo: “Creoque a Misti le gustaría decirle algo”. La dulce niñita me dijo: “HermanoMonson, cuando usted habló en laconferencia, contestó mi pregunta; ¡y quiero bautizarme!”

La familia regresó a California yMisti se bautizó y la confirmaronmiembro de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días.Desde entonces y a través de los años,se ha mantenido leal y fiel al evange-lio de Jesucristo. Hace catorce años,tuve el privilegio de efectuar su casa-miento en el templo a un joven exce-lente, y juntos están criando cinconiños hermosos, con otro en camino.

Mis hermanos y hermanas, mesiento privilegiado por estar una vezmás aquí detrás del púlpito delTabernáculo, un edificio que guardapara mí recuerdos tan maravillosos. ElTabernáculo es parte de mi vida, unaparte que atesoro.

En el transcurso de mi vida, he te-nido el honor y el placer de levantarel brazo en escuadra para sostener anueve presidentes de la Iglesia cuan-do se leyeron sus nombres. Esta ma-ñana me uní a ustedes para sosteneruna vez más a nuestro amado Profeta,el presidente Gordon B. Hinckley. Esun gozo y un privilegio prestar servi-cio a su lado junto con el presidenteFaust.

Al rededicar este edificio hoy, rue-go que nos comprometamos a rededi-car nuestra vida a la obra de nuestroSeñor y Salvador Jesucristo, que contan buena disposición murió para quenosotros podamos vivir. Que sigamosSus pasos día tras día, ruego humilde-mente, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Esta tarde, mis hermanos y her-manas, nos encontramos reuni-dos una vez más en este

histórico tabernáculo, donde nos he-mos reunido tantas veces en confe-rencias del pasado.

Ahora bien, este edificio ha pasadopor una amplia renovación y remode-lación para ajustarlo a los nuevos códigos sísmicos. Con esta tarea, esperamos y rogamos que no se hayan destruido sus elementos históricos.

Algunos de los antiguos bancos sehan conservado y continuarán utilizán-dose, pero ya se habrán dado cuentade que los nuevos bancos son igual deduros que lo eran los antiguos.

Se han agregado nuevas salidaspara cumplir con los requisitos actua-les. Los grandes pilares de piedra queconstituyen sus muros exteriores se

han reforzado y fortalecido considera-blemente. El tejado o techo exteriorse ha reforzado aplicando nuevos ma-teriales e incorporando planchas deacero en la armadura.

Les recuerdo que no es la primeravez que se hacen cambios en este edi-ficio; se modificó incluso poco des-pués de su creación, ya que en unprincipio no contaba con platea y setuvo que añadir una.

A lo largo de todos estos años, es-tas instalaciones han constituido unfantástico y único lugar de asamblea.Muchos hombres y mujeres han to-mado aquí la palabra para testificar de la restauración del evangelio deJesucristo. Desde los tiempos deBrigham Young hasta el presente, to-dos los profetas han discursado desdeeste púlpito, así como lo han hechootros hombres y mujeres prominen-tes, entre ellos varios presidentes delos Estados Unidos. Estas instalacio-nes han sido el centro de las artes yde la cultura de esta comunidad e in-cluso la orquesta sinfónica de Utah,en sus comienzos, hizo uso de este lu-gar para sus interpretaciones. Se hanalbergado grandes producciones artís-ticas, como El Mesías y el programaTanner de Talentos de Música, y des-de aquí se han efectuado funerales depersonas prominentes. Ciertamente,el tabernáculo ha representado unpunto central para esta comunidad alo largo de todos estos años.

Se trata de un edificio peculiar, el único en su género en todo el

mundo. Se construyó hace casi un siglo y medio en tiempos de necesi-dad para nuestro pueblo y se convir-tió literalmente en un tabernáculoedificado en el desierto. En aquellaépoca, todavía faltaba mucho tiempopara terminar la construcción deltemplo. Los que construyeron el ta-bernáculo lo hicieron con fe y valién-dose de sus rudimentarias aptitudesarquitectónicas. Los escépticos, quenunca faltan, predijeron que el techose desmoronaría una vez que se reti-rara el andamio; esto no sucedió, y hapermanecido en su sitio bajo la luzdel sol y bajo las tormentas durantetodos estos años.

En todo el mundo se le conocecomo el hogar del Coro delTabernáculo Mormón, cuya transmi-sión radiofónica semanal se ha emiti-do de manera ininterrumpida durantemás tiempo que ningún otro progra-ma radiotelevisivo: más de 75 años,desde 1929.

Ahora, el programa Música y

palabras de inspiración volverá atransmitirse al mundo todos los díasde reposo desde este tabernáculo situado en “el cruce de caminos del Oeste”. Volverá a ser el hogar del Coro del Tabernáculo y de laOrquesta de la Manzana del Templo, y también dará cabida a muchas otrasproducciones y acontecimientos. Seutilizará para conferencias regionalesy de estaca, ponencias públicas,

Un tabernáculo en el desiertoP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Estas instalaciones han constituido un fantástico y únicolugar de asamblea.

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conciertos musicales y otros progra-mas de entretenimiento.

El Millennial Star, publicación pe-riódica de Inglaterra, registró el sába-do 9 de octubre de 1875 que JohnTaylor ofreció una oración extensa ydetallada para dedicar este edificio sa-grado algunos años después que seutilizara por primera vez.

Y ahora, mis hermanos y herma-nas, al concluir esta reunión les invitoa todos a unirse a mí inclinando la ca-beza y cerrando los ojos mientrasofrecemos la oración de rededicación.

Oración dedicatoriaOh Dios, nuestro Padre Eterno, in-

clinamos la cabeza y venimos ante Ticon reverencia en esta ocasión históri-ca. Nos encontramos reunidos en estegran Tabernáculo, ahora renovado yrestaurado después de más de un si-glo de uso.

En virtud de la autoridad del santosacerdocio, y en el nombre deJesucristo, dedicamos, rededicamos yconsagramos éste, el Tabernáculo deSalt Lake, a Ti y a Tu Hijo Amado, paraque a lo largo de los muchos años porvenir le sirva a Tu pueblo como lugar

de reunión para diversos propósitos.Al reflexionar en esta ocasión,

nuestros pensamientos se remontanal profeta José, quien fue un instru-mento en Tus manos para restaurar eleterno evangelio del Señor Jesucristocon todos los dones, la autoridad y lasbendiciones que lo acompañan.

Te damos las gracias por la gran fede nuestro pueblo que fue expulsadode Nauvoo, y que con gran sufri-miento que incluyó la muerte de mu-chos, atravesó el estado de Iowa paraestablecerse en Winter Quarters, traslo cual emprendió la larga marchaque le conduciría desde WinterQuarters hasta este valle del GranLago Salado.

Te damos gracias por el liderazgoinspirado del presidente BrighamYoung, que a pesar de nunca antes ha-ber visto este valle, sino en visión,condujo a nuestro pueblo aquí. Él sabía muy poco de esta región; no es-taba familiarizado con el tipo de terre-no, el clima, el agua, ni otros factores.En este lugar desértico, aquellos pio-neros araron y sembraron, regaron,cultivaron y cosecharon el fruto desus labores. Dispusieron una ciudad

que alberga ahora a muchos cientosde miles de habitantes.

En cierta época, la mayoría de losSantos de los Últimos Días vivían aquíen este valle y en otras regiones cir-cunvecinas donde se establecieronpoblados. Ahora, esta obra ha crecidoy se ha extendido por toda la tierra,hasta el punto de que hay más miem-bros en el exterior de esta nación quedentro de ella.

Amado Padre, por favor continúahaciendo prosperar Tu obra; haz queaumente y progrese. Bendice a laspersonas que contribuyen con losdiezmos y las ofrendas que permitenel crecimiento y expansión de ella,para que ruede y llene toda la tierracomo la piedra cortada del monte, nocon mano, destinada a rodar y llenartoda la tierra. Rogamos que levanteslíderes fuertes a lo largo de las gene-raciones venideras, y que Tu pueblose regocije y halle una felicidad abun-dante al servir en Tu obra.

Por consiguiente, dedicamos, rede-dicamos y consagramos este edificiosagrado, y todo esto lo hacemos y rogamos en el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

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Últimamente he reflexionado enmuchas de las maravillosas ex-periencias que he tenido en mi

vida. Al expresar gratitud a mi PadreCelestial por estas magníficas bendi-ciones y oportunidades, me he dadocuenta, tal vez más que nunca, de locríticos que fueron los años formati-vos de mi vida.

Muchos de los momentos más im-portantes y vitales de mi existenciatuvieron lugar cuando era joven. Laslecciones que aprendí en ese tiempo

formaron mi carácter y moldearonmi destino. Sin ellas, sería un hom-bre muy distinto y me hallaría en unlugar muy diferente al que me en-cuentro hoy. Esta tarde deseo hablarunos minutos acerca de algunas deesas experiencias y de lo que heaprendido de ellas.

Jamás olvidaré un partido de fútbolamericano contra una escuela secun-daria rival. Yo jugaba de extremo conla asignación de bloquear al defensa odesmarcarme para que mis compañe-ros me pasaran la pelota. El motivopor el que recuerdo tan bien aquelpartido es que el jugador del equipocontrario, al que se suponía que yodebía bloquear, era un gigante.

Yo no era el deportista más alto delmundo, pero creo que aquel mucha-cho podía serlo. Recuerdo haber mi-rado hacia arriba pensando queprobablemente él pesaba el dobleque yo. Recuerden que por aquel en-tonces los jugadores no utilizábamoslas protecciones que se emplean en laactualidad. Mi casco era de piel y care-cía de la protección frontal.

Cuanto más pensaba al respecto,más me consternaba: si dejaba que

aquel jugador me atrapara, podía pa-sarme el resto de la temporada ani-mando a mi equipo desde la cama deun hospital.

Por suerte para mí, yo era rápido, ydurante gran parte del primer tiempologré evitarlo.

Excepto en una jugada.Nuestro lanzador se retrasó para

hacer un pase. Yo estaba desmarcado,así que me lanzó la pelota, que se diri-gió volando hacia mí.

El único problema era que podíaoír la estampida que había a mis es-paldas. En un momento de claridadcaí en la cuenta de que si atrapaba lapelota, cabía la posibilidad de que apartir de entonces tuviera que comera través de una sonda. Pero la pelotavenía hacia mí y el equipo contabaconmigo; así que extendí los bra-zos… y en el último momento… alcé la mirada.

Y allí estaba él.Recuerdo que la pelota me pegó

en las manos y que me esforcé poratraparla. Recuerdo el sonido queprodujo al caer al terreno de juego.Después de eso, no estoy seguro delo que pasó porque aquel gigante megolpeó con tal fuerza que no sabía enqué planeta me hallaba. Algo que sírecuerdo es una voz profunda queprocedía de una oscura neblina y medecía: “Te lo mereces, por jugar en elequipo equivocado”.

William McKinley Oswald era mientrenador de fútbol en la escuela se-cundaria; era un gran entrenador yejerció gran influencia en mi vida,aunque tengo la impresión de que susmétodos para animar a los jugadoreslos había aprendido de un sargentode instrucción de reclutas.

Aquel día, durante el discurso quesolía darnos durante el descanso, elentrenador Oswald recordó a todo elequipo el pase que yo había dejadocaer. Y entonces me dijo, señalándo-me con el dedo: “¿Cómo pudiste ha-cer algo así?”.

Ciertamente no hablaba con tier-nos acentos.

“Quiero saber qué te hizo perderel pase”.

Las leccionesaprendidas de la vidaÉ L D E R J O S E P H B . W I R T H L I NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Les insto a que examinen sus vidas; determinen dónde sehallan y qué precisan hacer para ser la clase de personaque desean ser.

SESIÓN DEL SACERDOCIO3 1 d e m a r z o d e 2 0 0 7

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Tartamudeé por un instante y en-tonces opté por decir la verdad. “Dejéde mirar la pelota”, dije.

El entrenador me miró y agregó:“Así es. Dejaste de mirar la pelota. Novuelvas a hacerlo. Ése es el tipo deerror por el que se pierde un partido”.

Yo respetaba al entrenador Oswaldy, a pesar de lo mal que me sentía,tomé la determinación de obedecerle.Me comprometí a nunca más apartarla vista de la pelota aunque ello signi-ficara que el gigante del equipo con-trario me diera un golpe que meenviara hasta Mongolia.

Nos dirigimos al terreno de juego ydio comienzo el segundo tiempo. Elencuentro estaba muy reñido, y aun-que habíamos jugado bien, íbamosatrasados cuatro puntos en el últimotiempo.

Nuestro capitán anunció mi núme-ro para la siguiente jugada y yo entréal campo de nuevo. Una vez más, es-taba desmarcado. La pelota se dirigíahacia mí. Pero esta vez, el gigante es-taba frente a mí en perfecta posiciónpara interceptar el pase.

Levantó los brazos, pero la pelota lepasó entre las manos. Yo salté sin de-jar de mirar la pelota, la agarré y mar-qué el tanto que nos dio la victoria.

No recuerdo mucho de lo quepasó en la celebración posterior, perosí recuerdo la expresión en el rostrodel entrenador Oswald.

“¡Qué manera de mirar la pelota!”,dijo.

Creo que pasé una semana sin de-jar de sonreír.

He conocido a grandes hombres ymujeres que, si bien tienen orígenes,talentos y perspectivas diferentes,comparten algo en común: se esfuer-zan de manera diligente y continua porlograr sus metas. Es fácil distraerse ydejar de concentrarse en las cosas másimportantes de la vida. He tratado derecordar las lecciones que aprendí delentrenador Oswald y poner en ordende prioridad los valores que son im-portantes para mí a fin de seguir cen-trado en lo que realmente importa.

Les insto a que examinen sus vidas;determinen dónde se hallan y qué

precisan hacer para ser la clase depersona que desean ser. Cultiven me-tas inspiradoras, nobles y rectas queestimulen su imaginación y lleven elentusiasmo a su corazón. Después,manténganlas a la vista; trabajen cons-tantemente hasta conseguirlas.

“Si una persona avanza con con-fianza en la dirección de sus sueños”,escribió Henry David Thoreau, “y seesfuerza por vivir la vida que ha imagi-nado, alcanzará el éxito inesperado enhoras comunes”1.

En otras palabras, nunca aparten lavista de la pelota.

Otra lección que aprendí en el te-rreno de juego fue al encontrarmebajo un montón de diez jugadores.Era la final del Campeonato de lasMontañas Rocosas y en aquella jugadayo tenía que correr con la pelota porel medio del campo y conseguir eltanto que nos pusiera por delante.Agarré la pelota y me derribaron cercade la línea de gol. Sabía que estabacerca de la línea pero no sabía la dis-tancia exacta. Aunque me encontrabainmovilizado bajo el montón de juga-dores, logré sacar los dedos unoscuantos centímetros y pude darmecuenta; la línea se hallaba a cinco cen-tímetros de distancia.

En ese instante tuve la tentación deempujar la pelota hacia delante; po-dría haberlo hecho, y para cuando losárbitros hubieran sacado a todos losjugadores de encima de mí, yo habríasido un héroe; nadie se habría dadocuenta.

Había soñado con ese momentodesde que era niño, y estaba a mi al-cance. Pero entonces recordé las pala-bras de mi madre. “Joseph”, solíadecirme, “haz lo justo, a pesar de lasconsecuencias; haz lo justo y todo saldrá bien”.

Deseaba mucho anotar aquel tan-to, pero más que ser un héroe paramis amigos, quería ser un héroe parami madre. Así que dejé la pelota don-de estaba, a cinco centímetros de la lí-nea de gol.

En aquel entonces no lo supe,pero aquélla fue una experiencia deci-siva en mi vida. Si hubiera movido la

pelota habría sido el campeón por uninstante, pero la recompensa de unagloria temporal habría conllevado unprecio demasiado elevado y durade-ro; habría dejado en mi concienciauna cicatriz que habría permanecidoconmigo por el resto de mis días.Sabía que tenía que hacer lo correcto.

La luz de Cristo nos ayuda a dis-cernir el bien del mal. Cuando per-mitimos que la tentación ahogue lavoz apacible de nuestra conciencia,es cuando las decisiones se vuelvendifíciles.

Mis padres me enseñaron a reac-cionar con rapidez ante la tentación ya decir “¡No!” instantánea y enfática-mente. Eso mismo les recomiendo austedes; eviten las tentaciones.

Otra lección que aprendí fue elgozo de servir a los demás. En otrasocasiones he hablado de cómo mi pa-dre, que era el obispo de nuestro ba-rrio, me hacía cargar un carrito pararepartir alimentos y provisiones entrelas familias necesitadas. Él no era elúnico que deseaba tender una manoal desconsolado.

Hace setenta y cinco años, el obis-po William F. Perschon presidía elBarrio 4 de la Estaca Pioneer, en SaltLake City. Era un emigrante alemán,un converso, y hablaba con un acentomarcado. Era un gran hombre de ne-gocios, pero lo que más lo caracteriza-ba era su gran compasión hacia losdemás.

Cada semana, durante la reunióndel sacerdocio, el obispo Perschonpedía a los poseedores del sacerdocioaarónico que recitaran la frase si-guiente: “Sacerdocio significa servicio;como poseedor del sacerdocio, brin-daré servicio”.

Aquello era más que un refrán.Cuando las viudas necesitaban ayu-da, el obispo Perschon y el sacerdo-cio aarónico estaban allí para ayudar.Si se construía un nuevo centro dereuniones, allí estaba el obispoPerschon con el sacerdocio aarónico.Cuando había que quitar las malashierbas o recoger las cosechas de re-molacha y de patata (papa) de lagranja de bienestar, allí estaba el

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obispo Perschon con el sacerdocioaarónico.

Más tarde, William Perschon sirvióen la presidencia de la estaca, dondeinfluyó a un joven obispo de nombreThomas S. Monson. En la década de1950, se llamó al obispo Perschon apresidir la Misión Suizo-Austriaca,donde ejerció una función suma-mente importante en la edificacióndel primer templo construido fuerade los Estados Unidos, en Berna,Suiza.

Casi no se puede pensar en el obis-po Perschon sin pensar en su preocu-pación y caridad hacia los demás, asícomo en su incansable dedicación a laenseñanza de esa misma cualidad alos demás. De los jovencitos del sa-cerdocio aarónico a los que presidiócomo obispo, veintinueve llegaron aser obispos, diez sirvieron en presi-dencias de estaca, cinco fueron presi-dentes de misión, tres aceptaronllamamientos como presidentes de templo y dos sirvieron comoAutoridades Generales2.

Ése es el poder de un gran líder,hermanos; es el poder del servicio.

Aunque en aquel entonces no loentendía del todo, ahora me parececlaro que estas lecciones, y muchasotras que aprendí en mi juventud,constituyeron el cimiento sobre el quese ha edificado el resto de mi vida.

Todos poseemos dones espirituales;algunos son bendecidos con el don dela fe, otros con el de sanidad. En la or-ganización de la Iglesia se cuenta contodos los dones espirituales. En micaso, tal vez uno de los dones espiri-tuales por el que me siento más agra-decido sea el de haber sido bendecidocon un espíritu obediente. Cuando re-cibía un sabio consejo de mis padres ode los líderes de la Iglesia, prestabaatención y trataba de que formara par-te de mis pensamientos y acciones.

Hermanos del sacerdocio, les instoa que cultiven el don de un espírituobediente. El Salvador enseñó que“cualquiera, pues, que me oye estaspalabras, y las hace, le compararé aun hombre prudente… Pero cual-quiera que me oye estas palabras y

no las hace, le compararé a un hom-bre insensato”3.

¿Cómo sabemos si somos pruden-tes o insensatos? Si recibimos un con-sejo inspirado, obedecemos. Ésa es laprueba de la prudencia o la insensatez.

¿En qué nos beneficia si recibimosun consejo sabio y no damos oído asus palabras? ¿De qué vale la experien-cia si no hacemos uso de ella? ¿Dequé sirven las Escrituras si no atesora-mos las palabras y las incorporamos anuestro diario vivir?

El presidente Gordon B. Hinckleyha prometido que “[nuestro PadreCelestial] derramará Sus bendicionessobre aquellos que caminen obede-ciendo Sus mandamientos”4.

Uno mi voz a la de él.Testifico que Jesús es el Cristo, el

Salvador de todo el género humano.Testifico que Dios está cerca; Él nosama y se preocupa por nosotros, Sushijos. Profetas, videntes y reveladores

guían el progreso de la Iglesia restaura-da de Jesucristo. El presidente GordonB. Hinckley es un profeta actual tantopara la Iglesia como para el mundo.

Doy gracias a mi Creador por estamaravillosa vida en la que cada unotiene la oportunidad de aprender lec-ciones que no podríamos compren-der en su totalidad por ningún otromedio.

Mis queridos hermanos, ruego quenos fijemos metas rectas y que traba-jemos para alcanzarlas, que hagamoslo justo y que ofrezcamos nuestroamor a los que nos rodean. Esa es mioración y mi testimonio, en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Edición Walden. J. Lyndon Shanley, 1971,

pág. 323.2. Carta del élder Glen L. Rudd al presidente

Thomas S. Monson, 5 de febrero de 1987.3. Mateo 7:24, 26.4. “Ésta es la obra del Maestro”, Liahona,

julio de 1995, pág. 78.

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Qué gozo es estar en su pre-sencia, hermanos, al encon-trarse reunidos alrededor del

mundo. Me recuerda las palabras delhimno: “¡Mirad! Reales huestes yaentran a luchar con armas y bande-ras, el mal a conquistar”1. En verdad,ustedes son las reales huestes deDios, fieles y leales.

Esta noche quisiera dirigirme a losmiembros más jóvenes de esta hueste

real, el Sacerdocio Aarónico: diáco-nos, maestros y presbíteros que selanzan al campo de batalla de la vida.Aunque no lo recuerden, se alistaronen esta causa con una sola decisión, laque tomaron hace mucho tiempo ennuestra existencia preterrenal. Allí, enel Gran Concilio de los Cielos, deci-dieron obedecer la voluntad de nues-tro Padre Celestial y de Su hijoJesucristo. Recuerden esto: ustedesson hijos de Dios que decidieron se-guir al Salvador cuando más importa-ba, y eso los convierte en hombresverdaderamente grandes.

Por motivo de esa divina decisiónque determinó su progreso eterno,recibieron un cuerpo físico, ganaronel albedrío de escoger el bien en lugardel mal y ahora están creciendo y preparándose para tomar sobre uste-des todos los atributos de nuestroSalvador. Se han bautizado y han reci-bido el Espíritu Santo; están apren-diendo a descubrir quiénes son, porqué están aquí y hacia dónde van; yahora ¡han recibido el SacerdocioAarónico!

El Sacerdocio Aarónico es el sacer-docio preparatorio, que se ha dadopara esta época de preparación de suvida. La forma en que hoy portan elsacerdocio los preparará para tomarlas decisiones más importantes del fu-turo; entre ellas, recibir el Sacerdociode Melquisedec, ir al templo, servir enuna misión, adquirir una educación,escoger una profesión, elegir una com-pañera y sellarse en el santo templopor esta vida y por toda la eternidad.Hay un tiempo y una época para todasnuestras decisiones. Asegúrense de to-mar las decisiones en el momento y enla época apropiados. Todas estas deci-siones que repercutirán en su vida lastomarán en un período relativamentecorto y muy ocupado, entre los veintey los treinta años, durante lo que yollamo “la década de las decisiones”.

Durante mi entrenamiento parallegar a ser piloto de combate, mepreparé para tomar decisiones esen-ciales en un simulador de vuelo. Porejemplo, practiqué cuándo tomar ladecisión de abandonar un avión si laluz de alarma contra incendios se en-cendiera y éste comenzara a girar sincontrol. Recuerdo a un amigo muyquerido que no se preparó para ello;siempre encontraba la manera de au-sentarse de la práctica en el simula-dor y se iba a jugar al golf o a nadar.¡Nunca aprendió los procedimientosde emergencia! Meses más tarde, suavión se incendió y se precipitó alsuelo en llamas. Al percatarse de laluz de alarma contra incendios, su jo-ven compañero, que había adquiridouna reacción preprogramada, supocuándo abandonar el avión y lanzarsea salvo en paracaídas; pero mi amigo,que no se había preparado para to-mar esa decisión, permaneció en elavión y murió en el impacto.

En la década que tienen por delante, su tiempo de preparaciónserá limitado. Como ustedes son po-seedores del Sacerdocio Aarónico, esimportante que se preparen ahora;deben adquirir sus propias reaccionespreprogramadas para las importantesdecisiones que tomarán en la próximadécada de su vida; deben saber qué

Al SacerdocioAarónico: Cómoprepararse para la década de las decisionesÉ L D E R R O B E R T D. H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

La forma en que hoy portan el sacerdocio los prepararápara tomar las decisiones más importantes del futuro.

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hacer y cuándo hacerlo cuando se en-cuentren ante una decisión.Recuerden que el no tomar una deci-sión puede ser tan fatal como el to-mar la decisión equivocada. Muchasde las decisiones que tomen, o queno tomen, tendrán consecuenciaseternas.

Ahora es el tiempo de convertirseen discípulos de Jesucristo, lo cualsignifica aceptar Su invitación: “Ven,sígueme”2. Ésa es la decisión que tomamos en la vida preterrenal; ahora debemos volver a tomarla aquíen la tierra, todos los días, en cada si-tuación, al tomar el nombre delSalvador sobre nosotros, al recordarSu sacrificio expiatorio y al guardarSus mandamientos; es lo que noscomprometimos a hacer al bautizar-nos, y tenemos la oportunidad de re-novar esos convenios cada vez que

participamos de la Santa Cena.Ahora es el tiempo de organizarse

y de prepararse para tener el EspírituSanto como compañero constante.Eso significa hacer lo que sus padres ysus líderes les han enseñado a hacer:escudriñar las Escrituras, orar por lamañana y por la noche, mantener unaapariencia ordenada y pulcra, seguirun horario, establecer metas y lograr-las, ser honestos en sus tratos con losdemás, cumplir las promesas y serdignos del sacerdocio que poseen.Siempre, siempre vivan las normas re-veladas por los profetas en el folleto“Para la Fortaleza de la Juventud”.

Ahora es el tiempo de decidir quié-nes son sus amigos y de ser dignos deuna compañera eterna que sea justa.Es muy sencillo hermanos; como meenseñó mi madre: “Dios los cría y ellosse juntan”. Su grupo de amigos puede

inspirarlos a hacer cosas grandiosas otentarlos a ir por caminos desconoci-dos y deprimentes. Los verdaderosamigos hacen que sea más fácil vivir elEvangelio; nunca nos piden que esco-jamos entre sus caminos y los caminosdel Señor; nos ayudan a ser la clase depersona que atrae a otros verdaderosamigos; y nos ayudan a llegar a ser laclase de persona con la que una com-pañera recta elija estar para siempre.Si desean esa clase de amigos, pregún-tense a ustedes mismos: ¿Soy esa clasede amigo para los demás? ¿Soy la clasede persona que deseo que sea micompañera eterna?

Ahora es el tiempo de prepararsepara la misión. Según sus circunstan-cias personales, podrán prestar servi-cio en una misión de proselitismo detiempo completo. Aunque eso es im-portante, más importante aún es ir altemplo en el camino hacia la misión.La misión es una oportunidad invalora-ble para guardar los convenios deltemplo al vivir la ley de consagración:dar todo su tiempo, dones y talentos alSeñor y servirle con todo su corazón,alma, mente y fuerza. Siempre he con-siderado que los dos años que sirvanserán el diezmo de los primeros veinteaños de su vida; pero aunque no pue-dan prestar servicio en una misión detiempo completo, pueden prepararsepara un día, en el futuro, cuando elmomento sea propicio, ir al templo ahacer convenios sagrados a fin de quereciban sus bendiciones eternas.

Ahora es el tiempo de prepararsepara la capacitación, la educación yuna profesión. Como jóvenes delSacerdocio Aarónico, se encuentranen el periodo de aprendizaje de lavida. La dedicación que le den ahora alos estudios los habilitará para, en elfuturo, cumplir con el consejo del pre-sidente Hinckley de obtener toda laeducación posible3. Decidan ahora ha-cer lo mejor que les sea posible en laescuela y en el trabajo; entonces,cuando se presenten las oportunida-des, estarán preparados para recibirlasy aprovecharlas. Debemos recordarque “a todo hombre le es dado undon”4. Cultiven sus dones y talentos.

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Jóvenes, con espíritu de oración elijanlas clases, los programas de capacita-ción y los trabajos que los prepararánpara mejores oportunidades y mayorresponsabilidad en el futuro.

Ahora es el tiempo para obedecer.En la vida preterrenal, nuestra obe-diencia no era selectiva; no seleccio-nábamos ni elegíamos las partes deleterno plan que obedeceríamos.Aprendí esa lección la primera nocheque volamos solos en el entrenamien-to de pilotos, cuando a todos se nosdio la instrucción: “No hagan vuelosacrobáticos de noche; son pilotosprincipiantes que no han sido capaci-tados en los instrumentos de vuelo”.Un tiempo después, alguien que eraun buen piloto, en la mayoría de loscasos, y un gran amigo, decidió deso-bedecer la orden. Al dar giros y volte-retas en el cielo nocturno de Texas,miró por la cubierta de la cabina demando y pensó que veía las estrellaspor encima de él, pero en realidad loque veía eran las luces de las platafor-mas petrolíferas en tierra. Lo que ex-perimentaba era vértigo; la fuerza degravedad que se ejercía sobre el aviónproducía un efecto en el que parecíaque éste estaba boca abajo, pero, enrealidad estaba boca arriba. Al tirar dela palanca para elevarse en el cielonocturno, se precipitó hacia tierra yse estrelló contra las luces centellan-tes del campo petrolero.

Cuando uno está piloteando unavión, si se cambia la posición tansólo un grado a la vez, el oído interno

no detecta el cambio. Hermanos, jó-venes y mayores, al practicar la obe-diencia selectiva, cambiamos nuestraposición con relación al Señor, y porlo general lo hacemos un grado a lavez. A medida que las fuerzas engaño-sas del adversario actúan sobre noso-tros, no las podemos detectar ysufrimos vértigo espiritual. Aunqueparezca que vamos en dirección se-gura, en realidad vamos camino al de-sastre. En la vida preterrenal nuestradecisión de seguir al Señor era: otodo o nada. El seguir ese modelo du-rante nuestra probación terrenal per-mitirá que cada uno de nosotrosregrese a nuestro Padre Celestial.

Ahora es el tiempo de usar nuestrotiempo como es debido. “Esta vida escuando el hombre debe prepararsepara comparecer ante Dios”5. Les tes-tifico que su tiempo sobre la tierraserá suficiente si aprenden a usarlo sa-biamente en su juventud. “¡Oh re-cuerda, hijo mío, y aprende sabiduríaen tu juventud; sí, aprende en tu ju-ventud a guardar los mandamientosde Dios!”6.

Ahora es el tiempo de proteger sulegado. Casi al final de su vida, Jacob,el profeta del Antiguo Testamento,dio una bendición de padre a cadauno de sus hijos. Rubén era el primerhijo y tenía derecho a la primogenitu-ra: bendiciones especiales reservadassólo para él; pero, en la bendiciónque le dio a Rubén, su padre dijo: “Túeres… impetuoso como las aguas, noserás el principal”7. Piensen por un

momento lo que significa la frase im-

petuoso como las aguas. Cuando elagua se calienta, se evapora; cuandose enfría, se congela; cuando no se ca-naliza, causa erosión y destruye todolo que encuentra en su camino.

Como poseedores del SacerdocioAarónico, ustedes también tienen unlegado. Les doy el desafío de ser obe-dientes y firmes; de no permitir quesu resolución se debilite poco a poconi que su determinación de seguir al Salvador se evapore. Sean firmescomo una roca al vivir el Evangelio.Ninguno de nosotros conoce todaslas bendiciones que nos esperan y laúnica manera de perder esas bendi-ciones es renunciar a ellas por mediode la desobediencia. No abandonensu legado eterno por las cosas de estemundo. Seamos obedientes y prepa-rémonos ahora para honrar, protegery recibir nuestro glorioso legado.

Jóvenes, ustedes son la fuerza vitaldel ejército del Señor, los soldados jó-venes de estos últimos días8. “Porquelo que sembréis, eso mismo cosecha-réis”9. Al considerar la gloriosa cosechaque tenemos por delante, les invito areflexionar sobre cómo tomarán deci-siones durante la próxima década.

La ley de la cosecha nos ofrece un modelo para tomar decisiones.Preparen el terreno por medio de laoración, con el conocimiento de queson hijos de Dios. Planten la semilla alconsultar a aquellos que les darán con-sejos sabios; luego, busquen la guíadel Espíritu Santo. Permitan que lassemillas de la inspiración crezcan; lasideas que nacen necesitan cuidado ytiempo para madurar. La luz de la ins-piración traerá la cosecha espiritualque vendrá cuando le preguntemos anuestro Padre Celestial en oración sihemos tomado la decisión correcta. Siseguimos esa luz, la oscuridad se des-vanecerá y la luz se hará “más y másresplandeciente hasta el día perfec-to”10, el día en que estaremos en lapresencia de nuestro Padre Celestial.

Por último: “Estén allí”. Cada uno de nosotros estaba “allí”, en elConcilio de los Cielos, para escoger elgran plan de felicidad del que ahora

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disfrutamos. Jóvenes, cuando se ha-yan comprometido con ustedes mis-mos, con su familia, su obispo o sujefe, “estén allí”. Cuando sea el mo-mento de estar en la Iglesia, en lamutual o cumpliendo con una res-ponsabilidad del sacerdocio, “esténallí”. Al momento de graduarse de laescuela o de programas de capacita-ción, “estén allí”; cuando llegue eltiempo de servir en una misión, “es-tén allí”. Cuando la jovencita a quienmás aman se arrodille frente al altardel santo templo de Dios, “estén allí”(y no como testigos). Cuando su fa-milia se reúna en el reino celestial,“estén allí”; cuando el Salvador los es-pere para recibirlos, al regresar conhonor de su vida en la tierra, y suPadre Celestial desee esperarlos paraestrecharlos entre los brazos de Suamor, “estén allí”.

Después de la década de las deci-siones, vayan hacia adelante y haciaarriba. “¡Levantaos, oh [vosotros] hom-bres de Dios!”11. Sean esposos y padresfieles; sean verídicos. Levántense ysean dignos de las dignas hijas de Diosque los apoyan y sostienen. Que lashonremos a ellas tal como honramosal Señor.

Testifico que su Padre Celestialsabe que están aquí esta noche.Ustedes son parte de Su poderosahueste real cuyas “filas ya rebosan conhombres de valor que siguen alCaudillo y cantan con vigor: ¡A vencer,a vencer por Él que nos salva! ¡A ven-cer, a vencer, por Cristo Rey Jesús!”12.Él está allí; Él quiere que estemos conÉl; Él nos guía, y nuestra victoria estáen Él, de ello testifico, en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “¡Mirad! Reales huestes”, Himnos, Nº 163.2. Lucas 18:22.3. Véase “El consejo y la oración de un profe-

ta en beneficio de la juventud”, Liahona,abril de 2001, págs. 30–41.

4. D. y C. 46:11.5. Alma 34:32.6. Alma 37:35.7. Génesis 49:3–4.8. Véase Alma 53.9. D. y C. 6:33.

10. D. y C. 50:24.11. Hymns, Nº 323.12. Himnos, Nº 163.

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Mis queridos hermanos, qué gran bendición es estarreunidos con la Primera

Presidencia y los Doce Apóstoles.Cada poseedor del sacerdocio aquípresente, ya sea que tenga 12 ó 112años, puede heredar el orden celestialde vida “mediante la obediencia a lasleyes y ordenanzas del Evangelio”1. Esmaravilloso reflexionar en ello; y séque es cierto. ¡Ustedes son quienesestán a cargo de su mundo!

Con esta perspectiva por delante,consideremos la siguiente historia:Un joven lleno de aspiraciones y deenergía se matriculó en una selectauniversidad. En aquel tiempo, tenía eloficio de presbítero en el SacerdocioAarónico. Su meta era elevada: desea-ba llegar a ser médico. Su objetivo eraambicioso: quería ser rico. Deseabajugar al fútbol americano, así que fue a hablar con los entrenadores, ycon el tiempo consiguió entrar en el

equipo. Una vez allí, podía tener reco-nocimiento y el derecho de alardearcomo sólo se hace en el mundo deldeporte universitario. Tales eran lascosas que tenía en la mente.

Pero no había reparado en algoque terminaría por frustrar sus gran-des y vanas ambiciones: no había ate-sorado para sí. Había subestimado laimportancia de una preparación ade-cuada, de la necesidad de asistir regu-larmente y del estudio disciplinado,así como de la clase de química de launiversidad. Las consecuencias se die-ron rápidamente y sin clemencia: Seprodujeron antes de los noventa días.Sucedió así:

El día en que su cuerpo de 1,73metros y de 77 Kg. se encontró en lalínea de contacto frente a un jugadorgigantesco del mejor equipo de launiversidad, supo que se había equi-vocado de deporte.

Al no estar acostumbrado a un es-tudio riguroso, sus ojos y su mente serehusaban a funcionar luego de algu-nos breves momentos de estar conlos libros.

El punto culminante de su fracasofue el examen final de química. Bastadecir que sus respuestas al azar a laspreguntas de opción múltiple ni si-quiera se aproximaron al promedioregular. Fue un completo fracaso.

Por medio del trabajo arduo, deuna misión que le dio una visión co-rrecta de los propósitos de la vida yde una preparación constante y tenaz,logró superar las consecuencias deese breve periodo de insensatez. Noobstante, todavía hoy tengo pesadillas

Atesoren para síO B I S P O K E I T H B . M c M U L L I NSegundo Consejero del Obispado Presidente

Instamos a los poseedores del sacerdocio a almacenar losuficiente para que ustedes y su familia puedan soportar lasvicisitudes de la vida.

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sobre aquella clase de química.Afortunadamente, el Señor nos ha

demostrado cómo evitar semejanteinsensatez. Nos dijo:

“Escuchad, oh pueblo de mi igle-sia… Escuchad, pueblos lejanos; y vo-sotros los que estáis sobre las islas delmar, oíd juntamente.

“Preparaos, preparaos para lo que ha de venir, porque el Señor está cerca”2.

La doctrina de la segunda venidadel Mesías proporciona uno de losmayores incentivos para prepararnosy para vivir de una manera correcta. ElPadre Celestial sabe que la promesade recompensar a Sus hijos los alientaa realizar obras de rectitud, y que lapromesa de castigos logra que se ten-ga temor de hacer lo malo. Tales sonlas revelaciones tocantes a la segundavenida de nuestro Señor3.

Esas revelaciones hablan de seña-les y de maravillas en la tierra y en loscielos. Predicen tiempos de grandesproblemas y acontecimientos futurosde un alcance y de una duración enor-mes. Y lo más importante, recibimosestas promesas divinas:

“…el Señor tendrá poder sobre sussantos, y reinará en medio de ellos”4.

“…a fin de que mediante mi provi-dencia, no obstante las tribulacionesque os sobrevengan, la iglesia se sos-tenga independiente de todas las otrascriaturas bajo el mundo celestial”5.

Y, “…si estáis preparados, no temeréis”6.

Esas promesas llevan a los posee-dores del sacerdocio a prepararse a símismos y a su familia para la apari-ción del Señor7. No hay necesidad desentir ansiedad por los acontecimien-tos que precederán a la SegundaVenida. Más bien, sintámonos suma-mente agradecidos por comprenderlo que nos aguarda. Apreciemos elhecho de que somos nosotros quie-nes estamos a cargo de nuestra vidaen calidad de agentes del Señor, res-ponsables de todo aquello que Él nosha confiado8. La fórmula del éxito essencilla: Sean fieles. No se agobien.Atesoren para sí.

Sean fieles. Como poseedores del

sacerdocio, ponemos en práctica elgesto suave y la palabra amable.Somos hombres que oramos, quesantificamos el día de reposo y queconocemos la palabra de Dios.Pagamos los diezmos, ayunamos ydamos ofrendas de ayuno generosas.Guardamos nuestros convenios ynos consagramos a edificar el reinode Dios.

Y, hermanos, ¡atesoramos para no-

sotros mismos! Al hacer esas cosas, “elSeñor tendrá poder sobre sus santos,y reinará en medio de [nosotros]”9.

No se agobien. Como hombres deDios, nos apartamos del exceso deabundancia y procuramos lo que edifi-ca, ya que “lo que no edifica no es deDios”10. Si nuestros tratos, relaciones,actividades, afanes o planes nos impi-den poner a Dios en primer lugar, ten-dremos que simplificar nuestra vida yno abrumarnos11. Si tenemos deudas,debemos pagarlas y vivir libres de ellashasta donde sea posible.

Y, hermanos, ¡atesoramos para

nosotros mismos! Entonces, “median-te [la] providencia [del Señor], noobstante las tribulaciones… la iglesia[y su pueblo se sostendrán] indepen-diente[s]…”12.

Atesoren para sí. Nuestras esposasdesempeñan un papel fundamental enesta obra, pero ellas necesitan espososque sean líderes en lo que respecta ala preparación familiar. Los hijos

necesitan padres que les inculquenesa tradición recta y de esa maneraellos harán lo mismo con sus propioshijos y sus reservas no escasearán.

Un principio clave del Evangelio esel de prepararse para los días de esca-sez. El trabajo, la industriosidad y lafrugalidad forman parte del ordenreal de la vida. Recuerden estas pala-bras de Pablo: “porque si alguno noprovee para los suyos, y mayormentepara los de su casa, ha negado la fe, yes peor que un incrédulo”13.

Sentados ante nosotros se encuen-tran los tres sumos sacerdotes presi-dentes que constituyen la PrimeraPresidencia de la Iglesia.

Del presidente James E. Faust,Segundo Consejero, escuchamos: “Elpadre y la madre son los responsablesdel almacén de la familia y tienen quealmacenar lo que su propia familiaquerría tener en caso de emergen-cia… [y] Dios nos sostendrá a travésde nuestras pruebas”14.

Del presidente Thomas S. Monson,Primer Consejero, escuchamos:“Habría muchas más personas capacesde superar las dificultades económicasde su vida si contaran con un plan dealmacenamiento suficiente para unaño… y si no tuvieran deudas. En laactualidad, observamos que muchoshan seguido este consejo al revés: tie-nen al menos un año de deudas alma-cenadas y no tienen comida”15.

Del presidente Gordon B.Hinckley, el profeta del Señor, escu-chamos:

“El mejor lugar para tener algunosalimentos guardados es dentro denuestra casa…

“Podemos comenzar modestamen-te. Empezar por almacenar alimentospara una semana e ir poco a poco au-mentando a un mes y después a tres…temo que muchos piensen que el al-macenamiento de alimentos para largoplazo esté tan fuera de su alcance, queno hagan ningún esfuerzo al respecto.

“Comiencen poco a poco… y gra-dualmente diríjanse al logro de un ob-jetivo razonable”16.

La preparación inspirada se funda-menta en los cimientos de la fe en

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Jesucristo, la obediencia y el llevaruna vida frugal. Los miembros no de-ben llegar a extremos, pero sí debencomenzar.

Instamos a los poseedores del sa-cerdocio a almacenar lo suficientepara que ustedes y su familia puedansoportar las vicisitudes de la vida. Porfavor, asegúrense de que las perso-nas que estén bajo su supervisión re-ciban estos dos folletos tituladosPreparad todo lo que fuere necesa-

rio. Exhórtenles a prepararse ahorapara los días de dificultad que estánpor venir.

Líderes del sacerdocio, soliciten laayuda de la Sociedad de Socorro parafomentar la preparación familiar y laeconomía en el hogar. Las mujeres dela Iglesia necesitan su apoyo y respon-derán a su liderazgo.

Alentemos a los miembros a queagreguen con regularidad al almacénde su hogar algunos artículos alimen-ticios básicos y agua potable. Debenahorrar dinero, aunque sólo seanunas monedas a la semana. Ese mé-todo sencillo les permitirá acumularrápidamente reservas suficientes para varios meses. Con el tiempo,podrán ampliar esos esfuerzos mo-destos al almacenar suministros paraun largo tiempo, incorporando pro-ductos esenciales, como cereales, le-gumbres y otros alimentos básicosque les permitan mantenerse con vida en caso de no tener nada másque comer17.

Si nos esforzamos al máximo, podremos estar seguros de que “laharina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá”18.Disfrutaremos de una mayor sabidu-ría, seguridad, tranquilidad mental y bienestar personal. Estaremos preparados, y por esta razón, “no temer[emos]”19.

Para concluir, quisiera hablarlesde la familia de Luca y PatriziaVaccarono, que viven en un pueblode los alrededores de Roma, Italia.En una carta reciente, escribieron lo siguiente:

“Tras ciertas experiencias, llega-mos a la conclusión de que es

importante almacenar los productosque utilizamos. A veces tenemos que cambiar nuestras costumbres alcomer ciertos tipos de alimentos…

“La paz que sentimos y el deseode ser fieles al mandamiento que elSeñor nos ha dado por medio delprofeta actual nos permite sentir elEspíritu Santo… no sentir temor ycomprobar que las señales de lostiempos que anuncian la segunda venida del Señor son una bendición,y no algo que debamos temer. Nosregocijamos en ello… nos motiva a ser fieles, a perseverar hasta el fin, a ser salvos y a obtener la vidaeterna”20.

Como comentario final, el herma-no Vaccarono escribe lo siguiente:“Perdone que no escriba muy bien eninglés; espero que comprenda lo quehe procurado explicarle”. Hermano yhermana Vaccarono, les comprende-mos, porque las Escrituras mismas lodeclaran: “Fíate de Jehová de todo tucorazón, y no te apoyes en tu propiaprudencia. Reconócelo en todos tuscaminos, y él enderezará tus vere-das”21. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Artículos de Fe 1:3.2. D. y C. 1:1, 12.3. Véase Bruce R. McConkie, Doctrinal New

Testament Commentary, 3 tomos,1966–1973, tomo I, págs. 677–678.

4. D. y C. 1:36.5. D. y C. 78:14.6. D. y C. 38:30.7. Véase 2 Timoteo 4:8; D. y C. 133:50, 52.8. Véase D. y C. 104:13–17.9. D. y C. 1:36.

10. D. y C. 50:23.11. Véase Bruce R. McConkie, Doctrinal New

Testament Commentary, tomo I, págs.675–676. Véase Traducción de José Smith,Mateo 6:38.

12. D. y C. 78:14.13. 1 Timoteo 5:8; véase también 1 Timoteo

6:19; D. y C. 29:34; “La familia: Una procla-mación para mundo”, Liahona, octubre de2004, pág. 49; Joseph F. Smith, enConference Report, octubre de 1900, pág. 46; Bruce R. McConkie, The Mortal

Messiah: From Bethlehem to Calgary, 4 to-mos, 1979–1981, tomo II, pág. 155.

14. “La responsabilidad del bienestar descansasobre mí y mi familia”, Liahona, julio de1986, págs. 18–19.

15. “That Noble Gift—Love at Home”, Church

News, 12 de mayo de 2001, pág. 7.16. “A los hombres del sacerdocio”, Liahona,

noviembre de 2002, pág. 58.17. Véase The Teachings of Harold B. Lee, ed.

Clyde J. Williams, 1996, pág. 314.18. 1 Reyes 17:14, véanse también los versícu-

los 8–16.19. D. y C. 38:30.20. Carta con fecha de marzo de 200721. Proverbios 3:5–6.

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Hermanos, esta noche me gusta-ría hablarles como si fueranmis nietos. Deseo que lo que

tenga que decir se aplique a todos losjóvenes poseedores del sacerdocio entodas partes. Al pensar en esta grancongregación y también en los milesmás que se unen a nosotros vía satéli-te, me recuerda la gran bendición quees ser un poseedor del sacerdocio; esuna que se reserva para unos pocos,considerando los miles de millonesde personas que hay en el mundo. Elposeer el sacerdocio es un destacadohonor; aun así, cualquier hombre ojoven digno mayor de 12 años puederecibirlo en la Iglesia.

El sacerdocio es la autoridad dele-gada al hombre para ministrar en elnombre de Dios. Es un poder que nadie puede asumir por su propia

cuenta. Como dijo Pablo: “Y nadietoma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fueAarón”1. Es una autoridad que ningúnpoder humano puede crear.

Peter, un joven presbítero, escribióacerca de una experiencia que le en-señó que el poder del sacerdocio esmuy real. A un joven converso de subarrio en Ontario, Canadá, se le sostu-vo como maestro en el SacerdocioAarónico, y a Peter se le pidió que fue-ra él quien efectuara la ordenación.Peter escribió: “Nunca había puestomis manos sobre la cabeza de nadie yme sentía muy inepto. Pero… elEspíritu me aseguró que estaba bienque lo hiciera…”.

“El joven que iba a ser ordenado sesentó en la silla, yo me paré directa-mente detrás de él. [Nuestro presiden-te de Hombres Jóvenes] me guió en laordenación y fui repitiendo cada pala-bra que él me decía. Al terminar la or-denación diciendo: ‘…y ahoradeseamos pronunciar una bendiciónsobre tu cabeza…’ [el presidente deHombres Jóvenes] me miró y me indi-có que debía continuar por mí mismo.

“En ese instante, el significado delsacerdocio cambió completamentepara mí. Ya no era tan sólo un título,sino la auténtica autoridad para actuaren el nombre de Dios. Y ahora estabaconfiriéndole esa autoridad a otrapersona. Hice una pausa y esperé queel Espíritu me susurrara lo que teníaque decir. Es difícil para mí describir

lo que sentí durante la bendición,pero puedo declarar que tengo untestimonio más fuerte de que el po-der del sacerdocio es verdadero”2.

Ustedes, hombres jóvenes, sinduda están ansiosos de recibir elSacerdocio mayor o de Melquisedec.De este sacerdocio mayor el profetaJosé Smith dijo: “Quedó instituidodesde antes de la fundación de estatierra, antes que ‘las estrellas todasdel alba alabaran, y se regocijaran to-dos los hijos de Dios’, y es el sacerdo-cio mayor y más santo, y es según elorden del Hijo de Dios”3.

Como poseedores del sacerdociosomos agentes del Señor. El Señor ha-bló de este sagrado oficio a los élde-res de la Iglesia en Kirtland en 1831:“De modo que, siendo vosotros agen-tes, estáis en la obra del Señor; y loque hagáis conforme a su voluntad esasunto del Señor”4.

El presidente Hinckley a menudonos ha recordado que la obra misionales esencialmente una responsabilidaddel sacerdocio. Es un gran honor yuna responsabilidad el ser llamado aservir al Señor en la obra misional.Este servicio nos aporta gozo durade-ro a pesar de que a veces pueda serdesafiante y desalentador. Mi misióncambió el curso de mi vida. Fue unade las experiencias más maravillosasque he tenido. El servir en una misiónnos prepara para la labor del resto denuestra vida y de la eternidad.

Espero que cada uno de ustedes seconvierta en un hombre de Dios, y lolograrán por medio de las obras rec-tas. Honrarán y magnificarán su sacer-docio y, tal como dijo el apóstolPablo: “[Seguirán] la justicia, la pie-dad, la fe, el amor, la paciencia, lamansedumbre”5.

No siempre es fácil seguir un planrecto y ser obediente a las leyes de lasociedad y a las leyes del Señor. Sinembargo, a la larga, el seguir las reglases el mejor camino para obtener todaslas cosas que el Señor ha prometido.

Todos somos responsables pornuestras acciones. Mi experienciacomo abogado me ha enseñado quelos que siguen una vida de crimen

Mensaje a misnietos varonesP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Espero que cada uno de ustedes se convierta en un hombrede Dios, y lo lograrán por medio de las obras rectas.

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con frecuencia culpan al padre, a lamadre o a la sociedad cuando se lesencarcela. Aun así, ellos escogen li-bremente actuar “en contra de la na-turaleza de Dios” y en consecuenciaestán en “contra de la naturaleza dela felicidad”6. Algunos de ellos inclusodicen: “¡El diablo me forzó a hacer-lo!”. La verdad de esa afirmación esque el diablo nos induce a hacer loque es malo7. Y la mentira es, porquetenemos albedrío, que el diablo nopuede forzarnos a hacer lo que elija-mos no hacer8.

Las tentaciones y las dificultadesnos vienen a todos, bien sea en nues-tra juventud, en la mediana o en latercera edad. Una vez alguien obser-vó: “¡En la juventud nos metemos enproblemas, en la vejez los problemasvienen a nosotros!”9. El aumento de lapermisividad de nuestra sociedad re-querirá que nos aferremos muchomás fuerte a la barra de hierro de larectitud para así recibir las bendicio-nes y la protección del Señor. El jugarcon las tentaciones de Satanás repre-senta un gran peligro. Tendremos queprotegernos de toda forma del maltodos los días de nuestra vida.

Todos ustedes, hombres jóvenes,que posean el sacerdocio tienen laresponsabilidad de respetar a las mu-jeres. Al salir en citas con las encanta-doras mujeres jóvenes de la Iglesia,ustedes tienen la responsabilidad deproteger la seguridad física y la virtudde ellas. El sacerdocio que poseen lesda una mayor responsabilidad de ase-gurarse de siempre mantener los altosvalores morales de la Iglesia. Sabenmuy bien que no deben acercarse alborde del apetito sexual. Perderánparte de lo que es sagrado de ustedesmismos al sobrepasar ese límite y abu-sar de los poderes de la procreación.¿Cómo puede alguno de nosotros te-ner la esperanza de desempeñar unpapel importante en el tiempo de estavida o en la eternidad si no ejercemosel poder del autocontrol? Estar casa-dos con una mujer virtuosa que ameal Señor, les ame a ustedes y respetesu sacerdocio es una de las más gran-des bendiciones de la vida y de la

eternidad. He aprendido eso en másde sesenta años que llevo de matri-monio con mi esposa, Ruth.

Los amigos y los conocidos añadenmucho a las riquezas de esta vida,pero esas estrechas relaciones pue-den ser temporales. Nadie les amamás ni se preocupa tanto por su bie-nestar como sus padres. Podrán du-dar de lo que les digan pero nuncapodrán dudar del amor y de la preo-cupación que ellos tienen por ustedesy por su bienestar.

Llegará la hora en la que ustedes,jóvenes, tendrán la responsabilidadde cuidar de la esposa y de los hijos

que dependerán de ustedes. Cuandose casen serán responsables del bie-nestar de su esposa y con el tiempodel bienestar de sus hijos cuando em-piecen una familia. El matrimonio y lapaternidad pueden traer gran felici-dad y gozo eternos. Como dijo el pre-sidente Joseph F. Smith: “el gobiernode la Iglesia se basa y se perpetúa enla vida familiar”10. Para lograr la subli-me realización en el hogar, amboscompañeros deben estar plenamentededicados al matrimonio. El presiden-te David O. McKay dijo una vez:“Cuando una persona pone el trabajoo el placer por encima de su hogar, en

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ese momento comienza un descensohacia el debilitamiento de su alma”11.

Algunos de ustedes ya van por muybuen camino para lograr sus metas enla vida. Estamos orgullosos de ustedes.Mi padre me dijo una vez que él pensóque lograría el éxito una vez que segraduase de la facultad de derecho.Dijo que en verdad, en cierto sentido,su graduación fue sólo el principio demayores desafíos. No lograremos eléxito definitivo ni estaremos libres dedesafíos mundanos en esta vida.

Vivimos en una era de especializa-ción. Cuando era niño mucha gente te-nía automóviles del modelo Ford-T.Comparados con los automóviles mo-dernos, éstos tenían una mecánica re-lativamente sencilla. Mucha gentepodía arreglar su propio auto al pulirlas válvulas, cambiar los aros de los pis-tones, instalar nuevas bandas para losfrenos y utilizar una generosa cantidadde alambre de bala o de fardo. Hoy endía, los automóviles son tan sofistica-dos que una persona común y corrien-te sabe poco acerca de la manera derepararlos. Los mecánicos de hoy utili-zan una computadora para diagnosti-car los problemas del motor. Les doyeste ejemplo para animarles a ustedes,hombres jóvenes, a que obtengan unacapacitación y una formación académi-ca para estar al día. La formación técni-ca es muy importante y lo mismo seaplica a los campos de la educación su-perior. Todo tipo de oficio requiere unaprendizaje especializado.

No importa la vocación que esco-jan seguir en la vida, siempre y cuan-do sea honrada. La manera en la queprovean para su familia es su decisión.El aprender un oficio es una buenaforma de pagar las cuentas pero real-mente necesitamos además un desa-rrollo personal. No dejen que lascosas materiales de la vida les absor-ban hasta el punto de perder la esen-cia de su humanidad. Recordarán aJacob Marley, personaje del novelistainglés, Charles Dickens. Jacob lamen-tó su obsesión con el trabajo cuandoexclamó: “¿Negocios?… ¡El génerohumano era mi negocio! El bienestargeneral era mi negocio”12. Cada uno

de nosotros debería desempeñar al-guna función para fortalecer a la so-ciedad, especialmente para llevar acabo la obra de Dios.

He aprendido que, para todos no-sotros que poseemos el sacerdocio, lamejor fórmula para tener éxito es:“Buscad primeramente el reino deDios y su justicia, y todas estas cosas osserán añadidas”13. El éxito no llegará in-mediatamente porque requiere prepa-ración y trabajo arduo. Realmente nohay fórmulas mágicas para el éxito.

Cada uno de nosotros es una crea-ción única de nuestro Padre Celestial.No hay dos completamente idénticos.Nadie ha recibido exactamente los mis-mos dones y talentos. Debemos au-mentar esos talentos y dones yutilizarlos con eficacia para aprovecharnuestra singularidad. Por ejemplo,cuando era joven había un buen joven-cito en nuestro vecindario que no erabueno para los estudios pero con susmanos fabricaba hermosos muebles. Aél y a mí se nos llamó a prestar serviciomilitar el mismo día. A él le costabamucho trabajo aprender a tender sucama para pasar la inspección, peropodía transformar pedazos de maderaen una magnífica obra de arte. Segúnlo que dijo el presidente Howard W.Hunter: “Algunos creen que el talento,

la creatividad, la estabilidad moral o lagrandeza no están asociados con la ju-ventud, sino que están reservados parala gente mayor. No es así”14.

Jóvenes, ustedes tienen un futurocon mucha promesa. Son los benefi-ciarios de conocimiento que el mun-do no ha tenido antes, el cual lespermitirá contribuir al futuro de lasempresas, la industria, la agricultura, ylas profesiones modernas. Puede queustedes sean contados entre los quedefenderán una forma de vida en loscampos de batalla; serán contados en-tre los que enseñen los principios delEvangelio en el mundo y los que ayu-den a que la Iglesia crezca.

Ahora, mis queridos nietos y todoslos extraordinarios hombres jóvenesque se encuentran al alcance de mivoz, sigan adelante. Avancen con fe yrectitud, siguiendo el liderazgo denuestro profeta, el presidente GordonB. Hinckley. Si así lo hacen, el Señorles fortalecerá y les magnificará paraque logren cosas maravillosas.Testifico de la grande y profunda in-fluencia que el sacerdocio ha tenidoen mi vida. En todos mis largos añosde vida no he intentado ocultar quiénsoy ni lo que creo. No recuerdo unasola situación en la que haya dañadomi carrera ni haya perdido valiososamigos al admitir humildemente queyo era miembro de esta Iglesia. Hoyles dejo mi testimonio y mi bendiciónen el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Hebreos 5:4.2. Véase Peter Pomart, “El poder es auténti-

co”, Liahona, junio 1997, pág. 44.3. History of the Church, tomo IV, pág. 207.4. D. y C. 64:29.5. 1 Timoteo 6:11.6. Alma 41:11.7. Véase Moroni 7:12.8. Véase Santiago 1:12–15; 4:7.9. Josh Billings, en Evan Esar, ed., Dictionary

of Humorous Quotations, 1962, pág. 36.10. “Parents Should Be Consulted”,

Improvement Era, febrero de 1902, págs.308–309.

11. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: David O. McKay, pág. 163.

12. Charles Dickens, A Christmas Carol, en TheBest Short Stories of Charles Dickens, 1947,pág. 435.

13. Mateo 6:33.14. The Teachings of Howard W. Hunter,

Clyde J. Williams, 1997, pág. 117.

Dos niños de la Estaca Torocagua,

Comayagüela, Honduras asisten a la

transmisión de la conferencia.

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Hermanos, estamos reunidosesta noche como un poderosocuerpo del sacerdocio, tanto

aquí en el Centro de Conferenciascomo en diferentes lugares alrededordel mundo. Me siento honrado por elprivilegio de hablarles; ruego que lainspiración del Señor guíe mis pensa-mientos e inspire mis palabras.

Durante las últimas semanas, al re-flexionar sobre lo que les podría de-cir esta noche, he pensado muchasveces en la bendición que tenemosde poseer el sagrado sacerdocio deDios. Cuando miramos al mundo ensu totalidad, con una población demás de seis y medio millares de millo-nes de personas, nos damos cuentade que somos un grupo muy peque-ño y selecto. Los que poseemos el sa-cerdocio somos, en las palabras del

apóstol Pedro: “…linaje escogido,real sacerdocio…”1.

El presidente Joseph F. Smith dijoque el sacerdocio es: “El poder deDios delegado al hombre, mediante elcual éste puede actuar en la tierrapara la salvación de la familia huma-na…, por medio del cual se puededeclarar la voluntad de Dios, como siángeles estuviesen presentes para de-clararla ellos mismos,… mediante elcual los hombres están facultadospara que lo que aten en la tierra seaatado en los cielos, y lo que desatenen la tierra sea desatado en los cie-los”. El presidente Smith agregó: “[Elsacerdocio] es sagrado, y la gentedebe conservarlo sagrado”2.

Mis hermanos, el sacerdocio es undon que trae aparejado no sólo bendi-ciones especiales sino también res-ponsabilidades solemnes. Es nuestraresponsabilidad vivir de manera talque seamos dignos del sacerdocio queposeemos. Vivimos en una época en laque nos encontramos rodeados pormuchas cosas que tienen la intenciónde atraernos a caminos que nos con-ducen a la destrucción. Evitar esos ca-minos requiere determinación y valor.

El valor es importante. Esa verdadla aprendí hace muchos años por me-dio de una experiencia vívida y dramá-tica. En ese entonces prestaba serviciocomo obispo. Se llevaba a cabo la se-sión general de nuestra conferenciade estaca en el Salón de Asambleas dela Manzana del Templo, en Salt Lake

City; se iba a reorganizar nuestra presidencia de estaca. El SacerdocioAarónico, incluyendo a los miembrosde los obispados, estaba encargado dela música para la conferencia. Cuandoterminamos de cantar el primer nú-mero musical, el presidente JosephFielding Smith, la autoridad que nosvisitaba, leyó desde el púlpito losnombres de la nueva presidencia deestaca, para que la congregación losaprobara. Entonces mencionó quePercy Fetzer, quien sería nuestro nue-vo presidente de estaca y que JohnBurtstoy sería nuestro primer conseje-ro —cada uno de los cuales había sidoconsejero en la presidencia anterior—ya sabían con anticipación acerca desu nuevo llamamiento, antes de co-menzar la conferencia. Pero él indicó,que yo, sin embargo, que había sidollamado como segundo consejero dela nueva presidencia de estaca, no ha-bía tenido conocimiento de mi llama-miento hasta ese momento, en que sehabía leído mi nombre para el voto desostenimiento. Después anunció: “Siel hermano Monson está dispuesto aaceptar este llamamiento, nos gustaríaescuchar sus palabras ahora”.

Cuando me paré ante el púlpito ymiré ese mar de personas, recordé lacanción que acabábamos de cantar; serefería a la Palabra de Sabiduría y sellamaba: “Ten valor, hijo mío, para de-cir que no”. Ese día escogí como temade mis palabras: “Ten valor, hijo mío,para decir que sí”. Todos necesitamosvalor constantemente, valor para de-fender nuestras creencias, valor paracumplir nuestras responsabilidades,valor para honrar nuestro sacerdocio.

Dondequiera que vayamos, nuestro sacerdocio va con nosotros.¿Permanecemos en “lugares santos”3?El presidente J. Reuben Clark, Jr., quesirvió por muchos años en calidad deconsejero de la Primera Presidencia,dijo: “El sacerdocio no es como laropa, que se puede quitar y luego vol-ver a poner… Depende de nosotros[si es] una investidura eterna”. Y con-tinuó: “Si tuviésemos esa… convic-ción… de que no podemos dejar delado [el sacerdocio] y de que si lo

El Sacerdocio: Un don sagradoP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Es nuestra responsabilidad vivir de manera tal que seamosdignos del sacerdocio que poseemos.

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[degradamos] Dios nos consideraráresponsables, no haríamos muchas delas cosas que hacemos ni iríamos amuchos de los lugares a donde vamos.Si cada vez que nos desviamos delsendero estrecho y angosto, pensára-mos: ‘tengo el sacerdocio, ¿debería ha-cerlo?’, no nos tomaría mucho tiempovolver al camino recto y angosto”4.

El presidente Spencer W. Kimballdijo: “El poder del sacerdocio que po-seen no tiene límites. La limitaciónproviene de ustedes, si no están enarmonía con el Espíritu del Señor y selimitan a sí mismos en el poder queejercen”5.

Mis hermanos del sacerdocio, des-de el más joven hasta el más anciano,¿viven en armonía con lo que el Señorrequiere? ¿Son dignos de poseer el sa-cerdocio de Dios? Si no lo son, tomenla decisión aquí y ahora, ármense delvalor que necesiten y realicen cual-quier cambio que sea necesario paraque su vida sea lo que debe ser. Paranavegar a salvo en los mares de estavida terrenal, necesitamos la guía delMarinero Eterno, el gran Jehová. Sinos encontramos al servicio del Señor,tenemos derecho a recibir Su ayuda.

Yo he recibido Su ayuda en innume-rables ocasiones de mi vida. Durantelas últimas fases de la Segunda GuerraMundial, cumplí los 18 años y me or-denaron élder, una semana antes deingresar en la Marina, en el servicio ac-tivo. Un miembro del obispado de mibarrio estaba en la estación para

despedirme. Justo antes de subir altren, me dio un libro que tengo aquífrente a ustedes esta noche. El título esel “Manual Misional”. Yo me reí y ledije: “Estaré en la Marina, no en unamisión”. Él me contestó: “Llévateloigual. Tal vez te sea útil”.

Y lo fue. Durante el entrenamientobásico, el comandante de la compañíanos enseñó cómo empacar la ropa en una bolsa grande de marinero.Después nos aconsejó: “Si tienen unobjeto duro y rectangular para poneren el fondo de la bolsa, su ropa semantendrá más firme”. Yo pensé,“¿dónde voy a encontrar algo rectangu-lar y duro?”, pero de inmediato recor-dé el objeto rectangular adecuado, elManual Misional, y de esa manera loutilicé durante doce semanas.

Como siempre, la noche antes desalir para el receso de Navidad, pen-sábamos en casa. Había silencio enlas barracas; pero de pronto me dicuenta de que mi compañero que te-nía su litera al lado mío, un miembrode la Iglesia, Leland Merril, se quejabade dolor. Le pregunté: “¿Qué te pasaMerrill?”.

Contestó: “Estoy enfermo, real-mente enfermo”.

Le aconsejé que fuera al dispensa-rio de la base, pero me contestó quesabía que si lo hacía no podría ir acasa a pasar la Navidad. Entonces lesugerí que se quedara quieto, ya quesi no iba a despertar a todo el cuartel.

Las horas se prolongaron y sus

quejidos eran cada vez más fuertes.Entonces, en desesperación susurró:“Monson, ¿tú eres un élder, verdad?”.Le dije que sí lo era, tras lo cual merogó: “Dame una bendición”.

Me di cuenta de que nunca habíadado una bendición; nunca había reci-bido una bendición, ni tampoco habíaobservado dar una bendición. Oré alSeñor pidiendo Su ayuda, y recibí unarespuesta: “Mira en el fondo de tu bol-sa de marinero”. Por lo tanto, a las 2:00de la mañana, vacié el contenido de mibolsa en el piso, saqué el objeto duro yrectangular, el Manual Misional, loacerqué a la luz y leí cómo bendecir auna persona enferma. Ante la miradacuriosa de alrededor de ciento veintemarineros, le di una bendición. Antesde que guardara mis cosas, LelandMerrill dormía como un niño.

A la mañana siguiente, Merrill, medijo con una sonrisa: “Monson, ¡mealegro de que tengas el sacerdocio!”.Sólo mi agradecimiento superó su ale-gría; agradecimiento no sólo por el sa-cerdocio sino por ser digno de recibirla ayuda que se requería en un mo-mento de inmensa necesidad y porser digno de ejercer el poder del sacerdocio.

Hermanos, nuestro Señor ySalvador dijo: “Ven, sígueme”6. Siaceptamos Su invitación y caminamosen Sus pasos, Él enderezará nuestrasveredas.

En abril del año 2000, recibí esetipo de ayuda. Había recibido una lla-mada telefónica de Rosa Salas Gifford,a quien no conocía. Me explicó quesus padres habían venido de visita deCosta Rica por unos meses, y que jus-to una semana antes de que ella mellamara, a su padre, Bernardo AugustoSalas, le habían diagnosticado cáncerdel hígado. Me indicó que los docto-res le habían informado a la familiaque el padre sólo iba a vivir unos díasmás. El gran deseo de su padre, meexplicó, era conocerme antes de mo-rir. Me dio su dirección y me preguntósi yo podría ir a su casa, en Salt LakeCity, para conversar con su padre.

Debido a las reuniones y a las obli-gaciones, era bastante tarde cuando

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salí de la oficina, pero en vez de ir di-rectamente a casa, tuve la impresiónque debía seguir hacia el sur y visitaral hermano Salas esa misma tarde.Con la dirección en la mano, traté deencontrar la casa. Con bastante tráficoy con poca luz, me pasé del lugardonde debía estar la calle que condu-cía a la casa. No podía ver nada. Sinembargo, no me di por vencido. Di lavuelta alrededor de la cuadra y volví,pero seguí sin encontrarla. Traté unavez más y tampoco la encontré.Comencé a sentir que estaría justifica-do si me volvía a casa. Había hechoun noble esfuerzo, pero no había en-contrado la dirección. Pero, en vez deeso, ofrecí una oración en silenciopara pedir ayuda. Me sentí inspirado aacercarme al lugar desde la direcciónopuesta. Recorrí cierta distancia y dila vuelta de modo que ahora estabadel otro lado de la calle. En esa direc-ción había menos tránsito. Al acercar-me al lugar otra vez, pude ver a travésde la tenue luz, un cartel que se habíacaído y ahora estaba tirado al bordede la calle, y un camino casi invisiblelleno de hierbas que conducía a unpequeño edificio de apartamentos y a una pequeña casa solitaria, a ciertadistancia de la calle principal. Al diri-girme hacia los apartamentos, unaniña pequeña, vestida de blanco, mehizo señas con la mano y supe quehabía encontrado a la familia.

Me hicieron pasar a la casa, y luegome condujeron al cuarto donde estabaacostado el hermano Salas. Alrededorde la cama se encontraban tres hijas, elyerno y la hermana Salas. Todos me-nos el yerno eran de Costa Rica. Por laapariencia del hermano Salas se nota-ba la gravedad de su estado. Tenía unpaño húmedo deshilachado sobre lafrente —no una toalla ni una toallita demano, sino un trapo deshilachado— locual ponía de relieve la humilde situa-ción económica de la familia.

Con un leve movimiento, el her-mano Salas abrió los ojos y una tenuesonrisa se perfiló en sus labios cuan-do le tomé la mano. Le dije: “He veni-do a conocerlo”; y sus ojos y los míosse llenaron de lágrimas.

Pregunté si deseaban que le dierauna bendición y la respuesta unáni-me de la familia fue afirmativa. A causa de que el yerno no poseía elsacerdocio, procedí yo solo a darleuna bendición del sacerdocio. Las pa-labras parecían fluir libremente bajola dirección del Espíritu del Señor.Incluí las palabras del Señor que se encuentran en la sección 84 deDoctrina y Convenios, versículo 88:“Iré delante de vuestra faz. Estaré avuestra diestra y a vuestra siniestra, ymi Espíritu estará en vuestro cora-zón, y mis ángeles alrededor de vo-sotros, para sosteneros”. Después dela bendición, expresé unas palabras

de consuelo a los acongojados miem-bros de la familia. Hablé con cuidadopara que pudieran entender mi in-glés, y después, con mi limitado es-pañol, les hice saber que los amaba y que nuestro Padre Celestial losbendeciría.

Les pedí la Biblia de la familia y lesseñalé 3 Juan, versículo 4: “No tengoyo mayor gozo que éste, el oír quemis hijos andan en la verdad”. Lesdije: “Esto es lo que su esposo y supadre desea que recuerden ahora quese prepara para dejar esta existenciaterrenal”.

Con el rostro surcado por las lágri-mas, la dulce esposa del hermano

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Salas me pidió que escribiera la refe-rencia de los dos pasajes de lasEscrituras que había compartido conellos para que la familia pudiera vol-ver a leerlos. Como no tenía nada amano donde escribirlas, la hermanaSalas buscó en su bolso y sacó un pe-dacito de papel. Al tomarlo, noté queera un recibo de diezmos. Mi corazónse conmovió cuando me di cuenta deque, a pesar de las condiciones tanhumildes en las que vivían, eran fielesen el pago del diezmo.

Después de una tierna despedida,me acompañaron hasta el auto. Al ma-nejar hacia casa, reflexioné sobre elespíritu especial que había sentido.También sentí, como muchas otras veces, un sentido de gratitud porquemi Padre Celestial había respondido alas oraciones de otra persona por me-dio de mí.

Mis hermanos, recordemos siem-pre que el sacerdocio de Dios que po-seemos es un don sagrado que nosbrinda a nosotros y a quienes servi-mos las bendiciones del cielo. Ruegoque nosotros, dondequiera que nosencontremos, honremos y proteja-mos ese sacerdocio; que estemossiempre en el servicio del Señor y quesiempre tengamos el derecho a reci-bir Su ayuda.

Se está librando una batalla por elalma de los hombres, la de ustedes yla mía; que continúa sin tregua. Comoel llamado del clarín llega la palabradel Señor a ustedes y a mí, y a todoslos poseedores del sacerdocio por do-quier: “Por tanto, aprenda todo varónsu deber, así como a obrar con todadiligencia en el oficio al cual fuerenombrado”7.

Que cada uno tenga el valor parahacerlo, lo ruego en el nombre deJesucristo. Amén. ■NOTAS

1. 1 Pedro 2:9.2. Véase Doctrina del Evangelio, págs.

134–135.3. D. y C. 45:32; 87:8; 101:22.4. En Conference Report, octubre de 1951,

pág. 169.5. The Teachings of Spencer W. Kimball, edita-

do por Edward L. Kimball, Salt Lake City:Bookcraft, 1982, pág. 298.

6. Lucas 18:22.7. D. y C. 107:99.

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Mis queridos hermanos del sacerdocio, qué gran inspira-ción es mirar los 21.000 ros-

tros de los que se encuentran aquí enel Centro de Conferencias, y saber quetambién millones se reúnen en loscentros de reuniones y en otros luga-res alrededor del mundo. Lamento sertan mayor en esta época en que la vidaes cada vez más emocionante.

Como todos ustedes saben, hace12 años se me ordenó y se me apartócomo Presidente de la Iglesia, especí-ficamente el 12 de marzo de 1995. Elélder Ballard ha recopilado algunosdatos relacionados con estos 12 años.Cito de su informe:

• 387.750 misioneros ingresaron alcampo misional, lo cual representacasi un 40 por ciento de los misio-neros que prestaron servicio enesta dispensación, eso significa el40 por ciento de los últimos 12años, de los 177 años desde que se organizó la Iglesia.

• Se han bautizado 3.400.000 conver-sos, lo que equivale a más de unacuarta parte del total actual demiembros de la Iglesia.

• El número total de misiones de la Iglesia ha aumentado de 303 a344, y muy pronto se van a agregartres más.

• La retención, de acuerdo con laasistencia a las reuniones sacra-mentales, las ordenaciones al sa-cerdocio y la fidelidad en el pagodel diezmo, ha aumentado demodo significativo.

Ahora bien, a pesar de que todoeso tiene un significado extraordina-rio, estoy convencido de que con unpoquito más de dedicación, ese mara-villoso pasado tan reciente podría serel prólogo de un futuro grandioso.

Pongamos todo nuestro hombro a la lid con fervor, hagamos nuestraobra con afán y amor. Hay que luchary trabajar. Pongan su hombro a la lidcon fervor. (Véase, “Pon tu hombro ala lid”, Himnos, Nº 164.)

Quisiera ahora tocar un tema dife-rente. He hablado de esto hace mu-chos años, pero lo vuelvo a repetirporque quienes lo oyeron aquella vezya se han olvidado y quienes nunca lo oyeron necesitan oírlo. Se trata delpresidente Joseph F. Smith, que pres-tó servicio como Presidente de laIglesia durante 17 años, desde 1901hasta 1918.

El padre de Joseph F. Smith eraHyrum Smith, hermano del profetaJosé Smith, que fue asesinado con élen Carthage. Joseph F. nació en FarWest, Misuri, el 13 de noviembre de1838 y fue llevado de allí siendo aun

“Estoy limpio”P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Sean puros en la forma de hablar, de pensar, de vestir y detratar su cuerpo.

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muy pequeñito. Siendo todavía unniño, ya que no había cumplido losseis años, durante la noche oyó quealguien llamaba a la ventana de la casade su madre, en Nauvoo. Era un hom-bre que había ido cabalgado a todaprisa desde Carthage para notificar ala hermana Smith que esa tarde habí-an asesinado a su esposo.

A la edad de nueve años, condujocon su madre una yunta de bueyes através de las llanuras hasta este valle.Cuando tenía quince años, se le llamópara servir una misión en Hawai. Selas arregló para viajar a San Francisco,donde trabajó en una fábrica a fin deganar el dinero que necesitaba paraviajar a las islas.

En ese entonces, Hawai no era uncentro turístico. En su mayoría, loshabitantes eran hawaianos; la mayo-ría eran pobres pero muy generososcon lo que tenían. Él aprendió a ha-blar su idioma y a amarlos. Mientrasprestaba servicio, tuvo un sueño ex-cepcional. Cito de su propia narra-ción, él dijo:

“Una vez [en la] misión, me sentíamuy agobiado. Estaba casi sin ropa ycompletamente sin amigos, con ex-cepción de la amistad de un pueblopobre, sin instrucción… Me sentía tanrebajado en mi condición de pobreza,falta de inteligencia y de conocimien-to, ya que era tan jovencito, que

difícilmente me atrevía a mirar a unhombre a la cara…

“Mientras me hallaba en esa condi-ción, [una noche] soñé que me iba deviaje, y tuve la impresión de que debíadarme prisa, apurarme con todas misfuerzas por temor a llegar demasiadotarde. Corría por el camino con toda la rapidez posible, y estaba conscientede llevar sólo un pequeño atado, unpañuelo dentro del cual iba un peque-ño bulto. No me di cuenta precisa delo que era, ya que llevaba mucha prisa;pero por último llegue a una maravi-llosa mansión… y pensé que sabía queese era mi destino. Al dirigirme allí,con la prisa que llevaba, vi un letreroque decía ‘Baño’. Rápidamente medesvié y entré en el baño, y me lave.Abrí el pequeño bulto que llevaba, yen él había un juego de ropa blanca y limpia, cosa que no había visto pormucho tiempo, porque aquellos entrequienes vivía no se preocupaban mu-cho por dejar las cosas demasiado lim-pias. Sin embargo, esa ropa estabalimpia y me la puse. Luego corrí hacialo que parecía ser una gran entrada opuerta. Toqué, se abrió la puerta, y elhombre que se presentó ante mí erael profeta José Smith. Me dirigió unamirada un poco recriminatoria, y lasprimeras palabras que dijo fueron:‘¡Joseph, llegas tarde!’ No obstante,sentí confianza y le contesté:

“‘¡Sí, pero estoy limpio; me en-cuentro limpio!’

“Me tomó de la mano y me condu-jo adentro, luego cerró la gran puerta.Sentí su mano tan palpable como lamano de cualquier otro hombre. Loreconocí, y al entrar vi a mi padre y aBrigham Young y a Heber C. Kimball y a Willard Richards y a otros buenoshombres que yo había conocido, queestaban de pie en fila. Miré como sifuera a través de este valle, y parecíaestar lleno de una gran multitud depersonas, pero en la plataforma se en-contraban todos los que yo había co-nocido. Mi madre estaba sentada conun niño en su regazo, y pude nom-brar a todos cuyos nombres yo cono-cía, que estaban sentados allí, loscuales parecían hallarse entre los escogidos, entre los exaltados…

“[Cuando tuve ese sueño], me en-contraba solo, acostado en una este-ra, en lo alto de las montañas deHawai; nadie estaba conmigo. Peroen esta visión, toqué con mi mano alProfeta y vi que una sonrisa aparecíaen su rostro…

“Esa mañana, al despertar, yo eraun hombre, aunque por la edad, sóloera un joven. [Después de eso], no te-mía a nada en el mundo. Podía enfren-tarme a cualquier hombre, mujer oniño, y mirarlos a los ojos, y sentir enmi alma que yo era un hombre hecho

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y derecho. Esa visión, esa manifesta-ción y ese testimonio que disfruté enesa ocasión me han hecho lo que soy,si es que soy algo bueno o limpio orecto ante el Señor, si es que hay algobueno dentro de mí. Esto me ha ayu-dado en toda prueba y en toda dificul-tad” (véase Doctrina del Evangelio,

págs. 535–536).Lo más significativo de ese sueño

se encuentra en el reproche del pro-feta José Smith al joven Joseph F.Smith. El Profeta le dijo: “¡Joseph, llegas tarde!”

Y el joven Joseph F. le respondió:“¡Sí, pero estoy limpio; me encuentrolimpio!”

La consecuencia de aquel sueñofue que un muchacho se transformóen un hombre. Su declaración,“¡Estoy limpio!”, le dio la confianza y el valor para afrontar a cualquierpersona y cualquier circunstancia.Recibió la fortaleza que proviene deuna conciencia tranquila, fortalecidamediante la aprobación del profetaJosé Smith.

Ese sueño profético tiene algo queatañe a todo hombre y a todo jovenque están reunidos en esta vasta con-gregación esta noche. Es un antiguodicho entre nosotros que “la limpiezaes tan importante como la santidad”.

El profeta Isaías dijo:“Lavaos y limpiaos; quitad la iniqui-

dad de vuestras obras de delante demis ojos; dejad de hacer lo malo;

“aprended a hacer el bien…

“Venid luego, dice Jehová, y este-mos a cuenta: si vuestros pecadosfueren como la grana, como la nieveserán emblanquecidos; si fueren rojoscomo el carmesí, vendrán a ser comoblanca lana” (Isaías 1:16–18).

En la revelación moderna, el Señorha dicho: “Sed limpios los que lleváislos vasos del Señor” (D. y C. 133:5).

En un mundo que se deleita en lainmundicia, sean puros en la formade hablar, de pensar, de vestir y detratar su cuerpo.

A cada uno de ustedes les digo:sean limpios en su forma de hablar.Hay tantas malas palabras y sordidez alhablar en estos días. El no expresarseen un lenguaje puro, los señala comopersonas que tienen un vocabulariomuy limitado. Cuando Jehová escribióen las tablas de piedra, dijo a los hijosde Israel: “No tomarás el nombre deJehová tu Dios en vano; porque nodará por inocente Jehová al que toma-re su nombre en vano” (Éxodo 20:7).

El Señor ha reafirmado ese manda-miento, mediante la revelación mo-derna, con estas palabras: “Recordadque lo que viene de arriba es sagrado,y debe expresarse con cuidado y por constreñimiento del Espíritu” (D. y C. 63:64).

Sean limpios en sus pensamien-tos. Dijo el Señor: “y háganse todas las cosas con pureza ante mí”(D. y C. 42:41).

Una mente sucia se expresa en unlenguaje profano y sucio. Una mente

limpia se expresa en un lenguaje posi-tivo, elevado, y en hechos que brin-dan felicidad al corazón.

Sean puros en la forma que tratana su cuerpo, en la manera de vestir yde actuar. No se hagan tatuajes. Si lohacen, algún día se arrepentirán deello. Sólo por medio de un procedi-miento doloroso y costoso se puedequitar un tatuaje.

Sean limpios, pulcros y ordenados.Una vestimenta desaliñada lleva a te-ner malos modales. No me preocupatanto lo que vistan, siempre y cuandoestén arreglados y limpios. Recuerdenel sueño de Joseph F. Smith. Mientrasse dirigía de prisa hacia la mansión,llevaba un pequeño bulto atado conun pañuelo. Después que se bañó y loabrió, encontró que tenía ropa limpia.Ya sea que bendigan o repartan laSanta Cena, luzcan lo mejor que pue-dan. Asegúrense de su aseo personal.

Y así, mis queridos hermanos, po-dría seguir. Podría hablarles de lo quesucede en internet y del uso de lacomputadora que lleva a pensamien-tos y acciones degradantes. Es sufi-ciente decir que es totalmenteinapropiado para ustedes que poseenel sacerdocio de Dios. Ustedes sonSus siervos escogidos, y han sido or-denados a algo santo y maravilloso.Ustedes no pueden vivir en el mundoy participar de las cosas del mundo,sino que tienen que estar por encimade todo eso.

Mis queridos hermanos, que elSeñor los bendiga. A ustedes, jóvenes,les digo que sigan estudiando.Cuando se casen tendrán la obliga-ción de mantener a su familia. Tienenpor delante un mundo de oportuni-dades, y la educación es la llave queabrirá esa puerta. Será la puerta de lamansión de la cual soñó Joseph F.Smith cuando era un muchacho quedormía en las montañas de Hawai.

Que Dios los bendiga, mis amadoshermanos. Hablen con el Señor enoración. Cultiven una relación con Él.Él es el Todopoderoso, y tiene poderpara levantarnos y ayudarnos. Ruegoque así sea, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

Dos niñas de la Estaca Cobán, Guatemala.

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Arriba: En la Estaca Uyuca, Tegucigalpa, Honduras,

tres generaciones de Santos de los Últimos Días

acuden a la conferencia. Izquierda: Niñas en

Vancouver, British Columbia, Canadá, asisten a la

transmisión de la conferencia.

Arriba: Leyendo la sección Amigos de la revista

Liahona en Sao Paulo, Brasil. Izquierda: Miembros

llegan al centro de reuniones para ver la

conferencia.

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Mis queridos hermanos, her-manas y amigos, vengo anteustedes con humildad y en

oración. Deseo hablar en cuanto alpoder sanador del perdón.

En los bellos collados del estadode Pensilvania, un grupo de cristianosdevotos lleva una vida sencilla sin eluso de automóviles ni electricidad nimaquinaria moderna. Trabajan ardua-mente, llevan una vida tranquila y enpaz separados del mundo. La mayoríade sus alimentos proviene de sus pro-pias granjas; las mujeres cosen, tejeny confeccionan su propia ropa, la cuales modesta y sencilla. A ellos se lesconoce como el pueblo Amish.

Un conductor de un camión de le-che, quien tenía treinta y dos años, vi-vía con su familia en la comunidad deNickel Mines. Él no era Amish, perosu ruta de trabajo lo llevaba por lasdiversas granjas lecheras Amish don-de se le llegó a conocer como el le-chero tranquilo. En octubre del añopasado perdió repentinamente todala razón y el control. En su menteatormentada culpaba a Dios por lamuerte de su primogénito y porotros recuerdos sin fundamento. Sinprovocación alguna entró violenta-mente en una escuela Amish dondedejó ir a los niños y a los adultos,pero ató a diez niñas. A ellas les dis-paró; mató a cinco e hirió a cinco;después de hacerlo, se quitó la vida.

Esa horrorosa violencia causó granangustia, pero no ira, entre los Amish.Había dolor, pero no odio; el perdónde ellos fue inmediato. En forma co-lectiva, procuraron tender una manode ayuda a la familia afligida del leche-ro. Mientras la familia de éste se reu-nía en su hogar después del atentado,un vecino Amish se acercó hasta allí yestrechó entre sus brazos al padre delresponsable fallecido y le dijo: “Losperdonaremos”1. Los líderes Amish vi-sitaron a la esposa y a los hijos del le-chero para dar su pésame, su perdóny ofrecerles ayuda y brindarles su

amor. Aproximadamente la mitad delcortejo fúnebre era Amish; a la vez,los Amish invitaron a la familia del le-chero a asistir al funeral de las niñasasesinadas. Una paz notable se esta-bleció entre los Amish a medida quesu fe los sostenía durante esta crisis.

Un residente local resumió con mu-cha elocuencia el período subsiguientea esta tragedia cuando dijo: “Todos ha-blábamos el mismo lenguaje, y no sóloel inglés, sino el lenguaje de la com-prensión, de la comunidad y del servi-cio; y, sí, el lenguaje del perdón”2. Fueuna increíble efusión de su fe absolutaen las enseñanzas del Señor en elSermón del Monte: “Haced bien a losque os aborrecen, y orad por los queos ultrajan”3.

La familia del lechero que mató alas cinco niñas hizo pública la siguien-te declaración:

“A nuestros amigos y vecinosAmish, y a la comunidad local:

“Nuestra familia desea que cadauno de ustedes sepa que nos con-mueve el perdón, la gracia y la miseri-cordia que nos han brindado. Suamor por nuestra familia ha ayudadoa proveer el consuelo que urgente-mente necesitábamos. Las oraciones,las flores, las tarjetas y los regalos quenos han dado nos conmueven el cora-zón de tal manera que no lo podemosdescribir con palabras. Su compasiónse ha extendido más allá de nuestrafamilia, más allá de la comunidad; estácambiando a nuestro mundo y poresto les agradecemos sinceramente.

“Deseamos que sepan que todo loque ha ocurrido ha destrozado nues-tro corazón. Nos encontramos llenosde pesar por todos nuestros vecinosAmish que hemos amado y seguire-mos amando. Sabemos que a todas lafamilias que han perdido a seres queri-dos les esperan muchos días difíciles,y por eso continuaremos poniendonuestra esperanza y confianza en elDios de todo consuelo, al procurar to-dos reconstruir nuestra vida”4.

¿Por qué todo el pueblo Amishpudo manifestar dicha expresión deperdón? Fue gracias a la fe en Dios yla confianza en Sus palabras, que

El poder sanadordel perdónP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Si somos capaces de perdonar a aquellos que nos hancausado dolor y daño, nos elevaremos a un nivel mayor deautoestima y de bienestar.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA1 d e a b r i l d e 2 0 0 7

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forman parte de su ser. Ellos se ven así mismos como discípulos de Cristo ydesean seguir Su ejemplo.

Al saber de tal tragedia, muchagente envió dinero a los Amish parapagar la asistencia médica de las cinconiñas sobrevivientes y para cubrir elcosto del funeral de las cinco asesina-das. Como una muestra adicional desu discipulado, los Amish decidieroncompartir parte del dinero con la viu-da del lechero y con sus tres hijos, yaque ellos también eran víctimas deesta terrible tragedia.

El perdón no es siempre instantá-neo tal como lo fue con los Amish.Cuando se ha abusado sexualmentede niños inocentes o cuando los hanmatado, la mayoría de nosotros nopiensa primero en el perdón. Nuestrareacción natural es el enojo; inclusoquizá nos sintamos justificados al de-sear “desquitarnos” con quienquieraque inflija daño a nosotros o a nuestrafamilia.

El doctor Sidney Simon, una desta-cada autoridad en el campo de reco-nocimiento de valores morales, hadado una definición excelente delperdón que se aplica a las relacioneshumanas:

“El perdón es liberar la energía queantes se consumía en tener rencores,guardar resentimientos y avivar heri-das que no han sanado, y luego darleun mejor uso. Es descubrir una vezmás la fortaleza que siempre tuvimosy usar nuestra capacidad ilimitadapara comprender y aceptar a otraspersonas y a nosotros mismos”5.

La mayoría de nosotros necesitatiempo para curar las heridas del dolory de la pérdida. Podemos encontrartodo tipo de excusas para posponer elperdón, una de las cuales es esperar aque el malhechor se arrepienta antesde perdonarlo; pero tal demora causaque perdamos la paz y felicidad quepodrían ser nuestras. La insensatez decontinuamente pensar en las heridasdel pasado no trae felicidad.

Algunos guardan rencores durantetoda una vida, sin saber que el perdo-nar valientemente a los que nos hanhecho mal es saludable y terapéutico.

El perdón llega con mayor facilidadcuando, al igual que los Amish, tene-mos fe en Dios y confiamos en Su palabra. Este tipo de fe “permite quela gente resista lo peor de la humani-dad y que piense en los demás; y loque es más importante, le permiteperdonar”6.

Todos nosotros sufrimos algunasheridas a raíz de experiencias que pa-recen no tener razón ni causa, y no lo-gramos entenderlas ni encontrarlesexplicación. Quizá nunca lleguemos asaber por qué suceden algunas cosasen esta vida. La razón de parte denuestro sufrimiento la conoce sólo elSeñor, pero, ya que ocurre, se debesoportar. El presidente Howard W.Hunter dijo: “Dios sabe lo que noso-tros no sabemos y ve lo que nosotrosno vemos”7.

El presidente Brigham Young pre-sentó esta profunda visión de que porlo menos parte de nuestro sufrimien-to tiene un propósito: “Cada calami-dad que pueda padecer todo sermortal será requerida de unos pocosa fin de prepararlos para que disfru-ten de la presencia del Señor… Todoproblema y experiencia por los cualesustedes hayan tenido que pasar sonnecesarios para su salvación”8.

Si somos capaces de perdonar aaquellos que nos han causado dolor y daño, nos elevaremos a un nivel

mayor de autoestima y de bienestar.Algunas investigaciones recientesmuestran que la gente a la que se leha enseñado a perdonar “no se enojatan fácilmente, tiene mayor esperan-za, sufre menos depresión, se preocu-pa menos y tiene menos estrés”, locual conduce a un mayor bienestar físico9. Otra de estas investigacionesconcluye que “el perdón… es un donliberador que la gente se puede dar así misma”10.

En nuestra época, el Señor nos haamonestado: “Debéis perdonaros losunos a los otros”, y después lo con-vierte en algo esencial cuando dice:“Yo, el Señor, perdonaré a quien seami voluntad perdonar, mas a vosotrosos es requerido perdonar a todos loshombres”11.

Una hermana que había pasadopor un doloroso divorcio recibió unsabio consejo de su obispo: “Haga unlugar en su corazón para el perdón, ycuando éste llegue, déle la bienveni-da”12. Para los Amish, ya estaba allí,porque que “el perdón es un compo-nente de [su] religión que sientenprofundamente”13. Su ejemplo de per-dón es una expresión sublime delamor cristiano.

Aquí, en Salt Lake City, en 1985, elobispo Steven Christensen, sin tenerculpa alguna, fue asesinado, cruel-mente y sin sentido, con una bombacuyo fin era quitarle la vida. Él era elhijo de Mac y Joan Christensen, el es-poso de Terri, y el padre de cuatro hi-jos. Con el consentimiento de suspadres, comparto con ustedes lo queellos aprendieron de esta experiencia.Después de este terrible hecho, losreporteros de los medios de comuni-cación siguieron sin cesar a integran-tes de la familia Christensen. En unaocasión esta intromisión de dichosmedios ofendió a un miembro de lafamilia a tal grado que Mac, el padrede Steven, tuvo que contenerlo.Luego Mac pensó: “Esta tragedia des-truirá a mi familia si no perdonamos.El veneno y el odio nunca cesarán sino los extirpamos de nuestro siste-ma”. La familia fue sanada y sintió pazal eliminar el enojo de su corazón, y

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 69

pudo perdonar al hombre que le ha-bía arrebatado la vida a su hijo.

Hace poco tuvimos aquí en Utahotras dos tragedias que demuestran lafe y el poder sanador del perdón.Gary Ceran demostró inmediatamen-te su perdón y su preocupación por elpresunto conductor ebrio de una ca-mioneta que chocó contra su automó-vil en Nochebuena, lo cual mató a suesposa y a sus dos hijos. En febrerode este año, el obispo ChristopherWilliams tuvo que tomar una decisióncuando un vehículo chocó contra elsuyo; ésta fue la de “perdonar incon-dicionalmente” al conductor que ha-bía causado el accidente para que elproceso de ser sanado pudiese llevar-se a cabo sin traba alguna14.

¿Qué podemos aprender de cir-cunstancias como éstas? Debemos re-conocer y admitir los sentimientos deenojo, lo cual requiere humildad, perosi nos arrodillamos y pedimos al PadreCelestial sentimientos de perdón, Élnos ayudará. El Señor nos requiere“perdonar a todos los hombres”15 pornuestro propio bien, ya que “el odioretrasa el crecimiento espiritual”16.Solamente al deshacernos del odio yde la amargura puede el Señor darconsuelo a nuestro corazón, tal comolo hizo con la comunidad Amish, conla familia Christensen, con la familiaCeran y con la familia Williams.

Por supuesto que la sociedad nece-sita que se le proteja de criminales ha-bituales, ya que “la misericordia nopuede robar a la justicia”17. El obispoWilliams habló muy bien de este con-cepto cuando dijo: “El perdón es unafuente de poder; pero no nos liberade las consecuencias”18. Cuando unatragedia ocurre, no debemos reaccio-nar procurando la venganza personal,sino más bien permitir que la justiciatome su curso y después dejar atrás latragedia; no es fácil hacerlo y vaciarnuestro corazón de un resentimientocada vez mayor. El Salvador nos haofrecido a todos una valiosísima pazpor medio de Su expiación, pero sólola podemos recibir si estamos dis-puestos a despojarnos de sentimien-tos negativos de ira, de rencor o de

venganza. Para todos los que perdo-nemos “a los hombres sus ofensas”19,aun a los que hayan cometido críme-nes graves, la Expiación nos brindauna medida de paz y de consuelo.

Recordemos que debemos perdo-nar para ser perdonados. Tal comodice la letra de uno de mis himnospreferidos: “Perdonando a los demás,Cristo nos perdonará”20. Con todo micorazón y mi alma, creo en el podersanador que podemos recibir al se-guir el consejo del Señor de “perdo-nar a todos los hombres”21. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■NOTAS

1. Joan Kern, “A Community Cries”, Lancaster

New Era, 4 de octubre de 2006, pág. A8.2. Helen Colwell Adams, “After That Tragic

Day, a Deeper Respect among English,Amish?”, Sunday News, 15 de octubre de2006, pág. A1.

3. Mateo 5:44.4. “Amish Shooting Victims”, www.800

padutch.com/amishvictims.shtml.5. Con Suzanne Simon, Forgiveness: How to

Make Peace with Your Past and Get On

with Your Life, 1990, pág. 19.

6. Marjorie Cortez, “Amish Response toTragedy Is Lesson in Faith, Forgiveness”,Deseret Morning News, 2 de enero de2007, pág. A13.

7. “Cuando una puerta se cierra, otra seabre”, Liahona, enero de 1988, pág. 57.

8. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Brigham Young, pág. 276.9. Fred Luskin, citado en Carrie A. Moore,

“Learning to Forgive”, Deseret Morning

News, 7 de octubre de 2006, pág. E1.10. Jay Evensen, “Forgiveness Is Powerful but

Complex”, Deseret Morning News, 4 de febrero de 2007, pág. G1.

11. D. y C. 64:9–10.12. “My Journey to Forgiving”, Ensign, febrero

de 1997, pág. 43.13. Donald Kraybill, citado en Colby Itkowitz,

“Flowers, Prayers, Songs: Families Meet atRoberts’ Burial”, Intelligence Journal, 9 deoctubre de 2006, pág. A1.

14. Véase Pat Reavy, “Crash Victim Issues a Callfor Forgiveness”, Deseret Morning News, 13 de febrero de 2007, pág. A1.

15. D. y C. 64:10.16. Orson F. Whitney, Gospel Themes, 1914,

pág. 144.17. Véase Alma 42:25.18. Deseret Morning News, 13 de febrero de

2007, pág. A8.19. Traducción de José Smith, Mateo 6:13.20. “Mansos, reverentes hoy”, Himnos, Nº 108.21. D. y C. 64:10.

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70

Recibí la impresión de hablarsobre el divorcio. Éste es untema delicado porque provoca

emociones muy fuertes en las perso-nas a las que ha afectado de algunaforma. Algunos se ven a sí mismos o a sus seres queridos como vícti-

mas del divorcio, mientras que otrosse ven como sus beneficiarios.Algunos ven el divorcio como pruebadel fracaso, mientras que otros consideran que es una compuertaesencial para escapar del matrimo-nio. En una forma u otra, el divorcioafecta a la mayoría de las familias de la Iglesia.

Sea cual fuere su perspectiva, ten-gan a bien escuchar mientras intentohablar con franqueza sobre los efec-tos del divorcio en las relaciones familiares eternas que procuramosobtener de acuerdo con el plan delEvangelio. Hablo de ello por preocu-pación, pero con esperanza.

I.Vivimos en un mundo en el que

el concepto total del matrimonio está en peligro y en el que el divorcioes común.

Muchos han reemplazado el con-cepto de que la sociedad tiene unfuerte interés en preservar los matri-monios para el bien común, así comopara el bien de la pareja y de sus hijos,por la idea de que el matrimonio sóloes una relación privada entre adultosque están de acuerdo y al cual se lepuede dar fin cuando cualquiera delos dos así lo desee1.

Las naciones que no tenían leyesde divorcio las han adoptado, y la ma-yoría de las que permiten el divorciohan hecho que sean más fáciles deobtener. Lamentablemente, según lasleyes actuales de divorcio por consen-timiento mutuo, puede ser más fácildar fin a una relación matrimonial conun cónyuge no deseado que dar fin auna relación laboral con un empleadono deseado. Algunos incluso se refie-ren al primer matrimonio como el“matrimonio inicial”, como una pe-queña casa que uno utiliza por untiempo antes de conseguir una mejor.

El debilitamiento del concepto deque los matrimonios son permanen-tes y de gran valor tiene consecuen-cias de gran alcance. Algunos jóvenesrechazan el matrimonio, influenciadospor el divorcio de sus padres o por lasideas populares de que el matrimonioes un grillete con cadenas que impidela realización personal. Muchos de losque se casan retienen su dedicacióncompleta, y están prestos para huir

cuando se les presenta el primer de-safío de carácter serio.

En contraste, los profetas moder-nos nos han advertido que ver el ma-trimonio “como un simple contratoque se puede firmar cuando se de-see… y romper a la primera dificul-tad… es un mal que amerita unacondenación severa”, especialmenteen los casos en los que se hace sufrira los hijos2.

En la antigüedad, e incluso bajo al-gunas leyes tribales en algunos paísesdonde ahora contamos con miem-bros, los hombres tienen el poder dedivorciarse de sus esposas por cual-quier cosa trivial. El Salvador rechazóeste tipo de opresión perversa hacialas mujeres. Él declaró:

“Por la dureza de vuestro corazónMoisés os permitió repudiar a vuestrasmujeres; mas al principio no fue así.

“Y yo os digo que cualquiera querepudia a su mujer, salvo por causa defornicación, y se casa con otra, adulte-ra; y el que se casa con la repudiada,adultera” (Mateo 19:8–9).

El tipo de matrimonio que se re-quiere para la exaltación, de duracióneterna y de calidad divina, no conside-ra el divorcio. En los templos delSeñor, las parejas se casan por toda laeternidad; pero algunos matrimoniosno progresan hacia ese ideal. A causade “la dureza de [nuestros] corazo-nes”, el Señor actualmente no hacevaler las consecuencias de la normacelestial. Permite que las personas di-vorciadas se vuelvan a casar sin lamancha de inmoralidad especificadaen la ley superior. A menos que unmiembro divorciado haya cometidotransgresiones graves, él o ella puedereunir los requisitos para obtener unarecomendación para el templo enbase a las mismas normas de dignidadque se aplican a los otros miembros.

II.Hay muchos buenos miembros de

la Iglesia que se han divorciado. Leshablo primeramente a ellos. Sabemosque muchos de ustedes son víctimasinocentes: miembros cuyos ex cónyu-ges continuamente faltaron a los

El divorcioÉ L D E R D A L L I N H . O A K SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Un buen matrimonio no requiere un hombre o una mujerperfectos; sólo requiere un hombre y una mujer dispuestos aesforzarse juntos por alcanzar la perfección.

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convenios sagrados o abandonaron orehusaron llevar a cabo responsabili-dades del matrimonio por largo tiempo. Los miembros que han expe-rimentado este tipo de abuso sabenpor experiencia propia que hay algopeor que el divorcio.

Cuando un matrimonio está muer-to y no tiene esperanza de renacer, esnecesario tener un medio para darlefin. Vi ejemplos de ello en las Filipinas.Dos días después de su matrimonioen el templo, un esposo abandonó asu joven esposa y no se ha sabido deél por más de diez años. Una mujer ca-sada huyó y obtuvo el divorcio en otropaís, pero su esposo, abandonado, to-davía está casado ante la ley filipina. Yaque no hay estipulación para el divor-cio en ese país, estas víctimas inocen-tes del abandono no tienen manera dedar fin a su condición de casados y se-guir adelante con su vida.

Sabemos que algunos contemplansu divorcio con remordimiento porsu culpa parcial o predominante enla separación. Todos los que han pa-sado por el divorcio conocen el do-lor y la necesidad del poder sanadory de la esperanza que proviene de laExpiación. Ese poder sanador y esaesperanza están al alcance de ellos ytambién del de sus hijos.

III.Ahora deseo hablar a los miembros

casados, especialmente a aquellosque estén considerando el divorcio.

Encarecidamente les insto a uste-des y a los que los aconsejan que seenfrenten a la realidad de que, para lamayoría de los problemas matrimonia-les, el remedio no es el divorcio sinoel arrepentimiento. Con frecuencia lacausa no es la incompatibilidad, sinoel egoísmo; el primer paso no es la se-paración, sino el cambio. El divorciono es la solución a todos los proble-mas y a menudo causa sufrimiento.Un amplio estudio internacional delos niveles de felicidad antes y des-pués de “un acontecimiento impor-tantísimo” descubrió que, por logeneral, las personas tienen muchomás éxito en recuperarse tras la

muerte de un cónyuge que tras un di-vorcio3. Los cónyuges que tengan laexpectativa de que el divorcio resolve-rá el conflicto suelen darse cuenta deque lo empeora, puesto que las com-plejidades que siguen al divorcio, enespecial cuando hay niños, generannuevos conflictos.

Piensen primero en los hijos. Yaque el divorcio separa los intereses delos hijos de los de los padres, los hijosson las primeras víctimas. Los estudio-sos de la vida familiar nos dicen que lacausa principal del deterioro que exis-te del bienestar de los hijos es el debi-litamiento actual del matrimonio, ya

que la inestabilidad familiar disminuyela participación y el interés que los pa-dres invierten en la vida de sus hijos4.Sabemos que los hijos que crecen enun hogar donde sólo hay un padredespués del divorcio están bajo mu-cho mayor riesgo de abusar de lasdrogas y del alcohol, de estar involu-crados en promiscuidad sexual, de notener un buen rendimiento en la es-cuela y de ser más susceptibles a servíctimas de diversos maltratos.

Una pareja que tenga problemasmatrimoniales graves debe hablar consu obispo. Como juez del Señor, lesdará consejo y quizá también imparta

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disciplina que lleve a la cura.Los obispos no aconsejan a los

miembros que se divorcien, pero pue-den ayudarles con las consecuenciasde sus decisiones. De acuerdo con laley del Señor, un matrimonio, talcomo una vida humana, es algo valio-so y viviente. Si nuestro cuerpo estáenfermo, nos preocupamos por sa-narlo; no nos damos por vencidos.Siempre que haya posibilidad de vida,buscamos ser sanados, una y otra vez.El caso debería ser el mismo connuestro matrimonio, y, si buscamos alSeñor, Él nos ayudará y nos sanará.

Los cónyuges santos de los últimosdías deben hacer todo lo que esté ensus manos para salvar su matrimonio;deben seguir el consejo de enriquecerel matrimonio que se encuentra en elmensaje de la Primera Presidencia enel ejemplar de abril de 2007 de la revis-ta Liahona5. A fin de evitar la llamada“incompatibilidad”, deben ser mejoresamigos el uno del otro, amables y con-siderados, sensibles a las necesidades

del otro, siempre tratando de que elotro sea feliz. Deben ser socios en laadministración económica de la fami-lia, trabajando juntos para regular susdeseos de cosas temporales.

Claro que puede haber ocasionesen que uno de los cónyuges falle y elotro quede herido y sienta dolor.Cuando eso suceda, el ofendido debesopesar las desilusiones actuales conlo bueno del pasado y las perspectivasprometedoras del futuro.

No atesoren los agravios del pasa-do, procesándolos una y otra vez. Enuna relación matrimonial, el resenti-miento es destructivo; perdonar es di-vino (véase D. y C. 64:9–10). Supliquenla guía del Espíritu del Señor, a fin deperdonar las ofensas (tal como el pre-sidente Faust nos acaba de enseñar tanhermosamente), superar las faltas yfortalecer su relación.

Si ya están descendiendo al bajo nivel de un matrimonio sólo de nom-bre, tengan a bien tomarse de lamano, arrodillarse y en oración

suplicar la ayuda y el poder sanadorde la Expiación. Sus súplicas humildesy en unión los acercarán al Señor y eluno al otro, y les ayudarán en el difícilascenso de regreso a la armonía matrimonial.

Tengan a bien considerar estas ob-servaciones de un sabio obispo quetenía mucha experiencia en aconsejara miembros con problemas matrimo-niales. Hablando de aquellos que conel tiempo se divorciaron, dijo:

“Casi siempre, toda pareja o perso-na dijo que reconocía que el divorciono era algo bueno, pero todos insistie-ron en que su situación era diferente.

“Casi siempre, se concentraron enla falta del cónyuge y atribuyeronpoca responsabilidad a su propiocomportamiento. La comunicación sehabía marchitado.

“Casi siempre, veían hacia atrás, sinestar dispuestos a dejar la carga delcomportamiento del pasado a un ladodel camino y seguir adelante.

“En algunos de los casos, había pe-cados graves de por medio, pero lamayoría de las veces, simplemente ‘yano se amaban’ y decían: ‘Ya no satisfa-ce mis necesidades’ o ‘Ha cambiado’.

“A todos les preocupaban las con-secuencias para los hijos, pero siem-pre llegaban a la conclusión de que‘es peor que nos tengan juntos y queestemos peleando’ ”.

En contraste, las parejas que siguie-ron el consejo del obispo y permane-cieron juntos se convirtieron enmatrimonios aún más fuertes. Esaperspectiva se inició con el compromi-so mutuo de guardar los mandamien-tos, de mantenerse activos al asistir ala Iglesia, de leer las Escrituras y orar, y de esforzarse por superar sus faltas.“Reconocieron la importancia y el po-der de la Expiación para su cónyuge ypara ellos mismos” y “ellos fueron pa-cientes y siguieron intentándolo una yotra vez”. Cuando las parejas a las queaconsejaba hacían estas cosas, arre-pentirse y esforzarse por salvar su ma-trimonio, este obispo informó que “elciento por ciento de las veces se logra-ba una recuperación”.

Aun aquellos que piensen que su

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cónyuge tenga toda la culpa no debenactuar precipitadamente. Un estudiono encontró “evidencia alguna de queel divorcio o la separación típicamen-te hiciera que los adultos fueran másfelices que si hubieran permanecidoen un matrimonio desdichado. Dosde tres adultos en matrimonios desdi-chados que evitaron el divorcio afir-maron estar felizmente casados cincoaños después”6. Una mujer que per-sistió en un matrimonio intolerablepor muchos años hasta que terminóde criar a los hijos, explicó: “Habíatres integrantes en nuestro matrimo-nio: mi esposo y yo, y el Señor. Medije a mí misma que si dos de noso-tros podíamos perseverar, podríamossalvar ese matrimonio”.

El poder de la esperanza que se ex-presa en estos ejemplos a veces se verecompensado con el arrepentimien-to y el cambio, pero en ocasiones noes así. Las circunstancias personalesvarían grandemente. No podemoscontrolar a los demás ni ser responsa-bles de sus decisiones, aun cuandotengan un impacto tan doloroso ennosotros. Estoy seguro de que elSeñor ama y bendice a los esposos y a las esposas que con amor intentanayudar al cónyuge que está luchandocon problemas tan profundos comolo son la pornografía u otros compor-tamientos adictivos, o con consecuen-cias de abuso infantil a largo plazo.

Sea cual fuere el resultado, e inde-pendientemente de cuán difícilessean sus experiencias, ustedes tienenla promesa de que no se les negaránlas bendiciones de relaciones familia-res eternas si aman al Señor, guardanSus mandamientos y simplemente ha-cen todo lo que esté dentro de susposibilidades. Cuando el pequeñoJacob sufrió “aflicciones y mucho pe-sar” como resultado de las accionesde otros miembros de la familia, supadre Lehi le aseguró: “Tú conoces lagrandeza de Dios; y él consagrará tusaflicciones para tu provecho” (2 Nefi2:2). De forma similar, el apóstolPablo nos aseguró que “a los queaman a Dios, todas las cosas les ayu-dan a bien” (Romanos 8:28).

IV.Para concluir, deseo hablar breve-

mente a los que están pensando encasarse. La mejor manera de evitar di-

vorciarse de un cónyuge infiel, queabusa o que no coopera, es evitar ca-

sarse con una persona de este tipo. Sidesean casarse bien, averigüen bien.Las relaciones que se basan sólo en“pasar tiempo juntos” o intercambiarinformación por Internet no son unabase suficiente para casarse. Debensalir juntos, seguido de un cortejoprudente, reflexivo y concienzudo.Deben tener suficientes oportunida-des para experimentar el comporta-miento del posible cónyuge en unavariedad de circunstancias. Los pro-metidos deben aprender todo lo quepuedan en cuanto a las familias a lasque dentro de poco se unirán pormedio del matrimonio. Con todoesto, debemos darnos cuenta de queun buen matrimonio no requiere unhombre o una mujer perfectos; sólorequiere un hombre y una mujer dis-puestos a esforzarse juntos por alcan-zar la perfección.

El presidente Spencer W. Kimballenseñó: “Dos personas que esténconsiderando el matrimonio deben

darse cuenta de que ese estado legalno garantiza automáticamente la feli-cidad que tanto esperan, sino queese convenio significa sacrificarse,compartir y aun renunciar a ciertaslibertades personales; significa unalarga y ardua economía; significa hi-jos que traen consigo cargas econó-micas, de servicio, de cuidado ypreocupación; pero también signifi-ca la más profunda y dulce de todaslas emociones”7.

Por experiencia personal, testificode la dulzura del matrimonio y de lavida familiar que en la proclamaciónsobre la familia se describe como fun-dada en “la solemne responsabilidad[del esposo y de la esposa] de amarsey cuidarse el uno al otro, y también asus hijos” y “en las enseñanzas delSeñor Jesucristo”8. Testifico que Él esnuestro Salvador y oro en Su nombre,rogando por todos los que luchan porobtener las bendiciones supremas deuna familia eterna. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Bruce C. Hafen, Covenant Hearts,

2005, págs. 37–39; Allan Carlson,Fractured Generations, 2005, págs. 1–13;Bryce Christensen, Divided We Fall, 2006,págs. 44–45.

2. David O. McKay, en Conference Report,abril de 1969, págs. 8–9; ó “Structure of theHome Threatened by Irresponsibility andDivorce”, Improvement Era, junio de 1969,pág. 5.

3. Richard E. Lucas, “Adaptation and the Set-Point Model of Subjective Well-Being:Does Happiness Change After Major LifeEvents?”, Current Directions inPsychological Science, abril de 2007, sepuede conseguir en www.psychologicalscience.org.

4. Véase Jean Bethke Elshtain y DavidPopenoe, “Marriage in America”, citado enBruce C. Hafen, Vital Speeches of the Day,15 de octubre de 1995, pág. 18; véase tam-bién “Marriage and the Public Good: TenPrinciples”, (2006), pág. 24.

5. James E. Faust, “Enriquezcan su matrimo-nio”, Liahona, abril de 2007, págs. 3–6.

6. Linda J. Waite and others, “Does DivorceMake People Happy?” Findings from aStudy of Unhappy Marriages (Institute forAmerican Values), [2002], véase la pág. 6;véanse también los estudios citados en“Marriage and the Law, A Statement ofPrinciples”, (Institute for American Values,2006), págs. 21.

7. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Spencer W. Kimball, pág. 216.

8. “La familia: Una proclamación para el mun-do”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49.

Una pareja asiste a la conferencia en

Lima, Perú.

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Mi tema el día de hoy se basaen algo que el presidenteHinckley dijo en la conferen-

cia general de abril de 1973.Yo acababa de regresar a casa des-

pués de servir en mi misión y parecíaque había tanto en mi porvenir. ¿Seríacapaz de tomar siempre las decisionescorrectas durante mi vida?

Entonces, el que en aquel tiempoera el élder Gordon B. Hinckley, hablóde su encuentro con un joven oficialnaval de Asia. El oficial no había sido

cristiano, pero durante un entrena-miento en los Estados Unidos, habíaaprendido en cuanto a la Iglesia y sehabía bautizado. Ahora se preparabapara regresar a su tierra natal.

El presidente Hinckley le pregun-tó al oficial: “Los de su pueblo noson cristianos, ¿qué sucederá cuandoregrese a casa convertido en cristia-no y, particularmente, en un cristianomormón?”.

La expresión del oficial se ensom-breció, y contestó: “Mi familia estarámuy desilusionada… En cuanto a mifuturo y mi carrera, quizás se me nie-gue toda oportunidad”.

El presidente Hinckley preguntó:“¿Está dispuesto a pagar un precio tanalto por el Evangelio?”.

Con los ojos obscuros humedeci-dos por las lágrimas, le contestó conuna pregunta: “Es verdadero, ¿no es así?”.

El presidente Hinckley respondió:“Sí, es verdadero”.

A eso, el oficial le respondió:“Entonces, ¿qué importa lo demás?”1.

A lo largo de los años, he reflexio-nado en esas palabras: “Es verdadero,¿no es así? Entonces, ¿qué importa lo

demás?”. Estas preguntas me han ayu-dado a poner los asuntos difíciles enla perspectiva correcta.

La causa en la cual trabajamos esverdadera; respetamos las creenciasde nuestros amigos y vecinos; todossomos hijos e hijas de Dios y pode-mos aprender mucho de otros hom-bres y mujeres de fe y de bondad,como el presidente Faust nos enseñótan bien.

No obstante, sabemos que Jesús esel Cristo y que ha resucitado. En nues-tra época, por medio del profeta JoséSmith, el sacerdocio de Dios ha sidorestaurado. Poseemos el don delEspíritu Santo; el Libro de Mormón eslo que declaramos que es; las prome-sas del templo son ciertas. El Señormismo ha declarado la misión única ysingular de La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días de seruna “luz al mundo y… un mensajero…[para preparar] el camino delante de[Él]”2 mientras “[rueda] el evangeliohasta los extremos de [la tierra]”3.

Es verdadero, ¿no es así? Entonces,¿qué importa lo demás?

Por supuesto, para todos nosotros,hay otras cosas que importan.Cuando oí el discurso del presidenteHinckley a la edad de veintiún años,tenía que concentrarme en mis estu-dios; necesitaba empleo para seguiren la escuela; de alguna manera teníaque encontrar la forma de convencera una señorita especial que debíaarriesgarse a casarse conmigo, y dis-frutaba de otras actividades sanas.

¿Cómo encontramos nuestro cami-no a través de las muchas cosas queson importantes? Simplificamos y pu-rificamos nuestra perspectiva.Algunas cosas son malas y se debenevitar; algunas son agradables; otrasson importantes y algunas cosas sonabsolutamente indispensables. ElSalvador dijo: “Esta es la vida eterna:que te conozcan a ti, el único Diosverdadero, y a Jesucristo, a quien hasenviado”4.

La fe no es sólo un sentimiento,sino una decisión; junto con la ora-ción, el estudio, la obediencia y losconvenios, edificamos y fortalecemos

Es verdadero, ¿no es así?Entonces, ¿quéimporta lo demás?É L D E R N E I L L . A N D E R S E NDe la Presidencia de los Setenta

Nuestra convicción del Salvador y de Su obra en los últimosdías se convierte en el poderoso lente a través del cualjuzgamos todo lo demás.

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nuestra fe. Nuestra convicción delSalvador y de Su obra en los últimosdías se convierte en el poderoso lentea través del cual juzgamos todo lo de-más; y entonces, cuando nos encon-tramos en el crisol de la vida, tenemosla fortaleza de tomar el curso correcto.

El presidente Hinckley lo dijo de lasiguiente manera: “Cuando el hombrees motivado por grandes y poderosasconvicciones de la verdad, es cuandose autodisciplina, no por las deman-das que la Iglesia ejerce sobre él, sinoa causa del conocimiento que lleva enel corazón”5.

¿Estamos lo suficientemente moti-vados por grandes y poderosas convic-ciones de la verdad? ¿Reflejan nuestrasdecisiones esa motivación? ¿Estamosllegando a ser quienes queremos lle-gar a ser? Es verdadero, ¿no es así?Entonces, ¿qué importa lo demás?

Sabemos lo que es correcto. Hacealgunos años, mi esposa Kathy se en-contraba con nuestros nietos mien-tras los padres habían salido. Nuestronieto de cuatro años empujó confuerza a su hermano menor; despuésde consolar al pequeñito que lloraba,ella se volvió al niño de cuatro años yle preguntó suavemente: “¿Por quéempujaste a tu hermanito?”. Él miró asu abuelita y le respondió: “Lo siento,Mimi; perdí mi anillo de HLJ y no pue-do hacer lo justo”. Debemos tenercuidado porque las excusas puedenobstruir nuestro progreso.

En el corazón de los Santos de losÚltimos Días de las naciones de todoel mundo se encuentran “grandes ypoderosas convicciones de la verdad”.Esta fortaleza de fe impulsa hacia ade-lante la obra del reino.

Hace muchos años, mi esposa y yonos encontrábamos junto a una va-liente hermana de Francia cuando suesposo, que tenía menos de cuarentaaños, cruzó el velo. La responsabili-dad de enseñar y de guiar con recti-tud ella sola a sus cuatro pequeñitosparecía una tarea abrumadora; sinembargo, dieciséis años después, sushijos han regresado de misiones y suhija está sellada en el templo.

Conozco a un hermano de Brasil

que se unió a la Iglesia a los dieciséisaños; era el único miembro de su fa-milia. Cuando llegó el tiempo para sa-lir en una misión, sus padres seopusieron. Durante la misión, nuncarecibió noticias de ellos y al terminar,regresó a casa de su obispo. Sin em-bargo, este relato tiene un final feliz,ya que ahora tiene una bella familia,es cirujano dental y sus padres deseanque él despierte el interés de sus her-manos en la Iglesia.

Conozco a un hermano de un paíslatinoamericano que, después de subautismo, tomó la determinación deque no sólo sería honrado en el pagode los diezmos, sino que también pa-garía íntegramente sus impuestos, locual era algo que sus competidoresen los negocios no hacían. El Señor lobendijo por su honradez.

Muchos sacrificios se efectúan dis-cretamente: ex misioneros que noaplazan la responsabilidad de buscar asu compañera eterna; mujeres rectasque desean hijos y que dedican suvida a criarlos con amor y en la ver-dad; familias que con prudencia limi-tan las influencias de los medios decomunicación y de internet, los cua-les pueden empañar su espíritu; cón-yuges que logran darse tiempo paraestar juntos en el templo.

Los hijos también pueden desarro-llar ese lente de fe. Hace poco, enSeúl, Corea, conocí a unos jóvenesque, a causa del riguroso horario es-colar, llegan muy tarde a casa todoslos días, pero aún así, asisten a semi-nario a las 6:00 de la mañana, cincodías a la semana. Sé de un niño beis-bolista de ocho años, la estrella delequipo, que por su propia cuenta, leexplicó al entrenador el motivo por elcual él no iba a participar en la final,que se iba a llevar a cabo en domingo.

Solamente Dios conoce muchosde los actos discretos de profunda fe,pero éstos quedan registrados en elcielo. Es verdadero, ¿no es así?Entonces, ¿qué importa lo demás?

El Salvador dijo: “Buscad primera-mente el reino de Dios y su justicia, ytodas estas cosas os serán añadidas”6.

Testifico que es verdadero y que síimporta. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Véase Gordon B. Hinckley, “La verdadera

fortaleza de la Iglesia”, Liahona, julio de1973, pág. 48. Véase también el mensaje dela Primera Presidencia, “¿No es acaso la ver-dad?”, Liahona, julio de 1993, pág. 2.

2. Véase D. y C. 45:9.3. D. y C. 65:2.4. Juan 17:3.5. Véase Liahona, febrero de 1974, págs. 43–44.6. Mateo 6:33.

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Amo el Libro de Mormón; con-tiene relatos maravillosos paralos niños de todas las edades y,

más importante aún, enseña leccio-nes eternas que suelen repetirse enlas canciones de la Primaria.

Por ejemplo, en la canción acercadel ejército de Helamán se encuentrauna gran lección. Nosotros cantamos:“Como el ejército de Helamán, debe-mos obedecer”1. Muchos de nosotrostambién podemos cantar: “De buenospadres que aman a Dios nosotroscomo Nefi pudimos nacer”2.

Mi mensaje de hoy es para uste-des, los miembros de primera gene-ración que tal vez hayan nacido debuenos padres pero a quienes no seles enseñó el Evangelio en el hogar.En vez de ser como el ejército de

Helamán, a quienes “sus madres leshabían enseñado que… Dios los li-braría” (Alma 56:47), ustedes quizássean como los padres de ellos, los delpueblo de Ammón, que crecieronsiendo incrédulos.

Tal vez sería útil repasar la historiadel pueblo de Ammón: ellos eran la-manitas a quienes Ammón, Aarón yotros les enseñaron el Evangelio (véase Alma 23:1–4). Cuando acepta-ron el Evangelio, esos lamanitas se pusieron el nombre de anti-nefi-lehitas, y más tarde se les llamó el pueblo de Ammón (véase Alma23:16–17; 27:23–26). Los hijos de este pueblo de Ammón fueron elejército de Helamán que ayudó a luchar contra los lamanitas que no se habían convertido (véase Alma56:3–6).

De modo que la fortaleza del ejér-cito de Helamán en realidad empezócon sus padres, que eran el pueblode Ammón. Ellos fueron los que primeramente aprendieron elEvangelio de las Escrituras; fueronlos que aprendieron acerca del po-der de la oración y los que primera-mente hicieron convenios con elSeñor y los guardaron. Y de la mismaforma que dio comienzo con ellos,da comienzo con ustedes; comomiembros de primera generación,ustedes son los que empiezan el ciclo de enseñar y fortalecer a la próxima generación.

Las EscriturasAarón, que fue un gran misionero,

utilizó las Escrituras para enseñarles alrey lamanita y al pueblo de Ammón encuanto a la fe y el arrepentimiento, ysobre Jesucristo y el plan de felicidad(véase Alma 22:12–14; 23:4–5). Hoy endía, la lectura y el estudio de lasEscrituras siguen edificando nuestra fe,nos ayudan a resistir la tentación y nospermiten acercarnos más a nuestroPadre Celestial y a Su Hijo Jesucristo.

Sin embargo, la lectura de lasEscrituras puede ser un reto para to-dos. El presidente Boyd K. Packer rela-ta en cuanto a sus primeros intentosde leer el Libro de Mormón cuandoera adolescente. Él cuenta: “Lo abrí yleí: ‘Yo, Nefi, nací de buenos padres’ (1 Nefi 1:1)… Era interesante y pudeseguir bien la lectura hasta que lleguéa los capítulos de Isaías… Unos mesesmás tarde decidí leer el Libro deMormón de nuevo y leí: ‘Yo, Nefi, nacíde buenos padres’, pero cada vez queleía llegaba a la barrera de los capítulosde Isaías… Finalmente decidí leerlos”3.

Naturalmente, el presidente Packerlos leyó. La perseverancia es la clave.Con cada lectura de las Escrituras, laspalabras desconocidas cobrarán signifi-cado; leeremos acerca de héroes y ac-tos grandiosos de valor; aprenderemosen cuanto a las entrañables misericor-dias del Señor y, sobre todo, podremossentir el amor de Dios y saber queJesucristo es nuestro Salvador.

La oraciónLa oración es otro medio para edi-

ficar la fe. Cuando el rey lamanita de-seaba saber lo que debía hacer pararecibir el gozo del Evangelio, oró alSeñor (véase Alma 22:16–17). A noso-tros también se nos promete que, sipedimos, nos será dado.

Stanley, un investigador de 19 añosde Hong Kong, estaba entusiasmadocon el Evangelio y deseaba ser bautiza-do, hasta que sus amigos criticaron laIglesia. Se reunió con los misionerosque testificaron que Dios lo quería losuficiente como para contestar su ora-ción. Lo invitaron a arrodillarse y apreguntarle a nuestro Padre Celestial

Una lección delLibro de MormónV I C K I F. M AT S U M O R ISegunda Consejera de la Presidencia General de la Primaria

Como miembros de primera generación, ustedes son los queempiezan el ciclo de enseñar y fortalecer a la próximageneración.

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si las enseñanzas eran verdaderas; pri-mero un compañero y luego el otroofrecieron una corta oración; después,Stanley oró. Al terminar su humildeoración, le preguntaron: “Stanley,¿cómo te sientes?”. Éste levantó la ca-beza lentamente y casi en un susurrocontestó: “Bautismo, bautismo”4.

Los conveniosPor último, el hacer convenios y

guardarlos también aumenta la fe. Elpueblo de Ammón hizo convenio “deque antes que derramar la sangre desus hermanos, ellos darían sus pro-pias vidas” (Alma 24:18).

Al ser bautizados hacemos conve-nio y tomamos sobre nosotros elnombre de Cristo. Al tomar la SantaCena recordamos esos convenios, ycuando los guardamos podemos tenerla compañía constante del EspírituSanto. Es el Espíritu Santo, o sea, elConsolador, el que nos enseña “todaslas cosas” (Juan 14:26).

Una hermana de la ciudad deMéxico tenía 16 años cuando los mi-sioneros llegaron a su puerta; ellacuenta que a medida que ellos le en-señaban con el Espíritu, “fue como sime hubiesen quitado la venda de losojos y el Señor me estuviese despe-jando el entendimiento… La palabrade Dios y mis oraciones me fortale-cieron para superar mi siguiente reto,el de enfrentar a mi padre. Cuandomi familia me rechazó por causa demi bautismo, el Espíritu del Señor mefortaleció con el susurro: ‘Continúa;sigue adelante. Algunos de tus fami-liares llegarán a ser miembros de laIglesia’”5.

Las Escrituras, la oración y el hacerconvenios y guardarlos no sólo ayuda-ron al pueblo de Ammón, sino tam-bién a los miembros de primerageneración de todas partes, incluyén-dome a mí, ya que, aunque nací debuenos padres, en mi hogar no se meenseñó el Evangelio. No obstante, mispadres me enseñaron valores moralesy el buen comportamiento. Recuerdocuando mi padre, que no era miem-bro, me ayudó a escribir el primer dis-curso que di en la Iglesia. El tema

asignado era la honradez, y en vez decitar el decimotercer Artículo de Fe,usamos el ejemplo de AbrahamLincoln, un hombre que se destacópor su honradez, y a quien se le cono-cía por el apodo de Honest Abe

(Honrado Abe).Las maestras de la Primaria, las líde-

res de las Mujeres Jóvenes y los líderesdel sacerdocio fueron quienes mebrindaron la instrucción del Evangelio.Cuando tenía siete años, mi maestrade la Escuela Dominical de menoresnos enseñó sobre la oración y yo tuveel deseo de orar; nos enseñó sobre losdiezmos y yo quise pagar el diezmo;nos enseñó acerca del ayuno y… bue-no, sólo tenía siete años de edad y noquise ayunar; pero cuando nos ense-ñó sobre el bautismo, quise ser bauti-zada. Estoy agradecida por mis buenospadres que me apoyaron en mi deci-sión y que más tarde también llegarona ser miembros de la Iglesia.

Comienza con nosotrosLos del pueblo de Ammón vivie-

ron el Evangelio y “eran firmes en la fe de Cristo, aun hasta el fin”(Alma 27:27). Comenzó con ellos y

comienza con nosotros. Comomiembros de primera generaciónque hemos adquirido un testimonio,ahora tenemos la responsabilidad de enseñar a los niños de hoy.Debemos enseñarles en casa y en las clases; debemos enseñarles la palabra de Dios de las Escrituras; debemos enseñarles el poder de laoración y debemos enseñarles lasbendiciones que se reciben al hacerconvenios y guardarlos. Y si les ense-ñamos, ellos podrán decir:

Como el ejército de Helamán,

debemos obedecer.

Seremos misioneros del Señor

llevando al mundo su verdad6.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. “Llevaremos Su verdad al mundo”,

Canciones para los niños, pág. 92.2. Canciones para los niños, pág. 92.3. “Principios de la enseñanza y del aprendi-

zaje", Reunión Mundial de Capacitaciónde Líderes, febrero de 2007; en Liahona,junio de 2007, pág. 53.

4. Correspondencia personal.5. Correspondencia personal.6. Canciones para los niños, pág. 92.

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Hace un tiempo, tuve una con-versación muy agradable conuna jovencita de 16 años. Me

enteré que ella era el único miembrode la Iglesia en su escuela de ense-ñanza secundaria. Le pregunté:“¿Cuál es el desafío más grande alcual te enfrentas por ser el únicomiembro?”.

Ella lo pensó y luego me dio unarespuesta muy inteligente: “Creer quealgo es verdad cuando todos los de-más creen que es falso, y creer quealgo está mal cuando todos los demáscreen que está bien”.

Le hice una segunda pregunta:“¿Sabes que José Smith es un profetade Dios?”. Su respuesta fue: “Creoque sí, pero no estoy segura”.

Esta mañana quisiera preguntar alos jóvenes de Iglesia alrededor delmundo: “¿Lo saben?”.

La primera vez que supe que teníaun testimonio de José Smith fue cuan-do apenas tenía 11años y mis padres

me llevaron a la Manzana del Temploen Salt Lake City.

Mi pasatiempo favorito era colec-cionar todo lo que se ofrecía gratis.Creo que llegué a ser un experto enobtener cosas gratis; yo preguntaba:“¿Es esto gratis?”; después de una res-puesta afirmativa, extendía la mano, amis once años, y decía: “Gracias, ¿eseso también gratis? ¡Gracias!”. A vecesalguien me decía: “No, lo siento, esoscuestan cinco centavos”. Sin desani-marme, inclinaba la cabeza y con grandesilusión decía: “Ah, siempre quiseleer ese folleto, pero no tengo dinero.¡Gracias!”; y siempre me los daban. Laverdad es que nunca los leía, sino quelos coleccionaba.

Sin embargo, en ese viaje en parti-cular, mientras esperaba a mis padresa solas en nuestro Chevrolet 1948, meencontraba muy aburrido. En la de-sesperación, miré hacia el asiento y vimi montón de material gratis; enton-ces tomé un folleto con el título: José

Smith cuenta su propia historia, y loempecé a leer.

Estaba fascinado y mi corazón esta-ba lleno de gozo. Cuando terminé deleerlo, me vi en el espejo retrovisor, ypara mi sorpresa, estaba llorando. Enaquel entonces no entendía, pero aho-ra comprendo. Había sentido el testi-monio del Espíritu; mis padres noestaban allí, mi hermana no estaba allí;ni tampoco mi maestra de la Primaria;éramos sólo yo y el Espíritu Santo.

Ahora bien, esto puede sucederlesa ustedes, y quizás algo similar ya leshaya sucedido.

Al procurar un testimonio, aquellosde ustedes que hayan nacido en la

Iglesia quizás busquen un sentimientoespiritual espectacular, diferente atodo lo que han sentido antes. Tal vezhayan oído a conversos testificar so-bre su conversión y se pregunten a símismos si se están perdiendo de algo.Una de las razones por las que a ellosles parece tan espectacular es que esalgo nuevo.

Ustedes han tenido esos mismossentimientos durante toda la vida; enlas noches de hogar, en las reunionesde testimonio de los jóvenes, en lasclases de seminario, al leer los pasajesde las Escrituras y en muchas otrasoportunidades.

A nuestros misioneros se les capa-cita para ayudar a los investigadores areconocer cuando sientan el Espíritu.Recuerdo numerosas ocasiones enque, en medio de una charla intensa yespiritual, me detenía y comentaba:“Hagamos una pausa y hablemos delo que sienten en este momento.Sienten que les hemos recordado co-sas que habían olvidado; sienten queles decimos la verdad; sienten paz;sienten el Espíritu Santo”.

Recuerdo haber enseñado a unamujer sumamente inteligente que te-nía dificultad en aceptar las cosas has-ta que se le aclaraban todas laspreguntas que se le podían ocurrir;sin embargo, finalmente la oímos decir: “No puedo negar más este sentimiento”.

Se unió a la Iglesia y vivió muy felizpor algunos años, pero gradualmentedejó que sus dudas intelectuales sigi-losamente la inundaran y al final seapartó de la Iglesia.

Después de quince años nos vino avisitar y la llevamos a la Manzana delTemplo. Al comenzar a subir la escali-nata circular que lleva a la estatua delSalvador, se detuvo y dijo con lágri-mas en los ojos: “Otra vez me invadeese sentimiento. ¡Mi corazón todavíaanhela lo que mi mente no quiereaceptar!”.

Una vez que se haya sentido, nun-ca se olvida.

Aquellos que están expuestos a ex-periencias espirituales, reciben un tes-timonio desde muy jóvenes. Como

¿Lo saben?É L D E R G L E N N L . PA C EDe los Setenta

Los invito a “experimentar con mis palabras”. ¿Leerán yorarán acerca de la historia de José Smith?

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padres, maestros y líderes somos bue-nos en hacerles comprender las reglasy los mandamientos; tal vez podría-mos mejorar en ayudarlos a obtenerun testimonio de los principios y de ladoctrina. Quizás deberíamos detener-nos más a menudo para ayudarles areconocer el Espíritu.

Una vez que reconozcan lo que re-almente son esos sentimientos, au-mentará su fe en ellos. Pronto notaránque han desarrollado un sexto senti-do espiritual que no se puede malin-terpretar.

A los 11 años supe que José Smithera un profeta de Dios. No escuché vo-ces, ni vi ángeles ni nada por el estilo.Lo que sentí era mucho más certero,mis sentidos espirituales se conmovie-ron; sentí un gozo que provenía de laparte más profunda de mi ser, aquellaque está protegida de todo engaño.Esa sensación espiritual sólo vibracuando el Espíritu Santo la activa.

¿Qué se siente cuando se recibeese testimonio espiritual? Es tan difícilde describir como el perfume de unarosa, o el canto de un pájaro o la be-lleza de un paisaje; sin embargo, lo sa-brán cuando lo sientan.

Las Escrituras nos dan una idea deesos sentimientos:

“De cierto, de cierto te digo: Tedaré de mi Espíritu, el cual iluminarátu mente y llenará tu alma de gozo; yentonces conocerás, o por este mediosabrás” (D. y C. 11:13–14).

A veces el sentimiento es como unrecuerdo. Aprendimos por primeravez el Evangelio en nuestro hogar ce-lestial y hemos venido a la tierra conun velo del olvido; sin embargo, per-duran en cada uno de nuestros espíri-tus esos recuerdos dormidos. ElEspíritu Santo ayuda a partir el velo ya descubrir esos recuerdos de su esta-do latente. Con frecuencia, mi reac-ción ante una verdad supuestamentenueva es: “¡Ah, me acuerdo de eso!”.

“El Consolador, el Espíritu Santo…os [hará recordar] todo” (Juan 14:26).

Mis jóvenes hermanos y hermanas,los invito a “experimentar con mis pa-labras” (Alma 32:27). ¿Leerán y oraránacerca de la historia de José Smith?

Lo maravilloso del saber que esverdad es que al mismo tiempo sabenque Dios el Padre y Jesucristo viven yestán a la cabeza de esta Iglesia hoyen día. Yo logré ese conocimientocuando tenía 11 años, y ahora mepongo de pie ante ustedes como un

testigo especial de Jesucristo y les tes-tifico que es verdad. También testificoque el Señor desea que ustedes sepanque es verdad y que Él “os [revelará]la verdad de ellas por el poder delEspíritu Santo” (Moroni 10:4). En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Mis hermanos y hermanas, ¡laSanta Biblia es un milagro! Esun milagro que los 4.000

años de historia sagrada y secular dela Biblia fueran registrados y preserva-dos por los profetas, apóstoles y cléri-gos inspirados.

Es un milagro que tengamos la po-derosa doctrina, los principios, la poe-sía y los relatos de la Biblia, pero, porencima de todo, es un milagro mara-villoso que tengamos el registro de lavida, del ministerio y de las palabrasde Jesús, que fue protegido durante laépoca del oscurantismo y a través delos conflictos de innumerables gene-raciones para que pudiésemos tener-lo en la actualidad.

Es un milagro que la Biblia conten-ga literalmente en sus páginas elEspíritu de Cristo que convierte y

sana, y que durante siglos haya hechovolver el corazón de los hombres,guiándolos a orar, a elegir el senderocorrecto y a buscar para encontrar asu Salvador.

La Santa Biblia lleva bien su nom-bre; es santa porque enseña la verdad,es santa porque nos consuela con suespíritu, es santa porque nos enseña aconocer a Dios y a comprender Sustratos con los hombres, y es santaporque a través de sus páginas testifi-ca del Señor Jesucristo.

Abraham Lincoln dijo acerca de laBiblia: “Este Gran Libro… es el mejordon que Dios haya dado al hombre.Todo lo bueno que el Salvador dio almundo se comunicó por medio deese libro, y de no ser por él, no podrí-amos discernir el bien del mal”(Speeches and Writings, 1859–1865

[1989], pág. 628).No es casualidad ni coincidencia

que tengamos la Biblia en la actuali-dad. El Espíritu indujo a hombres rec-tos a registrar tanto las cosas sagradasque vieron como las inspiradas pala-bras que hablaron y oyeron. Otraspersonas devotas estuvieron prestas aproteger y a preservar esos registros;hombres como John Wycliffe, el va-liente William Tyndale y JohannesGutenberg fueron inducidos, contramucha oposición, a traducir la Bibliaen un lenguaje que la gente pudieraentender, y publicarla en libros que lagente pudiera leer. Creo que hasta loseruditos de la época del rey Santiago

tuvieron impresiones del Espíritu du-rante sus labores de traducción.

La época del oscurantismo fue os-cura porque la luz del Evangelio se leocultó a las personas; éstas no teníana los apóstoles ni a los profetas, ni te-nían acceso a la Biblia. El clero mante-nía las Escrituras en secreto y fueradel alcance de las personas. Mucholes debemos a los valientes mártires yreformadores como Martín Lutero,John Calvin y John Huss, quienes exi-gieron la libertad para adorar y el ac-ceso común a los libros sagrados.

William Tyndale dio su vida porquecreía profundamente en el poder dela Biblia; él dijo: “La naturaleza de lapalabra de Dios es tal, que el hombreque la lea o que oiga explicaciones ydebates en cuanto a ella, comenzaráde inmediato a convertirse en unapersona cada vez mejor, hasta que llegue a ser un hombre perfecto” (S. Michael Wilcox, Fire in the Bones:

William Tyndale—Martyr, Father of

the English Bible [2004], pág. xv).El estudio sincero y diligente de la

Biblia nos hace cada vez mejores, ysiempre debemos tener presente alos incontables mártires que sabían deeste poder y dieron su vida a fin deque halláramos en las palabras de estetexto el sendero que conduce a la feli-cidad eterna y a la paz del reino denuestro Padre Celestial.

Si bien aquellos primeros reforma-dores cristianos coincidían en muchascosas, al final discreparon en muchospuntos de doctrina, lo cual resultó enla organización de numerosas deno-minaciones cristianas. Roger Williams,un antiguo defensor de la libertad re-ligiosa, llegó a la conclusión de queno había “ninguna iglesia de Cristodebidamente constituida sobre la tie-rra, ni persona alguna autorizada paraadministrar ninguna de las ordenan-zas de la Iglesia, ni las [podía] haberhasta que [fuesen] enviados nuevosapóstoles por el gran Director de laIglesia, cuya venida yo busco” (“Larestauración de todas las cosas”,Liahona, mayo 2006, pág. 61).

Decenas de millones de personashan hallado fe en Dios y en Jesucristo

El milagro de laSanta BibliaÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Somos creyentes fieles y verídicos en el Señor Jesucristo y enSu palabra revelada por medio de la Santa Biblia.

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al buscar la verdad en la Biblia.Innumerables son las personas queno tenían nada, excepto la Biblia paranutrir y guiar su fe.

Gracias al esfuerzo de los reforma-dores, “la Biblia se convirtió en unaposesión familiar. La palabra de Diosse leía tanto alrededor del fuego delhogar de los humildes como en las sa-las de los grandes” (John A. Widtsoe,en Conference Report, abril de 1939,pág. 20).

Millones de familias se han unidoen la búsqueda por encontrar laIglesia de Jesucristo mediante el estu-dio de la Biblia. Una de esas familias, acomienzos del siglo XIX, que residíaen el norte del estado de Nueva York,era la familia de Joseph Smith. Uno desus hijos era José Smith, un joven queescudriñaba la Biblia para saber cuálde las numerosas denominaciones religiosas era igual a la Iglesia queJesucristo organizó. Las palabras de laBiblia le indujeron a orar para obtenermayor luz y conocimiento espiritualesde Dios. Decidido a buscar la sabidu-ría prometida en las Santas Escrituras,José se arrodilló en humilde oración acomienzos de la primavera de 1820.¡Ah, qué maravillosa luz y verdad sederramaron sobre él cuando aquel día contempló la gloriosa manifesta-ción de Dios el Padre y del SeñorJesucristo! Una vez más, Dios llamó aun profeta tal y como lo hizo en losdías de Noé, Abraham y Moisés.

Cuán agradecidos debiéramos sentirnos por la Santa Biblia; en ellaaprendemos no sólo de la vida, de las enseñanzas y de las doctrinas deCristo; aprendemos sobre Su Iglesia,Su sacerdocio y sobre la organizaciónque Él estableció y llamó la Iglesia de Jesucristo en aquel entonces.Nosotros creemos en esa Iglesia y creemos también que La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías es esa misma Iglesia, restauradaen la tierra, completa y con la mismaorganización y el mismo sacerdocio.

Sin la Biblia, no tendríamos conoci-miento de Su Iglesia en aquel enton-ces, ni tendríamos hoy la plenitud deSu Evangelio.

Amo la Biblia, sus enseñanzas, suslecciones y su espíritu. Amo los signi-ficativos y profundos relatos delAntiguo Testamento, así como a susgrandes profetas que testifican de lavenida de Cristo. Me encantan los tra-yectos y los milagros apostólicos, asícomo las epístolas de Pablo en elNuevo Testamento, pero sobre todo,me encantan los relatos de los testi-gos oculares en cuanto a las palabras,el ejemplo y la Expiación de nuestroSalvador Jesucristo. Amo la perspecti-va y la paz que me infunde la lecturade la Biblia.

Hermanos y hermanas, estoy segu-ro de que muchos de ustedes han pasado por la experiencia de oír a al-guien decir que “los mormones noson cristianos porque tienen su propiaBiblia: El Libro de Mormón”. A cual-quiera que dé cabida a esta idea erró-nea, le decimos que creemos en el

Señor Jesucristo como nuestroSalvador y el autor de nuestra salva-ción; y que creemos, reverenciamos yamamos la Santa Biblia. Contamos conEscrituras sagradas adicionales, comoel Libro de Mormón, pero éste corro-bora la Biblia, y nunca la sustituye.

Jesús enseñó que debíamos “[escu-driñar] las Escrituras; porque… ellasson las que dan testimonio de mí”(Juan 5:39). Estas palabras brindanentendimiento e inspiración a todo elque sinceramente desee conocer yentender la verdad sobre Jesucristo.Las Escrituras son ricas en historia,doctrina, relatos, sermones y testimo-nios, todo lo cual está centrado defini-tivamente en el Cristo eterno y Sumisión física y espiritual para con loshijos de nuestro Padre Celestial.

Los miembros de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últimos Días creen que “Toda la

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Escritura es inspirada por Dios, y útil”(2 Timoteo 3:16). Amamos la Biblia ylas demás Escrituras. Esto tal vez sor-prenda a quien no sepa de nuestracreencia en la Biblia como la palabrarevelada de Dios; éste es uno de lospilares de nuestra fe, un poderosotestimonio del Salvador y de la in-fluencia constante de Cristo en la vida de quienes le adoran y le siguen.Cuanto más leamos y estudiemos laBiblia y sus enseñanzas, más clara-mente veremos la base doctrinal delevangelio restaurado de Jesucristo.Tenemos la tendencia de amar aque-llas Escrituras a las que le dedicamosmás tiempo. Tal vez debamos equili-brar nuestro estudio a fin de amar ycomprender todas las Escrituras.

Especialmente ustedes, jóvenes,no pasen por alto la Biblia ni le restenvalor; es el registro sagrado y santo dela vida de nuestro Señor. La Bibliacontiene cientos de páginas más quetodas nuestras otras Escrituras juntas;es el cimiento de todo el cristianismo.Nosotros no criticamos ni menospre-ciamos las creencias de ninguna per-sona. Nuestra gran responsabilidadcomo cristianos es compartir todo loque Dios ha revelado con todos Sushijos e hijas.

Aquellos que se unen a esta Iglesiano abandonan su fe en la Biblia, antes

bien, la fortalecen. El Libro deMormón no le quita valor, ni le restaimportancia a la Biblia; al contrario, laamplía, la extiende y la exalta. El Librode Mormón testifica de la Biblia y am-bos testifican de Cristo.

El primer testamento de Cristo esel Antiguo Testamento de la Biblia,que predijo y profetizó la venida delSalvador, Su vida trascendente y SuExpiación liberadora.

El segundo testamento bíblico deCristo es el Nuevo Testamento, queregistra Su nacimiento, Su vida, Su mi-nisterio, Su Evangelio, Su Iglesia, SuExpiación y Su resurrección, así comolos testimonios de Sus apóstoles.

El tercer testamento de Cristo es ElLibro de Mormón, en el que tambiénse predice la venida de Cristo, se con-firma el relato bíblico de Su Expiaciónsalvadora y se revela la visita del Señorresucitado al otro hemisferio de la tie-rra. Con un propósito aclaratorio, ElLibro de Mormón lleva impreso en lacubierta de cada ejemplar el subtítulo“Otro Testamento de Jesucristo”.

Cada uno de estos tres testamen-tos es una parte de la gran e indivisi-ble palabra revelada del Señor a Sushijos; contienen las palabras de Cristoen las cuales se nos ha amonestadoque debemos deleitarnos, a fin de sermerecedores de la vida eterna (véase

2 Nefi 31:20). Quienes piensen queuna parte es más importante o másverdadera que otra, pasan por alto labelleza y la totalidad del canon de lasEscrituras antiguas.

Y aquellos que piensen que losmiembros de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días nocreen en Jesucristo ni en la Biblia, de-berían tomarse el tiempo para enten-der la Iglesia, la importancia de sunombre y el poder de su mensaje.

Me sorprende todo aquel quecuestiona la creencia de esta Iglesiaen la Biblia y nuestra postura comocristianos. El nombre de la Iglesia esLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días. En la última con-ferencia general, aquí en este mismoedificio, los líderes de nuestra Iglesiacitaron la Biblia casi en 200 ocasiones.Esta Iglesia está organizada y funcionacomo la Iglesia que Cristo y Sus após-toles establecieron en el NuevoTestamento. Sentado en este estradoestán el Profeta y los apóstoles delSeñor Jesucristo.

Testifico solemnemente que so-mos creyentes fieles y verídicos en elSeñor Jesucristo y en Su palabra re-velada por medio de la Santa Biblia.No sólo creemos en la Biblia, sinoque nos esforzamos por vivir suspreceptos y enseñar su mensaje. Elmensaje de nuestros misioneros esCristo, Su Evangelio, Su Expiación, y las Escrituras son el texto de esemensaje. Decimos a todas las perso-nas: “Les extendemos nuestro amory les invitamos a venir. Permítannoscompartir todo lo que Dios ha revelado”.

Mis hermanos y hermanas, debe-mos ayudar a todos, entre ellos anuestros propios miembros, a com-prender el poder y la importancia dela Santa Biblia. La Biblia es un libro deEscrituras que nos conduce a noso-tros y a todo el género humano aaceptar a Jesucristo como nuestroSalvador. Dios nos conceda el deseo y la capacidad de aceptar y vivir Susenseñanzas, es mi humilde oración,en el nombre del Señor Jesucristo.Amén. ■

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Mis queridos hermanos y her-manas: Estoy complacido porla oportunidad de dirigirles la

palabra. Agradezco a cada uno de us-tedes las oraciones que han ofrecidopor mí; me siento sumamente agrade-cido a ustedes. Durante los 49 añosque he sido Autoridad General, hepronunciado más de doscientos dis-cursos en las conferencias generales.Me encuentro ya en el año 97 de mivida; el viento sopla y me siento comola última hoja del árbol.

En realidad, mi salud es bastantebuena, a pesar de todos los rumoresque afirman lo contrario; médicos yenfermeras competentes me mantie-nen en buen estado; tal vez algunosde ustedes se vayan antes que yo. Sin

embargo, considerando mi edad, de-seo expresarles mi testimonio de lasverdades básicas de esta obra.

Confieso que no sé todo, pero dealgunas cosas estoy seguro; esta ma-ñana quiero hablarles de las cosas delas que tengo convicción.

Cuando el emperador Constantinose convirtió al cristianismo, se diocuenta de la división que existía entreel clero en cuanto a la naturaleza deDios. Con el propósito de poner fin aeso, en el año 325 convocó en Nicea alos teólogos ilustres de esa época. Acada uno de los participantes se le diola oportunidad de exponer sus pun-tos de vista, lo cual sólo intensificó lapolémica. Al no lograrse una defini-ción unánime, se llegó a un acuerdomutuo, que llegó a conocerse comoel Credo de Nicea, cuyos elementosbásicos aceptaron la mayoría de losfieles cristianos.

Personalmente, yo no lo entiendo;para mí, el credo es confuso.

Cuán profundamente agradecidoestoy porque nosotros, los de estaIglesia, no nos basamos en ningunadeclaración hecha por el hombre encuanto a la naturaleza de Dios. Nuestroconocimiento proviene directamentede la experiencia personal que tuvoJosé Smith, quien, siendo jovencito,habló con Dios el Eterno Padre y SuAmado Hijo, el Señor Resucitado. Él searrodilló en presencia de Ellos, oyó

Sus voces y respondió. Cada uno eraun personaje distinto. No es de ex-trañar que le dijera a su madre quehabía sabido que la iglesia de ella noera verdadera. De modo que una delas grandes y fundamentales doctri-nas de esta Iglesia es nuestra creen-cia en Dios el Eterno Padre; Él es unser real y personal; Él es el granGobernador del universo, y no obs-tante, Él es nuestro Padre y nosotrossomos Sus hijos.

Nosotros le oramos a Él, y esasoraciones son una conversación en-tre Dios y el hombre. Estoy seguro deque Él oye nuestras oraciones y lascontesta; yo no podría negarlo, yaque he tenido demasiadas experien-cias con oraciones que han sido contestadas.

Alma instruyó a su hijo Helamándiciendo: “Consulta al Señor en todostus hechos, y él te dirigirá para bien;sí, cuando te acuestes por la noche,acuéstate en el Señor, para que él tecuide en tu sueño; y cuando te levan-tes por la mañana, rebose tu corazónde gratitud a Dios; y si haces estas co-sas, serás enaltecido en el postrer día”(Alma 37:37).

La segunda gran certeza de la queestoy convencido también se basa enla visión del profeta José Smith: queJesús vive; Él es el Cristo Viviente; Éles el Jehová del Antiguo Testamento yel Mesías del Nuevo Testamento. Bajola dirección de Su Padre, Él fue elCreador de la tierra. El Evangelio se-gún Juan empieza con estas extraordi-narias palabras: “En el principio era elVerbo, y el Verbo era con Dios, y elVerbo era Dios.

“Este era en el principio con Dios.“Todas las cosas por él fueron he-

chas, y sin él nada de lo que ha sidohecho, fue hecho” (Juan 1:1–3).

Fíjense particularmente en ese últi-mo versículo: “Todas las cosas por élfueron hechas, y sin él nada de lo queha sido hecho, fue hecho”.

Él fue el gran Creador; fue Sudedo el que escribió los mandamien-tos en el monte; fue Él quien dejóSus cortes celestiales y vino a la tierrapara nacer en las circunstancias más

Las cosas de las que tengoconvicciónP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Deseo expresarles mi testimonio de las verdades básicas deesta obra.

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humildes. Durante Su corto ministe-rio, sanó a los enfermos, hizo que elciego viera, levantó a los muertos yreprendió a los escribas y a los farise-os. Él fue el único hombre perfectoque ha caminado sobre la tierra.Todo esto fue parte del plan de SuPadre. En el Jardín de Getsemaní Susufrimiento fue tan intenso, quesudó gotas de sangre mientras le su-plicaba a Su Padre; pero todo eso fueparte de Su gran sacrificio expiatorio.La turba lo prendió y se presentóante Pilato, mientras ésta clamabapor Su muerte. Él llevó la cruz, el ins-trumento de Su muerte, y en elGólgota dio Su vida, exclamando:“Padre, perdónalos, porque no sabenlo que hacen” (Lucas 23:34).

Con sumo cuidado colocaron sucuerpo en la tumba de José deArimatea, pero tres días después, laprimera mañana de Pascua, la tumbaquedó vacía. María Magdalena le ha-bló, y Él le habló a ella; se apareció aSus apóstoles; caminó con dos discí-pulos en el camino a Emaús, y se nosdice que lo vieron otras quinientaspersonas (véase 1 Corintios 15:6).

Él había dicho: “También tengootras ovejas que no son de este redil;aquéllas también debo traer, y oiránmi voz; y habrá un rebaño, y un pas-tor” (Juan 10:16). Por consiguiente, se

apareció a los que estaban reunidosen la tierra de Abundancia en el he-misferio occidental, donde enseñó ala gente tal como lo había hecho en elViejo Mundo. Todo esto se encuentraregistrado detalladamente en el Librode Mormón, que es un segundo testi-go de la divinidad de nuestro Señor.

Reitero que Él y Su Padre se apare-cieron al joven José, y que el Padrepresentó al Hijo, diciendo: “Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (José

Smith–Historia 1:17).Ahora bien, lo otro de lo que estoy

seguro, y de lo que doy testimonio, esla expiación del Señor Jesucristo. Sinella, la vida no tendría sentido; es lapiedra angular del arco de nuestraexistencia; afirma que vivíamos antesde que naciéramos en la tierra. La vidaterrenal es tan sólo un peldaño haciauna existencia más gloriosa en el futu-ro. El dolor de la muerte lo atenúa lapromesa de la Resurrección; sin laPascua no habría Navidad.

A continuación hablaré de las grandes certezas que se han recibidocon la restauración del evangelio deJesucristo. Tenemos la restauracióndel sacerdocio, o la autoridad dada alhombre para hablar en el nombre deDios. Este sacerdocio consiste en dosórdenes: el menor, conocido tambiéncomo el Aarónico, se restauró

mediante las manos de Juan elBautista. El orden mayor del sacerdo-cio, el de Melquisedec, se restaurópor medio de Pedro, Santiago y Juan.

Al restaurar el Sacerdocio Aarónico,el resucitado Juan el Bautista impusolas manos sobre la cabeza de JoséSmith y de Oliver Cowdery y dijo:“Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero elSacerdocio de Aarón, el cual tiene lasllaves del ministerio de ángeles, y delevangelio de arrepentimiento, y delbautismo por inmersión para la remi-sión de pecados” (D. y C. 13:1).

El presidente Wilford Woodruff, yade edad avanzada, se dirigió a los jo-vencitos de la Iglesia y dijo: “Quisierarecalcar el hecho de que no importaque un hombre sea presbítero o após-tol, siempre que magnifique su llama-miento. Un presbítero tiene las llavesdel ministerio de ángeles. Nunca enmi vida, como apóstol, setenta o él-der, tuve más protección del Señorque la que tuve cuando era presbíte-ro” (véase “Preparación para el servi-cio en la Iglesia”, Liahona, agosto de1979, pág. 66).

El Sacerdocio Mayor o de Melqui-sedec otorga a los hombres el poderpara poner las manos sobre la cabezade otras personas y darles bendicio-nes; ellos bendicen a los enfermos.

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Tal como Santiago declaró en elNuevo Testamento: “¿Está alguno en-fermo entre vosotros? Llame a los an-cianos de la iglesia, y oren por él,ungiéndole con aceite en el nombredel Señor” (Santiago 5:14).

Por último, menciono las bendicio-nes de la Casa del Señor, que se reciben como resultado de la restau-ración del antiguo Evangelio.

Estos templos, que hemos multipli-cado enormemente en años recien-tes, brindan bendiciones que no sepueden obtener en ningún otro lugar.Todo lo que se lleva a cabo en estascasas sagradas tiene que ver con la naturaleza eterna del hombre. Allí sesellan, juntos como familias por laeternidad, esposos, esposas e hijos. Elmatrimonio no es “hasta que la muer-te los separe”; es para siempre, si loscontrayentes viven dignos de esa ben-dición. Lo más extraordinario de todoes la autoridad para efectuar la obravicaria en la casa del Señor; en ese lu-gar se llevan a cabo ordenanzas porlos muertos, quienes no tuvieron laoportunidad de recibirlas en vida.

Hace poco me contaron de unamujer viuda de Idaho Falls. Duranteun periodo de quince años actuócomo representante para otorgar lainvestidura del templo a veinte milpersonas en el Templo de Idaho Falls.Un viernes completó la investiduranúmero veinte mil y el sábado regresóa efectuar cinco más. Ella murió a lasemana siguiente.

Reflexionen en lo que hizo esa sencilla mujer; efectuó investiduras vicarias para el mismo número de personas que se encuentran reunidasesta mañana en este Centro de Con-ferencias. Piensen en el recibimientoque habrá tenido del otro lado.

Ahora bien, mis hermanos y herma-nas, éste es mi testimonio, el que ex-preso con solemnidad ante ustedes.

Dios los bendiga a todos y a cadauno de ustedes, fieles Santos de losÚltimos Días. Que en su hogar hayapaz y amor, y fe y oración para guiar-los en todo aquello que emprendan,es mi humilde oración, en el sagradonombre de Jesucristo. Amén. ■

L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 85

En una de mis asignaciones auna conferencia de estaca en elvalle del Lago Salado, pedí a un

joven presidente de un quórum dediáconos que me acompañara parahablar acerca de las llaves del sacerdo-cio. Quería que él entendiera que po-seía un oficio muy especial queincluía las llaves para presidir un quó-rum del sacerdocio. Hablamos de lagran responsabilidad de poseer llavesy de lo especial que es pertenecer aun quórum. Al concluir la pequeñademostración, le pregunté cuántosmiembros había en su quórum; res-pondió que había catorce.

Entonces le pregunté: “¿Cuántosson activos?”.

Respondió: “Doce”.En seguida pregunté: “¿Y los

otros dos?”.Él respondió: “Tengo que ponerme

a trabajar para que formen parte acti-va de nuestro quórum”.

Luego le pregunté cuánto tiempole tomaría. Pensó que quizás tres me-ses, y lo alenté para que se esforzara.

Casi exactamente tres meses des-pués, recibí una carta de él en la queme informaba que ahora todos losmiembros de su quórum estaban acti-vos. Dijo que se había hecho amigo deellos; que uno asistía a las reunionesdel quórum de diáconos y que el obis-po había ordenado al otro como maes-tro. Su empeño me dejó maravillado.Qué gran ejemplo de alguien que hon-ra el sacerdocio y usa las llaves de éstepara llevar a cabo la asignación que elSeñor le ha encomendado. No pudeevitar maravillarme por el plan que elSeñor ha establecido para la adminis-tración de Su obra aquí en la tierra me-diante los poderes del sacerdocio.

Este joven, que aún no llega a loscatorce años, está recibiendo una ca-pacitación sumamente valiosa que lopreparará para toda una vida de servi-cio. ¿Se lo imaginan en los próximoscinco o seis años continuando eseservicio con una placa en su traje, lacual indicará que está dando dos añosde su vida como misionero de La

El mensaje de la RestauraciónÉ L D E R L . T O M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

Declaramos al mundo que la plenitud del evangelio deJesucristo se ha restaurado en la tierra.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE1 d e a b r i l d e 2 0 0 7

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Iglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días?

Además de la experiencia que estáganando al ejercer el sacerdocio alservicio de los demás, la preparaciónde ese joven también debe incluir unfirme entendimiento del mensaje dela Restauración: el mensaje que milesde misioneros están declarando hoyen día al mundo. Es el mensaje deque en nuestros días, en la dispensa-ción del cumplimiento de los tiem-pos, se ha restaurado el Evangeliopara bendecir a todos los que escu-chen y obedezcan.

La Primera VisiónLa dispensación del cumplimiento

de los tiempos se inició con una vi-sión muy especial que se dio a otrojoven menor de quince años. Ese jo-ven fue a una arboleda a orar para re-cibir respuesta a las preguntas quetenía acerca de religión. José Smithdescribe con estas palabras la gloriosavisión que se desplegó ante él:

“Vi una columna de luz, más bri-llante que el sol, directamente arribade mi cabeza; y esta luz gradualmente

descendió hasta descansar sobre mí.“…Al reposar sobre mí la luz, vi en

el aire arriba de mí a dos Personajes,cuyo fulgor y gloria no admiten des-cripción. Uno de ellos me habló, lla-mándome por mi nombre, y dijo,señalando al otro: Éste es mi Hijo

Amado: ¡Escúchalo!” (José Smith—Historia 1:16–17).

Esa visión nos reveló que Dios,nuestro Padre, y Jesucristo, Su HijoAmado, son dos personajes separa-dos; cada uno tiene un cuerpo de car-ne y huesos glorificado y perfecto, locual aclara la idea errónea que habíaexistido durante muchos siglos con-cerniente al concepto de Dios. ¿Es desorprender que, cuando José Smithescribió los Artículos de Fe, en el pri-mero declaró: “Nosotros creemos enDios el Eterno Padre, y en Su HijoJesucristo, y en el Espíritu Santo?”(Artículos de Fe 1:1).

El Libro de MormónSabiendo que la duda, la increduli-

dad y las ideas erróneas seguirían deinmediato al Profeta cuando relatarala Primera Visión, el Señor sacó a luz

el Libro de Mormón, otro testamentode nuestro Señor Jesucristo. Ese anti-guo tomo de Sagradas Escrituras esun compañero sagrado de la Biblia y contiene la plenitud del evangeliosempiterno de Jesucristo. También daevidencia convincente al mundo deque José Smith es en verdad un profe-ta de Dios. Doctrina y Convenios con-tiene la siguiente declaración acercade la salida a la luz del Libro deMormón:

“[Dios] le dio mandamientos [aJosé Smith] que lo inspiraron;

“y le dio poder de lo alto para tra-ducir el Libro de Mormón, por losmedios preparados de antemano,

“el cual contiene la historia de unpueblo caído, y la plenitud del evan-gelio de Jesucristo a los gentiles ytambién a los judíos;

“el cual se dio por inspiración, y seconfirma a otros por la ministraciónde ángeles, y por ellos se declara almundo;

“probando al mundo que lasSantas Escrituras son verdaderas, yque Dios inspira a los hombres y losllama a su santa obra en esta edad y

Misioneras de la Misión de la Manzana del Templo, Salt Lake City, Utah, dan la bienvenida a los visitantes de la conferencia.

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generación, así como en las antiguas”(D. y C. 20:7–11).

La traducción del Libro deMormón es un milagro en sí y da evi-dencia adicional del origen divino dellibro. Cuando Oliver Cowdery llegó aHarmony, Pensilvania, el 5 de abril de1829, para actuar como escriba delProfeta, sólo se habían traducido unascuantas páginas del texto final. Esanoche, José y Oliver se sentaron jun-tos y hablaron hasta bien entrada lanoche de las experiencias del Profeta.Dos días después, el 7 de abril, co-menzaron la traducción de la obra.Durante los tres meses siguientes,José tradujo a un paso increíble: cercade 500 páginas impresas en aproxima-damente 60 días de trabajo.

Oliver escribió lo siguiente acercade esa extraordinaria experiencia:“Esos fueron días inolvidables: ¡Estarsentado oyendo el son de una voz dic-tada por la inspiración del cielo des-pertó la más profunda gratitud en estepecho! Día tras día yo continuaba es-cribiendo las palabras de su boca, sininterrupción, según él traducía con elUrim y Tumim… la historia o docu-mento llamado ‘El Libro de Mormón’ ”(Messenger and Advocate, octubre de1834, pág. 14; véase también JoséSmith—Historia 1:71, nota al pie).

El sacerdocioMientras seguían adelante, José y

Oliver se sentían sumamente emocio-nados con las doctrinas que conteníaeste libro. Quedaron especialmenteimpresionados con la doctrina delbautismo que enseñó el Salvador du-rante Su visita a los habitantes delHemisferio Occidental. La importan-cia de la doctrina del bautismo les fueclaramente revelada en su mente; de-cidieron que debían acudir al Señoren ferviente oración a fin de sabercómo podrían obtener ellos mismosla bendición de bautizarse.

El 15 de mayo de 1829 fueron auna arboleda cercana al río Susque-hanna y se arrodillaron en oración.Oliver describe lo que ocurrió:“Repentinamente, cual si hubiera sali-do desde el centro de la eternidad, la

voz del Redentor nos habló paz, y separtió el velo y un ángel de Dios des-cendió, revestido de gloria, y dejó elanhelado mensaje y las llaves delevangelio de arrepentimiento. ¡Quégozo! ¡Qué admiración! ¡Qué asom-bro! Mientras el mundo se hacía peda-zos confundido; mientras millonesbuscaban palpando la pared comociegos, y mientras todos los hombresse basaban en la incertidumbre, comomasa general, nuestros ojos vieron ynuestros oídos oyeron” (Messenger

and Advocate, octubre de 1834, pág. 15; véase también José Smith—Historia 1:71, nota al pie).

El ángel se presentó como Juan, el mismo al que se le llama Juan elBautista en el Nuevo Testamento.Puso las manos sobre la cabeza deJosé y de Oliver y dijo:

“Sobre vosotros, mis consiervos,en el nombre del Mesías, confiero elSacerdocio de Aarón, el cual tienelas llaves del ministerio de ángeles, ydel evangelio de arrepentimiento, ydel bautismo por inmersión para laremisión de pecados; y este sacerdo-cio nunca más será quitado de la tie-rra, hasta que los hijos de Leví denuevo ofrezcan al Señor un sacrificioen rectitud.

“Declaró que este SacerdocioAarónico no tenía el poder de impo-ner las manos para comunicar el don

del Espíritu Santo, pero que se nosconferiría más adelante; y nos mandóbautizarnos, indicándonos que yobautizara a Oliver Cowdery, y que des-pués me bautizara él a mí.

“Por consiguiente, fuimos y nosbautizamos. Yo lo bauticé primero, yluego me bautizó él a mí —después delo cual puse mis manos sobre su cabe-za y lo ordené al Sacerdocio de Aarón,y luego él puso sus manos sobre mí yme ordenó al mismo sacerdocio—porque así se nos había mandado”(José Smith—Historia 1:69–71).

Poco después, aparecieron losapóstoles Pedro, Santiago y Juan, ypusieron las manos sobre la cabeza deesos dos consiervos y confirieron elSacerdocio de Melquisedec.

La Iglesia de JesucristoAhora que el poder para actuar en

nombre del Señor se encontraba denuevo sobre la tierra, se le mandó aJosé organizar formalmente la Iglesia.El 6 de abril de 1830, en la casa dePeter Whitmer, padre, en Fayette,Nueva York, seis hombres que previa-mente habían sido bautizados votaronunánimemente para organizar laIglesia de Jesucristo, según los man-damientos de Dios. En esta reuniónse recibió una revelación:

“He aquí, se llevará entre vosotrosuna historia; y en ella [José Smith]

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serás llamado vidente, traductor, pro-feta, apóstol de Jesucristo, élder de la iglesia por la voluntad de Dios elPadre, y la gracia de tu SeñorJesucristo,

“habiendo sido inspirado por elEspíritu Santo para poner los cimien-tos de ella y edificarla para la fe santísima.

“Dicha iglesia se organizó y se esta-bleció en el año de tu Señor de milochocientos treinta, en el cuarto mesy en el sexto día del mes llamado abril.

“Por tanto, vosotros, es decir, laiglesia, daréis oído a todas sus pala-bras y mandamientos que os dará se-gún los reciba, andando delante de mícon toda santidad;

“porque recibiréis su palabra contoda fe y paciencia como si viniera demi propia boca” (D. y C. 21:1–5).

Y así, la Iglesia de Jesucristo se en-contraba de nuevo sobre la tierra para

bendecir al género humano con las doctrinas y las enseñanzas delSalvador. Esta Iglesia se organizó deacuerdo con el plan que el Señor ha-bía establecido en la antigüedad.

En la Biblia, en el libro de los efe-sios, Pablo declaró:

“Y él mismo constituyó a unos,apóstoles; a otros, profetas; a otros,evangelistas; a otros, pastores y maestros,

“a fin de perfeccionar a los santospara la obra del ministerio, para la edi-ficación del cuerpo de Cristo,

“hasta que todos lleguemos a launidad de la fe y del conocimientodel Hijo de Dios, a un varón perfecto,a la medida de la estatura de la pleni-tud de Cristo;

“para que ya no seamos niños fluc-tuantes, llevados por doquiera detodo viento de doctrina, por estrata-gema de hombres que para engañar

emplean con astucia las artimañas delerror,

“sino que siguiendo la verdad enamor, crezcamos en todo en aquelque es la cabeza, esto es, Cristo”(Efesios 4:11–15).

El presidente Hinckley ha dichorespecto a la Restauración: “…des-pués de que muchas generacioneshubieron andado por la tierra —mu-chos de ellos en conflictos, odio, ti-nieblas y maldad— llegó el grandiosonuevo día de la Restauración. Aquelglorioso Evangelio se introdujo conla aparición del Padre y del Hijo al jo-ven José. El alba de la dispensacióndel cumplimiento de los tiempos sealzó sobre el mundo. Todo lo bueno,lo bello, lo divino de todas las dis-pensaciones pasadas fue restauradoen esa época tan extraordinaria” (“Yarompe el alba”, Liahona, mayo de2004, pág. 83).

Nuestro mensaje es singular.Declaramos al mundo que la plenituddel evangelio de Jesucristo se ha res-taurado en la tierra. Declaramos confirmeza que las llaves del sacerdociohan sido restauradas al hombre, conel poder para sellar en la tierra y enlos cielos. Las ordenanzas de salva-ción que pronunció el Señor como re-quisito para entrar en la vida eternacon Él ahora las pueden llevar a cabocon poder vinculante aquellos queejercen dignamente el poder de Susanto sacerdocio. Declaramos al mun-do que éste es el día al que se refirie-ron los profetas bíblicos como losúltimos días; es la época final, justoantes de la segunda venida deJesucristo para gobernar y reinar so-bre la tierra.

Invitamos a todos a escuchar, denosotros, el mensaje del evangeliorestaurado de Jesucristo. Luego po-drán comparar el glorioso mensajecon lo que quizás hayan oído deotros, y podrán determinar cuál es de Dios y cuál es del hombre.

Les doy mi testimonio de que éstaes la Iglesia de Jesucristo, la cual seestableció en los últimos días. En elnombre de nuestro Señor y Salvador,Jesucristo. Amén. ■

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Hay peligro en la frase “algún

día” cuando en realidad signifi-ca “hoy no”. “Algún día me

arrepentiré”. “Algún día lo perdonaré”.“Algún día hablaré con mi amigo acer-ca de la Iglesia”. “Algún día comenzaréa pagar el diezmo”. “Algún día regresa-ré al templo”. “Algún día…”.

En las Escrituras está claro el peli-gro de postergar. Esto es, que podría-mos descubrir que se nos ha acabadoel tiempo. Dios, quien nos da cada díacomo un tesoro, requerirá que le rin-damos cuentas. Nosotros lloraremos y Él llorará, si hemos tenido la inten-ción de arrepentirnos y de servirle enlos mañanas que nunca llegaron o enlos ayeres con los que hemos soñado,cuando ya ha pasado la oportunidadde actuar. El “hoy” es un don precia-do de Dios. El pensamiento “Algún díalo haré” puede robarnos las oportuni-dades que nos da el tiempo y las ben-diciones de la eternidad.

En las palabras registradas en elLibro de Mormón se encuentra unaadvertencia y un consejo solemnes:

“Y como os dije antes, ya que ha-béis tenido tantos testimonios, osruego, por tanto, que no demoréis eldía de vuestro arrepentimiento hastael fin; porque después de este día devida, que se nos da para prepararnospara la eternidad, he aquí que si nomejoramos nuestro tiempo duranteesta vida, entonces viene la noche detinieblas en la cual no se puede hacerobra alguna.

“No podréis decir, cuando os ha-lléis ante esa terrible crisis: Me arre-pentiré, me volveré a mi Dios. No, nopodréis decir esto; porque el mismoespíritu que posea vuestros cuerposal salir de esta vida, ese mismo espíri-tu tendrá poder para poseer vuestrocuerpo en aquel mundo eterno”1.

Entonces Amulek advierte quepostergar el arrepentimiento y el ser-vicio puede causar que el Espíritu delSeñor se aleje.

Pero junto con la advertencia tam-bién nos da esperanza:

“Y sé esto, porque el Señor ha di-cho que no mora en templos impu-ros, sino en los corazones de losjustos es donde mora; sí, y tambiénha dicho que los justos se sentarán ensu reino, para ya no volver a salir; ysus vestidos serán blanqueados pormedio de la sangre del Cordero”2.

Las Escrituras están repletas deejemplos de siervos prudentes deDios que valoraban el día en que vi-vían y que escogieron hacer lo que les purificaría. Josué fue uno de ellos:

“…escogeos hoy a quién sirváis”, dijo, “pero yo y mi casa serviremos aJehová”3.

Servirle a Él invita la compañía delEspíritu Santo, y el Espíritu Santo nospurifica del pecado.

Aun el Salvador, que no tenía peca-do, fue un ejemplo de la necesidad deno postergar. Él dijo:

“Me es necesario hacer las obrasdel que me envió, entre tanto que eldía dura; la noche viene, cuando na-die puede trabajar.

“Entre tanto que estoy en el mun-do, luz soy del mundo”4.

Como el Salvador resucitado, Él es,hoy y siempre, la Luz del Mundo. Éles quien nos invita a venir a Él y a ser-virle sin demorar. Él nos insta, a uste-des y a mí, a lo siguiente: “Yo amo alos que me aman, y me hallan los quetemprano me buscan”5.

Eso es tan cierto para un solo díacomo para toda la vida. La oraciónmatutina, y el escudriñar las Escriturastemprano para saber lo que debemoshacer para el Señor, puede fijar el cur-so de nuestro día. Sabremos cuál detodas las tareas que podemos escogeres la más importante para Dios, y porlo tanto, para nosotros. He aprendidoque esa oración siempre se contestasi pedimos y meditamos con la sumi-sión de un niño, prestos para actuarsin demora, aún para realizar el servi-cio más humilde.

En muchos días no será fácil hacerlo más importante; no se supone quedeba serlo. El propósito de Dios alcrearnos era dejar que nos probára-mos a nosotros mismos. Antes de na-cer, en el mundo de los espíritus, senos explicó el plan. Fuimos lo sufi-cientemente valientes allí para mere-cer la oportunidad de elegir ante latentación de aquí, a fin de preparar-nos para la vida eterna, el máximo detodos los dones de Dios. Nos regocija-mos al saber que la prueba sería la deobedecer fielmente, aun cuando nosería fácil: “Y con esto los probare-mos, para ver si harán todas las cosasque el Señor su Dios les mandare”6.

Aunque sabíamos que la prueba sería difícil, sentimos gozo porque

Este díaÉ L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

Todos necesitaremos Su ayuda para evitar la tragedia depostergar lo que debemos hacer aquí y ahora a fin deobtener la vida eterna.

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confiábamos en que la superaríamos.Esa confianza derivaba de nuestro co-nocimiento de que Jesucristo vendríaal mundo como nuestro Salvador, quevencería la muerte y que haría posibleque quedáramos limpios de nuestrospecados al ser dignos de los efectosde Su expiación.

También conocíamos algunos he-chos tranquilizadores acerca de loque se requeriría para nuestra purifi-cación: el bautismo por los que tienenla autoridad, recibir el Espíritu Santode manos de poseedores del sacerdo-cio autorizados, recordarle y por lotanto tener Su Espíritu con nosotros,y después guardar Sus mandamien-tos. Todo ello sería posible hasta parael más humilde de nosotros; no se re-queriría una inteligencia superior, niriquezas, ni una larga vida. Tambiénsabíamos que el Salvador nos atraeríahacia Él y que tendría el poder paraayudarnos cuando la prueba fuera di-fícil y la tentación de postergar fueragrande. El gran profeta Alma describióla forma en que Cristo obtuvo esa capacidad:

“Y él saldrá, sufriendo dolores,aflicciones y tentaciones de todas cla-ses; y esto para que se cumpla la pala-bra que dice: Tomará sobre sí losdolores y las enfermedades de supueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte, parasoltar las ligaduras de la muerte quesujetan a su pueblo; y sus enfermeda-des tomará él sobre sí, para que susentrañas sean llenas de misericordia,según la carne, a fin de que según lacarne sepa cómo socorrer a los de supueblo, de acuerdo con las enferme-dades de ellos”7.

Todos necesitaremos Su ayuda paraevitar la tragedia de postergar lo quedebemos hacer aquí y ahora a fin deobtener la vida eterna. Para la mayoríade nosotros, la tentación de postergarvendrá de uno o dos sentimientos queson totalmente opuestos: uno es estarsatisfechos con lo que ya hemos he-cho, y el otro es sentirnos abrumadospor la necesidad de hacer más.

El sentirnos satisfechos es un peli-gro para todos. Puede sucederles a

los jóvenes ingenuos que piensan quehabrá suficiente tiempo en el futuropara las cosas espirituales; quizáspiensen que ya han hecho suficienteconsiderando el corto tiempo quehan vivido. Sé por experiencia cómoel Señor puede ayudar a un joven o auna jovencita a ver que está rodeadode lo espiritual ahora mismo. Él pue-de ayudarles a ver que sus compañe-ros los están mirando. Él puedeayudarles a ver que el futuro eternode ellos se forja en base a lo que ob-serven que ustedes hagan o que nohagan. Un simple gracias por la buenainfluencia que ellos surten en ustedespuede ayudarles más de lo que seimaginan. Cuando le pregunten aDios, Él puede revelarles y les revelarálas oportunidades de levantar a otraspersonas que ha puesto a su alrede-dor desde la infancia.

La complacencia puede afectar, incluso, al adulto con experiencia.Cuanto más y mejor presten servicio,más probable es que el tentador colo-que en su mente la siguiente mentira:“Te has ganado un descanso”. Tal vezhayan sido presidenta de la Primariados veces en una pequeña rama oquizás hayan trabajado arduamente ypor largo tiempo en la misión, y ha-yan sacrificado mucho para servir otal vez fueron pioneros de la Iglesiaen el lugar donde viven. Tal vez pien-sen: “¿Por qué no dejar que sirvan losnuevos? Yo ya hice mi parte”. Sentiránla tentación de creer que algún día

volverán a servir de nuevo.El Señor puede ayudarles a ver el

peligro de tomar un descanso porsentir que han hecho suficiente. Élme ayudó a mí, al permitirme conver-sar con uno de Sus siervos de edadavanzada, cuyo cuerpo estaba muydébil por las décadas de trabajo fiel ypor la enfermedad. Sus doctores yano le permitían salir de su casa. A pe-tición suya, le di un informe de un viaje que había hecho al servicio delSeñor a varias naciones, con docenasde reuniones y muchas entrevistasprivadas para ayudar a personas y a fa-milias. Le hablé de la gratitud que laspersonas me expresaban a mí por él ypor sus muchos años de servicio. Élme preguntó si pronto tendría otraasignación. Le hablé de otro viaje largo que se aproximaba. Él me sor-prendió, y me inmunizó contra lacomplacencia, lo que espero quedure para siempre, cuando me tomódel brazo y me dijo: “Por favor lléva-me contigo”.

Es difícil saber cuándo hemos hecho lo suficiente para que laExpiación cambie nuestra naturaleza yasí seamos dignos de la vida eterna;no sabemos por cuántos días tendre-mos que servir a fin de que nos sobre-venga ese poderoso cambio. Perosabemos que tendremos suficientesdías si no los malgastamos. Éstas sonlas buenas noticias:

“Y los días de los hijos de los hombres fueron prolongados, segúnla voluntad de Dios, para que se arre-pintiesen mientras se hallaran en lacarne; por lo tanto, su estado llegó aser un estado de probación, y su tiem-po fue prolongado, conforme a losmandamientos que el Señor Dios dioa los hijos de los hombres”8.

Esa promesa del Maestro puedeayudarnos a los que nos sentimosabrumados por las circunstancias.Durante las pruebas más difíciles,mientras tengan el poder de orar, lepueden pedir a un Dios amoroso: “Porfavor permíteme servir hoy. No me im-porta si no puedo hacer mucho, sim-plemente déjame saber lo que puedo

hacer. Hoy seré obediente; sé que con

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Tu ayuda puedo hacerlo”.La suave invitación que podría reci-

bir puede ser algo tan sencillo comoel perdonar a alguien que les hayaofendido, lo cual se puede hacer des-de la cama de un hospital. Quizás po-dría ser ayudar a alguien que estéhambriento. Tal vez se sienta abruma-do por su propia pobreza y por las la-bores del día, pero si decide noesperar a tener más fuerzas y más di-nero, y si ora pidiendo la guía delEspíritu Santo cuando llegue usted sabrá qué hacer y cómo ayudar a al-guien aún más pobre que usted. Alllegar, tal vez se entere de que ellosestaban orando y esperaban que al-guien como usted llegara en el nom-bre del Señor.

Para los que están desanimadospor sus circunstancias y, por lo tanto,se sienten tentados a pensar que hoyno pueden servir al Señor, les hagodos promesas. Por más difíciles quehoy les parezcan las cosas, estaránmejor al día siguiente si eligen serviral Señor hoy mismo de todo cora-zón. Tal vez no mejoren sus circuns-tancias en todas las formas queustedes quisieran, pero habrán reci-bido nuevas fuerzas para llevar suscargas y una confianza renovada quecuando las cargas sean demasiadopesadas, el Señor, al que han servido,llevará las cargas que ustedes nopuedan llevar. Él sabe cómo, porquese preparó hace mucho tiempo.Padeció las enfermedades y los dolo-res de ustedes en la carne para sabercómo socorrerles.

La otra promesa que les hago esque al elegir hoy servirle a Él, sentiránSu amor y llegarán a amarle más. Talvez recuerden la Escritura:

“Yo os digo: Quisiera que os acor-daseis de conservar siempre escritoeste nombre en vuestros corazonespara que… oigáis y conozcáis la vozpor la cual seréis llamados, y tambiénel nombre por el cual él os llamará.

“Porque ¿cómo conoce un hombreal amo a quien no ha servido, que esun extraño para él, y se halla lejos delos pensamientos y de las intencionesde su corazón?”9.

Al servir a Dios hoy, llegarán a co-nocerle mejor; sentirán Su amor yaprecio; no querrán postergar el reci-bir esa bendición; y al sentir Su amorsentirán deseo de servirle, lo cual qui-tará los sentimientos de complacenciay de desánimo.

A medida que le sirvan, llegarán aconocer mejor la voz por la que se-rán llamados. Al acostarse al final deldía, quizás recuerden las palabras:“Bien, buen siervo y fiel; sobre pocohas sido fiel, sobre mucho te pon-dré”10. Ruego que tengamos esa ben-dición hoy, cada día y siempre ennuestra vida.

Sé que el Padre Celestial vive ycontesta nuestras oraciones. Sé queJesús es el Cristo viviente, el Salvadordel mundo, y que podemos elegirsentir el gozo y la paz que provienende estar a Su servicio hoy. En el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Alma 34:33–34.2. Alma 34:36.3. Josué 24:15.4. Juan 9:4–5.5. Proverbios 8:17.6. Abraham 3:25.7. Alma 7:11–12.8. 2 Nefi 2:21.9. Mosíah 5:12–13.

10. Mateo 25:21; véase también el versículo 23.

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El cristianismo celebra la vida yel ministerio de Jesucristo, elHijo Unigénito de Dios el

Eterno Padre. Hay iglesias cristianascon grandes variaciones de doctrinapor todo el mundo. Cuando Cortnee,la hija de un presidente de misión, te-nía catorce años e iniciaba el año no-veno de sus estudios en una nuevaescuela, sus compañeros le pregunta-ron si era cristiana. Se burlaron de ellacuando respondió que era mormona,nombre por el que se conoce a LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días. Al llegar a casa ella lepreguntó a su madre: “Mamá, ¿somoscristianos?”.

Durante mi niñez, mi familia eramiembro devoto de otra fe cristiana.Se me bautizó como miembro de esa

iglesia poco después de mi nacimien-to, y nuestra familia iba a la iglesiacada semana. Por muchos años mishermanos y yo ayudamos a los pasto-res que dirigían los servicios domini-cales. Nuestra familia oraba junta cadadía, lo que me enseñó la importanciade la oración familiar. Pensé que algúndía me haría clérigo de tiempo com-pleto de mi iglesia. No había duda ennuestra mente que nos podíamos ca-talogar como cristianos devotos.

Sin embargo, cuando era estudian-te universitario llegué a familiarizarmecon los miembros y las enseñanzas deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días: una fe cristianacentrada en el Salvador. Comencé aaprender en cuanto a la doctrina de la restauración del evangelio deJesucristo en estos últimos días.Aprendí verdades que no había cono-cido antes, las cuales cambiaron mi vida y la forma en que percibía elEvangelio. Después de mucho estu-dio, oración y fe, decidí aceptar las be-llas verdades restauradas que sólo seencuentran en esta Iglesia.

La primera verdad restaurada que aprendí fue la naturaleza de laTrinidad. En los tiempos bíblicos seconocía la verdadera doctrina cristia-na donde la Trinidad consta de trespersonajes distintos. En varias ocasio-nes, Dios dio testimonio de Jesús, SuHijo Unigénito. Habló en el bautismode Jesús: “Este es mi hijo amado, en

quien tengo complacencia”1. Jesúsmismo testificó de Dios, Su Padre, aldecir: “Y esta es la vida eterna: que teconozcan a ti, el único Dios verdade-ro, y a Jesucristo, a quien has envia-do”2. Después de la muerte y laresurrección de Jesús, aprendemosque “Esteban, lleno del Espíritu Santo,puestos los ojos en el cielo, vio la glo-ria de Dios, y a Jesús que estaba a ladiestra de Dios, y dijo: He aquí, veolos cielos abiertos, y al Hijo delHombre que está a la diestra deDios”3. Qué testimonio tan espectacu-lar de la Trinidad expresó aquel discí-pulo de Cristo.

El conocimiento con respecto aDios y el hecho de que es un ser dis-tinto de Su hijo y del Espíritu Santo seperdió después de la muerte de Cristoy de Sus apóstoles. La confusión y lasdoctrinas falsas en cuanto a la Trinidadfueron producto del Credo de Nicea yde los consejos de Constantinopla,donde hombres declararon que en vezde ser tres personajes distintos, laTrinidad se componía de tres persona-jes en un solo Dios. De la misma formaen que los reformadores protestantescristianos tuvieron problemas con esoscredos de hombres, yo también los te-nía. Las enseñanzas que aprendí en mijuventud en cuanto a la Trinidad eranincomprensibles para mí.

“Mamá, ¿somoscristianos?”É L D E R G A R Y J . C O L E M A NDe los Setenta

Soy un cristiano devoto sumamente afortunado de tenermayor conocimiento de la verdadera “doctrina de Cristo”desde de mi conversión a la Iglesia restaurada.

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Sin embargo, cuando me enseña-ron las gloriosas verdades de laPrimera Visión que tuvo el profeta JoséSmith, fue para mí un abrir de ojossensacional comprender al fin la ver-dad en cuanto a la naturaleza de Diosel Eterno Padre y Su Hijo Unigénito.José declaró: “Vi en el aire arriba de mía dos Personajes, cuyo fulgor y gloriano admiten descripción. Uno de ellosme habló llamándome por mi nombre,y dijo, señalando al otro: Éste es mi

Hijo Amado: ¡Escúchalo!”4. Esa visióncelestial restauró una vez más a la tie-rra el conocimiento maravilloso, claroy precioso de Dios y de Su Hijo, disi-pando inmediatamente las enseñanzasque yo había aprendido en cuanto a laTrinidad.

Sé que las revelaciones celestialeshan remplazado los graves errores dedoctrinas elaboradas por hombres enlo que concierne a la Trinidad. Sé queDios es nuestro Padre Celestial. SuHijo, Jesucristo, es mi Salvador. ElEspíritu Santo testifica del Padre y delHijo. Expreso mi profunda gratitud aDios por presentar al Señor Jesucristoresucitado a la humanidad en estosúltimos días. El Salvador vive; se le havisto; ha hablado; Él dirige la obra deSu Iglesia hoy día por medio de após-toles y profetas. Cuán maravillosasverdades ha enseñado como el BuenPastor que continúa velando por Susovejas.

La segunda verdad restaurada queaprendí como investigador de estaIglesia fue la existencia de Escrituras y revelación adicionales. El profetaIsaías vio en una visión un libro, yproclamó que era parte de “una obramaravillosa y un prodigio”5. Testificoque el Libro de Mormón: OtroTestamento de Jesucristo, es tal libro.Es un registro sagrado que los profe-tas de Dios escribieron para persuadira todas las personas a venir a Cristo, y ayuda a revelar el evangelio deJesucristo en su plenitud. El Libro deMormón habla de profetas y otrosmiembros fieles de la Iglesia que tomaron sobre sí el nombre de Cristo, aún antes del nacimiento delSalvador6. Este libro relata del Cristo

resucitado que enseña a las personaslo que deben hacer para obtener pazen esta vida y salvación eterna en elmundo venidero. ¿Qué podría sermás cristiano que procurar tomar so-bre nosotros Su nombre y seguir Suconsejo para ser como Él?

El presidente Gordon B. Hinckleydijo: “No puedo comprender por quéel mundo cristiano no acepta este li-bro”7. A la edad de veintiún años leípor primera vez el Libro de Mormón;después pregunté a Dios si era

verdadero. El poder consolador delEspíritu Santo8 me manifestó la veraci-dad de este libro. Sé que el Libro deMormón es un segundo testamentode Jesucristo. Uno mi testimonio al delos profetas de este libro sagrado paradeclarar que “Hablamos de Cristo,nos regocijamos en Cristo, predica-mos de Cristo, profetizamos deCristo”9. Estoy sumamente agradecidopor cada palabra que Él ha dicho, ypor cada palabra que continúa dicien-do al saciar nuestra sed con agua viva.

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Otra verdad restaurada delEvangelio con la cual llegué a familiari-zarme fue la restauración de la autori-dad del sacerdocio, o el poder deactuar en el nombre de Dios. Dios yCristo han enviado, en nuestros días, aprofetas y apóstoles de la antigüedad,tales como Elías el Profeta, Moisés,Juan el Bautista, Pedro, Santiago yJuan, para restaurar el santo sacerdo-cio de Dios. Cada poseedor del sacer-docio de esta Iglesia puede determinarel origen de la autoridad de su sacer-docio directamente hasta Jesucristo.Los hombres ahora poseen las llavespara establecer la Iglesia para que po-damos venir a Cristo y participar deSus ordenanzas eternas de Salvación10.Testifico que ésta es la Iglesia deJesucristo —la única Iglesia facultadacon la verdadera autoridad del sacer-docio para ejercer las llaves de salva-ción por medio de ordenanzassagradas.

Cortnee preguntó: “Mamá, ¿somoscristianos?”. En calidad de miembro deLa Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, tú eres cristiana yyo también. Soy un cristiano devotosumamente afortunado de tener ma-yor conocimiento de la verdadera“doctrina de Cristo”11 desde mi con-versión a la Iglesia restaurada. Por es-tas verdades se determina que estaIglesia posee la plenitud del evangeliode Jesucristo. Al igual que otros miem-bros de la Iglesia, ahora entiendo laverdadera naturaleza de la Trinidad,tengo acceso a Escrituras y revelaciónadicionales, y puedo participar de lasbendiciones de la autoridad del sacer-docio. Sí, Cortnee, somos cristianos, ytestifico de estas verdades en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Mateo 3:17.2. Juan 17:3.3. Hechos 7:55–56.4. José Smith—Historia 1:17.5. Véase Isaías 29:14; véanse también los ver-

sículos11–12, 18.6. Véase Alma 46:14–16.7. “El maravilloso fundamento de nuestra fe”,

Liahona, noviembre de 2002, pág. 81.8. Véase Moroni 10:4–5.9. 2 Nefi 25:26.

10. Véase D. y C. 2; 13; 110; 112:32.11. 2 Nefi 31:2; véase también 3 Nefi 11:31–36.

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Mis queridos hermanos y her-manas, estoy agradecido devivir en una época en que

tenemos apóstoles y profetas en latierra que nos inspiran y nos guían.Testifico que el presidente Hinckleyes un profeta de Dios, al igual queMoisés, Abraham y todos los demásprofetas desde el comienzo del mun-do. Estoy agradecido por sus conse-jos de esta mañana así como por laoportunidad que tendremos de escu-charlo una vez más al concluir estaconferencia.

Hoy me dirijo en especial a loshombres y a las mujeres jóvenes de laIglesia, así como a sus padres y líde-res. También me dirijo a los excelen-tes jóvenes adultos solteros, quetienen maravillosos talentos, aptitu-des y potencial para servir en el reino.

El presidente Hinckley ha dicho de esta generación: “Nunca hubo untiempo como éste. ¡Qué gran épocade la historia del mundo para vivir!Nunca antes ha habido una genera-ción de jóvenes como ésta… En ver-dad ustedes son ‘una generaciónescogida’ ” (Way to Be!, 2002, pág. 3).

Ustedes, como juventud de Sión,tienen una gran obra que hacer y seles han dado todos los talentos y lasoportunidades, sin importar dondevivan, para que hagan exactamenteaquello que su Padre Celestial espe-ra de ustedes. Ruego que mis pala-bras en esta tarde les ayuden endicha tarea.

En febrero de 1852, la jovenHannah Last Cornaby se bautizó enYarmouth, Inglaterra. No tuvo la expe-riencia tranquila y reverente que lamayoría de las personas tienen; ella ladescribió con las siguientes palabras:“Encontramos la casa rodeada por unaturba entre la cual nos abrimos pasocon dificultad… Antes de llegar a laorilla del agua, toda la multitud noshabía rodeado; mi esposo me bautizóen medio de una lluvia de piedras y degritos… y aunque las piedras nos pa-saban zumbando como si fuera grani-zo, ninguna nos tocó; llegamos a casasanos y salvos, dando gracias a Diospor nuestra liberación milagrosa”(Hannah Cornaby, Autobiography

and Poems, 1881, págs. 24–25).Su vida después de eso no fue fácil.

Años después escribió estas palabras:

¿Quién sigue al Señor?C H A R L E S W. D A H L Q U I S T I IPresidente General de los Hombres Jóvenes

Si uno permanece del lado de la línea del Señor, el adversario no puede ir allí para tentarlo.

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L IAHONA MAYO DE 2 0 0 7 95

¿Quién sigue al Señor? Toma tu

decisión.

Clamamos sin temor: ¿Quién sigue

al Señor?

(“¿Quién sigue al Señor?”, Himnos,Nº 170.)

Aunque ésas son las palabras deun himno que no cantamos a menu-do, éste es ahora uno de mis favori-tos porque expresa dedicación a laverdad y a la justicia. En realidad, esuna pregunta que debería estar en lamente de todo joven y de toda joven-cita del mundo: “¿Quién sigue alSeñor?”; y nuestra respuesta rotundadebe ser: “¡Yo!”.

Ésa pregunta estaba en la mente deNefi cuando por medio de su padre,Lehi, el Señor mandó a Nefi y a sushermanos volver a Jerusalén para ob-tener las planchas de bronce. CuandoLamán y Lemuel murmuraron, Nefi sehallaba ante dicha pregunta: “¿Quiénsigue al Señor?”, a lo cual respondió:“¡Yo!” con estas palabras: “Iré y haré lo

que el Señor ha mandado, porque séque él nunca da mandamientos a loshijos de los hombres sin prepararlesla vía para que cumplan lo que les hamandado” (1 Nefi 3:7).

Lo mismo sucedió con el jovenDavid del Antiguo Testamento.Recuerden que, cuando era un jovenpastor, visitó a sus hermanos en elfrente de batalla. Al estar allí, oyó lasburlas del gigante filisteo, Goliat, a losvarones de Israel, desafiándolos a lalucha; y todos los guerreros de Israeltenían temor de enfrentar al gigante.Su respuesta de éstos ante la pregun-ta: “¿Quién sigue al Señor?”; no fue:“¡Yo!”; sino: “¿Quién, yo?”.

Pero no para el joven David, quientomó sólo unas piedras y una sencillahonda de pastor y fue hacia el gigan-te, y le dijo: “Tú vienes a mí con es-pada y lanza y jabalina; mas yo vengoa ti en el nombre de Jehová de losejércitos…

“Jehová te entregará hoy en mimano… y toda la tierra sabrá que hay

Dios en Israel” (1 Samuel 17:45–46).En ese momento, David no caminó tí-midamente, sino que corrió para en-frentarse al gigante; y por la fe queDavid tenía en Dios, mató a Goliat eIsrael prevaleció.

Mis jóvenes hermanos y hermanas,dondequiera que viajo, me encuentrocon jóvenes nobles, como ustedes,que constantemente se enfrentan aGoliats modernos en forma de tenta-ciones que nos incitan a violar nues-tros convenios y las normas que elSeñor nos ha dado. Esto llega a ser demayor importancia cuando están ro-deados a diario de lo profano que esaceptado por la sociedad, como la in-moralidad, la inmodestia, la pornogra-fía y otros materiales inapropiados enlos medios de comunicación, inclusoen la televisión e internet, así como elgeneralizado acceso a las drogas y alalcohol. En resumen, no pasa un díasin que se nos pregunte, de una uotra forma: “¿Quién sigue al Señor?”.Tengo dos sugerencias sencillas para

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ayudarles a preparar su respuesta aesa pregunta.

Primero, nunca olviden quiénesson. La verdad sencilla se encuentraen una canción de los niños que mu-chos aprendimos en la Primaria: “Soyun Hijo de Dios” (Himnos, Nº 196).Nuestro sabio y bondadoso PadreCelestial no nos ha enviado aquí de-jándonos solos; nos ha dado guíasespecíficas para ayudarnos a cumplirlo que Él espera de nosotros. Nos hadado familias para que nos ayuden,nos amen y nos enseñen. Nos hadado profetas vivientes para guiar-nos; nos ha dado, por medio de laPrimera Presidencia, las normas quese encuentran en el folleto “Para lafortaleza de la Juventud”, con estapromesa: “Hacemos la promesa deque a medida que guarden esas nor-mas y vivan de acuerdo con las ver-dades que se encuentran en lasEscrituras, serán capaces de llevar acabo las labores de su vida con ma-yor sabiduría y capacidad y soportarlas aflicciones con más valor. Ustedestendrán la ayuda del Espíritu Santo”(2001, págs. 2–3).

Siempre llevo conmigo un ejem-plar de ese folleto, ¡siempre! Los invi-to a hacer lo mismo; entonces,cuando estén esperando el autobús otengan un momento libre, sáquenlo,léanlo y comprométanse a vivir lasnormas que en éste hay. Les prometoque a medida que lo hagan, vendránfelicidad, paz y un profundo senti-miento de valor y de autoestima.

Al ejercer su albedrío, recuerdenque no están solos. Además de unPadre Celestial amoroso y bondado-so, hay otras personas que oran paraque ustedes tomen decisiones sabias.Cuando era joven y salía con una chi-ca o con mis amigos, siempre les avi-saba a mis padres cuando llegaba acasa. Por lo general, llamaba a lapuerta de su cuarto, la abría y decía:“Ya llegué”, y me iba a la cama. Unanoche volví de una cita con una chi-ca, llamé a la puerta como de cos-tumbre y cuando abrí la puerta, la luzdel pasillo iluminó a mi angelical ma-dre de rodillas, orando. Al verla allí,

supe por quién oraba. Nunca he olvi-dado esa experiencia, y el saber quehoy mi madre todavía ora por mí meda ánimo y me recuerda quién soy yque no estoy solo.

Mi segunda sugerencia: aprendan acontrolar sus pensamientos. Una par-te del plan de felicidad que nuestroPadre Celestial nos ha dado es que senos envió aquí para ser probados; porlo tanto, siempre habrá tentaciones.Nuestra labor, como Santos de losÚltimos Días, es guardar los manda-mientos de Dios a pesar de las tenta-ciones que Satanás ponga en nuestrocamino. En mi vida, he notado queeso es mucho más fácil de hacercuando controlamos nuestros pensa-mientos, especialmente cuando he-mos memorizado música, pasajes delas Escrituras y buena poesía para re-emplazar los malos pensamientos quenos vienen a la mente.

El presidente Boyd K. Packer nosha aconsejado que memoricemos unhimno para que, cuando venga anuestra mente un mal pensamiento,lo reemplacemos con un himno. Unamigo mío explicó que había seguidoesa instrucción. Él dijo: “Un día salí dela oficina para almorzar. Después decaminar un par de cuadras noté quehabía estado tarareando ‘mi himno’:

‘Soy un hijo de Dios’. Al analizar porqué había comenzado a cantar, me dicuenta que al cruzar la calle frente a laoficina, una joven vestida inmodesta-mente había pasado frente a mí. Deinmediato y de manera subconscien-te, la letra y la música de ‘Soy un hijode Dios’ acudieron a mi mente paradesplazar los pensamientos inadecua-dos”. Ese día mi amigo aprendió unagran lección en cuanto a su habilidadpara controlar sus pensamientos.

El presidente George Albert Smithdio un consejo magnífico con respectoa ese tema cuando dijo: “Existe unabien definida línea de demarcación en-tre el territorio del Señor y el del dia-blo. Si uno permanece del lado de lalínea del Señor, el adversario no puedeir allí para tentarlo… pero si decide pa-sar para el lado del diablo, entra en suterritorio… y éste hará todo lo queesté a su alcance para alejarlo del terri-torio del Señor, sabiendo que la únicaposibilidad de destruirle es mantener-le lejos de la zona de seguridad”(“¿Seguimos a Cristo?”, Liahona, febre-ro de 1982, pág. 98–99).

El lema de la Mutual para 2007ofrece una promesa a quienes prestenatención a ese sabio consejo: “Dejaque la virtud engalane tus pensamien-tos incesantemente; entonces tu con-fianza se fortalecerá en la presenciade Dios;… [y] el Espíritu Santo serátu compañero constante…” (D. y C.121:45–46).

Les testifico que Dios vive; sé quesomos Sus hijos, que Él nos conocepor nuestro nombre y que al tomaresas decisiones importantes no esta-mos solos. Todos los días de su vidatendrán que tomar decisiones, el re-sultado de éstas los llevarán de unlado de la línea o del otro. Por lo tan-to, extiendo un desafío a todos los jóvenes al alcance de mi voz, a la ju-ventud bendita del mundo: vivan suvida de tal manera que cuando debandecidir entre el bien y el mal, y oiganen su interior la pregunta “¿Quién si-gue al Señor?”, estén preparados pararesponder con todas sus fuerzas:“¡Yo!”. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Quisiera hablar de la ley del diez-mo. En el libro de Malaquías,el Señor pregunta:

“¿Robará el hombre a Dios? Puesvosotros me habéis robado. Y dijis-teis: ¿En qué te hemos robado? Envuestros diezmos y ofrendas.

“Malditos sois con maldición, por-que vosotros, la nación toda, me ha-béis robado.

“Traed todos los diezmos al alfolí yhaya alimento en mi casa; y probad-me ahora en esto, dice Jehová de losejércitos, si no os abriré las ventanasde los cielos, y derramaré sobre vo-sotros bendición hasta que sobrea-bunde”1.

El diezmo es un mandamiento tanimportante que cuando el Señor visitóel continente americano, después deSu resurrección, repitió exactamente

esas mismas palabras2. Y en nuestrosdías, el Señor dijo: “Todos aquellosque hayan entregado este diezmo pa-garán la décima parte de todo su inte-rés anualmente”3.

En el libro de Levítico, el Señordeclaró en tres ocasiones diferentesque el diezmo es “cosa dedicada aJehová”4.

El Señor dijo: “Probadme ahora [oponedme a prueba ahora]… si no osabriré las ventanas de los cielos”5.Muchos probamos al Señor de la ma-nera correcta; sin embargo, algunosno lo hacen.

Consideren, por ejemplo, diezmanzanas, todas las cuales en realidadle pertenecen al Señor.; pero Él sólonos pide que le devolvamos una déci-ma parte, o una manzana.

¿Están dando como ofrenda sóloun pequeño mordisco de esa manza-na y se están quedando con el 90 porciento? ¿Están dispuestos a ofrecerleal Señor una porción tan pequeña?

¿Están avergonzados, o intentan re-mediar y esconder la porción mordi-da de la manzana y luego ofrecérselaal Señor?

Deseamos que nuestras ofrendassean íntegras y puras. Se nos ha en-señado: “He aquí, el Señor requiereel corazón y una mente bien dis-puesta; y los de buena voluntad y losobedientes comerán de la abundan-cia de la tierra de Sión en estos postreros días”6.

Hace algunos años se me asignó

reorganizar la Estaca Carey, Idaho. Elavión aterrizó en Twin Falls y el presi-dente Roy Hubert, que prestó servicioen forma tan excelente, me recibió yme llevó a su casa. Por el camino, lepregunté: “¿Hay algo que pueda hacerpor usted y por los santos?”.

Él me contestó: “Hemos sufridouna terrible sequía durante los últi-mos años. Este año ha sido particular-mente severa y muchos agricultoresse han ido a buscar empleo a otros lugares”.

Me sentí muy mal por nuestros fie-les miembros que aman al Señor y a laIglesia, y que sin embargo estabanperdiendo sus granjas.

Se llamó a un joven obispo, R. Spence Ellsworth, a servir comonuevo presidente de estaca. Durantela sesión general del domingo, me in-quietaba mucho pensar en las conse-cuencias de la sequía. Mientrasdiscursaba, sentí una fuerte impresióny les pedí que hicieran lo siguiente:

1. Paguen fielmente un diezmo ínte-gro, tanto los jóvenes como losadultos.

2. Hagan a diario y con humildad laoración personal y familiar.

3. Estudien diariamente las Escriturascon dedicación, tanto de maneraindividual como en familia.

4. Observen con agradecimiento eldía de reposo.

5. Asistan con gratitud y con frecuen-cia al templo, para dar acción degracias.

6. Apoyen y sigan de buena voluntada los nuevos líderes.

7. Hagan un ayuno como estaca e in-cluyan a todas las personas de lascomunidades afectadas que quie-ran participar.

Durante los dos días posteriores ala conferencia de estaca, muchosmiembros sembraron sus cultivos congran fe, a pesar de no haberse pro-nosticado lluvias.

El miércoles, bajo la dirección delpresidente Ellsworth, toda la estacaayunó. Esa misma semana, muchosmiembros de la Iglesia, los líderes y

¿Robará elhombre a Dios?É L D E R Y O S H I H I KO K I K U C H IDe los Setenta

Cuando ustedes y yo paguemos un diezmo íntegro y honestoal Señor, Él abrirá las ventanas de los cielos.

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sus cónyuges asistieron al Templo deBoise, Idaho, y ofrecieron su agradeci-miento. Mientras esos fieles santos es-taban en el templo, comenzó a lloveren toda la comunidad, a pesar de queel pronóstico del tiempo no anunciaballuvia todavía por algunas semanas. Elsábado siguiente otra vez cayó bastan-te lluvia, y siguió lloviendo por variosdías más. Eso sucedió a finales del mesde abril. Nevó bastante en las monta-ñas, proporcionando así el agua nece-saria. En las ciudades de Dietrich yRichfield, el embalse había estado pordebajo del 30 por ciento de su capaci-dad, pero luego del ayuno estaba casilleno. En Carey, el suministro de aguaaumentó del 44 por ciento a más delcien por ciento de lo normal. Duranteel resto de la temporada, al aumentarla fe de los miembros de la estacaCarey con varios ayunos más, con elpago de diezmos íntegros y con la másfrecuente asistencia al templo, el

Señor escuchó y contestó sus oracio-nes. Las heladas fueron tardías eseaño, de modo que los agricultores pu-dieron cosechar granos, remolachaazucarera, alfalfa, papas (patatas) yotros cultivos. A partir de ese día, y todos los años desde entonces, hanofrecido oraciones de acción de gra-cias y, “por causa de… sus tiernas mi-sericordias”7, el Señor continúabendiciéndoles.

En el libro de Crónicas, el Señordice: “Si se humillare mi pueblo, sobreel cual mi nombre es invocado, y ora-ren, y buscaren mi rostro, y se convir-tieren de sus malos caminos; entoncesyo oiré desde los cielos, y perdonarésus pecados, y sanaré su tierra”8.

El pago de un diezmo honrado e ín-tegro nos conduce al templo. Yo creoque el diezmo es una de las priorida-des proféticas del presidente Hinckley.

La semana pasada, en la reuniónde Mujeres Jóvenes, el presidente

Hinckley dijo: “Aunque el diezmo sepaga con dinero, es más importanteque se pague con fe”9.

En otra ocasión dijo: “Éste no estanto un asunto de dinero como defe… Los exhorto… a cada uno de us-tedes, a confiar en la palabra del Señoren este asunto tan importante”10.

Es un asunto de cometido. La tie-rra le pertenece al Señor, y eso inclu-ye nuestra propia vida. Él nos permiteutilizar todo lo que está en ella y sólonos pide que le devolvamos la décimaparte. El diezmo es una muestra degratitud, de obediencia y de acción degracias, una señal de nuestra dedica-ción y buena disposición. Pagar eldiezmo con agrado nos ayuda a tenerun corazón íntegro y puro. El pagodel diezmo aumenta nuestro amorpor el Señor.

El Señor ha dicho: “Es un día de sa-crificio, y de requerir el diezmo de mipueblo”11.

Hermanos y hermanas, demostre-mos nuestra fe y manifestemos nues-tra buena disposición de obedecer.Les prometo, en el nombre deJesucristo, que cuando ustedes y yopaguemos un diezmo íntegro y ho-nesto al Señor, Él abrirá las ventanasde los cielos.

Yo sé que nuestro Padre Celestialvive; y por lo tanto, les bendecirá.Jesucristo es nuestro Salvador. Josévio a nuestro Padre Celestial y a SuHijo, Jesucristo. Ésta es Su Iglesia. Elpresidente Gordon B. Hinckley es unoráculo viviente de Dios. Él les pideque vengan al templo con frecuencia,y esa es mi humilde oración. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Malaquías 3:8–10.2. Véase 3 Nefi 24:8–10.3. D. y C. 119:4.4. Levítico 27:30; véanse también los

versículos 32–33.5. 3 Nefi 24:10.6. D. y C. 64:34.7. Éter 6:12.8. 2 Crónicas 7:14.9. “Deja que la virtud engalane tus pensa-

mientos incesantemente”, Liahona, mayode 2007, pág. 116.

10. “La sagrada ley del diezmo”, Liahona, mayode 1991, pág. 6.

11. D. y C. 64:23.

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Durante mi capacitación para sercapitán de vuelo, tuve queaprender a pilotar un avión

cruzando grandes distancias. Para vo-lar sobre vastos océanos, cruzar ex-tensos desiertos e ir de un continentea otro, se debe realizar una planifica-ción cuidadosa con el fin de llegar adestino a salvo. Algunos de esos vue-los directos tienen una duración dehasta 14 horas y cubren unos catorcemil quinientos kilómetros.

Durante vuelos tan largos, existeun punto comúnmente conocidocomo el punto de retorno seguro, enel cual se debe tomar una importantedecisión. Hasta ese momento, elavión tiene el combustible necesariopara dar vuelta y regresar al aeropuer-to de partida con seguridad. Una vez

que el piloto ha pasado el punto deretorno seguro, ha perdido esa alter-nativa y debe seguir adelante. Es poreso que se habla de ese punto comoel punto sin retorno.

¿Existen puntos sin retorno ennuestra vida?

Satanás, “el padre de todas lasmentiras” (2 Nefi 2:18), “el padre de lacontención” (3 Nefi 11:29), “el autorde todo pecado” (Helamán 6:30) y el“enemigo de Dios” (Moroni 7:12), uti-liza las fuerzas del mal para conven-cernos de que ese concepto se aplica cada vez que pecamos. En lasEscrituras se le llama “el acusador”porque él desea que creamos que yaestamos fuera del alcance del perdón(véase Apocalipsis 12:10). Satanásquiere que pensemos que al pecar he-mos rebasado el “punto sin retorno” yque ya es demasiado tarde para cam-biar de rumbo. En nuestro hermosopero a la vez conflictivo mundo, esuna triste realidad que esa forma depensar es fuente de gran dolor, gransufrimiento y gran aflicción para las fa-milias, los matrimonios y las personas.

Satanás trata de imitar la obra deDios, y al hacerlo, engaña a muchos.Con el fin de que perdamos la espe-ranza, que nos sintamos tan misera-bles como él y que creamos que ya nonos es posible obtener el perdón,Satanás podría incluso usar de mane-ra engañosa las palabras de las

Escrituras que hacen hincapié en lajusticia de Dios, para insinuar que nohay misericordia.

¿Cuál es el plan del Señor paranuestro retorno seguro?

La protección contra la influenciade Satanás se recibe a través del evan-gelio de Jesucristo. Las buenas nuevasson que Jesucristo realizó una perfectaExpiación en beneficio de la humani-dad; es un mensaje de amor, esperan-za y misericordia de que hay unareconciliación del hombre con Dios.

El pecado es la transgresión delibe-rada de la ley divina. La expiación deJesucristo es el don que Dios da a Sushijos para que corrijan y superen lasconsecuencias del pecado. Dios ama atodos Sus hijos y Él nunca dejará deamarnos ni perderá la esperanza ennosotros. El plan de nuestro PadreCelestial es claro y Sus promesas songrandiosas: “Porque no envió Dios asu Hijo al mundo para condenar almundo, sino para que el mundo seasalvo” (Juan 3:17).

Cristo vino para salvarnos. Si he-mos tomado el camino equivocado, laexpiación de Jesucristo nos brinda laseguridad de que el pecado no es unpunto sin retorno. Si seguimos el plande Dios para nuestra salvación, es po-sible lograr un retorno seguro.

Hemos recibido ese plan de la auto-ridad máxima del universo, de Dios,nuestro Padre Celestial. El plan se pre-paró desde antes de la fundación delmundo. Es un gran plan de felicidad,de misericordia, de redención y de sal-vación. Ese plan nos permite tener laexperiencia de una existencia física, in-cluso la vida mortal, un tiempo de pro-bación, y luego regresar a la presenciade Dios para vivir en felicidad y gloriaeternas. Ello se explica en las doctrinasdel evangelio restaurado de Jesucristo.

Seguir ese plan tiene hermosasconsecuencias eternas para nosotrosen forma individual, para nuestra fa-milia, para las generaciones veniderase incluso para las generaciones quenos han precedido. El plan tambiénabarca la reconciliación con Dios y elperdón.

El punto deretorno seguroÉ L D E R D I E T E R F. U C H T D O R FDel Quórum de los Doce Apóstoles

El don de la expiación de Jesucristo nos proporciona, entodo momento y en todo lugar, las bendiciones delarrepentimiento y del perdón.

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¿Por qué es posible el perdóndivino?

Nosotros reconocemos que “todospecaron, y están destituidos de la glo-ria de Dios” (Romanos 3:23), perotambién testificamos con firmeza queel arrepentimiento y el perdón pue-den ser tan reales como el pecado.

La expiación de Jesucristo haceque cada persona sea responsable desus propios pecados. Al reclamar lasbendiciones y los beneficios de laExpiación, superaremos las conse-cuencias del pecado individual.

El presidente David O. McKay dijo:“Todo principio y ordenanza del evan-gelio de Jesucristo es significativo eimportante… pero no hay ningunomás esencial para la salvación de la fa-milia humana que el principio divinoy eternamente aplicable del arrepenti-miento” (Gospel Ideals, 1953, pág. 13;citado en Doctrina y Convenios,

Religión 324–325, Manual para el

alumno, pág. 361).“Porque a ninguno… viene la salva-

ción, sino por medio del arrepenti-miento y la fe en el Señor Jesucristo”(Mosíah 3:12).

El arrepentimiento, por sí mismo,no salva al hombre. Es la sangre deJesucristo la que nos salva. No es sólomediante un cambio sincero y honra-do que nos salvamos sino “por la

gracia… nos salvamos, después de ha-cer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23). Elverdadero arrepentimiento, sin embar-go, es la condición que se requierepara recibir el perdón de Dios en nues-tra vida. El verdadero arrepentimientotorna “la noche más tenebrosa en undía refulgente” (Spencer W. Kimball, El Milagro del Perdón, pág. 370).

¿En qué consiste el verdaderoarrepentimiento?

Para arrepentirnos, debemos teneruna fe firme en Cristo. Nuestra fe debeabarcar “una idea correcta del carácter,de la perfección y de los atributos [deDios]” (Lectures on Faith, 1985, pág.38, citado en Manual para el maestro,Doctrina del Evangelio, Doctrina y

Convenios y la Historia de la Iglesia,

lección 2, punto 3). Si creemos queDios sabe todas las cosas, y que esamoroso y misericordioso, entoncesnos será posible depositar nuestra con-fianza en Él sin vacilación para obtenernuestra salvación. La fe en Cristo cam-biará nuestros pensamientos, nuestrascreencias y nuestro comportamientoque no estén en armonía con la volun-tad de Dios.

El verdadero arrepentimiento noslleva de nuevo a hacer lo correcto.Para arrepentirnos verdaderamente,debemos reconocer nuestros pecados

y sentir remordimiento, o la tristezaque es según Dios, y confesar los pe-cados a Dios. Si nuestros pecados songraves, debemos también confesarlosa nuestro líder autorizado del sacer-docio. Debemos pedir a Dios que nosperdone y hacer todo lo que esté anuestro alcance para corregir cual-quier daño que hayan causado nues-tras acciones. El arrepentimientosignifica un cambio en la mente y enel corazón; dejar de hacer lo incorrec-to y comenzar a hacer lo correcto.Produce una actitud renovada haciaDios, hacia nosotros mismos y haciala vida en general.

¿Cuáles son los frutos del perdón?El verdadero arrepentimiento ben-

dice nuestra vida con los efectos de laExpiación: sentimos el perdón y lapaz de Dios, desaparecen nuestrossentimientos de culpa y de pesar; dis-frutamos de la influencia del Espírituen mayor abundancia y estamos me-jor preparados para vivir con el PadreCelestial.

El presidente Spencer W. Kimballenseñó: “La esencia del milagro delperdón es que trae paz al alma previa-mente ansiosa, inquieta, frustrada y talvez atormentada… Dios limpiará… laslágrimas de angustia, de remordimien-to… de temor y de culpabilidad” (El

Milagro del Perdón, págs. 371, 376).Jesús prometió: “La paz os dejo, mi

paz os doy… No se turbe vuestro co-razón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

El profeta Alma, a quien Dios resca-tó del pecado a la felicidad por mediodel perdón, dijo: “la maldad nunca fuefelicidad” (Alma 41:10). Él había sidotestigo personal de los amargos dolo-res del pecado, pero también hablócon entusiasmo de la felicidad queacompaña al arrepentimiento y al per-dón verdaderos: “Sí… te digo…que… no puede haber cosa tan inten-sa y dulce como lo fue mi gozo” (Alma36:21). Alma concluyó con un consejopoderoso y sabio para todos los quebuscan el perdón: “Y ahora bien…quisiera que no dejaras que te pertur-baran más estas cosas, y sólo deja quete preocupen tus pecados, con esa

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zozobra que te conducirá al arrepenti-miento” (Alma 42:29).

¿Cómo podemos saber que Dios nosha perdonado?

El presidente Harold B. Lee dijo:“Una vez que uno haya hecho todo loque esté a su alcance por vencer lasfaltas, y ha determinado [en el cora-zón] que nunca las repetirá, puede al-canzar la paz interior, que le hacesaber se le han perdonado los peca-dos” (en “Law of Chastity Vital, GirlsTold,” Church News, 2 de septiembrede 1972, pág. 7, citado en Doctrina y

Convenios, Manual para el alumno,pág. 363).

Una vez que nos hayamos arrepen-tido verdaderamente, Cristo nos libra-rá de la carga de la culpabilidad pornuestros pecados. Sabremos por no-sotros mismos que se nos ha perdo-nado y hecho limpios. El EspírituSanto nos lo confirmará; Él es elSantificador. Ningún otro testimoniodel perdón es más grande que ése.

El Señor dijo: “…el que se arre-pienta y cumpla los mandamientos

del Señor será perdonado” (D. y C.1:32; cursiva agregada). “Venid a mítodos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”(Mateo 11:28). “Sé fiel y diligente… y te estrecharé entre los brazos de mi amor” (D. y C. 6:20).

Y Él declaró: “He aquí, quien se haarrepentido de sus pecados es perdo-nado; y yo, el Señor, no los recuerdomás” (D. y C. 58:42).

Satanás tratará de hacernos creerque no se nos han perdonado nues-tros pecados porque nosotros aún losrecordamos. Satanás es un mentiroso;él trata de nublar nuestra vista y dealejarnos del sendero del arrepenti-miento y del perdón. Dios no nosprometió que nosotros no recordaría-mos nuestros pecados; el hacerlo nosayudará a evitar que volvamos a co-meter los mismos errores; pero si nosmantenemos leales y fieles, el recuer-do de nuestros pecados se mitigarácon el correr del tiempo. Eso será par-te del tan necesario proceso sanadory santificador. Alma testificó que,

después de clamar a Jesús pidiéndolemisericordia, seguía recordando suspecados, pero ese recuerdo dejó deafligirlo y de atormentarlo, porque sa-bía que se le había perdonado (véaseAlma 36:17–19).

Es nuestra la responsabilidad deevitar cualquier cosa que nos haga recordar pecados del pasado. Si siem-pre tenemos un “corazón quebranta-do y un espíritu contrito” (3 Nefi12:19), podemos confiar en que Dios “no [recordará] más [nuestrospecados]”.

¿Por qué el perdonar nos ayuda arecibir el perdón?

Jesús nos enseñó verdades eter-nas cuando nos enseñó a orar:“…perdónanos nuestras deudas,como nosotros perdonamos a nues-tros deudores… Porque si perdonáisa los hombres sus ofensas, os perdo-nará también a vosotros vuestro PadreCelestial; mas si no perdonáis… vues-tro Padre tampoco perdonará vues-tras ofensas” (3 Nefi 13:11, 14–15).

Por consiguiente, otorgar el per-dón es un requisito esencial para reci-bir el perdón.

Para nuestro propio bien, debemostener la valentía moral de perdonar yde pedir perdón. El alma nunca esmás noble ni más valiente que cuandoperdona, lo que incluye el perdonar-nos a nosotros mismos.

Por mandamiento divino, cada uno de nosotros está obligado a otor-gar el perdón y la misericordia, y aperdonarnos los unos a los otros. Ennuestras familias, en nuestros matri-monios, en nuestros barrios y estacas,en nuestras comunidades y en nues-tros países existe una gran necesidadde ese atributo cristiano.

Recibiremos la dicha del perdónen nuestra propia vida cuando este-mos dispuestos a otorgar librementeesa dicha a los demás. Perdonar depalabra no es suficiente; debemos eli-minar de nuestro corazón y de nues-tra mente los sentimientos y lospensamientos de amargura y dejarque la luz y el amor de Cristo entrenen ellos. Como resultado, el Espíritudel Señor llenará nuestra alma con elgozo que acompaña la divina paz deconciencia (véase Mosíah 4:2–3).

Mis queridos hermanos y herma-nas, mis queridos jóvenes amigos,cuando el capitán de un avión de vue-los largos pasa el punto de retorno se-guro y los vientos contrarios sondemasiado fuertes o la altitud de vueloes demasiado baja, puede verse forza-do a desviarse hacia otro aeropuertoque no sea el destino planeado. Eso nosucede en nuestro viaje por la vida deregreso a nuestro hogar celestial. Noimporta dónde se encuentren en elviaje de la vida o cuáles sean las prue-bas que deban afrontar, siempre hayun punto de retorno seguro; siemprehay esperanza. Ustedes son los capita-nes de su propia vida y Dios ha prepa-rado un plan para llevarlos a salvo deregreso a Él, a su destino divino.

El don de la expiación deJesucristo nos proporciona, en todo momento y en todo lugar, lasbendiciones del arrepentimiento y del perdón. Gracias a ese don, laoportunidad de regresar con seguri-dad de un desastroso sendero de pe-cado está a disposición de todosnosotros, en todo momento.

Por ello agradezco a nuestro amo-roso Padre Celestial y de eso doy testi-monio con todo mi corazón y mialma, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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El año pasado, mientras el élderDavid S. Baxter y yo manejába-mos rumbo a una conferencia

de estaca, nos detuvimos en un res-taurante. Después, al regresar al auto,una mujer nos llamó y se nos acercó;su apariencia nos sobresaltó y su arre-glo personal (o falta de él) era lo quecortésmente llamaría “extremo”; en-tonces nos preguntó si éramos élde-res de la Iglesia. Le dijimos que sí, ysin mucha reserva contó los eventosde su trágica vida anegada en el peca-do. Ahora, a los 28 años de edad, erainfeliz; sentía que no valía nada y queno tenía ninguna razón para vivir. Alhablar, la dulzura de su alma comenzóa emerger. En una súplica de lágrimas,preguntó si existía esperanza algunapara ella, alguna salida de esa deses-peración.

“Sí”, respondimos, “hay esperanza.La esperanza está vinculada al arre-pentimiento. Puedes cambiar; puedes:‘[venir] a Cristo y [perfeccionarte] enél’”1 y la instamos a no demorar2. Ellasollozó humildemente y nos agradeciócon sinceridad.

Al continuar nuestro viaje, el élderBaxter y yo meditamos en cuanto aesa experiencia. Recordamos el con-sejo que Aarón le dio a una alma sinesperanza, al decir: “Si te arrepientesde todos tus pecados y te postras anteDios e invocas con fe su nombre… entonces obtendrás la esperanza quedeseas”3.

En esta sesión de clausura de laconferencia general, yo también ha-blo en cuanto al arrepentimiento; lohago porque el Señor ha mandado aSus siervos que proclamen el arre-pentimiento a todo pueblo4. ElMaestro ha restaurado Su evangeliopara dar gozo a Sus hijos, y el arre-pentimiento es un componente cru-cial de dicho Evangelio5.

La doctrina del arrepentimiento estan antigua como el Evangelio mismo.Las enseñanzas bíblicas que se en-cuentran en los libros de Génesis6 aApocalipsis7 proclaman el arrepenti-miento. Entre las enseñanzas deJesucristo durante su ministerio terre-nal encontramos estas advertencias:“El reino de Dios se ha acercado; arre-pentíos, y creed en el evangelio”8, y“si no os arrepentís, todos pereceréisigualmente”9.

En el Libro de Mormón se hacenreferencias al arrepentimiento auncon mayor frecuencia10. Al pueblo dela América antigua, el Señor dio estemandamiento: “Otra vez os digo quedebéis arrepentiros, y ser bautizadosen mi nombre, y volveros como unniño pequeñito, o de ningún modoheredaréis el reino de Dios”11.

Con la Restauración del Evangelio,nuestro Salvador ha recalcado de nue-vo esta doctrina. ¡La palabra arrepen-

timiento en cualquiera de sus formasaparece en 47 de las 138 secciones deDoctrina y Convenios!12.

Arrepentirse del pecado¿Qué significa arrepentirse?

Comencemos por la definición deldiccionario, arrepentirse es: “abando-nar el pecado… sentir pesar [y] re-mordimiento”13. El arrepentirse delpecado no es fácil, pero el galardónvale el precio que se paga. El arrepen-timiento se efectúa un paso a la vez, yla humilde oración facilitará cada pasoesencial. Como requisitos previos alperdón, primero deben existir el reco-nocimiento, el remordimiento y luegola confesión14. “Por esto sabréis si unhombre se arrepiente de sus pecados:He aquí, los confesará y los abandona-rá”15. Se debe hacer la confesión a lapersona dañada; debe ser una confe-sión sincera y no sólo una mera admi-sión de culpa después que las pruebassean evidentes. Si se ha ofendido amuchas personas, la confesión sedebe efectuar a todas las partes ofen-didas. Los hechos que pudiesen afec-tar la situación de uno en la Iglesia o elderecho a los privilegios de la Iglesiadeben confesarse de inmediato alobispo, a quien el Señor ha llamadocomo un juez común de Israel16.

El siguiente paso es la restitución,reparar el daño causado, si es posible.Luego siguen los pasos de tomar ladeterminación de mejorar y de refre-narse de una recaída, o sea, arrepen-tirse “con íntegro propósito decorazón”17. Gracias al rescate pagadopor la expiación de Jesucristo, el peca-dor que se arrepiente y continúa librede pecado recibe un perdón total18.

El arrepentimientoy la conversiónÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Un alma arrepentida es un alma convertida, y un almaconvertida es un alma arrepentida.

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Isaías dijo al alma arrepentida: “Sivuestros pecados fueren como la gra-na, como la nieve serán emblanqueci-dos; si fueren rojos como el carmesí,vendrán a ser como blanca lana”19.

El énfasis imperativo que el Señorle da al arrepentimiento es evidente al leer la sección 19 de Doctrina yConvenios: “te mando que te arre-pientas; arrepiéntete, no sea que tehiera con la vara de mi boca, y con mienojo, y con mi ira, y sean tus padeci-mientos dolorosos; cuán dolorososno lo sabes; cuán intensos no lo sa-bes; sí, cuán difíciles de aguantar nolo sabes.

“Porque he aquí, yo, Dios, he pade-cido estas cosas por todos, para queno padezcan, si se arrepienten;

“mas si no se arrepienten, tendránque padecer así como yo”20.

Aunque el Señor insiste en nuestroarrepentimiento, la mayoría de la gen-te no siente tal necesidad imperiosa21.Consideran que son personas que tratan de ser buenas; esa gente no tiene malos propósitos22; sin embargo, el mensaje del Señor clara-mente indica que todos deben arre-pentirse, no sólo de los pecados decomisión, sino también de los peca-dos de omisión. Tal es el caso en Suadvertencia a los padres: “Y además,si hay padres que tengan hijos enSión… y no les enseñen a compren-der la doctrina del arrepentimiento,de la fe en Cristo, el Hijo del Dios vi-viente, del bautismo y del don delEspíritu Santo… el pecado será sobrela cabeza de los padres”23.

Un significado más amplio de lapalabra arrepentirse

La doctrina del arrepentimiento esmucho más amplia que la definicióndel diccionario. Cuando Jesús dijo“arrepentíos”, Sus discípulos anotaronese mandato en griego empleando elverbo metanoeo24. Esa palabra pode-rosa tiene una gran importancia. Enesta palabra, el prefijo meta significa“cambio”25. El sufijo se relaciona concuatro términos griegos importantes:nous, que significa “la mente”26; gno-

sis, que significa “conocimiento”27;

pneuma, que significa “espíritu”28; y pnoe, que significa “aliento”29.

Por consiguiente, cuando Jesúsdijo “arrepentíos”, Él nos pidió quecambiáramos nuestra mente, nuestroconocimiento y espíritu, e inclusonuestro aliento. Un profeta explicóque tal cambio de aliento es respirarcon un reconocimiento de gratitudhacia Él que nos concede cada alien-to. El rey Benjamín dijo: “Si sirvieseisa aquel que os ha creado… y os estápreservando día tras día, dándoosaliento… momento tras momento,digo que si lo sirvieseis con todavuestra alma, todavía seríais servido-res inútiles”30.

Sí, el Señor nos ha mandado arre-pentirnos, cambiar nuestro comporta-miento para venir a Él y ser mássemejantes a Él31, lo cual requiere uncambio total. Alma enseñó esto a suhijo: “Aprende sabiduría en tu juven-tud”, dijo, “aprende en tu juventud aguardar los mandamientos de Dios…deja que todos tus pensamientos sedirijan al Señor; sí, deja que los afec-tos de tu corazón se funden en elSeñor para siempre”32.

El arrepentirse por completo esconvertirse plenamente al SeñorJesucristo y a Su santa obra. Alma

enseñó ese concepto cuando planteóestas preguntas: “Os pregunto, her-manos míos de la iglesia: ¿Habéis na-cido espiritualmente de Dios? ¿Habéisrecibido su imagen en vuestros ros-tros? ¿Habéis experimentado estegran cambio en vuestros corazo-nes?”33. Ese cambio ocurre cuando“nacemos de nuevo”, convertidos yconcentrados en nuestra jornada alreino de Dios34.

Los frutos del arrepentimientoLos frutos del arrepentimiento son

dulces. Los conversos arrepentidos sedan cuenta de que las verdades delEvangelio restaurado gobiernan suspensamientos y hechos, determinansus hábitos y moldean su carácter.Son más fuertes y más aptos para abs-tenerse de toda impiedad35; además,los apetitos carnales inmoderados36,la adicción a la pornografía o a lasdrogas nocivas37, las pasiones desen-frenadas38, los deseos carnales39 y elorgullo40, se debilitan con una conver-sión completa al Señor y una determi-nación de servirle y de emular Suejemplo41; la virtud engalana sus pen-samientos y la confianza en sí mismosaumenta42; el diezmo se percibecomo una bendición de felicidad y

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protección y no como un deber o unsacrificio43; la verdad nos atrae más yaquello digno de alabanza nos llamamás la atención44.

El arrepentimiento es el régimendel Señor para el progreso espiritual.El rey Benjamín explicó que: “El hom-bre natural es enemigo de Dios, y loha sido desde la caída de Adán, y loserá para siempre jamás, a menosque se someta al influjo del SantoEspíritu, y se despoje del hombre na-tural, y se haga santo por la expiaciónde Cristo el Señor, y se vuelva comoun niño: sumiso, manso, humilde, pa-ciente, lleno de amor y dispuesto asometerse a cuanto el Señor juzgueconveniente imponer sobre él, talcomo un niño se somete a su pa-dre”45. Hermanos y hermanas, ¡eso esla conversión! ¡El arrepentimiento esla conversión! Un alma arrepentida esun alma convertida, y un alma con-vertida es un alma arrepentida.

El arrepentimiento para los que hanfallecido

Cada persona viva puede arrepen-tirse. Pero, ¿qué de aquellos que han muerto? Ellos también tienenoportunidad de arrepentirse. En lasEscrituras se declara que: “los fielesélderes de esta dispensación, cuandosalen de la vida terrenal, continúansus obras en la predicación del evan-gelio de arrepentimiento… entreaquellos que están… bajo la servi-dumbre del pecado en el gran mundode los espíritus de los muertos.

“Los muertos que se arrepientan se-rán redimidos, mediante su obedienciaa las ordenanzas de la casa de Dios,

“Después que hayan padecido elcastigo por sus transgresiones, y seanlavados y purificados, [ellos] recibiránuna recompensa según sus obras”46.

El profeta José Smith reveló ademásque “la tierra será herida con una mal-dición, a menos que entre los padres ylos hijos exista un eslabón conexivo dealguna clase… sin [nuestros muertos]nosotros no podemos perfeccionar-nos, ni ellos pueden perfeccionarse sinnosotros… [En esta] dispensación queya está comenzando, es menester que

una unión entera, completa y perfecta,así como un encadenamiento de dis-pensaciones, llaves, poderes y gloriasse realicen”47.

“¿Cristo me manda que brille?”48.¡Sí, y a ustedes también! Él tambiéndesea que, como herreros, forjemoseslabones celestiales soldados a fin devencer la maldición49 de la fragmenta-ción familiar. Se creó la tierra y se pro-veyeron los templos para que lasfamilias estén juntas para siempre50.Muchos, si no la mayoría de nosotros,podríamos arrepentirnos y convertir-nos más a la obra del templo y de his-toria familiar a favor de nuestrosancestros. Y así vemos que nuestroarrepentimiento es necesario y esen-cial para el arrepentimiento de ellos.

A todos nuestros familiares falleci-dos, a la mujer de 28 años de edadatrapada en los pantanos del pecado ya cada uno de nosotros, declaro quees posible adquirir la dulce bendicióndel arrepentimiento que llega por me-dio de la completa conversión alSeñor y a Su santa obra.

Sé que Dios vive. Jesús es el Cristoy ésta es Su Iglesia. Su profeta hoy díaes el presidente Gordon B. Hinckley,de ello testifico en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Moroni 10:32.2. Véase Alma 13:27; 34:33. El presidente

Spencer W. Kimball describió la dejadez [oel demorar] como “la falta de disposición aaceptar responsabilidades ahora mismo”(Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág. 4).3. Alma 22:16. También recordamos al pueblo

pecador bajo el cuidado de su líder preocu-pado, Mormón, que escribió: “…yo no abri-gaba ninguna esperanza, porque conocíalos juicios del Señor que habrían de venirsobre ellos; porque no se arrepentían desus iniquidades, sino que luchaban por susvidas sin invocar a aquel Ser que los creó”(Mormón 5:2).

4. Especialmente en estos últimos días; véaseD. y C. 18:11–12, 14; 19:21; 34:5–6; 43:20;133:16–17.

5. “Los primeros principios y ordenanzas delEvangelio son: primero, Fe en el SeñorJesucristo; segundo, Arrepentimiento; ter-cero, Bautismo por inmersión para la remi-sión de los pecados; cuarto, Imposición demanos para comunicar el don del EspírituSanto” (Artículos de Fe 1:4). Véase tambiénD. y C. 39:6; 84:27; 138:19.

6. Véase la Traducción de José Smith de laBiblia en inglés, Génesis 4:8.

7. Véase Apocalipsis 2:16.8. Marcos 1:15; véase también Mateo 4:17.9. Lucas 13:3.

10. La palabra arrepentirse (enseñar la doctrina del arrepentimiento) en todas susformas (arrepentir, arrepentimiento, arre-

pentido, arrepentirse, etc.), figura 72 vecesen la versión del rey Santiago de la Bibliaen inglés y 68 veces en la traducción deJosé Smith de la Biblia. En el Libro deMormón, la palabra arrepentirse, en todassus variantes, aparece 360 veces.

11. 3 Nefi 11:38. Otro ejemplo es: “…os hedado la ley y los mandamientos de miPadre para que creáis en mí, que os arre-pintáis de vuestros pecados y vengáis a mícon un corazón quebrantado y un espíritucontrito” (3 Nefi 12:19).

12. Véase D. y C. 1, 3, 5, 6, 10, 11, 13, 14, 15,16, 18, 19, 20, 29, 33, 34, 35, 36, 39, 42,43, 44, 45, 49, 50, 53, 54, 55, 56, 58, 63,64, 66, 68, 75, 84, 90, 93, 98, 104, 107,109, 117, 124, 133, 136 y 138.

13. Definición de la palabra repent (arrepenti-miento) en el diccionario de inglésWebster’s Ninth New Collegiate Dictionary,

1987, “repent”, pág. 999.14. Véase 1 Juan 1:9; Mosíah 26:29; D. y C.

61:2; 64:7.15. D. y C. 58:43. Si no se ha ofendido a otra

persona, la confesión se debe hacer a Diosen oración. Él, que ve en lo secreto, podrárecompensarte en público (véase Mateo6:4, 6, 18; 3 Nefi 13:4, 6, 18).

16. Véase D. y C. 107:73–74.17. 2 Nefi 31:13; Jacob 6:5; Mosíah 7:33; 3 Nefi

10:6; 12:24; 18:32.18. Véase Mosíah 4:2–3.19. Isaías 1:18.20. D. y C. 19:15–17.21. En la mente de algunas personas, la palabra

“repent” [arrepentimiento] también inspiraconceptos como “penalty” [castigo] y “pe-

nalize” [penalizar], palabras que connotan“castigo”. Si no son culpables de un pecadoque merece un castigo, pueden razonar queno tienen necesidad del arrepentimiento.

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22. El presidente Spencer W. Kimball dijo:“…existe una impresión imperante, quizássubconsciente, de que el Señor dispuso elarrepentimiento únicamente para aquellosque cometan homicidio o adulterio o hurtou otros crímenes atroces. Eso, por supues-to, no es verdad. Si somos humildes y senti-mos deseos de obedecer el Evangelio,llegaremos a considerar el arrepentimientocomo algo que se aplica a todo lo que ha-gamos en la vida, bien sea de naturaleza es-piritual o temporal. El arrepentimiento espara toda alma que aún no haya llegado ala perfección” (Enseñanzas de los

Presidentes de la Iglesia: Spencer W.

Kimball, pág. 41). Véase también 1 Juan1:8; Mosíah 4:29–30.

23. D. y C. 68:25; cursiva agregada.24. El vocablo metanoeo, ÌÂÙ·ÓÔˆ, se usó

en el texto griego de las declaraciones del Señor que se encuentran en Mateo4:17; Marcos 1:15 y Lucas 13:3. Pedro usó el mismo vocablo en Hechos 2:38;3:19; y 8:22.

25. En Mateo 17:2 y Marcos 9:2, la palabratransfiguró se tradujo del vocablo meta-

morphoo, que significa “cambio de forma”.26. En Efesios 4:23, el vocablo mente se tradu-

jo de la palabra griega nous.27. En Lucas 1:77; Romanos 2:20; y 2 Corintios

6:6, las palabras conocimiento y ciencia setradujeron del vocablo gnos o gnosis. Gnos,cuando es precedido por el prefijo negativoa-, significa “falta de conocimiento”, comoen la palabra agnostic [agnóstico]. EnHechos 17:23 la palabra desconocido se tradujo del vocablo agnostos, y las palabrassin conocerle se tradujeron del vocablo agnoeo.

28. En Mateo 12:18 y Romanos 8:5, la palabraEspíritu se tradujo del vocablo griegopneuma.

29. En Hechos 17:25, la palabra aliento se tra-dujo del vocablo griego pnoe.

30. Mosíah 2:21.31. Véase 3 Nefi 27:21, 27.32. Alma 37:35–36.33. Alma 5:14.34. Véase Juan 3:3, 7; Mosíah 27:25; Alma 5:49;

7:14; Moisés 6:59.35. Véase Moroni 10:32.36. Véase Gálatas 6:7–8.37. Véase Jueces 13:7; Lucas 1:15; D. y C. 89:5,

7–9.38. Véase Mateo 5:27–28; Alma 38:12; 3 Nefi

12:27–28; D. y C. 42:23.39. Véase Romanos 8:5–6.40. Véase Alma 38:11; D. y C. 121:37.41. Véase Juan 13:15; 1 Timoteo 4:12; 1 Pedro

2:21; 2 Nefi 31:16; 3 Nefi 18:16; Mormón7:10.

42. Véase D. y C. 121:45.43. Véase D. y C. 85:3.44. Véase Filipenses 4:8; Artículos de Fe 1:13.45. Mosíah 3:19.46. D. y C. 138:57–59; Véanse también los ver-

sículos 30–34.47. D. y C. 128:18.48. “Cristo me manda que brille”, Canta

Conmigo, 1969, B-67.49. Véase D. y C. 27:9; 110:14–15; 128:18;

138:48.50. Véase D. y C. 2:2–3; 132:19; 138:47–48;

José Smith—Historia 1:39.

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Mis amados hermanos y her-manas, hemos disfrutado deuna conferencia maravillosa.

Hemos rededicado el Tabernáculo deSalt Lake que se ha vuelto a usar trasuna extensa renovación. Este Centrode Conferencias ha estado lleno almáximo de su capacidad en cada se-sión; nuestras palabras han recorridoel mundo para llegar a miembros dela Iglesia esparcidos por todas partes.

Ahora regresaremos a nuestros ho-gares. Instamos a quienes vayan aconducir a hacerlo con cuidado. Nodejen que ningún accidente destruyael espíritu de esta maravillosa ocasión.

Esperamos que utilicen el ejemplarde mayo de las revistas de la Iglesiacomo texto para sus noches de hogar,a fin de repasar lo que se ha habladoen esta conferencia. Lo que cada unode los oradores ha dicho representael intento que ellos tuvieron de im-partir con espíritu de oración un co-nocimiento que inspire y motive a

todos los que hayan escuchado a ele-varse un poco más y a ser un pocomejores.

Ruego que haya paz y armonía ensus hogares. Esposos, amen y valorenmucho a sus esposas; ellas son su po-sesión más preciada. Esposas, alien-ten a sus esposos y oren por ellos;ellos necesitan toda la ayuda posible.Padres, traten a sus hijos con muchabondad; ellos son la generación veni-dera que dará honor a su nombre.

Ahora, al separarnos por una tem-porada, que Dios les bendiga, misamados compañeros. Ruego esto, al decirles adiós, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

Comentarios finalesP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Lo que cada uno de los oradores ha dicho representa elintento que ellos tuvieron de impartir con espíritu deoración un conocimiento que inspire.

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Nuestro yerno le dijo a su hijaEliza, de tres años, que para lanoche de hogar iban a tener

una lección sobre algo muy especial.Una gran sonrisa iluminó el rostro dela niña y trató de adivinar la sorpresa.“Con toda seguridad debe ser acercade mí”, dijo, “¡porque yo soy muy es-pecial!”. Eliza recuerda y sabe quiénes: una hija muy especial de Dios. Ella lo ha aprendido de su madre, que desde muy pequeñita le ha canta-do como canción de cuna el himnode apertura: “Soy un hijo de Dios”(Himnos, Nº 196).

Por todo el mundo, y en casi todoslos idiomas, las mujeres jóvenes de 12a 18 años declaran lo mismo: “Somos

hijas de un Padre Celestial que nosama y nosotras lo amamos a Él” (“Ellema de las Mujeres Jóvenes”, El pro-

greso personal para las Mujeres

Jóvenes [folleto], pág. 5). Sin embar-go, a medida que crecen, en ocasio-nes se alejan del conocimientoconvincente que tiene Eliza, de tresaños, de que son muy especiales.Muchas veces la juventud sufre “crisisde identidad”, al preguntarse quiénesson en realidad. Los años de la adoles-cencia son también una época de loque yo describo como: “robo de iden-tidad”, que quiere decir que las ideas,las filosofías y las falsedades del mun-do nos confunden, nos zarandean ytratan de robarnos el conocimientode nuestra verdadera identidad.

Una excelente jovencita me dijo:“En ocasiones no estoy segura dequién soy. No siento el amor de miPadre Celestial. Mi vida parece difícil.Las cosas no están saliendo de la for-ma en que yo quería, esperaba o so-ñaba que ocurriesen”. Lo que le dije a ella, les digo ahora a todas las muje-res jóvenes, de todas partes: Sé, sinninguna duda, que eres una hija deDios; él te conoce, te ama y tiene unplan para ti. Sé que éste es un mensa-je que el Padre Celestial desea que yote comunique.

Los profetas y apóstoles de los últimos días testifican de nuestra

naturaleza divina. La proclamación almundo para la familia, dice: “Cada uno[de nosotros] es un amado hijo o hijaespiritual de padres celestiales y, comotal, cada uno tiene una naturaleza y undestino divinos” (Liahona, octubre de2004, pág. 49). Y el presidente GordonB. Hinckley también ha dicho:

“No hay nadie que las supere; uste-des son hijas de Dios.

“Han recibido como patrimonioalgo bello, sagrado y divino. Nunca lo olviden. Su Padre Eterno es el granMaestro del universo. Él gobierna so-bre todo, pero también escuchará susoraciones como hijas Suyas, y las es-cuchará cuando le hablen. Él contes-tará sus oraciones y no las dejarásolas” (“Permanezcan en el senderode la rectitud”, Liahona, mayo de2004, págs. 112–113).

Al permitir que el conocimientode que tú eres una hija de Dios searraigue en tu alma, te reconfortará,fortalecerá tu fe e influirá en tu com-portamiento. Si permites que la virtud engalane tus pensamientos in-cesantemente, tendrás confianza enla presencia de Dios, tal como se pro-mete en el pasaje de nuestro lema dela Mutual (véase D. y C. 121:45).

¿Cómo puede cada una de noso-tras saber y sentir que somos hijas denuestro Padre Celestial? Existe un veloentre el cielo y la tierra, “un sueño yun olvido” cuando nacemos (WilliamWordsworth, “Ode on Intimations of Immortality”, de Recollections of

Early Childhood; citado por el presi-dente Monson en “Y un niño los pas-toreará”, Liahona, julio de 1990, pág.69). Eso es necesario con el fin de queobtengamos “experiencias terrenalespara progresar hacia la perfección y finalmente cumplir [nuestro] destinodivino como herederos de la vidaeterna” (Liahona, octubre de 2004,pág. 49). Nuestro Padre Celestial nosama y desea ayudarnos a recordarle,por lo que nos proporciona destellosde la eternidad. El apóstol Pablo ense-ñó: “El Espíritu mismo da testimonioa nuestro espíritu, de que somos hijosde Dios” (Romanos 8:16). El Espíritunos permite percibir quiénes somos.

Hijas de nuestroPadre CelestialS U S A N W. TA N N E RPresidenta General de las Mujeres Jóvenes

Nuestro Padre Celestial te conoce y te ama. Tú eres Su hijaespecial. Él tiene un plan para ti.

REUNIÓN GENERAL DE LAS MUJERES JÓVENES2 4 d e m a r z o d e 2 0 0 7

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Con frecuencia, el Espíritu nos hablaal orar, al leer las Escrituras, al meditaracerca de la misericordia que el Señortiene con nosotras, al recibir bendi-ciones del sacerdocio, al prestar servi-cio a los demás o al sentir el amor y laaprobación de los demás.

Moisés se dio cuenta de quién eraen realidad por medio de una podero-sa experiencia espiritual. Él habló conDios cara a cara y supo que era un hijode Dios con una misión especial quellevar a cabo. Después de esa expe-riencia, Moisés padeció los bofetonesde Satanás; pero, a causa de que habíasentido la gloria de Dios, Moisés reco-noció que Satanás no tenía ningunagloria. Debido a que Moisés supo queera hijo de Dios y que Dios tenía unamisión para él, tuvo el poder y la capa-cidad para resistir a Satanás, para to-mar sabias decisiones, para clamar aDios pidiéndole fortaleza y para seguirteniendo Su Espíritu consigo. (VéaseMoisés 1.)

El mismo modelo se aplica a noso-tras. Al comenzar a saber y a sentirquiénes somos en realidad, somos ca-paces de darnos cuenta de la diferen-cia que existe entre el bien y el mal, y recibimos poder para resistir la ten-tación. Una de las formas por la cualllegamos a comprender la misión divi-namente señalada que el Señor tienepara nosotras es mediante nuestrabendición patriarcal; éste es un men-saje sumamente específico y personalque cada una de nosotras puede reci-bir mediante el poder del sacerdocio.

Otra forma de recibir discerni-miento espiritual acerca de nuestrapropia naturaleza eterna es de un pa-dre o un líder que puede darnos esaseguridad de quiénes somos en reali-dad, en virtud de su inspirada visión.En ocasiones, el Espíritu me ha susu-rrado de manera muy específica acer-ca de la verdadera identidad de mishijos. Recuerdo que la noche antes denacer uno de nuestros niños, tuve laclara impresión de que ese bebé seríaun gran amigo y una ayuda para cadauno de sus hermanos. Y eso ha resul-tado ser absolutamente cierto. Enotra ocasión en que uno de nuestros

adolescentes se sentía muy deprimidopor haber estado en un accidente au-tomovilístico, escuché con claridad enmi mente estas palabras: “Amo a esteniño y guiaré su vida”. Y lo ha hecho.He recibido esos destellos una y otravez. Cuando ellos han necesitadoaliento, he sido bendecida con per-cepciones de los espíritus extraordi-narios, nobles y eternos de mis hijos.

¿Alguna vez, su madre o su padre, al salir de casa, les ha dicho: “recuerdaquién eres”? ¿Qué quieren decir coneso? “Recuerda que eres parte de estafamilia y que tienes una reputaciónque proteger”. Y, lo que es más impor-tante, “recuerda que eres un hijo deDios y que debes comportarte comotal”. Los misioneros usan una placacomo recordatorio constante de queson representantes de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías. Eso recuerda a los misionerosque se deben vestir de manera recata-da y atractiva, tratar a la gente con gen-tileza y esforzarse por tener la imagende Cristo en sus rostros. Ellos debenhacer todo eso porque llevan consigoesa placa con el nombre, una señal externa de su identidad. Por convenio,todas nosotras hemos tomado

también sobre nosotras el nombre deCristo. Su nombre debe estar grabadointeriormente en nuestro corazón. Delmismo modo, se espera que actuemoscomo hijas dignas de nuestro PadreCelestial que, al menos figurativamen-te, nos ha enviado a la tierra con la ad-monición: “¡Recuerda quién eres!”.

Cuando se me llamó para prestarlesservicio a ustedes, las mujeres jóvenesde la Iglesia, me di cuenta de que de-bía comportarme de manera apropia-da. Un día, una de mis hijas recibió unamulta por estacionar su auto en la callecon la etiqueta de matrícula vencida.Yo me hice cargo del asunto y me diri-gí con determinación al edificio de ad-ministración de la ciudad para explicarque estábamos a punto de recibir porcorreo los documentos de la matrícula.Al entrar resueltamente por la puerta,alguien me dijo: “Sé quién es usted”.Eso me hizo detenerme y me recordóque yo también debía tener en cuentaquién soy, no sólo la PresidentaGeneral de las Mujeres Jóvenes, sino, en especial, una hija de Dios.

Al relacionarnos con los demás,debemos recordar que otras perso-nas son también hijos de nuestroPadre Celestial. Al comienzo de

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nuestro matrimonio, mi esposo solíadecir: “No me casé contigo por tuapariencia”. Pero finalmente le dije entono de broma: “Eso en realidad nose oye muy halagador”. Él me explicólo que yo ya sabía, que eso tenía porobjeto ser el más grande cumplidoque podía hacerme. Me dijo: “Te amopor lo que eres intrínseca y eterna-mente”. El Señor dijo: “No mires a suparecer, ni a lo grande de su estatu-ra… porque Jehová no mira lo quemira el hombre; pues el hombre miralo que está delante de sus ojos, peroJehová mira el corazón” (1 Samuel16:7). En la familia, en las amistades,en el noviazgo y en el matrimonio, nosólo debemos darle valía a la belleza ya la condición social, sino a la perso-nalidad, a los buenos valores y a la na-turaleza divina de cada uno.

Con el fin de lograrlo, en una esta-ca de Chile, las mujeres jóvenes queestaban en un campamento guarda-ban un libro de las virtudes de cadauna de ellas. Cada día se conocíanmejor y escribían las buenas cualida-des interiores que descubrían en to-das las que se encontraban allí. Alterminar el campamento, compartie-ron sus ideas y de esa manera ayuda-ron a cada persona a apreciar más su divinidad interior. Su líder dijo:“Literalmente fue un deleite este

maravilloso espíritu de bondad y bue-na voluntad. Con toda sinceridad pue-do decir que jamás oí una queja de lasmuchachas. Ellas prosperaban en undulce espíritu de aceptación mutuaque no siempre está presente entrelas adolescentes y no hubo compe-tencia ni contención. Nuestro campa-mento se había convertido en unpedacito de cielo” (correspondenciapersonal). Las jóvenes reconocieron y reafirmaron la naturaleza divina decada una y, a medida que se expresa-ban esos pensamientos virtuosos, elEspíritu llenó el campamento.

C.S. Lewis dijo sabiamente: “Esalgo muy serio pensar que vivimos enuna sociedad de posibles dioses y dio-sas, recordar que la persona más co-mún y corriente, y poco interesantecon la que hablan, un día se puedeconvertir en alguien que, si la vieranahora, se sentirían tentados a adorar-la… No existen las personas comunesy corrientes… Su prójimo es lo mássanto que se presenta ante sus senti-dos” (C. S. Lewis, “The Weight ofGlory”, Screwtape Proposes a Toastand Other Pieces, págs. 109–110).

Las mujeres jóvenes de todo elmundo, que saben que ellas y las de-más son hijas de un amoroso PadreCelestial, viven vidas virtuosas, dedi-cadas al servicio y vidas ejemplares

para demostrar su amor por Él. Mehan impresionado las jovencitas deBrasil que vestían con modestia enuna parte muy húmeda y caliente deBrasil. Ellas dijeron: “La modestia notiene nada que ver con el clima, sinocon el corazón”. Esas jovencitas sabí-an que eran hijas de Dios.

Me he sentido conmovida al ente-rarme de la bondad de cinco jóvenesestudiantes Santos de los ÚltimosDías, de Idaho, que recientemente se ahogaron en un terrible accidente.Eran bien conocidos por sus compa-ñeros y en sus comunidades por susaltas normas de rectitud y por ser ex-celentes ejemplos de virtud e integri-dad. Esos jóvenes sabían que eranhijos e hijas de Dios.

Me ha emocionado el ejemplo deotra jovencita cuyos padres se divor-ciaron. Ella no quería que su hermanoy sus hermanas menores se sintieranrechazados, así que todas las nochesella ora con ellos y les dice que losquiere. Esta jovencita sabe que es hijade un Padre Celestial que la ama yque, al amar a sus hermanos, ella loama a Él.

Y me ha conmovido enterarme delo que hicieron las mujeres jóvenesde una zona del mundo agobiada porla pobreza y oprimida políticamente.A pesar de sus propias tribulaciones,

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esas jovencitas se reunieron en uncampamento y planearon la forma deedificar a los demás. Hicieron paque-tes de higiene personal para las muje-res necesitadas y prestaron ademásservicio en la comunidad, en hospita-les y en casas. Por sus actos, sabemosque estas jovencitas comprenden suidentidad como hijas de Dios. Mi co-razón rebosa de amor por esas joven-citas y por las mujeres jóvenes detodo el mundo. Sé que ustedes sonhijas de Dios y que las ama.

Para terminar, permítanme contar-les una experiencia que para mí estierna e incluso sagrada. Cuando pri-meramente se me llamó para prestarservicio como Presidenta General delas Mujeres Jóvenes, me sentí aterra-da e incapaz. Permanecí despierta varias noches, preocupándome, arre-pintiéndome y llorando. Después de varias noches así, tuve una expe-riencia sumamente conmovedora.Comencé a pensar en mis jóvenes so-brinas, después en las jovencitas demi vecindario y de mi barrio, en lasjóvenes que veía con regularidad enla secundaria, y visualicé a las mujeresjóvenes de la Iglesia de todo el mun-do, más de medio millón de ellas. Meempezó a invadir y a embargar unsentimiento extraordinariamente cáli-do. Sentí un amor tan intenso por lasmujeres jóvenes Santos de los Últi-mos Días de todas partes, por cadauna de ustedes, y me di cuenta deque lo que estaba sintiendo era elamor que nuestro Padre Celestial tie-ne por ustedes. Fue algo potente yabsoluto; por primera vez sentí paz,porque me di cuenta de lo que miPadre Celestial deseaba que hiciera.Él deseaba que les testificara de Sugran amor por ustedes. De modo que testifico una vez más, que sé, sinninguna duda, que nuestro PadreCelestial te conoce y te ama. Tú eresSu hija especial. Él tiene un plan parati, y siempre estará allí para dirigirte,para guiarte y caminar a tu lado (véa-se “Soy un Hijo de Dios”). Ruego sin-ceramente que sepas esto y que losientas, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

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Estoy agradecida por el Salvadory por la invitación que todos te-nemos de “[venir] a Cristo, y

[perfeccionarnos] en él”1. Esperotransmitirles algo de lo que he estadopensando y sintiendo acerca de recor-dar a Cristo, de arrepentirnos y decambiar. Creo que la mejor manera de expresar los sentimientos de micorazón es hablarles de tres mujeres y después analizar algunas leccionesque aprendí de sus experiencias.

Comenzaré con Ruth May Fox, quefue Presidenta General de las MujeresJóvenes hace muchos años, llama-miento que desempeñó hasta que te-nía 84 años. La hermana Fox nació enInglaterra y a los trece años de edad

recorrió a pie casi todo el camino has-ta el Valle de Lago Salado con un gru-po de pioneros. Su madre muriócuando ella era bebé, por lo que viviócon varias familias los primeros doceaños de su vida. Debió haber sido unaniña difícil de controlar, ya que suabuela la llamó “niña maleducada”, y se negó a cuidarla2. Con el tiempo,Ruth se casó y tuvo doce hijos, conquienes compartió su firme testimo-nio y les enseñó el Evangelio mientrastrabajaba junto a ellos; sin embargo,reconoció que a veces disciplinabacon severidad a sus hijos mayores, yaque perdía la paciencia fácilmente yno siempre “contaba hasta diez”3

cuando la irritaban. Se esforzó porcontrolar esa debilidad, y se le llegó aconocer por su buen corazón y por suservicio a los demás.

La hermana Fox vivió hasta los 104años, durante los cuales vivió grandesgozos y pruebas difíciles, y enseñóque “la vida manda pruebas difíciles.Las plantas más fuertes no crecen eninvernáculos, y la fortaleza de carácterno se logra evitando los problemas”4.

El año pasado escalé IndependenceRock, en Wyoming, para buscar el lu-gar donde la hermana Fox, a los treceaños, había grabado su nombre en ca-mino al Valle de Lago Salado. La intem-perie de los últimos 140 años casi lohan borrado, pero pude distinguir:

El recordar, el arrepentirse y cambiarJ U L I E B . B E C KPrimera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

El camino más fácil y rápido a la felicidad y a la paz esarrepentirse y cambiar lo antes posible.

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“Ruth May 1867”. Deseé saber más deesa gran líder y discípulo de Jesucristoque durante toda su vida se esforzópor mejorarse a sí misma y cuyo lemaera: “¡El reino de Dios o nada!”5.

Mi siguiente relato es acerca deuna mujer a la que llamaré Mary; erahija de fieles padres pioneros que habían sacrificado mucho por elEvangelio; se había casado en el tem-plo y era madre de diez hijos. Era unamujer de muchos talentos que ense-ñó a sus hijos a orar, a trabajar y aamarse los unos a los otros; pagaba

su diezmo y la familia iba en carreta ala Iglesia los domingos.

Aunque sabía que iba en contra de la Palabra de Sabiduría, adquirió elhábito de beber café y mantenía unacafetera en la parte de atrás de la coci-na. Solía decir que “el Señor no meimpedirá entrar al cielo por una pe-queña taza de café”. Pero, por esa pe-queña taza de café, ella no pudo teneruna recomendación para el templo, ni sus hijos que tomaban café conella. Aunque vivió hasta que llegó auna edad avanzada y con el tiempo

reunió los requisitos necesarios paravolver a entrar en el templo y serviren él, sólo uno de sus diez hijos secasó en el templo, y un número consi-derable de los de su posteridad, quese encuentra actualmente en la quintageneración, vive sin las bendicionesdel Evangelio restaurado en el queella creía y por el cual sacrificaron tan-to sus antepasados.

El último relato es el de Cristina(nombre ficticio), que se había bauti-zado y sellado a su familia cuando erauna jovencita pero que, en algún pun-to, la familia dejó de vivir el Evangelio.Ahora se encontraba al final de suadolescencia, había tomado malas de-cisiones y era muy desdichada.

Un día le di un librito del ProgresoPersonal y le dije: “Este librito te ayu-dará a incorporar las cualidades deCristo a tu vida a fin de que hagas loscambios que deseas. Te insto a traba-jar en tu librito hoy, que lo lleves estanoche a la charla fogonera y me cuen-tes lo que hayas aprendido”. Esa no-che, con lágrimas en los ojos, dijo:“Hoy comencé mi progreso perso-nal”. Desde ese día, me ha escrito al-gunas veces; comenzó a asistir unavez más a las reuniones dominicales, a la Mutual y a seminario. En un parde semanas, su hermana y su madreasistieron a la Iglesia con ella. Más tar-de, su padre las acompañó, y ahoratoda la familia ha regresado al templo.

Ahora bien, ¿cuáles fueron algunaslecciones que aprendí de esos relatosen cuanto a recordar, arrepentirse ycambiar?

La primera es que todos comete-mos errores6. Hace poco, me encon-traba con una niña de ocho años el díade su bautismo. Al fin del día, ella dijomuy segura: “¡Llevo un día desde queme bauticé y no he pecado ni una solavez!”. Pero estoy segura de que su díaperfecto no duró para siempre, y ten-go la seguridad de que está aprendien-do, como todos lo hacemos, de que apesar de todo lo que nos esforcemos,no siempre evitamos todas las malassituaciones, todas las decisiones inco-rrectas, ni nos controlamos como de-beríamos. A menudo oigo hablar de la

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generación escogida y real de esta dis-pensación, pero nunca he oído que sele llame la generación perfecta. Losadolescentes son especialmente vul-nerables porque el poder de Satanáses real, y ellos están tomando por pri-mera vez sus decisiones independien-tes e importantes; por consiguiente,también están cometiendo sus prime-ros errores graves.

Eso es lo que le sucedió aCoriantón, del Libro de Mormón; se suponía que él debía servir una misión fiel, pero pensó que era lo su-ficientemente fuerte y lo suficiente-mente inteligente como para manejarcualquier situación peligrosa y las ma-las compañías, lo que ocasionó que semetiera en grandes problemas y gran-des pecados cuando comenzó a ir alugares en los que no debía estar, aandar en malas compañías y a hacerlo indebido7.

Mi segunda lección es: El arrepen-timiento no es opcional. Se nos man-da arrepentirnos8. El Salvador enseñóque a menos que nos arrepintamos y nos “[volvamos] como un niño pequeñito… de ningún modo [here-daremos] el reino de Dios”9. No debe-mos permitir que una pequeña tazade café, un mal hábito, una mala elec-ción o una mala decisión nos desvíenpara toda la vida.

A veces la gente adquiere una acti-tud despreocupada acerca del arre-pentirse. He oído a algunos decir quearrepentirse es muy difícil; otros di-cen que están cansados de sentirseculpables o que se han sentido ofen-didos por un líder que trataba de ayu-darlos a arrepentirse. A veces otros sedan por vencidos cuando han cometi-do errores y llegan a pensar que nohay esperanza para ellos. Algunas per-sonas se imaginan que se sentirán me-jor si abandonan el Evangeliorestaurado y se apartan.

Satanás es quien pone esos pensa-mientos de desesperanza en el cora-zón de los que han cometido errores.El Señor Jesucristo siempre nos da es-peranza; Él dice:

“Se te escogió para hacer la obradel Señor, pero caerás por motivo de

la transgresión, si no estás prevenido. “Mas recuerda que Dios es miseri-

cordioso; arrepiéntete, pues, de lo quehas hecho contrario al mandamientoque te di, y todavía eres escogido, yeres llamado de nuevo a la obra”10.

El camino más fácil y rápido a la felicidad y a la paz es arrepentirse ycambiar lo antes posible.

La lección tres es que no lo hace-mos solas. No es posible hacer cam-bios verdaderos por nosotras mismas.Nuestra propia fuerza de voluntad ynuestras propias buenas intencionesno son suficientes. Al equivocarnos otomar malas decisiones debemos te-ner la ayuda de nuestro Salvador pararegresar al camino correcto. Semanatras semana participamos de la SantaCena para demostrar nuestra fe en elpoder que Él posee para que cambie-mos. Confesamos nuestros pecados yprometemos abandonarlos.

Cuando nuestro mayor esfuerzono sea suficiente, por medio de Sugracia recibimos la fuerza para seguiradelante12. El Señor dice: “Si los hom-bres vienen a mí, les mostraré su de-bilidad. Doy a los hombres debilidadpara que sean humildes; y basta migracia a todos los hombres que se hu-millan ante mí; porque si se humillanante mí, y tienen fe en mí, entonces

haré que las cosas débiles sean fuer-tes para ellos”13.

Al buscar la ayuda del Señor paracambiar, entonces tenemos esta pro-mesa: “Quien se ha arrepentido de suspecados es perdonado; y yo, el Señor,no los recuerdo más”14. El Señor no seda por vencido con respecto a noso-tros. Él dice: “Venid a mí todos los queestáis trabajados y cargados, y yo osharé descansar”15. El gozo y la paz querecibimos al saber que hemos sidoperdonados es una bendición divina.Esa paz vendrá en el tiempo del Señory a Su manera, pero vendrá.

Mi última lección es que podemoscambiar. Cada día es una nueva opor-tunidad para recordar a nuestroSalvador y seguir Su ejemplo. Si nonos arrepentimos, no podemos pro-gresar16; por esa razón el arrepenti-miento es el segundo principio delEvangelio17.

En vez de justificar nuestras debili-dades, esforcémonos cada día por ad-quirir buenos hábitos y cualidadesdivinas. El presidente Spencer W.Kimball dijo: “El desarrollo de cualida-des cristianas constituye una labor di-fícil y constante; no es una tarea paratrabajar de vez en cuando ni es paraaquellos que no estén dispuestos a es-forzarse al máximo una y otra vez”18.

Jovencitas asisten a la reunión general de las Mujeres Jóvenes en Brasil.

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De Cristina aprendí que el cultivarcualidades divinas es una señal de queestamos cambiando.

Debido a que todos somos morta-les, todos cometemos errores. El arre-pentimiento no es opcional, pero no lo hacemos solas; tenemos a unSalvador que nos ayuda a arrepentir-nos. Al adquirir Sus cualidades, sabe-mos que estamos efectuando cambiosque nos ayudan a acercarnos a Él.

La hermana Fox dijo que elEvangelio era su “manto de protec-ción contra la tentación, su consueloen el pesar, su gozo y gloria diarios ysu esperanza de vida eterna”19. Tomócomo su lema: “El Reino de Dios onada” porque sabía que al abrazar el Evangelio con todo su corazón,podría recibir la promesa que elSalvador nos hizo a todos: “Y cual-quiera que se arrepienta y se bauticeen mi nombre, será lleno; y si perse-vera hasta el fin, he aquí, yo lo ten-dré por inocente ante mi Padre el díaen que me presente para juzgar almundo”20.

Por medio del arrepentimiento hellegado a conocer al Salvador y, alprocurar Su ayuda para cambiar, mife y mi dependencia en Él aumentan.Doy testimonio de Su realidad y poder, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■NOTAS

1. Moroni 10:322. Véase Janet Peterson y LaRene Gaunt,

Keepers of the Flame: Presidents of theYoung Women (1993), págs. 33–34.

3. Véase Keepers of the Flame, pág. 38.4. En Keepers of the Flame, pág. 41.5. En Keepers of the Flame, pág. 49.6. Véase “Arrepentimiento”, en la Guía para

el Estudio de las Escrituras, pág. 19.7. Véase Alma 39:1–9.8. Véase D. y C. 19:15.9. 3 Nefi 11:38

10. Véase D. y C. 3: 9–10.11. Véase D. y C. 58:43.12. Véase “Gracia”, en la Guía para el Estudio

de las Escrituras, pág. 85.13. Éter 12:27.14. D. y C. 58:42.15. Mateo 11:28.16. Véase “Arrepentimiento”, en la Guía para

el Estudio de las Escrituras, pág. 19.17. Véase Los Artículos de Fe, 1:4.18. Véase Spencer W. Kimball, “Privilegios y res-

ponsabilidades de la mujer de la Iglesia”,Liahona, febrero de 1979, pág. 144.

19. En Keepers of the Flame, pág. 49.20. 3 Nefi 27:16.

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En uno de los senderos de uncañón cerca de mi casa, hay unletrero que dice: “Permanezca

en el sendero”. Cuando uno empiezaa caminar por él, no tarda en darsecuenta de que es un consejo muybueno. Hay colinas, curvas, declivesempinados; en algunos lugares, el te-rreno que está más allá del sendero esinestable y, en ciertas épocas del año,aparece una que otra víbora de casca-bel. Mi mensaje para cada una de us-tedes en esta noche es igual que elmensaje del letrero: “Permanezcan enel sendero”.

Hace unos años, fui de excursión alas Montañas Teton, de Wyoming, conun grupo de jovencitas. Era una cami-nata difícil, y el segundo día llegamosa la parte más peligrosa del recorrido;

teníamos que caminar por el desfila-dero llamado Huracán, un nombreapropiado debido a los fuertes vientosque casi siempre soplan allí. El guardaforestal nos dijo que permaneciéra-mos en el centro del sendero, que nosagacháramos lo más que pudiéramosen la parte que estaba al descubierto,que aseguráramos todo lo que llevába-mos en nuestras mochilas y que cami-náramos rápido; ése no era lugar paratomar fotos ni para detenerse. Sentíun gran alivio y alegría cuando cadauna de las jovencitas hubo pasado porese lugar a salvo. ¿Y saben una cosa?¡Ninguna de ellas preguntó cuánto sepodía acercar a la orilla!

A veces, al andar por los senderosde la vida, queremos demorarnos enlugares peligrosos, pensando que esdivertido y emocionante y que tene-mos todo bajo control. En ocasionespensamos que podemos vivir al bordedel peligro, y aún así, mantener nues-tra virtud, pero ése es un lugar peli-groso. Tal como nos dijo el profetaJosé Smith: “La felicidad es el objeto ypropósito de nuestra existencia; ytambién será el fin de ella, si segui-mos el camino que nos conduce a lafelicidad; y este camino es virtud”(Enseñanzas del Profeta José Smith,pág. 312).

El consejo del Señor a EmmaSmith en la sección 25 de Doctrina y Convenios es el que da a todas

Sus preciadas hijas. Allí se nos da un

Permanezcan en el senderoE L A I N E S . D A LT O NSegunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

En ocasiones pensamos que podemos vivir al borde del peligro, y aún así, mantener nuestra virtud, pero ése es un lugar peligroso.

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código de conducta y se nos aconsejaa “[andar] por las sendas de la virtud”(D. y C. 25:2). La virtud “es un mode-lo de pensamiento y conducta que sebasa en normas morales elevadas”(Predicad Mi Evangelio, pág. 125).Entonces, ¿cuáles son las elevadasnormas morales que nos ayudan a ser virtuosas?

La virtud abarca la modestia en elpensamiento, el lenguaje, el vestir y laconducta; y la modestia es la base fun-damental de la castidad. Así comouno no camina descalzo por senderosdonde hay víboras de cascabel, deigual manera, en el mundo de hoy, esesencial ser modestas para nuestra se-guridad. Cuando somos modestas,demostramos a los demás que com-prendemos la relación que tenemoscon nuestro Padre Celestial como Sushijas; demostramos que Le amamos yque seremos testigos de Él en todaslas cosas. Al ser modestas, hacemossaber a los demás que “[somos] vir-tuosas” (“Caros niños, Dios os ama”,Himnos, Nº 47). La modestia no escuestión de ser “modernas”, sino quees cuestión del corazón y del ser san-tas; no se trata de andar a la moda,sino de ser fieles; no se trata de estaren la onda, sino de ser castas y guar-dar los convenios; no es cuestión deser populares, sino de ser puras. Lamodestia tiene todo que ver con man-tener nuestro pie firme en el senderode la castidad y la virtud. Es claro quela virtud es un requisito para la exalta-ción. Mormón nos ayuda a entenderque tanto la virtud como la castidadson lo “más caro y precioso que todaslas cosas” (Moroni 9:9). Simplementeno podemos darnos el lujo de tomar-lo con liviandad o de acercarnos de-masiado a la orilla. Ése es terrenopeligroso para cualquier hija de Dios.

En la sección 25 de Doctrina yConvenios se nos aconseja que debe-mos adherirnos a nuestros convenios(véase el versículo 13). Para mí, adhe-

rirse significa apegarse y asirse a laspromesas que hacemos con el Señor.Nuestros convenios nos fortaleceránpara resistir la tentación. El guardarnuestros convenios nos mantendrá

firmes en el sendero de la virtud. Amedida que guardemos los conveniosque hicimos al bautizarnos, permane-ceremos en el centro del sendero. Elélder Jeffrey R. Holland nos recuerdalo siguiente:

“Comenzando con nuestro bautis-mo, hacemos convenios conforme seguimos ese sendero que conduce a la vida eterna y nos mantenemos en el camino al observar dichos con-venios... Las impresiones del EspírituSanto bastarán siempre para nuestrasnecesidades si observamos los conve-nios que hemos hecho. La mayoría de los días es un camino cuesta arri-ba, pero la ayuda que recibimos parael ascenso es, literalmente, divina.Contamos con la ayuda de los tresmiembros de la Trinidad —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo— debido alos convenios que hemos concertado.

“Cada semana participamos de laSanta Cena para recordarnos esos convenios. En la oración que se ofrecedurante la bendición del pan “[testifi-camos] ante ti, oh Dios, Padre Eterno,

que [estamos] dispuestos a tomar so-bre [nosotros] el nombre de tu Hijo, ya recordarle siempre, y a guardar susmandamientos que él [nos] ha dado,para que siempre [podamos] tener suEspíritu [con nosotros]” (D. y C. 20:77)(“Lo que deseo que todo miembronuevo sepa y que todo miembro expe-rimentado recuerde”, Liahona, octu-bre de 2006, págs. 11–12).

Al tener la guía de Su Espíritu, sesentirán confiadas y felices, y la virtudengalanará sus pensamientos incesan-temente. El Libro de Mormón descri-be lo que sucedió cuando toda unasociedad guardó sus convenios y vivióuna vida limpia y virtuosa. “Y cierta-mente no podía haber un pueblo másdichoso entre todos los que habíansido creados por la mano de Dios” (4 Nefi 1:16). Con la guía del EspírituSanto, también serán una influenciade rectitud para los demás.

En mi oficina tengo una fotografíade las generaciones de mujeres de mifamilia: mi bisabuela, mi abuela, mimadre y mi hija Emi. La vida de ellas,

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de dedicación y de fe en el plan, me haayudado a ser mejor y a lograr más. Alver esa fotografía ahora, puedo ver cla-ramente la importancia de vivir unavida virtuosa. Actualmente no sólo ten-go una hija, sino cinco nueras y cinconietas que puedo agregar a esa foto-grafía. Siento un profundo sentido deresponsabilidad de vivir una vida ejem-plar de virtud y de santidad ante ellas.Aun cuando ustedes sean las primerasen una línea de generaciones por ve-nir, también tienen una responsabili-dad hacia los que vendrán después.

Hace poco emprendí la misma ca-minata en las Montañas Teton de laque hablé antes, sólo que esta vez ibacon mi esposo y con un grupo deamigos de nuestra edad. Cuando em-pezamos, fue emocionante y fácil,pero antes de llegar a nuestro desti-no, nos sentíamos cansados y yo sabíaque me encontraba en una situacióndifícil. No me encontraba tan prepara-da físicamente como cuando habíaido con las jovencitas algunos añosatrás; había empacado mi equipo sin la debida atención y había llevadodemasiadas cosas. El peso de la mo-chila empezó a cansarme y a hacerque estuviera a punto de darme por

vencida. Los demás también sentíanlos rigores de la altura, de lo empina-do del terreno y de las mochilas pesa-das. Mi esposo se percató de ello y seapresuró para seguir adelante; yo mesentí abandonada. Sin embargo, des-pués de aproximadamente una horavi a mi esposo descender por el sen-dero al otro lado del valle; corría haciamí. Cuando llegó a donde yo estaba,tomó mi mochila, me secó las lágri-mas y me condujo a nuestro destino:un lago cristalino rodeado de majes-tuosos pinos. Después se dio vuelta,descendió por el sendero e hizo lomismo cuatro veces más con los otrosexcursionistas. Al observarlo, me sentímal por no haber estado bien prepa-rada y, peor aún, por haber llevadotantas cosas extras en la mochila queaumentaron el peso que tuvo que car-gar; pero me sentí muy agradecidapor su fuerza, su generosidad, su pre-paración y su amor.

Al escalar las montañas de la vida,permanezcan en el sendero de la vir-tud. Habrá personas que las ayudarán:sus padres, familiares, obispos, aseso-res y amigos íntegros de todas las edades; y si están cansadas o toman el camino equivocado, cambien de

dirección y vuelvan al sendero de lavirtud. Siempre recuerden que elSalvador está allí para ayudarlas. Élhará posible que se arrepientan, lasfortalecerá, aligerará sus cargas, enju-gará sus lágrimas, las consolará y se-guirá ayudándolas a mantenerse en elsendero.

El Salvador es el ejemplo perfectode virtud. Cuando Jesús anduvo porlos caminos de la Tierra Santa, “andu-vo haciendo bienes” (Hechos 10:38).Sanó a los enfermos, hizo que los cie-gos vieran y levantó a los muertos.“Enseñó las verdades de la eternidad,la realidad de nuestra existencia pre-mortal, el propósito de nuestra vidaen la tierra y [nuestro] potencial[como]… hijas de Dios en la vida venidera” (véase “El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”,Liahona, abril de 2000, págs. 2–3).Uno de mis pasajes preferidos de lasEscrituras dice: “Fíate de Jehová detodo tu corazón, y no te apoyes en tupropia prudencia. Reconócelo en to-dos tus caminos, y él enderezará tusveredas” (Proverbios 3:5–6).

Testifico que eso es verdad. Él nosólo nos ha marcado el camino, sinoque a veces, incluso, me ha llevado de la mano. “Su camino es el senderoque lleva a la felicidad en esta vida y ala vida eterna en el mundo venidero”(“El Cristo Viviente: El Testimonio delos Apóstoles”, Liahona, abril de 2000,págs. 2–3). ¡Les doy mi testimonio de que Él vive! Él escuchará sus ora-ciones y guiará sus pasos. Jesucristo es nuestro Ejemplo y nuestro Guía.¡Permanezcan en el sendero! Seanmodestas. Adhiéranse a los conveniosque han hecho, y sean dignas de lacompañía del Espíritu Santo. El Señorpromete: “Sed de buen ánimo, por-que yo os guiaré. De vosotros son elreino y sus bendiciones, y las riquezasde la eternidad son vuestras” (D. y C.78:18). Verdaderamente, asombro meda “Su vida incomparable y... la virtud

infinita de Su gran sacrificio expiato-rio” (“El Cristo Viviente: El Testimoniode los Apóstoles”, Liahona, abril de2000, págs. 2; cursiva agregada). En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

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Mis queridas jovencitas, ¡quémaravilloso panorama es verlas en esta gran sala acom-

pañadas de sus madres, abuelas y maestras! Más allá de este Centro deConferencias, centenares y millaresde jovencitas se reúnen por todo elmundo; nos oirán en más de unaveintena de idiomas y nuestros men-sajes se traducirán a su lengua natal.La oportunidad de dirigirles la palabraes una gran responsabilidad, perotambién es una maravillosa oportuni-dad. Ruego la guía del Espíritu Santoen lo que voy a decirles.

Otras personas han hablado de ma-nera elocuente sobre el tema de estareunión; yo sólo lo mencionaré. Es lapalabra revelada del Señor que se en-cuentra en la sección 121 de Doctrinay Convenios, y dice así:

“Deja que la virtud engalane tuspensamientos incesantemente; en-tonces tu confianza se fortalecerá enla presencia de Dios; y la doctrina delsacerdocio destilará sobre tu almacomo rocío del cielo.

“El Espíritu Santo será tu compañe-ro constante, y tu cetro, un cetro in-mutable de justicia y de verdad; y tudominio será un dominio eterno, ysin ser compelido fluirá hacia ti parasiempre jamás” (versículos 45–46).

¿Se le puede hacer a alguien unapromesa más grande que estas magní-ficas palabras reveladas del Señor? És-tas son las palabras del Señor, dadasen una revelación al profeta José; és-tas conllevan una extraordinaria pro-mesa para todos los que dejen que lavirtud engalane sus pensamientos in-cesantemente.

Y bien, jovencitas, ustedes están en el umbral de la vida; son lo suficien-temente mayores para haber sido bautizadas, y son lo suficientemente jó-venes para tener el mundo con el que

sueñan todavía por delante. Cada unade ustedes es una hija de Dios; cadauna es un ser divino; literalmente, sonhijas del Todopoderoso. Su potencialno tiene límites. Si asumen el controlde su vida, el futuro estará repleto deoportunidades y alegría. Ustedes nopueden darse el lujo de desperdiciarsus talentos o su tiempo, ya que les es-peran grandes oportunidades.

Ahora les ofrezco una fórmulamuy sencilla que, si se aplica, les ase-gurará la felicidad. Se trata de un sen-cillo programa de cuatro puntos; esel siguiente: (1) oren, (2) estudien,(3) paguen el diezmo y (4) asistan alas reuniones.

En cuanto al primer punto, la ora-ción personal: Ustedes son hijas denuestro Padre Celestial; Él es su PadreCelestial; háblenle. Arrodíllense cadamañana y cada noche y exprésenle lagratitud de su corazón; háblenle delas bendiciones que anhelan y necesi-tan. Nunca olviden que esta Iglesia co-menzó con la humilde oración deljoven José Smith en la arboleda de lagranja de su padre. De esa experien-cia extraordinaria, a la que llamamosla Primera Visión, ha crecido esta obrahasta que hoy está establecida en 160naciones, con más de 12 millones demiembros. Es el cumplimiento de lavisión de Daniel en la que una piedracortada del monte, no con mano, rue-da para llenar toda la tierra (véaseDaniel 2:44–45).

No sólo pueden ofrecer sus oracio-nes personales, sino que pueden ins-tar a sus padres a llevar a cabo laoración familiar, si es que no lo estánhaciendo. La oración es el puente me-diante el cual nos acercamos a nues-tro Padre Celestial; no cuesta nada;sólo requiere fe y esfuerzo. No haynada más gratificante que arrodillarseen humilde oración; eso demuestraamor por Dios, el dador de todo loque es bueno; demuestra respeto pornosotros mismos. No hay nada quereemplace la oración, ya que es la co-municación personal con Dios.

El segundo punto de mi lista es elestudio. ¿Qué se incluye en esta sim-ple palabra de siete letras? En primer

Deja que la virtudengalane tuspensamientosincesantementeP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Su potencial no tiene límites. Si asumen el control de suvida, el futuro estará repleto de oportunidades y alegría.

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lugar, el estudio de las Escrituras.Aunque lean sólo algunas partes delAntiguo Testamento, encierra grandesenseñanzas. El Nuevo Testamento esuna mina de oro; contiene los cuatroEvangelios: Mateo, Marcos, Lucas yJuan, además de los Hechos de losApóstoles y otros escritos. Intentenleer aunque sea uno de los Evangelios,tal vez el libro de Juan. Cuando lo ter-minen, sigan con el Libro de Mormón.

Hace dos años insté a toda laIglesia a leer el Libro de Mormón an-tes de que terminara el año. Es asom-broso cuántas personas lograron elcometido. Todos los que lo hicieronfueron bendecidos por su esfuerzo. Elenfrascarse en este testigo adicional

de nuestro Redentor dio vida a su co-razón y conmovió su espíritu. Algunasde ustedes eran muy pequeñas parahaberlo leído en aquel entonces, peroya no son tan pequeñas que no pue-dan comenzar a leerlo ahora.

Además del estudio religioso, exis-te el desafío de la educación secular.Tomen la determinación ahora, mien-tras son jóvenes, de adquirir toda laeducación que puedan. Vivimos enuna época sumamente competitiva, y eso seguirá empeorando. La educa-ción es la llave que abrirá la puerta delas oportunidades.

Tal vez tengan planes de casarse, y esperen hacerlo; no obstante, notienen la certeza de que ocurrirá. Y

aun cuando se casen, la educación se-cular les será de gran beneficio. Noanden sin rumbo, dejando pasar eltiempo sin progresar en su vida. ElSeñor las bendecirá según se esfuer-cen; su vida será más rica y se amplia-rá su perspectiva conforme su mentesea receptiva a nuevas experiencias yconocimiento.

El siguiente punto es el pago deldiezmo. La promesa del Señor encuanto a aquellos que pagan su diez-mo es gloriosa. En la revelación mo-derna, Él dice que quien lo haga “noserá quemado” (véase D. y C. 64:23).

Su gran promesa se halla en las pa-labras de Malaquías. Él dice: “¿Robaráel hombre a Dios? Pues vosotros me

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habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué tehemos robado? En vuestros diezmos yofrendas. . .

“Traed todos los diezmos al alfolí yhaya alimento en mi casa; y probad-me ahora en esto, dice Jehová de losejércitos, si no os abriré las ventanasde los cielos, y derramaré sobre voso-tros bendición hasta que sobreabun-de” (Malaquías 3:8, 10).

Y luego procede a decir algo muyinteresante. Escuchen esto:

“Reprenderé también por vosotrosal devorador, y no os destruirá el fru-to de la tierra, ni vuestra vid en elcampo será estéril, dice Jehová de losejércitos.

“Y todas las naciones os dirán bie-naventurados; porque seréis tierra de-seable” (véase Malaquías 3:11–12).

Aunque el diezmo se paga con di-nero, es más importante que se paguecon fe. Jamás he conocido a una per-sona que pagara un diezmo íntegro yque se quejara de ello. Por el contra-rio, depositó su confianza en el Señory Él nunca le falló.

Cuando era pequeño, mi padrenos llevaba a todos cada diciembre alotro lado de la calle a la casa del obis-po Duncan para el ajuste de diezmos.El obispo no contaba con una oficinaen el centro de reuniones, de modoque trataba los asuntos del barrio ensu hogar. Nos sentábamos todos en lasala y, uno por uno, nos invitaba a pa-sar al comedor. Nuestro diezmo eraquizás de veinticinco o de cincuentacentavos, pero era un diezmo ínte-gro. Nos extendía un recibo y anota-ba la suma en los registros del barrio.La cantidad tal vez haya sido tan insig-nificante que costó más registrarlaque su valor en sí. Sin embargo, esta-bleció un hábito que continuó a tra-vés de todos estos años. Con el pagodel diezmo se han recibido innume-rables bendiciones, tal como el Señorha prometido.

Contraje matrimonio durante laGran Depresión, cuando el dinero era escaso, no obstante, pagamos eldiezmo y de algún modo nunca pasa-mos hambre ni nos faltó algo que necesitáramos.

El cuarto punto: asistan a las reunio-nes, a las reuniones sacramentales. Nohay nada que reemplace el participardel sacramento de la Santa Cena delSeñor; es una tarea solemne, sagrada ymaravillosa el participar del pan y delagua en memoria del cuerpo y de lasangre del Salvador de la humanidad.

Ningún otro acontecimiento en lahistoria de la humanidad es tan signi-ficativo como el sacrificio expiatoriode nuestro divino Redentor. No haynada que se le compare; sin él, la vidano tendría sentido; sería un viaje sindestino.

Con él se nos asegura la vida eter-na. La muerte no es el final, sino másbien la transición a una existencia másgloriosa.

Todo ello se simboliza al tomar laSanta Cena. Todos los demás elemen-tos de nuestras reuniones son de me-nor importancia comparados con elparticipar de los emblemas del sacrifi-cio de nuestro Señor.

Si llevan a cabo estas cuatro cosasles prometo que su vida será fructífe-ra, su felicidad será enorme, y que suslogros serán formidables y satisfacto-rios en todo sentido.

Que el Señor las bendiga, mis que-ridas hermanitas; que Sus bendicio-nes las acompañen en todo momentoy en cualquier circunstancia. Les ama-mos. Oramos por ustedes. Ruego quetengan la gracia del cielo, lo pido hu-mildemente, en el sagrado nombre deJesucristo. Amén. ■

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Í N D I C E D E R E L AT O S D E L A C O N F E R E N C I AA continuación se da una lista de experiencias seleccionadas de los discursos de la conferencia general,

para utilizarlas como referencia en el estudio personal, en las noches de hogar y en las demás enseñanzas. (Los números de las páginas corresponden a la primera página del discurso.)

Orador Relato Doctrinas o principiosPresidente Gordon B. Hinckley durante un sueño, el joven Joseph F. Smith tiene un encuentro limpieza, pureza y obediencia

con profetas, 60el joven Gordon asiste a un ajuste de diezmos, 115 diezmos, fe

Presidente Thomas S. Monson cuatro hijos con distrofia muscular, 22 amor, vida eternauna niña a la que se le dirigieron las palabras de un discurso fe, bautismodurante una conferencia, decide bautizarse, 41en la Marina, bendice a un amigo enfermo, 57 gratitud, el poder del sacerdociobendice a un padre de familia que estaba a punto de fallecer, diezmos, el poder del sacerdocioa pedido de su familia, 57

Presidente James E. Faust un joven presbítero ordena a un maestro, 54 testimonio, poder del sacerdociofamilias encuentran la paz al perdonar aquellos que mataron perdón, humildada sus seres queridos, 67

Presidente Boyd K. Packer recibe seguridad al oír cantar a un coro de la Primaria, 26 inspiración, músicaÉlder L. Tom Perry un presidente del quórum de diáconos ayuda a activar a activación, servicio, llaves del sacerdocio

dos muchachos, 85Élder Russell M. Nelson una mujer atrapada en el pecado busca el perdón, 102 arrepentimiento, esperanzaÉlder M. Russell Ballard gratitud por quienes preservaron la Biblia, 80 Escrituras, sacrificioÉlder Joseph B. Wirthlin aprender a no dejar de mirar la pelota, 45 obediencia, diligencia

resistir hacer trampas, 45 honestidad, valentíaÉlder Robert D. Hales el piloto rehusó aprender los procedimientos de emergencia, 48 obediencia, preparación

un piloto se estrelló al desorientarse durante la noche, 48 obediencia, feÉlder David A. Bednar parábola de los pepinillos encurtidos y de la transformación renacimiento espiritual, santificación

espiritual, 19Élder Jay E. Jensen al cantar los misioneros un himno, se abrió la puerta para obra misional, música

la conversión, 11Élder John B. Dickson un joven se compromete a guardar la Palabra de Sabiduría, 14 Palabra de Sabiduría, obedienciaBonnie D. Parkin la cesta de bendiciones familiares, 34 gratitud, adversidad

agradecimiento de una hermana de la Sociedad de Socorro, 34 gratitud, amorObispo Keith B. McMullin fracaso en la universidad y en el fútbol americano al comienzo preparación, diligencia

de los estudios, 51Vicki F. Matsumori un investigador ora acerca del bautismo, 76 oración, fe

su padre le ayuda con un discurso de la Iglesia, 76 familia, honradezÉlder Glenn L. Pace una jovencita era la única miembro de la Iglesia en su adversidad, valentía

escuela secundaria, 78de niño, él obtuvo un testimonio, 78 testimonio, fe

Élder Gary J. Coleman su conversión como estudiante universitario, 92 revelación, bautismoCharles W. Dahlquist II bautismo de un pionero a pesar de la oposición, 94 adversidad, sacrificio

encontró a su madre orando por él, 94 oración, las responsabilidades de los padres

Élder Yoshihiko Kikuchi el Señor hizo que cesara la sequía en virtud del pago de los diezmos, fe, obedienciadiezmos de los santos, 97

Susan W. Tanner durante un campamento, las mujeres jóvenes reconocieron ejemplo, unidadlas cualidades virtuosas de las demás, 106testigo de que el Padre Celestial conoce a cada uno naturaleza divina, amorde sus hijos, 106

Julie B. Beck la fe de Ruth May Fox, 109 sacrificio, ejemplouna mujer joven trabaja en el Progreso Personal, 109 fe, activación

Compartir con los demás¿Han tenido usted o su familia una buena experiencia de lo que aprendieron de los discursos de la conferencia general?

Cuéntenos al respecto. Titule su relato (que no debe sobrepasar las 400 palabras) “Learning from Conference”, y envíelo a [email protected] o a Liahona, Room 2420, 50 E. North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150–3220, USA.

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Las siguientes fuentes de consultase pueden utilizar para comple-

mentar las lecciones del SacerdocioAarónico: Manual 2 y MujeresJóvenes: Manual 2, pero no para re-emplazarlas. Algunas de las activida-des enumeradas en las guías Cumplirnuestro deber a Dios y El ProgresoPersonal se pueden llevar a cabo du-rante el tiempo de la lección, o alen-tar a los miembros del quórum o dela clase a que las terminen en casa.

Tenga a bien enseñar las leccionesen el orden en que aparecen impre-sas. El manual no contiene una lec-ción específica para Navidad. Si usteddesea enseñar una lección especialsobre la Navidad, contemple la ideade utilizar las Escrituras, los discursosde las conferencias, los artículos de larevista Liahona, y las láminas y loshimnos que se centren en la vida y enla misión del Salvador.

Para buscar en línea versiones de las guías de fuentes de consulta en otros idiomas, conéctese conwww.lds.org , haga clic en ¨Languages¨y luego seleccione el idioma que de-see. Haga clic en Liahona y despuésen el ejemplar de mayo de 2007. Parala versión en inglés de las guías defuentes de consulta, conéctese awww.lds.org y luego haga clic en¨Gospel Library¨. En la columna de laderecha, hay enlaces que llevan a lasguías de fuentes de consulta.

Mujeres Jóvenes:Manual 2Lección 26: La Santa Cena

L. Tom Perry, “Al tomar la SantaCena”, Liahona, mayo de 2006, pág.39. Considere reemplazar la historiade Patricia con la del élder Perry sobrelas vacaciones en un centro turístico.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Fe”, Nº 4.Lección 27: Fortalezcamos nuestro

testimonio por medio de la

obediencia

Henry B. Eyring, “La preparaciónespiritual: Comiencen con tiempo yperseveren”, Liahona, noviembre de2005, pág. 37. Utilice los cuatro esce-narios del élder Eyring conforme ana-liza cómo la obediencia fortalece lostestimonios.Lección 28: El albedrío

Robert D. Hales, “Para actuar pornosotros mismos: El don y las bendi-ciones del albedrío”, Liahona, mayo

de 2006, pág. 4. Considere reempla-zar la historia del presidente Tannercon las seis decisiones básicas del élder Hales.

Wolfgang H. Paul, “El don del al-bedrío”, Liahona, mayo de 2006, pág.34. Analice las razones del élder Paulsobre la razón por la cual es importan-te el albedrío, con el fin de comple-mentar la cita del presidente Smith.Lección 29: La exaltación

James E. Faust, “¿En qué bando es-tamos?”, Liahona, noviembre de 2004,pág. 18. Utilice el consejo del presi-dente Faust para demostrar que al in-dicar de qué bando estamos ahora nosayudará a perseverar hasta el fin.

David A. Bednar, “Para que siem-pre podamos tener Su Espíritu connosotros”, Liahona, mayo de 2006,pág. 28. Utilice “La ordenanza delbautismo y el convenio relacionadocon ésta” conforme enseña la impor-tancia de recibir las ordenanzas yefectuar los convenios.Lección 30: Fortalezcamos nuestro

testimonio por medio del servicio

Thomas S. Monson, “Que firmescimientos”, Liahona, noviembre de2006, pág. 62. Cuente la historia delpresidente Monson sobre la clase delas Mujeres Jóvenes en vez de una delas historias de la sección “El verdade-ro servicio brinda gozo y alegría”.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Buenas obras”, Nº 1, 2, 5, y 6.Lección 31: La ley del país

Russell M. Nelson, “Bien-aventurados los pacificadores”,Liahona, noviembre de 2002, pág. 39.Para analizar el amor por el país, utilicela sección “Obligaciones cívicas” deeste artículo.Lección 32: La importancia de la vida

Russell M. Nelson, “La Creación”,Liahona, julio de 2000, pág. 102.Utilice este discurso para explicar lasmaravillas de la Creación.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Naturaleza Divina”, Nº 1.Lección 33: El sagrado poder de la

procreación

Richard G. Scott, “La santidad dela mujer”, Liahona, julio de 2000,pág. 43. Cuente la historia del élderScott sobre el encuentro que tuvocon unas jovencitas en una camione-ta. Compare el comportamiento y el modo de vestir de ellas con lasnormas de la Iglesia.

“Los sagrados poderes de la

Guía de fuentes de consultapara el Sacerdocio Aarónicoy las Mujeres Jóvenes

Las lecciones delSacerdocio deMelquisedec y de la

Sociedad de Socorro que sellevan a cabo el cuarto domin-go del mes se deben concen-trar en las “Enseñanzas paranuestra época”. Cada lecciónse debe preparar en base auno o más discursos de laconferencia general más re-ciente. Los presidentes de es-taca y de distrito puedenelegir cuáles discursos se de-ben utilizar o pueden asignaresa responsabilidad a los obis-pos y a los presidentes derama. Los líderes deben resal-tar la importancia de que loshermanos del Sacerdocio deMelquisedec y las hermanasde la Sociedad de Socorro es-tudien los mismos discursosel mismo domingo.

Se insta a las personas queasistan a las lecciones delcuarto domingo a estudiar yllevar a clase el ejemplar de larevista de la conferencia ge-neral más reciente.

Sugerencias parapreparar una lecciónbasándose en losdiscursos

Ore para que el EspírituSanto esté con usted a medi-da que estudie y enseñe el olos discursos. Es probable

que se sienta tentado a a pre-parar la lección utilizandootros materiales; sin embar-go, los discursos de la confe-rencia constituyen el curso deestudio aprobado. La asigna-ción que usted tiene es la deayudar a otras personas aaprender el Evangelio y a vi-virlo, tal como se enseñó du-rante la conferencia generalde la Iglesia más reciente.

Repase el(los) discurso(s)para buscar principios y doc-trinas que satisfagan las nece-sidades de los miembros de laclase. Asimismo, busque enel(los) discurso(s) relatos, re-ferencias de las Escrituras ydeclaraciones que le serán de ayuda para enseñar esasverdades.

Haga un bosquejo de laforma de enseñar los princi-pios y las doctrinas; en esebosquejo se deberán incluirpreguntas que haga que losmiembros de la clase:• Busquen los principios y

las doctrinas en el(los) dis-curso(s).

• Piensen en el significadode éstos.

• Compartan la compren-ción, las ideas, las expe-riencias y el testimonio.

• Apliquen en su vida esos principios y esas doctrinas. ■

Enseñanzas para nuestraépoca

Meses

De mayo de 2007 a octubre de 2007

De noviembre de 2007 a abril de 2008

Materiales para las lecciones delcuarto domingo

Discursos publicados en la revista Liahona

de mayo de 2007*

Discursos publicados en la revista Liahona

de noviembre de 2007*

*Estos discursos se pueden acceder en línea (en muchos idiomas) enwww.lds.org.

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procreación”, Liahona, junio de2005, pág. 38. Utilice “La familia: Unaproclamación para el mundo” para re-afirmar los principios de la lección.Lección 34: Debemos asirnos a las

normas morales del Señor

James E. Faust, “Su luz: Una nor-ma para todas las naciones”, Liahona,mayo de 2006, pág. 111. Comparta lahistoria de Juana de Arco que se en-cuentra al final de la lección y conclu-ya con la exhortación del presidenteFaust sobre cómo conservar normaselevadas.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Integridad”, Nº 1.Lección 35: Para escoger con

prudencia

Richard G. Scott, “Cómo vivirbien en medio de la creciente mal-dad”, Liahona, mayo de 2004, pág.100. Considere reemplazar la intro-ducción de la lección con la historiade la aldea de Quiriza.

Robert D. Hales, “Para actuar pornosotros mismos: El don y las bendi-ciones del albedrío”, Liahona, mayode 2006, pág. 4. Considere incluir elconcepto del élder Hales de dejar unalección de gran importancia paranuestros hijos y nietos.Lección 36: La honradez

Richard C. Edgley, “Tres toallas y unperiódico de 25 centavos”, Liahona,noviembre de 2006, pág. 72. Para ter-minar la lección, comparta la historiadel obispo Edgley sobre las tres toallas.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Integridad”, Nº 2.Lección 37: Conservar la castidad

por medio de una vida recta

Jeffrey R. Holland, “A las mujeresjóvenes”, Liahona, noviembre de2005, pág. 28. Utilice este discurso

para complementar la sección sobrecómo conservar la castidad.

Presidencia General de las MujeresJóvenes y de los Hombres Jóvenes, “Laverdadera confianza”, Liahona, enerode 2007, pág. 8. Para complementar lahistoria de Carolina, utilice las suge-rencias de cómo tener buenos pensa-mientos incesantemente.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Integridad”, Nº 5.Lección 38: Para conservar el

cuerpo sano

Boyd K. Packer, “Sois templo deDios”, Liahona, enero de 2001, pág.85. Conforme analiza las bendicionesde cuidar de nuestro cuerpo, compar-ta la historia sobre la bendición pa-triarcal del presidente Packer.

Diane L. Spangler, “El cuerpo, undon sagrado”, Liahona, julio de2005, pág. 16. Empiece la lección conun análisis sobre las diferencias queexisten entre el punto de vista deDios sobre la apariencia física y el delmundo.Lección 39: Para prevenir

enfermedades

Dieter F. Uchtdorf, “Ver el fin des-de el principio”, Liahona, mayo de2006, pág. 42. Comparta la experien-cia de la niñez del élder Uchtdorf alanalizar la importancia de los buenoshábitos de salud.Lección 40: El autodominio

Dieter F. Uchtdorf, “En alas deáguilas”, Liahona, julio de 2006, pág.14. Considere utilizar este artículopara realzar la sección “Las Escriturasy los líderes de la Iglesia nos enseñancómo adquirir el autodominio”.

David A. Bednar, “Y no hay paraellos tropiezo”, Liahona, noviembrede 2006, pág. 89. Incluya la sección

“Escojan no sentirse ofendidos” en elanálisis de “El autodominio conducea la felicidad y a afianzar la propia estimación”.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor, “Integridad”, números 2 y 5.Lección 41: El optimismo

Joseph B. Wirthlin, “La vida abun-dante”, Liahona, mayo de 2006, pág.99. Puede utilizar las historias y losejemplos de este artículo al analizarcómo podemos aprender a ser jovia-les y optimistas.

Anthony D. Perkins, “El grande ymaravilloso amor”, Liahona, noviem-bre de 2006, pág. 76. Utilice este artí-culo durante toda la lección paraayudar a reconocer el desánimo y lasmaneras de superarlo.Lección 42: La gratitud y el

reconocimiento

Gordon B. Hinckley, “El consejo yla oración de un profeta en beneficiode la juventud”, Liahona, abril de2001, pág. 30. Lea la sección de que debemos sentirnos agradecidaspara complementar el principio de la lección.

Dallin H. Oaks, “Demos las gra-cias en todas las cosas”, Liahona,mayo de 2003, pág. 95. Conformeanaliza las maneras de expresar lossentimientos de un corazón agradeci-do, mencione las ideas que se en-cuentran en este artículo.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Valor individual”, Nº 3.Lección 43: El empleo prudente de

nuestro tiempo libre

Thomas S. Monson, “Caminos ha-cia la perfección”, Liahona, julio de2002, pág. 111. Utilice la cuarta suge-rencia del presidente Monson paraexplicar la necesidad de trabajar y eldaño que ocasiona la desidia.

Joseph B. Wirthlin, “Venid en posde mí”, Liahona, julio de 2002, pág.15. Considere utilizar las puntualiza-ciones de este discurso con la intro-ducción de la lección.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Elección y responsabili-dad”, Nº 2.Lección 44: Desarrollemos

nuestros talentos

James E. Faust, “Creo que puedoy sabía que podía”, Liahona, noviem-bre de 2002, pág. 49. Utilice este artí-culo para complementar la sección“Aplicación de la lección”, haciendohincapié en la necesidad de perfec-cionar nuestros dones y utilizarlospara hacer el bien.

Ronald A. Rasband, “La parábolade los talentos”, Liahona, agosto de 2003, pág. 34. Utilice el artículocomo ayuda al enseñar Mateo25:14–30.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Conocimiento”, Nº 2.

Lección 45: Participemos en las

Bellas Artes

Dallin H. Oaks, “8 razones pararecibir revelación”, Liahona, septiem-bre de 2004, pág. 8. Utilice el cuartopunto bajo “Finalidades de la revela-ción” como parte del análisis de lasección “Las Bellas Artes nos elevanintelectual y espiritualmente”.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Valor individual”, Nº 6.Lección 46: Nuestra responsabilidad

económica

Joseph B. Wirthlin, “Deudas terre-nales y deudas celestiales”, Liahona,mayo de 2004, pág. 40. Incluya loscinco pasos para lograr la libertadeconómica que da el élder Wirthlin,durante el análisis sobre cómo ser in-dependiente económicamente.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Elección y responsabili-dad”, Nº 7.Lección 47: Un ambiente edificante

Dieter F. Uchtdorf, “En alas deáguilas”, Liahona, julio de 2006, pág.14. Como parte del análisis que se en-cuentra bajo la sección “Debemoscrear un buen ambiente”, relate cómolos hermanos Wright influyeron en elambiente.

Jeremy Robertson, “El letrero de la pared”, Liahona, agosto de2004, pág. 8. Comparta esta historiacomo parte de la introducción.Lección 48: El arte de la comunica-

ción en el liderazgo

L. Tom Perry, “La solemne respon-sabilidad de amarse y cuidarse el unoal otro”, Liahona, junio de 2006, pág.56. Utilice los puntos de este artículopara complementar la sección de lalección “Todas podemos ser líderes”.

M. Russell Ballard, “¡Oh, sed pru-dentes!, Liahona, noviembre de2006, pág. 17. Analice las seis manerasen las que podemos servir tanto conprudencia como al formar parte de“El liderazgo es amor en acción”.Lección 49: Debemos valorar y dar

ánimo a las personas discapacitadas

Gayle M. Clegg, “Enseñemos anuestros hijos a aceptar las diferen-cias”, Liahona, junio de 2004, pág.16. Si no está disponible el video quese menciona en la lección, compartalas dos historias que se encuentran alcomienzo de este artículo.

Sacerdocio AarónicoManual 2Lección 26: Pensamientos dignos

Dallin H. Oaks, “La pornografía”,Liahona, mayo de 2005, pág. 87.Incluya las advertencias del élderOaks en el análisis.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 27: La ley de salud del Señor

Thomas S. Monson, “Leales a la

Dos mujeres jóvenes en Sao Paulo, Brasil, leen las Escrituras.

Page 123: no apartes la mirada de la pelota

L IAHONA M AYO D E 2007 121

fe”, Liahona, mayo de 2006, pág. 18.Considere reemplazar la historia al fi-nal de la lección con la analogía delmaka-feke.

Cumplir nuestro deber a Dios(Diácono), “Desarrollo académico,personal y de orientación profesionalo vocacional”, Nº 12.Lección 28: El día de reposo

L. Tom Perry, “La importancia de la familia”, Liahona, mayo de2003, pág. 40. Utilice el consejo delélder Perry sobre las actividades apro-piadas en el día de reposo durante laprimea sección de la lección.

Earl C. Tingey, El establecimientode normas eternas”, Liahona, octu-bre de 2004, pág. 20. En la sección “Eldía de reposo” de la lección, reempla-ce la historia del élder Cook con elconsejo del élder Tingey.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo espiritual”, Nº 2.Lección 29: El propósito de la vida

Richard G. Scott, “La verdad res-taurada”, Liahona, noviembre de2005, pág. 78. Concluya la lección conel consejo del élder Scott sobre cómoentender el plan de salvación nos ayu-dará a vencer los desafíos de la vida.

Robert D. Hales, “Para actuar pornosotros mismos: El don y las bendi-ciones del albedrío”, Liahona, mayode 2006, pág. 4. Utilice las ideas delartículo para demostrar cómo el albe-drío nos ayuda a vencer la tentación.Lección 30: La caridad

H. David Burton, “Corazones tier-nos y manos dispuestas a ayudar”,Liahona, mayo de 2006, pág. 8.Comparta algunos de los ejemplosdel obispo Burton en vez de la histo-ria al final de la lección.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo cívico y so-cial”, Nº 3.Lección 31: El perdón

James E. Faust, “La Expiación:nuestra mayor esperanza”, Liahona,enero de 2002, pág. 19. En la primerasección de lección, analice cómo laExpiación nos otorga el poder paraperdonar a los demás.

Boyd K. Packer, “La luminosa ma-ñana del perdón”, Liahona, noviembrede 1995, pág. 18. Considere reempla-zar la historia de Corrie ten Boom conla de John Breen del artículo.Lección 32: Cómo cultivar los

dones del espíritu

David A. Bednar, “Las entrañablesmisericordias del Señor”, Liahona,mayo de 2005, pág. 99. Explique porqué recibimos los dones espiritualescomo entrañables misericordias delSeñor.Lección 33: Buscad conocimiento

John K. Carmack, “El FondoPerpetuo para la Educación: Un bri-llante rayo de esperanza”, Liahona,enero de 2004, pág. 32. Analice los

principios que pueden aprender acer-ca de obtener instrucción académicamediante el Programa del FondoPerpetuo para la Educación.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro y Presbítero), “Desarrolloacadémico, personal y de orienta-ción profesional o vocacional”, nú-meros 1 y 2.Lección 34: El poder del ejemplo

Gordon B. Hinckley, “La necesi-dad de más bondad”, Liahona, mayode 2006, pág. 58. Cuente la historiade Richard en vez de una de las histo-rias que se encuentran bajo “El buenejemplo de un poseedor del sacerdo-cio influye en la opinión que la gentetiene de la Iglesia”.

Thomas S. Monson, “El plano delmaestro”, Liahona, enero de 2006, pág.2. Incluya en el análisis la sección bajoel título “Ejemplos de los creyentes”.Lección 35: Obedecer, honrar y

sostener la ley

Cumplir nuestro deber a Dios(Diácono), “Desarrollo social y cívico”, Nº 5.Lección 36: Expresemos nuestra

gratitud en todas las cosas

Dallin H. Oaks, “Demos las graciasen todas las cosas”, Liahona, mayo de2003, pág. 95. Reemplace la introduc-ción con las cinco razones para dargracias que se encuentran en discursodel élder Oaks. Pida que la clase déejemplos de la vida personal de ellos,que correspondan a cada categoría.

H. David Burton, “Corazones tier-nos y manos dispuestas a ayudar”,Liahona, mayo de 2006, pág. 8.Considere reemplazar la historia del subastador con la historia de José Smith.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo espiritual”, Nº 10.Lección 37: Debemos entender la

función de la mujer

Gordon B. Hinckley, “Las mujeresen nuestra vida”, Liahona, noviembrede 2004, pág. 82. Utilice el artículopara analizar cómo el papel de la mu-jer es diferente del papel del hombrepero es igual de importante.

Julie B. Beck, “Corazón de ma-dre”, Liahona, mayo de 2004, pág.75. Utilice el artículo para realzar laconclusión de la lección.Lección 38: Vivir con rectitud en

un mundo inicuo

James E. Faust, “La Garganta delDiablo”, Liahona, mayo de 2003, pág.51. Para comenzar la lección, utilice laanalogía de este artículo acerca de lascataratas.

Richard G. Scott, “Cómo vivir en medio de la creciente maldad”,Liahona, mayo de 2004, pág. 100.Complemente la introducción con laexperiencia misional que tuvo el él-der Scott al enseñar el Evangelio a la

gente de esa aldea.Cumplir nuestro deber a Dios

(Diácono, Maestro y Presbítero),“Actividades familiares”, Nº 2.Lección 39: La valentía moral

Gordon B. Hinckley, “Sigamos uncurso firme”, Liahona, enero de2005, pág. 2. Para mejorar el análisissobre cómo desarrollar la fortalezamoral con el fin de afrontar de mejormanera los desafíos, utilice la tercerasección del artículo.

Cumplir nuestro deber a Dios(Presbíteros), “Actividades familiares”,Nº 2.Lección 40: Debemos evitar y

superar las tentaciones

Dieter F. Uchtdorf, “Ver el fin des-de el principio”, Liahona, mayo de2006, pág. 42. Considere reemplazarel consejo del élder Rector sobre lasnormas, con el del élder Uchtdorf.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo Espiritual”, Nº 5.Lección 41: La Santa Cena: en

memoria de Él

L. Tom Perry, “Al tomar la SantaCena”, Liahona, mayo de 2006, pág.39. Utilice los principios de este artí-culo conforme enseñe sobre los con-venios que se hacen al tomar laSanta Cena.

Cumplir nuestro deber a Dios(Diácono), “Actividades del quórum”,Nº 7; (Presbítero), “Actividades delquórum”, Nº 1.Lección 42: Seguid a las autorida-

des de la Iglesia

L. Tom Perry, “Creemos todo loque Dios ha revelado”, Liahona, no-viembre de 2003, pág. 85. Conformeenseñe la primera sección de la lec-ción, examine cómo se recibe la reve-lación en la Iglesia.

Jeffrey R. Holland, “De nuevo lle-garon profetas a la tierra”, Liahona,noviembre de 2006, pág. 104. Utilicelos principios del discurso del élderHolland para complementar la sección“Los líderes de la Iglesia nos propor-cionan guías para nuestro beneficio”Lección 43: Cómo prepararse

espiritualmente para la misión

David A. Bednar, “Llegar a ser mi-sioneros”, Liahona, noviembre de2005, pág. 44. Utilice este discursopara explicar cómo debemos prepa-rarnos espiritualmente para la misióny el por qué.

Utilice el ejemplar de la revistaLiahona de marzo de 2007 para com-plementar la lección.Lección 44: Ahora es el momento

de prepararse para el matrimonio

en el templo

Russell M. Nelson, “La prepara-ción personal para recibir las bendi-ciones del templo”, Liahona, julio de2001, pág. 37. Utilice este discursopara complementar la instrucción referente a la recomendación del

templo y a la preparación personalque se requiere para entrar en él.

M. Russell Ballard, “Lo más impor-tante es lo que perdura”, Liahona,noviembre de 2005, pág. 41. Utilice lastres sugerencias del élder Ballard paraapoyar la conclusión de la lección.Lección 45: La orientación familiar

eficaz

Thomas S. Monson, “Cumple tudeber: Eso es lo mejor”, Liahona, no-viembre de 2005, pág. 56. Aplique elconsejo del presidente Monson sobrela orientación familiar en la sección“La orientación familiar es una res-ponsabilidad del sacerdocio”.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Actividades del quórum”,Nº 1.Lección 46: Debemos evitar la

degradante influencia de los

medios publicitarios

M. Russell Ballard, “Que se escu-che nuestra voz”, Liahona, noviem-bre de. 2003, pág. 16. Incluya en laconclusión algunas de las sugerenciasdel élder Ballard sobre cómo minimi-zar la influencia negativa de los me-dios de comunicación.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Desarrollo social y cívico,Nº 9.Lección 47: El lenguaje decoroso y

apropiado

H. David Burton, “Mantengámonoserguidos”, Liahona, enero de 2002,pág. 75. Utilice el segundo ejemplo delobispo Burton al analizar cómo el len-guaje revela lo que hay en el corazón.Lección 48: Debemos observar

normas correctas

James E. Faust, “Permanezcamosen lugares santos”, Liahona, mayo de2005, pág. 62. Utilice los principiosdel artículo para analizar cómo el permanecer en lugares santos nosayuda estar en el mundo pero no ser parte de él.

Cumplir nuestro deber a Dios(Maestro), “Actividades familiares”,Nº 2.Lección 49: La honradez y la

integridad

D. Todd Christofferson, “Seamoshombres”, Liahona, noviembre de2006, pág. 46. Utilice las ideas de esteartículo conforme termine la lección.

Richard C. Edgley, “Tres toallas yun periódico de 25 centavos”,Liahona, noviembre de 2006, pág. 72.Reemplace la historia al final de la lec-ción con las del obispo Edgley sobresu trabajo de verano y los periódicos.

Cumplir nuestro deber a Dios(Presbítero), “Desarrollo espiritual”,Nº 1.Lección 50: Debemos apreciar y

alentar a los discapacitados

Cumplir nuestro deber a Dios(Presbítero), “Desarrollo físico”, Nº 11. ■

Page 124: no apartes la mirada de la pelota

Concluye la conferencia;disponible a un vastoauditorio

Más miembros quenunca antes tuvieronacceso en vivo y en su

propio idioma a las palabrasde los líderes de la Iglesia,puesto que porciones de laConferencia General Anualnúmero 177 se interpretaronsimultáneamente en 90 idio-mas y se transmitieron vía sa-télite a más de 6.000 sitiosreceptores que pertenecen ala Iglesia en 85 países.

El presidente Gordon B.Hinckley, de 96 años de edad,dirigió la palabra a la audienciamundial en todas las sesionescon la excepción de la del sá-bado por la mañana, y les dijoa los miembros: “En realidad,mi salud es bastante buena, apesar de todos los rumoresque afirman lo contrario; mé-dicos y enfermeras competen-tes me mantienen en buenestado”; y dijo en tono de bro-ma: “tal vez algunos de uste-des se vayan antes que yo”.

Durante la sesión del sábado por la tarde, el presi-dente Hinckley rededicó elTabernáculo de Salt Lake, en laManzana del Templo, donde

122

Presidencias Generales de las Organizaciones Auxiliares

Charles W. Dahlquist IIPresidente

Dean R. BurgessPrimer consejero

Michael A. NeiderSegundo consejero

A. Roger MerrillPresidente

Daniel K JuddPrimer consejero

William D. OswaldSegundo consejero

Julie B. BeckPresidenta

Silvia H. AllredPrimera consejera

Barbara ThompsonSegunda consejera

Susan W. TannerPresidenta

Elaine S. DaltonPrimera consejera

Mary N. CookSegunda consejera

Cheryl C. LantPresidenta

Margaret S. LifferthPrimera consejera

Vicki F. MatsumoriSegunda consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

se llevó a cabo una sesión dela conferencia por primera vezdesde que se usó inicialmenteel Centro de Conferencias enabril de 2000. El Tabernáculohabía estado cerrado durantedos años para su renovación ypara fortalecerlo contra dañossísmicos (véase el artículo re-lacionado).

El sábado fueron sosteni-dos nuevos líderes, entre elloscinco Autoridades Generales,todos ellos de países fuera delos Estados Unidos, así comola presidencia general de laSociedad de Socorro y lasconsejeras de la presidenciageneral de las MujeresJóvenes (véanse los cambiosde líderes de la Iglesia en lapágina 4 y la información bio-gráfica de los nuevos líderesen la página 124).

Millones de miembros dela Iglesia alrededor del mun-do participaron desde sitiosde recepción satelital de laIglesia y desde sus hogares através de transmisiones loca-les, internet y otros proveedo-res de transmisión vía satélitey de televisión por cable. ■

NOTICIAS D E L A I G L E S I A

Page 125: no apartes la mirada de la pelota

Desde que se usó porvez primera para laconferencia general en

1867, el Tabernáculo de SaltLake ha sido un símbolo de lafe y el ingenio de los pione-ros. Ahora, casi 140 años des-pués, el Tabernáculo sigue en pie, y nunca antes ha des-cansado sobre cimientos tanfirmes.

Durante la sesión del sába-do por la tarde, la cual se lle-vó a cabo el 31 de marzo, elpresidente Gordon B.Hinckley rededicó elTabernáculo de Salt Lake trasdos años de renovaciones.

Los nuevos bancos, fabrica-dos de roble, se instalaroncon más espacio entre uno yotro para dar más espaciopara las piernas; las escalerasoriginales que conducían albalcón desde afuera se coloca-ron adentro para dar más fácilacceso a los visitantes, y seagregaron dos escaleras másadentro del edificio; se aplicóun nuevo baño de oro a lostubos visibles del órgano; el

techo se reparó y se pintó; secrearon nuevos vestidores yuna biblioteca de música paralos miembros del coro; se re-novó el estrado para que éstese pueda quitar y colocar mássillas o un escenario para fun-ciones artísticas; y se reempla-zaron todos los sistemas deplomería, mecánicos y eléctri-cos, los cuales también se ac-tualizaron de manera quecumplieran con las leyes delcódigo de normas de cons-trucción.

Aunque se modernizó elTabernáculo notablemente,los cambios más importantesson los que el público en ge-neral no puede ver.

Los cimientos y los murosdel Tabernáculo se modifica-ron a fin de fortalecer la es-tructura para que éste fueramás resistente a los sismos.

Los 44 pilares que sostie-nen el techo singular delTabernáculo se reforzaroncon varillas de acero, las cua-les se insertaron en los pilaresdesde arriba hacia abajo. La

fundación de cada pilar tam-bién se reforzó con concreto.Se usaron cajas deacero para conec-tar las vigas a los pi-lares, y también sesujetaron largas vi-gas del techo a lospilares, las cualesse cincharon firme-mente con aceroestructurado.

Ahora elTabernáculo es másfuerte de lo queera hace poco, demanera muy simi-lar a los miembrosde la Iglesia misma.

“En cierta épo-ca, la mayoría delos Santos de losÚltimos Días vivían aquí eneste valle y en otras regionescircunvecinas donde se esta-blecieron poblados”, dijo elpresidente Gordon B.Hinckley durante la oracióndedicatoria del Tabernáculorenovado. “Ahora, esta obraha crecido y se ha extendidopor toda la tierra, hasta elpunto de que hay más miem-bros en el exterior de esta na-ción que dentro de ella”.

La creación y laconstrucción delTabernáculo

El presidente BrighamYoung le pidió a Henry Growque le ayudara a transformaren realidad la visión que teníadel Tabernáculo. El hermanoGrow era converso a laIglesia, oriundo de Filadelfia,Pensilvania; era constructorde puentes, por lo que conta-ba con las aptitudes necesa-rias para hacerse cargo de latarea.

Se elaboraron los planos, yen 1863 se inició la construc-ción.

Ya que fue imposible

obtener algunos materialesde construcción comunes, los

trabajadores reciclaron mate-riales y usaron recursos locales para construir elTabernáculo. La madera setaló en los cañones adyacen-tes, se usó la piedra exceden-te de la construcción delTemplo de Salt lake, se usócierto equipo militar sobrantey las herraduras de madera delos bueyes para fabricar cla-vos y arandelas; además, sehirvieron pieles de animalespara producir pegamento, yel yeso se elaboró usandopiedra caliza de la localidad,la cual se fortaleció con pelode animal.

Considerando los materia-les que había en aquel enton-ces, el Tabernáculo realmentese construyó con fe e ingenio.

Cuatro años después deiniciada la construcción, sellevó a cabo la conferencia enel Tabernáculo, el cual se de-dicó oficialmente en octubrede 1875 después de la añadi-dura del balcón.

L IAHONA M AYO D E 2007 123

El Tabernáculo se abre denuevo después de unaextensa renovación

Durante la renovación del interior del Tabernáculo se reparó

el techo, se instalaron bancos nuevos y se creó un área

intercambiable para el estrado y el escenario.

Se aplicó un nuevo baño de

oro en los tubos visibles del

órgano.

Page 126: no apartes la mirada de la pelota

Datos notables• Con la excepción de José

Smith y Brigham Young,todos los Presidentes de laIglesia han sido sostenidosen una asamblea solemneen el Tabernáculo.

• El Tabernáculo contabacon un baptisterio queusaban los miembros delárea de Salt Lake City hastala renovación más recien-te, cuando se eliminó paraaprovechar el espacio.

• Las bancas originales se fa-bricaron de pino y se pin-taron para que parecierande roble.

• El revestimiento del órga-no se fabricó de pino ponderosa, y se pintó de manera que parecierade caoba.

• Antes de la construccióndel Tabernáculo de SaltLake, se construyó el“Tabernáculo Viejo” en laesquina sudoeste de lamanzana del templo comolugar de reunión de lossantos.

• Han visitado el Tabernáculodoce presidentes de losEstados Unidos.

• La acústica del Tabernáculo

es diferente de la de cualquier otro edificio. Se dice que uno puede dejar caer un alfiler sobreel púlpito al frente delTabernáculo y el impactose puede escuchar desdela última fila. ■

Se publicarála Capacita-ción Mundialpara Líderes

El texto de la reuniónde capacitación mun-dial para líderes que se

realizó en febrero se publica-rá en la edición de junio de2007 de la revista Liahona.La Iglesia está poniendo lacapacitación al alcance de todos los miembros ya queel tema de la enseñanza y el aprendizaje se aplica atodos ellos.

Ésta será la segunda vezque se publica la reunión decapacitación en la revista dela Iglesia. La capacitación delaño pasado, que trató el temade la familia, se imprimió enla revista Liahona de junio de 2006.

Los oradores de la capaci-tación, entre otros, fueron el presidente Thomas S.Monson, Primer Consejerode la Primera Presidencia; elpresidente Boyd K. Packer,Presidente en Funciones del Quórum de los DoceApóstoles y los élderes L.Tom Perry y Jeffrey R.Holland, del Quórum de losDoce Apóstoles.

El audio de la transmisiónde febrero también está dis-ponible en 10 idiomas y eltexto en 24 idiomas en líneaen el sitio www.lds.org/ broadcast. ■

El élder Enrique RienziFalabella Arellano creeque nada es más valioso

que tener un testimonio deJesucristo y de la forma enque la Expiación puede influiren nuestra vida.

El élder Falabella aprendiódesde pequeño que el obte-ner un testimonio comienzacon el deseo de conocer laverdad y la disposición de vivirla.

El élder Falabella nació el 9 de mayo de 1950, hijo deUdine y Leonor Falabella. Aligual que Nefi de antaño, éltambién puede decir que na-ció de buenos padres. Tenía12 años cuando los misione-ros llamaron a la puerta de su familia en la Ciudad deGuatemala, donde él nació yse crió. Él era el mayor de cua-tro hijos, cuya madre había fa-llecido hacía varios años, y sedio cuenta de que los misio-neros eran diferentes por elamor que demostraban y porel poder de su enseñanza.

“Quería saber lo que ellossabían”, recuerda. Ese deseoy esa disposición de hacer loque le pedían los misioneroslo llevaron a la conversión.

“Cuando era muy joven

aprendí a valorar las palabrasdel Salvador: ‘El que quierahacer la voluntad de Dios, co-nocerá si la doctrina es deDios, o si yo hablo por mipropia cuenta” (Juan 7:17). Sivivimos los principios delEvangelio, el Espíritu puedellegar a nuestro corazón, yaprenderemos que realmenteson verdaderos”.

Después de su servicio enla Misión de Centroamérica,él y su esposa, Blanca LidiaSánchez, fueron sellados el 21de junio de 1975 en elTemplo de Mesa, Arizona. Elélder Falabella se recibió deIngeniero Agrónomo de laUniversidad de San Carlos,Guatemala, y posteriormenteestudio Mercadotecnia en laUniversidad de Costa Rica.Trabajó para una compañíaquímica y farmacéutica antesde ser llamado a trabajar detiempo completo en laIglesia.

Mientras criaba a sus cincohijos, el élder Falabella sirvióen calidad de presidente de lamisión de estaca, obispo, re-presentante regional, presi-dente de estaca y Setenta deÁrea, y prestó servicio duran-te dos años como Presidentedel Área de Centroamérica.Cuando fue llamado al PrimerQuórum de los Setenta, erapresidente de rama en elCentro de CapacitaciónMisional de la Ciudad deGuatemala. ■

124

Élder Enrique R. FalabellaDe los Setenta

Se reforzaron los cimientos

para fortalecer la estructura

contra daños sísmicos.

Page 127: no apartes la mirada de la pelota

L IAHONA M AYO D E 2007 125

Si algún testimonio haadquirido el élderErich Willi Kopischke

es que el Señor sabe lo que esmejor para las personas.

Recuerda haberse sentidoun poco desanimado cuandofue llamado a servir en unamisión de tiempo completoen Alemania, su país natal.“Yo quería aprender otro idio-ma”, dice él. Pero al pocotiempo se sintió feliz de ense-ñar a su propio pueblo. Ycuando se le asignó trabajaren la oficina de la misión pornueve meses como secreta-rio, tuvo que aprender inglés.

El élder Kopischke llegó acomprender que su misiónrealmente había sido el plandel Señor para él, porque éstalo había preparado.

“El Señor sabe cuál esnuestra misión en la vida; ésees mi más grande testimo-nio”, dice él. “Él sabe lo quenos depara la vida”.

El élder Kopischke nacióel 20 de octubre de 1956, enElmshorn, Alemania, en don-de fue criado por fieles pa-dres Santos de los ÚltimosDías, Helga Haupt Kopischkey Kurt Kopischke.

El élder Kopischke recibió

una licenciatura enAdministración de Empresas.Después de su misión sirvióen las fuerzas armadas antesde recibir capacitación voca-cional adicional. Durante esaépoca conoció a su futura es-posa, Christiane Glück, quiencursaba los estudios de enfer-mería. Se casaron en elTemplo de Berna, Suiza, el 19de diciembre de 1978, y tie-nen siete hijos.

Él trabajó en la industriade seguros antes de aceptarun empleo con el SistemaEducativo de la Iglesia en1996, y en el año 2000 fuenombrado Director del Áreade Europa Central.

En 2003, fue llamado a ser-vir como presidente de laMisión de Berlín, experienciaque valoran muchísimo él ysu esposa.

Antes de ser llamado alPrimer Quórum de losSetenta, el élder Kopischkesirvió como consejero delobispo, miembro de un sumoconsejo, presidente de estaca,presidente de misión, Setentade Área y Segundo Consejerodel Área Europa Central. ■

Para el élder MichaelJohn Teh, el viaje es tanimportante como el

destino, especialmente al via-jar por la vida. El élder Tehdice que su llamamiento en1986 como misionero detiempo completo tuvo ungran impacto en su jornadamortal porque fortaleció sutestimonio del Evangelio.

“Mi misión fue decisiva enmi vida. Ha sido una bendi-ción maravillosa”, dice él.“Llegué a conocer a mi Padre Celestial y a Su Hijo,Jesucristo. Llegué a saber que podía orar a mi PadreCelestial en cualquier mo-mento y hablar con Él, lo cualha sido un gran consuelopara mí”.

El élder Teh dice que losque enfrentan encrucijadasen la vida necesitan un testi-monio, el cual les ayudará apermanecer sobre el senderocorrecto.

“Nuestro Padre Celestialles revelará la verdad confor-me se esfuercen, con la ayudade la oración, para encontrarsu propio testimonio”, diceél. “Qué sentimiento tan tier-no es saber por uno mismo ypoder testificar de la verdad

con certeza”.El élder Teh es hijo de

Martin y Norma Teh, y nacióel 25 de junio de 1965, en laCiudad de Davao, Davao DelSur, Filipinas. Su familia semudó a Manila cuando él te-nía 12 años, pero él regresó asu pueblo natal después deservir en la Misión FilipinasDavao.

Después de la misión, elélder Teh obtuvo su licencia-tura en Administración deEmpresas en la UniversidadDe La Salle en Manila.Durante los últimos cuatroaños ha trabajado como regis-trador del Templo de Manila,Filipinas, en donde se casócon Grace May Weedon el 16de diciembre de 1989. El ma-trimonio Teh tiene tres hijos.

El élder Teh está agradeci-do por las oportunidades derelacionarse con los líderesde la Iglesia. Ha servido encalidad de obispo, consejerodel presidente de estaca,miembro de un sumo conse-jo y consejero del presidentede misión. Cuando fue llama-do al Primer Quórum de losSetenta, servía como Setentade Área y como SegundoConsejero de la Presidenciade Área de Filipinas. ■

Élder Erich W. KopischkeDe los Setenta

Élder Michael J. TehDe los Setenta

Page 128: no apartes la mirada de la pelota

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El élder OctavianoTenorio Domínguezsabe que el recibir las

ordenanzas del templo cambiala vida de las personas. Hacambiado su propia vida, y élha tenido puestos que le hanpermitido ver cómo ha cam-biado la vida de otras perso-nas. “Permanezcan cerca deltemplo”, nos insta.

Nació el 31 de octubre de1942, hijo de OctavianoTenorio y Flora Domínguez deTenorio, en Tilapan, Veracruz,México, y se unió a la Iglesiadespués que su familia semudó a Río Bravo, en el nortede México.

El élder Tenorio El élderTenorio se certificó contabili-dad y administración de em-presas. Después de variosaños, conoció a Rosa ElvaValenzuela González en laCiudad de México, donde aho-ra residen. Fueron sellados el4 de enero de 1974 en elTemplo de Mesa, Arizona, ytienen cinco hijos.

Muy al principio de su carrera profesional, se le pidióal élder Tenorio que aceptaraun puesto como gerente del Centro de ServiciosGenealógicos de la Iglesia en

México. Ya que le iba muy bienen su empleo en la industriade las publicaciones, no estabaseguro si debía aceptar el nue-vo puesto, pero después deuna serie de acontecimientosinspirados, comprendió quedebía hacerlo.

“Cambió el curso de mivida”, dice él, ya que entrelazósu vida con la historia familiary la obra del templo.

Después de trabajar en eseempleo por siete años, duran-te los cuales sirvió como presi-dente de estaca, fue llamado a ser sellador y el primer registrador del Templo de laCiudad de México. Dejó eltemplo para presidir la MisiónMéxico Tuxtla Gutiérrez.Posteriormente fue gerente de los Departamentos deRegistros de Miembros, deAdministración de Materiales yde los Servicios de Bienestarde área; durante ese tiemposirvió como representante re-gional y posteriormente comoSetenta de Área.

Después que se jubiló lapersona que lo había reempla-zado, el élder Tenorio de nuevo ocupó el puesto de re-gistrador del Templo de laCiudad de México. “El temploha sido una parte importantede mi vida, y creo que la ver-dadera felicidad se halla a tra-vés de las ordenanzas deltemplo”, dice él.

El élder Tenorio está muyagradecido al Señor y conside-ra una gran bendición el po-der servirle ahora en el PrimerQuórum de los Setenta. ■

El élder Claudio DanielZivic piensa que cuandonos estamos esforzando

por vivir bien, podemos con-fiar en que Dios nos guiará.

El élder Zivic nació enBuenos Aires, Argentina, el 19de diciembre de 1948 en unafamilia de padres Santos de losÚltimos Días. Sus padres sonSergio Jorge Zivic y EleonoraZalewski Zivic. Siendo un atle-ta de 15 años de edad, estabaclasificado como el segundo anivel nacional en los 800 me-tros de la categoría menores.Su máximo deseo era compe-tir en las Olimpíadas, y su en-trenador, quien había sido undecatleta olímpico, creía quepodría lograrlo si abandonabasu renuencia a competir endomingo.

“Tuve que elegir”, dijo elélder Zivic. “A fin de cuentaspensé que competir no eralo que el Señor deseaba para mí”.

El élder Zivic enfrentó otradecisión difícil cuando llególa hora de elegir una voca-ción. Durante los cuatro añosde sus estudios secundarios,tuvo que tomar un examenadicional de contabilidad al final del año para poder

aprobar esa materia.“Realmente no me gustaba

la contabilidad”, dijo él. Perocuando oró para saber quéprofesión seguir, sintió fuer-temente que debía estudiarcontabilidad. Confiando en elSeñor, se recibió de contadoren la Universidad de BuenosAires y ejerció su carreracomo Contador Público.

El élder Zivic puede verque el Señor le ha guiado enel transcurso de su vida. “Si vi-vimos bien, Él nos bendecirá”,dice él. “Las situaciones se re-suelven y se aclaran, y ocurrede manera muy natural”.

Dos años después de ha-ber finalizado el servicio mili-tar, él y su esposa, Dina NoemíÁlvarez, fueron sellados el 9 deenero de 1979 en el Templode São Paulo, Brasil. “Yo séque el Señor me inspiró en laelección de mi compañera”,dice el élder Zivic. Él y su es-posa tienen cinco hijos.

Antes de ser llamado alPrimer Quórum de losSetenta, el élder Zivic sirviócomo presidente del quórumde élderes, maestro de insti-tuto, obispo, miembro delsumo consejo, consejero depresidente de estaca, obrerode ordenanzas del templo, re-presentante regional, Setentade Área, segundo consejerode la Presidencia de ÁreaSudamérica Sur y presidentede la Misión España Bilbao. ■

Élder Octaviano TenorioDe los Setenta

Élder Claudio D. ZivicDe los Setenta

Page 129: no apartes la mirada de la pelota

L IAHONA M AYO D E 2007 127

En su bautismo y tam-bién en el templo, JulieBangerter Beck dice

que como parte de sus con-venios, “le prometí al Señorque podría llamarme a traba-jar en Su reino”; en realidadno le interesaba en dónde nicómo hacerlo. Habiendo ser-vido como primera consejerade la presidencia general delas Mujeres Jóvenes, dice ella,en la Iglesia “todos recibencambios de asignación. Noimporta en dónde sirve uno.Es la obra del Señor, y esta-mos trabajando con los hijosde nuestro Padre Celestial”.

Nació el 29 de septiembrede 1954, hija de William GrantBangerter, ahora miembroemérito del Primer Quórumde los Setenta, y de GeraldineHamblin Bangerter, y asistió aDixie College y a la Univer-sidad Brigham Young, reci-biéndose en Ciencias de laFamilia. Se casó con Ramon P.Beck el 28 de diciembre de1973, en el Templo de SaltLake. Tienen tres hijos y ochonietos.

La hermana Beck sirviócomo presidenta de lasMujeres Jóvenes y de laPrimaria de barrio y como

consejera de la presidenciade la Sociedad de Socorro deestaca antes de ser llamada aservir a nivel general de laIglesia.

Para administrar su tiem-po, separa sus prioridades entres categorías: “Se tiene quehacer”, “Se debería hacer” y“Me gustaría hacer”. En la pri-mera lista, “Se tiene que ha-cer”, se encuentran la oraciónpersonal, el estudio de lasEscrituras, la asistencia altemplo y la familia. “No co-nozco a una sola mujer queno tenga más de lo que pue-da hacer”, dice ella, pero elasignar un orden de prioridad“elimina el sentimiento deculpabilidad. Me sorprendecuántas cosas puedo hacer delas que ‘Me gustaría hacer’ “.

El Señor la ha bendecidocon ideas acerca de la manerade ser una abuela a la distan-cia, incluso el leerles a los nie-tos por teléfono.

“Siempre he sentido ungran amor por la Sociedad deSocorro. Cuando estaba re-cién casada y mis padres cum-plían asignaciones muylejanas, las hermanas de laSociedad de Socorro eran ‘mimadre’. Al viajar por el mun-do, he sentido un sinceroamor y admiración por lasmujeres de la Iglesia. Quégran bendición será para míel concentrar mi energía en elservicio en la Sociedad deSocorro”. ■

Cuando tenía apenas 16años de edad, SilviaHenriquez Allred, re-

cientemente llamada a ser laprimera consejera de la presi-dencia general de la Sociedadde Socorro, aprendió a amarla Sociedad de Socorro.

“Poco después de su bau-tismo, mi madre fue llamadaa ser la presidenta de laSociedad de Socorro de nues-tra rama en El Salvador”, ex-plica la hermana Allred. “Sesentía abrumada, pero mihermana y yo [también con-versas recientes] le dijimos:‘Todo estará bien. El Señor teayudará’. Y así lo hizo”.

Al prestar servicio comosecretaria de la Sociedad deSocorro al lado de su madre,le causaron una impresiónpositiva las oportunidades deliderazgo, educación, servicioy desarrollo de aptitudes do-mésticas que ofrece la organi-zación, oportunidades que lahermana Allred comenta queestán disponibles para “todamujer que acepta el Evangeliode Jesucristo”.

La hermana Allred nació el11 de octubre de 1944, hijade Carlos FlorentinoHenríquez e Hilda Alvarenga,

en San Salvador, El Salvador,la cuarta de ocho hijos.Asistió a la Universidad deArizona, a la UniversidadBrigham Young y al InstitutoNacional General FranciscoMorazán de El Salvador, cur-sando estudios de matemáti-cas e idiomas.

Se casó con Jeffry A. Allredel 7 de septiembre de 1966en el Templo de Salt Lake.Tienen ocho hijos.

La hermana Allred ha ser-vido como misionera de tiem-po completo en la Misión deCentroamérica, como presi-denta de la Sociedad deSocorro y de la Primaria a ni-vel de barrio y de estaca, ycomo miembro de la mesageneral de las MujeresJóvenes. También sirvió allado de su esposo cuando élpresidió la Misión ParaguayAsunción, y recientementecuando él presidió el Centrode Capacitación Misional dela República Dominicana. Loshermanos Allred también fue-ron misioneros de asuntospúblicos en Madrid, España.

La hermana Allred diceque durante toda su vida, haconfiado en lo que aprendióen el primer llamamiento quetuvo en la Sociedad deSocorro: “Nuestro PadreCelestial está al tanto de loque necesitamos y sé que Élnos da fortaleza”. ■

Julie B. BeckPresidenta General de la Sociedad de Socorro

Silvia H. AllredPrimera Consejera de la Presidencia Generalde la Sociedad de Socorro

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Habiendo sido presiden-ta del comité de activi-dades de barrio,

Barbara Thompson se sientemás a gusto en pantalones demezclilla y elaborando estu-ches de higiene personal quecomo miembro de la presi-dencia general de la Sociedadde Socorro, pero está agrade-cida por su nuevo llamamien-to como segunda consejerade esa presidencia.

Habiendo servido tambiéncomo misionera en la MisiónAlemania Hamburgo, maestrade Doctrina del Evangelio, di-rectora de campamento deMujeres Jóvenes, asesora deLaureles y de Abejitas, presi-denta de Mujeres Jóvenes de barrio, consejera de laSociedad de Socorro de ba-rrio y miembro de la mesa general de la Sociedad deSocorro, la hermanaThompson cree que “cuandolas hermanas tienen un testi-monio de la veracidad delEvangelio, son impulsadas aactuar”.

Nació el 13 de junio de1952, hija de W. Peter y FernRymer Thompson, en SanLuis Obispo, California. Ella y su familia se mudaron

después a Granger, Utah.Siempre le han encantado losdeportes y le gusta muchoacampar, pero su pasatiempofavorito es visitar a sus amista-des y a su familia.

La hermana Thompson re-cibió una Maestría en TrabajoSocial en la Universidad deUtah, y trabajó para elDepartamento de ServiciosHumanos de Utah por 30años. Después de su jubila-ción, ha servido como directora ejecutiva de una or-ganización internacional quesirve a niños víctimas del mal-trato y la negligencia.

Aunque nunca ha sido ca-sada ni ha tenido hijos pro-pios, la hermana Thompsondice: “Tengo familiares y ami-gos prestados, y siempre herecibido mucho apoyo de lashermanas de esta Iglesia”.

Ella percibe que su nuevafunción es apoyar a la herma-na Beck. “Yo quiero sostener-la en su llamamiento”.

A la hermana Thompsonle agrada la idea de que escu-chará los testimonios demiembros de todo el mundomientras sirve. Su mensaje alas hermanas de la Sociedadde Socorro es: “Amén alSeñor. Vengan a Cristo contodo su corazón. Las mujeresenfrentan desafíos increíbles,pero cuando dependemosdel Evangelio y de la herman-dad que tenemos en laSociedad de Socorro, nues-tras cargas se aligeran”. ■

F íate de Jehová de todotu corazón” (Proverbios3:5) es la verdad direc-

triz de Mary Nielsen Cook, segunda consejera de la presi-dencia general de las MujeresJóvenes.

La hermana Cook nació el 8 de junio de 1951 enMidvale, Utah, y aprendió afiarse del Señor al ver el ejem-plo de sus padres, Kenneth N.y Fern S. Nielsen. Su padresufrió serios problemas de sa-lud como resultado de un ac-cidente minero cuando lahermana Cook apenas erauna pequeñita. Durante algúntiempo, su madre fue la quetuvo que sostener económi-camente a la familia, y fue unaépoca muy difícil.

En su juventud, soñó concasarse y ser madre, pero fuesoltera por algunos años. “Aveces me preguntaba si algúndía se cumplirían mis sue-ños”, dice la hermana Cook.“Pero traté de tener fe y deconcentrarme en las bendi-ciones que sí había recibido”.

Mientras tanto recibió sulicenciatura y su maestría enFonoaudiología y su licencia-tura en Especialista enEducación de la Universidad

Brigham Young. Trabajó comomaestra de niños con necesi-dades especiales y posterior-mente como directora deescuela.

El 16 de julio de 1988 secasó en el Templo de SaltLake con Richard E. Cook,quien posteriormente sirviócomo miembro del SegundoQuórum de los Setenta.Entonces, dice la hermanaCook, “heredé cuatro hijosmaravillosos y llegué a serabuela de ocho nietos”, yaque la primera esposa del él-der Cook había fallecido en1984. Ahora tienen 17 nietos.

Mientras el élder y la her-mana Cook servían como mi-sioneros de tiempo completoen Mongolia, su esposo fuellamado a presidir la reciéncreada Misión de Mongolia.Ella después lo acompañó aHong Kong, en donde sirvióen la Presidencia del Área deAsia. También ha servidocomo presidenta de laSociedad de Socorro y miem-bro de la mesa general de lasMujeres Jóvenes.

La hermana Cook estáagradecida por sus experien-cias y testifica que “sean cua-les fueren las pruebas querecibamos, si nos fiamos delSeñor, Él enderezará nuestrasveredas”. ■

Barbara ThompsonSegunda Consejera de la Presidencia Generalde la Sociedad de Socorro

Mary N. CookSegunda Consejera de la Presidencia Generalde las Mujeres Jóvenes

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1867.

© AL ROUNDS, SE PROHÍBE SU REPRODUCCIÓN.

Page 132: no apartes la mirada de la pelota

“Mis hermanos y hermanas,

hemos disfrutado de una

conferencia maravillosa”,

dijo el presidente Gordon B. Hinckley

al término de la Conferencia

General Anual número 177.

“Esperamos que utilicen el ejemplar

de mayo de las revistas de la Iglesia

como texto para sus noches de

hogar, a fin de repasar lo que se

ha hablado en esta conferencia.

Lo que cada uno de los oradores ha

dicho representa el intento que ellos

tuvieron de impartir con espíritu

de oración un conocimiento que

inspire y motive a todos los que

hayan escuchado a elevarse un

poco más y a ser un poco mejores”.

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