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ted MADNID er 15 DE ENENO DE 1931- Pladosisima Madre de la Merced, rogad por nosotros. (300 días de indulgencia cada vez.)

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tedMADNID er15 DE ENENO

DE 1931-

Pladosisima Madre de la Merced, rogad por nosotros.

(300 días de indulgencia cada vez.)

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44 Atol

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m fe*\26,. 15 DE ENERO DE 1931

',2 I

LA RELIGIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED ES LA MÁS HEROICA Y DE MÁS EOELEN n

2ItCIA POR RAZÓN DE SU OBJETO, por el P. M p estro Fr. Juan Suárez de odpy. — TERESITA /

IFSLIS. NIÑA DE CINCO AÑOS, MERCEDAPIA, p p r Fr. Juan Gilabert.—SA 4F-RAHAMUNDA,,e ,Fr. Gurnersindo Placer.—EL DOCTOR FR. BARTOLOME DE CELFORf S, F IV. ü geikke

....-Vázquez.—Los MERCEDARIOS EN IRLANDA. por Fr. Guillermo Vázquez. .' 10-

NAL—NI ESCLAVOS NI REBELDES, por Fr . García.— RELACIÓN DE LNS FIESTAS DE NUESTROSANTO PADR2 EL AÑO 1629 EN MADRID. — i,UNA MADRE?, por la Srta. Julia G. Herreros.--PARA Dios, ¿SERÁN IGUALES TODAS LAS RELIGIONES?, por Fr. Manuel Sancho.—A LA

PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA, por Fr. J. S. de G.—Pon NUESTRA MADRE Y PARA

NUESTRA MADRE, por Julia G. Herreros.—BIBLIOGRAFÍA: — NOTICIAS. — NECROLOGÍA.—IND ULGENCIAS PARA EL MES DE FEBRERO.

La religión de nuestra Senara de la Merced es la más heroicade mas excelencia por raiOn de SU Oliiet0

Suma liberalidad es redimir cauti-vos, esta es la primera y la mayor.Y si dar su hacienda para sacar delas manos de su enemigo a su próji-mo es virtud tan heroica que la llamaAmbrosio suma, la mayor liberalidadde todas las liberalidades, ¿cuántomás excelente virtud, no sólo en gé-nero de liberalidad, sino en todo gé-nero de virtud será darse a si mismopor la redención de los fieles cristianos cautivos? Esta es la mayor cari-

dad y el mayor amor de todos, dar lavida por sus amigos; en esto mostróCristo la mayor liberalidad y la ma-yor grandeza de su amor con dar suvida por la redención del hombre quecautivo estaba, teniendo compasiónde él, por lo cual mereció aquel nom-bre tan celebrado de los hebreos,

compatiens, el que se compadece;sacábanlo de aquel verso de David:Si dixit motus est pes meus, miseri-cordia tua, Domine, adjuvabat me;

'si dije: Señor, mi pie se ha deslizado,y he caído en cautiverio de culpa,también digo que eres tan liberal ymisericordioso, que esa propia libe-ralidad y misericordia me ayudará.

De donde digo que los frailes de laMadre de Dios de la Merced, institui-dos por la Virgen sacratísima, por lasmanos de su siervo y justo Rey DonJaime, con tan famosa revelación tam-bién hecha a San Paimundo de Peña-fort y a San Pedro Nolasco, nuestroprimero Padre y General, en la ciudadde Barcelona, día de San Lorenzo,imitando a su Cristo, se les puede dareste nombre (de los que se compade-

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TERESITA DE JESÚS, NIÑA DE CINCOAÑOS, MERCEDARIA DESCALZAe)e eecen), y su Religión es la más heroica

y de mayor excelencia por razón delobjeto de todas las demás, aunquetodas son de gran perfección, peroésta más, pues en ella profesan nosólo de ser tan liberales que dencuanto tienen por la salud de sus pró-jimos, sino también sus vidas, comoen su profesión dicen: «Y si necesa-rio fuere, acabada la moneda, que-darme cautivo, dando mis acciones yvida, pues quedo esclavo por la re-dención de los fieles de Cristo, digoque me doy desde ahora por esclavoy que no me contento de serio sólo demi Dios, a quien servir es reinar,pero aun de los enemigos de Dios ymíos con quien reinar es ser sus es-clavos». ¡Oh, suma perfección! ¡Oh,grande liberalidad!

No acaban las historias humanasde engrandecer a aquel Antonio Pío,porque dió a sus soldados gran partede sus tesoros; ¿y no engrandeceremos a los que dan no a los suyos,sino a sus enemigos, no tesoro deoro y plata, sino el tesoro de su li-bertad y vida? Alaban a Nerva, porquepara sustentar a sus criados gastó unmillón y cincuenta mil ducados, ¿y noalabaremos a los que han gastado enla redención de todas naciones mu-chos millones? Alaban a Scipión Afri-cano, no porque venció y destruyó lafamosa ciudad de Cartago, allegandoestas hazañas a otras muchas, sinoporque fué tan liberal en su vida, queen su muerte no tuvo de qué testarmás que de dos libras de oro y treintay tres de plata, ¿y no alabaremos laReligión que, siendo dotada de mu-chas riquezas de los Reyes de España

(1) Thesoro de varias consideraciones sobreel salmo de Misericordias Domini in aelernumcantabo. En Barcelona en casa Sebastián de Cor-nellas al Cali. Año MDLXXXVIII. Págs. R5 y 376.

(CONTINUACIÓN)

Teresita y su madreAunque hemos hecho un apartado

del desasimiento con que Teresitatrató a sus padres, no se ha de creerpor eso faltase en ella el amor filial,que fuera defecto; sino que este amorno tuvo en ella aquellas manifestacio-nes defectuosas que en los demásniños de su edad, quienes tan prontoríen como lloran, miman como des-deñan, acarician como riñen, gracio-samente besan como con labios frun-cidos mofan: el amor de Teresita asus padres no era de tan bajo metal,ardía tranquilo en la región serena yl uminosa del espíritu.

Feliz madre en cuyo regazo flore-ció tempranamente para Dios flor tanbella y en cuyos brazos también tem-pranamente se marchitó para la tierrapara florecer inmarcesible en el cielo.

El aura de lo sobrenatural que tan-tas veces agitó el corazón de Teresita•oreó también el de su madre, y mu-chas veces, aunque mediatamente porsu hija, recibió -favores divinos.

—Hermanita - le dijo un día al vol-ver de la Iglesia cuando aún no an-daba---¿ viste a la madre de Dios quenie daba el ramo de flores que tenlaen la mano y al Niño Jesús que sereía conmigo?

Eran las dos de la tarde y Teresitaestaba con su madre, cuando de re-pente toda alborozada y dándole sal-tos el corazón, exclamó con los ojosfijos en un cuadro de Nuestra Señora

de la Regla: ¡Madre mía y consuelomío! Ella es mi madre y ella me hafavorecido siempre. ¿ Y cómo se ríeconmigo la Morenita? El Niño Jesústambién se está riendo, ¿no lo ves?

Venía un día con su madre de unapiadosa romería a esta milagrosa ima-gen que está en un convento de nues-tro Padre San Agustín, una legua deSanlúcar a vista del mar Océano, yes de gran devoción en toda aquellatierra»; cabalgaban sobre un jumenti-¡lo, y la niña en brazos de su madreentretenida en estas coplas, que teníaprodigiosa memoria para aprenderlasy retenerlas:

Los colchones divinosdel dulce Jesússon corona de espinas,azotes y cruz,

cuando de súbito diö un grito dicien-do: ¡Madre mía! Creyó su madre quehablaba con ella y le preguntó quéquería, a lo que la niña contestó: Noes a ti, hermanita, y señalándole elcielo, le dijo: Mira a mi Madre y miraa mi Niño.

Hubo también cosas que perturba-ron el hogar de que Teresita era lajoya dada de mano de Dios, y Maríade Urbina soltaba a veces la rienda alas lágrimas. Acudía Teresita al con-suelo de su madre presintiendo laspenas domésticas, tan frecuentes aúnen hogares cristianos, y enternecidale decía: Calla, hermanita, no llores,ni te desconsueles, que Dios provee-rá, y señalándole el cielo, añadía:

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sus protectores, han sido tan liberalesen gastar sus rentas con cautivos queahora viven con gran pobreza? Enno-blecen a Semíramis que sustentó dos-cientos mil hombres todo un año enla fábrica de los muros de su gran'ciudad de Babilonia, ¿y no engrande-ceremos a la Religión, que hä casicuatrocientos años que a su costasustenta por mar y por tierra los cau-tivos hasta darles mesa franca, aunen su propia tierra? Cuentan de Ale-jandro V, el cual, estando en conver-sación con sus criados, un día dijo:Nosotros hemos sido Obispo rico yCardenal pobre, y ahora somos Papamendigo, ¿y no contaremos aquel in-signe dicho del santísimo Armengol,cuyo cuerpo está en la Guardia enCataluña, el cual, habiéndose queda-do en rehenes, dijo: Ayer libre, hoycautivo y mañana seré por mis her-manos ahorcado, como en efecto lofué, aunque la Virgen Santísima letuvo muchos días vivo hasta que vinoel rescate? Alaban a Mucio Scévola

'porque por su patria liberalmente diósu mano, ¿y no alabaremos al glorio-sísimo Serapio, que por la vida de loscautivos quiso ser cruelísimamenteatormentado y martirizado, dando nosolamente la limosna de los fieles,pero su vida, porque le pareció queno es verdaderamente liberal aquelque lo es de los bienes ajenos, sinoel que se quita de lo que ha menesterpara el provecho ajeno?

FR. JUAN SUÁREZ DE GODOY (1)

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que nos vamos al cielo volando, vo-lando, y todas las penas se aca-barán.

Estaba una vez su madre rezandocon la vista en el cielo, y acercándosela niña, le dijo: ¿Qué haces, herma-nita? ¿Miras al cielo? Míralo bien;que allá hemos de ir volando, vo-lando, si Dios es servido.

Parece le gustaba adornarse a labuena de María de Urbina, achaqueconnatural en las mujeres, pero suhijita le rogaba dejase los zarcillos,las gargantillas, los brazaletes y lasgalas, que no estaba bien que cuerpoque había de comer la tierra se trajeseaderezado.

A veces cuando estaba atareada enlos quehaceres de la cocina, entrabala niña ligera y grácil, como unahada, diciendo estos versos:

Albricias os pido;que el Esposo ya es venido.—¿Cómo así?--En lo blanco lo conocí;Lo ví cercado de amores,Yo le ví entre blancas flores,Yo galán y hermoso lo ví.—¿Cómo así?

Orden de sus ocupaciones

_ Se levantaba por la mañana de sutarima, y al mismo tiempo levantabasu corazón a Dios, diciendo d e. rodi-llas esta oración; Señor mío Jesucris-to, Criador y Pedentor mío, todo mibien y consuelo, yo os ofrezco mialma y mi cuerpo, mis tres potenciasy mis cinco sentidos, mis obras, pa-labras, pensamientos y deseos y todocuanto hay dentro y fuera de mí. Se-ñor, todo es vuestro y nada mío; to-

máos allá esta alma y este corazóny amáos con ella y con él por vues-tra gran misericordia. E inclinada conla cabeza hasta el suelo estäbase asíunos instantes ratificándose en el ofre-cimiento hecho. Hacía sus otras ora-ciones que su confesor y su madre letenían enseñadas, y la protestaciónde fe.

Marchaba a la iglesia, generalmen-te la de Belén de nuestros Padresdescalzos, subiendo (ligera su agriay áspera cuesta» y postrada besaba elsuelo de la entrada de la casa deDios. Entraba reverente en la Iglesia,y adorado el Santísimo Sacramentose encaminaba al confesonario delPadre Comendador para recibir susmandatos y su bendición en orden alas ocupaciones de aquel día; de allípasaba al de su director espiritual, aquien descubría su corazoncito contodos sus afectos y movimientos des-de el día anterior, y recibía su direc-ción.

lbase al altar donde salía misa y lomás cerca que podía del acólito seestaba, ángel en carne humana, elcuerpo inmóvil, los ojos y en ellos elalma atentos a los divinos misteriosdel Cuerpo y Sangre del Señor.

Volvíase a su casa y se ocupabaen los quehaceres domésticos y pre-ferentemente en los más humildes defregar, que pedía le reservasen cuan-do iba a misa. «Era de ver a Teresita,escribe el P. Presentación, fregar unaolla, que cabría ella dentro».

En medio de sus ocupaciones do-mésticas traía el corazón y los labiosocupados en algún cantar. «Sabía deestos cantares tantos—dice el citado,

biógrafo, y es autor que escribe sobredocumentos—que pudiéramos estarun día entero diciéndolos, sin repetirUno dos veces; y era tanta su inclina-ción a ellos, que con sólo oir una vez,,cualquiera, se le quedaba en la me-moria, sin olvidarlo jamás.»

De esos cantares que Teresita solíadecir, damos los siguientes tomadosdel citado Padre:

Si os vais, Divino manjar,Llevad mis ojos tras vos;Que ojos que vieron a Dios,No pueden sin Dios estar,

Veros, Señor, es gozar,Y no veros padecerHasta volveros a ver.

Si hermosura y bellezaCausan amores,

¿Cómo no se enamoranDe Dios los hombres?

Si hermosura y bellezaDe amor son causa,¿Cómo no se enamoranDe Dios las almas?

Tenía también sus tiempos para re-creación, «muy necesaria para des-ahogo del espíritu y para recobrarcon aquella pausa nuevos alientos enel camino de la virtud y más en per-sonas melancólicas».

Esta no es mi casa, dijo un día a sumadre y hermanas, y al poco tiempotocan los religiosos a la oración dela tarde, y ella exclamó: Ya tañen ennuestra casa a la oración; vámonosa recoger y a alabar al Señor. Unahermana suya, ya casada, le replicó:Si dijiste poco ha que tu casa es elcielo, ¿cómo dices ahora que tu casaes la Merced? Miren esto—contestócon mucha gracia la niña—; ¿El con-

vento de la Merced y el ' cielo no estodo uno? ¿No está en ambas partesnuestro Dios y Señor?

En el corral de su casa había unmontón grande de tierra; era su con-vento, a cielo descubierto y sin pare-des. Parecíase al de los Mercedariosen estar en alto. Ponía en él una me-sita que era el altar, sobre él velas, allado una escudilla con agua bendita yreuniendo a sus hermanitos y compa-ñeras les decía: Venid a mi conventoa alabar y a adorar a Dios. Y reme-dando lo que en la iglesia veían ha-cían sus oficios.

Un vendabal furioso azotó la co-marca más de sesenta días en los me-ses de enero y febrero de 1625, y lariada del Guadalquivir llevó hasta lasmismas puertas de la casa de Teresitagran cantidad de piedras. Salió la«Madre Comendadora» capitaneandosus hermanas y vecinas y con todacodicia empezó a transportar al corrallas piedras, y a los que le pregunta-ban qué hacía, les respondía: Voyllevando estas piedras para edificarmi convento.

A la memoria se viene escena pare-cida de la Santa Virgen avilesa, cuan-do vuelta a casa con su hermano Ro-

drigo del descaminado camino quellevaban para ir «a tierra de moros,pidiendo por amor de Dios, para queallá nos descabezasen», determinaronser ermitaños; «y, dice la Santa, enuna huerta que había en casa procu-rábamos, como podíamos, hacer er-mitas, poniendo unas piedrecillas queluego se nos caían». Y la devociónque Teresa de Jesús sentía, esa mismasentiría su patrocinada Teresita en el

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acarreo de piedras para la edificaciónde su convento.

Reunía a veces a sus hermanitas yvecinas, y poniéndolas en orden decomunidad y ella presidiéndolas, lesdaba una instrucción sobre la oracióny poniase con ellas a orar; acabadoel tiempo de la oración, que no habíasido precisamente de quietud, hacía-les capítulo de culpas de las que enellas habían cometido y concluía conestas palabras: Si viésedes, hermani-tas, a mi Señor como yo le vi, tanlindo y tan hermoso, no hubiéradesestando haciendo ruido y ofendién-dole con vuestras travesuras.

Hacía otras veces la ceremonia dedarles la profesión y velarlas y lashacía sentar por orden de antigüedadcomo en la Orden se acostumbra,tratábalas de sor y ellas a ella deMadre Comendadora, y puestas endos filas salían en procesión llevandouna imagen de nuestra Señora y can-tando: Ven, esposa de Cristo, recibela corona que te tiene preparada».

Humildad de TeresitaEntre la natural admiración y con-

siguientes aclamaciones de prodigio-sa y santa capaces de desvanecer lacabeza mejor asentada, se conserva-ba, mejor dicho, era Teresita humil-de; con la naturalidad con que la pie-dra cae, sentía ella su nada y atribuíatodo su ser a Dios, que mirándola lasacó de la nada, y mirándose en ellala dejó «vestida de hermosura» sobre-natural.

«No hubo en ella cosa que oliese avanidad»; buscaba con la codicia queel avaro riquezas, ella desprecios.

«Teresita, ¿no eres tú santa?», lepreguntó una su hermana mayor. LosPadres de mi convento de la Merced,le contestó, son santos y el hermanoGaspar, pero yo soy la mayor peca-dora de/mundo.

El sentido puede ser: la mayor pe-cadora del mundo con las graciasque yo recibí sería santa, y así yo,que no lo soy, soy peor que la mayorpecadora del mundo.

Tiempo era aquel que la gente sedesvivía por los tratamientos.

Una niña le dijo muy cortesana-mente: Sra. D.' Teresa. Niña, echaesos dones en un caño, y volviéndosea su madre, continuó: Hermanita,¿cuánto mejor es llamarme Teresitade Jesús?

En la ocasión aquella en que des-hizo la rueda que por jugar hacían lasniñas, una de ellas avispadilla, conaire zumbón, le dijo muy relamida:Comience vuesa merced, señora doñaTeresa, y ella muy firme le contestó:No me llamo, ni quiero que me lla-men D. Teresa, sino Teresita deJesús, que las monjas descalzas de laMerced no tienen don.

Y apostilla el caso muy acertada-mente el P. Presentación con estaspalabras: «Algún tiempo se vió el donasistido solamente en el Solio Realcon grande majestad, después bajó alos ilustres doseles y hoy se ve tanabatido que anda arrastrado por tien-das, tabernas y bodegones. ¡Oh, vál-game Dios!, si algún ministro de jus-ticia hubiera que cogiera este vaga-mundo y le diera el Palacio por cárcelperpetua, ¿cómo sanaran luego tantosmillares de hombres que tiene balda-

dos para cultivar los campos y ejer-cer oficios útiles a la república?»

Caridad con el prójimo

Teresita miraba el mundo como ha-cienda y a los hombres corno a hijosde Dios y de ella se puede decir loque Job de sí mismo: «La misericordiacreció en mí al paso de los arios yconmigo nació desde el vientre de mimadre.»

Iba un día al convento de la Victo-ria con sus hermanas y amigas a oirmisa, y llevaban un niño que llorabade frío, Teresita, aunque pequeñita,acaricia al niño, y con la ternura deuna madre le dice: ¿De qué lloras, mialma? ¿Tienes frío? Anda acá á laiglesia y no llores, que allá te calen-tarás, porque allá me caliento yo.

Más notable es el caso siguiente,parecido al de la Beata Mariana deJesús. Habían llevado un niño expó-sito a su casa para descargar los pe-chos de una hermana suya que aca-baba de ser madre. Logrado el reme-dio, abandonaron a la pobre criaturaen una azotea; Teresita se percató deello y durante hora y media de la no-che estuvo arropando y acariciandoal niño. Buscáronla y la encontraroncon el niño, y a las preguntas dea sombro que le hicieron, contestó concierta reconvención: Si este niño llo-raba y estaba solo en este frío, ¿nohabía yo de venir?

Se extendió también a los mayoressu caridad; socorría a los pobres saca ndosel o de la boca y de lo quel e daban para golosinas, y cuandono alcanzaba a remediarlo acudía a

la influencia omnipotente de la ora-ción.

Saben los que son de la orilla delmar los sobresaltos que se pasan,cuando el viento silba siniestro, arran-ca árboles y hace retemblar los edifi-cios, por los que están embarcados.En el hogar de Teresita, familia degente de mar, fué frecuente el cuadroalumbrado por la temblorosa vela quehabía ardido en el Monumento, de laoración angustiosa por los seres que-ridos que por necesidad de la vidaconfiaron su existencia «al frágilleño».

En una noche de gran temporal en-calló en la barra un navío, siendovanas las llamadas de socorro. Enco-mendaron a Teresita que pidiese alSeñor por aquella pobre gente queestaba a punto de perecer, y despuésde largo tiempo de oración salió ale-gre, diciéndoles: Callen, hermanitas,que no será nada y la nao no se per-derá. Y efectivamente, ardía siguien-te arribaron (haciendo con mucha bi-zarría las salvas».

De este género tiene otros varioscasos referentes a su padre, cuñadoy primo.

Su recogimiento

Ya queda dicho cómo huía del bulli-cio de la casa para orar; ahora diréalgunas otras particularidades de esterecogimiento.

Jamás se puso a la ventana ni cuan-do los regocijos públicos atraen a ellairresistiblemente a los niños.

Tan recogida estaba en la iglesiael día de la Cruz de Mayo del 1926.

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que entrando en ella una danza de gi-tanos seguida de una tropa de mucha-chos, ni siquiera volvió la cabeza paramirarlos.

' Un día, estando ella recogida, en-traron en el patio de su casa algunoshombres con cabalgaduras de mate-rial haciendo ruido grande. Levan tósela angelical niña, y desde la ventanadijo a una hermana casada: Señorahermana, mande vuesa merced quecallen ahí y no hagan tanto ruido.Hizo esto pareciéndole justa causa;mas advirtiendo que no lo era paradejar a Dios con quien hablaba, nipara interrumpir la oración, sino quehabía sido falta de mortificación, vol-vió a su retiro y postrada en tierracon grandes lágrimas y suspiros pidióperdón el Señor de aquella que juzgógrave culpa.

Su devoción al Santísimo Sacramento

A pesar de que fue aprobada comocapaz de reeibir la sagrada comunióna la edad de tres años por personascalificadas, entre las que hay que con-tar al P. Fernando de Santa María,Vicario general de los MercedariosDescalzos, al P. Alonso de la Magda-lena, «insigne teólogo moral comomanifiestan los graves y doctos ma-nuscritos que dejó», y el venerableP. Pedro de Jesús María, cantor deLógica, Sufficientia concionatorum,Cielo Espiritual, Commentaria inApocalipsim y dos grandes tomos deFide, Spe el Charitate que están paraestamparse», murió sin tener esa di-cha, pero teniendo la grandísima deuna devoción ternísima a este Santí-simo Sacramento.

Al entrar muy de mañana en la igle-sia, le preguntó el P. Comendador:Teresa, ¿cómo habéis madrugadotanto? —Más madrugó, contestó ella,quien me despertó. -e, Quién os des-pertó?, le volvió a preguntar el padre.Y señalándole el Sagrario, le dijo:Allí está.

Presentía la presencia de Jesús Sa-cramentado. Encontróse un día conun sacerdote y se arrodilló en mediode la calle haciendo que se arrodilla-sen otras niñas que se resistían y lereplicaban: Pero ¿por qué nos hemosde arrodillar? ¿No veis, le dice ella,que allí va el Santísimo Sacramento?En efecto, el sacerdote acababa decelebrar y salió de la iglesia sin dargracias por habérsele ofrecido nece-sidad de salir, como después se ave-riguó.

Su preciosa muerte

«Llama amorosa de ardentísima ca-ridad era Teresa; la fuerza de fuegovolaba más ligera y con mayor acti-vidad cuanto a su centro más se acer-caba. Desde los cuatro años fue suoración más fervorosa, la austeridadde su vida más rígida, sus penitenciasmás crueles, su abstracción de cria-turas más internada, los favores delcielo mayores y más continuos».

«Entró su madre antes de mediodíaen su aposento, viö a su bendita hijade rodillas y recostada en su tarima.Parecióle que dormía, mas advirtióque tenía el rostro muy encendido yextraordinariamente hermoso, y no seatrevió a llegar a ella. Permaneció deaquel modo cinco horas. Despertó y

se dió una cruel y larga disciplina,cosa que no acostumbraba a aquellashoras, y preguntada por qué hacíaaquel ejercicio tan desacostumbrado,contestó la angelical niña: Por misgrandes pecados.

Por agosto del 1627 cayó enfermadel hígado y los médicos no le permi-tieron tomar más que un jarrito deagua cocida. Era de ver aquella he-roica niña andando en el corredor desu casa entre las tinajas y alcazarrasllenas de agua fresca, y ni siquieramirarlas. A veces cuando la calenturaarreciaba «enseñaba a su madre loslabios abiertos y la lengliecita ásperaY denegrida > , y le decía: Hermanita,mira cuál estoy, ¿quieres que beba?

« Aumentó la enfermedad y cayó encama, donde estuvo solamente dosdías; todos los empleó en actos de fe,esperanza y caridad y en dulces colo-quios con su regalado Esposo.»

«Poco antes de expirar y, al pare-cer de los que la asistían, embebidaen alguna santa consideración, excla-mó diciendo: ¡Ay mi Dios! ¡Quién seviera en el cielo con Vos!

»Después de una breve suspensión,tendió sus brazos en forma de cruz,levantando los ojos al cielo; despuésde breve rato, dijo en alta voz estas

palabras: Mi Dios, ¿qué es esto?»Murió lunes a la una de la maña-

na, día de San Clemente, a 23 de no-viembre del año de 1627, a los cincoaños, un mes y diecisiete días de suedad.

»Vistiéronla su hábito de la Merced,que trajo con gran crédito de la Reli-gión, y con él parecía un ángel. Elmismo día por la tarde, con gran con-curso de aquella ciudad de nobles yplebeyos y pública aclamación de susmaravillas, se le dió sepultura en laiglesia de nuestro convento de la Merced, en sepulcro propio de sus pa-dres.

»De allí a un año, por sufragio co-mún de los religiosos, fue su benditocuerpo trasladado a la bóveda de losreligiosos difuntos, acompañando enmuerte a los que en vida dió tan raroejemplo, amó y veneró como a her-manos.

»Gózate, santa niña, en ese alcázardel Cielo, y tú que fuiste en pequeñaedad y cuerpo tan robusta en la virtud,tan constante en el amor de Dios, tanfortalecida en la gracia, te ruego noolvides en el puerto seguro de la glo-ria a los que somos viajeros en latierra de miserias.»

F. JUAN GILABERT

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Santa Trahamunda— 11 —

El año de 1900 y por las solemnesfiestas de la Peregrina, se celebraronen Pontevedra Juegos Florales, y enellos resultó premiado D. ManuelAmor Meilán, por su trabajo: «SantaTrahamunda. (Siglo VII). Leyendapiadosa» (1).

Leyenda, tradición o hecho históri-co y verdadero, lo cierto es que, des-de aquellos remotos tiempos, ha pa-sado de generación en generación,no sólo en la tradición oral, si quetambién en la erudita.

Como solía suceder en otros luga-res, a esta fundación benedictina dePoyo para hombres, pronto se unióotra para mujeres, cuyo número debióser muy exiguo y sin casa grande, nirentas, ni cosa que valiese la pena, yaque nada de ello se conserva, y losúnicos vestigios que se señalan en ellugar de San Martín y junto a la capi-lla dedicada a este santo, no admitecerteza alguna.

Aquí, en este monasterio, es dondese supone haber vivido la monja obeata, sujeto de la leyenda. Unos lallaman Tramunda, otros Atramunday los más Trahamunda, afirmandocon estas diferencias la parte que elpueblo pone en todo lo que por su mi-nisterio se trasmite.

El convento de San Martín, coloca-do en un altozano, dominaba todo elvalle de Poyo, y Trahamunda, la fer-vorosa y santa doncella en él recogi-da, podía contemplar desde la enreja-da celosía de su celda, no sólo losverdes campos que rodeaban su ce-nobio, sino también la ría tranquila,y más allá los valles risueños de laferaz comarca que baña el Lérez.

Podía oir la campana de San Juande Poyo que tocaba a la oración y no

(1) Se imprimió en Pontevedra. Imp. de J. Mi-nan. 1902. (68 pägs.)

le sería difícil ver los monasterios deSan Pedro de Tomeza, Santiago deErmelo y el cercano eremitorio deSanta María de Tambo.

Si no era el cantar de las aves, o elsilbar del viento en la arboleda, o elrugir del mar en días de vendaval,nada había que turbase la paz y reco-gimiento de estas vírgenes del Señor.

Pero, por aquel entonces, eran muyfrecuentes las incursiones de piratasturcos que entraban a saco los pue-blos; así como más tarde lo hicieronlos normandos. Las algaradas de losmusulmanes, que subían de Andalucíay querían conquistar la tierra, eratambién cosa frecuentísima: entrabanen las villas y aldeas, profanabantemplos, robaban, incendiaban, hacíanprisioneros y se retiraban a repartirsu botín.

En una de estas èntradas fue sa-queado el convento de San Martín ysus monjas llevadas cautivas a Cór-doba. Entre ellas iba Trahamunda.

Esta vida dolorosa que El Señor ledeparó, seguramente que debió verlarecompensada en su destierro confavores celestiales que animarían sufe. Lo que sí atribulaba su corazónera considerar la ceguera de susamos y carceleros; y asimismo echa-ba de menos aquellos oficios litúrgi-cos a que tantas veces había asistidoen las fiestas solemnes del monaste-rio de San Juan.

Su prisión le impedía aquel añoasistir a las vísperas del patrón y to-mar parte en la salmodia. ¡Oh, ventu-rosos los años pasados al lado desus frailes y hermanos de hábito!

Cuando estas ideas y pensamientosrevolvía dentro de sí, llegó hasta sucalabozo alegre rumor de cantadoresy un placentero juego de clarines,trompetas, tamboriles y dulzainas.

Preguntó a su carcelero lo queaquello significaba, y él contestó queeran vísperas de San Juan

donde moros y cristianoshacen gran solemnidad.

Trahamunda, dejando volar su men-te en alas de la fe y del deseo, trasia-dóse a la paz de su dulce retiro y allíse alegró con sus hermanas, que nohacían sino añorarla. En el cielo dezafiro de aquella noche se leerían his-torias viejas, de esas que la gente delPueblo sabe descifrar; las hogueras yl uminarias de San Juan, brillarían enla obscuridad de la aldea; la campa-nita de Tambo tañería con dulce so-noridad, y la de la ermita de Comba-rro también tocaría, y las dos se uni-rían por encima del mar.

Cuenta la tradición que, Trahamun-da, poseída de ardiente impaciencia,exclamó: «¡Oh, Señor, quién se ha-llase mañana en San Juan de Poyopa ra celebrar esta fiesta!»

No fueron estas palabras el fiatm ilagroso que obra cuando se pro-nuncia; pero fué el grito de esperanzaque arrancó el milagro de las manosdel Señor. Un hondo silencio se cer-nió en su calabozo, y el ángel de labuena nueva vino a arrancarle de suestado de impaciencia y abrumación.Le anunció que estaría en Poyo lavíspera del Bautista.

Con efecto, Dios nuestro Señor,que todo lo dispone con suavidad yPara quien nada hay imposible, la en-comendó a sus ángeles y fué mila-grosamente trasladada a su patria, aeste bello rincón de la provincia pon-tevedresa. Con ella trajo también,como emblema de su martirio, unarama de palma que en la prisiónguardaba. Fué su bordón de peregri-na de los espacios. Al llegar al atriode la iglesia plantó esta rama seca enla tierra y, cosa insólita, no sóloPrendió, sino que creció y siguió des-arrollándose por muchos años. ¡Que

estas finezas tiene el Señor con aque-llos que le aman!

Al presentarse Trahamunda ante elpequeño pórtico romántico de la igle-sia abacial, todos la miraron sorpren-didos; tomándola unos por aparición,otros por fantasma; sin dar nadie cré-dito a lo que veía.

Ella, presa de intensa emoción, pe-netró en la iglesia: era la hora deVísperas. Habían pasado once ariosde duro cautiverio, y aquellas vocesy notas de la salmodia le parecieronde ayer. No encontraba manera deagradecer &Señor aquel prodigio conella obrado y clavó su frente en elpavimento de la iglesia, sobre lastumbas de los allí enterrados, suspi-rando desde lo más profundo de sucorazón, que ella, indigna sierva, nomerecía la gracia de tan sobrenaturalrescate; pero quedaba obligada a ser-vir con mayor empeño a Dios su liber-tador; en prueba de lo cual dejabaplantada fuera la rama de palma, re-cuerdo perenne de martirio y de glo-ria.

Los aldeanos y los frailes mirában-la sorprendidos y les pareció queaquel rostro no le desconocían; perolos tormentos y el infortunio habíandejado en él huellas tan imborrablesque, al fin, tomándola por una rome-ra, se apiñaron a su alrededor y pre-guntáronle por sus lentas jornadas.

—Mi jornada—les contesta Traha-munda—ha sido muy corta. Hoy des-perté en Córdoba y acabo de escu-char vísperas en San Juan de Poyo.

La admiración subió de punto en los

tosa.que escuchabannueva tan porten-

—Ayer--prosiguió la favorecida deDios—lloraba en silencio la desgraciade no poder asistir a las funciones deeste monasterio, hoy el Todopodero-so se apiadó de mí y ha cumplido misdeseos.

—Luego, ¡,,sois de aquí?—pregun-taron todos,

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(1) A. C. A. Monacales 2,672, fol. 18. Es elregistro original.

(1) Parte de las actuaciones están en el Patro-nato, del P. Ribera, págs. 343 y siguientes.

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—Yo soy—dice ella - Trahamunda,la monja de San Martín, que haceonce años cayó en poder del moro.

La alegría y entusiasmo que estaconfesión produjo, fué insostenible.Corrió el milagro de boca en boca ytodos se acercaban a tocarla y a revi-vir pasadas memorias en aquel mo-mento dichoso para todos.

Trahamunda fué llevaba a su con-vento por los monjes de Poyo, mu-riendo de allí a pocos días en opiniónde santa.

Hasta aquí, la tradición oral; la es-crita y erudita, no hizo sino conser-várnosla en los libros, folletos y re-vistas, con más o menos fidelidad,echando a veces mano de las galaspoéticas para revestirla de mayoratractivo.

El P. Yepes (1) fue quien primerorecogió esta tradición más por exten-so y de él la tomó el P. Flórez (2) yde éste todos los demás. Coincidentodos en lo sustancial del hecho (comoquien se copia) y sólo discrepan enpequeñas apreciaciones.

De la historia crítica, pasó esta tra-dición a las hagiografías; puede verse,entre otros autores, al P. Croisset(3), que la llama Santa Virgen, y ponesu fiesta el 14 de noviembre.

Esta leyenda tiene en Galicia abun-dante literatura, desde el poeta queforma a sus expensas párrafos ampu-losos, hasta el narrador que la consi-dera pura antigualla. Entre los prime-ros debe contarse a Amor Meilän, enla obra citada al comienzo de esteartículo, y entre los segundos al quecontó esta leyenda a sus lectores enel «Recreo Compostelano», revista

(1) Crónica general de la Orden de San Benito.1615. (T. V., fol. 59)

(2) «España Sagrada». MDCCXCII. (T. XXI,pagina 31).

(3) Año Cristiano 1854. Traducción del P. Isla.

variada e interesante que se publica-ba en Santiago por los arios de 1842 y1843.

Figura también como uno de tantosmotivos folklóricos de nuestra tierray en este concepto aparece en el«Cuestionario del Folk-lore Gallego»,de los hermanos La Iglesia.

Cosa notable en esta leyenda, es larama seca de palma que en su viajeacompañó a Trahamunda y que luego,al plantarla ésta en el atrio de la igle-sia, reverdeció.

Esta palma prendió—dice el PadreFlórez— y duró hasta el año de 1578.Igual había dicho el P. Yepes . PeroAmbrosio de Morales, en su ViajeSanto, que por vez primera impri-mió en 1756 el P. Flórez—mas que yafué escrito en 1573—nos cuenta delconvento de Poyo que: «.,.en él haynaranjos, y arraihanes, y aún unagran palma, que ya se ha secado,»Con esto alude sin duda a la que lasanta trajo de Córdoba y que porluengos años fué testigo de milagrosavirtud.

Aun hoy se conserva, en la capilladel Cristo de nuestra iglesia de Poyo,una sepultura, a manera de gran cajamonolítica, y la cubierta también deuna pieza y con relieves, que se diceser de la Santa, y recogida por el Pa-dre General Benedictino Fray Alonsodel Corral.

En un corillo alto de dicha iglesia,se puede ver asimismo un medianejocuadro al óleo que representa a laVirgen Trahamunda con su palma.Lleva la fecha de 1792.

De tal modo influyó esta palma en labelleza e importancia de la tradición,que entró a formar parte del escudode este Ayuntamiento de Poyo.

FR. GLIMERSINDO PLACER

Monasterio de Poyo-XI-1930.

Su nombre es uno de los que mássuenan en los documentos de princi-pios del siglo XV, cuando terminadasu carrera de Cánones comienza adesempeñar importantes comisiones.

El 11 de Agosto de 1401 la Comu-nidad de Barcelona, compuesta dediez religiosos, y al frente de ellos elPrior, Fr. Guillermo Vives, nombraProcurador ante el Papa a Fr. Bar-tolome Sallforés para sostener laa p elación que había interpuesto contrael Obispo, que por vez primera intenta-ba visitar el convento a los 183 añosde su fundación (1).

Y no era que hubiese ahora gra-ves faltas que corregir, sino que elObispo Fr. Juan Armengol, ex abadde San Cugat del Vallés, quería nego-ciar el generalato vacante de la Mer-ced para su íntimo amigo y paisano(ambos eran valencianos) el merce-dario Fr. Pedro Guilinons, doctor endecretos como él y quizá condiscípulosuyo.

La Orden, escarmentada de talesingerencias, resistió enérgicamente ala visita y al nombramiento intentadopor el Obispo, que excomulgó a laComunidad de Barcelona, aunque laMerced tenía privilegio desde muyantiguo para que sólo el Papa o sus

legados pudieran obligarla con cen-suras.

Las Constituciones preveían el casode que la Comunidad de Barcelonase encontrara impedida para la elec-ción de Genera!, ordenando que en-trase en el vicariato de toda la Ordenel Comendador de Tarragona, dondeefectivamente salió elegido GeneralFr. Jaime Tauste, ex Prior de Barce-lona y ahora Vicario del Puig, el 13de Junio.

Los electores comisionaron paraobtener la confirmación pontificia alBto. Juan Gilabert, que era uno deellos, y que por este motivo hubo deentrar en íntimas relaciones con elP. Celforés. Los documentos relati-vos a esta sañuda contienda abundansobremanera con detalles emocionan-tes (1), El P. Guillermo Vives, eljoven (mino!' diermn, como él setitula), se portó como un valiente,desempeñando un papel contrario asu naturaleza pacífica.

Después de muchos viajes a Aviñónse obtuvo, el 31 de Octubre de 1403,la confirmación del generalato parael Rmo. Tauste, pero siguió hasta1405 el pleito de la visita conOblvo, que costó al convento deBarcelona más de 3.000 florines de

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EI Dr. Fr. BartolonW de Celfords t en 1419

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oro. Llorábalos todavía, en 1445,el Rmo. Gaver, y maldecía de la con-cordia con que se había zanjado elpleito, pues dice que la victoria de laOrden era segura.

El P. Celforés y otros no debieronestimarlo así, pues la Merced no erarealmente exenta, y los Papas delsiglo XIV, al confirmar a los gene-rales, envían otra bula al Obispo deBarcelona, «de quien el General erasúbdito». La visita era, por tanto,derecho suyo, imprescriptible a juiciode los mejores canonistas.

El remedio para todos estos malesfue la bula de exención que alcanzóel mismo Gaver en 1448, cuya fechafue inscrita como fiesta en el calen-dario de la Orden y no sin razón.

El Rey D. Martín hizo por la Mercedcuanto estaba en su mano, pues desdela niñez había observado su des-arrollo y estaba satisfecho de ella,«pues por la gracia de Dios va debien en mejor, tanto que ha crecidoen casas y personas muy notables ybuenas, que son para servicio deDios y utilidad de la cristiandad y dela cosa pública y para grande honorde nuestra corona», según escribía alPapa en 1402 (1).

Durante el pleito, encontramos alP. Celforés en el convento de Mont-peller, a donde sin duda se retiraba adescansar no lejos de la curia pon-tificia. Allí firmó, en 1403, un docu-mento relativo a la capellanía fundadaen nuestro convento por el bedelgeneral de la Universidad en 1392 (2).

(1) Patronato, 273.(2) Montpellier: Arch. Depart. Merci, port. 11.

El P. Celforés había estudiado allíprobablemente.

El 2 de Octubre de 1405 estaba yaelegido nuevo General de la Ordenel Rmo. Caxal, y el Rey D. Martín,al pedir su confirmación, manifiestatambién el deseo de que se dé elpriorato de Barcelona, que dejabaCaxal, al Dr. Semforés, cuyos mé-ritos alaba (1). Benito XIII nombró, enefecto, Prior a nuestro canonista enMarzo de 1406, a pesar de que laComunidad de Barcelona había ele-gido ya al P. Gilabert.

Sea por esto o porque el cargo noera de su agrado, el P. Celforés pre-sentó la dimisión el 3 de Noviembrede 1408, antes de cumplir tres años.En el capítulo provincial de 1408, ce-lebrado en MonIblanch, en Pentecos-tés, salió definidor.

En Mayo de 1413 hallábase el Gene-ral Fr. Antonio Caxal como Embaja-dor de Aragón en Fez. Ocurrió en-tonces la muerte del cura del Puig,Fr. Bartolomé Martí, y el Vicario Ge-neral de la Orden, temeroso de que elPapa diera a otro la parroquia, seapresuró a presentar para ella al Pa-dre Celforés. La parroquia del Puig,por sus grandes recursos, era uno delos cargos más importantes de la Or-den, seguramente el tercero.

El Rey D. Fernando pidió a BenitoXIII se dignase confirmar al Dr. Zem-forés, cuyos méritos eran bien cono-cidos en la Curia Romana (2). Si laconfirmación no llegó a despacharse,tampoco fué inquietado el electo, y en

(1) Patronato, 178.(2) Ibid., 184.

el capítulo general de 1418, celebradoen Berga, salió nuevamente definidorel Vicario del Puig, P. Celforés.

Este capítulo debió nombrarle,además, elector para el caso de quefalleciera el General de la Orden,

como sucedió en Enero de 1419.Entre los electores reunidos en Bar-celona para darle sucesor, representóa Cataluña el Vicario del Puig, DoctorCelforés, a quien los electores deCastilla cometieron también susveces,aunque él no quiso usar de este poder.Salió electo el P. Jaime Aimerich el 8de Abril de 1419 (1).

(1) El acta original en A. C. A. Monacales,2.672, fol. 255.

Poco después bajaba al sepulcro elP. Celforés, dejando fama de sabioy de prudente. Por su muerte tomóposesión de la Vicaría, en 1.° de Sep-tiembre de 1419, el P. luan de Josa,que ya tenía la encomienda (1).

El P. Celforés no limitó su activi-dad a los pleitos y Cánones, sino quese dedicó además con éxito a la pre-dicación. El Rmo. Gaver, en el inven-tario de sus libros y ajuar, hecho en1453, dice que «tenía en su estudiomuchos libros de sermones, y entreellos siete volúmenes de Misser Bar-tolome. Celforés, doctor en Decretos,

(1) Archivo parroquial del Puig; libro I.° deBautizados, al principio.

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que fue Prior de (este) convento» (1).Es, por tanto, uno de los primerosescritores de la Merced (2).

FR. GUILLEQMO VÁZQUEZ

Los Mercedarios enIrlanda

Aunque breve, es un episodio glo-rioso y digno de ser conocido. Por1620 fue nombrado Obispo de Rossezn Irlanda el Maestro Fr. Melchor Ro-dríguez de Torres, Mercedario, fervo-roso discípulo en su juventud deSanta Teresa, y autor de muchas ymuy bellas obras ascéticas y místicas.

Rosse o Ross es un obispado pe-queño, como otros de la Isla, sufra-gáneo de Cashel y el Obispo teníadispensada la residencia, sirviendo ala vez de aux'liar en Burgos al ilustrí-simo D. Fernando de Azevedo, Presi-dente del Consejo de Castilla.

En Ross tenía el P. Torres de Vi-cario general a D. Roberto Barrios(forma castellanizada de un apellidoirlandés), que tomó parte en el con-cilio provincial de Cashel en 1633.

En España existían, y subsistenaún, Colegios de irlandeses destina-dos a proveer de clero a los atribula-

(1) A. C. A. Monacales, 2.666, fol. 70.(2) Algunos desocupados del siglo XVII imagi-

naron que Benito XIII lo había hecho Cardenal,confirmándolo el Concilio de Constanza; ¡como siel antipapa tuviera pocos ambiciosos a su alre-dedor! No hay el menor indicio de tal creación.También suponen creado y confirmado en igualescondiciones al Mtro. Fr. Bernardo Riera, pero ésteni siquiera murió en la Orden, pues a principios de1419 se había pasado a los Carmelitas, y en 20 deEnero se dió su encomienda de Vich al P. DomingoNavarro. (Monacales, 2.672, fol. 204).

dos católicos de la Isla de los Santos,a la que con razón se ha llamadotambién el Pueblo Mártir. Recordandosus torturas en los siglos pasados,no podemos menos de felicitarnos deverlo hoy libre y casi independiente.

Sin embargo, en el segundo cuartodel siglo XVII tuvieron los irlandesesalgunos días de bonanza bajo el rei-nado de Carlos I, influido por su es-posa Enriqueta de Francia, que en lascapitulaciones matrimoniales se habíareservado el libre ejercicio de la reli-gión católica con 24 capellanes.

Carlos I es el famoso Príncipe deGales que vino a Madrid en 1623 enbusca de novia, siendo obsequiadocon magníficos festejos, que describióAlarcón, pero al fin, por los manejosde su propio favorito, hubo de regre-sar a Londres mohino. El Conde deGondomar, nuestro embajador en In-glaterra, anunciaba la venida del Prín-cipe diciendo que si se lo contarande tiempos pasados, creería que setrataba de un libro de caballerías.

Aprovechando la calma de su rei-nado, quiso el Obispo de Rosse, hijoamantísimo de la Merced, fundar enla capital de su diócesis una casa dela Orden bajo el título de San José.Su primer Superior fué el P. Guiller-mo Nolasco, hijo de la provincia deCastilla, que estaba en Irlanda en1641. En Guadalajara profesa el 10 dejunio de 1630 Fr. Guillermo Nolasco,hijo de Juan Zirinos y de Juana Brenanen manos del comendador Fr. Fer-nando de Orlo (1). Los apellidos de

(1 1 Bib. NI. Ms. 2.684. Extracto de las profesio-nes de Guadalajara, por el P. Talamanco.

los padres son probablemente irlan-deses, deformados a la manera de en-tonces y el hijo prefirió sustituirlospor el de nuestro Fundador.

En Ross había una Comunidad deFra nciscanos reformados, y temiendoque con la nueva fundación mermaranlas limosnas, se opusieron a ella.Acudió el P. Nolasco al Papa UrbanoVII I, que con breve del 18 de mayo de1642 confirmó a los Mercedarios en laPosesión de su casa y capilla encar-gando a dos Obispos o a sus provi-sores los mantuvieran en ella (1).

A la vez concedió al P. Nolascoa mplísimas facultades para absolver,reconciliar herejes, dispensar impedi-mentos matrimoniales, etc. (2).

En este mismo año fallecía santa-mente en Burgos el Obispo FrayMelchor Rodríguez, y en su epitafiose consignó la fundación hecha enRoss (3).

El convento se desarrolló al prin-cipio felizmente, y varios jóvenes ir-landeses vinieron a España a vestirel hábito Mercedario, haciendo el no-v iciado en Burceña (al lado de Bilbao)Y cursando luego los estudios ecle-siásticos en Salamanca y Alcalá, pararegresar ya formados a su patria.

Al estallar el conflicto entre el ReyY los parlamentarios ingleses, Irlandase puso de parte del monarca, a quiendebía no pocas atenciones, por lo queal ser vencido y decapitado Carlos IPor Cromwell en 1649, los irlandesescatólicos fueron víctimas de atroz

(1) lbid. Extracto del libro de Provincia, por elColombo.(2) !bid.(3) P. Salmerón. Recuerdos, 269.

persecución, sufriendo muchos deellos el martirio. Ross, con su nume-rosa guarnición, cayó en poder deCromwell a fines de 1649 (1).

Los mercedarios hubieron de so-portar, como todos los sacerdotes,grandísimos trabajos para asistir alos fieles en su tribulación, pero elSeñor los libró de manos de sus ene.migos.

El Maestro Fray José Beltrán, Co-mendador de Burceña, en una memo-ria dirigida al Reverendísimo Soto-mayor (1652-7) dice al final:

LY no le han faltado en esta últimaedad hijos dignos de memoria en to-das, como fueron Fray Pedro Nolas-co, caballero noble de la provincia deIrlanda, hijo legítimo de don DonaldoDuem y doña Cecilia Malom; FrayBaltasar de San Joseph, hijo legítimodel Gobernador de la ciudad de Rosse;Fray Melchor de Jesús María y FrayJoseph de San Ramón, todos irlande-ses, que después de haber estudiadola Theologia en los dos Colegios deesta provincia y aprovechado en ellacon muy grandes muestras de inge-nios, han padecido en aquellas pro-vincias de Irlanda muchas invasionesdel hereje, por sustentar entre loscatholicos della la fee de Jesuchris-to, administrando los santos sacra-mentos, no sólo donde nuestra reli-gión tenía conventos, sino en otrasmuchas partes donde el espíritu deDios les guiaba y reconocían habermayor necesidad de consuelo y alivioentre los catholicos, por lo cual hansido notablemente perseguidos del

(4) Hume: Ma/son de Stuart.

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hereje, obligándoles su rigor a vivirmucho tiempo en los montes donde lopasaban sin más sustento que el deunas pobres yerbas que, arrancadasde la tierra, comían hasta que la die-ron gustosos en testimonio de la ver-dadera ley de Jesuchristo».

«Sepa V. P. quiénes fueron destoscuatro los que murieron a manos delhereje y qué género de muerte pade-cieron y donde quedaron sepulta-dos.»

Esto último no era más que un ru-mor vago que el cronista general Pa-dre Felipe Colombo, rectificó al mar-gen en 1680: «No hay tal, que esteaño de 80 viven los más, aunque al-gunos, por viejos, no se levantan deuna cama; no sabemos aún lo que conesta última persecución del año de1679 abrá sucedido» (1).

Fray José de San Ramón fué con-discípulo en Salamanca del PadreBeltrán, pues comenzó la Teología en1641 2 cuando el Padre Beltrán cursa-ba tercero y continuó hasta 1644. De-bió volver a España a descansar, pa-sada la tormenta, pues de 1654 a 1658le encontramos nuevamente en Sala-manca de Vicerrector.

En las matrículas de Alcalá nada hepodido encontrar acerca de los irlan-deses, pues los oficiales de secretaríamatriculaban al Padre Procurador ennombre de todo el Colegio, lo que sinduda era más cómodo que escribirtodos los nombres como antes sehacía.

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

(1) Bib. NI. Ms. 2.443.

PAGINA MISIONALGratitud

Se aproxima la hora de volver alcampo de batalla. Puesto que Dios loquiere, gustoso vuelvo a dejar mi pa-tria amada, pequeña geográficamente,comparada con el mundo; pero muygrande, pues según dicen los delPiauhy, España es la nación que mássantos dió al cielo. ¡Buen elogio deEspaña el que hacen los habitantesde una nación diecisiete veces mayorque ella!

Me alejo de nuevo de mi familia,que, si muy alegre me recibió, muytristemente nos separamos de nuevo,porque la muerte durante mi breveestancia en ésta se nos llevó de entrenosotros a mi hermana María el 4 deAgosto del año pasado, la única demis hermanos que me quedaba, muer-ta con todos los auxilios espirituales.Hacía tiempo que venía presintiendola muerte; solía decir: Sólo esperover a mi hermano (por mí lo decía) ydespués morirme. Le traje de Romala bendición papal y al recibirla medijo: Es lo que me faltaba. Y a lostres días se la llevó el Señor para sí.Después de Dios a ella debo mi en-trada en Religión; un motivo más parano olvidarme de ella en mis oracio-nes y para pedir las de los lectoresde LA MERCED y las de todos los fa-vorecedores de la misión del Piauhy.

Al dejar otra vez a mis hermanosde hábito he de testimoniar aquí pú-blicamente mi sincero agradecimientoy renovar mi respetuoso acatamientoal reverendísimo Padre Maestro Ge-

neral que bondadosamente me permi-tió venir a España a reponer mi que-brantada salud. Dios pague al PadreVicario General que, durante la au-sencia del Padre General en América,me autorizó para visitar la CiudadEterna, favor que nunca soñé, y queme sirvió de mucho, pero de mucho...

A los Padres Procurador Genel. al yAmeno Blanco, que son todo corazón,sepan que también tengo un corazónpara amarlos y agradecerles los tan-tos favores que me hicieron y las mu-chas molestias que por mí se toma-ron.

No olvidaré nunca en mis oracionesa mis hermanas las Mercedarias deSan Fernando (Madrid), a sus cando-rosas colegialas, a sus atentos em-pleados D. Primitivo Louzao y señora,que con las niñas se desvelaron enreunir limosnas que emplearon enropas y regalitos, que orgullosos lu-cirán mis queridos niños y niñas delPiauhy. Gracias a las religiosas porla limosna de 300 pesetas, ornamen-tos, objetos del culto, el magníficoestandarte de San Ramón y tantascosas más.

Cien mil feligreses de la prelaturaesperan ansiosos ver y admirar lasimágenes, ornamentos preciosos, má-quina fotográfica, escapularios primo-ros'os, etc., etc., que entregaron alRvdmo. Prelado y a mí nuestras her-manas las Mercedarias de Alarcón.

El día de la entrada en San Ray-mundo brillará el sol en los ornamen-tos y alhajas de las incansables reli-giosas. Espero que a últimos de añoo principio del que está para entrar,cuando las niñas de los colegios de

nuestras religiosas se defiendan delfrío con pesados abrigos y costosaspieles, y el sol o brille por su ausenciao luzca mortecino, en el otro hemis-ferio donde está el Piauhy, luciremoslos objetos confeccionados por nues-tras religiosas y por sus colegialasbajo un sol deslumbrador y abrasadorde un promedio de 30°.

Muchas veces me dijeron las niñasdel Piauhy---las hay de todos los co-lores—: Dichosas niñas las de Espa-ña que son educadas por religiosas.Y sintiendo su inferioridad añadían:nosotras no podríamos hablar conellas.

Si aquellas niñas asistiesen a lavelada con que nos obsequiaron lasde Alarcón el 25 del pasado Noviem-bre, sin duda aplaudirían con todo elentusiasmo y arrojarían al escenariosus modestos adornos en obsequiode las pequeñas, pero perfectas y gra-ciosas artistas.

Nuestra Santísima Madre, a quientanta devoción profesan los de Heren-cia, premie tantas prendas de vestir,limosnas y objetos como las personasque frecuentan nuestra iglesia me die-ron para la misión.

Mi gratitud se extiende a todas laspersonas que agasajaron y honrarona este humilde ministro de Jesucristo;en las horas interminables de travesíade las selvas y despoblados levantarémi corazón a Dios pidiendo por tantasalmas buenas, y especialmente porlas que nos ayudan con sus oracio-nes y obras santas.

Al pasado y actual P. Provincial ydemás Superiores mis gracias másrendidas por las múltiples atenciones

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durante mi estancia entre ellos en estetiempo para mí de vacaciones y porlos cuidados en mi enfermedad, abne-gados y delicados del P. Eligio, en-tonces Superior de nuestra casa enSan Sebastián, y de todos los demásreligiosos de aquella casa.

Para concluir, debo manifestar quepostrado ante los restos de nuestrahermana la Beata Mariana de Jesús, lepedí la salud con la promesa, si laconseguía, de volver de nuevo alPiauhy a emplearme en el servicio deaquellas almas, con tal de que lossuperiores no dispusiesen otra cosa.Conseguí la salud, mejorando de díaen día desde la fecha en que hice misúplica, y erigiré un altar a la BeataMariana tan pronto pueda.

La ilustrada y benévola redacciónde LA MERCED dará acogida en laspáginas de esta nuestra revista a es-tas líneas, dispensándoles plenaria-mente su indulgencia.

FR. FRANCISCO FREIRÍA

1-XI1-930.

Colecta de adhesión y homenajeal Ilmo. Sr. Obispo del Buen jesús

del PiauhyPesetas.

Suma anterior.... 14.230,30

Srta. Isabel del Fresno.... 500,00D . Luisa de Auria 50,00M. Comendadora de Bilbao 300,00D. Encarnación de Borre-

gón . 500,00D. Josefa Bermejo .. 25,00D. Pedro Esteban, Pbro... 5,00D. Luis Suárez 100,00Recaudado en Herencia. . 400,00

Pesetas.

D. Oroncia y sobrina Ctalina Moraleda

100,00

Srta. Mercedes Cobos 5,00Srta. Juanita Ceballos

100,00

MM. Jerónimas de Lista

100,00Religiosas Mercedarias de

Tablada

100,00D. a María Fausto

200,00

Srta. Josefa

25,00Srta. Mercedes Casanova

(segunda vez)

25,00Sra. Viuda de Builla

25,00

Juventud Misionera Misio-nal de Sitges

174,00

Total 16,964,30

Las MM. Mercedarias de B•irrizorganizadas a modo de Institutode votos simples para mejor aten-der a la obra de las misiones queles están confiadas en el Extremo

Oriente

El «Boletín» de nuestra Orden delmes de Septiembre y Octubre trae undocumento importante de la SantaSede expedido por la Sagrada Con-gregación de Religiosos, con fecha 30de Mayo de 1930. En su virtud, elMonasterio de Bérriz, de tan gloriosahistoria, se convierte en casa matrizde un nuevo Instituto misional que,aunque por el presente, sin abandonarel ministerio de la enseñanza y edu-cación de las niñas que suelen acudirmuy numerosas a Bérriz como a cen-tro tan acreditado, se ciñe al ExtremoOriente, extenderá sin duda con eltiempo su acción a otras partes delmundo. Con éste se aumenta la yarica floración del espíritu mercedario

que, siendo el mismo en todos losti empos, demuestra su vitalidad en laacomodación a las diversas necesida-des de la Iglesia, y si la adaptaciónes señal de vida, grande debe ser lade la Merced, pues desde los mismosdías de su fundación se viene adap-tando, haciéndose gloriosa por laCura de almas, por el celo de susmisioneros entre fieles e infieles, porel cultivo de las letras, regencia decátedras y evangelización del NuevoMundo.

A esta transformación ha precedido

Muy querido amigo: ¡Será desdichal a nuestra! Nos vemos atacados si-m ultáneamente por la derecha y porla izquierda. Sería cosa de desespe-rarnos, si la experiencia de tantosSiglos no demostrara que la Iglesia esinvencible.

Para unos (los más) la Iglesia pre-dica la sumisión absoluta a los pode-res, el servilismo y casi la adoración,repitiendo con San Pablo: No hayPotestad sino de Dios, y quien resis-te a la potestad, resiste a la ordena-ción de Dios. Ella sería' el principalapoyo de los tiranos, y si los pueblosn o se desentienden de su doctrina,jamás saldrán de la esclavitud. ¡Lare ligión es el opio!, claman los bol-cheviques y repiten los bolchevizantes.

Para otros, en cambio (y de éstosn o andaba usted muy lejos), la Igle-sia , y más concretamente el clero,

el voto unánime de la Comunidad, larecomendación del Sr. Obispo deVitoria y de los Vicarios Apostólicosen cuyos territorios nuestras religio-sas ejercen sus ministerios. De aquíen adelante sólo emitirán votos sim-ples, conservando, no obstante, elnombre y los privilegios de Monjasde la Merced, y la Casa de Bérriz conlas de Wuhú (China), Tokio (Japón),Saipän y Ponapé (Oceanía) y las quese vayan erigiendo, constituyen des-de luego un Instituto con relaciones ydependencia mutuas.

aniquila a la autoridad, desprestigian-do a los que la ejercen y condenandosus defectos y errores. Nuestras crí-ticas venenosas destruyen los presti-gios mejor cimentados y descubrengraves defectos en las leyes mejorestudiadas.

Verdaderamente no sé a dóndeatender primero. Lo que debería haceres escurrir el bulto y dejar que los dela izquierda y los de la derecha sebatieran entre sí, destruyéndose mu-tuamente. Es uno de los consuelosque tiene la Iglesia ante las impugna-ciones de los herejes, frecuentementecontradictorias entre sí.

Sin embargo, me fijaré en las que-jas de la derecha, más frecuentes delo que a primera vista parece. Sonmuchísimos los demócratas y dema-gogos que una vez subidos a las altu-ras quisieran ser obedecidos sin ré-

NI ESCLAVOS NI PEBELDESA mi amigo don X

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— 22 —*.000cepo00°

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plica y llevan muy a mal que se dis-cutan sus actos y sus personas.

El terror de 1793 y el bolcheviquis-mo actual son ejemplos lamentablespero luminosos de cómo respetan al*pueblo soberano los demagogos. Es-paña puede aprender también del fa-moso bando publicado hace quincedías en Jaca por el desgraciado capi-tán Galán, amenazando con fusilarsin formación de causa al que se opu-siera de obra o de palabra a la mar-cha triunfante de la República.

El cristianismo refrena la soberbiade los de arriba al mismo tiempo quepredica sumisión a los de abajo. Laley de Dios, común para todos, debeser la norma suprema para los quemandan y para los que obedecen.

Esto 1t onstituye una garantía in-apreciable para quienes la cumplen,pero encierra también una condena-ción aplastante para los que de ellase apartan. No puede ser por menos;las dos cosas son inseparables.

El pueblo cristiano, aunque senci-llo, sabe perfectamente a lo que estáobligado y lo que debe hacer, pero vetambién cuando se burlan de él y abu-san de la autoridad. A esto llamabanen Castilla, hace muchos siglos, no

leyes, sino alcaldadas.Los paganos de antaño y no pocos

de hogaño pretendían que la ley hu-mana era la norma suprema de lobueno y de lo malo, de lo justo y delo injusto. Lo mandado tenía que serbueno y justo por necesidad. «Tal esla voluntad de los divinos emperado-res», decían a los mártires sus ver-dugos. Cest la lot, dicen torciendo laboca los neopaganos.

Pero los mártires se sonrieron se-renamente de aquellos tiranos y laIglesia mira con lástima los desplan-tes de los modernos tiranuelos. Conla sangre de los mártires se conquis-tó la verdadera libertad de los pueblos cristianos que nos permite levan-tar en alto la ley de Dios y pedir quese aplique igualmente a todos.

Quizá esto le parezca a usted algopeligroso, pero ese es el orden y lajusticia, y lo contrario no es paz,aunque reine el silencio. La paz es latranquilidad del orden, dijo divina-mente San Agustín.

Para tranquilizar a usted le recor-daré que la Iglesia condena la rebe-lión armada aun ante la injusticia. Larevuelta es un mal remedio, peor quela enfermedad; algo así como el ma-tar las moscas a tiros.

Tenemos siempre a mano otros re-cursos menos peligrosos y más efica-ces: en el sistema constitucional, sonlas elecciones lo más sencillo.

Con esto no quiero cubrir a todoslos amargados de la derecha, quejuzgan siempre con saña a los gober-nantes y encubren con capa de celosu rebeldía contra toda autoridad.

Sus palabras venenosas siembranel pesimismo por doquiera y el pesi-mismo es anticristiano; ¿cómo ha deser pesimista el que pone su confian-za en Dios y sabe que de El dependeen último término la marcha del mun-do?

Por eso ha combatido siempre elpesimismo, y en adelante lo comba-tirá con doble motivo en usted y don-de lo encuentre, su afectísimo

GARCÍA

Empezáronse las fiestas a 21 deAbril con solemnísimas vísperas ycompletas, cuya solemnidad duró portoda la octava con un no visto con-curso. A la noche se descubrió en lapr incipal calle, junto al convento, unárbol, y después de grande variedade instrumentos de fuego que disparó,que duró cerca de una hora, el cualtenía por frutos todos los milagros dela vida y muerte de este Santo, siendoe l p impollo del árbol el mismo glo-rioso Padre San Pedro Nolasco, elCual pareció triunfando de la herejíaY error albigenses, de quien vinohuyendo de Francia a España, paróen la insigne ciudad de Barcelona, adonde a cabo de tiempo se le aparecióla Virgen Santísima juntamente al ReyD. Jaime el Conquistador y a SanRa imundo para que fundase esta sa-grada Religión.

Los ocho días siguientes se cele-braron algunos de ellos con misasPo ntificales, y todos ellos con ser-mones aventajadisimos de predica-dores de Su Majestad.

(1) En Barcelona en Casa de Pedro La Caba-llería en la calle de Arlet, junto la Librería.Ah° 129,

El sábado por la tarde, que se con-

taron 28 de Abril, se tuvo una tardevistosísima y entretenida con cuatrogaleras que combatieron, porque erande herejes, y el Castillo de la Fe,donde estaba el Santo, durando lafiesta más de dos horas, quedando elSanto triunfante y victorioso. Fué unade las mayores máquinas de fuegoque se ha visto jamás.

Dilatóse la procesión hasta el lunessiguiente, postrero de Abril, por serasí orden de Su Majestad, que quisoverla. Empezaron cerca de las tresde la tarde, siendo uno de los gran-diosos adornos de procesión quejamás esta Corte ha visto.

En el principio iban atabales conlibrea aceitunada y guarniciones deplata. Seguíase luego el primer triun-fo, a que daba principio una trompetaa caballo, con librea fondo en plata;luego un paje, a caballo, del ReyD. Jaime, ofreciéndole a Su Majestadaquellos triunfos, como quien fundóesta sagrada Religión, en cuyo patro-nazgo sucedió Su Majestad; luego seseguía el rey D. Jaime a caballo yarmado, acompañado de la gente desu palacio. Llevaba tanta riqueza so-

Relación de las grandes fiestas

que hizo la Sagrada Religión de Nuestra Señora de laMerced en este su Convento de Madrid, a su gloriosoPadre San Pedro Nolasco, cuyo cuerpo está en la insigneciudad de Barcelona, a donde murió. Con la declaraciónde todos los Carros Triunfales y personas que iban en laprocesión, desde el 21 de Abril hasta primero de Mayo deeste año de 1629. Compuesta por el Dr. Alonso Mexía,

natural de Alcalá de Henares (1)

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bre sí, que dicen valían los diamantesde la corona noventa mil ducados.

El segundo triunfo era un carro deoro y verde, hermosísimo, que le tira-ban seis pías remendadas con cuer-nos de rinocerontes. Iba la Fama,que era una figura de bronce; por co-chero, y en la popa del carro, ibatriunfando España de Asia y Africa,que las llevaba cautivas; junto de síllevaba al glorioso Padre San PedroNolasco, ricamente vestido a la fran-cesa, como cuando vino de Francia.A este carro le entretenía im bailarín,que iba tocando y danzando riquí-simamente, y cuando marchaba leacompañaban dos cajas de guerracon un pífano delante, con la mismalibrea, ricamente aderezados.

El tercer triunfo, de seis caballerosa caballo, con el hábito de la Caba-llería de la Merced, porque esta Orden,en su primer principio, fue militar yreal corno la de Santiago, Calatravay Alcántara. A estos caballeros pre-cedía un clarín a caballo, con unalibrea muy curiosa. A este triunfo sejuntaba otro, que hacían un cuerpo,con otro clarín, que eran los cuatrovotos o cuatro obediencias, es asaber: Obediencia, Pobreza, Castidady la otra Redención de cautivos, loscuales iban vestidos de ninfas en muycuriosos palafrenes, con las mayoresriquezas que jamás se han visto, es-pecialmente la Castidad, que llevabamás de veinte personas de acompa-ñamiento y muchas niñas, vestidas demonjas y muchos niños, de ángeles,y la obra de la Redención que llevabadelante de sí su acemilería y repos-tería, y sobre las acémilas iban re-

posteros con las armas de la Ordeny muchos cautivos de todas edades.

Seguía el cuarto triunfo, que era deaquel gran capitán del pueblo de Dios,llamado Aod, que jugaba a un tiempodos espadas. Este iba armado y acaballo, y le acompañaban unos sal-vajes, y dos de ellos llevaban un leóndel diestro, llevando por despojossobre sí cuatro espadas significativasde los cuatro ejercicios de la Religión:leer Teología, predicar, confesar yredimir cautivos.

El quinto triunfo era un árbol her-mosísimo, al cual árbol precedía unamáscara de ocho músicos con unamuy riquísima librea; luego venían acaballo la Inteligencia que mueve loscielos y el tiempo acompañaba a ladiosa de la Castidad, hecha de bron-ce, que iba sobre un toro. Todo erasignificativo de la providencia deDios y de sus juicios ocultos, que hadilatado por cuatrocientos años eldescubrir tanto número de gloriosossantos mártires y confesores, comotiene y ha tenido esta Religión. Elárbol venía sobre un peñasco y mon-te, en que iba sentada y dormida laEsposa de los Cantares, y cuandodespertaba cantaba may suavemente.El árbol era de flores finas, y llevabapor fruta muchos santos, todos figurade relieve entero.

El sexto triunfo era un agradeci-miento que la Religión hacía al Ponti-ce. Iba un clarín a caballo vestido a loromano; luego se seguía un palafre-nero del Papa, que llevaba de diestroun caballo encubertado, y en él un la-brado estandarte que decía todo estepensamiento, y luego un caballero del

Papa a caballo con un riquísimo es-tandarte de las armas de Su Santi-dad. A éste seguían dos caballeros acaballo, llevando en las manos el unoun estandarte de Cristo y otro otrode Nuestra Señora de la Merced hon-rando a los Pedros, ricamente ves-tidos.

El séptimo triunfo era una galerareal, toda de azul y plata, que ademásde los delfines que llevaba pintadosen un mar, le tiraban seis unicorniosbl ancos; era el piloto el sol, que ibade color de oro. Esta galera llevabaPor remeros ángeles a cuatro porbanda de cada banco y en la popaiba triunfante el Amor divino conN uestra Señora de las Mercedes, quepar lían una cruz de plata entre sí, porl as dos redenciones de almas y cuer-pos, a quienes entretenía una damabizarra que tocaba un arpa y canta-ba suavísimamente, Remataban estet riunfo cuatro chirimías a caballo conuna muy lucida y costosa librea, muyrica de lama de oro.

El octavo triunfo era la Villa deMadrid, Corte de Su Majestad, congrande acompañamiento de a pie y acaballo, sobre un palafrén hermosísi-mo, con tantas riquezas y galas, queSólo los diamantes que llevaba se esti-triaban en más de veinte mil ducados.

Seguíase la procesión, que era detrescientos religiosos de la mismaOrden, a quienes seguían seiscientashachas de cera blanca, de las dos naci ones, española y francesa; luegotreinta y ocho niños, hijos de gran-des caballeros, y los más de ellos

con hábito, y algunos hijos de titulo,alumbrando todos en cuerpo al San-to, vestidos de grandes riquezas: lue-go el estandarte del Santo, que erariquísimo, y le llevaban a trechos losmayores y grandes de esta Corte;luego la capilla de música, siguién-dola los dos Santos, el Cardenal SanRamón y San Pedro Nolasco, vesti-dos de tantas riquezas, que apenas sepodrán contar, en hombros de reli-giosos graves, y luego un Obispovestido de pontifical. Entretenían estaprocesión cuatro danzas de diferentesgalas e invenciones, ciñéndola y re-matándola la Villa de Madrid, quevenía en forma de villa.

A esta procesión recibieron gran-dísimos altares, estando en la callede Toledo el de la Compañía de Jesús,traza y riqueza peregrina; el de SanFrancisco, cerca de la Plaza Mayor;el de los Clérigos menores, curiosísi-mo, en la misma Plaza; en el PalacioReal, el que mandó hacer Su Majes-tad; en San Felipe otro grandioso,hecho por los Padres Agustinos; enel Colegio de Atocha otro altar, riquí-simo, que hizo la Orden de SantoDomingo; en la Trinidad hubo unadorno suficiente y suntuoso.

El viernes adelante se leyeron losversos de los poetas, y se dieronpremios, porque escribieron grandesingenios. Lunes y martes adelante serepresentaron las comedias en públi-co de la vida del Santo con carrostriunfales por las calles; primero aSu Majestad y luego a los RealesConsejos.

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-1-'--se t* UNA MADRE?- ',-e-,-

Terminada su educación en el aris-tocrático colegio de monjas, que du-rante diez años la hospedara cornoalumna interna, Margarita abrazó converdadero pesar a sus profesoras ycondiscípulas, subiendo al auto que laesperaba para conducirla a casa desus padres.

¿Sus padres? La jovencita sentíaun estremecimiento interior que hela-ba su alma produciéndola la sensa-ción de algo áspero y doloroso querozara una herida aún abierta. Supadre, sí, la esperaba sin duda llenode alegría por tenerla al fin a su lado;pero su madre..., ¡pobre madre!, ha-cía más de cinco años que reposabaen el panteón de familia junto a aquelhermanito pequeño, que no vivió másque para recibir el agua de socorro.¡Cuánto hubiera amado Margarita aaquel pequeño ser, si su madre no sele hubiera llevado consigo al cielo!

Y en lugar de la madre amante ycariñosa, el calor de cuyos besos aúncreía percibir la huérfana en lo másdulce de sus sueños, en casa de supadre había otra mujer, fría y alta-nera, cuyo recuerdo hacía que losojos de Margarita se arrasaran y sucorazón se oprimiera, preguntándosecon angelical candor, ¿cómo habríapodido su padre reemplazar tan pron-to a la que ella consideraba irre-emplazable?

Cinco años antes, nunca olvidaríaaquel día en que al ser llamada al lo-cutorio del colegio, vió a su padreacompañado de una hermosa jovenricamente vestida, a la que aquél pre-sentó, diciendo a la niña:

--Margarita, hija mía, aquí tienes atu nueva mamá.

¡Su nueva mamá!... ¡De qué extra-ño modo sonaron estas palabras ensu oído! Se acercó tímidamente, casi

con miedo; la nueva mamá tomó consu enguantada mano la barbilla de lacolegiala y depositó un beso frío ensu frente, diciendo a su marido:

—Es muy linda, pero no se parecenada a tí.

Después... algunos días, muy po-cos, había pasado a su lado las va-caciones de Navidad, pues en veranola dejaban en el colegio. El matrimo-nio solía hacer largos viajes al ex-tranjero, en los que hubiera estorba-do la niña.

Estos recuerdos bullían en el cere-bro y en el corazón de Margarita,mientras el auto la conducía a suCdSd.

Nadie había acudido a recogerla...Una tarjeta de su padre llevada por el« chófer»... La Madre Superiora habíaordenado a una Hermana que acom-pañara a la joven.

Esto fue todo. Cuando el auto sedetuvo, Margarita abrazó casi lloran-do a la buena Hermana que la con-templaba tristemente, y penetró solacon el corazón palpitante en el ele-gante hotel.

Una doncella esperaba en el hall.—La señora ha ordenado que en

cuanto viniera la señorita la conduzcaal salón—dijo después de un ceremo-nioso saludo—. Hoy recibe la señora.Si la señorita quiere seguirme...

Sin decir palabra, la colegiala lasiguió hasta el salón, preguntándosecon angustia, ¿dónde estaba su padreque no acudía a recibirla?

En el lujoso salón, rodeada de ele-gante sociedad, estaba su «nuevamamá , . ¡Ah, no! Margarita rechazóen el fondo de su alma este calificati-vo: ¡Su madrastra!

—¡Ah! Ya estás aquí...—dijo éstahaciéndola señas de que se acercara,y presentándola a sus amigos: —La

colegiala, que desde hoy tendremosen casa. Saluda a estos señores, yFanny te enseñará tu cuarto, pueshemos tenido que cambiarlo.

Margarita miró en torno suyo.¿Dónde estaba su padre?

Saludó, vaciló, pero el deseo pudomás que su timidez y preguntó convoz ahogada:

—¿Y papá?—¿Tu papá? Está en el Círculo.

Probablemente no le verás hasta ma-ñana, pues cuando él vuelva ya esta-rás acostada.

Y con un ademán ligeramente imperativo, la indicó que saliera.

Margarita, obediente a aquel ade-mán, salió, dejándose conducir hastasu habitación, y una vez en ella sedej ó caer en una butaquita, rompien-do en sollozos.

Allí permaneció largo rato, sin dar-se cuenta del tiempo que transcurría.

¡Cómo echaba de menos su amadocol egio!... ¡Qué feliz hubiera sido alPoder volver a él! Se sentía sola enaquel lujoso hotel, del que era dueñaY señora aquella mujer fría y orgullo-sa que no había tenido ni un besoPara recibirla.

Y la pobre niña tenía miedo de vera su padre..., temía que no fuera yaPara ella el padre amante y cariñosode su infancia.

— ¡No le verás hasta mañana! ¿Ibaa permanecer una noche entera bajoel mismo techo que su padre, sin queéste acudiera a estrecharla entre susbrazos?

Y la pobre Margarita lloraba, llora-ba con indescriptible desconsuelo,cuando sintió que cogían sus manosintentando dulcemente apartarlas desus ojos, y una vocecita débil decíasuavemente:

—¿Por qué lloras, nena? ¿Te hancastigado?

Miró ante sí asombrada, y vió unali nda niña, más bien un angelito, detinos cuatro años, que la miraba con

sus grandes ojos de cielo prontos allenarse también de lágrimas.

Margarita secó las suyas y la cogióen sus brazos, preguntándola:

—¿Quién eres tú, preciosa?—Soy Pompón—respondió senci-

llamente la niña—. ¿Y tú?—Yo... soy Margarita.—¡Margarita! ¿La niña del colegio?

¿La otra niña de papá?Estas palabras dieron a conocer a

la joven colegiala la clave del enigma.¡Aquella niña el .a la hija de su ma-

drastra, la otra hija de su padre, suhermanita! Sintió por un momento unimpulso de aversión, de envidia talvez..., pero los claros ojos de la pe-queña parecían sonreirla, sus braci-tos se tendían a ella, y dominandoaquel mal sentimiento, la estrechóentre los suyos, cubriendo de besossu carita de ángel, mientras decía:

—Sí; soy tu hermanita. ¿Me que-rrás mucho?

—Mucho!—repitió Pompón echán-dola sus bracitos al cuello—. Jugare-mos, ¿verdad?

—Te querré con töda mi alma—res-pondió Margarita, cuyas lágrimas sehabían secado al calor de aquellosbesos.

Pasó algún tiempo; Margarita habíatraspasado esa frontera que separala adolescencia de la juventud, con-virtiéndose en una señorita bella ydistinguida, un poco retraída quizás,tal vez algo triste.

Su madrastra no la trataba bien nimal; parecía prescindir completamen-te de ella, retardando el momento depresentarla en sociedad bajo pretex-tos especiosos, pero esto no desagra-daba a la joven que, habiendo sentidouna gran decepción al llegar a suhogar, amaba cada vez más la sole-dad y el aislamiento.

Esta decepción provenía precisa-mente de la persona en quien cifraratoda su ternura.., de su propio padre.

No era ya aquel padre amante, que

e

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compartía con alegre condescenden-cia sus juegos infantiles; dominadopor su mujer, influido por sus ideas,no quedaba en aquella casa nada delantiguo hogar, que Margarita recor-daba... aquel hogar dulce y cálido enque los esposos pasaban juntos lasveladas contemplando los juegos o elsueño de su hijita... Un viento mun-dano había disipado todo cuanto enél había de íntimo; el mundo, la so-ciedad, la moda, reinaban en la ele-gante mansión en que sólo se hacíavida de círculo, de cine, de visitas yteatro.

El dueño de aquella casa era unhuésped en ella; las partidas de caza,las comidas entre amigos, le alejabande su hija, que pasaba días y días sinverle. Pompón era el único ser quebuscaba su compañía y sus caricias;atraída hacia ella por su ca rácter dulcey amante, la linda niña burlaba lavigilancia de que era objeto para co-rrer al lado de su hermana mayor,donde siempre encontraba una acogi-da tierna y cariñosa; allí sentada enla alfombra, jugaba alegremente mientras Margarita bordaba o pintaba y sucharla, semejante al canto de un paja-rillo, era la única alegría de la vidatriste y aislada de la ex colegiala.

Pero un día, en vano esperó la vi-sita de la niña; y al preguntar por ella,la dijeron que estaba en cama confiebre.

Bajó a su habitación; vestida parasalir, su madrastra estaba en pie juntoa la camita en que estaba acostada lapobre Pompón, con las mejillas en-cendidas y los ojos cerrados.

Margarita sintió que se le oprimíael corazón con un doloroso presentimiento; le pareció ver al ángel de lamuerte, tendiendo sus fúnebres alassobre el pequeño lecho.

—Permítame cuidarla — dijo diri-giendo a su madrastra la primera sú-plica.

Esta la miró de un modo indefinible

—Tú!—dijo . ¿Sabrías, acaso?—¿Por qué no? Después de usted,

es a quien corresponde cuidarla. ¿Nosoy su hermana?

La madre de Pompón guardó silen-cio; era la primera vez que Margaritareclamaba un derecho.

—Bien - respondió sin mirarla --.Quédate con ella mientras yo vuelvo.

Y salió mientras la joven se sentabaa la cabecera de la enfermita.

II

Pero a pesar de los cuidados deMargarita, a pesar de las consultasde médicos y de llamar a la cabecerade Pompón todos los recursos de laciencia, la pobrecita niña empeorabade día en día; la fiebre subía de unmodo alarmante y los médicos pro-nunciaron la terrible palabra (tifus».

Ante esta palabra, las doncellasmanifestaron su repulsión a cuidar ala niña; eran jóvenes y temían el con-tagio; se llamó a una sierva, pero nohabía ninguna disponible, pues erauna verdadera epidemia la que reina-ba. Sólo Margarita se prestaba a ve-larla día y noche.

—Puedes con tagiar te- dijo su ma-drastra vacilando. Tu padre se opon-drá.

La joven movió la cabeza, respon-diendo:• —No tengo miedo; de morir una de

las dos, más vale que sea yo.—¿Tú? ¿Por qué?Margarita sonrió tristemente.—Yo no tengo madre—dijo—. Cau-

saría menos sentimiento.Y sin reparar en la palidez que cu-

brió el rostro de la mujer de su padre,se sentó a la cabecera de la enfermita,esperando la hora de darla el bario.

Desgraciadamente, nada sirvió; díasy noches pasaron ante la cuna, pro-curando disputarle a la muerte supresa... Dios tenía decretado quePompón fuera a habitar con sus her-manos los ángeles; y aquel cuerpecito

que abrasaba la fiebre, fué enfriándo-se ; aquellos cabellos que parecíanfinas hebras de seda; perdieron subrillo, y sus ojos celestes se hundiePO n en las órbitas; Pompón, la lindanina que había simplificado así sun ombre (Asunción», se trocó en unafi gurita de tierra, un simple despojoque debía volver a la materia de quef uera formado.

Y la casa se llenó de amigos, queacompañaron en lujosos coches alque conducía la pequeña caja blancay oro que encerraba para siempre eltriste cuerpecillo de la pobre Pom -Pon.

La madre, medio desvanecida, fuésacada de la alcoba y llevada a sugabinete; nadie se acordó de Marga-rita.

Esta cayó de rodillas junto a lacuna vacía, y apoyando en ella sucabeza dejó correr sus lagrimas; elúnico lazo que la unía a la vida aca-baba de romperse y se sentía mássol a que nunca.

Y allí permaneció horas enteras, sindarse cuenta del tiempo que pasaba,sin pensar que aquel germen de muer-te p odía invadirla a ella.

Oyó como en lontananza rumor decoches, ir y venir de personas...

De pronto, una mano se posó en suh ombro; una vez preñada de lágrimas,dij o a su oído:

—¿Tanto la querías?Margarita alzó los ojos; vió ante

Si a su madrastra, por cuyo rostrocorrían también lágrimas silencio-sas.

—¿Tanto la querías?—volvió a pre-guntar.

— ¡Tánto, que hubiera compradocon mi vida la suya!--respondió sen-cil lamente la joven.

Y como en sueños, viä que su ma-drastra se inclinaba sobre ella, la ro-deaba con sus brazos y depositandoun beso lleno de ternura en su frente,M urmuró entre sollozos:

—II-lija mía!La joven quiso corresponder a

aquella caricia, pero las fuerzas lefaltaron, un velo cubrió su mirada,sintió en su cerebro como fuertesmartillazos que querían romperlo yquedó sin sentido entre los brazosque la estrechaban.

III

¿Cuánto tiempo pasó? Nunca losupo Margarita; abrió los ojos y seencontró acostada en su cama; a suspies, recostada en un sillón, unamujer había sido vencida por la fatigade muchas noches de vela. La jovense incorporó con trabajo para verquién era aquella mujer y con asom-bro reconoció a su madrastra.

Al movimiento de la enferma, la en-fermera despertó.

—Gracias a Dios! exclamó levan-tándose y arreglando la ropa dellecho—. ¡Gracias a Dios que abreslos ojos! No puedes figurarte los sus-tos que me has dado, hija mía.

II-lija mía! La enferma no se atre-vía a creer lo que oía. ¿Era aquellasu madrastra? No; era una madrecuidadosa que la miraba con an-siedad, que la acariciaba con ternura.

Cerró los ojos, mientras dos lá-grimas se deslizaban por entre suspestañas. Engañada por el significadode aquellas lágrimas, la madrastraexclamó con voz trémula:

--No llores, Margarita; perdóname.Tú verás cómo soy otra; tú veráscómo ante la sepultura de mi pobreniña, ha venido abajo cuanto de maloy egoísta había en mí... Lo que tú hashecho por aquel ángel, me ha trans-formado. Margarita, en un mes heenvejecido diez años y me parece quetú eres mi hija, la hija de mi alma,que ha crecido y es ya una mujer.

Y la pobre mujer lloraba, acari-ciando los cabellos de Margarita, quelevantó hasta ella sus hermosos ojosllenos de ternura.

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- 30 — — 31 —

Y ante esta mirada, en que se leíatoda la grandeza de alma de la joven,se sintió perdonada, y deslizándosedel sillón al suelo, cayó de rodillas,rodeando con sus brazos el cuerpodebilitado de la enferma, cubriéndolade besos, mientras repetía:

—¡Hija, hija mía!

Supuesto que ocuparse de religióny practicarla sea necesario, ¿qué másda una que otra? Eso dicen muchos,y a mí me viene de perlas.

—Y ¿por qué te viene de perlas,carísimo Cándido? Aunque ya me losospecho.

—Pues viéneme de perlas, porque,la verdad, me hurga por dentro ungusanillo .. ¡Caramba con el gusa-nillo! Y siento unos trasudores, yunas dificultades...

—Por ejemplo...—Por ejemplo, tener que confe-

sarme, seguir los mandamientos... Yme he dicho: «Si, corno dice el amigoEufrasio, para Dios da lo mismo cual-quier religión, aunque a mí me bauti-zara el cura, ¿no podré ser protes-tante, un buen protestante? ¿Por quéhe de ser precisamente católico? Allíhay más... más.., vaya, más libertad».

—Y aun mejor que protestante, po-drías ser musulmán.

—Usted dirá por qué.—Porque, para libertad, los musul-

manes. Figúrate que a los musulma-nes les permite su ley tener cuantasmujeres quieran, vivir vida de crá-pula, etc., etc... Con tal que cumplanunas ceremonias harto fáciles decumplir, decir unas oracioncitas, qui-

Y esta palabra resonó en sus oídos,pronunciada débilmente, pero conacendrada ternura:

—¡Madre!Y dos besos, mezclados con lá-

grimas, fundieron el doloroso arre-pentimiento de la una y el generosoperdón de la otra.

J. GARCÍA HERREROS

tarse los zapatos antes de entrar enla Mezquita...

—Precisamente, en verano, megusta andar un rato descalzo. Real-mente opto por el mahometismo.

Espera. Aún podrías elegir el feti-chismo de los zulús. Aquella religiónes todavía más libre.

—¿Todavía?—Y hay otras que permiten horro-

res. Con que... a elegir, Cándido.— Creo que usted se está burlando.—Es posible.--Y ¿por qué se burla usted de una

cosa tan...?—Y he de burlarme? ¿Cómo

pretendes que sea lo mismo anteDios una religión de una moral tanpura como la nuestra y otra de una.moral... perruna? ¿Cómo ha de serlo mismo ante Dios predicar la casti-dad que predicar el libertinaje?

—Pero, sin andarse por tales ex-tremos, comparando entre sí religio-nes que no dicen esos desatinos, bienpodría uno elegir entre ellas la que lepluguiera.

—No, Cándido, no puede ser.—Y ¿por qué, don Manuel?—Por la sencilla razón de que no

puede haber más que una religiónverdadera.

—¡Atiza! Siempre salen ustedescon lo mismo. Pues yo creo que bienPueden ser todas verdaderas.

— ¡Qué barbaridad! Es imposibleque sean todas verdaderas, porquecada religión sostiene cosas entera-mente contrarias a lo que sostienenotras, y esto no en puntos de pocomás o menos, sino en cosas muyes enciales. Los católicos decimos quehay que obedecer al Papa, como aVicario de Cristo; los protestantesdicen que no hay tales carneros; losmusulmanes sostienen que Mahomaes el Profeta de Alá; nosotros soste-nemos que es un insigne impostor;los que no son cristianos afirman queJesucristo es un cualquiera; nosotrosafirmamos que es el Hijo de Dios quebajó al mundo a salvarnos dando suVida por nosotros. Unos u otrost ienen razón; unos dicen verdad, yotros no. Defender que todos estánen lo cierto es un disparate.

— Bien claro lo veo que es un dis-parate

Por consiguiente es otro disparateafirmar que todas las religiones oa lgunas son verdaderas: una sola esla verdadera; y también es otro dis-parate de mayor cuantía decir lo mis-m o da ser musulmán que cristiano,Protestante que católico, con tal queuno sea bueno. ¿Cómo ha de ser lom ismo estar en la verdad que estaren el error?

—Y a Dios ¿qué le importa que lesirvan en una religión o en otra?

—Pero ¿tú sabes lo que preguntas?—Sí, señor; si quiere, volveré a

Preguntarlo.— Dígote si sabes lo que preguntas,

Porque preguntar eso es lo mismoque creer que a Dios tanto le importa laverdad como la mentira, y esto, ro esSó lo un disparate, es una blasfemia.

—Explíquese usted.- A ello voy. El que invoca a Dios

creyendo de él o afirmando de su re-ligi ón mentiras, si Dios aprobara tal

religión, sería hacerlo cómplice defalsedades, y Dios es sumamente ve-raz, como que es la Verdad misma. Ysi es veraz, y si es la Verdad misma,no puede aprobar religiones que nosean la de El, la verdadera, la única,porque la verdad es una, aunque lasmentiras sean muchas. Luego es falsoafirmar que sean lo mismo todas lasreligiones, para abrazar la que másnos plazca.

—Pero si uno estuviera en una deellas, aunque fuera falsa, de buena fe,bien podría...

— Si tal fuera su buena fe, abonadapor buenas costumbres, claro estáque el Dios misericordioso no habríade condenarle por ello; pero esoscasos de buena fe son muy raros,más en estos tiempos, y aunque talescasos acontezcan, de ello no se de-duce que uno pueda elegir la religiónque le plazca.

—¿Y por qué no puede deducirseeso?

— Por la razón sencillísima de quesi uno hace un disparate sin saberlo.otro no tiene derecho a hacer el mis-mo disparate a sabiendas. Hay, pues,que tener y practicar la única religión,la verdadera.

—Por una serie de eslabones queusted pega unos a otros, yo no sécómo me ha traído, don Manuel, acomprender perfectamente que nopuede serle a uno indiferente tal reli-gión o tal otra, que hay que elegiruna, ¿la católica?

—Sin duda, porque esa es la únicaverdadera.

—He aquí un punto que yo querríaprobara para dejarme completamentesatisfecho.

—Punto es este importantísimo,amigo mío; pero nuestra conversa-ción se alarga demasiado, y si quie-res que dejemos este punto para otraocasión...

—De mil amores, don Manuel.

F. M. SANC110

APOLOGÉTICA 13A PATA

Para Dios, ¡,no serán iguales todas lasReligiones?

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A la Purificación de Nuestra Señora

OQOOOOO OOOOOOODaQOOOOOOOODOOOOODOQOOOOOOOOOOOOOOODDOOOOOOOOOÚOOOOOOOOOOQJOOOO o

Por nuera Ffiadre para nuera _adre 0.;

cm0000 00000a oa 000 00000a oaoaoa 'macaco 00000t.. ooa 000 coa uclocioauoc o p a pocwoo ocia oao

Ya, Señora, son cumplidosDe la Ley cuarenta días;Desmentid bien las espías,Porque queden fementidosY ciegos por todas vías.Porque quien viera nacerA Dios hombre y padecerY a Vos cumpliendo la leyComo vasalla del Rey,Que limpia y Dios diga ser.

Lágrimas del corazónViene el H i jo derramandoY la Madre va mostrandoLágrimas para qué son;Pues se está purificando,Son para el alma limpiarY el corazón despojarDe la sangre del pecado,¡Y cual espíritu manchadoMaría se va a lavar!

Dice Juan que el que es más justoSe justifique conviene,Y aquel que a Dios en sí tieneHambriento muestre su gusto.Como quien de nuevo viene,Gusta de limpieza tantoQue no sabe decir cuánto.La Virgen así se obligaHaciendo con Dios tal ligaQue pone al mundo espanto.

Porque así purificadaLa limpia limpia parezcaY a Dios y a su Hijo ofrezcaOfrenda calificddaCon que la culpa fenezca.¿Quién pudiera a Dios pagarY el fuego de ira apagar,Si Dios a Dios ofrecidoY quien pusiera olvidoSi quiere hoy se va a limpiar?

Lugar hubo señaladoEn toda generaciónPara mostrar la aficiónAl Dios a quien vió honradoEl hombre con oblación;

El día 24 de Julio de 1926 publicába-mos en esta revista un artículo coneste mismo epígrafe; no era un trabaJO literario mejor o peor escrito y conel sólo objeto de entretener a los lec-tores, era un llamamiento a sus senti-mientos de piedad y amor hacia laMadre amantísima, a cuyas plantasa cudimos tan a menudo, bien paraconfiarla nuestras penas, para pedirla.amparo en nuestras necesidades, con-suelo en nuestros dolores y darla gra-cias en nuestras alegrías; era un rue-go salido del fondo de nuestro cora-zón dolorido. Nuestra Madre Santísi-ma carecía de altar; la piedad indus-triosa de sus hijos había revestido deuna tela de seda la sencilla tabla quesostenía el ara santa.., pero la Reinao;:lel cielo carecía de trono.

Se inició la suscripción; acudierona ella, según sus fuerzas, los devotosamantes de la Señora; un generosocaballero, cuyo nombre se omite, se-gún su deseo, entregó en manos delPadre Colector la cantidad de veintemil pesetas; hermosa manera de colo-car sus riquezas en el Banco del Cie-lo, y el altar fué encargado.

Cuatro años y cinco meses se hatardado en la construcción de estahermosísima obra de talla; el día 25de diciembre del ario pasado de 1930$e ha inaugurado en la Misa de No-che Buena, llamada por el pueblo ca-tólico Misa del Gallo.

Ya se alza hermoso y artístico eltrono de Nuestra Madre en su iglesiade la Buena Dicha; de mdera de ce-,dro, ricamente tallado y dorado, no'es una obra muerta, es una páginael ocuente de la hermosa Orden Mer-cedaria, coronado por los escudosde esta y de Madrid, rodeado de lascadenas que María Santísima vino aromper... La Madre de los cautivos

ocupa, bellísima y majestuosa, su altopedestal, pero... a sus lados hay otrospedestales vacíos destinados a serocupados por la Corte de Honor dela Celestial Reina, y estos pedestalesesperan que los corazones merceda-rios, movidos por nuevo impulso deamor, acudan con su óbolo, pequeñoo grande, como su piedad o su fortu-na se lo dicten, a contribuir no sólo ala construcción de las imágenes, sinoa terminar de pagar el altar, pues sucoste ha superado el presupuesto pre-sentado por los artistas encargadosde su construcción.

No es de hijos amantes y valerososdejar incompleta una Obra levantadapara dar honor y gloria a la Madreadorada... Un pequeño esfuerzo decada uno, que unidos serán un impul-so poderoso, la deuda será solventa-da, las santas imágenes rodearán asu Excelsa Reina, y los devotos deMaría, al prosternarse ante el hermosoaltar, podrán decir con honda satis-facción: Con un pequeño sacrificio hecontribuido a la terminación de estaobra tan grata a los ojos de Dios;un trocito más o menos grande deella es mío.

Y aquellos que tengan devociónparticular por uno de los santos hoyausentes de sus pedestales, sea SanPedro Nolasco, San Ramón Nonnatoo la Santa madrileña por excelencia,que tanto favorece a sus devotos,la Beata Mariana de Jesús, aquellosque puedan disponer de la cantidadnecesaria para costear una de estasimágenes, ¡qué satisfacción tan ínti-ma deberá experimentar al contem-plarla expuesta a la pública venera-ción, merced a su desprendimiento!

Acudamos, pues, todos a terminarel altar de Nuestra Madre, por Ella ypara Ella llevemos nuestra porción

Y así en el templo ha queridoEl vivo Dios, no fingido,Le den ofrendas por nosTórtolas juntas con DiosQue al gemido da el oído.

Y aunque sois sacerdotisaDel Dios envuelto en picoteNo recibe Dios tal doteDe esa mano profetisaAntes que del sacerdote.Dalo a Dios Simeón el santoCon gran regocijo y llanto:Gozo, porque viene a nosY llanto por ver a VosMártir de dolor y espanto.

Y así la vereis pedirLa muerte al Señor en pazCon gusto y alegre faz;Pues, visto Dios, el vivirAl justo le es por demás.La salud mis ojos vieronY en ella a Dios conocieronY así el morir es victoriaY el veros a Vos gran gloria,Según los cielos dijeron.

Mostrad, Paloma sin hiel,Ese pimpollo de Oliva,Darlo he' al pueblo por que vivaY porque como fielSus maravillas escriba;Diré que no quiero vidaCon un alma no fingida,Y después lo dirán milMuy más tintos que un brasilEn sangre por El vertida.

Y a la luz de aquesta lumbreEl pueblo gentil se allega,Y en El de hecho se entrega,Levantándose a la cumbre,De sus ritos se despega;Porque es gloria de IsraelY de mortales mielEste Niño a quien adoraMi alma, y en quien Dios mora, cEl en Dios y Dios en él. f o

FR. J. 5. G.

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— 34 —

NOTICIASmayor o menor, para que, con laalegría del que ha hecho un presenteal objeto de sus amores, nos proster-nemos pronto todos los devotos mer-cedarios ante el altar completamenteterminado, en el comulgatorio que aúnfalta construir, para que al venir a

De toda actualidad. SELLOS DE COLÓN.

Por conducto de nuestro querido amigoy compañero, el conocido escritor y pe-riodista de Madrid, don Eduardo NavarroSalvador, encargado del servicio de Pren-sa, acabamos de recibir, con el debidoaprecio y gratitud, diversos ejemplares delos novísimos y primorosos sellos de Co-rreos, puestos en circulación el lunes 29de se7tiembre, con carácter oficial y ple-no éxito, en la españolísima ciudad deSevilla.

Los 35 nuevos sellos están dedicadosal inmortal Cristóbal Colón, a los Pinzo-nes, que tanto ayudaron al almirante, y alos demás acompañantes en el primerviaje a América, del ario 1492, en las trescelebérrimas carabelas que pasearon triun-fantes por el Océano Atlántico el gloriosopendón de Castilla, en nombre de losReyes Católicos, protectores de la genialempresa. Significa también la emisión unefusivo y fraternal saludo de España asus hijos de Ultramar, a toda la América,a todos los países de la hermosa lenguacastellana, en ambos hemisferios.

Son únicos en España estos nuevos se-llos, dedicados a enaltecer el grandiosodescubrimiento del Nuevo Mundo por Co-lón y sus no menos gloriosos acompa-ñantes, que tanto le ayudaron. La emi-sión ahora circulada se destina a la co-rrespondencia postal ordinaria, a la del

nuestros corazones el Hijo nos dédulcísimamente las gracias por el ob-sequio hecho a su Madre.

¡Y cómo da El las gracias a SUSamadores!

J. GARCÍA HERREROST. M.

correo aéreo, en general, y a la del CO-RREO AEREO IBEROAMERICANA.

Con júbilo hemos recibido sellos quecontienen los doce distintos dibujos de-dicados a los descubridores españoles, asu embarco en las carabelas en el puertode Palos de Moguer el 2 de agosto de1492, a su desembarco en el Nuevo Mundoel 12 de octubre del año citado, a las cara-belas, en su exterior e interior, y, además,al Monasterio de La Rábida, el históricoSantuario de la Raza.

Los grabados son perfecta obra de losreputados artistas señores Sánchez Today Camilo Delhom, de Madrid. La estam-pación y producción, ambas insuperables,se han realizado en la famosa Casa Wa-terlow and Sons, de Londres, conocidísi-ma por sus numerosas emisiones de se-llos y de billetes de Banco en diversasnaciones, incluso en España y en muchasde América.

La novísima emisión de Sellos Colónllamará justamente la atención del públicoy de los inteligentes en todo el orbe.

Felicitamos efusivamente al Comité emi-sor, a los artistas y a las demás personasque han coadyuvado no menos cordial-mente, los cuales merecen gratitud detodos, por haber enaltecido a España y alos descubridores españoles del NuevoMundo, que son excelsas figuras naciona-les de nuestra gloriosa historia.

eMADRID

El altar de Nuestra Santísima Madreen la Iglesia de la Buena Dicha.—Elalfar que se esperaba inaugurar en la pa-sada fiesta de nuestra Madre no pudo ha-cerse hasta la Noche Buena, un cuarto dehora antes de la misa del gallo. Y con de-ci r que la impaciente espera durante tresrneses de la ansiada inauguración, fuécompensada con creces, está dicho lo be-llo y es pléndido que es el altar. Es gran-dosas. 11 traza, bella su arquitectura, sun-tuoso su sagrario, acabada su ejecución,lindísimo su decorado y artística su ilumi-nación

se le echaba de menos y cuan-do se le deseaba no se soñaba en que fue-se tan rico. El inesperado y anónimo do-n ante de veinte mil pesetas, por mano del2. P . Lorenzo Santamaría, convirtió en

°I una bella realidad lo que durante muchotiempo no sería más que un anhelo.

1

A las doce menos ct; arto de la NocheBuena, el M. R. P. Provincial Alberto Ba-rros bendijo solemnemente el altar y ento-nó una Salve que fué cantada con rendidoagradecimiento y encendido entusiasmoPor los religiosos y numerosa concurren-ci a que llenaba la iglesia. Después de laSalve, con palabra cálida hizo resaltar lo

\ acertado y primoroso del proyecto dirigi-1 do Por D. Francisco García Nava, su es-

Plendida realización por el señor Parcero,artista compostelano, y la acertada ilumi-nación, la magnificencia del trono le-va ntado a María y la riqueza del taber-n áculo que contrastan con la pobreza deles tablo y pesebre de Belén. Dió las graciasm uy encarecidas a las personas que conSU óbolo contribuyeron a levantar estaObra de arte y pidió a la Santísima Virgen

para el generoso y humilde donante unabendición especialísima. Indudablementela Santísima Virgen recibió complacidf-sima este obsequio de sus hijos.

A continuación fué la misa, en que secantó una de las hermosas de Perossi porlos religiosos de esta Casa y los de laEditorial. A la comunión se acercaron casitodos los que asistían a la misa, entre loscuales vimos al Sr. Arquitecto y al Maes-tro electricista.

a Ntra. Sima. Madre en acción de graciasEl 26 del mismo mes empezó un triduo

fy petición de favores divinos para los pia-dosos donantes. El primer día predicó elM. R. P. Provincial sobre la obra primor-dial de la Orden, la redención de los cau-tivos, simbólicamente representada por lascadenas que encuadran el altar; el segun-do día, el R. P. Ricardo Delgado habló delos beneficios que España y América debea María Santísima Madre de la Merced, yel último día, cuarto domingo de mes, eR. P. Antonio Rodríguez, como director dela V. O. T. y Cofradía de la Merced, pre-dicó sobre la maternidad de María paracon los hombres. Afortunados estuvieronlos oradores.

Un afinado coro de señoritas, bajo la ex-perta batuta del organista de esta iglesia,P. José Miguélez, cantó bellísimas com-posiciones clásicas y propias del mismoP. Miguélez. Los altares mayor y de Nues-tra Madre estaban artísticamente adorna-dos por la camarera de la Santísima Vir-gen, señorita Juanita Ceballos.

La concurrencia y el entusiasmo fuegrande; los plácemes por el altar y el éxitodel triduo y aumento notable de la Venera-ble Orden Tercera unánimes.

Fundación Goicochea.—E1 14 del pró-

BIBLIOGRAFIA

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ximo pasado, el Rvdo. P. Delgado Ca-peáns, recibió la Profesión de votos per-petuos a la religiosa Mercedaria de laCaridad Sor Paulina Alcalde López. Acontinuación pronunció una sentida plá-tica, en la que enalteció la vida religiosa;puso de relieve la maravillosa labor queestá realizando el Instituto de las Merce-darias de la Caridad. Después de la cere-monia impuso el escapulario de NuestraSantísima Madre a todos los ancianos dela expresada fundación, que recibieroncon religiosa piedad, juntamente con elseñor Administrador y toda su distinguidafamilia. Antes expuso el P. Delgado, enuna breve alocución, las excelencias delsanto escapulario, las bondades y mer-cedes que la Soberana Redentora tienepara con los ancianos y cómo él es prendade salvación.

Buena Dicha.—El día 1.° del año, losJueves Eucarísticos establecidos en nues-tra iglesia han celebrado el XII aniversa-rio de su fundación. La Misa de Comu-nión fud numerosísima, acercándose a laSagrada Mesa *.',entenares de fieles. A lasseis de la tarde se celebró una solemneHora Santa, predicada por el P. DelgadoCapeáns, Director de los mismos. En laprimera parte trató del amor de Dios alhombre y cómo éste culminó en la obrasuprema de su amor: la Eucaristía. En lasegunda, nos habló de la Bandera euca-rística, de cómo todos los pueblos, na-ciones, instituciones, entidades, etcétera,tienen la suya. Jesucristo es Rey, y comoRey tiene su bandera, la bandera de laCruz, que no difiere de ésta de la Eucaris-tía, porque reinó desde aquélla; porque laEucaristía es la continuación incruentade la cruenta pasión de Cristo. Habladespués de los triunfos alcanzados en elcorrer de la historia por la bandera de laCruz.

Después de la bendición con el Santí-

simo, el P. Director lee en alta voz y re-pite todo el numeroso público el juramen-to de la bandera, y, a continuación, elP. Provincial entona el Te Deum, y mien-tras el canto del mismo, todos los sociospasan por delante de la augusta bandera,la que besan con religiosa devoción.

Fué un acto verdaderamente solemne,emocionante.

En l os Asilos de El Pardo.—Gran bri-llantez ha revestido la ceremonia de laProfesión de votos Perpetuos de Sor Ma-ría Clemencia de Jesús Sáenz Corera.Después de la Misa solemne, oficiada porel Sr. Capellán-Director, D. IldefonsoRuano, cantada por el coro de jóvenesasiladas, el P. Ricardo Delgado pronuncióuna plática alusiva a tan hermoso acto.Después de la ceremonia, la nueva pro-fesa ha repartido artísticos recordatoriosentre las niñas y jóvenes, que desvivíanpor obsequiar a su profesora y Directorade su Congregación de Hijas de María dela Merced. Entre los concurrentes hemosvisto a varias familias de Madrid.

Nuestra enhorabuena a la nueva pro-fesa.

VERÍN

El R P. Comendador Fr. Miguel Escá-nez predicó con mucha aceptación, sobretodo de los hombres, el triduo de la In-macu;ada.

Con la anuencia y fervorosa coopera-ción de la piadosa maestra, para fomentarla comunión mensual se organizaron diezcoros de a doce niñas—los niños ya lohacen—que comulgan todos los primerossábados de mes en nuestra iglesia.

El novenario del Niño Jesús estuvo con-curridísimo. Hubo plática el domingo ydías festivos. Los motetes muy bonitos yla iglesia concurridísima.

El día 51 tuvieron el día de retiro lasMarías, dirigido por el P. Comendador, y

a las Hermanitas se lo dió el mismo día elP . Tomás Escánez.

Para nuestro Santo Padre estrenaremosdos docenas de bancos hechos por sus-cripción popular, que.ya sube de setecien-t as pesetas.

SARRIAProfesión de votos simples.—El día

26 de Octubre, solemnidad de Cristo Rey,emitieron los votos simples en manos delP . Provincial los novicios siguientes:

Fr. Antonio Rodríguez, Fr. Manuel Fer-n ández, Fr. Joaquín Fernández, Fr. Hono-Fino Temprano, Fr. Antonio Iglesias, FrayMoisés Ramos, Fr. José Díaz, Fr. PedroOrtúzar, Fr. Antonio lbarrondo, Fr. Silvi-n o González, Fr. Cándido Méndez, FrayRafael Fernández, Fr. Agustín ¡sorna,Fr. Domingo Alvarez y Fr. José SantiagoFontán.

Traslado de postulantes.—El día 51de Octubre fueron trasladados de Poyo aSarria cuarenta y dos postulantes que re-sidían en aquel convento; los acompaña-ron los PP. Luis Barros, Comendador, yEmilio Silva. El mismo día llegaron delconvento del Puig, traídos por el P. Pro-vi ncial de Valencia Fr. Martín Ortúzar,siete postulantes de aquella viceprovinciaPara continuar aquí sus estudios. El totalde postulantes aquí reunidos es de unossesenta y cinco.

Traslado de coristas.—El mismo día3 1 de Octubre fueron trasladados a Poyolos coristas recién profesos arriba men-cionados.

E l P. Lorenzo Santamaría ha sido tam-bién t rasladado a Poyo para enseñar Teo-logía.

Nuevo altar. —Donado por la Cofradíadel Rosario Perpetuo de esta villa, ha sidoinstalado en esta iglesia un magnífico yhermoso retablo para la Virgen del Rosa-

corresponsal.

DE POYOHan salido ya en LA MERCED los varios.

acontecimientos solemnes y gratos de quefué marco insuperable este monasterio dePoyo.

Poco resta ya para llenar en unas pocascuartillas, y que con ellas quede nivelado.el año que ya pasó.

Veamos. Comienzo de curso; nuevoplan de estudios que regirá en nuestraProvincia durante bastantes años, acomo-dado a lo que se hace en los mejoresCentros Eclesiásticos nacionales y ex-tranjeros.

Llegada del celoso P. Francisco Bóve-da, para ayudar en la cura de almas deesta parroquia de Poyo. Recibido cariño-samente por el pueblo que le ama, recorreincansable, con agilidad de un joven, loslugares de esta inmensa parroquia, y sele encuentra siempre a la cabecera delenfermo, visitando las escuelas o enfervo-rizando a la gente para que forme en lagran cruzada del Reino de Cristo, cuyospaladines más entusiastas son los «JuevesEucarísticos). Cuenta ya sesenta y nueveaños, y aparte del fervorosísinto espírituque le anima, con su fina ironía de que esmaestro, obliga a los fieles a cumplir susdeberes religiosos.

Viene de Junquera de Ambía, de dondeha recibido ya muestras de gratitud y delcariño que Mil inspiró.

Ordenes sagradas.—Las administró elIlmo. Sr. Obispo de Trebenna, Reverendí-simo P. Fr. Inocencio López Santamaría,los días 19 y 20 de diciembre del pasadoaño.

Alegría, entusiasmo, amor y veneraciónprofunda inspira Su Ilustrísima a todossus hermanos de hábito, y más todavíaaún a los extraños. Viene de una jira Mi-sional por España y se nos va hoy mismoal Brasil (20 de diciembre); nosotros, quele queríamos tener algún tiempo más en

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2. ° « Gran Jota Aragonesa», a cuatrovoces; del maestro José María Alvira.

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nuestra compañía, lo sentimos en el alma.Le acompañaba como Secretario el Reve-rendo P. Fr. Pedro Nolasco Resbiere, encuya espléndida ',hoja de servicios presta-dos incansablemente a la Orden (Comen-dador de Poyo y Verín, Maestro de Pos-tulantes y de Novicios, Definidor Pro-vincial, Comendador de Elliguies en Bél-gica), hay que añadir que, con la energíade un joven, a los sesenta años marcha aevangelizar al Brasil, llena su alma defervores misioneros.

También embarcó en el «Madrid» delBremen, el ya apóstol hace diez años, Pa-dre Francisco Freiría.

Si el emponzoñado entendimiento de losque no sueñan más que con destruir lareligión del Crucificado, pudiese entreverlo que pasa en estas almas generosas yedificantes, correrían ante el Sagrariopara dar gracias a Dios que tales ser-vidores tiene. Roguemos por ellos y porlos Misioneros, para que el Buen Pastorles conceda la gracia de la perseverancia

• en el bien y como consecuencia el cielo.El día 19 profesó de votos solemnes el

Rvdo. Corista Fr. José S. Crespo, brillan-te poeta, que tantas veces han leído loslectores de LA MERCED, y el día 21 se or-denó de Subdiácono; de Diáconos losseis siguientes: Fr. José María Rodríguez,Fr. José Santamaría, Fr. Manuel Penedo,Fr. P. Nolasco Vázquez, Fr. Amancio Ma-rín y Fr. Félix Tobar; y los Rvdos. Fr. Ra-miro García, Fr. Melchor Paredes y FrayJosé Silva, de Minoristas.

A todos la más cordial enhorabuena.Día 21, cielo sereno, aunque los vientos

del Norte que azotan los muros del Con-vento, producen un ambiente frío.

Es un día grande; tenemos hoy la Jurade la Bandera de los «Jueves Eucarísti-cos». Es el apóstol de éstos el Reve-rendo P. Fr. José R. Orjales, que en me-nos de seis años ha fundado siete centrosy reorganizado el de Pontevedra, ya fun-

dado por el celoso Párroco de San Barto-lome D. Faustino Fraile Lozano.

Caravanas de automóviles de Ponteve-dra y Sangenjo llenan el vasto atrio denuestra monumental Encomienda de Poyo,y a las tres en punto de la tarde, comienzala Hora Santa, que dirige el fervoroso Mi-sionero Rvdo. P. Gaite; a continuación,una procesión magna de « Jue y islas»atraviesa nuestros claustros, presididapor el Santísimo Sacramento, que llevaen sus manos el Rvdo. P. ComendadorFr. Luis Barros. En el atrio, al pie de unartístico crucero, toma la Bandera la ma-drina, D.' Peregrina Gómez, viuda de Gd-mez, y tras una magnífica arenga del Pa-dre Gaite, los Jueves de Poyo pasan be-sándola. La procesión se recoge cantandohimnos eucarísticos acompañados por labanda municipal de Pontevedra, y llenande alegría el ambiente, los corazones ya loestán, el volteo de campanas y los estalli-dos de las bombas.

Adelante, queridísimos «Juevistas», esees el camino, amar a Jesús en la tierra,sufriendo con El, para ser felices en elcielo a su bendito lado.

Mil plácemes a los Sres. Curas de Sa-mieira, Combarro, Campañó, que vinie-ron con sus parroquias; a los de San-genio y Pontevedra, así como a las direc-tivas de los «Jueves» de dichos centros yen general a todos los de casa y de fueraque vinieron a honrar a Jesús Sacra-mentado.

Doce Sacerdotes seculares y la Venera-ble Comunidad de Poyo, daban corte dehonor al Sacramento.

En la procesión figuraban las crucesparroquiales y muchos estandartes de lasparroquias vecinas, así corno las bande-ras de Sangenjo y Pontevedra. La de PoyoJa llevaba el culto joven de ésta don Ma-nuel Ríal.

En la mañana de este gran día hubo

Misa de comunión, que estuvo concurridí-Sima.

De Predicación.—Son incansables losPred icadores. Los Rvdos. PP. Gaite, Ar-mengol y Orjales, misionan sin cesar vi-lla s y aldeas de Galicia. El P. Gaite dióUn a porción de ;andas de Ejercicios Espirituales en Conventos de Monjas, ademásde novenarios, triduos y sermones suel-tos.

El P. Orjales predicó un .novenario deAnimas, varios triduos y diversos panegí-ricos. Es un infatigable apóstol de los'Jueves» y hoy está en Puenteáreas fun-dá ndolos. No hace un mes los fundó enAro (Negreira), pintoresca parroquia delvalle de Barcala.

El P. Armengol, dando semanas cate-(Místicas, para lo que cuenta con dis-Posiciones excepcionales, en Sangenj'),Vegadeo, Tuy y cien sitios más que norecuerdo, prácticos frutos del Congre-So Catequístico de Zaragoza, al que asis-tió.

Todo esto y mucho más que no cabe enestas cuartillas, es lo que podíamos lla-mar vida externa del Con vento de Poyo,C uyas energías son incalculables.

Vida interna. Una sola palabra os lodirá. Clases, que es igual a trabajo inten-80 para profesores y alumnos.

No podía faltar este atio una velada enhonor del coloso genio africano SanAgustín. Los Mercedarios le amamoscomo Padre, pues nos regimos por suPegla, y los jóvenes de nuestro estudian-tado le han dedicado una velada el día 27de diciembre.

La sencilla exposición del programa, osdirá que fué grandiosa.

Han aquí:

1 . 0 e Od a », poesía; por Fray JoséCrespo.

.° « San Agustín, espíritu y vida; porFr. Manuel Penedo.

4.° « Villanesca», a tres voces; delmaestro Guerrero.

5.° «San Agustín, Padre y Doctor dela Iglesia»; por Fr. A. Marín.

6.° «Serenata», a cuatra voces; por Ra-ventós.

7.° • El Amor y San Agustín»; porFr. José Vallejo.

8.° «0 Doctor optime», a tres voces;del maestro Tolosa.

Hubo dentro de la velada un concursode trabajos premiados, que se celebró enla forma siguiente:

Temas para los Filósofos de primeroy segundo año:

«Familia de San Agustín ' , « San Agus-tín en la escuela», «La patria de SanAgustín».

Temas para los Filósofos de terceraño:

« San Agustín y el Maniqueismo».Temas para los Teólogos de segundo

año:« Fundamento de la moralidad según

San Agustín».

Temas para los Teólogos de cuartoaño:

« Origen del alma y trasmisión del Peca-do original en San Agustín».

«- San Agustín, Doctor de la Gracia».« San Agustín y su regla».

Resultaron premiados:

Fr. Antonio López, por su trabajo « Fa-milia de San Agustín».

Fr. Alfredo Pérez, por su trabajo «SanAgustín en la escuela>.

Fr. Félix Tobar, por su trabajo «Origendel alma y trasmisión del Pecado origi-nal».

Fr. Manuel Penedo, por su trabajo «SanAgustín, Doctor de la Gracia».

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Los autores de la velada, así como lospremiados, han sido calurosamente felici-tados en una hermosa alocución que hizoal final el Rvdo. P. Comendador Fr. LuisBarros.

Colofón.—Han llegado las Navidades ycon ellas unos días de descanso, pocos,el 23 vacaciones y el 2 del próximo enerocomenzarán de nuevo las clases, y conellas vuelta a trabajar, a derrochar ener-gías, que mañana serán nuestra corona,pues sólo se trabaja así, puesta la vistaen alto, mirando a Dios.

FR. R. SANJURJO

Monasterio de Poyo-Diciembre-1950.

NECPOLOGIAEl día 9 de Noviembre falleció en su

casa de Villamarín (Orense), la seño-ra doña Dolores González, despuésde breve enfermedad, soportada conresignación cristiana. Su muerte fuetan edificante como su vida.

A su hijo Fr. Luis da Coba, nues-tro hermano de hábito, a Sor AguedaGonzález, Mercedaria, nieta de la

finada y demás familia, nuestra con-dolencia.

Suplicamos a los lectores de LA

MERCED una oración por el alma detan virtuosa señora.

Indulgencias para el mes deFebrero

Día 2.—La Purificación de NuestraSeñora. Indulgencia plenaria a losTerciarios y Cofrades que visitennuestras iglesias y Absolución gene-ral a todos los fieles.

Día 18.—Miércoles de ceniza. Ab-lución general a todos los fieles.

Día 22.—Domingo primero de Cua-resma. Absolución general para so-los los Religiosos y Terciarios.

Día 28.—Cuarto sábado. Indulgen-cia plenaria a todos los fieles queasistan a la misa cantada de NuestraSantísima Madre. Cuando no haymisa cantada y se la sustituye pormisa de comunión general, sólo ga-nan la dicha indulgencia los Tercia-rios y Cofrades de la Merced.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.