lo que queda de las agras: la evolución del paisaje agrario en galicia

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  • 7/23/2019 Lo que queda de las agras: La evolucin del paisaje agrario en Galicia

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    Sesin I: Historia Agraria y Agricultura Sostenibl

    Lo que queda de las agras: La evolucin del paisaje

    agrario en Galicia. El caso de la comarca lucense de

    Terra Cha

    Ana Cabana Iglesia

    Universidade de Santiago de Compostela

    Direccin y contacto:

    Dpto. de Historia Contempornea e de AmricaEscola Politcnica Superior

    Universidade de Santiago de Compostela, Campus de Lugo

    r./ Bernardino Pardo Ouro, s/n

    27002 LUGO

    Tlf. 982285900 Ext. 24728

    Correo electrnico: [email protected]

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    LO QUE QUEDA DE LAS AGRAS.

    LA EVOLUCIN DEL PAISAJE AGRARIO EN GALICIA. EL CASO DE LA

    COMARCA LUCENSE DE A TERRA CH.

    Ana Cabana Iglesia

    Universidade de Santiago de Compostela

    1. El sistema de agras, un paisaje cultural fsil1

    La ecologa del paisaje, tanto en su vertiente actualista como en la histrica

    aborda de modo prioritario el estudio del medio dentro de un modelo de

    interaccin triangular entre cultura, biomasa y hbitat. La consideracin del

    espacio como una realidad nicamente de orden fsico y ambiental o aquella

    que subordina los aspectos culturales a los geogrficos y biogeogrficos se

    desmoronan ante la evidencia de que el espacio es sobre todo una categora

    cultural, un concepto especfico de cada sociedad, o incluso, de cada grupo de

    poder o resistencia dentro de una sociedad dada. En el ao 2000, el Consejo

    de Europa en su reunin de Florencia firm el Convenio Europeo del Paisaje,

    que constituye el primer acuerdo internacional que promueve un marco poltico

    y jurdico comn para la proteccin, la gestin y el desarrollo sostenible del

    paisaje europeo. Su novedad consiste en proponer el paisaje como concepto

    integrador en las polticas de medio ambiente, de planificacin y ordenacin del

    territorio, incorporndolo a los valores sustantivos del proyecto de sociedad

    humanstica que el Consejo de Europa propone. El apartado C del mismo se

    refiere a la identificacin y calificacin y el subapartado a) concreta tresobjetivos especficos: identificar los paisajes propios sobre el conjunto del

    territorio nacional; analizar sus caractersticas as como las dinmicas y las

    1 Segn la Convencin del Patrimonio Mundial de UNESCO, un paisaje cultural es aquelpaisaje evolucionado orgnicamente, debido a un imperativo inicial de carcter social,econmico, administrativo y/o religioso, y que ha avanzado hasta su forma presente comorespuesta a la adecuacin a su entorno natural. Este proceso se refleja de formas diferentes,por lo que se pueden establecer dos tipos: paisaje vestigio o fsil, en el que el procesoevolutivo concluy en un momento del pasado, pero sus rasgos caractersticos son an visiblesmaterialmente, y el paisaje activo, que conserva un papel social activo en la sociedad

    contempornea asociado con el modo de vida tradicional. Definicin recuperada de:http://www.mcu.es/patrimonio/MC/IPHE/PlanesNac/PlanPaisajesCulturales/Definicion/DefinicionPaisCultural.html

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    presiones que los modifican; y seguir sus transformaciones2. En este ltimo

    aspecto es donde queremos poner nuestra atencin.

    En el momento actual, cuando el espacio urbano se extiende y el rural pierde

    gran parte de sus seales de identidad, desde el punto de vista perceptivo,

    este ltimo aparece como idlico y, lo que es muy destacable, perfectamente

    caracterizado en la mente de muchas personas. De todos modos, por lo

    general, el paisaje rural y/o agrario se relaciona con una imagen simplificada,

    casi siempre asociada a lugares con paisajes inmutables en el tiempo. Pero el

    mundo rural gallego no es sinnimo de estabilidad de los espacios agrarios ni

    de paisajes poco modificados y para dar fe de ello basta con analizar los

    fotogramas areos de 1957 y observar el alto grado de alteraciones ocurrido

    hasta nuestros das. Bien es verdad que an hoy se reflejan caractersticas de

    las diferentes formas de organizacin agraria que podran definirse como

    histricas, caso del minifundismo o una gran fragmentacin del terrazgo. Pero

    no se puede seguir pensando en el paisaje rural gallego como algo inmvil y

    caracterizado por la permanencia3. Mltiples transformaciones ya rurales

    (despoblacin, emigracin, tercializacin, urbanizacin, etc.), ya

    especficamente agrarias (desagrarizacin, desarrollo de nuevos sistemas

    agrarios, concentracin parcelaria, repoblacin forestal, etc.), bien ambas, han

    creado una dinmica de inestabilidad en sociedad rural y en la agricultura que

    se refleja y plasma en cambios en el espacio4. En la llanura lucense de A Terra

    Ch, nuestro mbito de estudio, las variaciones estn en relacin con el

    desarrollo de sistemas agrarios intensivos especialmente en las ltimas cuatro

    dcadas. Estamos pues, ante un espacio que, al contrario que la mayor parte

    2 RAMIL REGO, P. et al., La expresin territorial de la biodiversidad. Paisajes y hbitats,Recursos Rurais. Cursos y Monografas, 2, (2005), pp. 109-123; TELLO, E., La transformacindel territorio, antes y despus de 1950: un lugar de encuentro transdisciplinar para el estudiodel paisaje, Areas. Revista internacional de Ciencias Sociales, 25, (2006), pp. 5-12.3 PREZ ALBERTI, A., Dinmica ecogeogrfica y construccin del espacio en Galicia, enCol.lecci Homenatges. Professor Joan Vil Valent. El seu mestratge en la GeografaUniversitria, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1999, pp. 1175-1185.4Sobre estas realidades vd. LPEZ IGLESIAS, E., A dinmica recente e futura da poboacinocupada no sector agrario, en FERNNDEZ LEICEAGA, X., (dir.), Avellentamentodemogrfico e consencuencias socioeconmicas, Vigo, Xerais, 2000, pp. 141-179; FERRSSEXTO, C., Cambio rural na Europa Atlntica: os casos de Irlanda e Galicia: 1970-1990,

    Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 1996; ROGRGUEZGONZLEZ, R. et al., A despoboacin en Galicia: preocupacin ou lxica territorial, Santiagode Compostela, Trculo Ed., 1999.

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    del rural de la Galicia interior, an no se ha visto inmerso en tendencias de

    despoblacin y desagrarizacin o contraurbanizacin, sino que tiene como

    caracterstica definitoria la intensificacin de una agricultura plenamente

    inmersa en el marco capitalista con el desarrollo de la ganadera bovina y la

    produccin lctea como objetivos fundamentales.

    Nuestra intencin radica en realizar una reconstruccin histrica de los efectos

    socioambientales provocados en A Terra Ch por la aplicacin de un proyecto

    de colonizacin desarrollado desde mediados de la dcada de los cincuenta

    por la Administracin franquista a partir de dos intervenciones pblicas

    complementarias, la puesta en regado y el poblamiento. La naturaleza se

    muestra en este caso como un agente histrico activo, pues la alteracin

    brusca y en nada consensuada de la relacin recproca entre sta y la cultura

    que la sustentaba, reflejada en una modalidad concreta de paisaje y en formas

    de manejo distintivas, dieron lugar a una conflictividad que se materializ a

    travs de mltiples formas. Nuestro objetivo es evidenciar la transformacin

    que desde los aos sesenta ha experimentado este paisaje de agras que se

    rastrea ya en el Antiguo Rgimen y que defina el paisaje cultural de buena

    parte del espacio rural gallego (OFlanagan, 1996). Para reparar en los

    cambios contamos con gran cantidad de fuentes de diferente naturaleza. Los

    catastros y las fotos areas, ya antiguas como las debidas al vuelo de los aos

    cincuenta, ya actuales como las que ofrece el Sistema Xeogrfico de Parcelas

    Agrcolas de Galicia (SIXPAG) o la herramienta Google Earth, nos han servido

    de gran ayuda. Igualmente valiosas han sido las consultas de la monumental

    obra del gegrafo francs Abel Bouhier sobre la morfologa y estructura de la

    propiedad y el paisaje rural gallego y de las del tambin gegrafo Jos ManuelLpez Andin y del antroplogo Jos Mara Cardesn, ambas sobre la comarca

    de A Terra Ch. Las entrevistas a los vecinos de la zona han completado el

    abanico de fuentes empleadas.

    Abel Bouhier, gegrafo francs que consagr su obra al estudio de los diversos

    complejos agrarios que estaban presentes en Galicia a mediados del siglo XX,

    traz un mapa de Galicia en el que representa lo que denomina repartogeneral de las diferentes formas de organizacin agraria definiendo cinco

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    complejos: el caracterizado por la presencia de bancales y socalcos, es decir,

    terrazas que permiten el cultivo en pendientes y evitan la erosin del suelo; los

    campos cerrados; las agras, esto es, una agrupacin de parcelas abiertas,

    cerradas en conjunto por un cercado exterior; los campos abiertos y las formas

    agrarias peculiares (disposiciones vitcolas, pequeos campos abiertos o

    paisajes embrionarios). Esta tipologa dejaba claro que la uniformidad no era

    una caracterstica del espacio agrario al tiempo que evidenciaba que no se

    trataba de un sistema agrcola arcaico y/o atrasado, sino el mejor ejemplo de

    adaptacin del hombre al medio en el marco de una agricultura orgnica

    (Bouhier, 2001). De estos cinco agroecosistemas el que hasta los aos setenta

    caracterizaba a una mayor parte del espacio agrario era el sistema de agras, lo

    que le confiere un gran inters y de ah que en este trabajo nos centremos en

    l5.

    Figura 1. Formas de organizacin agraria segn Abel Bouhier (1979)

    La explicacin de la evolucin y desaparicin del sistema agrario definido por

    las agras no puede entenderse sin al menos caracterizar brevemente el

    espacio analizado, lo que haremos a partir de los datos que ofrece el estudio

    pormenorizado de Lpez Andin. La llanura que ocupa la comarca est situada

    al noroeste provincia de Lugo y se extiende unos 1.822,75 km2en los que se

    5El paisaje agrario dominado por las agras no es homogneo, sino que en l se reconocenhasta cinco subdivisiones o reas internas principales determinadas bsicamente por laexistencia de zonas de transicin entre otros sistemas agrarios y el de las agras (agras-

    socalcos; agras-campos cerrados) y por el tamao de stas. BOUHIER, A., Galicia: ensaioxeogrfico de anlise e interpretacin dun vello complexo agrario, Santiago de Compostela,Xunta de Galicia, 2001.

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    encuentran enclavados diez municipios. En cuanto al suelo, la mayor parte de

    la comarca, sobre todo en la mitad occidental, predominan las tierras pardas,

    propias de los climas templados hmedos, y en la mitad oriental prevalecen los

    suelos de tipo gley. El alejamiento del mar y el aislamiento causado por las

    montaas que rodean la llanura provocan que el clima de A Terra Ch

    adquiera cierto grado de continentalidad dentro del microclima ocenico, que

    se manifiesta en el rgimen de precipitaciones y en las temperaturas. En 1975

    la poblacin de la comarca era de 65.232 habitantes, cifra ligeramente inferior

    a la del ao 1900, por encima de los 67.000 habitantes, aunque el mximo

    poblacional se alcanz en la dcada de los cincuenta, con casi 80.000

    habitantes, muy en relacin con la re-ruralizacin acaecida en la larga

    posguerra. La diseminacin de dicha poblacin es un rasgo caracterstico del

    hbitat de la comarca. Cada municipio tena en los aos setenta de media algo

    ms de 18 parroquias y cada parroquia un promedio de poco ms de 12 aldeas

    con casi 29 habitantes. La densidad de la poblacin demuestra que estamos

    ante una zona poco poblada en comparacin con otras comarcas de Galicia en

    los aos setenta, que oscilaban entre los 37-40 hab/Km2(Lpez Andin, 1979:

    10-18). El tipo de poblamiento de la zona podra definirse como hbitat

    pulverizado (Saavedra, 1997) y se corresponde con el sistema agrario de

    agras, al contrario de lo que sucede, por ejemplo, en Francia, donde ese

    hbitat est vinculado con los campos cerrados o bocages6.

    6 Una comparativa entre las estructuras agrarias atlnticas en TORRES LUNA, M.P., Lespaysages agraires de la Galice dans le contexte de lArc Atlantique europen, enSOUMAGNE, J., (coord.), Les nouveaux espaces ruraux de LEurope Atlantique, Poitiers,Maison des Sciences de lHomme et de la Socit, Universit de Poitiers, ITEEM ICOTEM,

    2000, pp. 354-365; TROCHET, J.-R., Le systme agraire atlantique en France au XIX sicle:dfinitions et hypothses, en Actas do Simposio Internacional de Antropoloxa. In memoriamFermn Bouza-Brey, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1992, pp. 189-201.

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    Figura 2. Mapa de situacin de la comarca de A Terra Ch y municipios que la

    conforman.

    El rgimen de las agras es un sistema de organizacin del agroecosistema que

    se caracteriza por permitir la realizacin de un aprovechamiento integrado

    agro-silvo-pastoril y por tener como elemento definidor la existencia de agras,

    tierras de labrado provistas de un gran cierre colectivo y divididas

    internamente en parcelas abiertas. Hasta los aos sesenta del siglo XX este

    agroecosistema estuvo muy condicionado por la potencialidad agronmica del

    suelo. Dicha potencialidad delimitaba su uso labrado, monte bajo, bosque o

    prado- en el marco de una agricultura orgnica7. Sin embargo, este esquema

    tradicional se vio drsticamente modificado a partir de esa fecha. La

    introduccin de los recursos de la Revolucin Verde minimiz la influencia

    decisoria de la calidad edfica y diversas disposiciones en materia de poltica

    agrcola mudaron la morfologa del paisaje.

    En el agroecosistema definido por la existencia de agras el monte juega un

    papel central: zona de pasto, de aprovisionamiento de fertilizante (tojo) y

    espacio de agricultura de rozas o estivadas8. Su papel de motor (Soto

    Fernndez, 2007) del sistema agrario explica que el monte ocupara casi un

    7 La calidad agronmica era la explicacin de la disposicin de los diferentes elementospaisajsticos, como seala Lpez Andin para el caso de Terra Ch, en trminos generales,podemos decir que el labrado, en especial los grandes conjuntos de fincas (agras), estnsituados en las tierras ms llanas o de ms suave pendiente. Los prados ocupan las zonasms bajas, hmedas o encharcadas, como las orillas de los ros o arroyos; pero tambin lasladeras de las colinas o incluso zonas ms altas. En estos casos se trata de prados de secano.El monte, como es lgico, se localiza en las zonas ms altas, en aquellas de mayor pendiente(no aptas para el cultivo) y las tierras de ms baja calidad, en LPEZ ANDIN, J.M.,

    Estructura y morfologa agraria en la Terra Ch, Santiago de Compostela, Monografas daUniversidade de Santiago de Compostela, 55, 1980, pp. 58.8BALBOA LPEZ, X.L., O monte en Galicia, Vigo, Xerais, 1992.

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    70% de la superficie comarcal segn el Catastro de Rstica de 1960, y que de

    esa superficie slo un 22% estuviera arbolado. Se trataba, por tanto, de un

    monte bajo poblado de matorral usado como espacio agrcola abastecedor de

    pasto y, sobre todo, de abono para las tierras de labor. En la comarca de A

    Terra Ch el labrado ocupaba en 1960 menos del 19% de la superficie y se

    organizaba en torno a dos espacios bien diferenciados, las ya sealadas agras

    y las cortias 9. Estas ltimas son las parcelas ms prximas a las casas y

    estn sometidas a un cultivo muy intensivo destinadas a cereal y cultivos

    hortcolas- de manera individual por cada familia, sin imperar ningn rgimen

    de cultivo colectivo- como s ocurre con las agras. A las cortias, que se

    llevaban los mayores cuidados (especialmente en la fertilizacin y el riego), se

    les reservaban las tierras ms frtiles y y, generalmente, se cercaban con el fin

    de aumentar su proteccin.

    Montes, prados y labrado no aparecen formando masas homogneas sobre el

    paisaje, sino entremezclados en claro maridaje. El elevado ndice de dispersin

    del hbitat ya mencionado es una de las claves que explica la inexistencia de

    lmites claros entre los tres tipos de aprovechamientos propios del sistema

    agrario de las agras, dando lugar al afamado calificativo de puzzle que ha

    definido al paisaje agrario en Galicia. Un mosaico en el que se mezclan los

    campos cultivados, los prados y el monte bajo separados a penas por caminos

    o algn elemento geogrfico a penas perceptible (riachuelo, taluz, etc.) o bien

    por variadas frmulas de cercados.

    Segn Bouhier, en A Terra Ch las agras tienen una superficie comprendida

    entre las 6-8 ha, situndose as en el lmite inferior de las llamadas grandesagras, si bien alguna alcanza las 10-12 ha. Lo habitual era que una aldea

    poseyera varias agras, nunca menos de dos. El tamao de la aldea, medible

    en nmero de casas y en poblacin, es decisivo a la hora de entender la

    evolucin de la superficie de las agras, pues a un aumento en el nmero de

    casas o pobladores responda un aumento de la superficie de las agras regidas

    por la aldea y no, o muy rara vez, un aumento en el nmero de agras. Dicho

    paralelismo parece romperse a partir de 1850, momento a partir del cual las9LPEZ ANDIN, J.M., Estructura y morfologa op cit, pp. 56-57; 228-229.

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    transformaciones demogrficas no se reflejan en la estructura de las agras,

    sino en la intensificacin de los cultivos (Bouhier, 2001:325-326)10.

    Interiormente las agras estaban divididas en campos abiertos, generalmente

    de forma rectangular, que, a su vez, estaban compuestos por multitud de

    parcelas alineadas en el mismo sentido y delimitadas por marcos (pequeos

    mojones de piedra).

    Pero no slo del elemento ecolgico emanaba la estructura agraria, sino, como

    bien ha sealado Jos Mara Cardesn, de distintas formas de producir y de

    distintas formas jurdicas de apropiacin del espacio11. La rotacin comunitaria

    era la nica solucin viable para trabajar unos campos con la morfologa

    descrita, al tiempo que, a su vez, era este sistema de organizacin comunitaria

    el que impona ese diseo del paisaje agrcola12. Las agras estaban sometidas

    a una rigurosa disciplina de cultivo establecida por la comunidad, de manera

    que los diferentes poseedores o usufructuarios de parcelas deban respetar el

    ciclo de las rotaciones estipuladas, tanto en lo referido al tipo de cultivo como a

    nivel de duracin y ritmo de trabajo (siembra, recoleccin, etc.)13. La

    coordinacin de la rotacin permita la entrada del ganado una vez levantado el

    cultivo con el fin de aprovechar los restos existentes al tiempo que se

    fertilizaba el campo y posibilitaba el espigueo y el rebusco, derechos

    consuetudinarios que permitan la supervivencia de los ms pobres de la

    10 Hemos estudiado especficamente el caso de la parroquia de Santiago de Reigosa, en elmunicipio de A Pastoriza, donde permanece el mismo nmero de agras cuando menos desdefinales del XIX hasta 1970, ao en que la concentracin parcelaria transforma el espacioagrario desarticulando el sistema de agras. En Reigosa existen durante ese periodo un total de

    14 agras. Entrevista a Purificacin Iglesia (Reigosa, A Pastoriza).11CARDESN DAZ, J.M., Tierra, trabajo y reproduccin social en una aldea gallega (S. XVIII-XX): muerte de unos, vida de otros, Madrid, MAPA, 1992, pp. 134, 145.12 Este rgimen obligatorio de cultivo comunitario recibe diferentes nombres en la comarcacomo ceifa o ir mesma mao. Hemos comprobado como una agra de la parroquia deReigosa (agra do Chocal) que debido a compras y herencias perteneca por completo a unanica casa tambin guardaba escrupulosamente la rotacin. Entrevista a Mara Iglesia(Reigosa, A Pastoriza).13En las parcelas de los campos de las agras de A Terra Ch los cultivos en rotacin eran eltrigo, que se sembraba en octubre-noviembre y se segaba en junio; los nabos que sesembraban en agosto y se recogan en marzo; y las patatas, que se plantaban a finales demarzo-abril y se recogan en septiembre. Las patatas y el maz compartan el periodo derotacin (andaban xuntos segn seala la fuente oral), de manera que se plantaban patatas

    en una parcela del campo destinado a dicho cultivo y, en otro campo, se sembraban dosparcelas de maz por casa. Entrevistas a Flix Edrosa y Casiano Saavedra (Pacios, Castro deRei).

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    comunidad, cumpliendo el cdigo impuesto por la economa moral

    (Thompson, 1995).

    Cada explotacin familiar dispona de parcelas en al menos dos agras distintas

    y, dentro de cada agra, tambin en campos distintos para as poder trabajar

    varios cultivos el mismo ao y para equilibrar el reparto de tierras pues,

    pensemos, no toda la tierra de agras y campos era de igual calidad14. Adems,

    y como ha sealado Gonzlez Vzquez en su estudio sobre otra comarca

    situada dentro del sistema agrario de predominio de agras, en Val do Barcala

    (A Corua), cada reparto de herencia provocaba que las primitivas parcelas

    fuesen divididas de la manera ms cmoda para calcular la superficie a repartir

    y para el trabajo posterior como el arado: longitudinalmente; pero esto

    acentuaba, generacin tras generacin, la estrechez de las mismas (Gonzlez

    Vzquez, 1997:79). Por todas estas razones cada explotacin familiar contara

    con un buen nmero de parcelas abiertas, estrechas y alargadas distribuidas

    en varios campos de diferentes agras.

    2. El fin del sistema de agras: la poltica de colonizacin de A Terra Ch

    (1954-1968)

    El agroecosistema definido hasta aqu y el paisaje al que dio lugar tuvo una

    larga permanencia que no puede, sin embargo, dar idea de estatismo. En su

    larga evolucin histrica desde el Antiguo Rgimen hasta mediados de los

    aos sesenta del siglo XX, momento en el que perdi su carcter hegemnico,

    estuvo marcado por importantes transformaciones. Pero estos cambios -

    integracin de nuevos cultivos, el aumento de la comercializacin del ganadovacuno y la individualizacin del monte comunal- a diferencia de los ocurridos

    tras esta fecha, no alteraron su estructura y dinmica, sino que fueron

    adaptados al sistema de agras, sirviendo para ampliar las bases del policultivo

    14

    En el caso de Reigosa, la familia de los informantes tenan parcelas en siete de las agrasexistentes en la parroquia (Fendoi de Abaixo, Fendoi de Arriba, Rego Maxistre, Gunde, O Vilar,Leiras Largas y Ensuar). Entrevista a Mara Iglesia (Reigosa, A Pastoriza).

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    de las mismas15. Pero, como ya hemos sealado, fueron los cambios

    introducidos con la denominada Revolucin Verde y la poltica agraria

    desplegada por el rgimen franquista las que provocaron que estas antiguas

    disposiciones territoriales hayan desaparecido o permanezcan a modo de

    reliquia. En este trabajo nos fijaremos en como una de las polticas franquistas,

    la colonizacin, incidi decisivamente en la desarticulacin del sistema de

    agras de la comarca de A Terra Ch. No se trat de un ataque frontal a las

    agras en s, sino a su soporte, el monte comunal, la reserva de abono sin la

    cual el espacio de labrado no poda mantenerse. Esto es, las decisiones

    dimanantes del poder poltico cercenaron el acceso a los recursos ambientales

    precisos para el mantenimiento del metabolismo social, lo que condicion su

    transformacin16.

    La aplicacin de la poltica de colonizacin en el periodo franquista en Galicia

    constituye un magnfico ejemplo de la conflictividad que generan determinadas

    decisiones vinculadas al medio ambiente que suponen la imposicin de un

    cambio en el manejo de los recursos naturales y el surgimiento de un nuevo

    paisaje. Historiar la conflictividad ambientalista desatada alrededor de la

    fundacin de la colonia de A Terra Ch supone analizar una transformacin

    agroecolgica, -por tanto, una variacin en la relacin hombre y naturaleza- y

    las consecuencias que la misma comport, en este caso vistas como negativas

    15A. Cabo Alonso en 1964 public un estudio evolutivo del paisaje agrario gallego en el queidentificaba ciertos elementos que, en su opinin, se combinaron para producir esa evolucin.Entre ellos cabe sealar: las transformaciones de los montes, el abandono del cultivo deplantas textiles y la introduccin de nuevos productos agrcolas (maz, patatas, etc.), la

    modificacin cabana ganadera, etc. El maz, por ejemplo, consigui dejar en segundo planocultivos tradicionales como el centeno, el trigo o la avena. Pero en Galicia, a diferencia de otrasregiones del marco atlntico, ni el maz ni las patatas llegaron a convertirse en monocultivos,ambas especies fueron absorbidas en el rgido marco de los foros, y se convirtieron en unelemento ms del policultivo propio de las agras. CABO ALONSO, A., Del campo gallego querese Otero Pedrayo al de nuestros das, en Actas do Simposio Internacional Otero Pedrayoe a Xeografa de Galicia, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, 1989, pp.265-289.16Hacemos nuestra la definicin de metabolismo social dada por Toledo y Gonzlez de Molinacuando sealan que dicho fenmeno implica el conjunto de procesos por medio de los cualeslos seres humanos organizados en sociedad, independientemente de su situacin en elespacio (formacin social) y en el tiempo (momento histrico), se apropian, circulan, consumeny excretan, materiales y/o energas provenientes del mundo natural, en TOLEDO, V.M.;

    GONZLEZ DE MOLINA, M., El metabolismo social: las relaciones entre la sociedad y lanaturaleza en GARRIDO PEA, F. et al. (ed.), El paradigma ecolgico en las CienciasSociales, Barcelona, Icaria, 2007, pp. 85-112, pp. 89-90

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    por la sociedad en cuestin17. Dicho plan de colonizacin supona, ms all de

    la construccin de pueblos ex novo, la industrializacin, distribucin y

    comercializacin de las producciones agrarias de las nuevas tierras puestas en

    regado. El modelo propuesto consiste en el paso de una agricultura orgnica

    de policultivo organizada en el sistema de agras a una agricultura intensiva

    focalizada, como seala su mejor estudioso, J. M. Cardesn, en una ganadera

    especializada en la produccin lechera y totalmente subordinada al mercado,

    destino de la produccin y proveedor de inputs18.

    El seguimiento de este proceso, sufrido por el conjunto de la agricultura

    espaola, tiene el inters aadido de que, en este caso, el proyecto de

    colonizacin hizo que la transformacin de buena parte de la comarca no fuera

    paulatina, sino drstica y abrupta, pues se complet en un periodo de tiempo

    tremendamente reducido (1954-1968) y bajo la estricta direccin del Instituto

    Nacional de Colonizacin (INC). Estamos, por tanto, ante un cambio metablico

    forzado, dado en un contexto dictatorial y que, pese a ello, al alto grado de

    represin y a la atmsfera de miedo y control reinante, oper como generador

    de conflictividad ambientalista. El INC, el Estado franquista, por tanto,

    determin e impuso una nueva frmula de apropiacin y gestin del

    agroecosistema y lo hizo siguiendo criterios productivistas, a travs de un

    proceso de especializacin y mercantilizacin marcado por una visin de la

    agricultura y del campo subsidiarias de la industria, en concreto en una

    agricultura integrada en el complejo agroindustrial19.

    17 Usamos la categora de conflictividad ambientalista para referirnos a los conflictosambientales en los que hubiese una intencin explcita de conservar los recursos, segn hasido definida en SOTO, D.; A. HERRERA; M. GONZLEZ DE MOLINA; A. ORTEGA, Laprotesta campesina como protesta ambiental, siglos XVIII-XX, Historia Agraria, 42, (2007), pp.277-301, p. 280.18Un estudio pormenorizado desde el punto de vista antropolgico e histrico de la evolucinde la colonizacin en uno de sus sectores en CARDESN DAZ, J.M., Tierra Llana de Lugo.Estudio antropolgico de una comunidad en formacin. Tesis de Licenciatura Indita de laFacultade de Xeografa e Historia de la Universidade de Santiago de Compostela, 1985.Tambin CARDESN DAZ, J.M, Poltica agraria y transformaciones en la agricultura gallega:la zona de colonizacin de Terra Ch (1954-1973), Agricultura y Sociedad, 44, (1987), pp. 243-280.19

    Sobre la evolucin de los planteamientos colonizadores y el abandono de los fines socialespor la productividad, vd. CARDESN DAZ, J.M., Poltica agraria y transformaciones en laagricultura gallega op cit.,pp. 253-257.

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    La colonizacin de A Terra Ch debe enmarcarse en la poltica general de

    colonizacin franquista en la que se unen criterios e intervenciones tcnicas

    vinculadas a la hidrulica con planteamientos y actuaciones socioeconmicas

    encaminadas a la consecucin de unas estructuras agrarias ms propicias al

    aumento de la productividad. La poltica de ordenacin del espacio es una

    pieza bsica de la poltica agraria franquista, que ser publicitada como la

    alternativa a la reforma agraria republicana. A ella se dedicarn los trabajos de

    dos organismos (INC y Servicio de Concentracin Parcelaria) y una nutrida

    legislacin20. Como seala Prez Rubio, la poltica de colonizacin interior

    result omnipresente en todas las manifestaciones de la poltica franquista,

    sobre todo en la etapa de vigencia de la ideologa de la soberana del

    campesinado, convirtindose en la poltica estrella de zonas con predominio

    del latifundio, como Extremadura (Prez Rubio, 1995:364). En Galicia, por el

    contrario, y a pesar de que los objetivos programticos de la reforma agraria

    haban equiparado el problema del latifundio y del minifundio, a penas se dej

    sentir dicho programa colonizador, siendo la realizacin con ms entidad la

    creacin de una colonia en dos municipios de la comarca de A Terra Ch entre

    1954 y 196821.

    Nuestro trabajo, pues, se enfoca al estudio de un marco geogrfico reducido,

    concretamente a 2.939,20 ha. de superficie que se correspondan en su

    prctica totalidad (85%) a montes vecinales, siendo el resto humedales. Dicho

    comunal perteneca a siete parroquias del municipio de Castro de Rei y a ocho

    del de Cospeito y fue expropiado a sus dueos por el INC mediante sendos

    20Sobre la naturaleza, evolucin y caractersticas de la poltica de colonizacin franquista enEspaa, vd. GMEZ BENITO, C., Polticos, burcratas y expertos: un estudio de la polticaagraria y la sociologa rural en Espaa (1936-1959),Madrid, Siglo XXI, 1996; BARCIELA, C.,La Espaa de Franco. 1939-1975. Economa, Madrid, Sntesis, 2001; BARCIELA,C.,Introduccin. Los costes del franquismo en el sector agrario: la ruptura del proceso detransformaciones, en GARRABOU, R. et al., (ed.): Historia agraria de la EspaaContempornea. 3. El fin de la agricultura tradicional (1900-1960), Barcelona, Crtica, 1986,pp.383-454; BARCIELA, C.; LPEZ ORTIZ, M.I.,La poltica de colonizacin del franquismo: uncomplemento de la poltica de riegos, en BARCIELA, C.; MELGAREJO, J., (ed.), El agua en lahistoria de Espaa, Alicante, Publicaciones Univ. Alicante, 2000.21El INC tambin emprendi actuaciones en otras zonas de Galicia como A Limia (Ourense),

    donde procedi a la desecacin de la laguna de Antela en 1958, en la isla de Ons(Pontevedra), expropiada en 1964, y en Lemos (Lugo) en 1965. Pero slo en A Terra Ch sematerializarn asentamientos de colonos.

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    Decretos (10-2-1956 y 18-1-1957) alegando, como era norma, inters social22.

    Dicha expropiacin hizo inviable e inoperativo el sistema de agras de la zona,

    que dependa de los aportes en forma de abono que dicho monte provea.

    En 1956, siendo Ministro de Agricultura Cavestany, se aprob el Plan General

    de Colonizacin de A Terra Ch, dos aos ms tarde de que el proyecto

    arrancara (el Estudio Preliminar y el primer Informe datan de 1954) e incluso

    despus de haberse iniciado la roturacin de los montes. Una vez labrada y

    abonada la tierra, se parcel y se puso en regado mediante acequias una gran

    parte de la misma (66% de la superficie) y se construyeron los edificios de los

    nuevos pueblos (viviendas, cuadras, silos cilndricos, etc). Se crearon cuatro

    ncleos de poblacin: Matodoso, A Espieira, Arneiro y Veiga de Pumar con un

    total de 189 unidades familiares de explotacin. La primera zona en estar lista

    para iniciar la colonizacin fue Matodoso, donde se ofertaron 113

    explotaciones, de entre 6 y 8 ha. cada una, en 1959. En Arneiro se dispusieron

    44 explotaciones, 12 en A Espieira y 20 en Veiga de Pumar, con una

    superficie media de 14 ha. Matadoso terminar de poblarse en 1962 y los

    dems ncleos, organizados y planeados una vez acabado ese primer sector,

    entre 1966-1968.

    La oposicin social al emplazamiento de la colonia aparece desde el mismo

    momento de la promulgacin de los decretos de expropiacin de los 54 montes

    en el BOE23. Las decisiones estatales que se imponen a los grupos afectados

    suponen la desestructuracin de su hbitat, de su paisaje cultural y son

    sentidas por estos como una seria amenaza para su reproduccin social. La

    mudanza en el paisaje no es en absoluto balad, aunque normalmente esteaspecto es desplazado en el anlisis y en el discurso de los propios afectados

    pues otorgan la centralidad al impacto que genera la medida poltica a la

    puesta en riesgo de la capacidad de supervivencia del grupo. Pero como

    22La Ley del 27 de abril de 1946 de Colonizaciones de Inters Local introdujo el principio deexpropiacin por inters social que trataba de paliar la falta de operatividad de lasdisposiciones promulgadas por la Ley de Colonizacin de Grandes Zonas, que confiaba a lainiciativa privada la cesin de terrenos para proceder a su irrigacin y posterior colonizacin.Un amplio comentario sobre la legislacin colonizadora del primer franquismo en ARCO

    BLANCO, M.A. del, Las Alas del Ave Fnix: la poltica agraria del primer franquismo (1936-1959), Granada, Comares, 2005.23Boletn Oficial del Estado (22-2-1956 y 5-2-1957).

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    sealan los gegrafos A. Villa y Juan Ojeda, el paisaje no es slo una

    categora compleja porque en l se relacionan formas objetivas y percepciones

    subjetivas, sino porque, adems, es el resultado material de un secular proceso

    de vinculacin de una comunidad con su medioacumulador o totalizador

    histrico- y, tambin la consecuencia de un proceso de transformacin cultural

    de espacios creativamente contemplados o percibidosartializacin-(Villa y

    Ojeda, 2005:43). Por tanto, la transformacin del paisaje supone una alteracin

    cultural de primer orden. OFlanagan, gegrafo estudioso de la realidad rural

    gallega, incide en que son las tradiciones culturales, normas complejas y

    detalladas sobre la posesin de las tierras y simples razones de supervivencia -

    en las que se integran las lgicas de manejo de los recursos naturales-, las que

    se combinan y alan para dirigir, de una manera explcita, la formacin de

    paisajes culturales (OFlanagan, 1996:25).

    La colonizacin era, al igual que los paisajes creados por polticas estatales

    como la repoblacin forestal y la concentracin parcelaria, fruto de un plano

    premeditado que alteraba sustancialmente los paisajes culturales a partir de la

    impuesta mutacin del metabolismo social. Dicho cambio metablico forzoso

    desestructur el estilo de manejo de los recursos naturales de los

    agroecosistemas, las formas de sociabilidad y una buena parte de los

    elementos identitarios de la sociedad local. La transformacin del metabolismo

    fue radical y bien visible: de un monte bajo donde dominaban tojales y brezales

    que eran el insustituible abono para las agras y en el que stas se completaban

    con las parcelas cultivadas de cereal en el monte mediante el sistema de rozas

    o estivadas (trigo sobre todo), se pas a una zona en la que praderas

    artificiales, acequias, casas encaladas y los enormes campanarios de lasiglesias de los pueblos de colonizacin dominan el espacio. Se trata de la

    transformacin de un paisaje cultural, el tradicional comunal pieza fundamental

    del sistema de agras, en un protopaisaje, un nuevo escenario totalmente ajeno

    a la realidad de la zona, sin aceptacin social, nada connotado ni simblico.

    La colonizacin incorporaba las tierras, segn la documentacin oficial, al

    mundo productivo, lo que incide en la idea del comunal como un baldo

    infrautilizado. Consideracin a la que se une la apreciacin de insalubres e

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    improductivos de los humedales existentes en la zona esgrimido para su

    puesta en valor mediante las nuevas construcciones de un espacio habitado,

    cultivado, especializado y bien comunicado. Pero evidentemente esto no era

    as. Pocos espacios han estado tan humanizados como el monte comunal en

    Galicia y prcticamente ninguno tiene parangn en cuanto a su importancia

    econmica dentro del marco de una agricultura orgnica, definida

    acertadamente como su soporte y motor (Bouhier, 2001; Soto, 2007). Sin

    duda el peso de la tierra cultivada en la mentalidad productivista de la poca

    influy decisivamente en esta concepcin dicotmica entre lo culto, medible

    en rentas, y lo inculto, de ms difcil contabilizacin24.

    La oposicin a la ejecucin de la obra de colonizacin no se hizo esperar y,mediante diferentes modalidades de protesta, todas las parroquias afectadas

    mostraron su descontento25. Como era habitual, debido a que su lugar

    privilegiado en la escala social dependa en buena medida del control que

    ejercan sobre los recursos naturales, curas prrocos y otras fuerzas vivas

    encabezaron la oposicin, firmando escritos y haciendo peticiones ante las

    24

    An a finales de los aos setenta en el diario de la provincia, El Progreso, un cronista delmismo concluye su reportaje sobre la realidad de la vida de los colonos con el siguientecomentario bien gastado, sin duda, el dinero de esta transformacin, creando, donde nadahaba, precisamente el tipo de explotacin familiar que se considera ptimo para nuestraganadera, incidiendo en esta consideracin peyorativa del monte bajo. Citado enFERNNDEZ LAVANDERA, O.; PIZARRO CHECA, A., La transformacin del brezal a lapradera en Galicia, Revista de Estudios Agrosociales, 110, 1980, pp. 61-82, p. 69. Tojales ybrezales son considerados hoy en da como tierras carentes de valor por el conjunto de lasociedad debido a que no son vistos como una forma de paisaje o cultivo del que se puedaobtener beneficio econmico lo que indica la asimilacin de los valores de la agriculturacapitalista- ya que no se tiene en cuenta su valor ecolgico, pese a que ambos son hbitatsexclusivos de especies de flora y fauna. La Directiva Hbitats los incluye como hbitats deinters comunitario y tambin forman parte de la red europea Natura 2000. DAZ VIZCAINO, E.

    A., (2005), Matorrales de Galicia: tojales y brezales. Conservacin y gestin, Recursos Rurais(Serie Cursos), 2, pp. 103-108; IZCO, J. et al., Brezales: biodiversidad, usos y conservacin, Recursos Rurais, 2, (2006), pp. 5-24.25 El descontento campesino toma diferentes formas, aunque no siempre se transforma enprotesta, caso de los vecinos de la parroquia de Ros en este caso, que no articularon sudescontento en accin. Las formulas de protesta, muchas de ellas ya puestas en prctica enperiodos histricos previos, sobre todo ante la Administracin liberal, simplemente, se reactivany actualizan para acomodarse al nuevo marco poltico impuesto por el franquismo. David Soto yLourenzo Fernndez Prieto, en un intento por sistematizar dichas muestras de oposicin, hansealado las reclamaciones administrativas; las respuestas violentas, los pleitos judiciales,las estrategias propias de las armas del dbil scottianas, la continuacin del proceso deindividualizacin del comunal -que mudaba la configuracin y naturaleza del monteconvirtindolo legalmente en privado y particular- y los incendios. SOTO FERNNDEZ, D.;

    FERNNDEZ PRIETO, L., Poltica forestal e conflictividade nas terras comunais de Galizadurante o franquismo (1939-1975), en FREIRE, D., (et al.), Mundo Rural. Transformaao eResistncia na Pennsula Ibrica (sculo XX), Lisboa, Ed. Colibr, 2004, pp. 225-249.

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    autoridades provinciales para paralizar la colonizacin y las transformaciones

    que sta supona (p.e. dos parroquias de Castro de Rei, Triab y Loentia, se

    oponan firmemente a que una de las carreteras que articulaba la colonia

    ocupara su monte comunal)26. La nicas frmulas de resistencia que se

    mostraron efectivas para los damnificados fueron la elevacin de un pleito ante

    los tribunales, que permiti a los vecinos de la parroquia de A Graa

    (ayuntamiento de Abadn) salvar su comunal y el escrito al que se uni algn

    episodio de violencia fsica contra los trabajadores del INC- de los vecinos de la

    parroquia de Momn (ayuntamiento de Cospeito), que lograron que una parte

    del suyo no fuera transformado en parcelas27.

    Los habitantes debieron renunciar a los recursos ambientales- lea, madera,

    espacio para cultivo complementario a agras y cortias, pasto, abono orgnico

    a partir del tojo (Ulex minor) y el brezo (Cistus hirsulus), etc.- que hasta

    entonces haban sido el soporte de su actividad econmica y a frmulas de

    comportamiento comunal que definan su modo de vida y tuvieron o bien que

    emprender un nuevo mecanismo de conocimiento de su entorno, ahora

    gravemente modificado, para superar dicha prdida o bien ajustarse a la

    reorientacin productiva que impona la desarticulacin de los agroecosistemas

    locales desvinculndose de la agricultura orgnica y de su frmula de

    organizacin, las agras. No es ya novedosa la conclusin de que la

    Administracin forestal franquista, seguidora de los preceptos productivistas,

    favoreci la progresiva mercantilizacin del monte y la desarticulacin del

    comunal apostando por una opcin exclusivamente industrial -vase forestal-

    en dicho espacio frente a un uso integrado que tuviera presente el uso

    26Sobre el liderazgo de los prrocos en frmulas de protesta como la elevacin de escritos yreclamaciones administrativas en el caso gallego, vd. RICO BOQUETE, E., Poltica forestal yconflictividad social en Galicia durante el primer franquismo, 1939-1959, en SIGALAT, M.J. (et al.),(coord.), Tiempos de Silencio. Actas del IV Encuentro de Investigadores del Franquismo, Valencia,Fundaci dEstudis i Iniciatives Sociolaborals, 1999, pp. 374-381.27

    Sobre el grado de descontento y las formas de conflictividad la fuente oral se ha mostradotremendamente rica. Entrevistas a Antonio Gutirrez y Antonio Engroba (Ros, ayuntamientode Cospeito) y Jess Prianas (parroquia de Momn, ayuntamiento de Cospeito).

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    agrosilvopastoril de las comunidades rurales28. En este caso, frente a los

    planes del Patrimonio Forestal del Estado para la realizacin de una

    repoblacin forestal se impuso la opcin de especializacin agrcola por la que

    abogaba el INC que pretenda transformar el brezal en pradera29. Tampoco lo

    es ya sealar que las comunidades no permanecieron pasivas ante lo que

    consideraban un atropello por parte de las autoridades, pese al carcter

    represor del rgimen franquista30. Los vecinos vieron como se les privaba de un

    recurso bsico para el mantenimiento de la agricultura orgnica de policultivo

    intensivo y, adems, saban que esta ausencia no tendra ningn tipo de

    contraprestacin econmica. El pago de la expropiacin de sus montes y

    terrenos comunales se hizo a los consistorios municipales puesto que tampoco

    les era reconocida su personalidad jurdica como propietarios31.

    El conflicto, que hemos definido como ambientalista, siguiendo la

    categorizacin realizada por David Soto et al. (2007), parte de dos maneras de

    entender el espacio objeto de disputa. Una visin, la de las comunidades,

    basada en el modo de uso campesino, que tiene en el monte un espacio

    agrcola complemento del labrado. La visin antagnica era la estatal,

    abanderada del modo de uso industrial agroindustrial en este caso particular-,

    que desmereca la vala ecolgica y econmica del monte no repoblado o

    puesto en cultivo32. No consideramos que las comunidades rurales fueran

    ecolgicamente inocentes, pero s que estaban ms prximas a la eficiencia

    28Un compendio de los trabajos dedicados al estudio del monte en el periodo franquista queas lo aseveran para las diferentes zonas del Estado en JIMNEZ BLANCO, J.I., El monte: unaatalaya en la historia, Historia Agraria, 26, (2002), pp. 143-172; para el caso gallego en concreto,BALBOA LPEZ, X.L., O monte en Galicia, Vigo, Xerais, 1990; RICO BOQUETE, E., Poltica

    forestal e repoboacins en Galicia (1941-1971), Santiago de Compostela, Universidade de Santiagode Compostela, 199529As lo definen los ingenieros agrnomos del IRYDA Pizarro y Lavandera. Este ltimo fue unode los ingenieros del INC responsables de la colonizacin de A Terra Ch, junto a MarianoFernndez Rico, Jos Antonio Blesa e Ignacio Vivancos Gabarda, vd. FERNNDEZLAVANDERA, O.; PIZARRO CHECA, A., La transformacin del brezal a la pradera , op cit.30 RICO BOQUETE, E., Poltica forestal y conflictividad social en el noroeste de Espaadurante el primer franquismo. 1939-1959, Historia Social, 38, (2000), pp. 117-140; CABANAIGLESIA, A., Entre a resistencia e a adaptacin. A sociedade rural galega no franquismo (1936-1960), Santiago de Compostela, Servizo de Publicacins da Universidade de Santiago deCompostela (CD-Rom), 2007.31El rgimen de Franco, con la promulgacin de la Ley Hipotecaria de 1941 acab por desvirtuarsu condicin de propietarias a favor de los consistorios municipales, continuando as el proceso de

    municipalizacin decretado por los liberales. BALBOA LPEZ, X.L., O monte en Galicia op cit.32Sobre los modos de uso y la conflictividad que genera su choque, vd. GUHA, R.; GADGIL,M., Los hbitats en la historia de la humanidad, Ayer, 11, (2003), pp. 49-110.

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    ecolgica, a una economa ecolgica, si se prefiere, al adaptar el mercado a los

    recursos naturales y al depender, dentro del marco de una agricultura orgnica,

    su supervivencia y reproduccin domstica de la realizacin de

    aprovechamientos sostenibles. No era el caso de la opcin estatal. La

    colonizacin, dada la promocin del intensivismo como frmula para el

    aumento de la productividad agrcola que supona, se articul a partir del

    sostenimiento de un grupo de colonos totalmente dependiente de los inputs

    externos, con lo que adquirieron especial relevancia las infraestructuras y los

    equipamientos. Innegablemente, como se encargan de subrayar los ingenieros

    del INC, la estructura fundiaria cambia en la zona, se supera el minifundismo

    extremadamente parcelado caracterstico del territorio rural gallego,

    considerado uno de los ms graves problemas para la modernizacin agrcola

    pero eso conllev, por ejemplo, que se sobreexplotaran energas y materias y

    que se perdiera de vista el mantenimiento de los ecosistemas y

    agroecosistemas limtrofes -caso evidente del agua precisa para el

    mantenimiento del regado extrada de los ros y manantiales de la zona.

    De esta conflictividad en torno a la defensa del comunal partir un segundo

    episodio muestra de oposicin por parte de los vecinos de las parroquias

    afectadas por la expropiacin e igualmente relativa a la ruptura de la lgica que

    rega su relacin con el medio. Como habamos sealado, se cort la

    vinculacin entre poblacin y monte sin compensaciones, pero s hubo

    compromisos por parte de ayuntamientos y autoridades agrcolas para las

    comunidades damnificadas. El primer acuerdo era invertir el dinero de la

    expropiacin en obras de desarrollo comunitario, sobre todo caminos rurales,

    en las parroquias afectadas por la disminucin o prdida de su patrimoniocomunal. El segundo, y clave en nuestra argumentacin, supona que el

    Ministerio de Agricultura, concluidas las obras de la colonizacin, les ofreca a

    los vecinos de esas parroquias hacerse cargo de las explotaciones all creadas

    (casa y parcela). Es decir, se les dara una opcin preferente para su

    conversin en colonos, por delante de otros agricultores modestos de sus

    municipios o de la provincia. Pero los vecinos de la zona optaron por no

    participar como colonos, en una clara muestra de resistencia.

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    La negativa a involucrarse en la colonizacin en un primer momento puede ser

    puesto en relacin con el inicitico descontento por la expropiacin sufrida, es

    decir, no se trataba de un proyecto que partiera de cero, sino que tena un

    importante hndicapde partida, pero esto no explica el rechazo por s solo. De

    hecho, los hombres de la zona ofrecieron su mano de obra al INC, que los

    reclut como trabajadores para las obras de acondicionamiento de los terrenos

    (tractoristas, albailes, peones, jornaleros, guardas, etc.). Por tanto, la

    negativa a participar o colaborar con la colonizacin no era taxativa, como lo

    hubiera sido de depender del sentimiento de venganza por la usurpacin del

    comunal. Es ms, muchos de ellos aceptaron la invitacin del INC para explotar

    las parcelas mientras no hubiera colonos, actuacin muy popular que se

    mantuvo hasta que se complet el poblamiento y que se realiz siguiendo la

    lgica de la rotacin de cultivos de las agras: trigo/ nabos/ patatas33.

    El rechazo a convertirse en colonos estaba en lnea, nuevamente, con la

    ruptura de la lgica de manejo de los recursos naturales y se inscribe, igual que

    la lucha por la defensa del comunal, en una forma de conflicto

    medioambientalista. Se trata de defender su realizad de campesinos frente a

    la opcin de convertirse en empresarios agrcolas, tal y como se entenda que

    deban ser los colonos. Los vecinos se niegan a hacerse cargo de las

    explotaciones del INC alegando tres razones bsicas, todas ellas

    complementarias. La primera, porque dichas unidades de explotacin carecan

    de monte y, como consecuencia, de abono orgnico. La segunda, porque el

    sistema de cultivo impuesto por ingenieros en nada conocedores de la

    realidad ecolgica y cultural del territorio- y mandado ejecutar por los

    mayorales no permita el policultivo de la zona, sino que se circunscriba a laexistencia de praderas, en razn de la orientacin marcadamente ganadera

    que se proyectaba para las explotaciones, y a rotaciones de cultivos hasta

    entonces desconocidas. Los prados aparecen como ejes vertebradores no slo

    de la actividad econmica en forma de pastos en verde o de forrajes para la

    alimentacin del ganado vacuno- sino del nuevo paisaje, imprimiendo un sello

    33El INC va a ceder por una cantidad simblica las tierras an no adjudicadas en lotes de 1 ha,

    ofrecimiento que tanto los agricultores de las parroquias vecinas como los de otras parroquiasde los ayuntamientos de Cospeito y Castro de Rei s aceptan masivamente. Entrevistas aAntonio Cabana (Pacios, Castro de Rei); Mara Iglesia (Reigosa, A Pastoriza).

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    de artificializacin evidente. La colonia de A Terra Ch se consolidaba a partir

    de la intensificacin de su monoproduccin, con lo que el paisaje creado perda

    complejidad (en componentes y en relaciones) y su resilencia, es decir, es

    menos adecuado para superar situaciones de estrs, lo que lo converta en

    especialmente vulnerable y dependiente de una muy intensiva capitalizacin

    (abono qumico, maquinaria, regado, etc.). Y, la tercera, las autoridades no

    permitan a los colonos introducir la raza bovina propia de la zona, la rubia

    gallega, imponiendo que la cabaa estuviera compuesta exclusivamente por

    vacas frisonas, las de mayor aptitud para la produccin lechera. A los colonos

    se les daba una yegua o un macho que pudiera asumir cierta carga de trabajo

    que tradicionalmente realizaban las yuntas de vacas, pero an as, a los

    colonos no se les solucionan todas sus necesidades de traccin, ni para

    transporte ni para la realizacin de labores agrcolas, lo que les obligaba al uso

    de la traccin mecnica, o lo que es lo mismo, endeudarse bien con la compra

    de maquinaria bien con el pago de los canon impuestos a los parques de

    maquinaria del INC. Adems, en cuanto al ganado, el colono percibe que el

    cambio de rubia a pinta supondra gastos novedosos o ms intensificados

    como los de veterinario, piensos compuestos, etc. Todo pareca aumentar su

    subordinacin al INC y su nivel de deuda. La dependencia del aprovechamiento

    de los recursos naturales disminua frente a la del Estado y el mercado.

    Las razones dadas por el vecindario para no tomar parte en la colonizacin

    responden tanto a la defensa de sus lgicas ecolgicas y productivas, y

    ciertamente identitarias, como, igualmente, a la incredulidad de que las

    variantes biofsicas pudieran ser redimensionadas. Dudaban de hasta que

    punto un terreno agronmicamente pobre (encharcamiento invernal y aridezestival) y no apto para producir durante los primeros aos debido a la

    necesidad de un intenssimo laboreo, a la no disponibilidad de abono y a las

    deficiencias estructurales de los lotes (mal drenaje, obras sin acabar, serios

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    desniveles en las parcelas, sistema de regado incompleto, etc.) pudiera

    convertirse en productivo34.

    La oferta del INC fue, pues, rechazada por el vecindario que se negaba a

    aceptar la imposicin de formas de manejo definidas por la autoridades en su

    bsqueda de una reorientacin productiva y una mayor rentabilidad comercial.

    No aceptaron sin ms el proceso de conversin de su agricultura orgnica

    fundamentada en el policultivo en una agricultura altamente capitalizada,

    especializada y definidora de un cambio irreversible en su paisaje cultural.

    Dos datos son relevantes a esta altura para nuestra argumentacin: ni un solo

    vecino de las parroquias afectadas por la expropiacin particip durante los dos

    primeros aos de la experiencia colonizadora y los habitantes de las parroquias

    lindantes, todas menos una del municipio de Castro de Rei, no llegaron a

    suponer ni siquiera el 25% del total de colonos en el primer pueblo de

    colonizacin, Matodoso. Esta realidad incide en nuestro razonamiento sobre la

    negativa social al proyecto, aunque parezca ponerlo en cuestin inicialmente.

    Aquellos que se decidieron a solicitar y establecerse en las parcelas de la

    colonizacin son los dueos de las explotaciones colindantes que vieron en

    esta opcin una frmula para mantener una tierra que consideraban suya, ya

    que en su mayora se correspondan con las zonas de monte que antes

    cultivaban en el comunal. Los vecinos que aceptaron la oferta del INC, pues, no

    lo hicieron para convertirse en colonos en puridad, y mucho menos para

    abandonar su explotacin y frmulas de cultivo, sino como va para no perder

    una superficie agraria que era sentida como propia y que, debido a que el INC

    34 Un testimonio recogido por Jos Mara Cardesn es indicativo sobre este punto de lasparroquias de alrededor no hay casi nadie. La gente le tena miedo al monte, decan que elmonte no iba a producir, que los que vinieron se iban a morir de hambre. Uno de losmayorales cuenta a Cardesn que uno de los enfrentamientos con los colonos, y no el nico,fue por el ganado vena el perito a darles unas charlas, y en el Plan de Explotacin se habadecidido quitarse todo el ganado rubio, ponerlo de leche el perito vino y les dijo que no queraver aqu una vaca rubia y Silva haba trado dos y al da siguiente se marcharon el y otro, sindecir nada, marcharon de noche, dejaron la llave en la puerta. Uno de los vecinos de las aldeas

    vecinas sealaba El Estado nunca haba dado nada y nada daba, y adems, tenas quevender las vacas rubias y Arneiro era arena pura. Entrevista a Antonio Cabana (Pacios, Castrode Rei). CARDESN DAZ, J.M., Tierra Llana de Lugo

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    no haba terminado de acondicionarla, mantena cierta superficie a monte que

    permita abonar cuando menos alguna de sus parcelas en las agras35.

    La explicacin que las autoridades dieron a este rechazo social al proyecto de

    colonizacin se ci a subrayar la desconfianza del campesino frente a

    cualquier tipo de cambio o innovacin y su apego a mtodos de cultivo

    tradicionales, por tanto, al igual que ocurre con las protestas por la defensa del

    comunal frente a la repoblacin forestal, la racionalidad de tal decisin no se

    tuvo en cuenta y se menospreci. Lo que parece evidente es que son tanto las

    caractersticas objetivas del proyecto en si (en trminos viabilidad social,

    econmica, ecolgica o fiabilidad tcnica) como las caractersticas del proceso

    decisorio (transparencia informativa escasa, las posibilidades que abre o cierra

    en cuanto a la participacin social, explicacin de la viabilidad econmica, etc.)

    las que determinaron el rechazo social a la participacin en la colonizacin de

    Matodoso36.

    3. Lo que queda de las agras

    La colonizacin sigui adelante con poblacin de otras zonas de la geografa

    gallega y espaola e impuso un modelo de agricultura que se generalizara en

    buena parte de la comarca en los aos setenta37. A partir de ese momento los

    terrenos de praderas artificiales avanzan a costa de las agras. Esta hegemona

    de las dedicaciones herbceas se relaciona directamente con la importancia

    35La opcin de ver en la parcela de la colonizacin un complemento a la explotacin propia ode partida fue mayoritaria tanto para los vecinos afectados por la expropiacin como inclusopara otros colonos que vinieron en los primeros aos desde zonas relativamente lejanas. Estosdurante un tiempo, y pese a la contrariedad del INC frente a esta frmula, combinaron el

    trabajo en las dos explotaciones. Los padres de Josefina Fernndez, colonos de Matadoso, yde Martina Rivas, colonos de Arneiro, fueron algunos de los que mantuvieron esa dobleexplotacin, pese a que se trataba de caseiros ambos en el municipio de A Pastoriza- lo queindica el alto nivel de incertidumbre sobre el tipo de agricultura impuesto por la Administracin.Entrevistas a Josefina Fernndez (Muimenta, Cospeito) y Martina Rivas (Pacios, Castro deRei).36As lo indica el testimonio de las familias a las que se les ofreci parcela pero decidieron noaceptar. Entrevistas a Antonio Engroba, Antonio Gutirrez y Josefa Falcn (Ros, Cospeito).37La fuente oral muestra claramente a la colonizacin como referente: Aqu cambi todo. Fueen la poca de Franco, hacan una casa y le ponan dos vacas e iban amortizando la casa.Esos seores les aprendieron a los vecinos a trabajar la tierra... se les hizo mucho regado.Esos seores empezaron con el ganado de leche, esos seores aprendieron a hacer el silo,tenan unos capataces para aprenderles a trabajar. Los vecios aprenderon viendoo la

    colonizacin fue una gran idea, espejo para toda la zona. Se montaron muchas explotaciones abase de ver estas. Entrevistas a Annimo (Viladonga, Castro de Rei) y Antonio Anllo (Arneiro,Cospeito)

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    que alcanza la opcin de la especializacin ganadera en los espacios

    estudiados38. La creciente vinculacin de los sistemas de explotacin

    campesina con el mercado se tradujo en procesos de intensificacin de los

    rendimientos pecuarios, lo que a su vez trajo consigo el avance de las

    extensiones pratenses. Una superior extensin de prados y pastos, la

    introduccin decidida de vacas alctonas y una buena accesibilidad fueron las

    caractersticas que se relacionaron con el comienzo de la intensificacin

    pecuaria centrada en el incremento de las producciones lcteas.

    Figura 3. Vista area de una agra en la parroquia de Go, municipio de Cospeito(Lugo). La supervivencia de su forma tradicional de uso (hasta finales de los noventa)

    y la conservacin de la mayor parte de su morfologa la convierten en uno de los

    ltimos vestigios de lo que fue el paisaje cultural de la comarca. Fuente: Google

    Earth (imagen de 2006)

    Riego, productos agroqumicos, maquinaria agrcola y especializacin pecuaria

    fueron las bases de la poltica modernizadora de la colonizacin y lo fueron,

    por imitacin, de la agricultura de la zona. En la colonizacin se hizo visible quela introduccin de paquetes tcnicos agroindustriales permita un uso intensivo

    de los recursos naturales y la superacin de los limitantes de los mismos, a

    costa, eso s de su homogeneizacin y deterioro y de la del paisaje al que dan

    38

    Los prados, tanto de regado como de secano alcanzaron en 1976 una extensin prxima ala de la tierra de labrado, cerca del 16% de la superficie comarcal. LPEZ ANDIN, J.M.,Estructura y morfologa op cit, p. 54.

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    lugar debido al predominio da ultraespecialilzacin productiva39. Es decir, a

    costa de la ruptura de la sustentabilidad que defina la relacin entre hombre y

    naturaleza en el sistema de agras y de la asuncin de los principios de la

    Revolucin Verde, que se caracteriza por la sustitucin de la energa solar por

    las energas fsiles como base energtica de la produccin.

    Repoblacin forestal y concentracin parcelaria apuntalaron en aos sucesivos

    la labor de desarticulacin de la poltica de colonizacin. Todas ellas llevaron a

    una simplificacin y uniformizacin del paisaje agrario de la comarca, a la

    prdida del mosaico de cultivos, a la excesiva rectiliniedad, a la desaparicin de

    los diferentes modos de cercado, de masas de rboles autctonos y bosques

    de ribera40. El mejor indicador a nivel simblico de la desestructuracin del

    sistema agrario definido por las agras lo tenemos en la prdida de significado

    real de la nomenclatura, antao tan descriptiva. Agra o cortia son

    referencias que carecen ahora de capacidad definidora de realidades

    paisajsticas o de manejo de los recursos naturales.

    39Puede pensarse que las agras, debido al rgimen obligatorio de rotaciones, mostraba esamisma uniformidad a la que dan lugar los prados. Es cierto que los campos en los que estabainternamente dividida el agra tienen una rotacin cromtica muy homognea en las diferentesetapas del ao. Pero el paisaje no resultaba jams homogneo y montono porque, como ya

    hemos sealado, el espacio agrcola era siempre discontinuo. Labrado, monte bajo y bosquese alternaban sin ninguna clase de transicin. En ello insiste RO BARJA, F.X., Interpretacinxeogrfica da paisaxe compostelana, A Corua, Real Academia Galega, 1983.40Sobre los efectos de la concentracin parcelaria en Galicia existen posiciones encontradas.Entre los ms crticos, vd. GONZLEZ VQUEZ, J.F., Os comeos da poltica deconcentraom parcelaria em Galiza. Vale de Barcala, dcada de 1950, Memoria de Licencitura(indita), Dpto. Historia Contempornea e de Amrica, Universidade de Santiago deCompostela, 1997.GARCA AN, M. Decisiones e implantacin de polticas pblicas referidas a proyectos conincidencia en el medio ambiente, Revista Galega de Economa, 3, (1994), pp. 173-192;PREZ MOREIRA, R., Concentracin parcelaria y medio ambiente, en A concentracinparcelaria. Cadernos da rea de Ciencias Agrarias, 16, (2003), Seminario de Estudos Galegos,A Corua, Ed. do Castro. La posicin contraria en RIBAS LVAREZ, A., O impacto da

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