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EL VIAJE Para el niño, enamorado de mapas y estampas, El universo es igual a su vasto apetito. ¡Ah! ¡Cuan grande es el mundo a la claridad de las lámparas! ¡Para las miradas del recuerdo, el mundo qué pequeño! Una mañana zarpamos, la mente inflamada, El corazón desbordante de rencor y de amargos deseos, Y nos marchamos, siguiendo el ritmo de la onda Meciendo nuestro infinito sobre el confín de los mares. Algunos, dichosos al huir de una patria infame; Otros, del horror de sus orígenes, y unos contados, Astrólogos sumergidos en los ojos de una mujer, La Circe tiránica de los peligrosos perfumes. Para no convertirse en bestias, se embriagan De espacio y de luz, y de cielos incendiados; El hielo que los muerde, los soles que los broncean, Borran lentamente la huella de los besos. Pero los verdaderos viajeros son los únicos que parten Por partir; corazones ligeros, semejantes a los globos, De su fatalidad jamás ellos se apartan, Y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Vamos! ¡Son aquellos cuyos deseos tienen forma de nubes, Y que como el conscripto, sueñan con el cañón, En intensas voluptuosidades, mutables, desconocidas, Y de las que el espíritu humano jamás ha conocido el nombre! II Imitamos ¡horror! al trompo y la pelota En su danza y sus saltos; hasta en nuestros sueños La Curiosidad nos atormenta y nos envuelve, Como un Ángel cruel que fustigará soles. ¡Singular fortuna en la que el final se desplaza,

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Muestra una recolección de algunas obras importantes de literatura clasica

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Page 1: Literatur A

EL VIAJEPara el niño, enamorado de mapas y estampas,El universo es igual a su vasto apetito.¡Ah! ¡Cuan grande es el mundo a la claridad de las lámparas!¡Para las miradas del recuerdo, el mundo qué pequeño!

Una mañana zarpamos, la mente inflamada,El corazón desbordante de rencor y de amargos deseos,Y nos marchamos, siguiendo el ritmo de la ondaMeciendo nuestro infinito sobre el confín de los mares.

Algunos, dichosos al huir de una patria infame;Otros, del horror de sus orígenes, y unos contados,Astrólogos sumergidos en los ojos de una mujer,La Circe tiránica de los peligrosos perfumes.

Para no convertirse en bestias, se embriaganDe espacio y de luz, y de cielos incendiados;El hielo que los muerde, los soles que los broncean,Borran lentamente la huella de los besos.

Pero los verdaderos viajeros son los únicos que partenPor partir; corazones ligeros, semejantes a los globos,De su fatalidad jamás ellos se apartan,Y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Vamos!

¡Son aquellos cuyos deseos tienen forma de nubes,Y que como el conscripto, sueñan con el cañón,En intensas voluptuosidades, mutables, desconocidas,Y de las que el espíritu humano jamás ha conocido el nombre!

II

Imitamos ¡horror! al trompo y la pelotaEn su danza y sus saltos; hasta en nuestros sueñosLa Curiosidad nos atormenta y nos envuelve,Como un Ángel cruel que fustigará soles.

¡Singular fortuna en la que el final se desplaza,Y no estando en parte alguna, puede hallarse por doquier!¡Donde el Hombre, que jamás la esperanza abandona,Para lograr el reposo corre siempre como un loco!

Nuestra alma es nave de tres palos buscando su Icaria;Una voz resuena en el puente: "¡Atención!"Una voz desde la cofa, ardiente y loca, clama:"¡Amor... gloria... felicidad!" ¡Infierno! ¡Es un escollo!

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Cada islote señalado por el vigíaEs un El dorado prometido por el Destino;La imaginación, que acucia su orgíaNo halla más que un arrecife al amanecer.

¡Oh, el infeliz enamorado de tierras quiméricas!¿Habrá que engrillar y arrojar al mar,A este marinero borracho, inventor de AméricasPara el cual el espejismo toma el remolino más amargo?

Como el viejo vagabundo, chapaleando en el lodoSueña, husmeando en el aire, brillantes paraísos;Su mirada hechizada descubre una CapúaEn cuanto lugar la candela alumbra un tugurio.

III

¡Asombrosos viajeros! ¡Qué nobles relatosLeemos en vuestros ojos profundos como los mares!Mostradnos los joyeros de vuestras ricas memorias,Esas alhajas maravillosas, hechas de astros y de éter.

¡Deseamos viajar sin vapor y sin velas!Para ahuyentar el tedio de nuestras prisiones,Haced desfilar nuestros espíritus, tensos como un lienzo,Vuestros recuerdos enmarcados por horizontes.

Decid, ¿qué habéis visto?

IV

"Hemos visto astrosY olas; hemos visto playas además;Y, malgrado muchos choques e imprevistos desastres,Nos hemos hastiado, a menudo, como aquí.

El esplendor del sol sobre el mar violáceo,El esplendor de las ciudades en el sol poniente,Encendían en nuestros corazones el impulso inquietanteDe sumergirnos en el cielo con su reflejo fascinante.

Las más ricas ciudades, los más amplios paisajes,Jamás contenían el atractivo misteriosoDe aquellos que el azar forma con las nubes.¡Y siempre el deseo nos tornaba inquietos!

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—El gozo acrecienta del deseo la fuerza.¡Deseo, viejo árbol, al cual el placer sirviéndole de abono,Entretanto acrecienta y endurece tu corteza,Tus ramas quieren ver el sol de más cerca!

¿Crecerás siempre, gran árbol, más vivazQue el ciprés? —Sin embargo, nosotros, con cuidado,Recogimos algunos croquis para vuestro álbum voraz,¡Hermanos que encontráis bello todo cuanto viene de lejos!

Hemos saludado ídolos engañosos;Tronos constelados de joyas luminosas;Palacios adornados cuya feérica pompaSería para vuestros banqueros un sueño ruinoso;

Vestimentas que son para la vista una embriaguez;Mujeres cuyos dientes y las uñas están pintados,Y juglares sabios que la serpiente acaricia."

V

Y después, y después. ¿Todavía, qué más?

VI

"¡Oh, cerebros infantiles!"

Para no olvidar el tema capital,Hemos visto en todas partes, y sin haberlo buscado,Desde arriba hasta abajo la escala fatal,El espectáculo enojoso del inmortal pecado:

La mujer, esclava vil, orgullosa y estúpida,Sin reír extasiándose y adorándose sin repugnancia;El hombre, tirano goloso, lascivo, duro y ávido,Esclavo de la esclava y arroyo en la cloaca;

El verdugo que goza, el mártir que solloza;La fiesta que sazona y perfuma la sangre;El veneno del poder enervando al déspota,Y el pueblo amoroso del látigo embrutecedor;

Muchas religiones semejantes a la nuestra,Todas escalando el cielo; la Santidad,Cual un lecho de plumas donde un refinado se revuelca,En los clavos y la cerda, buscando la voluptuosidad;

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La Humanidad habladora, ebria de su genialidad,Y enloquecida, hoy como lo estaba ayer,Clamando a Dios, en su furibunda agonía:"¡Oh, mi semejante, oh mi señor, yo te maldigo!"

Y los menos necios, atrevidos amantes de la Demencia,Huyendo del gran rebaño acorralado por el Destino,Refugiándose en el opio inconmensurable!—Tal es del globo entero el eterno boletín."

VII

¡Amargo sabor, aquel que se extrae del viaje!El mundo, monótono y pequeño, en el presente,Ayer, mañana, siempre, nos hace ver nuestra imagen;Un oasis de horror en un desierto de tedio!

¿Es menester partir? ¿Quedarse? Si te puedes quedar, quédate;Parte, si es menester. Uno corre, el otro se ocultaPara engañar ese enemigo vigilante y funesto,¡El Tiempo! El pertenece, a los corredores sin respiro,

Como el Judío Errante y como los apóstoles,A quien nada basta, ni vagón ni navío,Para huir de este retiro infame; y aun hay otrosQue saben matarlo sin abandonar su cuna.

Cuando, finalmente, él ponga su planta sobre nuestro espinazo,Podremos esperar y clamar: ¡Adelante!Lo mismo que otras veces, cuando zarpamos para la China,Con la mirada hacia lo lejos y los cabellos al viento,

Nos embarcaremos sobre el mar de las TinieblasCon el corazón gozoso del joven pasajero.Escucháis esas voces, embelesadoras y fúnebres,Que cantan: "¡Por aquí! vosotros que queréis saborear

¡El Loto perfumado! Es aquí donde se cosechanLos frutos milagrosos que vuestro corazón apetece;Acudid a embriagaros con la dulzura extrañaDe esta siesta que jamás tiene fin!"

Por el acento familiar barruntamos al espectro;Nuestros Pilades, allá, nos tienden sus brazos."¡Para refrescar tu corazón boga hacia tu Electra!"Dice aquella a la que en otros días besábamos las rodillas.

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VIII

¡Oh, Muerte, venerable capitana, ya es tiempo! ¡Levemos el ancla!Esta tierra nos hastía, ¡oh, Muerte! ¡Aparejemos!¡Si el cielo y la mar están negros como la tinta,Nuestros corazones, a los que tú conoces, están radiantes!

¡Viértenos tu veneno para que nos reconforte!Este fuego tanto nos abraza el cerebro, que queremosSumergirnos en el fondo del abismo, Infierno o Cielo, ¿qué importa?¡Hasta el fondo de lo Desconocido, para encontrar lo nuevo!

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Alicia en el país de las maravillas

Es la historia de un mágico sueño. Mientras permanece sentada con su hermana en el bosque, Alicia se levanta y persigue a un conejo que se le ha parecido. De pronto cae, en la madriguera, en medio de un montón de hojas secas. Comienza a caminar por una sala subterránea y encuentra alimentos bebidas, que consume.

Comenzando a cambiar de dimensión extraordinariamente, empequeñeciéndose y agrandándose sucesivamente. Mas tarde conoce al gato de Cheshire, ve aparecer y desaparecer cualquier parte de su cuerpo, dejando a veces en el aire, solamente una sonrisa.

También nada sobre un charco que se ha formado con sus propias lágrimas en el cual ha caído, rodeada por extraños animales. Participa en el té de la liebre, en la partida de croquet de la reina de corazones, en el proceso seguido de una sota por robar pastas.

Alicia, hace de testigo. Ante el inminente peligro de verse comprometida en el proceso, todas las cartas de la baraja se levantan y agitan entorno a ella. Llega luego a un jardín encanado donde el escenario se transforma completamente a cada parpadeo y una multitud de personajes sostiene absurdos diálogos que en le fondo poseen una lógica bastante erudita.

Alicia se despierta entonces, y culmina la fantasía que corresponde a la primera parte del cuento.

La segunda parte, a través del espejo (throungh the loookingglass ) se publico en 1871. El mundo que visita esta ves Alicia, es un país maravilloso semejante aun tablero de ajedrez, que se prolonga hasta el otro lado del espejo. La niña camina hacia el vidrio y lo cruza sin ningún impedimento.

Entre muchas flore y extraños personajes que hablan entre si hay dos, mas singulares de nombres igualmente curiosos: Twidle Lum y Twidledi, cuando le primero se duerme, el segundo dice a Alicia:

"esta soñando contigo. Y si dejase de soñar contigo, ¿Dónde crees que estarías?-; donde estoy, ahora naturalmente!”- De ningún modo; no estarías en ninguna parte porque tu eres solamente una especie de idea en su sueño.” A través de esta segunda parte se suceden diálogos similares. Y Alicia va avanzando casillas del tablero.

Sostiene una conversación con la reina de “la mermelada para todos los días" y con el rey, que la felicita porque puede ver a nadie, desde muy lejos. Sucede un banquete, en el cual la pequeña es anfitriona y reina cuando ocupa la octava casilla. En la fiesta, los manjares ocupan el lugar de los invitados, y viceversa.

Es interesante destacar un hecho que, según los estudios de la vida del autor, es

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clave para encontrar el sentido y el origen de la obra. Carrol se le presenta a una niña, diciéndole: "Así que tu eres otra Alicia ( había escuchado que así se llamaba mientras observaba a varios niños jugando en kensington).”

A mi me gustan mucho las Alicias. “Mas tarde la invita junto con sus amiguitos a visitar la casa de su tío, donde les mostraría un misterio “bastante interesante”. Habiéndole entregado una naranja a la pequeña, le pregunta en que mano la tiene, ella responde que en la derecha. Le pide Carrol que se observe en el espejo y diga nuevamente en que mano tiene la fruta.

La niña lógicamente, responde en la izquierda. El vuelve a preguntar, "¿Cómo te explicas eso?.” Luego de pensarlo un momento, Alicia responde:” suponiendo que me colocara al otro lado del espejo, no seguiría estando la naranja en mi mano derecha?” Carrol sonríe complacido diciendo.

“Es la mejor respuesta que me han dado en la vida”. Con base a esta anécdota se deduce la creación que hizo Carrol para Alicia de un espejo momentáneamente inexistente.

Barco ebrio

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Según iba bajando por Ríos impasibles,me sentí abandonado por los hombres que sirgan: Pieles Rojas gritones les habían flechado, tras clavarlos desnudos a postes de colores.

Iba, sin preocuparme de carga y de equipaje, con mi trigo de Flandes y mi algodón inglés. Cuando al morir mis guías, se acabó el alboroto: los Ríos me han llevado, libre, adonde quería.

En el vaivén ruidoso de la marea airada,el invierno pasado, sordo, como los niños, corrí. Y las Penínsulas, al largar sus amarras, no conocieron nunca zafarrancho mayor.

La galerna bendijo mi despertar marino,más ligero que un corcho por las olas bailé––olas que, eternas, rolan los cuerpos de sus víctimas––¬diez noches, olvidando el faro y su ojo estúpido.

Agua verde más dulce que las manzanas ácidas en la boca de un niño mi casco ha penetrado, y rodales azules de vino y vomitonas me lavó, trastocando el ancla y el timón.

Desde entonces me baño inmerso en el Poema del Mar, infusión de astros y vía lactescente, sorbiendo el cielo verde, por donde flota a veces, pecio arrobado y pálido, un muerto pensativo.

Y donde, de repente, al teñir los azules,ritmos, delirios lentos, bajo el fulgor del día,más fuertes que el alcohol, más amplios que las liras, fermentan los rubores amargos del amor.

Sé de cielos que estallan en rayos, sé de trombas, resacas y corrientes; sé de noches... del Alba exaltada como una bandada de palomas.¡Y, a veces, yo sí he visto lo que alguien creyó ver! 

He visto el sol poniente, tinto de horrores místicos, alumbrando con lentos cuajarones violetas, que recuerdan a actores de dramas muy antiguos, las olas, que a lo lejos, despliegan sus latidos.

Soñé la noche verde de nieves deslumbradas, beso que asciende, lento, a los ojos del mar, 

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el circular de savias inauditas, y azul y glauco, el despertar de fósforos canoros.

Seguí durante meses, semejante al rebaño histérico, la ola que asalta el farallón,sin pensar que la luz del pie de las Marías pueda embridar el morro de asmáticos Océanos.

¡He chocado, creedme, con Floridas de fábula, donde ojos de pantera con piel de hombre desposan las flores! ¡Y arcos iris, tendidos como riendas para glaucos rebaños, bajo el confín marino!

¡He visto fermentar marjales imponentes, nasas donde se pudre, en juncos, Leviatán!  ¡Derrubios de las olas, en medio de bonanzas, horizontes que se hunden, como las cataratas.¡Hielos, soles de plata, aguas de nácar, cielosde brasa! Hórridos pecios engolfados en simas, donde enormes serpientes comidas por las chinches caen, desde los árboles corvos de negro aroma!

Quisiera haber mostrado a los niños doradasde agua azul, esos peces de oro, peces que cantan. ––Espumas como flores mecieron mis derivas y vientos inefables me alaron , al pasar.

A veces, mártir laso de polos y de zonas,el mar, cuyo sollozo suavizaba el vaivén,me ofrecía sus flores de umbría, gualdas bocas, y yacía, de hinojos, igual que una mujer.

Isla que balancea en sus orillas gritosy cagadas de pájaros chillones de ojos rubiosbogaba, mientras por mis frágiles amarras bajaban, regolfando, ahogados a dormir.

Y yo, barco perdido bajo cabellos de abras,lanzado por la tromba en el éter sin pájaros,yo, a quien los guardacostas o las naves del Hansa no le hubieran salvado el casco ebrio de agua,

libre, humeante, herido por brumas violetas,yo, que horadaba el cielo rojizo, como un muro del que brotan ––jalea exquisita que gustaal gran poeta–– líquenes de sol, mocos de azur,

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que corría estampado de lúnulas eléctricas, tabla loca escoltada por hipocampos negros, cuando julio derrumba en ardientes embudos, a grandes latigazos, cielos ultramarinos,

que temblaba, al oír, gimiendo en lejanía,bramar los Behemots y, los densos Malstrones, eterno tejedor de quietudes azules, yo, añoraba la Europa de las viejas murallas 

¡He visto archipiélagos siderales, con islascuyo cielo en delirio se abre para el que boga:––i.Son las noches sin fondo, donde exiliado duermes, millón de aves de oro, ¡oh futuro Vigor!? .

¡En fin, mucho he llorado! El Alba es lastimosa. Toda luna es atroz y todo sol amargo: áspero, el amor me hinchó de calmas ebrias.¡Que mi quilla reviente! ¡Que me pierda en el mar!

Si deseo alguna agua de Europa, está en la charca negra y fría, en la que en tardes perfumadas, un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta un barco leve cual mariposa de mayo.

Ya no puedo, ¡oleada!, inmerso en tus molicies, usurparle su estela al barco algodonero, ni traspasar la gloria de banderas y flámulas ni nadar, ante el ojo horrible del pontón.

Crimen y castigo

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El escritor narra el asesinato de una ávara anciana usurera llamada Elena Ivanovna, cometido por el estudiante universitario Raskolnikov que tenia problemas económicos para continuar con sus estudios, Raskolnikov, después de matar a la prestamista y a su hermana con un hacha se apodera de todas las alhajas. Luego se deshace del arma homicida y esconde las alhajas en el hueco de un patio, cerca de un edificio.

Los días pasan agobiando al joven criminal con delirio de persecución y pesadillas. Su conciencia vigilante se subleva y no lo deja en paz. La policía lo cita por ciertas dudas que tiene con su persona con relación al crimen de la vieja usurera y, cuando le mencionan el crimen Raskolnikov se desmaya. Se agrava la salud del joven Raskolnikov y sufre de insomnio por la intensa tensión nerviosa que padece.

El joven se comporta como un loco y pierde los papeles con suma facilidad. El solo se va delatando por su actitud sospechosa. El cree que ya todos sospechan de su persona. En todas partes ve como alucinado un dedo acusador. Raskolnikov vive abandonado a su suerte, su amigo del alma Rasumikin, lo reconforta y le cambia los andrajos por ropa nueva.

En los momentos mas difíciles, Sonia Marmeladora , siempre lo esta visitando por que lo ama.En una visita cuando Raskolnikov se sorprende al verla Sonia Marmeladora le dice: vine a saber como te encuentras y el le responde: Sonia siempre te has portado muy bien conmigo, no lo merezco y ella le dice que no diga eso por que se siente a gusto con tu compañía. Y el así mismo se dice, pobre Sonia, es tan buena. Se que me ama pero yo nada puedo ofrecerle.

Se merece a alguien mejor que yo.Sonia se despide de el. Raskolnikov lleno de temor y de dudas se queda dormido, así paso el día.a la mañana siguiente salió a la calle y anduvo al azar, finalmente ingresó en un café ayi tomó un té y leyó los periodicos de los ultimos 5 dias, buscando las nocias que hablaran sobre el crimen.

En la cafetería se encuentra con Zamertoff, con quien habla sobre el crimen que se cometio con la usurera. Zamertoff queda intrigado con la conducta de Raskolnikov y se dice a si mismo: muy extrano su comportamiento, me dio la impresion de estar asustado y por eso esa actitud, se lo contare al inspector de policia.

Se despidieron y el joven raskolnikov estuvo por la calle vagando horas y horas sin rumbo fijo, sin dejar de pensar en el crimen que cometio, y cuando regresaba a su casa se encontró con su amigo Dimitri y ambos fueron a su casa. Alla los esperaba su madre Pulquerria y su hija Dunia.

Luego de una conversacion, Raskolnikov se desmaya y lloran las dos mujeres. Raskolnikov recupera su salud que estaba quebrantada, gracias a los cuidados de su amigo Dimitri Razumikin y las atenciones de un medico amigo.

El joven Raskolnikov alterna entrevistas con su adorada madre y con su hermana.

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El joven universitario va a casa de Sonia y juntos leen la biblia. Los dos jovenes se aman en silencio.

Posteriormente Raskolnikov le confiesa a Sonia que el es el asesino de la usurera; ella queda tremenamente impresionada le dice que jamas lo abandonara y que siempre estara a su lado, el joven por fin decide entregarse a las autoridades y confiesa su culpa. Um mes despues es condenado a 8 años de trabajos forzados de segunda categoria en siberia.

La muerte de Ivan IlichEsta novela nos habla sobre la vida y muerte de un personaje, inspirado en una historia real, llamado Iván Illich.

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El libro comienza por la muerte de Iván Illich. Éste ha muerto, y todos sus compañeros de trabajo están tristes, pero a la vez contentos, de saber que es otro el que ha muerto, y no ellos. Todo comienza con la visita de Piotr Ivánovich a la casa del difunto, y desde aquí, la novela comienza un viaje al pasado, donde el autor nos contará la vida completa de Iván Illich.

El padre de Iván Illich fue Illiá Efímovich Golovín, que hizo su carrera de estudios en San Petersburgo y su oficio fue de consejero privado. Iván fue el segundo de sus tres hijos. El mayor se dedicó al empleo de su padre (era un chico frío y ordenado) y el pequeño fracasó (era un chico muy alocado). Iván era el término medio entre los dos, y era llamado “El Fénix de la familia”.

Iván Illich se educó en la Escuela de Jurisprudencia, y después de diez años de estudios, se compró un traje y se fue para ejercer como funcionario para misiones especiales a las órdenes del gobernador (gracias a una carta de recomendación de su padre). En esta etapa de su vida, Iván Illich era un muchacho serio y disciplinado.

Así pasó cinco años, hasta que se crearon nuevos organismos y ocupó una plaza como juez de instrucción. Esto le obligó a trasladarse y despedirse de sus amigos y relaciones.

Con esta nueva plaza, más personas estaban en manos de Iván, y con unas palabras selladas en un papel, podía hacer lo que quisiese con ellas. Esto le hacía muy feliz, aunque nunca abusaba de su poder. Iván Illich trabó nuevas amistades, se dejó barba y comenzó a jugar al whist.

Iván Illich conoció a Praskovia Fiódorovna. Mijel, a la que solía sacar a bailar cuando podía, y la mujer con la que finalmente se casó. Era una mujer de alta sociedad y, sin duda, Iván sentía verdadero amor por ella.

La mujer de Iván Illich se embarazó, comenzó a exigir a su marido que le cuidara y empezó a decirle palabras soeces. Entonces, Iván Illich comenzó a buscar una vida independiente de su esposa, e hizo así del trabajo el centro de su vida.

Tres años después, a Iván le nombraron sustituto del fiscal, lo que le unió más al trabajo y le separó de su familia. Nacieron más hijos y la esposa se volvió cada vez más gruñona.

Siete años después, le nombraron fiscal en otra provincia. Allí, su esposa no estaba cómoda y, aunque ganaba más, la vida estaba más cara. Además, murieron dos hijos. Esposo y esposa se aislaron uno del otro, hasta llegar a no hablarse. Para Iván, lo más importante era su cargo, el poder y sus compañeros, pasando así para él todo de forma agradable.

Siguieron otros siete años de esta forma, se les murió otro hijo, la hija mayor cumplía dieciséis años y el otro chico, que estudiaba Bachillerato, tenía su futuro incierto. El padre quería que estudiara en la Escuela de Jurisprudencia y la madre quería que ingresara en un gimnasio.

Iván esperaba un puesto mejor y rechazó varios traslados. Un señor le quitó una plaza buena e Iván riñó con él y con sus superiores, por lo que comenzaron a tratarle con frialdad.

A Iván Illich le empezaron a venir deudas y perdió mucho dinero, por lo que en verano se fue a una aldea con su familia y después decidió trasladarse a San Petersburgo para pedir un cargo en otro ministerio, y así ganar 5000 rublos en lugar de 3500 que ganaba ahora, dando además una lección a sus superiores.

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Justo entonces, la administración hizo un cambio, poniendo a un amigo de Iván en un puesto importante, por lo que el amigo le ascendió, quedando dos grados más alto y con un sueldo de 5000 rublos más 3500 para el traslado. Su esposa también se alegró, y a él le gustó ver cómo se rebajaron sus superiores.

Iván partió solo hacia San Petersburgo y encontró una casa perfecta, comenzando a empapelar la casa y a comprar muebles. Estaba tan contento, que no cesaba de imaginar cómo quedarían todas las salas. Pensaba que le habían quitado quince años de encima, y se sentía un joven lleno de vitalidad y energía.

Finalmente, fueron a vivir todos a la nueva casa, e Iván se preocupaba por todo: por una mancha en el mantel, el cordón roto de una cortina,...

Iván Illich vivía bien, y se lo pasaba bien en su trabajo, su vida transcurría con normalidad y todos los días cumplía con un horario riguroso.

En una ocasión, dieron una fiesta. La mujer tenía ya un plan, e Iván quería encargar tartas y bombones a la pastelería. Al final se encargaron, pero sobraron muchos y la cuenta de la pastelería fue muy alta, por lo que hubo una fuerte discusión.

Todos tenían buena salud, aunque Iván Illich se quejaba en ocasiones de un dolor en el costado izquierdo. Iván seguía con su mal humor hacia su esposa, y su relación era casi imposible.

A Iván le dolía la parte izquierda del vientre cada vez más, y su mujer le aconsejó ir al médico. Iván no quería, pero al final aceptó y el médico le hizo una visita. El doctor dedujo que era un riñón flotante o el intestino ciego, y cuando Iván le preguntó sobre si su estado era peligroso, el médico no quiso contestar. Por esto, Iván dedujo que estaba mal.

Al principio seguía la medicación y las recomendaciones del doctor, pero el dolor no disminuía y dejó de seguirlos.

Varios expertos en medicina le visitaron, ofreciéndole diferentes remedios. Iván los fue probando todos y, al ver que ninguno remediaba su dolor, decidió elegir un médico y atenerse a sus prescripciones. Iván lo intentó, pero no fue capaz de hacerlo.

El mal sabor de boca que tenía Iván fue en aumento, y esto le ponía triste, cosa que enfadaba a su familia.

El tiempo fue pasando y, en muchas ocasiones, Iván comía alimentos prohibidos por el médico y se acostaba tarde (cosa también prohibida).

En una ocasión, vino su cuñado y le dijo que estaba muy cambiado, y que parecía un hombre muerto. Entonces, Iván fue a ver a un amigo de un amigo, que era médico. Este le dijo que se trataba de algo que había en el intestino ciego, y le dio una medicina. Esa noche tomó el medicamento y le dio la impresión de que el dolor pasaba, pero volvió otra vez. Entonces se puso a meditar sobre si ese dolor podría significar la muerte y tal horror le entró, al pensar en lo desconocido, que tiró la mesilla de noche. Su mujer entró asustada, preguntando qué le pasaba y si se encontraba mejor. Iván le contestó que no pasaba nada y que estaba peor, pero que no llamase al doctor.

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Iván Illich veía muy de cerca la muerte, y se desesperaba, no podía admitirlo. Se intentaba escabullir del pensamiento desagradable mediante el trabajo, pero no lo conseguía.

Iván tenía un criado llamado Guerásim, un joven apuesto que le ayudaba siempre diligentemente, y ésto le alegraba bastante.

Lo que a él le torturaba es que los demás supieran lo terrible de su estado y lo ocultaran, excepto Guerásim, que decía que no le importaba ayudarle, porque: “Todos moriremos, ¿por qué no, pues, dar una mano?”. A Iván le encantaba esta actitud.

Iván Illich se seguía lamentando que el dolor no pasase, y todo siguiera igual, pero prefería estoa a la muerte. Otra vez vino el doctor, sin remediar nada; su mujer lloró y se marchó, dejándolo solo, hasta que vino la mujer con la hija y el novio de la hija para despedirse, ya que iban al teatro.

La mujer llegó tarde del teatro, dio opio a Iván y éste se quedó solo. Entonces, se puso a meditar. Pensó que quería vivir, vivir como antes lo hacía, pero cuando veía cómo vivía antes, lo veía todo como algo repugnante. Todos los momentos que buscaba desde la Escuela de Jurisprudencia no le eran agradables, excepto los momentos de amor hacia su mujer. Iván comenzó a plantearse la duda de si había o no vivido correctamente.

Siguió luchando entre el pensamiento que a veces tenía de la muerte inmediata y el sentimiento de que su cuerpo se recuperaba. No podía pensar en la muerte, no lo podía admitir, se preguntaba por qué el dolor, por qué la tortura, por qué la muerte, ¿para qué?

Así pasaron dos semanas, durante las cuales Petríschev (el novio de su hija) pidió formalmente la mano de su hija.

Esa noche, la mujer le habló de las medicinas, e Iván le respondió que le dejase morir en paz. Vino el médico, e Iván le reprochó: “Ya sabe que todo es inútil, déjeme”.

Iván Illich seguía meditando sobre su vida, preguntándose si quizá no hubiera sido lo que debiera. Vino un sacerdote para comulgarle, y después Iván pidió a todos que le dejaran solo.

Entonces, Iván no cesó de gritar: “¡Oh!, ¡Oh!, ¡No quiero!” No podía negarlo, su vida no fue lo que debería haber sido. Su familia le estaba mirando. Pidió a su esposa que se llevara a los hijos, y le quiso pedir perdón por la vida que llevó, pero no tuvo fuerzas suficientes.

En este momento, Iván Illich perdió el miedo a la muerte que tanto le agobiaba, en vez de muerte vio luz. Alguien en la sala dijo: “¡Se ha terminado!”. Sí, pensó Iván Illich, se ha terminado la muerte. Para él, ya no existía la muerte

Y entonces, Iván Illich falleció.

Corazón de las tinieblas

El corazón de las tinieblas sigue un viaje de pesadilla al interior de África. En un buque británico que se llama el Nellie tres hombres escuchan a Marlow contar su viaje a África como agente de la Compañía, una empresa de marfil. En el camino presencia la brutalidad y el odio

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entre los colonizadores y los aborígenes africanos, se involucra en una lucha de poder dentro de la Compañía, y por fin aprende la verdad sobre el misterioso Kurtz, un agente loco que se ha hecho tanto un dios como un preso de los "africanos nativos". Después de "rescatar" a Kurtz de los aborígenes Marlow mira horrorizado mientras Kurtz sucumbe a la locura, a la enfermedad y, por fin, a la muerte. La decisión de Marlow de apoyar a Kurtz en vez de a su empresa hace que los lectores se pregunten sobre su integridad moral y posiblemente que se digan, "¡¿Él hizo QUÉ?!" La novela acaba con la visita llena de culpa que Marlow hace a la prometida de Kurtz para devolverle las cartas personales de su prometido

Sala número seis"¿Por qué no ha de ser el hombre inmortal? -se pregunta-. ¿Para que sirve entonces el cerebro con su admirable mecanismo, para qué la vista, el don de la palabra, los sentimientos, el genio, si todo ha de estar predestinado a mezclarse con la tierra y dar vueltas después durante millones de años y sin ningún objeto preciso, alrededor del sol? 

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Para eso no valía la pena sacar al hombre de la nada (al hombre con su espíritu elevado y casi divino) si después se lo había de transformar, como en burla, en miserable puñado de tierra. 

Por miedo a la muerte muchos buscan un sustitutivo de la de la inmortalidad y se consuelan pensando que su cuerpo se perpetuará en una planta, en una roca, y hasta una rana: ¡triste consuelo, que equivale a decirle a la caja de un violón roto que le espera un porvenir envidiable!"

- ¿Y por qué me tiene usted aquí metido?

- Porque está usted enfermo.

- Bien, admitámoslo. Pero hay cientos y miles de locos que se pasean con toda libertad, por la sencilla razón de que es usted demasiado ignorante para acertar a distinguirlos de los cuerdos. ¿Por qué, pues, sólo a mí y a estos desdichados han de tenernos aquí en calidad de chivos expiatorios? Usted, su enfermero, su administrador, y toda esa canalla, todos ustedes son, desde el punto de vista moral, infinitamente inferiores a nosotros, y sin embargo somos nosotros y no ustedes los condenados al encierro perpetuo. ¿Es lógico esto?

- Nada tienen que hacer aquí la moral ni la lógica. Es el azar el que decide. El que ha sido encerrado aquí, aquí se queda, y los otros siguen en libertad. El hecho de que el médico sea yo y el enfermo usted nada tiene que ver con la moral ni la lógica: no es mas que un azar .

- En ese porvenir que tanto le entusiasma a usted no habrá manicomios ni prisiones, ni rejas ni cadenas; en suma, como usted dice, triunfará la verdad. Pero las leyes de la naturaleza seguirán su camino invariable y las cosas no cambiarán en el fondo. Los hombres padecerán enfermedades, se envejecerán y pararán, lo mismo que hoy, en la muerte. La aurora que alumbra la vida podrá ser muy hermosa; pero eso no impedirá que se meta a los hombres en la caja y la caja se meta en la fosa .

Soy un organismo vivo, y como tal reacciono necesariamente ante toda irritación exterior. Reacciono y no puedo menos de hacerlo. Cuando me hacen mal grito y lloro; ante una cobardía me sublevo; ante una mala acción siento asco. Esto es lo que llamamos la vida, según mi entender. A organismo menos perfeccionado, reacción menor. Y al contrario, los organismos superiores son más accesibles a los sentimientos de dolor, de alegría, etc., y reaccionan más enérgicamente a todo lo que pasa en el exterior. Me parece que esta es una verdad elemental. Para despreciar el sufrimiento, estar siempre contento y no asombrarse de nada hay que

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haber caído muy abajo, haber llegado a un estado de brutalidad como el de ese, por ejemplo.

Los sufrimientos, como los gozos, son pasajeros; no se hable más de ellos. Lo esencial es que usted y yo ambos somos seres pensantes, y eso es lo que nos une y hace solidarios , a pesar de la divergencia de nuestras opiniones. ¡Si supiera usted, querido amigo, hasta que punto estoy harto de la locura general, de la maldad, de la estupidez de la gente que me rodea, y que alivio experimento hablando con usted!"