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Gustavo Álvarez

Mate CosidoEl bandido de los pobres

PREMIO DE HISTORIA“DR. JUAN ÁLVAREZ”

2006

Rosario, 2007

Page 3: LIBRO Mate Cosido

ISBN: 978-987-1304-13-4

Rosario, 2007

Gustavo Álvarez

Mate CosidoEl bandido de los pobres

PREMIO DE HISTORIA“DR. JUAN ÁLVAREZ”

2006

Page 4: LIBRO Mate Cosido

Fecha de catalogación en fuente: 04/04/2007

Tirada: 1500 ejemplares

Composición y diseño: Prohistoria EdicionesEditing: Prohistoria EdicionesDiseño de Tapa: Gonzalito Bergessio

TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOSHECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723

© prohistoria edicionesTucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, ArgentinaEmail: [email protected]: www.prohistoria.com.ar

©

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, gráfico, mag-nético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sinexpresa autorización del editor.

ISBN 978-987-1304-13-4Impreso en la Argentina – Printed in Argentina

Álvarez, GustavoMate cosido, el bandido de los pobres. - 1a ed. Argentina - Rosario: Fundación La Capital y

Prohistoria Ediciones, 2007, 110 p. ; 23 x 16 cm. (Premio de Historia Juan Álvarez; 1)

ISBN 978-987-1304-13-4

1. Historia Regional. I. Título

CDD 303.6

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ÍNDICE

Presentación ........................................................................................9

Agradecimientos ...............................................................................11

Capítulo 1El bandolerismo social ......................................................................17

Capítulo 2Mate Cosido: entre el mito y la historia ..........................................25

Capítulo 3Una historia de vida .........................................................................33

Capítulo 4La Banda ...........................................................................................53

Capítulo 5Mate Cosido, su banda, los agentes y la prensa ..............................71

Capítulo 6Consecuencias obligadas: la Gendarmería Nacional ......................81

Conclusiones .....................................................................................87

Apéndice Documental ......................................................................93

Fuentes y Bibliografía .....................................................................103

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PRESENTACIÓN

Rosario es sinónimo hoy, de crecimiento sin pausas, de presentepujante y complejo, de futuro venturoso. Pero esta actualidad quedeslumbra, pese a los claroscuros que aún pinta la desigualdad so-cial, debe ser pensada como posible sólo en virtud de que la sustentael más vigoroso de los pasados.

Dicho pretérito, sustentado en el trabajo constante de su gente ysurgido de la fértil semilla que constituyó la inmigración europea,nos habla de una remota villa colonial que se volvió ciudad y ya escasi metrópoli. Aquellos días fundacionales se confunden con elmismo nacimiento del diario La Capital, que desde 1867 viene sien-do relator y también ineludible protagonista de la gesta rosarina.

Y es justamente en función de dicho afán por hacer, además decontar, que el Decano de la Prensa Argentina desde la Fundaciónque lleva su nombre, ha puesto en marcha el Premio Anual de His-toria Regional “Juan Alvarez”, así denominado en homenaje a quienfuera el más ilustre de los referentes locales en tan crucial disciplinahumanística. El objetivo del concurso es rescatar la historia de laciudad y la región, fomentando la participación de la sociedad en laproducción de pensamiento original y salvar del olvido a aquel quepermanezca inédito.

La ciudad que trabaja duramente, la que crece a lo ancho tantocomo a lo alto, la que comercia, exporta, produce y lucha día tras díaen la dura cotidianidad de la Argentina es la misma que piensa, escri-be, pinta, canta, actúa, milita. Esa Rosario que tantos nombres devalor ha dado al país es también la que necesita y merece la crónica yel análisis. Verse reflejada sin pausas en el unívoco espejo de la historia.

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Ojalá esta iniciativa, que intenta reunir pasado con presente y aambos con el porvenir, contribuya a fortalecer aún más la cada vezmás fuerte identidad regional.

Dr. Daniel VilaPresidente de Fundación La Capital

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AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a Marta Díaz por su constante apoyo para quetermine este trabajo; a Élida Sonzogni por la dirección del mismo ya Sandra Fernández por sus comentarios. Todo mi reconocimientopara las instituciones y personas que me concedieron material docu-mental, bibliográfico y se brindaron cordialmente para realizar unaserie de entrevistas con las que logré articular la investigación. Enprimer lugar, a Gendarmería Nacional y a la gestión del Comandan-te Jouvalet y del Comandante San Julián: el personal del Archivo mepermitió la reproducción de las fuentes. A Mary, mi tía-madre, queconsiguió llaves para abrir puertas cerradas. Al amigo entrañable yconsejero fiel, el antropólogo Héctor Sarmiento, y a Bety; ambossiempre fueron un faro en la oscuridad y un permanente libro abier-to. Al compañero antropólogo Socorso “Nino” Volpe, por su ayu-da desinteresada en la selección fotográfica.

Quiere agradecer también al jurado que me da la posibilidad deeditar este trabajo reconocido por la primera convocatoria del pre-mio “Juan Álvarez”, intelectual de nuestra ciudad de Rosario con elque comparto el apellido y cierta visión del compromiso, aunque nome una ningún vínculo familiar. Para los historiadores, es importan-te que nuestra ciudad y nuestra provincia recupere su memoria.

Las personas entrevistadas, cuyos nombres consigno al final deeste trabajo, me dieron su consentimiento para registrar las conver-saciones mantenidas a lo largo de los años 1995 a 1997. GabrielaDalla Corte me ayudó en forma permanente en la edición final deltexto, y desde que la conocí allá por aquellos años de la Universidadse transformó en una inseparable hermana en la vida. A JuanBastianelli, por sus consejos, por su sincera amistad y por acompa-ñarme en algunas aventuras.

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Gustavo Álvarez12

Dedico este trabajo a mis hijos Catriel y Priscila; a mi mamáRaquel; a Carina, la compañera que elegí para vivir; a mis familiaresy amigos que colaboraron de distintas formas. Pero muy especial-mente a mis abuelos, Justo Samuel Álvarez y Natividad Ortiz, y aRulito Álvarez, el tío abuelo aventurero quien de este tema sabíamás detalles de lo que muchos suponen.

El interés por esta historia se originó cuando era un niño, al es-cuchar los relatos de mi abuelo Samuel, para quien Mate Cosido se-guía siendo, muchos años después de su muerte, una especie de hé-roe justiciero al estilo de Robin Hood.

Gustavo ÁlvarezMarzo de 2007

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13Mate Cosido, el bandido de los pobres

BANDIDOS RURALES(León Gieco y Hugo Chumbita)

Nacido en Santa Fe, 1894, cerca de Cañada, de inmigrantesitalianos

Juan Bautista lo llamaron de apellido Vairoletto,Bailarín sagaz, desafiante y mujeriego

Winchester en el recado, dos armas cortas también,Un cuchillo atrás y un caballo alazán

Raya al medio, con pañuelo, tatuaje en la pielQuedó fuera de la ley, quedó fuera de la ley.

Se enamoró de la mujer que pretendía un policía,Lo golpeó, lo puso preso un tal Farach Elías.

“Andate de Castex”, le dijo, “aquí tenemos leyes”Corría el año 1919.

Antes de irse fue al boliche a verlo al fulano, con un 450 belga,revolver en mano. Le agujereó el cuello y lo dejó tirado ahí,

Ahora sí fuera de la ley, ahora sí fuera de la ley.

Bandidos rurales, difícil de atraparles,Jinetes rebeldes, por vientos salvajes.

Bandidos rurales, difícil de atraparles,Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie

Por el mismo tiempo hubo otro bandoleroPor hurtos y vagancia, diecinueve veces preso.

Al penal de Resistencia lo extradita el ParaguayAllí conoce a Zamacola y Rossi por el 26.

1897, en Monteros, Tucumán,el día 3 de marzo lo dan por bien nacido

Segundo David Peralta, alias “Mate Cosido”También fuera de la ley, también fuera de la ley.

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Entre Campo Largo y Pampa del Infierno,El pagador de Bunge y Born le dá 6.000 por no ser muerto

Gran asalto al tren del Chaco, Monte de Saénz Peña.Anderson y Clayton, firma algodonera

45.000 a Dreyfus le sacaron sin violenciael gerente Ward, de Quebrachales,

13.000 le entrega.Secuestro a Negroni, Garbarini y Berzón

Resistió fuera de la ley, resistió fuera de la ley.

Vairoletto cae en colonia San Pedro de AtuelEl último balazo se lo pega el

Vicente Gazcón, gallego del 62, con su vidaEn Pico, pagó aquella traición.

Sol, arena y soledad, cementerio de Alvear,En su tumba hay flores, velas y placas de metalEl último romántico lo llora Telma, su mujerMuere fuera de la ley, muere fuera de la ley.

No sabrán de mí, no entregaré mi cuerpo heridoQuitilipi, Machagai…¿dónde está “Mate Cosido”?

Corría el 36 y lo quieren vivo o muerto2.000 de recompensa, se callan los hacheros.

Logró romper el cerco de Solveyra, un torturadorDe Gendarmería que tenía información.

Hermínia y Ramona dudan que lo hayan matadoA este fuera de la ley, a este fuera de la ley

En un lugar neutral creo que en Buenos Aires,Se conocen dos hermanos, de este barro

De esta sangre.Dejan un pedazo de pasado aquí sellado

Y deciden golpear al que se roba el quebrachal.Por eso las dos bandas, cerquita de Cote Lai,

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15Mate Cosido, el bandido de los pobres

Mataron a un tal Mieres, mayordomo de la ForestalSe rompió el silencio en balas, robo que no pudo ser

Dos fuera de la ley, los dos fuera de la ley

Martina Chapanay, bandolera de San JuanJuan Cuello, Juan Moreira, Gato Moro y Brunel,El Tigre de Quequén, Guayama y Bazán Frías,Barrientos y Velázquez, Calandria y Cubillos

Gaucho Gil, José Dolores, Gaucho Lega y AlarcónBandidos populares de leyenda y corazón

Queridos por anarcos, pobres y pupilas de burdel,Todos fuera de la ley, todos fuera de la ley

Bandidos rurales, difícil de atraparles,Jinetes rebeldes, por vientos salvajes.

Bandidos rurales, difícil de atraparles,Igual que alambrar estrellas en tierra de nadie

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CAPÍTULO 1

El bandolerismo social

Este trabajo se inscribe en un debate mayor que es la conformaciónde un sector dominante a nivel nacional y regional y su relación conlos sectores subalternos. En la Argentina, la década de 1930 se carac-terizó por una serie de importantes transformaciones en su estruc-tura socioeconómica, ya que la economía nacional basada en la ex-portación de productos agropecuarios, tuvo que adaptarse a un nuevocontexto internacional al sufrir los embates de la crisis económicamundial que terminó por desorganizar los patrones de intercambiodel comercio vigente entre las naciones. En ese modelo, Argentinase mantenía como productora de materias primas orientadas hacia laexportación e importando al mismo tiempo manufacturas de lospaíses centrales.

En ese contexto se produjeron transformaciones en la composi-ción de los diversos grupos sociales que conformaban la sociedadargentina. La situación de crisis afectó, paralelamente, las formas derepresentación política y el Estado asumió un papel diferente al quelo había caracterizado antes: intervino de manera dinámica y directaen las cuestiones económicas y sociales.

Durante la década de 1930 se operó un marcado dinamismo encuanto a la gran inversión de capitales provenientes de los EstadosUnidos, Alemania, Francia, Bélgica e Inglaterra. Esas inversiones seorientaron estratégicamente a diversos sectores productivos, y favo-recieron el desarrollo de la industrializa por sustitución de importa-ciones. Se interesaron en las actividades agropecuarias y textiles, elcomercio y las finanzas, así como en las nuevas actividades econó-micas, es decir, la producción industrial y la construcción. Este cre-cimiento fue notoriamente constante entre 1931 y 1940.

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Esta nueva situación configuró una realidad en la cual el des-equilibrio entre los sectores sociales se hizo más nítido. Mientras elcosto de vida tendía a aumentar, los salarios disminuyeron o se man-tuvieron muy bajos. Este modelo de acumulación se sustentó en laincorporación masiva de fuerza de trabajo en condiciones precariase inestables. El resultado fue una creciente acumulación de riquezapara los sectores dominantes de la economía capitalista en expan-sión. Para los sectores que dependían de un salario para sobrevivir,en cambio, no se beneficiaron ni de la redistribución de ingresos nide mejoras en las condiciones de trabajo.

Por supuesto, si esta situación de tanta precariedad la vivían lostrabajadores de las grandes ciudades del país, los drásticos embatesde esta transformación los vivieron los trabajadores de las zonas ru-rales, especialmente en aquellas regiones en las que se asentaron loscapitales extranjeros. Las economías regionales que algunos auto-res, como Zarrilli (2004), han calificado de “marginales”, como fueel caso del noreste argentino, se incorporaron a través de la produc-ción algodonera (Girbal-Blacha, 2004) y tabacalera, o a través de laexplotación extractiva del quebracho (Guerrero, 2000). Roa Bastos,para el caso del Chaco paraguayo, lo dejó consignado en su famosolibro Hijo de Hombre.

El Estado Nacional fue el pivote principal que se erigió comosistema de dominación para asegurar la construcción de este nuevoorden. Fue el garante fundamental de las relaciones capitalistas deproducción por su capacidad de orientar las respuestas de los secto-res sociales ligados a la producción. Esta época tuvo el corolario deestar marcada por el signo político de la Ley marcial, el estado desitio y la represión dirigida hacia el movimiento obrero organizado,nucleado en el movimiento sindical cuyos orígenes fueron de ex-tracción anarquista, socialista y, posteriormente, comunista. Hay queseñalar, además, que la preponderancia de los sectores oligárquicosque dominaron la Argentina se puso de manifiesto con la restaura-ción conservadora de partir de los años ’30. La década se inaugurócon un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Hipólito

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Yrigoyen, que había sido elegido por sufragio universal masculino,secreto y obligatorio, siguiendo los lineamientos de la Ley SaenzPeña.

Ante esta situación de irrupción violenta del sistema capitalistaen expansión, podemos deducir que el bandolerismo social fue unareacción espontánea e individual frente a la violencia ejercida desdearriba, la que genera al mismo tiempo una miseria creciente que recaesobre los sectores sociales.

El bandolerismo social fue una respuesta emergente de corte in-dividual contra el orden establecido, que apareció en particularescondiciones geográficas como en las zonas marginales de la fronterainterna del país (Gullón Abao, 1993). Allí, el aislamiento, el atraso ola injusticia, junto a la rigidez social que actuó como detonante polí-tico y a falta de válvulas de escape, provocó la aparición de distintasclases de bandoleros, entre ellos, los bandoleros sociales, en áreasque el Estado calificó de “desérticas” (Wright, 1998).

Los bandoleros sociales no son delincuentes comunes:transgreden los límites impuestos por el Estado, y en general viven yactúan en su comunidad campesina. Muestran que existe un claroenfrentamiento entre dos modelos contrapuestos, el Estado Nacio-nal, que es percibido como un elemento exógeno, frente a la comu-nidad de referencia tradicional.

El historiador ingles Eric Hobsbawm ha desarrollado una vastainvestigación sobre el bandolerismo social desarrollado en diversaszonas del mundo, especialmente en el continente europeo.Hobsbawm ha tomado casos cuyas características generales de com-portamiento son curiosamente similares, existiendo también nota-bles coincidencias en la forma en que los bandoleros desaparecieronfísicamente, generalmente producto de la traición de los colabora-dores más cercanos. Al mismo tiempo, esos hombres hicieron mellaen la historia de varios países del viejo continente, como SalvatoreGiuliano en la isla de Sicilia que saltó a la fama, mucho después de sumuerte, a través de la famosa novela de Mario Puzzo “El Siciliano”;

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como Diego Corrientes en España o hasta el propio Robin Hood,cuya existencia en la historia anglosajona nadie discute y, al mismotiempo, sirve como marco referencial obligatorio cuando llega elmomento de realizar algún tipo de comparación.

Según Hobsbawm,

“El bandolerismo social ha ejercido, a lo largo de los siglosuna persistente atracción en amplios sectores populares. Noen vano, en el pasado y en tiempos muy recientes, en Europa,Asia y América, las irritantes diferencias sociales y económi-cas han sólido generar –como contrapunto a tanta injusticia–la figura, a veces muy arraigada en el pueblo, del bandolerosocial... el bandolerismo es una forma mas bien primitiva deprotesta social organizada, acaso la más primitiva que conoce-mos” (Hobsbawm: 1976).

El bandolerismo es social cuando quienes lo practican respetanlas normas de justicia y códigos de convivencia emanados por la pro-pia comunidad en la cual se encuentran insertos, al margen de laopinión y de los dictados de aparatos ideológicos y represivos delEstado.

Algunos autores han señalado que la sociedad campesina tradi-cional ha sido de alguna manera excluida por la “otra” sociedad: elbandolero social, según el planteo de Eric Hobsbawm, no se plantearealizar una revolución social que tienda a cambiar las estructurasexistentes. Solamente trata de sobrevivir y encontrar un espacio, enel esquema tradicional de la sociedad campesina. Se encuentra justi-ficado su proceder porque carece de ambivalencias ya que bajo nin-gún aspecto quiebra las normas establecidas.

El bandolerismo social tiene carácter organizativo, y su patrónde comportamiento se basa en códigos comunes, compartidos entrequienes forman parte de la banda. A diferencia de la delincuenciacomún, ataca a los poderes económicos y sus objetivos son de carác-

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ter redistributivo bajo presupuestos de justicia social. La delincuen-cia común no busca redistribuir la riqueza, más allá de quienes for-man parte del grupo. En este sentido, no se puede llamar bandolerosocial a quien roba o asesina a integrantes de su misma condiciónsocial. Aunque puede ocurrir, como ha señalado Hobsbawm, que elbandolero social se vea impelido a cometer delitos comunes, en ca-sos concretos: “lo peor que puede acontecerle a un bandolero”, haseñalado el historiador inglés, “es quedar cortado de su fuente deabastecimiento locales, porque entonces se ve realmente obligado arobar y hurtar, es decir a hurtar a los suyos, pudiendo por lo tantoconvertirse en delincuente al que se denuncia” (Hobsbawm, 1974: 33).

A diferencia de algunos delincuentes comunes, además, los ban-doleros sociales no han actuado contra las mujeres, ni siquiera con-tra las mujeres de los sectores “acomodados” de la sociedad. Se die-ron casos de secuestros de mujeres para pedir rescate, y a veces se lasdespojó de sus pertenencias, pero, según los datos que se conservan,no hubo casos de violación o maltrato (Hobsbawm, 1976).

Desde el panorama general que marcan las leyes, cualquier per-sona que se apropie de algo ajeno que no le pertenezca, usando mé-todos violentos o no, en forma individual o formando un grupo or-ganizado, es un bandido. Por supuesto, debemos aclarar que tantoel medio urbano como el campesino, son dos realidades diametral-mente opuestas: el bandolero social no resulta para la opinión públi-ca un delincuente común, como lo identifican las leyes y el aparatomontado para reprimir y hacer cumplir las mismas.

El bandolero social es un elemento emergente de las sociedadescampesinas o medios sociales en transición hacia la modernizaciónmarcadas por los procesos de industrialización, que se mantiene den-tro de los parámetros de convivencia de la sociedad, pero que esconsiderado por la gente como justiciero, paladín o vengador.

En definitiva, se trata de una persona a la cual los sectores socia-les más desfavorecidos apoyan, ayudan, ocultan y hasta admiran.Estos sectores sociales desfavorecidos también tienen establecida unaclara diferenciación cuando se trata de bandidos, aquellos delincuen-

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tes comunes a los cuales les resulta igual robar el magro productogenerado por los sectores populares, como así también el de un acau-dalado terrateniente o industrial. Y los bandoleros sociales o bandi-dos nobles, a los cuales les resulta sumamente inadmisible sacarlealgo a un necesitado, pero sí lo hacen con los sectores sociales aco-modados.

Según Hobsbawn, quienes no actúan de esta manera, “carecende la relación especial que convierte el bandolerismo en social”, sien-do este uno de los fenómenos sociales más universales registradospor la historia y uno de los más sorprendentemente uniformes.

Debemos tener en cuenta para esta temática que los procesos demodernización reflejados en el desarrollo económico, los medios decomunicación, transporte, el papel del Estado como garante y gen-darme de este proceso, van eliminando paulatinamente las condicio-nes en las cuales puede florecer cualquier tipo de bandolerismo so-cial de los conocidos hasta ahora. Hobsbawm dice que existe la creen-cia generalizada de que los bandidos se multiplican en las áreas re-motas e inaccesibles, tales como montañas, llanuras sin caminostransitables, regiones pantanosas, bosques o estuarios con sus labe-rintos de canales y ensenadas, y que, en general, se sienten atraídospor las rutas comerciales y las principales vías de comunicación dondeel tránsito “preindustrial” es naturalmente lento y engorroso. Laconstrucción de carreteras modernas buenas y rápidas es, a menudo,suficiente para una disminución también rápida del bandolerismosocial. Una administración complicada e ineficaz lo favorece. Todasestas variaciones o cimbronazos del cuerpo social tienden a aumen-tar en forma imprevisible el “bandidaje” de uno u otro tipo.

A lo dicho puede agregarse que no son los únicos factores a te-ner en consideración: en la situación que nos ocupa, existía un nota-ble descontento social debido al papel asumido por los monopoliosextranjeros ligados a la producción y explotación de los recursosnaturales, y al abuso ejercido sobre la mano de obra. En resumen,debe prestarse particular interés a las formas de degradación de lascondiciones de vida.

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¿Cuáles son los elementos teóricos que respaldan esta diferen-ciación que hacemos de estos bandidos entre comunes y sociales? ¿Ypor qué sociales? Un interés especial para esta investigación es anali-zar los distintos aspectos entre unos y otros con el solo objetivo dedisipar todo tipo de duda o confusión con respecto a las distintascategorías que se han utilizado en esta temática. ¿Cuáles son las cir-cunstancias temporales y espaciales en nuestro país y en otros paísesdel mundo que influyen en algunos hombres, pertenecientes gene-ralmente a los sectores sociales populares hasta el punto de provocarciertos emergentes de índole social, más aun si tomamos como ejede análisis la explotación que se hacia y que hoy todavía perdurasobre la clase trabajadora?

De acuerdo con la documentación consultada para la elabora-ción de este texto, los siglos XIX y XX fueron particularmente ricosen el fenómeno del bandolerismo social en diversas partes del mundo.

Debido a la transición de una economía precapitalista a una eco-nomía capitalista, la situación refleja la distorsión de toda la socie-dad y favorece la aparición de estructuras y clases sociales nuevas,con la consecuente resistencia de comunidades o pueblos enteros ala posible destrucción de sus formas de vida y costumbres.

Los bandoleros sociales poseen fuertes dotes de liderazgo aun-que este rasgo, normalmente, no alcanza para instalar un nuevo plande organización social. Hobsbawm dice que “el bandolerismo so-cial en sí no constituye un programa para la sociedad campesina”,sino una forma de autoayuda para escapar de las crisis o de la distor-sión social en determinadas circunstancias (Hobsbawm, 1976: 4). Enel polo opuesto podemos ubicar a otros emergentes de esta forma derebeldía, que sí poseen un programa de nuevo orden social, los lla-mados anarquistas expropiadores, que a veces utilizaron métodossimilares a los aplicados por los bandoleros sociales.

Los hechos producidos por el bandolerismo social suelen que-dar bajo un manto de penumbras, desentrañables no sin esfuerzosobre la base del análisis de las fuentes. Hoy, a más de medio siglo de

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los acontecimientos de los cuales se ocupa este libro, subsiste y pre-domina una leyenda que revive de generación en generación, recons-truida por aquellos que fueron testigos obligados de una época, ca-racterizada por un accionar “fuera de la ley” muy particular dondese bifurcaban los caminos entre el delincuente común, por un lado,y el ladrón noble, por el otro.

El común de los bandoleros sociales no cuestiona el orden so-cial imperante, aunque sí el desequilibrio de las relaciones sociales.Para ello tienen como fin la eliminación de los abusos: castigan ovengan los casos de injusticia. Es un objetivo modesto que caracteri-zó también a los bandoleros sociales del siglos pasados –como fue elcaso de Robin Hood– aunque en el siglo XX, y mucho más entre losbandoleros sociales de la Argentina, éstos combinaron la ideologíaácrata y el socialismo naciente. Esto hizo que este fenómeno no que-dase enmarcado en una simple lucha contra la explotación modera-da ejercida por los ricos contra los pobres, por los fuertes contra losdébiles.

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CAPÍTULO 2

Mate Cosido: entre el mito y la historia

La historia del bandolerismo social en la Argentina se cruza muchasveces con en el terreno de lo mítico. Y cuando se indaga sobre elcaso de uno de los bandoleros sociales más famosos y enigmáticos,conocido popularmente como Mate Cosido, no estamos frente a unaexcepción.

Este bandolero se hizo popular a través de los distintos mediosde prensa de los años que van de 1934 a 1940. Estamos a más demedio siglo de los sucesos que dieron fama y notoriedad a MateCosido. Gran parte de esta fracción de la historia que intentamosreconstruir en estas páginas es un tema tabú; dicho con otras pala-bras, no ha quedado registrada en las historias oficiales, a excepciónde los relatos orales que ayudaron definitivamente a erigir lo que seconoce popularmente como la leyenda. Gran parte de los datos quenos han llegado a la actualidad forman parte de esa leyenda o cola-boran en inspirar a diversos artistas de la zona.

En Bandidos Rurales, letra de un tema musical que elegimos parainiciar este trabajo, León Greco y Hugo Chumbita reinventaron partede la historia que ha traspasado el tiempo y el olvido. Sin embargo,quizás el primero en recordarnos esta historia, con su famosa can-ción titulada Historia de Mate Cosido, ha sido Adrián Abonizzio.

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Mate Cosido – Archivo Gendarmería Nacional

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HISTORIA DE MATE COSIDO

Sentado entre maderasy las flores caen

la llama del tabacoy la cruz de los barcos.

Si las luces de este pueblote preguntan cómo he muerto

decíles que no sabésque no sabés.Mi revólvermi campera

mi hacha, mi tramperamis viejos perros, mi prontuario.

Tenés que estar prevenidoun día la lancha va a llegarla esperaré tan tranquilo.

Me cambiaré de camisa y de puñalpara que un oficial escriba

en el parte de salidaun ahogo

se ganará un ascensocomo padre de familia.

Para que un oficial escribaen el parte de salida

un ahogolo contará en la guardia

del penal.Para que el río se detenga

a la hora señaladallegará

es como una puñaladacomo una,nada más.

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Con Mate Cosido, uno de los bandoleros sociales más conoci-dos por los sectores populares de las provincias del Chaco, Santa Fe,Corrientes, y de prácticamente toda la zona noreste de la RepúblicaArgentina, nos encontramos sin ninguna duda ante una historia sinepílogo conocido.

Pero su historia no es única en este género. En estas mismas tie-rras del litoral, por ejemplo, otros se ganaron también la lealtad, elafecto y –luego de su muerte– hasta la devoción de los sectores po-pulares más necesitados.

En Corrientes, muy venerados por la gente, destacaron el Gau-cho Lega (su verdadero nombre era Olegario Alvarez) y El GauchitoAntonio Gil. Aunque ninguno de ellos puede ser denominado unbandolero social, sus historias se tocan con la de nuestro bandido:los sectores populares del siglo XIX los habían calificado comoGauchos buenos, porque podían confiar en ellos y los considerabandefensores de los pobres y vengadores de las injusticias.

Quien sí era un bandolero social en el sentido fuerte del concep-to fue Juan Bautista Bairoleto –El Pampeano. Más próximo a nues-tros días, también pueden ser considerados como bandoleros socia-les los Hermanos Velázquez, personajes que actuaron en la zona delChaco entre 1962 y 1967. Todos ellos se encuadran en este arqueti-po del rebelde social que practicaba el robo a los ricos para repartiry redistribuir el producto de sus “hazañas”, de sus “actos de justi-cia” (que las autoridades calificaban de “fechorías”) entre los po-bres. Nunca asesinaron a nadie, salvo en legítima defensa, o, comoellos mismos solían afirmar, por “justa venganza”.

Lo que se dijo peyorativa o críticamente, en su momento, desdelos medios oficiales de información, forma hoy parte de la leyenda.La vida de estos personajes, y sobre todo la manera en que aquellasvidas terminaban, dio lugar a la elaboración de toda una serie dehipótesis, la mayoría de carácter infundado, donde la verdad mu-chas veces resultaba superada por la ideología de los sectores domi-nantes de nuestro país. En las páginas que siguen pretendo ofrecerun humilde aporte para hacer justicia con todos aquellos y aquellas

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que se ganaron un pequeño capítulo en la historia oral que hoy secuenta en el noreste argentino: un capítulo de vencedores y vencidos.

Generalmente, los vencidos son parte de la historia no escrita,aquella que se trasmite de generación en generación, preferentemen-te de abuelos a nietos, frente a una taza de mate cocido humeante.Esto es así al menos en una gran parte del norte de la provincia deSanta Fe, y toda la zona del noreste de nuestro país, y muy especial-mente el Chaco. No obstante, el fenómeno de las migraciones inter-nas desde las regiones rurales hacia los grandes centros urbanos comoBuenos Aires, Rosario, Córdoba, no sólo consistió en la llegada deimportantes sectores de la población, temática generalmentecuantificable en términos demográficos (Scaravelli y González Ibarra,1996). Con la gente, también llegó un gran bagaje de historia viva,no escrita, de transmisión oral. Este trabajo se inscribe, por ende, enla recuperación de las voces de quienes no escriben ni leen muchoslibros. Muchos fueron analfabetos y muy pocas veces son conoci-dos por sus propios nombres, excepto por sus amigos. En general,se los recuerda por sus apodos.

Mate Cosido, desde mi perspectiva, puede dejar de ser sólo unmito, es decir, un claro exponente de la vida romántica que luchópor la libertad con afán de justicia, tanto para sí como para quienesle rodeaban, para pasar a ser parte de nuestra historia, una historiaque se ha nutrido, en gran medida, de violencia (Iñigo Carrera, 1979,2002). Este trabajo pretende mostrar la importancia de lo que mu-chos han decidido llamar Historia oral. Se trata de testimonios que,por alguna razón, no han quedado asentados en ningún documentoescrito. Al desaparecer físicamente los propietarios de esa porciónde recuerdos vivos, se corre el riesgo de perder información vitalpara la Historia.

Resulta interesante destacar la situación existente en el entoncesterritorio nacional del Chaco, cuando todavía no se había converti-do en las provincias de Chaco y Formosa y que incluía el norte de laactual provincia de Santa Fe. En este espacio, la estructura social ylaboral llevaba implícitos algunos resabios que podríamos calificar

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de “feudales”, presentes particularmente en las grandes empresas decapitales extranjeros (Girbal-Blacha, 1995; Maeder, 1996). En losobrajes del Alto Paraná, por ejemplo, se mantenía en un régimen deexpoliación inhumano a miles y miles de criollos e indígenas, a loscuales no se les tenía ni él más mínimo respeto, pues se los podíamatar ante la vista impávida de gran parte de la clase dirigente argen-tina.

Su exigua alimentación consistía en preparados con maíz, hari-na, la infaltable mandioca y a veces acompañaban el menú con unpoco de carne de algún animal silvestre, de vacuno o cebú, la mayo-ría de las veces en mal estado. Su mísera vivienda, cuando se podíaconstruir, era un rancho de adobe o un cobertizo de paja, conocidocomo “bendito”. Demás está decir que toda la zona era un territoriofértil para diversas alimañas, entre ellas la vinchuca productora del“mal de chagas”, los ofidios, y diversos insectos.

La gente que trabajaba en la zona ganaba un mínimo e insufi-ciente salario, si es que lo percibían realmente, que además de limita-do era pagado en moneda ilegal o mediante vales extendidos por lasgrandes compañías. Era un sistema que nos recuerda la famosa tien-da de raya de propiedad de los patrones. El trabajador solía quedarendeudado, ya que todas las provisiones se adquirían, obligatoria-mente, a la propia empresa contratante o a los representantes de lamisma, pagando precios muy altos para su obtención, práctica queera habitualmente implementada con total impunidad por “La Fo-restal” (Acevedo, 1983; Bitlloch y Sormani, 1997; Gori, 1974; Silber,1997; Virasoro, 1971).

Existen documentos históricos que enumeran las vicisitudes quesufrieron aquellos “empleados” de un “próspero” sistema capitalis-ta basado en la agro-industria. Además de las tiendas de raya, pro-piedad de los patrones, el trabajo se pagaba en forma de vales o enespecie, generalmente mercaderías que hubiesen resultado baratas sise hubiesen comprado en el mercado, es decir, fuera de los obrajes oingenios, pero que se pagaban el triple o hasta seis veces más cuandose adquirían en ese círculo de explotación. Los patrones y “capangas”

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31Mate Cosido, el bandido de los pobres

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se llenaban los bolsillos. Las únicas diversiones en estos parajes, es-pecialmente organizadas para dar un corolario turbio y triste al des-pojo, eran el alcohol, el juego y la prostitución.

Gran parte de esta reconstrucción no se hubiera podido realizarsin las entrevistas que realicé a diferentes protagonistas de la época yde los hechos que aquí se relatan, y que directa o indirectamenteestuvieron en contacto con algunos de los miembros de la banda.Fueron amigos, encubridores, simples admiradores, familiares de laspersonas secuestradas.... Estas personas ayudaron a aclarar las lagu-nas que brindaban los documentos escritos que nos dejaron las per-sonas encargadas de la represión. A diferencia de la prensa, que pre-senta a Mate Cosido como un delincuente común o un “románticobandolero que aterroriza al Chaco”, según reza uno de los titularesperiodísticos, las entrevistas mantenidas con los testigos de la épocanos llevan al plano social.