lcde059 - keith luger - el planeta de las mujeres araña

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LCDE059 - Keith Luger - El Planeta de Las Mujeres Araña

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59-1 de3

KEITH LUGEREL PLANETA DE LAS MUJERES-ARAAColeccin

LA CONQUISTA DEL ESPACIO n. 59 Publicacin semanal Aparece los VIERNES

EDITORIAL BRUGUERA, S. A.

BARCELONA - BOGOTA - BUENOS AIRES .- CARACAS - MEXICO

Depsito Legal B 27.958-1971 Impreso en Espaa-Printed in Spain1.a edicin: setiembre, 1971 KEITH LUGER-1971 sobre la parte literaria MIGUEL GARCIA-1971 sobre la cubiertaTodos los personajes y entidades privadas que aparecen en esta novela, as como las situaciones de la misma, son fruto exclusivamente de la imaginacin del autor, por lo que cualquier semejanza con personajes, entidades o hechos pasados o actuales, ser simple coincidencia

Concedidos derechos exclusivos a favor de EDITORIAL BRUGUERA, S. A. Mora la Nueva, 2. Barcelona (Espaa)

Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A. Mora la Nueva, 2 - Barcelona

1971ULTIMAS OBRAS PUBLICADAS EN ESTA COLECCION CAPITULO PRIMERO

54. Los supervivientes, Marcus Sidreo.55. Investigacin a un orculo, Glenn Parrish.56. Alquimia 3000, Curts Garland.57. Intrusos siderales, George H. White.58. Contrainvasin, Glenn Parris.CAPITULO PRIMEROPor qu lloras, Betty? No estoy llorando, Rose.

No? Llevas media hora metida en tu cuarto y te he odo llorar- desde la cocina.

Est bien. Te lo dir. He terminado con Bob.

Slo es por eso, Betty?

Te parece poco? Hemos mantenido relaciones durante tres aos!

Y os ibais a casar.

Pero ya no nos casaremos.

Lo mismo te he odo decir por lo menos tres veces.

Betty Harris y Rose Marlowe compartan el apartamento. Betty era dibujante de diseos en una casa de modas y Rose trabajaba en una cadena de televisin, la A. H. R., para la que escriba guiones.

Betty era rubia, de ojos verdes, nariz respingona, rostro agradable, simptico.

Rose era morena, bellsima, con un cuerpo que causaba sensacin en todas partes, sobre todo en los estudios de televisin. Estaba cansada de que le gastasen la misma broma. Segn ellos, haba equivocado su carrera. No deba escribir, sino exhibir los encantos que la naturaleza haba prodigado sobre ella, y para ello deba seguir la carrera de actriz.

He descubierto que Bob est enamorado de otra, Rose.Son suposiciones tuyas, Betty.

No, Rose, lo s bien.

Betty cogi su maleta y la puso sobre la cama.

Qu haces, Betty?

Me voy.

A dnde?

A mi casa.

Vas a dejar tu empleo por una ria tonta con tu novio?

Slo se trata de unas vacaciones. Consegu el permiso de la seora Robson... Estar una semana en mi casa. Ya sabes, dulce regreso al hogar.

Lo malo es que el tuyo no es dulce.

Me ayudar a olvidar.

Creo que ests equivocada, Betty. Si de verdad quieres olvidar a Bob, deberas permanecer aqu, al pie del can. Sumrgete en el trabajo.

No.

Oye, Betty, tienes los chicos como moscas a tu alrededor y, en cuanto se enteren de que has quedado libre de compromiso, te llovern las propuestas.

Oh, s, propuestas para cenar.

Por algo se empieza.

Betty ya estaba llenando la maleta con su ropa. Rose dio un suspiro.

Cul es tu destino? Lincolnville.

Hay muchos Lincolnville en el pas. Cul es el tuyo?

Nuevo Mxico. Es un pueblo muy pequeo, al lado del desierto.

Y es ah donde quieres encerrarte?Ya te he dicho que slo ser por una semana.

Lo has pensado bien?

Est pensado y decidido.

Por lo visto, no te voy a convencer.

Betty sonri con amargura y bes a Rose en la mejilla.

Eres una buena amiga, Rose. Pero estoy segura de que me conviene apartarme un poco de Los Angeles.

Betty, voy a convenir en que te apartes de Los Angeles, pero no tanto, hija. En California hay muchos lugares, hermosos pueblos costeros, donde puedes ir. Por qu tienes que meterte en el desierto?

En Lincolnville hay agua y crecen las flores.

Bajo un sol abrasador.

De da, el sol pega fuerte, pero de noche refresca mucho. En mi cama me pongo hasta tres mantas.

Seoras y caballeros, por qu no pasan sus vacaciones en Lincolnville, Nuevo Mxico?Se han perdido lo mejor del mundo. Vayan a Lincolnville, Nuevo Mxico, y pasarn del invierno al verano en muy pocas horas.

Betty cerr la maleta y se maquill ante el espejo. Rose la observ con los brazos cruzados.

Me dejas preocupada, Betty.

Por qu?

Imagino que te irs en el auto.

S, claro.

No ests para conducir.

Ir despacio.

Llmame cuando llegues.

No tengo telfono en casa.

Pero al menos habr un telfono en el pueblo.

Hay varios.

Entonces, llmame.

Est bien. Te llamar desde el almacn del seor Master.

Cundo llegars?

No tengo prisa. Son ms de mil millas. Es posible que tarde un par de das. Rose acompa a Betty hasta la puerta y se besaron.

Buen viaje. Y recuerda que slo es una semana. No se te ocurra quedarte all para el resto de tus das. Me disgustara pasar por Lincolnville dentro de unos aos y que, al preguntar por Betty Harris, me encontrase con una anciana.

Betty se ech a rer mientras sala del apartamento.

Betty Harris conduca su auto por la carretera que cruzaba el desierto. Haba hecho ya la mitad del camino desde Los Angeles a Lincolnville.

El viento soplaba con fuerza.

Eran las cinco de la tarde, pero las nubes haban oscurecido el cielo.

Tena puesta la radio, oyendo msica, y en aquel momento la pieza fue interrumpida. Oy la voz del locutor.

Hacemos un alto en nuestra emisin Baile usted con nosotros para dar un boletn urgente que nos ha sido facilitado por el Servicio Meteorolgico Estatal. Un huracn azota la zona del desierto Pelado. Vientos con velocidades de hasta cien millas estn asolando extensas comarcas. Se ruega a los viajeros que se dispongan a cruzar estas regiones se abstengan de hacerlo. Aquellos que se encuentren en la zona afectada deben buscar refugio. Y seguidamente reanudamos nuestra cita con las mejores orquestas.

Continu la pieza musical que se haba interrumpido.Betty se dijo que estaba en la zona a la que se haba referido el boletn meteorolgico.

De pronto, una fuerte rfaga empuj el vehculo hacia el otro lado de la carretera. Betty gir el volante con brusquedad y logr mantenerse dentro del encintado.

Las palabras del locutor repercutieron en su mente: Aquellos que se encuentren en la zona afectada deben buscar refugio.

Ella desconoca aquella parte del estado. No saba qu pueblos podra haber cerca, aunque tena una idea de que, entre uno y otro pueblo, exista una gran distancia.

El rugido del viento ensordeca la msica y silenci la radio.

Las rfagas le llegaban de frente y arrastraban mucho polvo. Apenas poda ver la carretera. Sujetaba con las dos manos el volante, pero el vehculo daba bandazos^ Tan pronto estaba a la derecha como a la izquierda.

Era una suerte para ella que se encontrase a solas en la carretera. Haca horas que no veaun vehculo y comprendi que los posibles viajeros haban sido ya advertidos de la peligrosidad de aquel huracn.

Se sinti llena de angustia. Podra detenerse, pero tuvo miedo de aquella soledad. Y, adems, las negras nubes podan abrir sus compuertas y descargar toneladas de agua sobre la tierra.

Una casa la salvara de aquella situacin. Una casa cualquiera.

Descubri un camino por entre la arena que golpeaba contra el parabrisas. Desvi el coche por l. Dando tumbos a un lado y a otro, el vehculo sigui adelante.

Haba recorrido seis millas cuando a la vuelta de una curva vio una casa grande.

Estaba salvada. Apret el acelerador y el coche cobr velocidad, y cuando lleg ante la casa, se detuvo.

Salt del vehculo y una rfaga la arroj al suelo. Logr levantarse, pero tuvo que cerrar los ojos porque la arena la cegaba. Trat de cerrar la portezuela del vehculo, pero el viento huracanado era tan fuerte que le era imposible.

Tambaleante, se dirigi hacia la casa. Subi al porche y se precipit sobre la puerta, golpendola una y otra vez.

Al fin le abrieron y unas manos la cogieron. Betty dio un grito.

Tranquilcese dijo una voz ronca. Era un hombre quien la tena entre sus brazos. Un hombre de unos treinta y cinco aos, alto. Se cubra con camisa a cuadros y pantalones de pana. Su rostro era bronceado y sus ojos muy claros, tan claros que pareca ciego.

El huracn dijo Betty. Me ha sorprendido en el camino.

Quin es usted?

Betty Harris.

A dnde se dirige?A Lincolnville.

De dnde viene?

De Los Angeles.

Betty vio una escalera que conduca al piso alto de la casa. A la izquierda haba una puerta que deba dar al saln.

Puedo saber su nombre? pregunt Betty.

Ed Mitchell.

Est solo en la casa?

S.

Cmo vive aqu, seor Mitchell?

Que cmo vivo aqu? Porque quiero.

Me refera a que es un lugar bastante inhspito.

Seorita Harris, no acostumbro a dar razones de mi conducta a nadie. Me gusta vivir solo.

Perdone si le he molestado.Mitchell solt un gruido.

Me temo que tendr que quedarse aqu por esta noche.

Betty sinti un escalofro por la espalda. Quedarse a solas con aquel hombre no le gustaba. Pero oy el rugido del huracn y se dijo que no podra hacer otra cosa. Tendra que aceptar la hospitalidad de Mitchell.

Me temo que tendr que romper su aislamiento. No sabe cunto lo siento.

No se preocupe. Necesitar su maleta. Saldr por ella.

Oh, no, seor Mitchell, no debe salir con el huracn.

No se preocupe. Tengo bastante peso y puedo soportar vientos ms fuertes. Antes de que Betty pudiese replicar de nuevo, Mitchell abri la puerta.

Una rfaga arroj mucha arena en el vestbulo.

Mitohell sali a pesar de eso y cerr la puerta tras de s.

Betty qued a solas, escuchando el rugido del viento, cada vez ms amenazador. Pas un minuto. Dos. Tres. Mitchell no volva.

Y si el viento lo haba arrastrado? Ella le haba advertido.

Mir a sus espaldas y vio aquella escalera. No supo por qu, pero otra vez sinti aquel escalofro.

De pronto oy un ruido. Vena de arriba. Era como si un animal araase la madera.CAPITULO IISe sinti llena de pnico. Saldra en busca de Mitchell.

Abri la puerta y lanz un alarido cuando el viento la azot con violencia.

Seor Mitchell!... Seor Mitchell!

No poda ver nada porque la arena que arrastraba el vendaval se lo impeda.

Pero en un momento que hubo un claro, qued asombrada al ver que el coche no estaba donde ella lo haba dejado.

Dnde est, seor Mitchell?

Sali al porche y logr cerrar la puerta.

Una rfaga la empuj, hacindola retroceder.

Tuvo que dejarse caer de rodillas para que el cicln no la siguiese arrastrando.

Seor Mitchell gimi.

Donde quiera que se encontrase, Mitchell no la podra or porque el huracn haba estallado en toda su violencia.

Tena que entrar en la casa. Se arrastr, clavando las uas en la madera del porche, y fueavanzando lentamente, la cabeza agachada, porque el vendaval la azotaba de frente. Logr llegar a la puerta y alarg la mano, y la puso en el tirador. Hizo girar ste.

Entr en la casa por el hueco, y desde el mismo suelo apret su cuerpo contra la madera para impedir que sta se abriese.

Por el resquicio se colaba el aire. Estaba apretando con todas sus fuerzas para cerrar y lo logr. Se relaj como una pobre nia desvalida en el suelo.

Otra vez oy aquel ruido procedente de all arriba, como garras que araaban. Pero no le parecieron las de un animal, sino las de muchos animales juntos.

Era una tontera pensar en eso. El huracn arrojara sobre el techo guijarros y aquellos guijarros, al chocar y resbalar, tenan que producir el ruido.

Se levant.

Y Ed Mitchell? Habra sido arrollado por el huracn?

El telfono! Aquella casa deba tener telfono. Corri hacia el saln. S, all haba un telfono. Descolg rpidamente, pero no oy nada. Empez a golpear la horquilla.

No, aquel telfono nunca le servira para ponerse en contacto con el mundo exterior. La lnea estaba cortada. El huracn habra derribado los postes. Toda la comarca se encontrara aislada.

Volvi a dejar el telfono en la horquilla.

Oy algo a su espalda. Se volvi bruscamente y lanz un grito de horror al ver que una araa corra por la pared. Era una araa grande, negra, de abdomen abultado y patas peludas...

La araa se detuvo cerca del telfono, donde ella haba estado, y empez a retroceder. Betty miraba a la araa y la vio escapar por un pequeo hueco que comunicaba con el piso superior.

Se tranquiliz. Slo haba sido una araa. Un animal. Una araa como haba visto otras en su vida. No, no era verdad. Nunca haba visto una araa tan grande. Pero, por qu tena que pensar ahora en la araa y en su tamao?

Regres al vestbulo. Por aquella puerta haba salido Mitchell en busca de su maleta, perono haba regresado.

Seorita Harris dijo una voz a su espalda. Se volvi llena de espanto.

All estaba Mitchell, junto a la escalera.

Seor Mitchell, me ha asustado!

Por qu?

Lo vi salir y no le he odo entrar. Entr por la puerta trasera. Betty no dijo nada.

Aqu tiene su maleta, seorita Harris. La tena a sus pies.

A dnde llev el auto, seor Mitchell? Sal un momento y no lo vi.

Lo met en el granero. No debi salir, seorita Harris. Se expuso demasiado. Este huracn la hubiese levantado como a una pluma.

Estaba intranquila por usted.

Yo s arreglrmelas en cualquier situacin. Mitchell cogi la maleta y mir la escalera.

Quiere seguirme? Le indicar dnde pasar la noche. Betty subi la escalera detrs de Mitchell.

Llegaron a un corredor. A la derecha haba una puerta y otra a la izquierda. Mitchell abri la puerta de la derecha.

Su habitacin, seorita Harris.

Betty entr en la habitacin. Haba una cama, una mesilla de noche, una silla y un armario. Tambin vio una pequea ventana sobre la que el viento arrojaba la arena.

Le preparar comida dijo el hombre de los ojos claros.No tengo apetito.

Debe comer algo, si no es demasiado exigente. Oh, no lo soy.

Calentar unas habichuelas. Son de lata.

Me gustan.

La espero abajo.

S, seor Mitchell.

El hombre se fue a retirar, pero se detuvo. Seorita Harris, quiero hacerle un ruego.

Diga.

No entre en esa habitacin estaba sealando la puerta del otro lado.

Betty no haba tenido la menor intencin de espiar a Mitchell. Para ella, aquella habitacin no tena la mayor importancia. Era simplemente eso: una habitacin ms de la casa. Mitchell sali, cerrando la puerta y dejndola a solas.

Betty se pregunt por qu Mitchell le haba prohibido que entrase en la habitacin de enfrente. No le haba dicho que estaba solo en la casa?

Sinti ganas de llorar. Se encontraba sola, muy lejos de Rose Marlowe. Record sus palabras. Rose le haba dicho que se quedase en California, que fuese a cualquier pueblo costero para pasar sus das de vacaciones o que se sumergiese en el trabajo para olvidar a Bob. Ojal le hubiese hecho caso.

Pero ya no haba forma de cambiar los hechos. Estaba all, en una casa solitaria, con un hombre llamado Ed Mitchell que se comportaba de una forma extraa.

Tena el cuerpo lleno de arena. De buena gana se hubiese dado un bao. Se quit la ropa y con una toalla se limpi el cuerpo.

Haba dejado la maleta abierta. No se dio cuenta, pero, mientras ella se limpiaba, una araa haba aparecido por la almohada de la cama, viniendo de atrs.

Y la araa avanz hacia la maleta, se meti en ella y se detuvo sobre un jersey.

Betty se volvi para sacar ropa limpia de la maleta y entonces vio la araa y solt un chillido.

La araa permaneci unos instantes sobre el jersey y salt de la maleta, corri por la cama y desapareci por detrs de la almohada.

Betty respir profundamente.

Rechaz el jersey que haba tocado la araa. Se puso la ropa interior, una blusa y una falda.

Cerr la maleta porque pens que la araa podra volver.

Sali de la habitacin y mir la otra puerta, la que segn Mitchell no deba abrir. Dio un paso hacia ella. Crey or un ruido. Vena de all dentro. Zarpas araando el tablero.

Ahora estaba segura de que no era el viento. No, en el interior de la habitacin habaalguien. Sinti que se le helaba la sangre y no quiso detenerse ms.

Corri hacia la escalera y baj rpidamente. Entr en el living, pero no vio al dueo de la casa.

Seor Mitchell llam. No le contestaron.

Instintivamente, se acerc otra vez al telfono.

Descolg como si esperase un milagro, pero tampoco oy nada por la lnea. Oy pasos y colg el auricular.

Mitchell apareci con una bandeja.

Aqu tiene, seorita Harris. Le he frito unos huevos con tocino.

Se molest demasiado.

Mitchell puso la bandeja en la mesa. Pero slo haba un plato con habichuelas y otro con huevos fritos con tocino.

No come usted, seor Mitchell?Com antes de que llegase.

Mitchell se fue hacia la ventana y mir al exterior. Betty le hizo la pregunta que le quemaba los labios:

Cunto durar este huracn, seor Mitchell?

Unas horas, quiz toda la noche.

Ha habido otros como ste?

Un par de ellos desde que estoy aqu.

Hubiese querido preguntarle: Cunto tiempo lleva aqu? Pero pens que era algo demasiado personal.

Comi las habichuelas y luego dijo:

No tengo ms apetito. Lo siento, seor Mitchell, pero lo que necesito es dormir.Puede ir a su habitacin cuando quiera.

Gracias por todo.

No hay de qu, seorita Harris.

La joven abandon el saln y subi la escalera.

Cuando iba a abrir la habitacin que Mitchell le haba destinado, mir otra vez aquella puerta, la del frente.

Entr rpidamente en su cuarto y cerr.

Estaba a punto de hacerse de noche. Dio la vuelta al interruptor de la luz, pero no se encendi ninguna bombilla. Naturalmente, tambin los postes conductores de ta electricidad habran sido abatidos por el huracn.

Empez a pasear de un lado a otro de la estancia. No, no se acostara en aquella cama. Se sentara en la silla y, sin dormir, esperara hasta que amaneciese.

Llamaron a la puerta.

Seorita Harris.

Era la voz de Mitchell.

Qu quiere?

Le traigo un candelabro.

Abri. El rostro de Mitchell, a la luz de las tres velas del candelabro, pareca extrao, con sombras cambiantes y los ojos ms claros que nunca.

Es usted muy amable, seor Mitchell.

El no dijo nada. Le dio el candelabro y se retir.

Betty cerr la puerta y puso el candelabro en la mesilla de noche. Se sent en la silla.

El huracn continuaba en toda su violencia.

Una vez ms, dese encontrarse muy lejos de all. Pero tena que ser realista. No estaba en Los Angeles ni en Lincolnville. Se hallaba muy lejos de su casa, pero aqul tena que ser un lugar seguro para ella. No, no estaba amenazada por ningn peligro. Mitchell era un hombre extrao, pero le haba brindado su techo, le haba dado cena. Y ahora estaba en aquella habitacin, a la que Mitchell le haba llevado un candelabro con tres velas para que tuviese luz.Empez a adormilarse. Varias veces intent luchar contra el sueo, pero el cansancio o las emociones la haban agotado.

Cerr los ojos, inclin la barbilla sobre el pecho y se durmi.Despert creyendo or voces. S, eso le parecan. Voces femeninas. Pero ella estaba sola en la casa. O habra otras mujeres? Oh, no, qu tontera.

Y entonces oy una risa. S, una risa de mujer. Y proceda de afuera. Record la habitacin que Mitchell le haba prohibido abrir.

Cogi el candelabro y empez a andar hacia la puerta.

Segua oyendo confusamente las voces de mujeres. No saba lo que decan, pero hablaban entre ellas. Puso la mano en el tirador y abri poco a poco.

En el corredor no haba nadie. Mir la puerta de enfrente, y a travs de ella pudo or las voces femeninas. Y ahora supo lo que hablaban:

Qu tal estoy?

Muy bien.Parezco realmente una mujer?

Eres perfecta.

Cundo saldremos de aqu?

Ya nos lo dirn.

Betty estaba inmvil como una estatua. Quines eran aquellas mujeres? Por qu decan aquello?

Se fue acercando a la puerta de enfrente. Puso la mano en el tirador. Record las palabras de Mitchell: No entre en esa habitacin.

Pero ella necesitaba hablar con aquellas mujeres porque se encontraba muy sola. No lo pens ms. Abri la puerta. Levant el candelabro con las tres velas.

Y entonces Betty Harris se sinti morir al ver la escena que se ofreca ante sus ojos. Todos los rincones y las paredes estaban llenas de telaraas. Y al final de aquellos embudos, como atrapadas en los hilos pegajosos, haba mujeres como ella. Mujeres cuya piel estaba cubierta de un esmalte negro

Cont hasta media docena, pero tambin haba araas, centenares de araas. Y todas ellas empezaron a emitir un ruido y a correr por los hilos en direccin a Betty Harris.

CAPITULO IIIBetty Harris lanz un grito de horror. Se haba quedado como pegada al suelo. Las primeras-, araas estaban llegando cerca de ella.

Entonces levant el brazo con el candelabro. Las llamas prendieron en las araas y en los hilos pegajosos.

Algunas araas fueron alcanzadas por las llamas y chisporrotearon mientras se abrasaban, lanzando chirridos.

Los ojos de Betty estaban desorbitados.

Las mujeres que estaban en las telaraas, con el cuerpo cubierto de esmalte negro, abrieron la boca y empezaron a soltar chillidos, y algunas de ellas movieron sus brazos y sus piernas y se desplazaron gilmente por entre los hilos, avanzando hacia donde estaba Betty.

La joven dio media vuelta y ech a correr, saliendo de la habitacin.

No, no entr en la que le haba sido destinada por Mitchell. Cruz el corredor hacia la escalera, se detuvo y volvi la cabeza.

Y entonces su grito se convirti en un alarido al ver que las araas salan en tropel de lahabitacin prohibida y que corran hacia ella.

Baj la escalera rpidamente y de pronto choc contra Mitchell.

Seorita Harris!

Betty lo mir sobrecogida por el pnico y vio los ojos de Mitchell llenos de furor.

Qu es lo que ha hecho, seorita Harris?

Esa habitacin!...

Mitchell levant la mirada hacia la escalera. Por ella bajaban ya las araas en tropel.

Seorita Harris, le dije que no entrase!

Quines son esas mujeres? Por qu estn en esas telaraas?

Seorita Harris, no se ha comportado bien!

Le he preguntado quines son ellas!

No lo sabr!

Djeme salir!

No puede salir! Es que no recuerda el huracn?

Me ir ahora mismo!

No, seorita Harris. Usted se quedar aqu y para siempre.

Betty mir la escalera, por donde seguan bajando las araas, produciendo un gran alboroto con sus peludas patas.

Quiero irme, seor Mitchell!... Quiero irme!

Usted se quedar con ellas!

No!

S, seorita Harris. Usted ya no puede irse.

Por favor!... Por favor!

Mitchell la empuj hacia la escalera.

Y Betty mir las araas que estaban descendiendo el ltimo tramo.Tiene que ir con ellas, seorita Harris. La tratarn bien.

No quiero ir con ellas! No!

Betty arroj el candelabro contra el rostro de Mitchell, el cual la dej libre y retrocedi, lanzando un grito de dolor porque haba sido alcanzado por las llamas.

Betty corri hacia la puerta cuando ya una de las araas le estaba subiendo por unapierna.

Peg un manotazo a la araa y la arroj lejos sin dejar de lanzar gritos de horror. Trat de abrir, pero no pudo.

Se dio cuenta entonces de que el cerrojo estaba pasado.

Las araas pasaron junto a Mitchell, que segua aullando con las manos en el rostro, y avanzaron ms aprisa que nunca hacia Betty.

La joven logr despasar el cerrojo y abri la puerta en el momento en que algunas araas estaban a punto de alcanzar sus pies.

El vendaval que entr por el hueco empuj las araas lejos de Betty. La joven sali de la casa y ech a correr en medio del huracn.

Socorro!... Auxilio!... Necesito ayuda!

Tuvo que cerrar los ojos porque la arena le cegaba. Continu corriendo a travs del viento que le azotaba.

No, no poda volver al granero en busca de su auto o caera en poder de las araas, o deaquellas mujeres con el cuerpo cubierto de esmalte negro y que se deslizaban por los hilos con la agilidad de las araas.

Saba dnde estaba la carretera principal. No poda perderse. No, no poda. Corri en aquella direccin.

Respiraba entrecortadamente. Le dola el costado.

Se detuvo y el viento huracanado la arroj al suelo y la hizo rodar hasta una hondonada. Quiz pudiese permanecer all hasta que el huracn terminase, y entonces seguira corriendo hacia la carretera.

Pero Mitchell ira en su busca porque la tena que alcanzar antes de que ella pudiese informar a la polica de lo que haba visto en aquella casa.

Reuni fuerzas para levantarse y sigui andando a travs del cicln. Otras dos veces cay, pero logr levantarse y proseguir su camino. Ya no le quedaban fuerzas.

Dnde estaba la carretera? Dnde?De pronto crey ver unos faros a lo lejos. Un automvil. Tena que ser un automvil.

Socorro!... Estoy aqu!... No me dejen! Prense!

Los faros se acercaban, taladrando la oscuridad de la noche. Betty agit los brazos desesperadamente.

No me dejen aqu... No me dejen!

Los faros ya estaban muy cerca y cegaron los ojos de Betty.

Oy los chirridos de los neumticos y el auto se detuvo, haciendo crujir la carrocera. Betty se dej caer de rodillas en la tierra.

Oy abrirse la portezuela del coche y un hombre con un pauelo en la cara grit:

Qu infiernos hace usted?

Por favor! Por favor! grit Betty.El hombre le ayud a levantarse y Betty se tambale como si estuviese ebria.

El hombre la cogi en brazos y retrocedi hacia el auto.

Aydame, Peter!

Otro hombre que estaba dentro del coche abri la portezuela trasera. El hombre del pauelo en la cara puso a Betty en el asiento.

Betty abri los ojos y vio al hombre que la haba recogido.

No se detengan, por favor! Vmonos de aqu!

Haba alguien con usted?

S.

Entonces, tendremos que intentar salvarlo tambin.

No, no lo hagan!

Pero usted ha dicho que haba alguien con usted.

Mujeres-araa!

Cmo?

Mujeres como las araas!... Y muchas araas! Centenares de araas! Todas contra m!

Los dos hombres se miraron.

No se preocupe, seorita dijo el que haba recogido a Betty. En el desierto hay araas. Mi amigo Pat y yo hemos visto muchas. Pero ya est lejos de ellas.

No, no eran araas del desierto. Eran otra clase de araas dijo Betty, y se desmay. El llamado Peter dio un suspiro.

Eh, Pat, creo que esta chica ha sufrido un fuerte shock.Tendremos que llevarla a un hospital. El ms cercano es el de Union City, y nos pilla de camino.

De acuerdo. Pero ten cuidado con el volante.

El huracn ha cedido un poco. Seguiremos tan despacio como antes.

El vehculo se alej de aquel lugar en donde Betty Harris haba conocido a las mujeres-araa.

* * *

Cmo est, doctor? Mal, francamente mal.

Rose Marlowe haba acudido al hospital de Union City.

Rose no haba vacilado en ponerse en camino cuando le dijeron que Betty haba pasado las primeras horas sin sentido y que, cuando lo recuperaba, pareca haber perdido el juicio. Pronunciaba palabras incoherentes. Acababa de llegar al hospital y le haba recibido el doctor a cuyo cargo estaba Betty Harris: Dan Lawson, un hombre de unos treinta aos, rostro de facciones agradables.

Cules son las causas del estado de Betty?

Pas por un difcil trance.

Se refiere al huracn?

S, seorita Marlowe, el cicln Wanda, que asol esta regin hace tres das, sorprendi a su amiga cuando ella se encontraba de viaje... Su situacin debi ser angustiosa. Se alej de la carretera en su auto, y no pudo seguir.

Por qu no se qued dentro del auto?

Su amiga debi ser presa de un miedo horrible que la hizo salir del coche.

Parece un poco absurdo. En el coche habra estado segura.

Lo habra estado. El auto fue encontrado a unas treinta millas de Union City.

En la carretera?

En el desierto. Al parecer, no le faltaba nada. Conservaba su maleta y su bolso. Tena el nmero telefnico de usted.

Puedo verla?

Desde luego, pero no ms de cinco minutos. El propio doctor la acompa hasta la habitacin de la paciente.

Betty estaba inmvil en la cama, el rostro demacrado, muy plido, los ojos cerrados. Rose se acerc al lecho. Betty.

Su amiga no pareci reaccionar. Betty, soy yo. Rose.

La enferma empez a abrir los ojos y de pronto peg un chillido.

Doctor, est aqu! Est aqu!

Quin, seorita Harris?

Una mujer-araa!

Rose se inclin sobre su amiga.

Mrame bien, Betty. No soy una mujer-araa. Soy Rose Marlowe.

No!... No!... Protjame, doctor!... Me quiere llevar con ellas! Saba que vendran a por m! Lo saba!... Mitchell me la envi! Quiere que vuelva a la casa con ellas...

Con quines, Betty? pregunt Rose.

Usted lo sabe bien! Con las mujeres-araa!

Betty, por favor, tienes que reconocerme. Soy tu amiga Rose!

Doctor!... Llvesela, doctor!

El doctor Lawson cogi del brazo a la visitante.

Lo siento, seorita Marlowe. Pero ser mejor que salga.

Rose se sinti profundamente conmovida. Sali de la habitacin con el mdico. En el corredor, Dan Lawson dijo: Ya lo ha visto.

No comprendo todo eso que me dijo de que soy una mujer-araa.

Es lo que repite una y otra vez, cuando se le acerca una enfermera.

Se refiere a que Betty slo siente el pnico cuando se le acerca una mujer?

Exactamente. Y la llama mujer-araa. Como a usted.

Es terrible.

Lo siento.

Se curar, verdad, doctor?

Es prematuro hablar de eso.

Supone que Betty... se ha vuelto loca?

De momento, -sufre una fuerte perturbacin mental. Pero es pronto para emitir un diagnstico definitivo.

Cunto tiempo ha de pasar para eso, doctor?

Tampoco se lo puedo decir... Un da, dos, quiz una semana...

Me quedar en Union City unos das. Ped permiso en el lugar donde trabajo.

Y dnde trabaja?En una emisora de televisin.

Caramba, debe ser muy emocionante.

Y muy pesado, doctor. Me recomienda un hotel? Lawson se tirone de una oreja.

El Murray. Est en la calle Mayor, hacia la mitad. No tiene prdida.Ha sido usted muy amable, doctor. Cundo podr volver para visitar a Betty?

Llmeme maana y se lo podr decir. La acompaar.

No se preocupe. Conozco el camino, doctor. No le quiero apartar de sus pacientes. Hasta pronto.

Encantado, seorita Marlowe.

Rose sali del hospital, encaminndose hacia el estacionamiento. De pronto tropez con alguien. Un hombre que sala de un coche.

Perdn dijo l.

Rose vio su cara. Era rubio de ojos muy claros, tan claros que pareca como si estuviese ciego.

Fue culpa ma dijo Rose. Caminaba distrada. El no dijo nada y Rose se apart.

Cuando iba a entrar en su coche vio al rubio, que la segua mirando con fijeza.

Qu tena de particular eso? Su figura les impresionaba. Y la verdad, no se senta molesta por agradar a los hombres.

Sac el coche del estacionamiento y, al mirar al hospital, pens en Betty y se mordi el labio inferior. Cmo poda pensar en los hombres cuando Betty estaba all dentro? La pobre Betty deba haber sufrido mucho cuando se encontr en medio de aquel cicln.

Qu haba visto Betty para hablar de las mujeres-araa? Deba referirse, naturalmente, araas. Simplemente a eso. En el desierto hay muchas. Betty haba salido del coche y quiz fue a caer cerca de un nido de araas. Y ello, unido al temor de verse en peligro de muerte, azotada por aquel huracn, le haba hecho ver cosas que no existan.

Ya estaba en la calle Mayor.

Busc con la mirada el anuncio del hotel.

Y en ese momento choc con el coche de delante. El impacto fue bastante fuerte y oy un ruido de faros rotos.

Su coche haba embestido por detrs a un convertible en el que viajaba un hombre. Y estaban ante un semforo en rojo.

El hombre baj del coche. Era alto, de cabello negro, atuendo deportivo, chaqueta a cuadros y pantaln gris. Llevaba un pauelo alrededor del cuello y camisa a listas azules. Rose se sinti tan impresionada que se qued junto al volante.

El hombre del atuendo deportivo mir la parte trasera de su coche y luego levant los ojos. Rose not que eran muy negros y que brillaban con un poco de fiereza.

Hola, linda. Pasando el rato matando a lo que se le pone por el camino?Eh, cmo dice?

Apuesto a que mata a todos los ciervos que se le cruzan por la carretera. Conoc a un tipo que, por cada viaje que haca, se traa a su casa una pieza. Y palabra que no llevaba escopeta.

Se cree usted muy gracioso?No tengo la menor intencin de ser gracioso, seorita. Cmo dijo que se llamaba?

No se lo dije.

Pues tendr que decrmelo.

Por qu?

Cmo por qu? Me ha causado desperfectos por valor de doscientos dlares. Y no los voy a pagar yo. O prefiere que vayamos a la comisara?

Soy Rose Marlowe.

Y yo, Barry Morgan.

Seor Morgan, no me ir a echar la culpa de este accidente.

Cmo ha dicho?

Que todava est por demostrar que yo soy la culpable. Barry Morgan mir al cielo.

Mujer, tena que ser una mujer.

Tambin nos dan el carnet de conducir.

Mal hecho, muy mal hecho le sonri l, con amargura.

Es antifeminista?

No, seorita Marlowe. Slo estoy en contra de las mujeres que se creen las dueas del mundo.

Yo no me creo la duea del mundo!Entonces, me quiere decir por qu embisti a mi coche? No le gust el color, quiz?

Hablando de color, es horroroso.

De modo que no le gusta el color rojo de mi convertible.

Ni las listas azules de su camisa.

Y de mi pauelo? Qu tiene que decir de mi pauelo? Es morado con pintas.

No me gustan las pintas. Ni el morado.

Y cul es su color favorito?

tol verde.

Pues tiene el gusto de las vacas.

Cmo ha dicho?

Vacas, seorita Marlowe. Esos animalitos que usted debe embestir en cuanto llegue con su coche a un prado.

Yo no soy una vaca!

Barry mir a travs de la ventanilla.

Le he dicho que lo fuese? Yo dira que es usted ms bien una potranca.

Yo una potranca?

Lo digo por sus remos.

Oiga, aqu el nico animal que hay es usted.

No me diga.

Y debera estar ya en una cuadra.

No, al final me colocar en un pesebre.

Podra irse porque ya le habrn puesto el pienso.

A propsito de pienso, la invito a comer?

Cmo?De paso, discutiremos lo de la indemnizacin.Yo no como nada con usted!

Le prometo que no pedir alfalfa.

Seor como se llame...!

Barry Morgan. Cmo lo ha podido olvidar? No sabe que los Morgan son los multimillonarios de Nueva York?

Es usted uno de esos Morgan?

No, seorita. Qu pena, verdad?

Claro, usted debe ser de los otros Morgan, de la rama de los piratas.

Seorita Marlowe, me conmueve la forma que tiene de recordar a mi familia.

Apuesto a que no me he equivocado.

No mucho. Segn me contaron, a mi bisabuelo lo ahorcaron.

Por pirata.

No, seorita Marlowe. Le pusieron la soga por cuatrero. Tiene una bonita historia. Pas tres das con tres noches a solas con Juanita Calamidad. A propsito, por qu no nos reunimos y me escucha la historia de las relaciones de mi abuelo y Juanita Calamidad?Usted a m no me va a contar ninguna historia!

Pues escupa los doscientos dlares.

Qu?

Los doscientos pavos que necesito para reparar los desperfectos de mi coche. Usted es un estafador!

Cmo dice?

Rebaje la cifra, seor Morgan.

Ni un centavo.

Tendr que conformarse con cien dlares. Barry se tirone de una oreja.

Est bien. Llamaremos a la polica, y que ellos se encarguen del asunto

se fue a dirigir a su coche.

Espere, seor Morgan! El volvi la cabeza.

Deca usted algo, seorita Marlowe? La joven apret los dientes, rabiosa.

Quiere hacer el favor de acercar sus pezuas hacia aqu?

Qu ha dicho? No le he odo bien.

Sus pies, seor Morgan.

Ah, ya.

Barry se aproxim otra vez a la ventanilla del coche de Rose. Ella abri su bolso y sac un fajo de billetes. Empez a contarlos.

Setenta y cinco... Noventa... Ciento diez... Slo tengo ciento diez dlares en efectivo, seor Morgan.

Barry se apoder del dinero y lo guard en el bolsillo.

Me debe noventa dlares, seorita Marlowe.

Es que me va a cobrar hasta los doscientos?

Una deuda es una deuda, seorita Marlowe.

No pienso volverlo a ver!

No se va a quedar en la ciudad?

Eso no le interesa a usted!Rose ech marcha atrs. Hicieron sonar un claxon y fren bruscamente. Falt poco para que chocase con un coche que haba en la parte trasera.

Seorita Marlowe sonri Barry, ser mejor que serene sus nervios o la metern en la crcel por demasiadas vctimas en un solo da.

Continan sin hacerme gracia sus chistecitos, seor Morgan!

La joven hizo arrancar el coche y se alej, yendo a meterse en el aparcamiento subterrneo del hotel Murray.

Poco despus, saltaba de su vehculo. Estaba furiosa, y mientras se diriga al registro del hotel, murmur:

Barry Morgan, menudo pirata!

CAPITULO IVRose Marlowe estaba comiendo en el restaurante.

Buenas tardes, seorita dijo una voz.

Alz la mirada y vio al rubio de los ojos claros delante de ella. Y l le estaba sonriendo con simpata.

S, estaba claro que haba hecho una conquista. Su instinto no le haba traicionado.

Puedo sentarme, seorita Marlowe?

Ya sabe mi nombre?

Lo pregunt en el registro.

Pues lo siento. No le sirvi. No acostumbro a comer con desconocidos.

Eso se arregla fcilmente. Me llamo Leo Francis.

No lo arregla, seor Francis. Sigue siendo para m un desconocido. Sin embargo, el rubio cogi una silla y se sent.

Rose hizo un gesto de asombro.

Seor Francis, quiere levantarse ahora mismo o ser necesario que llame al matre?Quiere escucharme, seorita Marlowe? No es lo que usted cree.

Y qu es lo que yo creo?

Admito que es usted muy bonita.

Gracias.

Y muy atractiva.

Gracias.

Pero no me he acercado a usted para enamorarla.

Ah, no?

Estoy cumpliendo con mi obligacin.

Seor Francis, es usted un tipo sensacional. Es su deber llegar hasta mi mesa y sentarse sin mi permiso?

Trabajo para la Prensa Consolidada.

Prensa qu?

Consolidada. Una firma que se dedica a la caza de las noticias para distribuirlas ms tarde por todas partes del mundo.

Y qu tengo que ver yo con la Prensa Consolidada, seor Francis?Ver, seorita Marlowe. Usted trabaja en la cadena de televisin A. H. R. Escribe guiones.

Ya veo que se ha tomado muchas molestias por m, seor Francis.

Quisiera compartir con usted su secreto.

No le entiendo, seor Francis.

Quiero que me cuente lo que le ha dicho su amiga. Rose se puso en guardia.

Qu supone me ha dicho mi amiga?

Seorita Marlowe, somos colegas y me inform de las razones que han obligado a su amiga Betty Harris a ingresar en el hospital de Union City.

Y cmo se enter, seor Francis?Cinco dlares aqu, cinco dlares all. Las enfermeras son fciles de sobornar.

Y qu le dijeron ellas?

Simplemente, que la seorita Harris sufra un fuerte shock. En los pocos momentos en que pude hablar, cuando recupera el sentido, dice ciertas cosas muy extraas.

Por ejemplo?Habla de mujeres-araa.

Ah, s?

-Seorita Marlowe, usted ha estado en el hospital. Tropez conmigo en la playa de estacionamiento cuando vena de visitar a su amiga.

Me estaba espiando?

La esperaba.

Entonces pudo evitar el tropiezo.

S, pero como vi que vena usted distrada, puse algo de mi parte.

Y por qu entonces no habl conmigo sobre el tema que le interesa?

Me dej usted sorprendido.

En qu sentido?

Su belleza, seorita Marlowe. Fue un impacto demasiado grande.

Debe haber recibido muchos premios de su jefe.

Por qu?

Tengo la impresin de que sabe conseguir un reportaje.

Cree que lo conseguir ahora?

No, seor Francis. Va a ser su primer fracaso. Leo Francis entorn sus ojos.

No me va a ayudar, seorita Marlowe?

No.

Por qu no?

Porque no s nada.

No habl con su amiga?

S, habl con Betty.

Y qu le dijo ella?

Lo que usted sabe.

Le habl de las mujeres-araa?

S.

Imagino que con usted sera ms explcita.

Seor Francis, no pudo ser ms explcita porque me confundi con una de las mujeres-araa.

Francis se pas la lengua por los labios.

Vaya, cre que con usted reaccionara.

Por qu lo crey?

Ustedes son amigas. Comparten el apartamento en Los Angeles.

Se dio usted mucha prisa en informarse, seor Francis.

No le he dicho que me llaman Leo el Dinmico?Le deben llamar otras cosas.

Por ejemplo?Leo el Curioso.Un periodista debe ser curioso, seorita Marlowe, sobre todo cuando se est ganando el sustento.

Oh, claro, la seora Francis debe estar con los nios pegados a sus faldas en su casa, a la espera de que usted llegue para darles un trozo de pan con mantequilla.

Francis se ech a rer...

Tiene usted buen humor, seorita Marlowe. Pero no existe una seora Francis y, por tanto, tampoco existen hijos.

Un poco ms y me har una proposicin matrimonial.

Oh, no, seorita Marlowe. Soy un pjaro.

Ya lo not por el pico.

Quiero decir que soy un pjaro al que le gusta la libertad.

A todos los pjaros Ies gusta la libertad, y la mayora de ellos terminan en una jaula.

Yo no acabar as. Francis volvi a sonrer. Mis intenciones con usted son buenas. Por nada del mundo le pedira que fuese la seora Francis.

Ya s el otro apodo con que lo llaman. Leo el Sincero.Hablamos en serio, seorita Marlowe?

No lo estamos haciendo?

Qu piensa de lo que le dijo Betty Harris?

No he tenido tiempo para decidirlo. Francis se levant.

Me he hospedado en este hotel. Tengo la habitacin contigua a la suya.

Fue casualidad? O me dir que el mundo es un pauelo?

El mundo es muy pequeo, pero no fue casualidad, seorita Marlowe. Me hosped en el hotel despus de usted.

Y pidi la habitacin contigua a la ma.

S.Para seguir espindome.

S.

Seor Francis, le da demasiada importancia a las declaraciones de una muchacha en estado de shock. Ahora sabr mi opinin sobre el asunto. Betty se perdi en el desierto mientras se desencadenaba el cicln Wanda. De alguna forma, mi amiga fue a parar a un nido de araas. El vendaval y los bichitos le produjeron pnico. Y el pnico la llev al shock.No est mal.Celebro que haya quedado satisfecho.

Cena conmigo esta noche?

No, seor Francis.

Algn compromiso anterior?

Usted me est espiando y debe saber si tengo un compromiso anterior.

Ahora no lo s, pero lo sabr ms tarde.

El rubio hizo un saludo con su simpata natural y se march. Rose qued preocupada.

Fue a la cabina telefnica y marc el nmero del hospital.Por favor, con el doctor Lawson.

Tuvo que esperar un minuto.

Diga, seorita Marloweoy al doctor.

He manejado algunos diarios, pero en ninguno de ellos le una noticia que se refiriese a mi amiga. Quiero decir a lo que le pas a ella y al estado en que se encuentra.

Es natural que no lo haya visto, seorita Marlowe. No dimos informacin a la Prensa.

Sin embargo, he conocido a un periodista que est enterado del asunto y a la caza de noticias con respecto a Betty. Me estuvo haciendo preguntas.

Hay una explicacin para eso.

Cul, doctor Lawson?

Dos hombres, Peter Hunter y Pat Leigh, nos trajeron a su amiga. Dado el estado en que Betty se encontraba, nuestra obligacin era dar parte "a la polica. Y fue lo que hice yo personalmente. Ms tarde lleg el sargento Norman Bannister, de la Comisara de Union City. Pero l no pudo hablar con su amiga Betty. Inform al sargento Bannister y no le dio importancia al asunto. Quiz ese periodista ha conseguido su informe por la polica.

Rose se dio por satisfecha con la explicacin.

Cmo est Betty?

Contina lo mismo, seorita Marlowe. Despus de marcharse usted, se sumergi en un estado de depresin. Sufri otro ataque como el que usted vio.

Qu fue esta vez?

De nuevo una enfermera.

Y la confundi con una mujer-araa?

S, seorita Marlowe... Le administr un calmante y ahora duerme. La visit hace unos momentos. Tengo esperanzas de que se encuentre un poco mejor cuando despierte y quiz la reconozca a usted.

Eso espero, doctor. Gracias por todo lo que hace.

Rose colg y cuando fue a salir de la cabina tropez con alguien.

Era un hombre que llevaba en la mano un paquete, y ste cay al suelo, produciendo un sonido a cascajo.

El hombre era Barry Morgan.

Seorita Marlowe, me acaba de romper un jarrn chino de cincuenta dlares.

CAPITULO VRose Marlowe estaba asombrada.

Usted otra vez, seor Morgan?

Celebro que me recuerde. Soy el mismo al que le destroz el coche.

Yo no le destroc el coche!

Salv mi persona porque usted no tripulaba un tanque.

Djeme en paz con sus cuentos chinos.

Jarrn chino, seorita Marlowe. Slo un jarrn chino.

Por qu compra esas cosas?

Porque lo vi y me gust. Pero le aseguro que si llego a saber que me iba a encontrar con usted, lo dejo en la tienda.

Y qu pretende ahora, seor Morgan?Barry levant la palma de la mano.

Pague y calle.

Me va a sacar cincuenta dlares?

Debera pagar ms porque el jarrn chino era nico.

Ande, agregue una indemnizacin por daos y perjuicios.

Lo dejamos en cien dlares?

Seor Morgan, sabe lo que es usted?

Una vctima suya.

Un caradura! Eso es lo que es! Barry cruz los brazos.

De modo que me destroza el automvil y un jarrn chino y soy un caradura. Qu har la prxima vez, seorita Marlowe? Infrmese de lo que va a hacer durante el resto del da para estar lo ms lejos posible de usted.

Pirata Morgan!

Cmo ha dicho?

Dije pirata. Le voy a pagar los cincuenta dlares.

Muy amable.

Pero no ahora.

Por qu no ahora?

Me peg el timo del automvil.

Se atreve a llamarlo timo?

Ni siquiera me pregunt si estaba asegurada.

Y lo est?

Claro que lo estoy. Pero no quise meter a los del seguro en el asunto y prefer pagar en efectivo para evitar problemas con usted. He venido a Union City para cosas ms importantes que enfrentarme con... con...

Con el pirata Morgan?

Exactamente!

Todava no s si darle crdito.Qu?

Usted dice que me va a pagar los cincuenta dlares, pero no s si se va a fugar.

No me voy a fugar porque no estoy en la crcel!

Cuntos das va a permanecer en Union City?

Espera que se lo diga?

Slo quiero saber si voy a cobrar los cincuenta dlares.

Seor Morgan, estaba comiendo y usted me ha indigestado.

Fue culpa suya por romperme el jarrn chino.

Fue culpa suya por cruzarse por segunda vez en mi camino. Y tengo que pedirle un favor!

Pdalo. No se quede con las ganas.

Mtase en un hoyo mientras yo est en Union City!

Quiz lo haga.

Gracias.

Cuando me pague los cincuenta dlares!

De aqu me ir al Banco.

Entonces, la acompao.

Ni hablar. No me gustan los salteadores. Y si usted entrase en mi compaa, podra provocar un pnico en el Banco.

Muy bien, seorita Marlowe. Soy un pirata, un salteador y no s cuntas cosas ms, segn usted. No quiero herir su aire de reina. La dejar ir sola al Banco. Cmo quedamos para despus?

Pienso ir al hospital.

A qu hora?

A las cuatro.

Muy bien. Estar esperndola en la puerta del hospital.

Teme que me escape, seor Morgan?

A veces los deudores son capaces de cualquier cosa con tal de no pagar. Rose levant la barbilla y, sin replicar, se march a su mesa.

Se volvi a sentar.

Barry Morgan la sacaba de quicio.

Qu va a tomar de postre? pregunt el camarero.

De buena gana hubiese dicho: Pedacitos de Barry Morgan. Pero no lo dijo. Un helado de fresa.

Barry Morgan se haba sentado en otra mesa, seis ms all. Y sus ojos se encontraron y l le hizo una inclinacin con la cabeza. Rose le contest sacndole la lengua.

El camarero le puso delante el helado de fresa.

Quin es? pregunt Rose.

El helado lo hace Bruce Harrison.

No me refera al que hizo el helado, sino al hombre moreno y alto que est enfrente de m.

Ah, se refiere al simpatiqusimo jugador.

No nos referimos a la misma persona. Yo estoy hablando del fulano que se llama Barry

Morgan.Es la misma persona, seorita Marlowe.

Dijo simpatiqusimo.

Y lo es, seorita.

Tambin ha dicho que es un jugador.

S.

Y a qu juega?

Pquer, entre otras cosas.

Y, naturalmente, Barry Morgan le da buenas propinas.

No me puedo quejar de sus propinas.

Comprendo por qu le llama simpatiqusimo.

No lo digo yo solo, seorita Marlowe.

Y quin ms lo dice?

Las mujeres.

Qu mujeres?

Perdone, seorita Marlowe, pero debe ser ms discreta con respecto a ciertas cosas.

Est bien. Le firmar la cuenta. S, seorita Marlowe.

Rose firm la cuenta, agregando un dlar de propina, se pregunt qu grado de simpata, le proporcionara ese dlar al camarero Bill Moore. No mucho, al parecer, por la cara que puso.

Desde el hotel se fue al Banco.Le llev quince minutos conseguir doscientos dlares contra su cuenta corriente de Los

Angeles.

Se dirigi al hospital.

Dej el auto en el estacionamiento como la otra vez, y al bajar oy una voz.

Nos volvemos a encontrar.

Era el rubio, Leo Francis, el cual sac unos billetes. Eran veinte dlares. .

Quiero ver a su amiga, seorita Marlowe.

Intenta sobornarme?

Slo le pido un favor. Y a cambio de ello, le doy veinte dlares para que se divierta un poquito.

S divertirme sin sus veinte dlares, seor Francis.

Como quiera. La esperar aqu. Rose lo mir a los ojos claros.

Seor Francis, cmo se enter de lo de mi amiga?

Qu?

Le estoy preguntando que cmo se enter de lo que le pas a Betty. Y no me conteste que un periodista debe estar enterado de todo. Lo que le pas a mi amiga carece de importancia. Fue vctima de un huracn y sufri una alucinacin.

Fue lo que dijo el doctor Lawson?

S.Francis dio un suspiro.

Entonces, no tendr ms remedio que buscar otro tema para mis crnicas.

No me ha dicho todava quin le inform.

La polica, seorita Marlowe. Tengo un amigo en la comisara.Adis, seor Francis.

Buena suerte le contest el rubio.

Rose entr en el hospital y poco despus se encontraba con el doctor Lawson.

Su amiga ha recuperado el sentido le anunci el doctor. Lo ha hecho como siempre:

gritando, advirtindonos contra las mujeres-araa. Entre para que la vea a usted. Fueron a la habitacin de la paciente.

Betty estaba postrada, los ojos cerrados.

Rose sinti miedo mientras se acercaba al lecho. Aquella maana, unas horas antes, la haba confundido con una de las mujeres-araa. Ocurrira ahora lo mismo?

Betty.

Su amiga abri los ojos y Rose vio en ellos reflejado el terror. S, otra vez iba a decirle que ella, Rose, era una mujer-araa.

Rose, ests aqu?... Eres t, Rose? Rose sinti una gran alegra.

Betty, por fin. No me confundes con una de esas...?El rostro de- Betty cambi.

Contina, Rose, con quin te iba a confundir? Rose mir al doctor Lawson y ste le hizo un gesto afirmativo.

Con una mujer-araa, Betty.Lo sabes?

Es de lo que has estado hablando cada vez que una enfermera se te ha acercado. Y

tambin a m me llamaste as.

Las hay... Hay mujeres-araa, Rose!

CAPITULO VINo, Betty dijo Rose. No hay mujeres-araa.

Te juro que las vi con mis propios ojos.

Qu fue lo que viste?

Ya te lo he dicho. Mujeres-araa. Tienes que creerme, Rose! El doctor carraspe.

Perdonen, volver dentro de unos minutos. Tengo que visitar a otros pacientes. Puede salir un momento, seorita Marlowe?

Rose sali con el doctor y Betty grit:

Rose, no te vayas!

No me ir, Betty. Volver en seguida. Rose sali al corredor y el doctor dijo:

Ya lo ve, seorita Marlowe. Insiste en haber visto las mujeres-araa.

Cree usted que contina en estado de shock?Me temo que su mente ha sido daada de algn modo... Procure tranquilizarla. Me he dado cuenta de la influencia que usted ejerce en ella. Y la autorizo a que contine con su amiga durante un rato. Pero trate de convencerla de que slo pas por una situacin angustiosa y que ya eso pertenece al pasado.

Lo intentar, doctor Lawson.

El doctor se alej por el corredor y Rose volvi a entrar en la habitacin. Betty se haba medio incorporado en la cama.

Rose, qu has hablado con el doctor?

Nada de importancia.

Lo imagino. El piensa que estoy loca, y apuesto a que t tambin lo crees.

No, Betty.

No existen esas mujeres-araa... Todo es producto de mi cerebro. Rose quiso darle un aire festivo a su respuesta.

Todas las mujeres tenemos algo de la araa. Dicen que tejemos nuestra red para cazar al hombre como si fuese una mosca.

Betty cerr los ojos.No, Rose. No te he hablado simblicamente. Yo te hablo en serio! Rose la cogi por el brazo.

Abre los ojos y mrame, Betty.

Su amiga hizo lo que Rose le peda.

Betty, te encontraste en el centro de ese cicln. Le pusieron un nombre femenino como siempre. Cicln Wanda. Lo recuerdas?

S.

Debiste pasar por unos momentos muy difciles.

No te lo puedes imaginar. El coche iba de un lado a otro de la carretera.

Y qu hiciste?

Apenas poda ver a diez metros. El viento arrastraba mucha arena. Vi un camino y pens que conducira a alguna casa. Y no me equivoqu.

Contina, qu pas?

All estaban.

Quines?

Las mujeres-araa.

Otra vez?

Te digo que all estaban! Es una casa de dos pisos, donde vive un hombre solo. Se llama Ed Mitchell, de unos treinta y cinco aos... Me dio hospitalidad. El fue por mi maleta. Me qued a solas. O ruido arriba. Pens que era algn animal... Vi la primera araa cuando trat de llamar por telfono.

Una mujer-araa?

No! Slo fue una araa! Me dio la impresin de que me iba a atacar. Era grande, peluda. Me retir del telfono, y la araa desapareci por un hueco del techo. Mitchell regres, me acompa a una habitacin de arriba y me prohibi que entrase en la de enfrente. No supe por qu lo hizo, pero luego comprend la razn. Estn all.

Las mujeres... araa?

Hay araas tambin. Simplemente araas. Como la que vi en el telfono, y otra que se meti en mi maleta. Tienes que creerme, Rose. Yo me desped de Mitchell. No me quera dormir, pero me venci el sueo. Y de pronto despert oyendo voces de mujeres. Ellas rean y hablaban. Sal del cuarto. O sus palabras. Una de ellas preguntaba que cundo iban a salir y la otra le contest que cuando se lo dijesen, Y entonces me venci la curiosidad. Pens que podra hablar con alguien que me hiciese compaa. Y abr la habitacin de enfrente. Y entonces las vi!

Betty lanz un alarido.Betty, sernate.

Las vi, Rose, las vi! Las mujeres estaban al fondo de las telaraas! Tienen el cuerpo cubierto por una especie de esmalte negro... Y tambin haba araas! Y todas ellas se lanzaron sobre m... Y yo corr y corr. Baj la escalera y Mitchell tropez conmigo. Quera detenerme. Las araas ya estaban bajando por la escalera y Mitchell me tena bien sujeta, reconvinindome por haber entrado en la habitacin prohibida. Yo tena un candelabro en la mano y le quem la cara. Qued libre de esa forma y pude escapar. Corr otra vez hasta llegar a la carretera, y all me encontraron los del automvil...

Betty termin de hablar y quedse respirando entrecortadamente.No me crees, Rose!

Se tap la cara con las manos y solloz histricamente.

Betty dijo Rose, con dulzura, dnde est esa casa?

T no me crees!

Te estoy preguntando dnde est esa casa. No lo s. A un lado de la carretera. Me han dicho que esto es Union City. S.

Estamos a unas trescientas millas de Lincolnville. La casa de Mitchell debe estar a unas cien millas de aqu hacia Los Angeles... Por qu lo preguntas, Rose?

Ir a esa casa.

Oh, no, no puedes ir sola. Tendras que ir con la polica.

De acuerdo. Ir con la polica.Lo dices para conformarme. No, t no irs con la polica ni irs sola... Nadie me ha credo. Pero ellas existen! Las mujeres-araa estn all!

Betty se dej caer en la cama dando gritos. El doctor Lawson entr en la habitacin.

Qu pasa, seorita Marlowe?

Me cont su historia.

La de siempre?

S.

Betty gritaba en pleno ataque de histerismo. Una enfermera entr.

Seorita Perkins dijo el doctor. Inyecte a la paciente un calmante. Betty grit:

No quiero un calmante!... Rose, scame de aqu! Por lo que ms quieras, scame de aqu!

El mdico tena el corazn en un puo.

Salga, seorita Marlowe orden el doctor. Su presencia slo ha hecho que reactivar la alucinacin de Betty.

Rose se dirigi a la puerta mientras Betty segua gritando:

Yo las vi!... Yo las vi! Rose sali de la habitacin.

Hola dijo una voz.

Era de nuevo Leo Francis.

Es usted muy insistente, seor- Francis.

He odo algo.

Qu oy?

Los gritos de su amiga. Y algunas cosas con respecto a esas mujeres-araa.

Pero tambin habr odo al doctor Lawson. Segn l, mi presencia ha reactivado la alucinacin de Betty.

S, y pienso que tiene razn. El rubio dio un suspiro.

Definitivamente, perd mi tiempo. La informacin de su amiga no merece la pena que yo contine en Union City. Tendr que marcharme en busca de otra noticia. Hasta la vista, seorita Marlowe. Tuve mucho gusto.

Lo mismo digo.

El rubio se march hacia el ascensor y, antes de entrar en l, se despidi de Rose, hacindole un saludo con la mano.

Rose encendi un cigarrillo y pase de un lado a otro.

Cada vez estaba ms inquieta por el estado en que se encontraba Betty. Mujeres-araa? Oh, ella no poda creer que existiesen esos extraos seres. Algunos pintores haban dibujado as a las mujeres. La imaginacin artstica era libre de considerar a las mujeres como sanguijuelas, como araas, o como las serpientes. Tales artistas haban sido siempre unos resentidos. De un modo u otro, las mujeres les haban hecho dao en algn momento de su vida, y ellos se vengaron pintndolas de una forma horrible.

Pero ahora se trataba de la realidad.

El doctor Lawson sali de la habitacin.

Betty se dormir en seguida. La enfermera la ha inyectado el calmante.Puede establecer un diagnstico?

Me preocupa mucho el estado de su amiga, pero insisto en que todava es pronto para tomar una decisin.

Rose se despidi del doctor y poco despus se introduca en su auto. Quedse pensativa, las manos en el volante.

Haba una forma de convencer a Betty. Viajar a la casa en donde, supuestamente, Betty haba visto las mujeres-araa. Si encontraba al hombre llamado Mitchell, l le dara explicaciones. S, le podra explicar por qu Betty se encontraba en aquella situacin. No haba visto mujeres-araa, pero algo tena que haber ocurrido en aquella casa. Y slo podra descubrirlo de una forma: yendo a ella.

CAPITULO VIISeorita Marlowe, es que se va a escapar? Rose ya haba puesto en marcha el motor de su automvil. Era Barry Morgan.

No, seor Morgan, no voy a huir. Cunto me alegro.

Ha venido por los cincuenta dlares de su jarrn?

Podra venir por otra cosa?

Cre que quiz estaba interesado en m, personalmente.

En usted? Pues no, seorita Marlowe. No puedo interesarme en una creidilla.

En quin?

En una chica que se cree bonita, con una figura sensacional.

Cmo ha llegado a la conclusin de que yo me creo todo eso?

Hemos hablado mucho, seorita Marlowe. Ya es una vieja amiga para m.

No me llame vieja! Slo tengo veintitrs aos. Aunque poseo la experiencia de una mujer de cincuenta y conozco a los tipos de su clase.

No me diga.

Usted es un jugador profesional.

Eso no lo acert por su cuenta sonri Barry Morgan. Le pregunt a Bill Moore, el camarero.

Deb suponer que se lo dira a usted. Lo tiene sobornado con sus propinas. Por eso l lo considera simpatiqusimo.

No, seorita Marlowe. Le resulto simptico a Bill porque s comportarme bien con l.

Le lleva Bill Moore los primos al matadero?

Cmo dice?

Bill le proporciona los palomos que usted tiene que desplumar?

Caramba, seorita Marlowe, no tiene pelos en la lengua.

Al pan pan y al vino vino. Barry respir profundamente.

Seorita Marlowe, le dije antes que era una creidilla, y ahora tengo ms motivos para opinar as de usted. No slo se cree mona, sino que tiene una inteligencia superior al resto de las mujeres y, con toda seguridad, a la de la mayora de los hombres.

Es posible.Piensa que soy un jugador tramposo.

Y no lo es?

No, seorita Marlowe. Admito que me gano la vida jugando, pero soy un tipo limpio.

S, se nota que se baa.

Pens que haca mejores chistes, dada su inteligencia superior a la de todas las mujeres.

Y probablemente a la de la mayora de los hombres. Y eso le incluye a usted de un modo definitivo, pirata Morgan.

Barry se apoy en la ventanilla de la portezuela.

Reptalo.

Qu?Pirata Morgan. Suena tan musical en sus labios.

No lo voy a repetir!

Le costara muy poco esfuerzo, creidilla. Son dos palabras. Slo dos palabras y me har feliz.

Rose hizo un gesto furioso. Sac del bolso un puado de billetes y, despus de contarlos,los alarg a Barry, ponindoselos casi en la cara.

Aqu tiene los cincuenta dlares del jarrn japons!

Chino.

Chino o japons, o manch! Me da lo mismo!

Agregue algo.

Dijo usted que no haba indemnizacin.

Y no la hay. Pero me sigue debiendo los noventa dlares por los desperfectos que me produjo en el coche.

Es que me va a dejar otra vez sin un centavo?

Yo no tengo la culpa. Es la vida.

La vida que usted se va a pegar con el dinero que me est sacando?

Piensa que vivo de las mujeres?

Empiezo a tener mis dudas. Ella entorn los ojos. Quin me dice que no fren su coche para provocar el accidente? Le habra bastado mirar por el retrovisor. Quin me dice que no esper a que yo saliese de la cabina telefnica para provocar el segundo tropiezo? A propsito, yo no vi que en el paquete hubiese un jarrn.

Es que estaba empapelado.

Pudo ser un vaso de a cincuenta centavos!

Es posible que lo fuese, desde su punto de vista.

De acuerdo, pirata Morgan! Hemos terminado!

Eso nunca lo sabremos. Quiz me anime a comprar una guitarra y si tengo la desgracia de encontrarme con usted...

Si compra una guitarra y me encuentro con usted en la calle, se la meto por la cabeza. Y

esa vez se la pagar con mucho gusto, seor Morgan!

Rose hizo retroceder el coche con violencia y Barry tuvo que saltar para no ser atropellado.

Seorita Marlowe, me iba a producir desperfectos a m!

Habra tenido suerte, pirata Morgan. Tiene el hospital al lado contest la joven, y apret el acelerador.

Poco despus sala de la ciudad, camino de Los Angeles. Pero no iba a Los Angeles. No, ella slo iba a recorrer cien millas, en busca de un camino que condujese a la casa donde Betty se haba refugiado cuando fue sorprendida por el cicln Wanda.

Fue pasando el tiempo.

De vez en cuando, Rose observaba el cuentakilmetros.

Haba recorrido setenta millas desde que se inici su viaje desde Union City.

La carretera estaba prcticamente solitaria. Slo cada diez o quince minutos se encontraba con un coche, y detrs de ella no iba nadie.

Empez a sentirse demasiado sola.

El cielo tena un color azul turquesa, y el sol estaba cayendo hacia el Pacfico. Haba emprendido el viaje demasiado tarde. Se le hara de noche al regresar.

Ya haba recorrido las cien millas sin encontrar el camino a la izquierda.

Hizo las ltimas diez millas a cincuenta por hora para no pasar de largo el camino al que se haba referido Betty.

Detuvo el coche y salt de l, mirando a su alrededor.Ahora no pasaba ningn automvil. A un lado y a otro estaba el desierto. No, no vea ninguna casa.

Ya no poda tener ninguna duda con respecto a Betty. El doctor Lawson pareca un buen profesional. Betty sufra una alucinacin. Simplemente eso. Una alucinacin a consecuencia de haberse encontrado con el huracn.

De pronto observ algo anormal en el paisaje. Al principio no supo qu era.

Oh, s, eran aquellos matorrales demasiado secos cuando otros tenan un color verdoso.

Por qu se haban secado? Por efecto del cicln?

Slo estaban a un cuarto de milla. Mont en el coche, fue hacia all y volvi a descender. Vio los matorrales secos.

Apart dos de ellos con el pie y se qued asombrada viendo un trecho de camino. Sigui apartando los matorrales y el camino fue apareciendo ante ella.

Qu significaba aquello? Por qu haban cubierto el camino con aquellas bolas espinosas y resecas?

Se volvi a sentar al volante y maniobr, metiendo el coche por el camino. Se apart para eludir los arbustos secos.

Tras recorrer unas cincuenta yardas y bajar por una pequea ladera, encontr que el camino ya no estaba cubierto por las plantas espinosas.

Continu avanzando mientras senta que se aceleraba su corazn. El camino desapareca por una curva.

Hizo girar el volante. Y al salir de aquella curva vio la casa.

S, all estaba. Betty no se la haba descrito, pero supo que era la misma en que su amiga se haba refugiado del huracn.

No haba ningn auto. Ningn ser humano.

Fue acercndose lentamente, con suavidad, como si temiese hacer un excesivo ruido, y fren cerca de la puerta.

Permaneci ante el volante inmvil, mirando las ventanas de la parte superior. Vio dos. Yuna de ellas deba corresponder a la habitacin en que haba estado Betty.

Correspondera la otra a la habitacin donde Betty haba visto...? Por qu no decirlo?

Las araas? O las mujeres-araa?

Cuidado, Rose. Tu amiga Betty sufri un shock. Eso est claro. Te lo dijo el doctor Lawson y t misma lo pudiste comprobar. El doctor lo llam alucinacin. Por qu no das media vuelta y te largas? Es lo que debes hacer.

Rose empez a dar la vuelta para marcharse y otra vez oy su voz interior:

Tienes miedo, eh, Rose? Se te ha metido el miedo en el cuerpo. Lo sientes hasta en los talones. Por qu te pusiste en camino? Venas en busca de una casa que t creas no exista. Pero aqu la tienes. La casa existe, Rose Marlowe. Fren el vehculo cuando ya tena la proa en direccin a la carretera general.

Apag el motor, pero sigui sentada, sin decidirse a descender.

Y de pronto se abri la puerta de la casa. Rose sinti que se le erizaba el vello de la nuca. Vio a un hombre de unos treinta y cinco aos, de ojos muy claros.

Busca algo, seorita? dijo aquel hombre.

CAPITULO VIIINo, seor contest Rose. Est prxima la puesta del sol y pens que valdra la pena contemplarla desde el desierto y sacar unas fotografas.

Oh, s, es muy hermosa la puesta del sol en el desierto. Rose trat de serenarse.

Bien, chica, ah lo tienes. Es el hombre del que Betty te habl, y ahora debes demostrar que tienes ms inteligencia que todas las mujeres y que algunos hombres, entre ellos el pirata Morgan.

Salt del coche sonriente.

Soy Rose Marlowe.

El hombre la estaba observando atentamente.

Ed Mitchell.

Tanto gusto, seor Mitchell dijo ella, tratando de no reflejar su emocin.

Todava tardar un poco en ponerse el sol. Puede entrar en la casa si quiere.

De buena gana Rose hubiese entrado otra vez en el coche para salir de estampida.

Vamos, Rose, por qu te acobardas? Ese hombre se est mostrando muy amable, como un buen samaritano. Slo te est ofreciendo la oportunidad de que entres en su casa para descansar hasta que llegue el momento de sacar tus supuestas fotografas de la puesta de sol.

Ed Mitchell agreg:

Le puedo ofrecer t.

Gracias.

O prefiere caf?

S, seor Mitchell. Me gusta ms el caf.

Lo acabo de hacer.

Rose ech a andar hacia el porche.

Bien, muchacha, ya te has decidido. Vas a entrar en la casa donde estuvo Betty. Donde vio las araas. O fueron las mujeres-araa? Quiz muy pronto salgas de dudas.

Tal pensamiento le produjo un escalofro. Mitchell le sonri.

Rose entr en la casa y se detuvo, observando la escalera que conduca al piso alto.

Aqulla era la escalera por la que, segn Betty, haban bajado las araas en su busca!

Pase al living, seorita Marlowe.

Entr en el living y vio unos muebles viejos. Pero all no haba ninguna telaraa. Mitchell habl por detrs de ella:

He tenido mucho trabajo desde que sufrimos un huracn y entr mucha tierra. Me hepasado todo el tiempo limpiando. Por eso lo ve tan aseado. Pero tena que haberlo visto esta maana.

Anda, Rose, pregntale tambin si limpi las telaraas.

Voy por el caf dijo Mitchell. Sintese, seorita Marlowe. En seguida vuelvo. Mitchell desapareci.

Al quedar a solas. Rose mir el telfono. Estaba justo donde Betty haba dicho. Y Betty haba estado junto al telfono cuando vio una araa que pareca ir a atacarla, pero Betty salt a tiempo y la araa desapareci por un hueco del techo.

Mir el techo, pero no vio ningn hueco.Se sinti decepcionada. Aquel hueco tena que existir para que la historia de Betty resultase verosmil.

Rose se acerc a la ventana y mir donde estaba su auto. Segua sin ver a nadie por all.

Qu haca Mitchell en aquel desierto? De qu viva? A qu negocio se dedicaba? Oy pasos.

Mitchell apareci con una bandeja en donde llevaba el servicio de caf.

Espero que el caf le guste, seorita Marlowe. Lo hago muy cargado.

Acert, porque es como lo prefiero. Se sentaron ante una mesita.

Dos terrones, seorita Marlowe?

Uno. Me gusta amargo. Rose bebi un trago:

Caramba, es un buen caf, seor Mitchell.Gracias.

Qu hace aqu, seor Mitchell? Haba hecho su pregunta como un disparo a que- marropa.

Vivo retirado, solitario. Perd a mi mujer... Lo siento.

Fue hace tres aos. Ella se llamaba Marin. Era una mujer maravillosa. Vivimos en San Francisco durante diez aos. Yo fabricaba juguetes... Fue siempre mi pasin. Juguetes para que los nios se divirtiesen. Y mi mujer me ayudaba. Eramos almas gemelas. Perdn, la frase parece un poco cursi.

Oh, no, de ninguna forma me parece cursi, seor Mitchell.

Cuando perd a Marin, cre que el mundo se haba acabado para m. Ya no poda vivir en aquella casa que me recordaba pulgada a pulgada a Marin. Soport la soledad durante unas semanas, pero al fin no pude ms. Tena algunos ahorros y por el precio que vend la casa decid buscar otro hogar, lejos de todos. Me dijeron que esta casa estaba en venta. Vine a verla y la encontr ideal. Hay agua, tiene telfono, de vez en cuando voy a la ciudad a comprar provisiones, pero estoy all el tiempo indispensable...

Comprendo que pas por una experiencia muy amarga, seor Mitchell, pero me temoque no hizo lo mejor.

No?

Siempre he pensado que el ser humano debe sobreponerse a sus desgracias. Por eso somos superiores a los animales.

Cuidado, Rose, has estado a punto de equivocarte. Ibas a decir superiores a las araas.

-Bueno dijo Mitchell, quiz algn da est en condiciones de regresar a la civilizacin. Qu hace usted, seorita Marlowe?

Trabajo en una cadena comercial de televisin.

En calidad de qu?Como guionista.

Tena televisin en San Francisco, cuando viva Marin, pero despus que ella muri, no la conect ms. La vend con la casa.

Pudo haberla trado aqu. Le habra entretenido.

No quiero que nadie me entretenga, seorita Marlowe! exclam Mitchell, con energa.

Rose se qued un tanto perpleja.

Los ojos claros de Mitchell se haban encolerizado.

Perdone, seorita Marlowe.

Soy yo la que le tiene que pedir disculpas, seor Mitchell. No deb inducirle a cambiar de vida. Usted la eligi.

Rose oy un ruido bajo los tableros que estaban a sus pies, como si algo se arrastrase. Pudo contener el grito. Mitchell se puso en pie.

Perdone, seorita Marlowe, tengo al perro en el stano. Estaba sealando con la mano el lugar de donde haba venido el ruido.

Mi perro se llama Dick. Se perdi durante el huracn y cuando lo recuper estaba a punto de morir. Debo ir para ver cmo sigue.

No se preocupe.

Volver en unos minutos.

Mitchell sali del living y Rose oy poco despus que se cerraba la puerta exterior de la casa.

Se levant rpidamente y fue hasta el hueco del living.No vio a nadie.

Esta es tu oportunidad, Rose. Sube esa escalera. Qu ests esperando? Mitchell no volver en unos minutos. Tienes tiempo suficiente para hacer la comprobacin.

Ya no esper ms.

Se quit los zapatos para no hacer ruido, los apret contra el pecho y subi la escalera.

Se encontr ante un corredor con una puerta a cada lado. Abri la derecha y vio una cama, una mesilla de noche, un armario y una silla.

Pero no vio una sola telaraa.

Cerr la puerta y se acerc a la de enfrente. Alarg la mano, pero se detuvo.

Qu ests esperando, Rose? Ya slo tienes que hacer una comprobacin. Una sola yhabrn acabado tus dudas.

Abri. El mobiliario era el mismo: una cama, una mesilla de noche, un armario y una silla.

Y tampoco descubri restos de telaraa. Todo estaba limpio, y eso corroboraba las palabras de Mitchell, que haba pasado el da quitando el polvo arrojado al interior de la casa por el huracn.

Cerr la puerta y baj la escalera.

Por fortuna, Mitchell no haba vuelto.

Se puso los zapatos, entr en el living y se volvi a sentar.

Bien, muchacha, ya no tienes nada que hacer aqu. Hiciste de detective, pero no sirvi tu investigacin. Mitchell es un pobre hombre, un desconsolado viudo. Hay hombres as. Quieren a una mujer y cuando la pierden se encuentran acabados.

Hola, seorita Marlowe.

Rose se volvi lanzando un grito.

No, no era Mitchell quien estaba all. Era el rubio de los ojos claros, Leo Francis.

CAPITULO IXSeor Francis exclam Rose, y corri hacia l. Menos mal que ha venido.

Me cost bastante encontrarla.

Me sigui?

Claro que la segu. Pero tuve que dejar entre nosotros mucha distancia para que usted no se diese cuenta. A dnde ha venido a parar, Rose? Qu hay en esta casa?

Es donde Betty se refugi del cicln Wanda. Aqu vio a las mujeres-araa.

Las ha visto usted?

No.

Dnde dijo Betty que estaban? Arriba, subiendo la escalera, en una habitacin.

Vamos, quiero verlas yo tambin. Espere, seor Francis. Ya no estn donde las vio

Betty.

Francis dio un suspiro.

Rose, ha visto a algn ser humano en la casa?

Claro que lo he visto. Hay un hombre. Se llama Mitchell. Por cierto, tiene los ojos claros, tan claros como los de usted.

Rose hizo un gesto de asombro y retrocedi.

Seor Francis! El le sonri.

Qu le pasa, seorita Marlowe?

Quin es usted realmente?

Un periodista. Ya se lo dije.

Quisiera creerle.

Pues haga un esfuerzo y crame.

Rose segua mirando los ojos claros de Francis, y record los de Mitchell. S, parecan iguales. Tan claros que, en un momento determinado, daba la impresin de que estaban ciegos.

Oh, no retrocedi Rose, soltando un gemido.

Qu le pasa, seorita Marlowe?

Usted es como l.

Como quin?

Como Mitchell. Ahora empiezo a comprender.

Qu es lo que comprende?

Usted tuvo mucho inters en saber si alguien crea a mi amiga Betty Harris... Por eso estaba all. Todo marchara bien para usted si la polica y los doctores decidan que Betty hablaba incoherentemente. A ustedes no les convena que nadie admitiese que Betty haba visto a las mujeres-araa. Usted es uno de ellos.

Seorita Marlowe, es la primera vez que piso esta casa. No conozco a nadie que se llame Mitchell. Iba a abandonar el asunto, pero tuve la corazonada de seguirla a usted, como ltimo intento por mi parte por conseguir algo que valiese la pena... Sernese.

Dnde est ese Mitchell?Fue al stano.

Al stano?

S, dijo que su perro fue herido por el huracn. Durante su ausencia observ la habitacin donde Betty vio a las mujeres-araa.

Echaremos un vistazo a ese stano.Rose no estaba muy segura de que Francis estuviese diciendo la verdad.

Qu te pasa, Rose? Hace un momento decas que Mitchell era un pobre hombre. Pero has cambiado de opinin al ver aqu a Leo Francis. Cuidado, muchacha. Si "ellos" estn de acuerdo, lo vas a pasar mal.

Pero hizo un gesto afirmativo.

Vamos, seor Francis. Los dos salieron del living.Hacia dnde? pregunt Leo.

El seor Mitchell sali de la casa. Ellos tambin lo hicieron.

Leo cogi a Rose de la mano y la llev hacia la izquierda.

Rose vio una trampilla junto a la pared. Tena un candado puesto, pero estaba despasado. Rose mir perpleja a Leo.

Por qu hemos venido directamente aqu?Es el stano.

Cmo lo supo usted?

Seorita Marlowe, antes de entrar en la casa, observ los alrededores y descubr este stano. Pero entonces el candado estaba echado... Satisfecha?

Rose no respondi.

Francis levant la trampilla. Ante s vieron una escalera.

Pasa usted primero, seorita Marlowe?Lo har despus que usted.

Dicen que un hombre educado debe ceder la prioridad a una mujer.

Le autorizo a que en estos momentos sea el hombre peor educado del mundo.

Como quiera, valiente.

Leo Francis descendi por la escalerilla.

Y cuando Rose lo perdi de vista, ella se decidi a bajar.

Dnde est, seor Francis? No le contest.

Seor Francis!

De pronto se hizo la luz en el stano.

Rose vio algo que la horroriz. Varias araas estaban transportando el cuerpo de Francis a travs de una serie de hilos, por una de las redes que hacan aquellos bichos.

Francis!

Francis tena la cabeza doblada. Indudablemente, al entrar, una de las araas lo haba mordido y, con toda seguridad, le inocul una sustancia parecida a una droga adormecedora.

Ahora pareci volver en s.Seorita Marlowe!

Las araas seguan su camino arrastrando a Leo.

Francis! Aydeme!

Leo vio a las araas cerca de su cara y lanz un alarido de terror.

Rose avanz hacia las telaraas, peg un manotazo en los hilos, pero no logr romperlos porque tenan la resistencia del plstico.

Se ilumin otra parte del stano, hacia la derecha, y Rose qued asombrada viendo a una mujer como ella, que pareca desnuda a no ser por la capa de esmalte negro que la cubra.

Bien venida a nuestro hogar, seorita.

Quin es usted?

Ya me han puesto un nombre. Soy Berta. Francis grit:

Rose, no puedo luchar contra ellas! Aydeme! Rose peg otra vez un manotazo a la red.

Berta abri la boca y por ella emiti una serie de silbidos mientras sus ojos se enfurecan. Rose se horroriz al ver aquel rostro femenino, que poco antes era bello y que ahora pareca posedo de toda la furia del mundo.

No haga eso! No lo haga! grit Berta. Rose crey estar viviendo una pesadilla.

No, muchacha, no es un sueo. Tu amiga Betty te cont su historia y ha resultadoverdadera. Ella tambin vio las araas. Las negras araas que se estn llevando ahora a Leo Francis y que trataron de apoderarse de Betty. Y tambin vio a varias mujeres con su cuerpo de esmalte negro, como esa Berta. Y t ests metida en la trampa.

Seorita Marlowe! oy gritar a Leo Francis. Por favor, seorita Marlowe! Le seguan arrastrando al fondo de la red.

Se ilumin aquel punto, el final. Y all vio Rose algo que la horroriz ms.

Una araa enorme. Pero no. En realidad era una combinacin de araa y de mujer. Tena el cuerpo de una mujer como Berta, pero de su abdomen le salan seis patas. Tres a la izquierda y tres a la derecha.

Y Rose comprendi que aquellas araas estaban sufriendo una transformacin. Que eran araas y que, a lo largo de un proceso, se iban convirtiendo en mujeres como Berta, que se pareca en todo a las humanas, y para ello les bastara cubrirse el negro del torso y de sus senos con unas ropas femeninas.

Y aquel extrao ser, mitad mujer y mitad araa, abri sus fauces porque las araas queestaban transportando a Francis estaban muy cerca de su vctima.

El fuego, Rose! El fuego! grit Francis. Rose se acord de su bolso. Tena el mechero. Lo sac rpidamente y fue a encenderlo.

Instantneamente provoc un alarido general y unos ruidos extraos.

El alarido haba partido de la garganta de Berta y los dems ruidos de las araas, incluida la del fondo, la que era todava mitad mujer y mitad insecto.Rose acerc el mechero hacia los hilos de la pared y de pronto alguien le peg un manotazo, y el encendedor se cay en el suelo, y luego una bota apag la llama.

Era Mitchell, quien haba impedido que ella prendiese fuego a las telaraas, y la estaba sujetando frreamente con su mano.

Seor Mitchell!

Qu iba a hacer, maldita?

Vio los ojos de Ed Mitchell, y eran tan claros como los de Francis, pero haba una diferencia: aquellos ojos ahora tenan pequeas rayas rojas, quiz porque la ira se haba apoderado de Mitchell cuando vio que Rose iba a pegar fuego a las telaraas.

Seor Mitchell, aydelo.A quin?

A ese hombre, a mi amigo.

Tiene que pagarlo por haber venido a esta casa a molestarnos. Y usted tambin lo va a pagar, seorita Marlowe.

Alguien solt una carcajada. Era Berta.

Mitchell, djamela un rato.

Para qu?

Para que me ensee cosas.

Ya sabes todo lo que debe saber una mujer de este planeta.

Rose se estremeci al or aquello. Pertenecan a otro planeta; pero despus de todo, eso era lgico. Nunca haba visto en la Tierra seres como aqullos, mujeres-araa.

Seor Mitchell, por favor no permita eso!

Qu es lo que no debo permitir?

Que se lleven a Leo Francis al fondo de esa telaraa.

Tengo que permitirlo.

Qu van a hacer con l?

Mrelo usted misma.

No quiero mirar!

Y yo quiero que lo vea

Mitchell cogi la cabeza de Rose por el cabello y la hizo girar bruscamente.

Las negras araas seguan arrastrando a Leo hacia aquel monstruo que estaba en el fondo y cuyas fauces se abran y se cerraban.

Francis segua gritando, lleno de pnico:

No, por favor, no!

Berta lanz una carcajada.

Seor Mitchell, cmo se va a llamar ella? estaba sealando al monstruo mitad mujer y mitad araa.

Se llamar Iris.

Y ser tan hermosa como yo?

Mucho ms hermosa.

Por qu ha de ser ms hermosa que yo? grit Berta.

Necesitamos ejemplares de la especie como esta seorita. Los ms hermosos ejemplares. Tendrn toda la seduccin que los hombres hayan podido soar en una mujer.

Qu pretenden, seor Mitchell? pregunt Rose.

Seorita Marlowe, nuestro planeta se llama Arcnida, y all se ha iniciado una era glacial. Despus de unos aos, no nos ser posible vivir en l. La Tierra tiene el calor que necesitamos para vivir. Hemos hecho ensayos y han resultado ptimos. Y ahora basta de

palabrera. Cuando la araa reina haya devorado a Francis, le habr llegado el turno a usted, seorita Marlowe.

CAPITULO XRose Marlowe no quera dar crdito a lo que Mitchell le acababa de decir. Francis iba a ser devorado y, a ella tambin la devoraran. Y el monstruo que estaba al fondo era la araa reina, y comprendi por qu Mitchell haba dicho que ella sera la mujer que reunira toda la seduccin que los hombres haban soado.

Francis estaba llegando a las fauces del monstruo.

Rose baj la cabeza y cerr los ojos mientras de su garganta se escapaba un grito de horror.

Mitchell le levant de nuevo la cabeza.

Mire a su amigo, seorita Marlowe! Mrelo!

No, no quiero! dijo Rose, y aunque levant la cara, sigui con los ojos cerrados.

Un alarido de Francis le indic el momento trgico para l porque, de repente, aquel alarido se interrumpi y slo oy el chasquido de las fauces.

A Rose le fiaquearon las piernas, derrumbndose, y entonces, Mitchell la dej libre.

No haca falta que hiciesen esto, seor Mitchell.

Es necesario.

No, no lo es! Ustedes podran vivir en nuestro planeta.

No diga tonteras, seorita Marlowe. No hay lugar para nosotros en su planeta mientras no lo dominemos.

Rose mir a Mitchell.

Cmo ha llegado a tener esa figura?

Soy como ellas. Pero he sufrido una transformacin distinta. Tenemos capacidad para transformarnos. Pero ustedes tienen que ayudarnos un poco.

Nosotros?

S, con su cuerpo y con su sangre. Y ya basta, seorita Marlowe. Es su turno.

Mi qu?

Levntese. Ya vienen a por usted.

Rose mir la red y vio que en los hilos, al fondo, la reina haba devorado a Francis, y que las negras araas regresaban, acercndose cada vez ms a ella.

Rose sigui en el suelo e implor:

No, seor Mitchell! No quiero terminar as! Har lo que ustedes me manden.

No tenemos ninguna necesidad de usted.

Me necesitan!

Para qu?

Para que yo hable con las personas que rigen este planeta y les hagan posible su vida aqu. As no habr exterminio por ninguna parte.

Slo dice tonteras, seorita Marlowe. Esta es una guerra entre dos planetas, y loshabitantes de uno de ellos tienen que perder. Y le aseguro que no estamos dispuestos a ser nosotros las vctimas.

Puede haber una transaccin.

No habr transaccin!

Rose mir otra vez los hilos. Las araas seguan avanzando hacia el lugar donde ella se encontraba con Mitchell.

El encendedor haba quedado en el suelo, a un palmo de su mano.

Poda alcanzar el mechero y lanzar la llama contra las araas. -No haba sido as como

Betty logr escapar, arrojando un candelabro a la cara de Mitchell?

Seor Mitchell dijo, y se prepar para atrapar el encendedor. Le voy a hacer la ltima splica.

Ahrresela.

Me encargar de traer vctimas a este lugar. Se da cuenta? Yo ser una colaboradora de ustedes. Siempre ha habido colaboracionistas en las guerras. Y yo estoy dispuesta a ocupar su lugar.

Cogi el mechero.

Haba logrado distraer a Mitchell.

No, seorita Marlowe. No necesitamos colaboraciones de las mujeres de su clase. Para ello vamos a tener a nuestras propias mujeres. Levntese.

Rose se levant con pesar. Se movi dbilmente como si no tuviese fuerzas.No quiso mirar a sus espaldas porque las araas estaban ya muy prximas y tena miedo de que el horror la paralizase.

Encendi el mechero. Mitchell lanz un grito.

Dme eso.

Rose salt, alejndose de Mitchell, y al mismo tiempo alarg la mano y aplic la llama del encendedor a la telaraa.

Se produjo una llamarada y las araas que estaban ms cerca lanzaron chirridos mientras caan al faltarles el apoyo del hilo que se quemaba.

Mitchell se abalanz sobre Rose, pero sta le aplic la llama a la mano con la que la iba a sujetar. Y entonces Rose vio algo asombroso. Aquella mano se quem como si fuese de paja.

Mitchell retrocedi lanzando un chillido, mientras las llamas corran por su brazo como si estuviese relleno, de plvora.

Rose no esper a ver el resultado de aquello.

Arroj el encendedor hacia el fondo de la pared donde estaba la araa reina pegando alaridos.

Empez a subir la escalera.Detrs de ella se produjo una conmocin. Oy gritar a Berta:

Djemela a m! Yo me encargar de ella! Rose logr salir del stano.

Al volverse, vio que Berta suba por la escalera con la boca abierta, babeante, los ojos llenos de clera.

Rose dej caer la trampilla y busc con manos vidas el candado.Tuvo la suficiente serenidad para pasarlo, y se apart del stano. Berta empez a golpear la trampilla desde abajo.

Abra, maldita! Abra!

Ah se queda, Berta. Ya no le har falta ser tan seductora con los hombres.

Maldita! Abra maldita! No podemos abrasarnos! Rose corri hacia su automvil.

Observ con temor la casa.

Era el stano el nico lugar ocupado por los monstruos o habra otros? No, no poda detenerse para comprobarlo.

Se meti en el coche y arranc velozmente.No tard mucho en llegar hasta la carretera principal. Hizo girar el volante y se dirigi a

Union City.

Nunca haba hecho correr tanto su automvil.

La aguja del velocmetro lleg a alcanzar las ciento cincuenta millas.

A dnde vas, Rose? A la polica? Ese es tu camino. Pero recuerda lo que le pas a Betty. Est en un hospital, sometida a tratamiento psiquitrico. Contigo harn lo mismo. Cmo van a creer que unos seres extraos que vienen de un planeta llamado Arcnida estn aqu, convirtindose en mujeres hermosas para seducir a los hombres? No, Rose, qutatelo de la cabeza. No te van a creer.

Se mordi el labio inferior porque le iba a resultar muy difcil convenc