las repÚblicas purÉpechas

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    Las repblicas purpechasCarlos Garca Mora

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    Carlos Garca MoraInstituto Nacional de Antropologa e Historia

    Direccin de Etnohistoria

    TSIMARHU

    Estudio de etnlogos

    Las repblicas purpechas

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    Garca Mora, Carlos:Las repblicas purpechas, ed. electrnicapara la Internet, Mxico, Tsimarhu Estudiode Etnlogos, 2013, 22 pp. en formato pdf

    http://tsimarhu-tsimarhu.blogspot.mx/

    PortadaViejos de la danza del mismo nombre

    durante la esta del barrio de San Miguelen Charapan, Mich. (Foto del autor).

    Frontispicio

    Mscara decimonnica de viejo deCecilio Jernimo labrada en

    Charapan, Mich.(Foto del autor)

    Este folleto forma parte del libroEl baluarte purpecha

    donde est includo como captulo 8

    Escrito con resultados de investigacin llevada a cabo enel Instituto Nacional de Antropologa e Historia

    Mxico 2013 Derechos reservados por el autor

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    Trashabertenido acampadas, al pie de sus ykatas, a las intimidantesfuerzas hispanas de ultramar, que irrumpieron en el espacio sagradodel centro mismo de su poder, el sanguinario clan de los uacsechas sevio obligado a cegar para siempre el fuego, otrora perenne, en lostemplos que tenan en la cima de esos edicios, donde suban las hu-maredas que los una con los dioses de Awntarhu. En esos momentosdramticos, cuando sus sacerdotes y sus servidores lo apagaban paranunca ms volver a prenderlo, saban que daban n a la, para ellos, he-roica epopeya de transformarse en los dominadores de aquellas tierras,donde se haban inltrado como cazadores nmadas varias generacio-nes atrs. Desde esa altura, donde vean por ltima vez sus dominios ylos de sus clanes aliados, tuvieron que bajar las escalinatas; jams vol-veran a subirlas y menos lo haran como seores poseedores pues yahaban entregado sus tierras y vasallos a quienes los sometieron. Ellos,los crueles uacsechas que aterrorizaron a los habitantes de los cuatro

    puntos cardinales, rodeando uno por uno sus caseros desde las alturasde los cerros circundantes, vestidos y pintados para ofrecer la aparien-cia ms feroz posible, tocando sus instrumentos de guerra y dando lasespantosas gritas que anunciaban su cada sobre quienes apenas y lo-graban oponer alguna resistencia. Ellos, quienes como los mexicas,ascendieron de hombres rudimentarios a seores de una de las dos msfuertes confederaciones mesoamericanas del siglo xvi. Ellos, los lti-mos guerreros orgullosos de su linaje chichimeca, que bajaron de lascinagas hasta la regin lacustre para luego levantarse con la sierra,la caada, la tierra caliente y las dems regiones en una empresa deconquista, que quiz los llev hacia las costas, se haban humillado rin-

    dindose sin oponer resistencia.Despus de ese pasmoso sometimiento, la confederacin tarasca

    se vino abajo con estrepito fragmentndose y desapareciendo. De susrestos nacieron los pueblos tarascos cristianizados: el purpecha, el ma-zahua, el otom, el nahua y otros ms. En aquellos tiempos se fragu elnuevo pueblo purpecha, durante unas cuantas dcadas en la primeramitad del siglo xvi, tomando la forma de repblicas autnomas de natu-rales. Tal fue como, desde entonces y en el trascurso de al menos unos

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    280 aos, adoptaron sus rasgos esenciales cuyas secuelas se dilataronhasta la actualidad.

    * * *

    Propio de esas repblicas fue su autonoma relativa, pues cont con go-biernos de sus repblicas conducidos por un gobernador y sus respectivosalcaldes. El primero, a ms de atender funciones polticas, se encargabade los servicios personales que deban prestarse a encomenderos, au-toridades y clero; de los asuntos agrarios; de la recaudacin tributaria;del orden pblico y de otras funciones para el bien comn y necesariaspara atender requerimientos de la administracin colonial novohispana.Por lo tanto, una repblica fue mucho ms que el mero poblado dondese fund.

    El pueblo purpecha adopt esta organizacin tras enconadadiscusin en la metrpoli espaola, donde se decidi que los pueblosamericanos tenan capacidad para cristianizarse y gobernarse. Por ello,su gobierno lo condujo la nobleza tarasca sometida al aparato gober-nante espaol. Con ese proceder, en vez de que ella liquidara su antiguaestructura, en cierto modo la renov al reorganizarla.1

    Entre noviembre y diciembre de cada ao, los cargos de estegobierno eran ocupados por seores elegidos entre los principales delos poblados, que eran achecha o seores de respeto. En la antigedad,un ach era el seor de una seora o uno subalterno pero, tras la disolu-

    cin de sus dominios, el trmino se sigui aplicando entre los naturalespurpechas para dar trato distintivo a los principales, tanto a los dehabla purpecha como a los espaoles.2

    La organizacin se fue transformando de siglo a siglo, pero lorelevante fue su persistencia y continuidad. Todava en 1740, Perwani,Xiquilpan, Tarhkwatu y Tinkwntinicontaban con gobierno de rep-blica.3

    Adems de su gobernador, era habitual nombrar tambin regido-res, alguaciles y varios ministros:petpeecha o petapes, katjpeechao catapes y akmpitiicha o cambites. A veces, se elegan personaspara ocupar slo parte de esos cargos dependiendo de la importancia

    de la repblica electora. Slo Xiquilpan, Tarhkwatu, Patmpani, SanJuan Perwani y Charpani tenan gobernador en 1789. En cambio, to-das las repblicas contaron con alcaldes y regidores, como fueron lasmencionadas y las de San ngel, San Pedro kumichu, San FranciscoPerwani, Los Reyes y San Gabriel, pero en nmero variable: de uno atres alcaldes y de uno a cuatro regidores cada una. 4

    stas repblicas hicieron de la sierra de Michoacn una reginpurpecha pues careciendo de asentamientos espaoles de importancia,

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    imperaron los poblados de naturales donde tenan asiento los gobiernosde sus repblicas. Esto fue de este modo en lo que se reere a la pobla-cin original y a la apurepechada.5

    Sin embargo, al constituirse varias comarcas coloniales

    novohispanas, cada una le parti una seccin a la sierra. Ese cercena-miento y la imposibilidad de establecer organizaciones polticas entrevarias repblicas, impidieron la constitucin de una regin purpechaautnoma propiamente dicha. Con todo, en verdad la sierra fue uno desus mbitos por antonomasia.

    En la segunda mitad del siglo xviii, dichas repblicas tenan ca-tegoras diferentes. De entre unas 37, que por lo menos existan en latierra fra alrededor de 1789, slo ocho contaban con su gobernador.Eso supuso que las autoridades del resto dependan de algn otro go-bierno en alguna medida, pero al menos tenan alcaldes y regidores.6En total estaban integradas por poco ms de 5 500 tributarios y susfamilias; en medio de las cuales slo 33 eran espaolas y menos de 40de espaoles recin avecindados llamados vecinos establecidassin gobierno propio, arrendando tierras purpechas de comunidad o me-diante algn otro subterfugio.

    La importancia que las repblicas de los naturales tuvieron llega tal punto que se convirti en un atributo de la sierra. En aquella poca,el prestigio social debi ser detentado por ellas en buena medida y porsus principales. Por mucho que el puado de espaoles avecindados hu-biera mantenido su orgullo, la etnia y la lengua de prestigio en la sierradebi ser la purpecha en aquellos das.

    El tipo de autonoma que tuvieron las repblicas purpechas es-tuvo lejos de ser una verdadera autodeterminacin poltica, ms all delo local, y supuso una carga de obligaciones para los miembros de cadauna. Tampoco impidi el control externo de buena parte de sus tierraspastales y del comercio al mayoreo. Por otra parte, carecieron de unsistema en realidad colectivo de toma de decisiones y de lo que hoy sellamara el respeto a los derechos individuales, principio desconocidoen aquella poca; antes bien, estaban sometidas a un gobierno elegi-do entre una minora de hombres casados que constituan el reducidogrupo de principales en cada poblado. En cierto modo, las repblicasfueron entre otras cosas un medio para controlar a la poblacin. 7

    En tanto fueron convenidas con los seores tarascos, stas fue-ron una realizacin suya con las virtudes y defectos que ello supuso,si bien respondieron desde su fundacin a una concepcin y planea-cin espaolas. Esto determin tanto la integracin misma del pueblopurpecha, como su desarrollo asociado a las comarcas coloniales enque cada una de sus repblicas se eslabon.

    Por todo lo dicho, las repblicas y sus respectivas comunidadesagrarias fueron propias de una sociedad colonial novohispana y estuvie-

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    ron acotadas por sujeciones polticas, agrarias, tributarias, comercialesy religiosas. A todo lo cual se sumaba la supeditacin al desarrollo yla expansin de haciendas y ranchos espaoles pues, a pesar de tenerproteccin legal contra sus tropelas, slo podan defenderse si no po-

    nan en duda el derecho de tierra que los colonizadores espaoles sehaban ganado con las armas.

    An en los siglos xix y el xx, el pueblo purpecha continuabadando el tratamiento de don y teniendo como patrones a los des-cendientes de espaoles criollos arraigados, quienes siguieron tratandoal comn como un conjunto de mozos. La integracin de la comarcacolonial marc las relaciones sociales de un modo perdurable dejandohuellas vivas en la sociedad serrana, mucho tiempo despus que des-aparecieron las repblicas purpechas.

    * * *

    Base material y social de las repblicas de los naturales fueron sus tie-rras de comunidad con las que se sustentaron. En efecto, cada una deellas, amn de disponer de sus poblados y gobiernos, contaron con susrespectivas tierras constituyndose en comunidades agrarias. En la po-ca de la repblica purpecha se usaba el trmino tierras del comn ode comunidad, o slo se hablaba de la comunidad. Aqu se le lla-mar comunidad agraria para enfatizar la asociacin que los purpechasestablecieron al usufructuar sus tierras.

    Las comunidades agrarias pudieron preservarse mejor en tierrafra, a excepcin de Patmpani y Tarhkwatu, a diferencia de las deXiquilpan y otras en tierra templada, donde estuvieron ms expuestas ala codicia espaola. Tinkwntini tambin tuvo terrenos que despertabansu inters por su cercana a esa zona; y ni qu decir de las inmediacionesde Los Reyes donde se asentaron ricas haciendas espaolas azucare-ras.8

    En 1565, la comunidad de Xiquilpan obtuvo de la Real Au-diencia una merced de un sitio de ganado menor; en 1585, otra de unacaballera de tierra; y en 1598, una ms concedida por el virrey Gasparde Ziga y Acevedo, conde de Monterrey. Con posterioridad, le fue

    hecha una composicin de sus tierras baldas en 1696 y 1710. En1759, la comunidad dio informacin relativa a la identicacin desus tierras, la citacin de sus colindantes y lo dems acerca de lo que lesdemand Ricardo de Monserrate, un subdelegado del Juzgado Privati-vo de Composicin y Ventas de Tierras y Aguas Baldas y Realengas,quien le practic diligencias de apeo, deslinde y vista de ojos de sustierras. Pero en 1789, la comunidad tena entablado un pleito con lahacienda Guaracha por haberse introducido en dichas tierras.9

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    Los Reyes recibi las reales provisiones que le confirma-ron la posesin de todas sus tierras entre los aos 1639 y 1654.Tiempo despus, ste se vio envuelto en un litigio, con la espao-la Francisca de Ocampo, por la posesin de las correspondientes a los

    despoblados San Pedro Akisatu y San Rafael cuyos pobladores se lehaban congregado resultndoles una sentencia favorable en 1677.En 1711, la comunidad hizo diligencias necesarias para la composicinde sus tierras baldas.10

    En la primera mitad del siglo xviii, la comunidad de SantiagoAtpani bajo jurisdiccin de Tinkwntini demand a Domingo deRebollar, dueo del trapiche El Salitre en la jurisdiccin de Perwani.Dicho propietario la haba despojado de tierras y aguas y avasallabamano de obra para su hacienda.11

    Respecto de Charpani, la comunidad tuvo que presentar msinformacin todava en 1719 para identicar y justicar sus posesio-nes a Francisco Caete, un comisario subdelegado de tierras. Al aosiguiente, Juan de la Vegollera y Sandoval, nuevo juez de tierras, de-clar su conformidad con lo declarado y mand que la comunidad semantuviera en la posesin quieta y pacca de sus tierras. Aos despus,el alcalde mayor Bartolom Blanco le practic diligencias de amparo en1731. En el ao 1759, el ya citado comisario subdelegado, Ricardo deMonserrate, hizo diligencias de la composicin de sus tierras expresan-do hasta 1763 su conformidad con ello y mandando que continuaran asy que no fuera perturbada su posesin.12

    Asimismo, en 1759 dicho comisario hizo las diligencias de

    apeo, deslinde y vista de ojos de los dos Perwani, San Francisco ySan Juan, aprobadas ese mismo ao por el juez de tierras FranciscoAntonio de Echvarri, quien las despach y mand a los comuneros quese quedaran en quieta y pacca posesin de sus tierras y que no se lesperturbase en ello.13

    Patmpani y Tarhkwatu litigaron en 1789 contra Juan Zavala,vecino de Zamora, por haberse introducido en sus posesiones. Por en-tonces, Tarhkwatu tena comprendidos las tierras y los ttulos de susujeto San ngel en los suyos.14

    Es decir, tras conformarse las comunidades agrarias de lasrepblicas de naturales en el siglo xvi, stas requirieron hacer des-

    pus mltiples y constantes arreglos para mantener el reconocimientode sus tierras; algunas perdieron sus papeles originales y necesitaronsustituirlos. Sumado a ello, fue usual que rentaran tierras y pastos a es-tancieros espaoles y a pesar que lograron supervivir hasta la primeramitad del siglo xix, la intromisin de renteros y funcionarios agrariosfue constante.15

    Pese a esas peripecias agrarias, la posesin de tierras de co-munidad hizo materialmente posible la existencia de las repblicas

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    purpechas que las poseyeron. La tierra mantuvo el profundo arraigo pu-rpecha, siempre asociado al ciclo agrcola del maz.

    * * *

    El mejor instrumento ideolgico para cohesionar y homogeneizarla comarca xiquilpense fue su conversin al cristianismo, el cualfue mantenido en buena medida por las repblicas purpechas. Sinla menor duda, la nueva religin tuvo tan profunda acogida que seconvirti en uno de los rasgos caractersticos de la conguracin delpueblo purpecha que, de hecho, no fue sino el tarasco converso.

    A la vez que un cabildo civil de su gobierno, dichas repblicastuvieron su propia organizacin religiosa, tal como dispusieron en elsiglo xvi y como con xito los seores tarascos convinieron que serael costumbre con los frailes espaoles. El arraigo de esa organizacinfue tal que perdur, mermada en algunos casos, hasta el siglo xxi. stacontaba con un cuerpo de responsables con funciones de diversa ndoley con cargueros, sobre cuyas espaldas recaa el culto popular a laimagen de los santos venerados en cada lugar. A veces se hicieron cargode algunos templos y capillas.Fig 1

    Para cada una de las estas religiosas se nombraban de dos a seiscapitanes o esteros, que en el siglo xx seran denominados car-gueros, vinculados a grupos de moros danzantes; de hecho, ellosmismos eran los moros danzantes. En el siglo xviii, el cargo implicaba

    un gasto de entre 40 a 100 pesos, invertidos en el alquiler del vestido demarlotas una indumentaria de tipo morisco, en la preparacinde un convite que se ofreca al pueblo, en los presentes para el cura yen el pago por derechos parroquiales.16

    La organizacin comunitaria de funcionarios y cargueros religio-sos mantuvo un ciclo de estas, que acotaban y regulaban los tiempos ylas actividades anuales, las cuales parecen haberse programado a partirde que la cosecha maicera se levantaba.Tbl. 15 Incluso desde el siglo xix,cuando las repblicas de los naturales fueron abolidas y sus comunida-des agrarias desconocidas, ese cultivo agrcola, ese cuerpo de carguerosy ese calendario ritual, permiti continuar dicho ciclo. No en balde esta

    especie de cabildo religioso, por as decirlo, lleg a enfrentar conic-to o entr en competencia con el clero catlico, siempre interesado encontrolar todos los aspectos de la actividad religiosa en los poblados.

    El nacimiento, el auge y el decaimiento del cuerpo de encarga-dos o cargueros religiosos correspondi al de las mismas repblicaspurpechas. En verdad, las comunidades agrarias sustentaron a su go-bierno y a su autonoma relativa, pero una de sus manifestaciones msexpresivas fue el culto religioso y su parafernalia, as como su compli-

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    cada organizacin. En la medida en que esto existi, persistieron lasrepblicas, a cabalidad primero y luego de una manera gurada en lacultura pueblerina de los siglos xix a xxi.

    Por haber estado ntimamente ligada a la forja del pueblopurpecha, esa organizacin religiosa lleg a ser indisociable de ste.La secularizacin novohispana, primero, y despus, la implantacin dela administracin civil laica, el cese del monopolio religioso del clerocatlico en el siglo xix y los movimientos de emancipacin social en elxx, fueron disociando en diferentes grados una cosa de la otra. Contodo, las herencias de la poca de la repblica purpecha que perdu-

    raron en la municipal estuvieron marcadas por su sesgo religioso.

    * * *

    Una peculiar organizacin corporativa de las repblicas con funcionesciviles y religiosas, en parte resultado de la adaptacin de institucio-nes tarascas como la antigua casa de las doncellas fue el hospital

    Fig. 1. Una capilla en San Felipe

    de Los Herreros, construida en la

    poca de su repblica purpecha

    al fnal del siglo xvi o principiosdelxvii.

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    Annimo(enagn

    1789a:passim)ygalvn

    riv

    era(1950:passim)

    t= Fiesta titular o patronal del po-

    blado.

    1 La fuente no consigna los das en

    que se celebraba cada esta, por lo

    cual aqu se ponen las del Calendario

    de Galvn Rivera (1950: passim), a

    riesgo de ignorar los cambios litrgi-

    cos ocurridos desde 1789.

    2 Semana anterior al domingo

    de la pascua de resurreccin (el

    posterior a la luna llena que si-

    gue al primer equinoccio del ao,

    entre el 21 de marzo y el 26 de abril

    y que puede variar 36 das en el ca-

    lendario).

    3 Jueves que cae en el sexagsimo

    da despus del domingo de pascua

    de resurreccin.

    4 50 das despus del domingo depascua.

    5 En 1973, las estas importantes

    de Charapan eran la patronal de san

    Antonio de Padua (13 de junio) y las

    de los cuatro barrios: san Bartolom

    (24 de agosto), san Miguel (29 de

    septiembre), san Andrs (30 de no-

    viembre) y Santiago (25 de julio);

    amn del segundo viernes de cua-

    resma, la semana santa y otras estas

    menores (entrev. a Agustn Ruiz,

    Charapan, 1973, en acrl-cgm 1972-4,

    lbta. 1: . 4 v.-5 r).

    6 En 1973, Ocumicho celebra-ba Navidad (24-25 de diciembre),

    san Esteban y san Miguel (26 de

    diciembre), ao nuevo (1 de ene-

    ro), san Sebastin (20 de enero), la

    Candelaria (2 de febrero), channs

    kwa o carnaval (movible), semana

    santa, Corpus Christi (movible), san

    Juan (24 de junio), san Pedro (29 de

    junio) y santo Cristo milagroso (14

    de septiembre) (Cf. Garca Alcaraz

    1973: 14).

    1 5 . F e s t i v i d a d e s r e l i g i o s a s e n l a s r e p b l i c a s d e n a t u r a l e s

    a l c a l d a m ayo r d e X i q u i l p a n ( 1789 )

    Da del ao1 Funcin religiosa Repblica

    F i e s t a s d e n a v i d a d

    8 de diciembre Concepcin de Mara Xiquilpan

    Charpani

    25 de diciembre Nacimiento de Jess

    6 de enero Adoracin de los santos reyes Xiquilpan

    Los Reyes t

    20 de enero San Sebastin Xiquilpan

    2 de febrero Purificacin de Mara

    (Candelaria)

    San ngel

    F i e s t a s d e c r i s t o , p a t r o n a l e s y p a r t i c u l a r e s

    25 de marzo Anunciacin de Mara y

    encarnacin del Verbo

    San ngel

    Movible Semana santa 2 San ngel

    San Juan Perwani

    Movible Corpus Christi3 San ngel

    Movible Espritu santo 4 Xiquilpan

    13 de junio San Antonio de Padua Xiquilpan

    Charpani t5

    Patmpani

    24 de junio San Juan Bautista San Juan Perwani t

    29 de junio San Pedro apstol Xiquilpan

    Patmpani

    kumichu t6

    14 de julio San Buenaventura Xiquilpan

    Patmpani

    25 de julio Santiago apstol Xiquilpan

    15 de agosto Asuncin de Mara Patmpani t

    San ngel

    Charpani24 de agosto San Bartolom apstol Charpani

    14 de septiembre Exaltacin de la cruz Patmpani

    29 de septiembre San Miguel arcngel kumichu

    San ngel t

    Charpani4 de octubre San Francisco de Ass Xiquilpan t

    San Fco. Perwani t

    30 de noviembre San Andrs apstol Charpani

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    de los naturales. La construccin de los locales del hospital y de lacapilla mariana a la que siempre estuvo anexo se generaliz en todoslos poblados. Entre los ms viejos se cont el de Perwani que se fun-d con la supervisin del franciscano Juan de San Miguel en1539.17

    Tiempo despus Tarhkwatu18 y Xiquilpan19 fundaron los suyos.Esta institucin fue un medio de integracin social pues era ser-

    vido de manera rotatoria por todos los matrimonios de la repblica.Adems de las hospitalarias y asistenciales, desempe algunas fun-ciones econmicas, polticas, educativas y religiosas administradas porsus propios encargados, naturales todos, bajo la jurisdiccin del cabildocivil y la vigilancia del clero catlico. Ellos tenan cierta importanciageneral pues llegaban a participar en asuntos y trmites del gobierno dela repblica y de su comunidad agraria inclusive.

    El hospital llevaba cabo una labor civil, en particular atendiendola salud de los naturales y disminuyendo los catastrcos efectos de lasepidemias; pero este servicio era parte de su liga indisoluble con el cul-to a la virgen de la Concepcin, a cargo de una cofrada que era la que,en realidad, se encargaba del hospital. A su vez, sta funcion comouna especie de hermandad que prestaba auxilio religioso y funerario asus miembros, los cuales resultaban ser todas las familias que integra-ban la repblica.

    Las cofradas dedicadas al culto a la virgen de la Concepcin,a cuyo cargo estaban los hospitales, complementaban la organiza-cin religiosa comunitaria. Cuando dichos establecimientos dejaronde funcionar como tales, stos supervivieron un tiempo ms. En esas

    circunstancias, aun cuando el de Chukntiru haba dejado de prestarservicio, su cofrada continuaba en 1792 disponiendo de ganado yde un molino de trigo.20 De ah result que, en Charpani, por ejem-plo, logr mantenerse hasta el siglo xxila capilla de la virgenconstruida en el xvi, mientras que el edicio original del hospital des-apareci.

    Los hospitales tuvieron inuencia econmica debido a susrecursos. El de Chukntiru, por ejemplo, contaba en 1595 con unsitio de estancias y cuatro caballeras de tierra.21 En 1631, la ma-yora de los que seguan funcionando en Charpani, Patmpani,Tarhkwatu, San Pedro kumichu, Xiquilpa, San ngel, San Juan

    Perwani, Atpani, San Francisco, San Gabriel, San Jos, Los Reyes,Tinkwntini y San Miguel Takskwaru, tenan recursos como ganado,semillas o tierras; otros carecan de medios econmicos, como los deSan Juan Pmatakwarhu, Santiago Sikwchu, San Felipe, San FranciscoKurhpu, Tanganccuaro y otros.22

    Esta institucin tuvo una suerte muy dismil tras su tempranafundacin. En algunas comunidades desfalleca o haba desaparecidoal nal de la poca de las repblicas purpechas; en otras continu aun

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    en el siglo xix, y en algunas como kumichu permaneca hasta elxx pese a que perdi su funcin hospitalaria.

    Nunca se insistir lo suciente acerca del importante papelque jug el hospital en la vida autnoma de las comunidades pur-

    pechas y en la conformacin de su sociedad y su cultura, por msque, de manera paulatina, dej de cumplir su funcin sanitaria bsicapues permanecieron otras en mayor o menor grado. En particular,la inuencia religiosa fue tal que, en cierto sentido, lo convirti enel corazn de los poblados hablando en sentido gurado dondedej profundas huellas culturales. La participacin colectiva en susservicios comunitarios conform la conducta social de los purpe-chas, quienes la mantuvieron como valor entendido incluso en el sigloxxi, pese a que hubieran pasado muchos aos desde que el hospitalcomo institucin desapareci y su edicio qued arruinado o desapa-reci del todo.

    * * *

    Pese a la elaborada organizacin religiosa purpecha y su respectivoconjunto de encargados, sta siempre cont con la supervisin in-desligable del clero catlico espaol, peninsular y criollo. Si bien elmantenimiento y organizacin del culto estuvo en buena medidaen manos de las propias repblicas, ninguno de sus hombres lleg aformarse como sacerdote, algo que slo ocurri a partir del siglo xix.

    De este modo, su cristianismo implic la presencia constante de reli-giosos fuereos convenida con el propio pueblo purpecha, que aceptmantenerlos. En toda la comarca, las repblicas de los naturales loshospedaron y mantuvieron, primero en conventillos de rdenes religio-sas y luego en casas parroquiales y vicariatos secularizados.

    Desde un principio, los mandones y los conjuntos familiares asu cargo, que integraron las repblicas purpechas, aceptaron su con-versin sobre todo con los frailes franciscanos, algunos de los cualesganaron fama perdurable como los legendarios Jacobo Daciano y Juande San Miguel, en los aos veinte y treinta del siglo xvi. Ms tarde,recibieron a otras rdenes religiosas en menor medida. Para ello, les

    levantaron seis monasterios, de los cuales cinco superviviran converti-dos en sedes parroquiales.

    Xiquilpan, que se hizo doctrina por 1527, convino con los fran-ciscanos, que acompaaron la expedicin militar de Nuo de Guzmn,en fundar un convento instituido en 1529, el cual construy de comnacuerdo con fray Juan de San Miguel.23 Este convento perdur el restodel siglo como encargado de la doctrina24 y se consolid como tal enla dcada de 1540 teniendo bajo su cuidado a Mazamitla, Kitpani,

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    Santa Mara de Jess Tarhkwatu y San Juan Perwani del cual SanAntonio Charpani se separ alrededor del ao 1585.25

    En 1565, Xiquilpan hospedaba de ordinario a dos frailes en suconvento, quienes administraban la doctrina y daban los sacramentos

    a kumichu y Sikwchu. Ese mismo ao, Kurhpu, Wachampo, SanJuan, Kerntani, Sikwchu, Xantmpani, Urtereo, Takskwaru,San Cristbal y otros barrizuelos pequeos acudan a la doctrina deChukntirani Tinkwntini. Tarhkwatu sostena un monasterio de frailesfranciscanos, que era doctrina de San ngel. Tsirstu tena cura y eradoctrina de Charpani, San Francisco Nurhu y otros.26

    San Francisco Xiquilpan segua manteniendo en 1579 a dosfrailes franciscanos: el guardin y su compaero.27 Chukntirani,que al principio los acogi de la misma orden, era cabecera conun clrigo adonde acudan a la doctrina trece sujetos.28 Patmpani,Ypeni y kumichu eran visitas de franciscanos.29 Perwani queera doctrina sostena un monasterio franciscano con dos frailes,y Tarhkwatu mantena monasterio con otros dos.30 Como se ve,en las repblicas predomin la manutencin de seguidores de sanFrancisco de Ass.

    stas siguieron poniendo su mano de obra para la ereccin de lostemplos catlicos a lo largo del siglo. Con ese n, cada una enviaba unnmero determinado de hombres para su fbrica. Tal ocurri en 1580,cuando proporcionaron fuerza de trabajo para continuar construyendola iglesia en la villa espaola de Zamora.31 En 1586, la repblica deXiquilpan termin un convento de adobe con claustro, dormitorio, igle-

    sia y huerta de reducida extensin para los dos frailes franciscanos queall sostena. A la sazn, era guardiana y todava atenda a Mazamitla,luego se erigi en curato en el ao 1598.32

    En el siglo xvii, Xiquilpan, Patmpani, Perwani y Tarhkwatualbergaban guardianas franciscanas que mantenan cura. Mientras tan-to, Charpani fue visita de Perwani aunque en 1634 tena su propioministro de doctrina.33

    Charpani mantena en su modesto convento a un capelln, elfranciscano Antonio Villalba, quien tena cierta autoridad sobre otrossacerdotes en 1731. En efecto, el alcalde mayor de la jurisdiccin deTanctaro, Diego Prez Paniagua, haba acusado de mal proceder al

    fraile Joseph del Valle por cosas menos decentes al estado religioso,por lo cual el capelln le escribi que se contuviera y no perjudicara adicho alcalde mayor y que procurara vivir ms ajustado a su obliga-cin. Slo que lo que fray Joseph haba ejecutado contra el alcalde yque haba sido en realidad la causa del informe en su contra que man-d el segundo, result ser orden de un inquisidor. Razn por la cual,el capelln rectic y le orden en enero del ao siguiente cumplirexactamente con su ocio y con lo que le haba encargado dicho in-

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    quisidor.34 El incidente revel los desacuerdos que solan darse a vecesentre el clero y las autoridades civiles.

    Alrededor de 1740, Patmpani an sustentaba convento fran-ciscano con un cura. San ngel y kumichu iban a la doctrina de

    Xiquilpan. Por su parte los espaoles del valle de Cotixa acudan a ladoctrina cabecera de Tinkwntini.35

    Las repblicas purpechas tuvieron que recibir, a partir de 1770,a sacerdotes seculares que estaban bajo supervisin directa del obispode la dicesis de Michoacn. sta impuso la secularizacin de los con-ventos, que pasaron a convertirse en sedes parroquiales. A esa medida,que implic su expulsin, los frailes franciscanos la consideraron comoun despojo.36 Con esa disposicin se interrumpi la larga relacin de lasrepblicas con las rdenes religiosas. Xiquilpan mismo se seculariz enel ao 1775.37

    Todas las parroquias de la comarca ya contaban en 1789con prrocos seculares y, a veces, con sus respectivos vicarios aunquelas iglesias de poblados menores carecan de sacerdotes estable-cidos.Tbl. 16 Charpani tena parroquia que atenda a Kurhpu y a SanFelipe de Los Herreros.38

    Al mismo tiempo, los encargados religiosos de las repblicaspurpechas administraron buena parte del culto. Ello estuvo lejos denegar la autoridad eclesistica, por ms que los purpechas hicieran aveces ostentacin de su capacidad de organizacin ante curas y vica-rios, a quienes se les llegaba a echar en cara lo poco que ellos hacan,a semejanza de como ocurri en el serrano Arntsa el siglo xvii.39 Nunca

    llegaron a poner seriamente en duda la presencia misma de sacerdotescatlicos, ni la voz de autoridad que les concedieron, antes bien en-tregaron sus diezmos para su sustento.40 En cambio s supuso un cultocatlico especcamente purpecha que, sin poner en predicamento losprincipios ortodoxos pregonados por el clero, manifestaba un modo devivir y expresar el sentimiento religioso de un pueblo cristiano.

    * * *

    Ha quedado visto que la sierra de Michoacn fue una provincia de

    la confederacin tarasca que, como tal, se desintegr al ser invadida yconquistada por la milicia hispana. Se ha mostrado en qu medidala sociedad tarasca dio paso a la purpecha, un fenmeno caractersticoen la Nueva Espaa. La alianza de seores tarascos con militares,funcionarios de ocupacin y religiosos espaoles, permiti la entregade su confederacin y provincias con sus tierras, vasallos y tribu-tos al imperio espaol y la fundacin tarascocristiana de pobladosdonde se instalaron repblicas de naturales purpechas, con sus respec-

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    tivas comunidades agrarias y sus gobiernos, manteniendo el ciclo y lacultura maiceras omnipresentes. Con ese proceder, cristaliz uno de lospueblos mesoamericanos ms espaolizado: el purpecha; sin duda unode los baluartes cristianos del imperio espaol. Con todo, este pueblo sehizo de esa manera a s mismo.

    El conjunto de dichas repblicas nunca integr una unidad pol-tica autnoma, sino que se adscribieron a diferentes comarcas coloniales

    novohispanas donde convivieron diversas etnias. se ha sido un hallaz-go en esta obra: la historia del pueblo original, ms que integrarse en ladel pas purpecha propiamente dicho, se fraccion en la de varias co-marcas novohispanas, que agruparon territorios y poblados purpechascon territorios y poblados espaoles. De tal suerte que la autonoma delas repblicas purpechas estuvo asociada a la de cada una de esascomarcas, ms que a la del pueblo purpecha en su conjunto. Tal fueel caso de San Antonio Charpani que, como otros poblados serranos,

    16 . P r e s e n c i a e c l e s i s t i c a e nl aa l c a ld ama yo r de Xi qu i l p an

    (1789)

    Poblado Templo Otros poblados

    administrados

    Sacerdotes

    Charpani Parroquial San Felipe de Los Herreros* 1 prroco ( cj e)

    Kurhpu* 1 vicario

    Patmpani Parroquial San Pedro kumichu 1 prroco ( cj e)

    kumichu Iglesia Ninguno

    Tarhkwatu Parroquial San ngel 1 prroco ( cj e)

    San ngel Iglesia Ninguno

    Xiquilpan Parroq uial Maza mitl a* * 1 prroco

    1 vicarioSan Juan Perwani Parroquial San Francisco Perwani 1 prroco ( cj e)

    Los Reyes*** 1 vicario ( je s)

    agn

    (1789

    a:

    passim)

    cje= cura juez eclesistico

    jes= juez eclesistico sustituto.

    * Atendidos por el vicario.

    ** Vicara atendida por un sacerdoteteniente de cura y un juez eclesistico

    sustituto.

    *** Vicaria atendida por el vicario.

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    se asent, form y organiz como unidad social, econmica y polticade una comarca colonial integrada en el imperio espaol. Con todo, apesar de las consecuencias de ello, tan variadas como repblicas exis-tieron, es posible conocer:

    Las historias locales de la disposicin comarcal. Los resultados que a largo plazo tuvo la manera en que las

    corporaciones purpechas se estructuraron y se integraron asus respectivas comarcas.

    Las huellas de este proceso en la cultura de sus adaptacionessucesivas, plasmadas en el transcurso de los, al menos, 465aos de la era purpecha.

    Para examinar cada uno de estos aspectos es necesario hacerun alto en esta larga caminata por diversos senderos de la comarca xi-quilpense y regresar al comienzo; ajustar de nuevo el lente con el quehacemos nuestra observacin, para acercarnos a San Antonio Charpaniy su repblica purpecha. Como qued dicho, lo encontraremos rodea-do por ocho poblados habitados por hablantes de su propia lengua ygobernados por sus respectivas repblicas en la sierra boscosa. Sinduda alguna, parte del pas purpecha.

    Con relativa comodidad podramos sumergirnos en un pobladoolvidando el escenario de la comarca, descrito en lo que aqu se lle-va dicho. De hecho, a partir del prximo captulo eso se har de nuevacuenta en el resto de la obra: readentrarse en una de esas repblicas. No

    obstante, luego de haber mirado desde ms lejos y de haber sabido de lamencionada comarca colonial novohispana, ser difcil olvidar que esterincn estuvo enclavado en ella.

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    Nota s

    1 Como sucedi entre nahuas de Tepeaca (cf. Martnez 1984: 185).2 Cf. Gilberti (1975: 481) y Annimo (1991, ii: 7). Vanse ach y principal en el glosario.3 Villaseor y Snchez (1952, ii: 100-4).

    4agn1789 a:passim.5 Vase apurepechado en el glosario.6 Vase: Repblicas de naturales purpechas (1789) en los apndices.7 Acerca del gobierno de repblica y sus funciones, consltese el cap. 10.8agn (1789 a). Comprese con la situacin, en el siglo Xviii, de las repblicas de Xiquilpan, Patmpani,

    Tarhkwatu, San ngel, Charpani, San Francisco Perwani, San Juan Perwani, Los Reyes y Santiago Atpani,

    (ibidem).9agn (1789 a: pp. 4-5 del doc.).10agn (1789 a: pp. 28-9 del doc.).11agn (1718-32:passim).12cbcch (1759-79).13agn (1789 a: pp. 21 y 24-5 del doc.).14agn (1789 a: pp. 8, 11 y 13 del doc.).15 Vanse documentos acerca renta de tierras pastales en el ahmm.16agn (1789 a: pp. 3, 10, 13, 15, 17, 21, 24 y 28 del doc.).17 Medinilla Alvarado (1944: 305).18 En 1543, segn Medinilla Alvarado (1579, ed. en 1944 : 297).19 Venegas Ramrez (1973: 182 y 184).20 Venegas Ramrez (1973: 181).21 Venegas Ramrez (1973: 181).22 Rivera y otros (1973: 186-9, 119-20 y 211-22).23 Buitrn (1948: 67), Garca (1873) y Medinilla Alvarado (1579, ed. en 1944: 287, respuesta 36).24 Segn se consign en 1565 (Garca Pimentel 1904, ii: 48), 1571 (agi 1571, cit. en Miranda 1973: 317),

    1583 (Muoz 1950: 16-19, cit. en Bravo Ugarte 1962, ii: 50), 1586 (Ciudad Real 1993, ii: 85) y 1579 (Medinilla

    Alvarado 1579, ed. en 1944: 282, respuesta 10).25

    Larrea (1996: 143) y Gerhard (1972 b: 387).26 Varios autores (1904, ii: 48, 43 y 37).27 Medinilla Alvarado (1579, ed. en 1944: 282 y 287, respuestas 10 y 36 respectivamente).28 Takskwaru, Urtereo, Kompimite, Kokumpo, Kariju, San Cristbal (que es la vocacin de la iglesia),

    Sikwchu, Kerntaru, Pmatakwarhu, Waampo (Wachampo), Tsriu, etc. (Medinilla Alvarado 1944: 289-90 y 292,

    respuestas 11 y 36 respectivamente).29 Medinilla Alvarado (1579, ed. en 1944: 283, respuesta 11).30 Medinilla Alvarado (1579, ed. en 1944: 305, respuesta 36 y 297, respuesta 36).31agn (1580: . 137 v.-138 r.), trans. en Varios autores (1939, ii: 261-2).32 Ciudad Real (1993, ii: 84-5) y Snchez (1896: 151).33 Rivera y Pareja y otros (1631-65, ed. en 1973: passim) yagn (1634: f. 102 v.).34agn (1732: f. 226 r.).35 Villaseor (1952, ii: 100-4).36

    ahpFm (1753).37 Snchez (1896: 151).38ahmcm (1804-45).39ahmcm (1670-81), cit. en Carrillo Czares (1993: 342, 1 col.).40ahmcm (1725:passim).

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    Este folleto termin de editarse el sbado 5 de enerodel ao 2012, en el estudio del autor.

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