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BOLVAR: ALFARERO DE REPBLICAS Parte I(1973)Andrs Townsend Ezcurra Yo me he metido a alfarero de repblicas, oficio de no poco trabajo, pero al mismo tiempo glorioso. Bolvar: Carta a Santander, 6 de mayo de 1824. Sabed que lo que es el barro en manos del alfarero, eso sois vosotros en mi mano. Jeremas: 18.6.

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BOLVAR: ALFARERO DE REPBLICAS Parte I(1973)Andrs Townsend Ezcurra Nota Preliminar.Esta obra de Andrs Townsend Ezcurra fue premiada en el concurso internacional de ensayo de homenaje al Libertador Bolvar, convocado por la OEA en 1972. Tuvo su primera edicin con Ediciones Libera, Buenos Aires, en abril de 1973. Una crnica de esos das define este libro como un ensayo de moderna aproximacin a Bolvar, que busca entenderlo en funcin de nuestra poca, de los ideales y aspiraciones de nuestro tiempo. La presente seleccin corresponde a la primera parte del libro, referida a los conceptos maestros sobre libertad, repblica y unidad continental del pensamiento bolivariano. Todas las notas de pie de pgina pertenecen al autor.

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Parte I LAS LIBERTADES INDIVIDUALES Bolvar y los Derechos Humanos 1. Idea bolivariana de la libertad Libertad. La palabra aparece, una y otra vez, y con expresiva mayscula, en los escritos de Bolvar. Se la escucha resonar, con metales de clarn, en sus proclamas. Se la invoca en los mensajes. Se la exalta, deslinda e institucionaliza en los proyectos constitucionales. Su nombre se cita en la intimidad de la correspondencia personal, por encima del comentario crtico o la desilusin transitoria. Libertad. Bolvar aspira a llevar el nombre de amante de esta Diosa. La llama, asimilndola a una mujer, bella y hechicera. En su seno se abrigan las flores de la vida. Se siente llamado a extender hasta el imperio de los Incas, el imperio de la Libertad. Formula un deseo: que la historia diga: Bolvar tom el mando para libertar a sus conciudadanos. Desde 1813, la Libertad se confunde con su propio nombre. Lo exalta y distingue. Es El Libertador, ttulo que Bolvar llam ms glorioso y satisfactorio que el cetro de todos los imperios de la tierra. Cuando la tentacin del poder absoluto rond su solio victorioso y la libertad lo dice Bolvar enferm de anarqua, se sacude del incienso para decir: Libertador o muerto es mi divisa antigua. Libertador es ms que todo y por lo mismo yo no me degradar hasta un trono. Ratifica a Pez: El ttulo de Libertador es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano. Dnde y cmo aprendi a amar la Libertad hasta hacerla la razn de su existencia? Fuentes filosficas y experiencias vividas nos conducen a la raz de este culto. Bolvar fue, de un modo intenso, cabal y superior, un hijo de su tiempo. Su adolescencia es contempornea de la Revolucin Francesa. Su primera juventud, del Consulado y del Imperio, cuya entronizacin presenci con perdurable disgusto. Asisti, ya en Amrica y en plena guerra emancipadora, al derrumbe napolenico y a la Restauracin. El ao de su muerte es otro ao epocal: 1830, ao de la nueva cada de los Borbones. Un hombre nacido, crecido y madurado en semejantes circunstancias, era un hijo legtimo del pensamiento revolucionario del siglo XVIII, templado por las experiencias del terror y de la monocracia bonapartista. Es Rousseau combinado con Montesquieu, ms Siyes, ms la realidad, enorme y violenta, de una Amrica insurreccionada. Bolvar se enorgulleca de su formacin doctrinaria y alguna vez, contestando a un impugnador europeo, se jactaba de haber ledo a Locke, Condillac, Buffon, DAlembert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, los clsicos de la antigedad, as filsofos como historiadores, los clsicos modernos de Espaa, Francia e Italia y gran parte de los ingleses. Formacin dieciochesca tpica, en la que confluan elementos tradicionales con ingredientes revolucionarios. Unos y otros estn admirablemente representados en quienes fueron sus maestros: Andrs Bello y Simn Rodrguez. Bello suministrando a su joven compatriota, casi su condiscpulo, la educacin clsica propia de un joven aristcrata criollo. Simn Rodrguez, implantando en esta ordenada formacin mental, la chispa romntica del amor por la libertad y el sentido misionero, apostolar y de cruzada que convirti al opulento y errabundo criollo de los salones madrileos, bilbanos y parisienses, en el quijotesco creador de una Amrica independiente. Rodrguez fue su pedagogo de ideas libertarias. Con qu avidez habr usted seguido mis pasos le escribe al saberlo de retorno a Colombia estos pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo. Usted form mi corazn para la Libertad, para lo grande y lo hermoso (I, 881). 1 Pero en Bolvar la libertad no es slo una concepcin, derivada de sus lecturas, ni del celo inspirador de Rodrguez, que lo llev a jurarla hasta el Monte Sacro. Su propia experiencia vital lo llevaba a amar la libertad y a repugnar el despotismo y la tirana. Nacido en el crepsculo de la Colonia, estuvo emocionalmente predispuesto a descreer en el cuerpo de ideas que solventaron la tutela espaola. Alguna vez se pregunt ya Libertador si en San Mateo o en Caracas hubiera podido adquirir aquella conviccin y experiencia de mundo que le brindaron Europa y los viajes. Lo que no hay duda es que Caracas y San Mateo la ciudad y la hacienda le inspiraron una esencial rebelda contra el orden colonial. Criollo y rico, se tropezaba con las minucias retardatarias de un monopolio atrasado ya en siglos. Culto, desde la arrogante ignorancia de la burocracia peninsular. Aristcrata, conoci la corte espaola en los aos de envilecimiento de Carlos IV, Mara Luisa y de un prncipe de Asturias al que llamaba el estpido Fernando. El desvencijado imperio, no tena secretos para Bolvar, que lo haba contemplado, con horror y disgusto, desde su hacienda en los llanos hasta las alcobas del palacio real. De este Todas las citas hechas en este libro, con anotacin de volumen y pgina, se refieren a la edicin de Simn Bolvar: Obras completas, Caracas, Venezuela, Librera Piango, 3 vols, que fueran recopiladas por Vicente Lecuna.1

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enjuiciamiento, a la vez tico y racional, emotivo y fundado, surga su amor por la libertad, como lo justamente opuesto a aquella decadencia y a aquella opresin. Hijo del siglo, adopta las doctrinas de libertad que histricamente conmovieron a su tiempo y le dieron nuevo rumbo a la historia. Hijo de la Colonia, la neg con vigorosa anttesis en nombre de un conjunto de valores libertad, igualdad, justicia cuya inexistencia en el viejo orden haba suscitado su reaccin apasionada. Su vida se consumir en el esfuerzo de ganar la libertad para los americanos y la libertad para Amrica. La primera la quiso segura y estable en un orden republicano de propia y original creacin. La segunda, consolidada por la unin fraternal y permanente. Cuando le toca a Bolvar definir la libertad, acude a las fuentes de su formacin doctrinaria. Pero no incurre en una repeticin servil: simplifica y concreta la frmula aprendida. Ocurre este trance, cuando al redactar un Proyecto de Constitucin es forzoso caracterizar la libertad, en el Artculo 2. La libertad escribi Bolvar entonces es el poder que tiene cada hombre para hacer cuanto no est prohibido por la Ley. La Ley es la nica norma a que debe arreglar su conducta. Comprese la concisa redaccin bolivariana con los Derechos del Hombre: La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dae a otro; por tanto, el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tiene otros lmites que aquellos que aseguran a los dems miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos. Estos lmites no pueden ser determinados ms que por la ley. En el mismo contexto legislativo, el Libertador considera que la libertad es el primero y ms inestimable don de la naturaleza. Ni aun la Ley misma podra jams prohibirlo. Los problemas que exigen la mayor consagracin de Bolvar y ponen a prueba su habilidad de legislador y de estadista, se refieren a la necesidad de asegurar, en forma efectiva y estable, la prctica de la libertad. Organizar la libertad es organizar la vida social. Es, inevitablemente, limitarla. El sealamiento de esos lmites ser preocupacin absorbente de Bolvar cuando, vencedor del enemigo externo, necesite asegurar la independencia, fundar Estados y garantizar la prctica de los ideales libertarios que fueron airn y bandera de sus campaas. Lo presiente con claridad desde los das adversos de 1816, cuando, refugiado en Hait y a punto de embarcarse para Venezuela, escribe al cannigo Corts Madariaga: En vano las armas destruirn a los tiranos, si no establecemos un orden poltico capaz de reparar los estragos de la revolucin. El sistema militar es el de la fuerza, y la fuerza no es el gobierno (I, 222). Y dirigindose a Pealver, en abril de 1821, recalcaba: Gusto, por inclinacin, de la libertad y de las buenas leyes. Resume con precisin sus ideales cuando desea para Chile, en carta a Bernardo O'Higgins, de agosto de 1822: Un gobierno fuerte por su estructura y liberal por sus principios (I, 675). Esta ecuacin de fortaleza y libertad, ha de obsesionar al Libertador. La haba tenido presente en Angostura. La tendr al preparar la Constitucin de Bolivia. Es la tarea clsica y ardua de los jefes de revolucin, llamados a instalar un nuevo orden sobre las ruinas del que han derribado. Esta preocupacin ante el riesgo de crear monumentos legislativos inaptos para la profunda realidad americana, la tuvo clara y grfica el Libertador. En junio de 1822, expresa a Santander sus preocupaciones por el desarrollo del Congreso de Ccuta, marcando sus divergencias entre los letrados que creen que la voluntad del pueblo es la opinin de ellos. Y se pregunta: No le parece a usted, mi querido Santander, que esos legisladores ms ignorantes que malos y ms presuntuosos que ambiciosos, nos van a conducir a la anarqua y despus a la tirana, y siempre a la ruina? Yo lo creo as y estoy cierto de ello. Considera que estos presuntos discpulos de los grandes legisladores de la antigedad acelerarn en Amrica la marcha hacia la eternidad. Concluye este prrafo con una brillante y grfica descripcin: No para darles repblicas como las griegas, romanas y americanas, sino para amontonar escombros de fbricas monstruosas y para edificar sobre una base gtica un edificio griego al borde de un crter (I, 566). El cuadro tiene el desconcertante efecto de una pintura de Salvador Dal. Es el esfuerzo por contraponer, didcticamente, la aspiracin ideal y la realidad porfiada. La imaginacin del idelogo edificio helnico y la presencia violenta de una Amrica indmita: el crter. Para neutralizar los efectos de este desvaro, el antiguo roussoniano advierte al vicepresidente de Colombia que ser preciso utilizar una poltica que ciertamente no es la de Rousseau para que no nos vuelvan a perder esos seores (I, 545). A esos caballeros los voceros de un doctrinarismo desvinculado de la realidad les reprocha tener un concepto unilateral y estrecho de la patria para la cual legislan. Creen que Colombia est cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogot, Tunja y Pamplona. La realidad es ms rica, variada y anrquica. No han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre los guajibos de Casanare y sobre las hordas salvajes de frica y de Amrica que, como gamos, recorren las soledades de Colombia (I, 565). Al libertador le obsesiona la necesidad de establecer un rgimen de libertad, que sobreviva a todos los riesgos de un mundo nio. Como los pensadores que alimentaron su formacin original, Bolvar am la libertad. Pero, a caballo sobre las arduas realidades de Amrica, le urge la necesidad de definir y encuadrar la libertad, mediante

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leyes justas e instituciones idneas y respetables. Porque la libertad indefinida, la democracia absoluta, son los escollos a donde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas (II, 1148). Reafirma ms tarde su concepto con palabras precisas sobre la necesidad de fijar los trminos de la libertad: No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la regin de la Libertad, descendamos a la regin de la Tirana. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos dos trminos es la Suprema Libertad social. Teoras abstractas son las que producen la perniciosa idea de una Libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pblica se contenga en los lmites que la razn y el inters prescriben. Que la voluntad nacional se d los lmites que un justo poder le seala. Que una legislacin civil y criminal, anloga a nuestra actual Constitucin, domine imperiosamente sobre el Poder Judiciario. Entonces habr un equilibrio y no habr el choque que embaraza la marcha del Estado y no habr esa complicacin que traba en vez de ligar la sociedad (II, 1149). Todo impulsa en Bolvar a establecer estos claros conceptos: 1. Amrica no puede vivir sin libertad; 2. La libertad no puede sobrevivir en Amrica sin su organizacin. Cmo organizar la libertad? Es el problema de la institucionalizacin bolivariana que requiere un anlisis de sus teoras polticas y constitucionales. 2. La libertad y el poder republicano La fuente ms sagrada es la libertad del pueblo. Bolvar: Angostura, 1 de octubre de 1818. Para Bolvar no hubo nunca duda de que el nico rgimen de libertad, adecuado para Nuestra Amrica, era el republicano. Rechaz, por lo tanto, toda posibilidad de que la monarqua espaola pudiera trasladarse y reverdecer en el Nuevo Mundo, como lo hiciera la monarqua portuguesa en el Brasil. Al comentar el tratado del 24 de setiembre de 1821, entre Agustn de Iturbide y el virrey ODonoj, que preconizaba el traslado de Fernando VII a Mxico asumiendo el ttulo de emperador, Bolvar comunicaba su alarma a San Martn dicindole: Trasladados al Nuevo Mundo estos prncipes europeos y sostenidos por los reyes del antiguo, podrn causar alteraciones muy sensibles en los intereses y en el sistema adoptado por los gobiernos de Amrica. As es que yo creo que ahora, ms que nunca, es indispensable terminar la expulsin de los espaoles de todo el continente, estrecharnos y garantizarnos mutuamente (I, 607). Poco despus, comunica al general Carlos Soublette, encargado de la autoridad poltica en Venezuela, su preocupacin, frente a un posible trono importado a Mxico. EI gobierno monrquico establecido en el Anhuac, pas limtrofe de Colombia (para entonces Centroamrica haba sido anexada a Mxico) sera de todas maneras una monarqua. Y ella tocar todos los medios naturales que existen entre nosotros de dividirnos, debilitarnos y aun aniquilarnos, destruyendo nuestro sistema republicano (I, 608-609). EI problema de la monarqua afect directamente a Bolvar en relacin con el Per. Al informar de sus conversaciones con San Martn en Guayaquil al secretario de relaciones exteriores de Colombia, el Libertador relata que manifest al Protector del Per que ni convena a Amrica ni tampoco a Colombia la introduccin de prncipes europeos porque eran partes heterogneas a nuestra masa (1, 657). De vuelta el ilustre argentino a Lima, y ante la crisis poltica que encontr a su retorno, Bolvar pens que estara resuelto a imponer, como factor de orden, la monarqua. Yo creo dice a Santander que el general San Martn ha tomado el freno con los dientes, y piensa lograr su empresa como Iturbide la suya, es decir, por la fuerza; y as tendremos dos reinos a los flancos Lo que yo deseo es que ni uno ni otro pierdan su tierra por estar pensando en tronos (I, 682). El imperio mexicano, fugaz intento de institucionalizacin monrquica en la Amrica de habla espaola, no dej de preocupar a Bolvar. Llam irnicamente a Iturbide: emperador por la gracia de Dios y de las bayonetas. (I, 685). Otras veces lo titul emperador por la gracia del sargento Po que convoc a los otros sargentos la noche del 18 de mayo para que resolvieran la cuestin de los tronos vacantes (I, 687). A Bolvar, desde un ngulo nacional colombiano, le preocupaba la posibilidad de dos grandes masas de fortuna y populacin que cubren sus flancos y la ponen bajo su garanta y custodia, refirindose al imperio mexicano y a la nonata monarqua del Per (I, 606). Y segn expresa en carta a San Martn, reservaba para Colombia el papel de articularlas. Pero nunca abandon su profunda desconfianza a las frmulas de la monarqua europea. Por lo dems, la presencia victoriosa de Colombia proyectaba estmulos y esperanzas en los republicanos de Centroamrica que no se haban sometido a la frula de Iturbide. En carta a Santander, de abril de 1823, Bolvar anotaba: Costa Rica ha pedido auxilios a Colombia contra el imperio (I, 135). Para entonces el experimento

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monrquico mexicano se encontraba deshecho. Bolvar comentaba ese fracaso como resultado de la mana miserable de querer mandar a todo trance. (I, 735). En otra carta de la misma poca al mismo mandatario colombiano, se lamentaba: Qu locura, la de estos seores, que quieren coronas contra la opinin del da, sin mrito, sin talento y sin virtudes! Quieren coronas para justificar a nuestros enemigos, y para dejarlos respirar mientras se ocupan de levantar tablas para entronizar la incapacidad y el vicio; y para distraer el verdadero patriotismo y el odio a los espaoles. Pero la objecin mayor que Bolvar hace a la monarqua es la de constituir un rgimen obsoleto y antihistrico. En carta a Fernando Pealver, desde Cuenca, en setiembre de 1822 afirma: Estn creyendo algunos que es muy fcil ponerse una corona y que todos la adoren; y yo creo que el tiempo de las monarqua fue, y que, hasta que la corrupcin de los hombres no llegue a ahogar el amor a la libertad, los tronos no volvern a ser de moda en la opinin. Usted dir que toda la tierra tiene tronos y altares. Pero yo responder que estos monumentos antiguos estn todos minados con la plvora moderna y que las mechas encendidas las tienen los furiosos, que poco caso hacen de los estragos (I, 689). Bolvar demuestra en este enjuiciamiento una sagacidad histrica inequvoca. Para l, ha concluido la poca de las monarquas, y el derrumbe de tronos del siglo XX vino a justificar su vaticinio. Y sostiene que un ingrediente nuevo, la plvora moderna, es decir la guerra y los nuevos instrumentos para hacerla, socavan a las monarquas. Lo cual result exacto al producirse, despus de la Primera Guerra Mundial, la cada de los imperios ruso, alemn y austriaco, los mismos integrantes de la aquella Santa Alianza que, cuando escriba Bolvar, se mostraba en la cima de su poder e influencia mundiales y hasta amenazaban con intervenir en Amrica para restablecer la colonia espaola en nombre del principio de la legitimidad. (Por lo dems, aquellas amenazas no intimidaban al Libertador. Fundndose en razones geogrficas y polticas, tranquilizaba a Santander, en junio de 1823, dicindole: No tema usted a los Aliados, porque el foso es grande y la marina inglesa ms grande) (I, 769). Las monarquas tradicionales eran resueltamente descartadas como frmula trasplantable al nuevo mundo. Cuando dialoga con Morillo, cuando se insinan caminos de arreglo con Espaa, la base indeclinable de todo trato es el reconocimiento de la independencia de Amrica. El derrumbe del gobierno constitucional en Espaa y el triunfo sbito y completo de los serviles (I, 883), asegurado por las bayonetas del duque de Angulema y la intervencin francesa, robustecen su creencia en que una reconciliacin con la pennsula, resulta imposible. No debemos esperar ms que sangre y fuego de los compaeros de Canterac, La Serna y Valds (I, 883). Haba pasado la poca propicia, a raz del levantamiento de Riego, en que la monarqua se haba afiliado a la causa de la libertad, permitiendo a Bolvar que dijera: La nacin espaola a quien amo desde que es libre y a quien respeto desde que nos ha respetado (I, 623). A comienzos de 1825 lleg hasta Lima, donde se encontraba el Libertador, la noticia del fracasado desembarco y fusilamiento de Iturbide. De nuevo, Santander es el confidente de sus reflexiones en lo que toca a este inslito monarca latinoamericano. Dijo Bolvar: La muerte de Iturbide es el tercer tomo de los prncipes americanos. Desalines, Cristbal y l, se han igualado por fin. El emperador del Brasil puede seguirlos, y los aficionados tomar ejemplo. El tal Iturbide ha tenido una carrera algo meterica, brillante y pronta como una exhalacin. Si la fortuna favorece la audacia, no s por qu Iturbide no ha sido favorecido, puesto que, en todo, la audacia lo ha dirigido. Siempre pens que tendra el fin de Murat. En fin, este hombre ha tenido un destino singular, su vida sirvi a la libertad de Mxico y su muerte a su reposo. Confieso francamente que no me canso de admirar que un hombre tan comn como Iturbide hiciese cosas tan extraordinarias. Bonaparte estaba llamado a hacer prodigios. Iturbide no; y por lo mismo los hizo mayores que Bonaparte. Dios nos libre de su suerte, as como nos ha librado de su carrera, a pesar de que no nos libraremos jams de la misma ingratitud (II, 71). El retrato de Agustn I es incisivo y perfecto. Y al pintarlo, Bolvar menciona otros dos ejemplos de monarquas: la bonapartista y la brasilea. Podran ser uno y otro, con adaptaciones adecuadas, las formas institucionales de la libertad con gobierno fuerte que ansiaba el Libertador? La actitud de Bolvar frente a Napolen es curiosamente ambivalente. Es conocido su natural repudio al general de la revolucin que acab vistindose de armio y creando un trono hechizo, a imitacin del solio antiguo que los franceses acababan de derribar. Lo que en Bolvar haba de solidario y de apasionado por la libertad, lo colocaba frente a Bonaparte. Lo que en Bonaparte hubo de excepcional y desmesurado, haca vibrar en Bolvar un eco de identificacin. Pero el Libertador actu como jefe de la revolucin americana y en funcin de los intereses de la libertad e independencia de Nuestra Amrica. Al comienzo mismo de su carrera gloriosa, al dirigirse a la Sociedad Patritica de Caracas, el 4 de julio de 1811, cuando se trataba de la crisis del imperio espaol ante la invasin napolenica, Bolvar haba imprecado: Qu nos importa que Espaa venda a Bonaparte sus esclavos o los conserve, si estamos resueltos a ser libres? (III, 535). AI producirse la derrota de Bonaparte en Waterloo, Bolvar se encontraba en su exilio de Kingston, en Jamaica, y desde all envi una comunicacin al presidente de la Nueva Granada advirtindole los peligros de un traslado de

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Napolen al Nuevo Mundo. 2 Luego de sealar que la suerte del mundo se ha decidido en Waterloo. La Europa ha quedado libre por esta inmortal batalla (I, 156); Bolvar prev las posibilidades y riesgos de una presencia napolenica: Si es verdad que Bonaparte ha escapado de Francia, como se asegura, para venir a buscar un asilo en Amrica; cualquiera que sea su eleccin, ese pas ser destruido por su presencia. Con l vendr el odio de los ingleses a su tirana; y la Amrica, entera, si es necesario, ser bloqueada por las escuadras britnicas... Si es la Amrica del Sur la herida del rayo por la llegada de Bonaparte desgraciados de nosotros, para siempre, si nuestra patria lo acoge con amistad! Su espritu de conquista es insaciable: l ha segado la flor de la juventud europea en los campos de batalla para llenar sus ambiciones; iguales designios lo conducirn al Nuevo Mundo... Si el ltimo golpe que puede recibir nuestro infeliz pas viene a suceder, quiere decir, si Bonaparte arriba a nuestras costas, sea cual fuere su fuerza, sea cual fuera su poltica que se proponga seguir, nuestra eleccin no debe ser dudosa: debemos combatir a Bonaparte corno al precursor de mayores calamidades que las que sufrimos (I, 157). A esta consideracin de real politik, agreg el Libertador otra de tipo doctrinario, que trasunta su discrepancia fundamental con la dictadura. Pide al mandatario neogranadino una declaracin positiva y terminante para eliminar el peligro de que Amrica sea bastante necia para ligarse con un trnsfuga, y protegerlo para que restablezca su tirana en unos pases que estn combatiendo por la libertad y lo han sacrificado todo por obtenerla (I, 157). Napolen no vino a Amrica. Prefiri, como deca Bolvar, imitar a Temstocles y entregarse a sus adversarios, los ingleses, que lo recluyeron en su prisin ocenica. Bolvar no dejar de interesarse por todo lo relativo al terror de Europa y en su biblioteca abundan libros sobre el Corso. Muerto ya el emperador y aproximndose Bolvar al final de su propia y fulgurante carrera, sus juicios sobre Bonaparte adquirieron nueva dimensin y serenas claridades, al relacionarlo con el proceso de transformacin del que fue arbitrario personero y propagador. Escribiendo al general sir Robert Wilson, desde Caracas, en mayo de 1827, reclamaba de Gran Bretaa la misin de conservar los preciosos derechos del mundo porque Bonaparte estaba a la cabeza de una gran reforma para beneficio del linaje humano; la Inglaterra, pues, debe realizar las promesas de aquel conquistador proftico (II, 627). Al conocer la muerte de George Canning, Bolvar la lamenta, como propulsor universal de la causa de la libertad. Y aade agudamente: La humanidad entera se hallaba interesada en la existencia de este hombre ilustre, que realizaba con lentitud y sabidura lo que la revolucin de Francia haba ofrecido con engao, y lo que Amrica est practicando con suceso. (II, 704). Lentitud y sabidura en el proceso de consumar las reformas que llevan a la libertad autntica y plena. Cuando Bolvar atribua a Canning estos mritos, acaso estaba pensando que eran los requisitos que l mismo consideraba indispensables para consolidar la institucionalizada libertad latinoamericana. 3. Bolvar, libertad y trono Yo no soy Napolen ni quiero serlo. Bolvar. Si la monarqua de trasplante y continuidad europea era categricamente rechazada. Si tampoco el modelo ni la presencia napolenica eran deseables. No surga la posibilidad de una monarqua bolivariana? El tema de la corona para Bolvar surge muchas veces en la correspondencia del Libertador y se hace particularmente repetida en las horas cenitales que siguieron a Ayacucho y a su viaje triunfal por Cusco y el Alto Per. Para justificacin original de semejante cambio, estaba a mano la clsica y cnica definicin de Voltaire, que el propio Bolvar record alguna vez a propsito de Iturbide: El primero que fue rey fue un soldado feliz (I, 688). Slo Bolvar haba podido ganar la libertad. Slo Bolvar poda conservarla. La frmula, enraizada en tradicin de siglos, prestigiada por el reciente ejemplo napolenico, era la monarqua militar, con el Libertador a su cabeza. La propuesta vino, al cabo, de uno de los ms valiosos colaboradores de Bolvar en la emancipacin de Venezuela: del general Jos Antonio Pez. En carta desde Caracas, que llev a Bolvar Antonio Leocadio Guzmn, compara la situacin de Colombia con la de Francia cuando Napolen el Grande se encontraba en Egipto, afirmndole que en el caso de decir lo que aquel hombre clebre entonces: los intrigantes van a perder a la patria, vamos a salvarla (II, 326).

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Segn los historiadores de los Cien Das, Bonaparte mencion los Estados Unidos, Mxico, Caracas y California, como posibles lugares hacia los cuales podra escaparse.

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Desde La Magdalena, Bolvar contest a Pez en una carta admirable. Reconociendo a Pez lo que haba pintado con el buril de la verdad, seala que no ha juzgado, me parece, bastante imparcialmente el estado de las cosas y de los hombres. Ni Colombia es Francia ni yo soy Napolen. En Francia se piensa mucho y se sabe todava ms, la populacin es homognea, y adems la guerra la pona al borde del precipicio. No haba otra repblica ms grande que la francesa y la Francia haba sido siempre un reino. El gobierno republicano se haba desacreditado y abatido hasta entrar en un abismo de execracin. Los monstruos que dirigan la Francia eran igualmente crueles e ineptos. Aqu no hay nada de eso. Yo no soy Napolen ni quiero serlo; tampoco quiero imitar a Csar; aun menos a Iturbide. Tales ejemplos me parecen indignos de mi gloria. El ttulo de Libertador es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano. Por tanto, es imposible degradarlo (II, 324). Luego de esta bella exaltacin del ttulo que le haban dado los pueblos, Bolvar establece las diferencias entre la realidad americana y la realidad europea. Por otra parte nuestra populacin no es francesa, en nada, nada, nada. La repblica ha levantado el pas a la gloria y a la prosperidad, dando leyes y libertad. Los magistrados de Colombia no son ni Robespierre ni Marat. El peligro ha cesado cuando las esperanzas empiezan; por lo mismo, nada urge para tal medida. Son repblicas las que rodean a Colombia, y Colombia jams ha sido un reino. Un trono espantara tanto por la altura como por su brillo. La igualdad sera rota y los colores veran perdidos todos sus derechos por una nueva aristocracia (II, 325). Estima que los que han sugerido el proyecto de su coronacin son hombres de aquellos que elevaron a Napolen y a Iturbide para gozar de su prosperidad y abandonarlos en el peligro, o si la buena fe los ha guiado, crea usted que son unos aturdidos o partidarios de opiniones exageradas. Y remata concluyente: dir a usted con toda franqueza que este proyecto no conviene ni a usted, ni a m, ni al pas. (II, 325). La monarqua qued definitivamente descartada, aunque la misin argentina del general Alvear y el doctor Daz Vlez propiciaran un protectorado de Bolvar sobre la Amrica (II. 229), para contrarrestar la amenaza del soberano del Brasil, y por ms que en el Per, a su retorno de la recin fundada Bolivia, tambin hubiera quien quiere imperio (II, 339). Para Bolvar, mucho antes de la tentacin luciferina que le trasmiti Guzmn, se haba planteado y resuelto en trminos propios u originales el problema de la libertad y sus limitaciones institucionales. 4. Bolvar y las instituciones democrticas Aunque sea errada esta mxima, la he tenido siempre: que en los gobiernos no hay otro partido que someterse a lo que quieren los ms. Bolvar. a) Abolicin de la esclavitud Bolvar crey en el ciudadano como base de un rgimen de libertad. Semejante premisa exclua la posibilidad de coexistir, en el seno del nuevo rgimen, una institucin que consagraba la desigualdad, como lo era la esclavitud. Advirti, en seguida, que haba contradiccin entre iniciar un movimiento emancipador en nombre de la libertad, y permitir que subsistieran hombres en condicin de cosas. Lo dijo de modo terminante: Me parece una locura que en una revolucin de libertad se pretenda mantener la esclavitud (I, 435). Esta premisa parece hoy de evidencia indiscutible. Empero, se haban hecho revoluciones en Amrica, celebradas e influyentes en Europa, que dejaron inalterada la institucin peculiar. Estados Unidos debi acometer una segunda guerra revolucionaria, bajo Abraham Lincoln, para completar una libertad que Bolvar consum simultneamente con la de su patria. (En el Per la libertad de los esclavos slo se hizo efectiva con la revolucin liberal de 1854 y en el Brasil lleg, tardamente, en los aos crepusculares del imperio). Influyeron en su actitud factores congruentes: la propia opinin de un lector de Rousseau y los compromisos, gustosamente adquiridos, con Petion, el gobernante negro de Hait y protector de la independencia venezolana. Bolvar empez dando el ejemplo al manumitir a sus propios esclavos. En su proclama de Ocumare orden: Esa porcin desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud, ya es libre. La naturaleza, la justicia y la poltica piden la emancipacin de los esclavos: de aqu en adelante slo habr en Venezuela una clase de hombres: todos sern ciudadanos. Es sugestiva la gradacin de razones con que el Libertador justifica la manumisin. Al referirse a la naturaleza, es consecuente con el iusnaturalismo que fundamenta el pensamiento de la generacin emancipadora. Al aadir la justicia invoca un ideal que le era tan caro como el de la libertad. Y cuando cita a la poltica lo hace en el sentido ms aristotlico y clsico, para enunciar que se trata de una institucin que no condice ya con los sistemas modernos de gobierno.

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La libertad de los esclavos significaba, a juicio de su autor, que stos, agradecidos, se convirtieran en soldados de la emancipacin, engrosando los ejrcitos libertadores. Las primeras experiencias fueron desilusionantes. Bolvar se lamentaba poco despus que los antiguos esclavos, deformados por la tirana colonial, han perdido hasta el deseo de ser libres. Se dio el caso de que muchos siguieran en su fuga a los espaoles o se embarcaran en los buques ingleses, que los vendieron en islas del Caribe (I, 200). Clamaba Bolvar: Ser justo que mueran solamente los hombres libres por emancipar a los esclavos? (I, 425). No obstante que no obtuvo, por lo menos al principio, la afluencia de ex esclavos a las filas patriotas, Bolvar nunca se arrepinti de su determinacin. Por el contrario: hizo de ella uno de los motivos de mayor orgullo. Uno de los actos ms notables de mi mando. Al dirigirse al Congreso de Angostura, con motivo de su instalacin (15 de febrero de 1819), expone as su poltica: La atroz e impa esclavitud cubra con su negro manto la tierra de Venezuela y nuestro Cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes que amenazaban un diluvio de fuego. Yo implor la proteccin del Dios de la humanidad y luego la redencin disip las tempestades. La esclavitud rompi sus grillos y Venezuela se vio rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de la Libertad. S, los que antes eran esclavos ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una patria. Encareceros la necesidad y la justicia de esta medida es superfluo cuando vosotros sabis la historia de los ilotas, de Espartaco y de Hait: cuando vosotros sabis que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes polticas y las leyes civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisin la reforma o la revocacin de todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmacin de la Libertad absoluta de los esclavos, como implorara mi vida y la vida de la repblica (III, 694). Es decir, encarece del modo ms apremiante la ratificacin del decreto abolicionista, comparndolo, por su valor, con el de la propia existencia y la existencia de la Patria. De nuevo, la invocacin a leyes naturales, polticas y civiles, traza un paralelo con su proclama de Ocumare. Resuelto a hacer de esta un hecho inconmovible, se dirigi a la Alta Corte de Justicia para que este supremo tribunal tuviera en cuenta los decretos expedidos en la tercera poca de la repblica, subrayando a los jueces: nadie ignora en Venezuela que la esclavitud est extinguida entre nosotros (III, 665). Ganada la batalla de Carabobo, se dirige al Congreso para solicitarle: Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia, deben ser libres, porque estos seres no pertenecen ms que a Dios y a sus padres, y ni Dios ni sus padres los quieren infelices. El Congreso General autorizado por sus propias leyes, y aun ms por las de la naturaleza, puede decretar la libertad absoluta de todos los colombianos en el acto de nacer en el territorio de la repblica. Reclamaba del Congreso que se accediera a su pedido en recompensa de la batalla de Carabobo, ganada por el ejrcito libertador, cuya sangre ha corrido slo por la Libertad (III, 718). Entre la sangre derramada, no hay duda que estuvo, copiosa, la de muchos antiguos esclavos, manumitidos por los decretos bolivarianos. Y cuando proyecta su Constitucin para Bolivia redacta en esta forma uno de sus artculos: Son bolivianos: Todos los que hasta el da han sido esclavos; y por lo mismo quedarn, de hecho, libres en el acto de publicarse esta Constitucin; por una ley especial se determinar la indemnizacin que se debe hacer a sus antiguos dueos. Se ha sealado que los constituyentes redactaron el artculo definitivo en forma maosa, que difera, prcticamente sin trmino, la emancipacin. A la amplitud bolivariana se opuso, muchas veces, la estrechez y la limitacin de sus contemporneos. Lo que hago con las manos dijo alguna vez lo desbaratan los pies de los dems (II, 627). No contento con legislar para los Estados que liber su espada, Bolvar aspir a darle una dimensin americana a la libertad de los esclavos. Adems, el espritu de la poca haba cambiado. Inglaterra se inclinaba, despus de enrgicas campaas, en favor de la supresin de la trata. En las instrucciones a los plenipotenciarios de Colombia ante el Congreso de Panam, trasmitidas por Revenga, deca: El inters que ha manifestado el mundo civilizado por la supresin y abolicin de esclavos de frica, exige tambin que la Asamblea de los Estados Americanos se ocupe de ella. Esta materia presenta a nuestras repblicas una bella oportunidad de dar un ejemplo esplndido de la liberalidad y filantropa de sus principios. En concreto, demanda que en los protocolos del Istmo se declare la abolicin del trfico de esclavos de frica y declarar a los perpetradores de tan horrible comercio incursos en el crimen de piratera convencional (Memorias de D. F. O'Leary, XXIV, 273-275). Fuera de los esclavos, haba otra raza en estado de inferioridad: la indgena. Bolvar conoci el problema en su magnitud desde que ingresara en los territorios de la antigua Audiencia de Quito y luego en el Bajo y el Alto Per. En su recorrido de Lima a Chuquisaca, y en particular en el Cusco, contempl y admir las realizaciones, ptreas, viales e hidrulicas, de la original civilizacin indgena. Al propio tiempo, comprob la miseria y la opresin en que vivan los descendientes de aquel imperio americano. Establece, entonces, que las formas de servidumbre o disfrazada esclavitud en que vivan los indios, eran insostenibles bajo una repblica fundada en principios de igualdad. El servicio personal dijo entonces se ha exigido por la fuerza a los naturales indgenas, con las

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exacciones y malos tratamientos, que por su estado miserable han sufrido stos en todos los tiempos, por parte de los jefes civiles, curas, caciques y aun hacendados. Por lo cual, suprime toda contribucin degradante a la dignidad de ciudadano, eliminando as el tributo impuesto a los indgenas exclusivamente y que, por ende, gravita sobre la clase ms miserable de la sociedad. (Documentos, tomo I, pg. 456). Digamos, de paso, que al sealar Bolvar a los jefes civiles, curas, caciques y aun hacendados, se anticipaba a las denuncias de la crtica social del siglo XX, en el Per, Bolivia y Ecuador. En la enumeracin bolivariana est prefigurada la invectiva de Gonzlez Prada contra el gamonal, el gobernador y el cura. Es interesante recordar que en este aspecto, la obra legislativa de los libertadores coincide plenamente. En su decreto protectoral del 27 de agosto de 1821, el general Jos de San Martn declar abolido el tributo de los indios, que era el smbolo de su dependencia como raza. Estableci, asimismo, que no se denominar a los aborgenes indios o naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Per y con el nombre de peruanos deben ser conocidos. Por un decreto del 28 de agosto un mes exacto despus de la declaratoria de la independencia extingua todas las formas de servidumbre personal a que estaban obligados los indios. Sin embargo, influyentes intereses hicieron letra muerta de las generosas disposiciones de San Martn y Bolvar. La abolicin del tributo solo sera efectiva ms de treinta aos despus de la proclamada libertad, en el Per. En formas ms o menos disimuladas, la prestacin gratuita de servicios se prolong en los pases andinos, hasta bien entrado el siglo XX. Resultara injusto, por ello, escatimar a los prceres el ttulo de verdaderos revolucionarios. b) La igualdad legal El principio fundamental de nuestro sistema, depende, inmediata y exclusivamente, de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Bolvar: Discurso de Angostura. Abolida la esclavitud y suprimida la servidumbre, queda, vigente y rotundo en la ideologa bolivariana, el principio de la igualdad, que lleg a llamar la ley de las leyes. Al presentar su proyecto constitucional ante el Congreso de Angostura, enumera: Son derechos del hombre, la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad. Tericamente haba dicho ya que la igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad fsica. Sobre esta forma de compensar desigualdades, elabora en su discurso, ante los congresistas de Angostura: Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, est sancionado por la pluralidad de los sabios; como tambin lo est, que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtencin de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos y todos no lo son, todos deben poseer talentos y todos no los poseen. De aqu viene la distincin efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad ms liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad poltica es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad fsica y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educacin, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada poltica y social (III, 682). El antiguo roussoniano, colocado en funcin de legislador, se aparta de su maestro. No es que el hombre, naturalmente sano, se corrompa en la sociedad. Es el hombre, normalmente desigual, que recibe de la sociedad los elementos necesarios para corregir, atenuar o modificar esa desigualdad. En este concepto Bolvar se aproxima ms a las democracias sociales modernas que a la utopa roussoniana. Porque es justamente la igualdad de oportunidades, exigida por todos los reformadores sociales, lo que Bolvar pretenda. Y hasta el empleo de la palabra servicios, en este contexto, evoca curiosas y actuales asociaciones con los regmenes, hoy difundidos, del llamado Estado previsor (Welfare State). Vale decir, que a Bolvar le preocupaba no slo proclamar la igualdad y hacer de ella un dogma republicano, sino proveer los medios de asegurarla en un mundo naturalmente desigual. Necesitamos deca tambin en Angostura de la igualdad para refundir, digmoslo as, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones polticas y las costumbres pblicas y por ende, el gobierno que se propiciaba deba consagrar la abolicin de la esclavitud, la abolicin de la monarqua y de los privilegios (III, 683). c) Soberana popular Nadie sino la mayora es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo, y su potestad es usurpacin. Bolvar.

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Bolvar crey en la soberana del pueblo como fundamento de su teora constitucional. Su firme creencia perdura a lo largo de sus ensayos constitucionales y no llegan a borrarla ni las desilusiones ni los escepticismos postreros. Como resumiendo una experiencia lleg a decir: Aunque sea errada esta mxima, la he tenido siempre: que en los gobiernos no hay otro partido que someterse a lo que quieren los ms (II, 776). Cuando luchaba todava por asegurar la libertad, dirigindose al Consejo de Estado, propuso la convocatoria de un Congreso de Venezuela. En tanto que nuestros guerreros combaten, que nuestros ciudadanos pacficos ejerzan las augustas funciones de la soberana... No basta que nuestros ejrcitos sean victoriosos, no basta que los enemigos desaparezcan de nuestro territorio ni que el mundo entero reconozca nuestra independencia; necesitamos aun ms, ser libres bajo los auspicios de leyes: liberales, emanadas de la fuente ms sagrada que es la libertad del pueblo (III, 668). Para el Libertador no haba duda de que esta soberana se expresaba a travs de la consulta popular. Al declinar el mando supremo ante el Congreso de Angostura afirm: La continuacin de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el trmino de los gobiernos democrticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los gobiernos populares. Con anterioridad, al escribir al presidente Petin de Hait, lo congratulaba por haber sido electo por la aclamacin libre de sus conciudadanos, nica fuente legtima de todo poder humano (I, 214). Siendo gobernante del Per y al alejarse de la capital, instruye al Consejo de Estado sobre el ms celoso empeo en hacer ejecutar las elecciones populares para el nuevo Congreso; de modo que la nacin quede plenamente satisfecha de que el gobierno no ha tenido otra intervencin en las elecciones, que la que la ley seala para poner al pueblo en plena libertad de elegir, segn su conciencia. Esta recomendacin la hago simplemente, para manifestar el vivo inters que tengo en que las elecciones populares se hagan del modo ms libre que sea posible (Memorias de D. F. O'Leary, II, pg. 340). Poco antes, dirigindose al mariscal Santa Cruz, que lo felicitaba por la victoria de Ayacucho, expresaba su pensamiento institucional: Usted me habla de consolidar el gobierno del Per; yo he correspondido a esta idea de usted cumpliendo con mis ofertas y llamando a los diputados del pueblo a componer bien este gobierno (II, 67). Esa poca, ese momento estelar en la vida de Bolvar, que se prolonga hasta su peregrinacin a Potos y Charcas, es significativo. Nunca nadie en Amrica haba reunido ni volvera a reunir jams tanto poder y tanta gloria. Su influencia se ejerca desde Panam hasta Chile. Desde el Orinoco hasta las provincias argentinas. En aquellas circunstancias, Bolvar, que haba recibido la dictadura en el sentido romano de mandato todopoderoso, urgente y breve para salvar a la patria convoca a la representacin nacional del pas liberado. El da que se rena vuestro Congreso ser el da de mi gloria: el da en que se colmarn los ms vehementes deseos de mi ambicin: no mandar ms! (III, 744). Una preocupacin semejante lo hizo decir por esa misma poca: Un jefe republicano no puede mandar largo tiempo sino con la tirana, si la estimacin popular no lo favorece (II, 602); pensamiento del todo congruente con el de su carta a Petin, seis aos antes, cuando, en vez de jefe triunfador y endiosado, era un proscrito en busca de ayuda. Cmo medir si la estimacin popular favorece al mandatario republicano? Sobre eso Bolvar no dej dudas: Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y l se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpacin y la tirana. (III, 676). Varias veces exterioriz su respeto por los cuerpos legislativos y acat decisiones de stos que eran contrarias a su pensamiento. En el caso de una negociacin con Francia e Inglaterra, aconsejaba, en carta privada al general Urdaneta, en 1829: No debemos pues, dar un paso ms adelante y dejar al Congreso que haga su deber y lo que tenga por conveniente. Todo lo dems es usurparle sus facultades y comprometerse demasiado (II, 367). Su aceptacin de la democracia representativa qued condensada, con vigor lapidario, en uno de los momentos de peligro en su brillante carrera. En el discurso pronunciado en el convento de franciscanos de Caracas, en enero de 1814, afirm el Libertador pronuncindose contra el despotismo y el poder personal: Huid del pas donde uno solo ejerza todos los poderes: es un pas de esclavos (II, 589). d) Rechazo de la dictadura militar Una consecuencia de su actitud, principista y sentida, a favor de la soberana popular, fue en Bolvar su constante repudio a la forma ms corriente de ignorarla, durante la guerra de la independencia: la dictadura militar. Quien fue guerrero victorioso en el mbito de cinco repblicas, no justific el entronizamiento de los hombres de armas.

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Ya hemos recordado cmo sostuvo que siendo el sistema militar el de la fuerza, la fuerza no es gobierno (I, 222). Empezaba su preocupacin con una desconfianza manifiesta y de principio: Los militares instruidos y buenos son muy pocos y muy preciosos (I, 761). Y a Sucre, depositario tanto tiempo de sus confidencias, y militar eximio, le deca: Un militar no tiene virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas (II, 125). No obstante sus incomparables servicios, tena serenidad suficiente para decir: Un soldado feliz no adquiere ningn derecho para mandar a su patria. No es el rbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad (III, 593). En uno de los momentos ms crticos de su vida, al regresar el Libertador a Bogot, procedente de Bucaramanga, despus de la disolucin de la Convencin de Ocaa (24 de junio de 1828), se dirigi particularmente al comandante general del departamento que se encontraba en el acto como diputado (representante) de los militares de Cundinamarca para decirle: El ejrcito de Colombia ha sido el modelo de las virtudes cvicas y militares. Nuestras leyes lo haban pervertido en alguna parte, pequea pero vil: este ejrcito quera tomar sobre s sus primitivos derechos y deliberar como los dems ciudadanos; pero el soldado no debe deliberar y desgraciado del pueblo cuando el hombre armado delibera!... (Este ejrcito) no ser ms que el sbdito de las leyes y de la voluntad nacional (III, 806). Jefe del ejrcito libertador, prefiguracin obvia para muchos de un Bonaparte americano, Bolvar formul un voto fervoroso y negativo: Compadezcmonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda (III, 809). Cuando redacta la Constitucin de Bolivia, compendio de sus ideas sobre organizacin poltica, el Libertador establece en forma inequvoca: El destino del ejrcito es guarnecer la frontera. Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los ciudadanos! (III, 768). En oportunidades crticas, por otra parte, reclam para el ejrcito libertador la calidad de intrprete del mandato emancipador. Pero nunca dej de aceptar la prevalencia del poder civil, de fuente popular. Yo soy soldado dijo y mi deber no me prescribe otra cosa que la ciega obediencia al gobierno, sin entrar a examinar la naturaleza de sus disposiciones que sin duda son y debern ser las ms prudentes y justas (I, 53). e) Divisin de poderes Bolvar, compenetrado tempranamente del problema por sus lecturas de Montesquieu, crey en la divisin de poderes y algunos de sus esfuerzos ms originales de pensador poltico, se refirieron a la necesidad de definirlos y de deslindar sus funciones. En Angostura pas revista a los ejemplos histricos. Evoc a Atenas y a leyes de Soln, que no alcanzaron a dar un gobierno estable a la ciudad y slo, relmpagos de libertad (III, 683). En Roma advirti que no haba una exacta distribucin de poderes (III, 684). Gobierno, monstruoso y puramente guerrero (III, 684), conquist, sin embargo, para Roma, el dominio del mundo. Al cabo, concluye elogiando la Constitucin britnica a la que por perfecta que sea, no quiere verla copiada en forma servil. Cuando hablo del gobierno britnico slo me refiero a lo que tiene de republicanismo, y a la verdad puede llamarse pura monarqua un sistema en el cual se reconoce la soberana popular, la divisin de los poderes, la libertad civil, de conciencia, de imprenta y cunto es ms sublime en poltica?... Yo os recomiendo esta Constitucin popular, la divisin y el equilibrio de poderes, la libertad civil, como la ms digna de servir de modelo a cuantos aspiran al goce de los derechos hombres y a toda la felicidad poltica que es compatible con nuestra frgil naturaleza (III, 685). La admiracin por el sistema ingls induce a Bolvar a formular su proyecto de parlamento bicameral. La representacin nacional aparece dividida como los americanos en dos Cmaras: la de representantes y el senado. La primera con goce de todas las atribuciones que le corresponden (III, 685). En cambio, el senado, en vez de electivo debera ser hereditario. Llevado por su entusiasmo, Bolvar pretenda trasponer a Colombia la Cmara de los Lores, olvidando, al propio tiempo, sus constantes prdicas repetidas en el propio mensaje de Angostura en el sentido de forjar instituciones nacidas de la propia realidad americana y que evitaran la copia que l calific de servil. El senado hereditario es el primer y ms llamativo esfuerzo de la ideologa bolivariana por introducir factores de estabilidad en la democracia. Es el tipo de limitaciones institucionales con que el Libertador pens asegurar la libertad, y que han merecido que se le considere, por diversos autores, como un patriarca de las doctrinas conservadoras y autoritarias de nuestra Amrica. Consideramos que la posicin fundamentalmente revolucionaria de Bolvar no sufre sustancialmente con estas quimeras aristocratizantes. Cabe explicarse su problema: con sentido previsor, adverta la inminencia de un anrquico desplomarse de los Estados nacidos con la independencia. Le angustiaba una libertad enferma de anarqua. Tema, asimismo, los excesos del poder. Como una fuerza moderadora, se imagin al senado hereditario. Este cuerpo, en las tempestades polticas, parara los rayos del

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gobierno y rechazara las olas populares... Es preciso que en todos los gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga siempre de parte del ofendido y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro para que pueda ser tal, no ha de deber su origen a la eleccin del gobierno, ni a la del pueblo (III, 686). El senado hereditario empezara con la eleccin por el Congreso de sus primeros miembros, prolongndose el cargo en los descendientes de stos, cuya preparacin asegurara un Colegio especialmente destinado para instruir aquellos tutores, legisladores futuros de la Patria (III, 686). Los primeros senadores era la sugestin de Bolvar deberan ser los libertadores de Venezuela (III, 686). Prcticamente, el Libertador propona la consagracin permanente y hereditaria de sus compaeros de armas. Seguro de la adversa reaccin que semejantes ideas provocaban se apresuraba a decir, con ms buena voluntad que exactitud: De ningn modo sera una violacin de la igualdad poltica la creacin de un senado hereditario; no es una nobleza lo que pretendo establecer (III, 686). Acaso no era una nobleza. Pero s la semilla induda ble de una oligarqua. Tan resueltamente defendida, la idea de Bolvar pareca estar llamada a conquistar los sufragios de los congresistas de Angostura. No fue as. El Libertador aprendi la leccin del rechazo elocuente sntoma de su capacidad democrtica de asimilacin y dej de proponer la formula del senado hereditario. En la Constitucin boliviana se habla de un senado, pero ya no de carcter hereditario. En este ltimo proyecto, el Poder Legislativo ya no es de dos sino de tres cmaras: senadores, tribunos y censores. Al senado le corresponde, en aquella concepcin, posterior en siete aos a la de Angostura, la promulgacin de los cdigos y reglamentos eclesisticos; escoge los prefectos, los jueces de distrito, los gobernadores, corregidores y subalternos del Departamento de Justicia. Le corresponda proponer a la Cmara de Censores los miembros del Tribunal Supremo, los arzobispos, obispos, dignidades y cannigos. Es del resorte del senado, cuanto pertenece a la religin y a las leyes (III, 764). Al tratar del Poder Ejecutivo en Angostura, Bolvar se remonta, como acostumbra, al paradigma britnico y lo estudia en sus potestades y limitaciones. Encuentra, de nuevo, digno de imitarse el sistema ingls, el ms perfecto modelo (III, 688). Y aada: Aplquese a Venezuela este Poder Ejecutivo en la persona de un presidente, nombrado por el pueblo y sus representantes, y habremos dado un gran paso a la felicidad nacional (III, 688). El trasplante ultramarino del ejecutivo ingls, propuesto por Bolvar, ofreca, a su juicio, ventajas considerables. Si pretenda infringir las leyes, sus propios ministros lo dejaban aislado o lo acusaran ante el senado. Ms an: Bolvar llegaba a insinuar un gobierno de gabinete: Siendo los ministros los responsables de las transgresiones que se cometan, ellos son los que gobiernan, porque ellos son los que las pagan (III, 688). Un presidente, inviolable e irresponsable como un soberano ingls, ni siquiera necesitaba ser un gobernante de muchas luces. Puede suceder prevena Bolvar que no sea el presidente un hombre de grandes talentos ni de grandes virtudes, y no obstante la carencia de estas cualidades esenciales, el presidente desempear sus deberes de un modo satisfactorio; pues en tales casos el ministerio, haciendo todo por s mismo, lleva la carga del Estado (III, 688). Esta teora constitucional bolivariana resulta paradjica. Por un lado, le apasionaba la necesidad de un poder fuerte y centralizado. Por otra, imaginaba un presidente-smbolo y un ministerio responsable. En las repblicas el ejecutivo debe ser el ms fuerte, porque todo conspira contra l; en tanto que en las monarquas el ms fuerte debe ser el legislativo (III, 689). La necesidad de fortalecer al Poder Ejecutivo llega a ser, en los aos finales de Bolvar, una obsesin. Presenta las crisis posteriores a su desaparicin del escenario americano. Adivinaba, con certeza, que terminada su vida, sus lugartenientes, ignorando la magnitud de la obra, eran capaces de fragmentarla. Cada da expres en una carta desde Trujillo del Per, en 1824 se confirma la idea de que Colombia se conservar unida mientras los libertadores se encuentren unidos entre s. Pero despus, habr guerras civiles, y el Ro de la Plata correr por nuestras tierras (I, 943). (El Libertador aluda a las divisiones interprovinciales del antiguo virreinato del Ro de la Plata, que se patentizaron en la llamada anarqua del ao 20.) Bolvar estaba seguro de que su presencia en el mando era la garanta de la unin. Para mantener la continuidad, necesitaba asegurarse el derecho a designar sucesor. Este no poda ser otro que el Gran Mariscal de Ayacucho, don Antonio Jos de Sucre. De estas dos premisas, y de su raigal inquietud por conseguir una repblica estable, surgen las peculiares iniciativas del proyecto de Constitucin para Bolivia: la presidencia vitalicia y el derecho a designar su sucesor. f) La presidencia vitalicia

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Fue tan novedosa y tan resistida la iniciativa bolivariana, que la Constitucin acab por designarse corrientemente como Constitucin vitalicia y se denomin peyorativamente, a sus partidarios como los vitalicios. Ms sarcsticamente, se les llam tambin persas utilizando un trmino usado para designar a los serviles de Espaa. Cuando Bolvar aboga por la presidencia vitalicia, incide en su preocupacin fundamental: la estabilidad, la fijeza. Acude a una imagen astronmica. El Presidente de la Repblica viene a ser en nuestra Constitucin, como el Sol, que firme en su centro, da vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser perpetua; porque en los sistemas sin jerarquas se necesita ms que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren los magistrados y los ciudadanos; los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, deca un antiguo, y mover el mundo. Para Bolvar, este punto es el presidente vitalicio. En l estriba todo nuestro orden, sin tener por esto accin (III, 765). Y de inmediato, para salir al paso de las objeciones adelantaba con optimismo: Se le ha cortado la cabeza para que nadie tema sus intenciones y se le han ligado las manos para que a nadie dae (III, 765). En qu fundamentaba Bolvar semejante creencia? Lo dice en su proyecto: Los lmites constitucionales del presidente de Bolivia, son los ms estrechos que se conocen: apenas nombrar los empleados de hacienda, paz y guerra: manda el ejrcito. He aqu sus funciones (III, 766). Vale decir, un primer mandatario republicano que se parece mucho a un rey constitucional. Postula luego una distribucin de poder. La administracin pertenece toda al ministerio, responsable a los censores y sujeta a la vigilancia celosa de todos los legisladores, magistrados, jueces y ciudadanos. Los aduanistas y los soldados, nicos agentes de este ministerio, no son a la verdad, los ms adecuados para captarle la aura popular; as su influencia ser nula (III, 766). 3 Bolvar no lo dice, pero se deduce que su sistema reclamaba un punto fijo: la presidencia vitalicia, y satlites temporales, los integrantes del ministerio. La intervencin de la opinin pblica, a travs de la Cmara de los Censores y de otras magistraturas, operaba como factor de cambio. Mirada con detenimiento, la vitalicia no parece tan esencialmente conservadora como la creyeron sus adversarios y como se ha seguido diciendo a lo largo de casi siglo y medio. La presidencia vitalicia se complementaba con el vicepresidente designado. Bolvar encarece ante los legisladores bolivianos la limitacin de sus poderes: El vicepresidente afirma es el magistrado ms encadenado que ha servido en el mando: obedece juntamente al Legislativo y al Ejecutivo de un gobierno republicano. Del primero recibe las leyes, del segundo las rdenes; y entre estas dos barreras ha de marchar por un camino angosto y flanqueado de precipicios. A pesar de tantos inconvenientes, es preferible gobernar de este modo, ms bien que con imperio absoluto. Las barreras constitucionales ensanchan una conciencia poltica, y le dan firme esperanza de encontrar el fanal que la gue entre los escollos que la rodean (III, 766). Bolvar daba al vicepresidente la posibilidad de adquirir gran experiencia en la administracin y bases de respaldo popular. Cuando entra a ejercer sus funciones dice, va formado y lleva consigo la aureola de la popularidad, y una prctica consumada (III, 766). Se trataba, en suma, de poner, al servicio de la repblica, lo mejor de las monarquas. Preguntndose porqu este sistema gobernaba la tierra (en 1826 no existan ms repblicas, fuera de las latinoamericanas, que las de Suiza y los Estados Unidos), el Libertador seala dos mritos: la estabilidad y la unidad. Por la primera, el rgimen se hace firme, inters central de Bolvar. Por la segunda, se hace fuerte. Bolvar estimaba que su sistema superaba al principio dinstico porque colocaba al heredero en funciones de gobierno y a la cabeza de la administracin, en vez de estar, como los prncipes, mimado, enclaustrado en su palacio, educado por la adulacin y conducido por todas las pasiones (III, 767). En realidad, este gran lector de clsicos que fue Bolvar olvid citar el caso tpico del imperio romano, cuando se establecieron los csares y los augustos para impedir las crisis de sucesin y preparar a los herederos en las tareas del gobierno. g) El Poder Judicial Bolvar constituyente se ocupa del Poder Judicial con mayor brevedad que los temas del ejecutivo y el legislativo, que realmente le absorben. Dirigindose a los congresistas en Angostura comprueba: El Poder Judiciario en Venezuela es semejante al americano, indefinido en duracin, temporal y no vitalicio: goza de toda la independencia que le corresponde (III, 681). Seala despus que no ha pretendido forjar un ejecutivo desptico capaz de tiranizar a la repblica, sino impedir lo que llama despotismo deliberante (III, 693) y agrega: Al pedir la estabilidad de los jueces, la creacin de jurados y un nuevo cdigo, he pedido al Congreso la garanta de la libertad civil (III, 693). Luego enjuicia la3

EI mismo Sucre lleg a decir: No soy partidario de la Constitucin boliviana; ella da sobre el papel estabilidad al Gobierno, mientras de hecho le quita los medios de hacerse respetar... (Documentos, Vol. II, p. 6077).

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maraa de las leyes espaolas, a la que tilda de viciosa y pilago, que semejante al tiempo recoge de todas las edades y todos los hombres, as las obras de la demencia como las del talento... Esta enciclopedia judiciaria, monstruo de diez mil cabezas, que hasta ahora ha sido el azote de los pueblos espaoles, es el suplicio mas refinado que la clera del Cielo ha permitido descargar sobre este desdichado imperio (II, 693). En su segunda instancia de forjador de constituciones, al redactar la boliviana, el Libertador perfecciona y avanza sus conceptos sobre el Poder Judicial. Reclama para ste una independencia absoluta y le da una fuente electiva, subrayndose as un rasgo democrtico. El pueblo presenta los candidatos y el legislativo escoge los individuos que han de componer los tribunales. Este origen era de la mayor importancia para mantener la pureza del judiciario. La verdadera constitucin liberal especificaba est en los cdigos civiles y criminales; y la ms terrible tirana la ejercen los tribunales por el tremendo instrumento de las leyes. De ordinario el ejecutivo no es ms que el depositario de la cosa pblica; pero los tribunales son los rbitros de las cosas propias de las cosas de los individuos. EI Poder Judicial contiene la medida del bien o del mal de los ciudadanos; y si hay libertad, si hay justicia en la repblica, son distribuidas por este poder. Poco importa a veces la organizacin poltica, con tal que la civil sea perfecta; que las leyes se cumplan religiosamente y se tengan por inexorables como el Destino (II, 767). En suma, postula Bolvar la independencia del Poder Judicial, su origen popular, la estabilidad de los cargos, la creacin de jurados y la elaboracin de cdigos. Es todo un programa de reforma y modernizacin de la justicia por el cual las repblicas latinoamericanas todava seguirn batallando ciento cuarenta aos despus de la muerte de Bolvar. h) El Poder Moral A los tres poderes clsicos, Bolvar aadi, en Angostura, y lo reiter en otra forma, en el proyecto de Constitucin boliviana, un cuarto poder, al que llam Poder Moral. De nuevo, para fundamentarlo, el prcer acude a los ejemplos de esa antigedad, cuyas instituciones ejercern sobre su nimo un perdurable atractivo. La rbita de este poder cubra la educacin popular (que debe ser el cuidado primognito del amor paternal del Congreso) y la conducta de los ciudadanos. Evocaba entonces, como inspiracin y paradigmas, el Arepago de Atenas y de Roma los censores. Fusionando facultades de uno y otros y tomando de Esparta sus austeros establecimientos, creaba una cuarta potestad, cuyo dominio sea la infancia y el corazn de los hombres, el espritu pblico, las buenas costumbres y la moral republicana (III, 692). Segn esta iniciativa bolivariana, el nuevo Arepago tendra jurisdiccin efectiva en materia de educacin y de instruccin, y de opinin en lo relativo a penas y castigos. EI Poder Moral apareca revestido de temibles atributos. Estaba encargado de purificar lo corrompido de la repblica y encargado de denunciar la ingratitud, el egosmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos... (III, 692). El Poder Moral llevara libros o registros, que consultara el pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones y los jueces para sus juicios. En suma, seran los libros de la virtud y del vicio (III, 692). Los ribetes inevitablemente inquisitoriales de un poder de esta clase suscitaron la oposicin de los constituyentes de Angostura y no lleg a ser adoptado. Bolvar, empero, permaneci fiel a este propsito de incorporarlo a la sistematizacin jurdica de Amrica, en lo que podra estimarse la parte ms idealista o utpica de su gran obra. El Poder Moral, al proyectar la Constitucin para Bolivia, se inserta en el cuadro del Poder Legislativo en forma de tercera cmara: la de censores. Vuelve a evocar, en su presentacin los modelos ateniense y romano. Les seala el papel de fiscales contra el gobierno para celar si la Constitucin y los tratados pblicos se observan con religin (III, 764), y estaba a su cargo el juicio nacional, que deba decidir sobre la buena o mala administracin del Ejecutivo. Elevndose con solemnidad en su descripcin del papel que corresponde a esta nueva forma de Poder Moral, Bolvar dice: Son los censores los que protegen la moral, las ciencias, las artes, la instruccin y la imprenta. La ms terrible y la ms augusta funcin corresponden a los censores. Condenan a oprobio eterno a los usurpadores de la autoridad soberana y a los insignes criminales. Conceden honores pblicos a los servicios y las virtudes de los ciudadanos (III, 764). Semejantes sacerdotes de las leyes, deberan ser hombres incorruptibles y prestigiosos. i) El Poder Electoral Legislando para Bolivia, el Libertador anuncia que ha creado cuatro poderes. En este caso, el cuarto poder es el Poder Electoral. A travs de l, pretenda Bolvar asegurar el ejercicio de la democracia representativa. Ningn objeto deca es ms importante a un ciudadano que la (eleccin de sus legisladores, magistrados, jueces y

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pastores. Los colegios electorales de cada provincia representan las necesidades y los intereses de ellas y sirven para quejarse de las infracciones de las leyes y de los abusos de los magistrados (III. 763). Describe el funcionamiento del Poder Electoral comparndolo con el funcionamiento de los Estados Federales. Cada diez ciudadanos nombran un elector; y as se encuentra la nacin representada por el dcimo de sus ciudadanos. No se exigen sino capacidades, ni se necesita de poseer bienes, para representar la augusta funcin de soberano. Ms bien, debe saber escribir sus votaciones, firmar su nombre y leer las leyes. Ha de profesar una ciencia, o un arte que le asegure un alimento honesto. No se le ponen otras exclusiones que las del crimen, de la ociosidad y de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del poder pblico (III, 763). En trminos de derecho poltico moderno, podra decirse que Bolvar planteaba un sistema democrtico representativo, no censitario (es decir, independiente de los bienes, riquezas o ingresos), fundado en un cuerpo electoral alfabeto, organizado en colegios y compuesto por un elector por cada diez ciudadanos. A quien pudiera parecer que estas limitaciones alteran el carcter genuino de una democracia, bastara remitirlo a las experiencias electorales de algunos pases bolivarianos. La misma Bolivia, para la cual se proyect el sistema, no tuvo, hasta la introduccin del voto de los analfabetos, hace veinte aos, un padrn electoral que superara el dcimo de sus habitantes. El del Per, donde tambin rigi la Vitalicia, para las elecciones de 1963, en un pas con una poblacin calculada en 13 millones de habitantes, votaron alrededor de un milln setecientos mil alfabetos. j) Libertad religiosa Un amplio criterio de libertad, nada comn en su poca, inspira su posicin en materia religiosa. Nacido y criado en la religin catlica, el Libertador, en sus aos formativos, se aleja de la prctica del culto. Al iniciarse la revolucin de la independencia en Venezuela la actuacin del clero, a raz del terremoto de marzo de 1812, que destruy Caracas y fue calificado por muchos predicadores como un castigo de Dios, coloca a Bolvar en una posicin de beligerancia contra este partidismo realista. En su Memoria a los ciudadanos de Nueva Granada, escrita en Cartagena de India, al llegar emigrado de Venezuela, cuando describe los factores que determinaron el hundimiento de la repblica, seala al partido clerical, siempre adicto a su apoyo y compaero, el despotismo (I, 46). Y previendo ese ao (1812) la conquista de Espaa por los franceses anunciaba una prodigiosa inmigracin, particularmente de cardenales, arzobispos, obispos y cannigos temiendo que la influencia religiosa, el imperio de la dominacin civil y militar, avasallaran a Amrica (I, 46). En el curso de la guerra de la Independencia, Bolvar fue obteniendo mayores apoyos en el clero, circunstancia que permiti su mejor entendimiento con la Iglesia. En su calidad de Jefe Supremo, en quien, de hecho, recaa el patronato ejercido por los reyes de Espaa, se dirige, desde Angostura, en un interesante mensaje al muy amado y respetable clero del obispado de Guayana, a raz del fallecimiento del obispo de la dicesis y de la disolucin del cabildo eclesistico y la incomunicacin con el metropolitano. Bolvar lamenta la situacin religiosa del territorio liberado que dice no puede mirar con ojos enjutos un corazn nutrido con las mximas santas del Evangelio (III, 657). Para resolver el problema, Bolvar registra los anales de la Iglesia y encuentra una solucin democrtica: el clero de la dicesis vacante puede y debe nombrar a su obispo. Es sugestivo que el Libertador asuma una actitud de experto en derecho cannico y versado en historia eclesistica y concluya por postular, como tradicional y valedera, la doctrina segn la cual los obispos compartan autoridad con su clero, sin cuya deliberacin no emprendan cosa alguna de momento en los asuntos de su ministerio (III, 657). Preguntbase el prcer que, si tal era la costumbre viviendo el obispo, no era aun ms justificado el procedimiento al desaparecer ste de entre los mortales. El clero argumentaba ha sido en todos los tiempos el depositario, mejor dir, la fuente y origen de la autoridad eclesistica (III, 657). Podra estimarse a Bolvar un precursor de la doctrina conciliar que hoy tiene notoria difusin en la Iglesia. Lo revela esta otra cita del mensaje a los obispos guyaneses: La respuesta del clero romano al obispo de Cartago, es una prueba incontestable de esta verdad y un testimonio eterno con que se convence no slo que se refunda en el clero la autoridad de los obispos con sus respectivas dicesis, sino que aun la de la primera ctedra recaa como por derecho hereditario en el de Roma (III, 657). De todo ello, el Jefe Supremo de Venezuela, animado de ardiente celo y amor a la causa de la religin cristiana convocaba con todo el afecto de mi corazn, y en el caso necesario con el poder de mi autoridad al clero de la dicesis para que en el plazo de cincuenta das llegaran a la capital con el objeto de deliberar sobre la situacin de la Iglesia y nombrar al superior que la administrara (III, 658). En adelante, las relaciones de Bolvar y la Iglesia seran marcadamente amistosas. Le quedaban, empero, dudas sobre la influencia que aquella pudiera ejercer como sosegadora de pasiones. Pretendi entonces sustituir esta

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ausencia con el poder moral, y as se lo explicaba a Jos Rafael Arboleda, en carta de junio, de 1823, al pedirle que apoyara su iniciativa a este respecto: La religin ha perdido mucho de su imperio, y quiz no lo recobrar en mucho tiempo, porque las costumbres estn en oposicin con las doctrinas (III, 886). Bolvar mantuvo una actitud poltica frente al poder de los hombres de la Iglesia. Haba aprendido que disputar con ellos no trae, a la larga o a la corta, sino fracasos. En carta al general Agustn Gamarra, que ejerca la autoridad poltica en el Cusco, y con motivo de algunos conflictos suscitados con el obispo, le deca: Ninguna especie de delicadeza es de sobra en el manejo de los eclesisticos y las cosas que les conciernen (II, 421). Y agregaba pocos das despus al mismo general: No disputemos con los eclesisticos que llaman siempre en su auxilio a la religin y hacen causa comn con ella. Las desavenencias con stos son siempre funestas; la amistad con ellos es siempre ventajosa. Ellos persuaden en secreto y manejan las conciencias, y el que posee estas armas, casi est seguro del triunfo (II, 422). Al preparar la Constitucin para Bolivia, el Libertador define su actitud. (En Angostura nada se haba dicho sobre el particular.) A su juicio, en 1826, nada debe prescribirse sobre religin en una Carta Fundamental. Porque estas, son garanta de los derechos polticos y civiles; y como la religin no toca a ninguno de estos derechos, ella es naturaleza indefinible en el orden social, y pertenece a la moral intelectual. La religin gobierna al hombre en la casa, en el gabinete, dentro de s mismo: slo ella tiene derecho a examinar su conciencia ntima. Las leyes, por el contrario, miran la superficie de las cosas: no gobiernan sino fuera de la casa del ciudadano. Aplicando estas consideraciones podr un Estado regir la conciencia de los sbditos, velar sobre el cumplimiento de las leyes religiosas y dar el premio o el castigo, cuando los tribunales estn en el cielo y cuando Dios es juez? La inquisicin solamente sera capaz de reemplazarlos en este mundo. Volver la inquisicin con sus teas incendiarias? (III, 769). Tras esta proposicin, directa e inicial, Bolvar continua deslindando el terreno temporal y poltico del religioso o de conciencia. La religin es la ley de la conciencia. Toda ley sobre ella la anula porque imponiendo la necesidad al deber, quita el mrito de la fe, que es la base de la religin. Los preceptos y dogmas sagrados son tiles, luminosos y de evidencia metafsica; todos debemos profesarlos, mas este deber es moral, no poltico. Luego se explayaba: Por otra parte cules son en este mundo los derechos del hombre hacia la religin? Ellos estn en el cielo; all el tribunal recompensa el mrito y hace justicia segn el cdigo que ha dictado el legislador. Siendo todo esto jurisdiccin divina, me parece, a primera vista, sacrlego y profano, mezclar nuestras ordenanzas con los mandamientos del Seor. Prescindid, pues, la religin no toca al legislador; porque ste debe sealar penas a las infracciones de las leyes, para que no sean meros consejos. No habiendo castigos temporales ni jueces que los apliquen, la ley deja de ser ley (III, 770). En suma, las esferas de Dios y del Csar eran rigurosamente deslindadas, lo que implicaba, en la prctica, una amplsima tolerancia de cultos. En esto, Bolvar adelantbase tambin, y en forma considerable, a su tiempo. Con el correr de los das, las buenas relaciones con la Iglesia fueron intensificndose. Snchez Carrin, como ministro general del Per, se dirigi a monseor Muzi, vicario apostlico en Chile, para manifestarle, en nombre del Libertador, sus ardientes deseos de restaurar relaciones con la Iglesia. La sede romana reconoci la independencia de las repblicas y reanud sus vinculaciones con ellas. En octubre de 1827, Bolvar convoc a los arzobispos de Bogot y Caracas y a los obispos de Santa Marta, Antioquia y Guayana a la capital de Colombia. En un brindis pronunciado por el Libertador se manifiesta la complacencia del gobierno por esta reanudacin de vnculos con Roma. Llama a la Iglesia la madre tierna que ha dado pastores dignos de la repblica. Aadiendo con expresividad: stos ilustres prncipes y padres de la grey de Colombia son nuestros vnculos sagrados con el cielo y con la tierra. Sern ellos nuestros maestros y los modelos de la religin y de las virtudes polticas. La unin del incensario con la espada de la ley es la verdadera arca de la alianza (III, 788). En otras palabras, Dios y Csar se confederaban. Dos aos ms tarde, en enero de 1830 a Bolvar le faltan once meses de vida se dirige, por ltima vez al Congreso Constituyente de Colombia, para renunciar a la presidencia y dar cuenta de los sucesos ms recientes de su gobierno, entre los cuales se encontraba el atentado contra su vida. En el prrafo penltimo de su renuncia, Bolvar formula un pedido: Permitiris que mi ltimo acto sea recomendaros que protejis la religin santa que profesamos, fuente profusa de las bendiciones del cielo (II, 816). En una de sus ltimas proclamas, en setiembre de 1830, invoca a sus compatriotas: Pero no, colombianos! Vosotros sois dciles a la voz de la religin y de la patria (II, 822). Cuando otorg testamento, el 10 de diciembre de aquel mismo ao, Bolvar, lo hizo creyendo y confesando el alto y soberano misterio de la beatsima y santsima trinidad, Padre, Hijo y Espritu Santo y todos los dems misterios que cree, predica y ensea nuestra Santa Madre Iglesia Catlica, Apostlica y Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como catlico fiel y cristiano (III, 529).

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k) Gobierno central y unificado Hay una nota constante en la copiosa literatura poltica de Bolvar. Ella se refiere a sus ideas bsicas sobre la organizacin institucionalizada de la democracia. Es su insistencia en un gobierno central, unificado y fuerte. Esta concepcin arrancaba de la cada del primer gobierno republicano en Venezuela. Luego de emanciparse de Espaa, la antigua capitana general se fund en forma de confederacin y cada una de sus provincias conserv toda aquella soberana que no fuera delegada en el gobierno central. Al hacerlo, los venezolanos seguan la corriente de la poca, que identificaba repblica con federacin, seducidos por el afortunado ejemplo de los Estados Unidos del norte de Amrica. La fundamentacin de la libertad de las colonias, al cesar el rey de Espaa de serlo por cautiverio, y al reasumir los pueblos el ejercicio de la soberana, llevaba a una consecuencia anarquizante: que cada ncleo de poblacin, esgrimiendo el mismo derecho, pretendiera la autonoma total. Bolvar contempl cmo as ocurra en su patria, a partir de 1811. Lo que debilit ms al gobierno de Venezuela dice al explicar a los neogranadinos la cada de su patria fue la forma federal que adopt, siguiendo las mximas exageradas de los derechos del hombre, que autorizndolo para que se rija por s mismo, rompe los pactos sociales y constituye las naciones en anarqua. Tal era el verdadero estado de la confederacin. Cada provincia se gobernaba independientemente; y a ejemplo de estas, cada ciudad pretenda iguales facultades, alegando la prctica de aquellas, y la teora de que todos los hombres y todos los pueblos, gozan de la prerrogativa de instituir a su antojo el gobierno que les acomode (I, 44). De este cuadro, Bolvar pasaba a emitir su juicio sobre el federalismo, separando lo que ste es como sistema ideal, de mximas garantas a la libertad, de su aplicacin al tumultuoso mundo latinoamericano. El sistema federal sentenciaba Bolvar bien que sea el ms perfecto y ms capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el ms opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados; generalmente hablando, todava nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de ejercer por s mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes polticas que caracterizan al verdadero republicano (I, 44). En plena revolucin, con fuerzas reaccionarias agresivas y al acecho, con una ciudad como Coro que se negaba a acatar la repblica, el sistema federal resultaba complicado y dbil. Imprecaba Bolvar: Si Caracas, en lugar de una confederacin lnguida e insubsistente, hubiese establecido un gobierno sencillo... tu existieras, oh, Venezuela! (I, 45). En el mismo documento sealaba que mientras no se centralizaran los gobiernos americanos, el adversario obtendra las mayores ventajas. La sangrienta cada de la confederacin venezolana dej una huella imborrable en la experiencia del Libertador. No cesar, desde entonces, de clamar por el gobierno central. La suya no es la repblica federalista de los girondinos. Ni menos la de los cdigos de Washington. Se acerca ms a la una e indivisible de los jacobinos, cuando era posible la leve en masse, la movilizacin general para salvar a la patria, sin fueros provinciales que opusieran resistencias. Frente al Congreso de Angostura, su urgente apremio es reformar la estructura federal que la primera repblica haba legado a Venezuela. Cuanto ms admiro dijo la excelencia de la Constitucin Federal de Venezuela, tanto ms me persuado de la imposibilidad de su aplicacin a nuestro estado (III, 680). Considera luego prodigioso que en los propios Estados Unidos, donde abundan la libertad y la ilustracin, el federalismo haya podido mantenerse. A su juicio, el primer congreso, al decidirse por la Constitucin Federal, consult ms el espritu disidente de las provincias que la idea slida de formar una repblica indivisible y central (III, 681). Los legisladores haban cedido al entusiasmo de los provincianos seducidos por el deslumbrante brillo de la felicidad del pueblo americano, pensando que las bendiciones de que goza son debidas exclusivamente a la forma de gobierno y no al carcter y costumbres de los ciudadanos (III, 681). Bolvar no regatea mritos al sistema federal y en tres retricas preguntas se demanda quin puede superarlo en el goce pleno de la libertad y en la combinacin de intereses generales y particulares. Tras este elogio concluye: Ms por halageo que parezca y sea en efecto este magnfico sistema federativo, no era dado a los venezolanos gozarlo repentinamente al salir de sus cadenas. No estbamos preparados para tanto bien; el bien, como el mal, da la muerte cuando es sbito y excesivo. Hubirase precisado una repblica de santos (III, 681). La organizacin prevista en la Constitucin boliviana es, desde luego, unitaria, aunque Bolvar no considera necesario reiterar la larga argumentacin antifederal de Angostura. EI territorio de la nueva repblica era gobernado por prefectos, gobernadores, corregidores, jueces de paz y alcaldes. Los primeros de ellos, designados por el poder central. Siempre estuvo vigilante, a lo largo de su carrera, para advertir el renacer de las disidencias y separatismos. As sofoc los intentos autonomistas de Guayaquil y se neg a considerar proyectos de esta ndole para Panam. (No

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conviene formar en el istmo departamentos I, 635.) La sempiterna agitacin provincial del Ro de la Plata le causaba constante alarma. A comienzos de 1823, escriba a Santander desde Pasto: En Buenos Aires ha habido una nueva conspiracin en el mes de agosto... Todo est peor de lo que estaba. Esto es lo que quieren los bochincheros; gobiernitos para hacer revoluciones y ms revoluciones. Yo no; no quiero gobiernitos; estoy resuelto a morir entre las ruinas de Colombia peleando por su ley fundamental y por la unidad absoluta (I, 713). Y desde Caracas, cinco aos despus; escriba al general peruano Antonio Gutirrez de la Fuente para comentarle que un peridico de Arequipa haba dejado caer algunas chispas de federacin provincial. Y le imprecaba: Por Dios, querido general, no permita usted que estas chispas lleguen a prender en el corazn de su patria. Era su angustia la mana de federacin provincial que amenazaba a Venezuela y a toda Amrica latina. E insistiendo en su viejo deslinde, afirmaba: Se quiere imitar a los Estados Unidos sin considerar la diferencia de elementos, de hombres, y de cosas. Crea usted general, que nuestra composicin es muy diferente de la de aquella nacin, cuya existencia puede contarse entre las maravillas que de siglo en siglo produce la poltica. Nosotros no podemos vivir sin la unin (II, 533). Al propio tiempo, y corno si quisiera dejar bien establecido que eran dos los tipos de federacin, uno reprobable y otro, deseable, manifestaba a La Fuente: La gran federacin de que he hablado a usted tantas veces, es muy diferente de la que se piensa en Arequipa. Aquella es la unin de la fuerza en grandes masas, mientras que otra es la divisin de la fuerza de una de estas masas pequeas fracciones (II, 533). En Quito, en 1829, Bolvar escribi, sin firma, para un peridico, un extenso y amargo artculo de crtica de la situacin y las divisiones latinoamericanas. Paradojalmente, se muestra admirador de Dorrego, el protomrtir del federalismo argentino y violento en su invectiva contra Lavalle, espada de los unitarios, acaso porque Dorrego dio la imagen de un gobierno vigoroso y capaz de afrontar la guerra con el imperio del Brasil. Anota, con desaliento, que en la Argentina todas las provincias recobraron la soberana local que Dios le ha dado a cada hombre para s, ms renunciada tcitamente en la sociedad, que se encarga desde luego de salvar a sus individuos... Cada provincia se rige por s misma... Los pueblos se armaban recprocamente para combatirse como enemigos; la sangre, la muerte y todos los crmenes eran el patrimonio que les daba la federacin... (III, 842). El Libertador llega a comparar la anarqua rioplatense a las baronas feudales. Pero la situacin que le arranca mayores lamentaciones s la de Centroamrica porque, dentro del territorio del istmo, menor en extensin que la Argentina o Colombia, las divisiones resultaban ms extremas y dolorosas. De acuerdo con la histrica denominacin colonial, Bolvar sigue llamando Guatemala por el nombre de su capital a las Provincias Unidas de Centroamrica. Y exclama: Y cul es el atentado de que es inocente Guatemala? Se despojan las autoridades legtimas, se rebelan las provincias contra la capital, se hacen la guerra hermanos contra hermanos (por lo mismo que los espaoles les haban ahorrado este azote) y la guerra se hace a muerte: las aldeas se baten contra las aldeas; las ciudades contra las ciudades, reconociendo cada una su gobierno, y cada calle su nacin. Todo es sangre, todo espanto en Centroamrica! (III, 843). La subdivisin casi infinita de los territorios nacionales causaba la angustia del Libertador. Aquello era retrogradar, no a la monarqua, sino al sistema medieval. Para prevenirlo, Bolvar haba insistido en su frmula de gobierno central, fuerte y unitario. Pero de base popular y representativa. 1) Educacin para la libertad Bolvar se destaca, como gobernante, por su inters apasionado en los problemas de la educacin. Comprendi, desde los inicios de la empresa libertadora, que esta tornarase balda sin un pueblo instruido. Su propia experiencia le ense que eran los mismos hijos de Venezuela los ms peligrosos y violentos soldados contra la Patria por ignorar, en su ceguera, que las batallas se daban en su inters y defensa. La ignorancia resulta as permanentemente acusada por el Libertador, y enumerada como la primera de las causas de su infortunio. En uno de los ms resonantes prrafos del discurso de Angostura, lo haba dicho de modo inimitable: Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tirana y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discpulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los ms destructores. Por el engao se nos ha dominado ms que por la supersticin. La esclavitud es hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destruccin: la ambicin, la intriga abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos a todo conocimiento poltico, econmico y civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la Libertad, la traicin por el patriotismo, la venganza por la justicia (III, 677). El pueblo, en suma, para ser pueblo, necesitaba educarse. (Bolvar pareca anticiparse a la sentencia de Sarmiento: Si el pueblo es el soberano, eduquemos al soberano.) La educ