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LA COMPOSCIÓN CORPORAL DEL ALUMNADO DE LOS DOS PRIMEROS CURSOS DE LA ESO José Gutiérrez López. Profesor de Secundaria del IES Las Llamas de Santander. Licenciado en Educación Física. En este trabajo se procede a tomar algunas medidas antropométricas básicas (masa, altura y porcentaje de grasa corporal) de todo el alumnado de los dos primeros cursos de la ESO de un centro público de enseñanza. Una vez ordenados los datos obtenidos, se observa como, si bien la obtención del clásico índice de masa corporal (IMC) no presenta datos estadísticamente alarmantes sobre riesgo de obesidad entre el alumnado, no ocurre lo mismo con el porcentaje de grasa corporal, el cual resulta ser demasiado elevado para un 42 % de la población escolar estudiada. El trabajo incluye un análisis de los datos, así como de las posibles causas de la situación diagnosticada (costumbres nutricionales no recomendables, sedentarismo…). Igualmente identifica un nuevo problema latente (el exceso de composición corporal de grasa, enmascarado por una apariencia de delgadez), y finaliza planteando recomendaciones que pueden ayudar a reducir el problema detectado. I. Motivación inicial e hipótesis. Tras cerca de 15 años de docencia directa con alumnado de secundaria, impartiendo la materia de Educación Física (EF), en los últimos cursos se venían observando dos fenómenos aparentes que quizá por falta de previsión científica nunca se habían constatado de manera cuantitativa. Uno es el aparentemente bajo nivel de condición física general por parte del alumnado actual, tal como nos reflejan las baterías de pruebas con las que acostumbramos a valorar el estado del alumnado (no ha sido este el objeto de este estudio). El otro es un aparentemente progresivo aumento de los problemas nutricionales entre el alumnado, que se manifiesta en forma de obesidad, trastornos alimentarios (anorexia, etc.), anemias habituales, desorden alimenticio, sobrepeso, etc. Este segundo asunto pareció más oportuno para ser abordado durante el curso 2003-2004, tanto por poder acometerlo con relativa facilidad y objetividad (en lo que a mediciones se refiere), como por la gran importancia que el tema tiene en relación con la propia salud (especialmente futura del alumnado). No se podía ni se pretendía acometer un estudio comparativo con épocas pasadas. Lo que se buscaba era un diagnóstico objetivo de la situación actual en lo que respecta a la composición corporal de nuestro alumnado, en concreto a su nivel de grasa corporal. Considerando que uno de los objetivos principales del área de EF es velar por la salud presente y futura del alumnado, tratando de fomentar prácticas y actividades de vida saludables, así como actitudes y hábitos que promocionen el nivel de salud personal, tratar de intervenir educativamente sobre el nivel de grasa corporal es fundamental. Dicho nivel es un factor clave que nos habla sobre el estado de salud presente y futura del individuo, y del cual depende el desarrollo o no de una gran cantidad de enfermedades actualmente. Por ello consideramos el sobrepeso, la obesidad y el exceso de grasa corporal como

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LA COMPOSCIÓN CORPORAL DEL ALUMNADO DE LOS DOS PRIMEROS CURSOS DE LA ESO

José Gutiérrez López. Profesor de Secundaria del IES Las Llamas de Santander. Licenciado en Educación Física.

En este trabajo se procede a tomar algunas medidas antropométricas básicas (masa, altura y porcentaje de grasa corporal) de todo el alumnado de los dos primeros cursos de la ESO de un centro público de enseñanza. Una vez ordenados los datos obtenidos, se observa como, si bien la obtención del clásico índice de masa corporal (IMC) no presenta datos estadísticamente alarmantes sobre riesgo de obesidad entre el alumnado, no ocurre lo mismo con el porcentaje de grasa corporal, el cual resulta ser demasiado elevado para un 42 % de la población escolar estudiada. El trabajo incluye un análisis de los datos, así como de las posibles causas de la situación diagnosticada (costumbres nutricionales no recomendables, sedentarismo…). Igualmente identifica un nuevo problema latente (el exceso de composición corporal de grasa, enmascarado por una apariencia de delgadez), y finaliza planteando recomendaciones que pueden ayudar a reducir el problema detectado. I. Motivación inicial e hipótesis. Tras cerca de 15 años de docencia directa con alumnado de secundaria, impartiendo la materia de Educación Física (EF), en los últimos cursos se venían observando dos fenómenos aparentes que quizá por falta de previsión científica nunca se habían constatado de manera cuantitativa. Uno es el aparentemente bajo nivel de condición física general por parte del alumnado actual, tal como nos reflejan las baterías de pruebas con las que acostumbramos a valorar el estado del alumnado (no ha sido este el objeto de este estudio). El otro es un aparentemente progresivo aumento de los problemas nutricionales entre el alumnado, que se manifiesta en forma de obesidad, trastornos alimentarios (anorexia, etc.), anemias habituales, desorden alimenticio, sobrepeso, etc. Este segundo asunto pareció más oportuno para ser abordado durante el curso 2003-2004, tanto por poder acometerlo con relativa facilidad y objetividad (en lo que a mediciones se refiere), como por la gran importancia que el tema tiene en relación con la propia salud (especialmente futura del alumnado). No se podía ni se pretendía acometer un estudio comparativo con épocas pasadas. Lo que se buscaba era un diagnóstico objetivo de la situación actual en lo que respecta a la composición corporal de nuestro alumnado, en concreto a su nivel de grasa corporal. Considerando que uno de los objetivos principales del área de EF es velar por la salud presente y futura del alumnado, tratando de fomentar prácticas y actividades de vida saludables, así como actitudes y hábitos que promocionen el nivel de salud personal, tratar de intervenir educativamente sobre el nivel de grasa corporal es fundamental. Dicho nivel es un factor clave que nos habla sobre el estado de salud presente y futura del individuo, y del cual depende el desarrollo o no de una gran cantidad de enfermedades actualmente. Por ello consideramos el sobrepeso, la obesidad y el exceso de grasa corporal como

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uno de los factores de riesgo para la salud, sobre el cual más directamente se puede intervenir desde la materia de EF en la edad escolar. Para ello, nada mejor que diagnosticar con rigor el propio estado de la situación en nuestro alumnado, lo cual es la principal motivación del presente estudio. La hipótesis marcada es simple: “¿Es cierto lo que nos parece?, que una parte importante de nuestro alumnado es obeso o se acerca a dicho estado, que está generalizado un inadecuado tipo de composición corporal entre el alumnado de nuestro centro. Si esta hipótesis se confirma, podremos aventurar posibles causas sugeridas por la literatura científica, ya que son muy pocas las opciones causantes de este tipo de hechos y porque además podemos incluir diferentes observaciones que de forma más cualitativa hemos ido añadiendo en nuestra observación del asunto. De igual modo, si la hipótesis se confirma, y nuestro análisis establece cuales pueden ser las principales causas, deberíamos sugerir las pautas a seguir para corregir el hecho confirmado y tratar de darlas un formato de intervención educativa.

Sin embargo, si la hipótesis no se confirma, tres serán las consecuencias importantes para las que habrá servido el estudio:

1) Confirmar que la creencia del profesor en este caso no es cierta, lo cual sin duda deberá provocar un cambio en su “pre-juicio” de la realidad educativa en la que se encuentra y quizá variar los pesos de importancia de las diferentes tareas propuestas en su programación.

2) Advertir al profesor sobre la distancia existente entre la apariencia o la valoración subjetiva y la realidad, así como sobre la importancia y necesidad de investigar como parte importante de la función docente.

3) Detectar el problema planteado en sujetos concretos, sobre los cuales pueda ser necesario intervenir de forma individual. No poder generalizar estadísticamente un problema no hace desaparecer dicho problema en casos concretos. Para el individuo que lo sufre, el problema persiste, y dicho individuo mantiene el mismo derecho a que se trate de solucionar educativamente, que si el problema es compartido por mayor o menor número de personas. El concepto de

HIPÓTESIS COMPROBADA

BÚSQUEDA DE CAUSAS

POSIBLES Consulta y estudio científico

Observación cualitativa

COMPROBADA ANÁLISIS

CAUSAS ESTABLECIDAS

PAUTAS CORRECTORAS

INTERVENCIÓN EDUCATIVA

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atención a la diversidad, sugiere buscar medidas particulares, pese a no cumplirse nuestra hipótesis, si son detectados casos aislados de obesidad o exceso de composición de grasa corporal.

II. Estado de la cuestión. El exceso de grasa corporal se ha convertido en un problema de tal magnitud en la civilización occidental (y no sólo en la occidental), que ya está siendo calificado por los expertos como de epidemia. Esta afirmación está acompañada de datos muy elocuentes, algunos de los cuales, que ahora resumiremos, son expuestos en el número de agosto de 2004 de la revista Nacional Geographic. Según este artículo (Newman, 2004), son numerosos los problemas generados por la obesidad o el sobrepeso: enfermedades hepáticas, cáncer de colon, artritis y otras lesiones articulares u óseas, diabetes, infartos cerebrales y ataques de corazón. Pese a ello, en EEUU (y otros países) la obesidad empieza a ser considerada una epidemia, basada en una mayor ingestión de alimentos (de mayor índice calórico además), unida a una vida cotidiana mucho más sedentaria (tanto en el trabajo, como en el ocio y las rutinas diarias). Esta epidemia por lo tanto va ligada a la prosperidad de los países. Sin embargo, la alarma está saltando también en países latinoamericanos, caribeños, asiáticos y africanos, que desarrollando nuevas industrializaciones y copiando patrones de vida occidentales están desarrollando cifras de enfermedades relacionadas con la obesidad, igualmente elevadas. El mundo parece estar evolucionando hacia un comportamiento nutricional bipolar caracterizado actualmente por un “equilibrio” cuantitativo entre el número de habitantes que sufren desnutrición y el de los que sufren sobrealimentación, lo cual resulta francamente grave, tanto desde un punto de vista sanitario, como ético y moral. Las industrias y negocios vinculados al deseo de las personas de perder peso, proliferan (alimentos “light”, superespecializados, dietas especiales, tratamientos quirúrgicos, programas de actividad física dirigida, etc.), sin embargo la obesidad y el sobrepeso van aumentando entre la población. Europa (y España) no están, ni mucho menos, a salvo del problema, desarrollan las mismas causas, y por lo tanto, similares consecuencias (con matices culturales). El prestigioso fisiólogo del ejercicio sueco, P. O. Astrand, indicaba hace años (Astrand, 1985), que las tablas y normas habituales referidas al peso corporal ideal, “son bastante imprecisas y sólo representan una guía general. En consecuencia, resulta evidente la necesidad de un método relativamente simple pero significativo de estimar la composición del cuerpo, incluyendo la cantidad de tejido adiposo”. El peso corporal “ideal”, suele variar en función del tamaño corporal y de la masa muscular de las personas, por ello, debería relacionarse directamente con la mínima cantidad de grasa que una persona pueda tener, manteniendo las necesidad básicas para la salud. Es por tanto el % de grasa corporal el dato genérico más útil y válido que podemos barajar para evaluar el problema de la obesidad de forma ágil y práctica. Según él, la obesidad, de forma general surge cuando la ingestión de energía supera su producción, la energía excedente se almacenará principalmente como tejido adiposo. Señala que “la obesidad es con frecuencia el resultado de una

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actividad física demasiado escasa, antes que de una alimentación excesiva”. Muchas investigaciones ya publicadas en aquellos años (década de los 80) indicaban que está afirmación se cumplía igualmente en la infancia: niños obesos, presentaban niveles de ingesta de alimentos similares (en relación a su talla y edad) a los demás, pero mucha menos actividad física, se caracterizaban por utilizar su tiempo libre y entretenimiento de forma más sedentaria, y en general manifestar bastante pereza. Las experiencias en campamentos de verano mostraban como los obesos comían menos allí que los normales, pero en general todos perdían algo de peso a causa de los densos programas de actividades. Otros fisiólogos coinciden con lo expuesto. La obesidad es definida como el exceso de grasa en el cuerpo (Lamb, 1985). Por otro lado, considera que los valores ya entonces habituales, estaban lejos de ser los valores deseables. Especialistas en nutrición (Konopka, 1988) llaman la atención sobre las causas de la sobrealimentación en los niños: mala alimentación, falta de eje rcicio y alteraciones psíquicas. Como dato elocuente, se señalaba que un 25% de la alimentación diaria venía cubierta por los dulces, golosinas, bebidas azucaradas, etc. Recientemente, Maurice Pieron (Pieron, 2001), presentó un interesante estudio en el cual se mostraban tendencias de actitud de los jóvenes europeos ante la actividad física (AF). Según ese trabajo, se establece un índice de condición física que resulta ser alarmantemente bajo (significativamente peor en chicas que en chicos). El índice se establece a partir de los siguientes factores: frecuencia de participación en AF, intensidad de participación, duración de participación y abandono. Por otro lado, el autor recopila una serie de investigaciones que muestran como las personas de mayor peso que la norma marcan una mayor tendencia a abandonar temprano los programas de actividad física, produciéndose mayor número de abandonos o ausencias entre las personas obesas. En España, las tendencias aquí tratadas sobre alimentación y sedentarismo infantil, ya fueron detectadas hace algunos años (Mendoza y col., 1994). Observándose cómo entre los años 1986 y 1990 la infancia española mostraba los siguientes cambios:

- Mayor sedentarismo. Mostrado por los factores: mayor cansancio matinal, menos % de alumnos que iban andando al colegio, mayor número de horas de TV o vídeo, menor AF y mayor tiempo dedicado a realizar los deberes escolares.

- Peor alimentación. Mostrado por los factores: mayor consumo de hamburguesas y perritos, de refrescos, de bolsas de patatas y frutos secos, de golosinas y dulces, menor consumo de legumbres y menor consumo de fruta.

- Menor actividad física. Mostrado por los factores: aumento del porcentaje de los que nunca hacían deporte, descenso del porcentaje de los que lo hacían a diario, y descenso en la valoración positiva de las clases de EF.

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Muchas personas, como hemos comentado, buscan dietas que les solucionen el problema. En este sentido (Newman, 2004) advierte sobre la proliferación de éstas y sobre como, basándose en principios teóricos muy dispares (sin hidratos de carbono, sin grasas, con sobrecarga de proteínas…), pretenden llegar al mismo fin deseado. En su artículo se menciona de nuevo, como por regla general es la relación entre ingesta y gasto la clave del asunto para la mayor parte de las personas. Pero conscientes de que la singularidad individual suele utilizarse muy habitualmente en este tema, para escudarse en ella alegando factores genéticos, y evitar de esta forma la solución aparentemente menos apetecible (comer mejor y realizar mayor esfuerzo físico), no hemos querido evitar el repaso de algunos expertos en genética. Encabezados por Claude Bouchard (Bouchard y col. 1997), para empezar inciden en señalar que el índice de masa corporal (IMC) se sigue utilizando por la gran difusión existente de sus tablas de valoración, pero no es un indicador directo ni fiable de la composición corporal. Para llevar a cabo estudios de obesidad y de la relación entre la genética y la propia obesidad, afirman que “el indicador más apropiado para valorar la grasa o la obesidad es el % de grasa corporal”. Demuestran estadísticamente como el % de grasa corporal puede oscilar mucho en cualquier nivel de IMC. Con respecto al % de grasa corporal, indican como éste aumenta a lo largo de los años en ambos sexos, mostrando algunas alteraciones durante la adolescencia. Las gráficas siguientes han sido publicadas recopilando datos de diversos autores, son dos tendencias de referencia diferentes pero con ostensibles parecidos:

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Esto, por otro lado, lo plantea como una amenaza permanente y progresiva, ante la que no se debe dejar de actuar de manera preventiva durante ninguna etapa de la vida. Existen además importantes diferencias entre sexos en lo que respecta a la distribución de los depósitos de grasa en el cuerpo. Pero el asunto que más nos interesa ahora es la posible causalidad genética de la acumulación de grasa o de la obesidad. En este sentido los autores han cotejado un gran número de estudios (no todos ellos válidos desde la perspectiva actual de la genética), que muestran diferentes grados de “heredabilidad” del sobrepeso:

- Entre un 40 – 70 % para el IMC. Mucha variedad, dependiendo del método de investigación empleado.

- Con respecto al % de grasa corporal, este puede depender en un 25% de factores genéticos, en un 45 % no puede considerarse transmisible y en un 30 % obedece a un tipo de transmisión cultural.

- También hay “heredabilidad”, en la forma de distribución corporal de la grasa.

La obesidad está influida por muchos factores, y dentro de ellos, algunos son genéticos (muchos). Se trata de un desorden o problema causalmente muy heterogéneo, no podemos hablar de un gen de la obesidad ni mucho menos. Prueba de la existencia muchos factores que nada tienen que ver con los genes es el tremendo incremento de la obesidad entre los años 60 y los 90. “La influencia del genotipo en el desarrollo de la obesidad está generalmente atenuada o exacerbada por factores no genéticos”. Existen genes que “son necesarios para provocar” y otros “susceptibles de provocar” exceso de % de grasa corporal. Estos representan una fracción muy pequeña dentro de la población obesa. A lo largo de la vida son posibles gran variedad de efectos provocados por interacciones genético – ambientales relacionados con la obesidad. Pueden darse además muchas combinaciones entre diferentes tipos de genes, además de otras con aquellos relacionados con la ingesta,

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nutricionales o con los genes del ejercicio. Todo ello hace declarar a los investigadores que “sería muy arriesgado decir en este momento que la investigación sostenga la conclusión de que haya individuos que estén más predispuestos que otros hacia la obesidad”. “El incremento de la presencia de la obesidad durante este siglo también revela que las influencias no genéticas son extremadamente importantes en la determinación del balance energético a largo plazo”. III. Método de toma de datos. Para la realización de este trabajo se tomaron datos de peso, talla y % de grasa corporal del alumnado del IES las Llamas durante el curso académico 2003 – 2004. Dicha toma de datos formaba parte de las actividades normales de clase dentro del área de Educación Física y se encontraba prevista dentro de la programación didáctica, en concreto dentro de la Unidad Didáctica correspondiente a la realización de una amplia batería de pruebas de valoración de la condición física del alumnado. Las pruebas se celebraron el mes de noviembre, tras la realización de dos unidades didácticas previas (“inicial de adaptación” y “condición física”). Esto permite valorar los resultados en un periodo de normalidad de ritmo de vida en los estudiantes. El grupo de alumnos elegido corresponde a la totalidad del alumnado que cursaba en aquellas fechas 1º y 2º de la ESO. Ello implica la inclusión de alumnos de ambos sexos, aumentando ligeramente la horquilla de edades a causa de la presencia de alumnos repetidores de uno o más cursos a lo largo de su historial académico. Tan sólo se produjeron 6 ausencias los días correspondientes a la realización de las pruebas, así como 2 rotundas negativas a realizar la prueba de peso (más adelante será comentado). Objetivo: evaluar la totalidad del alumnado de lo que anteriormente se calificaba como un ciclo educativo (periodo de dos cursos). Esto supuso valorar a 124 alumnos, con la siguiente distribución:

Edades 11 12 13 14 15 Alumnos 2 26 35 8 5 Alumnas 2 16 24 5 1

Total 4 42 59 13 6 Las mediciones se realizaron por grupos de clases, durante una sesión de horario habitual de la clase de EF. En todo momento se respetó la privacidad de los datos obtenidos por el alumnado. Las pruebas se realizaron de uno en uno, acometiendo primero la medición de talla para todo el alumnado de una misma clase, seguido del peso y finalizando con el % de grasa corporal. Medición de la talla: se realiza descalzo, de pié, de espaldas a una pared en la que está dibujada una escala previamente calibrada con respecto al suelo. Al sujeto se le apoya una escuadra sobre la cabeza, la cual indica sobre la escala de la pared, la talla medida. Se establece una sensibilidad de hasta 0,5 cm en las medidas.

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Medición de la masa (peso): se realiza descalzo, y con poca ropa (camiseta y pantalón), de pié sobre una báscula digital modelo EKS, con un grado de sensibilidad de 0,1 kg en las medidas. La propia báscula establece un periodo de tiempo previo para evitar oscilaciones e inercias provocadas por la acción de subirse sobre ella. Medición del % de grasa corporal: se realiza con metodología basada en impedancia eléctrica, siguiendo el protocolo establecido por el fabricante del aparato elegido: Body Fat Monitor Omron BF 300. Las razones que motivaron la elección de este método de medición fueron:

- Rapidez de medición para grandes grupos de personas. - Evitar los errores atribuibles al proceder del evaluador (problema

común en la medición de pliegues subcutáneos). - Ubicación del estudio y de la programación de la materia dentro de

un proyecto de innovación tecnológica en la EF. El grado de sensibilidad del aparato es de 0,1%. El IMC se obtiene utilizando la siguiente fórmula, conocida como índice de Quetelet (Bio Lógica, 2001): Precisamente está fuente nos indica como este índice, pese a ser aún en la actualidad el más utilizado para valorar (en grandes poblaciones) la obesidad, no es muy adecuado pues no tiene en cuenta en absoluto la procedencia de la masa corporal (muscular o adiposa), provocando muchos errores. En el caso de edades infantiles y juveniles, su utilización está aún más desaconsejada todavía. IV. Resultados. A continuación exponemos los resultados obtenidos, en forma de tablas y gráficos. Para empezar comenzamos por mostrar el listado completo de datos recogidos en forma de tabla. En ella figuran todos los datos individuales recogidos, ordenados en cuadrantes (filas por edad y columnas por sexo). Figuran los datos de masa (peso), talla, IMC y % de grasa corporal.

ALUMNAS ALUMNOS EDAD PESO (kg) ALTURA (cm) IMC % GRASA PESO (kg) ALTURA (cm) IMC % GRASA

45,1 148 20,59 27,3 45,5 156,5 18,58 24,7 11 50,1 151,5 21,83 31,6 58,2 159 23,02 43,4 45,5 148,5 20,63 27,6 41,7 151,5 18,17 19,5 40,8 154 17,20 20,2 44,3 146,5 20,64 27,9 43,9 159 17,36 20,4 55,2 152 23,89 35,6 53,3 178 16,82 17,7 49,5 162 18,86 17,1 35,3 145 16,79 22,7 40,8 157 16,55 10,2 42,5 160 16,60 16,6 80,6 161,5 30,90 37,9 54 155 22,48 25 54,1 168,5 19,05 20,5

45,1 166,5 16,27 13,8 38,3 147 17,72 27,7 39,9 145 18,98 21,2 36,9 150 16,40 27,1 32,1 134,5 17,74 28,1 32,8 141,5 16,38 25,7

12

47,7 152 20,65 29 43,2 149 19,46 18,9

IMC = Masa (en kg)

(Talla en m)2

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42 161,5 16,10 21,3 42,5 157 17,24 25,1 49,7 139,5 25,54 36,1 66,9 171,5 22,75 27,7 43,7 150 19,42 29,7 57,6 162,5 21,81 24,7 46,1 151,5 20,09 22,7 36,5 144 17,60 21,1 45,2 150,5 19,96 21,8 67,6 160 26,41 38,8

40,3 148,5 18,27 25,8 47,5 155 19,77 23,7 39,9 142 19,79 24,3 42,2 148 19,27 13,5 48,2 151 21,14 23,6 48,2 151,2 21,08 24,1 47,6 152 20,60 12,3 52,3 155,5 21,63 29,7 48,2 157,5 19,43 23,2

57,3 159 22,67 40,4 45,1 153 19,27 29,1 47,8 152 20,69 11,6 46,5 155 19,35 22,5 47,4 165,5 17,31 14,3 60,1 161,5 23,04 28,3 64,8 158,5 25,79 33,7 49,7 151 21,80 25,1 42,2 147,5 19,40 11,8 59,9 160,5 23,25 29,9 56,3 157 22,84 16,5 76,2 163 28,68 36,2 67 155 27,89 36,8 67 167 24,02 31,2 54,6 154 23,02 21,1

39,8 149 17,93 19,6 41,5 142,5 20,44 16,2 57 160 22,27 29,1 49 155 20,40 22,6

48,9 154,5 20,49 23,7 42,8 158 17,14 18,2 50,9 155 21,19 25,7 77,7 175 25,37 33,5 50,1 153 21,40 30,1 57,4 165,5 20,96 21,4 53,7 166,5 19,37 19,7 49,3 150 21,91 25,6 48,8 159 19,30 23,6 37,5 149,5 16,78 33,7 48,3 152,5 20,77 26,4 51,8 165 19,03 17,7 52,2 162,5 19,77 27,2 58,5 162 22,29 19,3 64,8 157 26,29 31,5 50,9 168 18,03 16,3 58,1 156,5 23,72 33,6 47,9 161,5 18,36 11,6 42,8 156,5 17,47 18,6 52,5 161 20,25 11,2 46,5 162 17,72 17,1 45,8 158 18,35 26 52 160,5 20,19 23,8 36,8 151,5 16,03 22

62,4 160 24,38 30,3 45,2 162 17,22 16,2 40,1 148 18,31 28,9 49 162 18,67 14,5 60,3 160 23,55 29,5 62,5 156 25,68 31,1

65 162,5 24,62 32,5 44,7 157 18,13 18,5 53,7 159,5 21,11 19,9 43,6 168 15,45 19,6 45,6 159,5 17,92 26,9 53,4 167,5 19,03 18,8 50,6 169,5 17,61 23,9 59,4 174 19,62 17,3 51,4 160 20,08 17,1 40 147 18,51 8,9

13

48,6 158,5 19,35 15,2 60,6 157 24,59 28,8 61,9 170 21,42 19,4 56 159,5 22,01 26,1 44,4 148 20,27 15,1

90,6 158,5 36,06 40 58,6 178 18,50 16,6 55,4 166,5 19,98 22,2 54,2 151,5 23,61 29,3 43,8 162 16,69 17,4 73,9 166,5 26,66 28,9

54,8 161,5 21,01 23,6 54,5 167 19,54 18,5

14

48,1 170,5 16,55 8,6 61 153 26,06 35,7 97,4 181,5 29,57 34,9 72,3 162,5 27,38 31 52,2 161 20,14 25,2 66 172 22,31 18

15

61,4 171 21,00 23,3

Las celdas de IMC y % de grasa corporal están coloreadas con las siguientes claves de significado:

- Color azul: “delgadez”. - Color blanco: “normalidad”.

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- Color amarillo: “sobrepeso”. - Colores naranja o rojo: diferentes grados de “obesidad”.

Todos ellos en función de las tablas convencionales de valoración, establecidas para el IMC y % de grasa corporal respectivamente. Tres cuestiones llaman la atención a primera vista: a) que la población estudiada es mucho más “castigada” cuando se la valora a través del % de grasa, que con el IMC; b) que los chicos salen bastante peor parados que las chicas; c) la no coincidencia de calificación de muchos casos según la medida empleada. Sobre estas apreciaciones realizaremos comentarios en el apartado de análisis. A continuación presentamos en forma de gráficos de distribución por sexo y por edad, todas las puntuaciones obtenidas por el alumnado, tanto en IMC como en % de grasa corporal:

0,00

5,00

10,00

15,00

20,00

25,00

30,00

35,00

40,00

10 12 14 16

Edad

IMC IMC femenino

IMC masculino

Esta representación gráfica nos muestra una gran dispersión de valores en ambos sexos y para todas las edades. Es por lo tanto necesario resaltar la importancia de la individualidad a la hora de tratar este tema, ya que las diferencias personales son grandes y el posible problema, aunque cada vez más extendido, fina lmente se vivencia como un problema personal en cada uno de los casos afectados.

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0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

10 12 14 16

Edad

% g

rasa % grasa femenino

% grasa masculino

En el caso del % de grasa corporal podemos observar como la dispersión de puntuaciones es mucho mayor aún que en el IMC. En este sentido el % de grasa parece ser un mejor discriminador de casos y un mejor distribuidor descriptivo de la realidad, tendiendo menos a homogeneizar a la población. Quizá la mejor visión general de los resultados nos la podamos llevar con la siguiente tabla que resume los datos obtenidos, agrupados por sexo, edad, totales, en número absoluto y en porcentajes:

ALUMNAS ALUMNOS TODOS EDAD Nº

sujetos IMC % Grasa % Nº

sujetos IMC % Grasa % Nº

sujetos IMC % Grasa % 0 0 1 50 0 1 25 0 Delgadez

2 100 1 50 1 50 0 3 75 1 25 Normalidad 0 1 50 0 1 50 0 2 50 Sobrepeso

11 2

0 0

2

0 1 50

4

0 1 25 Obesidad 11 69 3 18,75 15 58 0 26 62 3 7,143 Delgadez 4 25 12 75 10 38 6 23,08 14 33 18 42,86 Normalidad 1 6,3 0 1 3,8 8 30,77 2 4,8 8 19,05 Sobrepeso

12 16

0 1 6,25

26

0 12 46,15

42

0 13 30,95 Obesidad 9 38 4 16,67 19 54 1 2,857 28 47 5 8,475 Delgadez

13 54 14 58,33 12 34 20 57,14 25 42 34 57,63 Normalidad 1 4,2 5 20,83 3 8,6 5 14,29 4 6,8 10 16,95 Sobrepeso

13 24

1 4,2 1 4,167

35

1 2,9 9 25,71

59

2 3,4 10 16,95 Obesidad 2 40 1 20 3 38 1 12,5 5 38 2 15,38 Delgadez 2 40 3 60 4 50 4 50 6 46 7 53,85 Normalidad

0 0 1 13 1 12,5 1 7,7 1 7,692 Sobrepeso 14 5

1 20 1 20

8

0 2 25

13

1 7,7 1 7,692 Obesidad 0 0 0 0 0 0 Delgadez 0 0 3 60 1 20 3 50 1 16,67 Normalidad

1 100 1 100 0 1 20 1 17 1 16,67 Sobrepeso 15 1

0 0

5

2 40 3 60

6

2 33 4 66,67 Obesidad 22 46 8 16,67 38 50 2 2,632 60 48 10 8,065 Delgadez 21 44 30 62,5 30 39 31 40,79 51 41 61 49,19 Normalidad 3 6,3 7 14,58 5 6,6 16 21,05 8 6,5 22 17,74 Sobrepeso

Todos 48

2 4,2 3 6,25

76

3 3,9 27 35,53

124

5 4 29 23,39 Obesidad

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En esta tabla hemos destacado coloreando de amarillo, naranja y rojo, los datos más alarmantes (progresivamente según los colores descritos) y que aparentemente vienen a confirmar la hipótesis inicial del trabajo: “una parte importante de nuestro alumnado es obeso o se acerca a dicho estado, que está generalizando un inadecuado tipo de composición corporal entre el alumnado de nuestro centro”. Sí, un 17,74 % de alumnos con sobrepeso y un 23,39 % con obesidad; total un 41,13 % del alumnado presenta exceso de grasa corporal. Atendiendo al IMC el porcentaje total se rebaja a un 20,83 %, que también sigue pareciéndonos bastante grave y vuelve a poner en duda la conveniencia de utilizar el IMC como indicador. Durante el proceso de investigación, así como antes y después del mismo, a lo largo de todo el curso escolar, el profesor ha reali zado paralelamente una cierta labor de observador de algunas de las conductas del alumnado estudiado, pero desde un punto de vista cualitativo. Comportamientos, anécdotas y costumbres fueron observadas y anotadas, pensando que algunas de ellas pudieran sernos útiles a la hora de tratar de comprender algunas de las posibles causas que pudieran explicar los resultados obtenidos. Las observaciones no se organizaron de forma sistemática, tan sólo reflejaban las situaciones llamativas en relación al tema de estudio. A continuación resumimos algunas de las situaciones observadas (que no cuantificadas numéricamente):

- Pese a tratarse de una prueba más, incluida dentro de una amplia batería de tests, y de mantenerse la privacidad de los resultados, hubo alumnas que lloraron en los instantes previos al peso. Preguntadas después sobre ello, la mayoría declaraban sentirse disgustadas ante el hecho de confirmar numéricamente un hecho del que eran conscientes y las preocupa: “estar gordas”. Curiosamente su “estar gordas” las preocupa mucho más por cuestiones de aspecto (volumen) que de salud, mientras que su referencia para valorarlo es el peso y no el % de grasa, del que desconocen sus implicaciones o escalas.

- En la misma línea de lo anterior, encontramos dos personas (un alumno y una alumna) que de ninguna manera accedieron a ser pesados. Bien es verdad que ambos casos se negaron a lo largo del curso a realizar cualquier tipo de tarea que pudiera implicar algún riesgo de “hacer el ridículo” desde su particular punto de vista. Hablamos de casos de sujetos con baja autoestima.

- Durante todo el curso, son abundantes comportamientos poco adecuados desde el punto de vista alimentario y saludable. Es habitual encontrar alumnos de estas edades que asistan a clase sin desayunar o que se atiborren de comida justo antes de la clase de EF (incluso ante la realización prevista de tareas de gran esfuerzo físico). También se detecta un consumo cotidiano y abundante de comida “basura” (golosinas, frituras industriales, repostería de baja calidad, etc.) centrado especialmente durante los recreos. Por otro lado algunas alumnas comentan estar realizando dietas de dudoso origen e inexistente supervisión profesional, en diferentes momentos del curso. Finalmente, la observación de los resultados de las pruebas de condición física, y de las clases de EF en general, nos

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muestran un alarmantemente bajo nivel de condición física entre el alumnado.

Estas observaciones de tipo cualitativo serán tenidas en cuenta en cierta medida a la hora de realizar el análisis de los datos aquí mostrados, así como para ayudarnos a enmarcar las conclusiones obtenidas, dentro del contexto socioeducativo en el que nos encontramos. V. Análisis. Para empezar este análisis vamos a referirnos a los baremos utilizados para calificar los resultados obtenidos. Estos baremos han sido obtenidos de diferentes referencias bibliográficas. A continuación mostramos los utilizados.

? Bio-Lógica (2001) para IMC:

VALORACIÓN IMC Delgadez < 18 kg/m2

Normopeso 20 – 24,9 kg/m2 Sobrepeso 25 – 26,9 kg/m2 Obesidad de grado I 27 – 29,9 kg/m2 Obesidad de grado II 30 – 34,9 kg/m2 Obesidad de grado III 35 – 39,9 kg/m2 Obesidad de grado IV (mórbida) > 40 kg/m2

Los propios autores desaconsejan la utilización del IMC y de esta tabla para el estudio de adolescentes, por lo que su valoración es testimonial.

? Hoeger (1989) para % de grasa corporal (para menores de 19 años):

HOMBRES

Edad Ideal Buena Moderada Grasa Obesa < 19 años 12 12,5 – 17,0 17,5 – 22,0 22,5 – 27,0 > 27,5

MUJERES Edad Ideal Buena Moderada Grasa Obesa

< 19 años 17 17,5 – 22,0 22,5 – 27,0 27,5 – 32,0 > 32,5

? Human Kinetics (1995) para % de grasa corporal (17 años o menos):

CHICOS CHICAS Insano – demasiado bajo 6% o menos 11% o menos Aceptable – límite bajo 7% a 16% 12% a 22% Aceptable – límite alto 17 % a 24% 23% a 31%

Insano – demasiado alto 25% o más 32 % o más

? OMRON para % de grasa corporal (general):

FLACO NORMAL EXCESO OBESO HOMBRES < 10% 10% - 19% 20 – 24% > 25% MUJERES < 20% 20% - 29% 30 – 34% > 35%

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Las tablas y gráficas de resumen presentadas en este trabajo han sido evaluadas teniendo en cuenta las tablas de IMC y la OMRON (recomendada por el aparato de medición). En el caso del % de grasa, debe tenerse en cuenta que se trata de una tabla válida para personas adultas y que resulta excesivamente optimista (o permisiva) para adolescentes o pre-adolescentes. Esto quiere decir que nuestros resultados pudieran ser ligeramente peores, especialmente en el caso de las chicas, cuyas variaciones entre las tablas adaptadas a la edad y las de adultos son mayores. Esto, junto con el inferior número de casos disponibles, pueden explicar en cierta medida la diferencia hallada en los resultados a favor de las alumnas. Además, se da la circunstancia que entre los 11 y 15 años, coexisten alumnos con grados de maduración enormemente dispares, lo cual afecta en cierta medida a los chicos, pero en grandísima medida a las chicas (algunas poseen cuerpo de mujer y como tal deberían ser valoradas, mientras que otras son biológicamente niñas y casi tendrían que utilizar baremos de niños). Por otra parte, cualquier tabla utilizada para valorar las edades aquí estudiadas (entre 11 y 15 años) resulta poco ajustada a la realidad, ya que los valores de % de grasa de los niños siempre habrán de ser menores. Un análisis interesante es comparar los resultados de IMC con los de % de grasa corporal, de manera que podemos establecer una correlación lineal entre ambos, utilizando todos los casos. Para ello mostramos el siguiente gráfico con las líneas de tendencia y los coeficientes de correlación masculino y femenino:

Correlación

R2 = 0,3646

R2 = 0,7055

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

0,00 10,00 20,00 30,00 40,00

IMC

% g

rasa

AlumnosAlumnas

Lineal (Alumnos)Lineal (Alumnas)

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Lógicamente existe cierta correlación entre ambas medidas, sin embargo se nos antoja demasiado débil (especialmente en el caso de los chicos), como para que ambas medidas pretendan valorar lo mismo (el sobrepeso). La mayoría de los problemas originados por el sobrepeso son causados más por el exceso de grasa corporal que por la cantidad de masa (qué si afecta seriamente a las articulaciones), es por ello, que lo que tratamos de detectar y evitar principalmente es el exceso de grasa corporal, por lo cual a la luz de éste gráfico, recomendamos (al igual que varios de los autores consultados) prescindir del IMC ya que tiende a enmascarar el problema del exceso de grasa. Quizá el IMC pueda coincidir más a la hora de dar valores que representen imágenes corporales proporcionadas (estéticas), pero al no tener directamente en cuenta el % de grasa corporal, esconde la valoración de lo que más interesa desde el punto de vista de la salud. Este gráfico nos muestra numerosos puntos con valores de normopeso o delgadez según el IMC mientras simultáneamente ostentan valores de obesidad según el % de grasa (puntos altos y a la izquierda o centro del gráfico). Esto significa que hay alumnos nada obesos incluso delgados, pero excesivamente grasientos (poco saludables), lo cual sólo puede deberse a unos niveles muy altos de sedentarismo que, combinado con una mala alimentación, conforman cuerpos ligeros con altos niveles de grasa y muy baja composición muscular. Tales casos no evitan gran parte de los riesgos de la obesidad habitual, y oculta bajos niveles de condición física, manteniendo simultáneamente tranquilos tanto al sujeto como a su familia. Finalmente parece elocuente mostrar un gráfico que represente la imagen general de los resultados obtenidos en lo que respecta al % de grasa corporal. Según los datos obtenidos nuestra hipótesis inicial queda confirmada y nos alerta de la actual situación existente en el centro y no como generalización estadística a partir de una muestra, sino tal y como quedan agrupados todos nuestros alumnos.

Porcentajes totales

8%

50%18%

24%

DelgadezNormalidadSobrepesoObesidad

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El panorama es bastante desalentador, incluso si el método empleado generase un ligero porcentaje de error a favor del exceso de grasa detectado (cosa que no creemos, incluso hemos señalado que se utilizan baremos algo permisivos), las cifras son tremendas. Hablamos de que casi la mitad del alumnado acumula demasiada grasa corporal. Por otro lado no pensamos que nuestro centro sea un caso excepcional o singular en este aspecto concreto del alumnado, por lo que aunque sin poder realizar una generalización científica de los resultados hacia el resto de la población escolar de Cantabria de su misma edad, si queremos dar la voz de alerta sobre lo detectado, ya que nos tememos que esta situación pueda estarse dando simultáneamente en la mayoría de los centros. Por otro lado no hemos realizado un estudio a lo largo de las edades, pero resulta difícil pensar que los elevados % de grasa corporal aparezcan y desaparezcan de repente, justo en la edad estudiada. El comportamiento de la acumulación de grasa corporal es ciertamente evolutivo y en general tendiendo al aumento a lo largo de los años, lo cual nos hace pesar que los problemas detectados vienen originados desde edades inferiores, se están afianzando ahora y pueden verse incrementados a medida que aumenta la edad del alumnado. VI. Conclusiones. Antes de nada queremos señalar que pese a la naturaleza del estudio, el cual ha abordado la evaluación de un gran grupo de personas y ha establecido datos estadísticos y agrupados, el objeto de la investigación es la detección y diagnóstico de un riesgo para la salud de las personas. Precisamente por ello, pese a que establezcamos aquí varias conclusiones relativas al comportamiento social y cotidiano de nuestro alumnado, no debemos olvidar de ningún modo la repercusión que este estudio representa para todos y cada uno de los casos en los que se ha detectado un exceso de grasa corporal. Las estadísticas interesan al estudio, pero a las propias personas que sufren el problema lo que les interesa es el caso, su caso. ¿Y qué interesa al investigador como docente? Ambas cosas. Por un lado la tendencia general del alumnado, las causas que originan el problema y las claves para encontrar soluciones que favorezcan a la mayoría. Pero por otro, cada caso particular, cada alumno que debe ser atendido, asesorado o “tratado” pedagógicamente. Con esto queremos decir que si tan sólo hubiésemos encontrado un solo caso de exceso de grasa corporal, podríamos sentirnos felices del estado general de nuestra población de estudiantes, pero ello no evitaría tomar cartas en el asunto en lo que respecta a la educación de ese caso particular. Dicho esto, es el momento de resumir brevemente las principales conclusiones obtenidas de nuestro trabajo:

1. El IMC no nos parece un método fiable para valorar la composición corporal y el estado de salud del alumnado en lo referente a su peso. Esta conclusión viene avalada tanto por la consulta bibliográfica realizada, como por el estudio de correlación entre IMC y % de grasa

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corporal, y de ella se deriva la necesidad de aplicar otro indicador más directo: el % de grasa corporal.

2. El porcentaje de alumnos con exceso de grasa corporal es muy elevado, demasiado. Esto confirma las sospechas del profesorado (derivadas de su observación, subjetiva pero experimentada). Lamentablemente, los resultados hallados superan con creces las previsiones del profesorado. Podemos considerar que el exceso de grasa corporal se manifiesta como un problema grave y muy extendido en nuestro centro escolar, e invita a pensar que pueda estar igualmente extendido entre el resto de la población escolar.

3. Las principales causas a las que se puede atribuir esta situación son tres: a) exceso de comida ingerida en relación a la energía producida; b) baja calidad nutricional o alimenticia (saludable) de gran cantidad de la comida ingerida; c) hábitos de vida cada vez más sedentarios. Diferentes casos pueden deberse a diferentes causas, así mismo pueden darse combinaciones de las diferentes causas.

4. Una de las cuestiones más preocupantes es la aparición de numerosos casos de elevado % de grasa corporal en sujetos de peso y aspecto muy ligero, ya que esto pone de manifiesto la posible preponderancia de la tercera causa enumerada (sedentarismo). Ésta se está erigiendo como uno de los rasgos característicos de nuestra sociedad actual en general, y de la infancia y juventud en particular.

5. Los resultados aquí obtenidos ponen de manifiesto que el problema parece estar más localizado entre la población masculina que entre la femenina. Sin embargo, el tipo de baremos aplicados, la diversidad de grados de madurez de las alumnas y la descompensación cuantitativa de la muestra nos aconsejan ser cautos a la hora de establecer conclusiones relativas a estos datos.

6. El aporte de ciertas observaciones cualitativas procedentes de la observación cotidiana del profesorado invitan a plantearse la hipótesis de que el problema del exceso de grasa entre el alumnado incluye una dimensión antropológica, relativa a un posiblemente bajo nivel de educación y concienciación que sobre este tema presenta la sociedad actual (incluyendo al alumnado, sus familias y todo el entorno que impone su influencia sobre ellos).

7. La magnitud de los resultados, obligan en conciencia (independientemente de los contenidos marcados por los currículos oficiales para la materia de EF) al profesorado de EF a tratar de buscar soluciones educativas que intenten minimizar en alguna medida el problema.

VII. Propuesta de acción. Como ya ha ido quedando claro, nuestra postura como investigadores – docentes, incluye entre los objetivos principales, añadir la acción como fruto de cada estudio. Se investiga para saber más, para confirmar, para descubrir o para indagar sobre algo, pero una vez realizado el estudio, los nuevos conocimientos deben ser tenidos en cuenta para diseñar acciones, renovar o reforzar pautas de comportamiento educativo. En este caso, ya lo hemos

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indicado, debe tratarse de hacer algo al respecto, para lo cual, además de los resultados, habrán de tenerse muy en cuenta tanto el análisis de las posibles causas, como las conclusiones obtenidas. En este breve apartado, vamos a sugerir algunas de las líneas de acción que pudieran ser acometidas.

1. Hacer público el trabajo entre los diferentes ámbitos más cercanos o más relacionados con el problema: profesorado del centro, profesorado especialista de EF, alumnado del centro, familias, autoridades educativas y sanitarias…

2. Elaborar una estrategia educativa que incida directamente sobre los principales agentes sociales que coexisten en el marco del problema: el alumnado y sus familias principalmente.

3. Incluir la reducción de % de grasa excesivos como uno de los objetivos de trabajo (teórico y práctico) del área de EF en el currículo de nuestro centro.

4. Promover un incremento de la AF semanal entre nuestro alumnado, para lo cual deberían ser utilizados todos los medios a nuestro alcance: aumento del nivel de carga de las sesiones de EF, utilización de periodos lectivos no específicos para la realización de AF educativas, esporádicamente incluir actividades más dinámicas dentro del programa de acción tutorial y fomentar la participación en actividades deportivas no lectivas.

De todas formas, conviene advertir que las principales causas barajadas a la hora de analizar las causas principales del exceso de grasa de nuestro alumnado son, como hemos visto, consecuencia de tendencias de comportamiento social típicas de nuestra época, muy generalizadas en los países de cultura occidental, y que aparentemente van a más. Con esto queremos advertir que los resultados de las posibles acciones educativas que se lleven a cabo, pudieran no resultar todo lo eficaces que sería deseable, pero ello no debería en ningún caso frustrar el interés educativo de quienes las pongan en marcha. VIII. Bibliografía. ASTRAND, P.O.; RODAHL, K.: “Fisiología del trabajo físico. Bases fisiológicas del ejercicio”. 2ª edición. Médica Panamericana. Buenos Aires, 1985. BIO-LOGICA: “Nutrilogic. Manual de uso”. Todosalud SL (www.todosalud.com). Barcelona, 2001. BOUCHERD, C.; MALINA, R.M.; PERUSE, L.: “Genetics of Fitness and Physical Performance”. Human Kinetics. Champaign, 1997. GEORGE, J.D.; FISCHER, A.G.; VEHRS, P.R.: “Test y pruebas físicas”. Paidotribo. Barcelna, 1996. KONOPKA, P.: “La alimentación del deportista”. Martínez Roca. Barcelona, 1988.

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