kaufman. la muerte del conde

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    Queda hecho el depsito que previene la ley 11.723Santa Fe Argentina

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    I N D I C E

    Int roduccin 5I. Los Co ndes en San Carlos 7

    I I . Cu atro fundaciones y un nom bre and ariego 15I I I . La Colonia del Co nde 21IV. El l t imo Co nde 29V. L a lucha por el dere cho 35VI. Ve lando por la fe 43

    VIL Un a carta de desp edida 47V III . No che de t rage dia 53IX. La m uer te del Co nd e 57X. Poltica y pie dras preciosas 63X I. Misterio y recu erdo 73Documenta l anexa:

    I. D ocu m enta l fotogrfica. Referencias 81II. An tecedentes adm inistrat ivos re lacionados con las t ierras de la Colon ia Ca yast 82I I I . Prim eras cabe zas de familias extranjeras qu e po bla ronla Colonia d e Ca yas t 91

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    I N T R O D U C C I N

    El trgico asesinato del ltimo Conde de Tessires, fundador con el padre, de la Colonia Cayast, caus en los primeros vecinos una impresin profunda, de manera que e lre lato de aquel los acontecimientos qued grabado para s iempre en su memoria, y se transmiti de padres a hijos, de viejosa jvenes, bajo la dulce calma de las noches invernales enlas cocinas del campo.Hace aos recibimos de este modo la tradicin oral deant iguos pobladores, entre los que brindaban su cuenta memoriosa don Luis Kogel, Pablo Blanche, Martn Gaspoz, JuliaMotard de Imbert .Despus fue preciso comprobar la exactitud de las versiones, rastreando las huellas fehacientes que pudieron dejarlos mismos nobles o sus coetneos, y en tal labor, se encontraron cuatro fuentes centrales de documentacin indi ta:1?) La testamentara del Conde, en el Archivo de losTribunales de Just icia de Santa Fe;2) El sumario levantado sobre su muerte, entre los expedientes criminales del Archivo Histrico de la Provincia;3) El contrato de colonizacin y su proyecto, en losProtocolos de la Escribana de Gobierno, obrantes en elmismo Archivo;49) Las actas parroquiales de la poca.Tambin part iendo de la s imple not icia comarcana, seconsult la bibliografa y documentos mencionados al pie del

    texto, que permit ieron reconstruir e l mbito y las circunstancias en las cuales actuaron los protagonistas. En el captuloprimero, se compulsaron en parte , datos obtenidos por e l pro-

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    fesor Juan Gschwind, relativos al paso de los Condes porSan Carlos.Acerca del pueblo de Cayast, aunque conocido por sere l or igen de Santa Fe, se requera invest igar sus antecedentespropios, que aparecan dispersos y se busc sistematizar enuna narracin histr ica.Con la reunin paulat ina de referencias documentales yde la t radicin popular , fuimos procurando la verdad, paraaproximarnos a una conclusin e intentar un bosquejo delpasado del lugar y de sus fundadores, al cumplirse un siglode la muerte del Conde.As naci esta historia que parece un cuento, pero es sinembargo histor ia cabal , que an puede escucharse de bocade los labradores de la t ierra, como nio fascinado mientrasarde el fuego, sobrecogida el alma por sus luces temblorosasque se enlazan con las sombras del misterio y la leyenda.

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    Lofe c o n d e s e n S a n C a r l o sJean Bap tis te L on, Co nde de Tessires - Boisbertrand ;la esposa Marieu Sofie Henrriette Horrer, y el hijo MarieFrancois Ed m ond de Tessires - Boisbertrand, arr ibaro n a laArgentina como consecuencia de persecusiones pol t icas quelos ale jaron de Fra ncia du ran te e l re inado de Nap olen II I ( ' ) .La Nacin cuya Ley Fundamenta l , en e l Prembulo msgeneroso del globo, br indaba su suelo a todos los hombres

    del mundo que quisieran habi tar lo, se present a esos noblescomo refugio de trabajo y paz.Aarn Castellanos fundaba en 1857 en la provincia deSanta Fe la colonia agrcola de Esperanza. A pocas leguas,la compaa Beck y Herzog preparaba la fundacin de SanCarlos, y al lugar, despoblado todava, l legaron los condes aprincipios de 1858, para ocupar e l campo que haban comprado directamente a la firma colonizadora, viniendo a ser losprimeros habi tantes de la colonia ( 2 ) .Edmundo, en la lozana de los veinte aos, traa consigoel dolor del desterrado. Cuando estuvo en el sit io fue mayor

    ( ' ) Testam entara del Conde de Tessires Bertrand Bois N* 25,Tomo I Ao 1882 Archivo General de los Tribunales de Justiciade la Primera Circunscripcin de Santa Fe, al mencionarse en el primertrabajo de este ttulo en 1967; hoy transferida al Archivo Histrico dela Provincia.( 2 ) SCHUSTER, Adolfo N.; en Argentina. Land, Volk, Wirtschatsiebeun Kolonization Dissen vor M nchen. Tom o I I, pe s. 217-219. 1913,citado por Juan Jorge Gschwind, trae el relato efectuado 40 aos despuspor Jacobo Reutemann, acerca del sitio y condiciones en que vivan enese momento los condes.7

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    su desconsuelo. Era tiempo de sequa y quemaba el sol deenero. La vivienda que los cobijara era apenas una chozasolitaria, alzada sobre la pradera inmensa que pareca extenderse al infinito ( 3 ) .Abatido por la desilusin, el joven se dej caer l lorando,en e l suelo. Comprendiendo su pesar , e l padre lo ayud aponerse en pie , dicindole afectuosamente: "Hijo mo: pormuy desdichado que un hombre sea, jams debe l lorar" . Edmundo re lataba aos mas tarde en Cayast, la escena de sul legada, agregando que desde aqul da , nunca volvi a derramar sus lgrimas.Era e l padre Len un hombre cul to y versado en dist intasmaterias; de t rato corts y del icada hospi tal idad, pronta parabrindarse; a la par que mantena en sus tareas, una disciplinarayana en la rigidez. ' 'Cuando comienzan a llegar los primeros colonos, l lesofrece ayuda. Su prct ica de medicina en especial , adonde noexist an mdicos, representaba una bendicin para esos extranjeros en el medio inhspito. Y lo constituye desde el primermomento en voluntar io responsable de los enfermos y accidentados de la colonia, a quienes atiende con solicitud, noadmit iendo re tr ibucin por sus cuidados ( 4 ) .Su nocin de las ciencias jurdicas, lo l leva por otra partea aceptar e l nombramiento como Juez de Paz de la poblacin,propuesto por Carlos Beck al gobierno de la Provincia, que lodesigna el 11 de junio de 1859 ( 5 ) -Con part icular impulso se dedica a ordenar la act ividadjudicial. Necesitando saber sus funciones con precisin, solicita por nota al gobierno que fije l mites a su competencia,y le asigne facultades y deberes en el fuero policial, administrativo, civil , correccional y criminal, que en esa poca noestn reglamentadas claramente . Pide tambin instrucciones

    ( 3 ) GSCHWIND, J u a n J o r g e : Historia de San Carlos. Publ icac in de lIns t i tu to de Inves t igaciones His tr icas de la Facul tad de Fi losof a yLet ras y Ciencias de la Educacin de la Univers idad de l Li tora l ; Rosa r io , 1958. En la pg. 63 , se re f ie re a es te aspecto desolador de la l la nura en la regin que se instal la colonia.( 4 ) Ib idem, c i tando car tas acerca de la personal idad de Len deTess ires , d i r ig idas a Europa por los pr imeros colonos sancar l inos . "Todasco inc ide n e n que " E l Conde " , como lo l l aman ca r iosame n te , e r a bombrebue no y se rv i c i a l " , pg . 72 .( 5 ) Ib ide m, pg . 153 .8

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    sobre sucesiones y contratos, arrestos que puede aplicar, seguridad y t ransporte de presos, monto y dest ino de las multas .Mas tan celosa labor ha de ser breve. Su sentido de lajerarqua lo ileva a no aceptar dentro del ejercicio de susatribuciones, las directivas de la empresa Beck, modalidad quelo indispone con ella ( 6).El motivo determinante de su ale jamiento, es e l plan decreacin del Tiro Suizo. Como el Conde explica en nota posterior dirigida al gobierno, l participaba de la idea, y estabadispuesto a permit i r su e jecucin, considerando adems, t i lel ejercicio del tiro, para enfrentar con xito las incursiones delos indios alzados, que se haban hecho temible^, as como enprevisin de una posible guerra de la Confederacin con Buenos Aires, cuyas relaciones se tornaban hostiles.Pero objet la forma del proyecto ae organizacin que lefuera presentado, por considerar que creaba una verdaderafuerza armada, con jefes militares electos por los propios colonos al margen de su autoridad, alterndose con ello en suopinin el orden pblico y la seguridad de las personas.Su prudente posicin no es entendida como tal por losdirectivos de la empresa, ni por el autor del reglamento, donFederico Goetschy, oficial retirado del ejrcito suizo, quienremite al conde una carta de al t ivos conceptos, dicindole queel proyecto de Tiro se llevar a la prctica tal cual est concebido, an contra su voluntad; que lo que ms est iman susautores es ser l ibres, y es precisamente esa libertad la quereprocha e l juez; que no se dejarn subyugar por las pretensiones de Tessires, pues se burlan del despotismo, y cada suizo puede "convert i rse en un Guil lermo Tell de palabra yaccin", e tctera ( 7 ) .Y como al fin el Tiro se funda en las condiciones planeadas sin aguardar su consentimiento, y su oposicin no encuentra apoyo ni en la empresa ni en el gobierno, Len renuncia al cargo en mayo de 1860, patentizando su disensiny desencanto ( 8 ) .Sin embargo, no por haberse re t i rado de la funcin pbl ica, abandona la atencin mdica de la comunidad, quecontina prestando a todos s in dis t incin. Se preocupa tam-

    (*) Ibidem, pg. 155.( 7) GSCHWIND, Juan Jorge, ob. cit., pg. 246-248.( 8 ) Ibidem, pg. 155. 9

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    bien por la educacin de los nios de la colonia, elevandouna nota al gobierno con los puntos de vista de los colonoscatlicos, en razn de que la misma es impartida por unpastor protestante ( 9 ) .Con mucho empeo, consigue la celebracin de la pr imera ceremonia de la fe , dentro de un rancho grande que eslevantado en e l lugar . Cabalgando varias leguas desde e lpueblo de abipones de San Jernimo del Sauce, acude unmisionero franciscano con el coro de nios nativos, escoltadospor cincuenta lanzas de la reduccin. Los indios desmontany van a saludar dando cariosamente la mano a los presentes,entre quienes se encuentra la familia condal. Un colono escr ibir despus a Europa, re latando la emocin que se adue de todos, cuando extranjeros y aborgenes se arrodillaronen esa primera misa americana, entonada por tiernas vocesindgenas (' ).Ya los vecinos se dividen en bandos antagnicos, entorno a la persona del Conde y por las diferencias de religin entre catl icos y protestantes , que han de producir lasepara cin en los San C arlos del Ce ntro y del Sur ( " ) .Pero a Len le espera un nuevo golpe: la esposa, suapoyo en los s insabores, abandona la vida. Arrancada deljardn palaciego, en esa pampa ha de marchi tarse y morir . Alos cuarenta y seis aos, fallece la fiel compaera, y es sepultada en el cementerio del lugar, el 19 de abril de 1861 ( ' 2 ) .Padre e hi jo habrn re tomado juntos esa tarde, acongojados por la pena que crecer en su pecho como el sol otoalen el horizonte del campo, pugnando por brotarles de los ojosq u e , por ser de hombres, jams deben llorar.

    a o o

    Asistidos por una criada y dos peones pasan cinco aos,dedicados a la agricul tura, a l estudio, a los enfermos. . .( ' ) Ibidem, pg. 166.( , 0 ) Ibidem, pg. 214-215.(") Ibidem, pg. 91-155-247.( ' 2) Acta parroquial de sepultura de Mara Sofa Enriqueta Horrer,inscripta bajo el N ? 199 en fecha, 13 de mayo de 1867 en San Jernimo

    del Sauce, por el Presbtero Bernardo Arana.10

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    La Legislatura provincial ha dictado leyes dest inadas alfomento del progreso, que autorizan al Ejecut ivo a promoverla fundacin de colonias y a ceder gratuitamente las t ierraspara tal fin. Animados por las benficas disposiciones, los Tes-sires piensan en buscar otros rumbos, junto con los colonosadictos.Len de Tessires se pone en contacto con e l gobernadorNicasio Oroo, y ste , que vislumbra s in duda en e l Conde unvalioso ejecutor de sus proyectos, le adjudica lugar de excelenteubicacin para fundar una colonia en e l paraje denominadoCayast, dieciocho leguas al Norte de la capital provincial,sit io sobre el que an quedan familias de criollos y de unaanter ior reduccin indgena, y que ha s ido comprado por e lgobierno a los herederos de G abrie l d e Q uiroga ( ' 3) .Oroo quiere impulsar el comercio con las provincias delNoroeste, rehabilitando por la costa y el norte la ruta delt iempo colonial , mediante labradores y soldados que fundandopoblaciones y fortines, retomen el sendero del poder del aborigen (""*). Se trata, suponemos, de la antigua senda que sealaZapata Golln, l lamada de los "Chipiacas" ("Cabal los" , enmocov) , que part a de Santa Fe la Vieja hasta e l val le de Cal-chaqui , y desde al l hasta Crdoba, Sant iago y Tucumn, buscando la ruta del Per ( , 5 ) .El pueblo a formarse, y el de Helvecia ya fundado, marcaran e l comienzo de esas postas agrar ias y pastoras, que adelantaban el respaldo cvico para la reconquista del camino.Len y Edmundo viajan a reconocer la t ierra y re tornancon entusiasmo. En ella penetra como una cua el paisaje delchaco subtropical , donde e l agua y la vegetacin que abundanproducen un cl ima ms hmedo y suave. Y el suelo arenoso,permeable y dctil , hace ms fcil la siembra y la labranza.Tambin hay puerto natural sobre un r o poblado de pecesque va al mar lejano, cantidad de animales silvestres, variadafloresta, vistosa pajarera.

    ( ' 3) CEIVVERA, Federico G.: Las ruinas de la ciudad vieja de Santa Fetj su ubicacin en Cayast. "El Litoral", Santa Fe, 2 de julio de 1953.C 4 ) Ley del 28 de junio de 1866. Archivo de la Cmara de Diputados de la Provincia de Santa Fe Ao 1866 pgina 1149.( l s ) ZAPATA GOLLN, Agustn: El problema del camino en la fundacin de Santa Fe, en diario "El Litoral", Santa Fe, 5 de octubrede 1972.

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    EI 10 de abril de 1867 es acordada la autorizacin oficialpara instalar la nueva colonia ( ' 6 ). El viaje se har en carretashasta la capital, y de all en vapor, remontando el San Javier.Con el fin de hacer frente a los gastos de traslado y de fundacin, Len de Tessires vende su campo a los compatriotasHou r ie t y Hu guen e t ( ' 7) .Pero ese pr imer poblador, pr imer mdico y primer juez deSan Carlos, debe terminar otra gestin antes de partir . Disgustado todava con los administradores de la colonia, noquiere que los restos de la esposa sigan descansando all , y el13 de mayo de 1867, los exhuma y lleva a enterrar sus huesosen la capilla de San Jernimo. Se los encomienda al franciscano v a los indios del Sauce, sus humildes hermanos en laf e ( ' 6 ) .Luego, Len y Edmundo de Tessires , seguidos por susfieles amigos, casi todos suizos del cantn Valais, parten comoa la t ierra prometida, hacia ese Cayast de acento indgena,que comienza a llamar su corazn con distantes taidos de esperanza .

    ( 1 6 ) Cont ra to de Colonizacin. Protocolos de a Escr ibana de Gobie rn o. Aos 1864 - 1873, Nf 42-44. Archivo His tr ico de la Provinciade Santa Fe . Por decre to de l 12 de noviembre de 1867, se aprob lat raza de l p ueb lo y la d is t r ibucin de las cha cras . (Fo l io 88 - To m o 22 -A o 1875 - Expe d ie n t e s de l a Esc r iban a de G ob ie rno , A rch ivo H i s t r i code l a P rov inc i a de San ta Fe ) .( ) G S C H W I N D , Juan J . : ob. cit. p g . 15 3 .( ' a ) Acta par roq uia l de se pul tu ra de Ma r ieu Sof ie Hen rr ie t te Ho rre r ,N o 199 , f e cha 13 -5 -1867 , r e f r e ndada por F ray Be rna rdo A rana , San Je rn imo de l Sauce .

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    I IC u a t r o f u n d a c i o n e s y u n n o m b r e a n d a r i e g oLa t ierra a colonizar estaba en pleno monte bordeada decaudales y esteros, y abarcaba tres leguas de fondo hasta elSaladillo Dulce, por una legua de frente sobre el Ro Cayast.o Pueb lo V iejo, o Colast in ( ' ) , b razo del Pa ran q ue hoy l laman San Javier , y que los pobladores hispanos denominaronRo de los Quiloazas, a ludiendo a la t r ibu de indios canoerosque sol an navegarlo ( 2) .No era la pr imera vez que los hombres hol laban e l lugarcon metas colonizadoras. Ya en 1573, otro hidalgo bajo el signode la Cruz, Juan de Garay, al mando de animosos espaoles yosada juventud de la Asuncin, lo haba e legido como puntoestratgico para fundar la ciudad de Santa Fe, donde tuvieronpuerto, sementera y pastoreos, y desde al l buscaron entre bosques y guadales la comunicacin con e l Per, abriendo Garayla senda de " los Chipiacas" . Pero hacia 1650 la ciudad, asediada por el embate del indio y las crecidas, comenz a trasladarse al sit io actual ( 3) .

    ( ' ) Co ntrato de Colonizacin. Protocolos d e la E scriban a de Gobierno. Aos 1864-1873. N 9 42-44: Archivo Histrico de la Provinciade Santa Fe.. ( 2 ) ZAPATA GOLLN, Agustn: Informe presentado ante el TercerCongreso Internacional de Historia de Amrica celebrado en BuenosAires en I960. Publicacin de la Academia Nacional de la Historia.Tomo II, pg. 396.( 3 ) Pertenece al conocimiento pblico el trascendental descubrimiento de sus ruinas, que llev a cabo el Dr. Agustn Zapata Gollnen 1949, convalidado unnimemente por la Academia Nacional de laHistoria y la Sociedad Argentina de Antropologa.15

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    El suelo qued casi dos siglos solitario, y las aguas fueroncarcomiendo barrancas y arrastrando arenas de la plaza dearmas, que reg la sangre de alguno de los siete criollos rebeldes, y llevando los muros de la iglesia jesuta, con elsudor milagroso de la Virgen, que pint en un lienzo el hermano Berger ( 4 ) .En defensa de sus dominios, el aborigen se confeder contra el cristiano, l legando a las puertas de la ciudad nueva. Pasaron aos de lucha constante, hasta que la alianza fue vencidapor e l General Echage, muriendo en batal la su caudil lo: e lcacique Ariacaiqun. Sus sucesores, Chitahaln y Aletn, pactaron la paz. Este ltimo pidi bautizarse con los suyos, y enmontaraz parlamento, el cacique y los indios eligieron el sit iode la ciudad vieja para vivir en cristiandad. Los seguira elcuado Chitahaln con sus parciales, entre convencido y re-ce 'oso, a la distancia ( 5 ) .As l legaron Aletn y sus mocov para poblar el lugar nuevamente, un 27 de junio de 1743, con el padre jesuta FranciscoBurgs, l lamando ste al pueblo que levantaron al lado de laanterior traza, San Francisco Javier, el que dio origen, al trasladarse despus, a la actual ciudad de San Javier.Asombr al gobernante, la forma en que acept la religiny autoridad de los padres, esa rama de aborgenes tan difciles de sojuzgar por las armas. El misionero y los indgenascon Aletn a la cabeza, alzaron en la primera reduccin temploy casas de tapia y paja; trazaron chacras y cultivaron trigo;cr iaron ganado y atraparon ciervos y venados para cambiarsus cueros por ropas y tejidos a los guaranes que venan de roarr iba en son de t rueque y amistad ( 6 ) .Coexistieron all los dos caciques, cuyo original paralelodej en sus memorias e l Padre Paucke: Chitahal n, duro y altanero; dulce y humilde, Alet n. El pr imero mentiroso, borracho, pendenciero, ladrn, holgazn, y de aspecto feroz. Elcuado Aletn, de hermoso rostro, amable, valiente, laborioso,

    ( 4 ) ZAPATA GOLLN, A g u s t n : Los Siete Jefes. Ed i to r i a l Co lme gna ,1972; p g . 5 5 ; FURLONG, G u i l l e rmo S . J . : El milagro de Santa Fe;Santa Fe , 1950. Edi tor ia l Cas te l lv .( 5 ) O B S, Mariano ( P r e s b 9 ) : Segundo Centenario de San Javier,Ensayo Histrico, San ta F e , mayo 4 de 1943 . Tom o L, Ca p . X , pgs . 101y sgtes.(* ) FUBLONG, Gui l le rmo S. J . : Entre los mocoves de Santa Fe, s e gn re la to de l jesu ta espaol pa dr e Francisc o Burgs , p g. 25 .16

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    templado y veraz. As pasaron por e l pueblo esos parientes ,f igurando genieci l los del bien y del mal , en constante dual idady oposicin y embozado conflicto; que acaso simbolice el temperamento nat ivo de la costa , o quizs, e l de la humanidad (7).La nueva fundacin marc un avance de civi l izacin misionera para afirmar el sit io reconquistado en guerra a lastribus hostiles. Pero con la pacificacin relata el padre Bur-gs los anter iores propietar ios de Santa Fe haban ido recuperando campos y repoblando estancias; viniendo a resul tarmolesta la presencia de la reduccin, que debi ceder a lapresin de esos intereses a poco t iempo de instalada, emigrando hacia e l norte , hasta perdurar con e l emplazamientoque hoy t iene ( 8 ) .As la t ierra de las primeras Santa Fe y San Javier, quedaba de nuevo en soledad.Varios aos despus, el 7 de diciembre de 1794, arribaronhombres otra vez, haciendo chacras y t razando un pueblo.Eran mocobes mansos y algunos charras, a l mando de un misionero de la orden franciscana, Francisco Antonio Leal, quienpuso a la reduccin e l nombre que t raa de anter ior emplazamiento : Concepcin de Cayas t ( ' ) .De dnde proceda esta voz? Los nuevos pobladores nolo saban con certeza. Ni lo sabemos an. Porque era nombreque vena t ransi tando de muy le jos. Segn Jos Carmelo Bu-saniche, estaba ligado a los indios collastas o caiastas, tribuque haba escapado a la dominacin del inca, mojonando elcamino con figuras de sus dioses totmicos, despus de abandonar la regin primitiva de los collas, pertenecientes a lospueblos aymares del lago Tit icaca, cuyo origen remoto sepierde en la noche de los t iempos ( , 0 ) .Tal vez esa tesis se expresa en la sntesis que encierra lapalabra, cuya posible t raduccin nos da Manuel Cervera, de-

    ( 7 ) PAUCKE, Florian S. J.: Hacia all y para ac (Una estada entrelos indios mocobes, 1749-1767). Publicacin N1? 324 del Departam entode Investigaciones Regionales de la Universidad Nacional de Tucumn,1942, Tomo II.( ) FURLONG, Guillermo S. J.: Entre los mocoves de Santa Fe, ob. cit.pg. 26.( ' ) BUSANICHE, Jos Carmelo: La tradicin de Cayast como asientode Santa Fe la Vieja. Publicacin N9 1 del Instituto de Investigacionesde Arqueologa e Historia de la Universidad Nacional del Litoral,1954, pgs. 49-58.( , 0 ) Ibidem.

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    viajo con e l los, avanzando paulat inamente hacia su meta. Elnuevo punto fue l lamado Cayast Chico, o Cayastaci to.All soportaron el despojo, no de parte de los salvajes, sinodel administrador oficial, quien los redujo a la miseria a fuerde robos y tropelas, hasta que el clamor lleg al gobierno,que lo dest i tuy y persigui. Entre tanto, quedaba la reduccintan esquilmada, que decidieron mudarla de s i t io, marchandoen direccin al nac iente ( ' 6) .El 7 de diciembre de 1794, s iempre guiados por e l padreLeal, pero casi extinguidos los indios primitivos, y engrosadala caravana principalmente con mocoves, l legaron al lugarlos portadores del nombre viajero, para dejar lo en e l puertofinal d e su de stino ( ' 7) .Tal vez un viejo charra, oteando la lejana iluminada porun sol de atardecer , pudo ver sus barrancos entrerr ianos, cayendo como en cascada alba y azul sobre el tupido follaje delas islas.

    o oCayast grande fue asolado hacia 1815 por malones quepasaban la frontera desguarnecida, mientras la provincia guerreaba por la l ibertad. Entonces el sit io qued otra vez casidesierto, hasta que en 1867, vinieron a poblar los colonoshelvticos ( , 8 ) .Existieron as, casi con el mismo emplazamiento, desdeGaray al Conde, cuatro poblaciones: Santa Fe, San Javier ,Concepcin de Cayast, y el Cayast de los gringos.Cuando llegaron los Condes y los suizos, encontraron en laciudad abandonada, vest igios de los ant iguos solares espaoles, y un poco ms al norte, el resto de las reducciones nat ivas: tan slo un puado de indios acr is t ianados, y algunos

    descendientes de criollos conquistadores apegados a la t ierra,que no haban querido dejar e l lugar .En sus ranchos pobres, ocul tos entre frondosos naranjales, que aspiraban las brisas en la orilla del ro, animabala vida del Paraje Cayast, con alma ya cristiana y milagrera, y leyendas de embrujos y tesoros enterrados, custodiandolas ruinas, junto al nombre aqul , ignoto y peregrino.C 6 ) Ibidem: Tomo I, pg. 564.( " ) Ib idem: Tomo I , pg. 565.( , a ) Ibidem: Tomo II, pg. 404. 19

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    El camino de agua de los Quiloazas

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    1 1 1La Colonia del Conde

    Respetando los muros tres veces centenarios de la ciudadderruida, y sobre el punto de las viejas reducciones, delinearon los condes de Tessires un pueblo de cien manzanas.Trajeron cuarenta familias labradoras, una parte directamente desde Europa. Otras siguieron a los nobles desde SanCarlos y San Jernimo del Norte. Casi todos eran catbcosy suizo-franceses, y una minora proveniente de los cantonessuizos de habla germana ( ') .Edmundo, que contaba entonces treinta y un aos, tuvo asu cargo la realizacin de los proyectos. Trazaron para la labranza cincuenta suertes de chacras de veinte cuadras cuadradas cada una, y entre los predios dejaron franjas no cultivables destinadas al pastoreo de las bestias de labor, separandolas lneas del norte, del centro y del sur, como hoy se las denomina(2) .De este modo resguardaban la caballada de las excursionesde cuatreros, mantenindola siempre a mano y a la vista. Sobrelas lneas pasaban calles uniendo las casas, enfiladas para facilitar la defensa comn, tomando entre varios fuegos los posibles

    ( ' ) SCHOBINGER, Juan: Inmigracin y colonizacin suiza en la Repblica Argentina en el siglo XIX. Publicacin N? 1 del Instituto de Cultura Suizo - Argentino. Buenos Aires, 1957, p g. 147.( a ) Contrato de Colonizacin - Protocolos de la Escribana de Gobierno . Aos 1864 - 1873 . N ' 42-44. Archivo Histrico de la Provinciade Santa Fe - Articulo 31?. 21

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    ataques de los indios bravios, que eran de temer ante todo porel norte , donde no haba e l obstculo de r ios y baados.E n este frente destac el C on de a los suizo - alem ane s,dando forma de lonja a sus parcelas. En el extremo interno seasentaran las viviendas, y sobre el lado contrario, que era lmite norte de la colonia, el fundador hizo sembrar pncales,que serviran de valla defensiva, y daran nombre, despus, ala Calle de las Pencas.A una legua del pueblo hacia el sur, establecieron los Condes su estancia. La casa, de simple estilo colonial, paredes encaladas y techo de tejas, se enclava casi sobre la barranca, separada apenas por el rumoroso Quiloazas del tapiz fresco de

    las islas cercanas.Los terrenos aledaos haban sido de Estanislao Lpez, yde ellos, un lugar especial destinaba el Brigadier para invernarsus caballos de pelea. Los paisanos conocedores del Mocoret,an hoy acaso sin saber por qu, lo llaman "el Campo dela Invernada" .Muerto e l Patr iarca de la Federacin, la heredad fue teatrodel combate que su hermano Juan Pablo, s iendo gobernador,libr en el ao 1840 frente al Paraje de Las Cuatro Bocas enla loma de El Ceibal, contra las tropas de Mariano Vera',cuando ste bajaba de Corrientes para sublevar el l i toral, acompaado por Francisco Reynaf y e l respaldo de Ferr y delgeneral Lavalle. Estos contaban, a su vez, con el apoyo de laescuadra francesa surta en Montevideo, que desde 1838 bloqueaba el Ro de la Plata, y en esos momentos invada el Paran, en liso atropello a la soberana ( 3 ) .Federales y uni tar ios disputaban en guerra civi l . Algunospartidarios de la ltima fraccin, que conspiraban desde elUruguay, haban conseguido la proteccin gala, y alentaban ahombres de armas para que se levantasen contra Rosas, quienresis t a e l bloqueo representando a la Confederacin Argentina.Tales sugest iones h abr n decidido a V era, ex - gob ernad or deSanta Fe y sostenedor del federalismo, a moverse desde su retiro porteo con hombres de la divisa opuesta, l levando quizsotros motivos, como su altivez frente a la influencia absorbentedel Restaurador, y la oportunidad que tena de recuperar e lpoder que, ms de veinte aos atrs , Estanislao Lpez le arre-

    ( 3 ) ROSA, J o s M a r a : Historia Argentina. Tom o 4 , pg . 430 . Ed .Or iente , 1974.22

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    batara en Santa Fe. El cordobs Reynaf intentar a lo mismoen su provincia, esperando tambin revert i r la sentencia demuerte que pesaba sobre l por e l asesinato de Facundo Qui-roga.Desde Europa, ante e l cuadro de la invasin fornea yla discordia de los emigrados del pas, un guerrero conmovidoen sus fibras ofreca el sable al servicio de la Confederacin.Conociendo las miras de la potencia imperial , y viendo amenazada la emancipacin de Amrica, Jos de San Mart n, que empeara su vida en la Independencia, cerraba e l ofrecimientoexpresando: '"La conducta (de Francia) puede atr ibuirse a unorgullo nacional cuando puede e jercerse contra un Estadodbi l . . . , pe ro lo que no puedo concebi r es que haya amer i canos que por un indigno espr i tu de part ido, se unan al extranjero para humillar a su Patria, y reducirla a una condicin peor,que la que suframos en tiempos de la dominacin espaola.Una tal fe lona, ni e l sepulcro la puede hacer desaparecer ."(Carta dirigida a Rosas, fechada el 10 de julio de 1839 ( 4 ) .Como al impulso enrgico de esas palabras, e l 26 de marzode 1840, la t ierra solitaria y adormecida en Cayast, despertde la siesta temblando bajo los cascos de corceles y sintiendoal ro repetir sones de alaridos y clarines.

    Escoltados por barcos franceses que se avistaban en losarroyos profundos, los soldados unitarios haban llegado hastae l lugar , comandados por Vera , y acampaban aguardando laadhesin de los calchines, tribu asentada ms al sur, cuyos indios de lanza solan engrosar los ejrcitos del general Lpez losiguieron en su campaa contra el general Paz, y entonces reforzaban la guardia apostada en el fortn de la Vuelta del Dorado . Con el fin de conseguir a estos aborgenes, los invasorestraan al jefe de sus parientes mocoves del San Javier, caciqueNavitaqun. Pero cuando fue l ibrado a su albedro, e l caciquesigui de largo para aler tar al gobernador, quien ponindose enmarcha con su escolta busc a los rinconeras, incorpor a loscalchines de su lado, y carg de improviso sobre los unitarios,sorprendindolos completamente . Estos se re t i raron en desorden. Mas el jefe, arraigado en su estirpe, no pudo retroceder.Vera qued peleando solo, hasta que lo exterminaron a lanzazos, dejando desamparados sus despojos. Mientras , Reynaf

    ( 4 ) SAI.DAS. A do l fo : Historia de la Confederacin Argentina. E d .G randa , Bue nos A i r e s , 1967 .23

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    buscaba la muerte antes que se la diera e l enemigo, ahogadoal desbarrancarse a caballo bajo las aguas del Quiloazas ( s) .La escuadrilla de los buques extraos, despus de recogeralgunos soldados de la t ropa desbandada, se ale jar a de aquel las barrancas, empujada por la corr iente ( 6 ) .Se remiti a las dems provincias el parte de la victoria.Ei gobernador de Santa Fe, Juan Pablo Lpez, fue condecoradopor e l de Buenos Aires. Estableciendo en sus considerandosque e l combate era un t r iunfo de las armas confederadas sobrela intervencin extranjera, dict el general Rosas un decretoque ordenaba grabar medallas con inscripciones patr it icas, ylas mand para que las l levasen en sus pechos los vencedoresde Cayast ( 7 ) .Los fragores de esa guerra se haban apagado ya por e lcampo de la l id, cuando veint is ie te aos ms tarde ignorandosin d ud a el episodio recib an su posesin los de Tessires -Boisbertrand, para hacerlo servir al t rabajo en paz de la agricul tura, y al t ranquilo pacer de los ganados.o o o

    Los fundadores jams quisieron re tratarse en Cayast, peroparece que la t radicin ha conservado de e l los una imagen f ie l :Len, un anciano de aspecto bondadoso, estatura ms bien baja,ojos muy celestes, pelo y barba lacios de una blancura inmaculada. Edmundo, alto y vigoroso, pelo castao y rizado, ojosclaros, y hoyuelo en la barbilla, "como los Borbn", dira supadre ( 8 ) .Tampoco hay diplomados en la ciencia de curar queacepten compart i r la dura vida de esta colonia; y Len es e lmdico del pueblo, y socorro de los desamparados, no habiendoenfermo ni herido que no quede confiado a su pericia- Dicenque compona admirablemente las quebraduras , y donde e lremedio no alcanzaba, sola tratar la curacin de ciertas dolencias con la imposicin de manos.

    (s) BUSANICHE, J o s C a r m e l o : Hom bres y hechos de Santa Fe. ( S e g u n d a S e r i e ) , p g s . 4 5 - 4 9 .( 6 ) ALVAREZ, J u a n : Historia de Rosario, Ed . Impre n ta de l a U n ive r s idad Nacional de l Li tora l , 1981, pg. 298. Se t ra tar a , por lo menos ,de un convoy de unas t r e in t a e mbarcac ione s e n t r e g rande s y ch i cas .( 7 ) BUSANICHE, J o s C a r m e l o : Hom bres y Hechos de Santa Fe, e tc .( 8 ) Se conserva , s in embargo, en Cayas t , en la casa de don LuisBaue r , un r e t r a to que se d i ce pe r t e ne ce r a Edmundo ; e x i s t i e ndo , e n consecuencia , cont radicc in a l respecto .24

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    Pero al cabo del t iempo su propia salud se ha quebrantado.Nacido entre la convulsin revolucionaria de su pas , ha debido pasar tribulaciones, viendo sucederse los excesos de lasreacciones populares, y los re inados de Bonapartes y de Orleans , a quienes mira como a usurpadores de la dinast a borbnica, con la que t iene vnculos de sangre . Ha esperado envano el vuelco de la s i tuacin, para re tornar a la heredad natal ,y al le jano esplendor de la monarqua leg t ima.Ya su anhelo se fatiga con el paso de los aos. Los hombros se le agobian de golpe como ante un peso de derrota. Derrota de las ideas polt icas por el sino de los tiempos. Derrota deamor vencido por la muer te de la compaera . Y s iente la mengua de sus fuerzas cada vez ms inclinadas hacia el suelo enque i r remediablemente ha de quedar , en perpe tua aoranza dela patr ia amada.Quizs comprende al l que los hombres son desiguales porgrado de evolucin, pero iguales por or igen y pesares. Ha cumplido sencillamente el servicio de los ms adelantados a losque vienen detrs , obedeciendo una ley de sol idaridad universal, que funda el sentimiento religioso y toca de gracia la existencia, y ha sabido alcanzar con su ejercicio, real ejecutoria denobleza.Ahora que e l hi jo puede reemplazarlo, renuncia al afnde l mundo c i rcundante , y va a a tender la lucha de l propio inter ior , que comienza a preparar pacientemente para e l viajesupremo.Slo ha de t rabajar e l campo por sus manos, plantandofrutales, lo cual es para l, seor cristiano, a la vez bendiciny peni tencia.Abandona la lectura de temas que ya nada le ensean,consul tando apenas una obra de su bibl ioteca: los tomos de"Ejercicios de Piedad", y al ternando el cuidado de los rboles

    con largas oraciones.Lleva en secreto ceido al cuerpo un cilicio de cerdas, pormortificar la carne, velando la vida consciente del alma.En esta poca recorre la que l laman ya "Colonia delConde", e l inspector de colonias don Guil lermo Wilcken, quienhace constar en la pgina 124 de su Informe, que e l fundadorposee "un establecimiento pintoresco y rodeado de hermososmontes sobre la misma costa del r o" , y agrega brevemente:"El t iene al l su morada, en que hace una vida de verdaderoermi tao" .25

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    Testamento de Len de Tessires, redactado enCayast, el 31 de mayo de 1876 ()

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    I VE l l t imo Conde

    Tampoco Edmundo poda soar con brillos cortesanos, colmado como estaba de actividad. Qued a cargo de la direccinde la colonia, viviendo en soledad durante un tiempo, asistidoen los trabajos de la estancia por un capataz, Antonio Yossen,y algunos peones.Las tareas con la hacienda, el contacto de la naturaleza,agradaron al ltimo Conde. La variada caza que retozaba enla fronda de las rinconadas, haca su distraccin permitindoleensayar puntera.Buen nadador, cuentan que atravesaba el ro con las manos en alto, manteniendo la mitad del cuerpo a flote, y aspoda vadear en sus caceras sin mojar el arma.Tirador excelente, posea varias armas de fuego. Tambinera maestro de esgrima, y con mentada destreza manejaba laespada, que llevaba siempre en la cintura.Dueo de valiosa biblioteca, pasaba a veces las horas dedicado a leer, en sencillo aposento adornado por un cuadrode Jess, y otro donde el ngel Gabriel anunciaba su Nacimiento a Mara (' ).Al partir de Europa, haban trado consigo los libros imprescindibles. La sola mencin de algunos, permite adivinarsu ilustracin enciclopdica: "Historia de Francia"; Un Diccio-

    (') Estn inventariados: "El Crucificado"; y ' 'La anunciacin", respectivamente, a fojas 15 y siguientes de la "Testamentaria del Condede Tessires B ertrand Bois , N

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    nario Histrico de cuatro tomos; Cinco tomos de "PatologaExterna", de Vidal ; "Medicina", de Raspai l ; las Inst i tuas deJust iniano; "Derecho Administrat ivo", de Laferr ire ; "Cdigode Napolen"; "Enciclopedia Teolgica"; Diversos Diccionariosde Lenguas; "Diccionario de la Nobleza"; y un "Armorial Genera l de Francia" ; "Logar i tmos" ; "Fenmenos Elec t rodinmicos", de Ampre: "Teora de los Pozos Artesianos"; Volmenesde Fsica y Qumica; Diez tomos de "Ejercicios de Piedad";Obras de Rousseau, Boileau, Corneille, Racine; Discursos indi tos de] Cardenal DAguesseau; Sermones del Cardenal Maury,de quien e ran par ientes por l nea mate rna . . . ( 2) .Edmundo gustaba visi tar en especial un lugar t ranquilo.En las noches de luna, sola caminar por el campo, hasta l legar a orillas d e una lagu na solitaria a la que los po blado resllaman hoy con su nombre, y all se quedaba entre la floraperfumada, hasta que e l viento del alba, poblando la campiade trinos y rumores, lo arrancaba del ensueo.Es at inado suponer que encontraba en la contemplacinininterrumpida de la corriente, la sensacin de calma y concentracin que en sus meditaciones sola necesitar.Pero las viejas indias decan que buscaba la gran serpientede oro que vena del ro y tena en esa laguna su morada fabulosa. Segn su creencia, slo el nio o el hombre muy puropodan verla, navegando bajo la superficie con dorado fulgor,o cuando se deslizaba por el monte provista de agua en fuentede i rup, que como un cntaro l levaba en la cabeza.Mas el noble no viva al margen del mundo. Todos los vecinos podan gozar del t rato y amistad de "el Seor Conde",como lo nombraban cariosamente , y con algo de orgul lo.Su casa estaba abier ta a los peregrinos, que podan quedarse en e l la e l t iempo que quisiesen. Fue precisamente esahospi tal idad que brindaba a cuantos l lamaban a su puerta laq u e , como veremos, le costara la vida.Cuentan que cier ta vez las nias que ser an muertas conl, le reprochaban su costumbre de hospedar extraos. "Algnda le dijeron nos van a matar a todas". "No se aflijan,hijas mas haba respondido el Conde. Antes de matarlas,tendrn que matarme a m" . La frase dest inada a t ranquil i zarlas, resul t un verdadero presagio.

    ( 2 ) Testamentara citada, Inventario judicial, fojas 15 y siguientes.30

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    El sigui ejercitando en favor de labriegos y desposedos,los conocimientos mdicos que su padre le enseara, con idnt ica paciencia y abnegacin.Consejero y defensor de los agricultores, ellos le guardaban reverencia y afecto, y en vir tud de una convencin celebrada al instalarse la colonia, todas las quejas y pleitos sesometan a su arbitraje.A un colono hijo de molineros, Antonio Gaspoz, le propuso asociarlo, en condiciones ventajosas, a la cra de haciendadel establecimiento. Y as fue como ste se traslad con su familia a la casa del Conde, quien no tard en extender a losnios de Gaspoz su cario y proteccin.Antonio haba casado en primeras nupcias con Luisa Got-te t , de la que enviud. Era natural de Vil le Delle Cret te , Comuna de Saint Martn, distrito de Hervn, Valais, Suiza ( 3 ) .Prosper en la sociedad, y aos despus, aconsejado talvez por Edmundo, decidi t rasladarse a Europa para hacersetratar una dolencia, dejando sus hurfanos bajo el cuidado yla autoridad del Conde.De los nueve hijos, cuatro se haban hecho mozos al momento de la part ida. Luis tena veinte aos; Mart ina, veint iuno; Mara diecisie te , Adela quince. Los nios menores eran:Antonio, de t rece aos, Luisa de doce, Anita de diez, Anto-nieta de siete, y Filomena de cinco. Por Mara senta predileccin e l Conde, y unos das antes de morir , haba testado en sufavor dejndole toda su fortuna ( 4 ) .Apasionado por la esgrima, prepar en e l manejo de laespada a Luis, Mara y Adela. Inici tambin a aqul en latcnica de las artes marciales de origen oriental, que ya entonces Edmundo dominaba .Luis aprendi tan bien que, en sal idas al pueblo, dondeno faltaban pendencias, tuvo dos ocasiones de ejercitarse, dejando algunos contusos. Enterado de las hazaas, e l Conde decidi suspender las clases al discpulo.

    ( 3 ) Carta de fecha 19 de agosto de 1882, de A. Flayollet, AgenteConsular de la Confederacin Helvtiva en Esperanza, original en elConsulado de Francia en Rosario.( 4 ) Libro l 9 de Defunciones de las Colonias Cayast y Helvecia,pg . 11 - N"? 38 . Sepultura de las hijas de Gaspoz, de fecha 8 de agostode 1882, certificada por el prebstero de Misiones, Fray Ermeti Cons-tanzi.

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    Siguiendo hbi tos heredados, e l noble l levaba una vidacasi monst ica. Se nutr ia de s imples manjares, procurndoseenergas sin decaerlas con los excesos.Los viernes pract icaba e l ayuno y recogimiento, dandoreposo al organismo, y sosiego a la mente. As tambin, teniendo depurados cuerpo y nima, necesi taba menos t iempode sueo reparador. Le bastaba con e l descanso en las horastempranas de la noche. Rezaba sus oraciones, le a o meditabadurante las restantes .Al venir la maana part icipaba de las tareas de s iembra,y montaba a veces para ver la colonia, o recorrer el ganado.Se conserva el cuchillo criollo que usaba para castrar l mismolos potros y terneros.Cada tanto l legaban car tas a Edmundo, conteniendo re tratos de doncel las que desde Europa, le enviaban casas dela nobleza, proponindoselas como consortes dignas de sualcurnia. Pero l, que era fiel a un recuerdo de amor de losaos juveniles, cotejaba las pinturas, y sola mostrarlas sonriendo a los Gaspoz, para repetir al fin que ellos eran su nicafamilia, y que jams se casara. Rechazaba esas alianzastemplado caballero, dispuesto a vivir lejos del boato principesco.Una leyenda que repi ten los vie jos pobladores cuentaque en la juventud, Edmundo, antes de emprender e l viaje ,consul t la ventura a una hechicera, quien leyendo las l neasde su mano le di jo que morir a en Amrica, a travesado porsus propias armas. A partir de entonces, sugestionado por laprofesa, l levaba siempre la espada consigo.Y en su casa de Cayast, para no tener que qui trsela delcinto, saba pasar algunas noches sentado en un silln. Conel la viajaba cuando por negocios tomaba e l vapor que zarpando de Helvecia haca la carrera hasta la Villa del Rincn-All se albergaba en la casa de un amigo, para partir al dasiguiente a la capital, en el ferrocarril que cruzaba sobre elespejo gris de la Setbal.En la ciudad, slo usaba un bastn con estoque. No podael gent i lhombre recorrer las cal les de Santa Fe con esa espadaen e l cinto, prerrogat iva de rangos abolidos en un pas republicano, que l l levaba bizarro, con tcito consenso, por t ierras de la costa.Aquel bastn, como ha de verse, lo salvara en la ciudadcapital de un atentado contra su persona.32

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    a) Polvera de oro de la condesa. En la tapa,la pintura de un paisaje parece representarel viejo puente de Avignon, en Vauclusse,tierra de origen de la familia ( )

    b ) Guarnicin de la espada de la leyenda (*)

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    VL a l u c h a p o r e l d e r e c h o

    Un funcionario federal que visit la Colonia en esost iempos, la pona como modelo de crecimiento espontneo,sin ms incentivo oficial que la entrega gratuita de losterre no s ( ' ).No tuvieron los pr imeros pobladores la obl igacin depagar el tercio de las cosechas, que pes sobre los colonos deEsperanza y de San Carlos para llegar a ser dueos de lospredios ( 2 ) .En correspondencia, en pocos aos haban reemplazadolas chozas precarias por slidas aunque sencillas construcciones, con plantaciones frutales que embellecan su concesin.Tampoco estuvieron l igados al s is tema de arrendamientosque se estableciera poster iormente en otras colonias, dondelos agricultores eran en realidad tributarios de un solo dueode gran extensin.

    Ni tuvieron e l los ningn t ipo de dependencia econmicacon los fundadores, cuya sola compensacin por los trabajosy gastos realizados fue la venta que les efectuara la provinciaa precio de fomento de "una suerte de estancia de cinco milvaras por costado", adonde los nobles hicieron su labor, como( ' ) WILCKEN, Guillermo, Inspector Nacional de Colonias: Las Colonias. Informe ante el Comit Central de Inmigracin. Edicin Ofi-ial, 1872.( 3 ) Com, Gastn: Colonizacin Suiza en Argentina. Ed. Colmegna,

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    un colono ms, cul t ivando el campo y cuidando el ganado, cona y u d a d e p e o n e s ( 3 ) .El punto de part ida de propietar ios de parcelas l ibres dedeudas iniciales, permiti concentrar los recursos y el esmeroen la obtencin de las cosechas, que as trajeron un saldocorrelativo de riqueza. Paralelamente, la unin de las familias en el cultivo de una tierra que mantena su vigor desiglos, y la posicin sobre un puerto en ro navegable, cuandoera esta la va de comercializacin por excelencia, daban aliciente y entusiasmo para la produccin ( 4 ) .El inspector Guillermo Wilcken, en su Informe de 1872,a cinco aos de la fundacin, expresa que en Cayast se pro

    ducan continuos embarques de cebada, t r igo, maz, man ,papas , porotos y tabaco, y agrega: "El t ransporte de los productos, que slo se hace por agua, con facilidad, paga porfletes los mismos precios que se acostumbra en la Helvecia.Acopiadores de esta ltima colonia, de Santa Fe, Corrientes yEntre Ros, los patrones de buques de cabotaje y los vaporesqu e l legan sem analm ente a la colonia, proc uran a sus habi tan tes ,fcil y ventajosa salida a sus productos; entre los cuales nofiguran en la estadstica, las grandes cantidades de queso,manteca, aves, huevos, sandas y melones." (pgina 124, "Informe sobre Colonias".)Instante de t rf ico inter ior entre estados federales . . . , a lque acuda con trajn de colmena laboriosa la Colonia delConde, volcando frutos en comercio y comunicacin fluida ybarata por el Ro San Javier. Alude tambin el inspector alyantar domst ico, dejando grabada la impresin de caserasfragancias que gust s in duda, en su paso por un pueblo obsequioso, bien alimentado y feliz.Slo un punto faltaba resolver para consolidar esa felicidad. De acuerdo con lo dispuesto en el contrato de colonizacin celebrado entre e l conde Len y don Nicasio Oroo, e lgobierno deba otorgar los t tulos de propiedad a los ocupantes de los terrenos internos dejados al principio para pastoscomunes, que en esa poca se haban repart ido ya en concesiones para el cultivo agrcola. La autoridad tena que reglamentar adems e l parcelamiento y distr ibucin de las t ierras

    ( 3) Contrato de Colonizacin. Protocolos de la Escribana de Gobierno.Aos 1864-1873, N ' 12-44, artculo 5e?. Archivo Histrico de la Provinciade Santa Fe.( 4 ) WILKEN, Guillermo: Las Colonias, etc. Informe citado.

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    situadas al oeste de las chacras primitivas, ejecutando el contrato original, que expresaba en su artculo tercero: "La extensin del terreno que se destinar para la colonia ser deuna legua de frente sobre el Ro Cayast, y tres leguas defondo al Saladi l lo Dulce ," ; y luego de establecer la cant idadde manzanas y suertes de chacras que se del inearan inicial-mente , agregaba: "e l resto del terreno ser dest inado parapastos comunes de la misma Colonia, el cual podr dividirse enconcesiones ms tarde, si el aumento de poblacin as loexigiere , para ser donadas o vendidas segn convenga a losintereses de la Colonia." ( 5 )Esa disposicin amparaba e l espontneo desenvolvimientodel ncleo colonizador, y sealaba el futuro de las primerasfamilias, previsto por el fundador, para que pudiesen realizaren el lugar su crecimiento y multiplicacin, y continuasen allreunidos sus afectos.Desde la fundacin haban pasado varios aos quincese cumpliran al morir el ltimo Conde, y llegaba la circunstancia contemplada en la norma, segn la cual e l aumento delnmero de pobladores demandaba cul t ivar la mayor extensin.Sin embargo, no obtenan los colonos los t tulos individuales de los potreros inter iores ya parce lados, ni tamp oco lograb antrabajar en concesiones agrcolas la t ierra asignada hasta l legar al Saladillo, por falta de disposicin y reglamentacinoficial.El agrimensor Souriges haba proyectado hacia e l ponientela fraccin ms inmediata, clavando los mojones y presentandopara su aprobacin, e l plano con e l parcelamiento de unaprimera ampliacin de la colonia.Tessires haba pagado y recibido su estancia segn loestablecido contractualmente , y no tena reclamo personal quehacer . Pero s lo tena por la s i tuacin apuntada, a nombrede las familias de colonos y como responsable de su suerte.En tal carcter, se diriga a los organismos del estado provincial que en esos momentos mandaba el doctor Simn deIriondo, solicitando el cumplimiento de las bases contractuales , pero sin conseguir la ejecucin (5bI .

    ( 5 ) Contrato de Colonizacin citado.(5bI ) Dejan entrever el problema desde 1875, las notas del Conde yde los colonos al gobernador Iriondo durante su primer perodo. Fecha9 - 8 - 7 5 ; Folios 160 - 109; Tomo 22 -1 87 5. Expedientes Escribana deGobierno - Archivo Histrico de la Provincia de Santa Fe. 37

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    Poco t iempo antes de su muerte , Edmundo viaj a SantaFe para procurar la atencin de las autoridades, pidiendo laaudiencia del gobernador. Previamente debi hacer largas antesalas. Enviado de uno en otro funcionario, encontr la reticencia por respuesta. Convencido de que e l desaire era intencionado, y de que nada obtendra con aguardar interminablemente la entrevista, el Conde decidi dejar constancia delmotivo, y salir sin ms espera de la casa de gobierno.Es t radicin en Cayast que mientras Edmundo recorr ala calle San Jernimo, lo alcanzaron dos guardias esgrimiendosus sables contra l. Segn habra confiado despus a los allegados , en ese trance alcanz a parar con el bastn los primeros golpes, hasta que pudo accionar e l estoque, cast igando enel rostro a uno de los atacantes, e hiriendo en el ojo a otro.Los guardias, advert idos de que estaban frente a un espadachn, huyeron mezclndose con los transentes. Tessieres volvi a convert i r en bculo aquel arma, encaminndose a laJefatura para denunciar la agresin. Pero al presentarse, fueencerrado en una celda.Estuvo varias horas prisionero, hasta que el fondero francs que lo hospedaba, alarmado por su ausencia, acudi aMonsieur Flayollet, agente del consulado de su pas en laciudad, quien intervino para conseguir la l iber tad del compatriota.Edmundo volvi apesadumbrado a Cayas t con ta les nuevas, reflexionando sin duda en las razones del trato recibido.Con los aos, ese territorio ribereo que a su llegadaencontr virtualmente desierto tena prsperas colonias consus respectivas poblaciones: Helvecia, formada por TefiloRomang bajo el gobierno de Patricio Cullen; y la que ellosfundaran con e l respaldo de Nicasio Oroo, que era l lamadaentonces la "Colonia del Conde". Aquel vecino puerto pasabaa ser el tercero en el pas por sus embarques a ultramar, y lacomarca adquir a dentro de la provincia una importancia product iva re lat ivamente mayor a la que hoy mismo t iene ( 6 ) .Pero el ideal que haba impulsado la transformacin, nopredominaba ya en e l proyecto gobernante .

    (6) GALLARDO, Mabel - CERVERA, Felipe:Anlisis de laestructura delDepartamento Garay. Instituto del Profesorado Bsico de la UniversidadNacional del Litoral, Santa Fe, 1967, pg. 15, Imprenta UniversidadNacional del Litoral.38

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    La colonizacin, al crear poblados, abrir caminos, y alejare l pel igro del indio, haba tenido la funcin indirecta de valor izar los terrenos aledaos, despertando la intencin de repoblar haciendas y la especulacin de la compraventa, f rente alalza del precio de los campos, reiterndose en el sit io lo queocurr iera antes , a l instalarse la pr imera reduccin ( 7) .Paralelamente, poderosos grupos financieros exteriores alpas , obtenan de quienes detentaban los poderes pblicos, laconcesin de grandes porciones de territorio fiscal, como garant a de onerosos prstamos al Estado, enervndose los nuevos asentamientos de productores autnomos y e l desarrol lonatural de las colonias primitivas ( 8 ) .Despus de afianzadas con solidarios esfuerzos, esas posesiones de pequeos propietar ios, venan a resul tar embarazosas para los revendedores y acumuladores de t ierras .Por otra parte , la entrega gratui ta de parcelas a labradoresextranjeros, haba provocado en su ocasin la justificada gritade los criollos menesterosos que no gozaron de ese trato preferencia] , lo que trajo por reaccin una modificacin de la l iberalidad originaria, sin que por ello estos ltimos resultaran cor re la t ivamente favorec idos ( ' ) .Se recelaba tambin de esas comunidades nacientes , que

    cambiando los rasgos sociales componan nuevos factores depresin.Los suizos, que fueron mayora en las primeras colonias,haban aportado pujanza para t ransformar la economa de lasregiones que poblaron; y a la par , sustentaban ideas democrticas, arraigadas en sus t radiciones de s iglos, que los empujaban a intervenir en la decisin de los problemas comunes,manejados muchas veces por el solo inters de crculos restringidos ( , 0 ) .La soberana del pueblo, declarada en la le tra de la Const i tucin que abriera las puertas del pas a esos nuevos ciudadanos, apareca desvir tuada en la prct ica.Pasados los momentos de eufrica y paternal atencin gubernat iva brindada a los pr imeros inmigrantes, stos se veanal cabo legalmente excluidos de participar en las cuestiones( 7 ) Gom, Gastn: E pan nuestro, Buenos Aires, 1958. .( a ) SCHOBINGER, Juan: Colonizacin suiza en Argentina, ob. cit.,pg. 162.( ' ) Ibidem, pg. 169.( , 0 ) Ibidem, pg. 169. 39

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    pblicas; aunque como seres t i les de la t ierra , tambin tenanpeticiones e ideas que formular.Fueron sin duda los reclamos desodos, y aquel ancestrode altivez individual, lo que haba movido a los suizo-alemanesde Helvecia a dejar sus hogares para marchar con los Weterlyel hombro hacia Santa Fe, apoyando el movimiento revolucionario qu e en cabe zaba e l ex - gob ernad or Pa tr icio C ullen, quien,secundado por Francisco Iturraspe, fue su jefe en el asalto ala ciudad y en la re t i rada de Los Cachos, e l 20 de marzo de1877, da qu e pag con su degel lo Ja derrota d e la reb el in ( "y .Una conjura similar se produjo el ao siguiente, con par

    ticipacin de suizos de las colonias, concitados por Francisco eIgnacio I turraspe. Este perdi la pierna derecha al resul tar herido en el ataque a la Jefatura. Los rebeldes fueron derrotadosms tarde en Las Higueri tas , y perseguidos en varias direcciones C 2 ) .En la estancia de Iturraspe en el Calchines, se conserva el algarrobo bajo el cual dice la tradicin descans Francisco en una siesta, antes de seguir huyendo a Ca-yast , y desaparecer en e l camino, s in que se encontraran nuncams sus rastros, cuando era buscado por part idas gubernistaspara hacerle correr la misma suerte que Cullen.Tales prct icas bravas se e jecutaban en e l nombre de unorden, que no garant izaba las cabezas sobre sus hombrosa los caudillos de la oposicin. Esta, por reivindicar precisamente los derechos y garant as ciudadanas, se agrupaba bajoel nombre de Part ido Const i tucional .Por otro lado, Simn de Iriondo era el apoyo local delPart ido Autonomista, y con su manejo personal , se vena t raspasando el gobierno de la provincia: de Cabal a Ir iondo, deIr iond o a Bayo, de Bayo a Ir ion do otra vez ( '

    3 ). Sobre la basede esas oligarquas del interior, Roca consolidaba su poder presidencial.Mientras, el ex-gobernador Nicasio Oroo formaba el alaprogresista del partido Liberal despus "Constitucional" de

    ( " ) GIANELLO, L e o n c i o : Historia de Santa Fe, pg. 329. Ed. Cas te l lv ,1966.( 1 2 ) L PEZ ROSAS, Rafae l : Un curioso libro santafesino. A r t cu lo pu b l i cado e n e l d i a r io " E l L i to ra l " , San ta Fe , 8 de s e t i e mbre de 1981 .( ' 3 ) ALVAREZ, J u a n : Ensayo sobre la Historia de Santa Fe. Rosa rio, 1910.40

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    Mitre , f igura que desde e l l lano conci taba en ese t iempo la inquietud revolucionaria de parte de la juventud y de la inmigracin.Las insurrecciones armadas de Santa Fe provenan de lafraccin oroista, y eran enderezadas contra Iriondo jefe virtual del gobierno, quien a su vez haba apelado a la sedicinpara despojar del mando a Nicasio Oroo, en 1867, unos mesesdespus de que ste suscribiera con el conde de Tessires suaprobacin del proyecto para fundar la colonia.Los suizos de Cayast, bajo la influencia legalista de susfundadores, se haban mantenido al margen de aquel las algaradas . Pero la posicin independiente representaba asimismoun obstculo en e l caldeado ambiente provincial .Posiblemente el Conde maguer su imparcialidad erasospechable para las autoridades, por su act i tud l iberal yantecedentes de re lacin con los r ivales del part ido gobernante , que se interpretar an como de compromiso con e j los.De todos los motivos de reflexin, surga la evidencia deque no haba apuro en las esferas oficiales para dar ms poder aesos colonos que a su v ez no les era n favorables, entre gn doles t ierras en plena propiedad, ni menos, en consentirles la expansin que en virtud del contrato original solicitaban. Losintereses creados y el sentido poltico, obstaban por igual a lasaspiraciones lugareas.Edmundo de Tessires , dotado del mismo carcter f i rmey recto de su antecesor, estaba sin embargo decidido a insistirlegalmente sobre lo que corresponda por derecho a las famil ias que con su padre gui.Viaj a Rosario, donde se entrevist con el cnsul francspara obtener la proteccin diplomtica en el conflicto, y dejen depsi to en e l Consulado e l contrato de colonizacin queamparaba sus razones, celebrado por Len en 1867.All tambin, en esa oportunidad, deposi t e l testamento,donde dejaba sus bienes a Mara Gaspoz. De vuel ta en Cayast,slo le quedaba esperar los resultados de esta ltima gestin.Parece que presuma su posible f in, tomando las providenciasdel caso, con la simpleza de un nimo valeroso.

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    V IVelando por la fe ( * )

    Orar era e l remedio, para tener quietud, y que se hiciesela voluntad del cieo. Adems del agreste retiro de los Condes,en la Colonia haban construido la casa comn de oracin.Todos los colonos trabajaron afanosamente llevando y trayendo con sus carros mater iales y herramientas para levantarla capilla, cuyos cimientos quedan en el cementerio del lugar.La divisin religiosa haba sido un motivo de su migracin desde San Carlos, y una de las primeras preocupacionesde los nobles fue proporcionar a la poblacin, ya sin contiendas, sit io y tranquilidad para el culto de sus creencias.Asimismo, obtuvieron el traslado de un misionero desde la reduccin de San Jernimo, que dependa a su vez del conventode San Lorenzo ( ' ) . En ese t iempo, era fray Ermeti Constanza,quien enseaba las primeras letras a indiecitos y gringos, ydaba la misa dominical, a la cual asistan tambin los colonoscatlicos de Helvecia ( 2 ) .Estos haban celebrado ya ese 16 de julio el festejo patronal de la Virgen del Carmen, y ahora preparaba la Coloniadel Conde su f iesta del 8 de se t iembre, Natividad de Mara.

    ( ) Este captulo recoge casi exclusivame nte la tradicin popu laren la que existen versiones diferentes, y la costumbre que en partese conservaba en las procesiones religiosas del pueblo.( ' ) Bicentenaro del convento San Carlos. (Tercera nota) : Artculopublicado por Fr. Tefilo Luque o. f. m. en diario "El Litoral", Santa Fe,con fecha 2 de enero de 1980.( 2 ) WILCKEN, Guillermo: Informe sobre Colonias, citado, pg. 123.13

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    Como entonces fal taba un mes para la fecha, se reuna enel atrio a ensayar la procesin, un pequeo ejrcito de pazencargado de guardar la .Veteranos suizos formaban la escolta, encabezados por elde mayor graduacin, don Francisco Fergener luego derivadoen Ferricher, que la diriga con militares voces de mando ylos ademanes de su sable , engalanados todos con vest imentastpicas de sus milicias montaesas. Precedan a la Virgen "lessapeurs" , o zapadores, adornados de casaca azul y gorro depieles , que cortando el aire en cruz con sus alabardas abransimblicamente el paso. Segua la santa imagen sobre el solio,sostenido por el Conde y tres de los vecinos ms antiguos. Detrs venan en formacin los fusileros, con uniformes rojiblanco s cub iertos de em plum ado s som breros alpinos, flameandosobre ellos el pendn de Valais, que os enfrentar al mismoLuis XIV. Por l t imo se encolumnaba e l resto de la grey. Elcolorido cortejo daba vueltas en cuadro alrededor de la capilla,mient ras repicaban las campanas , de tenindose a cada rumbopara pronunciar una intencin. Terminado el rezo, la columnacontinuaba la marcha a la estruendosa seal de una descargade fusi ler a , y nuevos repiques de campanas, acompaadostal vez por la algazara de los pjaros que partiran espantadosde las chacras vecinas.Al entrar todos para la misa, los reciban los gravesacordes del rgano del templo. Un rgano en medio de loscampos, en aquel t iempo. Y un hbi l organista , don Jos In-vinkelried, cuya maestra mudaba en goce el religioso oficio.Tanto, que no alcanzaba e l recinto para cobijar la gente queacuda a veces desde lejos para oirlo.Cmo haban l legado uno y otro a esa poblacin? Vimosque las favorables condiciones de instalacin de la coloniapermitieron la obtencin de cierta riqueza. El enorme instrumento arr ib un da desarmado desde Suiza y fue desembarcado en e l pu erto po r e l vapo r " guila" , a encargo d e don JosMangold, que saba e jecutar lo y haba querido costearse esegus to , const i tuyndose muy pronto su casa en visi ta obl igadade casi todo el vecindario, que concurra all a satisfacer lahumana necesidad de escuchar msica.El obje to de tan nutr ida concurrencia termin por cansara don Jos, que resolvi al fin ponerlo en venta. Y decidi adquirrselo la comisin de iglesia, para que acompaase la misa44

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    su l indero, don Jos Invinkelr ied, que tambin e jecutaba y lacantaba con melodiosa voz de tenor . Este era descendiente delos tradicionales guardias suizos del Vaticano y se haba criadoentre las prcticas de la fe. All haba aprendido su arte.Cuando se t raslad a Amrica t rajo escasas pertenencias. Entreellas, un pergamino que dej a sus hijos como preciada reliquia: la bendicin e indulgencia plenaria del Papa para l ysu descendencia, hasta la tercera generacin ( 3 ) .Era un hombre modesto y alegre , que viva s in ambicin,cul t ivando la huerta , ordeando sus vacas y ayudando a losvecinos. Pero el domingo se transformaba en un duende feliz,que haciendo preludios sobre e l teclado con sus gi les manos,convocaba al l lamado de potentes notas a los labriegos para laoracin.Aos despus de la muerte del Conde e l rgano fue l levadoa Santa Fe para efectuarle composturas, y ya nunca fue devuelto, quedando en una iglesia de la capital. Las elegantesdamas de la ciudad que entonan cnt icos al impulso de sussones, no saben que esa msica no era para ellas.Naci para los simples campesinos el da que dejaban elt rabajo de sus manos, unindolas en ruego junto al Conde,bajo la capilla de Cayast, mientras los dedos vivaces de JosInvinkelr ied iban t repando escalas de sonidos tubulares y consus corazones volaban de la t ierra, para vibrar en trmolo uninstante al lado del Seor.

    (3) Se conserva en poder de doa Juana Delset de Invinkelried, ensu casa de la colonia. 45

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    V I IU n a c a r t a d e d e s p e d i d a ( * )

    El 10 de jul io de 1882, Edmundo de Tessires redactabaen Cayast, con su puo y le tra , e l testamento en favor de Mara Gaspoz (* *) . Unos das despu s, la ma dru ga da del 19 dejulio, luego de las oraciones y ejercicios habituales, el Condese dispuso a cumplir otro deber de amistad: escribir a AntonioGaspoz, que se encontrar a entonces en la casa de un hermano,en Pars.Recordando la f igura de Antonio, algo ms joven que l ,a legre y marcial , inici espontneamente e l encabezamiento:Mon general-.Com o acostu m braba a J lamarlo, con afecto. Sonreira altrazar las l neas siguientes:

    uMi general: Este ttulo slo a usted le cuadra, y sinduda no tendr necesidad de descender hasta la firma parareconocer a quien le escribe. H e esperado hasta este da paraque mi carta sea recibida por usted en ese domicilio, pues sin(*) Carta d e pu o y letra de E dm undo de Tessires, dirigida a M onsieur Antoine Gaspoz, que en este captulo se transcribe ntegramente, traducida de su original francs. Est fechada en Cayast, el 19 de juliode 1882. Fue conservada por los descendientes de Antonio Gaspoz; yactualmente pertenece al archivo particular del Dr. Salvador Dana Montano, Santa Fe.(**) Conf.: "Francisco Mara Edmundo, Conde de Tessier - BoisBe rtrand - Testa m en tara " - Expte . N

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    esta precaucin, su hermano leyndola me hubiera visto comoa un alardoso, y la hubiera tomado sin duda por una mistificacin .Antonio ha viajado juntamente con Carlos Bournissent.Ambos eran hombres de confianza de Edmundo, y fueron losprimeros que poblaron con los Condes e l paraje , mientras serealizaba la mensura del pueblo y de la colonia. Bournissent fueel primer colono designado como teniente juez de la poblacin,dependiendo del Juez de Paz de Helvecia- Durante e l pr imergobierno de Ir iondo, despus de negarse a e jecutar una ordenemanada del ministro por tacharla de i leg t ima, fue re levadode su cargo.

    Con el pensamiento puesto en los dos hombres, e l Condecontina la car ta:Espero que vuestro viaje haya sido feliz y se haya efectuado sin accidentes .El padre , viudo desde hace poco t iempo, querr not iciade los nios y jvenes que en esos momentos duermen bajo sucustodia:No es necesario decirle com o todo el mund o hace votospor su feliz retorno, el que desearamos lo ms prximo posible, si no fuera el caso para usted de recuperar lasalud. Yome adelanto, ante todo, a tranquilizarlo sobre el estado de laspersonas y de los negocios. Todo, gracias a Dios, est en elmejor estado .Elude problemas de fondo, que sin duda hablaron ya,personalmente. Pero s , a continuacin, se referir a un casoobligado: el de la crecida de las aguas fluviales, que han invadido los campos anegadizos, y en esa estacin invernal, impiden todava e l desahogo de la hacienda, que los pobladoresaco stum bi'an a inv ern ar en las islas y rinconadas.

    Por eso le informa:Los ros descienden, sin apresurarse demasiado, sin embargo, de suerte que no puedo saber an en qu poca volveremos a estar en posesin de la isla .Pensar que fe l izmente quedan lomas en la estancia,y en e l cam po q ue ha co mp rado e n sociedad con Bournissent, al norte de la Colonia, mientras que los vecinos ocupan para sus vacas las alturas de los terrenos de pastos comunesen e l Mocoret, hacia Saladi l lo, de modo que e l ganado podrsostenerse hasta que las aguas bajen lo suficiente.48

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    Para ejercer el pastoreo comn, el Conde y los colonosse han obligado a cercar las concesiones agrcolas ( ' ). As esque la situacin, aunque los daa porque merma y enflaquecelos rodeos, no los apremia-Recordar que el fundamento del quehacer agropecuario,fue expuesto en la nota que l redactara y firmaran los colonos,en 1875, al gobernador Iriondo. Decan a l respecto: ' " . . .elplan de la colonia es exclusivamente apropiado en su doblecarcter agrcola y pastoril; que si no tuviese esas dos industrias juntas, sera necesariamente reducida a un nmero defamilias demasiado chico.. ." ( 2 ) .Era la visin de los fundadores para el desenvolvimientode la comunidad, expresada asimismo en la nota enviada alministro Argento, en 1875, por el teniente juez Carlos Bourrassent, que, asesorado por Edmundo, adverta: "Vivo en lacolonia desde su origen y la conozco bien; declaro en concienciaque si se muda algo del plan actual de ese establecimiento, selo arruinar, y como tantos otros, yo soy testigo de que todoslos colonos, confindose en la firmeza de los empeos, hanvenido ac atrados por la bondad de dicho plan, cuyo efectoes conciliar la seguridad de los sembrados con la existenciade animales suficientes, pues no se debe olvidar que la coloniano tiene ni bastante terreno de pastoreo para tantas familiassi fuesen meramente pastoriles, ni bastante terreno labrantosi ellas hubieran de ser exclusivamente cultivadoras" ( 3 ) .

    ( ' ) a: Reg lame nto pa ra la C olonia d e C ayast. Ejem plar en francs,de puo y letra de Edmundo de Tessieres, suscripto por los primeroscolonos, el 12 de abril de 1874. Archivo del Dr. Salvador Dana Montano. Santa Fe. b) Contrato de medianera entre el Conde y los colonosde la Lnea Sur. adonde l se compromete a pagar de su cuenta por laprimera vez el total del alambrado divisorio, en Cayast, el 22 de setiembre de 1877; obrante en autos caratulados: "Francisco Edmundo,Conde de Tessier - Bois Bertrand - Testamentaria", Expte. N* 25,fs . 12 , T. I. 1884 - Exp edien tes C iviles - Archivo Histrico de la Pro vincia de Santa Fe.( 2 ) Nota d e los colonos al Gob ernador d e la Provincia, ac om paadapor otra de similar tenor, redactada de puo y letra de Edmundo deTessieres, quien firma por su padre el Conde Len. Obran a fojas 107y 109* respectivamente, del Tom o 22, Ao 1875 - Expediente de la Es cribana de Gobierno. Archivo Histrica de la Provincia de Santa Fe.( 3 ) Nota del teniente juez Carlos Boumissent al Ministro General deGobierno, fechada er Cayast, el 23 de febrero de 1875. Tomo 22, Expedientes 1875, Escribana de Gobierno. Archivo Histrico de la Provincia de Santa Fe. 49

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    Ms estos son hechos conocidos por el destinatario de suepstola , quien sabe tambin con qu talante hay que tomaresos golpes de la naturaleza. Por ello concluye:Debem os ser, con seguridad, g entes muy amab les, puesto que el agua nos regocija con sus peces, en el afn de queMa dame la creciente no tenga que despedirse de nosotros .Y sigue la car ta: No deb o olvidar de darle la d ireccinde Mon sieur Francezn, la que no he pensado en hacerles conocer antes de vuestra partida. Vive en Clamait, rue de l'EgliseN p 3> Bauliene de Pars. Es un hombre honrado, que los conducir como un verdadero amigo. Le aconsejo ver un mdicoespecialista que lo tratar por los males de estmago, y a finde que evite los charlatanes, ser tambin el bueno de Francezn quien po dr ponerlo al tanto .El mismo Edmundo prepara los remedios para los pacientes, con la ayuda de Nicols Jaix, que es su vecino delNorte , compadre de Antonio, y af icionado a la bot ica (") .Pensando en las dif icul tades que suelen tener para conseguirlas sustancias bsicas, necesarias para elaborar las pociones enlos casos ms corrientes, contina escribiendo:

    Recuerde tambin hacer una pequea provisin de remedios de buenas calidades, sobre todo de los que se aplican a los males de estm ago, de pecho, etc- Nicols me recuerda de recomendarle adquirir azcar Candi y vitriolo blanco para compon er su clebre remedio para la vista. M s adelante le dir ms sobre las cantidades y proporciones .Algn animal aullar en la lejana. Cortar su reflexinel grito de un ave cazadora. Otra vez sentir la impresin delpeligro.En cuanto al asunto de las armas, deseo ante todo queel fusil que usted traer para m, sea provisto de un excelentesable bayoneta .Tuvo que usar lo antes , en las h incheras de su ba ta l ln . . .Amante de la paz y de la ley, en su colonia los fusiles hanservido slo para festejos y entretenimiento. Aunque la leyautoriza a defender con armas los derechos, cuando los qui tala fuerza o el despotismo.

    ( 4 ) Recetas de pociones, algunas con matices esotricos, se encuentran por ejemplo, anotadas en francs con la letra de Edmundo de Tes-sires, debajo y al dorso de una vieja cuenta de la modista de su madre,encabezada: "Doit Madame De Boisbertrand - Turn, 1er. Marz 1831...".Archivo del Dr. Dana Montano. Santa Fe.50

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    Insisto tambin en unos buenos largavistas, forrados encuero o en madera, o montados en cuero, con muchos lentesde recambio .Pero debe recordar su objetivo principal al viajero:

    Querido amigo: me detengo por falta de materias, sinembargo yo no puedo terminar sin encarecerle de volver restablecido con vigor, sin parar en otros miramientos, a fin dequitarnos una afliccin. Lo ms presto p osible ser lo mejor .Luego su pensamiento se proyecta a otro lugar de la colonia:Diga tambin a Carlos que todo va bien en su finca -El da anter ior , habr preguntado a los nios de Antonio,qu mensaje mandar an a l padre , y ahora lo t ransmi te :Adis pues, todo el mund o le enva un enrgico abrazotransatlntico .Anima a los compaeros:

    No se aburran. Es decir, muvanse y divirtanse, comodebe ser. Arrojemos la melancola si trata de seguirnos, queella slo es a propsito para el campo argentino .S, e l la impregna e l humor de sus hi jos. De dnde vieneesa tristeza criolla? De no tener fronteras entre campo ycie lo? De sent irse un punto apenas, en ese l lano terr i tor ioinfinito? De dnde viene el silencio de esa noche, que agitalos pastos helados y que a veces se mete en los fogones, mientras los hombres se quedan ensimismados, contemplando elsuelo?Edmundo f i rma ya la despedida de sus colonos:Vuestro muy devoto y pw siem pre fiel amigoConde de Tessires .Amanece . El Conde apaga la lmpara y sa le a dar un paseo, con la t ranquil izante luz del alba. Los pulmones respiranel aire fresco de la costa. Las botas hacen crujir la escarcha-Ya el sol enva su primer rayo rub. Muchos pequeos solesasoman en los naranjos de la quin ta . . . Es un l indo pa s . . . Para romper con su melancola , es preciso t ransformarlo. Transformar es trabajar. Trabajar es amarlo.Divisa a lo lejos a Nicols que ya trajina en sus cultivos,y camina hacia l . Regresa al rato. Retoma la car ta que haquedado sobre la mesa y escr ibe:

    P.D.: Nicols no ha podido determinarme por cantidades precisas las proporciones relativas al vitriolo blanco y al51

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    azcar Candi que exige la composicin de su remedio, perodice que la receta llevaba 10 centmetros de cada una de estassustancias por litro de agua.Ha terminado. Dobla cuidadosamente el papel. En un sobre lacrado, Luis lo llevar hasta la ribera para entregarlo ala mensajera del vapor "El Quinto". Mudando de embarcacin, de puerto en puerto, el saludo llegar sin las ligadurasde su autor a la patria lejana. Ms adelante, Antonio Gaspozle traer nuevas de ella...Pero no sera as. Cuando la carta iba en camino, pasaroncosas tremendas. Al arribar a Pars ,no encontr al destinatario,que haba vuelto precipitadamente a su casa, al tener malasnoticias. El hermano la devolvi a Cayast, donde lleg porfin a las manos trmulas de Antonio. El remitente ya no estabaall. Esas lneas eran su ltima despedida.

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    V I I INoche de t ragedia ( * )

    Con las primeras sombras del domingo seis de agosto demil ochocientos ochenta y dos, una cerrada llovizna haba comenzado a caer sobre el pueblo.Era una mala noche para los colonos, que se haban reunido a bailar en la casa de Julio Carrel, cercana a la ribera.Aunque a pocos pasos el ro azotado por el viento se estremeca en espumosas marejadas, desde el interior de la casa deCarrel hendan la tempestad alegres luces, eco de voces y sonde msica. Calor de la presencia de la gente que mitigaba lainclemencia del tiempo gozando de la compaa.Los valesanos de ms edad formaban rueda cambiandoideas y noticias. Conversaran tal vez en su lengua natal,de aquel tema comn, que era tener la propiedad de las concesiones, y retener all la descendencia numerosa.Aguardaban que les otorgaran los ttulos de los potrerosde pastos comunes ya parcelados, y queran tomar posesin dela ampliacin de la colonia hacia el Saladillo, que representaba las dos terceras partes del total estipulado en el contrato de colonizacin: unas seis mil hectreas, destinadas adividirse entre nuevos propietarios, apenas se diera la actividadque corresponda al Estado provincial.

    ( ) Los datos fun dam entales de este cap tulo estn contenidos en elsumario judicial: "Archivo General de Expedientes Criminales PrimeraCircunscripcin Ao 1886, Tomo III, Nros. 12 a 27, caratulado:"1882. Criminal contra Cirilo Lemos, Gaspar Lemos, Rafael Sequeiray Honorio Mendoza, por asesinato y robo. Iniciado el 14 de agostode 1882". Archivo Histrico de la Provincia de Santa Fe..53

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    Entonces acreceran su labor los hi jos, que ayudaban enlos surcos desde nios, y podran realizar el simple sueo deseguir unidos en el porvenir.El conde Edmundo, procuraba e l cumpl imiento de l compromiso anter iormente suscripto entre su padre y e l gobierno,pero segn sus ltimas confidencias, las gestiones no resultabanfavorables.Algunos lamentaban entonces haber dado por cier tas lasexpectat ivas, a l punto de l lamar para part icipar del t rabajo deesas t ierras , a parientes que quedaban del otro lado del mar.Quizs durante un lapso continuaron tales comentarios,hasta que aquellas personas, solicitadas por los ms jvenes,pasaron al centro del saln, agregndose a la algaraba delbaile. La incorporacin de los mayores, como suele ocurrir ,hara crecer en animacin la f iesta , que pareca encaminada acontinuar alegremente , a l comps de las polcas y valesanas.Sin embargo, en instantes en que adentro se re a y bai laba,un reducido grupo de hombres mandado por e l t en iente juezy acompaado por un nio de ojos l lorosos, golpeaba las puertas t rayendo una grave not icia: una banda de foraj idos habaatacado y saqueado la casa del Conde, asesinndolo y matandotambin a las hijas de Gaspoz.Esto era lo que re lataba Antonio, hermano de esas nias,que escapando providencia lmente de la matanza , haba cor r idoangust iado en busca de socorro, casi una legua en medio de laoscuridad y la l lovizna. Afirmaba que los asesinos eran nueve,y estaban todava en e l lugar de los hechos, no habiendo advertido su ausencia.Un pe lo tn de quince hombres armados par t i encabezadopor Victorio Blanche, joven de temple decidido. Haba l legado con sus padres desde Francia a San Carlos cuando contaba doce aos. A los diecisiete haba seguido a los Condeshacia Cayast junto a su hermano Remigio, que tena dieciocho ( ' ) . E n los l t imos t iempos, E dm un do , viendo en l sensibi l idad para la medicina, haba comenzado a t ransmit i r le susconocimientos, con mandato de velar por los enfermos.Ahora, l levando detrs un grupo acongojado y silencioso,caminaba apresurado rodeando los bajos y cortando campo,hasta que despus de una larga marcha vio surgir , t ras la cor-

    ( ' ) GORI, Gastn: Colonizacin suiza en Argentina. (Colonizadoresde San Carlos hasta I860), pg. 80. Ed. Colmegna, Santa Fe, 1947.54

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    t ina de agua que caa incesante, el blanco bulto de la casa yla arboleda.No se vea luz, ni se escuchaba ruido alguno. Blanche intim en voz alta a los asaltantes, mas slo respondi el silencio. Hasta que, luego de otro intento, una entrecortada vozde mujer contest desde adentro que ya los asesinos se habanido. Cuando entraron, se present ante sus ojos la escena delinfortunio. En el piso de la cocina, en un charco de sangre,yaca inmvil Edmundo de Tessires , manteniendo entre losdedos cr ispados, cabel los que arrancara a su matador al defenderse.En la habi tacin siguiente , encontraron t res cr iaturas degol ladas, mientras una pequea de s ie te aos, Antonieta , creyendo que eran los asesinos que volvan, les suplicaba de rodillas que no la matasen. En la pieza contigua, tendran quever otro cuadro desventurado. Dos de las nias mayores yacanen el sucio. Mara estaba muerta. La otra viva an. Era Mart ina, quien haba respondido a los hombres, y que no podamoverse a causa de las heridas recibidas.

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    IXL a muerte de l Conde ( * )

    Aquel atardecer, la familia se encontraba reunida junto alfogn de la cocina, mientras la llovizna comenzaba a caer consostenido golpeteo sobre el tejado. Luis, el mayor de los varones, ha viajado a Helvecia, y no volver esa noche debidoal temporal, quedndose ya cerca, por el camino, a dormir enla casa de Eugenio Motard, prometido de Mara.En la casa del Conde, dos de las jvenes conversan juntoa l. Los chicos ya han cenado y estn con Mara en las habitaciones opuestas, al otro lado del patio.De repente, ruido de cascos y ladridos de perros anuncianla llegada de jinetes. Sale Edm undo afuera e invita a los cuatrorecin llegados a desmontar y hacer noche all. El que encabeza el grupo es un hombre joven, Cirilo Lemos, quien ha venido otras veces desde Santa Rosa, poblacin vecina del Sur,a comprar reses que revende en las pulperas, y con tal pretexto se acerca entonces.Llevan los cuatro casi la misma vestimenta: saco, bombacha y botas de charol; poncho de color pampa, pauelo deseda en el cuello, y sombrero de alta copa. Tres de ellos usanpoblada barba. Otro es apenas un mancebo que tiene lampioel bozo.El Conde los convida a sentarse alrededor de la mesa.Adela y Martina se turnan para atender los platos. Terminada

    () Con referencia general a este captulo: "Archivo General de Expedientes Criminales - Primera Circunscripcin - Ao 1886, Tomo III;Nros. 12 a 27, caratulado: "1882 - Criminal contra Cirilo Lemos, GasparLemos, Rafael Sequeira y Honorio Mendoza, por asesinato y robo. Iniciado el 14 de agosto de 1882". Archivo Histrico de la Provincia deSanta Fe. 57

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    la comida, tuestan caf que sirven a Edmundo y los visitantes,y luego se retiran a la habitacin de los nios.Tessires gusta hablar con los hijos del pas. Ha tratadocon gauchos genuinos, colaboradores de la colonia; ha podidoprobar sus virtudes, y admirar su versacin en toda clase detrabajos campestres . Acoge cordialmente a los t roperos, ignorando su intencin siniestra. No sabe que stos son malosgauchos, mcula triste en una raza leal y valiente. Cirilo Lemos,su hermano Gaspar , Rafael Sequeira y Honorio Mendoza, estn aler tas para entrar en accin. Pero esperan e l momento propicio. El Conde l leva la espada al cinto, y han odo decir quees un hombre gil y diestro. Cirilo trata de inspirar su con

    f ianza. Sabe conversar y busca hablar de temas que agradenal noble. Le relata las carreras que ha visto en las fiestas deHelvecia. Le promete que va a regalar le un cabal lo muy l indo.Comienza a ponderar la espada de Tessires , su hermosa empuadura, y hasta le pide que lo deje verla . El Conde, quizsen esos instantes de solaz que desvanecen prevenciones, desenvaina y tomando el arma por la hoja, se la entrega. Estaera la ocasin. A una seal, todos se abalanzan sobre l. Lemosle hunde la espada varias veces en e l cuerpo, aunque su cabel loes atenaceado por los dedos de Edmundo; pero entre todos,luego de un largo forcejeo, lo apualan y degellan. Las vocesy ruidos de muebles derr ibados aler tan del pel igro a las nias,quienes corren a cerrar la puerta , en momentos en que ya esempujada desde afuera. Al no poder entrar, Cirilo Lemos lesgrita para intimidarlas que ellos son nueve y slo quieren el dinero , que abran y nada les pasar. Las nias encuentran dosbolsas con oro y plata, que Antonio arroja por la ventana alos bandidos. "Esto no es todo les dice Lemos. Dnde estlo dems?". Rebuscan las nias por armarios y bales, y terminan arrojndoles todas sus joyas y las de su protector, entrestas, el cinturn y unos espolines de oro del Conde. Pero esono conforma a los asal tantes , que preguntan dnde est la moneda "enterrada" ' . Al contestar las nias que no lo saben, Lemosordena enfurecido a sus secuaces que echen la puerta abajo.La rompen con un hacha , y pene t ran dec id idos a hacer confesar a las jvenes dnde est el resto del dinero. Hacen pasara los ms pequeos a una pieza contigua, donde los encierran.Ent re tanto , en un descuido, Mar a se ha apoderado de una p is tola , y de una espada que ent