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José Jairo González Arias*

RESUMEN

El Pato, Balsillas y Guayabero son nombres que evocan los fenómenos de la colonización armada y los conflictos violentos prolongados. En el presente texto se hace un análisis socio–económico, físico–geográfico y demográfico sobre la región de El Pato, a propósito del desarrollo en los planes de las zonas de reserva campesina. La conclusión conduce a hacer realidad una mayor participación de la comunidad campesina.

SUMMARY

El Pato, Balsillas y Guayabero are names that evoke the phenomenon of armed colonization and prolonged violent conflicts This text makes a socio-economic, geographical and demographic analysis on the region of El Pato, based on the development of plans of rural reserve areas. The conclusion drives to construct a major participation of rural communities.

El Pato: una resistencia en la historia y en el espacio

* Investigador y consultor. Pertenece a la Plataforma Sur de Organizaciones Sociales. Ha publicado numerosas investigaciones socioló-gicas sobre regiones de conflicto en Colombia.

Esfera. volumen 1, número 1. Enero - Junio 2011. Bogotá D.C., Colombia. Pp.115 - 135

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Introducción1

Este es un trabajo, tipo monografía analítica, sobre la región denominada El Pato – Balsillas, incluida su cabecera municipal, San Vicente de El Caguán, conocida suficientemente por las fallidas negociaciones de paz a comienzos de la primera década del 2000.

La formulación legislativa, la regulación y pues-ta en marcha de las Zonas de Reserva Campe-sina (ZRC) pusieron de presente las enormes resistencias suscitadas por una residual política de reforma agraria formulada al finalizar el pa-sado milenio. Como el canto del cisne, las zo-nas de reserva campesina parecen despertar a la modernidad y al desarrollo en medio de las con-diciones más adversas desde el punto de vista social, económico, ecológico, político y militar.Ni siquiera la probada e impresionante capaci-dad de resistencia de las comunidades campesi-nas parecen ahora anteponerse a las inapelables condiciones de la globalización y de la guerra que amenaza. No obstante, subsiste la posibili-dad de articular desde lo local estrategias, planes, programas y proyectos que generen condicio-nes de favorabilidad económica, social, ambien-tal y políticas, no sólo para la sobrevivencia de estas comunidades y economías campesinas, sino también para la generación de procesos de cambio e innovación que permitan establecer el equilibrio entre las estructuras agrarias y las comunidades rurales, quizá prerrequisito para la resolución pacífica de los conflictos y el logro de una paz estable y duradera, tal como estaba concebido en los propósitos que dieron origen a las Zonas de Reserva Campesina.

No es extraño que este instrumento de política especial agraria, las ZRC, durmiera en los articu-lados de la Constitución, primero, y luego en

1 La extensión del municipio es de 28.300 Km2, de los cuales 10.703 Km2 se encuentran en zona de litigio con Meta y Guaviare y so-lamente 17.597 son reconocidos por el IGAC como territorio del municipio de San Vicente del Caguán.

los anaqueles de los Institutos, hasta que tuvo que ser despertado de su sueño por las sorpren-dentes demostraciones de movilización rural, producidas en 1996 en parte de la Amazonia co-lombiana, en los departamentos del Guaviare, Caquetá y Putumayo, en la conocida por enton-ces y no sin cierto desprecio, aunque con seguro asombro, como “la Marcha de los Campesinos Cocaleros del Sur”.

No por casualidad el Plan Piloto de las Zonas de Reserva Campesina (PPZRC), financiado por el Banco Mundial, con contrapartida del Gobier-no colombiano, tuvo en cuenta la histórica zona del Pato, para la aplicación de uno de sus pilotos. Había que develar el misterio de las reformas y contrarreformas agrarias, tantas veces ensaya-das. Buscar, en el fondo de las estructuras agra-rias, de las relaciones de poder en el campo, de sus relacionamientos con los poderes centrales, la clave de los procesos de gobernabilidad de-mocrática, de negociación y tramitación pacífica de los conflictos. Y la ZRC de El Pato–Balsillas, podía constituirse en esa excelente oportunidad de aprendizajes mutuos e innovación constante.Sin embargo, nada se ha ganado todavía. Tam-poco puede ser una marcha que se detenga a mitad de camino. Mientras la guerra arrecia, también crecen las esperanzas de un nuevo pac-to económico, social, ambiental y político con el campo, muy a despecho de los “posmoder-nos”, que creen que la reforma agraria es asunto del pasado y que ya perdió su cuarto de hora, aunque ésta no haya tenido siquiera un minu-to. En cambio, ha continuado la tendencia hacia la concentración de la propiedad rural con su consiguiente estela de miseria y desplazamiento forzoso, pues no hay que olvidar que es precisa-mente en las regiones en donde ocurre la mayor concentración de la propiedad rural donde se producen los mayores desplazamientos de los campesinos.

Al mismo tiempo, han variado los patrones de inversión en la agricultura al incrementarse la valoración en los eslabones del procesamiento y disminuyéndose en la producción primaria, lo

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que ha traído como resultado la disminución de las áreas de producción agrícola campesina, en favor de las áreas dedicadas al pastoreo de gana-do o a los sistemas agroindustriales.

Lo anterior sin soslayar el hecho de que los cam-bios y los procesos ocurridos en la sociedad co-lombiana, especialmente en el campo durante las tres últimas décadas, han incidido notoria-mente en las economías campesinas. Es inevi-table, dada su capacidad de resistencia, que por algunos ha sido vista como francamente pertur-badora y peligrosa, buscar sus potencialidades y perspectivas dentro del desarrollo sostenible, incorporando nuevos elementos sociales, cul-turales, políticos, ambientales y de género, que definan y reorienten más el contexto de estrate-gias, planes y programas, mas allá de las visiones de coyuntura o puramente economicistas.

Las ZRC podrían, si median voluntad política, instrumentos y recursos, provocar un reordena-miento no solo de la agricultura sino también de los demás sectores de la economía y, por supues-to, de la política, de modo que eviten ser asocia-das al malestar social rural y a las violencias regio-nales, con las que usualmente se tiende a asociar a las economías campesinas. De paso, podrían constituir una pista de aprendizaje para el ejer-cicio de la democracia local y, sobre todo, para insistir en el camino de construcción de la paz.

Localización y aspectos geográficos generales

La región de El Pato – Balsillas se encuentra si-tuada en el noroccidente del departamento del Caquetá, en las estribaciones de la cordillera Oriental, en jurisdicción del municipio de San Vicente del Caguán, y está atravesada por la carretera, culminada recientemente, que desde Neiva la comunica con la cabecera del muni-cipio de San Vicente, en una extensión de 180 kilómetros, aproximadamente. Limita por el nororiente con el río Guayabero, jurisdicción del departamento del Meta, por el sur con el río

Caguán y la inspección de Las Guacamayas, por el oriente con el departamento del Meta y por el occidente con el departamento del Huila.

El área, así delimitada históricamente, se divide en cuatro zonas, a saber: el valle de Balsillas, de clima templado y topografía plana; el Alto Pato, de clima frío y topografía ondulada; el Medio Pato, de clima templado y de topografía más accidentada; y el Bajo Pato, de clima templado y cálido, de topografía accidentada en su parte norte y ondulada y plana en su parte sur. La re-gión se halla cruzada por numerosos ríos y que-bradas de caudal constante, debido a las lluvias que caen durante 8 meses del año, dificultando gravemente la movilización de los colonos y campesinos de la región2.

Aunque el área estimada para la región en un sentido amplio asciende a 230.000.00 Has, que incluyen 120.000.00 Has. de las 444.000.00 de la extensión del Parque Nacional de la Cordi-llera de los Picachos, en un sentido estricto, de acuerdo con la delimitación establecida por el PPZRC, el área correspondiente a la ZRC de Balsillas – El Pato asciende a 111.559,05 Has, de las cuales, cerca de 60.022,09 Has. se encuen-tran distribuidas en las fincas, según los datos arrojados por la ESAP, y proyectados al 100%.

La subregión correspondiente a la zona de Re-serva Campesina de El Pato – Balsillas, está compuesta por treinta y seis (36) veredas, distri-buidas en las cuatro zonas así: cuatro en la zona de Balsillas, con una extensión total de 15.664.46 Has; seis, en el Alto Pato, con una extensión de 19.340.49 Has; catorce veredas en el Medio Pato con una extensión total de 31.535.29 Has y doce, en el Bajo Pato, para una extensión total de las cuatro zonas que comprenden la ZRC, de 111.559,05 Has, frentes a las 1’759.700 Has del área total correspondiente al municipio del Caguán, reconocido por el IGAC3.

2 González Arias, José Jairo (1988). Caminos de Oriente. Bogotá: CINEP. Pp.182.3 Ibíd.

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En la ZRC de El Pato – Balsillas, existen dos Ins-pecciones Municipales de Policía: la Inspección de Balsillas, creada en 1980, como Inspección Departamental de Policía, mediante Decreto No. 0054 del 28 de noviembre del mismo año y asumida posteriormente como Inspección Mu-nicipal del municipio de San Vicente del Ca-guán, y la Inspección de Guayabal, creada como Inspección departamental mediante Ordenanza No. 018 del 29 de noviembre de 1983 y asumida posteriormente por el municipio de San Vicen-te mediante Acuerdo. Existe también un asen-tamiento indígena Páez en el Bajo Pato.

La población total estimada para las cuatro zo-nas que corresponde a la ZRC es, de acuerdo con las proyecciones de la ESAP para el año 2000, de 5.059 habitantes aproximadamente, correspondiente a una octava parte de la pobla-ción total del municipio de San Vicente del Ca-guán, estimada en 42.000 habitantes.

De las cuatro zonas que integran la Subregión de la ZRC, la correspondiente al Bajo Pato es la más grande, con 45.019,3 Has, donde se ubica la vereda con mayor extensión, La Campana, con 6.951,3 Has. La vereda La Libertad, localizada en el Medio Pato, es la más pequeña. La zona de Balsillas es la de menor extensión territorial de toda la subregión, con 15.664,0 Has.

Desde el punto de vista de la población y su den-sidad encontramos, según la misma tabla, que la zona correspondiente al Medio Pato es la más poblada, con 1.771 habitantes y, a su vez, la de mayor densidad poblacional, con 5,62 hab. /Km2. Mayor densidad explicable, por cuanto en ésta se encuentran ubicados los dos caseríos más im-portante de toda la ZRC (Rovira y Guayabal). La zona de menor población es la de Balsillas, con 270 habitantes, siendo también la de menor índice de población 1,72 hab. /Km2. En ésta zona se encuentra localizada la vereda con menor población, Los Libertadores, con 39 habitantes, mientras que la vereda Gibraltar con 210 habi-tantes constituye la más poblada.

La carretera que de Neiva conduce a San Vicen-te, y se conecta con la de Florencia, constituye el factor articulador de todos los asentamientos de la ZRC, generando una malla vial que se densifi-ca con caminos de herradura que conectan con las veredas. La densificación de la población se produce a lo largo de la carretera, mientras que en el resto se presenta un poblamiento disperso y en algunos casos discontinuo. El centro arti-culador y funcional de la ZRC de El Pato – Bal-sillas, lo constituye la Inspección de Policía de Guayabal.

Proceso histórico de configuración territorial

El proceso de configuración territorial de la ZRC, vinculada a la macroregión de El Pato, está asociado originariamente al avance de la colonización sobre el piedemonte Oriental Ca-queteño, iniciado con la explotación quinera y cauchera de las últimas décadas del siglo xix y principios del siglo xx, proceso que abrió el ca-mino de la colonización hacendataria y campe-sina continuada durante las décadas siguientes del mismo siglo xx.

A lo largo de su proceso de poblamiento y co-lonización podemos identificar cuatro grandes momentos: un primer momento, que llamaría-mos de Poblamiento Antecedente, asociado, como señalamos arriba, a los ciclos de explotación extractivista de la quina y el caucho y que abar-caría hasta 1920. Durante el periodo, si bien no se produjeron colonizaciones propiamente di-chas, con la notable excepción de San Vicente del Caguán, si se generaron las condiciones para el comienzo del proceso de colonización y apro-piación productiva del territorio.

Un segundo momento, que llamaríamos de Co-

lonización Temprana, va desde 1920 hasta 1950, donde se genera realmente el proceso de coloni-zación continuada del territorio y nacen los pri-meros asentamientos, aunque dispersos, en la

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actual ZRC y asociado a los conflictos jurídicos por la delimitación de las tierras consideradas “baldías” entre concesionarios de baldíos, cam-pesinos y colonos, y a la apertura de los prime-ros “fundos” de colonos a lo largo de las cuencas del Balsillas y El Pato.

Un tercer momento, que llamaríamos de Colo-

nización por la Violencia, durante los años 1950–1965, asociado a la aceleración de la colonización como producto de los fenómenos de violencia generados en el interior del país que lanzó sobre los valles y cordilleras de la región a numerosos contingentes de familias desplazadas, y a otras por los procesos de “modernización del campo”.

Un cuarto momento, desde 1974 hasta el pre-sente, estuvo precedido de casi una década de Descolonización, como efecto de las campañas militares contra la zona, adelantadas por el Es-tado, en lo que se conoció como la “Operación Pato”, durante los años 1965–1966, adelantadas dentro la estrategia militar de aniquilamiento de las llamadas “Republicas Independientes”. Pasados los impactos, se inició lentamente, desde principios de la década del setenta, la lla-mada por el gobierno y los campesinos “Opera-ción Retorno”, operación que fue interrumpida brevemente por una nueva campaña militar, la del General Camacho Leiva en 1981, conocida como “campaña de exterminio contra la re-gión del Pato”. Superada la crisis humanitaria que produjo el desplazamiento de más de 200 familias de la región, el proceso colonización y poblamiento de la zona continuó, animado por el comienzo de los ciclos extractivos de la coca y la amapola y por el avance de la carretera, en medio de programas gubernamentales de reha-bilitación, primero; y luego por el impacto del Plan Patriota. Este proceso, con muchos altiba-jos, sigue vigente hasta hoy.

Aunque el territorio fue inicialmente objeto de varias concesiones de tierras, bajo la promesa de apertura de caminos o para la explotación indiscriminada de sus recursos, dentro del me-canismo de apertura hacendataria, el proceso de

colonización campesina de la región comenzó desde los años veinte del siglo pasado. El avance de este proceso lo hace evidente la Resolución 12 del 22 de febrero de 1933 mediante la cual el Ministerio de Industrias autorizó establecer la servidumbre de tránsito sobre la hacienda Bal-sillas, que durante los años anteriores se había opuesto al poblamiento y colonización de las áreas adyacentes al fértil valle de Balsillas.

Con esta determinación gubernamental se ace-leró el proceso colonizador sobre las inmensas vegas del río Balsillas, el Pato y el Caguán, pro-ceso de colonización iniciado entre otros por don Rafael González, quien había explorado la zona en 1926, y continuado por sus hijos Marti-niano y José Domingo González4.

Así, por el paso de Balsillas continuaron llegan-do durante las décadas siguientes campesinos del Huila y del Tolima, entre ellos las familias Córdoba y Ramírez, quienes entraron desde 1936, como lo registran otras fuentes de informa-ción: “el eje de esta intensa colonización campe-sina se ubicó en el Medio Pato, donde comenzó a fundarse un pequeño poblado llamado San Luis del Oso. En 1949, la colonización producía con-siderables cantidades de maíz, arveja, fríjol, café y caña que vendía a la antigua Hacienda Balsi-llas, la que a su vez los sacaba a comercializar a los mercados de Neiva y Cali. La Caja Agraria, por su parte, se había vinculado desde el mismo año de 1949, otorgando títulos y créditos a las 300 familias asentadas en las zonas de Balsillas, del Alto, Medio y Bajo Pato”5.

4 Para la colonización armada en el Caquetá, véase González Arias, José Jairo y Castañeda, Pablo (1987).El Caquetá, de la colonización ar-

mada a la neocolonización coquera. Paipa, mayo, mimeografiado.5 Al respecto, Germán Guzmán, Orlando Fals y Eduardo Umaña, señalan: “otra evidencia de instituciones creadas por razón de la violencia, es la de Galilea y el Pato (Tolima - Caquetá). En aquellas, al ser reducido al perímetro montañoso de la planicie, la multitud se divide por secciones al mando de jefes y subjefes encargados de la defensa armada, el avituallamiento, la moral interna del grupo y la retirada a través de la selva hacia el Pato, donde se configura una comunidad organizada, dirigida por funcionarios que la imprimen determinada orientación ideológica y social” (1962. La Violencia en

Colombia. Bogotá: Tercer Mundo. P. 154).

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Este proceso gradual de colonización campesi-na se vio seriamente trastocado, en los primeros años de la década del 50, por los desplazamientos masivos de algunas familias procedentes del To-lima, Huila y aún de los Llanos Orientales, que buscaban áreas de refugio debido a la violencia desatada en sus lugares de origen.

Ese desequilibrio y recomposición del proceso de poblamiento generó las primeras manifes-taciones de violencia en la región, pues a está habían llegado a refugiarse también algunas cuadrillas de bandoleros y/o exguerrilleros li-berales. De hecho, durante el período inme-diatamente anterior a la llegada de las llamadas “Columnas de Marcha” (1950 -1955) operaron en la zona de El Pato-Balsillas--Alto Caguán las bandas al mando de Juan Antonio Chilaco (a. “Gavilán”), Plácido Eslava (a. “Asombro”), Her-mógenes Salgado (a. “Golondrino”) y Januario Valero (a. “Oscar Reyes”) e iniciaron ocasio-nalmente incursiones las guerrillas de Dúmar Aljure (a. “Capitán Aljure”), procedentes del Guayabero Alto y las de Hernando Palma (a. “Comandante Palma”), procedentes del Yarí6.

Para 1952 existían en toda la región de El Pato 93 familias, cerca de 500 habitantes, la mayoría de las cuales tuvieron que emigrar por causa de la violencia de los primeros años de la década de los 50. Las zonas conocidas como el Medio y Bajo Pato fueron el asiento privilegiado de los destacamentos armados provenientes del orien-te del Tolima en el año 1956.

Uno de los protagonistas de esta primera vio-lencia fue Januario Valero (a. “Oscar Reyes”),

6 La práctica de conformación de grupos de autodefensa como parte de la estrategia antisubversiva data de los años 50 y 60. Sus antecedentes más próximos fueron las llamadas “comisiones de civiles “que apoyadas por el ejército se encargaron durante la dé-cada del 50 de “limpiar” la región de “bandoleros”. Ya durante la década del 60 se forman organizaciones para-militares de carácter nacional como La Fuerza Nacional Anticomunista (FUNAC) y otras que se encargaron de “boletear” a los simpatizantes de los movimientos agrarios. En el Huila, en los municipios de Algeciras, Baraya y Colombia se crearon grupos armados contra los campesi-nos de El Pato y Guayabero.

proveniente de los Llanos Orientales. A su lle-gada a la región de El Pato organizó un grupo guerrillero, apoyado por otros comandos lide-rados por “Barbado”, “Chaleco”, “Vencedor” y “Golondrino”, quienes establecieron su zona de operaciones en Vegalarga, San Antonio, Cabe-ceras de Rivera, Campoalegre y Algeciras, todas zonas aledañas a El Pato. Sus actividades obli-garon a emigrar a la mayor parte de los colonos establecidos en las riberas del río Oso, quienes eran victimas de las operaciones tanto de la gue-rrilla como del ejército7.

La amnistía ofrecida por Rojas Pinilla, en el año 1953, permitió rehacer las fincas a los pocos co-lonos que continuaban en la región de El Pato, proceso que no duró mucho tiempo, pues en ju-nio de 1955, ante la ruptura de las negociaciones, “Oscar Reyes” y “Vencedor” emprendieron nuevamente acciones desde la zona de El Patos sobre todo el municipio de San Vicente.

Esta fue la situación que encontró la columna de marcha que llegó al Caquetá, al mando de Al-fonso Castañeda (a. “Mayor Richard”), colum-na que se asentó en el Medio Pato, sitio que por su ubicación facilitaba el contacto con la zona oriental del Huila, limítrofe con el Guayabero y el Tolima, por un lado, y los Llanos Orientales, por el otro. Con esto se generó en la región no-roccidental del Caquetá, un típico proceso de Colonización Armada8, proceso que contó con la oposición inicial de algunos de los colonos asentados con anterioridad en la región, aunque al final la colonización armada se impuso sobre la colonización campesina.

De este modo, las guerrillas de El Pato llegaron a contar, hacia 1962, con cerca de 300 hombres en armas, fuera de la red de colaboradores y auxi-

7 Al Caquetá llegaron algunos comandos de contraguerrilla confor-mados por antiguos guerrilleros liberales provenientes del área rural de Chaparral, Tolima, a perseguir las guerrillas instaladas en El Pato (Cfr. Juzgado Primero Superior, sumario No 579, Florencia, 1963).8 Cfr. Arango, Carlos AÑO. Jaime Guaraca: Un comandante de los

guerrilleros ante los tribunales. Bogotá: Ed ECO. P. 133.

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liares, y su influencia se hizo sentir más allá de la región noroccidental caqueteña, hacia la zona centro y nororiental del Huila, hasta la región del Guayabero. Su Comando General fue ins-talado en San Luis del Oso, en el Medio Pato, con Alfonso Castañeda, alias “Richard”, quien era el Comandante en jefe, a más de Eduardo Pachón Prieto (a. “Rapidol”), Angelino Godoy (a. “Capitán Figueredo”) y Januario Valero (a. “Oscar Reyes”).

Políticamente, las guerrillas recibían la orienta-ción del Partido Comunista, a través del Comité Regional Comunista del Sur del Tolima, Hui-la, Guayabero (Meta) y el Pato (Caquetá). En la zona del Pato existía una Dirección Zonal del Partido Comunista, la que se constituyó en Mo-vimiento Agrario del Pato con sede en San Luis del Oso, asÍ como un Sindicato Agrario, cuya sede estaba situada en la vereda Buena Vista del Medio Pato, y la llamada Autodefensa Campe-sina. A esta pertenecían, voluntaria o forzosa-mente, todos los colonos de la región.

La respuesta a la anterior situación por el gobier-no de Guillermo León Valencia fue la llamada “operación contra las Repúblicas Independien-tes”, concebida como una campaña de aniqui-lamiento contra las zonas que presentaban un alto grado de organización campesina y que habían consolidado fuertes núcleos de autode-fensa campesina y popular9. Tal fue la política de “pacificación” del Frente Nacional, la cual contenía, desde su propia concepción, el ejerci-cio de la llamada “violencia oficial”, como uso “legítimo” de la fuerza contra las áreas y orga-nizaciones desafectas al gobierno. Desde enton-ces, la nueva táctica incluía el apoyo y confor-mación de grupos de autodefensa, entrenados y armados por el ejército y financiados en algunos casos por los latifundistas de la región10. Incluía

9 Ibíd. p. 114.10 Alape, Arturo (1973). Diario de un Guerrillero. Bogotá: Ed Abejón Mono. P. 16. Por su parte, Guaracas se refiere así a las dificultades encontradas durante el periodo 1965 - 1969: “Fueron años muy di-fíciles por que estábamos experimentando una nueve modalidad

también el envío a las zonas de comisiones puni-tivas y de grupos de contraguerrilla compuestos por exguerrilleros reclutados en otras regiones11. Esta táctica de contrarrestar las guerrillas comu-nistas con la formación y estímulo de grupos armados y cuadrillas de bandoleros, bajo el su-puesto de “guardar el equilibrio existente entre las

bandas armadas”, fue denunciada por el propio Procurador General de la Nación de entonces, doctor Andrés Holguín.

En este contexto de reclamaciones y de con-flicto en las zonas de autodefensa, se preparó la ofensiva contra todas las áreas de autodefensa agraria. En diciembre de 1963, en el discurso de clausura de las Cámaras, el presidente Guiller-mo León Valencia promete acabar con las de-nominadas “Republicas Independientes” y en mayo de 1964 se da comienzo a la “Operación Marquetalia”, con la cual se inicia el proceso desarticulación violenta en la zona de autode-fensa agraria más importante del país. Marque-talia se había constituido en un símbolo de la resistencia y en un desafío para el Estado. A la campaña contra Marquetalia le siguió la “Ope-ración Guayabero” y la “Operación Pato”, que comenzó entre enero y febrero de 1965.

La “Operación Pato” estuvo precedida de la conocida campaña cívico militar de cerco y aniquilamiento hasta que, finalmente, en mar-zo de 1965, la región fue militarmente ocupada. En ella participaron cerca de 4.000 soldados de los batallones Juanambú de Florencia, Tenerife de Neiva y la compañía “Dragones” del Bata-llón Colombia. La operación duró seis meses, al cabo de los cuales la región quedó deshabitada, pues los colonos emprendieron la huida en va-rias direcciones, en procura de salvar sus vidas. Así nos lo señaló uno de los protagonistas: “A la región del Pato, allá en el Caquetá, llegó el

operativa del enemigo y a la vez una nueva táctica nuestra” (Cfr. Arango, Carlos (1984). FARC 20 años. Bogotá: Ed Aurora, P. 164).11 Véase Trujillo García, Victoriano (1977). Estudios Socio–económi-

co de la Región del Pato. Neiva: Caja de Crédito Agrario Regional del Huila.

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ejército, cercó la región por todas partes en lo que los militares llaman operación anillo. Cuan-do el ejército se tomó la zona los campesinos trataron de abandonarla pero ya era tarde. Por todas partes había retenes de militares. Los cam-pesinos se vieron atemorizados por el tronar de los aviones, de los bombardeos, de las ametra-lladoras. Entonces los campesinos se lanzaron al monte, tomaron las selvas y las montañas en busca de salida”12. Se protagonizó entonces la llamada “Marcha Negra” o “Marcha de la muer-te” en la cual participaron cerca de doscientas familias. Tomaron la selva y luego de tres días de camino sin rumbo, algunos (la mayoría) lo-graron salir a Guacamayas, otros hacia San Vi-cente y otros hacia Algeciras (Huila). Este éxo-do campesino significó la muerte en las selvas para cerca de 200 personas entre niños, mujeres y ancianos13.

Como resultado de la militarización y el sub-siguiente desalojo, la región de El Pato perma-neció desocupada durante cerca de ocho años, hasta que en 1972, en desarrollo de una inicia-tiva del Gobierno nacional y departamental, el propio General Matallana, quien había sido acusado de verdugo de la autodefensa campesi-na de El Pato, organizó la “Operación Retorno”, en la cual participaron algunos de los colonos desalojados luego de las operaciones militares de los años 1965 y 1966.

Con todo, el movimiento agrario y la autodefen-sa no fueron liquidados completamente sino que se transformaron “en guerrilla rodada y en inmenso

movimiento campesino de respaldo a esa guerrilla”14. Hacia 1966 se convocó a la Segunda Conferencia Guerrillera que dio origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se co-menzó a operar bajo la modalidad de los frentes guerrilleros. En el área de El Pato y el alto Ca-guán operaron hasta la década del 70 los frentes Segundos y Tercero de las FARC.

12 Ibíd. Pp. 24, 25 y 26. 13 Ibíd. Pp. 24.14 Ibíd.

Ante todo, la continuación de las operaciones guerrilleras pusieron de presente las ya inobje-tables fallas del recién pactado Frente Nacional, como régimen excluyente, incapaz de incorpo-rar a sus programas las demandas más elementa-les de estas zonas de colonización y de encauzar civilmente los conflictos rurales.

Como resultado de la violencia en la región, ésta quedó prácticamente desocupada entrándose en una profunda crisis general, la cual llamó posteriormente la atención de los poderes cen-trales, dada su estratégica posición como centro de desarrollo de la economía regional.

En efecto, hacía mediados del año 1974, tal como lo señala un informe de la época, “el Presiden-te de la República junto con su Gabinete Mi-nisterial, el Intendente del Caquetá y los Go-biernos Departamentales del Huila y del Meta entendieron la necesidad de adelantar un plan pacificador, para lo cual era necesario entrar en contacto con los levantados en armas, aunque en forma indirecta, e iniciar un vasto plan de desarrollo tendiente a rehabilitar dicha zona”15.

En este contexto, previo un cruce de cartas entre el general Matallana y el propio Manuel Marulanda Vélez, comandante de las nacientes FARC, se adelantó el Plan de Pacificación y re-habilitación de la Región del Pato, para lo cual se acordó realizar en esta región un Plan Integral de Desarrollo.

De acuerdo con el diagnóstico regional elabora-do para implementar el Plan de Desarrollo16, con

15 De hecho, para 1987 la población en la subregión, según cál-culos CECORA (1990. Mimeo), basada en información censal, la población ascendía a 2.851 habitantes y para el 2000, fecha en la cual se aplicó la ESAP del Proyecto Piloto de ZRC, la población ascendió a 5.100 habitantes. Para el segundo semestre de 2002, los estimativos de población hechos por líderes locales hablan de 5.600 habitantes. 16 PMA. proyecto ecoandino. Diagnóstico y estrategia para el Desarrollo Humano Sostenible del área amortiguadora de los Par-ques Nacionales Naturales Cordillera Los Picachos y el Nevado del Huila. Diagnóstico para el Parque Cordillera de Los Picachos. Camilo Montoya.

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el fin de “reintegrar la subregión a la economía nacional, y especialmente, destruir las causas que originaron la violencia”, se autorizó y permitió el ingreso de antiguos colonos que habían sido desplazados, pero, como el mismo informe lo indica “la mayoría de los organismos mostraron muy poco interés y el plan quedó inconcluso”17. Apenas por autorización especial de la Gerencia General de la Caja de Crédito Agrario, se reini-ciaron nuevos créditos beneficiándose a cuarenta y dos familias con préstamos cada uno de sesenta y cuatro mil pesos, con destino a la construcción de pequeñas viviendas, compra de cabalgadura para doble fin e implantación de pequeñas huer-tas de yuca, plátano y arracacha, y pastos para posteriormente comprar ganado. Se construye-ron 24 Km. de la carretera Platanillal – Balsillas, 40 Km. del camino de herradura Yucales, Balsi-llas, San Jorge y 13 Km. del camino de herradura de Holanda–Pueblitos18.

Según la misma fuente, la población de la subre-gión Balsillas – El Pato ascendió a 890 personas distribuida en 536 hombres y 354 mujeres, notán-dose desde entonces un creciente aumento de la población, proceso que fue severamente inte-rrumpido a raíz de los bombardeos sobre la re-gión, en 1981, dentro de la conocida como “ope-

ración de exterminio, sobre la región del Pato y El

Caguán”, emprendida por el General Camacho Leyva, durante el Gobierno del Presidente Tur-bay Ayala. Esta operación provocó nuevamente un éxodo masivo de los campesinos y colonos de la región, principalmente hacía Neiva, lugar donde se concentraron las familias desplazadas en el estadio de básquet de la localidad, durante varios meses.

Superada la crisis, se produce una nueva ope-ración retorno a la subregión, estimulada por

17 Corpoamazonia. Proyecto para zonificación y ordenación del recurso bosque del área sustraída de la subregión del Pato. Mu-nicipio de San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá. Florencia. Marzo 1996.18 Umata. Plan Agropecuario Municipal. San Vicente del Ca-guán. Diciembre 1994.

el cambio del Gobierno y el inicio de las nego-ciaciones con la insurgencia de las FARC, por parte del Gobierno del presidente Belisario Be-tancourt el cual, dentro de su programa de nego-ciación, incluyó a la zona de la subregión dentro de los primeros programas de rehabilitación del país. También contribuyeron a la aceleración del proceso de poblamiento y colonización de la zona los ciclos extractivos de la amapola y de la coca, cultivos que empezaron a implan-tarse, desde mediados de la década del 80, en algunas zonas de la subregión como el Alto Pato (amapola) y el Bajo Pato (coca).

En este contexto, se produce una reactivación de migración hacía la subregión, estimulada tam-bién por la construcción de la carretera que de Neiva conduce a San Vicente del Caguán y, en lo sucesivo, hasta el presente, se va a presentar un incremento sostenido de la población y una re-cuperación y consolidación de la economía local, salvo las previsibles consecuencias que puede traer sobre toda la subregión el rompimiento del proceso de diálogo y negociación iniciado en el gobierno Pastrana con la insurgencia, con el con-siguiente fin de la llamada “zona de distensión” (dentro de la cual estaba ubicada la subregión del Pato–Balsillas) y la actual ocupación militar y la política de control del orden público formulada por el Presidente Álvaro Uribe Vélez.

Como vemos, el proceso de configuración re-gional de la ZRC Balsillas – El Pato está fuerte-mente asociado, tanto en sus ciclos de coloni-zación y poblamiento, como de sus economías locales, a los procesos recurrentes de violencia, conocidos en la subregión. El curso futuro de su desarrollo, su organización y su gobernabilidad, tiene que pasar necesariamente por la resolu-ción pacifica de sus conflictos socio-políticos y ambientales, principalmente los asociados al conflicto bélico entre el Estado y la insurgencia, y por la sustitución de los cultivos de uso ilícito (amapola y coca), que aunque en contracción, continúan siendo en algunas veredas, del Alto y Bajo Pato principalmente, un componente sig-nificativo de algunas economías locales.

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Aspectos fisicobióticos De acuerdo con el diagnóstico del PMA – Pro-yecto Ecoandino19 y el realizado por Corpoama-zonía20, complementado con el Plan Agropecua-rio Municipal21, realizado por la UMATA de San Vicente del Caguán, geomorfológicamente en la subregión se pueden diferenciar tres unida-des de relieve en las cuencas de los ríos Balsillas y El Pato: Cordillera, Piedemonte y Valles.

El relieve cordillerano se sitúa en una parte del flanco de la cordillera Oriental, cuya cadena montañosa tiene una gran proporción de sedi-mentos mesozoicos plegados o fallados, su relie-ve más destacado lo constituye la Cuchilla “Los Picachos”, con 2.200 SNM, y el Cerro “Leiva” con 2.000 SNM, localizados en la parte norte de la región de El Pato, destacándose también el ce-rro de “Las Cruces” en el Alto Pato y el cerro del “Oso” en el Bajo Pato.

El relieve Piedemontano presenta su superfi-cie de aspecto ondulado a plano disectado, re-sultado de vertientes convexas. Su capacidad en los conos torrenciales para almacenar agua, convierte éste paisaje en una de las formas de relieve más útiles para la agricultura. El relieve de piedemonte presenta fuertes desniveles y es donde mayor actividad antrópica se presenta en la región y constituye en puente de colonización hacía las vegas y selvas del Caguán y del Guayas, así como hacia el Lozada, el Guaviare y el Gua-yabero. En este relieve, junto con el de los valles, es donde se encuentra localizado en proyecto de ZRC de El Pato– Balsillas.

19 PMA. Proyecto ecoandino. Diagnóstico y estrategia para el Desarrollo Humano Sostenible del área amortiguadora de los Par-ques Nacionales Naturales Cordillera Los Picachos y el Nevado del Huila. Diagnóstico para el Parque Cordillera de Los Picachos. Camilo Montoya.20 Corpoamazonia. Proyecto para zonificación y ordenación del recurso bosque del área sustraída de la subregión del Pato. Mu-nicipio de San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá. Florencia, Marzo 1996.21 Umata. Plan Agropecuario Municipal. San Vicente del Ca-guán. Diciembre 1994.

El relieve de los valles está constituido por todas las áreas dominadas por los sedimentos aluvia-les de los ríos Balsillas y El Pato, que poseen una amplia gama de suelo y, por lo mismo, con atri-butos y cualidades favorables para la actividad agropecuaria.

Régimen climático

De acuerdo con la información disponible, pro-veniente de las estaciones del aeropuerto de San Vicente del Caguán y las del río las Ceibas en el municipio de Neiva, la precipitación promedio anual en la región, es de 4.000 mm distribuidos en dos áreas pluviométricas claramente defini-das: en la parte cordillerana, por encima de los 1.500 SNM, el promedio de lluvias es superior a los 4.000 mm al año, y en el área de piedemon-te los volúmenes de lluvia oscilan entre 3.000 y 4.000 mm anuales.

Los mayores períodos de precipitación pluvial de la zona se presentan durante los meses de abril a septiembre, y su promedio mensual, du-rante los meses de lluvia, varía de 208 mm y 368 mm; los meses restantes del año son de menor precipitación, disminuyendo sensiblemente du-rante los meses de noviembre a marzo, cuando se presenta el período más seco de todo el año. El mes más lluvioso, por lo general, es el mes de abril y el más seco el mes de enero.

La región de El Pato presenta una temperatu-ra promedio anual de 19ºC, con un período de ascenso de la temperatura en los meses de di-ciembre a febrero y un período de descenso de la misma, durante los meses de mayo a junio22.

Suelos

Como se señaló anteriormente, el relieve de la región corresponde principalmente al del área montañosa de la cordillera oriental, variando de

22 PMA. Proyecto Ecoandino. Op. Cit.

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quebrado a ondulado, en las partes más altas o cimas ubicadas en los limites del departamento del Caquetá con el Huila. Sus suelos son de tex-tura fina, bien drenada, de colores pardos, ama-rillentos y rojizos, limitados por fragmentos de roca. La fertilidad natural de la fracción mineral de los suelos es muy baja, y las plantas obtienen su alimento de la capa de hojarasca y demás or-ganismos en descomposición.

Los suelos de los valles presentan una variación en textura y composición, destacándose los del valle de Balsillas, en la parte alta de la subregión. Desde el punto de vista agrológico, predomi-nan, aquellas clases que se caracterizan por ser tierras de cordillera, de relieve escarpado, con pendientes mayores del 50%, superficiales y de baja fertilidad, aptos para bosques protectores y con restricciones para actividades agrícolas y ganaderas23.

�Recurso hídrico

La riqueza hídrica de la región es destacada y ofrece un potencial para el aprovechamien-to humano, no explotado suficientemente. La configuración hidrográfica ha determinado tres vertientes principales, vertientes que se extien-den de noroeste al este y constituyen las hoyas hidrográficas principales a saber: la Hoya hidro-gráfica del río Pato; la Hoya hidrográfica del río Balsillas y la Hoya hidrográfica del río Caguán.La Hoya del río Pato atraviesa la región de norte a sur, para desembocar al río Caguán, recibien-do en toda su extensión los siguientes afluentes: por la margen derecha, el río Pepa, el Malabrigo, el Balsillas, la quebrada Los Negritos y el río Las Perlas y, por la margen izquierda, el río Core-guaje con sus afluentes y el río Pescador.

La Hoya del río Balsillas, de caudal todavía abundante, recorre toda el área del valle en di-rección occidente a oriente y desemboca en el río Pato: sus principales afluentes son, por la

23 Ibíd.

margen derecha, el río Oso y, por la margen iz-quierda, el río Balsillitas.

La Hoya del río Caguán constituye, junto con la del río Pato en su parte alta, el segundo cau-dal, y por recorrer zonas divisorias entre la cordillera y la parte plana forma en sus riberas importantes áreas para la explotación agrícola y pecuaria, aunque con algunas restricciones. Al río Caguán, se le une el río Pato en el estrecho denominado de Gibraltar, y recibe, por la ribera derecha, al río Pescado y la quebrada El Caimán y, por la izquierda, al río Avance24.

Vegetación

La zona goza aún de amplia y diversa vegetación así como mayor abundancia en bosques compa-rativamente con otras subregiones, incluyen-do otras áreas de parques naturales, Se obser-va relativamente poca intervención humana, principalmente en el relieve cordillerano alto, aunque ésta intervención humana se encuentra más acentuada en el área de Piedemonte y de los Valles. Algunas partes son escarpadas, laderas o claros de bosques, con significativa diversidad de especies vegetales, entre las que se encuen-tran maderables como el cedro, el nogal, amari-llo, laurel y caimo, y medicinales como el vaco, el barcino, granizo y sangregado. Se encuentran también especies de sotobosque, como zarza-parrilla, caña agria, condorcillo y algunas espe-cies exóticas, como las heliconias, orquídeas y bromelias, y algunos frutales, como madroño y mora silvestre25.

Es importante resaltar que la cobertura vegetal se ha venido alterando en los últimos tiempos por la práctica cultural de la tala y quema de bosques, para agricultura, lo cual hace que las características propias del suelo, textura, es-tructura, profundidad, drenaje y, por supuesto,

24 Ibíd. Región de El Pato. Estudio Socioeconómico.25 Parque Nacional Natural Cordillera de Los Picachos. Diagnós-ticos Veredales. Guayabal, 1998.

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la fertilidad se afecten, haciendo imperativo ya no solamente el diseño de planes y programas de uso sostenido del bosque, sino también la puesta en marcha, seguimiento y veeduría de los mismos.

De acuerdo con la ESAP, y en relación con el uso del suelo en la ZRC El Pato-Balsillas, del área total de las fincas el 41.9% (21.462,7 Has.) se encuentra en bosque. La zona del Medio Pato, con el 48.01% (6.764,2 Has.) y el Bajo Pato con el 41.09% (10.540,2 Has.), constituyen las zonas de mayor área mantenida en bosque.

Le siguen en uso del suelo en finca el área co-rrespondiente a pasto, con 16.866,5 Has, que equivalen al 32.9% del área de las fincas de la ZRC Balsillas - El Pato; Balsillas, con 3.733 Has, que corresponden al 68.4%, del total del área de las fincas y Bajo Pato, con 8.740 Has, correspon-diente al 37.2%, constituyen las zonas de mayor área en pasto del total de las fincas de las zonas que componen la ZRC. Mientras que el área de-dicada a la agricultura del total del área en finca de la ZRC El Pato – Balsillas, es de 3050,8 Has, correspondiente apenas al 5.9%, el Medio Pato, sobresale con el mayor número de hectáreas de-dicadas a la agricultura con 1.383,2 Has equiva-lente al 9.8%. Otras porciones de acuerdo al uso del suelo en finca, están dedicadas al rastrojo y al renglón de otros usos.

Fauna

La zona ofrece todavía una gran variedad de fau-na, dentro de la cual se encuentra el borugo, la guara, el venado, el cafuche, los micos churuco y maicero, ardillas, nutrias, comadrejas, arpías, gavilán, colibrí, loros, mirlas, torcazas y peces llamados negros.

Oferta, demanda y conflictos ambientales

En términos generales lo “ambiental”, definido principalmente por la relación entre la sociedad y su entorno natural, busca analizar la compa-

tibilidad de las intervenciones humanas con el funcionamiento de los ecosistemas, de modo que una actividad humana o social incorrecta es aquella que altera o afecta significativamente los ecosistemas y los seres vivos, a tal punto que no permite su supervivencia, reproducción y fun-cionamiento normal. Lo ambiental, en sentido amplio, se ocupa también de la manera como los grupos humanos o sociales son afectados o afec-tan a otros grupos humanos, al atentar contra los recursos naturales necesarios para su bienes-tar o calidad de vida. En este sentido, incorporar lo ambiental en los procesos de ordenamiento territorial, constituye una garantía para el man-tenimiento del capital social y el alcance del desarrollo humano sostenible, entendido éste como aquel que permite el mayor beneficio para las actuales generaciones y mantiene a su vez las condiciones para la satisfacción de las necesida-des y aspiraciones de las generaciones futuras26.

En este contexto, el plan de Ordenamiento Ambiental del territorio de la zona de Reserva Campesina de El Pato – Balsillas, deberia per-mitir, de existir, una caracterización ecológica y socioeconómica del territorio determinando, a su vez, su aptitud natural, sus restricciones de uso y pautas esenciales de manejo, para lograr el mantenimiento del capital social y la calidad de vida de sus pobladores. Así mismo, y sobre la base de identificar y diferenciar las distintas uni-dades ambientales, se podría identificar con pre-cisión y analizar la respectiva oferta y demanda ambiental, así como los conflictos concurrentes. Al no contarse con el plan de Ordenamiento Ambiental de la ZRC El Pato – Balsillas, es im-posible por el momento precisar aspectos que determinan la oferta, la demanda y los conflic-tos ambientales concurrentes asociados a la identificación y caracterización de los ecosiste-mas presentes, sus fragilidades, su valor y po-tencialidades; las modalidades e intensidad de

26 Municipio de San Vicente del Caguán. Memorias Técnicas del Proceso Participativo de Planificación y Ordenamiento Territo-rial. Corporación “Propuesta Ambiental”. Enero, 2002.

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la apropiación y utilización de los recursos am-bientales por parte de las comunidades locales; los conflictos manifiestos entre la oferta y la de-manda, principalmente referente a las formas de ocupación del territorio y, sobre todo, las estra-tegias de manejo ambiental de las distintas uni-dades de paisaje las cuales son el soporte para la formulación de planes programas y proyectos de desarrollo humano sostenible.

El análisis de la oferta ambiental, por ejemplo, nos permitiría fundamentar las oportunidades y limitaciones del subsistema físico para acoger las actividades y propuestas de desarrollo de la comunidad, y nos permitiría medir la capacidad del medio físico como fuente de recursos para el desarrollo, como receptor de desechos produ-cidos por las actividades humanas, como sopor-te de las actividades y usos a darle al territorio y como generador de amenazas, restricciones y limitaciones derivadas de la vulnerabilidad de los ecosistemas.

A su vez, el análisis de la demanda ambiental nos permitiría hacer manifiesto los requerimientos de la comunidad sobre el ambiente físico bióti-co y el conjunto de flujos de materia y energía necesarios para la supervivencia y desarrollo de la comunidad, tales como agua, minerales, energía solar y nutrientes. En el caso específico de las ZRC, el análisis de la demanda ambiental está principalmente asociado a los requerimien-tos planteados por la producción agropecuaria, aunque la comunidad no puede verse solamente como un demandante de recursos, sino también como un generador de potencialidades sociales, económicas e institucionales que mantengan y fortalezcan la oferta natural.

En la medida en que la comunidad sea conscien-te y valore las condiciones de la oferta ambien-tal, podrá ajustar los mecanismos de demanda de modo que no genere conflictos significativos entre la oferta y la demanda ambientales e, in-cluso, podrá establecer nuevas posibilidades de desarrollo e identificar sus limitaciones y poten-cialidades.

No se puede pasar por alto que, de acuerdo con los diagnósticos ambientales que, —aunque muy generales— se han realizado para la zona, sobresale el hecho de que esta presenta una gran oferta hídrica, de vegetación y faunística, que puede ser una oportunidad para formular estra-tegias de manejo sostenible y de explotación ra-cional de sus recursos. La intervención humana y las políticas de gestión no pueden convertirse en una amenaza para esta oferta, pero tampoco pueden inducir a demandas sobre el medio na-tural que generen conflictos ambientales.

De hecho, como lo revelan algunos estudios realizados para otras zonas de características si-milares a la ZRC de El Pato – Balsillas, y lo ma-nifiestan experiencias y practicas productivas y culturales similares, los principales conflictos ambientales se derivan de: los sistemas de pro-ducción agrarios, establecidos en condiciones inadecuadas respecto de la capacidad de sopor-te del territorio, trayendo como consecuencia el agotamiento de recursos fisicobióticos como los suelos, por excesivo laboreo y quemas fre-cuentes; la siembra continuada sin rotación de los cultivos; la tala de bosques y la ganadería extensiva y, de modo colateral, el agotamiento de los recursos vegetales, florísticos, faunísticos e hídricos, acentuado en algunas ocasiones por los fenómenos conocidos como praderización, monocultivo e implantación de cultivos de uso ilícito, aspectos éstos que, según se verá más adelante, están presentes dentro de la estructura económica local, y en algunos casos adquieren ritmos que amenazan severa e irreversiblemente las condiciones del medio natural.

Por otra parte, no puede pasarse por alto que las propias condiciones de la economía campesina predominante en la zona, con tendencia cre-ciente al minifundio y en condiciones de pura autosubsistencia, hacen que el campesino, para mantener su mínimo vital, intensifique el uso del suelo sin restitución de nutrientes, ni con-diciones de manejo que eviten su agotamiento. Inevitablemente, también, dentro de una obli-gada estrategia de supervivencia, tendrá que

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ejercer mayor presión sobre el uso de los recur-sos naturales en procura de lograr su beneficio económico. En éste caso, la demanda sobre los recursos naturales está asociado claramente a las condiciones socioeconómicas de los produc-tores campesinos, cada vez más precarias con relación al acceso y/o tamaño de la propiedad, la calidad de sus suelos y recursos, y la ausencia de incentivos tecnológicos y financieros.

Indudablemente, un prerrequisito para aliviar la presión de los campesinos productores, sobre la oferta natural, está asociada al restablecimiento del equilibrio de sus condiciones socioeconó-micas dentro del contexto del desarrollo rural, no solamente a nivel local, sino también regio-nal, nacional e internacional, de modo que pro-voque la reversión de las tendencias crecientes hacia su empobrecimiento y miseria.

En este sentido, el proyecto Piloto de Zonas de Reserva Campesina constituye una oportu-nidad social y política para la recomposición y reconstitución de la población rural pobre, de modo que mitigue el impacto de éste tipo de economía campesina sobre el entorno natural.

Aspectos socioeconómicos

El área comprendida por la actual zona de Reser-va Campesina del El Pato – Balsillas constituye históricamente un ejemplo clásico de articula-ción de una economía campesina predominan-te con otras formas hacendatarias, extractivistas de economía rural. No obstante, la actual confi-guración socioproductiva, acompañada de una fuerte tradición de organización y resistencia campesina, si bien en el pasado se constituyó en un factor que obstaculizó su inserción dentro de las condiciones de un mercado más abierto y flexible hoy, dentro de las nuevas dinámicas, y especialmente dentro de la estrategia y obje-tivos planteados por el Proyecto Piloto, puede constituirse en una oportunidad, no sólo para la consolidación sino para la movilización de los recursos técnicos, humanos, financieros y polí-ticos locales. Todo esto, dentro de un proceso

verdadero de Ordenamiento Territorial, basa-do en el jalonamiento e impulso a los procesos de reestructuración agraria que signifique, por supuesto, el mejoramiento de las condiciones de vida de los campesino, colonos, pequeños y medianos propietarios, aún en el contexto de globalización de la economía.

Distribución y dinámica poblacional

El poblamiento de El Pato – Balsillas ha sido el resultado de constantes ciclos de migración-conflicto–migración característicos de muchas de las zonas de colonización colombiana, mos-trando un crecimiento sostenido, al pasar de 890 habitantes en 197627 a 2.651 habitantes en 1989 28, a 3.220 en 1993, y a 5.059 en el año 200029, según la ESAP y las proyecciones correspondientes.

De acuerdo con los mismos cálculos de la ESAP, el 48% de la población es menor de 17 años, ca-racterizándose como una población joven, mientras que el 91% es menor de cincuenta años. Por sexos, el 54% (2.335) corresponde a hombres y el 46% (1.965), a mujeres. La población infantil asciende a 1.626, que corresponde al 37% de la población total, mientras que la población ado-lescente, entre los trece y los diecisiete años, al-canza el 11%.

Al interior de la ZRC se encuentra un asenta-miento indígena, localizado en la vereda del Da-rién, que cuenta con una población de 129 habi-tantes, constituido en resguardo a principios de los años 90, según el informe del Incora de 1996.

Infraestructura básica, vial y de servicios públicos

Una de las características notorias del aislamien-to de la zona lo constituye, sin duda, la ausencia

27 DANE. Estudio Socioeconómico. 1976.28 Cálculos CECORA. 1989. 29 Censo DANE. 1993.

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o precaria situación de la infraestructura vial, de saneamiento y de servicios públicos.

Desde el punto de vista de la estructura vial, si bien la ZRC cuenta con una carretera nacional no pavimentada, que une a Neiva con San Vi-cente del Caguán, las precarias condiciones de su mantenimiento someten constantemente al aislamiento a sus pobladores, producto de los fre-cuentes derrumbes y taponamientos de las vías o al mal estado de las mismas, agravado durante las épocas de invierno.

Al lado de esta única vía carreteable, existe una red de caminos de herradura, la mayoría en re-gular o mal estado, la cual comunica difícilmen-te a las distintas veredas con el tramo carreteable y entre ellas. Tomando como punto de referen-cia la inspección de Guayabal, hay veredas que se encuentran entre tres y dieciséis horas de ca-mino, en distancias no mayores de unos pocos kilómetros.

El servicio de acueducto, ofrecido en precarias condiciones, solamente se presta por el sistema de tanques elevadizos, en las veredas San Jorge y las inspecciones de Rovira y Guayabal. Según la encuesta de la ESAP, sólo setenta y cinco, el 7.6% del total de novecientas ochenta y tres vivien-das, toman el agua para consumo de este tipo de acueducto, mientras que el 54.8% la toman direc-tamente del río y el 35.3% de nacederos. No obs-tante, y según la encuesta, el 74.6% de los hogares considera que la calidad del agua para consumo es buena y sólo un 1.4% considera que es mala. Sobre los efectos negativos del consumo del agua en los miembros del hogar, el 16% considera que su consumo ha producido lombrices.

Ni las veredas ni las dos inspecciones de Policía (Rovira y Guayabal) cuentan con servicio de al-cantarillado, y apenas dos veredas, San Jorge y La Esperanza y las dos Inspecciones de Policía cuentan con puestos de Salud. El 40.2% de los hogares acude al puesto de salud de Guayabal, mientras que el 23.3% lo hace a Neiva y el 27% a San Vicente del Caguán.

En cuanto a la disposición de las aguas negras, un 48% de las viviendas las arroja a campo abier-to y un 15% al río. Sólo el 4.3% cuenta con letrina y el 29% con pozo séptico.

Respecto de las basuras y desechos, el 58.2% de los hogares los quema y el 35.4% de los hogares los depositan en potreros.

Ninguna de las 36 veredas cuenta con el servi-cio de interconexión eléctrica nacional y la ilu-minación se produce con lámparas de gasolina (10.4% de los hogares), por uso de planta eléctri-ca (0.4%), con mecheros de ACPM (9.3%) y, la gran mayoría (54.7%), mediante linternas.

En lo que hace con la infraestructura educativa, si bien la casi totalidad de las 36 veredas de la Zona cuenta con escuela, algunas de éstas se encuen-tran en condiciones deficientes de construcción y otras no cuentan con profesor. No obstante, los mayores problemas asociados a la educación tienen que ver con la deserción escolar, por el frecuente empleo de la mano de obra infantil, debido al uso intensivo del trabajo familiar, que hace que muchos niños tengan que trabajar para contribuir al sustento diario, como también a las grandes distancias entre las viviendas y las escue-las y las dificultades de transporte de los niños, especialmente en épocas de invierno.

En la ZRC existen dos colegios que ofrece edu-cación secundaria, hasta noveno grado, situados en la Inspección de Guayabal y en la Inspección de Balsillas.

En cuanto a los niveles de escolaridad de la po-blación, la ESAP señala, para el total de la zona, que un 16.5% de la misma no cuenta con ningún nivel de escolaridad. Por subzonas, este nivel fluctúa entre el 20.9% en Balsillas y el 13.7% en el Bajo Pato. Los mayores índices de escolaridad para el conjunto de la Zona se encuentran en el nivel de primaria (64%), mientras que los niveles técnico y universitario apenas alcanzan el 0.3% y 0.2%, respectivamente.

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Estructura del empleo

De acuerdo con los datos arrojados por la ESAP, la población en edad de trabajar asciende a 2.955 personas, correspondiente al 68% del total de la población de la ZRC. La población económica-mente activa es de 1.982 personas, equivalente al 46% del total de la población. El total de ocu-pados es de 1.963 personas y el de desocupados de 19, correspondientes a una tasa de empleo del 99.0% y de desempleo del 1%, respectivamente. La zona de Balsillas aparece con la mayor tasa de desempleo (2.7%), mientras que la zona del Me-dio Pato presenta el menor porcentaje (0.4%). Si bien estas cifras sobre desocupación y desem-pleo son bajas, éstas no expresan la realidad de la estructura del empleo en el campo, porque en contextos de economías campesinas, como se sabe, una de las características es la utilización de la mano de obra familiar para las labores co-tidianas, sin remuneración, la cual constituye la mayoría dentro de la composición de la pobla-ción económicamente activa en el campo.

Ingresos y gastos

Con relación a la estructura de ingresos y gastos de las familias de la ZRC de El Pato – Balsillas, los datos de la ESAP arrojaron los siguientes resultados: la familia promedio, compuesta por cuatro miembros, percibe un ingreso mensual de $179.363, mientras tiene gastos reales míni-mos mensuales de $333.821, observándose un déficit real mensual de $154.458. Esta relación de ingresos-gastos genera un déficit real al año de $1’853.501. Por zonas, en la zona del Alto Pato, donde se concentra la mayor población de campesinos y colonos, este déficit asciende a $188.183 mensuales y a $2’258.193 anuales, cifras verdaderamente preocupantes.

Dada estas condiciones deficitarias de ingresos, las familias campesinas atraviesan condiciones de supervivencia, con el mínimo de seguridad alimentaria que todavía le ofrece la economía

campesina, pero fuertemente marginados del acceso a los servicios de salud, educación, agua potable y bienes de consumo que demandan re-cursos monetarios.

Situación de pobreza

Los datos reportados por la ESAP revelan que la encuesta del SISBEN fue aplicada al 63.5% de la población total de la ZRC, pero sólo recibieron carné el 34.1% de los encuestados. Por zonas, se aplicó al 69.5% de la población de Balsillas, de los cuales recibieron carné el 39%, mientras que en la zona del Medio Pato se aplicó la encuesta al 62.6% de la población y recibió carné el 27.2%.

Del total de pobladores de la zona que recibió carné del SISBEN, el 86.2% se clasificó en el ni-vel 1, correspondiente a las familias de extrema pobreza, con dos o más necesidades básicas in-satisfechas (NBI), o que apenas reciben ingresos familiares para comprar una canasta básica de alimentos; el 1.6% de los carnetizados se ubica-ron en el nivel 2 del SISBEN, con una necesidad básica insatisfecha o con ingresos suficientes para comprar una canasta básica de alimentos y otros bienes básicos; únicamente un 0.3% de la población restante, se encuentra dentro del ni-vel tres, considerada elegible para los programas de inversión social.

Los anteriores porcentajes se mantienen, con alguna variación, en todas las subzonas.

Respecto de las necesidades básicas insatisfe-chas (NBI), la ESAP arrojó para el total de la ZRC los siguientes porcentajes: viviendas in-adecuadas, 68.85%; hogares sin servicios bási-cos, 66.99%; hogares con hacinamiento crítico, 11.26%; hogares con alta dependencia econó-mica, 27.52%; hogares con ausentismo escolar, 9.01%. Lo anterior arroja un NBI consolidado de 87.62% para la zona, destacándose por subzonas Balsillas, que presenta los mayores porcentajes de NBI consolidado con un 100%, seguida del Alto Pato con el 98.51%.

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Presencia institucional

La presencia institucional en la zona se ha carac-terizado por ser precaria, esporádica y asociada, principalmente como vimos en su proceso histó-rico territorial, a los distintos conflictos deriva-dos del proceso de colonización misma y de los procesos de violencia que allí se han revelado. Hasta hace muy poco, la zona ha estructurado sus circuitos económicos y legales más con el departamento del Huila que con el municipio de San Vicente en el Caquetá debido, entre otros factores, a la mayor facilidad de comunicación con el Huila y al origen de los primero colonos de la región, provenientes de este departamento.

Esta situación de dependencia del Huila ha ge-nerado no pocos traumatismos en la gestión de los planes, programas y proyectos instituciona-les en la región, pues mientras el departamento del Huila, se declara en muchos casos impedido legalmente para cualquier intervención insti-tucional, por estar fuera de su jurisdicción, el departamento del Caquetá, por su aislamiento frente a la zona ha mostrado también bajo inte-rés en la gestión institucional, generándose así una situación que algunos han denominado de “limbo” institucional para la región.

Aunque han sido muchas las instituciones que han tenido presencia temporal en la región, cir-cunscritas a programas y proyectos muy pun-tuales, pocas han sido las que han tenido una presencia sostenida. Entre las primeras, encon-tramos la Caja Agraria, la Federación de Cafe-teros, la Federación de Cacaoteros, el DRI, Ce-cora, Incora, PNR, ICBF, el antiguo Inderena, Corpoamazonia, el Fondo Ganadero del Hui-la, entre otros. La Secretaría de Gobierno y de Agricultura del Caquetá, así como la Alcaldía Municipal de San Vicente del Caguán ha veni-do haciendo recientemente una presencia más continuada en la región. Actualmente, y por las condiciones de deterioro del Orden Público en la zona, solamente la Unidad Administrativa

Especial de Parques Naturales (Uaespnn), la Iglesia y el IICA a través del proyecto piloto ZRC, tienen presencia en la zona.

Organización comunitaria

Históricamente, la base de la organización co-munitaria en la ZRC de El Pato – Balsillas ha estado constituida, por una parte, por las asocia-ciones de colonos y, por otra, por las juntas de acción comunal. No obstante, a este tejido co-munitario primario se han articulado otras for-mas de organización, derivadas de las activida-des productivas, lúdicas y de gestión, así como otros grupos de interés por edades, por género o para atender demandas muy puntuales, como son los comités pro carretera, pro escuelas etc. El inventario de organizaciones comunitarias en la ZRC, con el número de hogares participantes, para la fecha de aplicación de la ESAP.

Por cobertura, las Juntas de Acción Comunal son las que están presentes en todas las veredas y las que involucran el mayor número de hogares, con 783 hogares participantes. Le siguen en cobertura la asociación de colonos-Asabp con un total de 173 hogares participantes, concentrados principal-mente en el Bajo Pato; las asociaciones de padres, con 106 hogares participantes y la asociación de colonos Amcop, con 99 hogares participantes.

No obstante, en estos variados niveles de orga-nización que le dan contextura al tejido comu-nitario local, no existen indicios serios de que estemos frente a un verdadero proceso de for-talecimiento de la capacidad organizativa de sus habitantes, ni menos de que estemos generan-do, proyecto a proyecto, estrategias de empo-deramiento de sus comunidades. Sin embargo, tampoco podemos afirmar que su estrategia de organización no sobrepase los linderos de lo convencional y rutinario. De hecho, esta comu-nidad de El Pato forzosamente se ha visto aboca-da a potenciar sus esquemas organizacionales y de representación social y política.

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Si bien hasta ahora la ZRC no cuenta con indi-cadores de participación, ni de capacidad organi-zacional de la región (de modo que nos permita medir con certeza los verdaderos alcances, dispo-nibilidad, potencialidad y capacidad de los dispo-sitivos organizacionales hasta ahora dispuestos), no se puede desconocer que por tradición histó-rica y cultural, esta es una comunidad altamente abierta al cambio y a la innovación, no solo desde el punto de vista productivo y tecnológico, sino también desde el punto de vista social y político.

Como lo demuestra su experiencia histórica, en la región se han ensayado y aplicado toda suer-te de programas y proyectos, gubernamentales o no, que han contado con el respaldo, el entu-siasmo y la organización necesarias para su de-sarrollo, siempre que estos se formulen en pos del mejoramiento de las condiciones de vida de sus pobladores.

No obstante, y aunque han sido factores de orden exógeno a la disponibilidad misma de recursos organizacionales los que han atentado contra el desarrollo y el progreso regionales, es observable la aún insuficiente densidad de la malla organiza-cional y comunitaria, pero sobre todo, la todavía débil capacidad de interacción y relacionamiento con otras instancias organizativas de los niveles municipales, departamentales y nacionales, de manera que potencien su capacidad de represen-tación social y política y contribuyan a la forma-ción de nuevos liderazgos.

Economía subregional

En términos generales, la estructura productiva de la ZRC de El Pato – Balsillas está constituida principalmente por la agricultura y la ganade-ría. La siguen, en segundo renglón, el sector del comercio minorista y la prestación de servicios. No existe una actividad de tipo agroindustrial o artesanal.

La base de la economía subregional la constituye sin duda la producción campesina, fundamenta-

da en la siembra en sementera, con intensiva uti-lización de mano de obra familiar y producción principalmente para el autoconsumo, con defici-tarios ingresos y elevados índices de necesidades básicas insatisfechas. Le sigue en importancia la producción ganadera, localizada principalmente en la zona del Bajo Pato y Balsillas.

Estructura de la propiedad rural

La ESAP proporciona información relevante res-pecto al tamaño de los predios y formas de tenen-cia de los mismos, lo que permite configurar las características estructurales de la propiedad ru-ral. Estos resultados se exponen a continuación.

Tamaño de la propiedad

Según la ESAP, la superficie promedio de las fin-cas en la ZRC es de 60 Has. Por zonas, estos pro-medios de hectáreas por fincas ascienden signi-ficativamente para Balsillas, con el 95.7 % y Bajo Pato, con el 87.9%, mientras que descienden para las zonas de Alto Pato con un promedio de has. por finca de 42.5 y Medio Pato con 42.

La ESAP mostró también que un poco más de la mitad del total de los predios de la ZRC, el 54.3% de los mismos, se encuentran entre las 5 y 50 Has, el 78.2% de los mismos corresponde a predios iguales o menores de 100 Has, y apenas un 11.3 % del total del área de la ZRC correspon-de a predios mayores de 100 Has.

Por zonas, Balsillas, con el 21% y Bajo Pato, con el 23.1%, son las zonas donde se ubican la mayor cantidad de predios mayores de 100 Has, lo cual es consistente con el área dedicada a pastos en dichas zonas: Balsillas con un área sembrada del 68.4% y el Bajo Pato con un 37.2%.

Forma de tenencia de la tierra

Respecto de la forma de tenencia de la propie-dad rural, la misma fuente señala que el 79.2%

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son propietarios de la finca (con o sin título) el 2.2% son arrendatarios y el 11% son encargados o mayordomos, porcentajes que varían signifi-cativamente para el caso de la zona de Balsillas, donde se presenta el menor porcentaje de pro-pietarios, 47.4% y un mayor porcentaje de en-cargados o mayordomos.

Actividad agrícola y pecuaria

De manera consistente con esta forma de te-nencia y tamaño de los predios y uso del suelo en finca, para el total del área de la ZRC y es-pecialmente por zonas, las zonas del Alto y Me-dio Pato son las que dedican mayor cantidad de la tierra de sus fincas para la actividad agrícola (6.9% y 7.9% respectivamente), mientras que las zonas de Balsillas y el Bajo Pato dedican la ma-yor cantidad de sus tierras a los pastos para el ganado, 68.4% y 37.2% respectivamente. El área total dedicada a la agricultura en la ZRC es de 3.050 Has, frente a 16.886 Has dedicadas a pastos (Tablas 2, 10 y 12).

Los principales cultivos comerciales son el plá-tano, con 623.2 Has, el café, con 589 Has y el maíz, con 370.5 Has. Existe una significativa pro-ducción de lulo, con 250.7 Has y de fríjol con 186 Has. En el renglón de otros cultivos se incluye-ron cultivos como tubérculos, otros frutales, ar-veja y verduras que no alcanzaron cada uno más de 50 Has de extensión; estos cultivos suman en conjunto 145 Has.

Las mayores extensiones de plátano, café y caña se encuentran ubicadas en la zona del Medio Pato, zona en la cual se dedica la mayor cantidad de área a los cultivos comerciales, seguida del Alto y el Bajo Pato, con cerca de la mitad del área dedi-cada en el Medio Pato. En Balsillas, el área corres-pondiente a los cultivos comerciales es apenas de 33,8 Has, que contrasta con la del Medio Pato que cuenta con 1.111,7 Has dedicadas a tales cultivos.

Con relación con la producción ganadera, la ZRC de El Pato – Balsillas cuenta con un in-

ventario ganadero de 18.311 cabezas. La zonas del Bajo Pato, con 10.793 cabezas de ganado y la de Balsillas, con 4.187 albergan el 81.8% del to-tal del ganado existente en la ZRC. La capacidad de carga en la ZRC es de 1.9 cabezas de ganado por hectárea, no lejos del promedio para todo el Departamento del Caquetá. La producción de leche asciende a 9.195 litros de leche diarios.

Dada la ubicación geográfica de las dos zonas de mayor producción ganadera, las zonas agrícolas de la ZRC de El Pato – Balsillas dan la sensación de estar siendo presionadas por las fronteras ganaderas que avanzan desde Neiva y San Vi-cente hacia el centro de la ZRC. Este aspecto de avance de la frontera ganadera sobre la frontera agrícola es muy importante tenerlo en cuenta en la medida en que esta dinámica puede socavar los cimientos sobre los cuales se levantaron los propósitos de la ZRC, uno de los cuales es evi-tar la expansión del latifundio, conteniendo el proceso de praderización. Desde este punto de vista, el Proyecto debe mirar críticamente y con definidos criterios de sostenibilidad ambien-tal y social, algunas propuestas, muy en boga dentro de las administraciones municipales y departamentales, de “repoblamiento ganadero” que crean la ilusión de generar prosperidad en la región pero, como lo demuestran otras expe-riencias, a costos muy altos para el equilibrio ambiental y social de la región.

Los circuitos de comercialización de la produc-ción agrícola y pecuaria conectan a la ZRC prin-cipalmente con Neiva, aunque, durante los últi-mos años, con la conexión carreteable que de esta ciudad conduce a San Vicente, se ha dinamizado el comercio con su cabecera municipal, San Vi-cente del Caguán. A su vez, desde San Vicente se ha activado una ruta ganadera de camiones que comercializan el ganado en pie para las ciudades de Neiva y Cali. No obstante, el eje de comer-cialización de los productos agrícolas continúa siendo la ciudad de Neiva y la pequeña produc-ción es comercializada en el caserío de Guayabal, centro demográfico, social y político de la ZRC El Pato. En este sentido, debe aprovecharse esta

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José Jairo González Arias

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ventaja comparativa que significa la carretera, para convertirla en una verdadera troncal para la comercialización de los productos campesinos y la dinamización de sus mercados, antes que los ganaderos de Neiva y San Vicente la conviertan en una trocha ganadera.

Conclusiones

Es indudable que el proyecto Piloto de la zona de Reserva Campesina de El Pato – Balsillas, des-pués de algunos años de operación, tanto por su metodología, predominantemente participativa, como por sus acciones, permanentemente con-certadas con la comunidad, ha logrado introdu-cir nuevos elementos para el reposicionamiento de las economías campesinas de la región, gene-rando nuevos espacios de interacción y de ges-tión institucional, que han movilizado recursos humanos, técnicos y financieros hacia la región.

A pesar de los esfuerzos continuados del pro-grama de zonas de Reserva Campesina en El Pato – Balsillas, y con los instrumentos dispo-nibles hasta ahora, no es posible identificar nue-vos elementos de política, alianzas, acuerdos y relacionamientos que permitan potenciar el de-sarrollo de la ZRC El Pato – Balsillas, y buscar su articulación con las políticas macroeconómicas del sector, que tendencialmente propenden su marginalización.

En este sentido, parece necesario viabilizar sus políticas, haciéndolas coherentes con el mode-lo global de desarrollo para que en el futuro no generen conflictos ni frustraciones, como ha su-cedido con otros tantos programas y proyectos puntuales que allí se han desarrollado.

En este contexto, las políticas y estrategias en tor-no a la ZRC El Pato – Balsillas deben ser perma-nentes y sostenibles mientras no desaparezcan los obstáculos estructurales que impiden que los campesinos puedan desarrollar sus actividades productivas, al tiempo que logren ubicar sus uni-dades productivas dentro de estrategias de ren-

tabilidad, no solamente económicas, sino sobre todo social, política y ecológica, lo cual supone introducir elementos de equidad que signifiquen la posibilidad de competir en igualdad de oportu-nidades con los demás agentes productivos.

A pesar de la tradición y el potencial organiza-tivo con que cuenta la región, el tejido social y comunitario de ésta continúa siendo precario y no se observan iniciativas de largo alcance que permitan variar su posición de subalternidad frente al juego de los poderes regionales.

Es necesaria una estrategia de potenciación de la participación social y comunitaria que se ins-criba en un proceso de constitución, como acto-res sociales y políticos locales, regionales y aún nacionales, de modo que permitan aumentar su representatividad y representación, para buscar mecanismos de concertación con el Estado, com-binando su autonomía y sus iniciativas con una mayor capacidad de liderazgo que incidan en las estructuras de poder. Mejorar el sistema de alian-zas, acuerdos y consensos, mediante una fluida interacción con otros sectores y actores institu-cionales, sociales y políticos, puede generar un espacio de relaciones favorables para el desarro-llo y la aplicación de los objetivos y estrategias contemplados en el PPZRC y en especial, del programa de la ZRC de El Pato – Balsillas.

La situación actual, de ausencia de diálogo y negociación, con uno de los actores fundamen-tales de este proceso, como lo es la insurgencia, genera situaciones inciertas para el desarrollo de estos propósitos. No obstante, un despliegue de iniciativas y recursos como los que poten-cialmente puede desarrollar la ZRC El Pato – Balsillas, pueden revertir estas condiciones apa-rentemente adversas y convertirlas, de acuerdo también con sus propósitos iniciales, en un ins-trumento de cambio, transformación y negocia-ción de la situación económica, social, política y ambiental de la región.

Algunos de los procesos que ya han comenzado en la zona, como los de praderización y la actual

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militarización, constituyen sin duda serios obstá-culos a remover para la continuidad del proyecto de zona de Reserva Campesina en la región. Sin embargo, es fácilmente observable dentro de las comunidades locales el espíritu y la capacidad para revertir, como lo han hecho en el pasado, las actuales condiciones y convertirlas en una opor-tunidad para el desarrollo.

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