james racionalizacion y respuesta de la clase obrera

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  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    1/29

    Desarrollo Econmico, v 2 1 , N o 83

    octubre-diciembre1 9 8 1

    RACIONALIZACION

    Y

    RESPUESTA DE LA CLASE OBRERA:

    CONTEXTO

    Y

    LIMITACIONES

    DE LA ACTIVIDAD

    GREMIAL

    EN

    LA

    ARGENTINA*

    DANIEL JAMES**

    Introduccin

    En un importante trabajo reciente1, Elizabeth Jelin ha criticado los

    estudios sobre la clase obrera en Amrica Latina que sobrevaloran los de-

    terminantes estructurales de las relaciones de clase

    y

    la actividad gremial.

    La autora seala que esto ha llevado a las ciencias sociales a un enfoque

    determinista que enfatiza la falta de autonoma de la clase obrera en su

    fallido propsito de construir un desafo integral

    y

    radical al sistema

    dominante en el plano poltico, as como tambin a aceptar la desmovili-

    zacin

    y

    a ser dominada por las direcciones burocrticas en el plano sindi-

    cal. Las explicaciones de este fenmeno se

    han buscado en factores estruc-

    turales que van desde los orgenes rurales del proletariado urbano hasta

    la naturaleza especfica de la industrializacin intensiva en capital que se

    ha producido en Amrica Latina en las ltimas dcadas. Dado que la pro-

    blemtica se ha centrado fuertemente sobre la integracin de la clase obre-

    ra en el plano poltico y sindical, en la burocratizacin de las organizacio-

    nes obreras, las ciencias sociales no h n podido explicar la aparicin de

    fisuras en el proceso integrador, la emergencia de crisis que se oponen al

    statu quo

    y

    que marcan la reapaxicin de factores tales como la espon-

    taneidad, la democracia de las bases

    y

    nuevas formas de lucha que desbor-

    dan las reglas del juego aceptadas .

    Esta nueva orientacin hacia el estudio de factores que llevan a cam-

    bios radicales de concientizacin, a romper con los moldes acostumbrados

    Una primera versin del presente a rtc ulo f u e presentada al Taller sobre Clase

    Obrera Latinoamericana, en la Universidad de Liverpool,

    19 20

    de abril de

    1979.

    La

    versin

    final

    se ha beneficiado considerablemente gracias a los comentarios de sus par-

    ticipantes, en especial l o s d e Juan Carlos Torre. S lo me resta agregar qu e su resultado

    final es de mi exc lusiva responsabilidad.

    Departamento de Sociologa, Universidad de Brasilia.

    Elizabeth JELIN "Espontaneidad

    y

    organizacin en el movimiento obrero", Revista

    Latinoamericana de Sociologa

    2),

    I T D T

    1975

    Una versin ms corta se publ ic en Sociotogie d u

    Travail N o 2 1976.

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    3

    DANIEL

    J MES

    de prcticas y formas de organizacin rutinarias, es sin duda provechosa.

    Nos permite escapar a la tirana de los modelos estructurales determinis-

    tas y a la vez apreciar que la conciencia de la clase obrera y sus formas

    de actividad no se pueden reducir directamente a factores estructurales

    generales. Nos permite asimismo ver que fenmenos tales como la burocra-

    tizacin gremial, la apata e integracin de la clase obrera, son eventos

    creados

    y

    condicionados socialmente, que pueden coexistir, al menos

    potencialmente, con sus opuestos. Sin embargo, y Jelin misma lo recono-

    ce, el hecho es que el estudio de los factores estructurales que influyen y

    limitan las formas de actividad de clase y su movilizacin constituyen

    parte necesaria de cualquier anlisis de los momentos de crisis, de los sal-

    tos cualitativos de la concientizacin. En este contexto se define a las cri-

    sis, bsicamente, como el rechazo de la rutina diaria -como rupturas de

    los modos aceptados de comportamiento y coexistencia de clases-; lgi-

    camente, para entender estos perodos debemos tener una adecuada com-

    prensin de aquellos calificados como de normalidad a partir de los

    cuales emergen las crisis.

    En este contexto, existe el peligro de que el nuevo inters por el estu-

    dio de perodos de ruptura y desafo al sistema dominante deje en pie las

    explicaciones tradicionales concernientes a los perodos de normalidad .

    Quedara implcito, al menos potencialmente, que los perodos de aco-

    modacin e integracin no son problemticos slo porque represen-

    tan un estado de cosas normal que puede ser explicado convenien-

    temente por medio de factores estructurales, ya sean stos de ndole

    econmica o psicosocial. No obstante, la normalidad es problemtica.

    La quietud de la clase obrera, la aceptacin de una direccin burocrtica

    en las organizaciones gremiales, la incapacidad de organizar una oposi-

    cin de las bases a esta direccin, debe ser analizada sin recurrir a los

    modelos tradicionales por dems deterministas. Se deben buscar factores

    estructurales que a la par que determinan los parmetros generales dentro

    de los cuales se desarrolla la actividad de clase y que limitan las posibi-

    lidades de dicha actividad y organizacin autnoma, puedan ser vislum-

    brados como formando parte y siendo resultado de

    un

    proceso histrico

    dinmico.

    l presente trabajo pretende ser una contribucin al estudio de fac-

    tores estructurales que definan las posibilidades, lmites y formas de

    actividad de la clase obrera en un contexto especfico. Este contexto es

    el del capitalismo argentino en la dcada de 1950-1960. Se refiere en parti-

    cular al cambio que se produjo a partir de 1955 en el modelo de acumula-

    cin de capital cuando ste, basado en la sustitucin

    semiautrquica de

    las importaciones, lleg a los lmites de su viabilidad.

    Las

    irnplicancias

    econmicas de este nuevo proyecto de desarrollo han sido estudiadas con

    mucho inters, prestndose particular atencin a la emergencia de nuevas

    industrias, la importacin de nuevas maquinarias y el rol del capital ex-

    tranjero. n autor, investigando los cambios producidos por este nuevo

    proyecto, ha llegado a describir estos perodos, antes

    y

    despus de 1955,

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    EL CIONES LABORALES EN

    L

    ARGENTINA, 1950 60

    como pertenecientes a dos pocas tecnolgicas diferentes2. Sin embargo,

    se ha prestado mucho menos atencin a algunas de las consecuencias socia-

    les de este proceso econmico y en particular a sus implicancias para la

    clase obrera.

    De hecho, algunos autores han sealado la creciente heterogeneidad

    de los mercados de trabajo resultantes de este desarrollo econmico y sus

    implicancias para los sindicatos3. Por otra parte, el presente artculo

    quiere dirigir su atencin hacia otro punto. Se tratar de analizar una parte

    crucial, aunque en general poco valorada, del nuevo proyecto de desarro-

    llo: los intentos por parte de empleadores y gobierno, a partir de 1950, de

    racionalizar la produccin de la industria argentina y reestructurar el

    equilibrio de fuerzas con los gremios. La primera parte del trabajo exa-

    mina 10s orgenes de estas pautas de racionalizacin durante el segundo

    gobierno peronista; la siguiente aborda la actitud del gobierno militar

    frente a esta cuestin entre 1956 y 1958; la tercera considera lo que po-

    dra llamarse la culminacin de este proceso a principios de la dcada

    de 1960. Por ltimo, se tomarn en cuenta las influencias de esta racio-

    nalizacin sobre temas tales como el grado y posibilidad de accin aut-

    noma de las bases obreras, la posicin de la burocracia gremial y funda-

    mentalmente la relacin entre ambos.

    A . La ofensiva de la productividad bajo el gobierno de Pern

    l nuevo proyecto de desarrollo que comenz durante el segundo

    gobierno peronista presentaba dos aspectos interrelacionados. En primer

    lugar se propona cambiar el estmulo de produccin de artculos de

    consumo hacia la produccin de productos intermedios y la construccin

    de un sector de bienes de capital. En segundo lugir quera renovar el equi-

    pamiento y maquinarias ya utilizadas por la industria argentina. Hacia

    principios de 1950, esto comenz a ser una necesidad apremiante y cons-

    ti tuy una preocupacin principal del gobierno y de los empleadores.

    Jos Gelbard, presidente de la Confederacin General Econmica habla-

    ba en el Congreso de la Productividad y del Bienestar Social, en marzo

    de 1955, de la crucial necesidad de renovar el obsoleto material de pro-

    duccin empleado en la industria argentina4.

    La

    acumulacin de capital necesaria para este cambio enovmico

    deba apoyarse, por una parte, en las inversiones extranjeras y, por otra,

    ser generada internamente con los ingresos provenientes de las exporta-

    2

    Jorge KATZ:

    Productive Functions Foreign Znvesfment and

    Growth

    N. Hol land Pu-

    bl ish ing Co Amsterdam c i tado por R. MALLON: Economic Policy Making in a Conflict Socie ty

    Harvard Universi ty Press 19 75 pg 7 2 .

    Mnica PERALTA RAMOS: Etapas d e acumulacin

    y

    alianzas de clase en la Argentina

    Buenos Aires S ig lo XX I 19 72 .

    4

    Informe sobre las actuaciones del Congreso de la Productividad

    y

    el Bienestar Social

    Hechos e Ideas 1 9 5 5

    pg

    282

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    3 4

    DANIEL

    JAMES

    ciones tradicionales

    y

    una mayor productividad obrera. Esta ltima, a

    su vez, poda generarse en parte introduciendo nuevas maquinarias, pero

    exista un lmite claro de cunto poda llegar a alcanzarse en el corto

    plazo. Debido a la disminucin de los precios de las materias primas en e1

    mercado mundial, un aumento en la intensidad de la competencia en di-

    cho mercado el estancamiento general de la produccin

    agraria

    argen-

    tina, las posibilidades de una importacin de bienes de capital en gran

    escala estaban bastantes limitadas. Teniendo en mente el aumento de la

    productividad en el trabajo, la nica solucin que quedaba era la de incre-

    mentar el rendimiento por persona con los equipos existentes. Gelbard

    hablaba con toda franqueza acerca del problema y de su solucin: Por lo

    tanto, el sector privado de la economa argentina no podr lograr altos

    niveles de produccin basndose exclusivamente en la importacin masiva

    de los bienes de capital ms modernos

    ...)

    si no es posible basar el

    aumento de la produccin en la mecanizacin moderna y la automatiza-

    cin, el problema deber resolverse sobre la base de la planta existente,

    que se renovar progresivamente, de acuerdo con las posibilidades del

    pas. Es decir que debemos tomar como punto de partida lo que existe

    ahora, lo que tenemos en este momento, para luego mejorar y aumentar

    la produccin y productividad de cada mquina, de cada hombre y de

    cada pr o~ es o ~.

    Los dos polos de este proyecto de desarrollo pueden apreciarse clara-

    rnente en los ltimos aos del gobierno de Pern. Por una parte vemos el

    segundo Plan Quinquenal de 1953 con su nfasis sobre la promocin de

    la industria pesada y una nueva legislacin ms liberal para las inversiones

    extranjeras; por otra, estaba el Congreso de la Productividad del

    Bienestar Social que recalcaba la necesidad de que los obreros aceptasen

    la racionalizacin y limitasen el poder inmoderado de las comisiones

    internas de delegados gremiales. Ambos aspectos se consideraban clara-

    mente relacionados. Slo consiguiendo un aumento substancial de la pro-

    ductividad se crearan condiciones favorables para atraer las inversiones de

    capital en industria pesada; slo una actitud gremial responsable de mo-

    deracin frente a los poderes inmoderados dentro de las fbricas permi-

    tira la

    irnplementacin de la moderna tecnologa necesaria para esta

    in-

    versin la utilizacin ms eficiente de la maquinaria existente.

    Enunciar la necesidad de una mayor productividad fue fcil; sin

    embargo, alcanzarla dentro de los lmites expuestos por Gelbard fue el

    problema ms grave que enfrentaron los empleadores y el Estado argen-

    tino en los ltimos aos del gobierno de Pern. En qu consista ms pre-

    cisamente este problema y cules eran los obstculos que se oponan a

    esta mayor productividad obrera? Desde el punto de vista de los emplea-

    dores lo fundamental era .un equilibrio de fuerzas poco satisfactorio en-

    gendrado en los gremios por una clase obrera segura de s misma y un

    movimiento obrero apoyado fuertemente por el Estado. En concreto,

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    ELACIONES LABORALES

    N

    LA ARGENTINA.

    1950-60

    para el anlisis que estamos realizando aqu, esto se manifestaba de tres

    modos interrelacionados: la falta de una definicin adecuada en cuanto

    a objetivos de produccin y esfuerzo de trabajo; 2 la existencia de una

    serie

    de

    clusulas en los convenios colectivos que los obreros consideraban

    conquistas cruciales para la reglamentacin de las condiciones de trabajo,

    mientras que los empleadores vean en ellas el obstculo para aumentar

    la productividad; 3) el poder de las comisiones internas de delegados

    gremiales.

    1

    Niveles de produccin, effort bargain y resistencia obrera

    Consideremos primero la cuestin de los niveles de produccin y el

    esfuerzo de trabajo. Ambos eran insatisfactorios y la propaganda de los

    empleadores los us como tema constante a principios de la dcada del

    '50. En el Congreso de la Confindustria de 1953, la Comisin sobre Racio-

    nalizacin Industrial comenz sus deliberaciones afirmando: Mientras

    el obrero tiene el derecho de recibir un salario mnimo compatible con

    sus necesidades y su dignidad, tambin tiene el deber de lograr un rendi-

    miento mnimo durante el da de trabaj~ ~.

    l

    informe recomienda que

    los obreros que no cumpliesen esta obligacin, deban ser despedidos sin

    indemnizacin. De un modo similar, Gelbard se hace cargo en 1955 de

    esta queja cuando pide en el Congreso de la Productividad

    un

    trabajo

    justo para un jornal justo' .

    Detrs de todas estas exigencias de respetar niveles mnimos de ren-

    dimiento est la nocin de una relacin implcita y aceptada entre el pago

    y el esfuerzo que se demanda, denominada en ingls effort bargain , es

    decir: tanta paga por tanto trabajo. Las obligaciones que asume el obrero

    como parte del contrato quedan, casi por definicin, indeterminadas.

    Como lo sealaran Hyman y Brough, en la mayor parte de las situacio-

    nes industriales este contrato queda implcito y es bastante impreciso,

    basndose en gran medida sobre normas intuitivas de lo que es 'un rendi-

    miento adecuado'

    '.

    En general la industria opera sobre una definicin de

    compromiso que sea aceptable tanto para la empresa como para el obrero.

    Es evidente, a partir de las quejas de los empleadores sealadas ms arriba,

    que esta definicin de compromiso ya no era compartida por las empresas

    y los obreros a principios del '50 en la Argentina: el contrato no se cum-

    pla. Para comprender esto en toda su magnitud habra que preguntarse:

    por qu?

    Adems de factores de ms largo plazo tales como las nociones cul-

    turalmente determinadas acerca de lo que constituye un da de trabajo

    Informe de la Comisin de Racionalizacin Industrial: Actas del Congreso General d e la

    Confederacin de o Indusria Buenos Aires

    1966, pg 3 .

    7 Hechos e Ideas ob. ci t . pg 2 7 9 .

    Richard HYMAN

    y

    Ian BROUGH: Social Values and Industrial Relations Basil

    Blackwel l Oxford 1975

    pg

    12 .

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    DANIEL JAMES

    justo , es evidente que las definiciones mutuamente aceptadas de lo que

    se considera un rendimiento adecuado en un cierto caso, dependen mucho

    de factores coyunturales tales como las condiciones del mercado de tra-

    bajo, las condiciones favorables o desfavorables del mercado en general

    y el equilibrio de fuerzas de clase en un momento determinado. Por lo

    tanto, cualquier definicin laxa que propugnen los obreros y que una em-

    presa est dispuesta a aceptar en cierto contexto, se vuelve totalmente

    inaceptable para los empresarios si dicha coyuntura cambia. Me parecera

    que ste fue el caso en la Argentina durante el perodo peronista.

    En condiciones de pleno empleo, el pujante movimiento obrero apo-

    yado por el Estado y con un alto grado de confianza en su capacidad de

    movilizar a los trabajadores tendi naturalmente a darse una definicin

    menos rgida sobre lo que poda considerarse legtimo en cuanto a inten-

    sidad del trabajog; mucho menos rgida de la que haba prevalecido en

    pocas anteriores, sobre todo si se la compara con la violenta represin

    que haba existido en las fbricas en la dcada del 30 y a principios del

    '40. Como corolario se produjo un desafo, al menos implcito, del control

    que antes ejercan incuestionablemente los empleadores sobre el proceso

    obrero. Los trabajadores utilizaron los nuevos contratos laborales y las

    comisiones internas para oponerse a lo que ahora consideraban irnposi-

    ciones ilegtimas de la autoridad empresarial en esta rea. Adems, los

    salarios relativamente altos y los beneficios marginales incluidos en los

    nuevos contratos, redujeron la vieja compulsin econmica sobre los tra-

    bajadores de intensificar su rendimiento y mantener hbitos de trabajo

    apr~piados '~.El impacto de esta situacin se not aun en aquellos casos

    donde se implant un esquema de incentivos, generalmente en forma de

    trabajos a destajo. En este caso, el pago por pieza fue en general bajo, pero

    la reciprocidad constituy una prctica aceptada1'.

    Los empresarios aceptaron esta situacin por una serie de razones.

    La coyuntura excepcionalmente favorable de posguerra, que se bas en

    un mercado interno en expansin, en una relativa proteccin con respecto

    a la competencia extranjera y en una situacin internacional muy venta-

    Hym an y Brough han sealado la tendencia general de los obreros a reinterpret ar el effort

    bargain en circunstancias favorables: En un contex to de pleno emple o relativo y de asociacin

    masiva a los sindicatos, la indefinicin d e las obligaciones de trab ajo y a n o es tan clarament e una

    ventaja para el emple ador. . el crecimiento d e la organizacin colectiva en el lugar de tr ab a~ o. .

    permite qu e la situaci n sea explotada en beneficio de los empleados . HYMAN BROUGH, ob.

    cit., pg. 24

    lo En este co nt ex to debe sealarse qu e el ausentism o era una de las principales quejas de

    los empleado res, en especial lo qu e llamaban el lunes de huelga ,

    y

    lo usaron para ejemplificar el

    problema qu e tenan en lo re ferente a la disciplina de trabajo en las fbricas.

    l

    La reciprocidad se refiere al principio general por el cal los obreros

    y

    sus representantes

    inmediat os pue den exigir una consult a conjunta con la patronal para determinar factores tales

    como tiempc) que debe adjudicarse a cada tarea

    y

    calidad del trabajo. A menudo la reciprocidad

    surge al principio p or una tctica p atronal que quiere tratar individ ualmente con cada obr ero de la

    fbrica, sin incluir al sindicato. Sin embargo, si exista una organizaci6n gremial fuerte este artificio

    pod a resultar ventajoso para los obreros. Es ste el caso en muc has parte s de la industria inglesa

    y

    segn mi opin in, para la Argentina dur ant e el perodo peroriista. Para el caso de Inglaterra

    vase Andrew

    L .

    FRIEDMAN: Indus t r y nd

    Labour

    MacMillnn. Londres.

    1977.

    p g . 2 1 9 .

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    7/29

    327

    ELACIONES LABORALES E N

    LA

    A R G E N T I N A .

    1950-60

    josa para las exportaciones argentinas, hicieron que se tratara de mantener

    una cierta coherencia en la produccin para sacar provecho de esta situa-

    cin, sin afrontar el problema ms bien espinoso de la productividad en

    el trabajo. Esta evaluacin se afianz an ms en vista de la nueva fuerza

    del movimiento obrero organizado, que se demostr con la ola de huelgas

    entre 1946 y 1948, donde se vio la gran capacidad de la clase obrera de

    movilizarse, dadas las condiciones favorables del mercado de trabajo y la

    actitud de benevolente neutralidad asumida por el Estado frente a estas

    movilizaciones12. En esta situacin, el riesgo de enfrentarse al movi-

    miento obrero organizado por la cuestin de la productividad simplemente

    no hubiese compensado la prdida de produccin y las consecuencias

    polticas que esta accin podra acarrear. Hay que decir tambin que en

    general los industriales tampoco quisieron atacar el problema desde la

    otra punta, es decir, invirtiendo capitales para la modernizacin de las

    plantas fabriles. En consecuencia, como decamos antes, hacia principios

    de 1950 el deterioro interno e internacional del contexto econmico y la

    necesidad de reorientar el modelo de acumulacin de capital para ajus-

    tarse a las nuevas condiciones y asegurar una expansin futura, hicieron

    que el problema de la productividad en el trabajo ya no pudiese soslayarse.

    Las opciones abiertas a los empresarios y al Estado para atacar este

    problema eran extremadamente limitadas, como se evidencia en el dis-

    curso de Gelbard citado ms arriba. En realidad, se reducan a aumentar

    el rendimiento de los obreros con la maquinaria existente. As como se

    desarroll en los ltimos aos del rgimen peronista, esta estrategia tena

    dos puntos lgidos. Uno fue la revisin de los esquemas de incentivacin

    existentes: el bajo pago por pieza se ajust disminuyendo el tiempo en

    que deba realizarse, se reajustaron las bonificaciones con la ayuda de un

    estudio sobre el trabajo

    y

    se socav la reciprocidad. El otro punto fue la

    fijacin de un rendimiento mnimo para el da de trabajo y la introduc-

    cin de esquemas de incentivacin de pagos por sobre estos niveles en

    aquellos casos donde ya existiesen. El informe de la Comisin sobre Racio-

    nalizacin Industrial del Congreso de Confindustria haba recomendado

    la introduccin de bonificaciones proporcionales al mayor rendimiento

    logrado. Esto exigir la determinacin previa de niveles normales de rendi-

    miento para hacer posible la adjudicacin del bono 13. En el Congreso de

    la Productividad se reiter el mismo punto, pero esta vez en lenguaje

    mucho ms tayloriano. En el rubro Medidas concretas para mejorar la

    productividad el documento introductorio del Congreso aconsejaba el

    uso de tcnicas modernas de racionalizacin que incluyen: estudio del

    trabajo, evaluacin del rendimiento y pago de acuerdo con los resulta-

    dos.. . l La insistencia de los industriales de ajustar los esquemas exis-

    tentes y de fijar niveles mnimos de rendimiento donde antes no exis-

    l2

    Para las huelgas del perodo

    1946-48

    vase Louise M DOYON Confl ictos obreros

    durante el rgimen peronista,

    1946-SS ,

    e n Desarrollo Econmico vol . 17 NO

    67,

    octubre-d ic iem-

    bre de 1977.

    l3 Actas del Congreso General de la Confindustria o b . c i t . , pg. 4 .

    l Hechos e Ideas o b . c i t . . pg.

    30 .

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    8/29

    3 8

    DANIEL JAMES

    tan, implica claramente la falta de definiciones formales adecuadas al

    esfuerzo de trabajo anteriores a esta poca; implica tambin que los obre-

    ros aprovecharon esta indefinicin. De all en ms, los empleadores toma-

    ron la determinacin de fijar por medio de tcnicas modernas de racio-

    nalizacin la ndole precisa de las obligaciones del trabajador en el

    effort bargain , que se haba puesto peligrosamente impreciso y laxo en

    la coyuntura de posguerra.

    Qu resultados obtuvieron los industriales en la implementacin

    de estas estrategias? A travs de evidencias parciales que he recabado, es

    obvio que se encontraron con enormes dificultades y resistencias. Es

    precisamente esta resistencia, que muy pocas veces aparece en los docu-

    mentos oficiales o en la prensa, la que indujo a los empresarios a atraer

    tanto al Estado como a la jerarqua sindical a la campaa oficial de la pro-

    ductividad en 135515. La resistencia poda apreciarse en dos niveles. Uno

    era la respuesta a esfuerzos concretos por introducir nuevos esquemas de

    incentivacin o bien reajustando los existentes: mayor volumen de tra-

    bajo, menor tiempo de realizacin, ms rapidez. As, por ejemplo, se vio

    en Buenos Aires en una empresa metalrgica (CEMAC) que los obreros

    s

    opusieron a la adopcin de nuevos esquemas de incentivacin. La empresa

    quera que se rebajara en un por ciento el tiempo de realizacin y que

    en lo sucesivo slo ellos fijaran este perodo sobre la base de un futuro

    estudio del trabajo; los acuerdos previos se haban realizado sobre la base

    de una negociacin mutua entre empresa

    y

    trabajadores16. Tambin se

    producen resistencias en las plantas de SIAM Di Tella, donde la compaa

    haba operado durante varios aos con un esquema de incentivos donde

    los obreros eran divididos en dos grupos, el de los productivos y el de los

    improductivos. Ambos grupos hacan el mismo trabajo, pero el productivo

    se ajustaba a un sistema de bonificaciones basado en el tiempo ahorrado

    por trabajo realizado en un determinado lapso. A fines de 1954 surgieron

    dificultades porque la SI M rebaj unilateralmente el tiempo fijado por el

    sistema de bonificaciones1'. En la misma poca, tambin Johnson y

    Johnson introdujo un mecanismo diseado para hacer que las mquinas

    corrieran a una velocidad constante, mientras que antes los obreros ha-

    ban podido graduar la velocidad de acuerdo con su propio ritmo

    18.

    '5

    Mi informacin sobre este tema proviene principalmente de la literatura obrera no pero-

    nista, asociada en general a distintos grupos neotrotskistas que adoptaron una actitud amistosa,

    aunque crtica, frente al peronismo.

    16 La Verdad 5 de enero de 195 4.

    17

    La

    Verdad

    11

    al 2 4 de setiembre de 1954 . Es interesante sealar que este esquema de

    incentivacin que divida a los obreros en productivos y no productivos era una copia fiel de los

    esquemas taylorianos clsicos. Tambin es interesante ver hasta qu punto estos esquemas tenan

    efectos divisionistas sobre la unidad de fa fuerza obrera. En su lucha por conseguir que los obreros

    productivos aceptasen la disminucin de la relacin tiempo lpieza, la

    SIAM

    llego a prometer a

    los improductivos un a umen to de salarios si aquellos que trabajaban con el esquema de incen-

    tivos aceptaban las nuevas tasas.

    8

    La Verdad 11 al 2 4 de setiem bre de 1954. Debemos recalcar que todava no existe una

    descripcin adecuada de la ndole y magnitud de las distintas formas de trabajo y pagos en

    la

    indus-

    tria argentina dura nte el perodo peronista. Parecera que los esquemas de incentivacin existentes

    se reducan a lo que Friedman llama money piece work , es decir don de se le paga a los obreros

    un precio por pieza producida. La preocupacion mayor de los empresarios era cambiar este siste-

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    9/29

    3 9

    ELACIONES LABORALES EN LA ARGENTINA,

    1950-60

    Esta resistencia a los intentos del empresariado industrial por rede-

    finir lo que siempre se haba aceptado como niveles legtimos de trabajo y

    produccin, al aparecer nuevas presiones econmicas, no es rara, por su-

    puesto. Hyman y Brough han sealado que una fuente importante de

    conflicto e inestabilidad en las relaciones industriales (reside) en las pre-

    siones generadas externamente hacia una productividad continuamente en

    aumento

    y

    la discontinuidad que produce en las relaciones establecidas

    entre pago y esfuerzo lg. En el caso argentino es evidente que la oposi-

    cin obrera se tradujo en general en una negativa a cooperar y no en una

    accin abierta de huelgas, cosa que se ve en las instancias especficas men-

    cionadas ms arriba. Sin embargo, hay una excepcin importante: la huel-

    ga ms larga del segundo gobierno peronista, la de

    1954

    de los obreros

    metalrgicos. Si bien se sostiene en general que esta huelga, al igual que

    otras del mismo perodo, estaba motivada primordialmente por demandas

    de salarios, parecera que la reestructuracin de los esquemas de incenti-

    vacin existentes, a travs de elementos tales como el estudio del trabajo,

    tambin jugaron un rol importante2'. El cuarto artculo del convenio que

    terminaba la huelga haca hincapi en que la Unin Obrera Metalrgica

    ratifica que sus representantes en las distintas fbricas no presentarn

    obstculos a los reajustes justificados de las tasas o bases de bonificacin

    en aquellos casos en que estas tasas han demostrado ser antieconmi-

    as ^'.

    No parecera desatinado deducir que efectivamente los delegados

    de fbrica

    haban

    puesto obstculos a tales reajustes

    y

    que los intentos de

    los empresarios de imponer esta poltica haban sido uno de los factores

    que llevaron a la huelga 22.

    m a p o r o t r o m s r ac i on a l d o n d e l o s o b r e r o s r ec i bi es e n b o n i fi c a c io n e s e n c o n c e p t o d e t i e m p o

    a h o r r a d o c o n r e s p e c t o a l t i e m p o a s i g n ad o a u n a t a r e a . C o m o l o s e al a F r i e d m a n , e st e l ti m o si st e-

    m a r e q u i e r e u n m u c h o m a y o r c o n t r o l d e l p r o c e s o l a b o r a l p o r p a r t e d e l e m p r e s a r i a d o . V a s e

    F R I E D M A N , o b . c i t . , p g.

    219.

    l H Y M A N y B R O U G H , o b . c i t ., p g. 219. Ta m b i n e s r e le v a n t e e l c l s i co a n l i si s d e G o u l d -

    n e r s o b r e e l o r i g e n d e u n a h u e lg a n o o fi c ia l . E l d e m o s t r a b a q u e e l p r o b l e m a b si c o f u e q u e l a p a -

    t r o n a l s e r e t r a c t d e u n a d e fi n i ci n t r a d i c i o n a l m e n t e i n d u lg e n t e d e l a i n t e ns i d a d d e t r a b aj o ,

    c o s a q u e l o s o b r e r o s c o n s i d e r a b a n c o m o l a d e f i n i c i n l e g t i m a d e l e f f o r t b a rg a in . V a s e A l vi n

    G O U L D N E R : Wildcat S i r ike Ro u t l e d g e a n d K e g a n P a u l , Lo n d r e s , 1955. N a t u r a l m e n t e , l a e x t e n s a

    o p o s i c i n d e l a c l a se o b r e r a a l m o v i m i e n t o d e a d m i n i s t ra c i n c i e n t f i c a e n va r io s p a s e s , t i e n e

    t a m b i n s u r e l e v an c i a a q u . P a r a u n a n li s is d e d i c h a o p o s i c i n e n l o s Es t a d o s U n i d o s v a s e Da vi d

    M O N T G O M E R Y : Q u e1 S t a n d a r d s ? L e s o u v ri e r s e t l a r e o r ga n i s at i o n d e l a p r o d u c t i o n a u x E t a t s

    U n i s , 1900-1920 , Le M ouve m ent Soc ia l NO 102, e n e r o - m a r z o 1978. V a d e s u y o q u e e n g en e ra l

    f u e r o n l o s o b r e r o s c a l i f i ca d o s l os m s a f e c t a d o s p o r l a s c a m p a a s d e ra c i o n al i z ac i n y l a p u n t a d e

    l a n z a d e l a re s i st e n ci a a l t a y l o r i s m o d e l a cl as e o b r e r a . N o t e n g o i n f o r m a c i n c o n c r e t a a l r e s p e c t o

    p e r o m e p a r e ce q u e e l p r o b l e m a d e la c a p a ci t a ci n f u e m e n o s i m p o r t a n t e e n la A r g e n ti n a . D e

    h e c h o , n o e n c o n t r n i n g u n a a r t i c u la c i n e x p l c i t a s o b r e e s t e t e m a . T a m b i n d e b e r a re c o r d ar s e ,

    c o m o l o s e a la M o n t g o m e r y , q u e e l p e r o d o c l si c o d e l u c h a c o n t r a e l t a y l o r i s m o , l a d e f in i c i n q u e

    h a c a l a c l as e o b r e r a d e l a s p r c t i ca s l e g t im a s y d e l a i n t e n s i d a d d el t r a b a j o e r a u n c o n c e p t o t i c o

    c o m p a r t i d o p o r m u c h o s s e c t or e s d e l a c la se o b r e r a y n o s l o p o r l a d e l o s m s c a li fi c ad o s.

    L o s d o s e s t u d i o s m s c o h e r e n t e s s o b r e l a r e l a c i n e n t r e l o s t r a b a j a d o r e s y e l g o b i e r n o

    p e r o n i s t a s o n W a l t e r

    L I T T L E : Poli t ical Integrat ion in Peronis t Argent ina t e s i s d e d o c t o r a d o ,

    i n d i t a , U n i v e rs i ty o f Ca m b r i d g e ,

    1971, y D O Y O N , o b . c i t. N i n g u n o d e l o s d o s m e n c i o n a e s t e

    p r o b l e m a e n r e l a c i n c o n l a h u e lg a d e

    1954

    d e l o s m e t a l rg i c o s.

    21 M I N I S T E R I O D E T R A B A J O Y P R E V I S I O N : R e g i s t ro G e n e r al d e C o n v e n i o s C o l e c ti v o s

    L a u d o s , A c t a

    12,

    B u e n o s A i r es , j u n i o d e

    1954.

    Es p o s i b l e q u e a l g u n a s o t r a s d e l a s p r i n c i p a l e s h u e l g a s e n l a p r i m e r a p a r t e d e

    1954

    t a m -

    b i n s e r e f i ri e r an a e s t e p r o b l e m a . D O Y O N , o b . c it ., m e n c i o n a q u e e l t r a b a j o a r e g l a m e n t o s e c o n -

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    10/29

    330

    DANIEL JAMES

    La segunda rea de resistencia

    a

    la estrategia de los empresarios era

    de naturaleza mas general. Se trataba simplemente de que amplios sectores

    de la clase obrera no aceptaban la legitimidad de cualquier forma de pago

    que fuese resultado de esquemas de incentivacin. La insistencia casi

    obsesiva de los industriales tanto en la conferencia de Confindustria como

    en el Congreso de la Productividad acerca de la necesidad de aceptar tales

    esquemas indica su preocupacin de que, ms all de la validez de los me-

    canismos especficos involucrados en la racionalizacin, se deba legitimar

    la idea de los esquemas de incentivacin como base para establecer las

    relaciones entre trabajo y paga. Si bien es cierto que los esquemas de in-

    centivacin se presentaban cada vez ms atractivos como medios para lo-

    grar un aumento de jornales en perodos de inflacin

    y

    de salarios contro-

    lados por el gobierno, las protestas reiteradas de los empleadores para

    que se aceptara el esquema de pago vs. resultados indican que slo se

    trataba de logros muy circunscriptos dentro de la industria argentina.

    Tambin es evidente que los obreros argentinos consideraban que la

    mejor manera de aumentar su nivel de vida era actualizando adecuada-

    mente el pago bsico por hora que estipulaban los contratos, muchos

    de los cuales haban sido congelados desde 1951: en realidad sta consti-

    tuy la principal demanda de las huelgas de 195423 Los jornales basados

    en un pago por hora adecuado, juntamente con beneficios marginales

    tales como los incrementos por antigedad, salario familiar, etctera, que

    haban sido introducidos en los contratos del perodo

    1946-48,

    eran

    considerados por la clase obrera su conquista primordial. Para el obrero

    sta era una expresin concreta de lo que significaba la justicia social , es

    decir, la posibilidad de ganar un buen sueldo sin estar sometido a presio-

    nes inhumanas dentro del proceso productivo. Esta posibilidad se vea

    ahora coartada por la introduccin de los nuevos esquemas de pago suje-

    tos los resultados.

    2.

    Los obstculos a

    l

    productividad

    y

    la ndole ideolgica de

    l

    resis

    tencia obrera

    Esta resistencia ms generalizada se traslad tambin hacia otras

    reas de la estrategia empresarial: el pedido de revisin de las clusulas

    que reglamentaban las condiciones de trabajo en los contratos. Para el

    empresariado industrial estas clusulas representaban el principal obs-

    tculo para una racionalizacin efectiva; en cambio para los obreros las

    prcticas laborales y las disposiciones contenidas en ellas les proporcio-

    naban una defensa vital del ambiente en que desarrollaban sus activi-

    vUti en el m od o de protesta ms comn de los obreros en

    1954

    registrndose un enorme aumento

    del nmero de obreros implicados en tales acciones. La autora lo relaciona con el problema de los

    salarios pero de acuerdo con el desarrollo lgico que se presenta aqu constituira ms bien una

    negativa por parte de los obreros a cooperar con los planes de productividad del empresariado.

    Vase

    DOYON,

    ob. cit.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    11/29

    RELACIONES LABORALES EN LA

    ARGENTINA.

    195 160

    3

    3

    dades en las fbricas. El documento introductorio del Congreso de la Pro-

    ductividad aconsejaba que en el futuro las negociaciones sobre los contra-

    tos hicieran especial referencia a aquellas situaciones que impiden,

    limitan

    y

    perjudican las posibilidades de una mayor productividad..

    ejemplos de estas situaciones son aquellas que obstaculizan el movimiento

    de personal de una seccin a otra; las que impiden llevar a cabo una tarea

    constituida por distintos tipos de trabajo.. . 24 Adems de objetar aque-

    llas clusulas que limitaban la movilidad en el trabajo y la demarcacin

    de las tareas, el empresariado tambin pidi una revisin de las clusulas

    que garantizaban la licencia por enfermedad con goce de sueldo. Estas

    clusulas simbolizaban para los obreros una reglamentacin legtima

    y

    esencial para ellos

    y

    para el buen funcionamiento del proceso laboral;

    por lo tanto, exista una tendencia a no considerarlas abiertas a ninguna

    negociacin.

    La oposicin de los trabajadores a muchas de las propuestas de la

    campaa de productividad se ven claramente reflejadas en las palabras

    del secretario general de la CGT, Eduardo Vuletich, en el Congreso de la

    Productividad. Al inaugurarse la campaa en enero de 1955, adverta

    en su discurso que si bien la CGT se hallaba completamente a favor de

    un aumento de la productividad, sta no deba lograrse por un aumento

    incontrolado de la carga de trabajo, sino ms bien por una mejor eficien-

    cia del trabajo, es decir, por un menor gasto de esfuerzo fsico 2s. En su

    discurso de la sesin inaugural del congreso, en marzo, vuelve al mismo

    tema diciendo que muchos empleadores han dicho ... que la nica ma-

    nera de aumentar la productividad es a travs de un mayor esfuerzo huma-

    no. . . * Contrastando con lo anterior, Vuletich situaba el peso de la res-

    ponsabilidad sobre los empleadores, enumerando otros factores tales como

    la modernizacin de la maquinaria, que tambin deban ser considerados.

    continuacin adverta a los empresarios que no estamos dispuestos a

    renunciar por esta causa (la mayor productividad) a ninguna de las con-

    quistas que hemos logrado..

    .

    ES evidente que se estaba juzgando el

    problema con criterios eminentemente distintos a los de los emplea-

    dores28. A pesar de todas las declaraciones respecto de la dignidad del

    echos e Ideas ob. cit., pg. 3 2

    2s Ibid., pg. 17.

    26 Ibd ., pg. 27

    Ib d. , pg.

    275.

    28

    Este conflicto de criterios entre obreros y empleadores con respecto a la productividad es

    un fenmeno inherente a to do proceso laboral en una sociedad dividida en clases. Como lo sealara

    Andr Gorz: Desde el pun to de vista del obre ro la productividad en el trabajo slo aume nta cuan-

    do se puede producir ms sin aumentar la fatiga; desde el pun to d e vista del capital la productividad

    en el trabajo aume nta cada vez que se puede imponer al obrero un aumen to en su capacidad de

    traba jo sin un aumen to proporcional del salario . Gorz contina diciendo que slo la primera de-

    finicin es rigurosa: mide un aumen to de la produccin sin un a umen to correspondiente de

    insu-

    mo; es pues un 'progreso tcnico'. Por otra parte la segunda definicin es obviamente falsa ya que

    considera slo un aumento de la produccin sin tomar en cuenta el aume nto del insum o, siendo

    que este insumo es la energa humana , Vase Andr GORZ: Technique, techniciens et lutt e de

    classes ,

    Les

    Temps Modernes agosto-setiembre,

    1971.

    2

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    12/29

    33 DANIEL JAMES

    trabajo y de mantener las conquistas bsicas de los trabajadores, la estra-

    tegia de los empleadores, que peda el establecimiento de niveles adecua-

    dos de rendimiento y reformulacin de los niveles existentes de produc-

    cin, implicaba una mayor intensidad de trabajo y la limitacin radical

    de ciertas conquistas. En lo que respecta a la modernizacin de los plante-

    les, como hemos visto, Gelbard la exclua deliberadamente en cuanto a su

    rol inmediato para lograr una mayor productividad.

    Es importante tener claridad sobre los lmites ideolgicos y la arnbi-

    gedad de la resistencia de los obreros. Por una parte, nunca se generaliz

    tanto como para constituirla en un crtica a los criterios subyacentes a las

    relaciones de produccin capitalistaz9.El contexto general dentro del cual

    Vuletich haca sus advertencias era aquel donde se cantaban loas a una ma-

    yor productividad basada en la armona de clases y el respeto mutuo, as

    como la distribucin equitativa de los beneficios que arrojara dicho

    aumento. Del mismo modo, la oposicin a la racionalizacin nunca se

    extendi a un cuestionamiento general del derecho del empresario a

    administrar sus plantas fabriles . Por ejemplo, nunca hemos encontrado

    una articulacin de las demandas para lograr el control de los obreros a

    consecuencia de estas luchas contra el taylorismo, cosa que s haba suce-

    dido en otros pases3'. Es obvio que la aceptacin de la legitimidad de

    las relaciones de produccin capitalistas y las relaciones de autoridad con-

    tenidas en ellas eran en s mismas reflejo de ciertos postulados bsicos de

    la ideologa peronista. As, por ejemplo, el peronismo abarcaba una fuerte

    corriente productivista : a la vez que identificaba la industrializacin y

    la produccin industrial con el desarrollo nacional y una soberana genui-

    na, enfatizaba la identidad de intereses de la clase trabajadora con los del

    proyecto de desarrollo nacional llevado a cabo en estrecha relacin con

    una burguesa industrial de orientacin nacionalista. Este inters global

    de la clase obrera para lograr un alto nivel de desarrollo industrial indepen-

    diente -que constitua la esencia de su riacionalismo- era preponderante

    sobre los conflictos de inters ms especficos que emergan del proceso

    productivo.

    Por otra parte, es evidente que a pesar de su aceptacin general en la

    prctica diaria dentro de las fbricas, la resistencia de los obreros a estas

    campaas representaba en efecto un desafo implcito a ciertos aspectos

    fundamentales de la organizacin de la produccin capitalista3'. A pesar

    9

    Mucho menor era la oposicin dirigida contra el rgimen mismo. Como lo seala D O Y O N

    con respecto a las huelgas de

    1954:

    .. .no representaban una ruptura definitiva entre el rgimen

    y el movimiento obrero, por que la mayo ra de los obreros eligieron canales mu) moderados para

    mostrar su insatisfaccin y no dirigieron sus protestas contra el gobierno . Vase DOYON, ob. cit.

    Para el anlisis de dichas demandas en los Estados Unidos vase I>avid MONTC;OMF RY:

    The Pasr and Fut ure of Workers' Contr ol

    31 Hyman y Brough citan a Baldamus quien dice al respecto que los obreros en generdl su-

    fren una socializacin que los induce a aceptar la nocin de obligacin del trabajo pero q u e por

    ms fuerte que fuese su contenido, es demasiado difuso para controlar efectivamente el comporta-

    miento en cualquier situacin concreta. Estas nociones de obligacin afirman la institucin d e l em-

    pleo capitalista pero no controlan las actividades especficas dentro de

    la

    institucin . Vase

    H Y M A N

    y

    BROUGH, ob. cit., pg.

    17

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    13/29

    333

    ELACIONES

    LABORALES

    EN L ARGENTINA, 195G6

    de la inexistencia de un reto explcitamente articulado al control empresa-

    rial, el resultado concreto de la insistencia de los obreros en lo que se re-

    fiere a la reinterpretacin de niveles aceptables de rendimiento y de su

    defensa de este effort bargain cuando el empresariado industrial trat

    de redefinirlos, condujo a un enfrentamiento inevitable con los emplea-

    dores dentro de las fbricas. Los empleadores percibieron claramente

    este hecho y sus quejas son testimonio de que dicho enfrentamiento era

    real. Uno de los principales temas en el discurso de Gelbard en el Con-

    greso de la Productividad se relacionaba precisamente con esta situacin.

    Pidi el mantenimiento de la disciplina

    y

    del orden jerrquico, sin el

    cual no es posible ninguna asociacin humana . Y sigue diciendo que

    reafirma para los empleadores el derecho a la direccin y organizacin

    de sus empresas sin interferencias que limiten su libertad de movimiento

    o juicio 32.

    su vez, si bien Vuletich no poda negar la legitimidad de la cam-

    paa de productividad que implicaba algunos sacrificios por parte de los

    trabajadores, insista sin embargo en los criterios bsicos de esta campaa

    que inevitablemente restringira la libertad de accin de los empresarios

    cuando se pusiese en prctica. Adems, Vuletich tambin poda invocar

    la autoridad de su posicin con la ideologa peronista, que propugnaba

    conceptos tales como beneficios ' ' j~s tos '~ injustos , capital humano y

    explotador y la nocin del bienestar social como ;riterio determinante

    de la validez de una poltica social y econmica. Todo esto reflejaba la am-

    bigedad crucial de la ideologa peronista y del peronismo como movi-

    miento social: contradiccin bsica incapaz de resolverse dentro de una

    coalicin gubernamental policlasista.

    3.

    Las com isio nes internas de d elegados gremiales

    El smbolo del nuevo equilibrio de fuerzas en las fbrica y la resis-

    tencia a los empleadores de modificarla fue la

    com isin interna

    Para los

    empresarios el delegado gremial pas a personificar los problemas bsicos

    con los cuales ellos tenan que enfrentarse en la campaa de la producti-

    vidad. Las comisiones haban surgido y se haban consolidado en el pero-

    do inmediatamente posterior a 1946. Los contratos que se firmaron en

    esa poca contenan clusulas que garantizaban, por parte del empresa-

    riado, el reconocimiento de las comisiones

    y aseguraban a los delegados la

    estabilidad en su empleo tanto durante como despus del ejercicio de sus

    funciones33. Sin embargo, aparte de estas clusulas generales no exista

    en los contratos ninguna especificacin detallada concerciente a la ndole

    de la representacin sindical, sus formas o sus poderes. Parecera que

    3 echos e Ideas ob . c i t . pg .

    281

    33 Vase DOYON, ob. c it . Esta autora menciona que e l problema de forzar la aceptacin

    del emple ado co n este t ipo de reglamentaciones fue un e lem ent o importante e n las huelgas de

    1946 48.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    14/29

    334

    DANIEL

    JAMES

    estos aspectos se consideraron inicialmente como parte de las cuestiones

    internas del sindicato no concernientes a la negociacin entre el sindi-

    cato

    y

    la patronal. Si bien se aceptaba en general que su tarea bsica era

    la de supervisar la implementacin diaria de las provisiones contenidas

    en el contrato, es evidente que

    se

    haba aprovechado la falta de defini-

    cin formal de sus poderes, de modo que a principios del

    '50

    ya haban

    asumido el rol ms amplio de afianzar la seguridad de la clase obrera y

    limitar las prerrogativas de la patronal en la esfera productiva. Los empre

    sarios industriales perciban claramente que ste era el principal obstculo

    a una racionalizacin efectiva y la imposicin de una disciplina de trabajo.

    En el Congreso de la Productividad se queja Gelbard de la posicin

    "asumida por las comisiones internas en muchas fbricas, donde alteran

    el concepto que dice que la misin del trabajador es realizar un trabajo

    justo por un jornal justo.. tampoco es aceptable que por motivo alguno

    el delegado toque su silbato en una fbrica y la paralice"34. Con una

    tnica semejante, la Cmara de Industrias Metalrgicas en su informe al

    Congreso se queja de "la libertad extrema de la que gozan las comisiones

    internas de las fbricas" 35.

    Es evidente que los empresarios consideraban la limitacin efectiva

    del poder de las comisiones como la condicin cine qua non para lograr

    algn progreso en la estrategia de racionalizacin. Se comprende fcil-

    mente que estaban muy preocupados. Ellos perciban que efectivamente

    slo una limitacin de este tipo poda garantizar la traslacin de los acuer-

    dos formales sobre racionalizacin a una prctica concreta en las plantas

    industriales. Cualquier acuerdo formal que permitiese la introduccin de

    esquemas de incentivacin, el acortamiento de los tiempos para hacer una

    tarea, la limitacin en la reciprocidad la garanta de mayor movilidad en

    el trabajo, todo esto se vera potencialmente anulado en la prctica por

    una clase obrera decidida y su comisin interna. Es importante sealar

    tambin que el objetivo de la patronal, tanto en la conferencia de la

    C on -

    findustria

    como en el Congreso de la Productividad, no estaba dirigido a

    cuestionar la existencia de las comisiones per se. Se quejaban bsicamente

    de la falta de definiciones formales con respecto a los lmites de reas

    legitimizadas de la actividad de estas comisiones. El informe sobre la con-

    ferencia de

    Confindustria

    hablaba de "una falta de instrumentos legales

    en las relaciones laborales que fijen las normas y procedimientos y tam-

    bin delimiten los derechos y obligaciones de ambas partes.. esta situa-

    cin deja abierto al arbitrio de acuerdos personales un asunto de mxima

    importancia social". La solucin propuesta era "un cdigo que normalice

    las relaciones mutuas entre comisiones internas y patronal, fijando expre-

    samente los derechos y obligaciones de cada parte"36.

    Durante todos estos aos los empleadores obtuvieron muy pocos

    resultados en su intento de establecer acuerdos con los sindicatos cuya

    4 H e c h o s e Ideas ob

    cit.

    pg 280.

    35 L a Ve r d a d

    9

    d e bril

    de 1 9 5

    S .

    6

    Ac ta s d e l Co n g r e s o G e n e r al d e l a Co n f in d u s t r i a ob cit pg 250

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    15/29

    RELACIONES

    LABORALES EN LA ARGENTINA, 1950-60

    5

    vigencia tuviera carcter nacional. Los dirigentes sindicales, a pesar de per-

    cibir la hostilidad de las bases, firmaron el Acuerdo Nacional sobre Pro-

    ductividad al finalizar el Congreso de la Productividad, aunque lo hicieron

    ms bien como una declaracin simblica de sus intenciones. Era lo mni-

    mo que podan hacer dado el gran capital poltico personal que Pern

    haba invertido en esta campaa, pero no representaba de ninguna manera

    un avance concreto como el que esperaban los empleadores''. Uno de los

    ltimos despachos firmados en el Congreso especificaba que los convenios

    existentes no seran afectados por ningn acuerdo posterior sobre la pro-

    ductividad

    y

    que ambas partes deban procurar incrementarla mantenien-

    do las conquistas sociales existentes en ese momento. La nica concesin

    potencialmente importante lograda por la patronal fue una clusula en el

    Acuerdo Nacional confirmando que las recomendaciones para una mayor

    productividad se pondran en vigencia a travs de acuerdos especiales que

    se firmaran pasando por encima de los convenios ya

    existente^^^.

    Sin

    embargo, no se

    firm

    ninguno de estos convenios en los ltimos meses

    del rgimen peronista.

    Las razones de estos exiguos resultados concretos para los empleado-

    res son numerosas. Por una parte, haba una gran resistencia gremial frente

    al ataque directo en aquellas reas que ms preocupaban a la patronal; por

    otra parte, Pern dependa cada vez ms de la clase obrera

    y

    de los sindi-

    catos dada la desintegracin de la coalicin peronista original, todo lo cual

    pona lmites al grado de presin abierta que el Estado poda ejercer en

    favor de los empleadores.

    Adems haba limitaciones ideolgicas con respecto a cun lejos po-

    da ir el peronismo en su proteccin oficial a la ofensiva de racionaliza-

    cin. Dentro de la nocin general de la armona industrial, el peronismo

    conceba a la empresa como una comunidad de intereses en la cual el capi-

    tal

    y

    el trabajo jugaban un papel funcional necesario para lograr un obje-

    tivo compartido. En este esquema la patronal

    y

    la autoridad empresaria se

    consideraban en general como funciones tcnicas

    y

    no como el ejercicio

    coercitivo del poder y de las sanciones dentro del proceso productivo. En

    la ideologa peronista existan elementos importantes que negaban expl-

    citamente la validez de esta coercin39. Como comentbamos antes, en el

    37

    La cpula sindical de la

    CGT

    siempre fue renuente a asentir plenamente a los planes de

    racionalizacin de la patronal, tal vez porque se daban cuenta de la fuer te resistencia que stos pro-

    vocaban entr e sus asociados. As vemos un cuadro ms complejo de la direccin sindical peronista

    en este perodo y sus relaciones con los asociados y con el Estado, de lo que generalmente se cita

    en la bibliografa. DOYON, ob . cit., nos proporciona un anlisis convincente qu e apun ta en esta

    direccin: Si bien es cier to que la cpula sindical era consciente plenamente de que no pod a

    mantener sus posiciones sin el consentimiento del rgimen, es igualmente cierto de que no

    PO

    dan sobrevivir como dirigentes de su sindicato sin una aprobacin tcita

    a l

    men os d e la gran masa

    de sus adherentes . La huelga de

    1954

    de los metalrgicos es una indicacin clara del peligro,

    tanto para el rgimen como para la cpula sindical, de una direccin que haba perdido autoridad

    fren te a sus asociados.

    Lo Nacin

    de abril de

    19 5

    5

    9

    Este no es, sin duda, un fenmeno peculiar del peronismo. Hyman

    y

    Brough hacen un

    anlisis general del rol ambiguo de estos valores en el capitalismo

    y

    los problemas d e legitimacin

    ideolgica relativos a la estructura de poder en la industria capitalista. HYMAN

    y

    BROUGH, ob.

    cit., pg. 2

    10.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    16/29

    336 DANIEL J MES

    primer perodo del gobierno peronista la realidad dentro de las fbricas

    se

    corresponda aproximadamente con ideologa oficial. Precisamente

    es esta correspondencia la que la campaa de productividad amenazaba

    con destruir. Cualesquiera fuesen los esfuerzos oficiales de proyectar a

    esta campaa como una empresa comn con ventajas mutuas para ambas

    partes, la experiencia de la clase obrera no condeca con los hechos. Por

    su parte, la patronal tampoco se preocupaba mucho por sostener la fic-

    cin oficial y ocultar la realidad. Los discursos oficiales en el Congreso

    de la Productividad, por ejemplo, que a grandes rasgos se mantenan den-

    tro de las pautas de armona de la ideologa oficial, pudieron igualmente

    transmitir el mensaje bsico que era el de la necesidad de sacrificios y de

    un cambio radical del poder dentro de las fbricas. Si el gobierno peronista

    se hubiera identificado activa

    y

    completamente con las implicaciones

    lgicas de la campaa, era inevitable que se debilitase la coherencia de

    algunas de sus pautas ideolgicas primordiales. No slo hubiese implicado

    el reconocimiento de la naturaleza partidaria del Estado sino que adems,

    dentro de las fbricas, se hubiese desenmascarado la ndole fundamental-

    mente coercitiva de las relaciones sociales, cosa que el peronismo, en

    cuanto ideologi'a, negaba con todo vigor4'.

    B La poltica de racionalizacin del gobierno militar, 1955-1958

    Durante el gobierno militar del general Aramburu se hicieron algunos

    intentos de abordar sin equvocos la cuestin de la racionalizacin

    y

    la

    productividad. El capitn Patrn Laplacette, interventor militar de la

    CGT, afirmaba que el gobierno tiene el propsito de llevar a la practica

    las conclusiones a las cuales arrib el Congreso de la Productividad, las

    que el gobierno de Pern se limit a enunciar sin tomar las medidas apro-

    piadas para asegurar su rea l i~ac in ~~.a estrategia que adopt el gobier-

    no fue a dos puntas. Por un lado se usaba la fuerza del Estado y de la pa-

    tronal para debilitar al movimiento sindical en general y a las comisiones

    internas en particular. En especial, durante el ao que sigui al golpe de

    noviembre de Aramburu, hubo despidos masivos de miles de activistas

    peronistas, muchos de ellos arrestados bajo el amparo de las leyes de segu-

    ridad nacional. Adems, el decreto 7.107, de abril de

    1956,

    prohiba el

    ejercicio de cargos sindicales a todo aquel que hubiera desempeado fun-

    ciones como dirigente o que hubiese ocupado cargos representativos en

    la CGT o en sindicatos asociados42.

    Por otro lado, el gobierno se arm de los medios legales para efec-

    tuar muchos de los cambios que reclamaban los empresarios. La medida

    4

    Torre sost iene que esta ambigedad co n resp ecto a la campaa d e productividad es la

    que Uev al golpe de set iembre d e 19 55 contra e l peronismo. Vase Ju an Carlos TO RR E: The

    Meaning of Current Workers' Struggles , Latin American Perspectives vo l .

    1

    N o

    3

    o t o o 1 9 7 4 .

    41 La Nacin

    2

    de febrero de 1 956 .

    42 Para un anlisis detallado del proceso vase Daniel JAMES Unions and Polit ics: The

    Dev elopm ent o f Peronist Trade Un ionism , 1955-6 6 , tes is de doctor ado indita , Universidad de

    Loiidres , 197 9. Especialmente e l cap.

    3.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    17/29

    7

    ELACIONES LABORALES E N LA ARGENTINA.

    1950-60

    crucial fue el decreto

    2.739,

    de febrero de 1956. El artculo

    80

    del decre-

    to autorizaba la movilidad obrera que surgiese de la reorientacin de la

    produccin, la implementacin de esquemas de incentivacin, el derecho

    de la patronal de firmar acuerdos individuales de productividad con sus

    obreros y, por ltimo, la eliminzcin de aquellas condiciones, califica-

    ciones y clusulas que directa o indirectamente obren en contra de la nece-

    sidad nacional de aumentar la p r~duc t iv idad ~~ .

    Cules fueron las consecuencias concretas de la estrategia del go-

    bierno militar en esta rez? Es obvio que el cambio radical en el equilibrio

    de poder a nivel nacional se vio reflejado tambin en el equilibrio de fuer-

    zas dentro de las fbricas. En particular se observa un fuerte ataque a

    muchas de las clusulas de los convenios que reglamentan las condiciones

    de trabajo consideradas obstculos a la productividad . Por ejemplo, la

    cuestin de la movilidad e los obreros dentro de la fbrica fue una

    preocupacin primordial de la patronal, ya que los convenios contempla-

    ban ciertos resguardos en lo referido a calificacin de tareas y sus remu-

    neraciones. La sentencia del Tribunal Arbitral en la disputa entre obreros

    de un frigorfico y la patronal hacia fines de 1956, puede considerarse

    tpica de cmo el gobierno y los empresarios resolvan este tipo de cues-

    tiones. Se deca all que las normas concernientes al traslado de obreros

    contenidas en los convenios existentes, limitan la posibilidad de desplazar

    al

    personal dentro del establecimiento, lo cual est autorizado por el

    artculo 8 del dec-zto 2.739 en consecuencia, estas normas deben ser

    eliminada^ ^^.

    Tambin encontramos la preocupacin de los empresarios

    por el ausentismo, que ya se haba manifestado en el Congreso de la Pro-

    ductividad y que aho:a se traduca en un ajuste de las normas concernien-

    tes a licencias por enfermedad. La sentencia citada anteriormente consi-

    deraba que las providencias en los convenios existentes con respecto a

    este punto eran un obstculo indirecto a la productividad y podan

    llevar a un ausentismo injustificado4'. En trminos ms generales podra

    decirse que pautas tales como la revisin de los niveles de rendimiento,

    aumento de la tasa tiempo-trabajo, etctera, tambin quedaron a cargo

    de una mayor disciplina en el trabajo, resultado del ambiente general de

    intimidacin y represin.

    No obstante, hay que reconocer tambin que, en mucho mayor gra-

    do de lo que comnmente se cree, los cambios efectivos que se produ-

    jeron a raz de esta estrategia son mucho menos definidos de lo que la

    patronal hubiese deseado. Es as que si bien se pudieron eliminar muchos

    de los obstculos a la productividad , no existi una implementacin

    global y coherente de los esquemas de racionalizacin, ni tampoco una

    43

    MINISTERIO DE TRABAJO Y PREVISION: Nuevo Rgimen de Remuneraciones

    y

    de

    las Convenciones Colectivas de Trabajo Buenos Aires 1956.

    MINISTERIO DE TRABAJO Y PREVISION SOCIAL: Laudo del Tribunal Arbitral

    No 6311956 Buenos Aires 1956.

    45

    Ib id

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    18/29

    3 38

    DANIEL J MES

    renovacin generalizada de los convenios con una revisin fundamental

    que hubiese determinado nuevas pautas de produccin al nivel de la indus-

    tria nacional. Eso se debi a una serie de factores. En parte podra afir-

    marse que el gobierno militar tenda a compartir las inclinaciones y

    preocupacin de la oligarqua rural mas que las de los empresarios indus-

    triales. Si bien abundaban en una retrica acerca de la necesidad de

    reafirmar el control empresarial y aumentar la productividad, fueron a

    menudo muy ambiguos en la prctica.

    Esta ambigedad est presente, sin lugar a dudas, en el texto mismo

    del artculo 80 del decreto 2.739. Si bien se autorizaba la movilidad de

    los obreros, siempre que no afectase la estabilidad, remuneracin y cate-

    gora del trabajador , los prrafos siguientes estipulaban la eliminacin de

    todas aquellas condiciones, calificaciones y clusulas que directa o indi-

    rectamente obstaculizasen la productividad. Precisamente estas califica-

    ciones y clusulas son las que utilizaron los obreros para limitar las conse-

    cuencias de la movilidad y garantizar de esta manera su estabilidad, remu-

    neraciones y categora. Frente a esta confusin y ambigedad, se dependa

    mucho de la interpretacin que los funcionarios del Tribunal Arbitral y

    del Ministerio de Trabajo diesen a esta ley. Hay pruebas de que las inter-

    pretaciones fueron menos favorables a los deseos de los empleadores de

    lo que hubiera podido esperarse. Por ejemplo, ocurri que frente a la nega-

    tiva de los obreros de firmar los acuerdos de productividad autorizados

    por el decreto, la patronal trat de incluir en los convenios ya existentes

    nuevas clusulas referentes al rendimiento en la produccin. Sin embargo,

    parecera que el Tribunal Arbitral se ajust rgidamente al texto del de-

    creto que deca que las condiciones generales de trabajo y la calificacin

    de tareas contenidas en los presentes convenios sern reproducidas inte-

    gmlmente . Por lo tanto las clusulas especficas y las calificaciones que

    obstaculizasen la productividad podan ser eliminadas, pero no

    se

    podan

    agregar clusulas nuevas. En el caso de los obreros del frigorfico, citado

    anteriormente, la patronal present toda una lista de propuestas referen-

    tes a la limitacin del poder de las comisiones internas y las nuevas regla-

    mentaciones sobre la produccin que deseaban incorporar al convenio.

    No obstante, el Tribunal dictamin que era incompetente para arbitrar la

    introduccin de estas nuevas clusulas, ya que implican la modificacin

    de las condiciones generales de trabajo cuya conexin con una mayor

    productividad no es evidente 46. De un modo similar, en julio de 1956,

    la Direccin Nacional del Trabajo crey necesario restringir el entusiasmo

    de los empresarios sobre este tema. Emiti un dictamen que estableca

    que el decreto 2.739 deba entenderse slo como una reglamentacin de

    los salarios y la eliminacin de ciertas clusulas especficas que fueran en

    detrimento de la productividad, pero que de ningn modo se trataba de

    una revisin formal

    y

    completa e todas las condiciones4'.

    6 Ibd.

    7 La Vanguardia 26 de julio de 1956.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    19/29

    339

    ELACIONES LABORALES EN

    LA

    ARGENTINA 1950-60

    Otro factor que debe tomarse en cuenta para explicar el poco xito

    de esta estrategia en la prctica es simplemente la gran resistencia que

    provocaba en la clase obrera. La alevosa misma de la ofensiva inicial so-

    bre las condiciones de trabajo y las organizaciones gremiales provoc

    reacciones. Despus del primer momento de desmoralizacin que sucedi

    al golpe de noviembre, encontramos a mediados de 1956 la aparicin de

    una red semiclandestina de comisiones internas lideradas ahora por una

    nueva generacin de militantes que haba tenido muy poca o ninguna

    experiencia gremial antes de

    1955

    Las actividades que organizaban estas

    comisiones eran de defensa de los gremios en las fbricas y la resistencia a

    los ataques sobre las condiciones laborales.

    A

    lo largo de

    1956

    y

    1957

    se

    llev adelante una obstinada y dura lucha defensiva contra los planes de

    racionalizacin. Se podra decir que la base material de lo que se conoce

    como la Resistencia Peronista de esos afios se centr precisamente en esos

    problemas. Adems, en vista de la intervencin oficial a la estructura for-

    mal de los sindicatos, el rol de organizar y expresar su resistencia cay,

    por fuerza, sobre las comisiones internas. Dado que no exista ninguna

    otra opcin para los trabajadores, stos se apoyaron ms que nunca sobre

    ellas. Es as, pues, que emergen como el organismo primordial de la resis-

    tencia de la clase obrera, tanto a los ataques concretos sobre las condicio-

    nes de trabajo en las fbricas, como a la ofensiva ms general antiperonista

    instrumentada por el gobierno48.Frente a esta realidad inquietante

    y

    a las

    pruebas directas de que un ataque frontal a las condiciones y a la organi-

    zacin resultaban sumamente contraproducentes, la resolucin del gobier-

    no, ya en

    1957,

    de implementar la racionalizacin inevitablemente co-

    menz a tambalear.

    C Racionalizacin y control interno a principios de la dcada de 1960

    Slo con el gobierno de Frondizi, desde 1958 hasta

    1962,

    es que se

    produce el intento ms sistemtico y exitoso de resolver este problema

    para el capitalismo argentino. La modernizacin de la industria argentina

    basada en la creacin de un sector adecuado de bienes de capital, la pro-

    duccin de bienes de consumo intermedio

    y

    la racionalizacin de la in-

    dustria liviana ya existente, exigan la introduccin de nuevas pautas de

    produccin que permitiran el uso eficiente de la nueva maquinaria que

    estaba siendo importada bajo los planes econmicos desarrollistas de

    Frondizi y la intensificacin del rendimiento en las fbricas ms antiguas.

    As vemos un esfuerzo concertado de la patronal para cambiar el equili-

    brio de fuerzas en las fbricas por medio de una reestructuracin de las

    tres reas que ms preocupaban a los empresarios y que analizamos ms

    arriba49.La medida concreta del xito que obtuvieron gobierno y patronal

    8

    Vase J MES ob. cit. , para un anlisis de la Resistencia.

    9

    Parecera qu e la urgencia del asu nto estaba au men tada por el rol crucial que jugaban

    los capitales extranjeros en lo s proyecto s e con m icos desarroll istas . Una con dic in previa para

    atraer al capital extranjero era el establ ecim ient o de un equilibrio de poder razonable dentro de

    las fbricas.

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    20/29

    340

    DANIEL J MES

    la atestigua la introduccin de nuevas clusulas en los convenios laborales

    que se firmaron a partir de 1960. Las nuevas clusulas se referan a tres

    puntos cruciales: 1 la introduccin de esquemas de racionalizacin e

    incentivacin,

    2)

    la eliminacin de obstculos especficos a la produc-

    tividad , especialmente aquellos que se relacionaban con la movilidad

    de los trabajadores, la flexibilidad y demarcacin de las tareas, y 3) la

    definicin y limitacin del poder de las comisiones internas.

    El hecho mismo de que el empresariado

    y el Estado pudiesen intro-

    ducir estas providencias dentro de los convenios, es tambin producto

    de la lucha de clases en estos aos, tanto

    al

    nivel de la fbrica como

    al

    nivel nacional. Dentro de los lmites que se ha propuesto el presente

    artculo no se podra ni siquiera bosquejar el contexto general dentro del

    cual se activ esta ofensiva del gobierno

    y

    de la patronal. Baste decir que

    fueron llevadas a cabo

    y

    que sus premisas pasaron a formar parte de los

    nuevos convenios a raz de una profunda derrota de la clase obrera en

    1959

    y

    1960. Despus de esta derrota se utiliz la represin combinada

    del Estado

    y

    de la patronal para quebrar la organizacin de los militantes

    que tanto haba hecho para obstaculizar los planes del Estado y de los em-

    presarios durante el gobierno previo. Con el Plan Conintes a disposicin

    del Estado, por un lado,

    y

    las listas negras siempre presentes por el otro,

    todo un sector de militantes fue eliminado de las fbricass0.

    1 . La introdu ccin de clusulas con cern ientes a nuevas pautas de

    produccin

    En los convenios firmados durante estos aos se encuentra una serie

    de clusulas generales que se ocupaban de este problema. En la industria

    textil hubo una larga y empecinada lucha en 1959 porque los obreros se

    rehusaban a aceptar la imposicin de la patronal de aumentar los sueldos

    solamente si se aceptaban las clusulas de productividad, pero finalmente

    la oposicin gremial fue vencida. El artculo 30 del nuevo convenio esta-

    bleca que las normas contenidas en el presente artculo, aplicable a los

    planes de productividad con los nuevos sistemas de trabajo, no deben in-

    terpretase como un obstculo o limitacin a los empleadores en el ejer-

    cicio de sus funciones de liderazgo y organizacin que les son enteramente

    propios.. Los empresarios dirigirn y organizarn el trabajo en sus esta-

    blecimientos en la forma que consideren mejor se ajuste a la coordinacin

    necesaria de elementos materiales y fuerza de trabajo, teniendo como

    meta la obtencin de niveles ptimos de p r o d u c ~ i n ~ ~ .

    En la industria metalrgica vemos que se desarrolla un proceso si-

    milar. El convenio firmado en 1959, despus de una huelga de un mes,

    signific simplemente un 'aumento de emergencia. Aqu tambin, me-

    s V a s e JAMES ob . c i t . , para un anli si s de es te proceso . Espe cia lmente e l cap tu lo 4

    M I N I S T E R I O DE TRABAJO

    Y

    S E G U R I D D SOCIAL: Coi ivencin Colect iva de Tra-

    bajo , No

    1 5 5 / 6 0

    Bue nos Aires , 1960

  • 7/21/2019 James Racionalizacion y Respuesta de La Clase Obrera

    21/29

    34

    ELACIONES LABORALES E N LA ARGENTINA 1950-60

    diante un ataque constante del Estado y de la patronal y la consecuente

    desmoralizacin de las bases obreras y de los activistas, los empresarios

    lograron introducir defacto las nuevas pautas. Al principio chocaron con

    una resistencia considerable y hacia principios de 1960 se produjo algo as

    como un abandono masivo de los esquemas de incentivacin por la clase

    obrera. La patronal, como represalia, despidi y dej en la calle a un gran

    nmero de trabajadores,

    lo cual socav exitosamente toda oposicin.

    En julio de 1960 la debilitada posicin de los dirigentes gremiales hizo

    posible que los nuevos convenios se negociaran en muy pocos das, sin

    producirse ni una sola huelga. Las concesiones que debieron hacer con

    respecto a las nuevas pautas de produccin fueron considerables. El

    artculo

    8

    establece simplemente: El sistema de bonificaciones y otras

    formas de incentivos no forman parte propiamente dicha de este conve-

    nio.. la UOM y/o los delegados en los distintos establecimientos no pue-

    den oponerse a la revisin de los esquemas existentes, cuando ya es evi-

    dente que si no se adaptan los sistemas de pago, los mtodos de trabajo y

    la renovacin de equipos, nunca se lograr el objetivo principal de dar

    incentivos a fin de optimizar la

    p r o d u c ~ i n ~ ~ .

    Convenios con clusulas muy similares fueron firmados en la mayora

    de las industrias durante los aos siguientes. Baste un ejemplo para subra-

    yar la continuidad en el inters de esta vital problemtica. En los fngorfi-

    cos, las nuevas paritarias fueron muy especficas en lo que se refiere a estas

    pautas. El artculo

    12

    que trata de la productividad, establece que:

    A

    fin de mejorar la eficiencia y la calidad de la produccin, el empresario

    tiene el derecho de exigir de sus obreros, en todas las etapas de la pro-

    duccin, la calidad requerida, fijar la produccin por

    horalhombre de cada

    operacin, fijar la velocidad con que debe operar el equipo, introducir

    nuevas maquinarias y tcnicas siempre que sea necesario y modificar la

    planta e~ is te nt e '~ .

    Las implicancias de estas clusulas son claras: su mismo grado de

    generalidad constituye una carta blanca para la patronal en el rea de

    las relaciones de produccin dentro de las fbricas. La definicin de pautas

    adecuadas de produccin y niveles de rendimiento pas a ser desde ahora

    prerrogativa exclusiva de la patronal. Hay tambin otra implicancia rela-

    cionada que es evidente: la prctica y el principio de reciprocidad estaban

    siendo socavados. Esto tena una importancia crucial para la patronal, ya

    que el derecho formal de adoptar esquemas de incentivacin y proponer

    tasas de rendimiento estara limitado en la prctica si los trabajadores y

    sus representantes podan de algn modo imponer la consulta conjunta

    sobre estos aspectos. Es aqu, precisamente, donde los obreros percibie-

    ron con mayor claridad el impacto de la estrategia de los empresarios.

    52

    MINISTERIO DE TRABAJO

    Y

    SEGURIDAD

    SOCIAL: Convencin Colectiva de

    Tra-

    bajo, N o 55/60

    Buenos Aires

    1960.

    3 MINISTERIO D E TRABAJO Y SEGURIDAD

    SOCIAL: Convencin

    Colectiva

    de

    Tra-

    bajo, N o 41/64

    B u e n o s

    Aires, 1964.

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    D NIEL JAMES

    Como hemos visto, se trataba de un problema en discusin desde princi-

    pios del '50. Fue tambin el ltimo foco de la resistencia de los obreros

    metalrgicos a la creciente presin de la patronal por imponer la racionali-

    zacin a fines de 1959

    y

    comienzos de 1960. La huelga metalrgica de

    marzo de 1960 fue en primer lugar un rechazo obrero al intento de modi-

    ficar unilateralmente los rendimientos de traba'o. Los metalrgicos recla-

    maban que cualquier tasa por encima de lo mormal deba recibir la apro-

    bacin de los obreros y por lo tanto proclamaron el abandono de los es-

    quemas de incentivacin

    y

    el retorno al trabajo "normal" para hacer valer

    sus reclamoss4. La derrota sobre este punto se formaliz y perpetu en la

    clusula

    83

    del contrato que se firm unos p o c ~ s eses despus.

    2. Introduccin de clusulas que eliminaban

    los obstculos a la pro-

    ductividad

    Las ventajas ms importantes obtenidas por los empresarios en este

    aspecto son las concernientes a la movilidad de los obreros dentro de las

    fbricas. Para citar dos ejemplos: el artculo 110 del cowenio con obreros

    del frigorfico estableca ahora que "cuando las circunstancias lo hiciesen

    necesario, las compaas podrn prestar o transferir personal a cualquier

    otra seccin o tareavs5. De modo similar, el artculo 2O de los textiles,

    al referirse a la rama de tintoreras industriales

    y

    estamperas en dicha

    industria autorizaba "a desplazar a los trabajadores dentro de la fbrica

    para obtener una mayor productividad a travs de la reorganizacin del

    trabajo. Debe entenderse que un traslado permanente debe estar de acuer-

    do con el principio de la racionalizacin ind~str ia l"'~.

    La importancia de la movilidad obrera para la patronal debe encua-

    drarse dentro del contexto ms general de la detallada calificacin de

    tareas que se incorpor a los convenios laborales en la Argentina a partir

    de 1946. Las escalas de sueldos en estos convenios se relacionaban en todo

    el pas con los diferentes niveles de calificacin

    y

    con la descripcin de

    tareas contenidas en ellos. Por supuesto que esta calificacin tenda con-

    tinuamente a ser modificada o a perder vigencia debido a la aplicacin de

    nuevas tecnologas que en general tendan a bajar los niveles de capaci-

    tacin y por lo tanto a un cambio de hecho en la calificacin de tareas.

    Sin embargo, las calificaciones de iure en los convenios seguan determi-

    nando las escalas de salarios y ciertas clusulas que garantizaban la esta.

    bilidad de dichas escalas en caso de un cambio de tareas continuaban

    limitando en general la movilidad. Obviamente ello implicaba un escollo

    a uno de los principales incentivos de todo empresario para introducir

    una nueva tecnologa, cual es la disminucin de los costos del trabajo.

    D ocu m ent ac i n e In f orm ac i n L abora&

    NO 1 m a r z o 10 d e 1960.

    C onv e nc i n C o l e c t iva de T r a b a j o NO 41/64 ob . c i t .

    C onv e nc i n C o l e c t iva de T r a ba j o NO 155/60 o b . c i t .

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    ELACIONES

    LABORALES

    EN LA ARGENTINA

    1950-60

    De un modo similar, la calificacin de tareas existente y los resguardos

    frente a la movilidad podan ser usados por los obreros para mantener

    constantes los niveles de ocupacin, siendo que uno de los principales

    objetivos de la innovacin tecnolgica

    y

    de nuevas pautas de produccin

    es justamente reducir dichos niveles. Finalmente, la existencia de catego-

    ras de trabajo podra convertirse en la base de costosas disputas sobre la

    demarcacin, ya que los obreros utilizaban la descripcin de las tareas

    para oponerse a nuevas pautas de produccin.

    Es fundamentalmente en este contexto que la movilidad en el trabajo

    resulta importante para la patronal, pues cuanto mayor fuera sta, ms

    fcil sera vencer las defensas de los obreros basadas en las categoras de

    trabajo fijadas en los convenios. La otra alternativa hubiese sido un ata-

    que frontal y nacional sobre estas categoras formales. Sin embargo, esto

    hubiese sido poco prctico y muy costoso en lo que se refiere a la oposi-

    cin que poda provocar y adems su eficacia era considerada bastante

    dudosa. Por otra parte, la movilidad permita a los empleadores pasar

    por encima de las categoras existentes y crear en la prctica otras nuevas

    sobre una base ad hoc de fbrica en fbrica segn se ajustasen a las nece-

    sidades de cada una, sin que se tuviera que negociar formalmente y a nivel

    nacional la modificacin de la descripcin de una tarea o su categora. De

    hecho, este problema se dio solamente en las empresas de reas ms tradi-

    cionales de la industria: textiles, frigorficos, alimentos y gran parte de los

    metalrgicos. En los sectores nuevos y ms dinmicos de la economa

    que se establecieron a fines de la dcada del '50 y a principios del '60, los

    empresarios que comenzaban desde cero podan instaurar calificaciones

    de tareas y pautas generales de trabajo que correspondiesen a esa nueva

    tecnologa. El gobierno los favoreci en este intento, ya que autoriz

    cada vez con ms frecuencia que se firmasen convenios independientes

    por fbrica o empresa, eludiendo as a las paritarias nacionales. Las compa-

    as tcnicamente avanzadas podan pues establecer categoras y sistemas

    de trabajo adecuados a sus necesidades En las industrias tradicionales,

    donde e problema de las maquinarias obsoletas era crucial, la renovacin

    v racionalizacin deban efectuarse dentro de un marco de normas tradi-

    cionales existentes

    y

    de categoras ya establecidas. Es aqu donde la mo-

    vilidad de los obreros sera utilizada con ms provecho por los em-

    pleadores.

    l proceso por el cual se eliminaban obstculos a la productividad

    de menor cuanta haba comenzado con el gobierno militar y continuaba

    ahora aceleradamente. As, ya hemos visto la eliminacin de muchas

    clusulas en los convenios que establecan las que podran llamarse condi-

    ciones generales de empleo, las cuales, si bien parecan constituir cambios

    mnimos, en realidad afianzaron un empeoramiento considerable y acumu-

    7 No slo era el caso de los nuevos sectores dinmicos. Los sectores ms modernos en reas

    de manufacturas tradicionales tambin adoptaron esta tctica. Es as que las principales empresas

    de la industria text il tales co mo Alpargatas y Ducilo firmaron convenios individuales con el sindi-

    cato a partir de

    1960

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    D NIEL JAMES

    lativo de las condiciones de trabajo. Si se toma como ejemplo el caso de la

    industria frigorfica,

    se

    ve que en los nuevos convenios se elimina el dere-

    cho de descansar 1 5 minutos cada dos horas, as como tambin la media

    hora de descanso paga en la mitad de la jornada. Ahora se obliga al perso-

    nal encargado de la carga y descarga de mercadera, ya sea de barcos o

    camiones, a trabajar con todo tipo de mercaderas, sin diferenciaciones.

    La peor de todas era una clusula que extenda especficamente las pau-

    tas de movilidad al personal que trabajaba en las cmaras frigorficas y que

    poda ser transferido a otra seccin sin aviso previo

    y

    haciendo caso omiso

    del abrupto cambio de temperaturas8.

    3

    Definicin del poder

    y

    de sus limitaciones para los delegados gremiales

    Desde los das del Congreso de la Productividad la preocupacin del

    gobierno y de la patronal en lo referente al poder esgrimido por las comi-

    siones internas no haba disminuido. Galileo Puente, que fue subsecretario

    de Trabajo de Frondizi, defina la situacin en un discurso que reflejaba

    casi lo mismo que el de Gelbard, cinco aos antes, en los siguientes tr-

    minos: Cuando me hice cargo de los problemas de las relaciones laborales

    me encontr con anarqua, abusos y todo tipo de atropellos por parte de

    los obreros. Los empresarios haban perdido el control de sus fbricas; las

    comisiones internas manejaban todo. Aqueilos que deban obedecer, en

    realidad estaban dando las rdenes los empresarios deben por lo tanto

    retomar el control de las fbricas s9.

    A raz de las derrotas sufridas en 1959, los sindicatos debieron acep-

    tar e incluir en los convenios las limitaciones formales y el control de las

    organizaciones dentro de las fbricas. Al igual que con

    las

    clusulas de ra-

    cionalizacin, se trataba en gran medida de poner una fachada formal de

    reconocimiento de un proceso que, cada vez ms, se haca realidad dentro

    de las fbricas. Las comisiones internas ya estaban considerablemente des-

    manteladas debido a la represin del gobierno y de la patronal y tambin

    al creciente nivel de desempleo y desmoralizacin de la clase obrera.

    En este proceso, la industria metalrgica dio el ejemplo. Si bien no

    fue tocada por el acuerdo de emergencia que termin la huelga de 1959,

    parece muy probable que el tema fuera abordado en las negociaciones.

    Una semana antes de que terminara la huelga, la Federacin Argentina de

    la Industria Metalrgica, organizacin de los empleadores, hizo pblico su

    proyecto sobre la reglamentacin de las comisiones. Lo que ms preocu-

    paba a la patronal con respecto a este problema puede colegirse a partir

    de sus propuestas. Las sugerencias principales de los empleadores eran

    las siguientes: un delegado no debe presentar ningn problema a la patro-

    8 Convencin Colectiva de Trabajo, No 41/64, ob. cit.

    9 Discurso de Galileo Puente al Crculo Argentino de Estudios sobre Organizacin Indus-

    trial, incluido en D o c u m e n t