introducción a la sagrada escritura

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Introducción General a la Sagrada Escritura Apuntes

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Estudios Biblicos

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  • Introduccin General a la

    Sagrada Escritura

    Apuntes

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    ndice General

    Parte I: Nociones Generales

    Parte II: El Canon Bblico,

    Parte III: El Texto bblico (crtica textual).

    Parte IV: La Inspiracin bblica,

    Parte V: La Interpretacin de la Biblia en la Iglesia

    Anexo:

    o PONTIFICIA COMISIN BBLICA: Elenco de los documentos publicados

    o Bibliografa y trabajos personales para las preceptuaciones

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    Parte I: Nociones Generales

    1. Una definicin de la Biblia.

    2. Nombres de la Biblia.

    3. Divisiones y partes de la Biblia.

    4. La Revelacin bblica (accin y palabras divinas) y otras revelaciones 5. La Biblia y la Iglesia.

    6. Interpretacin de la Biblia.

    7. El mensaje de la Biblia.

    8. Biblia, vida cristiana y Liturgia.

    9. Biblia y Teologa.

    10. La Biblia y los no catlicos.

    11. Biblia y cultura

    Una definicin de la Biblia

    Llamamos Biblia o Sagrada Escritura a la coleccin de libros

    que escritos bajo la inspiracin del Espritu Santo, tienen a

    Dios como autor, y como tales libros inspirados han sido

    entregados a la Iglesia (cfr. Conc. Vaticano I, EB n 62).

    En la definicin o descripcin de la Biblia, se pueden apreciar

    ya dos caractersticas primarias de los libros que la componen:

    a) que son divinamente inspirados, y tienen a Dios por autor principal; esto ser objeto del trabajo

    sobre la Inspiracin de la SE. Se trata de algo intrnseco al libro y que lo distingue de cualquier otro

    libro.

    b) Y que han sido entregados a la Iglesia: cules son en concreto los libros que componen la Biblia, y

    qu criterios o normas han de aplicarse para reconocerlos, es objeto del trabajo sobre la Canonicidad

    de la S.E. Se trata de una nota extrnseca en cuanto que es la Iglesia la que al reconocerlos como

    inspirados los incluye en el depsito de la revelacin.

    Solo la conjuncin de estas dos notas corresponde a los libros bblicos.

    Nombres de la Biblia

    El nombre castellano Biblia es una transcripcin del latn Biblia. En latn clsico, Biblia era un plural neutro (los libros). En la Edad Media, el trmino Biblia fue tratado como singular femenino (la Biblia), y fue as como pas a las lenguas modernas.

    Pero a su vez, la voz latina Biblia era una transcripcin de la griega t bibla, plural neutro , derivado del singular biblon, originariamente diminutivo de biblos (= libro, hoja escrita). Tanto el

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    singular Biblon como su plural bibla perdieron en griego su valor diminutivo, en favor del valor

    normal, que es el que pas a las lenguas europeas.

    El nombre de Biblia se corresponde al hebraico sfer, (cuyo plural es sedarim) que significa = documento(s) escrito(s), libro(s). Nombre con el que ya en el AT designaron los hebreos algunas

    veces a sus libros sagrados (cfr. Is 34,16; Dan 9,12; 2 Esd 8,8).

    Otros nombres dados a la Biblia:

    En la antigedad cristiana se emple mucho el nombre de Escritura o Sagrada Escritura (o el

    plural respectivamente), correspondientes a los latinos Scriptura, Sacra Scriptura, Scripturae,

    Scripturae Sacrae, y a los griegos h graf, h graf h hagia, hai grafai hai hagai.

    Tambin ha sido muy usada la frmula Antiguo y Nuevo Testamento, del latn Vetus et Novum

    Testamentum, que es traduccin de la expresin griega h palaia kai h kain diathk. Esta frmula

    proviene de las dos grandes partes que abarca la Biblia, y se relaciona con el vocablo hebreo berith

    (= alianza).

    Los hebreos llaman normalmente al conjunto de los libros que integran el AT: Thrh, NebYm y weKethbim (=Ley, Profetas y Hagigrafos o Escritos), indicando con ello los tres grandes grupos

    de libros que lo integran.

    Finalmente, los cristianos aplican otros ttulos y nombres a la Biblia, como: libros cannicos, libros

    santos, Sagradas Letras, Palabra de Dios, etc.

    Divisiones y partes de la Biblia.

    Las dos grandes divisiones o partes de la Biblia son Antiguo y Nuevo Testamento; esta divisin

    procede de los ms antiguos tiempos cristianos.

    En total, la Biblia se compone de 73 libros, de los cuales 46 constituyen el Antiguo Testamento y 27

    el Nuevo Testamento. Para ver la lista de los 73 libros pinchar enlace: Los Libros de la Biblia. Fue en

    la Sess. 4a, del 8 abr. 1546 (Denz.Sch. 1502-1503) del Concilio de Trento cuando se propuso el

    orden usual de libros cannicos en la Iglesia Catlica.

    El Antiguo Testamento fue dividido por los hebreos en tres partes:

    1) Thrh (=Ley) o Pentateuco porque comprenda los 5 primeros libros 2) Nebiim (=Profetas), divididos en Nebiim haresonim (=profetas anteriores), que son desde Josu

    al 4 (=2) de Reyes, y Nebiim haajarnim (=profetas posteriores), que comprenden desde Isaas hasta Malaquas.

    3) Kethbim (=Hagigrafos), o Escritos, que son el resto de los escritos sagrados (Ps, Prv, Iob, Cant, Ruth, Lam, Eccl, Est, Dan, Esd, Neh, 1 y 2 Chro o Par).

    Hoy da en la Iglesia la divisin ms corriente es la llamada lgica, porque hace relacin

    especialmente con el contenido de los libros; consta de tres grandes divisiones, que se aplican

    paralelamente a uno y otro Testamento: histricos, sapienciales (o didcticos) y profticos.

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    Antiguo Testamento (46 libros):

    (Histricos): Pentateuco (5: Gnesis, xodo, Levtico, Nmeros y Deuteronomio) y Libros Histricos (16: Josu, Jueces, Rut, 1-2 Samuel, 1-2 Reyes, 1-2 Crnicas, Esdras, Hehemias, Tobias, Judit, Ester, 1-2 Macabeos)

    (Didcticos): Libros Poticos y Sapienciales (7: Job, Salmos, Proverbios, Qohelet, Cantar, Sabidura y Eclesiastico).

    (Profticos): Libros Profticos (18: Isaas, Jeremas, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel y Daniel; Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas, Nahm, Habacuc, Sofonas, Ageo, Zacaras y Malaquas)

    Nuevo Testamento (27 libros)

    (Histricos): Evangelios (4: Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y Hechos de los Apstoles (1) (Didcticos): Cartas de san Pablo (13: Romanos, 1-2 Corintios, Galatas, Efesios, Filipenses,

    Colosenses, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Timoteo, Tito, Filemn) y Carta a los Hebreos (1); Cartas Apostlicas (7: Santiago, 1-2 Pedro, 1-3 Juan y Judas)

    (Profticos): Apocalipsis (1)

    Conviene conocer el origen de la divisin en captulos y versculos:

    Los antiguos escribas hebreos (sferim) dividieron el A.T. en versculos (pesqim). Al final de cada libro, hacia los s. VI-

    VII d.C., los masoretas consignaron el nmero total de versculos que lo componan (masora finalis). Fuera de esto,

    antiguamente se recurra a procedimientos variados para citar los pasajes de la Biblia; p. ej., en Mc 12,26 se cita Ex 3,6

    diciendo: en el libro de Moiss, en lo de la zarza.

    Para facilitar las citas se fueron introduciendo en el uso cristiano varias divisiones en prrafos relativamente largos,

    captulos (capita, keflaia). La actual divisin de la Biblia en captulos se debe a Stephan Langton hacia 1214, que la

    introdujo en las copias de la versin latina de la Vulgata; de all se fue propagando hasta ser generalmente admitida en las

    ediciones impresas en todos los idiomas. Posteriormente, Sanctes Pagnini dividi cada captulo en versculos

    numerados, en la edicin latina de la Biblia hecha en Lyon en 1528. Pagnini aadi los nmeros de los versculos al

    margen de las lneas, pero slo en los libros protocannicos de ambos Testamentos; para el A.T. sigui las divisiones en

    versculos hechas ya por los masoretas. Hacia mediados del mismo s. XVI, Roberto Stephan extendi el sistema a los

    libros deuterocannicos. As surgi la actual divisin en captulos y versculos. La divisin en captulos y versculos no

    es de los autores sagrados y no est inspirada.

    Conviene mirar en el ANEXO III el Listado de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento

    La Revelacin bblica y otras revelaciones.

    Las antiguas culturas de Egipto, de Sumer y

    Assur, de la India o de Persia, los orculos de la

    antigua Grecia, han dejado textos sagrados en

    que, cada uno a su modo, ofrecen diversas

    manifestaciones, revelaciones, mensajes, etc.,

    de la divinidad. Un anlisis de esos textos, segn

    lo que ellos mismos nos dicen y valorados desde

    la fe cristiana, nos manifiesta que la palabra

    revelacin, en esos casos, ha de entenderse en un sentido lato: es decir, con ella se hace

    referencia al manifestarse de Dios en la creacin,

    al reflejarse del poder divino en el mundo y en las

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    cosas, percibido por el hombre en el uso normal de su inteligencia, acompaado a veces de

    experiencias subjetivas (oracin intensa, etc.).

    En otras palabras, hay una diferencia cualitativa entre lo que ocurre en otras religiones y lo que

    acontece en Israel, y luego en la Iglesia, que estn edificados sobre una Revelacin en sentido

    propio: es decir, no es un mero manifestarse de Dios a travs de las cosas creadas, sino un formal

    hablar de Dios.

    En virtud de su designio gratuito y libre Dios se escogi un pueblo para mostrarse a l en una

    manifestacin pura y progresiva, para constituirlo como su verdadero testigo ante toda la humanidad.

    Dios, que en diversas ocasiones y de muchos modos habl en el pasado a nuestros padres por

    medio de los profetas, en estos ltimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo (Heb 1,1).

    En efecto, esta larga revelacin, esta milenaria Palabra de Dios a los hombres, ha sido consignada

    por escrito en los libros de ambos Testamentos. Este plan de la revelacin se realiza con palabras y

    gestos intrnsecamente conexos entre s, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de

    la salvacin manifiestan y confirman la doctrina, y los hechos significados por las palabras, y las

    palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la

    verdad ntima acerca de Dios y acerca de la salvacin humana se nos manifiesta por la revelacin

    de Cristo, que es, a un tiempo, mediador y plenitud de toda la revelacin (Conc. Vaticano II, Const.

    Dei Verbum n 2: Nota).

    Es de mucho inters, para este punto, recordar lo que dice en Verbum Domini

    (1 parte), Seleccionamos este prafo:

    [13] Teniendo presente estos elementos esenciales de nuestra fe, podemos contemplar as la profunda unidad en Cristo entre creacin y nueva creacin, y de toda la historia de la

    salvacin. Por recurrir a una imagen, podemos comparar el cosmos a un libro as deca Galileo Galilei y considerarlo como la obra de un Autor que se expresa mediante la sinfona de la creacin. Dentro de esta sinfona se encuentra, en cierto momento, lo que en lenguaje musical se llamara un solo, un tema encomendado a un solo instrumento o a una sola voz, y es tan importante que de l depende el significado de toda la pera. Este

    solo es Jess El Hijo del hombre resume en s la tierra y el cielo, la creacin y el Creador, la carne y el Espritu. Es el centro del cosmos y de la historia, porque en l se

    unen sin confundirse el Autor y su obra.

    La Biblia y la Iglesia

    El Concilio Vaticano II, sobre todo los prrafos 8, 9 y 10 de la

    Const. dogmtica Dei Verbum, resume autnticamente la

    doctrina cristiana sobre las ntimas y esenciales relaciones

    existentes entre la Biblia, la Tradicin y Magisterio de la

    Iglesia, que:

    Segn el designio sapientsimo de Dios, estn entrelazados y unidos de tal forma que no

    tienen consistencia el uno sin los otros, y que juntos, cada uno a su modo, bajo la accin del

    Espritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvacin de las almas (Dei Verbum, n. 10).

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    Dispuso Dios benignamente que todo lo que haba revelado para la salvacin de los

    hombres permaneciera ntegro para siempre y se fuera trasmitiendo a todas las

    generaciones. Por ello Cristo Seor, en quien se consuma la revelacin total del Dios sumo

    (cfr. 2 Cor 1,30; 3,16-4,6), mand a los apstoles que predicaran a todos los hombres el

    Evangelio (cfr. Mt 28,19-20), prometido antes por los profetas, lo complet y promulg con

    su propia boca, como fuente de toda verdad salvadora y de la ordenacin de las costumbres.

    Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los apstoles, que en la predicacin oral

    comunicaron con ejemplos e instituciones lo que haba recibido por la palabra, por la

    convivencia y por las obras de Cristo, o haban aprendido por la inspiracin del Espritu

    Santo, como por aquellos apstoles y varones apostlicos que, bajo la inspiracin del mismo

    Espritu Santo, escribieron el mensaje de la salvacin (Dei Verbum, n 7).

    Conviene recordar tambin lo que dice al respecto en el reciente documento de Verbum Domini

    (1 parte).

    Interpretacin de la Biblia.

    La Biblia, en cuanto conjunto de libros dirigidos a los hombres

    y escritos por hombres, puede ser analizada de acuerdo con las

    reglas y los mtodos de interpretacin racional, literaria e

    histrica, que se usan para acercarse y profundizar en todo

    documento del pasado. En este aspecto, la Iglesia catlica

    proclama la legitimidad de quien intenta, con los mtodos correctos de la ciencia de su tiempo y con

    el recto espritu de verdad, escudriar los valores de la Biblia.

    Ahora bien, en cuanto que no es slo obra humana sino que tiene al mismo Dios como autor

    principal, la interpretacin de la Biblia no se agota, ni mucho menos, con los mtodos racionales

    de investigacin, ni stos son el rbitro supremo de dicha interpretacin. Por el contrario, tanto los

    resultados de la investigacin racional, como la aplicacin de los propios mtodos racionales a la

    interpretacin, deben estar subordinados al juicio ltimo y a la direccin suprema de la Iglesia, la

    cual, como autntica depositaria de la Biblia, es el autorizado intrprete de la misma, y el rbitro en

    definitiva del verdadero sentido de los escritos sagrados, tanto en su conjunto, como por lo que

    atae a los diversos pasajes que los integran. Pues, en definitiva, Dios ha dado a la humanidad el

    sagrado depsito de la Biblia no de una manera indiscriminada, sino como depsito vivo en la

    Iglesia, para que lo guarde, lo interprete y lo dispense a sus propios hijos y a todos los hombres, con

    vistas a la salvacin eterna.

    Por tanto, cuando la Iglesia define el sentido de un pasaje, o un aspecto del sentido total de la

    Biblia, o condena como errnea alguna interpretacin propuesta, su enseanza debe ser aceptada

    con la misma fe con que se acepta la Biblia misma: es en efecto el mismo Espritu Santo que

    movi a escribir los libros santos el el que asiste a la Iglesia cuando los interpreta.

    Dedicaremos, ms adelante, todo un aparatado de esta Introduccin General, al estudio detallado de

    la Interpretacin Bblica.

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    El mensaje de la Biblia.

    Decir que la Biblia nos habla de Dios es decir mucho, pero no es decirlo todo. Podemos decir algo

    ms esencial, la Biblia no nos habla de Dios a la manera de los otros libros, sino que nos habla en

    nombre de Dios, lo cual es distinto. No contienen solo la Palabra de Dios, sino que es la palabra de

    Dios hoy. Efectivamente, al ser un texto inspirado, la Biblia, es la palabra que Dios dirige a la

    humanidad entera. Dios no se ha retirado del mundo una vez redactadas las Escrituras, sino que

    contina obrando en los corazones tambin por medio de la lectura creyente de la Biblia, ayudando

    a entender su palabra y moviendo a identificarse con ella.

    En la Biblia Dios nos habla de S mismo, y lo hace de una manera viva. Nos habla, no a la manera

    de un maestro que analizara framente un tema objeto de su investigacin, sino que se parece ms a

    la manera en que un amante se da a conocer a aquellos a quienes ama.

    En la Biblia Dios nos habla de su amor por nosotros, y lo hace narrndonos sus misericordias: sus

    intervenciones pasadas en favor nuestro, que son como la incoacin o anticipo de la plenitud de amor

    que nos tiene preparada. Por eso, fundamentalmente, la Biblia es una historia de salvacin , o

    mejor dicho, la historia de la salvacin humana (cfr. Aqu encontrars una breve historia de la

    salvacin).

    Y en el medio de esa historia se alza algo radical: la Cruz de Jess, seguida de su Resurreccin.

    En efecto, la Cruz es la gran verdad de esa historia: para salvar al mundo, Dios se hace hombre y se

    deja enclavar en la cruz como un malhechor y al tercer da resucita de entre los muertos. La

    Encarnacin Muerte-Resurreccin, o dicho de otro modo, la entera vida del Dios-Hombre,

    Jesucristo, es, efectivamente, el centro de la Biblia: desde las primeras pginas del Gnesis, hasta

    las ltimas del Apocalipsis, todo tiende primero y depende despus del Cordero muerto y

    resucitado. Y una vez que la Cruz ha sido alzada en las afueras de Jerusaln y en el centro de la

    historia, sta y el mundo no pueden tener sentido alguno al margen de esa cruz. En esos momentos

    la historia de la salvacin alcanza su punto culminante. Toda la Biblia confluye ah. El mensaje de

    la Biblia es, en su profundidad, incomprensible si se ignora, si no se acepta en la fe el misterio de

    Jess. Antes de Jess, todo es promesa, preparacin, espera. Despus, todo es cumplimiento,

    realidad, aunque tambin en esperanza y en fe, hasta que llegue la consumacin de los siglos. El

    haba dicho a los fariseos escudriad las Escrituras porque ellas hablan de mi.

    Pero adems, la historia bblica no slo nos narra episodios de la vida pasada y nos ilustra sobre

    nuestra situacin presente, sino que es tambin profeca, anuncio de lo que acontecer en un final

    o momento y etapa definitiva que ella misma da a conocer. El comienzo de esa historia es la

    creacin del hombre y su inmediata elevacin a un estado de justicia y santidad, de felicidad,

    dramticamente perdido. Su centro, Cristo. El final es la visin de la futura y escatolgica ciudad

    de Dios. En otras palabras, la revelacin de lo que ser la humanidad cuando la ejecucin del plan

    salvfico de Dios en Cristo Jess llegue a su fin. Esta historia bblica se desarrolla a travs del

    tiempo y del espacio, sin que podamos fijar siempre y exactamente los trminos dentro de unas

    coordenadas.

    Biblia, liturgia y vida cristiana.

    La lectura de la Biblia es y ser siempre ocasin de encuentro con Dios que, a

    travs de ella, nos habla. El hombre que lee hoy la Biblia se acerca a Dios, tanto si

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    lee o escucha su palabra en una lectura privada o individual como si lo hace comunitaria y

    litrgicamente.

    Particular relieve tiene la lectura de la Biblia en la Liturgia. As se pone de manifiesto en los ciclos

    de lecturas litrgicas. Ciertamente el centro de la Liturgia lo constituyen los Sacramentos, pero la

    vida sacramentaria est basada y penetrada en y de la Sagrada Escritura; por eso, como preparacin

    para la administracin de los sacramentos, se dedica particular espacio a la lectura de la Biblia,

    Lectura litrgica, que tiene adems una peculiar eficacia, porque es un acto de la Iglesia.

    Esa centralidad de la Biblia exige adems que toda la predicacin cristiana deba basarse en ella.

    As lo ha enseado siempre la Iglesia:

    Los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, despus de

    recorrer ellos mismos con diligente estudio las sagradas pginas, despus de hacerlas suyas

    por la oracin y la meditacin deben exponer celosamente al pueblo esta soberana riqueza

    de la divina Palabra en sermones, homilas, exhortaciones; confirmar la doctrina cristiana

    con sentencias tomadas de los libros sagrados; ilustrarla con preclaros ejemplos de la

    historia sagrada, sobre todo, del Evangelio de Cristo Nuestro Seor (Po XII, Enc. Divino

    Afflante Spiritu, 26). El Conc. Vaticano II reafirma esta orientacin bblica: Es necesario

    que toda la predicacin eclesistica, como la misma religin cristiana, se nutra de la

    Sagrada Escritura y se rija por ella (Const. Dei Verbum, 21).

    Todo cristiano, en cuanto que se alimenta de la enseanza de la Iglesia, conoce el contenido de la

    Biblia, y eso aun en el caso de que no la lea directamente, ya que la est escuchando constantemente

    en la predicacin. De todos modos, aparte de ese conocimiento de la Biblia a travs de la predicacin

    de la Iglesia, siempre ha sido recomendada la lectura directa de la misma. Recurdense los

    consejos de S. Agustn:

    Lela con frecuencia -escriba a Eustoquia-; que el sueo te sorprenda con el libro en la

    mano y que al inclinarse tu cabeza la reciba la pgina santa; o lo que escriba a sus

    ermitaos: Leed las Escrituras, leedlas para que no seis ciegos y guas de ciegos. Leed la

    Santa Escritura, porque en ella encontraris todo lo que debis practicar y todo lo que

    debis evitar. Es la enseanza del Conc. Vaticano II: El Santo Snodo recomienda

    insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Philp 2,8); pues desconocer la Escritura es desconocer a

    Cristo (S. jernimo). Acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan llena del

    lenguaje de Dios; en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones o con otros medios

    que para dicho fin se organizan (Dei Verbum, 25).

    En esta misma lnea se expresa con insistencia la Exhort. Apost. Verbum Domini, en la Segunda

    Parte: VERBUM IN ECCLESIA (nn.50-89)

    Biblia y Teologa.

    La Teologa, en cuanto intento de profundizar en la comprensin

    de la Palabra de Dios revelada, necesariamente ha de apoyarse

    en la S. E., la cual, junto con la Tradicin, constituye fuente de

    todo el saber teolgico. El Magisterio de la Iglesia expresa esta

  • 10

    verdad con frase grfica: la Biblia debe ser el alma de la Teologa (Len XIII, Enc. Providentissimus Deus); expresin que recoge de nuevo el Conc. Vaticano II:

    La teologa se apoya, como en un cimiento perdurable, en la Sagrada Escritura unida a la

    Tradicin; as se mantiene firme y recobra su juventud, penetrando a la luz de la fe la verdad

    escondida en el misterio de Cristo. La Sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios, y en cuanto

    inspirada es realmente Palabra de Dios; por eso la Escritura debe ser el alma de la teologa (Dei

    Verbum, 24).

    Sobre este tema conviene hacer dos observaciones:

    a) Ciertamente la lectura de la Biblia por parte del telogo debe hacerse con actitud propia de la

    ciencia teolgica, es decir, con la actitud propia de quien aspira, formalmente, a alcanzar una

    mayor comprensin de orden intelectual de lo que se dice en el texto sagrado. Se trata, pues, de una

    actitud marcada por lo intelectivo y no, inmediatamente, por lo afectivo y que acude a todos los

    medios adecuados tambin los medios humanos para una correcta interpretacin del texto. Pero el

    telogo no puede olvidar nunca que debe situar la lectura de la Biblia no slo la que haga l en su

    oracin, sino tambin la teolgica en un contexto religioso que es el contexto en el que la Biblia ha

    surgido y en el que se conserva. En el crecimiento de la inteligencia de la Palabra de Dios escrita, el

    hombre debe disponerse por la oracin a recibir las luces que le vienen gratuitamente del Espritu

    Santo. Quien lee, estudia o medita la Biblia debe fomentar en la oracin asidua, en el trato con Dios,

    la disposicin del espritu que facilita la recta comprensin de la palabra santa. Si al telogo le

    faltase la vida de piedad al investigar en la Biblia se condenara al fracaso.

    b) La segunda observacin es que la lectura cientfica de la Biblia debe hacerse dentro de la Iglesia.

    La Biblia ha nacido en el interior de una tradicin la de la Revelacin divina y debe ser leda en ese

    contexto. Para ello se necesita vivir in sinu Ecclesiae. De manera anloga a como quien fuera de la fe

    se expone a interpretar la verdad trascendente que la Biblia contiene reducindola a su indigente

    medida, quien declare tener fe pretenda leer la Biblia abstrayendo de la Tradicin se priva de una luz

    divina que Dios ha querido establecer y se condena a la falibilidad. La historia ensea que todos los

    intentos que se han hecho para interpretar la Biblia fuera de su medio ambiente vital, que es la

    Iglesia, han cado inexorablemente en la parcialidad y en el error. De modo que todo cristiano, tanto

    el fiel corriente como el telogo o exegeta, ha de partir de la obediencia a la fe (Rom 16,26), unin

    con la nica Iglesia de Jesucristo, para penetrar en la Palabra de Dios escrita.

    En este sentido, puede venir bien repasar las indicaciones de la Exh. Apost. Verbum Domini en el

    apartado dedicado a La hermenutica de la sagrada Escritura en la Iglesia (nn. 29-49)

    La Biblia y los no catlicos.

    La Biblia es reconocida como libro inspirado por Dios, no slo por los

    catlicos, sino tambin por todos los cristianos separados, exceptuadas slo

    algunas sectas de origen protestante; as como, aunque slo el Antiguo

    Testamento, por los judos. Tambin le reconocen valor religioso, aunque

    subordinado al Corn, los musulmanes.

    Los Ortodoxos mantienen el dogma cristiano sobre la Sagrada Escritura.: la reconocen como libro

    inspirado y Palabra de Dios, a la vez que reconocen tambin que est indisolublemente unida a la

  • 11

    Sagrada Tradicin y que la Iglesia es la depositaria y el intrprete autorizado de la Biblia y de la

    Tradicin. El nico punto de diferencia con la verdad catlica (que, en realidad, afecta ms a la

    comprensin del Magisterio que a la de la Escritura) es lo referente al Romano Pontfice, cuyo

    Primado y cuya infalibilidad singular no reconocen.

    Los protestantes, habiendo negado el dogma cristiano sobre la asistencia del Espritu Santo a la

    Iglesia, piensan que slo en la Biblia (y no en la Tradicin ni en el Magisterio de la Iglesia) resuena

    la Palabra de Dios. De ah depende lo que es conocido histricamente como punto ms significativo

    de su diferencia con el catolicismo: la clebre cuestin del libre examen de la Escritura. Frente a la

    doctrina catlica segn la cual todo cristiano al leer las Sagrada Escritura debe aceptar el juicio de la

    Iglesia, nico intrprete autntico de la Escritura, el protestantismo sostiene que cada miembro de la

    Iglesia tiene facultad para examinar la Biblia sin atender a la Tradicin ni a la Iglesia, creen que el

    Espritu Santo les ilumina la inteligencia al leer la Escritura Sagrada. Es la idea de Lutero y

    Calvino segn la cual el Espritu Santo iluminaba a cada fiel; en el protestantismo ilustrado y liberal

    del s. XVIII y siguientes se pone el acento en el recurso a los medios de investigacin cientfica.

    Todo lo anterior da pie a un fuerte subjetivismo, que se agrava por un aspecto derivado de la misma

    teora del libre examen: si cada fiel, a tenor de su lectura de la Escritura hecha en el Espritu Santo,

    alcanza por s solo la verdad, puede, y aun debe, juzgar de la entera comunidad eclesial a partir de

    la verdad alcanzada. La tendencia que el protestantismo, sobre todo el americano y en parte el

    centroeuropeo, ha manifestado hacia la escisin parte de ah.

    Tambin recordar aqu lo que se dice en la Exh. Apost. Verbum Domini en el apartado dedicado a la

    Palabra de Dios y dilogo interreligioso (nn. 117-120)

    Biblia y Cultura.

    La Biblia, traducida total o parcialmente a ms de mil cien lenguas, ha transmitido, a lo largo de los

    ltimos veintin siglos, el mensaje del cual ella, es portadora a todos los pueblos de la tierra.

    Ese mensaje divino ha influido poderosamente en la vida de la humanidad, no slo en el aspecto

    religioso, sino en todos los dems. La Biblia, en cuanto parte de la tradicin cristiana y unida a ella,

    ha informado la vida del antiguo Imperio romano, de amplias y diversas naciones de Oriente, de la

    Europa occidental, de Amrica, etc. En ocasiones ha sido en la forma de un cristianismo pleno e

    ntegro; otras en formas limitadas (herejas, cismas); otras incluso a travs de personas o

    movimientos que queran oponerse al cristianismo, pero que en algunos puntos estaban influidos por

    l.

    En cualquier caso, las enseanzas bblicas y cristianas estn en la raz de numerossimos rasgos

    de la cultura y la civilizacin contemporneas. El conocimiento de la Biblia es necesario tambin

    desde un punto de vista meramente cultural. Se trata ciertamente de una finalidad secundaria, pues

    la Biblia ha sido escrita no en orden a la mera cultura, sino a la salvacin, pero no por ello menos

    real esta influencia.

  • 12

    Parte II: El canon bblico

    ndice

    Nocin de canon: en este enlace estudiamos la etimologa de la palabra canon, y lo que se quiere decir con la expresin canon bblico.

    A. Historia de la formacin del Canon del Antiguo Testamento:

    1. Constituido Israel en pueblo escogido se preocup muy pronto de la consignacin escrita de sus leyes, su historia y el mensaje de los profetas. Surgi as la literatura israelita que estudiamos aqu.

    2. Ahora bien, la produccin literaria israelita no se limit a los libros cannicos. Surge as una cuestin: cmo se realiz de entre esa produccin la seleccin de los libros cannicos? Cmo se form el canon israelita?

    3. Aunque, la historia del canon en el judasmo es importante, lo que nos importa ahora a nosotros es: cmo se incorpor y por qu el canon judo del Antiguo Testamento al cristianismo?.

    B. Historia de la formacin del Canon del Nuevo Testamento.

    1. Pocos aos despus de la muerte de Cristo surgieron ya intentos de escribir la vida y doctrina del Seor. As aparecen los Evangelios, las cartas de san Pablo, de algunos Apstoles, el Apocalipsis y otros escritos que forman lo que podemos denominar la literatura cristiana primitiva.

    2. Tambin aqu, como ocurri en Israel, nos encontramos una literatura cristiana amplia, ms extensa que la cannica. La Iglesia, con el tiempo, fue recibiendo algunos libros como inspirados, distinguindolos netamente de los dems. Surge as la pregunta: Cmo se realiz la seleccin de los libros cannicos? Cmo se form el canon cristiano?

    3. Desde el s. VI qued claramente determinado el canon del Antiguo Testamento en el seno del Cristianismo; a partir del mismo siglo se lleg a la unanimidad sobre el canon del Nuevo Testamento en Occidente y en el s. VII en Oriente. No sera hasta s. XVI, con el Humanismo, cuando surgieron algunas Divergencias sobre la extensin del canon bblico. Nos preguntamos aqu: En qu consistan estas divergencias sobre la extensin del canon bblico y cmo se solucionaron? Cul fue la trascendencia de la declaracin del Concicilio de Trento?

    C. Criteriologa del Canon.

    Hemos visto el largo y laborioso proceso histrico en el que se fue formando el canon bblico tanto

    del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pero se hace necesario, tambin, realizar un estudio ms

    sistemtico y sinttico en torno a los criterios que condujeron a esta realidad. Esto es lo que vamos a

    intentar en este apartado que denominamos Criteriologa del Canon.

  • 13

    Nocin de canon

    Etimologa de la palabra canon.

    La palabra canon (transcripcin del griego kanon), etimolgicamente

    significa caa o vara, y de ah instrumento para medir, medida o

    regla. De esto ltimo, pas a usarse para indicar cierta medida, ley o

    norma, de obrar, de hablar o de proceder (por ejemplo, las normas de

    conducta, reglas gramaticales; anlogamente se habla de canon en

    arquitectura, msica, etc.).

    Tambin tiene el sentido de ndice, lista, catlogo (por ejemplo, de reyes, de nmero de aos, etc).

    En la literatura cristiana primitiva se emplea ya para designar la regla de la fe, de la verdad, o de

    la tradicin, y se llaman cnones a las normas de vida y de culto que todos los fieles deben

    respetar (as, por ejemplo, las frmulas de fe o costumbres que decretaban los concilios, y hoy da

    los artculos del CIC). En el sentido de norma de vida cristiana emplea S. Pablo esa palabra en Gal

    6,16.

    Canon bblico

    La Biblia es, y as fue considerada desde un principio, la regla de fe y vida para los cristianos; de

    ah que empezara muy pronto a llamarse canon al conjunto de los libros que la Iglesia consideraba

    como inspirados.

    Puede decirse que a partir del s. IV, la terminologa cristiana denomin canon bblico al elenco

    oficial de los escritos sagrados de la religin israelita y cristiana que forman el Antiguo y Nuevo

    Testamento. Es decir, que, afirmada la existencia de libros sagrados inspirados, que tienen a Dios por

    autor en cuanto que fueron escritos bajo la mocin del Espritu Santo, el canon bblico es la

    determinacin de cules y cuntos son esos libros inspirados.

    De manera taxativa y definitiva esa determinacin slo puede hacerla la Iglesia, que tiene certeza de

    la inspiracin divina de esos libros por la Revelacin divina misma que los ha entregado a ella

    como tales. Ello quiere decir que si bien la palabra canonicidad hace referencia a una declaracin

    eclesistica, a una proclamacin oficial hecha por la Iglesia, presupone en su base un hecho que se

    refiere a la naturaleza de los libros mismos, objeto de esa declaracin: la inspiracin. Los libros

    cannicos son libros inspirados: la canonicidad es el reconocimiento de la inspiracin.

    Esa canonicidad e inspiracin de los libros que componen la Biblia es dogma de fe solemnemente

    proclamado por el Conc. de Trento y el Vaticano I, y constantemente afirmado desde los primeros

    tiempos de la Iglesia.

  • 14

    A. Historia de la formacin del Canon del

    Antiguo Testamento:

    1) Origen y formacin de la literatura israelita

    en general.

    Constituido Israel en pueblo escogido se preocup muy pronto de la

    consignacin escrita de sus leyes, su historia y el mensaje de los profetas.

    Surgi as la literatura israelita que estudiamos aqu. Veamos, a grandes rasgos, como se forma y

    desarrolla esta literatura israelita:

    Literatura histrica

    Ello da origen a una amplia literatura de tipo histrico en la que se narra la vida de los Patriarcas; la

    obra de Moiss hasta el asentamiento en Palestina; la formacin de la monarqua israelita, y su

    plenitud con David y Salomn y su posterior decadencia. Los libros que componen esa literatura son:

    Gnesis, xodo, Levtico, Nmeros, Deuteronomio (que componen el Pentateuco), Josu, Jueces,

    Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes.

    Algunos de esos libros no fueron compuestos de una sola vez, sino que recogen fuentes y tradiciones

    anteriores. Por algunas referencias que se hacen en ellos cabe deducir la existencia de libros o

    crnicas, en parte recogidas en los libros cannicos y en parte perdidas. As tenemos:

    Libro de las Guerras de Yahv (Num 21,14); Libro de Yashar (Jos 10,13); Hechos de Salomn (1 Re 11,41); Anales del Reino de Jud (citados 15 veces desde 1 Re 14,29 hasta 2 Re 24,5); Anales del Reino de Israel (citados 17 veces desde 1 Re 14,19 hasta 2 Re 15,31), as como la coleccin potica Libro de los Cantos (1 Re 8,12-13).

    La parte de literatura histrica del Antiguo Testamento se cierra con los Libros de los Macabeos.

    Literatura proftica

    Junto a la literatura histrica surge la proftica. Parte de los orculos profticos (por ejemplo, los de

    Elas y Eliseo) est incluida en los libros histricos.

    Parece adems probable que existieran colecciones de orculos que luego fueran, en parte, recogidas

    en esos libros; por ejemplo: la Historia del Vidente Samuel, del Vidente Natn o del Vidente Gad (1

    Cr 29,29), la Historia del profeta Natn (2 Cr 9,29), la Profeca de Ajas el Silonita (2 Cr 9,29) o las

    Visiones de Yed el Vidente (2 Cr 9,29).

    El primer profeta escritor fue probablemente Ams, en el s. VIII, al que siguen tres series

    cronolgicas, hasta el periodo persa:

    1. Ams, Oseas, Miqueas, Isaas en el s. VIII;

  • 15

    2. Sofonas, Nahum, Habacuc, Jeremas en los s. VII-VI; 3. Ezequiel y el Dutero-Isaas en el Destierro; Ageo, Zacaras, Malaquas, Jons, Joel, Abdas en los s.

    VII-V.

    Una forma literaria tpica de los ltimos tiempos del judasmo fue la apocalptica, que tiene su

    modelo en el Libro de Daniel.

    Literatura sapiencial

    El periodo post-exlico conoce otras formas de expresin literaria que ocupan el puesto de la

    produccin proftica anterior: es la corriente sapiencial, cuyos orgenes se hacen remontar a

    Salomn (colecciones primeras de Proverbios), pero que alcanzar apogeo en poca tarda; a este

    gnero pertenecen: Proverbios, Job, Cantar de los Cantares, Eclesiasts, Eclesistico y

    Sabidura.

    Despus del destierro en Babilonia, se reanuda la actividad historiogrfica mediante la composicin

    del segundo grupo de libros histricos (de inspiracin sacerdotal) que son: 1 y 2 Crnicas y

    Esdras-Nehemas en la segunda mitad del s. III.

    De este tiempo son tambin algunos libros de aspecto histrico, pero de estructura historiogrfica

    diferente de la clsica: Tobas, Judit, Ester.

    De otra parte la coleccin de los Salmos se reinicia en el periodo monrquico y se ampla hasta la

    poca macabea.

    Literatura extracannica

    La literatura extracannica de la poca postexlico es abundante:

    De estilo apocalptico son los apcrifos de Henoc, Jubileos, Testamento de los XII Patriarcas, Asuncin de Moiss, Salmos de Salomn, IV Libro de Esdras. Apocalipsis de Baruc, etc.

    La secta de Qumrn compone tambin sus propios libros: la Regla de la Comunidad, los Himnos, la Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas, el Documento de Damasco, Comentario a Habacuc, etc.

    En la dispora de Alejandra surge toda una escuela filosfico-teolgica cuyo principal representante es Filn .

    Ahora bien, la produccin literaria israelita, como acabamos de ver, no se limit a los libros

    cannicos. Surge as una cuestin: cmo se realiz de entre esa produccin la seleccin de los libros

    cannicos? Cmo se form el canon israelita?

    2) Cmo se form el canon israelita?

    Hemos seguido brevemente la produccin literaria israelita poniendo de relieve que no se limita a los

    libros cannicos. Surge as una cuestin: cmo se realiz de entre esa produccin la seleccin de

    los libros cannicos? Si tenemos presente que la canonicidad es un reflejo de la inspiracin,

  • 16

    debemos concluir que el nico criterio es la propia manifestacin divina, es decir, signos que d

    Dios de que ha obrado en el hagigrafo por la inspiracin.

    Si embargo, no parece que Dios haya seguido siempre la misma va. Podemos hacer este elenco de

    signos que nos indican la accin inspiradora de Dios:

    En ocasiones, cuando se trataba de un profeta que daba ya signos de hablar en nombre de Dios, el hecho de redactar sus orculos o instrucciones por escrito constitua ya un criterio suficiente.

    Otras veces encontramos declaraciones profticas que atestiguan el origen divino de obras anteriores.

    A veces Dios parece seguir una va ms lenta y en parte indirecta: orientar la piedad juda hacia la veneracin de un determinado libro cuyo carcter divino acaba as siendo reconocido.

    Cabe tambin mencionar, aunque se trate de algo meramente indirecto, la permisin por parte de la providencia divina de que se pierda un determinado libro, con lo que resulta patente su no sacralidad.

    En los tiempos de Cristo encontramos ya un canon judo claramente formado. En realidad

    encontramos dos, o ms exactamente dos versiones del mismo:

    La versin palestinense. Esta versin del canon la atestiguan el escritor fariseo Flavio Josefo (hacia el 95 d.C.) y el apcrifo IV Libro de Esdras. Segn F. Josefo (Contra Apionem, 1,8) el canon judo no contiene ms de 22 libros, cifra convencional que se corresponde al alefato, y se obtiene considerando como un libro nico los 2 de Samuel, los 2 de Reyes, los 2 de Crnicas, Esdras y Nehemas, y uniendo Rut a Jueces, y Lamentaciones a Jeremas; cronolgicamente se cierra el canon con Artajerjes (424 a.C.), ya que cesa entonces el profetismo; como criterios objetivos reconoce la inspiracin divina y la santidad de los libros, en oposicin a la literatura profana. El apcrifo IV de Esdras presenta la misma lista.

    La versin alejandrina. En oposicin al canon de 22 libros, llamado palestinense, los judos de la dispora alejandrina tenan un canon ms amplio en que se incluan tambin los llamados libros deuterocannicos: Tobas, Judit, Sabidura, Eclesistico, Baruc, 1 y 2 Macabeos. Ellos incluan tambin los fragmentos griegos de Ester (caps. 10, 4-16, 24) y de Daniel (caps. 3, 24-90; 13; 14).

    Cmo se llega a esta diversidad de cnones en el judasmo del s. I de nuestra era, no ha recibido an

    una explicacin satisfactoria: la hiptesis ms generalizada supone que en un principio exista para

    todos los judos un nico canon precisamente el amplio que en tiempos recientes y por influencia

    restrictiva de la secta farisea, se habra abreviado en Palestina excluyendo los deuterocannicos;

    F. Josefo sera el representante de esta tendencia restrictiva.

    El hecho es que, en tiempo de Cristo haba en el judasmo desorientacin respecto de la lista de los

    libros inspirados de la religin israelita: 1) mientras los saduceos no admitan ms que el

    Pentateuco, 2) el farisesmo y el judasmo palestiniano en general, limitaba el mbito del canon a 22

    libros; 3) en la dispora alejandrina se crea en la inspiracin de los libros de la lista ms amplia; 4)

    en Qumrn parece que tenan por inspirados sus propios libros y que no consideraban an cerrada la

    revelacin, a la espera de alguna nueva y definitiva manifestacin de Yahv

    Una decisin oficial no se dio en el judasmo hasta el famoso Snodo de Yamnia (Yabne) por los

    aos 95-100. El canon elaborado en este Snodo era el breve de Palestina y contena los siguientes

    libros:

  • 17

    La Ley, con los 5 libros del Pentateuco; Los Profetas, subdivididos en dos secciones: Profetas Anteriores: Jos, Jueces, 1-2 Rey; y Profetas

    Posteriores: Is, Jer, Ez, Os, Joel, Am, Abd, Jon, Mich, Nah, Hab, Ag, Zach. Mal; Hagigrafos o Escritos sagrados: Ps, Prv, Job, Cant, Ruth, Lam, Eccl, Est, Dan, Esd, Neh y 1-2 Cron; En total 39 libros.

    Estos libros fueron denominados en terminologa cristiana, que data de Sixto de Siena (1569)

    protocannicos o del primer canon, para distinguirlos de los restantes del segundo canon o

    deuterocannicos.

    Segn algunos, en la exclusin del canon judo de los denominados deuterocannicos influy que

    no estaban escritos en Hebreo (la lengua que habla Dios); as como, aquellas obras que hacan ms

    insistencia en el aspecto sacerdotal o al Templo, pues este haba sido destruido y con l, tambin

    sacerdocio judo. Recordemos que los miembros del snodo de Yamnia (Yabne) eran sobre todo

    fariseos.

    3) Cmo se incorpor y por qu el canon judo del Antiguo

    Testamento al cristianismo?

    Aunque, la historia del canon en el judasmo que acabamos de estudiar es importante, lo que nos

    importa ahora a nosotros es: cmo se incorpor y por qu el canon judo del Antiguo Testamento al

    cristianismo?

    Pues bien, Jesucristo y los Apstoles utilizaron y citaron los libros de la Biblia hebrea,

    considerndolos palabra de Dios (Mc 7,13; Rom 3,2), esto es: como libros inspirados, de origen

    divino; y lo expresaron con diversas frmulas: lo que est escrito o se halla escrito ha de

    verificarse (Mt 21,42; 26,24.31.54.56; Lc 4,21; 18,31; Jn 5,34-39; etc.), predijo el Espritu por

    boca de David (Act 1,16; 3 ,18.21), Dios que por sus profetas haba prometido en las santas

    Escrituras (Rom 1,2), bien habl el Espritu Santo por el profeta Isaas (Act 28,25). Las citas

    explcitas que aparecen son de los libros incluidos en la Biblia palestinense, de los libros

    protocannicos, pero que al estar tomadas para el Nuevo Testamento, escrito ya en griego,

    proceden de la Biblia griega alejandrina de los Setenta, que incluye tambin los deuterocannicos,

    los cuales, aunque no se citan explcitamente, son aludidos en diversas ocasiones.

    Por eso, la Iglesia, siguiendo este uso apostlico y reconociendo su valor normativo, recibi desde el

    principio como inspirados tanto a los libros protocannicos como a los deuterocannicos.

    Aunque es cierto que, en el s. IV algunos apologistas, en polmica con los judos que no aceptaban

    los libros deuterocannicos, dejaron de utilizar stos o empezaron a distinguirlos de los

    protocannicos. Sin embargo, despus de un cierto tiempo, ya en el s. VI se vuelve a la unnime

    aceptacin del canon alejandrino completo, como en los primeros tiempos de la Iglesia.

    Esta unanimidad en el canon alejandrino completo (tanto de los libros protocanonicos como los

    deuterocanonicos) fue confirmada por la Iglesia en varias decisiones oficiales, documentos o

    concilios, a partir ya de finales del s. IV, como por ejemplo:

    el Concilio de Hipona del ao 393 (Mansi 3,924), los Concilios III y IV de Cartago de los aos 397 y 419 (Denz.Sch. 186),

  • 18

    el llamado Decreto de Dmaso o Gelasiano (ao 382?, cfr. Denz.Sch. 179), la epstola Consulenti tibi de Inocencio I del ao 405 (Denz.Sch. 213), el Concilio de Florencia (Denz.Sch. 1335) y finalmente, el Concilio de Trento (Denz.Sch. 1502).

    B. Historia de la formacin del Canon del Nuevo

    Testamento.

    1) Acerca de la literatura cristiana primitiva y la

    formacin del canon bblico

    Pocos aos despus de la muerte de Cristo surgieron ya intentos de escribir la

    vida y doctrina del Seor. Una amplia mayora de autores formulan como hiptesis la posibilidad de

    que lo primero que existieran fueran algunas colecciones de frases o dichos del Seor (Logia),

    acompaadas de breves relatos. Luego una serie complementaria conocida como Fuente Q (de

    Quelle), que juntamente con el evangelio de Marcos formaran el ncleo primero de la tradicin

    sinptica.

    La tradicin sita tambin muy en los comienzos el evangelio arameo de Mateo traducido muy

    pronto al griego y completado. Lucas en el prlogo de su Evangelio (Lc 1,1) menciona que existen

    varios intentos de narrar los hechos del Seor. Hacia el ao 51, san Pablo escribe las dos Epstolas a

    los Tesalonicenses, seguidas del resto de sus Cartas, que acaban hacia el ao 67 con las llamadas

    Pastorales.

    Es muy posible que hacia el ao 70, aparecieran ya en su forma definitiva los Evangelios llamados

    Sinpticos (Mt, Mc. Lc). Poco despus se completara la serie con los Hechos de los Apstoles y las

    Epstolas llamadas Catlicas (Santiago; 1 y 2 de Pedro; 1, 2 y 3 de Juan y la de Judas).

    San Juan compone hacia el ao 100 su Evangelio.

    En el ambiente de las primeras persecuciones se redacta el Apocalipsis de S. Juan.

    En este periodo de la primera generacin cristiana surgen tambin otros escritos cristianos tales

    como: las epstolas de S. Clemente, la Didaj, la epstola de Bernab, etc.

    Junto a esta literatura pronto empieza a pulular una abundante produccin apcrifa y hertica que

    obligar a la Iglesia a sealar los lmites de los escritos verdaderamente sagrados e inspirados de la

    generacin apostlica.

    Tambin aqu, como ocurri en Israel, nos encontramos una literatura cristiana amplia, ms extensa

    que la especficamente cannica. La Iglesia, con el tiempo, fue recibiendo algunos libros como

    inspirados, distinguindolos netamente de los dems. Surge as la pregunta (que intentaremos

    responder en este enlace): Cmo se realiz la seleccin de los libros cannicos? Cmo se form el

    canon cristiano?

  • 19

    2) Cmo se realiz en la Iglesia primitiva la

    seleccin de los libros cannicos? Cmo se

    form el canon cristiano?

    Acabamos de ver que, al igual que ocurri en Israel, encontramos, pues,

    una literatura cristianos amplia, ms extensa que la cannica, y esto llev a

    la Iglesia a la necesidad de distinguir entre unos y otros: recibiendo

    algunos como inspirados y distinguindolos netamente de los dems.

    Cmo se realiz en la Iglesia primitiva la seleccin de los libros

    cannicos? Cmo se form el canon cristiano? Veamos:

    Esto se manifiesta al principio por la distinta manera de citarlos o leerlos. Luego, ante el difundirse

    de escritos apcrifos y herticos o ante el ataque a algunos libros por parte de herejes, como

    Marcin, por medio de la publicacin de listas. La ms antigua lista que poseemos es la del famoso

    Canon de Muratori de fines del s. II (descubierto en 1740). Este documento divide la literatura

    cristiana primitiva en cuatro series:

    1) Libros tenidos por todos como sagrados, y como tales ledos pblicamente en las iglesias; en esta serie se mencionan los 4 Evangelios, 13 Epstolas de S. Pablo (falta Hebreos), de las Epstolas Catlicas slo 1 y 2 Juan, Judas, probablemente 1 y 2 Pedro, y el Apocalipsis;

    2) Libros no tenidos par todos como sagrados y que, en consecuencia, no deben ser ledos pblicamente en las Iglesias (Apocalipsis de S. Pedro);

    3) Libros de lectura privada, que no es lcito leer en las Iglesias (Pastor de Hermas); 4) Libros que la Iglesia no puede recibir (literatura apcrifa y gnstica).

    A partir de esta fecha, la historia de las declaraciones sobre el canon se puede reconstruir de la

    siguiente manera:

    En Occidente:

    desde el ao 200 se aceptan como inspirados: los 4 Evangelios, 13 Epstolas de S. Pablo (Hebreos no entra en el canon occidental hasta el ao 380), 1 Pe, 1 Jn, se cita la 2 Pe y la 2 Jn, pero no la 3 Jn, y el Apc. La Epstola de Santiago (St) era muy utilizada ya en el s.II.

    Todo el canon del N.T. con sus 27 libros se menciona en el Decreto Gelasiano (ao 382?, Denz.Sch. 179), y en la carta del papa Inocencio I del ao 405 (Denz.Sch. 213). Estos documentos haban sido ya preparados por las decisiones de varios snodos africanos: Hipona (393) y Cartago (297 y 419), citados tambin antes.

    Las dudas de algunos eruditos como S. Jernimo, quedan totalmente disipadas para el s. VI.

    En Oriente:

    En la lista de Clemente de Alejandra (217) faltan Philm, St, 2 Pe y 3 Jn. En cuanto a Orgenes, aun cuando admite en principio la canonicidad de todo el N.T., expresa sus

    reservas sobre Heb, 2 Pet, y 2 y 3 Jn. El Apocalipsis nunca fue discutido en Oriente hasta Dionisio de Alejandra que lo atribuy a otro

    Juan, distinto del Apstol, para combatir al milenarismo. En Alejandra en la Epstola Pascual, XX-XIX, de S. Atanasio (367) aparece ya la lista completa de los

    27 libros.

  • 20

    Ms lento fue el reconocimiento en Antioqua y Siria, donde hasta el s. VI no aparecen en las listas el Apocalipsis y cuatro de las Epstolas Catlicas. Estas dudas de la iglesia antioquena influyeron mucho en las dems iglesias orientales (Asia Menor, Chipre, Palestina), de modo que hasta el concilio llamado Trullano o Quinisexto (692) no se lleg en el Oriente a la unanimidad.

    Una ltima aclaracin: Los libros sobre los cuales se suscitaron dudas, tanto en Oriente como en

    Occidente (Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 de Juan, Judas y Apocalipsis) son llamados

    deuterocannicos del Nuevo Testamento.

    Resumiendo: Como vimos, desde el s. VI quedaba claramente determinado el canon del A.T. en el

    seno del Cristianismo; ser a partir del mismo siglo cuando se llege a la unanimidad sobre el canon

    del N.T. en Occidente y en el s. VII en Oriente.

    No sera hasta s. XVI, con el Humanismo, cuando surgieron algunas divergencias sobre la extensin

    del canon bblico. Nos preguntamos ahora: En qu consistan estas divergencias sobre la extensin

    del canon bblico y cmo se solucionaron? Cul fue la trascendencia de la declaracin del

    Concicilio de Trento? Veamos.

    3) Sobre las divergencias en torno a la extensin del

    canon bblico.

    Ya vimos como desde el s. VI quedaba claramente determinado el canon del A. T. en el seno del

    Cristianismo; a partir del mismo siglo se llega a la unanimidad sobre el canon del N. T. en Occidente

    y en el s. VII en Oriente.

    Un replanteamiento de la extensin del canon bblico no se dio hasta el Humanismo, cuando Erasmo

    plante la cuestin de los deuterocannicos, no porque dudara de su canonicidad e inspiracin, que

    afirma, sino porque vacila en aceptar que estn escritos por los mismos Apstoles. Ms lejos fue el

    cardenal Cayetano, el cual parece negar la inspiracin de los escritos no apostlicos.

    En los das de la Reforma prende por obra del protestantismo el afn revisionista del canon bblico.

    En el ao 1520, Carlostadio propone el retorno al canon breve palestinense para el A.T.

    En cuanto a Lutero, en un principio rechaza todos los deuterocannicos del A.T. (excepto, quiz, 1

    Macabeos); ms tarde, acepta la doctrina de Carlostadio y, as, en su traduccin alemana de la Biblia

    incluye los deuterocannicos al final del A.T., a modo de apndice con el ttulo de Apcrifos.

    Respecto del N.T., las doctrinas protestantes han sido ms discordantes. Lutero excluye del canon

    bblico el Apocalipsis, Hebreos, Santiago y Judas; Zwinglio slo rechaza el Apocalipsis; y

    Ecolampadio, todos los deuterocannicos. Los luteranos adoptan la doctrina de M. Chemnitz, que

    rechaza todos los deuterocannicos; pero a partir del s. XVIII, principalmente por influencia del

    pietismo, vuelven a la praxis calvinista que aceptaba el canon catlico ntegro.

    En cuanto a la Iglesia rusa, el Santo Snodo acord en el s. XIX que en los seminarios se enseara

    la doctrina de los protestantes respecto de los deuterocannicos del A.T. En la Iglesia griega, los

    telogos en general se acercan a la misma doctrina.

  • 21

    El autntico canon bblico de la Iglesia, que se encontraba ya recogido en los documentos que se

    han ido citando,

    fue expuesto de manera ms solemne en una profesin de fe, para los jacobitas, en el Concilio de Florencia (4 febrero 1441; Denz.Sch. 1335).

    En el Concilio de Trento se plante de nuevo el problema del canon bblico. As que en la IV sesin, el 8 abr. 1546, queriendo disipar definitivamente todas las dudas al respecto, promulg un decreto, de valor dogmtico definitorio, con la lista de los libros inspirados de la Biblia (Denz.Sch. 15021503), la misma del Concilio de Florencia, y que comprende tanto los libros llamados protocannicos como los deuterocannicos. La definicin de Trento puso fin a todas las controversias entre los catlicos;

    La misma definicin de Trento fue renovada en el Concilio Vaticano I (Denz.Sch. 3006, 3029).

    C. Criteriologa del canon.

    Se hace, pues, necesario un estudio de los criterios objetivos y externos

    que expliquen el por qu del Canon. De entrada diremos que el Canon

    Bblico es el resultado de la confluencia -armnica y en el tiempo- de

    tres grandes corrientes: El Magisterio (rgula fidei) + La Tradicin

    (sucesin apostlica) + La Sagrada Escritura (fiel transmisin del

    texto).

    Ya dijimos algo del significado del trmino canon, y de como la Iglesia, con el tiempo, fue

    recibiendo algunos libros como inspirados, distinguindolos netamente de los dems (cfr. Cmo se

    realiz la seleccin de los libros cannicos? Cmo se form el canon cristiano?). Es importante, no

    perder de vista que el Canon ha sido el resultado de proceso de discernimiento y recepcin de unos

    libros, en cuanto que han sido tenidos por sagrados e inspirados por una comunidad (la Iglesia):

    Efectivamente, en el fondo estos libros definen a esa comunidad. De algn modo, estos libros son la expresin y la identidad de esa comunidad.

    Nos encontramos, pues, con un delicado proceso de identidad de la comunidad. La comunidad se ve o se mira en estos libros como en un espejo. Podramos decir que se reconoce as misma en ellos; se dice al escucharlos: s, soy yo; s, es as: Amn.

    Los primeros factores que influyeron en la formacin del Canon en la Iglesia fueron:

    1. La regla de fe (Credo). Desde el principio se vi que era fundamental tener una Norma de fe clara, porque toda imagen de Cristo (tambin la de los libros inspirados) debe ser conforme a esa Norma de fe. Esta idea encuentra su primera formulacin en torno al s. II con S. Ireneo. Para Ireneo este canon de la verdad parece ser el Credo.

    2. La sucesin apostlica (Tradicin). La cuestin de los ministerios tambin se plantea en el s.II y es importante porque la Tradicin apostlica pesa mucho. De hecho los libros tenidos por inspirados porque son la memoria escrita de los apstoles. Su origen apostlico pesar mucho a la hora de establecer el Canon.

    3. Un tercer y ltimo elemento es la intervencin Magisterial oficial. Ser necesaria la definicin dogmtica del Canon del Concilio de Trento, para dejar zanjado toda duda sobre los libros que forman en Canon bblico catlico.

    La canonicidad presupone la inspiracin, desde un punto de vista ontolgico (esos libros por ser

    inspirados han sido canonizados). Pero desde una perspectiva gnoseolgica, se necesita la

  • 22

    manifestacin por parte de Dios de esa inspiracin a la Iglesia (por ejemplo, el milagro que se

    necesita para la canonizacin es la manifestacin de Dios en el caso de los santos). La pregunta es:

    cmo le consta a la Iglesia esa inspiracin (criteriologa teolgica o apologtica) en la que basa

    sus declaraciones cannicas (criteriologa dogmtica)? El tema fue planteado con claridad durante

    la misma poca del Concilio de Trento por el obispo F. Sonnius (Demonstrationum Religionis

    Christianae ex Verbo Dei Libri Tres, Amberes 1555-62). Segn l, la Iglesia primitiva sigui cuatro

    criterios teolgicos o apologticos:

    1. el magisterio del Espritu Santo, 2. la luz de la fe, 3. el testimonio divino de los milagros, 4. y el consentimiento de la Iglesia. (sensus fidei) 5. Aadimos aqu el criterio de otro estudioso de la cuestin: Michalis, que divulg su sistema del

    carisma apostlico. Por ltimo, aadir que en la teologa de mediados del s. XX se nota una tendencia a reconocer una especial importancia al criterio de la apostolicidad entendida en sentido amplio: origen directo para los escritos ciertamente apostlicos; origen indirecto (vinculacin a una escuela apostlica, viri apostolici, como dice el Vaticano II, const. Dei Verbum, n 18) para los indirectamente apostlicos (Mc, Lc, Act, etc.).

    As, pues, el orden constitutivo entre la Iglesia y el canon es pues el siguiente:

    1. Dios funda la Iglesia y la hace partcipe de la verdad de la inspiracin; 2. la Iglesia recibe los libros inspirados como un sagrado depsito transmitido por la tradicin

    apostlica y, 3. asistida por el Espritu Santo, declara autoritativamente frente al surgir de vacilaciones y errores el

    canon bblico proclamado y sealando la lista de los libros de origen divino que le han sido entregados.

    Resumiendo: En la lnea de la criteriologa dogmtica, o de la regla de la fe, est claro que la

    Tradicin, definida por la Iglesia, es el criterio supremo e infalible para que los fieles creyentes

    conozcan la inspiracin y canonicidad de los libros de la Biblia. Al analizar la cuestin desde la

    criteriologa teolgica o apologtica vemos como esa verdad definida est contenida en las fuentes

    o canales de la Revelacin, de diversos modos. 1) Segn algunos, afirmando que el nico criterio

    seguro es la tradicin apostlica, que testifica que esos libros vienen de Dios, y 2) la de quienes

    afirman que por lo que se refiere al N.T. es fundamental el origen apostlico de los libros mismos

    en sentido amplio: origen directo para los escritos ciertamente apostlicos, origen indirecto

    (vinculacin a una escuela apostlica, viri apostolici, como dice el Vaticano II, const. Dei Verbum,

    n 18) para los indirectamente apostlicos (Mc, Lc, Act, etc.).

    Esa conciencia de la Iglesia y el mismo planteamiento del tema fue negado por los protestantes, que,

    al negar la asistencia del Espritu Santo a la Iglesia y su consiguiente infalibilidad , se encontraron

    con el problema de cmo justificar el canon. Estudiaremos aqu cmo solucionan este problema los

    protestantes

    La criteriologa del canon bblico en el protestantismo

    Al negar el criterio de Tradicin, los protestantes debieron buscar otros criterios; en la mayora de los

    casos, los que proponen son de orden subjetivo. As, Lutero parece que daba valor supremo de

    criterio al mensaje central de la justificacin y la redencin, mientras Calvino se fijaba en el

  • 23

    testimonio interno del Espritu Santo. Bien es verdad que las Confesiones de fe completaron esa

    criteriologa, incluyendo algunos criterios ms objetivos tales como el consentimiento y acuerdo

    general de la Iglesias, pero el criterio subjetivo del testimonio del Espritu Santo en cada uno jug

    siempre papel preponderante.

    El que sistematiz en forma ms completa la criteriologa del canon bblico en el protestantismo

    conservador fue J. Gerhard; segn l, el criterio fundamental para los fieles creyentes es el

    testimonio interno del Espritu Santo, por el cual la Escritura se impone por s misma al modo como

    los primeros principios se imponen en el conocimiento racional; para los infieles contumaces es para

    los que se hace necesario elaborar una criteriologa desarrollada. Por ello, distingue dos rdenes de

    criterios: unos internos y otros externos a la misma Escritura. Los internos seran los valores

    supremos de la Escritura tales como su antigedad, la majestad de su doctrina, etc. Los externos

    seran: el testimonio de la Iglesia, la prueba del martirio, etc.

    En un intento de buscar criterios slo objetivos, el telogo J. David Michalis (m. 1791) propuso el

    carisma de la apostolicidad como suficiente criterio de canonicidad e inspiracin para los libros del

    N.T. (Einleitung in die gttlichen Schriften des N. T., I, 14), lo que le llev a considerar inspirados

    slo los escritos de los Apstoles.

  • 24

    Parte III: El Texto bblico

    Una aclaracin previa acerca del Texto bblico: Los gneros

    literarios:

    1. Los gneros literarios en la historia de la exgesis bblica. 2. Precisando la terminologa de los gneros literarios aplicada a la

    investigacin bblica

    tiles que conviene conocer de cara a la investigacin del Texto bblico. Los Textos originales (manuscritos bblicos), los comentarios y las concordancias son imprescindibles para la investigacin, siendo a su vez resultado de la misma. Muy tiles son tambin conocer algo sobre las versiones de la Biblia, sobre todo las ms antiguas. Veamos un poco (pinchar en los siguientes enlaces):

    I. Las Versiones de la Biblia

    II. Los Manuscritos Bblicos

    III. Las diversas ediciones impresas de los textos bblicos

    originales

    IV. Sobre los Comentarios bblicos

    V. Sobre las Concordancias del texto bblico

    Una vez realizadas estas aclaraciones sobre los gneros literarios y los tiles que conviene conocer, nos hacemos la pregunta de este apartado: Qu es la Crtica textual?

  • 25

    Los gneros literarios de la Biblia

    Los gneros literarios son las diversas maneras de expresarse o decir en una obra literaria. La

    determinacin del gnero concreto a que pertenece una determinada obra (narrativo, potico,

    dramtico, etc.) tiene un gran inters para su interpretacin, ya que el gnero trae consigo una

    amplia gama de consecuencias con respecto al valor y alcance de las expresiones, etc.

    Lo dicho se aplica tambin a la Sagrada escritura, en el sentido de que Dios, al inspirar a los

    hagigrafos, ha elevado sus potencias, pero respetando su naturaleza y, con ellas, sus

    peculiaridades personales, etc. Al expresarse han usado, pues, de los recursos literarios de que

    disponan y se han servido de las formas de expresin propias del ambiente al que se dirigan. De

    ah el inters por conocer y determinar los gneros literarios de los libros sagrados como momento

    importante del trabajo exegtico.

    A continuacin estudiamos los avatares del estudio de los gneros literarios en la exgesis bblica, as

    como algunos de los resultados de dicha investigacin

    1. Los gneros literarios en la historia de la exgesis bblica. 2. Precisando la terminologa de los gneros literarios aplicada a la investigacin bblica

    1. Los gneros literarios en la historia de la exgesis bblica.

    Conviene tener en cuenta que la existencia de diversos gneros, en los libros que componen la Biblia,

    es un dato obvio y siempre advertido. La misma distincin de los libros del A.T. en histricos,

    profticos y sapienciales habla ya de ello; y, en el N.T., es claro que los Evangelios y las Epstolas

    representan gneros diferentes.

    Efectivamente, la exgesis rabnica primero y despus los Santos Padres y los escolsticos sealaron

    adems diversos tipos de expresin en los libros bblicos (narraciones histricas, metforas,

    parbolas, alegoras, etc.); y todos ellos sealaron la utilidad de conocer el hebreo y el griego y sus

    peculiaridades lingsticas, como auxiliar para el trabajo hermenutico. Con el Renacimiento y el

    Humanismo los estudios lingsticos se incrementan.

    Sin embargo, en ninguno de esos momentos, aunque se hable de gneros literarios y se tenga

    presente la existencia de una diversidad de los mismos en la Biblia, se intenta hacer una catalogacin

    y clasificacin de los mismos. En el s. XIX y XX, con el desarrollo de los estudios sobre los pueblos

    del antiguo oriente, que lleva a un mejor conocimiento de sus peculiaridades literarias, es cuando

    ese objetivo se intenta por primera vez.

    Fue H. Gunkel el primero en querer aprovechar los estudios sobre las literaturas limtrofes a Israel

    para sus comentarios al Gnesis y a los Salmos. En esa lnea se realizan diversas aportaciones de

    inters, pero, por desgracia, gran parte de estas investigaciones estn teidas de racionalismo, por

    lo que la afirmacin de la peculiaridad de los modos de narrar propios de la literatura oriental

    desemboca en ellos en la pretensin de negar valor histrico a las narraciones de la Escritura,

    sosteniendo que los llamados libros histricos eran en realidad narraciones slo en apariencia

    histricas o gneros infrahistricos (o medio histricos), con un valor histrico pequeo o incluso

    nulo. Ello hizo que el tema de los gneros literarios bblicos se centrara durante bastantes aos en

  • 26

    el estudio de los gneros propios de los libros histricos, y que las investigaciones tuvieran un tono

    polmico o apologtico segn los casos.

    En el campo de la exgesis catlica merece especial mencin M. J. Lagrange, que esboz una

    teora de los gneros literarios en Revue Biblique 5 (1896) 505-518; teora que desarroll,

    aplicndola a la historia bblica, en sus conferencias de noviembre de 1902 en el Instituto Catlico de

    Toulouse sobre La mthode historique, surtout dans lexgse de l A. T. Surgi una aguda discusin entre los exegetas catlicos del mundo entero.

    Se mostraron favorables K. Holzhey y N. Peters en Alemania, Hackspill y F. Prat en Francia, H. A. Poels en Holanda;

    y en contra, L. Fonek en Austria, J. Brucker en Francia y P. Murillo en Espaa.

    F. von Hummelauer, S.I., en su obra Exegetisches zur Inspirationsfrage (Friburgo 1904), hizo una

    exposicin sistemtica de los gneros literarios aplicados a la historia bblica, enumerando y

    estudiando nueve principales: alegora, parbola, historia pica, historia religiosa, historia

    antigua, tradiciones populares, narraciones libres, midrs haggdico y gnero proftico-

    apocalptico. Fuera de los dos primeros, cuyo valor histrico suele ser nulo, y dejando aparte el

    ltimo, que afecta principalmente a la literatura proftica, los otros son claramente histricos, aunque

    presentan diferencias entre s y con otros gneros histricos propios de la historiografa moderna (por

    ejemplo, la biografa, las memorias autobiogrficas, las monografas o trabajos de investigacin,

    etc.). Algunos sostienen que el gnero histrico hebreo es menos crtico y exigente que el moderno, e

    intentan de esa forma resolver el problema que plantea la concordancia entre los relatos bblicos y

    otras fuentes antiguas, tarea no siempre fcil.

    El Magisterio de la Iglesia hacindose eco de toda la tradicin anterior reconoci desde el principio

    la legitimidad de una investigacin encaminada a determinar los gneros literarios presentes en la

    Biblia, a la vez que exiga que se procediera con seriedad cientfica y se evitara toda actuacin

    ligera y superficial de la que derivara la negacin de la historicidad bblica.

    (1905) As una respuesta de la Pontificia Comisin Bblica de 23 jun. 1905 exiga slidos argumentos para sostener que en algn caso el hagigrafo no intent referir una historia verdadera y propiamente dicha, sino, bajo la apariencia de historia, proponer alguna parbola o alegora o algn sentido ajeno a la significacin propiamente literal o histrica de las palabras (S. Muoz Iglesias, Documentos Bblicos, Madrid 1955, n 168).

    (1920) Benedicto XV en su enc. Spiritus Paraclitus (1920), lamenta que algunos con demasiada facilidad pretendan que en las Sagradas Letras se encuentren determinados gneros literarios con los cuales no puede compaginarse la ntegra y perfecta verdad de la Palabra Divina (Doc. Bib., n 510).

    (1943) Po XII, en su enc. Divino Afflante Spiritu, de 1943, dedica un amplio prrafo a la cuestin; despus de haber recordado que la exgesis bblica presupone el reconocimiento de la naturaleza religiosa de los libros sagrados, as como el sentido de la analoga de la fe y el conocimiento de la tradicin, junto al conocimiento de las particularidades lingsticas de las lenguas bblicas, afirma que es necesario que el intrprete se traslade mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente, para que, ayudado convenientemente con los recursos de la historia, arqueologa, etnologa y de otras disciplinas, discierna y vea con distincin qu gneros literarios, como dicen, quisieron emplear y de hecho emplearon los escritores de aquella edad vetusta Cules fueron stos, no lo

  • 27

    puede el exegeta como establecer de antemano, sino con la escrupulosa indagacin de la antigua literatura del Oriente. Ahora bien, esta investigacin, llevada a cabo en estos ltimos decenios con mayor, cuidado y diligencia que antes, ha manifestado con ms claridad qu formas de decir se usaron en aquellos antiguos tiempos, ora en la descripcin potica de las cosas, ora en el establecimiento de las normas y leyes de vida, ora, por fin, en la narracin de los hechos y acontecimientos Por esta razn, el exegeta catlico, a fin de satisfacer a las necesidades actuales de la ciencia bblica, al exponer la Sagrada Escritura y mostrarla y probarla inmune de todo error, vlgase tambin prudentemente de este medio, indagando qu es lo que la forma de decir o el gnero literario empleado por el hagigrafo contribuye para la verdadera y genuina interpretacin, y se persuada que esta parte de su oficio no puede descuidarse sin gran detrimento de la exgesis catlica (Doc. Bib., n 643-645).

    En la enseanza de Po XII sobre los gneros literarios en la Biblia el principio exegtico aparece purgado de los tres principales defectos que se haban echado en cara a sus primeros defensores: 1) el atender slo a los gneros relacionados con la historia para establecer diversos grados de historicidad; 2) el mtodo puramente interno (intrabblico) que emplearon para discernirlos, 3) y cierta ligereza en descubrirlos. En la Divino Afflante Spiritu: 1) el principio es ms amplio (se extiende a toda la Biblia, no slo a las partes histricas); 2) no procede a priori, ni fundado solamente en criterios internos, sino en el conocimiento de la antigua literatura oriental; 3) vale, s, para defender la historicidad e inerrancia de la Biblia, pero adems y sobre todo para mejor comprender la mente del autor sagrado.

    (1964) En trminos parecidos se expresa la Const. Dei Verbum, del Conc. Vaticano II (n 12):

    12. Habiendo, pues, hablando Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera

    humana, para que el intrprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso

    comunicarnos, debe investigar con atencin lo que pretendieron expresar realmente los

    hagigrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.

    Para descubrir la intencin de los hagigrafos, entre otras cosas hay que atender a los gneros literarios. Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso gnero: histrico, proftico, potico o en otros gneros literarios. Conviene,

    adems, que el intrprete investigue el sentido que intent expresar y expres el hagigrafo

    en cada circunstancia segn la condicin de su tiempo y de su cultura, segn los gneros

    literarios usados en su poca. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso

    afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas

    de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagigrafo, como a las que en

    aquella poca solan usarse en el trato mutuo de los hombres. ()

    2. Precisando la terminologa de los gneros literarios aplicada

    a la investigacin bblica

    [Rehacer este apartado]

    Siguiendo las orientaciones que hemos visto anteriormente, los exegetas e historiadores han estudiado las literaturas antiguas orientales extrabblicas y

    parabblicas, y se han descubierto o pretendido descubrir numerosos gneros cuya aplicacin a la Biblia est ofreciendo perspectivas nuevas a la

    exgesis. Sin embargo, conviene advertir que se observa, an hoy, cierta imprecisin en la terminologa. Por ejemplo, a veces, se da el nombre de

    gneros a formas muy concretas y hasta nimias que muchas veces no sobrepasan la categora de lo que las preceptivas clsicas llaman figuras. Y

    conviene precisar.

  • 28

    Podemos dejar al margen la clsica distincin tripartita en gnero didctico, parentico y potico por ser demasiado general. En efecto, todo el que

    habla o escribe intenta una de estas tres cosas, o dos de ellas o las tres: ensear una verdad, inculcar un bien o presentar algo bello. Por lo dems, de

    ordinario, esos gneros no se dan puros sino entremezclados. As ocurre en la Biblia, en la que la finalidad eminentemente religiosa de los autores

    bblicos hace que prime con frecuencia la intencin parentica.

    Descendiendo un poco ms, cabra distinguir entre gneros y procedimientos.

    Llamaramos gneros a las formas de expresin cuya dinmica interna en su conjunto responde a una intencin especfica en el contenido.

    Y todava es preciso hablar de gneros mayores y menores. o Reservamos el nombre de gneros mayores para encuadrar a los que tienen una misma finalidad genrica en la intencin de los

    escritores y que en el caso concreto de la Biblia se corresponden con la perspectiva en que, por su funcin, aparecen enmarcados sus autores. As podemos hablar para entendernos, pero conscientes de que no se excluyen mutuamente, de gnero histrico, proftico y sapiencial en el A.T.

    o Dentro de estos gneros mayores existen otros gneros menores, suficientemente diferenciados para formar categora aparte. Por ejemplo en el genero histrico -que hemos llamado mayor-, no es lo mismo un midrs que un relato etiolgico.

    Por ltimo, hay procedimientos literarios que, como la pseudo-epigrafa o las agrupaciones numricas son comunes por razones y con caractersticas propias a varios gneros.

    I. Versiones de la Biblia

    La Biblia es, sin comparacin con ningn otro, el libro que ha sido traducido ms veces y a ms

    lenguas. Por los datos conocidos, la Biblia ha Sido traducida, total o parcialmente, a cerca de dos mil

    lenguas, a lo largo de veinticuatro siglos. La primera versin existente fue hecha del texto hebreo

    original del A.T. a la lengua griega, en Alejandra de Egipto, en los siglos III y II a.C., por rabinos

    judos expertos en ambos idiomas. Las versiones de la Biblia han proporcionado a la Humanidad

    varios relevantes servicios, de incalculable valor religioso y cultural.

    1) De un lado tenemos, las versiones antiguas (as podemos llamar convenientemente a las

    realizadas desde el s. III a.C. hasta la cada del Imperio Romano) nos ofrecen datos muy

    importantes para la reconstruccin crtica del texto primitivo de los libros de la Sagrada Escritura,

    ya que algunos manuscritos, todava existentes, de algunas de estas versiones son ms antiguos, o

    mejor conservados, que otros que nos han transmitido el texto en lengua original. De otra parte,

    como valor religioso, esas versiones contribuyeron en gran medida a la vida de buena parte de las

    comunidades judas y cristianas primitivas, bien en sus manifestaciones religiosas colectivas

    (liturgia, etc.) bien en la piedad personal.

    2) Por otro lado est, las versiones de la Biblia a lenguas ms modernas, aunque ciertamente

    ayudan poco o casi nada a la historia del texto original de la Biblia, han sido y son uno de los

    vehculos principales de la difusin del cristianismo en la mayor parte de los pueblos de la

    humanidad. Es ms, desde el aspecto cultural, buen nmero de estas versiones, a partir de la Edad

    Media hasta nuestros das, constituyen el primer monumento literario de muchos de esos idiomas,

    que en mayor o menor medida han sido configuradas literariamente por la traduccin bblica. Ha

    sido, precisamente, a partir de una traduccin total o parcial de la Biblia, como muchas de las

    lenguas, vivas an la mayora, o muertas ya en algunos casos, nacieron a la vida literaria escrita. Esto

    pas en Europa en la Edad Media, y est pasando todava, en nuestros das, con multitud de lenguas

    aborgenes americanas, asiticas y africanas. Estos hechos implican que muchos pueblos de la

    humanidad, se han abierto a la cultura universal mediante las versiones de la Biblia: de un lado, los

    conceptos religiosos y culturales les han penetrado a travs de esas versiones; de otro, las propias

  • 29

    lenguas han sido noblemente capacitadas para expresar, con su propio lenguaje y vocabulario,

    otros conceptos, anteriormente inexistentes en esas culturas.

    Estamos, pues, ante uno de los fenmenos de comunicacin cultural y religiosa ms importantes en

    la Historia de la humanidad. Debido a su especial importancia, se estudiarn por separado las

    principales versiones de la Biblia a lenguas antiguas:

    A. Versiones griegas (nota aclaratoria). 1. Especialmente importante es la traduccin griega de los Setenta (LXX). 2. Versiones de Aquila, Teodocin y Smaco. 3. Versiones de Orgenes (La Hexapla) 4. Anexo 1: Familias de textos griegos y relaciones con el hebreo. 5. Anexo 2: Manuscritos griegos conservados

    B. Versiones latinas (visin general): 1. Vetus latina: aqu estudiaremos su origen, sus caractersticas y la importancia de este

    texto. Finalmente vemos los cdices que contienen formas de esta versin. 2. Vulgata 3. Anexo: La Neovulgata es, bsicamente, la misma versin Vulgata, a la que se han

    incorporando los avances y descubrimientos recientes del estudio de manuscritos y cdices mejores. Se trata pues de la ltima versin oficial latina de la Biblia y data de 1979. Es actualmente la versin de referencia para las traducciones a otras lenguas.

    C. Versiones arameas (Targumim) D. Versiones siriacas (Pesitta) E. Adems existen versiones armenias, coptas, etipicas, rabes, etc Pero, por ser menos

    importantes, no las estudiamos en detalle. F. Estn, adems, las versiones de la Biblia en las innumerables lenguas modernas (las versiones

    espaolas, las Biblias Polglotas, etc).

    A. Versiones griegas

    1) Acerca de la traduccin griega de los Setenta (LXX)

    Sobre estos cdices griego de los Setenta (LXX) se ha ejercido, a lo largo de varios siglos y a pesar de las dificultades enormes que su estudio ofrece, una intensa labor crtica culminada en dos

    ediciones complementarias:

    la edicin de los Setenta de Cambridge, que ha publicado entre 1906 y 1940, con presentacin de un texto base y distintas series de variantes en el aparato, ediciones del Pentateuco, Josu, Jueces, Rut, Reinos, Paralipmenos, Esdras, Ester (en dos textos; el ms largo se ha embellecido con adiciones que ya conoci Flavio Josefo), Judit y Tobit;

    y la edicin de los Setenta de Gotinga, que produce textos crticos basados al menos en repartos de cdices por recensiones y de la que tenemos ya, por obra principalmente del benemrito Joseph Ziegler, ediciones aparecidas entre 1931 y 1965, de los Salmos (con el 151 que no est en el hebreo y fue quiz redactado ya en griego combinando varios textos bblicos), Profetas menores, Isaas, Jeremas, Baruc, Epstola de Jeremas, Ezequiel, Daniel (con sus anexos: Susana y Bel), I-III Macabeos, Sabidura y Eclesistico.

    Faltan, pues, cinco textos para los que es menester recurrir a la edicin manual y resultante de A. Rahlfs, aparecida en 1935 (Septuaginta, 3 ed. Stuttgart 1949): Proverbios (con muchas interpolaciones griegas y en algn caso cristianas), Job (sigue en pie el problema de por qu el griego

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    de los LXX es ms corto que el hebreo, lo cual hace que los cdices ofrezcan suplementos hexaplares o de Teodocin), Cantar de los Cantares y Eclesiasts (vase lo que luego decimos sobre Aquila) y IV Macabeos.

    El ms antiguo testimonio sobre las circunstancias en que se produjo la traduccin de los LXX es la

    bien conocida Carta de Aristeas a su hermano Filcrates, escrita no mucho antes del 170 a. C. En

    ella se cuenta, muy ampulosamente, cmo Tolomeo II Filadelfo (285-247 a.C.) encarg a Demetrio

    de Fleron, la formacin de la inmensa Biblioteca de Alejandra y cmo, a peticin de ste, el propio

    Aristeas fue a Jerusaln para pedir al sumo sacerdote Eleazar traductores competentes de la Biblia

    hebrea. Luis Vives dud ya de la veracidad de esta fbula en que 72 traductores, seis por cada una de

    las tribus (aunque ms tarde se habl, para abreviar, de los Setenta o LXX), instalados en Alejandra,

    dejaron traducido el Pentateuco en setenta y dos das, y, desde luego, hoy no se duda de que el autor

    de la carta no era un funcionario greco-egipcio, sino un judo de la capital, aunque lo que se dice en

    ella pueda tener algn fundamento histrico (de hecho el Pentateuco fue traducido al griego ca. el

    250 a.C., en el reinado de Tolomeo II Filadelfo).

    Las dificultades del texto griego de los LXX residen en el hecho de que no se trata del texto original

    de un autor, en cuyo caso, pese a las corrupciones de la tradicin textual, sera posible

    tericamente llegar al arquetipo y aun al autgrafo. Se trata, pues, de textos griegos traducidos del

    hebreo, sobre los cuales, a su vez, se ha hecho la traduccin al latn llamada Vulgata (s.IV), y la

    traduccin del A.T. al cocto, gtico, armenio y eslavnico. El Pentateuco samaritano parece tener

    un antecesor comn con los LXX, de quienes se muestra afn a veces frente al hebreo; la Psitt o

    versin siriaca sigue al hebreo, pero con influencia de los LXX en ciertos libros; sobre la Vetus

    Latina, se duda entre un original hebreo o griego; la versin georgiana est tomada del armenio, del

    siriaco y en parte de los LXX; la etipica, de los LXX con influjos directos del griego; la rabe,

    segn los casos, del hebreo, del siriaco o del griego.

    2) Versiones griegas de Aquila, Teodocin y Smaco.

    La situacin textual se complic ms todava por la intervencin, que hace difcil o imposible llegar

    en ocasiones a la leccin original, de diversos revisores judos que, frente al uso de los LXX que

    hacan los cristianos con fines polmicos, quisieron ser tambin ellos capaces de manejar textos

    mejores y ms puestos al da. As surgieron sucesivamente varios intentos de este tipo.

    Aquila, de origen gentil, natural de Sinope, en el Ponto, es la misma persona, al parecer, que

    Onqelos, compilador de un Targum arameo sobre el Pentateuco: su versin del A.T. al griego, quiz

    hecha en Palestina durante el imperio de Adriano (71-138 d.C.), es tremendamente literal, hasta los

    bordes mismos de la ininteligibilidad; se ha pensado que los textos del Eclesiasts y el Cantar de los

    Cantares transmitidos por los LXX pueden proceder de l y haber suplantado a otros ms antiguos.

    Teodocin, natural quiz de feso, no es tal vez otro que el conocido

    escriturista judo Jonathan ben `Uzziel; trabaj en la segunda mitad del s. II d.

    C. sobre otra revisin para nosotros annima de principios del s. I a.C.; su

    versin griega, menos servil que la de Aquila, recurre con frecuencia al

    cmodo sistema de la transliteracin; conocemos bien sus mtodos porque,

    desde la segunda mitad del s. III d.C., su versin suplant a la primitiva en la

    mayor parte de los manuscritos septuagintales de Daniel.

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    De Smaco sabemos menos: puede tratarse incluso de un nombre genrico aplicado a la actividad

    revisora de la secta ebionita de los Simaquianos; su versin, que podemos datar en la poca de

    Severo (193-211 d.C.), resulta artificial a fuerza de precisiones rebuscadas por medio de participios,

    verbos compuestos y partculas.

    3) Las Versiones de Orgenes (La Hexapla).

    Las tres revisiones acabadas de mencionar (Aquila, Teodocin y Smaco) no causaron grave dao al

    texto, por ser tan distintos sus procedimientos de los empleados en los primitivos textos de los LXX,

    porque casi todo el material correspondiente se perdi pronto, y porque las glosas marginales de los

    cdices en que se les cita procuran anotar su procedencia.

    Ms perturbadora, en cierto sentido, fue la labor de Orgenes, el gran escriturista egipcio (m. 254

    d.C.), que, en un trabajo colosal, recopil todas las traducciones griegas del A.T. a l llegadas en la

    famosa Hexapla: una coleccin de voluminosos cdices con pginas divididas en columnas.

    La primera de stas contena el texto hebreo;

    la segunda, no sabemos bien con qu fin, una transliteracin del mismo en caracteres griegos;

    la tercera y cuarta, las versiones de Aquila y Smaco;

    en la sexta siempre se ha pensado que figuraba la de Teodocin, pero los fragmentos de la Hexapla,

    todava inditos en su casi totalidad, que conserva el

    palimpsesto de Miln, demuestran que, al menos en

    los Salmos, esta columna contena la versin llamada Quinta, una traduccin annima,

    probablemente fragmentaria, cuyos restos encontr Orgenes en Nicpolis (existan tambin

    una Sexta, hallada en un jarro cerca de Jeric, y una Sptima de que apenas sabemos nada).

    En cuanto a la quinta columna, Orgenes crea errneamente que los textos septuagintales quedaran tanto ms depurados cuanto ms se les aproximara al original hebreo, siendo as

    que, al revs, una de las reglas ureas de la investigacin en este campo consiste en aceptar a

    priori como preferible la leccin divergente, y ello precisamente porq