El cardenal Luigi Lambruschini a Pío IX: “Beatísimo Padre, usted no podrá curar el mundo sino con la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción”.

La Inmaculada Concepción no es un privilegio, sino un acontecimiento salvífico, en orden a la encarnación redentora.

La belleza de la Inmaculada es

“belleza de creación y de gracia

redentora”.

María Inmaculada es dichosa porque en su

humildad y pobreza tiene a Dios por rey y

creador.

María Inmaculada proclama que la grandeza y la fecundidad de una vida consisten en la apertura de la libertad al designio de Dios.

«Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha nacido de María. Dios, por tanto, espadre de las cosas creadas y María es madre de las cosas recreadas». (San Anselmo)

María, la Inmaculada, testigo de la Creación, antes de que

el pecado del hombre llegara a empañarla.

María, la Inmaculada, testigo de la vida, antes de que la muerte

llegara a enterrarla.

María, la Inmaculada, testigo de la fe, antes de que el mal llegara

a hacerla dudar.

María, la Inmaculada, testigo del amor, antes de que su rostro

fuera desfigurado.

«Tú eres la que de tal forma has

ennoblecido la humana naturaleza que su hacedor no

desdeñó de convertirse en hechura tuya».

(Dante).

FELIZ DÍA

¡AVE MARÍA PURÍSIMA!.

FERNANDO