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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.556 a los 4 vientos ..... Un propósito para mayo U n mes para la Virgen María. De hecho todo el año tenemos presente a la Madre de Dios, pero los cris�anos sin�eron desde hace muchos siglos la necesidad de dedicarle un �empo especial. En el rito bizan�no se la considera especialmente en agosto, centrado en la fiesta de la Asunción; entre los coptos, es en torno a la Navidad; en Occidente ha arraigado la costumbre de honrarla de modo par�cular en el mes de Mayo. En las Cán�gas de Alfonso X el Sabio, en las predicaciones de los santos Felipe Neri y Don Bosco, en la tradición de los joyeros de París de llevar a Notre-Dame plantas adornadas de piedras preciosas… se encuentran tes�monios de esta an�gua dedicación a María del mes de las flores y los frutos. Aunque no hay una consistencia litúrgica, la dedicación de mayo a la Virgen �ene la fuerza del arraigo popular y una lógica si pensamos que en el �empo sigue a la celebración del misterio pascual de Cristo. También cabe reflexionar sobre el hecho de que el mes de María se inicie con la fiesta de San José Obrero. En este �empo podemos tener algún detalle especial nuestra Madre, mediante alguna visita a sus ermitas o santuarios esparcidos por nuestra geogra�a y que ya recogieron los rezos de múl�ples generaciones. Son innumerables los tes�monios de personas que llegaron a Dios por el camino de María. También cabe seguir una recomendación que nos hizo el Papa Francisco en un tweet: «El mes de mayo, dedicado a la Virgen, † Jaume Pujol Balcells Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado 6 de mayo de 2018 VI Domingo de Pascua es un buen momento para comenzar a rezar el rosario todos los días». Desearía incidir sobre esta costumbre cris�ana que seguramente heredamos de nuestros padres y abuelos. Era normal en las casas, sobre todo en los pueblos, acabar la jornada rezando el rosario, quizá al lado de la estufa si era en invierno, y con la familia reunida para esta plegaria tan alabada por todos los pon�fices y rezada por tantos santos proclamados y anónimos. Todavía se observa esta tradición y el rosario forma parte de la vida cris�ana como una alabanza mariana que quedó reforzada por los mensajes de Lourdes y Fá�ma. Incluso se ven rosarios colgados del parabrisas de un coche. No es un adorno, sino un recordatorio de que la Virgen María es el sendero que nos conduce a su Hijo. Mi propuesta es que en este mes de mayo renovemos esta prác�ca mariana y a la vez cristocéntrica, propia de personas sencillas pero con la sabiduría que enseña la Biblia. Son inmuerables los tes�monios de personas que llegaron a Dios por el camino de María Enfoca el código QR y accede al video «A los Cuatro Vientos»

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hojadominicalArzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.556

a los 4 vientos.....

ominical

Un propósito para mayo

Un mes para la Virgen María. De hecho todo el año tenemos presente a la Madre de Dios,

pero los cris� anos sin� eron desde hace muchos siglos la necesidad de dedicarle un � empo especial.

En el rito bizan� no se la considera especialmente en agosto, centrado en la fi esta de la Asunción; entre los coptos, es en torno a la Navidad; en Occidente ha arraigado la costumbre de honrarla de modo par� cular en el mes de Mayo.

En las Cán� gas de Alfonso X el Sabio, en las predicaciones de los santos Felipe Neri y Don Bosco, en la tradición de los joyeros de París de llevar a Notre-Dame plantas adornadas de piedras preciosas… se encuentran tes� monios de esta an� gua dedicación a María del mes de las fl ores y los frutos.

Aunque no hay una consistencia litúrgica, la dedicación de mayo a la Virgen � ene la fuerza del arraigo popular y una lógica si pensamos que en el � empo sigue a la celebración del misterio pascual de Cristo. También cabe refl exionar sobre el hecho de que el mes de María se inicie con la fi esta de San José Obrero.

En este � empo podemos tener algún detalle especial nuestra Madre, mediante alguna visita a sus ermitas o santuarios esparcidos por nuestra geogra� a y que ya recogieron los rezos de múl� ples generaciones. Son innumerables los tes� monios de personas que llegaron a Dios por el camino de María.

También cabe seguir una recomendación que nos hizo el Papa Francisco en un tweet: «El mes de mayo, dedicado a la Virgen,

† Jaume Pujol BalcellsArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

6 de mayo de 2018 VI Domingo de Pascua

es un buen momento para comenzar a rezar el rosario todos los días».

Desearía incidir sobre esta costumbre cris� ana que seguramente heredamos de nuestros padres y abuelos. Era normal en las casas, sobre todo en los pueblos, acabar la jornada rezando el rosario, quizá al lado de la estufa si era en invierno, y con la familia reunida para esta plegaria tan alabada por todos los pon� fi ces y rezada por tantos santos proclamados y anónimos.

Todavía se observa esta tradición y el rosario forma parte de la vida cris� ana como una alabanza mariana que quedó reforzada por los mensajes de Lourdes y Fá� ma. Incluso se ven rosarios colgados del parabrisas de un coche. No es un adorno, sino un recordatorio de que la Virgen María es el sendero que nos conduce a su Hijo.

Mi propuesta es que en este mes de mayo renovemos esta prác� ca mariana y a la vez cristocéntrica, propia de personas sencillas pero con la sabiduría que enseña la Biblia.

Son inmuerables los tes� monios de personas que llegaron a Dios por el camino de María‘

Enfoca el código QRy accede al video «A los Cuatro Vientos»

Edita: Arzobispado de Tarragona · Redacción y administración: Pla de Palau, 2 - 43003 Tarragona Directora: Anna Robert · Consejo de redacción: Mn. Joaquim Fortuny, Mn. Francisco Giménez y San� Grimau Secretaria: Montse Sabaté ·Teléfono: 977 233 412 · Web: www.arqtgn.cat · E-mail: [email protected] Imprime: Torrell S.A. · D.L.: T-519-01

Ciclo BLiturgia de las Horas: Semana II

Domingo, 6: VI Domingo de Pascua [Hch 10, 25-26.34-35.44-48; Salmo 97, 1.2-3ab.3cd-4; 1Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17 (LE/LH propias)]

Lunes, 7: [Hch 16, 11-15; Salmo 149, 1-2.3-4.5-6a y 9 b; Jn 15, 26-16, 4a] San Estanislao

Martes, 8: [Hch 16, 22-34; Salmo 137, 1-2abc.2d-3.7c-8; Jn 16, 5-11] San Eladio, obispo

Miércoles, 9: [Hch 17, 15.22-18, 1; Salmo 148, 1-2.11-12ab.12c-14a.14bcd; Jn 16, 12-15]

Jueves, 10: San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia (MO) [Hch 18, 1-8; Salmo 97, 1-2.3ab.3cd-4; Jn 16, 16-20]

Viernes, 11: [Hch 18, 9-18; Salmo 46, 2-3.4-5.6-7; Jn 16, 20-23a] San Anastasio

Sábado, 12: [Hch 18, 23-28; Salmo 46, 2-3.8-9.10; Jn 16, 23b-28] Santos Nereo y Aquiles, márti res (ML) o San Pancracio, márti r (ML)

Domingo, 13: Ascensión del Señor (Sol) [Hch 1,1-11; Salmo 46, 2-3.6-7.8-9; Ef 1, 17-23; o bien Ef 4, 1-13 (o bien más breve: 4, 1-7.11-13); Mc 16, 15-20 (LE/LH propias)]

LecturasVI Domingo de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10, 25-26.34-35.44-48)

Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: «Levántate, que soy un hombre como tú». Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acep-tación de personas, sino que acepta al que lo teme y prac� ca la jus� cia, sea de la nación que sea». Todavía estaba hablando Pedro, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, y los fi eles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sor-prendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gen� les, porque los oían hablar en len-guas extrañas y proclamar la grandeza de Dios. Entonces Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bau� smo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?». Y mandó bau� zarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedaran unos días con ellos.

Salmo responsorial [Sal 97, 1bcde, 2-3ab.3cd-4 (R.: cf. 2)]

Cantad al Señor un cán� co nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

R. El Señor revela a las naciones su salvación.

O bien: Aleluya

Liturgia de la semana

El Señor da a conocer su salvación, Revela a las naciones su jus� cia. Se acordó de su misericordia y su fi delidaden favor de la casa de Israel. R.

Los confi nes de la � erra han contempladola salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, � erra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 4, 7-10)

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos � ene: en que Dios envió al mundo a su Uni-génito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víc� ma de propiciación por nues-tros pecados.

Lectura del santo Evangelio según san Juan (15, 9-17)

En aquel � empo, dijo Jesús a sus discí-pulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi ale-gría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandami-

ento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie � ene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si ha-céis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo ami-gos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he des� na-do para que vayáis y deis fruto, y vues-tro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Cristo nos ha llamado a ser sus amigos y es Él el que nos ha elegido y nos ha des� nado para llevar al mundo la Buena No� cia de su amor. Y esto lo haremos

amándonos unos a otros como Él lo ha hecho al dar la vida por nosotros y por todo el mundo (Ev.). Así tes� moniamos que Dios es amor, un amor que nos ha manifestado enviándonos a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados (2a lect.). Y ese amor ha sido derramado por los sacramentos de la iniciación cris� ana y que es para toda la humanidad (cf. 1a lect.).