historias a la luz del candil

90

Upload: german-camacho-lopez

Post on 18-Jul-2015

154 views

Category:

Education


3 download

TRANSCRIPT

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

2

GERMÁN CAMACHO LÓPEZ

HISTORIAS A LA LUZ

DEL CANDIL

Cuentos, poemas y metáforas

Narrativa breve

NUEVA LITERATURA LATINOAMÉRICANA SIGLO XXI

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

3

Título original:

Historias a la luz del candil

© 2014, Germán Camacho López

País de origen: Colombia

Idioma original: Castellano

© De esta edición, Germán Camacho López

Bogotá, Colombia

© De la ilustración de cubierta:

Germán Camacho lòpez, 2014

1ª edición: Octubre de 2014

Bogotá, Colombia

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su inclusión en sistemas informáticos, ni su transmisión por cualquier forma o medio, sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o cualquier otro método, sin permiso previo y escrito, de los titulares del copyright.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

4

INDICE

PROLOGO 7

CUENTOS

ES EL AMOR 8

LA CIUDAD Y EL RÍO 9

SI UN DÍA TE PIERDO 12

EL PEQUEÑO AZULEJO 14

SIMPLEMENTE LUNA 18

ME GUSTABA LA CASA DE LA NIÑEZ 20

TIC TAC TIC TAC 23

EL SOL DEL NORTE 26

LA SIGUIENTE PARADA 34

POEMAS

UN JUEGO DE FUTBOL 40

MIRADA 41

SOLO TÚ COMPRENDES 42

AMOR DESCONOCIDO 43

RAICES DEL ALMA 44

ÁGUILA 45

TIEMPOS 46

EN TU TERNURA 47

COPAS 47

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

5

TU PIEL 48

LLUVIA 49

FUISTE TÚ 50

JOVEN Y ANCIANO 51

NAVEGANTE VIDA 52

NO SIENTES 53

HOMENAJE 55

CAMINO A CASA 57

AMOR VERDADERO 58

NOCHE FRIA 59

A TI, HIJO 60

TE RECUERDO 61

PIOPÓ 62

A MIS AMIGOS 63

KAISER 65

AROMAS DE OLVIDO 66

AYER 67

MADRE 68

NO ESTAMOS DE MÁS 69

METAFORAS

ÁGUILA O CUERVO 72

LOS ANIMALES Y EL LORO 73

EL PRINCIPE Y EL ANCIANO 73

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

6

EL CISNE QUE SE CREIA SAPO 74

EL JOVEN Y LOS TRES BAULES 75

EL SENTIMIENTO MÁS FUERTE 76

EL NIÑO Y EL MENSAJE 76

EL CIENTIFICO Y EL LIBRO 77

LA PAREJA Y EL TERREMOTO 78

EL HOMBRE RICO 78

PALABRAS DE UN HIJO A SU MADRE AGONIZANTE

79

LA OVEJA Y LA GRANJA 80

EL HOMBRE Y EL POZO 81

ERA 82

EL COJO Y EL JOVEN 83

EL PIOJO DEL REY 83

CARTA DE UN NIÑO ENFERMO 84

EL HOMBRE SABIO Y DIOS 85

EL ALMA HUMANA 86

EL 10 DE LA CONVIVENCIA SOCIAL 87

REFLEXIONES 88

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

7

PROLOGO

Cuentos, poemas y metáforas es un libro que se fue

formando, durante la etapa de escritura de novelas como

MegaDios, Maldad, el pájaro Azul, el hombre que fabricaba

óleo. Los textos aquí narrados surgieron como ideas en dicho

proceso, las cuales por su temática, no eran incluidas en estos, y

se convertían en notas y apuntes. Tiempo después, descubrí que

tal experiencia se había convertido en una interesante

retrospectiva de ideas acumuladas a lo largo de ese proceso. La

cual de algún modo merecía ser contada.

El asunto con la literatura es que a veces se comporta

como un taco de post it (notas adhesivas), en la cabeza y en

algún momento esas ideas deben volar con la libertad que

corresponde. Así, van acompañando en múltiples épocas y

lugares a niños y adultos, asiduos visitantes de estos parajes de

ensueño.

Es esa la verdadera riqueza del escritor. La que nuestros

lectores consienten cuando nos permiten estar presentes, aun

sin estarlo, a través de los sentimientos y emociones descritos

en cada línea.

Y a la luz del candil ustedes se reúnen, siendo nuestra voz

en todo tiempo.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

8

CUENTOS

ES EL AMOR

Es cierto, un hombre siente mil cosas, es una oleada de

sentimientos a cada paso. Pero esa gotita llamada “amor”

dificulta sobremanera su estatus; basta ver lo impetuoso que

resulta el citado reconcomio, que hasta ahuyenta a los más

vecinos y, vecinas, claro. De pronto, salta donde nadie espera,

como si del ataque de una fiera se tratara y no hay alfanje que

valga para detenerlo.

Revoltoso hunde sus zarpas como buscando el centro

mismo del pecho, donde el corazón late con brío.

Apresuradamente, se lía a su presa, muerde y araña hasta

desquiciar la cordura y en un santiamén inocula su ponzoña

venenosa. Insólito ser que con dolor agudo invade todo el

cuerpo. Al instante, su toxina viaja por el torrente sanguíneo

con frenesí urgido, en un relámpago que electriza y estremece.

Avivado se irradia desde la herida hacia todo el organismo;

imperioso en busca de su conclusivo objetivo: un corazón que

late temeroso.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

9

Ningún pañuelo basta para acallar el sudor ardoroso que

cual riachuelo se apasiona en las manos temblorosas. Mirada

imprecisa, obcecación y anhelo, son los síntomas siguientes,

luego, una fulgurante sensación de síncope, dificultad del paso y

cortedad de palabras.

Llega al fin el desenlace temido: el corazón se invade de

aquel influjo, y sus pulsiones se tornan en un arranque violento.

La gotita toxica ha logrado su objetivo.

La razón se aparta, la voz se entrecorta; la piel se sonroja,

la sed de besos aumenta y los sentidos rugen por beber tres,

cuatro o cinco tragos más de aquello que ahora supone ser elixir

mágico de vida.

Nada vale correr. Escapar es una opción marchita. La

silueta de una dama que contonea sus caderas es la quimera que

anuncia la voluntad perdida. El olfato es su aroma, el mundo

sus ojos, el tacto sus caricias; el gusto sus besos y sus palabras el

léxico preferido.

¡El amor te ha atrapado!

LA CIUDAD Y EL RÍO

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

10

Hace algún tiempo hubo un lugar en el que bastaba

abrazar a los seres queridos para ser feliz. Donde afloraba en las

mañanas un sol bellísimo que anunciaba el inicio de la jornada;

avivaba los corazones y sus rayos abrasaban con gracia la piel de

los transeúntes: mujeres, niños, adultos, ancianos. Entre los

cuales fluía con cándida naturalidad un saludo y un deseo pleno

de buenas intenciones.

Aquel pueblo era bañado por el recorrido de un río

límpido que le cruzaba de extremo a extremo, el cual durante las

tardes calurosas era visitado asiduamente por vecinos; quienes

junto a su rivera se solazaban entre juegos de pelota y risas que

se elevaban al viento. Resultaba para nativos y foráneos el lugar

más maravilloso.

Ocurrió que una mañana cuando el sol se erigía en lo

alto, las personas elevaron la mirada percatándose que, desde el

suelo se levantaban grandes edificios. Los siguieron con atisbo

extrañado, notando que la sombra de estos se abatía justo en las

aguas del río. Sintiendo de inmediato una honda pena.

—Mamá ¿Qué ocurre? –Constató una pequeña niña—

¿Por qué taparon el río?

La señora, casi al extremo del llanto, acertó los ojos

tristes de su pequeña.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

11

Algo en su corazón palpitaba con vehemencia, una

respuesta que subía hasta su garganta, pero se atoraba ansiando

liberarse. Y, lacónicamente, se perdió en aquel rostro inocente,

igual que se perdía la silueta del río en medio de aquellos

edificios.

De ahí en más aquel maravilloso manantial se matizó de

abatimiento, las personas siguieron como cada mañana

aguardando el inicio de la jornada, pero su risa y juegos se

fueron apagando lentamente; variando en afanes y lamentos.

Nuevos edificios asomaron su silueta y la remozada

superficie del afluente varió hacia una riada de lánguidas

piedras grises. El fondo cristalino donde antes destellaban

rostros felices ya no existía.

La niña siguió aguardando el emerger de una voz que

nunca tuvo respuesta, su llanto se secó lentamente como el río,

más no del todo, eventualmente regresaba; aunque jamás

preguntó de nuevo.

Pasaron los años y se hizo mujer, envolvió su figura en

hermosos vestidos de suaves telas; sus manos se engalanaron

con joyas y su vida se hizo tan agitada como la de los otros.

Andando a zancadas para llegar al trabajo. En el recuerdo

habían quedado los juegos infantiles junto a la rivera del río.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

12

Una tarde gris de triste llanto llegó la despedida de la

madre. La niña ahora mujer, la observó con congoja tomándole

de la mano. La mujer la miró y, finalmente, pudo liberar aquella

voz que se había disimulado en el silencio:

—Mi niña, mi pequeña niña <No llores más por lo que un

día hubo> tu llanto no ablandará esas piedras ni vivificará la

fuente. En torno tuyo existe, hoy, un mundo nuevo, ese que

nosotros mismos condescendimos. Pero te prometo que cuando

llegue al cielo, pediré a Dios que tomé una copa y la llene de

líquido; para luego verter su contenido sobre el río y hacerlo de

nuevo vivaz. Entonces llegaran de nuevo los juegos y risas.

SI UN DÍA TE PIERDO

Si un día te pierdo, solo ambiciono que la vida te cubra de

amor y caricias. De tantas alegrías que mereces. Y te extasíes de

ese algo admirable que eres tú misma, entretanto, yo te sueño.

Como el simple bohemio que he sido, a quien el miedo de

perder tu cariño, le hace perder tu sonrisa. Una disculpa vaga y

tardía, no compense lo que mi corazón late cada día en tu

recuerdo. Las tardes a tu lado, en la cama, con la honestidad

diáfana de un sentimiento de vida; mas la vida es esto y quizá,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

13

esa su locura, sea cotidiano arrepentimiento. Sin embargo, tu

felicidad y laureles colmen con creces mi desencanto, Mi verso,

mi bonita princesa.

Eres encantador soneto, maravilla que tus suaves labios

revalidan, ojos almíbar, canción de Agosto. Refinado rostro que

atavías con el suave vaivén de tus pasos, pasión y poesía.

Es así, como me invitas cada noche a viajar hacia el

mundo del ensueño, a reencontrarme contigo, a tenerte en mis

brazos; en parajes imaginarios, en barcos que nunca zarpan, en

el elixir de mis sueños que te abrazan. Y estoy fuera, esa

brevedad, que la realidad quiebra con la certeza de no verte, ni

poder decir, si valga, en otro mundo, una esperanza a esta

espera inútil que no se place con cartas ni llantos.

Mas soberana de delicadas facciones, elijo pensar en ti

como luz que cobija en la noche mi agobio, me toma en sus

brazos, acaricia mi frente; aguarda mi beso hasta la mañana

siguiente y, luego, tras otra noche, yo te aguardo de nuevo. Solo

para sentirme apenado y feliz al mismo tiempo, sorprendido y

desconcertado; mientras te busco en otros cosmos y divago en la

extraña enfermedad que llaman apego, cuya medicina es

lejanía, cuyo cansancio cobija.

Así, en mis propias frases mantendré tu nombre, en un

silencio subrepticio que avivará la locura de un elixir perdido,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

14

ese de tu cuerpo. Secreto de cada día, permanecerás oculta en el

antojo que ignora mi intima agonía, que me acerca a ti cuando

más lejana te encuentras.

Y como cada noche te tomaré en mis brazos, entre

caricias y besos, tan solo por profesar que existe un mundo

distante, donde el cariño desgarrado revive entre plácemes que,

solo los amantes que añoran por siempre logran acertar.

Si un día te pierdo, te llevare así, en cada pálpito de mi

corazón dolido, y te honraré en el santo nombre del cariño,

volcando mi sentimiento en manía, manía de recordarte

siempre.

Luego, presto y de pie, sigo, en esta lucha inútil de vivir

contigo sin tenerte, y hablar sin besarte. Mi disculpa nada vale,

lo sé, la he repetido mil veces frente a tu celestial rostro, que

solo en el paraíso de mis quimeras emerge.

Mi verso, solo espero que un día lo entiendas.

EL PEQUEÑO AZULEJO

No hace mucho tiempo existió un pequeño pichón de

azulejo que cayó de un árbol de pino, quien salvó la vida cuando

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

15

una pareja de jóvenes campesinos le escuchó gorgoritear en

medio de la noche, junto al camino; pudiendo rescatarlo.

Era un pajarillo desplumado y frágil, pero de mirada

expresiva y piar bullicioso.

—¿Crees que debamos llevarlo a casa?— Discurrió el

muchacho—¿No sería mejor dejarlo aquí junto al árbol y que

sus padres lo recojan?

—No. Mejor tratemos de subirlo a una de las ramas, así

estará más cerca del nido—observó ella.

Pero ni bien lo intentaron, la cría apenas sosteniéndose,

se abatía apurándolos a contener la caída.

Frustrados se recostaron en el suelo y allí esperaron un

rato. Entretanto, desde abajo el pajarito elevaba la mirada cual

si rogara que le arroparan del frío.

Ella lo tomó en sus manos donde hizo espacio al

cuerpecito emplumado y suave que, entre gorjeos se deslizó

suavemente hasta quedarse dormido.

—Ya está oscureciendo lo mejor será regresar— apuntó el

joven campesino—entonces ¿Qué haremos con el azulejo?

La muchacha elevó la mirada y con ojos expresivos,

conmovida por la frágil vida que portaba; pidió una respuesta al

magnánimo cielo lleno de estrellas.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

16

En ese momento el pajarito despertó entre quiebros y

aleteos, bordeando la mano suave que le amparaba hasta liberar

la cabeza, luego, empezó a encumbrar el pico en clara señal de

requerir comida.

El sentimiento desbordó a la joven <la noche y el rocío no

eran lugar para aquella graciosa criatura>

—Debemos llevarlo con nosotros—certificó—No podemos

dejarlo aquí, sería lo peor, algún animal podría hacerlo su

alimento o quizá moriría de frío.

Y como midiendo la gracia de aquel evento, la endeble

cría dejó resbalar de nuevo las alas sobre la colcha suave y

cálida que le albergaba, avocándose de nuevo al sueño.

La pareja tomó de nuevo el camino, dejando atrás los

arboles otrora refugio de aquel desvalido. A un par de

kilómetros aguardaba el lar que sería su nuevo nido.

Al llegar a casa la muchacha se apuró en dirección al

armario, tomó una cesta de odorantes galletas las cuales extrajo

y puso a un costado, enseguida, con el festón del vestido la

limpió pulcramente.

—Esta será tu cuna polluelo— musitó con ternura,

mientras descargaba el suave cuerpecito emplumado.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

17

El joven esposo, entretanto, observaba la escena con la

convicción que sería ese el último instante que vería con vida al

azulejo. Sin embargo, no revelo tal sentimiento a su amada.

Para su sorpresa, la mañana siguiente al despertar le

pareció seguir oyendo los gorjeos. Así que se apuró a la caja

para levantar la tapa, cuando miró al interior sintió que sus ojos

le engañaban: el polluelo estaba ahí con el cuello erguido y la

mirada expresiva, asomando la cabeza como si le diese los

buenos días.

¡pío, pío! ¡pío, pío!...

Ese chirriar retumbó a gloria en sus oídos y, de

inmediato, despertó a la muchacha para contarle las buenas

nuevas.

Desde ese día y durante muchos años, Junior, como le

llamaron compartió entre gorjeos, vuelos y risas. Siempre ágil y

ligero. Un momento estaba junto a la ventana, al siguiente

sobre la mesa saboreando cualquier manjar que llegara a su

pico. Luego aterrizaba en un mueble, simplemente, para saltar

de nuevo e inundar la casa de música. Lo más gracioso resultaba

la hora del baño:

¡paf!; ¡zas! Sacudía las alas en un pequeño barreño verde, para

después buscar entre trinos el calor de esos que eran ahora sus

padres, quienes orgullosos exclamaban:

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

18

¡Bendito el día en que Junior saltó de un pino para

aterrizar en nuestras vidas!

SIMPLEMENTE LUNA

No llega a una hora fija, puede vérsele ahí dispuesta y

recatada lo mismo al anochecer, el alba o la mañana, eso sí, muy

temprano. Aunque bien por consenso general, digamos, que se

presenta a eso de las seis de la tarde y se queda, claro, hasta que

el mundo cierra sus parpados; entonces ya nadie puede verle.

Junto con el sol son los faroles divinos que habitan

nuestros días. Si bien los asiduos de esta resultan particulares

en relación con los otros: Poetas, bohemios, melancólicos,

enamorados y gente de cuitas que, elevan su mirada al cielo

para notar su presencia y dejarse impregnar del mágico

subterfugio que apea de luz, efluvio de líricas y hasta historias

de lobos.

Algunos que se exageran en ojos hacia ella, se sientan en

la pradera y siguen con la mirada, preguntados sobre quien le

puso aquel nombre: Luna.

Empero, no revela dicha respuesta la condición misma de

aquel farolito que ronda en la calina, tan libre y misterioso.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

19

¿Cuál es su linaje, su apellido? ¿Acaso es griega? Y como tantos

otros, su nombre provenga del latín. Pero ¿Que viene a

significar? Y sobre todo ¿Por qué permanece ahí,

acompañándonos siempre?

Hay quien afirma que un día, muchos millones de años

antes, al pasar por las inmediaciones de la vía láctea y ver

nuestro egregio planeta; se enamoró de este. Pero al no poder

hacerse a su abrazo, solo se queda ahí cada noche contemplando

su belleza.

Y si, manifiestamente, su aspecto no detona la edad que

le concierta, adpero, es posible adivinar que la existencia no le

ha venido nada fácil. Basta mirar los surcos que hienden sus

redondeadas formas. Mas no por ello desaliña su gracia, por el

contrario, es a todas luces maravilloso ornato del cielo. Capaz de

causar fervor en el más indiferente.

Mucho se ha dicho de ella, desde antaño hemos ansiado

verle; conocerla de cerca. Hacernos fotografías en su castaña

dermis que luego se publiquen en foros y revistas. O

simplemente, dedicarnos la vida a verle cambiando de forma:

De cuarto menguante a cuarto creciente, de esquiva luna nueva

a un sublime y radiante farol en lo alto.

Ella aparece como uno más de la familia en el álbum de

retratos. Al pie de su silueta nos congraciamos; es lo primero

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

20

que advertimos al discurrir la mirada sobre este. Antes de

siquiera preguntar quién es la tía o la sobrina que aparece en la

foto.

Ahí permanece con su recuerdo de luz tardía, sin una

mención al respecto. Abajo, amontonados los nombres de todos

de izquierda a derecha: tío, tía, mamá, papa, abuelo, nieto,

vecino, y uno que no recordamos quien era. Sin una mención

del maravilloso personaje principal de aquella escena, erguida

en las alturas ocupando el primer plano; coronando nuestras

cabezas apoyada sobre el telón magistral que la cobija.

Esa de cuyo nombre poco sabemos. Quien la bautizó,

probablemente, quedó perplejo y sin palabras, tanto que solo

atinó la brevedad de tal grafía.

Ella que asiduamente nos visita y está ahí cuando cae la

noche. Consejera y guía que aguarda sonriente, la que todos

llaman: Luna.

Alivio de enamorados, refugio de agobios; silenciosa y

reservada, pero siempre dispuesta a escucharnos.

En realidad poco atañe su nombre, puesto que siempre

está ahí cuando le llamas.

ME GUSTABA LA CASA DE LA NIÑEZ

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

21

Me gustaba la casa de la niñez, si bien era humilde, con el

marco de la ventana recién acoplada acicalado por el gris de la

argamasa; los baldosines desnivelados y los ladrillos del patio a

punto de abatirse. Era una casa amplia, fresca; con un jardín

verde que se extendía hasta rozar el delgado andén que la

separaba de la avenida.

Llegamos con papá y, el resto de la familia, en un viejo

volquete de acarreos color azul celeste, si bien recuerdo. Cuando

pienso en ello siento como si me transportara de nuevo a ese

día; casi percibo los aromas y el viento acicalándome el cabello

que, hoy escasea.

Esa gran casa guardaba los sueños de mis padres, mis

hermanos y, claro, los míos. Fue ahí donde pasé toda mi

infancia, entre divertidos juegos de niños: tín tín corre corre,

escondite, fútbol, ponchado; golosa, yermis, canicas, y en fin,

tantos otros.

Eventualmente, todos, dos adultos y cuatro niños,

persistimos en hacer de aquel feudo un hogar cálido en el cual

ver los amaneceres y, algunas noches, sentarnos junto a la tele a

la sazón de un tinto caliente con pandebono. Así, en medio de

los malestares que padecen los adultos, pero los pequeños

ignoramos, transcurrió la vida.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

22

En la mañana cumplíamos los deberes de escuela, al

mediodía luego de llegar y descargar el morral; aguardaba un

sancocho, frijoles o lentejas, ese era casi siempre el menú. Y por

las tardes, a eso de las tres, mamá nos preparaba un chocolate

caliente ataviado con galletas de soda.

Un poco más tarde llegaba papá quien con su aroma y

sonrisa que inundaban la casa, nos prodigaba un abrazo

afectuoso. Luego de compartir las anécdotas del día, cuando la

tarea estaba hecha, a eso de las siete, concluida la cena; era

momento de salir a la calle donde la algarabía infantil

despuntaba.

Todo era grato, entre la mirada profunda de papá

convocado frente al televisor para ver las noticias; y el

entrechocar de trastes que escapaba de la cocina, donde mamá

daba los últimos tientes a sus labores maternas.

De ese modo el día se abatía lentamente, llegaban las diez

de la noche; hora de regresar al abrigo del lar y disponer la

frente para el beso y la bendición de mis padres.

Eran días buenos, creo que nunca me cansaré de ellos.

Luego papá partió de este mundo, mamá se tornó triste y

melancólica; nosotros fuimos creciendo. Mis hermanos mayores

se comprometieron, dejaron la casa. Esta se tornó silenciosa

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

23

como si los juegos y sonrisas se fueran con el viento, acaso si

clausurara la vida que había habitado dentro de ella.

Simple y sosegado como un arroyo, el olvido, se asentó en

nuestra memoria, y una idea inesperada floreció de pronto:

<Que aquello era solo un recuerdo subjetivo, que quizás las

cosas no habían sido de ese modo>

Mas en mi evocación se funda que la casa sigue ahí, tan

viva como siempre, plena de efemérides. Que mi madre

continúa en ella como las memorias de mi padre en mí. Que a

pesar de conducirnos esquivos, en ese suelo nuestras raíces se

asentaron y nuestras ramas crecieron como el árbol de aguacate

que sembró papá en medio del jardín. Y, debidamente, tejiendo

mi propia realidad de adulto entre inviernos, primaveras,

otoños y veranos; debo decir que todo fue real: el repiqueteo del

despertador, el canto de los gallos, el limonero, el perro, mis

hermanos y el abrazo de mis padres.

No tengo pretexto que me impida decir que fue

maravilloso, ni debo conferir los despintados de mi vida, a

razones ajenas a esa casa donde tejí los sueños más hermosos.

Esa que será siempre una flor de amor que viva en mí.

TIC TAC TIC TAC

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

24

Me gusta como suena, es aletargador, pacifico y sereno.

Para algunos resulta molesto, pero en absoluto para mí.

Cuando me dispongo en el sillón frente a la tele…,no

puedo evitar escucharlo; su sonido se hace tenue, empero,

permanece ahí. Estando solo o acompañado siempre es un

invitado sigiloso observándolo todo.

A otros he escuchado decir que su retumbo provoca,

incluso, escalofríos; que preferirían no escucharlo al quedarse

solos.

En lo personal me gusta su sonido, puede ser que nunca

he sido alguien impresionable; estoy seguro que no es un asunto

desequilibrado. Otros juegan lotería, apuestan a los caballos,

van al cine, o coleccionan sellos. Digamos que yo prefiero

aguzar mis oídos con tan deleitable sonido.

Eso puede, por cierto, haber desarrollado una particular

habilidad en mi persona. Mire usted, por ejemplo, mientras

hablamos puedo escuchar con toda nitidez su voz y esa

tonadilla armónica de la cual quizá no se percate.

Lo escucho como si erigiera un monumento de notas

musicales. Me proporciona una tranquilidad que, difícilmente,

podría explicarle, al menos no con palabras. Es como si aquella

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

25

resonancia entrara en mi cabeza y concibiera habitar dentro de

ella, aunque claro, sé que es un nuevo sonido cada día.

Así imagino el cielo: suave, espumante como champaña,

musical, pero sobre todo imagino ese sonido acompañándome

donde voy.

Es necio pensar que pueda dañar a alguien, tornarle

colérico o abrumado. ¿A quién podría molestar tal repiqueteo?

¡Por Dios, algunos ni se percataran de ello! Mas mi oído es

adiestrado, sin influencias prejuiciosas ni subterfugios. A veces

creo que es una especie de clave que descifraré un día, la cual

gradualmente voy entendiendo.

No creo que por ello me tome por loco, tenemos la

suficiente confianza ¿Verdad?

Me hiela la sangre el desprecio que algunas personas

denotan por los asuntos de los demás, sin embargo, su proceder

es diferente. Entiendo que para usted no tenga ningún

propósito práctico lo que expongo, pero mírese, está aquí y me

escucha.

Como le iba diciendo quizá descifre el código y pueda

expresar en palabras la voz de aquel mágico artefacto.

En este momento, claro, no me sería posible adelantarle

mucho, solo unos pocos vocablos que apenas entiendo. Aunque

le haré una confidencia: en ocasiones me apura la idea de no

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

26

encontrar la respuesta. Pero bien ha de ser así en todo gran

proyecto.

Si tan solo pudiera hacerle entender con que maestría me

desenvuelvo en todo este asunto. La semana pasada, por

ejemplo, contesté una llamada telefónica al mismo tiempo que

detallaba cada redoble y era como si los sonidos se

entremezclaran en mi cabeza, para luego cada uno escapar por

un oído distinto.

Así es, me gusta cómo suena hacia la medianoche cuando

el bullicio de la ciudad se apacigua; los grifos se cierran hasta la

mañana siguiente, las voces se acallan y solo queda ese suave

musitar atenuado, preciso. Me lleva pocos segundos habituarme

a él. Muy lentamente me sosiega hasta conducirme al sueño.

Entonces es como si me trasportara a su mundo de ruedas y

mecanismos básicos, incluso, puedo advertirlo como si la

música que libera lo describiera por dentro; cual si girara la

llave abriendo la puerta de un misterio donde consigo imbuirme

completamente sereno. Y resueltamente, mientras yo avanzo su

voz me dice:

Tic tac, tic tac.

EL SOL DEL NORTE

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

27

De todas podrá decirse lo mismo y, por supuesto, a su

modo, cada ciudad es desemejante es sus distintivos. <No

obstante, aquella es más bien singular> De las que sin

componerse de playa, arena, arrecifes, manglares, guijarros,

mejillones, percebes ni cangrejos; tiene poco más o menos un

clima tropical, que se engalana de un apremiante calor asentido

de una viva humedad.

Si bien las millas de zona montañosa que rodean su

geografía, deberían excederse en resguardo de la brisa marina,

en carácter opuesto se empeñan en mutar aquel bastimento en

una ensenada sin mar que se aviste cerca o lejos.

Ahí, en el norte de la referida geografía se erige el sencillo

lar, que enclaustrado, cual quinqué, brilla como la más vivaz

candileja ceñida en sus escasos metros. Resultado de la

titilación del astro reinante, entre baldosas de nácar cinceladas

sin misericordia. Fluye y se excede espaciado a través de la

lucera, mutando el domicilio en una ensenada de yermo suelo y

limo; cuya única fronda son dos plantas de araña en sus

macetas.

El cantar de un francolino inédito, de colores vivaces,

olvidado por las demás aves silvestres, se liberta cada día por la

misma lumbrera; cual si el sol tejiera un camino por el cual

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

28

desfilan las notas musicales, desde ahí, hacia el mundo de

asfalto. Su primoroso tarareo menos afinado que el de una

cigarra, mansamente se pierde al contacto con la libertad, entre

los edificios de mediana magnitud que, inscriben sus formas

apuntando a las alturas del cielo septentrión, donde señorea la

enérgica estrella.

Picos del norte en fuerte avivar, ostentosos, derrelictos al

bastonazo del recio estío; vaciados de savia vital, porque en

verano las gentes huyen de tales reverberos. La humedad, los

sofocos se dejan atrás para solazar en los ríos en busca de alivio

y derrocharse en falsos mares sin playa que alivien el enhiesto

de la insolación.

Pero no la ciudad entera, una excepción se erige en ese

norte paraje, es la morada de plantas de araña como espacio

vegetal. Verduzca que ansía sortear el ceñudo flamígero que

gobierna aquel desierto, está envuelta, disuelta en calor; ociosa

en su interior insípido. El sol eximido de gentiliza bosqueja una

longitud de siete metros al rebasar el rosetón y, forja una

infranqueable claridad, erigiendo a su paso las formas de su

predilección: muebles, butacas, macetas, anaqueles y trastos.

En el lugar menos visible de esa luminaria agobiante está

Lamartre…

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

29

Dado al traste, en ella, su buen humor, mermada por

refrendada vez de un modo complejamente inopinado; quitada

el habla en el emplazado vértice arquitectónico contiguo a la

puerta. Su antipatía ante el acaloramiento le recorta las

palabras, no acierta cualidades en ello, no por ignorancia del sol

cual agente de vida; sino por la celeridad libertaria que denota

desinterés y limitada piedad de este respecto de las criaturas

que habitan la casa.

Aunque libre de personalismo y aplicada en los modos

de la urbanidad, desestima su propia desidia y relega tales

mortificaciones, para discurrir con la mirada el desierto, que

entre muebles, la distancia de Bazán, quien le acorrala con su

virtuosa compilación de reflexiones. Las cuales suscitan en ella

más allá del aprecio, pocas conclusiones. Son ejemplares

huéspedes de un domicilio que varía en alargado desierto;

relegado al norte de una ciudad sin mar, conchas o guijarros.

Tan solo un profuso fervor solsticio que, sin lisonjas recuerda

los enveses de una sociedad que menosprecia su propensión al

auto-flagelo, a oponerse a las leyes naturales. Y se obliga a

acompañarse de aquello que menosprecia.

La piel clara de Lamartre, admisiblemente se inhibe de

protección natural, para acuñarse de pápulas. Vadeando esa

categoría, Bazán, de tez aceitunada, parece deferido por el astro

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

30

rey, adpero, los sedentarios, el francolino y las plantas de araña

se abaten por igual ante la acometida del sol.

Se precisan a iniciar el mes con la simpleza heterodoxa de

una coyuntura que se niega a sosegar el lítico fuego. Con todo,

franquean sus inhibidos días de Agosto en aquella siesta de

calor notable. En el vacio de la vivienda colmado por un rival,

quien no abandona su designio de homogéneos días, pues si se

ausenta, en realidad es por brevísimo tiempo; para tornar de

inmediato a su acuerdo de contrariedades. Una exigua miga de

esperanza que no alcanza para suavizar el tedioso fuego

llameante en el hogar.

Con molestia, Bazán, se saca el abrigo que coloca en el

respaldar del sillón, después parece aguardar con paciencia el

regreso de un huésped menos cálido. Tal vez, con la mediación

del atardecer, que dispense una tregua de cordialidad.

De pronto sonríe con un gesto casi cordial, entre el bullir

del francolino y la apatía de Lamartre. Enseguida, con uno y

otro preámbulo liberta uno de sus embates sintácticos:

—¿Podría este desierto ambiente, no sé, ser un gesto de

apatía de nuestra estrella capital? O ¿Habrá inquirido la

trillada, curtida y disgregada naturaleza autodestructiva del ser

humano? y, más aún, con aliento coadjutor haber avivado la

idea de reconciliarnos en perlas dentro de su almeja.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

31

Tomada por sorpresa cual palomilla en red, Lamartre

duda, empero, indeliberadamente explora la extravagante

abstracción, rebuznado su restringida opinión al subsiguiente

silencio de Bazán.

— ¿Y por qué no?—aclara el disertante- Acaso ¿No es el

propio sol quien entre caricias de fuego, ha provisto de vida esta

heredad? y no podría este mismo fuego perverso enviar al

traste toda forma de vida.

— ¡Ah, si lo hubiera sabido mi querida Lamartre!. Hace

mucho que habría emigrado hacia climas indulgentes, pero

¿Cómo íbamos a presagiar que, precisamente, quien iluminó de

colores el mundo, ahora quiera entonarlo de ambarina

expiración?

— ¡Qué desatino! ¡Verdad!

—¡Será posible su piedad, solo un instante, verle regresar

mañana, y posarse aquí la noche con su brizna suave, solo una

brevedad—Suspira Bazán.

—¡Es fascinante! —exclama luego.

—¿Qué? ¿El sol? —farfulla Lamartre.

—No…no, sería un despropósito, claro, ¡No el sol y su

fulgor! Sino la justificación de su proceder; la cognición para

arrojarse avivadamente sobre frágiles carnes—Objeta Bazán—

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

32

En ello relumbra un rudimento simple, un algo que exige

discernimiento y juicio.

—No logro entender en absoluto lo que dices—

interrumpe Lamartre.

—Bastaría justificar el credo del astro rey para entender

que su fulgor inquebrantable, no es otra cosa que un vocablo

pertinaz, a falta de pluma, para señalar el error humano—

Replica el locuaz poniéndose enseguida de pie y, avanzando,

acosa la línea de luz que se alarga entre ellos— ¿Lo ves?

—¿Qué? ¿Qué es lo que debo ver?

—El sol no ambiciona vecindad, por el contrario, invoca

porque aquella cubierta…—dice sentándose en la silla frente a

ella, señalando en dirección al firmamento a través de la

claraboya — Aquella cubierta permanezca intacta. Es esa su

forma de hablar.

—Bueno; admitamos que, como dices, el sol habla e

incluso juzga nuestra conducta necia—replica Lamartre —Acaso

¿Es su cálculo disponer que se abrasen no solo las personas,

sino también mascotas y plantas?

Al escucharla, Bazán, queda lúcidamente pensativo,

luego, mira el rostro exangüe y níveo durante unos segundos. Se

incorpora de nuevo, examina las paredes como buscando

respuesta en ellas, eleva la mirada. Entretanto, el francolino

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

33

desfallecido, aireándose con el pico abierto, vuela hacia el

rincón más alejado del recinto donde un sombrear anhela

hacerse espacio.

El sudor de Bazán progresa desde la frente hasta la

juntura de las cejas con la nariz. No dice nada. Avanza

abstraído de regreso a su lugar y se deposita de nuevo en su

sitial.

Durante breves minutos, sentado, examina con

acuciosidad el espacio que le rodea. A la larga se incorpora

nuevamente de su silla y coge camino por la cerámica nacarada

en dirección a la velada mesilla, donde antes se posó el

francolino. Lo toma en sus manos. Los mansos graznidos del

animal son una perorata molesta, cuyas notas revolotean por el

salón.

Dicha conducta sorprende a Lamartre, mas no alcanza

para despertar en ella agitación, quien de inmediato se avoca a

la labor de airearse con el aventador improvisado de un

calendario de meses rancios.

Parece que la sofocación ha conseguido abreviar a Bazán

y sus dicciones, adormecer sus sentidos mientras acaricia el

airón del francolino; reembolsarle la serenidad de un laudo

simple:

Es simplemente el verano.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

34

Ese que, con sus calores, conlleva a inverosímiles

referencias, ocurrencias que al sediento, el malhumorado y el

desfallecido, le vienen propicias entre el enrarecimiento que

instituye el bochorno, como huésped principal, en una ciudad

sin playa. De esas sin manglares ni arrecifes, donde lo único

libre es el sol del norte sobre sus cabezas.

—¡Seguramente, mi querida Lamartre!—Silba Bazán

rasgando el silencio, de espaldas a ella, persistiendo en ataviar

el ave— ¡Ah! reveses los que causa el hombre en su arrogancia;

vencidos caeremos y en seguida tras nosotros la generación que

habita el mundo. Llegados al filo de un profundo acantilado

donde por voluntad hemos saltado. Sin embargo, al final, los

rayos de la aurora iluminaran de nuevo; verbigracia de la

conciencia, de esa luz, que relumbra desde el cielo.

LA SIGUIENTE PARADA

Aunque casi siempre había viajado de noche, aquel día

todo coincidió para que tomara el ferrocarril de las dos de la

tarde. Ese que cruzaba un primoroso valle teñido de verdes

cultivos y aroma de caña, en una tarde de sol primaveral.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

35

Recorría, solo, aquella vista caleidoscópica, en el viejo

tren rescatado cual cuadro “vintage”, de entre remanentes que,

décadas atrás, se habían menoscabado a la intemperie en los

talleres de la central de ferrocarriles. Afuera se avivaban, quizá,

unos treinta grados de temperatura; clima agradable y señorial

que cobija esa planicie.

A tales distracciones me aplicaba. Entretanto, el

ferrocarril alargaba su correr calmoso y, luego de unos cuarenta

minutos, hizo su primera parada junto a una pequeña e

improvisada estación en el camino.

Entrecerré los parpados aguardando que reiniciara a

rasgar la pradera, pero un delicado y grácil aroma me arrebató

de mis introspecciones. Di un vistazo para acertar la fuente de

tal efluvio, entonces noté la presencia y finas formas de una

bella joven que acababa de inscribirse al interior del vagón.

Su gracia era tal que de inmediato mi mirada se exigió en

ella. Si has notado el canto insigne de un colorido ruiseñor en

las mañanas, cuando el sol besa de lleno la pradera; entenderás

el embeleso que dicha imagen generaba.

Aunque bien procuré no excederme ni lanzarme en

gestos, conservando el control; al tiempo que insinuaba el

espacio libre junto a mí.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

36

De pronto me encontraba lleno de ideas y reflexiones

advenidas de la presencia de aquella desconocida, con un

inalienable deseo de verla sentada en el puesto rayano al mio.

En un instante giró su rostro y alargó la mirada avistando

el lugar que mis ansias disponían para ella, vagamente,

recuerdo haberla visto sonreír mientras avanzaba para anotarse

en el sillín naranja.

—Buena tarde—le saludé cuando se afirmó en el asiento.

Sentí que acababa de anotarme un home run, era la

oportunidad de hablarle y conocerla un poco.

Atavió su cabello marrón con un rodete alto, y ajustó el

vestido verde que engalanaba las piernas blancas y torneadas.

Luego sustrajo de una carterita floreada, un pintalabios rojo que

deslizó sugerente por la labrada geografía de su boca.

Había conseguido por un instante olvidarme de mí. Noté

que ella sonreía al avisar, probablemente, la abstracción que me

generaba su ser.

—Creí que no alcanzaría el tren—liberaron con dulce

dicción sus labios—parece que tardó un poco mas de lo habitual.

<Una Bendita casualidad ha sido> mascullé en mis

pensamientos.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

37

—Sí, tardó un poco más en dejar la estación—asentí, y

aproveché esa licencia para lisonjearla—Para mi fortuna. De no

ser así no estaría usted sentada a mi lado.

Alineando una sonrisa tímida respondió mi requiebro.

—Es una tarde esplendida ¿verdad?—afirmó fijándose

por la ventilla.

—Sin duda— corroboré—y su presencia lo ratifica.

—Espero no ser inoportuno diciendo estas cosas— cité

enseguida—procurando no espaciarme en halagos que pudieran

resultar molestos.

Quedé esperando con la sensación de que ella diría algo,

pero el tren volvió a abreviar la marcha y, esta vez, algunos

pasajeros aprovecharon para descender y comprar snacks en

otra improvisada estación.

Pensé, entonces, en incorporarme e invitarla a tomar

algún refresco. Mientras su elixir embriagador viajaba hasta mí

y me arrebujaba.

—¿Desea tomar algo, un refresco de cola, quizá? O ¿una

soda?

—No, así estoy bien— sonrió ella— pero ve tu si quieres.

El aire se hizo más tenue y como una constelación de

alivio vino aquella última frase que expresaba cercanía. Sentí,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

38

de pronto, que ya nos conocíamos, que su delicada voz haciendo

eco en mis oídos, era familiar, cercana.

Deseaba estar a su lado en la brevedad de aquel trayecto,

saber quién era. Conocer su vida, sueños y, un día, pasar el resto

de la vida junto a ella.

Era, manifiestamente, una excéntrica conmoción que

enfilaba mis sentimientos hacia alguien que apenas conocía

hace unos minutos.

La lógica se había desviado por completo. Me habían

servido una copa de locura que ahora bebía de un solo sorbo.

Me sentí pasmado. Hay algunas cosas que simplemente no se

explican. Pero su rostro, voz y mirada; el contorno de sus

formas me llevaban el juicio.

—¿Donde concluye tu viaje?—indagué—Tal vez

coincidamos y…podría invitarte a cenar.

Ella me miró expresivamente.

—Prefiero no molestar—señaló.

—Pero, insisto—dije. Míralo como un favor al destino que

nos puso en este tren.

—Ehh…—Me miró con una sonrisita pensativa—¿Qué

más da? Pareces un buen chico.

Pero de pronto, sentí que estaba como paralizado, el tren

era un pasadizo largo y la presencia de la bella desconocida se

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

39

borroneaba de mi lado, luego, su aroma se extinguía y escapaba

por la ventana. Apenas notaba mi propio cuerpo y al final solo

quedaba una manta oscura en la que flotaba; hasta sentir que

alguien me estaba sacudiendo con fuerza.

—¡Señor hemos llegado!—señaló un sonriente ayudante,

llamando mi atención en la parada que era mi destino.

Al principio no entendí nada. Luego todo se fue haciendo

más vivaz y palpable cuando los pasajeros iniciaron a

descender.

Busqué a mi lado aquella boca, mirada y sonrisa que se

habían esfumado.

Sentí que mi corazón se entreabría de anhelo por ella.

Agrandé los ojos para encontrar un espejismo entre pasos

apurados; respirando confundido mientras tomaba mi maleta.

Mordisqueándome los labios sin entender nada. Trazándola en

mi memoria como el más real de los recuerdos.

Simplemente, conseguí que liara mis pensamientos,

impregnándome su perfume, las flores de su vestido verde. Y

aun cuando era evidente que yo viajaba solo; la amé, la amé

como nunca había amado e imploré en mis reflexiones:

—Ven conmigo, no dejes el tren. Quédate hasta la

siguiente parada.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

40

POEMAS

UN JUEGO DE FUTBOL

El espectáculo tristemente merecido,

ahogado en el júbilo impetuoso

de voces que a coro gritan entusiastas.

Cuatro paredes y la pantalla lluviosa

de la vieja televisión.

Un profundo dolor en el pecho

que recuerda lo triste del momento,

la jugada entre bambalinas

que levanta pasiones al unísono.

Las manecillas del reloj

y la ansiada llamada que nunca llega.

Uniformes, gritos y lluvia,

recuerdos que invaden la mente

en el aplastante triunfo de la soledad.

anhelo de caricias hoy lejanas;

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

41

el sabor de tus labios tan distante,

tu mirada esquiva y tú ajeno amor.

Regresa el bullicio cual distrayente amigo

que busca cobijar mi soledad,

esta inmensa y triste soledad

en compañía de un partido de futbol.

MIRADA

Un gesto, una caricia que navega

por tu cuerpo cansado, cual velero

que surca el mar de tu tormento;

corona tus aguas.

Empiezas a sentirte vivo.

El aroma a piel fresca y pura

se confunde con el aire que respiras.

Su hermoso rostro ilumina la habitación

añosa y decadente de tu alma,

su voz se convierte en melodía.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

42

Es el momento.

Aceptas el sublime obsequio de la vida.

SOLO TÚ COMPRENDES

En tu recuerdo vivo, en cada frase tuya;

en tu memoria habito, soy feliz, sonrío.

En tus razones busco,

respuestas que son solo tuyas.

En tu mirada cual espejismo habito,

en tus pies sangrantes,

en las llagas de tus manos.

En tu sabiduría busco,

respuestas que son solo tuyas.

En tus palabras oigo las mías propias,

en cada gesto busco;

en los maderos húmedos de la indolencia.

Busco razones que solo tú comprendes,

en mi corazón te busco, te encuentro cada día;

de tus perseguidores huyo

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

43

en un laberinto sin salida;

en las montañas vivo,

esas que son solo tuyas solo mías.

AMOR DESCONOCIDO

Cual prístina aurora inicia a clarear,

luz que infringe el ventanal;

fulgor misterioso con labios de mujer.

Temor profundo de mi corazón estoico,

tocado ahora por el amor.

Sentir desconocido por mi alma,

avivar de mi pecho;

estás ahí cual si fuese

siempre tú lugar.

Temor a no saber amar,

laberinto de nuevas sensaciones;

batallar de mi corazón sangrante.

Tus ojos ventana de mi alma. Me descubres.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

44

Reflejando en ellos mi propio ser,

en el delirio del alba la novedosa sensación.

RAICES DEL ALMA

Cobardía que roe sin cesar las raíces del alma,

cerrando su pecho antes de recibir

los honores supremos del amor.

No ha gozado el ímpetu sin límites

de la simpleza y la sencillez. Ha despreciado

la ilusión del espacio y el tiempo.

Cierra sus ojos ante una caricia,

al amor en una noche de estrellas,

besando la pureza de unas manos delicadas;

aceptando la cálida brisa que cautiva.

Ojos color miel mostrando el camino

hacia el alma oculta. Viendo navegar su propio ser.

Dejando que la vida se extravíe

entre el fulgor enardecido de los sentimientos;

mientras el fuego de su cuerpo cautiva la razón,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

45

dando paso a un amor único y libre.

ÁGUILA

Miro el sol. Desde aquí es casi imperceptible

llegando el momento del ocaso.

Un águila se posa sobre el muro,

es difícil distinguirla, pero se bien lo que es.

Sus alas extendidas levantan el vuelo;

libre cruza el viento.

Nada puede detenerla. Trato de imitarle

intentando escalar estos muros.

Sigo atrapado cayendo una y otra vez,

el frio cobija mi cuerpo; desisto en mí

intento sonriendo de manera alucinante.

Una gota de agua viene a acompañarme,

luego la lluvia abrumadora. Un profundo respiro.

Mi propia voz que me consuela.

El águila es tan solo el reflejo de mi mismo.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

46

TIEMPOS

Los tiempos de antaño,

narrados con luz de visionarios

que decían: —mirad que tu corazón debe despertar—.

Oh...gran verdad, oh...tristes mentiras;

el dolor que cruza almas

cual espada de filo hiriente.

Viendo en el espejo el reflejo de mi rostro,

solo hasta hoy veo con luz de claridad

y los sentidos en alerta,

ante la llegada inminente

de todo lo narrado.

Realidad incierta, ríos, selvas;

¿Quién puede negar lo que se ha escrito?

el necio dijo: no lo veo, nada es diferente;

pero mira más allá de tus cabellos,

que no te frene tu barbilla ante los hechos.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

47

EN TU TERNURA

Hoy quiero reflejarme en tu ternura,

como en épocas de invierno

hacen las aves en sus nidos

y, en la propicia noche,

escuchar el susurro de tu voz

cual dulce compañía.

Sentir que tenerte

no es un sueño de mi mente confundida,

mientras el dulce sabor de tus labios

se posa en los míos,

y tu cabellera se confunde

entre mis manos;

haciendo que mi respiración

se vuelva flama.

COPAS

Despierto. A mí alrededor puedo ver

las botellas de alcohol vacías;

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

48

cuando lo único que quiero ver

es tu rostro amor.

Cuando las palabras se convierten

en nudo en mi garganta y las frases

que debí decir carecen de sentido;

solo quiero ver tu rostro amor.

Tras el vidrio transparente unas gotas

adornando el fondo de las copas,

cuatro paredes; un cuerpo agotado.

Solo quiero ver tu rostro amor.

TU PIEL

Tú suave piel me estremece

desde el día en que te vi.

Tu mirada dulce y serena,

tu suave voz. Tus frases

cargadas de inocencia.

Eres prohibido anhelo y

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

49

aún la soledad me habla de ti;

¿Es acaso posible olvidarte?

Cómo quien olvida el aroma de las flores,

el trinar de las aves o el calor del sol.

Las señoritas en sus vestidos de seda,

la soledad; el ruido de las calles.

Todo me habla de ti.

LLUVIA

Lluvia, sonido cual hermosa melodía musical;

compás suave y sereno de orquesta natural.

Aroma de tierra, de campo, que llega hasta mi.

Olor de atardecer.

Bajo la sombra de un árbol

que ha existido desde siempre.

La verde pradera bañada por el río,

que crece bajo la fresca lluvia

del mes de Abril.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

50

La tempestad da paso a la calma

y el paisaje se hace nuevo,

contrastando con la realidad y el concreto;

contaminación y caos.

Todo era un sueño.

FUISTE TÚ

Fuiste sol de mis días,

luna de mis noches

y, aun así, seguía

buscando tu ser en cada estrella.

En la lejanía del espacio

fui el más necio de los hombres.

Creí que igual que a otros

también te olvidaría.

Ahora, veo en el agua cristalina

tu sonrisa y en tus ojos

mi esperanza, mi destierro voluntario.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

51

Solo puedo ver tu imagen

entre la pureza y el caos.

El día, en el cual, el color de tus ojos

me mostró la vida.

Hoy conservo el aroma de tu piel,

recuerdo el roce de tus manos y las mías.

Ayer, hoy y ese día están conmigo.

JOVEN Y ANCIANO.

Vida que de pronto arribas a la mía,

premio por haber vivido bien o no,

pero vivido. Castigo a la ignorancia,

soledad que cobija hoy mi vida.

La alegría de tu risa

y la profunda tristeza en tu partida.

Tú, inocente, llena de vida.

Yo, el más joven de los viejos.

Eres sabiduría que muestra

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

52

un mundo sin mentiras;

yo la mentira oculta

tras mascara de fiesta.

Maestro y verdugo,

sigo con gusto tú camino;

hoy eres tú quien me enseña.

NAVEGANTE VIDA

Hay momentos de esa navegante vida,

en que buscamos un refugio

en el puerto del amor;

aquel que invita a la pasión

y el desenfreno.

Oro y riqueza dejan de importar

dando espacio a la ilusión,

que con un beso se sella

en los labios y en el

pecho de una flor.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

53

hay momentos en que el amanecer es uno,

días y noches se pierden

en el tic tac de un reloj;

sueño y realidad se fusionan

dando nuevas formas al amor.

NO SIENTES

Tarde de lluvia, ruido, contaminación.

Todo ha quedado atrás, en aquel lugar,

no puede tocarme.

Tantas culpas, tanta frustración

empujándote al abismo;

arrinconando tu razón.

Tú maravillosa soledad, falsa, vulnerable,

Débil. El dolor de perderlo todo,

ese todo que era nada.

La lejanía en desierto de ideas,

figuras de sombras danzantes

burlándose de tus penas.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

54

Un perro navegante

en mar de calles y botes de basura,

acercándose lento, apacible, hambriento;

capaz de percibir la soledad y la nostalgia.

Observa sin preguntar, sin comprender.

Buscando un poco de alimento,

algo que calme la fatiga

de interminables caminatas.

Inocente maltratado.

vida entre temor, frio, hambre y tristeza.

Pero siempre noble,

con una muestra de afecto al alejarse.

Tan sencillo, honesto,

su figura desgarbada

se aleja en el calor de la tarde.

Tres gotas de lluvia

dejan su huella en un traje de marca.

Parada de buses.

todo llega en imágenes separadas, caótico.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

55

Oscuridad repentina,

un torrencial aguacero;

gente corriendo. No piensas, no sientes;

el agua baña tu rostro. No existes.

HOMENAJE

Hombre grande de aspecto y corazón;

quien me enseñó lo más valioso.

A tu lado mi feliz niñez,

que el tiempo en su arrebato se ha llevado,

cual verdugo cuyo hierro hiere sin piedad.

Ahora que remolco conmigo mis

propios afanes y regocijos, cual carrito

de cuerda de mi infancia;

te entiendo más que nunca

aunque siento que siempre lo hice.

Cómo olvidar el gran obsequio que

me diste, la aquiescencia precisa

de compartir tu vida a mi lado,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

56

esa misma que se vive como llega.

Gratifica mi alma el haberte conocido,

pues cada frase tuya proyectó un camino

que mis pasos recorrieron.

Y si bien, a veces, el destino aflige,

son estas tristeza que el viento lleva;

pues para mí solo fuiste alegría.

Con tu apego y devoción de cada día,

más que la mano que sostiene

la existencia frágil de un chiquillo;

en tú inmensa nobleza

me enseñaste como se vive la vida.

Describiste con cada gesto y palabra

el deleite que resulta la obra que Dios

ha legado en nuestras manos y

como aprender a disfrutarla.

Ver crecer los arboles,

atender el canto de los ruiseñores y

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

57

la sonrisa de los niños.

En medio de tardes de música,

ocurrencias y locuras.

Más que un padre

un amigo. El mejor de todos.

CAMINO A CASA

Voy caminando, camino a casa

con el peso de mis pasos;

con la sed del olvido,

con el suspiro de quien jamás ha olvidado.

Voy con el viento, con el rostro

de frente; con cada paso voy

a un camino de noches y sueños.

Voy con el ruido,

ruido de cláxones y fiesta.

Estoy en mi puerta, la de mi alma,

la que jamás me deja;

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

58

con el río de la vida turbulento

voy camino a casa.

Casa lejana, casa de piedra,

Silencio de amores, de brisas.

Silencio de ayeres,

Corazones afligidos que van junto a mí.

Voy con la lluvia,

de memorias olvidadas.

Con el polvo en los zapatos,

con la fatiga de un viejo, voy.

Camino a casa, esa que no existe,

Esa que oculta mi rostro

y aprisiona mi alma.

AMOR VERDADERO

Mi canción. dulce melodía;

verdadero amor.

Mi pequeño, gota de agua

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

59

que calma mi sed.

La ternura que me impulsa a seguir.

Gracias por alegrar mi vida,

mi mundo no sería el mismo sin ti.

Me enseñaste que para vivir debe

elegirse un camino, para seguir, hijo,

espero que el mío sea junto a ti.

NOCHE FRIA

Bésame en la oscuridad

de esta noche impávida y gris,

como nunca has besado.

Cuéntale a la luna, a la hoguera, tu alegría;

ahora estás conmigo.

Dile que tienes el alma

repleta de canciones y veranos.

Reclámale al sol haberte despertado

del hermoso sueño, ahora que has amado.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

60

Piel de niña tu primer amor

te hace llorar. Torna las noches

en interminable vigilia,

piel de niña es el amor.

Tus labios apenas despuntan a besar,

el deseo de tu juvenil piel que llama;

piel de niña es el amor.

Tus ojos inocentes se cierran de pasión.

Tus gemidos rasgan el silencio de la habitación.

Estas aquí con toda tu inocencia,

descubriendo el fragor de tu cuerpo.

Piel de niña es el amor.

A TI, HIJO

Joven e impetuoso corres por el mundo como si fuera tuyo, y

aun, el

Universo resulta pequeño para tal grandeza. Vives tu vida con la

gracia

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

61

Latente en tu armadura de valiente caballero, visionario que

navega

Imaginando nuevos mundos; atesorando flores para conquistar

con ellas

A la doncella más hermosa. El garbo de tu ser solo es

comparable con la

Novedosa perfección de las estrellas en noches despejadas.

Dadivoso como ninguno. Con denuedo te lanzas a nuevas

aventuras

Acariciando la frescura del campo y soñando con nuevos

horizontes.

Vives como quisieran hacerlo muchos, con la pasión en tu

corazón y tu alma

Inocente, pero nunca ingenuo. Benefactor y hombre justo, solo

puedo

Dar infinitas gracias, cada día, por tenerte como hijo.

TE RECUERDO

Te recuerdo siempre, ¿Cómo no recordarte?

Aun si estuvieses frente a mí

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

62

sería inevitable revivir cada instante.

Tu, impulsiva y amorosa, llena de vitalidad.

Con el fervor recorriendo tus venas,

con la vida a flor de piel;

esa piel que fue mi abrigo en noches frías.

Te recuerdo, aun, cuando hablas, cuando callas

¿Cómo no hacerlo? Eres risa, eres llanto.

La prisa que recorre la sabana

como si el mundo se acercara a su holocausto.

Te pienso todo el tiempo, ¿Cómo no hacerlo?

si juntos fuimos casi un infinito, infinito de locura,

de amor y lucha sin quebranto.

PIOPÓ

Ave galana de inusitado garbo,

cobijo de luna, claridad de canto;

sencilla melodía que atavía la aurora.

Henchido tu vientre, presta tu espuela

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

63

alegre tu canto; virtuosa mirada

soplo de vida, aura de otoño.

Estupenda ave, criatura inmaculada

de azabache plumaje y alma ferviente

cuyo canto inunda la pradera verde.

Avanzas y canturreas, con tus ojitos negros,

libre del nido en el amanecer que clarea;

eres voz que estremece la comarca,

y anuncia el avivar de la jornada.

Piopó es tu nombre, alma guerrera,

bendición celestial que aguarda en

santo nido; ese donde un día,

juntos estaremos de nuevo.

A MIS AMIGOS

De los amigos el destino aleja,

de sus abrazos y comprensión tan justa;

de los amigos que están contigo,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

64

siempre atentos a destapar la botella.

De los amigos que buscan tu consejo,

y una mano amiga que se extiende

pero jamás regresa; de los que ríen

contigo, pero en tu soledad se alejan.

Cuan afortunados somos,

Aquellos que al mirar al lado,

podemos encontrar a quien brinda

una copa, pero también una crítica.

A ese que extiende su mano.

para impulsar nuestra vida;

que siente nuestra alegría,

pero todavía más nuestra tristeza.

Que fortuna para aquellos

que tenemos, cuando menos

un amigo, de esos

que el destino no aleja.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

65

KAISER

Alma que surge cual lucerna en tu mirada.

Alegría expresa en el movimiento de tu cola,

mastín azabache tu lenguaje es amplio;

es vigor lo que agitas a cada paso.

Correteas y juegas entre risas de niños,

entre los rosales. Vas tras la pelota, que

aferras con fuerza entre tus dientes,

y solo la liberas para dar un lamido de

cariño honesto.

Tu mundo de ladridos es magnánimo

eco, llama encendida que flamea

en el silencio. Tu admirable bondad

contrasta con tu recio aspecto.

Cachorro hasta el fin de los tiempos,

guardián, amigo y zalamero. Lealtad

que el hombre ignora. Grandeza, valor y arrojo

que sobrepasa el entender del hombre.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

66

Porque no eres perro, eres alma libre

que decide permanecer a su lado para

protegerle; para ofrece tu mirada amplia

y serena. Tu don de justicia, de amistad

verdadera.

AROMAS DE OLVIDO

Aroma de tiempos memorables,

lucha de fatiga y plegarias

olvidadas en las almas,

almas infantiles.

Hambre mezclada con risas y

llanto, que se hunde en el silencio.

Calma, calma de sonidos;

música de versos olvidados.

Diamantes que no valen,

más preciados que la vida;

niños inocentes, rastros que

se pierden.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

67

Olvido voluntario, ojos necios

oídos sordos; sufrimiento ajeno,

nostalgias en arena. Muertes en desiertos.

AYER

Ayer la lluvia arreciaba

con una fuerza incontrolable;

las laderas de los ríos a punto de desbordarse,

con sus aguas turbulentas.

Ayer caminaba con la inocencia de un niño,

pensando que el mundo, aquel que conocía;

sería un paraíso eterno.

Ayer entendí, que incluso los hombres

sienten miedo cuando

enfrentan propia sombra.

Ayer supe el tamaño de mi valía;

cuando la naturaleza feroz,

quiso jugar, sintiéndose niña.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

68

Una pequeña ronda de espanto y gallardía.

Ayer supe que el valor de un hombre

se mide por sus hechos y no con otras medidas.

Ayer el río se lo llevo todo,

pero me enseñó lo más valioso

me mostró mi vida.

MADRE

En casa cuando llego,

siempre hay una mujer.

Sus cabellos largos y mirada gastada,

contrastan con el recio tono de su voz.

No necesita regalos

para saber que la quiero.

No necesita palabras,

para saber que he llegado;

no busca razones para estar a mi lado.

No juzga, solo escucha.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

69

No exige, solo entrega,

sin interés mayor que el de ser

ella misma; confundida, ansiosa

placida y tranquila.

No pretendo entenderla,

no haría Falta.

No pretendo comprarla,

nunca ha sido un objeto para mí.

No la engañaría

si lo hiciera, me lo haría yo mismo.

Temperamental e inocente, sensible

Sobremanera; es la mujer que un día

Hace ya algunos años, me dio la vida.

NO ESTAMOS DE MÁS

Solo quiero decir que,

—No estamos de más—;

Blancos, negros, amarillos y latinos

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

70

—No estamos de más.

El hambre no es excusa, simplemente,

—No estamos de más—,

A todos los países del mundo:

la guerra no es excusa,

—No estamos de más.

Un hombre siempre tiene la razón,

pero la pierde cuando

lastima a su hermano,

por eso recuerda que,

—No estamos de más.

El petróleo no es excusa para morir,

El odio es una flor en el lodo;

Europeos, australianos, africanos,

americanos y Asiáticos

—No estamos de más.

Cada semilla que crece en el mundo,

debe ser una semilla de libertad;

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

71

La soberbia no es razón

para ningún corazón,

—No estamos de más.

Faltan más hombres, mujeres y niños

en el mundo, que caminen

por el camino de la paz;

Una mano extendida hacia tu hermano,

no está de más.

Un abrazo y un te quiero

jamás está de más,

En tu plato de comida cabe más;

si tu vida es compartir.

—No estamos de más.

En tu corazón cabe más compasión,

si tu vida es entregar,

—No estamos de más.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

72

METAFORAS

ÁGUILA O CUERVO

Cuentan que en un pueblo lejano, un día, nació un águila. Era

un ave de hermoso plumaje, mirada vivaz y pico fuerte. Sin

embargo, al crecer, en lugar de salir a cazar y surcar los cielos;

siempre prefería quedarse en tierra y tomar los frutos que

dejaban caer los arboles o cazar pequeños animales débiles. Con

el pasar del tiempo su plumaje se torno gris, opaco y perdió la

habilidad para volar. A tal punto que el hijo de un leñador la

encontró y pensando que era un cuervo herido lo llevó a su casa.

Cuando el niño le preguntó a su padre que extraño animal era

ese, el leñador respondió:

— Es un águila, pero se cree un cuervo.

Somos águilas. No nos comportemos como lo contrario,

salgamos a surcar los cielos del éxito a los cuales tenemos

derecho.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

73

LOS ANIMALES Y EL LORO

Estaban en la selva el valiente león, un fuerte elefante,

una hermosa jirafa y un viejo loro; hablando de quien era más

majestuoso. El león decía: —yo soy el rey de la selva. El elefante:

—yo soy el más grande. La jirafa: —yo soy hermosa.

En cambio tú eres un viejo loro, no eres como nosotros.

A lo que el loro replicó: —pero puedo llegar tan alto como

quiera.

Un día se desbordó el río y la avalancha alcanzó a los

animales; ahogándose todos menos el loro quien voló y se poso

en lo alto de un árbol.

No debemos sentirnos jamás, más pequeños que otros y estar

siempre preparados; sabiendo que nuestras habilidades y

actitud pueden llevarnos tan lejos como queramos.

EL PRINCIPE Y EL ANCIANO

Llegó a un pueblo, un día, un joven sucio, sediento, con

sus ropas raídas. Al verlo todos los vecinos cerraron sus puertas.

Tocó en cada una de ellas suplicando por un poco de agua,

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

74

petición a la que todos se negaron. El extenuado joven siguió su

camino hasta el pueblo siguiente, donde encontró un humilde

anciano, quien al verle en tales condiciones, lo invitó a su casa

brindándole agua y comida. Luego de descansar un poco,

consultó al hombre cual era el camino hacia el palacio, ya que él

era el hijo del rey quien había llegado de tierras lejanas y como

no conocía el lugar se había extraviado.

El anciano lo guió hasta el palacio y un par de años

después cuando el joven se hizo rey, le nombró caballero.

La solidaridad puede traerte beneficios inesperados.

EL CISNE QUE SE CREIA SAPO

Estaba un sapo mirando su reflejo en el agua,

lamentando su suerte por ser tan feo y rechazado por todos; de

pronto, se acercó una hermosa niña y le preguntó que le ocurría.

A lo cual este replicó:

—¡No me mires, que quieres! ¿Acaso te burlas de mi?. No

ves este sapo feo y viejo—

A lo que la niña extrañada contestó:

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

75

—Lo único que veo es a ti, un bello cisne con quien estoy

hablando.

A veces nos negamos a ver en nosotros nuestra

verdadera belleza.

EL JOVEN Y LOS TRES BAULES

Cierto día, llegó un joven donde el viejo sabio del pueblo,

pidiéndole ayuda para ser feliz. El sabio le miró y tomó tres

cajas, dos de ellas, forjadas con el más radiante oro adornado

con diamantes. La otra una vieja caja de madera. Entonces dijo:

—Puedes tomar dos de ellas, pero una debe ser la caja de

madera. Ven en la noche y recógelas.

Cumpliendo lo acordado, el joven regresó en la noche,

destapó las cajas y vio que contenían tres baúles idénticos; así

que tomó el de la caja de madera y lo cambió por el de una de

las cajas de oro; asumiendo que el contenido de este seria de

poco valor por tratarse de una vieja caja de madera.

Al llegar a casa extrajo los baúles y encontró una nota en

el fondo de las cajas que decía:

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

76

—La llave para abrirlo esta en el baúl de la caja de

madera.

En ocasiones, la codicia evita que escuchemos con

claridad.

EL SENTIMIENTO MÁS FUERTE

Discutían los sentimientos quien era el más fuerte. El

amor dijo: —Soy yo quien hago que las familias se unan. La

alegría replicó: —Yo hago que los pueblos se unan. La confianza

señaló: —Debo ser yo que hago posible que se adelanten

proyectos. De pronto llegó el temor y todos quedaron en

silencio. —Debo ser yo, que puedo destruir todo lo que ustedes

logran.

No dejes que el temor arruine tus logros.

EL NIÑO Y EL MENSAJE

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

77

Un niño quería pedir algo a Dios, para que él desde el

cielo pudiera verlo. Entonces escribió: <Quiero que las personas

se unan y busquen un mundo mejor>. Decidió escribirlo sobre

la arena de la playa, pero las olas al llegar lo borraban. Luego

escribió sobre la arena del desierto y el viento también lo borró;

lo hizo en el hielo, pero el calor al derretirlo lo borraba. El niño

se sintió muy agobiado, cuando de pronto escuchó una voz del

cielo que le dijo: —Hijo mío, escríbelo en sus corazones y tu

mensaje nunca será borrado.

EL CIENTIFICO Y EL LIBRO

En una biblioteca, un científico buscaba libros en los

cuales encontrar la clave para viajar en el tiempo. Leyó libros de

física, matemática, ingeniería; intentando encontrar respuesta a

su búsqueda. De pronto, tropezó por accidente con un viejo

libro que se hallaba en el último rincón, oculto bajo otros. Lo

tomó y empezó a leerlo. En él, el escritor, describía la vida de

una antigua ciudad; narrando las tradiciones, como eran las

personas, sus costumbres y modo de vida. El científico se sintió

transportado a esa época y con regocijo supo que había

encontrado su máquina del tiempo.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

78

Los libros son un maravilloso legado para las futuras

generaciones.

LA PAREJA Y EL TERREMOTO

Un hombre y una mujer que llevaban ya mucho tiempo

casados, decidieron pasar unas vacaciones en un lugar alejado;

para tratar de recobrar el amor que un poco se había acabado.

Estando allí, que un terremoto llega derribando todo y

asustando sobremanera a la pareja. Al punto que a lo único que

atinan es a agradecerse uno a otro por tanto tiempo compartido,

por la paciencia y la comprensión.

Pasado el susto dice el hombre: —Que no requiera

nuevamente esta clase de sucesos nuestro amor, para saber

cuán importante es que estemos juntos.

Mira a tu alrededor, valora lo que tienes.

EL HOMBRE RICO

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

79

Cuentan que un hombre rico y egoísta, en su cumpleaños,

recibió formidables y costosos regalos; como también la noticia

de su esposa de estar embarazada. El hombre se sintió ofuscado

y recriminándola dijo: —¡Sabes que mis ocupaciones no dan

tiempo para atender un niño! ¿Cómo has permitido que esto

ocurra?,

La mujer sintiéndose triste y despreciada decidió

marcharse de su lado.

Desde entonces, cada año que pasaba, el hombre

celebraba su cumpleaños con lujosos obsequios, pero cada vez

se sentía más solo.

Transcurrió el tiempo y el hombre descuidó sus negocios

cayendo en la pobreza. Un día se tropezó con un anciano sabio y

le preguntó: —¿anciano que ha pasado conmigo? ¿Por qué he

perdido la fortuna? a lo cual el sabio le respondió: —Por tu

soberbia. No quisiste aceptar el único regalo que realmente valía

la pena.

Debemos ser cuidadosos con lo que es realmente valioso.

PALABRAS DE UN HIJO A SU MADRE AGONIZANTE

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

80

¿Cuántas veces me he disgustado contigo hoy? Acaso tantas

como he repetido te amo. Te lo he dicho hoy ¿Verdad?. He dicho

cuanto te amo y me importas. Espero no haber reprochado tu

actitud, debes entender… en ocasiones las personas tenemos

inconvenientes y es que a veces tú…,bueno, de todas formas

sabes que te amo y también conoces cuán importante eres para

mí. ¿Sabes? si te detienes a pensar un momento verás que hoy

no he estado tan enojado, mira, incluso por primera vez en

mucho tiempo tenemos una conversación tan extensa como

esta. Sé que no he estado muy pendiente de ti, pero sabes que

nunca fui persona de apegos. Eso no quiere decir que no me

importes y mucho, pero te prometo que a partir de hoy todo

será diferente. Intentaré estar más pendiente de tus cosas,

entendí por fin como tú dices que, el trabajo no lo es todo en la

vida. Mira como por fin estamos más unidos que nunca; solo te

quiero pedir, si me lo permites, una cosa: por favor no me

dejes, pues por primera vez siento miedo de estar sin ti.

No es prudente esperar demasiado tiempo, para

demostrar nuestro afecto a quienes lo merecen.

LA OVEJA Y LA GRANJA

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

81

Estando cierto día en la granja unas ovejas, una de ellas

se sale del encierro y al intentar entrar de nuevo, se encontró

con que la puerta había cerrado quedando ella afuera y su

comida dentro. Intentó una y otra vez sin poder lograrlo, ante la

burla de las otras; así que resignada decidió darse vuelta.

Al hacerlo pudo ver en frente suyo la libertad y un

bosque lleno de alimento.

En ocasiones la falsa seguridad, ciega ante

oportunidades evidentes.

EL HOMBRE Y EL POZO

Cavando un hombre un pozo que separara su terreno del

de su vecino.

Cavó durante horas pensando: <El hoyo debe ser lo

suficientemente hondo, para que no pueda cruzar ni él ni sus

animales>, pasaron las horas y el hombre cavaba cada vez más

profundo; a tal punto que quedó atrapado sin poder salir del

agujero. Saltaba, pero no alcanzaba a asirse para poder subir.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

82

Desesperado, empezó a gritar por auxilio, pero nadie

podía escucharlo. Cuando estaba a punto de desfallecer vio el

rostro de un hombre que le extendía la mano: era su vecino.

Aquel por quien construía tan absurda trampa, había llegado en

su auxilio.

Muchas veces sin razón, solemos ocultarnos ante una

mano amiga.

ERA

Era tan pequeño, casi no le veía; tan suave que parecía de

felpa, tela o lino. Valiente como ninguno, me miró a los ojos,

como retándome a duelo y abalanzándose, sin aviso, me atacó

con fiereza. Defensor incansable de sus terrenos, clavó sus

pequeños colmillos nacarados en mí; aunque más que lastimar

causaba risa. Empero, quién soy yo para menospreciar tal acto

de arrojo y osadía. Estaba tan decidido a ahuyentarme de sus

tierras, que sin duda por derecho había ganado, que no tuve

otra opción que salir de ahí dejando solo polvo. Perseguido por

un cachorro que enfurecido mostró más decisión que algunos

fulanos que conozco.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

83

El tamaño no importa cuando la decisión es el impulso

EL COJO Y EL JOVEN

Caminaba el cojo con su bastón, cuando de pronto un

joven se rió de él. A lo que él hombre replicó: —¿De qué te ríes?

Entonces el joven señaló: —De cómo debes apoyarte

sobre aquel viejo soporte para poder andar.

Pero el hombre sabiamente respondió:

—Con este apoyo puedo ir donde quiera y alcanzar mis

objetivos, por el contrario tú estás ahí sentado perdiendo el

tiempo, porque no encuentras apoyo de nadie.

Muchas veces el más discreto de los apoyos, resulta ser

el más valioso.

EL PIOJO DEL REY

En un reino lejano vivía un pequeño piojo sobre la cabeza

de un rey. El piojo orgulloso miraba a todos desde su alto

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

84

pedestal, provocando la burla general; a lo cual, él, replicaba: —

Soy más grande que ustedes pues sin duda soy el más cercano a

nuestro rey.

Un día el rey al sentir una fuerte picazón se rascó y tomó

al pequeño bicho entre sus manos. Cuando se disponía a

matarlo el piojo dijo: —¡Espera! soy yo quien te ha acompañado

todo el tiempo; sé de tus alegrías, preocupaciones y forma de

gobernar a tu pueblo. ¿Quién sabe mejor como piensas y actúas,

sino yo?.

Ante tanta decisión el rey le perdonó la vida y desde

aquel día vivió junto a este, en un pequeño cofre junto a la silla

real.

Las personas son tan pequeñas como se quieran sentir o

tan grandes como lo puedan mostrar.

CARTA DE UN NIÑO ENFERMO

Señor, sé que tienes muchos planes para mí y te agradezco; pero

solo te pediré una cosa. Tan solo dame la oportunidad de seguir

en este mundo, sé que estoy enfermo y he vivido poco.

Seguramente, quieres que sea un hermoso ángel, pero señor

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

85

discúlpame y no te enojes, lo único que pido es tener más

tiempo. Solo un poco más, o tal vez, si puedes entenderme, vivir

mucho más de lo que vivió cualquier hombre. Sé que puedo

sonar egoísta, cualquiera daría todo por sentarse a tu diestra, yo

te quiero y respeto, pero también aprendí de ti que los hombres

pueden tener el camino que escojan.

Por eso señor, hoy, te pido que me permitas seguir en este lugar

tan hermoso y disfrutar durante tal vez, hasta cansarme, lo cual

se que nunca pasará, de la risa de la gente, la belleza de una

roca, el llanto de un pequeño.

Deja que juegue con mis amigos, que siga siendo un niño aun

cuando tenga cien años. Permite que disfrute del dolor de las

caídas, que me recuerdan que estoy vivo. Solo te pido señor no

me lleves ahora, puedes venir cuando quieras, podemos si te

parece jugar un rato. No permitas que los doctores lloren, hoy,

como ayer lo hicieron cuando mi mejor amigo se fue hacia el

cielo.

EL HOMBRE SABIO Y DIOS

Un hombre sabio había vivido ya mucho tiempo y sentía

que la fecha estaba cerca, así que apostó a Dios, que si le daba

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

86

quinientos años, él prometía no estar triste ningún día de la

vida. Dios convencido que no podría cumplir tal promesa

aceptó. Pasaron los años y el hombre cada día sonreía, sus

parientes partieron, el clima cambió; vinieron nevadas,

desastres, guerras y el hombre seguía sonriendo, entretanto,

Dios extrañado se preguntaba cómo podía no estar triste.

Transcurrieron siglos y el hombre seguía siendo feliz. La

humanidad avanzó, la modernidad llegó, los conflictos iban y

venían.

Un día Dios decidió preguntar cómo era posible que

siguiera sonriendo. A lo que el hombre contesto: —Yo, al igual

que tú, jamás me canso de ver lo maravilloso que has creado y

sin duda, sé que también tú tienes la misma sonrisa.

Vivir es una oportunidad maravillosa, un privilegio que

Dios nos ha otorgado.

EL ALMA HUMANA

—¿Cómo es el alma humana?

—¿Has visto el mar?

—Sí, claro.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

87

—Digamos que tomas un millón de cubetas y llenas cada una

con el agua contenida en él. ¿Sería el mismo mar?

—Bueno, sería distinto de alguna manera.

—Pero su esencia es la misma ¿verdad? Sigue siendo mar. Solo

que ahora se encuentra en un millón de cubetas.

—Así es.

—Del mismo modo, el alma del universo es una. Solo que habita

en miles de millones de seres.

—Y…¿Qué es la muerte?

—Es el regreso del contenido de la cubeta a su lugar de origen.

EL 10 DE LA CONVIVENCIA SOCIAL

Quererse y aceptarse a sí mismo.

Querer y aceptar a los demás, como lo hacemos con

nosotros mismos.

Reconocer las diferencias y virtudes del otro.

Enseñar con el ejemplo, motivar e impulsar los proyectos

de los demás.

Hablar siempre, en forma amable y cariñosa.

Enfocar nuestras habilidades hacia la profesión que

realmente nos genera satisfacción.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

88

Generar los espacios de convivencia para la comunidad y

ser solidario.

Motivar la comunicación efectiva en las familias y todos

los miembros de la comunidad.

No mentirse a sí mismo.

Entender que como especie, somos lo más maravilloso

que existe en el universo.

REFLEXIONES

La herramienta más importante, para un individuo es la

vida: el paso más significativo es la aceptación, la

elección más acertada es vivir.

En momentos de crisis las personas desean ser

escuchadas; aun en momentos en los cuales una persona

sienta que se han cerrado todas las puertas para él, debe

buscar ser escuchado.

La comunicación ha sido fundamental en el desarrollo

humano; tiene el potencial de encontrar soluciones de

manera conjunta que, en ocasiones, no son visibles de

forma individual.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

89

Una persona debe vivir sea cual sea su circunstancia. Si

está enfermo debe perseverar en su intención de vivir; si

atraviesa una crisis económica o sentimental, su elección

debe ser vivir.

Cuando una persona sienta que está pasando por una

circunstancia que ha sido exclusiva para él; debe buscar

hasta encontrar a otra quien, seguramente, también vivió

algo parecido. Siempre en cualquier situación habrá

alguien que ya pasó por algo similar y aun continúa vivo.

Tomemos como ejemplo la naturaleza: todas las especies

aún en las situaciones más extremas, perseveran en su

intención de vivir hasta el último momento.

Es nuestro tiempo, es nuestra vida, es nuestro mundo; es

nuestro universo. Las crisis deben generar una explosión

de genialidad dentro de nuestra mente. Solo eso, el

impulso para encontrar soluciones maravillosas es

nuestra total capacidad.

HISTORIAS A LA LUZ DEL CANDIL Germán Camacho López

90

Otro día, nos reuniremos de nuevo a

la luz del candil y contaremos

historias bajo el abrigo de la luna.

Infinitas gracias a todos.

Fin