a candil - desidia

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Desidia, Incapacidad e Incompetencia,

Como el Presidente Zapatero y sus colaboradores han destruido a las Fuerzas Armadas espaolas y puesto en peligro la seguridad nacionalAntonio J. Candil Muoz 2011

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ContenidoContenido...................................................................................................................2 Introduccin................................................................................................................ 4 Captulo 1...................................................................................................................7 La herencia recibida por Zapatero..............................................................................7 Captulo 2.................................................................................................................21 Zapatero llega a La Moncloa: principio de un despropsito monumental.................21 Captulo 3.................................................................................................................31 Carme Chacn, la ministra de Defensa....................................................................31 Captulo 4.................................................................................................................38 Una ojeada a la situacin real del potencial actual de las Fuerzas Armadas............38 (Resultados de una gestin vaca: carencias esenciales de capacidades militares). 38 Captulo 5.................................................................................................................53 Estado de alarma......................................................................................................53 Los cambios que se aplican a las Fuerzas Armadas son ya claramente contra natura.................................................................................................................... 53 El presidente Zapatero considera aplicable el Cdigo Militar en su comparecencia en el Congreso para explicar el caos areo. Pleno extraordinario del Congreso, 9/12/2010, El Pas, Fernando Garea.............................................54 Captulo 6.................................................................................................................63 Un barco que se hunde.............................................................................................63 Negros nubarrones en el futuro de las Fuerzas Armadas y de la Nacin..................63 Captulo 7.................................................................................................................72

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Tiene Espaa realmente unas Fuerzas Armadas profesionales?.............................72 Captulo 8.................................................................................................................78 Conclusiones.............................................................................................................78

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IntroduccinLa crisis internacional de la primera dcada del siglo XXI lleg tambin en Espaa a las Fuerzas Armadas, como no era para menos esperar. El malestar ha ido acentundose a medida que ha aumentado la arbitrariedad con la que se deciden los temas militares y como se gestiona el reparto de las diversas partidas presupuestarias, distribuidas con criterio poltico incluso entre las distintas unidades de las Fuerzas Armadas. A la par que esto sucede a lo largo de los ltimos aos-, han ido llegando a Espaa los cadveres de algunos militares cados como consecuencia de unas guerras que se disfrazan de misiones de paz, y que se deben esencialmente a la incapacidad e incompetencia con la que sus mandos dirigen las propias operaciones militares. Y como un ejemplo de sinrazn distributiva basta ver que, mientras a la UME -esa especie de guardia pretoriana al servicio directo de Zapatero-, se le vienen asignando millones de euros, solamente se invierten unos pocos millones en un equipamiento tan bsico como pueden ser unos nuevos vehculos blindados antiminas, que tanto necesitan las fuerzas destacadas en misiones en el exterior. An as, la disciplina militar, no siempre admirable cuando es absolutamente ciega e irracional-, motiva que los militares afronten sus misiones con el ms alto espritu de obediencia, y sin que trascienda demasiado una triste realidad bien conocida ya: la falta de medios materiales para desempear esas misiones y, como consecuencia de ello, el alto riesgo de que se produzcan bajas. Lo que a su vez supone para los desafortunados que sean afectados-, y especialmente para aquellos que queden con invalidez permanente para el servicio y no cuenten con la antigedad necesaria, hasta una pensin indigna, y que no puede considerarse otra cosa que una burla y falta de respeto para su dedicacin. Esto es especialmente sangrante en cuanto afecta a casi la totalidad de la clase de tropa, y a muchos de los suboficiales y mandos subalternos, que son, a pesar de lo que presume el Ministerio de Defensa, las clases ms desfavorecidas de las Fuerzas Armadas. El oprobio es tal que a finales de 2008 se pudo saber que el Ministerio de Defensa lleg incluso hasta a perder un litigio contencioso-administrativo en la Audiencia Nacional, frente a un grupo de Guardias Civiles que prestaron servicio en Bosnia, haca entonces siete aos. Por ello, el Ministerio fue condenado a abonar una cantidad determinada a cada uno de ellos. Sin embargo, se les respondi que "cobraran cuando tocase", y eso sera "cuando hubiera dinero". La situacin se comenta por s misma. Lo que Zapatero est haciendo con las Fuerzas Armadas es lo mismo que hizo Azaa: desmantelarlas y premiar slo a los que colaboran con sus propsitos, y lo ha corroborado su

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propia ministra de Defensa, la Sra. Carme Chacn en declaraciones pblicas1. Ningn Gobierno democrtico haba actuado con tanto sectarismo en lo que respecta a las Fuerzas Armadas. El Ejrcito es el reflejo de la sociedad en la que vive, as ha sido siempre y lo ser. En la crisis del 98, Espaa tuvo quizs lo que se mereca, es decir, militares sacrificados intilmente por una sociedad enferma. Pero esa sociedad miserable, e ingrata siempre, ignora y, hasta casi desprecia, a los que mueren por ella. En las guerras de Marruecos, sucedi otro tanto, y se exigi al Ejrcito una misin de colonialismo para la que no estaba preparado, ni era su funcin ni se le otorgaron los medios adecuados. Espaa era, entonces, una sociedad manejada por unos polticos egostas como hoy-, que preconizaron y alentaron la divisin en el seno del Ejrcito, y estos polticos, de izquierdas sobre todo, se aprovecharon de ello para sus propios fines. Despus del desastre de Annual, y el fin de la guerra, qued sembrada la divisin en el Ejrcito y la Marina, y se lleg a los aos 30 con una separacin insalvable, con la UME (Unin Militar Espaola) afn a la derecha tradicional-, y la UMRA (Unin Militar Republicana Antifascista), de izquierdas. Se empez por descontento y se termin con el enfrentamiento. Dado lo que le gusta a Zapatero la memoria histrica, conviene recordar que bajo el Frente Popular, al poco tiempo de su asalto al poder -en febrero de 1936-, se hicieron listas de militares "desafectos", por sus propios compaeros militares, que pagaron con su vida su desacuerdo. Hoy tambin hay listas ya, y algunos estamos en ellas. Hoy en el sentido estricto de la palabra parodiando al exministro Alonso-, cuando decimos Ejrcito, en realidad no queremos decir Ejrcito, eso solo lo dicen los norteamericanos cuando dicen Army. Qu ejrcito tiene hoy Espaa? El que puebla los pocos cuarteles y bases, que van quedando en Espaa? El que se ha llenado de inmigrantes porque ya no quedan espaoles que quieran alistarse para defender lo poco que queda de la Espaa de otras pocas? El que celebra los enlaces matrimoniales entre miembros del mismo sexo? El psimamente abastecido y desarmado, equipado con material muchas veces no solicitado, como helicpteros NH-90 o Tigre? El ejrcito que hace caso omiso a sus mandos, y que se manifiesta en las calles pidiendo sus derechos? El que vive constantes "bajas por depresiones", aun no teniendo las mismas vivencias, valga la comparacin, que el norteamericano? O hablamos del ejrcito que paga a sus miembros lo suficiente para sacarlos de la calle y del paro, y por primera vez en muchos aos hay ms demanda que oferta? De qu ejrcito hablamos y para qu creemos que sirve? No nos engaemos ms. La sociedad espaola no tiene, no quiere, y no lo permiten sus autonomas ni sus recursos, unas fuerzas armadas capaces de servir donde se necesiten. Desde cundo los militares no visten ya de uniforme por la calle? Es por temor a los terroristas o porque incluso se avergenzan, especialmente cuando los ciudadanos les miran1

Declaraciones de Carme Chacn en desayunos informativos de Europa Press, el 22 de febrero de 2011, al exponer el tema La transformacin de las Fuerzas Armadas, un xito democrtico, afirmando que: "Tenemos el Ejrcito que Azaa so hace 80 aos". Nada ms y nada menos.(Libertad Digital Espaa, J. Arias Borque)

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inquisitivamente si lo hacen? Unos militares que no gustan de presumir vistiendo de uniforme dan mucho que pensar. Solo se pueden ver algunos uniformes en los escasos actos pblicos que no se pueden evitar, y en el da de las Fuerzas Armadas que, por cierto, podra ser suprimido en cualquier momento y nadie lo echara de menos. Ejrcito, Fuerzas Armadas, qu ejrcito? qu fuerzas armadas? Solo nos quedan unas fuerzas, y no son militares: es el ejrcito de los polticos y sinvergenzas, que, en muchas ocasiones, son una misma cosa. Esta situacin se ha conseguido gracias al esfuerzo personal y empeo del propio presidente Zapatero, y sus colaboradores ms destacados, aunque ha venido fragundose ya con mucha anterioridad y es solo el resultado y crnica de una muerte anunciada. Como bien dice el historiador norteamericano Stanley G. Payne, en ningn otro pas del entorno occidental han tenido las Fuerzas Armadas tanta trascendencia como en Espaa, algo que la ignorancia de Zapatero y su caterva de colaboradores no ha podido ver, como tampoco les ayuda a ver que Espaa se fund tras ocho siglos de luchas ininterrumpidas contra una civilizacin que, de alguna forma, sigue caracterizando el prototipo de amenaza exterior tradicional que cualquier estudio o valoracin estratgica que se haga incluso hoy-, debe tener en cuenta. La geografa no perdona, y, no en vano, Espaa ocupa la posicin que ocupa, en la frontera sudoccidental de Europa, algo que no se puede ignorar, salvo si se es tan ignorante como lo son Zapatero y todos sus colaboradores. La capacidad militar de Espaa lleva en decadencia ya ms de dos siglos, sin que se vislumbren signos de recuperacin, y a pesar de ello el factor militar ha sido algo omnipresente en la vida y sentir nacionales. Las guerras con Marruecos a finales del siglo XIX y principios del XX-, desangraron a la propia institucin militar y a la economa de la nacin y fueron, sin duda, un lastre para el desarrollo del pas, lo que, unido a la Guerra Civil y a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundia, llev a la situacin de la postguerra, y, por ende, a la actual. Tanto la influencia como el volumen de las Fuerzas Armadas espaolas han disminuido significativamente desde el advenimiento de la democracia pero, en el momento actual, la capacidad militar espaola se caracteriza por un decrecimiento continuado, sin parangn con nada de lo que pueda estar sucediendo en otros pases europeos. Y como dice Stanley Payne2, Espaa ya no est en condiciones de defender ni su frontera Sur. Gracias a Zapatero, y dems compaeros de viaje.

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Stanley G. Payne en el prlogo a la obra A Military History of Modern Spain, editado por Praeger Security International, a cargo de los profesores Wayne H. Bowen y Jos E. Alvarez.

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Captulo 1 La herencia recibida por Zapatero

"El da en que nos vayamos, a Espaa no la va a conocer ni la madre que la pari." Alfonso Guerra, Vicepresidente del Gobierno (1982-1991)

Efectivamente, las palabras de Alfonso Guerra resultaran profticas, y cuando Jos Mara Aznar lleg al gobierno, en 1996, a Espaa no la conoca ya nadie. Los catorce aos de gobierno del PSOE haban hecho su estrago en la sociedad espaola, afectando a todos sus estamentos y niveles, y como ocurre en los regmenes socialistas, manteniendo a los desheredados en su sitio y a los detentadores de las grandes fortunas, intocables, mientras que otros muchos se haban enriquecido de manera fraudulenta y sbita, incluyendo aqu a muchos socialistas de escaparate. Fueron los aos del pelotazo, del enriquecimiento injustificado de algunos, del abuso indiscriminado contra otros, del uso ilegtimo de los mecanismos del estado para fines perversos, y hasta de la transformacin de las virtudes y principios de orgullo nacional en poco menos que costumbres trasnochadas y fuera de estilo, como conviniera ms. Las Fuerzas Armadas iniciaron una decadencia, sin parangones en la historia, y cuando obligados por el devenir de los tiempos-, los gobernantes en el ejercicio del poder, aceptaron la integracin en el Tratado de la Organizacin del Atlntico Norte (OTAN), y en la Unin Europea Occidental (UEO), lo hicieron a regaadientes, sembrando la discordia con el anuncio de un referndum ya histrico nunca antes celebrado en ningn otro pas miembro de la Alianza-, y sin integrarse de forma plena ni a fondo, nunca. Por supuesto, las Fuerzas Armadas siguieron su marcha casi aisladamente, y tardaran todava bastante ms de diez aos realmente-, en sumarse a la estructura militar aliada. Bajo el gobierno de Felipe Gonzlez, con Narcs Serra como ministro de Defensa, comenzaron los planes sucesivos para desmantelar unas Fuerzas Armadas que parecan sobredimensionadas, pero que, en realidad, representaban muy poco, y a ello, algunos generales y almirantes se aprestaron con ahnco, para no perder sus humildes prebendas. La suerte estaba echada. Los aos 80, y primera mitad de los 90, fueron aos complicados para las Fuerzas Armadas, pero sobre todo para el Ejrcito de Tierra. A los primeros balbuceos de la democracia se aadieron los coletazos provocados por el intento de golpe de Estado del 23-F, los aspectos ya citados del ingreso en la OTAN y el referndum consiguiente, y tambin el ingreso en la Comunidad Europea. Todo ello provocaba no poca desorientacin y los militares trataban de7

mantenerse a flote en un mar agitado, sin saber muy bien cul era su rumbo, especialmente al no contar con generales cualificados, con clara visin de su cometido, que gobernasen el timn. Ya bien enraizado en el poder el primer gobierno socialista que volva a gobernar Espaa desde los tiempos de la Repblica, la tensin entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas segua siendo palpable y la desconfianza era mutua. Narcs Serra, como ministro de Defensa, fue el encargado de aplicar un enorme nmero de reformas, y de reducciones drsticas, Todo aquello fue ciertamente no aburrido, pero s amenazador y fatal para la seguridad nacional que pas por momentos de vacio casi absoluto, cuando no de plena indefensin. Los generales, ante la reforma demoledora de Serra, envalentonado por su actitud, optaron por rendirse, y cuando menos seguir como estaban, aunque a la postre cedieron en todo aquello que se les indic. Durante casi toda la dcada de los 80 y principios de los 90, el panorama de la defensa nacional en Espaa estuvo presidido por Narcs Serra, sin duda el personaje que ms ha durado al frente del Ministerio de Defensa. Hay muchas especulaciones sobre las razones de su nombramiento, pero al igual que ha sucedido en la segunda legislatura de Zapatero con Carme Chacn-, Narcs Serra era cataln, profundamente antimilitar, nacionalista hasta donde era posible e iconoclasta, y trat de derribar todo lo que hasta entonces haba sido casi sagrado para el estamento militar. Durante esta etapa, en la que estuvo algo ms de ocho aos al frente del Ministerio de Defensa, la actividad principal de la direccin poltica del gobierno para con las Fuerzas Armadas se centr en lograr de forma progresiva una casi total separacin entre el Ejrcito y la sociedad, con los principales generales al mando aplaudiendo, y con la sombra del general Gutirrez Mellado tras los bastidores. Temas como el de los accidentes de la "mili", la reforma del servicio militar, y su acortamiento y modernizacin, tuvieron escaso respaldo social, y ya a principios de los 90 sucedi lo mismo con la participacin espaola en el conflicto del Golfo Prsico en 1991- y posteriormente en el Kurdistn primeras intervenciones militares espaolas en el extranjero-, que no fueron muy bien explicadas a la sociedad, o quizs ni quisieron explicarse. De Narcs Serra se han dicho muchas cosas y todava se dirn ms-, pero a ttulo personal puedo aportar mis recuerdos, que son bastante ilustrativos de cul era la visin personal del ministro sobre las Fuerzas Armadas. En 1986, encontrndome, como capitn ya diplomado de Estado Mayor, destinado en la Embajada de Espaa en Londres, fui comisionado para esperar al ministro que llegaba a la base area de la RAF (Royal Air Force) en Brize-Norton, para trasladarse a Oxford y pronunciar una conferencia en el St. Antonys College sobre el ingreso de Espaa en la OTAN. Era el da 30 de enero de 1986, y en compaa del Agregado Naval en la capital britnica, Capitn de Navo Jos Luis de Carranza, esperamos a Narcs Serra, le acompaamos a la Universidad de Oxford, y compartimos con l su conferencia, y una cena posterior ofrecida por el Rector de St. Antonys. Ese da haba tenido lugar en Espaa el referndum sobre el ingreso en la OTAN, y todava no se saban los resultados. Entre bromas y chascarrillos, Narcs Serra se expres despectivamente sobre los militares espaoles, y citando la8

llamada entonces Ley de la Reserva Activa una rememoracin de la Ley de Azaa de la Repblica-, explic en ingls macarrnico-, que para quitrselos de encima, los mandaba a su casa, con todo el sueldo, con lo que propici que algunos ingleses asistentes al acto le preguntaran s podan apuntarse ellos a ese esquema, todo con risas, y poca seriedad. Posteriormente, en el transcurso de la cena, y ya hablando espaol, teniendo al lado al historiador Raymond Carr, me pregunt si yo era capitn o comandante, y al or mi respuesta le coment a Raymond Carr ves, Raymond, este joven es todava capitn, y yo, como no hice el servicio militar, soy el Ministro de Defensa, y naturalmente con ms risas y bromas. Narcs Serra despreciaba claramente al estamento militar y no tena ningn inters en hacer reformas constructivas. Las nuevas exigencias de la Defensa Nacional, dictadas por Narcs Serra, se plasmaron en el Plan de Modernizacin del ET, ms conocido como Plan META, que signific el inicio del desmantelamiento del Ejrcito. En 1990, Narcs Serra nombr una nueva Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM) destinada a dirigir las Fuerzas Armadas durante el periodo que se extendera en principio hasta 1993, una poca caracterizada por la incertidumbre y la crisis de identidad de las Fuerzas Armadas, a consecuencia del lastre que venan arrastrando ya desde 1981. La principal caracterstica de los nuevos jefes de los ejrcitos nombrados en 1990, era que eran todava coroneles cuando Narcs Serra lleg al Ministerio en 1982, pudo conocerlos, y aquellos a los que seleccion en alguna forma-, le inspiraban una confianza casi absoluta. Serra dise una cpula militar cuya lealtad, y sumisin, estaba plenamente garantizada, y rechaz a candidatos carismticos, o generales con cierto prestigio, y que tenan mayor capacidad de liderazgo, precisamente por esa cualidad. Solo le interesaban los ms incapaces. Al mismo tiempo se salt la costumbre segn la cual los tres ejrcitos deban turnarse al frente de la JUJEM. Nadie protest naturalmente. Entre algunas de las medidas que lleg a implantar estaba la denominada Ley Reguladora del Rgimen del Personal Militar Profesional, llamada tambin de la Funcin Militar, que supuso una profunda reorganizacin de la carrera militar, y provoc malestar en numerosos sectores de las Fuerzas Armadas, determinando el pase forzoso a la reserva a los 32 aos de servicio3, y la unificacin en un slo cuerpo Cuerpo General de las Armas-, de las armas tradicionales del Ejrcito de Tierra, entre otras medidas. Numerosos militares manifestaron su intencin de llevar la ley a los tribunales, pero no ocurri nada y Serra consigui su propsito. En 1994, el ministro Julin Garca Vargas -que haba sucedido a Serra al ser ste nombrado vicepresidente del Gobierno-, procedi a un nuevo relevo de la cpula militar, pero ya era obvio que en 1994, las Fuerzas Armadas no eran una prioridad. Tras ms de ocho aos continuados de3

Ello conllevaba en algunos casos aquellos que haban ingresado los ms jovenes en las academias militares-, su casi jubilacin a edades en torno a los 55 aos.

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actividad destructora, se consideraba que el estamento militar estaba ya incapacitado para hacerse or o, siquiera, disentir en algo. Se empez a aplicar entonces el llamado Plan NORTE, continuacin del Plan META, que intentaba remediar algunas de las deficiencias y carencias que ste haba provocado, aunque irnicamente se empez a decir aquellos das que a continuacin vendra el Plan SUR (Supresin de las Unidades Restantes), que segn las crticas deba tener por objetivo acabar desmantelando lo poco que sobreviviese de los planes anteriores. El Plan Norte (Nueva Organizacin del Ejrcito de Tierra) supuso una revolucin sin precedentes en la organizacin y despliegue del Ejrcito; as como una importantsima reduccin, que llev al cierre de numerosos cuarteles, a la supresin de muchas unidades y al traslado de otras. Adems de pretender adaptarse supuestamente al nuevo panorama internacional, en realidad pretenda hacer frente a la falta de personal, derivada del acortamiento del servicio militar obligatorio -la mili-, y de la cada de la natalidad, y al continuo recorte de los presupuestos. Acab siendo una reforma puramente cosmtica, de reduccin, sin contenido. En 1996 se producira un importante cambio poltico, y el fin de una poca, con el PSOE acosado desde todos los ngulos, implicado en turbias historias de corrupcin que alcanzaban de lleno hasta al propio Director General de la Guardia Civil el nclito Luis Roldn, el mayor sinvergenza de la historia reciente de Espaa-, al Ministro del Interior, y en ltima instancia al propio Narcs Serra, que ya no pudo ampararse ms en el general Alonso Manglano, director del CESID, que tambin fue cesado. Por si fuera poco, el teniente general Gutirrez Mellado falleci en accidente de automvil, el teniente general Veguillas director de Poltica de Defensa-, result asesinado por ETA, Sabino Fernndez Campo jefe de la Casa Real-, fue cesado en 1993, y el Almirante Liberal anterior JEMAD- careca ya de influencia objetiva. Un desastre en cadena, para los socialistas, que significaba el fin de una poca, pero del que lograran recuperarse. Las elecciones de 1996 pusieron punto final a un perodo de casi 14 aos de gestin socialista de la defensa, y de predominio del Ministro y Vicepresidente, Narcs Serra, llamado el pianista en crculos del Ministerio, por su adquisicin de un piano de cola con cargo al presupuesto del Ministerio de Defensa. Se puede decir que la estructura de mando de las Fuerzas Armadas haba sido neutralizada cuando no eliminada-, se haba elevado al generalato a una generacin de militares dciles y sumisos, con algunas excepciones que nunca llegaran muy lejos, se haba anulado a los estados mayores, y se haba premiado el servilismo y la alineacin poltica sobre la formacin, la capacidad profesional y la integridad. Los ingredientes estaban listos, y lo peor an estaba por venir. Todo ello, sin embargo, no hubiera sido posible sin la colaboracin de los mismos militares, especialmente generales como Gutirrez Mellado, Liberal, Veguillas, Alonso Manglano,10

Fernndez Campo,etc, pero tambin hubo una generacin de oficiales superiores -coroneles y tenientes coroneles-, oportunistas, y poco escrupulosos que se prepararon para tomar el relevo, que haban ayudado a los anteriores, y que seran ahora los generales dispuestos a seguir diciendo que s a todo, en su propio beneficio, y en cierto modo, a garantizar que no haba vuelta atrs y que la labor de Gutirrez Mellado permaneca, confundiendo la identidad apoltica de lo militar con el servilismo hacia una clara orientacin poltica que haca apologa de las libertades, de la transparencia, y de la democracia, pero que en el fondo no admita otra ideologa que no fuera la suya. La generacin de generales que tomara el relevo tras la dictadura socialista que finaliz en 1996, no iba a ser leal ni con la institucin militar, ni con sus subordinados ni con el poder constituido y solo buscara su permanencia en los cargos. Claro est que la alternativa de poder que sucedi al PSOE en 1996 ocho aos de gobierno del PP-, tampoco fue leal con las Fuerzas Armadas. Y, sin embargo, la actitud oportunista y servil de muchos generales hacia la clase poltica se hizo patente ya desde los primeros momentos de la democracia, en la primera transicin en 1976-, cuando Gutirrez Mellado se propuso lograr nada menos que la incapacitacin de los ejrcitos como un posible obstculo al cambio poltico que se pretenda. No le preocup para nada la tendencia de ste ni adonde poda llevar a Espaa en ltima instancia. Este incapaz, Gutirrez Mellado, destac por el alcance de su entreguismo, escasa profesionalidad y desmedida ambicin poltica, que le llev a traicionar y vender a muchos de sus compaeros y superiores, quizs en venganza de su escaso xito profesional. No recuerdo ningn general que haya sido acusado de traicin en pblico por sus propios compaeros los generales Atars y Garca Manuel entre otros-, como l fue objeto, aspecto que ha sido siempre convenientemente silenciado. Gutirrez Mellado abri el camino para la erosin del espritu militar, algo que los polticos necesitaban para alcanzar sus propsitos. Nadie se par a examinar ni sus consecuencias ni su alcance. Hoy se le venera por todos los papanatas del espectro poltico y militar en Espaa como a uno de los artfices de la renovacin. Toda historia tiene su cara oculta y Gutirrez Mellado est mejor en la historia, al lado de los Condes de San Julin, Bellido Dolfos, Godoy y otros pintorescos personajes de la poltica picaresca. El psimo clima poltico que se viva en la transicin, y que desorientaba especialmente a los militares se agrav con motivo de la poltica de nombramientos desarrollada por Gutirrez Mellado. El vicepresidente de la Defensa necesitaba en la cpula del mando militar a hombres leales a sus planteamientos, y tambin a la Constitucin recin aprobada. Conviene dejar claro que la reforma militar inicial fue posible por la existencia de unos militares liberales que resultaron indispensables para que Adolfo Surez, encabezando a la clase poltica, neutralizase la oposicin que poda darse desde los residuos del franquismo, no solo en las Fuerzas Armadas sino en el conjunto de la sociedad, y stos, a cambio de ser beneficiados con su ascenso a puestos de mando, se encargaron de incapacitar al instrumento militar como elemento

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objetor a la reforma poltica. Gutirrez Mellado fue, sin duda, el causante de que se enturbiase el ambiente entre los militares por su falta de prctica en el mando, y por falta de mano izquierda. Para comprender la actitud de los militares espaoles durante este perodo, se puede partir de tres premisas: la primera, es la complejidad del mismo proceso transicional, que hizo que los ejrcitos no se librasen de la confusin que exista en toda la sociedad; la segunda, el mutuo desconocimiento entre los militares profesionales y el mundo de la poltica, lo que llev a que la mayora de los nuevos dirigentes polticos slo tuvieran un conocimiento superficial del mundo militar; y finalmente, el proceso de comn evolucin que llev a que, en la sociedad de mediados de los aos 70, las fuerzas armadas, por su composicin y mentalidad, fueran, naturalmente, muy diferentes de las que haban ganado la guerra civil en 1939. Hoy mirando hacia atrs podemos preguntarnos qu fue de aquellos generales tan capaces de aquella poca. A todos se los llev el viento, su constitucionalidad, y los respetos humanos que les invadan, y que les impedan actuar con mano firme. Solo miraron al Poder Poltico, haciendo dejacin las ms de las veces de su verdadera responsabilidad. Sus herederos no lo haran mejor, en cualquier caso. Hoy se da un clamor por un liderazgo militar para la profesin militar que entiendo se ha perdido, y si en las Fuerzas Armadas no hay ya Jefes dignos de tal nombre, Dnde va a haberlos? La prdida de este liderazgo militar se ha debido tan solo a aquellos precedentes que se sentaron bajo la reforma de Gutirrez Mellado,Descabezar a la Fuerzas Armadas! Tal pareci ser la consigna, y sin duda, se consigui, con el propio beneplcito de muchos de los mismos generales. Que nadie busque hoy lderes, ni mandos, ni jefes,solo se encontrarn burcratas ms o menos acomodaticios y aspticos que dicen s a todo. En 1996 el Ejrcito de Tierra espaol, sobre todo, y en general las Fuerzas Armadas, estaban enfermos y eran incapaces de resolver su propia crisis, remontar y salir de ella, y atender a las misiones que les encomendaba la propia Constitucin de 1978. La llegada al poder del Partido Popular la supuesta Derecha-, supuso un estado de buena esperanza innegable y el sentimiento generalizado de los militares era, que por fin se enderezaran algunas cosas. No solo nada se enderez, sino que se continu de hecho-, la labor del PSOE y se sentaron las lneas generales de lo que luego, sin mucho problema, habra de continuar Zapatero. Otra cosa es que la economa mejorase, y la situacin social tambin, e incluso la imagen internacional de Espaa, pero la defensa se ignor y se descuid. Fue la gran decepcin y el gran engao, y muchos fueron los militares de graduacin que perdieron definitivamente su fe y creencia en la poltica y en los polticos-, cuando no se sintieron traicionados. El Partido Popular gan las elecciones generales con tan escaso margen que se lleg a pensar que, incluso, poda haber tenido lugar una segunda votacin y declararse nula la primera vuelta.12

Quizs hubiera sido lo mejor, para que hubieran gobernado con plena libertad y confianza. Naturalmente no sucedi tal cosa, y Jos Mara Aznar pact todos los pactos inconfesables, habidos y por haber, con quin hizo falta con tal de llegar a gobernar lo antes posible. Entre la multitud de pactos, graves cesiones de principios y dejacin de sus propias facultades y atribuciones, por parte del PP ganador, estuvo la designacin del nuevo ministro de Defensa. Jos Mara Aznar design Ministro de Defensa, nada ms y nada menos, que a Eduardo Serra Rexach, quin haba sido el nmero dos de Narcs Serra, y ua y carne con Emilio Alonso Manglano, en la primera legislatura del PSOE!! Incomprensible, y ciertamente, peor no se poda hacer, era como poner al zorro a guardar el gallinero. La presencia de Serra en el Gobierno del PP en 1996 facilit ir colocando ms submarinos del PSOE en todos los centros de decisiones, incluido el complejo de La Moncloa 4. Una vez ms hay que pensar que el PP hizo todo lo posible para suicidarse polticamente al contar con esos individuos, y aceptar colocarlos en el propio entorno de la Presidencia del Gobierno. Hoy est claro que a Aznar no le preocup la defensa, y Serra lleg a Defensa con otros planes, y para otras tareas. No obstante, dos acciones importantes tuvieron lugar en el perodo de gobierno del PP, que tuvieron un significado y trascendencia importantes para la defensa y seguridad nacional: la integracin de Espaa en la estructura militar de la OTAN, y la implantacin de las fuerzas armadas profesionales, derogando el servicio militar obligatorio. Ambas acciones eran valientes, tenan significado y suponan una ruptura importante con todo lo anterior. No obstante, ambas se hicieron de forma eminentemente poltica, sin contar debidamente con el factor militar que era imprescindible. La responsabilidad era, naturalmente, del Gobierno, aunque la cpula militar hizo valer muy poco sus necesidades. El pertenecer a la estructura militar aliada, y adems contribuir activamente a las estructuras militares europeas que, por aquellos das, se haban comenzado a activar supuso un grave problema a la hora de conjugar esfuerzos y aportaciones dado que al mismo tiempo se puso en marcha el mecanismo de la profesionalizacin, detenindose el llamamiento anual a filas y la incorporacin de nuevos reclutas. La cada de efectivos fue dramtica y la situacin de algunas unidades lleg a ser crtica. La solucin no fue otra que ir suprimiendo unidades y cerrando acuartelamientos. Comenz una poca frentica de rebajas por cierre que conducira, en ltima instancia, a la situacin famlica actual de las fuerzas armadas y a la precariedad de la defensa. El desmantelamiento del servicio militar obligatorio tampoco se acompa de un plan serio de movilizacin ni de creacin de una reserva que pudiera activarse en caso de crisis grave y4

En el propio gabinete de Francisco Alvarez-Cascos Vicepresidente del Gobierno-, estaba el coronel Francisco Parra Cuadro, uno de los hombres de confianza del general Alonso Manglano, y como responsable del Centro de Situacin de Crisis, en el mismo complejo de La Moncloa, estaba el tambien coronel Manuel Durbn Romero, personaje clave igualmente en los servicios del general Manglano. Jorge Dezcallar, posteriormente nombrado, por Zapatero, embajador en Washington, fue director general del CNI, nada menos.

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conflicto de alta intensidad. El sentimiento, imperante hasta el momento presente, parodiando a Don Miguel de Unamuno, era el de qu nos defiendan la OTAN y los americanos!. Con el PP se enterr para siempre el servicio militar obligatorio y se abrieron las puertas a un ejrcito profesional. En un pas donde el servicio militar obligatorio haba llegado a ser muy impopular, cabe imaginar que se poda haber abierto el debate partiendo de la idea evidente de que un ejrcito profesional tena un mayor coste econmico, y ver hasta donde se poda llegar. Al fin y al cabo, de aquellas decenas de miles de soldados de reemplazo que cobraban poco ms de mil pesetas al mes se iba a pasar a unas fuerzas armadas cuya tropa deba cobrar un sueldo digno. Se deca adems que aquellas fuerzas armadas profesionales, siendo ms pequeas seran capaces de lo mismo o ms, al modernizarse sus medios, y se empezaba a hablar ya de un ejrcito ms reducido pero mejor, gran falacia!, ya que se quedara solo en ms reducido. No hubo ningn debate y, naturalmente, no hubo aumento de los presupuestos de defensa, y de hecho, stos disminuyeron. Como hoy ha dicho uno de los altos cargos de la cpula militar, eran tambin tiempos de apretarse el cinturn, al objeto de poder cumplir con los criterios de convergencia de la unin monetaria europea. Y lo que es peor: el sistema de profesionalizacin de las Fuerzas Armadas, concebido por Serra y el gobierno del PP conceba a los soldados profesionales casi como trabajadores temporales. En un pas donde la aspiracin era un contrato permanente para poder hipotecarse y pagar las letras del coche, las Fuerzas Armadas ofrecan contratos de tres aos renovables a un mximo de seis. Ello, unido a la bonanza econmica innegable que supuso el giro completo hacia una economa de mercado, provocara, en ltima instancia, que no se cubrieran las plazas de tropa y marinera, y llev a la disolucin de unidades, al amarre de fragatas, al comienzo de la incorporacin de extranjeros, y a la bajada del listn en los requisitos tanto fsicos como intelectuales requeridos para la tropa. El cambio necesario de la legislacin sobre tropa y marinera ya lo haba iniciado el gobierno socialista en la anterior legislatura, y el PP, con escasos cambios, todos cosmticos, continu en la misma lnea, y la cpula militar ni respir. Podra entenderse, por consiguiente, que resuelto el problema jurdico, solo quedara resolver ah es nada! el problema econmico-, pero, sin embargo, no todos los problemas de las Fuerzas Armadas espaolas se reducan despus del problema de personal, al econmico, ya que cabe preguntarse s primero se haban definido los criterios a seguir en el gasto del presupuesto y en cmo distribuir el contingente. Este es un debate interesante y se tiene la impresin de que, mientras la Armada y el Ejrcito del Aire han sabido dotarse de los medios necesarios y adoptar tanto los esquemas organizativos como las doctrinas operativas adecuadas lo que tampoco es cierto del todo-, el Ejrcito de Tierra ha seguido sumido en una situacin de crisis existencial desde esa poca.

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La profesionalizacin de una fuerza armada es un proceso mucho ms complejo de lo que fue, y de cmo se entendi. Para Serra5, y el PP, se trataba de demostrar que se cumpla un compromiso electoral como para Zapatero lo sera la retirada de Irak en el futuro-, y se deba haber empezado por examinar y responder varias preguntas como: Qu es lo que Espaa espera y necesita de sus fuerzas armadas?, y en consonancia con lo anterior Qu fuerzas armadas se necesitan para responder a esa necesidad? A continuacin habra que haber definido una organizacin, tipo de unidades, equipo y material,..etc. y calcular que presupuesto mnimo se iba a requerir, teniendo en cuenta, naturalmente, los nuevos sueldos de los soldados profesionales, y si no era posible tal presupuesto, modificar, limitar el alcance del proyecto, o incluso abandonarlo, y explicrselo a la nacin. Claro que ello hubiera implicado tener clara una poltica de defensa, una estrategia nacional todava hoy ms de 10 aos despus, por definir-, una poltica militar, y un horizonte presupuestario capaz. Elementos todos ellos ausentes, incluso hoy da, en el planeamiento del Ministerio de Defensa, como demuestran los hechos. A todo eso no se opuso la cpula militar, ni se oy ninguna voz pidiendo sensatez. El ministro Serra, cual perfecto esquirol o capitn araa, mont el circo, acometi lo que, en verdad, haba venido a hacer, y se fug con sensacionales ganancias, polticas y de todo tipo, dejando en su puesto a quin demostrara ser el peor ministro de defensa de Espaa en toda su historia, mientras Carme Chacn no demuestre lo contrario, ya que lleva camino de ello. Federico Trillo fue nombrado Ministro de Defensa en abril de 2000, en la segunda legislatura ya del gobierno de Jos M Aznar, y lleg al Ministerio desde su puesto como Presidente del Congreso, donde haba protagonizado alguna que otra ancdota simptica e inconsecuente, que le daban el aire de un ministro menos circunspecto y rgido que algunos de sus antecesores. En las Fuerzas Armadas su nombramiento fue bien recibido. Estaba relacionado estrechamente con la Marina, era oficial del Cuerpo Jurdico de la Armada en situacin de supernumerario, hijo de un general tambin del Cuerpo Jurdico, y de alguna manera se le consideraba un militar, aunque se tratase de un aspirino (apodo carioso con el que se designaba a los oficiales de los Cuerpos de Sanidad, Jurdico, Intervencin,..etc) por parte de la oficialidad del Cuerpo General de las Armas, en Tierra y Aire, y del Cuerpo General de la Armada. De alguna manera, en las fuerzas armadas se pensaba que alguien que conoca al estamento militar llegaba por fin al Ministerio, en plena democracia. No resultara as, sino ms bien casi al contrario. A pesar de lo que se ha dicho numerosas veces, Trillo fue un continuador de la labor de Serra, y los civiles siguieron controlando la cpula del Ministerio de Defensa. No solo mantuvieron sus altos cargos, sino que los ampliaron. De hecho,5

Sorprendentemente este personaje declar a la Revista Atenea (Abel Hernndez, 2/07/2009) que: A m nunca me gust suprimir el servicio militar obligatorio. Se debi a la circunstancia social de entonces, en la que el nmero de objetores haba crecido muchsimo ms que en ningn otro pas del mundo. Cualquier pas medianamente serio exiga para ser objetor el cumplimiento de unas condiciones; aqu bastaba la mera declaracin. No haba ms remedio que suprimirlo. Personalmente sigo creyendo que el servicio militar tena muchas virtudes. Pensadores orientales han dicho que el suicidio de Occidente consiste en pensar slo en derechos y no en deberes. No puede haber mayor maniquesmo.

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la Direccin General de Poltica de Defensa tradicionalmente un puesto ocupado por un militar-, se vio relegada, de alguna forma, y subordinada ahora a una pomposa Secretara General de Poltica de Defensa (SEGENPOL), de nueva creacin y totalmente innecesaria, y a cuyo frente Trillo puso al diplomtico Francisco Javier Jimnez-Ugarte, un personaje complicado y arrogante que aadi una considerable dosis de tensin a las relaciones cvicomilitares en el seno del propio Ministerio. Como Director General de Poltica de Defensa y subordinado directo del Sr. Jimnez-Ugarte-, se design al Vicealmirante Rafael Lorenzo, que en su momento pasara a ser consejero de la Empresa Nacional Santa Brbara, sin duda en premio a su docilidad. Si Trillo puso al frente de la Direccin General de Armamento y Material nuevamente a un militar el General de Divisin del Aire Miguel Valverde, ascendido casi inmediatamente a Teniente General-, en sustitucin del Sr. Pery, no es menos cierto que design a un energtico y activo civil como Secretario de Estado de Defensa, el Sr. Fernando Dez Moreno, que llegaba desde el Ministerio de Hacienda, en un momento en que en ese ministerio haba estallado el escndalo de Gescartera. Para la Subsecretara de Defensa, Trillo opt igualmente por alguien de su absoluta confianza y nombr a Vctor Torre de Silva, que haba sido jefe de su gabinete en la Presidencia del Congreso de los Diputados, una persona quizs excesivamente joven para el cargo, y para la labor que tena que realizar, especialmente en el mbito de la gestin de personal militar y de los recursos humanos. El incidente ms sonado durante su mandato fue, sin duda, el llamado conflicto de Perejil. Se desarroll del 11 al 20 de julio de 2002, tras la ocupacin del islote Perejil por 6 gendarmes marroques, y tras un cruce de declaraciones entre Espaa y Marruecos, finalmente, tropas espaolas desalojaron a los soldados marroques que haban llegado a relevar a los gendarmes iniciales. La falta de apoyos internacionales, especialmente de los principales socios de la OTAN y de la UE, formul la teora segn la cual, en caso de conflicto con el Norte de frica, Espaa estara sola, por lo que modernizar y reequipar las Fuerzas Armadas era un requisito importante. No fue mucho lo que se hizo. Trillo se apunt la gloria de Perejil como si hubiera sido el salvador de la Patria, solo hay que ojear su libro para darse cuenta, pero no hizo nada ms. Las carencias militares de Espaa salieron a flote tras el incidente con Marruecos en el islote Perejil, siendo patente que la poltica del Ministerio de Defensa deba de cambiar si se pretenda actualizar y modernizar a los ejrcitos espaoles. Desde el Ministerio de Defensa se llevaba algn tiempo planificando una reforma de las Fuerzas Armadas, que la crisis de la isla de Perejil aplaz, quizs, para no dar imagen de provisionalidad militar del pas. Lo que se llev a cabo fue una reforma cosmtica sin alcance alguno ni influencia en la operatividad de los ejrcitos. As el Gobierno puso en marcha cuatro decretos-leyes que configuraban el alcance de la supuesta reforma: reestructuracin del Ministerio de Defensa, modificacin de las agregaduras militares, establecimiento de las Delegaciones de Defensa en las provincias, y representacin institucional de las Fuerzas Armadas. Todo un asombroso paquete de medidas16

esenciales para la defensa nacional, como resulta obvio para cualquier persona con sentido comn, y que revelan la superficialidad y escaso inters real por la defensa del mandato del Sr. Aznar. En el Ejrcito de Tierra, que se consider el ms afectado por la reforma, desaparecieron las histricas regiones militares y fueron sustituidas por la Inspeccin General del Ejrcito -en Barcelona, naturalmente con un Teniente General para no perder esa vacante y Capitn General de Catalua en cierto modo-, por el Mando Logstico Operativo, en La Corua, que sustitua as a la Capitana General de Galicia, y por el Mando de Doctrina, en Granada, que sustitua a la antigua Capitana General de la IX Regin Militar. Para paliar la prdida de la Capitana General de Sevilla se cre un denominado Mando de la Fuerza Terrestre -en el propio seno del Ejrcito de Tierra, como si ste no fuera Terrestre en su totalidad!-, en Sevilla, con otro teniente general. Todo un modelo de eficacia y organizacin, la supuesta Inspeccin General un organismo que nadie comprenda-, en Catalua, la Logstica Operativa en Galicia, la Doctrina en Granada, y la Fuerza Terrestre en Sevilla; todo era, y es, una completa locura. Ciertamente no se poda haber hecho peor, pero, claro, el objetivo no era otro que preservar las vacantes de teniente general. Tambin el Ejrcito del Aire tuvo un Mando para las Fuerzas Areas Auxiliares y la Marina, un Almirante al Mando de las patrulleras y buques no adscritos a la Flota. En suma, certificar la permanencia de los cargos. Los polticos, que no eran tontos, no tuvieron mayor problema en dejar a los generales y almirantes seguir gozando de sus pequeos cortijos. Era el precio a su silencio y a su pasividad ante la destruccin sistemtica de las Fuerzas Armadas que se estaba acometiendo. Y todo esto lo presidi un gobierno que se deca de derechas, o mejor dicho ya entonces de centro, el Gobierno de Jos Mara Aznar. La realidad en el mundo de la defensa era otra, y esa poca profundidad de los juicios del gobierno del PP pronto se vio reflejada en una importante serie de acontecimientos. El primero de estos acontecimientos, cuya situacin y consecuencias todava perduran, fue la guerra de Irak. El Gobierno de Aznar se aline, sin ms, con la poltica del Presidente Bush, considerando tanto los conflictos de Afganistn como de Irak, como poco ms que excursiones campestres sin ninguna implicacin ni consecuencia posterior. Y se apunt a participar en los mismos, aunque eso s, con unas reglas de enfrentamiento propias y hasta independientes de lo que el Mando de la Coalicin Aliada pudiera decretar o decidir en cada caso. Las tropas espaolas al igual que hoy-, iban por libre y tenan que informar al Ministerio en Madrid, antes de decidir y obedecer al Mando de la Operacin, lo que las colocaba siempre en una posicin difcil, cuando no vulnerable. Tanto a Irak como a Afganistn se mandaron tropas cuando se pensaba que ya no haba conflicto, y solo se trataba de ayudar en la reconstruccin y en tareas de ayuda humanitaria. Y ello motivo que se enviasen tropas poco preparadas, y mal dotadas. Ya en 2003 el vehculo17

blindado BMR, omnipresente en todos los escenarios donde haba fuerzas espaolas, tena casi 25 aos de servicio, y todava estaba en marcha un programa de modernizacin del mismo. Pero no haba que preocuparse, total las tropas iban a desplegar en una zona hortofrutcola, totalmente tranquila y pacfica6. El resultado es de sobra conocido, hubo bajas en Irak, y hubo bajas en Afganistn. Y la saga contina. Las carencias iniciales de las tropas fueron tremendas, y casi nada de eso se ha dicho abiertamente, en medios pblicos, aunque ahora empiezan a trascender bastantes aspectos. El segundo acontecimiento, de gravedad extrema ste, fue el tremendo accidente del avin Yak42 sobre Turqua, en el que perdieron la vida 62 militares espaoles que regresaban de Afganistn. Se ha escrito mucho sobre ello y el asunto en s no es objeto de estas pginas, pero todo parece indicar que ninguno de los implicados o afectados-, dijo la verdad. La sombra de la catstrofe area del Yak-42 planear todava por mucho tiempo sobre los que tuvieron alguna capacidad de decisin en aquellos das. Fue el mayor desastre sufrido por el Ejrcito espaol en muchos aos y una prdida irreparable para cada una de las familias, a cuyo dolor hay que aadir la confusin generada por el Gobierno y el propio Ministerio de Defensa, que dura hasta nuestros das. Mxime cuando los mximos responsables polticos tanto del accidente, en s, como de la negligente investigacin posterior sobre el mismo, no han sido capaces, ni han querido dar una explicacin coherente de lo que ocurri, ni asumir sus responsabilidades. Independientemente del resultado de todo el proceso, la imputacin de la cpula de defensa de aquellos das, el hecho no tuvo la repercusin que tena que haber tenido y que posiblemente hubiese alcanzado si el ex-ministro Trillo hubiese sido imputado tambin. Las razones son obvias, pero no justas. Independientemente de ello, que se impute por homicidio imprudente, como ocurri, a los ms altos responsables de la defensa -todos ellos generales, con altsimas responsabilidades en la cpula de la defensa militar- por presunto incumplimiento de sus responsabilidades es gravsimo. Algo iba yendo y sigue yendo-, muy mal en las Fuerzas Armadas, y no tiene ms significado que el que unos oficiales de la ms alta graduacin, responsabilidad y supuesta preparacin- habran olvidado el sagrado deber de velar por sus subordinados y, pese a conocer las quejas e informes sobre la inseguridad y el riesgo que entraaban aquellos vuelos, los pusieron en riesgo gratuitamente por negligencia, o incompetencia, o autocomplacencia, o cobarda, o por todo ello junto. Sea como sea, aquellos que hoy demuestran no ser capaces de remediar la situacin en la que se encuentran las fuerzas armadas, y las exponen a riesgos innecesarios por negligencia, o incompetencia, o autocomplacencia, o cobarda, o por todo ello junto, deberan tomar tambin nota. Las decisiones tomadas tienen siempre un altsimo precio al final de la cadena. Y lo6

Federico Trillo ante el Congreso de los Diputados, en 2003, explicando la participacin de tropas espaolas en el conflicto de Irak.(Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, nm.799, 17/07/2003)

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deberan pagar muy caro cuando se demuestra que tomaron sus decisiones, a pesar de que con ello ponan, y ponen, en peligro las vidas de sus subordinados. 2003 fue, sin duda, un ao negro para el Ministerio de Defensa, y, por ende, para el Ejrcito de Tierra. Cuando todava segua el ruido provocado por el accidente del Yak-42, en noviembre cayeron en una emboscada, en Irak, siete oficiales del CNI, todos ellos pertenecientes al Ejrcito de Tierra. La forma en que el Ministerio, y el Ejrcito, trataron el asunto, casi ocultndolo, y no concedindoles siquiera a los fallecidos una recompensa propia de zona de combate, fue un despropsito ms, y no coloc en buena posicin a ninguna autoridad. El suceso no revisti mayores complicaciones y no se busc profundizar en sus causas. Nada se dijo de cmo, porqu, donde, con qu medios contaban aquellos oficiales. Nada, silencio absoluto y ausencia total de medidas. Quin era el responsable? Nadie, realmente, haba sido solo culpa del modus operandi de los mismos oficiales, pero la forma en que prcticamente las autoridades se inhibieron dijo muy poco a favor del Ministerio de Defensa. La prueba de fuego para las Fuerzas Armadas, para todo el Ministerio de Defensa, y para toda la nacin, fue, sin duda, el tremendo suceso del 11-M. No es que la defensa nacional tuviera responsabilidad en lo que sucedi aquel da en Atocha, pero aquel da cambi, para siempre, la orientacin de una Espaa que, quizs, viva demasiado feliz y alejada de las realidades geopolticas del mundo. Las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para afrontar tal catstrofe, y tras el fin de la Guerra Fra, no haba habido una transformacin seria de las mismas, para afrontar los nuevos desafos, y lo peor es que sigue sin haberla. Esa ltima leccin de la Historia an no ha sido asimilada por los espaoles. Unos asesinos implacables atacaron a Espaa el 11-M provocando un sinfn de horrores y de dolor como no recordaba nadie ya, y motivando toda una serie de reacciones an confusas y atolondradas que fueron, sin duda, celebradas por los asesinos y los que les aplauden. Espaa, sin embargo, an no ha salido del marasmo en que esa fecha la sumi y que supuso un cambio social cuyo resultado est por ver. La actitud que cabe esperar de los que nos gobiernan deja mucho que desear en este contexto y, sin duda, nos ha llevado a dar a entender a los causantes del mal que se claudica ante sus exigencias, y que nos plegamos a sus demandas. Espaa no haba declarado la guerra a nadie ni ha atacado a nadie en 2001. Las tropas en el exterior cumplan esencialmente misiones de ayuda humanitaria, o de apoyo y no de combate. La nica accin en que Espaa haba llevado a cabo acciones ofensivas haba sido en Kosovo en 1999, cuando aviones con la escarapela roja y gualda castigaron reductos serbios, en defensa de una minora tnica que estaba siendo subyugada y acosada casi hasta el borde del genocidio. En aquella ocasin, hay que recordarlo, no haba tampoco mandato de las Naciones Unidas que amparase nuestra accin ni la de nuestros aliados.

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El 11-M Espaa fue atacada. En el discurso de nuestros gobernantes debi darse otro talante, debi cesar la disputa entre galgos y podencos y debieron haberse concentrado en prevenir las amenazas. La sangre de los muertos lo exiga entonces y lo exige todava hoy. Puede parecer exagerado, pero la realidad es que Espaa en 2004 entr en guerra, una guerra asimtrica, contra un enemigo furtivo, sin identificar, sin bandera, sin capital y sin estado, pero en guerra contra un enemigo exterior por primera vez, una vez ms desde 1808. Si una nacin identificada, con estado, con capital, con bandera, se hubiera declarado responsable de los ataques del 11-M, Espaa habra estado entonces en estado de guerra oficial, declarado y con las Fuerzas Armadas movilizadas y desplegadas en defensa de la soberana, integridad fsica y moral y territorial. El que no se identificase al enemigo no haca nula la situacin de estado de guerra. Espaa haba sido atacada por su participacin en la guerra de Irak, segn decan unos, y se debi decir valientemente que no era cierto. Los Estados Unidos fueron atacados el 11-S cuando ni siquiera haba ninguna guerra en curso en Oriente Medio, aparte del sempiterno conflicto rabe-israel; la participacin de pases como Italia y el Reino Unido en Irak era considerablemente mayor que la aportada por Espaa y no haban sido atacados en aquellos das. Espaa fue atacada porque era el eslabn dbil, porque la sociedad espaola se haba vuelto tan decadente y laxa que resultaba tremendamente vulnerable al chantaje y a la coaccin, y porque nuestra defensa y seguridad haban sido reducidas a los umbrales mnimos indispensables. El 11-M dio al traste con el proyecto del PP, acab con el gobierno de Aznar y devolvi el poder al PSOE. Haba sido un impasse de ocho aos, en el que no se haba aplicado ni un solo proyecto que se pudiera juzgar como original ni de factura conservadora. Los ejrcitos haban seguido su trayectoria descendente y la defensa se hallaba bajo mnimos. No en vano se haba encargado su gestin a personas si no simpatizantes del PSOE, cuando menos pasivas e indolentes, que se limitaron, como ya era habitual, a pavonearse y a agradecer la distincin recibida.Durante los 8 aos del PP en el poder se haba llevado a cabo una consolidacin de la poltica de personal en las Fuerzas Armadas, vigilada por todos los afectos a Eduardo Serra, y por ende al PSOE. Los ascensos a general fueron, si cabe, ms caprichoso que nunca, y sobre todo en el Ejrcito de Tierra sin atender a los respetos ms elementales ni considerando realmente la trayectoria mantenida por los oficiales que llegaban a ser seleccionados para el ascenso. Fue muy corriente mantener en sus destinos a ciertos generales amigos al pasar a la reserva, aunque ello conllevase bloquear el ascenso de los ms jvenes. Con el 11-M se puso final a ocho aos de querer y no poder, y de medidas aplicadas con paos calientes, cuando no con desidia, en las que las Fuerzas Armadas fueron, una vez ms, las grandes olvidadas, y convidados de piedra en la tarea de construccin nacional. Atrs quedaban Afganistn, Irak, Perejil, el accidente del Yak-42, los siete muertos del CNI, el fin del servicio militar obligatorio, la integracin en la estructura militar de la OTAN y la reforma del CESID/CNI. Ciertamente haba sido un perodo activo, pero del que no se haba aprendido nada, los ejrcitos seguan prcticamente como siempre. La leccin suprema vino el 14-M.20

Captulo 2 Zapatero llega a La Moncloa: principio de un despropsito monumental

Esta maana, una vez que el Ministro de Defensa ha jurado su cargo, le he dado la orden de que disponga lo necesario a fin de que las tropas espaolas destinadas en Iraq regresen a casa en el menor tiempo y con la mayor seguridad posibles Jos L. Rodrguez Zapatero, Palacio de La Moncloa, 18 de abril de 2004

El atentado del 11-M supuso mucho ms que un acto de agresin terrorista contra un estado soberano y sus repercusiones no pueden quedarse dentro de las fronteras nacionales. Si finalmente, fue solo el islamismo radical la mano autora de la masacre, Al-Qaeda habra cruzado un umbral que nunca, antes de ese momento, haba cruzado: atentar en suelo europeo. Despus de Madrid vino Londres, pero si en Espaa no lo haba hecho antes, no fue ciertamente por falta de capacidad, sino ms bien porque no le haba interesado para sus planes. En contra de lo que el CNI deca, Al-Qaeda, contaba con una infraestructura mucho ms letal de lo que se poda imaginar. Sin duda, el impacto poltico del atentado pudo ser producto de la casualidad, pero si se asume que el 11-M estaba ligado al 14-M, el panorama es ciertamente, sombro, y quitara la legitimidad a las elecciones celebradas en 2004. Fuese como fuese, no hay que descartar que AlQaeda hubiera alcanzado la capacidad de comprender, incluso, nuestro modelo de sociedad, o que alguien le hubiera ayudado a ello, al igual que sucedi en 711 con la invasin rabe. Desde un punto de vista prctico, el atentado del 11-M result ser una accin tctica de implicaciones polticas estratgicas enormes: logr derribar a un Gobierno, que crea tener ampliamente ganadas las elecciones, y con ello se forz la retirada de las tropas espaolas en Irak, abriendo una brecha en la coalicin occidental, y sentando un precedente. La victoria del PSOE en las elecciones del 14-M de 2004, supuso una nueva poca que dara paso a la actual, y que vendra a continuar la labor de los gobiernos de Felipe Gonzlez, si acaso ligeramente ralentizada por el interregno del PP, y muy especialmente en lo que se refiere a la defensa y seguridad nacional, y por consiguiente, a la gestin de las Fuerzas Armadas. Jos Luis Rodrguez Zapatero no era una persona precisamente conocida en el mbito castrense y no daba la impresin de estar muy versado en temas de defensa y seguridad. Nadie esperaba una21

victoria socialista en 2004, y nadie haba considerado realmente que Zapatero poda llegar a convertirse en Presidente. Posiblemente ni l mismo lo haba considerado con seriedad. Por eso, cualquier cosa poda pasar, y efectivamente pas. Para empezar, Zapatero design a Jos Bono como nuevo Ministro de Defensa. Sin duda, haba toda una intencin tras ese nombramiento ya que Bono haba sido su rival en la pugna por el liderazgo del PSOE en 2000, y solo un margen escaso de votos entonces, haba hecho que ahora fuera Zapatero el nuevo inquilino de La Moncloa, en lugar de Bono. Aunque Bono haba sido totalmente rotundo en enero de 2004, afirmando que "en ningn caso sera ministro de ningn gobierno"7, apenas dos meses despus cambiaba de opinin, y aceptaba que Jos Luis Rodrguez Zapatero le ofreciese la cartera de Defensa. Centrista, moderado y muchas veces populachero, Bono era, y es uno de los personajes clave del Partido Socialista. Logr imponerse a los criterios de los gobiernos de Felipe Gonzlez en asuntos como el uso del campo de tiro de Cabaeros en la provincia de Ciudad Real- , para el Ejrcito del Aire, en el que, paradojas de la vida, se enfrent al Ministerio de Defensa, del que ahora se haca cargo. Bono asumi el Ministerio de Defensa en uno de sus momentos ms crticos. La promesa electoral de Rodrguez Zapatero de que las tropas espaolas dejaran Irak antes del 30 de junio, a menos que una resolucin de la ONU avalase su permanencia en el pas rabe, colocaba al Ministerio en el ojo del huracn. El plan inicial de Bono para la defensa no fue otro que cumplimentar las promesas electorales del PSOE, a saber:

Retirar las tropas espaolas de Irak salvo que una resolucin de la ONU avale su presencia. Algo que se revelara mentira y que dejara a Bono en mal lugar. Culminar la profesionalizacin de las Fuerzas Armadas, desarrollando un modelo "realista" basado en la calidad y estructurado de acuerdo con las necesidades tecnolgicas, la modernizacin y organizacin de unos ejrcitos para el siglo XXI, es decir desarrollar la conocida Ley de la Carrera Militar. Que fuera el Parlamento quin se pronunciase sobre la intervencin de las Fuerzas Armadas Espaolas en operaciones militares en el exterior. Un aspecto que a medida que se avanzara en las legislaturas dejara de cumplirse. Aprobar un Plan Global de Calidad de Vida y un Servicio de Apoyo al Personal de Defensa, as como una Ley de derechos y libertades del personal militar y los mecanismos efectivos para garantizar su ejercicio. Mejorar la situacin laboral de los soldados profesionales, impulsando programas de orientacin que permitan mejorar sus perspectivas profesionales al finalizar su contrato. Indemnizar a los familiares de las vctimas del Yak-42, proporcionando pensiones en cuanta suficiente para impedir que se produzcan situaciones de desamparo.

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El Mundo, Elena Mengual, 18/03/2004

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En suma, una serie no pequea de proyectos e ideas altamente polmicos cargados de una gran dosis de demagogia, como, por otra parte, caba esperar, e incumplidos en su mayora, y ciertamente con efectos, posiblemente esperados y buscados por el Presidente Zapatero, pero directamente destructivos para la moral y cohesin de las Fuerzas Armadas. La decisin del nuevo gobierno de retirarse de Irak era, sin duda, legitima. Otra cosa es que fuera apropiada y conveniente tanto desde un punto de vista militar como de relaciones internacionales-, y ms en aquellos das y de forma tan apresurada. Zapatero haba prometido electoralmente la retirada de las tropas, pero eso fue antes del 11-M. El atentado legitimaba, ms que nunca, la presencia de tropas espaolas en Irak, aunque solo fuese por el hecho de no ceder a la amenaza de los terroristas que cometieron la masacre de Atocha. Al tomar la decisin de retirarse, Zapatero ceda ante el chantaje y daba la imagen de un gobierno dbil, incoherente, y ciertamente, no solidario con el resto de los aliados implicados en Irak. La historia lo reflejar, sin duda, as en el futuro. El hecho se agrav considerablemente al no respetar, ni siquiera, los mismos lmites impuestos por el propio Presidente Zapatero de esperar a una decisin de las Naciones Unidas, y adelantar, de forma totalmente unilateral, la retirada, algo que nunca hasta ahora se ha explicado ni justificado desde el gobierno. Para el Ejrcito no fue un asunto fcil. Al margen de la dificultad propia de la operacin, que era considerable, se daba una imagen pobrsima de la nacin, del gobierno y de la actitud moral de Espaa, en un momento de tanta gravedad. No importa que se diga ahora que los aliados lo entendieron, y lo comprendieron, si, pero no es menos cierto que no lo aplaudieron, y las tropas fueron objeto de cierto escarnio y burla. No vale de nada negarlo. Polacos, italianos, e incluso britnicos, acabaran retirndose, pero cuando sus gobiernos lo decidieron soberanamente, y no a resultas de amenazas y chantaje. No cabe duda de que el episodio pasar tambin a la historia como un momento de vergenza para las armas espaolas. Fueron muchos los caprichos y extravagancias cometidas desde el Ministerio de Defensa, bajo Bono, ya desde los primeros das, y la historia continu. Una de las ms notables fue la mentira flagrante efectuada por el propio Bono, cuando en una de sus mejores exhibiciones teatrales, escribi una carta personal, con tratamiento de T, a todos los oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas, anuncindoles que les suba el sueldo en una cantidad tal como para que se le estuviese agradecido eternamente. La carta era de una demagogia sin precedentes, pero tambin representativa de un paternalismo sin lmites y su divulgacin provoc un sentimiento social contrario, en muchos sectores, ya que pareca que se conceda un privilegio sin justificacin a los militares, al hablarse de hasta una subida de un 20%, cantidad que pareci desproporcionada y abusiva en muchos estamentos sociales. La realidad fue muy distinta, ya que la subida de sueldos, se distribuy, en primer lugar, a lo largo de tres aos, y luego fue proporcionalmente inversa a la graduacin, de modo que a la tropa se le acab subiendo la cantidad ridcula de alrededor de 300 euros, en el mejor de los casos, y nada, o incluso se lleg a que algunos sueldos disminuyeran realmente, al pasarse al umbral de impuestos superior, en el caso de algunos23

coroneles. Por otra parte se redujo, para compensar la subida, el complemento de dedicacin especfica asignado a los diferentes ejrcitos, que era de aplicacin graciable, y que, en consecuencia, muchos oficiales y suboficiales dejaron de percibir, con lo que el tan cacareado aumento de sueldo se diluy en casi nada. Los generales y almirantes no se vieron afectados naturalmente, y la cpula militar que ya era la nueva-, no solo no expuso la realidad al Ministro, sino que adopt la misma postura de complacencia y paternalismo. Todo era ya prueba de un patetismo y de un espectculo verbenero que rayaban en el ridculo ms sobresaliente. El perodo iniciado por Bono, y su nueva cpula militar, no iba a estar exento de sobresaltos, en ningn caso. Primero sera, ya en 2005, el accidente de dos helicpteros del Ejrcito de Tierra en Afganistn, y ms tarde sera el asunto del Teniente General Mena, que acabara ocasionando hasta el cese del propio Bono. El mandato de Bono fue breve, en cualquier caso, pero activo. Bono era, y es, una persona activa, extrovertida, y cuyas acciones tenan eco, lo que, sin duda, no era muy del agrado de La Moncloa, ya que quitaba protagonismo al propio Presidente Zapatero, quien no olvidaba que Bono haba sido su contendiente en la lucha por el liderazgo del PSOE. No se puede establecer una responsabilidad poltica directa de Bono ni de la cpula militar de aquellos das, en lo sucedido en Afganistn, pero indirectamente habra mucho que decir y desde luego se poda haber hecho bastante para evitar el accidente. Resulta del todo incomprensible que prcticamente la totalidad de la flota de las FAMET llevara, por aquellos das, casi UN AO en tierra por falta de certificado de aeronavegabilidad, ya que al fin y al cabo, la responsabilidad del citado certificado de aeronavegabilidad era, y es, del Ministerio de Defensa. Cmo es que no se resolvi este tema? Puede concebir alguien que los carros de combate no pudieran salir del acuartelamiento por falta de ITV? Independientemente de la no disponibilidad de aeronaves y de la imagen penosa que se daba, ello tambin motivaba que hubiera pilotos y tripulaciones que no volaban desde haca ms de SEIS MESES con la consiguiente disminucin de operatividad del conjunto. Este era un tema urgente y prioritario, aqu si haba responsabilidades y no pocas, de la autoridad poltica y de la autoridad militar que, con la cpula militar en pleno, estaba, y sigue, empeada en un Sin Novedad permanente, trasnochado, que no lleva a ninguna parte. Como expuso el propio Bono en el Parlamento, en aquellos das, las FAMET disponan de 15 helicpteros Cougar ya solo de 13-, y de ellos solamente CINCO estaban capacitados para lanzar bengalas y seuelos, y tras el accidente, solamente TRES. No se puede entender qu otras prioridades poda tener el Ministerio de Defensa ante una situacin tan pattica, y como la cpula militar, en especial el General Garca Gonzlez y el mismo General Sanz Roldn, no tomaban medidas urgentes e inmediatas. Aqu es donde est la responsabilidad poltica, y la militar por no atreverse a decir abiertamente al Mando que las FAMET simplemente no existan ms que sobre el papel. Las Fuerzas Armadas se entrenaban, y se entrenan, poco y quizs no muy bien, sobre todo debido a la carencia de presupuestos pero ltimamente debido tambin a la falta de personal y a24

la multiplicidad de misiones que los soldados deben desarrollar y que van desde proteger las lneas frreas y los pantanos, centrales elctricas y nucleares ante una posible amenaza terrorista, a su participacin en misiones internacionales. Misiones todas ellas en las que muchas veces no hay ninguna relacin con el verdadero cometido y tareas que desempea la unidad que ejecuta la misin. Enviar tripulaciones de carros de combate, pie a tierra, a Kosovo durante SEIS MESES a realizar misiones de infantera a pie, es una barbaridad, al igual que enviar paracaidistas dentro de vehculos acorazados que no son su medio habitual de empleo. Claro est que no hay ya fusileros ni Infantera suficiente para cumplir con las misiones internacionales en las que el Gobierno se ha implicado. Aqu falla, sin duda, la responsabilidad de la cpula militar. No son pocas las lecciones y consecuencias a extraer de lo ocurrido en Afganistn, y del resto de misiones internacionales en que se participa. Lo importante era introducir medidas que contribuyesen a evitar todo el cmulo de carencias detectado. Una tarea nada fcil, en la que sobre todo se debe dar la voluntad poltica de dotar a los ejrcitos con todo lo que necesitan para el mejor cumplimiento de sus tareas, y la voluntad de los jefes de los ejrcitos de exigir los medios adecuados. Tan fcil y tan complicado, a la vez. No se hizo nada, y aos ms tarde, por poner un ejemplo, la carencia de vehculos protegidos sera un hecho palpable que padeceran las tropas desplegadas. La escasez de helicpteros sigue siendo endmica. El 10 de abril de 2006 cesaba de manera sorprendente el Ministro Bono. Su cese, casi igual de rocambolesco que su toma de posesin del Ministerio, pona fin a un perodo ciertamente llamativo, complicado y que haba tenido no pocos sobresaltos. El Presidente Zapatero se libraba de alguien que le resultaba incmodo a todas luces, y que casi le haca sombra en algunos momentos, y se aprovechaba la circunstancia para poner punto final al control de las Fuerzas Armadas, dejando abierto el camino para todos los desaventurados proyectos que desde La Moncloa se queran realizar. A Bono le sucedi en el cargo, Jos Antonio Alonso, hasta entonces Ministro del Interior, y un antiguo juez, amigo personal del Presidente Rodrguez Zapatero y tambin natural de Len, portavoz del movimiento Jueces para la Democracia entre 1994 y 1998, y considerado como una de las personalidades ms progresistas dentro del PSOE. Jos Antonio Alonso accedi a la cartera de Defensa con un perfil moderado, en anttesis a la estridencia de Bono, y tras la utilizacin que ste hizo del ministerio para sus propios intereses, se lleg inocentemente a creer que Alonso arreglara una cartera de Defensa sin rumbo ya desde haca tiempo. Pero su primera decisin fue cesar al Jefe del Estado Mayor del Ejrcito, el General Jos Antonio Garca Gonzlez, siguiendo con el proceso de politizacin de la cpula militar. Se trataba finalmente de consolidar a los generales y almirantes "afines", frente a los profesionales que no entraban en juegos partidistas. Alonso fue un ministro desconocido para las Fuerzas Armadas, trat de depurar de seguidores de Bono el Ministerio, imponiendo sus propios colaboradores del Ministerio del Interior, y poco25

ms, y obviamente llevaba rdenes para ello, pero ante todo, su gestin fue una gestin vaca, ni le gustaba la defensa ni le gustaban los militares, eso resultaba evidente. Casi result tan malo como Federico Trillo, sino fuera porque ste adems de hacerlo mal, hizo dao a los militares, que esperaban mucho ms de l. Alonso, el amigo de Zapatero, fue, sin duda, firme en sus compromisos, pero no con Defensa sino con Zapatero. Se entreg en cuerpo y alma al pacifismo del presidente del Gobierno, tergiversando el concepto de misin de paz, de misin humanitaria y de cooperacin cvicomilitar para esconder la naturaleza esencialmente militar de las acciones en el exterior. Contribuy al proceso de desintegracin de las Fuerzas Armadas sacando adelante el gran proyecto esperpntico de Zapatero: la Unidad Militar de Emergencia (UME), ya empezado con Bono. Ante el estupor surgido en el seno de las propias Fuerzas Armadas, la cpula militar no se plant una vez ms, dejando una vez ms hurfanas las verdaderas necesidades militares, y hubo quin, enseguida, acept el mando de semejante bodrio a cambio de un ascenso fulgurante. La prdida de expectativas profesionales, la desmotivacin, la ralentizacin de los ascensos, y la degradacin de la enseanza militar son slo algunas de las consecuencias de la reciente Ley de Carrera Militar, que se puede atribuir principalmente a la gestin del ministro Alonso, con la colaboracin de la cpula del momento. Tampoco fue capaz ni le interes-, el ministro Alonso de garantizar la seguridad de los efectivos militares fuera de nuestras fronteras. Alonso se recre una y otra vez en recordar los buenos orgenes de la ISAF (Fuerza Internacional de Ayuda a la Seguridad en Afganistn), que se asentaron en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, arrinconando burdamente el hecho de que la OTAN asumi la responsabilidad de la coordinacin estratgica en el verano de 2003. Impuso restricciones a la libertad de actuacin en los despliegues en el exterior de nuestros efectivos y dej a la improvisacin la compra urgente de material militar necesario para la seguridad de las tropas espaolas. Propici el envo de un numeroso contingente al Lbano bajo el paraguas de la ONU, y de una dbil y ambigua resolucin, que agravaba la peligrosidad de la misin como as sucedi, muriendo seis soldados espaoles en julio de 2007-, y luego desentendindose de ello. En septiembre de 2007, anunciando pomposamente una llamada Propuesta de Capacidades Militares que iba a someter a la aprobacin del presidente Zapatero, el Ministro Alonso destacaba que las FAS iban a contar, as, por primera vez en su historia con un sistema integrado y global que permitira su crecimiento armnico y la mejor racionalizacin de la toma de decisiones. Pocos meses despus, cuando era sustituido por la Ministra Chacn, las cosas seguan como estaban y nada se haba hecho. Sobran comentarios cuando entonces no se haca ni una referencia al problema de verdad candente, entonces, y hoy: los vehculos acorazados de ruedas, o posibles de cadenas, que se envan a las misiones de paz, y a la proteccin con que deben contar contra los ingenios explosivos improvisados (IED,s), ni tampoco a la falta endmica de personal que padecen las Fuerzas Armadas, ni a las bajas expectativas profesionales26

que vienen motivando que jvenes oficiales o incluso cadetes en las academias militares-, abandonen la milicia a una velocidad alarmante. Y, por citar un ejemplo, la compra de vehculos especiales protegidos MRAP se tuvo que realizar mal y tarde. No fue sino una reaccin improvisada a las bajas sufridas y la vulnerabilidad de los viejos BMR, que slo tienen capacidad para resistir minas de hasta tres kilos de explosivo. Slo es uno de los numerosos ejemplos de la psima planificacin en materia de Defensa del Gobierno, y del propio Ministerio, desoyendo las peticiones soterradas del mismo Ejrcito, y del EMAD, si acaso. Si de verdad, la citada Propuesta de Capacidades hubiera tenido alguna realidad y consistencia, no habra habido necesidad de arbitrar estas compras por procedimiento de urgencia, sntoma de que las verdaderas necesidades no estn siendo satisfechas mediante los procedimientos normales, por mucho proceso de transformacin y modernizacin que sugiriese entonces el Sr. Alonso, cuando estaba a punto de acabar su mandato. An as, a fecha de hoy, como es sabido, sigue sin acometerse la plena sustitucin de los BMR,s, por muchos programas nuevos que se anuncien. Francamente, en 2007 sobraba la presentacin tan pomposa de una propuesta, de un nuevo plan, de repetir la palabra integracin, de hablar de racionalizacin, de gestin unitaria para dos aos despus no haber hecho nada de nada. No se puede pensar siquiera que aquello fuese una buena exposicin de buenas intenciones, intenciones ya pasadas de moda, ya viejas, y por supuesto Dj Vu, sino que eran tan solo palabras, de un ministro que cumpla un papel, y sobre las que no haba ningn deseo de acompaarlas con hechos, y que iban destinadas exclusivamente a la galera, a engaar a la cpula militar y a aquellos dispuestos a creer y a aplaudir. Con la seguridad no se debera jugar, y hoy transcurridos ya cuatro aos despus de aquellas palabras huecas, se deberan exigir responsabilidades desde las ms altas instancias vase el Parlamento-, por la inaccin y falta de inters demostradas. El ministro Alonso no hizo apenas casi nada, pero si llev a cabo una limpieza metdica de los restos de oficiales capaces, y buenos profesionales que quedaban y que, en el generalato ya, podan representar algn tipo de disidencia. Alonso heredaba los problemas acumulados por Bono, a los que tendra que aadir los problemas que surgiran en su propio mandato, que no fueron pocos. Ni solucion unos ni otros. Alonso, si no fuera porque nadie hiere como el que se considera adems como perteneciente a la propia familia, podra ser considerado como uno de los peores ministros habidos, pero ese honor todava no se lo ha podido arrebatar nadie a Federico Trillo. Uno de los proyectos ms controvertidos iniciados bajo el mandato de Bono, y claramente inspirado desde La Moncloa, fue el de la creacin de la Unidad Militar de Emergencias (UME), inicialmente considerada como una especie de guardia pretoriana del Presidente Zapatero, pero realmente destinada a liderar la desmilitarizacin de las Fuerzas Armadas. El 7 de octubre de 2005, el Consejo de Ministros tras una oleada espectacular de incendios en Galicia, y27

anteriormente en Guadalajara, con graves repercusiones que ponan de manifiesto serias deficiencias de los mecanismos de proteccin civil-, haba aprobado la creacin de una Unidad Militar con definicin de Emergencias, en el seno de las Fuerzas Armadas. El propsito era simple: la Unidad Militar de Emergencias se ocupara de dar respuesta en situaciones en las que existiera peligro para la supervivencia de la ciudadana o de sus bienes materiales, en los niveles de gravedad que se determinasen en cada momento. Bono no tuvo tiempo material para acometer el proyecto, sera Alonso el encargado de hacer que arrancase, y de que se encaminase de la forma deseada. Pero tuvo, adems, la colaboracin desinteresada y entusiasta de toda la cpula militar, que nunca lleg a presentar ni siquiera la ms mnima objecin. Se puede entender que las Fuerzas Armadas puedan actuar puntualmente en desastres naturales cuando las circunstancias as lo requieran, pero no que se destine toda una unidad en exclusiva a tareas para las que no se ha formado al personal militar. Circunstancia que, aunque no pas inadvertida entre los Ejrcitos y la Armada, aflorando voces contrarias a la creacin de semejante unidad -por todos los esfuerzos diversos que ello conllevaba-, para realizar finalmente misiones impropias del estamento militar, stas fueron prontamente silenciadas desde la cpula. Y lo que menos se poda entender era que la Unidad de Emergencia Militar recibiera beneficios que se les negaban a las propias Fuerzas Armadas para el cumplimiento de sus misiones especficas. Desde 2005 hasta 2008 -fecha en la que se complet la plantilla de 4.310 efectivos-, la UME recibi nada menos que 1.600 millones de euros. La UME, adems, reclut su personal aplicando una generosa poltica de sueldos, no ampliada al resto de la institucin militar, en clara discriminacin respecto del personal operativo militar, y todo ello en plena polmica sobre la aplicacin de las nuevas retribuciones laborales y el nuevo modelo de carrera militar. El Gobierno no va a escatimar esfuerzos para dotar a la UME de los mejores medios humanos y materiales8, sostuvo entonces el ministro Alonso, mientras que para adquirir unos vehculos protegidos contra minas y explosivos improvisados destinados a las fuerzas desplegadas en Afganistn y Lbano, se han necesitado ms de dos aos. La decisin de crear una unidad militar para intervenciones tpicas de Proteccin Civil, detrayendo sus efectivos y medios de los que deberan corresponder a la Fuerza de Maniobra o Ejrcito Operativo, fue, cuando menos, sorprendente, y no cabe extraarse de que la unidad se acabara bautizando en los pasillos de los estados mayores como el capricho militar del presidente Zapatero. Sin embargo, nadie movi ficha. La nueva unidad no sali de la nada, y, sin duda, se aprovech del hecho de la disolucin de la Divisin Mecanizada, como Gran Unidad -cuyo ncleo de tropas divisionario coincida sospechosamente en nmero en cuanto a personal con el personal asignado a la UME-, desarticulando la organizacin existente y dejando consecuentemente a la Brigada como la mayor de las unidades existentes en el Ejrcito de Tierra. Al igual que la Armada, en su da, se convirti en una Marina de fragatas y corbetas, al retirarse de la plantilla las unidades navales8

Julio de 2004, EUROPA-Press

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ms pesadas tipo destructor y crucero, y el Ejrcito del Aire perdi sus aviones de bombardeo aunque nunca fueran muchos tampoco-, el Ejrcito de Tierra pas a ser un ejrcito de brigadas -pocas-, y batallones, sin contar con posibles nuevas reducciones en un futuro prximo. A todo ello ni un solo comentario ni un solo estudio por parte de los estados mayores. Ni pedido ni deseado realmente, pero consentido desde el generalato. Alonso fue, sin duda, firme en sus compromisos, con Zapatero. Se entreg en cuerpo y alma al pacifismo del Presidente del Gobierno, tergiversando el concepto de misin de paz, de misin humanitaria y de cooperacin civil-militar para ocultar las acciones militares. Contribuy al esperpntico proceso de desnaturalizacin de las Fuerzas Armadas sacando adelante el gran proyecto de Zapatero: la Unidad Militar de Emergencia (UME). Ante el estupor de las maltratadas Fuerzas Armadas espaolas, la cpula militar no se plant ante tal brutalidad, dejando una vez ms hurfanas las conocidas necesidades del estamento militar. La prdida de expectativas profesionales, la desmotivacin, la ralentizacin de los ascensos, y la degradacin de la enseanza militar iban a ser slo algunas de las consecuencias del proyecto de la Ley de la Carrera Militar, una de las hazaas del tndem Zapatero-Alonso, con la colaboracin de toda la cpula escogida al efecto. Jos Antonio Alonso fue un ministro que pas sin hacer apenas ruido, por el Ministerio, como subrayaron desde el propio PSOE como si fuera todo un mrito. Alonso decidi seguir con el proceso de politizacin y de purga de la cpula militar iniciado por Bono. Haba que dar cabida a los generales y almirantes "polticos" amigos, y vinculados al poder frente a los profesionales militares que no entran en juegos partidistas para ejercer su funcin. Tampoco fue capaz Alonso de hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de los soldados espaoles fuera de nuestras fronteras. Alonso se recre una y otra vez en recordar los buenos orgenes de la ISAF (Fuerza Internacional de Ayuda a la Seguridad en Afganistn), que se asentaron en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, arrinconando burdamente el hecho de que la OTAN asumi la responsabilidad de la coordinacin estratgica ya desde el verano de 2003. Por el contrario reforz las restricciones a la libertad de actuacin en los despliegues en el exterior de nuestros efectivos, y dej a la improvisacin la compra urgente de material militar necesario para la seguridad de las tropas espaolas. Y como se ha dicho ya, acept enviar a un numeroso contingente al Lbano, bajo el paraguas de la ONU y de una dbil Resolucin que agravaba la peligrosidad de la misin, producindose en el verano de 2007 las primeras bajas mortales, sin poner remedio inmediato. Alonso cerrara su periplo en Defensa sin pena ni gloria, tras las elecciones de 2008. Pero lo ms grave era la pasividad, cuando no su connivencia, de generales como Carlos Villar y Flix Sanz. Mientras, el proyecto socialista de Defensa seguira siendo un completo misterio, aunque se poda intuir un futuro oscuro y un desmantelamiento de las Fuerzas Armadas sin parangn en la historia. Con colaboracin desde la propia institucin militar.29

Se podr criticar o no al Presidente Obama, gustar o no su gestin, pero no hay duda de que posee coraje y grandeza de espritu. Encerrarse en el sancta sanctorum del Ejrcito norteamericano la Academia Militar de West Point-, rodeado de todos los cadetes, como hizo en el invierno de 2009, para explicar como ve el problema de Afganistn requiere valor. Se imaginan al Presidente Zapatero encerrndose en la Academia General Militar, de Zaragoza, con los cadetes para explicar los tremendos desaguisados que afectan a la defensa nacional en Espaa? Inviable, verdad?, imposible e increble. Y sin embargo, Zapatero tiene un buen ejemplo a seguir en la conducta del ex Presidente Felipe Gonzlez, quien al poco de ser elegido se atrevi a engullirse toda una misa de campaa, y los actos consiguientes, en el Regimiento de Infantera Acorazada Alczar de Toledo 61, en el Goloso, en una glida maana del mes de diciembre de 1982, cuando todava coleaban las consecuencias del fallido 23-F. Zapatero no es ni Gonzlez ni Obama, eso est claro. Pero si descuidar la defensa nacional en tiempo de paz es una irresponsabilidad, hacerlo en tiempo de crisis y con una guerra, en curso, le guste o no-, es un crimen de estado, cuyas primeras consecuencias vienen siendo ese goteo de vctimas de la incompetencia militar, que han venido sucediendo en Afganistn, a causa principalmente de la falta de prestaciones del material obsoleto con el que estn equipadas las fuerzas espaolas all desplegadas. Y no vamos a culpar ms ni a la ministra Chacn, ni al general hoy jefe del Estado Mayor de la Defensa, que se limita a asentir, sonrer, y decir que l solamente se cie al cumplimiento de la misin asignada, apretndose el cinturn ante la crisis actual, y repitiendo con firmeza Sin Novedad. La culpa y responsabilidad ltimas es siempre del jefe, y aqu el jefe no es otro que el Presidente del Gobierno. Hubiera sido exponente de una grandeza de espritu, sin parangn, que el Sr. Rodrguez Zapatero hubiera comparecido o compareciese en un futuro prximo-, y confesase pblicamente que su administracin ha fallado en proporcionar en tiempo til a los soldados espaoles los medios que necesitan para el cumplimiento de su misin, una misin que l ha autorizado y sometido a la aprobacin del Parlamento. Y que afirmase su disposicin sincera y firme a resolver el tema con carcter inmediato.

Es una pena que no suceda as, pero cuando han transcurrido ms de 4 aos ya, desde que saltaron todas las alarmas con la muerte de 6 soldados en el Lbano 9, es inadmisible que solo haya un nmero mnimo de los nuevos vehculos protegidos desplegados, y que, incluso, los que se han enviado no se utilicen bien, o como se desprende de lo que cuentan los soldados, todava estn aprendiendo a utilizarlos. Es igualmente inadmisible que un vehculo con ms de 30 aos,9

El Mundo, 25/06/2007

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del que ha probado fehacientemente su incapacidad e inadecuacin para las misiones a desempear, siga en servicio y no se haya dado de baja ya, y tambin resulta inaceptable que se filtren ahora informes que apuntan a que uno de los vehculos elegidos para sustituir paulatinamente al BMR, el italiano Lince de IVECO, no da los resultados esperados, habiendo sido destruidos ya algunos por la accin enemiga. Es igualmente inadmisible que desde el Ministerio de Defensa se distorsione la realidad, e incluso se anuncien ahora negociaciones, que se dice estn estudindose, para adquirir nuevos vehculos, que, como pronto, tardaran ms de un ao an en fabricarse, y comenzar a entregarse, y eso, si no se producen retrasos, como ha sido la tnica hasta ahora. O anunciar pomposamente la prxima contratacin de un nuevo vehculo 8x8, que sustituir al BMR, all nada menos que en 2014, cuando ya se habrn retirado las tropas de Afganistn, como preconiza el Presidente Obama, y en Espaa ya habr otro gobierno. Es triste pero solo hace pensar que se toma el pelo a las Fuerzas Armadas, con la connivencia de los generales, y con el apoyo de las medidas de engao y decepcin orquestadas desde el Ministerio de Carme Chacn. Lo mnimo que se le puede pedir a una autoridad responsable es que sea coherente, que no sacrifique innecesariamente a los soldados de Espaa, y que no se engae sistemticamente ni a la opinin pblica ni a las familias de los cados.

Captulo 3 Carme Chacn, la ministra de DefensaCapitn, Mande Firmes! Carme Chacn, 14 abril 2008, en su toma de posesin del Ministerio de Defensa

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Tras las elecciones de 2008 que confirmaron a Jos Luis Rodrguez Zapatero como Presidente del Gobierno, Jos Antonio Alonso fue sustituido en el Ministerio de Defensa por Carme Chacn. Carme Chacn lleg al Ministerio casi de forma inesperada, y debido mucho ms a sus condiciones personales que a sus propias capacidades personales. Dados sus antecesores, no le resultara muy difcil mejorar la gestin del Ministerio. En contra tena la propia idiosincrasia y parlisis de los propios ejrcitos, especialmente el de Tierra, y su servilismo que no es sino una tremenda falta de lealtad, despus de todo-, el desinters de la nacin y los ciudadanos por la defensa y la seguridad nacional, y, para terminar como obstculo ms importante-, el desconocimiento, la desgana, y la escasa atenci