guadalupe de anda, josé, los cristeros [novela]

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México, Premia Editora s.a., 1937, 193 Pp., (La Matraca, n.19).

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  • LA MATRACA

    LOS CRISTEROS (1937)

    Jos Guadalupe de Anua

    19

    ... ,.,., .................... - ... -.- .... , PQ7297 l .. A6834 j C7 1 1980 ' ej.3 _,,.,~ i

  • LA MATRACA

  • PREMIA editora s.a del folletn a los cristeros ....

    'lj; 7. Ci.J-..

    Jos Guadalupe de Anda LOS CRISTEROS

    LA MATRACA 19

  • ..' ' : .: ~-~ ,

    Jos Guadalupe de Anda naci en 1880 en San Juan de los Lagos, entonces regin recin incorporada, tras carios intentos separatistas, al estado de Jalisco. Realiz estu dios superiores y trabaj como jefe de estacin en los Ferrocarriles Nacionales, puesto que desempe hasta 1914, cuando se incorpor como civil a la revolucin, dan do comienzo asi a su carrera poltica, que durara 16 aos. En 1918 fue electo diputado por el distrito de Los Altos, y en 1930 fue electo senador por Jalisco.

    Como novelista, de Anda encontr su vena en el mo vimiento cristero, que desat una poca de lucha y violen cia en Mxico entre 1926 y 1929, durante la presidencia del general Plutarco Elias Calles.

    Las tres obras ms importantes de este autor son: Los cristeros, Los bragados y Juan del riel.

    Los cristeros (La guerra santa de Los Altos) ( 1937) ha. sido considerada fidedigna en relacin a su ambiente histrico, debido a su imparcialidad; en esta obra, de Anda reprueba los excesos y crueldades de ambos bandos. Narra con gran eficacia un periodo de la lucha en Los Altos, regin donde el movimiento cristero tuvo especial intensidad. Por otra parte, Los cristeros tiene cualidades literarias suficientes para considerarla una de las novelas ms importantes de su tiempo. - .. -t~

    Los. bragados (1942) es, hasta cierto punto, una se cuencia. de Los cristeros, aunque no centra su trama en el

    F-

    PRESENTACiN

    Impreso y hecho. en Mxico Printed and made in Mxico

    ISBN 968-434-268-3

    Derechos reservados por los coeditores: Consejo Nacional de Fomento Educativo Thiers 251-lo. piso, colonia Nueva Anzuree 15590 Mxico, D. F. Premi Editora de Libros, S. A. Morena 425-A. colonia del Valle 03100 Mxice, D. F.

    f. 1 i r. ~

    Superuisin Hilda Bautista, Rafael Becerra, Carlos Mapes, Enriaue M. Limn. Flix Moreno e Hilda Rivera.

    Planeacin y produc:ci6n Direccin General de Publicaciones y Bibliotecas/SEP y Premi Editora de Libros, S. A.

    ~ l

    1 .

  • MEXICO IMPRENTA MUNDIAL

    1937

    La Guerra Santa en lo Altos

    CRISTEROS

    J. GUADALUPE DE ANDA

    LOS

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    E.M.L.

    movimiento cristero. Algunos estudiosos han oisto una mejor tcnica literaria en esta novela.

    Juan del riel ( 1943) es una novela sobre la lucha fe rrocarrilera. Se le considera un valioso documento hist ricosocial.

    Jos Guadalupe de Anda muri en la ciudad de M xico en 1950.

    La novela que aqu ofrecemos, Los cristeros, fue reim presa en 1941. La presente edicin se basa en la versin de 1937, excepto por la acentuacin, que fue modernizada.

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  • (

    11

    -Ave Mara! -En gracia concebida! Don Ramn se baja del caballo y se sienta en el poyo

    de piedra que se extiende a lo largo del patio, donde des- cansan doa Maria Engracia y doa Trinidad.

    Es la hora romntica de los crepsculos, cuando las aguas dormidas de las "tanques" se tien de sangre y aparecen tupidos batallones de tordos bullangueros, en-

    . negreciendo el cielo. Pero aquella gente no suea ni se conmueve con estas

    cosas. Doa Trinidad hace cuentas con los dedos sobre los das que faltan para que salgan las gallinas echadas, don Ramn se quita las espuelas haciendo clculos sobre el nmero. de toros que hay listos para la capazn de la semana prxima, y doa Mara Engracia, con e) rosario en la mano, reparte sufragios, equitativamente, entre todos sus muertos.

    -Cmo t.e fue, hijo? . -Pos bien, madrecita; arregl el asunto de Policarpio,

    mejor que lo que yo creiba. Mil pesos al juez, quinientos al diputao, una vaca parida y una carga de calabazas al secre- tario, fue todo lo que cost la muerte de Estanislao. Con esto, Policarpio ya qued tan libre como Jalisco; ya puede bajar al pueblo.

    -Vaya, bendito sea Dios ... ! Despus de todo, l no tuvo la culpa: tres contra uno, no hizo ms que defenderse _ . Hasta cundo, Dios mo, se acabar esta larga cadena de muertos! -exclama suplicante, levantando los ojos al

    EN LOS PIRULES

    .. ..

    ,: !'

    .' ;,. ;1 ... ,; ...... .. , ...

  • .13

    -Pero qu culpa tienen esos probes hombres. : : Ellos ni mandan, ni dan las leyes; lo nico que hacen es estar pegaos como becerros mamones a las ubres del gobierno, .y esquilmar al prjimo con las contribuciones y las mordidas, que antes se llamaban buscas ... Que por lo tocante a creencias, y pa' que no se les caiga el giieso, podrn decir y gritar que viva la revolucin! y presumir entre ellos de comer curas y acabar con los santos; pero si les abres la camisa, vers cmo llevan una torta de rosarios y escapu- larios, y a las escondidas van a misa, rezan y se confiesan como todo buen cristiano.

    ''Y eso no creas que es noms con los empleaditos de a cuartilla; no, Maria Engracia, eso lo ves en algunos diputaos y en munchos de los grandes polticos, que en cuanto sacan la tripa de mal ao, cambian de parecer, y ans como te digo, por un lado vociferan y hasta quisieran empedrar las calles con cabezas de curas; pero si los oservas bien y vas a sus casas, te encuentras con que sus viejas

    tienen las paderes cubiertas de santos, y a sus muchachos los mandan a las escuelas de paga, con los padrecitos, pa' que se hagan santos, alternen con los nios decentes y no se revuelvan en las escuelas del gobierno con la gente pelusa ... "

    -Eso a m no me importa. Pa' m, chicos y grandes, todos los del gobierno son unos desgraciados que deberan estar ardiendo en los infiernos. Ora, si no fueron ellos, entonces quines cerraron los templos y corrieron a los probes padrecitos? .

    -Pos asegn oi dicir all en el pueblo, en presiencia del coronel Limn, La Zorra y Moiss La Changa, jueron los mesmos padrecitos que se declararon en gelga, porque no les cuadran las leyes del gobierno, y dijeron: "nosotros no tenemos ms jefe que el Papa; no nos registramos, ni dicemos una misa ms, ni bautizamos, ni echamos respon- " . . sos. . . y se 1ueron ... -Qu leyes, ni qu gelgas, ni qu nada! A m no me - -~- - enredes con tus cuentos; ya te digo, todos, desde el ms grande al ms chico, de la gente del gobierno, son una

    cielo-. Primero, mi difunto Raymundo; despus, mis dos ~'. hijos, matados por esos maldecidos Hurtados. . . Y toda esa malquerencia que viene desde hace tantos aos, haber ~ sido por unas cuantas caas!; por un dao que no vala doce riales ... ! Pero su Divina Majestad, que nos ve y nos juzga, ha hecho justicia: de los Hurtados, ya van cinco con ste ...

    Al resultarle favorable la cuenta de los muertos, la abuela calla; satisfecha y conforme con la ventaja ...

    -Y el pueblo, cmo est? -Uy!, uy!, uy!, madrecita! Haga de cuenta un

    camposanto; ni un alma en la calle; todas las casas cerra- das.como si hubiera muerto tendido; las tiendas a medio abrir, y las campanas toque y toque todo el santo da, para que la gente pida a Dios que remedie los males de la Iglesia.

    Llegan to Alejo y Felipe, el hijo menor de don Ramn, y se incorporan al grupo.

    Muge la vacada entrando a los corrales. Berrean los becerros. Alegan en voz alta, en disputa de campo, las gallinas. Traquetean a lo lejos las carretas, camino de los trojes,

    y se presentan las primeras avanzadas de la noche ... -Hora con lo del boicot o como se llame -prosigue

    don Ramn-, no se oye ni un ruido, ni suena una cuerda por las calles, ni dejan vender los siores de la Liga "ape- tito" cual ninguno; por eso no les traje el bocadillo de coco que tanto les cuadra. Cmo estar Ja cosa que a los probes empleaos del gobierno no les quieren vender ni un tlaco de sal ...

    -Muy bien hecho! -dice airada la abuela-; a esos infelices ni agua ... Veneno era bueno que les vendieran para acabar con ellos ...

    -Pero por qu, Maria Engracia? -se interpone to Alejo.

    -Y me lo preguntas? [Brutol Qu no has visto Jo que estn haciendo con la Iglesia y los santos padrecitos? Bestia!

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    . 1

    Llega Policarpo cantando, con una reata en la mano .. ..... . Es el h110 mayor de don Ramn. . . . .. -O!e, t -le grita ste-, ordena que les den agua .a..

    las bestias y las suelten en el potrero de enmedio, y luego vas a ver cmo est de pastura El Carey.

    . -Pero, hijo, onde tienes la cabeza? -le observa car~osamente doa Trinidad su mujer-. Qu ya te se olvid que maana tienen que ir t y los muchachos a fa pelegrinacin de desagravio a Nuestro Padre Jess, que va a haber en Caballeras, despus de misa? Si sueltan los caballos, maana los agarran a modo de rguenas y van a llegar all -mala la comparacin-, como la recua de. to Gargajo ....

    -Que por floja y cansada toda en junto valla un puro ... -:-termina la frase to Alejo.

    -Caballeras no est ai noms traslomeando -con- tina doa Trinidad-, hay que madrugar y talonearles macizo a los caballos pa llegar a buena hora.

    -No, no; sultenlas, sultenlas; tenemos muncho qui- hacer maana. . -Cmo, cmo, cmo ... ? -inquiere, alargando su

    percudido pescuezo doa Engracia. . -Que ai iremos otro da a la pelegrinacin, porque maana hay muncho quihacer,

    -No, seor; Dios primero que todo. . . -Pero, madrecita ... tenemos que reforzar la presa,

    capar.unos puercos, curar unos bueyes y preparar la tierra pa'l trigo. No podemos ir.

    - Ya le digo a usted: Dios primero que todo. l pro- veer. Don Ramn se rasca la cabeza contrariado; pero no

    puede desobedecer a su madrecita. . -Mira, hijo -le dice notando su contrariedad-: al

    que es buen cristiano Dios lo ayuda. San Isidro labrador, cuando andaba en este mundo arando la tierra, dejaba el

    .. arao a medio surco y se pona en oracin; entonces, Dfs" Nuestro Seor, en recompensa, mandaba una pareja de ngeles que siguieran arriando la yunta. . . i Y vieras visto

    14

    De la Sierra, morena, vienen bajando, un par de ojitos negros, Cielito lindo! . de contrabando . i:

    Noche de plenilunio, de dulce tranquilidad campesina. Ladran los perros, espantados con las sombras, y en

    el monte allan los coyotes. En los jacales ronronean los metates, lloran los cros

    y se escuchan lnguidas canciones lugareas, acompaadas por un organillo de boca.

    :

    .pandlla de ... -Ah!, se me olvidaba -vuelve otra vez don Ramn-:

    al rnaistro de la escuela del gobierno, unos curros lo echa- ., ron a la presa con todo y trapos, porque dizque les deca a los muchachos que no haba Dios.

    -Alabaos sean los Santos Nombres! Y se sali el condenado? -pregunta temblando la abuela-.

    -S, como ratn hogao en la manteca; todo atascao de lodo, despus de haberse tragado un cntaro de agua cuando menos.

    -Pos yo, en lugar de esos seores, le haba amarrao una piedra en las patas pa que nunca hubiera asomao la cabeza ese impo ...

    -Pero, hombre, Mara Engracia, qu corazn tan negro! ... -mueve la cabeza to Alejo.

    -T cllate, viejo cara de cuajo! ... Arrastrao!, que en lugar de estar con el rosario en la mano, pidiendo a Dios misericordia, porque ya andas "dando las tres y ltimas", con las patas como quien dice en la sepoltura, ests defendiendo a los maldecidos judos del gobierno. . . "

    To Alejo re con socarronera, tuerce un cigarro de hoja; saca su eslabn y su yesca y a poco su cara de ermi- tao se ve envuelta en un :reguero de chispas.

    !' !'

    .

  • 17

    alegrada con canciones y balazos que hasta la barranca-. . se oiga ... !

    P . . ? - ero ya tan VIeJO .... -Adis, t ... Si el corazn no envejece, el cuero es

    el que se arruga; todava se me rebullen las ganas aqu adentro ... Mah. , . ! En mita~l de la cocina encalichada, iluminada con un mechero que pende de la pared, est la mesa de palo, cu- bierta con un limpio mantel de manta cruda. En derredor, burdos platos vidriados, grandes jarros de leche, y un riqu- simo queso fresco enrnedio.

    Don Ramn y sus hijos se acomodan dejando recar- ~ados sus sombreros en las patas de las sillas.

    To Alejo se sienta con los pies a lo largo, cerca del fo~n .

    Los perros descansan en los cuartos traseros, en derre- dor de la mesa. mirando con ojos suplicantes a sus amos, y el gato. echado en un rincn, murmura haciendo girar sus Qjos fosforescentes.

    Doa Trinidad sirve la cena. Una robusta campesina de senos abultados y gruesos

    hrazos desnudos, aviva a resoplidos la lumbre del comal pma que no falten las tortillas que engullen con envidiable apd ito y asombrosa rapidez los tres rancheros.

    La ahueln. en su silla bajita, pegada a la pared, con d rosario en la mano, sigue en la piadosa tarea de sacar nima cid purgatorio.

    -Hamn. m

  • :~ . qu se iba a meter en otra!, si cuando.la Cbinaca, votri :." .. tuerto, cojo, muerto de hambre y empiojado. .. . . . .

    Y se encontr su ranchito hecho garras; su e;asah&s.tlt sin puertas; con los puros adobes. De animales, no ie haban dejado ni los perros, y lo ms grave. del caso; .. a Genoveva su mujer con una cra de tres meses, despus de haber estado separado de ella por ms de dos. aos. .. '

    Tan . buen creyente como 'don Ramn, se confesaba cuando haba misiones y. traa el peludo pecho constelado de medallas, reliquias y escapularios. De todos medos, 'a las revoluciones les haba cogido asco, y a los padrectos los vea con recelo. Slo Policarpo sonrea y aprobaba con marcados movimientos de cabeza, los reproches y. desaho- gos de su abuela.

    Carcter aventurero, valiente, fanfarrn; buen tirador, amante de las armas, los caballos y los balazos. Si en la revolucin del 15 ha tenido la edad, hubiera sido uno de los famosos generales de Villa.

    Por eso en esta ocasin estaba encantado de la opor- tunidad que se le presentaba para llegar a general.

    -Pos s -prosigue la abuela-; en todas partes. hay buenos cristianos que ya andan defendiendo su religin; pero lo que es por estos rumbos parece que ya se acabaron los hombres. Estn viendo que se persigue a los probes padrecitos como si fueran unos criminales; pior que perros del mal; que se meren a las iglesias. y . se . roban cuanto incuentran, machetean santos y hacen estropicio y medio con las cosas divinas, y es lo mismo; se quedan con tamaa carota, noms diciendo: miren qu caso ... !

    -Quin t.e ha con tao eso, Mara En gracia? Son men- tiras. En esta ocasin, ni se han metido a las iglesias los "pelones" ni han macheteado santos, ni se han robado nada. Vieras visto cuando la Chinaca ... ! Antonces s, Rojas, Blanco, Pueblita traiban a los padrecitos de la cola,

    :ij macheteaban los santos y se llevaban cuanto . se. neon- ;, .. traban en los templos. Solamente del Santuano de San-_,"'",. i" Juan, se sacaron veinte carretones cargaos con puros pesos

    fuertes, y se hubieran . llevado hasta el templete de 18. 18 . :,.'.; 18

    temor. . . die~a. Aseguran que el padrecito Vega anda ya con.ms de ~~en ho~br~s por el. R~ncn de Chvez; que el tuer to Damin trai mas de veinticinco endevidos por el rumbo ~e San Gaspar, y que un tal general Valijas, de Tecualtich~, Y un tal Juan Siete Pistolas, andan juntando gente. Ans es que ya vers; anda muy revuelta la cosa ... Y no creas, aqu tambin se nota muncho desasosiego entre la gente. ~l da menos pensao hay un Ievantadero ... que hasta rechinen las cueras ... !

    . -Pos yo no s lo que esperan +vuelve a agitarse la ancrana-c; yo, de hombre, desde cundo andara ya en la bola ... -y voltea hacia la mesa donde estn los tres hombres-. Pos qu es poca cosa lo que han hecho esos ~aldeci~os judos del gobierno con quitarnos a Dios de- jarnos sin misa, sin confesin y sin padres que lo auxilien a uno a la hora de la muerte?

    D.on Ramn, '!e la ~scucha, aviva el cabeceo; lan~. . estrepitosos ronquidos, simulando estar dormido, y se '; rasca con funa los sobacos. . ::

    ~l no era de armas tomar, ni le gustaban las bolas. Era un hombre de paz, que no se meta con nadie un

    hombre de labor, que fatigaba desde que Dios amaneca hasta el anochecer.

    Para l sus tierras, sus animales, sus tratadas, sus caballos, y san se acab ... Qu se iba a meter en camisas de once varas, ni qu le_ iba a buscar tres pies al gato ...

    Un buen creyente si: ao por ao haca los ejercicios cuaresm~les y descargaba su conciencia; rezaba al acos- tarse, ~a~a~a los domingos a misa y pagaba sus diezmos con relig1os1dad.

    Felipe, ~studianU: destripado del Seminario, haba dado un radical cambio de frente. Estaba convertido en un hereje, segn el decir de las mujeres.

    Y como ni su madre .ni su abuela saban leer, en lugar de ~exts sagrados y latmes, lea novelas audaces, libros anbclencales y socialistas, y formaba parte del grupo avanzado del pueblo.

    To Alejo, que ya saba lo que eran esas revoluciones,

    .. ~ . .

  • ,, . , .. J ':. .

    Cinco mil azotes lleva en sus sagradas espaldas ... Y una corona de espinas que sus sienes taladraba ... Gracias te doy, Gran Seor, y alabo tu gran poder.

    Por all pas Jess. Lleva una soga en el cuello y carga sobre sus hombros una muy pesada cruz ... Gracias te doy, Gran Seor, y alabo tu gran poder.

    desatado la lengua a su incrdulo sobrino. . Felipe se retira, apenado de haber causado semejante

    exaltacin a su abuela; mujer sencilla, compasiva y buena; pero en el caso religioso, intransigente e inexorable como un inquisidor. , . Todava temblorosa la abuela, comenta con to Alejo:

    - Todo eso lo sac Felipe de juntarse con los catrines del pueblo, y de ai viene que est hecho un .fariseo de descredo te aseguro que ya no sabe rezar m el Padre Nuestro. ~ . Y de todo tiene la culpa este viejo pachorrudo de su padre ... Yo, en su lugar, desde la hora y momento que el muchacho no quiso seguir en el seminario, lo haba pegao al arao y le haba puesto una cinchiza que hasta el mismo Nio Dios hubiera hecho pucheros .

    La casa de Los Pirules qued en silencio. Afuera, sobre los campos dormidos, resplandeca una

    luna como la mitad del da. Y de entre los milpales rumorosos salan como lamen-

    tos las atipladas voces de los veladores, cantando el Ala- bado ...

    20

    Virge~ si no se quedan engarruaos, como castigo, los que le pusieron mano P. levantrselo. Ora qu ... !, ni ha habido esos abusos, m la gente, safao aqu en Los Altos tiene ganas de peliar por esto! No, Mara Engracia ya .. pas la poca de esas guerras. '

    -Es verdad, to Alejo. Ahora slo se pelea por la rei- vindicacin proletaria -tercia Felipe, haciendo alarde de . erudcon-, Por matar en esos hombres de espritu fenicio, . que se llaman patrones, esa insaciable voracidad de oro ese callo de lucro con que tienen cubierto el corazn y la con- ciencia, para que el trabajador mejore sus condiciones de vida; gane mayor salario y adquiera derechos que nunca ha tenido.

    La abuela est desconcertada, oyendo aquellas cosas que jams haba odo. To Alejo, asombrado de la elocuencia del sobrino

    est boquiabierto sin perder palabra. ' . -Ahora se pelea -prosigue Felipe- por quitar a los terratenientes las tierras que se han robado, para darla a la gente del campo, que es la que la cultiva y fecunda con su sudor y esfuerzo. . . Ya pelear por los santos es cosa muy aceda, eso ya pas a la historia, convencida la gente de que por la mediacin de aqullos, ni se les ha aumen- tado el msero salario, ni se les ha dado una vara de tierra. Hasta ahora no s.e ha sabido que San Crispn, zapatero, ni San Pascual, cocinero, hayan bajado del cielo a intervenir en las huelgas. Ni que San Isidro labrador haya venido a hacer causa comn con los camaradas agraristas -y eso que cuando anduvo en el mundo ha de haber estado igual que nuestros pobres labriegos: a racin de hambre- .

    -Cllate, mal hablado, flasfemo, lengua de sapo ! 1 -estalla la abuela-. Meter en tus herejas a los santos del :~~ \ delo ... ! Alejo, dame de ai un tizn pa quemarle el hocico a este condenado, que ni parece ser hijo de quien es ... ! ,Vl~~me Dios bendito, lo que nunca haba pasado en mi familia, de tener entre ella a un fariseo, a un masn ... ! Santo Dios de mi vida ... !

    To Alejo se queda patitieso, arrepentido de haberle

  • 23

    Todava brillaban las estrellas. Don Ramn asoma la cabeza por la ventana de su

    cuarto que cae al patio; escudria el cielo buscando el luce- ro del alba, y se retira exclamando: -Ah, chispeaol; ya

    . comenz a alear la grulla! Y a es hora, muchachos ... ! Policarpo y Felipe se levantan con presteza. To Alejo ya anda en el con-al alistando las bestias. Doa Trinidad enciende la lmpara de alcohol para

    hacer el chocolate en agua que siempre toman al levan- tarse aquellos rancheros, y doa Mara Engracia, todava recostada, masculla con voz gangosa sus primeras ora-

    , clones. Cada quien ensilla su caballo. -Oye, Felipn, pos pa qu ftiites a agarrar ese caba-

    llo? Qu no sabes que los caballos tordillos y los pendejos, se echan de ver dende lejos? . . . No, saca la potranca alazana ... ! .

    Felipe re y cambia de cabalgadura. -Hombre!, hombre! -vuelve otra vez to Alejo con

    Felipe-: acomoda bien tu freno; qu no ves que el que al enfrenar su bestia no le arregla el capote, es sacristn o padrote ... Esta es ley de los rancheros.

    Y a casi revienta el da. Comienzan a percibirse los primeros rumores del amanecer, y los gallos inician su alegre trompetera. Embozados hasta el cuello en sus pesados jorongos, don Ramn y sus hijos abandonan Los Pirules, rumbo a Caballeras.

    LA PEREGRINACiN .; . 1 I : ! :

  • .25

    Ai viene ya la mquina pasajera . Ai viene ya la Ferrocarril Central . Te acercates a los rieles, comensates a llorar. , No te acongojes, Chatita, que no te voy a deiar! -branla que lleva bala ... ! -grita Policarpo, abrin-

    dose paso a caballazos en un grupo de rancheros amigos. Donde andan las aguilillas, no rifan los ga.vilanes, ni las naguas amarillas aunque les pongan olanes ...

    Aqu est Policarpio! Y al que no le guste el "aigre", ... --- que me chifle. . . la tonada ...

    dices con cunto juega, a qu horas y nde, . .. . , El ranchero se da un restregn de barbas Y mira. CQn

    disimulo el encuentro, la anchura, la rionada Y las patas del caballo de don Ramn. -No, sior amo; es muncha .bestia la suya pa' mi probe animal. -Hum ... ! Vienes muy negao, Chancharras ... Qu muncha bestia, si es un vil garrote ... ! Por lo dems, con miedo que tengas, basta. . . . -Mire l'amo: pa que vea que soy salidor y que no conozco el miedo se la cambio; yo corro su caballo. le doy claro y el lao de l~ vara, y se la juego con doscientos pesos y doscientos riales para luego, luego ... -Ja!, ja! ja .. , ! Ah qu diablo eres, Chancharras!

    Ora s que quise salir a robar y me salieron los ladrones. ~ . -Pos s, l'amo; su merc quera hacer abujeros onde

    hay tuzas ... Se quedan silenciosos. Los caballos pespuntean el camino, alargando el pes-

    cuezo, querindose ganar uno al otro la delantera. Felipe dormita, con la cabeza clavada sobre el pecho,

    suelta la rienda de su cabalgadura. To Alejo no ha dejado de cantar:

    .... 1::

    .. 1 1. '.

    Al entrar al camino, feligreses ms madrugadores ca- minan en grupos hacia la Congregacin.

    -Buenos das le d Dios, don Ramn. -Buenos te los d a ti, Chancharras. -Pa' onde va su merc? -Pa' Caballeras; a la pelegrinacin. -Ah!, pos yo tambin voy pa' all; si gusta le har

    compaa. -S, arrmate. Qu sabes de la refolufia; se vendr la bola? -Pos oiga, ramo, yo creo que s. La gente, y sobre todo las mujeres, estn muy alebrestadas. Nicolasa mi mujer dende ayer no me ha dejao en paz, hacindome cargos de conciencia si no vena a la pelegrinacin. Y ust sabe, don Ramn, lo que son las mujeres ... Sobre todo cuando train encima a los padrecitos, no lo dejan a uno ni resollar; todo el santo da estn friegue y friegue ...

    "No embargante de que dej mis laborcitas tiradas, aqu me tiene en camino pa' la pelegrinacin; pero hasta ai noms, que lo que es la bola no me meto." -Haces bien. A ver, qu trais? qu compras? qu vendes? con qu tratas? -Pos l'amo ... Con qu quere que trate un probe como yo? -Con algo, hombre; ya ves que a m me gusta el rejuego; no en balde me dicen Ramn "tratadas".

    -Pos s, seor; pero ... -Te har una carrerita. El ranchero aguza los odos para no perder detalle. -Mira: le echo este matalote, orejas caidas, en que

    voy montado, que como ves ya no puede ni con las pezu- as, a esa yegua retinta que trais. Tu boca es medida: t

    Y a estn cantando los gallos, chaparrita, ya me uoy ...

    Al final, to Alejo, con sus cueras bordadas y su som- brero de vueltas, tararea con voz ladina:

  • ... .. y echando bendiciones con la pistola, y luego all El Q.>- . yote, oiga qu alaridos tiene. Y eso que vienen a desagra- viar a Dios Nuestro Seor ...

    -"Y por miedo a qu Coyote no baja mi chivo a la agua!" =grita El Tragarratas rayando enloquecido al . caballo tordillo que monta .

    -"Y noms no regelvas la agua, porque ans l'as de beber, jijo de la pintada.: J" L-e contesta el Coyote, arris- cndose el sombrero.

    -Canijo! Si parece que andan enyerbaos =comenta to Alejo-. Esto me gele a plomazos ...

    Al pasar los peregrinos frente a las cruces, se descu- bren respetuosos, persignndose y mascullando oraciones.

    "Hoy por ti y maana por m" -dicen al reanudar su camino. La noticia de la peregrinacin atrajo hacia Caballeras a los fieles creyentes del contorno y de lugares y rancheras remotas.

    Las callejuelas y la terregosa plazoleta del villorrio, estn henchidas de gente.

    Podra creerse que aquello era una feria. Hay puestos de comistrajo y baratijas en torno de la plaza y al hilo de las calles.

    Murgas callejeras, que tocan lnguidos corridos, orga- nillos llorones y loteras.

    De todas partes se eleva un rumor de turbamulta. Ladridos de perros huraos, rezongos de cerdos vaga-

    bundos, relinchos de caballos alborotados; ruidosas carca- jadas y gritos destemplados de resgatones y baratijeros,

    En el centro de la plaza, las piramidales copas de los sombreros de palma surgen de entre la multitud, como cornamentas de reses encorraladas, y heridas por los rayos de] sol, brillan en los cuadriles de los santos peregrinos las siniestras quijadas de las pistolas.

    Estampas de santos y trapos multicolores adornan las , '-~' d 1 id h d d be chaparras y ' puerl.4.c; e as carconn as casuc as e a o . , --.,....,.-~

    contrahechas, y en la parte superior, inscrito con cal sobre ; los muros: "Viva Cristo Rey!" 1

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    Y a se divisa el parduzco campanario, a cuyo derredor se agrupa el casero, ceniciento e informe, con sus corrales de ramajes y piedra, rganos y. nopaleras.

    El villorrio parece asfixiarse con la aglomeracin de tanto peregrino que congestiona sus retorcidas callejas, y todava sobre el camino real y veredas que bajan cule- breando de los cerros, se escucha el ruido de caballos y la alegre algazara de creyentes que llegan, atentos al llamado del padre don Filiberto, amantsimo pastor que cuida de todo aquel rebao de fieles cristianos.

    A la entrada del poblado, de trecho en trecho, sem- bradas a los lados del camino, aparecen hileras de cruces entre los matorrales.

    Unas, grandes y suntuosas, bien pintadas, miran, er- - guidas, hacia el cielo. Otras, humildes y pequeas, desla- vadas ya por las lluvias y el sol, se inclinan abatidas hacia abajo.

    Con leyendas inscritas en sus brazos abiertos, deman- dan suplicantes un Padre Nuestro y un Ave Mara por las nimas de los que all han cado.

    "Donde no hay cruces, no hay hombres", se dice por all. Y aquella es tierra de hombres.

    Caballeras, el cantn de los valientes, a donde se va a misa los domingos y fiestas de guardar, y luego, a la salida, a buscarse los que tienen agravios entre s; cues- tiones de linderos, daos por ajustarse, rencillas y renco- res pendientes, para liquidarlos a balazos.

    Es el lugar de cita de los panteras: de los abrabados, donde se goza de toda impunidad y se tiene la ventaja de contar con el santo padrecito que se encarga de conducir al cielo las almas de los que caen y colocarles su cruz ... Qu ventaja mayor!

    -Oiga, to Alejo, esto me da mala espina -:-le dice don Ramn-. Se me afigura que aqu va a haber un San Juen rasgao ... Fjese, los meros apanteraos; los. matones que nunca asoman las orejas por otras partes, porque los trai de la cola la justicia, son los primeros en armar el borlote, Mire cmo anda el Tragarratas perdonando vidas

  • 28

    1 ..

    ' ...

    Las dos campanas del templo, que suenan a cazos rotos, parecen despedazarse, enloquecidas, dando la ltima llamada. . Se produce un sordo rumor entre la multitud, y los santos peregrinos con el sombrero en la mano y la frazada a rastras se precipitan en tropel hacia la iglesia que est engalanada como en las grandes festividades. Por doquiera brillan los cirios y aparecen ramilletes de flores de papel; de las vidrieras se destacan aureolas de oro, que van a iluminar los severos rostros de los santos.

    Al entrar, el cura los forma de cuatro en fondo Y pasan a besar las laceradas manos del Seor de la Hu- mildad.

    Aquello se asemeja a un desfile bblico: Van ah hombres de aspecto judaico, altos, recios, barbados, cabeza enmaraada y boscosos bigotes.

    Viejos encorvados, de caras apacibles y luengas barbas blancas, que parncen profetas. .

    Muchachos montaraces, de cara rubicunda, ojos azu- les, muertos e inexpresivos, que parecen venidos de las tribus de Abraham. Al retirarse, se abren las bocas de las vboras, se desa- tan los nudos de fajas y paliacates, y por largo ra~o se oye el metlico gotear de las monedas sobre la reluciente bandeja. Despus, sentados en el suelo, sobre sus fra~d~, el sombrero entre las piernas, escuchan con todo racogimiento el sermn. . -Como los Cruzados en los heroicos tiempos de I.a Iglesia, nosotros, soldad~s. de Cri~to, debemos u a morir por l -dice con voz pattica el parroco.

    "Este gobie1no impo, despus de habernos arre~atado el patrimonio de la Santa Iglesia; despus de hab~r d~ctado leyes que nos amordazan y conculcan l~s conciencias d~ los nios, nos cierra los templos, nos pe~s1gue com~ a unos criminales, y nos quiere arrebatar a D10s, entregandonos maniatados a Satans ...

    "Mas no hay que dejarlo; hay que ir contra l! hasta

    ; ... .: !S .. h~;~~;~>=:.~\.:~: 1 . . l

    aniquilarlol: hasta acabar con el ltimo judo de ~H~f1>. ~ '; . l -grita enardecido. . '.. ~

    Los labriegos se miran entre s, sorprendidos del 'sesgo !. aue se est dando a la peregrinacin, . ,

    Felipe los observa y nota cmo tosen los hombres de ~ bien para disimular su turbacin y fijan sus inquietas mira- das en la doliente cara del Divino Seor, como interro- gndolo, o voltean alarmados hacia los santos, cuyo aspecto 'inmutable los confunde, obligndolos a inclinar la cabeza, resignados, perplejos.

    Descubre las miradas expresivas de los turbulentos, que parecen decirse: "Ya se hizo" ... Y contempla al fin el aspecto bonachn de los irresponsables, que slo bos- tezan, se araan la cabeza con sus uas ganchudas o se

    rascan con displicencia los sobacos. Quiere retirarse; pero es imposible, las puertas estn

    bloqueadas de gente. Por otra parte, no quiere contrariar a su padre; hombre de buena fe, sano, sencillo, que est abierto de brazos, en cruz, rezando una estacin con los ojos cerrados; ni tampoco lastimar el sentimiento religioso de su madre y su abuela, que con tanto inters los mari- daron a la peregrinacin.

    Se resigna a seguir escuchando aquel sermn, que ms que esto es toda una proclama subversiva.

    -Hay que ir, pues, a la lucha -prosigue ~l .se?r cura-, a morir por Dios Nuestro Seor; a exterminar sm consideracin a los impos. Los que caigan, desde ahora les digo que encontrarn abiertas las puertas del cielo. Los maloscristianos, los catlicos tibios, los timoratos que no oigan en mis palabras la voz del Seor; los irresolutos que no atiendan el llamado que Dios Nuestro Seor les hace por mi conducto, que se queden en sus casas, que al fin Su Divina Majestad se los tomar en cuenta a la hora de su muerte, y sentirn en vida el peso de su justicia.

    Los labriegos se agitan inquietos y sacuden azorados .... tas revueltas cabezas, mirando hacia todas partes. Algu- nos, impresionados, se inclinan con humildad y se golpean el pecho con fervor, decididos a ir a morir por Dios, t.e-

    . . ..~ . ........

  • .... , .. ; ...
  • cuello del barboquejo. :U nos dormitan de bruces sobre la mesa, otros alegan . y manotean.

    Y todos por igual, ostentan en los peludos pechos, a travs de la entreabierta camisa de manta, una maraa de cintas, rosarios y escapularios. Del cuadril les penden sendos pistolones 44.

    Las bestias, con la cabeza baja, patean aburridas, sacudindose las moscas con la cola, remascando los frenos.

    Cruzadas las aciones sobre las sillas para que no se asoleen, quedan a descubierto los pandos machetes amozo- queos y las reatas de pita, que se antojan serpientes. dor- midas.

    Algunas carabinas asoman sus trgicos hocicos por sobre los costillares de los animales.

    -A ver unas hojas, t, Maria! -ordena Simn El Cuije, clavando sobre la puestera sus ojos pardos, color de tierra.

    -S, orita -contesta halagea. Al moverse le tiemblan las robustas caderas y los

    senos volcnicos, opresos en una blusa roja. -Cuntas, t? -interroga sonriente. -Pos a ver, cuntanos. -Con tripas?

    M . l ' -6 e parecen ne es .... Mara saca de debajo de la mesa una botella de aguar-

    diente y en una copa mide la racin que va a poner en cada taza.

    U ' 1 ' hul ' l l C . . N' - y., uy., 1uy. 1c a .... -exc ama e UIJe-. 1 1 que juera veneno! Echale copa) al santo mas que le jumes las barbas ... ! [Hasta que se redame! Ya sabes, chata, que yo a ti te pago hasta los malos modos ... !

    La baa con una mirada preada de lascivia, y le arroja con fanfarronera un puado de pesos sobre la mesa. . . i

    -Ai tienes, y si no alcanza, me avisas... .,.: 1 La puestera sonre y le tira picaresca un beso entre ! los dedos, congestionados de anillos. . . : ; ~:: l

    Herculano El Rudo, que tambin apetece a La .: ~,~:, .. .... ~:: .. ~>f ~~(~ . . . ij:~.:~;~.:~~-~~"'g;~

    . . '. . . .... ~ : :.: ... ,., .. ,., ..

    32

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    mos a hacer a San Juan. Pa' trair una carta no se nece- sitan tantos ... -lo interrogan algunos.

    -Qu ya les entr fro? tasajos ... ! -:-No; pero siempre en deber de uno est saber a qu

    se le tira, o pa' que mejor nos entiendas, queremos que nos hables a lo mero peln ...

    -Bueno, pos a lo mero peln les dir que vamos a echar una pantereada con los letreros que nos dio el padre- cito y llevamos en los sombreros, y pa' que sepan los "sardos" que no les tenemos miedo.

    Ora el que no quera ir ... pos ni modo: a juerzas ni los zapatos entran ... Ni tampoco son tteres de rancho onde la entrada es de a gevo ...

    -No, pos si pa' qu son ms razones, valedor; semos hombres y sabemos cumplir; maana nos vemos en San Juan. La Congregacin poco a poco va quedando desierta.

    Los tuzos, ancheteros y luchones levantan sus pues- tos, hacen carga y emprenden el camino de regreso a la ciudad.

    Los msicos de rancho toman rumbo a sus casas, con sus violines y tamboras a cuestas, en esta ocasin mudos.

    Las urracas vuelven a ennegrecer las copas de los rboles, y las torcazas lloronas inician su c c ... plai- dero.

    Burros esquelticos, vacas anmicas, abundantes de cuernos y escasas de carnes, perros callejeros y cerdos vagabundos discurren nuevamente por las calles y la plaza del pueblo, hurgando a su sabor y antojo en los montculos de basura acumulados en las esquinas.

    El villorrio recobra su silencio y sordidez habituales. Slo el puesto de hojas, curacrudos, de Mara la

    Galleta, ha quedado rezagado en una esquina de la plaza. Un grupo de cristeros borrachos la rodea. Cada quien retiene su caballo de un cabestro enrollado ..

    a sus pies. Algunos tienen los kilomtricos sombreros entre las

    piernas, otros se los han echado hacia atrs, pendientes al

  • 35

    centavos, que yo, cuando ms probe eruto a . voltea a ver al Cuije. ,

    Ahora ste es quien mira con ojos rencorosos al R~- ido; se levanta, agresivo, el sombrero, y le dice a MariaE'.

    -No cobres, que todo est pagao. . . . .. sta voltea hacia El Ruido y le repite con mofa:: -Y a oyites? que todo est pagao ... -Con una resma de ... -grita Herculano reventando

    de rahia- Pos qu, mis pesos no sirven? ... [Mralos, a ver si train guila!; murdelos, a ver si son de plomo ... ! . Me lleva la ... !

    -Oye, Ruido -se interpone El Cuije, barrindolo con los ojos-, pos pa' qu son tantos brincos estando el suelo tan parejo ... ? Qu no oyites que todo est pagao?

    -Yo no s, ni vengo a chismes ... Yo pid unas hojas, y por eso las pago.

    -Esto me gele a plomazos -dice el Pachanga a uno. que est a su lado. .

    -S, pos los dos se queren llevar a la chaborra ... Los rijosos se ponen de pie. -A m naiden me hace menos, Cuije. - Y o no hago menos a naiden; pero en mi presiencia,

    naiden le grita ni le grue a una mujer -le contesta con la pistola en la mano.

    El Ruido, viendo que le ha madrugado El Cuije, slo se rasca la rabadilla vomitando maldiciones.

    -Hombre, Cuije, [por favor ... ! -Herculano, por tu siora madre, que no aiga desave-

    nencias, todos semos amigos! -tercia El Canelo. -A sal! -grita El Pando, levantando la taza . -A sal! =contesta el grupo, rodeando a los conten-

    dientes. El Ruido y El Cuije se colocan a distancia; sus mira- das $e cruzan como dos hojas de agresivos puales, lan- zando destellos de odio. .

    La Galleta lloriquea y se frota. temblorosa las manos, despus de haberse embuchado los pesos en el seno.

    .34.

    1. 1

    '; j

    .Galleta, tiene clavados sobre ella sus ojos verdes saltones color de cieno. ' ~ Para disimular su despecho, coge a dos manos la taza de hojas hirviente; lanza un fuerte resoplido para. enfriar-

    . la; da.pequeos. sorbos, y se limpia achupetones los tupi- . . dos .. bigotes. Mira de reo Jo, por debajo del sombrero, al

    Cuije y ensancha colrico las narices. La puestera, mientras hace gorgotear la botella sobre

    las tazas, pregunta al grupo: . =-Oigan: quisque ya va a'ber misa otra vez, y ya van a volver los padrecitos? -Seguro que s =contesta con ampulosidad Policarpio,

    que en aquellos momentos se retira-. V amos a abrir las iglesias; a darles garantas a los probes padrecitos, y a acabar con todos los "pelones" ... rboles van a faltar en Los Altos pa'. colgar a tanto jijo de la tiznada! =termina dando dos fuertes manotazos sobre la mesa haciendo vol- car las tazas. ' '

    -Seguro que s! =afirman en coro los rancheros, manoteando tambin.

    -Ojal! Dios lo quera. Ya es justo que acaben con esos maldecidos judos del gobierno ... La virgen de Gua- dalupe los saque con bien y la sombra del Seor Santiago los cubra ... -se santigua la puestera.

    --:Reptelas, Galleta -dice con brusquedad El Ruftido mirndola con ojos enconados. '

    . . . . Maria se le . queda mirando con fijeza y luego le replica:

    . .;_Ora s que me creci la piocha por andrmela jalan- do ... ! Mah, ni mi pap que jueras pa' que me garbearas

    . tanto ... ! . . -Na, na .... ! Sin cacayacas ... ! -le dice golpeando sobre la mesa-. Si crees que no traigo con qu, ai'st pa'

    que te pagues ... ! A Dios gracias que traigo hasta pa' com- prarte como fierro viejo ... ! -y arroja tambin sobre la

    . mesa otro puado de p~s. . -Clmate dolor de estmago; ya te voy a dar tu atole! -le contesta riendo burlonarnente=. Gurdate tus

    .;.,::.:. .. -.

  • 37

    la vez pasada. Dios por delante, cuando menos vuelvo c.k .: .. coronel y la vbora atascada de aztecas ... No.que cuando '. anduve con Fierros, volv de sargento, muerto de hambre y empiojao. .

    -Bueno, pos qu te pas, Canelo? T no eres manco pa'aquello de los avances... .

    -No; pero qu queras que hiciera? En los avances siempre entraban por delante los jefes y a uno le dejaban las puras resocas. Es cierto que despus de todo truje fas cargas de bilinbiques y sbanas; pa'qu?, pa'que despus no le sirvieran a uno ni para limpiarse ... ?

    "Pero lo que'es ora ... Madre ma de Guajicora!, lo nico que te pido es que me pongas oride aiga, y por Dios de los cielos, que si vuelvo con vida, no me doy por bien servido, te hago tu funcin con cohetes y msica, y te mando decir una misa de tres padres ... "

    -Bueno, pos como dicen los arrieros: "ya es hora de desrnaniar y ver las que estn pasmadas"; vmonos! -di-. cen algunos, ponindose de pie.

    -Asprense, no coman ansias. Sirve las otras, Maria! -insina El Cuije, sin perder de vista al Ruido.

    A ste parece que le han comido la lengua los ratones;. no ha proferido palabra y tiene el ceo ensombrecido, mi- rando por debajo del sombrero al Cuije; atento, casi sin parpadear; como un gato en acecho.

    Continan las tanteadas y los clculos alegres. -Yo pa'qu los vo'a engaar -dice tartamudeando El ;

    Patas=, dende ora les digo que yo a lo que le tiro es a ser presidente de Tepatitln, si la Divina Providencia me con- serva la vida; despus de haber peliado por Dios y Iibertao a los santos padrecitos, se entiende.

    -Pero cmo le haces, Patas, si no sabes escrebir? -Hombre, s! -exclama decepcionado-; no haba re-

    flejao en eso. -No te apures, compadre; eso no le hace! -lo anima

    -- La Pachanga-, como si no hubiera sellitos que firmarant..;., por uno. . . mah ... ! Mira: las pilas de presidentes que he visto aqu en Los Altos y en otras muchas partes que

    . . :~ : .: '. ... ~ . , . .. . ' : .

    ! ... ::. t:. f,; \;.

    Las hojas con tripashan hecho remolino y levantado. huracanes en los ptreos cerebros de aquellos bravos cris- teros.

    Unos roncan, echados de bruces sobre la mesa escu- r~indoles .~ baba; otros gritan, alegan y manotean, 'dispu- tndose triunfos y mritos de valentas.

    -Pos a m qu me presumes, Macedonio, si yo ju de los de Villa; de la gente del padre Prez Rubio, que onde quera que llegbamos, por vi'a de Dios que hasta la tierra temblaba ... ! Y no atestigo con muertos, ais't El Pando que lo diga -dice El Patas, sealndolo.

    . -Cierto y posetivo -asienta tambalendose un viejo pando, chaparro, barbas de chivo, que en sus buenos tiem- pos haba sido asaltante de las diligencias en la Venta de Pegueros-. En efeuto, me consta que ste es de los que no se dejan curar paraos; trai tres calaveras a rastras y lo que sea de cada quen, pelea, pelea; pero no es pa' que presuma. tanto. . . Y o, miren, afjensen -prosigue el viejo, exten- diendo la mano-; estos callos que me ven, me salieron de lancear chinacos en compaa de mi coronel Juan Chvez.

    . Blusa colorada que devisaba; chinaco que caiba ensartao por los riones ... Y en cada agarre que tenamos, cuando menos me echaba al plato una docena de impos .

    . -Ah, chisquetes ... ! Ni sior San Baltazar ! -ex- clama, saltando sobre su asiento, El Patas.

    :_Ora qu chiste! -contina impertrrito El Pando-; con tan buenos rifles, que matan dende a media legua de

    lejos ... No, lo bueno era entonces, cuando se peliaba cuer-. po a cuerpo y ganaba el que los tena ms grandes ...

    -Y ora cmo la ves, Pando? -Te refieres a los sardos? -S.

    . -Hombre, pos ganarles a sos y encuerar una borra- cha es la mesma cosa ... ! No van a sabemos ni a meln; son retejuilones ... !

    . -Muy cierto, son muy correlones. Y yo lo que s te digo, Pando, que ora que vamos a desfender a Cristo Rey, si se pone bonito el borlote, ya no voy a comer babas como

  • .39

    .,,

    .. .. ;-! ;.

    a la mala?; como yo estaba dormido no vide. -No, slo que me madrug, como lo sabe hacer. Me

    ech el grito de brete!, cuando ya traiba la pistola en la mano, y al sacar yo la ma me dispar, y juy ... Pero qu tan ancho puede miar que no se le pare el chorro ... En este mundo tan grande, de aqu a all nos incontramos, y entonces sabr qun es su padre ... !

    -Qu, ests mal herido? -No, hombre, esto no es nada; apenas me abujer la

    mano y me rasgu una costilla; pero no es nada ... As- prense, djenme curar.

    Se retira, y con una copiosa orinada lava la herida; se venda la mano con un sucio palia cate, y se incorpoi a al grupo.

    En unin de los dems, monta a caballo, se echa en la silla a la Galleta y se aleja gritando:

    -Slo Dios es caporal; todos los dems son geyes ... ! Puro Cerro Colorado, jijos de la ... ! Viva Cristo Rey!!!

    ... ,,., l:: ~i! ~,.. .

    tie1leh $U sellito, .y los que no, los he rnirao sudar a chorros pa fin de que pongan su nombre; pero eso s, con unas uas tan largas pa'tocar la'rpa ... que cuando llegan a la presidencia van con las nalgas de juera, y a los pocos meses _ya los incuentras con rancho, buenos caballos, buenos ves-

    . tidos y dos o tres mujercillas ... . Adi ' - 10 -S, hombre, como te lo estoy contando! A poco

    cuando las eleiciones se matan y se hacen garras por servir al pueblo ... ? No, compadre; lo hacen porque ah qu buen pesebre son las presidencias ... ! Llegan all en la espina, muertos de hambre, desgarraos, y aluego salen 'como los bueyes de pila, rodando de gordos y muy bien em_pelaos ...

    -Ah!, pos casi nada me has dicho, compadre. Dende ora mesmo le voy a ofrecer al Seor de la Misericordia

    . una entrada de rodillas con una cruz de mezquite en el hombro y una penca de nopal clavada en el pecho, a ms de la limosna, porque me haga el milagro de hacerme pre-

    . sidente de Tepatitln ... Tres disparos seguidos sacuden el marasmo del pue-

    blo, adormilado en el bochorno de una siesta de lumbre. Ladran alarmados los perros; huyen espantadas las

    urracas. Los caballos se alebrestan por los disparos y el olor de la plvora; levantan las orejas y ensanchan las narices, bulliciosos, inquietos.

    Las gentes asoman con precaucin la cabeza. En la puerta del curato aparece la obesa figura del

    padrecito, que avanza con presteza, desplazando el aire con el ancho vuelo de su rada sotana, creyendo que va a expedir algn pasaporte para el cielo.

    La Galleta tiembla de pies a cabeza, metida debajo de la mesa. Los del grupo rodean al Cuije, que est baado en sangre, y a distancia, sobre el camino real, corre un hom- bre a caballo, envuelto en una nube de polvo.

    Es el Ruido que huye ... -Bueno, pos cmo estuvo eso, Cuije?; qu te peg

  • 41

    1

    En la cantina de don Pomposo Paredes, la mejor de San 1 Miguel, nido de tuzos y vagos crnicos, juegan domin y beben tequila a pequeos sorbos, el jefe de las armas y el teniente Coello.

    -Vyase con mucho tiento, teniente -dice el prime- . ro-, porque tengo informes de que ha habido varios. levan- . i tamientos por estos rumbos. No sea que a la hora menos pensada estos cristeros nos vayan a dar un golpe. . .

    -No son araas que pican, mi mayor. Estos ranche- ros pajones no son ms que borloteros. Se matan, eso s, unos con otros, por cualquier boberia. En las carreras, en los fandangos, en las bodas de rancho, siempre al final hay difuntos a quienes cantar el Alabado. Pero tratndose da pelear contra el Supremo Gobierno no dan la medida, son puros pjaros nalgones ...

    -No se atenga, teniente, son muy fanticos y muy conservadores de sus costumbres, y peor si se los agarran . los curas. . . Tome toda clase de precauciones. Esa pere- grinacin a . Caballeras, que deberamos haber evitado, me huele a cocolazos. Pngase muy trucha al atravesar el ro de Teocaltitn, o al llegar al arroyo del guila, por- que puede ser que all le broten.

    Revuelven las fichas, fuman, beben. i Luego el mayor reanuda sus instrucciones .. -Salga maana con la fresca, para que recoja el

    chico a buena hora y se viene como de rayo para socorrer a la.tropa,

    -Est bien, mi mayor -dice el teniente-. Y luego,

    EL PRIMER BROTE

    .. .. ,:...,.:,

    ;~,:. . . t

  • ..

    -Bueno, Guanzarotas, pos hay que calentarse. Trais por ai un escante?

    -Ni zoca, Langacha; traiba un chicharroncito; pero ya le di el mate ...

    -Ande, mulota, no se haga rosca, saque la mariposa. -Verd de la buena que no traigo; ya sabe que yo no

    soy fijao. -Ust s trai mota, Tuerto. . . _ -Pos hombre, s, aqui traigo una tecolotita. -Sobre ... ! Pos dle fuego, pa' darnos un atizn ... Todos aprontan gustosos su cajetilla de fsforos. Sofrenan los caballos y forman rueda, atajando el aire

    con las manos y los chacots, fijas sus vidas miradas sobre la inmunda piltrafa del asqueroso enervante, logrando al fin encenderla.

    El teniente y el sargento se han alejado sin darse cuenta.

    -Dequen las tres!. .. Que role; que role!. .. -dicen a una voz los trece hombres de tropa.

    Mientras coronan la tecolota, ponderan con frases en- trecortadas, para no dejar escapar el humo, las excelencias de la juanita.

    A los tres minutos nadie siente el fro. Levantan la rienda a los caballos, los lanzan al galope;

    se dan caballazos, echan alaridos y provocan una endemo- niada algaraba, que hace detener al teniente, alarmado.

    -Azte que te cai jabn ... ! -dice uno dando un ern- pelln al sargento.

    -Choca!, choca!, choca!; [fl, f!, f ... ! Aqu vie- ne la Ferrocarril Central -grita otro pasando de frente, a . galope tendido.

    -iAy!, [ayl, -ay! -Lanzan un coro de alaridos los que vienen atrs.

    - Y a se la requemaron estos desgraciados -grue el teniente, escupiendo improperios. , .

    Los somete a cintarazos, los forma y contina la marcha.

    42

    . . . . . . . ..

    despidindose, agrega: "Voy a alistar mi compaa". Las tres de la madrugada.

    Un fro endemoniado agarrota los ateridos miembros de los juanes qne ensillan sus caballos, vomitando maldi- . . c1ones.

    Las voces de mando resuenan cavernosas, enrgicas, en el amplio patio del mesn.

    Montan y toman el camino de San Juan, despedidos por los perros de los jacales de extramuros, que ladran con escandalosa furia.

    El viento fro de noviembre silba entre las hojas secas de los maizales.

    Trotan los caballos con la cabeza baja, buscando el camino en aquella negrura, donde apenas se distinguen, como sombras, los montados.

    -Me lleva el tren ... con este fro jijo de treinta mil! -dice tiritando el teniente.

    -Pos chese un pajuelazo, mi jefe -contesta el sar- gento Bernal, que marcha a su lado;

    -Ah, vaya!, te acordaste del trago? -Naturaca, jefe! Hombre prevenido, casi son dos

    hombres. Le alarga una botella de tequila de la que el teniente

    bebe dos grandes tragos, devolvindosela, mientras se lim- pia los labios con el dorso de la mano.

    -Est suave -comenta. Los pobres juanes, que escuchan el dilogo y oyen el

    gorgoteo de la botella sobre el blindado gaznate del te- niente, refunfuan duramente sobre el proceder del sar .... gento. , .

    -Nosotros seremos de hule ... S, nos vieron cara de hijos de gendarme! Mientras ellos se calientan, a nosotros que se nos jielen los hgados ... !

    -Esa mula de Bernal es retelambiscn; ya le anda -, jalando la patilla al jefe. . . :

    .:_Ni le pidan, porque es muy codo; primero le sacan . : un pedo al Caballito de Trioya, que un trago a ese mara ' gus.

    ... . ..: .

  • 1 .1

    45

    El teniente Coello viene malhumorado. La fatiga de la caminata y las repetidas libaciones, le

    han puesto los nervios de punta. Su enfado estalla al observar que muchos de los ran-

    cheros que transitan por las calles, ostentan en el sombrero el listn conla simblica leyenda: Viva Cristo Rey!

    A fuetazos sobre la espalda y la cabeza, arranca a los campesinos que encuentra a su paso los letreros y vaca sobre ellos una andanada de insultos.

    Los rancheros sacuden la cabeza, enroscan la espalda,' rojos de rabia y titubean, tragndose las palabras que casi se les salen de la boca: "Se atienen a que vienen montados y train arma larga ... " murmuran entre dientes al reti- rarse;

    Frente al mercado ordena echar pie a tierra . Por all entran ms rancheros que van a almorzar .

    menudo al puesto de Matiana. Hasta all los sigue Coello, fuete en mano, desaho-

    , gando su furia a golpes, rompiendo a pedazos las agresivas divisas, mientras suelta otra tromba de improperios.

    Las puesteras gritan y gesticulan, armando una rui- dosa algaraba. Algunas van hasta la calle y hacen con disimulo acopio de piedras en los rebozos.

    -Lo que se ha de pelar, que se vaya remojando! t. Verd, t?.,. -dice Coello al sargento que camina a su 7~:- lado.

    , -Claro que s, mi jefe! -Deca anoche el mayor que estos rancheros eran la

    divina. . . y que se coman la lumbre a puos. . . ya viste; les pegu de chivazos en el lomo y les romp los letreros en sus meras barbas y qu hicieron? agachar los cuernos y meter la concha ... !

    De improviso, un individuo alto, nervudo, flaco como una hebra y con un ralo bigote cuyas guas miran hacia e! suelo, le cierra el paso al teniente, saludndolo.

    Sorprendido aqul, echa mano a la pistola. -Deteneos, mi teniente; soy el agente del Ministerio

    f Pblico!; qu, ya no me conoce? -exclama don Justo, -!.; . 44

    ' . : .f .

    . , .:

    Danza de sombras fugitivas que se quiebran en las piedr~i del camino, abierto entre vetas de ricos minerales. ;",:

    El lucero del alba aparece rutilante, magnfico.. trasi la parduzca silueta del cerro de Sa~ Diego. . . . i:

    La oscuridad amengua. Se adivina ya la proximidad j: del ro de 'Tecualtitn, lugar de peligro sealado por el x mayor.

    -Tecualtitn, mi jefe =-dice el sargento. . -A vienta un tiro de exploracin =contesta secamente '. ~~. . l Un relmpago, seguido de un fuerte estampido, rasga i,

    las tinieblas, y el rumor del trueno huye dando tumbos por la vega del ro.

    Despiertan los perros, que contestan, rezongando, a ladridos.

    . Vadean el ro y pasan el diminuto poblado con las armas preparadas.

    El oriente .toma tintes de alabastro. Clarea el da. Los campos grises ostentan una vegetacin raqutica. Uno que otro rgano, ndice de patinado bronce que

    apunta al infinito. . .. Mezquites, nopales, esculidos magueyes; vastas ex-~.,

    tensiones pobladas de "garruos". A un lado dejan la Vaquera; a otro el Tasiroc. All

    quedan la Estancia Vieja y la Mesa del Duarte. . Los soldados tienen aspecto cadavrico, llevan el '::

    cuerpo rgido y escupen ~on f~~cuencia ~olas de alg~~. :~ . Levantan la cabeza, inquiriendo ansiosos la proxmn-v;

    dad de.la ciudad. 11. d.. '.. . Llegan al fin al Cerro de la Salve, y desde a 1 rvisan T las majestuosas torres del Santuario de San Juan. . :;

    La vista del poblado -trmino de la jornada- Y 1!1 ! llegada del sol que les lame acariciante las espaldas, re~- .> ma a los juanes y entran al Puente Grande, parlanchines] y alegres, al trote acompasado de las cabalgaduras. ,

    Las vecinas del barrio asoman la cabeza: "A van es~~ maldecidos sardos", exclaman de puerta a puerta, ponin- : doles la cruz.

    . .. : ..... ,,, .;

  • 47

    . . .: de la casa donde almuerzan el teniente y los de~/>?:::::~ .. ,,. j;

    - Pos que llegaron pelones. y que el que la hace: .e.:,~~w.{~~:;-~ jefe les ha dao de chivazos a todos los que traiban 'el !Qtulp ~:t~S;': que nos dio elsior cura en Caballeras. : . >: .. T~

    --Me lleva la ... ! -exclama ponindose cenizo, de >.::/ rabia-. Y entre tanto hombre no ha habido uno que le ',

  • 49

    Y se lanzan resueltos a la calle. El teniente y sus acompaantes han llegado a la es-

    quina del Parin Nuevo. . De improviso, Policarpo se adelanta del grupo.

    Desafiante, el cuerpo erguido, la cabeza en alto la . . ' diestra en las cachas de una 44 de formidables proporcio- . nes, y en la copa del sombrero la blica divisa: Viva Cris

    to Rey! Un reto sin palabras. -Qutese eso ... fantoche! -ruge Coello. -Qutemefo si puede ... ! iJijo de la re ... ! Un salto de tigre y el teniente est ya a dos pasos de

    Policarpo, con el fuete en alto .. Policarpo para el golpe con la mano izquierda; desen-

    . funda. rpidamente la pistola, y dispara sobre el teniente. El Ruido le 'llega por la espalda y le hunde su pual. Policarpo le grita indignado: -Ea, cabrn, no le pegues por la espalda; a los hom-

    bres se les da por delante! El Ruido baja la cabeza y se pierde en la bola. Subversivo y vibrante, un grito lanzado por la turba

    que se arremolina detrs de Policarpo, atruena los aires: Viva Cristo Rey! La turba se disgrega a saltos y carreras, lanzando

    alaridos y disparando sus pistolas en todas direcciones. Toman posiciones en las columnas del parin y las esquinas. Coello se lleva las manos al pecho: est acribillado a tiros y cosido a pualadas. Roncos estampidos se suceden y la gritera aumenta

    en forma ensordecedora. El valiente sargento se ha hecho fuerte en una esqui.

    . na, Y descarga ,su 45 repetidas veces sobre la turbamulta enfurecida que sigue disparando sobre Coello. Este. con

    . u~a resistencia extraordinaria, demente, los ojos desor- 'btados, perdida toda nocin 'de defensa, cruza la calle,

    tambalendose. Una certera piedra de las lanzadas por las verduleras del mercado hace blanco en su cabeza y cae

    1 :. ; ...

    ;t: . ~; ~ .

    i:. ,.

    cambio, seor agente del Ministerio Pblico;. les hubiera quitado esos letreros subversivos con jaculatorias y agua

    bendita;. pues s tiene cara de clrigo rampln. iJ a, ja, r J8 Don Justo re tambin y cambia de tema, queriendo

    distraer al teniente, para que no se d cuenta del tropel de rancheros que pasa por la calle y cuyas recias pisadas siente en el estmago.

    Relata en forma pintoresca sus vicisitudes en la judi- catura provocando estruendosas carcajadas.

    Las pisadas arrecian en la calle y don Justo redobla sus meritorios esfuerzos para evitar el choque ..

    Narra cuentos verdes y acaba por subirse a una silla, y en medio de latinajos suelta un sermn siguindole la broma a Coello.

    Este, despus de limpiarse los bigotes con la punta del mantel, se levanta para dirigirse a recoger el dinero.

    Don Justo palidece; pero reacciona en seguida; se tira de uno de los mustios bigotes, dndole mordiscos, y sala acompaando al teniente.

    De la esquina norte de la casa se desprende un pelo- tn de rancheros, embozados en sus gruesas frazadas.

    Vienen por media calle, con los sombreros echados . hasta los ojos, sacando chispas en el empedrado con los '; estoperoles de sus recios zapatones de dos riendas.

    El teniente frunce el ceo, preguntando a don Justo: -Y ese batalln de mulas, qu, nos viene siguiendo? -No, mi teniente ... :.....contesta titubeando- es que

    van al mercado a comprar sus encomiendas. :....Hum ... ! -refunfua Coello, receloso .

    Policarpo y los suyos esperan en la esquina de la Palma. -Desde aqu los podemos observar, Canelo -dice

    Policarpo. Y mientras el resto del grupo permanece a la expec-

    tativa, los dos amigos entran a la tienda. Para cobrar rt~~ ; mo piden dos copas de tequila.

    -Ah vienen! ... -les gritan los que acechan afuera ...

  • Pardea la tarde.' Don Ramn y Felipe regresan del pueblo, camino de su rancho. -- Largo tiempo llevan en silencio, preocupados; con la

    mirada perdida en la lejana de azulados contornos.

    -Bueno -dice Policarpo al grupo de cristeros que lo rodea-: Pos ora s, muchachos, al cerro a peliar con los pelones, y a ver de cul cuero salen ms correas ...

    -As~rate! -dice el Ruido-, djanos ir a encomen- damos a Dios, y a ofrecerle mandas a la Virgen, pa' que nos saque con bien.

    -Hombre, s, est bueno +aceptan todos la idea. Se encaminan al templo y entran de rodillas rezan

    golpendose el pecho; al final, se inclinan y besan el suelo con humildad. El pueblo todo est en silencio; las calles solas y las casas cerradas. Flota sobre el ambiente un hlito de muerte; percbese

    una extraa sensacin de zozobra, de terror, de miedo) por Jas represalias que puedan ejercer los federales a su lle- gada.

    Como saldo sangriento del motn, Coello, destrozado a balazos y pualadas. El cadver hecho nudo, de un ran- i chero, tirado a media calle.

    Un infeliz bolero, con los brazos abiertos, amortajado en el blanco sudario de las lozas de la plaza.

    Dbiles quejidos de heridos que se arrastran, bus- cando la sombra, y el ronco estertor del sargento BernaJ, que est hecho una etctera, en un rincn del portal.

    Salen los cristeros del templo, despus de pedir la ayuda celestial para ir a matar. Tornan por el Puente Granda, formados de dos en dos, y se pierden detrs del cerro del Huilote, rido y seco, peln corno una calavera ....

    un carnicero astroso, hundindole su cuchillo en el est- mago.

    50

    Gritos, alaridos, insultos; sombreros lanzados al aire; re- chifla, felicitaciones, abrazos. Los cristeros, victoriosos, dan vuelta a la plaza y se pasean por las calles celebrando la salida de los juanes ...

    -Viva Cristo Rey! ... Viva Policarpo Berrndez! =grita la turba que sigue a los alzados.

    Mientras tanto, las vendimieras abandonan sus pues- tos, cargando todava con las piedras envueltas en los rebo- zos; las criadas, con las canastas al brazo; los vagabundos que viven en las plazas y las chulas de barriada -olientes a sudor y pachul-, dejan los escondites donde presen- ciaron el motn y se precipitan al lugar donde est tirado el cadver de Coello.

    -ste ya parpare -exclama la Pitaosa, arrojndole una piedra sobre la cabeza.

    -Y a te juites a romanear estircol al infierno, ma- sn! -grita una verdulera pegndole un puntapi.

    -Tmala, judo, para que no te queden ganas! -grue

    ! ~ .

    . : .~I

    1.

    boca abajo sobre el empedrado. Don Justo salta sobre una pirmide de cacahuates y

    no para de correr hasta meterse en la primera puerta que encontr abierta.

    El cabo Guanzarotas al or los disparos, avanza con la escolta; pero los amotinados los ponen a raya a una cuadra de distancia, echando rodilla en tierra y al grito de iVilla Dios! ... Jijos de ... ! sostienen el nutrido tiroteo de la escolta conteniendo su avance.

    El sargento Bernal descarga por ltima vez su 45 y azota fulminado sobre la banqueta al recibir en su cuerpo la quinta bala.

    Nuevos grupos de rancheros armados se agregan a Policarpo. Por unos minutos, el pueblo se estremece a las descargas de maussers y pistolas.

    Impotente la escolta y, ms an, notando que se les quiere atacar por la retaguardia, se baten en retirada. Llegan a su alojamiento, montan sus caballos y parten como exhalacin a dar cuenta al mayor.

    1:.

  • estn pasando todas estas cosas y ... -Ya!, ya!, ya! ... Prale!, prale! ... Yo de eso no'

    entiendo; pero lo que s te digo es que se hace muy cuesta arriba quedarse sin misa, sin confesin, sin bautizos, sin indulgencias, y lo pior de todo, sin padres que lo auxilien a uno a la hora de la muerte. Y as estamos mita: las igle- sias cerradas y los pobres padrecitos escondidos.

    "Pos cmo ha de ser eso? "Ora dime: que nace un muchacho, quin lo hace

    cristiano?; que tiene uno un difunto, quin le echa los responsos? Que se ofrece un casamiento, quin les echa la bendicin a los novios? Y que se llega la hora de entre- gar cuentas a Dios Nuestro Seor, hazme el favor de decirme, quin lo ayuda a uno a salir de ese atascadero? Onde que el diablo no duerme! ... "

    -Pero mire, padre ... -No, no, no, Felipe -lo vuelve a interrumpir don

    Ramn, moviendo obstinadamente la cabeza. Prosiguen su camino. La inquietud de don Ramn se manifiesta por sus

    aspavientos y gesticulaciones. Felipe vuelve a tratar el punto, queriendo arrancar de

    su padre la idea de ir a la revuelta. -Y usted cree, padre, que para que vuelva a haber

    misas, bautizos y responsos, se debe ir a matar, a devastar los campos, a robar? Porque, a eso es a lo que van. Ya vio usted lo que pas en la maana ...

    -S, hijo, s, ni me lo acuerdes. - Y los meros responsables no fueron los amotinados

    enfurecidos que se echaron encima de la escolta, no, seor; son los otros, los que azuzan desde las sombras, con pr- dicas y propaganda subversiva; los que quisieran que se retrocediera a los tiempos de los privilegios y la intoleran- cia; a la poca feliz de su Alteza Serensima, cuando man- daban ellos, o quiz hasta ms all, cuando se obligaba a creer por medio del potro y de la hoguera. Pero los tiempos--. son otros; la revolucin ha triunfado y tiene derecho a ...

    -Otra vez la burra al trigo ... ! -exclama con enfado 52

    ,. ... r

    Los caballos, con la rienda suelta, tranquean a lo largo, devorando leguas.

    La perspectiva no vara: lomas montonas se suceden ridas y blancuzcas. salpicadas apenas por secos y maci- lentos yerbajos.

    Sobre pequeos valles que quedan al claro, corren como rasguos sobre las tierras grises, surcos deleznables que sostienen raquticos milpales en fruto.

    A lo lejos, una larga cadena de cerros calvos y amari- llos corta el horizonte con lneas achatadas.

    De cuando en cuando, don Ramn gesticula y mueve la cabeza, todava impresionado del motn de la maana.

    -Esto ya se lo llev la trampa, Felipe. Con lo de ora en la maana se prendi la mecha y se vino la bola ... ! Y

    haber sido tu hermano quien le puso el cascabel al gato ... ! . Hazme favor ... !

    -Pues, s, padre. Primero el sermn, que fue el grito de guerra; luego los letreros subversivos, que eran una provocacin; y al final el choque sangriento, con Policarpo a la cabeza de los sublevados, la revolucin cristera se ha desencadenado.

    -lgame Dios, .. ! Aqu me tienes con la cabeza hecha una baraa, sin hallar qu hacer. T sabes que yo no soy de armas tomar; que no me meto con naiden, ni me gustan las bolas ... Pa' m, mi rancho, mis caballos, mis animalitos y amn y santas Pascuas ...

    -Bueno, padre, por qu se preocupa? Se queda usted en su rancho viendo sus tierras, cuidando sus animales,

    . atendiendo sus negocios, y que ruede el mundo. -Pos s, hijo; pero ... -Pero qu, padre? Quin lo obliga a meterse en la

    bola? -Cmo quin? Pues qu no es uno creyente? Cmo

    quieres que se quede uno tranquilo, mirando que le quitan a Dios?

    -No, padre, nadie se mete con Dios. stas, ac, son cosas de los hombres. Se trata noms de que los padrecitos no quieren ajustarse a las leyes de la revolucin; por eso

  • 55

    Felipe no puede contenerse. . . -La palabra de Dios seria -le dice con vehemencia-s,

    cuando predicaran el amor y la igualdad entre los hom- bres; no el odio, la matanza entre hermanos, los distingos, la postergacin y la inicua explotacin de los de abajo ...

    "Ahora =prosigue con irona=, ante el temor de que se les disgregue el rebao, como buenos pastores, puede que tengan razn, porque una vez desperdigado el chin- chorro, ah, qu trabajo da juntarlo despus! ...

    Don Ramn ya no hace caso de las ltimas palabras de Felipe; levanta la rienda a su caballo y se aleja tro- tando a abrir la puerta de mano que da entrada a los terrenos de su rancho.

    A la vista de su pequea propiedad, se reanima: le- vanta la cabeza y aviva el paso de su cabalgadura; respira con amplitud, satisfecho, como si el aire aquel fuera otro, que le llevara energas y entusiasmo.

    Un inusitado alboroto entre la gente del rancho, lo hace detenerse, sorprendido .

    En las puertas de los jacales hay grupos de medieros y peones que comentan el paso de los sublevados.

    -Pos qu pas? -pregunta don Ramn-. Qu mitote train?

    -Pos qu ha de ser, amo -le contestan rodendolo-; que acaba de pasar Policarpio con un titipuchal de gente, rumbo al Cerro Colorao, a la revolucin.

    -Bueno, y qu? -Pos que nosotros tamin queremos ir, y slo esper-

    bamos a su buena persona pa' pidirle su venia. Ans que- damos con Policarpio.

    -Con una ronda de ... ! -vocifera don Ramn-. Haba de ser Policarpio ... !

    -Pos s, sior amo, quedamos comprometidos con l. -As es que si ven que este tal se echa de cuernos a

    un barranco, ustedes tambin se echan? Tasajos! ... -No, sior amo; es que se trata de ir a desfender la .

    religin; mesmo Policarpio nos dijo lo que haba dicho el padrecito en el sermn, y nosotros, pos la mera verd,

    '. :

    don Ramn-. Pos nde has ledo eso ... ? Me vienes a m con tus polticas, sabiendo, como te llevo dicho, que yo de eso no entiendo ... !

    -Est bien, seor padre. Vuelven a quedar silenciosos. Caen las sombras, amortajando los campos en reposo. Un alegre relincho all en el monte. El clamoroso mugido de las vacas, camino a los co- rrales. El sonoro bramido de los toros en celo. Y el canto prematuro de las ranas, 'que irucian su absurda sinfona ...

    . , Don Ra!Iln no puede apartar de su cerebro la impre- sion del motn; el aspecto de los muertos, las quejas de los heridos, y, sobre todo, Coello, convertido en una masa san- guinolenta, tirado a media calle.

    Sacude la cabeza; y exclama: -Crees, hijo, que todava no se me puede olvidar el

    . probecito jefe melitar ... Y los gritos de la gente y los lamentos de los probes heridos, pasas a creer que todava me hacen remolino en las orejas? ...

    . . -P.ues s, padre, ya lo vio usted. Y ese primer agarre, desgraciadamente va a ser el comienzo de una guerra en- carnizada, - cruel, que acabar con la tranquilidad de la regin; que segar millares de vidas, cuyo sacrificio ser estril Que dejar muchas viudas y hurfanos desampa- rados y madres abandonadas, sin otro recurso que la mendicidad.

    . -lgame Dios, hijo! Todo eso es muy verd. La guerra es mala; pero ... acurdate de lo que dijo el padre- cito en el sermn: "Que se queden en sus casas los cat- licos tibios, los irresolutos, que ya Dios Nuestro Seor les tomar debida cuenta a la hora de su muerte ... "

    -S, seor padre. Noms que no siempre tienen razn los padrecitos, y menos recomendando que se vaya a matar al prjimo.

    -Cmo? Qu ests diciendo? Qu no sabes que la palabra de ellos es la misma palabra de Dios?

  • ...

    1

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    . 1

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    . i 1 1 1

    de que van a pelear como el cntaro contra la piedra, y que ustedes van a ser el cntaro?

    "La gente del gobierno es mucha; tiene buenas armas y parque en abundancia; mientras que ustedes, de qu armas disponen, cul parque?"

    Como quien oye llover y no se moja, as aquellos hombres; permanecen impvidos, sin hacer caso a lo que les est diciendo Felipe.

    Slo un hombretn de edad madura, le contesta: -Pos yo, Felipito, llevo mi pistola y un 30-30 que le

    merqu a un carrancln en el afio de 15. Los muchachos -agrega sealando a dos adolescentes que estn a su lado-, ste, lleva la gilotera y un costal de balas rasas, y la verd-no es que sea mi hijo-; pero a 300 varas no se le. va un coyote.

    "Este otro lleva el machete de la lea, que aqu estoy sacndole filo, y ai' onde ves, Felipillo, no es corriente; me cost veinte riales en la feria de San Juan ...

    -Pero con esas armas? -le observa Felipe. -Pos pa' qu es ms. David mat al gigante Goliat

    de una pedrada ... Con la ayuda de Dios, de un gaznucho se puede matar a un hereje ...

    Felipe se queda mirndolo con estupor. Unas veces le inspira lstima aquel hombre, por su inconsciencia; otras, indignacin por la iniquidad que va a cometer arrastrando a aquellos dos muchachos bobos y montaraces a un estril sacrificio.

    -Pero, qu tienes, Marcelo? -prosigue exaltado Fe-. lipe-. Cmo te atreves a llevar a tus dos hijos, como quien lleva dos borregos al matadero?

    -Pos eso qun sabe -le replica con una calma estul- ta-; t sabes que en la guerra, tantas hay de dar como de recebir; todo es cuestin de suerte: si les toca la de malas ... pos ya estara de Dios, se ganarn la gloria con menos trabajo que uno, y sea servida Su Divina Majest; ora, si es a la visconversa, pos alg.o han de conseguir en. la bola...

    Felipe est a punto de hacer explosin.

    ... . ..

    .-,~- ......

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    56

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    Dios primero que todo. . . . =Est bien -les dice con sequedad-. Aqu "la Iibert

    es libre". . . Cada quien puede cambiar su jergn por un sayal, o hacer como aluego dicen, de su culo un zumbador. Vyanse muncho al tal a hacer grgaras de lodo, tasa~ 1 JOS .

    Felipe se interpone. -Pero a qu le tiran, tarugos? Cmo se van y dejan

    a stis hijos y sus mujeres abandonados? Sus tierras, sus animales y sus cosechas tiradas?

    Una mueca de desdn y un levantn de hombros es su contestacin.

    U nos se retiran a arreglar sus caballos y probar sus armas, que tienen escondidas desde la revolucin del 15.

    Otros descuelgan y limpian sus escopetas; los que menos afilan los machetes sobre las piedras.

    A Felipe le duele ver aquel inconsciente entusiasmo; aquella inquebrantable decisin; aquel desdn por la vida, aquel desprendimiento para sus familias, por ir a la guerra santa ...

    Y se queda sorprendido ante la estoica actitud de las mujeres, que miran impasibles, sin una sola contraccin de dolor, sin el ms leve aspaviento, ni el ms ligero gesto de pesar, lbs preparativos de sus hombres para abandonarlas, . , . . quiza para siempre.

    Mira cmo permanecen impvidas, pasando sus ma- nos encallecidas sobre las revueltas cabezas de chiquillos encuerados, que se agitan inquietos a su derredor, pug- nando por esconderse, espantados, entre los anchos plie- gues de sus burdos zagalejos.

    Observa con tristeza el aspecto doliente de viejos casi centenarios, que van de grupo en grupo, trabajosamente, arrastrando los pies, a repartir consejos y bendiciones.

    Ante aquella iniquidad, vuelve a hacer esfuerzos por persuadirlos. .

    -Qu no saben -les dice con ardor- que van a dar dado; a cambiar escopetazos por granizadas de balas y machetazos por torrentes de plomo? Qu no se dan cuenta

  • 59

    no queda uno que no busque la manera de matar para no quedar atrs de aquel fulano.

    ''Que alguno, en una borrachera; hizo recular y escon- derse a todos los cuicos del pueblo; al domingo siguiente ai' van otros a querer hacer lo mesmo. Que t te haces, verbo y gracia, de una bestiecita a.finadita, de buenos padres, ligera y de buenos movimientos; en cuanto te la ven, venden cuanto tienen, el mais, los bueyes, y si pudie- ran hasta la mujer, y ai' van a buscar otra bestia mejor o igual a la tuya. .

    "No digamos en la cuestin de armas; todos queren tener lo mejor de lo mejor, porque es con lo que ms se presume. Aqu en Los Altos es onde ai' las mejores armas del pas, valgan lo que valgan... .

    "Y ans en todo lo dems; naiden, como te digo, se quere quedar atrs. Por eso ju, que en cuanto pas Policarpio tu hermano, y vieron que algunos se compro- metan con l, no qued uno que no se comprometiera. Te . digo que son como los borregos; por onde brinca uno, brincan todos. No les importa saber si van bien armados, y si van a ganar o a perder; la cuestin essaber si va fulano o zutano, pa' que ellos enlueguito vayan, y a ms de todo, t sabes el respeuto y la obedencia que tienen por los padrecitos ...

    "Ora, como te digo una cosa, te digo la otra, hay mu- chos tamin que van de buena fe, porque son buenos cris- tianos.

    "Y lo que s te aseguro de todos, es que no sacan la cabeza; una vez ya metidos en la bola, son muy peliadores y van a darle muncho quihacer al gobierno ... "

    -S, to Alejo; pero eso no basta; los federales, aparte de que disponen-de buenos elementos, traen jefes que los saben dirigir y ...

    -S, s, ya te entiendo, queres decir que no es una pelea casada, eh? ...

    -S, seor. Por qu no va usted, to Alejo, a ver si los convence?

    -Hum, Felipillo ... ! Primero tumbas a topes el cerro

    58

    En el corral de las vacas, to Alejo asegura las trancas, cantando una balona del tiempo de la Chinaca.

    El ruido de la puerta al abrirse, lo interrumpe y voltea. -Epa, t! -le grita reconociendo a Felipe-; pareces

    nima en pena; de nde vienes; qu trais ... ? -Vengo de los jacales, tratando de convencer a la

    gente de que no debe meterse en la bola; pero todo ha sido intil, el rancho se va a quedar sin un hombre: todos se van a seguir a Policarpio.

    -Pos eso s est malo; ai' vienen las Cabauelas, y el mais se va a podrir en los barbechos.

    -Eso es lo de menos, to Alejo; a m me preocupa ms el estado en que va a quedar toda esta pobre gente. Muje- res, ancianos y nios abandonados. Cuntos de los hom- bres volvern? Yo creo que muy pocos. Ahora, como yo se los dije, el gobierno es fuerte, con buenas armas y parque en abundancia, mientras ellos van como la gente del cura Hidalgo: a cambiar pedradas y machetazos por granizadas de balas, fiando .solarnente en la ayuda celestial, segn les ha dicho el padrecito, y esto, to Alejo, es una infamia.

    - Tienes razn, Felipillo; pero ans es la gente de por ac. Naden quere quedarse atrs; en todo queren sacar la delantera. Si saben que fulano mat a uno, a lo bravo,

    como los hombres, y comienza a correr su fama de valiente,

    1. 1,

    Marcelo contina con la misma calina: -No creas, Felipillo, que mis muchachos estn tan

    atrojaos; no, si ya saben nde duermen las gilotas; ya son gallitos de estaca, que no sacan la cabeza. Y a los miras tan chicampianillos. . . pos aquel ya se ech a uno al plato; lo mat de un balazo porque le quiso echar babas delante de una chaborra que perseguan los dos, y el otro ya es de los que callan la msica a balazos cuando ci a algn fandango. No, si ya pierden y ganan en la raya como cualquier hombre, y a ms de todo, _pos qu no son ta- min cristianos ... ?

    . Felipe se queda anonadado ante aquella pasmosa tran- quilidad, y se retira perplejo.

    . ~ . ,. .. :: :': : : . :. . ~ : ..... . .; ... ,..1. : .

  • Policarpo ha instalado su campamento en el Cerro Colo- rado.

    Con la gente que llev de San Juan y los que ms tarde se le han ido incorporando, su columna consta de doscien- tos hombres; todos montados y armados.

    U nos, con buenos rifles y en buenos caballos; otros, con escopetas, mosquetes del tiempo del imperio y ma- chetes.

    Aquella tarde, la columna est tendida en lnea des- plegada. El momento es solemne; va a tener lugar lacere- monia de imposicin de banderas.

    Policarpo, que ya se siente un Napolen, revista su gente, seguido del Pando. El Ruido, La Pachanga y El Canelo.

    La gente guarda un religioso silencio. Policarpo, en su caballo alazn, gorbeteador, su cha-

    queta de cuero, cuajada de alamares y su gorra de pelo galoneada, recorre de uno a otro extremo la columna. Luego se coloca en el centro, con su estado mayor.

    El Pando, que presume de conocer de milicia, por haber sido coronel de los mochos, funge como jefe del cere- monial.

    Despliega dos banderas; en una est bordado con seda un Sagrado Corazn, con la siguiente inscripcin Regi miento de Cristo Rey; en la otra estn las Tres Divinas Personas, y dice: Batalln de la Santsima Trinidad.

    -Toribio Torres y Anacleto Zendejas! Al frente ... ! Los aludidos; locos de entusiasmo, azuzan sus caba- . : ;< u,~~

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    LA TOMA DE SAN MIGUEL

    60

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    "Anses que ya vers; andas miando juera e'l olla ... "

    de San Diego, que convencer a un ranchero de los Altos. .. -Pero con la estimacin que le tienen, y luego sus

    buenos consejos, pudiera ser ... -lgame Dios, hombre! Dende a leguas se ve que no

    sabes quines son los rancheros. Mira: te voy a decir un versito que dende chiquillo le oy a mi agelo:

    "Dar consejos a un ranchero, es majar en fierro fro. Es predicar en desierto, o echarle herejas a un muerto. Es querer atajar un ro, tapar el sol con los dedos o apagar la lumbre a pedos ...

  • ' . ...

    Dios cmo salgamos ... -Pos s, compadre; ya vites lo que dijo el padrecito

    en el sermn, que todos los que jurarnos cristianos haba- nos de ir, o que nos atuviramos al castigo de Dios ... Y aluego la hablada de Policarpo, que todos los que nos sintiramos con tamaos lo siguiramos, pos qu iba uno a hacer? ... Son cosas de hombres, a las que no se puede faltar ... Afigrate cmo ir yo, habiendo dejao a Feli- ciana, mi mujer, ya pa' salir de su cuidao; sola, sin qun }p, d un trago de agua. Hazme el favor ... !

    -Tienes mucha razn, Timoteo. Cabalmente yo no dej mujer porque no tengo; pero s dej a mi madrecita sola y ngrima, atenida a quen le haga la carid de darle un pedazo de gorda.

    Pero, pos, ya estara de Dios! Me agarraron borra- cho; les dije que s, y ora hasta salir al barbecho ... [Pri- mero muerto que rajao ... !

    -Ta' bueno, compadre; si yo no creas que me rajo; slo que ... pos siempre le duele a uno dejar a la vieja, y aluego los muchachillos tarnin hacen comezn. Sepa Dios si volver uno ... !

    Se quedan pensativos. Surgen intermitentes puntitos de luz de los cigarros,

    que se antojan bandadas de lucirnagas errantes, revolo- teando en derredor de la columna.

    Tintinean las espuelas; estornudan las bestias, marti- llando sobre la tierra dura, con sus recias pezuas, y ladran los perros en la lejana.

    -De todos modos, Tirnoteo, ya qu alegamos. Nos comprometimos, y ora, como quera que sea, a cumplir como los machos. Al cabo no hemos de morir de parto ni de cornada de burro ... !

    Sonoras carcajadas festejan la ocurrencia, que viene a inyectar optimismo a aquel grupo de ingenuos campe- smos.

    Los turbulentos, los matones de fama que van al - vanguardia, tambin hacen comentarios a su modo.

    -Yo pa' qu te lo niego, Tranquilino, largo se me hace.

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    llos y los avientan fuera de la lnea, sentndolos con toda precisin frente al Pando.

    Todos se descubren y presentan armas. -Juras por Dios de los Cielos y su Santsima Madre

    no dejarte quitar esta bandera que Cristo Rey pone en tus .manos?

    -Si juro -contestan ambos, besndola. -Viva Cristo Rey! -grita la turba, disparando sus

    armas ... Aquello los enardece y hace crecer sus bros. -A tomar San Miguel! A tomar San Miguel! -se

    oye un grito unnime. Policarpo, consecuente, ordena se forme la gente de

    dos en fondo, para ir a tomar aquella plaza. Una vez for- mados, da una voz de mando:

    T '. 1 - oquen pa rmosi Como clarinada del Juicio Final, convocando a los

    muertos, vibran los cuernos, sacudiendo los campos en reposo, y la columna se pone en movimiento.

    Despus de rato, pasado el entusiasmo, los ms van silenciosos, reflexivos. Algunos para disimular su turba- cin tosen estrepitosamente; otros sacan sus eslabones para hacer lumbre y encender sus cigarros.

    Comienza a soplar viento chivero, presagio de la helada.

    Hay murmullos en las hojas cadas de los milpales; lamentos entre los garruales y rezongos en los huecos de las cercas.

    Los hombres desanudan sus frazadas y se embozan en ellas, echndose el rifle a la espalda.

    Individuos de bien que van ah, rompen al final el silencio; comentan su situacin.

    -Pos s, Martn, yo no s qu jui a hacer a Ca~lle- . ras, a echarme este compromiso, habiendo dejar tirao mi maicito -dice Timoteo, mientras enciende un pando cigarro de hoja en el botn de fuego de la yesca-. Todava si despus de la pelegrinacin me hubiera arrendao pa' mi rancho, no me habra metido en este berengenal, que sepa

    .; ; .

  • 65

    atravesando potreros para acortar la distancia. A poco, al descender de una loma, instintivarnent.e

    todo mundo hace alto: San Miguel de los Alcals al frente. 1:1. blanco y risueo casero est medio iluminado por los dbiles rayos de una luna anmica en menguante.

    Como manchas grises aparecen las formas confusas de las casas.

    Los perros de los arrabales parecen estar dormidos o tener miedo; no ladran.

    La columna se detiene. Policarpo selecciona cincuenta hombres; los manda echar pie a tierra y les ordena que avancen, divididos, por las calles que desembocan en la plaza principal, a fin de tomar por asalto la presidencia. Al resto de la gente, la distribuye en distintos lugares alrededor del pueblo.

    . Antes de salir a tomar sus posiciones, los montados se bajan, aprietan sus sillas, revisan sus armas se calan los barboquejos, se aseguran el sombrero; sacan' sus medallas y sus escapularios, se santiguan y montan nuevamente musitando oraciones:

    -Sombra del Seor Santiago, cbreme! Virgen de Guadalupe, protjeme con tu santsimo manto! Seor San Miguelito, emprstame tu machete ... ! -se escucha a media voz.

    Los montados se repliegan a las casas de las afueras del pueblo, y como sombras, en el mayor sigilo desaparee cen, sitiando a San Miguel. '

    Cautelosamente, los de a pie se escurren por las estre- chas callejuelas que llevan hacia la plaza. .

    Policarpo y El Ruido los siguen. . . -Oye, Caifs, nde estn las sogas? -le pregunta El

    Ruido. -Aqu estn, mi jefe. -Bueno, tnlas ai', pa' ora que se ofrezca. -Pos pa' qu son tantas reatas, t, Ruido? -pre-

    gunta Policarpo. :--Pa' acabar con todos esos Lpez, que como te dije.

    me tienen muy agraviado ... Mira: sta pa' colgar al viejo,

    64

    -Rompan filas y biganle ... ! Corre de boca en boca la consigna. Haba que llegar a San Miguel favorecidos por las

    sombras de la noche y sorprender dormida a la defensa ; de don Jos Mara.

    La columna se disgrega; todos avanzan en turbulento tropel galopando a campo traviesa, derribando cercados y .,

    En una mesa te puse un ramillete de flores. Mariana, no seas ingrata, reglame tus amores ...

    llegar a San Miguel, pa' echarme encima del caballo retinto de don Flix. Es una bestia ... que no respeta lienzos; ligera como un venado y un gobierno ... que la

    haces dar vuelta en una peseta y bailar un jarabe en un comal. .. Aunque don Flix es mi amigo, lo que es ora rompemos con la amist: me la avanzo, quera Dios o no quera Pos luego, entonces pa' qu son las refolufias! Mah !

    -En efeuto, vale -dice Nicols-; pa' eso son las bolas y hay que aprovechar. Y o por lo tocante a bestia, con sta me basta y sobra; a lo que le tiro al llegar a San Miguel. es a ver si me puedo robar a la chata Rosala, que est de "revolcn, brinco y pugido" ... Pa' qu te digo ms ...

    -Pos yo -agrega Marcelino, el Tuerto=, en cuanto ntremos al pueblo, me voy de jilo al juzgao, a buscar los papeles onde ese juez jijo de siete ... me sentenci a veinte aos por los dos endevidos que mat, y a ver si me toca la de buenas de agarrarlo pa' hacerlo bailar la Varsoviana a balazos. . . :;

    En cambio, los irresponsables, rancheros montaraces, asustadizos, que rara vez bajan al pueblo, y vienen ah sin saber por qu vienen ni hacia dnde van; tan solo porque los llevan sobre sus doloridos lomos las pacientes acmilas, ; caminan impasibles, con los machetes atravesados en la silla, canturreando a media voz:

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  • ...... :.~

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    Las esbeltas columnas del portal aparecen ante los perspicaces ojos de los asaltantes; como un batalln de gigantes, tendidos en lnea desplegada. Esto los . impre- siona, hacindolos avanzar con mayor cautela.

    -Les encargo muncho al viejo -recomienda a media voz El Ruido-; no me lo dejen juir, lo mesmo que a ...

    Una estruendosa descarga le mata las palabras en la boca.

    Los cristeros quedan desconcertados. buscando sobre qu disparar.

    Nuevas descargas continan, uniformes, precisas. Una rfaga de fuego se extiende de extremo a extremo del pretil de la presidencia, y de la torre del templo salen escupitajos de lumbre.

    El pueblo despierta alarmado, sacudindose de es- panto.

    Y un baile trgico, dantesco, se inicia a media plaza. Los cristeros saltan de un lado para otro, todava des-

    concertados. Hay gritos, carreras, alaridos, blasfemias y lament:os de los Que caen heridos.

    Polic