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fVOLUCJON qE.DACTORES: vv. Beltrán. P. Delfino. E. Boix. B. Feo. D. Castellanos. H Miranda 1. C'Hrech ]. A. Schinca. Adl1lÍlústradores: Roberto Sund- berg, Joaquin Travieso. Marzo de 1906 Jlño I• núm. 4 La regió'l (Co:ncl. "U.sicS:n) v FAsea TRANSVERSALIS El faseia transversalis descrito por primera vez por A. Cooper en 1804 es la hoja profunda de la aponeurósis de envoltura del músculo transversalis. Del- gada y delicada en la mayor parte de su extensión, se espesa en la región inguino-abdominal y toma la consisten- cia de una membrana netamente fi- brosa. Por esta razón se le designa en este punto bajo el nombre de facia trans- versalis fibroso ó de facia transversalis verdadero, á fin de distinguirlo del fas- cia transversalis celulosa, que es el teji- do celular infra-peritoneal, en el cual se arrastran los vasos epigástricos. Además en esta región el fascia trans- versalis se vuelve más fuerte v más es- peso por tres haces fibrosos que se sobreagregan á las fibras propias de su trama. Dos de estos haces tienen sus fibras verticales el ligamento de Hesselbach y el ligamento de Henl€; el tercero está formado por fibras transver- sales "JT conocido bajo el nombre de ban- deleta ilio-pubiana. Estos tractus fibro- sos provienen de los planos músculo- aponeuróticos vecinos; no forman parte del fascia transversalis, pero afectan con él relaciones tan íntimas, que son para éste fascia verdaderos haces de resfuerzo. Para darse cuenta de la textura com- plicada del fascia-transversalis en la región inguinal, es necesario estudiarla examinándola por su cara profunda sobre un sujeto vigoroso, La píel y el tejido infra cutáneo sacados, la aponeu- rósis del gran oblícuo una vez tirada so bre el muslo se aislan las dos regio- nes inguinales por medio de una inci- sión horizontal que pase por el ombligo, y cuyas extrenüdades se paren con el encuentro de dos incisiones verticales salídas de la espina ilíaca ant. superior. Se obtiene asi una espeeie de delantal músculo-aponeurótico, que se mantiene tendido para la diseceióu. Una diseceión así, examinada por transparencia y por su cara posterior antes de tocar al peritóneo, suministra ya datos interesantes. Se distingue yendo de la espina iliaca hácia el pubis: 1", una zona clara circular que responde á la fa seta inguinal externa y al orifi- cio profundo del canal inguinal. 2°, una banda longitudinal opaca, estrecha que ocnpa el labio interior del orificio pro- fundo del canal inguinal y cuya (lirec- ción sigue la de ·los vasos epigástricos; éste espesamiento es oeasionado por el ligamento de Hesselbach y por los vasos que acabo de nombrar;---3°. una segun- da zona clara límitada hácia afuera por los vasos epigástricos, háeia adentro por el cordón de la arteria ombilical: esta zona responde ála fosetainguinal lÍledia; 4°, una segunda "ona opaca, ancha, ex-

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fVOLUCJONqE.DACTORES:

vv. Beltrán. P. Delfino.E. Boix. B. Feo.D. Castellanos. H Miranda1. C'Hrech ]. A. Schinca.

Adl1lÍlústradores: Roberto Sund­berg, Joaquin Travieso.Marzo de 1906

Jlño I • núm. 4

La regió'l inguino-~bdominal

(Co:ncl."U.sicS:n)

vFAsea TRANSVERSALIS

El faseia transversalis descrito porprimera vez por A. Cooper en 1804 esla hoja profunda de la aponeurósis deenvoltura del músculo transversalis. Del­gada y delicada en la mayor parte desu extensión, se espesa en la regióninguino-abdominal y toma la consisten­cia de una membrana netamente fi­brosa.

Por esta razón se le designa en estepunto bajo el nombre de facia trans­versalis fibroso ó de facia transversalisverdadero, á fin de distinguirlo del fas­cia transversalis celulosa, que es el teji­do celular infra-peritoneal, en el cual searrastran los vasos epigástricos.

Además en esta región el fascia trans­versalis se vuelve más fuerte v más es­peso por tres haces fibrosos que sesobreagregan á las fibras propias desu trama. Dos de estos haces tienensus fibras verticales el ligamento deHesselbach y el ligamento de Henl€; eltercero está formado por fibras transver­sales "JT conocido bajo el nombre de ban­deleta ilio-pubiana. Estos tractus fibro­sos provienen de los planos músculo­aponeuróticos vecinos; no forman partedel fascia transversalis, pero afectancon él relaciones tan íntimas, que sonpara éste fascia verdaderos haces deresfuerzo.

Para darse cuenta de la textura com­plicada del fascia -transversalis en laregión inguinal, es necesario estudiarlaexaminándola por su cara profundasobre un sujeto vigoroso, La píel y eltejido infra cutáneo sacados, la aponeu­rósis del gran oblícuo una vez tiradasobre el muslo se aislan las dos regio­nes inguinales por medio de una inci­sión horizontal que pase por el ombligo,y cuyas extrenüdades se paren con elencuentro de dos incisiones verticalessalídas de la espina ilíaca ant. superior.Se obtiene asi una espeeie de delantalmúsculo-aponeurótico, que se mantienetendido para la diseceióu.

Una diseceión así, examinada portransparencia y por su cara posteriorantes de tocar al peritóneo, suministraya datos interesantes. Se distingue yendode la espina iliaca hácia el pubis: 1",una zona clara circular que respondeá la faseta inguinal externa y al orifi­cio profundo del canal inguinal. 2°, unabanda longitudinal opaca, estrecha queocnpa el labio interior del orificio pro­fundo del canal inguinal y cuya (lirec­ción sigue la de ·los vasos epigástricos;éste espesamiento es oeasionado por elligamento de Hesselbach y por los vasosque acabo de nombrar;---3°. una segun­da zona clara límitada hácia afuera porlos vasos epigástricos, háeia adentro porel cordón de la arteria ombilical: estazona responde ála fosetainguinal lÍledia;4°, una segunda "ona opaca, ancha, ex-

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tend'ielldo del cordón de'la arteria ombi­lical al ouraque, y ocupaüdo todo elancho del musculo recto; á ésta últimazona responde la faseta inguinal interioró foseta pubis-vesieal.

Hecha esta inspección se despega elperitóneo. El fascia transversalis apa­rece; el ligamento de Hesselbach esig'ualmente visible á los largos de losvasos epig'ástrieos. Se diseca entouc'esel fascia transversalis de arriba ó bajov de af\1era adentro. hasta el medio dela cara posterior del medio recto dellacio opuesto; lo que permite ver comose porta el fascia hácia afuera del anilloinguinal profundo al nivel y hácia aden­tro de este anillo.

Hácia afuera pasa detrás de los vasoscircunflej os ilíacos y se inserta sobre elfascia ilíaca.

Al nivel del anillo inguinal profundo,se mete en este anillo v forma unavaina á los elementos dei cordón porlos cuales ha sido empujado como dedode guante. Si se prosigue la diseccióndel fascia-transversalis hácia abajo desu invaginación en el canal inguinal seconstata que despues de haberse adhe­rido á la arcada crural, pasa bajo estaarcada para continuar con los vasosfemorales. No es pues absolutamenteexacto el decir. á lo menos en estepunto que el fascia se inserta sobre ellabio posterior de la arcada.

Hácia adentro del anillo inguinal pro­fundo el fascia se desliza detrils de laarcada Cl'ural y se continúa hasta laaponeurósis del pectíneo, formandoseptum crural de Cloquet y enviandofibras al lígamento de Gimbernat.

En fin, detrás del gran recto el fas­cia superior representa sólo la hoja pos­terior de la ap del gran recto y se in­serta sobre el labio posterior del bor­de superior de la rama horizontal delfubis; he constatado que adhiere clebil­mente al borde exterior del gran rec­to, que pasa todo entero detrás de él;pero no he encontrado la hoja del fas­cia, que segun ciertos autores, pasaríapor la cara anterior del músculo.

Durante esta disección el ligamentode Hesselbach ha sido llevado con elfaseia; pertenece pues á este plano ysu descripción encuentra aquí su sitionatural.

LIGA:\IENTO DE HESSELBACH

Los alemanes lo llaman ligwlientointei'foDeolai'e, á causa de su situaciónent¡'e la fosa inguinal externa y la media,Es no obstante justo de conservarle elnombre de ligamento de Hesselbach.Este autor ha merecido en efecto porvarios titulas de ver su nombre conser­vado en la anatomía de la región in­guinal. Uno de los primeros ha llama­do la atención sobre el fascia tranvei'­salís, que describió bajo el nombre deli,0;amentlllll in,g'Vinale internum, en 1806d~s años clespl~~es de Cooper, del cual noconocia probablemente los trabajos, Havisto el primero las fibras de resfuerzoque debian llevar su nombre. Estánmuy bien representadas sobre las plan­chas que acompaflan SLl trabajo, en elcual son designadas bajo los nombresde fibí'oe firndoi'es y de fib¡'as subti­liores,

Pero el texto escrito en latín le faltaclaridad y por más atenta que sea sutraducción no lleg'a á darse cuenta exac­ta de su sentido; así este sistema defibras ha sielo mal comprendido hastaque Braime ha llamado la atención sobreél y lo ha designado bajo el nombre eleligamento de Hesselbach.

Este ligamento es el haz fibroso querefuerza el labio interior elel anillo in­guinal profuneloy sobre el cual loselementos del cordón se inflexionan, ásu entrada en el canal inguinal. Res­ponde á los vasos epigástdcos, situadoshácia atrás de él, pues se anastran enla capa cellulo-adiposa limitada adelan­te por el fascia transversalis, atrás porperitóneo.

En su conjunto el ligamento de Hes­selbach forma en ansa, de concavidadluicia afuera y arriba cuya parte mediase desliza bajo el cordón spel'lllático:ahí las fibras están pintadas y el li,g'a­mento ofrece sn máximun de espe~or.De las dos ramas del ansa, una essuperior paralela á la direeción de losvasos epig'ástricos, es decir, ligeramenteoblicuo arriba y adentro; la otra infe­rior se separa élespues de haber pasadobajo los elementos del cordón y tomauna dirección oblícua ascendente háciala espina ilíaca antera superior,

Las fibras ele la rama inferior seirradian sobre el fascia transversalis en

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la vecindad del labio externo elel ani­llo inguinal profundo, sobre la banele­leta ilio pubiana, algunas veces mismosobre el fascia iliaca.

Las fibras ele la rama inferior se cliso­cian igualmente, pero confundiéndosela mayor parte con la arcada de Dou­glas. Ahora bien, las fibras que com­ponen la arcada ele Douglas atraviesanla línea blanca y se funden en la apo­neurósis del transversalis elel lado opues­to. El ligamento de Hesselbach apareceentonces como esencialmente constituídopor fibras que emanan ele las al'caelasde Douglas del lado correspondientepero que provienen de la aponeurósisdel transversal del laelo opuesto, despuesde entre cruzamiento en la línea me­diana.

Hesselbach ha representado á lo lar­g'o de la rama superior del ansa, fibrasterminándose en punta sobre el fasciatrallsversalis. No las he encontrado:cuanelo existen no tienen el origen quehe atribuído al ligamento "J' no he po.ii­do comprender la procedencia sobre lasláminas de Hesselbach.

Las connexiones clel lüramento eleHesselbach con la aponeuró~isdel trans­versalis tienen una cierta importanciafisiológ'ica. La contracción del músculoeletermina la tensión del lig'amento v,por intermedio ele ésta, la tensión delfascia transversalis, que se opone asíde una manera más eficaz á la presiónintra abdominal.

El fascia transversalis V el ligamentode Hesselbach disecados 'v doblados, setiene bajo los ojos un nuevo plano for­mado de afuera adentro: 1". por el trans­versal hasta el punto adelante del recto.2°. por el recto ofreciendo sobre su cos­tado externo una expansión fibrosa, elligamento de Henle. Abajo de la regiónse extiende una lámina de fibras para­lelas á la arcada cTural, que es la ban­deleta ilio-pectínea. Dos de estos ele­mentos-debemos aún estudiarlos: el li­gamento de Henle y la bandeleta ilio­pktinea.

LIGANENTO DE HENLE

Braune tiene aún el mérito de haberllamado la atención sobre este' ligamen­to; le ha ciado el nombre de ligamentor1e Henle como se le llama generalmente.En la nomenelatura de "'V. His, es 11a-

lilado primeramente, aponelU'osis fal­{j;z"fot'mes despues fal::inguinalis.

A primera vista el ligamento de Hen­le se presenta como una expansión fal­cifol'lne del borde exterior del tendóndel gran recto. Su forma es más ó menostriangular; su borde interior costea elexterior del gTan recto, con el cual seconfunde; su borde exterior cóncavoarriba y afuera se aproxima más ómenos del li,g;amento de Hesselbach: labase se conf~nde con la extremidad' in­terior de la bandeleta ilio-pubiana.

Henle no lo había comprendido así.Su ligamento inguinal interior medianose extiende desde el borde exterior delgran recto al orificio interior del canaling'uinal, donde ofrece un replieguefalciforme, sobre el cual reposan loselementos del cordón. La lámina fibro­sa descrita por Henle abraza pues losdos tractus, que se describen hoy sepa­radamente.

El modo de ver de Henle no es exac­to. Los ligamentos de Henle y Hessel­bach están separados entre sí, por unazona delgada que responde á la foseta in­guirial me dia; á este nivel el fasciatransversalis está constituido solamentepor sus fibras propias. «Si se quita eltejido delg'ado que forma el fondo deesta foseta; el dedo que se introducirápodrá ser llevado hasta el anillo íngui­nal exterior; estará entonces encerradoen dos sistemas de láminas cortantes,colocados uno detrás del otro, el poste­rior estando constituido por las bande­letas de Henle v Hesselbach. el anteformado por el contorno del ~nillo in­guinal externo." Por otra parte el li­gamento de Henle tal como lo elescri­be, aunque forlllando parte como elligamento ele Hesselbach, de la paredposterior del canal inguinal no estácompletamente en el mismo plano queéste. Cuando se ha separado el peri­tóneo, se vá el ligamento ele Hesselbachy la capa ele las fibras del fascia tran8­versalis, pasanelo detrás del recto; nose vé el ligamento ele Henle. No esvisible en las planchas de Hesselbach.Esta diferencia ele situación está neta­mente indicada en el trabajo de His enlos elos dibujos trazaelos según una pre­paración ele Spaltecholz.

La procedencia de las fibras quecons­tituyen el lig'amento ele Henle es aúneliscu tida. Para unos está constituiclo

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'por fibras propias; para otros P01' unaexpansión tendinosa del recto. Braunelo considera como una poreión enrosca­da del tendón del transverso sólo. mien­tras que Blaise lo hace proveI~ir deltendón conjoint todo entero. En finpara Charpy está constituído por eltransversalis y por una expansión del;recto.

Estas diferencias no extrañan á quienha disecado atentamente la pared pos­terior del canal inguinal. Los planosfibrosos son delgados y no solamente encontacto, sino uni los por fibras que cam­bian entre ellos. Para algunos autoresel faseia transversalis, llegado á niveldel borde exterior del recto, se divideen dos hojas, una anterior, la otra pos­terior. Como lo he dieho vo no heconstatado este desloblamiento. Si exis­tiese el ligamento de Henle, debieraestar coloeado entre estas dos hojas;ahora bien, está situado adelante delfascia transversalis en el plano del recto.Según mi opinión el ligamento de Henledebe ser, ante todo, eonsiderado comouna expansión lateral del tendón de éstemúsculo. No niego, que la aponeurósisdel transversalis no le envie algunasfibras; pero repito, que el transversalispasa adelante del recto y no perteneceá este plano. Rechazo la opinión deBlaise adoptada por Testut, según lacual el ligamento de Henle es una par.te del tendón conjoint. Este modo dever no es exado; prodüee una confusiónen el estudio de la pared posterior deleanal inguinal.

BANDELETA ILIO-PUBIANA DE TH01IPSON

Se da este nombre á una bandeletafibrosa, situada á lo largo del labioposterior de la arcada erural; representapara el fascia transversalis un haz deresfuerzo de fibras transversales.

Es así que lo han comprendido Thomp­son, que la ha deserito, el primero, en1838, y Robin, que ha hablado despuesde Thompson en su tésis sobre la regióninguinal (1848). Despues los autoreshan descuidado esta bandeleta ó la hanconfundído con la arcada crural. Cru­veilhier· hace apenas alusión; Sappeydescribe una bandeletta ílio-inguinal,que recuerda vagamente la bandeletade Thompson; Rkhet designa las fibras.;que han recihirlQ de Thompson el nom-

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'bre de. 'bandéleta iIío-pubiana~ 'bajo eíde arcadacrural superficial; Paulet, llamacon razóñ, bandeleta iHo-pubiana lasfibras propias de la arcada crural, quese insertan de un lado en la espinailiaca, y del otro á la espina del pubis,sin insisLir más.

Hay que llegar á Blaise en 1894, paravdver á hallar las noeiones primerasque estan reproducidas en los tratadosde anatomía reeientes.

Para poner bien en evidencia la ban­deleta ilío-pectinea, lo mejor es llegará la región por su cara posterior. Elperitoneo sacado se diseca el faseiatransversalis de arriba abajo. La ban­deleta se encuentra en la veeindad dela arcada crural; con un poco de aten­ción se separa el fascia transversalis.Está entonces descubierta v tanto másvisíble despues que se h~ librado suborde superior de las adhereneias quetenía con el fascia transversalis.

La bEtndeleta ilio-pubiana se inserta,afuera; sobre la vertiente de la espinailíaca, antero superior y sobre el labioínterior de la cresta illiaca en la veein­dad de la espina. De ahi sus fibras sedirigen oblicuamente hácia adentro yabajo, deslizan bajo el cordón, y se in­sertan en su mayor parte en la espinadel pubis. Numerosas fibras pasan laespina, y van, pasanclo detrás del recto,á unirse al adminiculum de la líneablanca; otras se dirigen abajo para ex­pandirse en el ligamento de Gimber­nat.

La altura de la bandeleta no es lamisma en todas sus partes. En la ve­cindad de la espina illiaca es de 3 cts.Sus fibras se agrupan en seguida parapasar debajo de los elementos del cor­dón y se apartan de nuevo despues dehaberlo pasado. En término meclio labandela miele de 5 á 18 m. de altura.Su espesor variable según los sujetosestá en relacíón con la musculatura.

Para precisar las relaeiones de labandeleta ilio pubiana se considere enella una cara anterior y otra posterior,un borde superior y otro inferior.

La cara superior esta en relación, deafuera adentro: 1°. con el tranversalis:2°. con el cordón qne solo lo separa déla aponeurósis del gran oblícuo; 3°. conel tendón eonjoint; 4". con la cara pos­terior elel recto.

La cara posterior está en contacto

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con el fascia transversalis. Hácia afuerade los vasos femorales ésta llega hastael fascia iliaca. Pero antes de llegarse aparta ligeramente de la bandeleta,formando con ella v con el faseia iliacaun pequeño espacio prismátieo, en elcual caminan los vasos circunflejos. Sepueden poner á la vista estos vasos yahaciendo una incisión á la bandeletapor su cara anterior, habiendo separadoel gran oblicuo el pequeño y el trans­versalis, sea desgarrando el fascia trans­versalis por su cara pectineaI. Se véasí que los vasos circunflejos iliacosestán en contacto con la banda, delante,con el fasC'ia transversalis atrás. con elfascia iliaca abajo. Su penetraé.ión en­tre la bandeleta v el transverso mues­tra una vez más' que estos dos planosfibrosos son independientes y no perte­necen al mismo sistema.

El borde superior de la bandeleta, des­pues de la disección que acaba de serhecha, es libre y eortante; antes pare­da confundirse con el faseio transver­salis al cual se adhería estreehamente.En euanto al borde inferior se une á laareada crural en toda la extensión delfondo de la gotera formada por la earasuperior de esta areada; no se le puedeseparar sino artificialmente.

El orígen de las fibras que componenla bandeleta ha sido comprendido dediversos modos. Thompson considerala bandeleta constituída por las fibrasmás elevadas de la pared anterior delo que él llama embudo femori-vascular,reflejadas bajo la arcada. En efecto,para él no es el fascia transversalis quepasa bajo la arcacla, para recubrir laparte anterior de los vasos femorales, esla bandeleta. El fascia transversalisse refleja, al 'contrario, hácia arriba yotras, sobre la cara anterior de los vasosiliacós.

BJaisie, á quien he tomado estos deta­lles sobre la opinión de Thompson,comparte este modo de ver. En lo queme concierne no la creo exaeta. Todoslos autores que han estudiado la ban­deleta la hacen detener en la arcadacrural. Es ella que forma el labio pos­lerior de la gotera, de la cual la apo­neurósis del gran oblicuo representa ellabio anterior. Por otro lado he veri­ficado varias veces el pasaje del fasciatransversalis bajo la arcada para diri­girse hácia adelante ele los vasos femo-

rales; me inclino á creer que si estanoción está reproducida en casi todoslos tratados, es que como yo, otros hanconstatado su exactitud.

",Para los alemanes, diee Charpy, labandeleta es la espansión horizontaldel ligamento de Hesselbach. En Fran­eia se describen estas fibras como hacesindependientes, corriendo paralelamenteá la arcada crural y resforzando lapared inferior del canal inguinal.» ]Iayque agregar que algunos autores lasrelacionan al fascia transversalis, delcual son las fibras transversas.

La opínión que considera la bandele­ta como una expansión del ligamentode Hesselbach no me parece íundada.Sin duda cuando el ligamento ha pasa­do bajo el cordón, envía algunas fibrasá la porción exterior de la bandeleta,pero no la forman ellas solas. Paráverla bien, es necesario sacar el liga­mento de Hesselbach al mismo tiempoque el fascia tranversalis. El ligamen"'to de Henle afecta con la bandeletarelaeiones más íntimas v mas extendi­das puesto que se cOllfunde con ellapor su base. No sería sin embargoexaeto el decir que la bandeleta es laexpansión de este ligamento.

¿.Es necesario describir la bandeletailio-pubiana como un haz independienterelaeionado por convención al fascia­transversalis'? No lo creo.

Según mis investigaciones, la banele­leta ílio-pubiana está constituída porlas fibras más profundas del borde infe­rior de la aponeurósis del gran oblicuoreplegada en gotera. Forma parte in­tegrante de este borde inferior, que esla arcada crural misma. Para verificarlo que adelanto, basta examinar la ban­cleleta ílio-pubiana sobre una prepara­eión, en la cual la aponeurósis del granoblícuo sea tirada hácia abajo, mien­tras que el fascia transversalis' sea di­secada por la cara profunda de la pared.La gotera formada por la arcada cru­ral está así bien extendida; dand o vueltala bandeleta hácia atrás, .se ven las fi­cras confundirse sin transición algunacon las de la aponeurósis del granoblicuo.

Tales son las fibras de resfuerzo delfacia transversalis. En resumen pro­vienen todas de aponourósis tendinosas:el ligamento de Hesselbach viene de laaponeurósis del transversaJis del lado

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0tmesto; el ligamento de Henle es unaexpansión del tendón del recto, con lareunión de fibras del trm:sversalis delmismo lado; la bandeleta ilio-pubianaes el fin del borde inferior de la apo­neurósis del gran oblicuo replegada engotera.

Con el fascia transversalis se termi­na el estudio de los planos fibrosos,elementos esenciales de la reg'ión in­guino-abdominal; tenía que pon~rse cla­ro algun punto particular sobre cadaUIlO de ellos. Seré más breve en ladescripción de los dos últimos planos,el tejido celular infra peritoneal y elpel'itóneo,

VI

TEJIDO CELULAR INFRA-PERlTONEALFASCIA PROPIA

El tejido conjuntivo infra-peritonealpoco desarrollado alrededor del ombligose vuelve de más en mas abundante ámedida que uno Sl~ aproxíma á la arcadacl'Ural. En la región inguino-adminal,una grasa amarillenta se infiltra en susmallas; constitu;ye entonces un planorelativamente espeso, al cual Richetreserva el nombre de ('acia transul'salisceluloso. Se le llama aún ('acia pro­pia pero esta denominación convienemás bien á una de las partes de es­te plano que al total. Este en efectoestá compuesto de dos capas: una, su­perficial, más espesa, arcolar, infiltradaele grasa: la otra, deHcada, laminar,directamente aplicada contra el pel'i­tóneo, del cual favorece los desliza­mientos. Este ofrece el aspeeto de unadelgada aponeurósis; Cloquet la há lla­modo ('acia propia.

Se ha hedo jugar á la grasa infra­peritoneal un cierto rol en la patogeníade las hernias: es ella la que á menudolleva el peritoneo en el futuro travectoherniario; otras veees, provoea p¿r sudesaparición la formación de infumdi­bulum pel'itoneales en los euales seÍl~troduce el intestino. No hay que ol­VIdar en fin que esta grasa se eontinúaen m<;;dio de los elementos del cordón.

El ütscia propia se adhiere íntima­mente al contol'110 del anillo ilH~;uinal

interno: asi no forma jamás saco'~á lashernias inguinales. Hácia abajo del mis­lllQ anillo se continúa con el septum

crural de Cloquet, que contribuye afonnar.

En la parte interior de la región, laconstitl¡ción de la capa cellulo grasosainfra pel'itoneal se complka; se encuen­tra una nueva lámina fibrosa, le ('asciaJ]l'cresical. Esta faseia se relacionacon la logia de Retzius, seré pues breveen este punto.

Tiene la forma de una lámina trian­gular: el vértice truncado responde alomblig'o: la base se inserta sobre laapone~l1'ósis pubiana superior; los cos­tados responden á los «faux» ombilica­les. Es suficiente apartar con el man­go del scalpelo la grasa colocada detn\:sdel faseia transversalis; para poner enevidencia el fascia prevesical. Este tieneuna textura más densa que el fasciapropia" con el cual no hay que confun­dirlo. Segun algunos autores, el fasciapreveskall'epresenta el ala anterior de laaponeurósis ombilico-pelviana ó apo­neurósisoculta-vasos de Farabeauf: Pero,en un trabajo redente Cuneo y Veali.parecen haber demostrado por la em­briolog'ia, que el fascia prevésícal re­sulta de la coalecencia de dos láminasperitoneales, que, separadas en los pri­meros estados del desarrollo. entran enseguida en contacto por su~ superficieserosa v se sueldan. De estas dos lámi­nas pe;'itoneales. la una vesical, reco­rre la cara anterior de la vejiga y lasarterias ombilicales. que en este momen­to no son más preperitoneales, como enel adulto; la otra! parietal, tapiza la caraposterior de la pared addominal anterior. La soldadura de estas dos super­ficies peritoneales, se hace, en el sen­tido transversal. de una arteria ombili­cal á la otra;' en el sentido verticaldesde el ombligo hasta 'el piso pel­viano: son los límites mismos del fas­cíe prevesical.

VII

PERITOXEO

El peritoneo, último plano de la región,está debilmente unido á las capas fibro­musculares de la pared abdominal porel tejido celulo-adiposo infra-peritoneal:así se puede fadlmente despegarlo ex­cepto en la parte superior del orifieíoinguinal profundo, donde se adhiere alfaseia transversalis. Estos medios de

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Uluon sienclo debiles, el peritóneo sedeja llevar tambien por deslizamiento,cu'ando una partp de una viscera abdo­minal sale á través de la pared y for­ma una envoltura serosa alrededor delas visceras herniadas. En la cura radi­cal de la hernia, antes de ligar y rese­car el saco seroso, se tira el peritóneopor intermedio de este saco y la laxi­tud de las adherencias que unen elperitóneo le permite descender una buenaparte.

Se observan en la superficie de esteplano seroso las tres fosetas inguinales(exterior media é interior ó vesico­pubiana), que he señalado ya. Ciertos

autores no admiten sino la exterior vla media. rehusando consiclerar. comoinguinal la foseta vesieo-pubiana. Clo­quet no admite igualmente más que dos;conserva la foseta vesico-pubiana, y con­funde la exterior;r la media bajo el110Jilbre (le foseta inguinal, bajo el pre-

texto que los vasos epigástricos que laseparan UIla de otra no hacen en lasuperficie del peritóneo con salida sufi­cientemente marcada.

A mi ver es más práetico y mas exac­to describir 3 fosetas inguinales.

Al ni.vel de la faseta inguinal exte­rior el peritóneo presenta una depre­sión más ó menos aparente, cuyo esta­do de figeza es debido á la inserciónsobre la cara profunda del peritóneo,de fibras del eremastor interior de Hen­le y de un eordón fibroso, reliquat deleanal vagino-peritoneal. Sobre la pre­paración que me ha servido á deseribirtenia dos eentímetros de profundidad.Es por esta foseta que se mete el intes­tino en la hernia inguinal oblicua exte­rior común, que es la más frecuente delas hernias inguinales. Los vasos epi­e:ástrieos están adentro del «colletá dela hernia, el cordón debajo.

Por esta foseta Se produeen aún lashernias ing;uinales eong'énitales. así lla­madas, no '-porque date~l del nac~imientosino porque las vísceras herniadas pene­tran en un saco prexistente á la hernia,formados á expensas del divertieulumperitóneo vaginal. Este es una inva­ginación del peritóneo, que desciende álas bolsas para formar la túniea vagi­nal. He admitido anteriormente queesta invaginación se produeía, desde elprincipio del tercer mes de la vidaintra-uterina antes de la aparieión deltextieulo. Trabajos más recientes tien­den á establecer que el descenso deltextíeulo v la formación del divertículoperitoneaÍ son fenómenos simultáneos yprovocados por las mismas causas. SegunSoulié, en particular. el descenso de laserosa se hace bajo la influencia de untendón celular, que llama procesus peri­tóneo-vaginal; el gubernaculum se pier­de en éste proceso á nivel del orificioprofundo del canal inguinal. Cuaadoel textíeulo ha llegado á las bolsas, laporeíón texticular del divertieulum peri­toneal representa lo que será más tardela túnica \ aginal, que primero comuni­ca ampliamente con la cavidad peritó­neal por la porción funicular, por laporción inguinal del mismo divertículoseroso; las dos últimas forman juntasel canal vagino-peritoneal. Este estáahnmas veces obliterado ellelnacimien­to~ lo más á menudo se oblitera en elpr:imer mes, por el contacto de sus pare-

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des; donde entonces no esta represen­tado más que por un cordón fibrosoextendido de la depresión peritoneal dela foseta inguinal exterior á la túnicavaginal.

A veces en el adulto, el canal vaginoperitoneal; obliterado solamente en partepersiste más ó menos reducido. En estascondiciones, se produce la hernia con­genital del adulto; el intestino invadelo más á menudo de una manera brus­ca, la porción restante del canal vaginoperitoneal. La hernia es entonces tex­ticular, cuando el intestino penetra entodo el divertículum primitivo, es funi­cular, cuando el intestino no distiendemás que la porción funicular y la ingui­nal; en fin, es inguino-intersticial cuan­do el intestino no puede franquear elorificio superior del canal inguinal.

La foseta inguinal media, limitada áfuera por los vasos epigástricos, adentropor la «faux~ ombilícal está enfrentedel anillo inguinal primitivo, y el puntodebil de esta misma pared. Las vís­ceras que atraviesan la pared, á nivelde la foseta, no tienen más que cami­nar recto delante ellos para llegar á lostegumentos. La hernia inguinal es di­recta. No obstante la rectitud de sutravecto la hernia ésta es mucho másrara que el oblícuo exterior. Los vasosepigástricos y los elementos del cordónestán situados á fuera del «colleb dela hernia.

La posición de los vasos epigástrieoscon relaeíón al «collet,. de la hernia,permite pues de distínguir la herníaoblicua exterior de la hernia directa.Berop reseña un caso donde las dosvariedades se encontraban simultánea­mente. los dos "collets,. estaban sola­mente' séparados por los vasos. Sinembargo esta noción anatómica no tieneen la práctica la importancia que seestaría tentado atribuirle. En el mo­mento del decridamiento de una herniaextrangulada en el anillo inguinal pro­fundo, sería muy útil, sin duda, reco­nocer la variedad de hernia á la cualse tiene, de saber por consiguiente silos vasos epigástricos están adentro óafuera del collets hernial, para llevarel bisturí del lado opuesto. Pero lasvísceras herniadas distienden progresi­vamente su orificio de salida y acabanpor borrar la foseta veeína. Los vasosestán eehados hácia adentro si la her-

nia es oblicua exterior, hacia afuera sies directa; es imposible á priori, sabersu posición exacta. En la duda sehace la incisión directamente arriba.

La faseta inguinal interior (fosetasupra-pubiana, supra-veskal) respondeá la cara posterior del recto, está háciaadentro del anillo inguinal superior.Las vísceras que hacen hernia por estafoseta pasan á través de una craillurede los planos fibrosos adosados al bordeexterior del recto; algunas veCeS atra­viesan el músculo mismo. Se dirigenen seguida oblicuamente de adentroafuera para llegar al anillo inguinal su­p erial', que ataaviesan para salir al ex­terior. Una hernia tal, á causa de sudírección se llama hernia inguinal oblí­cua exterior; es excepcional.

VASOS Y NERVIOS

VASOS

Los vasos sanguíneos se reparten entres planos musculares: un plano super­fieíal ó infra cútaneo; uno medio, mus­cular; uno profundo ó preperitoneal.

Los vasos del plano vascular superfi­cial se arrastran entre las dos láminasdel fascia superficial; encuentra: 1°. laarteria infra-cutanea abdominal, cuyasramas se anastomosan con las ramasperforantes de las arterias similares; 2°.con ramas salidas de las pudendas ex­teriores.

Dos venas acompañan á cada yaso ar­terial, se tiran en la femoral ó en lasafena interior. Pequeñas, por lo común,se vuelven en ciertos casos sinuosasv varieosas. Las he visto recientemen­te más gruesas que el index en unhombre que tenía un tumor hepáticovoluminoso, que obstaculizaba la circu­lación en la vena, cara inferior.

El plano vascular medio comprendelos vasos que caminan entre los mús­culos parietales irrigándolos. Las arte­rias están representadas por ramas delas lumbares y por la circunfleja ilíaca.

Las arterias lumbares envian su ramaanterior á los músculos anchos del abdo­men.

Cada rama anterior se divide en dosramas: una camina entre el pequeñooblicuo v el transversalis. la otra entreel pequeño y el gran 'oblicuo. Esta

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última suministra arteriolas, qu~ atra­viesan la aponeurósis del gran oblícuov se unen al plano vaseular subeútaneo.Hácia adentro á lo larg'o del bordeexterior del recto, las ramas anterioresde las lumbares se anastomosan eonla epigástriea.

La arteria eireunfleja iliaca, situadaentre la bandeleta ilio-pubiana y el fas­cia transversalis perteneee á la regióndesde el punto donde se pone en eon­:aeto con la arcada crural hasta la es­pina iliaca anterior superior, donde dásus dos ramas terminales.

Las venas son dobles para cada ar­teria; las lumbares van á la venacavainferior y á las venas azigos por lalumbar ascendente; las circunflejas ilia­cas se tiran en la iliaca interior.

El plano vascular profundo está repre­sentado por los vasos epigástricos. Laarteria epigástrica es lo más importantede la región. Naeida del costado inte­rior de la iliaca exterior á una distan­cia luída arriba de la al'cada cruralvariando de 5 á 10 milímetros se diri­ge: 1°. abajo y adentro despues arriba,describiendo una curva cuva concavi­dad mira arriba y afuera." Sobre estacurva reposa la curva formada en sen­tido contrario por el canal deferenteen el momento que flanquea el anilloprofundo.

La arteria gana el borde exteriordel recto á 5 cts. más ó menos arribadel pubis, costea éste borde hasta quepenetra en la vaina del recto á nivelde la arcada de Douglas. Esta pene­tración se hace á 9 cts. y 112 arribade la espina del pubis en la prepara­ción que tengo á la vista.

La artieulaciónse pierde en seguida enel espesor del músculo.

El cayado inicial de la epigástricacontornea el labio interno del anilloinguinal profundo, está á una distanciavariable en 10 y 4 m. casi siemprequeda á 2 ó 3 ets. de la arcada erural.He medido en algunos sujetos la dis­tancia que separa la poreión aseendentedel cayado epigástrico de la espina iliaeaantero superior y de espina del pubis.En el hombre se encuentra en terminomedio á 7 cts. de la primera, á 5 dela segunda en la mujer, 7 112 á 4 112.En este punto está á un dedo adentrola areada crural. Por exeepción la epi-

gástrica puede estar más adentro y res­ponde á la parte media de la fosetamedia.

El trayecto de la arteria está casiindicado par una línea tirada del mediode la arcada al ombligo, línea que debeevitarse en la junción del abdómen.

La regla es que debe introducir eltrocart afuera de ella. sobre el travectode otra línea yendo eÍe la espina Üiaeaantero superior al ombligo. Seria mejorcomo lo hace notar Saulet, hacer lafunción hácia adentro de la línea re­presentando el trayecto habitual de laarteria, que está á menudo desviadaafuera por la distención del abdómen.

La herida de la epigástrica es grave;conozco un caso de muerte. Es inútildecir que hay que lig'ar los dos cabospara parar la hemorragia.

Entre las colaterales señalaré. eomoperteneciendo á la región, la arteriafunicular y el ramo supra-pubiano. Elfunicular nace del cayado de la epig'ás­trica, penetra en el canal inguinal delcual atraviesa la pared posterior y ca­mina atrás de la vaina fibrosa del cor­dón, para terminar en las envolturasdel testiculo en el hombre, con los~,l'andes labios en la mujer.

Larama supra pubiana se dirig'e aden­tro y forma, detrás los grandes reetos,anastomosándose con el ramo del ladoopuesto, la arcada supra pubiana.

Dos venas acompañan la arteria: setiran de la iliaca exterior, despues de ha­ber recibido varias veniculas del cordón.

LníF.tTICOS

Los vasos linfáticos de la reglOn des­cienden convergiendo hácia los gangliosinguinales superiores, de las cuales losmás elevados reposan sobre el plieguede la ingle. Según Paulet, existe arri­ba del lig'amento de Fallope dos ó tresganglios superficiales, que reciben unaparte de sus vasos aferentes del fo­rro de la verga.

NERVIOS

Los nervios son suministrados por elplano lumbar y provienen del granabdómino-g'enital, del pequeño y dela rama interior del génito crural.

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CANAL INGUINAL

Se clá el nombre de canal inguinalal espacio ocupado por el cordón es­permático) ó el ligamento redondo) enel medio de los planos fibroso-muscu­lares de la región inguino-abdominal.En realidad el cordón se insinua v ca­mina en el espesor de la pared comoun haz vasculo nervioso ordinario. Nose encuentra un verdadero canal másque en el feto y el recien nacido, cuan­do el diverticulum vagino-peritonealexiste aún, v en el adulto cuando estáformado por' un trayecto herniano, ad­quirido ó congenital en el cual se meteuna porción de vísceras abdominales.En los dos casos se puede distinguir eltrayecto de un canal situado en el es­pesor de las pareeles abdominales) condos orificios: uno superior ó profundo)abrienc10se en la gran cavidad perito­neal (anillo inguinal profundo) el otroinferior ó superficial recubierto por lostegumentos (dnillo inguinal superficial).Pero. en el ad uIto en estado normal, sise encuentran facilmente los dos orifi­cios por la entrada y la salida del cor­dón. no se sabría asimilar á un verda­dero canal el intersticio que ocupa estecordón en el espesor de la pared. Elnombre de canal es conservado, pueshay interés para el médico represen­tarselo; ya que la hernia lo crea ámenudo.

No tengo que insistir sobre la des­cripción: que está contenida implicita­mente en lo que precede) dpseo sola­mente aquí sintetizar las nociones quese relacionan á la pared posterior delcanal.

El anillo inguinal superficial) formadopor la aponeurósis del gran oblícuo)casi redon,jeado tiene por límite óseola porción del pubis comprencl ido entreel ángulo y la espina. Esta últimasalida ósea es un punto de referenciafácil de encontrar.

El anillo inguinal profundo formadopor el fascia transversalis es una hen­didura dispuesta en creciente con laconcavidad mirando arriba v afuera ellabio interior del crecient(~. sobre elcual se pncurva el canal deferente. estáreforzado por el ligamento de Hessel­bach. El hnillo inguinal profundo está¡¡ituado un poco háci~t adentro del medio

de la arcada crural. á un dedo arrIbade esta arcada. '

El trayecto del canal. oblícuo de arri­ba, abajo y de afuera adentro tiene unalongitud media de;) á 6 cts. Está com­prendido entre la aponeurósis del granoblicuo, que forma la pared anterior) ylos otros tres planos músculo-aponeu­róticos de la región laponeurósis delpequeño oblícuo y transversalis fasciatransversalis) que forman la pared pos­terior. La pared inferior del canal esla porción correspondiente de la goteraque ocupa la cara superior de la arca­da crural. He demostrado que estagotera es una dependencia del bordeinferior de la aponeurósis del gran obli­cuo. El cordón espermático está á unacierta distancia arriba de la pared infe­rior: está á un dedo á nivel del anilloingLlinal profundo. Arriba del cordónla pared anterior y posterior se juntan,unidas por una capa de tej\do celular;el canal no tiene pared superior, no seha admitido la existencia ele esta paredsino porque no se comprendía bien laconstitución de la pared posterior.

PAl(ED POSTEmOH DEL C"\NAL INGUIKAL

Se puede aún leer en tratados re,:ien­tes que la pared posterior está consti­tuída por el fascia transversalis; esta seune abajo con la aponeurósis del granoblícuo para formar la pared inferiordel canal; el pequeflo oblícuo y el trans­verso quedan entre el grande y el fas­cía transversalis y constituyen la paredsuperior por su borde inferior. Estamanera de comprender el canal ingui­nal mucho tiempo e1ásica no es exacta,pues el pequeño oblicuo ¿' el transver­salis deben ser estudiados en la paredposterior.

Esta esla parte del canal de estructuramás complicada.

Cuando se ha puesto en descubiertocon una incisión la aponeurósis delgran oblícuo) cuyos colgajos son tira­élos arriba y abajo y apartando el cor­dón) se vé que esta pared está formada)yendo del anillo inguinal superficial alpIofundo) por el ligamento de Collesel tendón conjoint y el fascia transver­salis.

Si se explora con el dedo) uno se clácuenta que la pared no resiste igual­mente en todos sus puntos) que su re-

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sistencia vá disminuyendo del ángulodel l)ubis al anillo profi.mdo, y se en­cuentra reducida al mínimum afueradel borde exterior del tendón del con­joint, ahí la pared cede, el dedo pene­tra bruscamente en el punto debil. Lapared posterior en efecto, no tione es­tructura homogenea. Si se la examinadesde el punto de vista de los planosfibrosos que lo componen, se puede clis­ting'llÍr en ella cnatro segmentos, Sll­

cediéndose uno al otro de dentroafuera.

El primer segmento, el más interiorv el más resistente. está formado (deadelante atrás) por el ligamento deCalles, el tendón conjoint, el recto, elligamento de Henle, estos dos últimossituados sobre el mismo plano y el fas­cia transversalis'

El seguudo segmento está formadopor el tendón conjoint y el fascia trans­versalis.

El tercer segmento, es menos resis­tente, está reducido al solo fascia trans­versal.

El cuarto seg1l1ento, estrecho esta for­mado por el fascia transversalis; refor­zado por el ligamento de Hesselbach.

En fin todo á lo largo y abajo de lapared posterior corre la bandeleta ilio­pubiana.

G. l\Ic. Clellan. describe aún en estapared el espacio triangular de Hessel­baeh como una zona de resistencia mÍ­nima. Según éste autor este espacioestá limitado hácia adentro por el ten­dón del recto. hácia afuera por las epi­gástricas; abajo por el ligamento dePoupart. De una manera más prncisael triángulo está formado por el liga­mento de Henle. arlentro: el de Hessel­bach, afuera; la bandeleta ilio pubianaabajo. Su lado interior es el más sóli­do de los tres, pues se apoya sobre elrecto y se encnentra doblado adelantey abajo por el ligamento de Calles.

El área del triángulo está recubiertaen parte, por su cara anterior por eltendón conjoint que pasa también delan­te del recto v delante del li,g'amento deHenle. L ~

El tendón conjoint desborda afuera elligamento ele Henle: es él que formaforma por su bOl'(le infcrior externo ellimite interior elel punto débil. Estese extiende del ligamento de Hessel­bac11 ó dicho de otro modo del labio

interior del orificio profundo del bordecóncavo hácia abajo del tendón con­joint, y no como se ha dicho errónea­mente al borde, cóncavo arriba, del li­gamento de Henle. El punto débil esen suma la parte exterior del trián­guIar.

Resulta de esta descripción que elfascia transversalis sólo ocupa toda laextensión de la pDred posterior; desdeel punto de vista anatómico en elelemento fundamental; pero si la paredposterior está reelueida al fascia trans­versalis solo, seria incapaz de protegerel canal contra la ilTupación del intes­tino.

Son los otros elementos de la paredlos que juegan el rol preponderante des­de el punto de vista fisiológico, puescasi todos continuan á músculo, cuyacontracción se ejerce sobre ellos. Labanrleleta ilio pubiana sola parece in­variable en su e,:;tado á causa de lafijeza de sus inserciones: los otros hacesfibrosos son puestos en estado de ten­sión, en el momento del esfuerzo, porlo contración ele los músculos de queprovienen ó con los cuales tienen es­trechas connexiones. El gnm oblicuotiende el ligamento de Colles: el recto,el ligamento de 11enle: los pequeñosoblicuos y transversos ponen en estadode tensión el tendón conjoint~ el liga­mento de Hesselbach y por intermediode estos dos últimos el fascia transver­salis mismo. Este puede asi resistir' ála presión intra abdominal, en el puntodonde la soporta solo, lo que habianbien visto A. Cooper y su anunciadorAstor Kie.

Terminaré este trabajo describiendola operación de la cara radical de lahernia inguinal por el procedimientode Bassini. :No se sabria me parece,encontrar una aplicación quirúrgicamás directa. una conc[ición mas prácti­ca es el estudio anatómico topogTáficoque acaba de ser hecho.

Bassini divide el a ~to operatorio encuatro tiempos:

En el 1". incide la piel y el tejidocelular. en toda la t'stensión del canal.

En el :2". se incide la anoneurósis delgnm oblicuo del anillo i~]g'uinal supe­rior ó profundo.

Los dos colgajos aponeuróticos queresultan de esta sección son tiradosuno arriba y otro abajo. Hay que nis-

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lar entonces el «collet» del saco hernialy el saco mismo, aislándolos con losdedos de los elementos del cordón. Es­te despegamiento debe ser llevado muyalto más allá del anillo inguinal pro­fundo. Se abre ent Jnces el saco. sucontenido es examinado, el intestinoreducido, el epiploon resecade. Se ligael saco lo más arriba posible; se resecala parte J-a aislada, el muñón del sacodesaparece en el abdómen.

El tercer tiempo está consagrado ála reconstitución de la pared posterior.El cordón espermático se tira arriba.Los dos colgajos de la aponeurósis delgran oblícuo son tirados, uno arriba, elotro abajo, para poner bien en deseu­bierto la cara superior de la gotera for­mada por la arcada crural. Se ponelibre entonces el borde exterior del rec­to y la triple capa formada por elpequeño oblicuo transversalis y faseiatranversalis. Se moviliza esta triplecapa ó mejor el tendón conjoint, hastapoder aproximarlo sin dificultad al bor­de posterior profundo de la arcada cru­ral, es decir á la bandeJeta ilio-pubiana.Se unen entonces el tendón conjoint yla bandeleta ilio-pubiana por una suturaentrecortada, que comienza adentro;los dos primeros puntos, colocados cercadel pubis, deben abrazar tambien elborde exterior del recto ó el ligamentode Henle.

Esta sutura debe extenderse sobreuna longitud de [) á 6 cts. hasta elanillo inguinal profundo, que se en­cuentra así reconstituído. al mismo tiem­po que la pared posteriór. Hecho esto,sería bueno constatar que la pared pos­terior del canal inguinal está fuerte­mente tendida v en estado de resistirá la presión intl~a abdominal más fuerte.

El 4°. tiempo es mucho más simple.El cordón espermático le coloca en susitio; se reconstituye enseguida la paredanterior del canal y el anillo inguinalsuperior, suturando la aponeurósis delgran oblícuo de afuera adentro. Noqueda ya más que suturar la piel.

CONCLUSIONES

Resumil'é aquÍ las nociones estable­cidas ó confirmadas.

La región inguinal ó de la ingle com­prende dos regiones: una superior, re­gión ing'uino abdominal ó región del

canal inguinal: otra inferior, regióninguino-crural ó región del canal cru­ral.

Los tractus fibrosos descritos por Pe­trequin bajo el nombre de ligamentosuspensor de la ingle todo á 10 largode la arcada crural.

Las inserciones pubianas de la apo­neurósis del gran oblicuo se hacen porfibras directas (pilar exterior) y porfibras cruzadas (pilares interiores y pos­teriores.)

Existe una compensación entre el pi­lar interior de un lado y el posteriordel otro: uno g'ana lo que el otropierde.

El pilar exterior de un lado se en­trecruza con el interior del lado opues­to sobre la cara anterior del pubis; seune tambien con el pilar posterior co­rrespondiente: las fibras pubianas direc­tas de la aponeurósis del gran oblicuode un lado se unen pues á las fibraspubianas cruzadas del gran oblicuo dellado OpLH:StO.

Las fibras arcifonnes se dividen endos grupos: grupo exterior formado porfibras arcadas directas; grupo interiorformado por cruzadas.

La arcada crural no es más que elborde inferior de la aponeurósis delgran oblicuo. La gotera que ocupa lacara superior de la arcada está todaentera formada por el borde inferior dela aponeurósis del gran oblícuo que sedá vuelta v se enrosca sobre sí misma.En el mon1ento del repliegue del bordeinferior. alg'unas fibras no hallan sitioen el I)lan~ general de la aponeurósisy se expanden en su superfieie for­mando el grupo exterior de las fibrasarciformes.

La aponeurósis del gran oblícuo ytransverso tienen una disposición gene­ral semejante á la región inguinal. 1n­timamente pegadas constituyen el ten­dón conjoint. Las dos pasan delante delrecto.

El faseia transversalis está reforzadoen esta región por tres haces fibrosos:el ligamento de Hesselbach, de Henle yla bandeleta ilio-pubiana.

El ligamento de Hesselbach está esen­cialmente constituído por fibras queemanan de la arcada de Douglas dellado correspondiente (arcada prim~ipal

y accesoria), pero que provienen de laaponeurósis del transverso opuesto, def¡-

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'púes del entrecruzamiento en la line~l

mediana; es visible despegando el peri­tóneo.

El ligamento de Henle es una expan­sión lateral del tendón del recto. Puederecibir fibras de la aponeurósis del trans­verso, pero no forma parte del tendónconjoint. Está situado atrás de éste,adelante del fascia transversalis.

La bandeleta ilio pubiana de Thomp­son está constituída por las fibras másprofundas del borde inferior de la apo­neurósis del gran oblicuo replegada engotera. Forma parte integrante de esteborde inferior.

El cordón se insinúa v camina en elespesor de la pared a'bdominal comoun haz vasculo nervioso ordinario. Elcanal inguinal no es un verdero canalen el adulto en estado normal.

La pared posterior del canal es laparte más complicada. Se pueden dis­tinguir cuatro segmentos sucediéndosede dentro á fuera.

El 1~. segmento 'ínás intenso está fOÍ'­mado, de adelante atrás, por el liga­mento de Calles, el tendón conjoint, elrecto, el ligamento de Henle (estos dosúltimos en el mismo plano y el faseiatransversalis.

El 2°. esto. formado por el tendón con­joint y fasc:ia transversalis.

El 3°. está reducido al solo fasciatransversalis (punto débil).

El 4°. por el fascia reforzado por ellig'amento de Hesselbaeh.

La bandeleta ilio pubiana corre todoá lo larg'o y abajo de esta pared.

Se describe aún en esta pared poste­rior: el espacio triangular de Hessel­bach, comprendido entre el ligamentode Henle, el de Hesselbach v la ban­deleta ilio pubiana,. y el punto" débil quese extiende desde el ligamento de Hes­selbach al borde cóncavo del tendónconjoint.

P. GILIS.

J:a ~ns~ñanza d~ la Jlnatomía Patológica ~n JlI~tnania

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Berlín, 22 de Setiembre de 1905.

SeFioí' Decano de la Facultad ele Cien­cias 111edicas, DI'. Eufemio Uballes.

Tengo el agrado de dirigirme á Vd.para informar á la Honorable Academiade los adelantos que en la enseñanzade la Anatomía patológica he observadoen las Facultades europeas, cumpliendoasí con la honrosa misión que esa Aca­demia me ha encomendado.

:Mis observaciones fueron recogidas enItalia. en la Faeultad de 1Iedieina deTurir{. en donde asistí durante 3 mesesá laselases del profesor Foá, el que go­za en su país de la fama de ser el pri­mer anatomo-patólogo. Al mismo tiem­pe hacía mis estudios de Histología prác­tica en el Instituto de Anatomía nor­mal, del que es director el Prof. Fusari.

En Paris. cOllcurri durante 3 mesesá las clases del PI'Of. agl'ege Legry, quedicta el curso de Anatomía patológicaen la Facultad de 1Ieclicina durante lasegunda mitad del año, pues en la pri­mera lo dicta el Prof. Cornil. Contem­poráneamente estudié en el mismo Ins­tituto la sangre normal y patológicabajo la dírecc!ón del Dr. Dominici.

Fínalmente, hace un año que traba­jo en el Instituto de Anatomía patoló­gica de Berlin, habiendo asistido duran­te dos semestres á todos los cursos delProf. Orth y á algunos de los que die­tan los Prof. Israel, Kaiserling y Grarritz.

He sido además, durante un año vmedio Prosec:tor en el Instítuto de An~­tomía 'patológica de nuestra Facultad.

De la comparación de las escuelasque conozco resulta que la enseñanzaque se hace en las Facultades alemanas

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es muy superior á las otras. Aquí seenseña la Anatomía patológica en todasu extAnsión en una forma más prácti­ca y se coloca al alumno en mejorescondiciones de aprendizaje que en lasFacultades de Turin y Paris.

Me limitaré 11 referir suscintamentecomo ella es enseñada en el Institutode Anatomía patológica de Berlín; enlas otras 23 Facultades alemanas ella sedicta más ó menos en la misma forma.

** *La construcción del nuevo local para

el Instituto de Anatomía patológica setermina actualmente, y aunque él estáya habilitado en su mayor parte parael servicio, recién será inaugurado ofi­cialmente á principios del año próxi­mo. Para dar una idea de su amplitud,sólo diré que él es más vasto que todoel edifieio de nuestra Facultad de JHedi­cina. con la Materuidad inclusive. Des­pués' de su inauguración tendré el agra­docle enviar á la Honorable Academialos planos del mismo~ acompañados desu descripción. Por ahora me limitaré ádecir que él se compone de tres cuer­pos de edificios con las siguientes repar­ciones:

l.er cuerpo~ a) Repartición para elDirector y la Biblioteca. lJ) Reparticiónpara la Patología experimental. c) Re­partición para los trabajos de Histologíapatológ'ica de los asistentes y médicosque trabajan en el Instituto. d) Repar­tíción de la Bacteriologia aplicable ála Anatomía patológica. e) Reparticiónpara la enseñanza de la Histología pa­tológica práctica á los estudiantes. f)Rep~utición para la Química biológiea.

En el 2.° cuerpo de edificio está laSala de Autopsias y sus anexos.

El 3.° contiene el Museo v un vastoanfiteatro. "

:::* *

El Director del Instituto es el Gehsimi.l1edezinal Red, profesor J ohannes Orthactualmente Oecano de la Facultad delVledicina. .bl es el alma v el músculodel Instituto. Trabaja en" él todos losdías. en el verano desde las 7 a. m.hasta las 3 p. m. y en el invierno des­de las 8 a. m. hasta las 4 p. m. Dictadiariamente 3 horas de clase;

Ensefia la Anatomía patólógica ell 4eursos que pueden resumirse así:

1.0 Enseñanza [de la Patologia gene­i'C{[ y especial con presentación de pie­zas del :l\Iuseo y proyección de prepa­raciones microscópicas.

2.° Enseñanza de la Anatomia patoló­gica macroscópica ymicroscópic(¿ enpiezas frescas y preparaciones hechasde las mismas~ provenientes de la au­topsia de la Charite. (Esta es un hos­pital de 1.400 enfermos dedicado á laenseúanza y en el que está ubicado elInstituto).

3.° Enseñanza de la Histologia pato­lógica práctica en preparaciones colo­readas y no coloreadas que se distri­buyen á los estudiantes.

4.0 Enseñanza de la Tecnica de lasautopsias.

Haré una descripción breve de estoscursos que los conozco muy bien porhaber asistido regularmente á ellos, du­rante un año.

El primer curso se dicta en una horade clase diaria. Durante el semestre deverano dicta la Patologia general ydurante el de invierno la Anátomia pa­tológica especial. Esta enseñanza esmetódica y práctica. Describe y demues­tra, ordenadamente, todos los procesosde todos los tejidos y de todos los ór­ganos. La demostración de cada proce­so se hace de la manera siguiente: 1.0Descripción teórica~ la que es siempreclara v eorta. 2.° Demostración del mis­mo nlacroseopieamente en una piezadel Museo, la que es descripta y mos­trada de cerea á cada uno de los alum­nos. 3.° Dernostraeión mieroscópica delmismo, proyectando preparaciones, nun­ca dia-positivos.

En este eurso el profesor no disertamás de media hora; en la otra medialos alumnos observan las piezas) las queson explicadas á cada uno de ellos porel profesor acompañados de 6 Ú 8 asis­tentes voluntarios (1) ó bien se proyec­tan preparaciones microscópieas, lasqUA son explicarlas por Orth.

Durante el año hemos visto un tér­mino medio de 6000 piezas patológicas(el museo posee 26.000) y unas 2000preparaciones microseópicas.

(1) Los asistentes efectivos ó voluntarios sonm6l1icos; los primeros á sueldo.

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~en el mundo. De América, del ~apónde Rusia, de Italia, de Grecia, vienenmédicos y estudiantes en níunero noescaso á seguir sus cursos.

Esta enseñanza, esencialmente prác­tica, de la Anatomía patológica inicia­da en Alemania por Virchow, y segui­por sus numerosos discípulos, es la queha dado los sólidos fundamentos sobrelos que reposa esta Escuela de JHedi­cina. Ella se diferencia de la que sehace en otros paises en que es mas vas­ta, más práctica y más didáctica porcuanto ella coloca al estudiaute en me­jores condiciones para su aprendizaje.

lHientras en otras escuelas solo sedicta un curso ó dos en el que se de­muestran los órganos enfermos segúnla frecuencia con que aparecen en lasautopsias, aquí no solo se hace estosinó que se dictan además cursos eI{donde sistemáticamente v en un órdendeterminado se enseñml los procesosde todos los tejidos y órganos. y nosolo es más vasta sino que ella es máscompleta, porque mientras en aquellasllas se limitan los profesores á la des_cripción macroscópica del órgano sinhacer la demostración microscópica delmismo, tan importante como la prime­ra, porque es la que dá la noción exáctade la enfermedad ó haciéndola de unamanera imperfecta proyectando día po­sitivoS ó preparaciones qUA no han sidocoleccionadas con un fin didáctico, aquíla demostración microscópica es un com­plemento indispensable del que se usaen todos los casos v en la forma másadecuada. "

Si se trata, por ejemplo, de demos­trarle al estudiante las alteraciones mi­croscópicas de la tuberculosis pulmonar,el profesor no le da una sola prepara­ción en la que no podría adquirir unaidea completa de la naturaleza del pro­ceso, sino que le da varias con distin­tas coloraciones, cada una de las cualestiene un fin especial: 1.0 le da una pre­paración microscópica en la que puedaestudiar la morfologia de las células deltubérculo v del exudado tuberculoso. ven este ca~o ella debe ser coloreada éOllJlfethylgl'ún y PYl'onin Ó con otros co­lorantes; 2.° le da otra preparación delmismo procese con coloración de lasfibras elásticas por el método de vVeigertú otro, para que vea las relaciones deltubérculo y del exudado con el parén-

qu'ima plllmonar tan a:Iterado eÚ estoscasos que sólo una coloración de fibraselásticas puede darle una buena orien­tación; 3. 0 una preparación con la colora­ción de la fibrina para revelarles laexistencia de este elemento importanteen la COlllposición del exudado; 4.' elcorte transversal de un puente de ca­verna tuberculosa para enseñarle la en­darteritis proliferante que oblitera elvaso é impide muchas veces la hemópti­sis; 5.' un preparado fresco para queobserve la degeneración grasosa, median­te las reacciones con ácido acético ypotasa, que sufren las células del tubér­culo y del endotelio pulmonar cuandoentran en degeneración caseosa; 6.' unapreparación con coloraci9n de bacilusen el tejido para que estudie sus rela­ciones con las células que los rodean;7: una serie de preparaciones para queaprecie objetivamente las díferencias mi­croscópicas que existen entre la tuber­culosis militar del pulmón, la bronco­neumonía tuberculosa, la neumonía ca­seosa y la tuberculosis pulmonar crónicaulcerosa. Y sólo esto, ya que no esposible enseñar á 100 estudiantes losmás finos detalles de cada proceso; 8.'finalmente le da una preparación coninduración fibrosa del pulmón, resul­tante de una tuberculosis curada.

y lo mismo que con la tuberculosispulmonar hace con la pericarditis, conla cirrosis del hígado, con la meningitisó con el tabes. El estudiante recibepreparaciones en donde pueda ver todolo que el profesor explique, ó mejor di­cho, el profesor explica con las prepa­raciones que el alumno observa.

Se comprende fácilmente que despuésde este estudio analíti:o de las unidadespatológicas, el concepto de la enferme­dad, de su patogenia y de su sintoma­tología, debe ser claro y simple y lainterpretación de los casos más sen­cilla.

El estudio de la anatomía patológica,hecha en esta forma. no sólo tiene suinfluencia directa en' la mejor prepara­ción de los médicos prácticos dedicadosexclusivamente al ejercicio de la medi­cina. sino que él es de gran trascel1den­eia para los que se dedican al profeso­rado y á las especulaciones científicas.

En ningún pais la producción médicaes actualmente tan vasta como aquí yesto depende en gran parte á la facul-

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ad de ob3ei'var que 103 m3dico3 a1euL1­nes adquieren en sus 24 Institutos, don­de se hace la enseñanza práctica de laAnatomía patológica.

La medicina moderna marcha con elmicroscopio porque éste da el reactivoexacto de la presunción clínica. Comocon tanta razón decía Wircho"\v: "LaAnatomía patológica sin la Clínica, seríaestéril, así como ésta sin aquélla que­daría en un pantano". Cuando el mi­croscopio no da la reacción que se lepide, la insuficiencia no está en él, sinoen el ojo que observa. Un mioma defibras lisas v un sarcoma á células fu­siformes pueden confundirse fácilmentey el error es grave, pero morfológica­mente la fibra muscular lisa v la célulasarcomatosa son diferentes y 'el patólogodebe distinguirlas siempre.

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* *Además de los cm sos dictados por el

Profesor Orth, profesan en el mismoInstituto, y como complemento de laenseñanza que él hace: el Profesor Is­rael, que dicta la Patología general enel semestre que Orth hace la Patologíaespecial JT vice-verse. Dicta un segun­do curso en el que haee practicar autop­sias á los estudiantes.

El proíesor Kaísel'ling, enseña la téc­nica histológica fina, apl~cada á la Ana­tomía patológica. Es un curso prácticoJT muy útil en donde se aprende todaslas coloraciones v rea -ciones necesariasen los trabajos ele esta materia.

El Profesor Salulwsky, enseña la Quí­mica biológica teórica y prácticamente.Los estudiantes pueden ocupar una pla­za en su repartición y hacer los traba­jos que deseen.

El pJ'i1)((t-clozent Bickel dicta la Pa­tología experimental práctica.

El asistente Beítzke dicta uu cursopráctico de bacteriología aplicada á laAnatomía patológica.

Los médicos extranjeros matriculadosen la Facultad, lo mismo que los estu­diantes, mediante el pago oficial de 30ó 40 marcos por cada curso. tienen elderecho á ocupar una plazá en cual­quiera de estas reparticiones y seguirlos trabajos prácticos que el profesoreuseñe ó bien hacer trabajos especialesindependientes de aquéllos.

Hay además una vasta sala para mé-

aicos alemanes oextranjeros que deseenocuparse en los trabajos científicos sobreAnatomía patológica y en la que haceun año tengo el honor de ocupar únaplaza. Estos medicas vienen general­mente con un tema ya elegido y sólobuscan la opinión y el apoyo científicodel maestro para la orientación del tra­bajo y su publicación en una revista deimportancia ó bien reciben aquí mismoel tema y lo estudian bajo la direccióndel Prof. Orth.

En lo que á mí concierne hice en elúltimo semestre un trabajo "Sobre elexudado en la meningitis», el que meha sido solicitado por el Prof. Orth, parapublicarlo conjuntamente con otros tra­bajos en un volúmen que aparecerá áprincipios del año próximo, eon motivode la inauguración del nuevo Institutode Anatomía patológica. 1\Ii objeto alhacer este trabajo ha sido presentarlo ála Honorable Academia de l\Iédicina demi país, lo que haré después de su pu­blicación en lUemania.

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* :::Los demás hospitales de Berlín tienen

preeeptores, independientes del Institu­to y los que también dictan cursos ofi­ciales en la misma forma que los deOrth, pero con un menor número de es­tudiantes. Ellos son los profesores Han­semann; Oestreich, Pick, vVestenhof­fer. etc.

En las otras Facultades alemanas 111enseñanza de la Anatomía patológica sehace de ig'ual manera que en Berlín.Todas han realizado el esfuerzo necesa·rio para obtener un buen Instituto enel que se haga el aprendizaje práctico,objetivo de esa materia.

En Leipzig tuve oportunidad de visi­tar el nuevo Instituto que acaba deconstruirse y el que será inauguradodentro de un mes y el viejo donde tra­bajan actualmente, el que me fué pacien­temente mosrrado por su director, elProf. l\Iarchand, uno de los patólogoscontemporáneos de más serio talento.

El Prof. l\Iarchand, lo mismo que Orth,dicta cursos de Histologia patológicapráctica, con preparaciones en tejidosfrescos y coloreadas, que se distribuyen

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en número de 100 a 150 á los estudian­tes. Presenta, además, según me hadicho él mismo, el mayor número posi­ble de preparaciones microscópicas enlos demás cursos que dicta. Al hablurde Buenos Aires, hizo un grato recuer­do' de Bürmeister.

En Munchen (lVlunich) visité el Insti­tuto de Anatomía patológica que dirigeel Prof. Ballinger "':I el que me fué en­señado en todos sus detalles por elProf. Dürk, jóven é ínteligente; que hace14 años trabaja en ese Instituto y autorya de uno de los mejores tratados de lamateria. Aquí, lo mismo que en BerlínJ' en Leipzig, dan una gran importan­cia a la Histolog'ía patológica y ademásde los cursos especiales que sobre estamateria se dictan, proyectan numero­sas preparaciones en los demás cursos.Este Instituto tiene por lo menos 30 añosy si bien no reune todas las condicio­nes de iluminación y capacidad de losnuevos, satisface, sin embargo, para haceruna enseñanza completa de la materia.Aquí también esperan obtener dentro depoco tiempo uno nuevo.

En este país se tiene una idea gran­de de lo que un Instituto de Anatomíapatológica debe ser. Los nuevos que seconstruyen son vastos pabellones de 3ó 4 pisos en donde profesores, asisten­tes y estudiantes, lo mismo que los mé­dicos alemanes ó extranjeros, dispon­gan, ademáe del marerial, de todas lascomodidades para sus trabajos, Las pla­zas se conceden generosamente á todoel que quiera traba,jar con seriedad,cualquiera que sea el punto de proce­denda.

** *En todas las Facultades alemanas el

profesor de Anatomía patológica se de­dica exe1usivamente al estudio de estaciencia; no ejerce la profesión. No podriaser de Qtra manera: la enseñanza de la

Anatomía patológica, tal como se haceaquí, requiere desde luego que el profe­sor le dedique diariamente un crecidonúmero de horas y aparte del trabajoque eso significa, elebe ocuparse en in­vestig'aeiones científicas que lo hag'andign¡j y estable en el puesto que oCllpa.

:;:

* *La Histología patológica, no es, como

generalmente se cree, una cienda sinaplicación práctica; ella es fundamentaly aplicaple á todos los estudios medi­coso En l\Iunchen, uno de los profesoresde Clínica médica más renombrados enAlemania. Fredl"ich l\Iüller. dicta su cur­so en un' anfiteatro á doncle el enfermoes traído en su cama y examinado porlos alumnos. Despues de verificado eldiagnóstica y antes de prescribir el tra­tamiento, el profesor proyecta prepara­ciones microscópicas de la enfennedaden cuestión. haciendo las consideracio­des referentes á la patogenia y sinto­matología con un perfecto conocimientode las finas alteraciones anatómicas delcaso.

La comprensión de la enfermedad, pre­sentada así en el enfermo y en el mi­croscopio, es más fácil: más científicaque por las abstracciones que el estu­diante debe hacer cuando no tiene elfLlndamento anatómico sobre sI cual hade fijar toda la concepción clíni(;a.

Será para mí una gran satisfacción síestas informaciones que hago á la Hono­rable Academia contribuveran á la for­mación de un nuevo Instituto de Anato­mía patológica y al comienzo de laenseñanza práctica de la Histología pa­tológica en una forma igual á la que sehace en las Facultades médicas alema­nas.

Saludo al señor Decano con. mi másalta consideración y respecto,

DAVID SPERONI.

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tia Repúbliea y sus ttelaeiones inte11naeionales (1)

Señor presidente:Señoras:Señores:¿Habéis escuchado alguna vez, mo­

dularse á intervalos, en medio del si­lencio no inteITumpÍdo de la noche,' elcanto de la lechuza, parada sobre lacumb¡'era del rancho, como un centine­la en atalaya? ¿Habéis razonado, al­guna otra, sobre lo sombrío y lúgubre,de aquel canto, en el seno de la oscu­ridad y del silencio producido, comopara hacer,-por contraste,-mas lóbre­go aquel y más densa ésta? ¿Habéisrecordado, en fin, al escuchar aquelgrito, mezcla de voz de alerta y de. es­pasmo doloroso, en el terror despertado,por él, en las sencillas gentes de las cam­piñas y en crédulaslas multitudes ele lasciudades? Si podeis responderme afir­mativamente, y si, como yo, no habéisdado al grito terrorífico del ave de lamuerte; otro valor que el qne tiene:simple voz de alarma, denunciante deque algo turba la quietud que le rodea,sed clementes, también, para estas pa­labras que voy á deciros, canto agore­ro entonado bajo el cielo oscuro delporvenir de la patria, si los hechos apo-

(1) El presente trabajo del doctor AmbrosioL. Ramasso, fué leído por su autor en el Ateneodel Uruguay, el 29 de noviembre de 1905.

El doctor Ramasso,-cuya· incorporación á nues­tro cuerpo de colaboradores, constituye uo éxitopara la Revista,-es uno de los intelectuales jó­venes más eruditos y mejor conceptuados.

Ha publicado un opúsculo titulado «Dios antela razóll») y un libro «El Estadista», recientemeo­te aparecido, que demuestran su vasta prepa­ración cientifica y su honda personalidad intelec­tual,-que ocupa con toda competencia el cargode miembro de la Comisión DepRrtamental deInstrucción Primaria de Montevideo.

N. DE LA R.

yan mis temores, ó sincera incitación áponernos en guardia, para los días deprueba qne nos esperan, si, como lodeseo ardientemente, no responden,aque­Has, á mis recelos. Nadie es profeta ensu tierra, suele decirse; y, aunque pue­da consolarme que el aforismo, por po­pular, sea verdadero, me preocupa yme duele haber profetizado con aciertomás de una, más de dos y más de diezveces, en mi patria. -Pero, á pesar detodo, y sea de ello lo que fuere, escu­chadme, os lo suplico, Y si mis pala­bras no expresan la verdad presente,aceptadlas, no obstante, como un graveproblema planteado, de resolución im­puesta, para días que, lejanos ó próxi­mos, pueden registrarse, en el calenda­rio de nuestra accidentada historia.

1

Cuando los delegados del gobiernochileno, los elel argentino y los del bra­sileño, honraron al nuestro con su visi­ta; cuándo pueblo y autorida,rles, de con­suno, rebosantes de un júbilo sobra­damente manifiesto, revelaron á losamables huérpedes . su satisfacción in­mensa, desde la recepción hasta la des­pedida; cuando casi un centenar demiles de pesos,-bajo esta administra­ción que, si no la distínguiesen otrosrasgos, la señalarían sus excesivas eco­nomías,-fué invertido en corresponderdebidamente á los que, en misión ofi­cial, vertían su oro á manos llenas, pa­ra agasajarnos; cuando todo eso pasóante mis ojos, y, ante mí pensamiento,las ideas de que diplomacia, política,cálculo y habilidad, suelen ser uno, sen·ti oprimirse mi corazon y permanecí

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apenado en medio de los cbmunes re­gocijos.

:l\1ás, después que se fueron, y todopasó; después que, disipadas las expan­siones del festin, serenada la atmósfera,huídas las visiones y acallados los en­tusiasmos, la razón, la fría razón tuvosu imperio y volvieron, pueblo y go­bierno, á la rutina del vivir diario, eltaciturno pensar de aquellos dias y latristeza invencible de aquellos momen­tos que parecieran no guardarla paranadie, se concretaron en estas pregun­tas: ¿Por que razón si somos tan pe­queños, tres grandes potencias, los trescolosos del continente, se creen obliga­dos á dispensarnos tanto honor? ¿Cómoes que Chile, el arrogante y soberbioChile, que hasta divide su población

.en clases; que parece que ha hechootro tanto con las naciones, á juzgarpor su conducta en el asunto devolu­ción de Tacna y Arica; que no creyódigno de apoyo el movimiento de con­fraternidad continental que representanlos tratados sobre derecho privado, de1889, acaso porque habria, en su cele­bración, todo linaje de países, metido;cómo es, repito, que nos concedió tantadistinción, viniéndo tan lejos, siendonosotros tan chíeos, y, sobre todo, noviendose causa exterior, importante ónimia, para hacerlo? ¿Cómo es que elBrasil, sin confiictos que dirimir, connosotros, ni en lo político ni en lo co­mel cial, nos considera dignos del mis­mo honor que dispensa á la Argentina,si en territorio, en vida económica, enfuerza militar y naval, y aún en re­cursos, somo~ tan infeí:iores á aquellay á él mismo? ¿Y cómo, finalmente,la Argentina, que hasta ayer, durantediez larg'os meses de revuelta, quearruinaron nuestros campos y esquil­maron nuestros tesoros rurales, asumióuna actitud tan hostil que hasta se ha­llaron sus fusiles y sus uniformes enlas filas de los sublevados; que mantuvo,á pesar de nuestro notorio y manifiestodisgusto, un agente diplomático que al­bergaba á los revoltosos, nos envia,ahora, toda una legión de prohombres,en forma 'de misión diplomática, igua­lándonos con Chile y el Brasil, á losque, razonablemente, entendió que po­día temer, desde que se apresuró áproponerles el arbitraje para sus gran-

des cuestiones de limites? ¿Y cómo ¡ rilepregunto, doblemente admirado de tan­to desprendimiento, se ha dado prisa,empeñándose en que suscribiéramos untratado de arbitraje con ella, años ha­ce, sin que se vea que cuestiones pen­dientes lo imponían, pues no había unasola sobre el tapete, cuando tal sehizo?

Estos hechos, estas interrogaciones,han suscitado en mi, dudas mortales,lo confieso. <tEl pobre desconfía de lalimosna, cuando es muy grande», asien­ta la secular ciencia del pueblo; y si,haciendo uso de otro de sus gráficosmodismos, en la vida toda, y en la po­lítica y la diplomacia, que son la su­prema expresión de ella, pues resumenla de las grandes eolectiyidades,dlOse dá puntada sin nudo:>, me temo yno sin falta de razón, que los tres ci­clopes del poder militar, de la diploma­cia y de la fuerza económica, se hayanllegado á ésta <tmuy fiel y reconquista­dora eiudad de San Felipe y Santiago»,persiguiendo reeonquista posible de unahegemonia continental perdida paraunos, por perderse para otros, y de to­dos modos, en tela de juicio, proxima­mente y que hayan querido, tambiensegún el expresivo decir del pueblo,<tadorar al santo por la peana:>. y. esesanto, señores, ese santo bien pudieraser nuestro desgraciado pueblo, Yictimaexpiatoria, durante su corto vivir inde­pendiente, de las vicisitudes internacio­nales, y esa peana, su posición geo­gráfica, envidiable para todos menospara el,-que hará su ruina de ser cier­tas mis suposiciones,--para él que nopuede aprovecharla, porque cuando loínterno parece tranquilo, lo externo serevuelve, y ,cuando lo externo se apa­cigua, sólo lo ha(~e en apariencia, puesque, en el fondo, la política internacio­nal y la diplomacia libran una luchade muerte. Acaso, y no es esta la pri­mera vez que se me ocurre,-acaso,dig'o, sea hora .de dejar á un lado, ypara siempre, en la resolución del mag­no problema de la jefatura del Estado,las simpatias irazonadas de las turbas,y hacer que se inclinen las voluntadesde 10'3 electores á darnos por gobernan­tes á quienes, mitad estadistas, mitaddiplomáticos, sepan: dirigir la marchainterna, sin descuidar la brega externa.

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II

Un sesudo pensador nacional, joven deaños y experimentado de reflexión, parasu poca edad, el doctor Alfredo Furrioldecía en 1896, desde su retirado labo­ratorio, de infatigable eolaborador dela obra común: «El estado actual de laAmérica nos ha llevado á meditar so­bre nuestra nacionalidad. En los pre­sentes momentos, parece que la guerraoprimida y sofocada en el viejo conti­nente, bajo un montón de ejércitos ar­mados, tiende á transportarse al sueloamericano en busca de ambiente máspropicio, pues de las Antillas á la Pam­pa Argentina, desde el Pacífico al Atlán­tico, el telégrafo nos trasmíte el eco delas turbulencias continentales, que bienpueden guardar el embrión de futurascatástrofes para alguna de las Repúbli­cas americanas. Aún 110Y llegan al Pe­rú las proyecciones de las pasadas lu­chas con Ohile, porque no se extingie­ron con los últímos estampidos delcombate, las causas Ique dieron vida ála contienda. Siente Bolivia robustecerla conciencia de su importancía politi­ca, al verse solicitada, con insistencia,por Ohile y la Argentina, que en apa­riencia sólo disienten por cuestiones delímites, y en cuya problemática peroposible lucha armada, ni el Uruguay,ni el Brasil, ni el Paraguay tal vez,pudieran mostrarse indiferentes. Ahí es­tá Ouba, luchando sola éontra España,sin que la América latina le tienda ge­nerosa mano, aunque corriera el ríesgode que á sus pueblos se aplicara poresa legitima protección, el epiteto dedescastados con que los moteJa el emi­nente Oastelar. Y al Norte, en los con­fines de América, en la tíerra de Boli­val', la vieja Inglaterra pretendiendoextender aún más lo inmenso de susdomínios con tierras venezolanas, que­riendo llevar el límite actual de la Gua­yana que marca el Esequibo, hasta laspuntas de Barima, en las puertas delOrinoco, punto estratégico comparadocon el Dardanelos europeo.

«Algo dicen los hechos apuntados, ypor lo menos, que la noción de derecho,que la idea de justicia, no por habersearraigado hoy más que nunca en laconciencia del sig'lo XIX, sirven siem­pre de disciplina ó norma de conducta

en las relaciones internacionales. Quela fuerza prima al derecho y que lapaz perpetua es simplemente una vi­sión concebida por el altruismo huma­nitario de filósofos y estadistas.

«Bien puede la diplomacia, aunquese ponga en mangas de camisa, comodecía Birmarck, mostrar la más francasinceridad, que su acción ha de sufrirel acomodamiento á que le somete laínfiexible ley de la lucha por la exis­tencia. No pondremos como ejemplo elde Europa, cruzándose de brazos antelas desgTacias de Polonia; ni el de Al­sacia y la Lorena, el botín de Alema­nia en la guerra del 70; ni aquí, enAmérica, el de Tacua y Arica, las pro­vincias peruanas que ambiciona Ohile.

«Recurrimos á nuestra República, ypreguntamos: el Brasil ¿á que senti­mientos respondía, cuand9 en 1851, enlas horas mas aciagas para nuestro paisle arrancaba sin escrúpulos, el territo­rio comprendido entre el Ibicuy Guazúy el Arapey? ¿Eran sentimientos de fra­ternidad los que inspiraban á su diplo­macia ó estaba ésta animada por lastendencias más adversas á nuestra Re­pública? ¿Se dirá que hubo tratados.Los hubo, es cierto. Pero hubo tambiénviolencia; y, aunque nos repitan el viejoaforismo jurídico coacta voluntas, tamenvoluntas para dar á aquellas conven­ciones fuerza de legalidad, no llegaránjamás á obtenerla, como no sea invo­cando el derecho que la fuerza presta.

«No puede, porque no debe caer sobrelos ilustres sostenedores de la Defensa yla diplomaci& de la República en aque­lla época, ni la sombra de una sospechaque llevaría consigo la mayor de lasinjusticias. ¿No vemos hoy al Brasilempecinado en monopolizar la navega­ción del río Yaguarón y la laguna file­rim contra principios de derecho inter­nacional universalmente admitidos? ¿Nova en ello la ostentación de la fuerzaque logra sobreponerse al derecho? Esaha sido siempre la política de usurpa­ción de la nación brasileña. Por eso nohemos podido menos que sonreir cuan­do, leyendo las conferencias que prece­dieron á la convención preliminar depaz de 1828, nos hemos encontrado alvoraz Imperio brasileño, defendiendosolemnemente nuestra independencia,matando una por una las ambicionesporteñas.

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«No tenemos por qué advertir queese modo de ser del Brasil no llega ásingularizarle, porque es conducta gene­ral de las demás naciones. Si cambianel escenario y los actores, la obra re­presentada es la misma: es el drama,naturalmente terrible, de laducha porla existencia á que la humanidad pare­ce consagrar, desde sus comienzos, losmás perseverantes esfuerzos.

«Digno del estudio del sociólogo y delverdadero estadista, el espectáculo quenos ofrecen los pueblos: en el órdeninterno, esforzándose y alcanzando porfin un grado de moralidad elevada,.....en las relaciones externas. una moralmuv distinta vaciada en él molde depráCticas salvajes, que desconoce elderecho de los menos fuertes, que con­vierte á las naciones en cuarteles.....

«Hay, pues, verdadera oposición en­tre la moral que bien podemos llamarinternacional y las reglas de conductaá que los individuos se somenten en elseno de las sociedades. Mientras que elcristianismo predica uuiversalmente lapiedad y la mansedumbre, parece haberotra religión, unánimemente aceptada,que exhorta á la guerra; que es fuentede la moral de la enemistad, como lallalna Spencer, moral que, aunque no seconfiesa por los que la profesan, se llevaá la práctica sin embargo».

Si la lucha por la existencia, unabrega cruenta de vida ó muerte, es,como lo dice el distinguido compañero,la expresión del vivil' diario de las na­ciones; si, por ella, pasa á letra muertala exig'ente moral interna; si pudo ins­pirar, para nuestro pais, la aparentemagnanimidad, el desprendimiento for­zado «del voraz imperio», como afirma;si, ni en mangas de camisa, al decir deBismarck, ni desnuda del todo, segúnvoy viendo, en lo moral mismo, podríala diplomacia proceder ó hablar sinambages; y si la guerra, que ahogan,en Europa, montones de bayonetas yacelera'los impuestos progTesivos, devo­raelores de capitales privados, para man­tener esos montones, va mudando decasa ó escenario para ubiearlo en Amé­rica, ¿á qué responden esas grandesmanifestaeiones de los colosos continen­tales á nuestro pequeño y poeo afortu­nado pais? ¿No os asombraría, de igualmanera, ver inelinarse, poseidos de res­peto, ante un mendig'o, á Morgan, Van-

dervildt ó Jay Gould? ¿No os dariaís ápensar en la signifieaeíón, pongamospor easo, de un homenage internaeio­nal como aquellos, de los grandes sobe­ranos de la actual triple alianza, á Leo­poldo de Bélgica, el Príneipe de l\Iónaco,ó el Consejo Ejecutivo de San Marino?«Ese huevo pide sal", diee el pueblo,euando la actitud insistente de alguien,demuestra que solieita algo á eambiode sus desprendimientos ó amabilidades,ó sacrificios; y me pareee que el deeste asunto requiere tanta eantidad decondimento que, transportadas á la Re­públiea las salinas gaditanas, puede queno bastasen. No teniéndolas, saldrá se­guramente, el precioso produeto de nues­tra sangre; y el organismo, privado deuno de sus prineipales tonificantes, de­eaerá hasta producir la muerte. l\Ietá­foras á un lado, ¿qué persiguen, eontodas sus eortesias diplomáticas, con susvenidas á este rincón de 190,000 kiló­metros de superficie, de un millón esea­so de habitantes, los que cuentan pormillones y millones los pobladores y latierra? Estas ceremonias pareeen muchoal menear de la cola v al acercarseeauteloso del perro grailCJe, mientras,gruñendo y regañándole los dientes, de­vora afanosamente, el cuzco, su hueso.¿No serán todos éstos, los elogios dealgún zorro, para arrebatarnos el que­so, por sorpresa? Tan avezados en des­pedazarnos durante la lucha interna;tan habituados á arrebatarnos, deseono­ciendo hasta la justieia más elemental,las posieiones políticas, es posible quetratemos, ineautamente, de cantar comoel cuervo del apólogo, ó, t:omo los hom­bres sin energía, seamos tiranos en casay débiles con el de afuera.

III

Para resolver, ó aeercarnos á la re­solueión de los problemas que planteanlas interrogaeiones meneionadas, inte­lTogaciones que forman uno solo, perotraseendente y magno de proporeiones,es menester fijarse en el pasado, sacan­do de él como eonsecuencia, nuestro vi­vir presente.

Recomendamos alguno de los gran lestrozos de la historia de América. Riquísi­mo de fauna, flora y gea, el continentevírgen, elemento inapreciable de pro­ducción animal, vegetal y mineral,-

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inagotable, en esto ultimo, para lo másprecioso,-el conquistador sólo pudo con­siderarlo como lo que fué para él: Undestino inequívoco para formar la for­tuna prívada, nn filón interminable, parala del Estado. Desbordando producción,para un consumidor extenuado y voraz,no debió éste invertir fatiga ninguna enexplotarle; y, como los agraciados conlos banquetes ó los pródig'os que here­dan, se limitó á consumir. ¿Habia decuidarse. de otra cosa, si estaba llenadosu fin de que las colonias le diesen parasus necesidades, y nadie le importunabaen el domínio de aquéllas? Ni le preo­cuparon muchas cosas importantes desu vida interna, si, en conclusión, parasus 500.000 kilómetros de territorio prin­cipal, le sobraban millone:;; de terrenotributario, inmensamente rico, de unariqueza incalculable. Inventó la fórmulafeliz de que el trabajo no era para losseñores, sino para los burros, y, comolos millonarios ingleses que terminansuicidándose de· hastio, concluyó, tam­bién, por hacerlo, al sumirse en los an­tros tenebrosos de la gobernación teo­crática: Sacerdotes y soldados, ejércitosy órdenes religiosas, he ahí sus activi­dades de siglos y siglos. Echar moros,pelear turcos, torturar y convertir in­fieles ó infiuir en el nombrar papas: esafué su misión; esa su preocupación cons­tante. Sucedió cuanto debía suceder. Sinla intención de su fomento; sin la men­tft de su destino, inmediato ó lejano;sin el cuidado de su constitución comopueblo; sin otro objeto que acaparar suproducción, siguieron las colonias sien­do lo que en un principio: territorioslibrados al primer ocupante, yocupacio­nes erigidas en derecho de tales por latradición no interrumpida. Los conquis­tados no asimilaron á su ser lo europeo, ylos intrusos no cuidaron de adaptar almedio lo que traían. Cuando de orig'í­mlrios é importados, se vió cruza encantidad bastante, se les ocurrió eman­ciparse, como un buen día cualquiera,podría habérseles antojado otra cosa.No hube plan, ni trabajos de prepara­ción, ni estudio previo de las conse­cuencias; ellos sabían explotar su rique­za mejor que los otros, y los echaron:esto fué todo. La metrópoli, teocratiza­da, sumida en el enervamiento de lafalta de hábitos de trabajo, tironeada ydistraida por el confiicto europeo, no

pudo atendernos y perdió la cuarta par~

te del mundo por obra de la mismacasualidad que se la hizo adquirir. Lospueblos, librados á su destino, demo­lieron, por deliberación ó instintiva­mente, los restos de la vida colonial, ysólo quedó de ella lo que no pudo SfT

suprimido, lo fundamental. La situacióngeográfica formó estados, pero estadossin fi.'onteras, como los extinguidos vi­rreinatos, gobernaciones y capitanías.Alguno se ti-accionó, como el de BuenosAires, y sl1l'gieron nuevas naciones. delo qne fueran simples gobernaciones se­cundarias. La herenda española trajo esenuevo peljuicio; y, si guerreros fuimos pororigen, g'uelTeros habremos de seguirsien­do, al menos para zanjar las contien­das internacionales sobre límites, noresueltas aun, un sig'lo después de lacomún emancipación. Los ejemplos so­bran, y, desde Venezuela, que todavíaanda en faena con el Brasil y hasta conintrusos europeos que le han cercenadobuena parte de sn territorio meridiana 1,hasta la Patagonia, disputada por Chiley la Argentina, una vida bélica inter­mitente y un estado latente de confiictocontinuo: son la situación internacionalde Sud América, desde la independen­cia.

Es cierto que, en la libre América,libre hasta de tradiciones y prejuicios,la idealidad latina, pródiga en desinte­rés, abnegada en la realización de lafraternidad internacional, decidida enmarchar hácia el imperio de los princi­pios, ha dado un auge y un vigor á lainstitución del arbitraje, verdaderamen­te inauditos, dejando tamaña á la viejaegoista Europa; es cierto, asi mismo,que las grandes cuesti Jiles internas im­piden, en gran parte, que se mire de­masiado á lo exterior, y coadyuvan, enesa forma, á la misión pacifica del laudo,alejando, dentro de lo posible, la gue­rra.

Pero no es menos cierto, tampoco, quesi todo tiene su límite, y los remediossu dosis, esto, que lo es para aplacarla sed de conquista y la voracidad hege­mónica, también ha de reconocerlos, sipor otra cosa no fuese, por la razón,sencillísima, de que el espiritu de lostiempos y la preparación de las razas,le son hostiles, hasta ahora. El1l'opa mis­ma esta más convencida que nosotrosde la bondad de los arbitrajeS; pero nQ

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los usa. ni los usará durante muchosaños; alinque á voz en gTito proclamesus ventajas. También la marea, y nopoco, el sueño de la paz perpetua, esautopia generosa que la ruina de la pazarmada va fortaleciendo en forma depresentarla, hoy, con verdaderos carac­teres de imposición, aún á los más re­posados y razonadores. Con todo. ni elarbitraje se instituye, ni la paz perpetuallega: Las realidades son otras que lasidealidades br otadas de los ardientesanhelos de bienestar y prosperidad; lasrealidades son las de una lucha másbrutal entre las naciones, que entre losindividuos, pues lo colectivo es más com­plicado y objeto de mayores necesida­des que lo individual. El arbitraje, comotodo en la vida, tiene su momento; sal­vador recurso, en una ocasión, puedeser (letestable expediente, en otra. Porotra parte, todos lo sabéis, ninguna cues­tión internacional se presenta simple yúnica, sino compleja JT múltiple: los con­flictos de este órden, como las quiebrasdel comercio, como las enfermedadesgraves del organismo, como todos losfenómenos que, por lo peligrosos, tratande evitarse ó contrarrestar de cualquiermodo, son verda,j eros procesos de ges­tación lenta que, cuando se manifiestan,presentan un arraigo, una multiplicidadde aspectos y una antigüedad de ori­gen, demostrados, luego, por lo profun­do de sus raíces y lo asiduo· de loscuidados que requie'i:en. La política ex­terna, como la interna, no ofrecen, jamás,la cuestión como es realidad: y estedisfraz, que lleva á la diplomada "á viviren carnaval, constantemente, diremosasi, agrega un factor nuevo, á los nume­rosos contenidos en cada problema deéste género.

IV

Ahora bien; transportad á America elasunto y, si bien los viejos orgullos deraza. lo arcaico de las tradiciones. loapolÜlado de los pergaminos, lo raríciode todos los prejuicios, no se conoce, ysi, además, se agrega lo plástico delelemento. por lo joven de los pueblosv lo ingenuo de los hombres, halláis,~>ll su l~lgar, la mezcla de las í'azas, lóincierto de los tipos nacionales, los pue­blos en formación. los intereses mal con­cretados, las tenélencias peor definidas

y, en suma, el auge del desorden moraly físico, en tales términos, que no sesabe si es más dificil luchar con el pre­juicio ó destruir el caos.

Los buenos hermanos que se agrupa­ron para darse ayu Ia desinteresada­mente, durante ]a emancipación común,riñen, ahora, por la herencia paterna, enprimer término, y bregan por la vida,en seg'lllldo. El arbitraje es toda7ia, enAmérica, como en Europa, - bien queen ésta lo sea ID enos, - un medio dedilatar las medidas viólentas. Y ni aUDen toda América, es cosa admitida, niá todo llega. Países hay que, si lo admi­tieron para algún asunto, lo rechazaronv rechaza enérgicamente como arbi­trio general par~ zanjar dificultades.Los más previsorf's,es decir, los menoslatinos; los que, con preferencia, vivende su presente, demostrando, de esemodo, un sentido de la realidad, mayor;los que, lejes de dedicarse al futuro,-­quimérico de todas maneras,-viyen másbien del presente, aun con pehgro decaer en lo empirico, esos no repudiaronlos arbitrajes, pero si lo usaron ó losusan en este ó en aquel caso, no vivenlig'ados á perpetuidad é imprudentemen­te~ por tratados generales que si halaganal chieo, porque parezca que desarmancolosos, á su respecto, dejar ver, de in­mediato, la realidad tristísima de quesi un cóloso se desarma, no lo hacen asilos otros, y el tratado, tenido por bene­ficio incalculable, resulta una ataduraterrible que impicle tomar rumbos hácialas verdaderas conveniencias, y obligaal más débil á correr por accesión, di­remos así la suerte del que supo, conhabilidad ó sin ella, uncirle al carrode sus intereses ó su destino. El verda­dero concierto internacional desapareceó peligra, de este modo, y, como, fatal­mente, la cuerda se rompe por lo másdelgado, la víctima es siempre el peque­ño, víctima expiatoria de pecados aje­nos,-pues que la acción propia es tanreducida,-y de pecados de otro, muchomayores, que podrían costarle hasta la.vida misma, porque la magnitud delmal y sus efedos, dicen relación conla fuerza de aquello que lo produce; ysi la complexión ó el tamaño de quienesteng'an que sufrir sus consecuencias óá quienes interesa, simplemente,no guar­dan, con él, las proporciones debidas,sufren, forzosamente, esas consecuen-

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eias, en relación con aquella falta deproporciones. Cuando otro peljuic.io nose siga, siempre se producirá el de unestancamiento parcial, en la actividadpolítica, social ó económica, y la apa­rición .de terribles dificultades en lasrelaciones externas del menos fuerte,ligado ·por el arbitraje, que hará másembarazosa, aún, su vida y su posi­ción.

He meditado más de una vez, sobreel. valor de los juicios arbitrales entrenaciones, para esta América, y, lo con­fieso, señores, aunque pueda juzgarseuna heregía, de mi parte, no veo, toda­vía, á esa institución, la vialidad nece­saria para admitirla como permanenteé indiscutida. El juicio de árbitros po­drá ser todo lo simpático que se quiera,en el terreno de los principios; podráser la resolución ideal para todos losconfiictos, la panacea para todos losmales. entre los pueblos, dentro de laidealidad, pero, mal que nos pese, serátan solo uno de tantos expedientes so­corridos ó desprovistos de oportunidadó prudencia, entretanto no hayamos lle­gado á la realización, sineera y efec­tiva, de los principios, entretanto no searealidad lo teórico. Y el arbitraje g'ene­ral para todas las cuestiones, ese sus­titutivo de lo bélico, encarnaciónnetadelsueño de Bernardino de Saint Pien'e,infinitamente mayor, en idealidad, queel juicio arbitral para casos particula­res, no ha pasado, no pasará durantemuchos siglos, de faz, simplemente es­peculativa, del problema. Sin embargo,nosotros y la Argentina, asombraos,hemos celebrado un tratado. de este gé­nero, dejando tamaño al resto del mun­do. Lo meditó la cancillería argentina,al proponerlo'? Indudablemente. ¿Lo re­flexionó la nuestra, al aceptarlo? Supon­go que también. ¿Se conocen las razo­nes que originaron la propuesta? ¿Sepublicaron los fundamentos de la acep­tación? No lo sé, y, por mi parte, losignoro. P8ro,' por graves que hayan sidoestos motivos ó aquellas razones, nopuedo mirarlos como cosa estable ódefinitiva. Desgraciadamente, no se hanextingui -10 las tendencias bélicas, ni,por mayor desgracia, todavía, han des­aparecido, tampoco, las vecindades queunos v otros tenemos con diversas na­ciones" no ligadas por el arbitn\je; yvivimos) aún, y seguiremos viviendo en

el mismo continente que ellas pneblan.El presente es guerrero como el pasado:Ning'ún país, ninguna raza escapa alimperio de lo bélico, y el estado mili­tar y sacerdotal de los pueblos, perduraen este momento, sin viso alguno decesación inmediata ó rápida. Encerrarse,en estas condiciones, dentro df. un com­promiso general de arbitraje; no dejar,siquiera, ya que quiso hacerse así, unapuerta abierta al casus belli imprescin­dible, conciliando, en lo humano, la es­tabilidad del tratado v la violencia dequebrantarlo, que pu"diera imponer elfuturo,-imposible ele adivinarse; salir­se, en una palabra, del término mediorazonable. -':imprescindible en esta comoen todas las cosas de la vida,-es, seño­res, atarse las manos frente al enemigoapercibido para la lucha; es, señores,por parte de quienes nos metieron ensemejante atolladero, una imprudenciaincalificable, un pecado irredimible.

vEstudiemos nuestra condición inter­

nacional, y nos convenceremos de estatriste verdad. No es un misterio que,si mucho bregamos por la independen­cia' ella resultó, no de nuestro esfuerzo,solamente, sino de una mediaf5ión euro­pea entre los que disputaban su predo­minio sobre este territorio. Oon justidaó sin ella, la disputa existía, y habríamosdebido batallar más de lo que batalla­mos, si esa mediación no se hubiese pro­ducido. Creo firmemente que la teme­ridad que nos caracteriza y lo tenaz dela inclinación bélica, que también nosdisting'ue, nos habrían llevado, al fin, ábuen puerto; pero, no se me ocultan niveo fuera de lógica, lo de que la suer­te podría habemos sido adversa, y, se­g'ún somos nación autónoma, tambiénpodríamos habemos visto provincia ar­gentina ó estado brasileño.

Nadie que conozca medianamente geo­grafía, ignora ni puede desconocer nues­tra inmejorable posición sobre el estua­rio del Plata, pasa;je, único y obligadopara el corazón de América, puerta ex­clusiva para cuanto de allá proviene ylug'ar ~stratégico de primer órden, porlas facilidades que daria á las operacio­nes de una guerra. Saltan á la vista, deinmediato, las ventajas que aleanzaríala Argentina, apoderada de esto, y de

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la puerta para el interior de América,por consiguiente, como las que tocaríanal Brasil, impidiendo el cierre de ellay limitando, de un modo envidiable, suterritorio, con barreras naturales, inal­terables para el hombre, y asimilandoá sus vastos dominios, la cuarta ciudadde Sud América, dueño ya, como lo es,de la segunda, aparte de contar eon unacomarca encantadora y tan dotada decondiciones para halagar su codicia ydespertar la ajena.

Nadie que haya leído dos páginas dehistoria, finalmente, nadie que lea lasrelacione3 geográficas de los viajeros ólas descriptivas del mundo político, igno­nora que el Brasil y la Argentina noscodician y nos codician sin disimularlo:Son detnasiado recientes los hechos denuestras dos emancipaciones, para que losolviden qUÍlmes nunca contaron con ellas,quieneslasjuzgaron utópicas ó imposibles,quienes las recibieron por fuerza y contoda mala g'ana. No se van las tradi­ciones en un día, ní se modifican enof\henta años de eonvulsiones no inte­rrumpidas, es decir, sin que la razónpueda tomar campo y sin alteraciónsensible del belicoso ser primitivo, lasideas fundamentales de los pueblos. Unsiglo en su vida, es una hora en la delindividuo humano, y si el pueblo esnuevo, es menos que eso, tal vez.

El Brasil no ignora ni olvida quesomos fracción de un territorio mayoren amplitud, del que los portuguesesarrebataron una cuarta parte á España,y del cual el imperio que sucedió, endominio, á aquéllos, obtuvo por extor­sión, de nosotros, otro tanto. El Brasilno puede haber olvidado, por consi­guiente, los poderosos vinculas que nosligan á Río Grande del Sud, á esa regiónpoblada por una raza grande y noble,de la que nació su emancipación de lamonarquia, por un pueblo, altivo é in­domable, al que, si tueron impotentes,para dominar, las huestes imperiales,son tan incapaces como aquéllas las le­giones republicanas de esta hora, parasujetar á su ley. El Brasil y el mundoentero saben, en fin, porque no lo ocul­tamos ni debemos ocultarlo, hasta dóndenos interesan las fortunas, buenas ó malas,del Estado de Río Grande, en que formatomamos parte en sus prosperidades ósus desgracias, y hasta qué punto aquélse interesa por cuanto nos concierne:

Es que la sangre tira, como suele decirsevulgarmente, y si fLlÍmos hermanos has­ta ayer, ¿cómo considerarnos extrañoshoy'? ¿Cómo serlo, por otra parte? Eltipo fisico y moral de los riograndencesacusa muchas mas similitudes (jon no­sotros que con el resto dd elementopoblador de los actuales dominios bra­sileños.

La república vecina debe haberse da­do cuenta del árduo y terrible proble­ma que, para ella y para nosotros, im­portan esos vínculos que nada puededestruir, y de esas semejanzas de tipoy de raza, y de esas desemejanzas deraza y de tipo que forman nuestra uni­dad étnica y destruyen" su unidad po­lítica, asi como del derecho inmanenteque radican en nosotros, derecho, cuyaacción para restituirlo, emana de dosalteraciones violentas de las leyes na­turales, esos postulados fundamentalesdel mundo que vuelven siempre á sucauce las corrientes universales, pormucho que se las trastorne.

Estos hechos que, ni el Brasil, ni lala República llevan hoy, por ánimo es­timular en su producción, no forman,desgraciadamente, el único problemaque podría preocuparnos. Otras son lascosas que se ponen, en lí;t actualidad,sobre el tapete, y muchas más que lade una sola, las fases con que se nosofrecen. La jóven América, que una vi­da de vorágine y una rapidez de cente­lla, parecen querer llevar á los co­mienzos de una adolescencia ficticia óreal, amalgamando asi, los portentososprogresos de lo vieja Europa, con losresagos de su barbarie de ayer, queaún conserva; la jóven América, que vé,junto á los problemas primitivos y ele­mentales de fijar fronteras á sus pueblos,para que alcancen vida autónoma, lacuestión social de los viejos agregados,repercutir dentro de sus territorios, vír­genes hasta de exploración; la jóvenAmérica, digo, arrebatada sin compasiónpor las caidas apocalípticas del progre­so, comienza á vislumbrar ya, en sushorízontes, la lucha titánica de la diree­ción política y la hegemonía eeonómicav social. entre sus individualidades in­ternacioilales. y ¿sabéis donde se pre­senta esa brega formidable? Hacia elSud, en aquellas regiones que el cli­ma templado ó el fria, han heeho prefe­rentes para las irrupciones de avalancha

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del cosmopolitismo. Allá nace, y de allárf'fleja y repercute á todo lo demás,como esas ondas concéntricas de loscharcos, partidas de la conmoción de unpunto de sus superficies inmóviles. Allá,en el fondo del gran estuario, el de ma­yor magnitud del mundo,-apellidadorío por la ineptitud de los hombres ó laironía del destino,-donde la imponentecosmópolis del Sud abre sus fauces in­saciables, ávidas de inmigración y ele­mento nuevo; donde, como á golpes deun conjuro jigantesco é incontrastable,se precipitan hijos de todas las comarcasde la tierra, en contínua é interminablecaravana; élonde, semejantes á creacio­nes de la magia, brotan y florecen em­presas y sindicatos, en alas de los vérti­gos mercantiles, anunciando la grandezade las civilizaciones industriales delfuturo. allá se encuentra el centro de lasondas; hegemónicas, turbadoras de la su­perficie política, inmóvil otros dias. Vancediendo las revueltas internas á losgolpes mortales del progreso, y surgenlas dificultades y los problemas externos.

Miran los vecinos, con horror y asom­bro, aquel crecer desatentado, aquelingerirse desatinado y g'lotón del ali­mento que tanto anhelan, ~quel ensancheimponente que avasalla sus fuerzas yofrece á sus ojos la perspectiva tristísi­ma, de una subordinación inevitable.Tras la enorme cabeza, ven el fornido ygigantesco cuerpo, igual para alg'uno,mayor, mucho mayor, para los demás.La antigua capital del floreciente iInpe­rio, donde los esplendores de una di­nastia naciente, congregaron las artes, ellujo y todas las exquisiteces de una ci­vilización avanzadísima, donde las exhu­berancias lqjuriantes de una naturalezatropieal, se aunaron con el boato de loshombres, para hacerle dar las notas masaltas de la gama de 'lo espléndido, veperdido 'su poder pasada, roto y tiradosu cetro, humillada su galanura pretéritay aristocrática, por las burdezas despia­dadas de un industi'ialísnwavasalladoré insolente. ¿Cómo resignarse'? ¿Cómoconsentir ese ascenso inopinado de lomenos'? ¿Cómo admitir esos despojos, esostraslados, deprimentes y por sorpresa,sin razón, sin motivo bastante, para darlugar á todo el desastre ocasionado'? Elamor propio herido, la necesidad des­pertada, imponen un supremo, un deses­perado 'i colosal esfuerzo para el reme-

dio de tanto daño, y desgracia tanta.y el esfuerzo vendrá, y la tentativa sehará, porque es imprescindible que sehaga, porque es cuestión de vida ó mner­te, porque no se suelta el mendrugodel perro, el pan del hambriento ó elbastón del mando, sin un desesperadoconato de mantenerlo ó recobrarlo.

VI

Dirigid los ojos, ahol'a, al otro ladode los Andes y observad. Una raza,fuerte y activa, se agita; un pueblo,jóven y viril, echa las bases de un por­venir grande y venturoso. Abrupto ypoco accesible de carácter, como lasmontañas escarpadas entre que. vive;soberbio, como las elevaciones impo­nentes de sus clominios; impasible, enlo internacional, como la arrogante ma­jestad de aquéllas para las terriblesborrascas de los vientos y los mares,lleva, como sus altas cumbres, nieve enla cabeza, bien que, como ellas también,oculte fuego, mucho fueg'o, en su cora­zón. Es esa nieve, acaso, la que ponecoto, la que da medida á sus manifes­taciónes políticas, prudentes y calcula­das; á sus espansiones meditadas, diso­nantes con su ser latino, y en contra­dicción abierta con los entusiasmos vlos idealismos de la raza. Altanero eilla prosperidad y la ~lesgracia, ni des­borda de júbilo ni se echa á muerto,poseído de la convicción de que no soneternas, ésta ni aquélla; y, avizor siem­pre, parece que la sombra de Lautarotuviera atalayas en la Cordillera,. paratomar nota de cuanto pudiera intere­sarle.

También su mirar fijo y acerado, (leáguila, se ha posado sobre la gran cos­mópolis; y, en su labor incesante deobservación, y en su inmovilidad y susgarras, cualquiera podría confundirle,fácilmente, con el cóndor de sus serra­nías inaccesibles. Decididamente le in­quieta ese crecer desatentado de su con­vecino, esa vertiginosa carrera de en­grandecimiento, esa expansión desme­dida que amenaza absorberle. Mira alamplísimo escenario en que se derra­man á su placer las poderosas corrientesvitales de su lindero; considera, codi­cíosamente, aquellos llanos dilatados queno tiene, y gravita sobre su pensamien­to, oprimiéndole el corazón y maül)ldQ

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sus capitales esperanzas de engrande~

cimiento, lo estrecho y lo sórdido, lodesamparado y estéril, de su acciden­tado territorio: necesita expansión, yesta necesidad lo abruma v lo obsesio­na, como una realidad terrIble de todoslos momentos, como el pecado originalde su vida, como el obstáculo único,interpuesto para alcanzar una grandezafutura, que presiente. Y no se conforma,ni se conformará jamás; no se conformaningún hijo con la desig'ual herencia quele cupo en suerte, si sus demás herma­nos, opulentamente instituídos por sumadre lo son en una desproporciónenorme y que le humilla. La actividaddel de este caso, ha tomalo la únicavía expedíta y posible: tiempo hace quevive en aprestos bélicos, que no interrum­pe. ¿Con qué fin? Nadie lo sabe de fijo,bien que muchos lo colijan: el cóndorde los Andes vive, silencioso é inmóvil,fijo su mirar acerado y frío, que noparpadea, sobre la gran cosmópolis.

VII

¿Qué nos traerá el futuro? Calculadlo;y, para efectuarlo con acierto, hacedmemoria de lo dicho anteriormente. Su­premacias económicas, direcciones polí­ticas perdidas para el Brasil, explendo­res de un predominio del imperio, ocul­tos, ya, también, .tras el ocaso, para lajóven república; estrechez de territorioy defraudación de esperanzas, fracasa­das por un arbitraje pilatuno, para Chile;expansión desmedida y sin límite visi­ble, de la Argentina, dentro del actualórden de cosas sud americano, que ame­naza devorar á todo el continente. cuvamitad meridional va siendo suyá, (Ííapor día; y, en fin, dirección política per­dida, para unos, notorio en su detrimen­to y con beneficio ostensible adquirida,para otros, que parecen ir uniendo, áesta inmensa (;onquista, la de la supe­rioridad económica, llevándonos, de esemoclo, á la concentración posible, ensus manos, de todas las supremacias:Alteración necesaria del equilibrio, enresumen, y trastorno inminente del or­den internacional, como resultado defi­tivo.

He ahí cuanto guarda el porvenir; heahí una guerra en gestación, en estaAlllérica desgraciada, tan pródiga enlas cQnvulsiones internas de sus estados.

No se sueñe con los arbitrajes, parasalvar estos malos pasos; todo tiene unlímite, en la vída, y esto ¿cómo queréisque no lo tenga? ¿Hasta dónde puedetener fuerza el tratado, si bulle, todavía,como en sus mejores tiempos, la sangreguerrera de aborígenes y colonizadores?¿Hasta qué punto ser eficaces los laudos,donde la necesidad, la ley implacablede la subsistencia, impone reconquistasde predominios perdidos y hegemoníasarrebatadas, cuando no expansiones tanimprescindibles, que son asuntos de vidaó muerte? ¿No veis, como lo veo yo,lo irrisorio de estos paliativos diplomá­ticos, si la tormenta ruge ya, porquese acercan á su término las carg'as de 'los acumuladores?

La guerra vendrá, sí, terrible y. deexterminio, servida por las nuevas con­quistas de una civilización lozanamentesiniestra en sus imponentes grandezasbélicas, como si hubiese de servir á laley de Malthus, la selección de Darwin,ó la pena capital, de Ferri. El Brenode su triunfo pondrá, también, su espadaen la balanza, repitiendo el histórieoYea victis, dictará su ley, y los tributosen tierras ó las contribuciones en di-,nero, acabarán de aniquilar al vencido,en este esfuerzo titánico de lentas ydilatadas g'estaciones. Y ella vendrá,porque si la vida individual es un equi­librio, la internacional tiene que serloen mayor grado; si los predominios eco:nómieos son de uno, corresponden aotro los de orden político, y al de másallá, los étnicos ó sociales de otra espe­Cie. Los poderíos, sin tradición que lossostenga, sin un asentimiento, pequeñoó grande, ampliamente sedimentado, enla conciencia de los que deban sopor­tarlos, son inestables; los auges de lospueblos en formación, las prosp~l:idadesdeslumbrantes de los agTegados Jovenes;surgidas en un día, no son, en la his­toria, más que modalidades pasajerasde la marcha hácia adelante: no puedenser durables. Y menos han de serlo, enesta América, ayer salvaje de poblado­res El inculta de territorio, sembrada,hoy, de especies heterogéneas, inconci­liables, infusibles, acaso, como elemen­to étnico, empeña'.\as en la empresatrascendente de hacer suvas todas lasmanifestaciones de una civilización com­plicadísima, y multifaz, sin saber quégrado de asimilación tiene, para sus

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habitantes. Mucho hemos ue ver enella, y su carta política tiene, para lovenidero innulllerables cambios prepa­rados.

VIII

¿Qué guarda lo futuro, para nosotros?Seamos menos latinos; no soñemos, ycoloquémonos en lo inmediato, en vezde lanzarnos en el piélago de un por­venir remoto. Viriles de raza, peropequeños de población y territorio, esdecir, débiles de fuerzas, lo venidero notiene nada de halagüeño. Ni, siquiera,nos ha evitado, el destino, la molestiade los grandes embates políticos, aleján­donos de donde pudiera producirse elestallido de la guerra.

Ya vimos cuál es la situación de Amé­rica: Un coloso, por una parte, económi­ca y geográficamente hablando, en víasde alcanzar á serlo, desde el punto devista politico; por la otra, un colosotambién, en lo económico y lo geográ­fico considerado, desposeído de la direc­ción política, ó en vías de serlo, por elprimero, contra todas las habilidadesfelinas de su aguerrida diplomacia; ymás allá, uno nuevo, ó en camino deserlo, trabajando como hormiga, parano perder lo conseguido y no desan­dar lo adelantado, acumulando fuerzas,creando su poder militar. La vitalidadeconómica, contrapuesta á la habilidady la diplomacia, por un lado, y á lafuerza por el otro; y metida entre ellas,entre esos terribles perros de presa, laRepública, como la liebre del cuento,acurrucada para que no la vean, inten­tando escapar entre las patas de loscombatientes. ¿No nos magullará, piso­teándonos, alguno de los metidos en laliza? ¿No nos tocará algún tarascón desus bocazas? ¿No seremos, en conclu­siól1, la desdichada vaca de esta boda,y pagaremos los vidrios rotos de esteendemoniado trag'ín?

La razón, la fría razón me dice, estavez, que toean á abordar este graveproblema y que, bajo fatales ó halaga­dores auspicios, debemos apercibirnospara lo que venga. Pasaron las horasdel sentimentalismo v las fraternidadesmal entendidas. v debe ser de la his­toria y no del presente, aquello de quetal ó cual nación poderosa de Américaó de Europa, vendrá en nuestra ayuda

a salvarnos de la catástrofe. Éuropavió impasible el reparto de Polonia;miró tranquila la supresión del puebloboer, del mapa de las naciones; y Amé­rica acaba de ver sin alterarse, los des­pojos de Alemania á Venezuela, los deEstados Unidos de Norte América áColombía y á España, para satisfacersus deseos ó necesidades. No es, segu­ramente, la Repúblíca del Uruguay, des­conocida para el Viejo Mundo, tenidaen concepto de semi salvaje por NorteAmérica, la que puede inspirar compa­siones nunca vístas. Yo no dudo que,cuando la hora de la contienda suene,revoloteen los fatídicos g'avilanes inter­nacionales, buscándonos las entrañas.:l\Iientras aquélla no haya dado, la polí­tica interna y la externa continuaránsiendo lo que son y lo que fueron: laexpresión neta y despiadada del do utdes y del {acío ut {acías. ¿Qué dare­mos, para que nos den? ¿Qué podre­mos hacer para que hagan por nosotros?Esta es la cuestión, como había dichoHamlet en una hora suprema, cual lapresente, y en esta como él, en aqué­lla, debemos repetir nosotros: Ser ó noser.

Y no se me, juzgue hipocondríaco ófatalista, por sistema. Para nadíe es unmisterio la afinidad creciente que vienedespertándose, año tras año; entre Chi­le y el Brasil; para nadie son un enibmaesos amores chileno-brasileños, de unaternura progresiva, en que han simul­taneado hasta visitas diplomáticas deambos, á la conclusión de un conflictoentre uno de ellos y la Argentina; paranadie es desconocida la lucha brasileño­argentina, en el Paraguay, con motivode su última conmoción interna; paranadie es dudoso, en fin, que Chile y elBrasil marchan, hoy, de mano dada, poruna senda contraria á la que sigue laArgentina, y que su choque es fatal éinevitable. Chile, perjudicado en favorde ésta; el Brasil, privado, por ellatambién, de su influencia en los asuntosdel Paraguay, detalle que demuestra supérdida de superioridad política; nos­otros. amenazados abiertamente de absor­ción 'en el pasado, por un gobernanteargentino, Rozas, privados de una denuestras propiedades, JYIartin García,por ella, y amagados ahora, por ellatambién, que pretende, nada menos quela soberanía sobre todo el Río de la

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'Plata, qüeintenta, sin duela 'con igualintención, valizarnos el Uruguay, ennuestras aguas; y, en fin, Perú y Boli­via que fundaron en ella esperanzaslegítimamente concebidas, dada su acti­tud respecto de ellos, en el confiicto conChile; echados en el más absoluto olvi­do: reflexionad.

O la conflagración se produce, ó laRepúblíca Argentina absorberá á losdébiles é impondrá silencio á los fuer­tes, en su provecho exclusivo, tan solocon dejar marchar las cosas sobre estoscarriles en que acabo de enseñároslas.Pero esta situación no puede perdurar.Chile no se armará más de lo que es­tá: ni el último tratado se lo permite,ni, acaso, él lo necesite ya; pero segui­rá aguerríendo y organL...ando sus fuer­zas, que no es armarse, bien que seamás que hacerlo, ya que el material bé­lico pronto se adquiere, máxime Cuan­do los confiictos no se producen de im­proviso, como en este CaSO. La Argen­tina tampoco se armará, sin que meatreva á afirmar que se duerma, por suparte: Algo pueden significar, al respec­to, la fundación de su E. S. de Guerra,el envio contínuo de oficiales á Europay el servicio obligatorio. El Brasil, encambio, al que no liga ningun tratado,se armará v se armará de un módoformidable, "apercibiéndose asi para unalucha titánica. de vida ó muerte: suCongreso, todo's lo sabeis, acaba de vo­tar la construcción ó adquisición deveintiocho navios de guerra, ¡veintio­cho navíos de guerra, señores, veintio­cho unídades de combate, que por sunúmero, por el el hecho de adquirirsesÍlllultaneamente, nada más, son signoinequívoco de una marcha á pasos degigante, háda un fin preconcebido! Ycuéntese con que no me hago eco, aho­ra; de una duda del primer momento:de la idea de que en esa medida tangrave, no hubiese el cumplimiento deuna adquisición conjunta, entre aliados,á alguno de los cuales vedasen otroscompromisos, el aumento de sus mate­riales guerreros. Y si todo lo mencio­nado pudiese mirarse como insuficiente,esto más puede agregársele: Yo he visto,por mis ojos, una carta geográfica, quellamó grandemente mi atención desde elprimer momento. Es un trabajo exten­so, preciso y prolijo del doctor OctasilioCámará y del ingeniero Wertheimer,

titulaclo: «Carta cleIhostrativa del válor'estratég:ico de Pelotas, del plano de de­fensa de Rio Grande del Sud, y de lasección meridional de un nuevo traza­do para el camino de hierro Recífe­Valparaísol>. La carta referida abarcael estado de Rio Grande, nuestro país,parte de la Argentina y un3, fracciónde Chile, y se ven, widadosamentemarcadas; las distancias, los caminos,las vías ferreas v hasta diversos sitiosá lo largo de n~lestra línea divisorianorte, con el nombre de colonias, se­gún las referencias, pero que, á cual­quier observador, saltan á la vista co­mo puntos ó estaciones estratégicos. Yfinalmente, las curiosas vías férreas delnuevo trazado corren, en nuestro país,desde Puntas del Río Negro hasta laColonia, pasando por Durazno y Trini­dad, después de atravesar aquel río porPalanca, el Yi por muy cerca de la ciu­dad del Durazno y, en fin, siguiendo elcamino de la Cuchilla Grande en todasu extensión, es decir, la senda militar,más usada por nuestros ejércitos. Y, porotro lado, las vias férreas aludidas, par­ten de Valparaíso, atraviesan la Cordi­llera y, i)asando Uspallata y JYIendoza,concluyen en Buenos Aires, que, ad­vertidlo, está unida á la Colonia, portrazo azul, distintivo del viejo trazadode esta particular línea ferrocarrilera...Yo os dejo meditando, señores, sobreestas extrañas formas de fomento in­dustrial; pero les uno, para que vues­tro juicio sea cabal, esas tentativas conparticular simpatía recibidas por nUeS­tro pueblo incauto, de unir los ferroca­rriles riograndeses con los nuestros, nnavez llevado el último de los grandesramales hasta la frontera, sin que en elBrasil,-cosa rara,-se hayan dado ápensar si no les convendría más unirá Río Grande con Río Janeiro, que con:Montevideo. Os dejo meditando, si, pero,lo confieso, por mi parte veo, extrañosé indisolubles maridajes en la comúnresistencia de chilenos y brasileños, enel Congreso Científico de 1902, á quese tratasen los arbitrajes; en la visitacasi simultánea de brasileños v chile­nos á los gobi81'nos del Plata, en 1903;en los ostensibles preparativos bélicosde Chile primero y del Brasil, ahora,así como en las susceptibilidades ex­tremas de la prensa fiuminense, por

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nuestra acojida á los delegados argeil­tinos.

y porque los veo, y porque ligo lasvisitas diplomáticas á nosotros, con lasvías férreas en nuestro terrítorío; lassusceptibílídades por actos ínocentés ysin valor, de nuestra conducta, con esosvísibles aprestos bélicos; y, por fin,nuestras condieiones estratégicas y nues­tra envidiable posieión geográfica, conesas doctrinas de dominio exclusivo denuestras aguas y su valizamiento, mepregunto: ¿á dónde vamos, ó donde sepretende conducirnos, con esas galan­terías excesivas, de la diplomaeia?¿Qué significan tales entraFiables cari­ños? Esto, sólo podrian contestarlo sa­tisfactoriamente, las cancillerías de Chi­le, del Brasil ó la Argentina, si pudie­sen dejar á un lado las salvedades po­líticas, y la diplomaeia, para hablarclaro; la nuestra, me lo presumo conalgún fundamento, no ha podido, talvez, ni preoeuparse de semejante cosa:ocupados, colorados y blancos, en tirar­nos los trastos á la cabeza, ¿quién pue­de atender negocios semejantes? Yo sé,todos sabemos, por desgraeia, que simañana ese destino implacable y fatí­dico que quiere templar nuestro cora­zón para la adversidad, eu las fOljasde Vulcano, nos arrastra á empuñarlas armas en ayuda de quien nos am­pare ó en defensa de nuestra reutrali­dad; yo sé, si, que no han de faltarmalos corazones que se encierren em-

pecinadamonte, en la abstencion departicipar, si pertenecen al partido delllano, ó al círculo alejado de aquel que,para entonces, nos gobierne; yo sé, si,que hay alientos de ponzoña, que notienen mas patria que su bando, masbandera que su divisa, ni más conE>ti­tución que la carta orgánica del par­tido á que se afilian: Cuando no existeel respeto ajeno, menos existe el pro­pio, y menos todavía el de la dignidadnaeional y el de la patria. Yo no ha­blo, no, para esos, que no me escucha­rían, que habrían de confundir con lamía, patriótica y abnegada, la voz de suvileza, obcecada y criminal; yo apelo,yo invoco, yo llamo desesperadamente,en una exhortaeión suprema, al patrio­tismo de los que tienen, al desinterésde los que, g'enerosamente, corrieron alas armas en horas menguadas, paramantener el imperio de la dignidad,naeional, desconocida, y, más que áellos, á los que desde el gobierno, ri­g'en nuestro destino, y les digo: iNonos dejeis perder la patria, con tantasangre conquistada, y que tanto y tantoencierra, para nosotros! i ImponednoscontribuC'Íones de vida ó de dinero, sies preciso, llevaclnos al sacrificio, perosalnd á la República!

He dicho.

A:.YIBROSIO L. RAlI1ASSO.

Montevüleo, Marzo de 1905.

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De los que se baeen justieia pOí1 su pttopia mano (1)

x y R celebran una sociedad porcinco aFias; el prÍínero aporta un re­baño ele ovejas que deben sede ?'esti­twidas al fin de ld sociedad y el segundosu trabajo. Vence el término, perocomo R en cuyo pode¡' se encuenti'Cln lasovejas, se ha hecho cesionario de unc¡'édito exigible contra X, rehusa en­tregar los animales mientras SLI sociono le pague lo que le adeuda.' ¿Existedelito? y en caso afinnatiw, ¿cuál esel delito que se ha cometiclo?

La primera condición del hombre esla libertad que le permite mover, enun sentido ó en otro, sus actividadesacomodandolas á la obtención de losresultados favorables al desenvolvimien­to de la vida v colocandole en situa­ción ele conseg{iir el fruto de sus dere­chos, emanados de su naturaleza misma.

El hombre es un ser que al lado de

(1) El bachiller Rodolfo Mezzera es sin dudaalguna uno de los estudiantes más preparados ytalentosos de la Facnltad de Derecho,

Inteligencia robusta, con una seria base cien­tífica que acrecienta día á día en la labor pro­vechosa de las aulas,-carácter ecuánime y per­severante, incapaz de dobleces ó desfallecimientos,-Rodolfo Mezzera ha conquistado ya, á pesarde su juventud., una envidiable reputación inte­lectual, deutro y fuera de la Universidad de'Montevideo,

Los notables trabajos presenta(los en las cla­ses de la Facultad de Derecho,-uno (le los cualestenemos el agrado de publicar en este número,-han afianzado aún más .esa reputación; y suconferencia sobre el divorcio,-leída en los salo­nes de la Asociación de los Estudiantes y publi­cada luego en folleto,-ha sido considerada portodos como un estudio profundo y erudito querevela claramente un criterio severo y un indis­cutible talento.

N. DE LA R.

un gran número de deberes posee ungran número de dereehos, derechos quele consagra esa libertad, que segúndecíamos. es su condición esencial. Ensu libert<:ld plena, trata, naturalmente,de llegar al conseguimiento de esosfines, que siendo sus derechos le ase­g'uran los resultados buenos ó malos desu naturaleza v de su conducta consi­guiente como cÚce Spencer.

Pero esa actividad personal, puramen­te individual y aislada, debe necesa­riamente modificarse ante las necesida­des de la convivencía social como laúnica manera posible de evitar que elejercicio de sus propios derechos seauna fuente segura de discordias, en lasque estén en pugna-peligrosamente­los derechos de los asociados, compro­metiendo la tranquilidad y buena mar­cha de la asociación. La vida social,pues, pide para su existencia, la limi­tación de esas actividades individuales,de modo qué, lo que es fin del indivi­duo aisladamente considerado pueda serfin del individuo colectivo, esto es, delindividuo como miembro de la socie­dad.

El derecho á la libertad de acción,por el cual el hombre,-considerado in­dividualmente-puede y debe asegurar­se los resultados buenos ó malos de sunaturaleza y de su conductaconsiguiente,es limitado en vista del interés socialpor el mismo derecho de los demásasociadJs que por actos del mismo gé­nero como dice Spencer (1) deben re­cojer los resultados normales, buenos ómalos.

Pero cuando esa limitación de activi-

(1) Spencer-La Justicia p 14 pago 34.

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nades no basta paramanlener los de­rechos en su término jJlsto, cuando hayintereses encontrados, no corresponde,ciertamente, á los individuos, el dirimiresas cuestiones.

Es preciso la intervención del Estado,dentro de cuyas funciones, las más pri­mordiales por cierto, está la garantiza­ción de la justicia, es á él, órgano dela sociedad, manifestación sensible deella, á quien eorresponde velar por laperfecta armonía de los derechos indi­viduales que en las alternativas de lavida, que tiene sus fiujos y refiujos,pueden encontrarse en pugna; es á élá quien corresponde delinear la esfera desu acción corporativa,de modo q' todo in­dividuo reciba los beneficios proporcio­nalmente á sus méritos, cosa que seharía imposible por la administraciónpersonal de la justicia. Toca, pues, alEstado su administración, y son sus ór­ganos-especializados para esas funcio­nes-los que deben decidir sobre esosderechos aparentemente contradictorios.

¿Qué representa el hacerse justiciapor su propia mano? Hacerse justiciapor su propia mano. no es otra cosaque apropiarse una función que perte­ce al Estado; es sustítuir por su perso­nalidad la personalidad colectiva de laque el Estado es representante; es agTan­dar, dilatar la esfera de acción propiaex­poliando atribuciones comunes, es desco­nocer los mandatos de la sociedad quequiere que sea elEstado-pormedio de susórganos-el llamado á dirimir los ataquesde que son susceptibles los derechosindividuales. Pero, ¿ésta apropiación defunciones del Estado por parte de unindividuo constituye un acto que laley penal debe castigar? en una- pala­bra; ¿es un delito? Ante ésta preg'untase nos presenta una prévia, ycuya cons­testación no nos atrevemos á dar sinun cierto temor y vacilaciones, pero ála que es preciso contestar si se quiereresponder á la que recien nos formula­mos y que representa el punto más im­portante, que en la doctrina, suscita elasunto de que tratamos. Esa segundapregunta, es: ¿que se entiende por delito?¿cuales son las infracciones que la levpenal debe castigar y cuales las queestán fuera de su dominio? ¿qué ampli­tud tiene el derecho de penar? Dire­mos de antemano que no es posibleresponder á ésta preg'llllta con la defi-

nlción de delito que dá nuestro dere­cho positivo, como que en verdad, aldecir nuestro Código: delito es todaacción, Ü Qinisión 'coluntw'ia castigada)Jor disposición e:t::pl'esa de la tey nodefine lo que es delito, no hace otracosa sino marcar una norma de con­ducta para juzgar sobre la penalidadde los delitos ciue vá á establecer. Porotro lado, esa pretendida definición denuestro Código tiene el mismo defectoy los mismos inconvenientes que la quelo define con Bentham: todo lo que esuna infi'acción á ley la penal. Dar esadefinición de delito es-dice Franck (1)sentar un círculo vicioso, es decir queuna acción digna de pena es la casti­gada por la ley; es afirmar que el opiohace dormir porqne tiene condicionesadormecedoras. Definición completamen­te inútil, no señala el camino á seguir­se; no sirve de guia y solo puedeemplearse una vez que se haya legis­lado. ¿Cómo dirigirse paraconstítuir unaacción en delito v colocarla en las clis­posiciones del Código? ¿Cómo juzgarsobre la legitimidad de los delitos, con­siderados como tal por la lejislaciónpositiva? Debe necesariamente buscar­se una norma que tenga en cuenta y~L

la acción en si misma, ya la acción vel ajente, norma capaz cle ponernos e11una condición tal, que podamos en unmomento el ado, juzgar sobre la exis­tencia ó nó de un delito.-Queda, paraello, descartada la respuesta dada pornuestro derecho positivo; veamos cuales la preferible.

No una, sino muchas, han sido lasdefinicionés-dadas en la' doctrina-paraseñalar precisamente las condiciones queconstituyen un delito, .no habiendo lle­gado todavía á un acuerdo definitivo quetrasara un solo camino, definicionescuyas diferencias dependen, como diceVidal, de la teoria general admitidapara justificar el derecho de penar' (2)Para Rossi (3) el delito es la violaciónde un deber én perjuicio de la sociedadó de los individuos.' La definición' deRossi nos parece extremadamente am­plia, amplitud que nos conduciría 'nece­sariamente á considerar como delitos elno cumplimiento de deberes-que son

(1) Franck, Philosofig dl1 droit penal, pago 131.(2) Vic1al, Comós ele c1roit criminal p 62.pág. 69.(3) Rossi. Tratac10 c1e c1erecb o penal, pág. -217

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verdaderas virtudes-y que el sentI­miento nos manda para con nuestrossemejantes, deberes que son, por otrolado, mandatos de la ley moral, pero,¿deberá la ley penal castigar el no.mmplimiento de las acciones morales?¿deberá por ese medio hacer perder álas aeciones morales la cualidad esen­cial que es su coeficiente: la exponta­neidad? Nó, hay deberes que la moralprescribe pero sobre ios cuales, de nÍll­ninguna manera, debe lejislar la leypenal.

La introducción del método positivoal estudio de la ciencia penal hizo quese buscara por otros medios la defini­ción del delito basándose para ello enel estudio de las costumbres y de lasnecesidades de la sociedad en un mo­mento determinado de su marcha. Ga­rófalo ha tratado de distinguir el delitonatural del delito legal. Segun él, haydos sentimientos universales: la piedadque lleva al hombre á respetar la vidade los demas y la probida.d que pro­duce ese mismo respeto hácia la pro·piedad ajena (1). La violaciqn de estossentimientos constituiria-según él . eldelito, de donde su definición: la viola­ción hecha en todo tieinpo y en todopais d ~!'n cierto sentimiento medio depiedad y de probidad. El delito natu­ral, según esto, no es solamente-comodice FIarían (2) - una acción dañosapero también una especie de inmora­lidad.

Ferri ha hecho con toda verdad lacrítica á la definición de Garófalo; con­siderar como delítos la violación de lapiedad y de la probidad es dejar im­pune una cantidad inmensa de viola­cíones que sin duda de ningun géneroconstituyen actos delietuosos, ¿cómo, conel criterio de Garófalo, penar la violaciónde los sentimientos de pudor y de pa­triotismo, por ejemplo? Evidentementeestarían fuera de los límites de la defi­nicl:ón.

Ferrí define el delito corno accionesdeterminadas por motivos individualesy anti socialesque turban las conclicionesde existencia y ofenden la liwí'alidadmediade un pueblo en un momento dado.Hay una gran dificultad en aceptar

(1) Citado por Stoppato. Delle esercizio arb.delle propie ragg., pág. 13.

Florian. Dei reati e delle peile en generalepág,91.

como base del delito una moralidadmedia porque-como dice Stoppato (1)¿quién es el que define esa moralidad?¿cómo puede haber criterio positivo parafijar la moralidad media de una socie­dad determinada? Hay pues, el incon­veniente gravísimo de la dificultad in­faltable, de saber cuando se ofende esamoralidad, cuyo barómetro no estará,indudablemente, gobernado por leyesde una precisión matemática; los lími­tes de esa moralidad no podrán ser pre­cisados, no se podrá decir con certeza:aquí empieza lo permitido, aquí lo pro­hibido, como no se podría decir exac­tamente: aquí acaba el reino vejetal yempieza el animaL

Tiene tambien el inconveniente deser demasiado subjetiva; Ferrí ha aten­dido para sentar un criteri.:> generalsobre el delito, la clasificación de losdelincuentes. El delito, para él, no esotra cosa que una resultante de fuer­zas ya conocidás; el temperamento yel carácter del delincuente (2). Ferrimismo ha reconocido uno de los incon­venientes' de la definición dada por él,dentro de la cual se hace difícil ó im­posible encontrar una diferencia en­tre los delitos para los que basta unasanción civil y aquellos para los cualesse hace necesaria la sanción de la leypenaL

Para que una acción-dice Franck­pueda caer bajo la acción de la ley pe­nal no basta que sea culpable ella mis­ma ó castigada por la ley moral, espreciso que sea contraria al orden so­cial, que sea peligrosa á la seguridad':{ á la libertad, sea de la sociedad ente­ra, sea de los individuos aisladamente;en definitiva, una acción no puede serlegitimamente perseguida y castigadapor la sociedad, sino cuando es la -l)Íola­ción no de un deber. sino de un de­Techo, 'ÍJulividual ó colectivo, fundadocomo lc~sociedad misma, sobre la leymor'al. (3).

y para Franck existen dos clases dederechos: los unos encerrados en unamedida precisa y que son exigibles porla fuerza, porque son absolutamente ne­cesarios al cumplimiento de los deberesá los cuales corresponden: y los que no

(1) Stoppato. L' esercizio arbitrario delle pro­pie ragioni, pág. 14.(2) G. Vidal. Cours de droits criminel. pago 73.(3) Franck. Philosophie du droit penal. pág.135.

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sons'ucepttbles de una determinaciónprecisa y dentro de cuya naturaleza noestá la de ser exigidos por la fuerza, des­de que no son indispensables al cumpli­miento de nuestros deberes.

Nos decidimos por el criterio deFranck; creemos que la definición da­da por él reune las condiciones, que se­gún nuestra manera de entender, sonesenciales para una definición del de­lito; ni demasiado amplia para que en­tren dentro de ella lo que en maneraalguna la ley penal puede castigar porser el puro dominio de la moral, pro­duciendo en ese caso un exceso de le­gislación, que como Bentham ya lo hizonotar, produce tantos ó mayores malesque el mal que se quiere reprimir, nidemasiado restringida como para serexcluida de ella verdaderas infraccio­nes cuya importancia es indiscutible yque no penarlas, sería ayudar la propa­gación del mal. si es verdad, comocreemos, que la pena es el remedio ne­cesario de esos males, cuyo objeto es,ya curar ó ya impedir que se produz­can. La definición de Francle reune esasdos condiciones.

Determinados así los actos que la leypenal debe castigar, tratemos de averi­guar si la apropiación de funciones quecorresponden al Estado, como la justi­da, constituye un delito.

El hacerse justicia por su propia ma­no elevado á la categoría de delito es­tá-dice Stoppato-(l) en contradiccióncon los principios, porque sín la agre­sión conciente de la actividad jurídicade otro no se debria hablar de deiito.El ejercicio arbitrario de las propiasrazones supone en el agente la con­ciencia de un derecho, no importa sibien ó mal comprendido; excluye unacto intencionalmente dañoso, se con­creta al error, al falso supuesto deejer­citar un derecho.

Toda infracción-dice Haus (2) parasentar un principio idéntico-se compo­ne de dos elementos: un hecho contra­rio á la ley penal y la culpabilidad delagente, cuando falta una ú otra de es­estas circunstancias, esenciales, no haydelito. El hecho puede haber sido eje­cutado en circunstancias particulares yexcepcionales que lo rinden legítimo

(1) Stoppato, obra citada, pág, 51.(2) Hans. Principes generanx' dn drolt "pe::al

p GOO pág. 456.

aunque entre en la definición legal eleun delito y que haya sido cometido conconocimiento y voluntad, lo que tienelugar cuando el autor tenia el derechoó mismo, el deber de cumplirlo.

Es el caso en que haya CGLusas' dejustificación, esto es, circunstancias­agrega Haus mas adelante,-que exclu­yen la infracción, sean porque borranla legitimidad del agente, sin legitimarla acción misma; sean porque transfor­man el acto en legítimo.

Es así que sienta el principio de quelas acciones, merced á las cuales se~jerce un derecho actual y cierto, nodeben penarse, porque no turban la po­sesión legal de un tei'cero y no sonacompañadas ni de violencia contra laspersonas, ni de amenazas que constitu­yan del!to (1) de donde el propietariotiene el derecho de reprimir por vía dehecho, aquellas que tienden á despo­jarlo de su propiec~ad ó á impedirledisponer en modo absoluto y exclusivosiempre que no adopte amenazas niviolencias contra las personas.

Esta tesis de Haus es sustentada conlas mísmas palabras casi, por Garraud,(2) al hacer notar que en el derechofrancés no existe una disposición penalanáloga á la que los italianos contem­plan con el nombre de ejercicio arbi­trario de las propias razones.

No creemos que el ejercicio arbitra­rio de las propias razones pueda noser considerado como delito, según loquieren Haus, Stoppato y Garraud; novemos con la claridad con que pareceafirmarlo Hauss, la legitimídad de lasvías de hecho ejercidas por el propie­tario para reprimir aquellas que le tur­ban en el goce de su cosa; ni tampococreemos que la existencia -aún real­del derecho que se quiere poner enmovimiento sea una causa justificativade las que habla Haus, capaz de legiti­mar la acción. v sí. solo creemos, comoel mismo lo cÍice en otro lado, que elprincipio solo debe inclinarse ante lanecesidad. cuando el atentado es dé na­turaleza á exponer 1) la persona, que esel objeto, á sufrir un daño irreparablesi se esperara el socorro de la autori­dad pública, pero entonces dejaría deser el ejercicio arbitrario de las pro-

(1) Hans. Obra citada p. 644 pág. 496.(~! Gawmd. Tmitá dn drolt pe:lal. Tomo IV

p. 301, pág. 307-8.

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plas razones, para transformarse al im­pulso de la necesidad-que es impera­tiva-en un caso de leg'itima á defensaque, como dice un autor, es la acciónde reehazar la fuerza con la fuerza.

La agresión conciente de los dere­chos de otro es, para Stoppato, la con­dición sine qua non de la existenciadel delito y cree que en el caso deragionfattasi no existe esa agresión co­mo que está en la concieneia del agen­te el ejercer un derecho, dereeho quepodrá ser verdadero ó presunto. Creeque no puede derivarse de allí la ne­gación del carácter de delito al aetoque examinamos. Aún euando no hayaagresión al dereeho de un individuoaisladamente, agresión que no creemosnecesaria en el delito que tratamos,existe una agresión hácia el Estado,una usurpación de sus funciones conevidente daño para la sociedad; es laviolación de uno de esos derechos quetienen una medida precisa, eomo diceFranck, 7'l es la violaeión de ese dere­cho eolectivo, lo que en verdad eons­tituye el delito, cuya esencia y cuyoelemento eonstitutivo está en la susti­tución del brazo de la soeiedad por elbrazo propio.

El principio de que al Estado ineum­be relativamente la actuación del dere­cho-dice Pessina (l)-trae consigo queel Estado deba intervenir cuando dosvoluntades estén en conflicto, una delas cuales se encuentre en un estadojuridico acompañado de presunción delegitimidad; y la otra teng'a una preten­cíón contraria á esa presuncíón.

En general, todo individuo tiene elderecho á no ser obligado al cumpli­miento de una obligación-que no de­be ser otra cosa que la expresión de sulibre voluntad-ni tampoco puede sermolestado en el libre goce de la pose­sión de lo que le pertenece, sinó envirtud de orden emanada del Estado.

Hacerse justieia por su mano, no esotra cosa que violar ese derecho ciertoy seguro, yeso solo constituye delito,aún cuando el que lo ejerza tenga untitulo perfectamente justo para reclamarpor las vias de la justicia.

La perfectibilidad del titulo toca á lajusticia el declararla.

La eseneia de este delito-diremos,

(1) Elementi di diritto penale p. 356, pág. 259.

pues, con Carrara (1)-consíste en sús­tituir la propia acción á la de la autori­dad en la tutela de un derecho: jus si­bi ]Jí'opia auctoritate i'eclclitwn Ó paradeeir con 1mpallomeni, eitado por 1n­namorati, (2) en la sustitueión de lafuerza privada al poder de la autoridadpublica para eonseguir una cosa á lacual se cree tener dereeho.

Creemos, pues, que haeerse justiciapor su propia mano es un delito, porel solo heeho de sustituir, despreciati­vamente, la aeción de la justicia por laacción privada. ocasionando,-eomo di­ee Crivellarí (3)-aquellos inconvenien­tes gravisimos, que ordinariamente pro­duce la justicia privada puesta en ma­nos de quien, deiendiendo su eausapropia, puede estar prevenido y ha ~er­

se transportar fuera de su esfera porsus propios intereses.

Estudiado asi, doctrinariamente, eldelito de los que. se hacen justicia porsu propia mano, no nos eabe ningunaduda; qúe R, en el caso propuesto,al rehusar la entrega de los animalescomo pago del crédito exigible contraX., sin recurrir para ello á la jus­ticia, ha cometido delito. Dentro dela pregunta, estudiemos ahora el delitoen si, y las disposieiones legales que áél se refieren.

El delito que nosotros llamamos ha­cerse justicia por su propia mano, noha sido reeonoeido como tal por todaslas legislaciones de los paises eiviliza­dos, no tiene su sanción en todos losCódigos á la manera de esos delitos, quetanto en la doctrina como en la legis­lación positiva, tienen la eonsagraeiónde lo que no se discute.

El Código belga de 1867, ealla sobreeste delito, lo mismo que el Códigofraneés de 1810 que lo suprimió, auneuando lo habian contemplado las orde­nanzas de 1867.

Otros Códigos, el italiano y el nues­tro, por ejemplo, han hecho de él llllaperfecta figura delietuosa, siguiendo latradición del derecho romano, que pre­veia el caso de hacerse justicia por supropia mano, penándolo como acto cri-

(1) Carrara. Commente al Cad. Penale, pág.150.

(2) Innamorati. Lui delitti contra l'alleegl1stizia, pág. 430.

(3) Crivellari,· Il Codice Penale. Tomo ·VI, N.O301, pago 748.

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minoso, castigándolo con pena privada:con la pérdida del derecho en el casode existencia de él y con el resarci­miento del daño en el caso de un de­recho pretendido, pero inexistente.

Se ha discutido sobre cual es el ti­tulo en que este delito debe figurar yesta discusión ha tenido mucha impor­taneia en el Código italiano, sostenién­dose por los unos que se trataba de undelito contra la administración de lajusticia.

Dejando de lado la discusión suscita­da por el punto en la Cámara italiana,(somos ya demasiado extensos), cree­mos que el delito de que se trata, esun verdadero deiito contra la adminis­tración de la justicia, puesto que-yacansa el repetirlo-la índole jurídicadel delito, está en el desprecio á lajusticia que puede ser-según Crivella­ri (1)-intrínseco y extrínseco; intrise­camente porque eon el hecho se usur­pan aquellas prerogativas que corres­ponden al magistrado; extrinsecamenteporque haciendo esto el agente demues­tra la falta de confianza en la obradel magistrado.

¿Cuales son las condiciones necesariaspara la existencia de este delito, en unapalabra, cuales son sus estremos jurí­clicos?

Según Carrara (2) cuatro son los es­tremos necesarios.

1.0 Un acto externo que despoje áotro un bien que goza contra la oposi.ci9n presunta ó expresa de éste.

2.0 Creencia de hacer este acto enejercicio de un derecho.

3.° Conciencia dc hacer con el brazoprivado lo que debía hacerse por laautoridad de los majistrados,

4.° Falta de título más grave.El objeto de la criminosidad está en

la sustitución de mi autoridad por laautoridad de la ley que habría debidoinvocar, pero es preciso que al ejerceresos actos tenga la creencia de queejerce un dereeho del cual se cree asis­tido pues á no ser así el delito dege­nera ó cambia. Si un individuo se apo­dera de una cosa de 'la que se creepropietario, no comete delito de hur::o,sino de ejercicio arbitrario de las pro-

(1) Crivellari. Obra y tomo citado, núm. 302,pág. 750.

(2) Carrara. Prog. del corsi de diritto criminaleT. V. P 2850, pág. 536.

pias razones (entiendo existir los otroselementos) cosa que no. sucedería sifaltara ese elemento intelectual: la creen­cia de ejercer un derecho.

El objeto intencional de este delitoes-dice Innamorati (1) el consegui­miento de un pretendido derecho; suobjeto jurídico, la sustitución de la penaprivada al poder de la autoridad públi­ca; su elemcnto subjetivo material, laviolencia sobre las cosas ó contra laspersonas no transformadas en homici­dio ó lesiones más graves.

Entre los elementos de este delitocoloca Innamorati la violencia sobre lascosas ó sobre las personas; del caracter'que le hemos dado se desprende fácil­mente que no consideramos la violen­cia ni sobre las cosas ni sobre las per­sonas como condiciones esenciales deeste delito; pero tendremos ocasión devolver sobre ello estudiando las dispo­siciones del derecho positivo.

¿Cuál es la solución dada por laslej islaciones?

El artículo 185 de nuestro Código dice;"El que, con el solo fin de ejercitar

un derecho de que se cree asistido, sehiciese justicia por su mano en loscasos en que debe y puede recurrir ála autoridad pública, será penado conmulta de cien á doscientos pesos".

¿Existe en las lejislaciones vijentesalgun artículo concordante con el nues­tro? Sí, la unica que conocemos es laitaliana, en cuyo ariículo 235 del Códigopenal leemos: .

"Cualquiera, con el solo fin de ejer­citar un pretendido derecho, en loscasos en que podría recorrer á la auto­ridad, se hace razón por sí' mismo,usando violencia sobre las cosas, serápenado con multa hasta quinientasliras".

Como se vé, aun cuando contemplanel mismo delito no tienen una misma éigual redacción y aparentemente (vere­mos más tarde si lo es en verdad) no re­quieren para su existencia los mismoselementos constitutivos.

Pero si concordantes, no es por ciertoel artículo 255 del Código penal ita­liano el origen de nuestro artículo sinoindirectamente el artículo 146 del CÓ-.digo Toscano que decía:

(1) Innamorati. Sin delitti contro 1" ultima dela giustizia, pág. 439.

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Cualquiei'Cl que sin 1;iolencia "se haceilicitClinente .razón por si mismo, dedonde derivan los artículos 162 del pro­vecto de l\Iavo de 1883 v el 264 delI)l'oyecto del 22 de Noviel~lbre de 1884presentados por el honorable Zanardellicu;ya redacción era:

«Cualquiera, con el solo fin de ejer­cer un derecho, en los casos en quedebría y podría recorrer á la autori­dad, se hace razón por sí mismo, serápenado con multa de cincuenta á qui­nientas liras".

Como se vé en el artículo del CódigoToscano y en los dos artículos del pro­yecto de Zanardelli de donde fué ex­traído nuestro artículo, no se hablabade 'violencias sobre las cosas que des­pues introdujo-ultimamente-el lejisla­dor italiano en la redacción definitivadel artículo 235 del Código penal, por­que observaba la Comisión de la Cáma­ra de Diputados que sin violencia sobrelas cosas no se debía admitir esta figu­ra delictuosa porque entonces bastabanlac leyes civiles con las acciones po­sesorias y con las acciones de repa­ración de daños producidos por actosdel hombre.

Pero no de lamisma manera opinaba laComisión de la Cámara de Senadores,la que en su informe decía: Conside­rando que aun cuando no concurraviolencia, la ofensa á la justicia públi­ca existe igualmente; que el acto arbi­trario es por sí mismo fuente inagota­ble de disputas, y que aun en ese caso,existen todos los elementos del delitola Comisión cree que la violencia seaun agravante pero nó un extremo nece­sario de' éste delito.

Pero la doctrina sostenida por la Co­misión de la Cámara de Diputados erala que debía vencer y la que se expo­nía en la relación del Rev sobre eltexto definitivo dol Código. v

No están de acuerdo los comentaris­tas sobre lo que debe entenderse porlas palabras violencia sobre las cosasusadas en el artículo del Código Ita­liano.

Esta discusión tiene su importanciaya desde el punto de vista de la letradel Código ya para la doctrina siempreque se considere con Berner que laexistencia de este delito, despojado dela condición de violeneia, no es otraCQSa que una 'lacia abstracción.

Dice Flocca, citado por Stoppato (1)se debe entender todos los hechos arbí­trarios de la fuerza individual del hom­bre los cuales turban realmente ó im­piden el goce de la cosa al legitimoposeedor siempre que tenga por obje­to el ejercicio de un pretendido dere­cho.

Se podía objetar á Fiocca que segunsu amplio concepto de lo que debe en­tenderse por violencia sobre las cosas,no se dará jamás un caso en el quehaya ejercicio arbitrario de las propiasrazones sin la existencia de violencias.El responde que sí. y que se produceen todos aquellos actos arbitrarios quetienden á ejercitar un pretendido dere­cho sin tener la fuerza de turbar real­mente ó impedir el goce de la cosa allegítimo poseedor.

La violencia sobre la cosa debe ne­cesariamente resultar- dice Crivellari(2) - de un hecho positivo, consistenteen el daño de la cosa misma, ó en sualteración ó al menos en la turbaciónde la posesión.

En general-dice Pessina (3)--violen­cia es el uso de la fuerza individualque borra las actividades contrarias;ordinariamente es todo constringimientomoral ó material de las personas, ypara Sarrochi es un acto material queturba y altera profundamente un estadode hecho no sin producir dañosas con­secuencias.

y por último, dice Stoppato, quepara que exista violeneia sobre lascosas es preciso un acto material queproduzca una alteración á la cosa ensu entidad natural, ó una modificaciónen su estructura, ó un impedimentopara cumplir su destino, ó la destruc­dón de un título comprobante de undeterminado hecho ó relación jurídi­ca (4).

Como se vé si se tratara de resolverel caso que examinamos segun la dis­posición del Código Italiuno, fuera pre­ciso poner de acuerdo las diversas in­terpretaciones sobre las violencias sobrelas cosas, puesto segun fuera ella variaríala solución dada.

Las preguntas serían, ¿el solo hecho

(1( Stoppato, obra citada pág. 231.(2) Crivellari-Obra y tomo citados núm. 826,

pág. 785.(3) Pessina-Element., tomo UI, pág. 268 Y 269.(4) Stopatto-Qbra citada, páginas 236 y 237,

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de turbar la poseslOn constituye, en elsentido del Código, violencia sobre lascosas? v resolver ele inmedioto si elhecho de mantener R las ovejasen supoder constituía una soluciónsobre lascosas.

Nosotros creemos que no. Y en esecaso diríamos, que dentro de la lejisla­ción italiana R no había cometido delito.

¿Sucede lo mismo con nuestro Có­digo?

El artículo 185 de nuestro Código esuna disposición más latamente ampliaque la disposición italiana; ha suprimidocomo elemento esencial del delito la exis­tencia de violencias sobre las cosas ycreemos que al hacer eso se ajusta es­trictamente á los caracteres que el de­lito debe tener doctrinariamente consi­derado. Nuestro Código-·c6mo el artí­culo del proyectoZanardelli,- de dondesaca su orígen directamente, é indirec­tamente del 146 del Código Toscano,ha creído que el solo hecho de la sus­titución de la autoridad de la lev erabastante para considerarlo un delito,

considerando por lo tanto, que la san­ción civil que pudiera tener, era insu­ficiente.

El caso propuesto contiene todos loselementos requeridos para la existenciadel delito de ejercicio arbitrario de laspi'opias razones ó de los que se hacenjusticia por su propia mano cayendopor lo tanto bajo la sanción del artícu­lo 185 de nuestro Código, en el que ellejislador no ha usado esa espresión ypor lo tanto no toca al interprete hacer­le una agregación, agregación que porotro lado consideraríamos ajena al delitodesde que él, para existir, no la nece­cita v al introducirla no haríamos otracosa·qve desfigurarlo.

Por lo tanto: R al negar la devolucióndel rebaño mientras su socio no lepagara lo que le adeuda debiendo comodebía acudir á la justicia civil (nos esimposible tratar el caso desde ese pun­to de vista) ha cometido el delito dehacerse justicia por su propia mano.

RODOLFO ]'líEZZERA.

Los fi lósofo) del siglo XVIII

La historia de la humanidad, en me­dio de sus violentas sacudidas v suscrueles desgarramientos, nos comp;uebacon clara evidencia. la frase de consueloque vocea Palletán, como soberbioacento al progreso social: «i El mundomarcha!". Cuando la sociedad retrocede, sesiente en sus entrañas. el temblor con­vulsivo de fuerzas misteriosas, que enlucha gigantesca, bregan porque se cum­pla la ley eterna y bendita del pro­greso humano.

Del conflicto ele las dos tendenciasantagónicas, brota la luz: la chispa seconvierte en incendio. v EUS siniestrasllamaradas al iluminal' las tinieblas,provocan los estallidos Eociales, que son

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una proclama de libertad y un gritode red ención.

La humanidad mira con cariño, miracomo suyas, aquellas épocas, en quecada idea que brota es un nuevo rayode luz que viene á agregarse á los ra­yos de su aureola; á aquellas épocasen que nacen los apóstoles de palabrainspirada, precursores del despertar delos pueblos abatidos, en que muerenlos mártires de sublime fortaleza, tes­timonios ensangrentados pero elocuen­tes de que la revolución se cumple.

Entre esas épocas se destacan aque­llas, en que el mundo abrumado anteel peso de serios desastres, se levantay sacudiendo su cabeza con energía,lanza un reto hácia ias usurpaciones,

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arroja un guante al porvenir y marcha,aniquilando á la ignominia y á la ver­güenza, para cimentar sobre los es­eombros del despotismo y del crímen,los principios que forman la esenciade la naturaleza humana.

Entre esas inscripciones de la histo­ria, se destaca el cuadro inmenso delos acontecimientos del siglo I de laera cristiana, la época de la revolu­ción religiosa social, y el siglo XVIII,en que las campanas del universo toca­ran á rebato, anunciando el brillantedespertar de la redención política.

i El siglo XVIII! El siglo de la luchamás encarnizada, el siglo en que se li­braron las batallas más decisivas con­tra el fanatismo filosófico, contra el fa­~latismo religioso, contra el fanatismopolítico; ha sido la jornada más gigan­tesca de la humanidad.

Haciendo tabla rasa con todos losespiritus, sUl:je imponente la filosofíadel siglo XVIII.-Su arma es el ecep­ticismo; su enemigo, las creencias an­tigTlas; su fin, la libertad.

El mundo parece presa de una abru­madora postración. - Sus actividadesduermen, se hallan aniquiladas ante unabatimiento profundo.

Necesitaba un sacLldimiento para vol­ver á la vida, un sacudimiento produ­cido por alguna causa exterior; nadahabía que esperar de la savia raquíticaque la nutría, porque las raíces se ha­bian secado al contacto maligno delfhnatismo y de la dialéctica escolás­tica.

Los Bizantinos, trajeron el recuerdode la Grecia antigua, y la sangre de un,cadáver, conservada en las misteriosasurnas de sus libros, vivificó al mori-bundo. '

El renacimiento tocó á rebato, con­vocando á los pueblos, no á lueliar si­no á recordar y los pueblos fueron.

La memoria de la gloria pasada, tra­jo el valor. El gigante comenzó á mo­ver sus miembros entumecidos y empe­zó la lucha. La reforma proclamó ellibre exámell.

Empero, el fanatismo no decayó; eldero tanto católico como protestante,siguió imperando; los reyes, eomo amar­g'a ironía á la soberanía de los pueblos,continuaron invocando su derecho divi-no y, haciendo unjir sus altanerasfrentes con el sagrado óleo. para mos-

trarse á países abyectos como los dele­gados de Dios.

De pronto, una convulsión poderosa,fecunda, interminable, agita á la hu­manidad. El armazón del antíguo rég'i­men bambolea espantado; pronto seproducirá el derrumbe, arrastrando ensu caída los últimos resabios de viejascostumbres y de siglos de ignominiamoral.

El mundo se siente atravesado porel ariete irresistible de los filósofes delsiglo XVIII.

Europa, se despoja de su sayal, apar­tando sus oídos de los acordes solem­nes del órgano, que aeompañaba la fú­nebre salmodia del Dios -¡"Ne, bajo lasbóvedas de ~us sombrías catedrales, pa­ra abrirlas al rumor armonioso de lasondas azules del JHediterráneo, que letraería en sus auras, la seductora vozde la redención sociaL

En Francia, que era la fragua dondese templaba el cortante acero, destina­do á desatar el nudo gordiano del pa­sado, desaparecia la grandiosa monar­quía de Luis XIV, el rey de los com­bates, y le sucedía la monarquía deaparato de Luis XV, el rey de los pla­ceres.

Junto al trono, se levantaban nume­rosos apóstoles del pensamiento, quesentían en su alma, el calor abrasadorde las concepciones gigantescas.

Racine, Diderot, D' Alambert, JYIon­tesquieu, JYIably, los poetas, los filóso­fos, los politicos. Y más altos que to­dos, Voltaire, el amigo de los reyes, yRousseau, el campeón de la democra­cia, el representante germino de sig'losde odio, de rabia y de maldiciones. ­Voltaire, quo habia de enseñar comose arrostra la furia de los poderesfuertes, sin temerles, como se hace pa­ra mirar frente á frente los soles deradiantes rayos,-y Rousseau, que habíade carg'ar la mina, encelldida luego,por esa asamblea de demagogia, salpi~

cada de sangTe y de gloria, que se lla­mó la Convención, encargada de eje­eutar .la sentencia de los siglos!

Voltaire! Alguien ha dicho que haynombres que son un poema; el nombrede Voltaire significa más; Voltaire esuna época,-y una época sublime y gi­gantesca, en que se marca con huellaprofllnda, la senda del porvenir anteel salmo infinito del progreso humano.

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«Su destino es el más brillante dela humanidad», exclama Taine, en losOrigenes de la Francia Contemporánea.Es que Voltaire es la historia de un si­glo; escribe y reina; enorgullece á losprincipes por su pederío y los sonrojaante su ineptitud degradante; desde elfondo de su retiro tiene suspenso á lospueblos, entre el temor y la esperanza;pone en zosobra á sus dominadores;impele a una multitud ilustre hácia lameta de antemano señalada; tilda deinfamia la esclavitud de las concien­cias; combate y vence por la huma­nidad; hace conspiraciones tenebrosasen que todos los clérigos aparecen co­mo enemigos, y por cómplices todoslos reyes; rompe el grillete oprobiosodel despotismo religioso; funda, al de­cir de Laurent, «una religión nuevaque se llama humanidad, y cuyo pri­mer dogma es la tolerancia».

El cristianismo, dice 1Iichelet en «LaBiblia de la Humanidad» ,-refleja ensus comienzos la luz rutilante del Ver­bo, y con una mano toma la fuerza('readora de las ideas, y con la otrarecoje como tributo; el eco de todas lasarmonias dispersas. por la vasta exten­sión de sus dominios, para transformar­se en fuerza propulsora del progreso yun elemento esencial de la curliza­ción.» "La nueva religión, con su acen­to misterioso, habla y á su voz los ele­mentos enmudecen; como asombrados,se someten los hombres á su domina­ción, reconociendo á su propagador co­mo Dios y como profeta exelso.»

Pero pronto, la idea de Cristo se trans­forma, Ya no resnenan los ecos dulcí­simas del sermón de las montañas; lasideas de caridad son utopías irrealiza­bles; la abnegación, una cruel idealidad;la Iglesia pronuncia tan solo palabras,cuyos ecos penetran en el alma huma­na, como un hálito de infamia y dementira; millares de hombres, viventransformados en turba inconsciente devasallos; el espiritu gime de dolor antela negra esclavitud de un dogma opre­sor. Es que los que ayer fueron prin­cipios de redención, en brega con elpaganismo heleno, son hoy, ideas deretroceso y de muerte, apresadas porla garra poderosa de la religión cató­lka'

La maldición terrible de Voltaire, re-

tumba con el acento de tempestad so­bre la naturaleza adormecida.

Se convierte en el vocero de lasideas libres, en el gallardo paladin dela tolerancia.

El cristianismo tradicional por la pro­pia confesión de Bossuet, el últimopadre de la iglesia, hacía de la intole­rancia un derecho y un deber.

La libertad de pensar era, pues,una verdadera herejía.

Voltaire, por el contrario, difunde laluz de la razón, el sentimiento ·más pro­fundo de la humanidad: la tolerancia.

y con estas ideas, que viven, se fe­cundan y florecen, el pensamiento hu­mano, libre del candado esc:wizador delcatolicismo, en un salto prodigioso, seentrega á las concepciones de lo subli­me y de lo grande.

Voltaire, al combatir las preocupa­ciones religiosas, se convierte en fuerzapropulsora de la ciencia. La iglesia,dogmática y opresora, ahogaba en sucinturón de hierro, hasta las ideas delos pensadores mas geniales,-los cua­les, pretendían conciliar lo inconciliable:establecer el consorcio de la razón yla fe.

y de ahí que un Descartes, nacidopara vivir en las regiones donde sólose sienten los aletazos de los cóndores,tuviese las trivialidades enervantes delos espíritus vulgares. - Y de ahí unnIalebranche, lleno de dolorosas incer­tidumbres,-Y de ahi un Leibnitz, abru­mado ante la impotencia de unir la fécon la razón; y de ahí un Wolf, quesiente invencibles temores de que susdoctrinas violen la esencia de los dog­mas.

y la aberración es tan monstruosa,que Descartes, proclama que la razónse debe someter á la fé;-esto es, lafé, convertida en señora omnipotente yla razón en criada humilde y sumisa.

Galileo, descubre que la masa terrá­quea, se siente animada de movimientosinmutables, que determinan su revolu­ción giratoria, en el concierto de losastros.-Pues bien, la iglesia se ofende,afirma que su dogma con tema tan ori­ginal, se siente en peligro; amenazacon el anatema al sabio exelso; apri­siona con anillo de hierro sus concep­ciones gigantescas y el sabio se re­tracta.

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Voltaire "JT los pensadores del sigloXVIII, son por el contrario, verdade­ros filósofos. Yana pretenden conciliarla fé y la razón; al contrario, abando­nan la fé, porque su razón no puedeaceptarla.

Hay que har;erle la guerra á muerte,porque la razón quiere la libertad,mientras que la fé la oprime y la en­cadena.

y por eso, Voltaire, ha sido el blan­co de la diatriba católica.-De JHaistreen las"Veladas de San Petersburgo ~,

compara á la encarnación de la filoso­fia del siglo XVIII con las sociedadesque con Genserico y Atila "recibenpor consigna, marchar en dirección álos pueblos donde sopla el viento de lacalera de Dios».

y agrega que ha destruído la fé, lamoral y el cristianismo.

Pero' ¿dónde estaba la fé y el cris­tianísmo verdadero"? ¿No había sido to­do ello herido mortalmente en el tiem­po de Luis XIV'?

Bossuet, el gran padre de la iglesia,¿no quemaba incienso á la revocacióndel edicto de Nantes, sancionando consu palabra y su defensa, el crimen ho­rrendo de las dragonadas"?

De ahí el santo furor de los padresde la íglesia contra Voltaire, y en vezde combatir con la razón al que con larazón ha vencido al cristianísmo tradi­cional, no emplean sino contra ellos,más que ínjurias é ímpotentes ana­temas.

Pero con la bocina de Voltaire v losfilósofos, resuenancon estrépitos esos dosgritos de tolerancia y razón. El fanatis­mo está cubierto de oprobio en la me­moria de los trastornos de que dió laseñal, de las hogueras que levantó.

Las supersticiones antiguas son en­tregadas á los tiros de una befa inmor­tal.-La ciencia emprende una marchaavasalladora, al ir en consorcio con ·lafilosofía.

Para desmentir al Génesis, para con­vencer de error ó de impostura á lo's li­bros de los clérigos, los sabios c'onsul­tan el cielo, miden las montañas, escu­driñan las entrañas de la tierra y pidenal globo el secreto de su edad.

¡Que formidable y que fecundo poderde libre examen!

Unos niegan á Cristo, sin cuidarse delgran vacío que así quedaría en la his-

toria; otros ponen en duda el alma delhombre; otros discuten á Dios, alma deluniverso.

El espírítu nuevo, se fecunda é in­vade toda la sociedad desde la basehasta la cúspide.-Penetra en la cortede Prusia por Federico, en la de Aus­tria por José II, en la de Francia porTurgot, en la de Rusia por Catalina yen el Vaticano por Clemente XIV.

La filosofía penetró en los alcázares;y subyugó á los reyes; dictóle pala­bras de estraña importancia; impu­sóles enajenadas de alabanzas á la des­trucción de los altares que los tronoshabían tenido tanto tiempo por apoyo.

Pero debía llegar la hora, en que losreycs retrocederían de espanto ante sumisma obra.......

Caen por fin los últimos velos delespíritu.-El pensamiento llevado en alasdel libre examen, pasa de la religión ála política, de la política á la propíe­dad. -Entonces smjen en los labios delos hombres, preguntas de fuego, antetan ignominia y vergüenza tanta.

¿Por qué amos y esclavos y genera­dones enteras pulverizadas en el trán­sito ele uno solo"? ¿Por qué reyes ynobles'? ¿Por qué clases que nacen di­chosas, y más abajo una innumerablemultitud de seres hambrientos, hijos dela desesperación, primogénitos del in­fortunio"? ¿Por qué esta larga invasión,por algunos, de la tierra, morada dela humanidad v su indivisible dominio"?

La nueva cOlwulsión adquiría carac­teres tempestuosos.-Es que caian comoletras de fuego, las teorías de la inteli­genciasalvaje de Juan Jacobo Rousseau.Su nombre significa el momento, enque el siglo XVIII maria presa de sa­cuc!imientosfebriles v convulsiones horro­rosas; en que el pu'eblo francés, por lamano del verdugo, de ese ser abyecto,decapitó la monarquía, mostrando su ca­beza á todos los pueblos de la tierraque tímidos, agitándose en sus cadenas,sólo se atrevieron á saludar al pueblorey.

En ese día, diee Luís Blanc en Suhistoria de la revolución francesa, "elgenio de la libertad, escribió en el librode los acontecimientos humanos: "lasmonarquías desaparecen».

Al lado de este epitafio dictado porLuís Blanc, no ha de faltar el nombrede Rousseau, que al presenciar el terri-

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ble drama, parece presentarse á nuestraimaginación, pronunciando este sarcas­mo: - ",Todo poder viene de Dios, loconfieso; pero las enfermedades tam­bien nos vienen de él:> .-(Oontrat. so­cial, capit. 3.°).

Voltaire, es el jefe de los filósofos delsiglo XVIII, pero Rousseau, significatambien, y con clara elocuencia el ca­rácter del sig'lo.

El mismo dibujó en sus Confesiones,la cadena de su vida, en que cada esla­bón es un acto de fiera honradez ó unerror, una falta, un crímen;-crímenes,faltas, errores sin honradez que nos hacenver, su alma, como la representación de susiglo, mezcla de vicios y de virtudes;uu alma egoísta, cíniea, desagradecida,sensual, pero llena de salvaje indepen­dencia, y que inspirándose en su pa­sión en desorden, semejantes á las olasdel mar ag'itadas por la tempestad, lan­zó execraciones en que el odio y larabia van envueltos, á una sociedadque llegó hasta admirar su genio sinquerer darle un asiento en su festín,como las aguas alborotadas arrojan es­puma á los cielos.

",Mil veces más elocuente que Platón,dice Lamartine,-mil veces más apasio­do que Fenelon, tan poético como elsofista griego, tan relijioso como el ar­zobispo francés, nacido en una épocaen que moría el viejo mundo feudal, enque la Francia sentía removerse en susentrañas, el embrión de una revoluciónradical, el hijo de Ginebra, Juan Jaco­bo Rousseau, casi alemán por la Suiza,su patria, casi sectario por el espíritude Ginebra, su cuna, casi faccioso porel espíritu de la democracia humillada,respirada en la tierra de su padreartesano, casi francés por el vigor desu lenguaje y por el clacisismo de laelocuencia francesa, contiguo de la Suiza,-fronteras de vidas comunes como deterritoria,-republicano en una pequeñarepública siempre en fermentación, ene­migo de los grandes y de los ricos por­que él era pequeño y pobre, J. J. Rous­seau, parecia destinado por los tiempos,las circunstancias y su naturaleza, parael rol del tribuno el e los sentimientosjustos y de las falsas ideas, que ibaná entrar en lucha gigantesca en los fas­tos de la humanidad».

El odio á lo existente, á la tiranía,el anhelo febril de que desapareciesen

las instituciones caducas, la desespera~ción de que se realizaran sus esperan­zas sin un movimiento radical que con­moviera á la sociedad, la lucha de susideas y de sus pasiones, todo bulle enla filosofía destructora de Juan JacaboRousseau.

",No es solo un tratado de institucio­nes políticas, dice Taine,-un códigode preceptos fríos; es un arma de com­bate, una orden del día expedida mo­mentos antes de la batalla».

Su elocuencia nacida del alma, llega­ba hasta el alma. No se manifestabaen discurso perfectos, son en frases su­cesivas.-No escribió para el gabinetede los sabios sino para la humilde casade los pobres.-El pueblo no compren­de las fórmulas absolutas, el lenguajede la intelig'encia; siente en cambio sus pa­siones, comprende al decir de Pascal, ",ellenguaje del corazón». Por eso conpren­dió la filosofía ele Rousseau v trató derealizarla, por eso su obra fLlé una ar­diente propaganda.

Sus ideas filosóficas principales quedurante la revolución francesa ejercie­ron tanta infiuencia, y que quizá sifué una de las causas poderosas paraque se produjese, lo fué de que semalograra,- está en la formación de lasociedad por medio de una convención,de un pacto:-en toda la obra, se deri­van consecuencias, de esa idea funda­mental.

El hombre vivía en estado sanitario,como un animal en sus guaridas de losbosques.-Su leyera el instinto, su Diosera el acaso.-Podría estar sobresalta­do siempre por la perspectiva de unataque qU8 por momentos podía llevar­le un ser semejante. Empero, gozaba deuna libertad natural, de una libertadsalvaje. quien sabe, debido á que ins­piración súbita, cruzó por la menteinculta del hombre primitivo, la ideade reunirse, despojarse de esa libertad,que ya se hacia una pesada carga, yconstituirse bajo la tutela de hL en­tidad llamada estado, por medio de unpacto que estableció la sociedad porprimera vez en la tierra. (Oontrato so­cial, capítulo 6.°).

Para Rosseau, como para casi todoslos pensadores de su tiempo, el aisla­miento, era el estado natural del hom­bre, y sólo por un acto emanado de susaberana voluntad, se formó la soeiedad.

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No cabe duda, semejante idea, encierraun fondo de manifiestafalsedad.-JYIirensela naturaleza, y la naturaleza respon­derá que el hombre no puede viviraislado; necesita de la sociedad como elanciano del báculo, como el niño delmaestro.

Pese al entusiasmo de Luís Blanc, alllamar ideal la doctrina de Rousseau,yo me atrevo á decir, que sus ideasde aislamiento. no son ideales sino deretroceso y de' muerte.-La propia na­turaleza del hombre está formada demodo que no puede vivir solo; los bos­ques y los desiertos se han hecho paralas bestias.

La misma naturaleza hace nacer alhombre impotente para bastarse asímismo, para despues fortalecers0, for­mal se y luego, decrecer, languidecer ymorir; estableció en fin la graduaciónde la edad y colocó en su alma el sen­timiento, fuente principal de la socia­bilidad.

Yo no pienso, que las ideas de Rous­seau, como las de que el se el erivan exa­jeradamente, las de un Kroropockitne,Grave,JOlje,JYlalato,Reclus, en cuanto ála desaparición de la sociedad, sean exac­tas.

Mientras el hombre ame; mientrasexperimente simpatías que nacen en suespíritu, quien sabe porque consorciomisterioso; mientras sienta conmoversesu alma al ver á sus semejantes sufrir;mientras experimente los generosos impul­sos de la caridad; mientras ame lo bello,tenga el sentimiento de lo sublime; mien­tras se estremezca su corazón v latafuertemente al oir á los anciari'os decabellos nevados, hablar de los dolores,de las glorias, de las derrotas, de lasvíctimas de la patria, la sociedad exis­tirá, tendrá irremisiblemente que exis­tir.-Oomo todos esos sentimientos hanvivido en el espíritu de los hombres,lo mismo que en nuestras almas, pues­to que hacen parte de la naturalezahumana, el estado social es el estadonatural del hombrc.

No se comprende como el sentimen­tal autor de la Nueva Eloisa, ha podidopensar, ni por un instante que el hom­bre pudiera vivir feliz v contento en elaislamiento. u

Los que se complacen en pintar alhombre solitario, es porque nunca hanpasado el umbral del alma; indudable-

mente se han detenido en la portada.El ambiente de sociedad es podero­

sísimo en el hombre, y ha inspiradomuchas veces páginas magníficas, lle­nas de naturalidad, de exactitud, de sen­cilles, de candor y de poesía, que sien­ten, sufren.. gozan, lloran, rien.

¡Quien no se ha conmovido exclamaunescritor,-alleer Mis lJl'isiones de SilvioPellico, que no pudiendo sufrir la soledadabrumadora de su prisión, anhelaba aun:que fuera la sociedad del carcelero; másaún,-g'ozaba al ver el semblante adustodel centinela. frío é insensible como ver­dadero autómata!-Al leerlos, se sienteel conveneimiento profundo que la socie­dad es tan necesaria al hombre comoel aire que respira; de siendo imposi­ble decir que los hombres puedan viviraislados, desde que la sensibilidad nosarrastra á la sociedad con fuerza irresis­tible, pues sería lo mismo decir queuna piedra, puede mantenerse suspen­dida en el espacio, en el radio que ejer­ce su atracción la tierra.

El hombre no puede vivir sin los ins­tantes gratos de expansión, sín que elalma en los momentos en que rebosade placer ó de clolor se vaciara en otraalma que supiera "gozar con sus ale­grías y con sus tristezas llorar».

El mismo Rousseau, cuando calcó lasociedad sobre la convención formuladapor la volnntad gelleral, sintió como semovía el suelo bajo sus piés, y temien­do que algún lógico inflexible, lo preci­pitara quien sabe en que abismo inson­dable, no pudo menos de exclamar:"El estado natural no puede ya subsis­tir y el género humano perecería si nocambiara su manera de ser». (OapituloVII, contrato social).

Deleznable teoría, la que para l:es­guardarse de sus mismas consecuenCIas,tuvo que apoyarse en un principio quele es contradictoria. No pensó el publi­cista g'inebrino que al querer librarsede su caída, arrojaba el fundamento desu doctrina, diciendo que la sociedades de todo punto necesaria para la con­servación del género humano.-La ne­cesidad absoluta v la existencia estántan estrechamenteu ligadas como la luzv el calor.u El pacto social, de Russeau, al pre­tender destruir el despotismo de losmonarcas, nos presenta al decir deLaboulaye, la sanción de la más inso-

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'porta'ble tiranía, «la tiranía de la mult'i­tud estúpida:>.

Para Rousseau ,quedan sometidos á lamultitud, el honor, la vida, la libertad,la propiedad; nada, nada le resta al in­dividuo, sino es su voto, voto infimo yraquítico, destinado á desaparecer su­mergido en el imenso conjunto de lavoluntad de todos.

Rousseau proclamó en su obra, la so­berania del pueblo como lógica deduc­ción de su teoría, pero la revistió deatribuciones tales, que vino á sustituirla tiranía de los reyes feudales, por latiranía del .l!.;stado impersonal y las mul­titudes, como si fuera más dulce laopresión porque emanara de la sobera­nía del pueblo ó del derecho divino delos reyes.

«La soberanía, dice Tocqueville, ensu obra «La democracia americana", ­reside indudablemente en el pueblo, quetiene libertad para constituirse como leacomode y para darse las leyes queguste, con tal que se hallen sujetas álas prescripciones absolutas, necesariasé inmutables de la justicia" .-El dere­cho limita la soberanía y esta no puededar un paso más allá del límite queaquel le demarque.

La soberanía reside en el pueblo;pero el pueblo e0n toda :su soberaníatiene que detenerse ante los dereehoseon pue se envuelve el individuo, porser el conjunto, un grano de arena enuna playa, una gota de agua, en eloceáno siempre borrascoso de las ,ma­sas.

El individuo es el gran principio, esla base de todo, el motor de las socie­dades modernas.-Si se le suprime, todose hunde, la sociedad languideee, muere,porque le falta el principio que le im­prime movimiento.

Al considerar Rousseau como inenaje­nable la soberanía, sienta por el con­trario un principio justo y fecundoque demuestra la limitación de la mis­ma soberanía.

Pero por los defectos que encierra suobra, no va;ya á creerse que no sinteti­za verdades profundas, y lo avasalladaque ha sido la influencia ej ercida porese monumento que se llamó «Contratosocial".

La primera frase de su obra «Elhombre nació libre",·- penetra en elalma de la masa, florece, se transfor-

rila en trueno de redenciÓn, en piquetademoledora delviejo edifieio de los siglos,y sobre sus ruinas, clava su bandera decombate: ig'ualdad y libertad.

Tiene un mérito indiseutible: su filo­sofía es la rebelión airada contra lasideas de la tradición v las leyendas delpasado, convirtiéndose en ardoroso prp­cursor de los tiempos modernos.

Rousseau, se pone en frente de Vol­taire y de los demás filósofos del sigloXVIII.-Estos enaltecían la razón, quedivide,-y él enaltecía el sentimientoque reconcilia y reune.

En medio de los apóstoles del indivi­dualismo, pensaba en el Nazareno quepredicó la fraternidad, y hablábale alcorazón con la santidad del evangelio.

Nada cuadraba á Rousseau en la filo­sofia de los enciclopedistas; ni la sere­nida'l eseéptica de D'Alambert, ni lafría estatura de Condillac que por mediode la sensación eobraba la vida,-ni elsistema de la fermentación de los órga­nos, por donde pretendia explicar Di­derot el misterio del pensamiento, niel vacío que el ateísmo dejaba en eluniverso v en el hombre.

Rousseau atacó pues la filosofía desu tiempo, pero en nombre del porve­nir.-Todo es fuego y entusiasmo en sulibro, Cada idea es una amenaza á loexistente; se vé al través de sus pági­nas, la obra de una inteligencia encombustión, exasperada, conmovida porlos vejamenes, vilipendios é injusti­cias de que las clases inferiores eranobjeto.-No ha nacido del estudio con­cienzudo sino ele la inspiración súbita;ha sido el rayo desprendido de las car­gadas nubes que tantos años de oposi­ción y de ignominia habían amontonadoen el ciclo de la monarquía, para ir áherirla en la frente; ha sido en fin laobra de la inteligencia salvaje de JuanJacobo Rousseau.

Así no hay que pedirle armonía yconsecuencia; cuando se bate una mu­ralla, no Se van á escojer las balasbuscando que sean iguales; - se hacefuego y se emplea el material á mano.

Se quiere derroear la tirania de losreyes; pues bien! Vamos á golpear laspuertas de sus palacios, derribemos susfortalezas y torreones, aun que sea ennombre de la intransigente tiranía delpueblo.

Los reyes invoean su dereeho divino)

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el clero su autoridad. Pues bien, sobreel derecho divino está la soberanía delpueblo omnipotente, sobrela autoridad,­está la razón! El nuevo rey, tirano tam­bien, no empuñára el cetro, se apo­yará en la pica; no se adornará condeslumbrantes coronas, se cubrirá conel rojo gorro de la libertad!

Es por eso que á pesar de la antitésisprofunda notada entre Rousseau, y losotros filósofos del siglo XVIII, cuandose miran á la buena luz, se ve, queesas dos tendencias, marchando en líneasparalelas van á parar ambos en elpiélago inmenso de la revolución.

La' primera conduce á Robespierre;la segunda creó á lVIirabeau.- Los dosse funden, en ese retumbante alaridode la libertad,que se llamó RevoluciónFrancesa.-En torno del primero seagitan, lVlorelly, lVlably, Necker; rodeanal segundo D'Alambert, Condorcet, Di­derot, Helvecio, Turgot, Morell, bajo elcetro omnipotente de Voltaire.

En ese siglo XVIII, prevalecía la fi­losofía de las sensdciones, precisamenteporque seguía la causa del indívidua­lismo que era la acentuada corriente dela épbca.

Hobbes lo había inaugurado en Ingla­terra con brutales formas; Locke le ha­bía dado más discretas maneras; Vol­taire acaba de imponerla en Franciay Condillac la explica con claridad ymétodo, con severa elegancia y me­diante ingeniosa hípótesis.-Supuso alhombre en el estado de estátua orgá­nica; luego expuso como le venían porlos ojos las primeras ídeas, como leeran suministradas enseguida nocionesmás justas y más completas por lossentidos del tacto, sustituyéndole el dela vista.

Satisfecho de su hipótesis que él <:on­sideraba feliz, Condillac la prolongabaá su contento; llevaba su impresionableestátua por entre los infinitos acciden­tes de la vída; la espantaba con las ti­níeblas hasta que la aurora la desen­gaña, para darle uno medida del tiem­po y la idea misma de la duración conlas alternativas del dia v de la noche.

La filosofía de Condillac, tendría porlo tanto al individualismo,-punto queparticularizaba los sentimientos delhombre.-Despues de correr el mundo,de respírar la fragancia de las flores,de oír las armonías de la naturaleza, de

saborear los frutos de ta tiel'ra y per­feccionar la educación de sus órganos,debía acontecer, que la estátua anima­da se hiciera hombre, proclamara supersonalidad, se coronara con sus ma­nos v volviera á subir á su pedestal.

Pe~'o entre los filósofos que marcha­ban por esta senda se hallaba Diderot.

En los ejércitos, rara vez deja de ha­ber uno de esos capitanes cínicos, insu­bordinados pero valientes, que arros­tran la derrota y tientan lo imposible,que pelean doquiera que se pelea, sinque jamás lo amedrenten ni los desas·tres ni el infortunio. Estos héroes sim­páticos se llaman Kleber en Heliopolis;en una asamblea Dantón; entre los fi­lósofos militantes Diderot.. El hijo del buen herrero de Lougres,ejercía influencia preponderante enaquel siglo de agitadas tempestades, yla ejerció con la palabra, en la cual semanifestaba su índole revolucionaria,siendo las mejores páginas de sus li­bros, en fragmentos de brillantes dis­cursos bregando por la tolerancia JT so­bre todo por el imperio de la razón, yel reinado de la libertad.

y llegamos á la Enciclopedia.­Thiers al hacer su pintura, dice que«nos figuramos un arquitecto que sopretexto de examinar todas las piedrasque componen un monumento, las des­prendiera una á una, demoliera pocoá poco el edificio, y despues de arra­sarlo dejara el suelo cubierto de escom­bros: he ahí la imágen del trabajo delos enciclopedistas».

¡Inmensa y sobre todo audaz ha si­do su obra1 La Enciclopedia cs de se­guro el resúmen del siglo XVIII filosó­fico, su obra por excelencia.

Su fin ha sido, expulgarlo todo, re­volverlo todo sin excepción y sin mira­miento: reunir en una sola obra los in­numerables tesoros del conocimientohumano; recordar las opiniones de tan­tos sabios de la antiguedad ó de lostiempos modernos, sus creencias, susdudas, sus contraciciones, sus incerti­dumbres' ó las angustias de su ánimo;compilar, hacinar en un diccionario al­fabétko, lo que nunca estuvo confun­dido, la teología y la física, el comer­cio y los buenos libros, la historia na­tural, las artes, los idiomas, las religio­nes, yeso en el orden aparente quenace de lo casualidad de las iniciales

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'y que a dec1l' verdad, es un gran des­orden; llamar al antíguo mundo, al es­pectáculo de su descomposición, ani­quilarlo, desmenuzarlo, y valerse delas luces del pasado para destruír me­jor... . i Esa es la Enciclopedia! Dide­rot, D' Alambert, Helvecio, D' Holbact,son sus columnas.

Al observar la Enciclopedia, diceCarlvsle en su obra La RevoluciónFraricesa», que experimenta un vagoafecto de tristeza, como en los camposde Palmira, célebres por sus rectos.

Es que la Enciclopedia ha sido unaobra de destrucción-bien es verdadque ha derribaclo lo que sentía en su in­terior el cáncer voraz, la completa gan­grena de los siglos pasados,

La demostración de la existencia deDios, la teoría del entendimiento, lascontroversia de los hombres sobre el al­ma y su orígen y destino, se presentanmezelados con descripciones de máquinascon procedimientos químicos; la confu­sión es inmensa v de tantas cienciassolo quedan palabras, de cada conjuntosolo partes, de eada familia solo indivi­duos: mil diseminadas piedras indieanel lugar de lo que era monumento-

El andamiaje religioso del pasado hesido destruido; bastó para ello el arietede Voltaire y los filósofos.-Pero paraderribar el edificio antíguo, además dela metralla' demoledora de Rousseau, senecesita la piqueta de lVIontesquieu.

En el ",Espíritu de las Leyes», anate­matiza el despotismo-sobresale en laironía tranquila, en el desdén cortés, enel sarcasmo disfrazado.

Lanza ataques recios contra las insti­tuciones vigentes, contra el catolicismoalterado, el cual, según su propia expre­sión ",en el estado en que actualmente seencuentra Europa no puede subsistirquinientos años:>;- eontra la monarquía,que hace agonizar á los ciudadanosútiles para engordar á los eOl'tesanosfazoritos.:>

Toda la nueva filosofía,-dice Taine,- brota bajo su mano, eon aire de íno­cencia, en una novela pastoril, en unaoración cándida, en una carta ingénua.

Ninguno de los toques con que se pue­de llamar la atención falta en su estilo,en la imaginación grandiosa, ni la deli­cadeza de matices, ni la previsión vigo­rosa ni la gracia jovial, ni lo burleseo

ImprevIsto, ni la variedad de la deco­ración.

Con esas ideas, la revolución está,pues provocada. - Voltaire, con la tole­rancia, en el mundo religioso; Ronsseau,en el social; 1\1ontesquieux, en el poli­tico.

Análogas teorias á las sostenidas porlos filósofos franceses del siglo XVIII,han atravesado varias veces la imagi­nación de los hombres, v teorías aná­logas la atravesarán más de una vez.En todo tiempo basta que reproduzca uncambio en la concepción la naturalezahumana, para que, de rechazo, se veangerminar en seguida, innovaciones yutopías en los dominios de la política yy de la religión.

Pero esto no es suficiente para quese propague la nueva doctrina-ni mu­cho menos para que la teoría seallevada al terreno feeundo de la práe­tica.

La filosofía del siglo XVIII, nació enInglaterra; empero no pudo desarrollar­se, ",pues la fiebre de reconstrucción ydestrucción fué allí superficial y mo­mentánea» .

Deismo, teísom, materialismo, excep­ticisimo, ideología, teoría del regreso dela naturale...a, proclamación de los de­rechos del hombre; todas las temerida­des de Bolingbroke, Collins, Tolaud,Tvndal v lVIaudeville. todos l)s atrevi­mientos "dd Hume, :Hartly, James lV1ill,y Bentham, todas las doctrinas revolu­cionarias han sido plantas de inverna­dero, abiertas aquí y allí en los gabi­netes aislados de algunos pensadoresal aire libre abortadas tras una breveflorescencia.

Por el contrario en Fl'anJia, la se­milla importada de Inglaterra, vegetay pulula con extraordinario vig'or.

Desde la Regencia está en flor.­Como una especie favorecida por el te­rreno v el elil11a. invade todos los terre­nos, acapara el áire y la luz para ellasola, que se va á transforJJlar en fuenteinag'otable de vida y de progreso.

y entonces se tecundan las ideas deVoltaire, l\Iontesquieu, Rousseau,Diderot,D'Alamberty Buffon, con Duclos, lVIably,Candillac, Turgot, Baul11archais, Bernar­din de Saint Pierre, Boilhe1l11Y y Tomas,gallardos paladines de la nueva idea.

¿Por qué la filosofia del siglo XVIII,

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adqulere ese desarrollo gIgantesco qileasombra á la humanidad?

El avance avasallador de la ciencia,ha preparado la semilla; el ambiente,envilecido ha desaparecido.

Por primera vez en la historia en elsiglo XVIII, las ciencias se extiendeny se consolidan, hasta el punto de pro­ducir, no ya como en otros tiempos unGalileo, ó un Descartes, fragmentos deconstrucción ó alguna andamiada pro­visional,-sino un sistema del mundodefinitivo y probado.

En torno de esta verdad capital seagTupan, como complemento ó prolon­gáciones, casi todos los descubrimientosdel siglo.-En las matemáticas puras, elcálculo infinitesimal inventado simulta­neamente por Leibnitz y Newton,-lamecánica reducida por D'Alambert á unsolo teorema, - y el magnífico conjuntode teorias que elaboradas por los Ber­noulli, por Culer, Clairant, Alambert,Taylor, JYIaclaurin, se completan á finesdel siglo en manos del JYIonge, Lagranjey Laplace.

En la Astronomía, la serie de cálcu­los y observaciones que, de Newton áLaplace, transforman la ciencia en unproblema de mecánica, explican y pre­dicen todos los momentos de los plane­tas y sus satélites, índican el oríjen yformación de nuestro sistema solar, yllegan más allá con los descubrimientosde Rerschel, hasta dejarnos entrever ladistribución de los archipiélagos de es­trellas y las grandes líneas de la arqui­tectura celeste.

En la física, la descomposición de losrayos humanos y los principios de laoptica hallados por Newton, la velocidaddel Bonido, la forma de sus ondulacio­nes, y desde Sauwer hasta Chladin,desde Newton hasta Bernoulli y Lagran­je, las leyes experimentales y los teo­remas principales de la acústica, lasleyes primeras del calor irradiado porNewton, Kraf y Lambert, la teoría delcalor latente por Black. la medida delcalórico por Lavoisier y Laplace, lasprimeras ideas verdaderas sobre la esen­cia del fuego y del calor, las experien­cias, las leyes, las máquinas, mediantelas cuales Duffa;y, Nollet, Franklin ysobre todo Coulomb, explican, mane­jan y utilizan por primera vez la elec­tricidad.

En química, el oxíjeno y el hidrÓgenoaislado, la conjunción del agua, la teo­ría, de la combustión, la nomenclaturaquímica, el análisis cuantitativo, los des­cubrimientos de Schelee, Priestley, Ca­vendish y Stal, coronados por la sober­bia teoría de Lavoisier.

En mineralogía, la fijeza de los angu­las, y las primeras leyes de la deriva­ción por Romeo y Zesli, y por últimoel descubrimiento de los tipos y ladedución matemática de las formas se­cundarias por Rany.

En geolojía, la comprobación de lasteorías de Newton, la figura exacta dela tierra, el aplanamiento de los polos,el desarrollo del ecuador, la causa yleyes de los malos, la primitiva Flandesdel globo, la persistencia del calor cen­teal; después can Buffon, Desmarets,Hulton, Werner, el oríjen acuoso é igneode las rocas, lo estratifieación de losterrenos, la estructura final de los yaci­mientos, las transformaciones gradualesde la corteza terrestre, la evolucióngigantesca desde que no era más queuna masa de lava ardiente hasta nues­tra especie, esa evoluciól'l eterna é in­mutable, que se produce sobre el carácterefímero de los siglos que pasan, de lostiempos que pasan, de los tiempos quecambien á través de todas las revo­luciones y de todas las edades de latierra.

Sobre esta ciencia de la materia bru­ta, se vé al mismo tiempo elevarse laciencía de la matei'ia organizada.-Li­ver y después Vaillan, vienen á demos­trar los sexos v la fecundación de lasplantas-Liver inventa la nomenclaturabotánica y las primeras clasificacionescompletas; los Jussien descubren la cla­sificación natural.

La dijestión queda esplicada por Rea­mur y Sfallaujami,-la respiración porLavoisier; Pochaska comprueba el me­canismo de las acciones reflejas; Hallerexperimenta y describe las condicionesy las faces de la generación.

Se penetra en lo profundo del reinoAnimal-Reamur publica sus admirablesmemorias sobre los insectos y Leonetemplea veinte años en estudiar la orugadel sauce; Spallanzani resucita sus ro­tíféros; Trembl examina un pólipo deagua dulce; Needan hace aparecer susinfusorios.

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De todos estos estudios se despren­de la concepción experimental de lavida.

Esta vasta previsión de verda.cles cier­tas ó probadas, demostradas ó presen­tidas, es la que ha proporcionado alespíritu del siglo el alimento, la sustan­cia v los resortes.

S( examinamos á los directores de la'opinión pública, á los promotores dela nueva filosofía todos están versadosen las eiencias físicas y naturales;­desde Voltaire, que es uno de lbS pri­meros en exponer la óptica y la astro­nomía de Newton, hasta Diderot, queenseña las matemáticas, y devora lasciencias, las artes, los procedimientosmecanicos, desde el mismo Rousseau,queapesar de ser el menos instruido detodos sigue los eursos del químico Ro­nelle, herbruja y se apropia para escri­bir su emilio de todos los conoeimien­tos humanos,-hastanIaupertins, Condor­cet y Lalande, que son matemáticos,físicos, astronómos; desde Condillac au­tor de tratados de aritmética, algebra,mecánica y astronomía, hasta Helbach,La :Mestrie, Cobanis, que son 'químicos,naturalistas. fisiólogos, médicos.

Es pués de esa fuente fecunda quesale la filosofía del siglo XVIII.- Deella parten para enseñar al hombre loque es, de donde viene, á d~nde vá, loque puede llegar á ser, lo que debeser.

Las ideas encuentran un ambientepropicio para el desarrollo.-Un profun­do envilecimiento. unido á la miseria delargos siglos de opí'esión y de esclavitud,envenenaban la humanidad.

He aquí como pintaba La Brujere lacondición del hombre. horrible condi­ción que deberá próvocar sangrien­tas tempestades, y terribles alaridos dcprotesta' airada.

"Se observa dice, que antes anImalesferoces, machos y hembras, esparcidospor los CaJl1pos, negros, lívidos y que-

, }l1ados por .. el sol, se _aferrag ..á:. la .ti!3rxa, _que escarban y remueven con una ter­quedad invencible. Tienen como unavoz articulada, y cuando se alzan sobrelas patas, muestran una faz humana; yson hombres en efectos-se ,retiran porlas noches á sus cubiles donde viven depan negro, agua y raíces.-Evitan á losotros hombres el trabajo de sembrar,delabrar'vde recolectar para vivir, yasí merecen que no les falte el pan quehan sembrado:>.

La filosofía del siglo XVIII, protestapués, contra este réjimen de ignominiay de vergüenza.-Proc1ama la libertadde conciencia, contra el yugo opresorde la relijión católica; brega por la li­bertad polítiea contra el poder divinode los reyes, eternos flajeladores de losderechos del hombre; lucha por la li­bertad del trabajo contra los monopoliosabsorventes,-y en su bocina retumbaun grito de emaneipación soeial,-gritoque tiene el estrépito fragoroso de losgrandes cataclismos; grito que sacudeal mundo de una larga noche de mi­seria y oprobio; grito pue se transformaen verdadera tempestad, como que hayen él, relámpagos luminosos de un ra­diante despertar, truenos de redención,centellas que escriben en la historia conletras de fuego, la igualdad del hombre,la tolerancia de las ideas, el misterio'de -la razón; grito que al1uneia el de­rrumbe del pasado y advenimiento delporvenir, la cuna de un mundo quenace, y la sombra de un mundo quese vá.

,YASHIXGTOX BELTRA.N.

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4,.,eiYllpil1lfu~, es,y será siempre, lamadre,. bUell,a .del hombre. .

t~,A.sTR()No.MÍA, 'fué, es y será.siem­pre, la. etern[l, . guiadora. de los. serespen~ª,115esháGÍaJaíl regionys dG laveredad; PCll'cuya ca;u¡;a es considerada laprimqra ,entry la:,¡cienpias,.y su estuq.ioSG aPwite co¡no el máílprovechoso .delos ....,éClllPci¡nientos humanos.

A. peSa;r .dg esto, la ASTRONOMÍA nohª, sido difundida como .. debiera, .. porcuya, CaUs[¡" P9cOS son los que sabend~mostrar los. movimientos. terrestres,ymURh.o§m~nos los ..que ,pueden. ,explicarcomo, SG. 'efectúan, todos. los cálculo§astnalesj y. dyaqui que. la generalidadenquentry..-PClr fl1ltl1 <:lGconocimientos~

utópi(~p,ó ,se¡niutópico,,-el .aclmitir esascantidades. con qll€) ,la Ciencia .nos,indi­ca l[l,i),climEjnsipnes, los p(:)sos.y la3 .dis­tanqiai). d(:),esas;acul1lulacionesdemate­ria, .gq.~ .. 'obedf\ciendo á, 'la. gravitaciónuniversa~, .por el espaqio.. mal:chan~

E¡.t m~. ",Casmogr:;¡.fía», aunque de unmodo elemental se explica como sehallan esas distancias y esas dimensio­nes, á veces tan..grandes, que el pensa­miento calla y la imaginación más exhu­berante se confunde.

Ahora me ocuparé de explicar comose encuentra el peso de los planetas,como ,el hombre sin salir de su Tierra,puede calcular la masa de esos cuer­pos que en su bóveda parecen puntosluminosos.

Por Física sabemos, que todo cuerpocon movimiento curvilíneo, tiende á se­guir una dirección tal como la B C,véase la figura) resultante de las fuer-

zas. A B Y B D que actúan sobre elcuerpo en movimiento; siendo la. A Bfuerza centrípeta, y la B D fuerza tan­gencial.

La línea B C, que señala la velocida 1del móvil en. un segundo, pprejemplo;se confunde verdadel'amente. con lacuerda del mismo arco, por cuya causa

á B C se le considera como á una línearecta; su medida se encuentl'a fácilmen­te: basta dividir la longitud de la cir­cunferencia recorrida por el móvil, porel tiempo empleado en recorrerla; sieste tiempo se señala por segundos, setendrá la medida del arco B C reco­rrido en la unidad de tiempo ó en unsegundo.

Conocido este arco, se puede calcularel valor de la fuerza ABó de la des­viación C D, que con relación á latangente B E, experimenta el móvil ensu movimiento curvilíneo.

Para ésto, tracemos: el diámetro F B,la cuerda F C v traslademos la fuerzaB D á su paraiela A C; tendremos dostriángulos: el F C B y el B A C, queson semejantes por tener sus ángulos

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Para hallar esta cantidad de 324.000,que representa la masa del Sol cumpa­rada con la de lluestro planeta, se puedehacer relación á la gravedad en la su­perficie terrestre, que como todos sabe­mos¡ hace que todo cuerpo abandonado

de kilómetros.". cantidad . 14.388"" yepesmayor qüe '196.000'km., cÓmo la'q,trac­cián y la desL"Íacz'án disminuyen(leunmodo inocrsamente prop0í'eio{wZ alcuadrado de las distancias, la désvia­ción que entonces sufriría" Ari~lsería. al .O.lll. 081.594 .. 0,081.594.-Ig~U, a 14.3882 , 20'7.014.544 -O metro 000.000.0004 (b).

Como se lée en el mismo texto, la\-elocidad de traslación de Urano es de6980 metros por segundo, y, por lotanto su desviación ABó CD es de:

698()1

2X2.820.000.000.000 de m.= O luetro 000.0086.383 '. (e).

Comparando las desYiacionesexperi­mentadas por Arielá una di~tancia, delSol igual á la de Urano, y la 9-e~via­

ción de este planeta, casi iglla,l'¡i ladesviación del satélite en ~u movill1ien­to revolutivo al rededor del Sol; repre­sentando á la masa del Sol por la. uni­dad, tenemos que, como las desviacio­nes son Pi'0poí'ciOíwles á laslnasas:0.000.000.000.4 (bJ_ x " 'Iv" tl" 10,000.0086283 (e) - 1 ,leso len o aproporcioll se encuentra la masa de

Urano Ó XcjUe con 'relación á 'la del

" 0,0000000004X 1 ,Sol es de: 0,000 00 86 383 =21595

Ahora bien¡ como por un proci~iffiien­to análogo se ha encontrado que la masa

de la Tierra es 324~Oode la del Sol; la

masa de Urano ~on relación á la de

nuestro planeta será de 9/9- ó simple-_ D D

1 1 1 321000mente 21600: 324000 = 21600 X 1

324000 _= 21 600 lD.

La masa de Urano, es pues, 15 vecesmayor que la de la Tierra.

km.48.72().400.

2X2820.000.000 de

(1) En mi última publicación cosmográfica, sehallan estos números, en los cuadros sobre lossatélites que se encuentran en el capítulo corres­pondiente al estudio de los planetas.

respectivatnente igüales: el 13 CF delprimero es recto 10 mismo que el B A Cdel segundo, el F B C es cOl1lún, ypor 10 tanto, el otro ángulo,F B C enel triángulo m.ayor, y A CB en elmenor son iguales.

Lue '0 . A B (~l. cat~tQmellorder tríán-g , B C (el cateto menor del tríán­

gula menor) _:13 e (la hipotenusa delgulo mayor) -F B (la hipotenusa deltriángulo mgJ1Ql'J

.. 1 "' Y, en consecuencia:tnano'u o mavorl ,."b t".-,

A B = B º_){..lLC "=ItQ2. siendoFB FB'

F B igual á un diámetro ó dos" radiosO B, sustituyendo tenemos: A'B = C D =B C2B C2F B =:!OB (a).

De modo que, el valor de esta' des­viación C D igual á la fuerza A B, quenos servirá para calcular la masa delcuerpo atrayente en el punto O, esigual á la L"elocidad en un segundo ele­rada al cMldrado, dicidida po,' dosceces el radio ele la áí'bita descriptapor el astro secundario.

Aplicando estas dedueiones en la prác­tica, tratemos de buscar,por ejemplo,la lmtS1:t deUrallo sabiendo que el sa­télite Ariel (1) dista de Urallo196.000km,y la órbita que recorre en una trasla­ción tiene una lon~dtud de 2 A 3,1416 X196.000= 1.231.517km. 200=1.231.517200metros, recorridos el). 2 días 12 horas29 minütos 362, equivalentes á 217.761segllndos 72.

Pasando á la figura, suponiendo áUrano en O y á Ariel enB, el arcoB C recorrido por el satélite en un se-

g'lllldo será igual á 1 ;~::~~~.200 met~os:. /. i segun os

=5655 metros: v la desviación ABó e Dde acuerdo coil la fórmula (a) valdrá:

. B C2 56552A B o C D = 2 OB - 2 X 196000 km.

31.984.025 _2x196.000.000 de m. Ometro 081.D94.La desviación experimentada por Ariel

á unadístaneia de Urano igual á 196.000kilómetros, es pues, de 81.594 mil milí­metros: si el satélite distara de Urano loque éste dista del Sol ósea 12.820.000.000

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ti su peso en dicha superficie, recorra4 metros 90 en el primer segundo decaída.

Sinó, puede seguirse el ya explicadoprocedimiento, que como se desprendede lo dieho, tiene sus bases en el cono­cimiento de los radios del astro y suórbita y en la longitud del año sideral.

Así, tenemos: la longitud de la órbitaselenita admitida circular (1) al rededordeleTierra es de: 231,416X376264 km.=2.364.141 km. 964 metros: la veloci­dad resultante de esa órbita" es de:2.364.141 km. 964 2.364.141.964 m.

9'" d '" h 49 = \> 31~0 - 80_ I ., ." 'J m. ~. v.D s.1001 metros 52 por segundo; y la des­viación ó el valor de C D es igual á:

1001,52 1.003.042,31042 x 376.264 kilómetros = 752.52tí.000 m.-o m. 0013328.

A la distancia á que se encuentra laLuna ó la Tierra del Sol: 148.620.000kilómetros. cantidad 395 veces mavorque 376.264 kilómetros, la distanciao dela Luna á la Tierra; la desviación queentonces sufriria la Luna seria de:O m. 0013328 _,

3952 = 0,000.000.00.80 (el); caSI

igual á O m. 000.000.009.La velocidad de la Tierra en su órbi­

ta, semi confundida con la descripta porla Luna en su movimiento traslativa alrededor del Sol, es de 29.786 metrospor segundo; y su desviación, sensible­mente igual á la qué en este caso tiene la

29.7862

Luna es: \> -'- 1486')0000 1-'1' .~ I • _ • ,-1 omet] os887.205.796 0998 (

297.240.000.000 m. = Om.O:.. 4.831 1e).

(1) Es sabido que en la re.alidad siempre quese trate de los astros no eXIsten curvas cerra­das, la 6rbita de la Luna no es pues circular,pero se le su pone tal para ciertos calculas yexplicaciones.

De la comparación de la iqtensicladde las atracciones de dos euerj:lOs ftJlllamisma distancia, resulta el valor de. lamasa de esos cuerpos; á una distanciaigual sobre una misma masa: la Luna;la atracción de la Tierra, produce unadesviación (d) igual á Om.000.000.0085;v la del Sol una desviación (e) equi­valente á O m. 002.984.813; luego lamasa de estos cuerpos, desde que sonmedidas por las desviaciones produci­das, están en la relación:

0,000.000.00.85 10,002.984.8130 - 351.154'

La masa del Sol, es pues, 351,154veces mayor que la de la Tierra; otrosle dan 324.479, pero se admite gene­ralmente la cantidad de 324.000.

Creo innecesario mayor número deejemplos para hacer comprender comose pesan los planetas con satélites; losque parecE)ncareeer de éstos, eomo JHereu­rio y Venus, se calculan sus atraeciones,por las perturbaciones que causan á losastros vecinos.

De esta manera, los desinteresadosobreros de la CIencia, han llegadoá calcular las masas de esosmun dosque la inmensa mayoria de la huma­nidad no eonoce y ignorando así lasgrandes ideas demostradas, las verdadesde la Ciencia.

.JosÉ F. ARIAS.

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Teoría general y objeto del arte

Ar.\' homo additu8 natwrce.BACO:".

1

La naturaleza presta todos sus ele­mentos, es un inmenso laboratorio pues­fo á las manos del artista, quien ha dehacer con todo ello sus combinaciones,prestarle el calor de su imaginación,comuniearle una afinidad rica de emo­ciones que le animen, coordinen y pres­ten al conjunto, ese carácter simpáticopor excelencia que es el sello generaldel arte.-La simpatia, como ha demos­trado Guyau, es la explicación generaldel arte.

Una obra es tanto más bella cuantomás nos une á nuestra sensibílidad,evocando en nosotros el mavor númerode emociones. "

El arte no es otra cosa, según unilustre escritor contemporáneo, que "larealización de ideas por medio de imá­genes". ¿Quó hace el pintor, sinó tra­tar que sus imágenes evoquen en noso­tros una idea ó un conjunto de ideassubordinadas á una idea madre"?-¿Quéhace el músico que combina un con­junto de sonidos'? - ¿Qué quiere sinóproducir sentimientos que sinó evocanuca idea, tienden á la evocación deuna idea"?-¿Qué hace el escultor cuan­do cinc81a una estátua'? ¿No quiereacaso dar á entender con ello unaidea"?

Eso es lo que quiere todo artista quese propone realizar una obra; porquesi lo bello es la conciencia de los sen­timientos esteticos, es cierto tambienque los grandes sentimientos estáu en­gendrados por las grandes ideas; y queel arte tiende á la expresión de la idea

donde encontrará siempre una fuenterica de emociones estéticas.

Pero después de sentado este prin­cipio general ¿ para qué seguir diva­gando sobre la naturaleza de lo bello"?

Este grave error ha sido la causa deque la estética sea hasta la fecha unaciencia casi inútil.

Hay pues, que darle nuevo campo deacción, haciendo lo posible para quepreste su concurso al desarrollo del ar­te.-Para ello nada mejor que emplearel método de observaeión, ya que no esposible todavía la experimentación; ydel estudio de las obras v del artistasacar las consecuencias lóg'icas que in­dudablemente prestarán algun provecho.

El arte tiende siempre á la realiza­ción de este postulado: La produeciónde sentimientos estéticos que no son si­no el refiejo de Ias emociones é ideasque animan al artista; ~' que la obra

. refieja con más ó monos fidelidad, se­gun la períección de la misma.

Para el cumplimiepto de este postu­lado, es necesario que se realicen va­rias condiciones: 1.0 La existencia deun artista que posea eualidades para laejecueión de la obra. - 2.° La realiza­ción de la misma.

3." Individuos dotados de inteligen­cia y educación artistica suficiente paracomprenderla.

El artista debe estár dotado de cua­lidades aptas para el desempeño de larama del arte á que se dedica.

Podemos dividir las cualidades delartista en dos grupos: subjetivas y mo­trices, ambas necesarias para la reali­zación artistica, las primaras son másó menos semejantes en todos los artis­tas, sea cual fuere la rama del arteá que se dedica, y el seg'unde grupo

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de cualidades, muy necesarias· tambiénvarian según la rama del arte quepractique. .

Cualidades subjetivas: inmaginaeióncreadora y reproductora, sentimiento,facultades ~uperiores perfectamentes de­sarrollad as, gusto estético.

Cualidades motrices: todas aquellasque se relacionan con la ejecución dela obra y varían según la rama del ar­te. El grado de perfeceión y desenvol­vimiento de estas cualidades dependede la integridad fisiológica de los órga­nos motrices, así como tambien de superfecto desarrollo y. ejercicio.

Estas cualidades son importantísimasy la falta de desenvolvimiento y ejer­eieio ha hecho malograr muchos ge­nios.-Ellas pueien ser adquiridas mu­chas veces y en la mayor parte de loscasos han sido desarrolladas por el ejer­cicio.

Demóstenes no hubiera llegado á sergran orador, si no hubiese poseído fuer­za de voluntad suficiente para adquirirv desarrollar muchas cualidades motri­ces de que carecía.

:ilíiguel Angel no hubiera sido pintor,no hubiera realizado sus admirablesobras, si no hubiera tenido aquella fa­cilidad para trazar las lineas que sumente le dietaba, aquel buen tino parasacar un color que su imaginación ha­bía entrevisto.

Si :ilíiguel Angel quedando con lasmismas cualidades subjestivas que pa­seía, hubiera perdido les motrices depintor escultor; y recibido ~ al' un donespecial, cualidades motrices de musi­ca ó de orador, hubiera sido un granmúsico óun gran orador.

Cuantos de nosotros hemos imagina­do un círculo perfecto en nuestra men­te, y sin embargo casi ninguno seríacapaz de trazarlo con la facilidad v ra­pidez que lo hizo Giotto)en ocasióndel concurso célebre por este hecho.

Ciertamente que un círculo á unaobra de arte, hay gTan distancia, peropongo este ejemplo para demostrar queeste artista á más de las cualidadessubjetivas) poseía prodigiosamente des­sarrolladas las motrices; y que lo mis..mo que hacía un círculo tal, como ensu imaginación lo veía, podiahacer las

(' emás imágenes que en -su mente con­cebía.

Demostrada, por ahora) á grandesrasgos la importancia de las cualidadesmotrices, debo tambien hacer presenteque ellas son suceptibles de educaeíónv deben por este motivo ser perfeccio­nadas en todo lo posible.

Las cualidades subjetivas; sentimien­to, gusto estétíco, facultados intelectua­les desarrolladas) y tambien la imagi­nación creadora y reproductora, varíande esta en especie, según la rama delarte que practique el artista; asi elmúsico le será necesario imaginaciónfonética ó de sonidos; al pintor, de ímá­genes viseales, el poeta, el escultor y ar­quitecto, más ó menos, las mismas; alal danzista, imágenes de movimiento.

Los espíritus críticos pueden carecerde cualidades motrices, pues no le sonnecesarias; pero si las subjetivas, y enespecial de éstas las intelectuales yenmenor grado las otras de la mismaclase.

Consecuencias: 1.0 La perfeceión dela obra artística. está en razón directadel desarrollo dé las cualidades subje­tivas v motrices del autor.

2.° Si en el autor predominalllas cua­lidades subjetivas ó las motrices, la obrano será tan perfecta en detalle, perotendrá mejor argumento.

3.° Si predominan las cualidades mo­trices sobre las subjetivas, la obra serámás perfecta en pulimento y este puli­mento será casi la completa expresiónde las cualidades subjetivas; pero elargumento de la obra no estará á laaltura, tal vez, de su perfección en de­talle.

Estas consecueneias, como se com­prenderá, no son del todo exactas; puespara obtener reglas lógicas habría queestudiar la cuestión dema.nera más ,de­tallada, cosa que haré más adelante;pero teniendo en cuenta la falta demedios v otras circustancias inherentes;pueden provisoriamente, aceptarse concierto viso de verdad.

JOSÉ A. COSTA SPÍRITU.

:Montevideo, Diciembre de 1903.

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"'Evolución" en el extranJero

A raíz. de la aparlClOn de ésta revis­ta, se remitieron numeros, solicitandocanje y colaboración, á algunos recto­res amedcanos y españoles, así comoá otras personas de reconocida compe­tenciaen cuestiones científicas. En contes­tación á· esas invitaciones v á ese ofre­cimiento. se han recibido varias cartas ytarjetas que mucho nos honran.

A continuación publicamos algunasde esas cartas, dejando para los núme­ros sucesivos el resto de las que consi­deramos honrosas para ésta publicación,eorrespondiendo así á esa gentileza quenos es necesario buscar en el extran­jero. y que mucho dice en favor delas distinguidas intelectualidadesquesuscriben esas comunicaciones.

Van.. á continuación las cartas de losRectores de las Universidades de BuenosAires, Chile y Salamanca.

Del R~ctor ele la. Ul)iversiela.el ele B. AiresSeñor Director de «EVOLUCIÓN».

Montevideo,El Recto}' ele la Uniüe}'sielaellVacio­

nal ele Baenos Aires saluda atentamen­tea! señor presidente de la Asociaciónde los Estudiantes eh Montevideo v leagradece el envío del ejemplar de larevista «EVOLUCIÓN» v el ofrecimiento desus columnas, felieitt'mdole por la im­portancia del material que contiene yel.elevado propósito que esa Asociaciónha tenido al fundarla.

Hace votos por la realización de esepropósito que es el engrandecimiento yel progreso de la intelectualidad orien­tal.

Buenos Aires, Noviembre 24 de 1905.

De la. Ui)iv.~rsiela.<i elEL. GbileSantiago, 17 de Diciembre ele 1905.

Señor Directorde laRevista «EVOLUCIÓN».:l\Iontevideo.

Señor:EU15 del presente he. recibido elnú­

mero dos de la Revista «EVOLUCIÓN» cu-

yas columnas ofrec·e usted al rector pro­fesorado de esta Universidad,

Agradeciendo á usted atentamente tangeneroso ofrecímiento, de que daré no­ticia á los señores profesores universi­tarios, tengo el agrado de enviarle encanje los Anales de ésta corporación,suplicándole para tener la coleccióncompleta, el envío del número 1.0 de esaRevísta, pues como ya le he dicho solola llegado el número 2.

Saluda á usted muy atentamente.Luis Espejo,

Secretario General.

De la. Universiela.el <le Sa.la.ma.l)ca.El Rector de la Universidad de Sala,

manca-(Particulm').10-1-906.

Señor don Miguel Becerro de Bengoa.:l\Iuy señor mío:

He recibido su carta y el número queme envía de la revista «EVOLUCIÓN», vse lo agradezco. ' "

Le agradezco tambien las benévolasfrases que me dirije y así que encuen­tre un respiro en el tráfago de mis que­haceres v trabajos lo dedicaré á escri­bir unas" cuartÚlas con destino á esarevista, El ser de estudiantes me lahace muy simpátiea.

Respecto á los profesores de ésta Uni­versidad no pasan de tres ó cuatro lospublicistas.

Salude á sus compañeros y mande ásu afectisimo y S. S.

Miguel ele Unamuno.

"\.rJVJVI\.fI\.fI\.fI\.fI\.fI\.f I\.f'\r'\r'\r'\r.1\;

Fublica.ciol)es recibiela.sReljista··ele la UniDe}'sielael ele Buenos

A.ires - Hemos recibido el número 20 deesta importante publicación mensuaL di­rijida por don Rodolfo Rivarola y publi­cada por órden del Consejo Superior dela Universidad,. de la capital aI'gen­tina.

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ÍieDisto del Centro E. de J.vÍedicina ­Hemos recibido los dos últimos lllime­ros de ésta importante publicación men­sual que se edicta en Buenos Aires,bajo la dirección del señor Julio Iraberne.

Entre su abundante v selecto mate­rial de lectura se encuentran los si­guientes temas: Galope izquierdo porJuan J. Vitón.-Abcesos hepáticos yamibas por José Solari.-Doptcia ocu­lar, conferencia por el seflor R.- CUJ'­so oficial de patologia interna por el se­ñor R. Colón-Inyecciones sub-conjun­titales por J. S. Schleisinger. - Noti­cias-NeCI'ologia.

La Construcción .Moderna

Han llegado á nuestra mesa de redac­ción los tres últimos números de estaimportante revista quincenal ilustrada,que se publica en :Madrid bajo la direc­ción de los señores ingenieros EduardoGallego Ramos y Luís Lains dé losTorreros.~~~~~~~~~~

GACETILL.J\L.a Aoatomía PatolóJica eo Alemaoia

El interesante artículo que publica­mos en nuestra sección de medicina,sobre la enseflanza de la Anatomía Pa­tológica en Alemania, pertenece á laREVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOSAIRES dirijida por el doctor RodolfoRivarola.

El doctor Speroni comisionado por elgobierno de la República Argentina paraestudiar en las principales universidadeseuropeas la forma en que se cursa laAnatomía Patológ'ka, ha dirijido al Con­sejo Superior de la Uníversidad, unconcienzudo informe deelarandose par­tidario de las universidades alemanasen lo que se refiere á la enseñanza deesa materia.

Nosotros tenemos especial placer enpublicar ese traba,jo con el convenci­miento de que ha de ser de gran utili­dad para los estudiantds que sig'uen lacarrera médica en nuestro pais.

Recomendamos pues su lectura á nues­tro futuros médicos.

Nuevo Iogeoiero-Juao De)"eroardis

A la edad de 19 aflos, caso quiza¡'mico en nuestra Universidad, ha reci-

hido el titulo de ingenieí'o de Puentesy .Caminos el estudiante Juan. Deber~

nardis.El ingeniero Debernardis es un ele­

mento de primer órden que viene áincorporarse al número re l.ucido deaquellos que, tras una brillantísima ac­tuación por las aulas, encuentran enel campo de las actividades justo me­recido.

Inteligente, contraído, reposado y celo­so, de consiguiente, como el que más,por dejar bien sentado au paso por laFacultad de Matemáticas ha llegado altérmino de su carrera, querido y apre­ciado por sus profesores y condiscípu­los, habiendo conquistado notas honro­sísimas.

Historia de la arquitectura

Por inconvenientes de última hora,nos hemos visto obligados á suprimir eneste número los apuntes sobre Historiade la aJ'quiteetw'Ct que con la firmadel distinguido arquitedo don Juan Gui­ria hemos venido publicando.

Pedimos disculpa á los lectores poresa omisión, prometiendo para los núme­ros siguientes la continuación de esaimportante .colaboración.

Reforma <:lel Coo·seJo Uoiversitario

. Debido á la abundancia de materialhemos tenido que retirar á último mo­mento un articulo sobre la necesidadimperiosa que existe de reformar dealguna manera el Consejo Universi­tario.

Al escribir ese articulo, hemos tenidoen cuenta la opinión general, que eon­sidera absolutamente impropio y peI:ju­dicial para la Enseñanza Secundaria,el funcionamienio de un consejo queconstando con más de veinte miembros,funciona desde hace muchos años concinco ó seis á lo sumo.

La competencia indiscutible de losmiembros asistentes, no basta para quelas cuestiones sean tratadas con la de·.tención que merecen, pues todos ellostienen multiples tareas que atender aje­nas en su mavoría á las cuestionesuniversitarias. Ii.'á en el próximo número.

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