Orden de Predicadores Provincia de Nuestra Señora del Rosario

Vicariato de Venezuela

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Queridos hermanos: Ante la proximidad de la solemnidad de Santo Domingo, nuestro Padre, me adelanté a escribirles estas líneas, en las que quiero hacerles llegar una fraternal felicitación con motivo de este acontecimiento. Dios nos concede la gracia de poder celebrar un año más a Nuestro Padre Santo Domingo, cuya vida y mensaje goza de una gran vigencia en un mundo profundamente necesitado de misericordia. Los primeros biógrafos de Santo Domingo coinciden en presentarlo como un hombre de misericordia, que supo sintonizar profundamente con las miserias de los hombres y mujeres de su tiempo. “No quiero estudiar sobre pieles muertas cuando de hambre mueren los hombres”. Estas fueron sus palabras cuando todavía era un joven estudiante en Palencia. Después, en el Cabildo de Osma, a la escucha de la Palabra de Dios en la Escritura y en los Padres del desierto y en la celebración de la liturgia, se sintió urgido a fundar “una Orden que se llamase y fuese de predicadores”, respondiendo así a la miseria intelectual de un mundo que para entonces era emergente. Santo Domingo, experimentando al Dios de la misericordia, se hizo un hombre misericordioso. Santo Tomás dice que la misericordia es Dios mismo volcándose hacia afuera (S. Th. I, q. 21, a. 3; q. 25, a. 3, ad. 3) Nuestro reto es experimentar esta misericordia que es Dios mismo dándose, para así poder convertirnos en testigos de la misericordia de Dios en un mundo que nos está exigiendo ser hombres y mujeres de misericordia. Que Santo Domingo, nuestro Padre, cumpla su promesa e interceda por cada uno de nosotros.

Fraternalmente,

Convento de San Pedro Mártir, Madrid, a 4 de agosto de 2015.

Fr. Angel Villasmil, O. P. Prior Regional