evangelio san lucas todo

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  • 1

  • Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente

    las cosas que se han verificado entre nosotros, tal

    como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo tambin,

    despus de haber investigado diligentemente todo desde los orgenes,

    escribrtelo por su orden, ilustre Tefilo, para que

    conozcas la solidez de las enseanzas que has

    recibido.

    1, 1-4

  • Hubo en los das de Herodes, rey de Judea,

    un sacerdote, llamado Zacaras, del grupo de Abas,

    casado con una mujer descendiente de Aarn, que se llamaba Isabel;

    los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha

    en todos los mandamientos y preceptos del Seor.

    1, 5-6

  • No tenan hijos, porque Isabel era estril, y los dos de avanzada edad.Sucedi que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno

    de su grupo, le toc en suerte, segn el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Seor para quemar el incienso.

    1, 7-9

  • Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oracin, a la hora del incienso. Se le apareci el ngel del Seor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacaras, se turb,

    y el temor se apoder de l.

    1, 10-12

  • El ngel le dijo: No temas, Zacaras,

    porque tu peticin ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dar a luz un hijo,

    a quien pondrs por nombre Juan; ser para ti gozo y alegra,

    y muchos se gozarn en su nacimiento, porque ser grande ante el Seor;

    no beber vino ni licor; estar lleno de Espritu Santo

    ya desde el seno de su madre

    1, 13-15

  • ...y a muchos de los hijos de Israel, les convertir al Seor su Dios

    e ir delante de l con el espritu y el poder de Elas,

    para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Seor un pueblo

    bien dispuesto.

    1, 16-17

  • Zacaras dijo al ngel: En qu lo conocer? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad. El ngel le respondi: Yo soy Gabriel, el que est delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrs hablar hasta el da en que sucedan estas cosas, porque no diste crdito a mis palabras, las cuales se

    cumplirn a su tiempo.

    1, 18-20

  • El pueblo estaba esperando a Zacaras y se extraaban de su demora en el Santuario. Cuando sali, no poda hablarles, y

    comprendieron que haba tenido una visin en el Santuario; les hablaba por seas, y permaneci mudo. Y sucedi que cuando se

    cumplieron los das de su servicio, se fue a su casa.

    1, 21-23

  • Das despus, concibi su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: Esto es lo que ha hecho por m el Seor en

    los das en que se dign quitar mi oprobio entre los hombres.

    1, 24-25

  • Al sexto mes fue enviado por Dios el ngel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre

    llamado Jos, de la casa de David; el nombre de la virgen era Mara.

    1, 26-27

  • Y entrando, le dijo: Algrate, llena de gracia,

    el Seor est contigo.

    Ella se conturb por estas palabras, y discurra qu significara aquel saludo.

    El ngel le dijo: No temas, Mara, porque has hallado gracia delante de Dios;

    1, 28-30

  • ...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo,

    a quien pondrs por nombre Jess. l ser grande

    y ser llamado Hijo del Altsimo, y el Seor Dios le dar el trono de David, su padre; reinar sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendr fin.

    1, 31-33

  • Mara respondi al ngel: Cmo ser esto, puesto que no conozco varn?

    El ngel le respondi: El Espritu Santo vendr sobre ti y el poder del Altsimo te cubrir

    con su sombra; por eso el que ha de nacer ser santo y ser llamado Hijo de Dios. Mira, tambin Isabel, tu pariente, ha

    concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estril, porque ninguna cosa

    es imposible para Dios.

    1, 34-37

  • Dijo Mara: He aqu la esclava del Seor; hgase en m segn tu palabra.

    Y el ngel dejndola se fue.

    1, 38

  • En aquellos das, se levant Mara y se fue con prontitud a la regin montaosa, a una ciudad de Jud;

    entr en casa de Zacaras y salud a Isabel.

    1, 39-40

  • Sucedi que, en cuanto oy Isabel el saludo de Mara, salt de gozo el nio en su seno, e Isabel qued llena de Espritu Santo;

    1, 41

  • ...y exclamando con gran voz, dijo:

    Bendita t entre las mujeres

    y bendito el fruto de tu seno; y de dnde a m

    que la madre de mi Seor venga a m?

    Porque, apenas lleg a mis odos la voz

    de tu saludo, salt de gozo el nio

    en mi seno. Feliz la que ha credo

    que se cumpliran las cosas que le fueron dichas de parte del Seor!

    1, 42-45

  • Y dijo Mara:

    Engrandece mi alma al Seor y mi espritu

    se alegra en Dios, mi salvador,

    porque ha puesto los ojos en la humildad de su

    esclava, por eso desde ahora todas las generaciones

    me llamarn bienaventurada, porque ha hecho en mi favor

    maravillas el Poderoso, Santo es su nombre

    y su misericordia alcanza de generacin en generacin

    a los que le temen. ..

    1, 46-50

  • ...Despleg la fuerza de su brazo, dispers a los que son soberbios en su propio corazn. Derrib a los potentados de sus tronos

    y exalt a los humildes. A los hambrientos colm de bienes y despidi a los ricos sin nada...

    1, 51-53

  • ...Acogi a Israel, su siervo, acordndose

    de la misericordia como haba anunciado

    a nuestros padres en favor de Abraham

    y de su linaje por los siglos.

    1, 54-55

  • Mara permaneci con ella unos tres meses, y se volvi a su casa. Se le cumpli a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Seor le haba hecho

    gran misericordia, y se congratulaban con ella.

    1, 56-58

  • Y sucedi que al octavo da fueron a circuncidar al nio, y queran ponerle el nombre de su padre, Zacaras, pero su madre,

    tomando la palabra, dijo: No; se ha de llamar Juan. Le decan: No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.

    1, 59-61

  • Y preguntaban por seas a su padre cmo quera que se le llamase. El pidi una tablilla y escribi: Juan es su nombre.

    Y todos quedaron admirados.

    1, 62-63

  • Y al punto se abri su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadi el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaa de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oan las

    grababan en su corazn, diciendo: Pues qu ser este nio? Porque, en efecto, la mano del Seor estaba con l.

    1, 64-66

  • Zacaras, su padre, qued lleno de Espritu Santo, y profetiz diciendo:

    Bendito el Seor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo. Y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa

    de David, su siervo, como haba prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvara de

    nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando

    su santa alianza...

    1, 67-72

  • 1, 73-75

    ...y el juramento que jur a Abraham nuestro padre,

    de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia

    delante de l todos nuestros das...

  • ...Y t, nio, sers llamado profeta del Altsimo, pues irs delante del Seor para preparar sus

    caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvacin por el perdn de sus pecados,

    por las entraas de misericordia de nuestro Dios, que harn que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas

    y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

    1, 76-79

  • El nio creca y su espritu se fortaleca; vivi en los desiertos hasta el da de su manifestacin a Israel.

    1, 80

  • 2

  • Sucedi que por aquellos das sali un edicto de Csar Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer

    empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.

    Siria

    Israel

    2, 1-3

    ROMA

  • Subi tambin Jos desde Galilea, de la ciudad de

    Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Beln, por ser l de la casa y familia de David, para empadronarse

    con Mara, su esposa, que estaba encinta.

    2, 4-5 M

    ed

    i te

    rr

    n

    eo

    ...... .

    .

    ..

    CafarnamBetsaida

    CanNazaret

    Naim

    LagoTiberiades

    MarMuerto

    RoJordn

    Emas Jerusaln

    Jeric

    BelenBetania

    GALILEA

    SAMARIA

    JUDEA

  • Y sucedi que, mientras ellos estaban all, se le cumplieron los das del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primognito, le envolvi

    en paales y le acost en un pesebre, porque no tenan sitio en el alojamiento.

    2, 6-7

  • Haba en la misma comarca unos pastores, que dorman al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebao.

    Se les present el ngel del Seor, y la gloria del Seor los envolvi en su luz; y se llenaron de temor.

    2, 8-9

  • El ngel les dijo: No temis, pues os anuncio una gran alegra,

    que lo ser para todo el pueblo: os ha nacido hoy,

    en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Seor;

    y esto os servir de seal: encontraris un nio envuelto

    en paales y acostado en un pesebre.

    2, 10-12

  • Y de pronto se junt con el ngel una multitud del ejrcito celestial, que alababa a Dios, diciendo:

    Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes l se complace.

    2, 13.14

  • Y sucedi que cuando los ngeles, dejndoles, se fueron al cielo, los pastores se decan unos a otros: Vayamos, pues, hasta Beln

    y veamos lo que ha sucedido y el Seor nos ha manifestado. Y fueron a toda prisa, y encontraron a Mara y a Jos,

    y al Nio acostado en el pesebre.

    2, 15-16

  • Al verlo, dieron a conocer lo que les haban dicho acerca de aquel nio; y todos los que lo oyeron

    se maravillaban de lo que los pastores les decan.

    2, 17-18

  • Mara, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazn.

    Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que haban odo y visto, conforme a lo que se les haba dicho.

    2, 19-20

  • Cuando se cumplieron los ocho das para circuncidarle, se le dio el nombre de Jess,

    el que le dio el ngel antes de ser concebido en el seno

    2, 21

  • Cuando se cumplieron los das de la purificacin de ellos, segn la Ley de Moiss, llevaron a Jess a Jerusaln para presentarle al Seor, como est escrito en la Ley del Seor: Todo varn

    primognito ser consagrado al Seor y para ofrecer en sacrificio un par de trtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice

    en la Ley del Seor.

    2, 22-24

  • Y he aqu que haba en Jerusaln un hombre llamado Simen; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolacin de Israel; y

    estaba en l el Espritu Santo. Le haba sido revelado por el Espritu Santo que no vera la muerte antes de haber visto al Cristo del Seor.

    2, 25-26

  • Movido por el Espritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al nio Jess, para cumplir lo que la Ley

    prescriba sobre l, le tom en brazos y bendijo a Dios diciendo:

    2, 27-28

  • Ahora, Seor, puedes, segn tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvacin, la que

    has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.

    2, 29-32

  • Su padre y su madre estaban admirados de lo que se deca de l. Simen les bendijo y dijo a Mara, su madre: Este est

    puesto para cada y elevacin de muchos en Israel, y para ser seal de contradiccin. y a ti misma una espada te atravesar

    el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.

    2, 33-35

  • Haba tambin una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; despus de casarse haba vivido siete

    aos con su marido, y permaneci viuda hasta los ochenta y cuatro aos; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y da en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del nio a todos los que esperaban la

    redencin de Jerusaln.

    2, 36-38

  • As que cumplieron todas las cosas segn la Ley del Seor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

    2, 39

  • El nio creca y se fortaleca, llenndose de sabidura; y la gracia de Dios estaba sobre l.

    Sus padres iban todos los aos a Jerusaln a la fiesta de la Pascua.

    2, 40-41

  • Cuando tuvo doce aos, subieron ellos como de costumbre a la fiesta

    2, 42

  • Y, al volverse, pasados los das, el nio Jess se qued en Jerusaln, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estara en la caravana, hicieron un da de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no

    encontrarle, se volvieron a Jerusaln en su busca.

    2, 42-45

  • Y sucedi que, al cabo de tres das, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchndoles y preguntndoles;

    todos los que le oan, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.

    2, 46-47

  • Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su Madre le dijo: Hijo, por qu nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,

    angustiados, te andbamos buscando. El les dijo: Y por qu me buscabais?

    No sabais que Yo deba estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

    2, 48-50

  • Baj con ellos y vino a Nazaret, y viva sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazn.

    Jess progresaba en sabidura, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

    2, 51-52

  • 3

  • En el ao quince del imperio de Tiberio Csar, siendo Poncio Pilato

    procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea;

    Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Tracontida,

    y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Ans y Caifs,

    fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacaras, en el desierto.

    3, 1-2

  • Y se fue por toda la regin del Jordn proclamando un bautismo de conversin para perdn de los pecados.

    3, 3

  • Como est escrito en el libro de los orculos del profeta Isaas: Voz del que clama en el desierto:

    Preparad el camino del Seor, enderezad sus sendas;

    todo barranco ser rellenado, todo monte y colina ser rebajado,

    lo tortuoso se har recto y las asperezas sern caminos llanos. Y todos vern la salvacin de Dios.

    3, 4-6

  • Deca, pues, a la gente que acuda para ser bautizada por l: Raza de vboras, quin os ha enseado a huir de la ira inminente? Dad,

    pues, frutos dignos de conversin, y no andis diciendo en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Y ya est el hacha puesta

    a la raz de los rboles; y todo rbol que no d buen fruto ser cortado y arrojado al fuego.

    3, 7-9

  • La gente le preguntaba: Pues qu debemos hacer?. Y l les responda: El que tenga dos tnicas, que las reparta

    con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.

    3, 10-11

  • Vinieron tambin publicanos a bautizarse, y le dijeron: Maestro, qu debemos hacer? El les dijo: No exijis ms de lo que os est fijado. Preguntronle tambin unos soldados: Y nosotros qu debemos hacer? l les dijo: No hagis extorsin a nadie, no hagis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.

    3, 12-14

  • Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sera l el Cristo; respondi Juan a todos, diciendo: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es ms

    fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. l os bautizar en Espritu Santo y fuego...

    3, 15-16

  • ...En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemar con fuego

    que no se apaga. Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

    3, 17-18

  • Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por l a causa de Herodas, la mujer de su hermano, y a causa de todas las malas acciones

    que haba hecho, aadi a todas ellas la de encerrar a Juan en la crcel.

    3, 19-20

  • Sucedi que cuando todo el pueblo estaba bautizndose, bautizado tambin Jess y puesto en oracin, se abri el cielo,y baj sobre l el Espritu Santo en forma corporal,

    como una paloma; y vino una voz del cielo: T eres mi hijo; yo hoy te he engendrado. Tena Jess, al comenzar, unos treinta aos,

    y era segn se crea hijo de Jos, hijo de Hel...

    3, 21-23

  • ...hijo de Mattat, hijo de Lev, hijo de Melk, hijo de Janni, hijo de Jos,

    hijo de Mattatas, hijo de Ams, hijo de Nam, hijo de Esl, hijo de Nangay, hijo de Maaz,

    hijo de Mattatas, hijo de Semen, hijo de Josec, hijo de Jod, hijo de Joann,

    hijo de Res, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Ner, hijo de Melk,

    hijo de Add, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo de Er, hijo de Jess, hijo de Eliezer,

    hijo de Jorim, hijo de Mattat, hijo de Lev, hijo de Simen, hijo de Jud, hijo de Jos,

    hijo de Jonam, hijo de Eliaquim...

    3, 24-30

  • ...hijo de Mele, hijo de Menn, hijo de Mattat, hijo de Natn, hijo de David, hijo de Jes, hijo de

    Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naassn, hijo de Aminadab, hijo de Admn, hijo de Arn,

    hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Jud, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham,

    hijo de Tara, hijo de Najor, hijo de Serug, hijo de Ragu, hijo de Flek, hijo de Eber,

    hijo de Sala,hijo de Cainam, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de No, hijo de Lmek,

    hijo de Matusaln, hijo de Henoc, hijo de Jret, hijo de Maleleel, hijo de Cainam, hijo de Ens,

    hijo de Set, hijo de Adam, hijo de Dios.

    3, 31-38

  • 4

  • Jess, lleno de Espritu Santo, se volvi del Jordn, y era conducido por el Espritu en el desierto, durante cuarenta das,

    tentado por el diablo. No comi nada en aquellos das y, al cabo de ellos, sinti hambre.

    4, 1-2

  • Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

    Jess le respondi: Esta escrito: No slo de pan vive el hombre.

    4, 3-4

  • Llevndole a una altura le mostr en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: Te dar todo el poder y la gloria

    de estos reinos, porque a m me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero.Si, pues, me adoras, toda ser tuya.

    Jess le respondi: Est escrito: Adorars al Seor tu Dios y slo a l dars culto.

    4, 5-8

  • Le llev a Jerusaln, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, trate de aqu abajo;...

    4, 9

  • porque est escrito: A sus ngeles te encomendar para que te guarden.

    Y: En sus manos te llevarn para que no tropiece tu pie

    en piedra alguna.

    4, 10-11

  • Jess le respondi: Est dicho: No tentars al Seor tu Dios.

    Acabada toda tentacin, el diablo se alej de l, hasta un tiempo oportuno.

    4, 12-13

  • Jess volvi a Galilea por la fuerza del Espritu, y su fama se extendi por toda la regin.

    l iba enseando en sus sinagogas, alabado por todos.

    4, 14-15

  • Vino a Nazar, donde se haba criado y, segn su costumbre, entr en la sinagoga el da de sbado, y se levant para hacer la lectura.

    Le entregaron el volumen del profeta Isaas y desenrollando el volumen, hall el pasaje donde estaba escrito:

    4, 16-17

  • El Espritu del Seor sobre m, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva,

    me ha enviado a proclamar la liberacin a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos

    y proclamar un ao de gracia del Seor.

    Enrollando el volumen lo devolvi al ministro, y se sent. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en l.

    4, 18-20

  • Comenz, pues, a decirles: Esta Escritura, que acabis de or, se ha cumplido hoy.

    4, 21

  • Y todos daban testimonio de l y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salan de su boca.

    Y decan: No es ste el hijo de Jos?

    4, 22

  • El les dijo: Seguramente me vais a decir el refrn

    Mdico, crate a ti mismo. Todo lo que hemos odo que ha sucedido

    en Cafarnam, hazlo tambin aqu en tu patria, Y aadi:

    En verdad os digo que ningn profeta es bien recibido en su patria...

    4, 23-24

  • ...Os digo de verdad: Muchas viudas haba en Israel en los das de Elas, cuando se cerr el cielo por tres aos y seis meses,

    y hubo gran hambre en todo el pas; y a ninguna de ellas fue enviado Elas, sino a

    una mujer viuda de Sarepta de Sidn. ..

    4, 25-26

  • ...Y muchos leprosos haba en Israel en tiempos del profeta Eliseo,

    y ninguno de ellos fue purificado sino Naamn, el sirio.

    4, 27

  • Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantndose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le

    llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despearle. Pero l,

    pasando por medio de ellos, se march.

    4, 28-30

  • Baj a Cafarnam, ciudad de Galilea, y los sbados les enseaba. Quedaban asombrados de su doctrina,

    porque hablaba con autoridad.

    4, 31-32

    JerusalnBeln

    NazaretGalilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

    Cafarnam

  • Haba en la sinagoga un hombre que tena el espritu de un demonio inmundo,

    y se puso a gritar a grandes voces:

    4, 33

  • ... Ah! Qu tenemos nosotros contigo, Jess de Nazaret? Has venido a destruirnos? S quin eres t:

    el Santo de Dios. Jess entonces le conmin diciendo: Cllate, y sal de l.

    Y el demonio, arrojndole en medio, sali de l sin hacerle ningn dao.

    4, 34-35

  • Quedaron todos pasmados, y se decan unos a otros:

    Qu palabra sta! Manda con autoridad y poder

    a los espritus inmundos y salen.

    Y su fama se extendi por todos los lugares

    de la regin.

    4, 36-37

  • Saliendo de la sinagoga, entr en la casa de Simn. La suegra de Simn estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella.

    Inclinndose sobre ella, conmin a la fiebre, y la fiebre la dej; ella, levantndose al punto, se puso a servirles.

    4, 38-39

  • A la puesta del sol, todos cuantos tenan enfermos de diversas dolencias se los llevaban;

    y, poniendo l las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.

    4, 40

  • 4, 41

    Salan tambin demonios de muchos, gritando y diciendo: T eres el Hijo de Dios. Pero l, conminaba y no les

    permita hablar, porque saban que l era el Cristo.

  • Al hacerse de da, sali y se fue a un lugar solitario.

    La gente lo andaba buscando

    y, llegando donde l, trataban de retenerle

    para que no les dejara.

    Pero l les dijo:

    Tambin a otras ciudades tengo que anunciar l

    a Buena Nueva del Reino de Dios,

    porque a esto he sido enviado.

    E iba predicando por las sinagogas

    de Judea.

    4, 42-44

    JerusalnBeln

    Nazaret

    Galilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

  • 5

  • Estaba l a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre l para or la Palabra de Dios,

    5, 1

    JerusalnBeln

    Nazaret

    Galilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

    Genesaret

  • Cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores haban bajado de ellas, y lavaban las redes.

    5, 2

  • Subiendo a una de las barcas, que era de Simn, le rog que se alejara un poco de tierra; y, sentndose, enseaba desde

    la barca a la muchedumbre.

    5, 3

  • Cuando acab de hablar, dijo a Simn: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

    Simn le respondi: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos

    pescado nada; pero, en tu palabra, echar las redes.

    5, 4-5

  • Y, hacindolo as, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron seas a los compaeros

    de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundan.

    5, 6-7

  • Al verlo Simn Pedro, cay a las rodillas de Jess, diciendo: Aljate de m, Seor, que soy un hombre pecador.

    Pues el asombro se haba apoderado de l y de cuantos con l estaban, a causa de los peces que haban pescado.

    5, 8-9

  • Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compaeros de Simn.

    Jess dijo a Simn: No temas. Desde ahora sers pescador de hombres.

    5, 10

  • Llevaron a tierra las barcas y, dejndolo todo, le siguieron.

    5, 11

  • Y sucedi que, estando en una ciudad, se present un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jess, se ech rostro en tierra, y

    le rog diciendo: Seor, si quieres, puedes limpiarme. l extendi la mano, le toc, y dijo:

    Quiero, queda limpio. Y al instante le desapareci la lepra.

    5, 12-13

  • Y l le orden que no se lo dijera a nadie. Y aadi: Vete, mustrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu

    purificacin como prescribi Moiss para que les sirva de testimonio.

    5,14

  • Su fama se extenda cada vez ms y una numerosa multitud aflua para orle y ser curados de sus enfermedades.

    5, 15

  • Pero l se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.

    5, 16

  • Un da que estaba enseando, haba sentados algunos fariseos y doctores de la ley que haban venido de todos los pueblos

    de Galilea y Judea, y de Jerusaln. El poder del Seor le haca obrar curaciones.

    5, 17

  • En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paraltico y trataban de introducirle, para ponerle delante de l. Pero no

    encontrando por dnde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a travs de las tejas,

    y le pusieron en medio, delante de Jess.

    5, 18-19

  • Viendo Jess la fe de ellos, dijo: Hombre, tus pecados te quedan perdonados.

    5, 20

  • Los escribas y fariseos empezaron a pensar: Quin es ste, que dice blasfemias? Quin puede perdonar pecados sino slo Dios?

    5, 21

  • Conociendo Jess sus pensamientos, les dijo: Qu estis pensando en vuestros corazones?Qu es ms fcil,

    decir: Tus pecados te quedan perdonados, o decir: "Levntate y anda"?...

    5, 22-23

  • ... Pues para que sepis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, - dijo al paraltico -: A ti te digo,

    levntate, toma tu camilla y vete a tu casa

    5, 24

  • Y al instante, levantndose delante de ellos, tom la camilla en que yaca y se fue a su casa, glorificando a Dios.

    5, 25

  • El asombro se apoder de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decan: Hoy hemos visto cosas increbles.

    5, 26

  • Despus de esto, sali y vio a un publicano llamado Lev, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo:

    Sgueme. l dejndolo todo, se levant y lo sigui.

    5, 27-28

    Impuestos

  • Lev le ofreci en su casa un gran banquete. Haba un gran nmero de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos.

    5, 29

  • Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discpulos: Por qu comis y bebis con los publicanos y pecadores?

    5, 30

  • Les respondi Jess: No necesitan mdico los que estn sanos, sino los que estn mal.

    No he venido a llamar a conversin a justos, sino a pecadores.

    5, 31-32

  • Ellos le dijeron: Los discpulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos

    comen y beben. Jess les dijo:

    Podis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio est con ellos?

    Das vendrn en que les ser arrebatado el novio;

    entonces ayunarn en aquellos das.

    5, 33-35

  • Les dijo tambin una parbola:

    Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarrara el nuevo,

    y al viejo no le ira el remiendo del nuevo...

    5, 36

  • ...Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino nuevo reventara los pellejos,

    el vino se derramara, y los pellejos se echaran a perder; sino que el vino

    nuevo debe echarse en pellejos nuevos. Nadie, despus de beber el vino aejo, quiere del nuevo porque dice: El aejo es el bueno.

    5, 37-39

  • 6

  • Sucedi que cruzaba en sbado por unos sembrados; sus discpulos arrancaban y coman espigas desgranndolas

    con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: Por qu hacis lo que no es lcito en sbado?

    6, 1-2

  • Y Jess les respondi:

    Ni siquiera habis ledo lo que hizo David,

    cuando sinti hambre l y los que le acompaaban,

    cmo entr en la Casa de Dios, y tomando

    los panes de la presencia, que no es lcito comer

    sino slo a los sacerdotes, comi l y dio

    a los que le acompaaban?

    6, 3-4

  • Y les dijo:

    El Hijo del

    hombre es

    Seor del

    sbado.

    6, 5

  • Sucedi que entr Jess otro sbado en la sinagoga y se puso a ensear. Haba all un hombre que tena la mano derecha seca.

    Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sbado, para encontrar de qu acusarle.

    6, 6-7

  • Pero l, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tena la mano seca: Levntate y ponte ah en medio. l, levantndose,

    se puso all. Entonces Jess les dijo: Yo os pregunto si en sbado es lcito hacer el bien en vez de

    hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.

    6, 8-9

  • Y mirando a todos ellos, le dijo: Extiende tu mano.

    El lo hizo, y qued restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre s qu haran a Jess.

    6, 10-11

  • Sucedi que por aquellos das se fue l al monte

    a orar, y se pas la noche

    en la oracin de Dios.

    6, 12

  • Cuando se hizo de da, llam a sus discpulos, y eligi

    doce de entre ellos, a los que llam

    tambin apstoles. A Simn, a quien llam Pedro, y a su hermano

    Andrs; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolom,

    a Mateo y Toms, a Santiago de Alfeo

    y Simn, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote,

    que lleg a ser un traidor.

    6, 13-16

  • Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; haba una gran multitud de discpulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de

    toda Judea, de Jerusaln y de la regin costera de Tiro y Sidn,

    6, 17-19

    Me

    di t

    er

    r

    ne

    o....

    .. ..

    ..

    CafarnamBetsaida

    CanNazaret

    Naim

    LagoTiberiades

    MarMuerto

    RoJordn

    Emas Jerusaln

    Jeric

    BelenBetania

    GALILEA

    SAMARIA

    JUDEA

  • que haban venido para orle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espritus inmundos quedaban curados.

    Toda la gente procuraba tocarle, porque sala de l una fuerza que sanaba a todos.

    6, 18-19

  • Y l, alzando los ojos hacia sus discpulos,

    deca:

    Bienaventurados los pobres, porque vuestro

    es el Reino de Dios. Bienaventurados

    los que tenis hambre ahora, porque seris saciados.

    Bienaventurados los que lloris ahora,

    porque reiris.

    6, 20-21

  • ...Bienaventurados seris cuando

    los hombres os odien, cuando os expulsen,

    os injurien y proscriban vuestro

    nombre como malo, por causa

    del Hijo del hombre. Alegraos ese da y saltad de gozo,

    que vuestra recompensa ser grande en el cielo.

    Pues de ese modo trataban sus padres

    a los profetas...

    6, 23

  • ...Pero ay de vosotros, los ricos!, porque habis

    recibido vuestro consuelo. Ay de vosotros,

    los que ahora estis hartos!, porque tendris hambre. Ay de los que res ahora, porque tendris afliccin

    y llanto.! Ay cuando

    todos los hombres hablen bien de vosotros!,

    pues de ese modo trataban sus padres

    a los falsos profetas.

    6, 24-26

  • Pero yo os digo a los que me escuchis:

    Amad a vuestros enemigos, haced bien

    a los que os odien, bendecid

    a los que os maldigan, rogad

    por los que os difamen.

    6, 27-28

  • Al que te hiera en una mejilla,

    presntale tambin la otra;

    y al que te quite el manto, no le niegues la tnica.

    A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo,

    no se lo reclames. Y lo que queris que os

    hagan los hombres, hacdselo vosotros

    igualmente.

    6, 29-31

  • Si amis a los que os aman, qu mrito tenis?

    Pues tambin los pecadores aman a los que les aman.

    Si hacis bien a los que os lo hacen a vosotros, qu

    mrito tenis? Tambin los pecadores hacen otro tanto!

    Si prestis a aquellos de quienes esperis recibir,

    qu mrito tenis? Tambin los pecadores prestan a los

    pecadores para recibir lo correspondiente.

    6, 32-34

  • Ms bien, amad a vuestros enemigos;

    haced el bien, y prestad

    sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa

    ser grande, y seris hijos del Altsimo,

    porque l es bueno con los ingratos y los perversos.

    6, 35

  • Sed compasivos, como vuestro Padre

    es compasivo.

    No juzguis y no seris juzgados,

    no condenis y no seris condenados;

    perdonad y seris perdonados.

    Dad y se os dar; una medida buena, apretada,

    remecida, rebosante pondrn en el halda

    de vuestros vestidos. Porque con la medida

    con que midis se os medir.

    6, 36-38

  • Les aadi una parbola:

    Podr un ciego guiar a otro ciego?

    No caern los dos en el hoyo? No est el discpulo

    por encima del maestro. Todo el que est bien formado,

    ser como su maestro.

    6, 39-40

  • Cmo es que miras la brizna que hay en el ojo

    de tu hermano, y no reparas en la viga

    que hay en tu propio ojo? Cmo puedes decir

    a tu hermano: "Hermano, deja que saque

    la brizna que hay en tu ojo", no viendo t mismo la viga

    que hay en el tuyo? Hipcrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrs

    ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.

    6, 41-42

  • Porque no hay rbol bueno que d fruto malo

    y, a la inversa, no hay rbol malo que d fruto bueno.

    Cada rbol se conoce por su fruto.

    No se recogen higos de los espinos,

    ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno,

    del buen tesoro del corazn saca lo bueno,

    y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa

    el corazn habla su boca.

    6, 43-45

  • Por qu me llamis:

    "Seor, Seor", y no hacis

    lo que digo?

    6, 46

  • Todo el que venga a M y oiga mis palabras

    y las ponga en prctica, os voy a mostrar

    a quin es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa,

    cav profundamente y puso los cimientos

    sobre roca. Al sobrevenir una inundacin,

    rompi el torrente contra aquella casa,

    pero no pudo destruirla por estar bien edificada...

    6, 47-48

  • ...Pero el que haya odo y no haya puesto en prctica,

    es semejante a un hombre que edific una casa

    sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompi

    el torrente y al instante se desplom

    y fue grande la ruina de aquella casa.

    6, 49

  • 7

  • Cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entr en Cafarnam.

    7, 1

    JerusalnBeln

    NazaretGalilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

    Cafa rnam

    Nam

  • Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurin, muy querido de ste. Habiendo odo hablar de Jess, envi

    donde l unos ancianos de los judos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo.

    7, 2-3

  • Estos, llegando donde Jess, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama

    a nuestro pueblo, y l mismo nos ha edificado la sinagoga.

    7, 4-5

  • Iba Jess con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envi el centurin a unos amigos a decirle: Seor, no te molestes,

    porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consider digno de salir a tu encuentro. Mndalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque tambin yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis rdenes, y digo a

    ste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.

    7, 6-8

  • Al or esto Jess, qued admirado de l,

    y volvindose dijo a la muchedumbre

    que le segua:

    Os digo que ni en Israel he encontrado una fe

    tan grande.

    Cuando los enviados volvieron a la casa,

    hallaron al siervo sano.

    7, 9-10

  • Y sucedi que a continuacin se fue a una ciudad llamada Nam, e iban con l sus discpulos y una gran muchedumbre.

    7, 11

    JerusalnBeln

    NazaretGalilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

    Cafa rnam

    Nam

  • Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo nico de su madre, que era viuda, a la que acompaaba

    mucha gente de la ciudad.

    7, 12

  • Al verla el Seor, tuvo compasin de ella,

    y le dijo:

    No llores.

    Y, acercndose, toc el fretro.

    Los que lo llevaban se pararon,

    y l dijo:

    Joven, a ti te digo: Levntate.

    El muerto se incorpor y se puso a hablar,

    y l se lo dio a su madre.

    7, 13-15

  • El temor se apoder de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo. Y lo que se deca de l, se propag por toda Judea

    y por toda la regin circunvecina.

    7, 16-17

  • Sus discpulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces l, llamando a dos de ellos, los envi a decir al Seor:

    Eres T el que ha de venir, o debemos esperar a otro?

    7, 18-19

  • Llegando donde l aquellos hombres, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a decirte:

    Eres T el que ha de venir o debemos esperar a otro?

    7, 20

  • En aquel momento cur a muchos de sus

    enfermedades y dolencias, y de malos espritus,

    y dio vista a muchos ciegos. Y les respondi:

    Id y contad a Juan l o que habis visto y odo:

    Los ciegos ven, los cojos andan,

    los leprosos quedan limpios, los sordos oyen,

    los muertos resucitan, se anuncia a los pobres

    la Buena Nueva; y dichoso aquel

    que no halle escndalo en M!

    7, 21-23

  • Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: Qu salisteis a ver en el desierto? Una caa agitada por el viento? Qu salisteis a ver, si no? Un hombre

    elegantemente vestido? No! Los que visten magnficamente y viven con molicie estn en los palacios. Entonces, qu salisteis a ver?

    Un profeta? S, os digo, y ms que un profeta...

    7, 24-26

  • ...Este es de quien est escrito: He aqu que envo mi mensajero delante de ti,

    que preparar por delante tu camino. Os digo: Entre los nacidos de mujer

    no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el ms pequeo

    en el Reino de Dios es mayor que l. Todo el pueblo que le escuch,

    incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios,

    hacindose bautizar con el bautismo de Juan...

    7, 27-29

  • ...Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de l, frustraron el plan de Dios sobre ellos. Con quin, pues, comparar

    a los hombres de esta generacin? Y a quin se parecen?

    Se parecen a los chiquillos que estn sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo:

    "Os hemos tocado la flauta, y no habis bailado, os hemos entonando endechas,

    y no habis llorado....

    7, 30-32

  • ...Porque ha venido Juan el Bautista, que no coma pan ni beba vino,

    y decs: Demonio tiene. Ha venido el Hijo del hombre,

    que come y bebe, y decs: Ah tenis un comiln y un borracho,

    amigo de publicanos y pecadores. Y la Sabidura se ha acreditado

    por todos sus hijos...

    7, 33-35

  • Un fariseo le rog que comiera con l, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Haba en la ciudad una mujer

    pecadora pblica, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llev un frasco de alabastro de perfume, y

    ponindose detrs, a los pies de l, comenz a llorar, y con sus lgrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se

    los secaba; besaba sus pies y los unga con el perfume.

    7, 36-38

  • Al verlo el fariseo que lo haba invitado,

    se deca para s:

    Si ste fuera profeta, sabra quin

    y qu clase de mujer es la que lo est tocando, pues es una pecadora.

    7, 39

  • Jess le respondi: Simn, tengo algo que decirte. El dijo: Di, maestro. Un acreedor tena dos deudores: uno deba quinientos

    denarios y el otro cincuenta. Como no tenan para pagarle, perdon a los dos. Quin de ellos le amar ms?

    Respondi Simn: Supongo que aquel a quien perdon ms. l le dijo: Has juzgado bien...

    7, 40-43

  • y volvindose hacia la mujer, dijo a Simn:

    Ves a esta mujer? Entr en tu casa y no me diste

    agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lgrimas, y los ha secado con sus cabellos.

    No me diste el beso. Ella, desde que entr,

    no ha dejado de besarme los pies.

    No ungiste mi cabeza con aceite.

    Ella ha ungido mis pies con perfume...

    7, 44-46

  • ...Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos

    pecados, porque ha mostrado mucho

    amor. A quien poco se le perdona,

    poco amor muestra.

    Y le dijo a ella:

    Tus pecados quedan perdonados.

    7, 47-48

  • Los comensales empezaron a decirse para s: Quin es ste que hasta perdona los pecados?

    Pero l dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

    7, 49-50

  • 8

  • Y sucedi a continuacin que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompaaban los Doce, y algunas mujeres que

    haban sido curadas de espritus malignos y enfermedades: Mara, llamada Magdalena, de la que haban salido siete

    demonios,Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras que les servan con sus bienes.

    8, 1-3

  • Habindose congregado mucha gente, y viniendo a l de todas las ciudades, dijo en parbola:

    8, 4

  • 8, 5

    Sali un sembrador a sembrar su simiente;...

  • ...y al sembrar, una parte cay a lo largo del camino, fue pisada,

    y las aves del cielo se la comieron; otra cay sobre piedra,

    y despus de brotar, se sec, por no tener humedad;

    otra cay en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron.

    Y otra cay en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado.

    Dicho esto, exclam: El que tenga odos para or, que oiga...

    8, 5-8

  • Le preguntaban sus discpulos qu significaba esta parbola, y l dijo:

    A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los dems slo en parbolas, para que viendo, no

    vean y, oyendo, no entiendan...

    8, 9-10

  • ...La parbola quiere decir esto:

    La simiente es la Palabra de Dios. Los de a lo largo del camino, son los que han odo; despus viene el diablo y se lleva de su

    corazn la Palabra, no sea que crean y se salven.

    Los de sobre piedra son los que, al or la Palabra, la reciben con alegra; pero stos no tienen raz; creen por algn tiempo, pero a la

    hora de la prueba desisten...

    8, 11-13

  • 8, 14-15

    ...Lo que cay entre los abrojos, son los que han odo,

    pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.

    Lo que en buena tierra, son los que, despus de haber odo,

    conservan la Palabra con corazn bueno y recto, y dan fruto con perseverancia...

  • ...Nadie enciende una lmpara y la cubre con una vasija,

    o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.

    Pues nada hay oculto que no quede manifiesto,

    y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.

    Mirad, pues, cmo os; porque al que tenga, se le dar; y al que no tenga,

    aun lo que crea tener se le quitar...

    8, 16-18

  • Se presentaron donde l su madre y sus hermanos, pero no podan llegar hasta l a causa de la gente. Le anunciaron:

    Tu madre y tus hermanos estn ah fuera y quieren verte. Pero l les respondi:

    Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.

    8, 19-21

  • Sucedi que cierto da subi a una barca con sus discpulos,

    y les dijo: Pasemos

    a la otra orilla del lago. Y se hicieron a la mar.

    Mientras ellos navegaban, se durmi.

    Se abati sobre el lago una borrasca;

    se inundaba la barca y estaban en peligro. Entonces,

    acercndose, le despertaron, diciendo:

    Maestro, Maestro, que perecemos!

    l, habindose despertado, increp al viento y al oleaje,

    que amainaron, y sobrevino la bonanza.

    8, 22-24

  • 8, 25

    Entonces les dijo:

    Dnde est vuestra fe?

    Ellos, llenos de temor, se decan entre s

    maravillados:

    Pues quin es ste, que impera a los vientos

    y al agua, y le obedecen?

  • Arribaron a la regin de los gerasenos, que est frente a Galilea. Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, posedo por los demonios, y que haca mucho tiempo que no

    llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros. Al ver a Jess, cay ante l, gritando con gran voz: Qu tengo yo

    contigo, Jess, Hijo de Dios Altsimo? Te suplico que no me atormentes.

    8, 26-28

  • Es que l haba mandado al espritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de l; le

    sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.

    Jess le pregunt: Cul es tu nombre? El contest: Legin

    porque haban entrado en l muchos demonios. Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.

    8, 29-31

  • Haba all una gran piara de puercos que pacan en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permiti.

    Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arroj al lago de lo alto del precipicio, y se ahog.

    Viendo los porqueros lo que haba pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.

    8, 32-34

  • Salieron, pues, a ver lo que haba ocurrido y, llegando donde Jess, encontraron al hombre del que haban salido los demonios, sentado,

    vestido y en su sano juicio, a los pies de Jess; y se llenaron de temor. Los que lo haban visto, les contaron cmo haba sido

    salvado el endemoniado. Entonces toda la gente del pas de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban

    posedos de gran temor. l, subiendo a la barca, regres.

    8, 35-37

  • El hombre de quien haban salido los demonios, le peda estar con l; pero le despidi, diciendo:

    Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo. Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jess haba hecho

    con l. Cuando regres Jess, le recibi la muchedumbre, pues todos le estaban esperando.

    8, 38-40

  • Y he aqu que lleg un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jess, le suplicaba entrara en su casa,porque tena una sola hija, de unos doce aos, que

    estaba murindose. Mientras iba, las gentes le ahogaban.

    8, 41-42

  • Entonces, una mujer que padeca flujo de sangre desde haca doce aos, y que no haba podido ser curada por nadie,

    se acerc por detrs y toc la orla de su manto, y al punto se le par el flujo de sangre.

    8, 43-46

  • Jess dijo: Quin me ha tocado? Como todos negasen, dijo Pedro: Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen.

    Pero Jess dijo: Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de m.

    8, 45-46

  • Vindose descubierta la mujer, se acerc temblorosa, y postrndose ante l, cont delante de todo el pueblo por qu

    razn le haba tocado, y cmo al punto haba sido curada. l le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.

    8, 47-48

  • Estaba todava hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: Tu hija est muerta. No molestes ya al Maestro.

    Jess, que lo oy, le dijo: No temas; solamente ten fe y se salvar...

    8, 49-50

  • Al llegar a la casa, no permiti entrar con l ms que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la nia.

    Todos la lloraban y se lamentaban, pero l dijo: No lloris, no ha muerto; est dormida.

    Y se burlaban de l, pues saban que estaba muerta.

    8, 51-53

  • El, tomndola de la mano, dijo en voz alta: Nia, levntate.

    Retorn el espritu a ella, y al punto se levant; y l mand que le dieran a ella de comer.

    8, 54-55

  • Sus padres quedaron estupefactos, y l les orden que a nadie dijeran lo que haba pasado.

    8, 56

  • 9

  • Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envi a proclamar el

    Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No tomis nada para el camino, ni bastn, ni alforja, ni pan,

    ni plata; ni tengis dos tnicas cada uno...

    9, 1-3

  • ...Cuando entris en una casa, quedaos en ella hasta que os marchis de all.

    En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos...

    9, 4-5

  • Saliendo, pues, recorran los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

    9, 6

  • Se enter el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decan que Juan haba resucitado de entre los muertos; otros, que Elas se haba aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas haba resucitado. Herodes dijo: A Juan, le decapit yo. Quin es, pues, ste de quien oigo tales cosas?

    Y buscaba verle.

    9, 7-9

  • Cuando los apstoles regresaron, le contaron cuanto haban hecho. Y l, tomndolos consigo, se retir aparte, hacia una ciudad

    llamada Bestsaida. Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y l, acogindolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los

    que tenan necesidad de ser curados.

    9. 10-11

    JerusalnBeln

    NazaretGalilea

    JudeaMed

    iterr

    neo

    Betsa ida

  • Pero el da haba comenzado a declinar, y acercndose los Doce, le dijeron: Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aqu estamos

    en un lugar deshabitado.

    9, 12

  • l les dijo: Dadles vosotros de comer. Pero ellos respondieron: No tenemos ms que cinco panes y

    dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente. Pues haba como 5.000 hombres.

    l dijo a sus discpulos: Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.

    9, 13-14

  • Lo hicieron as, e hicieron acomodarse a todos. Tom entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo,

    pronunci sobre ellos la bendicin y los parti, y los iba dando a los discpulos para que los fueran sirviendo a la gente.

    Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les haban sobrado: doce canastos.

    9, 15-17

  • Y sucedi que mientras l estaba orando a solas,

    se hallaban con l los discpulos

    y l les pregunt:

    Quin dice la gente que soy yo?

    Ellos respondieron:

    Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elas;

    otros, que un profeta de los antiguos

    haba resucitado.

    9, 18-19

  • Les dijo:

    Y vosotros, quin decs que soy Yo?

    Pedro le contest:

    El Cristo de Dios. Pero les mand enrgicamente

    que no dijeran esto a nadie.

    9, 20-21

  • Dijo: El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los

    ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,

    9, 22

    ser matado y resucitar al tercer da.

  • Deca a todos: Si alguno quiere venir en pos de M,

    niguese a s mismo, tome su cruz cada da, y sgame.

    Porque quien quiera salvar su vida, la perder;

    pero quien pierda su vida por M, se la salvar.

    Pues, de qu le sirve al hombre haber ganado el mundo entero,

    si l mismo se pierde o se arruina?...

    9, 23-25

  • ...Porque quien se avergence de M y de mis palabras,

    de se se avergonzar el Hijo del hombre,

    cuando venga en su gloria, en la de su Padre

    y en la de los santos ngeles. Pues de verdad os digo

    que hay algunos, entre los aqu presentes,

    que no gustarn la muerte hasta que vean el Reino de Dios.

    9, 26-27

  • Sucedi que unos ocho das despus de estas palabras, tom consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subi al monte a orar.

    9, 28

  • Y sucedi que, mientras oraba, el aspecto de su rostro

    se mud, y sus vestidos eran de una

    blancura fulgurante, y he aqu que conversaban

    con l dos hombres, que eran Moiss y Elas;

    los cuales aparecan en gloria, y hablaban de su partida,

    que iba a cumplir en Jerusaln.

    9, 29-30

  • Pedro y sus compaeros estaban cargados de sueo,

    pero permanecan despiertos, y vieron su gloria

    y a los dos hombres que estaban con l.

    Y sucedi que, al separarse ellos de l,

    dijo Pedro a Jess:

    Maestro, bueno es estarnos aqu.

    Vamos a hacer tres tiendas, una para Ti,

    otra para Moiss y otra para Elas,

    sin saber lo que deca.

    9, 32-33

  • Estaba diciendo estas cosas cuando se form una nube y los cubri con su sombra; y al entrar en la nube,

    se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que deca: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.

    Y cuando la voz hubo sonado, se encontr Jess solo. Ellos callaron y, por aquellos das,

    no dijeron a nadie nada de lo que haban visto.

    9, 34-36

  • Sucedi que al da siguiente, cuando bajaron del monte, le sali al encuentro mucha gente. En esto, un hombre de entre la gente

    empez a gritar: Maestro, te suplico que mires a mi hijo, porque es el nico que tengo, y he aqu que un espritu se apodera de l

    y de pronto empieza a dar gritos, le hace retorcerse echando espuma, y difcilmente se aparta de l, dejndole quebrantado.

    He pedido a tus discpulos que lo expulsaran, pero no han podido.

    9, 37-40

  • Respondi Jess:

    Oh generacin incrdula y perversa!

    Hasta cundo estar con vosotros y habr de soportaros?

    Trae ac a tu hijo!

    Cuando se acercaba, el demonio le arroj por tierra

    y le agit violentamente; pero Jess increp al espritu inmundo,

    cur al nio y lo devolvi a su padre;

    y todos quedaron atnitos ante la grandeza de Dios.

    9, 41-43

  • Estando todos maravillados por todas las cosas que haca, dijo a sus discpulos:

    Poned en vuestros odos estas palabras: -el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.-

    Pero ellos no entendan lo que les deca; les estaba velado de modo que no lo comprendan y teman preguntarle acerca de este asunto.

    9, 43-45

  • Se suscit una discusin entre ellos sobre quin de ellos sera el mayor. Conociendo Jess lo que pensaban en su corazn,

    tom a un nio, lo puso a su lado, y les dijo: El que reciba a este nio en mi nombre, a m me recibe;

    y el que me reciba a m, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el ms pequeo de entre vosotros, se es mayor.

    9, 46-48

  • Tomando Juan la palabra, dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedrselo,

    porque no viene con nosotros. Pero Jess le dijo: No se lo impidis, pues el que no est contra vosotros,

    est por vosotros.

    9, 49-50

  • Sucedi que como se iban cumpliendo los das de su asuncin, l se afirm en su voluntad de ir a Jerusaln, y envi mensajeros delante de s, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos

    para prepararle posada; pero no le recibieron porque tena intencin de ir a Jerusaln.

    9, 51-53

  • Al verlo sus discpulos Santiago y Juan, dijeron: Seor, quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?

    Pero volvindose, les reprendi; y se fueron a otro pueblo.

    9, 54-56

  • Mientras iban caminando, uno le dijo:

    Te seguir adondequiera que vayas.

    Jess le dijo:

    Las zorras tienen guaridas,

    y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre

    no tiene donde reclinar la cabeza.

    9, 57-58

  • A otro dijo:

    Sgueme.

    El respondi:

    Djame ir primero a enterrar

    a mi padre.

    Le respondi:

    Deja que los muertos entierren

    a sus muertos; t vete a anunciar el Reino de Dios.

    9, 59-60

  • Tambin otro le dijo:

    Te seguir, Seor; pero djame antes

    despedirme de los de mi casa.

    Le dijo Jess:

    Nadie que pone la mano

    en el arado y mira hacia atrs

    es apto para el Reino de Dios.

    9, 61-62

  • 10

  • Despus de esto, design el Seor a otros 72, y los envi de dos en dos delante de s,

    a todas las ciudades y sitios a donde l haba de ir.

    10, 1

  • Y les dijo:

    La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueo de la mies

    que enve obreros a su mies. Id; mirad que os envo

    como corderos en medio de lobos. No llevis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludis a nadie en el camino...

    10, 2-4

  • ...En la casa en que entris, decid primero: "Paz a esta casa.

    Y si hubiere all un hijo de paz, vuestra paz reposar sobre l; si no, se volver a vosotros.

    Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan,

    porque el obrero merece su salario. No vayis de casa en casa...

    10, 5-7

  • ...En la ciudad en que entris y os reciban, comed lo que os pongan;

    curad los enfermos que haya en ella, y decidles: