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Estudios literarios

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  • La crtica y los estudios literarios en el Uruguay de la dictadura (1973-1984)Author(s): Jorge RuffinelliSource: Hispamrica, Ao 19, No. 56/57 (Aug. - Dec., 1990), pp. 21-29Published by: Saul SosnowskiStable URL: http://www.jstor.org/stable/20539502 .Accessed: 24/07/2014 13:22

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  • La cr?tica y los estudios literarios en el Uruguay de la dictadura (1973-1984)

    JORGE RUFFINELLI

    I. Las armas y (o versus) las letras

    Referirse a la cr?tica literaria, o a la organizaci?n y la realizaci?n de los estudios literarios en el Uruguay del "Proceso", supone establecer un corte, a conciencia de que se trata de un perfil limitado y en ?ltima ins tancia de importancia menor, en el total de las vicisitudes padecidas por los uruguayos en su experiencia de la dictadura. Al mismo tiempo, nos sentimos precisados a insertar continuamente ese recorte en la totalidad, sin la cual no se comprender?a.

    La dictadura militar ?que comenz? con un golpe de estado c?vico militar en 1973, pas? al militarismo absoluto, intent? sobrevivirse a s? misma, pero acab? entregando el poder pol?tico a los antiguos sectores civiles en 1985, despu?s de un plebiscito nacional de repudio a la institu cionalizaci?n del poder militar?, no se desarroll? como bloque hist?rico compacto y homog?neo, sino que tuvo etapas duras y blandas en la represi?n, influencias variadas de y sobre diferentes sectores de las fuer zas armadas, e incluso la fortuna pol?tica de un "boom" econ?mico, pero lo importante a se?alar es que en ning?n momento esa dictadura logr? producir una base social que la legitimase, m?s all? de m?nimos sec tores colaboracionistas entre los conservadores. En una sociedad predo

    minantemente conservadora como la uruguaya, este fracaso fue incluso m?s estimulante para los sectores liberales y progresistas, que calibraron como un triunfo el resultado de la consulta popular (la ?nica realizada durante el r?gimen de fuerza) mediatizada despu?s de las elecciones por la verdadera naturaleza pol?tica de una "democracia tutelada".

    En t?rminos generales, durante la dictadura la cultura uruguaya sufri? la represi?n directa, la represi?n indirecta, la auto-represi?n y el vac?o de est?mulos, el abandono. La ca?da brusca de la producci?n cultural (libros, teatro, m?sica, artes pl?sticas) m?s la r?gida censura im puesta sobre los medios de comunicaci?n y sobre la Ense?anza Media y

    Montevideo, 1943. Ha publicado, entre otros: Palabras en orden, Jos? Revueltas, El otro M?xico, Cr?tica en marcha, El lugar de Rulfo, Literatura e ideolog?a: El primer Mariano Azuela, Poes?a y descolonizaci?n, La escritura invisible. Dirige Nuevo texto cr?tico y se des

    empe?a como profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Stanford.

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  • 22 LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN EL URUGUAY

    la Universidad militarizadas, se dej? sentir, provoc? el ?xodo masivo de t?cnicos e intelectuales, y cre? lo que fue denominado "vac?o cultural".

    Dice Graciela Mantaras Loedel (quien vivi? en Uruguay durante todo este per?odo): "Hasta fines del 79 y comienzos del 80, la ?nica resistencia posible fue sobrevivir ?o

  • JORGE RUFFINELLI 23

    periodismo donde Alberto Zum Felde inici? su extraordinara carrera de "cr?tico militante" (t?rminos que caracterizan su constancia y disciplina cr?ticas) y que en la d?cada que va de 1919 a 1929 haya escrito y publicado en peri?dicos m?s de setecientos art?culos que finalmente fueron la base de sus libros; ejemplos parecidos fueron los de Emir

    Rodr?guez Monegal y Angel Rama, dos y tres d?cadas m?s tarde. En este sentido, es f?cil comprender que la cr?tica literaria cay?

    v?ctima de la represi?n y la censura al mismo tiempo que el periodismo independiente. A su vez, la Universidad, que a?n siendo estatal,

    manten?a independencia pol?tica y era precisamente uno de los reductos m?s combativos de la libertad de expresi?n, fue castigada durante la dic tadura, y, por ejemplo, la Facultad de Humanidades permaneci? cerrada durante meses, mientras carreras como sociolog?a desaparecieron del curriculum y todos los estudios y libros relacionados con el marxismo fueron prohibidos convirti?ndose en materiales de alto riesgo durante allanamientos y c?teos domiciliarios de la polic?a y el ej?rcito.

    En relaci?n con la literatura, es interesante reconocer dos fen?menos separables: lo que estaba sucediendo con la poes?a y lo que estaba sucediendo con la narrativa. A comienzos de la d?cada del 70, la crisis editorial era ya grave, y hab?a disminuido radicalmente el llamado "boom" del libro nacional de cinco a?os antes. En este panorama, sin

    embargo, los libros de poes?a, que obviamente son, han sido y seguir?n siendo los de menor recuperaci?n econ?mica, aumentaron de manera

    asombrosa. La poes?a fue el g?nero predominante durante la dictadura, pero como se ha observado en algunos estudios,3 el pa?s y los problemas nacionales desaparecieron como referentes. A su vez, en narrativa co

    menz? a ocurrir el siguiente fen?meno: entre 1973 y 1984 se publicaron escasas novelas y libros de cuentos, con una proporci?n escindida: en

    alg?n momento aparecieron casi la misma cantidad de libros uruguayos de narrativa fuera y dentro del pa?s. Esta proporci?n fue muy significativa como s?ntoma de una tremenda escisi?n cultural. Se abrieron dos bloques: la cultura que permaneci? entre fronteras y la que busc? el exilio, y entre las dos no hubo comunicaci?n, di?logo, retro alimentaci?n. Sin embargo, en los a?os de la re-democratizaci?n, la tendencia se invirti?, y durante cuatro a?os (1984-1988) se edit? en

    Uruguay casi el doble de lo que se hab?a publicado en doce a?os de dicta dura, sumando ediciones nacionales y extranjeras. Esta normalizaci?n

    Roff?, comp., Espejo de escritores, Hanover, NH, Ediciones del Norte, 1985, p. 211. 3. Mabel Morana, Memorias de la generaci?n fantasma, Montevideo, Monte Sexto, 1988, p. 17 y ss.

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  • 24 LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN EL URUGUAY

    fue indicio de que los escritores uruguayos comenzaban a satisfacer sus necesidades psicol?gicas, ling??sticas y pol?ticas de encontrar a sus lecto res naturales.

    ?Qu? hab?a estado sucediendo, en lo especifico, dentro de la cr?tica literaria, durante la dictadura? Hacia 1983, Wilfredo Penco, un joven cr?tico e investigador literario, se?alaba en una entrevista la relaci?n muy directa que existe entre cr?tica y situaci?n social: "Si aceptamos que la cr?tica de literatura es un g?nero literario propio (...), tal vez coincidamos en que es el g?nero que depende m?s directamente del medio a que pertenece, y en consecuencia padece y se beneficia m?s que ning?n otro de los altibajos del proceso social en que se inscribe".4 En la misma en trevista, cuando le piden caracterizar a la cr?tica bajo la dictadura, la juzga con severidad: "Hay confusi?n, falta de rigor en algunos casos, asimilaci?n mec?nica, de segunda mano y con atraso, de disciplinas adyacentes a la cr?tica, y de manera principal, la mayor?a de los que la

    ejercen parecen encerrados en su propio trabajo sin atender al de los dem?s como si hubi?ramos perdido la saludable costumbre de discutir

    p?blicamente temas que nos son comunes". Este aislamiento, esta ausencia de di?logo (y de discusi?n) fue uno

    de los rasgos del "vac?o cultural". Por eso es siguificativo se?alar uno de los proyectos cr?ticos que, aunque aparecido en 1987, durante la re democratizaci?n, fue en parte realizado durante el ?ltimo per?odo de la dictadura. Me refiero al Diccionario de Literatura Uruguaya, dirigido por Alberto Oreggioni y coordinado por Wilfredo Penco. Este ?ltimo se?ala, en la introducci?n, que dicho proyecto colectivo se hab?a iniciado a comienzos de los setenta, y en ?l participaron en etapas distintas, Angel Rama, Mario Benedetti, Jos? Pedro D?az. "Hubo autores de fichas que debieron exiliarse, otros padecieron c?rcel y el mismo destino tuvieron otros tantos escritores objeto de las rese?as del Diccionarios."5 Lo inte resante es que, al publicarse en 1987, son 52 los autores del diccionario, una de las empresas m?s importantes que al nivel de la historia y la cr?tica de la literatura se han llevado a cabo en las ?ltimas d?cadas.6

    Junto a esfuerzos ?mprobos como el se?alado, hay que destacar

    4. Alejandro Paternain, "El testimonio de las letras", fasc?culo de la colecci?n 1958-1983: El Uruguay de nuestro tiempo, Montevideo, CLAEH, 1983, p. 165. 5. Wilfredo Penco, "Pr?logo" a Diccionario de escritores uruguayos, Montevideo, Arca,

    Tomo I, 1987, p. 9. 6. En 1986, Walter Re?a publica su propio Diccionario de escritores uruguayos (Monte video, Ediciones de la Plaza), ejercicio de arbitrariedad selectiva (omisiones patentes), in competencia (abundantes citas de juicios ajenos sin dar los propios), vanidad (redacta su propia ficha, una de las m?s extensas del volumen, y ciertamente mayor que la correspon diente a Rama o a Real de A?a).

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    asimismo una labor cr?tica indirecta de las editoriales (como Banda Oriental y Arca) que padecieron pero tambi?n sobrevivieron a la dictadu ra, y que en la medida de sus posibilidades, intentaron presentar con cuidado editorial y cr?tico sus libros; de este modo, todo recuento de la cr?tica literaria del per?odo deber? tomar en consideraci?n los pr?logos a las ediciones de Banda Oriental, o la colecci?n Figuras de biograf?as/an tolog?as de cl?sicos uruguayos que edit? Arca: Florencio S?nchez por Jorge Pignataro, Eduardo Acevedo D?az por Alejandro Paternain, Juana de Ibarbourou por Jorge Arbeleche, Javier de Viana por Juan Justino Da Rosa, etc.

    En cuanto a las revistas, las anteriores a la dictadura pr?cticamente desaparecieron, con la excepci?n de Maldoror, vinculada a los estudios de la literatura francesa y en alg?n momento promovida y respaldada por la Embajada de Francia en Uruguay. Otras revistas literarias apare cieron en el horizonte cultural, y aunque su existencia haya sido por lo general ef?mera (se dice que triunfa ?aunque sea triunfo p?rrico? toda revista que supere el n?mero inicial), su participaci?n fue el ?ndice de una serie de intereses que lejos de estar muertos, esperaban las condiciones necesarias para manifestarse. Algunos t?tulos: Trova, Cuadernos de Granaldea, Garcin, Foro Literario, Destabanda, La Plaza. En el per?odo de la re-democratizaci?n, Tranv?as y buzones y La oreja cortada se destacaron como las m?s removedoras, entre otras como Cr?tica, y Carta cultural del Partido Comunista. Como se?al? antes, a comienzos de los ochenta una serie de semanarios irrumpi? destacadamente, entre ellos Jaque, que hacia 1985 public? varias importantes Separatas dedicadas a revisar la obra de Mario Arregui, Pedro Figari, Angel Rama, etc. Tal vez esta leg?tima proliferaci?n no hizo m?s que dar existencia ef?mera, peri?dica, a una cr?tica literaria que ansiaba el di?logo hasta entonces ausente. Que hab?a llegado la hora de hacer un recuento, una suma, lo vemos en el Diccionario ya citado, pero tambi?n en una reciente Gu?a de

    Revistas Culturales Uruguayas 1895-1985 (1989) de Mario Barit? y Mar?a Gladys Ceretta, trabajo doblemente admirable si recordamos que a la ?mproba tarea de hacer un listado y una descripci?n de las revistas en un

    pa?s donde ni su Biblioteca Nacional posee colecciones completas, se a?ade la carencia de modernos medios computacionales o de las becas que por otro lado tanto abundan en las Universidades norteamericanas para trabajos de esta ?ndole.

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  • 26 LOS ESTUDIOS LITERARIOS EN EL URUGUAY

    IL Volver a empezar

    Ya he pasado, pues, de establecer un contexto y referirme a la cultura nacional en general y a la cr?tica en particular, a individualizar los

    trabajos, los proyectos, las realizaciones, como un aporte a esa cartogr af?a de la cultura en exilio y bajo dictadura, que a?n est? por hacerse. De la cr?tica uruguaya en el exilio, lo m?s interesante a se?alar ha sido la per sistencia de dos fen?menos leg?timos y comprensibles: uno, el que

    muchos de quienes vivimos parte o todos esos doce a?os fuera, dedic?ra mos, al margen de la solidaridad y la denuncia, a un esfuerzo acad?mico vinculado las m?s de las veces a los pa?ses que nos hospedaban, o ampli? ramos los intereses a la literatura latinoamericana; el otro fen?meno fue el inter?s por profundizar en el estudio de los autores nacionales, y publicar estos trabajos fuera del pa?s, contribuyendo a su difusi?n inter nacional. As? como Angel Rama trabaj? sobre Gar mendia y Garc?a M?r quez, luego sobre la literatura colonial, Rodr?guez Monegal se dedic? a

    Borges, Hugo Verani a las Vanguardias, Javier Garc?a M?ndez a Garc?a M?rquez, Mar?a Rosa Olivera Williams a la poes?a gauchesca, Roc?o Ant?nez y Roberto Echavarren a Felisberto Hern?ndez, Hugo Achugar a Jos? Donoso, Mabel Morana al discurso ideol?gico nacionalista hispanoamericano, yo mismo a Azuela, a Rulfo y a Revueltas. Me estoy refiriendo a libros, a temas de libros, porque obviamente cada uno de nosotros abarc? una tem?tica considerablemente m?s amplia y diversa en

    ensayos y art?culos.

    M?s importante que esta zona de la cartograf?a es ahora reconocer

    qu? estaba sucediendo dentro del pa?s, dentro de esa pr?ctica cr?tica

    hostigada y acallada de maneras directas (la censura) o indirectas (el deterioro econ?mico, los enormes atrasos bibliogr?ficos de la Universi dad y la Biblioteca Nacional). Dentro del pa?s, entonces, creo que la ob servaci?n de Penco es muy cierta: quienes a?n conservaban energ?as, tra

    bajaban solos o aislados, cuando lo hac?an, y en perfecto silencio, sin en tablar ning?n di?logo intelectual.

    Sin duda el signo mayor del silencio cultural ominoso fue la muerte de Carlos Real de Az?a en 1977: ni un solo obituario, salvo la noticia

    mortuoria, apareci? en los peri?dicos; a su entierro s?lo acudieron unas

    poqu?simas personas. La muerte de uno de los intelectuales m?s impor tantes del pa?s, en plena madurez intelectual, intacta su inteligencia y su

    integridad c?vico-moral, signa este per?odo siniestro y se constituye en el emblema del vac?o cultural.

    De tal modo, la cr?tica literaria no fructific? en el per?odo dictato rial, s?lo encontramos un renacimiento a partir del plebiscito del "No",

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    con lo que este plebiscito motiv?: una creciente libertad de expresi?n. Reitero que s?lo durante el ?ltimo trecho de la dictadura, el que va de 1980 a 1984, encontramos una apertura cultural, la proliferaci?n de semanarios, el rebrote de la actividad editorial y una atenci?n mayor a la cr?tica.

    En este sentido, Real de Az?a vuelve a ser el signo, ya que su obra comienza a ser recopilada y editada, y su figura y sus ideas evaluadas con seriedad, durante la re-democratizaci?n. En este contexto, se sit?an la docena de trabajos realizados para el Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay y publicados con el t?tulo Vigencia de Carlos Real de Az?a (1987); el excelente libro Carlos Real de Az?a de cerca y de lejos (1987) de Rub?n Cotelo, as? como los propios Escritos de Real de Az?a publicados por Arca (1987) con un extenso estudio preliminar de Tulio Halper?n Donghi.

    En lo que se refiere a la cr?tica literaria propiamente dicha, la tr?ada ya fundamental de la literatura uruguaya antes de la dictadura de 1973

    ?Juan Carlos Onetti, Felisberto Hern?ndez y Francisco Espin?la ? fue recuperada y analizada en diversos libros: Onetti, gracias a Jos? Pedro

    D?az, quien le dedica a ?l y a Felisberto un libro titulado El espectculo imaginario, cuyo segundo tomo singulariza s?lo a Onetti: El espect?culo imaginario, II, y a Beatriz Bay ce, cuyo libro Mito y sue?o en la narrativa

    de Onetti (1987) intenta una lectura diferente de Onetti, acompasada con diversas nuevas dimensiones del pensamiento te?rico europeo. Pero m?s que a Onetti (quien ha sido, sin duda, de los tres, el m?s estudiado dentro y fuera del pa?s), el fen?meno es la recuperaci?n de Francisco Espin?la. Espin?la fue y es uno de esos escritores entra?ablemente le?dos dentro de fronteras y empecinadamente desconocidos fuera de ellas. Nacido en

    1901, autor, en particular, de la novela Sombras sobre la tierra (1933), y de una veintena de cuentos recogidos al fin en un delgado libro titulado sencillamente Cuentos, Espin?la muri? el mismo d?a que Bordaberry disolvi? el parlamento con un golpe de estado. Afiliado al Partido Co

    munista, Espin?la era una criatura singular, ya que a sus preocupaciones sociales y pol?ticas un?a una profunda y aut?ntica compasi?n humana de

    tipo cristiano, muy enraizada, evidente en su literatura. En 1984 apareci? la edici?n de su libro legendario, Don Juan el Zorro

    ? y digo legendario

    porque si en vida Espin?la lo anunci? durante d?cadas, a?n demor? once a?os para ser publicado (tal vez como respeto a un escritor que aborrec?a las dictaduras y no hubiera querido que su libro se publicara bajo condi ciones ominosas). Como sea, lo interesante es que aparecen tres libros sobre Espin?la: uno es un estudio psicoanal?tico de Daniel Gil sobre un cuento corto de Espin?la, titulado "Las ratas": su libro se titula, a su

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    vez, Un recuerdo de infancia de Paco Espin?la: Las ratas (1986); otros dos libros son: La narrativa de Francisco Espin?la (1987) de Silvia Sclavo, y Francisco Espin?la. ?poca, vida y obra (1988) de Graciela

    Mantaras. En cuanto a Felisberto Hern?ndez, en 1975 Norah Giraldi dio a conocer su Felisberto Hern?ndez: del creador al hombre y en 1979 Aldo

    C?nepa su Felisberto Hern?ndez; en 1982 Ra?l Blengio Brito publica Felisberto Hern?ndez, el hombre y el narrador, el mismo a?o Walter Re?a re?ne ensayos escritos por Elisa Rey, ?talo Calvino, Julio Cort?zar, Claude Fell, Juan Jos? Saer, Juan Carlos Onetti, etc., en un volumen titulado Felisberto Hern?ndez. Valoraci?n cr?tica, y en 1983 aparece un

    libro de Ricardo Pallares y Reina Reyes, preguntando desde el t?tulo, ?Otro Felisberto?

    En ausencia de una Universidad soberana y de una organizaci?n de la educaci?n superior libre de coerciones pol?ticas, los estudios literarios acad?micos resintieron la atm?sfera enrarecida. Es destacable, sin em

    bargo, el esfuerzo como cr?tico y como profesora, de Lisa Block de

    Behar, quien public? (en M?xico) su libro Una ret?rica del silencio (1984) y en Uruguay, en 1987, Diseminario. La deconstucci?n, otro descubri

    miento de Am?rica, con trabajos de la escuela de Yale, Derrida, Hart man, Hillis Miller, y de los latinoamericanos Haroldo de Campos y Rod

    r?guez Monegal. Tambi?n a Block se le deben, algunos n?meros de la revista Maldoror dedicados a la teor?a de la recepci?n, a Genette y a la desconstrucci?n.

    En el per?odo de la dictadura, fueron muchos los profesores/profe soras de la ense?anza secundaria y de la Universidad desplazados de sus

    puestos; los cuadros docentes se recompusieron para dar cabida a elementos del ej?rcito o vinculados a ?l. No es ?sta la oportunidad de analizar esta situaci?n; s?lo quiero se?alar que as? como hubo un silencio y un vac?o culturales, ante todo en los primeros diez a?os de la dictadura, vac?o que algunos han querido entender como resistencia cultural, tam bi?n hubo quienes colaboraron en funciones p?blicas con el r?gimen. Ar turo Sergio Visca fue director de la Biblioteca Nacional y all? public? sus libros de ensayos; tambi?n reedit? su Antolog?a del cuento uruguayo, de la cual extirp? a Mario Benedetti, autor que no gozaba, obviamente, del favor de la dictadura; Sarah Bollo volvi? a la Universidad (de donde hab?a sido separada por incompetencia varios a?os antes) y con el sello universitario hizo reeditar en 1976 su mediocre y venenosa historia de la Literatura uruguaya.

    No quisiera concluir con estos ejemplos nombrados; mejor, dir? que en el per?odo de la re-democratizaci?n, a punto de concluir un primer ciclo de gobierno civil, la cultura literaria uruguaya ha venido recompo

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    ni?ndose, con los obst?culos propios de una situaci?n econ?mica grave y de una herida social que demorar? en cerrarse. El espacio cr?tico es a?n

    peque?o, escu?lido, pero reaparecen las p?ginas culturales en los peri?dicos; nuevas generaciones de estudiantes se forman en las aulas de la Facultad de Humanidades; las editoriales ampl?an la atenci?n hacia la cr?tica (ellas mismas est?n dirigidas por cr?ticos literarios); se trata de ponerse al d?a con los nuevos discursos cr?ticos de estas ?ltimas dos d?cadas en Europa y Estados Unidos; comienzan a vislumbrarse nuevos

    cr?ticos, nuevos puntos de vista que generan pol?micas, "cartas de lecto res", discusiones p?blicas, es decir, todo ese entramado de di?logo y par ticipaci?n, de resonancia, sin el cual la cr?tica no puede vivir ni prevale cer.

    Studies in Latin American

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    Article Contentsp. [21]p. 22p. 23p. 24p. 25p. 26p. 27p. 28p. 29

    Issue Table of ContentsHispamrica, Ao 19, No. 56/57 (Aug. - Dec., 1990), pp. 1-222Front MatterAptitud humorstica en "Poemas humanos" [pp. 3-10]Estado actual de los estudios literarios: El caso argentino [pp. 11-19]La crtica y los estudios literarios en el Uruguay de la dictadura (1973-1984) [pp. 21-29]El estado actual de los estudios literarios en Chile: Acercamiento preliminar [pp. 31-45]El estado actual de los estudios literarios en Brasil [pp. 47-56]Recuperaciones'Apuntes porteos' de Ral Scalabrini Ortiz [pp. 57-62]Apuntes porteos [pp. 63-77]

    EntrevistaNicanor Parra [pp. 79-105]

    TestimonioVirgilio Piera, cuentista [pp. 107-113]

    TallerMotivaciones [pp. 115-120]

    PoesaHuayno zapateado de Chepn a Santiago de Chuco [p. 121-121]Vals [p. 122-122]Vals criollo [pp. 122-123]Fuga [p. 123-123]Itinerario [pp. 123-124]El turbio mar de su dilema [p. 125-125]Nada ms [p. 126-126]La silla [pp. 126-127]Pausa [p. 127-127]Novedades [p. 128-128]Cartas I [pp. 129-130]Cartas II [pp. 130-131]Cartas IV [p. 131-131]Cartas XVI [p. 132-132]Costumbres del prncipe [p. 133-133]Epica cotidiana [p. 134-134]

    FiccinTiempo y contratiempo [pp. 135-146]En otra [pp. 147-154]

    Comentario a una imagen de "Oda a Julin del Casal" de Jos Lezama Lima [pp. 155-163]Ciudad y escritura: La Ciudad de Mxico en las 'Cartas de relacin' [pp. 165-174]Oralidad y escritura en la crnica de P. Cieza de Len [pp. 175-185]ReseasReview: untitled [pp. 187-188]Review: untitled [pp. 188-189]Review: untitled [pp. 189-193]Review: untitled [pp. 193-198]Review: untitled [pp. 198-200]Review: untitled [pp. 201-202]Review: untitled [pp. 202-205]Review: untitled [pp. 206-209]Review: untitled [pp. 209-213]Review: untitled [pp. 213-215]Review: untitled [pp. 215-217]Review: untitled [pp. 217-219]

    Hemos Recibido [pp. 221-222]Back Matter