espritualidad de la comunion

1
ESPIRITUALIDAD DE LA COMUNION “Sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por lo tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” “La capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios” Por eso “todos se preocupan los unos de los otros” (1 Cor 12, 25). Nadie sobra ni estorba. A nadie se le excluye. Todos importan. A todos se les integra. Hay una tentación que insidia siempre todo camino espiritual y la acción pastoral misma: pensar que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer y programar. Ciertamente, Dios nos pide una colaboración real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en nuestro servicio a la causa del reino. Pero no se ha de olvidar que, sin Cristo, “no podemos hacer nada”. (cfr. Jn 15,5)” (Juan Pablo II, op. cit., Nº 38) “El ser humano está creado de tal manera que sólo puede hallar su plenitud en la entrega a un tú personal. El hombre se plenifica en la entrega a un tú personal”. (Jornada de octubre de 1946, pág. 152) P. José Kentenich.

Upload: adrian-lachner

Post on 23-Mar-2016

227 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

La verdadera union de toda la familia es más allá que una bonita amistad, un sentido de fraternidad, es una verdadera comunión.

TRANSCRIPT

ESPIRITUALIDAD DE LA COMUNION“Sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por lo tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad”

“La capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios”

Por eso “todos se preocupan los unos de los otros” (1 Cor 12, 25). Nadie sobra ni estorba. A nadie se le excluye. Todos importan. A todos se les integra.

Hay una tentación que insidia siempre todo camino espiritual y la acción pastoral misma: pensar que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer y programar. Ciertamente, Dios nos pide una colaboración real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en nuestro servicio a la causa del reino. Pero no se ha de olvidar que, sin Cristo, “no podemos hacer nada”. (cfr. Jn 15,5)” (Juan Pablo II, op. cit., Nº 38)

“El ser humano está creado de tal manera que sólo

puede hallar su plenitud en la

entrega a un tú personal. El

hombre se plenifica en la

entrega a un tú personal”.

(Jornada de octubre de 1946,

pág. 152) P. José Kentenich.