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De sobremesa, novela desconocida del Modernismo * EL descuido con que se suele encarar la contribuición del modernismo a la prosa hispánica se ha hecho tradicional. Ese lastre negativo ha impedido hasta hoy que contemos, para el estudio del modernismo en la prosa, con libros pares a los que analizan la poesía durante el mismo movimiento. No se ha publicado hasta nuestros días una obra de conjun- to sobre la novela o el cuento modernistas, o siquiera una aproximación orgánica a la suma de la prosa escrita entre 188o y 1910 bajo las di- recciones del aludido ismo. Es frecuente, pues, que críticos e historia. dores pasen por alto, disminuyan o desfiguren -la cercanía con la ca- ricatura resulta evidente- la significación que alcanzó en el mundo hispánico el cultivo de la prosa artística y la proyección de tal prosa cuan- do se puso al servicio del cuento y de la novela esteticistas. Las inves- tigaciones con que contamos, algunas de tan subidas calidades como la de Amado Alonso sobre La gloria de Don Ramiro, o la de Enrique An- derson Imbert acerca de Amistad funesta, representan calas parciales y unitarias en rico conjunto que espera exploraciones más amplias y com- prensivas.' Repetiremos -hay que hacerlo- que la renovación modernista se ejerce, desde Hispanoamérica, primeramente en el terreno de la pro- * Trabajo leído en la Sección Hispanoamericana, Midwest Modern Language Association, Illinois State University, reunida en Bloomington, Illinois. 1 Amado Alonso, Ensayo sobre la novela histórica. El modernismo en "La xIoria de Don Ramiro". Buenos Aires: Instituto de Filología, 1942; Enrique Ander- son Imbert, "La prosa poética de José Martí. A propósito de Amistad Junesta". Estudios sobre escritores de América. Buenos Aires: Editorial Raigal, 1954. pp. 125-165 Véase, asimismo, el trabajo de Alfredo A. Roggiano, "El modernismo y la novela en la América hispana". La novela iberoamericana. Memoria del quinto Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Edición a cargo de Arturo Torres-Rioseco. Alburquerque The University of New Mexico Press, 1952. pp. 25-45.

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De sobremesa, novela desconocida delModernismo *

EL descuido con que se suele encarar la contribuición del modernismoa la prosa hispánica se ha hecho tradicional. Ese lastre negativo ha

impedido hasta hoy que contemos, para el estudio del modernismo enla prosa, con libros pares a los que analizan la poesía durante el mismomovimiento. No se ha publicado hasta nuestros días una obra de conjun-to sobre la novela o el cuento modernistas, o siquiera una aproximaciónorgánica a la suma de la prosa escrita entre 188o y 1910 bajo las di-recciones del aludido ismo. Es frecuente, pues, que críticos e historia.dores pasen por alto, disminuyan o desfiguren -la cercanía con la ca-ricatura resulta evidente- la significación que alcanzó en el mundohispánico el cultivo de la prosa artística y la proyección de tal prosa cuan-do se puso al servicio del cuento y de la novela esteticistas. Las inves-tigaciones con que contamos, algunas de tan subidas calidades como lade Amado Alonso sobre La gloria de Don Ramiro, o la de Enrique An-derson Imbert acerca de Amistad funesta, representan calas parciales yunitarias en rico conjunto que espera exploraciones más amplias y com-prensivas.'

Repetiremos -hay que hacerlo- que la renovación modernistase ejerce, desde Hispanoamérica, primeramente en el terreno de la pro-

* Trabajo leído en la Sección Hispanoamericana, Midwest Modern LanguageAssociation, Illinois State University, reunida en Bloomington, Illinois.

1 Amado Alonso, Ensayo sobre la novela histórica. El modernismo en "LaxIoria de Don Ramiro". Buenos Aires: Instituto de Filología, 1942; Enrique Ander-son Imbert, "La prosa poética de José Martí. A propósito de Amistad Junesta".Estudios sobre escritores de América. Buenos Aires: Editorial Raigal, 1954. pp.125-165 Véase, asimismo, el trabajo de Alfredo A. Roggiano, "El modernismo yla novela en la América hispana". La novela iberoamericana. Memoria del quintoCongreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Edición a cargode Arturo Torres-Rioseco. Alburquerque The University of New Mexico Press,1952. pp. 25-45.

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8REVISTA IBEROAMERICANA

sa, y cuando nada semejante es posible señalar en la Península.2 Martiy Gutiérrez Nájera3 concretan con originalidad ciertas búsquedas ini-ciadas por autores del xix, en quienes era lúcida la necesidad de uncambio en el orden expresivo. La evolución fundamental se moverá entredos polos distantes: de la ramplonería y lo in-significante, de la parálisisestética a la. écriture artiste, a la prosa de esfuerzo flaubertiano, tensa devoluntad artística e ímpetu original.

Desde el Romanticismo, la prosa habia empezado a valorarse deotro modo, se la despoja de toda consideración peyorativa, y la fronteraartificiosa que la separa del verso desaparece para los poetas que a la vezson prosistas eximios. Escriben a la luz de una nueva verdad: la poesíapuede estar en la prosa o en el verso -versos hay que de poesía tienenmuy poco-, "maneras" diría Alfonso Reyes, sobre las que ella se depo-sita. Una modalidad antes desconocida, el poema en prosa, concreta estasnuevas posibilidades y demuestra con grado de evidencia que los poetasno dejan de serlo cuando abandonan el empleo de formas metrificadas.Notoria es la actitud orgullosa de estos escritores, los primeros en tomarconciencia firme de la aristocracia de su arte:

La llamada "literatura modernista" ---escribe Anderson Imbert-agrega, a los descubrimientos de la vida sentimental hechos por losrománticos, la conciencia casi profesional de qué es la literaturay cuál su última moda, el sentido de las formas de más prestigio,el esfuerzo aristocrático para sobrepujarse en una alta atmósferade cultura, la industria combinatoria de estilos diversos y la convic-ción de que eso era, en sí, un arte nuevo, el orgullo de pertenecera una generación hispanoamericana que por primera vez puedeespecializarse en el arte.4

Una vez que en Hispanoamérica se dieron las primeras batallas porun cambio radical en la prosa, hasta entonces mimética de adormecedores

2 Es sorprendente la afirmación de Ricardo Gullón sobre la simultaneidaddel "impulso renovador" en España e Hispanoamerérica; la cronología se encargade desdecirla. "Y lo esencial es, a mi juicio, la simultaneidad con que el impulsorenovador aparece, en Andalucía como en Chile, en Cuba como en Colombia".Direcciones del modernismo. Madrid: Editorial Gredos, 1963, p. 39.

3 Véase el reciente ensayo de Ivan A. Schulman, "José Martí y ManuelGutiérrez Nájera: Iniciadores del Modernismo". Revista Iberoamericana, xxx(1964), núm. 57, pp. 9-50. A pesar de estas sólidas restauraciones y rectifica-ciones en torno a puntos fundamentales del modernismo, estudios y antologíasrecientes conservan, tozudamente, los pareceres que imperaban hace medio siglo yrepiten superados lugares comunes a propósito de cronología, supuestos "precur-sores", etc.

4 II, Andersorn Imbert, estudio citado en la primera nota, p. 136.

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EsTUDIos 19

academizantes, pedestre, anquilosada y huérfana de conciencia artistica,aparecen las obras claves de la renovación poética: el brevísimo Ismaelillomartiano (1882) y, seis años más tarde, la pequefia sección poética delprimer Azul... -el de Valparaíso, Chile-, libro en que predomina lonarrativo-descriptivo, de acuerdo con la conciencia, clara en su autor poresa época, de que la prosa requería de búsquedas y experimentaciones sal.vadoras.

Son años de tentativas, esfuerzos, violentas negaciones -ManuelMachado habla de "la guerra literaria" en libro homónimo----, cuya carac-terística es un marcado desvío de lo español y la voluntariosa apetenciade recoger, sobre todo del arte francés y cosmopolita, aquello que favo-rezca y apoye el afán de originalidad personal, al amparo paradójico delverso de Coppée que invoca Darío: "¿Qué podría yo imitar para seroriginal?"'

Darío, en el año de Prosas profanas -iaño admirable del moder.nismo- al saludar la llegada de María Guerrero a Buenos Aires, explicócon precisión el porqué del desvio y el desafecto por la literatura y el.pensamiento españoles de esos años:

Hemos pecado, es cierto. ¿Pero quién ha tenido la culpa sino lamadre España, la cual, una vez roto el vínculo primitivo, se metióen su Escorial y olvidó cuidar la simiente moral que aquí dejaba ?(...) La innegable decadencia española aumentó nuestro desvíoy el verdadero o aparente aire de protección mental y de desprecioque respecto al pensamiento de América manifestaron algunos es-critores peninsulares, secó en absoluto nuestras simpatías y nosalejó tanto de la antigua madre patria, que la actual generaciónintelectual, los pensadores y artistas que hoy representan el almaamericana, tienen más relación con cualquiera de las naciones deEuropa que con España. Hijos malos, llegamos a afrentarnos denuestra madre empobrecida. Al mismo tiempo en el Río de laPlata se realizaba el fenómeno sociológico del nacimiento de ciuda-des únicas, cosmopolitas y poliglotas, como este gran Buenos Aires,flor enorme de una raza futura. Y tuvimos que ser entonces poli-glotas y cosmopolitas y nos comenzó a venir un rayo de luz de todoslos pueblos del mundo. .. 5

En medio de ese aire nuevo, aire tenso de negaciones y renovaciones;nace y se desarrolla la novela modernista, enlazada a dos propósitos

5 Rubén Darío, "Maria Guerrero". Rubén Daro. Escritos inéditor. Erwin K.Mapes, editor. New York: Instituto de las Españas, 1938. p. 125.

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REVISTA I B EROAMERICANA

fundamentales del arte nuevo: crear una prosa original y sabia e incor-porar a la literatura narrativa, en atmósfera intelectual propicia, a unnuevo héroe, heredado del romanticismo con ropaje de pequeño dios:el artista.sa Como Vigny, adoran ellos a una divinidad recién llegada: laaristocracia de la inteligencia.

La literatura de ficción escrita bajo el signo modernista aporta a lacategoría del personaje, con intensidad antes no conocida, poetas, músi-cos, pintores, estetas, escultores, pensadores en función protagónica ycomo revelaci6n o apertura hacia un mundo al que no todos los profanostienen acceso. También en este sentido la ficci6n modernista siguió unaspecto que puede establecerse como constante de la novela francesa.6 Ala vez, la novela del modernismo se solaza en la pintura de los rebeldeshijos de la insatisfacción, las victimas del splen, los neurópatas, los seresde refinamiento enfermizo y sensibilidad hiperestésica -palabra dilectade esos años- que hizo correr por el mundo literario el encendido cultode Joris K. Huysmans y su más célebre personaje, Des Esseintes.7

La narración del modernismo -cuando no elige el camino de laevasión temporal y geográfica- entroniza a los raros, en medio de unaatmósfera intelectualizada y obsedida por el "delirio de arte". Herederosen mucho de la tradición romántica, estos escritores entréganse al cultosagrado del artista y a la protesta por la incomprensión de éste en unasociedad practicista y vulgar, que da por tierra con todo sueño y ambiciónde espiritu, mientras practica los mentidos mecenazgos que denunciaEl rey burg¡és dariano.8

sa En un estudio que se escribiese sobre la presencia del artista y del inte-lectual como héroe en la narrativa hispanoamericana, un capitulo importante tendriaque destinarse a tal presencia en la literatura del modernismo Para ese tema, desdeGoethe a Joyce, y con especial referencia a la novela en lengua inglesa, puedeverse el libro de Maurice Beebe, Ivory Towers and Sacred Founts. The Artist asHero in Fiction from Goethe to Joyce. New York: New York University Press,1964.

6 Véase sobre este punto el libro de Victor Bromberg, The Intellectual Hero.Stucdies in the French Novel. 1880-1955. Chicago: The University of ChicagoPress [Phoenix Books], 1964. Cp. especialmente pp. 11-40.

7 No queda duda de que uno de los libros que más tiene en cuenta Silva alescribir De sobremesa es A Rebours de J. K. Huysmans. Hace años fue señaladopor J. M. Monner Sans el hecho de que "La novela de Huysmans interesó muchoa los modernistas americanos. Algunos la tuvieron como manual del perfectodecadente y quizá creyeron que apropiarse o parafrasear los juicios estéticos deDes Esseintes era inequivoca muestra de distinción intelectual..." Julián delCasaS y el modernismo hispanoamericano. México: El Colegio de México, 1952.p. 98. Cp. la nota de Elaine D'Entremont, "The Influence of Joris Karl Huys-mans' A Rebours on Rubén Dario". Romance Notes, V (1963), pp. 37-39.

8 Véase el estudio de Edmundo Garca-Girón, "El modernismo como evasióncultural". La cultura y la literatura iberoamericanas. Memoria del Séptimo Congre-so del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. 1957. pp. 131-138.

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ESTUDIOs

AMBITO INTELECTUAL DE SILVA

Al héroe que alzan las crecientes sociedades nuevas, el hombre prác-tico y positivo, el banquero, el político falaz y enriquecido con la inver-sión generosa de sus promesas, al triunfador de la hazaña bursitil yfinanciera, oponen los nuevos escritores, con indisimulado orgullo de claseespiritual, al inconformista y al desadaptado. En algunas de las creacionesprincipales del modernismo en la literatura narrativa llegamos a conocerla fórmula de pacto o de lucha de tales escritores con la sociedad de susdías, a través de tópicos esenciales: huida o evasión, anatema, sátira a lamediocridad triunfante, burla del falso mecenazgo. ¿Cómo no recordarciertas figuras que son clave de este asunto, como el poeta de " El reyburgués", enfriándose bajo la ventisca, asido a su manivela, mientras enpalacio beben y comen hasta hartarse el profesor de farmacia, el "fazedor"de ditirambos y el seudo artista que por poco se alquila? ¿O el desoladoadiós a la patria del personaje de idalos rotos, al ver pisoteados su artey su ideal por los milites de turno, en una demasiado eterna "hora de laespada"?

En esta guerra finisecular se combate en reciprocidad: al manotazodespectivo de una sociedad hostil, incomprensiva y empedernida en lapoca luz de su angosto horizonte -el triunfo práctico-, bien puedenlos escritores oponer su exaltado culto del arte como verdad y. religiónsumas o quejarse, como lo hacia Darío, del tiempo en que les tocónacer.

En una de sus prosas, "Carta abierta", epístola literaria en que soplaalgún airecillo becqueriano, dirá José Asunción Silva a su destinataria,una artista:

. usted y yo, más felices que los otros que pusieron sus espe-ranzas en el ferrocarril inconcluso, en el ministro incapaz, en lasementera malograda o en el papel moneda que pierde su valor,en todo eso que interesa a los espíritus prácticos, tenemos la llavede oro con que se abre la puerta de un mundo que muchos nosospechan y que desprecian otros; de un mundo donde no haydesilusiones ni existe el tiempo; es que usted y yo preferimos alatravesar el desierto, los mirajes del cielo a las movedizas arenas,donde no se puede construir nada perdurable; en una palabta, esque usted y yo tenemos la chifladura del arte, como dicen losprofanos, y con esa chifladura moriremos. Señora, déjelos ustedque nos llamen chiflados, que se burlen de nuestra inocente manía.

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REVISTA IBEROAMERICANA

Ya ve usted cómo al cabo de dos años nosotros adoramos con masfervor lo que queríamos entonces, y ellos han perdido sus ilusio.nes...A

'Lo MEJOR DE MI OBRA. . .

Conocemos hoy de modo incompleto a Silva, el poeta y el prosista,puesto que nos falta gran parte de la obra que produjo. Y lo que es peor,nos falta de esa obra la que corresponde a los últimos afios de su exis-tencia torturada, cuando le escribía a su confidente Baldomero Sanin Canoque necesitaba como nunca cuidar su "jardín interior para no sentir tan

i

intensamente el vacío de esta vida".10 Sombras semejantes cubren buenaparte de la vida de Silva, a la que muchos seudo biógrafos han colaboradocon episodios grotescos cuando no malignos. Parece haber recaído sobreel desventurado Silva el vaticinio oscuro del personaje de De sobremesa:"sobre mi cadáver todavía tibio, comenzará a formarse la leyenda queme haga aparecer como un monstruoso problema de psicológica compli-cación ante las generaciones del futuro",.

Entre las varias fatalidades que contribuyeron al final derrumba.miento de J. A. Silva, una hay que repercute en su desconociientoactual como prosista y narrador del modernismo: el naufragio del Amérique,en el que regresaba Silva desde La Guayra a su país. A principios de ¡895-dieciséis meses antes de su suicidio- pierde el escritor, como él mismoanotó, "lo mejor de mi obra". En esa desgraciada circunstancia -de la quefue testigo un poco lejano Enrique Gómez Carrillo- Silva perdió laprimera redacción de De sobremesa, la colección Los cuentos negros yuna parte considerable de su obra poética: Los Poemas de la Carne y laserie de sonetos cuyo título habría sido, de llegar a publicarse, Las almasmuertas. Se conocen sólo por su nombre otras dos novelas -acaso simplesnouvelles- del autor: Ensayo de perfumerla y Del agua mansa.I2 AlbertoMiramón habla de "seis novelas" escritas por el poeta colombiano.' 3 Habría

9 J A. Silva, "Carta abierta". Obra completa (Prosa y, verso). Bogotá: Lito-grafia Villegas [Biblioteca de Autores Colombianos, 99]. p. 44, Las citas deDe Sobremesa se harán por esta edición, a pesar de que su descuido tipográficola hace digna de desconfianza.

10 Obra completa, p. 434.11 Obra completa, p. 254.12 Cp. Antonio Curcio Altamar, Evolución de la novela en Colombia. Bogotá:

Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, XI, 1957. p. 176.13 Alberto Miramón, José Arunción Silva. Bogotá: Litografía Villegas [Bi-

blioteca de Autores Colombianos, 110), segunda edición, 1957. p. 256.

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EsT UDIOS 2

que entender que no todas ellas alcanzaban la extensión de De Sobremesay que en tal suma se contarían cuentos y novelas.

Perdida su obra frente a las costas de Colombia, Silva reconstruyó úi.

camente De sobremesa, a petición de un amigo. Después del suicidio delautor, su diario novelado tardó casi treinta años en ser editado completo;"4de haberlo publicado en vida, el mismo ambiente que lo ignoró con insolen-cia, difícilmente hubiérale perdonado un libro audaz, uno de los mejoresitinerarios para recorrer su pensamiento torturado.

APROXIMACIÓN A LA NOVELA

Acaso ninguna otra novela escrita en el modernismo nos trasmitetan fielmente como De Sobremesa el enrarecido intelectualismo imperanteen el fin de siglo exquisito y problemático. Ninguna como la obra deSilva da una muestra tan cabal de lo que era esa incesante "plática dearte" y el carácter libresco del mundo en que se desplazaban los prime.ros modernistas. Razón ha tenido Bernardo Gicovate al estudiar De sobre.mesa como vivo testimonio o eco americano de la decadencia europea.' 5Pero nada encontraremos en la novela de imitaciones rubendariacas, términoque el colombiano acuñó para designar a los imitadores anémicos deDarío, aquellos de los que éste decía no tener la culpa, puesto que fueclaro al postular el acratismo básico del movimiento. De sobremesa noilustra tanto la estilistica del modernismo (como Amistad funesta o Lagloria de don Ramiro) cuanto sus modalidades interiores, al amparo delo que Silva entendía como el arte nuevo de la novela:

En manos de los maestros la novela y la crítica son medios de pre-sentar al público los aterradores problemas de la responsabilidadhumana y de discriminar psicológicas complicaciones; ya el lectorno pide al libro que lo divierta sino que lo haga pensar y ver elmisterio oculto en cada partícula del Gran Todo.26

14 Slo apareció en 1928.15 Bernardo Gicovate, Conceptos fundamentaler de literatura comparada.Iniciación de la Poesía Modernista. San Juan de Puerto Rico: Ediciones Asomante,1962. Véase el capítulo V: "José Asunción Silva y la decadencia europea", dondese encuentran observaciones muy importantes en torno a De sobremesa y el cultode Silva por los prerrafaelitas.

16 Cp. Brombert, The Intellectual Hero, ob. cit. en la nota 6, quien afirmaen la p. 16, recordando el vaticinio de los Goncourt: "the brothers Goncourt,whose nervous antennae made them perceptive of all new trends, prophesiedthat the novel of the future was bound to concern itself more with "what hap-pens in the brain of humanity" than in the heart [Journal, July 16, 1856]". Silvadijo cosas muy parecidas sobre el porvenir de la novela.

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24 EVISTA I$ERO AM1IERICANA

."rLa lectura de De sobremesa muestra que Silva, sin estar premnunido

de una técnica narrativa hábil -buen prosista, pero novelista inexperto-quiso hacer una novela psicológica -no en vano su admiración por

Bourget y por J. K. Huysmans-, reveladora de las complicaciones del

alm a de un artista que vaga entre mnísticos deliquios e him nos a la carney-a d e n ez s su .D e , br nt s , o o li o d e uy v i s s r v -

laciones epocales --- unque sobrepasa los reducidos l ímites y bogota-

nos--, recoge los intereses por la psicología, la psicopatología y la para-psicología, más las exploraciones mentales de. los años que el autor cono-

ció directamente, cuando París se deslumbraba con Charcot y otros estu-

diosos prefreudianos.Por ser la suya una novela de audaz exploración en la psicología

de un artista, Silva elige una modalidad narrativa, el "diario" -que nos

es revelado en una larga lectura '<de sobremesa"--, generosamente expre-

sivo de la intimidad de un carácter. En De srobremiesa el novelista nos

lleva en peregrinación europea con José Fernández, rico poeta colombiano,

neurópata que persigue a una misteriosa Helena, evasiva figura vista másen los cuadros que en la realidad, y que encarna lo imposible, la aspira-

ción a "lo azul", el arte, cuyos dominios no se entregan, aunque se persigala forma. perfecta. "En estos últimos días del año sueño siempre en es-

cribir un poema, pero no encuentro la forma...", escribe Fernández,revelando a su creador, en un fragmento que "nos hace recordar el últimopoema de Prosas pro falaas, ese que abre las futuras grandes interroga-

ciones de la poesía dariana.

El diario-novela de Silva, mirado bajo esta luz, conviértese en clave

de acercamiento a una psicología muy representativa de fin de siglo y

del registro de inquietudes del propio autor -lo que no quiere decir que

invitemos a la confusión entre la figura creada por el escritor y su per-

sona histórica; le interesó a Silva en su novela, más que disponer unasutil mecánica narrativa, exhibir sin ambages la tortura interior, el drama,

el vacío, la soledad de un "raro" en medio de una sociedad pacata y

atrasada, los ascensos y caídas de un hombre que,- en muchas páginas,

se acerca a la identificación con sus propios sueños y frustradas ambiciones.

No olvidemos, por otra parte, que esas páginas se escriben, primero, yse reconstruyen, después en los 'días más torturados del poeta, "pues por

ese tiempo comenzaban las amenazas judiciales, la escasez de dinero, la

búsqueda de empleo y otras circunstancias adversas que amargaron- la vida

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EsTUnIOS 2

de este Alcibíades santafereio, dotado de una tremenda capacidad parael delirio imaginativo", escribe Rafael Maya.17

En su mayor parte esta novela-ensayo presenta una asistemática teoríadel hombre finisecular y de sus conflictos básicos. La constante interpre-netración genérica (la invasión de lo ensayístico y meditativo en el campopropio de la ficción) confiere al libro una estructura a veces caótica,vaticinio de La vorágine, cuyo exaltado protagonista es, como José Fer-nández, poeta y espejo del autor. En este desorden narrativo, al que con-tribuye la disposición de la novela "itinerante", el hilo regente o estruc-turante es la persona de Fernández, minuciosamente estudiado en susbúsquedas e insatisfacciones.

EsTETcisMo. "CUADROS" E "INTERIORES"

El narrador del modernismo no pierde oportunidad de embellecery de encarecer la proyección estética de objetos y situaciones. Un recursofrecuente es el logro de una nueva forma de naturaleza, ya capturada enla obra de otros artistas, especialmente en la de los pintores. Como losmodernistas se desplazan en una atmósfera bastante cargada de "expe-riencias de cultura", no es raro que su prosa sea museica y neobarroca-lo fundamental de este neobarroquismo se da en el orden de estrechar,como en el siglo diecisiete, las relaciones entre la pintura y la poesía,en cabal fusionismo. El áfán pictórico de la literatura de Silva quedamuy claro si recordamos una apetencia suya anotada en el texto que llevapor titulo "Carta abierta": "lograr que las palabras digan ciertas impre-siones visuales".8 Por lo mismo no sólo encontramos "arte dentro delarte" -la pintura incorporada de varios modos a la literatura, entre ellos

las "transposiciones'- sino una ostensible tendencia, manifiesta en Desobremesa, a detener el avance de la obra en "cuadros" y "escenas"pictóricos y plásticos, llenos de refinamiento cromático.

Véase el comienzo "pictórico" de la novela: un cuadro de interioresexquisitos, el perfecto salón del modernismo:

Recogida por la pantalla de gasa y encajes, la claridad tibia de lalámpara caia en círculo sobre el terciopelo carmesi de la carpeta,y al iluminar de lleno tres tazas de China, doradas en el fondo

17 Cp. Rafael Maya, Los origenes del modernismo en Colombia. Bogotá:Biblioteca de Autores Colombianos, 1961. p. 66.

18 Obra completa, p. 445.

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REVISTA IaEROAMERICANA

por un resto de café espeso y un frasco de cristal tallado, lleno delicor transparente entre el cual brillaban partículas de oro, dejabaahogado en una penumbra de sombría púrpura, producida por eltono de la alfombra, los tapices y las colgaduras, el resto de la es-tancia silenciosa.

En el fondo de ella, atenuada por diminutas pantallas de ro-jiza gasa, luchaba con la semioscuridad circunvecina, .ia luz de lasbujías del piano, en cuyo teclado abierto oponía su blancura bri-llante el marfil al negro mate del ébano.

Sobre lo rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana,brillaban las cinceladuras de los puios y el acero terso de las hojasde dos espadas cruzadas en panoplia sobre una rodela, y destacándo-se del fondo oscuro del lienzo, limitado por el oro de un marcoflorentino, sonreía con expresión bonachona la cabeza de un bur-gomaestre flamenco, copiada de Rembrandt...'9

Desde el comienzo del libro nos enfrentamos con una técnica queserá frecuente en los capítulos de De sobremesa: la pintura (RembrandtRubens, Redon; los prerrafaelitas, el Españoleto y tantos otros) comoelemento que prestigia y ennoblece, como sabia nota de museo. Por estamisma via, se hará frecuente la presentación de personajes apoyada por lamención de parecidos y similitudes pictóricos, lo que crea un halo aris-tocrático y precioso. En su visión de Helena, el novelista dispone uncuadro de movimientos rituales y misteriosos:

[las cortinas] se levantaron un momento después y me dejaronver en el fondo oscuro del aposento la luz de la lámpara que ar.dia cobijada por amplia pantalla de gasa. Volviéndole las espal.das, caminó de frente la silueta negra y larga, como la de una vir-gen de Fray Angélico...20

El arte -recuérdese el estudio de este subtema de la poesia daria-na por Pedro Salinas- y la pintura serán, asimismo, refugio y remedio

19 Obra completa, p. 191. Cp. el "interior" del departamento de MariaLegendre "La salita con las paredes tendidas de una sederia japonesa, amarillacomo una naranja madura, y con bordados de oro y de plata hechos a mano, amue-blada soberbiamente con muebles que habrían satisfecho las exquisiteces del estetamás exigente; la alcoba tapizada de antiguos brocateles de iglesia, desteñidos porel tiempo, con su mobiliario auténtico del siglo xvi y el cuarto de baño, dondelucia una tina de cristal opalescente como los vidrios de Venecia, junto alas mesasde tocador, todas de cristal y nikel, sobre la decoración pompeyana de las paredesy del piso.. .", p. 235.

20 Obra completa, pp. 272-273.

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ESTUDt S 2

ante el "mal de vivir". Huyendo del mundo agresivo y torpe (¿"Túcrees que yo me acostumbro a vivir ?", pregunta nuestro héroe a menu-do) el protagonista logra el olvido, la paz, y permanece "encerrado eniglesias o museos o soñando por horas enteras en amorosa contempla.ción ante las obras de [sus] artistas predilectos, como el Sodoma y elVinci..."21

La pintura crea en el personaje de De sobremesa imaginaciones y ver-daderas galerías de sueños. La inasible Helena, de la que se dice perte-nece a la familia de la mujer de Rossetti, esa sombra que José Fernándeznunca alcanzará, ha nacido primero en su mente cuando. contempló, niño,ciertos cuadros en Londres. Más tarde, esta fijación infantil se depositaen la hija del conde Roberto de Scilly, a la que el protagonista seguirápor toda Europa. Sabrá de ella, más tarde, pero ése será un momentode poética e irrestaiable melancolía, iluminado por el recuerdo de Poe,que tanto leyó Silva: la muerte de una mujer joven, hermosa y admirada,ante cuya tumba no cabe sino la meditación elegiaca

Las alucinaciones pictóricas que pueblan la mente dislocada de Fer.nández se presenta a menudo:

Ante mi imaginación sobreexcitada y que había perdido la nociónde la realidad, el oro de los cabellos sueltos, heridos por la luz delas bujías, revistió el brillo de una aureola que irradiaba sobre elfondo oscuro del comedor. . .22

Las evocaciones de museo despertadas por la hermosura de Helenason precisas. En el primer encuentro con ella aparece claro el afán detrasposición o de fusión de artes, que nos lleva a pensar en el barroco.La primera mirada del personaje encuentra en ella "cierto parecido, porsu forma extraña, con el retrato de una princesita hecho por Van Dyck,que está en el museo de La Haya". 3 Líneas después, se quita ella losguantes y él descubre, con ojos de pintor, dos manos.

largas y pálidas, de dedos afilados como los de Ana de Austria enel retrato de Rubens.2

Y en el mismo fragmento, finalmente, observa el perfil de Helena,

21 Obra completa, p. 200.2 Obra completa, P. 269.23 Obra completa, p. 264.24 Obra corpleta, p. 265.

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REVISTA IBEROAMERICANA

y lo enmarca rigurosamente para la contemplación "pictórica", de perfectaefigie:

El otro perfil, el de ella, ingenuo y puro como el de una virgende Fra Angélico, de una insuperable gracia de lineas y de expre-sión, se destacaba sobre el fondo sombrío del papel del comedor,iluminado de lleno por la luz del candelero. Completaban su belle-za los cabellos, que se le venían y le caían sobre la frente estrechaen abundosos rizos, con el busto largo y esbelto, vestido de sedaroja, las manos blanquisimas y finas... 25

No en vano había estudiado Silva en los museos de Europa y pin-tado antes de sus veinte años. Esta última habilidad suya, poco conocida,no sólo nos explica la sensibilidad pictórica que muestra su novela, sinosu aguda vigilancia cromática, manifiesta en prosa y poesía.

"ESTE FIN DE SIGLO ANGUSTIOSO"

De sobremesa, la novela exaltadamente cosmopolita y universalista,minuciosa para referirnos el tormento y la exquisitez psicológicos del"caso" José Fernández, resulta paradoja si la referimos a la Bogotá defin de siglo, impermeable a muchos cultos foráneos -como el naturalis-mo, seguramente condenado por herético. En verdad, pocos libros escri-tos en el último decenio del siglo diecinueve registran mejor la angustiosaconciencia del hombre finisecular y la seguridad que éste tiene de viviren una "época mediocre y ruin", 6 que exacerba el mal de vivir y el"asco de la vida",27

La conciencia de vaciedad, de tedio, el sentimiento de incomunica-ción y ajenidad, llevan al protagonista a perseguir, a todo precio, lasemociones nuevas y estremecedoras, a tentar toda suerte de embriaguecesanestesiantes. Lo que hace Fernández es buscar un adormecedor espiritualque le permita atravesar indemne por un interminable panorama demediocridades. En sus labios se hará constante, en múltiples variedades,esta inquisición: "¿qué es la vida real, dime, la vida burguesa, sin emo-ciones y sin curiosidades ?".Y Pregunta a la que rodea una constelación

25 Obra completa, p. 266.26 Obra completa, p. 384.27 Obra completa, p. 401.2 Obra completa, p. 199.

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EST UDIOS 9

conveniente de asedios sensuales cada vez máis complicados e inútilespara el buscador de novedades intensas:

"he abandonado . . .los planes de mis poemas, y los negocios, paravivir preocupado sólo de placeres, de sport, de fiestas, de esgrima,en una incesante caceria de sensaciones. .. ";

"lo anormal me fascina como una prueba de rebeldia del hombrecontra el instinto. . .";

"Pasé . . .la noche aqui viendo una serie de aguafuertes y de acua-relas que me ofrecen en venta; total: nifnguna emoción fuerte. .. "29

De todas sus búsquedas, regresará José Fernández con las manosvacias. A propósito de esta situaci6n interior torturada de su personaje,Silva intentará una de las primeras indagaciones que conoce la novelahispanoamericana en las honduras y complicaciones animicas de un per-sonaje anormal, sombrio y nihilista. Funda a la vez la alta novelas,la novela del arte, lleva a su máxima tensión la literatura dentro de laliteratura, por los mismos derroteros que su maestro Huysmans, cuyoA Rebours está siempre presente en estas páginas.3 0

Para el dramático inquirir del protagonista,

"¿y qué me importan esas ideas sobre el amor, ni qué me importanada, si lo que siento dentro de mi es el cansancio y el desprecio

29 Obra comp/eta, pp. 237, 239, 281.2O Cp. innumerables fragmentos de De sobremesa que hacen a Fernández

pariente muy cercano de Des Esseintes, hasta en el gusto por las flores inimagina-bles, producto de asombrosos cruces vegetales (las "orqudeas monstruosas", p.195 de Obra completa). Un amigo le dice a Fernández su admiración por elambiente que éste crea a su alrededor: "El lujo enervante, el confort refinado deesta casa con sus enormes jardines llenos de flores y poblados de estatuas, suparque centenario, su invernáculo donde crecen, como en la atmósfera envenenadade los bosques nativos, las más singulares especies de la flora tropical.. .", p. 203,donde se habla extensamente del agotamiento sensual a que corre Fernández. Porotra parte, el hablar constantemente de arte y de literatura es rasgo exacerbadopor Huysmans. Fernández confiesa, p. 311, "todo se complica dentro de ml. ytoma visos literarios, una curiosidad se agrega a otra, los atractivos de la obrade arte me hacen olvidar los más graves intereses de la vida...", y poco másadelante, p. 323, se refiere a su "eterna mania de convertir (sus) impresiones enobra literaria".

El iuicio de Baudelaire ("el más grande para los verdaderos letrados, dclos poetas de los últimos cincuenta años", p. 308) traduce, por cierto, la admi-ración del propio Silva, pero no habria olvidado el elogio del autor de lasPFlores del mal que aparece en el cap. XII de A Rebours: "Baudelaire était alIéplus loin: il était descendu jusqu'au fond de I'inépuisable mine, s'était engagé átravers des galeries abandonnées ou inconues, avait abouti A ces districts del'ime oú se ramifient les végétations monstrueuses de la pensée". J. K. Huysmans,A Rebours, Paris: Bibliothéque-Charpentier, s.f., p. 189.

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0REVISTA IBEROAMERICANA

por todo, el mortal dejo, el spleen horrible, el tediun vitae que,como un monstruo interior cuya hambre no alcanza a saciarse conel universo, comienza a devorarme el alma ... ?0

queda un refugio posible: el. arte, guía y luz en el caos y la ceguera espiri-tual. El arte que exige culto religioso y diario, único oxígeno respirablepara esta categoría de desencantados. No hablar de arte, no atizar esefuego sublime aparece ante el protagonista como la condenación más se.vera, y alguna vez, para traducir la opacidad de alma de un pariente oscuro,lo clava en la pared con esta etiqueta de decepción: "no hablamos nuncade arte".32

Es que el subido clima intelectual puesto en circulación por el moder-nismo -mostrando claramente en esta imperfecta novela reveladora-se ampara en un delirante, incansable "vivir de poesía". Así entendemosmejor el por qué de la intensidad, en De sobremesa, de la plática y la me-ditación artísticas.

ARISTOCRACIA MENTAL Y MEDIOCRIDAD

Cuando la masa ignora el canto, es lícito verterlo sólo hacia el reinointerior, postuló Darío. El después, afortunadamente, abjuró de esta po-sición exclusivista e hizo poesía sermonaria, de alerta continental, y llegóa preocuparse de esos presidentes de república que prometiera no can-tar, pues la política, dijo al frente de Prosas profanas, pudiera enturbiarlela ensoñación dirigida a la corte de Halagabal. Cuando se recuerda estasnotas del modernismo es justo entenderlas como respuesta del artista ala chatura circundante, al desprecio por el arte manifiesto en las ideolowgías de los hombres prácticos, y contra la crítica ejercida por paralíticosintelectuales, mezquinos "amantes de la lija y la ortografía", como dijoDarío, al que pertenece la orgullosa advertencia de que "el arte no ponelos puntos sobre todas las íes".

La literatura surgida a fines del siglo xix, no lo olvidemos, tuvo queemprender la hazaña de hacerse o de crearse sus lectores propicios, sacar-los de las nebulosas en que se movían y hacerles ver la pobreza de suspreferencias artísticas, porque en aquellos años ocurría lo que señala Ortegaen las Meditaciones del Q;ijote a propósito de la Restauración española:

31 Obra completa, p. 384.32 Obra completa, p 402. En la página siguiente, reitera: "No hablamos de

arte nunca".

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ESTUDIos 3'

'fatalmente lo mediocre y liviano pareció aumentar su densidad. Lasmotas se hincharon como cerros y Núñez de Arce pareció un poeta".3

Silva y los modernistas proceden a realizar un drástico juicio final,porque hay que cambiarlo todo: condenan a muerte a la izquierda y orde-nan las filas que se salvan a la derecha. En la primera los relamidos lec-tores de Ohnet; en la segunda, la contrapartida de los mediocres: los selec-tos, los buenos entendedores los que prolongan la obra en su admiración oen su posibilidad de compartir. En De sobremesa deja Silva testimonio deuna apetecida nueva raza de lectores, los que son también, y a su modo,artistas, estetas:

-¿Por qué no escribes un poema? ... -Insistió Sáenz.-¡Porque no lo entenderían tal vez, como no entendieron los "Can-tos del más allá". . ¿Ya no recuerdan el artículo de Andrés Ramírez,en que me llamó asqueroso pornógrafo y dijo que mis versos eranuna mezcla de agua bendita y de cantáridas? Pues esa suerte correríael poema que escribiera. Es que yo no quiero decir sino sugerir, ypara que la sugestión se produzca es preciso que el lector sea un artis-ta. En imaginaciones desprovistas de facultades de ese orden, ¿quéefecto produciría la obra de arte? Ninguno. La mitad de ella está enel verso, en la estatua, en el cuadro, la otra en el cerebro del queoye, ve o sueña . . .A

También hay falsos lectores entre los que parecen ejercer la tareaexegética. La burla de Nordau, como ejemplo de esta irreverencia, es fre-cuente entre los modernistas, que no le perdonaban el haber puesto lasmanos rudas sobre los escritores que ellos adoraban como verdaderosguías. Silva contrasta Degeneración, tan leído a fines de siglo, con el dia-rio de María Baskirtseff, "la dulcísima rusa muerta en Paris de genio yde tisis". El "Zoilo de los Homeros que han cantado los dolores y lasalegrías de la Psiquis eterna",35 como llama al alemán, todo lo dafiócon sus "rudas manos tudescas",36 y bien puede aparecer como ídolo delos que se conforman con lo mediocre, sobre los que Silva depone esteentusiasmado anatema:

"oh muestras de la calidad corriente de la especie humana, fabrica.

33 Ortega, Aíeditaciones del Quijote. Madrid: Ediciones de la Universidadde Puerto Rico. Revista de Occidente, 1957. p. 87.

34 Obra completa, p. 204.35 Obra completa, p 211.36 Idem, ibid.

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R EVISTA IBEROAMERICANA

das de prisa por el Gran Hacedor, sin hinchazones de músculos ysin afinamientos de nervios, lectores de Ohnet, adoradores de Gabo-riau y de Montepin que consideráis como lo supremo del arte losruadros en que sonríen las venus de pomadas rosadas pintadas por

Bouguerau; que os pasmáis oyendo las musiquillas italianas de hacetreinta años y las idiotas pornografías de los café-conciertos y aquienes dejan fríos las dulces ingenuidades de los pintores prerra-faelitas, las sutilezas del arte japonés las grandiosas sinfonías deWagner, los dolorosos personajes que atraviesan la sombra gris delas novelas de Dostoiewsky, las extraterrestres creaciones de Poe;admiradores de lo mediocre y de lo fácil a quienes Max Nordaupresentaría como prototipos del perfecto equilibrio ... " 7

Silva, como muchos de los artistas de Hispanoamérica, se estrelló dramá-ticamente con la chatura de sus días. El hombre que escribió De sobre-mesa no supo a qué lado volver sus pasos, si hasta la critica de su tiempoiba descaminada y ciega. En una conocida poesia suya, en que Silva seembarca a si mismo en la burla que traza, el creador, después de lograrunas estrofas de "arte nervioso y nuevo, obra audaz y suprema", las llevaal sumo juez literario:

Complacido en mis versos, con orgullo de artista,les di olor de heliotropos y color de amatista...Le mostré mi poema a un crítico estupendo...Y lo leyó seis veces y me dijo...i. ¡No entiendo!

Con su muerte Silva no hace sino rubricar -más allá de la tinta y dela literatura- su incomodidad de vivir ---exacerbada conciencia román-tica- en un mundo que no le comprendía y con el cual no quiso hacersecómplice ni pactar. El pistoletazo asordinado en esa distante noche bogo-tana es, por otra parte, el final justo y previsible para el escritor y suprolongación poética en el protagonista de De sobremesa.

The Ohio State University

JUAN LOVELUCK

37 Obra competa, p. 260.

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