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RAMON LOPEZ VELARDE, UN PESIMISTA LUJURIOSO POR BEATRIZ ESPEJO Encuadernado on Idla, la periodista Guadalupe Appendini sac6 un cstudio, A la memoria de Ramn Lopcz Velarde, publicado por cl Gobicrno del Estado de Zacatecas, en Jercz, cl 15 do junio de 1988, para conmemorar cl ccntcnario del nacimiento y como parne dcl homenaje nacional quc se rindio al pocta mexicano. A mancra do prologo se incluycron dos textos aparentemente indditos hasta entoncces, quc me resultaron muy turbadores, una misiva y un pocma quc habia guardado Leopoldo L6pcz Velarde, hcrmano menor y inico sobreviviente de la familia Lopcz Berumen. La primera, escrita en San Luis Potosi, Mexico, el 13 do mayo de 1908, nos revela a un joven de veinte aflos, culto, inteligcntc, sensible, taciturno, educado conforme a los canoncs tradicionales de la clase media a la cual pertenecia, que descaba contribuir a la manutenci6n do sus seres queridos y tenfa con su padre la suficicnte confianza como para hacerle determinadas confidencias. Dice a la letra: Muy amado papa: Rcfiricndome a su grata del 11 del actual, manifestando mi contento por la bucna salud de quc me avisa disfrutan. Amplia y muy suficicnte en sabios consejos es su carta, por la cual, fucra de mi contcnto de verlo, no veo objeto para un viaje. Comprendo hasta donde trascienden sus enseiianzas sobre un irracional cultivo de la literatura; y penetrando en clla, be promcto scguirlas al pie de la letra, que con ello lograre ajustarme a los mis indiscutibles principios morales y economicos. Mi decaimiento no tienepor causa, como usted supone, afecto alguno amoroso: mi juventud ha sido estcril bajo ese concepto. Usted bien sabe que no he tenido una sola novia, y aquicn San Luis no he recibido una sola impresi6n de cse gdnero. No, pap.i, mi tristeza, no reconoce esas causas que con todo y scr pueriles, son sicmpre poderosas. Estoy triste porque mi juventud es tan solo consumidora: nada produce, y por cllo sufro, no por egoismo, sino porque de esa manera estoy priv ado de satisfaccr mis ingentes descos de que usted no trabaje ya, sino que sea

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RAMON LOPEZ VELARDE, UN PESIMISTA LUJURIOSO

POR

BEATRIZ ESPEJO

Encuadernado on Idla, la periodista Guadalupe Appendini sac6 un cstudio, Ala memoria de Ramn Lopcz Velarde, publicado por cl Gobicrno del Estado deZacatecas, en Jercz, cl 15 do junio de 1988, para conmemorar cl ccntcnario delnacimiento y como parne dcl homenaje nacional quc se rindio al pocta mexicano.A mancra do prologo se incluycron dos textos aparentemente indditos hastaentoncces, quc me resultaron muy turbadores, una misiva y un pocma quc habiaguardado Leopoldo L6pcz Velarde, hcrmano menor y inico sobreviviente de lafamilia Lopcz Berumen. La primera, escrita en San Luis Potosi, Mexico, el 13 domayo de 1908, nos revela a un joven de veinte aflos, culto, inteligcntc, sensible,taciturno, educado conforme a los canoncs tradicionales de la clase media a la cualpertenecia, que descaba contribuir a la manutenci6n do sus seres queridos y tenfacon su padre la suficicnte confianza como para hacerle determinadas confidencias.Dice a la letra:

Muy amado papa:

Rcfiricndome a su grata del 11 del actual, manifestando mi contento por la

bucna salud de quc me avisa disfrutan.

Amplia y muy suficicnte en sabios consejos es su carta, por la cual, fucra de mi

contcnto de verlo, no veo objeto para un viaje.Comprendo hasta donde trascienden sus enseiianzas sobre un irracional cultivo

de la literatura; y penetrando en clla, be promcto scguirlas al pie de la letra, que conello lograre ajustarme a los mis indiscutibles principios morales y economicos.

Mi decaimiento no tienepor causa, como usted supone, afecto alguno amoroso:

mi juventud ha sido estcril bajo ese concepto. Usted bien sabe que no he tenidouna sola novia, y aquicn San Luis no he recibido una sola impresi6n de cse gdnero.

No, pap.i, mi tristeza, no reconoce esas causas que con todo y scr pueriles, sonsicmpre poderosas. Estoy triste porque mi juventud es tan solo consumidora:nada produce, y por cllo sufro, no por egoismo, sino porque de esa manera estoypriv ado de satisfaccr mis ingentes descos de que usted no trabaje ya, sino que sea

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yo quien atienda las solicitudes del amor y los recursos del dincro a la vejcz de mispadres y a la formacion de mis hermanos. \ Esa serfa la ventura mayor de mi vida!

Sufro tambien al mirar lo poco que la totalidad de mis queridos hermanos hacamninado en la senda de la vida; y de aqui resulta que los cuidados de educaci6nmolestan a usted y consumen, afligi6ndola, a mi mama.

A estas razones bien fundadas, segin creo, juntanse las de mi cardcter rarisimo

que, por ejemplo, me hace prever una mayor pr6xima desaparici6n de alguien demi familia; temor que ya en otra ocasi6n le he manifestado. iDios quicra que nosc realice!

Ya usted ve, papa, que a las imprescindibles contrariedades de la existencia,agrego las de mi caracter pesimista, olvidindome de la maxima antigua: suficilcuique dici sua malitia.

Y es por todo esto que casi no he disfrutado de los goces de mi edad. El bienparccr, los amigos, la inclinaci6n a vestir con el lujillo modesto; el optimismo,en una palabra, no es para mi.

Secr, acaso, que en mf, se realiza lo asentado por un escritor frances: Que losjovenes del siglo actual Ilegamos a viejos sin haber sido nunca jovenes.

Vea, papa, que no soy reservado con V.Mi papa y mi mama reciban el afecto profundo de su hijo que lamenta la

ausencia, B.S.S.M. y desde lejos recibe la bendici6n.

El tono de carinfoso rcspcto concicrta con las formulas dc amor filial vigentcsen la 6poca y coincide con la primcra cpistola que se conserva de L6pcz Velarde,escrita a los ocho aflos y enviada a sus padres el 22 de febrero de 1896 durante unviaje quc hizo a la Ciudad de Mexico'; pcro una lectura meditada nos llevaria aconsidcrar puntos interesantes. Sin duda, como otros padres de cscritores famosos(pienso, por ejcmplo, en cl de Julio Torri que llego a tener con su hijo seriosconflictos); cl de Lopez Velarde pensaba que dedicarse profesionalmentc a laliteratura era una extravagancia poco productiva y un ricsgo futuro. Ramo6nprometia cscuchar sus conscjos al pie de la letra, aunque a las claras se vc que tomomcjor en cucnta cl refrain que reza: a palabras necias ofdos sordos. De vez encuando se ocupaba de asuntos legales ficiles de resolver, cosa comprobable enunas cltras posteriores dirigidas a Jose Villalobos Franco (13 de febrcro de 1909)dando razon de que no lograba cobrar una deuda; pero su verdadera vocaci6nproducia ya los primeros frutos. De esa 6poca se conocen varios poemas: "A unimposible", "Ilucrfano quedara mi corazon", "Color de cuento", "Elogio a Fucn-santa", "El piano de Genoveva", que dejo dispersos y a sus biografos y cstudiosos

' Luis Noyola Vazquez, "El epistolario de Ram6n Lopez Velarde", Mexico en el Arte, num.7, primavera de 1949.

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toc6 cn sucrte antologarlos, y "Domingos de provincia", sin duda mis dc su gustopues lo public6 en La sangre devota (1916). "Elogio a Fuensanta" habia aparecidoen la revistaKalendas de Lagos y seguramente L6pez Velarde ya preparaba parte(de la copiosa producci6n que dio a conocer un aflo despu6s, cuando tambidnempez6 a colaborar en los pcri6dicos con obra en prosa. Por otra parse, habiacolaborado en la fundaci6n de la revista Bohemio de Aguas Calientcs e iniciado susrelaciones con Eduardo J. Correa, amigo y editor.

Aseguraba que no habia tenido una sola novia y consideraba a su juventud"esteril bajo ese concepto". Tal confidencia nos enmendaria la plana a quiencsescribimos ensayos donde hablibamos de posibles noviazgos sin mucha trascen-dencia con sus condiscipulas y paisanas, entre las cuales citibamos los nombres deSusana Jimn6nez y Eloisa Villalobos.

En otro pirrafo se juzgaba improductivo cuando habia sido un estudianteexcelentc. Salvo un macstro de literatura que no lo entendi6, todos lo considerarondligno de notas altisimas. En cl Seminario Conciliar de Zacatecas sali6 concalificaciones extraordinarias y premio de primer orden, perfectamente bien, y fuedistinguido entre los demis alumnos. Los mismos honores se repiticron en elsiguiente curso, y en el Seminariode Santa Maria de Guadalupe de Aguascalientes,donde obtuvo calificaciones extraordinarias incluso en matemiticas. Como sifucra poco, estaba a punto de recibirse de abogado en la Universidad Aut6noma deSan Luis Potosi y sac6 su titulo sin presentar examen profesional, en virtud de suexcelente promedio, segun el articulo 82 de la Ley de Instruccidn Secundaria de1908.

Confesaba su desprcocupacidn por vestir con "lujillo modesto". Algunostestimonios confirman que era desalifiado. Y si por un lado recompens6 la falta deamigos momentinea, con los muchos que encontr6 luego, es probable queconservara cicrta inscguridad personal. En realidad tenia frente amplia y des-pcjada, grandes ojos de mirar un poco triste, bigote poblado y unas manos que,seg6n se ha dicho, eran su mejor adorno. Rasgos nobles como los de casi todos susparientes, segin confirma la iconografia recogida. Los retratos ovalados de susabulos, de su guapo tido presbitero, Inocencio, o los de sus tias maternas, MariaDolorcs, Elena, Margarita y Josefa, que con sus sobrios vestidos de tafeta Ilenos deencarrujados y (frapeados posan desganadas en el gabinete del fot6grafo, parecencompletar la galeria pintada por Hermenegildo Bustos.

Por supuesto, la inseguridad que demostraba en su carta puede entendersecomo parte de un proceso dificil, aparejado con una adolescencia sensible; sinembargo, la luz mis inquietante que este texto reporta surge al enfocar la frasesubrayada en cl original: "A cstas razones bien fundadas, seg6n crco,jintanse las

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de mi cardcter rarisimo que, por ejemplo, me hace prcver una mayor pr6ximadcsaparicion de alguien de mi familia". Se desprende, pucs, quc habia tenidoprcmonicioncs y que la experiencia se habia repetido varias vcces. Su insistencialo inquictaba, al punto dc obligarlo a buscar apoyo con su padre. Paraddjicamentccl padre, que gozaba dc cabal salud, fue quien muri6 meses despu6s.

Senfales de la pesadumbre causada por esa muerte quedaron en la clegia qucGuadalupe Appendini aprovech6 en su prologo. No se trata de un bucn poema. Labiograffa se hallaba demasiado ccrcana para trasmutarse en materia valedera.Apenas se salvan algunos versos descriptivos y dolientes:

Todo lo evoco, padre,tus qucjidos, tus palabras postreras,

la voz triste en que habl6 tu hermano sacerdote,los cirios, companieros de velada,la madre, y los hermanos todos juntos,cl ataud que sale de la casa,cl sollozantce oficio de difuntos ...

Todavia puede darse la sorpresa de encontrar esta clegia publicada en algunpcriodico; pero cl propio L6pez Velarde la considero una mera reconstruccion deldrama. Conviene conoccrla para entender mcjor al pocta y para detenerse a pcnsarquc quiza conserv6 esta facultad suya quc lo hacia adelantarse alas desgracias. Scha comcntado su tcmpcramcnto supersticioso que incluso trasciende a sus pocmasy cs muy divulgada la anccdota de la gitana que lo oblig6 a palidcccr al vaticinarlecuna mucrte por asfixia. La profccia se cumplio, bien lo sabcmos; pero poco sc hareparado en las constantes alusiones que L6pcz Velarde dej6 en su obra sobre clconvcncimiento de quc moriria pronto. No resulta dificil descubrir varios ejem-plos. El mas contundente se halla en el poema "Gavota", fechado en 1920:

Mas con cl pic en el estribo

imploro ripida agoniaen mi final hosterfa.

Las estrofas precedentes son una suplica al Dios de sus devociones para qucno dcsfigure su pobre cucrpo pasajcro. A los treinta y dos afios y sin padccer otromal quc no fucra cl talento, comenzaba a despedirse del mundo en variascomposicioncs que conformaron su libro p6stumo, El son del corazon. Reflcxio-naba sobre los aciertos y crrores do su existencia en la cual no conocio a la mujcrideal, complcmcnto de sus anhelos fisicos y espirituales, a quien soslayo siemprc.

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Sc consolaba asegurando que habia vivido en el cogoyo de cada minuto.Hombre complejo, busc6 en la balanza, falso equilibrio de dos fucrzas

antag6nicas incapaces de fundirse, un simbolo de sus turbaciones. Se autodefini6diciendo: "Soy un harem y un hospital colgados juntos de un cnsucio". Loscuaros dcl hospital los ocupaba Fuensanta, la novia enferma dcl coraz6n qucsignificaba un refugio despu6s de fatigar los violentos goces amorosos. En elinmenso mausolco on que naufragaba, L6pez Velarde levant6 una capilla dedicadaa la jcrezana quc negaba su abrazo y an asi olia a lino recidn lavado y portaba demancra finica la golilla de encaje.

Sc ha lamado "musa capitalina" a quien daba peso al segundo platillo.Ernmpratriz dcl sexo imaginado como ej6rcito de hormigas voraces, los poemasdcdicados a loarla tuvicron un lenguaje entre cientifico y c6smico, que suplant6 clolor a sacristia por los conflictos de un var6n atrapado on los imperativos sexuales.Y ambas mujcres fucron resumen de otras muchas quc ayudaron a conformar susrespectivos arquctipos.

Sc han esclarecido datos y seguido pistas on el empeflo de concretar losorigenes exactos do algunos textos. "Del pucblo natal", que nos serviria decjcmplo, naci6 de los recucrdos quc grabaron en la conciencia infantil lasprovincianas parlcras, acostumbradas a enredarse chales negros al busto y acomentar sucesos cotidianos dcsde sus balcones. Angeles conciliadores, repre-sentaban un posible asidero que L6pcz Velarde se ofrecia a si mismo, alternativapara una vejez deshauciada y solitaria on la que tambi6n pens6. Muri6 a los treinay tres aflos, cuando sc hubiera crcido quc la vida le abria caminos. Esta previsi6nresult6 tan initil como prematura; sin embargo, las primeras vivencias le pro-dujeron una emoci6n inefable y cooperaron a conformar la figura de una enlutadaquc gcrmin6 los frutos apasionados que maduraron tcnaz y definitivamentc. Pocoimportaria on realidad que esa mujer hubiera sido Josefa de los Rios, cuyo nombresc rcvcl6 en la segunda edicidn de La sangre devota, o que la socorrieran una scricde muchachas coincidentes on su simpleza pueblerina y quc, encabezadas por clla,contribuycran al discio de una amada literaria. Todas so resumicron en la hermanaquc hacia llorar como las mutaciones y variantes de una sola especic femenina.

Dicen quc Josefa no descollaba. Lo mejor de su persona era su piel blanca ysu mirada bondadosa. Largas trcnzas cafan sobre su espalda y nunca tuvo idea deponerse galas quc no fucran las enaguas largas y las blusas de cuello alto. Entresus retratos mis difundidos, uno la mucstra vestida doe sciorita junto a su amigaSusana Jim6ncz; cl otro con cl pecho envuclto on un rebozo blanco. Los dos nosrepresentan la fisonomia de una muchacha comdn. L6pz Velarde la llam6Fuensanta -santa fucnte de aguas milagrosas-, y tal vez tom6 cl apelativo de una

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picza de Echcgaray, quien en esa epoca gozaba un prestigio que Ic regatearian lasnuevas generaciones de escritores. La voz de Fupnsanta era antifona, campanillade las litdrgicas clevaciones, verso que se entonaba a la Virgen, un armonio, unconjuro. Sus manos guiaban hacia Sion y restafiaban cicatrices, sus ojos taumatur-gos cmulaban dos limparas prendidas en la penumbra de un altar desicrto, brasason el incensario; su boca invitaba al beso, sus dientes insinuaban la travesura y elreclmpago de espejos pueriles; en trascendencias de extasis se adelgazaba su perfily sus brazos beatificos acunaban para dormir sobre los senos de una santa.Impartia paz la vecindad de sus hombros y, sobre todo, poseia la virtud de sublimarsu entorno. iSostuvieron el poeta y la idealizada relaciones de amor reciproco?Dificil saberlo. L6pez Velarde no se entregaba a las confidencias amistosas y eltono de sus cantos hace sentir que mas bien se trataba de un cortejo distante ajcnoa los desencuentros quo la convivencia impone. Aunque algunos afirman que huboun noviazgo roto por causas desconocidas, de tomarse on cuenta la carta de 1908que Lopez Velarde envi6 a su padre condoli6ndose de su juventud esteril, y unafechada el 31 de octubre de 1909 dirigida a Eduardo J. Correa agradeci6ndole ladedicatoria del libro En la paz del otonio, en que coment6 su ruptura con Fuensantacomo la ruina de una ilusion abrigada muchos aflos, se concluiria que de haberexistido, el entendimiento dur6 poco. Luego de esa ruptura, Ram6n invoco aFuensanta en alejandrinos eclesiasticos, la canonizo en endecasilabos y le compusouna letania de acs mfsticas: "jara mansa, ala diafana, alma blanda, fragancia castay acida! ". Fuensanta se desdibuj6 en la niebla al ritmo de estas invocaciones; pero,fantasma obstinado, reapareci6 en ocasiones sucesivas. "Hoy como nunca", elpoema que abre Zozobra, alude aun a su enfermedad, agonia y muerte, y variospasajes de El son del corazon comprueban que volvia transformada on un sonoroesqueleto peregrino con un sombrero de pastora atado bajo la calavera. Elalucinamiento nos lieva a los dibujos de Posada y alas pastorelas navidenas, porqueFuensanta sumaba anhelos y frustraciones, cuanto para el poeta constituian losvalores de este mundo, y era parte del terruno anorado.

En 1919 se agruparon los cuarenta poemas de Zozobra, compuestos en unperiodo de tres afios, dato comprobable segun su fecha de aparici6n en Revista deRevistas, Vida Moderna, El Universal lustrado, Pegaso y El Universal. Habla-ban de un ambito urbano donde moraba"la musa". Para honrarla no le reservarons6lo una alcoba de nigromante, sino la Metr6poli entera, perversa y atractiva.

Xavier Villaurrutia considero a Lopez Velarde el descubridor de la provincia,Octavio Paz lo definido como el descubridor de la ciudad y Ram6n Xirau sostuvoque una cosa completaba la otra. Me afilio a esta tercera postura porque la poesiade L6pez Velardec, lo mismo quc su fe, se apoyaba en los contrarios; infierno yparaiso, Gabriel y Satan, claridad y oscuridad, virtudes y vicios, el bien provin-

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ciano y ci mal citadino. De ahi que a "Las desterradas" y a sus amigas dejuventudcomo Eloisa Villalobos les aconscjara, sin mayores preimbulos, regresar al puebloantes de mancharse en arrabales impuros.

Se dirfa que hall6 la f6rmula de salvacidn para el insoluble conflicto deconfrontar almas. Incapaz de ser voluble con la mujer original, aqulla que lo hizonacer para el amor, sustituydndola por otra, prefiri6 la infidelidad multiple ysuperficial que ocurre todos los dias y nunca realmente, ya que a los encuentrostransitorios se les niega de antcmano la condici6n de compaiifas. Sc pensarfaentonces que el segundo platillo lo ocupan las aventuras o las admiradas diosas delescenario como Antonia Merc6 y T6rtola Valencia, que Fuensanta cumplia sumisi6n espiritual y las demas su cometido fisico:

A mi paso y al azar te dcsprendistecomo el fruto mas profanoqu pudicra concederme la bendvolaactitud de este verano.

Sin embargo, la tesis anterior se dcbilita ante el concurso depoemas inspiradosen una personalidad definida. A Margarita Quijano se Ic atribuye ese honor. AllenW. Phillips incluso descubrid oen "Dia 13" -fecha sentimental- una alusi6n:

Y si estalla mi espejo en un gemido,fencccri diminutivamentecomo la desinencia de tu nombre

La poesfa de L6pcz Velarde, antes un tanto objetiva, se prccipit6 hacia losabismos de lo subjetivo. Intervino lo diab6lico y, aunque "la musa" triunf6 "sobreun motin de satircsas", tuvo en comin con cllas agilcros y supersticiones, y laextralia cualidad de poder apretar entre los dedos 6xtasis y placcres como si fucranun haz de centcllas. En "Te honro en el espanto" se cle asigna un vocabularioorientalista que nos remonta a Las mil noches y una noche, se le adjudicanreferencias astrol6gicas, ritos quc recuerdan las misas negras donde cl crotismo semnczclaba al diabolismo, imugenes quc izan la bandera pirata con un campo finebrecn cl cual destaca una calavera sobre dos tibias cruzadas. jTuviron el pocta y "lamusa" un amor correspondido? Algunas referencias asi lo afirman. Carlos Pelliceraseguraba que Margarita Quijano nunca cas6 porque habia hecho votos de monjalaica. jC6mo precisarlo? Profundamente cat6lica, Margarita tenia un Cristo demarfil ante cl que rczaba. Al morir su padre, su hermano Alcjandro dispuso queclla fucra a vivir con otra hermana, viuda, y se encargara de cuidar a sus sobrinos.

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Obedccio sin replicar; cllo no obstante, en otros aspectos hubiera sido unaprecursora del movimiento de liberaci6n femenina mexicano. Macstra bien amadapor sus discfpulos, a quicnes imponia la lectura de simbolistas y parnasianosfrancescs, se entregaba apasionadamente a su profesi6n. Seguramente tuvo con suamador un entendimiento intelectual fincado, entre otras cosas, en la lectura deMauricio Maeterlinck, Anatole France y demais autores que formaban las vanguar-dias vigentes.

Carmen de la Fucntec describe a Margarita como una mujer virtuosa yexquisita, de nariz aguilefna y tez morena, cabellos castaios levemente chinos,apretados en un chongo sobre la nuca y escondidos bajo el sombrero. Sc dice queera bien formada de cucrpo, de bonito busto, acinturada, que levaba las manosmetidas siemprc en unos guantes negros. Iba a misa con L6pez Velarde y a lasconferencias que en 1915 impartio Antonio Caso en San Idclfonso. A vecestomaban juntos cl camino de alguna excursi6n. Como a Fuensanta, L6pez Velardela convirtio en motivo literario. Le dedic6 una prosa titulada "La dama en clcampo" (1916), donde le preguntaba: "LSonrfe usted seiorita de nombre de flor?"(la pista es tan clara como la que recogio Phillips) y explico que le habia inspirado,adcmas, "Boca flexible, avida ...". Lo mismo podria decirse de la composici6ntitulada "En las tinieblas humcdas" (1915) citada anteriormente y de otrasposteriores quc se cxtienden incluso a la que dcj6 inconclusa: "El sucfio de losguantes negros", en cuyas estrofas la llam6 "prisioncra del Valle de Mexico",aunque la frecucntacion duro solo de 1915 a 1918. Si por un lado Margaritaguardaba, asi sc dice, un celibato inc6lume, por otro despertaba e cerotismo delpocta que la describia con frases sintcticas c impresionistas: agudo perfil, cabelleratormentosa, nuca morena, ojos fijos, boca hecha para dar los besos prolijos yarticular la sflaba lenta de un tormentoso idilio.

La mclodia de los versos nos indica que habia cambiado cl tenor delsentimiento que inspiraba Fuensanta, l cerotismo sustitufa al sentimentalismo;pero las dos mujeres tenian algo en comuin: eran mis grandes que Lopcz Velardc.Fuensanta Ie Ilevaba ocho anfos, Margarita dicz. Y en ambos casos cllo implicabagraves obstaiculos. Cuando empezo su romance con Lopez Velarde, Margaritatenfa treinta y sicte. Podria considerarsele una solterona avergonzada de andar conun hombre de menos edad.

LPor qu6 escogia Lopcz Vclarde a mujcres mayores? No debe caerse enobviedades, pero inevitablemente se tiende a pensar en un complcjo de Edipo.Guillermo Sheridan insinuo algo. En una reconstruccion biograifica, saco a cuentoque la madre de L6pez Velarde, a partir de su casamicnto, no volvio a cortarse clcabello. En prucba mostr6 un retrato, dado a conocer antes por Elena Molina

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Ortega2, donde so ve graciosa con su vestido floreado, su lazo oscuro al talle y unramito de flores en la mano izquicrda, linda a pesar de un aberrante manto negroque le legaba a las corvas. Y no olvidemos que, seg6n se desprende de variosversos, el cabello era uno de los atractivos femeninos que a L6pez Velarde leresultaba muy estimulante. Por supuesto, hay mucho mis. Emmanuel Carballo meha dicho que Artemio de Valle Arizpe, en conversaciones privadas, contabaalgunas intimidades curiosas de L6pez Velarde, entre otras que sus urgenciassexuales duraban poco tiempo. Tal vez no pasa de scr uno de esos chistesmalvolos que circulan entre escritores; pero es indudable, lo prueban tanto lospoemas como las prosas, queL6pez Velarde frecuentaba los malos barrios en buscado galantos y que, lo senal6 Jose Emilio Pacheco, en "La flor punitiva",disfrazando la cosa bajo una rctorica elaborada, confirm6 que en una de esasaventuras pesc6 una enfermedad vendrca: "El furor de gozar gotea su plomoderretido sobre nuestra hombria: induil y cobarde salvarnos de la crapulosaangustia."

Asombra su voluntad de expresar on letras do molde preocupaciones intimas.Dcsde cl principio de su carrra mantuvo la misma postura. En la carta a EduardoJ. Correa (31 de octubre do 1909) Ic reproch6 no haber incluido en su libro, por scrdo tendencia licenciosa, "unos alejandrinos a Carmen". Y aquf aclaremos. Si bienconsta qu L6pez Velarde era poco inclinado a las confidencias, no sc ha reparadoto suficiente en su firme prop6sito do acerearse a "un sincerismo litrario que todosdebemos apctecer" 3. Quizi so dcbi6 a la influencia de Amid, que trascendi6 tantoentre los escritores interesados en mantenerse al dia. Incluso la Editorial Culturapublic6 posteriormente, 1918, una sclccci6n del Diario intimo, con prologo deManucl Toussaint, y tales publicaciones eran lectura obligada para quiencsfiguraban on los circulos intelectuales mcxicanos.

Asi pucs, cl conjunto de la obra constituye una biografia entrailable de L6pczVelarde. Y uno no evita remontarse a los hechos conocidos buscando el es-clarecimiento do algunos puntos claves. Sc me prescnta la tentaci6n de recordarquc nativa de Jercz y hu6rfana, Maria Trinidad Berumcn, cuya partida donacimiento se conserva en la parroquia del pueblo, cas6 a los diccisiete, cl 19 doagosto de 1887, con un hombre que le doblaba la edad, cl licenciado GuadalupeL6pcz Velarde, do treinta y cuatro. Su primog6nito naci6 a los diez meses y lepusieron un nombre doblo, Ram6n Modesto, on honor de su abuelo paterno y delmcjorparecido do sus tdos maternos. Lucgo la parcja procre6 ocho hijos mis, hasta

2 Elcna Molina Ortega: Poestas, cartas, docwnumentose iconografia. Imprenta Universitaria,M6xico, 1953.SJerez, 1909.

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unas gemelas, Aurora y Espcranza, en el iltimo alumbramiento. LTuvieronproblemas morales y econ6micos? Quiza. El padre murio cuando el mayor de loshijos contaba veinte afios y los restantes eran adolescentes o ninos pcquceios. Elcaso es que por esto o por serios problemas ontol6gicos, L6pez Velarde conside-raba una irresponsabilidad traer al mundo corazoncitos a volar. En la prosa titulada"Jose de Arimatca" habl6 sin ambages de una relaci6n sexual interrumpidaabruptamente.

Dentro de la alcoba, un clima de perla de 6ter, un esfumarse de algo en cicrnes o

do algo en fuga. Dc suibito, al definirse el aguij6n vital, brincamos cien leguas,para no vulnerar a la virgen privilegiada con semejante ejecutoria narc6tica ...

En "Meditacion en la Alameda" describio a Prospero Garduflo, do incompati-bilidad manifiesta entre su nombre y su filosofia, pesimista y soltero porque temiallevar a una blanca heroina vestida de blanco, a la torre de la fccundidad,convencido de quo "vale mas la vida estcril que prolongar la corrupcion mas allido nosotros". En "Obra macstra" hizo una definici6n:

"El soltero cs cl tigre quo escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocedcni avanza.

Para avanzar neccsitaria scr padre. Y la paternidad asusta porquc susresponsabilidades son eternas.

Con un hijo yo perderia la paz para siempre. No es quo yo quicra dirimir lacucstion con orgullos o necias prctcnciones. jQui6n enmendaria la plana de lafocundidad? Al tomar cl lapiz me ha hecho temblar el ricsgo del sacrilegio, por maisquo mis conclusiones se deriven, precisamente, do lo quo en mi pueda haber doclcmencia, decjusticia, de vocaci6n al ideal y hasta de cobardia." Y adelante aniadid:"Dontro do mi tempcramento, echar a rodar nuevos corazones s6lo so concibe poruna fe continua y sin sombras y por un amor extremo."

En su corta existecncia no sc le presentaron ninguna do las dos opciones.Encontraba divino cl albedrfo do negar la vida y, a pesar de sus tomores, soconvertia on un albigense her6tico que rehusaba cl derccho a procrear como lapcrpetuaci6n do la obra de Dios sobre la ticrra. Y vayamos a otros, para no seguircon ejcmplos frecuentados. Lopcz Velarde transitd solo dos veces las estructurascomplicadas del cuento: en "Luna do midl" y "El obsequio de Ponce". Recons-truyo asi una anccdota sencilla sobre la seniora Galindo, quo vivia en las nubcsporquc su marido, extrania espccic do trovador nocturno, le alababa cl busto conesmerada morbosidad, hasta quo la infeliz descubrio los mismos halagos on losescritos do un pocta mucrto recientcmcnte. Dicho texto aparecio enLaIlustracionSemanal (13 do abril do 1914). Adcmas do recrear una anccdota picara, Lopcz

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RAMON LOPEZ VELARDE ...

Vclarde establcci6 un jucgo interesante autoplagiandose. Las palabras con que seobsquiaba a la sciora Galindo son versos dcl "Elogio a Fuensanta" y do "El adi6s"(1912). Sc burlaba un poco de si mismo y de las mujeres que neccsitan scrcstimuladas con alabanzas y "romanticismo", recursos en los cuales era muydiestro; pero, lo importante para acarrear otra piedra a nuestro molino, consiste ensu identificaci6n con cl pocta mucrto prematuramente.

"El obsequio de Ponce" apareci6 antes en El Mundo Ilustrado (12 de octubrede 1913). L6pez Velarde retrat6 alli a un personaje con sus propias caracteristicas,un pesimista sonriente que nutria sus ideas en la contemplaci6n directa de losespecticulos del mundo, que escogi6 a "una criatura bondadosa y contemplativasobre cuya cabcza caian ya las hojas hucrfanas del otoflo" y a quien amaba "por clsentimiento macizo del celibato que comienza a tener miedo a la chimenca sinlumbre y a los aposentos destartalados", s6lo el matrimonio obstaculizaba su dicha,pucs siendo pcsimista no podia fundar un taller de infortunio ni un vivero dosufrimiento.

El cuento ticne final incsperado: a la muchacha se le present6 una ofertamatrimonial y cl novio perenne dej6 cl campo libre en mucstra de carifio, no sindcrramar abundantes lIigrimas, "como un estudiantillo de gramitica". Al analizarirdnico los trances do su personaje, L6pecz Velarde descubria su drama personal;sin embargo, hallaba modo de desahogarse encontrando en el sexo una fuenteinagotable de placcres. Sus poemas cr6ticos lo prueban maravillosamente.

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