el-nuevo-orden-de-los-reyes-catolicos

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I sabel y Fernando reciben Castilla y Aragón cuando ambos reinos tienen graves problemas fuera y dentro del territorio. En años ante- riores, La Aventura de la Historia se ha referido a las circunstancias que hi- cieron posible el matrimonio de la prin- cesa castellana y del heredero aragonés y a la política exterior que, en defensa de los intereses de ambos reinos, llevó a los soldados y diplomáticos a Italia, Francia, Alemania e Inglaterra y permi- tió resolver los problemas con Portugal en el Atlántico sur y, con el tiempo, lle- vó a las naves castellanas hasta las In- dias Occidentales, hasta América. Dedicamos este dossier a la política interior, analizada desde diversos pun- tos de vista: los Re- yes reunieron Cortes en varias ocasiones para hacer jurar a sus hijos como here- deros, pero tan sólo en Madrigal (1476) y Toledo (1480) los procuradores fueron llamados para tomar las medidas necesa- rias para pacificar el reino, agitado por las divisiones de los años anteriores; su estudio es necesario para entender el éxito de Isabel y Fernando. Una de las primeras medidas toma- das fue el restablecimiento de la Santa Hermandad, existente desde años ante- riores, aunque siempre como Herman- dad de las Ciudades. Ahora conserva este carácter, pero a su frente ya no es- tán los representantes urbanos, sino hombres de los Reyes que utilizan la Hermandad para garantizar la paz y la seguridad y terminan convirtiéndola en ejército permanente al servicio de los Reyes, pagado por las ciudades. Con- viene recordar, en este sentido, que la recreación de la Hermandad fue acom- pañada del control de las Órdenes Mi- litares, que eran la fuerza militar, y eco- nómica, más importante de la época. La Santa Hermandad y las Órdenes permitieron a los Reyes imponerse a los nobles y hacer efectiva su autoridad por todo el territorio. Medidas contra la diferencia La seguridad interior se acompaña de medidas contra los “diferentes”, contra los que se distinguen de los demás por profesar una religión distinta a la de la mayoría, contra los judíos, contra los conversos, de los que se sospecha que, en secreto, practican los ritos judíos y contra los herejes en general. Los judíos fueron expulsados en 1492, meses después de la ocupación de Granada y de la sali- da de la Península de los dirigentes de la sociedad musulmana. Y contra los cristia- nos que judaizan y contra los herejes se revitalizó en 1478 la Inquisición medie- val, controlada en ese momento por hombres de los Reyes que la utilizan para acelerar y acentuar la unidad interna de los reinos. Por último, aunque podrían haberse tratado otros muchos aspectos, convie- ne recordar la reforma de los monaste- rios y conventos llevada a cabo por Isa- bel y Fernando, que sirvió también para reforzar la unidad, pero que tuvo su ori- gen en la petición de amplias capas de la sociedad, que deseaban que se pu- siera fin a los escándalos y se regulara la vida clerical. La intervención de los mo- narcas en el nombramiento de los obis- pos sirvió, una vez más, para controlar el reino y para buscar una mayor ética en el mundo de los eclesiásticos. n 3 2 Mayor orden público, homogeneización religiosa de los súbditos reforzando la Inquisición y llegando a la expulsión de los judíos, saneamiento de la vida religiosa. JOSÉ-LUIS MARTÍN presenta las líneas maestras de la política interior de los Reyes Católicos EL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS U NIFICACIÓN Los Reyes Católicos en el acto de administrar justicia, en la visión historicista de Víctor Manzano, 1860 (Madrid, Palacio Real). La hora de la JOSÉ-LUIS MARTÍN es catedrático de Historia Medieval, UNED. Mapa portuario de España del siglo XV (Madrid, Museo Naval).

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Page 1: El-nuevo-orden-de-los-Reyes-Catolicos

Isabel y Fernando reciben Castillay Aragón cuando ambos reinostienen graves problemas fuera ydentro del territorio. En años ante-

riores, La Aventura de la Historia seha referido a las circunstancias que hi-cieron posible el matrimonio de la prin-cesa castellana y del heredero aragonésy a la política exterior que, en defensade los intereses de ambos reinos, llevóa los soldados y diplomáticos a Italia,Francia, Alemania e Inglaterra y permi-tió resolver los problemas con Portugalen el Atlántico sur y, con el tiempo, lle-vó a las naves castellanas hasta las In-dias Occidentales, hasta América.

Dedicamos este dossier a la políticainterior, analizada desde diversos pun-tos de vista: los Re-yes reunieron Cortesen varias ocasionespara hacer jurar asus hijos como here-deros, pero tan sóloen Madrigal (1476) yToledo (1480) losprocuradores fueronllamados para tomarlas medidas necesa-rias para pacificar elreino, agitado porlas divisiones delos años anteriores;su estudio es necesario para entenderel éxito de Isabel y Fernando.

Una de las primeras medidas toma-das fue el restablecimiento de la SantaHermandad, existente desde años ante-riores, aunque siempre como Herman-dad de las Ciudades. Ahora conservaeste carácter, pero a su frente ya no es-tán los representantes urbanos, sinohombres de los Reyes que utilizan laHermandad para garantizar la paz y laseguridad y terminan convirtiéndola enejército permanente al servicio de losReyes, pagado por las ciudades. Con-

viene recordar, en este sentido, que larecreación de la Hermandad fue acom-pañada del control de las Órdenes Mi-litares, que eran la fuerza militar, y eco-nómica, más importante de la época.La Santa Hermandad y las Órdenespermitieron a los Reyes imponerse alos nobles y hacer efectiva su autoridadpor todo el territorio.

Medidas contra la diferenciaLa seguridad interior se acompaña demedidas contra los “diferentes”, contralos que se distinguen de los demás porprofesar una religión distinta a la de lamayoría, contra los judíos, contra losconversos, de los que se sospecha que,en secreto, practican los ritos judíos y

contra los herejes engeneral. Los judíosfueron expulsados en1492, meses despuésde la ocupación deGranada y de la sali-da de la Península delos dirigentes de lasociedad musulmana.Y contra los cristia-nos que judaizan ycontra los herejes se

revitalizó en 1478 laInquisición medie-val, controlada en

ese momento por hombres de los Reyesque la utilizan para acelerar y acentuarla unidad interna de los reinos.

Por último, aunque podrían habersetratado otros muchos aspectos, convie-ne recordar la reforma de los monaste-rios y conventos llevada a cabo por Isa-bel y Fernando, que sirvió también parareforzar la unidad, pero que tuvo su ori-gen en la petición de amplias capas dela sociedad, que deseaban que se pu-siera fin a los escándalos y se regulara lavida clerical. La intervención de los mo-narcas en el nombramiento de los obis-pos sirvió, una vez más, para controlarel reino y para buscar una mayor éticaen el mundo de los eclesiásticos. n

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Mayor orden público, homogeneización religiosa de los súbditosreforzando la Inquisición y llegando a la expulsión de los judíos,saneamiento de la vida religiosa. JOSÉ-LUIS MARTÍN presenta las líneasmaestras de la política interior de los Reyes Católicos

EL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

UNIFICACIÓN

Los Reyes Católicos en el acto deadministrar justicia, en la visiónhistoricista de Víctor Manzano,1860 (Madrid, Palacio Real).

La hora de la

JOSÉ-LUIS MARTÍN es catedrático de Historia Medieval, UNED.

Mapa portuario de España del siglo XV(Madrid, Museo Naval).

Page 2: El-nuevo-orden-de-los-Reyes-Catolicos

convocatorias: en 1476 –para el jura-mento como heredera de la princesaIsabel–, en 1480 –jura del príncipe donJuan como heredero de la Corona–, en1498 –como consecuencia de la muertedel príncipe don Juan en 1497, para ju-rar heredera a la princesa doña Isabel–,en 1499 –jura del príncipe don Miguelcomo heredero del trono–, en 1500 –vo-tación de servicio extraordinario para el

matrimonio de las infantas–, en 1502–para el juramento de doña Juana comoprincesa heredera del Reino–, y en 1503–para aumentar el servicio para la gue-rra con Francia–. Es decir, en el reinadode Isabel I (1474-1504) se convocaronCortes en siete ocasiones y de formatan irregular que durante el periodo1481-1497 no hubo ninguna reunión.

Sólo se conserva el ordenamiento de

dos: las de 1476, Cortes de Madrigal, ylas de 1480, Cortes de Toledo. A la laborrealizada en estas dos convocatorias sele ha reconocido un papel importanteen el inicio del Estado moderno en Cas-tilla, porque resolvieron los problemasde la sucesión y reforzaron el papel pre-ponderante de la monarquía, que carac-terizó un periodo (1480-1497) de enor-me prestigio de los reyes, de éxitos in-teriores y exteriores, sin problemas po-líticos, económicos y administrativos derelieve. Por el contrario, desde 1498 sereunieron las Cortes con relativa fre-cuencia, coincidiendo con una profun-da crisis política por la cuestión suceso-ria que se vio agudizada con la muertede la reina Isabel en 1504, al mismotiempo que aumentaba la presión fiscalpara financiar la política de expansiónhegemónica en Italia.

Madrigal: la jura de IsabelLas Cortes de Madrigal fueron convo-cadas el 7 de febrero de 1475 para ju-rar a la infanta Isabel como princesaheredera. Las Cortes se inauguraron el6 de abril y finalizaron con la procla-mación del ordenamiento, el 27 deabril de 1476. Asistieron los represen-tantes de las 17 ciudades y villas, aun-que fueron unas Cortes caracterizadaspor la irregularidad en la asistencia delos procuradores y de los nobles, nosólo porque algunos de los poderes deprocuración estaban expedidos el añoanterior, sino porque una parte de lanobleza y del alto clero no apoyaba lajura de doña Isabel o luchaba en elbando de los partidarios de Juana deCastilla, la “Excelente Señora”.

La tarea de estas Cortes tuvo variosaspectos importantes, destacando lacreación de la Hermandad General pa-ra terminar con la situación de anar-quía interior.

La reforma de la Administración tuvocomo meta controlar minuciosamentelos derechos y tasas de los oficiales dela contaduría y de otros oficiales de laadministración.

Los procuradores pidieron que lasmercedes y donaciones realizadas porEnrique IV desde 1464, y las que los Re-yes Católicos habían concedido, fueransuprimidas, así como las mercedes demaravedíes, pan, doblas, florines y otrascosas, tanto por juro de heredad comode por vida. No accedieron a lo solicita-

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Las Cortes medievales castella-nas, como organismo políticosupremo, representan al Reino,aunque dentro del esquema

medieval de organización de la socie-dad. El alto clero es el primer brazo yostenta la representación de todos losclérigos y de todas las personas que vi-ven bajo la jurisdicción y dependenciaeclesiásticas. La alta nobleza forma elsegundo brazo, que asiste a las Cortesrepresentando al resto de la nobleza ya los que viven en los señoríos nobilia-rios. Por último, el tercer brazo o esta-mento estaría constituido por los re-presentantes de los vecinos de un nú-mero reducido de villas y ciudades derealengo, siendo elegidos los miem-bros de las oligarquías urbanas quecontrolaban los organismos de decisiónconcejil. En el reinado de los Reyes Ca-tólicos eran 17 villas y ciudades las quetenían representación en Cortes: Ávila,Burgos, Córdoba, Cuenca, Guadalajara,Jaén, León, Madrid, Murcia, Salamanca,Segovia, Sevilla, Soria, Toledo, Toro,

Valladolid y Zamora. Y, después de1492, se incorporó Granada.

El periodo de auge y esplendor de lasCortes castellanas comprende las últi-mas décadas del siglo XIII y el XIV, épo-ca en la que los monarcas buscaron suapoyo para librarse de ingerencias no-biliarias. Se inició la decadencia en el si-glo XV, culminando con los Reyes Cató-licos, en el que se convirtieron en sim-

ples auxiliares de la implantación de lamonarquía moderna. Las Cortes caste-llanas debían convocarse para las cues-tiones siguientes: jura del heredero de laCorona; asesoramiento normativo; vota-ción de impuestos; y todos aquellosasuntos importantes relativos a la admi-nistración interior y política exterior.

El reinado de los Reyes Católicos secaracterizó por la irregularidad de las

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Clero, nobleza y tercerestamento fueronconvocados de formairregular y esporádicapor los Reyes Católicos,pero de las citas deMadrigal y Toledosurgieron rasgosdecisivos para laconfiguración de sugobierno. CARMELO

LUIS LÓPEZ analizaestos dos episodios

CARMELO LUIS LÓPEZ es historiador y directorde la Institución Gran Duque de Alba.

CORTESCORTESPoder sobre las

La rendición de Granada (fragmento),por Francisco Pradilla, 1882 (Madrid,Palacio del Senado).

EL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

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Toledo el 15 de enero de 1479.Pero la guerra con Portugal y laslargas negociaciones de paz hastala firma de los tratados de Alcaço-vas retrasaron la fecha de reuniónque no se llevó a cabo hasta me-diados del mes de noviembre de1479 en la emblemática ciudad deToledo, donde había de ser pro-clamado y jurado heredero elpríncipe don Juan, cerrando defini-tivamente el problema sucesorio. Eljuramento del príncipe, es decir, elreconocimiento del sucesor, supo-nía la aceptación de la legitimidadde la monarquía reinante por el ór-gano supremo de representaciónde la sociedad: las Cortes, precisa-mente, cuando hasta hacía pocotiempo esa legitimación había esta-do cuestionada por una parte im-portante de los estamentos. A estaciudad llegó la reina con su hijo el14 de octubre, y el 23 del mismomes lo hizo el rey, llevando en suséquito un elefante, regalo de unaembajada de Chipre, que desper-taría, indudablemente, el asom-bro del pueblo, ante tal muestradel poder real.

Los reyes prepararon con cuidado lareunión de Cortes, asegurándose la leal-tad de los procuradores: asistieron losmiembros más importantes de las oli-garquías urbanas de las 17 ciudades,que desempeñaban oficios de provisiónreal, nombrando presidente de los pro-curadores al siempre fiel Gómez Manri-que, corregidor de Toledo. Por si fuerapoco, se les concedieron unos elevadossalarios y se les autorizó a transmitir porherencia sus oficios concejiles. Con am-bas concesiones –dinero y privilegio–quedaba neutralizado cualquier even-

tual intento de oposición.Las Cortes de Toledo de 1480 marca-

ron un hito en la historia de Castilla,tanto si se considera de llegada, encuanto supusieron la finalización delperiodo medieval con el triunfo de lamonarquía, o como punto de partidahacia formas políticas nuevas en los si-glos XVI y XVII.

Estas importantes Cortes supusieronimportantes cambios. Fijaron la com-

posición de la Audiencia o Chanci-llería que quedó formada por unprelado, cuatro oidores, tres alcal-des, un procurador fiscal y dos abo-gados de los pobres, configurándo-la como una institución alejada dela corte y dotándola de relativa in-

dependencia del poder del monar-ca. Reglamentaron la duración delos nombramientos e introdujeronmedidas de moralidad, al ordenarque las penas impuestas fueran pa-ra la cámara del rey, para los estra-dos de su auditorio o para repartiren obras pías o públicas, así comoestableciendo en el orden procesalsistemas de recurso y de recusa-ción de los jueces y alcaldes. Res-pecto al Consejo, quedó configura-do como un organismo jurídicoque asumía competencias judicia-les, y desempeñó funciones ejecu-tivas y de gobierno, y de asesora-miento a los reyes. Formado porun prelado, tres caballeros yocho o nueve letrados, debía reu-nirse todos los días por la maña-na. Sin embargo, el campo de ac-tuación y de nivel ejecutivo que-daba reducido, fundamentalmen-

te, por dos limitaciones: la primera,que los acuerdos para ser válidos debí-an adoptarse por una mayoría de dostercios; y la segunda limitación, el ele-vado número de los asuntos reservadosal monarca: nombramientos, concesiónde mercedes y suplicaciones al Papa.

Revocación de mercedesEn el ordenamiento figura la revoca-ción de las expectativas que eran da-das para oficios y las renunciacionesen vida o al tiempo de su muerte sobrelos oficios de alcaldías y alguacilazgos,

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Fray Hernando de Talavera.(Talavera, 1428-Granada, 1507)Catedrático de Filosofía Moralen Salamanca, entró en la ordenjerónima en 1463. En 1465 fuellamado a ser confesor de lareina Isabel y en 1492 fuenombrado arzobispo deGranada, donde fue tolerantecon judíos y musulmanes. Esole creó problemas con laInquisición, aunque fuerehabilitado por el papa Julio II.

Antonio de Nebrija. (Lebrija, 1441-Alcalá de Henares, 1522)Formado en Salamanca yBolonia, enseñó gramática yretórica en Salamanca y Alcalá.Filólogo preocupado por acercarla gramática a los profanos yautor de la primera gramáticaespañola en lengua vulgar.Preparó una Historia de los ReyesCatólicos, traducción latina conrasgos originales de la castellanade Hernando de Pulgar.

Esta miniatura del rey Salomón ilustra bien larepresentación del poder real a finales de laEdad Media. Biblia de Moisés Arragel, 1422.

do por la misma razón que expuso En-rique IV en las Cortes de Ocaña, pueshacerlo supondría enfrentarse con losnobles y caballeros, precisamente en elmomento en que más los necesitaban.

Sin embargo, se tomaron algunas me-didas que fueron un antecedente de lareforma de 1480: recaudación de un úni-co servicio y montazgo cada año, revo-cación de cartas y privilegios para pediry coger portazgos nuevos, petición delas cortes de anulación de las mudanzasde las behetrías en solariegos, supresiónde la facultad que tenían los poseedoresde rentas situadas de elegir sobre quéimpuesto deseaban percibirlas, etc.

Se fijó un límite a la jurisdicción ecle-siástica de los conservadores y jueceseclesiásticos que venía invadiendo lajurisdicción real, al conocer de causasprofanas entre legos, y se prohibió quelos alguaciles eclesiásticos llevaran va-ra de justicia. Al mismo tiempo, orde-naron que no se concedieran los mejo-res beneficios eclesiásticos a extranje-

ros y se corrigieron los abusos de losfrailes de la Trinidad, de la Merced y deotras órdenes religiosas en la ejecuciónde los testamentos.

Contra las minorías étnico-religiosas,sobre todo contra la judía, se adoptóuna serie de disposiciones que condu-

jeron, después de las ordenadas en lasCortes de 1480, a la expulsión. Revoca-ron las leyes de Alfonso XI y de EnriqueII que establecían que los judíos y mo-ros no pudieran ser presos por deuda uobligación con los cristianos. Se prohi-bió a los jueces de judíos y moros queconocieran en causas criminales, aun-que fueran entre judío y judío, o de mo-ro con moro, pudiendo en las causas ci-viles apelar la sentencia de sus jueces

ante los tribunales cristianos. Se obligóa los moros a llevar su capellar verdesobre la ropa, o al menos una luneta; ya los judíos y judías, señales coloradasen la ropa del hombro derecho; y se lesimpuso la obligación de eliminar cual-quier signo de distinción o de lujo en

los vestidos y en los utensilios. Y, final-mente, se establecieron medidas ten-dentes a evitar la usura en los contratosentre judíos y cristianos.

Don Juan, herederoComo consecuencia del nacimiento delpríncipe don Juan en Sevilla, el 30 dejunio de 1478, la convocatoria se reali-zó el 13 de noviembre de dicho año,para celebrar la reunión de Cortes en

Fco. Jiménez de Cisneros.(Torrelaguna, 1436-Roa, 1517)Protegido del cardenalMendoza, fue nombradoconfesor de la reina Isabel en1492 y en 1495, arzobispo deToledo. Fue responsable de unadinámica campaña de reformade la vida religiosa, siguiendoconsignas de Alejandro VI. Trasla muerte de Isabel, en 1504,entró en el primer plano de laescena política.

Tomás de Torquemada.(Valladolid, 1420-Ávila, 1498)Dominico y confesor honoríficode los Reyes Católicos, fuedesignado inquisidor general deCastilla y Aragón en 1483. Elrigor de este descendiente deuna familia de judíos conversosfue considerado excesivo por lospapas, pero siempre contó con elapoyo de los reyes, en los que secree que influyó para laexpulsión de los judíos de 1492.

PERSONAJES

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En la reunión de las Cortes de Toledo, de 1479, se proclamó heredero al príncipe don Juan. Vista de Toledo, del Civitates Orbis Terrarum, siglo XVI.

El rey Fernando llegó a Toledo con unelefante, regalo de una embajadade Chipre, como muestra de su poder

PODER SOBRE LAS CORTESEL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

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Los últimos estudios sobre lareforma religiosa confirman lafuerza de los anhelos refor-mistas, la conciencia de inau-

tenticidad cristiana en amplios círcu-los de la sociedad, las propuestas desoluciones y programas y el grado deresponsabilidad política con que asu-men la tarea reformista los rectores dela Cristiandad: los papas y los sobera-nos de cada país. Llama la atención elaspecto político de la reforma de laIglesia, desde el Pontificado, en el quedestacan las contradicciones internasde los proyectos y la imposibilidadpráctica de una empresa de reformapontificia en el periodo anterior aTrento. Los especialistas ponen énfasisen la peligrosidad de las reformas na-cionalistas y en la debilidad de las au-torreformas institucionales que se ato-mizaban en sus rincones. Apuntan, sinembargo, una excepción: la obra de

JOSÉ GARCÍA ORO es profesor de Paleografía, Universidad de Santiago de Compostela.

Ordenen la IGLESIA

La reforma eclesiásticafue una tesis de Estado,

y una táctica de lamonarquía católica

anterior y posterior aFernando e Isabel, pero

en la que ambostuvieron una destacada

labor, explica JoséGarcía Oro

Auto de fe presidido por santo Domingo de Guzmán, por Pedro Berruguete, siglo XV (Madrid,Museo del Prado). Los Reyes Católicos reforzaron el poder de la Corona sobre la Inquisición.

para convertirlos en juro de heredad,que no se hubieran llevado a efecto.Respecto a las mercedes y donacionesde maravedíes, pan, doblas, florines,etc. sobre las alcabalas, tercias, diez-mos, aduanas y otras rentas reales, asíde merced de por vida como de jurode heredad, los procuradores de lasciudades no intervinieron en su reduc-ción, aunque sí pidieron su supresión.Se revocaron las mercedes arrancadaspor engaño o por fuerza a Enrique IVy a su hermano el príncipe don Alfon-so, pero se respetaron las que habíansido concedidas por servicios verdade-ros a Enrique IV. Se suprimieron lasmercedes concedidas por serviciosirrelevantes o que hubieran sido yapremiados de forma directa y se redu-jeron algunos juros concedidos por ne-cesidades inmediatas de la Corona olos conseguidos por los particulares através de la nobleza.

En cuanto al gobierno municipal, apartir de esas Cortes el oficio de corre-gidor se generalizó y expandió a las vi-llas y ciudades de jurisdicción real, pero

para evitar el absentismo establecieronque sólo cobraran el salario del tiempoque residieran en la villa o ciudad, ex-cepto si estuvieran en servicio del rey opor alguna causa justa, sin exceder losnoventa días y con permiso de los ofi-ciales del concejo. Con todo, la limita-ción o reserva más importante ante elpoder excesivo de los corregidores erala obligación de realizar el Juicio de Re-sidencia durante 30 días, debiendo res-ponder ante el juez de las denunciasque le interpusieran los vecinos que ha-bían estado sometidos a su autoridad.

Los ojos del reyUna de las figuras más importantes quecrearon estas Cortes fue la de los vee-dores que cada año debían visitar lasciudades con amplias funciones de ins-pección, teniendo que informar a los re-yes sobre cómo se realizaba la adminis-tración de justicia, si se construían torresy casas fuertes, de qué forma se rendíanlas cuentas de los concejos, si se llevabaa cabo la restitución de las ocupacionesde términos y en qué estado de conser-

vación se encontraban los puentes,pontones y calzadas.

Continuaron las medidas contra losjudíos tomadas en las Cortes de Ma-drigal. Aunque parece que los prote-gían en la disposición que prohíbe alos mozos de espuela llevar derechosa las aljamas, cuando entraban los re-yes en villas y ciudades, sin embargoaumentaron los derechos de los mon-teros de Espinosa, elevando el im-puesto que debían pagarles, de docemaravedíes a cuatro reales de platapor cada tora. Siguen medidas contrala minoría judía, como prohibirles lle-var vestiduras de lienzo y cantar envoz alta en los entierros. Pero la dis-posición más dura, de separación ra-dical, fue la orden de que todas las ju-derías y morerías estuvieran aisladasde los barrios de los cristianos, de-biendo construir sus casas en los ba-rrios establecidos para ello, en un pla-zo de dos años; en esos barrios se se-ñalarían lugares para construir mez-quitas o sinagogas, respectivamente, siantes las tenían. Las medidas no erannuevas, pero ahora se cumplirán contodo rigor, lo que producirá un aisla-miento radical de la minoría judía queconducirá a su expulsión en 1492.

Beneficios para el clero nacional Está presente en las disposiciones delOrdenamiento un deseo de mejorar yelevar el nivel espiritual del clero de laIglesia castellana, pero también trata-ron de defender la jurisdicción realfrente a la eclesiástica: que los benefi-cios eclesiásticos y las dignidades no seentregaran a extranjeros y, sobre todo,la exigencia de que las personas que seproponía al Papa que fueran nombra-das para los arzobispados y obispadosjuraran que no tomarían ni ocuparíanen las villas y ciudades de sus iglesiaslas alcabalas, tercias, pedidos y mone-das reales. Es decir, pretendían que losbeneficios eclesiásticos fueran en ex-clusiva para el clero nacional y que elpapa nombrara obispos sólo a las per-sonas que ellos propusieran.

En resumen, puede afirmarse que, sien el reinado de los Reyes Católicos lasCortes son relegadas a segundo térmi-no, su nuevo Estado, el Estado moder-no, inició el proceso de su configura-ción en las Cortes de Madrigal (1476) yde Toledo (1480). n

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Carta de privilegioal colegio deSanta Cruz deValladolid firmada,a petición delcardenalMendoza, por losReyes Católicos enSevilla, en 1484.

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española es la res-tauración de la vi-da regular, mascu-lina y femenina,monacal y mendi-cante. Fue la ideade Juan I, en 1380,que asumió la di-nastía Trastámara,que recibió su es-tructuración políti-ca de los ReyesCatólicos y quefue conducida a extremos auténtica-mente quirúrgicos por Felipe II, en con-traposición al concilio tridentino, al quejuzgaba insuficiente en este campo, y almargen de los papas de los años si-guientes, que se resistían a autorizar es-ta drástica reforma “a la española”.

En esta reforma regular no existe unritmo único, sino varios y dispares. Lasórdenes mendicantes se autorreforma-ron a lo largo del siglo XV, dando vidaa su nueva forma de Observancias, sibien algunas como las militares y loscarmelitas inician muy tardíamente lanueva dirección. Las órdenes monásti-cas pasaron por un proceso traumático,largo y aristado que supuso arrancarlasdel régimen beneficial en que estabanenzarzadas y vertebrarlas en nuevas

en la obra misionera.A fines de la Edad Media, las abadías

benedictinas tenían vida autónoma sinvinculación real entre sí, a pesar de lanormativa que les obligaba a federarseen congregaciones con presidente, vi-sitas de inspección y celebración de ca-pítulos generales, a restablecer la ho-mogeneidad de la vida comunitaria y arestaurar las prácticas ascéticas de cadainstituto. La situación concreta de lasabadías benedictinas es de desarticula-ción completa de su esquema constitu-cional. No mantienen la vida comunita-ria; tienen dilapidado o impedido elpatrimonio monástico; sufren un decai-miento demográfico profundo; entranen el sistema beneficial con sus digni-dades y oficios; están tutelados por laencomienda seglar que hipoteca su pa-trimonio. La reforma consistirá enarrancarlas de estas férreas mallas de ladependencia externa y del aislamientoe insertarlas en una nueva instituciónunitaria: la Observancia.

El císter hispanoEl císter hispano tiene un leve armazóninstitucional que le resguarda de la dis-persión. Los monasterios pertenecenteóricamente a una de las grandes fa-milias cistercienses; existen los visita-dores y los capítulos generales queexaminan la vida cisterciense y casti-gan los desvaríos. Las comunidades seconservan, fosilizadas, con una demo-grafía baja, una cierta interrelación y,sobre todo, un intento de resistir lasamenazas más graves, que son el siste-ma beneficial y fiscal de la Curia roma-na y la encomienda señorial. Esta apa-rente tónica de regularidad mediocreestá desmentida tanto por los visitado-res que periódicamente inspeccionanlas casas españolas, como por la docu-mentación específica, que demuestraque el cuadro comunitario no funcionani siquiera dentro del permisivo siste-ma claustral.

Las órdenes mendicantes (domini-cos, franciscanos, agustinos y carmeli-tas) y redentoras (trinitarios y merceda-rios) mantienen el esquema de la vidaconventual en forma rutinaria: comuni-dad estable con oficios domésticos ac-tivos; estudio y enseñanza; actividadministerial y pastoral; presencia territo-rial en el ámbito provincial y diocesanoy urbana importante, en juego con las

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congregaciones centralizadas que lesdieron uniformidad y un régimen único,pero con itinerarios dispares en san Be-nito, el Císter y los canónigos regulares;las casas femeninas fueron lentamenteatraídas a la nueva disciplina comunita-ria de la Observancia por obra de surespectiva rama masculina, y sólo entiempo de santa Teresa emprenden ru-tas propias, ya dentro de la espirituali-dad descalza de fines de siglo.

En síntesis, la reforma regular realiza-da en España, principalmente en el pe-ríodo de los Reyes Católicos, consiste enla renovación de la vida comunitaria yen la motivación vocacional que se ma-nifiesta con fuerza a lo largo del sigloXVI, y repercute sobre todo en la laborteológica, en la predicación popular y

Isabel la Católica, a los pies de DiosOmnipotente, en unaminiatura delMarcuello (siglo XV).

los Reyes Católicos, Fernando V e Isa-bel I, de España.

Aunque se ha concedido a la reinaIsabel el protagonismo en la reforma,esto sólo es válido para el ámbito cas-tellano, pero este protagonismo no in-

valida la tesis siempre clara de que lareforma eclesiástica es en todo mo-mento una tesis de Estado, un compro-miso y una táctica de la monarquía ca-tólica anterior y posterior a Fernando eIsabel. En consecuencia, la actuaciónde la reina Isabel es ocasional y nuncase debe ver en sus actuaciones una pe-culiaridad personal.

La reforma eclesiástica en España noes un proceso de nacionalización de laesfera eclesiástica, pero conlleva unafuerte vinculación de los grupos reli-giosos a la Corona que los tuteló y em-pujó. No es un programa de acciónpastoral para las comunidades cristia-nas, si bien los prelados más importan-tes del período sí tuvieron gran sensi-bilidad por la renovación cristiana, so-

bre todo en el campo de la catequesisy de la práctica sacramental. El llamado“obispo ideal” de la reforma no se es-boza ni se contempla en los criteriospolítico-eclesiásticos de la Monarquía,si bien se preconiza un nuevo tipo de

obispo, letrado, honesto y de clase me-dia que no represente a los grupos yclanes nobiliarios. Tampoco se formulaun retrato espiritual del párroco o pas-tor de una comunidad, ni menos unideal de vida presbiteral.

Erudición y piedadTodavía menos aparece en el horizontela figura del miles christianus erasmia-no, empapado de eruditio et pietas, lec-tor asiduo del Nuevo Testamento, cris-tiano interior y autónomo regido por laPhilosophia Christi, sino que se cuentacon el feligrés cumplidor, devoto de laPasión del Señor y transido de marianis-mo, que se muestra generoso en lasobras de caridad. El nuevo cristiano dela devotio moderna y de la espirituali-

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dad contemplativa se prevé a largo pla-zo y se le quiere suscitar mediante nue-vas instituciones educativas y asociacio-nes caritativas y, sobre todo, mediantela siembra de literatura romance que sedifunde desde Alcalá de Henares bajo lainspiración del cardenal Cisneros.

Tampoco se da en España una refor-ma beneficial sistemática que consagreprincipios por entonces adquiridos, co-mo la residencia de los pastores, la in-compatibilidad beneficial, la elimina-ción de enclaves e interferencias juris-diccionales, la regulación de las penascanónicas o la racionalización del régi-men privilegiado y abusivo de la juris-dicción eclesiástica. Las numerosas in-tervenciones de la Corona en estoscampos son, por lo general, absorben-tes y potenciadoras de la jurisdiccióncivil y sus oficiales. La gestión de losmejores prelados no pasa de la exigen-cia de una regularidad en el cumpli-miento del orden beneficial imperante,con una atención muy particular a lacatequesis y a la erradicación de la bru-jería en el caso del cardenal Cisneros,en su dilatada Iglesia de Toledo.

De Juan II a Felipe IIHay que subrayar especialmente la dis-paridad y heterogeneidad del procesode la reforma eclesiástica. Cronológica-mente, no comienza con los Reyes Ca-tólicos ni culmina con ellos, pues tieneuna larga prehistoria de más de un si-glo que arranca del reinado de Juan Ide Castilla (1379-1390) y prosigue sumarcha con la misma intensidad en losreinados de Carlos V y Felipe II, paraculminar a finales del siglo XVI y prin-cipios del siglo XVII con el movimien-to descalzo.

Geográficamente, la reforma sistemá-tica se comienza en Galicia, en el de-cenio de 1480; se pone en marcha enCastilla en los años noventa y sólo seconsumará en el Reino de Navarra entiempo de Carlos V y en la Corona deAragón bajo Felipe II. Ideológicamen-te, existe también una sensible evolu-ción, pues mientras la reforma practi-cada en el gobierno de los Reyes Cató-licos tiene una impronta prevalente-mente disciplinar y masculina, la nuevaforma de vida de los “descalzos” de fi-nales del siglo XVI lleva el sello con-templativo y misionero.

Lo que ha de entenderse por reforma

La reforma religiosa se continúa bajoCarlos V y Felipe II y culmina a principiosdel XVIII con el movimiento descalzo

Grupo de frailes en actitud orante, en un detalle del sepulcro de Pedro Regalado (Burgos,convento de La Aguilera).

ORDEN EN LA IGLESIAEL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

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No puede olvidarse entre estos facto-res la crisis institucional y eclesiológicaque representó el Cisma y las distintas“obediencias”, responsables de que losprelados más eminentes y letrados degran talla se decidieran a emprenderpor su cuenta reformas en la vida ecle-siástica y religiosa. Es la línea en queoperaron durante su legación en Españael cardenal Pedro de Luna, el arzobispode Toledo don Pedro Tenorio (1377-1399) y su pariente don Gutierre de To-ledo, obispo de Oviedo (1377-1389) ydon Alvaro de Isorna, obispo de León(1415-1418) y Cuenca (1418-1445) y ar-zobispo de Compostela (1445-1449).

Un tercer factor fue la iniciación denuevos grupos religiosos por fundacióno reforma bajo el amparo de los sobera-nos y prelados, fenómeno típico deltiempo de Juan I de Castilla (1379-1390), en cuyo breve y azaroso reinadocomenzaron su andadura la familia jeró-nima, las observancias benedictina deValladolid y franciscana de Fray Pedrode Villacreces, los terciarios regularesfranciscanos, organizados por Fray Al-fonso de Mellid y la “familia de monas-terios de Tordesillas” de clarisas y lasprimeras fundaciones cartujas. Todoslos cuales sirven de fermento de inquie-tudes y atraen el favor de los poderososen Castilla, de forma que la Corona losampara a lo largo del siglo XV comoinstrumentos de su política eclesiástica.

Fundaciones nuevasPor último, aunque no sea de menorimportancia, hay que mencionar la ins-talación de las observancias, como res-tauración de la primitiva forma de vidade cada instituto religioso en forma decongregaciones monacales y de vica-riatos generales y provinciales mendi-cantes desde mediados del siglo XV, abase de un nuevo estatuto canónicoque en principio prevé sólo fundacio-nes nuevas y adhesiones voluntarias,pero que muy pronto se convierte enarma de conquista de las principalescasas religiosas, tanto monacales comomendicantes.

Las observancias representan la for-ma definitiva de la reforma regular yson desde su constitución la palancaque utilizan los papas y los reyes parasu política religiosa. Los pontífices laslegitiman con sus aprobaciones y privi-legios y las utilizan con gran intensidad

para la promoción de los intereses reli-giosos más acuciantes en el momento:misiones de paz y gestiones diplomáti-cas y estamentales; predicación popu-lar y promoción de la cruzada; activi-dad misiónal en el Oriente cercano yen las islas del Atlántico; labor inquisi-torial. En su defensa frente al concilia-rismo y al nacionalismo religioso, lospapas encuentran también en esta nue-va generación de monjes y religiososvaliosos colaboradores siempre dis-puestos a legitimar sus decisiones derectores de la Iglesia.

Los reyes, particularmente los deCastilla, ven en las nuevas familias ob-servantes los mejores simpatizantes desus aspiraciones políticas de prevalen-cia de la Corona frente a los estados denobles y prelados, que atomizan la na-ción. De hecho son los reyes de Casti-lla Juan II, Enrique IV y sobre todo losReyes Católicos quienes fomentan elespíritu conquistador y en gran medidainvasor que ostentan los monjes y frai-les observantes desde mediados del si-

glo XV. Con el favor de los reyes y desus oficiales y la ayuda directa de losnobles se realizan estas conquistas y selegitiman inmediatamente medianteaprobaciones pontificias. Es lo que seevidencia con toda la información de-seable en el caso de la Regular Obser-vancia Franciscana, sobre todo si se re-corren con paciencia los volúmenesdel Bullarium Franciscanum que cu-bren el período. Es la experiencia ylección política que reciben los ReyesCatólicos desde 1475.

El mentor, Cisneros La reforma, como proceso político-ecle-siástico, suele situarse en el reinado delos Reyes Católicos, apuntando la figuradel cardenal Cisneros como mentor dela empresa. La historiografía actual nodesmiente esta tesis, si bien la matizaconsiderablemente y atribuye un mayorpapel a los monarcas, que asumen yformulan explícitamente la reforma dela Iglesia como tarea política de la mo-narquía. En dos dimensiones: la benefi-

Fernando e Isabel rezan al pie de la Cruz, en esta miniatura del Marcuello. Los Reyes Católicoscontinuaron las reformas de la vida religiosa iniciadas en tiempo de Juan II.

EL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

cial, bien reflejado en las nuevas litera-turas romances y en las preferencias delos nuevos grupos religiosos, como losterciarios regulares, que rehuyen cons-cientemente el cuadro de la vida con-ventual mendicante, por considerarloesclerótico y vacío.

Estos esquemas de la vida monacal ymendicante se extreman en la vidaclaustral femenina, en la que prevale-

cen los linajes en los principales ofi-cios, existe antagonismo interno entrelos estamentos de monjas de coro, do-nadas y serviciales, y falta casi siempreel mínimo de vida comunitaria queprevén las constituciones. El rechazosocial y religioso se extrema en este ca-so y se trasluce a cada momento en laliteratura y los nuevos grupos popula-res que prefieren organizar su vida enforma de beaterios y no de monaste-rios.

Elementos y focos de renovaciónEl reajuste de la vida religiosa que seproduce en España durante el siglo XVIarranca de una serie de factores presen-tes en la sociedad española y cristalizaen grupos e instituciones que encarnanla nueva dirección comunitaria, ascéticay centralizada que asumen las familiasreligiosas. Cabe señalar entre estos fac-tores, en primer lugar, el rechazo de loscuadros canónicos de la vida eclesiásti-ca y la búsqueda de formas de vida mássencilla, espontánea y popular. Una hui-da que se manifiesta en el nacimientode eremitorios, oratorios y beaterios enel ámbito de las provincias regulares yal amparo de gracias recibidas de papas,legados pontificios y obispos, desde elúltimo cuarto del siglo XIV hasta media-dos del XV.

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parroquias y las casas religiosas. Peroen su interior se manifiesta el persona-lismo de algunos estamentos (maes-tros, predicadores y capellanes), la in-disciplina regular (vida litúrgica), la fal-ta de motivación vocacional que propi-cia la decadencia demográfica y la hui-da constante hacia otras formas de vidareligiosa, como el eremitismo. El decai-miento se evidencia en el rechazo so-

Proceso de la Inquisición, según un grabado decimonónico que ilustra la Historia de España delpadre Mariana, publicada en 1854.

La temida Inquisición

La Inquisición no fue una creación delos Reyes Católicos, pero entraría a

formar parte de la Leyenda Negra españolaporque fueron ellos quienes nacionalizaronel control real sobre este tribunal religioso.En 1478, el papa Sixto IV dictó la bulaExigit sincerae devotionis affectus, que les au-torizaba a crear un tribunal represor contrala herejía y las irregularidades en la con-versión de los judíos. La bula se limitabainicialmente a Castilla y poco después seextendió cuando Fernando heredó la coro-na de Aragón.

A diferencia de la Inquisición medieval,en esta nueva modalidad, el nombramien-to de los inquisidores dependía de los Re-yes Católicos, que lograron transformarlaen una poderosa arma en manos de la mo-narquía, incluso en un instrumento de go-bierno centralizado, lo que se redundabaen el proceso que emprendieron de fortale-

cimiento de la monarquía. El nuevo SantoOficio nacía para ocuparse de forma priori-taria del problema judío y converso quetan acuciante y grave había llegado a ser enla Baja Edad Media en los territorios his-pánicos. Con el paso del tiempo, acabósiendo un elemento de primer orden en elcontrol de la disidencia política o socialcuando se consideró necesario (véase LaAventura de la Historia, nº 52).

Cuando en 1482, Sixto IV, desdiciéndosede su primera bula, nombró a una serie defrailes dominicos como inquisidores, Fer-nando e Isabel reaccionaron con la creacióndel Consejo de la Suprema y General Inqui-sición, como un organismo más y eligieroncomo inquisidor general a uno de los nom-brados por el papa, fray Tomás de Torque-mada. Hasta su muerte en 1498, Torque-mada dirigió la Inquisición con mano dehierro, ampliando el número de tribunales o

distritos y vigilando el rigor de los procesos.El inquisidor general llegó a ser tan odiado,que se le autorizó a desplazarse con unaguardia de cincuenta personas.

A su muerte, fue elegido inquisidor ma-yor el arzobispo Diego de Deza (1498),también dominico. Deza tuvo que dimitiren 1507, tras la muerte de Isabel. La súbi-ta muerte de Felipe el Hermoso en sep-tiembre del mismo año aumentó la incer-tidumbre. Fernando recuperó el gobiernode Castilla y nombró a Cisneros inquisidorgeneral de Castilla, sin jurisdicción sobreen la Corona de Aragón. El interés de lamonarquía por mantener el control delSanto Oficio afloró de nuevo en el testa-mento del Rey Católico, fallecido en 1516,en el que recomendó a su nieto Carlos elSanto Oficio como instrumento de garan-tía de la fe, principal elemento de la uni-dad de los reinos.

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Ln las primeras Cortes celebra-das por los Reyes Católicos–Madrigal, 1476– presentesaún los efectos de la guerra ci-

vil que dividieron a Castilla entre lospartidarios de Isabel-Fernando y los deJuana, mal llamada “la Beltraneja”, apo-yada por el rey de Portugal, los monar-cas pidieron a los procuradores que

presentaran peticiones que condujeranal restablecimiento de la justicia y albuen gobierno. Los procuradores,atendiendo el llamamiento real, habla-ron de los robos, asaltos, muertes, he-ridas y prisiones que se habían produ-cido como consecuencia de la entradadel rey de Portugal en Castilla, por elfavor que algunos castellanos rebeldes,desleales y enemigos de la patria, habí-an dado al monarca portugués. Comoquiera que los reyes estaban absorbi-

dos por la guerra y no podían ocupar-se como sería necesario de la situacióninterior, los representantes de los con-cejos propusieron, entre otros reme-dios, la creación de hermandades encada ciudad o villa y la unión de todasen una hermandad general.

Isabel y Fernando aceptaron la pro-puesta –realmente partió de ellos– yaprobaron las ordenanzas, a las queañadieron un prólogo o justificación,en el que se vovía a hablar de los deli-

JOSÉ-LUIS MARTÍN es catedrático de HistoriaMedieval, UNED.

Nació para combatir la delincuencia que asolaba Castilla por la guerra civil,pero en realidad se convirtió en un ejército real privado, pagado por lasciudades. José-Luis Martín presenta la génesis de la Santa Hermandad

Tapiz de la SantaHermandad deToledo, elaboradoen tiempo deFelipe II (Madrid,Museo delEjército).

La Santa Hermandad

MANO DURA

cial, mediante un intento deconquistar el patronato univer-sal y la práctica de la presenta-ción de los candidatos, preten-sión que sólo consiguieron paralas nuevas tierras de Granada,Canarias y las Indias; y la regu-lar, introduciendo sistemática-mente la forma de vida obser-vante en los monasterios y con-ventos masculinos y vinculandolas casas femeninas a los gruposreformados de cada familia reli-giosa, meta en gran parte alcan-zada durante el reinado.

En segundo lugar, los ReyesCatólicos consiguen por primeravez en España bulas pontificiasque legitiman la reforma siste-mática de cada orden religiosacon pasos sucesivos de visita ycorrección de costumbres, cam-bio de régimen e incorporacióna la Observancia y reunificacióndefinitiva de cada familia reli-giosa, bajo el signo de la refor-ma. Es una empresa que se do-cumenta claramente desde 1485y produce sus primeros frutosen 1487, con las primeras bulasde reforma de los monasteriosgallegos. Se universaliza en 1493 con elbreve Exposuerunt nobis (27-111-1493)y la bula Quanta in Dei Ecclesia (27-VII-1493), que autorizan la visita y reformade los monasterios y conventos por pre-lados y religiosos nombrados por losReyes, y culmina en 1499 con nuevosdocumentos pontificios que encomien-dan la reforma de las órdenes mendi-cantes a los dos prelados más eminen-tes de Castilla, Francisco Jiménez de Cis-neros, arzobispo de Toledo, y Diego deDeza, obispo de Jaén e inquisidor gene-ral. Estos documentos pontificios y otrostocantes a las diversas órdenes religio-sas que les hacen coro aprobaban tansólo la primera parte de la reforma, lainspección y corrección de las costum-bres, no el cambio de régimen regular.Pero éste se seguía connaturalmente, alintroducir religiosos reformados en lascasas en trance de reforma.

Reforma benedictinaLa reforma se hizo campaña y guerraen las abadías benedictinas de Castillaque fueron conquistadas, una a una,por iniciativa de los priores generales

de la Congregación de Valladolid, ges-tionando pacientemente en Roma larecuperación del poder de los digna-tarios que las detentaban a título be-neficial, introduciendo en ellas gruposde monjes reformados que instaura-ban el nuevo código religioso, nego-ciando sucesivamente su adhesión a laCongregación, y unificando el régi-men bajo el gobierno centralizado yfuerte de los superiores vallisoletanos.Esta reforma benedictina intentó tam-bién conquistas en el área aragonesa,pero hubo de contentarse con asentarel único y poderoso foco de irradia-ción religiosa que fue el monasteriode Montserrat, en Cataluña.

En la orden cisterciense los caminosy los logros de la reforma fueron máslentos. La Congregación de Observan-cia era mucho más débil que la bene-dictina de Valladolid y además choca-ba frontalmente con las abadías ma-dres y con el capítulo general, que enesta reforma española veía un peligro-so cisma. A pesar de las dificultades,la Observancia del císter llegó a laspuertas de buena parte de los monas-

terios de Castilla y fue el pri-mer paso firme para la absor-ción en la reforma de todo elmapa cisterciense de Castilla,en tiempos del Emperador.

Monasterios femeninosEl gran reto de la reforma reli-giosa durante el reinado de losReyes Católicos lo constituye-ron los monasterios femeninosde todas las órdenes monacalesy mendicantes. El programa dereforma previsto para este gru-po pretendía restaurar la vidacomunitaria, la práctica litúrgicacompleta, la administracióntemporal y un tipo de clausuraque impidiese la constante in-terferencia seglar en los monas-terios. Se organizaron campa-ñas de visita y corrección de losmonasterios de la Corona deAragón, en 1493, por comisa-rios reales, miembros de las ob-servancias. Se encomendarontareas similares a los superioresobservantes de Castilla, se re-gularon las admisiones ade-cuándolas a las posibilidadeseconómicas de cada casa y se

vincularon los monasterios reformadosa las observancias masculinas. Se reali-zó un esfuerzo ingente de renovación yde recuperación de estos numerososmonasterios que, sin embargo, mantu-vieron con leves retoques su tipo de vi-da señorial hasta el reinado de Felipe II.La meta es siempre la misma: superar elconventualismo.

En el reinado de Felipe II, se borrade España el conventualismo y se im-pone el régimen observante en los mo-nasterios femeninos, si bien sólo comosujeción a los superiores regulares ob-servantes. La actitud radical y unifor-madora con que procede el soberanoen materia de reforma, con el consen-timiento forzado de los pontífices, da ala reforma de España la fisonomía quela diferencia del resto de Europa. EnEspaña y en sus Indias habrá una solaopción en la vida religiosa: la obser-vante, con sus matices disciplinar, as-cético y misional. Queda excluida laopción conventual que pervivía legíti-mamente, en virtud de los criterios tri-dentinos de reforma regular, en los de-más países católicos. n

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Coronación de la Virgen, en una miniatura del Breviario de Isabel laCatólica (Londres, British Library).

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los alcaldes de la hermandad de la ciu-dad o villa a la que perteneciere el lu-gar. Si no se presentaban, los alcaldeslocales podían actuar por sí mismos, ysi el lugar estaba a más de cinco leguasde la ciudad o villa, podían asesorar ala justicia local los alcaldes del lugarmás cercano con más de cien vecinos.

Sentencia en tres díasLa justicia que aplicaba la hermandadera expeditiva: detenido el malhechorobtenían de él la verdad y conocida és-ta, “simplemente, de plano, sin estrépi-to y sin forma de juicio” lo condenabany ejecutaban la sentencia. Si el delin-cuente no podía ser hallado, se inicia-ba contra él un proceso que se prego-naba tres veces, cada tres días, y pasa-dos los nueve días se juzgaba al acusa-do en rebeldía y se dictaba sentencia.Si el condenado se entregaba volunta-riamente en la cárcel de la hermandady se hacía cargo de los gastos del juicioen rebeldía, se le oía y se le hacía jus-ticia. La condena a muerte se ejecutabacon el disparo de saetas en el campo,públicamente, como se acostumbrabaen hermandades anteriores, concreta-mente en la Hermandad de Colmene-ros de Talavera y Toledo, de la que setoma la organización militar.

A la Hermandad estaban sometidas,indirectamente, las Órdenes militares ycon ellas los nobles y obispos, obligadosa entregar a alcaldes y cuadrilleros a losmalhechores que buscaran refugio ensus dominios, y a permitir que cuatro ocinco cuadrilleros entraran en sus ciuda-des, villas, lugares, castillos y casas fuer-tes a “buscar y escudriñar por cuantasvías quisieren y mejor pudieren” a losmalhechores. La falta de colaboración secastigaba con fuertes multas y con laaplicación, como encubridores, del cas-tigo que se daría a los malhechores.

Una de las formas de inseguridad enlos caminos podía consistir en no aten-der o en exigir precios desorbitados alos caminantes. Por ello, entre las orde-nanzas de la Hermandad, Isabel y Fer-nando incluían una, disponiendo que

tamiento de los soldados: cada ciudaddebería proporcionar, a su costa, un ji-nete por cada cien vecinos o un hombrede armas por cada ciento cincuenta, yen cada ciudad o villa se debía organi-zar una fuerza armada a disposición dela hermandad cuando la pidiere.

El proyecto halló una fuerte oposiciónen las ciudades, por cuanto suponía gas-tos considerables, pero los reyes mantu-vieron la propuesta y para prevenir po-sibles desavenencias en el futuro se or-denó que a las juntas anuales de la San-ta Hermandad acudieran por cada ciu-dad dos procuradores, uno de los cualessería nombrado por los reyes, que ten-drían así de antemano la mitad de losvotos. Se preveían revistas anuales y lacreación de una junta permanente o di-putación de la Hermandad, de la que

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en cada lugar en el que quisieran comery beber los viajeros o dar de comer asus animales, se les facilitara pan, vino,cebada y cuanto necesitaran a un preciojusto. Si no, podrían los viandantes porsu propia autoridad tomar lo que preci-saran, poniendo, antes, en manos de losdueños el dinero que normalmente sepagaba en la comarca; y si el dueño noquería hacerse cargo del dinero, el via-jero lo hacía público, para que no pu-dieran acusarlo de ladrón.

Cada concejo tenía arca para los gas-tos de la hermandad y ésta se nutría desisas –un tanto por ciento de los pro-ductos que se comercialicen–, reparti-mientos –se creó un padrón de peche-ros y el coste total se repartía entre to-dos-, o de los bienes propios del lugar.Cada año había una junta general encada cabeza de partido para adminis-trar justicia y para entender en losasuntos de interés general, siempredentro de las limitaciones que manda-ban las ordenanzas.

Para algunos historiadores, el origende la hermandad había que situarlo enla petición del concejo de Burgos decrear un grupo armado que protegieralos caminos que llevaban a los mercade-res a esa ciudad y permitían el libre de-sarrollo de las actividades comerciales,

seriamente afectadas por la proliferaciónde salteadores. La propuesta burgalesacoincidía con los intereses de la monar-quía y quizá fue inspirada por los reyes,que tras crear la hermandad de herman-dades del reino la modificaron conside-rablemente y la pusieron al servicio node las ciudades sino de la Corona.

En cumplimiento de los acuerdos deMadrigal, los hermanados se reunieronen diversas ocasiones en las que se am-pliaron o modificaron las competenciasde la Hermandad. Sin dejar de ser ins-trumento de pacificación interna, seconvirtió en ejército permanente al ser-vicio de los Reyes y en vehículo de lacentralización del reino, como la Inqui-sición, organismo de unificación a la parque eclesiástico. La organización muni-cipal se mantuvo para facilitar el reclu-

Las Órdenes militares, los nobles y losobispos estaban sometidos indirectamentea la autoridad de la Santa Hermandad

La posada de la Santa Hermandad en Toledo,del siglo XV, que exhibe el escudo de losReyes Católicos, fue cárcel y cuartel.

tos cometidos en poblados y yermosdurante los diez últimos años, desde elcomienzo de la guerra civil en épocade Enrique IV. Muchos de estos delitoshabían quedado impunes, precisamen-te por las discordias y movimientos enel reino, y la impunidad había animadoa otros muchos a asaltar y robar en loscaminos. Por ello, la gente pacífica di-fícilmente podría viajar si no se poníaremedio, si no se creaban hermanda-des vinculadas entre sí, de forma quehubiera una unidad de acción y pudie-ra hablarse de una hermandad generalde las ciudades y villas.

Cada ciudad o villa con su tierra de-bía crear su propia hermandad, “unacon otra y otras con otras, y todas jun-tas unas con otras”, expresión que seexplicaba al hablar del mecanismo de

creación de estas asociaciones. El con-cejo cabeza de arzobispado, obispado,arcedianato o merindad debía crear supropia organización, y pregonarla ypublicarla, junto con la carta real, portodas las ciudades, villas y lugares delpartido, de manera que en el plazo detreinta días todos hubieran hecho, fir-mado y jurado la hermandad. Hechaésta, el concejo cabeza de partido dis-ponía de diez días para comunicarlo yhermanarse con los lugares comarca-nos cabeza de arzobispado, obispado omerindad, con lo que se lograba, a par-tir de las hermandades locales, crearuna Hermandad General, la que cono-cemos como Santa Hermandad.

El objetivo inicial de la Hermandadera limitado: perseguir y acabar conlos asaltos en los caminos y con losrobos de bienes muebles y semovien-tes, así como con las muertes, heridas

y prisiones hechas “por pro-pia autoridad”, sin orden del

rey ni autorización de juez competen-te. Se incluían entre los delitos perse-guibles por la hermandad la quema decasas, viñas y mieses en yermo o des-poblado, incluyendo entre lo despo-blado los lugares no amurallados demenos de cincuenta vecinos.

Para perseguir a los delincuentes ymalhechores se organizó la hermandaddel modo siguiente: en cada lugar senombraban dos alcaldes –uno en laspoblaciones de menos de treinta veci-nos- y el número de cuadrilleros, hoyhablaríamos de policías–. Uno de losalcaldes debía pertenecer al grupo delos caballeros y escuderos, miembrosde la nobleza local exenta del pago deimpuestos, y el otro proceder del esta-

do de los ciudadanos y pecheros. Unosy otros habrían de ser idóneos y capa-ces para el desempeño del cargo, quetendría duración semestral, tiempo du-rante el cual los alcaldes podrán llevarvara, teñida de verde para diferenciarlade la que traen los alcaldes ordinariosdel lugar. No cobrarían salario algunopor su oficio, salvo los derechos queles correspondieran por las actuacionesque lleven a cabo. Si no hubiera acuer-do en los concejos para el nombra-miento de alcaldes, los reyes los nom-braban directamente. Los cuadrillerosestaban a las órdenes de los alcaldes.

Cuando se les notificaba un delito, losalcaldes y cuadrilleros debían buscar yperseguir a los delincuentes hasta cincoleguas, donde tomaban el relevo loscuadrilleros del siguiente lugar previa-mente avisados y llamados por el toquede campana, para que “así, de lugar en

lugar y de tierra en tierra per-sigan los malhechores hastaprenderlos, encerrarlos o echarlos fueradel reino”. Fórmula que ya había sidoutilizada por Pedro I de Castilla para po-ner fin a la inmunidad de los delincuen-tes, cuya persecución se abandonaba enel límite de la ciudad o villa.

Persecución de largo alcanceEl apellido, la llamada de hermandaden hermandad, rompía las barreras lo-cales y permitía perseguir a los delin-cuentes por todo el reino. Si los acusa-dos eran presos, se llevaban al lugardonde habían cometido el delito y eranentregados a la justicia de los alcaldesdel lugar, que iniciaban el proceso yesperaban tres días antes de pronun-ciar sentencia, para que pudieran llegar

La queja de Cobeña

La reacción de la nobleza frente a laSanta Hermandad subraya el carác-

ter que tuvo esta institución de reforza-miento de la autoridad real. Así lo re-flejo Modesto Lafuente en su Historia deEspaña: “Bien comprendieron los no-bles que el establecimiento de la Her-mandad no podía ser favorable ni a susambiciosas miras ni a las usurpaciones aque estaban acostumbrados, ni a sus ti-ranías y excesos. En ella veían, no ya só-lo un freno para los malhechores, sinouna institución que acercaba a los pue-blos al trono, y los unía para reprimiruna oligarquía turbulenta. Por eso, reu-nidos muchos prelados y grandes seño-res en Cobeña, representaron, entrequejosos y reverentes, contra la creaciónde aquel cuerpo de policía militar. Perola reina, con su vigorosa entereza, leshizo entender que no pensaba dejarseablandar por sus razones, y que era lle-gado el caso de hacer respetar la autori-dad hasta entonces vilipendiada. Mer-ced a la inflexible constancia de Isbael,la Hermandad se fue estableciendo portodas partes y en todas las provincias, yhasta en las tierras de señorío, a lo cualcontribuyó no poco el ejemplo del con-de Haro, don Pedro Fernández de Ve-lasco, el cual la adoptó en los territo-rios de sus grandes señoríos del Norte”.

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La Santa Hermandad ajusticiaba asaeteando a los condenados. La horcacolectiva procede de la Biblia de Moisés Arragel, principios del siglo XV.

LA SANTA HERMANDAD, MANO DURAEL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

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La expulsión de los judíos deEspaña supuso el punto finalde un largo proceso iniciadoen el siglo XIII, cuando en el

Occidente europeo se asistió a la frac-tura definitiva entre cristianismo y ju-daísmo. Desde los primeros deceniosde esta centuria, la Iglesia empezó a

considerar la necesidad de una conver-sión inmediata de los judíos al cristia-nismo, y prácticamente en toda Europacomenzó a abrirse paso la idea de quela solución del problema judío podíaradicar en la prohibición de la prácticadel judaísmo. La solución expulsoriano tenía su fundamento en una pro-puesta canónica, sino civil, que debeser puesta en relación con el procesode maduración de las monarquías eu-

ropeas. A este respecto, las nuevas di-rectrices de la teoría política sustenta-ban la unidad de la comunidad políticay social en la unidad religiosa.

En los reinos hispánicos, y pese aque desde mediados del siglo XIII elantijudaísmo ganó posiciones, en parti-cular en el terreno doctrinal, la situa-ción fue más favorable para los judíosdurante mayor tiempo que en otrasáreas de la Europa occidental y central.

ENRIQUE CANTERA es profesor de HistoriaMedieval, UNED.

La expulsión de los judíos se inscribió en el marco de la persecución entoda Europa y respondía a la creencia de que se gobernaba mejor sobresúbditos homogéneos. Enrique Cantera relata el progresivo acoso queprecedió a la orden de abandonar la Península

Expulsados deExpulsados de

SEFARADSEFARADSEFARADExpulsión de los

judíos de España, de Emilio Sala

(1889). El pintorrefleja el momento

en que Torquemadairrumpe en una

audiencia de los reyesa un dirigente de la

comunidad judía.

reducían la autoridad de los monarcaspor lo que, una vez estabilizado el reinoo desaparecidos los problemas más acu-ciantes, los reyes intentaron anular lasconcesiones hechas a las ciudades y alos nobles. La muerte prematura de losreyes puso fin a la política de afirmaciónmonárquica y de nuevo se inició el ciclorevueltas nobiliarias-apoyo de las ciuda-des-concesiones de los reyes-afirmaciónde la autoridad monárquica, y con ellala supresión de las hermandades.

Junto a las hermandades políticasaparecieron otras, cuyo objetivo princi-pal era económico. De éstas interesa re-cordar la hermandad formada por lospropietarios de colmenas de Toledo,Ciudad Real y Talavera, unidos para ex-pulsar a los bandoleros que prolifera-ban en la zona. La hermandad de Tole-do contó con un servicio permanentede vigilancia elegido entre todos loshermanados, cuyos gastos se pagaban

con los impuestos que se cobraban alos pastores que cruzaban la zona. Lahermandad se regía por medio de Jun-tas, de las que formaban parte los col-meneros (trabajadores), los ballesterosque defendían las colmenas y los pro-pietarios. Estaba presidida por dos al-caldes nombrados anualmente entre lospropietarios y su misión era conservarlos privilegios reales, hacerlos cumplir yjuzgar a los malhechores. La finalidadde esta asociación, mantener el ordenen los caminos y montes, hizo de ellaun organismo militar al que los reyesdieron ayuda y protección por cuantoera una garantía de seguridad en el rei-no de Toledo y porque suministrababallesteros a la monarquía en los mo-mentos de apuro. La organización mili-tar de esta hermandad se amplió a todoel reino por Pedro I en 1351, precisa-mente para que los delincuentes nopudieran considerarse tranquilos al sa-lir de los términos de la ciudad o villaen la que hubieran delinquido.

Derribar castillosEnrique IV se sirvió ampliamente de lashermandades para combatir a los no-bles rebeldes y poner fin a los muchosrobos, hurtos, homicidios, muertes dehombres, males y quebrantamientos decaminos y otras fuerzas, según la Ir-mandad gallega, o para derribar los cas-tillos y casas fuertes de algunos nobles.La hermandad gallega estaba directa-mente relacionada con la Hermandadde Castilla, creada en 1464, y modelo di-recto de la Santa Hermandad de los Re-yes Católicos, mencionada por AntonioLalaing, señor de Montigny, uno de losnobles que acompañaron a Felipe elHermoso en 1501: “Cuando un malhe-chor se escapa por algo, por pequeñaque sea [la causa], inmediatamente losalcaldes y los alguaciles... si no lo pue-den detener, hacen sonar las campanasde pueblo en pueblo, y cada uno condiligencia persigue al fugitivo, que no sepuede escapar más que a tres países:Francia, Portugal y Navarra, pues Ara-gón está ahora comprendido en las Es-pañas; y en cada uno de estos tres pa-sos hay guardas encargados de no dejarpasar a ninguno sin saber quién es... an-tes de las venticuatro horas, es sabidapor todos los países de España... [y] seha mantenido tan bien que no se ha ha-llado nadie en falta”. n

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había de formar parte un representantede cada una de las ocho provincias enque se consideraba dividido el reino aesos efectos: Burgos, Palencia, Segovia,Ávila, Valladolid, Zamora, León y Sala-manca, regiones en las que los reyesdisponían de suficiente autoridad paraobligar a aceptar sus decisiones.

Persecución de disidentesPoco a poco, fueron entrando en laHermandad todas las ciudades del rei-no y su conversión en organismo realquedó reflejada en la creación de unConsejo de Hermandad con su presi-dente, tesorero, contador, procurador,letrados, veedores, secretario, escriba-nos y jefes militares. La organizacióncentral fue reforzada con organismosprovinciales con sus propios funciona-rios, y pronto la Hermandad tomó par-te en la persecución de los disidentespolíticos, en la conquista de Canarias,en la guerra de Granada como lo querealmente era, un ejército real, pagadopor las ciudades que, naturalmente,manifiestaron en diversas ocasiones suoposición a los gastos que conllevabala Hermandad. La manera arbitraria deadministrar justicia por parte de algu-nos alcaldes llevó a la disolución de laHermandad poco después de haber si-do reformadas sus ordenanzas y modi-ficados sus objetivos, en 1507.

Los Reyes Católicos no crearon laHermandad de la nada; contaban connumerosos antecedentes cuyos orígenespodemos situar en los años finales delsiglo XIII y comienzos del XIV. La histo-ria política de este período puede resu-mirse del siguiente modo: los reinadosde Sancho IV, Fernando y Alfonso seiniciaron con grandes dificultades pro-vocadas en el primer caso por el en-frentamiento entre Sancho y Alfonso Xy en los otros dos por la menor edad delos monarcas en el momento de iniciarel reinado. Tanto en una como en lasotras ocasiones, las dificultades de lamonarquía fueron utilizadas por losbandos nobiliarios para incrementar supoder apoyando al rey para controlarloo combatiéndolo para arrancarle conce-siones. Los concejos y las hermandadesque crearon sirvieron de eficaz contra-peso a las exigencias nobiliarias y suapoyo permitió superar las dificultades,pero al mismo tiempo pusieron precio asu ayuda en forma de concesiones que

Imagen de unahorcadoprocedente dela Biblia deMoisés Arragel,de principiosdel siglo XV.

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los judeoconversos siguieran aferradosa la religión judía, por lo que concluíaproponiendo su expulsión.

Algunos años después, la crecientealarma en torno a la judaización de losconversos dio lugar a la expedición dela bula Dum fidei catholica (1462), envirtud de la cual el papa Pío II introdu-jo en Castilla el procedimiento inquisi-torial, vigente en Aragón desde dos si-glos antes, con el fin de detectar y cas-tigar el delito de herejía. Pero no seríasino a raíz de la bula Exigit sinceraedevotionis, promulgada por el papaSixto IV, el 1 de noviembre de 1478,cuando el procedimiento inquisitorialcomenzó a tener auténtica efectividad,desde el momento en el que los ReyesCatólicos decidieron encauzar el “pro-blema converso” por la vía procesal.De la nueva Inquisición se esperabaque contribuyera al logro de la ansiadaunidad religiosa, social y política delreino. Y es muy posible que el hechode que no se alcanzaran unos resulta-dos inmediatos con el establecimientode la Inquisición, diera lugar a que enmedios inquisitoriales comenzara aplantearse firmemente el proyecto deexpulsión de los judíos.

Amparo interesadoEn su ascenso al trono, los Reyes Cató-licos contaron con el apoyo de algu-nos de los principales dirigentes de lacomunidad judía castellana, y los pri-meros años del reinado de los ReyesCatólicos fueron propicios para lareconstrucción de las aljamas judías,de forma que fueron confirmadastodas las antiguas disposicionesque servían de amparo a los judí-os, pero la protección regia obe-decía a una firme actitud política,que no debe ser confundida conla simpatía, pues los Reyes Ca-tólicos compartían el criterio,común a toda la sociedad eu-ropea del momento, de que eljudaísmo era un mal en símismo y de que los judíosconstituían un peligro seriopara la fe de los cristianos.Por este motivo, aunque

El Tabernáculo en el desierto,es una representación de losprincipales símbolos deljudaísmo. Miniatura de laBiblia de Moisés Arragel.

ñalados a este efecto en las localidadesen las que residían.

Entre tanto, la Inquisición recogía ensus informes innumerables testimoniosacerca de judeoconversos que guarda-ban en secreto la religión judía, y co-menzaba a plantear que su perseveran-cia en el cristianismo sería infructuosaen tanto permanecieran los judíos en

suelo hispano. Apenas dos años y me-dio después de hacerse pública la leyde apartamiento de judíos y mudéjares,se dio un paso más en el camino queconducía de forma inexorable a la pro-mulgación del decreto de expulsión.Así, el 1 de enero de 1483, la Inquisi-ción, con la anuencia del Consejo Real,decretó la expulsión de los judíos queresidían en las diócesis de Sevilla, Cór-doba, Jaén y Cádiz, que era donde el“problema converso” se manifestabacon particular crudeza. Esta disposición,

que puede considerarse como unensayo del decreto de expulsión ge-neral de 1492, pretendía eliminar deraíz toda posibilidad de proselitis-mo religioso de los judíos entre losjudeoconversos. Pero Haim Bei-nart adivina también en ella algu-nas motivaciones de índole políti-ca y militar-estratégica, como elintento de alejar a los judíos dela frontera granadina; no en va-no, unos meses antes se habíainiciado la guerra de Granada,y se dudaba de la fidelidad delos hebreos. Algún tiempodespués, el 12 de mayo de1486, y a petición de la nue-va Inquisición, transferida aAragón en el año 1484 me-diante acuerdo de las Cor-tes de Tarazona, se orde-naba la expulsión de losjudíos de las diócesis deZaragoza y Albarracín,comarcas también alta-mente conflictivas enrelación con la cues-tión conversa, si bienla orden expulsoriafue finalmente cance-

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debían ser tolerados y sufridos, no ca-bía otra alternativa que su progresivoaislamiento social.

Las disposiciones adoptadas por lasCortes de Castilla en relación con los ju-díos en sus reuniones de Madrigal(1476) y de Toledo (1480), son un buenejemplo del incremento de la hostilidadconcejil antihebrea, que alcanzó su

punto máximo en los años ochenta, co-mo signo inequívoco de una situaciónque se deterioraba de forma acelerada.De este modo, las Cortes de Toledoacordaron en 1480 que en el plazo má-ximo de dos años todos los judíos y losmudéjares castellanos habrían de re-cluirse en barrios apartados, se-

El fracaso inicial de la Inquisición paraaplastar el criptojudaísmo de losconversos impulsó el plan de la expulsión

El panorama cambió en el siglo XIV,cuando hizo su aparición el antijudaís-mo violento: asaltos contra las juderíasnavarras en 1328; asaltos contra juderí-as catalanas, aragonesas y andaluzas en1348, tras ser acusados los judíos de serlos causantes de la epidemia de pestenegra; asaltos contra juderías castella-nas en el contexto de la guerra fratrici-

da entre Pedro I y su hermanastro En-rique de Trastámara; y persecuciones yasaltos contra numerosas juderías his-panas en 1391.

Todos los estudiosos del judaísmohispánico coinciden en señalar losacontecimientos de 1391 como auténti-camente decisivos en la evolución del“problema judío”. Son, para Emilio Mi-

tre un recodo en las relaciones cristia-nos-judíos y un precedente-escalón enla larga marcha hacia el decreto de ex-pulsión de 1492.

Sermón en la juderíaLas persecuciones de 1391 fueron se-guidas en los decenios siguientes deotra persecución no violenta –en el si-glo XV la violencia antihebrea seorientó hacia los judeoconversos, yestuvo teñida, con frecuencia, de unindiscutible matiz de protesta social–,en la que caben distinguir dos líneasde actuación principales. Por una par-te, la “doctrinal”, marcada por la pre-dicación en las juderías, con san Vi-cente Ferrer a la cabeza, y por la po-lémica, que tuvo su momento culmi-nante en la llamada Disputa o Contro-versia de Tortosa (1413-1414). Porotra, la “legal”, que tuvo su expresiónen las disposiciones emanadas de lasreuniones de Cortes celebradas a lolargo del siglo XV, en las que se insis-tía, principalmente, en la obligatorie-dad del uso por parte de los judíos delas señales identificativas externas, enlas prohibiciones para que ejercierandeterminados oficios y para que ad-quirieran bienes raíces, y en la limita-ción de los intereses que obtenían porcontratos de préstamo.

Una coyuntura política y eclesiásticamás favorable hacia los judíos a partirdel tercer decenio del siglo XV permi-tió una cierta restauración del judaísmohispano, pero éste fue también el mo-mento en el que se recrudecieron lasacusaciones y los odios antijudaicos,en sus más diversas manifestaciones–acusaciones de crímenes rituales, desacrilegios y profanación de hostiasconsagradas, de pacientes cristianosenvenenados por médicos judíos, deprácticas de usura desmedida, etc.–,que hicieron imposible de todo puntola convivencia.

Desde mediados del siglo XV, se rea-vivó también la polémica doctrinal an-tijudía, que alcanzó sus cotas más ele-vadas en el Fortalitium fidei de frayAlonso de Espina (1459), obra en laque se recopilan todos los argumentosutilizados desde hacía varias centuriaspara demostrar la perversidad y peli-grosidad de los judíos, a los que sepresenta como difusores de doctrinasheréticas y a los que se acusa de que

La polémica de las cifrasEn este artículo, el número de los judí-

os expulsados se cifra en “unos cincuentamil (...) algo más de la mitad de los que enellos residían”. Sin embargo, no todos losautores están de acuerdo y las cifras, sobretodo las antiguas, fueron dadas a la im-prenta con un importante desconocimien-to de la población del país y de datos quehoy se conocen mejor, como recuerda elespecialista Ángel Alcalá, de la Universi-dad de Nueva York: impuestos en las alja-mas y en el paso de fronteras, protocolosnotariales, datos portuarios, documenta-ción inquisitorial y cronistas de la época.Por eso, las diferencias son abismales en-tre los autores de los siglos XVI-XVII ylos actuales. Juan de Mariana ofrece la ci-fra de 800.000 expulsados; Jerónimo Zu-rita, de 400.000; Andrés Bernáldez, pri-mera fuente para la historiografía poste-rior, habla de 170.000.

Isidor Loeb, a finales del siglo XIX,consideraba que la cifra de Bernáldez era

sobredimensionada. La historiografía delsiglo XX, recortó las evaluaciones iniciales.Así, Yitzhak Baer calcula entre 150.000 y170.000; Jaume Vicens propone de150.000; J. N. Hillgarth, menos 100.000;Beatrice Leroy la aumenta a 200.000.

Henry Kamen, que maneja una pobla-ción judía de 80.000 personas en total, ar-gumenta que la mitad se quedó o regresótras la expulsión, por tanto baraja una ci-fra en torno a 40.000. Alfredo Álvarezapunta que serían menos de 100.000 yMiguel Ángel Ladero, habla de 90.000.Angel Alcalá cifra la población judía enEspaña antes de la expulsión en unas100.000 personas; se fue aproximadamen-te la mitad y de ellos retornó un 20%, loque lleva a estimar una cifra en torno a40.000. Jaime Contreras estima la pobla-ción judía entre 80.000 y 90.000. Granparte abandonó España. Antonio Domín-guez Ortiz, Julio Valdeón y Luis Suárezcoinciden en unos 100.000.

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Un grupo de judíos españoles del siglo XV, representados en una miniatura de la Biblia deMoisés Arragel (Madrid, Biblioteca del Palacio de Liria).

EXPULSADOS DE SEFARADEL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS

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en tiempos de los Reyes Católicos. Laevolución de la teoría política bajome-dieval condujo a lo que en la modernahistoriografía se ha denominado el má-ximo religioso, que se sustenta en elprincipio de que sin una plena identifi-cación entre comunidad política y reli-gión no es posible la sujeción de todoslos súbditos a una misma norma objeti-va de moral, por lo que la convivenciaentre distintas religiones se consideraun obstáculo insalvable para la garantíadel orden político, y los disidentes reli-giosos son vistos como elementos inde-seables. En este contexto, aunque, enun primer momento, los Reyes Católicosse resistían a adoptar tan drástica medi-da como la expulsión, aceptaron final-mente el razonamiento inquisitorial, se-gún el cual no sería posible alcanzaruna auténtica unidad en la comunidadpolítica en tanto los judíos permanecie-ran en suelo hispano.

No hubo catástrofe económicaSe ha discutido mucho acerca de lasconsecuencias que la expulsión de losjudíos tuvo para España. Un análisis ri-guroso de esta cuestión permite afirmarque las consecuencias de tipo económi-co fueron muy limitadas y que la salidade los judíos no acarreó una catástrofeeconómica. Como mucho, dio lugar enalgunas partes a crisis pasajeras en losnegocios y en las recaudaciones fisca-

les. Porque, ciertamente, el papel de losjudíos en las tareas hacendísticas de lamonarquía fue bastante más reducidode lo que con frecuencia se ha mante-nido, y la Corona podía prescindir desus servicios sin una quiebra importan-te. Algo parecido cabe afirmar en rela-ción con su intervención en el gran co-mercio, que debió ser, porcentualmentehablando, aún más limitada. Además,todo parece apuntar a que, en general,fueron los sectores más elevados social-mente, y los más activos desde el puntode vista económico, los que aceptaronen mayor número el bautismo, lo queles permitiría seguir ejerciendo sus acti-vidades habituales. La marcha de los ju-díos sí pudo tener una incidencia nega-tiva en algunos sectores profesionalescomo, en concreto, en el campo de lamedicina, en el que parece que los ju-díos tuvieron un destacado papel a lolargo de la Baja Edad Media en nume-rosas localidades hispanas, por lo quesu ausencia daría lugar a algunas difi-cultades en los años inmediatamenteposteriores a su marcha.

Además de las de carácter religioso,las consecuencias más significativas de-rivadas del decreto expulsorio son deíndole social, por la emigración de unimportante número de familias y su dis-persión por todo el mundo mediterrá-neo –se cifra en unos cincuenta mil losjudíos que dejaron los reinos hispanos

en 1492, algo más de la mitad de los queen ellos residían–, y de naturaleza cultu-ral, por cuanto la erradicación del juda-ísmo supuso la desaparición de la bri-llante tradición cultural hispano-judía.

En cualquier caso, el decreto de ex-pulsión no consiguió de forma inmedia-ta la pretendida fusión homogeneizado-ra. Por parte de los “cristianos nuevos”por lo relativo, lo forzado y, hasta cier-to punto, lo falso de su nueva condi-ción, que transmitieron a sus descen-dientes inmediatos; pese a las campañasmisionales impulsadas por los Reyes Ca-tólicos entre los judíos, con el fin de lo-grar la conversión al cristianismo delmayor número posible, y entre los jude-oconversos, para lograr su más comple-ta instrucción cristiana, no cabe duda deque en los primeros tiempos despuésde la expulsión muchos de los reciénconvertidos manifestaban un desconoci-miento prácticamente absoluto de la re-ligión cristiana. Y por parte de los “cris-tianos viejos” por el escepticismo, lasuspicacia y la reticencia con que aco-gieron a los conversos. De este modo,paradójicamente, cuando parecía que lacuestión judía quedaba definitivamentecerrada, se estaban poniendo los ci-mientos para su pervivencia a lo largode la primera Edad Moderna. Porque,en lugar de desaparecer, el problema setransformó, de forma que el “problemajudío” dio paso al “problema converso”,que marcó la historia socio-religiosa his-pana de los primeros tiempos de la Mo-dernidad. n

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La expulsión de los judíos en 1492, en un grabado de la Historia de España del padre Mariana,publicada en 1854. La medicina fue la necesidad social más afectada por la medida.

ÁLVAREZ DE MORALES, A., Las hermandades,expresión del movimiento comunitario en Es-

paña, Valladolid, 1974.GARCÍA CÁRCEL, R., MORENO, D., Inquisición. Histo-ria crítica, Madrid, Temas de Hoy, 2001.GARCÍA ORO, J., La reforma de los religiosos españo-les en tiempos de los Reyes católicos, Valladolid,1969.LÓPEZ ÁLVAREZ, A. M. e IZQUIERDO, R. (coordinado-res), El legado material hispanojudío, Cuenca,1998.LUNEFELD, M., The Council of the SantaHermandad, Miami, 1970.NETANYAHU, B., Los orígenes de la Inquisición, Bar-celona, 1999.PÉREZ PRENDES, J. M., “El procedimiento inquisito-rial (esquema y significado)”, en VV.AA. Inquisicióny conversos, Toledo, 1994.SÁNCHEZ BENITO, J. M., La Santa Hermandad Viejade Toledo, Talavera y Ciudad Real (s. 12-15), Tole-do, 1987.SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La expulsión de los judíosde España, Madrid, 1991

PARA SABER MÁS

las distintas ciudades y villas del reino,con el fin de que fueran abiertas el día29 de abril, domingo de Cuasimodo, yse procediera inmediatamente a su lec-tura pública, entre las doce del medio-día y las trece horas, en los lugaresacostumbrados y con presencia de lasautoridades locales. Acto seguido ha-bría de procederse al bloqueo de la ju-dería y al inventario de todos los bie-nes de los judíos de cada localidad,prohibiéndose a éstos la venta de suspropiedades en tanto no estuviera con-cluido dicho inventario.

Se han apuntado muchas y variadasinterpretaciones acerca de las causasque movieron a los Reyes Católicos adecretar la expulsión de los judíos, y seha achacado a diversos grupos sociales–patriciado urbano, alta nobleza, jerar-quías eclesiásticas, pueblo llano e, in-cluso, a los judeoconversos– haber ins-tigado el decreto expulsorio. Algún au-tor llega a sugerir un supuesto apoca-

lipticismo del rey Fernando, quien esta-ría influenciado por la atmósfera escato-lógica dominante a fines del siglo XV entoda la Europa occidental, según la cualel fin de los tiempos iría precedido de laconversión de los judíos al cristianismo.

El fracaso del guetoPero de la lectura del decreto las únicascausas que cabe deducir son de carácterreligioso. Así, y debido a que “abía algu-nos malos christianos que judaiçaban eapostataban de nuestra santa fee catho-lica, de lo qual hera mucha causa la co-municaçión de los judíos con los chris-tianos, se habían ensayado diversas so-luciones”, entre las que se cita el aparta-miento de los judíos en barrios aislados,la creación del Tribunal de la Inquisicióny la expulsión de los judíos de Andalu-cía. Pero como quiera que todas estassoluciones habían fracasado, y porque“cada día se halla e pareçe que los di-chos judíos creçen en continuar su maloy dañado propósito donde biven e con-versan, y porque no aya lugar de másofender a nuestra santa fe”, se acordabasu expulsión. En la Real Provisión en laque el rey Fernando ordenaba la expul-sión de los judíos de la Corona de Ara-gón se alude también a la usura judaica,como una prueba manifiesta de la hosti-lidad de los judíos hacia los cristianos ycomo causa de continuas quejas ante lajusticia regia.

Por el contrario, no se hace ningunareferencia a las acusaciones antijudíascomúnmente extendidas por toda la Eu-ropa occidental y central –crímenes ri-tuales, profanación de hostias consagra-das–, ni siquiera al proceso del SantoNiño de La Guardia, cuyo auto públicode fe, celebrado en Ávila en noviembrede 1491, dio lugar a una importanteexacerbación del ánimo antijudío.

En lo que coincide la mayor parte delos estudiosos del tema es en que fue enla Inquisición, y más en concreto en elcírculo del inquisidor general fray To-más de Torquemada, donde se fraguó elproyecto expulsorio. Pero además delas causas de carácter religioso, social ode mentalidad, no hay que perder devista la decisiva influencia que en la ex-pulsión de los judíos tuvo el proceso demaduración del Estado moderno, pues-to en marcha en las postrimerías de laEdad Media, y que en los reinos hispa-nos quedó definitivamente configurado

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lada. Benzion Netanyahu considera quela cancelación acordada por el rey Fer-nando, con consentimiento de fray To-más de Torquemada, pudiera obedeceral compromiso del monarca de proce-der a la expulsión de todos los judíos delos reinos hispanos una vez que Grana-da fuera conquistada.

El 31 de marzo de 1492, los ReyesCatólicos firmaban en Granada el de-creto por el que se ordenaba la salidade los reinos hispanos de todos los ju-díos que no se convirtieran al cristia-nismo. Este decreto fue preparado ydistribuido en secreto, con el fin deevitar que los miembros más podero-sos económicamente de la comunidadhebrea tuvieran tiempo para sacar susfortunas del reino de forma fraudulen-ta y, principalmente, para evitar alter-cados y asaltos contra las juderías. Lasréplicas autorizadas de la Real Provi-sión fueron remitidas en pliego secretoa las autoridades de mayor rango de

En la Virgen de los Reyes católicos (anónimo del siglo XV), aparecen representados los monarcas y sus hijos, con la única imagen que conocemos de Torquemada, a la izquierda, tras Fernando.

EXPULSADOS DE SEFARADEL NUEVO ORDEN DE LOS REYES CATÓLICOS