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1. Pluralismo y monismo Lo mejor del filosofar europeo se ha esmerado por ubicarse en niveles científicos que son, por cierto, los que pasan inadvertidos al pluralismo historicista, o a Sartre, cuyo diagnóstico proviene del desconcierto de opiniones ideológicas con su descontrol obligado: imposibiliuad de controles objetivos. El elemento ideológico se vuelve casi constitutivo del filosofar latinoamericano tradicionalmente moralista: puede palparse, en cada una de las disciplinas filosóficas [hasta en la lógica: recuér- EL FILOSOFAR LATINOAMERICANO EN LA ENCRUCIJADA dese la Lógiea orgamea de VasconcelosJ, un lenguaje "verosímil", no científico, ni falso ni verdadero ya que no procura demostra- ción alguna ni se interesa tampoco en respetar controles objetivos o sistemas de referencia. Su parcialidad sólo es rebatíble desde otra parte de la historia que es la sepulturera o salvadora de las ideologías en disputa. Ah ra bien, decir la historia equivale a mentar la soga en la casa del ahorcado pue no existe esa entidad abstracta ni por el lado del eur históri o o devenir, ni por el lado de la exposición hist riográfica. n ambos casos, la historia es el cúmulo de d ci iones instituci nales, con apego al derecho o que lo crean, ad ptnda por los haced res de ella, en sentido práctico y teórico Ipor los historiadores. loro sellsu l. De mod que el valor de una ideología, de esas explicaciones ruci nal no-cient íficas o verosímiles que todos están siempre 'n a ando. c nsiste en u alcances e influencia, en su mayor o mcn r identificación con los intereses en juego. Posee una validez ca lIi tica, circunstan ial, contingente. 'laro que hay circunstancias y circunstancias. No es igual la valide/. de la ide logia pinochetista, subproducto del fascismo criollo, a la validez de la ide logia imperialista que opera a escala y lap o superior s; O la ideología del socialismo antimperialista inmerso en un gran proyecto, lImbiciosísimo, de utopía socia!. F difícil que se entre nosotros lo científico a manera de un desideratum filosófico. Se deben vencer obstáculos internos y ext mos. Imaginemos un filosofar latinoamericano predominantemente afincado en la cuádruple raíz de la explicación científica [cf. Mario l3unge, 1.0 iJll'e.Higación ciellt ifiea, Barcelona, Arie!. 1972, p. 571]: la. uesti nes bien formuladas 2a. Contrastabilidad 3a. Generalizabilidad 4a. Preci ión y profundidad mejorables. Para que pudiese arraigar entre nosotros este tipo de explicación tendríamos que luchar contra el peso de la inercia tradicional pragmático-moralizante en el campo de nuestro filosofar; formar escuelas filosóficas e investigadores de cada una de las disciplinas que pusieran en práctica las explicaciones racionales científicas, es decir, que supiesen usar los métodos científicos de investigación; tendríamos que discernir entre el pluralismo ideológico con su tendencia bipolar de un extremo, y, del otro, el monismo científi- cofilosófico. Ambos usan la explicación racional pero, en el primer caso, ésta no es científica. Al lograr la instrumentación de estos puntos programáticos [v. infra, final], se dejaría atrás, paulatinamente, el predominio del descontrol ideológico y la parcialidad subjetiva que caracterizan la diaphol1ia ton doxon; se llegaría a las formas objetivas de control que unifican ciencia y filosofía. JOAQUIN SANCHEZ MAC GREGOR ¿Qué puede significar, con respecto a nuestra circunstancia, la conocida proposición sartreana [al comienzo de Question de méthode], de que existen las filosofia s, en plural pero n la filosofia, en singular? Su principal significación es ideal' gica yn filosófica o filosóficocientífica, egún pretende artre. O sea, el dato innegable de 1 pI uralismo filosófico, de su heterogeneidad sincrónica y no s6lo diacrónica, acaba pr revelar, con u tendencias irreconciliables, las luchas ideológica 1 ide logía -ariete o ideologías de refuerzo 1. más que un filo orar estrictamente científico, bien escaso, por otra parte, a lo larg de la hi tria europea y, en la nuestra, prácticamente in i tente. Quizá por vez primera e percatan del pr blema los es éPli<.: griegos; Agripa, sobre todo. con u más c lebre tropo: diaphcJIlia ton doxol1 (discordancia de la opinione). in mbargo, queda en el simple señalamiento de la enfermedad in diagno ti 'urla ni proponer tratamiento alguno; aún, invalida la actividad filo ó- fica, al fin buen escéptic . o vamos a caer en ningún hi. toricismo pluralista p ro, tampo- co, en la ign rancia del problema que para l s latinoamericanos, según veremos, es vital. Hay que formularl distinguiendo c n pulcritud entre los nivele ideolúgi o y cieJltífico del filosofar. Aquél ha determinado, con exclusión de é te, la de nuestro filosofar. A fin de ubicar la clle li{¡n, repasemos un fragmento aleccionador: 1.0 que hace posible, lingüísticamente, el c nOictu entre las ideologías, es que todas ellas son verosímiles. Veroúlllil no opone a cierto. Atribuimos mucha meno certeza a nuest ra ideologías que a nuestra ciencia, en la cual el análisis se efect úa en términos ue probabilidad. Verosimil significa: all í donue no se puede hacer otra cosa que mostrar, donde la demostraci' n analítica no es más que un artificio. La ideología solamente puede criticarse en una perspectiva histórica de diálogo con otras ideologías, no mediante referencia a un lenguaje perfecto (Fréderic Franyois, "Filosofía anal ítica, lingüística e ideología", en h'1 lenguaje y los problemas del conocimiento, Buenos Aires. Rodolfo Alonso editor, 1971).

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Page 1: EL FILOSOFAR LATINOAMERICANO JOAQUIN EN LA · PDF fileafincado en la cuádruple raíz de la explicación científica [cf. Mario ... científicos de investigación; ... la clle li{¡n,

1. Pluralismo y monismo

Lo mejor del filosofar europeo se ha esmerado por ubicarse enniveles científicos que son, por cierto, los que pasan inadvertidosal pluralismo historicista, o a Sartre, cuyo diagnóstico proviene deldesconcierto de opiniones ideológicas con su descontrol obligado:imposibiliuad de controles objetivos.

El elemento ideológico se vuelve casi constitutivo del filosofarlatinoamericano tradicionalmente moralista: puede palparse, encada una de las disciplinas filosóficas [hasta en la lógica: recuér-

ELFILOSOFARLATINOAMERICANOEN LAENCRUCIJADA

dese la Lógiea orgamea de VasconcelosJ, un lenguaje "verosímil",no científico, ni falso ni verdadero ya que no procura demostra­ción alguna ni se interesa tampoco en respetar controles objetivoso sistemas de referencia. Su parcialidad sólo es rebatíble desde otraparte de la historia que es la sepulturera o salvadora de lasideologías en disputa.

Ah ra bien, decir la historia equivale a mentar la soga en la casadel ahorcado pue no existe esa entidad abstracta ni por el ladodel eur históri o o devenir, ni por el lado de la exposiciónhist riográfica. n ambos casos, la historia es el cúmulo ded ci iones instituci nales, con apego al derecho o que lo crean,ad ptnda por los haced res de ella, en sentido práctico y teóricoIpor los historiadores. loro sellsu l.

De mod que el valor de una ideología, de esas explicacionesruci nal no-cient íficas o verosímiles que todos están siempre'n a ando. c nsiste en u alcances e influencia, en su mayor omcn r identificación con los intereses en juego. Posee una validezca lIi tica, circunstan ial, contingente.

'laro que hay circunstancias y circunstancias. No es igual lavalide/. de la ide logia pinochetista, subproducto del fascismocriollo, a la validez de la ide logia imperialista que opera a escalay lap o superior s; O la ideología del socialismo antimperialistainmerso en un gran proyecto, lImbiciosísimo, de utopía socia!.

F difícil que se dé entre nosotros lo científico a manera de undesideratum filosófico. Se deben vencer obstáculos internos yext mos.

Imaginemos un filosofar latinoamericano predominantementeafincado en la cuádruple raíz de la explicación científica [cf. Mariol3unge, 1.0 iJll'e.Higación ciellt ifiea, Barcelona, Arie!. 1972, p. 571]:

la. uesti nes bien formuladas2a. Contrastabilidad3a. Generalizabilidad4a. Preci ión y profundidad mejorables.Para que pudiese arraigar entre nosotros este tipo de explicación

tendríamos que luchar contra el peso de la inercia tradicionalpragmático-moralizante en el campo de nuestro filosofar; formarescuelas filosóficas e investigadores de cada una de las disciplinasque pusieran en práctica las explicaciones racionales científicas, esdecir, que supiesen usar los métodos científicos de investigación;tendríamos que discernir entre el pluralismo ideológico con sutendencia bipolar de un extremo, y, del otro, el monismo científi­cofilosófico. Ambos usan la explicación racional pero, en el primercaso, ésta no es científica.

Al lograr la instrumentación de estos puntos programáticos [v.infra, final], se dejaría atrás, paulatinamente, el predominio deldescontrol ideológico y la parcialidad subjetiva que caracterizan ladiaphol1ia ton doxon; se llegaría a las formas objetivas de controlque unifican ciencia y filosofía.

JOAQUINSANCHEZ

MAC GREGOR

¿Qué puede significar, con respecto a nuestra circunstancia, laconocida proposición sartreana [al comienzo de Question deméthode], de que existen las filosofia s, en plural pero n lafilosofia, en singular? Su principal significación es ideal' gica y nfilosófica o filosóficocientífica, egún pretende artre. O sea, eldato innegable de 1 pI uralismo filosófico, de su heterogeneidadsincrónica y no s6lo diacrónica, acaba p r revelar, con utendencias irreconciliables, las luchas ideológica 1 ide logía -arieteo ideologías de refuerzo 1. más que un filo orar estrictamentecientífico, bien escaso, por otra parte, a lo larg de la hi triaeuropea y, en la nuestra, prácticamente in i tente.

Quizá por vez primera e percatan del pr blema los es éPli<.:griegos; Agripa, sobre todo. con u más c lebre tropo: diaphcJIliaton doxol1 (discordancia de la opinione). in mbargo, quedaen el simple señalamiento de la enfermedad in diagno ti 'urla niproponer tratamiento alguno; má aún, invalida la actividad filo ó­fica, al fin buen escéptic .

o vamos a caer en ningún hi. toricismo pluralista p ro, tampo­co, en la ign rancia del problema que para l s latinoamericanos,según veremos, es vital. Hay que formularl distinguiendo c npulcritud entre los nivele ideolúgi o y cieJltífico del filosofar.

Aquél ha determinado, con exclusión de é te, la natllrale~a denuestro filosofar. A fin de ubicar la clle li{¡n, repasemos unfragmento aleccionador:

1.0 que hace posible, lingüísticamente, el c nOictu entre lasideologías, es que todas ellas son verosímiles. Veroúlllil noopone a cierto. Atribuimos mucha meno certeza a nuest raideologías que a nuestra ciencia, en la cual el análisis se efect úaen términos ue probabilidad. Verosimil significa: all í donue nose puede hacer otra cosa que mostrar, donde la demostraci' nanalítica no es más que un artificio. La ideología solamentepuede criticarse en una perspectiva histórica de diálogo conotras ideologías, no mediante referencia a un lenguaje perfecto(Fréderic Franyois, "Filosofía anal ítica, lingüística e ideología",en h'1 lenguaje y los problemas del conocimiento, Buenos Aires.Rodolfo Alonso editor, 1971).

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Las funciones son procesos o comportamientos de corta o medianaduración, reversibles. Pertenecen, las que ahora nos ocupan enmutua interacción, a las estructuras ideológicas y filosóficoci~ntí­ficas que se manifiestan como sistemas constantes en el tiempo o,por lo menos, como procesos de larga duración [v. Las estructurasjerárquicas, Lancelot Law Whyte, Albert G. Wilson, Donna Wilson,ed.; Madrid. Alianza Editorial, 1973).

Las funciones activadoras e inhibidoras son comunes a ideolo­gías y ciencia/mosofía. La de refuerzo, puede imponérsele desdefuera a la actividad científicofilosófica; las ideologías en cambiola ejercitan con naturalidad. "

La activación/inhibición lo es con respecto al cambio histórico­social, entendido éste como un proceso global, télico ya que losagentes del cambio son, coyunturalmente, este o el otro sector dela sociedad que poseeri su terminus a quo y ad quem, determina-bles en cada caso.

En efecto, el cambio puede ser para bien o para mal, enbeneficio de unos Y perjuicio de otros. Con el tiempo, resultadable hacer el balance histórico llegando a un consenso más omenos general. Así han adquirido carta legal de ciudadanía [en loslenguajes científicos correspondientes J los procesos de camhioconocidos bajo el nombre de "revolución mexicana", "revolucióncubana", "revolución rusa", "revolución china", etc., aun cuandono se compartan las ideologías marxistas de algunos de estosprocesos. Lo cual significa: cientifización o universalización.

Ahora bien, las ideologías que cumplen una función predomi­nantemente activadora del cambio, tratarán de inhibir, de modocorrelativo, las tendencias opuestas al cambio que siempre existenen cualquier momento histórico. Ha de procurarse pues la evalua­ción con signo positivo o negativo de las ideologías educativas,políticas, económicas, morales, artísticas, jurídicas, etc., que esténen juego, distinguiéndolas de las que se destine~, consciente oinconscientemente, a reforzar el statu quu manteniendolo o tratan­do de mantenerlo aunque sea en lo fundamental. Como también laevaluación de las ideologías cuya misión sería desestabilizarlo oirulibir las tendencias al cambio median te la activación de lo más

dañino Yreaccionario.El lenguaje científico -·unitario y homogéneo. universal por

excelencia _ no puede nunca clasificarse como las ideol()~ías. No esreaccionario, conservador o revolucionario. Mejor dicho, siempre esrevolucionario en la medida que la ciencia. la verdad. constituye el

Conviene ac1~rar que discernimiento no significa repudio lene~te. cas?, repudIO de lo ideológico, indiscriminadamente]; significadistmguH en~re las funciones que desempeñan, juntas o porseparado, las ideologías y la ciencia/filosofía.

2. Funciones activadoras, inhibidoras y de refuerzo

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factor sine qua non del cambio, pues cuando se habla delsubdesarrollo se está aludiendo, implícitamente, a esa larga nOl:hede la explotación colonial en la que no puede darse una fecundaescuela de pensamiento científico, sino tan s '1 una ciencia aisladay esporádica.

No se debe confundir el auge de la dencia, capa¿ de inte rarplanes coherentes de investigación, con el programa tecnológic alservicio de la producción. Ambos son activadore y/o reforl.adores,pero aquél posee un efecto multiplicador de lo re ur o académi­cos, o sea, estimula la fuente misma de la t nica.

En su obra maestra, La investigación cienfljica ¡pp. 687· , ed.cit.], Mario Bunge ha esclarecido la diferenl:ia:

...si la investigaci 'n científica 'e huhiera sometido dÚl:ilmentea las necesidades inmediatas de la pI' ducciún, no lcndrianw~

ciencia.

Lo cual nos cura en alud de cualquier dcllrio tecnol:[;Ítl\;o.pone en eguida el ejemplo de la actual tCl:nología úplica que norequiere de la le ría ndulat ria, pues le ba ta con la úptll:a delrayo luminoso Isiglo XVIII, adquiriendo entonce plena slglllfica­ción el siguiente párrafo:

En el dominio tic la acción, las tcorias profunda' o c()mpll"lda~

son ineficaces porque requieren demasiado trabajo para consc­guir resultados que igual pueden obtenerse c n lIledlo l1l:íspobres, esto es, con teorías menos verdaderas, pero m.ís sllnples.La verdad profunda y precisa, que e un desideratll/ll de lainvestigación científica pura, no es económil:a. laque suponeque el cienl ífiea aplicado maneja son teorías de gran ejiciencia,o sea, con una razón inputjourPllt elevada: se trata dc teoríasque dan mucho con poco. El bajo costo campen ará entonce lacalidad baja... éflciencia de T = Olltpllt de T x Simplicidadoperativa de T

Donde T es 'técnica'; si la reemplazamos wn I "ideología']tendremos la fórmula correspondiente a la eficiencia de tantosmarxismos simplistas, no necesariamente falsos.

3. La encrucijada

Las ciencias básicas y aplicadas tienen un estatuto ontológicodistinto del de las ideologías [v. supra, 1], aunque sus funcionessean susceptibles de algún uso ideológico, que, por cierto, haadulterado la naturaleza del filosofar hasta el punto de suplantarlo,no pocas veces, por la ideología dominante.

El más ostensible ejemplo, en la vida latinoamericana, lo da elpositivismo, según se desprende del famoso libro de Leopoldo Zea.

En el escenario contemporáneo está la ideología marxista -designo positiv , revolucionaria-- que maneja una ciencia simple,eficiente "con una razón inpuljoutput elevada: se trata de teoríasque dan mucho con poco".

sto. por lo que toca a las ciencias sociales y filosóficas,podrían producir a la larga una situación de impasse en 'lasnaciones lat inoamericanas capitalistas, tomando en cuenta la de­pendencia ec nómica y la insignificancia de los partidos políticoslllar\i tas.

Aqu í encrucijada y coyuntura a la vez- les corresponde anucstras universidadc. e institutos de enseñanza superior reavivar uorganiLar la funci -n activadora de las ciencias filosóficas en cadauna de sus ramas.

Si se lucha creutivamente por un medio universitario idóneocapa! de formular un proyect in terdisciplinario de prioridadesfjlosúfica~ cap'l/. también de cumplirlo-·, con un lúcido criteriode la actuahdad mundial y nacional, si esto se instrumentasepaulatlllamente ha ta contar con los cuadros necesarios para surcalilación la masa crít ica ,habría sonado la hora de la fIlosofía

, qUI/.í. la hora de nuestra emancipación.Claru, tendríamos que deshacernos del torniquete de la cátedra

magisterial pasándolo a otro tipo de instituciones masivas a fin deCOllvertir las universidades en genuinos centros de investigación,de esclllaridndola , que fue una idea de Fidel Castro en 1968 y,tamhién p l' la mi ma época, de Iván Illich.

I::.n ese nuevo marco, resultaría equiparable a las ciencias básicascl estudio filosófico de los métodos científicos y de su aplicación acada una de las disciplinas filosóficas cuya práctica concreta daríael equivalente de las ciencias aplicadas. Todo sin menoscabo de lasi teologías concomitantes que a estas alturas, en su praxis revolu­cionaria, se vuelven un deber ineludible para el filósofo latinoame­ricano.

Estc, precisamente por tal causa, ha de estar muy alerta contrala cegadora ideologización que simplifica más de lo debido lascosas hasta el grado de convertirse a veces la ideología -si esrevolucionaria en su contraria.

En el peor de los casos, suponiendo que el ejercicio generali­zado de la razón científicofilosófica no tuviese nada que ver con elcambio emancipador, se estimularían los hábitos de investigación,ese sexto sentido exploratorio que sólo en la conducta estética seenfatiza tanto.

N. B.. Por la referencia bibliográfica acerca de Las estructuras jerárquicas sehabra advertido ljue el término "función" se usa con el significado que leconfiere la sistémica, y no con el de la sociología funcionalista. Se prefiereasimismo "filosofar", en vez de "filosofía", porque engloba a las diversasdisciplinas y corrientes filosóficas.