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1 Jacqueline Clarac / Semblanza www.saber.ula.ve/iconos/clarac Universidad de los Andes Proyecto Iconos de la ULA Por: Adriana Puleo Ponte Pensé por un momento que era cosa solamente mía, pero cuando conversé con Jacqueline Clarac en su casa en La Pedregosa salí de allí no siendo la misma. Supe inmediatamente que sería difícil construir su historia, porque no está muy interesada en revelarla; que no me enteraría de sus historias de amor ni de ningún secreto que guarda a sus setenta y dos años. Sólo se presentó como una lúcida testigo de un siglo que pasó, como una amante de las culturas que existen en Venezuela -a las cuáles defiende apasionadamente- y como una investigadora de rigor. Digo esto, porque al salir una joven -que también la había escuchado esa tarde- me dijo: “Dios mío, pero que vieja taaaan hermosa”. Así me di cuenta que ese sentimiento de ternura y de admiración era compartido. Jacqueline habla dulcemente como si estuviera arrullándote con una canción de cuna, aunque el contenido de esas palabras logra desarmarte. Después de un par de horas provoca sentarse junto a ella en uno de sus cómodos sillones de la sala y dejarse consentir como si fuera una abuela de los cuentos de hadas. Sin embargo, es precisa. No usa alegorías ni metáforas; emprende el camino del recuerdo con mucha seguridad, con esa paz de quien ha tenido un largo recorrido y puede alzar sus pies para desatar las trenzas de los zapatos. Te cuenta entonces de su participación en la defensa de los derechos de los indígenas y las historias de matanzas que no te contaron los libros de la escuela. Ella pertenece de corazón a ellos aunque no tiene la imagen habitual de una Menshú; su cabello es blanco, sus ojos azules y se viste con vestidos amplios y bufandas de telas livianas. Muestra poco después sus fotos de niña en Martinica cuando usaba cintas y bucles en su cabello antes castaño claro, época en la cual se inició su interés por lo Kiu-kundok nikasí. La vieja hermosa Clarac en el jardín de su casa en la Pedregosa. (2005) Jacqueline Clarac en la sala de su casa (2005)

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Jacqueline Clarac / Semblanza www.saber.ula.ve/iconos/clarac

Universidad de los Andes Proyecto Iconos de la ULA

Por: Adriana Puleo Ponte

Pensé por un momento queera cosa solamente mía, perocuando conversé conJacqueline Clarac en su casaen La Pedregosa salí de allí nosiendo la misma. Supeinmediatamente que seríadifícil construir su historia,porque no está muy interesadaen revelarla; que no meenteraría de sus historias deamor ni de ningún secreto queguarda a sus setenta y dosaños. Sólo se presentó comouna lúcida testigo de un sigloque pasó, como una amantede las culturas que existen enVenezuela -a las cuálesdefiende apasionadamente- ycomo una investigadora derigor. Digo esto, porque alsalir una joven -que también lahabía escuchado esa tarde- medijo: “Dios mío, pero que viejataaaan hermosa”. Así me dicuenta que ese sentimiento deternura y de admiración eracompartido.

Jacqueline habla dulcementecomo si estuviera arrullándotecon una canción de cuna,aunque el contenido de esaspalabras logra desarmarte.

Después de un par de horasprovoca sentarse junto a ellaen uno de sus cómodossillones de la sala y dejarseconsentir como si fuera unaabuela de los cuentos dehadas. Sin embargo, esprecisa. No usa alegorías nimetáforas; emprende elcamino del recuerdo conmucha seguridad, con esa pazde quien ha tenido un largorecorrido y puede alzar suspies para desatar las trenzasde los zapatos.

Te cuenta entonces de suparticipación en la defensa delos derechos de los indígenasy las historias de matanzasque no te contaron los librosde la escuela. Ella pertenecede corazón a ellos aunque notiene la imagen habitual deuna Menshú; su cabello esblanco, sus ojos azules y seviste con vestidos amplios ybufandas de telas livianas.Muestra poco después susfotos de niña en Martinicacuando usaba cintas y buclesen su cabello antes castañoclaro, época en la cual seinició su interés por lo

Kiu-kundok nikasí.La vieja hermosa

Clarac en el jardín de su casa en laPedregosa. (2005)

Jacqueline Clarac en la salade su casa (2005)

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desconocido a través de loslibros de Julio Verne. Tambiénaquella imagen en la queesbelta y con los cabelloschorreados posa junto a suesposo, el escritor JoséManuel Briceño Guerrero.

Habla esta vez un poco deella.

De repente suena el teléfono yse excusa. Discute conalguien sobre un problemaque tiene una etnia wayú, lacual tiene unos noventa añosasentada en Mérida, en LaRanchería, un poco más alsur de El Vigía. Al parecerunos funcionarios por errorquieren sacar de la escuela aunas maestras que seencargan de la formaciónbilingüe (español y wayú) enesa zona. Decidida exige unasolución y convoca reuniones.

Se sienta nuevamente, perono retoma el tema anteriorsino el de casi siempre, elproblema indígena. Te dascuenta que tampoco hacefalta, a ella se le descubre através del amor por lo quehace. Entonces reflexiona quepese a los avances en elreconocimiento de losderechos de los indígenas delos últimos años, no existeuna aceptación generalizada.Lamentablemente, nuestrasociedad no sólo excluye esaparte de su cultura, sino quesiente vergüenza de ella: “Lacivilización, se piensa, seencuentra fuera del país”.

Sin más, la vieja hermosacontinúa hablando de cómocreemos que laespontaneidad, la algarabía…no son valores tanimportantes –o tancivilizados- como lapuntualidad inglesa, laobsesión por el éxito o laeterna juventud. Te sientesreflejada y piensas que quizásen nuestro interior sobreviveun poco aquello que pensabanlos españoles que llegaron conColón. Sin duda después deesa conversación no se es lamisma. Retumba la pregunta:¿Será que en realidad apreciolo que somos?

Primera Pieza de la Serie Multitudes:

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Por: Adriana Puleo Ponte

El mundo desde el desvánDe pequeñita leía mucho loslibros de aventura como los deJulio Verne. ¡Me apasionaba!Recuerdo que ellos venían conilustraciones muy bonitas.Para mí eran muy especiales,porque habían pertenecido ami abuelo paterno. Teníamosuna biblioteca, donde estabantodos los libros de él, de mipapá y de la familia. Estabanarriba, en el desván de mi casaen Martinica. Mi hermana, lamayor después de mí, y yosubíamos a ese cuarto y nosacostábamos en el suelo a leertodas las tardes. En la época devacaciones nos internábamos ypudimos conocer el mundoentero a través de muchoslibros en francés. Habíarevistas que venían conhistorias y cuentos de culturasdiferentes. ¡Me encantaba! Fuidesarrollando poco a poco ungusto por las otras regiones delmundo, por otras gentes.

La niña polizonteMartinica era prácticamenteun puerto y a cada momentoveía grandes barcos. Recuerdoque envidiaba a los niños quevivían en la calle y me decía a

mí misma: “Ay, si yo fuera unniño vagabundo, me iría depolizonte en un barco”.Ahhh… fíjate que inocencia.Mi sueño era no tener familiay sin problemas poderconocer todas esas culturas,esos edificios, todas esaspersonas tan diferentes queleía en los libros de mi abuelo;no sabía que eso se podíaestudiar. Mi pasión no teníaese nombre, pero en esos díasnació mi amor por laantropología.

Dulce esperaEl arte, sobre todo la música yla pintura, fue la manera queencontré para que mi pasiónpor las culturas tuviera unaexpresión. También hicepintura en la escuela de BellasArtes de Valencia cuandotenía como 20 años. Dechiquita también fui pianista,en especial, al final de laadolescencia cuando llegamosa Venezuela. Yo dejé el pianodefinitivamente cuando mihijo comenzó a tocar variosaños después. Era tan buenoque prefería quedarmeescuchándolo…

E wo tsi tsuír. Todavía estemprano

Hermanas de Clarac (Jacqueline a la derechaafinales de los años 30)

A la Derecha: Jacqueline Clarac de sieteaños, junto a su hermana.

Jacqueline junto a amigos (sin fecha)

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Ella va -sin saber aún- adonde perteneceLlegué a Venezuela cuandotenía 18 años. Cuando mipapá era pequeñito - y dejoven también - vivió muchotiempo en Puerto Rico,porque mi abuelo trabajaba enlos cables franceses. Mi papátenía muchos amigos allá yhablaba muy bien español. Alos 17 años se regresó contoda la familia a Martinica. Élquedó desde siempre con lanostalgia de irse a un paíslatinoamericano.

Después de la II GuerraMundial hubo una crisis en elsector al que se ocupaba mifamilia, la plantación decambur; exportábamosgrandes pipotes llenos dedulces de cambur. Entró acompetir África y losantillanos que se ocupaban deeso lo perdieron todo.Entonces mi papá tuvo la ideade irse a Venezuela. Era laépoca de la dictadura deMarcos Pérez Jiménez y mipapá se pudo integrar a unprograma que buscabaexportar otras cosas aparte delpetróleo. Mi papá hizo unproyecto con un amigo y sevino. Él dirigía la hacienda ysu amigo era el dueño de losterrenos. Esa hacienda, quese llama Mala Chapa,pertenecía a los hijos –creorecordar- de DelgadoChalbaud.

Algo que no tiene el colorni el sabor de los sueñosMi familia y yo llegamos en1951 a La Guaira. Nosvinimos por mar en un barcofrancés que se llamabaColombia. Recuerdo quetuvimos que esperar muchashoras con ese sol tremendo.Bueno… parecido al deMartinica. Mi papá nos llevó acomer a Macuto a unrestaurante que se llamaba“Las quince letras”. Todavíaexiste ese restaurante, pero locambiaron mucho. Porprimera vez en mi vida comípaella, porque en las Antillasfrancesas no se comía eso.Mis primeros recuerdos deVenezuela fue ese viajeparticular por la carreteravieja de La Guiara, porque nohabía autopistas en esa época.Recuerdo que duramos como6 horas para llegar a LaVictoria. Caracas era todavíauna ciudad de techos rojos.

Tampoco las mismaspalabrasCuando llegamos a Venezuelael paisaje era totalmentediferente, muy diferente al delas Antillas. Fue como vivir enotro continente pese a que erael mismo continente; eracomo otro continentefísicamente y tambiénculturalmente. Yo ya sabía leerel español, porque lo habíavisto en la escuela.Aprendimos rápidamente ahablar oyendo radio, además,mi papá nos puso de oyentesen el liceo de La Victoria.

Alocución de Marcos Pérez Jiménez(1952)

Foto: Corbis

Restaurante las Quince Letrasen la actualidad

Tucacas

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mucho, porque cuandollegamos él nos dijo:”Ustedesvan a buscarse amistadesvenezolanas. Nada de estarbuscando franceses. Están eneste país; éste es su nuevo paísy tienen que adaptarse.” Eneso mi papá estuvo muy claroy en efecto siempre facilitó lascosas para que conociéramosfamilias venezolanas y nofamilias francesas. Nos encantaba andar acaballo; le robábamos el jeep ami papá cuando nos íbamospara Caracas.

Sorpresa a mediasEstuvimos viviendo dos añosen esa hacienda; era otraVenezuela. Yo digo a misalumnos que la Venezuela queconocí en esa época no tienenada que ver con la Venezuelaactual. No había autopistas niedificios grandes. Lasmuchachas tenían que salircon medias para ir al cine. Loshombres tenían que ir concorbata y chaqueta. Recuerdoespecialmente que los varonesno podían usar short,mientras que eso era muynormal en Martinica. Unavez llamaron a mi papá paraque fuera a buscar a dosantillanos que trabajaban en lahacienda y que habían caídopresos en La Victoria. “Novamos a permitir que esosantillanos vengan a la Victoriavestidos en interiores” ledijeron. Fíjate como hacambiado Venezuela ¿no teparece?

El hogar comenzó con losamigosMe adapté bien. Siempre hesentido a Venezuela como mihogar. Ese fue un proceso enel que mi papá nos ayudó

La naturaleza del mar. Lanaturaleza propiaMis nostalgias por las Antillasestán asociadas a una cosa, elmar, porque cuando se viveen una isla el mar es lo másimportante. El mar… ver elmar; no tanto bañarse en él.Se trataba más que nada deestar ante su presencia.

Ya en Venezuela a menudonos paraban a las cinco de lamañana para ir aChichiriviche, a PuertoCabello, a Tucaras, a Cata, acualquiera de esas playas apasar todo el día. Eranmuchas horas, porque erauna carretera vieja paraaquella época. En esa épocanadie iba a la playa; losvenezolanos no iban a bañarseni en Semana Santa.

Chichiriviche

Bahia de Cata

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Por: Adriana Puleo Ponte

Siento a Venezuela…Al principio de mi llegada aVenezuela tuve nostalgia deLas Antillas, pero como fuimosvarias veces se me quitó. Creoque cambié y me di cuenta queya yo no pertenecía a allá. Mesiento venezolana; siento todaslas cosas que pasan aquí; lassiento en mí. Mis hijos sonvenezolanos, mi esposo, misalumnos. Yo estudié y trabajéen y para Venezuela. Sé que amis hermanos y hermanas lespasa lo mismo -soy la mayorde 10, la última hermanita míatenía un año cuandollegamos-. Todos siempre medicen eso.

El tiempo que revelaPara mí ha sido muyimportante la música. Cuandotuve como 13 años soñaba quedirigía una orquesta. Yo queríatambién ser escritora,solamente que yo no sabía quéiba a escribir, pero eso vinopoco a poco, por sí solo. Laexperiencia misma de lainvestigación me ha hechoescribir. No escribir novelas,sino libros de antropología. Talvez por eso ninguno de mistextos utiliza un vocabulariotan especializado, escribo paraque un público más amplio loentienda. En general, nosiempre, pero en general, los

antropólogos procuramoshacer eso; sobre todo los quetrabajamos en etnología yantropología social.

Más libros que escobasYo nunca acepté la idea de seruna mujer del hogar, pero noporque crea que eso tiene algode malo, sino tal vez debido ami crianza. En mi familia miabuela paterna trabajaba, mimamá en cambio no -porquetuvo muchos hijos-, pero sícursó el bachillerato, leíamuchísimo y era diferente. Laslabores del hogar nunca megustaron. De muchachadetestaba lavar, planchar,cocinar… Eso lo vinehaciendo después de casada,primero por obligación y luegome ha terminado gustando.Por ejemplo, ahora me gustacocinar y ocuparme de la casatambién y lo hago con agradosin descuidar mis otras tareasde tipo académico y social.

La mujer venezolanaEn vez de hablar de mí,prefiero hablar de la mujer deeste país a la cual he admiradosiempre. La mujer, en general,en Venezuela la veo muchomás atrevida que el varón.Mucho más capaz de adaptarsea los cambios en cualquiersociedad. Cuando estaba en

Si Wo. Ya es de Noche.

José Manuel Briceño Guerrero, Jacqueline y suhijo Ricardo (sin fecha)

Puerto de Martinica

El discurso de la salud y la enfermedad en la Venezuelade fin de siglo (2002) donde Clarac escribe del tema

junto a otros autores.

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Europa observé a losvenezolanos que iban a allá aestudiar, mientras las mujeresse adaptaban inmediatamente,los hombres se tardabanmucho y tenían grandesperíodos de depresión.

Aquí también, por ejemplo, lamujer campesina andina essumamente fuerte. Tanto quese ha adaptado primero atrabajar en la ciudad. Ahoraen el ambiente donde yo memuevo, que es un ambienteuniversitario, al principiohabía muchos más hombresque mujeres, pero eso se haido revirtiendo a través deltiempo. Ahora haymuchísimas mujeres queestudian, que son muyprofesionales, científicas…Sin embargo desde siempreyo he tenido apoyo de loshombres de mi familia y losde mi medio; nunca hesentido rechazo por ser mujer.

EllaHa habido muchas cosasimportantes en mi vida. Elhecho mismo de habercambiado de país fuefundamental. Haberconocido a mi esposo,haberme casado con unvenezolano, además, unvenezolano con una granformación y una granconciencia de lo que es supaís.Haber tenido un hijo y unahija creo ha sido unaexperiencia fundamental.Cuando la mujer puede tenerhijos cambia la forma de verlas cosas, la forma de

comprender la juventud, porejemplo. También ha sidomuy importante habertrabajado siempre conjóvenes, porque me hapermitido recordar cómo sonlos jóvenes, cómo fui de joveny no estancarme frente a lanueva generación. Me hapermitido tener la mente másamplia y anticiparme quizá alo que serán las generacionesde mañana.

Él¿Me preguntas por mi esposo?(José Manuel BriceñoGuerrero) Bueno, yo nadamás podría decirte cosas muysuperficiales, porque no deseodecir cosas muy profundas¿me entiendes? Bueno… tepuedo decir que es unhombre que cuando lo conocí-todavía no era conocido, eramuy joven aún- comprendíenseguida que por su formade ser iba a ser un granhombre, culturalmentehablando, académicamentehablando. Hablaba variosidiomas, le gustabamuchísimo la lectura, leinteresaba muchísimo el arte;todas cosas me atrajeronmucho.Lo conocí en septiembre de1953 y nos casamos un añomás tarde. Ha sidomaravilloso acompañarnos,ver cómo ha crecido en suforma de ser y en sucapacidad de comprender aVenezuela y al mundo. Haquerido siempre muchísimosus hijos y nietos. Ha tenidomuchísimos admiradores,entre ellos estudiantes, que

Mujeres campesinas de los Andes.Foto: Corbis

Jacqueline Clarac en su graduacióncomo antropológa (1967)

José Manuel Briceño Guerrero en sugraduación como Profesor (1951)

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toda la vida han sido susamigos y siguen frecuentandosus seminarios aunque segraduaron hace tiempo. Miesposo a la vez es muyquerido y a veces muy odiado,porque es un hombresumamente sincero, dice loque piensa y a veces la genteno le gusta eso.Toda convivencia es un reto,naturalmente, pero si se tienecierto grado de tolerancia y decomprensión hacia el otro lascosas terminan bien. Creoque por eso nunca nos hemosseparado, porque nos hemosconcedido bastante libertad.Me ha dejado la libertad de sercomo yo quería ser y yotambién le he dejado.

Nada de héroes, pero megusta Pink FloydNo tengo héroes, no tengoídolos. Admiro a muchosautores, grandes artistas,músicos, intelectuales, perono puedo decir que tengo unhéroe. Me han gustadomucho los grandes músicoscomo Johan Sebatian Bach yMozart. Cuando era joven megustaba mucho Chopin.

Cuando a mi hijo empezó agustarle la músicacontemporánea, el rock y esascosas, conocí músicos que megustaron muchísimo comoPink Floyd. Me ha gustadotambién mucho leer, de losvenezolanos me entusiasmaRómulo Gallegos y las obrasde Bolívar, un político conuna visión extraordinaria paraAmérica Latina.

La música de mi hijoYo he admirado mucho la obrade mi hijo y sigo creyendo quees un gran músico. Quisieraseguir descubriendo más ymás de él. Sus amigos y lagente que lo conoció en vidasiempre me dicen que su obraes muy importante, pero quetodavía no se sabe. Creo quepoco a poco se irádescubriendo y eso es algo queme entusiasma en estos años.

Me necesitan firmeSoy optimista, siempre he sidooptimista; si no fueraoptimista no hubiese hechonada, por ejemplo cuando hahabido matanzas en gruposindígenas o cuandodestruyeron el áreaarqueológica en La Pedregosaen 1986. Si hubiera sidopesimista, me hubiera dadodepresión, pero por más queme atacaron y que tambiénatacaron a los que trabajaronconmigo más nos dieronganas de trabajar, porquesabíamos lo mucho que el paísnecesitaba de nuestra firmeza.

Mientras tanto yo puedaseguiré trabajando. Tengo unbuen grupo de investigación yespero que no se desintegre.Los voy a ayudar en todo loque pueda, hasta el final.

Pink Floyd, uno de los grupos musicalesfavoritos de Clarac

Portadas de discos compactos deRicardo Briceño, hijo de Jacqueline.

Jacqueline Clarac en la actualidad.

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Por: Adriana Puleo Ponte

Los secretos de ladestrucciónEn esos años no se trataba deuna inquietud social, sino decuriosidad. En una ocasiónque mi familia y yo fuimos apasar vacaciones en San Pedro,al pie del volcán Mont Pelée, elcual tuvo una gran erupción aprincipios del siglo XX. Antesdel desastre era una ciudadmuy importante, incluso fue laprimera en tener electricidaden toda América.

Inmediatamente me sentíintrigada por todas las ruinasde las casas, de los teatros, deltranvía, de la ópera… ¿Quésecretos ocultan esas ruinas?Me preguntaba cuandopaseaba con mis hermanaspor la isla.

El último CaribeAl pie del Mont Peléetambién tuve la oportunidad,como a los 14 años, deconocer al último Caribe quehabía en Martinica. Pornuestra calle -que daba haciael mar- pasó nada más con unpaño. Recuerdo que teníahechas muchas trencitas;cantaba siempre la mismacanción en francés. En ellahablaba de la soledad y deretirarse lejos de la sociedad.La gente decía que eseindígena vivía en una cuevamuy arriba de la ciudad y quepasaba por ahí cantando esacanción todas las tardes. Laverdad es que no sé por quépasaba por ahí, la cuestión esque yo aprendí esa canción yque nunca he encontrado anadie que se la sepa.

Stingui, shandú, setién.Encontrar, trabajar,encender

En la variedad está el gustoLas diferentes culturas que hayen la humanidad -y esto esalgo que siento desde pequeña-siempre me llamaron laatención. Viví mi infancia y miadolescencia en Las Antillas yallá comenzó todo. En esasislas hay una población muyheterogénea entre sí, por loque pude apreciar lasdiferencias que existen entrepor ejemplo los europeos, losafricanos y los descendientesde hindúes. Fue emocionanteencontrarme con todas esasdiferencias y comenzar a tenerconciencia de las maravillasque encerraban.

Graduación como antropóloga, junto a su esposo J. M.Briceño Guerrero (1967)

Volcán Mont Pelée en erupciónFoto: Corbis

Niños de las AntillasFoto: Corbis

Ruinas de Saint-Pierre, Martinica.Foto: Corbis

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Ciencia sin atadurasHe sido muy libre en laantropología. No me heamarrado a esquemas. Hesido muy independiente y lahe visto de una forma muyartística, es decir, he queridoguardar libertad frente amodelos, frente a métodos.Aunque he tenido que utilizarmétodos, sentí desde unprincipio que puedomodificarlos en función de larealidad y no obligar a larealidad a entrar dentro dedeterminados modelos -comose ha acostumbrado muchoen las ciencias sociales-.

Cuatro caminos, un mismodestinoPor mi formaciónantropológica comprendí queuna sociedad no solamente seestudia en su “presente”, sinoen el pasado, en su lengua oen sus muchas lenguas, conuna forma de pensar y conmuchas formas de pensar.

Desde un principio quiseaplicar el concepto integralque tiene la antropología de lahumanidad a la manera enque se estudia. No podemosquedarnos únicamente conun punto de vista biológico nicon el punto de vista social opsicológico o lingüístico. Esoharía que obtengamosresultados parciales. El serhumano no tiene un soloaspecto, si no muchosaspectos que están integradosy si uno procura estudiar nadamás uno, no logra acercarseverdaderamente a la realidadhumana.

La respuesta es enfocar lainvestigación desde variasdisciplinas y en laantropología tenemos lasuerte de tener cuatrodisciplinas básicas que nospermiten – si queremosporque no todos lo hacen –estudiar integralmente al serhumano. Ellas son laetnología, que se encarga delestudio de las culturas; laantropología lingüística, quebusca reconstruir el pasado ypresente de las diversaslenguas y su relación con lasculturas; la arqueología, quese encarga del estudio de lasculturas antiguas a través delanálisis de los objetos halladosen las excavaciones y labioantropología, que analizalas influenciasmedioambientales y genéticasen la diversidad biológica dela humanidad.

La antropología es unequipoNo me ha gustado andar solaen las tareas que exige laantropología. Desde unprincipio quise formar gruposde investigación y tuveconciencia de que un soloinvestigador no puederealmente llegar acomprender algo tancomplejo como es unasociedad.

Procuré formar estudiantes yjóvenes profesores. Equiposmultidisciplinarios queconozcan que las culturasdeben ser estudiadas desdecuatro aspectos (etnología, la

Jacqueline en investigación de campo en Betijoque,estado Trujillo.

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mucho, porque cuandollegamos él nos dijo:”Ustedesvan a buscarse amistadesvenezolanas. Nada de estarbuscando franceses. Están eneste país; éste es su nuevo paísy tienen que adaptarse.” Eneso mi papá estuvo muy claroy en efecto siempre facilitó lascosas para que conociéramosfamilias venezolanas y nofamilias francesas. Nos encantaba andar acaballo; le robábamos el jeep ami papá cuando nos íbamospara Caracas.

antropología lingüística, laarqueología y labioantropología), pero quepuedan dar miradas másespecializadas a los problemasde investigación.Traté desde siempre deinteresarlos en la sociedadandina. Empezamos primerocon los campesinos, despuésempezamos con la ciudad;hicimos trabajos deantropología de la salud y laenfermedad; trabajamos enhospitales. Así se formó unequipo bien interesante,algunos de ellos todavíatrabajan conmigo en elGrupo de InvestigacionesAntropológicas y Lingüísticasde la universidad.

Pasión y curiosidadHe presenciado mucho,porque ya tengo cuarentaaños estudiando y trabajandoen la antropología de estepaís. La antropología enVenezuela es fundada amediados de los añoscincuenta, durante ladictadura de Pérez Jiménez ytuvo una fuerte influencia,como en la mayoría de lospaíses latinoamericanos, de laescuela norteamericana. Enese momento yo no estaba enVenezuela, pues estaba enEuropa con mi esposomientras él hacía sus estudiosde doctorado. Allá conocí a laantropología con el nombrede etnología einmediatamente supe que eralo mío. En 1961 regresé aVenezuela y lo primero quehice fue inscribirme en laUniversidad Central deVenezuela para estudiar. En

esa época era una escuelasumamente dinámica, notenía muchos alumnos yhabía bastante trabajo decampo, cada asignatura lotenía. El trabajo de campo sehacía en Caracas, en losbarrios especialmente. Nuncatomábamos vacaciones, sinoque nos íbamos a trabajar conindígenas en el Amazonas, enApure, en el Lago de Valencia.

Una vez nos fuimos porvarios estados del país a hacerun diagnóstico de la reformaagraria. Lamentablemente,siempre fueron diagnósticosnegativos, porque fue unprograma que se dirigía desdeCaracas sin conocer lo quesucedía realmente en elcampo. En ese tiempotambién se inició lainvestigación en Quíbor,íbamos de práctica a hacerexcavaciones arqueológicas yallí se hicieron hallazgos queluego hicieron necesaria lacreación años más tarde delMuseo Arqueológico deQuíbor. Recuerdo que nosalojábamos en la escuela de

Jacqueline en trabajo de campo. Arriba: Barinas.Abajo: Páramo de Mifafí (Mérida).

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Quíbor, la única que habíapara esa época. Nosparábamos a las seis de lamañana y como a las siete dela noche terminábamos laexcavación. Íbamos abañarnos y a cenar y otra vezal día siguiente noslevantábamos con la mismavoluntad. Era duro el trabajo,comíamos nada más que dosveces al día, pero noimportaba. La antropología esun trabajo que exige muchosacrificio, por eso es necesariosentir un gran amor por loque haces, ser también muycurioso y exigente.

Formación en crisisMe gusta contar como fue miexperiencia de formación enla UCV, porque a partir demayo de 1968 esa escuela –enque la antropología y lasociología se veían enconjunto los primeros años-se deterioró mucho. Una vezque me gradué en 1967ingresé como profesora. Lacrisis de la universidaddurante el gobierno deCaldera repercutióespecialmente. Yo no meencontré al principio de lacrisis. Justamente ese año mefui con un permiso noremunerado a México a hacerinvestigación con el Dr. ArielBeltrán que era uno de losantropólogos más famosos enLatinoamérica. Cuandoregresé en 1969 me encontrécon que la escuela estabadesintegrada y tristemente lasituación se extendió por otroscuatro años. La gente ya notenía clases sino que asistíantodo el tiempo foros y

discusiones, sin nada detrabajo. A principio eraninteresantes las discusiones,pero después… Siemprediscutir y discutir a nivelteórico y más nada. En esaépoca estudiaba unahermanita mía antropología yestuvo prácticamente cuatroaños sin ver una clase.

Se empezaron a formar muymal los estudiantes y creo queesa crisis nunca fue superada.Quedó la idea absurda de quepara hacer investigación sedebe dominar bien la teoría, locual es absurdo, porque no sepuede dominar nunca lateoría si no hace prácticas deinvestigación. En 1971 decidívenirme a Mérida, perosiempre estuve pendiente delo que pasaba allá. No sóloporque sentía tristeza al ver eldeterioro de la escuela endonde me formé, sino porquese trata de la únicauniversidad que formaantropólogos en el país a nivelde pre - grado.

Jacqueline junto a menhires de Lascaux en en Francia

Museo Antropológico de Quibor

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normal en Martinica. Unavez llamaron a mi papá paraque fuera a buscar a dosantillanos que trabajaban en lahacienda y que habían caídopresos en La Victoria. “Novamos a permitir que esosantillanos vengan a la Victoriavestidos en interiores” ledijeron. Fíjate como hacambiado Venezuela ¿no teparece?

Sorpresa a mediasEstuvimos viviendo dos añosen esa hacienda; era otraVenezuela. Yo digo a misalumnos que la Venezuela queconocí en esa época no tienenada que ver con la Venezuelaactual. No había autopistas niedificios grandes. Lasmuchachas tenían que salircon medias para ir al cine. Loshombres tenían que ir concorbata y chaqueta. Recuerdoespecialmente que los varonesno podían usar short,mientras que eso era muy

Universidad Central de Venezuela

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Por: Adriana Puleo Ponte

¿A be kurishi? ¿En dóndevives?

Salvajes, bárbaros ycivilizados

Resumir en una conversaciónquiénes somos -y el papel dela antropología en eseproceso- es una tarea difícil,por no decir imposible.Prefiero contarte algunascosas que han pasado en elmundo que creo pueden darteuna idea de cómo llegamoshasta aquí.

La teoría de la evolución delas especies de Darwininfluenció muchísimo a loscientíficos del siglo XIX. Enesa época no había unaantropología comoactualmente se conoce, sinoúnicamente bioantropología yse habían comenzado adesarrollar otras sociales.Teóricos como Louis Morganen los Estados Unidos yEduard Taylor en Inglaterrapensaron que el modelo queinfluyó de evoluciónbiológica de las especiespodía ser aplicado en lo quellamaron la Evolución de lasSociedades. Según estasteorías -tal y como los seresvivientes evolucionan deotros más simples, como deuna célula la vida evolucionóa seres más complejos comoel ser humano- existiótambién una evolución en las

culturas donde sociedadestotalmente inferiores yelementales se fuerontransformando en otras másavanzadas.

Morgan y Taylor dividieronesa evolución en tresgrandes etapas quellamaron: salvajismo,barbarie y civilización. Porsupuesto, se pensaba que esacivilización, el últimoeslabón, se encontraba enEuropa y los EstadosUnidos. A todos los demáslos metieron en el saco delsalvajismo y de la barbarie.Los indios de América eransalvajes; los griegos de laépoca de Sócrates –algo quees difícil de creer- losllamaron bárbaros, porquepara ellos la civilizaciónexigía que tuvieran familiamonogámica y una religiónmonoteísta.

Todas esas ideas fueronconstruidas únicamente anivel teórico, porque notenían ninguna base deinvestigación. Sóloestudiaban textos antiguos ycrónicas… En el siglo XIXhabía mucha gente queviajaba como agentes decomercio o misioneros;mandaban cartas dondedescribían lo que podían ver

Charles Darwin

Edward Burnet Taylor

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sin ningún entrenamientocientífico y, claro, con unosgraves prejuicios.

Pasó algo similar que con losespañoles cuando llegaronaquí y pensaron que losindígenas no tenían alma,que no eran seres humanos,porque vivían mediodesnudos y tenían diosesque no eran el Dios católico.Es decir, juzgaron a los otrosa partir de los prejuicios desu propia sociedad.

Se derrumba una teoría

El hecho es que cuando en1902 surge la primeracátedra llamada antropologíasocial en Londres y almismo tiempo en Francia yAlemania se da comienzo aotros talleres similares; lasteorías de la evolución de lassociedades comenzaron aderrumbarse. Por primeravez, los graduados van atrabajos de campo parapoder demostrar la tesis desus maestros. Salen aobservar qué grado desalvajismo, qué grado debarbarie poseen laspoblaciones que no soneuropeas, pero seencontraron que muchassociedades que considerabaninfantiles e irracionalestenían conocimientos, arte yuna organización socialinteresante. Por ejemplo,los pigmeos; losevolucionistas los calificaroncomo la sociedad másprimitiva que había en elmundo, más salvaje, porqueno fabricaban nada. Los

primeros antropólogos sefueron a Austria pensandoque de seguro no teníanninguna organización socialni familia, pero al trabajarcon ellos descubrieron, muysorprendidos, que tenían aun solo Dios y que le hacíanhimnos, cantos muyhermosos; que tenían unaorganización socialsumamente rígida con unafamilia monogámica quesupuestamente sólocorrespondía a las culturascivilizadas. Fue una sorpresapara ellos, porque todoresultó al revés. A partir delos primeros años del sigloXX los antropólogos van a ircambiando definitivamenteel modelo de la evolución,pero ya se había hechomucho daño.

Los vestigios perduran

Todas estas teoríasprofundizaron laintolerancia que existía porlas culturas no occidentales.Ellas respaldaronmuchísimo a las coloniasquienes creían que estabanhaciendo un buen trabajollevando su “civilización” aÁfrica, a América Latina, aAsia. Lamentablemente, esemodelo ha perdurado; sobretodo en losnorteamericanos, ya que loseuropeos han cambiadobastante con respecto a eso.Mientras que losgobernantes de casi todoslos países tienen metida esatesis en la cabeza, lassociedades sienten despreciohacia su propia cultura,

Los PigmeosFoto: Paco Nadal

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se sienten siempre inferioresy añoran pertenecer a la“civilización”. Esaalienación ha alcanzadoincluso a los científicoshumanistas que tienenprioridad de publicarartículos en inglés, porquepiensan que el español esuna lengua en la que no sepuede publicar la ciencia.Eso es terrible, porque aquíse ha invertido muchotiempo y material humanoen la investigación denuestros problemas y ni nosenteramos.

Una oscura herencia

Venezuela, por supuesto, noha escapado de estecomplejo de inferioridad. Através de la historia siempreexiste un grupo que domina.En Venezuela la dominaciónprimero fue ejercida por losespañoles, luego por losdescendientes de losespañoles que llamabancriollos. Después se realizóa través de grupos que hanestado al frente de la políticay la economía del país.Las culturas, por ejemploindígenas, se han dejadodominar, pero con muchoresentimiento. Muchasveces no siempre con laconciencia clara de lo quéera dominación. Losindígenas ahora lo saben,pero buena parte de nuestrasociedad se encuentradominada aunque dichadominación no se ejerce conpoder de los reyes o deldictador, sino a través de unproceso más sutil en

apariencia, pero igual deimplacable, la vergüenzaétnica que hemos heredado.Las sociedades por ello nobuscan su identidad culturalaquí, en su tierra, si no fuera.Finalmente asimilan elpatrón cultural deldominante.

Reinventándose parasobrevivir

La creatividad ha existido.En Venezuela, yparticularmente en LosAndes, podemos ver cómola cultura indígena se hamezclado con la católicadando como resultado lasparaduras, algunos ritosmortuorios y la actividadagrícola. Creo que losindígenas -pese a que hansido obligados a aprenderespañol y a bautizarse-escaparon de éste complejode inferioridad, porque nohan recibido educaciónformal, no han leído prensa,no han aprendido modelosde historia parciales yparcializados.

En la añoranza tambiénse descubre el amor

La clase media -productodel mestizaje pero que hatenido más contacto con lahistoria oficial y los mediosde comunicación- seencuentra más alienada ypor tanto más avergonzadade su pasado indígena yafricano. Pese a que existeese complejo y sin que seden cuenta, sobrevive enellos el amor por lo que son.

Libro de Jacqueline Clarac.

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He tenido la oportunidadde conversar convenezolanos que se han idoa estudiar fuera dos o tresaños. Ellos me dicen queviviendo en Europa sentíanañoranza de Venezuela: lacomida, las fiestas, lainformalidad, el paisaje…Una vez me encontré enMadrid a un muchacho quelo conocí en la Universidadde Los Andes y quien eravenezolano descendiente deespañoles. Me decía:“Cuando yo estaba enVenezuela, todo me parecíafeo, porque mis padres mehablaban de que España eramucho mejor. Ahora queestoy en España sólo piensoen la música llanera y hastame pongo a llorar”. Es decir,la salida del país hacia otraregión ha hecho que la gentese identifique con él¿curioso, no? Eso te hacepensar que la identidad noes sólo la religión, no es sóloel arte, ni la bandera, ni elhimno; significa también laciudad en que se vive, lafamilia, el grupo social ycultural al que unopertenece. No tenemos queidentificarnos con todo…también la identidad está enlas cosas que no tienennombre, pero que tú y yoconocemos.

Más allá de lacontemplación

Pero no por eso lo que pasadeja de ser preocupante. Lavergüenza cultural es en miopinión el problema centralde nosotros los

antropólogos. No debemoshacer investigación paraescribir artículos y libros,tampoco se trata de un actode contemplación de los quefuimos y de lo que somos.Tenemos más bien quepensar que nuestra labor esayudar a reconocernos, aentendernos descubriendolo que fuimos. Nuestravoluntad debe estar dirigidaa contribuir a dar respuestasa nuestros problemas sincaer en modelos foráneos.Todo ello con el fin últimode ayudar a que nosaceptemos, a que amemos anuestra cultura y finalmentea nosotros mismos.

Diversidad parasobrevivir

Los últimos años hay nuevosretos. Cuando yo llegué aMérida en 1971 ningúncampesino tenía televisión,ahora todos tienen e inclusohasta televisión por cable.Así es que tienen mayorcontacto con una cultura deafuera. La mayoría de losprogramas, no importa enqué país se hagan, siguen lospatrones de la culturanorteamericana que hoy endía se presenta en losmensajes como la cultura delplaneta. La dominación sequiere imponer a través dela globalización.No sé si sabes, pero hacetres o cuatros días llegó lanoticia por Internet de quela UNESCO creó undocumento -que firmarontodos los países menos

Yanomamis

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Estados Unidos e Israel-que dispuso no admitir a laglobalización porimposición de una solacultura, sino que por elcontrario los distintos paísesdeben aceptar la diversidadcultural e inclusofomentarla.

A nivel planetario estemovimiento tiene granaceptación, porque interesaademás como negocio paravender películas a lastelevisoras, las cuálestransmitenmayoritariamente cintasnorteamericanas. Sinembargo, eso no le quitamérito al documento. Creoque puede ayudar a frenar laimposición cultural, porejemplo, la imposiciónlingüística. Si no es así,llegará un día en que loshumanos hablarán nada másque inglés y –lamentablemente- podríanperder su heterogeneidad.

Esto sería muy malo paranuestra especie, pues elcerebro humano necesita dela diversidad cultural. Sí,porque nosotros tenemos uncerebro que no utiliza todosu potencial. Utiliza nadamás 10% y su área dedesarrollo depende de loscontenidos culturales. Ladiversidad no sólo permitela creatividad, sino que laespecie sobreviva, porque sila especie se encierra dentrode una sola cultura tambiénse encerrará genéticamente.

¿Qué sucedería después?..Que puede desaparecercomo especie. Todos losanimales que se hanencerrado dentro de ciertasfunciones han desaparecido,por eso hay muchísimosanimales extintos, porquenada más pueden vivir en unsolo tipo de ambiente.

El ser humano puede viviren cualquier tipo deambiente, porquejustamente su cerebropermite que aún puedaadaptarse a cualquiersituación física y tambiéncultural y social. Si nosllegamos a encerrar en unasola cultura, un soloambiente -porqueinfelizmente debemosmencionar otro factor, larestricción del ambientefísico debido alrecalentamiento del planeta-podemos quizásencaminarnos a la extinción.

Clarac en su oficina, en la facultad deHumanidades. (1998)

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Por: Adriana Puleo Ponte

Es, amos. Nosotros,ustedes

Muerte en el Arauca

Una de las experiencias mástristes que he vivido en mitrabajo como antropólogasucedió a principios de los añossesenta. Ganaderos criollosvenezolanos y colombianosmataron a un grupo deindígenas con los quehabíamos trabajado.

Se llamaban Guajiros flamerosdel Arauca. Fui allá deestudiante, porque un profesorquería estudiar su lengua. Esosindígenas eran agricultores ycuando ponían susplantaciones de yuca, árbolesfrutales y lechosa, venían losganaderos y los sacaban de ahí.Ellos cruzaban el Arauca,sembraban y ocurría lo mismocon los ganaderoscolombianos. Constantementepasaban de la orilla colombianaa la venezolana y viceversa. Enel año, creo recordar que fueen 1962, los ganaderoscolombianos y venezolanos seunieron para terminar conellos. Les dijeron que iban ahacer una fiesta dereconciliación y los invitaron acomer. Fueron todos loshombres, mujeres, niños alpatio de una hacienda cerca delArauca. Mientras estabancomiendo los mataronsistemáticamente. Sólo dos

jóvenes de 16 años lograronescapar corriendo. Se metieronpor el bosque y llegaron hasta lafrontera, donde la GuardiaNacional los mandó a parar.

Aquí no ha pasado nada, nuncalos culpables pagaron por esecrimen y así han pasadomuchas cosas. La antropologíaen Venezuela está llena de esetipo de información. Porejemplo, ¿sabías que el deportede fin de semana de losganaderos de Apure -hasta hacepoco tiempo- era matar indios?Esa indolencia me marcómucho, me marcó…Me llamóa ser aún más perseverante.Algunas personas piensan quela antropología se dedicaprimordialmente a laarqueología, pero ésta es sólouno de sus elementos másimportantes. Nuestro trabajotambién es ayudar a losindígenas a organizarse y aexigir sus derechos. Tenemoslas herramientas para que lohagan según sus criterios, noimponiendo los nuestros.

Excluidos por decreto

Una de mis inquietudes másimportantes ha sido la lucha delas etnias de Mérida, a quienespor un decreto se les fuenegado ser indígenas haciafinales del siglo XIX.

Reportaje sobre la matanza de YanomamisVenezolanos. El Nacional.

24/09/93

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Reconocieron como indígenasúnicamente a los delAmazonas, a los del estadoBolívar y a los de la Guajira.Eso fue muy dramático paralas etnias del occidente delpaís. Aquí en Mérida, sinembargo, los indígenastuvieron más suerte, porqueestaban en zonas donde nohabía ningún interés por latierra y además el acceso eradifícil. Felizmente con laconstituyente de éste últimogobierno logramos que fuesenincluidos.

Las marcas de la historia

Antes de entrar en launiversidad en 1963 nuncasentí inquietud por un cambiosocial. Eso pasó cuandocomencé a darme cuenta delas cosas que pasabanmientras fui estudiante.El tiempo que estudiéantropología en la Centralfueron años muy turbulentos.Pasaba que conocías a unmuchacho que decían eraguerrillero y despuéssabíamos que lo habíanmatado tirándolo desde unhelicóptero. Esas cosas te vanmarcando. Raúl Leoni ordenaba a cadamomento allanamientos en launiversidad. En esa época laantropología se estudiaba enla Facultad de Economía (loque hoy se llama Facultad deCiencias Sociales). Muchasveces cuando estábamos enclase llegaba el ejército ysalíamos corriendo. Casisiempre nos refugiábamos enel comedor. Una vez recuerdono tuvimos tiempo de llegar

al comedor y tuvimos queecharnos al suelo y treparentre los carros. ¡Quéangustia! Estar en unambiente así te obligaba areflexionar sobre la sociedad.Las balas pasaban y cuandoentramos al comedor y nossentimos seguros, de repentevimos por las ventanas susfusiles. Corrimos hacia lacocina y nos quedamosencerrados. Bueno, por lomenos pudimos comer allá ypasaron horas hasta quefinalmente pudimos salir de launiversidad.

Para esa época –en 1971- pedícambio para la ULA, porqueademás mi esposo habíapensado ir a trabajar a laUCV, pero por elallanamiento no pudo.Trabajé primero en la Facultadde Medicina y a cada ratoteníamos manifestaciones enla calle. Como no existían losviaductos en esa época,teníamos siempre que pasarcerca de las manifestaciones yllevar con nosotros unfrasquito con vinagre y unpañuelo para los gaseslacrimógenos. Encarcelaban aalgunos de los manifestantes.Había un muchacho en esaépoca que era muy inteligente-José Rodríguez- campeón deajedrez en Mérida, quienhabía sido alumno mío.A menudo conversábamoscuando salíamos de clases. Alser este muchacho líderestudiantil lo arrestaron ydespués supimos que lohabían torturado y matado.Esas cosas no pasan en vanopor la vida.

Facultad de Economía. UniversidadCentral de Venezuela (1970)

Noticia sobre el asesinato deYanomamis brasileños. El Universal.

22/08/93Universidad Central de Venezuela

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Por: Adriana Puleo Ponte

Kiu-kak. El indio

Bolso creado por el grupo étnico:Yu’pa procedente de la Sierra de Perijá.

Portada del libro La persistencia de los dioses (1985)

Como en las películas devaquerosAl llegar los españoles aVenezuela, los indígenastuvieron distintas reacciones.Unos se defendieron conresistencia armada. Aquí enMérida la hubo hasta muyentrado el siglo XIX, es decir,hasta muy tarde, sobre todo enlos grupos de origen Chibchas,con focos de resistencia en lasalturas. Bajaban y atacaban lospueblos españoles y luego a loscriollos. En el siglo XIX semudaron, se fueron al sur delLago de Maracaibo y a la Sierrade Perijá y fueron llamadosMotilones. Tenían una granidentidad étnica, por eso es queresistieron tanto. Incluso, aprincipios del siglo XX,atacaban los trenes –como enlas películas de vaqueros- de lascompañías norteamericanas depetróleo que llevaban elpetróleo desde la zonaMachiques hasta Maracaibo.En la década de los 80 elgobierno inició trabajos paracanalizar los ríos de la zona yeliminar varios pantanos dondelos indígenas vivían enmontículos. Fueron una vezmás excluidos de sus tierras yterminaron finalmente sólo enla Sierra de Perijá.

Timotes y cuicasLos historiadoreserróneamente llaman a losindígenas de Mérida“Timotocuicas”, término queestamos combatiendo losantropólogos de occidente.Nosotros utilizamos esetérmino que ofreció JulioCésar Sálas, que fue uninvestigador de finales delsiglo XIX y principios delsiglo XX. Había “timotos” enel páramo y había “cuicas” enTrujillo, en la zona que sellama todavía así “Cuica”.También existían losMucuchíes y los Chiguaray.En todas partes había familiasque pertenecían a una mismacultura, como lo demostrabasu agricultura, los ritualesmortuorios según la jerarquíasocial, la artesanía… Cuandollegaron los españoles aLagunillas se encontraron conuna ciudad con árbolesfrutales, plantas de todostipos, conucos muy bienorganizados y que criabanpavos que hoy todavía losllaman con su nombrechibcha “piscos”. Los únicossitios donde los cronistas de lacolonia reportaron la cría depavos ha sido en México y enLagunillas, por eso nuestrocampesino merideño estáacostumbrado a criar pavos, acomer huevos de pava,mientras que los otroscampesinos venezolanos no.

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Figura antropomorfaPiñango, Estado Mérida.

Recreando una culturaEstar en Mérida desde 1971me ha permitido profundizaren la cultura de la zona; se hahecho una investigación mássistemática de nuestrapoblación criolla campesinaque en otras regiones. En ellase puede observar cómo lacultura indígena resistióreestructurándose cuandotuvo contacto con la culturaespañola. Los campesinostienen conciencia de eseproceso y conservan suhistoria, la cual hemosrecogido muchas veces…Claro está, no es la mismahistoria que enseñan en lasescuelas.

Hemos observado queconservan sus mitostransformándolos en funciónde elementos nuevos. Porejemplo, han reestructurandosus dioses y tomaron la formade los santos católicos.Transformaron sus animalesmíticos en función de losnuevos animales que trajeronlos españoles. Vemos así cómoademás de los venados, tigres,jaguares, pumas, leones,águilas, cóndores, cachicamosse integraron a los ritos loscaballos, chivos y los perros –bueno, había perros, perocomo ellos dicen “perrosmudos” –. Cuándo hablan delarco iris, por ejemplo, dicenque tiene forma de culebra ycabeza de caballo. Losdanzantes de Pueblo Nuevodel Sur tienen la fiesta deSanta Rita. Cada caserío vienecon su animal mítico parabailar, los cuales representanseres del pasado que dieron

origen a los hombres. Usananimales autóctonos como laiguana, el cachicamo y el oso,pero agregaron el chivo, elperro y el toro. Eso escreatividad, una creatividadque también es una forma deresistencia; han conservandola estructura de susexpresiones culturales y almismo tiempo han creandonuevas.

Secretos de nuestro pasadoagrícolaAntes de la llegada de losespañoles Mérida era másagrícola que ahora, porque losindígenas tenían la tecnologíade las terrazas. Las crónicasdel principio de la conquistahablan de cómo las laderasestaban terrazeadas yteníamos sistemas de riegopor todas partes. Ellosllamaron a los canales deriego de los indígenas“acequias”. Muchasdesaparecieron; las utilizaronpara haciendas o para haceracueductos a las ciudades. Poreso la zona de Acequias enMérida se llama así, porque –es impresionante, de verdad-posee kilómetros y kilómetrosde canales de riego de origenindígena.

Los españoles que estuvieronaquí eran bastante ignorantes,porque a Perú -por ejemplo-llegaron grupos más educados–bueno, al principio eranignorantes también-, pero eloro cambió el panorama-. EnPerú supieron apreciar la

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importancia de lascomunidades que sededicaban a la agricultura enterrazas, incluso llegaron ahacerlas. Los que llegaronaquí las eliminaron cuandoingresaron el arado. Hoy endía todas las terrazas estáncubiertas por algunas selvas.También hay algunosvestigios en las partes altas dela ciudad como en LaPedregosa.

Un poco de lenguajeOtra de las características denuestros indígenas es que enla composición de su lenguajeutilizan los radicales “mu” y“cu”. La gente creíaerróneamente que utilizaba“mucu” y que su significadoera “lugar”. Pero el “mu” enrealidad significa “la tierrasagrada de los antepasados”en los idiomas chibchas y“cu” que tiene que ver con losclanes, con la descendenciapor parte de la madre (porqueellos estaban organizadosalrededor de la familiamaterna, como pasa con loswayú).Ellos tenían varias lenguas; lasde origen chibcha y otrasarahuacas que llegaron desdelos llanos. Ahora se conocencomo Mucu-chamas.“Mucu”, porque es cierto queaparece muy a menudo estosradicales en los nombres de latipografía y “Chama”, porquees el río principal de la zona -ycon ello se distinguen deotros grupos indígenas. Deseguro tenían su propionombre, pero no lo hemoslogrado conocer, porque losespañoles nunca recogieron

eso en sus crónicas y si lohacían los llamabanerróneamente con el nombrede algún Cacique.

Destierro y reencuentroPara no perder su cultura y sulengua los indígenas denuestro país se iban lejos delos asentamientos quetuvieron antes de lacolonización. Otros fueronencomendados. Al principio elrey español mandaba a queellos tuvieran tierras (quellamaban resguardos), peromuy rápidamente fueroninvadidas; primero por losespañoles y después por loscriollos. Nosotros tenemostodavía indígenas en Méridaque tienen sus resguardos ylos estamos ayudando paraque se les puedan reconocer.

En la constitución anterior ala de 1999 no se habla ni unavez de los indígenas, como sino existieran; cuandoteníamos 34 etnias enVenezuela. Al principio delsiglo XX había 52;desparecieron 18. En otraszonas -como Mérida, Trujilloy Lara- existen descendientesde antiguas etnias que aunqueperdieron su lengua -infelizmente en las últimasdécadas las perdierondefinitivamente- aúnconservan costumbres comola tierra colectiva, lascreencias, los rituales, lasformas de trabajar la tierra ysus productos.

Portada del libro La cultura campesina en los AndesVenezolanos (1976)

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Frutos de la resistenciahistoria que muestra que elindio es irracional, infantil,que no tiene por qué tenertanta tierra, pero repito, soyoptimista, se trata decuestiones que poco a poco seestán resolviendo y losindígenas ahora estánpendientes y tienen poderpara que finalmente se haga.

Ahora me siento optimista,porque creo que en losúltimos años ha habidoavances para que los derechosde nuestros indígenas seanreconocidos. La constituciónde 1999 reconoce el derecho ala tierra y también a laparticipación. NohelíPocaterra ha sido presidentade la Asamblea dos veces; esonunca antes pasaba.La vida del indio ha sidodifícil, pero están empezandoa recuperarse. Les gustamuchísimo que hayanreconocido su lengua y quedonde quiera que existapoblación indígena lasescuelas obligatoriamentedeben ser bilingües.

Todavía existen muchosproblemas, por ejemplo parala entrega de los títulos depropiedades colectivas. Desde2000 casi todos los gruposposeen una autodemarcaciónde sus territorios (de susresguardos), pero ha habidoretrasos y ahora –casi cincoaños después- es que acabande reconocer algunos.

Hace poco vinieron 222representantes de losindígenas, además deantropólogos y gente que hatrabajado en eso, para estudiarpor qué no se le da término aese proceso. Una de nuestrasconclusiones es que tal vez losmismos funcionariosencargados no estánconvencidos de la necesidadde entregar esas tierras,porque están formados en laVenezuela de ayer, en la

Río Chama

Nohelí Pocaterra, representante oficialista de losgrupos indígenas en Venezuela.

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Universidad de Los AndesConsejo de Desarrollo Científico Humanístico y Tecnológico (CDCHT)

Centro de Teleinformación (CTI)Corporación Parque Tecnológico de Mérida (CPTM)

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Redacción: Adriana Puleo Ponte | Diseño gráfico: Taima Pérez

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