decimamuerte villaurrutia

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1 Décima muerte por Isabel Juvera A Ricardo de Alcázar I ¡Qué prueba de la existencia habrá mayor que la suerte de estar viviendo sin verte y muriendo en tu presencia! Esta lúcida conciencia de amar a lo nunca visto y de esperar lo imprevisto; este caer sin llegar es la angustia de pensar que puesto que muero existo. II Si en todas partes estás, en el agua y en la tierra, en el aire que me encierra y en el incendio voraz; y si a todas partes vas conmigo en el pensamiento, en el soplo de mi aliento y en mi sangre confundida, ¿no serás, Muerte, en mi vida, agua, fuego, polvo y viento? III Si tienes manos, que sean de un tacto sutil y blando, apenas sensible cuando anestesiado me crean; y que tus ojos me vean sin mirarme, de tal suerte que nada me desconcierte ni tu vista ni tu roce, para no sentir un goce ni un dolor contigo, Muerte. IV Por caminos ignorados, por hendiduras secretas, por las misteriosas vetas de troncos recién cortados, te ven mis ojos cerrados entrar en mi alcoba oscura a convertir mi envoltura opaca, febril, cambiante, en materia de diamante luminosa, eterna y pura. V No duermo para que al verte llegar lenta y apagada, para que al oír pausada tu voz que silencios vierte, para que al tocar la nada que envuelve tu cuerpo yerto, para que a tu olor desierto pueda, sin sombra de sueño, saber que de ti me adueño, sentir que muero despierto. VI La aguja del instantero recorrerá su cuadrante, todo cabrá en un instante del espacio verdadero que, ancho, profundo y señero, será elástico a tu paso de modo que el tiempo cierto prolongará nuestro abrazo y será posible, acaso, vivir después de haber muerto. VII En el roce, en el contacto, en la inefable delicia de la suprema caricia que desemboca en el acto, hay un misterioso pacto del espasmo delirante en que un cielo alucinante y un infierno de agonía se funden cuando eres mía y soy tuyo en un instante. VIII ¡Hasta en la ausencia estás viva! Porque te encuentro en el hueco de una forma y en el eco de una nota fugitiva; porque en mi propia saliva fundes tu sabor sombrío, y a cambio de lo que es mío me dejas sólo el temor de hallar hasta en el sabor la presencia del vacío. IX Si te llevo en mí prendida y te acaricio y escondo, si te alimento en el fondo de mi más secreta herida; si mi muerte te da vida y goce mi frenesí, ¡qué será, Muerte, de ti cuando al salir yo del mundo, deshecho el nudo profundo, tengas que salir de mí? X En vano amenazas, Muerte, cerrar la boca a mi herida y poner fin a mi vida con una palabra inerte. ¡Qué puedo pensar al verte, si en mi angustia verdadera tuve que violar la espera; si en vista de tu tardanza para llenar mi esperanza no hay hora en que yo no muera! Las diez décimas que componen “Décima muerte" son el colofón de Nostalgia de la muerte (1938), el importantísimo libro de Xavier Villaurrutia (1903-1950), poeta, dramaturgo, ensayista y artista plástico mexicano cuya obra lírica forma parte de lo más connotado de las letras españolas del siglo XX. Villaurrutia fue modernista por herencia ineludible, pero eligió los caminos del romanticismo y el surrealismo, entre otros, para explorar su realidad interior desde la razón y la inteligencia —como síntesis de los sentidos y la emoción—, pero también a partir de una actitud escéptica producto de una época convulsa de características muy particulares, tanto en el nivel sociopolítico como en el cultural. Su escepticismo abarcó, por las mismas razones que lo generaron, todo lo referente a las escuelas literarias. Por ello, no es extraño apreciar en su producción de madurez una muy bien lograda mixtura, que en “Décima muerte” se amalgama en una suerte de fuente inagotable de interpretaciones. En este largo poema de tinte metafísico —considerado el más importante de la literatura mexicana y latinoamericana—, pleno de ritmo, metáforas, antítesis y paradojas, como toda su obra, puede oírse claramente el eco de las tradiciones española, francesa e hispanoamericana, con la multiplicidad de resonancias únicas del estilo villaurrutiano, que lo colocan entre el postsimbolismo y el neobarroco. 1 A partir de ellas, el tema de la muerte emerge como la gran metáfora de la poesía amorosa, mística y erótica, pero también de la

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Las diez décimas que componen “Décima muerte" son el colofón de Nostalgia de la muerte (1938), el importantísimo libro de Xavier Villaurrutia (1903-1950), poeta, dramaturgo, ensayista y artista plástico mexicano cuya obra lírica forma parte de lo más connotado de las letras españolas del siglo XX.

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    Dcima muerte por Isabel Juvera

    A Ricardo de Alczar I Qu prueba de la existencia habr mayor que la suerte de estar viviendo sin verte y muriendo en tu presencia! Esta lcida conciencia de amar a lo nunca visto y de esperar lo imprevisto; este caer sin llegar es la angustia de pensar que puesto que muero existo. II Si en todas partes ests, en el agua y en la tierra, en el aire que me encierra y en el incendio voraz; y si a todas partes vas conmigo en el pensamiento, en el soplo de mi aliento y en mi sangre confundida, no sers, Muerte, en mi vida, agua, fuego, polvo y viento? III Si tienes manos, que sean de un tacto sutil y blando, apenas sensible cuando anestesiado me crean;

    y que tus ojos me vean sin mirarme, de tal suerte que nada me desconcierte ni tu vista ni tu roce, para no sentir un goce ni un dolor contigo, Muerte. IV Por caminos ignorados, por hendiduras secretas, por las misteriosas vetas de troncos recin cortados, te ven mis ojos cerrados entrar en mi alcoba oscura a convertir mi envoltura opaca, febril, cambiante, en materia de diamante luminosa, eterna y pura. V No duermo para que al verte llegar lenta y apagada, para que al or pausada tu voz que silencios vierte, para que al tocar la nada que envuelve tu cuerpo yerto, para que a tu olor desierto pueda, sin sombra de sueo, saber que de ti me adueo, sentir que muero despierto.

    VI La aguja del instantero recorrer su cuadrante, todo cabr en un instante del espacio verdadero que, ancho, profundo y seero, ser elstico a tu paso de modo que el tiempo cierto prolongar nuestro abrazo y ser posible, acaso, vivir despus de haber muerto. VII En el roce, en el contacto, en la inefable delicia de la suprema caricia que desemboca en el acto, hay un misterioso pacto del espasmo delirante en que un cielo alucinante y un infierno de agona se funden cuando eres ma y soy tuyo en un instante. VIII Hasta en la ausencia ests viva! Porque te encuentro en el hueco de una forma y en el eco de una nota fugitiva; porque en mi propia saliva fundes tu sabor sombro,

    y a cambio de lo que es mo me dejas slo el temor de hallar hasta en el sabor la presencia del vaco. IX Si te llevo en m prendida y te acaricio y escondo, si te alimento en el fondo de mi ms secreta herida; si mi muerte te da vida y goce mi frenes, qu ser, Muerte, de ti cuando al salir yo del mundo, deshecho el nudo profundo, tengas que salir de m? X En vano amenazas, Muerte, cerrar la boca a mi herida y poner fin a mi vida con una palabra inerte. Qu puedo pensar al verte, si en mi angustia verdadera tuve que violar la espera; si en vista de tu tardanza para llenar mi esperanza no hay hora en que yo no muera!

    Las diez dcimas que componen Dcima muerte" son el colofn de Nostalgia de la

    muerte (1938), el importantsimo libro de Xavier Villaurrutia (1903-1950), poeta, dramaturgo, ensayista y artista plstico mexicano cuya obra lrica forma parte de lo ms connotado de las letras espaolas del siglo XX.

    Villaurrutia fue modernista por herencia ineludible, pero eligi los caminos del romanticismo y el surrealismo, entre otros, para explorar su realidad interior desde la razn y la inteligencia como sntesis de los sentidos y la emocin, pero tambin a partir de una actitud escptica producto de una poca convulsa de caractersticas muy particulares, tanto en el nivel sociopoltico como en el cultural.

    Su escepticismo abarc, por las mismas razones que lo generaron, todo lo referente a las escuelas literarias. Por ello, no es extrao apreciar en su produccin de madurez una muy bien lograda mixtura, que en Dcima muerte se amalgama en una suerte de fuente inagotable de interpretaciones.

    En este largo poema de tinte metafsico considerado el ms importante de la literatura mexicana y latinoamericana, pleno de ritmo, metforas, anttesis y paradojas, como toda su obra, puede orse claramente el eco de las tradiciones espaola, francesa e hispanoamericana, con la multiplicidad de resonancias nicas del estilo villaurrutiano, que lo colocan entre el postsimbolismo y el neobarroco.1 A partir de ellas, el tema de la muerte emerge como la gran metfora de la poesa amorosa, mstica y ertica, pero tambin de la

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    angustia existencial. Es el deseo de los amantes, la noche oscura de San Juan de la Cruz, la petit morte, el hombre frente a su propia muerte y, en ltima instancia, el poeta ante a la hoja en blanco.

    Es asimismo el poema del eterno retorno, porque hablar de la muerte y de su inseparable contraparte, la vida, ha sido una constante desde el inicio de la civilizacin, que cada tanto se convierte en una obsesin. Tal fue la poca que le toc vivir a Xavier Villaurrutia, tal fue el contexto de los Contemporneos, el grupo literario fundado por l en 1928 alrededor de la revista del mismo nombre.

    Jos Joaqun Blanco hace un interesante anlisis de los tiempos que vieron nacer a los Contemporneos, al referirse a la juventud y precocidad de sus miembros: [...] la revolucin alej del pas a los escritores adultos, los cuales se vieron comprometidos con alguna de las facciones vencidas o huyeron por terror a la violencia [...] el clima poco apto para la vida intelectual y acadmica que prim en el pas, y principalmente en la ciudad de Mxico, encauz a otras actividades a toda una generacin (la de los Siete Sabios), anterior a la de Contemporneos. As, los jvenes que andaban por los veinte aos cuando Obregn lleg al poder se vieron dueos y seores de la cultura nacional: los grandes escritores viejos y ligados al porfirismo estaban abatidos y desprestigiados, y toda una generacin, la intermedia entre el Ateneo de la Juventud y Contemporneos, no haba existido para la literatura [...] todo era para los jvenes: el prestigio, la fama, el respeto, los puestos, las publicaciones, pues la revolucin haba barrido a los 'hermanos mayores' que pudieran ocuparlos y jerarquizarlos. De este modo, los veintes fueron un predio para la juventud en la cultura mexicana.2 Muy jvenes, es cierto, pero contaron con el talento y la tierra propicia para sembrar la semilla de lo que sera uno de los mejores momentos de la literatura mexicana.

    Aunque casi todos los crticos de este grupo sin grupo, como lo llama Jos Luis Martnez,3 coinciden en que no tuvieron inclinaciones polticas ni filosficas, se sabe que todos fueron partidarios de la Repblica espaola y estaban en contra del engagement de los escritores... aborrecan tambin el realismo socialista. Esto no es poca cosa si se piensa que su horizonte cultural fue lo suficientemente crudo para arrastrarlos hacia el escepticismo que los caracteriz. Testigos de la violencia de la revolucin y de su posterior corrupcin, no podan creer ni en los revolucionarios ni en sus programas. Aun as, bajo su exilio interior poblado por los fantasmas del erotismo, el sueo y la muerte, colaboraron con el gobierno desde el Ministerio de Educacin, con Bassols a la cabeza, e hicieron una valerosa e intransigente defensa de la libertad del arte y la cultura. No fueron ni revolucionarios ni conservadores, pues se ajustaban difcilmente a las convenciones y exigencias sociales. Se propusieron, en cambio, incorporar la tradicin moderna iniciada por los modernistas y continuada por los escritores del Ateneo, y lo consiguieron. Adems, es un hecho indiscutible que su intensa y prematura actividad, junto con la de su mal llamada por todos contraparte nacionalista (la Escuela Mexicana de Pintura o muralistas, entre otros), le dio a Mxico un esplendor pocas veces visto.

    En 1930 la muerte se instal en la literatura mexicana; era la razn de ser de Villaurrutia y de la plyade que haba vivido y viva bajo el yugo de la revolucin, la guerra Cristera, la guerra civil espaola, las guerras mundiales... Xavier deca que la muerte es la nica verdad digna de ser estimada como segura y estable en un universo de formas elusivas y cambiantes.4 Puede decirse que lo nico en que los Contemporneos creyeron fue en la posibilidad de elaborar un autoanlisis partiendo de un mundo propio, porque la

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    realidad no les daba las respuestas que necesitaban. As, Reducidos a su soledad [...] fatalmente tenan que encontrar a la muerte.5

    En la potica de la muerte que Villaurrutia elabor y teoriz tambin en ensayos afirmaba: En la vigilia, si somos lcidos, vivimos nuestra muerte [...] dormir es la imagen de la vida y moriremos si despertamos. En otra de sus especulaciones acotaba: En momentos como los que ahora vivimos la muerte es lo nico que no le pueden quitar al hombre; le pueden quitar la fortuna, la vida, la ilusin, pero la muerte quin se la va a quitar? Si la muerte la llevamos, como deca un poeta, dentro, como el fruto lleva la semilla. Nos acompaa siempre, desde el nacimiento, y nuestra muerte crece con nosotros. La muerte es un destierro, pero tambin un regreso: Es el eterno retorno de los romnticos: nuestra verdadera patria es la muerte, y por eso sentimos nostalgia de ella, conclua.6

    Estas dcimas emergen, pues, como una gran interrogacin planteada por la mente lcida en una suerte de diseccin. Y tambin son nocturnas, porque para el poeta surrealista el sueo es la vida, pues la nica forma de vida es aquella en la que no hay ataduras. Y para el poeta existencialista, el poeta, en fin, de la dualidad, la gran paradoja es que la noche/muerte/nada se ha de convertir en la fuerza positiva que propulsa la existencia.

    A principios de este siglo se conmemoraron los cien aos del nacimiento de

    Villaurrutia y los cincuenta aos de su muerte. Se hicieron homenajes (oficiales y alternos). El Conaculta public pstumamente (2002) Xavier Villaurrutia, 50 aos despus de su muerte, de Manuel Ulacia, poeta tambin y catedrtico de la UNAM. Letras Libres hizo lo propio con un libro colectivo llamado Xavier Villaurrutia: ...Y mi voz que madura (ttulo de uno de sus nocturnos). Del mismo nombre, pero aglutinado (ymivozquemadura) es el CD que Jaime Lpez y Maru Enrquez produjeron a partir de la musicalizacin de algunos de los poemas de Nostalgia de la muerte. El nombre hace alusin a uno de los juegos de palabras que tanto caracterizaron a Villaurrutia: "Y mi voz que madura / y mi bosque madura / y mi voz quemadura / y mi voz quema dura".

    1 Manuel Ulacia, Xavier Villaurrutia, 50 aos despus de su muerte, Mxico, Conaculta, 2002 (Cuadernos de la Salamandra).

    2 Jos Joaqun Blanco, Contemporneos: juventud y obra crtica, Mxico, Nexos Virtual (Letras mexicanas en su tinta), s/f.

    3 Jos Luis Martnez, El momento literario de los Contemporneos, Letras Libres, Mxico, marzo del 2002, ledo en la inauguracin del ciclo Los Contemporneos hoy, organizado por la Alianza Francesa de Mxico.

    4 Eugene L. Moretta, La poesa de Xavier Villaurrutia, Mxico, FCE, 1976, p. 90. 5 Octavio Paz, Xavier Villaurrutia en persona y obra, Mico, FCE, 1978, p. 78. 6 Eugene L. Moretta, op. cit., p. 89.