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La influencia de la oración ante los retos que se presentan a diario en las diferentes etapas de nuestra vida,y el mover de Dios como respuesta ante tales situaciones.

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LA ORACIÓN QUETRANSFORMA CIUDADES

ABRIENDO LAS PUERTAS DEL AVIVAMIENTO

Daniel Nash

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Publicado por: Asociación Kilómetro Cero

Traducción: José Mª Almarza

Redacción: Cárolin Pérez

© 2007 - 1ª edición

Imprime: Asetip, s. l. gráficas

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3LA ORACIÓN QUE TRANSFORMA CIUDADES

Desde que Kilómetro Cero comenzó, laoración fue uno de los principios funda-mentales. Nada realmente importantepuede suceder fuera del ámbito de laoración. La oración va mano a mano conel ministerio de evangelismo. Cualquieraque estudia la historia del avivamientose encontrará tarde o temprano con elnombre del evangelista Carlos Finney yleerá sobre el impacto que causaronsobre la historia de Estados Unidos losavivamientos que le siguieron. Este libronos habla sobre el hombre que estuvodetrás de este evangelista.

En Kilómetro Cero, Dios ha unido perso-nas de diferentes lugares del mundo quesaben cómo orar. Es nuestro deseo queeste pequeño libro anime a más cristia-nos a orar y a aquellos que ya sabencómo hacerlo se adentren en el ministe-rio de intercesión.

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Daniel Nash pastoreó una pequeña iglesia en unazona campestre de Nueva York durante seis años.También viajó con un evangelista ambulante y orópor él durante siete años antes de morir. Que nosotrossepamos, él nunca ministró fuera de la región delnorte del estado de Nueva York en los días en los quedicha región era en su mayor parte fronteriza.

Su tumba se encuentra en un cementerio desatendi-do, junto a un camino de tierra y detrás de una navedonde solía subastarse ganado. Su iglesia ya no exis-te, pero el lugar exacto donde se encontraba estámarcado por un hito situado en un maizal. El edificioya no está, y su madera se utilizó para almacenargrano en un molino a pocos kilómetros de distancia.No se ha escrito ningún libro que narre su vida, nitampoco se encuentran fotografías o diarios. Sus des-cendientes (si los tuviese) no se encuentran, y sus men-sajes han caído en el olvido. El no escribió ningúnlibro, ni fundó ninguna escuela, ni dirigió ningúnmovimiento y, por lo general, pasó inadvertido.

Sin embargo, este hombre fue testigo de dos aviva-mientos en su pastorado y también fue clave en unode los avivamientos más importantes en la historia delos Estados Unidos. Podríamos decir que él fue paralos Estados Unidos lo mismo que Praying Hyde fuepara la India. Se le conoce casi exclusivamente por supoderoso ministerio de oración.

El gran evangelista Charles Finney dejó su ministerioitinerante para tomar el pastorado tres o cuatromeses después de la muerte de este hombre. Finneynunca se apoyaba en su teología, mensajes, estilo depredicar, lógica o métodos para salvar las almas. Másbien se apoyaba en la oración poderosa y en la poten-te obra resultante del Espíritu Santo trayendo granconvicción a los que le escuchaban, de tal manera quesus conversiones fueran completas. Prueba de ello esel hecho de que el ochenta por ciento de las conver-siones que se produjeron en sus reuniones pasaron laprueba del tiempo.

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Años más tarde, Moody siguió un modelo similar, aun-que ya sin contar con este guerrero de la oración.Pudo ver, quizá, como el cincuenta por ciento de susconversiones permanecieron. Un evangelista bienconocido (cuyo ministerio cuenta con un fuerte res-paldo económico y organizativo) declaró reciente-mente que estaría muy satisfecho si el veinte por cien-to de sus convertidos estuvieran convertidos genuina-mente. En estos tiempos de apostasía con tantas deci-siones pero con tan pocas conversiones, con muchosprogramas pero con poca oración, con mucha organi-zación pero con poco esfuerzo, bien nos vendríaaprender de las lecciones del pasado. Uno de nuestrosantepasados devotos, de cuya vida tanto podemosaprender, es Daniel Nash.

Apenas contamos con información sobre sus primerosaños. Lo poco que sabemos es que nació el 27 denoviembre de 1775 y que el 11 de noviembre de 1816,cuando tenía 40 años, ya había aceptado el pastoradode la Iglesia Congregacional-Presbiteriana Stow’sSquare, en Lowville Township. Allí se trasladó desde elCondado de Onondaga, la zona alrededor deSyracuse, y tuvo una granja al menos en el año 1925,cuando se realizó el primer censo en esa región.

Durante su primer año de pastorado en esta iglesiaexperimentó avivamiento con al menos 70 conversio-nes. Una de las primeras personas a las que bautizóera una tal Sally Porter (18 de diciembre de 1816), conquien más tarde se casaría, en febrero de 1817.Bautizó a cinco de sus hijos antes de la primavera yposiblemente un sexto algunos años más tarde. Losproblemas típicos de una iglesia se lidiaban con disci-plina de iglesia: contratos rotos entre miembros, here-jía en cuanto a la Trinidad, etc. El 7 de junio de 1819,se comenzó a construir una casa de reuniones, y “sededicó al servicio a Dios” el 13 de diciembre de 1819.

Hubo un grupo que se desligó del grupo principaldurante el período de construcción de la iglesia o pocotiempo después. Se encontraba a unos siete kilómetros

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de la localidad de Lowville, que entonces a penascomenzaba a desarrollarse. El pastor Nash pudo traba-jar sosegadamente con este grupo y establecerlo comouna misión a lo largo del resto de su pastorado.

Al terminar la construcción del edificio y mientras tra-bajaba con la obra misionera en el sur, pudo comen-zar una Escuela Dominical en la iglesia.

Dicho ministerio parece que fue el fundamento deuna relación a largo plazo. No obstante, el 25 de sep-tiembre de 1822, una reunión de iglesia fue progra-mada para una fecha inusual y fue destituido pornueve votos contra tres. La única razón que hoy en díase contempla a la luz de los documentos existentes esque ellos querían “que se estableciera un hombrejoven”. A la edad de 46 años pensaban que ya erademasiado viejo, y no veían con buenos ojos el hechode que viajara tanto.

Aunque su etapa de pastor finalizó el 10 de noviem-bre de 1822, a menudo volvía para predicar, parahacer las veces de moderador, para bautizar a nuevosconvertidos y para oficiar la comunión durante losaños siguientes.

Durante esta parte final de su pastorado y el ministe-rio que le siguió, se produjo un segundo avivamiento(1822-23) en el que más de 200 personas se convirtie-ron. ¡Esto ocurrió en un pueblo de tan solo 308 hoga-res con una población aproximada de 2.000 personas!¡Imagínese Dios bendiciendo a un pastor jubilado conun avivamiento semejante, y que la iglesia no proce-da a reclamarlo de nuevo! Por medio de todas estascosas, Dios estaba rompiendo y preparando el cora-zón de Su hombre para dejar un ministerio público depredicación por otro privado de oración.

Este rechazo por parte de aquellos que él amaba y aquienes había ministrado llegó a pasarle factura y ya,en el año 1824, estaba tan dañado espiritualmenteque cualquier esperanza humana en un ministerio de

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oración parecía imposible. Fue por aquel entoncescuando Charles Finney hacía los exámenes para conse-guir una licencia para predicar, y él mismo relata suprimer encuentro con Daniel Nash de la siguientemanera:

“En esta reunión del presbiterio fue donde vi por pri-mera vez al reverendo Daniel Nash, quien es normal-mente llamado “Padre Nash”. Él mismo era un miem-bro del presbiterio. Una gran congregación se dio citapara oír mi examen. Llegué un poco tarde y vi a unhombre hablando a la gente de pie desde el púlpito,tal y como me imaginaba. Me di cuenta de que memiraba cuando llegué, y también miró a otras perso-nas que se movían por los pasillos. Tan pronto comollegué a mi asiento y comencé a escuchar, me di cuen-ta de que estaba orando. Me sorprendió ver comomiraba por toda la casa, como si estuviera hablandocon la gente, aunque en realidad estaba hablandocon Dios. Por supuesto que para mí eso no sonabacomo una oración. Y, además, su estado era frío y algodecaído.”

Después de esta reunión, Nash sufrió una inflamaciónde ojos bastante seria. Durante varias semanas, nece-sitó permanecer en una habitación oscura donde nopodía leer ni escribir. Durante ese tiempo, “se dio casipor entero a la oración. Fue como un repaso a fondode toda su experiencia cristiana. Tan pronto como fuecapaz de ver, con un velo negro doble que le tapabala cara, salió para trabajar por las almas”.

Su trabajo no fue en forma de evangelismo personalo de predicación evangelística. Por el contrario,comenzó uno de los ministerios de evangelismo deoración más grandes de la historia. Este viejo predica-dor rechazado y quebrantado se entregó a una laborque influiría hasta nuestros días a las personas queoran.

El trabajo de Charles Finney en evangelismo comenzóen la región de Evans Mills, Nueva York, y fue aquí

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donde Daniel Nash comenzó ese ministerio de oracióntan especial. Cuando llegó, Finney afirmó: “Estaballeno del poder de la oración.” Ambos hombres llega-ron a alcanzar una camaradería a la que solo pudoponer fin la muerte de Daniel siete años después. Susmetas se recogían de manera sencilla en una carta:

“Cuando el Sr. Finney y yo comenzamos nuestra carre-ra, no pensábamos que íbamos a trabajar entre minis-tros. Nuestra mayor ambición era la de ir allá dondeno hubiera ni ministros ni reforma y tratar de buscara las ovejas perdidas por las que ningún hombre sepreocupaba. Nosotros comenzamos y Dios prospe-ró...Pero no vamos a la parroquia de nadie a menosque nos lo pidan...Tenemos suficiente sitio para traba-jar y suficiente trabajo que hacer.”

Este equipo evangelístico funcionaba sobre el princi-pio de que la oración es algo esencial para la prepara-ción de una zona para la evangelización. Esta idea eratan fuerte que a menudo Finney enviaba a Nash a unazona para preparar el lugar y la gente antes de que élllegara. A menudo, la preparación de un lugar se des-arrollaba a lo largo de tres o cuatro semanas.Analicemos con más detalle la manera en la que hací-an esto:

Cuando Dios indicaba el lugar donde se debía llevar acabo una reunión, el Padre Nash iba discretamente ala ciudad buscando a dos o tres personas para que secomprometieran a orar con él. Algunas veces contócon un hombre que tenía un ministerio de oraciónsimilar, Abel Clary. Juntos comenzaban a orar fervien-temente para que Dios se moviera en la comunidad.

Leonard Ravenhill relata uno de estos casos:

“Conocí a una mujer mayor que me contó una histo-ria sobre Charles Finney que ha venido desafiándomedurante años. Finney fue a Bolton para ministrar, peroantes de comenzar, dos hombres llamaron a la puertade su humilde morada pidiendo alojamiento. La

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pobre mujer estaba asombrada ya que no contabacon espacio libre para albergarlos. Finalmente, a cam-bio de alrededor de veinticinco céntimos a la semana,los dos hombres, ni más ni menos que el Padre Nash yClary, alquilaron una habitación húmeda y oscuradurante los días en los que Finney llevaba a cabo susreuniones (al menos dos semanas), y fue en esa habi-tación que ellos mismos escogieron donde ambos sol-dados de la oración combatieron las fuerzas de lastinieblas.”

Otro relato es el siguiente:

“En una ocasión, cuando fui a una ciudad para empe-zar una avivamiento, una señora que regentaba unahostal se puso en contacto conmigo diciendo:‘Hermano Finney, ¿conoce al Padre Nash? Él y otrosdos hombres han estado quedándose en mi hostaldurante los últimos tres días, pero no han comidonada. Abrí la puerta y les eché un vistazo porque lesoía gemir, y les vi postrados sobre sus rostros. Hanestado así durante tres días, postrados en el suelo yclamando. Pensaba que les había ocurrido algo horri-ble. Tenía miedo de entrar y no sabía lo que hacer. Porfavor, ¿podría venir a verles?’ ‘No, no es necesario’,respondió Finney. ‘Sencillamente hay un espíritu detribulación en oración sobre ellos.’”

En otro documento se dice:

“Charles Finney estaba tan consciente de la necesidadde que Dios obrara en cada una de sus reuniones, queacostumbraba a enviar al piadoso Padre Nash conantelación para que orara para que Dios hiciese des-cender Su poder en las reuniones que iba a dirigir.”

Nash no sólo preparaba las comunidades para la pre-dicación, sino que también continuaba en oracióndurante las reuniones.

“A menudo, Nash no asistía a las reuniones y, mientrasque Finney predicaba, Nash se quedaba orando paraque el Espíritu se derramara sobre él. Finney afirmó lo

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siguiente: ‘Yo me ocupaba de la predicación, y el her-mano Nash se daba casi por completo a la oración.’ Amenudo, mientras que el evangelista predicaba a lasmultitudes, Nash permanecía postrado en algunavivienda adyacente agonizando en oración, y Dioscontestaba con las maravillas de Su gracia. Con eldebido respeto al Sr. Finney, eran los hombres queoraban los que hacían la diferencia. Las lágrimas quederramaron y los gemidos que emitieron están escri-tos en el libro de las crónicas de las cosas de Dios.”

Se dice de Finney que “su equipo evangelístico consis-tía en compañeros en la oración que iban delante deél y buscaban al Señor en algún lugar apartado. Ycuando Finney predicaba, el Padre Nash y el Sr. Claryse encontraban escondidos el algún sitio orando porél. No es de extrañar que ciudades enteras fueran avi-vadas y que consiguieran una enorme cosecha dealmas.” Este concepto de equipo evangelístico forma-do por hombres que oran casi ha desaparecido enestos días de organizadores, promotores, grandesnombres, etc. Estos hombres no solo sostuvieron elministerio de Finney sino que también explican elpoder de su predicación y de sus resultados durade-ros.

Charles Finney siempre podía acudir al Hermano Nashcuando surgía algún problema en las reuniones. Estoocurrió en una ocasión en la localidad de Gouverneurdonde algunos “jóvenes parecían interponerse comobaluartes al progreso de la obra.”

“En este estado de cosas, el Hermano Nash y yo(Finney), después de hablar, tomamos la resolución deque era la oración lo que iba a vencer esta situación,y que no iba a poder ser de otra manera. Así, pues,nos retiramos a un bosque y nos entregamos a la ora-ción hasta que prevalecimos y llegamos a estar segu-ros de que ningún poder que la tierra o que el infier-no quisiera interponer iba a lograr detener perma-nentemente el avivamiento.”

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Hay veces en las que la confianza que se obtiene enoración necesita ir acompañada de la acción, y eso seaplica en este caso. El Hermano Nash era por natura-leza un hombre discreto y estaba acostumbrado amantenerse alejado del centro de atención. Aun así,la confianza en la oración puede hacer que esto cam-bie si así Dios lo dispone. He aquí el relato del propioFinney de lo que ocurrió en una reunión poco despuésde haber obtenido la victoria en oración:

“La casa donde se llevaba a cabo la reunión estaballena a rebosar. Cerca del término de la reunión, elHermano Nash se levantó y se dirigió a la audiencia dehombres jóvenes que se habían reunido con el fin deoponerse al avivamiento. Creo que se trataba de treshombres quienes se resistían al Espíritu de Dios. Erademasiado para ellos el ridiculizar abiertamente loque oían y veían; sin embargo, sus cervices erguidas ysu soberbia eran aparentes a los ojos de todos. ElHermano Nash se dirigió a ellos con toda seriedad, yaludió a la culpabilidad y al peligro de lo que estabandiciendo. Cuando iba a dejar de hablar, cobró aunmayor vehemencia y les dijo: ‘Ahora, escuchadmejóvenes, porque Dios va a desbaratar vuestra fortale-za en menos de una semana ya sea convirtiendo aalgunos de vosotros o enviándoos a algunos al infier-no. Y lo hará tan seguro como que el Señor es miDios’. Todavía seguía de pie cuando bajó su brazo gol-peando la banca que estaba próxima a él. Se sentóinmediatamente después, bajó la cabeza y gimió dedolor. El silencio del lugar era sepulcral, y la mayoríade la gente tenía la cabeza bajada. Podía ver como losjóvenes estaban agitados. En cuanto a mí, lamentabaque el Hermano Nash hubiera ido tan lejos. Habíaquedado comprometido diciendo que Dios iba a lle-varse la vida de algunos de ellos enviándolos al infier-no o bien a salvar a algunos, y todo eso antes de unasemana. No obstante, el martes por la mañana de esamisma semana, el cabecilla de estos jóvenes vino averme sintiéndose extremadamente perturbado.Estaba totalmente preparado para someterse, y notuve que exhortarle mucho para que se quebrantara

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y comenzara a llorar como un niño, confesando ydando claramente su vida a Cristo. Después, dijo:‘¿Qué tengo que hacer, Sr. Finney?’ Yo contesté: ‘Verápidamente a todos tus jóvenes amigos, ora con ellosy exhórtales inmediatamente para que se vuelvan alSeñor.’ Y eso fue lo que hizo, pues antes de que ter-minara la semana, casi todos esos jóvenes ya habíanpuesto su confianza en Cristo.”

No cabe duda de que la preocupación de Finney “por-que su colaborador había ido demasiado lejos” en suforma tan valiente de manejar el problema, se vio ali-viada por una respuesta tan rápida (del domingo porla noche al martes por la mañana). Nunca llegó ahablar a “este hombre de oración” en términos deadvertencia o corrección.

El ministerio de oración de Nash le hacía “un persona-je tan notorio, a su manera, como el mismo Finney.”No se puede enfatizar suficiente la importancia queesto tuvo para el ministerio de Finney. “Finney depen-día más de las oraciones de los padres Nash y Clarypara hacer descender el avivamiento del EspírituSanto que de su propia lógica irresistible. Estamos tanacostumbrados a la condición de la iglesia deLaodicea en la Iglesia en su conjunto que la influenciatan notoria de la oración en los días de Finney nos sor-prende.” Del gran avivamiento en Rochester, Finneydijo que “la llave que abrió los Cielos en este aviva-miento fue la oración de Clary, del Padre Nash y deotras personas que se postraron ante el trono de Diosy lo buscaron para que concediera un derramamientodivino.”

Al considerar las almas que fueron salvas y la culturade la zona que fue transformada en este avivamientotan completo, no sorprende el hecho de que estoscolaboradores sufrieran persecución. Algunas perso-nas vinieron de parte de ministros celosos, otros deotras persuasiones doctrinales, y algunos otros deentre las filas de los perdidos. Sus enemigos enviabana los periódicos artículos con falsas acusaciones. El 11

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de mayo de 1826, Nash escribió una carta aludiendo adicha oposición. Una parte dice así:

“La obra de Dios avanza con poder, en algunos luga-res contra una férrea oposición. Han ahorcado y que-mado las representaciones en forma de monigotes delSr. Finney y de mí mismo. A menudo se nos perturbaen medio de nuestras reuniones religiosas. A veces, losque se oponen arman escándalos en la casa de Dios; aveces se reúnen en torno a la casa y la apedrean y dis-paran contra ella con sus pistolas. Se escribe casitanto, hay casi tanta intriga y mentira como cuandovan a haber elecciones presidenciales. ¡Oh, quémundo éste! ¡Cómo odia la verdad! ¡Qué poco dis-puesto está a ser salvo! Pero a pesar de todo, yo pien-so que la obra va a continuar.”

En esta carta, se refiere al hecho de que ahorquen yquemen sus representaciones en forma de monigotes.He aquí un relato de esto mismo:

“Por encima de vuestra cabezas se balancean dosfiguras distorsionadas colgadas por sogas. Cuando seles acerca una antorcha y comienzan a arder, la multi-tud grita contenta. ¿Les parece que estoy hablandode un linchamiento...de un disturbio racial? Paranada. Se trata de una reunión religiosa. Los muñecoscarbonizados y humeantes representan la expresiónde la oposición de las personas a la predicación y a laoración del mayor equipo evangelizador de América.Las efigies de Charles Grandison Finney y de su cola-borador en la oración, Padre Nash, acaban de ser que-madas. Tanto predicadores como meros asistentes a laiglesia unieron sus fuerzas contra los dos hombres quehicieron más por fomentar el avivamiento que cual-quier otra pareja en la historia de los Estados Unidos.”

Los enemigos del avivamiento consideraban a Nashcomo un pleno colaborador de Finney en la obra.Temían y odiaban sus oraciones al menos tanto comola predicación de Finney.

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El avivamiento más conocido de ese período de la his-toria de los Estados Unidos fue el que ocurrió enRochester, Nueva York. Se estima que más de 100.000personas experimentaron una conversión genuina alo largo de esas reuniones. Nash y Clary formaban unequipo de oración junto con la ayuda de otras perso-nas. La forma de orar era tan similar en ambos hom-bres, que a menudo se describe a uno para caracteri-zar al otro. Ese tipo de oración ferviente y agónica delalma conllevaba gemidos que pudieran resultarnosextraños hoy en día. Nuestras oraciones tenues consi-guen tan poco y nos cuestan tan poco. Finney escribió:

“Nunca he conocido a una persona de sangre fría;pero sí he visto a una persona orar hasta que la san-gre le salía por la nariz. Y he conocido a personas queoraban hasta estar completamente empapadas ensudor, y eso en el frío más intenso del invierno. Heconocido a personas que oraban durante horas, hastaque su vigor quedaba extinguido por la agonía de susmentes. Son esas oraciones las que prevalecían conDios. Esta agonía en oración era notoria en tiemposde Jonathan Edwards, en los avivamientos que tuvie-ron lugar en sus días.”

Existen varios relatos durante las reuniones deRochester en los que estos dos hombres oraban día ynoche con profunda agonía en sus almas. Algunos deestos relatos se refieren a Nash, otros a Clary y otros alos dos. Parece que pasaban juntos en oración y ayunogran parte del tiempo, llorando y clamando a Dios. Aveces quedaban postrados y sin fuerzas para levantar-se. Su preocupación por que los pecadores estuvieranperdidos perturbaba enormemente sus mentes y susalmas. Gemían bajo esa carga, ponían en riesgo susalud y renunciaban a comodidades para obtener lavictoria en la batalla que se libraba en los cielos.

A veces “se retorcían y gemían en agonía” por lasalmas. Dios honró el que llevaran esa carga y envióavivamiento. Oraban privadamente, y Dios respondíapúblicamente. “Prácticamente todos los habitantes de

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la ciudad se convirtieron. La única sala de teatro exis-tente en la ciudad se convirtió en un establo, el únicocirco en una fábrica de jabón y velas, y las tabernas ylos bares cerraron.”

Oswald J. Smith explica la importancia de estas luchasen oración en el ministerio de Finney:

“Él siempre predicaba con la expectación de ver alEspíritu Santo derramarse repentinamente. Hasta queeso no ocurría, muy poco o nada se podía hacer. Peroen el momento en el que el Espíritu Santo caía sobrela gente, Finney no tenía nada más que hacer sinodirigirles al Cordero de Dios. De esa manera vivió ytrabajó durante años en una atmósfera de avivamien-to.”

Nosotros rehusamos luchar de esa manera y por ellono debemos sorprendernos de la falta de conmociónpoderosa proveniente de Dios. ¿No es increíble queno tengamos ningún problema con la gente que sedesgasta practicando deportes por puro placer,ganando dinero, haciendo política para conseguirpoder, llevando a cabo programas caritativos, y almismo tiempo pensemos que el orar por las almas deesa manera es fanatismo? Estaríamos dispuestos amorir por la libertad de nuestra nación, pero nuncapor el progreso del Reino de Dios. ¿Debe entoncesextrañarnos el ver tan poco del gran poder de Dios?Nash oraba hasta que “tenía que irse, por la presiónque sentía, a la cama totalmente enfermo, por debili-dad o desmayo.” El mundo no pone pegas a ese tipode dedicación hasta que se trata de la oración por lasalmas. ¿Por qué tiene que ocurrir algo tan extraño enla Iglesia?

Finney aludió a esta relación entre oración intensa ypredicación exitosa cuando escribió lo siguiente refi-riéndose a Nash:

“He visto a cristianos que estaban en agonía cuandoel ministro iba a subir al púlpito por temor a que su

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mente se quedara en blanco o su corazón frío, o a queno tuviera unción y no pudiera derramarse la bendi-ción. He trabajado con un hombre así. El oraba hastatener la convicción en su mente de que Dios iba aestar conmigo al predicar. A veces oraba hasta enfer-mar. Recuerdo una vez en la que se encerró duranteun tiempo mientras que la gente se reunía, y su menteestaba llena de ansiedad. Entonces oraba una y otravez hasta que finalmente pudo venir a la habitacióncon un rostro plácido y pudo decir: ‘El Señor ha veni-do, y Él va a estar con nosotros.’ Y no puedo recordaruna sola vez en la que él estuviera equivocado.”

Nash tenía gran confianza en un Dios que escuchabay contestaba la oración. No estaba satisfecho dejandode orar hasta que Dios respondiera poderosamente.El orar de día y de noche, las enormes luchas y unasalud debilitada no eran sino el precio a pagar paraque Dios se moviera con poder. Los resultados erancielos abiertos, poder glorioso, almas salvadas y unDios glorificado. Esto puede explicar perfectamente elporqué más del 80% de los convertidos de Finney per-manecieron sin echarse atrás. Esto también explicaporqué menos del 20% de los convertidos hoy en díapermanecen transcurridos unos años.

Hemos visto algo de la importancia de la vida de ora-ción de Nash a través de varios acontecimientos yresultados. Miremos ahora con más detenimiento susprincipios y sus conceptos.

ORACIÓN PRIVADA

“Alguien preguntó a Finney qué tipo de hombre eraeste Padre Nash. ‘Le hemos visto’, dijo, ‘El no entra aninguna de las reuniones.’ Finney contestó: ‘Comopersona que ora mucho, el Padre Nash es alguien muycallado.’

Muéstrame una persona que siempre está hablando yte mostraré una persona que no ora mucho.”

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La mayor parte de la oración para los que son usadosde esa manera debe ser en privado. No buscan ni losojos ni los oídos de los hombres sino más bien el oídode Dios. Buscan un punto de intimidad con Dios. Nashutilizaba un pequeño habitáculo, una habitación enun hostal, una casa cercana, o un bosque de árbolesdonde pudiera derramar su corazón ante Dios, solo ocon otras personas que tuvieran la misma carga y elmismo corazón. James A. Stewart pone énfasis en estepunto: “Como en el caso de Praying Hyde y el PadreNash, puede tratarse de una vida de aislamiento delpúblico cristiano para dedicarse al ministerio de laintercesión.”

FERVOR EN LA ORACIÓN

Aunque oraba en privado, también a menudo orabacon tanto fervor que otras personas podían saber queestaba orando. Esto no lo hacía a propósito, tan soloera la libre expresión de un alma profundamente car-gada. La mujer del hostal percibió sus gemidos cuan-do oraba. Sus enemigos afirmaban que “era imposi-ble que él orara en secreto, ya que cuando iba a suhabitáculo o al bosque, oraba con tanta vehemenciaque se le podía oír a casi un kilómetro de distancia.”Aunque probablemente eso no era una exageraciónde su práctica normal si contamos con el siguienterelato:

“En el avivamiento de Gouverneur (en el que la mayorparte de sus habitantes, según Finney creía, se convir-tieron), Nash se levantaba muy temprano y se dirigíaa un bosque para orar. ‘Era una de esas mañanas cla-ras’, decía Finney, ‘en la que es posible escuchar soni-dos a una gran distancia.’ A un kilómetro de distanciavivía un hombre no convertido que fue atraído alescuchar la voz de la oración. Supo que era la voz deNash, y eso le hizo ver la realidad de la religión comonunca antes lo había hecho. De hecho, ya no pudoexperimentar descanso hasta que encontró a Cristo.”

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LA LISTA DE ORACIÓN

Una lista organizada y sistemática de personas y asun-tos por los que orar es una herramienta común deluchadores de oración efectivos. La preparación denuestro caso, el listado de peticiones, y la rigurosidaden la oración ayudan a establecer un ministerio signi-ficativo. También nos ayuda a alegrarnos al poderplasmar por escrito las pruebas de las respuestas a laoración.

Nash utilizaba este método:

“Nash tenía un poder notable en oración y tenía lacostumbre de hacer una ‘lista de oración’ de personaspor cuya conversión él oraba diariamente en secreto.Las contestaciones a sus oraciones a veces eran prácti-camente milagrosas, ya que él no limitaba su ‘lista’ alos que él pensaba que podrían ser alcanzados por elavivamiento, sino que a veces las personas más durasy menos probables eran por quienes él oraba, conresultados que eran verdaderamente sorprendentes.”

Finney dijo de Nash y de su lista de oración: “Al orarcon él y escuchándole orar en las reuniones, me dicuenta de que su don de oración era maravilloso y deque su fe era casi milagrosa.” Otro aspecto de las lis-tas de oración es el conocer la voluntad de Dios sobrea quien poner en la lista de oración. El guiarse por lasapariencias es vivir por vista y no por fe. Para podercreer en Dios, para la salvación de una persona, senecesita la guía de Dios para saber qué personasincluir en la lista. Nash parecía ser especialmente sen-sible en este campo ya que incluía a personas sintien-do que era guiado a hacerlo de esa manera, aún cuan-do parecía a simple vista que se trataba de los peorescandidatos a la salvación.

Finney dijo lo siguiente refiriéndose a Nash y a su lista:

“La verdad del asunto es que el Espíritu guía a unapersona a orar; y si Dios dirige a una hombre para queore por un individuo dado, lo que se infiere a la luz de

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la Biblia es que Dios decide salvar a dicho individuo. Si,al comparar nuestro estado de ánimo con la Bibliasentimos que el Espíritu nos guía a orar por un indivi-duo, podemos estar seguros de que Dios está listopara bendecirle.”

Una de esas ocasiones en las que Nash oró por unapersona con pocas posibilidades se incluye a menudoen varios libros como un ejemplo del poder de la ora-ción. A continuación incluyo este relato en palabrasdel mismo Finney:

“En un pueblo al norte de este estado, donde estabateniendo lugar un avivamiento, había un hombrecuyo nombre responde a la inicial D quien se oponíade la manera más violenta y escandalosa. Tenía estehombre una taberna de mala muerte en una esquinadel pueblo, y solía deleitarse en maldecir de maneraexagerada siempre que hubiera algún cristiano cercacon la sola intención de hacer daño. Paseaba por lacalle hablando a todo el mundo mal del avivamiento,y su casa era la sede de todos los que se oponían alavivamiento. Uno de los jóvenes convertidos vivíaprácticamente enfrente de él, y me confesó que pre-tendía vender su casa o incluso regalarla para irselejos de ese vecindario porque, cada vez que salía a lacalle y D le veía, salía para insultarle, maldecirle y pro-nunciar todo tipo de improperios para herirle. Yopienso que él no había asistido a ninguna de nuestrasreuniones. Era obvio que no conocía las grandes ver-dades de la religión y menospreciaba el Cristianismoen su conjunto. El Padre Nash nos oyó hablar de esteSr. D como “un caso difícil” y sintió mucha tristeza poreste individuo. Inmediatamente, puso su nombre ensu lista de oración. Podía sentir el peso de este asuntomientras dormía y cuando estaba despierto. Seguíapensando en ese hombre impío y oró por él durantevarios días. Es así como el Espíritu de Dios dirige a cris-tianos en particular para que oren por cosas por lasque no orarían a no ser que el Espíritu les guíe. De esamanera, oran por situaciones ‘de acuerdo a la volun-tad de Dios.’

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No muchos días después, en el transcurso de una reu-nión por la tarde en una casa muy concurrida, ¡mirapor dónde aparece el susodicho Sr. D! Su entradacausó una considerable conmoción entre la congrega-ción. La gente temía que había venido para crear pro-blemas. Yo creo que, en general, los cristianos habíanllegado a tenerle miedo y a aborrecerle. Por eso,cuando entró, algunas personas se levantaron y semarcharon. A mi me sonaba su cara, y fijé mi miradaen él. De inmediato, para mi satisfacción, me di cuen-ta que no había entrado para oponerse, y que el hom-bre se encontraba muy perturbado. Se sentó y, a juz-gar por sus movimientos, era evidente que se sentíamuy incómodo. Pronto se levantó y, con la voz tem-blona, me preguntó si podía decir unas palabras. Yo ledije que sí podía. Entonces, comenzó a hacer una delas confesiones más estremecedoras que yo jamáshaya escuchado. Su confesión parecía incluir todo eltrato de Dios con él, los cristianos, el avivamiento ytodo lo bueno.

Esto quebrantó por completo el terreno baldío demuchos corazones. Era la manera más poderosa quehabría podido utilizar, justo entonces, para imprimirímpetu a la obra. Pronto D salió al frente e hizo pro-fesión de la esperanza y puso fin a toda rebelión(incluido el consumo de bebidas alcohólicas) y todablasfemia en su bar. Además, desde ese momento, almenos durante el tiempo en que yo estuve allí, y nosé durante cuánto tiempo más, se llevaba a cabo unareunión de oración en su bar casi cada noche.”

Esta es una prueba del poder de Nash en oraciónhaciendo uso de su lista.

ORAR CON OTROS

Tal y como ya se ha mencionado, Nash acostumbrabaa buscar algunas otras personas que le ayudaran asobrellevar la carga en cada uno de los lugares dondeiba a ministrar en oración. Muchas veces, tenía comocompañero a Abel Clary quien tenía dones y experien-

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cia del mismo tipo. El hecho de orar juntos multiplicael poder de la oración: “Uno hará huir a mil y dos adiez mil”. Los esfuerzos de varias personas con unacarga semejante para la victoria incrementa el poderde la oración.

EL ENFOQUE EN LA ORACIÓN

Una oración fuerte debe ser una oración efectiva.Tiene que haber un efecto deseado. Este efecto debeser definido y claro para el que ora, llenará la mentedel santo y será un enfoque de pensamiento, inquie-tud y oración. La oración que se dispersa en muchasdirecciones tiene poco valor. Una lista sería un puntode partida en este sentido, pero los elementos de lalista deben estar enfocados uno a uno si queremosesperar resultados. Mire lo que Finney dice sobre laforma de orar de Nash en este aspecto:

“Yo conocí a una persona que solía tener una lista depersonas por las que sentía especial inquietud. Y hetenido la oportunidad de conocer a muchas personaspor las que se interesó de esta manera y que se con-virtieron inmediatamente. Le he visto orar por perso-nas incluidas en su lista cuando estaba literalmente enagonía por ellos. Y le he visto llamar a alguna otrapersona para que le ayudara a orar por ellos. He cono-cido la manera en la que ha enfocado su mente sobreun individuo de carácter endurecido y difícil, alguienque no podía ser alcanzado de otra manera.”

Este tipo de oración necesitaba de un esfuerzo men-tal para apuntar al efecto apropiado siendo necesariatambién una verdadera lucha espiritual. Para moversede la carga real a la fe sólida, a menudo se necesitapasar por la agonía del alma. Estamos demasiadocomprometidos para vencer el fatalismo, la falta deinterés, o para tomar la responsabilidad por los perdi-dos. Puede ser necesaria una lucha en oración parapoder obtener la bendición deseada. Esto se sitúa enun plano mucho más alto que el físico. Estas luchas delalma y del espíritu pueden producir mucho más que

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cansancio en el sentido estrictamente físico. Sinembargo, la agonía del cuerpo no es más que el resul-tado de dicha oración, y no una parte integral.Algunos pueden falsificar esta lucha del alma con cier-tas manifestaciones físicas. Esto podrá engañar a algu-nas personas, pero una hipocresía así no tiene quehacer nada en la corte celestial.

LA ORACIÓN DE FE

Nash estaba convencido de que nosotros tenemos laresponsabilidad del destino de las almas. Sentía queDios había puesto en nuestras manos herramientasútiles, y que el uso o mal uso de las mismas era unasunto serio del que tendríamos que dar cuenta aDios. Su ministerio de oración tuvo esto como premi-sa básica. Aquellos que tenían una manera de pensarmás fatalista solían rechazarlo. El escribió una cartasobre este asunto poco antes de morir. Que nosotrossepamos, la única parte de la carta que ha sobrevividoal tiempo es una serie de pasajes expuestos en unlibro en el que se ataca su posición.

No se sabe hasta qué punto dichos pasajes represen-tan su posición, aunque sí nos sugieren muchas cosassobre las que reflexionar:

“Desde que estuvisteis aquí, he estado pensando en laoración, concretamente en la oración al Espíritu Santopara que descienda. Me parece que he estado limitan-do siempre a Dios en esta petición...Nunca he pensa-do, hasta el momento en el que partió usted de entrenosotros, que yo podría pedir de manera racional quela plena influencia del Espíritu descendiera no solosobre individuos, sino sobre pueblos enteros, regio-nes, países y hasta sobre todo el mundo.

El sábado me propuse hacer precisamente eso, y poreso ayer el diablo estaba muy enfadado conmigo.Ahora he llegado a la convicción de que es mi respon-sabilidad y mi privilegio, así como la responsabilidadde cualquier otro cristiano, es orar por el Espíritu

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Santo como cuando descendió el día de Pentecostés,y todavía más. No puedo entender porqué no podre-mos pedir por la plena y completa influencia delEspíritu Santo para que descienda y, pidiendo en fe,ver la respuesta de manera absoluta...Y creo quenunca antes le he pedido con tanta libertad al EspírituSanto por toda la humanidad. Me duele el cuerpo,pero estoy gozoso en mi Dios...No he hecho más quecomenzar a entender lo que Jesús quería decir cuan-do exclamó: ‘Todo lo que pidiereis orando en oración,creyendo, lo recibiréis.’”

“Me he sentido hasta ahora poco impulsado a orarpara que el Espíritu Santo me inunde, para que yomuera en ese proceso y asimismo me vaya al Cielo;pero Dios sabe.”

Hasta donde nuestro conocimiento llega, estas son lasúltimas palabras de las que ha dejado constanciaDaniel Nash. Considere su humildad, escuche su carga.Piense si el avivamiento de la Calle Fulton en los años1850 fue un avivamiento de oración tan espontáneocomo a menudo se ha pensado. Los jóvenes en los díasde Nash fueron los líderes de lo que probablementefue el mayor avivamiento de oración de toda la histo-ria.

Nos detenemos ahora a considerar las circunstanciasque rodearon su muerte. En el pequeño pueblo deVernon, al norte del estado de Nueva York, duranteun frío invierno en el que las temperaturas a menudopermanecieron bajo cero, Daniel Nash continúa esteministerio de oración.

Charles Finney relata la manera en la que su colabora-dor parte a su hogar celestial:

“Esto es lo que me dijo un buen hombre: ‘¡Oh, memuero por la falta de fuerza para orar! Mi cuerpo estáconsumido, siento el peso del mundo y, ¿cómo podréabstenerme de orar?’ He conocido a este hombreyendo a la cama absolutamente enfermo, lleno de

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debilidad y desmayado por causa de la presión quesentía. Y le he visto orar como si hiciese violencia en elCielo, para más tarde ver la bendición venir tan clara-mente en contestación a su oración como si hubiesesido revelada, de tal manera que nadie pudiese dudarde que Dios había hablado desde el cielo.

¿Queréis que os diga cómo murió? Siguió orando másy más. Ponía delante de él el mapa del mundo yoraba; miraba a los distintos países y oraba porellos...hasta que expiró en su habitación, orando.

¡Qué hombre tan bendito! El fue reprochado por losprofesores impíos, carnales e incrédulos; pero fue elfavorito del Cielo, y un príncipe prevaleciente de laoración.”

Así, de rodillas, entró en la gloria el 20 de diciembrede 1831 a la edad de 56 años. Su cuerpo se halla ente-rrado cerca del lugar donde pastoreó, en el cemente-rio de aquella vieja iglesia con una pequeña piedraque da testimonio de dicho lugar.

Puede ser que Dios considere oportuno levantar aotras personas con un ministerio similar en estos díasde tanta necesidad. Querido lector, ¿estarás dispuestoa considerar el coste, la necesidad y la oportunidad?

¿Estarás dispuesto a entregarte al ministerio de la ora-ción en la medida en la que Dios te dirija y te capaci-te?

El Instituto Profético Europeo

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